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El Ancianato 3

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EL

ANCIANATO
Una serie de artículos editoriales publicados
originalmente en los tiempos apostólicos
EL

ANCIANATO
Una serie de artículos editoriales publicados
originalmente en los tiempos apostólicos

Por
J.W. McGarvey
Traducción y colaboración por
Rogelio Medina
PREFACIO DEL TRADUCTOR

No cabe duda que al traducir este


excelente material, me doy cuenta de la gran
necesidad de reproducirlo en español. Muchas
congregaciones hispanas de la iglesia del Señor
sufren, porque no han establecido el gobierno
eclesiástico tal como Dios lo instruye en Su
bendita Palabra.

Es necesario, que como creyentes


estudiemos cuidadosamente este material
para que seamos motivados, y para que
nuestras familias comprendan la necesidad de
cumplir con todos los requisitos, con el fin de
lograr el ancianato. Muchos cristianos han
descuidado sus hogares, sus matrimonios y sus
hijos y no han conseguido tener “un buen
gobierno en el hogar”.
Es mi anhelo, como traductor que cada
creyente, como tú que estás leyendo esto; seas
motivado a luchar junto con tu familia para
lograr el propósito de Dios. Ora
fervientemente, y lucha por seguir
preparándote para lograrlo. Dios mediante a
través de todo lo aprendido puedas, junto con
tu familia, ser de gran ayuda para la iglesia
tanto en el presente como en el futuro.

Rogelio Medina
Coordinador General de Latinoamerica
WORLD BIBLE INSTITUTE
Copyright © 2021 Por Rogelio Medina
Todos los derechos son reservados. Si desea reproducir,
o escanear, o distribuir este contenido necesita pedir
permiso al editor.
La fuente original es obra de dominio público
Foto de negocios creada por rawpixel.com -
www.freepik.com
Corregido por Miriam Cardoso Olivos
Diseño de la portada y del libro Rogelio Medina
Edición por el autor
lapalabrapublisher@gmail.com
lapalabrapublisher@gmail.com
Primera Edición: 2021
Impreso en los Estados Unidos de América
ISBN: 9798705359585
TABLA DE CONTENIDOS

INTRODUCCIÓN 1

¿EXISTE TAL CARGO? 5

REQUISITOS PARA EL CARGO 9

REQUISITOS INTELECTUALES 25

SELECCIÓN Y NOMBRAMIENTO 35

PLURALIDAD DE ANCIANOS 43

TÍTULOS DEL CARGO 53

EXPLICANDO LOS TITULOS 63

MODO PRIMITIVO DE ENSEÑANZA 71

REUNIONES REGULARES 81

i
OBLIGACIONES DEL CARGO 85

¿CÓMO SER EJEMPLO? 105

¿CÓMO SER PASTOR? 113

¿CÓMO SER OBISPO? 121

¿CÓMO DISCIPLINAR? 129

¿CÓMO SER MAESTRO? 137

LA NECESIDAD DE ANCIANOS 145

ii
INTRODUCCIÓN
¿Prescribe el Nuevo Testamento una
forma de gobierno eclesiástico? Los
protestantes han respondido comúnmente a
esta pregunta en forma negativa; y habiendo
respondido así, han procedido a adoptar las
formas de gobierno que mejor se adaptan a sus
gustos y a sus juicios en las diversas partes en
las que se dividen. Creemos que antes de
proceder, deberíamos considerar la pregunta
más importante y fundamental, ¿Autoriza el
Nuevo Testamento algún gobierno en la
Iglesia? Si no lo hace, entonces cada forma de
gobierno de la Iglesia es una usurpación. Es
totalmente cierto que sin la autoridad divina
ningún ser humano tiene derecho a controlar la
conducta religiosa de su prójimo,
especialmente en separarlo de la permanencia
en la iglesia o de los privilegios
correspondientes.

1
Pero no se niega que el Nuevo
Testamento autoriza el ejercicio del gobierno en
la iglesia; sólo se niega que se determine la
forma de gobierno. Incluso muchos admiten
que cierta forma de gobierno existía en la era
apostólica; sin embargo, se niega que esta
forma estuviera destinada a ser perpetua.

No es el propósito de este tratado


discutir completamente esta cuestión, o exhibir
en detalle la forma de gobierno de la iglesia en
el Nuevo Testamento; pero el tema que hemos
escogido supone la existencia de un ancianato
en la iglesia, y el desarrollo del mismo
implicará; necesariamente; en la resolución de
la cuestión fundamental arriba mencionada. Si
se comprueba que cualquier gobierno
eclesiástico está divinamente autorizado, debe
parecer como una circunstancia bastante
singular si no se indica la forma de ese
gobierno. Además, si encontramos una forma
de gobierno que exista en las iglesias
apostólicas, exigiremos un argumento, por

2
encima del mero juicio o experiencia humana,
para justificar por qué existe un abandono del
mismo, o incluso una modificación del mismo.
No menor que la misma autoridad que los
institutos puedan abolir. Lo que Dios ha
instituido sólo Él puede quítalo, destituirlo,
abolirlo. Puede abolir con su palabra, o puede
abolir providencialmente haciendo imposible
lo que una vez fue instituido, pero a menos que
sea abolido todo nombramiento divino debe
permanecer para siempre.

J. W. McGarvey.

3
4
¿EXISTE TAL CARGO?

Después de las declaraciones preliminares,


procedemos a preguntar, ¿Hay un cargo en la
iglesia llamada el Ancianato?

La versión inglesa común del Nuevo


Testamento no contiene el término "ancianato",
pero el término "presbuterion" en el original
debería ser traducido así. Esta uniformidad
requiere; ya que el adjetivo presbuteros se
traduce uniformemente como anciano, y la
única interpretación de presbuterion que
armoniza con esto es el ancianato. Este término
aparece tres veces en el Nuevo Testamento
Inglés, dos veces haciendo referencia al
Sanedrín judío, y una vez a los ancianos en la

5
iglesia. Lucas 22:66; Hechos 22:5, 1 Timoteo
4:14. En este último pasaje la versión inglesa
tiene presbiterio, que es la palabra griega
anglicized, y es el equivalente exacto de
ancianato. El cuerpo así llamado, como el
propio término indica, estaba compuesto por
cada uno de los ancianos de la iglesia a la que
se refiere.

¿Pero por qué debemos argumentar una


propuesta que no se niega? Es indiscutible que
había un cuerpo de hombres en las iglesias
primitivas llamados ancianos, y según el
número de ellos, tantos como se encontraban
en una congregación constituían los ancianos
de esa congregación.

Se ha encontrado qué muchas personas


admiten todo esto, y aceptan que debería haber
un ancianato en las iglesias de todas las
edades; y también atribuyen al ancianato de las
iglesias modernas las funciones que
pertenecían a los de la edad primitiva; pero

¿EXISTE TAL CARGO? 6


niegan que el término ancianato designe un
oficio, o que los ancianos son autoridad con
una forma específica. Niegan, en efecto, la
existencia de un cargo en la iglesia, y
utilizarían el término trabajo donde el término
cargo es comúnmente empleado.
Consideramos que la distinción es más bien de
palabra que dé idea, ya que una persona de un
cuerpo de hombres, que tiene algún trabajo
especialmente asignado por el mismo cuerpo
de hombres, es una autoridad de ese cuerpo,
en el pleno sentido del término. Sí en el curso
de nuestra investigación comprobamos que los
ancianos de la iglesia están encargados de
cumplir con los deberes públicos que les
asignan sus hermanos, sabremos que tienen
derecho al nombre de autoridades. Si después
de esto, alguno prefiere no llamarlos
autoridades dentro de la iglesia, reconociendo
todas las funciones que se les encomiendan, no
queremos tener una guerra de palabras con
nadie.

7
8
REQUISITOS PARA EL CARGO

Los requisitos para el cargo de Anciano


son todos prescritos por el Apóstol Pablo en el
tercer capítulo de 1ª Timoteo y el primer
capítulo de Tito. Se distribuyen en seis
divisiones naturales, y simplificará nuestra
investigación el examinar estas divisiones por
separado. Se distinguen en cuanto se refieren
respectivamente a: la experiencia, reputación,
relaciones domésticas, carácter, hábitos,
capacidad de enseñar, y gobernar. Las
consideraremos en este orden.

1. La experiencia. Nos referimos a la


experiencia en la vida de un cristiano. Pablo
dice que un Anciano no debe ser un nuevo

9
converso, no sea que, envaneciéndose, caiga en
la condenación del diablo (1 Timoteo 3:6). La
razón aquí es mostrar que el cargo era de gran
honor y responsabilidad; de lo contrario, el
ocupante del mismo no correría el peligro de
ser envanecido con orgullo. La condenación
del diablo es la condenación en la que cayó el
diablo, la cual, según el entendimiento de
Pablo, resultó de la soberbia. Un nuevo
converso tendría más probabilidades de caer
en este pecado que un cristiano
experimentado, porque más recientemente se
habría alejado del servicio habitual de Satanás,
y tal vez no podría resistirse a la tentación. Al
asignar este requisito, el apóstol muestra lo
importante que es que el orgullo del cargo no
caracterice al Anciano. Es la misma lección
importante que Jesús enseñó a los discípulos
cuando dijo, “…el que entre ustedes quiera ser
grande, deberá servir a los demás;” (Mateo 20:26
DHH).

No se indica aquí en qué período


después de su bautismo un hombre deja de ser

REQUISITOS PARA EL CARGO 10


un nuevo converso. Se deja a la decisión de los
interesados en la selección y ordenación de los
Ancianos. No es absolutamente difícil para los
hombres de sentido común, decidir qué
miembros de una determinada iglesia son
nuevos conversos, aunque sería difícil expresar
la idea de manera más definitiva que lo que
hace el apóstol.

2. La reputación. El bien que una iglesia


sea capaz de realizar en una comunidad
depende mucho de su reputación, y la
reputación de la iglesia depende mucho de la
de los hombres que la representan. Por lo tanto,
se requiere que un Anciano tenga “…buen
testimonio de los de afuera, para que no caiga en
descrédito y en lazo del diablo" (1 Timoteo 3:7). Si
cae en el descrédito, también se desacredita a la
iglesia junto con él, y debe inmediatamente
dejar de tener influencia sobre los miembros de
la iglesia. Para que así sea más difícil que el
diablo construya una trampa con más
probabilidades de atrapar a su víctima. Porque
cuando un anciano es desacreditado junto con

11
la iglesia. Tanto el propio Anciano como
muchos miembros de su rebaño están, en este
caso, expuestos a una ruina casi segura. Se
pueden encontrar muchos hermanos que han
caído en esta trampa, y que ahora están, o bien
de pie lejos de la iglesia, o fríos y amargados
mirando y criticando a los que hacen el trabajo
que una vez ellos dejaron de hacer.

Este requisito tiene un límite necesario.


Cuando los que están fuera son hombres que
desprecian lo bueno y tienen un mal concepto
del hombre que actúa según la voluntad de
Cristo, no podemos entender que el apóstol
quiera decir que el Anciano tenga un buen
concepto de ellos; ni tampoco se refiere a los
hombres de esa forma de actuar, ya sean
muchos o pocos en la comunidad. Se refiere a
hombres cuya opinión es digna de
consideración, y que conocen la reputación del
Anciano. Y éste debe tener de ellos una buena
referencia en cuanto a su carácter moral y
religioso.

REQUISITOS PARA EL CARGO 12


Rara vez, según nuestra observación,
una iglesia ha sido tan desinformada como
para seleccionar a un hombre para el cargo de
Anciano que fuera muy deficiente en los
anteriores requisitos, pero a menudo sucede
que, en el curso de su carrera, un Anciano cae
en la mala reputación, a veces injustamente,
pero a menudo, justamente. Y así muchas
iglesias están ahora desalentadas bajo la
influencia de un Anciano compuesto en parte
de mala reputación, y no pueden florecer hasta
que se alivien con la muerte o la renuncia del
desafortunado partido. Es demasiado
peligroso, en tales casos, esperar a que la
muerte traiga el deseado alivio, y las renuncias
voluntarias son menos probables de ocurrir
con esa clase de hombres. Por lo tanto, es el
deber de todas las iglesias que se ven afectadas
por ello, pedir al involucrado que renuncie al
cargo. Es un deber muy delicado, que requiere
toda la sabiduría y prudencia de la que son
capaces los líderes de la iglesia, pero esto debe
hacerse a toda costa. Una asamblea con los
miembros más inteligentes y desinteresados,
llevada a cabo de la manera más privada

13
posible, y muy considerada, aunque siempre
afectará al hombre cuyos sentimientos son muy
sensibles. Pero, si, en cualquier caso, esto no
funcionara, se deberá recurrir a medios más
abiertos y públicos; pues un Anciano debe
tener una buena reputación de los que están
fuera, y sobre la iglesia descansa la
responsabilidad de vigilar que ningún hombre
que no posea estos requisitos tenga el cargo de
Anciano.

3. Relaciones domésticas. Tanto a


Timoteo como a Tito, el apóstol prescribe que el
obispo sea el marido de una sola mujer. Se ha
discutido mucho si esto requiere que sea un
hombre casado. Se alega, en oposición a esta
idea, que cuando se fundaron iglesias en un
pueblo que practicaba la poligamia,
frecuentemente se bautisaban hombres que
tenían una pluralidad de esposas, y el apóstol
sólo tiene la intención de prohibir que éstos
sean nombrados obispos. Sin duda el uso del
numeral uno en el texto tiene esta fuerza, y
sería ilegal colocar a un polígamo o bígamo en

REQUISITOS PARA EL CARGO 14


el cargo. Pero, aunque la expresión tiene esta
fuerza, pensamos que la claridad indica
admitir de que también tiene el efecto de
requerir que ese hombre sea un hombre
casado. Que sea el marido de una sola mujer,
prohíbe tener menos de una tan claramente
como prohíbe tener más de una. Si se dice que
un hombre es dueño de una sola granja,
implica tan claramente que es dueño de una
sola, como que no tiene más de una. Además,
el contexto confirma la conclusión; pues el
apóstol escribe en ambas epístolas declarando
cómo debe gobernar su casa, y especialmente a
sus hijos; declaraciones que implican que debe
ser un hombre de familia.

Se ha instado como objeción a esta


conclusión, que descalificaría al propio Pablo, y
a Bernabé y a Timoteo para el cargo de
Anciano, aunque ocuparan cargos o posiciones
de mucha mayor responsabilidad. Pero esta
objeción no puede tener fuerza, a menos que se
haga parecer que estos hermanos poseían los
requisitos para el oficio de Anciano, o que los

15
requisitos de un Apóstol o un Evangelista
incluyan las de un Anciano. Ninguna de las
dos cosas, sin embargo, puede ser, y por lo
tanto la objeción no tiene fuerza alguna. En
efecto, parece muy apropiado que estos
hombres cuya obra principal los condujo de
ciudad en ciudad y de nación en nación, a
través de toda clase de peligros y penurias,
sean liberados del cuidado de una familia, e
igualmente apropiado que el pastor, cuyo
trabajo siempre fue en casa y en medio de las
familias del rebaño, sea un hombre de familia.
Un hombre casado posee ciertamente ventajas
para tal trabajo que son imposibles para un
hombre soltero, y la experiencia del mundo
debe confirmar la sabiduría del requisito de
que el obispo sea el marido de una sola mujer.
Puede ser bueno añadir que una esposa viva es
claramente lo que se quiere decir, y que no hay
ninguna alusión al número de esposas
fallecidas que un hombre puede haber tenido
“Si mi esposa está muerta, ya no soy su marido”.

REQUISITOS PARA EL CARGO 16


También se requiere que el candidato al
ancianato… “que gobierne bien su casa, que tenga
a sus hijos en sujeción con toda honestidad” (1
Timoteo 3:4); o, como se expresa en Tito, “tenga
hijos creyentes que no estén acusados de disolución
ni de rebeldía” (Tito 1:6). La razón dada para
este requisito es esta: “pues el que no sabe
gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia
de Dios?;” (1 Timoteo 3:5). La figura de
preguntas se emplea aquí para afirmar, de
manera enfática, que, si un hombre no sabe
gobernar su propia casa, no puede cuidar de la
Iglesia de Dios... y, por lo tanto, es
incompetente para ocupar el cargo de obispo.
Es totalmente vano que hombres sin
conocimiento se opongan a una decisión tan
enfáticamente dada por un apóstol; por lo
tanto, debemos aceptarla sin reservas.

4. El carácter. Los rasgos de carácter


prescritos para un Anciano son numerosos, y
cuando se consideran en su conjunto presentan
una combinación muy rara. El primero de
ellos, en orden lógico, y el primero mencionado

17
en las dos epístolas que tratan del tema, debe
ser irreprensible. Cuando se dice que un
capataz debe ser irreprochable, es necesario
entender el término en un sentido comparativo
y no absoluto. Esta necesidad surge del hecho
reconocido e insistido por los apóstoles, de que
ningún hombre es totalmente irreprensible
cuando su carácter es comparable al de otros
hombres buenos. El apóstol parece tener en la
mira la contrapartida de la buena reputación
que ya hemos mencionado. Sabemos que un
hombre que goza de buena reputación entre los
que no la tienen, tiene un carácter
correspondiente a ésta, es irreprensible en el
único sentido en que los hombres de carne y
hueso puedan ser irreprensibles. Podemos
observar, además, que este requisito, por el
hecho mismo de ser comparativo, debe admitir
diferentes grados, y que algunos Ancianos con
este requisito pueden ser más irreprensibles
que otros. El grado que se requiere para ser
electo en caso dado, debe ser determinado por
aquellos que están más próximos e
involucrados en la selección y ordenación del
Anciano.

REQUISITOS PARA EL CARGO 18


Ser irreprensible o intachable, es
simplemente estar libre de faltas. No contento
con esta prohibición general, el apóstol procede
a precisar algunas faltas que son muy
importante que el anciano evite. No debe ser
codicioso. Ya hemos hablado de la importancia
de esta prohibición, porque los Ancianos deben
dar ejemplo a sus hermanos. Un Anciano
codicioso hará una iglesia codiciosa, y una
iglesia codiciosa es una iglesia muerta.

Como el Anciano no debe ser codicioso,


así, según la lectura de nuestra versión común,
no debe ser “…codicioso de ganancias
deshonestas,” (Tito 1:7). El adjetivo griego, de
esta expresión, es aischrokerdos, compuesto de
aischros, base, y kerdos, ganancia. Hay una
ligera diferencia de opinión en cuanto a su
significado. Algunos críticos lo interpretan
como "codicioso de ganancias" y otros como
"ganar dinero por medios deshonestos". Los
segundos entienden que el apóstol prohíbe
cualquier negocio de dudosa reputación; y los

19
primeros, prohíben la codicia de lucro que
llevaría a tal negocio. En ambos casos se
prohíbe una ocupación de dudosa reputación,
como, por ejemplo, el comercio de licores
embriagantes, el comercio de jockeys, la cría de
ganado deportivo, el alquiler de propiedades
para usos indebidos, etc., lo que quiere decir
que este hombre no puede participar porque su
codicia por el lucro prevalece sobre su interés
por el bienestar de la comunidad. Cualquier
otra forma de vida donde un hombre
manifieste una excesiva codicia por el lucro
está indudablemente prohibida.

El apóstol también especifica entre las


faltas prohibidas, la voluntad propia. El
Anciano no debe tener voluntad propia.
Ningún hombre es apto para ocupar un cargo
junto con otros hombres, que no se contenta
con ceder a menudo su propia voluntad a la de
sus hermanos ancianos. Tampoco es capaz de
e j e rc e r u n d o m i n i o m o r a l s o b re u n a
comunidad si posee una voluntad de hierro
que nunca se doblega ante los deseos de los

REQUISITOS PARA EL CARGO 20


demás. Estamos hablando de los asuntos que
están legítimamente sujetos a la voluntad del
hombre, no de aquellos en los que se ha
declarado la voluntad de Dios. Dentro de los
límites de la Voluntad de Dios no hay lugar
para que la voluntad humana juegue... sólo
tiene que someterse.

En tercer lugar, el obispo debe evitar


todo lo que perturbe la paz de la iglesia. No
debe ser “terco”, ni “de mal genio”, ni siquiera
“pronto a enfadarse”, en lugar de ello, debe ser
“templado” y “paciente”. Tendrá frecuentes
ocasiones para poner a prueba su paciencia, si
hace mucho esfuerzo para cumplir con sus
deberes; y a menos que esté bien provisto de
paciencia y amabilidad, aunque no caiga en
discusiones y peleas, se volverá malhumorado
y desanimado. No hay nada más sabio, que
decir, que debe tener paciencia.

Además de los requisitos negativos, o


rasgos de carácter que un obispo no debe

21
poseer, el apóstol nombra una serie de
elementos positivos de carácter. Debe ser
“justo”, porque es un funcionario con
autoridad ante la iglesia; debe ser “sobrio”, es
decir, de mente sobria, pues la frivolidad, que
la sobriedad prohíbe, demuestra una falta de
piedad; debe ser “amante de la hospitalidad”,
porque de lo contrario está desprovisto de esa
cualidad que es necesaria para asegurar el
cariño fraternal de los demás; debe ser “amante
de los hombres buenos”, porque todos los
hombres buenos se aman entre sí; debe ser
“santo”, porque está apartado en un oficio
santo, y sus actos oficiales conciernen a las
santísimas relaciones que se vinculan
meramente entre sí y con su Dios.

5. Los hábitos. Los hábitos de un


hombre se derivan de su carácter, pero también
reaccionan sobre él, pudiendo muy a menudo,
mejorarlo o empeorarlo. El hábito de vigilar u
observar, es indispensable para un Anciano,
porque sin este hábito, muchas cosas
perjudiciales para la congregación se le

REQUISITOS PARA EL CARGO 22


pasarían por alto. La falta de este hábito es
muy común. Por lo que el hombre que ocupe el
cargo de anciano debe estar muy bien
informado de la situación de los miembros de
la iglesia que cualquier otra persona dentro o
fuera de ella, a menudo se da el caso de que
por una simple falta de vigilancia es el último
en enterarse de lo que está pasando. El hábito
de estar vigilante en todos los asuntos de la
iglesia, lo hace apto para designarlo con el
cargo de obispo; de ahí la importancia de
exigirlo como condición necesaria.

Es importante que el anciano sea


vigilante, pero también debe evitar otros
hábitos mencionados por el apóstol, y que no
están implicados en los requisitos ya
enumerados y aclarados. No debe ser "dado a
mucho vino". No es sólo la embriaguez lo que se
está prohibido aquí; si lo fuera, tendríamos sin
duda la palabra apropiada para la expresión de
esta idea. Tampoco es la idea de mucho, en el
texto original. El término es paroinon, por el
vino, y significa simplemente, dado al vino. Sin

23
duda contempla a un hombre que se entrega a
un uso más libre del vino de lo que es habitual
entre las personas estrictamente sobrias,
aunque nunca llegue a tener intoxicación
alcohólica.

Ya hemos visto rápidamente la rara


combinación de rasgos morales y hábitos que
deben caracterizar al anciano, y a continuación
discutiremos los requisitos intelectuales que
son necesarias para su servicio como maestro.

REQUISITOS PARA EL CARGO 24


REQUISITOS INTELECTUALES

Aunque los rasgos de carácter moral y


religioso requeridos para el oficio de Anciano
son numerosos, y algunos de ellos son exigidos
por el apóstol con énfasis, sólo se menciona un
requisito de carácter intelectual, y éste se
expresa en términos generales. Este hecho es
significativo, y nos advierte que no hay que
desajustar el equilibrio divino, haciendo lo que
se nos manda hacer en las Escrituras.

Esta cualidad intelectual está


representada en la Epístola a Timoteo por la
expresión “apto para enseñar”. El griego para

25
esta expresión es didaktikos, que prefiero
convertir en “idóneo para enseñar”. El Anciano,
entonces, debe ser capaz de enseñar; pero esta
expresión representa una cantidad muy
variable. Uno podría ser capaz de enseñar a
algunas personas afines a nosotros, y
totalmente incapaz de enseñar a otras. Es
necesario, pues, que antes de que podamos
formarnos un juicio sobre este requisito, acerca
de un hombre que los tenga, debemos saber
acerca de quién es el que debe enseñar. Una
persona capaz de enseñar a niños puede ser
incapaz de enseñar a adultos, como una
persona capaz de enseñar en una universidad
puede ser incapaz de enseñar y dar clases en
un colegio. Así como un Anciano podría ser
capaz de enseñar a la congregación de su
comunidad, y no en otra, aunque esté cercana.
¿Cuál es el estándar, entonces, por el cual cada
candidato a Anciano debe ser analizado en este
sentido? Sin duda, deberá encontrarse en la
congregación a la que deba enseñar. Debe ser
su maestro, sólo de ellos; por consiguiente, si
es capaz de enseñarles, tiene la capacidad
requerida por las Escrituras. De esto se

REQUISITOS INTELECTUALES 26
desprende que los Ancianos debidamente
calificados puedan poseer la capacidad de
enseñar en una gran variedad de grados como
es caracterizan los logros intelectuales y
religiosos de diversas congregaciones. Además,
debe es evidente que cada congregación, es el
mejor juez de la capacidad de un Anciano para
ser su maestro. Mientras reciban instrucción
del Anciano, y estén satisfechos con él, está
calificado según las Escrituras para enseñar a
esa congregación, por mucho que caiga por
debajo de algún otro Anciano en alguna otra
congregación.

Pero esta capacidad de enseñanza tiene


una dirección especial dada en la epístola a
Tito. Se dice que el Anciano debe ser “retenedor
de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para
que también pueda exhortar con sana enseñanza y
convencer a los que contradicen” (Tito 1:9). Aquí
se menciona tanto la fuente de su información
como uno de los objetos específicos de su
enseñanza. El objetivo específico es exhortar y
condenar a los que contradicen la Palabra o la

27
mo d i f i c a n . . . e x h o r t a r l os h a st a q u e l a
exhortación falle, y luego condenarlos ante la
congregación como corruptos opositores de la
verdad. Por supuesto, este es sólo uno de los
muchos objetos de la enseñanza, y se menciona
e n e s t e l u g a r, p o r q u e l a s j ó v e n e s
congregaciones de Creta estaban en ese
momento infestadas por “habladores y
engañadores vanos”. La fuente de información
con la que los Ancianos debían silenciar a estos
hombres, no era la filosofía de la que estos
últimos se jactaban, sino la palabra fiel que ya
había sido enseñada. Los Ancianos están
obligados a mantener firme esta “palabra fiel” y,
como consecuencia, condenar todo lo que no
esté autorizado por ella. Un “así dice el Señor”
esta frase fue la piedra de toque de cada
enseñanza y cada práctica que el judío o el
gentil introdujeron, y así, mediante la “sana
enseñanza”, los Ancianos debían tapar la boca
d e t o d o s l o s q u e e n s u s re s p e c t i v a s
congregaciones enseñaban cosas que no
debían.

REQUISITOS INTELECTUALES 28
Es una cuestión tan vieja, al menos,
como el presbiterianismo, la cual dice: que uno
de los requisitos para la elección de un
Anciano, debe ser su capacidad de enseñar. La
teoría presbiteriana requiere de un Anciano
que de enseñanza y una pluralidad de
Ancianos para gobernar en cada congregación,
y afirman, que encuentran autoridad para
hacer esta elección, en las conocidas palabras
de Pablo: “Los ancianos que gobiernan bien, sean
tenidos por dignos de doble honor, mayormente los
que trabajan en predicar y enseñar” (1 Timoteo
5:17). Después de todo lo que se ha dicho y
escrito en este pasaje, creemos francamente,
que algunas veces se eligieron y hubo algunos
Ancianos que no trabajaron en la palabra y la
enseñanza. Cada vez, que se ignoran y dejan
de lado estas palabras del apóstol Pablo,
resulta ser, que estas palabras las utilizan de un
modo engañoso y hábil como los que tan a
menudo tergiversan para oscurecer las claras
declaraciones de las Escrituras en referencia al
bautismo. Estudiemos con profundidad y
tenacidad las Escrituras, y las Escrituras nos
darán más fácilmente su significado.

29
Pero nos vemos obligados, por el
significado obvio de las palabras, a admitir que
hubo Ancianos en las iglesias primitivas que
no trabajaron en la palabra y la enseñanza, es
decir, que no predicaron ni enseñaron
públicamente, no estamos diciendo, en
absoluto, que fue porque eran incapaces de
enseñar. Siendo la capacidad de enseñar un
requisito prescrito para los Ancianos, no
podemos suponer que se ignoró en la selección
de los Ancianos, a menos que sea en
congregaciones no instruidas. Pero Pablo no
menciona a los "Ancianos que gobiernan bien"
para indicar que su nombramiento fue
irregular. Hay otra manera de explicar la
distinción hecha, sin suponer una violación de
la ley; y es que, aunque todos los Ancianos
eran capaces de enseñar, algunos eran más
capaces que otros, y la carga de esta parte del
trabajo, fue por esta razón asignada a ellos por
mutuo consentimiento. Cuando un número de
hombres se asocian en un oficio de tareas
múltiples, es casi invariable que algunos se
adaptan mejor a ese trabajo y otros a otro; y

REQUISITOS INTELECTUALES 30
para la mayor eficacia en la iglesia se deben
adoptar, necesariamente, una división de
trabajo. Es natural, por tanto, si no inevitable,
que, en el trabajo práctico de una reunión de
Ancianos, algunos de ellos no hagan más que
gobernar, y otros solo se dediquen a enseñar y
predicar. Sin embargo, juntos son responsables
de la enseñanza y del gobierno; entre ellos
deben dividir el trabajo de tal manera que se
obtengan los mejores resultados. La mejor regla
que pueden ejercer conjuntamente, y la mejor
instrucción que pueden impartir
conjuntamente, es la que el Señor requiere de
sus manos.

Algunas de las congregaciones


cristianas de hoy en día están trabajando en
este plan. Hacen juntas de ancianos, todos ellos
capaces de enseñar, y uno de ellos es un
predicador. Este último proclama el evangelio
al mundo en la asamblea pública, y toma la
parte principal en la instrucción de la
congregación. Dedica todo su tiempo a la obra
y vive del evangelio que predica. Los otros

31
toman una parte secundaria en la enseñanza, y
comparten plenamente la responsabilidad de
gobernar. Sólo dedican una parte de su tiempo
a la obra, y lo dan, como los Ancianos de la
iglesia de Éfeso, gratuitamente (Hechos
20:34-35). Esto es bíblico y sabio.

En un número aún mayor de


congregaciones, un evangelista es llamado
para ayudar a los ancianos. Él predica y toma
la parte principal en la enseñanza, mientras
que los Ancianos toman la parte secundaria en
la enseñanza, y el control supremo en el
gobierno, haciendo uso, de toda la sabiduría y
experiencia que el evangelista pueda poseer,
para ayudarles. Esto también se menciona en
las Escrituras; porque con estos conocimientos,
Timoteo trabajó entre los Ancianos de Éfeso, y
Epafrodito entre los de Filipos (Hechos 20:17,
comp. 1 Timoteo 1:3; Filipenses 1:1, comp.
2:25-30).

REQUISITOS INTELECTUALES 32
Pero, debemos reconocer que hay
muchas congregaciones entre nosotros con
Ancianos en el cargo que no enseñan, y que
son incapaces de enseñar. Todos ellos deberían
hacer inmediatamente una de estas dos cosas:
o bien renunciar al cargo, o bien poner en
práctica su cargo de Anciano, y demostrar que
son capaces de enseñar y por lo tanto están
capacitados para el cargo. Sin embargo, todas
las congregaciones deben ser enseñadas por los
evangelistas que las forman, a seleccionar
como Ancianos sólo a hombres capaces de
enseñar, y todos (los evangelistas), deben tener
cuidado de seleccionar sólo a los tales hombres
para el oficio. De esta manera se podrán
corregir gradualmente los males presentes y
evitar que se repitan en el futuro.

33
34
SELECCIÓN Y NOMBRAMIENTO

Desde hace mucho tiempo se ha


cuestionado si los Ancianos de la iglesia deben
ser seleccionados por la congregación en
general, o por el evangelista encargado de
llevar a cabo la organización de la iglesia. Poco
se dice sobre el tema en las Escrituras, pero
aquellos que estén dispuestos a dejarse guiar
por las mínimas indicaciones de la voluntad
de Dios en lugar de su propio juicio, lo
encontrarán suficiente.

Sólo tenemos un ejemplo registrado, en


el que se nos dice claramente qué parte fue

35
tomada por la congregación, y qué por los
Ancianos en de la ordenación. Este es el caso
de los siete diáconos de la iglesia en Jerusalén.
Los Apóstoles convocaron a "la multitud de los
discípulos" y dijeron: “Buscad, pues, hermanos, de
entre vosotros a siete varones de buen testimonio,
llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes
encarguemos de este trabajo”, (Hechos 6:2-3). La
selección, entonces, fue hecha por la multitud,
y el nombramiento por los apóstoles. La
diferencia entre estos dos términos no debe
pasarse por alto. El término nombramiento se
entiende a veces como participando en la
selección, pero en el caso de los apóstoles,
significa simplemente la inducción al cargo, y
se distingue de la selección que la precede.

Ahora bien, en el caso de los Ancianos


de las iglesias de Listra y Pisidia, se dice que
Pablo y Bernabé “los ordenaron”; o, para
expresarlo con más precisión, “los
nombraron” (Hechos 14:23). La palabra aquí
traducida “designar” (cheirotoneo) no es la que
se usa en Hechos 6:3; pero existe una conexión

SELECCIÓN Y NOMBRAMIENTO 36
entre ambos porque el significado es más o
menos el mismo. Lo hecho por los apóstoles en
este caso es lo mismo que en el caso de los
diáconos, es justo decir que lo hecho por parte
de la congregación también fue la misma, y
Lucas no lo menciona porque, habiendo
mencionado antes el proceso de selección de
esta clase de autoridades de la iglesia, podría
asumir que sus lectores entenderían que el
mismo proceso se observó en el presente caso.
De hecho, la naturaleza del caso es tal que
necesariamente lo entenderíamos, a menos que
se nos informe expresamente que el proceso
fue diferente. Si un extranjero, al darse cuenta
de las costumbres de alguna tribu recién
descubierta, describiera la selección de cierta
clase de funcionarios de su gobierno, y
después hablara frecuentemente de la selección
de otras clases de funcionarios, sin mencionar
que el proceso fue diferente, se deduciría
necesariamente que el proceso fue el mismo, a
menos que se encontrara algo en el contexto, o
en la naturaleza del caso que prohibiera la
inferencia.

37
Cuando se le dice a Tito que ordene o
nombre Ancianos en cada ciudad, se utiliza el
mismo término que cuando los apóstoles de
Jerusalén propusieron nombrar a los diáconos:
el proceso, por lo tanto, es el mismo, y tiene
lugar después de la selección de los
funcionarios por la congregación.

A partir de estas premisas, concluimos


que todos los funcionarios de la iglesia fueron
seleccionados por la congregación en general; y
esta conclusión es confirmada por la primera
historia no inspirada. Clemente de Roma
declara que era una regla de los apóstoles, que
los representantes de la iglesia “debían ser
electos de acuerdo al juicio de los hombres
aprobados, con el consentimiento de toda la
comunidad”. Esto indica que el juicio de los
hombres aprobados de la congregación fue
expresado, tal vez en forma de nominaciones, y
que toda la congregación fue llamada a
ratificar su aprobación o desaprobación. Pero,
la forma en que las nominaciones fueron
hechas en la era apostólica no puede ser
determinada con certeza. Lo único cierto es que
el pueblo eligió a sus dirigentes y, por lo tanto,

SELECCIÓN Y NOMBRAMIENTO 38
cualquier modo o procedimiento para llevar a
cabo las elecciones que parezca prudente para
cada iglesia, está autorizado por las Escrituras.

Junto a la selección viene el


nombramiento, o lo que comúnmente se llama,
la ordenación de los dirigentes. Lo declarado
en las Escrituras sobre este tema es claro y
suficientemente minucioso. En el caso de los
diáconos, habiendo sido electos, se nos dice
que fueron presentados ante los apóstoles, y,
“cuando hubieron orado, les impusieron las manos”
(Hechos 13:3). Ellos propusieron nombrarlos;
lo que hicieron fue orar e imponerles las
manos; orar e imponer las manos, entonces, fue
el modo de nombrar, o, si se quiere, de ordenar.
El ayuno también se menciona en relación con
la ordenación de los Ancianos de Listra y
Pisidia (Hechos 14:23), y es muy probable que
acompañara, o más bien, precediera al servicio
en todas esas ocasiones. Con estos precedentes
apostólicos ante ellos, Tito en Creta y Timoteo
en la provincia de Asia, no necesitaban
instrucciones expresas en cuanto al

39
procedimiento de ordenación; tampoco el
evangelista de hoy en día necesita más que
estos precedentes. El ayuno, la oración y la
imposición de manos, realizados con la debida
solemnidad y acompañados de las oportunas
amonestaciones y exhortaciones, constituyen el
modo en que las Escrituras establecen una
conclusión general de hechos.

A través de una concepción errónea del


diseño y los efectos de la ordenación, ha
prevalecido ampliamente la idea supersticiosa
de que, si un hombre es ordenado una vez para
un cargo en una congregación, no necesita ser
reordenado, si cambia de localidad y es elegido
para el mismo cargo en otra congregación, que
hay algo perpetuo en la imposición de manos,
lo que hace impropio repetirla. Esta idea queda
descartada cuando comprendemos que, al
igual que el juramento del cargo en el gobierno
civil, es una mera inducción al cargo y, por lo
tanto, debe repetirse con la misma frecuencia
con la que se elige al cargo.

SELECCIÓN Y NOMBRAMIENTO 40
Ha habido mucha discusión inútil sobre
la cuestión de a qué Anciano de la iglesia
pertenece el privilegio de imponer las manos.
La discusión es inútil, porque las Escrituras
proporcionan ejemplos incuestionables de
imposición de manos por los apóstoles, los
profetas y los maestros (Hechos 13:1-3), por los
Ancianos; 1 Timoteo 4:14) y por los
Evangelistas (1 Timoteo 5:22; Tito 1:5). En la
actualidad, tanto los Ancianos como los
Evangelistas, o ambos juntos, pueden realizar
el servicio, según los dictados del buen sentido
y la exigencia del buen orden en cada ocasión.

Se nos ocurre una pregunta más que


merece una breve disertación para concluir.
Pablo dice de los diáconos: “Y éstos también sean
sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el
diaconado, si son irreprensibles” (1 Timoteo 3:10).
Algunos entienden que esto significa que el
candidato al cargo de diácono será puesto a
trabajar en los deberes del oficio hasta que se
compruebe si puede realizarlos bien o no, antes
de ser ordenado; y que el término, también en

41
la frase, se refiere a los Ancianos mencionados
anteriormente, indicando lo mismo en
referencia a ellos. Debe observarse, sin
embargo, que Pablo no dice que la prueba de la
que habla sea para preceder a la ordenación,
sino para preceder al desempeño del oficio.
Sería invertir el orden de Pablo, exigir al
candidato a desempeñar el cargo como un
medio para probarlo. En lugar de probarlo
primero, y luego dejarle usar el cargo, sería
e x i g i r l e q u e u s a r a e l c a rg o p r i m e ro .
Evidentemente no puede ser esto lo que se
quiere decir; pero, habiendo prescrito las
condiciones por las que se ha de probar a un
candidato para cada uno de los oficios de que
se trata, el apóstol afirma que deben probarse a
sí mismos antes de que se les permita ejercer
las funciones del oficio al que aspiran.

SELECCIÓN Y NOMBRAMIENTO 42
PLURALIDAD DE ANCIANOS

No hay ninguna propuesta en referencia


a la organización de las iglesias primitivas en la
que los estudiosos y críticos estén más
perfectamente de acuerdo que en que cada
iglesia completamente organizada tenía una
pluralidad de Ancianos. Tan casi universal es
este acuerdo que un hombre traiciona un juicio
desequilibrado o una falta de información
común, si niega la proposición. Tal acuerdo no
podría existir sin un fundamento en las
declaraciones de las Escrituras y son tan
evidentes que no dejen lugar a dudas.
Notaremos algunas de ellas.

43
En primer lugar, después de que Pablo y
Bernabé pasaran por Antioquía, Iconio, Listra y
Derbe, y establecieran una iglesia en cada una,
volvieron por las mismas ciudades, y Lucas
dice: “Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y
habiendo orado con ayunos, los encomendaron al
Señor en quien habían creído” (Hechos 14:23). De
esto se deduce que ordenaron Ancianos en
cada iglesia que fundaron en estos viajes.
Encontramos también que la iglesia de Éfeso
tenía una pluralidad de Ancianos, también
llamados supervisores; (Hechos 20:17-28); que
lo mismo ocurría con la iglesia de Filipos
(Filipenses 1:1); y que Tito fue dejado en Creta
para ordenar Ancianos en cada ciudad, lo que
equivale a ordenarlos en cada iglesia, porque
no había más que una iglesia en cada ciudad.

Ahora sabemos, que algunos escritores


excéntricos han hecho esfuerzos en
innumerables ocasiones, para poner en duda
estas declaraciones. Se ha asumido que había
una pluralidad de congregaciones en Éfeso,

PLURALIDAD DE ANCIANOS 44
Filipos y las ciudades de Creta, y que los
Ancianos solteros de esas congregaciones
separadas formaban la pluralidad. Pero esta
suposición no tiene ningún fundamento en las
Escrituras, y está en conflicto directo con la
primera historia no inspirada que representaba
un solo cuerpo organizado de creyentes que
existía en una ciudad. Es cierto que en estas
ciudades los discípulos a menudo tenían varios
lugares de reunión, pero no hay evidencia de
organizaciones separadas e independientes. La
suposición en cuestión también entra en
conflicto con la declaración positiva de que
Pablo y Bernabé ordenaron Ancianos en cada
iglesia. Lo que hacían en un lugar lo hacían en
todos; porque no tenían más que un solo
evangelio que predicar, y un solo sistema de
gobierno y orden para establecer en todo el
reino terrenal de Dios.

Hay abundante evidencia de que esta


pluralidad de Ancianos en cada congregación
continuó después del cierre de la historia
Apostólica, y que existió en algunas iglesias de

45
cuya organización no se dice nada
especialmente en las Escrituras. Por ejemplo,
no se dice nada en el Nuevo Testamento de los
Ancianos de Corinto, pero la epístola de la
iglesia de Roma a la iglesia de Corinto
comúnmente llamada la epístola de Clemente,
escrita a finales del primer siglo, prueba que
había una pluralidad de Ancianos en Corinto.
El escritor dice a los Corintios "Es una
vergüenza, e indigno de vuestra profesión
cristiana oír que la más firme y antigua iglesia
de los Corintios debe, por una o dos personas,
ser llevada a una sedición contra sus
Ancianos." La epístola de Policarpo a los
Filipenses, escrita en la primera parte del siglo
II, muestra que el Anciano continuó en Filipos
tal como lo dejó Pablo, y que había un Anciano
similar en Esmirna, de donde se escribió la
epístola; pues Policarpo escribe en nombre
propio y de "los Ancianos que están con él", y
da consejos a los Ancianos de Filipos en cuanto
al cumplimiento de sus deberes oficiales. Dice:
"Que los Ancianos sean compasivos y
misericordiosos con todos, apartándolos de sus
errores, buscando a los débiles, sin olvidar a las

PLURALIDAD DE ANCIANOS 46
viudas, a los huérfanos y a los pobres, pero siempre
proveyendo lo que es bueno ante los ojos de Dios y
de los hombres". Pero es innecesario multiplicar
las evidencias de un hecho ya establecido para
b i e n d e l o s q u e p i e n s a n re c t a m e n t e .
Procedemos, por tanto, a la consideración de
otra visión fuera de contexto del mismo tema.
A veces se argumenta que la pluralidad de
Ancianos que se encontraba en las iglesias
primitivas, se debe explicar por el hecho,
acerca de que los dones del Espíritu hicieron
que en esas iglesias abundaran los hombres
poseedores de los requisitos apropiados; pero
que no podemos esperar que las iglesias
modernas, que están desprovistas de estos
dones, posean siempre una pluralidad de
miembros así calificados. Por lo tanto, se
concluye que las iglesias modernas no
necesitan tener una pluralidad de Ancianos.

Ahora, admitimos libremente que las


iglesias en la actualidad no tengan una
pluralidad de miembros calificados para el
ancianato; y algunas, tal vez, sin un solo

47
miembro con los requisitos para el cargo de
Anciano. Y admitimos en absoluto, que tales
iglesias no necesitan tener una pluralidad de
Ancianos o un Anciano. De hecho, no deben
tener ninguno hasta que puedan tener más de
uno que esté calificado. Pero esta admisión,
que la naturaleza del caso requiere, NO
EXCUSA, de ninguna manera, a ninguna de las
iglesias de establecer un orden de gobierno
eclesiástico completamente diferente del
establecido por los apóstoles; especialmente
NO EXCUSA a las iglesias que tienen
miembros calificados para no elegirlos para al
cargo.

El argumento en cuestión también se


basa en premisas indebidamente asumidas. No
es cierto que los dones del Espíritu Santo
califiquen a los hombres para el oficio de
Anciano, excepto, en el asunto de impartirles la
información necesaria para la enseñanza y el
gobierno. No dieron a ningún hombre las
calificaciones morales, sociales y domésticas
que el apóstol prescribe. En efecto, si los dones

PLURALIDAD DE ANCIANOS 48
milagrosos hubieran proporcionado las
calificaciones requeridas, no habría sido
necesario prescribirlas tan cuidadosamente;
sólo habría sido necesario decir a Timoteo y
Tito, Ordena a los hombres que están llenos del
Espíritu Santo.

Es cierto que Pablo y Bernabé


encontraron una pluralidad de hombres
calificados en las iglesias de Asia Menor, en un
tiempo comparativamente corto después de
que estas iglesias habían sido fundadas,
probablemente en dos, tres o cuatro años que
regresaron de su primer viaje misionero. Pero
hay que recordar que, en todas las sinagogas
judías, que formaban el punto de partida de las
Iglesias Cristianas, había hombres que ya
tenían un cargo casi idéntico al de los Ancianos
Cristianos, y que cuando estos hombres
ingresaron en la iglesia, como lo hizo Crispo el
jefe de la sinagoga de Corinto, trajeron sus
conocimientos y experiencia con ellos. Además,
otros judíos ancianos, piadosos y
experimentados que no estaban en el cargo,

49
fueron considerados competentes para ocupar
el cargo de Ancianos tan pronto como
recibieron el evangelio; y los gentiles, que,
como Cornelio y el Centurión de Cafarnaún, se
habían convertido en devotos adoradores de
Dios a través de la influencia judía, a menudo
poseían todos los requisitos para el cargo tan
pronto como se establecían de manera justa
como miembros de la iglesia. Estos hechos son
suficientes para explicar la ordenación de
Ancianos en iglesias tan recién fundadas, sin
suponer, el hecho imaginario de que las
calificaciones para el cargo fueran impartidas
por un hecho milagroso. Los requisitos
intelectuales, fueron entonces, y son ahora, las
calificaciones más fáciles de encontrar. Puedo ir
a las iglesias de hoy y señalaros dos hombres,
con una evaluación moderada, con suficiente
conocimiento y talento para el cargo de
anciano, y donde se puede encontrar uno con
todos los requisitos prescritos.

Concluimos, entonces, en la medida, en


que había tantas iglesias primitivas, así como

PLURALIDAD DE ANCIANOS 50
Ancianos y tuvieron una pluralidad de ellos, lo
mismo como debe ser ahora; y cualquier iglesia
que se aparte de esta regla, se aparta del único
modelo de organización eclesiástica que Dios
ha dado. Hasta que una pluralidad de
Ancianos pudo ser ordenada, las iglesias
primitivas hicieron lo mejor que pudieron sin
Ancianos. Así como debe ser ahora, y Dios nos
bendecirá al seguir la guía de Su Palabra.

51
52
TÍTULOS DEL CARGO

El término "anciano" significa el


compromiso de una autoridad. Esta afirmación
se probará al demostrar que un anciano es una
autoridad. Es la terminología que se usa al
darle el nombramiento de un oficial, así como
se nombra secretario, auditor, gobernador, que
es indicativo de un cargo.

Pero hay quienes niegan que el término


"anciano" se utilice en el Nuevo Testamento en
un sentido oficial. Sostienen que siempre
significa persona mayor, y que el ancianato de

53
una iglesia consiste en los hombres mayores de
la iglesia. Ahora debemos probar la corrección
de esta suposición, y determinar si el término
“anciano” se usa alguna vez como título oficial.

Es bien es sabido que el término


“anciano” es un adjetivo en grado comparativo,
y que su significado principal es “avanzado de
edad”. Cuando se utiliza como sustantivo,
significa una persona mayor. Lo mismo ocurre
con la transliteración en griego, presbuteros.
También es bien sabido que muchas palabras
tienen, además de su significado primario, un
significado técnico u oficial. Por ejemplo, el
adjetivo general se utiliza a veces como
nombramiento de un oficial militar. Mayor, es
uno de ellos; cabo, que significa perteneciente
al cuerpo, es la designación de otro. Así que los
términos secretario, auditor, juez, compañero,
profesor, y muchos otros, tienen cada uno un
significado oficial, así como uno primario. Lo
mismo pasa con el término anciano. Y así
mismo sucede con esta palabra, ya que la
misma cuestión se determina en referencia a
esta palabra, por la forma en que se usa.

TÍTULOS DEL CARGO 54


Examinaremos ahora su uso en el Nuevo
Testamento lo suficientemente para resolver
esta cuestión.

La siguiente declaración se hace en


relación con Pablo y Bernabé mientras
realizaban su primer viaje misionero: “Cuando
los ordenaron ancianos en cada iglesia y oraron con
ayuno, los encomendaron al Señor, en quien
creyeron” (Hechos 14:23). El término que aquí
se utiliza para referirse a la ordenación es
“cheirotoneo”. Está compuesto de cheir, la
mano, y teino, extender, y su significado
principal es extender la mano. Pero el hecho,
de que en las reuniones de los hombres éstos se
expresaban para una elección con una
elevación de la mano, adquirió el significado
de elegir o nombrar por una extensión o
levantar de la mano; y finalmente pasó a
significar referencia al método de nombrar. Tal
es el testimonio de los eruditos, y se confirma
con el uso del término. Sólo ocurre en otro
lugar del Nuevo Testamento, donde se dice de
un hermano sin nombre que Pablo envió a
Corinto con Tito, que “fue elegido por las iglesias”

55
(2 Corintios 8:19). La forma en que las iglesias
lo escogen, ya sea a mano levantada o de otra
manera, no está determinada por este término,
ni por el contexto. Otro ejemplo de este uso se
encuentra en Josefo. Representa a Alejandro
Bala, el rey sirio que reclamó jurisdicción sobre
Judea, al escribir a Jonatán, el hermano de
Judas Macabeo, estas palabras: “Por lo tanto, te
ordenamos hoy sumo sacerdote de los judíos”. Aquí
no se trataba de extender la mano, sino de un
nombramiento para el cargo por un solo
individuo, y a través de la instrumentación de
una carta. No se puede exigir una prueba más
clara de la definición que hemos dado.

Sustituyendo esta definición por el


término estudiado en el pasaje que estamos
considerando, leemos que Pablo y Bernabé
"nombraron" ellos a los ancianos en cada iglesia.
Estos ancianos, entonces, fueron designados
por nombramiento; pero Pablo y Bernabé
ciertamente no designaron hombres mayores
con tal nombramiento; tampoco tendría
completo sentido el pasaje si dijera: "Les
designaron hombres en cada iglesia". Para

TÍTULOS DEL CARGO 56


completar el sentido, sería necesario añadir el
cargo o posición a la que los ancianos fueron
nombrados. Las consideraciones muestran que
el término se usa aquí no en su sentido
primario, sino en el sentido que designa la
posición obtenida por nombramiento. Porque
un nombramiento coloca a los hombres en el
cargo, y el anciano es por lo tanto el título
oficial conferido por este nombramiento. El
proceso de nombramiento será considerado en
otra parte de este tratado.

La misma conclusión se desprende de la


declaración de Pablo a Tito: "Te dejé en Creta
para que pusieras en orden las cosas que faltan y
ordenaras a los ancianos en cada ciudad” (Tito 1:5).
El término que aquí se utiliza es kathisteeemi,
la palabra griega más usada en el Nuevo
Testamento y en la versión griega del Antiguo
Testamento, para designar un cargo. Se usa
para expresar el nombramiento de José como
gobernador de Egipto, y de los otros oficiales
bajo su mando (Génesis 41:33-34; Hechos 7:10);
para el nombramiento de David como
gobernante de Israel (2 Samuel 6:21); para el

57
nombramiento de gobernantes sobre los
sirvientes de la casa (Mateo 24:45); de un juez
en la jurisprudencia civil (Éxodo 2:14; Hechos
7:27); y de los sumos sacerdotes judíos
(Hebreos 5:1; 8:3).

Ahora bien, el hecho de que este


término exprese, con tanta frecuencia la idea de
nombramiento en el cargo, no demuestra
necesariamente que tenga este significado en
un pasaje determinado. El que lo tenga o no,
debe ser determinado por el contexto, y
siempre debemos comprobar primero su
significado primario. Su significado primario
es establecer o poner en ese lugar. Se usa dos
veces en el Nuevo Testamento (Hechos 17:5;
Santiago 3:6). Pero Pablo no podía significar
que Tito fuera a establecer o colocar ancianos
en cada iglesia. No tendría sentido una
interpretación de este tipo, por lo que se debe
adoptar el sentido secundario del término. Con
el consentimiento universal de eruditos y
críticos, lo hacemos nombrar. Tito, entonces
debía nombrar ancianos en cada ciudad, y el

TÍTULOS DEL CARGO 58


término ancianos designa el cargo al que
fueron nombrados.

Ahora consideraremos un hecho


establecido donde el término “anciano” se usa
a veces en el Nuevo Testamento como un título
oficial. En este hecho, encontramos una prueba
más de nuestra primera propuesta, que existe
un cargo en la iglesia que es el de anciano.
Encontraremos, a medida que avancemos, una
confirmación aún mayor de ambas
conclusiones. Mientras tanto, debemos
establecer una regla para distinguir entre los
casos en que el término “anciano” se usa en su
sentido primario y aquellos en que tiene un
sentido oficial. La ley del contexto, la primera
gran ley para determinar el significado de los
términos ambiguos, debe ser nuestra guía.
Cuando el contexto indica que el escritor
pretende hacer una comparación en cuanto a la
edad, debemos dar al término su sentido
primario de anciano; pero cuando el contexto
muestra que las personas de las que se habla
sostienen una relación oficial con la iglesia,

59
debe entenderse en su sentido oficial. En casi
todos los casos se hace la distinción; en unos
pocos, el significado es algo incierto. Veremos y
conoceremos más de estas instancias a medida
que avancemos en el estudio.

El segundo título de este cargo que


consideraremos se expresa con la palabra
griega episcopee, traducida en la versión
inglesa como “once bishoprick” y “once office
of a bishop”. Se deriva del verbo episcopeo,
cuyo significado principal es observar; pero en
el uso indica la idea de mirar con visión o
atentamente en la inspección o control. El
sustantivo episcopee, por lo tanto, significa
inspección o control; y por el hecho de que la
visita se hace a menudo con fines de
inspección, a veces se hace con fines de visita.
Las visitas de Dios fueron a veces para bien y a
veces para mal a la parte visitada, y este
término se utiliza en ambos casos (véase Lucas
19:44; Isaías 10:3, Septuaginta).

TÍTULOS DEL CARGO 60


También tenemos, de la misma raíz, el
sustantivo masculino episcopos que significa,
el hombre que realiza el acto designado por
episcopeo, utilizado claramente en inglés por
overseer (obispo que lleva el cargo de supervisar).
El término obispo, el que se suele utilizar en la
versión común, es objetable por dos razones:
primero, no corresponde con el texto original;
segundo, transmite un significado a los lectores
que no está incluido en término original.
Overseer (obispo que lleva el cargo de supervisar)
corresponde al original, etimológicamente, y
también en significado actual, y es la única
palabra inglesa que lo hace. Por lo tanto, debe
ser adoptada en la versión inglesa, y en el
discurso o predicación de aquellos que llaman
a las cosas bíblicas por sus nombres bíblicos.

Ahora bien, no se afirma que, en


ninguno de estos nombres, en su sentido
primario se refiera a un oficio en la iglesia,
principalmente, pero tampoco tiene ninguna
alusión a la iglesia. Pero se afirma que, al igual
que el término "anciano", adquirieron un

61
sentido apropiado, uno de ellos convirtiéndose
en el título de una autoridad en la iglesia, y el
otro en el nombre de su cargo. La prueba de
esto la presentaremos ahora; y rogamos al
lector que recuerde, para que no se canse de
estas indagaciones aparentemente inútiles, que
estamos hablando de este tema como si nada se
supiera de él, y por lo tanto no debemos dar
nada por sentado. También sabemos que hay
una necesidad práctica de esta parte de nuestra
investigación.

TÍTULOS DEL CARGO 62


EXPLICANDO LOS TÍTULOS

1. El término episcopos, supervisor, se


usa como el equivalente a anciano en su
sentido oficial. Esto se desprende del uso de los
dos términos en el capítulo 20 del libro de los
Hechos. Lucas dice que desde Mileto, Pablo
llamó a los ancianos de la iglesia de Éfeso.
Aquí, de acuerdo con una regla ya establecida,
el anciano de la iglesia debe significar, no los
h o m b re s m a y o re s , s i n o l o s l l a m a d o s
oficialmente ancianos. Pero Pablo dice a estos
ancianos: “Mirad por vosotros, y por todo el rebaño
en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos".
Los ancianos, entonces, y los obispos de la
iglesia de Éfeso eran las mismas personas, y

63
obispos o supervisores no es más que otro
título por el que eran conocidos. Además,
habían sido hechos obispos por el Espíritu
Santo, lo que implica que, por algún proceso
dictado por el Espíritu Santo, habían sido
formalmente colocados en esa posición. Esto
corresponde al nombramiento por el cual
hemos visto que las personas entraron al
ancianato, y es suficiente para establecer la
presunción de que fueron hechos obispos por
el mismo nombramiento que los hizo mayores.
Tenemos más pruebas del uso de esta palabra
en la epístola a Tito. Pablo dice: “Te dejé en
Creta para que establecieras ancianos en cada
ciudad, así como yo te mandé, si alguno es
irreprochable”, &c.; y luego añade: “Porque un
obispo debe ser irreprochable”. El hecho de que un
supervisor sea irreprochable, no puede ser una
razón válida para que un hombre irreprochable
sea ordenado anciano, a menos que un anciano
sea lo mismo que ese supervisor. Es como si yo
dijera a una sociedad literaria de estudiantes:
“Nombrad a un presidente de vuestra sociedad, si es
que hay alguno que conozca las normas
parlamentarias; pues el presidente de dicha sociedad

EXPLICANDO LOS TÍTULOS 64


debe conocer estas normas”. Ahora bien, en este
ejemplo, si una persona solo conocía el
significado etimológico de la palabra
presidente; indicaría, que esa persona, sabía
que yo utilizaba el término como otro título
para el Presidente de la sociedad. Es
igualmente claro en el caso que nos ocupa, que
Pablo usa el término supervisor o anciano
como otro título para el que se designe como
anciano.

2. El término “episcopee” se utiliza para


designar el puesto que ocupan los episcopos o
supervisores. Esto se ve en 1 Timoteo 3:1-2.
Pablo dice: "Si un hombre desea el episcopado,
desea una buena obra. Un episcopado, entonces,
debe ser irreprochable," &c. Aquí está claro que el
que desea el episcopado, desea ser episcopado.
Si episcopos es supervisor, entonces episcopee
debe ser la posición de un supervisor; ¿y cómo
llamaremos a esta posición en inglés? El Sr.
Green lo traduce como "un puesto de
supervisión", no es una mala expresión del
significado. Lo interpreta de la misma manera

65
en Hechos 1:20. “Tome otro su oficio”. Prefiero la
palabra supervisión, y corresponde más al
término correlativo supervisor. Cualquiera que
sea la expresión, sin embargo, la idea sigue
siendo la misma, y el término designa el cargo
que ocupa un supervisor u obispo.

Algunos se oponen a que llamemos al


ancianato una oficina, porque Pablo en este
pasaje la llama expresamente una obra: “Si
alguno anhela obispado, buena obra desea”. Sin
duda, es una obra; y lo mismo ocurre con todos
los cargos de la Iglesia o del Estado; a menos
que se crea que el cargo ocasiona poco o
ningún trabajo (sinecura). El hecho de que sea
una obra, la convierte, así mismo, en un oficio.
Si el Presidente de los Estados Unidos dijera,
“El que desea una misión extranjera desea un
trabajo pesado”, no se deduciría del término
trabajo que una misión extranjera no es un
oficio.

EXPLICANDO LOS TÍTULOS 66


La conclusión, por tanto, natural y
necesariamente derivada de estos pasajes, de la
Escritura se confirmará a medida que
procedamos a desarrollar las funciones del
cargo. Encontraremos que los ancianos o
supervisores de la iglesia están encargados de
tales deberes, y se les confía tal autoridad que
los hace oficiales de la iglesia en el sentido más
completo del término.

Antes de dejar este estudio acerca del


tema, debemos hacer notar otra cuestión que
ha causado confusión en algunas personas. Se
ha asumido que los ancianos de edad
constituyen una clase de la que se eligen los
supervisores; los ancianos son los hombres
mayores de la iglesia, y los supervisores los
oficiales. Ya hemos respondido a esta pregunta
mostrando que el término ancianos se usa en
un sentido oficial para designar a las mismas
personas que los supervisores. Los ancianos de
la iglesia de Éfeso fueron todos incluidos en el
término supervisores; porque, como hemos

67
visto, los ancianos, no sólo una parte de ellos,
fueron hechos supervisores.

El tercer y último título oficial que


notaremos es de pastor o de pastora. Este
término, en la forma sustantiva, se usa sólo una
vez en el Nuevo Testamento con referencia a
los oficiales (obispos o ancianos) de la iglesia.
Está en el conocido pasaje, Efesios 4:11, donde
los pastores se enumeran entre los dones
otorgados a la Iglesia por Cristo. La evidencia
de que este término designa a los supervisores
o ancianos, es concluyente, y puede ser
enunciado brevemente. El término griego para
pastor es poimeen, y el verbo poimaino
significa hacer el trabajo de un pastor
(pastorear, cuidar, proteger). Ahora bien, aquel a
quien se aplica este verbo es un pastor, así
como el que siembra es un campesino, el que
cosecha es un agricultor, el que habla es un
orador, el que canta es un intérprete de la
canción, etc., etc. Pero Pablo exhorta a los
obispos de Éfeso “a ser pastores de la iglesia”.
Hechos 20:28; y Pedro exhorta a los ancianos

EXPLICANDO LOS TÍTULOS 68


de las iglesias a las que escribe, "Sed pastores del
rebaño de Dios que está entre vosotros", y promete
que cuando aparezca el "principal
Pastor” (Jesucristo), recibirán una corona de
gloria. Ellos eran entonces pastores y Cristo, el
pastor principal.

El término pastor, el latín para pastor, ha


llegado a ser de uso común por la influencia de
la versión latina de las Escrituras. Hay una
razón suficiente para preferir el término
anglosajón "pastor". Se encuentra en el hecho de
que pastor se ha pervertido por el uso sectario,
y designa en la fraseología popular, un oficio
totalmente diferente al que se aplica en las
Escrituras. Se ha convertido en un sinónimo de
un predicador establecido, y se usa a menudo
con el propósito de distinguir al predicador de
aquellos que son llamados escrituralmente los
pastores de la iglesia. Tal vez sea imposible
recuperar el término de este uso, y, por lo
tanto, es mejor desecharlo.

69
Otra buena razón para preferir pastor es
que su significado primario es familiar para el
lector ignorante, y la metáfora con la que se
designa al pastor es perfectamente
comprendido para todos; mientras que el
término pastor es conocido por las masas sólo
en su sentido apropiado.

EXPLICANDO LOS TÍTULOS 70


MODO PRIMITIVO DE ENSEÑANZA

No tenemos tanta información en las


Escrituras sobre la forma en que la iglesia
primitiva llevaba a cabo los servicios públicos
de culto, como hubiéramos querido encontrar.
Aun así, tenemos algo, y es conveniente hacer
el uso más cuidadoso de ello y aprender todo
lo que podamos.

En el capítulo catorce de Primera a los


Corintios, Pablo da a la iglesia instrucciones
sobre este tema, y concluye señalando que
“Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como
en todas las iglesias de los santos,” (1 Corintios

71
14:33). Esta observación, en su conexión,
requiere la suposición de que la única forma de
evitar la confusión y asegurar la paz que
acababa de prescribir para los corintios, era el
modo establecido en todas las congregaciones.
Esta conclusión se ve confirmada por la
consideración de que no se puede suponer que
el apóstol establezca, en las diferentes
congregaciones, métodos totalmente diversos
unos de otros.

Después de haber declarado el triple


objeto de la profecía, que contempla la
edificación, la exhortación y la consolación; y
después de haber señalado lo impropio de
hablar en lenguas a menos que un intérprete
estuviera presente, el apóstol procede de la
siguiente manera: “¿Qué hay, pues, hermanos?
Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo,
tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene
interpretación. Hágase todo para edificación” (1
Corintios 14:26). La expresión “cada uno” no
debe tomarse estrictamente; pues no es cierto
que cada miembro tenga cada uno de los

MODO PRIMITIVO DE ENSEÑANZA 72


ejercicios enumerados; el apóstol quiere decir
que los tienen; alguno o otro. Si fuera el canto,
en el que algunos estaban especialmente
dotados; la enseñanza, en la que otros
sobresalían, y que aquí se usa como
equivalente de la profecía; el hablar en lenguas
y el interpretar lenguas, y que pertenecen a
diferentes clases, los dones considerados.
Habiendo establecido así los diferentes
talentos, el apóstol deja el tema del canto, y
continúa a mencionar la forma adecuada de
conducirse al hablar en público tanto en
lenguas como en profecía. Dice: “Si habla alguno
en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres,
y por turno; y uno interprete. Y si no hay
intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo
y para Dios” (1 Corintios 14:27-28). El
significado de la expresión “por dos, o a lo más
tres”, es que dos o a lo sumo tres personas
hablarán en una reunión. Así lo dicen los
comentaristas, y así el contexto requiere que
entendamos la expresión. Dos o a lo sumo tres
hermanos, entonces, los poseedores del don de
lenguas, podían hablar en una reunión,
siempre que un intérprete estuviera presente;

73
de lo contrario, se les prohibía hablar en
absoluto en la asamblea de los santos.

Avanzando, a otra clase de oradores,


da la misma dirección en cuanto al número;
diciendo: “Asimismo, los profetas hablen dos o
tres, y los demás juzguen” (1 Corintios 14:29). Si
algo se revela a otro que esté sentado, que el
primero que estaba hablando calle; porque
todos podéis profetizar, uno por uno, para que
todos aprendan y todos sean consolados.

De esto se desprende que, como en el


caso de las lenguas, sólo dos o tres profetas
debían hablar en una sola reunión y que nadie
debía ocupar el tiempo para excluir a otro que
quisiera hablar. Mientras uno hablaba y había
ocupado el tiempo suficiente, el Espíritu movía
a otro a hablar, y al darlo a conocer, el primero
debía callar. Parece, también, que la libertad de
hablar por turno se extendía a todos los que
poseían el don profético. La expresión “podéis
profetizar todos uno por uno” (1 Corintios 14:31)

MODO PRIMITIVO DE ENSEÑANZA 74


significa, no todos los miembros, sino todos los
profetas; porque sólo una parte de los
miembros poseía el don de profecía. El juicio
mencionado es sin duda aquel por el cual los
profetas, que estaban escuchando, decidían la
veracidad de la inspiración expuesta por el que
hablaba.

A partir de estas direcciones, pensamos


que el orden de los servicios en las iglesias
primitivas fue de la siguiente forma: Cuando
estaban presentes los hermanos que podían
hablar en lenguas, dos o tres de ellos hablaban,
cada uno siguiendo a su intérprete; y después
o antes de éstos, o tal vez entremezclados con
éstos, dos o tres profetas hablaban, haciendo
así de cuatro a seis discursos en una reunión. El
canto también se introducía en la cantidad y en
el momento que mejor promoviera la
edificación, y la cena del Señor, junto con las
oraciones adecuadas, encontraba un lugar
apropiado en medio de otros servicios. No
necesitamos detenernos para proporcionar al

75
lector entendido una prueba de estos últimos
mencionados.

La gran variedad de servicios en una


sola reunión impone la alternativa de
prolongar la misma durante mucho tiempo, o
de abreviar en gran medida cada participación.
Pero las reuniones largas y continuas nunca, en
ninguna época, han sido consideradas
provechosas, y por lo tanto, es muy probable
que las intervenciones individuales fueran
muy breves. Si cada uno de los seis discursos
ocupara diez minutos, y los diversos servicios
relacionados con la cena del Señor media hora,
éstos, junto con los cantos y oraciones,
prolongarían sin duda los servicios completos
a dos horas, tanto tiempo probablemente,
como ocupaban habitualmente.

En las iglesias primitivas, muy general,


si no universalmente, los maestros poseían
algún tipo de elevación espiritual impartida
por la imposición de manos apostólicas. Es por

MODO PRIMITIVO DE ENSEÑANZA 76


esta razón que las instrucciones que están
registradas se dan como referencia al ejercicio
de tales dones. Aunque estos dones
desaparecieron, no hay duda de que el orden
de las participaciones instituido por los
inspirados fue perpetuado por los maestros no
inspirados. La primera de las argumentaciones
sería, naturalmente, el modo de como hacerlo,
y la segunda diría que era necesario que los
maestros inspirados siguieran las instrucciones
del apóstol, mucho más necesario sería que los
no inspirados hicieran lo mismo. La
perpetuación de este modo de dirigir el culto
era, pues, una necesidad, mientras los hombres
siguieran rigiéndose por los precedentes
apostólicos.

Aunque lo anterior era el orden que


prevalecía en las iglesias primitivas, tenemos
pruebas que a veces se interrumpía. Cuando
Pablo se reunió con los hermanos en Troas,
ocupó todo el tiempo de la reunión con un
largo discurso y posteriormente con una
conversación. Esto muestra que cuando se

77
presentaba la oportunidad de una mayor
instrucción o edificación que de la que se tenía,
en las reuniones ordinarias, prevalecía la regla
de hacer el mayor bien al mayor número de
oyentes, y esto podría justificar, designar la
hora más favorable de la semana para las
labores de un evangelista.

La sabiduría para la aplicación de este


método apostólico de instrucción pública de
los discípulos, está atestiguada por las
experiencias de la época actual. Es casi
universalmente admitido por los que tienen
oportunidad de juzgar, que las reuniones de
oración bien dirigidas, en las que se alternan
breves cantos, oraciones y exhortaciones que
llenan el tiempo, son más edificantes que la
mayoría de las reuniones para la predicación; y
cuando se convoca a muchos predicadores en
una gran ocasión, ha quedado demostrado,
que las reuniones durante las actividades
sociales de este carácter, son más devotas que
aquellas en las que los oradores más elocuentes
ocupan toda la hora. ¿Por qué, entonces, las

MODO PRIMITIVO DE ENSEÑANZA 78


iglesias, bajo la dirección de sus Ancianos, no
deberían organizar más de estas reuniones y
menos de la predicación? El que no lo hagan,
es una desviación manifiesta de los
precedentes apostólicos, y como todas las
desviaciones de la norma original, produce
frutos malignos. Las iglesias que no pueden ser
abastecidas con un predicador, están
languideciendo y muriendo, cuando, por este
método, podrían estar llenas de vida y poder.
Las iglesias serían mucho más numerosas que
los hombres que pueden predicar una hora
para edificarse, y siempre lo serán en un
cuerpo religioso que crece rápidamente. Si no
se detiene esta diferencia o desigualdad se
dejarán de multiplicar las iglesias y el celo del
cuerpo morirá, y dejarán de multiplicarse
también los predicadores. Nuestra única
alternativa, por lo tanto, es volver a la práctica
primitiva. Que los Ancianos, en ausencia del
evangelista, reúnan a la congregación cada día
del Señor, y en lugar de permitir que uno o dos
ocupen el tiempo, participen de cuatro a seis
predicadores con otras actividades, estando
éstos establecidos en la casa del Señor. Hay

79
muchas otras consideraciones a favor de este
método, pero no me detendré a enumerarlas.

MODO PRIMITIVO DE ENSEÑANZA 80


REUNIONES REGULARES

En una sección anterior de este tratado,


mencionamos la necesidad de reuniones
regulares y frecuentes de los Ancianos de la
iglesia, con el fin de ser eficientes en el
cumplimiento de sus deberes. Es imposible que
un trabajo que requiere sabiduría, vigilancia y
actividad unidas a una pluralidad de hombres,
pueda llevarse a cabo con éxito sin consultas
frecuentes y a menudo prolongadas. Los
miembros de una empresa, aunque se
dediquen a un negocio comparativamente
pequeño, encuentran necesarias tales consultas;
y es muy conocida la regularidad con la que los

81
directores de bancos, compañías de seguros y
sociedades de carácter similar, celebran sus
reuniones. ¿Cómo, entonces, puede esperarse
que los Ancianos de una iglesia, que tienen los
intereses de muchas almas preciosas bajo su
cuidado, puedan prescindir de tales reuniones?
La idea sería absurda, y, por consiguiente,
encontramos que en todas las iglesias que se
caracterizan por una fiel disciplina, tales
reuniones se celebran regularmente. En
muchas de nuestras grandes iglesias de la
ciudad, los Ancianos conocen la necesidad de
reunirse por lo menos una vez a la semana, y a
menudo pasan varias horas juntos para planear
y valorar las actividades que se realizarán en la
congregación. Es probable que no haya
Ancianos, en congregaciones muy pequeñas, y
que no tendrán tiempo para reuniones
s e m a n a l e s , p e ro s i e s t á n p l e n a m e n t e
dispuestos a cumplir con todos los deberes del
oficio; y mientras que las reuniones que se
tengan sean frecuentes y las consideren
suficientes, estarán en lo correcto.

REUNIONES REGULARES 82
En estas reuniones debe haber un orden
del día, en el cual todos los asuntos deben ser
atendidos conforme se hayan anotado, y todo
debe ser atendido, resuelto o programado. Se
escucharán informes sobre los esfuerzos que se
han hechos para a quienes no asistan a las
reuniones y tratar de que retomen el camino.
Informes, también, de nuevos casos que hayan
surgido, para ser atendidos por los Ancianos.
Las cuestiones referentes a todos los detalles
del trabajo de la iglesia serán resueltas, y estas
actividades serán distribuidas de acuerdo a la
habilidad y adaptación de cada Anciano. Y esto
hará posible que la vigilancia realizada por
toda la Junta oficial no permita, que algún caso
de desorden, cuestión o incumplimiento escape
a su atención, las personas que estén anotadas
en el libro de la iglesia serán llamados en
rotación regular, y se investigará la condición
espiritual de cada miembro. Por este medio,
los Ancianos recordarán todos los deberes que
podrían ser olvidados, y constantemente se les
estimulará a cumplir con todos ellos.

83
84
DEBERES DEL CARGO

El título de un cargo se toma a menudo


de algún deber característico que le pertenece.
Así, el título de Presidente se toma del acto de
presidir; el de Secretario del acto de escribir; el
de Auditor (oyente) del acto de escuchar los
informes financieros. En estos casos, la
información derivada del título es
generalmente escasa. Sin embargo, en algunos
casos, los cargos de nueva creación adoptan los
títulos de cargos ya existentes que son
similares a ellos; y en tales casos los títulos
llevan consigo todo su significado anterior,
salvo en la medida en que esto se modifique

85
por la naturaleza del nuevo cargo. Así pues, el
término Presidente, que en primer lugar
significaba el que preside una asamblea y hace
cumplir el orden en sus procedimientos, al ser
transferido al oficial principal de un colegio y
al magistrado principal de los Estados Unidos,
llevaba consigo la parte principal de su
significado previamente adquirido. Ahora
bien, sucede que todos los títulos por los que se
conoce al Anciano de una iglesia se adoptaron
de cargos previamente existentes, y trajeron
con ellos en su nueva aplicación gran parte de
su significado anterior. Ese significado nos
permitirá, por lo tanto, obtener una idea
general de los deberes del oficio, y apreciar
mejor las declaraciones más específicas de los
Apóstoles que serán consideradas
posteriormente.

El título de Anciano, que es el más


utilizado por los Apóstoles, y que sigue siendo
el más popular de estos títulos, obtuvo una
significación oficial entre los judíos mucho
antes de su adopción en la Iglesia cristiana.

DEBERES DEL CARGO 86


Originalmente designaba a los hombres
mayores, o jefes de familia en Israel, que
ejercían un gobierno patriarcal sobre su
posteridad: Ver Éxodo 4:29; Éxodo 19:7. En los
días de Cristo se había convertido en el título
de los gobernantes de las sinagogas judías, y
de una de las clases que componían el
Sanedrín. La información fiable en referencia a
las funciones del cargo entre los judíos es
bastante escasa; pero es suficiente para
justificar la afirmación que los que gozaban del
título ejercían autoridad en alguna capacidad.
Cuando fue adoptado, por lo tanto, en la
Iglesia de Cristo, trajo consigo al menos esta
idea general, que aquellos a los que se aplicaba
eran gobernantes en la iglesia. La naturaleza
exacta y los límites de su autoridad no podía,
por supuesto, designar.

El término episcopos trajo consigo un


s i g n i f i c a d o m á s c l a ro , y p ro p o rc i o n a
información más definida en referencia a los
deberes del cargo. Entre los atenienses era el
título de “magistrados enviados a las ciudades

87
tributarias, para organizarlas y gobernarlas” (Ver
el Léxico N. T. de Robinson, y las referencias allí
dadas). Entre los judíos tenía esa variedad de
aplicación que el término supervisor tiene
ahora en inglés. Se usa en la Septuaginta para
los oficiales nombrados por Josías para
supervisar los obreros que se ocupaban de la
reparación del templo (2 Crónicas 34:12; 34:17);
para los supervisores de los obreros empleados
en la reconstrucción de Jerusalén después del
cautiverio; (Nehemías 11:5; 11:14); para los
supervisores de los levitas que estaban de
guardia en Jerusalén; Nehemías 11:22; para los
supervisores de los cantores en el culto del
templo (Nehemías 12:42); y para los
gobernantes civiles subordinados (Jos. Ant. 10.
4. 2). En todos estos casos designa a personas
que tienen la supervisión de otras personas con
el propósito de dirigir sus labores y asegurar
un fiel cumplimiento de las tareas asignadas.

Esta palabra, aplicada a una clase de


oficiales de la Iglesia cristiana, lleva
necesariamente consigo el significado que ya se

DEBERES DEL CARGO 88


le atribuye. Indicaba, tanto al judío como al
griego, que las personas así nombradas eran
designadas para supervisar los asuntos de la
iglesia, para dirigir las actividades de los
miembros, para ver que se hiciera todo lo que
debía hacerse, y que se hiciera por la persona
adecuada, en el momento adecuado y de la
manera correcta. Cualquier otra cosa sería
insuficiente para justificar al supervisor del
título como se empleaba en aquella época. Los
detalles del proceso por el cual todo esto fue
realizado aparecerán a medida que avancemos.

El título de Pastor sigue siendo más


significativo que cualquiera de los otros dos. El
pastor judío era a la vez el gobernante, el guía,
el protector y el compañero de su rebaño. A
menudo, como los pastores a los que el ángel
anunciaba las buenas nuevas de gran alegría,
dormían en el suelo junto a sus ovejas por la
noche. A veces, cuando los lobos merodeadores
se acercaban para desgarrar y dispersar el
rebaño, su valor era puesto a prueba: (Juan
10:12); e incluso el león y el oso en edades

89
tempranas se levantaban contra el valiente
defensor de las ovejas (1 Samuel 17:34-36). No
las condujo al agua y al pasto, sino que llamó a
sus propias ovejas por su nombre, tan
familiarizado con cada una de ellas, y las sacó,
y fue delante de ellas, y las ovejas le siguieron,
porque conocían su voz (Juan 10:3-4).

Una relación tan autoritaria y al mismo


tiempo tan tierna como esta no podía dejar de
encontrar un lugar en la poesía de los profetas
hebreos, y las parábolas del Hijo de Dios. El ojo
poético de David detecta la semejanza entre el
cuidado del pastor de su rebaño y el cuidado
de Dios por Israel, y lo más hermoso es que lo
expresa en líneas familiares para cada hogar, y
admiradas en cada tierra:

Jehová es mi pastor; nada me faltará.

En lugares de delicados pastos me hará


descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.

DEBERES DEL CARGO 90


Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de
su nombre.

Aunque ande en valle de sombra de muerte,


No temeré mal alguno, porque tú estarás
conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Aderezas mesa delante de mí en presencia de


mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está
rebosando.

Ciertamente el bien y la misericordia me


seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.

Salmo 23:1-6

La misma bella imagen es empleada por


Isaías, cuando con ojo profético ve al gran rey
persa reuniendo las ovejas dispersas de Israel
en la lejana Babilonia, y enviándolas de vuelta
de su largo cautiverio. Exclama en el nombre
del Señor, “que dice de Ciro: Es mi pastor, y

91
cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén:
Serás edificada; y al templo: Serás fundado” (Isaías
44:28). Pero canta una nota aún más dulce en la
misma tensión, cuando prevé la vida y las
labores del Hijo de Dios, y exclama: “Como
pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los
corderos, y en su seno los llevará; pastoreará
suavemente a las recién paridas” (Isaías 40:11). El
propio Salvador se hace eco del sentimiento, y
dice: “Yo soy el buen pastor”, “Yo conozco mis
ovejas, y soy conocido por las mías”, “Doy mi vida
por las ovejas” (Juan 10:14-15). Incluso el menos
poético Pablo se conmueve con la bella
metáfora, y hace una oración al “Dios de paz que
resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo,
el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto
eterno,” (Hebreos 13:20); mientras que Pedro
dice a sus hermanos: “Porque vosotros erais como
ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al
Pastor y Obispo de vuestras almas” (1 Pedro 2:25).

Una palabra tan altamente exaltada por


las plumas de los profetas, e incluso por los
labios de Jesús, casi parece demasiado sagrada

DEBERES DEL CARGO 92


para representar la relación y las
responsabilidades de un trabajador sin
inspiración en la causa de Dios. Pero incluso
antes de que la iglesia llegara a existir había
sido consagrada a este uso, y era un término
favorito de los profetas posteriores para
designar a los líderes religiosos de Israel.
Jeremías pronuncia un ayuno sobre los
pastores que en su día destruyeron y
dispersaron a Israel, y predice el tiempo en que
Dios traería las ovejas de nuevo a sus rebaños,
y establecería pastores sobre ellos que serían
verdaderos pastores para ellos (Jeremías
23:1-4). La conexión muestra que la predicción
hace referencia a la era cristiana. Ezequiel
habla en la misma temática, y en casi los
mismos pensamientos de Jeremías, excepto
que, en contraste con los pastores infieles de su
época, dice: “Pondré un pastor sobre ellas, y él las
apacentará, mi siervo David; él las apacentará, él
será su pastor” (Ezequiel 24:1-23).

Con tal historia, la palabra pastor llegó a


la terminología de la iglesia con un significado

93
secundario muy claramente definido. Cuando
se aplicaba como título en la iglesia,
representaba necesariamente a un sujeto como
el gobernante, el guía, el protector y el
compañero de los miembros de la iglesia. Por
lo tanto, cuando Pablo y Pedro exhortaban a
los ancianos a ser pastores del rebaño de Dios,
todas estas relaciones importantes y tiernas se
indicaban con la palabra.

Ya h e m o s t o m a d o n o t a d e e s a
concepción general de los deberes asignados a
los ancianos, que se deriva del título aplicado
al cargo. En la confirmación de las conclusiones
extraídas de esto y al supervisor se le ordena
como anciano por mandato expreso.

En dos pasajes distintos ya citados,


(Hechos 20:28; 1 Pedro 5:2) los ancianos son
exhortados a ser pastores de la iglesia. Esta
exhortación, o más bien este mandato
apostólico, ha dejado su debida impresión en el
lector inglés, debido a la muy inadecuada

DEBERES DEL CARGO 94


traducción de poimaino en la versión común.
Ocurre once veces, siete veces que alimenta, y
cuatro veces como que gobierna. Cuando se
conecta con el trabajo de la iglesia, se presenta
uniformemente como el que alimenta. Sin
duda, los traductores pretendían con esta
traducción hacer su versión inteligible para sus
lectores incultos en Inglaterra y Escocia, donde
se conoce muy poco del trabajo de un pastor,
excepto la alimentación de las ovejas durante
los largos inviernos. Pero este intento de
adaptación ha llevado a un grave
malentendido; pues incluso hasta el día de hoy,
y tanto en América como en Gran Bretaña, el
término “alimentar” en estos pasajes ha sido
entendido por las masas como una metáfora de
la enseñanza pública, y se supone que toda la
obra que aquí se ordena se cumple cuando se
da un discurso adecuado a los santos en el día
del Señor. Muchos ancianos han imaginado
que la parte principal de su trabajo se cumple
cuando ha reunido el rebaño una vez a la
semana, o puede ser una vez al mes, y les da su
suministro regular de alimento, incluso cuando
el alimento que se da no es más que cáscaras

95
vacías. Y muchos evangelistas, que se llaman a
sí mismos pastores, han cometido el mismo
error. Nótese, pues, y que no se olvide nunca,
que el término empleado en estos pasajes expresaba
todo el trabajo de un pastor, del cual la alimentación
era muy rara vez, una parte importante, en el
país donde se originó este mal uso del término.
Los pastores de Judea adjunto con los pastores
de Asia Menor, pastoreaban sus ovejas durante
todo el año. Su deber era guiarlas de un lugar a
otro para protegerlas de las bestias salvajes y
evitar que se extraviaran, pero, ¡no solo para
alimentarlas!

El apóstol Pablo no deja lugar a dudas


en cuanto al uso que él mismo hace del
término en cuestión; pues después de la orden
general, "Sed pastores de la iglesia", procede a
distribuir la idea añadiendo estas palabras:
"Porque yo sé que después de mi partida entrarán
entre vosotros lobos voraces que no perdonarán al
rebaño. También, de vosotros mismos se levantarán
hombres hablando cosas perversas para atraer a los
discípulos tras ellos. Por lo tanto, vigilad; y

DEBERES DEL CARGO 96


recordad que en el espacio de tres años, no dejé de
advertir de noche y de día no he cesado de
amonestar con lágrimas a cada uno” (Hechos
20:28-31). Aquí, continuando con la metáfora
del rebaño, previene a los pastores contra los
lobos voraces, que no pueden ser sino maestros
del error que vendrían a Éfeso desde el
extranjero, como, por ejemplo, los que ya
habían infestado las iglesias en Galacia
(Gálatas 1:6-7; 5:12) y les ordena que vigilen.
También predice que algunos hombres en su
propia opinión, como carneros rebeldes del
rebaño, se levantarán, hablando cosas
perversas, y tratando de alejar a los discípulos
tras ellos. Los pastores debían vigilar también
contra éstos, y al ver los hechos de tales
movimientos, en el interior de la iglesia, debían
“advertir a todos, noche y día”, como había hecho
Pablo.

Aquí, entonces, hay dos


especificaciones, bajo la idea genérica de actuar
como el pastor, y son estrictamente análogas al
trabajo del pastor literal. El trabajo del anciano

97
debe ser: Primero, proteger a la congregación
contra los falsos maestros de fuera; segundo,
vigilar cuidadosamente la influencia de los
cismáticos (separatistas o divisionistas) dentro de
la congregación; tercero, vigilar tanto dentro
como fuera, como un pastor noche y día
vigilando a su rebaño, para estar listo para
actuar ante la primera aparición de peligro
desde cualquier dirección.

El primero de estos deberes se enfatiza


de nuevo en la epístola a Tito, donde Pablo
exige que los ancianos sean capaces, mediante
una sana enseñanza, tanto de exhortar como de
condenar a los contrarios, y añade: “Porque hay
aún muchos contumaces, habladores de vanidades y
engañadores, mayormente los de la circuncisión, a
los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan
casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo
que no conviene” (Tito 1:10-11). El deber de
vigilancia también se menciona de nuevo, y
manera impresionante por su suprema
importancia. Pablo dice: “Obedeced a los que os
gobiernan y sujetaos, porque ellos velan por

DEBERES DEL CARGO 98


vuestras almas, como los que han de dar
cuenta” (Hebreos 13:17). De estas palabras se
desprende que el objeto de la vigilancia
ordenada, no es meramente mantenerse fuera
la falsa enseñanza y suprimir el cisma
incipiente, sino también para salvar a las almas
y evitar que se pierdan. Ese tesoro inestimable
por el que Jesús dio su vida está en juego, y los
ancianos de cada iglesia, como los pastores de
cada rebaño, deben rendir cuentas al dueño del
rebaño por cada alma que se pierda. La tarea
de Jacob, sobre la que dijo a Labán: “Nunca te
traje lo arrebatado por las fieras: yo pagaba el daño;
lo hurtado así de día como de noche, a mí me lo
cobrabas” (Génesis 31:39), es un verdadero
símbolo de la tarea asignada a los pastores de
la Iglesia de Dios. Bien podrían todos ellos
exclamar, “¿Quién es suficiente para estas cosas?”

El deber de “vigilar” se impone a los


ancianos en términos específicos, y la expresión
se usa como el equivalente del actuar de un
pastor. Pedro dice, “Apacentad la grey de
Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no

99
por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia
deshonesta, sino con ánimo pronto;” (1 Pedro 5:2).
El pensamiento esencial en la supervisión, el de
gobernar, es frecuentemente impuesto. Pablo le
dice a Timoteo, “Que los ancianos que gobiernan
bien sean considerados dignos de doble honor” (1
Timoteo 5:17). La palabra griega aquí
traducida como “gobernar” es “proisteemi”,
cuyo significado etimológico es pararse o colocar
un objeto delante de otro. Pero el hecho de que
los gobernantes se paren ante sus súbditos, con
todas las miradas de estos últimos en busca de
dirección, llevó al uso establecido de este
término en el sentido de gobernar. Está tan
definido en el vocabulario, y se usa tanto en el
griego clásico como en el helenístico. Expresa
el gobierno de un padre sobre su familia, (1
Timoteo 3:4-5; 1 Timoteo 3:12); de un diputado
sobre un distrito (1 Macabeos 5:15); de un Rey
sobre sus súbditos (Jos. Ant. 8:1, 2, 3), y de los
ancianos de la iglesia (1 Timoteo 5:17; 1
Tesalonicenses 5:12; Romanos 12:5-8). Usando
otra palabra griega, el escritor expresa en la
epístola a los hebreos la misma idea general de
gobernar. Él dice: (13:7), “Acordaos de los que os

DEBERES DEL CARGO 100


gobiernan, los que os han hablado la palabra de
Dios”, otra vez, (versículo 17), “Obedeced a los
que os gobiernan y sujetaos, porque ellos velan por
vuestras almas como quienes han de dar cuenta”, y
otra vez, (versículo 24), “Saludad a los que os
gobiernan”. El término aquí empleado
heegeomai, significa principalmente, dirigir.
Cuando se aplica a la mente, significa pensar o
suponer, porque en este acto mental y la mente
es llevada a tener una conclusión (ver Hechos
26:2; Filipenses 2:3-6). Pero el participio
presente de este verbo llegó a usarse en el
sentido de gobernante, porque un gobernante
es el que dirige, a veces, significa un líder en el
sentido de un hombre principal, como cuando
Silas y Judas son llamados “hombres principales
entre los hermanos” Hechos 15:22. Cuando la
idea de gobernar se expresa por medio de este,
el hecho se indica en el contexto: por ejemplo,
el Faraón hizo a José “gobernante
(heegoumenon) sobre Egipto" (Hechos 7:10),
donde la expresión “sobre Egipto" indica la
relación de autoridad. Así pues, en el segundo
de los tres ejemplos que se examinan, los
términos obedecer y someterse muestran que

101
se expresa la relación de autoridad, y que la
representación del participio debe ser
gobernantes, o “los que han gobernado”.

Otro deber de los ancianos, distinto del


anterior, es el de la enseñanza. Por un error ya
mencionado, este deber ha sido supuesto por
muchos como la obra principal indicada para
el pastor; pero en el único lugar donde este
término se da es en la versión común en su
sentido apropiado, los pastores se distinguen
de los maestros. “Y él mismo constituyó a unos,
apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a
otros, pastores y maestros,” (Efesios 4:11). La
distinción que aquí se hace, es evidentemente
entre pastores y maestros, no implica que sean
siempre personas diferentes; porque, así como
una persona puede ser a la vez un profeta y un
evangelista, también, por la misma razón,
puede ser a la vez un pastor y un maestro. Pero
la distinción hecha muestra que uno podría ser
un maestro y no un pastor. Por otros pasajes,
sin embargo, sabemos que todos los pastores,
además de lo que implica este título, son

DEBERES DEL CARGO 102


también maestros. Como lo declaran los
requisitos, Pablo dice que deben ser “aptos para
enseñar” (1 Timoteo 3:2); y que deben ser
“capaces, mediante una sana enseñanza, de exhortar
y convencer a los que contradicen” (Tito 1:9). Que
s e a n c a p a c e s d e e n s e ñ a r, i m p l i c a
necesariamente el deber de enseñar.

103
104
¿CÓMO SER EJEMPLO?

Habiendo señalado, y declarado en


términos generales, los deberes del cargo, nos
preguntamos ahora sobre la manera en que
estos deberes se llevan a cabo. Esta pregunta
nos lleva a considerar detalladamente los
deberes en sí mismos, viendo que una parte
esencial de cada deber es el método prescrito
para llevarlo a cabo.

Habiendo reunido y puesto en un solo


tema delante de mí todas las especificaciones
de la Escritura sobre este tema, me siento

105
obligado a reconocer como la primera de ellas,
el requisito, que se refiere a que los ancianos
sean ejemplos para aquellos sobre los que están
llamados a presidir. No sólo se les exige que
sean ejemplos, sino que el ser ejemplos es un
elemento esencial en la manera de ejecutar sus
deberes oficiales. Pedro exhorta a los Ancianos
con estas palabras: “pastoreen el rebaño de Dios
entre ustedes, velando por él, no por obligación, sino
voluntariamente, como quiere Dios; no por la
avaricia del dinero, sino con sincero deseo; tampoco
como teniendo señorío sobre los que les han sido
confiados, sino demostrando ser ejemplos del
rebaño” (1 Pedro 5:2-3 NBLA). Indica una de las
especificaciones de la forma de tomar el
control. El Apóstol Pablo indica lo mismo, sin
embargo, cuando, en el comienzo de sus
amonestaciones a los Ancianos de Éfeso, se
hace el encargo de “Cuidaros de vosotros
mismos” para preceder al encargo de “Cuidar de
todo el rebaño” (Hechos 20:28). También
considera a los Ancianos como un ejemplo a
imitar, cuando dice: “Piensen en los líderes que
les anunciaron el mensaje de Dios, pues ellos
confiaron siempre en Dios. Piensen mucho en ellos

¿CÓMO SER EJEMPLO? 106


y sigan su ejemplo” (Hebreos 13:7 TLA). Aquí la
fe es considerada como el fin de su
comportamiento, y la palabra griega “seguir o
sigan” significa, más estrictamente, imitar. Se
requiere que los discípulos imiten en su
comportamiento, la fe de los que los gobiernan;
y así, indirectamente, pero de manera más
inmediata, se les advierte a estos gobernantes
que su ejemplo debe ser digno de imitación. Se
supone, como un hecho, cuya evidencia no
debe ser nunca puesta en duda, y su ejemplo
debe ser, realmente, un hecho, en la vida de
cada Anciano.

Jesús enseña la misma idea bajo la


figura de un pastor y su rebaño. Dice del
pastor: “Y una vez que ha sacado a todas sus
ovejas, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen,
porque conocen su voz” (Juan 10:4 RVC). No se
demanda, se guía con el ejemplo
constantemente. Un pastor judío yendo delante
de su rebaño y llamándolos con una voz que
conocen y siempre siguen, es un cuadro
inimitablemente bello del propio pastor

107
principal, y de todos los pastores inferiores,
conduciendo sus rebaños hacia las puertas del
cielo. Esa voz nunca se dirigió a un camino que
el propio pastor no haya pisado; y aunque lo
hiciera, las ovejas no le prestarían atención,
sino que seguirían siempre los pasos del pastor.
¡Cuán admirable es que esos pasos nunca se
aparten del camino estrecho y angosto!

Estas amonestaciones se expresan en


términos generales y abarcan todos los deberes
de la vida cristiana. Ser ejemplo para el rebaño,
ir antes y llamar al rebaño a seguir, es un
modelo presente no de una sino de todas las
virtudes. Ser digno de ser imitado en la fe y en
el comportamiento, es estar libre de hábitos
que se evitarían. ¿Nos conformamos con la
afirmación de estas generalidades, o entramos
en detalles? Tal vez el Anciano que lea esto
piense que las exigencias que se le hacen son
suficientemente exigentes incluso en estos
términos generales; pero a riesgo de provocar
sus temores, y el riesgo adicional de alguna
repetición en lo sucesivo, nos atrevemos a

¿CÓMO SER EJEMPLO? 108


especificar algunos de los comportamientos
que constituyen este ejemplo.

Volvemos de nuevo a la conversación de


Pablo con los Ancianos de Éfeso, y lo
encontramos comentando con ellos lo
siguiente: “Ni plata ni oro ni vestido de nadie he
codiciado. Antes vosotros sabéis que para lo que me
ha sido necesario a mí y a los que están conmigo,
estas manos me han servido. En todo os he enseñado
que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados,
y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo:
Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos
20:33-35). Por lo tanto, los Ancianos, además de
sus labores para la iglesia, deben imitar el
e j e m p l o d e P a b l o , y, p o n e r a t e n c i ó n
diligentemente en los asuntos de ayudar y
apoyar a los débiles. y para ejemplificar la
bendición, es dar. La importancia de esto se ve
claramente en el hecho de que los Ancianos
deben enseñar a los hermanos a practicar la
liberalidad (dar sin esperar nada a cambio), y
deben velar por el cumplimiento de la ley de
Dios sobre los codiciosos; ninguna de las dos

109
cosas será puestas en práctica a menos que
ellos mismos den ejemplo de liberalidad. Por
esta razón también, en las instrucciones tanto a
Timoteo como a Tito, Pablo prescribe que los
Ancianos no deben ser “codiciosos de ganancias
inmundas”; y Pedro ordena que practiquen la
vigilancia “no por ganancia deshonesta, sino con
ánimo pronto;” (1 Pedro 5:2). Deben mantenerse
libres de la apariencia de motivos mezquinos
en sus acciones oficiales, así como en sus
negocios seculares. Esto prohíbe cumplir con
cualquier deber oficial con vistas a promover
empresas comerciales e igualmente prohíbe el
descuido del deber cuando el cumplimiento
del mismo suponga una pérdida monetaria. Un
Anciano cuyos negocios seculares dependen
del favor popular es tentado en ambas
direcciones. Debe mantenerse puro y por
encima de toda sospecha.

En segundo lugar, el Anciano debe


mantener una reputación intachable (1
Timoteo 3:2; Tito 1:7). Esto incluye mucho. No
debe ser “obstinado, terco”, porque esto excita la

¿CÓMO SER EJEMPLO? 110


obstinación de aquellos con los que debe tratar,
y hace que hablen mal de él. No debe "enojarse
pronto", por la misma razón. Y por la razón,
adicional, de que en el momento en que se
enfada, pierde todo su poder moral sobre
aquellos a los que intenta influenciar. No debe
ser “dado al vino”, porque es de dudosa
reputación, y le hará impotente en sus
esfuerzos por controlar a los intempestivos. Si
el Anciano bebe un poco, sus palabras serán
como los vientos ociosos para los que beben
mucho. Debe ser “un amante de los hombres
buenos”, ya que será juzgado por la compañía
que tenga. Debe ser “sobrio”, para que su
frivolidad no le prive de peso; “justo”, para que
no sea sospechoso de deshonestidad y
parcialidad; “santo”, para que sus
exhortaciones a la santidad no parezcan el
desvarío de un hipócrita. Todas estas
especificaciones, y más, son hechas por los
apóstoles, y el Anciano no debe sentirse bien,
sin la posesión de todas ellas.

111
Si algún Anciano que lea esto, después
de buscar cuidadosamente en su propia vida,
encuentra que no está, en algún en buen grado,
dando el ejemplo aquí descrito, que de
inmediato renuncie a su posición o enmiende
sus caminos. Es algo temible ser colocado en
una posición cuya naturaleza proclama un
ejemplo para la iglesia de Dios, si el ejemplo
que se exhibe no es bueno. Oh, que el gran
Pastor Y Supervisor de todos pueda guiar a los
subpastores, y ayudarles a ir delante de sus
rebaños en el camino infalible de la verdad y la
santidad.

¿CÓMO SER EJEMPLO? 112


¿CÓMO SER PASTOR?

Los títulos que se aplican a los Ancianos


están bien escogidos y constituyen una
clasificación exhaustiva de sus deberes.
Cuando los Ancianos aprenden a ser pastores,
a ser supervisores y a ser maestros, han
aprendido a cumplir con todas las funciones de
su cargo. Nos proponemos ahora preguntarles
cómo pueden cumplir con los deberes que les
corresponden como pastores.

Todos los deberes de un pastor literal,


tal como los entiende la gente que le dio a la

113
palabra su significado religioso, se engloban en
estos tres:

1. E v i t a r q u e l a s o v e j a s s e
extravíen.

2. Llevarlas al agua y al pasto


durante el día, y volver al redil,
cuando sea necesario, por la
noche.

3. Protegerlas contra todo peligro,


de noche y de día. Los deberes
pastorales, o de pastoreo de los
Ancianos, como la naturaleza
del título de pastor y los
preceptos apostólicos lo
requieren, corresponden
estrictamente a estos tres.

En primer lugar, para ser un buen pastor,


el Anciano debe poner el máximo cuidado en
evitar que alguna oveja se aleje del rebaño; y
cuando una, como a veces sucede, elude toda

¿CÓMO SER PASTOR? 114


vigilancia y se aleja, debe ser puntual y
enérgico en salir a buscarla y traerla de regreso.
Jesús, refiriéndose, especialmente a su propio
trabajo en la búsqueda de la oveja perdida de
la casa de Israel, ilustra bellamente este deber
con una parábola. Dice a los que le condenaron
por recibir a los pecadores: “¿Qué hombre de
vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas,
no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras
la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la
encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al
llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos,
diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado
mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá
más gozo en el cielo por un pecador que se
arrepiente, que por noventa y nueve justos que no
necesitan de arrepentimiento” (Lucas 15:4-7).
¿Qué puede significar esta parábola, si no es
que cuando un discípulo se aparta del camino
del deber, la primera obligación del pastor, que
es por encima, de todas las obligaciones en ese
momento que tengan los hermanos fieles, es ir
a buscar y tratar de recuperar al apartado?
Debe dejar los noventa y nueve, incluso en el
desierto, e irse. Si en el día del Señor se

115
reuniera una congregación para la adoración, y
los Ancianos, al mirar sus rostros, se perdieran
uno, y comprobaran que estaba ausente en
alguna compañía extraña, o en casa de mal
humor, o a punto de comenzar el día en una
excursión de placer, ¿consideraría demasiado
fuerte la enseñanza de esta parábola, si uno de
ellos dejara inmediatamente la casa de Dios, y
fuera a traer a esa persona? ¡Cuánta alegría
crearía entre los santos de la tierra, y entre los
ángeles del cielo, sí tal cosa se hiciera con éxito
y a menudo! Pero si alguien no quiere
consentir esta analogía, debe admitir, que lo
más cercano posible a este grado de vigilancia,
sólo trae satisfacción plena a las exigencias del
deber del pastor.

Tales reflexiones hacen muy doloroso,


observar la condición de muchas
congregaciones: las ovejas dispersas por el
desierto, y los pastores comiendo y bebiendo, o
durmiendo en el suelo. ¡Oh, qué daríamos por
tener algún Jeremías que alzara su voz contra
los pastores infieles del rebaño de Dios!

¿CÓMO SER PASTOR? 116


Si la vigilancia que hemos dicho es
necesaria para regresar a los que se alejan,
¿cuánto más se necesita para evitar ese
alejamiento? El buen Pastor se esforzará por no
tener en lo menos posible esta primera obra,
haciendo más de la segunda. Cuando se
descubra la disposición a alejarse, se verá
obligado a contrarrestarla. Todo esto requiere
una constante vigilancia e investigación por
parte de cada Anciano, y consultas muy
frecuentes del consejo de Ancianos.
Hablaremos de esto último con más detalle en
otro momento.

En segundo lugar. Ya hemos hablado


bastante sobre los propósitos de este tratado,
sobre la segunda clase de deberes del pastor.
Llevar el rebaño a donde debe ir, yendo antes y
llamándolo a continuar, esto es simplemente,
ser un ejemplo para el rebaño, como hemos
declarado y estudiado en una sección anterior.

117
En tercer lugar. El deber de proteger a la
iglesia contra los enemigos tanto de dentro
como de fuera, no sólo está implícito en el
título de pastor, sino que Pablo lo ordenó
específicamente en un pasaje ya citado más de
una vez. Advierte a los Ancianos de Éfeso que
los lobos voraces entrarán en medio de ellos,
no perdonando al rebaño; y que los cismáticos
(divisionistas) surgirán en su interior, hablando
cosas perversas, para atraer a los discípulos
tras ellos; y les dice: "Por tanto, vigilad". Deben
vigilar, entonces, contra estos dos peligros, y
esto hace que los Ancianos sean los guardianes
apropiados de la iglesia contra los falsos
maestros y los cismáticos.

Para cumplir fielmente este deber,


deben evitar escrupulosamente cualquier
acción que por su parte pueda provocar
innecesariamente a ese grupo en la iglesia, y
cuando encuentren a cualquier hombre que
muestre la más mínima disposición a ser un
facciónista, deben hacer valer sobre él
rápidamente toda buena influencia que pueda

¿CÓMO SER PASTOR? 118


ser concebida para prevenir el mal previsto.
También deben conocer a todos los hombres, a
los que inviten o permitan dirigirse a los
hermanos en sus reuniones. Deben negar este
privilegio a todo extraño que venga entre ellos
sin ser recomendado, y a todo hombre que
sepan que es un promotor de la división y un
maestro de la falsa doctrina. Un lobo muy
pequeño con piel de oveja puede dispersar un
gran rebaño de ovejas, y un hombre débil que
tiene alma débil o universalista puede a veces
afectar y arruinar muchas almas; y un hombre
que nada enseña, sino que provoca a la lucha y
a la división puede a menudo hacer más daño
que un falso maestro. Con mucha firmeza,
pues, que no dé pie a ceder, pero con mucha
precaución y prudencia deben evitar cualquier
juicio injusto, por lo mismo el pastor debe
vigilar la puerta que se abre en sus rediles.

119
120
¿CÓMO SER OBISPO?

El término obispo (de supervisar) es más


genérico, como título oficial, que el término
pastor, porque los deberes de un supervisor
secular son más numerosos que los de un
pastor. El supervisor de una granja, de una
fábrica, de una ciudad, de cualquier compañía
de personas, tiene conocimiento de todo lo que
concierne a las actividades de las personas que
están bajo su supervisión. Todo lo que
concierne a la iglesia, por lo tanto, como un
cuerpo de hermanos en la fe, debe estar bajo el
cuidado de los supervisores de la misma, a
menos que encontremos algunas limitaciones

121
asignadas en la palabra de Dios. Si intentamos,
d i s t i n g u i r e n t re l a s o b l i g a c i o n e s q u e
pertenecen a los supervisores y los que
pertenecen a los mismos hombres en calidad
de pastores, podemos separar los últimos de
los primeros. Omitiendo, todo lo que hemos
incluido en el título de pastor, y reservando
todo lo que se incluye, propiamente, en el
trabajo de la enseñanza, intentaremos clasificar
y considerar brevemente los deberes que serán
para los ancianos como supervisores.

Cuando una iglesia actúa como un


cuerpo, normalmente debe hacerlo a través de
sus propios órganos. Hay muy pocos actos de
la iglesia que son o pueden ser realizados por
la acción simultánea e igual de todos los
miembros. Si oran, uno dirige y los demás se
unen en silencio en las peticiones; si cantan,
uno dirige y los demás cantan al unísono con
él; si parten el pan, uno devuelve las gracias,
los demás lo reparten y todos participan; si
alimentan a los pobres, todos contribuyen y
unos pocos distribuyen; si hablan como un

¿CÓMO SER OBISPO? 122


cuerpo a otras iglesias o al mundo, hablan a
través de un portavoz. En todos los casos de
acción de la iglesia, en los que la iglesia en su
conjunto no puede actuar, es necesario que
actúe a través de sus propios oficiales
(Ancianos); y de esto se deduce que los
supervisores de la iglesia deben tomar la
iniciativa en todas las acciones de este tipo, que
no se asignan exclusivamente a algunos otros
encargados. Entre estos deberes encontramos
los siguientes:

Primero, se le ordena a la iglesia, “Que


todas las cosas se hagan decentemente y en
orden” (1 Corintios 14:40), Este mandato
requiere necesariamente que cada miembro
actúe decentemente y con orden la parte que le
es asignada; pero para que cada uno pueda
hacerlo es necesario que alguien asigne a cada
uno su parte, y ejerza la dirección que asegure
el orden requerido. Además, es necesario que
alguien decida, en caso de que los apóstoles no
hayan prescrito algún orden, qué orden se
seguirá y cuál será el tiempo de su

123
cumplimiento. Sin duda, la congregación
misma es, por la naturaleza del caso, la
principal autoridad en estos asuntos; pero la
congregación debe tener una voz con la que
hablar y un brazo para ejecutar; y viendo que
hay obispos en la iglesia, esta labor recae más
naturalmente sobre ellos. Preservar, por lo
tanto, el orden en la iglesia como los apóstoles
han prescrito, o como la iglesia haya acordado,
y asegurar el máximo decoro en todos los
procedimientos públicos de la iglesia, es una
manera de actuar como supervisor.

En segundo lugar, y casi similar a lo


anterior, es el orden referente al culto público,
“Háganse todas las cosas para edificar” (1
Corintios 14:26). Por las mismas razones que
en el caso anterior, debe recaer en los obispos el
asegurar el cumplimiento acerca de este
precepto. Por supuesto que no pueden
conseguirlo sin la debida consideración por
parte de la congregación; pero aun cuando
cada uno desee que lo que se haga sea
edificante, el fin no siempre es alcanzable sin la

¿CÓMO SER OBISPO? 124


guía y dirección de alguien que posea un juicio
superior, y a quien, de común acuerdo, se le
encomiende el control general de los ejercicios
públicos. Los obispos en el primer siglo, por el
poder de su cargo, deben procurar que lo que
se haga en la adoración, incluyendo el canto, la
enseñanza, las oraciones, la cena del Señor y la
ofrenda, se ejecute de tal manera que edifique
el cuerpo. Esto requiere el máximo buen juicio
de su parte, en cuanto a lo que edificará, y
mucha delicadeza al aconsejar a los
participantes, en los diversos actos de culto,
para asegurar el cumplimiento deseado.

En tercer lugar, la iglesia debe retirarse


de los que se comportan desordenadamente (2
Tesalonicenses 3:6). Este acto de alejarse, y en
las consecuentes acciones que deben tomarse
antes del alejamiento, los supervisores o
gobernantes deben toma la parte principal.
Cuando un hermano infringe a otro, y se han
seguido los pasos indicados que nuestro
Salvador prescribe, el asunto debe ser
comunicado a la iglesia, la iglesia debe hablar,

125
y si el infractor no escucha a la iglesia, debe ser
tratado como un pagano y un publicano
(Mateo 18:15-17). Ahora bien, la iglesia puede
oír las acusaciones en conjunto o bien, a través
de los supervisores designados; pero cuando se
comprometen a persuadir, advertir y suplicar
al acusado, solo lo realizarán los supervisores,
en aras de la decencia y el orden, considerado
necesario también oír las acusaciones sólo a
través del mismo medio. Por lo tanto, al
fiscalizador, como órgano propio, a través del
cual la Iglesia actúa en el caso, se le deben
presentar todas las acusaciones o pruebas.

Por otra parte, aunque es deber de los


ancianos, en su calidad de pastores, buscar a
todos los miembros descarriados y hacerlos
volver, si es posible, a su deber, tal vez, puedan
fracasar algunas veces en este esfuerzo, y
entonces inicia su trabajo como supervisores.
El miembro descarriado se encuentra
incorrigible, y actua desordenadamente, a
pesar de todos los esfuerzos hechos para
llevarle al arrepentimiento. La iglesia debe

¿CÓMO SER OBISPO? 126


ahora alejarse de él como de aquellos que no
escuchan a la iglesia; y sobre los supervisores
recae la obligación de ver que este alejamiento
se lleve a cabo.

Obsérvese aquí que el deber de retirarse


del desordenado se impone, no a los obispos,
sino a la iglesia en general, y los obispos están
vinculados con la iglesia, como guías
principales, sólo en virtud de su relación oficial
con la iglesia. Es un acto en el que toda la
iglesia puede participar, pero en el que deben
tener un brazo ejecutor y una boca que
comunique. Toda la iglesia participó en la era
apostólica, es evidente, por las instrucciones
dadas a la iglesia de Corinto acerca de retirarse
o alejarse del hombre incestuoso. Pablo dice:
“Pues yo, por mi parte, aunque ausente en cuerpo,
pero presente en espíritu, como si estuviera
presente, ya he juzgado al que cometió
tal acción. En el nombre de nuestro Señor Jesús,
cuando estén reunidos, y yo con ustedes en espíritu,
con el poder de nuestro Señor Jesús, entreguen a ese
tal a Satanás para la destrucción de su carne, a fin

127
de que su espíritu sea salvo en el día del Señor
Jesús” (1 Corintios 5:3-5). En este caso el
castigo fue infligido por la mayoría (2
Corintios 2:6), hubo una minoría que sin duda
se negó, bajo la influencia de los enemigos de
Pablo, a obedecer el mandamiento del apóstol.
Los hechos, sin embargo, demuestran que toda
la iglesia debe, en caso de exclusión, reunirse y,
de alguna manera decente y ordenada,
entregar al infractor a Satanás.

¿CÓMO SER OBISPO? 128


¿CÓMO DISCIPLINAR?

Hemos llegado a la conclusión que, en el


acto de retirarse de un miembro desordenado,
tanto el Anciano como la congregación como
cuerpo deben participar. Ahora preguntamos
qué parte en particular debe tomar cada uno.
Aquí planteamos tres preguntas que cubren
todo el terreno de la investigación:

1. ¿Quién debe investigar los hechos?

2. ¿Quién debe aplicar la ley en el caso?

129
3. ¿Quién ejecutará la sentencia de la
ley?

N i n g u n a d e e s t a s p re g u n t a s e s
formalmente planteada por ningún escritor del
Nuevo Testamento, pero se deja suficiente en el
registro, creemos, para determinar cuál fue la
práctica de las iglesias primitivas, y la voluntad
de los apóstoles inspirados. A los ancianos se
llaman los pastores, los supervisores y los
gobernantes de la iglesia, y estos títulos
implican necesariamente que son los jueces
constituidos para vigilar la conducta de los
miembros. El pastor debe necesariamente tener
conocimiento de la conducta de su rebaño, y
estar mejor cualificado para juzgarlo, si es apto
para ser pastor, que cualquiera o todo el
rebaño. El supervisor, por la naturaleza misma
de su cargo y trabajo, es un juez de los hechos
en la conducta de aquellos bajo su supervisión.
Y el gobernante, que, como en este caso, no
tiene autoridad legislativa, y sólo una
autoridad ejecutiva concurrente, debe ser un
gobernante principalmente en el sentido

¿CÓMO DISCIPLINAR? 130


judicial del término. Añadimos a estas
consideraciones, el hecho de la total
incapacidad de una asamblea mixta compuesta
por hombres, mujeres y niños, para decidir
sobre los hechos, en muchos casos, de
disciplina eclesiástica, y nos vemos obligados a
dar la conclusión que los ancianos son los
jueces de estos hechos en todos los casos.

Lo exacto de esta conclusión está


confirmada por la experiencia. Cuando los
casos de disciplina han sido examinados en
presencia de toda la asamblea, y después de
que se hayan presentado testimonios, todos
han sido llamados a votar sobre las preguntas
en cuestión, la confusión, las luchas y la
vergüenza han sido comúnmente el resultado,
mientras que los fines de la justicia rara vez se
han alcanzado satisfactoriamente. No sería
sabio, poner como jueces, de cualquier
cuestión, a personas que se sientan afectadas
en su reputación, es preferible un pequeño
número de hombres bien elegidos para el
propósito, a una reunión miscelánea del

131
pueblo. La sabiduría y la experiencia del
mundo está en perfecto acuerdo con la
sabiduría de Dios, al decidir que los guías
(obispos) elegidos sean los jueces de todas las
infracciones de la ley.

¿Pero quién decidirá cuál es la ley de


Dios en cada caso? Los apóstoles han
respondido a esta pregunta constituyendo a los
ancianos, los maestros de la iglesia. Son
maestros de la ley de Dios, y los miembros de
la iglesia son sus alumnos. La naturaleza
misma de esta relación implica que los
maestros señalarán a los enseñados cuál es la
voluntad de Cristo en cada circunstancia de la
vida, y especialmente, que cuando una ley es
violada, tanto el precepto violado como la pena
adjunta serán señalados por ellos (1 Juan 3:4).
Los ancianos, en su calidad de maestros, son
jueces de la ley en todos los casos de desorden,
y es su deber señalar la ley muy claramente,
tanto al infractor como a la congregación,
mientras se esfuerzan por reclamarla; preparan

¿CÓMO DISCIPLINAR? 132


a la congregación para retirar su
compañerismo de lo irrecuperable.

Debemos suponer que un individuo ha


sido encontrado culpable de conducta
desordenada, y que persiste en ella hasta tal
punto que es necesario retirarse de él. La
iglesia como cuerpo, como hemos visto, debe
actuar conforme a la disciplina, bajo la guía de
su ancianato. ¿Cuáles son los pasos exactos que
se deben tomar? Aquí las Escrituras guardan
silencio, y, por lo tanto, cada iglesia debe tomar
su propia dirección en las premisas, cuando las
Escrituras requieren que algo se haga, y no
prescriben ningún método para hacerlo, el
método que se considera más conveniente es el
que debe adoptarse. Esta es la verdadera
provincial conveniencia.

Ahora bien, el fin que debe alcanzarse,


en el caso que nos ocupa, es la acción unida de
los ancianos y los discípulos de retirarse de
quien ha sido considerado digno de ser

133
excluido de la iglesia. Cualquier método o
procedimiento que asegure la armonía y el
orden de la acción en el caso debe ser
declarado bueno. El método que se ha
adoptado en muchas iglesias bien reguladas, y
que considero es el mejor, es el siguiente:

Los hechos del caso, y las pruebas sobre


las que se han determinado, son comunicados
por uno de los ancianos en nombre de todos.
La ley de Cristo que es violada es señalada y es
puesta en claro; y es deber de retirar a las
personas que persistentemente violan esta ley.
Se pregunta, existe hay alguna razón conocida
por alguien, por lo que la iglesia no deba
retirarse inmediatamente del infractor. Se hará
una pausa para permitir que hable cualquiera,
que conozca o crea conocer tal razón. Si alguien
afirma tener tal razón, el caso se pospone
inmediatamente hasta que la razón pueda ser
escuchada y debidamente considerada por los
ancianos, siendo ellos los jueces de su
relevancia y suficiencia. Si no se ofrece tal
razón, o si, habiendo sido ofrecida y

¿CÓMO DISCIPLINAR? 134


debidamente considerada, es insuficiente, toda
la congregación es llamada a levantarse y
unirse en el acto de disciplina. Si la mayoría de
ellos lo hace, los ancianos oficiantes
pronuncian algunas palabras como las
siguientes:

“En el nombre del Señor Jesucristo,


retiramos ahora solemnemente la
comunión de esta congregación a
, y rogamos
humildemente a Dios Todopoderoso,
nuestro Padre Celestial, que tenga
misericordia de él o ella, para que
sea llevado al arrepentimiento, y
que su alma sea salvada en el día del
Señor Jesús. Amén”.

Decimos que la sentencia debe ser


pronunciada, siempre que la mayoría de los
reunidos tomen parte en ella, porque no puede
considerarse, propiamente, como un acto de la
iglesia si la mayoría se niega a participar. Tal

135
negativa, sin embargo, debe ser que muy
raramente ocurra; sobre todo cuando los
ancianos poseen, aunque sea una pequeña
cantidad, de esa sabiduría y discreción que
debería caracterizarlos. En casi todos los casos
concebibles, tal anciano conocerá de antemano
los sentimientos de la congregación, y
pospondrá la presentación del caso hasta que
pueda instruir a los discípulos más plenamente
sobre el tema en cuestión, o concluirá, por el
predominio en la iglesia de un juicio adverso,
que su propia decisión es de dudosa
conveniencia, y que por lo tanto la acción debe
ser pospuesta indefinidamente. La ruptura
entre la iglesia y los ancianos es, por lo tanto,
casi imposible, excepto, cuando los ancianos
son tan incompetentes como para merecer una
reprimenda o una derrota, o los miembros de
la iglesia tan corruptos, como para merecer el
abandono de aquellos miembros que son
verdaderos y fieles al Señor.

¿CÓMO DISCIPLINAR? 136


¿CÓMO SER MAESTRO?

E l p r i m e r p re - re q u i s i t o p a r a l a
enseñanza es la posesión de conocimientos. A
menos que un hombre no sepa algo que sus
alumnos saben, no puede ser su maestro. Por
lo tanto, para ser maestros, los Ancianos deben
ser diligentes en la adquisición del
conocimiento de la Escritura, y deben estar en
todo momento mejor informados en la palabra
de Dios que la mayor parte de la congregación.
Decimos la mayor parte de la congregación,
porque es muy posible que en una
congregación haya individuos que conozcan

137
mejor las Escrituras que los Ancianos, aunque
estos últimos sean maestros bien cualificados.

El trabajo de enseñar los deberes


prácticos en la vida cristiana, implica
necesariamente la exposición y la reprensión
de las prácticas y la enseñanza, que son
i n c o m p a t i b l e s c o n e s t o s d e b e re s . E n
consecuencia, Pablo dice que los Ancianos
deben ser “capaces tanto de exhortar como de
convencer a los contrarios” (Tito 1:9). Los
contradictores son aquellos que hablan en contra
de lo que se enseña. Se supone que son
impulsados por algún deseo impropio, y deben
ser exhortados a abandonar su camino.
Después de que la exhortación fracasa, no
necesariamente deben ser convencidos, como
dice la versión común, sino que deben ser
condenados; es decir, condenados por el mal.
Convencer a un adversario llega, a veces, a ser
una tarea imposible y, por lo tanto, es
demasiado exigir esto de un anciano; pero
convencer a uno, antes que al pueblo, es una
tarea muy diferente y mucho más fácil. Esta

¿CÓMO SER MAESTRO? 138


dirección del apóstol evidencia una
expectativa, que se encuentren en las iglesias
hombres que hablen en contra de la enseñanza
práctica de los ancianos, y que necesiten ser
exhortados y condenados. Ningún anciano con
mucha experiencia ha fallado al encontrarse
con tales personajes. Estos se encuentran
especialmente entre los apologistas, son varios
tipos de vicios populares que son respetables a
los ojos del mundo, y en los que los discípulos
de mentalidad mundana están constantemente
tentados a participar.

La enseñanza pública de los ancianos,


en lo que se refiere al modo de efectuarla; es
una investigación de mucho interés para las
iglesias de esta generación. Varios métodos,
que han tenido algunos grados de éxito, están
ahora en uso activo. En algunos casos; los
ancianos no hacen ningún intento de
enseñanza pública y muy poco de enseñanza
privada. Esto es un intolerable descuido del
deber, por lo que los implicados deben ser
llamados a rendir cuentas. Si el descuido

139
resulta de la indiferencia, es un gran pecado; y
si es por incapacidad, debe producirse
inmediatamente una dimisión del cargo. En
otros casos; un evangelista es empleado para
enseñar y predicar en ciertos días del Señor
cada mes, y el resto de las reuniones del día del
Señor se dedican a la enseñanza de los
ancianos, que imitan lo más posible la manera
de enseñar del evangelista. En otros casos; toda
la instrucción del día del Señor es dada por un
evangelista, y se celebra una reunión especial
dentro de la semana para la mutua edificación
y la asistencia a la disciplina pública, en la que
los ancianos son los principales oradores. En
otros casos; uno de los ancianos, distinguido
por su mejor habilidad para enseñar y predicar,
ocupa el estrado en el día del Señor, y los otros
ancianos participan en las reuniones más
privadas de la semana. Y en otros casos,
especialmente entre las iglesias de Gran
Bretaña y Australia, la reunión principal del
día del Señor se dedica a la instrucción de los
ancianos y a la exhortación mutua de los
miembros, bajo la dirección de los ancianos,
mientras que el evangelista predica a otras

¿CÓMO SER MAESTRO? 140


horas del día del Señor y en alguna noche de la
semana.

Si valoramos los resultados de estos


métodos, debemos confesar que hasta ahora
han resultado bastante escasos. Los esfuerzos
de la mayoría de nuestros ancianos son tan
poco instructivos y edificantes, que ni siquiera
los miembros de la iglesia asistirán en buen
número, cuando se sabe que uno de ellos
ocupará esa hora. Por lo tanto, hay una queja
constante que los miembros no irán a la iglesia,
excepto, cuando el predicador esté presente.
Una vez más, los esfuerzos de muchos de
nuestros evangelistas, incluso de aquellos con
mucha experiencia, son bastante ineficaces, en
lo que se refiere a la instrucción en la vida
cristiana, el despertar del celo y la conciencia.
En efecto, es raro encontrar un predicador que
sea capaz de hablar para edificar a la misma
congregación durante una serie de años. Esto
explica, en gran medida, los frecuentes
traslados de predicadores de un lugar a otro.
Una congregación, raramente consentirá, la

141
pérdida de un predicador que los instruya y
edifique uniformemente en público, y cuya
conducta sea en absoluto respetable.

Si pasamos del trabajo de la enseñanza


pública al de la privada, los resultados son aún
más insatisfactorios. En la gran mayoría de
nuestras congregaciones hay una ausencia casi
total de instrucción privada por los ancianos, o
incluso por el evangelista, por lo que los
miembros de la iglesia tienen que depender de
su propio estudio, y del sermón semanal o
mensual, para todo lo que saben de la Palabra
y de las obligaciones. Gracias a la actividad y a
la devaluación de la prensa religiosa, la
ignorancia que resulta de ello no es tan grande
como podría ser, pero entre los discípulos muy
poco interesados para aprender rápido de lo
escrito y la predicación y los que están
demasiado absortos en otros asuntos para leer
suficiente la Biblia o escuchar atentamente la
predicación, existe una ignorancia lamentable
en lo que se refiere a algunos de los principios
más sencillos de la piedad y la moralidad.

¿CÓMO SER MAESTRO? 142


143
144
LA NECESIDAD DE ANCIANOS

E x i s t e n h o m b re s q u e re c o n o c e n
universal y libremente, que es un grave error
descuidar el deber; y estos son, los Ancianos de
las iglesias. Cuando recordamos su posición
como líderes y ejemplos de los discípulos,
pensamos que es muy triste reconocerlo, y no
podemos sino lamentar su veracidad. ¿Quién
no proporcionaría gustosamente un remedio, si
estuviera en su poder?

La excusa más común para descuidar el


deber es la falta de tiempo. El Anciano no tiene
tiempo para estudiar las Escrituras y

145
prepararse para edificar en el día del Señor; y
se siente seguro de no tener el tiempo para
atender con prontitud a las personas que
necesitan su consejo o amonestación. Bajo esta
convicción, casi no se da el tiempo para
cumplir con sus deberes, hasta que la iglesia se
está en una condición tan pobre que le alarma
cualquier actividad, o hasta que alguna ofensa
muy grave o notoria escandaliza a toda la
comunidad, y las voces públicas obligan a
prestar atención al caso de un hombre o una
mujer, que podría haberse salvado de la
desgracia, mediante una oportuna
amonestación. A veces, en efecto, este descuido
del deber sigue hasta que el Anciano se
desmoraliza y se disgusta, abandonando su
cargo, se entrega a amargas aflicciones, y
finalmente pierde todo interés en el bienestar
de la iglesia. Desgraciadamente, el fin de ese
hombre, es el fin del mayordomo infiel.

Se descubre, tras un cuidadoso estudio,


que la excusa de la falta de tiempo es más
imaginaria que real. Por ejemplo, en el campo o

LA NECESIDAD DE ANCIANOS 146


en los pueblos el promedio de miembros en las
iglesias, será tal vez de unos cien y el número
de los ancianos de unos tres. Supongamos
ahora que cada uno de estos tres Ancianos se
tomara el tiempo suficiente para visitar y
conversar con una persona que necesite
amonestación o consejo, cada semana: Serían
ciento cincuenta y seis conversaciones en un
año, quizá más, de lo que las necesidades de
cualquier congregación ordinaria requerirían
para un método de disciplina más efectivo. ¿Y
qué Anciano hay que no pueda, si quiere,
encontrar tiempo, aprovechando todas las
reuniones incidentales, para mantener al
menos una de estas conversaciones, en
promedio, una por cada semana del año?
Seguramente no es un gran sacrificio de
tiempo, ni siquiera para el hombre de negocios
más ocupado. No requiere nada más que la
voluntad de hacerlo práctico y fácil.

En las grandes congregaciones, es bueno


tener un Anciano totalmente dedicado a las
actividades de supervisar, enseñar y predicar; y

147
podemos, fácilmente, imaginar
congregaciones, si es que no ya las tenemos
entre nosotros, que necesitan la dedicación de
una pluralidad de tales Ancianos. Pero incluso,
con uno de estos hombres realizando las
labores diarias, en aquellas partes del oficio,
que requieren mayor cantidad de tiempo, la
dificultad, en lo que se refriere al tiempo, es
obvia en gran medida. En ningún caso esta
excusa servirá para justificar, la carga de
ineficiencia, que ahora caracteriza tan
comúnmente las labores disciplinarias de los
Ancianos.

En cuanto a la preparación para la


enseñanza pública, si nuestros Ancianos
apuntaran menos a las arengas vistosas del día
del Señor y más a la instrucción llana y sencilla
de los deberes prácticos y a las exhortaciones a
los mismos, encontrarían que una buena
preparación para la tarea, no requeriría más
estudio de la Biblia de lo que debería
caracterizar a todo buen hombre, con la suma
de tal reflexión sobre los temas bíblicos,

LA NECESIDAD DE ANCIANOS 148


evitando el desperdicio de tiempo. Lo que
necesitamos es ahorrar tiempo, y usarlo y
dirigirlo sabiamente, en lugar de usar este, con
palabrería vana.

Finalmente, los Ancianos de las iglesias


deben recordar constantemente que están
divinamente constituidos como ejemplo para el
rebaño, en todas las virtudes y actividades de
la vida cristiana; y que uno de los métodos, y
no el menor de ellos, por el que deben ser
ejemplo, es sacrificar parte de su tiempo al
servicio del Señor. Al hacerlo, obedecerán las
palabras de Pablo, cuando dice a los Ancianos
de Éfeso: "Ni plata ni oro ni vestido de nadie he
codiciado. Antes vosotros sabéis que para lo que me
ha sido necesario a mí y a los que están conmigo,
estas manos me han servido. En todo os he enseñado
que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados,
y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo:
Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos
20:33-35).

149
Concluyo ahora este breve tratado y lo
envío a mis hermanos en el oficio de Ancianos,
como muestra de mi sincero interés, en un
trabajo que ha costado a mi propio corazón,
más ansiedad que todos los demás deberes en
los que he sido llamado a desempeñar en esta
vida. Cumplirá su misión. Si es útil a alguno de
mis compañeros de trabajo y de compañía.

LA NECESIDAD DE ANCIANOS 150


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