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El documento aborda la creciente influencia de la neurociencia en la educación, destacando la necesidad de integrar hallazgos neurocientíficos en prácticas pedagógicas para mejorar la calidad educativa en América Latina. Se enfatiza la importancia de entender cómo los procesos cognitivos y emocionales afectan el aprendizaje y la necesidad de crear entornos de aprendizaje positivos y cooperativos. Además, se identifican desafíos en la implementación de la neurociencia en el aula, subrayando la crisis de los modelos educativos tradicionales y la urgencia de una reforma educativa basada en la neurociencia.
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El documento aborda la creciente influencia de la neurociencia en la educación, destacando la necesidad de integrar hallazgos neurocientíficos en prácticas pedagógicas para mejorar la calidad educativa en América Latina. Se enfatiza la importancia de entender cómo los procesos cognitivos y emocionales afectan el aprendizaje y la necesidad de crear entornos de aprendizaje positivos y cooperativos. Además, se identifican desafíos en la implementación de la neurociencia en el aula, subrayando la crisis de los modelos educativos tradicionales y la urgencia de una reforma educativa basada en la neurociencia.
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LA NEUROCIENCIA APLICADA EN EL ÁMBITO EDUCATIVO

INTRODUCCIÓN

Durante el último decenio, palabras como neuroeducación,


neuropedagogía, neurodidáctica, neuroaprendizaje, entre muchas
otras, han inundado la Web, y se han multiplicado las ofertas de
formación, algunas más académicas y otras oportunistas con
programas diversos que pregonan “lo neuro” como la respuesta a
todas las problemáticas de los sistemas educativos. En tanto, las
redes sociales nos convencen de que Finlandia ha llegado al
encuentro del arca perdida, ofertando realidades que parecieran tan
ideales como inalcanzables.

Sin embargo, es necesario preguntarse cuánto de ello redunda en


prácticas efectivas y transversales a la esencia misma del
aprendizaje, nos obliga a repensar la realidad educativa de nuestra
Amé – rica Latina y nos responsabiliza en la búsqueda de la eficacia y
la validez de las nuevas investiga – ciones, en tiempos de
improvisados ilusionistas recientemente arribados a este mundo de
tizas y pizarrones.

La gran mayoría de los sistemas educativos de los países


latinoamericanos (exceptuando a Chile), han perdido terreno en los
últimos 30 años en las escalas de competitividad y calidad educativa,
lo cual se pone en evidencia en los reportes interna – cionales de los
indicadores académicos. Los es – tados destinan partidas insuficientes
de los PBI a investigación y educación, cobrando el precio en el
estancamiento de la competitividad, de la pro – ducción académica y
científica. Resulta menester encontrar un nuevo equilibrio entre los
avancescientíficos y los desafíos de la educación, en un mundo que
marcha hacia una globalización cre – ciente e inexorable.

El avance de las investigaciones en neurociencia cognitiva, supone


una esperanza factible para el desarrollo de nuevas prácticas
pedagógicas, la fundamentación para la recuperación de recursos
didácticos “clásicos” y esencialmente, para el dise – ño de nuevas
políticas públicas que atraviesen la generalidad del sistema educativo
y la exceptúen de decisiones y motivaciones individuales.

El rol de la neurociencia en el contexto de educación y aprendizaje

La neurociencia en el campo de la educación, tiene como objeto


según Espina y Guerrero (2022) el estudio de los procesos del cerebro
a través de los cuales se aprende y recuerda, esto desde las
estructuras neuronales, resaltan la importancia de entender la
relación del desarrollo del cerebro con la exploración y optimización
de la educación, y cómo a través de los procesos de aprendizaje
pueden conducir a una mejor forma de adquirir conocimientos, la
fusión de la neurociencia con la educación se ha logrado a través de
la socialización de hallazgos investigativos de nuevas técnicas a
través de imágenes cerebrales de estudiantes a los que se le aplican
diferentes tipos de enseñanza, es algo que se ha logrado por medio
del intercambio de enfoques e ideas. Por su parte, (Gaete, 2020)
explica que la neurociencia cognitiva trata el aprendizaje de
adaptación y “se ha constituido como un campo de investigación
amplio abarcando una rica variedad de experimentos, paradigmas y
enfoques que van desde lo biomolecular a lo conductual” (p.34),
gracias al enfoque de estudio de los mecanismos y herramientas para
adquirir nuevos conocimientos desde un punto de vista
neurocientífico el contexto educativo actual propone nuevos modelos
de estudio con base en la comprensión del aprendizaje y los procesos
funcionales asociados al cerebro. De esta manera también, la
neurociencia para (Pérez E. J., 2020) es un ámbito de investigación
interdisciplinar con el objeto de comprender en profundidad los
conceptos cognitivos y del comportamiento, desde el punto de vista
biopsicosocial permite el desarrollo de estrategias adecuadas para la
adaptación de las personas a diferentes ámbitos de la vida, de la
neurociencia surge una rama relacionada con la pedagogía
denominada neurodidáctica que une las ciencias cognitivas y las
neurociencias con la educación cuyo estudio tiene como objetivo
diseñar estrategias didácticas y metodológicas que sean eficaces
para el aprendizaje. Así también, Lucero, Luna, y Gayol (2021)
mencionan que la neurociencia permite consolidar el conocimiento y
relacionarlo con la situación contextual, cultural y el desarrollo
cognitivo a través de una metodología activa donde todo este
conjunto de disciplinas entrelazadas componen las estrategias y
actividades que los estudiantes van a realizar, “la enseñanza se
centra en el estudiante de una forma constructiva, ya que el alumno
forma parte activa del proceso de enseñanza aprendizaje” (p. 2), sería
entonces una enseñanza dentro del contexto mundial actual y con la
idea de preparar al estudiante para lo que enfrentará en el futuro.

La neurociencia le han permitido integrarse a ramas como la


educación, donde se han superado objetivos de enseñanza y
aprendizaje a través de la participación del estudiante, resaltando sus
habilidades, actitudes contextuales y culturales integrándolas al
conocimiento académico. La neurociencia cognitiva inicio como una
aproximación a la psicología cognitiva, dice (Arista, 2022) que al
estudiar las funciones mentales superiores y la neurociencia que
estudia el sistema nervioso como el sustento se encontraron
hallazgos psicológicos y neurocientíficos que asocian el
comportamiento de las personas en relación a la forma como
aprenden, fisiológicamente hablando el cerebro es un conjunto de
redes de neuronas que interactúan para resolver problemas
particulares a través de una comunicación electroquímica y estas
neuronas se encuentran en diferentes partes del cerebro e
intervienen de diferentes formas en todas las conductas del ser
humano, el sistema nervioso está compuesto por sistema nervioso
central y periférico, para relacionar las conductas con el
funcionamiento del cerebro (Arista, 2022) describe algunas partes
importantes del sistema nervioso central en la tabla 1 que se
presenta a continuación;

Tabla 1

Funciones del sistema nervioso central

Tronco del encéfalo, se extiende desde el diencéfalo hasta la médula


espinal, participa en el control de los estados de alerta y atención y
realiza funciones autónomas y reflejas algunas son básicas para la
supervivencia.

Diencéfalo, contiene al tálamo y el hipotálamo, allí se procesa


información sensorial, regula el nivel de alerta y distintos procesos
fisiológicos del organismo en búsqueda de favorecer la perpetuación
de la especie.

Estructuras subcorticales o sustancia gris, allí se encuentra la


amígdala la cual guarda relación con varias funciones cognitivas
como la emoción, los procesos de aprendizaje, memoria, atención y
los mecanismos perceptivos.

Cerebelo, es la mayor estructura anatómica después del cerebro, está


relacionado con la coordinación, adecuación y fluidez de los
movimientos, además del mantenimiento del equilibrio, es importante
para las funciones motoras.

Corteza cerebral, compuesta por cuatro lóbulos cerebrales: frontal,


parietal, occipital y temporal, trabajan en conjunto y hacen que los
procesos cognitivos sean más complejos y las redes neuronales
participan de modo fundamental en la corteza cerebral. El lóbulo
frontal está relacionado con la secuencia de las conductas y participa
en la generación del lenguaje, los movimientos motores finos,
memoria, planificación, razonamiento, refuerzo, procesamiento
emocional, cognición social, permite formar objetivos y planificar su
consecución. El parietal se encarga de la conciencia, atención y
razonamiento matemático. El occipital procesa exclusivamente la
entrada visual, el color, la forma, entre otros donde los ojos son la
parte más importante. El temporal, retiene recuerdos visuales que
recibe del occipital, procesa información que recibe de los oídos y es
esencial para la comprensión del lenguaje.

Es importante conocer de manera práctica las funciones que tiene el


cerebro para relacionarlo directamente con la forma de enseñar, con
las estrategias pedagógicas que deben ser aplicadas por el docente,
la persona que enseña tiene una gran responsabilidad al tener que
tomar en consideración estos elementos de la neurociencia o
neuroeducación para que de esta manera el proceso de aprendizaje
sea más efectivo, en la actualidad la vanguardia educativa indica que
se deben agotar los medios y canales de enseñanza para elevar la
calidad educativa y la inclusión, en este sentido la autora también
establece una relación con procesos importantes para el aprendizaje
las cuales se describen en la tabla 2;

Tabla 2

Relación con procesos importantes para el aprendizaje

Funciones Ejecutivas, permiten a la persona planificar, coordinar y


supervisar con flexibilidad su conducta para lograr sus objetivos,
posibilita el control y regulación de otras actividades y conductas a
nivel principalmente inconsciente. Las funciones ejecutivas permiten
a la persona hacer una simulación mental determinando si una acción
sería inefectiva de manera que pueda evitarla y hacerla más
adecuadamente, entre esas funciones se encuentra el autocontrol, la
memoria de trabajo, organización, planeación, solución de problemas
y flexibilidad de pensamiento.

Atención, es un mecanismo de acceso para llevar a cabo cualquier


actividad mental, funciona como un filtro capaz de seleccionar,
priorizar, procesar y supervisar informaciones, toma los que es
necesario y descarta lo que no es relevante, la atención debe ser
consiente, es muy común que no se utilice de manera consciente y la
persona se deje llevar por los estímulos, pero como seres pensantes
al decir prestar atención se puede mejorar el rendimiento en el
desarrollo de múltiples tareas, reduciendo las distracciones e
incrementando el nivel de procesamiento.

Memoria, incluye la memoria a corto plazo también llamada memoria


de trabajo, implica una recepción y selección de la información
recibida, su codificación y almacenamiento, así como la capacidad de
acceder a tal información, también la memoria a largo plazo que
cambia con el tiempo y puede reorganizarse según las vivencias, para
que se forme un recuerdo en la memoria es necesario primero una
fase de aprendizaje, luego la consolidación y en tercer lugar la
recuperación de los recuerdos almacenados para poder usarlo, si no
se usan y se repiten entonces se desvanecen.

Emociones, van desde la salud física hasta la salud mental, otra rama
de la neurociencia, la neurociencia afectiva se ha encargado de
observar el importante papel que las emociones cumplen en la vida
del ser humano, las emociones intervienen en todos los procesos
cognitivos, incluidas las funciones ejecutivas, la atención y la
memoria, participan en el raciocinio e interfieren con él.

Motivación, permite iniciar procesos cognitivos complejos y conductas


específicas, es una función emocional, son además una serie de
elementos que inician, sostienen y dirigen una determinada conducta,
el refuerzo y la motivación son dos procesos de gran importancia
biológica que determinan la conducta

¿Cuáles son los aportes principales que la neurociencia nos ofrece


para construir las bases de la reforma de los sistemas educativos?

La genética y el entorno interactúan en el cerebro para moldear al


individuo

Si bien todos traemos una carga genética que codi – fica nuestras
potencialidades, de ninguna manera ello nos limita para alcanzar los
distintos niveles de desarrollo de nuestro funcionamiento neuro –
cognitivo. Nuestro cerebro está programado para aprender, y lo hace
desde el nacimiento hasta el último de sus días. Ese aprendizaje es
realizado en interacción permanente con el entorno, por lo que
comprobamos que, entornos de aprendizajes favo – rables y
enriquecidos, nos ofrecerán más y mejores posibilidades de alcanzar
niveles más altos de fun – cionamiento. No importa el piso genético
del que comencemos, en el contexto adecuado podemos mejorar.
Esto es crucial para la individualización de la enseñanza,
planteándonos el desafío de diseñar currículos basados en la mejora
de los aprendizajes individuales previos y no en un grupo de
conocimientos estancos.

La experiencia transforma el cerebro. Nuestro cerebro procesa


constantemente información del mundo externo (el entorno) y de
nuestro mundo interno (nuestro propio cuerpo), por lo que toda
experiencia nos transforma, muchas veces con cambios en la
estructura cerebral. Ejemplo de ello, es lo que ocurre con la activación
de áreas cerebrales observadas por RMN funcional y la mejora en el
funcionamiento neurocognitivo en pacientes disléxicos luego de
participar de un programa de entrenamiento (Temple, 2003).
Llegamos así a la esencia misma de la neuroplasticidad, definida
como la capacidad del cerebro de generar nuevas conexiones y
hacerlas estables a través del tiempo a partir del aprendizaje, la
experiencia y la estimulación sensorial y cognitiva. Este concepto es
inherente a todo proceso de enseñanza-aprendizaje.

Los procesos cognitivos y emocionales trabajan en asociación No


hace muchos años en que las emociones eran un problema, sin
embargo, la ciencia nos demuestra que comienzan a ser parte de la
solución. La evidencia de que las emociones pueden dificultar o
facilitar el aprendizaje es abrumadora. Cuando existen emociones
negativas, como el miedo en los niños, se activa una región llamada
amígdala. Las regiones prefrontales están involucradas en las
funciones neurocognitivas posibilitadoras del aprendizaje, pero
también, son las principales involucradas en la regulación del
funcionamiento de la amígdala. Cuando esta se encuentra
hiperactiva, la regulación se dificulta interfiriendo con el resto del
procesamiento neurocognitivo. Nadie puede aprender con miedo. En
la contraparte, encontramos estudios con neuroimágenes, donde se
buscó evaluar el impacto de las emociones en el cerebro (Erk, 2002).
Las investigaciones evidenciaron la activación de regiones cerebrales
del hemisferio derecho, como el giro lingual, el giro hipocampal
posterior, giro hipocampal anterior y el giro fusiforme, ante estímulos
emocionales positivos; estas son áreas cuyos neurocircuitos se
encuentran involucrados en la facilitación de los procesos de
memoria. Esto impacta en forma directa en la necesidad del sistema
educativo de generar climas escolares que fomenten el respeto y las
emociones positivas, con el fin de facilitar procesos de aprendizaje.

Los vínculos y el apego son las bases para el cambio El hombre es un


ser social, crecemos en sociedades, por lo que la interacción con los
demás es un elemento fundamental del aprendizaje y de la
supervivencia. El apego es importante siempre, pero en los primeros
años de vida es crucial. Vínculos saludables nos facilitan el
aprendizaje. Hoy sabemos que esto debe impactar sobre el diseño del
currículo. Ya no quedan dudas de que el aprendizaje cooperativo
comienza a vislumbrarse como una estrategia fundamental.
Investigaciones del último decenio comprueban que, cuando
cooperamos con el otro, se estimula la cohesión entre los miembros
del grupo, se potencian las competencias individuales al nutrirse de
las de los demás, se construye una responsabilidad individual y
grupal, y verificamos con mayor eficacia nuestro propio aprendizaje.
En estudios con RMN funcional se observa cómo, en los juegos de
cooperación, se produce la activación de la corteza orbitofrontal, área
involucrada en el aplazamiento de la recompensa y la estimulación
del núcleo acummbens, proceso mediado por los circuitos
dopaminérgicos, involucrados en la motivación (Rilling et al, 2002).

¿Cuáles son los desafíos que enfrentamos cuando queremos aplicar la


neurociencia al aula?

La aplicación de la neurociencia al proceso de aprendizaje real en las


aulas de nuestras escuelas supone la necesidad de identificar
múltiples de – safíos a los que nos enfrentamos, tanto desde el
ámbito científico como desde el ámbito docente; ello nos permitirá
pensar en estrategias comunes a todos los protagonistas involucrados
en la creencia de que una revolución educativa es posible y nece –
saria en América Latina.

El paradigma: la educación y sus modelos están en crisis hace varias


décadas, la aparición del nuevo paradigma basado en la neurociencia
pone en evidencia con más contundencia esa crisis de los modelos
educativos clásicos. Para Thomas Khun, las crisis de un modelo y la
apa – rición de nuevos paradigmas, son dos condicio – nes necesarias
para una revolución científica. La neurociencia viene cumpliendo las
etapas descriptas para construirse como nuevo para – digma en el
que diversas disciplinas basen sus cambios en los próximos años.
Varias discipli – nas se han visto de cara con la neurociencia y están
incorporándola a su núcleo de conoci – miento. Conocer cómo
funciona nuestro cere – bro, sus condiciones, sus respuestas a diferen
– tes estímulos y escenarios de aprendizaje, impacta en los modelos
teóricos de antaño y nos ubica como partícipes activos de sus con –
tradicciones y asombrosos descubrimientos. En ese choque de
paradigmas las ideologías, los temores al cambio y las zonas de
confort juegan un papel fundamental en la lucha por lo que creemos
que es mejor para nuestra práctica co – tidiana. La única respuesta
posible, que nos da mayor luz sobre esas sombras, es más forma –
ción e investigación, la fórmula que nos ha lle – vado siempre al
progreso y al consenso de la comunidad científica internacional.

Los docentes: somos humanos. Los cambios de paradigma generan


no solo crisis disciplinares, sino también en el interior de cada uno de
no – sotros, despertando seguridades y contradic – ciones, adeptos y
detractores, evangelizadores y herejes. Más allá de las polarizaciones,
los únicos protagonistas reales de la revolución educativa son los
docentes, solo ellos pueden cambiar hacia un nuevo paradigma, solo
ellos pueden apropiarse de los conocimientos de la neurociencia
aplicada en el aula. Este es un desafío, tanto para docentes como
para cientí – ficos. Si entre ellos logran construir un puente entre la
neurociencia y el aula, ello permitirá la creación de un lenguaje
disciplinar y la genera – ción de investigaciones comunes, dos elemen
– tos facilitadores del cambio. Para los docentes, el desafío es aún
mayor, ya que involucra un cambio sustancial en su práctica
cotidiana, el clásico axioma de “saber y saber hacer” se pone en
juego en su máxima expresión. Los docentes no solo deben cambiar
sus conocimientos sobre cuáles son las mejores estrategias de
aprendi – zaje, sino que deben “saber hacer” que los estu – diantes
aprendan mejor. Quizás en este punto esté marcada la tendencia de
los últimos años donde “el saber” estaba representado por una
educación basada en contenidos, cuyo contra – punto esta hoy en el
“saber hacer” representado por una educación basada en
competencia, lo cual no solo implica dos diseños de currículos
distintos, sino implica un cambio en la metodo – logía de evaluación
de los propios estudiantes y del mismo sistema educativo.

Los programas de formación: el gran número de investigaciones


basadas en la neurociencia sobre como el cerebro aprende y su
impacto en la práctica docente es de tal magnitud que actualmente
nos coloca en el Rubicon dejan – do atrás a los modelos educativos
clásicos. De adoptar modelos que expliquen el aprendiza – je
enunciados por grandes pensadores edu – cativos, hoy nos
enfrentamos con evidencia científica que nos muestra con
contundencia qué ocurre realmente en el cerebro que apren - de;
dejamos de leer teorías para evidenciarlas. Esto enfrenta a los
docentes con un grave problema, ya que, en general, hasta ahora su
formación no había contemplado a la ciencia como generadora de
conocimiento sobre su práctica. Es infrecuente que los programas de
formación docente contemplen conocimientos sobre estadística,
grados de evidencia, diseño de investigaciones, todo lo cual genera
pensamiento crítico frente a la lectura de la ciencia y sus aportes. Por
otro lado, en general hasta el momento las investigaciones en
educación son realizadas por psicólogos o psicopedagogos, es
infrecuente también que los docentes investiguen sobre su práctica
en el aula; por lo cual, más allá de la dificultad de aportar a las
investigaciones la impronta propia de la experiencia en el aula, esto
dificulta mu chas veces la apropiación del conocimiento generado por
las investigaciones. Estos son puntos vulnerables para poder
discriminar entre el ilusionismo y la neurociencia, entre los falsos
Houdinis y los auténticos Vigoskys.

La política: si la falta de formación para discriminar entre lo


académico y el oportunismo es una barrera, el problema político es un
camino minado de peligros impensados. Las respuestas políticas en
general, frente a la aplicación de las neurociencias a la educación,
van desde un entusiasta e incondicional apoyo hasta la más
inmutable reacción frente al fracaso evidente. Las experiencias
gubernamentales en la aplicación de las neurociencia en educación
son escasas en América Latina. La experiencia de formación en
neuroeducación como la de República Dominicana durante los años
2014 y 2015 son excepciones que esperan continuidad. En general,
los estados latinoamericanos tienen conductas espasmódicas que los
motivan a apoyar cursos, jornadas, o proyectos de corta duración,
suficientes para realizar anuncios mediáticos y esperanzar las
necesidades de nuevas herramientas para los viejos problemas en el
aula. En contraste, no encontramos cambios estructurales en la
formación docente desde los estados, los programas de formación del
magisterio, lejos de ser flexibles, impiden la incorporación de la
evidencia científica en sus prácticas, más lejos estamos aún, de la
generación de nuevos programas curriculares basados en la
neurociencia.

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