BIOGRÁFICA DE FRANCISCO DE MIRANDA
Francisco de Miranda, por Martín Tovar y Tovar, 1874 (Colección Capitolio Federal
de Venezuela) Precursor de la Independencia de Venezuela e Hispanoamérica.
Hijo del canario Sebastián de Miranda Ravelo y de la caraqueña Francisca Antonia
Rodríguez de Espinoza. Se le reconoce como el primer criollo universal. Fue
efectivo combatiente en 3 continentes: África, Europa y América. Participó también
en los tres acontecimientos magnos de su hora: la Independencia de los Estados
Unidos, la Revolución Francesa y la lucha por la libertad de Hispanoamérica. Su
adolescencia fue marcada por la animadversión que los mantuanos tenían contra
su padre por ser éste comerciante, ocupación que, según ellos, lo inhabilitaba para
desempeñar el cargo de capitán del batallón de Milicias de Blancos de Caracas.
En 1762 inicia estudios de latinidad de menores y más tarde artes (bachillerato) en
la Universidad de Caracas. Poco antes de cumplir 21 años y, deseoso de servir en
el ejército real, se embarca para España el 25 de enero de 1771. En Madrid se
dedica al estudio de las matemáticas, de los idiomas francés e inglés y de la
geografía. Empieza a constituir su biblioteca con obras de filósofos y
enciclopedistas, varias de ellas prohibidas por la Inquisición. En 1772, solicita y
obtiene del Rey una plaza de oficial en el ejército. Empieza su carrera militar como
capitán del regimiento de infantería de la Princesa. El año siguiente está de
guarnición en las posesiones españolas del norte de África y participa luego en la
defensa de Melilla (1774-1775) contra las fuerzas del Sultán de Marruecos y en la
expedición española contra Argel (1775). En 1775 inicia su amistad con el coronel
Juan Manuel Cajigal. Regresa a la Península, y pasa de Málaga a Cádiz, donde
conoce al comerciante inglés John Turnbull que será su amigo toda la vida. Es
trasladado luego a Madrid, donde es destinado a las Antillas. En Cádiz se
embarca (28.4.1780) en la expedición hacia La Habana. Nombrado capitán del
regimiento de Aragón y edecán del general Cajigal, en 1781 acompaña a éste con
las tropas españolas que refuerzan el sitio puesto por el general Bernardo de
Gálvez a la plaza de Pensacola, ocupada por los ingleses en la Florida occidental.
Su conducta en la toma y capitulación de Pensacola en mayo de 1781 le vale ser
ascendido a teniente coronel. Esta acción bélica, enmarcada en la guerra que
España y Francia sostenían contra Inglaterra en el Caribe y en América del Norte
para apoyar la independencia de Estados Unidos, contribuyó, al facilitar el envío
de auxilios Mississipi arriba, a fortalecer la posición de los patriotas
norteamericanos en las regiones interiores. En Pensacola despunta la
personalidad de Miranda en la concepción de una gran patria libre a la que
llamaría poco después Colombia o Colombeia. Cajigal, nombrado gobernador de
Cuba, lo envía a la colonia británica de Jamaica entre agosto y diciembre de 1781
para realizar un canje de prisioneros; cumple su misión y asimismo obtiene datos
del estado militar de la isla y levanta un mapa de ella. En abril de 1782 participa en
la expedición naval española que sale de Cuba para conquistar las islas británicas
de las Bahamas. Como edecán del general Cajigal negocia la capitulación de esas
islas con el almirante inglés, el 8 de mayo. Conduce a Cabo Francés (Haití) el
parte de la toma de las Bahamas, pero tiene que enfrentarse a intrigas y
denuncias; le acusan de que en junio de 1781 permitió visitar las fortificaciones de
La Habana al general inglés Campbell; arrestado, deberá la libertad a su amigo
Cajigal. De regreso a La Habana tiene que esconderse para evitar una injusta
prisión y se embarca hacia Estados Unidos (1.6.1783), donde pasará 18 meses.
Allí estudia el proceso de la revolución norteamericana, frecuenta a prominentes
ciudadanos, entre ellos a George Washington, Alexander Hamilton, Henry Knox,
Samuel Adams y Gilbert M. de la Lafayette y esboza su primer proyecto de
independencia de todo el continente hispanoamericano. En diciembre de 1784 se
embarca para Inglaterra, siempre con el propósito de conseguir ayuda para
independizar Hispanoamérica. El momento no es propicio y Miranda se dedicará a
perfeccionar su cultura, que llegará a ser imponente. Formó su personalidad
metódica y disciplinadamente, en los más variados ramos del saber; desde un
principio él mismo explica su programa sobre el plan de su existencia: Con este
propio designio he cultivado de antemano con esmero los principales idiomas de la
Europa que fueron la profesión en que desde mis tiernos años me colocó la suerte
y mi nacimiento. Todos estos principios (que aún no son otra cosa), toda esta
simiente, que con no pequeño afán y gastos se ha estado sembrando en mi
entendimiento por espacio de 30 años que tengo de edad, quedaría desde luego
sin fruto ni provecho por falta de cultura a tiempo: la experiencia y conocimiento
que el hombre adquiere, visitando y examinado personalmente, con inteligencia
prolija el gran libro del universo, las sociedades más sabias y virtuosas que lo
componen, sus leyes, gobierno, agricultura, policía, comercio, arte militar,
navegación, ciencias, artes, etc., es lo que únicamente puede sazonar el fruto y
completar en algún modo la obra magna de formar un hombre sólido. Él conoció
las principales lenguas de occidente, por lo menos 6; traducía del latín y del
griego; su curiosidad era insaciable.
Durante 4 años (1785-1789), emprende un largo viaje a través de Europa. Gracias
al Diario que lleva, dejó tal vez la más completa información sobre el Siglo de la
Luces, hasta merecer ser considerado el mejor memoralista de su tiempo. Escribe
efectivamente un diario completo y minucioso de sus impresiones y de su empleo
del tiempo durante esos 4 años, anotando todo lo que ha visto, oído y aprendido.
Ha recorrido Europa en calidad de viajero y de investigador. Ya periódicos de
Londres se refieren a él como: un hombre ilustrado y amante de la libertad de
Suramérica. Visita parte de Holanda, Prusia, casi toda Italia y Grecia, recorriendo y
conociendo numerosos sitios de interés histórico, religioso, artístico o social. Pasa
al Asia Menor y al Imperio Turco (Constantinopla) y, antes de fines de 1786, se
encuentra en Rusia donde hace amistad con el príncipe Potemkin, favorito de la
emperatriz Catalina, quien lo invita a visitar Crimea con él. En Kiev, el 14 de
febrero de 1787, es presentado a Catalina que hace de él uno de sus predilectos y
le autoriza a usar el uniforme del ejército ruso. Visita Moscú y San Petersburgo y
con cartas de presentación para los diplomáticos rusos en Viena, París, Londres,
La Haya, Copenhague, Estocolmo, Berlín y Nápoles, sale de Rusia a mediados de
1787; pasa por Finlandia y llega a Estocolmo, donde es recibido por el rey de
Suecia Gustavo III en agosto de ese año. Sigue a Oslo y Copenhague. Mientras
tanto el gobierno de Madrid hace vigilar a Miranda, cuya extradición se propone
pedir. Continúa su viaje por Hamburgo, Bremen y Holanda, donde se hace llamar
el señor Meroff; va luego a Bélgica, Alemania, Suiza, y el norte de Italia. Para
desvirtuar las persecuciones de la Corona española, usa en esa época el nombre
de monsieur Meyrat. De Ginebra va a Lyon (Francia) y el 16 de febrero de 1789 se
encuentra en Marsella. Sale para el centro y norte de Francia, hasta París, y
regresa a Inglaterra el 18 de junio del mismo año. En Londres reanuda sus
conversaciones con el primer ministro William Pitt y lord Grenville sobre la
proyectada emancipación de Hispanoamérica presentándoles planos y estudios de
operaciones militares posibles en América. En 1791, todas las gestiones de
Miranda ante el gabinete de Londres pueden resumirse en esas pocas palabras
que escribió al ministro William Pitt (el joven): Mis miras han sido siempre y son
hoy tan sólo las de promover la felicidad y la libertad de mi propia Patria (América
del Sur) excesivamente oprimida; y al hacerlo, ofrecer también ventajas
comerciales a la Gran Bretaña. La indiferencia de Pitt lo obliga a buscar nuevos
horizontes para la realización de su ideal de liberación americana. Se dirige a
Francia, entonces en plena revolución. Llega a París el 23 de marzo de 1792,
entablando en seguida estrecha amistad con el alcalde de la ciudad Jerónimo
Petión, y los diputados girondinos Juan Brissot, Armando Gensonné y Víctor
Massenet para quienes tenía carta de recomendación. El ministro de Guerra, José
Servan, le ofrece un alto grado en el Ejército Revolucionario. El 25 de agosto de
1792 es nombrado mariscal de campo, pero Miranda explica que ha aceptado su
nueva situación porque piensa promover así la causa de la independencia de
Hispanoamérica. Poco después es segundo jefe del ejército del norte cuyo jefe es
el general Carlos Dumouriez. Al mando de una división, Miranda obliga a
retroceder el 12 de septiembre de 1792, en las acciones de Morthomme y de
Briquenay, a los batallones prusianos; el día 20, éstos, después de varias horas de
furioso cañoneo, son rechazados y se retiran del campo de Valmy, donde hoy
existe una estatua de Miranda en conmemoración de ese triunfo, al cual él
contribuyó. En octubre es ascendido a general de los ejércitos de la república
francesa. Se propone el gobierno de París enviarlo a Saint Domingue (Haití), a fin
de someter a los esclavos y mulatos que luchan por su libertad y la de su patria,
pero Miranda rechaza esa misión. Dumouriez le confía la jefatura del ejército del
norte. Ocupa Amberes y toma el mando del ejército en Bélgica. Se ve obligado a
levantar el sitio de la ciudad de Maastricht. La derrota de Neerwinden le obliga a
retirarse. Pero Dumouriez, que ya está traicionando a Francia y piensa pasarse al
campo de los enemigos austríacos, lo denuncia, como responsable de las derrotas
sufridas, ante Danton y la Convención Francesa, que le ordena presentarse en
París. El 28 de marzo de 1793 está Miranda en esa ciudad, listo para comparecer
ante la Convención y denunciar al traidor Dumouriez. Pero las rivalidades entre
jacobinos y girondinos lo llevan ante el tribunal revolucionario cuyo acusador
público es el terrible Antonio Fouquier-Tinville, quien dicta auto de detención
contra Miranda. Empieza en ese momento su largo calvario en las prisiones de
París: primero la Conserjería, de donde salen todos los que van a la guillotina,
luego La Force, Les Magdelonettes. Defendido por el abogado Claudio Chauveau-
Lagarde, recobra Miranda su libertad el 13 de enero de 1795. Reanuda su vida
social y conoce al entonces joven general Napoleón Bonaparte, quien dirá de él
ese Quijote, que no está loco, tiene fuego sagrado en el alma.... Perseguido de
nuevo por la Convención y el Directorio, vive en la clandestinidad. El 22 de
diciembre de 1797 firma con José del Pozo y Sucre y Manuel José de Salas,
comisarios de la Junta de diputados de las provincias de la América Meridional el
Acta de París que plantea las gestiones encaminadas a lograr la independencia de
Hispanoamérica buscando el apoyo de Inglaterra y Estados Unidos. Regresa a
Londres el 15 de enero de 1798 y reanuda en seguida sus gestiones cerca del
primer ministro Pitt y el gabinete británico así como ante las autoridades
norteamericanas para lograr la ayuda indispensable a la ejecución de su plan de
operaciones militares para su empresa hispanoamericana. A fines de ese año y
primeros meses de 1799, Miranda aprovecha el regreso al Nuevo Mundo de varios
latinoamericanos (entre ellos Bernardo O'Higgins) para difundir el ideario de la
emancipación. Hace imprimir en francés la Carta a los españoles americanos del
jesuita peruano Juan Pablo Viscardo y Guzmán. Aun sin recibir ningún apoyo de
Inglaterra y Estados Unidos, piensa viajar a la isla Trinidad (que estaba ocupada
entonces por los ingleses) con el propósito de promover desde allí la lucha
emancipadora; pero el gobierno inglés le niega el pasaporte, mientras es
traicionado por su secretario francés Luis Duperon. Recibe carta de Manuel Gual,
desde Trinidad, quien lo llama a ser el salvador de la Patria. Asimismo sabe por su
ex jefe el general Cajigal la noticia de que, en el juicio que se le seguía en España
desde hacía casi 20 años, se le ha exonerado de toda culpabilidad.
A principios de 1800 vive en Londres con su ama de llaves, Sarah Andrews, que le
dará 2 hijos: Leandro y Francisco. Le escribe cartas a Napoleón, quien le concede
permiso tácito para que vaya a París donde se encuentra el 28 de noviembre de
1800. Poco después José Fouché, ministro de la policía, ordena que sea
expulsado por maniobras e intrigas contrarias a los intereses del gobierno francés
y de sus aliados. De regreso a Londres, en 1801, continúa sus gestiones en pro de
la independencia de Hispanoamérica, esta vez con el ministro Nicolás Vansittart
quien se convertirá en uno de sus más constantes apoyos. Prepara un programa
de gobierno provisional, un reglamento militar y una proclama A los pueblos del
continente Colombiano alias Hispanoamérica. En 1802 se traslada a la que iba a
convertirse en su residencia definitiva en Londres, la casa núm. 27 de Grafton
Way, hoy día propiedad del Estado venezolano. En 1803, a pesar de las promesas
de ayuda del gabinete británico, no puede realizar la expedición que quiere dirigir
hacia Trinidad como base de sus operaciones en América. En los primeros meses
de 1805 hace sus preparativos para marcharse. Redacta su testamento
nombrando por albaceas a sus amigos John Turnbull y Nicolás Vansittart. Dispone
que su archivo Colombeia sea enviado a Caracas (cuando sea independiente),
lega sus clásicos griegos y latinos a la Universidad de Caracas y sus demás
bienes en Caracas, Londres y París, a sus hermanas y sobrinos, para que sean
aplicados a la educación de su hijo Leandro y a Sarah Andrews.
Acompañado por su secretario Tomás Molini se embarca con destino a Nueva
York (2.9.1805). En Estados Unidos visita al presidente Thomas Jefferson y al
secretario de Estado James Madison, quienes lo reciben cordialmente pero sin
comprometerse en la expedición que él prepara. Miranda, con la ayuda de algunos
amigos, logra armar al bergantín Leander, al que pone el mismo nombre de su
hijo, y zarpa de Nueva York hacia Jacmel (Haití) el 2 de febrero de 1806. Su
comandante es Thomas Lewis. En el puerto haitiano se unen al Leander las
goletas Bee y Bacchus. El 12 de marzo es creada por Miranda la bandera tricolor
(amarillo, azul y rojo) que ondea en el mástil del Leander anclado en la bahía de
Jacmel. El 24, todos los expedicionarios prestan juramento de ser fieles y leales: al
pueblo libre de SurAmérica, independiente de España.... La expedición se dirige al
puerto de Ocumare (Venezuela) vía Aruba. Luego de un combate naval trabado
frente a Ocumare el 28 de abril de 1806 con barcos españoles cuyo poder de
fuego es muy superior, el Leander tiene que retirarse mientras que las goletas Bee
y Bacchus caen en manos de los españoles, que hacen 60 prisioneros. Diez de
ellos serán condenados a muerte y ahorcados en Puerto Cabello. Miranda
reorganiza sus fuerzas en Barbados y Trinidad. Desembarca en La Vela de Coro
el 3 de agosto de 1806, toma el fortín e iza la bandera. Entra en la ciudad de Coro,
antes de amanecer el día 4, y allí también iza el pabellón de la patria naciente,
pero muchos habitantes, evitando comprometerse, prefieren huir de la ciudad, que
es evacuada por las tropas realistas. El 13 se reembarca Miranda. En Aruba,
Granada, Barbados y Trinidad pasó más de un año aguardando nuevos auxilios
que no llegaron.
El 31 de diciembre de 1807 está de nuevo desembarcando en Inglaterra. En
Londres vive en su casa de Grafton Way, donde están Sarah, Leandro y
Francisco, su último hijo, a quien no conocía pues había nacido en febrero de
1806. Miranda reinicia las gestiones ante el gabinete británico durante los primeros
meses de 1808, y tiene éxito. Una expedición militar, al mando del general Arthur
Wellesley (más tarde duque de Wellington) se prepara para ir a Suramérica en
apoyo del movimiento revolucionario. Pero en mayo de ese año España es
invadida por las tropas de Napoleón y la expedición inglesa que iba a acompañar
a Miranda a América es dirigida entonces a la Península para luchar junto con los
españoles contra los franceses. Desde Londres, Miranda escribe a los cabildos y a
personajes criollos de Caracas, Buenos Aires y otras poblaciones incitándoles a
formar juntas de gobierno independientes, y continúa sus gestiones ante Richard
Wellesley, lord Grenville, el ministro lord Castlereagh y George Canning. Se
consagra a la edición de documentos propagandísticos a favor de la
independencia y del periódico El Colombiano, redactado en español, que se
publica en Londres de marzo a mayo de 1810. En una circular dirigida a personas
e instituciones de Europa y del Nuevo Mundo declara que su casa londinense: es
y será siempre el punto fijo para la Independencia y Libertades del Continente
Colombiano. El 14 de julio de 1810 llegan a Londres los comisionados de la Junta
Suprema de Gobierno de Caracas, Simón Bolívar, Luis López Méndez y Andrés
Bello. Ha sido iniciado el proceso para la separación de España de las provincias
de Venezuela desde el 19 de abril. En Londres Miranda se convierte en el
consejero, el introductor y compañero de los comisionados: los recibe en su casa,
les acompaña en sus visitas a personalidades e instituciones. Miranda se propone
regresar a Venezuela. Bolívar sale de Londres a mediados de septiembre.
Miranda lo hace el 10 de octubre dejando alojados a Bello y López Méndez en su
casa de Grafton Way.
El 10 de diciembre de 1810, después de hacer escala en Curazao, llega a La
Guaira donde es recibido con entusiasmo por la población y por Bolívar,
designado a este efecto por la Junta de Gobierno. Es nombrado teniente general
de los Ejércitos de Venezuela 1931 de diciembre de 1810. Impulsa la instalación
de la Sociedad Patriótica y en 1811 se incorpora al Congreso Constituyente como
diputado por El Pao (provincia de Barcelona). Sostiene la necesidad de declarar la
Independencia definitiva, lo que se realiza el 5 de julio de 1811 y pocos días
después se adopta como bandera nacional la traída por Miranda en 1806. El
Precursor dio ciertamente a Venezuela la Bandera, estampó su firma en el Acta de
la Independencia e inspiró con su ideario la más bella estrofa del Himno Nacional:
Unida con lazos que el cielo formó la América toda existe en Nación. En julio de
1811 los realistas de la ciudad de Valencia se levantan en armas contra la
independencia y el Ejecutivo designa a Miranda Jefe del Ejército; ocupa la ciudad
después de violentos combates. Reorganiza su ejército e introduce una severa
disciplina que será motivo de críticas en la misma esfera del gobierno. En
diciembre de 1811, como diputado, suscribe la Constitución Federal, aunque
expresando reservas porque la considera poco adecuada a las circunstancias de
una República naciente. A raíz del terremoto del 26 de marzo de 1812 que
destruyó a Caracas y ante la amenaza de varias insurrecciones, el Poder Ejecutivo
Federal lo nombra, en Valencia, general en jefe de Tierra y Mar de la
Confederación de Venezuela y delega en él facultades ordinarias y
extraordinarias. Miranda nombra a Bolívar comandante militar de Puerto Cabello.
El capitán de fragata realista Domingo de Monteverde ha invadido, desde Coro, y
ocupa la ciudad de Valencia. Poderes dictatoriales han sido conferidos a Miranda
para que salve a la República pero la pérdida de Puerto Cabello, en manos de
Bolívar, hizo desaparecer toda perspectiva de triunfo. El 12 de julio, después de
una junta celebrada en La Victoria, Miranda decide proponer a Monteverde un
armisticio y subsiguiente capitulación. Después de varios días de negociaciones
Miranda aprueba en La Victoria, el 25 de julio, el convenio de capitulación que el
día anterior habían acordado en Maracay su comisionado Antonio Fernández de
León y el jefe realista Domingo de Monteverde. Miranda le encomienda finiquitar
los detalles de la capitulación a José de Sata y Bussy, quien el mismo día 25 de
julio de 1812 la firma en San Mateo con Monteverde. El 26, Miranda se dirige a
Caracas. Luego de pasar órdenes a su edecán y secretario Pedro Antonio Leleux
para embarcar su archivo y libros con destino a Curazao, Miranda sale el 30 de
julio de Caracas hacia La Guaira, donde llega en la tarde. Ese archivo, que se
conserva hoy en la Academia Nacional de la Historia, es su monumental
Colombeia: 63 volúmenes encuadernados por él, que contienen íntegra su historia
y el acervo de textos correspondientes a la unidad y el trabajo revolucionarios en
una acción de 40 años. Durante la noche del 30 al 31 de julio, a las 3 a. m., un
grupo de militares y civiles, entre los cuales se encuentran Bolívar y Miguel Peña,
arrestan a Miranda, a quien reprochan la capitulación con Monteverde: Bochinche,
bochinche... es la exclamación del Precursor en el momento de ser detenido y
encerrado en el castillo de San Carlos. Quienes participaron en la penosa
confusión de estos acontecimientos podían estar movidos por diversos propósitos.
Algunos, como era el caso de Bolívar, aspiraban a desconocer la capitulación y a
proseguir la lucha, lo cual no resultó posible. Si las circunstancias los condujeron a
enfrentarse en 1812 con Miranda, el reconocimiento de lo que éste representaba
en la historia de América quedó expresado diáfanamente en 1826, con el juicio
definitivo de Simón Bolívar, ya Libertador, que consagra a Miranda calificándolo de
el más ilustre colombiano. Poco después de su arresto las avanzadas realistas al
mando de Francisco Javier Cervériz, entran en La Guaira y se apoderan de
Miranda, a quien encadenan en las bóvedas. De allí es enviado al castillo de San
Felipe, en Puerto Cabello. A principios de 1813, desde la mazmorra porteña,
escribe un memorial a la Real Audiencia de Caracas en el cual exige el
cumplimiento de la capitulación de San Mateo. El 4 de junio es trasladado a la
fortaleza de El Morro, en Puerto Rico y a fines de 1813, un bergantín español lo
lleva preso a España. A principios de enero de 1814 está encerrado en un
calabozo del fuerte de las Cuatro Torres, en el arsenal de La Carraca, cerca de
Cádiz. Aislado del mundo exterior, sólo recibe noticias y alguna pequeña ayuda de
sus viejos amigos los Turnbull y de la casa de Duncan, Shaw y Cía. Piensa
evadirse y pasar a Gibraltar pero un ataque de apoplejía, desde el 25 de marzo, lo
paraliza. Asistido sólo por su criado Pedro José Morán, murió, después de una
larga agonía, en la madrugada del 14 de julio de 1816. Sus restos mortales fueron
sepultados en una fosa común. Para la eternidad es mérito sustancial de Miranda
la creación del concepto de América como unidad, vale decir, como principio motor
de una voluntad de lucha, como elemento nítido de una estrategia planetaria. En
vano se busca una idea clara y total de América en el largo período de la
dominación colonial antes de Miranda. Ni tan solo una palabra para designar al
continente se ha tropezado en ninguna de las culturas indígenas; ni en una
siquiera de las más adelantadas. Miranda es el primero que logra la perspectiva
justa, la visión íntegra. Exacta. Propone un nombre cabal: Colombia, el continente
Colombiano, desde el río Mississipi al cabo de Hornos. La razón de su vida: la
independencia y libertad del continente colombiano. Miranda fue como un centro
original y único de convergencia: el único hombre en ese tiempo que tuvo contacto
personal y directo, con todos y cada uno de los más notables personajes de
aquella hora. Conoció y trató personalmente, en modo conjunto, a Washington,
Bolívar, Napoleón, Bello, Pitt, O'Higgins, Sucre, Catalina de Rusia, Luis Felipe,
Wellington, Danton, etc.; y se relacionó en alguna forma con gente de alta
jerarquía en distintas áreas geográficas, como San Martín, del Sur; Nariño, de la
Nueva Granada; Montúfar y Rocafuerte, del Ecuador; Servando Teresa de Mier,
de México; José Bonifacio, del Brasil.
Autor: Pablo Febres Manuitt