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Milagros de Jesus

El documento analiza el concepto de milagro en la obra de Jesús, destacando su inseparabilidad de su persona y enseñanzas. Se aborda la evolución hermenéutica del milagro desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, enfatizando su propósito de mostrar la grandeza de Dios y la legitimidad de la obra redentora de Cristo. Además, se discute la expulsión de demonios como un signo del poder del Reino de Dios, subrayando la importancia de reconocer la realidad de lo sobrenatural en el ministerio de Jesús.

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Milagros de Jesus

El documento analiza el concepto de milagro en la obra de Jesús, destacando su inseparabilidad de su persona y enseñanzas. Se aborda la evolución hermenéutica del milagro desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, enfatizando su propósito de mostrar la grandeza de Dios y la legitimidad de la obra redentora de Cristo. Además, se discute la expulsión de demonios como un signo del poder del Reino de Dios, subrayando la importancia de reconocer la realidad de lo sobrenatural en el ministerio de Jesús.

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Milagros

de Jesús
Eduardo Rodriguez
Oscar Jaramillo
Las obras de Cristo son inseparables
de su persona y sus enseñanzas.
Problema hermeneutico
El concepto de milagro ha originado problemas de interpretación.
Las narraciónes de los Evangelios eran relativas. Sin negarse el hecho del milagro en sí.
En el auge del racionalismo se condujo a la negación del milagro porque constituye una
violacion a las leyes naturales (siglo XV||).
El impacto de las nuevas ideas planteo a la teología cristiana un gran problema
hermenéutico al que se le hizo frente de muchas maneras.
En el siglo XX el dogmatismo científico y las ideas filosóficas se han debilitado
considerablemente.
La ciencia a aceptado sus limitaciones o no son capaces de negar los milagros.
Pero el problema debe abordarse a la luz de las Escrituras y no desde pensamientos
aislados.
Sentido Bíblico
EN EL ANTIGUO TESTAMENTO hallamos un
concepto de lo milagroso mucho más amplio que
el moderno. En él se incluía no sólo lo que
acontecía fuera del orden natural, sino todo cuanto
de un modo extraordinario mostraba la
intervención de Dios, fuese en la esfera de la
creación o en los acontecimientos de la historia
(Sal. 136:4 y ss.). Todo ello era geburah (el
equivalente al griego dynamis), manifestación de
poder (Dt. 2:24; Sal. 20:7; 106:2); gue-dola, hecho
grande o maravilloso, (2 R. 8:4; Job 5:9; Sal. 71:19;
136:4); nora, suceso tremendo (Ex. 34:10; 2 S.
7:23); mofeth, prodigio (Ex. 7:9; Dt. 4:34; 29:3; Sal.
78:43; 105:5) u oth, señal (Ex. 7:3; Dt. 4:34; 11:3).
Aun fenómenos tan naturales como la lluvia y el
trueno, en determinadas circunstancias, podían
incluirse entre los milagros (Job 5:9 y ss.; 37:5; Sal.
136:4). Pero Dios podía también realizar los
portentos más inusitados, los más
«sobrenaturales».
Sentido bíblico

Para el israelita no existía la distinción entre naturaleza y


sobrenaturaleza. La acción de Yahvéh es la de un Dios cuyo
poder no tiene límites y cuya libertad soberana es absoluta.
Pero siempre lo milagroso, en su sentido más amplio, tiene una
finalidad: mostrar la grandeza de Dios y acreditar la veracidad
de su palabra, aunque el milagro en sí no es credencial
suficiente si no está en consonancia con la revelación divina
precedente (Dt. 13).
Sentido bíblico
En el Nuevo Testamento se mantiene el mismo concepto de milagro con
análogos matices. Los términos más frecuentes para designarlo son: teras,
prodigio o portento (Mt. 24:24; Jn. 4:48; Hch. 2:22), dynamis, obra
reveladora de gran poder (Mt. 7:22; 1 1 :20, 21, 23; 13:54, 58; Mr. 6:2, 5,
14; 9:39; Lc. 10:13; 19:37) y semeion, señal (Mt. 12:38, 39; 16:1 ss. y
paralelos; Jn. 2:11, 18, 23; 3:2; 4:48; etc.). Cada una de estas palabras
tiene un matiz especial. Teras indica la finalidad del milagro: llamar la
atención, pro-ducir una reacción de asombro y temor reverente (Mr. 2:12;
4:41; 5:42; 6:51; 7:37). Dynamis destaca la potencia mediante la cual se
ejecuta el acto milagroso.

SEMAION (Los milagros de Jesús no sólo


prueban la legitimidad de sus pretensiones
inauditas (Mt. 11:2-6; Jn. 2:11; 3:2; 5:36; 10:25,
38; 14:10, 11); también iluminan aspectos
esenciales de su obra redentora. La curación del
ciego de nacimiento es la mejor aclaración de la
acción iluminadora de Cristo; la multiplicación de
los panes, de su acción vivificadora como «pan
de vida»; el restablecimiento del paralítico, del
poder restaurador del Señor; la purificación del
le-proso, de la acción que libra al hombre de su
contaminación moral).
Jesucristo es mayor al milagro.
En todos los hechos milagrosos registrados en los evangelios se observa que la
nota predominante no es la del portento (teras) o la del poder (dynamis) en sí, lo
cual habría reducido la figura de Jesús a la de un mero taumaturgo. Esto es lo que
pretendía Satanás (Mt. 4:6) y lo que habría entusiasmado a las multitudes. Pero
a ello se opone Jesús rotundamente (Mt. 16:4). Los milagros del Hijo de Dios no
tenían por objeto satisfacer el afán de espectacularidad de las gentes, promover
una reacción general de admiración hacia Él y así crearse una aureola de
popularidad. Los milagros de Jesús eran demostración de que las fuerzas
salvadoras del Reino estaban ya en acción (Mt. 12:28). Revelan el dominio pleno
de Jesucristo sobre todos los seres y poderes del universo, visibles e invisibles,
físicos y espirituales. A la voz de Jesús, obedecen los elementos de la naturaleza
y se rinden los demonios, las enfermedades y la muerte.
Peculiaridades de los
milagros de Jesús

1) Ausencia de artes magicas


2) Ausencia de intervenciones en beneficio propio
3)Dignidad y congruencia con el carácter de Jesús.
4)Manifestación de compasión divina
5)Carácter significativo (Salvación)
Credibilidad del
milagro
Si el intérprete se mantiene en el plano del
propio testimonio de la Escritura, desaparece el
problema relativo a la posibilidad o
imposibilidad del milagro.
Admitida la existencia de un Dios que crea,
sostiene y rige el universo con poder sin límites,
no puede rehusarse la consecuencia lógica:
«Para Dios todo es posible» (Mt. 19:26), incluso
el milagro

la Escritura no sólo nos presenta a un Dios todopoderoso,


sino también a un Dios soberano, libre para actuar como
juzgue oportuno.
La expulsión de demonios
La posesión demoníaca y las narraciones de liberación de este mal
contenidas en los evangelios han tenido una interpretación diversa.
Algunos ven en la posesión una simple enfermedad mental.

Se ve el caso de que la posesión originara la enfermedad (tal pudo ser el caso


registrado en Mt. 17:14-18); pero detrás de lo sintomático, como causa inicial,
había la posibilidad de una acción demoníaca. Tal posibilidad no puede ser
descartada, pues escapa a la investigación científica. Por otro lado los
evangelistas hacen distinción clara entre enfermedad "epilepsia", por ejemplo
(Mt. 17:15) y "posesión" (Mr. 1:32; 3:10 y ss; Mt: 4:24; 8:16; Lc. 4:40, 41; 6:17,
18; 7:21).
Expulsión de demonios
Ocupa en el ministerio de Jesús un lugar importante y
hondamente significativo.
En tales actos se pone de manifiesto
la realidad de todo un mundo de seres Cualquier interpretación que reduzca
maléficos, invisibles, pero presentes y la posesión demoníaca a mero
activos en el seno de la humanidad. trastorno mental y la expulsión a
Son seres que reconocen a Cristo simple curación pierde los elementos
como «el Santo de Dios» (Mr. 1:24) y han relevantes de lo acontecido y
de rendirse a su soberanía. Pero, empequeñece la magnitud de la obra
además, la expulsión de demonios era de Aquel que vino al mundo para
signo y evidencia de que el Reino del destruir las obras del diablo (1 Jn.
cielo había empezado a manifestarse 3:8).
con el poder del Espíritu de Dios, muy
superior a Satanás
Jn 10:17-18: "Por eso me
ama el Padre, porque yo
pongo mi vida, para
volverla a tomar. Nadie
me la quita, sino que yo
de mí mismo la pongo.
Tengo poder para
ponerla, y tengo poder
para volverla a tomar.
Este mandamiento recibí
de mi Padre."

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