Antiguas Culturas
Antiguas Culturas
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ANTIGUAS CULTURAS
En la segunda mitad del siglo XIX, con el desarrollo de las ciencias antropológicas y
de los estudios americanistas, comenzaron a surgir modernas hipótesis acerca del origen del
poblamiento americano. Las publicaciones americanistas comenzaron a proliferar, siendo
sus teorías el centro de las discusiones.
Dentro de todas aquellas teorías surgidas de investigaciones y discusiones, las que han
tenido más trascendencia han sido:
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Esta teoría se apoya principalmente en el parecido de los indígenas americanos con los
hombres asiáticos: cabellos lacios y oscuros, ojos rasgados, pómulos anchos y salientes,
dientes en forma de pala, poca vellosidad facial, etc.
En todo caso se plantea que a pesar de que las teorías expuestas anteriormente suelen
ser las más aceptadas hoy en día, se reconocen errores en las fechas (especialmente en la
teoría de Hardlicka) y las diferentes teorías acerca del origen del hombre americano siguen
siendo discutidas.
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algunos casos, desarrollaron una producción textil importante y comenzaron a
experimentar con ciertos vegetales.
Formativo: Es el equivalente americano del Neolítico asiático y europeo. Este
estadio se identifica con la aparición de la agricultura, lo que permitió el desarrollo
de la sedentarización de la población, la mayor presencia de aldeas, el desarrollo de
tribus y señoríos, y la aparición de las primeras formas de diferenciación social,
asociadas a la existencia de distintas funciones económicas. En el formativo se
establecieron las primeras formas políticas, a través de instituciones provisionales.
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En los andes centrales, recientes investigaciones dan cuenta de una civilización que
que desarrolló una importante arquitectura y una agricultura de regadío, ubicada en
la costa de Chinchaysuyu alrededor del 2500 a.C.
Hacia el 1400 a.C. se desarrolló la primera difusión importante de elementos
culturales en la zona, proveniente del centro Chavín de Huantar, en el norte del
altiplano peruano.
Ya hacia el 400 d.C había en la zona diversos pueblos con desarrollo variable y que
al parecer se organizaban en señoríos que eran rivales militares y tenían contacto
comercial, entre los que se pueden destacar: Moche en la costa norte, Nazca en la
costa sur, Recuay en el altiplano norte y Huarpas en el altiplano sur.
Entre el 600 y el 900 se desarrolló el segundo gran movimiento de unificación
cultural en la zona, asociado a
dos complejos: Tiahuanaco, en
la orilla del lago Titicaca
boliviano, y Huari, en el
centro-sur del altiplano del
Perú. El culto que adquirieron,
relacionado al culto al “dios
sol” a través de la puerta del sol
representaba una religión
politeísta y que luego adquiriría
características expansionistas.
Tiahuanaco y Huari llegarían a
ser un imperio que se derrumba
en el 900.
MAYAS:
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clásico en 250 d.C. En cuanto a su decadencia, hay una serie de teorías que especulan
sobre su desaparición. Se habla, principalmente de una crisis en el 1000 asociada a
guerras entre “ciudades-estado”, y desde entonces recibieron mucha influencia Tolteca,
desapareciendo como civilización como tal.
Organización política: Tenían como centros cívicos a las “ciudades-estado” (Chichen
Itzá, Copán, Tikal). El jefe era el Halac Uinic, el cual se apoyaba en una nobleza.
Sociedad:
a) Nobleza urbana, comerciante y militar, y sacerdotes, que vivían en los alrededores de
los centros ceremoniales.
b) Artesanos y comerciantes.
c) Campesinado.
d) Esclavos obtenidos en guerras entre ciudades
Religión: El culto a las estrellas, que consistía en columnas de piedra tallada, en la
que conmemoraba a gobernantes y se adoraba a dioses. Eran de religión politeísta,
donde el principal dios era Itzamna. El culto se hacía en pirámides abovedadas.
Economía: En agricultura, practicaron el sistema de roza principalmente, pero
también se desarrollaron cultivos en terrazas. Tenían intercambios con Teotihuacan y
los Toltecas, principalmente. Los granos de cacao eran unidades de valor.
Cultura: Desarrollaron sistema de escritura en jeroglíficos. Uso del calendario solar
(365 días), ritual (260 días) y un sistema de medición del tiempo en el largo plazo, que
iba de los 360 a 144000 días. Tenían un importantísimo desarrollo de astronomía y
matemáticas.
AZTECAS:
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Religión: Politeísta. Prácticamente cada actividad natural y humana estaba
encarnada en un dios. Tres temas originaron el panteón azteca: a) Creatividad celeste,
encarnada en Ometeotl (el creador bisexual),
Tezcatlipoca (dios supremo) y Xiuhtecuhtli (dios
del fuego); b) Fertilidad agrícola, donde estaba
Tlaloc (productor de la lluvia), Ehecatl (dios del
viento) y Centeotl (dios del maíz); c) Guerra y
sacrificios sanguinarios al sol, aquí los dioses
principales eran Tomatiuh (dios del sol),
Huitzilopochtli (dios de la guerra) Muctlantecuhtli
(dios de la muerte). Quetzalcóatl era el dios supremo.
El desarrollo de las llamadas “Guerras Floridas” tenían como objetivo la captura de
prisioneros para sacrificios para renovar la ofrenda original de los dioses que formaron
el sol y la luna, quienes hacían que el sol se mantuviera activo (los Aztecas vivían en
una era que denominaban “sol en movimiento”, que les exigía el sacrificio).
Economía: Principal cultivo el maíz. Utilización de técnicas como el palo plantador
y la chinampa (“jardín flotante”). Desarrollo de artesanía textil sobre base de algodón y
magüey (de la cual también se elaboraba el licor “puelque”).
Principal mercado el de Tlatelolco, donde llegaban muchos comerciantes (Pochtecas,
que en la escala social estaban al nivel de los Pipiltin) que se organizaban en especies
de gremios. También usaron los granos de de cacao como valor de cambio, aunque en
ellos predominaba el trueque.
Cultura: Desarrollaron un sistema de escritura pictográfica en papel de higuera o en
hoja de algodón. Importante conocimiento de plantas medicinales.
Ubicación: Desde el sur de Colombia hasta el centro de Chile, desde la costa hasta el
altiplano andino. Chinchasuyu (norte), Antisuyu
(este), Cuntisuyu (oeste) y Collasuyu (sur).
Origen y devenir: Fundación de Cuzco hacia el
1200, donde hasta el 1438 eran un pueblo más dentro
del contexto andino. Bajo el reinado de Pachacuti
(1438-1471) comienza la expansión imperial. Sus
sucesores, desde Topa Inca, pasando por Huayna
Cápac y hasta el último emperador Atahualpa (luego
de disputar una guerra civil contra Huáscar)
incorporan la totalidad del imperio hasta la llegada de
occidente.
Organización política: a) Inca, considerado un ser
divino (Sapa Inca o Inti Cori), todo le pertenecía a él;
b) Prefectos de las cuatro zonas del imperio (Apo); c) Gobernadores provinciales
(Tokrikoq), quienes supervisaban a los jefes locales o “curacas” que gobernaban a la
población repartida en diferentes ayllu (familia). Desarrollo de colonos o “mitimaes”,
los cuales eran poblaciones que se trasladaban a vivir a los territorios recién anexados.
Importante sistema de comunicación a través de los “chasquis” o mensajeros, que
viajaban por el llamado “Camino del Inca”. Todo este sistema de comunicaciones era
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fundamental para la conexión y mantención del Imperio en sus años post-clásicos
(como imperio).
Sociedad: Base de la sociedad en la familia
nuclear o “ayllu”. Estructura: a) Clase dirigente
(compuesta por el Sapa Inca y su familia); b)
Nobleza terrateniente; c) Población común,
trabajadores libres (Purej) que laboraban la tierra,
artesanía, el comercio o el ejército; d) Yanaconas,
que eran los criados de la nobleza y el emperador.
Religión: La forma básica del culto fue la que
hacían a sus antepasados. A nivel oficial se
practicaba el culto al Inti (sol) que era
considerado el antepasado del emperador o Sapa
Inca. El dios creador era Viracocha, y una serie de
divinidades como Killa (luna) e Illapa (trueno).
Los cultos se realizaban en templos (el más
importante ubicado en Cuzco, llamado
Coricancha) administrados por sacerdotes, donde el más importante era pariente del
Sapa Inca. El sacrificio humano existía para ocasiones muy especiales.
Economía: Cada ayllu poseía una parcela para el cultivo personal. El imperio se
sostenía con un impuesto de reciprocidad, ya que recibía tributos de los varones adultos,
pero entregaba a cambio comida, bebida y habitación. El trabajo normalmente se
dividía en turnos, que en quechua se llamaba mita, siendo los incas los pioneros en este
sistema. Entonces, en rigor cada ayllu entregaba tributos directamente al Sapa Inca. El
trabajo de los contribuyentes podía ir desde construcción de obras públicas hasta el
servicio militar.
La reciprocidad era un concepto fundamental en la economía incaica, ya que ellos no
conocían ningún tipo de moneda, por lo que se sustentaban con la producción de
diferentes bienes en los distintos pisos ecológicos, todo controlado a nivel estatal,
produciéndose un intercambio entre los dispersos asentamientos que existían. Es decir,
habían tantos ecosistemas en el imperio, que cada una se terminó especializando en un
tipo diferente de producción (por ejemplo, en la costa se intensificaba la pesca de
pescados y mariscos, y en el altiplano, el cultivo de papas), con el fin de luego
intercambiar estos productos, generando una dieta mucho más diversa para los incas.
Este sistema también puede llamarse “complementariedad vertical”.
Cultura: Sistema de contabilidad y escritura llamado “quipu”. Desarrollo de
calendario lunar, importante para los ritos religiosos. El quechua era la lengua oficial,
creando además un sistema de comunicación sustentado en tambos (lugares de
aprovisionamiento) y pucarás (fortalezas).
Aymaras:
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oasis (Pica, Azapa, Camarones, etc.) desarrollan la
agricultura, especialmente del maíz, papa, quínoa.
En el altiplano se practica el pastoreo con llamas y
alpacas, con un sistema de vida transhumante entre
el altiplano de Arica y Tarapacá, y valles Bajos en
“recuas” de llamas recorren largas distancias
alcanzando hasta el altiplano Boliviano, ejerciendo
comercio a larga distancia e intercambio cultural.
Son poblaciones andinas que explotan
simultáneamente diversos pisos ecológicos para
complementar su dieta y vencer los obstáculos
propios de las serranías andinas, climáticamente
hostiles y escasas de recursos. En resumen, se
practica una llamada “complementariedad
vertical” donde se intercambian los productos del
altiplano, los valles y las quebradas (tal como los
Incas).
Changos:
Ubicados desde el río Loa hasta el Aconcagua, este pueblo costero de hombres
anchos de espalda y con estaturas que oscilaban entre el 1,60 m en los hombres y los 1,45
m en las mujeres, tenía como principal actividad económica la pesca. Los changos se
desplazaban por las caletas del Norte, buscando mariscos en las rocas y aventurándose en el
mar para pescar. Cazaban incluso lobos de mar, valiéndose de arpones. También utilizaban
para la pesca redes hechas de los mismos intestinos de los lobos marinos o fibra de totora
trenzada.
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Con estas embarcaciones, los changos podían pasar días en el mar, incluso navegar
hacia el sur. Algunos fueron vistos hasta en la desembocadura del río Maule, en épocas
históricas más tardías. Su constante deambular por las costas del Norte los llevó a no
sobrepasar en grupos la docena de familias, por lo cual se deduce que tenían una
organización social a nivel de bandas, teniendo como núcleo básico la familia.
Atacameños:
1. El primero de ellos se sitúa entre los años 400 y 900 de la era cristiana, y se
caracteriza por el uso de adornos y vasos de oro.
2. El segundo periodo, entre los años 900 y 1200, muestra el empleo de una alfarería
negra pulida, la influencia de la cultura peruana Tiahuanaco y Tiwanaku, el empleo
de las tabletas para aspirar alucinógenos, con figuras esculpidas de hombres,
cóndores y felinos, y el uso del tambetá o adorno labial.
3. El tercer periodo, comprendido entre los años 1200 a 1500, recibe la influencia de la
cultura incaica y deja como exponente la construcción de fortalezas o pukarás de
piedra rodeadas de murallas con angostas calles y apretadas habitaciones.
Los atacameños vivían en un medio hostil, por la escasez tanto de la tierra cultivable
como de agua. Sin embargo, fueron agricultores, aunque también practicaron la pesca y la
caza con boleadoras.
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extremo inferior una hoja ancha y delgada de piedra. Las siembras eran realizadas en las
partes bajas de los Valles y quebradas. Debido a la escasez de éstas, tuvieron que utilizar
las laderas de quebradas y cerros, construyeron andenes o terrazas cuyos muros de
contención eran hechos de pircas en piedras. Complicadas redes de canales, alimentados
por estanques artificiales, aseguraban la irrigación de los andenes. Hay algunos inventos
agrícolas que parecen haber sido usados sólo por ellos, como el cultivo en Camchones, es
decir, tierras cavadas bajo la capa salina del desierto y humedecida por algunas
subterráneas.
En cuanto a los animales que habían domesticado podemos mencionar el cuy y algunas
aves: gansos, caiquenes, gallinetas y gallinas. El ganado pastaba durante el verano en los
pastizales naturales que crecían en las vegas cordilleranas. En invierno eran conducidos
hacia las quebradas costeras o de alta cordillera, donde pequeños embalses aseguraban la
fertilidad de los bofedales. Durante la noche los encerraban en corrales, de donde recogían
el guano para utilizarlo como fertilizante o combustible.
Los atacameños vestían ropas tejidas con lanas de llamas. Normalmente lo hacían en el
color natural de éstas, pero también los tejían en colores rojo, azul, verde y amarillo, con
los cuales intercambiaban en la trama del tejido y otros adornos o signos.
De bronce fabricaban cinceles para trabajar las piedras, pinzas depilatorias, hachas,
azuelas, cuchillos, cuchillos de forma semi lunar para cortar cueros, cencerros, etc. De
cobre, bronce y oro confeccionaban adornos personales: discos, placas que se sellaban
sobre el pecho, alfileres o tupus, con los cuales los vestidos, anillos, aros y brazaletes, vasos
y otros objetos cuyo uso estaba permitido sólo a los jefes o señores.
Una actividad atacameña de mayor interés es la actividad comercial, tanto entre sí, en el
intercambio entre la costa y el interior, como con los diaguitas al sur, y los indígenas del
Perú en el norte. Semejante intercambio significaba que los caracteres culturales de los
atacameños se difundieron a los pueblos vecinos y que los propios absorbieron rasgos
culturales ajenos.
Los atacameños vivían en pequeños y aislados villorrios de piedra; sus casas eran de
piedras, con una puerta y una pequeña ventana. El techo plano de fibras y barro, era
colocado sobre vigas de algarrobo o cactus. Poseían una sola pieza donde se cocinaba,
comía y dormía. Se tapaba con mantas o frazadas de lana. Los pueblos en su gran mayoría
estaban protegidos por murallas circundantes y pukarás pequeñas, cuya misión era guarecer
a la población durante posibles ataques.
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Por la forma de sus entierros, se puede inferir que poseían creencias en algún tipo de
vida después de la muerte, y que el funeral era un rito importante. Aun así, no es posible
determinar cómo se vestían en estas ceremonias.
Al parecer el ayllu era también el dueño de las tierras y el pastoreo y de las cabezas de
ganado, asignando a cada familia cierta cantidad de ellas para satisfacer sus necesidades de
lana y transporte. Rara vez los animales eran beneficiados para comerlos, ya que obtenían
carne de la caza de guanacos y aves.
Las tierras agrícolas eran trabajadas por hombres y mujeres. A los primeros
correspondía prepararlas y ellas las sembraban, regaban y recogían los frutos. Los niños se
encargaban de ahuyentar a los pájaros y pastorear los rebaños.
Varios ayllus, a su vez, componían un señorío que ejercía dominio sobre una extensa
área irrigada, a la cual defendían celosamente de los otros señoríos. Probablemente a esa
misma escasez de tierras cultivables se daba la necesidad de levantar pukarás y murallas
alrededor de las ciudades. Los atacameños conformaron varios señoríos, cuyos principales
centros debieron ubicarse en las orillas del río Loa como San Pedro de Atacama, Chiu-Chiu
y Lasana; en las quebradas del interior Ayquina, Caspana, Toconao, Ollagüe; Turi en la
vega del mismo nombre; Toconao y Peine en el margen occidental del Salar de Atacama.
Ellos, al igual que los del Altiplano, estaban bajo el dominio Inca.
Diaguitas:
En el siglo XVI los diaguitas eran un pueblo de agricultores ganaderos, que ocupan los
valles transversales desde Copiapó hasta el Aconcagua. Su característica más destacada que
los diferencia del resto, es la belleza de su cerámica. Estaban relacionados con los Diaguitas
argentinos y probablemente hablaban “kakán”, un idioma absolutamente extinguido.
Los diaguitas confeccionaron dos clases de tiestos alfareros: uno sencillo y sin
decoraciones, destinado a fines domésticos y otro utilizado en ciertas ocasiones, pintado
con motivos geométricos en rojo, negro y blanco. Sus formas incluían olla, pucos y vasos,
pero las más típicas fueron los jarros zapatos y
jarros patos. El primero tenía el cuerpo alargado
hacia un extremo, lo que contribuía a darle el
aspecto de un zapato; servía para cocer
alimentos. El jarro pato tenía la misma forma
(asemejándose a un pato nadando) y su
superficie está decorada con motivos
geométricos.
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Las sepulturas, testimonios de creencias de una vida ultraterrenal, estuvieron sujetas a
modificaciones a través del desarrollo cultural de este pueblo. Las más arcaicas eran
simplemente círculos de piedras grandes que rodeaban el cadáver; las de transición
muestran nichos excavados en la misma tierra, donde, para proteger al difunto, colocaban
pircas de piedra que servían de ataúd.
Los cultivos se daban con más frecuencia en los propios valles, irrigando las tierras por
medio de canales artificiales. En la costa, lo más probable es que utilizaran cabezas de
sardina como fertilizantes, así como en el interior lo hacían con guano de llama y alpaca.
Sembraban maíz, porotos, papas, quínoa, teca y calabazas. En sectores como Copiapó y
Huasco, cultivaban el algodón.
A su vez, el ganado les proporcionaba lana y carne, además de ser un clásico medio de
transporte. Llevaban productos vegetales de una región a otra, ayudando a mantener así una
transhumancia con desplazamientos estacionales de los rebaños y sus pastores (además
poseían perros llamados “chollos”); la búsqueda de mejores lugares de alimentación para el
ganado era muy importante. La dieta se complementaba con la caza del guanaco, la
chinchilla, perdices (y otros pájaros), además de peces (ya sea de ríos o de la costa). Cabe
destacar, además, que la fabricación de bebidas alcohólicas tenían una trascendencia a nivel
festivo y religioso para los diaguitas, por lo que fueron un elemento importante dentro de su
dieta. Éstas eran fabricadas del fruto del algarrobo y del maíz (de ahí la conocida chicha de
maíz).
Las chozas de los diaguitas estaban hechas de un armazón de palos cubiertos por ramas
y vegetales. Por el aspecto sobresalía, claramente, la choza del jefe que poseía más cuartos.
En las aldeas se levantaban una serie de silos, donde se guardaban semillas para las
siembras y comida de reserva (el jefe debía distribuirlas).
Eran un grupo de mapuches que ocupaban una zona comprendida entre el río
Aconcagua y el Itata. Vivían en pequeños caseríos y tenían como jefe de la comunidad a un
cacique.
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Ellos cultivaban el maíz, porotos, teca, calabazas, ají, quínoa, oca, maní y papa. A
diferencia de la situación de los pueblos de más al norte, la buena calidad de la tierra y la
abundancia de agua no les exigió una especialización. Intercambiaban productos con
poblados de la costa y no se caracterizaban por su belicosidad, a diferencia de los mapuches
(o araucanos).
Los picunches carecían de aldeas. Las chozas o “rucas”, que eran construidas con
ramas, afirmadas sobre armazones de palo y techo de juncos, cobijaban al núcleo familiar.
Este núcleo también poseía terrenos agrícolas comunes. En el interior de las rucas cada
persona dormía en el suelo, tendida sobre pieles y tapadas con frazadas de lana. La mujer
cocinaba sobre un fuego para ella y sus hijos.
Poseían pequeños rebaños de llamas que pastaban, y sólo en grandes festividades las
mataban para comer su carne y abastecerse de pieles. Normalmente sólo las utilizaban para
obtener lana.
Los picunches eran polígamos, ya que el hombre podía tener todas las mujeres que
quisiera, con la sola condición de que pudiera comprarlas. Esta compra tiene una
explicación netamente económica, ya que era la mujer la que cultivaba la tierra, tejía y
preparaba los alimentos. Era un sacrificio, pues, para el padre perder a una de sus hijas, ya
que veía disminuida su superficie de tierra cultivada, entre otras cosas. Es por esto que el
novio debía compensarlo por aquellas pérdidas con distintas ofrendas (llamas, frazadas,
etc.). La cantidad de cosas entregadas en forma de pago era previsto antes del matrimonio.
Luego del matrimonio, existía un sistema llamado el “mingaco”, consistente en que los
parientes y amigos levantaban la ruca que los recién casados debían tener. A cambio, se
alimentaba y festejaba con chicha de maíz a todos aquellos que hayan ayudado a la obra.
Más hacia el sur, los sistemas agrícolas cambian a causa de la mayor cantidad de lluvia
que hacía innecesario el regadío artificial. Se practicaba el sistema de roza, consistente en
derribar y quemar árboles, para que las cenizas sirvan de abono.
Los mapuches se localizaban entre los ríos Itata y Toltén. El idioma que todos hablaban
(incluyendo picunches y huilliches) es el mapudungún, así como compartían bastantes
elementos culturales. El aspecto general del mapuche está determinado por su robustez y
fuerza de carácter, cualidades que amalgaman la psicología más viril y de mayor energía
vital entre todos los pueblos del continente americano.
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El territorio está dividido en tres: Lavquenmapu,
Lelvunmapu e Inapire-mapu correspondiendo a la
costa, llanura central y precordillera respectivamente.
La división alude, por supuesto, a los grandes
sistemas ecológicos con que los mapuches percibían
su territorio.
Los butalmapus, o grandes territorios unidos tiene como base la división ecológica
prehispánica, pero su integración se logró ante la urgente necesidad de defensa política y
militar del territorio mapuche ante la amenaza hispana. Alcanzaron, a través de este medio,
niveles de discusión y toma de decisiones similares a los parlamentos.
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Existían varios tipos de espíritus. Por ejemplo, los huecuves eran los causantes de los
males y enfermedades. Creían en el alhue o ánime de los muertos, cuya vida era muy
relativa, ya que desaparecía cuando el cadáver se descomponía.
Los niños eran educados al aire libre. La crianza estaba enfocada en el desarrollo de la
fuerza con fines bélicos para los varones, para que pudieran convertirse en buenos
guerreros. Para las niñas, la preocupación mayor era que pudieran dar a luz a criaturas
sanas y fuertes.
La más honrosa forma de morir para los mapuches varones era, sin dudas, en la guerra.
Se pensaba que la muerte natural estaba destinada para las mujeres. Esto da cuenta de una
cosmovisión guerrera, donde el carácter bélico de este pueblo es piedra angular de su
cultura. La guerra era la principal tarea masculina. Las mujeres realizaban las labores
domésticas, se preocupaban de los cultivos y tejían.
Los juegos también formaban parte de la cultura en los mapuches. La chueca y la pelota
fueron los principales juegos de habilidad practicados. La chueca era una competencia en
que dos bandos de hasta veinte individuos por lado se disputaban la conducción de una
pelota de madera al campo contrario, impulsándola con un palo arqueado de coigüe. La
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cancha tenía 5 metros de ancho por dos cuadras de largo. El juego de pelota consistía en el
lanzamiento de una bola de madera esponjosa (como el corcho), procurando herir a los
bandos contrarios. La idea era esquivar el golpe sin perder el puesto.
Dentro de las numerosas reuniones y fiestas que celebraban, los mapuches demostraban
sus habilidades de oradores y recitadores. En estas fiestas se bebía chicha de maíz (las
mujeres mascaban los granos y lo escupían en grandes recipientes, dejando actuar a la
saliva como fermentantes), así como variados alimentos. La tradición oral de los
mapuches era muy importante no solamente en las fiestas, sino que en el día a día.
Tenían el mismo origen que los picunches, conformando antiguas cinías mapuches, con
un modo de vida agrícola. Se ubicaban al sur del río Toltén (de los mapuches), y su lengua
presentaba diferencias dialectales con sus vecinos de más al norte.
Chiquillanes:
Es un grupo étnico del sur andino que habitaba y circulaba por la banda occidental y
oriental de la cordillera de los Andes. Se les podía ubicar entre los 34º y 35º de latitud sur.
Entre los cronistas existe acuerdo en describirlos como un grupo de cazadores-
recolectores andino de elemental desarrollo cultural y poca densidad de población
alimentándose de raíces silvestres, de la caza del guanaco y otras especies, albergándose en
toldos de cuero. Además, se adornan con pinturas faciales y se visten con pieles para
resistir al clima.
Su contextura física era muscular y fuerte, la cara ancha y cuadrada, con la mandíbula
inferior dura, y los ojos hundidos.
Para cazar animales utilizaban no solamente arcos y flechas, lanzas y hondas, sino que
también las boleadoras, que eran tradicionales de la zona pampeana. Suelen recorrer
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grandes distancias en las pampas y espacios andinos, aprovechando la ventaja de manejar al
caballo.
Ellos confeccionaban sus vestidos de pieles de guanaco, los cuales eran curtidos,
aderezados y cosidos con nervio animal. Vivían también en toldos hechos de piel de
guanaco. En cuanto a su economía, practicaban el trueque con la gente del valle.
Poyas:
Para la pesca usaban arpones de distintos tipos. Por su parte, las mujeres portando
cestas se sumergían en el agua y caminaban por los roqueríos extrayendo mariscos y algas.
Las canoas eran pequeñas para todas las actividades realizadas y el tiempo que estos
pueblos estaban ahí (gran parte de sus vidas estaba en las canoas): medían 5 m de largo y 1
m de ancho y estaban hechas de corteza de roble. Los chonos se diferenciaban (por estar
más cerca de los huilliches) fabricándolas con troncos o tablas, asemejándose a las dalcas
chilotas.
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Onas (Selknam):
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¡MUCHO ÉXITO NIÑOS!
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