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Cherry Falls Series - 31 - 803 Wishing LN - Shaw Hart

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Sotelo, gracias K.

Cross
803 WISHING LANE
A CHERRY FALLS ROMANCE

Sotelo, gracias K. Cross


SHAW HART

Sotelo, gracias K. Cross


¿Cómo pudo salir tan mal una acampada?
Caroline Park se mudó a Cherry Falls para criar a su sobrina. Se
suponía que iba a ser un nuevo comienzo, un borrón y cuenta
nueva para ambas. Compró el Virgin Street Diner y pensó que
podría perderse en el trabajo y aprender a ser madre soltera.
Cuando finalmente cede a la petición de Charlotte de ir de
acampada un fin de semana, se supone que solo será una
excursión de una noche, pero cuando empieza a llover a cántaros
y Caroline ya no puede ver la carretera, se ven obligadas a parar
en la casa más cercana para pedir ayuda.
Lástima que para Caroline esa casa pertenezca a Heath Winters.
Heath Winters es rudo y un poco solitario. También es una espina
en el costado de Caroline y lo ha sido desde que se mudó a la
ciudad. Por desgracia para ella, no hay otra opción.
Heath ha deseado a Caroline desde que la vio por primera vez,
pero su falta de habilidades sociales no parece haber hecho más
que alejarla.
¿Será una noche lluviosa en su cabaña suficiente para que Heath
cambie las cosas y convenza a sus chicas de que deben estar con
él?

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 1
CAROLINE

—No te olvides de la mochila, bunny. — le recuerdo a Charlotte,


mi sobrina, mientras se levanta del asiento del coche.
Me sonríe y me coge de la mano mientras la ayudo a salir del
asiento trasero. En ese momento me doy cuenta de que tiene una
mancha de yogur en el labio superior y cojo una toallita para bebés
del asiento trasero y la limpio antes de cogerla de la mano y llevarla a
la guardería.
Soy la tutora legal de Charlotte desde que tiene poco más de tres
años. Mi hermano, Calvin, y su mujer, Shelby, murieron en un
accidente de coche. Se dirigían a unas cortas vacaciones, solo una
noche, y murieron. Era la primera vez que dejaban a Charlotte y yo
había prometido cuidar de ella. Supongo que debería haberme
preocupado más por ellos.
Mi hermano y yo siempre fuimos muy unidos. Fui su madrina
en su boda y la madrina de su hija. Me apoyó en la universidad e
incluso me mudé a Nueva York y viví cerca de él y de Shelby, con mis
mejores amigos, Sayler y Coraline.
Nuestros padres habían muerto cuando yo era joven y
estábamos solos Calvin y yo, así que cuando él falleció, yo era la única
opción que le quedaba a Charlotte. Mi hermano era unos años mayor
que yo y había sido él quien se encargó de cuidarme cuando ellos
murieron. Han pasado unos cuantos años y todavía creo que no he
conseguido dominar todo esto de la crianza.
Los primeros meses que fui su tutora legal fueron duros. Ambas
llorábamos todo el tiempo. Era difícil explicarle lo que había pasado y
por qué su madre y su padre no volvían. La llevé a tres terapeutas
diferentes antes de encontrar uno que parecía ayudarla, y también
hicimos terapia familiar juntas. Estaba dispuesta a hacer cualquier
cosa para ayudarla, pero ella era demasiado joven para comprender la
idea de que sus padres no podían volver.

Sotelo, gracias K. Cross


El terapeuta me dijo que sería mejor que esperara hasta que
fuera lo suficientemente mayor como para entender el concepto de la
muerte antes de volver a planteárselo. Hasta entonces, soy su madre.
—Hoy vamos a pintar, tía Caro. — me dice Charlotte mientras
me coge de la mano y salta junto a mí hacia la puerta principal.
— ¿Qué van a pintar?— le pregunto, sosteniendo la puerta
abierta y guiándola por el pasillo hasta su aula.
— ¡Nuestra familia! Y un castillo. O quizás una tienda de
campaña. Seremos nosotras este fin de semana cuando vayamos de
acampada. — dice emocionada.
Le sonrío, me encanta su entusiasmo. Su profesora, la Sra.
Newton, sonríe cuando Charlotte entra en el aula de un salto, se
cuelga la mochila y corre hacia sus amigos, que ya están sentados en
la alfombra alfabética de la esquina.
— ¡Adiós, bunny!— la llamo, saludando a la Sra. Newton antes
de salir corriendo hacia mi coche.
Charlotte y yo nos mudamos a Cherry Falls hace unos meses,
después de que comprara el restaurante del pueblo. Las dos
necesitábamos un cambio de ritmo y, cuando vine a ver el Virgin Street
Diner, me enamoré del pequeño pueblo.
A Charlotte también le encanta este lugar, y ese fue el gran
argumento de venta. Incluso la llevé a comprar una casa y eligió una
antigua casa victoriana pintada de color rosa pálido. Había una valla
blanca y unos gallineros en el patio trasero.
Ese fue otro gran argumento de venta. Charlotte está
obsesionada con los animales. Quiere adoptar a todos los que ve y, si
se saliera con la suya, tendríamos una docena de perros y gatos,
gallinas, gansos, una cabra mala al azar, algunos cerdos y un centenar
de conejitos. Seguro que es fácil saber cuál es su animal favorito.
Al final, solo adoptamos dos perros. Fuimos por uno, pero
estaban unidos y no podía separarlos. Intento decirme a mí misma
que eso enseña a Charlotte a ser responsable, ya que tiene que
ayudarme a darles de comer y a pasearlos.

Sotelo, gracias K. Cross


Mi teléfono empieza a sonar mientras atravieso la ciudad hacia
el restaurante y sonrío cuando veo el nombre de Sayler en la pantalla
de mi teléfono.
— ¡Hola!— respondo con una sonrisa.
— ¡Hola, boo! ¿Estás ocupada?— me pregunta y oigo el tintineo
de algunos platos de fondo.
Debe estar en casa con su novio Rooney. Lo conocí cuando vino
de visita con ella el mes pasado y parece un buen tipo. Hace feliz a
Sayler y eso es lo único que me importa.
—Nunca estoy demasiado ocupada para ti. ¿Cómo van las cosas?
— ¡Genial! Rooney y yo estábamos pensando en hacer un viaje y
alquilar una cabaña en algún lugar el próximo mes. Como sé que
siempre te vendría bien un descanso y Charlotte está obsesionada con
las acampadas, pensé en ver si querías acompañarnos.
—Oh, me encantaría acompañarlos en sus vacaciones en pareja.
— bromeo y ella se ríe.
— ¡No es así! Creo que Harvey se va a unir a nosotros y quizás
Gray y Nora. — dice, nombrando a otros dos chicos que trabajan en
Eye Candy Ink con Rooney.
— ¿A dónde van y cuándo?— pregunto, entrando en el
estacionamiento de la cafetería.
—Todavía no lo sabemos. Somos bastante flexibles y sé que con
Charlotte tienes más que coordinar, así que si quieres venir, podemos
trabajar a tu alrededor.
— ¿Puedo pensarlo y volver a llamarte esta noche? Tengo que
comprobar nuestros horarios.
— ¡Por supuesto! Luego hablamos, Caro.
—Adiós, Say. — digo riendo.
Estaciono en mi lugar junto a la puerta trasera del Virgin Street
Diner y me apresuro a entrar. Mis empleados, Ezra y David, ya están
dentro, ayudando a los clientes más madrugadores. Amelia, mi última
empleada programada para entrar, debería llegar justo a tiempo para
la hora del almuerzo.

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— ¡Buenos días, David!— Le llamo mientras paso por delante de
donde está cocinando.
—Buenos días. — me responde con un gruñido, con su conocida
gorra en la cabeza.
David es un tipo grande con una gran barba. Debería parecer
fuera de lugar en el restaurante de los años 50, pero de alguna manera
encaja bien. Trabajó aquí para el antiguo propietario y tuve la suerte
de convencerlo de que se quedara a trabajar conmigo.
Cuelgo mis cosas en la oficina de atrás, atando mi pelo negro en
una coleta alta antes de salir al piso.
—Hola, Ezra. — saludo al joven camarero.
—Hola, señora Park.
Ezra se sumerge en la cocina para coger más servilletas para una
mesa y yo me dirijo a la cafetera y empiezo a preparar otra olla ya que
nos queda poca.
El Virgin Street Diner ya está ocupado y me pongo a trabajar,
rellenando bebidas y tomando los pedidos de cualquiera que se siente
en el mostrador. Me aseguro de que las cafeteras no se agoten nunca
y de que todo el mundo salga.
El Virgin Street Diner es una cafetería de estilo retro, con el suelo
a cuadros rojos y blancos y una gramola en la pared del fondo. Incluso
hay una caja registradora de la vieja escuela junto al expositor de
postres.
Las cosas empiezan a calmarse alrededor de las 10 de la mañana
y ayudo a Ezra a rellenar los frascos de sal y pimienta en todas las
mesas y puestos. Amelia entra a las 11:30 y las cosas empiezan a
animarse de nuevo.
El Virgin Street Diner es uno de los lugares más populares de
Cherry Falls y solemos estar ocupados durante todo el día. Estamos
en medio de la calma de la tarde cuando él entra.
Heath Winters.
Viene todos los días alrededor de las 2 de la tarde y se sienta en
el mostrador. Ezra se está preparando para irse y Amelia está en la

Sotelo, gracias K. Cross


parte de atrás, rellenando los frascos de kétchup y mostaza, así que
solo estamos él y yo adelante.
— ¿Lo de siempre?— Pregunto mientras Heath se sienta.
Siempre pide lo mismo. La hamburguesa Holy Roller, de tamaño
medio, con papas fritas, un vaso de agua y un trozo de pastel de
cereza.
—Sí. — gruñe, acomodándose en el taburete de la barra. —
¿Cómo va tu día, Caroline?
Me lo pregunta todos los días. Por desgracia, las cosas suelen ir
en picado a partir de ahí. Termino de escribir su pedido en mi libreta
y lo añado a la cola.
—Bien. ¿Y tú?
—No me puedo quejar. — dice, tomando un sorbo de su agua
mientras la dejo frente a él.
Heath es un poco solitario. Es brusco y puede ser corto con la
gente. Él y yo empezamos con mal pie cuando llegué a la ciudad y
parece que nunca nos recuperamos. Sé que trata de ser civilizado,
pero siempre parece que me molesta.
— ¿Tienes planes para este fin de semana?— Me pregunta Heath
mientras le doy su trozo de pastel.
—Voy a llevar a Charlotte a Wild Ridge Mountain. Se muere por
acampar, así que iremos ahí a pasar la noche.
—Suena divertido. ¿Has acampado alguna vez?— me pregunta.
—Um, no, pero qué difícil puede ser, ¿verdad?
—Deberías pasar por Trading Post. Puedo hacerte un descuento
en algunos de los equipos y enseñarte a usarlos.
Su oferta me toma por sorpresa y me hace sentir un poco
inquieta. Normalmente, este es el momento en que dice algo para
cabrearme, como que le gusta más mi pelo recogido porque no parezco
tan acalorada, o que debería tomarme un descanso y levantarme más.
Sé que soy yo. Heath no es de los que son malos a propósito. Es
solo que me hicieron tantas preguntas sobre si realmente podría

Sotelo, gracias K. Cross


cuidar de Charlotte antes de que me permitieran ser su tutora legal, y
ahora cualquier indicio de que alguien dude de mis capacidades me
pone de los nervios.
Sé de lo que soy capaz y odio que la gente dude de mí.
Además, ¿quién le dice a una mujer que parece acalorada? De
acuerdo, tal vez sea un poco Heath.
—Uh, gracias. Tal vez te tome la palabra.
Llega su pedido y se lo paso al otro lado del mostrador,
deslizando su cuenta después.
—Voy a buscar a Charlotte ahora, pero Amelia te ayudará si
necesitas algo más.
—Gracias, Caroline. — dice en voz baja y, por un momento, mis
muros empiezan a desmoronarse.
Mentiría si dijera que no me atrae Heath. Es un chico guapo.
Alto, con un trabajo estable y una cabeza llena de grueso pelo castaño.
Eso es prácticamente un unicornio para una mujer de treinta años.
He estado luchando contra mis sentimientos hacia él, sin
embargo, porque no quiero molestar a Charlotte. Todavía nos estamos
acomodando aquí y no quiero arruinar eso. Diablos, todavía estoy
descubriendo cómo ser un padre y equilibrar la vida de madre y la vida
laboral. Además, no quiero que Charlotte sienta que no es la persona
más importante para mí. No quiero que dude de lo mucho que la
quiero.
Aun así, no puedo evitar echar una última mirada a Heath por
encima del hombro mientras me dirijo a coger el bolso.
Me mira con sus ojos verdes profundos clavados en mis ojos
azules y me quedo paralizada, atrapada en su mirada. Hay algo en la
forma en que me mira, pero no puedo descifrarlo.
—Perdona, Caroline. — dice Amelia, rompiendo el concurso de
miradas que estaba teniendo con Heath.
Me hago a un lado y dejo que lleve la bandeja de botellas de
kétchup antes de dirigirme a la oficina y luego a mi coche.
Cuando salgo de mi sitio, sé una cosa con seguridad.

Sotelo, gracias K. Cross


No puedo ir a su tienda por el material de acampada. Si lo hago,
podría perder mi corazón.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 2
HEATH

Veo que Caroline se da la vuelta y se dirige de nuevo a la cocina,


y mi corazón late con fuerza cuando desaparece de mi vista. Siempre
es así cuando la veo. Así ha sido desde la primera vez que puse mis
ojos en ella.
Todavía recuerdo la primera vez que entré en el Virgin Street
Diner después de que Caroline lo comprara. La miré y me enamoré
perdidamente de ella. Nunca he sido muy bueno con las mujeres, pero
realmente lo estropeé con mi dulce Caroline.
Cuando entré por primera vez, me senté en el mostrador,
esperando reunir el valor para invitarla a salir. Entonces, la niña que
coloreaba al otro lado del mostrador corrió a abrazarla y el parecido
familiar era tan fuerte que supe que eran parientes. Asumí que era su
hija y que mi chica estaba tomada y, así, todos mis sueños de estar
con esta chica se esfumaron.
Cuando tomó mi pedido, puede que fuera un poco corto con ella.
Estaba frustrado porque alguien se me adelantó y lo pagué con ella.
Ella había intentado ser amable conmigo, pero la cerré, dándole la
espalda. He estado pagando por ello desde entonces.
Caroline no está tomada. Debería haber buscado un anillo antes
de abrir la boca. He estado trabajando en volver a tener su gracia
desde ese primer día.
Hasta ahora, he fracasado.
Miserablemente.
Pensé que podía ser paciente, pero tal vez sobreestimé los límites
de mi paciencia. Sigo intentando hablar con ella, pero no se ha abierto
mucho a mí; no puedo decir que la culpe.
Mi mejor amigo, Jacob Sten, dice que tengo que aguantarme y
pedirle que salga. Dice que así es como consiguió a su mujer, Amelia.

Sotelo, gracias K. Cross


Estoy empezando a pensar que tal vez tiene razón. Necesito ser un
hombre y decirle lo que siento. Solo me estoy torturando a mí mismo
prolongando y anhelándola.
Pago la cuenta, me despido de Amelia con la cabeza mientras
salgo por la puerta y me dirijo a mi tienda, que está justo enfrente del
Virgin Street Diner. Paso por delante del Dr. Coleman en el
estacionamiento y me detengo a saludarlo. Está saliendo de su coche
y parece agotado.
—Hola, doctor. ¿Cómo le va?— le pregunto.
Suspira y se pasa una mano por el pelo. —Ocupado. Solo pasaba
a comer algo antes de volver a la oficina.
— ¿No ha habido suerte en la búsqueda de una nueva
enfermera?— Supongo y él asiente.
—He puesto un nuevo anuncio para una. Espero poder
encontrar a alguien pronto.
—Buena suerte. — digo, saludando con la mano mientras él se
apresura a entrar en la cafetería y yo me dirijo de nuevo al puesto
comercial.
Abro las puertas y entro, encendiendo las luces. El local es mío
desde hace casi una década. Lo compré justo después de mudarme a
la ciudad. El antiguo propietario estaba listo para jubilarse y yo
aproveché la oportunidad para comprarlo.
Cherry Falls es un típico pueblo pequeño. Todo el mundo conoce
a los demás y todos sus negocios. El índice de criminalidad es casi
nulo y nunca hay tráfico. Además, es precioso, con las montañas a un
lado y el agua al otro.
Los pueblos pequeños siempre me han gustado más que las
grandes ciudades. No me gustan las multitudes, y suelo hablar mejor
con la gente de tú a tú. La mayoría de la gente me llamaría brusco.
Tendrían razón, pero la verdad es que nunca sé qué decir a la gente,
especialmente a la que no conozco.
Algunas personas nacen con el don de la palabra, pero yo nunca
fui una de esas personas.

Sotelo, gracias K. Cross


Sin embargo, mis padres sí. Mi madre y mi padre nacieron y se
criaron en un pequeño pueblo como Cherry Falls. Vivíamos en las
montañas, en un pequeño lugar turístico, y tenían una tienda de
regalos y una pequeña heladería en la calle principal. Podían hacer
que cualquiera que entrara por la puerta se sintiera como en familia.
Era un regalo, realmente.
A mí me gustaba trabajar en la parte de atrás, donde podía estar
solo. Solo ha habido un puñado de personas con las que me siento
cómodo. Jacob y Caroline son los únicos que he conocido en los que
me he sentido a gusto nada más verlos. Tal vez por eso estoy tan
obsesionado con Caroline.
Me dirijo a la oficina de atrás, cojo otra caja de jerséis que tengo
que reponer y la llevo a la planta. Mientras trabajo, pienso en Caroline
y en cómo acercarme a ella.
Parece un poco tímida, al menos conmigo. Me pregunto si eso es
una buena o mala señal.
Suena el timbre de la puerta principal y alzo la vista y sonrío al
ver entrar a Jacob. Me saluda con la mano y dejo la caja de jerséis
sobre la encimera y me dirijo a él.
— ¿Qué haces aquí?— le pregunto con una sonrisa.
—Vine a ver si querías almorzar tarde conmigo, pero supongo
que ya has estado al otro lado de la calle. — dice y mis ojos se desvían
por encima de su hombro hacia el Virgin Street Diner.
—Sí, acabo de volver.
— ¿Por fin la has invitado a salir?— pregunta, pero sé que ya
sabe la respuesta a esa pregunta.
—Hoy no.
Jacob suspira, colgando la cabeza dramáticamente.
—Estaba ocupada. — intento defenderme y él solo gime.
—Me estás matando, hombre.
—Me estoy matando. — murmuro.
— ¿Por qué no muerdes la bala y se lo pides?

Sotelo, gracias K. Cross


—Es que no quiero que me rechace.
Jacob reflexiona sobre mis palabras y nos quedamos en silencio
durante unos minutos, ambos perdidos en sus pensamientos.
Finalmente, llega a una conclusión.
— ¿Por qué no te tomas un descanso, entonces? Reagrúpate.
Podrías ir a tu cabaña durante el fin de semana y descomprimirte.
Vuelve el lunes y ten un plan para invitarla a salir o seguir adelante.
Verte a ti mirándola a ella se está volviendo viejo, hombre.
Resoplo ante la última parte, pero estoy seguro de que tiene
razón. Le doy vueltas a sus palabras en mi cabeza.
Quizá tenga razón. Quizá lo que necesito es un descanso. Mi
subconsciente me recuerda que Caroline se va a llevar a Charlotte de
acampada este fin de semana y que probablemente estará cerca de mi
cabaña. Decido guardarme ese dato para mí.
Tal vez me encuentre con ella. Tal vez esa sea la señal que estoy
buscando. Si la veo, entonces debo invitarla a salir y dar el salto. Si
no, entonces tal vez tengo que tratar de superar mi encaprichamiento
con ella.
Encaprichamiento parece una palabra demasiado suave para lo
que siento por ella y no creo que pueda superarlo nunca.
—Sí, tal vez tengas razón.
—Claro que tengo razón. — dice Jacob con una sonrisa y me río
de su sonrisa chulesca. —Te dejo con tu media. Que tengas un buen
fin de semana.
Le saludo con la mano mientras se dirige a la puerta, haciéndole
saber que hablaré con él el lunes antes de que salga por la puerta y
cruce la calle hacia la cafetería.
Vuelvo a mi media, mientras me pregunto si realmente puedo
pasar dos días enteros sin ver a Caroline.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 3
CAROLINE

— ¡Deprisa, Tia Caroline!— grita Charlotte, corriendo hacia mi


coche.
—Ya voy, ya voy. — le aseguro mientras saco lo último que queda
del material de acampada y lo meto en el pequeño maletero de mi
coche.
Charlotte lleva pidiendo ir de acampada desde que su mejor
amiga Mónica se fue hace unas semanas. No tengo ni idea de
acampada, pero ¿tan difícil puede ser?
Acabé pidiendo prestados unos sacos de dormir, una tienda de
campaña y otros suministros a los padres de Mónica. No quería
enfrentarme a Heath.
Echo un último vistazo al patio antes de cerrar el maletero y me
dirijo a la puerta trasera del copiloto, asegurándome de que Charlotte
se ha abrochado el cinturón. Le pedimos a Gracie, mi mejor amiga de
la ciudad, que se pasara a ver a los perros, que los sacara a pasear si
tenía tiempo mientras estábamos fuera, y se mostró encantada de
ayudar. Me prometió que pasaría por aquí después del trabajo esta
noche, así que deberíamos estar preparadas. Todavía tengo la
sensación de que me olvido de algo, y no puedo deshacerme de esa
sensación mientras me pongo al volante.
—Esto va a ser muy divertido. — dice Charlotte con alegría, y no
puedo evitar sonreír y reír ante su evidente entusiasmo.
Al haber crecido en Nueva York, nunca he sido muy aficionada
a las actividades al aire libre, pero incluso yo tengo que admitir que
este lugar de las Wild Ridge Mountains es precioso.
Pasamos por Wildflower Falls y luego giramos y pasamos por la
estación de bomberos de Wild Ridge. Empiezo a preocuparme de que
nos hayamos perdido, pero entonces veo la pequeña señal amarilla de
Wild Canyon Camp Sites.

Sotelo, gracias K. Cross


Inmediatamente nos engulle el bosque y suspiro, tratando de
averiguar hacia dónde dirigirnos. Charlotte está ocupada hablándome
de todos los s'mores que va a hacer, y parece estar más emocionada
cuanto más nos adentramos en el bosque.
Por fin veo la oficina principal y estacionamos fuera. Charlotte
se acerca corriendo a la puerta principal, con los ojos desorbitados
mientras trata de asimilarlo todo. Solo tardamos unos minutos en
registrarnos y obtener nuestro número de camping, y luego nos
ponemos en camino.
Atravesamos el camping hasta llegar a nuestro lugar en la parte
trasera del terreno. Al principio me doy la vuelta y termino en la mitad
de la montaña antes de darme cuenta de que no estamos en el lugar
correcto. Muchos de estos caminos no están claramente etiquetados y
volvemos a bajar, encontrando finalmente el lugar correcto. Estamos
medio escondidos en el bosque, justo en la base de la montaña, y me
doy cuenta de que no puedo ver ninguna otra tienda de campaña o
campista. Es bastante tranquilo, pero aun así desearía que tuviéramos
vecinos en caso de necesitar ayuda con la tienda o la hoguera.
— ¡Ya estamos aquí, bunny!— Digo y rebota emocionada en su
asiento del coche.
Su cara está prácticamente aplastada contra el cristal cuando
entramos en el camping y estacionamos. Somos uno de los únicos
coches aquí, y me pregunto si tenemos suerte de tener privacidad o si
todos los demás saben algo que yo no sé.
Ya es tarde y sé que vamos a tener que darnos prisa para montar
todo antes de que anochezca, así que desabrocho a Charlotte de su
asiento del coche y abro el maletero, sacando la tienda de campaña y
una silla para que se siente.
Charlotte empieza a deambular inmediatamente por el pequeño
claro y le recuerdo que se quede cerca mientras yo me pongo a montar
la tienda.
Tardo unos treinta segundos en darme cuenta de que el montaje
es más complicado de lo que pensaba. Intento leer el pequeño folleto
de instrucciones, pero no parece ayudar.

Sotelo, gracias K. Cross


El cielo empieza a oscurecerse y me muerdo el labio inferior.
¿Seguiría considerándose acampada si solo durmiéramos en el suelo?
¿O en mi coche?
He levantado un lado de la tienda cuando suena el primer trueno
y Charlotte y yo nos sobresaltamos. El cielo se abre un segundo más
tarde y abandono la lamentable tienda de campaña, agarro a Charlotte
y corro hacia el coche.
Los dos estamos empapadas cuando subimos y arranco el coche,
subiendo la calefacción al máximo para ayudar a secarnos.
— ¿Significa esto que no podemos ir de camping este fin de
semana?— pregunta Charlotte y niego.
—Al menos hoy no, bunny. Tendremos que intentarlo otro día.
Hace un mohín y le digo que se quede quieta mientras salgo
corriendo a coger la silla y los palos de la tienda. La tienda se agita
con el viento, la agarro y la meto en el asiento trasero. Tendremos que
llevarla a casa y dejarla secar antes de devolvérsela a los padres de
Mónica.
Ahora ya sé por qué somos las únicas que han venido a acampar
hoy, pienso mientras abrocho a Charlotte en su sillita y pongo la
marcha atrás. Quiero volver al asfalto lo antes posible para no
quedarnos atascadas en el barro.
La carretera principal que nos lleva hasta aquí es de grava, lo
que no es bueno, pero es mejor que la tierra blanda del camping. Tengo
las luces de emergencia encendidas y los limpiaparabrisas al máximo,
y apenas puedo ver por dónde voy.
— ¿Estás bien, Bunny?— Pregunto y asiente, pareciendo
nerviosa.
Nada de lo que me rodea me resulta familiar y me pregunto si es
porque no veo nada o si me he equivocado de camino. No tengo
cobertura de móvil, así que no puedo buscar direcciones.
Disminuyo la velocidad cuando veo el semáforo de una casa y
decido parar y preguntar por una dirección. Tal vez sea alguien amable
y podamos esperar a que pase un poco de la tormenta con ellos.
Me meto en el camino y me giro para mirar a Charlotte.

Sotelo, gracias K. Cross


—Voy a subir a preguntar por una dirección, ¿de acuerdo?
Vuelvo enseguida.
Asiente, apretando su conejito de peluche contra el pecho. Debe
de haberlo cogido de su mochila cuando estaba recogiendo la tienda.
—Vuelvo enseguida. — le prometo mientras salgo y corro a través
de la tormenta hacia el porche.
Estoy segura de que parezco una rata ahogada cuando llego a la
puerta principal y suspiro mientras llamo. Luego espero. Cuando
nadie responde, me pregunto si pueden oírme por encima de la
tormenta, así que vuelvo a llamar.
Estoy a punto de darme la vuelta y volver al coche cuando la
puerta se abre y me quedo con la boca abierta.
—Sí, claro que esta es tu casa. — refunfuño mientras me quito
el pelo mojado de la cara y miro fijamente a Heath Winters.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 4
HEATH

Debo de estar soñando. Esa es la única manera de explicar que


Caroline estuviera de pie en el porche de mi casa, empapada.
La echaba de menos y pensaba en ella, como siempre, cuando
llamó a mi puerta. No la había oído por la lluvia torrencial, pero me
alegro de haberla oído por segunda vez.
—Sí, vivo aquí. — le respondo. — ¿Por qué no sales de la lluvia?
Me hago a un lado pero duda.
—Charlotte está en el coche. — dice, señalando por encima del
hombro su coche en marcha.
—Ella también puede entrar. De todos modos, no deberías
conducir con este tiempo.
Se muerde el labio, debatiendo, y la espero.
—De acuerdo. — dice antes de darse la vuelta y correr hacia su
coche.
Vuelve con Charlotte y su mochila unos minutos después y
sonrío a la niña mientras Caroline la pone en pie.
—Hola, señor Heath. — dice Charlotte con una sonrisa,
corriendo y rodeando mi pierna con sus bracitos. —Estábamos
acampando.
—Lo he oído. Siento que les haya llovido. — le digo y asiente.
—No pasa nada. Vamos a intentarlo más tarde.
—Bueno, deja que te traiga unas toallas y podrás secarte.
Caroline todavía está junto a la puerta principal y le doy una
sonrisa antes de ir a buscarles unas toallas. Vuelvo a salir y no puedo
evitar reírme cuando veo a Charlotte rebuscando en su pequeña

Sotelo, gracias K. Cross


mochila. Lleva un conejo de peluche desgastado bajo un brazo y una
bolsa de malvaviscos bajo el otro.
— ¡Mire lo que tenemos, señor Heath!— dice Charlotte con
entusiasmo, y tengo la sensación de que voy a encender un fuego para
que podamos hacer s'mores en algún momento de esta noche.
— ¡Yum! ¿Querías hacer malvaviscos?
Charlotte asiente, dando saltos y le envuelvo una toalla
alrededor de los hombros antes de pasarle la otra a Caroline.
—Séquense y yo encenderé el fuego.
Creo que tengo algo de leña seca en la habitación de atrás, así
que me dirijo ahí. Cojo unos cuantos troncos y rebusco hasta
encontrar los palos para asar los malvaviscos.
— ¿Necesitas alguna de las cosas de tu coche?— le pregunto a
Caroline mientras me agacho cerca de la chimenea.
—Eso depende. ¿Sabes cuánto tiempo se supone que va a llover
así?
—Uh, creo que podría ser todo el fin de semana, en realidad.
Los hombros de Caroline se hunden y trato de darle una sonrisa
amistosa.
—Las dos son bienvenidas a quedarse aquí todo el tiempo que
quieran.
—Gracias. — dice Caroline, dando unos pasos más hacia la
cabaña.
Empieza a mirar a su alrededor mientras Charlotte toma asiento
en el sofá e intenta abrir la caja de galletas Graham. Enciendo el fuego
y luego me dirijo al termostato de la pared y subo el aire para que no
estemos todos sofocados en unos minutos.
— ¿Lista para hacer tus s’mores, bunny?— pregunta Caroline y
Charlotte asiente, saltando del sofá.
La ayudo con las provisiones mientras Caroline recoge las toallas
y las cuelga en el respaldo de una silla de la cocina.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Han tostado malvaviscos alguna vez?— Pregunto y las dos
niegan. —No se preocupen, les enseñaré a hacer el perfecto.
Abrimos la bolsa de malvaviscos y pongo uno en el palo antes de
sostenerlo sobre el fuego. Me aseguro de que Charlotte no se acerque
demasiado al fuego. Una vez que el malvavisco está perfectamente
dorado, le pido a Caroline que nos pase unas galletas Graham y
chocolate y deslizamos el malvavisco entre las galletas.
—Ya está. — le digo, pasándole el s'more a Charlotte.
Me sonríe y le da un buen mordisco al s'more, llenándose
inmediatamente la cara de chocolate y malvavisco.
— ¡Está bueno!— Charlotte se ríe y le da otro mordisco mientras
yo me río y empiezo con el siguiente s'more.
Le paso el segundo s'more a Caroline y veo cómo lo muerde. Se
lame una mancha de malvavisco del labio inferior y tengo que apartar
la vista antes de avergonzarme.
La lluvia empieza a amainar, pero ya está completamente oscuro
y sé que Caroline y Charlotte no deberían conducir con este tiempo.
Tampoco estoy preparado para que nuestro tiempo juntos termine.
Parece que por fin consigo que Caroline me vea.
— ¿Por qué no cojo tus maletas del coche y te quitas la ropa
mojada?
Hay un momento de silencio incómodo mientras los dos
pensamos en su ropa mojada pegada a ella en ciertos lugares y me
aclaro la garganta, mirando de nuevo hacia el fuego.
—De acuerdo. — dice Charlotte con alegría.
—Gracias. — añade Caroline y podría jurar que se está
sonrojando.
Le quito las llaves del coche a Caroline antes de que pueda decir
algo más o de que se me ocurra alguna otra idea, y me dirijo a la lluvia
para coger sus cosas. Solo cojo las dos pequeñas bolsas de lona del
asiento trasero antes de volver a entrar a toda prisa.

Sotelo, gracias K. Cross


Charlotte parece cansada, le paso las bolsas a Caroline y les
indico que se cambien en el dormitorio. Mientras ellas lo hacen, yo
apago el fuego y limpio todas las cosas de los s'mores.
Charlotte vuelve a salir unos minutos después, vestida con el
pijama, y se acuesta en el sofá.
— ¿Estás bien abrigada?— Le pregunto y asiente con sueño.
Me levanto para cogerle una manta del armario del pasillo y,
cuando vuelvo, ya está profundamente dormida. La tapo con la manta
y me giro para ver a Caroline mirándome.
—Solo hay un dormitorio. Agarraré a Charlotte y ustedes dos
pueden tomar la cama. Dormiré aquí en el sofá.
— ¿Estás seguro? No quiero echarte de tu cama después de que
hayas sido tan amable de dejarnos quedarnos aquí.
—Estoy seguro, Caroline. No hay problema. De verdad.
Asiente y levanto suavemente a Charlotte y la sigo al dormitorio.
Caroline retira las sábanas y acuesto a Charlotte, apartándole el pelo
de la cara antes de taparla con la manta.
Caroline me sigue hasta la puerta y nos miramos por un
momento antes de dedicarle una pequeña sonrisa. Me inclino y podría
jurar que Caroline contiene la respiración cuando rozo mis labios
contra su mejilla.
—Buenas noches, Caroline.
—Buenas noches, Heath. — me susurra mientras me enderezo
y me dirijo al sofá.
Me tumbo con una sonrisa en la cara. Puede que los pies me
cuelguen por encima del sofá y ya me doy cuenta de que mañana
tendré un calambre en el cuello, pero la mujer de mis sueños está
durmiendo en mi cama y siento que acabo de dar un gran paso para
hacerla mía.
Ahora tengo que asegurarme de no hacer nada que estropee mi
progreso.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 5
CAROLINE

—Ojalá pudiéramos ir de campamento. — dice Charlotte con


desazón mientras mira por la ventana la lluvia que cae afuera.
Ha dicho esto al menos diez veces esta mañana y me preocupa
que esté molestando a Heath. Ha salido hace unos quince minutos y
no ha vuelto a entrar.
—Lo sé, bunny. Yo también lo sé, pero todavía hay tormenta ahí
afuera. Tendremos que intentar ir otro fin de semana. — le digo.
—O...— Dice Heath al entrar por la puerta trasera. —Podría
montar mi tienda aquí y podríamos acampar adentro.
— ¡Sí!— grita Charlotte entusiasmada mientras se apresura a
ayudar a Heath con las provisiones.
Me siento en el sofá, tomando el café que Heath preparó antes
de que me levantara esta mañana y los observo. Me ofrecería a echarle
una mano, pero no sé nada de tiendas de campaña y estoy segura de
que solo estorbaría.
Charlotte me sonríe mientras Heath coloca la última varilla en la
tienda y le devuelvo la sonrisa. Habría tardado al menos cuatro veces
más en montar la tienda.
— ¿Podemos hacer perritos calientes en el fuego?— Charlotte le
pregunta a Heath y él asiente.
Esta mañana nos ha hecho huevos, bacon y tostadas para
desayunar y me preocupa un poco que nos lo comamos a bocados.
—Tengo algo de comida y cosas en la nevera de mi coche. — le
digo, poniéndome en pie para salir a cogerla, pero él ya está en la
puerta.

Sotelo, gracias K. Cross


—Lo cogeré. Ya estoy un poco mojado por haber cogido la tienda.
— dice con una sonrisa un poco tímida mientras sale y se dirige a mi
coche.
Tarda un par de minutos en sacar la nevera del coche y, para
cuando vuelve a subir a la casa, está empapado.
Su camiseta negra se pega a él y se me hace agua la boca al
verlo. Tiene el pelo pegado a la cabeza y le caen gotas de lluvia por la
cara.

Quiero lamerle esas gotas.


Aparto la mirada de él y miro a Charlotte mientras Heath vuelve
a entrar. No puedo pensar así en Heath. Tengo que aclarar las cosas.
Me acabo de mudar a Cherry Falls no hace mucho. Tengo que
instalarme aquí, asegurarme de que Charlotte está bien y hacer que
la cafetería sea un éxito antes de pensar en salir con alguien.
Además, ¿y si salgo con Heath y luego rompemos? Sería muy
incómodo tener que seguir viéndolo todos los días, y como nuestros
negocios están literalmente enfrente el uno del otro, sé que nos
cruzaríamos mucho.
Observo cómo Heath y Charlotte trabajan juntos para sacar la
comida de la nevera. Vuelve a salir y regresa con unos palos para
cocinar en una hoguera y tres sacos de dormir.
—Te haré uno, Caroline. — me dice Charlotte cuando me muevo
para ayudarles y me río.
—Gracias, bunny.
Observo a los dos trabajar juntos y me sorprendo. Nunca pensé
que Heath sería bueno con los niños, ya que parece demasiado brusco
con los adultos, pero es paciente y amable mientras ayuda a Charlotte
con los perritos calientes.
— ¡Oh hombre! Lo quemé. — dice Charlotte y hago una mueca
al pensar en comerme ese.
—Me encantan los perritos calientes quemados. — dice Heath
enseguida. — ¿Puedo comerlo?

Sotelo, gracias K. Cross


Charlotte asiente, sonriendo mientras sostiene el palo y Heath
coge el perrito caliente, ahora arruinado, con un panecillo. Lo unta
con kétchup y mostaza y me muerdo una sonrisa cuando lo veo dar
un gran mordisco y hacer una ligera mueca.
Cuando Charlotte lo mira, le da otro gran mordisco, regalándole
una sonrisa.
—Está delicioso. Gracias, Charlotte.
Ella le sonríe, levantando el paquete de perritos calientes para
que la ayude con él. Desliza otro perrito caliente en el extremo de su
palo y lo devuelve al fuego. Esta vez, le ayuda a mantenerlo fuera de
las llamas y le enseña a girar el palo para que el perrito se cocine de
manera uniforme. Unos minutos después, ella tiene un perrito caliente
perfectamente cocinado y Heath se lo pone en un bollo antes de
entregárselo.
—Ahora solo tenemos que hacer uno para Caroline.
Heath se pone a trabajar en eso mientras Charlotte se come su
perrito caliente y yo me acerco, cogiendo un bollo para ayudarle
cuando lo aparta de las llamas.
—Gracias. — le susurro y espero que sepa que le estoy
agradeciendo algo más que el perrito caliente.
Me encanta ver a Charlotte tan feliz y me encanta que hayamos
podido ir de acampada. Todo eso se lo debo al hombre fuerte y rudo
que está a mi lado.
—Cuando quieras, Caroline.
Me retiro al sofá para comer mi perrito caliente. No estoy segura
de confiar en mí misma estando tan cerca de Heath. No puedo negarlo
por más tiempo. Me siento atraída por él. Lo he estado desde que
llegué a la ciudad, pero ahora tengo que hacer lo que es bueno para
Charlotte, y no creo que eso sea salir con Heath, ni con nadie. Al
menos no ahora.
El resto de la tarde transcurre entre malvaviscos, limpieza de
desorden y cuentos de fantasmas. A Charlotte le da demasiado miedo
hacerlas por la noche, así que todos nos metemos en la tienda con
linternas y lo hacemos a las tres de la tarde.

Sotelo, gracias K. Cross


A pesar de todo, Heath se porta bien. Es paciente con ella, se ríe
mucho de sus historias de fantasmas que no tienen ningún sentido y
la ayuda a limpiarse cuando se mancha la cara de malvavisco.
Admito que ha sido agradable no tener que hacer todo por
Charlotte yo sola. Ser una madre soltera es agotador y no sé cómo
alguien lo hace.
— ¿Hacemos más perritos calientes para la cena, bunny?— le
pregunto cuando ya es de noche, y ella asiente.
Esta vez me siento junto a ellos en el suelo, al lado del fuego, con
Charlotte entre nosotros. Esta vez conseguimos que no se queme
ningún perrito caliente, y no sé si es por toda la emoción de hoy, por
el fuego que crepita y calienta toda la habitación, por la lluvia que
golpea las ventanas y el techo, o por una mezcla de todas esas cosas,
pero pronto Charlotte empieza a dormirse.
—Quería dormir en la tienda. — dice Heath y asiento, abriendo
la puerta mientras él la coge en brazos.
La acuna suavemente contra él mientras ambos entramos en la
tienda y la metemos en el saco de dormir. Ni siquiera se mueve y sonrío
ante su cara dormida, inclinándome para darle un beso en la frente.
—Buenas noches, bunny. — le susurro y ella suspira, metiendo
el puño bajo la barbilla.
Sigo a Heath fuera de la tienda y echo un vistazo al salón. Es un
desastre, con envoltorios de caramelos, migas de galletas Graham y
restos de malvavisco en el suelo junto a la chimenea.
—Déjame ayudarte a limpiar. — le digo, dirigiéndome a donde vi
la escoba en la cocina.
—Puedo cogerla. — dice, intentando detenerme.
Su mano rodea mi cadera y mi respiración se detiene en mis
pulmones mientras lo miro. Nuestros ojos se encuentran y se pegan el
uno al otro mientras permanecemos inmóviles.
—Caroline. — susurra y no puedo aguantar más.

Sotelo, gracias K. Cross


Siento que todo mi cuerpo va a explotar si no siento sus labios
sobre los míos en el próximo segundo. Cada célula de mi cuerpo me
empuja hacia él y doy un paso más.
—Bésame de una vez. — le susurro, y al instante siguiente sus
labios están sobre los míos.
Sus labios son un poco ásperos, probablemente por el viento y
la lluvia de fuera, pero me encanta. Me rozan suavemente, sus manos
me rodean por la cintura y me acercan.
Mis manos se posan en su ancho pecho y noto los latidos de su
corazón bajo mi palma. Puedo sentir cada plano duro de su cuerpo y
cuando mi vientre roza cierta cresta gruesa de sus pantalones, no
puedo contener mi jadeo. Mis bragas empiezan a humedecerse con mi
excitación y me acerco a él cuando, de repente, oigo un ruido
procedente del interior de la tienda.
Heath y yo nos separamos de un salto mientras Charlotte sale
dormida de la tienda.
—Necesito ir al baño. — dice, con los ojos apenas abiertos y evito
la mirada de Heath mientras la ayudo a ir al baño.
Para cuando vuelvo, ya ha limpiado el salón y está poniendo otro
tronco en el fuego.
— ¿Vas a venir ya a la cama?— pregunta Charlotte y asiento.
—Sí, solo tengo que lavarme los dientes y ponerme el pijama.
— ¿Vienes, Heath?— pregunta Charlotte con dulzura y sus ojos
se dirigen a los míos.
Aparto la mirada de él y me dirijo al dormitorio para cambiarme.
Me apresuro a cepillarme los dientes y vuelvo a salir al salón. No veo
a Heath y me pregunto si estará en la cocina mientras subo a la tienda.
Hay tres sacos de dormir alineados dentro y Charlotte ya está metida
en el de la pared derecha.
Heath está en el otro lado, tumbado de espaldas, con el cuerpo
tenso. Me dedica una sonrisa tensa mientras me meto en el saco de
dormir del centro. Charlotte abre los ojos y me inclino y le doy otro
beso en la frente.

Sotelo, gracias K. Cross


—Buenas noches, Caroline. Buenas noches, Heath. — dice con
los ojos cerrados.
—Buenas noches. — decimos los dos y nos quedamos tumbados
en silencio.
Sé que aún está despierto y me devano los sesos tratando de
encontrar una forma de romper esta tensión entre nosotros, pero lo
único en lo que puedo concentrarme es en el insistente dolor entre mis
piernas.
Lo deseo. Mal.

No puedes tenerlo. Piensa en Charlotte. Piensa en lo que es mejor para ella.


Suspiro, dejándome caer sobre la espalda y mirando al techo. Es
realmente una pena que no pueda seguir con esto de Heath porque
estoy bastante segura de que me he enamorado un poco de él este fin
de semana.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 6
HEATH

Apenas dormí anoche. No con Caroline durmiendo a pocos


centímetros de mí, con su dulce aroma a clementina envolviéndome
como una manta. Unas cuantas veces se dio la vuelta y su saco de
dormir se acercó al mío. Cuando su aliento se abanicó sobre mi cara,
se me puso dura como una piedra. Cuando el dorso de su mano rozó
la mía, juro que estuve a punto de correrme solo con ese inocente
contacto.
Al final me desmayé y me desperté con ella envuelta en mis
brazos, con la cabeza apoyada en mi pecho y mis brazos rodeándola
como una prensa, apretándola contra mí.
Me había mirado, parpadeando el sueño de sus ojos y mi corazón
había empezado a acelerarse tan fuerte que sería un milagro que
pudiera oír algo más, especialmente con su oreja todavía presionada
contra mi pecho.
Estuve a punto de soltarle que la amaba en ese mismo momento,
pero me acobardé en el último segundo. Apenas había conseguido que
me hablara. Soltar que haría cualquier cosa para hacerla mía
probablemente solo la asustaría aún más.
Caroline no había dicho nada cuando nuestras miradas se
cruzaron. Parecía más sorprendida que yo por el hecho de que
aparentemente nos hubiéramos abrazado durante al menos una parte
de la noche anterior.
Se limitó a darse la vuelta, de espaldas a mí, y yo me quedé
mirando el techo de la tienda, preguntándome qué demonios debía
hacer ahora.
Charlotte se había despertado unos minutos después y, como la
lluvia había cesado, se estaban preparando para volver a casa. Había
insistido en hacerles el desayuno y ayudarlas a cargar el coche de
nuevo.

Sotelo, gracias K. Cross


Ahora estoy aquí de pie, mirando torpemente a Caroline
mientras se desplaza delante de mí. Charlotte ya se ha abrochado el
cinturón de seguridad del coche, ocupada jugando con su conejo de
peluche y mordisqueando alegremente unas galletas Graham que le di
para el viaje en coche.
—Gracias por todo. Las dos nos hemos divertido mucho y no
puedo agradecerte lo suficiente que nos hayas dejado quedarnos aquí
contigo.
—Cuando quieras. — le digo con sinceridad y, antes de
acobardarme, le suelto: — ¿Te gustaría ir a cenar conmigo alguna vez?
Parpadea, obviamente sorprendida, y hago una mueca de dolor.
Dios, qué mal se me da esto.
—Tengo muchas cosas que hacer con la cafetería y con
Charlotte. — empieza y asiento.
—Lo sé, pero tal vez ya es hora de que hagas algo por ti misma.
— le digo, esperando no estar sobrepasando los límites.
Veo lo mucho que da de sí misma a todo y a todos los demás.
Siempre está tan ocupada con la cafetería o ayudando a alguien del
pueblo que nunca se da un respiro. Solo quiero ayudarla a relajarse
y, con suerte, a divertirse un poco en el proceso.
—De acuerdo. — dice Caroline después de un minuto, con una
tímida sonrisa curvando sus labios.
— ¿En serio?— suelto y suelta una risita.
—Sí, probablemente tengas razón. Debería intentar dedicarme
algo de tiempo a mí misma.
Siento que la sonrisa amenaza con romperme la cara y me obligo
a bajar un poco el tono.
—Bien. ¿Te viene bien mañana por la noche?
—Sí, debería estar libre. ¿Podemos ir más temprano en el día?
¿Tal vez sobre las cuatro de la tarde?
Movería literalmente cielo y tierra para estar con esta chica. Salir
del trabajo unas horas antes no va a ser un problema.

Sotelo, gracias K. Cross


—Sí, está bien. Te recogeré entonces.
—De acuerdo, te veo a las cuatro de la tarde entonces.
Asiento mientras le ayudo a abrir la puerta del coche y se pone
al volante.
—Nos vemos mañana. — les digo a Charlotte y Caroline,
saludando con la mano mientras ella arranca el coche y empieza a
salir del garaje.
Charlotte sonríe y me saluda con la mano mientras se alejan, y
yo sonrío y les devuelvo el saludo hasta que el coche desaparece.
Vuelvo a entrar, limpio la cabaña y la cierro con llave antes de
volver a la ciudad. Paso por el Virgin Street Diner y sonrío al pensar
en lo diferente que es todo ahora que he vuelto a la ciudad.
Creo que las cosas finalmente están empezando a ir a mi
manera.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 7
CAROLINE

Ni siquiera había pensado en buscar una niñera para esta noche,


así que he tenido suerte de que Gracie se haya pasado hoy por la
cafetería para comer y se haya ofrecido a cuidar de Charlotte esta
noche. Es la florista del pueblo y había prometido que cerrar un poco
antes no sería un problema.
Nunca salí mucho con nadie y estoy tan acostumbrada a salir
con Charlotte que no había pensado en no llevarla a nuestra cita, pero
estuve de acuerdo con Heath en que necesitaba un poco de “tiempo
para mí”, así que llevarla con nosotros habría frustrado el propósito.
—Así que puede comer macarrones con queso o he dejado algo
de dinero en la encimera de la cocina por si quieres pedir una pizza o
algo. — le digo a Gracie mientras cojo mi bolso del gancho que hay
junto a la puerta.
— ¡Estaremos bien!— promete Gracie, con su sonrisa siempre
presente en la cara. — ¿Verdad, Charlotte?
— ¡Sí!— grita Charlotte y los perros empiezan a ladrar con ella.
Heath llama a la puerta un segundo después y tengo que
esquivar a los perros para contestar.
—Hola. — lo saludo, sonrojándome ligeramente mientras me
pasa un ramo de flores que seguro que le ha comprado a Gracie hoy
mismo.
—Hola. — dice, entregándome las flores y cogiendo a Remy y
Rory antes de que los perros puedan salir por la puerta.
—Muy bien, pórtate bien, bunny. Volveré en un rato. — prometo
mientras me agacho y agarro a Charlotte.
Se ríe mientras la abrazo y le lleno la cara de besos.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¡Diviértanse los dos! — dice Gracie, saludando con la mano
mientras cierra la puerta tras nosotros.
— ¿Preparada?— Heath me pregunta, tendiéndome la mano, y
sonrío, deslizando mi mano en la suya mientras me lleva a su
camioneta.
Me ayuda a subir y respiro profundamente. Su camión huele
como él. A aire libre, con un toque de algún tipo de colonia. Me vuelve
loca.
Se abrocha el cinturón y empezamos a recorrer las tranquilas
calles de Cherry Falls. Se dirige hacia Kissme Bay y yo enarco una
ceja.
— ¿Qué?— pregunta con una risa baja, una que retumba a lo
largo de mi piel.
—Solo me sorprende que no nos quedemos en Cherry Falls.
— ¿Dónde íbamos a ir? ¿Al restaurante para cenar?— pregunta
con otra risa y me uno a él.
Cherry Falls es bastante pequeño y las únicas opciones reales
para salir son el Fireside Bar and Grill, Virgin Street Diner o Cherry
on Top Ice Cream Parlor.
Intento relajarme mientras salimos del pueblo, pero sigo siendo
un manojo de nervios. Una parte de mí todavía está preocupada por
dejar a Charlotte por primera vez que no sea la escuela. Sin embargo,
sé que Gracie lo tiene cubierto. Es increíble con los niños y me
pregunto cuándo encontrará a alguien y sentará cabeza.
La parte más grande de mí está preocupada por si me
avergüenzo de mí misma y nunca podré volver a mostrar mi cara cerca
de Heath.
No tardamos mucho en llegar a Kissme Bay, ya que es el
siguiente pueblo. Heath aminora la marcha cuando entramos en el
pueblo y miro por la ventanilla, observando los diferentes escaparates.
No he estado nunca en Kissme Bay, pero hace tiempo que está
en mi lista de lugares a los que llevar a Charlotte.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¡Mini golf!— Digo con entusiasmo mientras pasamos por un
lugar llamado Dimpled Balls.
— ¿Quieres jugar?— Me pregunta Heath y asiento, pero ya está
entrando en el estacionamiento.
Me ayuda a salir de la camioneta y nos dirigimos a la puerta.
Solo hay otra pareja jugando en este momento, y ya están en el
séptimo hoyo, así que sé que no los alcanzaremos.
Paga y yo saco mi putter y mi bola, y cojo otra para Heath. Se
acerca con un papel y un lápiz de golf, y le paso su putter. No es hasta
que estamos en el primer hoyo que me doy cuenta de lo mucho que
echaba de menos jugar.
—Solía ir con mi hermano todo el tiempo en la escuela
secundaria. — digo, una punzada de tristeza me golpea.
—Entonces, ¿estás tratando de advertirme de que estoy a punto
de que me pateen el trasero?— pregunta Heath y le sonrío, agradecida
de que intente aligerar el ambiente de nuevo.
—Oh, sí. — digo riendo, golpeando mi bola y observando cómo
rueda por el green, se apoya en la pared y se detiene a unos
centímetros del hoyo.
Heath gime y sonrío, acercándome y metiéndola fácilmente.
Anota mi puntuación en la tarjeta antes de guardarse el papel y el
lápiz en el bolsillo.
Se agacha para colocar la bola y, cuando se levanta para
embocar, no puedo evitar reírme. Juraría que sus brazos son más
largos que el putter y que está tan agachado que prácticamente forma
un ángulo de noventa grados. Le veo sonreír mientras golpea la bola.
La golpea con demasiada fuerza y sale disparada hacia el green
del siguiente hoyo.
—Solo quiero recordarte que aún estamos en el primer hoyo. —
bromeo y él se ríe, dirigiéndose a golpear su bola de nuevo.
El resto del juego continúa así. No creo que Heath haga un hoyo
sin golpear al menos diez veces y, para cuando terminamos, su
puntuación es tres veces mayor que la mía.

Sotelo, gracias K. Cross


—Gracias, ha sido muy divertido. — le digo sonriendo y se ríe.
—Sí, lo ha sido.
Me encanta que acepte una broma y que no sea súper
competitivo. No sé por qué pensé que lo sería. Heath es la definición
literal de un gigante amable.
— ¿Qué hacemos ahora?— me pregunta, y compruebo mi reloj,
sorprendida al ver que hemos pasado cerca de una hora y media
jugando al minigolf.
— ¿Podemos comer algo?
—Por supuesto. — dice, tomando mi mano entre las suyas y
llevándome al Reef Beach Bar.
El local está justo enfrente del agua y todo parece estar pintado
de algún color neón. Heath me saca un taburete rosa neón y me subo,
viendo cómo coge el verde neón que está a mi lado.
La camarera se acerca a tomar nuestros pedidos unos minutos
más tarde y ambos pedimos hamburguesas con una Coca-Cola.
—Has vivido en Cherry Falls toda tu vida, ¿verdad?— le
pregunto, dando un sorbo a mi bebida.
—Sí. — dice con un movimiento de cabeza, sus ojos se fijan en
mi boca envuelta en mi pajita y mi cuerpo comienza a sentir un
cosquilleo mientras sus ojos se calientan.
—Probablemente has estado aquí un millón de veces entonces,
¿eh?
—En realidad no. Solía venir con Jacob a veces, pero siempre fui
más bien un solitario. Prefería estar en las montañas acampando o
algo así que rodeado de toda esta gente.
Asiento. Parece estar más cómodo en el bosque que en este bar
lleno de gente.
— ¿Y tú? ¿Ibas a muchos sitios como este cuando eras más
joven?
—Bueno, soy de Nueva York, así que, aparte de Coney Island, no
hay muchos lugares como este en la ciudad. Mis amigos Sayler y

Sotelo, gracias K. Cross


Coraline me arrastraban ahí a veces, pero siempre me sentía como
una tercera rueda.
— ¿Y eso por qué?— pregunta Heath con el ceño fruncido.
—Siempre fueron como hermanas. Las conocí cuando
estábamos en el primer año del instituto, y para entonces ya eran
mejores amigas desde hacía casi una década. Es difícil competir con
ese tipo de historia.
Llega la comida y los dos la probamos.
— ¿Qué te gustaba hacer en Coney Island?— pregunta después
de un minuto.
—La sala de máquinas recreativas. — respondo enseguida,
sonriendo al recordar las luces parpadeantes y las risas cuando
intentábamos ganarnos el uno al otro.
Sayler era terrible en los juegos. Se distraía y prefería estar en
movimiento que sentada fingiendo que conducía un coche de carreras,
pero a Coraline y a mí nos encantaba.
—Deberíamos ir a Holidaze Arcade después de esto. — sugiere y
asiento.
—Solo si estás seguro. — digo y él parece confundido.
— ¿Por qué no iba a estarlo?
—Me preocupaba que ya estuvieras harto de perder conmigo. —
bromeo y sonríe.
—Nunca.
Terminamos nuestra comida y Heath paga antes de volver a la
camioneta. El salón recreativo está justo enfrente del minigolf. Heath
estaciona y le echo una carrera adentro, riendo mientras me levanta
antes de que pueda llegar a la puerta.
— ¡Tramposo!— grito mientras entra primero y se ríe.
Cogemos algunas fichas y Heath me sigue mientras compruebo
todos los juegos. Cuando encuentro el de carreras, sonrío y tomo
asiento. Heath se acomoda en el asiento de al lado y sonrío mientras
pongo mis fichas.

Sotelo, gracias K. Cross


Estamos más igualados en el salón recreativo y para cuando nos
quedamos sin fichas, los dos estamos cansados y me duele el costado
de tanto reír.
—Vamos. Una parada más. — dice, tomándome de la mano y
cruzando la calle.
Nos acercamos a la noria de Frenchie. Ahora está toda iluminada
y me doy cuenta de que han pasado otras tres horas sin darme cuenta.
Me siento bien al pasar tanto tiempo sin preocuparme por Charlotte,
por la cafetería o por cualquier otra cosa.
— ¿Por qué decidiste traerme aquí para nuestra cita?— Le
pregunto a Heath mientras tomamos asiento en la noria y empezamos
a elevarnos en el aire.
—Me pareció que hacía tiempo que no te divertías mucho.
Siempre estás trabajando mucho y rara vez te veo sonreír. Solo quería
hacer algo para hacerte feliz.
El corazón se me desploma en el pecho al oír eso. Heath empieza
a sonrojarse y me doy cuenta de que he estado mirándolo fijamente
durante un minuto.
—Además… — dice, aclarándose la garganta. —… quería estar
preparado. No estaba seguro de si ibas a traer a Charlotte o no y, si lo
hacías, quería que ella también se divirtiera.
Eso lo hace.
Oírle decir eso me hace enamorarme de él en ese mismo
momento y no puedo evitarlo. Me inclino hacia él y mis labios rozan
los suyos mientras seguimos subiendo hacia el cielo.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 8
HEATH

Al día siguiente, entrar en el Virgin Street Diner es muy diferente.


Esta vez, cuando entro en la cafetería, Caroline me sonríe, sus mejillas
se calientan ligeramente y me pregunto si estará pensando en nuestro
beso de la noche anterior.
Tomo asiento en el mostrador y sonrío cuando Caroline me pone
el vaso de agua habitual delante de mí. Tengo que contenerme para
no agarrarla, arrastrarla por la barra y besarla, y creo que ella lo sabe.
Me guiña un ojo, se da la vuelta y se dirige de nuevo a la cocina para
hacer mi pedido y la veo irse.
Aunque anoche fuimos al pueblo de al lado para nuestra cita,
estoy seguro de que al menos la mitad del pueblo ya se ha enterado.
Para ser sincero, no puedo esperar a que todo el mundo se entere de
lo nuestro, pero tengo la sensación de que Caroline quiere hablar de
ello con Charlotte antes de que le lleguen las habladurías. Nunca
había salido con nadie, pero imagino que añadir un niño a la mezcla
cambia las cosas.
—Hola, Heath. — dice Ken.
Es el médico del pueblo y debe estar en su descanso para comer.
—Hola, ¿cómo va todo?— Pregunto, observando las ojeras que
tiene.
—Bien, manteniéndome ocupado. — dice, frotándose los ojos.
Parece que está a dos segundos de echarse una siesta en el mostrador.
—Hola, Heath. — dice Gracie, sonriendo conspiradoramente
mientras toma asiento al otro lado de Ken.
—Hola, ¿qué les traigo?— pregunta Caroline mientras deja mi
comida frente a mí y se dirige a tomar el pedido de Ken y Gracie.
—Café. — dice Ken, y veo que Gracie le lanza una mirada
comprensiva.

Sotelo, gracias K. Cross


—Tomaré un BLT y un trozo de ese pastel. — dice Gracie,
señalando el pastel de cereza que hay en la vitrina.
—Suena bien. Que sean dos. — dice Ken, sin molestarse en
levantar la cabeza del mostrador.
Como mi almuerzo, comparto miradas con Caroline a través de
la cafetería cada vez que puedo. También se detiene a hablar conmigo
siempre que tiene ocasión, pero no es suficiente. Ken y Gracie se han
ido y tengo que volver pronto al local comercial, pero no puedo ir.
Todavía no. No hasta que pruebe de nuevo a mi dulce chica.
Cuando parece que todo el mundo está ocupado, me deslizo
detrás del mostrador y me dirijo por el pasillo hacia la oficina trasera
a la que acabo de ver entrar a Caroline.
Cierro la puerta detrás de mí y sonrío cuando Caroline se levanta
y se acerca al escritorio.
—Hola. — susurro y suelta una risita.
—Hola. ¿Por qué estamos susurrando?
—Es que me pareció bien. — le digo, disfrutando del sonido de
su risa.
— ¿Sabes qué más se sentiría bien?— pregunta, con sus manos
en mi pecho mientras se apoya en los dedos de los pies.
—Uh-uh…— Susurro, y mis labios se encuentran con los suyos
en una suave caricia.
Sus manos se posan en mis hombros y los aprieta antes de que
se levante, enrede sus dedos en mi pelo y me acerque a ella. Le acaricio
la nuca, queriendo que estemos también más cerca.
Gime en mi boca cuando mi lengua se desliza por sus labios. El
beso es suave, dulce y sin prisas, y me encanta. Vuelvo a lamer el
borde de su boca, pidiéndole que me deje entrar. Se rinde con un
gemido, separándose para mí y dándonos lo que ambos queremos.
— ¿Caroline? La entrega de carne está aquí. — Amelia llama y
nos separamos, ambos respirando con dificultad.

Sotelo, gracias K. Cross


No nos separamos inmediatamente, pero sé que tiene que volver
al trabajo, así que le doy un último beso en los labios antes de
retroceder.
—Vuelve a cenar conmigo.
—De acuerdo. ¿Esta semana, más tarde? ¿Quizás el viernes o el
sábado?
—Perfecto. — digo, robándole un último beso. — ¿Por qué no las
saco a las dos mañana? No puedo aguantar hasta el viernes sin verte.
Caroline sonríe ampliamente y me encanta verla tan feliz.
—De acuerdo, si insistes.
—Sí, insisto. — digo mientras le cojo la mano y nos dirigimos de
nuevo a la cafetería con ella.
Se despide de mí con la mano mientras me dirijo a la puerta, y
prácticamente salto toda la calle de vuelta a Cherry Falls Trading Post.
Me sorprende encontrar a mi viejo amigo Graham esperándome
fuera del local cuando vuelvo de comer.
—Hola, hombre. No sabía que estabas en la ciudad. — le digo
mientras nos abrazamos y nos damos palmadas en la espalda.
—Solo pasaba por aquí y pensé en pasar a saludar, a ver si
querías comer o algo.
—Oh, acabo de comer, pero puedo tomar un café o algo contigo
si quieres.
—No, vamos a entrar y ponernos al día. Puedo coger algo cuando
salga de la ciudad.
Desbloqueo la puerta de la tienda y lo conduzco al interior.
— ¿Necesitas algo?— le pregunto mientras mira el local.
Graham vive en las montañas de Fallen Peak. No sé mucho de
su pasado, pero pasa por el pueblo cada pocos meses y siempre nos
ponemos al día.

Sotelo, gracias K. Cross


—Puede ser. Tendré que echar un vistazo. Tengo que
abastecerme antes de que llegue el invierno y todos nos quedemos
nevados ahí.
—Tenemos algo de equipo nuevo para acampar. Hay unas
planchas de gas que acabamos de recibir.
Graham asiente mientras se inclina, apoyándose en el mostrador
delantero.
— ¿Cómo te van las cosas? ¿Has hecho algún movimiento con la
chica de tus sueños de la cafetería?— pregunta con una sonrisa.
—De hecho, sí lo hice. Acabamos de tener nuestra primera cita
y vamos a volver a salir en unos días.
—Felicidades.
—Gracias, ¿y tú? ¿Alguna dama especial en tu vida?— Pregunto
y suelta una carcajada mientras sacude la cabeza.
—No, no hay muchas solteras elegibles en Fallen Peak.
—Quizá encuentres a alguien aquí abajo. — sugiero.
—Tal vez. — dice, pero me doy cuenta de que no lo cree
realmente.
En ese momento entran unos turistas y Graham se aleja para
ver el equipo de acampada. Me acerco para ayudarles, y al ver las
botas de montaña se me ocurre una idea para mi próxima cita con
Caroline.
Las compruebo y luego ayudo a Graham a sacar y llevar sus
provisiones a su jeep.
—Te veré la próxima vez que estés en la ciudad. — digo mientras
le doy la mano y él asiente.
—Nos vemos entonces. Puedes ponerme al día con la chica de la
cena.
—Me parece bien.
Le saludo con la mano mientras se aleja. Me distraigo un
segundo cuando veo a Caroline a través de las ventanas de la cafetería.

Sotelo, gracias K. Cross


Me saluda con la mano, sonriendo, y le devuelvo el saludo antes de
volver a entrar en mi tienda.
Pienso en Caroline durante el resto de la tarde. Cojo unas botas
de montaña que creo que les servirán a ella y a Charlotte y las apilo
detrás del mostrador para más tarde. Estoy deseando pasar más
tiempo con ella.
Me siento tan bien estando con ella. No supone ningún esfuerzo
y por eso sé que estamos hechos el uno para el otro.
Ahora solo tengo que convencerla de ello.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 9
CAROLINE

Sonrío ante mis nuevas botas de montaña mientras voy detrás


de Heath y Charlotte por el trillado sendero. Heath nos sorprendió a
las dos con las botas cuando nos recogió hace unas horas. A Charlotte
le encantan las suyas con los cordones rosas y no podía esperar a
ponérselas.
Había oído hablar de las cataratas de Wild Ridge Mountains pero
nunca había pensado en llevar a Charlotte ahí. Estar de nuevo en las
montañas me recuerda a la acampada y no puedo evitar una sonrisa.
Charlotte se agarra a la mano de Heath, parloteando sobre todo
lo que ve y Heath la escucha pacientemente. Está muy emocionada
por la posibilidad de ver algunos conejos en la naturaleza y espero que
podamos encontrar alguno.
Esta ruta de senderismo es muy fácil y solo tiene un kilómetro
de longitud, pero eso no impide que Charlotte pregunte si Heath puede
llevarla en brazos. Él accede y la deja subir a sus hombros para que
pueda ver mejor.
Mi corazón se aprieta al verlos juntos. Ha sido un gran ajuste
convertirse en madre soltera y ha habido muchas veces que habría
hecho cualquier cosa por algo de ayuda.
Sin embargo, siempre tuve demasiado miedo de traer a alguien
cerca de Charlotte. Acababa de perder a la mayor parte de su familia
y el terapeuta me había advertido sobre la posibilidad de traer a su
vida a personas que no se quedaran.
Necesitaba encontrar personas que estuvieran en ella a largo
plazo y creo que ese es Heath.
Espero que sea Heath.
Salimos frente a las cataratas, cerca del rocío, y me río mientras
Charlotte se ríe, contoneándose sobre los fuertes hombros de Heath.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Quieres bajar?— le pregunta, con una de sus pequeñas
manos en la suya, manteniéndola firme.
—Todavía no. Me gusta ser más alta que los demás. — dice con
una risita y él se ríe.
Caminamos por el borde y finalmente Charlotte quiere bajar. Se
agarra a la mano de Heath mientras se inclina y sumerge los dedos en
el agua fría.
— ¿Tienes hambre?— pregunta Heath cuando empezamos a
caminar de vuelta.
— ¡Sí!— grita Charlotte.
—Hay un pequeño café a la vuelta de la esquina al que podemos
ir.
—Suena bien. — digo mientras volvemos al coche.
No vimos ningún conejo en nuestra excursión y Charlotte estaba
un poco disgustada, pero Heath prometió llevarnos de vuelta a su
cabaña y dijo que podíamos ir de excursión y buscar algunos ahí. Sin
embargo, parece haber olvidado su decepción cuando Heath la lleva
de vuelta al coche.
La sujeto a su silla de seguridad e intento no reírme mientras
Heath intenta meter su gran cuerpo en mi pequeño coche. Tengo la
sensación de que pronto comprará una silla de coche para su
camioneta para no tener que mover la mía o seguir sacando mi coche
cuando estemos juntos.
Damos la vuelta a la esquina para ir al Pine Cone Café. Es un
pequeño y lindo lugar ubicado en el bosque y las montañas.
Es después de la hora del almuerzo, así que el lugar no está tan
ocupado cuando entramos. Nos sentamos en una de las mesas de
madera y Charlotte se acerca a Heath en el banco. El local es rústico,
con cabezas de animales en la pared y cortinas y cojines a cuadros.
— ¿De qué tienes hambre, bunny?— pregunto mientras cojo uno
de los menús de la mesa.
— ¿Puedo pedir pancakes?
—No estoy segura de que sigan haciendo desayunos.

Sotelo, gracias K. Cross


—Podemos preguntar. — dice Heath y sonrío mientras señala a
Aspen, la dueña de la cafetería.
—Claro, podemos hacerte unos pancakes, cariño. — dice Aspen
con una sonrisa y Charlotte rebota en su asiento.
—Tomaré la hamburguesa y una Coca-Cola. — digo mientras
vuelvo a deslizar mi menú en el soporte.
—Eso suena bien. A mí también. Gracias, Aspen. — dice Heath
mientras anota nuestro pedido y se dirige a la cocina.
— ¿Has estado aquí antes?— Le pregunto y asiente.
—Sí, a veces paso por aquí cuando voy o vengo de mi cabaña. La
comida siempre es buena.
— ¿Has pedido alguna vez los pancakes?— Charlotte le pregunta
a Heath y observo cómo se inclina y habla con ella.
—Sí, y el sándwich de huevo. Los dos están muy buenos. ¿Te
gustan los huevos?
Los dos hablan y siento que mi corazón late sin ritmo. Charlotte
siempre estuvo muy unida a su padre. Los dos eran prácticamente
inseparables y ver su vínculo con Heath me hace preguntarme si él es
bueno para algo más que para mí.
Charlotte se ríe, sonríe a Heath y es obvio que le gusta pasar
tiempo con él. Es tan bueno con ella. Es tan paciente y fácil de llevar.
Solía pensar en él como el tipo gruñón que me gritó la primera
vez que entró en la cafetería, pero se ha abierto mucho con nosotras
desde aquel primer encuentro. Tal vez solo tenía un mal día. No es el
solitario gruñón que el resto del pueblo parece creer que es. Al menos
no conmigo.
Es divertido, inteligente y amable. Me hace reír, me hace dedicar
tiempo a mí misma y es un gran modelo para Charlotte.
Es perfecto y creo que me estoy enamorando de Heath.
Aspen vuelve y nos pone la comida delante, pero se me hace un
nudo en el estómago ante mi revelación y observo cómo los dos se
ponen a comer.

Sotelo, gracias K. Cross


¿Cuándo ocurrió eso? No llevamos tanto tiempo juntos, así que debo estar
adelantándome a los acontecimientos.
Cuando se inclina y le limpia una mancha de queso de la cara,
me doy cuenta de que es más que eso.
Ya estoy enamorada de Heath.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 10
HEATH

—Gracias por llevarnos hoy. — dice Caroline mientras deja


entrar a Charlotte en la casa.
Rory y Remy ladran y se vuelven locos, intentando lamer la cara
de Charlotte. Ella se ríe y sale corriendo, con su conejito de peluche
agarrado con fuerza en la mano.
—Cuando quieras. Me he divertido mucho.
—Nosotras también. — dice, acercándose a mí y mi corazón
empieza a acelerarse.
—Yo también. — susurro mientras sus manos se posan en mi
pecho y ella suelta una risita.

Muy suave, Heath. ¿Por qué no le dices lo bien que te lo has pasado una vez
más para asegurarte de que te ha oído?
Sonríe, poniéndose de puntillas, y me encuentro con ella a mitad
de camino. Nuestros labios se unen y todo lo demás en el mundo
desaparece. Solo estamos Caroline y yo.
El beso es lento, como si ambos tratáramos de memorizar y
aprender el sabor y la sensación del otro. Entonces ella gime y pierdo
todo el control.
Oír ese sonido me vuelve loco, y me olvido de dónde estamos o
de que Charlotte está corriendo cerca. Introduzco mi lengua en su
boca, tomando todo lo que ella tiene para darme.
Los dos quedamos atrapados en la embriaguez de nuestro beso
y, como un drogadicto, no puedo resistirme a ella. Nunca quiero dejar
de besar a Caroline.
Los ladridos de los perros irrumpen en mis pensamientos y
Caroline se aparta, con la cara enrojecida mientras parpadea y da un
paso atrás. Empiezo a seguirla antes de darme cuenta de que

Sotelo, gracias K. Cross


Charlotte podría estar cerca, y no quiero que vea el bulto de mis
vaqueros después de besarme con su tía.
—Sabes, Charlotte tiene una fiesta de pijamas en casa de su
amiga el viernes por la noche. — dice Caroline, con la voz ronca y mi
polla gotea pre-semen en mis vaqueros. — ¿Quieres venir aquí y
hacerme compañía? Podría pedirnos una pizza y ver una película o
algo así.
Mi cerebro se engancha al o algo así en esa frase y puedo sentir
cómo mi polla empieza a hincharse aún más en mis vaqueros.

¿Quiere decir lo que yo creo que quiere decir? ¿O es solo una ilusión?
—Claro, suena divertido. ¿A qué hora y qué te gusta en la pizza?
La recogeré de camino.
— ¿Pepperoni y qué tal a las seis de la tarde? La dejo a las cinco.
—Me parece bien. Nos vemos mañana en la cafetería.
—Buenas noches. — dice Caroline, rozando otro beso en mis
labios antes de darse la vuelta y dirigirse al interior con Charlotte y
los perros.
—Buenas noches. — digo, dándome la vuelta y dirigiéndome a
mi camioneta.
Durante todo el camino de vuelta a mi casa, no puedo dejar de
sonreír. Sé que no llevamos mucho tiempo saliendo, pero ya no puedo
imaginarme mi vida sin ella y sin Charlotte.
Voy a la cafetería todos los días para comer esa semana, y me he
dado cuenta de que si voy después de la hora punta del almuerzo,
Caroline se sentará a comer conmigo. Así que ahora voy más tarde
para que podamos pasar más tiempo juntos.
Después de comer, solemos volver a su despacho y nos besamos
contra la puerta o su escritorio hasta que estoy seguro de que voy a
reventar los pantalones.
Puede que solo hayamos tenido dos citas oficiales, pero parece
que la conozco desde siempre. Encajamos perfectamente.
Me pregunto si Caroline puede decir que ya estoy enamorado de
ella.

Sotelo, gracias K. Cross


Estoy bastante seguro de que Charlotte se da cuenta. Me
preguntó si me iba a casar con Caroline hoy en el almuerzo mientras
Caroline estaba en el baño, y no quise mentirle, así que le dije que sí.
Charlotte había chillado ante eso, pero le hice jurar que guardaría el
secreto.
Estoy tan enamorado de Charlotte como de Caroline, aunque de
forma diferente. Es imposible no querer a la niña y, si no tengo
cuidado, voy a acabar comprándole una docena de conejos. Me
pregunto si ya sabe que me tiene muy agarrado.
Vuelvo a mi tienda, con ganas de hacer inventario para poder
salir temprano del trabajo el viernes. Nada me va a apartar de mi cita
con Caroline.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 11
CAROLINE

—Se llama Heath. — les digo a Sayler y Coraline mientras vuelvo


de dejar a Charlotte en casa de su amiga para que se quede a dormir.
— ¿Cómo se conocieron?— me pregunta Coraline, y me acuerdo
de la primera vez que conocí a Heath.
No nos habíamos hecho exactamente amigos de forma rápida,
pero no puedo negar que siempre me he sentido atraída por él. Mi
cuerpo siempre se sonrojaba y sentía un cosquilleo cada vez que él
entraba en la cafetería, y cada vez que podía sentir sus ojos sobre mí.
—Es un habitual de la cafetería. — les digo y se quedan
boquiabiertas.
—Me muero de ganas de conocerlo. ¿Van a venir al viaje? Rooney
dijo que había encontrado una cabaña lo suficientemente grande para
todos nosotros. — dice Sayler y me muerdo el labio inferior.
¿Es demasiado pronto para pensar en hacer viajes juntos?
Mi cuerpo y mi corazón dicen que no. Lo quieren y no quieren ir
despacio. He visto lo bueno que es con Charlotte y no se puede negar
que me hace reír y que me divierto con él.

¿De verdad puedo precipitarme? ¿Dejarme guiar por mis emociones?


—Tendré que preguntarle. — digo, mordiéndome el labio.
Me siento como una adolescente, planeando viajes con mi novio
y hablando con mis amigas sobre él.
—Debería irme. Tengo que asearme antes de que llegue. — les
digo a mis amigas y las dos me dicen que hablarán pronto antes de
terminar la llamada.
Cuelgo, sonriendo mientras conduzco de vuelta por Cherry Falls
hacia mi casa. He tardado más de lo que pensaba en dejar a Charlotte
en casa de su amiga y ahora se me hace tarde. Se supone que Heath

Sotelo, gracias K. Cross


llegará en media hora y todavía tengo mucho que hacer. Sé que solo
vamos a pasar el rato en mi casa, pero aun así quiero estar guapa y
tengo que limpiar un poco la casa.
Llego a la entrada, estaciono el coche de golpe y me apresuro a
entrar. La casa está aún más desordenada de lo que recordaba y me
agacho para recoger todos los juguetes y peluches de Charlotte en los
cubos de su juguetero en el salón.
Mi siguiente parada es el dormitorio de arriba. Me muevo como
un ciclón por la habitación, echando la ropa sucia en el cesto y los
zapatos perdidos en el armario. Cuando termino, tengo diez minutos
para meterme en la ducha, enjuagarme y vestirme.
Consigo hacerlo en nueve.
Me dirijo a las escaleras cuando Heath llama a la puerta
principal. El corazón se me dispara como un tiro en el pecho y tengo
que respirar hondo para calmarme antes de dirigirme a abrir la puerta
principal.
—Hey. — digo tímidamente al abrir la puerta y ver a Heath de
pie.
—Hey, estás guapísima. — dice, agachando ligeramente la
cabeza al entrar.
—Gracias. Esto huele muy bien. — digo cuando me llega el
aroma a ajo, tomate y queso de las cajas de pizza que tiene en los
brazos.
—Pepperoni y queso.
—Mi favorita. — digo, llevándolo a la cocina.
—La mía también. ¿Dónde están los cachorros?— pregunta,
justo cuando empiezan a ladrar en la puerta trasera.
— ¿Seguro que quieres que los deje entrar? Es bastante loco y
agitado con los dos adentro.
—Sí, estoy seguro. — dice Heath, con sus ojos sosteniendo los
míos en su mirada.

Sotelo, gracias K. Cross


Parece que está diciendo que sí a mucho más que a dejar entrar
a los perros y sonrío para mis adentros mientras abro la puerta trasera
y dejo entrar a los perros.
Pasan corriendo junto a mí y se dirigen a Heath. Espero que se
sienta un poco abrumado, pero simplemente sonríe, se agacha y les
presta atención a cada uno de ellos.
Viéndolo sonreír a los perros, con sus grandes y fuertes manos
recorriendo su pelaje, nunca he deseado tanto ser un perro en mi vida.
— ¿Tienes hambre?— Pregunto, dirigiéndome al armario de la
cocina y cogiendo dos platos.
—Sí. — dice su voz ronca mientras se levanta.
Siento que mis bragas empiezan a humedecerse mientras dejo
los platos en la encimera, su brazo roza el mío cuando se une a mí.
De repente, tengo hambre de mucho más que de comida.
— ¿Te gusta la pizza fría?— Le pregunto y me mira fijamente,
confundido.
—Eh, claro.
—Bien. — digo, saltando a sus brazos.
La acción lo coge desprevenido, pero tiene rápidos reflejos. Sus
manos se posan en la parte posterior de mis muslos, sus pupilas se
dilatan cuando mis piernas rodean su cintura y mis dedos se enredan
en su pelo.
— ¿Me quieres?— Susurro contra sus labios y asiente.
—Más de lo que quiero mi próximo aliento. Más que nada.
No puedo contener más lo que siento por él y nuestros labios se
encuentran. Besarlo es como saltar de un avión o estar en una
montaña rusa. Estoy viva. Es el único momento últimamente en el que
no siento ninguna de mis responsabilidades presionándome. Cuando
no me siento completamente sola y fuera de mi alcance.
Heath me besa lentamente y le agradezco que no quiera
apresurarme, pero siento que si no siento su piel contra la mía en el
próximo minuto, voy a perder la cabeza.

Sotelo, gracias K. Cross


—Dormitorio. — digo, y asiente, cogiéndome de la mano y
llevándome hacia las escaleras.
Las subimos de dos en dos y me río cuando intenta llevarme al
baño.
—Este. — digo, tirando de él hacia mi habitación.
Las manos de Heath se posan en mi culo y me aprieta mientras
sus labios encuentran los míos. Retrocedemos hacia la cama. Noto su
polla, dura y gruesa, justo detrás del borde de su cremallera, y gimo,
contoneándome contra ella mientras la parte trasera de mis piernas
choca con la cama.
Alcanzo su camisa, mis dedos son torpes al intentar quitársela,
pero él me ayuda. Nuestros labios se separan y vuelven a encontrarse
con hambre en cuanto se quita la tela.
Tiene el pecho cubierto de pelo y no puedo evitar recorrerlo con
las manos. Me encanta lo duro y fuerte que es bajo mis palmas y trato
de frotarme contra él.
Heath reprime un gemido, rompe el beso y me quita la camiseta
de un tirón. Mi sujetador desaparece a continuación y solo hay un
momento en el que me siento cohibida. Pero desaparece en cuanto veo
la cara de Heath.
Sus ojos se calientan mientras me devoran. Parece un hombre
que ha encontrado un tesoro y está a punto de luchar hasta la muerte
para conservarlo.
—Preciosa. — dice, con voz ronca, mientras extiende un dedo
calloso por la base de mi cuello, entre mis pechos.
Me rodea el ombligo y me estremece.
— ¿Soy tu primera vez?— pregunta, con una voz más grave que
hace un segundo, y asiento.
—Sí, yo... bueno, nunca llegué a hacerlo.
La excusa parece poco convincente, pero Heath parece
satisfecho.
—Bien. Soy el primero, entonces... y el último.

Sotelo, gracias K. Cross


Sus manos encuentran mis pantalones y los desabrocha, tirando
de ellos y de mis bragas hacia abajo. En cuanto salgo, me empuja de
nuevo a la cama y baja sobre mí.
No sé cuándo se ha bajado él mismo los vaqueros y los bóxers, y
no me preocupa demasiado. No cuando su polla caliente se frota
contra mi raja y me vuelve loca.
—Por favor. — le ruego, sin estar segura de lo que estoy pidiendo.
—Todavía no. Primero tengo que prepararte para mí. — dice, y
empieza a besar mi cuerpo.
Llega a mis pechos y los coge con sus grandes manos,
apretándolos mientras se mete uno de mis pezones en la boca. Tira de
la punta entre sus dientes y jadeo. Siento como si hubiera una
corriente eléctrica que va desde mis pezones hasta mi núcleo y me
aprieto contra nada.
—Necesito...— empiezo, pero no encuentro las palabras.
—Sé lo que necesitas. — dice, pasando a mi otro pezón y gimo,
arqueándome contra su boca.
Me retuerzo debajo de él, intentando encontrar algo que me quite
el dolor entre las piernas. Estoy a punto de suplicar a Heath de nuevo
cuando me suelta los pechos y empieza a besar más abajo.
Observo su oscura cabellera mientras deja besos húmedos sobre
la leve hinchazón de mi estómago. Se acomoda entre mis piernas,
separando más mis muslos para que haya espacio para sus anchos
hombros.
—Tan húmeda. — murmura mientras sus dedos suben para
separar mis pliegues.
Se me calienta la cara y estoy a punto de intentar cerrar las
piernas o cubrirme el coño chorreante cuando Heath se inclina hacia
delante y me lame el centro.
—Oh, joder. — gimo, sacando la palabra mientras mi cabeza cae
hacia atrás contra la cama.
Heath se ríe contra mi piel y me estremezco, moviendo las
caderas para intentar que lo haga de nuevo.

Sotelo, gracias K. Cross


—Mi chica tiene un coño delicioso y goloso. — dice, y puedo oír
la sonrisa en su voz.
Me lame de nuevo, deslizando su lengua ligeramente dentro de
mi apretado agujero y mi cabeza se agita contra el colchón. Desliza un
dedo dentro de mí, metiéndolo y sacándolo, y mis caderas empiezan a
moverse, aprendiendo su ritmo.
—Mira eso. Aferrándote a mi dedo.
Apenas oigo sus palabras, demasiado perdida en las
sensaciones.
Heath vuelve a lamerme, esta vez golpeando esa pequeña perla
que me hace ver las estrellas. Cuando se la mete en la boca,
azotándola con la lengua, me preocupa que pueda desmayarme o
quedarme ronca de tanto gritar.
Le agarro la cabeza y mis caderas se agitan en la cama mientras
me mete otro dedo, lo enrosca y lo frota contra algún punto secreto de
mi interior que me hace volar por los aires.
Me corro contra su cara y sigue lamiéndome.
—Más. — digo, con la voz ronca, y Heath asiente, lamiendo sus
dedos.
Se quita los vaqueros y los calzoncillos hasta el final y se me hace
agua la boca al ver su polla.
Alargo la mano, mis dedos lo envuelven y sisea en un suspiro.
— ¿Quieres explorarme?
—Sí. — digo, sentándome en la cama y rodeando su polla con
mis dedos.
—Eso es. — gime, con los ojos oscuros al ver cómo lo masturbo.
— ¿Puedo probarlo?— Le pregunto y su cabeza cae hacia atrás
como si le doliera.
—Nunca tienes que preguntar si puedes chuparme la polla,
nena. Ahora es tuya. Puedes hacer lo que quieras con ella.
Sonrío, sintiéndome envalentonada mientras me inclino hacia
delante y doy un lametón en la cabeza de su polla.

Sotelo, gracias K. Cross


Las manos de Heath se cierran en puños mientras abro más la
boca, metiendo la cabeza de su polla en mi boca y chupando.
—Más. — gime y lo complazco.
Tomo todo lo que puedo, y mi mano sube y baja los centímetros
restantes. Encuentro un ritmo y siento que empieza a hincharse en mi
boca. Trato de acelerar el ritmo, pero Heath me detiene, apartándome
de él y subiéndome a la cama.
—Ya me correré en tu bonita garganta más tarde. Ahora mismo,
solo necesito llenar este coño.
Abro los muslos para invitarlo, y sonríe, empujando su polla y
alineándola con mi abertura.
—Solo respira. No quiero hacerte daño. — me dice, y asiento,
intentando relajarme mientras empieza a introducirse.
Siento un pellizco de dolor cuando atraviesa mi virginidad y
luego me besa, sus dedos juegan con mi pezón mientras intenta
distraerme del dolor.
Ya no me duele. En su lugar, solo hay una presión dentro de mí.
Necesito más.
—Muévete. — gimo, y Heath se apoya en sus manos y empieza a
entrar y salir lentamente de mí.
Se siente tan bien. Es tan grande, me estira tanto a su alrededor
mientras entra y sale de mí. Muevo las piernas hacia arriba,
enganchando los tobillos alrededor de su espalda, lo que cambia el
ángulo y lo hace más profundo.
Gimo cuando llega a ese punto de mi interior que siento como si
me hubieran enchufado a un toma corriente.
—Eso es. Estrangula mi polla con ese apretado coño. — gruñe
Heath y sus palabras no hacen más que impulsarme.
Mis tetas rebotan con cada fuerte empujón y Heath gime, sus
ojos observan los bamboleantes montículos.
—Es tan jodidamente sexy. Llevo meses soñando con este
cuerpo.

Sotelo, gracias K. Cross


Jadeo, mi pico golpea con fuerza y grito mientras me corro en
torno a su palpitante longitud. Empuja dos veces más y siento cómo
se derrama dentro de mí al encontrar su propia liberación.
Nos da la vuelta para que me tumbe encima de él y sonrío
adormilada, acurrucándome contra su pecho.
—Eso ha sido...— empiezo, intentando encontrar una palabra
que describa adecuadamente lo que acabo de sentir.
—Perfecto. — me dice Heath y sonrío.
—Sí, ha sido perfecto.
Sus brazos me rodean y nos quedamos así durante unos
minutos. Cuando mi estómago gruñe, empiezo a reírme y Heath me
pone de lado.
—Me he distraído tanto que he olvidado darte de comer. Ahora
vuelvo.
Me desplomo contra las almohadas con una sonrisa en la cara,
sintiéndome sin huesos. Heath vuelve a entrar en la habitación un
minuto después, con una caja de pizza en la mano, y me río cuando
vuelve a saltar a la cama y me presenta la pizza con una floritura.
—La cena está servida. — dice y me río.
—Tiene una pinta deliciosa.
Ambos tomamos un trozo de la pizza, ahora fría, y sonrío
suavemente mientras doy un mordisco, apoyando la cabeza en el
hombro de Heath.
Una imagen de más días como este en el futuro me golpea y me
sorprende lo mucho que lo deseo.
Quiero un futuro con Heath.
Lo quiero todo con Heath.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 12
HEATH

—De verdad has comprado un asiento para el coche. — dice


Caroline con una sonrisa brillante al día siguiente mientras la ayudo
a subir a mi camioneta.
—Sí, no te ofendas, pero es que soy demasiado grande para tu
coche. Tengo el mismo que tú y lo llevé al parque de bomberos para
que se aseguraran de que lo había instalado correctamente.
—Gracias. — dice Caroline mientras salgo de la calzada.
Tomo la mano de Caroline entre las mías mientras conducimos
unas manzanas hasta la casa de Amelia, la amiga de Charlotte. No
puedo dejar de pensar en las cosas que hicimos juntos anoche y esta
mañana en la ducha.
El primer pensamiento que tuve desde que me desperté fue el de
volver a probar ese dulce coño. Hice rodar a Caroline sobre su espalda
y enterré mi cara en sus pliegues. Estoy bastante seguro de que se
estaba corriendo antes de que se despertara del todo.
Me devolvió el favor, y para entonces se nos hacía tarde y
decidimos compartir una ducha juntos. Ver su cuerpo curvilíneo
mojado y cubierto de espuma hizo que mi polla se pusiera en guardia
y no pasó mucho tiempo antes de que ambos estuviéramos envueltos
el uno en el otro. La folle con fuerza contra la pared y entonces sí que
se nos hizo tarde.
—Voy a buscarla. Vuelvo enseguida. — Dice Caroline, con el pelo
mojado, aun goteando ligeramente sobre su camisa, mientras se
desabrocha el cinturón de seguridad y salta de la camioneta.
La veo dirigirse a la puerta principal y un segundo después
desaparece dentro de la casa. No puedo evitar sonreír. Todo va de
maravilla. Tengo a la mujer que amo y acabamos de pasar toda la
noche envueltos el uno en el otro.

Sotelo, gracias K. Cross


Anoche quise decirle lo que sentía, pero me preocupaba que se
asustara. No quiero perderla, así que me mordí la lengua, pero tengo
la sensación de que esas palabritas saldrán pronto.
Caroline no tarda en volver a salir con Charlotte a cuestas. Salgo
para ayudar a la niña a colocarse en su nueva silla de coche y le paso
el conejito de peluche que le he comprado.
—Gracias, Heath. — susurra y frunzo el ceño, preguntándome si
no me habré equivocado de conejo.
Sin embargo, lo abraza contra su pecho, así que se lo paso,
pensando que probablemente esté cansada de su fiesta de pijamas o
que quizás echó de menos a Caroline anoche.
— ¿Quieres ir a desayunar, Charlotte?— Pregunto y vuelve a
asentir, sus ojitos se cierran parcialmente y sonrío, cerrando la puerta.
Quizá se duerma de camino al café y vuelva a ser la niña excitada
a la que estoy acostumbrada.
— ¿Está bien el café?— Le pregunto a Caroline mientras nos
dirigimos al centro de la ciudad.
—Claro, o puedo prepararnos algo en la casa.
—Deja que las mime. — le digo y se sonroja ligeramente, pero
asiente.
—Muy bien, vamos.
Vuelvo a cogerle la mano mientras conducimos e intentamos
preguntarle a Charlotte por su fiesta de pijamas, pero no parece
interesada en hablar mucho. Veo que Caroline frunce el ceño ante su
sobrina mientras estacionamos y le aprieto la mano.
Parece encogerse de hombros y entramos a comer algo, pero las
cosas no mejoran durante el desayuno.
— ¿No tienes hambre? ¿Has comido en lo de Amelia?— pregunta
Caroline mientras Charlotte da unos cuantos bocados más a sus
pancakes.
—Sí. — dice.
— ¿Estás cansada, bunny?

Sotelo, gracias K. Cross


—Sí. — dice, con los ojos caídos, y le sonrío
tranquilizadoramente a Caroline mientras pido la cuenta.
—Yo pago. Por qué no vas a acomodarla en su asiento del coche
y luego puedo llevarlas a casa.
—Gracias. — dice Caroline mientras recoge a Charlotte y veo
cómo se dirigen hacia la puerta principal.
Solo tardo un minuto en pagar y me apresuro a salir para
reunirme con ellas. Cuando me abrocho el cinturón y salgo del
estacionamiento, Charlotte ya está dormida en su asiento.
—Era su primera fiesta de pijamas. Creo que se ha excedido y se
ha quedado despierta hasta tarde.
—Probablemente. Hoy tendrás que tomártelo con calma.
—Sí, puede que yo también necesite una siesta después de lo de
anoche. — dice Caroline con una risita y sonrío.
—Yo también.
—Tendremos que volver a hacerlo pronto.
—Di la hora. — digo mientras entro en la entrada de su casa. —
Deja que te ayude a llevarla adentro. Podemos ponerla en la cama si
quieres.
—Gracias. — dice Caroline y salgo y rodeo la camioneta para
coger a Charlotte.
Caroline me abre la puerta mientras llevo a Charlotte adentro.
La sigo al piso de arriba y mueve las mantas hacia atrás mientras la
acuesto. Le quita los zapatos a Charlotte y la observo mientras cuida
de su sobrina.
—Eres una madre tan buena. No sé cómo lo haces todo. — le
digo mientras salimos del dormitorio al pasillo.
—Gracias. La mayoría de los días no estoy segura de cómo lo
hago todo.
—Es inspirador. — digo mientras nos detenemos junto a la
puerta principal.

Sotelo, gracias K. Cross


—Es agradable tener algo de ayuda. — admite y sonrío,
ahuecando su cara en mi mano.
—Cuando quieras. Quiero ayudar en todo lo que pueda.
Sonríe y se pone de puntillas para que nuestros labios se
encuentren. Me inclino y me encuentro con ella a mitad de camino,
deseando sentir sus labios en los míos de nuevo.
Nuestros labios se unen en un beso acalorado, nuestras lenguas
se enredan en una danza erótica y no quiero dejar de besarla. Estoy
perdido en el beso, perdido en Caroline, y no quiero que me
encuentren nunca.
Se frota el pecho contra el mío y gimo al sentir lo duros que están
sus pezones. Me pregunto si está mojada para mí; si metiera la mano
en sus bragas, ¿estaría mojada para mí?
Eso espero. Quiero sentir sus jugos cubriéndome.
Charlotte gime en la cama y las dos nos apartamos. Veo que
Caroline está preocupada.
—Debería ir a comprobarlo.
—Lo sé. — digo, pero ninguno de los dos hace un movimiento
para desenredarse. Creo que los dos estamos esperando a ver si se ha
vuelto a dormir o no. Cuando no se oye ningún otro ruido desde el
interior del dormitorio, volvemos a mirarnos el uno al otro.
Nuestros rostros se acercan hasta que nuestros labios se
moldean juntos una vez más. Le paso la mano por la nuca,
acercándola a mí, y ella se derrite contra mi pecho.
— ¿Caroline?— Charlotte llama, y me retiro, esta vez dando un
paso atrás para evitar la tentación.
Sé que necesita cuidar de Charlotte, así que debo irme ahora
antes de que nos perdamos el uno en el otro de nuevo. Un beso con
Caroline nunca es suficiente, pero tengo la sensación de que besar a
Caroline durante días no sería suficiente.
—Te dejaré volver a ello. — digo y asiente mientras se alisa el
pelo.
—Tenemos que pasar más tiempo a solas.

Sotelo, gracias K. Cross


—No podría estar más de acuerdo. — digo enseguida y Caroline
se ríe. —Nos vemos mañana en la comida. — digo mientras abre la
puerta y sonríe.
—Nos vemos entonces.
Sonrío todo el camino a casa mientras pienso en el futuro que
estoy construyendo con Caroline y Charlotte.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 13
CAROLINE

Es la hora de comer del lunes y estoy casi mareada mientras


espero a que Heath llegue para nuestra cita diaria para comer y
besarnos. No puedo dejar de sonreír mientras limpio el mostrador, sin
perder de vista la puerta principal.
Me da un subidón salir a escondidas con él durante unos
minutos, y es como si por fin tuviera la infancia salvaje que nunca
tuve. Siempre estuve ocupada con los amigos, la familia y el trabajo y,
para ser sincera, siempre me sentí como una adulta en el cuerpo de
una adolescente.
Ahora, con Heath, vuelvo a sentirme como una niña. Hacemos
cosas divertidas como minigolf y paseos en noria y nos escapamos
para besarnos juntos.
Heath sonríe cuando nos miramos a través de la ventana
delantera y mi corazón empieza a acelerarse.
—Oye, Amelia, voy a tomar un...
—Descanso. Sí, lo sé. — dice con una sonrisa cómplice.
Me río mientras dejo la toalla en el mostrador de atrás y me dirijo
a nuestro puesto habitual. Nos colocamos uno frente al otro al mismo
tiempo y Heath me coge la mano enseguida.
— ¿Cómo está Charlotte?— me pregunta y me derrito al ver lo
preocupado que está por ella.
Me mandó un mensaje anoche y otro esta mañana para ver cómo
estaba y si necesitábamos algo.
—Parece que está mejor. Ayer durmió un poco, así que creo que
estaba demasiado cansada por la gran fiesta de pijamas.
—Bien. — dice y sus hombros parecen relajarse.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Qué has hecho esta mañana?— Pregunto mientras Amelia
pone nuestro pedido habitual delante de nosotros.
Hablamos de nuestras mañanas mientras comemos. Esta
mañana he recibido mi envío semanal de productos, así que he estado
ocupada guardando todo eso. Heath ha recibido un nuevo equipo de
acampada que le hace mucha ilusión.
—Debería volver al trabajo. — digo y no puedo evitar que la
sonrisa traviesa curve mis labios.
—Sí, yo también.
Heath deja caer algunos billetes sobre la mesa, a pesar de que le
repito que no tiene que pagar, pero sigue dejando dinero.
Me sigue por el pasillo trasero y entra en mi despacho. En cuanto
se cierra la puerta, me doy la vuelta y salto a sus brazos. Mis piernas
rodean su cintura y nuestras bocas se funden.
Nuestros labios se funden en un acalorado beso, nuestras
lenguas luchan por el dominio.
Las manos de Heath me agarran los muslos y luego se gira,
inmovilizándome contra la puerta mientras me aprieta. Hoy me he
puesto una falda precisamente por esta razón y sonrío contra la boca
de Heath cuando sus dedos se deslizan por mis muslos, por debajo de
la tela, y me encuentra húmeda y preparada.
— ¿Estás necesitada de mí, bebé?— susurra contra la concha de
mi oreja.
Asiento y se me pone la piel de gallina en los brazos mientras
espero a ver qué hace a continuación.
Sus manos alcanzan el dobladillo de mi camisa y me la quita,
arrojándola a su espalda. Cae sobre mi escritorio y mi sujetador le
sigue poco después.
Me mantiene pegada a la puerta mientras se baja la cremallera
de los vaqueros y se saca la polla, con la pesada vara apuntando hacia
arriba entre nosotros.
— ¿Preparada?— Heath vuelve a preguntar, con sus dedos
probando mis pliegues, y asiento con entusiasmo.

Sotelo, gracias K. Cross


Almorzar con él siempre me excita. Creo que es porque sé que
pronto volveremos aquí y nos liberaremos el uno con el otro. Es como
una respuesta pavloviana ahora. Estoy condicionada a desearlo.
Se alinea en mi entrada y empieza a bajarme sobre su longitud.
No puedo evitarlo. En cuanto tiene el primer centímetro dentro de mí,
empiezo a contonearme y a mover las caderas. Heath se limita a
sonreírme mientras trato de introducirlo en mí.
—Eso es. Trabaja ese pequeño coño en mí. Tómalo todo.
Me llené de sangre con sus palabras y me hundí un centímetro
más.
—Joder. — sisea Heath mientras mi calor húmedo le envuelve.
—Tenemos que ser rápidos. A tu personal le encanta interrumpirnos.
— gime y asiento, muriéndome de ganas de sentirlo moverse dentro
de mí.
Comienza un ritmo furioso, golpeando dentro de mí mientras
ambos nos aferramos el uno al otro. Su boca me rodea, me lame el
cuello, me muerde bajo la oreja, se amolda a mi boca y me roba el
aliento.
Estoy rodeada por Heath mientras me penetra y nunca me he
sentido más protegida ni más querida.
Inclina sus caderas, su polla rozando mi clítoris con cada pasada
y puedo sentir mi orgasmo creciendo y creciendo dentro de mí.
— ¡Joder!— Grito, mordiendo ligeramente su hombro mientras
me corro.
Heath suelta un par de maldiciones cuando su ritmo decae y
siento que se corre dentro de mí un momento después. Nos
desplomamos contra la puerta, los dos respirando con dificultad y
sonriendo como locos.
Deja que mis pies se deslicen hasta el suelo y me tambaleo
ligeramente antes de encontrar el equilibrio.
—Ha sido divertido. — dice Heath, aun ligeramente sin aliento,
mientras empezamos a vestirnos y suelto una carcajada.

Sotelo, gracias K. Cross


—Sí, lo ha sido. — digo mientras doy un salto, me subo la falda
y me abrocho el botón de atrás.
Mi teléfono se cae del bolsillo y me pongo la camisa antes de
recogerlo, comprobando la pantalla para asegurarme de que no la he
roto.
—Oh mi Dios. — respiro al ver las llamadas perdidas del
preescolar de Charlotte.
Le doy a remarcar de inmediato y contengo la respiración
mientras espero a que la llamada se conecte.
— Cherry Falls Preschool. Soy Janet. ¿En qué puedo ayudarle?
—Hola, Janet. Soy Caroline. Lo siento mucho. Acabo de ver que
tenía unas cuantas llamadas perdidas tuyas.
Heath se acerca a mí, percibiendo mi ansiedad, y sé que está
intentando consolarme, pero no me atrevo a mirarlo ahora mismo. No
hasta que sepa por qué han llamado.
—Hola, Caroline. Sí, llamábamos para ver si podías recoger a
Charlotte. Ella y algunos de sus compañeros tienen una especie de
gripe.
Oigo a Charlotte llorar de fondo y se me rompe el corazón. ¿Qué
clase de padre soy? Estaba aquí follando con Heath cuando debería
haber estado ahí para Charlotte.
—Sí, por supuesto. Ahora mismo voy. — digo, cogiendo ya el
bolso y las llaves y pasando por delante de Heath.
—Gracias. Nos vemos pronto.
Cuelgo y prácticamente corro hacia la puerta trasera y mi coche.
—Caroline. ¿Qué puedo hacer?— Heath pregunta mientras subo
a mi coche.
—Nada. Creo que ya hemos hecho bastante. — digo y puedo
decir que estoy a punto de llorar.
— ¿Qué? ¿Qué pasa, Caroline?

Sotelo, gracias K. Cross


—No puedo seguir haciendo esto. No puedo verte más. Lo siento.
— digo y Heath da un paso adelante, agarrando mi puerta antes de
que pueda cerrarla de golpe.
— ¿Qué? Caroline, para y habla conmigo. ¿Qué está pasando?
No puedes acabar con esto. Te amo.
Mi corazón se rompe por la mitad ante esas palabras y ante el
dolor y el pánico que veo en su cara.
Una parte de mí quiere quedarse, contarle lo que ha pasado y
dejar que me ayude a cuidar de Charlotte, pero no puedo.
—Tengo que irme. — susurro, cerrando la puerta del coche y
saliendo del estacionamiento.
Me limpio las lágrimas mientras me apresuro a cruzar la ciudad
para recoger a Charlotte. No puedo creer que haya hecho esto. No me
puedo creer que me haya centrado tanto en Heath que no me haya
dado cuenta de que Charlotte no se encontraba bien.
Siento que he defraudado a mi hermano, a mi cuñada y a
Charlotte. Sé que probablemente no es razonable, pero no puedo evitar
sentirme así. Me confiaron a su niña, me encargaron que la cuidara y
me asegurara de que estuviera a salvo, y fallé.
Estaciono fuera del preescolar y me apresuro a entrar. Mi
corazón se rompe aún más cuando veo a Charlotte llorando con la cara
en un cubo de basura.
— Hey, bunny. Vamos a llevarte a casa. — le digo y asiente
contra mi hombro mientras la cojo en brazos y me dirijo hacia la
puerta principal.
— ¡Que te mejores, Charlotte!— dice Janet, y le sonrío con fuerza
mientras me dirijo al coche.
—Deja que te abroche el cinturón, bunny. — le digo, y asiente
miserablemente.
Vomita dos veces de camino a casa y cada vez que miro por el
espejo retrovisor y veo su cara manchada de lágrimas, mi decisión de
renunciar a los hombres hasta que ella esté fuera de la casa se
solidifica. Siento que el último trozo de mi corazón se rompe cuando
entro en el camino de entrada.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 14
HEATH

Veo a Caroline alejarse, preguntándome qué demonios acaba de


pasar.
Las cosas iban tan bien, y entonces recibió esa llamada, y todo
me estalló en la cara.
Sé que tiene que ver con Charlotte. Eso es lo único que haría que
Caroline enloqueciera así y espero que la niña esté bien.
Quiero ir a ver cómo están, ofrecerme a comprar unos Kleenex o
Powerade o algo así, pero teniendo en cuenta cómo hemos dejado las
cosas Caroline y yo, no estoy seguro de que sea bienvenido.
Me froto el pecho, intentando aliviar el dolor que se ha instalado
ahí, pero no sirve de nada. No puedo creer que le haya dicho a Caroline
que la amaba y que haya roto conmigo.
Vuelvo a mi tienda aturdido, sin saber qué hacer en esta
situación. Cierro pronto, demasiado desconsolado y distraído para
centrarme en el inventario o en ayudar a los turistas. Me dirijo a mi
camioneta cuando veo al Dr. Coleman cruzando a toda prisa el
estacionamiento del restaurante y supuestamente volviendo a su
clínica.
Quizá no debería molestarle. Sé lo ocupado que ha estado
últimamente, pero necesito su ayuda.
— ¡Ken!— Lo llamo antes de pararme a pensarlo.
Se detiene y me mira sorprendido.
—Hola, Heath. ¿Cómo te va?
—Bien. Oye, ¿quieres tomar algo conmigo? ¿Tienes unos
minutos?— Pregunto mientras me reúno con él en el estacionamiento.
—Eh, sí, claro. Tengo unos minutos.

Sotelo, gracias K. Cross


Bajamos unas manzanas hasta el Fireside Bar and Grill. Se
acerca la hora de cierre de muchos negocios, así que el bar empieza a
llenarse. Tomamos asiento en la barra, a un lado, y pido una cerveza
para cada uno.
— ¿Está todo bien, Heath? No es que no aprecie la cerveza, pero
estás dando una extraña sensación de pánico.
—Sí, eh, no.
— ¿Qué?
—No, no estoy bien. Caroline rompió conmigo.
—Siento oír eso. — dice con simpatía.
—Las cosas iban muy bien, luego pasó algo con Charlotte, y ella
simplemente salió corriendo.
Ken asiente, tomando un trago de su cerveza.
—Así que me preguntaba, en tu opinión profesional, cómo puedo
arreglar esto, porque no puedo perderla. No puedo.
—Sabes que no soy psiquiatra ni nada, ¿verdad? Y soy soltero,
así que tampoco soy bueno con las mujeres.
—Lo sé, pero eres lo más parecido a un psiquiatra que tengo, y
he visto la forma en que Gracie te mira, así que creo que también lo
haces bien en esa otra área.
Eso parece sorprenderle por un momento y parpadea,
frunciendo el ceño mientras lo piensa en su cabeza. Da un largo sorbo
a su cerveza y le dejo que se tome su tiempo mientras lo piensa.
—Entonces, ¿qué hago ahora?
—Bueno, estamos en un bar, así que si quieres seguir adelante
o encontrar a alguien más entonces...
No le dejo terminar la frase.
—No. No hay nadie más para mí. — digo, mi voz sale más dura
de lo que pretendía. —No hay nadie más. Solo quiero a Caroline.
Asiente como si esperara eso y picoteo la etiqueta de mi botella
de cerveza.

Sotelo, gracias K. Cross


—Entonces deja que ella llegue a la misma conclusión.
— ¿Y si no lo hace?— pregunto, expresando el único
pensamiento del que no puedo escapar.
—Lo hará. — dice simplemente.
— ¿Pero cómo puedo hacer que lo vea más rápido?
He desperdiciado meses tratando de que se acerque a mí,
tratando de reunir el valor para invitarla a salir y ahora que he tenido
lo real, no puedo volver a lo de antes.
—Entonces, ¿crees que esta ruptura tiene que ver con Charlotte?
—Sí, ella estaba actuando un poco mal ayer y esta mañana y
creo que tal vez está enferma o algo así. Al principio, pensamos que
estaba cansada de su fiesta de pijamas, pero no lo sé. Lo único que
puede asustar a Caroline es que le pase algo a Charlotte.
—Sí, ella y algunos otros padres han traído a sus hijos a verme
esta tarde. Algún tipo de bicho anda por ahí.
— ¿Charlotte está bien?— Pregunto, alarmado.

¿Y si es grave y no he estado a su lado?


—No puedo decirte detalles concretos, pero no es nada grave y
estoy seguro de que todos los niños volverán a la normalidad pronto.
—Bien. — digo, aliviado de que Charlotte vuelva a sentirse mejor
pronto.
— ¿Es la primera vez que Charlotte se pone enferma mientras
Caroline la cuida?
—Creo que puede ser. Solo ha sido su tutora durante un tiempo.
—Eso tiene que ser bastante abrumador. Estoy seguro de que
ser una madre soltera es duro y estresante. Tal vez solo reaccionó de
forma exagerada o le entró pánico. Tal vez solo necesita ver que no vas
a abandonarla cuando las cosas se pongan difíciles.
Reflexiono sobre sus palabras. ¿Podría tener razón? Tal vez
Caroline solo estaba molesta por no estar ahí para Charlotte, o tal vez
pensó que yo la distraería de cuidar de ella.

Sotelo, gracias K. Cross


—Entonces, ¿qué hago?
—Habla con ella y averigua qué la molestó. Si se trata de
Charlotte, intenta demostrarle que no vas a ir a ninguna parte. Que
no quieres distraerla de ser la mejor madre para Charlotte. Que solo
quieres ayudar y ser parte de sus vidas.
Tiene razón. Le dije a Caroline que la amaba, pero tal vez sea
hora de demostrarle que lo hago. Tengo que demostrarle que no me
voy a ir a ningún lado y que no me voy a rendir ni dejar de luchar por
nosotros.
Voy a arreglar esto.
—Gracias, Ken.
—Cuando quieras.
Echo algo de dinero en la barra y le hago un gesto al camarero
mientras me dirijo a mi camioneta. Una parte de mí, una parte muy
grande, quiere ir a casa de Caroline ahora mismo, pero no quiero
despertar a Charlotte o a Caroline si están descansando.
A partir de mañana, sin embargo, voy a recuperar a mis chicas.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 15
CAROLINE

Estoy limpiando y tratando de desinfectar cada centímetro


cuadrado de nuestra casa cuando llaman a la puerta. Se supone que
Gracie va a dejar unas cosas para Charlotte, así que no me lo pienso
cuando abro la puerta.
Se me revuelve el estómago cuando veo a Heath de pie, con dos
bolsas de papel marrón en las manos.
—Hola. — dice, sus ojos me absorben con avidez.
Estoy segura de que parezco un desastre. Llevo casi veinticuatro
horas despierta con Charlotte. No para de vomitar y estaba tan
preocupada por ella que anoche no dormí. Me senté junto a su cama
para asegurarme de que estaba bien.
Sigo en pijama, con el pelo enmarañado y enredado en la parte
superior de la cabeza en una coleta desordenada. Tengo las manos
llenas de toallitas Clorox y spray Lysol y las cambio a una mano.
—Hola. — digo, levantando la mano de forma cohibida para
intentar arreglar mi desordenada coleta.
— ¿Cómo está Charlotte?
—Más o menos igual. Ahora mismo está durmiendo. — le digo.
—Me encontré con Gracie y me dijo que te iba a llevar estas
cosas, así que me ofrecí. Estaba ocupada con un pedido en la
floristería.
—Gracias. — digo, dejando los artículos de limpieza en la mesa
junto a la puerta y alcanzando las bolsas.
—Deja que te las ponga en la cocina.
Heath me empuja y se dirige a la cocina. Frunzo el ceño y lo sigo.
—Gracias por traerlos.

Sotelo, gracias K. Cross


—Por supuesto.
—Deberías irte antes de que cojas lo que tiene Charlotte.
—Necesito hablar contigo. — dice, apoyándose en la encimera de
la cocina y mirándome.
—No, no lo necesitas.
Ya es bastante difícil estar en la misma habitación que él. Solo
quiero ir hacia él, apoyar la cabeza en su fuerte pecho y dejar que me
abrace, que me ayude con Charlotte y a limpiar. Pero no puedo. Tengo
que ocuparme de Charlotte. Ella tiene que ser mi único objetivo ahora
mismo.
—Sí, lo hago. — insiste y me cruzo de brazos.
—No hay nada que hablar.
—Caroline, te amo. No me voy a ir a ninguna parte hasta que me
digas por qué te asustaste ayer y me dejaste sin más.
—Quizá ya no lo sentía. — miento.
—Lo dudo, teniendo en cuenta que estuve dentro de ti como
treinta segundos antes.
Mi cara se inflama al pensar en la forma en que me tomó contra
la puerta de mi oficina.
—Tal vez eso fue solo una despedida.
No tiene una respuesta para eso, pero puedo ver el destello de
dolor en sus ojos ante mis palabras. No puedo soportarlo. No quiero
hacerle daño. Heath no ha sido más que bueno y amable conmigo y
no es justo que le cause dolor ahora.
—Necesito pensar en Charlotte ahora mismo. Ella es mi
responsabilidad. Soy toda la familia que le queda y ella tiene que ser
mi máxima prioridad ahora mismo.
Heath me estudia por un momento, escudriñándome.
—Eso es solo una excusa.
—No, no lo es. — digo, poniéndome a la defensiva.

Sotelo, gracias K. Cross


—Nunca he querido hacerte elegir entre Charlotte y yo. Incluso
si lo hiciera, esperaría que la eligieras siempre. Solo quería formar
parte de tu vida. Solo quería estar contigo.
— ¿Tía Caroline?— Charlotte llama y suena tan débil y miserable
que mi estómago se aprieta.
—No puedo hacer esto ahora. Tengo que irme.
Heath asiente, pareciendo decepcionado mientras se gira para
irse.
—Te esperaré, Caroline. Eres la única chica que he querido y
pronto Charlotte va a mejorar y te darás cuenta de que estamos
destinados a estar juntos. Entonces volverás a mí.
Me quedo mirándolo mientras cruza el umbral. Su mirada se
mantiene en la mía y luego se inclina, rozando un beso en mi mejilla.
—Te esperaré. — me susurra de nuevo al oído y no puedo evitar
el escalofrío que me recorre la espalda.
Quiero ir con él ahora. Quiero admitir que me he equivocado,
que he entrado en pánico y que lo necesito, pero Charlotte me llama
de nuevo y vuelvo a entrar.
—Adiós, Heath. Gracias por la compra.
Asiente y cierro la puerta principal, apoyándome en ella durante
un minuto mientras intento aliviar el dolor de mi pecho.
— ¿Tía Caroline?— Charlotte pregunta mientras se detiene en lo
alto de las escaleras y fuerzo una sonrisa.
—Ya voy, bunny. — digo mientras me alejo de la puerta y subo
a atenderla.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 16
HEATH

Ha sido una semana de nada.


No hay mensajes ni llamadas de Caroline.
No hay almuerzos.
Ni siquiera un avistamiento de su hermoso rostro.
No estoy seguro de cuánto tiempo más podré seguir así.
Todavía he estado yendo al comedor todos los días para el
almuerzo, pero ella no ha estado. Charlotte sigue recuperándose y por
eso se queda en casa con ella.
Si viene a trabajar por la mañana o por la noche para ocuparse
de las cosas, no la veo. Y he estado buscando. Me encuentro mirando
por el escaparate de mi tienda, observando obsesivamente la cafetería
para ver si puedo vislumbrarla.
—Amigo, estás como, mirando lascivamente. — dice Graham
mientras se apoya en el mostrador.
Ha vuelto a la ciudad para recoger las últimas provisiones antes
de que llegue el invierno a Fallen Peak y se suponía que yo tenía que
llamarlo, pero me ha parecido ver a Caroline y a Charlotte. Llevo unos
minutos mirando al otro lado de la calle, en la cafetería, con la
esperanza de volver a verlas.
—Lo siento, he estado un poco distraído últimamente. — admito.
— ¿Se trata de tu chica?
—Sí. Su sobrina está enferma de gripe y hace unos días que no
las veo.
—Espero que se sienta mejor pronto.
—Gracias. Yo también.

Sotelo, gracias K. Cross


Nos quedamos en silencio mientras empiezo a llamarlo.
—Pero no es eso lo que te preocupa. — dice Graham y me
pregunto cómo lo hace siempre.
Es como si el tipo pudiera leer la mente o algo así. O tal vez solo
soy un libro abierto.
—No. Rompió conmigo la semana pasada. Dijo que su sobrina
tiene que ser su principal prioridad.
—Bueno, eso tiene sentido. No puedes enojarte con ella por eso.
—No lo estoy. No estoy enojado con ella en absoluto.
—Solo la quieres de vuelta. — afirma y asiento.
—Sí. La necesito.
Graham asiente.
— ¿Has intentado hablar con ella?
—Sí, le dije que la esperaría. Que sabía que iba a volver conmigo
porque sabía lo bien que estamos juntos.
—De acuerdo entonces, solo dale algo de tiempo.
—Es más fácil decirlo que hacerlo.
Graham me da una sonrisa sombría mientras termino de cobrar
sus compras.
—Buena suerte con tu señora. Si puedo hacer algo o estar ahí
para ti, solo házmelo saber, hombre.
—Gracias, Graham.
—Claro. — dice, asintiendo y me doy cuenta de que no sabe
realmente cómo ayudarme o estar ahí para mí en este momento.
—Estoy deseando que llegue el día en que te enamores de alguien
y vengas a pedirme consejo.
—Eso no va a pasar nunca, hombre. — dice Graham riéndose y
sonrío.
—Ya veremos.

Sotelo, gracias K. Cross


Le ayudo a cargar su camión y lo despido mientras se dirige de
nuevo a Fallen Peak. Una vez que su camión se pierde de vista, me
vuelvo hacia la cafetería, con los ojos hambrientos de ver a Caroline y
Charlotte, pero no las veo ni veo su coche en el estacionamiento.
Suspiro, me doy la vuelta y vuelvo a entrar. Parece que me va a
tocar otra noche solitaria.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 17
CAROLINE

—Entonces, creo que debe ser lo que tuvo Charlotte la semana


pasada. He tenido náuseas y cansancio. — le digo al Dr. Coleman y él
asiente, anotando algo en mi historial.
—Vamos a revisarte.
Me muevo en la mesa de exploración y el fino papel se arruga
bajo mis piernas.
— ¿Ha tenido fiebre en los últimos días?
—No. — admito y frunce el ceño.
—Hmmm.
Me toma la temperatura y la tensión, me mira los ojos y los oídos
y me palpa los ganglios linfáticos.
— ¿Sientes náuseas ahora mismo?— me pregunta.
—No, es más bien por las tardes. — admito.
Anota algo más y toma asiento junto a la mesa.
— ¿Algún otro síntoma?
—Solo me siento algo emocional y cansada.
—De acuerdo.
Lo observo mientras anota algo más.
—Bueno, sin la fiebre y las náuseas de todo el día, no parece que
sea el bicho que anda por ahí que tuvo Charlotte.
—De acuerdo. — digo, empezando a ponerme un poco nerviosa.
— ¿Estás bajo mucho estrés?
Mi mente se centra en lo horrible que ha sido esta última
semana. Entre conseguir que Charlotte vuelva a sentirse al cien por

Sotelo, gracias K. Cross


cien y cuidar mi propio corazón roto, no he comido ni dormido tanto
como debería.
Pensé que tal vez era eso al principio, pero ahora que he
empezado a vomitar, quería ver al Dr. Coleman para asegurarme.
—Supongo que un poco. No estaba comiendo ni durmiendo bien
mientras cuidaba a Charlotte.
Asiente, pensando en algo.
—Me he enterado de lo tuyo con Heath.
Se me revuelve el estómago y me retuerzo ligeramente. El papel
se arruga, el único sonido en la habitación.
—Sí...
— ¿Crees que tal vez eso podría estar causando algunos de los
síntomas?— pregunta suavemente y me encojo de hombros.
— ¿Eso realmente hace que la gente se enferme?— pregunto.
—Claro, el estrés y la angustia emocional de una ruptura pueden
causar problemas o preocupaciones de salud.
Me muerdo el labio inferior, reflexionando sobre eso. He estado
bastante alterado por la ruptura y, entre eso y que Charlotte está
enferma, no me he cuidado.
—Hay otra posibilidad. — dice el doctor Coleman y asiento. —
Podrías estar embarazada.
Se me cae el estómago y trato de recordar cuándo fue mi último
período.
No puedo creer que nunca haya pensado en usar protección con Heath. O que
él tampoco haya sacado el tema. ¿No le preocupaba que esto sucediera?
— ¿Recuerdas cuándo fue tu último ciclo menstrual?
—Um. — intento recordar la fecha pero me quedo en blanco.
—Bueno, hagamos una prueba de embarazo para estar seguros.
Si el resultado es negativo, podemos hacer más pruebas.
Asiento, con las manos húmedas mientras retuerzo los dedos en
mi regazo.

Sotelo, gracias K. Cross


Sigo al Dr. Coleman hasta el frente y me da una taza y me señala
hacia el baño con una suave sonrisa.
Me tiemblan las manos mientras hago la prueba y la dejo en el
lugar designado.
—Te llamaré más tarde con los resultados. — dice el Dr. Coleman
y asiento mientras cojo mi bolso y salgo hacia mi coche.
Es casi la hora de ir a recoger a Charlotte, así que me dirijo a su
centro de preescolar, con la mente aturdida al pensar en la posibilidad
de estar embarazada.
Voy a tener que decírselo a Heath.
Estaciono y sonrío cuando veo a Charlotte jugando en el patio.
Me ve y me saluda con la mano, corriendo hacia la valla, así que salgo
y me dirijo a su encuentro.
— ¡Hola, bunny!— La saludo y me sonríe.
— ¿Vamos a la cafetería?— pregunta emocionada y sonrío.
Ha recuperado el apetito y ha devorado la sopa de verduras y el
queso a la plancha que le prepara David.
—Claro, déjame ver cómo estás.
Asiente y corre de vuelta con sus amigos y me dirijo al interior
para decirle a Janet que voy a recoger a Charlotte.
— ¡Nos vemos el lunes!— dice y sonrío y saludo.
Pongo a Charlotte en su silla de coche y me cuenta todo lo que
le ha pasado durante el corto trayecto hasta el Virgin Street Diner.
— ¿Podemos ir de camping este fin de semana? Hace tanto
tiempo que no vemos a Heath. — dice, alargando el tiempo.
Todavía no le he dicho que hemos roto, y no quiero pensar en el
motivo. Al principio me dije que era porque estaba enferma y no quería
causarle más estrés, pero luego se puso mejor y seguí sin decírselo.
Una parte de mí sabe que es porque realmente no quiero que se
acabe.
—Um, tal vez. — me entretengo y suelta un suspiro.

Sotelo, gracias K. Cross


—Lo echo de menos. — dice en voz baja y asiento, mis ojos
empiezan a humedecerse.
—Yo también. — admito.
Entramos y acomodo a Charlotte en un reservado y voy a
buscarle una leche con chocolate y hacer su pedido.
Mis ojos se desvían hacia las ventanas delanteras y miro al otro
lado de la calle, al Cherry Falls Trading Post. Veo a Heath detrás del
mostrador y levanta la vista, encontrándose con mis ojos durante un
breve segundo.
Eso es todo. Esa mirada y sé que no puedo seguir así.
Parece tan miserable como me siento yo y no puedo soportarlo.
No puedo soportar no verlo ni un segundo más.
—Oye, ¿Gracie?— Le pregunto mientras come su comida en el
mostrador.
— ¿Sí?
— ¿Puedes vigilar a Charlotte solo un segundo?
— ¡Claro!— dice, cogiendo su bebida y su plato y dirigiéndose al
reservado.
Las veo sentarse juntas durante un minuto antes de respirar
hondo y dirigirme a la puerta principal. Llego hasta el otro lado de la
calle y abro la puerta, casi chocando con Heath al entrar.
—Hola. — le digo mientras me tiende la mano y me sostiene.
—Hola. — dice, mirándome con esperanza.
—Lo siento mucho. — digo entrecortadamente, y lo siguiente que
recuerdo es que los labios de Heath están sobre los míos.
Me besa con fuerza, nuestras manos se aferran a la ropa del otro
mientras intentamos acercarnos al máximo. Se separa tan
bruscamente como empezó el beso y me siento desequilibrada.
—Gracias, joder. Me estaba volviendo loco sin ti. — respira
mientras apoya su frente en la mía.

Sotelo, gracias K. Cross


—Yo también. — admito. —Siento haber entrado en pánico y
haberte alejado. Te necesito. También te amo. Mucho.
Me besa de nuevo, su lengua se cuela en mi boca abierta y tiro
de los cortos mechones de su pelo, amando lo que me hace sentir, lo
perfectos que somos juntos.
—Te amo. — dice mientras sus labios vuelven a posarse en los
míos.
—Uh huh. — murmuro, devolviéndole el beso.
—Te he echado mucho de menos.
—Tengo algo más que debo decirte. — digo mientras tomamos
aire.
— ¿De qué se trata?— pregunta, acercándome a su cuerpo.
—Fui a ver al Dr. Coleman hoy porque no me estaba sintiendo
bien los últimos días, y quería asegurarme de que no tenía lo mismo
que Charlotte.
El ceño de Heath se arruga y puedo ver la preocupación en sus
ojos. Sus manos se estrechan en mi cintura, como si el hecho de
tenerme cerca fuera a curarme de cualquier dolencia que pudiera
tener.
— ¿Es la gripe? ¿Deberías estar levantada? Puedo cuidar a
Charlotte si necesitas descansar.
—No, no es la gripe. Dijo, bueno, dijo que podría estar
embarazada.
Heath se congela, sus ojos caen sobre mi estómago y me muerdo
el labio inferior.
— ¿De verdad?— susurra, con la voz llena de asombro.
—Quizá. — recalco y se arrodilla frente a mí.
— ¿Está mal que espere que lo estés?
—No. — digo mientras me besa el estómago, con una sonrisa en
los labios.

Sotelo, gracias K. Cross


—Te amo, Caroline, y lo estés o no, quiero estar contigo. Para
siempre.
—Yo también te amo y también quiero estar contigo para
siempre.
Me besa el estómago una vez más antes de ponerse de pie y
meterme bajo su brazo.
—Vamos a ver a Charlotte. — dice, y sonrío, dejando que me lleve
de vuelta al otro lado de la calle, a la cafetería.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 18
HEATH

Un año después...
—Yo cogeré eso. — le digo a Caroline, pero ella se limita a poner
los ojos en blanco, coger la bolsa de patatas fritas y dirigirse a la
cabina.
Puede que me esté pasando un poco, pero ya está muy avanzada
y me preocupa que se pase de la raya.
Resulta que no estaba embarazada cuando volvimos a estar
juntos. Solo había sido el estrés lo que había alterado su ciclo, pero
nos enteramos de que estábamos esperando cinco meses después.
Para entonces, nos habíamos casado y nos habíamos ido a vivir
juntos. Me mudé a su casa porque no queríamos alterar demasiado la
rutina de Charlotte.
Charlotte fue la dama de honor de Caroline en la boda y pudo ir
al altar con su conejito, Mudslide. Había cedido y le había comprado
uno para su quinto cumpleaños. La cosa es linda y ama a Charlotte.
—Rooney, ¿puedes coger la nevera?— Sayler llama a su marido.
Estamos todos en mi cabaña durante el fin de semana. Me he
reunido con los amigos de Caroline varias veces. Fuimos a Pittsburgh
para las bodas de Sayler y Coraline, y ellos vinieron a Cherry Falls
para la nuestra. Sin embargo, este es el primer viaje que hacemos con
ellos y estoy un poco nervioso.
En realidad me gustan Rooney y Harvey, pero también me aterra
un poco Rooney. El tipo es salvaje, y aunque es divertidísimo y se pasa
un buen rato con él, también es torpe.
Sigo a mi mujer al interior, asegurándome de que Charlotte está
bien jugando con los perros y Mudslide.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Te diviertes?— Pregunto mientras me agacho para ver qué
está coloreando.
—Sí. ¿Vamos a hacer s'mores pronto?
—Claro, podemos hacerlo justo después de cenar. ¿Tienes
hambre?
Asiente y vuelve a colorear el dibujo de Caroline, Mudslide, ella
y yo delante de nuestra casa. Le doy un beso en la cabeza antes de
ponerme de pie.
— ¿Tal vez deberíamos encender un fuego?— Sayler llama y me
dirijo a la parte trasera para hacerlo cuando oigo gritar a Rooney.
—Voy a encenderlo.
— ¡Dios mío, no!— Grito, corriendo por la cocina y saliendo por
la puerta trasera.
Oigo a mi mujer y a sus amigos reírse, pero hablo muy en serio.
Rooney es capaz de incendiarse a sí mismo o a la cabaña antes de
ponerlo en marcha.
—Yo me encargo. — le digo a Rooney y se encoge de hombros,
pero puedo ver la sonrisa. Le gusta asustarme.
— ¡La comida está casi lista!— llama Coraline, y él y Harvey se
dirigen al interior mientras yo apilo los troncos para encender la
hoguera.
Está oscureciendo y sé que probablemente comeremos aquí
afuera, ya que no hay suficientes sillas ni espacio adentro. Si estas
acampadas se convierten en algo habitual, vamos a tener que comprar
una nueva cabaña o construir una nueva.
—Te he preparado un plato. — dice Caroline al salir y la beso,
cogiendo el plato y sonriendo mientras Charlotte ocupa la silla junto
a mí.
—S'mores. — susurra Charlotte mientras se mete un enorme
bocado de perrito caliente en la boca y me río.
—Pronto. — le prometo y sonríe.

Sotelo, gracias K. Cross


Charlotte y yo nos hemos acercado a lo largo del último año. Le
encanta estar al aire libre, así que intento recogerla del colegio al
menos dos veces por semana para que podamos ir de excursión o en
trineo en invierno. Creo que a ella le gusta pasar tiempo a solas
conmigo y a mí me gusta poder compartir algo especial con ella.
Caroline toma asiento a mi otro lado y sonrío, pasándole la
botella de agua que le he cogido antes.
—Gracias.
Se inclina y me besa la mejilla y termino mi comida, dejándole
las papas fritas que sé que se le han antojado últimamente.
—Eres el mejor. — dice cuando se las pongo en el plato y me río.
Le acaricio el cuello mientras come y miro a nuestros amigos.
Siempre fui un poco solitario, pero ahora tengo amigos, una hija y otro
niño en camino, además de la mujer de mis sueños. Tengo toda esta
familia y es más de lo que podría haber esperado, pero es exactamente
lo que necesito.
— ¿Listos para los s'mores?— pregunto, y no puedo evitar reírme
cuando Rooney y Charlotte gritan que sí.
La vida con mis chicas es perfecta.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 19
CAROLINE

Diez años después...


— ¿Listo para la noche de la cita?— le pregunto a Heath mientras
entro en el baño, donde se está lavando los dientes, y asiente con
entusiasmo, provocando mi risa.
—Yo también. Ha pasado demasiado tiempo. — digo mientras
me recojo el pelo en la parte superior de la cabeza.
Ya estoy vestida y tenemos que dejar a los niños en casa de
Gracie y Ken dentro de unos minutos para que nos hagan de canguro.
Nuestros hijos son los mejores amigos de los suyos, así que es más
bien una cita para jugar. Nos turnamos, cambiamos cada dos meses
para que cada una tenga un poco de descanso y un tiempo a solas con
nuestros maridos.
Heath y yo llevamos diez años casados y tenemos tres hijos
maravillosos. A Charlotte le encanta ser la hermana mayor y es muy
paciente con Calvin y Rhys.
— ¡Vamos, mamá y papá!— grita Rhys desde abajo y sonrío a
Heath en el espejo.
— ¿Lista?— pregunta y asiento, dejando que me coja de la mano
y me lleve escaleras abajo.
Los chicos hablan con entusiasmo de lo que van a hacer en casa
de los Coleman. Acaban de estrenar una película y están deseando
verla. Prácticamente saltan del coche antes de que hayamos
estacionado y me río mientras los acompaño hasta la puerta principal.
— ¡Hola chicos!— dice Gracie al abrir la puerta y los niños gritan
“hola” mientras pasan corriendo junto a ella para alcanzar a sus
amigos.
—Hola. — digo y se ríe.

Sotelo, gracias K. Cross


—Los niños están saltando en el trampolín ahora que no hace
cien grados.
—Llevan todo el día hablando de venir. Muchas gracias por
cuidarlos.
— ¡Por supuesto! Que se diviertan. Nos vemos en unas horas.
Saludo con la mano y me dirijo de nuevo por el camino hacia
nuestro coche. Heath se bajó para abrirme la puerta y dejo caer un
beso en sus labios mientras me ayuda a subir al asiento del copiloto.
— ¿A dónde vamos?— le pregunto.
Nos turnamos para planear nuestras citas, y este mes le toca a
él. Estoy deseando ver lo que nos ha preparado.
—Es una sorpresa. — dice mientras junta nuestros dedos y yo
me recuesto en el asiento para dejarle conducir.
Hablamos de nuestros negocios durante el trayecto. Ambos van
bien y este último año hemos hablado de ampliarlos. Quizá abrir una
cafetería en la siguiente ciudad o algo así. Heath había mencionado
abrir un local en Fallen Peak para poder ver más a su amigo Graham.
Sabe que me llevo bien con la mujer de Graham y que los niños
también se divierten jugando entre ellos, pero es un viaje bastante
largo.
— ¿Lista?— pregunta Heath mientras estaciona fuera de nuestra
cabaña.
Hemos tenido que ampliarla dos veces a medida que crecía
nuestra familia, pero es perfecta y a los niños les encanta venir aquí
los fines de semana largos a acampar.
Dejo que Heath me guíe al interior y sonrío cuando veo la tienda
de campaña montada en el salón.
—Igual que la primera noche. — digo y me sonríe.
—Sí, pero ahora puedo hacer todas las cosas que quería hacerte
entonces.
— ¿Ah, sí? ¿Hay muchas cosas?— Pregunto mientras me lleva a
la tienda.

Sotelo, gracias K. Cross


—Muchas.
Me río mientras me besa el cuello y miro alrededor del lugar. En
la chimenea hay una luz nocturna de fogata, ya que hace demasiado
calor para encender un fuego de verdad, y las cuerdas de luz
zigzaguean por el techo, haciendo que parezcan estrellas.
—Me encanta. Gracias por hacer todo esto para esta noche.
—Haría cualquier cosa por ti, Caroline. Lo sabes.
Tiene razón. Lo sé. Ha sido el mejor marido, el mejor padre para
todos nuestros hijos. Es tan paciente y siempre saca tiempo para cada
uno de ellos para que ninguno se sienta excluido.
Me meto en la tienda y sonrío al ver la montaña de almohadas y
los sacos de dormir tirados en el suelo. Hay algunos aperitivos y
bebidas en un rincón y un iPad al lado.
— ¿Vamos a ver una película?— le pregunto mientras me
recuesto en las almohadas.
—Si quieres.
—Quiero hacer otra cosa. — digo, agarrando el cuello de su
camisa y acercándolo a mí.
— ¿Sí?
—Sí. — susurro un segundo antes de que nuestros labios se
encuentren.
Me quito el vestido y Heath se aparta para mirar con hambre mi
cuerpo.
—Perfecta. — susurra asombrado y me encanta que, incluso
después de todos estos años, siga sin saciarse de mí.
—Te amo. — le digo y sus ojos se encuentran con los míos.
—Yo también te amo.
Se pasa las siguientes horas demostrándome lo mucho que me
ama.

Fin…
Sotelo, gracias K. Cross
Sotelo, gracias K. Cross

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