Knott Frederick Crimen Perfecto
Knott Frederick Crimen Perfecto
FREDERICK KNOTT
(1916 2002)
VERSIÓN ESPAÑOLA DE
JOSÉ LÓPEZ RUBIO
CRIMEN PERFECTO
LA ACCIÓN
Toda la comedia sucede en el salón
del piso de los Wendice, en Londres, época actual.
ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO:
Un viernes, a primera hora de la noche, en septiembre.
CUADRO SEGUNDO:
Una hora más tarde.
ACTO SEGUNDO
CUADRO PRIMERO:
El sábado por la noche.
CUADRO SEGUNDO:
A media noche.
CUADRO TERCERO:
El domingo por la mañana.
ACTO TERCERO
Unos meses después, a última hora de la tarde.
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CRIMEN PERFECTO
ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO
El salón del piso de los Wendice, en Londres. Son cerca de las siet e de la
t arde, de un viernes del m es de sept iem bre. Es el piso baj o de la casa. A la
derecha hay unas puert as de crist ales que dan a una pequeña t erraza, t ras de
la que se dist ingue un j ardín. Las cort inas est án descorridas. Las puert as de
crist ales se cierran con persianas de m adera, que est án plegadas. A la
izquierda, también, más al fondo, una puerta que conduce al dormitorio.
Al fondo, un arco con dos escalones que da a un pequeño vest íbulo. A la
derecha del vestíbulo se supone que está la cocina. Al fondo, en el vestíbulo, la
puerta de entrada al piso. Tiene una cerradura tipo Yale.
Cuando se abre la puert a de ent rada, puede verse un pasillo del que
arranca la escalera que conduce a los pisos superiores. En el vest íbulo, a la
izquierda de la puert a, un perchero. Una librería con libros y un depart am ent o
abaj o en el que hay vasos y bot ellas. Sobre la librería, una gran copa de plat a.
A am bos lados del arco del fondo, una anaquelería con ot ras copas de plat a,
una raquet a de t enis y unas fot ografías. En el ángulo de la derecha, una
lám para de pie. Una m esa de despacho sobre la que hay un t eléfono y un libro
de direcciones. El sillón que hay t ras la m esa, da la espalda a la puert a de
crist ales. Junt o a la m esa, un cest o de papeles. A la izquierda, j unt o a la
chim enea, un sofá, a su lado, un t aburet e. Delant e del sofá, una m esa baj a
sobre la que hay una caj a de cigarrillos, de plat a, y un vaso de de crist al con
flores.
A la izquierda, en prim er t érm ino, una but aca y un velador con una cest a
de cost ura en la que hay m edias, t ij eras, et c. Det rás del sofá, una m esa
redonda, para servir el café. Una lám para en el t echo y dos aparat os de pared
a am bos lados de la chim enea. Todas esas luces se cont rolan con una llave
que est á detrás de la pared, a la derecha del arco del vest íbulo. La lám para de
pie se enciende y se apaga con su propio interruptor.
Al levant arse el t elón, no hay encendida ninguna luz. La t arde est á
cayendo durant e la prim era escena. Arde un fuego en la chim enea. La puert a
del piso está cerrada.
Margot está sirviendo una bebida a Max. Ella oye algo fuera, un m om ent o.
Cierra la puerta y vuelve al lado de Max.
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CRIMEN PERFECTO
MARGOT:
Como si se tratara de una rifa.
MAX:
Pero está bien pagado. No hay fracaso mayor que el de escribir
comedias que no se estrenan o novelas que no se publican.
MARGOT: (Riendo.)
Déjame tu copa.
MAX:
No, no. Gracias.
MARGOT:
No podía creer, cuando escuché tu voz... En el primer momento,
pensé que telefoneabas desde Nueva York.
MAX:
Sí. Ya me di cuenta de que gritabas más de lo necesario. Yo te
hablaba desde la esquina. ( Un silencio un poco difícil.) ¿Hice bien en
llamarte... así?
MARGOT:
Naturalmente.
MAX:
¿Era Tony el que contestó?
MARGOT:
Sí. ( Ot ro silencio.) Espero que no vuelva muy tarde. ¡El pobre!
Siempre se acatarra cuando vamos a ir al teatro. ( Nuevo silencio.) Esta
vez, ¿no vienes de vacaciones?
MAX:
No. Esta vez, no. He venido a escribir algunos argumentos de
películas cortas para la televisión. Después, me parece que voy a
descansar un año entero y escribir esa novela que tengo que escribir
algún día.
MARGOT:
¿Otra historia de crímenes?
MAX:
¿Qué quieres? No tengo más remedio. Los crímenes son mi negocio.
Pero no hay razón para que un crimen no pueda dar tema a una novela,
tan buena como otra cualquiera. Y yo creo que, si dispongo de tiempo,
puedo hacer una buena novela. Me parece que tengo ya el asunto... Dos
hermanos gemelos, idénticos; uno vive en París y el otro en Nueva York,
y los dos deciden, al mismo tiempo...
( Margot está cada vez m ás nerviosa y ha perdido int erés
por la conversación.)
MARGOT: (Interrumpiendo.)
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CRIMEN PERFECTO
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CRIMEN PERFECTO
MARGOT:
¿Te acuerdas de las cartas que me escribiste?
MAX:
¡Claro!
MARGOT:
Las quemaba, después de leerlas. Era lo mejor. Todas, menos una.
Probablemente sabrás a cuál me refiero. Creo que sí.
MAX:
No debí escribirla nunca.
MARGOT:
No. Pero no quise separarme de ella. La llevé conmigo a todas
partes. Un día, Tony y yo salimos a pasar en el campo el fin de semana,
en casa de unos amigos. Cuando esperábamos en el andén, me di
cuenta de que había perdido el bolso... Tu carta estaba en el bolso...
MAX:
Ya. ¿Dónde fue?
MARGOT:
En la Estación Victoria. Debí perderlo en al restaurante. Cuando
volví a buscarlo, había desaparecido.
MAX:
¿Y no la encontraste?
MARGOT:
Recuperé el bolso dos semanas después, en el departamento de
objetos perdidos. Pero la carta no estaba dentro. ( Un silencio.) Pocos
días más tarde, recibí una nota. En ella se me decía qué tenía que hacer
para recobrar la carta.
MAX: (Interesado.)
Sigue.
MARGOT:
Debía sacar cincuenta libras de mi banco, en billetes de cinco libras.
Y cambiarlos, después, en billetes de una libra. Y que si daba cuenta a la
Policía, o a alguien, podría enseñar la carta a mi marido...
MAX:
¿Puedo ver esa nota? (Margot se levant a y va al dorm it orio. Max se
pone en pie y pasea inquiet o por la habit ación. Tom a un cigarrillo de la
caj a que hay sobre la m esit a. Vuelve Margot t rayendo dos sobres
blancos. Ent rega uno a Max, que lo t om a, y exam ina la not a que
contiene.) Letra de imprenta... Todas mayúsculas... ¡Cualquiera sabe!
( Margot le entrega el otro sobre.)
MARGOT:
A los dos días recibí esta otra.
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CRIMEN PERFECTO
MARGOT: (Horrorizada.)
No, no. No puedo decirle... Y, menos, ahora.
MAX:
De todos modos, el conocerle, es un poco violento para mí.
MARGOT:
No te preocupes. Tony ha cambiado mucho en el último año. Ahora,
es un marido modelo. (Después de pensar un m om ent o.) Fue,
exactamente, hace un año...
MAX:
¿Qué pasó?
MARGOT:
Que Tony cambió de un modo radical. Se convirtió de un ser
presumido y egoísta, en un hombre serio y razonable... ¿Recuerdas
aquella noche, cuando fui a despedirme de ti?
MAX:
¿Cómo puedo olvidarla? Tony había salido a jugar un campeonato
de tenis.
MARGOT:
Había salido, pero volvió aquella misma noche. Cuando te dejé, y
llegué a casa, me senté en este sofá, y me eché a llorar. Me dormí aquí,
rendida. Al despertarme, estaba en el vestíbulo con su equipaje y sus
raquetas. Me dijo que había decidido, dejar el tenis para siempre y
buscar un empleo.
MAX:
¿Así, de pronto?
( Margot se pone en pie. Tom a su copa y la de Max. Se
dirige a servir otro cocktail.)
MARGOT:
Así. Yo al principio, me lo creí. Estaba tan acostumbrada a seguirle a
todas partes donde iba a jugar, que creí que esa iba a ser siempre mi
vida. Pero era de veras. Salió al día siguiente, y encontró trabajo. Su
fama de campeón de tenis le ayudó mucho. (Se oyen las cam panadas
del reloj de una iglesia, que da las siete.) Aquella noche...
MAX:
Aquella noche, estábamos en mi departamento. Yo, mientras
preparaba un cóctel, te dije: Esto no puede seguir así, ni un día más.
Vamos a buscar a Tony..., le confesamos nuestro amor, te separas de
él... Lo que sea, menos esto.
MARGOT:
Yo pensaba lo mismo. Pero no me atrevía. ¿Qué hiciste cuando yo
me marché de tu casa?
MAX:
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CRIMEN PERFECTO
TONY:
Siento mucho haber llegado tan tarde. ¿Le ha tratado bien Margot?
¿Qué tal el cocktail?
MARGOT:
Hemos bebido ya uno, esperándote.
TONY: (Sirviéndose un vaso.)
Pues no quiero quedarme atrás... ( A Max.) ¿Qué le parece Londres?
MAX:
Estupendo.
TONY:
¿Es su primera visita?
MAX:
No. Pasé aquí, hace un año, mis vacaciones.
TONY:
¡Ah! Es verdad. Margot me dijo... Escribe usted para la radio, ¿no?
MAX:
Para la televisión, como castigo a mis pecados.
TONY:
¡Ah! Sí. Televisión. ¡Pobre! ¿Va a quedarse mucho tiempo?
MAX:
No sé. Tengo que escribir una serie de programas...; cuando
termine, me gustaría estarme en Inglaterra una temporada, y hacer
algunos viajes.
TONY:
Buena idea. Pero no vaya a gastar todo su tiempo en museos y
catedrales, como un turista. Visto uno, visto todos. ¿Pesca usted?
MAX:
No. Nunca.
TONY:
¡Qué lástima! Le iba a proponer unos días en Escocia para...
MARGOT:
Sí, pero no es pescador, amor mío.
TONY:
Ya veo. De todos modos, si quiere ver algo, no tiene más que
avisarnos. Oye, podemos llevar a Max a visitar la Torre de Londres...
MAX:
Ya estuve.
TONY:
Lo siento. Llevo treinta años queriendo visitar la Torre de Londres.
Bueno, en serio, Max, si podemos hacer algo por usted...
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CRIMEN PERFECTO
MAX:
No habrá molestia.
MARGOT:
Mi vida, se está haciendo tarde. ¿Encargaste la mesa?
TONY:
Sí, para las siete y media.
MARGOT: (Poniéndose en pie.)
Pues, anda. (Va hacia el dormitorio.) Podéis poneros los abrigos.
TONY:
¡Ah! Tenía que decirte... Hay que alterar el plan...
MARGOT:
No me digas que no vas a venir.
TONY:
Pues, me temo que no. El viejo Burgess sale en avión para Bruselas
el domingo y tengo que prepararle todos los informes del mes para
mañana
MARGOT:
¡Oh, no! ¿No puedes hacerlos luego, cuando volvamos?
TONY:
Difícil. Se lleva mucho tiempo. Quizá no pueda entregarle más que
la mitad.
MARGOT:
¿Por qué no te reúnes con nosotros a la salida del teatro? Podemos
ir a algún sitio.
TONY:
Llámame en un entreacto. Si voy bien de trabajo...
MARGOT:
Inténtalo. Voy a buscar mi abrigo, Max.
(Va al dormitorio.)
TONY: (Dando los billetes del teatro a Max.)
Aquí están los billetes.
MAX:
Gracias.
TONY:
Y perdóneme... ¿Vendrá usted a comer con nosotros alguna noche?
MAX:
Con mucho gusto.
TONY:
Espere. ¿Tiene algo que hacer mañana noche?
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CRIMEN PERFECTO
MAX:
Sábado... Creo que no.
TONY:
Perfecto, entonces... ¿Le gustaría venir a la comida de hombres, ahí
en mi club?
MAX: (Extrañado.)
¿Una comida de hombres solos?
TONY:
Sí. Unos muchachos americanos han jugado al tenis en el
Continente, y ahora han llegado a Inglaterra. Les damos una cena en el
club.
MAX:
Pero es que... yo no soy jugador de tenis...
TONY:
Eso es lo de menos. Es usted americano, como ellos. Les encantará
encontrar un compatriota. (Llega Margot del dorm it orio. Trae puest o un
abrigo y un bolso en la m ano.) Margot, Max viene conmigo a la fiesta de
mañana noche.
MARGOT:
¡Ah! Muy bien. (A Max.) Puede usted venir aquí, antes, a tomar una
copa.
TONY:
Muy buena idea.
MARGOT: (A Tony.)
¿Os vais a vestir?
TONY:
Sí. Smocking. (A Max.) ¿Conforme?
MAX:
Pues, no. Mi baúl debía llegar mañana, pero no sé si...
TONY: (Preocupado.)
¡Vaya! (Un silencio.) Puede alquilar uno...
MARGOT:
No seas tonto, Tony. ¿Cómo va a...?
TONY:
Un momento. Tengo otra idea.
( Sale Tony rápidam ent e hacia el dorm it orio dej ando
abierta la puerta.)
MARGOT:
Vamos a llegar tarde.
MAX:
13
CRIMEN PERFECTO
Hasta luego.
(Salen. Tony queda en la puert a viéndoles ir. Cierra
después. Enciende los apliques y corre las cort inas. Enciende
la lám para de pie y se vuelve hacia el t eléfono. Después de
m irarlo un inst ant e, lo descuelga y m arca un núm ero. Un
m om ent o después se oye la voz de Lesgate, que debe
escucharse perfectamente.)
Voz LESGATE:
¡Halló!
TONY:
¡Halló! ¿Hampstead 2837?
Voz LESGATE:
Sí.
TONY:
¿Puedo hablar con el capitán Lesgate, por favor?
Voz LESGATE:
¡Al aparato!
TONY:
¡Ah! Buenas noches. Usted no me conoce. Me llamo Fisher... He
oído que quiere usted vender un automóvil...
Voz LESGATE:
Sí. Un coche americano.
TONY:
Sí. Lo he visto en un garaje. ¿Cuánto pide usted?
Voz LESGATE:
Mil cien libras.
TONY:
¡Mil cien! El coche me gusta mucho, pero el precio, no tanto.
Voz LESGATE:
A mí tampoco me gustó mucho el precio, cuando lo compré.
TONY: (Riendo.)
¿Cuándo podemos encontrarnos?
Voz LESGATE:
¿Le parece mañana por la tarde?
TONY:
Me parece que no voy a poder. ( Una pausa.) No. No puedo. Me
marcho a Liverpool el domingo. Y el caso es que quisiera... Oiga, ¿no
podría venir a mi casa esta noche?
Voz LESGATE:
¿Dónde es?
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CRIMEN PERFECTO
TONY:
En Maida Vale. Yo iría a verle, pero es que me he dado un golpe en
una rodilla...
Voz LESGATE:
Lo siento. ¿Cuál es su dirección?
TONY:
El 61 de Charrington Gardens.
Voz LESGATE:
¿Harrington?
TONY:
No, no. Charrington.
Voz LESGATE:
Charrington.
TONY:
Eso es. Muy cerca de usted.
Voz LESGATE:
Estaré ahí dentro de una hora.
TONY:
¿Dentro de una hora? Es usted muy amable. ( Con ansiedad.) ¿Va
usted a traer el coche?
Voz LESGATE:
No podré esta noche, porque...
TONY: (Tranquilizándose.)
Bueno, no importa. Ya lo he visto detenidamente en el garaje. Pero
sí podrá usted traer los papeles.
Voz LESGATE:
Desde luego.
TONY:
Quisiera resolver este asunto en seguida, si el precio baja un poco.
Voz LESGATE:
De eso, ni hablar.
TONY:
Bueno. Veremos lo que consiguen un par de whiskies.
Voz LESGATE:
Me temo que nada.
TONY:
Bueno, bueno, adiós.
Voz LESGATE:
Adiós.
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TELÓN
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CUADRO SEGUNDO
LESGATE:
¿Mister Fisher?
TONY:
Sí. ¿El capitán Lesgate?
LESGATE:
Sí.
TONY:
Haga el favor de pasar. Ha sido usted muy amable al venir. Déme
su impermeable. ( Lo t om a y lo cuelga del perchero.) ¿Le ha costado dar
con la casa?
LESGATE:
No. Nada.
(Entran en el salón.)
TONY:
Siéntese.
LESGATE:
Muchas gracias.
TONY:
¿Qué quiere beber?
(Tony va hacia el lugar donde t iene las bebidas. Lesgate
le mira con curiosidad.)
LESGATE:
Estoy tratando de recordar dónde le he visto antes.
TONY: (Mirándole también.)
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CRIMEN PERFECTO
Sí. Casi cien libras. Las dejé en una caja de hierro en el despacho...
Por la mañana habían desaparecido. Todavía recuerdo el mal rato que
pasé.
TONY:
Fue uno de los empleados de la Universidad...
LESGATE:
Sí. Un portero. ¡Pobre Alfredo! Encontraron la caja en el jardín de
su casa...
TONY:
...pero no el dinero.
LESGATE:
¡Quince años ya!
TONY:
Y, ¿qué hace usted ahora?
(Un silencio.)
LESGATE:
Soy corredor de fincas. ( Cam biando de conversación.) Yo no sigo
muy de cerca el tenis... ¿Ha jugado usted en Wimbledon este año?
TONY:
No. He dejado el tenis, o el tenis me ha dejado a mí. Hay que
dedicarse a ganar dinero, alguna vez. Es un deporte caro. He dado tres
veces la vuelta al mundo.
LESGATE:
Tratado como una estrella cinematográfica.
TONY:
Sí, pero a las estrellas de cine les pagan.
LESGATE:
Eso, sí.
TONY:
Pude ahorrar algo. No mucho.
LESGATE:
Y, ¿a qué se dedica para recobrar el tiempo perdido?
TONY:
Vendo artículos de deporte.
LESGATE: (Mirando a su alrededor.)
Lo cual le permite vivir bastante bien.
TONY: (Disculpándose.)
Mi mujer tiene algún dinero. Si no fuera por eso, no podría pagarle
mil libras por su coche.
LESGATE:
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CRIMEN PERFECTO
Mil cien. Las gentes ricas no se dan cuenta de la suerte que tienen.
Yo tengo que recluirme a vivir de lo que gano.
(Un silencio.)
TONY: (Pensativo.)
Puede usted casarse por dinero...
(Un silencio.)
LESGATE:
Sí. Hay quien hace de eso un negocio.
TONY: (Tranquilamente.)
Yo, por ejemplo.
(Un silencio.)
LESGATE:
¿Quiere usted decir que la muchacha de quien se enamoró resultó
que era rica?
TONY:
No. ( Un silencio.) Yo quise siempre casarme bien. Estaba decidido a
aprovechar la primera ocasión que se me presentase. Estuve a punto de
casarme con una chica de Boston que tenía cinco millones de dólares.
Resolví, después, contentarme con bastante menos. Mi mujer había sido
una gran admiradora mía.
(Un silencio.)
LESGATE:
Habla usted de esas cosas con una claridad...
TONY:
¿Le escandaliza?
LESGATE:
No. Siempre he admirado a los hombres que saben lo que quieren.
TONY:
Que saben lo que tienen que pagar por lo que quieren. Esa es la
cosa. Todo tiene su precio. Las gentes fracasan porque pretenden
comprar barato. Yo he aprendido a pagar un buen precio por lo que
realmente deseo... y suelo conseguirlo.
LESGATE:
De eso, estoy seguro. (Mira su reloj.) No tengo mucho tiempo...
TONY:
Le estaba hablando de mi mujer.
LESGATE:
Dice usted que se casó por dinero. Y, su mujer, ¿por qué cree usted
que se casó?
TONY: (Sencillamente.)
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CRIMEN PERFECTO
(Tony saca una cart era y de ella una cart a que dej a caer
sobre el sofá. Lesgate la toma y examina el sobre.)
LESGATE:
¿Por qué me cuenta usted a mí todo eso?
TONY:
Porque usted es la única persona en quien puedo confiar. (Lesgate
devuelve la cart a a Tony, que la guarda.) Debieron asustarse, porque las
cartas dejaron de llegar. Y vivimos felices desde entonces. ( Cam bia de
tono.) Es gracioso, que hace justamente un año, estuviera pensando en
matarla... Y lo hubiera hecho si no hubiese visto algo que me hizo
cambiar de idea.
LESGATE: (Golpeando la pipa sobre la mesa que hay detrás del sofá.)
Bueno... y, ¿qué vio?
TONY:
Le vi a usted.
(Un silencio.)
LESGATE: (Volviéndose hacia Tony.)
Y eso, ¿qué relación puede tener?
TONY:
Pura coincidencia. Una semana antes, en una comida de antiguos
compañeros, alguien habló de usted. Se dijo que, durante la guerra, le
habían formado consejo... y que fue usted condenado a un año de
prisión. Eso dijeron. En la Universidad, todos habíamos pensado en que
Swan acabaría en la cárcel... Por aquello de la caja de caudales...
LESGATE:
¿Qué tiene eso que ver?
TONY: (Riendo.)
Amigo mío, que todo el mundo supuso que usted había robado el
dinero... Y que el pobre Alfredo era inocente.
LESGATE:
Bueno, muchas gracias por las copas. Ha sido muy interesante la
historia de su matrimonio. ¿Sigue usted decidido a comprar el coche?
TONY:
¿No quiere usted saber por qué le he hecho venir?
LESGATE:
Sí.
(Durante las frases siguient es, Tony se levant a del sofá.
Dej a de coj ear. Saca un pañuelo, con el que lim pia las
huellas dact ilares de la fot ografía, del cenicero y de la bot ella
de coñac. Va a la m esa. Tom a el cenicero y arroj a su
cont enido a la chim enea. Lo vuelve a lim piar con el pañuelo.
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CRIMEN PERFECTO
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CRIMEN PERFECTO
Policía la cerró. Habían cogido allí a alguien que vendía drogas, o algo
por el estilo.
LESGATE: (Fingiendo indiferencia.)
No he oído nada de eso. Yo iba allí a comer. Tampoco es un crimen.
TONY:
Tampoco. Nunca descubrí en usted nada que no fuera legal. Eso,
empezó a desanimarme. Un día, desapareció usted. Llamé a su patrona,
y me contestó: Mister Adams me debe cinco libras. Una miseria. Mister
Adams siempre había parecido un perfecto caballero... Eso era lo que
más le sorprendía.
LESGATE:
Sí. Eso es lo que más sorprende siempre.
(Lesgate va hacia la m esa, a t om ar la bot ella. Tony pone
los guantes sobre el brazo del sofá.)
TONY:
Oiga, amigo. Si quiere otra copa, ¿le importaría ponerse esos
guantes? (Lesgate m ira los guant es, pero no los t om a.) ¿Por dónde
íbamos? ¡Ah, sí! Le perdí, y le volví a encontrar, de nuevo, en las
carreras de galgos. Tuve que seguirle hasta su nuevo alojamiento, en
Belsize Park. Entonces, mister Adams se convirtió en mister Wilson.
Mister Wilson dejó Belsize Park a fines de junio, debiendo quince libras.
Y, a poco, conoció a una señorita..., miss Wallace. Acostumbraba usted a
salir con miss Wallace los miércoles y los sábados. Estaba enamorada de
usted, ¿no? Y usted se dejó crecer el bigote, sin duda, para agradarle
más. ¡Pobre miss Wallace!
LESGATE:
Siga. Me interesa.
TONY:
Julio... Agosto... Septiembre... Departamento ciento veintisiete de
Carlisle Court... La dueña, una señora, Van Dorn. Su difunto esposo le
había dejado dos hoteles y una casa de departamentos. Una magnífica
base de operaciones, Capitán Lesgate. El único inconveniente es que a
ella le gusta que le hagan el amor, y es una mujer cara. Quizá por eso
lleva usted un mes tratando de vender el coche de ella.
LESGATE:
Ella me lo pidió.
TONY:
Ya lo sé. He hablado con ella por teléfono, poco antes de que usted
llegase. Ella me pidió ochocientas libras, nada más.
(Un silencio. Lesgate permanece impasible.)
LESGATE: (Indiferente.)
¿Dónde está la Comisaría más próxima?
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CRIMEN PERFECTO
TONY:
Frente a la iglesia. A dos minutos de aquí.
LESGATE:
Suponga usted que voy ahora mismo...
TONY:
¿Qué les va usted a decir?
LESGATE:
Todo.
TONY:
¿Todo? ¿Lo de mister Adams y mister Wilson, también?
LESGATE:
Les diré, sencillamente, que trata usted de hacerme un chantaje
para...
TONY:
¿Para qué?
LESGATE:
Para que asesine a su mujer.
(Un silencio.)
TONY:
Cuando se lo cuente a ella, nos reiremos mucho.
LESGATE:
¿No olvida usted algo?
TONY:
¿Yo?
LESGATE:
Que me ha contado esta noche...
TONY:
¿Qué?
LESGATE:
Suponga usted que le cuento que la siguió usted aquella noche
hasta el estudio de su amante. Que los vio usted desde la calle...
TONY:
También pudo ser usted el que la siguió.
LESGATE:
¿Yo? ¿Por qué iba yo a...?
TONY:
¿Por qué le robó usted el bolso? ¿Por qué le escribió los dos
anónimos? ¿Puede usted probar que no lo hizo? En cambio, no puede
usted probar que lo hiciera yo.
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CRIMEN PERFECTO
LESGATE: (Divertido.)
¿Qué puede usted decir?
TONY:
Puedo decir que vino usted esta noche, medio borracho, y trató de
sacarme dinero, invocando el que habíamos ido a la misma Universidad.
Como yo me negase, habló usted algo de una carta de mi mujer... Por lo
que pude entender, pretendía usted vendérmela. Le di el dinero que
tenía, y usted me entregó la carta. En el sobre están sus huellas
dactilares. (Saca la cart era del bolsillo y se la m uest ra.) Y me amenazó
con que, si yo daba cuenta, a la Policía, iba a contar no sé qué estúpida
historia de que yo pensaba asesinar a mi mujer... Antes de ir más
adelante, amigo mío, considere los inconvenientes. Yo soy una persona
bastante conocida, y, usted, también es bastante conocido, de otra
manera. Habría un desfile de patronas de casas de huéspedes, como
testigos. Alguien podría declarar que le había visto con miss Wallace. (Un
silencio.) Usted se cuidaba mucho de que no le vieran con ella. Me di
cuenta. La llevaba usted a sitios poco frecuentados, cómo aquel salón de
té, el "Pimlico".
LESGATE:
Era a ella a quien le gustaba ir allí, no a mí.
TONY:
Un lugar bastante sospechoso. ¿Hubiera usted llevado allí a la
señora Van Dorn? Por cierto, ¿la señora Van Dorn sabe algo de mister
Adams, o de mister Wilson... o de miss Wallace? Usted planea casarse
con la señora Van Dorn, ¿no?
LESGATE:
Es usted demasiado listo.
TONY:
No. Lo que pasa es que he pensado un poco... y me he puesto en su
posición... Por eso, estoy seguro de que va usted a aceptar.
LESGATE:
¿Qué le hace pensar...?
TONY:
Por la misma razón que un burro, que ve un palo tras él y una
zanahoria enfrente, va hacia adelante, y no hacia atrás.
(Un silencio.)
LESGATE:
Hábleme de la hortaliza que piensa emplear.
(Otro silencio. Tony mira fijamente a Lesgate.)
TONY:
Mil libras esterlinas, en billetes.
29
CRIMEN PERFECTO
LESGATE:
En el segundo escalón.
TONY:
Eso es. Se irá derecho a la puerta de la terraza y se esconderá
detrás de las cortinas. (Un silencio.) A las once menos veinte, en punto,
llamaré desde el teléfono del club a casa de mi jefe. Me equivocaré de
número y marcaré éste. Eso es todo lo que yo tengo que hacer. (Un
silencio.) Cuando suene el teléfono, verá usted encenderse la luz en el
dormitorio. Cuando ella abra la puerta, la luz dará en esta habitación.
Por lo tanto, no se mueva hasta que ella conteste al teléfono. (Una
pausa.) Procure hacer el menor ruido posible. (Otra pausa.) Cuando todo
haya terminado, tome el teléfono y dé un pequeño silbido. Después,
cuelgue. No hable, pase lo que pase. Yo no diré una palabra, tampoco.
Cuando oiga su silbido, colgaré y volveré a marcar. Esta vez, el número
de mi jefe. Hablaré con él, como si nada hubiera pasado, y volveré a la
fiesta.
LESGATE: (Mirando a su alrededor.)
Y, ¿qué sucederá después? Siga.
TONY: (Toma la maleta de cuero.)
Encontrará usted aquí esta maleta. Contendrá algunos trajes míos
que voy a mandar al tinte. Usted la abre y tira los trajes por el suelo.
(Tony toma la maleta. La lleva hasta cerca de la chimenea y la deja en el
suelo. Señala a los t rofeos que hay sobre la chim enea.) Llena la maleta
con esa caja de plata y algunas de las copas. Y la deja ahí, tal como
está.
LESGATE:
¿Como si hubiera tenido que huir precipitadamente?
TONY:
Eso es. Ahora, la puerta de la terraza. Si está cerrada, la abre usted
y la deja abierta. (Pausa.) Y se vuelve usted a ir por donde vino.
LESGATE: (Indicando la puerta de entrada.)
¿Por esa puerta?
TONY:
Sí. Y, lo más importante de todo: deje la llave en el mismo sitio de
donde la tomó.
LESGATE:
¿Debajo de la alfombra de la escalera?
TONY:
Sí.
LESGATE: (Mira alrededor de la habitación inquieto.)
¿Y qué es lo que se supondrá que ha ocurrido?
TONY:
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CRIMEN PERFECTO
33
CRIMEN PERFECTO
TONY:
¿Cuál?
LESGATE:
Cuando usted vuelve con ese Halliday, o como se llame, ¿cómo va a
entrar en el piso?
TONY:
¿Por qué?
LESGATE:
Su llave estará debajo de la alfombra de la escalera. Él la verá
sacarla de allí. Y eso puede descubrirlo todo.
( Durant e la frase, Tony va a la puert a, lim pia huellas de
lo que ha t ocado Lesgate. Después, vuelve a la m esa, la
limpia también.)
TONY:
No será mi llave la que esté debajo de la alfombra, sino la de ella.
La quitaré de su bolso y la esconderé ahí, antes de salir. Como ella no ha
de usarla, no la echará de menos. Cuando vuelva con Halliday, usaré mi
llave para entrar. Mientras él busca por el jardín, o por cualquier otro
lado, yo sacaré la llave de debajo de la alfombra y la volveré a dejar en
el bolso, antes de que llegue la Policía.
LESGATE:
¿Cuántas llaves hay de esta puerta?
TONY:
Sólo la de ella y la mía.
( Suena el t im bre del t eléfono. Tony duda si cont est ar o
no. Va al t eléfono. Lo descuelga, quedando de pie frent e a
Lesgate. Cuando Tony descuelga el t eléfono, Lesgate toma
del sofá los guantes de algodón, y se los pone. Da una vuelta
por la habit ación. Abre la puert a del dorm it orio y m ira hacia
dent ro. Enciende la luz del dorm it orio, y dej a la puert a
abiert a. Apaga las ot ras luces, y dej a sólo la del dorm it orio.
Va hacia las cort inas y m ira desde allí. Descorre las cort inas,
abre la puert a de la t erraza y m ira hacia el j ardín. Abre y
cierra la puerta de cristales de la terraza y corre de nuevo las
cort inas. Enciende la lám para de pie y los apliques. Va hacia
el dorm it orio. Apaga la luz. Se dirige al sofá y m ira al faj o de
billetes. En ese momento, Tony ha terminado la conversación
por t eléfono y le m ira. En la conversación t elefónica, se
escucha claram ent e la voz de Margot, que parece m uy
contenta.)
TONY:
¿Quién?
Voz DE MARGOT:
34
CRIMEN PERFECTO
TELÓN
ACTO SEGUNDO
35
CRIMEN PERFECTO
CUADRO PRIMERO
TONY:
Y, desde entonces, no volvió a ganar otro partido.
MARGOT: (A Tony.)
¿Dónde está el retrato del Maharajá?
TONY: (Desde detrás del sofá, entregando una copa a Max.)
Por ahí, en alguno de esos recortes sueltos... (Margot busca en la
mesa. Tony pasa a colocarse ant e la chim enea, de espaldas al fuego.)
Encanto, ¿cuándo vas a acabar de pegar esos recortes?
MARGOT:
Tengo que encontrar tiempo, uno de estos días. ( Desdoblando un
periódico.) Mira, aquí está. ( Se la m uest ra a Max.) Aquí tienes al
Maharajá en persona.
TONY:
Tenía cuatro Rolls-Royces y joyas como para hundir un acorazado,
y toda su ilusión en la vida era jugar en Wimbledon.
( Margot toma recortes de la mesa.)
MARGOT:
¡Pobrecillo! Era tan corto de vista, que no veía el extremo de su
raqueta. Y la pelota, ya, ni hablar.
MAX: (Pasando las hojas del álbum.)
Debía usted escribir un libro con todo esto...
( Max ent rega el álbum a Margot. Ella m et e los recort es
dentro del álbum y lo deja sobre la mesa.)
MARGOT:
¿Por qué no colaboran? Una novela policíaca con ambiente de tenis.
TONY:
Crimen en el centro de la cancha... ¿Qué le parece, Max? ¿Podría
usted proporcionarme un buen asesinato?
MAX:
36
CRIMEN PERFECTO
37
CRIMEN PERFECTO
38
CRIMEN PERFECTO
39
CRIMEN PERFECTO
Está en la Guía.
MARGOT:
¡Ah! Muy bien. Cuídense mucho.
MAX:
Ya lo haremos. Buenas noches, Margot.
MARGOT:
Buenas noches. (A Tony.) ¿Dejarás a Max en su casa con el coche?
TONY:
Naturalmente. Pero, antes, pasaremos por aquí, para echar la
última ronda. Procuraremos no despertarte. ( Besa a Margot.) Buenas
noches, amor mío.
MARGOT:
Buenas noches.
TONY: (A Max.)
Vamos.
( Salen los dos. Margot enciende la lám para de pie.
Conecta la radio. Apaga la lámpara y los apliques. Se dispone
a trabajar. Mira resignadamente el álbum y los recortes, abre
un periódico, t om a las t ij eras y em pieza a cort ar. Se oye
m úsica en el aparato de radio.)
TELÓN
FIN DEL PRIMER CUADRO
42
CRIMEN PERFECTO
CUADRO SEGUNDO
MARGOT:
¡Halló!... (Escucha unos segundos y repite en voz más alta.) ¡Halló!
(Margot no se da cuent a de que Lesgate llega desde
atrás de las cort inas. Sus m anos enguant adas sost ienen los
ext rem os de la bufanda en que hizo los dos nudos. Margot
t iene el t eléfono en su m ano izquierda. Baj a el auricular y da
varias veces con la m ano derecha en el conm ut ador. En est e
momento, Lesgate la at aca pasándole la bufanda sobre la
cabeza y at ándosela fuert em ent e a la gargant a. Margot
ahoga un grit o y dej a caer el auricular. Lesgate apriet a la
bufanda en el cuello de Margot, at rayendo a ést a hacia él.
Pero las m anos de Margot t rat an de separar la bufanda de su
cuello. Hay un m om ent o de lucha. Lesgate, con su m ano
izquierda, pasa la bufanda alrededor del cuello de Margot. Al
m ism o t iem po, Margot se vuelve y queda frent e a él, con la
bufanda cruzada sobre la nuca. El la em puj a cont ra el
ext rem o de la m esa, obligándole casi a caer de espaldas
sobre el t ablero de la m esa. En su esfuerzo por apret ar la
bufanda, Lesgate casi cae sobre ella. La m ano derecha de
Margot suelt a la bufanda y se agit a sobre la m esa, hast a dar
con las t ij eras. Las agarra y con t odas sus fuerzas las clava
en la espalda de Lesgate. Est e cae sobre ella y poco después
43
CRIMEN PERFECTO
Sí. Dime.
V OZ DE TONY:
No toques nada. Estaré ahí en un minuto.
MARGOT:
Bueno.
V OZ DE TONY:
No toques nada, ni hables con nadie, hasta que yo llegue.
MARGOT:
Sí. No tocaré nada.
V OZ DE TONY:
Prométemelo.
MARGOT: ( Llena de terror.)
Te lo prometo, pero, por favor, ven pronto. ( Com ienza a sollozar de
m iedo, m ient ras cuelga el t eléfono. Va hacia la puert a de la t erraza y la
abre, saliendo a la terraza. Vuelve a poco, y cuando vuelve se le ha caído
de los hombros la bufanda. La puerta de cristales queda abierta. Al llegar
a la m esa ve el cuerpo de Lesgate caído en el suelo, se separa asust ada,
va a ir hacia la puert a del piso, pero sin fuerzas se dej a caer sobre la
but aca del vest íbulo. Solloza. Va hacia el dorm it orio y sale, cerrando la
puert a. Se oyen las cam panadas de una iglesia. Se escuchan unos pasos
fuera y el ruido de la llave en la cerradura. La puert a se abre y ent ra
Tony. Enciende sólo los apliques. Observa la escena. Mira el cuerpo de
Lesgate, después busca con la vist a la m alet a, y m ira de nuevo a
Lesgate. Quit a la llave de la cerradura y la guarda en el bolsillo de su
im perm eable. Cierra la puert a silenciosam ent e. Da la luz de la lámpara
de pie. Va hacia Lesgate y t rat a de volver su cuerpo de un lado, y lo
arrast ra después hacia la puert a de la t erraza. Ve las t ij eras clavadas en
su espalda... Se m ira las m anos, por si t iene sangre en ellas. Mira
después hacia la puert a del dorm it orio. Busca la llave en los bolsillos de
Lesgate. No la encuentra y aparece Margot , que corre a sus brazos.) ¡Oh!
¡Tony! ¡Tony!
TONY:
Vamos... Vamos..., cálmate. ¿Qué ha pasado?
(Margot se abraza fuert em ent e a él, com o una criat ura
asustada. Tony le alza la cabeza, para mirar la garganta.)
MARGOT:
Me ató algo a la garganta... Algo así como una media...
TONY:
¿Estás segura? Déjame ver, ( La t oca suavem ent e la gargant a. Ella
retira la cabeza.) Habrá que avisar a un médico.
MARGOT: ( Asustada de pensarlo.)
¡Está muerto!
45
CRIMEN PERFECTO
TONY:
Ya. Se ha debido clavar las tijeras al caer.
MARGOT: (Volviendo la cara.)
¡Es horrible! ¿No puedes...?
TONY:
Sí. En seguida.
( Va rápidam ent e al dorm it orio. Margot se lleva las
manos a la cabeza. Mira, a su alrededor. Ve su bolso sobre la
m esa. Lo abre y m ira dent ro. Tony llega del dorm it orio
t rayendo una m ant a. Cuando ve lo que est á haciendo
Margot, se detiene y mira aterrado.)
TONY:
¿Qué estás haciendo?
MARGOT: (Sacando del bolso un tubo de aspirina.)
¿Quieres traerme un poco de agua?
(Margot dej a el bolso sobre la m esa. Tony va a la cocina
y vuelve con un vaso de agua. Lo ent rega a Margot, que
t om a una t ablet a de aspirina y bebe un sorbo después. Tony
cubre con la manta el cuerpo de Lesgate.)
TONY: (En voz baja.)
Así es mejor.
MARGOT:
Cierra la puerta de la terraza, por favor.
TONY:
No. No debemos tocar nada hasta que llegue la Policía. ( Mira la
puert a de la t erraza.) La habrá roto para entrar. ( Mira a su alrededor.)
¿Qué es lo que vendría buscando? ( Mirando a la librería.) Las copas de
plata, quizá.
MARGOT:
¿Cuándo va a venir la Policía?
TONY: ( Sorprendido.)
Pero, ¿tú no has llamado?
MARGOT:
No. ¡Me dijiste que no hablase con nadie! ¿Vas a llamar tú en
seguida?
TONY:
Sí. En un minuto.
MARGOT: (Yendo hacia el dormitorio.)
Voy a vestirme.
TONY:
¿Para qué?
46
CRIMEN PERFECTO
MARGOT:
Querrán verme...
TONY:
No te van a ver.
MARGOT:
Pero tendrán que hacerme preguntas.
TONY:
Pueden esperar hasta mañana. Yo les diré todo lo que quieran
saber.
( Mient ras habla, Tony m ira alrededor de la m esa,
com o si buscara algo. Margot, ya en la puert a del dorm it orio,
se vuelve.)
MARGOT:
Tony...
TONY:
¿Qué?
MARGOT:
¿Para qué me llamaste por teléfono?
(Tony la m ira fijamente y t arda en cont est ar unos
segundos.)
TONY:
¿Yo?... Ah... Perdona... Ya te diré... Estaba pensando... ¿Dices que
con una media?
MARGOT:
Creo que era una media... o una bufanda. ¿No está ahí?
TONY: (Mirando.)
No. Pero aparecerá. Lo mejor será que te vayas a la cama. Yo voy a
llamar a la Policía.
MARGOT:
Bueno. ( Ent ra en el dorm it orio. Tony va hacia Lesgate. Busca la
llave. La encuent ra en un bolsillo del im perm eable. Va a la m esa donde
está el bolso. Lo t om a, lo abre, dej a en él la llave y lo cierra. Hace un
gest o de alivio. Vuelve a Lesgate y lo cubre con la m ant a. Se dirige al
teléfono, lo descuelga y m arca un número. Margot aparece en la puert a
del dormitorio.) Tony... ¿Dónde está Max?
TONY:
Le dije que se fuera a su casa... Oiga... La estación de Policía, por
favor...
MARGOT:
¿Le dijiste lo que pasaba?
TONY:
47
CRIMEN PERFECTO
TELÓN
FIN DEL CUADRO SEGUNDO
49
CRIMEN PERFECTO
CUADRO TERCERO
En el m ism o lugar, el dom ingo por la m añana, a las once. Las cort inas
están descorridas y ent ra el sol por los crist ales. El cest o de los papeles est á
vacío, El cadáver de Lesgate no est á ya en escena. La m ant a, doblada, queda
en el mismo sitio, cubriendo la mancha de sangre.
El fuego de la chim enea est á apagado. Nadie lo ha t ocado desde la noche
ant erior. El servicio de desayuno, ya usado, sobre la m esa del café. Margot
está aún muy nerviosa, en el centro de la escena, al levantarse el telón.
MARGOT:
¿Más café?
TONY: (Dentro.)
No, gracias.
( Ent ra del dorm it orio, acabando de hacerse la corbat a.
Va a situarse delante de la chimenea.)
MARGOT:
Deberíamos llamar a Max... y decirle...
TONY:
Ya lo he hecho. Viene para acá.
MARGOT: (Tratando de animarse.)
¿Lo pasó bien en la fiesta, anoche?
TONY:
Sí, sí. Muy bien. Hasta hizo su discurso, al final de la comida... Muy
inteligente. ¿Cómo lo conociste?
MARGOT:
Me lo presentaron en casa de Peggy... Y lo volví a encontrar poco
antes de que se volviera a Nueva York.
TONY:
¡Ah! Sí. Ya me dijiste.
( Un silencio. Margot y Tony rom pen el silencio
simultáneamente.)
MARGOT: (Al mismo tiempo que Tony.)
Tony, ¿por qué...?
TONY: (Al mismo tiempo que Margot.)
A propósito, yo... Perdona.
MARGOT:
No, di.
TONY:
50
CRIMEN PERFECTO
MARGOT:
¿Cuándo se harán?
TONY:
¿Las investigaciones? Mañana, o el martes...
MARGOT: (Nerviosa.)
Y, ¿qué va a pasar?
TONY:
Nada que merezca la pena de preocuparte. El juez casi te va a
felicitar.
MARGOT:
¿Por haber matado a un hombre?
TONY:
¿Otra vez? Vamos, no vuelvas a pensar en eso. Es un caso claro de
legítima defensa. O él, o tú. El forense dijo que ha sido una suerte que
estuvieran las tijeras sobre la mesa.
MARGOT:
No tendré que volver a ver al forense, ¿verdad?
TONY:
Para nada. La verdad es que no era muy amable.
MARGOT:
¿Se quedó la Policía hasta muy tarde, anoche?
TONY:
No puedo decirte. Estaba rendido. Me dormí pronto.
MARGOT:
Ya lo vi. Estuvieron varias horas... No hacían más que llegar y salir
coches...
TONY:
Yo no hablé más que con el sargento. Buena persona. Ha estado
muy discreto, y apenas ha revuelto nada.
MARGOT:
Vi, por debajo de la puerta, que encendían luces...
TONY:
Tomarían algunas fotos, probablemente.
MARGOT:
Hacia las dos, no pude más. Me levanté y vine...
TONY: (Sorprendido.)
¿Viniste?... ¿A qué...?
MARGOT:
A preguntarles cuándo iban a acabar. Pero, al verles, no pude decir
nada. Había dos hombres ahí en el suelo, tomando medidas... Y, otro,
52
CRIMEN PERFECTO
HUBBARD:
Sí. Al menos, hemos averiguado dónde vivía. Parece que hay cierta
confusión sobre su verdadero nombre.
MARGOT:
¡Ah!
HUBBARD:
Había tenido varios... ( De pront o, m ira a Margot.) ¿Lo había visto,
usted, antes, alguna vez?
MARGOT: (Azorada.)
No, no..., claro que no. ( Hubbard saca su cart era y de ella dos fot os
de dist int o t am año. Las ent rega a Margot, una por una. La observa
fijamente mientras ella las ve y se las devuelve.) ¡Ah! ¿Este es?
HUBBARD:
Sí. ¿Lo reconoce usted?
MARGOT:
No. No lo he visto en mi vida.
HUBBARD:
¿No le vio usted la cara, ni un momento?
MARGOT:
No. Ya sabe usted que me atacó por la espalda, en la oscuridad. No
pude verle.
HUBBARD: (Amable.)
Antes de mostrarle estas fotos, me ha dicho usted que no le había
visto antes. ( Un silencio. Observa su reacción.) ¿Cómo podía saberlo, si
no le había podido ver su cara anoche?
(Un silencio.)
MARGOT:
No..., no comprendo...
TONY:
Inspector, mi esposa quiere decir que, por lo que ella pudo advertir,
no le conocía.
HUBBARD: (A Margot.)
¿Era eso lo que usted quería decir?
MARGOT: (Nerviosa, devolviéndole las fotos.)
Sí.
HUBBARD: (A Tony.)
¿Y usted? ¿Lo había visto alguna vez?
(Hubbard ent rega a Tony una de las fot os. Ést e la
observa y la devuelve.)
TONY:
56
CRIMEN PERFECTO
HUBBARD:
¿Llevaba bigote?
TONY: (Piensa y devuelve la foto a Hubbard.)
No.
HUBBARD: ( Volviéndose a Margot se pone en pie.)
Señora Wendice, ¿puede usted indicarme exactamente lo que pasó
anoche?
MARGOT:
¿No hay otro remedio, Tony?
TONY:
Me temo que no, amor mío.
(Tony la ayuda a levant arse. Margot va hacia el
dorm it orio, vuelve al cent ro de la escena y se dirige al
teléfono.)
MARGOT:
Estaba acostada cuando sonó el teléfono. Me levanté y vine...
HUBBARD:
¿Encendió usted las luces?
MARGOT:
No.
HUBBARD:
¿Dónde estaba usted?
(Margot se coloca como estaba, medio de espaldas a la terraza.)
MARGOT:
Estaba aquí. Descolgué el teléfono.
HUBBARD:
¿Estaba usted segura de que daba la espalda a la terraza, así?
MARGOT:
Sí.
HUBBARD:
¿Por qué?
MARGOT: (Sorprendida.)
¿Por qué no?
(Hubbard está de pie a la izquierda de la m esa de
despacho, de frente a la terraza.)
HUBBARD:
¿Por qué dio la vuelta alrededor de la mesa? Yo hubiera tomado el
teléfono desde este lado.
(Hubbard descuelga el t eléfono con la m ano
derecha, y vuelve a colgarlo.)
58
CRIMEN PERFECTO
TONY:
Quizá mi esposa pueda recordar.
HUBBARD:
Un momento, señor. Perdone.
MARGOT:
Yo siempre contesto al teléfono desde aquí.
HUBBARD:
¿Por qué?
MARGOT:
Por si tengo que escribir algo... Puedo conservar el teléfono en la
mano izquierda.
(Coloca su mano izquierda sobre el teléfono.)
HUBBARD:
Ya. Está bien. Siga.
MARGOT:
Descolgué el auricular. Entonces, él debió salir de detrás de las
cortinas, y me atacó. Sentí algo alrededor de mi cuello.
HUBBARD:
¿Algo? ¿Qué quiere usted decir con eso de algo ?
MARGOT:
Creo que era una media.
HUBBARD:
Bien. ¿Y qué más?
MARGOT:
Me empujó sobre la mesa. Recuerdo que toqué las tijeras.
HUBBARD:
¿Suelen estar ahí las tijeras?
MARGOT: (Señalando.)
No. Están siempre en mi cesto de costura. Me había olvidado de
volverlas a dejar en su sitio.
HUBBARD:
¿Qué la hace a usted creer que el hombre salió de detrás de las
cortinas?
MARGOT:
¿En qué otro sitio podía estar?
HUBBARD:
Las cortinas estaban corridas, supongo.
MARGOT:
Sí.
59
CRIMEN PERFECTO
HUBBARD:
¿Las había corrido usted misma?
(Tony un poco molesto por el interrogatorio.)
TONY:
Las corrí yo, inspector. Antes de salir.
HUBBARD:
¿Cerró usted la puerta, al mismo tiempo?
TONY:
Sí.
HUBBARD:
¿Está usted seguro de ello?
TONY:
Completamente seguro. Siempre cierro, antes de correr las cortinas.
HUBBARD:
Entonces ¿cómo supone usted que entró en esta habitación?
TONY:
Rompiendo la cerradura.
HUBBARD:
No hay ninguna señal de violencia. La cerradura no está rota.
TONY:
Algo tuvo que ser. Cuando llegué, la puerta de la terraza estaba
abierta... Al menor..., Margot, ¿no saliste al jardín anoche y te olvidaste
de cerrar, después?
MARGOT:
Salí un momento... Después de que me atacó... Necesitaba aire.
Empujé la puerta y salí a la terraza.
HUBBARD:
¿No pidió usted socorro?
MARGOT:
Acababa de hablar con mi marido por teléfono.
HUBBARD:
Dice usted que empujo la puerta. ¿Está usted segura de que no la
abrió?
MARGOT:
Sí. Estoy segura.
HUBBARD:
Entonces, estaba abierta...
MARGOT:
No sé. No recuerdo.
60
CRIMEN PERFECTO
(Un silencio.)
HUBBARD:
Señora Wendice..., ¿por qué no llamó usted a la Policía
inmediatamente?
(Tony m ira a Margot, que le dirige una m irada en ese
momento.)
MARGOT:
Lo pensé, pero al oír a mi marido al teléfono... Creí que él llamaría,
desde el club, antes de venir para acá.
(Un silencio. Tony se tranquiliza.)
HUBBARD: (Tranquilo.)
Y ¿no se le ocurrió llamar... a un médico?
MARGOT:
No.
HUBBARD:
¿Por qué no?
MARGOT:
Porque estaba... muerto.
HUBBARD: (Tranquilo.)
¿Cómo lo sabía usted?
MARGOT:
Era evidente...
HUBBARD:
¿Le tomó usted el pulso?
MARGOT:
No. Claro que no. Cualquiera podía darse cuenta de que estaba
muerto... Al ver aquellos ojos, tan abiertos...
HUBBARD:
Luego, le vio usted la cara, entonces...
MARGOT: (Perdiendo el control.)
Le vi los ojos. No puedo recordar su cara.
TONY:
Inspector. Mi esposa, sin ningún género de dudas, no había visto a
ese hombre antes. Y, si no fue por esa puerta..., ¿cómo pudo entrar en
la casa?
(Hubbard se dirige a la puerta de entrada.)
HUBBARD: (Tranquilo.)
Estamos casi seguros de que entró por esa otra puerta.
(Hubbard abre la puert a unos cent ím et ros y la
vuelve a cerrar. Mira a Tony.)
61
CRIMEN PERFECTO
MARGOT:
Esa puerta estaba cerrada.
TONY:
Margot, ¿abriste tú la puerta, o te olvidaste de cerrar, cuando yo
salí?
MARGOT:
No.
HUBBARD:
¿Cuántas llaves tienen de esta puerta?
MARGOT:
Dos. Y una estaba en mi bolso. (A Tony.) Y tú tienes la otra.
TONY:
Sí, naturalmente.
HUBBARD:
¿Nadie más tenía una llave?
MARGOT:
Nadie.
HUBBARD:
Usted emplea una asistenta.
MARGOT:
Sí, pero no dispone de ninguna llave. Yo estoy siempre levantada a
la hora en que llega.
TONY:
¿Qué le hace a usted pensar que pudo entrar por esa puerta?
HUBBARD: (Simplemente.)
Sus zapatos.
TONY:
¿Sus zapatos?
(Hubbard va hacia la puerta de la terraza.)
HUBBARD:
La tierra estaba húmeda anoche. Si vino del jardín, debía haber
dejado manchada la alfombra. ( Un silencio.) No dejó ninguna huella,
porque se limpió los pies en el felpudo, antes de entrar.
TONY:
¿Cómo lo sabe usted?
HUBBARD:
Porque el felpudo es nuevo y había algunas fibras adheridas a sus
zapatos. No cabe la menor duda.
TONY: (Súbitamente.)
62
CRIMEN PERFECTO
63
CRIMEN PERFECTO
HUBBARD:
¿Dónde apareció el bolso?
MARGOT:
En la misma Estación Victoria.
TONY:
Pero varios días más tarde. En ese tiempo, pudo hacer un duplicado
de la llave, y devolver el original.
HUBBARD:
Antes de seguir adelante con esto..., ¿cómo pudo entrar por la
puerta de la calle?
TONY:
La puerta de la calle está siempre abierta.
HUBBARD:
Ya. Pudo, efectivamente, copiar la llave. Y pudo usar la copia para
abrir esa puerta. Pero no lo hizo.
TONY:
¿Por qué no?
HUBBARD:
Porque, en ese caso, la llave debía estar en alguno de sus bolsillos,
cuando murió. Y no se le ha encontrado ninguna llave.
(Un silencio.)
TONY:
Comprendo. Esto, lo cambia todo.
HUBBARD:
No tanto. ( Un silencio.) Dijo usted que había visto a ese hombre en
la Estación de Waterloo...
TONY:
Sí.
HUBBARD:
¿Está usted seguro de que no fue en la Estación Victoria?
(Tony piensa un momento.)
TONY:
Pudiera ser. ( Se vuelve a Margot, excitado.) ¿Cuándo perdiste el
bolso? ¿No fue aquel fin de semana que fuimos al campo, a casa de
Peggy? Sí. Eso es. En la Estación Victoria. Ahora recuerdo. Yo estaba
sentado en el restaurante cuando le vi, desde lejos.
HUBBARD:
¿Y fue entonces cuando perdió usted su bolso?
TONY:
64
CRIMEN PERFECTO
Sí.
MAX:
No sabía. Te pregunté si nos íbamos ya, y tú me dijiste que ibas al
teléfono, a llamar a... a tu patrón.
MARGOT: (Levantándose.)
Tony..., ya sé lo que te quería preguntar. ¿Por qué me telefoneaste
anoche?
(Todos se vuelven hacia Tony.)
HUBBARD: (Yendo hacia Tony.)
Un momento. Antes de entrar en esto. A las once menos veinte dejó
usted la mesa para ir a telefonear a su jefe...
TONY:
Sí. Usé el teléfono público del vestíbulo.
HUBBARD:
¿Cuánto tiempo habló con su jefe, antes de llamar a su mujer?
TONY:
No hablé con mi jefe. No recordaba el número y llamé a mi mujer
para que lo mirara en el libro de señas, que está sobre la mesa...
MARGOT:
¿Me hiciste levantar nada más que para preguntarme un número de
teléfono?
TONY:
No había otro medio. (A Hubbard.) Mi jefe salía en avión para
Bruselas esta mañana y quise recordarle un asunto. Era muy importante.
HUBBARD:
¿No había una Guía de teléfonos en el club?
TONY: (Tranquilo.)
Sí, pero, a esa hora, mi jefe está en su casa. Y el número de su casa
no está en la Guía.
HUBBARD:
¿No lo llamó usted, entonces?
TONY:
No, naturalmente. Cuando oí lo que pasaba, se me olvidó todo lo
demás...
HUBBARD: (A Max.)
Señor Halliday, el señor y la señora Wendice vienen a mi oficina
para hacer su declaración. ( Saca su cart era.) ¿Quiere usted darme su
dirección? Quizá le necesite en algún momento.
(Tony va hacia la puerta del vestíbulo.)
MAX:
66
CRIMEN PERFECTO
MARGOT:
¿Dónde está Tony?
MAX:
Ha salido al jardín...
HUBBARD:
Señora Wendice..., ¿cuando perdió usted su bolso, no perdió
también una carta?
( Margot mira a Max.)
MARGOT:
No.
MAX:
Margot..., la han encontrado en un bolsillo de ese hombre...
HUBBARD:
La perdió usted entonces, ¿no?
MARGOT: (Después de un silencio.)
Sí.
HUBBARD:
Se lo he preguntado antes, ¿no?
MARGOT: (Después de un silencio.)
Sí.
HUBBARD:
Se lo he preguntado antes, ¿no?
MARGOT:
Sí, pero... es que... mi marido no sabe nada.
HUBBARD:
Ese hombre trató de hacerle a usted un chantaje..., ¿verdad?
( Margot no contesta.)
MAX:
No sirve de nada, Margot. Tony va a enterarse, de todos modos.
(Max saca su cartera. Margot le mira horrorizada.)
MARGOT:
¡No!
MAX:
No hay más remedio. Inspector, cuando la señora Wendice perdió
mi carta, recibió estas dos notas.
(Max da las notas a Hubbard, que las lee.)
HUBBARD: (Mirando las notas.)
Febrero... (A Margot.) ¿Cuántas veces ha visto usted a ese hombre?
MARGOT: (Molesta.)
68
CRIMEN PERFECTO
No lo he visto en mi vida.
HUBBARD:
Señor Halliday, tendrá usted que venir con nosotros.
MAX:
Bien.
HUBBARD:
Señora Wendice, cuando haga usted su declaración, habrá otros
policías presentes. Le advierto que todo lo que diga puede ser usado
como evidencia. No se preocupe por lo que me ha dicho. Vamos a
olvidarlo. De ahora en adelante, va usted a decirnos exactamente qué
sabe usted de ese hombre y qué sucedió anoche. Si trata usted de
ocultar algo, se verá en una situación muy difícil.
MARGOT:
Explíquese qué quiere decir con todo eso...
HUBBARD:
Con mucho gusto. Usted admite que mató a ese hombre. (Entra
Tony.) Dice usted que fue en defensa propia. Desgraciadamente, no hay
testigos. No tenemos más que su palabra.
TONY:
Pero yo lo oí todo... Yo estaba al teléfono, inspector.
HUBBARD: (Volviéndose a Tony.)
¿Qué fue lo que oyó usted, señor Wendice?
TONY:
Oí..., pues..., una serie como de ronquidos...
HUBBARD:
¿Oyó algo que indicara claramente lo que estaba sucediendo?
TONY:
Lo que oí concuerda con lo que mi esposa me dijo...
HUBBARD:
Según eso, todo lo que usted sabe, en realidad, es lo que le ha
dicho su esposa, ¿no es eso? (A Margot.) Usted sugiere que ese hombre
vino aquí a robar, pero no hay pruebas de ello. Hay pruebas, en cambio,
de que ese hombre trataba de hacerle un chantaje...
TONY:
¿Un chantaje?
MAX:
Es verdad, Tony.
HUBBARD:
Usted sugiere que entró por la puerta de la terraza, y sabemos que
entró por esa otra puerta.
MARGOT: (Frenética.)
69
CRIMEN PERFECTO
¡No pudo entrar por esa puerta! Esa puerta estaba cerrada y no hay
más que dos llaves. (Busca en su bolso.) Mi marido tiene la suya y la mía
está aquí... (Saca la llave y la muestra.) Mírela.
(Un silencio.)
HUBBARD: (Tranquilo.)
Pudo usted misma abrirle la puerta.
TONY:
No querrá usted indicar que...
HUBBARD:
Por el momento, es la única manera verosímil...
MARGOT:
¿No cree usted que me atacó? ( Lleva sus m anos a la gargant a.) ¿De
qué piensa usted que tengo estas señales en el cuello?
HUBBARD:
Esas señales, ha podido hacérselas usted misma. Una media de
seda ha sido encontrada en la terraza. Tiene hechos dos nudos. ¿No le
dice eso nada?
MARGOT:
Será la que usó ese hombre..., sin duda.
(Un silencio.)
HUBBARD:
Hemos encontrado la compañera envuelta en un papel de periódico
en el fondo del cesto de los papeles. ¿Puede usted explicar cómo su
atacante se entretuvo en eso?
MARGOT:
No.
HUBBARD:
Esas medias son suyas, ¿no?
MARGOT: (Horrorizada.)
¡No!
HUBBARD:
Sabemos que sí. Uno de sus talones ha sido zurcido con seda de un
color muy parecido, pero no igual. Hemos encontrado un carrete de la
misma seda en su cesto de costura.
MARGOT: (Aterrada.)
Tony, había ahí un par de medias.
(Tony va a la m esa, t om a el t eléfono y m arca
enérgicamente.)
TONY:
70
CRIMEN PERFECTO
MAX:
Tu bolso, Margot.
(Tony abre la puerta de la terraza.)
MARGOT:
Gracias, Max.
( Tom a el bolso. Mira alrededor, inquiet a. Se vuelve y
sale por la puert a de la t erraza. Max la sigue. Hubbard va a
salir. Se vuelve hacia Tony.)
HUBBARD:
¿Viene usted también?
TONY:
Naturalmente, inspector.
HUBBARD: (Casi para sí mismo.)
Bueno... En fin... Estaba pensando, que...
(Sale. Tony dirige una últ im a m irada a la habit ación.
Ahora, dom ina por com plet o la sit uación. Met e las m anos en
sus bolsillos y sale, detrás de Hubbard.)
TELÓN
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CRIMEN PERFECTO
ACTO TERCERO
CUADRO PRIMERO
En el m ism o lugar, unos m eses después. A prim era hora de la t arde. Los
m uebles han sufrido algunos cam bios. Las cort inas est án descorridas, pero la
persiana m it iga la luz de la calle. Sobre la m esa de escrit orio hay una bot ella
de whisky y un vaso. El cest o de los papeles est á lleno de periódicos
arrugados. Al lado, una bolsa de papel de la t ienda de com est ibles. Hay una
cam a, con la cabecera cont ra la pared del fondo. La cam a est á sin hacer.
Algunas prendas de vest ir y una bat a sobre el sofá. En el suelo, la m alet a de
Tony, abiert a y a m edio llenar. La lám para eléct rica port át il est á sit uada ent re
el sofá y la cam a. La escena est á casi a oscuras. Al levant arse el t elón se oyen
pasos fuera y la llave que ent ra en la cerradura de la puert a. Ent ra Tony. Trae
puest o un im perm eable y una cart era grande en la m ano. Enciende las luces.
Cierra la puert a, quit ando la llave de la cerradura, se quit a el im perm eable,
que deja en una silla del vestíbulo. Deja la cartera, sobre la cama, mira el reloj
y va a la m esa. Conect a el aparat o de radio. Vuelve a buscar la cart era y la
abre. Saca de ella algún dinero, lo guarda en su bolsillo y cierra la cart era. Se
oye la voz del Locutor, en el aparat o de radio. Tony m ira el aparat o y escucha
con interés.
TONY:
¡Ah! Buenas tardes.
Voz DE PENDLETON:
¿Ha decidido usted algo sobre las cartas?
TONY:
Sí... Para serle franco, después de lo que han subido las cuentas de
los abogados, he pensado en que no menos de quinientas libras.
Voz DE PENDLETON:
¡Quinientas libras! Pero si se trata, sólo, de unas cartas...
TONY:
Sí..., pero, ¿le gustaría a usted que las cartas de su mujer fueran
leídas por miles de personas?
Voz DE PENDLETON:
Nosotros habíamos pensado en trescientas cincuenta...
TONY:
Lo siento. Mi decisión es firme.
Voz DE PENDLETON:
¿Nos puede dar un poco de tiempo para pensarlo?
TONY:
El que quieran ustedes. Piénselo. Pero yo me marcho pasado
mañana. ( Suena el t im bre de la puert a. Tony m ira ansiosam ent e hacia la
puerta.) Perdóneme. Le llamaré más tarde.
( Cuelga. Va hacia la puert a y la abre. Aparece en ella
Max. Viene sin som brero ni im perm eable. Se m iran los dos
un inst ant e. Tony hace adem án de cerrar la puert a. Max se
interpone.)
MAX: (Firme.)
¡Tengo que hablar con usted!
TONY: (Secamente.)
No lo creo necesario.
MAX:
Yo, sí.
TONY:
No tenemos nada que hablar.
MAX:
Sí. Es preciso intentar algo...
TONY: (Cediendo secamente.)
Pase.
(Entra Max. Tony cierra la puert a y saca del bolsillo una
carta escrita a máquina que muestra a Max.)
74
CRIMEN PERFECTO
TONY:
No se puede intentar ya nada. Nuestro abogado ha recibido esta
carta del ministro de Justicia, hace una hora...
(Max lee la carta y la devuelve a Tony.)
MAX:
No debe usted abandonar... Hay que hacer algo. No es demasiado
tarde...
TONY:
Me temo que sí. ( Va hacia la m esa.) Hemos hecho todo lo
humanamente posible. He ido a la cárcel esta mañana, a despedirme de
ella... Pero no ha querido verme... Ha evitado una escena dolorosa...
(Después de un cort o silencio.) ¡No la volveré a ver!
MAX:
Tony... Estoy seguro de que usted haría cuanto estuviera en su
mano para salvarle la vida...
TONY:
Naturalmente.
MAX:
¿Aunque ello significara ir a la cárcel algunos años?
TONY:
No sé lo que quiere usted decir... Pero si fuera posible...
MAX:
Lo creo... Y creo que es posible... si usted cuenta a la Policía lo que
sucedió aquella noche... exactamente.
TONY:
¿Cómo exactamente...?
MAX:
Óigame, Tony... He pensado, he trabajado en ello durante varias
semanas. Puede ser su única salvación...
TONY:
¿Qué es?
MAX:
Tiene usted que declarar a la Policía que usted alquiló a Swan para
que asesinara a Margot... (Tranquilo.) Llevo muchos años escribiendo
novelas y guiones sobre temas policíacos. Conozco bien estos asuntos.
Margot fue condenada a muerte porque nadie creyó su declaración. El
fiscal basó su informe en que Margot había dicho una mentira detrás de
otra, y el Jurado lo estimó así. ¿En qué estaba basada la acusación? En
tres puntos principales: mi carta, la media de seda y la idea de que,
puesto que la llave no se encontró en los bolsillos de Swan, fue Margot
quien le abrió la puerta. ( Un silencio.) Ahora, Swan está muerto. Usted
75
CRIMEN PERFECTO
puede decir de él lo que quiera. Puede usted decir que lo conocía. Que se
encontró con él y planearon el asunto...
TONY: (Irritado.)
¿Qué está usted intentando?
MAX: (Tranquilo.)
Estoy suponiendo, solamente. Y usted va a escucharme, hasta el
final. La sospecha de chantaje de Swan tenía dos motivos: el de que mi
carta apareciese en su bolsillo y el de que usted vio a Swan el mismo día
en que fue robado el bolso de Margot.
TONY:
¿Y qué?
MAX:
Usted puede confesar a la Policía que no vio a Swan aquel día en la
Estación Victoria, que todo fue una invención suya para intentar
complicar a Swan con la carta.
TONY:
La carta fue encontrada en su bolsillo.
MAX:
Porque usted mismo pudo ponerla allí.
TONY: (Después de un silencio.)
¿Pretende usted ahora insinuar que fui yo el que robó el bolso de
Margot?
MAX:
Digo que pudo ser usted...
TONY:
¿Para qué?
MAX:
Porque quisiera usted saber quién le había escrito una carta...
Cuando la leyó, quiso hacer algo para vengarse...
TONY:
Y quiere usted que diga que yo escribí aquellas notas, exigiendo
dinero...
MAX:
¿Por qué no? Nadie puede probar que no las escribiera usted
mismo...
(Tony piensa un momento.)
TONY:
Muy bien. Según eso, yo robé el bolso y escribí las notas
amenazando... ¿Qué más?
MAX:
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HUBBARD:
¿Por qué? ¿Es que la ha perdido usted?
TONY:
Sí. Iba a dar cuenta esta misma tarde. Creo que me la he dejado en
un taxi. ¿Cómo sabe usted que yo tengo esa cartera?
(Hubbard mira a Tony fijamente, mientras saca su bloc y
un lápiz. La puert a de la cocina se abre unos cent ím et ros. Ni
Tony ni Hubbard se dan cuenta.)
HUBBARD:
El dueño de la tienda de vinos dijo que la llevaba usted cuando pasó
la cuenta. Mi sargento lo comprobó, también, en su garaje y en el sastre.
En los dos sitios recuerdan que la llevaba usted, al ir a pagar...
TONY:
Sí. La usaba algunas veces.
HUBBARD: (Dirigiéndose al vestíbulo.)
Los taxistas suelen devolver lo que encuentran. Estoy seguro de que
la recobrará usted. (Entra Max.) ¡Ah! El señor Halliday...
(Max queda mirando a Tony.)
MAX: (En voz baja.)
Antes de que marche, inspector... El señor Wendice creo que tiene
algo que decirle...
HUBBARD:
¡Ah! ¿Sí?
(Hubbard se vuelve a Tony. Tony m ira a Max. Max va al
sofá y mira debajo de las ropas de Tony.)
MAX:
¿Dónde la ha dejado usted, Tony?
TONY: (Junto a la cama.)
¿Qué le pasa a usted?
MAX: (Cruzando hacia la cama.)
Cuando he llegado, he visto una cartera de mano, azul... Pero no
recuerdo dónde... (Max levant a la bat a de Tony y descubre la cart era. La
lleva hast a la m esa de escrit orio y t rat a de abrirla, pero est á cerrada con
llave. En voz baja.) ¿Tiene usted la llave, Tony?
TONY:
¿Se ha vuelto usted loco?
MAX: (Toma un sacacorchos de la bandeja de las bebidas.)
Está bien. Si no hay llave, trataremos de abrirla de cualquier
manera...
HUBBARD: (A Max.)
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CRIMEN PERFECTO
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CRIMEN PERFECTO
MAX:
Ha salido...
MARGOT:
¿Cuándo va a volver?
HUBBARD: (De un modo seco y profesional.)
No estamos seguros. Está, bien, Thompson. (Thompson saluda y
sale. Hubbard se dirige a Margot.) ¿Fue usted la que llamó hace un
momento?
MARGOT:
Sí. (Sorprendida.) ¿Por qué no abrió usted?
HUBBARD:
Tenía usted su llave. ¿Por qué no la usó?
MARGOT:
Lo hice. Traté de abrir, pero no pude...
HUBBARD:
¿Sabe usted por qué?
MARGOT:
No... (Un silencio.) ¿Han cambiado la cerradura?
HUBBARD:
¿Me deja usted su bolso? ( Va hacia la cam a. Margot le ent rega el
bolso. Hubbard lo abre y saca de él la llave. La m uest ra.) Usted sabía
que ésta no era su llave, ¿verdad?
MARGOT:
No.
(Hubbard t om a la cart era azul de Tony, que est á sobre
la cama. La muestra a Margot.)
HUBBARD:
Su marido nos ha dicho ya esto..., ¿sabe usted? Debe usted
confesarlo todo.
(Margot le mira, sin comprender. Hubbard le observa.)
MARGOT:
¿Qué es?... ¿Por qué...? No comprendo...
(Hubbard la mira fijamente.)
HUBBARD:
Sí. Creo que no lo comprende usted... (Amable.) Venga. Siéntese,
señora Wendice.
( Margot va al sofá y se sient a. Hubbard dej a la llave en
el bolso.)
MAX:
Pero, ¿qué pasa?
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HUBBARD:
Era una llave de Swan. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Al
principio, pensé que su marido había cambiado la cerradura. Ya me
extrañó a mí que Swan no llevara encima ninguna llave. Todos llevamos
una llave, por lo menos. Eso me hizo discurrir... Tomé la llave que había
en su bolso y abrí con ella la puerta del piso en que vivía Swan...
MARGOT:
Pero, ¿por qué me ha traído usted aquí?
HUBBARD:
Porque usted era la única persona que podía haber dejado la llave
fuera. Necesitaba convencerme de si usted sabía dónde estaba. No lo
sabía usted.
MARGOT:
Max.
MAX:
Dime.
MARGOT:
Llevabas razón... La reacción vendría después...
(Se deja caer en el sofá y rompe a sollozar. Max acude a
ella. Suena el teléfono. Hubbard va a descolgarlo.)
HUBBARD: (Al teléfono.)
¿O'Brien?
Voz DE O'BRIEN: (En el teléfono.)
Sí, señor. Acaba de salir.
HUBBARD:
Perfectamente. ( Cuelga. A Margot y Max, m ient ras se dirige al
vestíbulo.) Cálmese, tenga valor... Aún no hemos terminado. ( Abre la
puerta y llama.) ¡Williams!
Voz DE WILLIAMS:
¡Mande!
HUBBARD:
Acaba de salir... Avíseme si viene para acá.
Voz DE WILLIAMS:
Está bien.
(Hubbard cierra la puerta cuidadosamente.)
MARGOT: (A Max.)
Un pañuelo, por favor...
MAX: (A Hubbard.)
Y, ¿ahora...?
HUBBARD:
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CRIMEN PERFECTO
Naturalmente. Se ha acordado...
( Ot ro silencio. Max cierra silenciosam ent e la puert a del
dorm it orio y vuelve j unt o a Margot. Se oyen pasos dent ro.
Un silencio. Después el ruido de la llave en la cerradura. Se
abre la puert a y ent ra Tony. Trae el im perm eable de
Hubbard, el bolso de Margot y algunos libros. Se dibuj a su
siluet a en la puert a. Mira la llave en la cerradura. Vuelve la
vist a a la escalera y, de espaldas a la habit ación, cierra la
puert a. Se vuelve y viene hacia la habit ación. Después de
unos pasos ve a Margot y a Max, queda m irando a Margot y
dej a caer al suelo el bolso y los libros. Se vuelve y ve a
Hubbard. Tira el im perm eable y, lleno de t error, va hacia la
puert a del fondo. Abre la puert a, pero ant e ella hay un
policía cerrándole el paso. Tony se vuelve a la habit ación y
mira a Margot. Margot separa la vista, y mira a Max. Hubbard
m ira a Tony un inst ant e y va lent am ent e al t eléfono,
descuelga el auricular y marca un número.)
TELÓN
FIN DE LA COMEDIA
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