Conferencia Episcopado
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MIÉRCOLES DE CENIZA
S U B S I D I O L I T Ú R G I C O - PA S T O R A L
Meménto, homo, quia pulvis est, et in púlverem revertéris
Conferencia del Episcopado Mexicano
Comisión Episcopal para la Pastoral Litúrgica
MIÉRCOLES DE CENIZA
S U B S I D I O L I T Ú R G I C O - PA S T O R A L
Contenido
I. Carta de presentación de Mons. Víctor Sánchez Espinosa
Presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Litúrgica.
I . P R E S E N TA C I Ó N
El tiempo de la cuaresma es un camino que nos conduce a la gran fiesta de Cristo y de la Iglesia que
es la Pascua. La cuaresma, por lo tanto, prepara a los catecúmenos haciéndolos pasar por los diversos
grados de la iniciación cristiana, como a los fieles que recuerdan el bautismo y hacen penitencia.
Este camino cuaresmal inicia con el gesto externo y visible de la ceniza, pero además es un tiempo de
escucha de la palabra de Dios que nos invita a la conversión, es un tiempo de más vida sacramental y
además es un tiempo de obras penitenciales externas: como el ayuno, la oración y la limosna.
Esperamos que este subsidio litúrgico-pastoral nos ayude a seguir fomentando en nuestras comunidades
la belleza de la celebración litúrgica, y que nos lleve a la construcción de una sociedad más humana y
fraterna.
I I . M E N S A J E PA R A L A C U A R E S M A 2 0 2 5 D E L PA PA F R A N C I S C O
Caminemos juntos en la esperanza
Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza, iniciamos la peregrinación anual de la santa cuaresma,
en la fe y en la esperanza. La Iglesia, madre y maestra, nos invita a preparar nuestros corazones y a abrirnos a
la gracia de Dios para poder celebrar con gran alegría el triunfo pascual de Cristo, el Señor, sobre el pecado
y la muerte, como exclamaba san Pablo: «La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria?
¿Dónde está tu aguijón?» (1 Co 15,54-55). Jesucristo, muerto y resucitado es, en efecto, el centro de
nuestra fe y el garante de nuestra esperanza en la gran promesa del Padre: la vida eterna, que ya realizó
en Él, su Hijo amado (cf. Jn 10,28; 17,3)1.
En esta cuaresma, enriquecida por la gracia del Año jubilar, deseo ofrecerles algunas reflexiones sobre lo
que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia
de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria.
Antes que nada, caminar. El lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, evoca el largo viaje del pueblo
de Israel hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo; el difícil camino desde la esclavitud a la
libertad, querido y guiado por el Señor, que ama a su pueblo y siempre le permanece fiel. No podemos
recordar el éxodo bíblico sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de
miseria y de violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos. Surge aquí una primera
llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo
me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con
miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las
situaciones de pecado y falta de dignidad? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad
concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide,
para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante.
En segundo lugar, hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales2.
Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos
impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos
en nosotros mismos3. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común
de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin
albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma
dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia.
En esta cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los
lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con
los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos
solamente de nuestras necesidades. Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos
como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de
acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si
hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos4. Esta es una segunda llamada:
la conversión a la sinodalidad.
En tercer lugar, recorramos este camino juntos en la esperanza de una promesa. La esperanza que no
defrauda (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo5, sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal
hacia la victoria pascual. Como nos enseñó el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Spe salvi, «el ser
humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: “Ni muerte, ni vida, ni
ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna
podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” ( Rm 8,38-39)»6. Jesús,
nuestro amor y nuestra esperanza, ha resucitado7, y vive y reina glorioso. La muerte ha sido transformada
en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo.
Esta es, por tanto, la tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en
su gran promesa, la vida eterna. Debemos preguntarnos: ¿poseo la convicción de que Dios perdona mis
pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios
para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia
y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de
manera que nadie quede atrás?
Hermanas y hermanos, gracias al amor de Dios en Jesucristo estamos protegidos por la esperanza que no
defrauda (cf. Rm 5,5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme8. En ella la Iglesia suplica para
que «todos se salven» (1 Tm 2,4) y espera estar un día en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo. Así
se expresaba santa Teresa de Jesús: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con
cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo»
( Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3)9.
Que la Virgen María, Madre de la Esperanza, interceda por nosotros y nos acompañe en el camino
cuaresmal.
Roma, San Juan de Letrán, 6 de febrero de 2025, memoria de los santos Pablo Miki y compañeros,
mártires.
FRANCISCO
4 Cf. ibíd.
5 Cf. Bula Spes non confundit, 1.
6 Carta enc. Spe salvi (30 noviembre 2007), 26.
7 Cf. Secuencia del Domingo de Pascua.
8 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1820.
9 Ibíd., 1821.
Catequesis sobre el « M i é r c o l e s d e c e n i z a »
I I I . C AT E Q U E S I S S O B R E E L
«MIÉRCOLES DE CENIZA»
I. ORIGEN
10. Cf. MANUEL GARRIDO BONAÑO, O.S.B., Año litúrgico patrístico (2) Cuaresma,
Fundación GRATIS DATE, Pamplona, 2002, 3-5.
Catequesis sobre el « M i é r c o l e s d e c e n i z a »
a. la apertura a los demás: con la obra clásica cuaresmal de la limosna, que es ante todo caridad,
comprensión, amabilidad, perdón, aunque también limosna a los más necesitados de cerca o
de lejos,
b. la apertura a Dios, que es escucha de la Palabra, oración personal y familiar, participación más
activa y frecuente en la Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación,
Las recomendación más importante de la Palabra de Dios de este día, es que no hagamos esto sólo para que
nos vean, para quedar bien con los demás o para recibir aplausos. Hagámoslo por convicción personal.
III. LA CENIZA
Entre los signos característicos y los gestos simbólicos con que expresamos el camino de la Cuaresma
hacia la Pascua (el ayuno, el color morado, el silencio del aleluya, el viacrucis...) la imposición de ceniza el
miércoles que inicia la Cuaresma es uno de los más representativos y elocuentes, al mismo tiempo, es uno de
los que más ha calado en la comunidad cristiana.
Como mencionamos en la primera parte, en los primeros siglos se expresó con este gesto el camino
cuaresmal de los “penitentes”, o sea, del grupo de pecadores que querían recibir la reconciliación al
final de la Cuaresma, el Jueves Santo, a las puertas de la Pascua. Vestidos con hábito penitencial y con
la ceniza que ellos mismos se imponían en la cabeza, se presentaban ante la comunidad y expresaban
así su voluntad de conversión.
Fue hacia el siglo XI cuando, desaparecida ya la institución de los penitentes como grupo, se vio que el
gesto de la ceniza era bueno para todos, y así se empezó a realizar este rito al principio de la Cuaresma
para todos los cristianos. Toda la comunidad se reconocía así pecadora, y se veía ayudada por este gesto
en su actitud de conversión cuaresmal-pascual.
En la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II se reorganizó el rito de la imposición de la ceniza de un modo
más expresivo y pedagógico.
Catequesis sobre el « M i é r c o l e s d e c e n i z a »
Se ha conservado en esta reforma la fórmula clásica de la imposición: «Recuerda que eres polvo y al polvo
has de volver» (Meménto, homo, quia pulvis est, et in púlverem revertéris), pero se le ha añadido otra:
«Conviértete y cree en el Evangelio» (Pænitémini, et crédite Evangélio) La primera está inspirada en Gn
3, 19. La segunda, en Mc 1, 15. Ambas se complementan: una recuerda la caducidad humana, simbolizada
en el polvo y la ceniza, y la otra apunta a la actitud interior de conversión a Cristo y a su Evangelio, la
actitud propia de la Cuaresma.
Tomemos las dos fórmulas que se pronuncian para la imposición de la ceniza, para que, a la luz de la
Palabra de Dios y de la eucología (oraciones de la Misa propia) podamos comprender el significado y la
importancia de este gesto para nuestro camino cuaresmal-pascual.
El primer sentido que nos puede recordar la ceniza es nuestra condición débil y caduca. La ceniza nos
recuerda lo que queda de la quema o de la corrupción de las cosas y de las personas, en nuestro tiempo
es una práctica generalizada la incineración de los difuntos.
El símbolo ya viene empleado en la primera página de la Biblia, cuando se nos cuenta que «Dios formó al
hombre con polvo de la tierra» (Gn 2, 7). Eso es lo que significa el nombre de “Adán”. Y se le recuerda en
seguida que ése es precisamente su fin: «hasta que vuelvas a la tierra de la que fuiste sacado» (Gn 3, 19).
El polvo de la tierra es el origen y el destino del hombre, en lenguaje metafórico y a la vez muy realista.
Esto nos llena a todos de humildad (“humildad” viene de humus, “tierra”): «los humanos no son más
que tierra y ceniza» (Eclo 17, 32), «todos van al mismo lugar; todos vienen del polvo y todos vuelven
al polvo» (Ecl 3, 20), «si les quitas su aliento, mueren y vuelven al polvo» (Sal 104, 29).
Abraham, al hablar y suplicar a Dios por los habitantes de Sodoma y Gomorra, se siente humilde: «Mira,
me atrevo a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza» (Gn 18, 27).
Nos hace bien recordar, al menos una vez al año, y precisamente al comienzo de Cuaresma, que somos
polvo y en polvo nos vamos a convertir.
El que la ceniza que se nos impone se obtenga al quemar las palmas usadas
en la celebración del Domingo de Ramos del año anterior —costumbre
introducida hacia el siglo XII— quiere ser también un recordatorio
pedagógico: lo que fue signo de victoria y de vida, ramas de laurel, se ha
convertido pronto en ceniza. Es un ejercicio de humildad que se demuestra
muy sano hasta psicológicamente. No en clave de angustia, pero sí de
seriedad. «Recuerda que eres polvo y al polvo has de volver»
Las malas noticias (la muerte de Elí, la de Saúl) las traen mensajeros
con vestidos rotos y cubierta de polvo la cabeza (1Sm 4, 12; 2Sm 1,
2); las calamidades se afrontan con el mismo gesto: «Cuando Mardoqueo se
dio cuenta de todo lo que había pasado [la amenaza contra su pueblo] rasgó
sus vestidos, se vistió con ropa de penitencia, se cubrió de ceniza y salió por
el centro de la ciudad clamando y lamentándose con amargura» (Est 4,
1); «Josué rasgó sus vestiduras y cayó rostro en tierra… tanto él como los
ancianos de Israel echaron cenizas sobre sus cabezas» (Jos 7, 6). Israel llora
su mal en saco y ceniza: «¡Pueblo mío, vístete de penitencia, revuélcate en la
ceniza!» (Jr 6, 26). La penitencia se manifiesta así: «Por eso me retracto y me
arrepiento sobre el polvo y la ceniza» (Job 42, 6). El ejemplo típico es el de
Nínive ante la predicación de Jonás: «Todos los ninivitas, grandes y chicos,
Catequesis sobre el « M i é r c o l e s d e c e n i z a »
A través de la Cruz, Cristo fue exaltado a la Vida definitiva. A través de la Cruz, el cristiano es también
incorporado a la corriente de vida pascual de Cristo. Por eso Pablo nos anuncia que «ahora es el tiempo
favorable; ahora es el día de la salvación» (segunda lectura).
a. Toda la celebración debe estar orientada a lo principal: iniciar la Cuaresma con actitud interior de
conversión a Cristo y a su Pascua. Con toda la totalidad de “éxodo”, de “desierto”, de “subida a
Jerusalén”, para pasar con Cristo del hombre viejo al nuevo.
c. El gesto de la ceniza, se realiza después de la homilía. Se debe hacer con autenticidad, no es necesario
que se imponga la ceniza en la frente y en forma de cruz.
d. También el sacerdote que preside, es bueno que se imponga a sí mismo la ceniza, antes que a los
fieles. O, mejor aún, que alguno de estos fieles (puede ser un ministro) se la imponga: él es el primero
que debe dar ejemplo de que, como signo visible de Cristo en la comunidad, se incorpora a su camino
de Pascua.
e. Las dos fórmulas de imposición podrían decirse alternativamente, de modo que cada fiel escuche las
dos: con una es invitado a considerar su fragilidad humana, y con la otra a convertirse al evangelio de
Cristo, que es la actitud interior más importante.
f. La ceniza se hace con los ramos de olivo o de otros árboles, bendecidos el Domingo de Ramos del
año anterior . En algunos lugares, no se han conformado con recibir las cenizas, sino que la han
“hecho” ellos mismos, quemando las ramas o palmas, con toda la visualidad comunicativa que este
gesto puede tener, como parte de una catequesis previa al Miércoles de Ceniza.
g. El día más adecuado es el primero de Cuaresma, el Miércoles de Ceniza. Pero tal vez en algunas
comunidades parroquiales no sea un día muy propicio para muchos fieles.
h. También, se puede hacer el gesto de la imposición de ceniza fuera de la Eucaristía, sobre todo en las
comunidades que no tienen sacerdote, pero siempre precedida por una liturgia de la Palabra.12
I V. O R I E N TA C I O N E S L I T Ú R G I C O - PA S T O R A L E S
(Extractos)
Cuaresma
109. Puesto que el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la palabra
de Dios y a la oración, para que celebran el misterio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la
preparación del bautismo y mediante la penitencia, dése particular relieve en la Liturgia y en la catequesis
litúrgica al doble carácter de dicho tiempo. Por consiguiente:
a. Usense con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la Liturgia cuaresmal y, según
las circunstancias, restáurense ciertos elementos de la tradición anterior.
b. Dígase lo mismo de los elementos penitenciales. Y en cuanto a la catequesis, incúlquese a los fieles,
junto con las consecuencias sociales del pecado, la naturaleza propia de la penitencia, que lo detesta
en cuanto es ofensa de Dios; no se olvide tampoco la participación de la Iglesia en la acción penitencial
y encarézcase la oración por los pecadores.
110. La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social.
Foméntese la práctica penitencia de acuerdo con las posibilidades de nuestro tiempo y de los diversos
paises y condiciones de los fieles y recomiéndese por parte de las autoridades de que se habla en el artículo
22.
Sin embargo, téngase como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas partes el Viernes de la
Pasión y Muerte del Señor y aun extenderse, según las circunstancias, al Sábado Santo, para que de este
modo se llegue al gozo del Domingo de Resurrección con ánimo elevado y entusiasta.
28. El tiempo de Cuaresma va desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la Cena del Señor exclusive.
29. En el miércoles de Ceniza al comienzo de Cuaresma, que en todas partes es tenido como día de ayuno,
se imponen las cenizas.
30. Los domingos de este tiempo reciben el nombre de domingo I, II, III, IV, V de Cuaresma. El domingo
sexto, en que comienza la Semana Santa, es llamado domingo de Ramos en la Pasión del Señor.
31. La Semana Santa tiene la finalidad de recordar la Pasión de Cristo desde su entrada mesiánica en
Jerusalén.
El Jueves Santo por la mañana, el Obispo, que concelebra la Misa con sus presbíteros, bendice los santos
óleos y consagra el crisma.
1. Celebraciones estacionales
El Miércoles de Ceniza y los domingos de Cuaresma, al final de la Misa, antes de la bendición final, se
dice obligatoriamente la oración sobre el pueblo, que se propone para cada día; en cambio, para los días
feriales, si parece oportuno, es conveniente decirla.
El rito es el siguiente:
En los ritos de conclusión, el celebrante saluda, diciendo: El Señor esté con ustedes.
Luego, con las manos extendidas sobre el pueblo, dice la oración sobre el pueblo.
Inmediatamente agrega:
Se despide a la asamblea.
Orientaciones litúrgico-pastorales (extractos)
El “Aleluya” no se entona todo el Tiempo de Cuaresma en ninguna celebración; para la aclamación antes
del Evangelio se utilizará durante toda la Cuaresma “Honor y gloria a ti, Señor Jesús”
4. Memorias
Todas las memorias durante el Tiempo de Cuaresma son opcionales y se celebran a modo de conmemoración:
se toma la oración colecta de la memoria, el resto de las oraciones se toma del día litúrgico de Cuaresma. El
prefacio es propio de Cuaresma.
5. Adorno de la iglesia
En este Tiempo se prohíbe adornar la iglesia con flores. Sin embargo, se exceptúan el domingo Lætare (IV
de Cuaresma) y las solemnidades y fiestas (cfr. IGMR 305).
6. Música
En este Tiempo los instrumentos musicales se permiten sólo para acompañar el canto. Sin embargo, se
exceptúan el domingo Lætare (IV de Cuaresma) y las solemnidades y fiestas (cfr. IGMR 313).
B. Credo
Durante este Tiempo, que tiene un claro talante de renovación bautismal, es conveniente que para la
profesión de fe, en lugar del símbolo niceno-constantinopolitano, se utilice el símbolo llamado “de los
Apóstoles”, el cual es también el símbolo de la fe bautismal.
Días de ayuno: Miércoles de Ceniza y Viernes Santo (Constitución apostólica Paenitemini II, §§ 1, 2 y 3).
Días de abstinencia: Miércoles de Ceniza y Viernes Santo, viernes de Cuaresma (Constitución apostólica
Paenitemini III, § 1).
La ley del ayuno: Obliga a hacer una única comida durante la jorna- da, pudiendo tomar un poco de
alimento en la mañana y al atardecer, absteniéndose (Constitución apostólica Paenitemini III, § 2).
La ley de la abstinencia: Prohíbe el consumo de carne (de animales que tienen la capacidad de regular su
temperatura corporal –animales de “sangre caliente”–: res, cerdo, carnero…, pollo y aves…), así como de
comidas y bebidas que prudentemente se consideran particularmente costosas o apetecibles (Constitución
apostólica Paenitemini III, § 1, VI, § 1). A este propósito, la Conferencia del Episcopado Mexicano ha
manifestado:
“Conscientes de la situación de pobreza en que viven muchos sectores de fieles, y dado que nuestra cultura
admite otros signos más adecuados de penitencia, disponemos: Que se pueda suplir la abstinencia de
carne, hecha excepción del Miércoles de Ceniza y Viernes Santo: por la abstinencia de aquellos alimentos
que para cada uno signifiquen especial agrado, sea por la materia o por el modo de su confección; o
por una especial obra de caridad; o por una especial obra de piedad; por otro significativo sacrificio
voluntario”.
Orientaciones litúrgico-pastorales (extractos)
Ayuno: Obliga a todos los que han cumplido 18 años hasta los 59 cumplidos.
Abstinencia: Todos los que han cumplido 14 años. La ancianidad, por sí sola, no exime de esta ley de
abstinencia.
D. Miércoles de ceniza
Imposición de la ceniza
La reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II –según el espíritu que la guió– evitó entrar
en los detalles acerca de la modalidad del gesto de la ceniza, dejando gran apertura a la elección y
la oportunidad de una u otra forma. Sólo el Ceremonial de los Obispos parece suponer, al menos para el
clero, que la ceniza se imponga sobre la cabeza de quienes la recibían en la zona de la tonsura (cfr.
Ceremonial de los Obispos, n. 257).No obstante, es importante recordar que la ceniza no es un signo para
“mostrar”, para que “lo vea la gente”; se trata más bien de que “no sepa tu mano izquierda lo que hace la
derecha”, de manera que “entres en tu cuarto, cierres la puerta, donde está tu Padre, en lo secreto, y Él,
que ve lo secreto, te recompensará” (cfr. Mt 6, 1-18).
Por lo tanto, la ceniza será conveniente imponerla de preferencia en la cabeza, pero nada impide que se
imponga en la frente. Normalmente se hace trazando con el pulgar una cruz mientras se dice: “Arrepiéntete
y cree en el Evangelio” o “Recuerda que polvo eres y al polvo has de volver”.
Lo que se debe evitar es el uso de sellos o cualquier otro dispositivo en este sentido, pues se falsea el
signo para volverlo algo simplemente estético para ser mostrado y lucido.
Celebración Eucarística
V. C E L E B R A C I Ó N E U C A R Í S T I C A
Moniciones
Monición inicial
¡Sean todos bienvenidos! Este miércoles de Ceniza, iniciamos la cuaresma, el camino hacia la Pascua donde
celebraremos el Triduo Pascual, pasión, muerte y resurrección de Cristo Jesús.
Como Iglesia penitente estamos invitados a concientizarnos de nuestro ser pecadores, pero acogidos, amados
y reconciliados por Dios, nuestro Padre Misericordioso.
Que durante este tiempo intensifiquemos el ayuno, la oración y seamos caritativos con las personas con
quienes convivimos cotidianamente, en la familia, en el trabajo, en la escuela.
Que la ceniza en la frente o en la cabeza sea el signo de aceptar libremente esta invitación “conviértete
y cree en el Evangelio”, con gozo emprendamos el camino de regresar a la casa del Padre, reconciliados
con Dios, con nosotros mismos y con nuestro prójimo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Iniciamos la Liturgia de la Palabra, donde escuchamos a Dios que nos habla y cada uno de nosotros ha de
responder y corresponder a su amor. Hoy somos invitados a regresar a Dios. ¿Cómo hemos de hacerlo?
¿Con qué actitud deseo emprender este camino? ¿Qué debo hacer para no echar su gracia en saco roto?
Escuchemos atentamente.
Lecturas
Presidente: Como Iglesia penitente, pidamos a Dios nuestro Padre, que escuche nuestras oraciones. Oremos
diciendo:
1. Por el papa Francisco, los obispos y sacerdotes, para que prediquen con valentía el Evangelio
y nos impulsen a vivir este tiempo de la cuaresma, escuchando la palabra de Dios y celebrando
el sacramento de la reconciliación. Oremos. R.
2. Por todos los que tienen responsabilidades políticas, educativas y sociales para que sepan
proyectar y construir el progreso de las naciones, que valoren la cultura, que protejan y
promuevan la vida de en todas sus etapas. Oremos. R.
3. Por la paz en el mundo, para que todos nos comprometamos a erradicar de nosotros el odio y la
venganza, que seamos artesanos de paz en nuestra nación. Oremos. R.
4. Por los migrantes, que luchan por un futuro mejor para sus familias, para que encuentren siempre
una mano que les ayuda a salir adelante. Oremos. R.
5. Por los enfermos y los que sufren, para que experimenten que la comunidad ora y lucha contra
el mal y se encamina en la esperanza hacia la victoria pascual. Oremos. R.
6. Por todos los bautizados para que estos días de penitencia escuchemos con docilidad la voz del
Señor y demos fruto de verdadera conversión. Oremos. R.
Presidente: Padre misericordioso, escucha las oraciones de tu pueblo, perdona sus pecados y unidos
caminemos hacia la gran fiesta de la Pascua. Por Jesucristo nuestro Señor.
Presidente: Al iniciar la Cuaresma, pidamos a Dios Padre, que escuche las oraciones de su pueblo
penitente, diciendo:
1. Por el papa Francisco, los Obispos, Sacerdotes y diáconos, para que con amor y valentía sigan
anunciando y defendiendo los valores del Evangelio. Oremos. R
2. Por los gobernantes, para que trabajen por la paz, la fraternidad, la justicia y el progreso de todos
los pueblos. Oremos. R
3. Por los perseguidos a causa de la justicia, para que su participación en la cruz de Cristo sea pren-
da de triunfo y de paz. Oremos. R
4. Por los pecadores e indiferentes, para que se conviertan del camino equivocado, y en este tiempo
de gracia, se encuentren con Dios Padre misericordioso. Oremos. R
5. Por los misioneros que se preparan a compartir y celebrar la fe en esta pascua anual, para que
experimenten el gozo de ejercer su ser sacerdote, profeta y rey recibido en el bautismo. Oremos. R
6. Por nuestra comunidad parroquial, para que una a la oración el dinamismo de la caridad y
ayudemos a los más vulnerables, a los que carecen de los necesario para vivir. Oremos. R
Presidente: Dios todopoderoso y eterno escucha a tu Iglesia en oración y condúcela en este tiempo
cuaresmal, para que pueda celebrar dignamente la Pascua. Por Jesucristo nuestro Señor.
Rito de imposición de ceniza presidida por un ministro laico
La bendición e imposición de la ceniza puede hacerse también sin Misa. Sin embargo, es importante que la imposición de la
ceniza se celebre dentro de una liturgia de la Palabra.
La estructura de la celebración es la siguiente: canto de ingreso, oración colecta de la Misa del día, lecturas de la Misa del día
(al menos alguna de las lecturas, de preferencia el Evangelio); homilía o reflexión; imposición de la ceniza; plegaria litánica;
Padrenuestro; oración sobre el pueblo; bendición; despedida.
La ceniza es conveniente imponerla en la cabeza, pero nada impide que se imponga en la frente. Normalmente se
hace trazando con el pulgar una cruz mientras se dice: “Arrepiéntete y cree en el Evangelio” o “Recuerda que polvo eres y al
polvo has de volver”. Lo que se debe evitar es el uso de sellos o cualquier otro dispositivo en este sentido, pues el signo se
distorsiona, convirtiéndose en algo simplemente estético para ser mostrado.
Ritos iniciales
Terminado el canto de entrada, o habiéndose recitado la antífona de entrada, el presidente, o quien dirige la oración, y los fieles,
de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el presidente, o quien dirige la oración, vuelto al pueblo, dice:
Saludo
Después el presidente, si es ministro ordenado, extendiendo las manos, saluda al pueblo, diciendo:
Si quien dirige la oración es laico, con las manos juntas, saluda a los presentes, diciendo:
Bendigamos al Señor
que nos ama y nos llama a la conversión.
R. Bendito seas por siempre, Señor.
Rito de imposición de ceniza presidida por un ministro laico
Monición inicial
Queridos hermanos, con el austero signo de la imposición de la ceniza, los cristianos de occidente comenzamos
el camino de la cuaresma que nos llevará hasta la celebración de la pascua de nuestro Señor. La ceniza es
un signo muy claro, nos recuerda que el hombre está hecho del polvo de la tierra y al mismo polvo ha de
retornar. La ceniza al mismo tiempo es signo de aquello que se destruye, de lo caduco, de lo finito. Este
signo no puede ser celebrado de forma aislada, sino que marca el inicio de un camino de conversión
pascual, que culminará en la Vigilia Pascual en la renovación de nuestras promesas bautismales.
En esta celebración escucharemos a Dios que nos llama a la conversión por medio del trinomio oración -
ayuno - limosna. Dispongámonos, llenos de docilidad, a comenzar este itinerario penitencial como un camino
de renovación cristiana.
ORACIÓN COLECTA
El presidente, o quien dirige la oración, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Y todos oran en silencio durante un breve espacio de tiempo. Después el presidente, con las manos extendidas, o quien dirige
la oración, con las manos juntas, dice la oración colecta.
Q ue el día de ayuno,
con el que iniciamos, Señor, esta Cuaresma,
sea el principio de una verdadera conversión a ti,
y que nuestros actos de penitencia
nos ayuden a vencer el espíritu del mal.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Liturgia de la palabra
A continuación, se lleva a cabo la liturgia de la palabra como de costumbre, en su lugar se puede leer al menos una de las
lecturas que se presentan a continuación, preferentemente el Evangelio.
PRIMERA LECTURA
Enluten su corazón y no sus vestidos
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del Salmo 50
SEGUNDA LECTURA
Aprovechen este tiempo favorable para reconciliarse con Dios.
H ermanos: Somos embajadores de Cristo, y por nuestro medio, es como si Dios mismo los exhortara
a ustedes. En nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con Dios. Al que nunca cometió
pecado, Dios lo hizo “pecado” por nosotros, para que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios y
nos volvamos justos y santos.
Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco roto. Porque el
Señor dice: En el tiempo favorable te escuché y en el día de la salvación te socorrí. Pues bien, ahora es
el tiempo favorable; ahora es el día de la salvación.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Conviértanse y crean en el Evangelio.
E n aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad
delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre
celestial.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas
y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en
cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna
quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas
y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa.
Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí,
en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su
rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás
ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará’’.
A continuación, el presidente puede hacer una breve homilía. En ausencia de ministro ordenado, quien dirige la celebración
puede añadir una lectura patrística o eclesiástica, o algún otro texto oportunamente indicado por el Ordinario del lugar.
Imposición de la ceniza
Terminada la homilía, el presidente, o quien dirige la oración, impone la ceniza a todos los presentes que se acercan a él,
según las indicaciones dadas, y dice a cada uno:
O bien:
6, 1-6. 16-18
Mientras tanto, se canta la antífona.
ANTÍFONA 1
Renovemos nuestra vida con signos de penitencia; ayunemos y lloremos delante del Señor, porque la
misericordia de nuestro Dios está siempre dispuesta a personar nuestros pecados.
Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo: “Perdona, Señor, persona a
tu pueblo, y no cierres la boca de aquellos que te alaban”.
Rito de imposición de ceniza presidida por un ministro laico
Esta antífona puede repetirse después de cada verso del Salmo 50 Misericordia, Dios mío, por tu bondad.
V. Renovemos y mejoremos nuestra vida, pues por ignorancia hemos pecado; no sea que, sorprendidos por
el día de la muerte, busquemos un tiempo para hacer penitencia, y ya no sea posible encontrarlo.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V. Ven en nuestra ayuda, Dios salvador nuestro; por el honor de tu nombre, líbranos, Señor.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
Sugerencia pastoral
Puesto que el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la
palabra de Dios y a la oración, para que celebren el misterio pascual, sobre todo mediante
el recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la penitencia, dése particular relie-
ve en la Liturgia y en la catequesis litúrgica al doble carácter de dicho tiempo. (Cfr. SC
109). Dado que el Misal propone dos fórmulas para la imposición de la ceniza, se podrían
emplear ambas de la siguiente manera: el presidente, o quien dirige la oración, impone
la ceniza a los fieles, mientras dice la fórmula: “Recuerda que eres polvo, y al polvo has
de volver”. Entonces los fieles pasan a donde se encuentra otro ministro, quien les ofrece
el Evangeliarios o el Leccionario abierto, para que lo besen (o tal vez lo toquen con la
mano), mientras el ministro pronuncia la segunda fórmula del Misal: “Conviértete y cree
en el Evangelio”.
Rito de imposición de ceniza presidida por un ministro laico
Oración litánica
El presidente, o quien dirige la oración, con las manos juntas, introduce a la oración litánica con la siguiente monición.
Hermanos, en este miércoles de ceniza, levantemos nuestra súplica ferviente al Señor, pidiendo perdón
de nuestros pecados, que para eso hemos venido: para reconocernos pecadores ante Dios y pedirle nos
convierta y cambie el corazón:
O bien:
Hermanos, al recibir la ceniza, reconozcamos que estamos muy lejos de seguir las enseñanzas de Jesús.
1. Tú dijiste “felices los pobres de espíritu”, pero nosotros hemos pensado muchas veces que
no necesitamos de ti ni de los demás. R.
2. Tu dijiste “felices los apacibles”, pero nosotros muchas veces hemos querido dominar a los
demás con la ira y el enojo. R.
3. Tu dijiste: “felices los que lloran”, pero nosotros muchas veces ni sentimos ya los males que
sufren los demás ni las ofensas que se te hacen. R.
4. Tu dijiste: “felices los que tienen hambre y sed de justicia”, pero nosotros, casi nunca nos
preocupamos por las injusticias que se comenten contra los demás, principalmente con los
pobres e indefensos. R.
5. Tu dijiste: “felices los misericordiosos”, pero nosotros muchas veces no tenemos corazón
grande para perdonar a los demás y hasta exageramos las culpas de nuestro prójimo. R.
Rito de imposición de ceniza presidida por un ministro laico
Padrenuestro
El presidente, o quien dirige la oración, introduce a la oración dominical, con las siguientes palabras:
Unidos con Jesucristo, oremos a Dios nuestro Padre con toda confianza. Necesitamos su perdón, su
fuerza ante el mal y ante el pecado. Por eso nos atrevemos a decir:
El presidente, extiende las manos, mientras que quien dirige la oración, con las manos juntas, junto con el pueblo, continúa:
Oración conclusiva
Luego, el presidente, o quien dirige la oración, con las manos, dice:
Oremos
Y todos oran en silencio durante unos momentos.
Después el presidente, con las manos extendidas, o quien dirige la oración, con las manos juntas, dice la oración final.
R. Amén.
Ritos conclusivos
A continuación, el presidente de la celebración agrega:
Despedida