PENSAR CON DANIEL KAHNEMAN
Ha muerto Daniel Kahneman este 27 de marzo de este año, hace solo unos días, tenía 90 años. Había
nacido en Tel Aviv mientras su madre visitaba a sus familiares, pero vivían en Paris, donde les cogió la
invasión alemana y fueron sometidos, por ser judíos, a todos los rigores del antisemitismo nazi, sin
embargo, su familia contó con tanta suerte, que salieron ilesos de esa tormenta del genocidio nazi
durante la Segunda Guerra Mundial, solo tuvieron una baja, su padre, pero no por la persecución, ni
en campos de concentración, sino, por diabetes. Estudió Psicología en Israel, donde se desempeñó
después, como docente de Psicología en la Universidad Hebrea, cuando murió era profesor en la
Universidad de Princeton. Siendo un profesional de la Psicología, le fue otorgado el premio Nobel de
Ciencias Económicas, en el año 2002, lo que de por si significa un mérito inmenso, “por tener ideas
integradas desde la investigación psicológica en la ciencia económica, especialmente sobre el juicio
humano y la toma de decisiones bajo incertidumbre” (NobelPrize.org), concretamente por sus
trabajos sobre la Teoría Prospectiva o teoría de la Perspectiva; para la Economía tradicional, es que
los seres humanos toman decisiones en situaciones de incertidumbre y riesgo en forma racional y que
eligen para maximizar lo que valoran, en esto se basaban los modelos económicos, sin embargo, Daniel
Kahneman, sin descartar esa consideración, explica que las personas deciden frente a situaciones de
incertidumbre, sin tener en cuenta la lógica y la racionalidad obligatoriamente, sino, por prejuicios y
una serie de “heurísticas y sesgos cognoscitivos”, que intervienen en esta toma de decisiones y hacen
que estas se aparten de los principios básicos de la probabilidad, por lo tanto debe tenerse en cuenta
el comportamiento humano en estas situaciones, y entender que los hombres no son autómatas,
tienen prejuicios y experiencias que inciden en su toma de decisiones, por ejemplo: “la aversión a la
pérdida sugiere que debido a que el dolor psicológico de perder algo es más poderoso que el placer
de ganar algo, tendemos a evitar decisiones que podrían conducir a pérdidas”, ("Juicio bajo
incertidumbre: Heurística y sesgos”), estos trabajos y estos planteamientos, no fueron desarrollados
por Kahneman en solitario, tuvo un compañero, un amigo, Amos Tversky, no solo fue una relación
intelectual de científicos, sino, una verdadera amistad, sin egoísmos, con crítica, con reconocimientos
mutuos y sinceridad, que dio unos frutos excelentes y novedosos: la Economía del Comportamiento.
Seguramente si Tversky, no hubiera muerto tan temprano, hubiera recibido el Nobel con Kahneman,
así lo reconocía. En 2011, aparece publicado el libro “Thinking fast and slow”, que se tradujo al español
“Pensar rápido, pensar despacio” por Daniel Kahneman, a pesar de su titulo simple, fue un bestseller,
pero por encima de esto, es un libro maravilloso. En este libro especial, resuena las palabras del griego,
que nos exigía hace 24 siglos, reconocer nuestra ignorancia, y después, con el sapera aude y las criticas
de Kant, nos repiten que la conciencia es falible y se equivoca; es una exposición científica de cómo
es nuestro pensamiento y a qué obedece. Establece lo que llama Sistemas: Sistema 1: Es el rápido,
corresponde a nuestra intuición, nuestras emociones, por eso es rápido, da respuestas inmediatas, y
ahí se forjan nuestras creencias. Sistema 2: Es el lento, corresponde a nuestra capacidad de reflexión
y de control, es el racional, requiere una pausa. Kahneman, dice que, dado que el Sistema 2 es lento
y parsimonioso, somos dominados por el Sistema 1. Este desequilibrio genera unas consecuencias en
nuestra forma de conocer y asumir la realidad: optamos por lo cercano y por las preguntas fáciles,
somos menos tolerantes a la frustración, al fracaso, al error, no porque nos exijamos para ser
excelentes, exitosos, triunfadores, sino, porque nos da temor todo eso, y si eso exige ser ciegos ante
lo evidente lo seremos, creyendo y sosteniendo que vemos muy bien; la verdad que sustentamos se
remite a lo que damos por conocido con anterioridad y a lo que se confirma constantemente, el resto
es falso o no existe; ser coherentes excluye la contradicción, por lo tanto tenemos que repetir lo
mismo; la repetición es sana y productiva, pero aunque no lo sea, no importa, pues estamos ciego y
no lo vemos (y ni siquiera acepto que estoy ciego) y además debo ser coherente y no contradecirme.
Estas formas torcidas de pensar y asumir el conocimiento nos circundan constantemente y con ellas
nos movemos diariamente, casi “sin darnos cuenta”, y de esa forma llevamos la vida en una tiniebla.
Daniel Kahneman, ha sido honrado y homenajeado, en muchas Academias de todo el mundo, el New
York Time, hizo un obituario muy especial, y encargó un articulo a Cass Sunstein, el Financial Time hizo
obituario, en España y México los diarios dieron noticia sobre su muerte, en Colombia, un diario dio
noticia de su muerte y tres columnistas hicieron artículos al respecto, se hizo un podcasts. La
importancia de Daniel Kahneman, en el pensamiento es de gran importancia, sus aportes
imprescindibles, descubrió científicamente las dificultades que tenemos para pensar y conocer, su
legado perdurara y su ejemplo de amistad y colaboración. “Pensar rápido, pensar despacio”, uno
pudiera sugerir con este libro, cómo se piensa en un país: rápido, o despacio, pero, pareciera que, en
este país, simple y sencillamente, no pensamos.