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Etica 2023

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LA ACCIÓN HUMANA: LA LIBERTAD Y LA RESPONSABILIDAD DEL SUJETO AUTÓNOMO

Y RESPONSABLE.

Formen pequeños grupos para analizar las siguientes situaciones:

a) El señor González vive en la ciudad, su padre vive en el campo y está gravemente enfermo. El señor
González promete a su padre que irá a visitarlo el próximo fin de semana. Llega el día del viaje, pero,
debido a una fuerte tormenta, se suspende la salida del avión. Por esta razón, el señor González no
cumple la promesa hecha a su padre.

b) El señor González promete ir a visitar a su padre enfermo (que vive fuera de la ciudad) el próximo
fin de semana. El día jueves, el señor González advierte que, si cumple su promesa, no podrá ir a ver
el recital de los Rolling Stones, su conjunto preferido. Por este motivo, decide suspender el viaje y
no cumplir la promesa hecha a su padre.

c) El señor González es un comerciante que ha hecho buenos negocios en los últimos tres años. Su
padre vive en las afueras de la ciudad y se encuentra gravemente enfermo. El señor González
promete ir a visitarlo el próximo fin de semana. El viernes recibe una llamada de uno de sus clientes
que quiere hablar con él para cerrar un negocio que tenían pendiente. El señor González decide
suspender su viaje para dedicarse ese fin de semana a cerrar las tratativas. Tiene esperanzas de
ganar una buena suma de dinero.

En las tres situaciones, el señor González no cumple la promesa hecha a su padre.


Opinen sobre la conducta del señor González en cada caso. Analicen los motivos por los
cuales suspende su viaje y opinen sobre el grado de responsabilidad que el señor
González tiene al tomar su decisión. ¿Qué harían ustedes en su lugar?
a) Describan dos situaciones en las que hayan sentido remordimientos o culpa por algo que
hicieron (o no hicieron).
b) Describan dos situaciones en las que se hayan sentido orgullosos por algo que hicieron (o
no hicieron).
Puesta en común.

(Tomado de “Filosofía, Formación Ética y Ciudadana”, de G. Schujman y otros).

¿En cuáles situaciones nos enfrentamos con problemas éticos? Cuando en la situación
considerada se encuentran involucradas otras personas y mi decisión puede afectarlas, ya
que sufrirán las consecuencias de mis decisiones y acciones. Cotidianamente nos
planteamos este tipo de problemas. Por ejemplo: “En la escuela, la mayoría de mis
compañeros se burlan de un alumno nuevo porque es extranjero y habla mal el español. No
me gusta que lo traten así, pero son mis amigos y no quiero pelearme con ellos. ¿Debo
hacer lo que hace la mayoría? ¿Debo burlarme yo también de este chico?” Cuando
tomamos este tipo de decisiones y actuamos en consecuencia, estamos realizando una
conducta moral. Una conducta de este tipo puede ser calificada de “buena” o de “mala” por
nosotros mismos o por los demás. Atribuimos valor moral a un acto que tiene
consecuencias que afectan a otros individuos. Los actos que no tienen consecuencias
para los demás no son objeto de una calificación moral. Si decido entre ir a jugar al fútbol
o quedarme en casa a ver una película, esta decisión no puede merecer el juicio moral de
otros. Algunos pensadores sostienen que también existen problemas éticos en la forma
en que nos relacionamos con nosotros mismos. Según este enfoque, hacerse daño a uno
mismo, abandonarse, resignarse o no desarrollar los propios talentos o las propias
potencialidades, también es una conducta mala.

Cuando nos planteamos un problema ético, no encontramos respuestas a ese problema


en particular en las órdenes que nos dan nuestros mayores o nuestros jefes, tampoco las

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encontramos en las costumbres o en lo que opina la mayoría ni en las reglas de conducta
que nos han enseñado. Todas estas pautas pueden orientarnos en nuestras decisiones,
pero no pueden darnos la solución. Sé que debo ayudar a los demás cuando se encuentran
en apuros,
¿pero debo ayudar a alguien que no quiero y que considero mi enemigo? Sé que debo
cumplir las promesas, ¿pero debo cumplirlas cuando me doy cuenta de que hacerlo me
perjudica? Sé que debo cumplir las órdenes de mis superiores, ¿pero debo cumplirlas
cuando esas órdenes son inmorales? Sé que debo decir la verdad, ¿pero debo decirla
cuando corre riesgo mi vida?
Sé que debo cuidar mis amistades, ¿pero debo hacer lo que mis amigos hacen, aunque
esté mal, para conseguir su aprobación?

Ética y moral:

Utilizamos con mucha frecuencia los términos “ética” y “moral”. Decimos, por ejemplo: “No
es ético hablar mal de alguien en su ausencia”. “Los jueces deben ser intachables desde el
punto de vista moral y ético”. “Es inmoral que un asesino sea entrevistado por un periodista y
que sus palabras sean difundidas por televisión”. “La corrupción ataca nuestros valores
éticos y morales”.

Es indudable que cuando usamos el término “ética” lo usamos para calificar una
conducta buena, honesta, correcta. Y con el mismo sentido usamos a menudo el término
“moral”. Por eso, cuando usamos las dos palabras juntas, caemos en una redundancia
(“valores éticos y morales”).

Desde el punto de vista etimológico, ética y moral tienen el mismo significado. “Ética”
proviene de la palabra griega ethos y significa costumbre, hábito. “Moral”, proviene de la
palabra latina mos y también significa costumbre, hábito. Sin embargo, se suele hacer
una distinción entre ambos términos. La moral es el conjunto de normas que
consideramos justas y obligatorias. Estas normas regulan nuestra conducta y
pueden ser diferentes según la cultura o la época a la que pertenezcamos. Por
ejemplo, los diez mandamientos son un conjunto de normas que conforman parte de la
moral judeo-cristiana. Cuando juzgamos la conducta de los demás o cuando decidimos qué
hacer en una situación determinada, tenemos en cuenta esas normas. La moral que rige en
nuestra sociedad no ha sido inventada por nosotros, pero somos nosotros quienes la
aplicamos.

Conviene aquí hacer una diferenciación entre las normas morales y las normas jurídicas.
Las normas jurídicas son establecidas por el Estado con carácter obligatorio y es el Estado
quien establece las sanciones para quienes no las cumplen. Los individuos están obligados
a cumplir las normas jurídicas, aunque no estén de acuerdo con ellas. Las normas morales,
en cambio, no están escritas en un código ni contienen sanciones concretas. Regulan
conductas que las normas jurídicas no regulan. Por ejemplo: “no se debe mentir” es una
norma moral. Si bien existen normas jurídicas que sancionan ciertos tipos de mentira
(un testimonio falso, por ejemplo), no toda mentira es contemplada por ellas. Las
sanciones a las que nos sometemos cuando incumplimos normas morales están
relacionadas con el rechazo o la reprobación por parte de nuestros semejantes: repudio,
menosprecio, desconfianza. Otra diferencia entre normas jurídicas y normas morales es
que estas últimas obligan a quienes las consideran justas. La persona que actúa bien lo
hace porque está convencida de que esa es la forma correcta de actuar.

La ética es la reflexión sobre por qué esas normas nos parecen justas y obligatorias: la ética
es una reflexión sobre la moral. Nuestra moral dice que no se debe mentir. La ética se
pregunta: ¿por qué no se debe mentir? La ética trata de explicar la conducta moral. Estudia

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las diferentes morales y sus cambios a través del tiempo y trata de discriminar a qué
llamamos bondad y a qué maldad. Trata de definir qué es lo bueno, se interesa por
buscar criterios para decidir si una conducta es buena o mala. La ética no sólo abarca la
descripción de las conductas de las personas, sino que intenta dar razones de cómo
deberían ser. Por ejemplo, indaga acerca de las razones por las cuales se deben cumplir
las promesas. Tal vez, la mayoría de la gente no cumple sus promesas. Pero ¿eso
quiere decir que no se deben cumplir?

La ética, pues, no es un conjunto de normas; es una reflexión sobre esas normas. Si


un docente enseña a sus alumnos un conjunto de normas de conducta que deben respetar,
estará enseñando una determinada moral. Pero si un docente propone una discusión
sobre por qué ciertas normas morales deben ser respetadas, estará proponiendo una
reflexión ética. Sabemos que existen diferentes morales. Los caníbales, por ejemplo, no
consideraban mal comer carne humana. La ética estudia las diferentes morales y se
pregunta: ¿Existe una mejor que otra? ¿Es posible plantear criterios universales para
determinar si una conducta es correcta? ¿Se puede afirmar que existe progreso moral?
En la mayoría de las situaciones en que se nos plantea un problema moral, lo
resolvemos acudiendo a las normas que consideramos obligatorias sin preguntarnos por
qué. Pero a veces nos surge la pregunta: ¿Qué debo hacer en esta ocasión? Y sentimos que
la respuesta no es clara, que no consiste en acatar automáticamente una regla. Es en
esas ocasiones que nos hacemos preguntas de tipo ético.

Las normas morales, si bien regulan nuestra conducta y nos permiten saber cómo actuar
y cómo juzgar la conducta de los demás, no son de aplicación automática. Si lo fueran,
no surgiría en nosotros la necesidad de reflexionar sobre ellas. Si lo fueran, existiría la
moral, pero no existiría la ética.

➢ Leer, analizar, compara y opinar:

En la antigua Roma, los prisioneros de guerra eran convertidos en esclavos. El hecho de que se
respetara la vida del prisionero de guerra respondía más bien a una necesidad económica, ya que ser
propietario de tierras y de esclavos liberaba de la necesidad de trabajar. Incluso, el trabajo físico llegó
a ser considerado una ocupación indigna para los hombres libres. Por cierto, los esclavos vivían en
condiciones espantosas y sobre ellos recaía el trabajo físico más duro, trabajo que era en Roma la
base de la producción. Para los romanos, los esclavos no eran personas sino cosas y, como tales, sus
dueños podían comprarlos, venderlos, jugárselos a las cartas o incluso matarlos. Según las ideas
dominantes de la época, la división entre hombres libres y esclavos era una división natural, justa y útil.
Por eso, los esclavos podían ser tratados en forma despiadada sin que ese trato fuese considerado
inmoral.

Este fragmento presenta un aspecto de la moral de los antiguos romanos.


¿Qué piensan acerca de esta moral? ¿La consideran justa? ¿Por qué?
Las ideas dominantes de nuestra sociedad, ¿aceptan la división entre hombres libres y
esclavos? ¿Se puede afirmar que las ideas actuales significan un avance con respecto a las
ideas antiguas? ¿Por qué?

La responsabilidad y la libertad.

Cotidianamente juzgamos los actos de los demás; por ejemplo, decimos que un amigo
no debió mentir, que no actuó correctamente. También somos juzgados por quienes nos
rodean: nos critican o nos felicitan por nuestras acciones. En esos juicios estamos
considerando que somos responsables de nuestros actos. ¿Por qué felicitaríamos a
alguien que devolvió un dinero extraviado si no es porque pensamos que lo ha hecho
conscientemente y que podría no haberlo devuelto? Felicitamos o reprobamos a los demás
cuando los consideramos responsables de lo que han hecho. Si pensáramos que no hubo

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intencionalidad en sus conductas, no merecerían nuestro elogio o nuestra condena.

Si una roca se desprende de una montaña y, al caer, mata a una persona, no se nos
ocurre culpar a moralmente a la roca. Consideramos que su caída es un hecho natural
y en la naturaleza las cosas son como son. En cambio, en el mundo humano las
cosas siempre pueden ser de otra manera. Cuando responsabilizamos a una persona por lo
que hizo estamos considerando que pudo haber actuado de otra manera.

Sólo cabe juzgar la conducta de los otros o la propia si ese comportamiento es el resultado
de una decisión. Para que alguien sea responsable de su comportamiento debe haber
actuado libremente: es decir, debe haber podido elegir lo que quería hacer e n t r e distintas
alternativas y debe haber tenido conciencia de lo que hacía.

Si un niño pequeño le pega a otro para sacarle un juguete que no es suyo, no lo


juzgamos moralmente por su acción. El niño no tiene conciencia de que lo que hace está
mal pues aún no ha internalizado las normas morales. Tampoco es capaz de prever las
consecuencias de su comportamiento o de evaluar el daño que puede ocasionarle al otro
niño.

¿Qué sucede en el caso de las personas adultas? ¿Siempre son responsables de lo


que hacen? ¿Siempre actúan libremente?

Analicemos los siguientes ejemplos.


Un automovilista conduce su vehículo a velocidad permitida. Un peatón cruza imprudentemente la
calle. El automovilista se sorprende y hace una brusca maniobra para esquivarlo. Por su acción,
atropella a otra persona que está esperando un colectivo.
Un automovilista maneja mientras habla a través de un teléfono celular. Un peatón cruza. El
conductor, distraído por su conversación, reacciona tarde y atropella al peatón.

En el primer caso, el automovilista no puede ser responsabilizado moralmente por su


acción, pues no pudo prever el cruce del peatón ni pudo calcular las consecuencias de su
maniobra. El conductor actuó movido por las circunstancias y su acción tuvo
consecuencias inesperadas. Igual irá a juicio, pero será favorecido por las circunstancias
atenuantes.

Es distinto el caso de quien maneja su vehículo mientras habla por teléfono. El conductor
pudo haber previsto el paso del peatón y pudo haber reaccionado a tiempo si hubiera estado
atento. Por lo tanto, es responsable de su acción y no puede alegar que actuó
obligado por las circunstancias.

La posibilidad de elegir es la que decide si una conducta es elogiable o condenable.


No siempre somos responsables de nuestros actos, cuando actuamos obligados por las
circunstancias; otras veces, aun cuando trabajamos para lograrlo, no llegamos a cumplir
con nuestro objetivo. También es probable que, en ocasiones, busquemos excusas para no
admitir nuestra responsabilidad, aunque en el fondo sabemos que podríamos haber
actuado de otro modo.

Muchas personas se quejan de que no son libres: dicen que no pueden pensar libremente,
que las campañas políticas les llenan la cabeza y no pueden elegir a conciencia al mejor
candidato, que no pueden elegir la carrera que más les gusta porque no tendrían trabajo al
recibirse, que no tienen dinero para comprar lo que necesitan para llevar a cabo sus
objetivos, que son de un signo de agua y por eso no tienen el empuje necesario para
llevar a buen fin sus proyectos, que el tiempo no alcanza, que están cansados, que no les
da la cabeza, que no tienen suerte, que no recibieron una buena educación cuando eran
chicos, etcétera.

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Estos problemas pueden ser reales y constituir obstáculos, pero ¿no serán que prefieren
decir que no son libres para no tener que comprometerse, para no tener que
responsabilizarse por lo que viven? Tales problemas, ¿realmente no les permiten tomar
decisiones para hacerles frente? Cuando están satisfechos, no dicen que no son libres, sino
que se adjudican el mérito de haber actuado como lo hicieron. Pero, si se sienten en falta,
si sienten que no hicieron lo que debían, entonces se excusan diciendo que no tuvieron
alternativas.

Jean-Paul Sartre, filósofo francés fallecido en 1980, sostenía que el ser humano está
condenado a ser libre, porque siempre elige entre diversas alternativas. Aún en las
situaciones más dramáticas, los hombres eligen qué hacer. Incluso, decir que no se es libre
es una elección. No elegir o delegar en otros las responsabilidades es también una
elección.

Todos estamos inmersos en alguna situación. Todos nacemos en una familia determinada,
en una región con su clima, en una época. Todo eso forma parte de una situación. Y,
recordando nuestro tema general y los dichos de Savater, “no somos libres de elegir lo
que nos pasa (haber nacido tal día, de tales padres y en tal país) sino libres para
responder a lo que nos pasa de tal o cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o
temerarios, vengativos o resignados)”.

Que nuestros actos sean libres no significa que podamos hacer cualquier cosa en
cualquier momento. Siempre actuamos dentro de ciertas circunstancias. Elegimos entre
opciones que se nos presentan y que no podemos inventar. En un país democrático
podemos querer ser presidente o legislador, pero no rey, pues no está dentro de las
posibilidades. Las posibilidades no son infinitas, pero suelen ser más que las que
reconocemos.

Actuamos dentro de un contexto y, generalmente, actuamos de manera coherente con el


modo en que ya actuamos en casos similares. Somos más o menos previsibles. Los que
nos conocen pueden prever cómo reaccionaremos frente a una determinada situación.
Todos esperamos que el chico que nunca estudia para los exámenes tampoco estudie
para el de mañana. Sin embargo, ese chico puede darnos una sorpresa y haber
estudiado esta vez.

Nuestras conductas no son automáticas, somos libres y podemos elegir cambiar. Con el uso
de nuestra libertad, creamos los obstáculos y las oportunidades. Nuestro cuerpo puede
ser un obstáculo si queremos competir en una olimpíada, pero no lo es si lo que
decidimos es dedicarnos a la música o al estudio.

Una prueba de que somos libres es la angustia que sentimos cuando tomamos algunas
decisiones. ¿Por qué nos angustiamos? Porque sentimos que en cualquier momento
podemos cambiar nuestro proyecto, podemos cambiar nuestra elección, incluso invertirla.
Nunca estamos totalmente seguros y eso produce angustia. Porque somos libres tenemos la
capacidad de cambiar, para bien o para mal. Tenemos la capacidad de evaluar nuestras
vidas, de pensar en lo que venimos haciendo y de decidir cambiar de rumbo. Esta
capacidad de cambio nos hace personas dignas de respeto. Los seres humanos no somos
lo que somos por naturaleza o por instinto. Eso es lo que nos diferencia de los animales.
Basándose en estas ideas, el filósofo israelí, Avishai Margalit opina en su obra “La
sociedad decente” que hasta los peores delincuentes merecen un respeto humano básico,
“puesto que existe la posibilidad de que reevalúen radicalmente sus vidas pasadas y de
que vivan el resto de sus vidas de manera digna si se les da la oportunidad”. Esto no
s i g n i f i c a q u e e s a s p e r s o n a s no deban ser condenadas –tal vez el daño que han

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hecho no puede ser reparado-: significa que, por ser personas, no es imposible que se
arrepientan.

Respetar a los seres humanos significa no dar a nadie por perdido, pues todos somos
capaces de vivir una nueva vida, una vida que signifique una ruptura con nuestro
pasado. Nuestras acciones pasadas y nuestras circunstancias limitan nuestras acciones
futuras, pero no son determinantes. Nuestro pasado no nos obliga a actuar de una
única manera en el futuro. Respetar a las personas es reconocer que tienen un futuro
abierto, que pueden cambiar sus vidas.

➢ Para analizar, pensar y responder, en grupos de no más de cuatro personas.


1. Juan se encuentra en una situación difícil. Un tío suyo muy querido está enfermo y necesita un
remedio que es muy caro. Nadie en su familia tiene el dinero suficiente para comprarlo. Juan entra
en una farmacia y ve en un estante el remedio que precisa su tío para curarse. Está al alcance de su
mano y está seguro de que nadie lo está observando.
• Pónganse en el lugar de Juan y respondan por escrito las siguientes preguntas:
¿Qué puede estar sintiendo Juan en ese momento? ¿En qué consiste su problema ético? ¿Qué harían
ustedes en el lugar de Juan? ¿Qué justificaciones pueden dar para defender lo que han decidido
hacer? ¿Qué consecuencias puede tener la conducta que ustedes han elegido? ¿Qué otras
alternativas para solucionar el problema se les ocurren?

2. La experiencia de una madre:


“Cuando tomé conocimiento de la situación de mi hija (era sorda), lo primero que sentí fue un dolor
muy profundo y algo de ese sentimiento no me abandonó nunca. Pero tardé bastante en aceptar que
a mi bebé le ocurría algo que la diferenciaba de los otros. Recién a los catorce meses hice una
consulta para ver si escuchaba o no. De allí en más, descubrí que debía ayudarla y sostenerla,
además de amarla para que la vida le fuera menos difícil. Así que guardé mi dolor y le di fuerte
la mano para acompañarla. Al principio, sentí miedo, no sabía cómo iba a ayudarla a superar esa
dificultad. También recuerdo haber estado mucho tiempo enojada con el mundo, hasta que me di
cuenta de que esa energía la tenía que poner en sacar adelante a mi hija. Lo que desde mi
experiencia personal aprendí es el profundo respeto que siento ante un ser humano, que, desde su
propia dificultad, desde esa diferencia no elegida, lucha para poder estar mejor con él y con los otros.
Creo que ese fue mi aprendizaje. Nosotros, desde distintos lugares, acompañamos: los que tienen la
dificultad son ellos. Supongo que habré cometido errores, como con mi otro hijo. Pero creo que hice
lo mejor posible. Cuando la escucho hablar y comunicarse con los otros y la veo preocupada por
ayudar a otros chicos con dificultades de audición y también cuando la veo alegre, o a veces
enojada, como cualquier muchachita de su edad, siento que hice lo mejor. El haberla integrado en
un medio oyente llevándola a una escuela común y, en forma paralela, teniendo una profesora
especializada, fue lo que le dio la posibilidad de comunicarse con la mayoría de las personas. Sé que
esto fue una decisión muy trabajosa. Es un doble trabajo, un doble esfuerzo, para el niño y para la
familia. Pero los chicos discapacitados, no sólo traen sufrimiento o esfuerzo. Yo, gracias a mi hija,
descubrí de nuevo el mundo. Cuando tenía cuatro años y medio escuchó por primera vez la lluvia
que golpeaba en la arena y yo la escuché con ella. Tampoco olvido aquella vez, cuando
descubrió cómo era el canto de un pajarito. Allí recordé al poeta que decía que cada uno tiene ante
sí el camino más arduo y difícil”.

Intercambien opiniones y respondan: ¿cuáles eran las expectativas de esta madre con
respecto a su hija bebé? ¿Cuál fue la situación no elegida que tuvo que vivir? ¿Cómo
respondió esta madre a esta situación? ¿Puede considerarse que la conducta de esta
madre fue una conducta libre? ¿Por qué? Elaboren una conclusión personal sobre este tema.

La ética y la acción moral

Las acciones o actos humanos pueden agruparse de varias maneras según el criterio
de clasificación que se adopte. En este caso, se clasificarán desde el punto de vista ético en
tres tipos de actos.

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a) Los actos compelidos: son aquellos actos que el ser humano no puede evitar, sobre los que no puede
ejercer control. Los actos compelidos se relacionan muchas veces con el instinto, pues son
impuestos por la naturaleza. Pero también hay actos que los hombres no pueden controlar y que
son imposiciones de la sociedad o, incluso, imposiciones de otro individuo. Son actos inconscientes
desde el punto de vista moral, aquellos vinculados con la realización de la vida del individuo como
organismo: los relacionados con la vida y la muerte, sujetos a una legalidad que el individuo no
puede reconocer, ni puede dar o no dar su consentimiento. Se relacionan con lo instintivo como
tener hambre, desear o temer algo, etcétera. Son actos conscientes desde el punto de vista
moral, cuando el individuo los ejecuta de acuerdo o en contra de su voluntad. No se relacionan con
lo instintivo, porque la legalidad que se ejerce no tiene que ver con lo natural ni es desconocida. El
individuo los realiza aún sin otorgar su consentimiento. Estos actos se relacionan, por ejemplo, con
la represión de los deseos o de la libertad de expresión en determinadas circunstancias.

b) Los actos libres: Todos los actos que realizan los seres humanos, desde su nacimiento hasta su
muerte, pueden ser explicados por leyes y, desde este punto de vista, todo acto es legal. La
legalidad de la libertad hace que para algunos actos humanos sea imprescindible la intervención del
conocimiento. Para que un acto sea libre, debe existir conocimiento previo de la legalidad que hace
que dicho acto sea aceptado o rechazado. A diferencia del acto compelido, un acto en conocimiento
de la legalidad que lo rige puede llamarse libre, y el sujeto lo realiza con su consentimiento. Cuanto
más conocimiento tiene el sujeto respecto de la legalidad sobre la que ejerce su acto, mayor será
su acierto en la elección que efectúe. A la virtud como hábito se llega a través del conocimiento y
este es un camino de aprendizaje que el hombre debe transitar. Sin embargo, un sujeto puede
actuar libremente sin hacerlo en un sentido moral, pues también el delito es un acto libre, porque el
individuo conoce la legalidad que lo rige y la aceptación y el rechazo que provoca. Por lo tanto, la
libertad es condición necesaria para la moralidad, pero no suficiente. Todo acto moral es libre pero
no todo acto realizado con libertad es un acto moral.

c) Los actos morales: Un acto humano es moral cuando coincide con la intención de realizarlo. Son actos
libres que hacen del individuo una “persona”, sobre cuyas decisiones cae el peso de la sanción moral
que se traducirá en sentimientos de satisfacción o de culpa. Por lo tanto, sin normas éticas no hay
moralidad ni inmoralidad, y el individuo se vuelve amoral, aún cuando ejerza sus actos con libertad.

Puede decirse que el objeto de la ética es la determinación del acto moral. Esto implica
aspectos relacionados con el acto como objeto de la ética, con el sujeto de la moralidad y
con la naturaleza de la ley. Así la ética se diversifica:
• La ética teórica constituye la teoría científico-filosófica, es el fundamento de las
normas éticas de ella derivadas. Las leyes de una teoría ética deben ser enunciadas
como formulaciones universalmente verdaderas. Estas formulaciones deben tener
coherencia lógica y adecuación a los hechos morales, a los sujetos morales y a las
normas morales.
• La ética normativa se ocupa del conjunto de normas derivadas de la teoría que las
fundamenta. Las normas éticas reciben el nombre de “leyes morales” propiamente
dichas, pero no son verdaderas o falsas, sino que serán adecuadas o inadecuadas.
Mientras la ética teórica explica qué es o cómo es el sujeto ético, la ética normativa
da pautas de conducta humana para que el sujeto moral alcance la finalidad que
persigue.
• La meta-ética se ocupa del análisis epistemológico de las teorías éticas, es decir, de
cómo se alcanza el conocimiento de ellas. Estudia la corrección y el uso de los
términos éticos y la validez de todo lo que se derive de ellos.

El sujeto moral

La ética teórica y la normativa estudian el acto moral y las leyes que lo hacen posible.
Para eso, deben tener en cuenta las relaciones del sujeto ético consigo mismo y con sus
semejantes. Para toda ética es complicado establecer estas relaciones porque el sujeto
moral es una persona y no puede haber moralidad cuando el acto se realiza

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compulsivamente, ya sea por motivos personales o por agentes que influyen en el sujeto.
Por lo tanto, los actos morales son actos libres y el sujeto moral debe adherir
voluntariamente a la norma ética. A su vez, el hombre pertenece a una sociedad y es un
ser social. Esto quiere decir que no puede vivir solo, y también que necesita de sus
semejantes en aspectos vitales, relacionados con su configuración como individuo y como
sujeto de moralidad. Necesita de los demás y los otros necesitan de él. Por eso, una
sociedad éticamente constituida está integrada por hombres libres que son sujetos
morales, ninguno de los cuales es instrumento de otro. Además, el sujeto moral tiene
obligaciones con toda la humanidad a la que pertenece.

La ética según el origen de la ley moral


a) La ética autónoma: hay que tener en cuenta dos cosas: por un lado, la autonomía del acto moral y, por
el otro, la autonomía de la ley moral. La autonomía del acto moral consiste en la aceptación
voluntaria de la ley moral. Todo acto moral es autónomo en este sentido, porque si no hubiera
aceptación voluntaria de la ley moral, no habría acto moral. En la autonomía de la ley moral, el
sujeto es el que dicta la ley que habrá de cumplir y que será una guía para su conducta ética. Esta
autonomía es a priori cuando no surge de la experiencia; y a posteriori cuando depende de ella. La
autonomía del acto moral se observa cuando una persona deja de robar, no por el temor a ser
descubierto o por lo peligroso de la acción, sino porque sabe que está mal. Acepta voluntariamente
que no debe robar (porque perjudica a otros individuos y lastima su propia persona), lo que se
convierte en su propia ley moral que es la que habrá de cumplir.

b) La ética heterónoma considera que la ley moral es propuesta al sujeto por una instancia ajena a él.
Es decir, la ley moral no surge del sujeto, sino que éste debe someterse voluntariamente a una ley que
le propone la sociedad u otro legislador. La inscripción “Prohibido asomarse y sacar los brazos por la
ventanilla”, es un enunciado prescriptivo. No son ni verdaderos ni falsos, ni dan información sobre
circunstancias particulares: sólo dicen cómo algo debe ser. El sujeto acepta la ley voluntariamente,
pero es una ley no impuesta por sí mismo, sino que es un mandato propuesto por la sociedad.

La autonomía de las personas es un ideal básico en las sociedades modernas. Exige


la participación libre y responsable de los individuos en las sociedades en que viven. La
concepción moderna supone que los hombres se autogobiernan con normas que se
imponen a sí mismos y el reconocimiento de esta autonomía va unido a la defensa de los
procedimientos democráticos. En las sociedades modernas, la libertad y la igualdad para
todos los individuos sigue siendo muchas veces una asignatura pendiente. La autonomía, la
capacidad de autodeterminarse, debe ser conquistada. Las cuestiones éticas surgen,
justamente, en la interacción entre los individuos que ejercen su autonomía personal.

La mirada del otro es muy importante en la constitución de nosotros mismos. Si


estamos condenados a ser libres, a elegir nuestro modo de vida y a elegir aquello que
queremos llegar a ser, la mirada del otro nos obliga a pensar, además en cómo somos
vistos y cómo son consideradas las decisiones que tomamos. La dignidad es el resultado
de una construcción
que se realiza en conjunto con los otros y a partir de la visión que ellos tienen de nosotros.
En función de ésta, sentiremos satisfacción o disgusto, orgullo o vergüenza. Del mismo
modo, nuestra mirada también participa de la constitución de la dignidad de los que nos
rodean.

Analicemos en pequeños grupos los siguientes casos y determinemos si los consideramos como
actos morales, libres, autónomos, voluntarios y concientes. ¿Qué valor le otorgamos en cada caso,
entre “correcto” o “incorrecto”?

Caso N° 1: Juan envía una carta a su padre enfermo en la que promete ir a visitarlo durante el
siguiente fin de semana. Su padre vive a 300 Km. de distancia. El día en que debe viajar Juan recibe
un llamado en el que lo convocan a una reunión urgente de trabajo. Sabe que en esa reunión
pueden tomarse decisiones importantes para su futuro en la empresa. No puede comunicarse

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con su padre porque no tiene teléfono. Si no viaja ese día, recién podrá hacerlo la semana siguiente.
Juan decide no viajar.

Caso N° 2: María se ausentó de la escuela sin que lo supieran sus padres. Tenía prueba de
matemática y no había estudiado. Visita a su amiga Laura y le pide quedarse esa tarde en su casa
hasta la hora de salida de clase. Suena el teléfono. Atiende Laura. Es la mamá de María, que se
enteró que su hija no había ido a la escuela. Le pregunta si sabe en dónde está María. Laura no está
de acuerdo con lo que hizo María, pero es su amiga “en las buenas y las malas”. Laura le dice la
verdad a la mamá de María.

Caso N° 3: a) Un automovilista viaja por la ruta de noche, a velocidad permitida. Las luces de su
coche están en posición correcta. En forma repentina, ve que hay un caballo a muy poca distancia.
Intenta esquivarlo. Su maniobra lo saca de la ruta. Vuelve a hacer una maniobra brusca pues su
coche se dirige a un barranco. Como consecuencia de esta última maniobra atropella a un
motociclista, quien muere al instante.
b) Un automovilista viaja por la ruta de noche, a gran velocidad, muy superior a lo permitido. Uno de
los faros delanteros está averiado, no proyecta luz (el izquierdo). En forma repentina ve venir de frente
a un motociclista. El motociclista cree que lo que se acerca a gran velocidad es una moto, pues sólo
ve un faro encendido. El automovilista no logra esquivarlo. Como consecuencia del impacto, el
motociclista muere al instante.

Caso N° 4: Claudio es testigo en un juicio. Su testimonio es sumamente importante para el


esclarecimiento de un caso en el que están involucradas importantes figuras. Llega el día en que le
toca testimoniar. Antes de salir de su casa en dirección al juzgado, recibe un llamado en el que una
voz desconocida lo amenaza: “Si querés mucho a tu hijo Guillermo, no digas lo que sabés”. Claudio
decide ir a testificar, luego de enviar a su hijo Guillermo a la provincia donde viven sus abuelos por
un tiempo.

Caso N° 5: En la clase de Ética los alumnos discuten sobre la conveniencia de aplicar la pena de
muerte en argentina. Romina está en total desacuerdo con lo que opinan sus mejores amigos,
pero no se anima a dar su opinión. Sus amigos siempre se burlan de ella cuando interviene en
este tipo de debates. Y cuando se burlan, se pone colorada. Le da mucha vergüenza vivir esa
situación frente a todos, en especial frente a Federico, el chico del que está enamorada. Romina decide
callarse y no opinar.

Caso N° 6: Enrique es un político muy ambicioso. Ha sido intendente de su ciudad en dos


oportunidades y ahora quiere postularse como candidato a gobernador de su provincia. Nunca se ha
interesado demasiado por la situación de los sectores más pobres de la población. Pero ahora sabe
que tiene que lograr la aceptación de esos sectores si quiere que lo voten en la próxima elección.
Por eso, decide usar sus contactos con empresas para conseguir donaciones (en alimentos, ropas y
dinero) y puestos de trabajo para los desempleados. Su accionar tiene éxito. Alivia la situación de
muchas familias y consigue la promoción y el apoyo que buscaba. Gana las elecciones (considerar
también el acto de los votantes).

Caso N° 7: Gustavo le hizo una promesa a Daniela sabiendo que no la iba a poder cumplir: le pidió
dinero prestado y prometió devolvérselo en una semana. Tulio y Gabriel saben que Gustavo
mintió y que no va a cumplir su promesa. Quieren mucho a Daniela y no soportan la actitud de
Gustavo. Deciden entonces amenazarlo. Lo llaman a su casa y le dejan mensajes grabados: “Si no
devolvés la plata a Daniela la vas a pasar mal”. En la escuela, encuentra cartas amenazantes,
escritas con recortes de diario. El día anterior a la fecha acordada para devolver el dinero, encuentra
roto el vidrio de una de las ventanas de su casa y en el piso, una piedra con un papel atado con la
misma amenaza. Al día siguiente, Gustavo devuelve el dinero a Daniela, dinero que ni siquiera había
tocado, pues del susto no se animó a gastarlo. Evaluar la conducta de Gustavo, de Tulio y de Gabriel.

¿Pueden hacer lo mismo con un caso parecido a cualquiera de los anteriores, que les haya pasado
a ustedes?

LETRAS DE CANCIONES

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EL NECIO – Silvio Rodríguez HIPOCRESIA – Ruben Blades

Para no hacer de mi ícono pedazos La sociedad se desintegra


Para salvarme entre únicos e impares Cada familia en pie de guerra
Para cederme lugar en su parnaso La corrupción y el desgobierno
Para darme un rinconcito en sus altares Hacen de la ciudad un infierno
Me vienen a convidar a arrepentirme Gritos y acusaciones
Me vienen a convidar a que no pierda Mentiras y traiciones
Me vienen a convidar a indefinirme Hacen que la razón desaparezca
Me vienen a convidar a tanta mierda Nace la indiferencia
Se anula la conciencia
estribillo Y no hay ideal que no se desvanezca
Yo no sé lo que es el destino Y todo el mundo jura que no entiende
Caminando fui lo que fui Por qué sus sueños hoy se vuelven mierda
Allá Dios que será divino Y me hablan del pasado en el presente
Yo me muero como viví Culpando a los demás por el problema
De nuestra común hipocresía
Yo quiero seguir jugando a lo perdido El corazón se hace trinchera
Yo quiero ser a la zurda más que diestro Su lema es: sálvese quien pueda
Yo quiero hacer un congreso del unido Y así, la cara del amigo
Yo quiero rezar a fondo un "hijo nuestro" Se funde en la del enemigo
Dirán que paso de moda la locura Los medios de información
Dirán que la gente es mala y no merece Aumentan la confusión
Mas, yo partiré soñando travesuras Y la verdad es mentira y viceversa
Acaso multiplicar panes y peces Nuestra desilusión
Crea desesperación
estribillo Y el ciclo se repite con más fuerza
Y perdida entre la cacofonía
Dicen que me arrastraran por sobre rocas Se ahoga la voluntad de un pueblo entero
Cuando la revolución se venga abajo Y entre el insulto y el Ave María
Que machacarán mis manos y mi boca No distingo entre preso y carcelero
Que me arrancarán los ojos y el badajo Adentro de la hipocresía
Será que la necedad parió conmigo Ya no hay izquierdas ni derechas
La necedad de lo que hoy resulta necio Solo hay excusas y pretextos
La necedad de asumir al enemigo Una retórica maltrecha
La necedad de vivir sin tener precio Para un planeta de ambidextros
No hay unión familiar, ni justicia social
estribillo Ni solidaridad con el vecino
De allí es que surge el mal
Y el abuso oficial
Termina por cerrarnos el camino
Y todo el mundo insiste que no entiende
Por qué los sueños de hoy se vuelven mierda
Y hablamos del pasado en el presente
Dejando que el futuro se nos pierda
Viviendo entre la hipocresía

CLANDESTINO – Manu Chau AL LADO DEL CAMINO - Fito Páez

Me gusta estar al lado del camino/ fumando el


Estribillo humo mientras todo pasa. Me gusta abrir los ojos
Solo voy con mi pena y estar vivo/ tener que vérmelas con la resaca.

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Sola va mi condena Entonces navegar se hace preciso/ en barcos que
Correr es mi destino se estrellen en la nada.Vivir atormentado de
sentido/ Creo que esta, sí, es la parte más
Para burlar la ley pesada.
Perdido en el corazón En tiempos donde nadie escucha a nadie/ En
De la grande babylon tiempos donde todos contra todos. En tiempos
Me dicen el clandestino egoístas y mezquinos/ En tiempos donde siempre
Por no llevar papel estamos solos.
Habrá que declararse un incompetente/ en todas
las materias de mercado. Habrá que declararse
Pa' una ciudad del norte un inocente/ o habrá que ser abyecto y
Yo me fui a trabajar desalmado. Yo ya no pertenezco a ningún ismo/
Mi vida la dejé Me considero vivo y enterrado.
Entre ceuta y gibraltar Yo puse las canciones en tu walkman/ el tiempo a
mí me puso en otro lado. Tendré que hacer lo que
Soy una raya en el mar
es y no debido/ Tendré que hacer el bien y hacer
Fantasma en la ciudad el daño. No olvides que el perdón es lo divino/ y
Mi vida va prohibida errar a veces suele ser humano.
Dice la autoridad No es bueno nunca hacerse de enemigos/ que no
estén a la altura del conflicto. Que piensan que
Estribillo hacen una guerra/ y se hacen pis encima como
chicos.
Que rondan por siniestros ministerios/ haciendo la
Mano negra clandestina parodia del artista.
Peruano clandestino Que todo lo que brilla en este mundo/ tan sólo les
Africano clandestino da caspa y les da envidia. Yo era un pibe triste y
Marihuana ilegal encantado/ de Beatles, caña Legui y maravillas.
Los libros, las canciones y los pianos/ el cine, las
traiciones, los enigmas.
Estribillo Mi padre, la cerveza, las pastillas, los misterios, el
whisky malo/ los óleos, el amor, los escenarios
Argelino clandestino El hambre, el frío, el crimen, el dinero y mis 10
Nigeriano clandestino tías/ me hicieron este hombre entreverado. Si
alguna vez me cruzas por la calle/ regálame tu
Boliviano clandestino
beso y no te aflijas
Mano negra ilegal Si ves que estoy pensando en otra cosa/ no es
nada malo, es que pasó una brisa. La brisa de la
muerte enamorada/ que ronda como ángel
asesino
Mas no te asustes, siempre se me pasa/ es sólo
la intuición de mi destino. Me gusta estar al lado
del camino/ fumando el humo mientras todo pasa.
Me gusta regresarme del olvido/ para acordarme
en sueños de mi casa. Del chico que jugaba a la
pelota/ del 49585.
Nadie nos prometió un jardín de rosas/ hablamos
del peligro de estar vivo. No vine a divertir a tu
familia/ mientras el mundo se cae a pedazos
Me gusta estar al lado del camino/ me gusta
sentirte a mi lado.
Me gusta estar al lado del camino/ dormirte cada
noche entre mis brazos.
Al lado del camino x 3/ Es más entretenido y más
barato/ al lado del camino X 2.

Para elaborar, analizar, sentir y producir: Trabajo individual

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a) Con las letras de las canciones: señalar con cuál te sentís más identificado/a y por qué; cuál te parece
muy lejana a vos, a tu sentir y pensar; con cuál otra canción y/o cantautor/a te sentís indentificado/a y
por qué.

Construcción de la personalidad moral autónoma y desarrollo del juicio moral

El Desarrollo del juicio moral según Kohlberg

Lawrence Kohlberg desarrolló una teoría psicológica del desarrollo moral fundamentada
en las propuestas filosóficas racionalistas y liberales de Kant y Rawls, así como en los
modelos cognitivo-evolutivos de Piaget y Mead. Su teoría ofrece una comprensión
sistemática y profunda de la forma en que los niños razonan moralmente.

La moralidad como justicia

Aunque la teoría Kohlberg ha sido caracterizada, empezando por él mismo, como una
teoría del desarrollo del juicio moral, se la comprende mejor como una teoría sobre el
desarrollo del juicio sobre la justicia de las acciones y decisiones.

Kohlberg asumía la moralidad como un campo en el que las personas enfrentaban


continuamente situaciones de dilema y conflicto entre deberes y obligaciones que
competían entre sí, y en el que los conflictos surgían de la disparidad de perspectivas e
intereses existente entre las personas. Este supuesto era especialmente significativo para
Kohlberg, quien, como muchos de sus contemporáneos, veía con temor los muchos
ejemplos históricos en los que las formas dominantes de resolver los conflictos
comprometían los derechos básicos de las personas a la libertad y la dignidad. El Holocausto
fue sin duda el caso más extremo y Kohlberg era especialmente sensible a él.

Siguiendo la ética kantiana y las propuestas contemporáneas de la ética discursiva,


Kohlberg entendía la virtud de la justicia como la resolución de los conflictos de forma
tal que se equilibraran los derechos que las personas demandan para sí a través de la
búsqueda moral de:
la igualdad (“Trata las demandas de cada persona imparcialmente, con independencia de su
posición social”); la reciprocidad (“Trata a las otras personas de la misma manera como
quisieras ser tratado en esa situación”) ; el respecto a la dignidad (“T rata a cada persona
como un fin en sí mismo y no como un medio para otros fines”).

Este planteamiento filosófico se complementa con otro de tipo psicológico. Kohlberg


demuestra que la justicia es, a la vez, una estructura social de equilibrio en las
relaciones entre las personas y una estructura cognitiva, es decir, una estructura de
equilibrio en la representación mental que nos hacemos de los conflictos sociales y
morales. Cada una de las etapas de desarrollo del juicio moral descritas por él contiene
una concepción subyacente de la justicia y una forma específica de equilibrio entre los
esquemas de pensamiento de niño y los esquemas de los otros. A raíz de este engranaje
de la justicia como estructura social y como estructura cognitiva, Kohlberg plantea que el
desarrollo de la moralidad emerge no de la transmisión e inculcación de valores, sino de la
experiencia directa en el mundo social, en el que enfrentamos conflictos de justicia y
debemos pensar sobre ellos para comprenderlos y resolverlos.

Cuatro conceptos fundamentales: autonomía, universalidad, coordinación de


perspectivas e imparcialidad

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Kohlberg adopta el principio filosófico de la autonomía del sujeto moral y lo desarrolla
desde la teoría psicológica. En una primera instancia, esta autonomía significa capacidad de
autodeterminación basada en la propia conciencia. La esencia de la autonomía es que
las personas lleguen a gobernarse a sí mismas siguiendo sus convicciones e
independientemente de cualquier presión externa. Sin embargo, no puede haber moralidad
cuando se considera únicamente el propio punto de vista.

Para que tal autonomía sea moral, debe basarse en la consideración de las perspectivas de
los otros actores involucrados en los conflictos y debe operar bajo cierto grado de
imparcialidad. Sólo de esa manera se logra que los juicios autónomos no sean egocéntricos.
En contra de lo que suele dictar la opinión común, autonomía no significa actuar en función
del parecer propio. Por esta razón, Kohlberg caracteriza los niveles de juicio moral más
desarrollados como aquellos en los que el bien y la justicia se deciden integrando en la
propia conciencia las múltiples perspectivas relevantes, de forma tal que pueden llegar a
sostenerse unos principios éticos que se considera propios y que apelan, a la vez, a la
universalidad de la dignidad humana.

El énfasis que Kohlberg pone en la capacidad racional de tomar y coordinar diversas


perspectivas define el significado de su concepto de universalidad del juicio moral. Su
argumento es que, mientras hay una gran diversidad en el contenido de los juicios morales
d e las personas (los valores particulares o estándares de una cultura), se observa un alto
grado de generalidad y universalidad en la forma de estos juicios. La universalidad de un
principio moral reside en la reversibilidad del juicio que lo fundamenta. Las soluciones
morales equilibradas (justas) son completamente reversibles, de tal forma que los actores
de un conflicto podrían intercambiar posiciones y estar de acuerdo con esa solución.

Veamos a modo de ejemplo uno de los dilemas planteados por Kohlberg, en el que describe
la situación de Heinz, un hombre cuya mujer padece una enfermedad que requiere una
droga muy costosa para su tratamiento y que él no puede comprar. El farmaceuta que
produce esta droga no está dispuesto a venderla a un precio más bajo y, en consecuencia,
Heinz considera la alternativa de robar la droga para salvar a su mujer. En este ejemplo,
el argumento del esposo –privilegiar el derecho a la vida por sobre el derecho a la
propiedad – es reversible, porque podría ser aceptado por el farmaceuta; en cambio, el
argumento del farmaceuta – privilegiar el derecho a la propiedad sobre el derecho a la
vida – no es reversible, porque no podría ser reconocido como válido por los esposos. De
esta manera, para Kohlberg, la solución propuesta por el esposo es más justa que la
propuesta por el farmaceuta.

A partir de esta distinción, Kohlberg plantea que ciertos principios o criterios de validez de
los juicios morales son relevantes independientemente de la particularidad cultural del
contenido y que existen métodos de argumentación que permiten reconciliar las diferencias
en la construcción de acuerdos mínimos.

Ahora bien, la categoría de principios morales universales se restringe a unos pocos


principios procedimentales tales como “Trata a cada persona como un fin en sí mismo y no
como medio para alcanzar otros fines” o “Trata las demandas de cada persona con equidad,
independientemente de su posición social”. Es decir, no todos los valores morales pueden
ser considerados principios universales. Los principios morales universales son aquellos
que se refieren a la humanidad propia de cada persona, a la preservación de su vida y su
dignidad, y no a sus preferencias valorativas, que son variables en función de la cultura
(por ejemplo: respeto a los mayores, coraje, valentía, humildad). La justicia no es una
regla concreta de acción (“No mentir”), sino un modo general de tomar decisiones que
privilegia siempre la igualdad en materia de derechos humanos.

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Consideremos con más detalle lo que significa la capacidad de toma y coordinación de
perspectivas, tan central en la teoría de Kohlberg. Esta operación del pensamiento
permite ganar conciencia de los otros y tomar cierta distancia de los propios intereses,
relaciones y lealtades. A través de un desplazamiento hipotético para pararnos en el lugar
del otro, podemos diferenciar y coordinar todas las perspectivas implicadas en un
conflicto, y hacer abstracción de las especificidades menos relevantes para poder llegar a
acuerdos fundamentales sobre lo que resulta más justo. En dicha abstracción, las demandas
en conflicto pueden examinarse de forma menos apasionada y sopesarse más
equilibradamente. El logro más importante del ejercicio de tomar diferentes perspectivas
es moderar el juicio propio en virtud de la conciencia que ganamos del otro o, como vimos,
“reaccionar ante el otro como ante alguien igual a uno mismo y reaccionar ante la conducta
de uno mismo como si estuviera en el rol del otro”.

Con esto, volvemos al ideal de imparcialidad que caracteriza a este modelo de desarrollo
del juicio moral. El supuesto es que el proceso de toma y coordinación de perspectivas
permite construir una perspectiva equivalente a la de un espectador imparcial y ajeno a los
contextos particulares de cada uno de los actores. Imparcialidad y desprendimiento del
contexto son las condiciones fundamentales para ser equilibrado y justo en juicios y
decisiones; sobre todo, en una sociedad pluralista.

Las etapas del desarrollo del juicio moral

En el marco de la concepción ética esbozada anteriormente, Kohlberg investigó la forma


en que las personas razonan y toman decisiones en situaciones de tensión o conflicto moral,
o de dilema. Como resultado, propuso un modelo de desarrollo que describe cómo el
razonamiento de las personas sobre la justicia (lo que está bien o mal hacer en
determinadas circunstancias) se transforma desde sus formas más simples a sus formas
más complejas: no meterse en problemas > defender el interés propio > obtener
aprobación social > ser responsable ante la sociedad > honrar los contratos y acuerdos
establecidos con otros > actuar en concordancia con principios de justicia social.

En este modelo, se diferencian tres grandes niveles, cada uno de los cuales representa
una estructura lógica, una forma particular de razonar sobre la justicia: el nivel pre-
convencional, el nivel convencional y el nivel post-convencional. Cada nivel se subdivide en
dos etapas o estadios, una de iniciación de la lógica propia de ese nivel y otra de
consolidación. Así, Kohlberg propone un proceso de desarrollo cognitivo que atraviesa un
total de seis etapas de juicio moral cualitativamente distintas. Cada una de ellas es más
compleja que la anterior y, en consecuencia, permite solucionar problemas morales de forma
más sofisticada. Si comparamos las etapas, encontraremos que cada una de ellas comporta
una calificación frente a la anterior respecto de tres grandes elementos:

La lógica moral utilizada para tomar decisiones gana autonomía. Cada vez más, los
criterios propios se diferencian de los criterios de otras personas y las decisiones se toman
a partir de convicciones propias y no a partir de la obediencia a criterios externos.

El criterio de justicia es más abarcador y equilibrado. La justicia de las acciones y


decisiones se centra cada vez menos en el interés personal y, progresivamente, se
van reconociendo e integrando la perspectiva, las necesidades y los derechos de los otros
actores. Las decisiones son cada vez más reversibles, de forma tal que se puede llegar a
acuerdos que son sensatos y justos para todas las partes en conflicto.

La perspectiva social deviene más amplia y compleja. Los conflictos morales se van
contextualizando paulatinamente, lo que los hace cada vez menos concretos, fragmentados

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y circunstanciales. La persona se va reconociendo como parte de un sistema de
relaciones interpersonales y sociales más complejas, y comprende que su acción debe
guiarse por principios generales y no por preferencias circunstanciales.

1. El nivel pre-convencional: la primera y la segunda etapa


La primera etapa caracteriza a una persona centrada en sí misma, que obedece
criterios externos porque busca satisfacer y obtener una recompensa o porque teme un
castigo. Los niños de esta etapa confunden el pensamiento moral de la autoridad con el de
ellos mismos. Poco a poco, empiezan a incorporar la perspectiva de otra persona que se
diferencia de ellos y que, a la vez, integran en el juicio porque deben realizar negociaciones
con ella. Esta segunda etapa se caracteriza porque aparece la conciencia de que el “otro”,
cercano y concreto, tiene deseos y necesidades que busca satisfacer al igual que uno,
y por eso se requiere una negociación de la satisfacción personal frente a la satisfacción
del otro; se trata de un intercambio instrumental (el del “ojo por ojo, diente por diente”). Es la
etapa que corresponde a la mayoría de los niños de la escuela primaria. Estas dos
etapas constituyen el nivel pre- convencional, dado que la noción de ser parte de un
sistema social con convenciones a seguir es todavía muy precaria.
2. El nivel convencional: la tercera y la cuarta etapas
El nivel convencional tiene un rasgo cualitativamente distinto del anterior. La persona
que razona en este nivel se reconoce a sí misma como parte de un sistema social que
tiene una dinámica propia de regulación, con expectativas que satisfacer y normas que
cumplir para garantizar su buen funcionamiento y en consecuencia el bienestar
personal. En la tercera etapa, la persona se reconoce como miembro de grupos inmediatos
y específicos con los que se identifica: el grupo de amigos, la familia, etc. Se actúa
correctamente porque se quiere ser reconocido como “una buena persona” al ayudar al
grupo y ser solidario con éste; la persona espera que los demás actúen de la misma
manera, porque asume que ellos también serán leales, “buena gente” con los demás. De
esta etapa de confianza y expectativas interpersonales mutuas —característica de la
adolescencia—, se pasa a una cuarta etapa. En ella se desarrolla la conciencia de ser
miembro de una sociedad o de un sistema social más abstracto y complejo que los círculos
personales inmediatos, el cual se regula mediante normas y leyes que ayudan a mantener el
orden y la cohesión del conjunto de la sociedad y, en consecuencia, el bienestar de cada uno
de sus miembros. Frecuentemente, la preponderancia de las convenciones sociales
preexistentes, o bien en el grupo inmediato o bien en la sociedad; la importancia de cumplir
con estas expectativas y el carácter casi sagrado de la regulación y el orden hacen que el
individuo se desdibuje en el nivel convencional.
3. El nivel transicional:
Este nivel es posconvencional, pero todavía no de principios. La elección es personal,
subjetiva y cambiante. Se basa en las emociones, la conciencia se considera como arbitraria
y relativa, al igual que las ideas como “deber” o “moralmente correcto”. En este estadio la
perspectiva es la de un individuo que se sitúa fuera de su propia sociedad y se considera
como un sujeto que toma sus decisiones sin un compromiso general o contrato con la
sociedad. Uno puede tomar y elegir obligaciones que están definidas por sociedades
particulares, pero no tiene principios para tal elección.
4. El nivel post-convencional: la quinta y la sexta etapas
En el nivel post-convencional se resolverá el mencionado desequilibrio mediante una
recuperación de la importancia de la perspectiva individual, de la autodeterminación y el
obrar siguiendo principios morales que trascienden las convenciones sociales. De esta
manera, se pasa a la quinta etapa, la del contrato social entre individuo y sociedad, en la
que se busca el bienestar social e individual ajustándose a la ley por la conciencia de que
todas las personas de la sociedad se benefician con el comportamiento moral del resto
de sus miembros. El individuo reaparece cediendo parte de sus derechos ante los
derechos de los demás, con lo que quedan protegidos los derechos de todos. Pero ahora

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se pregunta por la génesis o el origen de las convenciones y por su justicia, lo que
permite un replanteamiento de la tensión entre el individuo y la sociedad, y entre la sociedad
y la humanidad.

Mientras que en el nivel convencional el individuo identifica las normas morales correctas
con las propias de su comunidad, en el post-convencional puede diferenciar convenciones
de su cultura de principios universalistas y, si es necesario, adoptar una posición crítica
frente a ellas. Se trata de una posición más libre frente a las convenciones, que sabe
puede cuestionar y transformar si resultan injustas, aunque se sienta obligado con ellas
mientras no se transformen. En la quinta etapa, se reconocen la universalidad de los
derechos humanos y el acuerdo o contrato democrático, fundamento de las democracias
liberales.

La sexta y última etapa, de carácter más bien hipotético, surge de la comprensión del valor
del ser humano, de su dignidad como ser humano, comprensión que lleva a asumir con
compromiso los principios éticos que ofrecen los criterios para evaluar las demandas,
tanto sociales como individuales, para guiar la acción y justificar la decisión tomada

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