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Knott Frederick Crimen Perfecto

El documento presenta una adaptación teatral de 'Dial M for Murder', una comedia dramática en tres actos escrita por Frederick Knott y dirigida por Alfred Hitchcock. La trama se desarrolla en el salón del piso de los Wendice en Londres, donde se exploran temas de crimen, celos y relaciones complicadas. A través de diálogos entre los personajes, se revela un misterio relacionado con una carta y un chantaje, lo que establece la tensión central de la obra.
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Knott Frederick Crimen Perfecto

El documento presenta una adaptación teatral de 'Dial M for Murder', una comedia dramática en tres actos escrita por Frederick Knott y dirigida por Alfred Hitchcock. La trama se desarrolla en el salón del piso de los Wendice en Londres, donde se exploran temas de crimen, celos y relaciones complicadas. A través de diálogos entre los personajes, se revela un misterio relacionado con una carta y un chantaje, lo que establece la tensión central de la obra.
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Cartel de la película dirigida por Alfred Hitchcock,

basada en esta obra de teatro

Dial M for Murder


(1952)

COMEDIA DRAMÁTICA EN TRES ACTOS DE

FREDERICK KNOTT
(1916 2002)

VERSIÓN ESPAÑOLA DE
JOSÉ LÓPEZ RUBIO
CRIMEN PERFECTO

LA ACCIÓN
Toda la comedia sucede en el salón
del piso de los Wendice, en Londres, época actual.

ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO:
Un viernes, a primera hora de la noche, en septiembre.
CUADRO SEGUNDO:
Una hora más tarde.

ACTO SEGUNDO
CUADRO PRIMERO:
El sábado por la noche.
CUADRO SEGUNDO:
A media noche.
CUADRO TERCERO:
El domingo por la mañana.

ACTO TERCERO
Unos meses después, a última hora de la tarde.

2
CRIMEN PERFECTO

ACTO PRIMERO

CUADRO PRIMERO

El salón del piso de los Wendice, en Londres. Son cerca de las siet e de la
t arde, de un viernes del m es de sept iem bre. Es el piso baj o de la casa. A la
derecha hay unas puert as de crist ales que dan a una pequeña t erraza, t ras de
la que se dist ingue un j ardín. Las cort inas est án descorridas. Las puert as de
crist ales se cierran con persianas de m adera, que est án plegadas. A la
izquierda, también, más al fondo, una puerta que conduce al dormitorio.
Al fondo, un arco con dos escalones que da a un pequeño vest íbulo. A la
derecha del vestíbulo se supone que está la cocina. Al fondo, en el vestíbulo, la
puerta de entrada al piso. Tiene una cerradura tipo Yale.
Cuando se abre la puert a de ent rada, puede verse un pasillo del que
arranca la escalera que conduce a los pisos superiores. En el vest íbulo, a la
izquierda de la puert a, un perchero. Una librería con libros y un depart am ent o
abaj o en el que hay vasos y bot ellas. Sobre la librería, una gran copa de plat a.
A am bos lados del arco del fondo, una anaquelería con ot ras copas de plat a,
una raquet a de t enis y unas fot ografías. En el ángulo de la derecha, una
lám para de pie. Una m esa de despacho sobre la que hay un t eléfono y un libro
de direcciones. El sillón que hay t ras la m esa, da la espalda a la puert a de
crist ales. Junt o a la m esa, un cest o de papeles. A la izquierda, j unt o a la
chim enea, un sofá, a su lado, un t aburet e. Delant e del sofá, una m esa baj a
sobre la que hay una caj a de cigarrillos, de plat a, y un vaso de de crist al con
flores.
A la izquierda, en prim er t érm ino, una but aca y un velador con una cest a
de cost ura en la que hay m edias, t ij eras, et c. Det rás del sofá, una m esa
redonda, para servir el café. Una lám para en el t echo y dos aparat os de pared
a am bos lados de la chim enea. Todas esas luces se cont rolan con una llave
que est á detrás de la pared, a la derecha del arco del vest íbulo. La lám para de
pie se enciende y se apaga con su propio interruptor.
Al levant arse el t elón, no hay encendida ninguna luz. La t arde est á
cayendo durant e la prim era escena. Arde un fuego en la chim enea. La puert a
del piso está cerrada.
Margot está sirviendo una bebida a Max. Ella oye algo fuera, un m om ent o.
Cierra la puerta y vuelve al lado de Max.

MARGOT: (Un poco preocupada.)


He creído, por un momento, que era Tony. Perdona que te haya
interrumpido. ¿De qué me estabas hablando?
MAX:

3
CRIMEN PERFECTO

Te decía que he asesinado a cincuenta y dos personas desde la


última vez que nos vimos.
MARGOT: (Ríe. Toma su copa y va a sentarse al sofá.)
¡Ah! ¿Sí? Una por semana. Y, ¿cómo ha sido?
MAX:
Por todos los procedimientos imaginables. He electrocutado a unos
en el baño. He encerrado a otros en el garaje, con el motor del coche en
marcha. Bastantes, empujados por la ventana, o por un precipicio.
Algunas semanas, he preferido emplear el veneno, la pistola, la navaja,
el estrangulamiento, la asfixia...
MARGOT:
Dependía del humor en que estabas...
MAX:
Cuando se escribe para la televisión, no está uno de ningún humor.
MARGOT:
¿De dónde sacas todas esas ideas?
MAX:
De todas partes..., de los sucesos que vienen en los periódicos, de
los expedientes judiciales, de mis pesadillas... y de otros escritores.
MARGOT:
¿No me dijiste una vez que no habías escrito nada que no fuese
original?
MAX:
Hasta entonces, sí. Pero, ahora, ¡trata de ser original cincuenta y
dos veces al año!
MARGOT:
¿Y si, alguna vez, no se te ocurre nada?
MAX:
Entonces, utilizo mis tres sombreros.
MARGOT:
¿Cómo?
MAX:
Tengo tres sombreros viejos con tres letreros: ¿Quién mata a
quién? ¿Cómo? ¿Por qué?
MARGOT:
¿Y el por qué?
MAX:
El por qué, es el motivo del crimen. Para matar, has de tener un
motivo. Y sólo hay cinco importantes: miedo, celos, dinero, venganza o
protección de alguien a quien se quiere. Tengo escritos esos móviles en
unos trozos de papel y saco uno del sombrero del ¿Por qué?
4
CRIMEN PERFECTO

MARGOT:
Como si se tratara de una rifa.
MAX:
Pero está bien pagado. No hay fracaso mayor que el de escribir
comedias que no se estrenan o novelas que no se publican.
MARGOT: (Riendo.)
Déjame tu copa.
MAX:
No, no. Gracias.
MARGOT:
No podía creer, cuando escuché tu voz... En el primer momento,
pensé que telefoneabas desde Nueva York.
MAX:
Sí. Ya me di cuenta de que gritabas más de lo necesario. Yo te
hablaba desde la esquina. ( Un silencio un poco difícil.) ¿Hice bien en
llamarte... así?
MARGOT:
Naturalmente.
MAX:
¿Era Tony el que contestó?
MARGOT:
Sí. ( Ot ro silencio.) Espero que no vuelva muy tarde. ¡El pobre!
Siempre se acatarra cuando vamos a ir al teatro. ( Nuevo silencio.) Esta
vez, ¿no vienes de vacaciones?
MAX:
No. Esta vez, no. He venido a escribir algunos argumentos de
películas cortas para la televisión. Después, me parece que voy a
descansar un año entero y escribir esa novela que tengo que escribir
algún día.
MARGOT:
¿Otra historia de crímenes?
MAX:
¿Qué quieres? No tengo más remedio. Los crímenes son mi negocio.
Pero no hay razón para que un crimen no pueda dar tema a una novela,
tan buena como otra cualquiera. Y yo creo que, si dispongo de tiempo,
puedo hacer una buena novela. Me parece que tengo ya el asunto... Dos
hermanos gemelos, idénticos; uno vive en París y el otro en Nueva York,
y los dos deciden, al mismo tiempo...
( Margot está cada vez m ás nerviosa y ha perdido int erés
por la conversación.)
MARGOT: (Interrumpiendo.)

5
CRIMEN PERFECTO

Max, antes de que llegue Tony, tengo que explicarte...


MAX:
¿Qué?
MARGOT:
Yo no le he contado nada de... de nosotros...
MAX:
¡Ah!
MARGOT:
Cuando llamaste ayer, le dije que eras un escritor de radio que
conocí mientras él estaba en América.
MAX:
Lo cual es verdad.
MARGOT:
Le dije que te conocí cuando te ibas a Nueva York y que prometiste
venir a vernos si volvías a Londres.
MAX:
Ya.
MARGOT:
Te parecerá ridículo, pero cuando conozcas a Tony comprenderás.
MAX:
Margot, dime la verdad. ( Se sient a en un brazo del sofá.) ¿Cómo
van las cosas entre Tony y tú?
MARGOT:
No pueden ir mejor. (Intensamente.) Y yo quiero seguir así.
MAX: (Asintiendo.)
Me alegro. Es decir, me alegraré en cuanto me acostumbre a la
idea.
MARGOT: (Agradecida.)
Gracias, Max.
MAX: (Sonriendo.)
Eso no lo hago yo por cualquiera...
MARGOT:
Es que... hay algo más.
MAX:
¿Qué?
MARGOT:
No te lo iba a decir..., pero...
MAX:
Vamos. Di lo que sea.

6
CRIMEN PERFECTO

MARGOT:
¿Te acuerdas de las cartas que me escribiste?
MAX:
¡Claro!
MARGOT:
Las quemaba, después de leerlas. Era lo mejor. Todas, menos una.
Probablemente sabrás a cuál me refiero. Creo que sí.
MAX:
No debí escribirla nunca.
MARGOT:
No. Pero no quise separarme de ella. La llevé conmigo a todas
partes. Un día, Tony y yo salimos a pasar en el campo el fin de semana,
en casa de unos amigos. Cuando esperábamos en el andén, me di
cuenta de que había perdido el bolso... Tu carta estaba en el bolso...
MAX:
Ya. ¿Dónde fue?
MARGOT:
En la Estación Victoria. Debí perderlo en al restaurante. Cuando
volví a buscarlo, había desaparecido.
MAX:
¿Y no la encontraste?
MARGOT:
Recuperé el bolso dos semanas después, en el departamento de
objetos perdidos. Pero la carta no estaba dentro. ( Un silencio.) Pocos
días más tarde, recibí una nota. En ella se me decía qué tenía que hacer
para recobrar la carta.
MAX: (Interesado.)
Sigue.
MARGOT:
Debía sacar cincuenta libras de mi banco, en billetes de cinco libras.
Y cambiarlos, después, en billetes de una libra. Y que si daba cuenta a la
Policía, o a alguien, podría enseñar la carta a mi marido...
MAX:
¿Puedo ver esa nota? (Margot se levant a y va al dorm it orio. Max se
pone en pie y pasea inquiet o por la habit ación. Tom a un cigarrillo de la
caj a que hay sobre la m esit a. Vuelve Margot t rayendo dos sobres
blancos. Ent rega uno a Max, que lo t om a, y exam ina la not a que
contiene.) Letra de imprenta... Todas mayúsculas... ¡Cualquiera sabe!
( Margot le entrega el otro sobre.)
MARGOT:
A los dos días recibí esta otra.
7
CRIMEN PERFECTO

(Max toma el segundo sobre.)


MAX: (Fijándose en los sellos.)
Las dos han sido franqueadas en el mismo sitio. (Lee.) Haga un
paquete con el dinero y envíele por correo a nombro de John S. King, el
23 de la calle Newport, en Brixton. Recibirá la carta a vuelta de correo.
Bueno, según esto...
MARGOT:
Son las señas de una tiendecita. Hay gentes que la usan como
dirección.
MAX:
¿Enviaste el dinero?
MARGOT:
Sí, pero no me devolvieron la carta. Después de esperar dos
semanas, fui a la tienda. Me dijeron que no recordaban a nadie con ese
nombre. El paquete estaba allí. Nadie lo había abierto.
MAX:
Es curioso. (Coloca las notas en los sobres.) ¿Me las dejas?
MARGOT: (Después de dudar.)
¡Si quieres...!
MAX:
¿No le dijiste nada a Tony?
MARGOT:
No. A nadie. ( Un silencio.) Y no comprendo cómo el hombre no
recogió el dinero.
MAX:
Quizá estuviera en la cárcel en esa fecha... (Un silencio.) ¿No has
vuelto a tener noticia de él?
MARGOT:
No.
MAX:
No dejes de decírmelo, si vuelve a escribirte. Yo daré con él, y le
quitaré las ganas de broma. ( Un silencio.) ¿Por eso me pediste que
dejara de escribirte?
MARGOT:
Sí. Estaba aterrada. Temía que tus cartas pudieran ser abiertas y
leídas por alguien. ¿Qué podía hacer? Probablemente, me hubieras
aconsejado que diese cuenta a la Policía, o que se lo confesase todo a
Tony... Al fin y al cabo, no eran más que cincuenta libras... Creí que con
pagar estaría todo resuelto...
MAX:
Margot..., ¿piensas decirle a Tony...?
8
CRIMEN PERFECTO

MARGOT: (Horrorizada.)
No, no. No puedo decirle... Y, menos, ahora.
MAX:
De todos modos, el conocerle, es un poco violento para mí.
MARGOT:
No te preocupes. Tony ha cambiado mucho en el último año. Ahora,
es un marido modelo. (Después de pensar un m om ent o.) Fue,
exactamente, hace un año...
MAX:
¿Qué pasó?
MARGOT:
Que Tony cambió de un modo radical. Se convirtió de un ser
presumido y egoísta, en un hombre serio y razonable... ¿Recuerdas
aquella noche, cuando fui a despedirme de ti?
MAX:
¿Cómo puedo olvidarla? Tony había salido a jugar un campeonato
de tenis.
MARGOT:
Había salido, pero volvió aquella misma noche. Cuando te dejé, y
llegué a casa, me senté en este sofá, y me eché a llorar. Me dormí aquí,
rendida. Al despertarme, estaba en el vestíbulo con su equipaje y sus
raquetas. Me dijo que había decidido, dejar el tenis para siempre y
buscar un empleo.
MAX:
¿Así, de pronto?
( Margot se pone en pie. Tom a su copa y la de Max. Se
dirige a servir otro cocktail.)
MARGOT:
Así. Yo al principio, me lo creí. Estaba tan acostumbrada a seguirle a
todas partes donde iba a jugar, que creí que esa iba a ser siempre mi
vida. Pero era de veras. Salió al día siguiente, y encontró trabajo. Su
fama de campeón de tenis le ayudó mucho. (Se oyen las cam panadas
del reloj de una iglesia, que da las siete.) Aquella noche...
MAX:
Aquella noche, estábamos en mi departamento. Yo, mientras
preparaba un cóctel, te dije: Esto no puede seguir así, ni un día más.
Vamos a buscar a Tony..., le confesamos nuestro amor, te separas de
él... Lo que sea, menos esto.
MARGOT:
Yo pensaba lo mismo. Pero no me atrevía. ¿Qué hiciste cuando yo
me marché de tu casa?
MAX:
9
CRIMEN PERFECTO

Salí a dar un paseo por los muelles del Támesis.


MARGOT:
¿Pensabas en mí?
MAX:
No. Pensaba en la historia que estaba escribiendo. Es lo que hago
siempre que me siento desgraciado. Pero la historia empezaba a
parecerse a la nuestra.
MARGOT:
Una historia triste.
MAX:
No. Terminaba con el triunfo del escritor, que volvía de América con
los bolsillos llenos de dinero para arrancar a la mujer amada de los
brazos de un marido celoso.
MARGOT: (Sonriendo.)
Para encontrarse con que ella era feliz con su marido...
MAX:
De lo cual, acabó por alegrarse...
MARGOT: (Entregando su copa a Max.)
Vamos a beber por lo bien que han cambiado las cosas.
MAX: (Alzando la copa.)
¡Por lo bien que han cambiado las cosas!
( Ant es de que beban, se oye el sonido de la llave al
ent rar en la cerradura. Los dos se vuelven hacia el vest íbulo,
int errum piendo su brindis. Ent ra Tony. Tiene unos t reint a y
cinco años, y es un hom bre sim pát ico. Su int eligencia est á
siempre en actividad y parece muy seguro de sí mismo.)
MARGOT:
¡Por fin, Tony!... ¡Creímos que no llegabas nunca!... ¿Qué te ha
pasado?
TONY:
Lo siento, mi vida. El jefe entró en mi despacho cuando iba a salir...
(Tony se quit a el im perm eable y el som brero, y los
cuelga en el vest íbulo. Max está en pie, un poco nervioso,
mirando hacia el vestíbulo.)
MARGOT:
Tony, este es Max Halliday.
TONY:
¿Qué tal, Max?
(Le ofrece la mano.)
MAX:
Mucho gusto, Tony.
10
CRIMEN PERFECTO

TONY:
Siento mucho haber llegado tan tarde. ¿Le ha tratado bien Margot?
¿Qué tal el cocktail?
MARGOT:
Hemos bebido ya uno, esperándote.
TONY: (Sirviéndose un vaso.)
Pues no quiero quedarme atrás... ( A Max.) ¿Qué le parece Londres?
MAX:
Estupendo.
TONY:
¿Es su primera visita?
MAX:
No. Pasé aquí, hace un año, mis vacaciones.
TONY:
¡Ah! Es verdad. Margot me dijo... Escribe usted para la radio, ¿no?
MAX:
Para la televisión, como castigo a mis pecados.
TONY:
¡Ah! Sí. Televisión. ¡Pobre! ¿Va a quedarse mucho tiempo?
MAX:
No sé. Tengo que escribir una serie de programas...; cuando
termine, me gustaría estarme en Inglaterra una temporada, y hacer
algunos viajes.
TONY:
Buena idea. Pero no vaya a gastar todo su tiempo en museos y
catedrales, como un turista. Visto uno, visto todos. ¿Pesca usted?
MAX:
No. Nunca.
TONY:
¡Qué lástima! Le iba a proponer unos días en Escocia para...
MARGOT:
Sí, pero no es pescador, amor mío.
TONY:
Ya veo. De todos modos, si quiere ver algo, no tiene más que
avisarnos. Oye, podemos llevar a Max a visitar la Torre de Londres...
MAX:
Ya estuve.
TONY:
Lo siento. Llevo treinta años queriendo visitar la Torre de Londres.
Bueno, en serio, Max, si podemos hacer algo por usted...
11
CRIMEN PERFECTO

MAX:
No habrá molestia.
MARGOT:
Mi vida, se está haciendo tarde. ¿Encargaste la mesa?
TONY:
Sí, para las siete y media.
MARGOT: (Poniéndose en pie.)
Pues, anda. (Va hacia el dormitorio.) Podéis poneros los abrigos.
TONY:
¡Ah! Tenía que decirte... Hay que alterar el plan...
MARGOT:
No me digas que no vas a venir.
TONY:
Pues, me temo que no. El viejo Burgess sale en avión para Bruselas
el domingo y tengo que prepararle todos los informes del mes para
mañana
MARGOT:
¡Oh, no! ¿No puedes hacerlos luego, cuando volvamos?
TONY:
Difícil. Se lleva mucho tiempo. Quizá no pueda entregarle más que
la mitad.
MARGOT:
¿Por qué no te reúnes con nosotros a la salida del teatro? Podemos
ir a algún sitio.
TONY:
Llámame en un entreacto. Si voy bien de trabajo...
MARGOT:
Inténtalo. Voy a buscar mi abrigo, Max.
(Va al dormitorio.)
TONY: (Dando los billetes del teatro a Max.)
Aquí están los billetes.
MAX:
Gracias.
TONY:
Y perdóneme... ¿Vendrá usted a comer con nosotros alguna noche?
MAX:
Con mucho gusto.
TONY:
Espere. ¿Tiene algo que hacer mañana noche?

12
CRIMEN PERFECTO

MAX:
Sábado... Creo que no.
TONY:
Perfecto, entonces... ¿Le gustaría venir a la comida de hombres, ahí
en mi club?
MAX: (Extrañado.)
¿Una comida de hombres solos?
TONY:
Sí. Unos muchachos americanos han jugado al tenis en el
Continente, y ahora han llegado a Inglaterra. Les damos una cena en el
club.
MAX:
Pero es que... yo no soy jugador de tenis...
TONY:
Eso es lo de menos. Es usted americano, como ellos. Les encantará
encontrar un compatriota. (Llega Margot del dorm it orio. Trae puest o un
abrigo y un bolso en la m ano.) Margot, Max viene conmigo a la fiesta de
mañana noche.
MARGOT:
¡Ah! Muy bien. (A Max.) Puede usted venir aquí, antes, a tomar una
copa.
TONY:
Muy buena idea.
MARGOT: (A Tony.)
¿Os vais a vestir?
TONY:
Sí. Smocking. (A Max.) ¿Conforme?
MAX:
Pues, no. Mi baúl debía llegar mañana, pero no sé si...
TONY: (Preocupado.)
¡Vaya! (Un silencio.) Puede alquilar uno...
MARGOT:
No seas tonto, Tony. ¿Cómo va a...?
TONY:
Un momento. Tengo otra idea.
( Sale Tony rápidam ent e hacia el dorm it orio dej ando
abierta la puerta.)
MARGOT:
Vamos a llegar tarde.
MAX:
13
CRIMEN PERFECTO

¿Quieres que salga a buscar un taxi?


MARGOT:
No. Ya lo encontraremos. ( Dirige una m irada hacia el dorm it orio.)
¡Tony, nos vamos!
(Entra Tony con un smocking en la mano.)
TONY:
Espera un poco. Pruébese esto, Max.
MARGOT:
Pero, Tony...
TONY:
Es mi smocking de una sola fila... A lo mejor...
(Max, poco animado, toma el smocking.)
MAX:
Si el vestirme es tan importante, creo que será mejor dejarlo.
TONY:
¡De ningún modo!
(Tony ayuda a Max a ponerse el smocking.)
MARGOT:
Está pasado de moda y huele a naftalina.
(Max indica con el gest o que el sm ocking le est á
estrecho. Margot le ayuda a quit árselo y Tony le ayuda a
ponerse su americana.)
MARGOT:
No puedo permitir que lleves a Max a tu club hecho una facha. Me
parece que puede ir así, como está.
(Entrega el smocking a Tony.)
MAX:
Yo creo que mi equipaje llegará mañana. Por lo menos, hay esa
esperanza.
MARGOT:
Vamos, Max, antes de que quiera probarle los pantalones.
(Margot y Max se dirigen a la puert a. Tony les acom paña
hasta la puerta, que abre.)
TONY:
Que se diviertan.
MAX:
Muchas gracias.
TONY: (A Margot.)
Adiós.
MARGOT:
14
CRIMEN PERFECTO

Hasta luego.
(Salen. Tony queda en la puert a viéndoles ir. Cierra
después. Enciende los apliques y corre las cort inas. Enciende
la lám para de pie y se vuelve hacia el t eléfono. Después de
m irarlo un inst ant e, lo descuelga y m arca un núm ero. Un
m om ent o después se oye la voz de Lesgate, que debe
escucharse perfectamente.)
Voz LESGATE:
¡Halló!
TONY:
¡Halló! ¿Hampstead 2837?
Voz LESGATE:
Sí.
TONY:
¿Puedo hablar con el capitán Lesgate, por favor?
Voz LESGATE:
¡Al aparato!
TONY:
¡Ah! Buenas noches. Usted no me conoce. Me llamo Fisher... He
oído que quiere usted vender un automóvil...
Voz LESGATE:
Sí. Un coche americano.
TONY:
Sí. Lo he visto en un garaje. ¿Cuánto pide usted?
Voz LESGATE:
Mil cien libras.
TONY:
¡Mil cien! El coche me gusta mucho, pero el precio, no tanto.
Voz LESGATE:
A mí tampoco me gustó mucho el precio, cuando lo compré.
TONY: (Riendo.)
¿Cuándo podemos encontrarnos?
Voz LESGATE:
¿Le parece mañana por la tarde?
TONY:
Me parece que no voy a poder. ( Una pausa.) No. No puedo. Me
marcho a Liverpool el domingo. Y el caso es que quisiera... Oiga, ¿no
podría venir a mi casa esta noche?
Voz LESGATE:
¿Dónde es?
15
CRIMEN PERFECTO

TONY:
En Maida Vale. Yo iría a verle, pero es que me he dado un golpe en
una rodilla...
Voz LESGATE:
Lo siento. ¿Cuál es su dirección?
TONY:
El 61 de Charrington Gardens.
Voz LESGATE:
¿Harrington?
TONY:
No, no. Charrington.
Voz LESGATE:
Charrington.
TONY:
Eso es. Muy cerca de usted.
Voz LESGATE:
Estaré ahí dentro de una hora.
TONY:
¿Dentro de una hora? Es usted muy amable. ( Con ansiedad.) ¿Va
usted a traer el coche?
Voz LESGATE:
No podré esta noche, porque...
TONY: (Tranquilizándose.)
Bueno, no importa. Ya lo he visto detenidamente en el garaje. Pero
sí podrá usted traer los papeles.
Voz LESGATE:
Desde luego.
TONY:
Quisiera resolver este asunto en seguida, si el precio baja un poco.
Voz LESGATE:
De eso, ni hablar.
TONY:
Bueno. Veremos lo que consiguen un par de whiskies.
Voz LESGATE:
Me temo que nada.
TONY:
Bueno, bueno, adiós.
Voz LESGATE:
Adiós.

16
CRIMEN PERFECTO

(Se oye colgar.)


TONY: (Colgando y quedándose pensativo.)
Capitán Lesgate...

TELÓN

17
CRIMEN PERFECTO

CUADRO SEGUNDO

En el m ism o lugar, una hora después. La habit ación est á débilmente


iluminada por los apliques y lám para de pie. Hay un par de guant es blancos de
algodón sobre el taburete.
Al levant arse el t elón, llega Tony del dorm it orio, t rayendo una viej a
m alet a de cuero, que coloca cuidadosam ent e cont ra la pared, j unt o a la m esa
de las bebidas. Se vuelve y dirige una m irada a la habit ación. Mira un
momento los guantes de algodón, va hacia ellos, los toma y los coloca sobre el
brazo izquierdo del sofá. Observa el efect o, y queda sat isfecho. Se dirige al
dorm it orio, pero le det iene el t im bre de la puert a. Se vuelve y,
deliberadamente, adopta un gesto de dolor. Abre la puerta de entrada. Lesgate
está en el fondo. Lleva puesto un impermeable.

LESGATE:
¿Mister Fisher?
TONY:
Sí. ¿El capitán Lesgate?
LESGATE:
Sí.
TONY:
Haga el favor de pasar. Ha sido usted muy amable al venir. Déme
su impermeable. ( Lo t om a y lo cuelga del perchero.) ¿Le ha costado dar
con la casa?
LESGATE:
No. Nada.
(Entran en el salón.)
TONY:
Siéntese.
LESGATE:
Muchas gracias.
TONY:
¿Qué quiere beber?
(Tony va hacia el lugar donde t iene las bebidas. Lesgate
le mira con curiosidad.)
LESGATE:
Estoy tratando de recordar dónde le he visto antes.
TONY: (Mirándole también.)

18
CRIMEN PERFECTO

Es curioso. Al abrir la puerta, me pareció a mí, también... (Se


detiene.) Espere, un momento... ¿Lesgate?... Usted no se llama
Lesgate... Swam. ¡Eso es! ¡Swam!
LESGATE:
Tiene usted mejor memoria que yo... ¿Fisher? ¿Dónde nos hemos
conocido?
TONY:
¿No estudió usted en Cambridge?
LESGATE:
Sí.
TONY:
Debió ser hace unos veinte años... Usted, puede que no me
recuerde. Sólo estuve allí el último año.
LESGATE:
¡Qué casualidad!
(Se dan la mano.)
TONY: (Volviendo a buscar las bebidas.)
El encuentro merece un trago. Pensaba cumplir con usted con una
copa de Porto. Pero, ahora... Vamos a ver lo que hay por aquí. (Saca una
botella de coñac.) ¿Qué tal este coñac?
LESGATE:
Perfecto. (Se sienta en el sofá.) Por cierto, ¿cómo supo usted que mi
coche estaba en venta?
(Tony sirve el coñac en dos copas antes de contestar.)
TONY:
Me lo dijeron en su garaje.
LESGATE:
Me extraña. No creo haberles dicho nada.
TONY:
Pasé a echar gasolina. Les dije que buscaba un coche americano, y
me dijeron el número de su teléfono. Entonces, ¿no lo vende?
LESGATE: (Riendo.)
Sí, claro.
TONY:
Bueno. No quiero que hablemos del precio hasta que se haya bebido
usted tres coñacs por lo menos.
( Tony entrega una copa a Lesgate.)
LESGATE: (Tomando la copa.)
Le advierto que, fresco o borracho, soy muy difícil de convencer.
TONY:

19
CRIMEN PERFECTO

Lo mismo que yo.


(Ríen.)
LESGATE:
¿Sabe usted...? Me parece que le he visto alguna vez, después de
Cambridge.
TONY:
¿Ha estado usted en Wimbledon?
LESGATE:
¡Ya está!... ¡Wendice!... ¡Tony Wendice! (Sorprendido.) Entonces,
¿por qué me ha dicho que se llamaba Fisher?
TONY: (Mirándole fijamente.)
Y usted, ¿por qué ha dicho que se llamaba Lesgate? (Lesgate queda
un poco cortado.) ¿Un cigarro?
LESGATE: (Sacando su pipa.)
Voy a fumar mi pipa, si no le importa.
TONY:
Ha cambiado usted de costumbre.
LESGATE:
¿Eh?
(Tony va hacia la pared y descuelga una fot ografía que
hay colgada con m arco y crist al. Es un grupo de est udiant es
después de una comida.)
TONY:
Me acuerdo de que, en la Universidad, acostumbraba usted a fumar
habanos de los más caros. Espere. Me parece que tengo aquí una foto de
usted... ( Muest ra la fot ografía de Lesgate.) Mire, aquí estamos en una
comida de fin de curso. Aquí está usted, a la derecha, con un buen puro
en la mano.
LESGATE: (Divertido.)
¡Sí! ¡Me acuerdo! Me sacaron una cara de criminal...
TONY: (Más divertido aún.)
Sí. Es verdad. ( Vuelve a colgar la fot ografía en su sit io.) Me
acuerdo, también, del baile de aquel año... ¿Usted era el tesorero, no?
LESGATE:
Tesorero honorario. Yo formé parte de la organización...
TONY:
Sí. Desapareció parte del dinero de la venta de billetes, ¿no?
(Tony se sienta en el sofá.)
LESGATE:

20
CRIMEN PERFECTO

Sí. Casi cien libras. Las dejé en una caja de hierro en el despacho...
Por la mañana habían desaparecido. Todavía recuerdo el mal rato que
pasé.
TONY:
Fue uno de los empleados de la Universidad...
LESGATE:
Sí. Un portero. ¡Pobre Alfredo! Encontraron la caja en el jardín de
su casa...
TONY:
...pero no el dinero.
LESGATE:
¡Quince años ya!
TONY:
Y, ¿qué hace usted ahora?
(Un silencio.)
LESGATE:
Soy corredor de fincas. ( Cam biando de conversación.) Yo no sigo
muy de cerca el tenis... ¿Ha jugado usted en Wimbledon este año?
TONY:
No. He dejado el tenis, o el tenis me ha dejado a mí. Hay que
dedicarse a ganar dinero, alguna vez. Es un deporte caro. He dado tres
veces la vuelta al mundo.
LESGATE:
Tratado como una estrella cinematográfica.
TONY:
Sí, pero a las estrellas de cine les pagan.
LESGATE:
Eso, sí.
TONY:
Pude ahorrar algo. No mucho.
LESGATE:
Y, ¿a qué se dedica para recobrar el tiempo perdido?
TONY:
Vendo artículos de deporte.
LESGATE: (Mirando a su alrededor.)
Lo cual le permite vivir bastante bien.
TONY: (Disculpándose.)
Mi mujer tiene algún dinero. Si no fuera por eso, no podría pagarle
mil libras por su coche.
LESGATE:
21
CRIMEN PERFECTO

Mil cien. Las gentes ricas no se dan cuenta de la suerte que tienen.
Yo tengo que recluirme a vivir de lo que gano.
(Un silencio.)
TONY: (Pensativo.)
Puede usted casarse por dinero...
(Un silencio.)
LESGATE:
Sí. Hay quien hace de eso un negocio.
TONY: (Tranquilamente.)
Yo, por ejemplo.
(Un silencio.)
LESGATE:
¿Quiere usted decir que la muchacha de quien se enamoró resultó
que era rica?
TONY:
No. ( Un silencio.) Yo quise siempre casarme bien. Estaba decidido a
aprovechar la primera ocasión que se me presentase. Estuve a punto de
casarme con una chica de Boston que tenía cinco millones de dólares.
Resolví, después, contentarme con bastante menos. Mi mujer había sido
una gran admiradora mía.
(Un silencio.)
LESGATE:
Habla usted de esas cosas con una claridad...
TONY:
¿Le escandaliza?
LESGATE:
No. Siempre he admirado a los hombres que saben lo que quieren.
TONY:
Que saben lo que tienen que pagar por lo que quieren. Esa es la
cosa. Todo tiene su precio. Las gentes fracasan porque pretenden
comprar barato. Yo he aprendido a pagar un buen precio por lo que
realmente deseo... y suelo conseguirlo.
LESGATE:
De eso, estoy seguro. (Mira su reloj.) No tengo mucho tiempo...
TONY:
Le estaba hablando de mi mujer.
LESGATE:
Dice usted que se casó por dinero. Y, su mujer, ¿por qué cree usted
que se casó?
TONY: (Sencillamente.)

22
CRIMEN PERFECTO

Yo era un campeón internacional. Ella no se hubiera casado nunca


con un comerciante.
LESGATE:
Pero usted abandonó el tenis... y ella no le ha dejado por eso.
(Un silencio.)
TONY:
Casi me dejó.
(Tony se va a poner en pie, y hace un gesto de dolor.)
LESGATE: (Levantándose.)
Permítame, Wendice... Tiene usted lesionada la rodilla...
TONY:
¡Ah! Muchas gracias. Tráigase la botella para acá, y así no tenemos
que volver a molestarnos.
LESGATE:
Buena idea.
(Lesgate va a buscar la bot ella. La t rae. Sirve la copa de
Tony y después en la suya. Tony no dej a de observarle t odo
el tiempo.)
TONY:
¿Quiere usted saberlo?
LESGATE:
Saber ¿qué?
TONY:
Por qué estuvo a punto de dejarme mi mujer.
LESGATE:
Eso, como usted quiera... Está usted en su casa.
TONY:
Gracias. Para serle franco, creo que usted podrá ayudarme.
LESGATE:
Estoy a su disposición.
(Lesgate deja la botella sobre la mesa y se sienta.)
TONY:
Después de casarnos, jugué en varios campeonatos, a los que
Margot me acompañó. Comprendí que era demasiado para ella, de un
lado para otro, fuera de Inglaterra. Cuando volvimos a casa, trató de
convencerme de que me retirara del tenis para jugar solamente a ser su
marido. (Se levanta.) Llegamos a un acuerdo. Yo me marché solo a
América y, al volver, me di cuenta en seguida de que algo había ocurrido
mientras yo estaba fuera. Primero, que ya no estaba enamorada de mí.
Había conversaciones por teléfono que se interrumpían bruscamente
cuando yo entraba. Y un antiguo compañero del Instituto que venía a
23
CRIMEN PERFECTO

visitarla de vez en cuando. Un día, tuvimos un disgusto. Yo tenía que


jugar un campeonato, y, como de costumbre, no quiso que fuera. Yo
estaba en el dormitorio. Sonó el teléfono. No oí lo que hablaba. Pero,
después, estaba muy conforme con que yo fuese a jugar. Terminé de
hacer mi equipaje, lo llevé, al coche, y salí. ( Un silencio.) Aparqué el
coche dos calles más arriba y volví sobre mis pasos. A los diez minutos,
ella salió de casa y tomó un taxi. Yo cogí otro. ( Un silencio.) Su antiguo
compañero de bachillerato vivía en un estudio de Chelsea. Desde la calle,
pude verlos. Casi no hablaban. Pero se podía advertir que estaban
enamorados, en el modo de mirarse y sonreír. Comencé a andar. Y a
pensar qué iba a ser de mí si ella me dejaba. Por lo pronto, tendría que
buscarme algún medio de vida. Me di cuenta de que me había
acostumbrado a vivir de ella; nunca he sentido tanto miedo. Pensé en
todo. En matarle a él, de varias maneras. Hasta en matarla a ella. Eso
me parecía lo más lógico. Y comencé a calcular cómo lo haría... De
pronto, vi algo que cambió por completo mis ideas. (Pausa.) No fui a
jugar aquel campeonato. Cuando volví a casa, ella estaba sentada ahí,
justamente donde está usted. Le dije que había decidido retirarme del
tenis para dedicarme sólo a ella.
(Un silencio.)
LESGATE:
¿Y...?
TONY: (Cambiando de tono secamente.)
Las cosas cambiaron. No tuve que hacer nada de lo que había
pensado. Por lo visto, aquella noche fue la de su despedida. El amigo se
volvió a Nueva York.
LESGATE:
¿Era americano?
TONY:
Sí. Escribió largas cartas desde allí. Solían llegar todos los martes.
Ella las fue quemando todas, menos una. Una que estuvo pasando de un
bolso a otro, y que llevaba siempre consigo. Esa carta llegó a ser una
obsesión para mí. Tenía que saber lo que decía en ella. Y, por fin... La
carta era muy interesante.
LESGATE:
¿Quiere usted decir que se la robó?
TONY:
Sí. Y le escribí unos anónimos ofreciéndosela por dinero.
LESGATE:
¿Para qué?
TONY:
Tenía la esperanza de que ella viniera a mí, y me lo confesara todo.
Pero no fue así. Conservo la carta.
24
CRIMEN PERFECTO

(Tony saca una cart era y de ella una cart a que dej a caer
sobre el sofá. Lesgate la toma y examina el sobre.)
LESGATE:
¿Por qué me cuenta usted a mí todo eso?
TONY:
Porque usted es la única persona en quien puedo confiar. (Lesgate
devuelve la cart a a Tony, que la guarda.) Debieron asustarse, porque las
cartas dejaron de llegar. Y vivimos felices desde entonces. ( Cam bia de
tono.) Es gracioso, que hace justamente un año, estuviera pensando en
matarla... Y lo hubiera hecho si no hubiese visto algo que me hizo
cambiar de idea.
LESGATE: (Golpeando la pipa sobre la mesa que hay detrás del sofá.)
Bueno... y, ¿qué vio?
TONY:
Le vi a usted.
(Un silencio.)
LESGATE: (Volviéndose hacia Tony.)
Y eso, ¿qué relación puede tener?
TONY:
Pura coincidencia. Una semana antes, en una comida de antiguos
compañeros, alguien habló de usted. Se dijo que, durante la guerra, le
habían formado consejo... y que fue usted condenado a un año de
prisión. Eso dijeron. En la Universidad, todos habíamos pensado en que
Swan acabaría en la cárcel... Por aquello de la caja de caudales...
LESGATE:
¿Qué tiene eso que ver?
TONY: (Riendo.)
Amigo mío, que todo el mundo supuso que usted había robado el
dinero... Y que el pobre Alfredo era inocente.
LESGATE:
Bueno, muchas gracias por las copas. Ha sido muy interesante la
historia de su matrimonio. ¿Sigue usted decidido a comprar el coche?
TONY:
¿No quiere usted saber por qué le he hecho venir?
LESGATE:
Sí.
(Durante las frases siguient es, Tony se levant a del sofá.
Dej a de coj ear. Saca un pañuelo, con el que lim pia las
huellas dact ilares de la fot ografía, del cenicero y de la bot ella
de coñac. Va a la m esa. Tom a el cenicero y arroj a su
cont enido a la chim enea. Lo vuelve a lim piar con el pañuelo.

25
CRIMEN PERFECTO

Va hacia Lesgate. Toma su copa, la lim pia y la dej a sobre la


mesa.)
TONY:
Cuando le vi aquella noche, me pareció todo muy claro. Pocos
meses antes, Margot y yo habíamos hecho testamento. Nos lo
dejábamos todo, el uno al otro, en caso de accidente. El suyo, se elevaba
a la cifra de noventa mil libras. Invertidas en acciones y en propiedades
fáciles de liquidar. Lo único peligroso es que pudiera sospecharse de mí.
Necesitaba una coartada. Una buena coartada y, entonces, fue cuando le
vi a usted. Siempre había pensado qué pasa con la gente que sale de la
cárcel, con la gente como usted. ¿Puede conseguir empleo? ¿Les vuelven
la espalda los amigos? Sentí tanta curiosidad, que le seguí hasta su casa
aquella noche. ¿Quiere darme su copa? Gracias. Y, desde entonces, le he
venido siguiendo los pasos.
LESGATE:
¿Por qué?
TONY:
Esperaba que, más tarde o más temprano, podría cogerle en algo y
entonces...
LESGATE:
¿Hacerme un chantaje?
TONY:
Influir en usted. Al cabo de varias semanas, ya conocía su vida y sus
costumbres, lo cual lo hacía todo mucho más fácil.
LESGATE:
Un trabajo un poco sombrío.
TONY:
Al principio, sí. Pero, ya sabe usted, se aficiona uno a algo y según
avanza acaba por volvérsele más fascinador. Usted llegó a apasionarme.
Había momentos en que sentía como si usted me perteneciera.
LESGATE:
Sí que ha debido de ser apasionante.
TONY:
Iba usted a las carreras de galgos los lunes y los jueves. Me
acostumbré, también, sólo por estar cerca de usted. Cambió usted su
nombre por el de Adams.
LESGATE:
Sí. Me aburría llamarme Swan. ¿Es eso un crimen?
TONY:
No, no. Y frecuentaba una pequeña taberna de los barrios bajos.
Tenía un nombre muy raro. (Recordando.) La Caldera de Pescado . La

26
CRIMEN PERFECTO

Policía la cerró. Habían cogido allí a alguien que vendía drogas, o algo
por el estilo.
LESGATE: (Fingiendo indiferencia.)
No he oído nada de eso. Yo iba allí a comer. Tampoco es un crimen.
TONY:
Tampoco. Nunca descubrí en usted nada que no fuera legal. Eso,
empezó a desanimarme. Un día, desapareció usted. Llamé a su patrona,
y me contestó: Mister Adams me debe cinco libras. Una miseria. Mister
Adams siempre había parecido un perfecto caballero... Eso era lo que
más le sorprendía.
LESGATE:
Sí. Eso es lo que más sorprende siempre.
(Lesgate va hacia la m esa, a t om ar la bot ella. Tony pone
los guantes sobre el brazo del sofá.)
TONY:
Oiga, amigo. Si quiere otra copa, ¿le importaría ponerse esos
guantes? (Lesgate m ira los guant es, pero no los t om a.) ¿Por dónde
íbamos? ¡Ah, sí! Le perdí, y le volví a encontrar, de nuevo, en las
carreras de galgos. Tuve que seguirle hasta su nuevo alojamiento, en
Belsize Park. Entonces, mister Adams se convirtió en mister Wilson.
Mister Wilson dejó Belsize Park a fines de junio, debiendo quince libras.
Y, a poco, conoció a una señorita..., miss Wallace. Acostumbraba usted a
salir con miss Wallace los miércoles y los sábados. Estaba enamorada de
usted, ¿no? Y usted se dejó crecer el bigote, sin duda, para agradarle
más. ¡Pobre miss Wallace!
LESGATE:
Siga. Me interesa.
TONY:
Julio... Agosto... Septiembre... Departamento ciento veintisiete de
Carlisle Court... La dueña, una señora, Van Dorn. Su difunto esposo le
había dejado dos hoteles y una casa de departamentos. Una magnífica
base de operaciones, Capitán Lesgate. El único inconveniente es que a
ella le gusta que le hagan el amor, y es una mujer cara. Quizá por eso
lleva usted un mes tratando de vender el coche de ella.
LESGATE:
Ella me lo pidió.
TONY:
Ya lo sé. He hablado con ella por teléfono, poco antes de que usted
llegase. Ella me pidió ochocientas libras, nada más.
(Un silencio. Lesgate permanece impasible.)
LESGATE: (Indiferente.)
¿Dónde está la Comisaría más próxima?

27
CRIMEN PERFECTO

TONY:
Frente a la iglesia. A dos minutos de aquí.
LESGATE:
Suponga usted que voy ahora mismo...
TONY:
¿Qué les va usted a decir?
LESGATE:
Todo.
TONY:
¿Todo? ¿Lo de mister Adams y mister Wilson, también?
LESGATE:
Les diré, sencillamente, que trata usted de hacerme un chantaje
para...
TONY:
¿Para qué?
LESGATE:
Para que asesine a su mujer.
(Un silencio.)
TONY:
Cuando se lo cuente a ella, nos reiremos mucho.
LESGATE:
¿No olvida usted algo?
TONY:
¿Yo?
LESGATE:
Que me ha contado esta noche...
TONY:
¿Qué?
LESGATE:
Suponga usted que le cuento que la siguió usted aquella noche
hasta el estudio de su amante. Que los vio usted desde la calle...
TONY:
También pudo ser usted el que la siguió.
LESGATE:
¿Yo? ¿Por qué iba yo a...?
TONY:
¿Por qué le robó usted el bolso? ¿Por qué le escribió los dos
anónimos? ¿Puede usted probar que no lo hizo? En cambio, no puede
usted probar que lo hiciera yo.

28
CRIMEN PERFECTO

LESGATE: (Divertido.)
¿Qué puede usted decir?
TONY:
Puedo decir que vino usted esta noche, medio borracho, y trató de
sacarme dinero, invocando el que habíamos ido a la misma Universidad.
Como yo me negase, habló usted algo de una carta de mi mujer... Por lo
que pude entender, pretendía usted vendérmela. Le di el dinero que
tenía, y usted me entregó la carta. En el sobre están sus huellas
dactilares. (Saca la cart era del bolsillo y se la m uest ra.) Y me amenazó
con que, si yo daba cuenta, a la Policía, iba a contar no sé qué estúpida
historia de que yo pensaba asesinar a mi mujer... Antes de ir más
adelante, amigo mío, considere los inconvenientes. Yo soy una persona
bastante conocida, y, usted, también es bastante conocido, de otra
manera. Habría un desfile de patronas de casas de huéspedes, como
testigos. Alguien podría declarar que le había visto con miss Wallace. (Un
silencio.) Usted se cuidaba mucho de que no le vieran con ella. Me di
cuenta. La llevaba usted a sitios poco frecuentados, cómo aquel salón de
té, el "Pimlico".
LESGATE:
Era a ella a quien le gustaba ir allí, no a mí.
TONY:
Un lugar bastante sospechoso. ¿Hubiera usted llevado allí a la
señora Van Dorn? Por cierto, ¿la señora Van Dorn sabe algo de mister
Adams, o de mister Wilson... o de miss Wallace? Usted planea casarse
con la señora Van Dorn, ¿no?
LESGATE:
Es usted demasiado listo.
TONY:
No. Lo que pasa es que he pensado un poco... y me he puesto en su
posición... Por eso, estoy seguro de que va usted a aceptar.
LESGATE:
¿Qué le hace pensar...?
TONY:
Por la misma razón que un burro, que ve un palo tras él y una
zanahoria enfrente, va hacia adelante, y no hacia atrás.
(Un silencio.)
LESGATE:
Hábleme de la hortaliza que piensa emplear.
(Otro silencio. Tony mira fijamente a Lesgate.)
TONY:
Mil libras esterlinas, en billetes.

29
CRIMEN PERFECTO

( Ot ro silencio. Lesgate m ira a Tony. Sus m iradas se


encuentran.)
LESGATE:
¿Por un crimen?
TONY:
Por unos minutos de trabajo. Eso es todo. Sin riesgo. Yo se lo
garantizo. Debe interesarle. Pisa usted un terreno muy peligroso.
LESGATE: (Con un gran esfuerzo por parecer divertido.)
No sé qué trata usted de insinuar.
TONY:
Pues debiera usted saberlo. Viene en todos los periódicos: Una
mujer de mediana edad fue hallada muerta por una fuerte dosis de
cocaína. Parece ser que la había estado tomando durante algún tiempo,
pero no se sabe cómo la conseguía. Claro que nosotros sí lo sabemos,
¿verdad? ¡Pobre miss Wallace! (Lesgate baj a la cabeza. Hay largo
silencio. Cont inúa hablando en ot ro t ono.) Le conviene tomarse unas
vacaciones, lo más lejos posible. Una luna de miel con miss Van Dorn
siempre es preferible a diez años de presidio. Mis mil libras pueden
solucionar su boda. Y podrá apreciar las ventajas de que haya algún
dinero en la familia.
LESGATE: (Divertido y sarcástico.)
Mil libras, ¿eh? ¿Dónde están?
TONY: (Serio.)
En una maleta, en un depósito de equipajes...
LESGATE:
¿Dónde?
TONY:
En algún lugar de Londres. Naturalmente, no volveremos a
encontrarnos. Tan pronto como haya usted... cumplido el encargo..., le
enviaré por correo el recibo del depósito, y la llave de la maleta. (Tony
abre un caj ón de la m esa de despacho y usando para ello su pañuelo
saca un paquete de billetes de una libra. Lo arroja al aire, para que caiga
sobre el sofá.) Tome esas cien libras, a cuenta.
(Lesgate mira el dinero, pero no lo toca.)
LESGATE: (Todavía escéptico.)
La Policía no tiene más que seguir el rastro de esos billetes para
ahorcarnos a los dos con la misma soga.
TONY:
Tampoco. Durante un año he ido sacando del Banco veinticinco
libras de más cada semana. Siempre en billetes de cinco libras, que
luego iba cambiando en billetes de una.
LESGATE:
30
CRIMEN PERFECTO

Déjeme ver el libro de su cuenta corriente.


(Se levanta y va hacia él.)
TONY:
Con mucho gusto. ( Abre el caj ón de la m esa y saca la libret a del
Banco. Se la m uest ra a Lesgate. Ést e acerca su m ano para t ocarla.) Sin
tocar.
LESGATE:
Vuelva la página. (Tony vuelve la página.) Su cuenta ha bajado más
de mil libras en un año. Suponga usted que la Policía se interesa por esa
diferencia.
TONY: (Con una sonrisa.)
Voy a las carreras de galgos dos veces por semana... ¿Satisfecho?
( Un silencio. Lesgate está de pie a la derecha de la
m esa, de espaldas a la t erraza. Tony le m ira desde el ot ro
lado de la mesa.)
LESGATE:
¿Cuándo habría de ser?
TONY:
Mañana noche.
LESGATE:
¿Mañana? Imposible. Tengo que pensarlo antes.
TONY:
Tiene que ser mañana. Lo he arreglado todo para mañana.
LESGATE:
¿Dónde?
TONY:
Poco más o menos, donde está usted ahora.
(Lesgate reacciona a estas palabras. Un silencio.)
LESGATE: (En voz baja.)
¿Cómo?
TONY:
Mañana noche, Halliday, el americano y yo iremos a una comida ahí
cerca, en mi club. Ella se quedará en casa. Se irá a la cama temprano, a
escuchar el programa de teatro que da la radio los sábados por la noche.
Es lo que hace siempre que salgo. Exactamente a las once menos
veintitrés minutos entrará usted en esta casa por la puerta de la calle.
( Va hacia el vest íbulo.) Encontrará la llave debajo de la alfombra de la
escalera, ahí.
( Abre la puert a de ent rada y la dej a abiert a. Mira hacia
fuera, por si hay alguien. Señala a la escalera. Después
vuelve y cierra la puerta.)
31
CRIMEN PERFECTO

LESGATE:
En el segundo escalón.
TONY:
Eso es. Se irá derecho a la puerta de la terraza y se esconderá
detrás de las cortinas. (Un silencio.) A las once menos veinte, en punto,
llamaré desde el teléfono del club a casa de mi jefe. Me equivocaré de
número y marcaré éste. Eso es todo lo que yo tengo que hacer. (Un
silencio.) Cuando suene el teléfono, verá usted encenderse la luz en el
dormitorio. Cuando ella abra la puerta, la luz dará en esta habitación.
Por lo tanto, no se mueva hasta que ella conteste al teléfono. (Una
pausa.) Procure hacer el menor ruido posible. (Otra pausa.) Cuando todo
haya terminado, tome el teléfono y dé un pequeño silbido. Después,
cuelgue. No hable, pase lo que pase. Yo no diré una palabra, tampoco.
Cuando oiga su silbido, colgaré y volveré a marcar. Esta vez, el número
de mi jefe. Hablaré con él, como si nada hubiera pasado, y volveré a la
fiesta.
LESGATE: (Mirando a su alrededor.)
Y, ¿qué sucederá después? Siga.
TONY: (Toma la maleta de cuero.)
Encontrará usted aquí esta maleta. Contendrá algunos trajes míos
que voy a mandar al tinte. Usted la abre y tira los trajes por el suelo.
(Tony toma la maleta. La lleva hasta cerca de la chimenea y la deja en el
suelo. Señala a los t rofeos que hay sobre la chim enea.) Llena la maleta
con esa caja de plata y algunas de las copas. Y la deja ahí, tal como
está.
LESGATE:
¿Como si hubiera tenido que huir precipitadamente?
TONY:
Eso es. Ahora, la puerta de la terraza. Si está cerrada, la abre usted
y la deja abierta. (Pausa.) Y se vuelve usted a ir por donde vino.
LESGATE: (Indicando la puerta de entrada.)
¿Por esa puerta?
TONY:
Sí. Y, lo más importante de todo: deje la llave en el mismo sitio de
donde la tomó.
LESGATE:
¿Debajo de la alfombra de la escalera?
TONY:
Sí.
LESGATE: (Mira alrededor de la habitación inquieto.)
¿Y qué es lo que se supondrá que ha ocurrido?
TONY:
32
CRIMEN PERFECTO

Supondr án que ha entrado usted por la terraza. Que encontró vacío


el piso, tomó la maleta y empezó a trabajar. Ella oyó el teléfono y
encendió la luz. Usted vio la luz por la rendija de la puerta, y se escondió
detrás de la cortina. Cuando ella tomó el teléfono, usted la atacó antes
de que pudiera gritar. Cuando se dio cuenta de que la había matado, se
asustó y huyó por el jardín, dejando la puerta abierta.
LESGATE:
Un momento... Se supone que yo he entrado por la puerta de la
terraza. ¿Y si está cerrada?
TONY:
No hay cuidado. Ella suele darse un paseo por el jardín antes de irse
a dormir, y regularmente deja la puerta abierta. Eso es lo que yo diré a
la Policía.
LESGATE:
Pero ella puede decir que...
(Silencio.)
TONY:
Ella no podrá decir nada, ¿verdad?
(Un silencio.)
LESGATE:
¿Hay alguna razón para que no salga yo por el jardín?
TONY:
Sí. Tendría usted que saltar la puerta de hierro. Si alguien le viera...
LESGATE: (Volviéndose a la puerta del vestíbulo.)
Está bien. Yo salgo del piso, pongo la llave debajo de la alfombra de
la escalera y me voy por la puerta de la calle. ¿Y si la puerta de la calle
estuviera cerrada? ¿Cómo podría entrar?
TONY:
La puerta de la calle no se cierra en toda la noche.
LESGATE:
Y, usted, ¿a qué hora volverá?
TONY:
Hacia medianoche. Traeré conmigo a Halliday para tomar la última
copa, y los dos la encontraremos. Habremos estado todo el tiempo
juntos, desde que la dejamos aquí. Esa será mi coartada.
( Lesgate m ira a su alrededor, t rat ando de recordar bien
todos los detalles. Se va despacio hacia la puerta de entrada,
la abre un poco y m ira por la rendij a. Después de unos
segundos, la cierra y vuelve hacia Tony.)
LESGATE:
Se olvida usted de una cosa.

33
CRIMEN PERFECTO

TONY:
¿Cuál?
LESGATE:
Cuando usted vuelve con ese Halliday, o como se llame, ¿cómo va a
entrar en el piso?
TONY:
¿Por qué?
LESGATE:
Su llave estará debajo de la alfombra de la escalera. Él la verá
sacarla de allí. Y eso puede descubrirlo todo.
( Durant e la frase, Tony va a la puert a, lim pia huellas de
lo que ha t ocado Lesgate. Después, vuelve a la m esa, la
limpia también.)
TONY:
No será mi llave la que esté debajo de la alfombra, sino la de ella.
La quitaré de su bolso y la esconderé ahí, antes de salir. Como ella no ha
de usarla, no la echará de menos. Cuando vuelva con Halliday, usaré mi
llave para entrar. Mientras él busca por el jardín, o por cualquier otro
lado, yo sacaré la llave de debajo de la alfombra y la volveré a dejar en
el bolso, antes de que llegue la Policía.
LESGATE:
¿Cuántas llaves hay de esta puerta?
TONY:
Sólo la de ella y la mía.
( Suena el t im bre del t eléfono. Tony duda si cont est ar o
no. Va al t eléfono. Lo descuelga, quedando de pie frent e a
Lesgate. Cuando Tony descuelga el t eléfono, Lesgate toma
del sofá los guantes de algodón, y se los pone. Da una vuelta
por la habit ación. Abre la puert a del dorm it orio y m ira hacia
dent ro. Enciende la luz del dorm it orio, y dej a la puert a
abiert a. Apaga las ot ras luces, y dej a sólo la del dorm it orio.
Va hacia las cort inas y m ira desde allí. Descorre las cort inas,
abre la puert a de la t erraza y m ira hacia el j ardín. Abre y
cierra la puerta de cristales de la terraza y corre de nuevo las
cort inas. Enciende la lám para de pie y los apliques. Va hacia
el dorm it orio. Apaga la luz. Se dirige al sofá y m ira al faj o de
billetes. En ese momento, Tony ha terminado la conversación
por t eléfono y le m ira. En la conversación t elefónica, se
escucha claram ent e la voz de Margot, que parece m uy
contenta.)
TONY:
¿Quién?
Voz DE MARGOT:
34
CRIMEN PERFECTO

¡Soy yo, Tony!


TONY: (Encantado.)
Hola, cariño. ¿Qué tal el teatro?
Voz DE MARGOT:
¡Estupendo!
TONY:
Me alegro.
Voz DE MARGOT:
Y tú, ¿cómo estás?
TONY:
Muerto de sueño. (Bosteza.) Me he hecho un poco de café para
mantenerme despierto. Espera, me parece que hay alguien en la puerta.
(A Lesgate, m ient ras cubre con la m ano el t eléfono.) Cuidado. Le pueden
ver por la ventana del dormitorio. (Al teléfono.) Falsa alarma.
Voz DE MARGOT:
Entonces, ¿no vas a venir?
TONY:
Me temo que no; apenas he hecho más que empezar.
Voz DE MARGOT: (Disgustada.)
¡Oh, Tony!
TONY:
Otra noche.
Voz DE MARGOT:
Oye, ¿podemos ir Max y yo a algún sitio, después?
TONY:
¡Pues claro! ¿Quieres bailar un rato?
Voz DE MARGOT: (Asintiendo.)
¡Huum!
TONY:
Muy bien. ¡Ah! Oye, Maureen te llamó, poco después de irte. Quiere
que comamos con ellos el miércoles.
Voz DE MARGOT:
Bueno, ya veremos. Perdona, va a empezar el tercer acto.
TONY:
Muy bien, que te diviertas. (Cuelga. Va hacia Lesgate.) ¿Qué?
(Lesgate t om a los billet es del sofá. Mira a Tony. Asiente.
Se guarda los billetes en el bolsillo.)

TELÓN
ACTO SEGUNDO
35
CRIMEN PERFECTO

CUADRO PRIMERO

En el m ism o lugar, el sábado por la noche. La habit ación est á iluminada


por la lámpara del techo y los apliques. Arde un buen fuego en la chimenea. La
maleta de cuero está en el mismo sitio. Margot y Max, sentados en el sofá. Ella
le est á m ost rando un álbum de recort es de prensa. Hay ot ros recort es y
periódicos doblados en la mesa situada frente a ellos. Tony está preparando un
cocktail. Tony y Max vist en de sm ocking. Margot lleva un vest ido de t arde. Al
levantarse el telón, ríen los tres.

TONY:
Y, desde entonces, no volvió a ganar otro partido.
MARGOT: (A Tony.)
¿Dónde está el retrato del Maharajá?
TONY: (Desde detrás del sofá, entregando una copa a Max.)
Por ahí, en alguno de esos recortes sueltos... (Margot busca en la
mesa. Tony pasa a colocarse ant e la chim enea, de espaldas al fuego.)
Encanto, ¿cuándo vas a acabar de pegar esos recortes?
MARGOT:
Tengo que encontrar tiempo, uno de estos días. ( Desdoblando un
periódico.) Mira, aquí está. ( Se la m uest ra a Max.) Aquí tienes al
Maharajá en persona.
TONY:
Tenía cuatro Rolls-Royces y joyas como para hundir un acorazado,
y toda su ilusión en la vida era jugar en Wimbledon.
( Margot toma recortes de la mesa.)
MARGOT:
¡Pobrecillo! Era tan corto de vista, que no veía el extremo de su
raqueta. Y la pelota, ya, ni hablar.
MAX: (Pasando las hojas del álbum.)
Debía usted escribir un libro con todo esto...
( Max ent rega el álbum a Margot. Ella m et e los recort es
dentro del álbum y lo deja sobre la mesa.)
MARGOT:
¿Por qué no colaboran? Una novela policíaca con ambiente de tenis.
TONY:
Crimen en el centro de la cancha... ¿Qué le parece, Max? ¿Podría
usted proporcionarme un buen asesinato?
MAX:
36
CRIMEN PERFECTO

Nada más fácil.


TONY:
¿Cómo se empieza a escribir una novela policíaca?
MAX:
Olvidándose del policía, y concentrándose en el crimen. Imaginando
que se va a robar o se va a matar a alguien.
TONY:
¡Ah! ¿Es eso todo? Muy interesante.
MAX:
Yo me coloco dentro de los zapatos del criminal y me pregunto:
Ahora, ¿qué haría?
MARGOT: (A Max.)
¿Cree usted que es posible un crimen perfecto?
(Un silencio.)
MAX:
Absolutamente, en el papel. Yo creo que puedo planearlo mejor que
nadie, pero dudo de si podría llevarlo adelante.
TONY:
¿Por qué no?
(Tony se pone en pie y va hacia la chimenea.)
MAX:
Porque en las novelas las cosas marchan tal y como el autor las
planea. Y, en la vida, casi nunca. (Margot le m ira. Sonríe.) Creo que
sería tan mal criminal como jugador de bridge. Cometo errores
tremendos, y no me doy cuenta hasta que mi compañero me los
advierte.
(Tony ríe y mira su reloj.)
TONY:
Me parece que debemos apurar nuestras copas.
MAX:
Muy bien.
(Se pone en pie.)
MARGOT: (A Max.)
¿Qué hace usted mañana?
MAX:
No sé, todavía.
MARGOT: (A Tony.)
¿Por qué no le llevamos a almorzar a Windsor?
TONY:

37
CRIMEN PERFECTO

Magnífica idea. (A Max.) Podemos salir temprano... Bueno, no muy


temprano... Estaremos aún convalecientes de esta noche.
(Tony cruza el taburete.)
MAX:
¿A las once?
TONY: (A Max.)
Estupendo. (A Margot, m ient ras va hacia el vest íbulo.) Oye, ¿te he
dejado yo mi llave? No la encuentro por ninguna parte.
MARGOT: (Poniéndose en pie.)
Quizá estén las dos en mi bolso. Voy a ver.
(Margot va al dormitorio. Max se dirige al vestíbulo, para
t om ar su im perm eable. Tony va a la puert a de la t erraza. La
abre y mira hacia fuera.)
TONY:
Llueve bastante.
MAX:
¿Es muy lejos?
TONY:
No, no. Ahí al lado.
(Tony m ira hacia Max para ver si ést e le observa, pero
Max, en ese m om ent o, se pone su im perm eable, dándole la
espalda. Tony, deliberadam ent e, abre unos cent ím et ros la
puert a de la t erraza y corre las cort inas. Margot ent ra con un
bolso en las manos. Lo abre y saca de él una llave.)
MARGOT:
Aquí no hay más llave que la mía. ¿Estás seguro de que no has
dejado la tuya en el impermeable?
TONY:
Ya he mirado ¿Me dejas tu llave?
MARGOT: (Con la llave en la mano.)
Es un poco peligroso.
TONY: ( Volviéndose hacia Margot.)
¿Por qué?
MARGOT:
A lo mejor, se me ocurre salir.
TONY:
¿Esta noche?
MARGOT:
Sí. Quizá me vaya al cine...
TONY:

38
CRIMEN PERFECTO

¿No vas a oír la radio? Hoy dan una obra de teatro.


MARGOT: (Sentándose en el extremo derecho del sofá.)
No. Es una obra terrorífica. No me gustan los programas de miedo
cuando estoy sola.
TONY:
Ya.
(Va al vestíbulo y toma su impermeable.)
MARGOT:
De todos modos, como yo he de volver antes que vosotros, te abro
cuando llegues.
TONY: (Poniéndose el impermeable.)
No volveremos hasta después de las doce. Y, para esa hora, estás
durmiendo.
( Va hacia la m esa, sacando del bolsillo del im perm eable
los guantes y poniéndoselos.)
MAX:
En esos casos, se deja siempre la llave debajo del felpudo.
( Tony saca su llave de uno de los guantes y la deja en la
m esa.)
TONY: (Mostrando la llave.)
No hace falta. La tenía dentro de un guante.
(Se guarda la llave en el bolsillo.)
MARGOT:
Eso lo resuelve todo.
( Vuelve a colocar su llave en el bolso, que dej a sobre la
mesa.)
TONY:
Y, ¿no crees que el cine, en sábado por la noche...?
MARGOT:
Lo intentaré. Si no, ¿qué voy a hacer aquí sola, sin tener nada que
hacer?
TONY:
¿Nada que hacer? ¿Y todos esos recortes? No vas a encontrar una
ocasión mejor.
MARGOT:
Mira, hombre... Los dos pasando la noche por ahí, mientras yo me
quedo pegando papeles en un álbum. Muy divertido.
(Tony se detiene.)
TONY:
Bueno, entonces nosotros tampoco salimos.

39
CRIMEN PERFECTO

(Empieza a quitarse el impermeable.)


MARGOT: (Sorprendida.)
¿Qué dices?
TONY:
Puesto que no quieres que salgamos esta noche, no salimos. Nos
quedamos aquí contigo. ¿Qué podemos hacer? ¿Jugar a las cartas?
(Deja el impermeable en la silla.)
MARGOT:
Pero, Tony..., ¿por qué?
(Se levanta y va hacia la mesa de café.)
TONY: (Yendo al teléfono.)
Voy a telefonear al club que no nos esperen.
( Margot detiene a Tony.)
MARGOT:
¡Tony, por Dios, no seas chiquillo! Anda, me quedo pegando los
recortes.
TONY:
¿Por qué, si no tienes la menor gana?
MARGOT:
Sí, hombre. Me entretiene mucho. ( Tom a el álbum de recort es.)
¿Hay pasta de pegar?
TONY:
Debe haber ahí en la mesa, supongo.
MARGOT:
Bueno. (Lleva él álbum a la m esa de escrit orio.) Y las tijeras...
( Tom a las t ij eras de la m esa del escrit orio y el t ubo de past a.) ¡Anda! El
tubo de pasta está vacío.
(Contrariada.)
TONY:
¡Pues sí!
MARGOT: ( A Tony, que mira el tubo vacío que Margot tiene en la mano.)
No te preocupes. Le pediré a la señora Laik, a ver si tiene. Vive en
el segundo piso. Subiré después.
(Tony no puede ocultar su contrariedad. Margot toma las
tij eras.)
MAX:
También se puede hacer un poco de engrudo. Todo lo que hace falta
es harina de almidón...
TONY:
Muy buena idea. ¿Sabe usted hacerlo, Max?
40
CRIMEN PERFECTO

MAX: (Yendo hacia la cocina.)


En un momento.
(Va hacia la cocina.)
TONY:
¡Magnífico, Max! (A Margot.) Perdona, mi vida. ¿Me he puesto muy
pesado?
MARGOT:
No. No te preocupes.
(Tony la besa cariñosamente.)
Voz DE MAX: (Desde la cocina.)
¿Dónde está el almidón?
MARGOT:
Voy.
(Margot va a la cocina. Se la oye con Max adentro. Tony,
sin dejar de observar la puerta de la cocina, toma el bolso de
Margot, lo abre, saca la llave, lo cierra y vuelve a dej arlo
sobre la m esa, t al y com o est aba ant es. Con la llave en la
m ano, va a la puert a de ent rada. La abre y sale, dej ándola
abiert a. Coloca la llave debaj o de la alfom bra de la escalera.
Se oye reír a Margot en la cocina. Tony se vuelve,
sorprendido. Ent ra rápidam ent e y cierra, en el m om ent o en
que llegan de la cocina Margot y Max. Margot t rae una t aza,
en la que remueve algo con una cucharilla.)
MARGOT:
Huele horriblemente.
MAX:
Cuando empiece a secarse, le añade un poco de agua.
( Margot dej a la t aza en la m esa de escrit orio y com ienza
a ordenar los periódicos y los recort es. Tony y Max están de
pie en el vestíbulo.)
TONY:
Oye, ocúpate de la chimenea, para cuando volvamos.
(Toma su impermeable.)
MARGOT:
Prometido.
TONY:
¡Ah! Es posible que mi jefe llame esta noche. Si llama, le dices que
estoy en el club. Puede ser algo importante.
MARGOT:
¿Cuál es el número del club?
TONY:
41
CRIMEN PERFECTO

Está en la Guía.
MARGOT:
¡Ah! Muy bien. Cuídense mucho.
MAX:
Ya lo haremos. Buenas noches, Margot.
MARGOT:
Buenas noches. (A Tony.) ¿Dejarás a Max en su casa con el coche?
TONY:
Naturalmente. Pero, antes, pasaremos por aquí, para echar la
última ronda. Procuraremos no despertarte. ( Besa a Margot.) Buenas
noches, amor mío.
MARGOT:
Buenas noches.
TONY: (A Max.)
Vamos.
( Salen los dos. Margot enciende la lám para de pie.
Conecta la radio. Apaga la lámpara y los apliques. Se dispone
a trabajar. Mira resignadamente el álbum y los recortes, abre
un periódico, t om a las t ij eras y em pieza a cort ar. Se oye
m úsica en el aparato de radio.)

TELÓN
FIN DEL PRIMER CUADRO

42
CRIMEN PERFECTO

CUADRO SEGUNDO

La m ism a decoración. Han pasado unas horas. Margot ha acabado de


pegar en el álbum los recort es de prensa y lo ha dej ado sobre la m esa de
escrit orio. Junt o al álbum , algunos t rozos de periódicos y las t ij eras. El cest o
de los papeles está colmado de restos de periódicos.
Al levant arse el t elón no hay m ás luz que la de la chim enea encendida.
Después de unos segundos, se abre la puert a de ent rada, pero sólo unos
centím et ros, com o si alguien hubiese quedado det rás escuchando. Después de
ot ros pocos segundos, entra Lesgate. Queda en la puert a, quiet o, escuchando.
Lleva un im perm eable y t rae puest os los guant es, pero viene sin som brero.
Cierra la puert a sin hacer m ás ruido que el de la cerradura al cerrarse.
Mientras llega al vestíbulo, se quita la bufanda y hace dos nudos con ella.
( NOTA. La bufanda debe tener flecos en sus extremos y debe ser de seda
y de color de crema, a fin de que Margot pueda confundirla con una media.)
Lesgate llega hast a la puert a de crist ales de la t erraza. Suena el t eléfono.
Se esconde rápidam ent e det rás de las cort inas. Un m om ent o después, se
enciende la luz del dorm it orio. Se ve por debaj o de la puert a que Margot abre.
Dej a la puert a abiert a, de m odo que la luz del dorm it orio ilum ine la habit ación.
Margot viene poniéndose una bat a y cruza hast a la m esa de escrit orio, donde
está el t eléfono. Descuelga el aparat o, y queda de espalda a la puert a de la
terraza.

MARGOT:
¡Halló!... (Escucha unos segundos y repite en voz más alta.) ¡Halló!
(Margot no se da cuent a de que Lesgate llega desde
atrás de las cort inas. Sus m anos enguant adas sost ienen los
ext rem os de la bufanda en que hizo los dos nudos. Margot
t iene el t eléfono en su m ano izquierda. Baj a el auricular y da
varias veces con la m ano derecha en el conm ut ador. En est e
momento, Lesgate la at aca pasándole la bufanda sobre la
cabeza y at ándosela fuert em ent e a la gargant a. Margot
ahoga un grit o y dej a caer el auricular. Lesgate apriet a la
bufanda en el cuello de Margot, at rayendo a ést a hacia él.
Pero las m anos de Margot t rat an de separar la bufanda de su
cuello. Hay un m om ent o de lucha. Lesgate, con su m ano
izquierda, pasa la bufanda alrededor del cuello de Margot. Al
m ism o t iem po, Margot se vuelve y queda frent e a él, con la
bufanda cruzada sobre la nuca. El la em puj a cont ra el
ext rem o de la m esa, obligándole casi a caer de espaldas
sobre el t ablero de la m esa. En su esfuerzo por apret ar la
bufanda, Lesgate casi cae sobre ella. La m ano derecha de
Margot suelt a la bufanda y se agit a sobre la m esa, hast a dar
con las t ij eras. Las agarra y con t odas sus fuerzas las clava
en la espalda de Lesgate. Est e cae sobre ella y poco después
43
CRIMEN PERFECTO

se desliza por la izquierda de la m esa, llegando al suelo


sobre sus espaldas, m ient ras exhala un gruñido sordo.
Margot continúa caída sobre el t ablero de la m esa,
com plet am ent e agot ada. Trat a de ponerse en pie, al m ism o
t iem po que procura recobrar el alient o. Se quit a la bufanda
de la gargant a, pero se la dej a sobre los hom bros. Tom a el
teléfono. Al principio, no puede hablar. La voz de Tony, se
oye, fuerte, en el teléfono.)
V OZ DE TONY: (En el teléfono.)
¡Halló!
MARGOT: (Casi sin poder hablar.)
¡Llama a la Policía! ¡Pronto! ¡La Policía!
V OZ DE TONY: (En el teléfono.)
¡Margot!
MARGOT:
¿Quién es?
V OZ DE TONY:
Soy yo, Margot.
MARGOT:
¡Gracias a Dios! ¡Tony! ¡Ven en seguida!
V OZ DE TONY:
¿Qué pasa?
MARGOT: (Aterrada.)
No puedo explicarte ahora... ¡Ven pronto, por Dios!
V OZ DE TONY: (Enfadado.)
¡Domínate! ¿Qué es?
MARGOT: (Recobrándose poco a poco.)
Un hombre... Me ha atacado... Ha querido estrangularme...
V OZ DE TONY:
¿Ha huido?
MARGOT:
No... Está muerto... Está muerto... (Un silencio.) ¡Tony!... ¡Tony!...
¿Me oyes?
V OZ DE TONY: (Casi sin voz, alterado.)
Margot.
MARGOT:
Dime.
V OZ DE TONY:
Óyeme... Fíjate bien.
MARGOT:
44
CRIMEN PERFECTO

Sí. Dime.
V OZ DE TONY:
No toques nada. Estaré ahí en un minuto.
MARGOT:
Bueno.
V OZ DE TONY:
No toques nada, ni hables con nadie, hasta que yo llegue.
MARGOT:
Sí. No tocaré nada.
V OZ DE TONY:
Prométemelo.
MARGOT: ( Llena de terror.)
Te lo prometo, pero, por favor, ven pronto. ( Com ienza a sollozar de
m iedo, m ient ras cuelga el t eléfono. Va hacia la puert a de la t erraza y la
abre, saliendo a la terraza. Vuelve a poco, y cuando vuelve se le ha caído
de los hombros la bufanda. La puerta de cristales queda abierta. Al llegar
a la m esa ve el cuerpo de Lesgate caído en el suelo, se separa asust ada,
va a ir hacia la puert a del piso, pero sin fuerzas se dej a caer sobre la
but aca del vest íbulo. Solloza. Va hacia el dorm it orio y sale, cerrando la
puert a. Se oyen las cam panadas de una iglesia. Se escuchan unos pasos
fuera y el ruido de la llave en la cerradura. La puert a se abre y ent ra
Tony. Enciende sólo los apliques. Observa la escena. Mira el cuerpo de
Lesgate, después busca con la vist a la m alet a, y m ira de nuevo a
Lesgate. Quit a la llave de la cerradura y la guarda en el bolsillo de su
im perm eable. Cierra la puert a silenciosam ent e. Da la luz de la lámpara
de pie. Va hacia Lesgate y t rat a de volver su cuerpo de un lado, y lo
arrast ra después hacia la puert a de la t erraza. Ve las t ij eras clavadas en
su espalda... Se m ira las m anos, por si t iene sangre en ellas. Mira
después hacia la puert a del dorm it orio. Busca la llave en los bolsillos de
Lesgate. No la encuentra y aparece Margot , que corre a sus brazos.) ¡Oh!
¡Tony! ¡Tony!
TONY:
Vamos... Vamos..., cálmate. ¿Qué ha pasado?
(Margot se abraza fuert em ent e a él, com o una criat ura
asustada. Tony le alza la cabeza, para mirar la garganta.)
MARGOT:
Me ató algo a la garganta... Algo así como una media...
TONY:
¿Estás segura? Déjame ver, ( La t oca suavem ent e la gargant a. Ella
retira la cabeza.) Habrá que avisar a un médico.
MARGOT: ( Asustada de pensarlo.)
¡Está muerto!

45
CRIMEN PERFECTO

TONY:
Ya. Se ha debido clavar las tijeras al caer.
MARGOT: (Volviendo la cara.)
¡Es horrible! ¿No puedes...?
TONY:
Sí. En seguida.
( Va rápidam ent e al dorm it orio. Margot se lleva las
manos a la cabeza. Mira, a su alrededor. Ve su bolso sobre la
m esa. Lo abre y m ira dent ro. Tony llega del dorm it orio
t rayendo una m ant a. Cuando ve lo que est á haciendo
Margot, se detiene y mira aterrado.)
TONY:
¿Qué estás haciendo?
MARGOT: (Sacando del bolso un tubo de aspirina.)
¿Quieres traerme un poco de agua?
(Margot dej a el bolso sobre la m esa. Tony va a la cocina
y vuelve con un vaso de agua. Lo ent rega a Margot, que
t om a una t ablet a de aspirina y bebe un sorbo después. Tony
cubre con la manta el cuerpo de Lesgate.)
TONY: (En voz baja.)
Así es mejor.
MARGOT:
Cierra la puerta de la terraza, por favor.
TONY:
No. No debemos tocar nada hasta que llegue la Policía. ( Mira la
puert a de la t erraza.) La habrá roto para entrar. ( Mira a su alrededor.)
¿Qué es lo que vendría buscando? ( Mirando a la librería.) Las copas de
plata, quizá.
MARGOT:
¿Cuándo va a venir la Policía?
TONY: ( Sorprendido.)
Pero, ¿tú no has llamado?
MARGOT:
No. ¡Me dijiste que no hablase con nadie! ¿Vas a llamar tú en
seguida?
TONY:
Sí. En un minuto.
MARGOT: (Yendo hacia el dormitorio.)
Voy a vestirme.
TONY:
¿Para qué?
46
CRIMEN PERFECTO

MARGOT:
Querrán verme...
TONY:
No te van a ver.
MARGOT:
Pero tendrán que hacerme preguntas.
TONY:
Pueden esperar hasta mañana. Yo les diré todo lo que quieran
saber.
( Mient ras habla, Tony m ira alrededor de la m esa,
com o si buscara algo. Margot, ya en la puert a del dorm it orio,
se vuelve.)
MARGOT:
Tony...
TONY:
¿Qué?
MARGOT:
¿Para qué me llamaste por teléfono?
(Tony la m ira fijamente y t arda en cont est ar unos
segundos.)
TONY:
¿Yo?... Ah... Perdona... Ya te diré... Estaba pensando... ¿Dices que
con una media?
MARGOT:
Creo que era una media... o una bufanda. ¿No está ahí?
TONY: (Mirando.)
No. Pero aparecerá. Lo mejor será que te vayas a la cama. Yo voy a
llamar a la Policía.
MARGOT:
Bueno. ( Ent ra en el dorm it orio. Tony va hacia Lesgate. Busca la
llave. La encuent ra en un bolsillo del im perm eable. Va a la m esa donde
está el bolso. Lo t om a, lo abre, dej a en él la llave y lo cierra. Hace un
gest o de alivio. Vuelve a Lesgate y lo cubre con la m ant a. Se dirige al
teléfono, lo descuelga y m arca un número. Margot aparece en la puert a
del dormitorio.) Tony... ¿Dónde está Max?
TONY:
Le dije que se fuera a su casa... Oiga... La estación de Policía, por
favor...
MARGOT:
¿Le dijiste lo que pasaba?
TONY:
47
CRIMEN PERFECTO

No. No estaba seguro de lo que ocurría... Le dije que no me


encontraba bien... Vamos, mi vida..., vuélvete a la cama, y descansa.
(Margot sale, cerrando la puerta.)
Voz de policía : (En el teléfono.)
¡Halló!
TONY:
¿Policía? Acaba de ocurrir un accidente...
Voz de policía: (En el teléfono.)
Diga.
TONY:
Ha sido muerto un hombre...
Voz de policía:
¿Su nombre de usted?
TONY:
Wendice.
Voz de policía:
¿Su dirección?
TONY:
El 61 de Charrington Garden. El departamento de la planta baja.
Voz de policía:
¿Cuándo ha ocurrido el accidente?
TONY:
Hará unos diez minutos. Entró, y atacó a mi mujer.
Voz de policía:
¿Un ladrón?
TONY: (Impaciente.)
Sí. Ya le explicaré, cuando vengan. ¿Cuánto tardarán?
Voz de policía:
Unos dos minutos.
TONY:
Bien.
Voz de policía:
No toquen nada.
TONY:
No. No hemos tocado nada. Adiós.
( Cuelga el t eléfono y m ira a su alrededor. Va a la puert a
de la t erraza y sale por ella. Se det iene y recoge algo del
suelo. Vuelve a la habit ación. Trae en las m anos la bufanda
de Lesgate con los dos nudos. Va al cest o de cost ura, busca
en él y encuent ra una m edia. Com para la m edia con la
48
CRIMEN PERFECTO

bufanda. Dej a caer la m edia sobre el t aburet e y guarda la


bufanda en su bolsillo. Se arrodilla j unt o a Lesgate y le quit a
la cartera.)
MARGOT: (Dentro, gritando.)
¡Tony!
TONY:
Ya he hablado. Vienen en seguida.
( Saca de su cart era la cart a de Max y la pone en la
cartera de Lesgate, mientras cae el.)

TELÓN
FIN DEL CUADRO SEGUNDO

49
CRIMEN PERFECTO

CUADRO TERCERO

En el m ism o lugar, el dom ingo por la m añana, a las once. Las cort inas
están descorridas y ent ra el sol por los crist ales. El cest o de los papeles est á
vacío, El cadáver de Lesgate no est á ya en escena. La m ant a, doblada, queda
en el mismo sitio, cubriendo la mancha de sangre.
El fuego de la chim enea est á apagado. Nadie lo ha t ocado desde la noche
ant erior. El servicio de desayuno, ya usado, sobre la m esa del café. Margot
está aún muy nerviosa, en el centro de la escena, al levantarse el telón.

MARGOT:
¿Más café?
TONY: (Dentro.)
No, gracias.
( Ent ra del dorm it orio, acabando de hacerse la corbat a.
Va a situarse delante de la chimenea.)
MARGOT:
Deberíamos llamar a Max... y decirle...
TONY:
Ya lo he hecho. Viene para acá.
MARGOT: (Tratando de animarse.)
¿Lo pasó bien en la fiesta, anoche?
TONY:
Sí, sí. Muy bien. Hasta hizo su discurso, al final de la comida... Muy
inteligente. ¿Cómo lo conociste?
MARGOT:
Me lo presentaron en casa de Peggy... Y lo volví a encontrar poco
antes de que se volviera a Nueva York.
TONY:
¡Ah! Sí. Ya me dijiste.
( Un silencio. Margot y Tony rom pen el silencio
simultáneamente.)
MARGOT: (Al mismo tiempo que Tony.)
Tony, ¿por qué...?
TONY: (Al mismo tiempo que Margot.)
A propósito, yo... Perdona.
MARGOT:
No, di.
TONY:

50
CRIMEN PERFECTO

He cerrado las persianas del dormitorio.


MARGOT:
¿Por qué?
TONY:
Tenemos ya algunos grupos de curiosos en la calle.
MARGOT:
¡Qué horror! ¿Tú crees que habrá salido la información en los
periódicos?
TONY:
No, creo que aún no. Pero las noticias corren rápidamente. (Un
silencio.) ¿Qué era lo que ibas a decir? ( Suena el t im bre del t eléfono.
Margot se vuelve, nerviosa. Tony contesta.) ¡Halló!
Voz de reportero:
¿Es la casa de la señora Wendice?
TONY:
Sí. El señor Wendice al aparato.
Voz de reportero:
¡Ah! Buenos días, señor. Soy del Internacional News... ¿Podría ver
unos minutos a su esposa?
TONY:
Temo que no se halle en condiciones de ver a nadie... Por lo menos,
en un par de días.
Voz de reportero:
¿Está herida?
TONY:
No, No. No es por eso.
Voz de reportero:
Quisiera tomar unas fotografías de ella.
TONY: (Molesto.)
Imposible. Lo siento mucho. Adiós. (Cuelga el teléfono.)
MARGOT:
¿Quién era?
TONY:
Un periodista. Quería hacerte unas fotos.
MARGOT:
Supongo que no vamos a poder librarnos de eso...
TONY:
No por mucho tiempo. Al cabo de unos días, cuando hayan
terminado las investigaciones, se olvidarán de nosotros... y tú también
olvidarás.
51
CRIMEN PERFECTO

MARGOT:
¿Cuándo se harán?
TONY:
¿Las investigaciones? Mañana, o el martes...
MARGOT: (Nerviosa.)
Y, ¿qué va a pasar?
TONY:
Nada que merezca la pena de preocuparte. El juez casi te va a
felicitar.
MARGOT:
¿Por haber matado a un hombre?
TONY:
¿Otra vez? Vamos, no vuelvas a pensar en eso. Es un caso claro de
legítima defensa. O él, o tú. El forense dijo que ha sido una suerte que
estuvieran las tijeras sobre la mesa.
MARGOT:
No tendré que volver a ver al forense, ¿verdad?
TONY:
Para nada. La verdad es que no era muy amable.
MARGOT:
¿Se quedó la Policía hasta muy tarde, anoche?
TONY:
No puedo decirte. Estaba rendido. Me dormí pronto.
MARGOT:
Ya lo vi. Estuvieron varias horas... No hacían más que llegar y salir
coches...
TONY:
Yo no hablé más que con el sargento. Buena persona. Ha estado
muy discreto, y apenas ha revuelto nada.
MARGOT:
Vi, por debajo de la puerta, que encendían luces...
TONY:
Tomarían algunas fotos, probablemente.
MARGOT:
Hacia las dos, no pude más. Me levanté y vine...
TONY: (Sorprendido.)
¿Viniste?... ¿A qué...?
MARGOT:
A preguntarles cuándo iban a acabar. Pero, al verles, no pude decir
nada. Había dos hombres ahí en el suelo, tomando medidas... Y, otro,
52
CRIMEN PERFECTO

fuera... Abría y cerraba la puerta de cristales de la terraza...


Interrumpieron lo que estaban haciendo al verme entrar... Comprendí
que no debía haber venido... (Un silencio.) Ahí, encima de la mesa, había
unos zapatos... Los de él, supongo... ( Se lleva la m ano a la frent e.) ¡Era
horrible!
(Tony ha recordado algo.)
TONY:
Oye, antes de que se me olvide... El sargento quería saber por qué
no telefoneaste a la Policía inmediatamente.
MARGOT: (Perpleja.)
¿Cómo? Estabas tú al teléfono.
TONY:
Sí, ya sé. Pero...
MARGOT: (Agitada.)
Y me dijiste claramente que no hablase con nadie hasta que tú
llegases...
TONY:
Sí, sí. Eso es. Pero yo le he dicho otra cosa...
MARGOT:
¿Por qué?
TONY:
Le dije que tú no llamaste a la Policía porque creíste que yo iba a
avisar desde el club...
(Un silencio.)
MARGOT:
¿Por qué has dicho eso?
TONY:
Porque me pareció una buena explicación. Él la ha aceptado desde
el primer momento. ¿No comprendes? Si ellos suponen que nosotros
hemos retrasado deliberadamente el dar cuenta, aunque sólo sea por
unos minutos, pueden empezar a hacer preguntas incómodas y...
MARGOT:
Entonces, quieres que yo diga lo mismo.
TONY:
Sí. ( Suena el t im bre de la puert a.) En el caso de que vuelvan a
preguntar. Ese es Max, seguramente. ¿Quieres abrirle? Yo voy a retirar
esto de aquí.
(Tony sale hacia la cocina llevándose la bandej a con el
desayuno. Margot abre la puert a de ent rada. El Inspector
Hubbard está ante la puerta.)
HUBBARD: (Quitándose el sombrero.)
53
CRIMEN PERFECTO

Buenos días, señora.


MARGOT:
Buenos días.
HUBBARD:
¿La señora Wendice?
MARGOT:
Sí.
HUBBARD:
Soy el inspector de Policía. ¿Puedo pasar?
MARGOT:
Desde luego. (Nerviosa.) Perdone. Voy a decirle a mi marido que
está usted aquí.
HUBBARD:
Muchas gracias.
( Margot va a la cocina. Hubbard m ira a su alrededor,
com o buscando un sit io donde colgar el som brero. Ve el
perchero y dej a el som brero en él. Después, llega a la
habitación y observa. Mira desde la m ant a hast a la puert a de
la terraza, el teléfono y también el dormitorio. Vuelve la vista
y la det iene en el cest o de la cost ura. Margot y Tony entran
de la cocina.)
TONY:
Buenos días.
HUBBARD:
Buenos días, señor. Soy el inspector jefe Hubbard. Estoy al frente
de la Brigada de Investigación Criminal de este Distrito.
TONY:
Creo que ya he dado al sargento toda la información necesaria.
HUBBARD:
Sí. Ya he visto el informe, pero hay algunos detalles que quisiera
obtener personalmente. Creo que el sargento habló con ustedes sólo
unos instantes... (Se vuelve hacia Margot.) Señora Wendice...
MARGOT: (Asustada.)
Sí. Diga.
TONY:
Mi esposa sufre una fuerte conmoción nerviosa.
HUBBARD: (Amable.)
Lo comprendo. Ha pasado por una experiencia terrible. ( Mira hacia
el dormitorio.) ¿Puedo ver...?
TONY:
Sí. Pase. Ahí están el dormitorio y el cuarto de baño.
54
CRIMEN PERFECTO

(Tony sigue a Hubbard por la puert a del dorm it orio.


Margot da unos pasos t ras ellos, pero se det iene. Est á, de
nuevo, m uy nerviosa. Mira la m ant a que hay en el suelo y se
fij a en ella, est rem ecida. Va después hacia la caj a de
cigarrillos que hay sobre la m esa del café, la abre, t om a un
cigarrillo y, después de t enerlo ent re los dedos, lo vuelve a
dejar. Hubbard y Tony vuelven del dormitorio)
HUBBARD:
No hay duda de que no pudo entrar por el cuarto de baño.
TONY:
Y la ventana de la cocina tiene una reja. (Tony abre la puert a de la
cocina. Hubbard, sin ent rar, m ira un m om ent o y vuelve a la habit ación.)
Suponemos todos que entró por esa puerta de la terraza.
HUBBARD:
¡Hum! Creo que no estaba usted aquí cuando ocurrió... ¿Verdad?
TONY:
No. Tenía una comida en el club.
HUBBARD:
Es el que está ahí cerca, en la carretera...
TONY:
Sí. Por una verdadera casualidad, yo estaba telefoneando a mi
esposa cuando fue atacada...
HUBBARD:
Ya sé... ¿Puede usted decirme exactamente a qué hora?
TONY:
Pues... No estoy muy seguro...
HUBBARD:
¿Usted lo recuerda, señora?
MARGOT:
No.
HUBBARD:
Usted telefoneó a la Policía a las once menos tres minutos. ¿No es
eso?
TONY:
Déjeme ver... En ese caso, debió de ser... hacia las once menos
cuarto... Pero, ¿no quiere usted sentarse, inspector?
(Tony indica a Hubbard el sofá, se sienta cerca.)
HUBBARD: (Sentándose.)
Gracias.
MARGOT:
¿Saben ustedes ya quién era?
55
CRIMEN PERFECTO

HUBBARD:
Sí. Al menos, hemos averiguado dónde vivía. Parece que hay cierta
confusión sobre su verdadero nombre.
MARGOT:
¡Ah!
HUBBARD:
Había tenido varios... ( De pront o, m ira a Margot.) ¿Lo había visto,
usted, antes, alguna vez?
MARGOT: (Azorada.)
No, no..., claro que no. ( Hubbard saca su cart era y de ella dos fot os
de dist int o t am año. Las ent rega a Margot, una por una. La observa
fijamente mientras ella las ve y se las devuelve.) ¡Ah! ¿Este es?
HUBBARD:
Sí. ¿Lo reconoce usted?
MARGOT:
No. No lo he visto en mi vida.
HUBBARD:
¿No le vio usted la cara, ni un momento?
MARGOT:
No. Ya sabe usted que me atacó por la espalda, en la oscuridad. No
pude verle.
HUBBARD: (Amable.)
Antes de mostrarle estas fotos, me ha dicho usted que no le había
visto antes. ( Un silencio. Observa su reacción.) ¿Cómo podía saberlo, si
no le había podido ver su cara anoche?
(Un silencio.)
MARGOT:
No..., no comprendo...
TONY:
Inspector, mi esposa quiere decir que, por lo que ella pudo advertir,
no le conocía.
HUBBARD: (A Margot.)
¿Era eso lo que usted quería decir?
MARGOT: (Nerviosa, devolviéndole las fotos.)
Sí.
HUBBARD: (A Tony.)
¿Y usted? ¿Lo había visto alguna vez?
(Hubbard ent rega a Tony una de las fot os. Ést e la
observa y la devuelve.)
TONY:

56
CRIMEN PERFECTO

No. (Hubbard le pasa la ot ra. Tony la m ira.) No. ( Le devuelve la


segunda foto.) Espere...
(Vuelve a mirar la foto, que había alargado a Hubbard.)
HUBBARD:
Diga...
TONY: (Sorprendido.)
Se parece algo a un compañero de Universidad... Pero el bigote lo
cambia mucho.
HUBBARD:
¿Cómo se llamaba?
TONY:
Comprenda usted... Hace más de quince años...
HUBBARD:
¿Se llamaba Lesgate?
TONY:
No.
HUBBARD:
¿Wilson?
TONY:
No.
HUBBARD:
¿Swan?
TONY:
No... ¿Swan? Espere, un momento, ¿Swan?... Sí, eso es. ( Va a
buscar la fot o que hay en la pared.) Aquí tengo una foto de una
comida... ¡Este es! Mire. ¡Increíble!
HUBBARD:
¿Lo conocía usted bien?
TONY:
No. Era de un curso anterior al mío.
HUBBARD:
¿No le ha vuelto a ver desde entonces?
TONY:
... Ahora que recuerdo, sí... No hace mucho... ( Un silencio.) Pero
no hablé con él...
HUBBARD:
¿Cuándo ha sido?
TONY:
Hará unos seis meses. En una estación, en la de Waterloo, me
parece. Lo encontré muy cambiado.
57
CRIMEN PERFECTO

HUBBARD:
¿Llevaba bigote?
TONY: (Piensa y devuelve la foto a Hubbard.)
No.
HUBBARD: ( Volviéndose a Margot se pone en pie.)
Señora Wendice, ¿puede usted indicarme exactamente lo que pasó
anoche?
MARGOT:
¿No hay otro remedio, Tony?
TONY:
Me temo que no, amor mío.
(Tony la ayuda a levant arse. Margot va hacia el
dorm it orio, vuelve al cent ro de la escena y se dirige al
teléfono.)
MARGOT:
Estaba acostada cuando sonó el teléfono. Me levanté y vine...
HUBBARD:
¿Encendió usted las luces?
MARGOT:
No.
HUBBARD:
¿Dónde estaba usted?
(Margot se coloca como estaba, medio de espaldas a la terraza.)
MARGOT:
Estaba aquí. Descolgué el teléfono.
HUBBARD:
¿Estaba usted segura de que daba la espalda a la terraza, así?
MARGOT:
Sí.
HUBBARD:
¿Por qué?
MARGOT: (Sorprendida.)
¿Por qué no?
(Hubbard está de pie a la izquierda de la m esa de
despacho, de frente a la terraza.)
HUBBARD:
¿Por qué dio la vuelta alrededor de la mesa? Yo hubiera tomado el
teléfono desde este lado.
(Hubbard descuelga el t eléfono con la m ano
derecha, y vuelve a colgarlo.)
58
CRIMEN PERFECTO

TONY:
Quizá mi esposa pueda recordar.
HUBBARD:
Un momento, señor. Perdone.
MARGOT:
Yo siempre contesto al teléfono desde aquí.
HUBBARD:
¿Por qué?
MARGOT:
Por si tengo que escribir algo... Puedo conservar el teléfono en la
mano izquierda.
(Coloca su mano izquierda sobre el teléfono.)
HUBBARD:
Ya. Está bien. Siga.
MARGOT:
Descolgué el auricular. Entonces, él debió salir de detrás de las
cortinas, y me atacó. Sentí algo alrededor de mi cuello.
HUBBARD:
¿Algo? ¿Qué quiere usted decir con eso de algo ?
MARGOT:
Creo que era una media.
HUBBARD:
Bien. ¿Y qué más?
MARGOT:
Me empujó sobre la mesa. Recuerdo que toqué las tijeras.
HUBBARD:
¿Suelen estar ahí las tijeras?
MARGOT: (Señalando.)
No. Están siempre en mi cesto de costura. Me había olvidado de
volverlas a dejar en su sitio.
HUBBARD:
¿Qué la hace a usted creer que el hombre salió de detrás de las
cortinas?
MARGOT:
¿En qué otro sitio podía estar?
HUBBARD:
Las cortinas estaban corridas, supongo.
MARGOT:
Sí.

59
CRIMEN PERFECTO

HUBBARD:
¿Las había corrido usted misma?
(Tony un poco molesto por el interrogatorio.)
TONY:
Las corrí yo, inspector. Antes de salir.
HUBBARD:
¿Cerró usted la puerta, al mismo tiempo?
TONY:
Sí.
HUBBARD:
¿Está usted seguro de ello?
TONY:
Completamente seguro. Siempre cierro, antes de correr las cortinas.
HUBBARD:
Entonces ¿cómo supone usted que entró en esta habitación?
TONY:
Rompiendo la cerradura.
HUBBARD:
No hay ninguna señal de violencia. La cerradura no está rota.
TONY:
Algo tuvo que ser. Cuando llegué, la puerta de la terraza estaba
abierta... Al menor..., Margot, ¿no saliste al jardín anoche y te olvidaste
de cerrar, después?
MARGOT:
Salí un momento... Después de que me atacó... Necesitaba aire.
Empujé la puerta y salí a la terraza.
HUBBARD:
¿No pidió usted socorro?
MARGOT:
Acababa de hablar con mi marido por teléfono.
HUBBARD:
Dice usted que empujo la puerta. ¿Está usted segura de que no la
abrió?
MARGOT:
Sí. Estoy segura.
HUBBARD:
Entonces, estaba abierta...
MARGOT:
No sé. No recuerdo.

60
CRIMEN PERFECTO

(Un silencio.)
HUBBARD:
Señora Wendice..., ¿por qué no llamó usted a la Policía
inmediatamente?
(Tony m ira a Margot, que le dirige una m irada en ese
momento.)
MARGOT:
Lo pensé, pero al oír a mi marido al teléfono... Creí que él llamaría,
desde el club, antes de venir para acá.
(Un silencio. Tony se tranquiliza.)
HUBBARD: (Tranquilo.)
Y ¿no se le ocurrió llamar... a un médico?
MARGOT:
No.
HUBBARD:
¿Por qué no?
MARGOT:
Porque estaba... muerto.
HUBBARD: (Tranquilo.)
¿Cómo lo sabía usted?
MARGOT:
Era evidente...
HUBBARD:
¿Le tomó usted el pulso?
MARGOT:
No. Claro que no. Cualquiera podía darse cuenta de que estaba
muerto... Al ver aquellos ojos, tan abiertos...
HUBBARD:
Luego, le vio usted la cara, entonces...
MARGOT: (Perdiendo el control.)
Le vi los ojos. No puedo recordar su cara.
TONY:
Inspector. Mi esposa, sin ningún género de dudas, no había visto a
ese hombre antes. Y, si no fue por esa puerta..., ¿cómo pudo entrar en
la casa?
(Hubbard se dirige a la puerta de entrada.)
HUBBARD: (Tranquilo.)
Estamos casi seguros de que entró por esa otra puerta.
(Hubbard abre la puert a unos cent ím et ros y la
vuelve a cerrar. Mira a Tony.)
61
CRIMEN PERFECTO

MARGOT:
Esa puerta estaba cerrada.
TONY:
Margot, ¿abriste tú la puerta, o te olvidaste de cerrar, cuando yo
salí?

MARGOT:
No.
HUBBARD:
¿Cuántas llaves tienen de esta puerta?
MARGOT:
Dos. Y una estaba en mi bolso. (A Tony.) Y tú tienes la otra.
TONY:
Sí, naturalmente.
HUBBARD:
¿Nadie más tenía una llave?
MARGOT:
Nadie.
HUBBARD:
Usted emplea una asistenta.
MARGOT:
Sí, pero no dispone de ninguna llave. Yo estoy siempre levantada a
la hora en que llega.
TONY:
¿Qué le hace a usted pensar que pudo entrar por esa puerta?
HUBBARD: (Simplemente.)
Sus zapatos.
TONY:
¿Sus zapatos?
(Hubbard va hacia la puerta de la terraza.)
HUBBARD:
La tierra estaba húmeda anoche. Si vino del jardín, debía haber
dejado manchada la alfombra. ( Un silencio.) No dejó ninguna huella,
porque se limpió los pies en el felpudo, antes de entrar.
TONY:
¿Cómo lo sabe usted?
HUBBARD:
Porque el felpudo es nuevo y había algunas fibras adheridas a sus
zapatos. No cabe la menor duda.
TONY: (Súbitamente.)
62
CRIMEN PERFECTO

Espere, un momento... Me parece que ya he dado con... (A Margot.)


¿Te acuerdas de cuando te robaron el bolso?
MARGOT:
Sí.
TONY:
¿Estaba la llave dentro?
MARGOT:
Sí, pero cuando lo recobré, la llave seguía allí.
HUBBARD: (Interesado.)
Perdone. Creo que me interesa ese detalle. ¿Qué clase de bolso era?
TONY:
Un bolso de mano, inspector. Mi mujer lo perdió en la Estación
Victoria.
MARGOT:
Lo recuperé dos semanas después, en la Oficina de Objetos
Perdidos.
HUBBARD:
¿No le faltaba nada?
MARGOT:
El dinero, solamente.
HUBBARD:
¿Nada más?
(Margot vacila antes de contestar.)
MARGOT:
No.
HUBBARD:
¿Ningún papel? ¿Ninguna carta?
MARGOT:
No.
HUBBARD: (Con fuerza en sus palabras.)
¿Está usted segura de eso?
MARGOT: (Firme.)
Sí.
HUBBARD:
¿Y estaba la llave en el bolso, cuando lo perdió?
MARGOT:
Sí. Y la encontré de nuevo, dentro.
TONY:
El que se quedó con el dinero, pudo hacer una copia de la llave...

63
CRIMEN PERFECTO

HUBBARD:
¿Dónde apareció el bolso?
MARGOT:
En la misma Estación Victoria.
TONY:
Pero varios días más tarde. En ese tiempo, pudo hacer un duplicado
de la llave, y devolver el original.
HUBBARD:
Antes de seguir adelante con esto..., ¿cómo pudo entrar por la
puerta de la calle?
TONY:
La puerta de la calle está siempre abierta.
HUBBARD:
Ya. Pudo, efectivamente, copiar la llave. Y pudo usar la copia para
abrir esa puerta. Pero no lo hizo.
TONY:
¿Por qué no?
HUBBARD:
Porque, en ese caso, la llave debía estar en alguno de sus bolsillos,
cuando murió. Y no se le ha encontrado ninguna llave.
(Un silencio.)
TONY:
Comprendo. Esto, lo cambia todo.
HUBBARD:
No tanto. ( Un silencio.) Dijo usted que había visto a ese hombre en
la Estación de Waterloo...
TONY:
Sí.
HUBBARD:
¿Está usted seguro de que no fue en la Estación Victoria?
(Tony piensa un momento.)
TONY:
Pudiera ser. ( Se vuelve a Margot, excitado.) ¿Cuándo perdiste el
bolso? ¿No fue aquel fin de semana que fuimos al campo, a casa de
Peggy? Sí. Eso es. En la Estación Victoria. Ahora recuerdo. Yo estaba
sentado en el restaurante cuando le vi, desde lejos.
HUBBARD:
¿Y fue entonces cuando perdió usted su bolso?
TONY:

64
CRIMEN PERFECTO

Sí, entonces. (A Margot.) Estaba a mi lado, ¿te acuerdas? Te dije


algo de... de que aquél era un antiguo compañero de Universidad...
MARGOT:
No me acuerdo.
(Tony mira a Hubbard, que mira a Margot.)
HUBBARD:
Parece como si ese hombre tuviera algo que ver con el bolso, a fin
de cuentas. Tendré que escribir un informe sobre todo esto. Quisiera que
hiciesen ustedes una declaración oficial antes de la investigación. (Un
silencio.) Mi oficina está sólo a unos minutos de aquí. ¿Podrían ustedes
venir ahora?
(Suena el timbre de la puerta.)
TONY:
Perdóneme.
(Va a abrir la puerta. Entra Max.)
MAX:
Hola, Tony. (Max se dirige a Margot, pero adviert e la presencia de
Hubbard.) Margot...
TONY:
Max, es el inspector Hubbard. Este es el señor Halliday, inspector.
Estaba conmigo anoche...
MAX:
¿Cómo está usted?
HUBBARD:
Señor Halliday, desde el momento en que estuvo usted con el señor
Wendice anoche, creo que quizá pueda usted ayudarme. ¿Recuerda qué
hora era cuando el señor Wendice se levantó para ir al teléfono?
(Max piensa un momento.)
MAX:
Sí. Serían las once menos veinte.
HUBBARD: (Tomando nota.)
¿Cómo lo sabe?
MAX:
Porque cuando el señor Wendice se levantó de la mesa, yo creía que
nos íbamos, y miré el reloj.
HUBBARD:
Muchas gracias, señor. ¿Sabe usted que cuando la señora Wendice
vino hasta aquí, a contestar, fue atacada...?
MAX: (A Tony.)
¡Ah! Pero, ¿habías ido a telefonear a Margot?
TONY:
65
CRIMEN PERFECTO

Sí.
MAX:
No sabía. Te pregunté si nos íbamos ya, y tú me dijiste que ibas al
teléfono, a llamar a... a tu patrón.
MARGOT: (Levantándose.)
Tony..., ya sé lo que te quería preguntar. ¿Por qué me telefoneaste
anoche?
(Todos se vuelven hacia Tony.)
HUBBARD: (Yendo hacia Tony.)
Un momento. Antes de entrar en esto. A las once menos veinte dejó
usted la mesa para ir a telefonear a su jefe...
TONY:
Sí. Usé el teléfono público del vestíbulo.
HUBBARD:
¿Cuánto tiempo habló con su jefe, antes de llamar a su mujer?
TONY:
No hablé con mi jefe. No recordaba el número y llamé a mi mujer
para que lo mirara en el libro de señas, que está sobre la mesa...
MARGOT:
¿Me hiciste levantar nada más que para preguntarme un número de
teléfono?
TONY:
No había otro medio. (A Hubbard.) Mi jefe salía en avión para
Bruselas esta mañana y quise recordarle un asunto. Era muy importante.
HUBBARD:
¿No había una Guía de teléfonos en el club?
TONY: (Tranquilo.)
Sí, pero, a esa hora, mi jefe está en su casa. Y el número de su casa
no está en la Guía.
HUBBARD:
¿No lo llamó usted, entonces?
TONY:
No, naturalmente. Cuando oí lo que pasaba, se me olvidó todo lo
demás...
HUBBARD: (A Max.)
Señor Halliday, el señor y la señora Wendice vienen a mi oficina
para hacer su declaración. ( Saca su cart era.) ¿Quiere usted darme su
dirección? Quizá le necesite en algún momento.
(Tony va hacia la puerta del vestíbulo.)
MAX:

66
CRIMEN PERFECTO

Con mucho gusto.


MARGOT:
Voy a coger mi abrigo.
(Va al dormitorio.)
MAX:
Estoy en el Hotel Carfax.
HUBBARD: (Entregando a Max su carné de notas y un lápiz.)
¿Quiere escribir aquí... la dirección, y el número del teléfono? (Mira
cómo escribe Max.) ¿Ha estado usted antes en Londres?
(Max no advierte el tono de la pregunta.)
MAX: (Escribiendo.)
Sí. Hace un año.
HUBBARD:
¡Ah!
(Max devuelve el carné a Hubbard, que m ira la dirección
y lo guarda en su bolsillo. Tony vuelve de la puert a del
vestíbulo.)
TONY:
Inspector, hay mucha gente en la calle. ¿Puede usted hacer que se
vayan?
HUBBARD:
Volverían tan aprisa como los echábamos. Le propongo que
salgamos por el jardín. ¿Hay alguna puerta a la otra calle?
TONY:
Sí, pero me temo que esté cerrado. Voy a ver.
(Tony abre la puert a de la t erraza, y sale al j ardín.
Hubbard espera a que se haya ido para hablar con Max.)
HUBBARD: (Confidencialmente.)
¿Sabe algo de lo de usted... y la señora Wendice?
MAX: (Sorprendido.)
¿De qué está usted hablando?
HUBBARD:
Usted escribió una carta a la señora Wendice desde Nueva York.
(Max m ira a Hubbard atónito.) Ha sido hallada en uno de los bolsillos del
muerto. No he querido hablar de ella, porque no sé si el señor Wendice
sabía, o sospechaba, algo... ¿Tiene usted alguna idea de cómo pudo
llegar a parar esa carta a manos de ese hombre...?
MAX:
No.
( Llega Margot del dorm it orio. Trae puest o un abrigo,
y su bolso de mano.)
67
CRIMEN PERFECTO

MARGOT:
¿Dónde está Tony?
MAX:
Ha salido al jardín...
HUBBARD:
Señora Wendice..., ¿cuando perdió usted su bolso, no perdió
también una carta?
( Margot mira a Max.)
MARGOT:
No.
MAX:
Margot..., la han encontrado en un bolsillo de ese hombre...
HUBBARD:
La perdió usted entonces, ¿no?
MARGOT: (Después de un silencio.)
Sí.
HUBBARD:
Se lo he preguntado antes, ¿no?
MARGOT: (Después de un silencio.)
Sí.
HUBBARD:
Se lo he preguntado antes, ¿no?
MARGOT:
Sí, pero... es que... mi marido no sabe nada.
HUBBARD:
Ese hombre trató de hacerle a usted un chantaje..., ¿verdad?
( Margot no contesta.)
MAX:
No sirve de nada, Margot. Tony va a enterarse, de todos modos.
(Max saca su cartera. Margot le mira horrorizada.)
MARGOT:
¡No!
MAX:
No hay más remedio. Inspector, cuando la señora Wendice perdió
mi carta, recibió estas dos notas.
(Max da las notas a Hubbard, que las lee.)
HUBBARD: (Mirando las notas.)
Febrero... (A Margot.) ¿Cuántas veces ha visto usted a ese hombre?
MARGOT: (Molesta.)
68
CRIMEN PERFECTO

No lo he visto en mi vida.
HUBBARD:
Señor Halliday, tendrá usted que venir con nosotros.
MAX:
Bien.
HUBBARD:
Señora Wendice, cuando haga usted su declaración, habrá otros
policías presentes. Le advierto que todo lo que diga puede ser usado
como evidencia. No se preocupe por lo que me ha dicho. Vamos a
olvidarlo. De ahora en adelante, va usted a decirnos exactamente qué
sabe usted de ese hombre y qué sucedió anoche. Si trata usted de
ocultar algo, se verá en una situación muy difícil.
MARGOT:
Explíquese qué quiere decir con todo eso...
HUBBARD:
Con mucho gusto. Usted admite que mató a ese hombre. (Entra
Tony.) Dice usted que fue en defensa propia. Desgraciadamente, no hay
testigos. No tenemos más que su palabra.
TONY:
Pero yo lo oí todo... Yo estaba al teléfono, inspector.
HUBBARD: (Volviéndose a Tony.)
¿Qué fue lo que oyó usted, señor Wendice?
TONY:
Oí..., pues..., una serie como de ronquidos...
HUBBARD:
¿Oyó algo que indicara claramente lo que estaba sucediendo?
TONY:
Lo que oí concuerda con lo que mi esposa me dijo...
HUBBARD:
Según eso, todo lo que usted sabe, en realidad, es lo que le ha
dicho su esposa, ¿no es eso? (A Margot.) Usted sugiere que ese hombre
vino aquí a robar, pero no hay pruebas de ello. Hay pruebas, en cambio,
de que ese hombre trataba de hacerle un chantaje...
TONY:
¿Un chantaje?
MAX:
Es verdad, Tony.
HUBBARD:
Usted sugiere que entró por la puerta de la terraza, y sabemos que
entró por esa otra puerta.
MARGOT: (Frenética.)
69
CRIMEN PERFECTO

¡No pudo entrar por esa puerta! Esa puerta estaba cerrada y no hay
más que dos llaves. (Busca en su bolso.) Mi marido tiene la suya y la mía
está aquí... (Saca la llave y la muestra.) Mírela.
(Un silencio.)
HUBBARD: (Tranquilo.)
Pudo usted misma abrirle la puerta.
TONY:
No querrá usted indicar que...
HUBBARD:
Por el momento, es la única manera verosímil...
MARGOT:
¿No cree usted que me atacó? ( Lleva sus m anos a la gargant a.) ¿De
qué piensa usted que tengo estas señales en el cuello?
HUBBARD:
Esas señales, ha podido hacérselas usted misma. Una media de
seda ha sido encontrada en la terraza. Tiene hechos dos nudos. ¿No le
dice eso nada?
MARGOT:
Será la que usó ese hombre..., sin duda.
(Un silencio.)
HUBBARD:
Hemos encontrado la compañera envuelta en un papel de periódico
en el fondo del cesto de los papeles. ¿Puede usted explicar cómo su
atacante se entretuvo en eso?
MARGOT:
No.
HUBBARD:
Esas medias son suyas, ¿no?
MARGOT: (Horrorizada.)
¡No!
HUBBARD:
Sabemos que sí. Uno de sus talones ha sido zurcido con seda de un
color muy parecido, pero no igual. Hemos encontrado un carrete de la
misma seda en su cesto de costura.
MARGOT: (Aterrada.)
Tony, había ahí un par de medias.
(Tony va a la m esa, t om a el t eléfono y m arca
enérgicamente.)
TONY:

70
CRIMEN PERFECTO

He oído que en algunos países la Policía crea las pruebas para


acusar con ellas a los ciudadanos. Pero nunca creí que eso sucediera en
este país.
MARGOT: (Corriendo al lado de Tony.)
Sus hombres estuvieron aquí, anoche, horas y horas. Pudieron
tomar esas medias y hacer de ellas lo que quisieran...
TONY:
Desde luego. Y hasta restregar las suelas de los zapatos del muerto
contra el felpudo.
(Margot se vuelve a Max.)
Voz DE ROGERS: (En el teléfono.)
¡Diga!
TONY: (Al teléfono.)
Oiga, ¿Rogers? ¡Gracias a Dios que te encuentro! Aquí, Tony
Wendice. Oye, Rogers. Hemos tenido un robo en casa, anoche... Margot
fue atacada...
Voz DE ROGERS: (En el teléfono.)
¿Margot? ¿Está herida?
TONY: (Al teléfono.)
No, no. Está bien. El ladrón resultó muerto. La Policía está ahora
aquí...; quieren dar a entender que Margot lo mató intencionadamente.
..
HUBBARD: (Interrumpiéndole.)
Yo que usted, no diría eso.
Voz DE ROGERS: (En el teléfono.)
¡Eso sí que es bueno!
TONY: (Al teléfono.)
Tiene gracia, ¿no? ¿Puedes venir en seguida? A la Brigada de Policía
de Maida Vale.
Voz DE ROGERS: (En el teléfono.)
Ahora mismo voy.
TONY: (Al teléfono.)
Muchas gracias, hombre. Hasta ahora. ( Cuelga y se dirige a
Margot.) No te preocupes, mi vida. Rogers viene a encontrarnos en la
Brigada de Policía.
HUBBARD:
Señor Wendice, debo advertirle...
TONY:
Nuestro abogado nos advertirá mejor. Muchas gracias.
(Tony y Margot se disponen a salir. Max ve el bolso en el
sofá.)
71
CRIMEN PERFECTO

MAX:
Tu bolso, Margot.
(Tony abre la puerta de la terraza.)
MARGOT:
Gracias, Max.
( Tom a el bolso. Mira alrededor, inquiet a. Se vuelve y
sale por la puert a de la t erraza. Max la sigue. Hubbard va a
salir. Se vuelve hacia Tony.)
HUBBARD:
¿Viene usted también?
TONY:
Naturalmente, inspector.
HUBBARD: (Casi para sí mismo.)
Bueno... En fin... Estaba pensando, que...
(Sale. Tony dirige una últ im a m irada a la habit ación.
Ahora, dom ina por com plet o la sit uación. Met e las m anos en
sus bolsillos y sale, detrás de Hubbard.)

TELÓN

72
CRIMEN PERFECTO

ACTO TERCERO

CUADRO PRIMERO

En el m ism o lugar, unos m eses después. A prim era hora de la t arde. Los
m uebles han sufrido algunos cam bios. Las cort inas est án descorridas, pero la
persiana m it iga la luz de la calle. Sobre la m esa de escrit orio hay una bot ella
de whisky y un vaso. El cest o de los papeles est á lleno de periódicos
arrugados. Al lado, una bolsa de papel de la t ienda de com est ibles. Hay una
cam a, con la cabecera cont ra la pared del fondo. La cam a est á sin hacer.
Algunas prendas de vest ir y una bat a sobre el sofá. En el suelo, la m alet a de
Tony, abiert a y a m edio llenar. La lám para eléct rica port át il est á sit uada ent re
el sofá y la cam a. La escena est á casi a oscuras. Al levant arse el t elón se oyen
pasos fuera y la llave que ent ra en la cerradura de la puert a. Ent ra Tony. Trae
puest o un im perm eable y una cart era grande en la m ano. Enciende las luces.
Cierra la puert a, quit ando la llave de la cerradura, se quit a el im perm eable,
que deja en una silla del vestíbulo. Deja la cartera, sobre la cama, mira el reloj
y va a la m esa. Conect a el aparat o de radio. Vuelve a buscar la cart era y la
abre. Saca de ella algún dinero, lo guarda en su bolsillo y cierra la cart era. Se
oye la voz del Locutor, en el aparat o de radio. Tony m ira el aparat o y escucha
con interés.

Voz DEL LOCUTOR: (En la radio.)


...Los principales obstáculos fueron la exportación de frutas y
vegetales. Se buscan soluciones para que los cupos de exportación sean
reducidos al doce y medio por ciento... ( Un silencio.) El ministro de
Justicia ha contestado a los abogados de la señora Margot Wendice que
no encuentra suficientes motivos para suspender la ejecución de la
sentencia. El pasado mes de noviembre la señora Wendice fue declarada
culpable del asesinato de Carlos Alejandro Swan, y condenada a muerte.
( Un silencio.) El parte meteorológico anuncia chubascos en algunos
distritos. En el sur continuará la niebla. ( Suena el t im bre.) Termina
nuestro noticiario. Son la una y diez de la tarde...
(Tony corta el aparato de radio y va al teléfono.)
TONY:
¡Halló!
Voz DE PENDLETON: (En el teléfono.)
¿El señor Wendice?
TONY:
Sí. Diga.
Voz DE PENDLETON:
Aquí, Pendleton.
73
CRIMEN PERFECTO

TONY:
¡Ah! Buenas tardes.
Voz DE PENDLETON:
¿Ha decidido usted algo sobre las cartas?
TONY:
Sí... Para serle franco, después de lo que han subido las cuentas de
los abogados, he pensado en que no menos de quinientas libras.
Voz DE PENDLETON:
¡Quinientas libras! Pero si se trata, sólo, de unas cartas...
TONY:
Sí..., pero, ¿le gustaría a usted que las cartas de su mujer fueran
leídas por miles de personas?
Voz DE PENDLETON:
Nosotros habíamos pensado en trescientas cincuenta...
TONY:
Lo siento. Mi decisión es firme.
Voz DE PENDLETON:
¿Nos puede dar un poco de tiempo para pensarlo?
TONY:
El que quieran ustedes. Piénselo. Pero yo me marcho pasado
mañana. ( Suena el t im bre de la puert a. Tony m ira ansiosam ent e hacia la
puerta.) Perdóneme. Le llamaré más tarde.
( Cuelga. Va hacia la puert a y la abre. Aparece en ella
Max. Viene sin som brero ni im perm eable. Se m iran los dos
un inst ant e. Tony hace adem án de cerrar la puert a. Max se
interpone.)
MAX: (Firme.)
¡Tengo que hablar con usted!
TONY: (Secamente.)
No lo creo necesario.
MAX:
Yo, sí.
TONY:
No tenemos nada que hablar.
MAX:
Sí. Es preciso intentar algo...
TONY: (Cediendo secamente.)
Pase.
(Entra Max. Tony cierra la puert a y saca del bolsillo una
carta escrita a máquina que muestra a Max.)
74
CRIMEN PERFECTO

TONY:
No se puede intentar ya nada. Nuestro abogado ha recibido esta
carta del ministro de Justicia, hace una hora...
(Max lee la carta y la devuelve a Tony.)
MAX:
No debe usted abandonar... Hay que hacer algo. No es demasiado
tarde...
TONY:
Me temo que sí. ( Va hacia la m esa.) Hemos hecho todo lo
humanamente posible. He ido a la cárcel esta mañana, a despedirme de
ella... Pero no ha querido verme... Ha evitado una escena dolorosa...
(Después de un cort o silencio.) ¡No la volveré a ver!
MAX:
Tony... Estoy seguro de que usted haría cuanto estuviera en su
mano para salvarle la vida...
TONY:
Naturalmente.
MAX:
¿Aunque ello significara ir a la cárcel algunos años?
TONY:
No sé lo que quiere usted decir... Pero si fuera posible...
MAX:
Lo creo... Y creo que es posible... si usted cuenta a la Policía lo que
sucedió aquella noche... exactamente.
TONY:
¿Cómo exactamente...?
MAX:
Óigame, Tony... He pensado, he trabajado en ello durante varias
semanas. Puede ser su única salvación...
TONY:
¿Qué es?
MAX:
Tiene usted que declarar a la Policía que usted alquiló a Swan para
que asesinara a Margot... (Tranquilo.) Llevo muchos años escribiendo
novelas y guiones sobre temas policíacos. Conozco bien estos asuntos.
Margot fue condenada a muerte porque nadie creyó su declaración. El
fiscal basó su informe en que Margot había dicho una mentira detrás de
otra, y el Jurado lo estimó así. ¿En qué estaba basada la acusación? En
tres puntos principales: mi carta, la media de seda y la idea de que,
puesto que la llave no se encontró en los bolsillos de Swan, fue Margot
quien le abrió la puerta. ( Un silencio.) Ahora, Swan está muerto. Usted

75
CRIMEN PERFECTO

puede decir de él lo que quiera. Puede usted decir que lo conocía. Que se
encontró con él y planearon el asunto...
TONY: (Irritado.)
¿Qué está usted intentando?
MAX: (Tranquilo.)
Estoy suponiendo, solamente. Y usted va a escucharme, hasta el
final. La sospecha de chantaje de Swan tenía dos motivos: el de que mi
carta apareciese en su bolsillo y el de que usted vio a Swan el mismo día
en que fue robado el bolso de Margot.
TONY:
¿Y qué?
MAX:
Usted puede confesar a la Policía que no vio a Swan aquel día en la
Estación Victoria, que todo fue una invención suya para intentar
complicar a Swan con la carta.
TONY:
La carta fue encontrada en su bolsillo.
MAX:
Porque usted mismo pudo ponerla allí.
TONY: (Después de un silencio.)
¿Pretende usted ahora insinuar que fui yo el que robó el bolso de
Margot?
MAX:
Digo que pudo ser usted...
TONY:
¿Para qué?
MAX:
Porque quisiera usted saber quién le había escrito una carta...
Cuando la leyó, quiso hacer algo para vengarse...
TONY:
Y quiere usted que diga que yo escribí aquellas notas, exigiendo
dinero...
MAX:
¿Por qué no? Nadie puede probar que no las escribiera usted
mismo...
(Tony piensa un momento.)
TONY:
Muy bien. Según eso, yo robé el bolso y escribí las notas
amenazando... ¿Qué más?
MAX:

76
CRIMEN PERFECTO

Usted guardó mi carta y la puso en el bolsillo de Swan cuando ya


estaba muerto.
TONY:
Un momento... ¿Cuándo pude hacer eso?
MAX:
En el tiempo transcurrido entre su vuelta de la comida y la llegada
de la Policía. En el mismo tiempo en que sacó una media del cesto de
costura de Margot y la sustituyó por lo que Swan hubiera traído...
TONY: (Después de pensar.)
Comprendo que trate usted, por todos los medios, de salvar a
Margot... Pero, ¿supone usted que alguien puede creer toda esa historia?
MAX:
Usted hará que la crean.
TONY:
¿Cómo? ¿Va usted a venir conmigo?
MAX:
No. La Policía sabe que yo me dedico a inventar historias de esta
clase. Si sospechan que ha hablado usted conmigo, ni le escucharán. No
deben saber que yo he estado aquí siquiera.
TONY:
Max, es ridículo... ¿Por qué iba yo a buscar a nadie para que
asesinase a Margot?
MAX:
Por varios motivos... ¿Tenía Margot hecho su testamento?
(Un silencio.)
TONY:
Sí. Creo que sí...
MAX:
¿Era usted su heredero?
TONY:
Supongo...
MAX:
Entonces...
TONY:
Miles de mujeres y de maridos se dejan su dinero mutuamente, sin
asesinarse los unos a los otros por él... La Policía no va a creer una sola
palabra de todo cuanto usted dice. Si yo hiciera una declaración así, la
tomarían por lo que realmente es. Por el intento desesperado de un
marido para salvar la vida de su mujer.
MAX:

77
CRIMEN PERFECTO

Aún así, vale la pena. No pueden ahorcarle a usted por planear un


crimen que no se ha cometido. Piénselo. Lo más que pueden es
condenarle a unos años de cárcel.
TONY:
Muchas gracias.
MAX:
Y salvar la vida de Margot. El precio no es muy grande...
TONY:
Es curioso que esa proposición venga, precisamente, de usted, Max.
La vida de Margot no estaría en peligro en estos momentos si no fuese
por usted. Precisamente su amistad con ella es lo que hizo perder a
Margot toda la simpatía del Jurado. No se moleste. Si yo creyera que con
todo había una oportunidad de salvar a Margot, lo haría, sin duda. Pero
no iba a convencer a nadie. ¿Cómo...? ¿Cómo podía yo obligar a Swan a
cometer un crimen?
MAX:
Puede usted decir que le ofreció dinero.
TONY:
¿Qué dinero? Yo no tengo dinero...
(Un silencio.)
MAX:
Podía contar con el dinero de Margot.
TONY:
Tenían que pasar meses antes de que yo entrara en posesión de su
dinero. La gente no comete crímenes a crédito. No. Hay que pensar en
algo mejor.
MAX: (Pensativo.)
Está bien. Pensaremos. Ha de haber una explicación y tenemos que
encontrarla. (Un silencio.) ¿Cuánto tiempo nos queda?
TONY:
Es mañana, a primera hora... (Suena el timbre de la puerta. Los dos
se miran. Tony se dirige a abrir la puerta. Max hace sonar sus dedos para
at raer la at ención de Tony. Este se vuelve. Max, por gestos, le indica que
espere y sale por la puert a de la cocina. Cuando Tony abre la puert a,
aparece en ella el I nspect or Hubbard. Trae un im perm eable al brazo y
una cartera de mano.) Buenas tardes, inspector... (Hubbard entra y Tony
cierra la puerta. Tony mira ansiosamente.) ¿Es algo de mi esposa?
HUBBARD: (Amablemente.)
No, no. No es nada de ella.
TONY: (Sorprendido.)
¿Qué, entonces...?

78
CRIMEN PERFECTO

(Hubbard dej a su cart era en la m ism a silla donde Tony


dejó su im perm eable y cuelga su som brero y su
impermeable.)
HUBBARD:
Tengo que hacer una investigación sobre ese robo que tuvo lugar
hace tres semanas.
TONY:
¿No puede usted esperar... unos días?
HUBBARD:
Sí. Comprendo su posición en estos momentos. Y quiero decirle
cuanto siento...
TONY:
Está bien. Gracias, inspector. ¿Puedo ayudarle en algo?
HUBBARD:
Verá usted. El cajero de una fábrica de Ledbury Street fue atracado
en su despacho por dos hombres que se llevaron varios cientos de libras
esterlinas, la mayor parte en billetes de una libra...
TONY:
Y, ¿qué tengo yo que ver con eso?
HUBBARD:
En casos como este, todas las Secciones de la Policía deben vigilar a
la gente que gasta sumas importantes de dinero...
( Un largo silencio. Hubbard espera a que Tony diga
algo.)
TONY:
Ya.
HUBBARD:
Yo quisiera saber si usted ha vendido algo, recientemente, y lo ha
cobrado en dinero, no en cheques...
TONY:
¿Por qué?
HUBBARD:
Mi sargento ha hecho algunas averiguaciones en el garaje Gales, el
otro día... ( Un silencio.) Parece ser que usted pagó una cuenta allí de...
(Mira su libro de notas.) más de sesenta libras...
TONY:
Sí. Daba la casualidad de que tenía bastante dinero suelto y pagué
en billetes.
HUBBARD:
Comprendo. ¿Sacó usted ese dinero de su cuenta del Banco?
(Un silencio.)
79
CRIMEN PERFECTO

TONY: (En guardia.)


¿Ha inspeccionado usted mi cuenta corriente?
HUBBARD: (Con una sonrisa.)
Pues, sí... No querían ayudarme. Las cuentas de los Bancos son una
especie de secreto... ¿De dónde sacó usted ese dinero?
TONY:
¿Qué le importa a usted?
HUBBARD:
Si era dinero robado, tiene que importarme... ( Saca su pipa.) ¿Le
molesta que fume?
TONY:
No. Haga lo que quiera. (Ríe.) ¿Cree usted que yo recibo dinero
robado?
HUBBARD:
Hasta que usted me diga de dónde sacó ese dinero, no sé qué
creer... ( Busca en sus bolsillos, va al vest íbulo y saca del bolsillo de su
im perm eable una pet aca.) Verá usted... Si ese dinero llegó a sus manos
por medio de alguien a quien usted no conoce..., esa puede ser la
persona que estamos buscando..., ¿eh? ( Se det iene y t om a algo del
suelo, debajo de su impermeable.) ¿Es suyo esto?
(Muestra un llavín.)
TONY: (Yendo hacia él.)
¿Qué es?
HUBBARD: (Naturalmente.)
Un llavín... Estaba ahí, en el suelo...
(Tony llega al vest íbulo, busca en los bolsillos de su
impermeable. De uno de ellos, saca su llavín y lo muestra.)
TONY:
No. El mío está aquí...
( Al m ism o t iem po, Hubbard abre la puert a y prueba el
llavín en la cerradura.)
HUBBARD:
No. No es el de usted.
(Tony vuelve a guardar el llavín en el bolsillo de su
impermeable.)
TONY:
Sí. Es el mío. Ha debido de caerse del bolsillo. Tiene un descosido...
( Vuelve a la habit ación, m irando en su m ano el llavín.) Es lo malo con
estas llaves..., todas parecen iguales...
HUBBARD:
Perdóneme... ¿Decía usted...?
80
CRIMEN PERFECTO

(Guarda cuidadosamente el llavín en su bolsillo.)


TONY: (Confuso.)
No sé de qué estábamos hablando...
HUBBARD: (A un lado de la cama.)
Sí, de aquel dinero... Le agradecería mucho que me dijese cómo
llegó a sus manos... De todas maneras, cien libras es una suma
importante para llevarla encima...
TONY:
Dijo usted sesenta, hace un momento.
HUBBARD:
¡Ah! ¿He dicho...? Bueno, mi sargento investigó un poco más, ¿sabe
usted? Y añadió en su informe... que había usted pagado una cuenta a
su sastre... y otra de bebidas...
TONY:
¿Para qué se ha tomado tanto trabajo? Si hubiera venido a mí,
directamente, le hubiera explicado... Gané bastante dinero en las
carreras de galgos...
HUBBARD:
¿Más de cien libras?
(Tony mira ansiosamente a la puerta de la cocina.)
TONY: (En voz baja.)
Sí, Más de cien libras. Hace unos días... ¿Sabe usted?
(Se sienta.)
HUBBARD:
Ya. (Sonríe.) ¿Por qué no me lo dijo usted en seguida?
TONY: (Fríamente.)
Porque me da cierta vergüenza que se descubra que he ido a las
carreras de galgos cuando mi mujer estaba sentenciada a muerte...
HUBBARD: (Amable.)
Lo comprendo... Quería usted distraerse..., pensar en otra cosa.
( Yendo hacia el vest íbulo.) Eso, lo explica todo, ¿no?... Siento haberle
molestado.
TONY: (Yendo a abrir la puerta.)
De nada.
(Hubbard toma su sombrero y vuelve a Tony.)
HUBBARD:
Por cierto..., otra cosa. ¿Tiene usted una cartera de mano, azul...?
TONY: (Sorprendido, no responde en unos segundos.)
No va usted a decirme que se la ha encontrado...
(Hubbard vuelve a la habitación.)

81
CRIMEN PERFECTO

HUBBARD:
¿Por qué? ¿Es que la ha perdido usted?
TONY:
Sí. Iba a dar cuenta esta misma tarde. Creo que me la he dejado en
un taxi. ¿Cómo sabe usted que yo tengo esa cartera?
(Hubbard mira a Tony fijamente, mientras saca su bloc y
un lápiz. La puert a de la cocina se abre unos cent ím et ros. Ni
Tony ni Hubbard se dan cuenta.)
HUBBARD:
El dueño de la tienda de vinos dijo que la llevaba usted cuando pasó
la cuenta. Mi sargento lo comprobó, también, en su garaje y en el sastre.
En los dos sitios recuerdan que la llevaba usted, al ir a pagar...
TONY:
Sí. La usaba algunas veces.
HUBBARD: (Dirigiéndose al vestíbulo.)
Los taxistas suelen devolver lo que encuentran. Estoy seguro de que
la recobrará usted. (Entra Max.) ¡Ah! El señor Halliday...
(Max queda mirando a Tony.)
MAX: (En voz baja.)
Antes de que marche, inspector... El señor Wendice creo que tiene
algo que decirle...
HUBBARD:
¡Ah! ¿Sí?
(Hubbard se vuelve a Tony. Tony m ira a Max. Max va al
sofá y mira debajo de las ropas de Tony.)
MAX:
¿Dónde la ha dejado usted, Tony?
TONY: (Junto a la cama.)
¿Qué le pasa a usted?
MAX: (Cruzando hacia la cama.)
Cuando he llegado, he visto una cartera de mano, azul... Pero no
recuerdo dónde... (Max levant a la bat a de Tony y descubre la cart era. La
lleva hast a la m esa de escrit orio y t rat a de abrirla, pero est á cerrada con
llave. En voz baja.) ¿Tiene usted la llave, Tony?
TONY:
¿Se ha vuelto usted loco?
MAX: (Toma un sacacorchos de la bandeja de las bebidas.)
Está bien. Si no hay llave, trataremos de abrirla de cualquier
manera...
HUBBARD: (A Max.)

82
CRIMEN PERFECTO

Espere un momento. (A Tony.) ¿Por qué dijo que la había dejado en


un taxi?
TONY:
Porque creía que... (Max t rat a de abrir la cart era.) Deje usted eso,
Max... Debo tener la llave en algún sitio. ( Busca en sus bolsillos.) No
comprendo a qué viene todo esto... ( Max hace salt ar la cerradura.) Pero,
Max...
MAX:
No se preocupe. Ya le compraré otra nueva...
(Max abre la cart era. Ext rae de ella un periódico y seis
paquetes de billetes de una libra. Los deja sobre el escritorio,
uno a uno. Hubbard se quit a el som brero. Lo t ira sobre el
sofá y va a la mesa, a examinar el dinero.)
HUBBARD:
Aquí hay más de 500 libras. ¿De dónde lo ha sacado usted?
MAX:
Yo se lo diré, inspector. Ese dinero era para pagar a un hombre
llamado Swan, después de que hubiera asesinado a la señora Wendice
en esta habitación... Como usted a Swan... El señor Wendice ha vivido
de ese dinero desde el 28 de septiembre...
HUBBARD: (A Tony.)
Señor Wendice... ¿Qué dice usted de eso?
MAX: (A Tony.)
Hace un rato, dijo usted que haría todo lo posible por salvar a
Margot. ¿Qué le ha hecho a usted cambiar de idea?
TONY: (A Hubbard.)
Antes de que usted llegara, estaba tratando de persuadirme de que
fuera a la Policía y contara una historia fantástica. Parece que debí
convencer a Swan de que matase a mi mujer, ¿no es eso, Max?, con el
fin de heredar su dinero... Pero no es eso sólo... ¿Recuerda usted la
carta del señor Halliday? Pues resulta que no fue Swan el que la robó.
¡Fui yo! Y, también, el que escribió aquellas notas con el chantaje...
MAX: (A Hubbard.)
Y la media que se encontró...
TONY:
¡Ah! Sí. La media. Le diré a usted. La substituí... (A Max.) ¿No es
esa la palabra? Substituí una media de mi mujer por..., pues..., por
otra..., o por cualquier cosa... ¿Qué más, Max?
(Max va a la puerta del fondo y la abre.)
MAX: (A Hubbard.)
Le dijo a Swan que escondería la llave por aquí, en algún sitio...
(Mira a su alrededor.) Swan pudo entrar fácilmente. Se escondió detrás
83
CRIMEN PERFECTO

de las cortinas... Entonces, Wendice llegó desde el club... Obligó a


Margot a levantarse y a venir a esta habitación.
(Tony se sienta.)
HUBBARD:
Un momento. Si Swan usó la llave del señor Wendice, se la
hubiéramos encontrado... Y, ¿cómo entró aquí el señor Wendice cuando
volvió del club?
(Un silencio.)
MAX: (Pensando casi mientras habla.)
Ella pudo abrirle... y él sacar la llave de un bolsillo de Swan, antes
de que llegara la Policía.
HUBBARD:
El señor Wendice abrió con su llave. Eso se demostró en el proceso,
¿no recuerda usted?
(Max se desconcierta un momento.)
TONY:
¿Qué dice usted a eso, Max?
(Max va a la puert a del vest íbulo y la vuelve a m irar
desde fuera.)
MAX:
Swan pudo encontrar la llave fuera..., abrir con ella la puerta... y
dejarla donde la había tomado...
HUBBARD: (Interrumpiéndole.)
Todo eso es muy interesante, señor Halliday... Pero no me aproxima
nada a lo que yo venía buscando.
MAX:
Es una cuestión de vida o muerte. ¿Qué importa lo demás?
HUBBARD:
Lo que me importa a mí es de dónde sacó el señor Wendice ese
dinero.
(Max cierra la puerta y vuelve a la mesa.)
MAX:
Sabremos desde cuándo tiene ese dinero...
(Max abre un cajón de la mesa.)
TONY:
¿Qué busca usted ahora?
(Max saca un t alonario de cheques y exam ina las
matrices.)
MAX: (Excitado, mostrando el talonario a Hubbard.)

84
CRIMEN PERFECTO

Aquí tiene usted... El último cheque, fue el 27 de septiembre... El


día antes de... ¿Se da cuenta de que ha estado viviendo de este dinero
desde entonces?
(Hubbard mira el talonario.)
TONY:
¿Quiere usted saber por qué?... (A Max, duramente.) Le advierto,
Max, que quizá no le guste...
MAX:
Diga.
TONY:
Está bien. Usted lo ha querido. (Un silencio.) Cuando llegué del club,
aquella noche, me la encontré arrodillada junto al cadáver de Swan,
rebuscando en sus bolsillos... Decía que había algo suyo, que no podía
encontrar. Estaba casi histérica... Por eso no dejé que la Policía la
interrogara. En el estado en que se encontraba, hubiera podido inventar
cualquier mentira... A la mañana siguiente, me enseñó ese dinero, en
billetes de una libra... Y me dijo: Si algo me ocurre... ¡que no
encuentren esto! (Un silencio.) Cuando la detuvieron, puse el dinero en
esa cartera y la dejé en la consigna de la Estación de Charing Cross.
Cuando necesitaba dinero, tomaba la cartera de la consigna de una
estación para dejarla en otra. Estaba seguro de que si este dinero
aparecía, ella no tenía salvación... Tenía ese dinero para dárselo, cuando
ella le mató... Tal vez porque él exigió más...
MAX:
¿Espera usted que alguien se crea todo eso?
TONY:
No sé. ¿Qué dice usted, inspector?
(Un silencio.)
HUBBARD:
¡Huum! ( Junt o a la m esa.) Eso no puede alterar en nada el
veredicto...
MAX: (Angustiado.)
¿Quiere usted decir que no va a investigar sobre eso...? ¡Van a
ahorcarla mañana!
(Tony va hacia la cama.)
HUBBARD:
Este asunto hace varios meses que ya no está en mis manos... Ha
habido un proceso, y una apelación...
MAX:
Comprendo que este detalle no cambia en nada... Pero, ¿y si arrestó
usted a una mujer inocente?
TONY:
85
CRIMEN PERFECTO

Max, creo que debe usted salir de aquí...


MAX:
Me iré. ( Va hacia el vest íbulo.) Pero ha cometido usted una
equivocación... ( Un silencio.) ¿Qué va a pasar cuando Margot se entere
de esta declaración?
TONY:
Negaré, por supuesto.
MAX:
Y, quizá, eso, la haga cambiar su testamento... (Tony se
desconcierta. Max abre la puert a. Mira a Tony.) Habrá usted hecho todo
eso para nada...
(Max sale. Desde ahora en adelant e, Hubbard habla a
Tony m uy am ablem ent e, casi com o si hablara con un niño.
Tony se vuelve a Hubbard.)
TONY:
Si hubiese dicho lo que él quería, ¿me hubiera creído nadie?
HUBBARD:
Ni hablar, señor Wendice. Antes de todas las ejecuciones, siempre
hay un intento desesperado... Todo esto ha tenido que ser muy
desagradable para usted...
(Tony se sienta.)
TONY:
¿Cree usted que le dejarán verla? No quisiera que la perturbaran en
sus últimas horas...
HUBBARD:
Hable usted con su abogado. Él podrá evitarlo... (Señala el dinero.)
Debe usted llevar ese dinero a su Banco.
TONY:
Sí. Lo haré. Muchas gracias.
HUBBARD: (Tomando su sombrero.)
Por cierto, se me olvidaba preguntarle... Hay algunas cosas
pertenecientes a la señora Wendice en la Policía...
TONY:
¿Qué clase de cosas?
( Durant e las próxim as frases, Hubbard t om a su
im perm eable y lo cam bia por el de Tony. Tony está de
espaldas a él y no se da cuenta.)
HUBBARD:
Algunos libros... y un bolso, creo... Debe usted pasar a recogerlo
todo...
TONY:
86
CRIMEN PERFECTO

Después de... mañana..., ¿no?


HUBBARD:
Hoy mismo, si quiere. Pregunte por el sargento. Él ya sabe...
(Hubbard t om a su cart era y el im perm eable de Tony, que cuelga de su
brazo. Va hacia Tony, y le ofrece la m ano.) Bueno... Adiós, señor
Wendice. No creo que nos volvamos a ver...
TONY: (Dándole la mano.)
Adiós, inspector... Y muchas gracias.
(Sale Hubbard. Tony espera hast a que oye cerrarse la
puert a. Va a la m esa, se sirve un whisky y lo bebe. Tom a los
paquet es de billet es y los j unt a. Tom a la cart era, exam ina la
cerradura rot a y arroj a la cart era sobre la cam a. Mira a su
alrededor. Tom a la bolsa de papel. Vacía su cont enido sobre
la m esa. Met e en ella los faj os de billet es. Va hacia el
vestíbulo, con la bolsa en la m ano. Tom a el im perm eable de
Hubbard y lo cuelga de su brazo. Apaga las luces, y sale. Se
oyen alej arse sus pasos. Después de su silencio, se oye
ent rar una llave en la cerradura de la puert a. Se abre la
puert a y ent ra por ella Hubbard. Saca una lint erna y la
enciende. Mira la llave en su m ano y la guarda
cuidadosam ent e en su bolsillo. Arroj a su cart era y el
im perm eable sobre la cam a. Va hacia el escrit orio. Tom a el
teléfono y marca un número.)
Voz POLICÍ A : (En el teléfono.)
¡Diga!
HUBBARD:
¿La Sección de Maida Vale?... Aquí, el inspector jefe. Póngame con
el sargento O'Brien. ¡Pronto!
(Un silencio.)
Voz DE O'BRIEN: (En el teléfono.)
Aquí, O'Brien...
HUBBARD:
Óigame... Ya estoy aquí, otra vez... El baile puede empezar...
Voz DE O'BRIEN: (En el teléfono.)
Está bien, inspector.
(Hubbard cuelga. Mira a su alrededor. Ve el t alonario de
cheques. Lo exam ina. Se oye un ruido. Hubbard apaga la
lint erna y va silenciosam ent e hacia la cocina. Se abre la
puert a de la t erraza. Alguien ha rot o el crist al y la persiana.
Ent ra la luz del día y aparece Max en la puert a de la t erraza.
Va al escrit orio, y busca algo. Hubbard aparece en la puert a
de la cocina.)
HUBBARD:
87
CRIMEN PERFECTO

¿Qué hace usted aquí? (Max le mira sorprendido.) ¿Qué busca?


MAX:
El talonario del Banco...
HUBBARD:
No piense más en eso, y salga de aquí... en seguida.
MAX: (Alzando la voz.)
¿Lo tiene usted?
HUBBARD:
¡Chsst! ¡No tan alto!
MAX:
Pero, ¿no ve usted que...?
HUBBARD: (Con fuerza, pero en voz baja.)
¡Cállese! (Excitado.) Si quiere usted salvar la vida de la señora
Wendice, estése callado y déjeme hacer a mí...
MAX:
¿A usted?
(Se oyen pasos fuera. Hubbard hace callar con un gest o
a Max y señala la puert a. Los dos m iran. Alguien int roduce
una llave en la cerradura. Nuevo silencio. El t im bre de la
puert a suena dos veces. Hubbard cont iene a Max con un
m ovim ient o de su m ano. Los pasos se alej an. Hubbard
respira, aliviado. Abre la puert a del dorm it orio y se supone
que mira hacia la calle.)
HUBBARD:
Menos mal. ¡Por poco nos encuentran aquí!... He debido encerrarle a
usted.
MAX:
Pero, ¿a qué viene todo esto?
HUBBARD:
Se habla mucho de las torpezas de la Policía. Pero, ¡Dios nos libre
de los aficionados inteligentes! (Va hacia la puert a de la t erraza y m ira
hacia el j ardín.) Y ahora, prepárese usted para una sorpresa, señor
Halliday.
(Hubbard vuelve a m irar hacia fuera. Se vuelve a Max,
indicándole la puert a de la t erraza. Unos segundos después
aparece Margot seguida de Thompson, policía de uniform e.
Margot vist e igual que en el final del act o segundo. Lleva el
m ism o bolso. Se det iene en la puert a y ve a los dos
hom bres. Su aspect o indica t odo lo que ha sufrido durant e
los últimos tres meses.)
MARGOT:
¡Hola, Max!... (Max va hacia ella.) ¿Dónde está Tony?
88
CRIMEN PERFECTO

MAX:
Ha salido...
MARGOT:
¿Cuándo va a volver?
HUBBARD: (De un modo seco y profesional.)
No estamos seguros. Está, bien, Thompson. (Thompson saluda y
sale. Hubbard se dirige a Margot.) ¿Fue usted la que llamó hace un
momento?
MARGOT:
Sí. (Sorprendida.) ¿Por qué no abrió usted?
HUBBARD:
Tenía usted su llave. ¿Por qué no la usó?
MARGOT:
Lo hice. Traté de abrir, pero no pude...
HUBBARD:
¿Sabe usted por qué?
MARGOT:
No... (Un silencio.) ¿Han cambiado la cerradura?
HUBBARD:
¿Me deja usted su bolso? ( Va hacia la cam a. Margot le ent rega el
bolso. Hubbard lo abre y saca de él la llave. La m uest ra.) Usted sabía
que ésta no era su llave, ¿verdad?
MARGOT:
No.
(Hubbard t om a la cart era azul de Tony, que est á sobre
la cama. La muestra a Margot.)
HUBBARD:
Su marido nos ha dicho ya esto..., ¿sabe usted? Debe usted
confesarlo todo.
(Margot le mira, sin comprender. Hubbard le observa.)
MARGOT:
¿Qué es?... ¿Por qué...? No comprendo...
(Hubbard la mira fijamente.)
HUBBARD:
Sí. Creo que no lo comprende usted... (Amable.) Venga. Siéntese,
señora Wendice.
( Margot va al sofá y se sient a. Hubbard dej a la llave en
el bolso.)
MAX:
Pero, ¿qué pasa?
89
CRIMEN PERFECTO

(Hubbard va al escritorio y mira hacia la terraza.)


HUBBARD: (Gritando.)
¡Thompson!
THOMPSON: (En el jardín.)
¡Dígame!
(Entra Thompson por la terraza.)
HUBBARD:
Lleve este bolso al sargento...
THOMPSON:
Sí, señor.
(Thompson toma el bolso, saluda y sale.)
HUBBARD:
¡Un momento! No puede usted ir así por la calle. ( Tom a su cart era y
sale con ella al jardín.) Métalo aquí...
MAX:
Margot, ¿qué pasa? ¿Por qué estás aquí?
MARGOT: (Como en un sueño.)
No sé. (Lentamente.) Hace una hora, la vigilante vino a decirme que
me iban a traer a casa. Me han acompañado dos detectives. Se
detuvieron en la esquina. No pude abrir la puerta. Cuando salí, el policía
estaba esperando fuera y me trajo al jardín. ( Se pone en pie.) ¿Dónde
está Tony? Tenía que haber venido a verme esta mañana, y me han
dicho que no pudo venir... ¿Le ocurre algo?
MAX:
No. (Hubbard vuelve del j ardín. Cierra la puert a de crist ales y corre
la persiana. Va después al vest íbulo y enciende la luz.) Inspector,
¿podemos saber qué es lo que intenta?...
HUBBARD:
Señora Wendice, lo que tengo que decirle va a ser un golpe muy
fuerte para usted...
MARGOT:
Diga...
HUBBARD:
Creemos que su marido quiso asesinarla a usted...
(Margot m ira sorprendida a Hubbard, un m om ent o, y,
después, a Max.)
MAX:
Sí, Margot. Lo arregló todo para que viniera ese hombre a matarte,
aquella noche...
(Margot no muestra ninguna emoción.)
MARGOT:
90
CRIMEN PERFECTO

¿Cuánto tiempo hace que lo saben?


HUBBARD: (Sorprendido.)
¿Lo sospechaba usted también?
MARGOT: (Pensando.)
No... No lo había pensado nunca... Pero ahora... ( Mira a su
alrededor unos inst ant es y se vuelve de pront o a Max.) ¿Qué me sucede,
Max? No siento nada. ¿Debía echarme a llorar?
MAX:
Estás demasiado rendida para impresionarte por nada. Dentro de un
par de días, tendrás una depresión nerviosa... (A Hubbard.) ¿Cómo lo
descubrió usted?
HUBBARD:
La primera pista, fue casi accidental. Supimos que su marido había
gastado muchos billetes de una libra por todo el barrio... Más de
trescientas libras, desde que la arrestaron a usted. Entonces, debíamos
averiguar por qué tenía ese dinero... Ayer por la tarde fui a la cárcel y
pedí su bolso. Y saqué de él la llave...; quería ver el estado de su cuenta
corriente... Esta mañana, mientras su marido estaba fuera, vine a ver si
encontraba el talonario de cheques y... ( Un silencio.) no pude ver nada,
porque no pude entrar por esa puerta. ¿Comprende usted? La llave que
yo saqué de su bolsillo no abría esa cerradura... ( Se oyen golpes en el
t echo. Todos m iran hacia arriba. Hubbard corre al vest íbulo y apaga la
luz.) ¡No hagan ruido! ( Se oyen pasos, dent ro. Los pasos se det ienen
ant e la puert a. Un silencio. Los pasos se alej an. Un inst ant e después
Hubbard va a abrir la puerta. Llama.) ¡Williams!
Voz DE WILLIAMS: (Desde arriba de la escalera.)
A sus órdenes.
HUBBARD:
¿Quién era?
Voz DE WILLIAMS:
Wendice, jefe.
HUBBARD:
¿Hacia dónde ha ido?
Voz DE WILLIAMS:
Un momento. (Silencio.) Parece que hacia el Puesto de Policía.
HUBBARD: (Cierra la puerta y enciende las luces. Va al teléfono.)
No está muy lejos. ( Tom a el t eléfono y m arca un número.) ¿Maida
Vale?
Voz DE O'BRIEN: (En el teléfono.)
Sí. O'Brien al habla.
HUBBARD:

91
CRIMEN PERFECTO

Aquí, Hubbard... Mire, O'Brien... Ha debido darse cuenta del cambio


del impermeable. Va para allá. ¿Ha llegado Thompson con el bolso?
Voz DE O'BRIEN: (En el teléfono.)
Sí, señor.
HUBBARD:
Bien. Ahora, mire... Entregue a Wendice los libros y el bolso, y
observe si ve la llave. Lo mejor será que le haga usted un inventario del
contenido del bolso, y que él lo firme... Si quiere su llave y el
impermeable... Dígale..., dígale que he tenido que salir para Glasgow...
Voz DE O'BRIEN:
Está bien.
HUBBARD:
¿Alguna pregunta?
Voz DE O'BRIEN:
Ninguna, jefe.
HUBBARD:
Está bien. Avíseme cuando salga de ahí. ( Durant e la llam ada de
teléfono, Max va hacia la puert a del vest íbulo y la abre. Mira a los lados
de la puert a, desde fuera, a la m oldura de la puert a. A Max, después de
colgar.) ¿Qué? ¿Da usted con ello?
MAX: (Extrañado.)
No... ¿Dónde está la llave de la señora Wendice?
(Hubbard va a la puert a. Saca la llave de debaj o de la
alfom bra, y la m uest ra. La vuelve a dej ar exact am ent e en el
mismo sitio.)
HUBBARD:
No crea... A mí me costó más de media hora...
MAX:
Pero, si estaba ahí, ¿por qué Wendice no ha abierto con ella?
HUBBARD:
No ha abierto con ella, porque no sabe que está ahí. Él cree que
está en el bolso de su mujer. ¿Ve usted? Casi estaba usted en lo cierto.
(A Margot.) Le dijo a Swan que encontraría su llave, la de usted, debajo
de la alfombra de la escalera... y que la volviera a dejar en el mismo
sitio. Como Swan resultó muerto, su marido supuso que la llave debía
hallarse en uno de sus bolsillos... Fue un error... Porque Swan hizo
exactamente lo que usted había pensado, señor Halliday... ( I ndica la
acción.) Abrió la puerta y volvió a colocar la llave en su sitio... antes de
entrar...
MAX:
¡Y ha estado ahí desde entonces!... Y la llave que Wendice tomó en
un bolsillo de Swan y guardó en el bolso...
92
CRIMEN PERFECTO

HUBBARD:
Era una llave de Swan. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Al
principio, pensé que su marido había cambiado la cerradura. Ya me
extrañó a mí que Swan no llevara encima ninguna llave. Todos llevamos
una llave, por lo menos. Eso me hizo discurrir... Tomé la llave que había
en su bolso y abrí con ella la puerta del piso en que vivía Swan...
MARGOT:
Pero, ¿por qué me ha traído usted aquí?
HUBBARD:
Porque usted era la única persona que podía haber dejado la llave
fuera. Necesitaba convencerme de si usted sabía dónde estaba. No lo
sabía usted.
MARGOT:
Max.
MAX:
Dime.
MARGOT:
Llevabas razón... La reacción vendría después...
(Se deja caer en el sofá y rompe a sollozar. Max acude a
ella. Suena el teléfono. Hubbard va a descolgarlo.)
HUBBARD: (Al teléfono.)
¿O'Brien?
Voz DE O'BRIEN: (En el teléfono.)
Sí, señor. Acaba de salir.
HUBBARD:
Perfectamente. ( Cuelga. A Margot y Max, m ient ras se dirige al
vestíbulo.) Cálmese, tenga valor... Aún no hemos terminado. ( Abre la
puerta y llama.) ¡Williams!
Voz DE WILLIAMS:
¡Mande!
HUBBARD:
Acaba de salir... Avíseme si viene para acá.
Voz DE WILLIAMS:
Está bien.
(Hubbard cierra la puerta cuidadosamente.)
MARGOT: (A Max.)
Un pañuelo, por favor...
MAX: (A Hubbard.)
Y, ¿ahora...?
HUBBARD:

93
CRIMEN PERFECTO

Tiene que venir, antes o después. Como yo le he cambiado el


impermeable, donde tenía su llave, intentará abrir con la del bolso.
Cuando se dé cuenta de que no puede abrir con ella, pensará algo...
Como no es nada torpe, mirará debajo de la alfombra de la escalera...,
donde la dejó...
MAX:
Pero... si no se le ocurre mirar debajo de la alfombra... No se le
puede probar.
HUBBARD:
Es verdad. ( Lent am ent e, señalando a la puert a.) Pero, en el
momento en que abra esa puerta, lo sabremos todo...
(Un silencio.)
MAX:
¿Qué hará usted, entonces?
HUBBARD:
Telefonear al Ministerio de Justicia. Están esperando mi llamada.
MAX:
Y la señora Wendice...
HUBBARD:
No tendrá nada que temer.
( Suenan dos golpes en el t echo. Margot y Max se ponen
en pie. Hubbard apaga las luces y queda j unt o al t eléfono,
mirando al vestíbulo. Un silencio.)
MAX: (A Margot.)
Valor.
MARGOT:
Sí... Tendré valor...
(Max le toma la mano, para darle ánimos.)
HUBBARD:
Silencio ahora, por favor... ( Hay ot ro silencio. Y el ruido de unos
pasos que se acercan. Silencio. Ent ra una llave en la cerradura. No abre.
Un largo silencio. Unos pasos, dent ro, alej ándose. Max abre la puert a del
dormitorio, y mira.) ¡Cuidado!
MAX:
Va a dar la vuelta por el jardín. Verá el cristal roto.
HUBBARD:
¡Calle!
(Un silencio.)
MAX: (En voz muy baja.)
Vuelve hacia la puerta...
HUBBARD:
94
CRIMEN PERFECTO

Naturalmente. Se ha acordado...
( Ot ro silencio. Max cierra silenciosam ent e la puert a del
dorm it orio y vuelve j unt o a Margot. Se oyen pasos dent ro.
Un silencio. Después el ruido de la llave en la cerradura. Se
abre la puert a y ent ra Tony. Trae el im perm eable de
Hubbard, el bolso de Margot y algunos libros. Se dibuj a su
siluet a en la puert a. Mira la llave en la cerradura. Vuelve la
vist a a la escalera y, de espaldas a la habit ación, cierra la
puert a. Se vuelve y viene hacia la habit ación. Después de
unos pasos ve a Margot y a Max, queda m irando a Margot y
dej a caer al suelo el bolso y los libros. Se vuelve y ve a
Hubbard. Tira el im perm eable y, lleno de t error, va hacia la
puert a del fondo. Abre la puert a, pero ant e ella hay un
policía cerrándole el paso. Tony se vuelve a la habit ación y
mira a Margot. Margot separa la vista, y mira a Max. Hubbard
m ira a Tony un inst ant e y va lent am ent e al t eléfono,
descuelga el auricular y marca un número.)

TELÓN
FIN DE LA COMEDIA

Digitalizado por Risardo para Biblioteca_IRC en junio de 2004

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