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Revista Nawpa Marca 11

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ISSN: 2221-7819

ÑAWPA MARCA
Ismael Pérez Calderón y Juan Oré Medina
Huatuscalla: poblado preincaico de interacción cultural en la cuenca media
del río Mantaro 9
Pieter van Dalen Luna, Luiggi Mazzi Pflucker y Martín Sánchez Canales
El culto a los ancestros continúa a través del tiempo: ofrendas de Capacocha
de la epoca inka en Cajamarquilla 25
Raúl Adanaqué Velásquez
El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi Jefunchumbi.
Lima, 17 de agosto de 1771 65
Luis Reymundo Lume y José Luis Quispe Orosco
Observación de superficie de sitios arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa,
Santiago de Chocorvos, Huancavelica 79

Carlos Sánchez Huaringa


Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo Intermedio Tardío 113
Rosa Luz Gutierrez Baez
Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco) 131
Héctor Espinoza Martínez
Arqueología de la cuenca hidrográfica del río Chicha / Soras (Ayacucho –
Apurímac) 157
PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.

1
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819

2
PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.

ÑAWPA MARCA
Revista de investigaciones sociales andinas y amazónicas.

Volumen 4, Número 11, 2024

3
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819

ÑAWPA MARCA
Revista de investigaciones sociales andinas y amazónicas.
ÑaMa
Volumen 4, Número 11 / enero – marzo de 2024. Año 4
Ñawpa Marca es una publicación científica periódica, donde se publican trabajos de investigación
originales e inéditos en el campo de la arqueología y áreas afines, a nivel de la región andina y amazónica
o regiones cercanas. Está dirigida a un público interesado en conocer las últimas investigaciones
arqueológicas y culturales sobre el área andina-amazónica. Es de periodicidad trimestral.
DIRECTOR:
Anthony Ulises Villalta Tello
Jr. José Balta 295, Carabayllo -.Lima - Lima.
EDITOR:
Rosa Luz Gutierrez Baez
COMITÉ ASESOR EDITORIAL:
Dr. Alberto Bueno Mendoza, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Dr. Pieter Dennis van Dalen Luna, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Mg. Wilber Bolívar Yapura, Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco.
Mg. Ilder Elar Cruz Mostacero, Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo.
Dr. Eyne Omar Bendezú De la Cruz, Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica.
Mg. Daniel Morales Chocano, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Dr. Régulo Franco Jordán, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
COMITÉ REVISOR POR PARES:
Lic. Harry Pizarro Anaya, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Lic. José Amorín Garibay, Municipalidad Provincial de Huamanga.
Lic. Guido Casaverde Ríos, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Lic. Nancy Santander Málaga, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Mg. Daniel Eduardo Cáceda Guillén, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Lic. Rubén Antonio Wong Robles, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Mg. Ismael Pérez Calderón, Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga.
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN:
James Quilca Chuco
Primera edición, marzo de 2024.
Calle Los Halcones 181, Dpto. 301, Lima 27, Lima-Perú.
Teléfono (0054) 01-442 0458.
Correo electrónico: revistañawpamarca@hotmail.com
El editor recibe los artículos, los cuales son seleccionados y revisados por el comité revisor por pares. Cada
artículo es responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la opinión del editor. Está permitida
cualquier reproducción, siempre citando al autor y a la revista como fuente.
Foto de la carátula: Vista de un petroglifo con representaciones de andenes del sitio Masketa, Santiago de
Chocorvos (Huancavelica). Contracarátula: figurinas antropomorfas en spondyllus de Cajamarquilla.
ISSN: 2221-7819
Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú, Nº 2020-04210.
Tiraje: 200 ejemplares.
Impreso en el Perú / Printed in Perú.
Impreso en marzo de 2024.
JUAN GUTEMBERG EDITORES IMPRESORES E.I.R.L.
Av. Bolivia 148, int. 2069 (Centro Comercial Centro Lima), Lima – Lima – Perú.
Teléfono: 240-0523.

4
PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.

ÍNDICE

Introducción 7

Ismael Pérez Calderón y Juan Oré Medina


Huatuscalla: poblado preincaico de interacción cultural en la cuenca media
del río Mantaro 9

Pieter van Dalen Luna, Luiggi Mazzi Pflucker y Martín Sánchez Canales
El culto a los ancestros continúa a través del tiempo: ofrendas de Capacocha
de la epoca inka en Cajamarquilla 25

Raúl Adanaqué Velásquez


El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi Jefunchumbi.
Lima, 17 de agosto de 1771 65

Luis Reymundo Lume y José Luis Quispe Orosco


Observación de superficie de sitios arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa,
Santiago de Chocorvos, Huancavelica 79

Carlos Sánchez Huaringa


Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo Intermedio Tardío 113

Rosa Luz Gutierrez Baez


Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco) 131

5
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819

Héctor Espinoza Martínez


Arqueología de la cuenca hidrográfica del río Chicha / Soras (Ayacucho –
Apurímac) 157

6
PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.

INTRODUCCIÓN
Es un honor presentar la edición N° 11 de la revista Ñawpa Marca, correspondiente a
enero y marzo del 2024, esta revista es un espacio dedicado a la difusión de investigaciones en
el campo de la arqueología y áreas afines, centradas en la diversa herencia cultural de las
regiones andinas y amazónicas.

El primer artículo “Huatuscalla: poblado preincaico de interacción cultural en la


cuenca media del río Mantaro”, escrito por Ismael Pérez Calderón y Juan Oré Medina, se
centra en Huatuscalla un sitio prehispánico que en la actualidad es un centro turístico y que
ofrece evidencias de interacción cultural a través de la cerámica preincaica. Se discute la
importancia del lugar en la tradición del culto a las huacas, que fue transformada por la llegada
de los españoles.

Pieter van Dalen Luna, Luiggi Mazzi Pflucker y Martín Sánchez Canales, con su
artículo “El culto a los ancestros continúa a través del tiempo: Ofrendas de Capacocha de
la época inka en Cajamarquilla”, presentan hallazgos de figurinas que son ofrendas de
Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla, un sitio arqueológico emblemático de la costa
central peruana. Se documenta una secuencia cultural que abarca desde el Horizonte Medio
hasta la época inca, destacando la continuidad del culto a los ancestros y la importancia de estas
ofrendas que no solo fueron depositadas en las montañas, sino cerca al litoral.

Raúl Adanaqué Velásquez, con su artículo “El testamento de Diego Huerta de


Azabache Temoche Minulluyi Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”, presenta un
análisis del testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche, un cacique colonial, revelando
aspectos de la vida social y económica en el siglo XVIII. Se examinan las relaciones familiares,
las deudas y la pertenencia a cofradías, proporcionando una visión de la estructura social de la
época y su lucha por mantener su estatus social y económico.

Luis Reymundo Lume y José Luis Quispe Orosco, con su artículo “Observación de
superficie de sitios arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos,
Huancavelica”, contribuyen con un estudio de prospección de los sitios arqueológicos de
Masketa, Pallqa y Markuya en el anexo de Quisuarqasa, proporcionando un registro valioso para
futuras investigaciones en la región de Huancavelica.

Carlos Sánchez Huaringa, con su artículo “Las antaras en la sociedad Chancay del
Periodo Intermedio Tardío”, investiga el uso de las antaras, artefactos musicales, en la cultura
Chancay. Se analizan sus características constructivas y su papel en la vida social, sugiriendo
que estos instrumentos eran utilizados en contextos rituales y ceremoniales.

Rosa Luz Gutiérrez Baez, con su artículo “Caracterización, análisis e importancia


social de una paqcha prehispánica de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”, analiza

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819

una paqcha prehispánica de San Isidro de Tt’ío, destacando su importancia social y cultural, en
torno al héroe o ser mítico Qanchi Machu.

Héctor Espinoza Martínez, con su nota “Arqueología de la cuenca hidrográfica del río
Chicha / Soras (Ayacucho – Apurímac)”, ofrece una visión general de la arqueología en la
cuenca hidrográfica del río Chicha/Soras, subrayando la compleja secuencia ocupacional de la
región.

Cada uno de estos artículos no solo enriquece nuestro entendimiento del pasado andino,
sino que también invita a la reflexión sobre la relevancia de estas investigaciones en el contexto
actual. Agradecemos a todos los autores por sus valiosas contribuciones y a nuestros lectores
por su interés en la arqueología y la cultura andina.

.
Anthony Ulises Villalta Tello
Director

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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, ARTÍCULO Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
ORIGINAL
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.

ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819

HUATUSCALLA: POBLADO PREINCAICO DE INTERACCIÓN


CULTURAL EN LA CUENCA MEDIA DEL RÍO MANTARO
“Huatuscalla: a pre-incaic town of cultural interaction in the middle basin of
the Mantaro river”

Ismael PÉREZ CALDERÓN


https://orcid.org/0000-0003-2311-1590
Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga
zismaelunsch@hotmail.com

Juan José ORÉ MEDINA


https://orcid.org/0000-0002-7832-2790
Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga
Juan.ore@unsch.edu.pe

Resumen

El propósito del presente trabajo es alcanzar información sobre el paisaje natural y la


ocupación cultural de un conocido lugar, convertido en la actualidad en centro de
atracción turística para quienes vistan Huanta- Luricocha. Se trata del cerro
Huatuscalla, de donde se visualiza el cauce longitudinal del río Mantaro, como una
serpiente en medio de un profundo cañón que separa a las regiones de Huancavelica
y Junín con Ayacucho, desde la unión con el Huarpa la desembocadura en el río
Apurímac, integrando el valle del VRAEM. Se presenta evidencias de distintos estilos
de cerámica preincaica producto de la interacción cultural entre los pueblos y culturas
que ocuparon el lugar, desde la aparición de la alfarería y, la tradición del culto a las
huacas (cerros) que los españoles lo reemplazaron por la cruz cristiana que ahora se
celebra del 1 al 3 de mayo de cada año.

Palabras Claves: Huatuscalla, interacción, estilos alfareros, tradición religiosa, huaca.

Abstract

The purpose of this work is to obtain information about the natural landscape and the
cultural occupation of a well-known place, currently converted into a center of tourist
attraction for those who visit Huanta-Luricocha. It is the Huatuscalla hill, from where
the longitudinal channel of the Mantaro River can be seen, like a snake in the middle
of a deep canyon that separates the regions of Huancavelica and Junín with Ayacucho,

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819

from the junction with the Huarpa to the mouth of the Apurímac River, integrating the
VRAEM valley. Evidence of different styles of pre-Inca ceramics is presented as a
product of the cultural interaction between the peoples and cultures that occupied the
place, from the appearance of pottery and the tradition of worshiping the huacas (hills)
that the Spanish replaced with the cross. Christian that is now celebrated from May 1
to 3 each year.

Key words: Huatuscalle, interaction, pottery styles, religious tradition, huaca.


* Presentado: 22 – 12 – 2023. * Aprobado: 15 – 03 – 2024.

INTRODUCCIÓN
El padre Luis Cavero (1953), en su Monografía de la provincia de Huanta, menciona a
Huatuscalla/Jatus-calla, al pico que sirve de lindero norte del ámbito provincial, en el camino de
Huanta a Condor Sencca pasando por Luricocha. Posteriormente Carlos Chaud (1969), Carrillo
(1976), y Benavides (1976), examinan un conjunto de sitios arqueológicos en Huanta y Luricocha,
sin mencionar al sitio de Huatuscalla; MacNeish et al. (1981), basado en los trabajos exploratorios
efectuados entre 1969 -1971, la identifica como asentamiento abierto Nº 443, tipo aldea de la
época Huarpa (200 a.C.-200 d.C.). Valdez, L (1984) excava en espíritu Pampa y reconoce otros
sitios cercanos; Valdez, E (1993) inspecciona varios sitios arqueológicos en el valle de Huanta,
de los que ha publicado varios artículos en la revista arqueológica Warpa, pero ninguna
información sobre Huatuscalla, excepto de la ubicación en un plano publicado por Valdez, L
(2004:3) para ilustrar el comentario que hace al tema sobre Huarpa, la cultura local del valle de
Ayacucho. En cambio, en el campo de la Antropología, Arroyo (2008), brinda amplia información
sobre las características del cerro y función social relacionada con el culto a los Apus, como parte
de una tradición cultural que mantiene vigente en el pueblo de Luricocha.

UBICACIÓN Y ACCESIBILIDAD

Es un espacio de interés geográfico que dispuesto a manera de mirador natural rodeado de


cuyas rocas que contienen una cantidad significativa de restos fósiles y al mismo tiempo su
importancia radica porque en ella se encuentra evidencias de actividad cultural a través de la
historia. Se encuentra ubicado a 7 km al norte del distrito de Luricocha por cuyas faldas discurre
el río Mantaro por donde empieza el cañón de Mantaro o también conocido como cañón de
Huatuscalla. Según las Coordenadas Geográficas se encuentra a 12º 50’12” Lat. Sur y 74º 17’
42” Long Oeste, y a una altitud de 3,060 m.s.n.m. (Fig.1).

GEOLOGÍA

Su historia geológica se remonta al periodo Pérmico de la era Paleozoica de hace unos 250
millones de años, su origen estaría ligada al primer plegamiento que dio origen a la Cordillera
Oriental que dejó restos de fósiles marinos sobre rocas sedimentarias que corresponde a la
Formación Copacabana, que cubre los lados noroeste y norte del lugar y, como señala López et,

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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.

al. (1996: 51): presenta “fauna fósil de fusulínidos, braquiópodos, gastereópodos, briozoarios y
pequeñas colonias de corales (Fig. 2 y 3). En muchos de los casos, los fósiles se encuentran
silicificados y bien conservados”. Los fósiles y las impresiones de estas se encuentran a simple
vista en el afloramiento rocoso del cerro Huatuscalla. En la periferia sur inmediata al cerro
subyace rocas del tipo granito de San Miguel del período Mesozoico, sistema Triásico, Serie
Inferior, al que se superpone depósitos aluviales del período cuaternario.

Figura 1: Foto satelital con la ubicación de Huatuscalla (8) y otros sitios arqueológicos.

Figuras 2 y 3. Restos de crustáceos fosilizados en la cima del cerro o huaca Huatuscalla.

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819

GEOMORFOLOGÍA

El cerro tiene forma troncocónica, el lado norte se levanta a 920 metros sobre el curso del
río Mantaro con una inclinación de 70° que lo convierte en inaccesible, mientras que el lado
opuesto desciende en laderas que se pierden en la planicie ondulada del valle de Luricocha,
hacia el este una pequeña abra da acceso a las pendientes que conducen a la puna y hacia el
oeste un declive moderado que desciende hasta la confluencia de los ríos Huarpa con el Mantaro.
El área está compuesta de rocas sedimentarias muy bien consolidadas de calizas gris azuladas,
con intercalaciones de limoargilitas gris oscuras y gris verdosas (Fig. 4).

Mirador natural

La forma y ubicación del cerro lo convierte en un mirador natural, con horizonte visual que
cubre gran parte de la cuenca del río Huarpa, entre las que destacan por su importancia
geográfica: la depresión Huanta, la disposición de las cordilleras Occidental y Oriental, en sus
diferentes niveles altitudinales, las diferentes formaciones geológicas, formaciones vegetales y
zonas de vida natural; el valle del Huarpa (Huanta), sus características geomorfológicas, la unión
de los ríos Cachimayo y el Urubamba, para formar el río Huarpa, del mismo modo la confluencia
del río Huarpa en el río Mantaro a partir de ahí formar el Cañón del Mantaro y empezar su travesía
a través de la Cordillera Oriental (Figs.5 y 6).

Figura 4: Prominente cerro Huatuscalla, vista desde el lado sureste.

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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.

Figura 5: Valles de Huanta y Angaraes cortado por el río Huarpa, panorámica desde la cumbre del
Cº Huatuscalla.

Ecología

Al pie del cerro Huatuscalla, en el margen derecho del río Mantaro el valle de Isqana, zona
de clima tropical, de intensa vegetación, productora de frutales, en otros tiempos destacaba en
la producción de caña de azúcar donde hubo instalaciones procesadoras para la elaboración de
chancaca y aguardiente de caña. La comunidad de Isqana ubicada en la parte baja de la cuenca,
presenta mayores adversidades, principalmente relacionado a las formas del relieve de fondo de
valle, en un medio accidentado de fuertes pendientes, este espacio, que soportaba en décadas
pasadas una relativa densidad demográfica, ha sido moldeada desde tiempos milenarios, por el
hombre que la fue domesticando y modificando, adaptando a sus necesidades, en tierras de
cultivo y lomas para el pastoreo.

EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS

Observando las estructuras expuestas en el lado por donde se accede a la cima de puede
distinguir diferentes niveles aterrazados del terreno, cabeceras y secciones de recintos
habitacionales, hechos a base piedra canteada extraída del mismo lugar y zonas cercanas, los
muros miden 50 cm de ancho, delimitando espacios de aparente forma circular y de un solo piso
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819

Figura 6: Majestuoso río Mantaro, serpenteando el cañón entre Huancavelica y Ayacucho.

para techos cónicos. Restos de un antiguo camino viene por el lado oeste desde el río Huarpa
bordeando la pendiente que desciende al río Mantaro, al llega a Huatuscalla y continua en partes
por el lado del actual acceso hasta el abra o espacio abierto que debió ser utilizado como utilizado
como o lugar de intercambio. Por este mismo lado del cerro, se percibe el perfil de una parte del
terreno cortada para corral de una de las viviendas, donde se aprecia secciones de muros
asociados a rellenos, derrumbes, rellenos y capas de tierra con ceniza indicadores de actividades
domésticas, asociadas con cerámica de varios estilos que demuestra una prolongada ocupación
cultural.

Cerámica. Examinando la cerámica dispersa en un espacio disturbado por el propietario


del terreno en la ladera oriental del cerro, logramos distinguir de manera breve 8 grupos, que a
continuación se detallamos:

Grupo 1. Cerámica de engobe rojo-granate, aplicado en una capa tenue sobre pasta natural
de color marrón claro, los fragmentos corresponden a cántaros, ollas pequeñas y cuencos de
fabrica local tardío de agrupaciones étnicas contemporáneos con los Incas (Fig. 8).

Grupo 2. Fragmentos de cantaros con engobe espeso de color crema, sobre superficie
natural de color marrón claro, presentan defectos de cocción, lo que hace pensar en una posible
fabrica local tardío de grupos étnicos locales de finales del imperio Wari (Fig.9).

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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.

Figura 7: Perfil de terreno cortado por actividades agrícolas donde se observa la estratigrafía
asociada con ceniza, carbón vegetal, cerámica, líticos, óseos, en el lado este del cerro Huatuscalla.

Figura 8 (izquierda): Cerámica con engobe rojo (Grupo 1). Figura 9 (derecha): Cerámica con
engobe crema y defectos de cocción (Grupo 2)

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819

Grupo 3. Cerámica de paredes delgadas de posible botella y cuenco con engobe pulido de
color naranja y decorado con líneas negras desvanecidas, de filiación Huari (Fig.10).

Figura 10 (izquierda): Cerámica Negro sobre guinda y rojo sobre anaranjado (Grupo 3). Figura 11
(derecha): Cerámica marrón/rojo sobre crema (grupo 4).

Grupo 4. Trozos de cerámica de pasta anaranjada con inclusiones de partículas blancas,


paredes delgadas de cantaros medianos, cuencos y escudillas o platos extendidos bañados de
blanco sobre el que van diseños de líneas, círculos y puntos, franjas, lengüetas, etc. pintados en
unos casos de color rojo y otros de color guinda, en el interior de las vasijas abiertas. Los motivos
pintados hacen recordar a la cerámica Cajamarca y Huamanga del período del Imperio Wari. Sim
embargo, según Ravines, basado en Matos (1959), correspondería al estilo Coras (Fig.11).

Grupo 5. Tiestos de acabado ordinario de coloración natural anaranjado rosáceo sobre el


que diseños de líneas y granjas de color rojo indio, pertenecen a cuerpos de cantaros medianos,
con excepción de un cántaro con reborde característica de las vasijas tempranas, la decoración
recuerda al estilo Huarpa rojo sobre ante del período de los Desarrollos Regionales. Sim embargo,
según Ravines, basado en Matos (1959), correspondería al estilo Coras (Fig.12).

Grupo 6. Cuerpos de cantaros y escudilla de pasta anaranjada con inclusiones de partículas


blancas, bien quemadas con baño blanco rosáceos al interior y exterior de las vasijas abiertas y
exterior de las cerradas, sobre el que aparecen líneas rectas y onduladas de colores rojo y marrón
oscuro se parece al tricolor de la cerámica Huarpa, del período de los Desarrollos Regionales.
Sim embargo, según Ravines, basado en Matos (1959), correspondería al estilo Coras (Fig. 13).

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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.

Figura 12 (izquierda): Cerámica roja sobre crema rosáceo (Grupo 5). Figura 13 (derecha): Cerámica
negro, rojo, marrón oscuro sobre crema (Grupo 6).

Grupo 7. Bordes de vasijas cerradas (cántaros), de pasta anaranjada, con decoración


impresa de círculos y puntos y grabados de líneas paralelas sobre patillaje colocado a la altura
del cuello entre el borde y cuerpo de cantaros grandes medianos y pequeños, bañados de un
color crema, sobre el que aparecen diseños de pintura de color rojo. Tradición Huancavelica de
estilo Coras, conserva relación formal con el estilo Qachisqo de Huamanga, pero en el presente
caso es temprano atribuido a la etapa de transición entre el Formativo y Desarrollos Regionales
(Fig.14).

Grupo 8. Fragmentos de tazones, cuencos y olla sin cuello con bordes ligeramente
biselados al exterior, pasta anaranjada bien quemada con baño de color crema sobre el que va
una capa pintada de color rojo en todo el interior que cubre a veces hasta el borde. La superficie
externa es rugosa notándose en algunos casos las improntas de los dedos indicadores de una
manufactura modelada. El borde de la olla sin cuello presenta acabado estriado propio de una
tradición alfarera temprana relacionado con los primeros grupos de alfareros locales, al que se
podría denominar estilo Huatuscalla temprano (Fig.15).

DATOS DE RELACIÓN CULTURAL


Al respecto, Juan José Medina Oré coautor del presente trabajo, narra de unas leyendas,
recopiladas en Huanta, referidas a grandes construcciones como puentes, donde se señala la
versión que la gente tenía de hacer sacrificios humanos para que la obra se mantenga firme por
muchos siglos, caso puente de Isqana, donde según la versión de viejos pobladores de Huanta,
en la base de cada uno de las torres enterraron vivo a dos hombres de condición humilde de
quienes creían que nadie podía reclamar.

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819

Figura 14 (derecha): Cerámica pintada (rojo sobre crema) e incisiones (Grupo 7). Figura 15
(derecha): Cerámica de engobe crema con borde e interior superior pintado de rojo (Grupo 8).

Otra de las versiones es el camino, que para llegar al puente faltaba construir un tramo; sin
embargo, el ingeniero que dirigía la obra decidió que se inaugure el puente, justificaba que el
trecho rocoso que falta lo abrirían posteriormente. Lo curioso el trecho faltante, es parte del talud
en el cerro Huatuscalla; entonces en el intento de romper el talud del cerro, esta vez con la
actuación de dinamiteros y técnicos en voladuras de rocas, no obtuvieron los resultados que
esperaban. Ante este hecho el ingeniero no daba crédito de su labor y, adjudicaba el color rojo
de sangre a determinadas composiciones de las rocas que tenían esa tonalidad.

Juan José Oré recogió información, que todo intento para volar el talud fue inútil hasta que
se presentó un joven experto de una familia conocida de Huanta que manifestaba no creer en la
creencia andina de hacer pagos a las montañas sagradas como es el Apu Huamani de
Huatuscalla. El joven decía que eran supersticiones del pueblo y que no se debería dar
importancia… se burlaba del Huamani y del Huatuscalla por expresar miedo y bravura: de tal
manera que, luego en el primer intento de realizar la voladura de la peña, la última carga que
quedaba por explotar hizo volar por los aires al joven experto y caer su cuerpo al fondo del cañón
cubierto por un montón de escombros. Los campesinos que trabajaban se retiraron
impresionados, luego de observar que el talud no había sido volado, Luego buscaron el cuerpo
del infortunado que fue hallado sin cabeza en las orillas del río, la dinamita lo había decapitado.
Todos los que presenciaron la voladura, renunciaron continuar la obra. Así terminó la historia del
camino de herradura que iba unir Ayacucho con Huancayo y del hermoso puente sin camino que
fue inaugurado con mucho esplendor en 1905.

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PÉREZ CALDERÓN, Ismael y ORÉ MEDINA, Juan: “Huatuscalla: un poblado preincaico de
interacción cultural en la cuenca media del río Mantaro”.

Reseña, Juan José Oré, han pasado 119 años de la inauguración del puente de Isqsna, en
la actualidad, sus dos bases de cal y piedra aún perduran en pie como testigos de los
acontecimientos del Huatuscalla, habiendo subsistido a dos grandes embates de la naturaleza
ocurridos en el curso del río Mantaro como las del cerro Codorsencca que se deslizó o sobre el
curso del río en el año 1945 y que represó un estimado 430 millones de metros cúbicos cuya
descarga duró 7 horas; y del cerro de Mayunmarca conocido como Huaqoto en 1974 que represó
500 millones de metros cúbicos que se había acumulado durante 45 días y que al romperse el
dique arrasó con todo lo que encontraba en su cauce.

Finalmente J. J. Oré, recuerda haber escuchado que a comienzos del siglo pasado el
gobierno asignó un presupuesto para que se construya el camino de herradura que una
Ayacucho de Huancayo con miras a que más tarde se convierta en una carretera, el trazo lo
realizó el ingeniero Eduardo Masías acompañado de un grupo técnicos españoles. El puente que
debió servir para cruzar el río Mantaro, se encuentra en Isqana al pie del cerro Huatuscalla, límite
entre las regiones de Ayacucho y Huancavelica.

ETNOGRAFÍA Y TRADICIÓN RELIGIOSA

La concepción religiosa andina expresada en el cerro Huatuscalla forma parte de una


cadena de montañas sagradas de la región, los pobladores del lugar y zonas aledañas la
consideran como Apu Huamani o Dios tutelar. El cerro es el mismo adoratorio o huaca, que
conserva en la parte superior una cruz, que se venera cada 2 de mayo en la fiesta de las cruces
del distrito de Luricocha. El respecto Arroyo (2008:169), señala que el Apu Huatuscalla “es un
santuario precolombino prestigioso de la ruta a la selva y no ha dejado de serlo para hoy, porque,
según la tradición de las fiestas de las cruces de mayo, la misa en Luricocha se inicia solo cuando
haya arribado el “Señor de Huatuscalla”, hermano del “Señor de Pachapunya” de Luricocha”
(Figs. 16 y 17).

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819

Página anterior: Figura 16 (izquierda): Cruz instalada en la cima de Huatuscalla como símbolo de
imposición religiosa occidental. Figura 17 (derecha): Tradicional fiesta de las cruces en
Luricocha.

SOMERA DISCUSIÓN

La huaca o cerro Huatuscalla, ocupa un lugar clave de interacción cultural entre los pueblos
de la parte baja y alta de Huancavelica y Huanta (Ayacucho), así como de interconexión con los
poblados del valle de VRAEM a través de las rutas de Pacayhuayqo, Condor Senja, San José
Cecce, Ayahuayqo, Pampa Coris, Viscatán siguiendo el curso del río Mantaro o bien atravesando
las montañas de Huanta y La Mar por Uchuracay e Iquicha para continuar por la cuenca del río
Piene/Ayna, o sino por la cuenca del río Torobampa para salir al río Pampas, rutas que
actualmente sigue utilizando la población.

El patrón de asentamiento de Huatuscalla, si bien puede corresponder a la categoría de


aldea como propone MacNeish et al (1981), ésta es del tipo fortificada, por la configuración
geográfica del terreno que la convierte inaccesible por el lado norte que da al río Mantaro y, por
las construcciones aterrazadas que circundan el lado sur, algunas terrazas son andenes
agrícolas mientras que, otras son de carácter habitacional y de protección de la población
establecida en la parte superior del cerro, rematando en una plataforma con estructuras de índole
ceremonial, de culto a los ancestros (uku pacha), representado por restos de entierros humanos
en la pendiente del cerro, a las montañas sagradas (Kay Pacha) del Rasuwillca, donde están las
lagunas (qochas) que dan origen a las quebradas y ríos y, a las estrellas (chaska) y
constelaciones, la lluvia (ipha), el rayos (illapa), la luna (quilla) y el sol (Inti) del Hanan Pacha.
Además, por la ubicación geográfica, la gente que la ocupó estaba fuera de riesgos ocasionados
con por huaycos e inundaciones que debieron de ocurrir en el pasado prehistórico.

De un breve mirada a un conjunto de fragmentos de cerámica procedente de la superficie


disturbada del lado oriental del asentamiento, podemos deducir la existencia de una variedad de
estilos y formas de vasijas abiertas y cerradas, predominando ollas, cántaros, platos, cuencos y
cucharas, de por lo menos a dos tradiciones alfareros; algunos de engobe rojo parecen
corresponder a ciertos alfares locales tardíos, contemporáneos con los Chankas e Incas,
mientras que otros con decoración pintada de color rojo, marrón sobre engobe o baño crema,
tienen parecido al estilo Huamanga de la cultura Wari, la cual según Ravines (2011) basado en
Matos (1959), correspondería al estilo Coras de Huancavelica, lo que conduciría a sostener la
presencia de agrupaciones huancavelicanas instaladas a manera de colonias durante las época
Huarpa y Huari, pero también existe algunos fragmentos de bordes biselados con pintura roja
sobre el labio interno de filiación más temprana, anterior al grupo de cerámica con incisiones,
impresiones y aplicaciones propias del formativo superior.

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Figura 18: Mapa con la ubicación del cerro o huaca Huatuscalla (8) y otros sitios arqueológicos de
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DATOS DEL AUTOR:

Ismael PÈREZ CALDERÓN:

Arqueólogo por la Universidad Nacional de Trujillo, Magíster


en Arqueología Andina por la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Ha participado en proyectos de investigación, conservación
y puesta en valor en diferentes regiones del Perú, autor de varios
artículos en revistas especializadas y libros, entre los que destaca
"Huari: misteriosa ciudad de piedra", "Vilcashuaman: Paisaje, Historia
y Tradición", "El Arte Rupestre en el valle de Huamanga y
Monumentos Arqueológicos de Santiago de Chuco la
Libertad".Actualmente es profesor investigador adscrito a la Facultad
de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de San Cristóbal de
Huamanga, donde ha organizado distintos eventos de Ciencias
Sociales a nivel regional, nacional e internacional.

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 9-24 / ISSN: 2221-7819

Juan José ORÉ MEDINA:

Profesor del Área de Geografía de la Universidad Nacional de San


Cristóbal de Huamanga. Profesor de Historia y Geografía egresado de la
Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga. Maestro en Docencia
Universitaria por la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y
Valle. Autor de: Geografía de Huanta, aspectos naturales y unidades
geomorfológicas. Autor de varios artículos y trabajos de investigación
geográfica en el ámbito regional.

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VAN DALEN, Pieter; MAZZI, Luiggi y SÁNCHEZ, Martín: “El culto a los ancestros continúa a través del
ARTÍCULO ORIGINAL
tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.

ÑAWPA MARCA / VOL 4, No 11 / 2024, pp. 25-64 / ISSN: 2221-7819

EL CULTO A LOS ANCESTROS CONTINÚA A TRAVÉS DEL


TIEMPO: OFRENDAS DE CAPACOCHA DE LA EPOCA INKA EN
CAJAMARQUILLA
“The cult of ancestors continues through time: Offerings of Capacocha from
the Inka period in Cajamarquilla”.
Pieter D. VAN DALEN LUNA
https://orcid.org/0000-0002-2498-9242
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
pvandalenl@unmsm.edu.pe

Luiggi MAZZI PFLUCKER


https://orcid.org/0000-0002-9157-3300
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
mazzil91@gmail.com

Martín SÁNCHEZ CANALES


https://orcid.org/0000-0003-3961-4555
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
marsanpo@gmail.com

Resumen
Son muy pocas las evidencias arqueológicas halladas en la Costa Central Peruana
que presentan una larga secuencia cultural en un mismo sector o sitio arqueológico,
como es el caso de las evidencias que presentamos. Cajamarquillo es uno de los sitios
arqueológicos más emblemáticos de la costa peruana. En el sector Kroeber más
identificado toda una secuencia cultural que corresponde al contexto funerario del
Horizonte Medio con preocupaciones del periodo intermedio tardío y ofrendas
relacionadas con el culto a los ancestros que datan de la época inca. Se trata de
paquetes o envoltorios elaborados con materiales de gran importancia económica.

Palabras claves: Cajamarquilla, ofrendas, Tawantinsuyo, culto a los ancestros, costa central.

Abstract

There are very few archaeological evidences found on the Peruvian Central Coast that
present a long cultural sequence in the same sector or archaeological site, as is the
case of the evidence we present. Cajamarquillo is one of the most emblematic
archaeological sites on the Peruvian coast. In the Kroeber sector, an entire cultural

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sequence that corresponds to the funerary context of the Middle Horizon with concerns
from the late intermediate period and offerings related to the cult of ancestors dating
back to the Inca era was most identified. These are packages or wrappers made with
materials of great economic importance.

Keywords: Cajamarquilla, offerings, Tawantinsuyo, ancestor worship, central coast.

* Presentado: 11 – 01 – 2024. * Aprobado: 30 – 03 – 2024.

INTRODUCCIÓN

El presente artículo presenta toda la información recuperada en el proceso de excavación


de la unidad 4 de la temporada de investigación 2022 en el sector Kroeber de Cajamarquilla. La
unidad se ubicada en el extremo izquierdo del patio interno de la plataforma elevada del sector
Kroeber, unidad de 10 m de largo x 10 m de ancho. Esta unidad se ubica en las coordenadas
UTM: E292134, N8674266. La mayoría de unidades estratigráficas comprenden depósitos
culturales de tierra y escombros, con regular proporción de elementos arquitectónicos y 3
hallazgos. Con la excavación se buscaba determinar la función que cumplió el sector Kroeber
del complejo arqueológico Cajamarquilla durante los periodos prehispánicos tardíos. Este
proyecto en la temporada 2023 (año del hallazgo) fue auspiciado y financiado por la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos a través del Rectorado mediante encargos económicos, teniendo
como responsable al Dr. Pieter van Dalen Luna, como director ante el Ministerio de Cultura al
Lic. Martín Sánchez Canales, como residente en campo y responsable de la unidad 4 al Lic.
Luiggi Mazzi Pflucker y como jefe de campo al Bach. Wilton Sedano Romero. El proceso de
excavación se realizó siguiendo los procedimientos técnicos y metodológicos del método de las
unidades estratigráficas también conocido como “Método Harris”.

El año 2021 se excavó la unidad 1 en medio de este patio, hallando a casi 1.80 metros de
profundidad la tumba ovalada de un personaje asociado a vasijas, mates, restos botánicos y de
animales (cuyes), perteneciente a las épocas finales del Horizonte Medio. En el exterior de la
estructura funeraria elaborada con yapana, se hallaron las tumbas de otros individuos
secundarios, pero que presentaban numerosos materiales asociados al igual que finos textiles;
hallándose estos contextos funerarios a fiferentes profundidades con respecto al contexto
funerario principal. Toda esta área se encontraba cercada por gruesos muros de tapiales. La
difusión de la noticia de este descubrimiento fue difundido a gran escala en los medios nacionales
e internacionales por su excelente estado de conservación, siendo bautizada por los medios de
comunicación como: “La momia de Cajamarquilla”. Esta noticia dio a conocer a la población
nacional la importancia de este complejo arqueológico, recibiendo miles de visitantes que querían
conocer el lugar del hallazgo de la momia.

Cajamarquilla es un centro urbano, el más grande de la costa central peruana, edificado


casi íntegramente a base de barro (adobes y tapiales), conformado por numerosos sectores que
se encuentran rodeados por muros perimétricos de grandes dimensiones. Los investigadores
que han trabajado antes aquí señalan que se tratan de áreas comerciales donde se desarrollaba

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VAN DALEN, Pieter; MAZZI, Luiggi y SÁNCHEZ, Martín: “El culto a los ancestros continúa a través del
tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.

el intercambio de productos, el cual adquirió gran importancia económica entre los periodos
Intermedio Temprano y Horizonte Medio.

En anteriores trabajos hemos venido reportando algunos contextos que fueron excavados
durante nuestras investigaciones entre las temporadas 2021 y 2023, como el hallazgo de una
yupana o instrumento contable elaborado en barro, de naturaleza inmueble en el sector Jiménez
Borja (van Dalen, 2022); así como el hallazgo de un contexto funerario asociado a eventos de
huaycos del Horizonte Medio, recuperado en uno de los sectores periféricos meridionales del
centro urbano de Cajamarquilla (van Dalen y Morales, 2023).
.
FIGURINAS DE SPONDYLLUS VESTIDAS EN LAS OFRENDAS INKAS
(CAPACOCHA)

Existen a nivel del área andina varias evidencias arqueológicas sobre ofrendas Inka,
principalmente relacionadas con la capacocha o sacrificio de personas jóvenes en honor a las
montañas sagradas. La capacocha era una ceremonia incaica en la cual se realizaban ritos de
sacrificios humanos principalmente de niños, eran organizadas y dirigidas desde el cusco, a partir
de rituales ceremoniosos realizados en la plaza de Hauaypata, desde donde salían la comitivas
acompañados de los sacrificados y con una gran variedad de ofrendas hacia los cuatro confines
del imperio (Duviols, 1976).

Por ejemplo, en Sacsayhuaman en el mismo valle del Cusco, en asociación a entierros Inka
se halló ceramios, tupus, instrumentos laborales y objetos elaborados en madera, hueso, arcilla
y metal (Paredes, 2003, p. 90). En otros sitios del Cuzco como Choquepuquio, los arqueólogos
han identificado también otras evidencias de entierros humanos de niños asociados a complejas
ofrendas Inca (Gibaja, et al, 2014). De igual manera, en el mismo Qoricancha se descubrió en la
década de 1970 el contexto funerario de dos niños asociados a dos figurinas antropomorfas de
oro, una de plata, dos llamas de spondyllus, tupus y una conopa, asociados a fragmentos de
cerámica killke (Bejar, 1990; Cornejo, 1998). En el Lago Titicaca se hallaron también contextos
similares en la Isla del Sol, con presencia de figurinas antropomorfas (Doering, 1952), así como
en el fondo del lago (Reinhard, 1992, citado por Cornejo, 1998).

La elaboración de figurinas para ser utilizadas como ofrendas en contextos rituales Inka fue
una actividad muy difundida en el imperio, especialmente las elaboradas de spondyllus, molusco
altamente cotizado en el quehacer religioso. En el caso de los santuarios de altura, como ya
hemos visto, se han encontrado asociados a la Qapacocha. La vestimenta y que presenta la
figurinas antropomorfas en Argentina presentaban cubiertas textiles muy finas, con trajes
formados por cuatro piezas principales: un aqsu, anaku o unku que corresponde a un tejido
rectangular que envuelve el cuerpo de la estatuilla; tupus o prendedores metálicos; un chumpi o
faja en la cintura de la figurina; y una lliklla humanta que sale desde el cuello, así como un
atuendo cefálico conformado por plumas dispuestas en sección semicircular a modo de abanico
que va cubriendo desde la cima de la cabeza hacia la espalda (Cereceda, 2020).

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 25-64 / ISSN: 2221-7819

Se han reportado hallazgos de estos contextos en santuarios de altura de Chile, Argentina


y Perú como: Apu El Plomo en Chile, donde se halló el entierro de un niño asociado a objetos de
plata, textiles y estatuillas elaboradas en spondyllus, vestida con tejidos a modo de manta y con
tocados de plumas; en el Apu Aconcagua en Argentina, se encontró un fardo funerario
conteniendo un niño de 7 a 8 años con su vestimenta, adornos metálicos, collares y bolsas
textiles (chuspas), hallándose enterrado a poca distancia tres estatuillas masculinas vestidas en
miniatura (una en oro, una en plata y una en spondyllus) y tres estatuillas en miniatura con
representaciones de llamas (dos de ellas elaboradas en spondyllus) finamente elaborados
(Vargas, 2011).

Se han reportado otros materiales similares (ofrendas de figurinas) en contextos asociados


a ofrendas y sacrificios en relación a las montañas sagradas o apus. En la cima del volcán
Llullaillaco en Argentina se halló contextos funerarios de Capacocha (niños), hallándose en
asociación estatuillas (Constanza, 2003); de las once estatuillas, cuatro son de plata, uno de oro
y siete de spondyllus, presentando vestimenta en estilo Inca (Mignone, 2017).

Figura 1: vista de las figurinas antropomorfas halladas en el nevado Llullaillaco.

En la región altoandina de Tarapacá al norte de Chile se encuentra el asentamiento de


Huantajaya de donde se extraía abundante mineral en periodo prehispánicos, donde se halló
cerca (a 6 Kms) una Capacocha (Cerro Esmeraldas), la cual al parecer habría sido realizada
para aplicar los fuertes temblores que habían en la zona durante el Incanato. La capacocha

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VAN DALEN, Pieter; MAZZI, Luiggi y SÁNCHEZ, Martín: “El culto a los ancestros continúa a través del
tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.

estaba conformada por dos cuerpos femeninos, una mujer de 20 años y una niña de 9, con
alhajas, tupus y vasijas; así como un collar de mullu (Bachraty, 2023).

Con respecto a la presencia de figurinas elaboradas en spondyllus o mullu, Dagmar


Bachraty (2024, p. 28) menciona que:
“…. el sacrificio de una Capacocha consta de seres humanos, animales y estatuillas
antropomorfas, que, en el caso de las figuras masculinas, corresponderían al “hermano”
“mellizo” o “amigo”, según las diferentes acepciones de una persona de carne y hueso. Sin
embargo, creemos que la definición de illa también es aplicable a las estatuillas femeninas.
Temática que no abordaremos en este artículo, pero que guarda relación con las acllas,
debido a que estas figuras presentan el mismo tocado de plumas que la Doncella del
Llullaillaco y vestimentas semejantes en algunos casos, a la lliclla de la Doncella de Ampato.

Dentro de los casos arqueológicos atribuidos a Capacochas existen hallazgos con o sin
seres humanos, pero todos ellos con figuras antropomorfas y zoomorfas. Hecho que nos
hace creer, que, en ausencia de personas, son ellos quienes llevan el mensaje a los dioses,
y cuando hay seres humanos, el mensaje para los dioses es compartido y de mayor
importancia debido a la “calidad del negocio”.”
En Arequipa el hallazgo de la Capacocha del nevado Ampato, donde se halló el contexto
funerario de una niña sacrificada conocida como “Momia Juanita” o “Dama de Ampato”, hallada
en un ambiente gélido, sacrificada durante el gobierno del Inca Tupac Yupanqui para aplacar las
erupciones volcánicas de la región. Como parte de la Capacocha se halló finos textiles, vasijas
de estilo Inca y figurinas antropomorfas y zoomorfas (de camélidos), algunas elaboradas de
spondyllus o mullu. El Spondyllus, cuyo nombre en quechua era “mullu”, es un molusco que vive
en las aguas ecuatoriales (cálidas) del Océano Pacífico

Hasta la actualidad en algunas ceremonias y festividades en honor a las montañas


sagradas en el Cusco, como el Qoyllur Riti en el nevado Ocongate (Colquepuncu), los peregrinos
llevan toda serie de ofrendas relacionadas con la religión cristiana y andina, como las illas o
conopas con representaciones de animales, a fin de pedir que en ese año tengan abundante
reproducción de ganado (Constanza, 2007).

EL SECTOR KROEBER DE CAJAMARQUILLA


Cajamarquilla está dividido en varios sectores con arquitectura monumental y compleja,
sectores separados por amplias y largas calles que cruzan el sitio hacia los cuatro puntos
cardinales. Al interior de cada sector hay grandes espacios de arquitectura ortogonal, con plazas
y recintos distribuidos alrededor, de notable planificación, con muros perimétricos de gran
elevación que encierran en el interior áreas residenciales de elite, espacios comerciales, áreas
de almacenamiento, espacios funerarios y espacios públicos. Alberto Bueno Mendoza (1974-75)
realizó la sectorización, dividiendo los sectores siguientes: sectores con edificaciones elevadas
y estructuras piramidales (Villar Córdova, Tello y Sestieri); sectores con estructuras piramidales
medianas (Muelle, D’Harcourt y Kroeber); sectores sin pirámides (Laberinto); y áreas de servicios
complementarios. Los autores que posteriormente han trabajado en Cajamarquilla han respetado

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 25-64 / ISSN: 2221-7819

esta sectorización (Casareto, 1999; Mogrovejo, 1997; Mogrovejo y Makowski, 1999, Mogrovejo
y Segura, 2000; Narváez, 2004, 2005, 2013; Segura; 2001), mientras que en un anterior trabajo
hemos completado esta división siguiendo el mismo criterio utilizado por Bueno de sectorizr
tomando el nombre de los investigadores que han trabajado en este complejo arqueológico (van
Dalen, 2022).

El sector Kroeber se encuentra ubicado en el lado meridional y occidental del complejo


arqueológico, ubicado al sur del sector Sestieri, delimitado en el lado septentrional por una de
las calles más grandes que cruza el sitio de este a oeste y que lo divide de los sectores Sestieri
y D”Harcourt. Presenta un conjunto arquitectónico elevado, con recintos con patios frontales y
plataformas con escalinatas, de un área de casi 6400 m 2, delimitado en su totalidad con elevados
y gruesos muros de tapiales de más de 4 metros de alto; así como conjuntos arquitectónicos de
recintos rectangulares ubicados fuera de esta área. El acceso a este subsector del conjunto
arquitectónico elevado se da a través de un ancho y alto vano ubicado casi en la esquina noroeste
del conjunto. Se aprecia al interior de este subsector recintos amplios de planta cuadrangular y
rectangular, algunos con banquetas adosadas a los muros. El patio más importante de este
sector y donde se ubica la unidad de excavación con los hallazgos reportados en el presente
artículo presenta el centroide en las coordenadas UTM: 292141E, 8674257N. Las excavaciones
arqueológicas en las temporadas 2021 al 2023 se centraron en esta área, con el objetivo de
determinar su funcionalidad. No se habían realizado antes investigaciones arqueológicas en este
sector Kroeber, por lo que los resultados están contribuyendo al entendimiento más claro de lo
que fue Cajamarquilla, especialmente en el Horizonte Medio y el Periodo Intermedio Tardío
(además de las esporádicas ocupaciones del Tawantinsuyu). La arquitectura del sector Kroeber
es a base de barro, mediante la elaboración de tapiales, para lo cual se aprovechó la yapana que
se encuentra depositada en el suelo geológico, la cual tiene altas propiedades plásticas para la
construcción. También se han elaborado en este sector, cámaras funerarias de gruesas paredes
elaboradas en esta yapana.

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VAN DALEN, Pieter; MAZZI, Luiggi y SÁNCHEZ, Martín: “El culto a los ancestros continúa a través del
tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.

Página anterior: Figura 2: Vista de la matriz donde se halló el 2021 la momia de Cajamarquilla y en
círculo rojo el área de hallazgo el 2023 de las figurinas de Capacocha.

SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA DE LA UNIDAD 4


Unidad Estratigráfica 1: Depósito.
Correspondiente a una mezcla de tierra color beige, de nulas inclusiones de otros
materiales por su formación eólica. Su consistencia es suelta y su granulometría es fina. Es la
más moderna y superficial de la unidad. Los elementos destacables de esta UE son el hallazgo
de un fragmento cerámico correspondiente al estilo Chancay, así como muestras culturales
modernas de pagos a la tierra y actos chamánicos modernos. Posee un grosor de que va desde
los 2 a los 4 cm.

Figura 3 (izquierda): vista de planta de la UE1 de la unidad 4. Figura 4 (derecha): vista de


planta de la UE2.
Unidad Estratigráfica 2: Depósito.
Capa de tierra suelta y ceniza, posee una gran cantidad de partículas de cenizas finas, así
como elementos vegetales como la achupalla en los niveles más bajos, lo que prueba que esta
unidad pertenece a un evento de afloraciones vegetales desérticas, las cuales fueron quemadas
en un evento posterior. Posee un grosor de 0.06 m.

Unidad Estratigráfica 3: Depósito.


Deposición de tierra arcillosa de un ligero color anaranjado producto de la oxidación por
parte del evento soporte para la quema correspondiente a la UE 02. Posee una consistencia
semi compacta y está compuesta por tierra, gravilla y restos vegetales. Posee un grosor aprox.
de 0.07 m.
Unidad Estratigráfica 4: Muro
Elemento arquitectónico (murete) que se encuentra en el perfil Sur-Oeste, dentro de la
subunidad 1 (A-B-C-D-E). Está hecho a partir de barro compactado por técnica de encofrado.
Posee un grosor de 0.50m, una longitud de 6m aprox y una altura de 1.40 m aprox.

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Figura 5: Distribución de las cuadrículas al interior de la unidad 4.

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VAN DALEN, Pieter; MAZZI, Luiggi y SÁNCHEZ, Martín: “El culto a los ancestros continúa a través del
tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.

Figura 6 (izquierda): vista de planta de la UE3. Figura 7 (derecha): vista de planta de la arquitectura
aflorante.

Unidad Estratigráfica 5: Apisonado


Correspondiente a un apisonado formado por empozamiento de agua de lluvias, es la matriz
que contenía la ceniza y la achupalla. Posee huellas de agrietamientos producto de eventos de
quemas. Esta UE está presente en casi la totalidad de la unidad de excavación.

Unidad Estratigráfica 6: Depósito.


Compuesta por una tierra de consistencia fina y de una granulometría fina, de color marrón
claro. Esta unidad se encuentra debajo de las UE 03 y 05. Posee un grosor que va desde los 3
cm a los 20 cm.

Unidad Estratigráfica 7: Apisonado


Apisonado compuesto por partículas de grava junto con ceniza y lentes de carbón. Posee
un color gris azulado. Es de consistencia compacta y granulometría media. posee un grosor
aproximado de 0.10 m y está presente en las sub unidades A-B-C (2-3-4).

Unidad Estratigráfica 8: Banqueta


Elemento arquitectónico (banqueta) realizada a partir de barro compactado fino sin
inclusiones visibles. La orientación de esta banqueta recorre el perfil Suroeste - Noreste, a partir
del muro catalogado como UE 04 en la sub cuadricula 1(B), de manera perpendicular. Posee un
largo de casi 9 m aprox. con un ancho de 1m y un grosor de 0.20m.

Unidad Estratigráfica 9: Banqueta


Correspondiente a una segunda banqueta que se adosa a la banqueta catalogada como
UE 08, orientada al Noroeste, dispuesta perpendicularmente a la UE 04, en la cuadricula 1(C).
De igual forma que la UE 08 la composición de la banqueta es de barro fino compactado.
Unidad Estratigráfica 10: Corte
Correspondiente a un evento intrusivo en la UE 08, ubicado en la cuadricula 1 (B). en forma
de una abertura ovoide de una profundidad de 1.20 m.

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Figura 8: vista de planta de la UE7.

Unidad Estratigráfica 11: Depósito.


Correspondiente al contenido de la matriz UE 10, está conformado por una mezcla de
arcilla, gravilla y restos de yapana y restos vegetales de achupalla.

Unidad Estratigráfica 12: Cistas


Correspondiente a un evento intrusivo en la banqueta correspondiente al UE 08 en la
cuadricula 3 (B). la cual es una matriz que posee 2 cistas intrusivas, la primera de 1 m aprox. de
profundidad y la segunda de 1.60 m de profundidad.

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tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.

Figura 9 (izquierda): vista panorámica de la UE9, vista de las intrusiones (cortes).

Figura 10 (izquierda): vista de la matriz con las dos cistas que se intruyen en la banqueta. Figura
11 (derecha): vista de planta de las matrices al nivel de la UE15.

Unidad Estratigráfica 13: Relleno


Relleno contenido en la matriz UE 12. Está compuesta en las partes más superficiales por
elementos orgánicos como la achupalla, y en las partes más profundas por tierra de consistencia
fina mezclada con restos de compactaciones de arcilla y piedrecillas.

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Unidad Estratigráfica 14: Corte


Corresponde a la una intrusión realizada en la banqueta correspondiente a la UE 08 en la
cuadricula 3 (B) contiguo a la matriz intrusiva UE 12. Compuesta por una cámara de una
profundidad de 1.80 m la cual posee un pequeño piso a los 1.60 m de profundidad.

Unidad Estratigráfica 15: Relleno


Correspondiente al relleno de la UE 14. Está compuesto en sus primeros niveles por una
acumulación de material orgánico correspondiente a la planta achupalla. En los niveles
intermedios presenta tierra mezclada con gravilla, y en los niveles inferiores presenta arena fina.

Unidad Estratigráfica 16: Corte


Corresponde a una pequeña intrusión de forma circular ubicada en la cuadricula 1 (D) cerca
de la banqueta UE 09. Posee una profundidad de 0.35 m

Unidad Estratigráfica 17: Hallazgo 1: Ofrenda (figurina 1)


Correspondiente a un hallazgo recuperado de la parte más profunda de la matriz UE 12. El
hallazgo consiste en una figurina compuesta por una estatuilla antropomorfa realizada a partir
del molusco Spondylus Sp., el cual se encuentra envuelto en una pequeña tela de color marrón
con borde de color rojo y negro con motivos de bandas alternadas. Posee una pluma de ave de
color marrón, amarrado con una soga de color rojo. La figurina estuvo envuelta en una tela de
color beige con bandas marrones y negro a los costados, así como asociada a un pequeño
fragmento de molusco Spondylus Sp.

Unidad Estratigráfica 18: Hallazgo 2: Ofrenda (figurina 2)


Correspondiente a un hallazgo recuperado de la parte más profunda de la matriz UE 14. El
hallazgo consiste en una figurina compuesta por una estatuilla antropomorfa realizada a partir
del molusco Spondylus Sp. El cual se encuentra envuelto en una pequeña tela de color rojo,
amarillo y blanco, con motivos de bandas alternadas. Posee una pluma de alguna ave exótica
de un color amarillo y un colgante que sostiene la tela hecha a partir de cobre con una forma de
“Hachita”.

Unidad Estratigráfica 19: Relleno


Correspondiente al relleno de la pequeña matriz de intrusión UE 16. En su parte superficial
contiene a la UE 06, en la parte intermedia posee una tapa de arcilla compactada y en la parte
más profunda contiene gravilla color gris.

Unidad Estratigráfica 20: Corte (matriz)


Matriz intrusiva que rompe la UE 06. Ubicada en la cuadricula 1 (D) posee una forma circular
con un diámetro de 1.10 m aprox. y una profundidad de 0.50 m.

Unidad Estratigráfica 21: Relleno


Relleno de la intrusión de la UE 20, en un principio está compuesta por una tapa arcillosa
hecha a partir de un depósito aluviónico de la UE 06. Debajo se encuentra un depósito compuesto
por tierra, pedazos de compactaciones de arcilla y piedrecillas.

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tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.

Figura 12: Vista estratigráfica de las UEs de la unidad 4 según la distribución de cuadrículas.

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Figura 13 (izquierda): vista del hallazgo UE17. Figura 14 (derecha): vista del hallazgo UE18.

Figura 15: vista de la intrusión de la UE 20.

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tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.

Unidad Estratigráfica 22: Relleno


Relleno presente en las cuadriculas 1,2 y 3 (C y D). está compuesto por terrones de diversos
tamaños de yapana, así como piedras y tierra mezclada con arcilla. Posee una profundidad de
0.80 m aprox.

Figura 16: vista de la disposición de las intrusiones.

Unidad Estratigráfica 23: Matriz


Matriz que se intruye en la cuadricula 3 (C), contiguo a la matriz de intrusión UE 14, la boca
de la intrusión posee una forma irregular no definida. La profundidad de la matriz llega a 1.80 m.

Unidad Estratigráfica 24: Relleno


Correspondiente al relleno de la UE 23. Está compuesto en la parte más superficial por
tierra con fragmentos de aglomeraciones de arcilla. En la parte más profunda está compuesta
por arenilla granulosa.

Unidad Estratigráfica 25: Hallazgo 3: Ofrenda (figurina 3)


Hallazgo recuperado de la parte más profunda de la matriz UE 23. El hallazgo consiste en
una figurina compuesta por una estatuilla antropomorfa realizada a partir del molusco Spondylus
Sp. El cual se encuentra envuelto en una pequeña tela de color rojo y amarillo con motivos de
elaborados. Posee una pluma de ave de color negro y un colgante que sostiene la tela hecha a
partir de cobre con una forma de “Hachita” junto con una cuenta circular elaborada a partir de un
Spondylus Sp.

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Figura 17: vista de la disposición de la UE 23.

Unidad Estratigráfica 26: Apisonado


Apisonado original con el que se elaboró la UE 04 con el propósito de ser un espacio
cerrado. Es una concentración de arcilla fina la cual tiene un grosor de 0.05 m la cual fue hallada
incompleta en la cuadricula 1 (D).

Unidad Estratigráfica 27: Corte


Se trata de un pequeño evento intrusivo ubicado en la cuadricula 1 (D) en un extremo del
muro UE 04, este evento rompe el apisonado original UE 26. Posee una forma rectangular y una
profundidad de 0.30 m.

Unidad Estratigráfica 28: Relleno


Relleno que contiene la UE 27. Este relleno está compuesto por tierra suelta mezclada con
arcilla, además contiene restos orgánicos como cáscaras de maní y corontas de maíz pequeños.

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Figura 18: vista de la disposición de la UE 25.

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Figura 19: vista de la disposición de la UE 28.

Unidad Estratigráfica 29: Depósito


Correspondiente a un depósito de tierra suelta color marrón oscuro mezclada con gravilla
el cual está ubicado en un extremo de la cuadricula 3 (D) cerca a los testigos de la UE 06. Posee
una profundidad de 0.10 m.

Unidad Estratigráfica 30: Depósito


Correspondiente a un depósito de ceniza mezclado con restos arcillosos rojizos y carbón
vegetal, ubicado en la cuadricula 2-3 (C y D) cerca al testigo de la UE 06. Posee un grosor de
0.15 m.

Unidad Estratigráfica 31: Depósito


Depósito de gravilla compactada junto con restos de carbón. Se ubica en las cuadriculas 1-
2 (C y D). posee un grosor de 0.05 m.

Unidad Estratigráfica 32: Depósito


Depósito de tierra semicompacta y fragmentos de arcilla compactada, el cual se ubica en
la cuadricula 3 (D). posee un grosor de 0.10 m.

Unidad Estratigráfica 33: Piso


Piso compuesto mayormente por gravilla unida con arcilla a manera de capas verticales
superpuestas. Posee un grosor de 0.40 m y se ubica en la cuadricula 3 (D).

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Figura 20 vista de la disposición de la UE 30.

Figura 21: vista de la disposición de la UE 33.

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Unidad Estratigráfica 34: Depósito


Depósito de tierra suelta, de consistencia granulosa, contigua al piso UE 33. Se ubica en las
cuadriculas 1 -2 (D), está compuesto por tierra mezclada con piedrecillas y pequeños fragmentos
de arcilla compactada. Posee un grosor de 0.15 m.

Unidad Estratigráfica 35: Estructura del Contexto Funerario 1


Matriz que cumple la función de una cámara funeraria subterránea. La arquitectura formal de la
cámara se encuentra debajo de la UE 34, delimitada por bloques paralelepípedos de yapana a
manera de abertura de la cámara. La forma de la cámara posee la forma de un cono invertido y
ensanchado en los extremos.

Figura 22: vista de la disposición de la UE 34.

Unidad Estratigráfica 36: Contexto funerario 1


Correspondiente al contenido de la cámara funeraria, la cual se puede dividir en 4 niveles.
El primer nivel corresponde a ser un depósito de tierra y gravilla suelta, la cual no presenta
materiales culturales. El segundo nivel corresponde a una concentración de restos óseos y tela
carbonizada en pequeñas cantidades. El tercer nivel corresponde a una concentración mayor de
restos óseos, los cuales se encontraron desarticulados y dispersos por toda la cámara. El cuarto
nivel corresponde al hallazgo de restos disturbados de 2 fardos funerarios, los cuales
corresponden al de una mujer de unos 20 años junto con el de un infante recién nacido.

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Figura 23: vista de la cámara funeraria de la UE 35.

Figura 24: vista en detalle de la cámara funeraria.

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Figura 25: vista del contexto funerario 1.

Figura 26: vista del fardo 1.

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Unidad Estratigráfica 37: Depósito


Depósito de gravilla gruesa de consistencia suelta mezclado con arena de consistencia fina.
Se encuentra en la cuadricula 1 -2 (C y D). posee un grosor de 0.10 m

Unidad Estratigráfica 38:


Aglomeración de materiales culturales como restos óseos fragmentados, textiles
carbonizados y restos de carbón vegetal mezclados con tierra suelta y granulosa de color marrón
oscuro. Se ubica entre las cuadriculas 1-2 (D). posee un grosor de 0.15 m.

Unidad Estratigráfica 39: Depósito


Depósito de ceniza gris, se ubica en la cuadricula 3 (D), contigua a la UE 33. Posee un
grosor de 0.30 m.

Unidad Estratigráfica 40: Matriz


Matriz intrusiva en la UE 38 en forma circular. Posee un diámetro de 0.30 m y una
profundidad de 0.15 m. se ubica en la cuadricula 1 (D), contiguo a la UE 38.

Unidad Estratigráfica 41: Relleno


Relleno de la UE 40, está compuesto por arena fina, restos de textiles carbonizados y
aglomerados, así como restos óseos fragmentados y dispersos.

Unidad Estratigráfica 42: Depósito


Depósito de tierra marrón mezclada con fragmentos de arcilla compactada pura. Se ubica
en las cuadriculas 1-2 (D), posee un grosor de 0.15 m.

Unidad Estratigráfica 43: Depósito


Correspondiente a un depósito de gravilla compactada la cual presenta una forma irregular.
Se extiende por las cuadriculas 1-2-3 (D). posee un grosor preliminar de 0.60 m.

Unidad Estratigráfica 44: Estructura del Contexto Funerario 2


Matriz que cumple la función de una cámara funeraria subterránea. La disposición formal
de la cámara se encuentra intruyéndose en la UE 42, posee una laja de piedra de granito azul,
la cual posee un largo de 0.60 m, un ancho de 0.40 m y un grosor de 0.20 m a manera de tapa
de la cámara, la cual fue hallada en posición diagonal. La forma de la cámara posee la forma de
un cono invertido y ensanchado en los extremos.

Unidad Estratigráfica 45: Individuos


Corresponde al contenido de la cámara funeraria UE 44, la cual se puede dividir en 3
niveles: El primer nivel corresponde a un depósito de gravilla gris suelta sin material cultural
visible, con un grosor de 0.50 m.; el segundo nivel corresponde al hallazgo de 7 individuos, del
cual el primero fue ubicado en una posición inusual, siendo un postile sacrificio al no encontrarse
envuelto en un fardo y posee una posición sentada, sobre un segundo individuo enfardelado
disturbado, la posición de este fardo se encontraba de costado.

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Figura 27: Vista de la secuencia estratigráfica.

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tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.

Figura 28: Vista del nivel de la UE 39.

Figura 29: Vista de la Estructura Funeraria 2.

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Figura 30: Vista de la secuencia estratigráfica.

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tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.

Figura 31: Vista de la Estructura Funeraria 2 luego de su apertura.

Figura 32: Vista de los individuos del Contexto Funerario 2.

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Figura 33: Vista de los individuos del Contexto Funerario 2.

El tercer nivel corresponde al hallazgo de otros 5 individuos, de los cuales se puede denotar
2 individuos jóvenes femeninos de unos 15 años aprox. 2 individuos subadultos femeninos de 10
años aprox y un adulto de unos 40 años; casi rodos presentaban patologías vinculadas a
osteoporosis. Los fragmentos originales de los fardos que los envolvían se encontraban
carbonizados y en proceso de fragmentación.

Unidad Estratigráfica 46: Matriz


Correspondiente a una matriz intrusiva ubicada en la cuadricula 3 (D), debajo del testigo de
la UE 07 y sobre la UE 22. Su forma es irregular. posee una profundidad aproximada de 0.80 m

Unidad Estratigráfica 47: Relleno


Relleno contenido de la matriz UE 46. Este consta de 2 partes, la primera está compuesta
por ceniza fina mezclada con tierra y materiales como corontas de maíz, ramas quemadas y
restos de textiles y líticos, en la parte inferior el relleno se presenta como tierra suelta sin material.

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tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.

Figura 34: Vista de los individuos de la sección inferior del Contexto Funerario 2.

Figura 35: Vistas de las UEs 46 al 49.

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RELACION CRONOLÓGICA – ESTATIGRÁFICA DE LA UNIDAD 4

De las UEs registradas en su conjunto se puede aseverar que están vinculadas a dos
periodos cronológicos principales:
- Periodo Intermedio Tardío: los materiales vinculados a las 2 cámaras funerarias UE 35
y UE 44 pese a que no revelaron estar asociados a materiales culturales comunes como la
cerámica o los textiles, mostraron ciertas características de sus objetos recuperados (tupus)
vinculados con el Periodo Intermedio Tardío. Sin embargo, los procesos posteriores de
disturbación de las cámaras funerarias apuntan a que para la fase media o tardía de este
periodo (1200 – 1300 D.C), estas cámaras fueron inutilizadas para dar paso a la función como
patio interno, apoyado por la evidencia del muro UE 04 y su apisonado original UE 26.
Avanzando hacia los periodos tardíos de esta fase cultural se puede denotar que el patio interno
también fue sepultado con escombros (UE 22). Para dar paso a un patio más elevado donde
se ubicaron las banquetas UE 08 y 09.

- Horizonte Tardío: Posterior a estos eventos, estas banquetas fueron intruidas para dar
paso a las deposiciones de las UE 12- 14 y 23, en los cuales se dio el inusual hallazgo de
figurinas realizadas a partir de Spondylus Sp. correspondientes al periodo Horizonte Tardío.

Además de estas inferencias se debe precisar que los primeros momentos constructivos y
las secuencias de acoplamientos constructivos y deposicionales de la unidad 04 dan a entender
de que sus ocupaciones puedan haber comenzado durante la fase final del horizonte medio fase
IV.

Fases constructivas de la unidad 04

Fase I: correspondiente a las primeras pistas sobre el proceso constructivo que se llevó a
cabo en la unidad 04, y tiene como elemento resaltante la UE 43 la cual tiene la impresión de ser
el material estéril donde se construyó la UE 33, un apisonado estructural. Este apisonado también
fue roto en la cuadricula 1 D para construirse 2 cámaras subterráneas de forma cilíndrica cónica,
la cámara 1 (UE 35- 36) y la cámara 2 (UE 44 -45). En las cuales se depositaron sujetos de sexo
y edad variada con disposiciones muy parecidas a mausoleos familiares. Sobre este dato es
curioso encontrar distintos sujetos tales como: infantes, personas jóvenes, recién nacidos y
personas adultas.

La forma de construcción de estas cámaras posee 2 fases, la primera es la apertura de la


cámara en la UE 43, la segunda fase consta del reforzado de las cámaras por medio de armados
de bloques de yapana unidas con argamasa, colocadas en los contornos de la cámara. Además,
se armó un apisonado de barro fino en la parte inferior de las cámaras.

Fase II: la segunda fase propone ser una ruptura total con la función mortuoria propuesta
en la primera fase, ya que existen indicios de actos de saqueo en la cámara 1 lo cual conllevo a
la deposición de la UE 38, la cual es una aglomeración de tierra orgánica junto con retazos de

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textiles y fragmentos de huesos, los cuales parecen proceder de la cámara 1, ya que esta
tampoco posee individuos completos, solo partes óseas dispersas en toda la cámara. De igual
forma, el apisonado estructural UE 33 para esta fase también fue utilizado como área para la
deposición de tierra (UE 32 y 29) así como área destinada a las quemas, indicio expuesto por la
UE 30 que está conformada por tierra de un color inusual rojizo, propio de la oxidación por quema.
Posterior a este evento de saqueo se volvió a rellenar esta evidencia con la UE 37 la cual es de
gravilla con tierra suelta.

Figura 36: vista de la disposición de las fases en la unidad 4, fase I.

Fase III: en esta fase se vuelve a cambiar el uso de área, en esta ocasión se hace adiciones
arquitectónicas importantes, la primera es la construcción de la UE 04 un muro longitudinal
realizado a partir de yapana compactada, la cual recorre en la alineación Noreste – Suroeste,
llegando incluso a ser parte original del planeamiento de las estructuras tardías como los muros
de soporte externo de todo el sector Kroeber, del cual este muro parece haber funcionado como
una separación para distintas áreas pequeñas. A la par de este muro se construyó un apisonado
estructural (UE 26) con lo cual podemos deducir que la unidad 04 en esta fase funcionó como un
espacio de trabajo. Sin embargo, no existe más indicios sobre cuál fue su función ya que no
aparecen señales de alguna actividad concreta y las huellas de uso que se suelen presentar en
estas áreas.

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Figura 37: vista de la disposición de las fases en la unidad 4, fase II.

Figura 38: vista de la disposición de las fases en la unidad 4, fase III.

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Fase IV: dentro del espacio cronológico que supone la superposición de unidades
estratigráficas de la unidad de excavación 04, es curioso el hecho de que la UE 26 como indicio
de ser un área de trabajo, tenga un tiempo de uso tan reducido, ya que este fue sepultado con
una deposición voluminosa de escombros de yapana, junto con una gran cantidad de tiestos
cerámicos correspondientes al Horizonte Medio 3 (Nieveria) (UE 22), los cuales están
catalogados como descontextualizados, además, dentro de esta deposición no aparecen tiestos
de épocas posteriores.

Fase V: para esta fase se realiza otra adición arquitectónica, en este caso las primeras
adiciones son 2 banquetas contiguas, catalogadas como UE 08 y UE 09 las cuales son
perpendiculares al muro longitudinal UE 04, y recorren las cuadriculas B y C (1-2-3). Estas
banquetas delimitan otros espacios internos donde se asienta el apisonado UE 07, el cual
muestra estar hecho con ceniza y arcilla fina, el cual recorre el espacio de la cuadricula 1 (D). De
esta forma se construye un nuevo espacio interno, sin embargo, este espacio tampoco muestra
signos de un uso especifico.

Fase VI: la nueva estructura arquitectónica interna formada por las banquetas y el
apisonado tuvieron un periodo de actividad relativamente corto, ya que también fue sepultado
con otra deposición de tierra y gravilla (UE 06). Encima de este relleno se depositó un
compactado de ceniza, tierra y gravilla, para sepultar la banqueta (UE09) y poder emparejarla a
la altura de la banqueta contigua (UE08), este compactado (UE 05) también está presente en
otras áreas contiguas a las banquetas en las cuadriculas 1 y 2 (A-BC-D) y la cuadricula A3,
siendo pensada para ser otro relleno estructural.

Fase VII: tras convertirse en una extensa explanada la cual abarca casi la totalidad del
espacio de la unidad 04, esta sería su configuración final, ya que no existe otras adiciones o
cambios en la UE 05. Sin embargo, en esta fase considerada post ocupación, ocurrió una serie
de intrusiones tardías, representadas por las UE 10-11-12-13-14-15-23-24, los cuales son
matrices y rellenos correspondientes a eventos intrusivos en las banquetas UE 08 y UE 09 así
como en los espacios aledaños. Por los interesantes hallazgos recuperados de estas matrices
se puede señalar que el periodo correspondiente de ejecución de estas matrices seria durante
el Horizonte Tardío, siendo los hallazgos los característicos objetos de parafernalia
religiosa/política de la administración del Tawatinsuyo, siendo catalogados estos objetos como
“Illas”, los cuales están presentes en un tipo especifico de ceremonia, el cual consta de 3
sacrificios humanos siendo característico la participación de infantes y adolescentes. Por otro
lado, dentro de las matrices no se recuperó indicios de restos óseos o textiles que indiquen
presencia humana, una característica inusual.

Fase VIII: después de los eventos intrusivos, y bajo el contexto histórico cambiante de
inicios de la época colonial en adelante, se puede catalogar a este periodo como el abandono
final del sector Kroeber, en lo que respecta a la unidad 04, fase compuesta por las UE 03 -02 –
01. Las cuales son eventos de quema, acumulaciones vegetales de achupalla y deposición
eólica, así como eventos intempestivos de lluvia.

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DISCUSIONES Y COMENTARIOS FINALES DE LA UNIDAD 4

La UE 43: Pese a que esta unidad estratigráfica se considera como el material estéril, su
sondeo posterior dio indicadores de que también pudo ser un relleno medianamente artificial,
esto basado en los pocos restos recuperados de un sondeo realizado entre las cámaras
funerarias, de los cuales se recuperó pocos restos de corontas de maíz y de restos malacológicos
pertenecientes a fauna marina, lo que indica que este relleno posee una presencia antrópica en
su consolidación, lo que sugiere que este pueda ser también artificial.

Disturbación de las cámaras funerarias: El acto de disturbación de las cámaras


funerarias indica que existe una ruptura entre la población que edificó y deposito los muertos en
las cámaras con la población posterior que profanó las cámaras funerarias, ya que los actos
correspondientes a la desacralización de mausoleos indica romper la memoria y pertenencia de
un grupo humano con un espacio. Estos actos no son los únicos reportados, ya que en sitios
como Catalina Huanca también se ha reportado la destrucción de los entierros del Periodo
Intermedio Tardío fase temprana (cita).

Con toda la información vertida se concluye que la unidad 04 tuvo durante el tiempo de
evolución 4 configuraciones: durante la fase I como explanada abierta luego transformada a ser
un espacio mortuorio; durante la fase II y III como posible patio interno; durante la fase IV y V
como espacio de trabajo; y durante la fase VI como explanada. Las fases cronológicas están
ligadas al periodo: Intermedio Tardío (Fase Temprana): fase I, Intermedio Tardío (fase media):
fase II -III – IV y V, Intermedio Tardío (Fase Tardía): Fase VI y Horizonte Tardío (fase imperial):
fase VII.

De la cámara funeraria 1 se concluye esta fue disturbada durante la fase II,


cronológicamente correspondiente al Periodo Intermedio Tardío fase media. El proceso de
disturbación de la cámara consistió en romper las mortajas de tela y exponer los cuerpos o
directamente dispersar en pedazos los cuerpos, en un evento rápido. Los cráneos recuperados
de la cámara1, muestran a individuos de variada edad y sexo. De la cámara funeraria 2 se
concluye que esta no pudo ser disturbada por falta de tiempo y por la seguridad que su cubierta
de piedra le proporcionaba. Los individuos de la cámara 2 presentan una variedad de edades y
de sexo, de igual forma presentan una misma patología que debilitó y degeneró su estructura
ósea. Los individuos de la cámara 2 presentaban nula evidencia de tejido blando, siendo
rellenados con restos vegetales dentro de las mortajas. Todos los individuos presentaban la
misma posición flexionada de piernas y con los brazos cubriendo el rostro.

IMPORTANCIA DE LAS OFRENDAS DE FIGURINAS INKA HALLADAS EN EL


SECTOR KROEBER DE CAJAMARQUILLA

Las figurinas que hemos encontrado durante las excavaciones al interior del sector Kroeber
están relacionadas con el culto a los ancestros. Se halló a pocos metros hacia el norte de la
tumba de la llamada “momia de Cajamarquilla”, la cual fue enterrada durante las épocas finales

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VAN DALEN, Pieter; MAZZI, Luiggi y SÁNCHEZ, Martín: “El culto a los ancestros continúa a través del
tiempo: Ofrendas de Capacocha de la época Inka en Cajamarquilla”.

del Horizonte Medio. Las ofrendas de las figurinas que han sido depositadas cerca de esta tumba
datan del Horizonte Tardío (durante el Tawantinsuyu), es decir casi 400 o 500 años después.
Esto significa que el culto de los ancestros se siguió dando de manera continua hasta la invasión
española al interior de estas áreas del complejo urbano. El hecho de haber hallado estas figurinas
elaboradas en un soporte de Spondylus o mullu, nos hace pensar sobre la importancia de este
contexto funerario no solo para la sociedad local sino como referente religioso de gran
importancia durante el imperio Inca. Se trata de contextos intrusivos en estratos del Periodo
Intermedio Tardío.

Estas figurinas antropomorfas elaboradas en mullu se caracterizan por presentar vestidos,


elaborados en estilo Inca. Hemos hecho referencia a través del presente texto de cómo los Incas
depositaron este tipo de ofrendas en rituales de Capacocha, tal como se ha encontrado en Perú,
Argentina y Chile. Sin embargo, en el Cusco, también se realizaban este tipo de ofrendas al igual
que en el lago Titicaca. El hallazgo de estas figurinas en el sitio de Cajamarquilla en la Costa
Central Peruana (valle de Lima) nos hace referencia que este tipo de rituales no solo se
realizaban en las montañas de gran elevación de la Cordillera de los Andes, sino también en
zonas cercanas al litoral, y que no siempre estaban relacionadas con sacrificios humanos de
niños sino también con el culto a los ancestros.

En el caso de la estatuilla o figurina 1, presenta un envoltorio textil a modo de chuspa, con


las tiras textiles de color negro envueltas alrededor del tejido, enrolladas alrededor del tejido color
beige y que presenta alrededor una banda cuadrangular donde se alternan áreas de colores rojo
y negro. Sobre la parte superior presenta plumas de aves de color negro. Se nota la parte
superior de la figurina de color rosado ya que está elaborada de Spondyllus. Esta figurina tiene
6 cm de alto (sin considerar las plumas) por 4 cm de ancho. Las plumas tienen 3.5 cm de altura
y se insertan en el extremo superior de la estatuilla.

La figurina 2 es más delgada y de mayor altura, presenta un envoltorio textil desde el cuello
hasta la base del mismo con bandas alternas en color rojo y amarillo, mientras que la sección
facial de la misma presenta un tejido de color blanco que correspondería a una primera capa
textil. En la parte superior presenta una especie de lámina metálica a la altura de la frente que
estaría representando un llautu. Sobre el remate de la cabeza están insertadas plumas de color
amarillo, no muy tupidas.

La figurina número 3 se caracteriza por presentar un envoltorio textil de color rojo rosaceo,
con algunas líneas rojas claras y líneas negras, entremezcladas con bandas zigzagueantes de
color marrón sobre fondo amarillo. Presenta sobre la parte superior inclusiones de plumas de
color negro, así como una pequeña lámina metálica.

CONCLUSIONES

Las investigaciones arqueológicas desarrolladas en los últimos años en el complejo


arqueológico de Cajamarquilla en la costa central peruana han permitido identificar una serie de

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 25-64 / ISSN: 2221-7819

contextos arqueológicos que permiten una mejor interpretación de las actividades que se
realizaban al interior de este centro urbano, uno de los más importantes del área andino central
por su importancia económica.

El hallazgo en el sector Kroeber de un conjunto de contextos funerarios asociados a un


personaje de élite de la sociedad local durante el Horizonte Medio, ha permitido conocer de qué
manera se daba el ritual funerario al interior de estas áreas, así como el culto a los ancestros. Se
encontró en un área contigua el hallazgo de tres figurinas antropomorfas o estatuillas muy
similares a las utilizadas por los Incas durante el ritual de la Capacocha en los santuarios de
altura, lo que nos ha permitido conocer cómo después de 500 años de enterrado el personaje,
se seguía dando ofrendas y procesos rituales en honor a este.

Las características de estas estatuillas son muy similares a las encontradas en otros lugares
del imperio inca, pues se caracterizan por presentar vestimenta en estilo Inca, además de
presentar una serie de plumas a modo de tocados sobre la cabeza y la adhesión de algunas
láminas metálicas.

Estos hallazgos nos permiten tener una visión sobre los rituales incas en este sitio de
Cajamarquilla, que de por sí no presenta evidencias hasta el momento de ocupación
administrativa o doméstica durante el Horizonte Tardío.

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DATOS DE LOS AUTORES:

Pieter Dennis VAN DALEN LUNA:

Licenciado en Arqueología (UNMSM), bachiller en


Ciencias de la Educación (UNE-EGV-LC), magíster en
Arqueología Andina (UNMSM), magíster en Gestión del
Patrimonio Cultural (UNMSM). Doctor en Ciencias Sociales
con mención en antropología (UNMSM) y Doctorado en el
Programa de Estudios Andinos Arqueología especialidad en
arqueología (PUCP). Diplomado en Conservación
especializado en arquitectura arqueológica. Docente
nombrado de la UNMSM, departamento académico de
arqueología. Premio al Mérito Científico UNMSM 2012.
Exdirector del Museo de Arqueología y Antropología de San Marcos–UNMSM (2012-2017). Ex
vicedecano nacional del Colegio Profesional de Arqueólogos del Perú (2018-2019). Director del
Proyecto de Investigación Arqueológica Chancay–Huaral–Atavillos (PACHA). Ex Director
General de la Dirección General de Investigación y Estudios en Turismo y Artesanía del Ministerio
de Comercio Exterior y Turismo ( 2022-2023). Decano Nacional del Colegio Profesional de
Arqueólogos del Perú (2024-2025).

Luiggi MAZZI PFLUCKER:

Licenciado en arqueología, autor del artículo “Deidades y cultos


al agua en Huarochirí, el caso de los centros ceremoniales o Kuris”, en
la revista digital “Huarochiri vol 01, del champal”, co-autor del artículo
“Huacapune: paisaje sagrado y arquitectura en el cerro tomapongo en
la revista arqueología y sociedad N 35. Autor del artículo “Cashahuacra

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 25-64 / ISSN: 2221-7819

alta y su evolucion arquitectónica durante sus periodos de ocupación (900 AC- 500 DC)” para la
revista digital SACRUN”. Tesis para optar por la licencia en arqueología, titulada “Cashahuacra
alta un asentamiento del formativo final, en Santa Eulalia, Huarochiri, departamento de Lima.

Martín Erasmo SÁNCHEZ CANALES:

Licenciado en Arqueología con estudios de Maestría


de Antropología por la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, investigador y experiencia profesional en el sector
público en proyectos para los subsectores de hidrocarburos
y electricidad y de Consultoría en el sector minería en los
aspectos sociales, arqueológicos en la elaboración y
evaluación de los instrumentos de gestión ambiental,
consulta previa a los Pueblos indígenas u originarios.
Expositor y docente en el desarrollo de cursos, conferencias,
seminarios, talleres de capacitación eventos nacionales e
internacionales en temas relacionados a las certificaciones
ambientales en el subsector energético y minero, en universidades nacionales e instituciones
privadas y fortalecimiento de capacidades a las poblaciones locales, comunidades, en temas y
estudios socio económico, culturales con preferencia en patrimonio cultural.

64
ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
ARTÍCULO ORIGINAL
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.

ÑAWPA MARCA / VOL 4, No 11/ 2024, 65 - 77 / ISSN: 2221-7819

EL TESTAMENTO DE DIEGO HUERTA DE AZABACHE TEMOCHE


MINULLUYI JEFUNCHUMBI. LIMA, 17 DE AGOSTO DE 1771.
“The will of Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi Jefunchumbi.
Lima, August 17, 1771”.

Raúl ADANAQUÉ VELÁSQUEZ


https://orcid.org/0000-0001-7034-9716
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
radanaquev@unmsm.edu.pe

Resumen
Los caciques coloniales del siglo XVIII, lograron tener vigencia política y económica al
entroncarse con familias, de criollos o de otros curacazgos, porque de lo contrario
pasaban a ser casi del común. Estos señores naturales fueron perdiendo sus tierras
heredadas de sus padres y abuelos al entregarlas en arrendamiento a los españoles
quienes dejaban de pagar la renta entablándoles juicios largos y agotadores o
conminando a firmar la venta con amenazas o ejecutándola con prisión efectiva. En
esta oportunidad tenemos el caso de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi el mismo que recurrió a utilizar los apellidos de sus antepasados,
personas respetables de noble linaje, para mantenerse vigente enumerando las tierras
que había heredado de sus antecesores.

En Lambayeque, del siglo XVIII, los caciques cabeza de dos familias se disputaron el
solio que les era esquivo ante las autoridades de la Real Audiencia y aspirando
reconocimiento de legitimidad por el pueblo a quienes decían les correspondía como
verdaderos herederos al cargo, para ello no dudaron en presentar documentos
fraguados. Al final, en sus últimos días, después de pleitos que duraron más de
doscientos años, llegaba el arrepentimiento y declaraban haber actuado en forma
deshonesta reconociendo a los verdaderos herederos al cacicazgo. Tal vez por eso,
nuestro cacique estudiado, en esta oportunidad, utilizó apellidos de sus padres,
abuelos y parientes como los Minulluyi y Jefunchumbi.

Palabras claves: Cacicazgo, Lambayeque, Temoche, Léxico, genealogía.


Abstract
The colonial chiefs of the 18th century managed to have political and economic validity
by connecting with families, of criollos or other curacazgos, because otherwise they

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, 65-77 / ISSN: 2221-7819

became almost common. These natural lords were losing their lands inherited from
their parents and grandparents when they were leased to the Spaniards who stopped
paying the rent by filing long and exhausting lawsuits or ordering them to sign the sale
with threats or executing it with effective imprisonment. On this occasion we have the
case of Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi Jefunchumbi, who resorted to
using the surnames of his ancestors, respectable people of noble lineage, to remain
current by listing the lands he had inherited from his ancestors.

In Lambayeque, in the 18th century, the chiefs, heads of two families, disputed the
throne that was elusive to them before the authorities of the Royal Court and aspired
for recognition of legitimacy by the people whom they said belonged as true heirs to
the position, for this they did not They hesitated to present forged documents. In the
end, in their last days, after lawsuits that lasted more than two hundred years,
repentance came and they declared that they had acted dishonestly, recognizing the
true heirs to the chiefdom. Perhaps that is why our studied chief, on this occasion, used
surnames of his parents, grandparents and relatives such as the Minulluyi and
Jefunchumbi.

Keywords: Cacicazgo, Lambayeque, Temoche, Lexicon, genealogy.

* Presentado: 19 – 01 – 2024. * Aprobado: 15 – 03 – 2024.

INTRODUCCIÓN

El estudio de los caciques coloniales está demostrando que los entroncamientos familiares
se hicieron por estrategia política y económica para así encumbrarse y fortalecer su grupo. Los
caciques o sus viudas que conseguían poder político y económico lograban mantenerse vigentes
o de lo contario perdían importancia siendo obligados a dejar el cacicazgo. Tíos, primos,
hermanos o cuñados se disputaban el ansiado cargo que debía ser firmado y legalizado por el
virrey de turno. El siglo XVIII, nos presenta casos o pleitos de esta naturaleza, que duraron más
de doscientos años, los conocemos como el de los caciques de Lambayeque donde Juan Nicolás
Faizo Farrochumbi, Gobernador de las armas del pueblo de Lambayeque en el corregimiento de
Saña, siguió el pleito contra don Eugenio Victorino Temoche Farrochumbi, Cacique principal y
gobernador del mismo pueblo (Rostworoski, 1961, p. 33). Algunos familiares fueron ignorados
en la genealogía, en otros casos inventados, para conseguir ser reconocidos en la descendencia.
Otros, corrieron peor suerte al ser ignorados como parientes, aunque se hayan esforzado
presentando su nombre, en el testamento, con varios apellidos clave para sus aspiraciones que
podían ser el cacicazgo, ser exonerados en el pago de los tributos y otras cargas, alcanzar el
ingreso a los colegios de caciques o de criollos prominentes o simplemente ser considerados
parte integrante de la familia.

66
ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.

DIEGO HUERTA DE AZABACHE


Como buen católico declaró haber vivido como católico y deseando morir como tal y fiel
cristiano invocó por su abogada a la misma María, madre de Dios para que interceda ante Dios
y se perdonen sus pecados poniendo a su alma en carrera de salvación. Pidió que su cuerpo
sea amortajado con el hábito y cuerda de San Francisco y sea sepultado en el calvario del
hospital de Santa Ana, en la forma que le pareciere a su albacea la pompa de su funeral. A las
mandas forzosa y acostumbradas les dejó dos reales como también dos reales que debían ser
destinados a los santos lugares de Jerusalén, donde se obró la redención católica.

LA FAMILIA

El cacique Diego Huerta, se casó tres veces. Durante el primer matrimonio con Manuela
Quepse, no llevó dote alguna. Fue hija legítima de Juan Quepse y María del Arco Ynop,
procrearon cuatro hijos. De ellos vivían Joseph Patrocinio, Ignacia y Juan de Dios Huerta de
Azabache y Quepse. Había muerto su hijo, Antonio casado con Antonia Montes, su nuera que
aún vivía y que le dejó herencia por el amor que se tuvieron. El segundo enlace matrimonial fue
con Basilia Gutiérrez, no llevó dote alguna ni tuvieron hijo alguno. El tercer connubio, lo realizó
con María Eusebia Herrera, tampoco llevó dote y aunque, tuvieron un hijo, este falleció a pocos
días de su nacimiento. Además, declaró tener por su hijo natural a Juan Huerta a quien en el
testamento lo nombra don, como a todos sus parientes.

LAS TIERRAS PERDIDAS

Resulta que hacia 1744 o 1745, el corregidor de la provincia de Saña, Carlos Guzmán
presionó a la hermana del cacique Diego Huerta, Margarita Azabache, a que le pague 260 pesos
de una deuda por los repartimientos en la provincia de Lambayeque. Para la ejecución de este
negocio, el corregidor trató con Manuel Alarcón, alias “Capote” a que le comprase 26 fanegadas
de tierras nombradas Carlincap. En efecto, así sucedió obligando, además, a la dicha Margarita
a que le otorgue el instrumento de venta. El inconveniente era que para materializar o legalizar
la venta, se necesitaba el concurso y consentimiento del cacique Diego Huerta, así se
confabularon la autoridad y el testaferro poniéndolo en la prisión por espacio de dos meses
aproximadamente conminándolo a que firmase el instrumento de venta y entregase todos los
documentos y títulos que justificaban la propiedad de las tierras; incluyendo 4 testamentos de
sus padres y abuelos que llegaron a parar en manos del citado Manuel Alarcón. Entonces, Diego
Huerta denunciaba en su testamento la venta fraguada y usurpación de los documentos
representando en extensión más de 100 fanegadas de tierras de sembrar y pastos en desmedro
de sus hijos los herederos legítimos. Se denunciaba, también, que Manuel Alarcón le debía del
valor de los árboles frutales que contenían las tierras mencionadas y que se había comprometido
a pagar en calidad de arrendamiento a razón de 50 pesos cada año más otros 50 pesos de
compensación anual por la usurpación que no había entregado desde el inicio de la violencia
ejercida. Por esta razón, las considera parte de su herencia tal como lo resalta en su testamento
y son consideradas en el cuadro que presento a continuación.

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, 65-77 / ISSN: 2221-7819

LAS TIERRAS CONSERVADAS

Según el testamento, Diego Huerta tenía en Lambayeque, las siguientes tierras:


NOMBRE FANEGADAS OBSERVACIÓN
Colliquenec 66.00 Herencia de sus padres
Carlincap 1 26.00 Idem.
Pavilán 12.00 Idem.
Rafán 04.00 o 05.00
Suerte de ¿?
tierras
Idem. ¿? Herencia de su bisabuelo,
Diego de Azabache
Lullincap ¿? Indivisas en el paraje Salup
Suerte de ¿? Heredó de Solano Minulluyi
tierras
Idem. ¿? Heredó de Bárbara Vicop
Idem. ¿? Indivisas que llegan al mar
Idem. ¿? Indivisas en el paraje
Nunincapi
Chilancap ¿? Indivisa con Phelipe
Chanami
Suerte de 18.00 Herencia de su bisabuelo,
tierras Miguel Huerta
Yéncala 15.00 Herencia de sus padres
Colmenec 04.00
Patanechep Herencia de su bisabuela,
Bárbara Minolluye y Vicop

Según el cuadro, más de 146 fanegadas heredó Diego Huerta. Aparte de las
mencionadas como “suerte de tierras” o indivisas. Es importante señalar que las había
heredado de sus padres, abuelos y otros parientes.

PALABRAS MOCHICA

Tarea que dejo a los expertos lingüistas para ayudar a comprender el proceso histórico del
antiguo territorio del norte peruano, donde se desarrollaron importantes culturas en el
denominado por los incas como Chinchaysuyo. Alcoy, Colliquenec, Carlincap, Chilancap,
Yéncala, Colmenec, Patanechep, Pavilán, Rafán, Lullincap, Salup, Chucupe, Minulluyi, Mochuni,
Mocsineq, Vicop, Nunincapi, Chanami, Tecse, Chuñiñan, Picci, Posop, Mallar, Paipai, Yerren.

1 En el mismo testamento dice que estas fueron apropiadas por el corregidor de Saña, Carlos Guzmán.

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ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.

OTRAS TIERRAS

Una suerte de tierras, donde dejó una huerta cultivada de árboles frutales que lindaban con
la acequia de Chucupe y tierras de Diego de Soto, limitando por la cabecera con las tierras
cacicales que heredó de su bisabuelo Diego de Azabache. Asimismo, otra suerte de tierras que
heredó de su abuelo Sebastián de Azabache, las mismas tierras que compró a Diego de Soto,
cuyos linderos eran: por el oriente lindaban con la acequia de Tecse y unas tierras que
pertenecían a la parcialidad de Llencala y que:
“en derechura ban á encontrarse con las tierras de Chuñiñan y desde este lindero que hace
por el oriente bajan hasta el poniente las dichas tierras de don Andrés de Azabache y de
allí prosigue el lindero con la azequia del molino antiguo hasta la huaca de Carlincap y sigue
en derechura hasta encontrarse con tierras de Diego de Soto y camino real antiguo de
Picci”.

De todas las suertes de tierra, poseía instrumentos donde constaba ser propietario y
además se explicaba los linderos mencionados. Por otro lado, poseía una suerte de tierras
nombradas Mallar, las mismas que lindaban con la acequia del Tecse y por el sur con tierras de
Diego de Soto y, además, con las tierras que se repartió con sus hermanos los Temoche que
fueron heredadas de Francisco Hernández. Otra suerte de tierras, fueron heredadas de Solano
Minulluyi y se las repartió con sus hermanos tocándole las que estaban ubicadas desde el camino
real de Mochuni y tierras de Llencara y las acequias de Alcoy y Posop, cercanas a Muchuni,
mientras que por la parte de abajo lindaba con las tierras de Pedro Quepse, este último natural
de Malacas (Colán-Piura), casado con María Puiconsoli Farrochumbi, cacica de Lambayeque. El
15 de noviembre de 1653, siguió juicio con Andrés de Azabache (Adanaqué, 2014), por el
codiciado título.

Asimismo, las dieciocho fanegadas que compuso su bisabuelo Miguel Huerta, eran las que
por la parte oriental lindaban con las tierras de una huaca nombrada Mocsineq y, por el sur, con
las tierras cercanas al río que fueron del difunto Tuter y en esa dirección, la acequia hasta el pie
de un paipay2, muy grueso que era el lindero de las tierras nombradas Yencala. Sobre estas
mismas tierras de Yencala,
“son quinze fanegadas heredadas de mis padres don Diego de Azabache y don Sebastian
Azabache las quales estan debajo de estos linderos el primero don Miguel Huerta por la
parte de arriba por la parte baja del poniente con tierras de las Salinas y por la parte del sur
con tierras de los Puchilpez y por la otra parte del norte con tierras de Chalup”.

En estas mismas tierras nombradas Yencala, quince fanegadas fueron de sus padres las
mismas que estaban “debajo de estos linderos el primero don Miguel Huerta por la parte de arriba
por la parte baja del poniente con tierras de las Salinas y por la parte del sur con tierras de los

2 El charán (Caesalpinia paipai) es una especie de planta dicotiledónea de la familia de las fabáceas. Crece en los
bosques secos de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Es un árbol de unos 2.5 a 5.5 m de altura y su
tronco tiene un diámetro de 15 a 25 cm.2 Su madera es usado para carbón, leña y construcción de vigas, mientras
que sus hojas y frutos es empleado como forraje para ganado.

69
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, 65-77 / ISSN: 2221-7819

Puchilpez y por la otra parte del norte con tierras de Chalup”. Las descripciones en el testamento,
de las tierras heredadas por el cacique Diego Huerta, son muy enredadas cuyas ubicaciones
deben realizarse consultando otros documentos de la época.

En cuanto a los solares, declaró poseer un solar y sitio que lindaban, por la parte de arriba,
con Yerren y, por el sur con una casa que perteneció a Juan Quepsep y por el otro lado con casa
de Bernardino Quepse (¿?). Además, otro sitio que tenía de frontera 33 varas y de fondo 53 varas
lindando con casa de Juan Faizo y por el otro lado con casa de Jecho (Jesús ¿?) por afuera salía
a la calle real y por la parte de abajo con casas de Francisco Marinos.

BIENES DE USO

Por sus bienes de uso, dejó mucha pobreza. Solo mencionó un capote de paño musgo
usado, un sombrero nuevo de castor blanco, un balandrán nuevo, una caja con su cerradura,
una mesa regular y, un viejo baúl y un estrado grande.

COFRADÍA

Al parecer no fue acérrimo católico formando parte de cofradías como hermano veinticuatro
o simple cofrade. Solamente señaló que era hermano de la cofradía del señor San José, fundada
en iglesia de nuestra señora de la Buenamuerte, en el actual Barrios Altos-Lima, y que estaba al
día con el contrato, aunque solamente debía 4 reales.

ACREEDOR

El cacique no se caracterizó como prestamista. Solamente señaló que un mozo hortelano


de nombre Celedonio, le debía 7 pesos que le había alcanzado por el mes de mayo, a tres
meses de su testamento. Asimismo, otro mozo, oficial de herrero, nombrado Joseph le debía 3
pesos por el importe de un caballo que le había vendido. Ordenó que se cobren los 10 pesos
totales para incorporarlos al total de sus bienes.

ALBACEAS Y TENEDORES DE SUS BIENES

Nombró por albaceas y tenedores de sus bienes primeramente a Fernando Porro y Falen
y, en segundo lugar, a Joseph Patrocinio, Juan de Dios, Ignacia, sus hijos legítimos y a su nuera
Antonia Montes para que recauden, cobren, vendan y rematen con general administración.

HEREDEROS

Deducida la cantidad de tierras y el valor de ellas, incluidos en el quinto de los bienes que
se había señalado a su hijo natural, decidió se las apliquen a su nuera Antonia Montes por vía
de legado y las atenciones de amor que se demostraron conjuntamente con su difunto hijo. Por
tanto, deducido todo se nombró como sus legítimos herederos a sus hijos legítimos.

70
ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.

PALABRAS FINALES

Así, podemos concluir que Diego Huerta dispuso la herencia a sus hijos legítimos sin olvidar
a su hijo natural y a su nuera. Asimismo, dejar en su testamento constancia de la usurpación de
26 fanegadas por parte del corregidor de Saña, Carlos Guzmán, por una deuda reconocida en el
mismo documento.

Los caciques del siglo XVIII, en el antiguo territorio Chimú, sufrieron la prepotencia de las
autoridades coloniales como los corregidores que aprovechaban al máximo las posibilidades de
apropiación de sus tierras, que habían sido arrendadas. En medio de pleitos seguidos ante la
Real Audiencia, más de doscientos años, por dos familias que reclamaban la titularidad del
cacicazgo de Lambayeque.

Firma de Diego Huerta de Azabache

Fuente: AGN. Escribano Francisco Luque, protocolo 621. Año 1771. Folio 741v.

BIBLIOGRAFÍA

ADANAQUÉ, Raúl. (2014). Poder y riqueza: caciques y principales (siglos XVI-XVIII). Lima.

GÓMEZ, José. (2020). Lambayeque un pueblo mochica en la colonia. UMBRAL. Revista


de Educación, Cultural y Sociedad, 2.

LOHMANN, Guillermo. (1969-1970). Nuevos datos sobre los linajes de los caciques de
Lmbayeque y Ferreñafe. Revista del Museo Nacional, XXXVI. Lima.

ROSTWOROWSKI, María. (1961). Curacas y sucesiones. Lima.

ROSTWOROWSKI, María. (1999). Los curacas costeños. Histórica, XXIII (2).

VARGAS UGARTE, Rubén (1942). Los mochicas y el cacicazgo de Lambayeque. Actas del
XXVII Congreso de Americanistas. II.

ZEVALLOS, Jorge. (1989). Los cacicazgos de Lambayeque.

71
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, 65-77 / ISSN: 2221-7819

ANEXO

TESTAMENTO DE DIEGO HUERTA DE AZABACHE TEMOCHE MINULLUYI


JEFUNCHUMBI3.

LIMA, 17 DE AGOSTO DE 1771.

/738r/
En el nombre de Dios todo poderoso amen. Sepan quantos esta carta de mi testamento vieren
como yo don Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi Jefunchumbi uno de los primeros
caciques de el pueblo de San Pedro de Lambayeque natural de el dicho pueblo, hijo lexitimo de
don Miguel Huerta Temoche y de doña María Juana de Azabache ambos difuntos. Estando
enfermo en cama en el hospital real de Santa Ana y en todo mi acuerdo memoria y entendimiento
natural, creyendo como firme y verdaderamente creo y confiezo el misterio de la Santissima
Trinidad padre hijo y espíritu santo tres personas realmente distintas y un solo Dios verdadero y
en todos los demás misterios que tiene confieza y enseña nuestra santa madre iglesia catholica
romana debajo de cuia fee y crehencia he vivido y protexto vivir y morir como catholico y fiel
christiano imbocando como imboco por mi abogada é intercesora á la serenissima reyna de los
angeles María Santissima madre de Dios y señora nuestra santo de mi nombre, angel de mi
guarda y demás santos de la corte celestial para que intercedan con su divina magestad perdone
mis pecados y ponga mi alma en carrera de salvacion y temiendome de la muerte por la gravedad
de el accidente que tengo y por estar prevenido para quando llegue el caso de mi fallecimiento
otorgo que hago y ordeno mi testamento en la forma siguiente--------
Primeramente encomiendo mi alma a Dios nuestro señor que la crio y redimio con el precio
infinito de su presiosa sangre y el cuerpo á la tierra de que fue formado-------
Ytten mando que quando la voluntad de Dios nuestro señor fuere servido llevarme de esta vida
mi cuerpo, amortajado con el havito y cuerda de nuestro padre San Francisco se sepulte en el
calvario de este santo hospital en la forma que pareciere á mi alvacea a cuio arvitrio dejo la
pompa funeral------------
Ytten mado á las mandas forzosas y acostumbradas dos reales á todas ellas y otros dos reales
á los santos lugares de Jerusalen

/738v/
Donde se obró nuestra redempcion-------
Ytten declaro fui casado y velado según orden de nuestra santa madre yglesia de primero
matrimonio con doña Manuela Quepse, hija lexitima de don Juan Quepse y de doña María de el
Arco Ynop, y durante el matrimonio tubimos quatro hijos de los que viven don Joseph Patrocinio,
doña Ygnacia y don Juan de Dios Huerta de Azabache y Quepse declarolos por tales mis hijos
lexitimos y de la dicha mi esposa y que quando contraje matrimonio no trajo dote alguno-----
Ytten declaro fui casado y velado de segundo matrimonio con Basilia Gutierrez la que tampoco
trajo dote ni tube en ella hijos algunos-------

3 AGN. Escribano Francisco Luque, protocolo 621. Año 1771. Folios 738-741v.

72
ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.

Ytten declaro fui casado y velado de tercero matrimonio con Maria Eusevia Herrera que tampoco
trajo dote y aunque tube un hijo fallecio á pocos días de nacido-------
Ytten declaro por mi hijo natural á don Juan Huerta a quien le señalaré por esta razon en el lugar
correrspondiente aquella parte con que concidere haver satisfecho mi conciencia-------
Ytten declaro que siendo correxidor de la provincia de Saña don Carlos Guzman estrechó a mi
hermana doña Margarita Azabache á la paga de doscientos sesenta pesos que le devia
procedidos del repartimiento hecho en la provincia para este pago trató dicho correxidor con
Manuel Alarcón, alias capote el que le comprase veinte y seis fanegadas de tierras nombradas
Carlincap y en efecto logró su ajuste presisando á la dicha mi hermana á que le otorgase
instrumento de venta de dichas tierras: como dicho ynstrumento no podía perfeccionarse sin mi
intervencion y concentimiento pasó el deseo del referido Manuel Alarcón á arvitrar con el
correxidor el que se me estrechase á este fin y en efecto lo consiguió de modo que poniendome
en prisión el tiempo de dos meses, poco mas o menos huve por libertarme de la oprecion de
venir en firmar el instrumento y por consiguiente entregarle al dicho correxidor los

/739r/
Titulos respectivos con todos los documentos justificativos de la propriedad de dichas tierras en
los que se incluían quatro testamentos de mis padres y abuelos que paran en poder del citado
Manuel Alarcón. De cuia violencia resultó no solamente el vicio que contiene la mencionada venta
sino tambien la usurpacion que me ha hecho de crecido numero de fanegadas de tierras de
sembrar y pastos de modo que así las fanegadas vendidas como las substraidas hago juicio
pasen de cien fanegadas lo qual declaro por descargo de mi conciencia y beneficio de mis hijos==
Ygualmente declaro me esta deviendo el citado Manuel Alarcón el valor de los arboles frutales
que se contenían en las citadas tierras que se obligó pagarme en qualidad de arrendamiento á
razon de cinquenta pesos cada año como tambien otros cinquenta pesos por compensativo de
las mencionadas tierras tambien anualmente y ni una ni otra ha contribuido desde el año de
quarenta y quatro ó quarenta y cinco en que se me hizo la violencia lo que tendran entendido mis
alvaceas para su govierno-------------
Ytten declaro por mi bienes un capote de paño muzgo usado== un sombrero de castor blanco
nuevo== un balandran nuevo== una caxa con su cerradura== un baul viejo y un estrado
grande== una meza regular------------
Ytten declaro por mis bienes una suerte de tierras nombradas Colliquenec que heredé de mis
padres y tendran sesenta y seis fanegadas según las revistas que se han hecho y están cituadas
en la jurisdiccion de el dicho pueblo de Lambayeque cuios títulos tengo en mi poder----------
Ytten declaro por mis bienes otra suerte de tierras nombradas Carlincap que contienen veinte y
seis fanegadas heredadas tambien de mis padres--------
Ytten declaro igualmente por mis bienes otra suerte de tierras nombradas Pavilan que tienen
dose fanegadas heredadas de mis padres-----------

/739v/
Ytten declaro tengo otra suerte de tierras nombradas Rafan que seran de quatro ó cinco
fanegadas poco mas o menos-----------

73
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, 65-77 / ISSN: 2221-7819

Ytten otra suerte de tierras donde dejé una huerta cultibada de arboles frutales que lindan con la
azequia de Chucupe y tierras de Diego de Soto y por la cavezera con las tierras casicales las
que huve y heredé de don Diego de Azabache mi visabuelo------------
Ytten otra suerte de tierras que hube y heredé de mi abuelo don Sebastian de Azabache quien
las compró a Diego de Soto todas las suertes de tierras que se han mencionado en la clausulas
antecedentes, están cituadas en la dicha jurisdiccion de Lambayeque y sus linderos son en esta
forma. Por la parte del oriente lindan con la azequia de el Tecse y unas tierras que tocan y
pertenecen á la parcialidad de Llencala en derechura ban á encontrarse con las tierras de
Chuñiñan y desde este lindero que hace por el oriente bajan hasta el poniente las dichas tierras
de don Andrés de Azabache y de allí prosigue el lindero con la azequia del molino antiguo hasta
la huaca de Carlincap y sigue en derechura hasta encontrarse con tierras de Diego de Soto y
camino real antiguo de Picci. De todo lo qual tengo en mi poder los instrumentos por donde
consta la propriedad que tengo á las citadas tierras en los que tambien aparecen los linderos que
llevo explicados-----------
Ytten tengo y poseo en la misma jurisdiccion de Lambayeque las tierras siguientes---------
Primeramente una suerte de tierras nombradas Mallar que lindan con la azequia de el Tecce y
por el sur con tierras de Diego de Soto y por el poniente con tierras que repartimos con mis
hermanos los Temochez que fueron heredadas de don Francisco Hernandez------------
Ytten otra suerte de tierras nombradas Lullincap que están proindivisu entre mis hermanos en el
parage nombrado Salup----------
Ytten otra suerte de tierras que las huve y herede de don Solano Minulluyi las quales se
repartieron entre mis hermanos y las que me tocan son desde el camino real de Mochuni y tierras
de Llencara y azequia de Alcoy y azequia de Posop cercano de Muchuni y la parte de abajo linda
con tierras

/740r/
de don Pedro Quepse--------------
Ytten otra suerte de tierras que están en el mismo parage que las heredé de doña Barbara Vicop-
-----------
Ytten otra suerte de tierras mas abajo que están proindivisu y llegan hasta el mar------------
Ytten otra suerte de tierras que quedan en el paraje Nunincapi tambien proindivisu con don
Phelipe Lachaname Huerta-------
Ytten otra suerte de tierras nombradas Chilancap que estan proindivisu con don Phelipe Chanami
que las hube y heredé de don Miguel Huerta-----------
Ytten declaro por mis bienes diez y ocho fanegadas de tierras que compuso con su magestad
don Miguel Huerta mi bisabuelo sin que otro hermano mio tenga derecho á ellas sin que muestre
instrumento de composicion por el rey las quales estan debajo de estos linderos por la parte del
oriente lindan con tierras de una huaca nombrada Mocsineq por la parte del sur lindan con una
tierras cercanas al rio que fueron del difunto Tuter y sigue esa azequia para la parte del poniente
hasta donde esta un pie de Paipay mui gruezo que es el lindero de unas tierras nombradas
Yencala--------
Ytten declaro que en estas tierras nombradas Yencala son quinze fanegadas heredadas de mis
padres don Diego de Azabache y don Sebastian Azabache las quales estan debajo de estos
linderos el primero don Miguel Huerta por la parte de arriba por la parte baja del poniente con

74
ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.

tierras de las Salinas y por la parte del sur con tierras de los Puchilpez y por la otra parte del
norte con tierras de Chalup------------
Ytten declaro un pedazo de tierras como quatro fanegadas

/740v/
nombradas Colmenec que estan debajo de estos linderos por la parte del oriente lindan con
tierras de los Niquenec por la parte del sur lindan con tierras de don Juan Sultante por la parte
de abajo lindan con tierras nombradas Yencala y por la parte del norte con tierras de Nicocial y
estas quatro fanegadas de tierras las dejo al dicho mi hijo natural don Juan Huerta sin que mis
hijos lexitimos tengan accion en ellas por haver meditado y refleccionado el que tengo facultad
para hacerle este legado--------
Ytten otra suerte de tierras nombradas Patanecheq que asimismo las hube y heredé de mi
bisabuela doña Barbara Minulluyi y Vicop las que tambien es mi voluntad aplicárselas como
desde luego se las aplico al dicho don Juan Huerta mi hijo natural para que las posea como
suyas porque así estas tierras como las que se refieren en la clausula antecedente caven en el
quinto de mis bienes sobre que puedo libremente disponer con cuia aplicación y señalamiento le
satisfecho mi conciencia y aparto al dicho mi hijo natural del derecho que pueda tener á mis
bienes-------
Ytten declaro tengo un solar y citio que por la parte de arriba linda con Yerren y por el lado del
sur con una casa que fue de don Juan Quepsep y por el otro lado con casa de don Bernardino--
-----
Ytten declaro otro pedazo de citio que tiene de frontera treinta y tres varas y de fondo cinquenta
y tres y linda por el un lado con casa de don Juan Faizo por el otro lado con casa de Jecho, por
la parte de afuera con la calle real y por la parte de abajo con casas de don Francisco Marinos--
---
Ytten es mi voluntad que regulado que sea por mi alvacea el numero de fanegadas de tierras
que llevo declaradas en este testamento como tambien el valor de ellas aquel numero con que
se completare el quinto de mis bienes deducidas las que tengo señaladas al dicho mi hijo natural
se las aplique mi alvacea que yo desde ahora las aplico y señalo á doña Antonia Montes mi nuera
por via de legado en atención a sus honrrados

/741r/
procedimientos y a el amor que la tubo don Antonio Huerta de Azabache su marido y mi difunto
hijo----
Ytten declaro soy hermano de la cofradía de señor San Joseph fundada en la yglesia de nuestra
señora de la Buenamuerte y que tengo cumplido con la obligacion del contrato de que solamente
devo quatro reales--------
Ytten declaro me esta deviendo un mozo hortelano nombrado Celedonio siete pesos que le supli
en dinero por el mes de mayo de este presente año mando se le cobren-------------
Ytten asimismo me esta deviendo otro mozo oficial de herrería nombrado Joseph tres pesos
resto del importe de un cavallo que le vendí----------
Y para cumplir y pagar este mi testamento y lo en el contenido nombro por mis alvaceas y
thenedores de bienes en primero lugar a don Fernando Porro y Falen y en segundo a don Joseph
Patrocinio a don Juan de Dios y á doña Ygnacia Huerta de Azabache y Quepse mis hijos lexitimos

75
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, 65-77 / ISSN: 2221-7819

y tambien en este lugar á doña Antonia Montes viuda de don Antonio Huerta de Azabache
Quepse mi hijo para que entren en mis los recauden y cobren vendan y rematen en almoneda
publica ó fuera de ella dando carta de pago cancelaciones y finiquitos y pareciendo en juicio á
hacer todas las diligencias conducentes á esta testamentaria que el poder de albaceazgo en
forma les doy y otorgo coincidencias y dependencias y con libre y general administracion-----
Y cumplido y pagado este mi testamento y lo en el conteni

/741v/
do en el remaniente que quedare de todos mis bienes derechos y acciones instituyo dejo y
nombro por mis universales herederos á los referidos don Joseph Patrocinio, doña Ygnacia y don
Juan de Dios Huerta de Azabache y Quepse mis hijos lexitimos para que lo que asi fuere lo hayan
y hereden con la vendicion de Dios y la mia atento á declarar como declaro no tengo otros
herederos forsosos azendientes ni desendientes que me devan heredar------
Y por el presente reboco y anulo y doy por nulos y de ningun valor ni efecto otros qualesquiera
testamentos codicilos, mandas, poderes para testar y otras ultimas disposiciones que antes de
este haya fecho y otorgado por escrito ó de palabra para que no balgan ni hagan fee en juicio ni
fuera del salvo este testamento que ahora otorgo que se ha de guardar por mi ultima voluntad
en aquella via y forma que mas haya lugar en derecho que es fecho en la ciudad de los Reyes
del Perú en diez y siete días del mes de agosto de mil setecientos setenta y un años y el otorgante
a quien yo el presente escribano publico doy fee que conosco y que á lo que me parece esta en
todo su acuerdo, memoria y entendimiento natural así lo dijo otorgó y firmó de su nombre siendo
llamados y rogados por testigos el licenciado don Joseph Evaristo de Rivadeneira presbítero uno
de los capellanes de dicho real hospital de Santa Ana, el licenciado don Martin Fernando de los
Reyes y Arze asi mismo capellan de dicho hospital, el bachiller Manuel Mariano Peres de
Villarroel, don Antonio Velásquez y don Camilo de Llanos.

Diego Guertta de Ante mi


Assavache [F] Francisco Luque
Escribano público [F]

DATOS DEL AUTOR:

Raúl ADANAQUÉ VELÁSQUEZ:

Historiador por la UNMSM. Magíster en Historia por la


UNMSM. Docente de la Decana de América. Dicta los cursos en
la Facultad de Ciencias Sociales, Escuela de Historia: Fuentes
Históricas del Perú Colonial y Seminario de Fuentes e
Investigación coloniales. En la Facultad de Educación: Historia del
Perú Siglo XIX, Historia del Perú Siglo XX y Historia General y del
Perú (s. XVIal XVIII) y Análisis de la Coyuntura Histórico Social.
Ha publicado más de un centenar de artículos. De la etapa

76
ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl: “El testamento de Diego Huerta de Azabache Temoche Minulluyi
Jefunchumbi. Lima, 17 de agosto de 1771”.

colonial: Sobre los curacas y esclavos siglos XVII-XVIII. De la etapa republicana: sobre la
independencia del Perú y La correspondencia que tuvo el Amauta Luis E. Valcárcel con Jorge
Basadre, Max Uhle, Juan Comas, Philip A. Means, José María Arguedas, entre otros. Índices:
Onomástico, Títulos, Toponímico y Temático” de la Colección Mariátegui Total. T. 1: “7 Ensayos
de Interpretación de la Realidad Peruana e Ideología y Política”. 2008. Además, los libros: 1.-
Poder y riqueza: caciques y principales. Lima. 2014. 2.- Historias. La pluma y la prensa. Lima
2015. Es miembro de los Grupos de Investigación en la UNMSM: Miembro del Grupo de
Investigaciones de Estudios Coloniales. UNMSM (GIEC), Miembro del Centro de Estudios
Asiáticos. UNMSM (CEAS).

77
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, 65-77 / ISSN: 2221-7819

78
REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
ARTÍCULO ORIGINAL
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.

ÑAWPA MARCA / VOL 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819

OBSERVACIÓN DE SUPERFICIE DE SITIOS ARQUEOLÓGICOS EN


EL ANEXO DE QUISUARQASA, SANTIAGO DE CHOCORVOS,
HUANCAVELICA
“Surface observation of archaeological sites in the Quisuarqasa annex,
Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.

Luis REYMUNDO LUME


https://orcid.org/0009-0000-2998-9711
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
ranq.king@gmail.com

José Luis QUISPE OROSCO


https://orcid.org/0000- 0002-3153-6794
Pontificia Universidad Católica del Perú
jlqoroscoi@gmail.com

Resumen
El trabajo de investigación se desarrolló en el distrito de Santiago de Chocorvos,
provincia Huaytará, región Huancavelica, con el propósito de proporcionar un registro
arqueológico de primera mano sobre los sitios identificados en dicha jurisdicción. En
esta oportunidad se presentan las características de los sitios arqueológicos ubicados
en los anexos de Quisuarqasa y parte Andaymarca; sitios que hasta la actualidad no
han sido estudiados, por lo que nos proponemos brindar datos de superficie que sean
el punto de partida para futuros investigaciones. La metodología del trabajo consistió
en una prospección sistemática que inició desde la parte alta hasta la parte baja de
Santiago de Chocorvos; los arqueólogos se distribuyeron en grupos de cuatro y cinco
personas, cumpliendo diversas funciones (registro fotográfico, registro de fichas,
georreferenciación, croquis, etc.). Asimismo, los resultados obtenidos nos han
permitido evidenciar sitios de distintas épocas y de múltiples características. Lo que
indica que los sitios de las partes altas de Ica estuvieron poblados desde periodos
tempranos hasta épocas tardías. Sin embargo, aún se requiere de trabajos que
profundicen la investigación por medio de excavaciones, con los cuales se conozcan
las características intrínsecas de los sitios registrados.

Palabras claves: Sitios arqueológicos, prospección, registro arqueológico, Quisuarqasa,


Santiago de Chocorvos.

79
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819

Abstract
The research work was carried out in the district of Santiago de Chocorvos, Huaytará
province, Huancavelica region, with the purpose of providing a first-hand
archaeological record of the sites identified in that jurisdiction. On this occasion, the
characteristics of the archaeological sites located in the annexes of Quisuarqasa and
part of Andaymarca are presented; Sites that have not been studied to date, so we
propose to provide surface data that will be the starting point for future research. The
methodology of the work consisted of a systematic survey that began from the upper
part to the lower part of Santiago de Chocorvos; The archaeologists were divided into
groups of four and five people, fulfilling various functions (photographic record, record
of cards, georeferencing, sketches, etc.). Likewise, the results obtained have allowed
us to show sites from different periods and with multiple characteristics. This indicates
that the sites in the upper parts of Ica were populated from early to late periods.
However, there is still a need for work to deepen the investigation through excavations,
with which the intrinsic characteristics of the recorded sites are known.

Keywords: Archaeological sites, prospecting, archaeological record, Quisuarqasa, Santiago de


Chocorvos.

* Presentado: 4 – 01 – 2024. * Aprobado: 30 – 03 – 2024.

INTRODUCCIÓN

A lo largo del texto se presenta parte de los resultados de prospección realizados en el


marco del Proyecto de Investigación Arqueológico Chukurpus – 2021 (PIACH 2021). Los trabajos
realizados parten de la necesidad de conocer y registrar los asentamientos arqueológicos que
están distribuidos en la cuenca alta de Ica, y también por la poca atención que la disciplina
arqueológica le ha brindado, sobre todo, a un área geográfica que estarían siendo ocupados,
posiblemente, por la sociedad de los Chukurpus; aunque es relación étnica, será algo que los
arqueólogos determinarán con un estudio más exhaustivo.

Nuestro objetivo en el presente texto es dar a conocer el registro arqueológico de los sitios
ubicados en el anexo de Quisuarqasa y Andaymarca, dentro de la jurisdicción del distrito de
Santiago de Chocorvos; siendo los asentamientos de mayor extensión los sitios de Masketa,
Pallqa y Markuya. Sitios que en realidad conservan datos de suma importancia sobre la conducta
del hombre andino que lo pobló en su momento.

También se busca tener un punto de partida para futuras investigaciones que se puedan
desarrollar en estos sitios arqueológicos registrados, puesto que los datos proporcionados,
totalmente inéditos, son reportes de campo de una prospección de superficie. Los alcances de
esta investigación buscan generar el interés de los investigadores por esta área de estudio,

80
REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.

puesto que los sitios, si bien con características de asentamientos tardíos, estarían siendo
ocupados desde periodos muy tempranos, de acuerdo con las evidencias materiales halladas en
superficie.

La prospección arqueológica se centró en el registro sistemático de toda la extensión de los


sitios identificados, donde la información de campo fue complementada con el análisis en el
gabinete de los datos obtenidos. Para tal efecto, fue necesario un buen sistema de registro en
tres aspectos, escrito, gráfico y fotográfico, además de una buena georreferenciación. En el
avance del proyecto, el cuaderno de campo se convirtió en una de las herramientas principales
para el registro, aunque en algunos casos se complementó con datos de las fichas arqueológicas,
diseñadas específicamente para cada tipo de evidencias arqueológicas que se podrían
encontrar: ficha de arquitectura, ficha de sitios arqueológicos, ficha de elementos aislados, fichas
de contextos funerarios, etc.

La aplicación de esta metodología se manifiesta en la descripción de los sitios


arqueológicos que serán presentados más adelante, los cuales fueron desarrollados en el marco
del PIACH 2021. Es necesario manifestar que el sitio arqueológico Masketa fue dividido en cuatro
(04) sectores, esta sectorización fue definida en función de las evidencias observadas
superficialmente, tales como: petroglifos, espacios funerarios, viviendas y entre otros elementos;
lo mismo que con los sitios arqueológicos de Pallqa y Markuya, que fueron caracterizados de
acuerdo con las evidencias materiales que se presentan en superficie. Los sitios señalados
comparten características afines entre sí; donde, ciertos indicadores manifiestan que estos
asentamientos se contextualizan durante el Periodo Intermedio Tardío (Chukurpus 1100 d.C. a
1470 d.C.).

DESCRIPCIÓN DE LAS EVIDENCIAS MATERIALES DE SITIOS


ARQUEOLÓGICOS

1.- Sitio arqueológico de Masketa

El Sitio arqueológico de Masketa se ubica a 1.04 km aproximadamente al oeste del anexo


de Quisuarqasa, emplazado sobre un macizo rocoso de forma triangular, flanqueado por
escarpas y laderas moderadas. La topografía del entorno es accidentada; por esta razón,
acceder al sitio sin dificultades solo es posible por el lado noroeste del cerro; los lados que
pudieron haber tenido fácil accesibilidad fueron protegidos por una serie de muros defensivos
que se registraron en el lado este y en el lado suroeste del sitio. En el yacimiento se identificó
cuatro sectores, los cuales presentan características muy particulares de acuerdo con las
evidencias materiales que pueden ser observadas en superficie. El desplazamiento por cada una
de estas áreas es de relativa facilidad; sin embargo, la densa vegetación que se extiende por
casi todo el sitio dificulta dicha circulación; además de haberse convertido en uno de los agentes
de deterioro de la arquitectura del sitio, debido a su crecimiento dentro de los recintos, sobre los
muros y alrededor de las estructuras. Se identificó vegetación espinosa, arbustiva, pastos
naturales y cactáceas columnares propios de la ecorregión. Ciertas partes del sitio presentan

81
ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819

remanentes de incendios, lo cual también es una de las causas de deterioro de la arquitectura y


otras evidencias arqueológicas, generando despostilladuras y fragmentación en los mampuestos
de los muros.

Figura 1: Vista satelital del sitio arqueológico Masketa.

Figura 2 (izquierda). Vista panorámica de NE-SW de Masketa. Figura 3 (derecha). Vista panorámica
de W-E de Masketa.

SECTOR A: Ubicado al lado este del sitio, donde se identificó la sucesión de 7 muros
defensivos, todos georreferenciados en la parte del muro donde se encuentran los vanos, que al
parecer permitía el acceso limitado hacia el sitio. El primer muro, ubicado en el punto UTM 18L
466045.08E - 8465397.39N, dirigiéndose de este a oeste, tiene un trazo en forma de U que cubre

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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.

espacios desde la ladera norte hasta la ladera sur. Tal área se caracteriza por presentar
abundantes afloramientos rocosos y laderas con pendientes fuertes. Este muro fue construido
con piedras desbastadas y piedras de campo (generalmente de tamaños grandes), con un
aparejo rústico y de mampostería al seco (técnica del pircado). En algunos tramos, donde el muro
es de contención, llega a medir 1.40 m de ancho y una altura máxima que supera los 1.70 m;
presenta un acceso de 0.90 m de ancho que se asocia a una pequeña terraza. El segundo muro
defensivo fue georreferenciado donde se ubica un vano de 0.90 m de ancho, en la coordenada
UTM 18L 466017.52E - 8465400.34N. Este muro tiene 1.20 m de ancho y se encuentra
colapsado en partes. El tercer muro defensivo se ubica en el punto UTM 18L 466000.33E -
8465408.06N y presenta el acceso colapsado. El vano del cuarto muro defensivo se ubica en el
punto UTM 18L 465987.59E - 8465406.82N, esta se asocia a una estructura circular disturbada
(posiblemente chullpa) de 1.50 m de diámetro con muros de 0.80 m de ancho. El quinto muro
perimétrico se ubica en el punto UTM 18L 465983.25E - 8465418.54N, asociado a una estructura
elíptica de 1.30 por 1 m de diámetros y una altura aproximada de 1.20 m, es una posible chullpa
disturbada. El sexto muro perimétrico se ubica en el punto UTM 18L 465948.68E - 8465415.40N,
no se identificó el acceso y está asociado a una estructura en forma de herradura. Las
características de dicha estructura son las siguientes: el ancho del muro llega a 0.90 m y fue
construido con piedras canteadas unidas con mortero de barro; presenta un espacio interno de
3.10 m de largo por 1.50 m de ancho, el acceso se orienta hacia el lado noreste con 0.76 m de
ancho. Hasta aquí, todos los muros se asocian a la ladera escarpada del lado este del cerro. El
muro más complejo es el primero registrado, los otros de menor altura y espesor, pero que en
definitiva complementan la función defensiva del sitio.

Figuras 4 y 5. Vistas panorámicas de la alta densidad vegetativa.

En la parte alta, pasando estos primeros seis muros defensivos, se tiene una pampa rocosa
de forma alargada, orientada de este a oeste; por los lados norte y sur presenta una protección
natural, con afloramientos rocosos de gran altitud y verticalidad, imposible de acceder. Al oeste,
donde finaliza la parte llana, se construyó un séptimo muro defensivo que se extiende desde el
filo norte hasta el filo sur. El muro presenta 1.20 m de ancho y se identificaron 3 accesos; el
acceso norte de 0.95 m de ancho se ubica en el punto UTM 18L 465773.23E - 8465395.81N. El
acceso central se ubica en el punto UTM 18L 465779.63E - 8465378.24N, este se encuentra a
unos 6 m del tercer acceso de la parte sur. Entre el primer y séptimo muro hay un promedio de
2 hectáreas de terreno, un área relativamente amplia donde no se hallaron más evidencias

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819

arqueológicas que las que se señaló arriba; es posible que la parte llana, entre el sexto y séptimo
muro defensivo, sea un espacio para alguna actividad pública, aunque no se haya registrado
material en superficie que lo confirme. En dirección oeste, a partir del muro 7, se empieza a
elevar el terreno, donde se origina la cima de aspecto cónico del cerro. En la parte alta y central
de esta elevación se encuentra el sector B del sitio arqueológico Masketa.

Figura 6 (izquierda). Vista panorámica de E-W del sector A. Figura 7 (derecha). Vista panorámica
de SW-NE del sector A.

Figura 8 (izquierda). Vista de la cabecera del 1er muro. Figura 9 (derecha). Vista del paramento el
1er muro.

Figura 10 (izquierda). Vista del paramento del 5to muro. Figura 11 (derecha). Vista de la estructura
asociado al 5to muro.

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arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.

Figura 12 (izquierda). Vista del paramento del 6to muro. Figura 13 (derecha). Vista de la estructura
asociado al 6to muro.

Figura 14 (izquierda). Vista de la cabecera del 7mo muro. Figura 15 (derecha). Vista del vano norte
del 7mo muro.

Hacia el lado este, a unos 250 m fuera de todos los muros defensivos, se ha identificado
una zona de huaqueo (en el punto UTM 18L 466299.19E - 8465327.38N); este es un espacio de
abundantes afloramientos rocosos, ubicado sobre una lomada baja, donde se hallaron 6 hoyos
relativamente profundos producto de dicha actividad ilícita; sin embargo, no se hallaron
materiales arqueológicos asociados, ni en la superficie ni en el desmonte generado. A pocos
metros al oeste de estos huaqueos se observa otro espacio con terrazas asociado a corrales y
una estancia moderna.

SECTOR B: Esta área se ubica en la cima del cerro de forma cónica que se encuentra en
la parte central del macizo rocoso de Masketa. Aquí se identificó una serie de estructuras
funerarias de tipo cámaras y cistas circulares, algunas de estas presentan características de
chullpas; sin embargo, debido al nivel de destrucción de estas, no se pudo definir sus
características originales. Las 27 estructuras funerarias identificadas en la parte alta rodean los
laterales de la cima del cerro; donde los muros de ciertas estructuras se adosan a afloramientos
rocosos y otras fueron construidas como estructuras independientes.

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En el punto UTM 18L 465638.05E - 8465324.76N, a 3603 msnm, se registró una cista
disturbada de 0.54 m de diámetro asociada a fragmentos de cerámica, parte de una cuchara de
arcilla cocida y un fragmento de cráneo humano; esta se encuentra adosado a un afloramiento
rocoso. La mayoría de las estructuras identificadas, por más que se adosen a los afloramientos,
presentan muros de trazos circulares o curvos. Una estructura en particular (Figura 19) se
encuentra en el punto UTM 18L 465602.52E - 8465312.26N, al lado oeste de este sector. Fue
construido debajo de un bloque de afloramiento rocoso de gran dimensión y por debajo del nivel
del suelo; tiene una planta cuadrangular de 1 m por 1.15 m; su techumbre lo conforma el mismo
afloramiento. Entre el suelo de la cámara funeraria y la techumbre hay una altura de 1.45 m. La
estructura se encuentra disturbada.

La técnica constructiva de las estructuras funerarias se caracteriza por presentar muros de


un aparejo rústico donde se utilizaron mampuestos pequeños de piedras desbastadas y piedras
de campo sin trabajar, unidas con mortero de barro. En toda la superficie hay abundantes
fragmentos de cerámica dispersa. En la parte central de este sector, ubicada en la cima del cerro,
se observa una acumulación de abundantes piedras angulosas que posiblemente corresponden
a una estructura circular de gran dimensión; esta parte del sitio se encuentra totalmente
modificada por la actividad moderna doméstica de los pastores, asociados a objetos de uso
contemporáneos.

Acceder hacia esta área es, hasta cierto punto, dificultoso debido a que no existe una
entrada formal definida por algún camino, a no ser que estos se hayan perdido debido al
crecimiento de la densa vegetación. A pesar de ello, esta área presenta un acceso restringido
naturalmente, sin que implicara algún esfuerzo limitar artificialmente la circulación hacia este
punto. Salvo por la parte central, la cual es un espacio relativamente plano, casi toda esta área
es accidentada y está relacionada con la actividad funeraria. La presencia de la estructura circular
en la cima seguramente está asociada a alguna actividad que no puede ser definida a la ligera,
a través de una observación superficial; aunque, lo más probable es que dicha actividad esté
relacionada con las estructuras funerarias.

Figuras 16 y 17. Vista de estructuras funerarias disturbados de formas circulares.

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arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.

Figuras 18 y 19. Vista de cámaras funerarias adosados a afloramientos rocosos.

Figura 20 (izquierda): Fragmentos de cerámica y una cuchara fragmentada. Figura 21 (derecha).


Fragmento de cráneo humano.

SECTOR C: Esta área está ubicada en el lado sur del sitio arqueológico, emplazado sobre
un terreno de moderadas y fuertes pendientes. La principal característica de esta área es la
presencia de una serie de unidades arquitectónicas de tipo doméstico, donde cada estructura
habitacional se conecta a un patio y/o pasadizo, asociada a una o más estructuras pequeñas (se
les podría asignar una funcionalidad de posibles almacenes); todos estos elementos
arquitectónicos fueron construidos sobre terrazas que presentan muros de contención, de altura
considerable, y que permitían generar horizontalidad a la topografía accidentada del terreno. La
circulación entre un nivel y otro de las terrazas se realiza por medio de pasadizos escalonados o
inclinados (similar a las rampas). En algunos casos, las terrazas solo contienen una estructura
habitacional, sin conexión con patios o estructuras pequeñas asociadas; pero sí, a algún
pasadizo que permite la circulación hacia estos recintos.

En esta área se contabilizaron un promedio de 40 unidades habitacionales, dispuestos


sobre terrenos aterrazados de una extensión aproximada de 0.53 hectáreas. Muchos de los
espacios se encuentran cubiertos por la densa vegetación de arbustos y cactáceas, de modo
que algunas estructuras, posiblemente, no fueron contadas. Las estructuras domésticas tienen
una dimensión en promedio de 2.80 m a 5.40 m de diámetros, con muros de 0.90 m de ancho y
de 1.60 m de altura en las partes bien conservadas. En el caso de los muros de contención la

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altura puede superar los 1.70 m. Las técnicas constructivas son similares en todos los elementos
arquitectónicos. Los muros son de aparejo rústico, presentan doble hilera de 0.90 m a 1.30 m de
ancho, se construyeron con mampuestos de piedras pequeñas y medianas, siendo escasamente
utilizados las piedras grandes, que fueron reservados para las bases de los muros y para las
jambas de los accesos a los recintos, donde se utilizan piedras grandes alargadas; las
características de los vanos, de piedras grandes colocadas verticalmente, es un patrón
característico en muchos sitios arqueológicos de la zona. Las piedras se unen con mortero de
barro y se usan gravillas para rellenar la parte central del muro.

En el punto UTM 18L 465599.36E - 8465167.77N, a 3568 msnm, se registró una unidad
arquitectónica construida en un espacio cerrado a desnivel (Figura 29 y 31). Se construyeron una
estructura habitacional de forma circular, bastante irregular, de 4.40 m de diámetro, muros de
0.90 m de ancho y un acceso orientado al norte de 0.90 m de ancho. Está asociado a una
estructura pequeña, colocada al este del vano, adosado al recinto doméstico, con un muro curvo
que cierra un espacio de 1.50 m de diámetro. No estamos seguros de que sea un almacén o una
chullpa (funerario); sin embargo, presenta una techumbre de lajas que coincide con la parte
superior de una terraza. En dirección oeste del acceso al recinto, se tiene un patio irregular de 6
m por 4.90 m, rodeado por un muro perimétrico de 1.60 m de alto, que a su vez es un muro de
contención para la parte externa. Frente al acceso del recinto se tiene una escalinata, orientada
de oeste a este; por este medio se subía hacia la parte externa que se hallaba a un nivel superior
de esta unidad arquitectónica (Figura 30).

Figura 22. Vista panorámica de N-S del sector C.

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Figuras 23 y 24. Vista de estructuras circulares domésticas.

Figuras 25 y 26. Vista de patio y terraza sobre muros de contención.

Figuras 27 y 28. Vista de paramentos de muros de contención.

Dentro de esta área, asociado a un pasadizo y a un patio, se identificó 3 afloramientos


rocosos de toba volcánica en los cuales se realizaron ciertos grabados. En el punto UTM 18L
465593.33E - 8465156.57N se encuentran dos soportes, en estas hay representaciones con
diseños geométricos en bajo relieve, de líneas horizontales sucesivas que están delimitados por
otras líneas rectas incisas, que posiblemente estén representando andenes y canales o ríos
(Figura 34). El segundo soporte presenta líneas incisas serpenteantes, no estamos seguros de

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lo que se quiere mostrar con estos diseños (Figura 33). El tercer soporte de roca volcánica (Figura
32), ubicado al lado noreste respecto de los dos primeros petroglifos, tiene representaciones de
andenes. En dirección noroeste, entre el sector C y el sector D, se observan 3 niveles de muros
de contención que habrían tenido una función defensiva; esta se extiende a lo largo de la ladera
oeste, donde la pendiente del macizo rocoso es moderada.

Figuras 29 y 30. Vista de estructura habitacional asociado a patio y escalinata.

Figura 31. Croquis de estructura habitacional asociado a patio y escalinata.

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Figura 32. Vista de petroglifo con diseño de posibles andenes asociado a patio.

Figuras 33 y 34. Vista de petroglifos con diseños lineales andenes asociado a pasadizo.

SECTOR D: Este sector se encuentra en el lado noroeste del sitio, en un área donde el
terreno presenta una pendiente suave y moderada; de modo que, a diferencia del sector C, en
esta no fueron tan necesarias la construcción, a gran escala, de terrazas que permitieran generar
espacios horizontales sobre los cuales se erigieran las estructuras habitacionales. Esto no niega
que, en esta parte del sitio, no haya presencia de espacios aterrazados, pero es algo que no es
común en esta área. La densidad de ocupación doméstica es la más extensa, se contabilizó un
total de 85 estructuras de formas circulares irregulares, sin contar las estructuras más pequeñas.
Este es un conteo aproximado en una extensión de 1.64 hectáreas; sin embargo, la abundante

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presencia de vegetación arbustiva nos ha limitado un conteo exacto de todas las estructuras. Si
bien las estructuras pequeñas son las menos visibles, se logró identificar un total de 5 estructuras
con techumbre de lajas de piedras, casi siempre asociado a un patio o a una estructura
doméstica, ya sea al lado del acceso o en la parte posterior de los recintos. Las características
generales de las estructuras domésticas presentan un patrón de medida que va de 2.80 m a 5.70
m de diámetro, aunque se han observado algunas que son mucho más grandes, pero no fueron
posibles de medir debido a la abundante vegetación que cubre todo su espacio interno. El ancho
de los muros de doble hilera en las estructuras habitacionales varía de 0.90 a 1.10 m; es muy
raro que los muros superen estas medidas. Los accesos, de 0.50 m a 0.70 m de ancho, siempre
se orientan a los patios o pasadizos; pero, no fue posible definir si varias estructuras comparten
un mismo patio. En sitios arqueológicos cercanos, al igual que en el sector C de este sitio
arqueológico, casi siempre, un patio está asociado a una sola estructura habitacional. Se debe
tener en cuenta que es común que los patios presenten muros, a veces altos, que los delimitan
y las hacen exclusivas para la estructura habitacional a la cual está asociado. Esta particularidad,
donde un patio sea exclusivo para un solo recinto doméstico, posiblemente indique lo particular
de las actividades dentro de una familia nuclear.

Figura 35. Vista panorámica de SE-NW del sector D.

En el punto UTM 18L 465461.87E - 8465369.52N, a 3582 msnm, se ha identificado un


espacio rectangular rodeado por un muro perimétrico recto con esquinas curvas; los muros tienen
1.10 m de ancho y una altura de 2.54 m en promedio. El espacio interno tiene 17 m de largo por

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15 m de ancho. El acceso de 1.05 m se orienta hacia el lado noreste, lugar donde se conecta
con otro espacio rectangular más pequeño de 12.10 m de ancho por 13.20 m de largo, con muros
que conservan una altura de 1.48 m aproximadamente. Esta estructura se encuentra sobre un
nivel superior con respecto del primero. En la superficie de la estructura con mayor tamaño se

Figura 36 (izquierda). Vista de N-S del espacio rectangular. Figura 37 (derecha). Vista del
paramento del espacio rectangular.

Figura 38 (izquierda). Vista de estructura doméstica. Figura 39 (derecha). Vista de una estructura
circular pequeña.

Figura 40 (izquierda). Vista de paramento interno de estructura doméstica. Figura 41 (derecha).


Vista de batan

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registraron fragmentos de cerámica y abundantes desechos de toba volcánica. Se debe tener en


cuenta que este tipo de roca es la principal materia prima para la construcción de las estructuras.
En cuanto a las técnicas constructivas, estas no difieren de las que ya se caracterizó para el
sector C, además de que los materiales constructivos siempre son extraídos del lugar donde fue
emplazado cada sector. En superficie también hallamos un fragmento de obsidiana, núcleo de
piedra, un batan en mal estado de conservación y fragmentos de cerámica.

Figura 42 (izquierda). Vista de núcleo de sílex. Figura 43 (derecha). Fragmento de una punta de
obsidiana.

Figuras 44 y 45. Vista de fragmentos de cerámica.

2.- Área funeraria de Masketa

Fuera del límite del sitio arqueológico de Masketa, a unos 240 m al lado noroeste, se
identificó un área con una serie de estructuras circulares pequeñas, posiblemente funerarias.
Esta se encuentra sobre una planicie de suave pendiente, en el punto UTM 18L 465380.99E -
8465581.94N, a 3542 msnm, donde se contabilizaron un total de 16 estructuras, similares a
chullpas, totalmente disturbadas, de 0.50 m a 1.20 m de diámetro. La altura máxima que hemos
identificado en estas estructuras es de 0.80 m. El ancho de los muros va de 0.40 a 0.50 m en
promedio. Esta zona presenta una llanura relativamente extensa en la cual se han identificado
algunos corrales y estancias modernas. No se hallaron otros materiales arqueológicos en
superficie, más que las piedras angulosas dispersas y muros que conservan la cimentación.

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Figura 46 (izquierda). Vista de la posible área funeraria. Figura 47 (derecha). Vista del paramento
de una estructura circular.

Figuras 48 y 49. Vista de estructuras al nivel de la cimentación.

3.- Sitio arqueológico Pallqa

Este sitio arqueológico se ubica hacia el lado este de la quebrada Pallqa, en las
coordenadas UTM 18L 464491.95E - 8465435.67N, a 3486 msnm. Las evidencias arqueológicas
se emplazan en la parte más alta de un cerro de forma troncocónico, donde la cima es un área
plana de forma alargada orientada de sureste a noroeste; en términos geomorfológicos se
asemeja a un otero, flaqueada por escarpas difíciles de transitar; siendo dificultoso acceder al
sitio por ciertas partes e imposibles por otras. Es probable que el acceso del sitio se encuentre
en el lado sureste del cerro. No se identificó un camino constituido hacia el interior del sitio,
aunque sí existe uno de herradura que pasa por la ladera sureste del cerro, a unos 70 m de
distancia.

La extensión de las evidencias arqueológicas cubre prácticamente toda la cima del cerro,
el cual tiene aproximadamente 0.95 hectáreas; en este espacio se logró contabilizar un total de
23 estructuras de función doméstica. Algunas de las estructuras fueron desmontadas para
construir cercos perimétricos de corrales modernos (una de estas llega a medir 35 m de largo
por 23.30 m de ancho), otras estructuras no son visibles por la abundante vegetación arbustiva
presente en el sitio arqueológico. Es posible que la cantidad real de recintos supere a los

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contabilizados. La mayoría de las estructuras solo conservan los cimientos de los muros, a partir
de estos se definieron formas circulares irregulares con diámetros del espacio interno que varían
de 2.90 m a 5.70 m. Del mismo modo, la técnica constructiva es común en todos los recintos
habitacionales; presentan un aparejo rústico, con uso de mampuestos pequeños de piedras
canteadas, desbastadas y piedras sin trabajar que fueron unidas con mortero de barro. Solo en
algunas partes del muro fueron usadas piedras grandes; es frecuente el uso de piedras pequeñas
y medianas.

Figura 50. Vista del sitio arqueológico cubierto por una densa vegetación.

Una estructura muy particular se identificó en el punto UTM 18L 464491.95E - 8465435.67N
(Figura 53 y 54), esta presenta una planta rectangular con esquinas curvas, de 4.40 m de ancho
por 6.54 m de largo. Los muros de 0.88 m de ancho conservan una altura de 0.93 m. Además,
el tratamiento de los mampuestos difiere de las estructuras circulares, en esta las piedras son
todas canteadas de formas rectangulares y cuadrangulares, conformando un paramento con
hiladas uniformes, unidas con mortero de barro. Asociado al sitio arqueológico, se halló un batán
de 1 m por 0.90 m y una altura respecto del suelo de 0.33 m, un fragmento de piruro de cerámica
reutilizada y algunos fragmentos de cerámica doméstica. Uno de los fragmentos, al parecer de
un plato, presenta una banda horizontal de color negro en el interior del borde.

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Figura 51 (izquierda). Vista de la estructura habitacional. Figura 52 (derecha). Vista de paramento


externo de una estructura.

Figura 53 (izquierda). Vista de estructura rectangular. Figura 54 (derecha). Vista de paramento


interno de la estructura.

Figura 55 (izquierda). Vista de estructura doméstica reutilizado. Figura 56 (derecha). Vista del
paramento interno del corral.

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Figuras 57 y 58. Vista de fragmentos de cerámica.

4.- Sitio arqueológico de Markuya

Este sitio se encuentra al oeste del sitio arqueológico de Pallqa y del sitio de Masketa. Las
construcciones fueron emplazadas sobre la cima del cerro Markuya, ubicado en las coordenadas
UTM 18L 463842.52E - 8465783.14N, a 3480 msnm. El lugar que ocupa el sitio arqueológico
presenta una topografía ondulada, con pendientes moderadas y suaves; pero, el entorno
inmediato es de topografía totalmente accidentada, donde las laderas de fuertes pendientes son
de complicada circulación. El acceso al sitio es por el lado sureste, donde el terreno es bastante
accesible; debido a ello, se construyeron 3 muros defensivos hacia este lado. La densidad
arbustiva dentro del sitio es abundante, a diferencia de las laderas aledañas donde la cantidad
de vegetación es mucho menor.

Figura 59. Vista satelital del sitio arqueológico

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Figura 60 (izquierda). Vista panorámica de SE-NW del sitio. Figura 61 (derecha). Vista panorámica
de W-E del sitio.

Figura 62 (izquierda). Vista de SW-NE del 1er muro defensivo. Figura 63 (derecha). Paramento del
1er muro defensivo.

Figura 64 (izquierda). Vista de S-N del 2do muro defensivo. Figura 65 (derecha). Vista de
NE-SW del 3er muro defensivo.

El primer muro defensivo se encuentra en el punto UTM 18L 463894.00E - 8465675.49N,


georreferenciado en el acceso de 0.80 m de ancho; presenta muros de doble hilera de 1.30 m
de ancho. La técnica constructiva es de un aparejo rústico, con mampuestos de piedras

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desbastadas y naturales unidas con mortero de barro (el mortero casi no se conserva en algunas
partes del muro), el encimado de las piedras ha generado un perfil irregular en el paramento,
debido a que los mampuestos no se colocaron de forma careada. El trazo del muro sigue una
orientación de suroeste a noreste, hasta un punto en el que el muro toma una dirección de sur a
norte; en ciertos segmentos el muro es de contención. A 42 m al noroeste se encuentra el
segundo muro defensivo de 1.10 m de ancho, presenta doble hilera y la mayor parte se encuentra
colapsada. El acceso de 0.87 m de ancho se ubica en el punto UTM 18L 463870.17E -
8465717.38N. El tercer muro defensivo se encuentra en el punto UTM 18L 463864.28E -
8465759.73N, esta solo conserva el alineamiento doble de piedras grandes, intercaladas por
piedras medianas. El ancho del muro es de 1.20 a 1.40 m y tiene una orientación de suroeste a
noreste.

Figura 66. Vista de área desmantelada del sitio. Figura 67. Pirca moderna que delimita el sitio.

Figura 68 (izquierda). Vista de vivienda moderna rustica. Figura 69 (derecha). Vista de los corrales
modernos.

El principal agente de deterioro de una parte considerable del sitio arqueológico fue por
causas antrópicas, puesto que muchas estructuras arquitectónicas se desmontaron para
construir cercos perimétricos de corrales y una vivienda rústica. Se construyó un cerco
perimétrico que separa el área afectada por los corrales de los pastores de la parte del sitio
arqueológico que aún se conserva. En la parte afectada, producto del desmontaje de los muros,
se identificó una cantidad considerable de fragmentería de cerámica dispersa en superficie,

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arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.

algunos de tipo domésticos, otros con decoraciones de motivos geométricos, con líneas de color
negro sobre un fondo naranja, rojo ocre o marrón. También se halló un núcleo de basalto y otras
evidencias arqueológicas que se encuentran mezcladas con los desmontes de piedras angulosas
y el estiércol de los animales. Dentro del espacio disturbado se identificaron unas 5 estructuras
habitacionales desmanteladas casi por completo, las cuales aún conservan parte de sus
cimientos. Esta área afectada es la parte sureste del sitio, y se encuentra a unos 30 m al noroeste
del tercer muro defensivo.

Figuras 70 y 71. Vista de fragmentos de cerámica.

Figura 72 (izquierda). Vista del fragmento de cerámica con diseño. Figura 73 (derecha). Vista de un
núcleo de basalto.

La parte central, norte y oeste del sitio es la parte mejor conservada, donde se registraron
una serie de estructuras domésticas asociadas a patios y pasadizos. En ciertas partes del
asentamiento se identificaron recintos asociados a espacios abiertos, más grandes que los patios
familiares. Por la extensión de estos espacios, probablemente cumplieron otras funciones
relacionadas con actividades públicas productivas. En total, logramos contabilizar 67 estructuras
habitacionales de formas circulares irregulares; sin embargo, la abundante densidad vegetativa,
de tipo arbustivas, nos dificultó el conteo y el registro adecuado de las estructuras que se
encuentran totalmente cubiertas por estas. Los recintos presentan espacios internos que varían
de 3.10 m a 5.50 m de diámetro. Los accesos, generalmente orientados a patios, tienen entre
0.50 y 0.60 m de ancho. Las técnicas constructivas en las estructuras domésticas son uniformes

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para la mayor parte de las estructuras del sitio, y comunes, también, a los otros sitios
arqueológicos cercanos a esta. Los muros, de un aparejo rústico, presentan el uso de
mampuestos pequeños de piedras naturales y piedras desbastadas unidas con mortero de barro;
en algunos muros hemos identificado el uso de piedras grandes, sobre todo en la parte de la
cimentación. En otros muros, las piedras grandes se usan hasta en la segunda hilada, donde
son complementados con las piedras pequeñas y medianas.

Figuras 74 y 75. Vista de estructura circulares concéntricas en la parte más alta del sitio.

Figuras 75 y 76. Vista panorámica de espacios abiertos delimitados por muros.

Figura 77 (izquierda). Vista de una estructura habitacional. Figura 78 (derecha). Vista de un


paramento interno de estructura.

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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.

Figura 79 (izquierda). Vista de fragmento de cerámica. Figura 80 (derecha). Vista de una lasca de
obsidiana.

En el punto UTM 18L 463733.77E - 8465826.23N, sobre un montículo natural (el punto más
alto del sitio), se ha registrado una estructura circular pequeña concéntrica a otra de forma
elíptica. En el caso de la estructura pequeña, se observó un acceso de 0.45 m de ancho orientado
al este. Tiene un muro de 0.60 m de ancho y el espacio interno de 1.30 m de diámetro. La
estructura elíptica, de mayor tamaño, presenta muros más deteriorados de 0.60 m de ancho; el
espacio interior es de 5.70 m de largo por 3.85 m de ancho. En dirección sureste, al pie del
montículo, se tiene uno de los espacios abiertos donde posiblemente se realizaban actividades
productivas de carácter público; esta presenta 18.20 m de largo por 12 m de ancho. Otros
espacios abiertos, en total 4, fueron registrados en el punto UTM 18L 463768.20E -
8465850.28N, una seguida de otra, siguiendo un orden de oeste a este. La de mayor tamaño
tiene 11 m de ancho por 12.40 m de largo y la más pequeña es de 9.80 m de largo por 6.50 m
de ancho. Otro espacio público, ubicado en la coordenada UTM 18L 463834.90E - 8465825.49N,
tiene 18.50 m de largo por 12.95 m de ancho. Lo común en estos espacios es que se encuentran
delimitados por muros perimétricos bien constituidos, en algunos casos solo se conservan sus
cimientos, y en otros se observan paramentos de hasta 1.10 m de alto. Ninguno de estos
espacios abiertos se conecta a estructuras circulares domésticas. En superficie se observaron
poca dispersión de cerámica, además de una lasca de obsidiana.

DISCUSIONES DE LOS DATOS DEL REGISTRO ARQUEOLÓGICO DE


SUPERFICIE

Los tres sitios arqueológicos registrados comparten una característica en común vinculada
con la accesibilidad hacia el conjunto del asentamiento, debido a que la protección natural o
artificial habría dificultado dicho acceso. Es decir, la presencia de formaciones geológicas de tipo
farallones inaccesibles, de laderas escarpadas de difícil circulación, la construcción de muros
altos y anchos en espacios de laderas moderadas no solo es un indicador de una preevaluación
para la elección del lugar a habitar, sino también la planificación posterior para hermetizar las
áreas elegidas. La disposición y la ubicación de los muros defensivos nos induce a pensar que
existió, durante la planificación y durante el proceso de construcción, una idea de anticipación y
complementariedad entre los muros y las áreas donde se realizaban las distintas actividades

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819

sociales, productivas y reproductivas. Por un lado, la idea de anticipación (ante cualquier


circunstancia de peligro, por ejemplo) se relaciona con los lugares donde fueron emplazados los
muros defensivos respecto de las áreas donde se encuentran ubicadas las estructuras
domésticas. Generalmente, los muros tratan de cubrir los espacios de fácil acceso, de modo que
fueron construidos en los lugares más expuestos y casi siempre alejado de las estructuras
habitacionales. Los espacios donde habitaban y construían sus viviendas las personas fueron
ubicadas en áreas de menor vulnerabilidad, siendo los espacios ideales los de mayor protección
natural. Como resultado, muchos de los muros defensivos no siempre están directamente
asociados a las áreas donde fueron construidas las estructuras habitacionales, o al menos eso
es lo que se evidencia en estos sitios registrados. Un caso excepcional es el sitio arqueológico
de Pallqa, donde la protección es casi exclusivamente natural. Por otro lado, la
complementariedad no solo está relacionada entre los muros construidos en un mismo espacio
(puesto que estos están dispuestos unas después de otras, donde el primer muro, el más
externo, es el que cubre toda el área vulnerable y los siguientes muros son complementos
defensivos del primero), sino que también deben complementar a la topografía accidentada del
terreno y empalmarse a la protección natural de estos, que hasta cierto punto son mucho más
efectivas.

El sitio arqueológico con mayor complejidad y de mayor extensión, indudablemente, es el


sitio arqueológico de Masketa; los sectores que fueron diferenciados entre sí se encuentran
distanciados, no solo por el espacio que ocupan, sino por la actividad que se realizaban en cada
sector. Aunque, como ya se señaló, el desplazamiento entre unos y otros es de fácil circulación.
Tanto en el sector C como en el sector D, el tipo de actividad social que se desarrolló en estos
espacios está vinculado con la producción y reproducción de la vida cotidiana de la población
local que los habitaron. Los restos arqueológicos identificados en superficie asociados a las
estructuras arquitectónicas definen sus funciones domésticas y, posiblemente, también sus
actividades productivas artesanales. La presencia de fragmentos de cerámica, en algunos casos
de acabados toscos y otros de acabados mucho más finos, estarían indicando funciones muy
particulares, al menos para estos objetos. No es clara la definición funcional de las estructuras
pequeñas dentro de los espacios habitacionales; sin embargo, estos siempre están asociados a
las estructuras domésticas de mayor tamaño y a sus respectivos patios o pasadizos. Es posible
que su función sea para almacenar y menos probable que sean estructuras funerarias, puesto
que en superficie no se hallaron restos de óseos humanos en ninguna de estas dos áreas. Todo
parece indicar que las áreas de actividad funeraria están separadas de las áreas de actividad
doméstica y productivas. Esto se deduce a partir del sector B del sitio de Masketa, con claros
indicadores de actividad funeraria, el cual se encuentra separado de las áreas asociadas a las
actividades domésticas; a esto se le puede agregar la posible área funeraria ubicada al lado
noroeste, fuera del sitio arqueológico.

Si bien en los otros dos sitios arqueológicos (Pallqa y Markuya) no se distinguieron áreas
de actividades sociales diferenciables, debido a que los distintos tipos de estructuras construidas
forman parte de una misma área nuclear, en estos tampoco se identificaron estructuras que
pudieran ser asumidas como de función funeraria; lo que confirmaría que estos tipos de espacios
en estos sitios eran netamente para la actividad doméstica y también, posiblemente, para

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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.

actividades productivas artesanales; siendo que las áreas con actividades funerarias tenían
espacios bien definidos, separados de las otras actividades sociales. Al igual que en el sitio de
Masketa, donde se identificaron estructuras rectangulares de grandes dimensiones (ubicado
dentro del sector A) asociadas a posibles actividades públicas y de carácter productivo; también
se registraron espacios de este tipo en los otros dos sitios, y en mayor número en el sitio de
Markuya. Evidentemente, tanto las actividades domésticas de las estructuras circulares
habitacionales (funcionalidad ampliamente demostrada en las excavaciones de estructuras
similares en el sitio arqueológico de Chukurpus) (Quispe et al., 2021), como las posibles
actividades productivas artesanales de los espacios abiertos de grandes dimensiones, formarían
parte de la cotidianidad de los habitantes dentro de estos asentamientos; sin que estos se
imbricaran con las actividades netamente funerarias, para las cuales seguramente tendrían otros
espacios, bien definidos, con la exclusividad que se merecía dicha actividad. Estos espacios
funerarios no fueron hallados durante esta temporada de prospección, ni en el sitio arqueológico
de Pallqa, ni en el sitio de Markuya.

Una de las cuestiones a tener en cuenta con respecto a las estructuras domésticas es que,
en los tres sitios registrados, estos están asociados a un patio o un pasadizo. No es nada raro la
relación entre estos elementos arquitectónicos; sin embargo, lo interesante aquí es la relación
exclusiva que existe entre un recinto habitacional y su respetivo patio, a los cuales se les pueden
sumar una o dos estructuras circulares pequeñas. Muchos de los patios presentan muros
perimétricos, a veces altos, que los hacen mucho más exclusivos a sus respectivas estructuras
domésticas. Un caso de estos fue descrito en el sector C del sitio arqueológico de Masketa. La
particularidad de estos tipos de unidades domésticas nos estaría indicando, posiblemente, que
es un espacio donde se desenvolvían las actividades cotidianas de una familia nuclear
constituida. Donde los miembros de la familia con otros grados de consanguinidad estarían
ocupando otras unidades domésticas. No se logró identificar patios asociados a más de una
estructura habitacional a pesar de la presencia de espacios abiertos amplios, como los que se
observó en los tres sitios registrados; más aún, estos espacios amplios no se encuentran
asociados o conectados a estructuras habitacionales, debido a que estos espacios presentan
sus propios muros perimétricos que los delimitan. La relación singular entre patio y recinto podría
estar relacionada con cuestiones de soluciones prácticas ante la escasez de espacios horizontes
amplios aptos para la construcción, lo cual habría conllevado a asumir ciertas prácticas sociales
y conductas (como la de construir solo para el núcleo familiar), acordes con la situación
presentada. Construir una terraza sobre terrenos accidentados implicó, necesariamente, la
obtención de un espacio horizontal reducido; lo suficiente como para una estructura habitacional
y su respectivo patio o pasadizo, esto, por un lado; y por otro, aun cuando se tuvieran espacios
con pendientes suaves o moderadas, por una cuestión de densidad poblacional, los espacios
tampoco serían suficientes como para romper este patrón arquitectónico de familias nucleares.

Un tipo de estructura muy particular, el cual requiere de una atención y una indagación
mayor, son las estructuras concéntricas caracterizadas por observación en el sitio de Markuya,
y que posiblemente, también, sean de similar característica la estructura identificada en el sector
B del sitio de Masketa. Este tipo de construcciones también fue reconocido en otros anexos del
distrito Santiago de Chocorvos durante esta temporada de prospección del PIACH (2021), los

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819

cuales fueron registrados en asociación directa a sitios arqueológicos, como es el caso de los
sitios descritos en este trabajo; sin embargo, existen estructuras similares que se encuentran
totalmente aisladas y emplazadas sobre la cima de cerros. La descripción y razón de ser de este
tipo de estructuras no forman parte de los objetivos del presente artículo, por lo que serán
tratados en futuras publicaciones.

Un aspecto importante a tener en cuenta es la dimensión temporal de los sitios


arqueológicos estudiados; considerando las características del emplazamiento, el de las
estructuras domésticas, funerarias y de los espacios abiertos, observando la distribución espacial
de estas y el carácter defensivo de los asentamientos, sin dudas nos encontramos antes sitios
arqueológicos del Periodo Intermedio Tardío. Sin embargo, una de las problemáticas no resueltas
para este tipo de sitios, y específicamente el de la ocupación del espacio, es la de responder por
el momento en que fue elegido para ser habitado. Cuando observamos algunos fragmentos de
cerámica (sobre todo en áreas de intenso huaqueo), escasamente dispersas y en muy mal
estado de conservación, podemos dar cuenta de que estos fragmentos presentan diseños
policromos, típicos de los grupos costeños Nasca (ver fig. 44, 45 y 72), tanto en los sitios de
Masketa como del sitio de Markuya.

La idea de que los asentamientos arqueológicos del Intermedio Tardío se empezaron a


ocupar luego de que el Estado Imperial Wari cayera, y el mismo hecho de que los sitios fueran
emplazados en espacios geográficos de difícil acceso, como muestra de una situación de anomia
social durante este periodo, con el tiempo y a raíz de las nuevas evidencias arqueológicas,
consideramos que irá perdiendo sustento. Por el contrario, al igual que los sitios caracterizados
en este trabajo, parecen haberse ocupado desde periodos muy tempranos, cuando no, al menos
a partir del Periodo Intermedio temprano. La elección de este tipo de emplazamiento para ser
ocupados tiene una larga data y no necesariamente está en relación con una situación de
“anomia” de un determinado periodo o, en todo caso, a pesar de que haya un Estado
centralizador, la situación de conflicto siempre formó parte del desarrollo histórico de las
sociedades que habitaron estos sitios arqueológicos, a tal punto de que permanentemente deban
estar protegidos, natural o artificialmente. Un hecho innegable sobre la base de estas
investigaciones es que al menos los sitios arqueológicos de Masketa y Markuya presentan
evidencias arqueológicas, si bien muy puntuales –estilísticamente hablando–, que se remontan
hasta el Periodo Intermedio Temprano y se prolongan hasta las épocas tardías –
arquitectónicamente hablando–.

Discutir y caracterizar la situación histórica, en todos los aspectos de la vida social, de las
personas que ocuparon estos sitios arqueológicos a través del tiempo es algo que, con datos de
superficie en el registro arqueológico, difícilmente puedan ser definidas. Sin embargo, con este
trabajo presentamos ciertos indicadores como para empezar a problematizar los sitios
arqueológicos del Periodo Intermedio Tardío en función de la antigüedad de sus primeras
ocupaciones.

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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.

AGRADECIMIENTOS

Con este apartado aprovechamos para agradecer al equipo de arqueólogos y estudiantes


de arqueología que formaron parte de la segunda temporada del Proyecto de Investigación
Arqueológica Chukurpus (PIACH 2021). A la arqueóloga Brenda Canales Samaniego, por su
apoyo en el registro de los sitios; a la arqueóloga Sandra P. Villena Sulli, por su apoyo en el
registro de los sitios y por las observaciones sugeridas para la elaboración de este texto; a Marco
Taquiri Gonzales, por su aporte en el contenido de este trabajo. Agradecer también al PIACH
ONG, donde la Sra. Rosa Espinoza Sairitupac y su cuerpo directivo conformada por Luz Vargas
Sairutupac y Elva Mantari Paredes, fueron los principales promotores para que este proyecto
arqueológico se sostuviera en el tiempo. Un especial reconocimiento para el señor Claudio Araujo
(Capucho) y su esposa María Ysabel Cabrera Guerreros, quienes nos brindaron todo el apoyo
necesario durante el tiempo de nuestra estadía en el trabajo de campo.

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DATOS DE LOS AUTORES:

Luis REYMUNDO LUME:

Bachiller y Licenciado en Arqueología por la Universidad Nacional


Mayor de San Marcos, egresado en Educación por la Universidad Mayor
Nacional de San Marcos. Ha realizado investigaciones arqueológicas en
Huancavelica para definir la sociedad de los Guachos y Chukurpus; en
Chancay y Huaura investigó sociedades de diversos periodos (Horizonte
Temprano, Intermedio Temprano e Intermedio Tardío), participó en
proyectos de investigación en Áncash, Apurímac, Cajamarca, Cusco y
Huánuco.

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REYMUNDO LUME, Luis y QUISPE OROSCO, José: “Observación de superficie de sitios
arqueológicos en el anexo de Quisuarqasa, Santiago de Chocorvos, Huancavelica”.

José Luis QUISPE OROSCO:


Licenciado en Arqueología por la Universidad Nacional San Luis
Gonzaga de Ica. Candidato a Maestría con Mención en Estudios
Andino, Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Diplomado
de Alta Especialización: Patrimonio Cultural, por la Universidad Inca
Garcilaso De la Vega – Lima. Arqueólogo del Ministerio de Cultura de
Huancavelica desde 2013 al 2015. Diplomado en Conservación de
Objetos Arqueológicos, por el Instituto Superior de Conservación y
Restauración Yachay Wasi - Lima Diplomado en Museología, Gestión
de Patrimonio y Políticas Culturales, por la Universidad Privada Simón
Bolívar – Lima. Director del Proyecto de Investigación Arqueológico
Chukurpus, Distrito - Santiago de Chocorvos - Huaytará – Huancavelica - 2018. Director del
Proyecto de Investigación Arqueológico Chukurpus e Identificación de Sitios Prehispánicos -
Santiago de Chocorvos, Huaytará, Huancavelica – 2021. Director de Asuntos Académicos del
Instituto de Paleontología, Arqueología y Medio Ambiente (IPAMA) Ica. Actualmente arqueólogo
del Ministerio de Cultura de Ica (desde 2015 hasta el presente).

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 79-112 / ISSN: 2221-7819

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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.
ARTÍCULO ORIGINAL

ÑAWPA MARCA / VOL 4, No 11 / 2024, pp 113-132 / ISSN: 2221-7819

LAS ANTARAS EN LA SOCIEDAD CHANCAY DEL PERIODO DEL


INTERMEDIO TARDÍO

“The antaras in the Chancay society of the late intermediate period”.


Carlos SÁNCHEZ HUARINGA
https://orcid.org/ 0009-0009-2599-3073
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
karlosdanielsanchez@gmail.com

Resumen
La música en las sociedades andinas prehispánicas está basada principalmente en
los artefactos sonoros (instrumentos musicales) de la orden de los aerófonos, muy en
especial de las flautas de Pan. La diversidad y cantidad de estos instrumentos, junto
a las flautas verticales y a los instrumentos de percusión (membranófonos e idiófonos)
nos relatan el espectro sonoro de la época y que en muchos lugares perduran hasta
la actualidad (en el altiplano, por ejemplo). En aquellos tiempos, en todas las
sociedades de la costa, resonaban las zampoñas en todas las esferas y momentos de
vida, así nos lo narran las evidencias arqueológicas que daremos cuenta, aunque
lamentablemente tanta riqueza musical fue cruelmente terminada con la presencia
occidental.

Palabras claves: Música, aerófonos, flautas de pan, antaras, sikus, zampoñas.


Abstract
The music in our pre-hispanic andean societies is based mainly on the sound artifacts
(musical instruments) of the order of the aerophones, especially the Pan flutes. The
diversity and quantity of these instruments, together with the vertical flutes and the
instruments of percussion (membranophones and idiophones) tell us about the sound
spectrum of the time and that in many places continue to the present day (in the
highlands, for example). In those times, in all the societies of the coast, the panpipes
resounded in all spheres and moments of life, this is how the archaeological evidence
that we will report tells us, although unfortunately so much musical richness was cruelly
ended with the western presence.
Keywords: Music, aerophones, bread flutes, antaras, sikus, zampoñas.
* Presentado: 12 – 09 – 2023. * Aprobado: 30 – 11 – 2023.

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11/ 2024, pp. 113-132 / ISSN: 2221-7819

INTRODUCCIÓN

Las flautas de Pan son los artefactos sonoros musicalizables más emblemáticos de la etapa
autónoma de la civilización andina. En primer lugar, porque vienen desde los primeros
asentamientos humanos en nuestro territorio (Caral, por ejemplo) y en segundo lugar, debido a
la multiplicidad de formas y variedades que hasta hoy sobreviven y continúan reproduciéndose.
Además, presentan caracteres muy significativos a nivel etnomusicológico (contextos y formas
de agrupamientos), musicológico (como la técnica del “diálogo musical”), organológico (variedad
de flautas, afinaciones y usos), en el plano acústico sonoro con el uso de la hilera secundaria
(“resonadores”), etc. Todo ello ha logrado construir una peculiar estética sonora andina que
podemos ver claramente las sociedades de la costa peruana como Paracas, Nasca, Chancay,
Chincha, Ichma, etc.

La palabra flauta de Pan viene del dios Pan, ser mitológico griego, aterrador pero que hacía
hermosa música con la siringa (“zampoña”) que había construido con carricillos de la planta en
la que se había convertido su imposible amada, la ninfa Siringa. En la mitología griega podemos
encontrar muchas variantes de esta historia.

De esta manera tenemos la siguiente definición académica de flauta de Pan: “La flauta de
Pan (421.112 en la clasificación de Hornbostel & Sachs) es un aerófono o instrumento de viento
compuesto por un número variable de tubos (o, en ciertos casos conductos) de distintas
longitudes y grosores, generalmente cerrados por un extremo y abiertos o semi-abiertos por el
otro. En su extremo proximal, tales tubos pueden ser lisos o poseer biseles simples o dobles;
dependiendo de tamaños y cumpliendo los principios acústicos que rigen el sonido de este tipo
de elementos, los distintos tubos que componen el aerófono proporcionan diferentes notas y,
mediante el empleo de ciertos recursos interpretativos, una serie de variables de armónicos.”
(Civallero 2012: 40).

Entonces con el término “flauta de Pan” comprendemos a todos los aerófonos del mundo,
morfológicamente semejantes, y sirve para referirse tanto a estos instrumentos a lo largo del
tiempo prehispánico como para el actual. Abarca por lo tanto a todas las variedades andinas,
cual fueren sus nombres locales, por ejemplo: sikus, antaras, phukos, zampoñas, lakas,
ayarachis, etc. Más aún, se hace imprescindible su uso como categoría genérica en el estudio
de las flautas de Pan arqueológicas debido a la desaparición de los términos específicos usados
en sus respectivos tiempos y lugares. Precisamos esto debido a que existe un sector popular
que cuestiona el uso del término “flauta de Pan”, muchas veces por su sola “procedencia o
carácter europeo”, lo cual lo deslegitimaría para comprender a los aerófonos andinos. En todo
caso, se trata de una controversia ajena a la Academia.

Sin embargo, en el caso peruano existe la tradición arqueológica de llamar a las flautas de
Pan del tiempo precolombino antaras, término que, por supuesto es arbitrario y que genera
mucha confusión por la existencia de una gran variedad de antaras etnográficas, como los
conjuntos de “chunchos” de Huanta (Ayacucho). Los arqueólogos peruanos no usan otras

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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.

denominaciones locales, tampoco la arqueología boliviana que prefiere el uso del término siku
para referirse a sus hallazgos.

Ciertamente, la Arqueología peruana, desde las primeras excavaciones dirigidas por Julio
C. Tello (inicios del siglo XX), ha hecho común el uso del término “antara” para designar a estos
instrumentos musicales precolombinos. Existe una evidente arbitrariedad en cuanto a este uso,
pues el término “antara” es vocablo quechua y no existe evidencias de que la sociedad Nasca lo
haya llamado así: “…la cultura Nasca que se desarrolló en el período Intermedio Temprano, no
tiene relación directa con la cultura e idioma quechua” (Valencia 2007: 303). Desde entonces, la
Arqueología peruana ha utilizado la palabra “antara” como un término genérico para denominar
a todas las flautas de Pan arqueológicas, sin prestar atención o investigar sobre las
especificidades o particularidades de este aerófono en el período prehispánico, aunque esto es
por cierto muy complejo aún para la arqueomusicología.1

Por otro lado, el término “antara” fue la denominación más recogida por los cronistas
españoles en el Antisuyo, Chinchaysuyo y Contisuyo, aunque de menos presencia en el
Collasuyo. Entonces es evidente que tiene una relación directa con el idioma más usado en las
áreas mencionadas. Está en el Vocabulario de la lengua general de todo el Perú de González
Holguín de 1608: “Antara. Flautillas juntas como órgano”. El cronista Bernabé Cobo (1653)
también lo menciona: “Antara es otro género de flauta corta y ancha”, diferenciándola claramente
de la flauta de Pan denominada ayarichic y del siku. También es mencionado en reiteradas
ocasiones por Guamán Poma de Ayala en su voluminosa obra Nueva corónica i buen gobierno
(1936 [1615]: 336): “Cómo tenía los Yngas y capac apo tanbores grandes con que se holgauan
y le llamauan poma tinya y tronpeta guaylla quepa, pototo, flautas pingollo, antara, pipo, cata
vari, varoro, quena quena…”. Francisco de Ávila (Cusco, 1573 – Lima, 1647) en sus escritos muy
conocidos bajo el nombre de Dioses y hombres de Huarochirí, que fueron traducidos al castellano
por José María Arguedas (1966), también lo menciona en varias oportunidades como un
exquisito instrumento musical de la mitología andina: “... el raposo traería una flauta hechas de
muchas cañas que los indios llaman antara…” (p. 211).

Entonces es razonable pensar que a partir de estas tradiciones léxicas, la ciencia


arqueológica peruana, hiciera uso del término “antara” para designar a las flautas de Pan
descubiertas en sus excavaciones.

LOS SIKUS Y LAS ANTARAS, DOS TIPOS DE FLAUTAS DE PAN ANDINAS

En el caso peruano distinguimos claramente dos tipos de flautas de Pan de acuerdo a su


técnica interpretativa: las duales complementarias o interdependientes, de ejecución colectiva y
las flautas de Pan unitarias, simples e independientes, de ejecución individual. Por lo cual,
organológicamente tenemos la existencia de dos modelos de flautas de Pan: las antaras y los

1 Por ejemplo, hemos buscado la denominación que habría tenido en la lengua muchik este instrumento musical
muy conocido y usado por la sociedad Moche; pero a pesar de la sobrevivencia de muchos aspectos de esta
lengua, y de varios especialistas de la misma, no hemos logrado encontrar alguna pista.

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sikus. Las antaras son flautas de interpretación –principalmente- individual y de una sola fila (“sin
resonadores”), geo culturalmente se sitúan desde el Tahuantinsuyo (Contisuyo) hacia el norte
(Chinchaysuyo) y hacia el noreste (Antisuyo), zonas principalmente quechuas. Los sikus son de
interpretación eminentemente colectiva y mayormente flautas de dos filas (“con resonadores”),
geo culturalmente se sitúan desde el Tahuantinsuyo (Contisuyo) hacia el sur (Collasuyo), zonas
principalmente aimaras. Sin embargo, hay una variedad de sikus que tienen alguna característica
de la antara que ya lo tratamos en otros estudios (Sánchez 2022).

Figura 1: Dos principales modelos de flautas de Pan en el mundo andino prehispánico,


completamente diferentes. El primero es una antara, es un instrumento enteramente solista (lo
toca solo una persona) y algunas veces es colectivo, pues se forman grupos de antaristas. En el
segundo caso se trata de los sikus, el instrumento es dual (se toca entre dos) y es además
colectivo, pues siempre se toca en grupos llamados sikuris.

LAS SOCIEDADES COSTEÑAS EN EL INTERMEDIO TARDÍO

Luego de la caída del “imperio” Wari, el mismo que coincide con el declive de la cultura
Tiahuanaco, se formaron nuevos grupos étnicos locales y regionales. Se considera que en esta
época se intensificó el intercambio comercial (trueques y ferias) lo que impulsó una mayor
producción en masa y con ello el declive de la calidad manufacturera, en la cerámica, por
ejemplo, se exacerba el uso de los moldes (Cáceres 2009). Este será un rasgo muy distintivo
para el caso de las antaras pues desde este periodo no se volverá a construir en cerámica.

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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.

Esta época entonces significa el final del uso de la cerámica para la fabricación de todos
los instrumentos musicales como los “bombos” y las “kenas”, estos se ven por última vez en
Chincha y lo “bombos” de tipo “timbal” (con base cerrada y de un sólo parche) en Chiribaya
siguiendo el estilo nasca, claro que con menor calidad. En las cerámicas escultóricas -que
todavía se elaboran-, queda evidenciado que la flauta de Pan que usan estos pueblos son
construidos de “cañas” puesto que se dan el trabajo de esculpir las barras de amarre que suelen
tener estos instrumentos cuando son construidos con “cañas”.

También se intensifica la producción textil y el “arte plumario” pues estas son usadas como
elementos de distinción. Las exuberantes vestimentas que denotan poder y prestigio son
acompañados por el uso de las “monteras” sobre la cabeza y que han quedado en muchas
danzas como recuerdo de los roles e importancia. Algunas iconografías y esculturas señalan que
los tocadores de zampoñas usaban monteras de plumas en la cabeza, lo cual los ubica como
personajes de importancia, por ejemplo, los que usan plumas de cóndor, ave totémica que
expresa poder, jerarquía y era un conector con el mundo suprahumano. Estos rasgos en la
vestimenta de quienes hacen música de flautas de Pan, continuarán en tiempos coloniales y en
muchos casos llegan a nuestros días.

Figura 2: Antarista Chancay en solitario bajo su habitación (Museo de Ancón).

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Figura 3: cerámica escultórica con antarista individual (Museo del Castillo). En la actualidad, es
toda una tradición en la costa, sierra y selva norteña el uso individual y solista de la antara, esto
parece venir entonces desde tiempos precolombinos.

Pertenecen a este periodo sociedades como: Lambayeque y Chimú en la costa norte; Ica,
Chincha, Churajón, Chiribaya y Arica en la costa sur; Huanca y Chanca en la sierra central;
Chachapoya en los Andes nororientales; Chuquibamba, Colla, Lupaca y Cusco o Killke en la
sierra sur. En Lima, los Ichmas nos dejarán grandes rasgos de su música en las flautas de Pan
que aún se conservan en los museos como el “Arturo Jiménez Borja” de Ate Vitarte.

LA SOCIEDAD CHANCAY

La sociedad Chancay se desarrolló en la costa norcentral del Perú alcanzando los valles de
Chancay y Chillón extendiéndose hasta Huaura (por el norte) y hasta la margen derecha del río
Rímac por el Sur. La presencia e influencia Chimú es evidente al punto que algunos creen que
existía cierta dominación de estos, esto terminaría con la llegada de los incas a quienes
probablemente se van aliar para conquistar a los chimús. Su más grande desarrollo tecnológico
lo hicieron en la textilería, esta es de una fineza y variedad extraordinaria. El característico color
de la cerámica Chancay, es negro (o marrón oscuro) sobre blanco que apareció al principio del

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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.

Periodo Intermedio Tardío y permaneció hasta los tiempos de la invasión española, antes, con
el apogeo Huari se aprecia los colores negro, blanco y rojo (van Dalen, 2012).

LOS ANTARISTAS DE CHANCAY

En base a la gran cantidad de restos arqueológicos físicos encontrados, así como por las
representaciones en cerámicas escultóricas, se puede percibir que tuvo una gran importancia las
flautas de Pan (y su música por supuesto), tanto a nivel de la clase dirigencial como del pueblo.
Observamos, por ejemplo, qué en las cerámicas escultóricas conocidos popularmente como
“chinos” o “chinas”, que son las más emblemáticas de esta sociedad, hallamos muchas
representaciones de antaristas y en especial de los antaristas unitarios, que al parecer fue el más
común.

Figura 4: Pareja de músicos “chinas” chancay, personajes de evidente prestigio y poder. Uno de
ellos toca una antara y su acompañante algún artefacto sonoro de percusión. Observamos que la
antara es instrumento que perdió su privilegiada posición con la llegada de occidente y la
construcción de la idea de una “sub cultura indígena”. (Museo del Castillo)

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Uno de estos, construido de manera muy refinada y que felizmente ha sobrevivido hasta
nuestros días, con una mano sostiene la antara mientras lo toca, y en la otra lleva un instrumento
de percusión (un idiófono) conocido hoy como “shacapas” (elaborado de semillas, frutos secos o
conchas marinas), se puede decir lo toca al unísono con la antara. Por todo el atuendo que porta
este personaje, podemos decir que, sin duda, se trata de un personaje de importancia. Este se
va repetir en otras piezas con mucha menor calidad en su elaboración. Porta como elemento
principal de jerarquía una especie de “corona” en la cabeza (puede ser algún tipo de peinado o
una “corona”), luego maquillajes o pinturas faciales con sombras alrededor de los ojos, profusas
orejeras y fundamentalmente unos exuberantes pectorales que cuelgan más abajo del pecho,
estos parecen haber sido construidos con cuentas de caracoles o en metal (fig. 05b).

Figura 5: Nuevamente “chinas”, personajes de importancia tocando antaras, sin duda el


instrumento fue de privilegiado uso por los sectores hegemónicos de esta sociedad. Se entiende
que sus instrumentos musicales están construidos de cañas y al parecer tocan individualmente.

Otra pieza también muy simbólica de esta sociedad, también finamente fabricada, tiene
como motivo a una pareja de músicos donde el acompañante del antarista porta algún
instrumento percutivo desconocido (una especie de “plato” percutido con un mazo) y este
además se encuentra claramente “silbando”. Portan también un aditamento en la cabeza y
semejantes maquillajes o pinturas faciales que el personaje de la figura 5b, ya descrito.
Igualmente porta pectorales aún más impresionantes (fig. 03). Este tipo de dúos existen en la
actualidad: antarista y percusionista, aunque no en zonas chancay, sino en zonas de las
serranías y en la Amazonía.

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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.

Estos personajes llamados “chinos” representan, como ya dijimos, personajes de


importancia (oficiantes, chamanes, médicos, jefes, etc.) por ello se encuentran bien ataviados y
con ornamentos que denotan prestancia (pintura facial, orejeras, collares, pectorales, tatuajes en
las manos y tocados). En nuestro caso pareciera repetirse un personaje especial que va siempre
en postura de descanso especial (cruzado las piernas) con una antara en la mano, en algunos
casos la escultura está hecho en madera, otro de los materiales abundantemente usado para
representare escenas de la vida chancay.

Pero estos instrumentos eran también de uso popular. Mostramos una vasija que denota a
un poblador común, también la fabricación de esta cerámica escultórica es evidentemente
rústica. Proviene del sitio de Macatón, lugar excavado por el arqueólogo Pieter Van Dalen.
Representa a músico antarista quien además toca el tambor, nuevamente tenemos a un solo
tocador de antara. (fig. 05a).

Figura 6: Cerámica de probable uso popular que representa a un tocador de antara y tambor a la
vez. Una vez más, observamos el uso solista o individual del instrumento tal como hasta hoy lo
realizan en muchos lugares de la sierra y selva norte (imagen cedida por el arqueólogo Pieter Van
Dalen). Fig. 05b) cerámica finamente labrada que nos representa el otro lado de la cultura Chancay,
un personaje de prestigio y poder tocando el mismo instrumento acompañándose así mismo con
un idiófono (chacapas de semillas). Sin duda la música de antaras entre los chancay atravesaba
todas las esferas sociales. (Foto del autor en el Museo de del Castillo).

Después de las “chinas” son los “cuchimilcos” los personajes más distintivos de esta
sociedad. En estos no representaron ninguna actividad mundana pues al parecer su destino eran

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los rituales de tránsito (muerte y entierro), se cree que los construían exclusivamente para
colocarlas en las tumbas como acompañantes del difunto en su camino al más allá. Además, son
de sexo femenino (salvo excepciones), en ese sentido es imposible hallar un “cuchimilco”
tocando antaras ya que sabemos que estos son instrumentos exclusivamente masculinos
(Sánchez 2022).

Otra de las obras artísticas muy peculiar de los chancay son las “muñecas funerarias”. Estas
representan escenas cotidianas de sus pobladores, y también los acompañan en el tránsito
mortuorio como recordatorio de la vida mundana. En estos también se han hallado a músicos
con “kenas” y “antaras” que indicarían el oficio del difunto, en estos siempre se han visto
tocadores de antaras unitarios (fig. 06).

Figura 7: “Muñecas” funerarias, representa a un varón tocando una antara (Centro Arquitectónico
de Caqui, Huaral, Lima)

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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.

Entonces es muy importante tener en cuenta que no se han hallado cerámicas (chinas
cuchimilcos u otras vasijas) ni tampoco “muñecas” que reflejen el uso de la antara de manera
dual (en parejas) o colectivamente. Sin embargo, los restos arqueológicos de antaras mismas
(de los instrumentos), si indican, que supieron usarlo de manera colectiva, es decir, existieron
conjuntos o “tropas” de antaristas.

En un cuadro más completo los alfareros chancay intentaron graficar su vida social, en ellos
observamos personajes realizando todo tipo de actividades populares resaltando la música de
antaras y de kenas. En ambos casos los alfareros han dejado entrever que estos músicos de
antaras tocan solos o en algunos casos acompañándose de un idiófono.

Figura 8: Diversas escenas de músicos y de vida cotidiana en Chancay, entre ellas distinguimos
claramente la presencia de la antara utilizado de manera variada por eventos, ocasiones u otras
determinaciones.

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Entonces es muy importante tener en cuenta que no se han hallado cerámicas (chinas
cuchimilcos u otras vasijas) ni tampoco “muñecas” que reflejen el uso de la antara de manera
dual o colectiva. Sin embargo, el resto de las antaras si indican, indudablemente, el uso colectivo,
es decir, existieron los conjuntos o “tropas” de antaristas.

LAS ANTARAS CHANCAY

Chancay es una de las sociedades precolombinas que más restos de antaras nos han
dejado, aunque paradójicamente, es también la que menos importancia o menos estudios tienen
desde la musicología y también de la misma arqueología. Tal vez, entre las razones esté el hecho
de que todas fueron construidos en “cañas” y no son “espectaculares” como es el caso de las
antaras nascas que fueron construidos finamente en cerámica y son el centro de la atención de
los estudios arqueomusicológicos.

Las crónicas españolas no señalan la presencia de este instrumento en este territorio,


aunque es evidente que en toda la costa se hacía uso masivo de este instrumento.
Probablemente su decaimiento como sociedad había empezado antes de la llegada de los
españoles quienes trajeron pestes que diezmaron a la población costeña, con todo, fue el final
de esta sociedad conocida como la cultura Chancay. Sin embargo, recordemos que, sólo algunas
décadas después, en 1614, las Constituciones Sinodales del Arzobispado de Lima prohibieron
las fiestas indígenas y mandaron quemar sus instrumentos musicales. En esta ordenanza se
menciona la prohibición explícita de la antara, lo que nos indica que su presencia seguía incólume
en estos sectores:

“Para que con la ayuda de Nuestro Señor, sean suprimidas las ocasiones de recaer en la
idolatría y que el demonio no pueda continuar ejerciendo sus triunfos, es preciso no consentir
más todo aquello que tenga lugar el dialecto local o en lengua general (es decir en quechua), las
danzas, los cantos o taqui antiguos, y se deberá vigilar de que sean quemados los instrumentos
de este uso, tales como los tamborines, cabezas de ciervo, antaras, etc., no dejando a
disposición de los indios sino los tambores que usan durante el Corpus Christi.” (d’Harcourt 1925:
94)

Primera particularidad:

Las cañas.- Las antaras chancay fueron construidos con material perecible, con los tallos
de los vegetales al que conocemos comúnmente como “cañas” (Arundo donax) 2 . Con este
material se continúan confeccionados hasta la actualidad las antaras y los sikus en todo el
territorio, se han dejado de usar otros materiales de la época precolombina como los huesos, la
cerámica, la madera y la piedra. La gran historia de las antaras de cerámica en la costa, habían
terminado para estos tiempos tardíos con la incursión Huari. Es probable que la herencia Huari-

2 Arundo donax es una caña alta y perenne. Es una de varias de las llamadas especies de juncos. Tiene varios
nombres comunes: carrizo, arundo, caña española, caña del río Colorado, caña salvaje y caña gigante. Arundo y
donax son, respectivamente, los antiguos nombres latinos y griegos de la caña.

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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.

Tiahuanaco sea justamente el masivo uso de las cañas para la construcción de las flautas en
general (kenas y zampoñas) y es probable que estas costumbres hayan venido del altiplano,
donde ya se tocaban zampoñas de cañas desde el tiempo Puquina o Tiahuanaco. Las razones
para el uso masivo de este material deben estar en ciertas costumbres como el ritual de “fin de
ciclo” (se queman los instrumentos al finalizar un periodo festivo, así participan todos de la
“despedida” y pronto “regreso” donde se challaran nuevos instrumentos), la “concepción de vida”
(el instrumento al ser construido de material “vivo” -de las plantas-, y no de material muerto –el
barro o la piedra-, adquiere también vida). Finalmente, pueden haber incidido motivaciones
prácticas como la rápida construcción en materiales de “cañas” pues la cerámica exige un
complejo conocimiento (cocción, afinación, etc.) y un largo proceso en su elaboración y de seguro
habrá también motivos estéticos (sonoridades).

Figura 9: las antaras de caña de chancay de tipo unitario. Le caracteriza una especie de “forro”
elaborado con hilos de colores que fue un particular sello identitario de muchas flautas en la costa
y sierra (Chinchaysuyo, Contisuyo y Collasuyo) en tiempos precolombinos. (Colección Particular,
foto: Carlos Sánchez).

Segunda particularidad:

Los antaristas unitarios y los conjuntos de antaristas.- Hemos venido observando que
de acuerdo a los restos de las cerámicas, las antaras se tocaban individualmente, esto quiere
decir que actuaba como un instrumento individual o unitario, una formación común en muchos
pueblos actuales de la sierra norte peruana. Este modelo fue catalogado por el Mapa de los

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Instrumentos Musicales de Uso Popular en el Perú (1978) como un “instrumento unitario”. De


acuerdo a las evidencias arqueológicas, también se puede observar que ocasionalmente el
antarista toca a la vez un tambor pequeño que cuelga de su hombro.

Sin embargo, las antaras halladas en excavaciones legales e ilegales, nos expresan una
gran posibilidad que estas hayan sido fabricados para conformar conjuntos musicales, es decir,
actuaron en grupo. Una primera y central acusación de lo dicho es que algunas antaras se
encuentran muy emparentados en su construcción (aspecto estético), vale decir que usaron
tubos de caña de una sola procedencia para la fabricación de los instrumentos, e inclusive,
tenemos dos ejemplares que emiten los mismos sonidos, tienen las mismas notas musicales (fig.
9). Esta posibilidad no sería nada extraño puesto que por centurias, al sur entre los nascas, ya
sucedía este ensamble musical, tradición que va continuar en espacios conexos que hoy día
pertenecen a los departamentos de Ayacucho, Cusco y Puno. En Lima, entre los Ichma también
vamos a encontrar las huellas de conjuntos de antaristas e inclusive conocieron las distancias
de octavas (se han encontrado tres tamaños de antaras). Pero cuidado: no se trata de sikus,
pues es no es demostrable que sus escalas sean repartidas entre dos instrumentos, aunque la
duda siempre estará ahí. Estos conjuntos de antaristas chancay serían estructuralmente
semejantes a los actuales grupos de antaristas conocidos como “Chunchos de Huanta”
(Ayacucho), quienes tocan antaras semejantes formados en pares no desglosados y separados
en octavas.

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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.

Página anterior: Figura 10: Antaras duales exactamente iguales, son instrumentos
gemelos, lo que significa que su alturas sonoras son también idénticas, esto nos da un
indicativo que por lo menos entre los chancay se tocaban las antaras a dúos exactos (no
complementarios).

Figura 11: Grupo de antaras de la sociedad chancay (colección privada). Podemos reconocer
rápidamente los elementos que los homogeniza: el mismo tipo de caña, los amarres, el color, etc.
Hubiera sido mejor tener más antaras pertenecientes a este grupo para estudiarlos
musicológicamente, sin embargo, esto ya es suficiente para sospechar la presencia de una “tropa
de antaristas” en la sociedad Chancay.

Tercera particularidad:

Los “resonadores”.- Muchas antaras chancay fueron construidos con hileras secundarias
atadas firmemente a la fila principal de tubos (fig. 9 y 10). A estas hileras las llamaremos
“resonadores” que es el nombre popular que se usa en el caso de los sikus, instrumentos
altiplánicos que en su gran mayoría poseen estas dos hileras. Estos “resonadores” nos puede
estar inducir a pensar que se trata de sikus, pero no es necesariamente así.

Como dijimos, las cerámicas escultóricas y algunos restos de antaras, nos indican que, uno
de los principales modelos conocidos y utilizados por esta sociedad es el unitario o solista. Por
nuestra experiencia etnográfica, podemos señalar que en este caso la antara no lleva la segunda
hilera, mejor dicho no posee “resonadores”, por el contrario, en algunos casos conserva una
costumbre “ancestral”: forrar todos los tubos con hijos de colores diferentes. Sin embargo, en
esta oportunidad tenemos antaras con “resonadores”.

Las imágenes que presentamos en la figura 11, nos evidencian sólidamente el conocimiento
y uso de antaras grupales (tropa) y aunque pareciera ser que estas fueron tocados “dialogando”
(“modelo siku”), no es así. Dos de ellos (las antaras de los extremos) son prácticamente iguales
en la disposición y notas musicales, pues tienen variaciones de cents en las alturas de los sonidos

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y que llegan por lo mucho hasta medio tono de distancia, la diferencia tonal es casi de 1, casi se
configura una escala pentatónica por lo que parecería que hubieran sido fabricados para tocar
solas. Mientras que la tercera antara (ubicado en la parte central de la imagen), es más pequeña
y tiene un tubo menos que las anteriores, no hemos podido identificar las notas que tiene pues
ha perdido los tapones de sus extremos distales (nos agrada la idea de que se trate de una
antara desglosada de las anteriores, pero no tenemos más razones para sustentar ello).

Los tres poseen “resonadores” en la misma cantidad de tubos de la fila principal y se aprecia
que estos eran cerrados en sus extremos distales, pero con tapones de un material desconocido,
algunos han perdido el tapón, vale decir que no usaban los nudos de la caña para dejar cerrada
el extremo distal. Estos “resonadores” pretenden ser la mitad de la fila principal, es decir, a una
octava de distancia.

Entonces, el conocimiento e importancia de los “resonadores” fue tal que al parecer


experimentaron con muchas variantes, las principales son los “resonadores” del mismo tamaño
de la hilera fundamental y las que parecen estar a la mitad (octava), algunas se encuentran
“biseladas”, otras cerradas y otras abiertas en su extremo distal. Aquí haremos mención a una
antara revisada por César Bolaños (2008) y que al parecer se asemejaba al “tubo complejo”,
pero construido en cañas y maniobrable, puesto que permite variar las afinaciones de los tubos
toda vez que cuentan con dos cuerpos movibles: el cuerpo del tubo y el vástago, construido en
caña más delgada que permite encajar en la parte inferior y es movible.

Figura 12: Antaras chancay de doble fila o con “resonadores”.

LOS TAMBORES CHANCAY (LAS TINYAS)

Los llamados comúnmente “bombos” o “tambores”, pertenecen a la orden de los


membranófonos puesto que emiten sonidos por acción del golpe de las membranas (cueros de

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SÁNCHEZ HUARINGA, Carlos: “Las antaras en la sociedad Chancay del Periodo del Intermedio
Tardío”.

animales) que poseen3. Los membranófonos son inventados tempranamente por las sociedades
pre hispánicas y muchas variantes de estas llegan hasta nuestros días bajo el nombre de cajas
(denominados así en la sierra norte y en algunos lugares del altiplano), las tinyas (se llaman así
en la sierra central) y las wankaras (nombre más usado en tierras altiplánicas).

Arqueológicamente podemos distinguir dos importantes modelos: 1) Cilíndrico de doble


membrana o “bi cóncavo” (culturas Vicus, Huari, Lima, Moche, Chimú, Chancay, entre los
principales y que llega hasta la actualidad) y cuyo material de construcción del cuerpo o
estructura varía entre la cerámica rústica, la madera y los carrizos. 2) Cónico, de base cerrada
con una sola membrana (Paracas, Nasca y algunas más de la costa como Chiribaya, Ichma y
otros), en cuyo caso los materiales de construcción del cuerpo ha sido únicamente la cerámica.
Se trata de un modelo que se extingue en el tiempo del Intermedio Temprano.

Los Chancay hicieron uso del primer modelo (fig. 12a), de doble membrana, tamaño
mediano, para colgar en el hombro y poder tocar con la otra mano una antara si se quiere. El
cuerpo cilíndrico fue construido de cañas carrizo duro, los cuales fueron amarrados uno al lado
del otro hasta lograr todo el perímetro que luego fue forrado también con cuero de animales. Le
va caracterizar la pintura de colores “vivos” y diseños diversos a lo largo de todo el tambor o
bombo, sean los lados percutibles o no. Este sin duda es un modelo de herencia Huari.

Figura 13: Membranófonos del Intermedio Tardío en la costa central: 12a) tambor Chancay (Museo
de Chancay) de evidente influencia o legado Huari, es un modelo que llegará a nuestro día bajo el

3 Se dice que, en los tiempos antiguos, se usaban membranas de seres humanos, posiblemente de enemigos
condenados a muerte. Esto podemos leerlo en las crónicas de Poma de Ayala, por ejemplo.

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nombre de tinya, su tamaño es mediano de un promedio de 25 cms. de diámetro. Más al sur, en el


altiplano, estos tambores tendrán tamaños mucho más grandes (más de 50 cms. de diámetro).
12b) Timbal del mismo tiempo en la costa central, probablemente Ichma (MAAUNMSM). Es de
evidente modelo e influencia Nasca, con base cerrada y fabricado en cerámica, debe ser los finales
de este modelo pues para finales de este periodo los tambores de cerámica y de base cerrada ya
no se construían al igual que las antaras de cerámica. Como vemos desde el tiempo Huari
(Horizonte) el uso de las cañas se extiende inclusive para construir los tambores.

CONCLUSIONES

La sociedad Chancay que pobló la costa central del Perú en tiempos del Periodo Intermedio
Tardío, habrían hecho un masivo uso de las flautas de Pan, al cual muy de seguro denominarían
“antara” pues el idioma quechua se había extendido por esas zonas. Estas serían parte de un
sistema estructurado del tiempo y espacio donde el sonido habría tenido un especial sentido e
importancia; las fiestas en una u otra fecha y por tal o cual razón, sería una expresión de esto.
Muy conocido es que las antaras se tocaban en fechas de ausencia de lluvias y también se
encontraban muy relacionados a las muertes o tránsitos de una vida a la otra.

Estos instrumentos fueron construidos usando las “cañas” pues el tiempo de la cerámica
había desaparecido con el dominio Huari y probablemente por la influencia de los tiahuanacos.
En ciertos momentos, fechas o eventos, las antaras se tocarían de manera individual y en otros
de manera colectiva. Individualmente las antaras tendrían una libre “afinación” pero al sonorizarlo
colectivamente, este habría exigido el conocimiento de las octavas paralelas y los pares por
tamaños. Es seguro que, a pesar de tener pleno conocimiento de las antaras colectivas, no
hemos encontrado fehacientemente el uso del “modelo siku”, aunque no queda completamente
descartado. La acción de los “huaqueros”2 nos ha dejado sin contextos arqueológicos excavados
formalmente y con la rigurosidad del caso que nos habrían permitido un mejor acercamiento a
su mayor conocimiento.

BIBLIOGRAFÍA

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y ayarachis: pp. 249-280. Carlos Sánchez, editor. Fondo Editorial, Universidad Nacional Mayor
de San Marcos. Lima,

DATOS DEL AUTOR:

Carlos SÁNCHEZ HUARINGA:

Licenciado en sociología, magister en antropología y


egresado de doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Docente de la
UNMSM, Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y de la
Universidad Nacional de Folklore “José María Arguedas”
(UNFJMA). Ha sido director del Conjunto de Zampoñas de San
Marcos (CZSM), del Centro Universitario de Folklore del Centro
Cultural de la UNMSM, ex director (e) del Centro Cultural de la
UNMSM, ex presidente del Congreso Nacional e Internacional de
Folklore y actual Director de Investigación y del Fondo Editorial de

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11/ 2024, pp. 113-132 / ISSN: 2221-7819

la Universidad Nacional de Folklore “José María Arguedas” (UNFJMA).

Gestor cultural con amplia experiencia en la organización de eventos y cursos académicos


como culturales. Investigador y autor de libros, revistas y artículos relacionados a temas de
sociedad, cultura y folklore. Sus más recientes libros son: “Antaras, ayarachis y sikus: Historias
de la música andina” (Fondo Editorial de la UNMSM) y “Fiestas, Músicas y Danzas
Prehispánicas” (Fondo Editorial de la UNFJMA).

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GUTIERREZ BAEZ, Rosa: “Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
ARTÍCULO ORIGINAL
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.

ÑAWPA MARCA / VOL 4, No 11 / 2024, pp. 133 - 155 / ISSN: 2221-7819

CARACTERIZACIÓN, ANÁLISIS E IMPORTANCIA SOCIAL DE UNA


PAQCHA PREHISPÁNICA DE SAN ISIDRO DE TT’ÍO –
POMACANCHI (CUSCO)
“Characterization, analysis and social importance of a prehispanic Paqcha
of San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.

Rosa Luz Gutierrez Baez


Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco
https://orcid.org/0009-0003-4068-9295.
rosaluzgutierrez2002@gmail.com

Resumen

En el presente estudio tratamos de registrar y caracterizar una paqcha existente en la


comunidad campesina de San Isidro de Tt’io, en el distrito de Pomacanchi, el cual se
encuentra en propiedad de una pobladora y que ha sido heredado por línea materna
de sus ancestros. Este elemento presenta un kero con su apéndice y está elaborado
completamente en madera tallada. Este elemento cultural es utilizado actualmente en
las ceremonias en honor a Qanchimachu, líder mítico de los Qanchis. Por sus
características este bien cultural habría sido elaborado durante el Periodo Intermedio
Tardío.

Palabras claves: Paqcha, Pomacanchi, Ritual, Arqueología, Qanchimachu, Etnografía.

Abstract
In the present study we try to record and characterize an existing paqcha in the peasant
community of San Isidro de Tt'io, in the district of Pomacanchi, which is owned by a
resident and which has been inherited through the maternal line from her ancestors.
This element features a kero with its appendix and is made entirely of carved wood.
This cultural element is currently used in ceremonies in honor of Qanchimachu,
mythical leader of the Qanchis. Due to its characteristics, this cultural asset would have
been produced during the Late Intermediate Period.

Keywords: Paqcha, Pomacanchi, Ritual, Archeology, Qanchimachu, Ethnography.

* Presentado: 18 – 01 – 2024. * Aprobado: 28 – 03 – 2024.

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 133-155 / ISSN: 2221-7819

INTRODUCCIÓN

A nivel de la región Andina, muchísimas comunidades campesinas guardan celosamente


muchos bienes culturales muebles e inmuebles, que fueron creados por las diversas sociedades
locales con diversos fines. Muchas veces, estos se encuentran al interior de las áreas domésticas
y son propiedad de los pobladores, adquiridos por herencia familiar o hallados por ellos mismos
en los espacios domésticos y laborales. El estado de conservación de estos materiales
arqueológicos no siempre es bueno, dependiendo del cuidado que reciben y el ambiente donde
están depositados.

Los arqueólogos en ese afán de descubrir materiales arqueológicos y reconstruir la historia,


siempre indagamos por estos objetos, y en los espacios domésticos rurales familiares, muchas
veces encontramos objetos fabulosos que antes veíamos como comunes, los que luego de ser
analizados y descritos, puedan resultar objetos de gran importancia socio cultural, habiendo sido
utilizados en importantes contextos sociales.

Este es el caso de la paqcha de San Isidro de Tt’io, objeto del presente estudio, que se
encuentra en propiedad de una pobladora de esta comunidad campesina del distrito de
Pomacanchi en la provincia de Acomayo, la cual ha sido heredada de sus ancestros y hasta la
actualidad se utiliza en el proceso ceremonial de la representación de Qanchi machu. En este
trabajo presentamos este bien cultural, sus características e importancia social para esta y otras
comunidades cercanas.

EL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO DEL DISTRITO DE POMACANCHI

Pomacanchi es un distrito de la provincia de Acomayo que tiene muy arraigadas sus


costumbres, relacionadas con los mitos de origen como el de Qanchi machu. Existen variados
sitios arqueológicos, pocos de ellos presentan monumentalidad y se encuentran reconocidos por
el Ministerio de Cultura. Cuenta con un amplio territorio donde se desarrollaron sociedades
tempranas que dejaron huellas en los farallones, con sitios tempranos (Precerámico) asociados
a pinturas rupestres en las partes altas (puna), existiendo numerosos sitios de estos (Gutierrez,
2023a, 2023c; Hostnig y Fernández, 2022; van Dalen y Gutierrrez, 2023a, 2023b).

Existen sitios arqueológicos del periodo Formativo u Horizonte Temprano cerca a la laguna
de Pomacanchi, con centros ceremoniales de influencia altiplánica como Kullupata, donde en los
últimos años se han realizado múltiples investigaciones con excavaciones (Callapiña y Oroz,
2014; Espinoza, 2018, 2019; San Román, 1979), identificando una plaza cuadrangular hundida.
La cerámica es incisa, asociado a diversos materiales suntuarios y ceremoniales.

Luego de la dominación Wari de la región surge la cultura Qanchis que tuvo su máximo
desarrollo durante el Periodo Intermedio Tardío, con asentamientos ubicados en zonas altas
como: Hatun Q’ero, Pumachapi Pukara, Pumawasi, Mirador, entre otros (Gutierrez, 2023a).

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GUTIERREZ BAEZ, Rosa: “Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.

La dominación incaica se dio hacia el año 1430 aproximadamente, teniendo en el distrito


como representante a Wakra Pukara en la cuenca del río Apurímac, ubicado sobre un cerro
apuntado, donde se construyó las edificaciones ceremoniales de planta rectangular.

SAN ISIDRO DE TT’IO

Es una de las comunidades más antiguas pertenecientes al distrito de Pomacanchi, aunque


su reconocimiento legal como comunidad tiene pocos años. Esta comunidad figura en
documentos coloniales tempranos, donde ya se menciona su densidad poblacional y su
importancia social dentro del distrito. Territorialmente se encuentra entre los distritos de
Sangarará y Pomacanchi, perteneciendo a este último. Presenta un patrón de asentamiento
disperso, con viviendas extendidas de gran tamaño donde se anexan las áreas productivas
(chacras y corrales). Está dividido en cuatro barrios debido a la distribución de viviendas:
Chaupisuyu, Chanasuyu, Qanchisuyu y Qollanasuyu, distribuidos en ese orden de este a oeste.

La población de Tt’io se dedica a la agricultura y la ganadería, con cultivos de: papa, trigo,
cebada, haba, maíz, oca, olluco, entre otros cultivados a riego y secano, con vasto conocimiento
de la agricultura desde tiempos ancestrales. La agricultura se desarrolla en la pampa (de
naturaleza plana), así como en las laderas bajas de los cerros. Antiguamente la agricultura se
desarrollaba hasta la parte más altas, terrenos hoy abandonados. Justamente el territorio de la
comunidad abarca un área plana conocido como la Pampa, que forma parte del valle de
Sangrara, correspondiente a la región suni y los cerros que se elevan por encima de los 4 600
metros de altitud, elevándose primero de manera abrupta para luego tomar una geomorfología
casi plana (puna).

Esta comunidad mantiene hasta hoy numerosas prácticas culturales como sus festividades
y danzas. Entre las danzas figura la del cóndor, que se baila para ir a la festividad del Señor de
Qoyllurritt’i, representando las vivencias del cóndor en su medio. Entre las fiestas y tradiciones
de Tt’io tenemos el Qonoy que se desarrolla un día antes del aniversario de la Comunidad, el 27
de julio en la tarde, la población de cada barrio se junta en la plaza haciendo una fogata (cuatro
fogatas por los cuatro barrios) y comparten historias entre bebidas. En la madrugada del 12 de
julio se realiza la representación de Qanchimachu en el Cerro Calvario como símbolo de la visita
del héroe místico fundacional de los Qanchis que viene a visitar a la población. En Navidad se
realiza la costumbre del compartir entre la población, con chocolatada y panes. Hasta hace
algunos años se compartía comida entre todos. En Semana Santa se prepara los doce platos,
en la madrugada del Viernes Santo las personas representan la ayuda a Jesús, el jefe de la
familia tira un chicote de cuero a sus familiares con el objeto de realizar la salvación. Y así, hay
numerosas tradiciones y representaciones que se desarrollan no solo en días festivos, sino
también durante las actividades cotidianas, a nivel comunal o familiar, las que se relacionan con
la religiosidad y las prácticas ancestrales. Las actividades desarrolladas durante la siembra y
cosecha o durante el pastoreo del ganado en la parte altas tiene también una serie de prácticas
relacionadas con los elementos naturales y culturales del entorno social. A pesar de los cambios
socioculturales que vienen aconteciendo al interior de esta comunidad, principalmente
influenciado por los medios de comunicación y redes sociales, estas prácticas culturales se
mantienen aún vigentes.
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Figura 1: Ubicación del pueblo de San Isidro de TT’io y el pueblo de Pomacanchi.

LA PAQCHA PREHISPÁNICA DE SAN ISIDRO DE TTIO

Materia Prima

Se trata de una paqcha elaborado en soporte de madera, la cual ha sido tallada con un
objeto punzocortante. Presenta decoración incisa lineal y en área, representando principalmente
una cara humana. Está conformado por dos partes: el kero y el apéndice horizontal por donde
sale el líquido. Al parecer, el soporte es de madera de chachacoma1.

1
Es un arbusto grande tipo arbóreo (Escallonia resinosa) que puede tener entre 2 y 6 metros de altura, crece en la
región altoandina (hasta más de los 4000 metros de altura), con madera de gran calidad para el uso constructivo.
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GUTIERREZ BAEZ, Rosa: “Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.

Figura 2: vista en foto satelital del pueblo de San Isidro de Tt’io, con su patron disperse.

Morfología

El Kero es un vaso de forma asimétrica, de paredes ligeramente convexo en el lado


posterior, ligeramente cóncavo en el lado izquierdo, convexo en el derecho y directo (casi plano)
en la cara anterior. Estas diferencias en las caras del cuerpo hacen que esté ligeramente
inclinado hacia su lado izquierdo. La boca del kero tiene forma en “D”, con un diámetro mayor de
12.7 cm por un diámetro menor de 11.9 cm. La altura en la parte posterior es de 23 cm desde la
superficie superior del apéndice y 21.8 cm en la parte anterior o frontal. La base es plana,
asentada y conectada mediante un orificio con el apéndice, de 9 cm de diámetro.

El apéndice horizontal es de forma alargada, extendida en posición horizontal y rectangular.


Está elaborado en un solo bloque de madera junto con el kero, dividido de este por una incisión
lineal horizontal que bordea la base del kero. Presenta dos protuberancias o engrosamientos en
cada extremo, expandidos hacia los lados: la que está ubicada debajo del kero (protuberancia 1)
es de forma aflechada con la punta redondeada de 7.8 cm de largo, por 8.5 cm de ancho; 5.5 cm
de alto en el lado izquierdo, 4.7 cm de alto en el lado derecho y 4 cm de alto en la parte posterior.
La protuberancia del otro extremo (protuberancia 2) es de planta ovalada, tiene 9.8 cm de largo,
8.7 cm de ancho y una altura de 3.7 cm en el lado izquierdo, con 3.2 cm en el lado izquierdo.

El apéndice presenta un largo total de 42 cm, siendo más alto en el lado ubicado debajo del
kero y menos bajo al otro lado. La parte intermedia entre las dos protuberancias tiene 24.1 cm
de largo, un ancho de 6.4 cm en el extremo cercano al kero y 6.6 cm de ancho en el extremo
cercano a la segunda protuberancia (circular). La base del apéndice es plana. La superficie
superior del apéndice ha sido tallada, en áreas y gruesas líneas que se unen a la base del kero,
donde hay un orificio en disposición horizontal de 1 cm de diámetro, por donde fluye el líquido
desde el kero. Este agujero se comunica con un área rectangular de 6 cm de largo, por 4.8 cm
de ancho y 2 cm de profundidad. Del medio salen dos líneas en “V” y en oposición que se unen

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 133-155 / ISSN: 2221-7819

Figuras 3 y 4: vista de frente y desde arriba de la paqcha de San Isidro de TT’io.

en el extremo, formando entre ambos una forma romboidal, de entre 2.5 y 4 cm de largo en cada
sección o lado, con ancho de sección de 1 cm y 1 cm de profundidad. De este rombo sale una
línea incisa zigzagueante en 4 secciones de un largo de: 2 cm, 6.3 cm, 7.3 cm y 4.8 cm en cada
sección zigzagueante; de 1 cm de ancho y 1 cm de profundidad. Finalmente se une con un área
ovoidal (de superficie cóncava) de un diámetro mayor de 7.2 cm y un diámetro menor de 6 cm,
así como una profundidad de 2.3 cm. De esta área el líquido fluye por un agujero vertical en el
extremo, hoy destruido.

Decoración

Además de la decoración lineal incisa profunda y engrosada, presenta decoración incisa


lineal y en área superficial. En la pared frontal del kero presenta la representación de una cara
humana, con los dos ojos incisos alargados (horizontales) y ojivales. El ojo derecho tiene 2.4 cm
de ancho, 0.9 cm de alto y 0.4 cm de profundidad, de superficie cóncava. El ojo izquierdo tiene
2.6 cm de ancho, 0.9 cm de alto y 0.3 cm de profundidad, de superficie superior ligeramente
cóncavo y la superficie inferior divergente-directo. Entre los dos ojos hay 0.6 cm. La nariz se inicia
entre ambos ojos en sección vertical y disposición extendida, de 3.4 cm de alto, 0.7 cm de ancho
y 0.2 cm de elevación; está elaborado en alto relieve por exisión. La boca tiene forma en “V”
abierta, elaborado por incisión extendido hacia los lados de la nariz, tiene 2.5 cm en el lado
derecho y 3 cm en el lado izquierdo, con un ancho de 0.05 cm y 0.05 cm de profundidad. De los
extremos de la boca se desprenden delgadas líneas incisas no muy profundas, con disposición

138
GUTIERREZ BAEZ, Rosa: “Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.

diagonal que representan bigotes, dos en el lado derecho y tres en el izquierdo. En la frente,
sobre los ojos presenta una serie de líneas incisas finas, se aprecia un triángulo mediano
apuntado hacia abajo (entre los ojos), de 3.5 cm de altura por ancho mayor (en la parte superior)
de 3.2 cm, con líneas internas dispuestas verticalmente. Este triángulo estaría representando
algún símbolo distintivo de status social, como una especie de mascaypacha. Alrededor del
triángulo hay numerosas líneas mayormente horizontales y algunas verticales, dispuestas
radialmente a modo radiante.

Figura 5: vista de la cara anterior del kero con la cara antropomorfa.


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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 133-155 / ISSN: 2221-7819

Figura 6: vista lateral de la paqcha, véase el kero y parte del apéndice.

A 2.5 cm debajo del borde del kero hay una línea semidelgada horizontal que circunda todo
el kero, formando una banda horizontal (banda 1) que presenta en el interior líneas continuas
diagonales y semicurvas de disposición variable, lo que representaría el cabello. Debajo hay otra
banda horizontal (banda 2) de aproximadamente 3.8 cm de grosor o altura que tiene al interior el
triángulo descrito en el párrafo anterior y líneas horizontales pequeñas. Hacia ambos lados de la
cara está la banda 3 (no abarca todo el contorno del kero), de 5 cm de grosor, presenta
decoración, en el lado izquierdo conformado por líneas gruesas verticales de las cuales salen
líneas horizontales delgadas. En el lado derecho tiene líneas zigzagueantes que conforman
triángulos, de manera no ordenada, apreciándose un mínimo de 14 triángulos ordenadas en dos
grupos opuestos y complementarios. Los triángulos de la parte baja y apuntados hacia arriba,
presentan líneas continuas diagonales abarcando todo el espacio interno, mientras que os
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GUTIERREZ BAEZ, Rosa: “Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.

triángulos de la parte superior y apuntados hacia abajo presentan líneas horizontales solo en la
tercera parte inferior. Debajo está la banda 4, tiene 5.3 cm de grosor, no abarca todo el contorno,
presenta en el interior triángulos dispuestos opuestamente, muy similar al anterior, aunque varía
en la decoración, pues los triángulos apuntados hacia abajo (son 12) tienen líneas en toda el
área interna y los apuntados hacia arriba (también son 12) solo presentan decoración en la
tercera parte interna. La banda 5, ubicada debajo, tiene también 12 triángulos dispuestos en
pares de 6 opuestos. La decoración en ambos lados es completa.

Figura 7: Otra vista de la paqcha de San Isidro de Tt’io..

Las representaciones descritas en el Kero corresponderían a la cabeza de Qanchi Macho,


personaje mítico de la región de la laguna de Pomacanchi, considerado como fundador de la
nación Qanchis, motivo por el cual hasta la actualidad es utilizado en las ceremonias y
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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 133-155 / ISSN: 2221-7819

representaciones de este personaje en cada pueblo para beber chicha y otras bebidas utilizadas
en el ritual, como veremos líneas más adelante.

En el apéndice se aprecia también decoración incisa lineal zigzagueante, conformando


triángulos y figuras geométricas. En la cara derecha se aprecian diez triángulos y en la cara
izquierda hay nueve. Estos triángulos en la parte interna presentan líneas verticales y diagonales
combinadas. La sección del apéndice que sirve de base al kero tiene líneas incisas diagonales
continuas, cruzadas por una línea horizontal al medio en el lado derecho y por dos líneas
diagonales en el lado izquierdo.

Figura 8: Vista de la paqcha desde otro perfil.

Estado de conservación

La paqcha presenta regular estado de conservación, en algunas secciones presenta


carbonización por exposición y suciedad; además tiene una fractura grande entre los lados frontal
e izquierdo. En el lado derecho presenta otra fractura, además de varias fisuras. En el extremo
final del apéndice (protuberancia 2) se encuentra roto el agujero por donde fluye el líquido. Se
encuentra erosionado en varias secciones y muestra exposición a humedad. Algunas fracturas
han sido pegadas con adhesivos comunes.

142
GUTIERREZ BAEZ, Rosa: “Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.

Figura 9: vista de perfil del apéndice de la paqcha.

Figura 10: Vista de la parte superior del apéndice de la paqcha de Tt’io.

Asociación cultural y estilística de la paqcha

La paqcha es de origen prehispánico, como veremos más adelante, las características de


manufactura y el soporte son muy comunes para la región del Cusco. Los incas utilizaron y
elaboraron ampliamente keros en madera, así como paqchas, elementos importantes en los
rituales incas relacionados con el culto al agua durante procesos de libación de chicha. Sin
embargo, no presenta elementos decorativos ni estilísticos que lo asocien con el Tawantinsuyo.
La paqcha en la actualidad es utilizado en las festividades de Qanchi Machu, por lo que la cara
representada en el vaso correspondería a este personaje legendario, cuya historia se desarrolló
antes de la llegada de los incas a la región, es decir durante el Periodo Intermedio Tardío.
Planteamos como hipótesis, que este vaso habría sido elaborado a final de este periodo cultural,
durante el desarrollo autónomo de la cultura Qanchi. Futuras investigaciones con análisis
especializados sobre este bien cultural, podrán determinar con mayor precisión la cronología y
antigüedad.

143
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FUNCIÓN ETNOGRÁFICA ACTUAL DE LA PAQCHA

Esta paqcha sigue manteniéndose en uso hasta la actualidad y cumple un papel social. Es
de propiedad de la señora María Magdalena Baez Quispe de 72 años, pobladora de la
Comunidad Campesina de San Isidro de Tt’io, perteneciente al distrito de Pomacanchi, en la
provincia de Acomayo (Cusco). Ella cuenta que lo tiene desde muy niña, porque su madre falleció
quedando como hermana mayor con los bienes de su mamá:
“Ya desde que estaba viva mi mamá veía como utilizaban en el ritual de Qanchi machu ese
Kero para tomar chicha. Ese Kero es muy antiguo porque lo he heredado de mis abuelos y
de sus abuelos. Anteriormente habían dos, eran una pareja de keros, pero el otro se perdió
porque yo prestaba para los rituales de Qanchi Machu y lo llevaban hasta Mancura2 donde
también hacían esta representación”.

La paqcha se utiliza en los rituales de Qanchi Machu celebrados en cuatro pueblos de la


margen norte de la Laguna de Pomacanchi, como son: Pomacanchi, San Isidro de Tt’io, Mancura
y Chosecani. Qanchi Machu es un personaje mítico natural del área de Pomacanchi, conocido
por los mitos que narran sus hazañas referidas al agua y al origen de la población. Se trata del
héroe fundador de los Qanchis, muy querido hasta la actualidad. Por ello, se celebra durante la
fiesta patronal de los pueblos el ritual conocido como el huaturicuy, que consiste en que Qanchi
Machu saluda a su pueblo a tempranas horas de la mañana, diciendo: “Ch’awchuykunallay, llaqta
umalliq waqhakamushaykichis noqa qanchimachuykichis. Wawaykunay allillanchu imaynallan
kashankichis, sayarikuychisñaya. Wiraqocha hatun umalliq rinch’ariy, apuraylla puririmuy.
Puririmuychis llapan ch’aychuykuna…”3 (Entrevista a Santiago Gutierrez Huillca). En la
Comunidad Campesina de San Isidro de Tt’io se celebra este ritual cada madrugada del 12 de
julio, llevado a cabo en el Apu Calvario, acompañado con una mesa de ofrendas (coca, flores,
maíz, licores, etc.). A un lado de la mesa se coloca la paqcha4, sirviéndose la chicha ajañahui5
en su interior antes de iniciar el ritual. Durante la ceremonia el personaje que representa a Qanchi
Machu6 eleva la paqcha y procede a beber la chicha a través del apéndice, tras aperturar el
agujero de la parte inferior del Kero que vierte el líquido hacia el apéndice.

Sobre la otra paqcha que se perdió hace diez años aproximadamente, la señora María
Magdalena nos cuenta como era sus características: “Eran casi igualitos, decoradito, solo que
era más grande. El que queda es varón, pero el que se perdió era mujer. Eran parejita de vasos.”.
Por su parte, Santiago Gutierrez que vio esa paqcha nos señala que:
“Era también un vaso de madera, mucho más bonito que este, tenía figuritas bien talladas,
también con su bebedero por donde se tomaba la chicha. Este vaso y el que se perdió se
utilizaba en el aniversario de la comunidad para hacer tomar a los directivos, con una ronda

2
Mancura es un pueblo ubicado a 5 minutos en carro desde San Isidro de Tt’io, siguiendo por una trocha carrozable
y pasando los poblados de Manzanares y Chosecani.
3
“Hijos míos estoy llamándoles yo vuestro Qanchi Macho. ¿Cómo están? Levántense. Señor carguyoq levántate y
ven rápido. Vengan todos hijos míos….”.
4
Antes cuando eran dos las paqchas, se colocaban una a cada lado de la mesa, hoy solo se pone a un lado la única
paqcha materia del presente estudio.
5
La primera chicha, es decir, el primer día de fermentado de la chicha.
6
Qanchi Machu se presenta con su típica vestimenta con pantaloneta corta y negra, camisa color verde.
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GUTIERREZ BAEZ, Rosa: “Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.

terminaban borrachos. Estos eran los únicos vasos keros en la comunidad, nadie más tenía,
por eso se prestaban en cada fiesta para representar a Qanchi Machu”.

Esta paqcha es un elemento de cohesión social, implemento importante en la celebración


del ritual en honor a Qanchi Machu por que servían para la interacción de toda la comunidad.
Este elemento cultural simboliza la identidad de los miembros de las comunidades con su pasado
y su origen étnico, amalgamando las relaciones entre los valores culturales heredados de los
antepasados con el medio ambiente circundante en el que viven en la actualidad. Para los
pobladores y comuneros de Tt´io como, por ejemplo, es importante participar en esta ceremonia
en honor al héroe fundador Qanchi, y más aún beber chicha del mismo vaso que por una parte
representa a la encarnación de Qanchimachu y por otra, a pasado por manos y boca de los
mayores dirigentes de la comunidad desde tiempos inmemoriales.

IMPORTANCIA DE LA PAQCHA DE TT’IO Y SU RELACIÓN CON LAS


PAQCHAS Y KEROS INCAS O PREINCAS DE LA REGIÓN

La paqcha materia del presente estudio, está conformado por un vaso kero y un apéndice.
Los keros son recipientes parecidos a los vasos, muchas veces de paredes cóncavas, con
decoración pictórica e incisa (Banikazemi, 2018). Elaborado en varios soportes: madera,
cerámica, lítico o metal. Los más antiguos datan del periodo Formativo en sociedades como
Pukara, influenciando a los Tiwanaku, que son los que más perfeccionaron la elaboración de
estos recipientes en sus diversos estilos cerámico, desde donde se extendió por influencia en
todo el área Andina, impactando en Wari donde encontramos keros en estilos del Horizonte
Medio, desplazándose desde Ayacucho por todo el área Andina, espacial y temporalmente;
pasando por el Periodo Intermedio Tardío y los Incas (Flores, Kuon y Samanez, 1998, pp. 4-21).
Sin embargo, ya en Chavín de Huantar Lumbreras recuperó en la Galería de las Ofrendas
algunos vasos con características similares a los keros (Alonso, 1990, p. 13-14; Lumbreras,
1989).

El Kero llegó a su máxima expresión tecnológica, morfológica y decorativa durante el


Tawantinsuyo; siendo utilizado por las élites imperiales como objetos suntuosos y rituales
(Alonso, 1990). Las investigaciones arqueológicas han recuperado numerosos ejemplares de
Keros asociados a contextos funerarios de la época Inca (Cornejo, 2012). En la costa central
también se han encontrado algunos Keros en las excavaciones arqueológicas como en Huaycán
de Cieneguilla donde se recuperó un ejemplar al interior de un contexto funerario asociado a
quipus (Ramos, 2016); lo mismo que en el norte de Chile (Spoueis, 1972); en el noreste argentino
(Páez, et. al., 2019; Sprovieri y Rivera, 2016). En el Collasuyo también se han encontrado varios
ejemplares al interior de contextos funerarios y ceremoniales como un Kero de la cultura Arica
que tiene la representación de un felino en el extremo superior o boca (Horta, 2013).
Investigaciones realizadas sobre almidones hallados al interior de queros de madera en el norte
de Chile, revelaron que en la época Inca sirvieron para el consumo de chicha (Arriaza, et. al,
2015). En el valle de Locumba en Tacna se han encontrado también Keros en el sitio de Moki,
utilizados con fines suntuarios para beber y challar durante finales de la ocupación incaica (Zori,
2022). En Apurímac Toribio Mejía recuperó un kero que se encuentra actualmente en el Museo
de Arqueología de Pueblo Libre, aunque al parecer data del periodo Colonial (Falcon, 2012).
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Figura 11: vista de la paqcha 7552 del Museo de América de Madrid.

Figura 12: Paqchas que desaguan por el extremo de un largo vástago; las líneas a trazos muestran
la circulación del líquido (Carrión Cachot, 1955: láminas XXV [piezas A y B] y XXVI [Piezas C y D],
citado en: Ramos, 2006, p. 92).

Figura 13: vistas de paqchas del Museo de América de Madrid (Ramos, 2006, p. 113) con cierta
similitud con el objeto de Pomacanchi.

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GUTIERREZ BAEZ, Rosa: “Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.

Figura 14: Paqchas con características similares al ejemplar estudiado de Pomacanchi.

Algunos acontecimientos de la conquista e invasión hispana al Tawantinsuyo fueron


también representados en los Keros del periodo de contacto (Cabello, 2006; Espinoza Guisbert,

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 133-155 / ISSN: 2221-7819

2022). Aunque existen también algunas representaciones bélicas en Keros que se relacionarían
con episodios más antiguos como la guerra entre incas y chankas (Ziółkowski y Siemianowska,
2021). Felipe Guamán Poma ha representado en sus ilustraciones numerosas escenas de keros
con sus motivos decorativos y la función que cumplían (Rossi, 2019).

Durante la Colonia, la población andina, principalmente en el Cusco, continuó elaborando


Keros, representando su iconografía cultural propia con algunos elementos hispanos (Lizárraga,
2012). En estos keros se representaban la cosmovisión e ideología de las élites Andinas incaicas
sojuzgadas al poder español (Lizárraga, 2009, 2010, 2015, 2016; Días, 2012; Toro, 2018). Las
representaciones iconográficas coloniales en estos keros conservan aún motivos prehispánicos
mezclados con motivos religiosos católicos como flores (Mulvany, 2004).

A través de la Colonia, los keros captaron la atención de muchos investigadores, viajeros y


expediciones científicas; muchos ejemplares fueron llevados a España y hasta la actualidad
forman parte de colecciones de museos como el Museo de América (Baena, et. Al, 1994: López
y Sebastián y Caillavet, 1976; Ramos, 2003, 2004,2006, 2016). Algunas de estas fueron
presentadas en la exposición de Sevilla del Pabellón Peruano de 1929 (Villegas, 2015). La
tradición de elaboración de Keros en el sur del Perú se extiende hasta la República, hacia inicios
del siglo XX (Chaiña, 2015).

Los Keros contienen símbolos nemotécnicos que permiten comunicar hechos históricos o
sociales que se busca transmitir desde la memoria mediante lenguajes figurativo abstracto
preincaico, abstracto geométrico incaico y figurativo representativo hispano, presentando en
muchos casos escenas descriptivas continuas, utilizando signos andinos a los que se suman en
la Colonia signos hispanos (Bachraty, 2015, p. 20).

Entre los vasos ceremoniales de los Inkas figuran los keros y paqchas, son elaborados
principalmente en madera. Sobre la materia prima utilizada Jorge Flores et al (1998), señala que
se utilizaba principalmente la Chachacoma:
“Las maderas Andinas empleadas para la tallar los vasos fueron la Chachacoma (Escallonia
resinosa) y con menos frecuencia Lambran (Almus jorullensis). Vargas señala al respecto
que “ciertas palmeras, principalmente especies Bactris fueron utilizadas ocasionalmente”.

La envergadura que alcanzan los árboles de Chachacoma en los valles interandinos


permite obtener piezas de tamaño adecuado para labrar vasos de grandes dimensiones,
cuyo diámetro podía tener cerca de 25 cm, por 35 de altura. Cabe señalar que hemos
observado una pieza excepcional de tamaño aún mayor, perteneciente al Kampaq Museo
de Lampa en Puno, de cincuenta y tres centímetros de altura por treinta y un centimetros
de diámetro en la parte más ancha”. (Flores, Kuon y Samanez, 1998, pp. 50-51).

La información presentada por los autores antes citados es importante porque se refiere a
la materia prima que es la Chachacoma, de la cual también está hecho nuestro ejemplar de
estudio. Cabe resaltar, que en los valles de la cuenca de Pomacanchi crece la Chachacoma,
tanto en el fondo de los valles como en las laderas de los cerros. Hasta la actualidad se sigue
utilizando esta madera para la elaboración de herramientas e instrumentos agrícolas como las
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GUTIERREZ BAEZ, Rosa: “Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.

waqtana (que sirve para golpear los granos de cebada, trigo, tarwi, quinua, durante las
cosechas); así como la elaboración de mangos para lampas, picos y taqllas.

La narración de la dueña de la paqcha refiere que eran dos similares y el otro se perdió
hace unos diez años cuando se lo prestó a un comunero para que haga la representación de la
fiesta de Qanchi Machu y se apropió de este bien cultural. Chaiña refiere que casi siempre estos
materiales se elaboraban en pares: “Estos vasos son siempre un par, un vaso era para un
individuo y el otro para invitar a otra persona o deidad a beber juntas” (Chaiña, 2015, p. 8).

Las paqchas o pajchas son definidas como: “… por un recipiente de variada tipología de
cuya parte baja arranca un largo vástago por donde fluye el líquido vertido en aquél, bien por su
interior, bien por su cara superior a través de una o más acanaladuras zigzagueantes; en
ocasiones este largo vástago se prolonga, creando una superficie sobre la que se sustenta el
recipiente” (Ramos, 2000, p. 164). El mismo autor años después señalaría: “La generalidad de
los autores consideran que la función de estas piezas es la de ofrendar líquidos en ritos
propiciatorios, aunque las referencias etnohistóricas y etnográficas hablan de que se empleaba
para beber de ellas, función que no excluye la anterior.” (Ramos, 2003, p. 346). Otro autor define
las paqchas como: “… un tipo de vasijas usadas para bebidas ceremoniales y libaciones rituales
denominadas pacchas. El significado original de la palabra se refiere a una fuente con un
conducto de salida en forma de canuto o a recipientes con golletes acanalados utilizados para
transportar y verter agua u otros líquidos” (Stastny, 1991-92. p. 234). Luis Ramos Gómez, uno
de los autores que más ha investigado sobre las paqchas las define también como recipientes
que:
“… puede adoptar múltiples formas, pero todas tienen en común que el líquido introducido
por la boca se vierte por un orificio o pitorro distinto al de la entrada y situado en un nivel
inferior. Dos grandes variantes tienen las pajchas de madera; las de un primer grupo
desaguan por un pitorro que forma parte del recipiente (Figura 17 F); las de un segundo
grupo —el más numeroso— vierten el líquido tras recorrer éste un vástago más o menos
largo que es ajeno al recipiente, y que hace engorroso el manejo de la pieza.” (Ramos,
2006, p. 91-92).

Stastny (Ibid, p. 235) señala que las paqchas se han elaborado desde el Periodo Intermedio
Temprano por sociedades como Moche y Nasca y que se pueden clasificar morfológicamente en
tres tipos:
1.- Recipientes que presentan el pico en la parte superior de la vasija, en la boca, donde el pico
es una canícula corta o es un tubular alargado a modo de tetera.
2.- Vasijas para verter el líquido a modo de libación, por un pequeño orificio inferior.
3.- Vasijas en forma de fuentes por donde se vierte el agua.

Las paqchas podían ser elaboradas en cerámica, lítico o madera; a veces presentan formas
escultóricas. En algunos casos pueden presentar personajes o animales miniatura en algunas
secciones, por donde incluso se vierte el agua. En su mayoría servían para beber líquidos en
procesos de libación ceremoniales, en otros pocos para visualizar procesos rituales. Por lo
general, se relacionan con las paqchas inmuebles, donde se rendía culto al agua mediante el
flujo mediante canales del líquido elemento. Eran utilizadas en rituales de fecundidad agrícola,

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ÑAWPA MARCA / Vol. 4, No 11 / 2024, pp. 133-155 / ISSN: 2221-7819

pidiendo a las divinidades que provea de una buena cosecha mediante abundantes lluvias
estacionales, donde el fluir del agua simboliza el río cargado de agua para irrigar los campos.

Samuel Lothrop (1956, p. 237) define a las paqchas y describe varios ejemplares de
diversos museos como:
“La paccha puede definirse como un recipiente con una salida para beber en la base. El
líquido puede salir a través de un tubo o a través de una lengua larga con canales abiertos
en zigzag en la superficie superior que conducen a una boquilla cónica. Las pacchas con
extensiones cortas probablemente fueron manipuladas por el bebedor individual. Los más
largos evidentemente requirieron los servicios de un asistente, ya que pueden tener más
de 2 pies de largo y son tan pesados, incluso cuando están vacíos, que son difíciles de
transportar y manejar.

Hay 3 tipos principales de pacchas: (1) los hechos de cráneos humanos, (2) especímenes
de cerámica y (3) ejemplos de madera. El primero se conoce sólo a través de una
descripción histórica. Las otras 2 clases incluyen formas variantes que discutiremos. (….)

Las pacchas de cerámica son prehispánicas y de varios tipos, pero todas tienen un tubo
que se extiende desde la base, generalmente horizontal o diagonalmente hacia abajo, en
un caso verticalmente hacia abajo. (….).

Las pacchas de madera son raras. (….) tienen unas lengüetas salientes planas que
terminan en un pico, y el líquido sale por un conducto abierto entre canales en zigzag
cortados en la superficie superior (Fig. 67, a, b). Estos canales son tan estrechos que sólo
se puede obtener un flujo muy moderado y se necesita mano firme para evitar derrames.

Dos pacchas de madera en el Museo Peabody de Harvard se diferencian entre sí no sólo


por la forma, sino también por el funcionamiento de sus sistemas hidráulicos. Uno (Fig. 67
a) tiene un recipiente globular para líquidos que probablemente fue ahuecado con un
cuchillo de acero en lugar de con un cincel, ya que hay cortes horizontales largos en lugar
de verticales estrechos. Este cuenco parece haber sido tallado por separado, pero la línea
de unión con la lengüeta está oculta por la brea (Fig. 68 a). Un extremo que sobresale
detrás del recipiente es demasiado pequeño para servir como mango, pero puede usarse
para estabilizar el implemento al verter.”.

En el Museo de América de Madrid se encuentra la paqcha 7552, la cual está conformada


por una vasija tipo cuenco de madera con una representación zoomorfa (ave) en el extremo
superior, emergiendo de la boca del cuenco y con un apéndice extendido en cuya parte superior
hay la representación de un felino (Ramos, 2003). Las partes de esta paqcha son similares a la
paqcha de San Isidro de Tt’io, materia del presente estudio.

La función y uso que se le daba a las paqchas fue registrado a comienzos del siglo XVIII
por el viajero francés Frazier en Talcahuano de la siguiente manera:
“…. las mujeres les daban de beber chicha [... a los hombres participantes] con un aparato
de madera de aproximadamente dos pies y medio de largo, compuesto por una vasija con
asa de un lado y del otro por un largo pico surcado por un conducto fino y serpenteante,

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GUTIERREZ BAEZ, Rosa: “Caracterización, análisis e importancia social de una paqcha prehispánica
de San Isidro de Tt’ío – Pomacanchi (Cusco)”.

para que el licor fluya con lentitud hacia la boca [del bebedor ... desde] un pequeño orificio
practicado en el fondo de la vasija, al comienzo de ese canal.” (Frezier 1982: p. 71).

CONCLUSIONES

A través del presente artículo se ha presentado las características de una paqcha


procedente de la Comunidad Campesina de San Isidro de Tt’io, en el distrito de Pomacanchi,
provincia de Acomayo, región del Cusco. Se trata de un ejemplar que presenta dos secciones:
un Kero unido a un apéndice extendido, todo elaborado en madera de chachacoma. Por sus
características, este bien cultural habría sido elaborado durante el Período Intermedio Tardío, es
decir, durante el desarrollo de la cultura Qanchi, que se desarrolló en gran parte de la actual
provincia de Acomayo. El estado de conservación de esta pieza es de regular a bueno. La
propietaria de esta pieza y otros pobladores de esta comunidad refieren que eran dos ejemplares
similares, pero hace 10 años aproximadamente se perdió uno de ellos durante la celebración de
una de las festividades en honor a Qanchi Machu.

Hasta la actualidad y de manera continua a través del tiempo, esta pieza es utilizada en las
festividades realizadas durante el mes de julio en honor a Qanchi Machu, el héroe mítico
legendario fundador de los Qanchis. En la parte anterior del quero presenta decoración incisa
que representa una cara antropomorfa que sería en la representación de este personaje. Durante
estas festividades la persona que representa a este personaje mítico toma chicha a través de
esta paqcha, invitando a todos los participantes a libar en honor a los ancestros.

Las características de la paqcha de San Isidro de Tt’io es muy similar a otras paqchas incas
y preincas procedentes de la región del Cusco y que se encuentran en museos nacionales e
internacionales. Esto demuestra que estos materiales eran elaborados con características
propias, cumpliendo la función de ser elementos rituales y simbólicos de culto al agua, a la
fertilidad y a los ancestros fundadores.

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DATOS DEL AUTOR:

Rosa Luz GUTIERREZ BAEZ:

Arqueóloga, Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco.


Ha realizado investigaciones en Cusco, Apurímac y Huaral. Ha
participado en congresos de arqueología nacionales e
internacionales. Su temática de investigación se centra en la
arqueología territorial, gestión cultural del patrimonio arqueológico,
arqueología del Cusco y arqueología de la muerte (arqueología
forense). Ponente en Coloquio de estudiantes UNMSM (2023) y en
XXX CONEAR UNSAAC (2023). Ha publicado algunos artículos sobre
la arqueología de la provincia de Acomayo y del distrito de
Pomacanchi en revistas especializadas.

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NOTAS
ESPINOZA MARTÍNEZ, Héctor: “Qoropuna, morada de las almas: la vida después de la muerte”.

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ARQUEOLOGÍA DE LA CUENCA HIDROGRAFICA DEL RÍO


CHICHA / SORAS (AYACUCHO-APURÍMAC)

“Archeology of the Chicha / Soras river hydrographic basin (Ayacucho -


Apurímac)”.

Héctor Espinoza Martínez


https://orcid.org/ 0009-0004-7568-3691
Dirección Desconcentrada de Cultura Cusco – Ministerio de Cultura
hectorespinozamartinez22@gmail.com

Resumen

En el presente trabajo se presenta un panorama sobre la arqueología de la cuenca


del río Chicha Soras. Esta zona ha sido visitada por varios investigadores, siendo uno
de los últimos Luis Barreda Murillo, quien visitó algunos sitios arqueológicos. Existe
una compleja secuencia ocupacional con mayor densidad durante el Horizonte Medio,
cuando fue ocupado por Huari, para luego ser ocupado por los soras inmediatamente
antes de su anexión al Tawantinsuyo.

Palabras claves: Apurímac, arqueología, Ayacucho, imperio Huari, Soras.

Abstract

In the present work, an overview of the archeology of the Chicha Soras river basin is
presented. This area has been visited by several researchers, one of the last being
Luis Barreda Murillo, who visited some archaeological sites. There is a complex
occupational sequence with greater density during the Middle Horizon, when it was
occupied by Huari, and then occupied by the Soras immediately before their
annexation to Tawantinsuyo.

Keywords: Apurímac, archeology, Ayacucho, Huari empire, Soras.

* Presentado: 16 – 01 – 2024. * Aprobado: 15 – 03 – 2024.

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INTRODUCCIÓN

Aproximadamente quince años después de la desaparición sensible del Dr. Luis F. Barreda
Murillo (Fig.1) en la ciudad de Cusco acontecido el día 22 de mayo de 2009, sus amigos del
distrito de Pampachiri (Andahuaylas, Apurímac) aún recuerdan la visita que hizo el siglo pasado,
para hacer conocer a la opinión pública de Cusco (Revista Universitaria Wayka Nº 3-4 UNSAAC)
la arqueología del río Chicha / Soras; por ésta razón como un homenaje y reconocimiento
póstumo, pongo en consideración el presente artículo a los lectores1.

ANTECEDENTES DE INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS

Pedro de Cieza de León (1554), en su “Crónica del Perú”, Primera Parte, Cap. LXXXIX,
recopila esta información en Vilcaswaman averiguando el origen del río Vilcas: “En el nacimiento
de este río está la provincia de los Soras muy fértil y abundante, poblada de gentes belicosas.
Ellos y los Lucanes son de una habla; y andan vestidos con ropa de lana: poseyeron mucho
ganado; y en sus provincias ay minas ricas de oro y plata. Y en tanto estimaron los Ingas a los
Soras y Lucanes, que sus provincias eran cámaras suyas; y los hijos de los principales residían
en la corte del Cuzco”. En el nacimiento del río Vilcas (hoy río Chicha/ Soras) en la época pre
hispánica, habitaban los grupos étnicos Soras y Chicha. En honor y memoria de las dos etnias,
el río Vilcas de Pedro Cieza de León, actualmente lleva el nombre de río Chicha/Soras (ver
croquis).

Uno de los tributarios principales del río Chicha nace de los glaciares del nevado de Sotaya
y de la laguna mítica de Wankaqocha (lindero entre las provincias de Andahuaylas y Aimaraes
(Apurímac) y Lucanas (Ayacucho). Recorre de Sur a Norte, en sus primeros tramos lleva los
nombres de río Chillihua y Llamcama. En la altura de Tinkoq, se junta con el río Wayllaripa/
Llamkama que nacen en las punas frías de la comunidad de Pukaorqo, Sañayca (Aymaraes).
Los afluentes principales del río Chicha, en la margen izquierda son los ríos Saywa/ Kurita y
Huancane, que nace de los glaciares del nevado de Qarwaraso (Provincia Sucre).

Luis Millones (El retorno de las Huacas 1990), revisando la documentación relacionada con
“Taki Onqoy” descubierto y combatido férreamente por el padre Cristóbal de Albornoz entre los
años 1560 a 1570, explica: “32 Ydolos de los caciques del pueblo de Chicha, fueron halladas
y descubiertas las Guacas de don Joan Hacha, principal del pueblo de Chicha”.

En 1968 el Antropólogo cusqueño Aurelio Carmona Cruz, con motivo de realizar una
investigación antropológica permaneció muchos meses en Pampachiri, con el avance de sus
investigaciones y descubrimientos comentó al Dr. Luis F. Barreda Murillo en la ciudad de Cusco,
sobre la existencia de sitios arqueológicos en el distrito de Pampachiri de la provincia de
Andahuaylas. Barreda, acogiendo esta novedosa y sensacional noticia, para el mes de julio de
1969 (durante la fiesta Patronal de San Cristóbal y Fiestas Patrias) con el entusiasmo que le

1
Arqueología de la cuenca hidrográfica del río Chicha/Soras, se publicó primero en la Revista OROPESA (Cusco)
en edición N° 102:6-7 (junio, 2017). Reajustado agosto 2024.

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ESPINOZA MARTÍNEZ, Héctor: “Arqueología de la cuenca del río Chicha - Soras”.

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Figura 1. Dr. Luis F. Barreda Murillo (2005) en Wayna Tauqaray, Cusco.

caracterizaba, organizó una expedición científica a Pampachiri con sus estudiantes de la Carrera
Profesional de Antropología de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco. En esa
ocasión, era estudiante del Colegio Secundario “José Manuel Ocampo” de Pampachiri y serví de
guía. Primero visitamos el asentamiento prehispánico de Chichaqhasa (Pampachiri, margen
derecha del río Chicha/ Soras), en compañía del arqueólogo norteamericano Joel W. Grossman,
y se recolectaron fragmentos de cerámica, líticos de superficie del área explorado; sin embargo,
resultado de esa exploración previa, hasta la fecha no se conoce.

También en la margen izquierda del río Chicha en relación al Norte (Larcay) se registraron
los sitios arqueológicos de Chiqnajota, las tumbas del periodo Wari de Mulluramachay /
Charrangochayoq y otros; con el resultado de trabajo de campo, en una conferencia en el teatrín

160
ESPINOZA MARTÍNEZ, Héctor: “Arqueología de la cuenca del río Chicha - Soras”..

de la municipalidad del distrito de Pampachiri, con concurrencia masiva de las autoridades


locales, vecinos principales, profesores y estudiantes, se expresó acertadamente con sentido
visionario que la Cuenca Hidrográfica del río Chicha/ Soras, en el futuro se convertirá en “Paraíso
de los Arqueólogos”; para investigar simultáneamente se requerirá más de 50 arqueólogos.

Figura 2. Estructura funeraria (Wari) Mulluramachay, Larcay (Sucre).

Después de cuatro años en mes de agosto de 1973, el investigador Fidel Ramos Condori,
apareció en la cuenca del río Chicha en calidad de Jefe Zonal de INC de Apurímac y registró los
sitios arqueológicos de Chiqnajota e Itanachayoq.

Posteriormente, el arqueólogo Frank Meddens de nacionalidad holandesa entró a


Pampachiri en el mes de octubre de 1978, exploró e investigó excavando sistemáticamente en
la cuenca hidrográfica del río Chicha/ Soras hasta 1982. Centró sus investigaciones
arqueológicas con excavaciones en Chiqnajota (centro administrativo Wari, que se ubica en la
comunidad de San Pablo de Chicha), y en Chichaqhasa (distrito Pampachiri, Andahuaylas).

Por su parte, Mónica Barnes, (socia de Meddens) investigadora de nacionalidad


norteamericana en 1981 exploró la zona Sur de Pampachiri. En una conversación personal, me
manifestó que había descubierto varios sitios arqueológicos asociados con cerámica estilo Wari
local. También dijo que, llegó a explorar el sector de Huayllaripa, donde descubrió evidencia de
explotación de lavaderos de oro de la época prehispánica.

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Figura 3. Fragmentos de cerámica (Wari) Toqsaqocha, Larcay, Sucre

En 1982, en el mes de agosto, en el sitio arqueológico de Llaku ubicado en el distrito de


San Pedro de Larcay (actual provincia de Sucre), excavé al pie de un recinto de forma “D” o casi
circular, amparándome en el proyecto de Frank Meddens; en consecuencia, descubrí un entierro
asociado con cinco vasijas monocromas de color naranja de filiación Wari fase III considerado
para el río Chicha.

Desde la primera visita del Dr. Luis F. Barreda Murillo y del Arqueólogo norteamericano Joel
Grossman (1969), con las investigaciones de Frank Meddens y Mónica Barnes (1978-1982), más
el resultado de mis investigaciones en la Cuenca Hidrográfica del río Chicha se empezó a difundir
que en el área geográfica cultural referido, hubo ocupación y actividad humana permanente

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ESPINOZA MARTÍNEZ, Héctor: “Arqueología de la cuenca del río Chicha - Soras”.

desde el periodo Arcaico, que correspondería a los abrigos con talleres líticos de fabricación de
puntas de proyectiles de Wankachaqa, ubicado en la jurisdicción de la comunidad de Qachqacha,
Pampachiri.

Figura 4. Templo colonial “San Bartolomé”, sobre estructura Inka de Soras.

LA ARQUEOLOGÍA DE LA REGIÓN

En el sector de Lawalawa (Santa Rosa, Pampachiri), se encontró fragmentos de cerámica


del periodo Formativo, también a medio Km. del centro poblado de San Pablo de Chicha (Larcay)
en sector Patqasi, en un corte carretero descubrí una ocupación más temprana y compleja
asociada con fragmentos de cerámica (tratamiento de superficie exterior rojo oscuro, bruñido,
escobillado e inciso), osamentas de fauna andina, artefactos líticos y arquitectura del periodo
Formativo.

Los asentamientos humanos del periodo Wari (Horizonte Medio), asociados con material
cultural como la cerámica es notorio en Chiqnajota, Itanachayoq, Onqa, Casamarca, la estructura
funeraria de Mulluramachay/ Charrangochayoq (Fig. 2) de tres niveles, dotado con cornisa,
pintado con Isku o yeso primitivo único en su género y del sector Toqsaqocha se recolectaron
fragmentos de cerámica (Fig. 3).

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Figura 5. Especímenes arqueológicos: Museo Municipalidad de Pampachiri.

Los asentamientos humanos del periodo Intermedio Tardío (1000 a 1400 D.C.), se ubican
en las partes altas y están cercados con murallas de piedra, como Puyka y Aukimarka
(Pomacocha, Andahuaylas); asociados con cerámica de manufactura local que viene ser
simplemente Wari decadente.

Durante el Horizonte Tardío los grupos étnicos de Pomachos (Pomacocha), Soras y


Chichas fueron incorporados al Imperio Inka. Como prueba de ello, Inka Pachacutec en Soras
mandó construir un templo de cantería fina; sobre el cual, años más tarde se construyó un templo
colonial con advocación a San Bartolomé (Fig. 4). En el sitio arqueológico de Wallpawiri existen
un templo ovalado con nichos en el interior (se parece mucho al tambor solar del Qorikancha,
pero de menor calidad), una kallanka y la residencia del Kuraca de planta rectangular con nichos
en el interior; asociada con fragmentos de cerámica de factura Inka en poca escala.

COMENTARIO

En el nacimiento del río Vilcas de Pedro Cieza de León, hoy río Chicha/ Soras, habitaban
las etnias Chicha y Soras, ocupaban ambas márgenes del río que llevan sus nombres. La
arqueología del ubérrimo valle interandino de la cuenca del río Chicha/Soras (Fig. 6), hasta la
fecha no ha sido estudiada seriamente, lo poco que se conoce no ha sido difundido.

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Los asentamientos prehispánicos existentes, son aglutinados y dispersos, con dotación de


agua para el consumo humano, construyeron sistema de andenerías desde el Horizonte Medio,
dotando con sistemas de riego para el cultivo de maíz y papas en parte baja del valle interandino.

Figura 6. Cuenca del río Chicha, ubicado entre los distritos de Larcay (Sucre) y Pampachiri
(Andahuaylas).

La visita del Dr. Luis Barreda a Pampachiri, primero originó la visita continúa de arqueólogos
de diversa nacionalidad; segundo, con la colección de especímenes arqueológicos donado por
el Director de la Escuela Nº 660 profesor Ismael Necochea, se intentó formar el primer Museo
Arqueológico del Colegio “José Manuel Ocampo” de Pampachiri. Años más tarde con la misma
idea, con la colección donada por el señor Virgilio Alarcón Ontón, se formó el Museo
Arqueológico de la Municipalidad de Pampachiri con 147 piezas arqueológicas, en su mayoría,
de filiación Wari (Fig. 5)

En tercer lugar, con las diferentes visitas continuas, investigaciones sistemáticas


efectuadas por los autores citados líneas arriba, para la cuenca del río Chicha se tiene una
cronología relativa para continuar investigando, ya que, desde el periodo arcaico muchas
sociedades de diferentes sistemas de vida que la habitaron, modificaron a su criterio el paisaje

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de la cuenca hasta el advenimiento del Estado Inka hacia al territorio de las etnias Chicha y
Soras.

BIBLIOGRAFÍA

CIEZA DE LEÓN, Pedro. (1967). Crónica del Perú. Madrid.

ESPINOZA MARTÍNEZ, Héctor. (1982). Introducción a la Arqueología del Departamento de


Apurímac. Tesis para optar el Grado de Bachiller. Cusco: Universidad Nacional San Antonio Abad
del Cusco.

ESPINOZA MARTÍNEZ, Héctor. (1984). Asentamientos Prehispánicos en cuenca del río


Chicha. Hacia una Etnoarqueología de los Soras. Tesis para optar el título de licenciado en
antropología. Cusco: Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco.

DATOS DEL AUTOR:

Héctor ESPINOZA MARTÍNEZ:

Licenciado en Antropología del Universidad


Nacional San Antonio Abad de Cusco. Coordinador de
parques arqueológicos de Pisaq, Ollantaytambo, Pikillaqta
y Acomayo INC (DDC-C/MC) entre los años de 1989-
2016. Director y Coordinador de Proyecto de Investigación
Arqueológico (PIA) de K’ullupata, Acomayo desde 2012-
2018. Viene realizando investigaciones etnoarqueológicas
en sur de Ayacucho, y en los departamentos de Apurímac,
Cusco y Puno. Además, es autor de muchos artículos en
revistas académicas de DDC-Cusco/ Ministerio de Cultura.

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