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5 La Segunda Carta de Pedro

La Segunda Carta de Pedro se presenta como una epístola, aunque carece de los elementos formales típicos del género. El autor, que se identifica como Simón Pedro, aborda temas como la defensa de la fe en la segunda venida del Señor y la advertencia contra falsos maestros, utilizando ejemplos bíblicos para fundamentar su mensaje. La carta concluye con exhortaciones finales y una referencia a las enseñanzas de Pablo, destacando la importancia de crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo.

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5 La Segunda Carta de Pedro

La Segunda Carta de Pedro se presenta como una epístola, aunque carece de los elementos formales típicos del género. El autor, que se identifica como Simón Pedro, aborda temas como la defensa de la fe en la segunda venida del Señor y la advertencia contra falsos maestros, utilizando ejemplos bíblicos para fundamentar su mensaje. La carta concluye con exhortaciones finales y una referencia a las enseñanzas de Pablo, destacando la importancia de crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo.

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SEMINARIO INTERDIOCESANO “LA ENCARNACIÓN” /// Lic.

Claudia MENDOZA 43

Segunda
Carta de Pedro 1
El autor de 2 Pedro se autopresenta como “Simón Pedro” (1,1) y dice –en 3,1– esta es la
“segunda carta que escribe” a sus destinatarios.2
Carácter literario
La obra se presenta como una “carta”, pero, en realidad, no se encuentran en ella los elementos
formales usuales del género epistolar.
El autor –que pretende ser “Simón Pedro, Siervo y apóstol de Jesucristo”– se dirige a los
creyentes en general –“a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha
cabido en suerte una fe tan preciosa como la nuestra” (1,1-2)– sin precisiones de ningún tipo.
Si bien en 2 Pedro se encuentran exhortaciones finales –3,17-18– no aparecen los saludos
comunes propios de la literatura epistolar. Como en la Carta de Judas, el mensaje concluye con
una doxología (3,18b).
Primera aproximación
Estructura temática3
Entre los versículos introductorios (1,1-2) y la doxología final (3,18b)
el texto presenta la siguiente estructura temática:

2 Pedro 1,3-15
Discurso introductorio sobre los dones salvíficos
y el carácter testamentario del escrito ante la muerte inminente de “Pedro”
El poder divino da a los creyentes todo lo que necesitan para la vida y la
piedad, haciéndolos incluso capaces de participar de la naturaleza divina
(1,3-4).
Esto exige de suyo crecer en toda virtud,4 para llegar a un conocimiento
salvífico del Señor Jesús (1,8) –si no, se está ciego y los movimientos son a
tientas (1,9)– y entrar a su reino perpetuo al que han sido llamados y
elegidos (1,9-10).
Fundamentando su autoridad, el autor se identifica con un “Pedro” que
sabe de su muerte inminente y por eso deja por escrito su mensaje, para que
los creyentes tengan posibilidad más tarde de recordarlo y, al valorarlo
como expresión de su última voluntad, se sientan afectivamente obligados
a actuar según su contenido (1,12-15).5
2 Pedro 1,16-3,13
La defensa de la fe en la (segunda) venida del Señor
Es la parte más importante del texto y está dedicada a la defensa de la fe en la (segunda)
“Venida del Señor”.

1
H. LONA, “La Segunda Carta de Pedro”, en: Id., Las Cartas Apostólicas, Buenos Aires (Claretiana
2003), 136-157. D. FARKASFALVY, “2 Pedro”, en: W. FARMER et al. (edts.), Comentario Bíblico
Internacional, Navarra (Verbo Divino 1999), 1653-1660. A. STÖGER, “Segunda Carta de San Pedro”, en:
Id., Carta de San Judas. Segunda Carta de San Pedro, Barcelona (Herder 1975), 53-127.
2
Aunque no significa necesariamente ni que el autor sea Pedro ni que sea el mismo que escribió 1Pedro.
3
H. LONA, “La estructura temática” y “Los contenidos”, en: Id., Las Cartas Apostólicas, 137-141.
4
Enumera las diversas virtudes sin seguir un orden lógico: fe, virtud, conocimiento, dominio de sí,
constancia, piedad, amor fraterno, amor en general (2 Pedro 1,5-7).
5
Imagen tomada de https://images.app.goo.gl/Q3drwfwzL95HCiXz9

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SEMINARIO INTERDIOCESANO “LA ENCARNACIÓN” /// Lic. Claudia MENDOZA 44

▪ 1,16-21: Factores legitimantes.


Para demostrar la autoridad que tiene para enseñar respecto del tema en cuestión, el autor
se apoya en los elementos que le brinda su identificación ficticia con “Pedro” en cuanto
testigo ocular de la “transfiguración” (1,16-18).6
Su enseñanza sobre la “Parusía”
no se asienta en mitos fantásticos
de tipo alguno sino en su calidad
de testigo de la epifanía
luminosa e irradiante ocurrida en
el monte santo cuando la voz del
cielo lo proclamó su “hijo
amado”.
El recurso a esta tradición es de
tipo “apologético”: si Pedro ya
fue testigo de la manifestación
del esplendor de la gloria del
Señor que, entonces su mensaje sobre el retorno glorioso al final de los tiempos no puede
ser puesto en duda.
Esta experiencia de Pedro confirma la palabra profética –el autor exhorta a prestar
atención como lámpara que brilla en las tinieblas “hasta que despunte el día” (1,19)–.
Teniendo en cuanta probablemente ya a los adversarios que va a combatir en el capítulo
siguiente enseña a continuación que la palabra profética de la Escritura no puede ser
objeto de interpretaciones personales (1,20-21).

▪ 2,1-22: Polémica propiamente dicha.


La polémica contra los adversarios se abre con una comparación: así como en el pueblo
de Israel aparecieron falsos profetas, ahora también han surgido falsos maestros que
niegan al Señor que los rescató obrando así su propia ruina. La comunidad está en peligro
(2,1-3).
Dejándose guiar por el hilo conductor que le brinda la Carta de Judas, el autor cita a
continuación varios ejemplos de castigos ejemplares infligidos por Dios: los ángeles
caídos (2,4; cf. Génesis 6,1-4); el diluvio (2,5; cf. Génesis 7s); la destrucción de Sodoma
y Gomorra (2,6; cf. Génesis 19,24s); la historia de Lot en medio del desastre (2,7-10a; cf.
Génesis 19,7-9.16.19).
En 2,10b-22, haciendo gala de un uso versado del lenguaje de la polémica, apunta a los
adversarios: su atrevimiento los lleva a maldecir a los ángeles (2,10b-11), son seres
irracionales destinados a la perdición (2,12); viven entregados al placer (2,13-14); siguen
el camino de Balaam (2,15-16); son fuentes sin agua, nubes llevadas por el viento (2,17);
con palabras pomposas y con promesas de libertad llevan a otros a la esclavitud (2,18-
21).7 Termina la diatriba con dos refranes (2,22).

6
Cf. Jerome NEYREY, “The Apologetic Use of the Transfiguration in 2 Peter 1,16-21”, CBQ 42,4 (1980)
504-519.
Imagen tomada de https://images.app.goo.gl/PgyMTZ6cbU8MHgsc8
7
En relación con la Carta de Judas, este texto extrema la caracterización completamente negativa de los
adversarios, precisando detalles sobre la inmoralidad de los oponentes:
▪ Sus ojos se dirigen llenos de deseos hacia las mujeres adúlteras – no cesan de pecar – seducen a las
personas inseguras – tienen un corazón lleno de codicia – son hijos de la maldición (2 Pedro 2,14).
▪ Conducen al libertinaje a aquellos que recién se han liberado del error – les prometen libertad
mientras que ellos mismos son esclavos de la corrupción (2 Pedro 2,18-19).

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▪ 3,1-13: ¿Por qué aún no se ha realizado la Parusía?


Antes de iniciar la defensa de la fe en la (segunda) Venida del Señor, el autor pone otra
nota “personal”: él mismo ya ha escrito antes una carta a los fieles para recordarles las
palabras dichas por los santos profetas y el mandato del Señor anunciado por los
apóstoles (3,1-2).
Tras recordar esto, enfrenta directamente el problema central: la presencia de hombres
cínicos y burlones que socarronamente preguntarán: “¿Qué ha quedado de la promesa de
su Venida? Desde que nuestros padres murieron todo sigue igual como en el comienzo de
la creación” (3,3-4).
Los adversarios se mofan de los que todavía esperan la Venida del Señor basados en la
experiencia. Nada ha cambiado, todo sigue igual ‒e, implícitamente, se sugiriere que
también seguirá igual‒.
El autor responde a la objeción dando tres pasos argumentativos:
▪ Los que se burlan de la promesa de la Parusía no advierten que toda la creación está
en manos de Dios, que la salvó después del diluvio y la tiene reservada para el día
del juicio, cuando los impíos sean castigados (3,5-7).
▪ Los creyentes deben advertir que el paso del tiempo es relativo para Dios: mil años
son como un día ante sus ojos (cf. Salmo 90,4). En realidad, no es que la Parusía se
retrase, sino que Dios tiene paciencia con los hombres y les da tiempo para que se
arrepientan (3,8-9; cf. Sirácida 35,19 y 1 Pedro 3,10).
▪ El día del Señor llegará como un ladrón y será el momento de la desintegración
universal, cuando se disuelva todo lo que existe. Frente a esta perspectiva, los
creyentes pueden (y deben) “acelerar” la llegada de la Parusía llevando una vida
santa, esperando la llegada del Señor, cuando este mundo llegue a su fin y se cree
un cielo nuevo y una tierra nueva en la que reine la justicia (3,10-13).

2 Pedro 3,14-18a
Exhortaciones finales
El autor comienza con las exhortaciones conclusivas (3,14-15a).
Pero, inesperadamente, interrumpe su discurso para referirse
a las enseñanzas de las cartas de Pablo (3,15b-16). El tema
paulino de la paciencia de Dios como salvación de los
creyentes (Romanos 2,4) lo mueve a alabar la sabiduría del
apóstol. Sin embargo –revelando sin duda un trasfondo
polémico– aprovecha la ocasión para advertir acerca de la
complejidad de los textos paulinos. Hay gente ignorante e
inestable que, para su propia ruina, tergiversa su sentido
(como el de otros textos de la Escritura). 8
Al final, retoma el tono exhortativo para recomendar tener precaución a fin de no dejarse
arrastrar por el error de personas sin principios y alcanzar el objetivo de crecer en la gracia y en
el conocimiento de Cristo (3,17-18a).

Aun concediendo la función retórica de este tipo de lenguaje, parece demasiado poco ver aquí sólo un
fenómeno puramente difamatorio, sin ningún tipo de asidero en la realidad. Se sabe que se dio un
libertinaje fundado en ideas cristianas –motivado por causas diversas– que también pudo haber existido
en el ambiente en el que nació 2 Pedro (cf. H. LONA, “Polémica contra los adversarios”, en: Id., Las
Cartas Apostólicas, 148).
8
Imagen tomada de https://images.app.goo.gl/KCPu5eQkobEWfiks8

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Relación de 2 Pedro con Judas9


Numerosos bloques de material de 2 Pe tienen claros paralelos con Judas. Esto resulta
especialmente llamativo en lo que concierne 2 Pedro 2,1-18 y 3,1-3 –es decir, en la polémica
contra los adversarios– donde prácticamente todos los versículos de 2 Pe tienen paralelo en
Judas 1,4-19:

JUDAS 2 PEDRO 2
v. 4 2, 1.3b Aparición de los falsos maestros (intrusos)
v. 6 2,4 Castigo de los ángeles pecadores
v. 6 2,9 Justos salvados, impíos condenados
v. 7 2,6 Condena de Sodoma y Gomorra
v. 7-8 2,10 Desenfreno carnal de los intrusos
v. 9 2,11 Ni los ángeles osan actuar como ellos
v. 10 2,12 Se portan como animales sin razón
v. 11 2,15 Caen en la traición de Balaam
v. 12 2,13 Abusan en las comidas comunitarias
v. 13 2,17 Son como fuentes (nubes) sin agua
v. 16 2,18 Su boca profiere insolencias
v. 17 3,2 Recuerdo de los profetas y apóstoles
v. 18 3,4 Estaba previsto (en la Escritura) que aparecerían

Hay algunos párrafos de 2 Pedro 2,1-8 y 3,1-3 que no tienen paralelo en Judas:
2 Pedro 2,2-3.5.7-8.14.16.18-22
Se trata:
▪ De invectivas contra los falsos maestros (2,2-3.14.16.18-22)
▪ De ejemplos bíblicos que no están en Judas: Noé (2,5); Lot (2,7-8).

Hay algunos versículos de Judas que no tienen correspondencia en 2 Pedro:


Judas 3.5.15.19-25
Se trata casi exclusivamente de citas de apócrifos.

Podemos decir que el núcleo central de Judas reaparece en 2 Pedro


A excepción del saludo y de la doxología final son muy pocos los versículos de Judas sin
paralelo en 2 Pedro.

¿Cuál es la relación entre ambos textos?


Todo parece indicar que el autor de 2 Pedro reeditó el texto de Judas, expurgándolo de las citas
de apócrifos y explicitando el error que se quiere combatir: “¿En qué ha quedado la promesa de
su venida?” (2 Pedro 3,4).
Dada la descripción bastante cuidadosa que aparece en 2 Pedro del error que combate (cf. 2
Pedro 3,4) –mientras que en la epístola de Judas el contenido de la polémica queda en la

9
Cf. H. LONA, “El uso de la Carta de Judas”, en: Id., Las Cartas Apostólicas, 141-142. Cf. T. CALLAN,
“Use of the Letter of Jude by the Second Letter of Peter”, Biblica 85/1 (2004) 42-64.

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SEMINARIO INTERDIOCESANO “LA ENCARNACIÓN” /// Lic. Claudia MENDOZA 47

penumbra– es más razonable pensar que el autor de 2 Pedro ha reeditado un texto general, un
tanto vago en la descripción de la herejía, adecuándolo a una situación específica.

En apoyo de esta opinión se suelen indicar algunos argumentos:


1. Es difícil de imaginar que Judas haya descartado unos 2/3 de la 2 Pedro y la haya
reducido hasta hacer desaparecer el error que se estaba combatiendo. En general se suele
suponer que un texto más largo absorbe a uno más breve y no que un texto breve resume
a uno más largo.
2. Además, en 2 Pedro no aparecen los argumentos extraídos de los apócrifos que Judas
esgrime con tanta naturalidad, sin hacer verdadera distinción entre los apócrifos y los
textos veterotestamentarios, como si tuvieran ambos el mismo valor, colocándolos en un
mismo nivel. Parece más coherente pensar que 2 Pedro no haya querido reproducir
pasajes de textos menos aceptados y utilizados.
3. Además de omitir los textos sacados de los apócrifos, 2 Pedro introduce ejemplos bíblicos
en apoyo de su argumentación (Noé y Lot) y ordena las referencias según la cronología
del Antiguo Testamento:
Por ejemplo, En Judas 5-7 se mencionan tres ejemplos tomados del Antiguo Testamento
para ilustrar la convicción de que Dios castiga a los impíos.
Son citados en el siguiente orden:
 Israel en el desierto
 Los ángeles caídos
 Sodoma y Gomorra.
En 2 Pedro esto tres ejemplos reaparecen, pero reordenados según su sucesión
“histórica”:
 Ángeles caídos (2,4)
 Diluvio (2,5, en vez de Israel en el desierto)
 Sodoma y Gomorra (2,6).
Sería muy rebuscado pensar que Judas haya tergiversado el orden de los ejemplos de 2
Pedro.
4. Hay textos de 2 Pedro que no se comprenden si no se tiene en cuenta el texto de Judas:
▪ Por ejemplo, 2 Pedro 2,4 dice:
Pues si Dios no perdonó a los Ángeles que pecaron, sino que, precipitándolos en
los abismos tenebrosos del Tártaro, los entregó para ser custodiados hasta el
Juicio.
No resulta fácil comprender este texto sin la referencia al pecado de los ángeles,
explicitado en Judas 6, y a su vez no resulta fácil saber a qué pecado se refiere
Judas 6 sin tener en cuenta el Libro de Henoc.
▪ Por ejemplo, cuando en 2 Pedro 2,10-11 hace referencia a aquellos que «atrevidos,
arrogantes y que injurian sin temor a los seres gloriosos, cuando ni siquiera los
ángeles, superiores en fuerza y en poder, se atreven a pronunciar ante el Señor
una sentencia injuriosa contra ellos», difícilmente se puede comprender el
episodio al que se hace referencia en este texto.
En cambio, el ejemplo narrado en Judas 9 se refiere a la discusión sobre el cuerpo
de Moisés y parece haber sido sacado del libro apócrifo conocido como “Asunción
de Moisés”.

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El Autor10
No sólo se presenta como “Simeón Pedro, servidor y apóstol de Jesucristo”, con la forma semita
del nombre (2 Pedro 1,1), sino que también inserta recuerdos personales del “príncipe” de los
apóstoles:
▪ En 1,16-18 se proclama testigo ocular de la transfiguración
(cf. Marcos 9,2ss. y //)
▪ En 1,14 afirma que Jesús predijo su muerte como mártir (Juan 21,18ss):
▪ En 3,15 se presenta, por medio de la expresión “nuestro querido hermano Pablo”, como
contemporáneo y colega en el ministerio de Pablo.
▪ Además, en 3,1, haciendo referencia a 1 Pedro, señala que este escrito es la “segunda”
carta que les escribe.11

Declara solemnemente que escribe la carta poco antes de su muerte para que los lectores
guarden en la memoria “la verdad presente” (1,12ss) como un legado. 2 Pedro se presenta así
como un “testamento” o “discurso de despedida” del apóstol antes de su partida.

¿Se trata de un caso de pseudoepigrafía?


Casi todos los comentaristas de hoy día consideran que se trata del caso más claro de
pseudoepigrafía:
 Resultaría inexplicable el largo silencio de las Iglesias Orientales y Latinas sobre esta
carta, de haber sido Pedro su autor.
En el siglo III sólo es mencionada en Egipto, muy pocas veces por lo demás, y aún
entonces señalando que muchos no la admiten.12
En el siglo IV, la carta es mencionada con mayor frecuencia, pero sigue siendo discutida
su autenticidad.
Hasta los siglos V y VI no se afirma definitivamente su canonicidad.13
 Su dependencia de la carta de Judas indica fue escrita con posterioridad (y Judas
difícilmente representa la época de la primera generación).
 El autor se dirige a unos cristianos que no creen ya en la promesa de la Parusía del Señor
y fundan su escepticismo –jactándose de su visión “realista” de la realidad– en el hecho

10
Cf. H. LONA, “El autor y los destinatarios”, en: Id., Las Cartas Apostólicas, 145-147.
11
Si bien en todo el escrito no hay indicio alguno de que el autor haya utilizado la Primera Carta de
Pedro (aunque esto no significa que no la conociera). De un modo u otro sabía que existía la “Primera
Carta”. Al afirmar que escribe una “segunda” carta (3,1) el autor está revelando un marcado interés por
lograr que los lectores crean estar recibiendo un mensaje escrito por “Pedro”.
12
No hay claras alusiones a ella antes de los tiempos de Orígenes, quien afirma que Pedro dejó “una
epístola reconocida, y posiblemente dos, aunque esto es dudoso” (HE VI, 25,9). Eusebio da noticias de las
discusiones en torno a 2 Pedro: “... de los libros discutidos, en cambio, y que, sin embargo son conocidos
de la gran mayoría, tenemos la Carta llamada de Santiago, la de Judas y la 2 de Pedro así como las que se
dicen ser II y III de Juan, ya sean del evangelista, ya de otro del mismo nombre.” (HE III, 25,3). Cf. D.
FARKASFALVY, “Uso e interpretación de 2 Pedro”, en: W. FARMER et al. (edts.), Comentario Bíblico
Internacional, 1654.
13
San Jerónimo la acepta, si bien reconoce que otros dudaban: “Pedro escribió dos cartas; ...la segunda
se la niega la mayoría debido a la diferencia de su estilo”. Esta diferencia –precisa Jerónimo– se explica
por haber recurrido a “intérpretes” distintos (PL 23,638; cf. 22,1002). A partir de fines del siglo IV, las
Iglesias latinas la incluyen en sus cánones. En el siglo VI, la Iglesia Siria también la incluye.

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de que sus padres murieron y, sin embargo, todo sigue igual: “Pues desde que murieron
los padres, todo sigue como al principio de la creación” (3,4).
Este argumento vale únicamente en la hipótesis de que la expresión “nuestros padres”
designe a la generación de los discípulos de Jesús, que transmitieron sus promesas. Pero
estos murieron y no pasó nada.
 Además, las controversias acerca del retraso de la Parusía sólo se comprenden bien
después de la muerte de los discípulos inmediatos de Jesús (cf. Marcos 9,1ss.): mientras
ellos vivían, no se planteó la cuestión.
 En 3,15-16 se dedican unas líneas a las cartas de Pablo, que son ya patrimonio común de
todas las iglesias y que, sobre todo, están consideradas con igual autoridad que “las otras
Escrituras”. Y esto no pudo ocurrir en vida del tan discutido apóstol.
 El lenguaje del texto delata una formación helenística.14

El autor de esta obra parece pertenecer a los ambientes judeocristianos15 abiertos a la cultura
helenística. Se puede inferir que recibió una buena formación literaria (ello se revela en el
vocabulario y en el estilo). Tal vez era un maestro en su comunidad, responsable de la defensa y
la difusión de la fe (su preocupación por la defensa de la fe en la Parusía corresponde a esta
misión). Esto explicaría además su conocimiento del Antiguo Testamento y de la tradición
cristiana16.
El marco pseudoepigráfico sin duda está cuidadosamente montado.

Los destinatarios
La carta, en el encabezado, no indica una comunidad concreta, como si buscara dirigirse a todos
los que se mantienen en la fe de Pedro, a los que “por la justicia de nuestro Dios y Salvador
Jesucristo” “les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como la nuestra” (2 Pedro 1,2).
De todos modos, cabe decir que, por la forma de expresión del autor, los destinatarios no
parecen ser en su mayoría judeo-cristianos sino creyentes provenientes del paganismo y de un
ambiente cultural helenista, que, “por medio del conocimiento del Señor” “se han alejado de la
corrupción del mundo” (2,20).
Es comprensible que fieles de estas características, probablemente no familiarizados con la
apocalíptica judía, fácilmente hayan prestado oídos a las críticas que los adversarios hacían a la
escatología tradicional, con su anuncio de la (segunda) “Venida”, y se sintieran atraídos por el
discurso rival.17

Motivo y ocasión del texto


(Ocasión real // ocasión “ficticia”)18
La ocasión ficticia del texto es la inminente muerte de “Pedro”
El Señor le reveló que pronto ha de “dejar esta tienda” (1,14) y se siente apremiado por dejar un
“recuerdo” permanente de las tradiciones escatológicas de la comunidad (1,15). Desde esta
perspectiva, el texto tiene que ser leído y valorado como un “testamento” (o “discurso de

14
Cf. H. LONA, “El lenguaje”, en: Id., Las Cartas Apostólicas, 144.
15
Utiliza el nombre de Pedro – conoce la Carta de Judas – conoce temas de la apocalíptica judía (cf. 2
Pedro 3,10-13).
16
Sólo alguien que ha leído y explicado las cartas de Pablo sabe de las dificultades de comprensión y de
los peligros que pueden surgir si es que se las interpreta de forma arbitraria (2 Pedro 3,15-16). Cf. H.
LONA, “La tradición cristiana”, en: Id., Las Cartas Apostólicas, 150-151.
17
Cf. H. LONA, “El autor y los destinatarios”, en: Id., Las Cartas Apostólicas, 146.
18
Cf. J. NEYREY, “The Apologetic Use of the Transfiguration in 2 Peter 1,16-21”, 504-506.

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SEMINARIO INTERDIOCESANO “LA ENCARNACIÓN” /// Lic. Claudia MENDOZA 50

despedida”) que expresa la última voluntad del príncipe de los apóstoles, escrita poco antes de
su muerte.
La ocasión real parece ser la necesidad de defender una determinada concepción de fe en el
retorno del Señor al final de los tiempos
Esta fe estaría amenazada por “burlones” que no toman en
serio las enseñanzas tradicionales19 (3,3-4). La presencia de
estos detractores hace necesario una respuesta autorizada, una
“correcta interpretación” que recuerde las tradiciones
escatológicas comunitarias (3,1-2).
Es decir, la función principal del escrito parece ser una
apología de las tradiciones escatológicas, que –una vez
explicadas y defendidas– deben ser establecidas de una vez y
para siempre (1,15).
Estos negadores de la Parusía invocan, para sostener su
postura, una colección de cartas paulinas y “los restantes
escritos” (del Antiguo Testamento); que interpretan a su conveniencia:
3,15-16
La paciencia de nuestro Señor juzgadla como salvación, como os lo escribió también Pablo,
nuestro querido hermano, según la sabiduría que le fue otorgada. v.16 Lo escribe también en
todas las cartas cuando habla en ellas de esto. Aunque hay en ellas cosas difíciles de entender,
que los ignorantes y los débiles interpretan torcidamente –como también las demás Escrituras–
para su propia perdición.
El autor de la carta no podía desautorizar ni a Pablo (¿1Tesalonicenses?) ni a las demás
“Escrituras”. Por eso se limita a rechazar como erróneas las conclusiones extraídas de la esa
exégesis herética. Así, pone en juego “la autoridad de Pedro”20 contra el recurso al Antiguo
Testamento y a Pablo (estableciendo, a la vez, que, interpretados correctamente, Pedro y Pablo
han transmitido idéntica enseñanza).
La función de Pedro es fundamental en la defensa de la ortodoxia y en la interpretación de las
“Escrituras”: frente a dos interpretaciones posibles, es válida la de Pedro.

Tiempo y lugar de origen


Para determinar el tiempo y el lugar de origen, un punto de referencia importante es la Carta de
Judas. Si este texto refleja los problemas y controversias de las comunidades cristianas hacia

19
Dice H. LONA: “Para comprender la posición de los adversarios no es necesario hacerlos sospechosos
de incredulidad en el poder de Dios. No se puede descartar el que hayan estado influenciados por la
concepción helenista de la eternidad del mundo. También hay que tener presente la situación de los
creyentes en el siglo II, que ya pertenecían a la segunda o tercera generación cristiana. Ellos podían
repetir fórmulas escatológicas, pero lentamente se imponía el dato de la experiencia. Lo peculiar y
sorprendente en estos cristianos es que – tal como los presenta el autor– han sacado consecuencias
radicales de este hecho: la promesa del retorno glorioso no se va a cumplir. Esta radicalidad parece ser lo
que ha encendido la polémica. Tomando una expresión de Jds 18, el autor los llama “burlones” [...] lo que
está en juego es la verdad de la esperanza escatológica” (H. LONA, “La polémica contra los adversarios”,
en: Id., Las Cartas Apostólicas, 149).
Imagen tomada de https://images.app.goo.gl/fa98VQQo9N5GbCct7
20
A esto podemos añadir que la referencia en 2 Pedro 3,1 a 1 Pedro como la única carta anterior junto a
la situación (ficticia) de la muerte inminente de “Pedro” (2 Pedro 1,14-15): (1) pretende afirmar que
existen dos y sólo dos cartas auténticas y (2) intenta de clausurar toda posibilidad de aparición de
ulteriores cartas “petrinas”.

LA LLAMADA SEGUNDA CARTA DE PEDRO /// 19/4/2022 50


SEMINARIO INTERDIOCESANO “LA ENCARNACIÓN” /// Lic. Claudia MENDOZA 51

fines del siglo I, la Segunda de Pedro, que utiliza ese escrito, debería ser ubicada también hacia
fines del siglo I o comienzos del siglo II.21
El primero que habla de una Segunda Carta de Pedro es Orígenes (Alejandría, primera mitad del
siglo III), aunque afirma que se pone en duda su autenticidad.22 Esto significa que el texto era
conocido en esa región. De allí que algunos hayan propuesto como lugar de origen de la obra
Alejandría. Dada la atribución pseudoepigráfica de la obra a Pedro, otros han pensado en Roma.
Ambas posturas son verosímiles, pero no se imponen con certeza.

Concepciones teológicas
Algunas apreciaciones conclusivas23

 Elabora expresamente el problema de “la demora de la Parusía”, que la literatura cristiana


primitiva suele tratar entre líneas y rara vez en forma expresa.
Pero lo hace más bien en la línea de un “saber escatológico” recibido de la tradición,
como parte de la doctrina sobre las realidades últimas. No se observa en la obra la
intención de procurar configurar una actitud existencial de espera real del fin, propia de
los primeros cristianos, que afecta el presente y, en cuanto tal, determina un modo de
vivir.

 Además, 2 Pedro defiende la escatología apocalíptica tradicional y otorga especial valor a


“la ruina súbita y espectacular del cosmos” (cf. 2 Pedro 3,5-13).
La primera alusión al comienzo y fin de la creación se encuentra en 2 Pedro 3,5-7. Cielos
y tierra, de acuerdo con Génesis 1,2, provienen del “agua”. El mundo queda establecido
entre las aguas (Génesis 1,7). La misma fuerza de la palabra creadora es la que mantiene
cielos y tierra hasta que llegue el fuego en el “día del juicio”, el día del castigo de los
impíos. En ese “día”, los elementos que componen la realidad se disolverán abrasados24 y
se pondrán al descubierto las obras del hombre sobre la tierra.
El interés que prevalece en estos motivos no es de orden cosmológico sino teológico.
Dios se revela en los acontecimientos finales como “juez”, Señor de la historia y de la
creación. El Señor que ha creado el mundo también o destruirá en signo de castigo, para
que los creyentes vivan en “cielos nuevos y una tierra nueva” en donde habita la justicia
(3,13). Estos, con el testimonio de su vida santa pueden acelerar la llegada de este
momento (3,11-12). Mientras tanto, si se mantienen irreprensibles, deben saber que para
ellos este tiempo de paciencia es un tiempo de salvación (3,14).

21
Una fecha más tardía no podría explicar la ausencia de claros elementos gnósticos en la controversia;
cf. H. LONA, “Tiempo y lugar de origen”, en: Id., Las Cartas Apostólicas, 151.
22
Dato mencionado por EUSEBIO DE CESAREA en HE VI 25,8: “Y Pedro, sobre quien se edifica la iglesia
de Cristo, contra la cual no prevalecerán las puertas del Hades (cf. Mateo 16, 18), dejó una sola carta por
todos reconocida. Quizá también una segunda, pues se la pone en duda”.
23
Cf. H. LONA, “Las enseñanzas”, en: Id., Las Cartas Apostólicas, 152-154.
24
El motivo de “la destrucción del mundo por el fuego” es un tema tradicional tanto de la filosofía griega
–los estoicos enseñaban la doctrina de un incendio universal que renovaba periódicamente el mundo–
como de la apocalíptica judía. No se puede saber con certeza si los adversarios defendían una
comprensión del tipo de la estoica, en la que nada cambia significativamente. Aún cuando los estoicos
anunciaban un incendio cósmico, el mundo material para ellos tenía una duración eterna en sí misma,
independientemente del poder de Dios. Si así fuera, el autor de 2 Pedro, al describir la destrucción de la
realidad por medio del fuego, habría procurado quitarle al mundo toda autonomía frente a Dios (tal como
ya lo había hecho al hablar del origen de los cielos y de la tierra). De hecho, el autor insiste
considerablemente en el motivo del poder de Dios sobre la creación. Su palabra es la fuerza que posibilita
la consistencia del mundo. Pero esa Palabra es también la que conduce al mundo hasta el día del juicio y
del castigo por medio del fuego. La Palabra es la expresión de la dependencia del mundo respecto de
Dios.

LA LLAMADA SEGUNDA CARTA DE PEDRO /// 19/4/2022 51


SEMINARIO INTERDIOCESANO “LA ENCARNACIÓN” /// Lic. Claudia MENDOZA 52

 Digna de destacar es la idea de “la tradición apostólica” como baluarte contra el error:
La idea de Judas sobre la “fe que se transmitió al pueblo santo de una vez para siempre”
(Judas 3), se encuentra también en 2 Pedro como “la verdad presente en vosotros”
(1,12), como “el mandamiento santo que les ha sido transmitido” (2,21) y como “el
mandamiento de vuestros apóstoles que es el mismo del Señor y Salvador” (3, 2). Al
igual que “los apóstoles” en este último pasaje, Pedro aparece en todo el escrito como el
garante de la tradición.
En 1,20ss y 3,16 se anuncia ya de manera incipiente la realidad del «magisterio
eclesiástico» con sus exigencias.

 Desde la perspectiva más propiamente soteriológica aparece la idea de salvación como


una “divinización física”.
Por primera vez aparece el adjetivo “divino” en la literatura cristiana: el poder “divino”
da a los creyentes todo lo que necesitan para la vida y la conducta piadosa (1,3). El don
de salvación consiste en la participación de la “naturaleza divina” (1,4).
2 Pedro 1,3-4
Pues su divino poder nos ha concedido cuanto se refiere a la vida y a la piedad, mediante
el conocimiento perfecto del que nos ha llamado por su propia gloria y virtud, v4 por
medio de las cuales nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que
por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina, huyendo de la corrupción que
hay en el mundo por la concupiscencia.

Este vocabulario revela la influencia de la piedad helenística con matices filosóficos. La


expresión “naturaleza divina” (qei,aj fu,sij) es abstracta y revela un modo de pensar sobre
Dios en términos de “naturaleza”, que no propio de los textos bíblicos.

LA LLAMADA SEGUNDA CARTA DE PEDRO /// 19/4/2022 52

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