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Anuncio Cuaresma Madrid 202

El anuncio de Cuaresma de la Parroquia Santa Catalina Labouré incluye oraciones, catequesis y reflexiones sobre la vida, la muerte y la importancia del bautismo en la vida cristiana. Se menciona la situación del Papa Francisco y se invita a la comunidad a reflexionar sobre el sentido de la vida en un contexto de incertidumbre y crisis. Además, se destaca la necesidad de transmitir la fe y los valores a las nuevas generaciones en un mundo que a menudo ignora estas enseñanzas.

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Anuncio Cuaresma Madrid 202

El anuncio de Cuaresma de la Parroquia Santa Catalina Labouré incluye oraciones, catequesis y reflexiones sobre la vida, la muerte y la importancia del bautismo en la vida cristiana. Se menciona la situación del Papa Francisco y se invita a la comunidad a reflexionar sobre el sentido de la vida en un contexto de incertidumbre y crisis. Además, se destaca la necesidad de transmitir la fe y los valores a las nuevas generaciones en un mundo que a menudo ignora estas enseñanzas.

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ANUNCIO DE CUARESMA

Parroquia Santa Catalina Labouré

Viernes, 21 de febrero de 2025

ACNM, Anuncios, Cuaresma, España, 20250221

(Transcripción tomada de la grabación


para transmitir el anuncio)
2025 © Pro Manuscripto
Signatura: ACNM, Anuncios, Cuaresma, España, 20250221
CENTRO NEOCATECUMENAL DIOCESANO DE MADRID
C/ Blasco de Garay 8
28015 Madrid, España
Teléfono:+34914473037
Email: cncmadrid@ffn.es

Queda expresamente prohibida cualquier reproducción, distribución,


transformación, total o parcial, del contenido recogido en este documento,
con independencia del medio empleado, impreso, digital,
o a través de cualquier tipo de publicación en Internet,
sin la autorización expresa y por escrito
del Centro Neocatecumenal Diocesano de Madrid.
SUMARIO

− ORACIÓN INICIAL

− INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

− PRESENTACIONES

− CATEQUESIS (P. MARIO)

− CANTO: “SHEMÁ, ISRAEL”

− MONICIÓN A LA LECTURA (ASCENSIÓN)

− EVANGELIO: LC 6, 27-49

− CATEQUESIS (KIKO)

− CANTO: “CARITAS CHRISTI”

− ORACIONES

− BENDICIÓN

− CANTO: “SALVE REGINA”.

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ANUNCIO DE CUARESMA

Parroquia Santa Catalina Labouré - Madrid


Viernes, 21 de febrero de 2025

KIKO:

Buenas noches a todos.


Oremos. Te damos gracias, Señor, por la vida que nos das, por este
encuentro. Ven tú en medio de nosotros. y condúcenos hacia ti, para hacer
la voluntad de Dios. Por Cristo, nuestro Señor.

Un momento, vamos a rezar un Padrenuestro, por el Santo Padre, que sabéis


que el Papa está en el hospital, está enfermo. Tiene una neumonía bilateral, que es
bastante seria, con los ochenta y tantos años, no es fácil. Neumonía bilateral,
tenemos dos pulmones, pues los dos los tiene infectados, se llama neumonía
bilateral.

Vamos a rezar un Padrenuestro por el Papa.


Señor, te suplicamos que ayudes al Santo Padre, que lo cures pronto, para
que pueda estar entre nosotros. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

- Padrenuestro.

- Presentación.

Bien, hermanos. Como siempre, comenzamos haciendo una presentación.


Están aquí presentes las comunidades.

- La comunidad del Centro Neocatecumenal


- La 1ª comunidad de la parroquia de Nuestra Señora del Tránsito
- La 1ª comunidad de la parroquia de San José
- La 1ª comunidad de la parroquia de la Virgen de la Paloma
- La 1ª comunidad de la parroquia de San Sebastián
- La 1ª comunidad de la parroquia de San Roque
- La 1ª comunidad de la parroquia de Santa Catalina Labouré

Luis de Pablo y Maricarmen. Te damos el pésame por tu hija. Ha muerto tu


hija. Damos un aplauso a tu hija, al marido y a la hija. Los mexicanos, los
consuegros. Bienvenidos, un aplauso.

- De Barcelona, la 1ª comunidad de la parroquia de Santas Juliana y


Semproniana.

2
- De Zamora, la 1ª comunidad de la parroquia de San Frontis.
- El equipo que lleva la diócesis de Getafe

Los equipos itinerantes de España y Portugal:

- Zona Nordeste
- Aragón y Soria.
- Zona Noroeste
- Extremadura
- Seminaristas del Seminario Redemptoris Mater de León
- Zona Levante
- Alicante y Albacete
- Seminaristas del Seminario Redemptoris Mater de Murcia
- Zona Sur de España.
- Córdoba y Jaén
- Huelva.
- Jerez, Cádiz y Ceuta
- Canarias
- Los equipos de Portugal: centro.
- Portugal sur

Itinerantes de Europa:

- El equipo de Suecia
- Los equipos de Alemania, Holanda y Suiza
- El equipo de Luxemburgo
- Hermanas en misión en China
- El equipo de Zimbabwe
- El equipo de Zambia
- El equipo número 2 de Brasil

- Los formadores de los Seminarios Redemptoris Mater


- Presbíteros presentes
- Seminaristas del seminario de Madrid y Alcalá de Henares
- Hermanos que ayudan en el seminario Redemptoris Mater de Madrid
- Voluntarios de la Obra Artística y pintores.
- Hermanas que están en el Taller Litúrgico.
- Equipo y chicas del pre-vocacional de Madrid
- Equipo y chicos del pre-vocacional de Madrid

Vamos a empezar, vamos a cantar el Shemá.

3
P. MARIO:

Bien hermanos, como siempre, me toca a mí romper el hielo. Espero que el


Señor me ayude, me ilumine, como nos ha ayudado en Roma, para decir unas
palabras, en preparación al anuncio que después hará Kiko. Espero que el Señor
os dé paciencia a vosotros y a mí.

El Papa Francisco, en la Bula “Spes non confundit”, ante el problema de la


muerte, dice que el Jubileo nos hace redescubrir el don de la vida eterna recibida
en el bautismo; y dice:

“Durante mucho tiempo los cristianos han construido la pila bautismal


en forma octogonal (no sabía que aquí había un baptisterio), signo del
octavo día, día de la resurrección de Jesucristo, que abre nuestro tiempo a
la dimensión de la vida eterna, meta a la cual todos estamos orientados”.

He querido subrayar este texto del Papa Francisco, mientras él se encuentra


en este combate, sostenido por el amor y la oración de la Iglesia, para poder volver
a su “ministerio petrino”, como un intento de iluminar el momento que estamos
viviendo en nuestra sociedad. Un momento de inseguridad total, que es causa de
guerras, de atentados con el miedo de que pueda explotar una guerra mundial. El
problema es que frente a esta situación de incertidumbre, en los últimos años se ha
extendido, se ha difundido, una tendencia de tipo humanista en la que, en nombre
del ser humano es suficiente que, como hombres, nos unamos todos, más allá de
las diferencias religiosas y políticas, porque si nos unimos todos para buscar una
solución pacífica, podemos encontrarla y parar la guerra.

Por eso, están promoviendo reuniones, congresos, a nivel social, nacional e


internacional, olvidando, sin embargo, que esa precariedad no se puede resolver
en esta tierra, porque ignoran la profundidad de nuestro ser humano que está
marcado por el pecado original, que le permite el diablo actuar por medio de sus
hijos y causar estas tragedias.

Por eso el Papa en el texto que hemos proclamado nos invita a mirar a la
vida eterna, como una brújula, para que no nos pase como nuestros padres que
dejando de mirar al Oriente, se instalaron e intentaron construir una ciudad,
desafiando a Dios. Y por amor hacia nosotros, Dios ha tenido que intervenir
creando la confusión de lenguas, que dura hasta hoy, desde el tiempo de Babel.

Una pregunta: ¿Cómo pueden vivir muchos jóvenes de hoy que han perdido
el sentido de la vida? ¿Qué ilusiones, qué sueños pueden alimentar? Si están
alimentados por perspectivas ilusorias del placer, del éxito, de la apariencia, del
espectáculo, del culto al cuerpo, de la comodidad, del dinero, sin capacidad de

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sufrir. ¿Qué ilusiones para estudiar, aprender, sobre todo, para comprender qué
sentido tiene la vida?

No nos extraña que crezcan grupos de bandas que destruyen todo, en el


norte de Europa y en Italia también, jóvenes que se suicidan, como nos han dicho
los itinerantes de Filipinas, a miles, en las escuelas, un fenómeno que está
preocupando al Estado y a la Iglesia. Si la vida no tiene un Oriente ni meta ¿para
qué sirve vivir sin sentido?

Por eso, al principio de esta Cuaresma, el Señor nos dice: “No tengáis
miedo, pequeño rebaño, porque Dios ha querido revelaros los secretos del reino”.
Y nos llama a todos los creyentes y, sobre todo, a nosotros que tenemos el don de
un camino de redescubrimiento del valor del bautismo, a tener la valentía de creer
en Dios, como escribió en su último libro el cardenal Cordes, porque como dice
San Pablo: “Jesucristo es el único Señor, bajo el cielo, sobre la tierra y debajo de
la tierra, ante el cual, antes o después, toda rodilla se tendrá que doblar”. Ésta es
nuestra misión, ser testigos de Dios, que nos quiere a todos, ama a toda criatura,
por medio de nuestra vida y de nuestra predicación.

Para empezar con esta introducción, he pensado empezar con un texto de


San Pablo de la primera carta a los Tesalonicenses:

“Que el Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu,


alma y cuerpo sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor
Jesucristo. El que os llama es fiel y hará todo esto” (1 Tes 5,23-24).

Os confío que cuando yo tengo tiempo me gusta investigar, las noches que
estamos libres, algunos vídeos en YouTube, porque hay vídeos malos, indiferentes
y buenos y hasta de vidas de santos. Para vuestra cultura, pues los vídeos se pueden
utilizar también para el bien y no necesariamente para el mal. Y así que he
encontrado este vídeo: “Espíritu, alma y cuerpo según las Escrituras”. Y utilizaré
esta trama para hacer la catequesis brevemente esta noche.

Por tanto, nosotros estamos compuestos de tres elementos: espíritu, alma


y cuerpo, que interactúan entre sí, no son bloques estancos, sino que se
comunican entre sí: el cuerpo con el alma, con el espíritu, etc. El profesor Giorgio
Ricci de la Universidad de Tor Vergata, de una de las primeras parroquias
catequizadas por Kiko, Carmen y Francesco en Roma, nos ha informado que unos
investigadores de Estados Unidos han logrado fotografiar el momento de la
concepción de una criatura humana, cuando el único gameto, que ha vencido la
carrera, penetra en el óvulo de la mujer. Han descubierto que en este instante se
produce como un destello de luz, como un fuego artificial de fiesta.

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Otro descubrimiento que han hecho, añade, es que el principio de la vida es
posible gracias a una proteína llamada “laminina”, que es una proteína que tiene el
aspecto de una cruz luminosa. La tarea de esta proteína es mantener unidas las
primeras células del embrión cuando empieza a desarrollarse de forma
exponencial, dos, cuatro, ocho, etc. Lo más increíble -dice- de esta proteína es que
está presente en nuestro organismo en miles de millones de copias. Así que nuestro
organismo hay millones de cruces microscópicas luminosas, como una luz
luminosa en forma de cruz. Este descubrimiento puede confirmar lo que dice el
libro de la Sabiduría, que el hombre es una emanación del amor de Dios para
hacernos partícipes de su felicidad durante toda la eternidad, a través del amor de
nuestros padres. La nueva criatura, cuando nace, aparece animada por el soplo de
Dios, como dice el Génesis 2,7: “Entonces, el Señor Dios formó al hombre del
polvo de la tierra y sopló en su nariz un aliento de vida”.

Es interesante que Santo Tomás afirma que el alma no está dentro de nuestro
cuerpo, como pensamos, como los científicos de hoy intentan localizar en qué parte
del cerebro está el alma. Está fuera de nosotros, porque dice que el alma es la que
da forma a nuestro cuerpo. Entonces Dios, además del alma, a un nivel más
profundo, nos hace partícipes también de su espíritu, como una tercera dimensión,
más profunda de nuestro ser: cuerpo, alma y espíritu.

Gracias al sacramento del Bautismo y de la Confirmación recibimos el sello


del Espíritu Santo en nuestro espíritu, que nos da testimonio del amor del Padre.
Así nosotros estamos constituidos e identificados individualmente como seres
únicos, individuales, miembros de la comunidad cristiana, que es el Cuerpo de
Cristo en la tierra. Y gracias al cuerpo podemos entrar en relación con nosotros
mismos, con la creación y con Dios.

Por tanto, cada uno de estos componentes tiene una función única y
específica en interacción el uno con el otro.

El alma

Gracias al alma, el Señor nos ha dado la capacidad -esto es muy importante


transmitirlo a los jóvenes de hoy, vuestros hijos y vuestros nietos, de los que somos
responsables, porque no saben estas cosas-. Gracias al alma, el Señor nos ha dado
la capacidad de pensar, de reflexionar, sobre nosotros mismos, sobre nuestras
experiencias, memorizar, la capacidad de amar y, sobre todo, la capacidad de
querer y la libertad de decidir frente al bien o al mal.

Es fundamental transmitir esto a nuestros jóvenes, porque vivimos en un


tipo de civilización que parece que hace todo lo posible para que los jóvenes, sobre
todo, de la nueva generación no piensen, miren los móviles, tablets, televisión,
medios de comunicación, periódicos, revistas y otras cosas que han inventado, la

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realidad virtual, etc. Como si tuvieran miedo de que la gente piense. Por eso los
Laudes del domingo en las familias no es una opción, es un deber transmitir la fe
a nuestros hijos y nietos, porque el ambiente donde viven, la escuela, el cole, sobre
todo, y la sociedad donde viven, dice todo lo contrario. Tenemos que hacer, como
hacían los hebreos en la diáspora, transmitían en la familia, en la sinagoga; y
nosotros también, en la familia, en la comunidad. Porque como dice un refrán
famoso español: “En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es
según el color, del cristal con que se mira”.

Porque en la última etapa del Camino, que todos hemos hecho, casi todos,
se les llama los “iluminados”, los que han descubierto que los sufrimientos, los
acontecimientos que han tenido de pequeños, son los medios a través de los cuales,
a la luz de la Cruz gloriosa, el Señor se ha servido para atraerlos a Él: “Cuando
seré levantado, atraeré a todos hacia mí”; porque ha dado su vida para liberarnos
de estas pasiones.

El cuerpo

El cuerpo nos permite interactuar con el mundo que nos rodea, hasta que
lleguemos al final.

El libro de Génesis nos enseña que el cuerpo es temporal y que después de


la muerte vuelve al polvo; porque dice el Génesis: “Eres polvo y al polvo
volverás”. Por importante que sea durante nuestra vida, inevitablemente, se va a
deteriorar, como somos testigos muchos aquí. Entonces tenemos el deber de
cuidarlo, hasta que podamos, también con medicinas, para poder cumplir la misión
que el Señor nos ha confiado; y también hay que venerar el cuerpo una vez que lo
sepultamos, porque ha sido templo del Espíritu Santo, y no como hacen en ciertas
regiones o naciones, que nos queman a todos.

Me gustaría subrayar que la libertad de elección durante nuestra vida,


determinará nuestro futuro en la eternidad. Elección de la ley que Dios ha inscrito
en nuestra naturaleza. Desde Descartes, desde aquella idea: “Pienso, luego existo”,
que decía que nosotros somos lo que pensamos, de donde viene toda la ideología
de género: “yo soy mujer, yo soy hombre” yo soy lo que quiero”. Hay una ley
escrita en nuestro corazón, que se llama ley natural, que nos empuja a elegir el bien
y no hacer el mal, cada hombre, cada cultura. Porque hoy los chicos no están
acostumbrados a sufrir, si no les das lo que quieren, te denuncian.

El espíritu

Ahora entramos en la dimensión del espíritu. El espíritu es la chispa divina


que nos da la vida. En el libro del Génesis dice: “El señor Dios formó al hombre
del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida, y resultó el hombre un

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ser viviente”. Pero no sólo esto, porque también los animales son seres vivientes y
los árboles y las flores, sino que después de haber recibido el aliento de vida de
Dios, se nos comunica “el espíritu”, la esencia vital, que nos conecta
directamente al Creador, según dice el libro del Eclesiastés 12,7: “El cuerpo vuelva
al polvo, a la tierra, a lo que era antes, y el espíritu vuelva a Dios, que es quien lo
dio”.

El espíritu, por tanto, constituye la parte más profunda de nuestro ser,


porque es allí, en nuestro espíritu, dónde Dios nos habla, y nos dice, nos inspira
con la ayuda del Espíritu Santo, a preferir hacer el bien y evitar el mal. Por esto
Jesucristo dice: “Cuando ores, entra en tu aposento, cierra la puerta y ora a tu
Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará”
(Mt 6,5-8).

Hay una zona en nosotros en donde estamos solos, allí no entra ni marido,
ni mujer, ni hijos, ni suegra, ni nadie, tú y Dios; como moriremos solos, delante de
Dios. Como dice el salmo 42: “Como busca la cierva corrientes de agua, así mi
alma te busca a ti, Dios mío. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo
entraré a ver el rostro de Dios?”. Éste es el deseo de todos nosotros: ver el rostro
de Dios.

Nuestra alma es un poco más complicada que el espíritu, está vivificada por
el espíritu, pero es más complicada porque es la sede de los sentimientos, algunos
hablan de alma, otros de corazón, pero es lo mismo. Por eso la “Imitación de
Cristo” dice que el alma vive en una situación emocional parecida al tiempo: a
veces es variable, otras veces está nublado, no se ve el cielo pero el sol está detrás
de las nubes, parece que no exista; y también nuestra alma tiene momentos de
alegría, de esperanza, de confianza, y de postración, de tristeza. Por eso no tenemos
que fiarnos de los sentimientos, porque la fe está en el espíritu, no en la variedad
de los sentimientos.

Por eso existe la purificación del sentido y del espíritu, que es progresivo y
que nos va a pasar a todos. Nuestra querida Carmen ha pasado todas estas noches.
Si leemos sus diarios dice: “¿Dónde estás, Señor, Dios mío? ¿Dónde estás?”. Como
dice el salmo: “Las lágrimas son mi pan noche y día, mientras todo el día me
repiten: “¿Dónde está tu Dios?”. Recuerdo otros tiempos y desahogo mi alma
conmigo: cómo marchaba a la cabeza del grupo hacia la casa de Dios, entre cantos
de júbilo y alabanza en el bullicio de la fiesta (las convivencias, los anuncios...).
¿Por qué te abates, alma mía? ¿Por qué tú gimes dentro de mí? Espera en Dios:
que volverás a alabarlo: Salud de mi rostro, Dios mío”. Y el salmo 50: “Crea en
mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mí un espíritu firme, un espíritu contrito
es un sacrificio a Dios, un corazón quebrantado y humillado, tú, oh Dios, no lo
desprecias”.

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Recordemos que el rico epulón se fue al infierno, y el pobre Lázaro al
paraíso; y entre el paraíso y el infierno no hay posibilidad de intervenir. Por eso,
tenemos esta responsabilidad de ayudar, sobre todo a los jóvenes, a reflexionar, a
pensar antes de actuar. Muchos están como embriagados por esta música “trap”,
que entontece la cabeza, actúan sin darse cuenta, y cuando se encuentran en la
cárcel dicen: “¿Qué he hecho?”, sin darse cuenta. Por eso, el Señor nos ofrece
tiempos de conversión, como éste de la Cuaresma, y también el Jubileo. Porque el
Señor dice a la samaritana: “Viene la hora, ha llegado ya, en que los verdaderos
adoradores, adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque el Padre busca tales
adoradores. Dios es espíritu y los que le adoran, deben adorarle en espíritu y en
verdad” (Jn 4,23-24).

Y ya acabo. Tenía proyectado hablar de los tres enemigos del alma, que no
os lo pregunto, porque ya los sabéis: el demonio, la carne y el mundo. Jesús dice:
“Del corazón de los hombres salen las malas intenciones: fornicaciones, robos,
asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria,
insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y hacen al
hombre impuro” (Mc 7,20-23). Basta leer los periódicos, ver un telediario, todos
los días. Por eso, San Juan decía que Jesús “no se fiaba de ninguno porque sabía
lo que había en el corazón del hombre” (cf. Jn 2,24-25). Porque dice el libro del
Génesis a Caín: “El pecado está a la puerta que tu alma para seducirte” (cf. Gen
4,7), y lo induce para matar a su hermano. Por eso el salmo 50 dice: “Crea en mí
un corazón puro” y Ezequiel dice: “Derramaré mi espíritu, lo escribiré en vuestros
corazones”.

Y aquí, por último, quiero hablar de la astucia del demonio, como nos ha
dicho muchas veces Carmen. Dice que el demonio es un ser más inteligente que
nosotros, era “Lucifer”, portador de la luz, y se ha hecho enemigo de Dios, y por
envidia nos tienta para hacernos caer. Los monjes del desierto decían: cuando nos
viene un pensamiento a nuestra mente preguntémosle de dónde viene: ¿de Dios o
vienes del diablo? Si el pensamiento provoca en nosotros la paz, viene de Dios; si
nos causa angustia, seguramente viene del diablo, y debemos echarlo
inmediatamente. Y nos decía Carmen que nos tienta a través de los pensamientos.
De repente, surge un pensamiento en nuestra mente, no se trata tanto de
pensamientos de impureza, sino de un pensamiento que nos quita la paz.

Por eso, San Pablo nos exhorta: “No os angustiéis por nada”. Dice Carmen
“son los pensamientos que llegan a nuestra mente”, estás fregando o lavando los
platos o haciendo limpieza, te viene un pensamiento: “Ah viene mi suegra a pasar
unos días”, y ¡tac! Te viene una idea y dice que la verdadera causa de nuestras
angustias y nuestros sufrimientos, más que la realidad de que venga la suegra unos
días, o la nuera, más que la realidad ¡es el mismo pensamiento lo que nos hace
sufrir! Puede ser que después venga la suegra y no pasa nada, pero tú te has
espantado antes, cómo pasaba con el COVID, por el miedo muchos se enfermaban,

9
por el miedo. Si descansamos en el Señor, no pasa nada. Por eso San Pablo cuando
nos pasa esto -dice Carmen- nos exhorta a que luchemos contra los pensamientos,
cuando estemos tentados, en primer lugar demos gracias a Dios por tantas gracias
y dones que nos da, por el don de la vida, por el Camino, tantas gracias, tantas
convivencias, tantos catequistas de alto nivel. Por eso San Pablo comienza su carta
a los Tesalonicenses diciendo: “Damos siempre gracias a Dios” y después
suplicamos y rogamos que nos ayude y nos sostenga.

Bien, acabo citando un paso del Shemá, que a mí me impresionó la primera


vez que Kiko lo proclamó a una comunidad de Roma: “Acuérdate de todo el
camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer durante estos cuarenta años en
el desierto, para humillarte, para probarte y conocer lo que había en tu
corazón, si ibas o no a guardar sus mandamientos. Te humilló, te hizo pasar
hambre, te dio a comer el maná, que ni tú ni tus padres habíais conocido, para
mostrarte que no sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo
lo que sale de la boca del Señor”.

Por eso, es fundamental para nosotros “comer la Palabra de Dios”, sea solos
o en las celebraciones, el pan sustancial de la Eucaristía, los sacramentos, la
oración, el coloquio íntimo con el Señor, cultivarlo, hablar con Él, podemos
quejarnos también, sin llegar a murmurar, quejarse sí se puede, pero si murmuras
corres el riesgo de la lepra. Sigue el Deuteronomio: “Date cuenta, pues, de que el
Señor, tu Dios, te corregía como un hombre corrige a su hijo. Guarda los
mandamientos del Señor tu Dios, siguiendo sus caminos y temiéndole, para
después hacerte feliz. Pero si llegas a olvidarte del Señor, tu Dios, y sigues a otros
dioses ajenos y les sirves, yo testifico hoy contra vosotros que pereceréis. (cf.
Dt 8,2-19)”.

¡Buena cuaresma!

-Canto: Shemá, Israel

ASCENSIÓN:

Bien, como ha dicho Mario, estamos en el Año Jubilar, que ya es un año de


conversión, y viene la Cuaresma, que es un tiempo de conversión, con lo cual
entramos en un tiempo más fuerte, un tiempo propio de conversión, para reforzar
lo propio de todo el año. Y la Cuaresma nos pone frente a la luz de la Pascua, a la
luz de la resurrección, el misterio de Pascua que viviremos. Pero este misterio de
Pascua no sólo es la resurrección, sino que también es la victoria sobre la muerte,
también es entrar en la muerte. Esta figura del Viernes Santo de Cristo en la cruz,
es lo que la tradición de la Iglesia nos invita a vivir en la Cuaresma, mirando, sobre

10
todo, a este Viernes Santo, en el que Cristo entra en este combate con la muerte,
entra, lleno de mansedumbre, en Jerusalén para esta lucha con la muerte, de la que
saldrá vencedor.
La Iglesia siempre nos ha enseñado a unirnos a Cristo, a amar a Cristo. Es
como el objetivo de la Cuaresma: ¡amar a Cristo crucificado! La iglesia siempre
ha enseñado a mortificarse en la Cuaresma, a vivir un tiempo de sacrificios, de dar
muerte a lo que nos separa de Cristo, de mortificarse; pero no como un
voluntarismo, sino como una gracia para poderte unir, poder compartir los
sufrimientos de Cristo, para poder amar más a Cristo, y contemplar el crucifijo, de
contemplar la pasión de Cristo.

Tanto santos, mirando el crucifijo, lloraban y se conmovían; nosotros, igual


estamos ya como domesticados, mirando al crucifijo; pero es a lo que nos invita la
Cuaresma: ¡mirar a Cristo crucificado! y entrar, de alguna manera, en la
mortificación. Porque, igual que en el bautismo hay que ir bajando los escalones,
pues también la mortificación es una ayuda a ese descendimiento que, de cualquier
manera, nos espera en la vida a todos; es como entrenarse a sufrir. Hablaba Mario
de las nuevas generaciones, de la incapacidad de estas últimas generaciones a
sufrir. Todo está tan bien preparado para ellos, que algunos tienen dificultad de
entrar en los pequeños sufrimientos. Leemos historias de chicos, sin grandes
sufrimientos, que se han suicidado, de divorcio sin ningún motivo aparente, sin
ningún motivo fuerte, digamos así, o sea, tienen una incapacidad de sufrir.

Por eso, en la Cuaresma, el mortificarnos en algo que nos cueste, en algo


que cada uno busque, es como un entrenamiento para lo que es la vida, que te
espera en la cruz y te espera el sufrimiento, pero mirándolo siempre como una
gracia, mirando a buscar a amar a Cristo. Los de mi edad y así, cuando éramos
pequeños nos educaban en pequeños sacrificios, pequeñas cositas que nos
ayudaban a amar a Cristo. Carmen cuenta, por ejemplo, que Dios le ha dado tantas
gracias desde pequeñita, decía: “Yo me quitaba el azúcar por amor a Cristo”; y yo
recuerdo que en el colegio las monjas nos decían que no sólo hay que dar limosna
para los niños del Congo, sino que también hay que hacer sacrificios por los niños
del Congo, ya que en los años 60 era la época de la independencia, y los niños del
África sufrían.

Por desgracia, hoy también siguen sufriendo, ayer decía el periódico que
habían matado a 70 cristianos en el Congo, la semana pasada mataron a varios
catequistas en Burkina Faso, en Nigeria, también. El mes pasado hemos estado en
una convivencia internacional, donde estaban los catequistas itinerantes de las 136
naciones donde el Camino está presente, nos ha impresionado a todos ver en estos
sufrimientos, la valentía y el celo que tienen estos hermanos de África, pues sabéis
que hay persecución contra tantos cristianos, que hay grupos islamistas y que ser
cristiano es algo serio hoy en África, no en todos, en algunos países, como Zambia,
todavía no, pero en otros países de África, sí.

11
Estaba hablando de los pequeños sacrificios, por eso a Kiko y Carmen el
Señor les inspiró de que en las familias, los viernes de Cuaresma, comer pan y agua
con los niños. Esto es algo importante, porque es una manera de enseñarles a sufrir
un poquito.

Nosotros, cada uno, que vea lo que puede hacer en Cuaresma, siempre sin
moralismos, porque a lo que nos llama el Señor en la Cuaresma es a contemplar a
Cristo, ¡contemplar a Cristo en la cruz! Cuando estaba el Señor muriendo, el
centurión que lo vio morir hizo esa confesión maravillosa, de fe simple: “¡Éste era
el hijo de Dios!”. Porque ¿cómo murió Cristo? Con esa paz, Cristo estaba en la
cruz con una paz, que era inaudita, que era asombroso. ¿Y cómo estamos nosotros
en la cruz? Tantas veces no podemos estar, estamos revelados, pero el Señor nos
invita a contemplar la Cruz, para que podamos entrar con esa paz con la que Él
entró en la Cruz.

Hemos pensado, como ayuda para esta Cuaresma, una palabra muy fuerte
que nos ayude a todos. Ya la conocemos, pues nos enamoró cuando la escuchamos
por primera vez en el inicio del Camino, y que es el Sermón de la Montaña, porque
en él vamos escuchando una serie de instrucciones, que nos ayudan a poder entrar
en la Cruz; de manera que el Sermón de la Montaña y Cristo crucificado es una
unidad a la que el Señor nos llama. Eso, que a todos nos gustó cuando empezamos
el Camino: que se cumpliera en nuestra vida este Sermón de la Montaña, es una
gracia que se nos prometió. Pero una gracia que, como en un laboratorio, hay que
ir pasando por los distintos procesos.

Para que esto se cumpla en nosotros, para que este Sermón de la Montaña
se haga carne en nuestra vida es fundamental el trípode. Por eso defendemos que
haya eucaristías en pequeña comunidad, y donde no haya, lo defendemos porque
lo que Dios ha inspirado a Kiko y a Carmen es la Eucaristía en pequeña comunidad,
por comunidades.

También es importante la liturgia de la Palabra, y son muy importantes las


preparaciones. El Señor nos llama en esta Cuaresma a ver cómo hacemos las
preparaciones de las celebraciones de la Palabra; para nosotros es de vida o muerte,
el preparar la Palabra bien, con tiempo, dando espacio a que se puedan dar ecos, a
que la Palabra llegue, porque donde más nos llega la Palabra es precisamente en
las preparaciones. Así que, revisad cómo estamos haciendo las preparaciones en
nuestra comunidad, porque el Señor esto nos lo ha prometido en el Camino, que
tiene un trípode y que no lo podemos adaptar como queramos, sino tal como nos
lo transmitieron desde el principio Kiko y Carmen.

Entonces, escuchemos esta palabra que es larga, pero es un regalo para


todos nosotros.

12
- Proclamación Evangelio: Lucas 6, 27– 49

KIKO:

Es impresionante escuchar el Sermón de la montaña de San Lucas.


Prácticamente nos ha dicho cómo una comunidad ya cristiana debe comportarse
con los alejados, los de fuera, los paganos: “amad a vuestros enemigos”. Punto
final. No tenemos otra cosa que hacer que mostrar a Cristo crucificado en nosotros.
Y dentro de la comunidad: no condenéis, no juzguéis.

En ese contexto habla de frutos. Es curioso cómo el juicio destruye a la


comunidad y nosotros, por desgracia, no podemos hacer otra cosa que juzgar,
porque tenemos un sentido distinto de la justicia: el hombre de la carne quiere su
justicia. ¿Por qué no obedecemos, hermanos, al Señor?

¿Cómo es posible dar esta palabra en un mundo que está influenciado por
la Ilustración francesa que dio lugar al socialismo, al comunismo, ahora a la
ideología woke, donde han basado todo en la justicia en el sentido humano de
“hacer justicia”, protestando, criticando, gritando “justicia”? La justicia de Cristo
crucificado que dijo: ‘no os resistáis al mal’”. ¿A qué mal se refiere? Y lo dice: “Si
alguien te golpea en la mejilla derecha, preséntale la izquierda”. Os hemos
explicado en las catequesis que pegarle a uno en la mejilla derecha es un gesto de
desprecio. En todas las culturas despreciar a otro es matarlo.

Luego habla de otra forma de mal: si alguien te demanda para quitarte el


manto. Si alguien usa la ley para robarte lo que es tuyo, no se lo reclames. Y otro
tipo de mal en el trabajo: si te obligan a ir cargado una milla, vete dos. Porque
decía la ley de la época que no se puede obligar a un esclavo a ir cargado con 80
kilos más de una milla. La milla era lo máximo que podía caminar un hombre
cargado, porque se explotaba a los esclavos por dinero. “Si a vosotros os hacen
esta injusticia, vosotros vais dos millas”.

Para entender todo esto, está la frase “porque lo que te guste que te hagan
a ti, házselo tú a ellos”. ¿A qué se refiere? Esta frase es el secreto del Sermón de
la montaña. Vosotros, en un camino de iniciación a la fe, habéis experimentado –
gracias a los catequistas–, que habéis sido vosotros los que habéis ofendido en el
honor a Cristo, mientras que él ha puesto la otra mejilla; que hemos sido nosotros
los que le hemos robado a Cristo lo que le pertenece y Él no nos lo ha reclamado;
que hemos sido nosotros los que le hemos puesto una demanda. Y hemos
experimentado durante años su amor maravilloso. Por eso, el Señor nos pregunta:
“¿Os ha gustado este amor? ¿Os ha gustado como yo os he amado sin condenaros
nunca, sin juzgaros nunca?”. Nadie es juzgado por Cristo, siempre nos ha

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perdonado, ha sido muy misericordioso, nos ha salvado siempre. ¿Es verdad o no?
Todos somos testigos de que es cierto.

Si él no nos ha juzgado, ¿por qué juzgamos nosotros? ¿Qué justicia


consideramos más perfecta que la cruz? Ese es el punto. Porque los que todavía
creen que hay en el mundo una justicia superior a la de la cruz, no son cristianos.
Hay algunos de nosotros que no creen en esta justicia, en la justicia de la cruz.
Creen en otra justicia, la de su razón, la de sus conceptos sobre la familia, el Estado,
la sociedad, en sus ideas, y siguen siendo dioses de sí mismos. Siguen viviendo la
vida desde una cosmogonía cuyo dios soy yo y lo que yo pienso. Y desde ese punto
juzgo a todos porque no hacen las cosas como yo creo que se deben hacer, y creo
que están cometiendo el mal, y como hacen el mal, ¡tengo que decirlo! Por eso nos
ponemos a señalar el mal que se hace, mientras que Cristo se ha hecho pecado por
nosotros. Con esta idea destruimos la comunidad. Nosotros pensamos lo contrario:
que todos somos pobres, yo el primero. La caridad lo excusa todo. Todos
necesitamos la conversión.

Así pues, hermanos, ¿qué justicia nos llama a vivir Cristo? La de la cruz,
Cristo crucificado. Por eso, os llamo a todos a conversión: mirad a Cristo
crucificado, Él ha mostrado al mundo la verdad. ¿Crees en esta verdad? Este es el
anuncio de Cuaresma de hoy: ponerse frente a Cristo crucificado. De lo contrario
el Sermón de la Montaña no tiene ningún sentido, nunca nos convertiremos en
cristianos. Se trata verdaderamente de un cambio de mentalidad, una metanoia, un
cambio de naturaleza: recibir de la naturaleza de Dios, del Espíritu mismo de
Cristo. Cristo dice: “No juzguéis” ¿Por qué juzgas? ¿Por qué no obedecemos?

Dice una parábola sobre esto: ¿puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No
caerán los dos en el hoyo? ¿A quién llama ciego? El discípulo no es más que su
maestro, sino que cualquiera que esté plenamente instruido será como su maestro.
¿A quién se refiere? A Cristo. Estás en el Camino como discípulo de Cristo. Él no
ha juzgado a nadie, él ha dicho “yo soy el culpable de todo” y tú, ¿eres más santo
que Cristo que te permites juzgar a esa hermana, a ese hermano? ¿Estás juzgando
a aquél porque siempre llega tarde? Pero si tú eres peor. ¿Ese responsable lo hace
todo mal? No, tú eres peor. ¿Que ese es un falso? No, tú eres peor. Estás ciego.
¿Qué es lo que no vemos? Nuestros pecados: esta es la doctrina de todos los Padres
de la Iglesia. Quien no ve sus propios pecados ve los pecados del otro. Quien ve
sus propios pecados no juzga al otro, porque él es peor que ese. Eso es lo que han
mostrado todos los santos.

Dios inspiró a Silvano del monte Athos al decirle: “Metete en el infierno y


confía en mí”. Hizo esto como una ascesis. Es decir, que te mereces el infierno por
los pecados que has cometido. Porque los pecados contra Dios destruyen el honor
divino, son pecados que tienen una dimensión infinita. Por eso Cristo tuvo que
venir a pagar en su carne por nosotros, porque su valor redentor es infinito: fue

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Dios mismo quien murió por nosotros. Con ello ha indicado la importancia de
nuestras acciones, la importancia infinita que tienen nuestros actos. Cristo quiso
pagar por nosotros.

Silvano consideraba con toda sinceridad que se merecía el infierno y por


eso vivía en un agradecimiento constante: “Señor, ¡qué bueno eres conmigo!
Merezco el infierno y tú me lo das todo: esta maravillosa naturaleza, los amigos,
un día más...”. Alcanzó un alto grado de santidad y ha sido canonizado
recientemente por la Iglesia Ortodoxa. Silvano del Monte Athos, que es
contemporáneo nuestro.

¿Por qué juzgamos? Cristo dice aquí: ¿Por qué me decís “Señor, Señor” (los
Padres dicen que este “Señor, Señor” repetido es porque ya existía la oración del
corazón que tiene el Oriente: “Señor Jesús ten piedad de mí”). Repites y repites
“Señor, Señor” pero juzgas. ¿Por qué no obedecéis? Nos advierte, nos dice que
vendrá la desgracia sobre nosotros si no nos convertimos.

Me parece genial esta síntesis que ha hecho el evangelio de Lucas,


comparándola con la de Mateo, que a nosotros los gentiles nos ayuda muchísimo
porque nos hace comprender la esencialidad del ser cristianos. Nos hace entender
que yo como cristiano cuando voy a trabajar tengo una misión: la de amar al
enemigo. Y ya está. Este es mi apostolado, este es el fundamento esencial: mostrar
la naturaleza divina en mí. Amar al malvado es imposible: va contra la naturaleza
humana. Dios nos ha amado en Cristo crucificado. ¿Qué ha mostrado Dios en la
cruz de Cristo? Su naturaleza.

Dice la epístola a los Hebreos que Cristo crucificado es la impronta de la


sustancia divina. La palabra sustancia es una palabra filosófica. ¿Qué significa
esto? A Dios nadie lo ha visto: sí vemos las montañas, vemos las maravillas del
cuerpo humano. Sustancia, ¿qué quiere decir? Naturaleza, contenido esencial, qué
es Dios. Cristo crucificado nos lo mostró en su cruz. Mirad a Cristo en esta cruz
de bronce. Lo estábamos matando y nos estaba amando. La sustancia divina es el
amor a ti total. Aunque lo odies, él da su vida por ti; aunque seas un pecador, él
muere por ti. Esto es inimaginable; las palabras se quedan pequeñas.

¿Qué quiere decir este amor? Que la esencia divina es que Dios quiere estar
en ti, “como tú, Padre, en mí y yo en ti, también nosotros en ellos para que sean
uno y el mundo crea”. El contenido de esto es inmenso. El Padre está en el Hijo,
uno, por el Espíritu Santo: un solo Dios. Este principio de la Trinidad, como un
motor del universo –que es el amor–, unidad de tres personas, quiere englobar al
hombre, porque para eso ha sido creado. Dios te ha creado para que participes de
su naturaleza, de sí mismo, y él mismo es un misterio de comunión, de amor.

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Dios dice esta noche: estoy a la puerta y llamo, estoy llamando a tu corazón.
Si alguien me abre, el Padre y yo vendremos y haremos morada en él. ¿Por qué no
penetra en nosotros? Está en cierto modo en nosotros dándonos la vida, pero aquí
se trata de otra forma de estar: en el Espíritu Santo. Dios aparece en el Monte Sinaí
como un esposo, un enamorado, y el amor no se puede imponer. Dicen los
científicos que parece que el universo nos quiere sorprender, nos quiere fascinar
porque nos quiere enamorar: es Él el esposo y quiere enamorarnos. Yo he sido
creado para ser en Él una sola carne, pero lo abandono enseguida. Lo abandono
porque me gustan otras cosas y tiene que retirarse, porque es tímido, es celoso. Si
yo miro hacia otra cosa en lugar de Él, se retira inmediatamente y me deja libre.
Esta libertad es maravillosa y se entiende cómo Dios no juega con nosotros, cómo
realmente somos libres, y también el misterio de la iniquidad en el mundo, la
maldad, los asesinos, la trata de blancas, las drogas, las guerras… En este misterio
de iniquidad brilla una luz en la oscuridad: el amor de Dios que nos ha dejado
libres porque nos ama. Amor infinito.

En esta Cuaresma, el Señor nos invita a prepararnos porque viene en esta


Pascua de 2025, viene a nosotros, quiere amarnos: “el que quiera venir en pos de
mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y me siga”. ¿Qué significa negarse a sí
mismo? Un cristiano vive para Cristo, no vive para sí. Te despiertas y le preguntas
al Señor: “¿Qué tengo que hacer?”. Y el Señor te responde: “Levántate, te esperan
los hermanos para rezar laudes, para comenzar un día de bendición, alabando a
Dios todos juntos”. O vivo en mí o vivo en Él: y si vivo en Él, tengo que
levantarme. Un cristiano siempre vive llevando la vida de otro. ¡Quien quiera
seguirme que se niegue a sí mismo! No lo que me gusta a mí, sino a Cristo.

Porque ha dicho San Pablo: “Caritas Christi urget nos”: El amor de Cristo
nos apremia al pensar que si Cristo murió por todos, todos murieron, todos pueden
tener la vida eterna ahora dentro de ellos. ¿Y por qué murió por todos? Dice San
Pablo: “Para que los que viven, no vivan ya para sí, sino para aquel que murió y
resucitó por ellos…” Está claro que la gente que no conoce a Cristo vive para sí
misma, es decir, haciendo siempre lo que le plazca, tratando de darse placer, de
gratificarse. Con la destrucción de la familia vemos que aumentan las personas que
viven solas, los jóvenes que no quieren casarse, que viven solo para sí mismos. Es
como una condena, pero están solos, tienen que llenarse del vacío que llevan
dentro. Pero nosotros, los cristianos, hemos encontrado a Cristo que es un esposo,
porque la esposa vive para el esposo, trata de hacer lo que agrada al esposo, vive
siempre en el otro. Hemos encontrado al otro, hemos encontrado el amor, no
estamos solos, esta es la felicidad. Dice San Pablo que quien se acuesta con una
prostituta, se hace un solo cuerpo con ella, para decir seguidamente que quien se
une a Cristo, se hace un solo Espíritu con él. Por tanto, hermanos, un solo Espíritu
con él...

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Quiero deciros esto de parte del Señor: Dios quiere estar en vosotros, pero
en algunos no está. ¿Cómo podemos hacer para que Dios esté dentro de nosotros?
Suponiendo que estés dispuesto a abatir tu yo, tu justicia y hacerte cristiano, a vivir
en Él. Si vives en Él, mañana ya no juzgarás, porque Cristo te ha dicho que no
juzgues. Sabemos que la voluntad divina, la naturaleza, la impronta de su sustancia
es amarte, vivir en ti, estar contigo, ayudarte, ayudarte en el matrimonio, en el
trabajo, con los hijos… Pero para ayudarte tienes que renegar de ti mismo; no
puedes seguir exigiendo tu justicia, no puedes seguir juzgando; no puedes seguir
condenando. Deja de condenar a tu marido, deja de juzgar a tu responsable. Pero
yo para dejar de juzgar tendría que ser esposa de Cristo: ahora hago la voluntad de
Cristo. Entonces, ¿qué te dice Cristo? Tú eres mi cuerpo... Así sería la vida vivida
de otra forma, vivida con Cristo: el matrimonio vivido con Cristo, los hermanos de
la comunidad con Cristo. ¿No sabéis que somos cuerpo de Cristo? El que os acoge,
me acoge a mí. El que os escucha, me escucha a mí. ¿Qué es la comunidad? El
cuerpo de Cristo resucitado.

Hemos dicho que la Virgen nos ha dicho: “Hay que hacer comunidades
cristianas que vivan en humildad, sencillez y alabanza; el otro es Cristo”. El otro
hermano de comunidad es Cristo. Hemos sido llamados a querernos, a querernos,
no a devorarnos, pero tendríamos que cambiar de naturaleza para dejar de juzgar.
Es imposible llevar en nuestro cuerpo los pecados de los demás y llevar los pecados
los unos de los otros. “ Kiko, lo que tú quieres es la santidad, pero esto es
imposible”. ¡Pero si Cristo dio su sangre por esto! Viene del cielo, gratis, la gracia
del Espíritu Santo. Es un don gratuito, el de la gracia del Espíritu Santo. Es una
felicidad, no estamos diciendo ningún moralismo, no estamos exigiendo nada. Es
la gracia, es vivir en Cristo. Ya sea que comáis, que bebáis, que durmáis… en
Cristo, con Cristo, somos cristianos y tenemos una misión maravillosa: mostrar
al mundo este amor, Cristo crucificado en nosotros.

Si Dios nos permite asociarnos a Él, nos asocia a Él en su pasión. Él nos


dice: “Ayúdame a salvar al mundo, no lo salvo yo solo, sino contigo”, la
cooperación, nos hace colaborar con Él, somos Cristo. Una hermana del camino
que está en cama... Cristo está en la cama con ella y sus sufrimientos tienen un
valor de redención. El ideal cristiano es algo bellísimo. A nadie le gusta sufrir,
pero lo bello es el amor de Cristo, el estar cerca de nosotros, su consuelo, que está
con nosotros y que nos ama, Cristo nos ama. Él dio su vida por mí, murió por mí,
murió por cada uno de nosotros...

Empezamos la Cuaresma. Estamos llamados a comenzar a mortificar en


nosotros lo que nos separe de Cristo: ofrecemos algo... Combatimos con las
armas de la Iglesia: el ayuno, la oración y la limosna. Son las tres armas que nos
ofrece la Iglesia para prepararnos a la Pascua de 2025. ¡Ojalá viniera Cristo en esta
Pascua! Imaginaos esta Iglesia: viene Cristo y todos somos arrebatados al cielo.
Porque la última generación no conocerá la muerte física, sino que arrebatados al

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cielo en el aire seremos transformados en él, en la luz… Dios ha mostrado a la
Iglesia que hay un camino de 40 días, que es el camino que ha hecho con su pueblo.
Cristo ha vivido este camino por nosotros ¿y con qué armas ha vencido al
demonio? Porque en la vida del cristiano hay tres tentaciones constantes.

La primera es la del sufrimiento del cuerpo: queremos estar bien a toda


costa, queremos dormir, comer bien y, sobre todo, no tener problemas... El pueblo
de Israel en el desierto murmuraba por el maná, querían comer carne, estaban
hartos, murmuraban contra Dios en el corazón, murmuraban, juzgaban … Dios
hacía mal las cosas, no estaban de acuerdo, recordaban las cosas buenas de Egipto
sin acordarse de que eran esclavos. Cuando murmuramos contra Dios, nos amamos
más a nosotros mismos, a nuestro cuerpo, que a Dios y, por eso, cuando sufrimos
en el cuerpo – por una enfermedad o una dificultad o simplemente porque
queremos dormir más – entramos en un combate.

¿Cómo podemos defendernos de esta trampa del demonio que siempre te


está diciendo: si Dios te ama, si eres hijo de Dios, ¿por qué este sufrimiento? Si
eres hijo de Dios, ¿por qué este problema? ¿Por qué permite este enfado de tu
mujer? Si Dios te ama, ¿por qué tu hijo no te obedece? Si Dios te ama, ¿por qué
esta dificultad? Si Dios es amor. Dice el talmud que si un hombre deja cuatro días
de escuchar la Palabra de Dios pone en peligro su salvación, porque en esos cuatro
días ocurren muchos hechos pequeños desagradables y cada pequeño hecho
desagradable el demonio te lo interpreta contra la fe. Pero la astucia del demonio
es no hacerse notar. Son los santos los que ven al demonio, no los paganos. Como
decía uno: “Padre, me tienta el demonio” y le dice el monje: “A ti, hijo mío, a ti
no te tienta el demonio”. “¿Cómo, Padre?”. “No, tú eres todo del mundo; te bastan
tus concupiscencias para tentarte. Te voy a decir a quién le tienta el demonio. El
demonio tienta a Moisés y a aquellos que, como Moisés, están llamados a salvar
al mundo de la esclavitud de Egipto y a llevarlo a la tierra prometida. Esos son
tentados por el demonio”. Nosotros... el demonio se arma contra nosotros.

Y así, ¿cómo podemos defendernos contra esto? El ayuno. Tal vez


ayunando de la televisión o de beber o de fumar o de algo que te gusta…
Mortificar, es decir, dar muerte a lo que en el cuerpo te separa de Cristo.
Necesitamos ayudarnos en la castidad, en la oración, en todo; ayudémonos unos a
otros a ser santos, porque de nosotros depende mucha gente.

¡Es Cuaresma! Estemos contentos: la oración por la mañana, dormir poco,


hermanos, esto cuesta; levantarse temprano, a oscuras, para ir a la comunidad.
Tenemos una misión sacerdotal. No rezamos los salmos para nosotros, somos el
cuerpo de Cristo, estamos rezando con Cristo por toda la humanidad, no solo los
monjes.

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¡Los salmos! Qué cosa tan maravillosa, no hay oración más existencial; es
la oración que Dios ha inspirado para ayudarnos. La oración con la que Dios quiere
ser invocado. Es el lenguaje que ha querido usar con nosotros; es un lenguaje
maravilloso, existencial, precioso. Es la respiración, el ritual de la vida de Cristo,
el ritual de santidad. El Salterio es el ritual escrito de la vida de Cristo.

Después de la oración de los salmos, quince minutos de oración silenciosa.


Hemos dicho que tenemos que rezar cada día quince minutos de oración silenciosa,
según lo que decía santa Teresa, que bastan quince minutos de oración verdadera
para ser santos. Muchos tal vez lleváis mucho tiempo sin hacerla, pero es necesario
obedecer, la obediencia es fundamental. Ojalá esta cuaresma nos ayude a estar en
silencio diciendo: “Señor Jesús, ten piedad de mí, que soy un pecador, ayúdame”
y durante todo el día te ayuda decir la oración de Jesús: “¡Señor Jesús, ten piedad
de mí! ¡Señor Jesús, ten piedad de mí!”.

Y por último la limosna, o sea, el dinero. El hombre que tiene la muerte


dentro, cuyo ser es él y no Cristo, necesita sostener su ser, y como las raíces del
ser están en el pecado, necesita sustentarlas en el dinero. Por eso se pone nervioso,
está todo el día pensando que no tiene dinero: ¿Qué vamos a comer? ¿Qué vamos
a beber? “No os angustiéis –dice Cristo en el Sermón de la Montaña– como hacen
los paganos”. Los paganos, es decir, los no cristianos, toda la vida están inquietos
por la falta de dinero, pero no así vosotros. Si ves, hermano, que de nuevo el
demonio te ha engañado; que otra vez eres un idólatra de ti mismo y que por eso
juzgas todo y a todos, entonces anímate, con el dinero no se juega. Cuando veáis
que el dinero os ha robado otra vez el corazón, vended vuestros bienes y dádselo a
los pobres. Liberad vuestro corazón en Cristo: no tengáis miedo. Dice la Iglesia
que la limosna no son unas pocas monedas.

En esta cuaresma os invitamos a hacer una colecta por comunidades para la


convivencia de obispos que haremos la semana in albis en Israel. Hay más de 200
obispos; veremos cómo nos ayuda el Señor. Hay obispos nuevos y otros de diócesis
donde todavía no hay Camino. Será un evento muy importante y por eso os
pedimos ayuda.

Para concluir, os recuerdo que estamos en el año jubilar. Os hemos dicho


que paséis una Puerta Santa con la comunidad, con la parroquia. También os hemos
invitamos a salir de Traditio una vez al mes. Reunirse en la parroquia, hacer las
vísperas o un evangelio y partir de dos en dos para llevar una palabra de esperanza.
Lo importante es la certeza y la alegría del inmenso bien que se hace. La gente no
tiene oportunidad de ver un testimonio de fe. La Palabra de Dios, el kerygma, tiene
el poder de crear un cuerpo interno; aunque te parezca que no te escuchen: tú les
anuncias que en Jesucristo puede encontrar verdaderamente la salvación, en el
sentido de que dándole los pecados a Él, Él nos perdona los pecados y nos da un
espíritu nuevo. Llevar el kerygma, anunciar que Dios conoce su sufrimiento, que

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para eso ha enviado a su Hijo que está lleno de amor por cada uno. Es maravilloso
si logramos estar convencidos de la eficacia del bien que hace, pero este bien va
más allá de nuestra palabra, porque es un misterio la respuesta del hombre ante el
anuncio del amor de Dios, ya que está en juego su libertad. Pero Dios a las personas
las ha elegido Él; les anuncias el kerygma y que crean o no crean depende de ellos.
Dios quiere dar esta oportunidad a muchísimas personas de encontrarse con
Jesucristo.

El Papa Francisco ha querido dedicar este jubileo a la esperanza. Me


gustaría reforzar en todos vosotros el don de la esperanza, que es un don
sobrenatural. Cristo ha vencido a la muerte, llevamos una noticia. ¡Estad
contentos! No os angustiéis por nada. El don de la esperanza. Tenemos una noticia
que anunciar en serio. Si realmente crees que encontrar a Cristo transforma la vida,
¿cómo no llevárselo a los demás? ¡Ánimo! (Aplausos)

Hacemos un canto, ¡ánimo, hermanos!

- Canto: Caritas Christi, urget nos.

Rezamos antes de irnos, rezamos y os deseo a todos una buena Cuaresma y


una buena Pascua, por ahora Cuaresma. Os invito a rezar. Si alguien siente hacer
una oración, aprovechemos que somos muchos y la oración tiene más fuerza para
entrar en el cielo.

Oremos.
Te pedimos por el Papa, que está en el hospital. Cúralo pronto, Señor, que
regrese con nosotros curado. Te rogamos por estas comunidades, por todos
nosotros. Ten piedad de nosotros Señor, quédate dentro de nosotros y
ayúdanos, danos fuerza para hacer tu voluntad, por Cristo nuestro Señor.

- Oraciones de algunos hermanos.

- Padre nuestro

ASCENSIÓN:

Quería decir una cosa más: recordar que ya podemos ir a Israel, que no
tengáis miedo, que animéis a los hermanos. Todos los que han ido este mes han
estado contentísimos, está todo vacío. Así que no tengáis miedo, animad a los
hermanos.

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Animad también a los sacerdotes a ir al “Año de inmersión”, a un año de
estudio en Tierra Santa en los santos lugares. Todavía hay tiempo para que los
presbíteros pidan la posibilidad de ir durante un año. Animamos a los presbíteros.

Nuevamente os invito a hacer la colecta para apoyar la convivencia de los


obispos en la Domus en la semana de Pascua.

KIKO:

P. Mario, danos la bendición de una feliz Cuaresma. ¡Ánimo, Mario, que la


vida son dos días!

P. MARIO:

En el mes de marzo tenemos la festividad de San José y de la Anunciación


de la Virgen: os doy la bendición por su intercesión.

- Bendición

KIKO:

Acordaos de nosotros, que somos vuestros catequistas, pecadores, pobres.


Necesitamos vuestro apoyo y vuestras oraciones. ¡Ánimo!

- Canto: Salve Regina

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