Romeo y Julieta
ACTO I
PRIMERA ESCENA:
(Julieta está paseando por un parque de Roma, se sienta en una banca para leer un libro, cuando
Romeo pasa caminando y se sienta a su lado, este queda encantado con su belleza y decide
hablarle.)
ROMEO.— Buenas tardes, señorita , ¿cómo se encuentra usted?
JULIETA.— Buenas tardes, estimado caballero, el día de hoy yo me encuentro muy bien, gracias
por preguntar. ¿Cómo se llama usted?
ROMEO.— Romeo Montesco. ¿Y usted?
JULIETA.— Me llamo Julieta Capuleto .
ROMEO.— Hace una tarde espléndida, ¿no lo cree?
JULIETA.— Sí, porque los pájaros cantan y el sol brilla.
ROMEO.— Brilla tanto como usted. ¿No le gustaría ir a dar un paseo, bella dama?
JULIETA.— Claro que sí. Me encantaría
(Romeo se levanta del banco y le extiende la mano a Julieta para ayudarla a levantarse. Ambos
empiezan a caminar por los alrededores del parque.)
ROMEO.— Mire, esas rosas son tan hermosas como lo es usted.
JULIETA.—¿Usted cree eso ?
ROMEO.— Sí, y creo que es tan hermosa cómo el atardecer que presencian mis ojos.
(Romeo y Julieta siguen paseando y conversando, mientras la noche cae.)
JULIETA.— Bueno, mi estimado Romeo, me tengo que retirar, porque ya está anocheciendo.
ROMEO.— La comprendo, señorita. Que descanse, buenas noches.
(Julieta se va. Romeo se queda anonadado con su belleza, ya que jamás pensó encontrar a tan
bella dama, se puede decir que desde ese momento ambos quedaron totalmente enamorados.
Después de unos segundos, la figura de Julieta se torna invisible, por lo que Romeo se marcha.)
SEGUNDA ESCENA:
(Julieta llega a su casa, donde la señora Capuleto la espera.)
JULIETA.— Buenas noches, querida madre.
SEÑORA CAPULETO.— ¡Julieta! ¿Dónde has estado? ¡Mira lo tarde que es! ¿Por qué no eres como
tu hermana? ¡Ella siempre llega a tiempo!
JULIETA.— Perdona Madre. Me distraje en el parque leyendo mi libro. No volverá a suceder. Me
voy a mi habitación.
SEÑORA CAPULETO.— Bien. Espero que esta sea la primera y última vez que pase. Buenas
noches.
(Julieta sube las escaleras y entra en la habitación que tiene compartida con su hermana.)
CAMILA.— ¡Hermana! ¿Qué pasó? ¿Dónde estabas?
JULIETA.— Buenas noches, Camila. Perdona, me distraje en el parque leyendo un libro.
CAMILA.— Hum, ¿Estás segura de que esa es la razón de tu tardía? Sabes que a mí me lo puedes
contar todo.
JULIETA.— …La verdad es que conocí a alguien. Un chico.
CAMILA.— ¿De verdad? Y, ¿cual es su nombre?
JULIETA.— Se llama Romeo Montesco.
CAMILA.— ¿¡Qué!? ¿En serio? Mejor alejate de él antes de que nuestra madre se entere.
JULIETA.— ¿Qué dices? ¿Por qué?
CAMILA.— Según lo que escuche de mamá, su familia es rival de la nuestra.
JULIETA.— ¡Vaya! No lo sabía. Que pena, no podré volver a verlo. Romeo me había parecido un
chico maravilloso , hubo cierta química. Pero, por el honor de nuestra familia, no lo volveré a ver .
CAMILA.— Está bien. Lo mejor es no hacer enojar a mamá. Voy a descansar, tú deberías hacer lo
mismo.
JULIETA.— Bien. Descansa, hermana. Yo iré a comer algo y luego regresaré a dormir.
CAMILA.— Buenas noches.
TERCERA ESCENA
(En la casa de Romeo)
ROMEO.— ¡Madre!, ¡ya llegué a la casa!
SEÑORA MONTESCO.— ¡Romeo! ¿Dónde has estado? Es muy tarde, hijo.
ROMEO.— Perdón, me entretuve paseando. Hoy conocí a una persona muy particular.
(El señor Montesco entra en la sala y ve a Romeo.)
SEÑOR MONTESCO.— ¡Hijo! ¿Dónde estabas?
ROMEO.— Buenas noches, padre. Como le estaba diciendo a mi madre, me entretuve paseando
por el parque con una persona muy particular. Una chica, era preciosa.
SEÑOR MONTESCO.— ¿En serio? ¡Qué alegría! Hace tiempo que no salías con una chica.
SEÑORA MONTESCO.— Es verdad. ¿Cómo se llama la jovencita?
ROMEO.— Su nombre es Julieta Capuleto
SEÑORA MONTESCO.— ¿Capuleto?
(La señora y el señor Montesco observan horrorizados a Romeo.)
ROMEO.— Sí, ¿Algún problema?
SEÑOR MONTESCO.— Romeo, Capuleto es el apellido de la familia rival, no puedes juntarte con
esa chica, es una deshonra.
ROMERO.-- No puede ser
SEÑOR MONTESCO.-- Pero… No me pueden quitar el amor de mi vida. Con esa chica hubo algo
especial en el momento que pasamos juntos. Tiene un brillo particular, es hermosa, y quiero
conocerla más.
SEÑORA MONTESCO.-- No, Romeo. No puede ser. No quiero que la vuelvas a ver jamás, hazlo
por nosotros, por el honor de nuestra familia, entiéndenos, por favor.
ROMEO.-- Bien. Espero que puedan vivir con el saber de qué han quitado la oportunidad de
conocer al posible amor de mi vida. Buenas noches.
SEÑOR MONTESCO.-- No nos hables así.
(Romeo se va, ignorando a su padre y la mirada preocupada de su madre.)
SEÑORA MONTESCO.— Déjalo. Ya es un adulto, él sabe lo que hace. Únicamente hay que
procurar que no se junte con la señorita Capuleto.
SEÑOR MONTESCO.— Bien.
ACTO II
PRIMERA ESCENA
(4 meses después de lo sucedido. Era de noche. Una noche deprimente y emocionante para
Romeo. Nunca pudo olvidar a esa chica tan hermosa. Nunca pudo olvidar a Julieta. Por mucho
tiempo se dedicó a buscar donde vivía, ya tenía unos cuantos intentos de ir a su encuentro, pero
siempre había algo que lo evitaba, sospechaba que sus padres tenían que ver con eso. Pero hoy
era su oportunidad. Hoy iba a ver a la persona que lo cautivó con su belleza. Estaba seguro. Sus
padres habían salido y ya había planeado todo para ir a buscarla esa noche. Nada podía fallar.)
(El jardín de los Capuleto, Romeo abajo y Julieta desde una ventana.)
ROMEO.— ¡Julieta! Dichosos los ojos que la ven. Hace un tiempo que intentó venir a encontrarme
con usted. Le tengo que confesar que he quedado perdidamente enamorado desde la vez que la
conocí. Y hoy, por fin, he podido venir hasta aquí, para declararle mi amor y preguntarle si me
puede conceder el honor de conocer a su persona, de enamorarla.
JULIETA.— ¡Oh! Estimado caballero, hace tiempo que no nos vemos. Debo confesarle que también
me sentí atraída por usted. Sin embargo, lo nuestro no puede suceder. Nuestras familias son
rivales y quiero mantener mi honor. He de admitir que tuve la esperanza de que usted, mi querido
Romeo, venga a buscarme, luche por mí, pero no se dió.
ROMEO.— Disculpe, mi bella dama. Mi familia me impidió venir a buscarla. Durante meses intenté
hallar con usted, sin rendirme, puesto que mi amor es así de grande.
JULIETA.— Se ve que no lo suficiente. Perdone, pero la espera mató mis ilusiones y me hizo creer
que mi amor no era correspondido.
ROMEO.— Julieta, juro por esa luna bendita que corona de plata las copas de estos árboles
frutales…
JULIETA.— No jures por la luna, por la inconstante luna que cambia cada mes al girar en su órbita,
no sea que tu amor resulte tan variable.
ROMEO.— Y entonces, ¿por qué juro?
JULIETA.— ¡No jures en modo alguno o jura por tu encantadora persona, que es el dios de mi
idolatría y así te creeré!
ROMEO.— Pero, el profundo amor de mi pecho...
JULIETA.— Bien; no jures. Aunque eres mi alegría, no me alegra el pacto de esta noche, es
demasiado brusco, demasiado temerario, demasiado repentino, demasiado parecido al relámpago,
que se extingue antes de que podamos decir: "¡El relámpago!..." ¡Cariño, buenas noches! Este
capullo de amor madurado por el hálito ardiente del verano tal vez se haya convertido en flor
primorosa cuando volvamos a vernos. ¡Buenas noches! ¡Buenas noches! ¡Que un sueño y una
calma tan dulces como os que alientan mi pecho te alcancen también!
ROMEO.— No me dejes así tan vacío...
JULIETA.— ¿Qué más puedo darte?
ROMEO.— Un juramento de amor constante.
JULIETA.— Ya te juré en silencio y quisiera anularlo.
ROMEO.— ¿Me lo querrías quitar? Y, ¿por qué, amor mío?
JULIETA.— Nada más que para mostrarme generosa y volver a jurártelo. Mi desinterés y mi
veneración son tan ilimitados y profundos como el mar. Cuanto más te entrego, más me queda,
porque mi amor y mi devoción son infinitos. ¡Oigo ruido adentro! ¡Adiós, querido, adiós!
(Julieta ingresa a su habitación, dejando a Romeo con el corazón estrujado.)
(Después de despedirse por la terrible interrupción, Romeo se quedó pensando toda la noche en
cómo poder conquistarla otra vez y Julieta se queda pensando si fue buena idea rechazar a
Romeo)
SEGUNDA ESCENA
(Unos días después, Julieta se encuentra con Romeo en el mismo parque de Roma donde se
conocieron y decide sentarse en una banca, donde Romeo también se sienta.)
ROMEO.— Buenos días, mi bella dama.
JULIETA.— Buenos días. ¿Qué haces aquí?
ROMEO.— Lo mismo que usted. Disfrutando de este hermoso día.
JULIETA.— Ah, y justo en el lugar en el que nos conocimos.
ROMEO.— Así es, tenía la esperanza de encontrarla aquí. Quería pedirle que me perdonara por el
tiempo que la hice esperar para nuestro encuentro, por las ilusiones que maté en usted, por el
corazón roto que dejé. Desde el día en el que nos encontramos nuevamente, no dejo de pensar en
cómo podría volver a conquistarla. Por favor, le juro que nunca le fallaré.
JULIETA.— ¡Oh, Romeo! Usted sabe que nuestro amor no puede darse. Admito que tampoco he
podido dejar de pensar en usted, mi estimado caballero. Pero por más que yo quiera, que lo
anhele, no puede pasar. Porque nuestras familias nos lo impiden.
ROMEO.— ¡Pero, mi querida Julieta! El amor lo vence todo, y el nuestro es muy grande. Si usted
de verdad me ama, tanto como yo a usted, podremos luchar para estar juntos, podremos combatir
juntos la desdicha que compadecemos hoy en día.
JULIETA.— No lo sé, Romeo. Estoy segura de lo que siento por su persona, mi corazón late por
usted, te amo. No quisiera deshonrar a mi familia, pero por ti, mi querido caballero, podría tomar el
riesgo.
ROMEO.— ¿Es verdad lo que me dice usted, amada mía? ¿Me daría la oportunidad de unirnos
amorosamente en un lazo más fuerte? ¡Oh, Julieta! No sabe lo feliz que me hace escuchar esas
palabras . Le prometo que no se arrepentirá.
JULIETA.— ¡Ay, mi Romeo! Amor mío, cuánto me haces feliz. Es un gran riesgo, pero si ocultamos
bien nuestro amor, funcionará. Te amo, Romeo.
ROMEO.— Yo a ti más, mi Julieta.
ACTO III
PRIMERA ESCENA
(Romeo y Julieta son pareja. Pasean por el mismo parque en el que se conocieron, tomados de la
mano.)
ROMEO.— Amada mía, sigue estando tan hermosa como las rosas de este maravilloso parque. He
aquí una de ellas, para usted. Cuando la vea, recordará lo hermosa que es su persona, y me
recordará a mí, puesto que a mi parecer, esta rosa es el reflejo de usted, bella dama. Ambas
desprenden un brillo único, una belleza resplandeciente, una hermosura singular. Una rosa, para
otra bella rosa como lo es usted.
JULIETA.— ¡Oh, Romeo! Usted tan encantador como siempre. Muchas gracias. La atesoraré, la
riegaré y la cuidaré. Cuando la vea, me acordaré de usted, de su amor hacia mi.
SEÑORA CAPULETO.— ¡Julieta! ¡Por dios! ¿¡Qué estás haciendo!?
JULIETA.— ¡Madre! ¿Qué haces aquí?
SEÑORA CAPULETO.— ¿¡Tú qué haces aquí!? ¡Con este tipo Montesco! ¡Eres una deshonra!
JULIETA.— ¡Madre, perdóname! ¡Pero yo lo amo!
SEÑORA CAPULETO.— ¡Cállate, niña traidora! ¡Defraudaste a tu familia!
ROMEO.— ¡Disculpe, señora, no voy a permitir que le hable así a mi amada!
SEÑORA CAPULETO.— ¡Tú cállate, descarado! Ya avise a tus padres, ¡no te vas a librar!
ROMEO.— ¿¡Hizo qué!?
SEÑORA MONTESCO.— ¡Romeo! ¡Era cierto!
ROMEO.— ¡Madre! ¡Oh, madre mía, perdóname, lo hice por amor!
SEÑORA MONTESCO.— ¡Qué sabrás tú de amor! ¡Si no valoras ni a tu propia familia! Mi propio
hijo, ¡saliendo con esta cualquiera!
SEÑORA CAPULETO.— ¿¡Cómo dice!? ¡Su hijo es el que metió a mi niña en sus malvadas redes!
SEÑOR MONTESCO.— ¡Usted no va a venir a insultar a mi familia! ¡Su hija habrá seducido a
Romeo!
SEÑORA CAPULETO.— ¿¡Cómo se atreve!? ¡Es usted un desgraciado!
SEÑORA MONTESCO.— ¡Callese! ¡Suficiente tengo con que mi hijo haya caído en las trampas de
su mocosa para que venga e insulte a mi familia!
SEÑORA CAPULETO.— ¡Descarada! ¡Y tu Julieta! ¿¡Cómo te atreves!?
(La señora Capuleto le tira una bofetada a Julieta. Julieta empieza a llorar)
SEÑOR MONTESCO.— ¡Ya ves, cómo tratas a la chica!
ROMEO.— ¡Basta! ¡Déjennos! Nada de lo que hagan impedirá que nuestro amor florezca. Nos
iremos lejos, donde no tengan que vernos.
SEÑORA CAPULETO.— ¿¡Cómo dices!? ¡No! ¡No te llevarás a mi hija!
SEÑOR MONTESCO.— Romeo, piensalo bien, por favor. Hijo, ¿de verdad vale la pena dejar a tu
familia por una chica?
ROMEO.— Por Julieta, haría lo que fuera.
(Romeo abraza a Julieta y se la lleva caminando, dejando estupefactos a los señores Montesco y a
la señora Capuleta.)
SEGUNDA ESCENA
(En la habitación de Julieta y Camila. Julieta empaca sus cosas.)
CAMILA.— Hermana, ¿estás segura de esto?
JULIETA.— Sí, Camila. Tengo que hacerlo. Si me quedo, nunca podré ser feliz con mi amado
Romeo.
CAMILA.— Bueno, si es lo que te hará feliz, está bien. Te iré a visitar, y prométeme que algún día
también lo harás. Que un día vendrás a casa y que podremos solucionar esto, cuando nuestra
madre esté más tranquila.
JULIETA.— Lo prometo, hermana.
CAMILA.— Te quiero mucho, Julieta. Te voy a extrañar.
JULIETA.— Yo también te quiero. Si quieres, puedes venir conmigo.
CAMILA.— No, tengo que quedarme con mamá, tengo que hacerle compañía.
JULIETA.— Está bien, cuídate. Te voy a extrañar.
(Julieta y Camila se abrazan. Luego, Julieta agarra su maleta y se va al encuentro con Romeo.)
TERCERA ESCENA
(En la casa de Romeo)
SEÑOR MONTESCO.— ¡Romeo! Por favor, no te vayas.
ROMEO.— Lo siento, padre. Tengo que hacerlo. Quiero estar con ella.
SEÑORA MONTESCO.— ¡No! ¡No lo hagas! Podemos hablarlo, solucionarlo. ¡Solo es una chica!
ROMEO.— Madre, es el amor de mi vida. Déjame ir. Prometo que te visitaré, pero dejame ser feliz.
SEÑORA MONTESCO.— No… Pero…
SEÑOR MONTESCO.— …Está bien. Si lo crees así, te dejaremos.
ROMEO.— Gracias. Adiós padre, adiós madre.
(Romeo sale de la casa, con dos maletas en las manos.)
CUARTA ESCENA
(En una estación de tren, donde se encuentran los dos amados.)
ROMEO.— ¿Estás lista?
JULIETA.— Sí, estoy segura de que esto es lo mejor. Así podremos amarnos sin límites.
ROMEO.— Te amo.
JULIETA.— Te amo.
(Romeo y Julieta suben al tren que los llevará lejos. A un lugar, en el que se puedan amar.)
FIN…
…o no?
continuará…..