ESCENA 1: LA CASA DE SANTA CLAUS
(La escena se abre con una cálida chimenea. Santa Claus está sentado con una taza de
chocolate bien espeso, casi atole, mientras la Señora Claus, con su delantal de “Besos gratis
para Santa”, le acomoda el gorro rojo. Hay villancicos de fondo, pero suenan medio
desafinados.)
Narrador:
En un rincón del Polo Norte, donde el frío cala más que deuda con intereses, está la casita de
Santa Claus. Pero esta Navidad, el ambiente anda más apagado que luces de feria en enero.
Señora Claus:
¡Ándale, viejo! Pónteme guapo que ya casi es hora. No querrás que los niños piensen que estás
más acabado que piñata de barrio, ¿verdad?
Santa Claus: (suspira profundamente)
Ay, mi reina, ni aunque me planches la barba, esto se compone. ¡Mis carritos, mis muñecas!
Todo lo que piden son celulares y consolas. Hasta parecen influencers pidiendo regalos caros.
Señora Claus: (cruza los brazos)
¿Y eso qué? ¡Un Santa nunca se raja! ¿O ya se te olvidó lo que hicimos el año que los renos se
enfermaron por comer pasto congelado?
Santa Claus: (mirándola resignado)
No es lo mismo, mi vida. Ese año las renos se recuperaron con mucho cuidado. Ahora, los niños
no se emocionan ni con un oso de peluche. ¡Prefieren jugar con los stickers de whatsapp que
con un trenecito hecho a mano!
Señora Claus: (le lanza un cojín o algo a la cara)
¡Ah, pero bien que te gusta dar discursos motivacionales en Nochebuena! Mira, Santa, si le
pones corazón, vas a encontrar la manera de devolverles la magia a los juguetes.
Santa Claus: (se levanta dramáticamente, derramando un poco de chocolate en su traje)
¿Y si ya no tiene caso? ¿Qué tal que los niños han cambiado? Tal vez ya no hay lugar para la
magia de los juguetes.
Señora Claus: (colocándose las manos en la cintura como buena señora mexicana)
¡Mira nomás lo que estás diciendo! ¡Ni que fueras a dejar de repartir regalos nomás porque las
cosas cambiaron un poquito!
Santa Claus: (ríe ligeramente, pero vuelve a suspirar)
Es que… ¿cómo competir con los TikToks y los videojuegos? ¿Qué sentido tiene llenar las bolsas
de regalos si terminan olvidados en un rincón?
Señora Claus: (haciendo ademanes exagerados)
¡Pues ponte creativo, hombre! Mira, tus juguetes siempre han tenido magia, solo tienes que
recordarles a los niños por qué son especiales.
(Santa Claus se queda pensativo, su mirada parece perdida, mientras en el fondo se escuchan
los primeros acordes de un bailable. La música crece y da paso a la siguiente escena: el primer
bailable de “Los juguetes viejos”.)
ESCENA 2: LA FÁBRICA DE JUGUETES Y EL RECUERDO DE LA PASTORELA
(La escena abre afuera de la fábrica de juguetes. Los Reyes Magos están de guardia. Melchor,
Gaspar y Baltasar parecen cansados, cada uno sentado en un banquito con una taza de atole.
La nieve artificial cae suavemente, pero ellos no lucen nada impresionados.)
Narrador:
Allá, en el frío Polo Norte, los Reyes Magos cumplen una misión muy importante: vigilar la
fábrica de juguetes. Pero como buenos mexicanos... ¡no podían dejar de lado el chisme y la
nostalgia!
Melchor:
(levantando la taza de atole)
¡Y pensar que nos mandaron a cuidar juguetes que ni usamos en Oriente! Ni yo jugué con un
trompo, ¿a poco ustedes sí?
Gaspar:
(sarcasmo)
¡Claro que sí, Melchor! Mi caballito de madera venía con turbina y todo. (ríe) Oye, pero no te
quejes, aquí por lo menos hay atole. ¿Qué tal si fuera café frío?
Baltasar:
(bostezando)
Ya, no exageren… aunque la neta esto está más aburrido que posada sin piñata.
Melchor:
¿Y de qué te quejas, Baltasar? ¡Si te la pasas dormido! Mira, pareces más estatua que rey.
Baltasar:
(riendo)
¡Ay, ya! Yo soy eficiente: cierro los ojos y ahorro energía, es ecológico.
(Se escuchan ruidos en la fábrica; todos voltean nerviosos.)
Gaspar:
(levantándose)
¡¿Oyeron eso?! Igual y se metieron los duendes esos flojos.
Melchor:
(mirando hacia la fábrica)
Nah, ni que fueran tan valientes… O tal vez fue el viento.
Baltasar:
(relajado)
¿A poco creen que alguien quiere robar juguetes que ni los niños quieren? Ya me imagino a los
ladrones: “¡Ay, sí, llévate el yoyó de lujo, compadre!”.
Gaspar:
(sarcástico)
Mejor cállate antes de que se aparezca el Grinch con su banda.
(Todos ríen. De repente, Baltasar se queda mirando al horizonte con una sonrisa nostálgica.)
Baltasar:
¿Saben qué? Todo esto me recuerda cuando éramos chamacos… Bueno, más jóvenes.
Melchor:
(riendo)
¡Uy, allá por el 34 antes de Cristo! Ya ni te acuerdas.
Baltasar:
¡Claro que sí! ¿Cómo olvidar esa vez que nos invitaron a participar en una pastorela? Yo era el
ángel.
Gaspar:
(burlón)
¿Ángel? ¡Tú más bien parecías pavo navideño con esas alas mal puestas!
Melchor:
Pero bien que nos salió, ¿eh? Aunque debo admitir que mi parte favorita fue cuando los
pastorcitos se pusieron a bailar.
Gaspar:
¡Es cierto!... ¡Ah, cómo brillaron esos chamacos!
(Los Reyes se quedan en silencio, sonriendo. Una música suave empieza a sonar, marcando la
transición hacia la pastorela.)
ESCENA 3: LA LLEGADA DE SANTA Y LA ENTRADA DEL GRINCH
(La escena comienza con Santa Claus caminando lentamente dentro de la fábrica de juguetes,
acompañado de dos duendes. Santa parece cansado y pensativo, mientras observa las
máquinas que producen los juguetes. Los duendes están a su lado, notando la desmotivación de
Santa.)
Santa Claus:
(En tono emotivo, mirando las máquinas)
Toda mi vida he dedicado mi ser a hacer felices a los niños, pero... últimamente siento que ya
nada importa. Las cartas llegan vacías, las sonrisas desaparecen. ¿Qué ha pasado con la magia
de la Navidad?
Duende 1:
(Tratando de animarlo)
Santa, no digas eso. Aún hay gente que cree. ¡Los niños siguen esperando tus regalos!
Santa Claus:
(Con voz triste)
Tal vez, pero… ¿quién cree en la magia cuando el mundo solo está buscando lo material? Las
fiestas son solo excusas, las luces una ilusión… Y yo, ya no tengo fuerzas para seguir…
(De repente, la música empieza a sonar de manera suave desde lo lejos, aumentando
progresivamente en volumen. Es la canción "¿Será que no me amas?" de Luis Miguel. La luz se
apaga momentáneamente, creando un ambiente misterioso. El Grinch entra desde la oscuridad,
caminando de manera arrogante y burlona, mientras empieza a cantar y moverse al ritmo de la
canción.)
Grinch:
(Cantando con sarcasmo mientras se mueve al ritmo de la canción)
"¿Será que no me amas?"
(Se detiene en el centro del escenario, mirando a Santa y los duendes)
Oh, sí, claro, ¡la Navidad y sus fantasías! ¡Qué emocionante!
Duende 2:
(Con miedo, mirando al Grinch)
¡No puede ser! ¡El Grinch!
Grinch:
(Con tono burlón, mirando a Santa, mientras da un giro)
¡Ajá! ¡La estrella de la Navidad! ¿Te creíste que aún tenías el control, Santa? ¡Qué gracioso!
(ríe)
¿Sabes qué es lo mejor de todo esto? ¡Que estoy a punto de hacer que todo se derrumbe!
Santa Claus:
(Con voz firme, pero cansada)
¡Esto no lo permitiré, Grinch! La Navidad tiene más fuerza de la que tú crees. Los niños todavía
necesitan esperanza. Yo… yo seguiré luchando.
Grinch:
(Interrumpiéndolo mientras sigue moviéndose y cantando)
¡Ay, por favor! ¿Luchar? ¿Contra qué? ¿Contra ti mismo? (ríe sarcásticamente) La Navidad ya no
es lo que era.
"¿Será que no me amas?"
(Se detiene y mira a Santa)
¡Pues claro que no me amas, Santa! ¡Y nunca lo harás!
Duende 1:
(Con tono serio, tratando de detener al Grinch)
¡Vete, Grinch! No tienes poder aquí.
Grinch:
(Se acerca a Santa, con una sonrisa maliciosa)
¿Poder? (Se agacha, mirando a Santa con burla) Claro que lo tengo. No necesitas ni siquiera un
regalo, Santa. Solo necesitas... desaparecer.
(se ríe mientras mira a los duendes con desdén)
Secuaz 1:
(Desde el fondo, con tono frío, observa y cruza los brazos)
(En voz baja) Ya no hay lugar para Santa en este mundo. El control es nuestro.
Secuaz 2:
(Con una risa siniestra)
Es hora de que todos se olviden de la Navidad. Lo único que quedará... será el poder.
(El Grinch se detiene de repente, mirando a Santa con una sonrisa de satisfacción. La música de
Luis Miguel continúa sonando, mientras los secuaces miran a Santa y los duendes con desprecio.
Santa se mantiene en silencio, mirando al Grinch con firmeza.)
Grinch:
(Mientras hace un último giro)
¡Nos veremos, Santa! Y cuando todo esté bajo mi control… (se ríe con malicia) ya no habrá
Navidad para nadie.
(De repente, el Grinch hace una señal a sus secuaces, y la música cambia repentinamente. La
canción de Luis Miguel se mezcla con un ritmo más frenético y pegajoso, mientras el Grinch, con
una sonrisa perversa, da un paso al frente.)
Grinch:
(Con voz burlesca)
¡Oh, miren! Ahí vienen mis amigos, siempre listos para la diversión. ¡Es hora de darle un toque
especial a esta fiesta!
(El Grinch gira sobre sí mismo, mirando a sus secuaces, quienes de repente empiezan a moverse
con una energía desbordante. La música cambia a un ritmo frenético, las luces parpadean y el
ambiente se llena de una energía oscura y caótica. Santa y los duendes se quedan congelados,
observando el extraño espectáculo que se despliega ante ellos.)
(La escena corta abruptamente con un estallido de música y luces, dejando a los personajes
paralizados en el caos.)
ESCENA 4: LOS NIÑOS Y EL ÁRBOL DE NAVIDAD
Narrador:
En un rincón de la ciudad, un grupo de niños con pocos recursos están decididos a vivir la
Navidad a su manera. No tienen grandes regalos, pero tienen algo mucho más importante: el
deseo de compartir y hacer de esta una Navidad especial... con lo que tienen.
(Los niños están en la casa de uno de ellos, decorando su árbol de Navidad improvisado. Usan
una caja de cartón, cintas, y luces que a veces parpadean de manera rara. A pesar de la falta de
materiales, su entusiasmo es evidente.)
Niño 1:
(Mirando su estrella de papel)
¡Este árbol está quedando increíble! Aunque… si tuviéramos más luces, o una estrella que no
parezca un papel doblado ¡sería perfecto!
Niño 2:
(Sosteniendo un carrito de juguete con ruedas rotas)
¡Miren lo que encontré! Este carrito es casi nuevo… si no contáramos que ya no tiene ruedas.
¡Pero si tuviéramos uno que funcione bien, podríamos hacer carreras por toda la calle!
Niño 3:
Y yo tengo este yo-yo (jugando con un yo-yo que da vueltas de forma incontrolada)
, claro que si tuviéramos uno nuevo, ¡seríamos los campeones de la colonia! ¡Imagínense! ¡Con
un yo-yo que no se quede pegado!
Niño 4:
(Colocando las luces que parpadean de manera caótica)
Yo lo que realmente quiero es una patineta. No una de esas que se quedan atascadas, sino una
que te haga volar por las calles. ¡Pero bueno, ¡este árbol es nuestro regalo!
Niño 1:
(Con una gran sonrisa)
Lo importante es que, aunque no tengamos todo lo que queremos, ¡este árbol es perfecto para
nosotros! ¡Es nuestra Navidad, nuestra forma de hacerla especial!
(De repente, uno de los niños escucha algo a lo lejos.)
Niño 3:
(Con emoción, mirando por la ventana)
¡Ahí vienen! ¡Los vecinos! ¡Es hora de la posada! ¡Rápido, apúrense! ¡Que ya no falta mucho!
Niño 2:
(Sudando de la emoción)
¡Sí, pero antes de que todo comience... nos falta algo!
Niño 4:
(Se voltea con rapidez)
¡El árbol! ¡No podemos empezar la fiesta sin encenderlo! ¡Es el alma de nuestra Navidad!
Al Grinch se le ve en el fondo del escenario jugando con los cables y el enchufe del árbol
tratando de sabotear su felicidad.
Los niños se acercan al árbol, y aunque las luces parpadean descontroladamente, todos están
tan emocionados que ni siquiera lo notan.
Niño 1:
(Con una mirada atónita)
Es… es…. ¡PERFECTO! ¡Miren cómo brilla! ¡Es nuestro!
Los niños se miran unos a otros, y aunque el árbol parpadea de una manera algo desordenada,
el ambiente se llena de calidez y alegría. Justo en ese momento, uno de los niños corre hacia la
puerta y el Grinch sale enojado antes de que lo descubran.
Niño 1:
(Emocionado)
¡Ya vienen! ¡Ya vienen!
(De repente, uno de los niños salta de emoción.)
Niño 2:
(Con un brillo en los ojos, mirando el árbol)
¡Esperen! ¡Nos falta lo más importante! ¡Agárrenme mis cohetes! ¡Vamos a hacer que esta
Navidad brille como nunca!
Mientras saca una paloma gigante y la enciende frente a todo el publico, mientras todos gritan
¡NOOOOO!
se desvanece el fondo y empieza el vals de los arbolitos de Navidad.