Los textos y las funciones del lenguaje
Los textos, en tanto unidades comunicativas, manifiestan las diferentes intenciones del
emisor: buscan informar, convencer, seducir, entretener, sugerir estados de ánimo, etc. En
correspondencia con estas intenciones es posible categorizar los textos teniendo en cuenta la
función del lenguaje que predomina en ellos.
Los textos nunca se construyen en torno a una única función del lenguaje, siempre
manifiestan todas las funciones, pero privilegian una. Por eso hablamos de función
predominante.
De las funciones enunciadas por Jakobson en sus trabajos acerca de la comunicación
(Glosario, primera parte), hemos tomado únicamente aquellas que consideramos pertinentes
para nuestro propósito: informativa, literaria, apelativa y expresiva.
1. Función informativa
Una de las funciones más importantes que cumplen los textos usados en el entorno escolar
es la función de informar, la de hacer conocer el mundo real, posible o imaginado al cual se
refiere el
texto, con un lenguaje conciso y transparente. El lenguaje no aparece como una barrera que
deba ser superada, sino que conduce al lector en la forma más directa posible a identificar
y/o caracterizar las distintas personas, sucesos o hechos que constituyen el referente (de allí
la denominación de función referencial con que aparece en Jakobson).
2. Función literaria
Los textos con predominio de la función literaria del lenguaje tienen una intencionalidad
estética. Su autor emplea todos los re- cursos que ofrece la lengua, con la mayor libertad y
originalidad, para crear belleza. Recurre a todas las potencialidades del sistema lingüístico
para producir un mensaje artístico, una obra de arte. Emplea un lenguaje figurado, opaco. El
"cómo se dice" pasa a primer plano, relegando al "qué se dice", que es fundamental cuando
predomina la función informativa. El lenguaje se establece como una cortina que debe ser
descorrida para aprehender el referente al cual alude. La interpretación del texto literario
obliga al lector a desentrañar el alcance y la significación de los distintos re- cursos usados
(símbolos, metáforas, comparaciones, valor de las imágenes, etcétera) y su incidencia en la
funcionalidad estética del texto.
3. Función apelativa
Los textos que privilegian la función apelativa del lenguaje intentan modificar
comportamientos. Pueden incluir desde las órdenes más contundentes hasta las fórmulas de
cortesía y los recursos de seducción más sutiles para llevar al receptor a aceptar lo que el
autor le propone, a actuar de una determinada manera, a admitir como verdaderas sus
premisas.
4. Función expresiva
Los textos en los cuales predomina la función expresiva del lenguaje manifiestan la
subjetividad del emisor, sus estados de ánimo, sus afectos, sus emociones.
En estos textos se advierte una marcada tendencia a incluir palabras teñidas con matices
afectivos y valorativos.
Ciertos textos literarios como, por ejemplo, los poemas líricos, también manifiestan la
subjetividad del autor, pero la diferencia radica fundamentalmente en la intencionalidad
estética: estos tex- tos literarios al expresar la subjetividad del emisor se ajustan a los patrones
establecidos por la estética para crear belleza, razón por la cual los definimos como literarios
y no como expresivos.
La trama de los textos
Observamos, anteriormente, que un criterio adecuado para clasificar los textos es el referente
a las funciones del lenguaje. En efecto, de acuerdo con la función predominante, estaríamos
habilitados para hablar, en general, de textos informativos, textos literarios, textos apelativos,
textos expresivos. Ubicaríamos, entonces, en la categoría de textos informativos a diferentes
tipos de texto, como las noticias de un diario, los relatos históricos, las monografías sobre
diversos temas, los artículos editoriales, las notas de enciclopedias, etc., que buscan,
prioritariamente, transmitir informaciones. Caracterizaríamos como textos literarios a todas
aquellas variedades textuales (cuentos, leyendas, mitos, novelas, poemas, obras de teatro,
etc.) que se ajustan, en su construcción, a determinados patrones estéticos. Entre los
apelativos incluiríamos las distintas clases de texto que se proponen modificar los
comportamientos del lector, desde las recetas de cocina o los manuales de instrucciones, que
organizan ciertos quehaceres o actividades, hasta los avisos publicitarios, que buscan crear
en los consumido- res la acuciante necesidad de adquirir determinado producto para poder
satisfacerla. Y, por último, categorizaríamos como expresivos a todos aquellos textos que
manifiestan la subjetividad del autor: cartas amistosas, declaraciones de amor, diarios
íntimos, etcétera.
Lo que acabamos de expresar nos permite advertir que, si clasificamos los textos únicamente
en razón de la función del lengua- je que predomina en cada uno de ellos, no podemos
distinguir ni caracterizar convenientemente las diversas variedades de textos informativos,
literarios, apelativos y expresivos que circulan en la
sociedad. Una clasificación basada solamente en las funciones, además de ser excesivamente
reduccionista desde una perspectiva teórica, es poco operativa para trabajar los textos en el
marco de una enseñanza de la lengua tendiente a mejorar la competencia comunicativa.
¿Qué es lo que nos permite distinguir una noticia de un artículo de opinión; un relato histórico
de una monografía, si todos ellos informan? ¿Qué es lo que diferencia un cuento de una obra
de tea- tro si ambos textos comparten la función literaria? ¿Cuáles son los rasgos textuales
que caracterizan las recetas permitiéndonos distinguirlas de los avisos publicitarios? ¿En qué
se diferencia una carta de un diario íntimo? Es evidente que no podemos usar como. criterio
la variedad de contenidos porque en ese caso tendríamos infinitas clases de textos; pero, sin
embargo, el modo en que están presentados estos contenidos nos puede ayudar a establecer
distintas clases dentro de las categorías determinadas por la función. Pues, si bien es obvio
que existen diferencias altamente significativas entre los textos mencionados, también lo es
el hecho de que algunas de estas diferencias se relacionan con la forma, con el modo de
presentar los contenidos: algunos textos narran acontecimientos y otros los comentan,
explican y discuten; algunos presentan los hechos en su desarrollo temporal; otros, en
cambio, describen, especifican, caracterizan y, a su vez, existen otros que transcriben
directamente los intercambios lingüísticos, los diálogos de los participantes en la situación
comunicativa creada por el texto. Podemos sostener, entonces, que los textos se configuran
de distintas maneras para manifestar las mismas funciones del lenguaje o los mismos
contenidos. Y, en concordancia con las raíces etimológicas de la palabra texto (texto proviene
del latín textum, tejido, tela, entramado, entrelazado), aceptemos que otro criterio de
clasificación adecuado, para cruzar con el de las funciones, podría ser el referido a las
distintas maneras de entrelazar los hilos, de entramar, de tejer, es decir, a los diversos modos
de estructurar los distintos recursos de la lengua para vehiculizar las funciones del lengua je.
Nosotras adoptamos este criterio y convinimos en llamar trama -únicamente para los
propósitos de este trabajo a las diversas
estructuraciones, a las diferentes configuraciones de los textos. Imaginemos un tapiz en cuyo
tejido se destacan nudos, colores diversos, hilos que se entrecruzan de distintas maneras, para
con- figurar un paisaje de la Puna, un templo a través del cual llegamos a la civilización de
los mayas, un rincón de San Telmo. El texto es el tapiz: combina distintos recursos de la
lengua, combina distintas clases de oraciones, selecciona clases de palabras, privilegia
determinadas relaciones sintácticas, etc., para transmitir distintas intencionalidades.
Estos tejidos, estas tramas son la narrativa, la argumentativa, la descriptiva y la
conversacional.
Los textos en los cuales predomina la trama narrativa presen- tan hechos o acciones en una
secuencia temporal y causal. El interés radica en la acción y, a través de ella, adquieren
importancia los personajes que la realizan y el marco en el cual esta acción se lleva a cabo.
La ordenación temporal de los hechos y la relación causa-consecuencia hacen que el tiempo
y el aspecto de los verbos adquieran un rol fundamental en la organización de los textos
narrativos. También es importante la distinción entre el autor y el narrador, es decir, la voz
que relata dentro del texto; el punto de vista narrativo (narración en primera o tercera
persona), y la predicación.
Los textos con trama argumentativa comentan, explican, de- muestran o confrontan ideas,
conocimientos, opiniones, creencias o valoraciones. Por lo general, se organizan en tres
partes: una introducción en la que se presenta el tema, la problemática o se fija una posición;
un desarrollo, a través del cual se encadenan informaciones mediante el empleo, en
estructuras subordinadas, de los conectores lingüísticos requeridos por los diferentes
esquemas lógicos (causa/efecto, antecedente/consecuencia, tesis/antítesis, etc.); o
cognoscitivos (análisis, síntesis, analogía, etc.); y una conclusión. Los conectores y los
presupuestos son de fundamental importancia en esta trama.
Consideramos como textos de trama descriptiva, a todos aquellos que presentan,
preferentemente, las especificaciones y caracterizaciones de objetos, personas o procesos a
través de una selección de sus rasgos distintivos. Predominan en ellos las estructuras
yuxtapuestas y coordinadas que permiten aprehender el objeto descripto como un todo, en
una simultaneidad de impresiones. Los sustantivos y los adjetivos adquieren relevancia en
estos tex- tos, ya que los sustantivos mencionan y clasifican los objetos de la realidad y los
adjetivos permiten completar la información del sustantivo añadiéndole características
distintivas o matices diferenciales.
En la trama conversacional aparece, en estilo directo, la interacción lingüística que se
establece entre los distintos participantes de una situación comunicativa, quienes deben
ajustarse a un turno de palabra. La conversación avanza con los cambios de turno. Las formas
pronominales adquieren relevancia en esta trama.