Revista Nawpa Marca 11
Revista Nawpa Marca 11
ÑAWPA MARCA
Ismael Pérez Calderón y Juan Oré Medina
Huatuscalla: poblado preincaico de interacción cultural en la cuenca media
del río Mantaro 9
Pieter van Dalen Luna, Luiggi Mazzi Pflucker y Martín Sánchez Canales
El culto a los ancestros continúa a través del tiempo: ofrendas de Capacocha
de la epoca inka en Cajamarquilla 25
Raúl Adanaqué Velásquez
El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi Jefunchumbi.
Lima, 17 de agosto de 1771 65
Luis Reymundo Lume y José Luis Quispe Orosco
Observación de superficie de sitios arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa,
Santiago de Chocorvos, Huancavelica 79
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819
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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.
ÑAWPA MARCA
Revista de investigaciones sociales andinas y amazónicas.
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819
ÑAWPA MARCA
Revista de investigaciones sociales andinas y amazónicas.
ÑaMa
Volumen 4, Número 11 / enero – marzo de 2024. Año 4
Ñawpa Marca es una publicación científica periódica, donde se publican trabajos de investigación
originales e inéditos en el campo de la arqueología y áreas afines, a nivel de la región andina y amazónica
o regiones cercanas. Está dirigida a un público interesado en conocer las últimas investigaciones
arqueológicas y culturales sobre el área andina-amazónica. Es de periodicidad trimestral.
DIRECTOR:
Anthony Ulises Villalta Tello
Jr. José Balta 295, Carabayllo -.Lima - Lima.
EDITOR:
Rosa Luz Gutierrez Baez
COMITÉ ASESOR EDITORIAL:
Dr. Alberto Bueno Mendoza, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Dr. Pieter Dennis van Dalen Luna, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Mg. Wilber Bolívar Yapura, Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco.
Mg. Ilder Elar Cruz Mostacero, Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo.
Dr. Eyne Omar Bendezú De la Cruz, Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica.
Mg. Daniel Morales Chocano, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Dr. Régulo Franco Jordán, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
COMITÉ REVISOR POR PARES:
Lic. Harry Pizarro Anaya, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Lic. José Amorín Garibay, Municipalidad Provincial de Huamanga.
Lic. Guido Casaverde Ríos, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Lic. Nancy Santander Málaga, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Mg. Daniel Eduardo Cáceda Guillén, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Lic. Rubén Antonio Wong Robles, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Mg. Ismael Pérez Calderón, Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga.
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN:
James Quilca Chuco
Primera edición, marzo de 2024.
Calle Los Halcones 181, Dpto. 301, Lima 27, Lima-Perú.
Teléfono (0054) 01-442 0458.
Correo electrónico: revistañawpamarca@hotmail.com
El editor recibe los artículos, los cuales son seleccionados y revisados por el comité revisor por pares. Cada
artículo es responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la opinión del editor. Está permitida
cualquier reproducción, siempre citando al autor y a la revista como fuente.
Foto de la carátula: Vista de un petroglifo con representaciones de andenes del sitio Masketa, Santiago de
Chocorvos (Huancavelica). Contracarátula: figurinas antropomorfas en spondyllus de Cajamarquilla.
ISSN: 2221-7819
Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú, Nº 2020-04210.
Tiraje: 200 ejemplares.
Impreso en el Perú / Printed in Perú.
Impreso en marzo de 2024.
JUAN GUTEMBERG EDITORES IMPRESORES E.I.R.L.
Av. Bolivia 148, int. 2069 (Centro Comercial Centro Lima), Lima – Lima – Perú.
Teléfono: 240-0523.
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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.
ÍNDICE
Introducción 7
Pieter van Dalen Luna, Luiggi Mazzi Pflucker y Martín Sánchez Canales
El culto a los ancestros continúa a través del tiempo: ofrendas de Capacocha
de la epoca inka en Cajamarquilla 25
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819
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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.
INTRODUCCIÓN
Es un honor presentar la edición N° 11 de la revista Ñawpa Marca, correspondiente a
enero y marzo del 2024, esta revista es un espacio dedicado a la difusión de investigaciones en
el campo de la arqueología y áreas afines, centradas en la diversa herencia cultural de las
regiones andinas y amazónicas.
Pieter van Dalen Luna, Luiggi Mazzi Pflucker y Martín Sánchez Canales, con su
artículo “El culto a los ancestros continúa a través del tiempo: Ofrendas de Capacocha de
la época inka en Cajamarquilla”, presentan hallazgos de figurinas que son ofrendas de
Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla, un sitio arqueológico emblemático de la costa
central peruana. Se documenta una secuencia cultural que abarca desde el Horizonte Medio
hasta la época inca, destacando la continuidad del culto a los ancestros y la importancia de estas
ofrendas que no solo fueron depositadas en las montañas, sino cerca al litoral.
Luis Reymundo Lume y José Luis Quispe Orosco, con su artículo “Observación de
superficie de sitios arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos,
Huancavelica”, contribuyen con un estudio de prospección de los sitios arqueológicos de
Masketa, Pallqa y Markuya en el anexo de Quisuarqasa, proporcionando un registro valioso para
futuras investigaciones en la región de Huancavelica.
Carlos Sánchez Huaringa, con su artículo “Las antaras en la sociedad Chancay del
Periodo Intermedio Tardío”, investiga el uso de las antaras, artefactos musicales, en la cultura
Chancay. Se analizan sus características constructivas y su papel en la vida social, sugiriendo
que estos instrumentos eran utilizados en contextos rituales y ceremoniales.
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819
una paqcha prehispánica de San Isidro de Tt’ío, destacando su importancia social y cultural, en
torno al héroe o ser mítico Qanchi Machu.
Héctor Espinoza Martínez, con su nota “Arqueología de la cuenca hidrográfica del río
Chicha / Soras (Ayacucho – Apurímac)”, ofrece una visión general de la arqueología en la
cuenca hidrográfica del río Chicha/Soras, subrayando la compleja secuencia ocupacional de la
región.
Cada uno de estos artículos no solo enriquece nuestro entendimiento del pasado andino,
sino que también invita a la reflexión sobre la relevancia de estas investigaciones en el contexto
actual. Agradecemos a todos los autores por sus valiosas contribuciones y a nuestros lectores
por su interés en la arqueología y la cultura andina.
.
Anthony Ulises Villalta Tello
Director
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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, ARTÍCULO Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
ORIGINAL
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.
Resumen
Abstract
The purpose of this work is to obtain information about the natural landscape and the
cultural occupation of a well-known place, currently converted into a center of tourist
attraction for those who visit Huanta-Luricocha. It is the Huatuscalla hill, from where
the longitudinal channel of the Mantaro River can be seen, like a snake in the middle
of a deep canyon that separates the regions of Huancavelica and Junín with Ayacucho,
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819
from the junction with the Huarpa to the mouth of the Apurímac River, integrating the
VRAEM valley. Evidence of different styles of pre-Inca ceramics is presented as a
product of the cultural interaction between the peoples and cultures that occupied the
place, from the appearance of pottery and the tradition of worshiping the huacas (hills)
that the Spanish replaced with the cross. Christian that is now celebrated from May 1
to 3 each year.
INTRODUCCIÓN
El padre Luis Cavero (1953), en su Monografía de la provincia de Huanta, menciona a
Huatuscalla/Jatus-calla, al pico que sirve de lindero norte del ámbito provincial, en el camino de
Huanta a Condor Sencca pasando por Luricocha. Posteriormente Carlos Chaud (1969), Carrillo
(1976), y Benavides (1976), examinan un conjunto de sitios arqueológicos en Huanta y Luricocha,
sin mencionar al sitio de Huatuscalla; MacNeish et al. (1981), basado en los trabajos exploratorios
efectuados entre 1969 -1971, la identifica como asentamiento abierto Nº 443, tipo aldea de la
época Huarpa (200 a.C.-200 d.C.). Valdez, L (1984) excava en espíritu Pampa y reconoce otros
sitios cercanos; Valdez, E (1993) inspecciona varios sitios arqueológicos en el valle de Huanta,
de los que ha publicado varios artículos en la revista arqueológica Warpa, pero ninguna
información sobre Huatuscalla, excepto de la ubicación en un plano publicado por Valdez, L
(2004:3) para ilustrar el comentario que hace al tema sobre Huarpa, la cultura local del valle de
Ayacucho. En cambio, en el campo de la Antropología, Arroyo (2008), brinda amplia información
sobre las características del cerro y función social relacionada con el culto a los Apus, como parte
de una tradición cultural que mantiene vigente en el pueblo de Luricocha.
UBICACIÓN Y ACCESIBILIDAD
GEOLOGÍA
Su historia geológica se remonta al periodo Pérmico de la era Paleozoica de hace unos 250
millones de años, su origen estaría ligada al primer plegamiento que dio origen a la Cordillera
Oriental que dejó restos de fósiles marinos sobre rocas sedimentarias que corresponde a la
Formación Copacabana, que cubre los lados noroeste y norte del lugar y, como señala López et,
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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.
al. (1996: 51): presenta “fauna fósil de fusulínidos, braquiópodos, gastereópodos, briozoarios y
pequeñas colonias de corales (Fig. 2 y 3). En muchos de los casos, los fósiles se encuentran
silicificados y bien conservados”. Los fósiles y las impresiones de estas se encuentran a simple
vista en el afloramiento rocoso del cerro Huatuscalla. En la periferia sur inmediata al cerro
subyace rocas del tipo granito de San Miguel del período Mesozoico, sistema Triásico, Serie
Inferior, al que se superpone depósitos aluviales del período cuaternario.
Figura 1: Foto satelital con la ubicación de Huatuscalla (8) y otros sitios arqueológicos.
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GEOMORFOLOGÍA
El cerro tiene forma troncocónica, el lado norte se levanta a 920 metros sobre el curso del
río Mantaro con una inclinación de 70° que lo convierte en inaccesible, mientras que el lado
opuesto desciende en laderas que se pierden en la planicie ondulada del valle de Luricocha,
hacia el este una pequeña abra da acceso a las pendientes que conducen a la puna y hacia el
oeste un declive moderado que desciende hasta la confluencia de los ríos Huarpa con el Mantaro.
El área está compuesta de rocas sedimentarias muy bien consolidadas de calizas gris azuladas,
con intercalaciones de limoargilitas gris oscuras y gris verdosas (Fig. 4).
Mirador natural
La forma y ubicación del cerro lo convierte en un mirador natural, con horizonte visual que
cubre gran parte de la cuenca del río Huarpa, entre las que destacan por su importancia
geográfica: la depresión Huanta, la disposición de las cordilleras Occidental y Oriental, en sus
diferentes niveles altitudinales, las diferentes formaciones geológicas, formaciones vegetales y
zonas de vida natural; el valle del Huarpa (Huanta), sus características geomorfológicas, la unión
de los ríos Cachimayo y el Urubamba, para formar el río Huarpa, del mismo modo la confluencia
del río Huarpa en el río Mantaro a partir de ahí formar el Cañón del Mantaro y empezar su travesía
a través de la Cordillera Oriental (Figs.5 y 6).
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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.
Figura 5: Valles de Huanta y Angaraes cortado por el río Huarpa, panorámica desde la cumbre del
Cº Huatuscalla.
Ecología
Al pie del cerro Huatuscalla, en el margen derecho del río Mantaro el valle de Isqana, zona
de clima tropical, de intensa vegetación, productora de frutales, en otros tiempos destacaba en
la producción de caña de azúcar donde hubo instalaciones procesadoras para la elaboración de
chancaca y aguardiente de caña. La comunidad de Isqana ubicada en la parte baja de la cuenca,
presenta mayores adversidades, principalmente relacionado a las formas del relieve de fondo de
valle, en un medio accidentado de fuertes pendientes, este espacio, que soportaba en décadas
pasadas una relativa densidad demográfica, ha sido moldeada desde tiempos milenarios, por el
hombre que la fue domesticando y modificando, adaptando a sus necesidades, en tierras de
cultivo y lomas para el pastoreo.
EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS
Observando las estructuras expuestas en el lado por donde se accede a la cima de puede
distinguir diferentes niveles aterrazados del terreno, cabeceras y secciones de recintos
habitacionales, hechos a base piedra canteada extraída del mismo lugar y zonas cercanas, los
muros miden 50 cm de ancho, delimitando espacios de aparente forma circular y de un solo piso
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para techos cónicos. Restos de un antiguo camino viene por el lado oeste desde el río Huarpa
bordeando la pendiente que desciende al río Mantaro, al llega a Huatuscalla y continua en partes
por el lado del actual acceso hasta el abra o espacio abierto que debió ser utilizado como utilizado
como o lugar de intercambio. Por este mismo lado del cerro, se percibe el perfil de una parte del
terreno cortada para corral de una de las viviendas, donde se aprecia secciones de muros
asociados a rellenos, derrumbes, rellenos y capas de tierra con ceniza indicadores de actividades
domésticas, asociadas con cerámica de varios estilos que demuestra una prolongada ocupación
cultural.
Grupo 1. Cerámica de engobe rojo-granate, aplicado en una capa tenue sobre pasta natural
de color marrón claro, los fragmentos corresponden a cántaros, ollas pequeñas y cuencos de
fabrica local tardío de agrupaciones étnicas contemporáneos con los Incas (Fig. 8).
Grupo 2. Fragmentos de cantaros con engobe espeso de color crema, sobre superficie
natural de color marrón claro, presentan defectos de cocción, lo que hace pensar en una posible
fabrica local tardío de grupos étnicos locales de finales del imperio Wari (Fig.9).
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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.
Figura 7: Perfil de terreno cortado por actividades agrícolas donde se observa la estratigrafía
asociada con ceniza, carbón vegetal, cerámica, líticos, óseos, en el lado este del cerro Huatuscalla.
Figura 8 (izquierda): Cerámica con engobe rojo (Grupo 1). Figura 9 (derecha): Cerámica con
engobe crema y defectos de cocción (Grupo 2)
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Grupo 3. Cerámica de paredes delgadas de posible botella y cuenco con engobe pulido de
color naranja y decorado con líneas negras desvanecidas, de filiación Huari (Fig.10).
Figura 10 (izquierda): Cerámica Negro sobre guinda y rojo sobre anaranjado (Grupo 3). Figura 11
(derecha): Cerámica marrón/rojo sobre crema (grupo 4).
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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.
Figura 12 (izquierda): Cerámica roja sobre crema rosáceo (Grupo 5). Figura 13 (derecha): Cerámica
negro, rojo, marrón oscuro sobre crema (Grupo 6).
Grupo 8. Fragmentos de tazones, cuencos y olla sin cuello con bordes ligeramente
biselados al exterior, pasta anaranjada bien quemada con baño de color crema sobre el que va
una capa pintada de color rojo en todo el interior que cubre a veces hasta el borde. La superficie
externa es rugosa notándose en algunos casos las improntas de los dedos indicadores de una
manufactura modelada. El borde de la olla sin cuello presenta acabado estriado propio de una
tradición alfarera temprana relacionado con los primeros grupos de alfareros locales, al que se
podría denominar estilo Huatuscalla temprano (Fig.15).
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Figura 14 (derecha): Cerámica pintada (rojo sobre crema) e incisiones (Grupo 7). Figura 15
(derecha): Cerámica de engobe crema con borde e interior superior pintado de rojo (Grupo 8).
Otra de las versiones es el camino, que para llegar al puente faltaba construir un tramo; sin
embargo, el ingeniero que dirigía la obra decidió que se inaugure el puente, justificaba que el
trecho rocoso que falta lo abrirían posteriormente. Lo curioso el trecho faltante, es parte del talud
en el cerro Huatuscalla; entonces en el intento de romper el talud del cerro, esta vez con la
actuación de dinamiteros y técnicos en voladuras de rocas, no obtuvieron los resultados que
esperaban. Ante este hecho el ingeniero no daba crédito de su labor y, adjudicaba el color rojo
de sangre a determinadas composiciones de las rocas que tenían esa tonalidad.
Juan José Oré recogió información, que todo intento para volar el talud fue inútil hasta que
se presentó un joven experto de una familia conocida de Huanta que manifestaba no creer en la
creencia andina de hacer pagos a las montañas sagradas como es el Apu Huamani de
Huatuscalla. El joven decía que eran supersticiones del pueblo y que no se debería dar
importancia… se burlaba del Huamani y del Huatuscalla por expresar miedo y bravura: de tal
manera que, luego en el primer intento de realizar la voladura de la peña, la última carga que
quedaba por explotar hizo volar por los aires al joven experto y caer su cuerpo al fondo del cañón
cubierto por un montón de escombros. Los campesinos que trabajaban se retiraron
impresionados, luego de observar que el talud no había sido volado, Luego buscaron el cuerpo
del infortunado que fue hallado sin cabeza en las orillas del río, la dinamita lo había decapitado.
Todos los que presenciaron la voladura, renunciaron continuar la obra. Así terminó la historia del
camino de herradura que iba unir Ayacucho con Huancayo y del hermoso puente sin camino que
fue inaugurado con mucho esplendor en 1905.
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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.
Reseña, Juan José Oré, han pasado 119 años de la inauguración del puente de Isqsna, en
la actualidad, sus dos bases de cal y piedra aún perduran en pie como testigos de los
acontecimientos del Huatuscalla, habiendo subsistido a dos grandes embates de la naturaleza
ocurridos en el curso del río Mantaro como las del cerro Codorsencca que se deslizó o sobre el
curso del río en el año 1945 y que represó un estimado 430 millones de metros cúbicos cuya
descarga duró 7 horas; y del cerro de Mayunmarca conocido como Huaqoto en 1974 que represó
500 millones de metros cúbicos que se había acumulado durante 45 días y que al romperse el
dique arrasó con todo lo que encontraba en su cauce.
Finalmente J. J. Oré, recuerda haber escuchado que a comienzos del siglo pasado el
gobierno asignó un presupuesto para que se construya el camino de herradura que una
Ayacucho de Huancayo con miras a que más tarde se convierta en una carretera, el trazo lo
realizó el ingeniero Eduardo Masías acompañado de un grupo técnicos españoles. El puente que
debió servir para cruzar el río Mantaro, se encuentra en Isqana al pie del cerro Huatuscalla, límite
entre las regiones de Ayacucho y Huancavelica.
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819
Página anterior: Figura 16 (izquierda): Cruz instalada en la cima de Huatuscalla como símbolo de
imposición religiosa occidental. Figura 17 (derecha): Tradicional fiesta de las cruces en
Luricocha.
SOMERA DISCUSIÓN
La huaca o cerro Huatuscalla, ocupa un lugar clave de interacción cultural entre los pueblos
de la parte baja y alta de Huancavelica y Huanta (Ayacucho), así como de interconexión con los
poblados del valle de VRAEM a través de las rutas de Pacayhuayqo, Condor Senja, San José
Cecce, Ayahuayqo, Pampa Coris, Viscatán siguiendo el curso del río Mantaro o bien atravesando
las montañas de Huanta y La Mar por Uchuracay e Iquicha para continuar por la cuenca del río
Piene/Ayna, o sino por la cuenca del río Torobampa para salir al río Pampas, rutas que
actualmente sigue utilizando la población.
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identificación de una jerarquía de administración. Revista Investigaciones, 2: pp. 27-44.
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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.
Figura 18: Mapa con la ubicación del cerro o huaca Huatuscalla (8) y otros sitios arqueológicos de
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VAN DALEN, Pieter; MAZZI, Luiggi y SÁNCHEZ, Martín: “El culto a los ancestros continúa a través del
ARTÍCULO ORIGINAL
tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.
Resumen
Son muy pocas las evidencias arqueológicas halladas en la Costa Central Peruana
que presentan una larga secuencia cultural en un mismo sector o sitio arqueológico,
como es el caso de las evidencias que presentamos. Cajamarquillo es uno de los sitios
arqueológicos más emblemáticos de la costa peruana. En el sector Kroeber más
identificado toda una secuencia cultural que corresponde al contexto funerario del
Horizonte Medio con preocupaciones del periodo intermedio tardío y ofrendas
relacionadas con el culto a los ancestros que datan de la época inca. Se trata de
paquetes o envoltorios elaborados con materiales de gran importancia económica.
Palabras claves: Cajamarquilla, ofrendas, Tawantinsuyo, culto a los ancestros, costa central.
Abstract
There are very few archaeological evidences found on the Peruvian Central Coast that
present a long cultural sequence in the same sector or archaeological site, as is the
case of the evidence we present. Cajamarquillo is one of the most emblematic
archaeological sites on the Peruvian coast. In the Kroeber sector, an entire cultural
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 25-64 / ISSN: 2221-7819
sequence that corresponds to the funerary context of the Middle Horizon with concerns
from the late intermediate period and offerings related to the cult of ancestors dating
back to the Inca era was most identified. These are packages or wrappers made with
materials of great economic importance.
INTRODUCCIÓN
El año 2021 se excavó la unidad 1 en medio de este patio, hallando a casi 1.80 metros de
profundidad la tumba ovalada de un personaje asociado a vasijas, mates, restos botánicos y de
animales (cuyes), perteneciente a las épocas finales del Horizonte Medio. En el exterior de la
estructura funeraria elaborada con yapana, se hallaron las tumbas de otros individuos
secundarios, pero que presentaban numerosos materiales asociados al igual que finos textiles;
hallándose estos contextos funerarios a fiferentes profundidades con respecto al contexto
funerario principal. Toda esta área se encontraba cercada por gruesos muros de tapiales. La
difusión de la noticia de este descubrimiento fue difundido a gran escala en los medios nacionales
e internacionales por su excelente estado de conservación, siendo bautizada por los medios de
comunicación como: “La momia de Cajamarquilla”. Esta noticia dio a conocer a la población
nacional la importancia de este complejo arqueológico, recibiendo miles de visitantes que querían
conocer el lugar del hallazgo de la momia.
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VAN DALEN, Pieter; MAZZI, Luiggi y SÁNCHEZ, Martín: “El culto a los ancestros continúa a través del
tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.
el intercambio de productos, el cual adquirió gran importancia económica entre los periodos
Intermedio Temprano y Horizonte Medio.
En anteriores trabajos hemos venido reportando algunos contextos que fueron excavados
durante nuestras investigaciones entre las temporadas 2021 y 2023, como el hallazgo de una
yupana o instrumento contable elaborado en barro, de naturaleza inmueble en el sector Jiménez
Borja (van Dalen, 2022); así como el hallazgo de un contexto funerario asociado a eventos de
huaycos del Horizonte Medio, recuperado en uno de los sectores periféricos meridionales del
centro urbano de Cajamarquilla (van Dalen y Morales, 2023).
.
FIGURINAS DE SPONDYLLUS VESTIDAS EN LAS OFRENDAS INKAS
(CAPACOCHA)
Existen a nivel del área andina varias evidencias arqueológicas sobre ofrendas Inka,
principalmente relacionadas con la capacocha o sacrificio de personas jóvenes en honor a las
montañas sagradas. La capacocha era una ceremonia incaica en la cual se realizaban ritos de
sacrificios humanos principalmente de niños, eran organizadas y dirigidas desde el cusco, a partir
de rituales ceremoniosos realizados en la plaza de Hauaypata, desde donde salían la comitivas
acompañados de los sacrificados y con una gran variedad de ofrendas hacia los cuatro confines
del imperio (Duviols, 1976).
Por ejemplo, en Sacsayhuaman en el mismo valle del Cusco, en asociación a entierros Inka
se halló ceramios, tupus, instrumentos laborales y objetos elaborados en madera, hueso, arcilla
y metal (Paredes, 2003, p. 90). En otros sitios del Cuzco como Choquepuquio, los arqueólogos
han identificado también otras evidencias de entierros humanos de niños asociados a complejas
ofrendas Inca (Gibaja, et al, 2014). De igual manera, en el mismo Qoricancha se descubrió en la
década de 1970 el contexto funerario de dos niños asociados a dos figurinas antropomorfas de
oro, una de plata, dos llamas de spondyllus, tupus y una conopa, asociados a fragmentos de
cerámica killke (Bejar, 1990; Cornejo, 1998). En el Lago Titicaca se hallaron también contextos
similares en la Isla del Sol, con presencia de figurinas antropomorfas (Doering, 1952), así como
en el fondo del lago (Reinhard, 1992, citado por Cornejo, 1998).
La elaboración de figurinas para ser utilizadas como ofrendas en contextos rituales Inka fue
una actividad muy difundida en el imperio, especialmente las elaboradas de spondyllus, molusco
altamente cotizado en el quehacer religioso. En el caso de los santuarios de altura, como ya
hemos visto, se han encontrado asociados a la Qapacocha. La vestimenta y que presenta la
figurinas antropomorfas en Argentina presentaban cubiertas textiles muy finas, con trajes
formados por cuatro piezas principales: un aqsu, anaku o unku que corresponde a un tejido
rectangular que envuelve el cuerpo de la estatuilla; tupus o prendedores metálicos; un chumpi o
faja en la cintura de la figurina; y una lliklla humanta que sale desde el cuello, así como un
atuendo cefálico conformado por plumas dispuestas en sección semicircular a modo de abanico
que va cubriendo desde la cima de la cabeza hacia la espalda (Cereceda, 2020).
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tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.
estaba conformada por dos cuerpos femeninos, una mujer de 20 años y una niña de 9, con
alhajas, tupus y vasijas; así como un collar de mullu (Bachraty, 2023).
Dentro de los casos arqueológicos atribuidos a Capacochas existen hallazgos con o sin
seres humanos, pero todos ellos con figuras antropomorfas y zoomorfas. Hecho que nos
hace creer, que, en ausencia de personas, son ellos quienes llevan el mensaje a los dioses,
y cuando hay seres humanos, el mensaje para los dioses es compartido y de mayor
importancia debido a la “calidad del negocio”.”
En Arequipa el hallazgo de la Capacocha del nevado Ampato, donde se halló el contexto
funerario de una niña sacrificada conocida como “Momia Juanita” o “Dama de Ampato”, hallada
en un ambiente gélido, sacrificada durante el gobierno del Inca Tupac Yupanqui para aplacar las
erupciones volcánicas de la región. Como parte de la Capacocha se halló finos textiles, vasijas
de estilo Inca y figurinas antropomorfas y zoomorfas (de camélidos), algunas elaboradas de
spondyllus o mullu. El Spondyllus, cuyo nombre en quechua era “mullu”, es un molusco que vive
en las aguas ecuatoriales (cálidas) del Océano Pacífico
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esta sectorización (Casareto, 1999; Mogrovejo, 1997; Mogrovejo y Makowski, 1999, Mogrovejo
y Segura, 2000; Narváez, 2004, 2005, 2013; Segura; 2001), mientras que en un anterior trabajo
hemos completado esta división siguiendo el mismo criterio utilizado por Bueno de sectorizr
tomando el nombre de los investigadores que han trabajado en este complejo arqueológico (van
Dalen, 2022).
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Página anterior: Figura 2: Vista de la matriz donde se halló el 2021 la momia de Cajamarquilla y en
círculo rojo el área de hallazgo el 2023 de las figurinas de Capacocha.
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Figura 6 (izquierda): vista de planta de la UE3. Figura 7 (derecha): vista de planta de la arquitectura
aflorante.
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Figura 10 (izquierda): vista de la matriz con las dos cistas que se intruyen en la banqueta. Figura
11 (derecha): vista de planta de las matrices al nivel de la UE15.
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Figura 12: Vista estratigráfica de las UEs de la unidad 4 según la distribución de cuadrículas.
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Figura 13 (izquierda): vista del hallazgo UE17. Figura 14 (derecha): vista del hallazgo UE18.
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El tercer nivel corresponde al hallazgo de otros 5 individuos, de los cuales se puede denotar
2 individuos jóvenes femeninos de unos 15 años aprox. 2 individuos subadultos femeninos de 10
años aprox y un adulto de unos 40 años; casi rodos presentaban patologías vinculadas a
osteoporosis. Los fragmentos originales de los fardos que los envolvían se encontraban
carbonizados y en proceso de fragmentación.
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Figura 34: Vista de los individuos de la sección inferior del Contexto Funerario 2.
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De las UEs registradas en su conjunto se puede aseverar que están vinculadas a dos
periodos cronológicos principales:
- Periodo Intermedio Tardío: los materiales vinculados a las 2 cámaras funerarias UE 35
y UE 44 pese a que no revelaron estar asociados a materiales culturales comunes como la
cerámica o los textiles, mostraron ciertas características de sus objetos recuperados (tupus)
vinculados con el Periodo Intermedio Tardío. Sin embargo, los procesos posteriores de
disturbación de las cámaras funerarias apuntan a que para la fase media o tardía de este
periodo (1200 – 1300 D.C), estas cámaras fueron inutilizadas para dar paso a la función como
patio interno, apoyado por la evidencia del muro UE 04 y su apisonado original UE 26.
Avanzando hacia los periodos tardíos de esta fase cultural se puede denotar que el patio interno
también fue sepultado con escombros (UE 22). Para dar paso a un patio más elevado donde
se ubicaron las banquetas UE 08 y 09.
- Horizonte Tardío: Posterior a estos eventos, estas banquetas fueron intruidas para dar
paso a las deposiciones de las UE 12- 14 y 23, en los cuales se dio el inusual hallazgo de
figurinas realizadas a partir de Spondylus Sp. correspondientes al periodo Horizonte Tardío.
Además de estas inferencias se debe precisar que los primeros momentos constructivos y
las secuencias de acoplamientos constructivos y deposicionales de la unidad 04 dan a entender
de que sus ocupaciones puedan haber comenzado durante la fase final del horizonte medio fase
IV.
Fase I: correspondiente a las primeras pistas sobre el proceso constructivo que se llevó a
cabo en la unidad 04, y tiene como elemento resaltante la UE 43 la cual tiene la impresión de ser
el material estéril donde se construyó la UE 33, un apisonado estructural. Este apisonado también
fue roto en la cuadricula 1 D para construirse 2 cámaras subterráneas de forma cilíndrica cónica,
la cámara 1 (UE 35- 36) y la cámara 2 (UE 44 -45). En las cuales se depositaron sujetos de sexo
y edad variada con disposiciones muy parecidas a mausoleos familiares. Sobre este dato es
curioso encontrar distintos sujetos tales como: infantes, personas jóvenes, recién nacidos y
personas adultas.
Fase II: la segunda fase propone ser una ruptura total con la función mortuoria propuesta
en la primera fase, ya que existen indicios de actos de saqueo en la cámara 1 lo cual conllevo a
la deposición de la UE 38, la cual es una aglomeración de tierra orgánica junto con retazos de
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textiles y fragmentos de huesos, los cuales parecen proceder de la cámara 1, ya que esta
tampoco posee individuos completos, solo partes óseas dispersas en toda la cámara. De igual
forma, el apisonado estructural UE 33 para esta fase también fue utilizado como área para la
deposición de tierra (UE 32 y 29) así como área destinada a las quemas, indicio expuesto por la
UE 30 que está conformada por tierra de un color inusual rojizo, propio de la oxidación por quema.
Posterior a este evento de saqueo se volvió a rellenar esta evidencia con la UE 37 la cual es de
gravilla con tierra suelta.
Fase III: en esta fase se vuelve a cambiar el uso de área, en esta ocasión se hace adiciones
arquitectónicas importantes, la primera es la construcción de la UE 04 un muro longitudinal
realizado a partir de yapana compactada, la cual recorre en la alineación Noreste – Suroeste,
llegando incluso a ser parte original del planeamiento de las estructuras tardías como los muros
de soporte externo de todo el sector Kroeber, del cual este muro parece haber funcionado como
una separación para distintas áreas pequeñas. A la par de este muro se construyó un apisonado
estructural (UE 26) con lo cual podemos deducir que la unidad 04 en esta fase funcionó como un
espacio de trabajo. Sin embargo, no existe más indicios sobre cuál fue su función ya que no
aparecen señales de alguna actividad concreta y las huellas de uso que se suelen presentar en
estas áreas.
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Fase IV: dentro del espacio cronológico que supone la superposición de unidades
estratigráficas de la unidad de excavación 04, es curioso el hecho de que la UE 26 como indicio
de ser un área de trabajo, tenga un tiempo de uso tan reducido, ya que este fue sepultado con
una deposición voluminosa de escombros de yapana, junto con una gran cantidad de tiestos
cerámicos correspondientes al Horizonte Medio 3 (Nieveria) (UE 22), los cuales están
catalogados como descontextualizados, además, dentro de esta deposición no aparecen tiestos
de épocas posteriores.
Fase V: para esta fase se realiza otra adición arquitectónica, en este caso las primeras
adiciones son 2 banquetas contiguas, catalogadas como UE 08 y UE 09 las cuales son
perpendiculares al muro longitudinal UE 04, y recorren las cuadriculas B y C (1-2-3). Estas
banquetas delimitan otros espacios internos donde se asienta el apisonado UE 07, el cual
muestra estar hecho con ceniza y arcilla fina, el cual recorre el espacio de la cuadricula 1 (D). De
esta forma se construye un nuevo espacio interno, sin embargo, este espacio tampoco muestra
signos de un uso especifico.
Fase VI: la nueva estructura arquitectónica interna formada por las banquetas y el
apisonado tuvieron un periodo de actividad relativamente corto, ya que también fue sepultado
con otra deposición de tierra y gravilla (UE 06). Encima de este relleno se depositó un
compactado de ceniza, tierra y gravilla, para sepultar la banqueta (UE09) y poder emparejarla a
la altura de la banqueta contigua (UE08), este compactado (UE 05) también está presente en
otras áreas contiguas a las banquetas en las cuadriculas 1 y 2 (A-BC-D) y la cuadricula A3,
siendo pensada para ser otro relleno estructural.
Fase VII: tras convertirse en una extensa explanada la cual abarca casi la totalidad del
espacio de la unidad 04, esta sería su configuración final, ya que no existe otras adiciones o
cambios en la UE 05. Sin embargo, en esta fase considerada post ocupación, ocurrió una serie
de intrusiones tardías, representadas por las UE 10-11-12-13-14-15-23-24, los cuales son
matrices y rellenos correspondientes a eventos intrusivos en las banquetas UE 08 y UE 09 así
como en los espacios aledaños. Por los interesantes hallazgos recuperados de estas matrices
se puede señalar que el periodo correspondiente de ejecución de estas matrices seria durante
el Horizonte Tardío, siendo los hallazgos los característicos objetos de parafernalia
religiosa/política de la administración del Tawatinsuyo, siendo catalogados estos objetos como
“Illas”, los cuales están presentes en un tipo especifico de ceremonia, el cual consta de 3
sacrificios humanos siendo característico la participación de infantes y adolescentes. Por otro
lado, dentro de las matrices no se recuperó indicios de restos óseos o textiles que indiquen
presencia humana, una característica inusual.
Fase VIII: después de los eventos intrusivos, y bajo el contexto histórico cambiante de
inicios de la época colonial en adelante, se puede catalogar a este periodo como el abandono
final del sector Kroeber, en lo que respecta a la unidad 04, fase compuesta por las UE 03 -02 –
01. Las cuales son eventos de quema, acumulaciones vegetales de achupalla y deposición
eólica, así como eventos intempestivos de lluvia.
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La UE 43: Pese a que esta unidad estratigráfica se considera como el material estéril, su
sondeo posterior dio indicadores de que también pudo ser un relleno medianamente artificial,
esto basado en los pocos restos recuperados de un sondeo realizado entre las cámaras
funerarias, de los cuales se recuperó pocos restos de corontas de maíz y de restos malacológicos
pertenecientes a fauna marina, lo que indica que este relleno posee una presencia antrópica en
su consolidación, lo que sugiere que este pueda ser también artificial.
Con toda la información vertida se concluye que la unidad 04 tuvo durante el tiempo de
evolución 4 configuraciones: durante la fase I como explanada abierta luego transformada a ser
un espacio mortuorio; durante la fase II y III como posible patio interno; durante la fase IV y V
como espacio de trabajo; y durante la fase VI como explanada. Las fases cronológicas están
ligadas al periodo: Intermedio Tardío (Fase Temprana): fase I, Intermedio Tardío (fase media):
fase II -III – IV y V, Intermedio Tardío (Fase Tardía): Fase VI y Horizonte Tardío (fase imperial):
fase VII.
Las figurinas que hemos encontrado durante las excavaciones al interior del sector Kroeber
están relacionadas con el culto a los ancestros. Se halló a pocos metros hacia el norte de la
tumba de la llamada “momia de Cajamarquilla”, la cual fue enterrada durante las épocas finales
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del Horizonte Medio. Las ofrendas de las figurinas que han sido depositadas cerca de esta tumba
datan del Horizonte Tardío (durante el Tawantinsuyu), es decir casi 400 o 500 años después.
Esto significa que el culto de los ancestros se siguió dando de manera continua hasta la invasión
española al interior de estas áreas del complejo urbano. El hecho de haber hallado estas figurinas
elaboradas en un soporte de Spondylus o mullu, nos hace pensar sobre la importancia de este
contexto funerario no solo para la sociedad local sino como referente religioso de gran
importancia durante el imperio Inca. Se trata de contextos intrusivos en estratos del Periodo
Intermedio Tardío.
La figurina 2 es más delgada y de mayor altura, presenta un envoltorio textil desde el cuello
hasta la base del mismo con bandas alternas en color rojo y amarillo, mientras que la sección
facial de la misma presenta un tejido de color blanco que correspondería a una primera capa
textil. En la parte superior presenta una especie de lámina metálica a la altura de la frente que
estaría representando un llautu. Sobre el remate de la cabeza están insertadas plumas de color
amarillo, no muy tupidas.
La figurina número 3 se caracteriza por presentar un envoltorio textil de color rojo rosaceo,
con algunas líneas rojas claras y líneas negras, entremezcladas con bandas zigzagueantes de
color marrón sobre fondo amarillo. Presenta sobre la parte superior inclusiones de plumas de
color negro, así como una pequeña lámina metálica.
CONCLUSIONES
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contextos arqueológicos que permiten una mejor interpretación de las actividades que se
realizaban al interior de este centro urbano, uno de los más importantes del área andino central
por su importancia económica.
Las características de estas estatuillas son muy similares a las encontradas en otros lugares
del imperio inca, pues se caracterizan por presentar vestimenta en estilo Inca, además de
presentar una serie de plumas a modo de tocados sobre la cabeza y la adhesión de algunas
láminas metálicas.
Estos hallazgos nos permiten tener una visión sobre los rituales incas en este sitio de
Cajamarquilla, que de por sí no presenta evidencias hasta el momento de ocupación
administrativa o doméstica durante el Horizonte Tardío.
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alta y su evolucion arquitectónica durante sus periodos de ocupación (900 AC- 500 DC)” para la
revista digital SACRUN”. Tesis para optar por la licencia en arqueología, titulada “Cashahuacra
alta un asentamiento del formativo final, en Santa Eulalia, Huarochiri, departamento de Lima.
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ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
ARTÍCULO ORIGINAL
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.
Resumen
Los caciques coloniales del siglo XVIII, lograron tener vigencia política y económica al
entroncarse con familias, de criollos o de otros curacazgos, porque de lo contrario
pasaban a ser casi del común. Estos señores naturales fueron perdiendo sus tierras
heredadas de sus padres y abuelos al entregarlas en arrendamiento a los españoles
quienes dejaban de pagar la renta entablándoles juicios largos y agotadores o
conminando a firmar la venta con amenazas o ejecutándola con prisión efectiva. En
esta oportunidad tenemos el caso de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi el mismo que recurrió a utilizar los apellidos de sus antepasados,
personas respetables de noble linaje, para mantenerse vigente enumerando las tierras
que había heredado de sus antecesores.
En Lambayeque, del siglo XVIII, los caciques cabeza de dos familias se disputaron el
solio que les era esquivo ante las autoridades de la Real Audiencia y aspirando
reconocimiento de legitimidad por el pueblo a quienes decían les correspondía como
verdaderos herederos al cargo, para ello no dudaron en presentar documentos
fraguados. Al final, en sus últimos días, después de pleitos que duraron más de
doscientos años, llegaba el arrepentimiento y declaraban haber actuado en forma
deshonesta reconociendo a los verdaderos herederos al cacicazgo. Tal vez por eso,
nuestro cacique estudiado, en esta oportunidad, utilizó apellidos de sus padres,
abuelos y parientes como los Minulluyi y Jefunchumbi.
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, 65-77 / ISSN: 2221-7819
became almost common. These natural lords were losing their lands inherited from
their parents and grandparents when they were leased to the Spaniards who stopped
paying the rent by filing long and exhausting lawsuits or ordering them to sign the sale
with threats or executing it with effective imprisonment. On this occasion we have the
case of Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi Jefunchumbi, who resorted to
using the surnames of his ancestors, respectable people of noble lineage, to remain
current by listing the lands he had inherited from his ancestors.
In Lambayeque, in the 18th century, the chiefs, heads of two families, disputed the
throne that was elusive to them before the authorities of the Royal Court and aspired
for recognition of legitimacy by the people whom they said belonged as true heirs to
the position, for this they did not They hesitated to present forged documents. In the
end, in their last days, after lawsuits that lasted more than two hundred years,
repentance came and they declared that they had acted dishonestly, recognizing the
true heirs to the chiefdom. Perhaps that is why our studied chief, on this occasion, used
surnames of his parents, grandparents and relatives such as the Minulluyi and
Jefunchumbi.
INTRODUCCIÓN
El estudio de los caciques coloniales está demostrando que los entroncamientos familiares
se hicieron por estrategia política y económica para así encumbrarse y fortalecer su grupo. Los
caciques o sus viudas que conseguían poder político y económico lograban mantenerse vigentes
o de lo contario perdían importancia siendo obligados a dejar el cacicazgo. Tíos, primos,
hermanos o cuñados se disputaban el ansiado cargo que debía ser firmado y legalizado por el
virrey de turno. El siglo XVIII, nos presenta casos o pleitos de esta naturaleza, que duraron más
de doscientos años, los conocemos como el de los caciques de Lambayeque donde Juan Nicolás
Faizo Farrochumbi, Gobernador de las armas del pueblo de Lambayeque en el corregimiento de
Saña, siguió el pleito contra don Eugenio Victorino Temoche Farrochumbi, Cacique principal y
gobernador del mismo pueblo (Rostworoski, 1961, p. 33). Algunos familiares fueron ignorados
en la genealogía, en otros casos inventados, para conseguir ser reconocidos en la descendencia.
Otros, corrieron peor suerte al ser ignorados como parientes, aunque se hayan esforzado
presentando su nombre, en el testamento, con varios apellidos clave para sus aspiraciones que
podían ser el cacicazgo, ser exonerados en el pago de los tributos y otras cargas, alcanzar el
ingreso a los colegios de caciques o de criollos prominentes o simplemente ser considerados
parte integrante de la familia.
66
ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.
LA FAMILIA
El cacique Diego Huerta, se casó tres veces. Durante el primer matrimonio con Manuela
Quepse, no llevó dote alguna. Fue hija legítima de Juan Quepse y María del Arco Ynop,
procrearon cuatro hijos. De ellos vivían Joseph Patrocinio, Ignacia y Juan de Dios Huerta de
Azabache y Quepse. Había muerto su hijo, Antonio casado con Antonia Montes, su nuera que
aún vivía y que le dejó herencia por el amor que se tuvieron. El segundo enlace matrimonial fue
con Basilia Gutiérrez, no llevó dote alguna ni tuvieron hijo alguno. El tercer connubio, lo realizó
con María Eusebia Herrera, tampoco llevó dote y aunque, tuvieron un hijo, este falleció a pocos
días de su nacimiento. Además, declaró tener por su hijo natural a Juan Huerta a quien en el
testamento lo nombra don, como a todos sus parientes.
Resulta que hacia 1744 o 1745, el corregidor de la provincia de Saña, Carlos Guzmán
presionó a la hermana del cacique Diego Huerta, Margarita Azabache, a que le pague 260 pesos
de una deuda por los repartimientos en la provincia de Lambayeque. Para la ejecución de este
negocio, el corregidor trató con Manuel Alarcón, alias “Capote” a que le comprase 26 fanegadas
de tierras nombradas Carlincap. En efecto, así sucedió obligando, además, a la dicha Margarita
a que le otorgue el instrumento de venta. El inconveniente era que para materializar o legalizar
la venta, se necesitaba el concurso y consentimiento del cacique Diego Huerta, así se
confabularon la autoridad y el testaferro poniéndolo en la prisión por espacio de dos meses
aproximadamente conminándolo a que firmase el instrumento de venta y entregase todos los
documentos y títulos que justificaban la propiedad de las tierras; incluyendo 4 testamentos de
sus padres y abuelos que llegaron a parar en manos del citado Manuel Alarcón. Entonces, Diego
Huerta denunciaba en su testamento la venta fraguada y usurpación de los documentos
representando en extensión más de 100 fanegadas de tierras de sembrar y pastos en desmedro
de sus hijos los herederos legítimos. Se denunciaba, también, que Manuel Alarcón le debía del
valor de los árboles frutales que contenían las tierras mencionadas y que se había comprometido
a pagar en calidad de arrendamiento a razón de 50 pesos cada año más otros 50 pesos de
compensación anual por la usurpación que no había entregado desde el inicio de la violencia
ejercida. Por esta razón, las considera parte de su herencia tal como lo resalta en su testamento
y son consideradas en el cuadro que presento a continuación.
67
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, 65-77 / ISSN: 2221-7819
Según el cuadro, más de 146 fanegadas heredó Diego Huerta. Aparte de las
mencionadas como “suerte de tierras” o indivisas. Es importante señalar que las había
heredado de sus padres, abuelos y otros parientes.
PALABRAS MOCHICA
Tarea que dejo a los expertos lingüistas para ayudar a comprender el proceso histórico del
antiguo territorio del norte peruano, donde se desarrollaron importantes culturas en el
denominado por los incas como Chinchaysuyo. Alcoy, Colliquenec, Carlincap, Chilancap,
Yéncala, Colmenec, Patanechep, Pavilán, Rafán, Lullincap, Salup, Chucupe, Minulluyi, Mochuni,
Mocsineq, Vicop, Nunincapi, Chanami, Tecse, Chuñiñan, Picci, Posop, Mallar, Paipai, Yerren.
1 En el mismo testamento dice que estas fueron apropiadas por el corregidor de Saña, Carlos Guzmán.
68
ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.
OTRAS TIERRAS
Una suerte de tierras, donde dejó una huerta cultivada de árboles frutales que lindaban con
la acequia de Chucupe y tierras de Diego de Soto, limitando por la cabecera con las tierras
cacicales que heredó de su bisabuelo Diego de Azabache. Asimismo, otra suerte de tierras que
heredó de su abuelo Sebastián de Azabache, las mismas tierras que compró a Diego de Soto,
cuyos linderos eran: por el oriente lindaban con la acequia de Tecse y unas tierras que
pertenecían a la parcialidad de Llencala y que:
“en derechura ban á encontrarse con las tierras de Chuñiñan y desde este lindero que hace
por el oriente bajan hasta el poniente las dichas tierras de don Andrés de Azabache y de
allí prosigue el lindero con la azequia del molino antiguo hasta la huaca de Carlincap y sigue
en derechura hasta encontrarse con tierras de Diego de Soto y camino real antiguo de
Picci”.
De todas las suertes de tierra, poseía instrumentos donde constaba ser propietario y
además se explicaba los linderos mencionados. Por otro lado, poseía una suerte de tierras
nombradas Mallar, las mismas que lindaban con la acequia del Tecse y por el sur con tierras de
Diego de Soto y, además, con las tierras que se repartió con sus hermanos los Temoche que
fueron heredadas de Francisco Hernández. Otra suerte de tierras, fueron heredadas de Solano
Minulluyi y se las repartió con sus hermanos tocándole las que estaban ubicadas desde el camino
real de Mochuni y tierras de Llencara y las acequias de Alcoy y Posop, cercanas a Muchuni,
mientras que por la parte de abajo lindaba con las tierras de Pedro Quepse, este último natural
de Malacas (Colán-Piura), casado con María Puiconsoli Farrochumbi, cacica de Lambayeque. El
15 de noviembre de 1653, siguió juicio con Andrés de Azabache (Adanaqué, 2014), por el
codiciado título.
Asimismo, las dieciocho fanegadas que compuso su bisabuelo Miguel Huerta, eran las que
por la parte oriental lindaban con las tierras de una huaca nombrada Mocsineq y, por el sur, con
las tierras cercanas al río que fueron del difunto Tuter y en esa dirección, la acequia hasta el pie
de un paipay2, muy grueso que era el lindero de las tierras nombradas Yencala. Sobre estas
mismas tierras de Yencala,
“son quinze fanegadas heredadas de mis padres don Diego de Azabache y don Sebastian
Azabache las quales estan debajo de estos linderos el primero don Miguel Huerta por la
parte de arriba por la parte baja del poniente con tierras de las Salinas y por la parte del sur
con tierras de los Puchilpez y por la otra parte del norte con tierras de Chalup”.
En estas mismas tierras nombradas Yencala, quince fanegadas fueron de sus padres las
mismas que estaban “debajo de estos linderos el primero don Miguel Huerta por la parte de arriba
por la parte baja del poniente con tierras de las Salinas y por la parte del sur con tierras de los
2 El charán (Caesalpinia paipai) es una especie de planta dicotiledónea de la familia de las fabáceas. Crece en los
bosques secos de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Es un árbol de unos 2.5 a 5.5 m de altura y su
tronco tiene un diámetro de 15 a 25 cm.2 Su madera es usado para carbón, leña y construcción de vigas, mientras
que sus hojas y frutos es empleado como forraje para ganado.
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, 65-77 / ISSN: 2221-7819
Puchilpez y por la otra parte del norte con tierras de Chalup”. Las descripciones en el testamento,
de las tierras heredadas por el cacique Diego Huerta, son muy enredadas cuyas ubicaciones
deben realizarse consultando otros documentos de la época.
En cuanto a los solares, declaró poseer un solar y sitio que lindaban, por la parte de arriba,
con Yerren y, por el sur con una casa que perteneció a Juan Quepsep y por el otro lado con casa
de Bernardino Quepse (¿?). Además, otro sitio que tenía de frontera 33 varas y de fondo 53 varas
lindando con casa de Juan Faizo y por el otro lado con casa de Jecho (Jesús ¿?) por afuera salía
a la calle real y por la parte de abajo con casas de Francisco Marinos.
BIENES DE USO
Por sus bienes de uso, dejó mucha pobreza. Solo mencionó un capote de paño musgo
usado, un sombrero nuevo de castor blanco, un balandrán nuevo, una caja con su cerradura,
una mesa regular y, un viejo baúl y un estrado grande.
COFRADÍA
Al parecer no fue acérrimo católico formando parte de cofradías como hermano veinticuatro
o simple cofrade. Solamente señaló que era hermano de la cofradía del señor San José, fundada
en iglesia de nuestra señora de la Buenamuerte, en el actual Barrios Altos-Lima, y que estaba al
día con el contrato, aunque solamente debía 4 reales.
ACREEDOR
Nombró por albaceas y tenedores de sus bienes primeramente a Fernando Porro y Falen
y, en segundo lugar, a Joseph Patrocinio, Juan de Dios, Ignacia, sus hijos legítimos y a su nuera
Antonia Montes para que recauden, cobren, vendan y rematen con general administración.
HEREDEROS
Deducida la cantidad de tierras y el valor de ellas, incluidos en el quinto de los bienes que
se había señalado a su hijo natural, decidió se las apliquen a su nuera Antonia Montes por vía
de legado y las atenciones de amor que se demostraron conjuntamente con su difunto hijo. Por
tanto, deducido todo se nombró como sus legítimos herederos a sus hijos legítimos.
70
ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.
PALABRAS FINALES
Así, podemos concluir que Diego Huerta dispuso la herencia a sus hijos legítimos sin olvidar
a su hijo natural y a su nuera. Asimismo, dejar en su testamento constancia de la usurpación de
26 fanegadas por parte del corregidor de Saña, Carlos Guzmán, por una deuda reconocida en el
mismo documento.
Los caciques del siglo XVIII, en el antiguo territorio Chimú, sufrieron la prepotencia de las
autoridades coloniales como los corregidores que aprovechaban al máximo las posibilidades de
apropiación de sus tierras, que habían sido arrendadas. En medio de pleitos seguidos ante la
Real Audiencia, más de doscientos años, por dos familias que reclamaban la titularidad del
cacicazgo de Lambayeque.
Fuente: AGN. Escribano Francisco Luque, protocolo 621. Año 1771. Folio 741v.
BIBLIOGRAFÍA
ADANAQUÉ, Raúl. (2014). Poder y riqueza: caciques y principales (siglos XVI-XVIII). Lima.
LOHMANN, Guillermo. (1969-1970). Nuevos datos sobre los linajes de los caciques de
Lmbayeque y Ferreñafe. Revista del Museo Nacional, XXXVI. Lima.
VARGAS UGARTE, Rubén (1942). Los mochicas y el cacicazgo de Lambayeque. Actas del
XXVII Congreso de Americanistas. II.
71
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, 65-77 / ISSN: 2221-7819
ANEXO
/738r/
En el nombre de Dios todo poderoso amen. Sepan quantos esta carta de mi testamento vieren
como yo don Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi Jefunchumbi uno de los primeros
caciques de el pueblo de San Pedro de Lambayeque natural de el dicho pueblo, hijo lexitimo de
don Miguel Huerta Temoche y de doña María Juana de Azabache ambos difuntos. Estando
enfermo en cama en el hospital real de Santa Ana y en todo mi acuerdo memoria y entendimiento
natural, creyendo como firme y verdaderamente creo y confiezo el misterio de la Santissima
Trinidad padre hijo y espíritu santo tres personas realmente distintas y un solo Dios verdadero y
en todos los demás misterios que tiene confieza y enseña nuestra santa madre iglesia catholica
romana debajo de cuia fee y crehencia he vivido y protexto vivir y morir como catholico y fiel
christiano imbocando como imboco por mi abogada é intercesora á la serenissima reyna de los
angeles María Santissima madre de Dios y señora nuestra santo de mi nombre, angel de mi
guarda y demás santos de la corte celestial para que intercedan con su divina magestad perdone
mis pecados y ponga mi alma en carrera de salvacion y temiendome de la muerte por la gravedad
de el accidente que tengo y por estar prevenido para quando llegue el caso de mi fallecimiento
otorgo que hago y ordeno mi testamento en la forma siguiente--------
Primeramente encomiendo mi alma a Dios nuestro señor que la crio y redimio con el precio
infinito de su presiosa sangre y el cuerpo á la tierra de que fue formado-------
Ytten mando que quando la voluntad de Dios nuestro señor fuere servido llevarme de esta vida
mi cuerpo, amortajado con el havito y cuerda de nuestro padre San Francisco se sepulte en el
calvario de este santo hospital en la forma que pareciere á mi alvacea a cuio arvitrio dejo la
pompa funeral------------
Ytten mado á las mandas forzosas y acostumbradas dos reales á todas ellas y otros dos reales
á los santos lugares de Jerusalen
/738v/
Donde se obró nuestra redempcion-------
Ytten declaro fui casado y velado según orden de nuestra santa madre yglesia de primero
matrimonio con doña Manuela Quepse, hija lexitima de don Juan Quepse y de doña María de el
Arco Ynop, y durante el matrimonio tubimos quatro hijos de los que viven don Joseph Patrocinio,
doña Ygnacia y don Juan de Dios Huerta de Azabache y Quepse declarolos por tales mis hijos
lexitimos y de la dicha mi esposa y que quando contraje matrimonio no trajo dote alguno-----
Ytten declaro fui casado y velado de segundo matrimonio con Basilia Gutierrez la que tampoco
trajo dote ni tube en ella hijos algunos-------
3 AGN. Escribano Francisco Luque, protocolo 621. Año 1771. Folios 738-741v.
72
ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.
Ytten declaro fui casado y velado de tercero matrimonio con Maria Eusevia Herrera que tampoco
trajo dote y aunque tube un hijo fallecio á pocos días de nacido-------
Ytten declaro por mi hijo natural á don Juan Huerta a quien le señalaré por esta razon en el lugar
correrspondiente aquella parte con que concidere haver satisfecho mi conciencia-------
Ytten declaro que siendo correxidor de la provincia de Saña don Carlos Guzman estrechó a mi
hermana doña Margarita Azabache á la paga de doscientos sesenta pesos que le devia
procedidos del repartimiento hecho en la provincia para este pago trató dicho correxidor con
Manuel Alarcón, alias capote el que le comprase veinte y seis fanegadas de tierras nombradas
Carlincap y en efecto logró su ajuste presisando á la dicha mi hermana á que le otorgase
instrumento de venta de dichas tierras: como dicho ynstrumento no podía perfeccionarse sin mi
intervencion y concentimiento pasó el deseo del referido Manuel Alarcón á arvitrar con el
correxidor el que se me estrechase á este fin y en efecto lo consiguió de modo que poniendome
en prisión el tiempo de dos meses, poco mas o menos huve por libertarme de la oprecion de
venir en firmar el instrumento y por consiguiente entregarle al dicho correxidor los
/739r/
Titulos respectivos con todos los documentos justificativos de la propriedad de dichas tierras en
los que se incluían quatro testamentos de mis padres y abuelos que paran en poder del citado
Manuel Alarcón. De cuia violencia resultó no solamente el vicio que contiene la mencionada venta
sino tambien la usurpacion que me ha hecho de crecido numero de fanegadas de tierras de
sembrar y pastos de modo que así las fanegadas vendidas como las substraidas hago juicio
pasen de cien fanegadas lo qual declaro por descargo de mi conciencia y beneficio de mis hijos==
Ygualmente declaro me esta deviendo el citado Manuel Alarcón el valor de los arboles frutales
que se contenían en las citadas tierras que se obligó pagarme en qualidad de arrendamiento á
razon de cinquenta pesos cada año como tambien otros cinquenta pesos por compensativo de
las mencionadas tierras tambien anualmente y ni una ni otra ha contribuido desde el año de
quarenta y quatro ó quarenta y cinco en que se me hizo la violencia lo que tendran entendido mis
alvaceas para su govierno-------------
Ytten declaro por mi bienes un capote de paño muzgo usado== un sombrero de castor blanco
nuevo== un balandran nuevo== una caxa con su cerradura== un baul viejo y un estrado
grande== una meza regular------------
Ytten declaro por mis bienes una suerte de tierras nombradas Colliquenec que heredé de mis
padres y tendran sesenta y seis fanegadas según las revistas que se han hecho y están cituadas
en la jurisdiccion de el dicho pueblo de Lambayeque cuios títulos tengo en mi poder----------
Ytten declaro por mis bienes otra suerte de tierras nombradas Carlincap que contienen veinte y
seis fanegadas heredadas tambien de mis padres--------
Ytten declaro igualmente por mis bienes otra suerte de tierras nombradas Pavilan que tienen
dose fanegadas heredadas de mis padres-----------
/739v/
Ytten declaro tengo otra suerte de tierras nombradas Rafan que seran de quatro ó cinco
fanegadas poco mas o menos-----------
73
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, 65-77 / ISSN: 2221-7819
Ytten otra suerte de tierras donde dejé una huerta cultibada de arboles frutales que lindan con la
azequia de Chucupe y tierras de Diego de Soto y por la cavezera con las tierras casicales las
que huve y heredé de don Diego de Azabache mi visabuelo------------
Ytten otra suerte de tierras que hube y heredé de mi abuelo don Sebastian de Azabache quien
las compró a Diego de Soto todas las suertes de tierras que se han mencionado en la clausulas
antecedentes, están cituadas en la dicha jurisdiccion de Lambayeque y sus linderos son en esta
forma. Por la parte del oriente lindan con la azequia de el Tecse y unas tierras que tocan y
pertenecen á la parcialidad de Llencala en derechura ban á encontrarse con las tierras de
Chuñiñan y desde este lindero que hace por el oriente bajan hasta el poniente las dichas tierras
de don Andrés de Azabache y de allí prosigue el lindero con la azequia del molino antiguo hasta
la huaca de Carlincap y sigue en derechura hasta encontrarse con tierras de Diego de Soto y
camino real antiguo de Picci. De todo lo qual tengo en mi poder los instrumentos por donde
consta la propriedad que tengo á las citadas tierras en los que tambien aparecen los linderos que
llevo explicados-----------
Ytten tengo y poseo en la misma jurisdiccion de Lambayeque las tierras siguientes---------
Primeramente una suerte de tierras nombradas Mallar que lindan con la azequia de el Tecce y
por el sur con tierras de Diego de Soto y por el poniente con tierras que repartimos con mis
hermanos los Temochez que fueron heredadas de don Francisco Hernandez------------
Ytten otra suerte de tierras nombradas Lullincap que están proindivisu entre mis hermanos en el
parage nombrado Salup----------
Ytten otra suerte de tierras que las huve y herede de don Solano Minulluyi las quales se
repartieron entre mis hermanos y las que me tocan son desde el camino real de Mochuni y tierras
de Llencara y azequia de Alcoy y azequia de Posop cercano de Muchuni y la parte de abajo linda
con tierras
/740r/
de don Pedro Quepse--------------
Ytten otra suerte de tierras que están en el mismo parage que las heredé de doña Barbara Vicop-
-----------
Ytten otra suerte de tierras mas abajo que están proindivisu y llegan hasta el mar------------
Ytten otra suerte de tierras que quedan en el paraje Nunincapi tambien proindivisu con don
Phelipe Lachaname Huerta-------
Ytten otra suerte de tierras nombradas Chilancap que estan proindivisu con don Phelipe Chanami
que las hube y heredé de don Miguel Huerta-----------
Ytten declaro por mis bienes diez y ocho fanegadas de tierras que compuso con su magestad
don Miguel Huerta mi bisabuelo sin que otro hermano mio tenga derecho á ellas sin que muestre
instrumento de composicion por el rey las quales estan debajo de estos linderos por la parte del
oriente lindan con tierras de una huaca nombrada Mocsineq por la parte del sur lindan con una
tierras cercanas al rio que fueron del difunto Tuter y sigue esa azequia para la parte del poniente
hasta donde esta un pie de Paipay mui gruezo que es el lindero de unas tierras nombradas
Yencala--------
Ytten declaro que en estas tierras nombradas Yencala son quinze fanegadas heredadas de mis
padres don Diego de Azabache y don Sebastian Azabache las quales estan debajo de estos
linderos el primero don Miguel Huerta por la parte de arriba por la parte baja del poniente con
74
ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.
tierras de las Salinas y por la parte del sur con tierras de los Puchilpez y por la otra parte del
norte con tierras de Chalup------------
Ytten declaro un pedazo de tierras como quatro fanegadas
/740v/
nombradas Colmenec que estan debajo de estos linderos por la parte del oriente lindan con
tierras de los Niquenec por la parte del sur lindan con tierras de don Juan Sultante por la parte
de abajo lindan con tierras nombradas Yencala y por la parte del norte con tierras de Nicocial y
estas quatro fanegadas de tierras las dejo al dicho mi hijo natural don Juan Huerta sin que mis
hijos lexitimos tengan accion en ellas por haver meditado y refleccionado el que tengo facultad
para hacerle este legado--------
Ytten otra suerte de tierras nombradas Patanecheq que asimismo las hube y heredé de mi
bisabuela doña Barbara Minulluyi y Vicop las que tambien es mi voluntad aplicárselas como
desde luego se las aplico al dicho don Juan Huerta mi hijo natural para que las posea como
suyas porque así estas tierras como las que se refieren en la clausula antecedente caven en el
quinto de mis bienes sobre que puedo libremente disponer con cuia aplicación y señalamiento le
satisfecho mi conciencia y aparto al dicho mi hijo natural del derecho que pueda tener á mis
bienes-------
Ytten declaro tengo un solar y citio que por la parte de arriba linda con Yerren y por el lado del
sur con una casa que fue de don Juan Quepsep y por el otro lado con casa de don Bernardino--
-----
Ytten declaro otro pedazo de citio que tiene de frontera treinta y tres varas y de fondo cinquenta
y tres y linda por el un lado con casa de don Juan Faizo por el otro lado con casa de Jecho, por
la parte de afuera con la calle real y por la parte de abajo con casas de don Francisco Marinos--
---
Ytten es mi voluntad que regulado que sea por mi alvacea el numero de fanegadas de tierras
que llevo declaradas en este testamento como tambien el valor de ellas aquel numero con que
se completare el quinto de mis bienes deducidas las que tengo señaladas al dicho mi hijo natural
se las aplique mi alvacea que yo desde ahora las aplico y señalo á doña Antonia Montes mi nuera
por via de legado en atención a sus honrrados
/741r/
procedimientos y a el amor que la tubo don Antonio Huerta de Azabache su marido y mi difunto
hijo----
Ytten declaro soy hermano de la cofradía de señor San Joseph fundada en la yglesia de nuestra
señora de la Buenamuerte y que tengo cumplido con la obligacion del contrato de que solamente
devo quatro reales--------
Ytten declaro me esta deviendo un mozo hortelano nombrado Celedonio siete pesos que le supli
en dinero por el mes de mayo de este presente año mando se le cobren-------------
Ytten asimismo me esta deviendo otro mozo oficial de herrería nombrado Joseph tres pesos
resto del importe de un cavallo que le vendí----------
Y para cumplir y pagar este mi testamento y lo en el contenido nombro por mis alvaceas y
thenedores de bienes en primero lugar a don Fernando Porro y Falen y en segundo a don Joseph
Patrocinio a don Juan de Dios y á doña Ygnacia Huerta de Azabache y Quepse mis hijos lexitimos
75
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, 65-77 / ISSN: 2221-7819
y tambien en este lugar á doña Antonia Montes viuda de don Antonio Huerta de Azabache
Quepse mi hijo para que entren en mis los recauden y cobren vendan y rematen en almoneda
publica ó fuera de ella dando carta de pago cancelaciones y finiquitos y pareciendo en juicio á
hacer todas las diligencias conducentes á esta testamentaria que el poder de albaceazgo en
forma les doy y otorgo coincidencias y dependencias y con libre y general administracion-----
Y cumplido y pagado este mi testamento y lo en el conteni
/741v/
do en el remaniente que quedare de todos mis bienes derechos y acciones instituyo dejo y
nombro por mis universales herederos á los referidos don Joseph Patrocinio, doña Ygnacia y don
Juan de Dios Huerta de Azabache y Quepse mis hijos lexitimos para que lo que asi fuere lo hayan
y hereden con la vendicion de Dios y la mia atento á declarar como declaro no tengo otros
herederos forsosos azendientes ni desendientes que me devan heredar------
Y por el presente reboco y anulo y doy por nulos y de ningun valor ni efecto otros qualesquiera
testamentos codicilos, mandas, poderes para testar y otras ultimas disposiciones que antes de
este haya fecho y otorgado por escrito ó de palabra para que no balgan ni hagan fee en juicio ni
fuera del salvo este testamento que ahora otorgo que se ha de guardar por mi ultima voluntad
en aquella via y forma que mas haya lugar en derecho que es fecho en la ciudad de los Reyes
del Perú en diez y siete días del mes de agosto de mil setecientos setenta y un años y el otorgante
a quien yo el presente escribano publico doy fee que conosco y que á lo que me parece esta en
todo su acuerdo, memoria y entendimiento natural así lo dijo otorgó y firmó de su nombre siendo
llamados y rogados por testigos el licenciado don Joseph Evaristo de Rivadeneira presbítero uno
de los capellanes de dicho real hospital de Santa Ana, el licenciado don Martin Fernando de los
Reyes y Arze asi mismo capellan de dicho hospital, el bachiller Manuel Mariano Peres de
Villarroel, don Antonio Velásquez y don Camilo de Llanos.
76
ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.
colonial: Sobre los curacas y esclavos siglos XVII-XVIII. De la etapa republicana: sobre la
independencia del Perú y La correspondencia que tuvo el Amauta Luis E. Valcárcel con Jorge
Basadre, Max Uhle, Juan Comas, Philip A. Means, José María Arguedas, entre otros. Índices:
Onomástico, Títulos, Toponímico y Temático” de la Colección Mariátegui Total. T. 1: “7 Ensayos
de Interpretación de la Realidad Peruana e Ideología y Política”. 2008. Además, los libros: 1.-
Poder y riqueza: caciques y principales. Lima. 2014. 2.- Historias. La pluma y la prensa. Lima
2015. Es miembro de los Grupos de Investigación en la UNMSM: Miembro del Grupo de
Investigaciones de Estudios Coloniales. UNMSM (GIEC), Miembro del Centro de Estudios
Asiáticos. UNMSM (CEAS).
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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
ARTÍCULO ORIGINAL
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
Resumen
El trabajo de investigación se desarrolló en el distrito de Santiago de Chocorvos,
provincia Huaytará, región Huancavelica, con el propósito de proporcionar un registro
arqueológico de primera mano sobre los sitios identificados en dicha jurisdicción. En
esta oportunidad se presentan las características de los sitios arqueológicos ubicados
en los anexos de Quisuarqasa y parte Andaymarca; sitios que hasta la actualidad no
han sido estudiados, por lo que nos proponemos brindar datos de superficie que sean
el punto de partida para futuros investigaciones. La metodología del trabajo consistió
en una prospección sistemática que inició desde la parte alta hasta la parte baja de
Santiago de Chocorvos; los arqueólogos se distribuyeron en grupos de cuatro y cinco
personas, cumpliendo diversas funciones (registro fotográfico, registro de fichas,
georreferenciación, croquis, etc.). Asimismo, los resultados obtenidos nos han
permitido evidenciar sitios de distintas épocas y de múltiples características. Lo que
indica que los sitios de las partes altas de Ica estuvieron poblados desde periodos
tempranos hasta épocas tardías. Sin embargo, aún se requiere de trabajos que
profundicen la investigación por medio de excavaciones, con los cuales se conozcan
las características intrínsecas de los sitios registrados.
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819
Abstract
The research work was carried out in the district of Santiago de Chocorvos, Huaytará
province, Huancavelica region, with the purpose of providing a first-hand
archaeological record of the sites identified in that jurisdiction. On this occasion, the
characteristics of the archaeological sites located in the annexes of Quisuarqasa and
part of Andaymarca are presented; Sites that have not been studied to date, so we
propose to provide surface data that will be the starting point for future research. The
methodology of the work consisted of a systematic survey that began from the upper
part to the lower part of Santiago de Chocorvos; The archaeologists were divided into
groups of four and five people, fulfilling various functions (photographic record, record
of cards, georeferencing, sketches, etc.). Likewise, the results obtained have allowed
us to show sites from different periods and with multiple characteristics. This indicates
that the sites in the upper parts of Ica were populated from early to late periods.
However, there is still a need for work to deepen the investigation through excavations,
with which the intrinsic characteristics of the recorded sites are known.
INTRODUCCIÓN
Nuestro objetivo en el presente texto es dar a conocer el registro arqueológico de los sitios
ubicados en el anexo de Quisuarqasa y Andaymarca, dentro de la jurisdicción del distrito de
Santiago de Chocorvos; siendo los asentamientos de mayor extensión los sitios de Masketa,
Pallqa y Markuya. Sitios que en realidad conservan datos de suma importancia sobre la conducta
del hombre andino que lo pobló en su momento.
También se busca tener un punto de partida para futuras investigaciones que se puedan
desarrollar en estos sitios arqueológicos registrados, puesto que los datos proporcionados,
totalmente inéditos, son reportes de campo de una prospección de superficie. Los alcances de
esta investigación buscan generar el interés de los investigadores por esta área de estudio,
80
REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
puesto que los sitios, si bien con características de asentamientos tardíos, estarían siendo
ocupados desde periodos muy tempranos, de acuerdo con las evidencias materiales halladas en
superficie.
81
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819
Figura 2 (izquierda). Vista panorámica de NE-SW de Masketa. Figura 3 (derecha). Vista panorámica
de W-E de Masketa.
SECTOR A: Ubicado al lado este del sitio, donde se identificó la sucesión de 7 muros
defensivos, todos georreferenciados en la parte del muro donde se encuentran los vanos, que al
parecer permitía el acceso limitado hacia el sitio. El primer muro, ubicado en el punto UTM 18L
466045.08E - 8465397.39N, dirigiéndose de este a oeste, tiene un trazo en forma de U que cubre
82
REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
espacios desde la ladera norte hasta la ladera sur. Tal área se caracteriza por presentar
abundantes afloramientos rocosos y laderas con pendientes fuertes. Este muro fue construido
con piedras desbastadas y piedras de campo (generalmente de tamaños grandes), con un
aparejo rústico y de mampostería al seco (técnica del pircado). En algunos tramos, donde el muro
es de contención, llega a medir 1.40 m de ancho y una altura máxima que supera los 1.70 m;
presenta un acceso de 0.90 m de ancho que se asocia a una pequeña terraza. El segundo muro
defensivo fue georreferenciado donde se ubica un vano de 0.90 m de ancho, en la coordenada
UTM 18L 466017.52E - 8465400.34N. Este muro tiene 1.20 m de ancho y se encuentra
colapsado en partes. El tercer muro defensivo se ubica en el punto UTM 18L 466000.33E -
8465408.06N y presenta el acceso colapsado. El vano del cuarto muro defensivo se ubica en el
punto UTM 18L 465987.59E - 8465406.82N, esta se asocia a una estructura circular disturbada
(posiblemente chullpa) de 1.50 m de diámetro con muros de 0.80 m de ancho. El quinto muro
perimétrico se ubica en el punto UTM 18L 465983.25E - 8465418.54N, asociado a una estructura
elíptica de 1.30 por 1 m de diámetros y una altura aproximada de 1.20 m, es una posible chullpa
disturbada. El sexto muro perimétrico se ubica en el punto UTM 18L 465948.68E - 8465415.40N,
no se identificó el acceso y está asociado a una estructura en forma de herradura. Las
características de dicha estructura son las siguientes: el ancho del muro llega a 0.90 m y fue
construido con piedras canteadas unidas con mortero de barro; presenta un espacio interno de
3.10 m de largo por 1.50 m de ancho, el acceso se orienta hacia el lado noreste con 0.76 m de
ancho. Hasta aquí, todos los muros se asocian a la ladera escarpada del lado este del cerro. El
muro más complejo es el primero registrado, los otros de menor altura y espesor, pero que en
definitiva complementan la función defensiva del sitio.
En la parte alta, pasando estos primeros seis muros defensivos, se tiene una pampa rocosa
de forma alargada, orientada de este a oeste; por los lados norte y sur presenta una protección
natural, con afloramientos rocosos de gran altitud y verticalidad, imposible de acceder. Al oeste,
donde finaliza la parte llana, se construyó un séptimo muro defensivo que se extiende desde el
filo norte hasta el filo sur. El muro presenta 1.20 m de ancho y se identificaron 3 accesos; el
acceso norte de 0.95 m de ancho se ubica en el punto UTM 18L 465773.23E - 8465395.81N. El
acceso central se ubica en el punto UTM 18L 465779.63E - 8465378.24N, este se encuentra a
unos 6 m del tercer acceso de la parte sur. Entre el primer y séptimo muro hay un promedio de
2 hectáreas de terreno, un área relativamente amplia donde no se hallaron más evidencias
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arqueológicas que las que se señaló arriba; es posible que la parte llana, entre el sexto y séptimo
muro defensivo, sea un espacio para alguna actividad pública, aunque no se haya registrado
material en superficie que lo confirme. En dirección oeste, a partir del muro 7, se empieza a
elevar el terreno, donde se origina la cima de aspecto cónico del cerro. En la parte alta y central
de esta elevación se encuentra el sector B del sitio arqueológico Masketa.
Figura 6 (izquierda). Vista panorámica de E-W del sector A. Figura 7 (derecha). Vista panorámica
de SW-NE del sector A.
Figura 8 (izquierda). Vista de la cabecera del 1er muro. Figura 9 (derecha). Vista del paramento el
1er muro.
Figura 10 (izquierda). Vista del paramento del 5to muro. Figura 11 (derecha). Vista de la estructura
asociado al 5to muro.
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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
Figura 12 (izquierda). Vista del paramento del 6to muro. Figura 13 (derecha). Vista de la estructura
asociado al 6to muro.
Figura 14 (izquierda). Vista de la cabecera del 7mo muro. Figura 15 (derecha). Vista del vano norte
del 7mo muro.
Hacia el lado este, a unos 250 m fuera de todos los muros defensivos, se ha identificado
una zona de huaqueo (en el punto UTM 18L 466299.19E - 8465327.38N); este es un espacio de
abundantes afloramientos rocosos, ubicado sobre una lomada baja, donde se hallaron 6 hoyos
relativamente profundos producto de dicha actividad ilícita; sin embargo, no se hallaron
materiales arqueológicos asociados, ni en la superficie ni en el desmonte generado. A pocos
metros al oeste de estos huaqueos se observa otro espacio con terrazas asociado a corrales y
una estancia moderna.
SECTOR B: Esta área se ubica en la cima del cerro de forma cónica que se encuentra en
la parte central del macizo rocoso de Masketa. Aquí se identificó una serie de estructuras
funerarias de tipo cámaras y cistas circulares, algunas de estas presentan características de
chullpas; sin embargo, debido al nivel de destrucción de estas, no se pudo definir sus
características originales. Las 27 estructuras funerarias identificadas en la parte alta rodean los
laterales de la cima del cerro; donde los muros de ciertas estructuras se adosan a afloramientos
rocosos y otras fueron construidas como estructuras independientes.
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819
En el punto UTM 18L 465638.05E - 8465324.76N, a 3603 msnm, se registró una cista
disturbada de 0.54 m de diámetro asociada a fragmentos de cerámica, parte de una cuchara de
arcilla cocida y un fragmento de cráneo humano; esta se encuentra adosado a un afloramiento
rocoso. La mayoría de las estructuras identificadas, por más que se adosen a los afloramientos,
presentan muros de trazos circulares o curvos. Una estructura en particular (Figura 19) se
encuentra en el punto UTM 18L 465602.52E - 8465312.26N, al lado oeste de este sector. Fue
construido debajo de un bloque de afloramiento rocoso de gran dimensión y por debajo del nivel
del suelo; tiene una planta cuadrangular de 1 m por 1.15 m; su techumbre lo conforma el mismo
afloramiento. Entre el suelo de la cámara funeraria y la techumbre hay una altura de 1.45 m. La
estructura se encuentra disturbada.
Acceder hacia esta área es, hasta cierto punto, dificultoso debido a que no existe una
entrada formal definida por algún camino, a no ser que estos se hayan perdido debido al
crecimiento de la densa vegetación. A pesar de ello, esta área presenta un acceso restringido
naturalmente, sin que implicara algún esfuerzo limitar artificialmente la circulación hacia este
punto. Salvo por la parte central, la cual es un espacio relativamente plano, casi toda esta área
es accidentada y está relacionada con la actividad funeraria. La presencia de la estructura circular
en la cima seguramente está asociada a alguna actividad que no puede ser definida a la ligera,
a través de una observación superficial; aunque, lo más probable es que dicha actividad esté
relacionada con las estructuras funerarias.
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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
SECTOR C: Esta área está ubicada en el lado sur del sitio arqueológico, emplazado sobre
un terreno de moderadas y fuertes pendientes. La principal característica de esta área es la
presencia de una serie de unidades arquitectónicas de tipo doméstico, donde cada estructura
habitacional se conecta a un patio y/o pasadizo, asociada a una o más estructuras pequeñas (se
les podría asignar una funcionalidad de posibles almacenes); todos estos elementos
arquitectónicos fueron construidos sobre terrazas que presentan muros de contención, de altura
considerable, y que permitían generar horizontalidad a la topografía accidentada del terreno. La
circulación entre un nivel y otro de las terrazas se realiza por medio de pasadizos escalonados o
inclinados (similar a las rampas). En algunos casos, las terrazas solo contienen una estructura
habitacional, sin conexión con patios o estructuras pequeñas asociadas; pero sí, a algún
pasadizo que permite la circulación hacia estos recintos.
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819
altura puede superar los 1.70 m. Las técnicas constructivas son similares en todos los elementos
arquitectónicos. Los muros son de aparejo rústico, presentan doble hilera de 0.90 m a 1.30 m de
ancho, se construyeron con mampuestos de piedras pequeñas y medianas, siendo escasamente
utilizados las piedras grandes, que fueron reservados para las bases de los muros y para las
jambas de los accesos a los recintos, donde se utilizan piedras grandes alargadas; las
características de los vanos, de piedras grandes colocadas verticalmente, es un patrón
característico en muchos sitios arqueológicos de la zona. Las piedras se unen con mortero de
barro y se usan gravillas para rellenar la parte central del muro.
En el punto UTM 18L 465599.36E - 8465167.77N, a 3568 msnm, se registró una unidad
arquitectónica construida en un espacio cerrado a desnivel (Figura 29 y 31). Se construyeron una
estructura habitacional de forma circular, bastante irregular, de 4.40 m de diámetro, muros de
0.90 m de ancho y un acceso orientado al norte de 0.90 m de ancho. Está asociado a una
estructura pequeña, colocada al este del vano, adosado al recinto doméstico, con un muro curvo
que cierra un espacio de 1.50 m de diámetro. No estamos seguros de que sea un almacén o una
chullpa (funerario); sin embargo, presenta una techumbre de lajas que coincide con la parte
superior de una terraza. En dirección oeste del acceso al recinto, se tiene un patio irregular de 6
m por 4.90 m, rodeado por un muro perimétrico de 1.60 m de alto, que a su vez es un muro de
contención para la parte externa. Frente al acceso del recinto se tiene una escalinata, orientada
de oeste a este; por este medio se subía hacia la parte externa que se hallaba a un nivel superior
de esta unidad arquitectónica (Figura 30).
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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
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lo que se quiere mostrar con estos diseños (Figura 33). El tercer soporte de roca volcánica (Figura
32), ubicado al lado noreste respecto de los dos primeros petroglifos, tiene representaciones de
andenes. En dirección noroeste, entre el sector C y el sector D, se observan 3 niveles de muros
de contención que habrían tenido una función defensiva; esta se extiende a lo largo de la ladera
oeste, donde la pendiente del macizo rocoso es moderada.
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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
Figura 32. Vista de petroglifo con diseño de posibles andenes asociado a patio.
Figuras 33 y 34. Vista de petroglifos con diseños lineales andenes asociado a pasadizo.
SECTOR D: Este sector se encuentra en el lado noroeste del sitio, en un área donde el
terreno presenta una pendiente suave y moderada; de modo que, a diferencia del sector C, en
esta no fueron tan necesarias la construcción, a gran escala, de terrazas que permitieran generar
espacios horizontales sobre los cuales se erigieran las estructuras habitacionales. Esto no niega
que, en esta parte del sitio, no haya presencia de espacios aterrazados, pero es algo que no es
común en esta área. La densidad de ocupación doméstica es la más extensa, se contabilizó un
total de 85 estructuras de formas circulares irregulares, sin contar las estructuras más pequeñas.
Este es un conteo aproximado en una extensión de 1.64 hectáreas; sin embargo, la abundante
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presencia de vegetación arbustiva nos ha limitado un conteo exacto de todas las estructuras. Si
bien las estructuras pequeñas son las menos visibles, se logró identificar un total de 5 estructuras
con techumbre de lajas de piedras, casi siempre asociado a un patio o a una estructura
doméstica, ya sea al lado del acceso o en la parte posterior de los recintos. Las características
generales de las estructuras domésticas presentan un patrón de medida que va de 2.80 m a 5.70
m de diámetro, aunque se han observado algunas que son mucho más grandes, pero no fueron
posibles de medir debido a la abundante vegetación que cubre todo su espacio interno. El ancho
de los muros de doble hilera en las estructuras habitacionales varía de 0.90 a 1.10 m; es muy
raro que los muros superen estas medidas. Los accesos, de 0.50 m a 0.70 m de ancho, siempre
se orientan a los patios o pasadizos; pero, no fue posible definir si varias estructuras comparten
un mismo patio. En sitios arqueológicos cercanos, al igual que en el sector C de este sitio
arqueológico, casi siempre, un patio está asociado a una sola estructura habitacional. Se debe
tener en cuenta que es común que los patios presenten muros, a veces altos, que los delimitan
y las hacen exclusivas para la estructura habitacional a la cual está asociado. Esta particularidad,
donde un patio sea exclusivo para un solo recinto doméstico, posiblemente indique lo particular
de las actividades dentro de una familia nuclear.
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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
15 m de ancho. El acceso de 1.05 m se orienta hacia el lado noreste, lugar donde se conecta
con otro espacio rectangular más pequeño de 12.10 m de ancho por 13.20 m de largo, con muros
que conservan una altura de 1.48 m aproximadamente. Esta estructura se encuentra sobre un
nivel superior con respecto del primero. En la superficie de la estructura con mayor tamaño se
Figura 36 (izquierda). Vista de N-S del espacio rectangular. Figura 37 (derecha). Vista del
paramento del espacio rectangular.
Figura 38 (izquierda). Vista de estructura doméstica. Figura 39 (derecha). Vista de una estructura
circular pequeña.
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819
Figura 42 (izquierda). Vista de núcleo de sílex. Figura 43 (derecha). Fragmento de una punta de
obsidiana.
Fuera del límite del sitio arqueológico de Masketa, a unos 240 m al lado noroeste, se
identificó un área con una serie de estructuras circulares pequeñas, posiblemente funerarias.
Esta se encuentra sobre una planicie de suave pendiente, en el punto UTM 18L 465380.99E -
8465581.94N, a 3542 msnm, donde se contabilizaron un total de 16 estructuras, similares a
chullpas, totalmente disturbadas, de 0.50 m a 1.20 m de diámetro. La altura máxima que hemos
identificado en estas estructuras es de 0.80 m. El ancho de los muros va de 0.40 a 0.50 m en
promedio. Esta zona presenta una llanura relativamente extensa en la cual se han identificado
algunos corrales y estancias modernas. No se hallaron otros materiales arqueológicos en
superficie, más que las piedras angulosas dispersas y muros que conservan la cimentación.
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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
Figura 46 (izquierda). Vista de la posible área funeraria. Figura 47 (derecha). Vista del paramento
de una estructura circular.
Este sitio arqueológico se ubica hacia el lado este de la quebrada Pallqa, en las
coordenadas UTM 18L 464491.95E - 8465435.67N, a 3486 msnm. Las evidencias arqueológicas
se emplazan en la parte más alta de un cerro de forma troncocónico, donde la cima es un área
plana de forma alargada orientada de sureste a noroeste; en términos geomorfológicos se
asemeja a un otero, flaqueada por escarpas difíciles de transitar; siendo dificultoso acceder al
sitio por ciertas partes e imposibles por otras. Es probable que el acceso del sitio se encuentre
en el lado sureste del cerro. No se identificó un camino constituido hacia el interior del sitio,
aunque sí existe uno de herradura que pasa por la ladera sureste del cerro, a unos 70 m de
distancia.
La extensión de las evidencias arqueológicas cubre prácticamente toda la cima del cerro,
el cual tiene aproximadamente 0.95 hectáreas; en este espacio se logró contabilizar un total de
23 estructuras de función doméstica. Algunas de las estructuras fueron desmontadas para
construir cercos perimétricos de corrales modernos (una de estas llega a medir 35 m de largo
por 23.30 m de ancho), otras estructuras no son visibles por la abundante vegetación arbustiva
presente en el sitio arqueológico. Es posible que la cantidad real de recintos supere a los
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contabilizados. La mayoría de las estructuras solo conservan los cimientos de los muros, a partir
de estos se definieron formas circulares irregulares con diámetros del espacio interno que varían
de 2.90 m a 5.70 m. Del mismo modo, la técnica constructiva es común en todos los recintos
habitacionales; presentan un aparejo rústico, con uso de mampuestos pequeños de piedras
canteadas, desbastadas y piedras sin trabajar que fueron unidas con mortero de barro. Solo en
algunas partes del muro fueron usadas piedras grandes; es frecuente el uso de piedras pequeñas
y medianas.
Figura 50. Vista del sitio arqueológico cubierto por una densa vegetación.
Una estructura muy particular se identificó en el punto UTM 18L 464491.95E - 8465435.67N
(Figura 53 y 54), esta presenta una planta rectangular con esquinas curvas, de 4.40 m de ancho
por 6.54 m de largo. Los muros de 0.88 m de ancho conservan una altura de 0.93 m. Además,
el tratamiento de los mampuestos difiere de las estructuras circulares, en esta las piedras son
todas canteadas de formas rectangulares y cuadrangulares, conformando un paramento con
hiladas uniformes, unidas con mortero de barro. Asociado al sitio arqueológico, se halló un batán
de 1 m por 0.90 m y una altura respecto del suelo de 0.33 m, un fragmento de piruro de cerámica
reutilizada y algunos fragmentos de cerámica doméstica. Uno de los fragmentos, al parecer de
un plato, presenta una banda horizontal de color negro en el interior del borde.
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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
Figura 55 (izquierda). Vista de estructura doméstica reutilizado. Figura 56 (derecha). Vista del
paramento interno del corral.
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Este sitio se encuentra al oeste del sitio arqueológico de Pallqa y del sitio de Masketa. Las
construcciones fueron emplazadas sobre la cima del cerro Markuya, ubicado en las coordenadas
UTM 18L 463842.52E - 8465783.14N, a 3480 msnm. El lugar que ocupa el sitio arqueológico
presenta una topografía ondulada, con pendientes moderadas y suaves; pero, el entorno
inmediato es de topografía totalmente accidentada, donde las laderas de fuertes pendientes son
de complicada circulación. El acceso al sitio es por el lado sureste, donde el terreno es bastante
accesible; debido a ello, se construyeron 3 muros defensivos hacia este lado. La densidad
arbustiva dentro del sitio es abundante, a diferencia de las laderas aledañas donde la cantidad
de vegetación es mucho menor.
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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
Figura 60 (izquierda). Vista panorámica de SE-NW del sitio. Figura 61 (derecha). Vista panorámica
de W-E del sitio.
Figura 62 (izquierda). Vista de SW-NE del 1er muro defensivo. Figura 63 (derecha). Paramento del
1er muro defensivo.
Figura 64 (izquierda). Vista de S-N del 2do muro defensivo. Figura 65 (derecha). Vista de
NE-SW del 3er muro defensivo.
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819
desbastadas y naturales unidas con mortero de barro (el mortero casi no se conserva en algunas
partes del muro), el encimado de las piedras ha generado un perfil irregular en el paramento,
debido a que los mampuestos no se colocaron de forma careada. El trazo del muro sigue una
orientación de suroeste a noreste, hasta un punto en el que el muro toma una dirección de sur a
norte; en ciertos segmentos el muro es de contención. A 42 m al noroeste se encuentra el
segundo muro defensivo de 1.10 m de ancho, presenta doble hilera y la mayor parte se encuentra
colapsada. El acceso de 0.87 m de ancho se ubica en el punto UTM 18L 463870.17E -
8465717.38N. El tercer muro defensivo se encuentra en el punto UTM 18L 463864.28E -
8465759.73N, esta solo conserva el alineamiento doble de piedras grandes, intercaladas por
piedras medianas. El ancho del muro es de 1.20 a 1.40 m y tiene una orientación de suroeste a
noreste.
Figura 66. Vista de área desmantelada del sitio. Figura 67. Pirca moderna que delimita el sitio.
Figura 68 (izquierda). Vista de vivienda moderna rustica. Figura 69 (derecha). Vista de los corrales
modernos.
El principal agente de deterioro de una parte considerable del sitio arqueológico fue por
causas antrópicas, puesto que muchas estructuras arquitectónicas se desmontaron para
construir cercos perimétricos de corrales y una vivienda rústica. Se construyó un cerco
perimétrico que separa el área afectada por los corrales de los pastores de la parte del sitio
arqueológico que aún se conserva. En la parte afectada, producto del desmontaje de los muros,
se identificó una cantidad considerable de fragmentería de cerámica dispersa en superficie,
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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
algunos de tipo domésticos, otros con decoraciones de motivos geométricos, con líneas de color
negro sobre un fondo naranja, rojo ocre o marrón. También se halló un núcleo de basalto y otras
evidencias arqueológicas que se encuentran mezcladas con los desmontes de piedras angulosas
y el estiércol de los animales. Dentro del espacio disturbado se identificaron unas 5 estructuras
habitacionales desmanteladas casi por completo, las cuales aún conservan parte de sus
cimientos. Esta área afectada es la parte sureste del sitio, y se encuentra a unos 30 m al noroeste
del tercer muro defensivo.
Figura 72 (izquierda). Vista del fragmento de cerámica con diseño. Figura 73 (derecha). Vista de un
núcleo de basalto.
La parte central, norte y oeste del sitio es la parte mejor conservada, donde se registraron
una serie de estructuras domésticas asociadas a patios y pasadizos. En ciertas partes del
asentamiento se identificaron recintos asociados a espacios abiertos, más grandes que los patios
familiares. Por la extensión de estos espacios, probablemente cumplieron otras funciones
relacionadas con actividades públicas productivas. En total, logramos contabilizar 67 estructuras
habitacionales de formas circulares irregulares; sin embargo, la abundante densidad vegetativa,
de tipo arbustivas, nos dificultó el conteo y el registro adecuado de las estructuras que se
encuentran totalmente cubiertas por estas. Los recintos presentan espacios internos que varían
de 3.10 m a 5.50 m de diámetro. Los accesos, generalmente orientados a patios, tienen entre
0.50 y 0.60 m de ancho. Las técnicas constructivas en las estructuras domésticas son uniformes
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819
para la mayor parte de las estructuras del sitio, y comunes, también, a los otros sitios
arqueológicos cercanos a esta. Los muros, de un aparejo rústico, presentan el uso de
mampuestos pequeños de piedras naturales y piedras desbastadas unidas con mortero de barro;
en algunos muros hemos identificado el uso de piedras grandes, sobre todo en la parte de la
cimentación. En otros muros, las piedras grandes se usan hasta en la segunda hilada, donde
son complementados con las piedras pequeñas y medianas.
Figuras 74 y 75. Vista de estructura circulares concéntricas en la parte más alta del sitio.
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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
Figura 79 (izquierda). Vista de fragmento de cerámica. Figura 80 (derecha). Vista de una lasca de
obsidiana.
En el punto UTM 18L 463733.77E - 8465826.23N, sobre un montículo natural (el punto más
alto del sitio), se ha registrado una estructura circular pequeña concéntrica a otra de forma
elíptica. En el caso de la estructura pequeña, se observó un acceso de 0.45 m de ancho orientado
al este. Tiene un muro de 0.60 m de ancho y el espacio interno de 1.30 m de diámetro. La
estructura elíptica, de mayor tamaño, presenta muros más deteriorados de 0.60 m de ancho; el
espacio interior es de 5.70 m de largo por 3.85 m de ancho. En dirección sureste, al pie del
montículo, se tiene uno de los espacios abiertos donde posiblemente se realizaban actividades
productivas de carácter público; esta presenta 18.20 m de largo por 12 m de ancho. Otros
espacios abiertos, en total 4, fueron registrados en el punto UTM 18L 463768.20E -
8465850.28N, una seguida de otra, siguiendo un orden de oeste a este. La de mayor tamaño
tiene 11 m de ancho por 12.40 m de largo y la más pequeña es de 9.80 m de largo por 6.50 m
de ancho. Otro espacio público, ubicado en la coordenada UTM 18L 463834.90E - 8465825.49N,
tiene 18.50 m de largo por 12.95 m de ancho. Lo común en estos espacios es que se encuentran
delimitados por muros perimétricos bien constituidos, en algunos casos solo se conservan sus
cimientos, y en otros se observan paramentos de hasta 1.10 m de alto. Ninguno de estos
espacios abiertos se conecta a estructuras circulares domésticas. En superficie se observaron
poca dispersión de cerámica, además de una lasca de obsidiana.
Los tres sitios arqueológicos registrados comparten una característica en común vinculada
con la accesibilidad hacia el conjunto del asentamiento, debido a que la protección natural o
artificial habría dificultado dicho acceso. Es decir, la presencia de formaciones geológicas de tipo
farallones inaccesibles, de laderas escarpadas de difícil circulación, la construcción de muros
altos y anchos en espacios de laderas moderadas no solo es un indicador de una preevaluación
para la elección del lugar a habitar, sino también la planificación posterior para hermetizar las
áreas elegidas. La disposición y la ubicación de los muros defensivos nos induce a pensar que
existió, durante la planificación y durante el proceso de construcción, una idea de anticipación y
complementariedad entre los muros y las áreas donde se realizaban las distintas actividades
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Si bien en los otros dos sitios arqueológicos (Pallqa y Markuya) no se distinguieron áreas
de actividades sociales diferenciables, debido a que los distintos tipos de estructuras construidas
forman parte de una misma área nuclear, en estos tampoco se identificaron estructuras que
pudieran ser asumidas como de función funeraria; lo que confirmaría que estos tipos de espacios
en estos sitios eran netamente para la actividad doméstica y también, posiblemente, para
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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
actividades productivas artesanales; siendo que las áreas con actividades funerarias tenían
espacios bien definidos, separados de las otras actividades sociales. Al igual que en el sitio de
Masketa, donde se identificaron estructuras rectangulares de grandes dimensiones (ubicado
dentro del sector A) asociadas a posibles actividades públicas y de carácter productivo; también
se registraron espacios de este tipo en los otros dos sitios, y en mayor número en el sitio de
Markuya. Evidentemente, tanto las actividades domésticas de las estructuras circulares
habitacionales (funcionalidad ampliamente demostrada en las excavaciones de estructuras
similares en el sitio arqueológico de Chukurpus) (Quispe et al., 2021), como las posibles
actividades productivas artesanales de los espacios abiertos de grandes dimensiones, formarían
parte de la cotidianidad de los habitantes dentro de estos asentamientos; sin que estos se
imbricaran con las actividades netamente funerarias, para las cuales seguramente tendrían otros
espacios, bien definidos, con la exclusividad que se merecía dicha actividad. Estos espacios
funerarios no fueron hallados durante esta temporada de prospección, ni en el sitio arqueológico
de Pallqa, ni en el sitio de Markuya.
Una de las cuestiones a tener en cuenta con respecto a las estructuras domésticas es que,
en los tres sitios registrados, estos están asociados a un patio o un pasadizo. No es nada raro la
relación entre estos elementos arquitectónicos; sin embargo, lo interesante aquí es la relación
exclusiva que existe entre un recinto habitacional y su respetivo patio, a los cuales se les pueden
sumar una o dos estructuras circulares pequeñas. Muchos de los patios presentan muros
perimétricos, a veces altos, que los hacen mucho más exclusivos a sus respectivas estructuras
domésticas. Un caso de estos fue descrito en el sector C del sitio arqueológico de Masketa. La
particularidad de estos tipos de unidades domésticas nos estaría indicando, posiblemente, que
es un espacio donde se desenvolvían las actividades cotidianas de una familia nuclear
constituida. Donde los miembros de la familia con otros grados de consanguinidad estarían
ocupando otras unidades domésticas. No se logró identificar patios asociados a más de una
estructura habitacional a pesar de la presencia de espacios abiertos amplios, como los que se
observó en los tres sitios registrados; más aún, estos espacios amplios no se encuentran
asociados o conectados a estructuras habitacionales, debido a que estos espacios presentan
sus propios muros perimétricos que los delimitan. La relación singular entre patio y recinto podría
estar relacionada con cuestiones de soluciones prácticas ante la escasez de espacios horizontes
amplios aptos para la construcción, lo cual habría conllevado a asumir ciertas prácticas sociales
y conductas (como la de construir solo para el núcleo familiar), acordes con la situación
presentada. Construir una terraza sobre terrenos accidentados implicó, necesariamente, la
obtención de un espacio horizontal reducido; lo suficiente como para una estructura habitacional
y su respectivo patio o pasadizo, esto, por un lado; y por otro, aun cuando se tuvieran espacios
con pendientes suaves o moderadas, por una cuestión de densidad poblacional, los espacios
tampoco serían suficientes como para romper este patrón arquitectónico de familias nucleares.
Un tipo de estructura muy particular, el cual requiere de una atención y una indagación
mayor, son las estructuras concéntricas caracterizadas por observación en el sitio de Markuya,
y que posiblemente, también, sean de similar característica la estructura identificada en el sector
B del sitio de Masketa. Este tipo de construcciones también fue reconocido en otros anexos del
distrito Santiago de Chocorvos durante esta temporada de prospección del PIACH (2021), los
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cuales fueron registrados en asociación directa a sitios arqueológicos, como es el caso de los
sitios descritos en este trabajo; sin embargo, existen estructuras similares que se encuentran
totalmente aisladas y emplazadas sobre la cima de cerros. La descripción y razón de ser de este
tipo de estructuras no forman parte de los objetivos del presente artículo, por lo que serán
tratados en futuras publicaciones.
Discutir y caracterizar la situación histórica, en todos los aspectos de la vida social, de las
personas que ocuparon estos sitios arqueológicos a través del tiempo es algo que, con datos de
superficie en el registro arqueológico, difícilmente puedan ser definidas. Sin embargo, con este
trabajo presentamos ciertos indicadores como para empezar a problematizar los sitios
arqueológicos del Periodo Intermedio Tardío en función de la antigüedad de sus primeras
ocupaciones.
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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.
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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.
ARTÍCULO ORIGINAL
Resumen
La música en las sociedades andinas prehispánicas está basada principalmente en
los artefactos sonoros (instrumentos musicales) de la orden de los aerófonos, muy en
especial de las flautas de Pan. La diversidad y cantidad de estos instrumentos, junto
a las flautas verticales y a los instrumentos de percusión (membranófonos e idiófonos)
nos relatan el espectro sonoro de la época y que en muchos lugares perduran hasta
la actualidad (en el altiplano, por ejemplo). En aquellos tiempos, en todas las
sociedades de la costa, resonaban las zampoñas en todas las esferas y momentos de
vida, así nos lo narran las evidencias arqueológicas que daremos cuenta, aunque
lamentablemente tanta riqueza musical fue cruelmente terminada con la presencia
occidental.
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INTRODUCCIÓN
Las flautas de Pan son los artefactos sonoros musicalizables más emblemáticos de la etapa
autónoma de la civilización andina. En primer lugar, porque vienen desde los primeros
asentamientos humanos en nuestro territorio (Caral, por ejemplo) y en segundo lugar, debido a
la multiplicidad de formas y variedades que hasta hoy sobreviven y continúan reproduciéndose.
Además, presentan caracteres muy significativos a nivel etnomusicológico (contextos y formas
de agrupamientos), musicológico (como la técnica del “diálogo musical”), organológico (variedad
de flautas, afinaciones y usos), en el plano acústico sonoro con el uso de la hilera secundaria
(“resonadores”), etc. Todo ello ha logrado construir una peculiar estética sonora andina que
podemos ver claramente las sociedades de la costa peruana como Paracas, Nasca, Chancay,
Chincha, Ichma, etc.
La palabra flauta de Pan viene del dios Pan, ser mitológico griego, aterrador pero que hacía
hermosa música con la siringa (“zampoña”) que había construido con carricillos de la planta en
la que se había convertido su imposible amada, la ninfa Siringa. En la mitología griega podemos
encontrar muchas variantes de esta historia.
De esta manera tenemos la siguiente definición académica de flauta de Pan: “La flauta de
Pan (421.112 en la clasificación de Hornbostel & Sachs) es un aerófono o instrumento de viento
compuesto por un número variable de tubos (o, en ciertos casos conductos) de distintas
longitudes y grosores, generalmente cerrados por un extremo y abiertos o semi-abiertos por el
otro. En su extremo proximal, tales tubos pueden ser lisos o poseer biseles simples o dobles;
dependiendo de tamaños y cumpliendo los principios acústicos que rigen el sonido de este tipo
de elementos, los distintos tubos que componen el aerófono proporcionan diferentes notas y,
mediante el empleo de ciertos recursos interpretativos, una serie de variables de armónicos.”
(Civallero 2012: 40).
Entonces con el término “flauta de Pan” comprendemos a todos los aerófonos del mundo,
morfológicamente semejantes, y sirve para referirse tanto a estos instrumentos a lo largo del
tiempo prehispánico como para el actual. Abarca por lo tanto a todas las variedades andinas,
cual fueren sus nombres locales, por ejemplo: sikus, antaras, phukos, zampoñas, lakas,
ayarachis, etc. Más aún, se hace imprescindible su uso como categoría genérica en el estudio
de las flautas de Pan arqueológicas debido a la desaparición de los términos específicos usados
en sus respectivos tiempos y lugares. Precisamos esto debido a que existe un sector popular
que cuestiona el uso del término “flauta de Pan”, muchas veces por su sola “procedencia o
carácter europeo”, lo cual lo deslegitimaría para comprender a los aerófonos andinos. En todo
caso, se trata de una controversia ajena a la Academia.
Sin embargo, en el caso peruano existe la tradición arqueológica de llamar a las flautas de
Pan del tiempo precolombino antaras, término que, por supuesto es arbitrario y que genera
mucha confusión por la existencia de una gran variedad de antaras etnográficas, como los
conjuntos de “chunchos” de Huanta (Ayacucho). Los arqueólogos peruanos no usan otras
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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.
denominaciones locales, tampoco la arqueología boliviana que prefiere el uso del término siku
para referirse a sus hallazgos.
Ciertamente, la Arqueología peruana, desde las primeras excavaciones dirigidas por Julio
C. Tello (inicios del siglo XX), ha hecho común el uso del término “antara” para designar a estos
instrumentos musicales precolombinos. Existe una evidente arbitrariedad en cuanto a este uso,
pues el término “antara” es vocablo quechua y no existe evidencias de que la sociedad Nasca lo
haya llamado así: “…la cultura Nasca que se desarrolló en el período Intermedio Temprano, no
tiene relación directa con la cultura e idioma quechua” (Valencia 2007: 303). Desde entonces, la
Arqueología peruana ha utilizado la palabra “antara” como un término genérico para denominar
a todas las flautas de Pan arqueológicas, sin prestar atención o investigar sobre las
especificidades o particularidades de este aerófono en el período prehispánico, aunque esto es
por cierto muy complejo aún para la arqueomusicología.1
Por otro lado, el término “antara” fue la denominación más recogida por los cronistas
españoles en el Antisuyo, Chinchaysuyo y Contisuyo, aunque de menos presencia en el
Collasuyo. Entonces es evidente que tiene una relación directa con el idioma más usado en las
áreas mencionadas. Está en el Vocabulario de la lengua general de todo el Perú de González
Holguín de 1608: “Antara. Flautillas juntas como órgano”. El cronista Bernabé Cobo (1653)
también lo menciona: “Antara es otro género de flauta corta y ancha”, diferenciándola claramente
de la flauta de Pan denominada ayarichic y del siku. También es mencionado en reiteradas
ocasiones por Guamán Poma de Ayala en su voluminosa obra Nueva corónica i buen gobierno
(1936 [1615]: 336): “Cómo tenía los Yngas y capac apo tanbores grandes con que se holgauan
y le llamauan poma tinya y tronpeta guaylla quepa, pototo, flautas pingollo, antara, pipo, cata
vari, varoro, quena quena…”. Francisco de Ávila (Cusco, 1573 – Lima, 1647) en sus escritos muy
conocidos bajo el nombre de Dioses y hombres de Huarochirí, que fueron traducidos al castellano
por José María Arguedas (1966), también lo menciona en varias oportunidades como un
exquisito instrumento musical de la mitología andina: “... el raposo traería una flauta hechas de
muchas cañas que los indios llaman antara…” (p. 211).
1 Por ejemplo, hemos buscado la denominación que habría tenido en la lengua muchik este instrumento musical
muy conocido y usado por la sociedad Moche; pero a pesar de la sobrevivencia de muchos aspectos de esta
lengua, y de varios especialistas de la misma, no hemos logrado encontrar alguna pista.
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sikus. Las antaras son flautas de interpretación –principalmente- individual y de una sola fila (“sin
resonadores”), geo culturalmente se sitúan desde el Tahuantinsuyo (Contisuyo) hacia el norte
(Chinchaysuyo) y hacia el noreste (Antisuyo), zonas principalmente quechuas. Los sikus son de
interpretación eminentemente colectiva y mayormente flautas de dos filas (“con resonadores”),
geo culturalmente se sitúan desde el Tahuantinsuyo (Contisuyo) hacia el sur (Collasuyo), zonas
principalmente aimaras. Sin embargo, hay una variedad de sikus que tienen alguna característica
de la antara que ya lo tratamos en otros estudios (Sánchez 2022).
Luego de la caída del “imperio” Wari, el mismo que coincide con el declive de la cultura
Tiahuanaco, se formaron nuevos grupos étnicos locales y regionales. Se considera que en esta
época se intensificó el intercambio comercial (trueques y ferias) lo que impulsó una mayor
producción en masa y con ello el declive de la calidad manufacturera, en la cerámica, por
ejemplo, se exacerba el uso de los moldes (Cáceres 2009). Este será un rasgo muy distintivo
para el caso de las antaras pues desde este periodo no se volverá a construir en cerámica.
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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.
Esta época entonces significa el final del uso de la cerámica para la fabricación de todos
los instrumentos musicales como los “bombos” y las “kenas”, estos se ven por última vez en
Chincha y lo “bombos” de tipo “timbal” (con base cerrada y de un sólo parche) en Chiribaya
siguiendo el estilo nasca, claro que con menor calidad. En las cerámicas escultóricas -que
todavía se elaboran-, queda evidenciado que la flauta de Pan que usan estos pueblos son
construidos de “cañas” puesto que se dan el trabajo de esculpir las barras de amarre que suelen
tener estos instrumentos cuando son construidos con “cañas”.
También se intensifica la producción textil y el “arte plumario” pues estas son usadas como
elementos de distinción. Las exuberantes vestimentas que denotan poder y prestigio son
acompañados por el uso de las “monteras” sobre la cabeza y que han quedado en muchas
danzas como recuerdo de los roles e importancia. Algunas iconografías y esculturas señalan que
los tocadores de zampoñas usaban monteras de plumas en la cabeza, lo cual los ubica como
personajes de importancia, por ejemplo, los que usan plumas de cóndor, ave totémica que
expresa poder, jerarquía y era un conector con el mundo suprahumano. Estos rasgos en la
vestimenta de quienes hacen música de flautas de Pan, continuarán en tiempos coloniales y en
muchos casos llegan a nuestros días.
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Figura 3: cerámica escultórica con antarista individual (Museo del Castillo). En la actualidad, es
toda una tradición en la costa, sierra y selva norteña el uso individual y solista de la antara, esto
parece venir entonces desde tiempos precolombinos.
Pertenecen a este periodo sociedades como: Lambayeque y Chimú en la costa norte; Ica,
Chincha, Churajón, Chiribaya y Arica en la costa sur; Huanca y Chanca en la sierra central;
Chachapoya en los Andes nororientales; Chuquibamba, Colla, Lupaca y Cusco o Killke en la
sierra sur. En Lima, los Ichmas nos dejarán grandes rasgos de su música en las flautas de Pan
que aún se conservan en los museos como el “Arturo Jiménez Borja” de Ate Vitarte.
LA SOCIEDAD CHANCAY
La sociedad Chancay se desarrolló en la costa norcentral del Perú alcanzando los valles de
Chancay y Chillón extendiéndose hasta Huaura (por el norte) y hasta la margen derecha del río
Rímac por el Sur. La presencia e influencia Chimú es evidente al punto que algunos creen que
existía cierta dominación de estos, esto terminaría con la llegada de los incas a quienes
probablemente se van aliar para conquistar a los chimús. Su más grande desarrollo tecnológico
lo hicieron en la textilería, esta es de una fineza y variedad extraordinaria. El característico color
de la cerámica Chancay, es negro (o marrón oscuro) sobre blanco que apareció al principio del
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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.
Periodo Intermedio Tardío y permaneció hasta los tiempos de la invasión española, antes, con
el apogeo Huari se aprecia los colores negro, blanco y rojo (van Dalen, 2012).
En base a la gran cantidad de restos arqueológicos físicos encontrados, así como por las
representaciones en cerámicas escultóricas, se puede percibir que tuvo una gran importancia las
flautas de Pan (y su música por supuesto), tanto a nivel de la clase dirigencial como del pueblo.
Observamos, por ejemplo, qué en las cerámicas escultóricas conocidos popularmente como
“chinos” o “chinas”, que son las más emblemáticas de esta sociedad, hallamos muchas
representaciones de antaristas y en especial de los antaristas unitarios, que al parecer fue el más
común.
Figura 4: Pareja de músicos “chinas” chancay, personajes de evidente prestigio y poder. Uno de
ellos toca una antara y su acompañante algún artefacto sonoro de percusión. Observamos que la
antara es instrumento que perdió su privilegiada posición con la llegada de occidente y la
construcción de la idea de una “sub cultura indígena”. (Museo del Castillo)
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Uno de estos, construido de manera muy refinada y que felizmente ha sobrevivido hasta
nuestros días, con una mano sostiene la antara mientras lo toca, y en la otra lleva un instrumento
de percusión (un idiófono) conocido hoy como “shacapas” (elaborado de semillas, frutos secos o
conchas marinas), se puede decir lo toca al unísono con la antara. Por todo el atuendo que porta
este personaje, podemos decir que, sin duda, se trata de un personaje de importancia. Este se
va repetir en otras piezas con mucha menor calidad en su elaboración. Porta como elemento
principal de jerarquía una especie de “corona” en la cabeza (puede ser algún tipo de peinado o
una “corona”), luego maquillajes o pinturas faciales con sombras alrededor de los ojos, profusas
orejeras y fundamentalmente unos exuberantes pectorales que cuelgan más abajo del pecho,
estos parecen haber sido construidos con cuentas de caracoles o en metal (fig. 05b).
Otra pieza también muy simbólica de esta sociedad, también finamente fabricada, tiene
como motivo a una pareja de músicos donde el acompañante del antarista porta algún
instrumento percutivo desconocido (una especie de “plato” percutido con un mazo) y este
además se encuentra claramente “silbando”. Portan también un aditamento en la cabeza y
semejantes maquillajes o pinturas faciales que el personaje de la figura 5b, ya descrito.
Igualmente porta pectorales aún más impresionantes (fig. 03). Este tipo de dúos existen en la
actualidad: antarista y percusionista, aunque no en zonas chancay, sino en zonas de las
serranías y en la Amazonía.
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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.
Pero estos instrumentos eran también de uso popular. Mostramos una vasija que denota a
un poblador común, también la fabricación de esta cerámica escultórica es evidentemente
rústica. Proviene del sitio de Macatón, lugar excavado por el arqueólogo Pieter Van Dalen.
Representa a músico antarista quien además toca el tambor, nuevamente tenemos a un solo
tocador de antara. (fig. 05a).
Figura 6: Cerámica de probable uso popular que representa a un tocador de antara y tambor a la
vez. Una vez más, observamos el uso solista o individual del instrumento tal como hasta hoy lo
realizan en muchos lugares de la sierra y selva norte (imagen cedida por el arqueólogo Pieter Van
Dalen). Fig. 05b) cerámica finamente labrada que nos representa el otro lado de la cultura Chancay,
un personaje de prestigio y poder tocando el mismo instrumento acompañándose así mismo con
un idiófono (chacapas de semillas). Sin duda la música de antaras entre los chancay atravesaba
todas las esferas sociales. (Foto del autor en el Museo de del Castillo).
Después de las “chinas” son los “cuchimilcos” los personajes más distintivos de esta
sociedad. En estos no representaron ninguna actividad mundana pues al parecer su destino eran
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los rituales de tránsito (muerte y entierro), se cree que los construían exclusivamente para
colocarlas en las tumbas como acompañantes del difunto en su camino al más allá. Además, son
de sexo femenino (salvo excepciones), en ese sentido es imposible hallar un “cuchimilco”
tocando antaras ya que sabemos que estos son instrumentos exclusivamente masculinos
(Sánchez 2022).
Otra de las obras artísticas muy peculiar de los chancay son las “muñecas funerarias”. Estas
representan escenas cotidianas de sus pobladores, y también los acompañan en el tránsito
mortuorio como recordatorio de la vida mundana. En estos también se han hallado a músicos
con “kenas” y “antaras” que indicarían el oficio del difunto, en estos siempre se han visto
tocadores de antaras unitarios (fig. 06).
Figura 7: “Muñecas” funerarias, representa a un varón tocando una antara (Centro Arquitectónico
de Caqui, Huaral, Lima)
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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.
Entonces es muy importante tener en cuenta que no se han hallado cerámicas (chinas
cuchimilcos u otras vasijas) ni tampoco “muñecas” que reflejen el uso de la antara de manera
dual (en parejas) o colectivamente. Sin embargo, los restos arqueológicos de antaras mismas
(de los instrumentos), si indican, que supieron usarlo de manera colectiva, es decir, existieron
conjuntos o “tropas” de antaristas.
En un cuadro más completo los alfareros chancay intentaron graficar su vida social, en ellos
observamos personajes realizando todo tipo de actividades populares resaltando la música de
antaras y de kenas. En ambos casos los alfareros han dejado entrever que estos músicos de
antaras tocan solos o en algunos casos acompañándose de un idiófono.
Figura 8: Diversas escenas de músicos y de vida cotidiana en Chancay, entre ellas distinguimos
claramente la presencia de la antara utilizado de manera variada por eventos, ocasiones u otras
determinaciones.
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Entonces es muy importante tener en cuenta que no se han hallado cerámicas (chinas
cuchimilcos u otras vasijas) ni tampoco “muñecas” que reflejen el uso de la antara de manera
dual o colectiva. Sin embargo, el resto de las antaras si indican, indudablemente, el uso colectivo,
es decir, existieron los conjuntos o “tropas” de antaristas.
Chancay es una de las sociedades precolombinas que más restos de antaras nos han
dejado, aunque paradójicamente, es también la que menos importancia o menos estudios tienen
desde la musicología y también de la misma arqueología. Tal vez, entre las razones esté el hecho
de que todas fueron construidos en “cañas” y no son “espectaculares” como es el caso de las
antaras nascas que fueron construidos finamente en cerámica y son el centro de la atención de
los estudios arqueomusicológicos.
“Para que con la ayuda de Nuestro Señor, sean suprimidas las ocasiones de recaer en la
idolatría y que el demonio no pueda continuar ejerciendo sus triunfos, es preciso no consentir
más todo aquello que tenga lugar el dialecto local o en lengua general (es decir en quechua), las
danzas, los cantos o taqui antiguos, y se deberá vigilar de que sean quemados los instrumentos
de este uso, tales como los tamborines, cabezas de ciervo, antaras, etc., no dejando a
disposición de los indios sino los tambores que usan durante el Corpus Christi.” (d’Harcourt 1925:
94)
Primera particularidad:
Las cañas.- Las antaras chancay fueron construidos con material perecible, con los tallos
de los vegetales al que conocemos comúnmente como “cañas” (Arundo donax) 2 . Con este
material se continúan confeccionados hasta la actualidad las antaras y los sikus en todo el
territorio, se han dejado de usar otros materiales de la época precolombina como los huesos, la
cerámica, la madera y la piedra. La gran historia de las antaras de cerámica en la costa, habían
terminado para estos tiempos tardíos con la incursión Huari. Es probable que la herencia Huari-
2 Arundo donax es una caña alta y perenne. Es una de varias de las llamadas especies de juncos. Tiene varios
nombres comunes: carrizo, arundo, caña española, caña del río Colorado, caña salvaje y caña gigante. Arundo y
donax son, respectivamente, los antiguos nombres latinos y griegos de la caña.
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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.
Tiahuanaco sea justamente el masivo uso de las cañas para la construcción de las flautas en
general (kenas y zampoñas) y es probable que estas costumbres hayan venido del altiplano,
donde ya se tocaban zampoñas de cañas desde el tiempo Puquina o Tiahuanaco. Las razones
para el uso masivo de este material deben estar en ciertas costumbres como el ritual de “fin de
ciclo” (se queman los instrumentos al finalizar un periodo festivo, así participan todos de la
“despedida” y pronto “regreso” donde se challaran nuevos instrumentos), la “concepción de vida”
(el instrumento al ser construido de material “vivo” -de las plantas-, y no de material muerto –el
barro o la piedra-, adquiere también vida). Finalmente, pueden haber incidido motivaciones
prácticas como la rápida construcción en materiales de “cañas” pues la cerámica exige un
complejo conocimiento (cocción, afinación, etc.) y un largo proceso en su elaboración y de seguro
habrá también motivos estéticos (sonoridades).
Figura 9: las antaras de caña de chancay de tipo unitario. Le caracteriza una especie de “forro”
elaborado con hilos de colores que fue un particular sello identitario de muchas flautas en la costa
y sierra (Chinchaysuyo, Contisuyo y Collasuyo) en tiempos precolombinos. (Colección Particular,
foto: Carlos Sánchez).
Segunda particularidad:
Los antaristas unitarios y los conjuntos de antaristas.- Hemos venido observando que
de acuerdo a los restos de las cerámicas, las antaras se tocaban individualmente, esto quiere
decir que actuaba como un instrumento individual o unitario, una formación común en muchos
pueblos actuales de la sierra norte peruana. Este modelo fue catalogado por el Mapa de los
125
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Sin embargo, las antaras halladas en excavaciones legales e ilegales, nos expresan una
gran posibilidad que estas hayan sido fabricados para conformar conjuntos musicales, es decir,
actuaron en grupo. Una primera y central acusación de lo dicho es que algunas antaras se
encuentran muy emparentados en su construcción (aspecto estético), vale decir que usaron
tubos de caña de una sola procedencia para la fabricación de los instrumentos, e inclusive,
tenemos dos ejemplares que emiten los mismos sonidos, tienen las mismas notas musicales (fig.
9). Esta posibilidad no sería nada extraño puesto que por centurias, al sur entre los nascas, ya
sucedía este ensamble musical, tradición que va continuar en espacios conexos que hoy día
pertenecen a los departamentos de Ayacucho, Cusco y Puno. En Lima, entre los Ichma también
vamos a encontrar las huellas de conjuntos de antaristas e inclusive conocieron las distancias
de octavas (se han encontrado tres tamaños de antaras). Pero cuidado: no se trata de sikus,
pues es no es demostrable que sus escalas sean repartidas entre dos instrumentos, aunque la
duda siempre estará ahí. Estos conjuntos de antaristas chancay serían estructuralmente
semejantes a los actuales grupos de antaristas conocidos como “Chunchos de Huanta”
(Ayacucho), quienes tocan antaras semejantes formados en pares no desglosados y separados
en octavas.
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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.
Página anterior: Figura 10: Antaras duales exactamente iguales, son instrumentos
gemelos, lo que significa que su alturas sonoras son también idénticas, esto nos da un
indicativo que por lo menos entre los chancay se tocaban las antaras a dúos exactos (no
complementarios).
Figura 11: Grupo de antaras de la sociedad chancay (colección privada). Podemos reconocer
rápidamente los elementos que los homogeniza: el mismo tipo de caña, los amarres, el color, etc.
Hubiera sido mejor tener más antaras pertenecientes a este grupo para estudiarlos
musicológicamente, sin embargo, esto ya es suficiente para sospechar la presencia de una “tropa
de antaristas” en la sociedad Chancay.
Tercera particularidad:
Los “resonadores”.- Muchas antaras chancay fueron construidos con hileras secundarias
atadas firmemente a la fila principal de tubos (fig. 9 y 10). A estas hileras las llamaremos
“resonadores” que es el nombre popular que se usa en el caso de los sikus, instrumentos
altiplánicos que en su gran mayoría poseen estas dos hileras. Estos “resonadores” nos puede
estar inducir a pensar que se trata de sikus, pero no es necesariamente así.
Como dijimos, las cerámicas escultóricas y algunos restos de antaras, nos indican que, uno
de los principales modelos conocidos y utilizados por esta sociedad es el unitario o solista. Por
nuestra experiencia etnográfica, podemos señalar que en este caso la antara no lleva la segunda
hilera, mejor dicho no posee “resonadores”, por el contrario, en algunos casos conserva una
costumbre “ancestral”: forrar todos los tubos con hijos de colores diferentes. Sin embargo, en
esta oportunidad tenemos antaras con “resonadores”.
Las imágenes que presentamos en la figura 11, nos evidencian sólidamente el conocimiento
y uso de antaras grupales (tropa) y aunque pareciera ser que estas fueron tocados “dialogando”
(“modelo siku”), no es así. Dos de ellos (las antaras de los extremos) son prácticamente iguales
en la disposición y notas musicales, pues tienen variaciones de cents en las alturas de los sonidos
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y que llegan por lo mucho hasta medio tono de distancia, la diferencia tonal es casi de 1, casi se
configura una escala pentatónica por lo que parecería que hubieran sido fabricados para tocar
solas. Mientras que la tercera antara (ubicado en la parte central de la imagen), es más pequeña
y tiene un tubo menos que las anteriores, no hemos podido identificar las notas que tiene pues
ha perdido los tapones de sus extremos distales (nos agrada la idea de que se trate de una
antara desglosada de las anteriores, pero no tenemos más razones para sustentar ello).
Los tres poseen “resonadores” en la misma cantidad de tubos de la fila principal y se aprecia
que estos eran cerrados en sus extremos distales, pero con tapones de un material desconocido,
algunos han perdido el tapón, vale decir que no usaban los nudos de la caña para dejar cerrada
el extremo distal. Estos “resonadores” pretenden ser la mitad de la fila principal, es decir, a una
octava de distancia.
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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.
animales) que poseen3. Los membranófonos son inventados tempranamente por las sociedades
pre hispánicas y muchas variantes de estas llegan hasta nuestros días bajo el nombre de cajas
(denominados así en la sierra norte y en algunos lugares del altiplano), las tinyas (se llaman así
en la sierra central) y las wankaras (nombre más usado en tierras altiplánicas).
Los Chancay hicieron uso del primer modelo (fig. 12a), de doble membrana, tamaño
mediano, para colgar en el hombro y poder tocar con la otra mano una antara si se quiere. El
cuerpo cilíndrico fue construido de cañas carrizo duro, los cuales fueron amarrados uno al lado
del otro hasta lograr todo el perímetro que luego fue forrado también con cuero de animales. Le
va caracterizar la pintura de colores “vivos” y diseños diversos a lo largo de todo el tambor o
bombo, sean los lados percutibles o no. Este sin duda es un modelo de herencia Huari.
Figura 13: Membranófonos del Intermedio Tardío en la costa central: 12a) tambor Chancay (Museo
de Chancay) de evidente influencia o legado Huari, es un modelo que llegará a nuestro día bajo el
3 Se dice que, en los tiempos antiguos, se usaban membranas de seres humanos, posiblemente de enemigos
condenados a muerte. Esto podemos leerlo en las crónicas de Poma de Ayala, por ejemplo.
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CONCLUSIONES
La sociedad Chancay que pobló la costa central del Perú en tiempos del Periodo Intermedio
Tardío, habrían hecho un masivo uso de las flautas de Pan, al cual muy de seguro denominarían
“antara” pues el idioma quechua se había extendido por esas zonas. Estas serían parte de un
sistema estructurado del tiempo y espacio donde el sonido habría tenido un especial sentido e
importancia; las fiestas en una u otra fecha y por tal o cual razón, sería una expresión de esto.
Muy conocido es que las antaras se tocaban en fechas de ausencia de lluvias y también se
encontraban muy relacionados a las muertes o tránsitos de una vida a la otra.
Estos instrumentos fueron construidos usando las “cañas” pues el tiempo de la cerámica
había desaparecido con el dominio Huari y probablemente por la influencia de los tiahuanacos.
En ciertos momentos, fechas o eventos, las antaras se tocarían de manera individual y en otros
de manera colectiva. Individualmente las antaras tendrían una libre “afinación” pero al sonorizarlo
colectivamente, este habría exigido el conocimiento de las octavas paralelas y los pares por
tamaños. Es seguro que, a pesar de tener pleno conocimiento de las antaras colectivas, no
hemos encontrado fehacientemente el uso del “modelo siku”, aunque no queda completamente
descartado. La acción de los “huaqueros”2 nos ha dejado sin contextos arqueológicos excavados
formalmente y con la rigurosidad del caso que nos habrían permitido un mejor acercamiento a
su mayor conocimiento.
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GUTIERREZ BAEZ, Rosa: “Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
ARTÍCULO ORIGINAL
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.
Resumen
Abstract
In the present study we try to record and characterize an existing paqcha in the peasant
community of San Isidro de Tt'io, in the district of Pomacanchi, which is owned by a
resident and which has been inherited through the maternal line from her ancestors.
This element features a kero with its appendix and is made entirely of carved wood.
This cultural element is currently used in ceremonies in honor of Qanchimachu,
mythical leader of the Qanchis. Due to its characteristics, this cultural asset would have
been produced during the Late Intermediate Period.
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INTRODUCCIÓN
Este es el caso de la paqcha de San Isidro de Tt’io, objeto del presente estudio, que se
encuentra en propiedad de una pobladora de esta comunidad campesina del distrito de
Pomacanchi en la provincia de Acomayo, la cual ha sido heredada de sus ancestros y hasta la
actualidad se utiliza en el proceso ceremonial de la representación de Qanchi machu. En este
trabajo presentamos este bien cultural, sus características e importancia social para esta y otras
comunidades cercanas.
Existen sitios arqueológicos del periodo Formativo u Horizonte Temprano cerca a la laguna
de Pomacanchi, con centros ceremoniales de influencia altiplánica como Kullupata, donde en los
últimos años se han realizado múltiples investigaciones con excavaciones (Callapiña y Oroz,
2014; Espinoza, 2018, 2019; San Román, 1979), identificando una plaza cuadrangular hundida.
La cerámica es incisa, asociado a diversos materiales suntuarios y ceremoniales.
Luego de la dominación Wari de la región surge la cultura Qanchis que tuvo su máximo
desarrollo durante el Periodo Intermedio Tardío, con asentamientos ubicados en zonas altas
como: Hatun Q’ero, Pumachapi Pukara, Pumawasi, Mirador, entre otros (Gutierrez, 2023a).
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GUTIERREZ BAEZ, Rosa: “Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.
La población de Tt’io se dedica a la agricultura y la ganadería, con cultivos de: papa, trigo,
cebada, haba, maíz, oca, olluco, entre otros cultivados a riego y secano, con vasto conocimiento
de la agricultura desde tiempos ancestrales. La agricultura se desarrolla en la pampa (de
naturaleza plana), así como en las laderas bajas de los cerros. Antiguamente la agricultura se
desarrollaba hasta la parte más altas, terrenos hoy abandonados. Justamente el territorio de la
comunidad abarca un área plana conocido como la Pampa, que forma parte del valle de
Sangrara, correspondiente a la región suni y los cerros que se elevan por encima de los 4 600
metros de altitud, elevándose primero de manera abrupta para luego tomar una geomorfología
casi plana (puna).
Esta comunidad mantiene hasta hoy numerosas prácticas culturales como sus festividades
y danzas. Entre las danzas figura la del cóndor, que se baila para ir a la festividad del Señor de
Qoyllurritt’i, representando las vivencias del cóndor en su medio. Entre las fiestas y tradiciones
de Tt’io tenemos el Qonoy que se desarrolla un día antes del aniversario de la Comunidad, el 27
de julio en la tarde, la población de cada barrio se junta en la plaza haciendo una fogata (cuatro
fogatas por los cuatro barrios) y comparten historias entre bebidas. En la madrugada del 12 de
julio se realiza la representación de Qanchimachu en el Cerro Calvario como símbolo de la visita
del héroe místico fundacional de los Qanchis que viene a visitar a la población. En Navidad se
realiza la costumbre del compartir entre la población, con chocolatada y panes. Hasta hace
algunos años se compartía comida entre todos. En Semana Santa se prepara los doce platos,
en la madrugada del Viernes Santo las personas representan la ayuda a Jesús, el jefe de la
familia tira un chicote de cuero a sus familiares con el objeto de realizar la salvación. Y así, hay
numerosas tradiciones y representaciones que se desarrollan no solo en días festivos, sino
también durante las actividades cotidianas, a nivel comunal o familiar, las que se relacionan con
la religiosidad y las prácticas ancestrales. Las actividades desarrolladas durante la siembra y
cosecha o durante el pastoreo del ganado en la parte altas tiene también una serie de prácticas
relacionadas con los elementos naturales y culturales del entorno social. A pesar de los cambios
socioculturales que vienen aconteciendo al interior de esta comunidad, principalmente
influenciado por los medios de comunicación y redes sociales, estas prácticas culturales se
mantienen aún vigentes.
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Materia Prima
Se trata de una paqcha elaborado en soporte de madera, la cual ha sido tallada con un
objeto punzocortante. Presenta decoración incisa lineal y en área, representando principalmente
una cara humana. Está conformado por dos partes: el kero y el apéndice horizontal por donde
sale el líquido. Al parecer, el soporte es de madera de chachacoma1.
1
Es un arbusto grande tipo arbóreo (Escallonia resinosa) que puede tener entre 2 y 6 metros de altura, crece en la
región altoandina (hasta más de los 4000 metros de altura), con madera de gran calidad para el uso constructivo.
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de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.
Figura 2: vista en foto satelital del pueblo de San Isidro de Tt’io, con su patron disperse.
Morfología
El apéndice presenta un largo total de 42 cm, siendo más alto en el lado ubicado debajo del
kero y menos bajo al otro lado. La parte intermedia entre las dos protuberancias tiene 24.1 cm
de largo, un ancho de 6.4 cm en el extremo cercano al kero y 6.6 cm de ancho en el extremo
cercano a la segunda protuberancia (circular). La base del apéndice es plana. La superficie
superior del apéndice ha sido tallada, en áreas y gruesas líneas que se unen a la base del kero,
donde hay un orificio en disposición horizontal de 1 cm de diámetro, por donde fluye el líquido
desde el kero. Este agujero se comunica con un área rectangular de 6 cm de largo, por 4.8 cm
de ancho y 2 cm de profundidad. Del medio salen dos líneas en “V” y en oposición que se unen
137
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en el extremo, formando entre ambos una forma romboidal, de entre 2.5 y 4 cm de largo en cada
sección o lado, con ancho de sección de 1 cm y 1 cm de profundidad. De este rombo sale una
línea incisa zigzagueante en 4 secciones de un largo de: 2 cm, 6.3 cm, 7.3 cm y 4.8 cm en cada
sección zigzagueante; de 1 cm de ancho y 1 cm de profundidad. Finalmente se une con un área
ovoidal (de superficie cóncava) de un diámetro mayor de 7.2 cm y un diámetro menor de 6 cm,
así como una profundidad de 2.3 cm. De esta área el líquido fluye por un agujero vertical en el
extremo, hoy destruido.
Decoración
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de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.
diagonal que representan bigotes, dos en el lado derecho y tres en el izquierdo. En la frente,
sobre los ojos presenta una serie de líneas incisas finas, se aprecia un triángulo mediano
apuntado hacia abajo (entre los ojos), de 3.5 cm de altura por ancho mayor (en la parte superior)
de 3.2 cm, con líneas internas dispuestas verticalmente. Este triángulo estaría representando
algún símbolo distintivo de status social, como una especie de mascaypacha. Alrededor del
triángulo hay numerosas líneas mayormente horizontales y algunas verticales, dispuestas
radialmente a modo radiante.
A 2.5 cm debajo del borde del kero hay una línea semidelgada horizontal que circunda todo
el kero, formando una banda horizontal (banda 1) que presenta en el interior líneas continuas
diagonales y semicurvas de disposición variable, lo que representaría el cabello. Debajo hay otra
banda horizontal (banda 2) de aproximadamente 3.8 cm de grosor o altura que tiene al interior el
triángulo descrito en el párrafo anterior y líneas horizontales pequeñas. Hacia ambos lados de la
cara está la banda 3 (no abarca todo el contorno del kero), de 5 cm de grosor, presenta
decoración, en el lado izquierdo conformado por líneas gruesas verticales de las cuales salen
líneas horizontales delgadas. En el lado derecho tiene líneas zigzagueantes que conforman
triángulos, de manera no ordenada, apreciándose un mínimo de 14 triángulos ordenadas en dos
grupos opuestos y complementarios. Los triángulos de la parte baja y apuntados hacia arriba,
presentan líneas continuas diagonales abarcando todo el espacio interno, mientras que os
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triángulos de la parte superior y apuntados hacia abajo presentan líneas horizontales solo en la
tercera parte inferior. Debajo está la banda 4, tiene 5.3 cm de grosor, no abarca todo el contorno,
presenta en el interior triángulos dispuestos opuestamente, muy similar al anterior, aunque varía
en la decoración, pues los triángulos apuntados hacia abajo (son 12) tienen líneas en toda el
área interna y los apuntados hacia arriba (también son 12) solo presentan decoración en la
tercera parte interna. La banda 5, ubicada debajo, tiene también 12 triángulos dispuestos en
pares de 6 opuestos. La decoración en ambos lados es completa.
representaciones de este personaje en cada pueblo para beber chicha y otras bebidas utilizadas
en el ritual, como veremos líneas más adelante.
Estado de conservación
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Esta paqcha sigue manteniéndose en uso hasta la actualidad y cumple un papel social. Es
de propiedad de la señora María Magdalena Baez Quispe de 72 años, pobladora de la
Comunidad Campesina de San Isidro de Tt’io, perteneciente al distrito de Pomacanchi, en la
provincia de Acomayo (Cusco). Ella cuenta que lo tiene desde muy niña, porque su madre falleció
quedando como hermana mayor con los bienes de su mamá:
“Ya desde que estaba viva mi mamá veía como utilizaban en el ritual de Qanchi machu ese
Kero para tomar chicha. Ese Kero es muy antiguo porque lo he heredado de mis abuelos y
de sus abuelos. Anteriormente habían dos, eran una pareja de keros, pero el otro se perdió
porque yo prestaba para los rituales de Qanchi Machu y lo llevaban hasta Mancura2 donde
también hacían esta representación”.
Sobre la otra paqcha que se perdió hace diez años aproximadamente, la señora María
Magdalena nos cuenta como era sus características: “Eran casi igualitos, decoradito, solo que
era más grande. El que queda es varón, pero el que se perdió era mujer. Eran parejita de vasos.”.
Por su parte, Santiago Gutierrez que vio esa paqcha nos señala que:
“Era también un vaso de madera, mucho más bonito que este, tenía figuritas bien talladas,
también con su bebedero por donde se tomaba la chicha. Este vaso y el que se perdió se
utilizaba en el aniversario de la comunidad para hacer tomar a los directivos, con una ronda
2
Mancura es un pueblo ubicado a 5 minutos en carro desde San Isidro de Tt’io, siguiendo por una trocha carrozable
y pasando los poblados de Manzanares y Chosecani.
3
“Hijos míos estoy llamándoles yo vuestro Qanchi Macho. ¿Cómo están? Levántense. Señor carguyoq levántate y
ven rápido. Vengan todos hijos míos….”.
4
Antes cuando eran dos las paqchas, se colocaban una a cada lado de la mesa, hoy solo se pone a un lado la única
paqcha materia del presente estudio.
5
La primera chicha, es decir, el primer día de fermentado de la chicha.
6
Qanchi Machu se presenta con su típica vestimenta con pantaloneta corta y negra, camisa color verde.
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terminaban borrachos. Estos eran los únicos vasos keros en la comunidad, nadie más tenía,
por eso se prestaban en cada fiesta para representar a Qanchi Machu”.
La paqcha materia del presente estudio, está conformado por un vaso kero y un apéndice.
Los keros son recipientes parecidos a los vasos, muchas veces de paredes cóncavas, con
decoración pictórica e incisa (Banikazemi, 2018). Elaborado en varios soportes: madera,
cerámica, lítico o metal. Los más antiguos datan del periodo Formativo en sociedades como
Pukara, influenciando a los Tiwanaku, que son los que más perfeccionaron la elaboración de
estos recipientes en sus diversos estilos cerámico, desde donde se extendió por influencia en
todo el área Andina, impactando en Wari donde encontramos keros en estilos del Horizonte
Medio, desplazándose desde Ayacucho por todo el área Andina, espacial y temporalmente;
pasando por el Periodo Intermedio Tardío y los Incas (Flores, Kuon y Samanez, 1998, pp. 4-21).
Sin embargo, ya en Chavín de Huantar Lumbreras recuperó en la Galería de las Ofrendas
algunos vasos con características similares a los keros (Alonso, 1990, p. 13-14; Lumbreras,
1989).
Figura 12: Paqchas que desaguan por el extremo de un largo vástago; las líneas a trazos muestran
la circulación del líquido (Carrión Cachot, 1955: láminas XXV [piezas A y B] y XXVI [Piezas C y D],
citado en: Ramos, 2006, p. 92).
Figura 13: vistas de paqchas del Museo de América de Madrid (Ramos, 2006, p. 113) con cierta
similitud con el objeto de Pomacanchi.
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2022). Aunque existen también algunas representaciones bélicas en Keros que se relacionarían
con episodios más antiguos como la guerra entre incas y chankas (Ziółkowski y Siemianowska,
2021). Felipe Guamán Poma ha representado en sus ilustraciones numerosas escenas de keros
con sus motivos decorativos y la función que cumplían (Rossi, 2019).
Los Keros contienen símbolos nemotécnicos que permiten comunicar hechos históricos o
sociales que se busca transmitir desde la memoria mediante lenguajes figurativo abstracto
preincaico, abstracto geométrico incaico y figurativo representativo hispano, presentando en
muchos casos escenas descriptivas continuas, utilizando signos andinos a los que se suman en
la Colonia signos hispanos (Bachraty, 2015, p. 20).
Entre los vasos ceremoniales de los Inkas figuran los keros y paqchas, son elaborados
principalmente en madera. Sobre la materia prima utilizada Jorge Flores et al (1998), señala que
se utilizaba principalmente la Chachacoma:
“Las maderas Andinas empleadas para la tallar los vasos fueron la Chachacoma (Escallonia
resinosa) y con menos frecuencia Lambran (Almus jorullensis). Vargas señala al respecto
que “ciertas palmeras, principalmente especies Bactris fueron utilizadas ocasionalmente”.
La información presentada por los autores antes citados es importante porque se refiere a
la materia prima que es la Chachacoma, de la cual también está hecho nuestro ejemplar de
estudio. Cabe resaltar, que en los valles de la cuenca de Pomacanchi crece la Chachacoma,
tanto en el fondo de los valles como en las laderas de los cerros. Hasta la actualidad se sigue
utilizando esta madera para la elaboración de herramientas e instrumentos agrícolas como las
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waqtana (que sirve para golpear los granos de cebada, trigo, tarwi, quinua, durante las
cosechas); así como la elaboración de mangos para lampas, picos y taqllas.
La narración de la dueña de la paqcha refiere que eran dos similares y el otro se perdió
hace unos diez años cuando se lo prestó a un comunero para que haga la representación de la
fiesta de Qanchi Machu y se apropió de este bien cultural. Chaiña refiere que casi siempre estos
materiales se elaboraban en pares: “Estos vasos son siempre un par, un vaso era para un
individuo y el otro para invitar a otra persona o deidad a beber juntas” (Chaiña, 2015, p. 8).
Las paqchas o pajchas son definidas como: “… por un recipiente de variada tipología de
cuya parte baja arranca un largo vástago por donde fluye el líquido vertido en aquél, bien por su
interior, bien por su cara superior a través de una o más acanaladuras zigzagueantes; en
ocasiones este largo vástago se prolonga, creando una superficie sobre la que se sustenta el
recipiente” (Ramos, 2000, p. 164). El mismo autor años después señalaría: “La generalidad de
los autores consideran que la función de estas piezas es la de ofrendar líquidos en ritos
propiciatorios, aunque las referencias etnohistóricas y etnográficas hablan de que se empleaba
para beber de ellas, función que no excluye la anterior.” (Ramos, 2003, p. 346). Otro autor define
las paqchas como: “… un tipo de vasijas usadas para bebidas ceremoniales y libaciones rituales
denominadas pacchas. El significado original de la palabra se refiere a una fuente con un
conducto de salida en forma de canuto o a recipientes con golletes acanalados utilizados para
transportar y verter agua u otros líquidos” (Stastny, 1991-92. p. 234). Luis Ramos Gómez, uno
de los autores que más ha investigado sobre las paqchas las define también como recipientes
que:
“… puede adoptar múltiples formas, pero todas tienen en común que el líquido introducido
por la boca se vierte por un orificio o pitorro distinto al de la entrada y situado en un nivel
inferior. Dos grandes variantes tienen las pajchas de madera; las de un primer grupo
desaguan por un pitorro que forma parte del recipiente (Figura 17 F); las de un segundo
grupo —el más numeroso— vierten el líquido tras recorrer éste un vástago más o menos
largo que es ajeno al recipiente, y que hace engorroso el manejo de la pieza.” (Ramos,
2006, p. 91-92).
Stastny (Ibid, p. 235) señala que las paqchas se han elaborado desde el Periodo Intermedio
Temprano por sociedades como Moche y Nasca y que se pueden clasificar morfológicamente en
tres tipos:
1.- Recipientes que presentan el pico en la parte superior de la vasija, en la boca, donde el pico
es una canícula corta o es un tubular alargado a modo de tetera.
2.- Vasijas para verter el líquido a modo de libación, por un pequeño orificio inferior.
3.- Vasijas en forma de fuentes por donde se vierte el agua.
Las paqchas podían ser elaboradas en cerámica, lítico o madera; a veces presentan formas
escultóricas. En algunos casos pueden presentar personajes o animales miniatura en algunas
secciones, por donde incluso se vierte el agua. En su mayoría servían para beber líquidos en
procesos de libación ceremoniales, en otros pocos para visualizar procesos rituales. Por lo
general, se relacionan con las paqchas inmuebles, donde se rendía culto al agua mediante el
flujo mediante canales del líquido elemento. Eran utilizadas en rituales de fecundidad agrícola,
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pidiendo a las divinidades que provea de una buena cosecha mediante abundantes lluvias
estacionales, donde el fluir del agua simboliza el río cargado de agua para irrigar los campos.
Samuel Lothrop (1956, p. 237) define a las paqchas y describe varios ejemplares de
diversos museos como:
“La paccha puede definirse como un recipiente con una salida para beber en la base. El
líquido puede salir a través de un tubo o a través de una lengua larga con canales abiertos
en zigzag en la superficie superior que conducen a una boquilla cónica. Las pacchas con
extensiones cortas probablemente fueron manipuladas por el bebedor individual. Los más
largos evidentemente requirieron los servicios de un asistente, ya que pueden tener más
de 2 pies de largo y son tan pesados, incluso cuando están vacíos, que son difíciles de
transportar y manejar.
Hay 3 tipos principales de pacchas: (1) los hechos de cráneos humanos, (2) especímenes
de cerámica y (3) ejemplos de madera. El primero se conoce sólo a través de una
descripción histórica. Las otras 2 clases incluyen formas variantes que discutiremos. (….)
Las pacchas de cerámica son prehispánicas y de varios tipos, pero todas tienen un tubo
que se extiende desde la base, generalmente horizontal o diagonalmente hacia abajo, en
un caso verticalmente hacia abajo. (….).
Las pacchas de madera son raras. (….) tienen unas lengüetas salientes planas que
terminan en un pico, y el líquido sale por un conducto abierto entre canales en zigzag
cortados en la superficie superior (Fig. 67, a, b). Estos canales son tan estrechos que sólo
se puede obtener un flujo muy moderado y se necesita mano firme para evitar derrames.
La función y uso que se le daba a las paqchas fue registrado a comienzos del siglo XVIII
por el viajero francés Frazier en Talcahuano de la siguiente manera:
“…. las mujeres les daban de beber chicha [... a los hombres participantes] con un aparato
de madera de aproximadamente dos pies y medio de largo, compuesto por una vasija con
asa de un lado y del otro por un largo pico surcado por un conducto fino y serpenteante,
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GUTIERREZ BAEZ, Rosa: “Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.
para que el licor fluya con lentitud hacia la boca [del bebedor ... desde] un pequeño orificio
practicado en el fondo de la vasija, al comienzo de ese canal.” (Frezier 1982: p. 71).
CONCLUSIONES
Hasta la actualidad y de manera continua a través del tiempo, esta pieza es utilizada en las
festividades realizadas durante el mes de julio en honor a Qanchi Machu, el héroe mítico
legendario fundador de los Qanchis. En la parte anterior del quero presenta decoración incisa
que representa una cara antropomorfa que sería en la representación de este personaje. Durante
estas festividades la persona que representa a este personaje mítico toma chicha a través de
esta paqcha, invitando a todos los participantes a libar en honor a los ancestros.
Las características de la paqcha de San Isidro de Tt’io es muy similar a otras paqchas incas
y preincas procedentes de la región del Cusco y que se encuentran en museos nacionales e
internacionales. Esto demuestra que estos materiales eran elaborados con características
propias, cumpliendo la función de ser elementos rituales y simbólicos de culto al agua, a la
fertilidad y a los ancestros fundadores.
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NOTAS
ESPINOZA MARTÍNEZ, Héctor: “Qoropuna, morada de las almas: la vida después de la muerte”.
Resumen
Abstract
In the present work, an overview of the archeology of the Chicha Soras river basin is
presented. This area has been visited by several researchers, one of the last being
Luis Barreda Murillo, who visited some archaeological sites. There is a complex
occupational sequence with greater density during the Middle Horizon, when it was
occupied by Huari, and then occupied by the Soras immediately before their
annexation to Tawantinsuyo.
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INTRODUCCIÓN
Aproximadamente quince años después de la desaparición sensible del Dr. Luis F. Barreda
Murillo (Fig.1) en la ciudad de Cusco acontecido el día 22 de mayo de 2009, sus amigos del
distrito de Pampachiri (Andahuaylas, Apurímac) aún recuerdan la visita que hizo el siglo pasado,
para hacer conocer a la opinión pública de Cusco (Revista Universitaria Wayka Nº 3-4 UNSAAC)
la arqueología del río Chicha / Soras; por ésta razón como un homenaje y reconocimiento
póstumo, pongo en consideración el presente artículo a los lectores1.
Pedro de Cieza de León (1554), en su “Crónica del Perú”, Primera Parte, Cap. LXXXIX,
recopila esta información en Vilcaswaman averiguando el origen del río Vilcas: “En el nacimiento
de este río está la provincia de los Soras muy fértil y abundante, poblada de gentes belicosas.
Ellos y los Lucanes son de una habla; y andan vestidos con ropa de lana: poseyeron mucho
ganado; y en sus provincias ay minas ricas de oro y plata. Y en tanto estimaron los Ingas a los
Soras y Lucanes, que sus provincias eran cámaras suyas; y los hijos de los principales residían
en la corte del Cuzco”. En el nacimiento del río Vilcas (hoy río Chicha/ Soras) en la época pre
hispánica, habitaban los grupos étnicos Soras y Chicha. En honor y memoria de las dos etnias,
el río Vilcas de Pedro Cieza de León, actualmente lleva el nombre de río Chicha/Soras (ver
croquis).
Uno de los tributarios principales del río Chicha nace de los glaciares del nevado de Sotaya
y de la laguna mítica de Wankaqocha (lindero entre las provincias de Andahuaylas y Aimaraes
(Apurímac) y Lucanas (Ayacucho). Recorre de Sur a Norte, en sus primeros tramos lleva los
nombres de río Chillihua y Llamcama. En la altura de Tinkoq, se junta con el río Wayllaripa/
Llamkama que nacen en las punas frías de la comunidad de Pukaorqo, Sañayca (Aymaraes).
Los afluentes principales del río Chicha, en la margen izquierda son los ríos Saywa/ Kurita y
Huancane, que nace de los glaciares del nevado de Qarwaraso (Provincia Sucre).
Luis Millones (El retorno de las Huacas 1990), revisando la documentación relacionada con
“Taki Onqoy” descubierto y combatido férreamente por el padre Cristóbal de Albornoz entre los
años 1560 a 1570, explica: “32 Ydolos de los caciques del pueblo de Chicha, fueron halladas
y descubiertas las Guacas de don Joan Hacha, principal del pueblo de Chicha”.
En 1968 el Antropólogo cusqueño Aurelio Carmona Cruz, con motivo de realizar una
investigación antropológica permaneció muchos meses en Pampachiri, con el avance de sus
investigaciones y descubrimientos comentó al Dr. Luis F. Barreda Murillo en la ciudad de Cusco,
sobre la existencia de sitios arqueológicos en el distrito de Pampachiri de la provincia de
Andahuaylas. Barreda, acogiendo esta novedosa y sensacional noticia, para el mes de julio de
1969 (durante la fiesta Patronal de San Cristóbal y Fiestas Patrias) con el entusiasmo que le
1
Arqueología de la cuenca hidrográfica del río Chicha/Soras, se publicó primero en la Revista OROPESA (Cusco)
en edición N° 102:6-7 (junio, 2017). Reajustado agosto 2024.
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ESPINOZA MARTÍNEZ, Héctor: “Arqueología de la cuenca del río Chicha - Soras”.
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caracterizaba, organizó una expedición científica a Pampachiri con sus estudiantes de la Carrera
Profesional de Antropología de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco. En esa
ocasión, era estudiante del Colegio Secundario “José Manuel Ocampo” de Pampachiri y serví de
guía. Primero visitamos el asentamiento prehispánico de Chichaqhasa (Pampachiri, margen
derecha del río Chicha/ Soras), en compañía del arqueólogo norteamericano Joel W. Grossman,
y se recolectaron fragmentos de cerámica, líticos de superficie del área explorado; sin embargo,
resultado de esa exploración previa, hasta la fecha no se conoce.
También en la margen izquierda del río Chicha en relación al Norte (Larcay) se registraron
los sitios arqueológicos de Chiqnajota, las tumbas del periodo Wari de Mulluramachay /
Charrangochayoq y otros; con el resultado de trabajo de campo, en una conferencia en el teatrín
160
ESPINOZA MARTÍNEZ, Héctor: “Arqueología de la cuenca del río Chicha - Soras”..
Después de cuatro años en mes de agosto de 1973, el investigador Fidel Ramos Condori,
apareció en la cuenca del río Chicha en calidad de Jefe Zonal de INC de Apurímac y registró los
sitios arqueológicos de Chiqnajota e Itanachayoq.
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Desde la primera visita del Dr. Luis F. Barreda Murillo y del Arqueólogo norteamericano Joel
Grossman (1969), con las investigaciones de Frank Meddens y Mónica Barnes (1978-1982), más
el resultado de mis investigaciones en la Cuenca Hidrográfica del río Chicha se empezó a difundir
que en el área geográfica cultural referido, hubo ocupación y actividad humana permanente
162
ESPINOZA MARTÍNEZ, Héctor: “Arqueología de la cuenca del río Chicha - Soras”.
desde el periodo Arcaico, que correspondería a los abrigos con talleres líticos de fabricación de
puntas de proyectiles de Wankachaqa, ubicado en la jurisdicción de la comunidad de Qachqacha,
Pampachiri.
LA ARQUEOLOGÍA DE LA REGIÓN
Los asentamientos humanos del periodo Wari (Horizonte Medio), asociados con material
cultural como la cerámica es notorio en Chiqnajota, Itanachayoq, Onqa, Casamarca, la estructura
funeraria de Mulluramachay/ Charrangochayoq (Fig. 2) de tres niveles, dotado con cornisa,
pintado con Isku o yeso primitivo único en su género y del sector Toqsaqocha se recolectaron
fragmentos de cerámica (Fig. 3).
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Los asentamientos humanos del periodo Intermedio Tardío (1000 a 1400 D.C.), se ubican
en las partes altas y están cercados con murallas de piedra, como Puyka y Aukimarka
(Pomacocha, Andahuaylas); asociados con cerámica de manufactura local que viene ser
simplemente Wari decadente.
COMENTARIO
En el nacimiento del río Vilcas de Pedro Cieza de León, hoy río Chicha/ Soras, habitaban
las etnias Chicha y Soras, ocupaban ambas márgenes del río que llevan sus nombres. La
arqueología del ubérrimo valle interandino de la cuenca del río Chicha/Soras (Fig. 6), hasta la
fecha no ha sido estudiada seriamente, lo poco que se conoce no ha sido difundido.
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ESPINOZA MARTÍNEZ, Héctor: “Arqueología de la cuenca del río Chicha - Soras”.
Figura 6. Cuenca del río Chicha, ubicado entre los distritos de Larcay (Sucre) y Pampachiri
(Andahuaylas).
La visita del Dr. Luis Barreda a Pampachiri, primero originó la visita continúa de arqueólogos
de diversa nacionalidad; segundo, con la colección de especímenes arqueológicos donado por
el Director de la Escuela Nº 660 profesor Ismael Necochea, se intentó formar el primer Museo
Arqueológico del Colegio “José Manuel Ocampo” de Pampachiri. Años más tarde con la misma
idea, con la colección donada por el señor Virgilio Alarcón Ontón, se formó el Museo
Arqueológico de la Municipalidad de Pampachiri con 147 piezas arqueológicas, en su mayoría,
de filiación Wari (Fig. 5)
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de la cuenca hasta el advenimiento del Estado Inka hacia al territorio de las etnias Chicha y
Soras.
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