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Prevista Topicos 1 4

La Instrucción en Teología Elénctica de Francisco Turretino es una obra fundamental en la teología reformada, destacándose por su meticulosa construcción de un sistema teológico positivo y su enfoque elénctico para refutar errores doctrinales. Publicada entre 1679 y 1685, esta obra ha influido significativamente en el desarrollo del calvinismo ortodoxo y ha sido ampliamente recomendada en seminarios teológicos, especialmente en el contexto estadounidense. Su metodología rigurosa y su compromiso con la claridad doctrinal la convierten en una lectura esencial para estudiantes y eruditos interesados en la teología sistemática.
Derechos de autor
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Prevista Topicos 1 4

La Instrucción en Teología Elénctica de Francisco Turretino es una obra fundamental en la teología reformada, destacándose por su meticulosa construcción de un sistema teológico positivo y su enfoque elénctico para refutar errores doctrinales. Publicada entre 1679 y 1685, esta obra ha influido significativamente en el desarrollo del calvinismo ortodoxo y ha sido ampliamente recomendada en seminarios teológicos, especialmente en el contexto estadounidense. Su metodología rigurosa y su compromiso con la claridad doctrinal la convierten en una lectura esencial para estudiantes y eruditos interesados en la teología sistemática.
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La Instrucción en Teología Elénctica de Francisco Turretino es altamente

recomendada por su meticulosa construcción de un sistema teológico positivo,


arraigado en la tradición ortodoxa. Charles Hodge, en su Teología Sistemática,
se inspira considerablemente en este trabajo, intentando remodelar las
percepciones sistemáticas de la ortodoxia para el siglo XIX. Turretino no solo se
destaca por recurrir directamente a sistemas medievales, sino por establecer un
diálogo crítico con estos, reflejando una profunda interacción con paradigmas
teológicos previos. A diferencia de enfoques puramente racionales, como el de
Stapfer, Turretino enfatiza el papel instrumental y orgánico de la razón en la
teología polémica, usándola para refutar errores racionales en las visiones de
los oponentes sin alejarse de los principios de un sistema ortodoxo elevado. Su
estructura comienza con un prolegómeno teológico estándar y una doctrina
defensivamente planteada de la Escritura, ofreciendo así un sistema cohesivo y
profundamente arraigado en la tradición cristiana, lo que hace de su lectura una
experiencia enriquecedora para aquellos interesados en la teología sistemática
y la apologética.
Richard A. Muller
Se doctoró en la Universidad de Duke y en la actualidad es investigador
principal del Instituto Junius para la Reforma Digital.

La Instrucción en Teología Elénctica marca un punto culminante en la evolución


metodológica de la teología reformada, incorporando el lenguaje y estructura
aristotélicos y la metodología de la quaestio medieval para explorar cuestiones
teológicas. Esta obra, publicada entre 1679 y 1685, se distingue por su sistema
teológico masivo y por prestar especial atención al orden y la interrelación de
temas doctrinales, reflejando el uso de convenciones pedagógicas
contemporáneas para expresar la teología reformada. Además de revitalizar el
marco metafísico de la teología calvinista, el trabajo de Turretino influenció
profundamente el resurgimiento intelectual y eclesiástico del calvinismo
ortodoxo en el siglo XIX, especialmente en el Seminario Teológico de Princeton,
donde sirvió como texto básico. Por lo tanto, esta obra no solo es fundamental
para entender el desarrollo histórico de la teología calvinista, sino que también
ofrece una rica fuente de reflexión para aquellos interesados en la estructura y
metodología teológica, haciendo de su lectura una recomendación esencial para
estudiantes y eruditos por igual.
Carl R. Trueman
Carl R. Trueman es un teólogo cristiano e historiador eclesiástico inglés. Fue
profesor de Teología Histórica e Historia de la Iglesia en el Seminario
Teológico de Westminster, donde ocupó la cátedra Paul Woolley de Historia de
la Iglesia.
2 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

Turretino, quien enseñó teología en la Academia de Ginebra un siglo después de


su fundación por Teodoro de Beza, ofrece en su obra un sistema teológico que
no solo se sumerge profundamente en las categorías familiares de la teología
reformada, sino que también aborda de manera elénctica—polémica—los retos
a la doctrina reformada con una erudición enciclopédica. La edición de James T.
Dennison mejora aún más su accesibilidad mediante la modificación de la
traducción de Giger y el añadido de material suplementario en el tercer
volumen. Turretino articula temas teológicos esenciales, desde el prolegómeno
y la Escritura hasta el teísmo trinitario y la escatología, defendiendo una versión
completamente determinativa de la predestinación y enfatizando las
preocupaciones del pacto de la teología federal. Este trabajo, fundamental para
el estudio del calvinismo ortodoxo y su desarrollo histórico.
Ronald R. Frost
Multnomah Biblical Seminary, Portland, Oregon

La Instrucción en Teología Elénctica de Turretino se erige como un pilar en el


ámbito de la teología reformada, mereciendo ser considerada en la cúspide del
desarrollo teológico escolástico post-reforma. Su formación en la Academia de
Ginebra y sus viajes a los principales centros de teología reformada
enriquecieron su perspectiva, convirtiéndolo en un formidable oponente del
amiraldismo y otros movimientos contrarios a la ortodoxia reformada. Descrito
por comentaristas favorables como el “campeón y gran maestro de la polémica
reformada”, Turretino incorporó en su magnum opus reflexiones y aprendizajes
de su experiencia postgraduada, especialmente de Saumur, fortaleciendo así el
núcleo de la ortodoxia reformada. Su trabajo, aclamado por situarse en el
apogeo del desarrollo de la teología escolástica antes del declive provocado por
el racionalismo, el pietismo y la Ilustración, sigue siendo fundamental para
comprender la profundidad y riqueza de la teología reformada, recomendado
ampliamente para teólogos, estudiantes y cualquier interesado en la robustez
del pensamiento reformado.
Stephen J. Grabill
PhD, Seminario Teológico Calvin, es director de programas e internacional en
el Instituto Acton.

Publicada entre 1679 y 1685 y reeditada seis veces hasta 1734, la Instrucción en
Teología Elénctica destaca por su metodología elénctica, una técnica que busca
refutar mediante un riguroso cuestionamiento al estilo de Sócrates. Este
enfoque, que examina una amplia gama de cuestiones disputadas dentro de la
teología reformada, abordando veinte temas divididos en preguntas específicas,
ha cimentado la fama duradera de Turretino. A través de su análisis meticuloso,
Turretino no solo refuta a los críticos de la ortodoxia reformada, incluidos
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 3

católicos romanos, luteranos y arminianos, sino que también establece con


claridad y racionalidad la visión reformada. Su obra, influida notablemente por
Tomás de Aquino y su admiración por Aristóteles, es reconocida como un pilar
de claridad y una fuente indispensable para comprender la visión reformada en
temas significativos. No es de extrañar que su Institutio fuera el texto predilecto
en seminarios reformados a nivel mundial, incluido el Seminario Teológico de
Princeton, hasta bien entrado el siglo XIX. Por estas razones, es altamente
recomendado para estudiantes y académicos que busquen profundizar en la
teología reformada con una base racional y meticulosa.
Nick Needham
Profesor de Historia de la Iglesia en el Highland Theological College de
Dingwall.

La Instrucción en Teología Elénctica de Francisco Turretino es reconocida por


Jack Rogers como una fuente esencial post-Reformación de la doctrina de
inspiración divina, afirmando que el Espíritu Santo inspiró a los escritores
bíblicos de tal manera que “sus palabras” se mantuvieron “libres de error”. Este
punto de vista, según Rogers, se integró en la teología evangélica americana a
través del uso que hicieron de la “Institutio” teólogos de Princeton del siglo XIX
como Archibald Alexander y Charles Hodge. Aunque existe un debate sobre la
comparación entre la rigidez de la doctrina de inerrancia absoluta de Turretino
y las Instituciones de Juan Calvino, la importancia de Turretino en la formulación
y transmisión de concepciones clave sobre la Escritura en el evangelicalismo
americano es indiscutible. Su enfoque meticuloso y su defensa de la inerrancia
bíblica hacen de su trabajo una lectura recomendada para aquellos interesados
en profundizar en los fundamentos históricos y teológicos de la interpretación
bíblica dentro de la tradición reformada.
Carl F. H. Henry
Fue un teólogo cristiano evangélico estadounidense que proporcionó liderazgo
intelectual e institucional al movimiento neoevangélico de mediados a finales
del siglo XX.

Inspirado por el ejemplo doméstico de dos fieles servidores de Cristo, su tío


materno, el gran teólogo John Diodati, y su padre, Benedicto Turretino,
Francisco Turretino desarrolló una obra que se extendería en influencia a través
de Europa y el mundo angloparlante. Este testimonio de su compromiso con el
servicio amoroso a la ciudad de Ginebra y su dedicación al ministerio del
evangelio hacen de su Instituti” una lectura esencial para quienes buscan
profundizar en la teología reformada. La significativa contribución de Turretino
al mundo teológico, reflejando su profundo legado familiar y su pasión por la
enseñanza, la hace altamente recomendable para estudiantes y eruditos por
4 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

igual. La Instrucción en Teología Elénctica se destaca no solo por su rigor


teológico, sino también por su impacto formativo en generaciones de teólogos.
Andrea Ferrari
Pastor de la Reformed Bapitst Church Filadelfia en Milán, Italia, Director
Editorial de Alfa & Omega

Turretino, situado en el corazón de la teología reformada post-Zwinglio y


Calvino, destaca por su Instrucción en Teología Elénctica, una obra que no solo
sigue la tradición calvinista sino que también muestra influencias de la escuela
federal de teología. En este texto, Turretino aborda cuestiones complejas como
la propagación del pecado original, adoptando una postura creacionista firme y
desechando teorías que, aunque parecen resolver las dificultades, no
concuerdan con la Escritura ni con la razón sólida. Su metodología rigurosa y su
compromiso con la claridad doctrinal lo hacen esencial para cualquier
estudiante o erudito interesado en las profundidades de la teología reformada
y su desarrollo a través de los siglos. La obra de Turretino, reconocida por su
coherencia con los decretos divinos y su rechazo a explicaciones simplistas de
doctrinas complejas, ofrece una guía invaluable para la comprensión de la
teología reformada clásica, convirtiéndola en una lectura recomendada
altamente para aquellos que buscan profundizar en las bases del calvinismo y
su interpretación de temas doctrinales fundamentales.
H. Orton Wiley
Teólogo arminiano asociado con los seguidores de Juan Wesley y el movimiento
de Santidad.

La Instrucción en Teología Elénctica de Francisco Turretino jugó un papel crucial


en la formación teológica de numerosas iglesias Presbiterianas y Reformadas a
lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX, especialmente en el sur de Estados
Unidos. Utilizada en seminarios presbiterianos de Virginia y Carolina del Sur,
esta obra no solo ejemplifica el alto valor que se le daba a la teología de
Princeton, a pesar de sus limitaciones en reconocer la importancia del
desarrollo histórico, sino que también influyó significativamente en la
configuración del calvinismo sureño. Las contribuciones de teólogos
dominantes como James Henley Thornwell y Robert Lewis Dabney, aunque
divergían en aspectos eclesiológicos y en la doctrina de “la espiritualidad de la
iglesia” respecto a Princeton, destacan la penetrante influencia de Turretino en
los debates teológicos y sociales de su tiempo. La recomendación de su obra es
esencial para quienes deseen comprender las complejidades del calvinismo del
siglo XIX y su impacto duradero en la teología y la práctica eclesiástica.
Robert Benedetto
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 5

Bibliotecaria y profesor asociada de bibliografía en el Seminario Teológico de


la Unión y en la Escuela Presbiteriana de Educación Cristiana de Richmond,
Virginia.

La Instrucción en Teología Elénctica es un hito en la historia de la doctrina


cristiana, fruto de su vasto conocimiento histórico y de su profundo análisis
teológico y filosófico contemporáneo. Este trabajo, reconocido por su enfoque
didáctico y en ocasiones polémico, emplea el método escolástico en un formato
de preguntas y respuestas que abarca temas de manera exhaustiva y lógica. A
pesar de las críticas recibidas por algunos teólogos de los siglos XIX y XX, que
veían en la teología reformada post-Reforma un 'escolasticismo' árido en
comparación con el pensamiento de la Reforma, estudios más recientes han
revalorizado el método y contenido de la obra de Turretino, viéndola como una
evolución legítima de la teología de Calvino. La Instrucción es altamente
recomendada para aquellos que buscan una comprensión profunda del sistema
dogmático del periodo post-Reforma.
Oliver D. Crisp
Teólogo británico que actualmente trabaja como profesor de teología analítica
en la Universidad de St Andrews, y que anteriormente fue profesor de teología
sistemática en el Seminario Teológico Fuller de Pasadena, California.

La Instrucción en Teología Elénctica de Turretino, publicada entre 1679 y 1685,


se destaca por su meticuloso orden lógico, superando incluso a las
“Instituciones de la Religión Cristiana” de Calvino en este aspecto, aunque sigue
el método catequético de pregunta y respuesta común en las confesiones de su
época. Este trabajo profundiza en las doctrinas discutiéndolas en un orden que
refleja las tradiciones confesionales, ofreciendo una exposición coherente y
sistemática de la teología reformada. A diferencia de los enfoques anteriores,
como los de Orígenes, Gregorio de Nisa, Juan de Damasco, Agustín, Melanchthon
y Calixto, que presentan limitaciones en cuanto al método científico, la
organización de los temas o la profundidad de tratamiento, Turretino logra una
combinación eficaz de rigurosidad y accesibilidad. Su obra, por lo tanto,
representa una contribución invaluable para aquellos interesados en una
comprensión profunda y ordenada de la fe cristiana, recomendada ampliamente
tanto para estudiosos como para estudiantes de teología.
Milton S. Terry
Teólogo y ministro estadounidense. Terry nació en Coeymans, Nueva York, y se
educó en el Seminario de la Conferencia de Nueva York, en Charlotteville, Nueva
York, y en la Escuela de Divinidad de Yale.
6 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

A pesar de las críticas a ciertos contenidos teológicos escolásticos, los


reformadores, incluidos aquellos que contribuyeron a la formación de la
teología reformada como Turretino, no rechazaron la metodología escolástica
en sí. En su obra, Turretino sistematiza, esclarece y defiende la verdad teológica
con un rigor que recuerda a los métodos de disputa académica medievales,
demostrando la viabilidad de este enfoque para articular y justificar las
doctrinas reformadas. La Instrucción en Teología Elénctica de Francisco
Turretino es una obra emblemática que refleja la continuidad de la metodología
escolástica dentro del pensamiento reformado, alineándose con la tradición de
la teología natural heredada de Agustín y Tomás de Aquino.
Matthew Barrett
Profesor asociado de teología cristiana en el Seminario Teológico Bautista del
Medio Oeste, así como fundador y editor ejecutivo de la revista Credo
INSTRUCCIÓN EN
TEOLOGÍA ELÉNCTICA

VOL. I: TÓPICOS 1-4

Prolegómeno, Bibliología, Teología Propia, y


los Decretos de Dios

FRANCISCO TURRETINO
Impreso en Lima, Perú
2 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1

Título original en Latín: Institutio theologiae elencticae.


Título original en Inglés: Institutes of Elenctic Theology.

Copyright © 1992, 1994, 1997 by James T. Dennison, Jr.


All rights reserved. No part of this book may be reproduced in any form or by any
means, except for brief quotations for the purpose of review, comment, or
scholarship, without written permission from the publisher, Presbyterian and
Reformed Publishing Company, P.O. Box 817, Phillipsburg, New Jersey 08865.

Autor: © Francisco Turretino


Edición: James T. Dennison, Jr
Traducción al español: Yarom Vargas
Revisión de estilo y lectura previa: Dorian Obreque
Revisión de traducción: Jaime D. Caballero
Diseño de cubierta: Angelica García.
Serie: Instrucción en Teología Elénctica - Volumen: 01

Editado por:
©TEOLOGIAPARAVIVIR.S.A.C
José de Rivadeneyra 610.
Urb. Santa Catalina, La Victoria.
Lima, Perú.
ventas@teologiaparavivir.com
https://www.facebook.com/teologiaparavivir/
www.teologiaparavivir.com
Primera edición: Mayo de 2024
Tiraje: 1000 ejemplares

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú, N°: 2024-04686


ISBN Tapa Blanda: 978-612-5099-18-1

Se terminó de imprimir en mayo de 2024 en:


ALEPH IMPRESIONES S.R.L.
Jr. Risso 580, Lince
Lima, Perú.

Prohibida su reproducción o transmisión total o parcial, por cualquier medio, sin


permiso escrito de la editorial. Las citas bíblicas fueron tomadas de las Versión Reina
Valera de 1960, y de la Nueva Biblia de los Hispanos, salvo indique lo contrario en alguna
de ellas.
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 3

TABLA DE CONTENIDOS - VOLUMEN I

DEDICATORIA DEL EDITOR ............................................................................... III


ABREVIATURAS Y TRANSLITERACIÓN ............................................................ V
ABREVIATURAS GENERALES .......................................................................................................V
TABLA DE TRANSLITERACIÓN DEL HEBREO ......................................................................... VII
TABLA DE TRANSLITERACIÓN DEL GRIEGO ............................................................................ 7
ABREVIATURAS DE LAS ESCRITURAS ........................................................................................ 8

PREFACIO POR JAMES T. DENNISON, JR ........................................................ XI


AGRADECIMIENTOS ......................................................................................... XVII
DEDICATORIA ORIGINAL DE TURRETINO ...................................................... 1
PREFACIO DE TURRETINO AL LECTOR ......................................................... 11
TÓPICO I: PROLEGÓMENO A LA TEOLOGÍA ................................................. 17
§1. ¿DEBE UTILIZARSE LA PALABRA “TEOLOGÍA” EN LAS ESCUELAS CRISTIANAS? ...19
§2. SOBRE LA TEOLOGÍA Y SUS DIVISIONES .........................................................................22
§3. SOBRE LA TEOLOGÍA NATURAL ........................................................................................27
§4. ¿ES SUFICIENTE LA TEOLOGÍA NATURAL PARA LA SALVACIÓN? ..............................32
§5. EL OBJETO DE LA TEOLOGÍA .............................................................................................42
§6. EL GÉNERO DE LA TEOLOGÍA ............................................................................................45
§7. ¿ES LA TEOLOGÍA TEÓRICA O PRÁCTICA? ......................................................................48
§8. ¿ES LA RAZÓN HUMANA EL PRINCIPIO Y LA REGLA CON QUE DEBEN MEDIRSE LAS
DOCTRINAS DE LA RELIGIÓN Y TEOLOGÍA CRISTIANAS (QUE SON EL OBJETO DE LA
FE)? ...............................................................................................................................................53
§9. ¿CABE ALGÚN JUICIO A LA RAZÓN EN MATERIA DE FE? ¿O NO TIENE NINGUNA
UTILIDAD? ....................................................................................................................................61
§10. ¿PUEDE PERMITIRSE A LA RAZÓN HUMANA EL JUICIO DE CONTRADICCIÓN EN
MATERIA DE FE? LO AFIRMAMOS ...........................................................................................66
§11. ¿SIRVE DE ALGO EL TESTIMONIO DE LOS SENTIDOS EN LOS MISTERIOS DE LA FE,
O DEBE RECHAZARSE POR COMPLETO? .................................................................................70
§12. EL USO DE LAS CONSECUENCIAS LÓGICAS ..................................................................73
§13. ¿SIRVE PARA ALGO LA FILOSOFÍA EN TEOLOGÍA? LO AFIRMAMOS
ROTUNDAMENTE ........................................................................................................................84
§14. ARTÍCULOS FUNDAMENTALES Y ERRORES .................................................................90
4 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

TÓPICO II: LAS SAGRADAS ESCRITURAS.................................................... 101


§1. LA PALABRA DE DIOS..................................................................................................... 103
§2. LA NECESIDAD DE LA ESCRITURA ............................................................................... 106
§3. ¿SE ESCRIBIERON LAS SAGRADAS ESCRITURAS SÓLO OCASIONALMENTE Y SIN EL
MANDATO DIVINO? ................................................................................................................. 110
§4. LA AUTORIDAD DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS ..................................................... 113
§5. ¿EXISTEN CONTRADICCIONES REALES EN LAS ESCRITURAS? ............................... 125
§6. ¿DE QUÉ FUENTE NOS LLEGA LA AUTORIDAD DIVINA DE LAS ESCRITURAS? .... 148
§7. EL CANON ......................................................................................................................... 162
§8. ¿SIGUEN SIENDO LOS LIBROS DEL ANTIGUO TESTAMENTO PARTE DEL CANON DE
FE Y REGLA DE PRÁCTICA EN LA IGLESIA DEL NUEVO TESTAMENTO?....................... 168
§9. LOS LIBROS APÓCRIFOS.................................................................................................. 173
§10. LA PUREZA DE LOS MANUSCRITOS............................................................................ 179
§11. LA VERSIÓN AUTÉNTICA ............................................................................................. 189
§12. LA INSPIRACIÓN DEL TEXTO HEBREO ...................................................................... 196
§13. VERSIONES DE LA BIBLIA ........................................................................................... 205
§14. LA SEPTUAGINTA ......................................................................................................... 211
§15. LA VULGATA .................................................................................................................. 217
§16. LA PERFECCIÓN DE LAS ESCRITURAS ...................................................................... 223
§17. LA PERSPICUIDAD DE LAS ESCRITURAS .................................................................. 236
§18. LA LECTURA DE LAS ESCRITURAS............................................................................. 243
§19. EL SENTIDO DE LAS ESCRITURAS.............................................................................. 247
§20. EL JUEZ SUPREMO DE LAS CONTROVERSIAS E INTÉRPRETE DE LAS ESCRITURAS
..................................................................................................................................................... 254
§21. LA AUTORIDAD DE LOS PADRES ................................................................................ 267
TÓPICO III: DIOS UNO Y TRINO ..................................................................... 277
§1. ¿PUEDE DEMOSTRARSE IRREFUTABLEMENTE LA EXISTENCIA DE DIOS FRENTE A
LOS ATEOS? .............................................................................................................................. 279
§2. ¿HAY ATEOS PROPIAMENTE DICHOS? LO NEGAMOS ............................................... 292
§3. LA UNIDAD DE DIOS ........................................................................................................ 296
§4. EL NOMBRE “JEHOVÁ” ................................................................................................... 301
§5. ¿REALMENTE PUEDEN DISTINGUIRSE LOS ATRIBUTOS DIVINOS DE LA ESENCIA
DIVINA? .................................................................................................................................... 307
§6. ¿ES BUENA LA DISTINCIÓN ENTRE ATRIBUTOS COMUNICABLES E
INCOMUNICABLES? ................................................................................................................. 310
§7. LA SIMPLICIDAD DE DIOS .............................................................................................. 312
§8. LA INFINITUD DE DIOS ................................................................................................... 317
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 5

§9. LA INMENSIDAD DE DIOS ............................................................................................... 322


§10. LA ETERNIDAD DE DIOS .............................................................................................. 330
§11. LA INMUTABILIDAD DE DIOS...................................................................................... 334
§12. EL CONOCIMIENTO DE DIOS ....................................................................................... 337
§13. CONOCIMIENTO MEDIO ................................................................................................ 346
§14. LA VOLUNTAD DE DIOS................................................................................................ 355
§15. DISTINCIÓN ENTRE LA VOLUNTAD DE DECRETO Y DE PRECEPTO ..................... 358
§16. DISTINCIÓN ENTRE LA VOLUNTAD ANTECEDENTE Y LA CONSECUENTE.......... 366
§17. ¿PUEDE ASIGNARSE ALGUNA CAUSA A LA VOLUNTAD DE DIOS?........................ 373
§18. ¿ES LA VOLUNTAD DE DIOS LA REGLA PRINCIPAL DE LA JUSTICIA?
DISTINGUIMOS ......................................................................................................................... 376
§19. LA JUSTICIA DE DIOS .................................................................................................... 379
§20. LA BONDAD, AMOR, GRACIA Y MISERICORDIA DE DIOS........................................ 388
§21. EL PODER DE DIOS ........................................................................................................ 393
§22. EL DOMINIO Y LA SOBERANÍA DE DIOS .................................................................... 402
§23. LA SANTA TRINIDAD ..................................................................................................... 406
§24. ¿ES LA TRINIDAD UNA DOCTRINA FUNDAMENTAL? .............................................. 419
§25. ¿HAY TRES PERSONAS DISTINTAS EN LA ÚNICA ESENCIA DIVINA: PADRE, HIJO Y
ESPÍRITU SANTO? ................................................................................................................... 427
§26. ¿PUEDE DEMOSTRARSE EL MISTERIO DE LA TRINIDAD A PARTIR DEL ANTIGUO
TESTAMENTO? ......................................................................................................................... 437
§27. ¿PUEDEN DISTINGUIRSE LAS PERSONAS DIVINAS DE LA ESENCIA Y LAS UNAS DE
LAS OTRAS? ¿DE QUÉ MANERA?........................................................................................... 445
§28. LA DEIDAD DEL HIJO .................................................................................................... 451
§29. LA GENERACIÓN ETERNA DEL HIJO .......................................................................... 466
§30. LA DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO ............................................................................. 482
§31. LA PROCESIÓN DEL ESPÍRITU SANTO....................................................................... 490
TÓPICO IV: LOS DECRETOS DE DIOS EN GENERAL Y LA
PREDESTINACIÓN EN PARTICULAR ............................................................. 495
§1. ¿HAY DECRETOS EN DIOS? ¿CÓMO? ............................................................................ 497
§2. ¿SON ETERNOS LOS DECRETOS DE DIOS? LO AFIRMAMOS CONTRA SOCINO ..... 501
§3. ¿EXISTEN DECRETOS CONDICIONALES? ...................................................................... 504
§4. ¿EL DECRETO HACE QUE LAS COSAS FUTURAS SEAN NECESARIAS? LO AFIRMAMOS
..................................................................................................................................................... 509
§5. EL FIN DE LA VIDA............................................................................................................ 513
§6. LA PREDESTINACIÓN ....................................................................................................... 523
§7. ¿EN QUÉ SENTIDO SE USAN LAS PALABRAS “PREDESTINACIÓN”, PROGNŌSEŌS,
EKLOGĒS Y PROTHESEŌS EN ESTE MISTERIO? .................................................................. 527
6 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

§8. LA PREDESTINACIÓN DE LOS ÁNGELES ...................................................................... 533


§9. EL OBJETO DE LA PREDESTINACIÓN............................................................................ 542
§10. LA CAUSA DE LA ELECCIÓN ......................................................................................... 555
§11. ¿ES HECHA LA ELECCIÓN A PARTIR DE LA PRESCIENCIA DE LA FE O LAS OBRAS, O
POR LA SOLA GRACIA DE DIOS? ........................................................................................... 562
§12. LA CERTEZA DE LA ELECCIÓN .................................................................................... 576
§13.¿PUEDE EL CREYENTE ESTAR SEGURO DE SU PROPIA ELECCIÓN CON UNA
CERTEZA QUE NO ES SOLO CONJETURAL Y MORAL, SINO INFALIBLE Y PROPIA DE LA
FE? .............................................................................................................................................. 588
§14. LA REPROBACIÓN ......................................................................................................... 598
§15. ¿SE PRESUPONE LA INFIDELIDAD O LA INCREDULIDAD HACIA EL EVANGELIO
COMO LA CAUSA DE LA REPROBACIÓN? ............................................................................. 613
§16. ¿LA TOTALIDAD DEL DECRETO DE REPROBACIÓN CONSISTE EN LA VOLUNTAD
DE DIOS DE SALVAR A LOS CREYENTES PERSEVERANTES Y CONDENAR A LOS
INCRÉDULOS?........................................................................................................................... 617
§17. ¿PUEDE ATRIBUIRSE A DIOS ALGUNA VOLUNTAD CONDICIONAL O PROPÓSITO
UNIVERSAL DE COMPADECERSE DE TODO EL GÉNERO HUMANO CAÍDO EN EL PECADO?
..................................................................................................................................................... 620
§18. EL ORDEN DE LOS DECRETOS DIVINOS EN LA PREDESTINACIÓN....................... 651
i

INSTITUTIO THEOLOGIE
ELENCTICE

INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA
ELÉNCTICA

SE PRESENTA DE MANERA DETALLADA LA NATURALEZA DEL


DEBATE, EXPONIENDO Y DEFENDIENDO LOS ARGUMENTOS
FUNDAMENTALES DE LOS ORTODOXOS; ADEMÁS, SE
PROPORCIONAN POSIBLES SOLUCIONES.
POR

FRANCISCO TURRETINO
Pastor en la Iglesia y Academia de Ginebra y Profesor de Teología

EDITADO POR
James T. Dennison, Jr.

Seminario Teológico Westminster de California

TEMAS DEL PRIMERO AL CUARTO


ii PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 iii

DEDICATORIA DEL
EDITOR

A
SHARON LYNN

¡Quam pulchra es amica mea!


¡Quam pulchra es!
Quam pulchra es, et quam decora,
¡Carissima, in deliciis!
Primogenito filio, J. T.
et
Primogenitae filiae, Kristin
¡Laudemus novissimum Agnum!
Meo filio, Bryan
et
Meae filiae, Otoño
¡Laudemus novissimum Pastorem!
iv PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 v

ABREVIATURAS Y
TRANSLITERACIÓN
ABREVIATURAS GENERALES

* Cita corregida
+ La cita no puede ser identificada o localizada como citada por
Turretino
AA Josefo, Against Apion. Traducido por H.St.J. Thackeray. Cambridge:
Harvard University Press, 1926.
ACW Ancient Christian Writers. New York: Newman Press, 1946–.
AJ Josefo, Antiquities of the Jews. Traducido por H.St.J. Thackeray, R.
Marcus and L.H. Feldman. Cambridge: Harvard University Press,
1928–31.
ANF Alexander Roberts y James Donaldson, eds. Ante-Nicene Fathers.
Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1969–73.
BT I. Epstein, ed., The Babylonian Talmud. London: Soncino Press, 1935–
52.
CCSL Corpus Christianorum, Series Latina. Turnholt: Brepols, 1953–.
CG Agustín, City of God. Traducido por Demetrius B. Zema y Gerald G.
Walsh. New York: Fathers of the Church, 1950–54.
CI Agustín, Christian Instruction. Traducido por John J. Gavigan. New
York: Cima Publishing Co., 1947.
CR Corpus Reformatorum. Berlin: C.A. Schwetschke, 1834–.
CSCO Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium. Paris: Reipublicae,
n.d.
Cochrane A.C. Cochrane, Reformed Confessions of the 16th Century.
Philadelphia: Westminster Press, 1966.
FC Fathers of the Church. Washington, D.C.: Catholic University of
America Press.
Hefele Charles J. Hefele, A History of the Councils of the Church. 5 vols. New
York: AMS Press, 1883/1972.
ICR Juan Calvino, Institutes of the Christian Religion. 2 vols. Edited by
John T. McNeill. Traducido por Ford L. Battles. Philadelphia:
Westminster Press, 1960.
vi PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

JW Josefo, The Jewish War. Traducido por H.St.J. Thackeray. Cambridge


University Press, 1926–29.
LCC John Baillie, John T. McNeill y Henry P. Van Dusen, eds. Library of
Christian Classics. Philadelphia: Westminster Press, 1953–66.
Lauchert Friedrich Lauchert, Die Kanones der Wichtigsten Altkirchlichen
Concilien. Frankfurt am Main: Minerva, 1896/1961.
Mansi Giovan D. Mansi, Sacrorum Conciliorum. Paris: H. Welter, 1901–27.
NPNF1 Philip Schaff, ed. Nicene and Post-Nicene Fathers, First Series. Grand
Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1956.
NPNF2 Philip Schaff and Henry Wace, eds. Nicene and Post-Nicene Fathers,
Second Series. Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1952.
PG Jacques Paul Migne. Patrologiae … series Graeca. Paris: J.-P. Migne,
1857–87.
PL Jacques Paul Migne, Patrologiae … series Latina. Paris: Garnieri
Fratres, 1878.
ST Tomás de Aquino, Summa Theologica. 3 vols. New York: Benzinger
Brothers, 1947–48.
Schaff Philip Schaff, Creeds of Christendom. 3 vols. Grand Rapids: Baker
Book House, 1931.
Schroeder Canons and Decrees of the Council of Trent. Traducido por Henry J.
Schroeder. St. Louis: Herder, 1941.
VD Roberto Belarmino, “De Controversiis: Prima Controversia
Generalis—De Verbo Dei”, en Opera Omnia. Vol. 1. Neapoli:
Josephum Giuliano, 1856.
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 vii

TABLA DE TRANSLITERACIÓN DEL HEBREO

‫א‬ ‘ ‫ל‬ l
‫ב‬ bh ‫מ‬ m
‫ּב‬ b ‫נ‬ n
‫ג‬ gh ‫ס‬ s
‫ּג‬ g ‫ע‬ ‘
‫ד‬ dh ‫פ‬ ph
‫ּד‬ d ‫ּפ‬ p
‫ה‬ h ‫צ‬ ts
‫ו‬ V ‫ק‬ q
‫ז‬ Z ‫ר‬ r
‫ח‬ Ch ‫ׂ◌ש‬ s
‫ט‬ T ‫ׁ◌ש‬ sh
‫י‬ Y ‫ת‬ th
‫כ‬ kh ‫ּת‬ t
‫ּכ‬ k

TABLA DE TRANSLITERACIÓN DEL GRIEGO

α a ο o
β b π p
γ g ρ r
δ d σ, ς s
ε e τ t
ζ z υ y
η ē φ ph
θ th χ ch
ι i ψ ps
κ k ω ō
λ l v ρ rh
μ m ̔ h
ν n γγ ng
ξ x γκ nk
viii PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

γξ nx ευ eu
γχ nch ου ou
αυ au υι yi

ABREVIATURAS DE LAS ESCRITURAS

ANTIGUO TESTAMENTO

Génesis Gn. Eclesiastés Ec.


Éxodo Éx. Cantar de los Cantares Cnt.
Levítico Lv. Isaías Is.
Números Nm. Jeremías Jer.
Deuteronomio Dt. Lamentaciones Lm.
Josué Jos. Ezequiel Ez.
Jueces Jue. Daniel Dn.
Rut Rt. Oseas Os.
1 Samuel 1 S. Joel Jl.
2 Samuel 2 S. Amós Am.
1 Reyes 1 R. Abdías Abd.
2 Reyes 2 R. Jonás Jon.
1 Crónicas 1 Cr. Miqueas Miq.
2 Crónicas 2 Cr. Nahúm Nah.
Esdras Esd. Habacuc Hab.
Nehemías Neh. Sofonías Sof.
Ester Est. Hageo Hag.
Job Job Zacarías Zac.
Salmos Sal. Malaquías Mal.
Proverbios Pr.

APÓCRIFOS

Tobías Tb. Baruc Bar.


Judit Jdt. 1 Macabeos 1 Mac.
Sabiduría de Salomón Sab. 2 Macabeos 2 Mac.

NUEVO TESTAMENTO

Mateo Mt. Hechos Hch.


Marcos Mr. Romanos Ro.
Lucas Lc. 1 Corintios 1 Co.
Juan Jn. 2 Corintios 2 Co.
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 ix

Gálatas Gl. Hebreos Heb.


Efesios Ef. Santiago Stg.
Filipenses Fil. 1 Pedro 1 P.
Colosenses Col. 2 Pedro 2 P.
1 Tesalonicenses 1 Ts. 1 Juan 1 Jn.
2 Tesalonicenses 2 Ts. 2 Juan 2 Jn.
1 Timoteo 1 Ti. 3 Juan 3 Jn.
2 Timoteo 2 Ti. JudasJud.
Tito Tit. Apocalipsis Ap.
Filemón Flm.
x PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

El editor agradece el permiso de las siguientes editoriales para utilizar extractos de


sus publicaciones:

Baker Book House, para el material de Francisco Turretino, The Doctrine of


Scripture. Traducido y editado por John W. Beardslee III. Grand Rapids,
Michigan, 1981.

Harvard University Press, para el material de la Loeb Classical Library.

Horacio: Sátiras, Epístolas y Ars Poetica. Traducción de H. Rushton


Fairclough. 1929.
Juvenal y Persio. Traducción de G.G. Ramsey. 1979.
Ovidio: Fasti. Traducción de James G. Frazer. 1976.
Prudencio. Traducción de H.J. Thomson. 1949.
Hesíodo. Traducción de Hugh G. Evelyn–White. 1914.
Cicerón, De Natura Deorum. Traducción de H. Rackham. 1972.
–––. De Senectute, De Amicitia, De Divinitatione. Traducido por William A.
Falconer. 1971.
Plinio, Historia Natural. Traducido por H. Rackham. 1967.
Virgilio. Traducción de H. Rushton Fairclough. 1974.
Séneca, Ensayos morales. Traducción de John W. Basore. 1970.

El editor agradece el permiso de Harvard University Press para utilizar extractos de


la Loeb Classical Library.

Juvenal y Persio. Traducción de G.G. Ramsey. 1979.


Séneca, Ensayos morales. Traducción de John W. Basore. 1970.
Virgilio, Eneida. Traducción de H. Rushton Fairclough. 1974.
Suetonio, Vidas de los Césares. Traducción de J.C. Rolfe. 1970.
Ovidio, Fasti. Traducción de James G. Frazer. 1976.
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 xi

PREFACIO POR JAMES T.


DENNISON, JR
La traducción de George Musgrave Giger de la Institutio Theologiae
Elencticae de Francisco Turretino fue una labor de amor. En respuesta a una
petición de su amigo el profesor Charles Hodge, del Seminario Teológico de
Princeton, Giger redactó una traducción al inglés de la Institutio Theologiae
Elencticae que abarcaba ocho mil páginas manuscritas. Giger había sido
profesor de clásicas en la Universidad de Princeton (College of New Jersey)
de 1847 a 1865. Aquí trabajó en griego y latín. Su manuscrito de Turretino
se colocó en el escritorio de la biblioteca del seminario para que los
estudiantes examinaran las páginas apropiadas asignadas en las clases de
teología sistemática del Dr. Hodge. Partes de la traducción de Giger han
aparecido anteriormente en forma de manuscrito. Sin embargo, nunca se ha
impreso la traducción completa, a pesar de que numerosas personas han
abogado por esta causa a lo largo de los años. El presente proyecto es un
intento de recompensar a Giger por su labor.
La traducción de Giger es bastante literal y fiel al original. El punto
fuerte de su trabajo es la estricta adhesión al estilo de Turretino. No hay
mucha perífrasis. El estilo escolástico, con su fraseo engorroso, sus cláusulas
subordinadas abultadas y su forma rebuscada, es evidente en la interpretación
de Giger. Para los lectores que deseen explorar los términos latinos
escolásticos como ayuda para comprender el vocabulario técnico de
Turretino, recomiendo encarecidamente a Richard A. Muller, Diccionario de
Términos Teológicos Latinos y Griegos: Extraído Principalmente de la
Teología Escolástica Protestante [Dictionary of Latin and Greek Theological
Terms: Drawn Principally from Protestant Scholastic Theology] (Baker,
1985) y el “Glosario” compilado por Richard McKeon, Selecciones de
xii PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

Filósofos Medievales [Selections From Medieval Philosophers] (Charles


Scribner’s Sons, 1930), 2:422–506. Turretino era aficionado a usar
fragmentos de frases, sobre todo cuando resumía una serie de puntos o
subdividía varias explicaciones de un pensamiento principal. De ahí que el
lector deba esperar frases incompletas en toda la traducción. Mi trabajo
editorial sobre el manuscrito de Giger ha intentado preservar la fidelidad de
su traducción y, al mismo tiempo, mejorar su legibilidad. Para ello, se han
acortado las frases en la medida de lo posible, se han utilizado paréntesis
(para lo que parecen ser obvios apartes en los argumentos de Turretino), se
han revisado algunas frases arcaicas y se han elegido términos más modernos.
El lector debe comprender que algunos de los retoques son subjetivos,
basados en mi juicio sobre la legibilidad. Sin embargo, siempre he intentado
permanecer fiel tanto al espíritu del inglés de Giger como al latín de
Turretino.
En el curso de la edición de la versión inglesa, resultó obvio que había
que abordar varios asuntos. Primero, la versión que utilizaba Giger era la
edición de Edimburgo/Nueva York de 1847. Se trataba de una reimpresión
de la versión de 1688–90 con correcciones en algunas citas de las Escrituras.
Hasta donde he podido determinar, el texto de esta versión del siglo XIX no
difiere de la impresión de 1696 (que, a su vez, era una reimpresión de la
versión original de 1679–85 en tres volúmenes), excepto en lo que se refiere
a unas pocas citas de las Escrituras (esto también es válido para la versión de
1688–90 que he podido examinar). La versión de 1679–85 se reimprimió en
1680–86 (también en tres volúmenes). Una “nueva edición corregida y
aumentada en muchos lugares” apareció en 1682–88 (tres volúmenes). Esta
versión corregida y aumentada se reimprimió en tres volúmenes en 1688–90.
La reimpresión de 1696 de la versión de 1679–85 fue la primera en incluir el
encomium de Melchoir Leydekker y la oda de Adrian Reeland. Esta versión
se reimprimió de nuevo en 1701 (tres volúmenes). Hubo otra impresión en
1734: un conjunto de tres volúmenes de la Institutio Theologiae Elencticae y
un conjunto de cuatro volúmenes que añadía las Disputationes de Turretino
(como volumen 4) para formar una Opera. Esta Opera fue la base de la
edición completa de Edimburgo/Nueva York, cuyo volumen 4 se publicó en
1848.
La versión que tiene en sus manos representa correcciones y adiciones de
diversa índole a la edición de 1847. Todas las citas de las Escrituras han sido
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 xiii

revisadas y corregidas cuando ha sido necesario (* indica una corrección con


respecto a la edición de 1847). Además, Turretino cita frecuentemente
pasajes de la Escritura sólo por capítulos. Por lo tanto, he intentado
proporcionar los versículos apropiados del capítulo a partir del contexto de
las observaciones de Turretino. Las citas de las Escrituras de la versión en
inglés se basan en la versión King James.1*
La segunda consideración importante fue la cuestión de las citas de
Turretino de otros autores. En vista del voluminoso conocimiento que
Turretino tenía de los autores clásicos, los primeros padres de la iglesia,
escolásticos medievales, autores de la reforma, arminianos, socinianos y
polemistas católicos romanos de la contrarreforma, me pareció prudente
intentar examinar sus citas y proporcionar datos bibliográficos completos de
sus fuentes. Me pareció que de este modo Turretino resultaría aún más útil al
lector que deseara proseguir la argumentación del gran ginebrino por medio
de las referencias citadas. En consecuencia, he intentado identificar, verificar,
corregir y citar íntegramente todas las citas (y algunas alusiones) que
Turretino hace de otros autores. El proceso de identificación ha generado un
catálogo diccionario de personalidades que supera el millar de individuos.
Este diccionario, que se incluirá en el volumen 3 de nuestra colección,
contiene nombre, apellidos, nombres alternativos (si los hay), fechas de
nacimiento y defunción, y referencia a un diccionario o enciclopedia que
contenga un artículo sobre la carrera de ese individuo.
La verificación de las citas de Turretino ha requerido un amplio uso de
bases de datos bibliográficas en línea (por ejemplo, la Biblioteca del
Congreso a través de OCLC)2, índices y concordancias (especialmente el
Thesaurus Linguae Graecae [TLG] elaborado por la Universidad de
California en Irvine y la base de datos de lengua latina desarrollada por el
Packard Humanities Institute de Los Altos, California) y la cooperación de
numerosas bibliotecas. En el proceso de examen de sus citas, se hizo evidente
que Turretino a veces parafraseaba su fuente o tal vez la citaba de memoria.
De ahí que una minoría de las citas no sean citas literales de la obra citada.
Esto ha dado lugar a algunas identificaciones problemáticas por mi parte
(señaladas con ¿? en la cita).

1* Nota del traductor: Las citas de las Escrituras para esta traducción al español se

basan en la versión Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH).


2 OCLC Online Computer Library Center
xiv PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

Siempre que ha sido posible, he citado las fuentes de Turretino con las
ediciones inglesas de la obra. Para las citas de los Padres de la Iglesia, se ha
indicado la sección correspondiente de la Patrologiae Graecae (PG) o de la
Patrologiae Latinae (PL) de Migne. Como en el original, las citas se han
incorporado al cuerpo del texto y no se han relegado a notas a pie de página.
Las correcciones de las citas de Turretino se indican con un *. Sin duda,
muchos de estos errores se deben a fallos de composición tipográfica, es
decir, al resultado de transposiciones, lecturas erróneas o sencillamente
errores por parte de los tipógrafos originales. Las citas se han introducido de
forma que se localice con precisión la cita de Turretino. A veces he
proporcionado más información sobre el libro, el capítulo y la sección que él,
lo que permite al lector encontrar el lugar exacto de la cita. Las palabras y
frases griegas y hebreas se han transliterado según la tabla que figura al
principio de este volumen. Turretino sólo utilizaba expresiones hebreas sin
puntuación. He seguido su costumbre a este respecto y no he intentado incluir
puntuación a las vocales. Las abreviaturas de series, obras citadas con
frecuencia, libros de la Biblia, etc., se encuentran en la tabla de abreviaturas.
Alrededor del 4 por ciento de las citas no han sido identificadas
(indicado con un + junto a la alusión de Turretino). En algunos casos, ni
siquiera he podido identificar la obra que Turretino está citando en los
catálogos colectivos estándar estadounidenses, británicos y extranjeros (es
decir, National Union Catalogue, British Museum Catalogue, etc.). En otros
casos, no he podido localizar las palabras que cita (o una paráfrasis razonable
de las mismas) en el lugar que indica. En estos casos, he insertado la cita
exactamente como se encuentra en la edición de 1847. Si alguno de mis
lectores descubre fuentes (o correcciones) para estas citas, por favor póngase
en contacto conmigo en Westminster Theological Seminary, 1725 Bear
Valley Parkway, Escondido, CA 92027.
La publicación de la Institutio Theologiae Elencticae en inglés constará
de tres volúmenes. La versión en inglés seguirá las divisiones de la edición
de 1847: temas 1–10 (volumen 1), temas 11–17 (volumen 2), temas 18–20
(volumen 3).3 El tercer volumen también incluirá índices de temas,
Escrituras, hebreo, griego y nombres propios, así como una traducción de la

3 [La versió n en españ ol sigue una estructura diferente: temas 1-4 (volumen 1),

temas 5-11 (volumen 2), temas 12-15 (volumen 3), temas 16-18 (volumen 4), y temas
19-20 (volumen 5).]
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 xv

“Oración fúnebre” de Benedicto Pictet—una de las principales fuentes de


información sobre la vida de Turretino. También tengo previsto añadir un
esbozo de la notable carrera de Turretino con comentarios sobre su influencia.
Por último, se incluirá una bibliografía completa de las obras citadas por
Turretino, junto con los números de OCLC para facilitar su localización.4 De
este modo, lo que Hodge, Giger y el viejo Princeton encontraron tan útil
puede, por la gracia de Dios, serlo aún más para la iglesia y la academia de
hoy.

Anno Domini 1992


Dei Gratia

James T. Dennison, Jr

4 OCLC Online Computer Library Center


xvi PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 xvii

AGRADECIMIENTOS
La primera mención corresponde al Dr. John H. Gerstner. Cuando estudiaba en
el Seminario Teológico de Pittsburgh, el Dr. Gerstner me presentó a Francisco
Turretino. Los extractos de la Institutio Theologiae Elencticae que el Dr.
Gerstner había preparado para su curso sobre Turretino fueron suficientes para
abrirme el apetito. Los planes para el presente proyecto tardaron muchos años en
madurar y cuajar en la providencia de Dios. Sharon Taylor, por aquel entonces
asistente del bibliotecario del Seminario Teológico de Princeton, consiguió una
fotocopia de la traducción de Giger. Judy Ashcraft se afanó primero en reducir
la versión manuscrita a mecanografía mediante un procesador de textos. Anna
Whitten completó la tarea y ha seguido introduciendo correcciones y adiciones.
El Consejo y la Facultad del Seminario Teológico Westminster de California me
concedieron un permiso de estudios en 1988 que me permitió avanzar
considerablemente en la preparación del manuscrito para su publicación. Bryce
Craig y Thom Notaro, de la Presbyterian and Reformed Publishing Company,
me han dado ánimos, material y los consejos necesarios. Catherine Drown ha
dedicado su tiempo a ayudar con la corrección de pruebas.
Pero una señora muy especial ha prestado una ayuda que nunca se podrá
calcular del todo. Grace Mullen, archivera y directora en funciones de la
Biblioteca Montgomery del Seminario Teológico Westminster de Filadelfia, ha
proporcionado respuestas, ha buscado en colecciones de referencia, ha enviado
libros y microfilmes y ha realizado otras muchas tareas con alegría y precisión.
La he apodado apropiadamente el equivalente estadounidense de Sherlock
Holmes. ¡Muchas gracias, Gracie!
Muchas otras personas han dedicado su tiempo y energía a este proyecto.
Intentaré darles un reconocimiento más detallado en el volumen del índice de
esta colección (previsto para el volumen 3).
¡SOLI DEO GLORIA!
xviii PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

FRANCISCO TURRETINO (1623-1687)

Fotografía del frontispicio del volumen 1 de la Institutio theologiae elencticae


(1696) de Turretino,
cortesía de La Bibliothèque publique et universitaire de Genève.
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 1

DEDICATORIA ORIGINAL
DE TURRETINO

Excelentísimos, nobles y honorables hombres del cónsul y de todo el Senado


de la célebre República de Ginebra, salud y toda felicidad les desea Francisco
Turretino:

Cuantas veces pienso en el estado de esta república, a cuyo timón los ha


puesto Dios, nobles distinguidísimos, tantos grandes milagros se me ocurren
por los que se ha hecho famosa, que lo que el divino poeta cantó antiguamente
acerca de Jerusalén, nadie negará que puede predicarse no inmerecidamente
de ella: “Cosas gloriosas se han dicho de ti, ciudad de Dios”. Pequeña en
verdad, lo confieso, y apenas otra menor entre los miles de Judá, si se
consideran las ventajas de la naturaleza; grande, sin embargo, y apenas otra
mayor si se atiende a los dones de Dios. Pero, aunque son innumerables las
bendiciones que Dios, con mano liberal, ha derramado hasta ahora y derrama
hoy sobre ella; sin embargo, hay dos ilustres por encima de las demás que
encumbran su dignidad: la religión, de la que nada hay más santo, y la
libertad, de la que nada hay más dulce. Este es, por así decirlo, otro Gosén,
que los rayos del sol de la justicia iluminan, mientras que el Egipto del mundo
está cubierto con la oscuridad más que cimeriana de los errores;1 otro Tsohar,

1 [El té rmino “cimeriana” en este contexto se rewiere a una oscuridad profunda y

densa. El adjetivo deriva de “Cimerios”, un pueblo antiguo que, segú n la mitologı́a griega,
habitaba en un reino de oscuridad perpetua en los conwines del mundo, a menudo
asociado con el inframundo o regiones muy alejadas. Por lo tanto, cuando se menciona
“la oscuridad má s que cimeriana de los errores”, se está hablando de una ignorancia o
confusió n extremadamente profunda, como si estuviera cubierta por una oscuridad tan
densa que es comparada con la legendaria oscuridad de la tierra de los Cimerios.]
2 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

pequeño, pero seguro, en el que los piadosos encuentran un asilo agradable,


mientras que el fuego destructor del juicio divino arde y se alimenta de
muchas otras regiones del mundo; una verdadera Beit Shemesh y Heliópolis,
casa y ciudad del sol, donde ese sol visible ya no es adorado (lo que se dice
que se hizo aquí en el gentilismo por una tradición no menos constante que
concordante).
Pero se adora a la divina aurora de lo alto, Cristo el Señor, que es nuestro
sol y nuestro escudo; el sol de toda bendición, afirmando la gloria de la
religión; el escudo de la más segura protección, ofreciendo una invencible e
inexpugnable guardia a la libertad. Ambas (las mayores glorias de Ginebra)
proporcionan el argumento más justo para celebrar la admirable providencia
de Dios para con nosotros. Porque, ¿quién no se asombra de que, en esas
gravísimas convulsiones de casi toda Europa, en las que casi ninguna región
se ha librado de la guerra (ninguna de las cuales no ha sentido sus más
terribles efectos), nosotros, hasta ahora casi los únicos en este rincón de la
tierra que disfrutamos de una paz de ensueño, hayamos permanecido intactos
y sin trabas? Mientras tanto, otros se ven obligados con profundo dolor a
contemplar campos devastados, ciudades tomadas y saqueadas, aldeas
incendiadas, provincias aisladas y otros lamentables, funestos y espantosos
concomitantes de la guerra. Arrancados de sus moradas paternas, vagan
miserablemente como exiliados y rezagados. Bajo nuestra propia vid e
higuera, comemos tranquilamente nuestro pan y disfrutamos de la más
profunda paz.
Verdaderamente seríamos los más ingratos de los mortales si no
considerásemos esta libertad y esta paz como pura bendición de Dios, que
vela por nuestra salvación. Sólo Él ha producido y produce esta facilidad para
nosotros. El que fue primero el autor de tan gran don, quiso después ser el
sostenedor y conservador del mismo. Pues ¿quién sino Él podría haber
desvelado los artificios de tantos conspiradores y traidores más allá de toda
expectativa de los hombres? ¿Quién sino Él podría haber expulsado y
frustrado tantas incursiones y tentativas nefandas? Los amantes de los
jeroglíficos, cuando se disponían a representar a la providencia sosteniendo
todas las cosas, solían pintar ingenuamente una ciudad sin apoyo, pendular
en el aire, sostenida por un gran brazo extendido desde el cielo. Nuestra
Ginebra, no sombría y emblemática, sino verdadera, es esa ciudad sostenida
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 3

sólo por la mano de Dios; no por medios o ayudas humanas: “No por el poder
ni por la fuerza, sino por Mi Espíritu, dice el SEÑOR” (Zac. 4:6).
Pero mucho mayor y más ilustre debe considerarse aquel otro beneficio
que es el fundamento principal de la protección divina bajo cuya sombra
descansamos hasta ahora con seguridad (a saber, la verdad celestial y el
depósito de una religión más pura con cuyo inestimable don Dios quiso
bendecirnos). Por medio de ella—habiendo sido derribada la tiranía del
anticristo romano, triunfado sobre el error, puesta en fuga la superstición,
derrocados los ídolos, dispersadas las tinieblas—ha surgido felizmente sobre
los que yacían en las tinieblas de la sombra de la muerte esa luz salvadora
que ya hace tiempo se esperaba después de las tinieblas. Felices colinas que
Dios ha amado tanto como para colocar el candelabro de oro de la verdad—
desde ellas los rayos de la verdad divina difundidos en todas direcciones han
iluminado gran parte del mundo; estado e Iglesia favorecidos que Cristo ha
considerado dignos de tan gran honor como para consagrarlos como lugar de
reposo del arca, sede del evangelio y santuario de Su nombre. Por muy odiada
que sea por el mundo, puede percibir la furia y la ira del diablo y del anticristo
cada vez más encendidas contra ella.
Sin embargo, amada por Dios y querida por Él como la niña de Sus ojos,
se refugia dulcemente bajo la sombra de Sus alas, gozando alegremente no
sólo de sus propios bienes, sino impartiendo estos favores a muchos otros
también, de modo que mereció el apelativo de madre o nodriza de aquellos
que profesaban que debían a este nuestro estado después de Dios su propio
origen o aumento. Pero en este aspecto es especialmente feliz—que por el
especial favor de Dios siempre disfruta del maravilloso privilegio de la
Reforma y ha preservado hasta ahora intacto lo más preciado de la religión
(keimēlion) que se le ha confiado. Esta es nuestra gloria, esta nuestra corona,
por la que nos distinguimos bien por encima de muchos otros pueblos de la
tierra a los que Él ha negado una gracia similar: estamos marcados por el
glorioso nombre de la propiedad de Dios y del Santo León.
Puesto que, en verdad, nada debería ser más importante para nosotros
que la custodia constante y fiel de un beneficio tan grande (con una
conmemoración agradecida de ello hacia Dios, quien lo otorga), fue, nobles
distinguidísimos, el deseo incansable de sus piadosos antepasados, quienes,
como los mejores enfermeros de la iglesia, siempre tuvieron entre sus
primeros cuidados el apoyar enérgicamente la causa de la religión no menos
4 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

que la de la libertad, para que pudiera ser preservada pura y libre de todo
contagio de errores: juzgando muy sabiamente que no era tanto el paladio en
el que Troya ni el escudo del cielo descendido (ouranopetes) en el que Roma
se gloriaba antiguamente, como el arca del pacto, la prenda indudable de la
presencia de Dios (de cuya retención y conservación dependen la seguridad
y la felicidad de la república así como de la iglesia).
Sería una larga historia relatar con qué monstruosos errores ese enemigo
más vil de la raza humana, en una época anterior, se esforzó por oscurecer y
al mismo tiempo extinguir la luz del evangelio renaciente—no sólo por medio
de enemigos jurados de la Reforma, que se esforzaron por hacerla retroceder
bajo el prístino yugo de la esclavitud anticristiana, sino también por los
pérfidos sinones,2 que, viviendo en su seno bajo el plausible pero falso
pretexto de abrigar e ilustrar la religión, intentaron introducir en la doctrina
la fe de opiniones mortales. Con maravillosa felicidad por la vigilancia de sus
antepasados, el Señor la liberó. Sus anales atestiguan con qué numerosas y
grandes estratagemas fue atacada la obra divina de la Reforma casi desde su
cuna; con qué furor de profanos y facciosos fue asediada la santa disciplina
de las costumbres y con cuánta frecuencia fue asaltada la pureza de la verdad
evangélica.
En un tiempo, esto fue intentado por el gentío fanático de los
anabaptistas, que, en el año 1536, inmediatamente después del comienzo de
la Reforma, causaron disturbios aquí. Después fueron las engañosas artes
(más cambiantes que Proteo) y las calamidades más inicuas de Peter Caroli,
el impúdico sofista. Luego otra vez las destructivas corrupciones de la palabra
de Dios y la doctrina ortodoxa por Sebastian Castellio, el líder de los
modernos semipelagianos; por las más viles artimañas de Jacques Gruet, un
hombre turbulento, juntando en un mismo revoltijo de errores el

2 [En este contexto, “sinones” se rewiere a personas traidoras o engañ osas que

pretenden ser aliadas o partidarias de una causa, pero en realidad trabajan en su contra
desde dentro. El té rmino deriva de Sinó n, un personaje de la mitologı́a griega conocido
por su papel en la caı́da de Troya. Sinó n se presentó a los troyanos como un desertor
griego y los convenció de que llevar el Caballo de Troya dentro de sus murallas serı́a
benewicioso para ellos, lo que llevó a la destrucció n de la ciudad. Por lo tanto, el uso de
“sinones” en este texto alude a individuos que, bajo la apariencia de apoyar la Reforma y
promover la religió n, intentaban en realidad socavarla introduciendo errores y herejı́as,
actuando como enemigos internos bajo falsos pretextos.]
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 5

samosatenianismo con el maniqueísmo.3 Después, en el año 1551, por la


impiedad de Jerome Bolsec, que trabajó para corromper la sagrada doctrina
de la predestinación y la gracia salvadora con veneno pelagiano. Por último,
lo intentaron las horribles blasfemias de Miguel Servet, no un hombre, sino
un monstruo de toda maldad, en referencia al adorable misterio de la
Santísima Trinidad.
Este hombre sumamente abandonado, aunque muchas veces amonestado,
no cesó de diseminar entre el vulgo el veneno más pestífero, que ya había
esparcido durante muchos años por los lugares célebres de Europa. Al fin,
siendo encarcelado y perseverando en su diabólica obstinación, sufrió el más
justo castigo de execrable impiedad en el año 1553. Sin embargo, Satanás
(tantas veces vencido) no cesó de renovar la lucha y de suscitar después
nuevos maestros de impiedad: como Valentine Gentilis, Paul Alciatus y otros
discípulos de la misma fraternidad con el más impuro Miguel Servet. Estos
unieron en el año 1558 el error de los triteístas con el samosatenianismo y el
arrianismo (es decir, monstruos con monstruos). La autoridad de sus
predecesores los refrenó firmemente y los puso felizmente en fuga, de modo
que siempre con gran alabanza, se aprobaron a sí mismos como “esforzados
y cordiales defensores de la causa de la piedad”, la honorable expresión que
aquel distinguidísimo hombre de Dios, Juan Calvino, usó anteriormente
acerca de ellos.
Que éste es también su principal cuidado, vigilantes padres de su patria,
su celo y piedad no nos permiten dudarlo. Porque, en efecto, han recordado
que el dominio se fortalece con la piedad y la justicia, según el oráculo del
más sabio de los reyes; y que su gobierno nunca podría ser feliz y bien
ordenado a menos que cuidaran de que, por la palabra de Dios, su autoridad
prevaleciera siempre con ustedes y de que Cristo mismo reinara a través de
ustedes. Han recordado que aquí podría haber no tanto una aristocracia como

3 [El samosatenianismo es una herejı́a cristoló gica asociada con Pablo de Samosata,

obispo de Antioquı́a en el siglo III. Esta enseñ anza negaba la preexistencia de Cristo como
Logos (Verbo) y awirmaba que Jesucristo era meramente un hombre, aunque justo, al que
Dios habı́a adoptado como su Hijo debido a su devoció n y obediencia. Segú n esta
perspectiva, Jesú s no era divino por naturaleza, sino que habı́a recibido una especie de
“promoció n” o “adopció n” divina. El samosatenianismo, por lo tanto, rechazaba la
Trinidad tal como se entiende en la ortodoxia cristiana, enfatizando en cambio una
estricta monarquı́a divina y una visió n unitaria de Dios. Este enfoque subraya una
distinció n radical entre Dios y Jesú s, rechazando cualquier noció n de la divinidad
inherente de Jesú s antes de su adopció n.]
6 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

una teocracia, teniendo siempre a Dios por presidente y gobernante; y que la


seguridad de la república, que debería ser siempre la ley suprema, no podría
consultarse mejor que defendiendo esas dos inexpugnables murallas—el
cultivo de la religión pura y el piadoso cuidado de nutrir a la iglesia, que Dios
ha encomendado a la protección de sus alas. Esto ha sido tan logrado hasta
ahora por ustedes que no sólo la religión ha permanecido aquí incontaminada
de cualquier corrupción de error y superstición por el especial favor de Dios,
sino que nada además ha sido cambiado en la doctrina más pura una vez
recibida aquí, que se han obligado siempre religiosamente a conservar.
Prosigan, Señores, constantemente en este sagrado propósito y hagan,
por su piadosa e infatigable vigilancia, que estos bienes nos sean perpetuos;
para que bajo sus auspicios esta república sea siempre feliz y floreciente en
piedad hasta la última posteridad. Esto, sin duda, pueden esperarlo de Dios,
que ha prometido ser guardián de aquellas ciudades que sean sedes de la
verdad y refugio de los piadosos, siempre y cuando se preocupen por rendirle
culto religioso, conservarlo y promover Su gloria por encima de todas las
cosas; mientras cuiden de que entre sus ciudadanos florezcan la piedad y la
justicia, el amor a la religión y a la patria, el amor y la santa concordia de las
almas, y se repriman severamente los vicios (demasiados en esta época tan
corrompida, incluso en la Iglesia en crecimiento); mientras por nuestro celo
esta ciudad corresponda verdaderamente a su nombre de “Reformada”, tanto
en lo que respecta a la integridad de la moral como a la pureza de la doctrina
(y, si se me permite la palabra, la “ciudad de Dios” y verdadera chptsybhh,
en la que estará el beneplácito de Dios).
Sin embargo, porque este cuidado pertenece no sólo a los gobernantes de
la república y a las autoridades, sino que toca más de cerca a aquellos que
ministran en las cosas sagradas (a quienes el supremo árbitro de las cosas
emplea para Su obra), no podemos admirar suficientemente Su providente
cuidado sobre nosotros al elegir aquí para Sí mismo un asiento de la verdad.
Por eso nunca abandonó Su propia obra, enviando a Su mies obreros fieles y
enérgicos que, provistos de dones eminentes, debían comenzar
valerosamente la obra divina de purificar la religión y, una vez comenzada,
llevarla adelante hasta la perfección. Todo el mundo sabe cuánto debe
Ginebra a los trabajos de aquellos notables siervos de Dios, William Farel y
Peter Viret, de quienes Dios quiso servirse para sentar las bases de la
Reforma; pero especialmente al más ferviente celo y a la infatigable
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 7

diligencia de aquel más grande y nunca suficientemente alabado teólogo,


Juan Calvino. Era bien conocido (tou pany) por su celo más ardiente y su
diligencia infatigable. Dotado maravillosamente de un espíritu heroico, de un
juicio agudísimo y de una profunda erudición, Dios le llamó inesperadamente
a Su obra en Ginebra en los tiempos más difíciles. Dios quiso que su labor se
empleara felizmente en el establecimiento de una doctrina y una disciplina
morales más puras (aunque no sin grandes contiendas).
Sus seguidores, que sostuvieron la lámpara después de ellos, siempre se
propusieron esto antes que otras cosas, para que, desechados los “balbuceos
impuros” (bebēlois kainophōniais) y “enseñanzas erróneas”
(heterodidaskaliais) (que el apóstol denuncia) esa sagradísima confianza
(parakatathēkēn), que han recibido intacta de sus antepasados, la conserven
también religiosamente intacta y la transmitan a sus sucesores. Puesto que
nosotros, por la gracia de Dios, incluso ahora disfrutamos de este singular
beneficio, no podríamos escapar a la culpa del crimen más grave si
sufriéramos que esta gloria y esta corona nos fueran arrebatadas y si aquellos
que suceden a las labores de tales hombres no estuvieran solícitos en seguir
fielmente sus pasos. Permítanme decir algo sobre mí mismo.
Desde el momento en que Dios quiso, por su notable favor, que yo fuera
elevado a la honrosa posición que he ocupado durante unos treinta años
(aunque siempre me sentí muy desigual para semejante carga, y la conciencia
de mi propia debilidad me persuadía fácilmente de lo inferior que era a
aquellos grandes hombres que nos precedieron aquí), sin embargo, puedo
atestiguar solemnemente ante Dios que nunca se me propuso otro objetivo
que el de seguir siempre a mis predecesores, no con los mismos pasos, sino
de la misma manera y según mi capacidad pisar sus huellas, aunque no con
igual paso. Tampoco creí que pudiera adornar mejor el lugar que he
encontrado y satisfacer la conciencia del juramento por el que estaba obligado
en el cargo que se me había confiado, que si me esforzara únicamente por
esto—que la juventud que se me ha encomendado pudiera impregnarse de
una teología más pura y de la doctrina sobria y sólida de aquí.
A este camino (aunque dispuesto por mí mismo) me impulsó también el
ejemplo doméstico de los dos fieles siervos de Cristo unidos a mí por la
sangre. Me refiero al gran teólogo John Diodati, mi tío materno, cuyo nombre
(celebérrimo en todo el mundo) y obra sobre las Sagradas Escrituras
(alabadísima y dignísima del cedro, por no citar otra) demuestran al ilustre
8 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

varón. También Benedicto Turretino, mi queridísimo padre, de bendita y


amadísima memoria que, arrebatado por una muerte prematura y muy
lamentada, obtuvo la alabanza de ser un teólogo preciso y sólido, como tanto
la fama (yo callando) proclama y sus escritos atestiguan. Movido por esto
cada vez más al deber, siempre he considerado que esta única cosa debía ser
hecha por mí—que desechadas las preguntas vanas e inútiles (que alimentan
la curiosidad, pero no ministran a la fe), debía componer todas mis obras
según el sagrado centro de la palabra y poner ante la juventud consagrada a
Dios la “pura leche racional” (logikon adolon gala) por la que pudieran
avanzar cada día en la verdad que es conforme a la piedad y prepararse para
el trabajo del ministerio. Tal es el objeto de esta producción, cuya primera
parte sale a la luz.
Al principio, estaba destinada al uso de nuestros eruditos y rudamente
esbozada. Me he visto no tanto voluntariamente movido como en cierta
medida obligado a darla al público para satisfacer las frecuentes y reiteradas
demandas de quienes suponían que así se daría alguna ventaja a los
guardianes de las cosas sagradas en el desarrollo más fácil de las
controversias libradas con nuestros adversarios. Si sus expectativas se verán
confirmadas, el acontecimiento en su propio tiempo (con el favor de Dios)
nos lo enseñará.
Entretanto, he determinado con toda la sumisión conveniente
presentarles y dedicarles, ilustrísimos varones, esta obra (tal como es).
Porque aunque dudaba no poco si debía dirigirme a ustedes con este pequeño
regalo (ni faltaban varias razones para disuadirme de mi propósito), sin
embargo las persuasiones de su bondad y la consideración de mi deber
hicieron que (sacudido todo temor) no dudara en escribir sus espléndidos
nombres ante esta obra mía; que bajo sus auspicios podría presentarse al
público con mayor felicidad y seguridad, persuadido de que no os sería
ingrato el argumento que contiene las pretensiones de la doctrina salvadora
(que nada debe sernos más querido). Ni que negarían su patrocinio a esta
pequeña obra que no tiene otro fin que la promoción de la causa de Dios y de
la verdad celestial, de la que Él ha querido que sean los defensores contra las
vanas invenciones de los hombres.
Además, nada más justo que hacer suyos estos frutos (aunque pobres) de
mis estudios. Ya eran suyos por derecho, puesto que brotaron y fueron
cultivados en su suelo. De este modo podría demostrarles, incluso con este
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 9

ejemplar, mi, si no erudición, al menos fidelidad en el desempeño del cargo


que se me había confiado. Ni sin el crimen de la ingratitud (acharistias)
podría esa benevolencia singular haberme permitido actuar de otra manera,
por la cual ese hombre piadosísimo y virtuosísimo, Francisco Turretino, mi
abuelo, vino aquí desde la ciudad de Lucca hace unos cien años.
Abandonadas todas las bendiciones de un dulcísimo país, impelido por el
sagrado celo de profesar una religión más pura, bajo la protección del más
renombrado senado, fijó aquí su hogar con su familia deleitándose en el goce
de la más deseada luz del evangelio con muchos vecinos y parientes de la
nación italiana y otros hombres piadosos a quienes el amor de la verdad y el
dulce sabor (euōdia) de Cristo había atraído hasta aquí. Desde el año 1552,
una iglesia italiana fue fundada por los esfuerzos de Juan Calvino bajo la
protección y la autoridad de un magistrado cristiano, que incluso ahora en
este día por la gracia singular de Dios se conserva bajo su protección. La
memoria de esta bondad, así como permanecerá fija en nuestras mentes para
siempre, exige que en testimonio de una mente agradecida sea declarada a
todos.
Y por este motivo no han cesado de dar pruebas no oscuras del mismo
favor hacia mí principalmente, a quien han honrado con muchas distinciones;
no sólo encomendándome por encima de todo mi mérito el sagrado oficio que
desempeño tanto en la iglesia como en la academia, sino también
apreciándome siempre de manera amable y aprobando hasta ahora todos mis
intentos. Así, siendo invitado a menudo a otros lugares, aunque pensando
nada menos que en el cambio de mi posición (y especialmente algunos años
antes de ser honorablemente llamado por los más nobles y poderosos
senadores tanto de la Bélgica confederada como de Holanda a la profesión
teológica en el más floreciente Athanaeum en el Lugdunum bátavo [Leiden])
con un afecto benevolente hacia mí desean retenerme aquí. Hecho esto, han
vinculado cada vez más mi fe y mi servicio a ustedes (ya consagrado), de
modo que adquiriría merecidamente mala fama si, aunque no pudiera saldar
la deuda, no la reconociera al menos ingenuamente; ni cuidara de que
existiera siempre algún monumento constante de mi consideración hacia
ustedes y de una mente agradecida.
Acepten, pues, con semblante sereno, nobles distinguidísimos, esta
pequeña prenda, no de poco, sino de mi más devoto respeto y más ardiente
celo hacia esta su sede de luz evangélica. Y procedan a favorecerle como él
10 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

reconoce de buen grado que está ahora bajo las más altas obligaciones para
con ustedes; así él profesa y promete ser enteramente suyo por servicio y
reverencia. En cuanto a lo que resta, como suplicante, suplico al buenísimo y
grandísimo Dios, por quien reinan los reyes, que les sea siempre propicio a
ustedes, eminentes gobernantes. Que preserve a salvo la república el mayor
tiempo posible y les enriquezca con toda clase de bendiciones, gobernándolos
así por Su espíritu guiador (hēgemonikō) de sabiduría y fortaleza, de piedad
y justicia, para que todos sus consejos contribuyan a la gloria de Su santísimo
nombre, al provecho de la república y a la felicidad de la Iglesia.

Amén.
Ginebra, 10 de febrero 1679 d.C.

Francisco Turretino
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 11

PREFACIO DE
TURRETINO AL LECTOR
Querido lector, no puedo evitar exponerte brevemente aquí, en el umbral, mis
razones y designio al publicar esta obra, no sea que pienses erróneamente de
ella o me atribuyas en relación con ella algo de lo que siempre he estado libre.
En efecto, como los teólogos han publicado tantos escritos de este género que
gozan de gran aprobación (la abundancia de los cuales confunde a menudo a
los estudiosos, inciertos de a quién deben dedicarse más especialmente), no
parece que yo haya podido evitar la marca de la temeridad y de la
imprudencia. Mientras tanto, yo (que no debería compararme con ellos ni en
talento ni en enseñanza) reconozco que no estoy preparado para todas estas
cosas que exigen de un trabajo así que debe ser ejecutado con excelencia (cum
laude).
Sin embargo, me atrevería a poner mis esfuerzos para el público en este
tipo de escritura, como si pudiera iluminar la luz del sol o como si deseara
escribir una Ilíada después de Homero. No era por elección privada, sino por
deferencia a lo que se juzgaba una llamada pública. Pero además de que la
obligación derivada del cargo que se me impuso podría por sí sola
defenderme suficientemente y con creces en este caso, prescribe el deber de
ayudar a los estudios de la juventud consagrada a Dios mediante la enseñanza
o la escritura. Como en la edificación del tabernáculo del Señor, también fue
digna de alabanza la diligencia de quienes, no pudiendo contribuir con oro,
plata, escarlata y otras cosas más preciosas, al menos no dudaron en ofrecer
bronce y hierro y cosas de menos valor que poseían; sí, incluso pieles y pelos
de cabra, no estimando Dios los dones según su precio, sino según el afecto
de su mente. La ocasión misma de la obra emprendida, no buscada sino
ofrecida (sí, impuesta sobre mí) testificará abundantemente lo que ha sido
12 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

hecho por mí y mi intención. Porque mientras me esforzaba según mis fuerzas


por informar a los jóvenes de las exigencias del cargo encomendado (no sólo
públicamente sino también en privado), entre otras cosas propuse para su
investigación las Décadas (Decades) del celebérrimo Maresius.1 Y para que
esto fuera para ellos un ejercicio más útil, pensé que el estado y fundamento
de las controversias allí tratadas debían ser explicadas en pocas palabras
(añadiendo también algunas distinciones y observaciones) mediante las
cuales las prōton pseudos (“principales falsedades”) de los oponentes
pudieran ser reveladas y las principales objeciones resueltas. No contento con
la palabra viva, quise que se pusieran también por escrito para que se fijaran
más profundamente en la memoria.
Así fue creciendo poco a poco la obra, que no dejaba de ser consultada
sin algún fruto por los estudiosos. Yo sólo me propuse este alcance de mi
trabajo y nunca habría pensado en publicar la apresurada obra, si no hubieran
llegado a mis oídos tanto las oraciones de los estudiosos como los deseos de
los amigos y los rumores bien fundados sobre el designio que tenían otros de
publicarla sin mi conocimiento (no tanto obtenido como extorsionado). Por
lo tanto, para que una producción grosera y sin forma (manchada por muchos
defectos y errores) no pudiera ser enviada, finalmente decidí (“dispuesto
aunque con una mente renuente”, hekōn aekonti ge thymō) ceder a los deseos
de aquellos que exigían esto de mí y publicar esta pequeña obra sea lo que
sea, revisada y aumentada con un poco más de cuidado diligente y digerida
en un método más preciso (como si no pudiera probar mi erudición, al menos
podría probar a todos la consideración por los amigos y mi deseo de defender
la verdad). De aquí que, si alguien desea más en estas páginas y llama a esto
burdo e inmaduro, me tendrá confesando lo mismo (quien lo profesó
primero). Añado también esto—que más bien debería guardarse, que
publicarse.
Así también en cuanto al nombre, Fundamentos de la Teología Polémica
[Institutio theologiae elencticae]. Que nadie piense que aquí se presenta un
sistema completo y preciso de teología. En efecto, no fue éste el propósito
que se me propuso, sino únicamente explicar la importancia de las principales

1 [Las “Dé cadas” mencionadas por Turretino se rewieren a una obra teoló gica escrita

por Samuel Maresius (1599-1673), tambié n conocido como Samuel Des Marets. Maresius
fue un teó logo reformado franco-holandé s notable por su contribució n a la teologı́a
calvinista y su participació n en los debates teoló gicos del siglo XVII.]
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 13

controversias que nos separan de nuestros adversarios (antiguos y modernos)


y proporcionar a los jóvenes el hilo de Ariadna, con cuya ayuda podrán salir
más fácilmente de su laberinto. Pues, puesto que en esta época de disputas,
al hombre de Dios no sólo le conviene estar imbuido de un conocimiento más
profundo de la verdad para dividir rectamente la palabra de Dios (pros to
orthotomein ton logon tou theou), sino también estar equipado con la
poderosa armadura de justicia y, especialmente, con el escudo de la fe, para
convencer a los antagonistas (pros to tous antilegontas elenchein), para
apagar los dardos encendidos de Satanás y destruir las fortalezas y
razonamientos opuestos al conocimiento de Dios, a fin de que todo
pensamiento sea llevado cautivo en obediencia a Cristo—el progreso de los
estudiosos no puede ser mejor provisto que enseñándoles a manejar la espada
junto con la paleta (lo que la historia sagrada nos dice que hacían
antiguamente los constructores de Jerusalén); es decir, con la instrucción
(paideia) en la verdad, sobre la que se puede edificar la fe, para unirse a la
convicción (elenchon) de lo falso mediante la cual los errores (que directa o
indirectamente la impugnan) pueden ser sólidamente refutados, de modo que
puedan tener éxito en enderezar las muchas y pesadas controversias que en
este día y para nuestro dolor prevalecen extensamente entre los cristianos y
laceran miserablemente a la Iglesia del Señor.
Pero porque es evidente que se trata de errores peligrosos y ocurren
principalmente y con mayor frecuencia sobre el estado de la controversia,
que, siendo desconocido, sucede que la contienda (astochōs) se lleva a cabo
infelizmente con máscaras y al azar como contienda a ciegas. He prestado
atención a esto sobre todas las cosas, para que descartando todo lo irrelevante
pudiera diligentemente sacar (exagōnia) a la luz y explicar en la medida de
lo posible el estado y lo principal de las cuestiones según la opinión de las
partes. De este modo, una vez planteado y explorado correctamente, se
facilitaría el camino al resto, tanto si la verdad debía ser erigida
constructivamente (kataskeuastikōs) como si el error debía ser destruido
(anaskeuēn) mediante la refutación. Estas dos cosas adicionales me propuse
llevar a cabo, no para reunir laboriosamente todas las razones que suelen
aducirse para la confirmación de la verdad (porque aquí debemos contender
no tanto por el número cuanto por el peso), sino para seleccionar con juicio
las mejores y más sólidas razones en que puede apoyarse, añadiéndoles
también fuerza donde fuera necesario y respondiendo a las principales
14 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

objeciones (exceptionibus) de los adversarios (tōn ex enantias). A éstas pensé


que debían adjuntarse fuentes de solución (fontes solutionum), de modo que,
desechada la prolija serie de argumentos, pudieran presentarse brevemente y
como de un solo vistazo las distinciones mediante las cuales las armas de los
adversarios pudieran ser embotadas y los nervios de las principales
objeciones fácilmente cortados.
Todo esto he procurado hacerlo con brevedad y perspicacia, de modo que
ni la excesiva concisión produjera oscuridad, ni la excesiva prolijidad tedio.
Contento, pues, con una exposición escueta y sencilla de las cosas, omitiendo
la fatigosa cita de testimonios que podrían haberse amontonado y evitando
todo alarde de emoción, he creído suficiente indicar con breves referencias lo
que de otro modo podría haber extraído en un manejo justo del argumento.
Pero nadie debe sorprenderse tampoco de que toque varias cuestiones
comunes, porque aquí deseo beneficiar no a los eruditos e intratables
(epoptais) que no tienen necesidad de estos escritos, sino a los catecúmenos
(tois katēchoumenois) e iniciados que desean ser instruidos. Para su
educación, debemos acomodar la palabra al hablar, así como el estilo al
escribir. Dejo sin tocar otros que en los lugares comunes (loci communibus)
se suelen mencionar. Porque nuestra teología ya trabaja con una masa
demasiado grande de controversias, y nuestra teología está abrumada (de las
cuales no pocas son menos necesarias, muchas también precipitadamente
agitadas por el hombre imprudente). Estas personas, ya sea por una infeliz
curiosidad, desdeñando las cosas abiertas de las Escrituras, buscan en el cielo
sellado y cerrado y se esfuerzan por irrumpir en los recovecos secretos de
Dios (embateuontes eis ha mē heōrakasi, cf. Col. 2:18). Mediante un liberal
acopio de pajas (karphologia), siguen los ápices fútiles de las palabras, y
buscan conocer una espadaña (es decir, encontrar dificultades donde no las
hay).
En su mayor parte, he considerado siempre importante para el progreso
de los estudiantes y el aumento de la piedad, disminuir en lugar de aumentar
las preguntas, tanto como la verdad admitiera. Por lo tanto, he querido
seleccionar las que me han parecido más importantes o más necesarias en este
momento, descartando otras que son o demasiado difíciles y curiosas o fútiles
y cándidas, que el apóstol llama zētēseis mōras kai aperantous (cf. 2 Ti.
2:23—”pero rechaza los razonamientos necios e ignorantes”) que ni
perjudican a los que las ignoran ni benefician a los que las conocen. Como
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 15

sostiene siempre la regla de oro del apóstol “conocer para ser sabio”
(phronein eis to sōphronein). Y así juzgué que el profano capricho de los
hombres astutos por los nuevos y curiosos intereses de los pruritos debía ser
cuidadosamente evitado, y nada hice con más celo que no apartarme de la
forma del discurso sensato, así como de la simplicidad y pureza (eilikrineia)
de la prístina fe que nuestros piadosos predecesores después de Cristo y los
apóstoles nos transmitieron y que fue constantemente mantenida aquí tanto
como siempre pudo ser preservada por mí sin mancilla.
Por supuesto, soy consciente de que esto no satisfará en absoluto el gusto
de muchas personas que piensan que esta época es tan fértil; a quienes las
viejas verdades les parecen carentes de valor y que no estiman más que el
pensamiento misterioso y moderno; que “se tienen por sabios” en su propia
presunción (idiognōmones) y “valoran su propia opinión” (dokēsisophoi)
como si ésta fuera la norma de la verdad. Bajo el frente de una mayor luz y
de un más profundo arrastre de la verdad desplegada ante los ignorantes, se
derriban las tradiciones, se destruyen las buenas constituciones, “estiman sus
propias interpretaciones y sus propias decisiones” (idias epilyseis y kurias
doxas, cf. 2 P. 1:20). Se cuidan de asumir la semejanza de las profecías y
como si estuvieran en su sano juicio no se ruborizan en proclamar que los que
difieren con ellos son cabezas huecas, ignorantes y servilmente adictos a las
viejas formas. Pero todo lo que ellos atribuyen o juzgan como necio a causa
de este vicio, yo lo considero con verdadera y sentida alabanza y juzgo este
hecho como especial prueba de encomio. Pues siendo cada una de las cosas
más antiguas la más verdadera, no puede darse descripción de mejor cuño
especialmente en la argumentación sagrada que la de que algo tiene menos
novedad. Antiguo es aquí lo mejor y lo que se remonta a la más remota
antigüedad. Se descubrió a través de muchas tristes experiencias que siempre
se extravían peligrosamente quienes desdeñan los caminos bien conocidos y
trillados para cortar otros nuevos que conducen tanto como sea posible a las
alturas sin senderos y a los precipicios.
Admito que no debemos despreciar la diligencia de aquellos que
recientemente han hecho justicia a sus brillantes dones de Dios mostrando
poderosamente un genio especial para la perspicacia honorablemente
dedicada al examen de las Escrituras y a sacar la verdad a la luz. Y sería pura
ingratitud contra Dios, el autor de tan grandes dones, defraudarlos
voluntariamente de su debida alabanza o negarse a beneficiarse de ellos. Pero,
16 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

en efecto, se las rechaza bajo esa vieja y perniciosa pretensión, y se


introducen en la Iglesia doctrinas novedosas, como si quienes nos
precedieron hubieran vivido hasta ahora en la niebla y en las sombras, y
hubieran sido incapaces de purgar la religión de sus propios errores. Esto es
ciertamente perjudicial para la reputación de tan grandes hombres y dañino
para la religión; no debería ser tolerado por oídos piadosos.
Que otros libros, pues, sean elogiados por su novedad. No necesito esta
afirmación para justificar la mía. La evité con la mayor diligencia para que
no contuviera nada nuevo, extraño a la palabra de Dios y a las formas públicas
recibidas en nuestras iglesias, y nada se construye allí que no esté confirmado
por el voto de nuestros teólogos más probos y de más alta reputación.
No espero ni pido ninguna alabanza en el futuro por mi pequeño trabajo,
pero consideraré que mi labor es bien satisfactoria si ustedes consideran
sobria y favorablemente que este trabajo mío, tal como es, presta servicio a
la Iglesia de Dios. Si de aquí se obtiene algún fruto, será por la bendición
divina para iluminación de la verdad y edificación de los santos. Pero si esta
parte principal de mi labor no es inútil para ustedes ni claramente inútil—que
sólo yo he sacado a la luz de mala gana—si percibiera que éste es el caso,
pasaría a otra parte con más entusiasmo y actuaría con la ayuda de un buen
Dios, si Él considerara oportuno concederme fuerza y vida para que pudiera
entregar más rápidamente la fe una vez dada. Mientras tanto, puesto que soy
un hombre (y no supongo que esté libre de ninguna limitación humana), si
algo fuera dicho por mí aquí que se correspondiera poco con la Escritura
unida a la regla de nuestra fe, no sólo necesito que no se diga, sino incluso
que se tache. Usted entonces, querido lector, cuando amablemente exprese
aprecio y sea indulgente con mis errores: “Si sabes algo mejor que estos
preceptos, transmítelo, buen amigo. Si no, únete a mí en seguirlos”.2
Que el Dios de la verdad y de la paz nos haga caminar siempre en la
verdad y en la caridad; que crezcamos cada día en Aquel que es la cabeza,
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de
Dios, perfeccionados en el poder y a la medida de la madurez de Cristo.

Amén.

2 Horacio, Epístolas [Epistles] 1.6.67–68 [Loeb, 290–91].


INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 17

TÓPICO I:
PROLEGÓMENO A LA
TEOLOGÍA
18 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 19

§1. ¿DEBE UTILIZARSE LA PALABRA


“TEOLOGÍA” EN LAS ESCUELAS CRISTIANAS?

¿De cuántas maneras puede entenderse?

La palabra “teología” está bien empleada

I. Puesto que, de acuerdo con las leyes del método preciso, el uso y el verdadero
sentido de los términos (prōton exetazein ta onomata) han de ser explicados en
primer lugar, como dice el Filósofo [Aristóteles]1*, pues las palabras son los tipos
(typoi) de las cosas, hay que partir de algunas premisas sobre la palabra
“teología” antes de llegar al asunto en sí. Pero, aunque la cuestión propuesta
pueda parecer apenas necesaria (en el sentido común y en el recibido por casi
todos los que piensan que debería conservarse como una palabra técnica
[technikon] que declara adecuada y enfáticamente su tema), sin embargo,
debemos encontrarnos con la opinión de aquellos a quienes no les gusta porque
no aparece en la Escritura y se usa para denotar el falso sistema de los paganos y
que juzgan que sería más adecuado usar otras palabras extraídas de la Escritura.
II. Aunque la palabra “teología” no está escrita en muchas páginas
(engraphos autolexei), no por ello deja de estar presente (agraphos). Las palabras
simples que la componen aparecen a menudo allí: como “palabra de Dios” (logos
tou theou) y “palabras de Dios” (logia tou theou); cf. Ro. 3:2; 1 P. 4:11*; Heb.
5:12). Por tanto, una cosa es estar en la Escritura en cuanto al sonido y las sílabas
(o formalmente y en abstracto) y otra en cuanto al sentido y la cosa significada
(o materialmente en concreto). La teología no está en la Escritura de la primera
manera, sino de la segunda.
III. Aunque no es lícito formar doctrinas que no estén en la Escritura, es lícito
a veces usar palabras que no se encuentran en ella, si nos permiten explicar las
cosas divinas o evitar errores. Con este fin, los teólogos han usado las palabras
“tríada”, homoousiou, “pecado original” y otras semejantes.
IV. Aunque los paganos abusaron a menudo de esta palabra para designar su
falso sistema, sin embargo, esto no impide aplicar a nuestra ciencia verdadera y
salvadora lo que erróneamente fue dado por ellos (falsa y falsamente llamado

1* La referencia a Aristóteles es una alusión a su Metafísica 1.2.8 (Loeb, 17:12–13).


20 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

[pseudōnymō]) el nombre de teología. Así como la palabra “Dios” (que entre los
gentiles denotaba un dios falso y ficticio), y la palabra “iglesia” (que se aplicaba
a una asamblea secular) se usan en las Escrituras en un sentido más sano para el
Dios verdadero y la asamblea de los santos; La palabra “teología” (de origen
griego) fue transferida de las escuelas de los gentiles a usos sagrados, del mismo
modo que los israelitas se apropiaron de los vasos de los egipcios para fines
sagrados.
V. No negamos que en las Escrituras hay varios sinónimos con los que se
podría designar la ciencia celestial; como cuando se la llama “sabiduría oculta”
(1 Co. 2:7), “norma de las sanas palabras” (2 Ti. 1:13), “reconocimiento de la
verdad que es según la piedad” (Tit. 1:1), “doctrina” (Tit. 1:9) y se expresa con
otras palabras semejantes. Pero, sin embargo, este nombre puede y debe
conservarse porque se ha usado durante mucho tiempo y es el más apropiado
para expresar esta ciencia salvífica.
VI. Es evidente que la palabra “teología” era utilizada por los gentiles.
Porque los que hablaban sublimemente de Dios, o establecían el culto de los
dioses, o exponían sus cumpleaños, matrimonios, descendencia, dominio y
logros eran llamados “teólogos” y su ciencia “teología” (véase Lactancio, La ira
de Dios; 2 Clemente de Alejandría, Stromata 3.3;3 Isidoro, Etymologarium
8.6.18;4 Aristóteles, Metafísica 3.4.9). 5

Uso de la palabra teología

VII. Entre los cristianos, la palabra “teología” se usa inadecuadamente (con


referencia a lo eficiente para significar un “discurso de Dios” (Theou Logon), y
con referencia al objeto, “un discurso acerca de Dios” (logon peri tou Theou), o
adecuadamente en cuanto denota tanto un discurso de Dios como un discurso
acerca de Dios. Estos dos deben estar unidos porque no podemos hablar acerca
de Dios sin Dios; de modo que puede ser llamada la ciencia que es originalmente
de Dios, objetivamente trata acerca de Él y terminativamente fluye hacia Él y

2 [The Wrath of God] 2 [FC 54:85–88]. FC Fathers of the Church. Washington, D.C.:

Catholic University of America Press.


3 [ANF 2:384; PG 8.1119–20] ANF Alexander Roberts y James Donaldson, eds. Ante-

Nicene Fathers. Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1969–73; PG Jacques
Paul Migne. Patrologiae … series Graeca. Paris: J.-P. Migne, 1857–87.
4 [PL 82.307]. PL Jacques Paul Migne, Patrologiae … series Latina. Paris: Garnieri

Fratres, 1878.]
5 [Metaphysics] 3.4.9 [Loeb, 1:126–27]
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 21

conduce a Él, lo que Tomás de Aquino expresa acertadamente, “La Teología es


enseñada por Dios, enseña a Dios y conduce a Él,” ST,6 1, Q. 1, Art. 7+—no
exactamente en Tomás, sino un adagio escolástico medieval. Así pues, esta
nomenclatura abarca el doble principio de la teología: uno de ser, que es Dios; el
otro de conocer, que es Su palabra.
VIII. De nuevo es utilizado por los autores de tres maneras: (1) ampliamente;
(2) estrictamente; (3) según el verdadero alcance de su significación. De la
primera manera, se acomoda a la metafísica, y en este sentido Aristóteles llama
“teología” a la filosofía primera (Metafísica 6.1.10–11,7 y 11*.7.8–9).8 Divide la
filosofía teórica en tres partes: física (physikēn), matemática (mathēmatikēn), y
teológica (theologikēn). De la segunda manera, los padres designan
particularmente aquella parte de la ciencia cristiana que trata de la divinidad de
Cristo con la palabra “teología”. En este sentido, Juan es llamado con énfasis
“Teólogo” porque afirmó audazmente la deidad del Verbo (tēn tou logou
theotēta, cf. Ap. 1:2).
Los otros padres aplicaron a Gregorio Nacianceno el nombre de “Teólogo”
porque demostró la divinidad de Cristo en varias oraciones. De ahí que
distinguieran entre “teología” (theologias), y “economía” (oikonomias). Por la
primera entendían la doctrina de la divinidad de Cristo; por la segunda, la
doctrina de su encarnación. Theologein lēsoun es con ellos hablar de la divinidad
de Cristo (Eusebio, Historia Eclesiástica 5.28;9 Basilio el Grande, Adversus
Eunomium 2;10 Gregorio Nacianceno, Oration 31*.26, “Sobre el Espíritu
Santo”,11 y Oration 38*.8, “Sobre la Teofanía”12). En el tercer y más propio
sentido, denota “un sistema o cuerpo de doctrina concerniente a Dios y a las cosas

6 Lt. Theologia a Deo docetur, Deum docet, et ad Deum ducit. ST Tomás de Aquino,
Summa Theologica. 3 vols. New York: Benzinger Brothers, 1947–48.]
7 [Metaphysics], [Loeb, 1:296–97].
8 [Metaphysics], [Loeb, 2:86–89].
9 [Ecclesiastical History] [FC 19:343; PG 20.512]. FC Fathers of the Church.

Washington, D.C.: Catholic University of America Press; PG Jacques Paul Migne.


Patrologiae … series Graeca. Paris: J.-P. Migne, 1857–87.
10 [PG 29.601]. PG Jacques Paul Migne. Patrologiae … series Graeca. Paris: J.-P.

Migne, 1857–87.
11 [NPNF2, 7:326; PG 36.161] NPNF2 Philip Schaff y Henry Wace, eds. Nicene and

Post-Nicene Fathers, Second Series. Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1952;
PG Jacques Paul Migne. Patrologiae … series Graeca. Paris: J.-P. Migne, 1857–87.
12 [NPNF2, 7:347; PG 36.320]. NPNF2 Philip Schaff y Henry Wace, eds. Nicene and

Post-Nicene Fathers, Second Series. Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1952;
PG Jacques Paul Migne. Patrologiae … series Graeca. Paris: J.-P. Migne, 1857–87.]
22 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

divinas reveladas por Él para Su propia gloria y la salvación de los hombres”. En


este sentido lo usamos aquí.
IX. El uso de la palabra “teología” es equívoco y abusivo (cuando se aplica
a la falsa teología de los paganos y herejes); o, menos propiamente, cuando se
refiere a la sabiduría original e infinita que concebimos en Dios conociéndose a
Sí mismo de un modo indecible y perfectísimo (pues la palabra no puede alcanzar
la dignidad del propio asunto); o a la teología de Cristo y a la teología angélica;
o, más propiamente, cuando se aplica a la teología de los hombres en la tierra que
(como veremos más adelante) se divide en natural y sobrenatural.

§2. SOBRE LA TEOLOGÍA Y SUS DIVISIONES

La teología ha demostrado su existencia

I. Muchas cosas prueban que existe una teología.


(1) La naturaleza y bondad de Dios que, siendo Él lo mejor, es lo más
comunicativo de Sí mismo. No puede comunicarse más convenientemente a una
criatura racional y de un modo más adecuado a la naturaleza humana que
mediante el conocimiento y el amor de Sí mismo.
(2) El consentimiento de los hombres y el deseo universal e innato de
conocer a Dios, que para algo ha de ser. Porque, aunque se hayan alejado
vergonzosamente de la verdadera teología, el hecho mismo de que la busquen
prueba la existencia de tal teología. De ahí que ninguna nación haya sido jamás
tan bárbara como para no tener a sus hierofantes ocupados en adquirir el
conocimiento de las cosas divinas y en enseñarlas.
(3) El designio de la creación; pues Dios hizo a las criaturas racionales con
esta intención—para ser reconocido y adorado por ellas, lo cual no puede hacerse
sin teología.
(4) La naturaleza de las cosas, porque las dos cosas requeridas para la
constitución de un sistema (el to gnōston u objeto conocible, y el to gnōstikon o
sujeto conocedor) se encuentran aquí (a saber, Dios, el más capaz de ser conocido
de las cosas conocibles (tōn epistētōn epistētotaton), y las criaturas racionales
dotadas de intelectos capaces de obtener el conocimiento de Él).
(5) La necesidad de la salvación; pues como el hombre está destinado a un
fin sobrenatural, necesariamente se le han de presentar medios sobrenaturales
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 23

para alcanzarlo. Esto no es otra cosa que la fe, que requiere absolutamente el
conocimiento de Dios.
II. (1) Todas las entidades que se discuten en los sistemas filosóficos no se
discuten con referencia a todo lo que posiblemente puede conocerse de ellas, sino
sólo con referencia a lo que naturalmente puede percibirse de ellas. Por lo tanto,
desde el punto de vista del objeto de la filosofía, no se puede causar ningún
prejuicio a la teología sobrenatural que trata ciertas entidades no como son
conocidas por naturaleza, sino por revelación.
(2) Aunque todas las entidades naturales forman los temas de las ciencias
inferiores, esto no quita la necesidad de la teología, donde se enseñan diferentes
misterios sobrenaturales y a los que ninguna ciencia humana se ha extendido
jamás.
III. Los sentidos no necesitan de ningún conocimiento sobrenatural para su
perfección. Sería erróneo deducir de esto que el intelecto no lo necesita, porque
el intelecto está ordenado a un fin sobrenatural, que sobrepasa la comprensión de
la razón. Este no es en absoluto el caso de los sentidos. Pero, aunque esta
necesidad del intelecto es una marca de imperfección con respecto a un fin
todavía no alcanzado y como denotando la ausencia del fin, sin embargo, indica
perfección con respecto a su capacidad para alcanzar ese fin.
IV. La metafísica es la más elevada de todas las ciencias en el orden natural,
pero reconoce la superioridad de la teología en el orden sobrenatural. La
expresión de los filósofos—que las ciencias se distinguen por su mayor o menor
abstracción y, por consiguiente, la ciencia que menos tiene que ver con la materia
como la metafísica es superior a todas—debe entenderse de las ciencias
meramente teóricas, ocupadas sólo de las cosas universales y pertenecientes al
orden natural. Pues éstas forman sus propios objetos mediante una abstracción
de la mente, y su superioridad está regulada por el grado de abstracción. Sin
embargo, esto no puede aplicarse a la teología, siendo en parte teórica y en parte
práctica y, por tanto, superior a todas en el orden natural y no formando su propio
objeto por ninguna abstracción, sino recibiéndolo de la revelación ya formada y
distinta.

Diferentes tipos de teología

V. La teología suele distinguirse de diversas maneras en verdadera y falsa. La


falsa y equívocamente llamada (aplicada a un sistema erróneo respecto a Dios y
su culto) es de varias clases. En primer lugar, la de los gentiles, que
24 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

evidentemente ha sido múltiple. Así Platón (La República 2)+ lo hace doble:
simbólico (symbolikēn) o mítico (mythikēn) (que consiste en cosas envueltas en
una cubierta de signos bajo la cual los gentiles y especialmente los egipcios
acostumbraban enseñar los misterios divinos); y filosófico (philosophikēn) o
demostrativo (apodeiktikēn) (que se ocupa en la contemplación de las cosas
divinas). Marco Varrón la hace triple: mítica (mythikēn) o fabulosa (de los poetas,
que se destinaba a la escena y los teatros); política (politikēn) o civil (de los
sacerdotes y el pueblo, que se usaba públicamente en los templos según los ritos
de cada ciudad y nación); y física (physikēn) o natural (de los filósofos, que se
enseñaba en las escuelas; cf. Agustín, Ciudad de Dios 6.5,13 y 8.1).14
Así, tanto los poetas (por sus fabulosas discusiones sobre la naturaleza de
dios y las cosas divinas “theologoumenous mythous”) como los filósofos y
sacerdotes son llamados “teólogos” por Justino Mártir (Hortatorio a los Griegos
3)15 y Clemente de Alejandría (Stromata 5.8).16 Sin embargo, la parte principal
de su teología era una exposición de la generación de los dioses (theogonias)
porque creían que los dioses eran generados. En segundo lugar, la de los infieles
y herejes que, o bien rechazaron abiertamente a Cristo (como los judíos,
mahometanos, etc.), o que, aunque conservan el nombre de Cristo, están en lo
fundamental en desacuerdo con la palabra de Dios (como la teología de los
papistas, socinianos y otros herejes semejantes). Porque, aunque su teología
pueda contener algo de verdad, sin embargo, debido a que la mayor parte es falsa
y los errores fundamentales, se llama propiamente “falsa” (la denominación se
toma de la mayor parte).
VI. La verdadera teología se divide en:
(1) infinita e increada, que es el conocimiento esencial que Dios tiene de Sí
mismo (Mt. 11:27) en el que sólo Él es al mismo tiempo el objeto conocido
(epistēton), el conocimiento (epistēmōn) y el conocedor (epistēmē), y lo que Él
decretó revelarnos acerca de Sí mismo que comúnmente se llama arquetípico; y

13 CG Agustín, City of God. Traducido por Demetrius B. Zema y Gerald G. Walsh. New

York: Fathers of the Church, 1950–54.]


14 [FC 8:314–17 y 14:21–22]. FC Fathers of the Church. Washington, D.C.: Catholic

University of America Press.


15 [Hortatory to the Greeks] [ANF 1:274; PG 6.247–48]. ANF Alexander Roberts y

James Donaldson, eds. Ante-Nicene Fathers. Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing
Co., 1969–73; PG Jacques Paul Migne. Patrologiae … series Graeca. Paris: J.-P. Migne,
1857–87.
16 [ANF 2:454–57]. ANF Alexander Roberts y James Donaldson, eds. Ante-Nicene

Fathers. Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1969–73.


INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 25

(2) finito y creado, que es la imagen y el ectipo17* (ektypon) del infinito y


arquetípico (prōtotypou) (viz, las ideas que las criaturas poseen acerca de Dios y
de las cosas divinas, que toman forma de ese conocimiento supremo y se
comunican a las criaturas inteligentes, bien por unión hipostática con el alma de
Cristo [de donde surge la “teología de la unión”]; bien por visión beatífica a los
ángeles y a los santos que caminan por vista, no por fe, lo que se llama “teología
de la visión”; bien por revelación, que se hace a los viajeros [a saber, a los que
aún no han llegado a la meta y se denomina “teología de la revelación”] o del
estadio).
VII. En segundo lugar, la teología de la revelación se divide de nuevo en
natural y sobrenatural. La natural, ocupada de lo que puede conocerse de Dios
(to gnōston tou Theou), es tanto innata (de las nociones comunes implantadas en
cada uno) como adquirida (que las criaturas ganan discursivamente). Esto era
exquisito en Adán antes de su caída, pero está muy desordenado en el hombre
corrompido. La sobrenatural (que trasciende nuestra razón y nos es comunicada
por Dios mediante la nueva luz de la gracia para que obtengamos el goce del
sumo bien, que fue revelada a los patriarcas tanto antes como después del diluvio,
y por medio de Moisés entregada por Dios al pueblo de Israel, y se llama Antiguo
Testamento o Nuevo Testamento, que se llama por eminencia “cristiana” porque
tiene por autor y objeto a Cristo) procede de Cristo (Jn. 1.18) y habla de Él (Hch.
1:1; 1 Co. 2:2). Se llama estrictamente “revelada” porque su primer principio es
la revelación divina estrictamente tomada y hecha por medio de la Palabra, no
por medio de criaturas.
VIII. La teología sobrenatural puede ser considerada o bien
sistemáticamente, como denotando el sistema de doctrina salvífica concerniente
a Dios y a las cosas divinas extraídas de las Escrituras (las doctrinas con sus
subdivisiones están dispuestas en un cierto orden que es llamado abstractivo y
objetivo); o bien habitualmente y a la manera de un hábito que reside en el
intelecto, y es llamado “concreto” y “subjetivo”. De nuevo, la teología habitual
es o el hábito de los principios (por el que cada creyente percibe cosas ajenas y
alejadas de la razón) o el hábito de las conclusiones (por el que a partir de
principios conocidos por la luz de la fe desplegamos y confirmamos la doctrina
salvífica).

17* Nota del Traductor: De la palabra en inglés “ectype”, esta palabra no tiene una

traducción precisa, etimológicamente viene del griego «εκτυπος» (ektypos); compuesto


de «εκ» (ek) fuera y «τυπος» (typos) que quiere decir representación o figura.
26 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

IX. Como hay una triple escuela de Dios (la de la naturaleza, la de la gracia
y la de la gloria), y un triple libro (de la criatura, de la Escritura y de la vida), así
la teología se ha dividido generalmente en tres partes: la primera de las cuales es
natural, la segunda sobrenatural y la tercera beatífica; la primera a la luz de la
razón, la segunda a la luz de la fe, la tercera a la luz de la gloria. La primera
pertenece a los hombres en el mundo, la segunda a los creyentes en la Iglesia y
la última a los santos en el cielo.

La unidad de la teología

X. Aunque la teología trate de cosas diversas y pertenecientes a ciencias distintas,


no deja de ser una porque las considere bajo un mismo aspecto formal, en cuanto
que son cosas divinas que nos han sido reveladas por la palabra de Dios. Ahora
bien, la unidad de doctrina depende de la unidad del objeto considerado no
materialmente, sino formalmente. Por tanto, si otras ciencias discuten diversas
cosas contenidas en la teología, no las tratan del mismo modo ni bajo el mismo
aspecto formal. En efecto, la teología las trata tal como nos han sido reveladas
por la palabra de Dios. Además, las considera en relación con las causas remotas
(a saber, el primer eficiente del que emanan y el fin último al que se refieren) y
no, sin embargo, en relación con las causas próximas; y según accidentes
sobrenaturales, no naturales.
XI. Una cosa es que la teología sea una en cuanto a la sustancia y al tipo de
doctrina, y otra muy distinta que lo sea en cuanto al modo de tratarla. En este
último sentido, puede llamarse “múltiple” según los diversos modos de
enseñanza (paideias tropon). Así, se divide en didáctica, problemática, polémica,
casuística, etc. Pero en el primer sentido ni es ni puede ser múltiple, porque
contiene siempre un mismo tipo de doctrina.
XII. Por lo tanto, es evidente que puede diferir en cuanto a más y menos en
relación con los diferentes grados de revelación (como era más oscura bajo el
Antiguo Testamento o más clara bajo el Nuevo); o más perfecta o imperfecta con
respecto a los temas. Pero de ello no se sigue que difiera en cuanto a la clase,
porque en ambas se conserva la misma sustancia de doctrina, siendo Cristo el
mismo ayer, hoy y siempre (Heb. 13:8).
XIII. La teología no pierde su unidad, aunque pueda llamarse en parte teórica
y en parte práctica. Cualquier ciencia se llama una no por una unidad simple y
absoluta (es decir, numérica e individual como si fuera una sola y simple cualidad
como la blancura en una pared), sino por una unidad agregativa que se denomina
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 27

unidad de colección (en cuanto que muchos hábitos especiales se reúnen y


ordenan de modo que constituyen un hábito total de la ciencia). Así, la imagen
de Dios es una, aunque abarque la novedad de la mente y de los afectos; y el libre
albedrío es uno, aunque resida en el intelecto y en la voluntad.

§3. SOBRE LA TEOLOGÍA NATURAL

Planteamiento de la cuestión

I. La cuestión no se refiere a la teología en general, sino a la teología natural en


particular. Tampoco se refiere a lo que había en Adán antes de la caída (pues lo
que había en él es suficientemente evidente por la imagen de Dios según la cual
fue hecho), sino a lo que quedó después de la caída.
II. La cuestión no es si la teología natural (que es tal por el hecho en cuanto
el hombre nace, como el hecho de la vida en el que vive o del sentido en el que
percibe en cuanto respira) puede ser concedida. Pues es cierto que ningún
conocimiento real nace con nosotros y que, en este sentido, el hombre es como
una tabla lisa (tabulae rasae). La cuestión es más bien si se puede conceder tal
cosa al menos en lo que se refiere a principio y potencia; o si se puede conceder
tal facultad natural implantada en el hombre, que exprese su fuerza por sí misma
y espontáneamente en todos los adultos dotados de razón, lo cual abarca no sólo
la capacidad de entender, sino también los primeros principios naturales del
conocimiento de los que se deducen conclusiones tanto teóricas como prácticas
(lo cual sostenemos).
III. La cuestión no es si este conocimiento es perfecto y salvífico (pues
confesamos que después de la entrada del pecado se oscureció tanto que se hizo
del todo insuficiente para la salvación), sino sólo si queda en el hombre algún
conocimiento de Dios suficiente para llevarle a creer que Dios existe y debe ser
religiosamente adorado.
IV. Nuestra controversia aquí es con los socinianos que niegan la existencia
de tal teología natural o conocimiento de Dios y sostienen que lo que puede
parecer tal ha fluido en parte de la tradición transmitida desde Adán, y en parte
de revelaciones hechas en diferentes tiempos (Fausto Socino, Praelectiones
theologicae, 2 [1627], pp. 3–7; Christopher Ostorodt, Unterrichtung…
hauptpuncten der Christlichen Religion 3 [1612], pp. 23–28). Los ortodoxos, por
el contrario, enseñan uniformemente que existe una teología natural, en parte
innata (derivada del libro de la conciencia por medio de nociones comunes
28 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

“koinas ennoias”), y en parte adquirida (extraída del libro de las criaturas


discursivamente). Y lo prueban con los siguientes argumentos.

La teología natural queda demostrada por Romanos 2:14

V. Encontramos en el hombre una ley natural escrita en la conciencia de cada


uno que le excusa y le acusa, tanto en buenas y en malas acciones, y que, por
tanto, implica necesariamente el conocimiento de Dios, el legislador, por cuya
autoridad obliga a los hombres a la obediencia y propone recompensas o castigos.
“Los gentiles, que no tienen la Ley” (es decir, la ley de Moisés) “cumplen por
instinto (hacen por naturaleza) los dictados de la Ley, ellos, no teniendo la Ley,
son una ley para sí mismos. Porque muestran la obra de la Ley escrita en sus
corazones, su conciencia dando testimonio, y sus pensamientos acusándolos unas
veces y otras defendiéndolos” (Ro. 2:14-15). Esto no podría decirse si la
conciencia no dictara a cada uno que hay una deidad que aprueba las buenas
acciones y desaprueba y castiga las malas. Tampoco tienen fuerza estas
objeciones:
(1) Se dice que está inscrita la obra de la ley y no la ley misma, porque para
el apóstol son sinónimos— “ser una ley para sí mismos” (v. 14) y “tener la obra
de la Ley escrita en sus corazones” (v. 15). También la naturaleza del asunto lo
prueba, porque se refiere a tal obra de la ley, por cuyo instinto el hombre no sólo
distingue entre el bien y el mal, sino que es impulsado a realizar lo uno y evitar
lo otro.
(2) No se dice que la ley sea innata, sino inscrita (es decir, conocida), como
la ley de Moisés fue dada a conocer a los judíos por revelación. Pues la
inscripción implica una revelación natural de esa ley a la conciencia, opuesta a
la revelación externa hecha a los judíos por la escritura sobre tablas de piedra.
De ahí que se exprese por la conciencia que se ejerce tanto en la observación
(syntērēsei) como en la conciencia (syneidēsei) (v. 15).
VI. (1) Dios ha dado al hombre tanto un conocimiento innato como adquirido
de Sí mismo, como lo prueban los siguientes pasajes: Salmos 19:1; Hechos
14:15–17; 17:23; Romanos 1:19, 20. Tampoco se puede tolerar la atrevida
corrupción de Fausto Socino, que refiere las palabras de Pablo a la segunda
creación hecha por Cristo, como si el apóstol quisiera decir que las cosas que
habían sido invisibles y desconocidas para los hombres incluso desde la creación,
ahora eran claramente vistas y comprendidas por las obras de Dios y de los
hombres divinos (es decir, de Cristo y de Sus apóstoles). Porque las palabras de
INSTRUCCIÓN EN TEOLOGÍA ELÉNCTICA – VOL. 1 29

Pablo y todo el contexto declaran en voz alta que habla de la primera creación
(pues quiere probar que los impíos contra quienes se revela la ira de Dios desde
el cielo [v. 18] retienen la verdad en la injusticia, es decir, las verdaderas nociones
de Dios contenidas en la revelación natural, lo cual se muestra en el v. 19 donde
dice “lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos [en autois],
pues Dios se lo hizo evidente”—en parte en sus corazones y en parte en las obras
de la creación).
(2) El designio de Pablo enseña lo mismo. Necesita demostrar que ni los
gentiles por naturaleza (cap. 1) ni los judíos por la ley (cap. 2) podrían ser
justificados (porque todos son pecadores), sino sólo por el evangelio revelado
por Cristo.
(3) Poiēmata no puede aplicarse aquí a los milagros realizados por los
apóstoles porque nunca se llaman así en la Escritura, ni eran conocidos por los
gentiles de los que habla. Poiēmata se refiere a las obras de la creación del mundo
porque se dice que las cosas invisibles de Dios se manifestaron en ellas desde la
creación del mundo (apo ktiseōs kosmou).

La teología natural queda demostrada desde la experiencia universal

VII. La experiencia universal lo confirma. Porque lo que está común e


inmutablemente en todos los hombres sin excepción debe estar en ellos
naturalmente porque las cosas naturales concuerdan en todos y son inmutables.
Pero el conocimiento de la deidad está inmutablemente en todos porque no hay
nación tan bárbara sobre la que no descanse esta persuasión de la deidad
(Cicerón, De Natura Deorum 1.23).18 De modo que, en lugar de no tener ningún
dios, han adorado casi cualquier cosa, incluso al mismo asqueroso Diablo. Y
ninguno ha sido capaz de sacudirse esta impresión, el temor de Dios aún regresa
(especialmente en la adversidad), aunque por un tiempo parezca que se han
despojado de él.

La teología natural queda demostrada por la institución de las


religiones

VIII. La institución de las religiones en el mundo prueba más claramente la


teología natural. Pues de dónde esa oculta propensión de los hombres hacia la

18 [Loeb, 19:61] [Cic., N.D. 1.22-23]


30 PROLEGÓMENO, BIBLIOLOGÍA, TEOLOGÍA PROPIA, Y LOS
DECRETOS DE DIOS

religión que indujo a Platón a llamar al hombre el animal más religioso (zōon
theosebestaton, Timeo 41),19 si no es del sentido de una deidad a la que deben
adorar. Tampoco el pueblo habría estado dispuesto a abrazar la idolatría, incluso
en sus formas más escandalosas, y a recibir tan fácilmente las religiones falsas y
tergiversadas que los impostores, mediante artificios políticos, idearon para
mantener a los hombres bajo sujeción, a menos que hubieran sido impulsados
por algún instinto natural a la religión y al culto de alguna deidad. Tampoco
puede decirse que los gentiles lo hicieran no tanto por instinto como por
imitación. Si no hubiera habido instinto natural, el hombre (una criatura de
gloria) nunca se habría inclinado ante las criaturas más degradadas, para que no
se pensara que estaba destituido de cualquier sentido de deidad; ni podría ser tan
común y universal lo que surge sólo por imitación.

Fuentes de solución

IX. Aunque pueda haber algunas naciones tan salvajes que parezcan no tener
ningún sentido de la deidad, sin embargo, no están desprovistas de todo
conocimiento de ella. Puede haber, en efecto, semillas estériles de religión
latentes en ellos (a causa de su grosera ceguera y lujuria) por las que parecen
asemejarse a bestias y brutos, pero sin embargo permanecen en ellas (como en
los americanos y brasileños aducidos aquí por Fausto Socino). Aunque Jean de
Lery (de Borgoña) observa que no se reconocen dioses entre ellos, sin embargo
nos insinúa oscuramente que hay rastros de la deidad en ellos, cuando nos
informa de que tienen sus caribes o sacerdotes a quienes creen capaces de
impartir valentía guerrera y producir todos los frutos de la tierra; por su supuesto
trato con los espíritus; y por su creencia de que las almas de los virtuosos
(después de sobrevolar altas montañas) llevarían una vida feliz con perpetuas
delicias en los jardines más agradables, mientras que, por el contrario, las de los
malvados serían arrebatadas a Stigna [Aygnan] (su nombre para el Diablo) y
vivirían con él en tormentos eternos (Ver: Historia de un Viaje a la Tierra de
Brasil).20 El mismo autor en Historia Navigationis in Brasiliam, 6+ (1594) narra
que el ser supremo de los mexicanos es Hoizili Pochtli. Joseph Acosta (Historia
Natural y Moral de las Indias, 5.3)21* dice que los peruanos tienen sus dioses, y

19 [Loeb, 9:90–91]
20 [History of a Voyage to the Land of Brazil] 16 [ed. J. Whately, 1990], p. 6). [Whately,

1990], p. 136).]
21 [Natural and Moral History of the Indies] [ed. C. R. Markham, 1880], 2:301.

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