ORACIONES DIARIAS
Oración al Espíritu Santo
(Secuencia de Pentecostés)
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre,
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquecemos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, OFRECIMIENTO DE SÍ MISMO
infunde calor de vida en el hielo, (P. Ignacio de Loyola)
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero. Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad,
Reparte tus siete dones mi memoria, mi entendimiento y toda mi
según la fe de tus siervos. voluntad; todo mi haber y mi poseer, Vos
Por tu bondad y tu gracia me lo disteis, a Vos Señor lo torno, dis-
dale al esfuerzo su mérito; poned de ello a toda vuestra voluntad.
salva al que busca salvarse Dadme vuestro amor y vuestra gracia
y danos tu gozo eterno. que ésta me basta.
Amén. Amén.
Oraciones
para renunciar a las barreras que
impiden nuestra curación
1. Vínculos no saludables (lazos del alma profanos)
Comienza orando y pidiendo al Espíritu Santo que te revele cual-
quier apego malsano o profano en tu vida. Estos pueden incluir
relaciones sexuales fuera del matrimonio (pasadas o presentes), el
consumo de pornografía o la entrega a fantasías impuras. También
pueden involucrar relaciones emocionales inadecuadas. Reflexio-
na sobre cualquier relación en la que el control, la manipulación o
la codependencia hayan reemplazado el amor auténtico, ya sea
con familiares, amigos o miembros de la comunidad.
Asimismo, cualquier vínculo en el que hayas transgredido los lími-
tes morales de Dios con otra persona (por ejemplo, participando
juntos en prácticas ocultistas o en el consumo de drogas) puede
generar un lazo del alma profano. Pídele al Espíritu Santo la fuerza
para liberarte de estos apegos. Si existen aspectos positivos en la
relación, pasados o presentes, no significa que debas rechazar a
la persona (por ejemplo, un padre, cónyuge o amigo), sino única-
mente aquellos aspectos que no sean saludables y que se opon-
gan a la voluntad de Dios.
En el nombre de Jesucristo, renuncio a todos los apegos
profanos con [nombre de la persona]. Tomo la espada del
Espíritu, que es la palabra de Dios, y rompo y corto todos los
lazos mentales, emocionales, físicos, sexuales o espirituales
malsanos con [nombre de la persona]. Señor, te pido que
nos perdones a ambos por haber pecado contra ti y el uno
contra el otro. Por favor, libéranos a cada uno de nosotros
para vivir en la libertad del Espíritu Santo.
2. Juicios amargos enraizados
Los juicios amargos son percepciones erróneas que formamos so-
bre los demás, sobre nosotros mismos e incluso sobre Dios, basadas
en heridas pasadas o presentes. Estos juicios suelen estar ligados
a la falta de perdón y nos llevan a condenarnos a nosotros mismos
o a los demás. Se diferencian de los juicios sanos, que implican un
discernimiento entre el bien y el mal.
Cuando alimentamos un juicio amargo hacia una persona o grupo
de personas, hacia nosotros mismos o incluso hacia Dios, desarro-
llamos una imagen distorsionada de ellos y perdemos de vista su
bondad inherente. Para liberarnos de estos juicios, podemos re-
currir a la oración. La siguiente oración puede ayudarte a sanar
estas percepciones erróneas, ya sea en relación con Dios, contigo
mismo o con los demás.
Señor, reconozco que mis percepciones de [nombre de la persona]
no son amorosas. [Mencione los juicios específicos, y sea real con
la forma en que ve a esta persona de manera negativa]. En el nom-
bre de Jesucristo, y por el poder de su sangre preciosa, renuncio
ahora a estos juicios [nombre de cada juicio] hacía [nombre de la
persona]. Te pido ahora que me liberes para ver a [nombre de la
persona] de la forma en que tú los ves y que los bendigas ahora.
Por favor, perdóname por despreciar a esta persona y perder de
vista su dignidad.
3. Votos impíos
Los votos impíos son decisiones internas que toma-
mos con la intención de protegernos o salvarnos
del miedo y las heridas. Estos votos son muy distin-
tos de los votos sagrados que hacemos al recibir
los Sacramentos. En lugar de abrirnos a la gracia
de Dios, nos atan a nuestra propia voluntad, blo-
queando así su acción en nuestra vida.
Renunciar a estos votos nos permite invitar al Es-
píritu Santo a guiarnos hacia la libertad y la ple-
nitud de su gracia en esas áreas de nuestra vida.
La oración para romperlos es sencilla, pero el pri-
mer paso —pedirle al Espíritu Santo que nos revele
dónde hemos hecho estos votos impíos— puede
ser el más desafiante.
Generalmente, estos votos están asociados con
patrones de lucha repetitiva, en los que hemos in-
tentado manejar las situaciones por nuestra cuen-
ta, sin recurrir a la gracia de Dios. Comienza oran-
do y pidiendo al Espíritu Santo que te muestre en
qué áreas estás atado a un voto impío. Estos votos
suelen estar vinculados a heridas profundas y a
juicios amargos. Cuando identifiques uno, pídele
a Dios la gracia y la fortaleza para romperlo y ser
libre.
En el nombre de Jesucristo, renuncio al voto de
[mencionar el voto, p. ej., “nunca seré como mi
madre o mi padre”, “me protegeré a mí mismo”,
“nunca volveré a confiar en un hombre o una mu-
jer”, o “no volveré a complacer tanto a la gente
para no ser rechazado”].
Te pido, Señor, que me perdones por confiar en mí
mismo, y ahora te pido que me lleves a una nueva
libertad en el Espíritu Santo.
4. Heridas y mentiras sobre la identidad
Las mentiras sobre nuestra identidad suelen estar pro-
fundamente arraigadas en heridas psicosexuales. Pí-
dele al Espíritu Santo que te muestre las heridas espe-
cíficas que has experimentado, como el abandono,
el rechazo, el miedo, la vergüenza, la impotencia, la
desesperanza o la confusión. También pídele que te
revele las creencias erróneas que has interiorizado
como resultado de esas heridas.
Las oraciones de renuncia pueden ser una herramien-
ta poderosa y continua para liberarnos de las menti-
ras que nos atormentan y distorsionan nuestra identi-
dad. A continuación, se presenta una oración general
de renuncia. Después de ella, encontrarás oraciones
específicas para cada herida y la mentira identitaria
asociada a ella.
En el nombre de Jesucristo, renuncio a la mentira
de que [por ejemplo, “estoy solo”, “no soy ama-
do”, “no estoy seguro”, “soy malo”, “estoy atrapa-
do”, “las cosas nunca cambiarán” o “tengo que
resolverlo por mi cuenta”]. Anuncio la verdad de
que [por ejemplo, tú (Dios) estás conmigo, me
amas incondicionalmente, eres mi protector, me
has hecho bueno, me liberas, eres mi esperanza,
y me das entendimiento].
RECHAZO:
En el nombre de Jesucristo, renuncio a la mentira de que no soy
amado ni digno de ser amado. Renuncio a la mentira de que no
soy querido, deseado o lo suficientemente bueno. En el nombre
de Jesús anuncio la verdad de que soy el amado del Padre (1 Jn
3, 1). Soy amado, valorado, deseado y apreciado por Dios y por
los demás (Rom 8:31–39).
ABANDONO:
En el nombre de Jesucristo, renuncio a la mentira de que estoy
solo, que nadie me comprende ni se preocupa por mí. Renun-
cio a la mentira de que Dios me ha abandonado. En el nombre
de Jesús, anuncio la verdad de que Jesús está siempre conmigo
(Mt 28,20). Él nunca me dejará ni me abandonará (Hebreos 13:5).
Anuncio la verdad de que estoy rodeado por una gran nube de
testigos (Heb 12:1).
MIEDO:
En el nombre de Jesucristo, renuncio a la mentira de que no estoy
seguro, que estoy desprotegido y que, si confío, seré herido, de-
fraudado o moriré. En el nombre de Jesús anuncio la verdad de
que Dios es mi roca, mi fortaleza, mi libertador y mi protector (Sal
23, 27, 91). Anuncio la verdad de que el amor perfecto de Dios
echa fuera todo temor (1 Jn 4,18).
VERGUENZA:
En el nombre de Jesucristo, renuncio a la mentira de que soy malo,
sucio, feo, estúpido, inútil, pervertido. . . [completar otras creen-
cias basadas en la vergüenza]. En el nombre de Jesús, anuncio la
verdad de que soy aceptado, querido, lavado, limpiado y restau-
rado en Cristo (1 Cor 6). Anuncio la verdad de que Jesús no viene
a condenarme (Jn 3, 17-21).
IMPOTENCIA:
En el nombre de Jesucristo, renuncio a la mentira de que soy im-
potente, débil, atascado, atrapado, víctima, indefenso, etc. En el
nombre de Jesús, anuncio la verdad de que la gracia de Dios se
hace poderosa en mi debilidad, así que cuando soy débil, soy
fuerte (2 Corintios 12: 8–10). Anuncio la verdad de que todo lo
puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4,13).
DESESPERANZA:
En el nombre de Jesucristo, renuncio a la mentira de que nada
cambiará jamás y nunca tendré lo que quiero o necesito. Renuncio
a la mentira de que la vida no tiene sentido y que no tengo nada
por qué vivir. En el nombre de Jesús anuncio la verdad de que mi
esperanza es firme y que él hace nuevas todas las cosas (Ap 21, 5).
Anuncio la verdad de que Dios está obrando en mí y Él la llevará a
cabo (Flp 1, 6).
CONFUSIÓN:
En el nombre de Jesucristo, renuncio a la mentira de que tengo
que resolver todo por mí mismo y que nada tiene sentido y todo es
confuso. En el nombre de Jesús, anuncio la verdad de que tengo la
mente de Cristo (1 Cor 2, 16) y que el Espíritu Santo me dará sabi-
duría, inteligencia e iluminación cuando lo pida (1 Cor 1, 7; Stg 1: 5).
LAS LETANÍAS
se rezan de la siguiente manera:
Primero, reza el Padre Nuestro.
Recita las letanías meditando cuidadosamente en
qué significa para ti cada petición.
Finalmente, reza la Oración a San Miguel Arcángel.
LETANÍA
DE LA CASTIDAD
Para que pueda vivir en casta pureza Para admitir que mi corazón se hiere
de corazón, dame el coraje, Señor. y se rompe por la inmodestia,
(Después de cada frase decir: Para admitir que mi corazón se hiere
Dame la gracia, Señor) y se rompe al escuchar, ver o con-
sumir de cualquier forma contenido
Para admitir que mi corazón se hiere contrario a mi dignidad y la de otros,
y se rompe al desear la validación
de otros, Para admitir que mi corazón se hiere
y se rompe al usar vestimentas sen-
Para admitir que mi corazón se hie- suales y reveladoras para llamar la
re y se rompe al hacer de mi cuerpo atención de otros o validarme como
-que es templo del Espíritu Santo- un persona,
objeto de lujuria y placer,
Para admitir que mi corazón se hie-
Para admitir que mi corazón se hie- re y se rompe por el entretenimiento
re y se rompe al no querer sanar mis popular,
heridas,
Para admitir que mi corazón se hiere
Para admitir que mi corazón se hie- y se rompe por la ira y la hostilidad,
re y se rompe, al usar a otros como
medios para otros fines y negarme a Para admitir que mi corazón se hiere
amarlos como un fin en sí mismos, y se rompe por enojo escondido ha-
cia mis padres,
Para admitir que mi corazón se hie-
re y se rompe, al dejar que otros me Para admitir que mi corazón se se
usen de forma física, emocional o hiere y se rompe cuando busco ven-
afectiva para compensar mi sole- ganza hacia quienes me han herido,
dad o mis carencias,
Para admitir que mi corazón se se
Para admitir que mi corazón se hiere hiere y se rompe cuando guardo re-
y se rompe al no aceptar mi historia sentimientos,
y los sucesos que he vivido,
Para admitir que mi corazón se se
Para admitir que mi corazón se hiere hiere y se rompe cuando no me per-
y se rompe al banalizar la grandeza dono a mí mismo ni acepto el per-
de la sexualidad y menospreciar su dón del Padre Dios,
significado sagrado,
Para admitir que mi corazón se se
hiere y se rompe cuando necesito
ayuda y no la pido,
Para admitir que mi corazón se se
hiere y se rompe cuando escondo
mi dolor,
Para admitir que mi corazón se se
hiere y se rompe cuando busco te-
ner el control,
Para admitir que mi corazón se se
hiere y se rompe cuando me falta
confianza en la Providencia de Dios,
Para admitir que mi corazón se se
hiere y se rompe cuando me falta
confianza en la Misericordia de Dios.
(Después de cada frase decir:
Líbrame, Señor)
De la tentación de masturbarme,
De la tentación de vivir para mí
mismo/a, De la tentación de tener relaciones
sexuales fuera de tu orden sagrado,
De la tentación de vivir mi sexuali-
dad para mi propio placer y sin mi- De la tentación de ser causa de caí-
ras a la eternidad, da para otros,
De la tentación de usar a otros o de- De la tentación de incitar a otros a
jarme usar por otros, pecar,
De la tentación de deshonrar mi De la tentación de recordar pecados
cuerpo o el de otros, del pasado,
De la tentación de mostrar o vestir mi De la tentación de creer que un cuer-
cuerpo de forma indigna, po -mío o ajeno- puede llenar mi va-
cío y soledad.
De la tentación de consentir pensa-
mientos impuros, De la tentación de creer que no ten-
go perdón o que no podrás sanar-
De la tentación de consentir sueños me jamás,
impuros,
(Después de cada frase decir:
De la tentación de consentir fanta- Inspírame, Señor)
sías impuras,
Para que pueda amar la pureza de
De la tentación de consumir pornografía, corazón,
Para que pueda amar a todos de tal
forma que todo lo perdone,
Para que pueda amar a todos de tal
forma que viva mi vocación entre-
gándome al bien de ellos,
Para que pueda amar de tal forma
que mi sexualidad sea un regalo
para mí y para todos los que me ro-
dean,
(Después de cada frase decir:
Te pido, Señor, me lo concedas)
Que crezcan frutos espirituales en mi
corazón,
Que crezca el amor en mi corazón,
Que crezca la alegría en mi corazón,
Para que pueda amar la humildad, Que crezca la paz en mi corazón,
Para que pueda amar la quietud, Que crezca la paciencia en mi
corazón,
Para que pueda amar el santo silencio,
Que crezca la bondad en mi corazón
Para que pueda amar el vivir en el
mundo, sin ser del mundo, Que crezca la generosidad en mi
corazón,
Para que pueda amar la oración
contemplativa, Que crezca la mansedumbre en mi
corazón,
Para que pueda amar el consuelo
de Dios, Que crezca la templanza en mi co-
razón,
Para que pueda amar a Dios de tal
manera que sea capaz de alejarme Que crezca la modestia en mi corazón,
de todo lo que contradiga su plan
para mí y para los demás, Que crezca la castidad en mi corazón.
Para que pueda amar a Dios de tal Que crezca en mi corazón la libertad
manera que lo glorifique con mi gloriosa de los hijos de Dios.
cuerpo, mis deseos y mis acciones,
Para que pueda amarme de tal for-
ma que solo llene mis sentidos de lo
bueno, lo bello y lo verdadero,
Oración
a San Miguel
Arcángel
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha.
Sé nuestro amparo contra la perversidad y
asechanzas del demonio.
Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra
humilde súplica.
Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el
poder que Dios te ha conferido,
arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíri-
tus malignos que vagan por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén.