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1.

LOS CONTENIDOS DE LA MENTE: Hume ofrece una visión detallada y perspicaz sobre cómo percibimos y procesamos la
realidad a través de nuestras experiencias y cómo estas se traducen en impresiones e ideas. Su enfoque empírico y su análisis
sobre la asociación de ideas son fundamentales para comprender cómo construimos nuestro conocimiento del mundo.

Primero, Hume distingue entre impresiones, que son las percepciones inmediatas de la experiencia, y las ideas, que son
representaciones derivadas de esas impresiones. Esta distinción, según Hume, radica en el grado de vivacidad: las impresiones
son más vívidas que las ideas. Además, tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples o complejas, dependiendo de la
naturaleza de la percepción o representación.
La asociación de ideas, según Hume, se da a través de la memoria y la imaginación. La memoria conserva las ideas en el mismo
orden en que ocurrieron las impresiones, mientras que la imaginación puede combinar ideas simples para formar ideas nuevas o
recombinar ideas complejas de manera diferente. Este proceso de asociación está guiado por principios como la semejanza, la
contigüidad en el tiempo o el espacio, y la relación causa-efecto.
En relación con las ideas generales abstractas, Hume argumenta que todas las ideas, incluso las que parecen generales o
abstractas, son en realidad particulares. Estas ideas generales surgen de la costumbre de aplicar el mismo nombre a objetos que
comparten ciertas similitudes, aunque también presenten diferencias. Así, cuando escuchamos una palabra, evoca la idea de uno
de esos objetos, junto con una disposición para producir otras ideas similares si es necesario.
En resumen, Hume ofrece una visión coherente y sistemática de cómo construimos nuestro entendimiento del mundo a partir de
nuestras experiencias. Su enfoque en la asociación de ideas y su crítica a las ideas generales abstractas son contribuciones
significativas al empirismo y la epistemología moderna.
2.RELACIONES ENTRE IDEAS Y CUESTIONES DE HECHO: Hume distingue entre dos tipos de juicios que forman la base de nuestro
conocimiento: relaciones de ideas y cuestiones de hecho. Las relaciones de ideas se refieren a proposiciones que solo involucran
relaciones entre ideas y conceptos, como en matemáticas y lógica. La verdad de estas proposiciones es independiente de la
experiencia y son a priori universales y necesarias. Por otro lado, las cuestiones de hecho se relacionan con juicios que
establecen relaciones entre hechos empíricos, como en las ciencias físicas y sociales. La verdad de estas proposiciones se basa en
la experiencia y son contingentes, no necesarias. Hume señala que las generalizaciones basadas en la experiencia, como las leyes
científicas, carecen de validez necesaria debido al problema de la inducción: la experiencia solo proporciona información sobre
casos particulares, lo que dificulta la generalización a todas las instancias posibles. Por lo tanto, no podemos afirmar la verdad
universal de las leyes naturales, ya que sería necesario observar todos los casos para estar seguros.
3.el analisis de la causalidad: Hume profundiza en el análisis de la causalidad, destacando que todas las inferencias sobre
cuestiones de hecho implican una relación causal. Para que estas conclusiones sean válidas, es fundamental que la relación
causa-efecto esté suficientemente fundamentada. Sin embargo, al examinar esta relación, Hume identifica tres relaciones
simples: contigüidad en tiempo y lugar, prioridad de la causa respecto al efecto, y conjunción constante de ambas.
La noción de causalidad implica un vínculo interno entre sucesos, pero Hume cuestiona esta idea. Argumenta que la causalidad
se basa en la costumbre de ver una sucesión regular entre dos fenómenos, lo que nos lleva a creer que el primero es la causa
necesaria del segundo. Sin embargo, esta creencia no está fundamentada en la razón, sino en la costumbre, y por tanto, no
constituye un conocimiento riguroso.
En cuanto a la ciencia, Hume reconoce la validez de los saberes constituidos por relaciones entre ideas o por cuestiones de
hecho. Mientras que las Matemáticas representan un saber universal y necesario, las ciencias empíricas ofrecen solo argumentos
probables, basados en la experimentación y en el principio de causalidad. Aunque las inferencias causales se apoyen en la
experiencia pasada, carecen de valor cuando se aplican a objetos de los que no es posible tener ninguna experiencia.
En resumen, la filosofía de Hume plantea un escepticismo moderado respecto a nuestras inferencias causales y destaca la
importancia de la experiencia en la formación de nuestras creencias sobre la realidad.
4. critica a la metafisica racionalista :Hume desafía las concepciones tradicionales sobre la sustancia, el yo y Dios, adoptando una
postura radicalmente empírica. Critica la idea de sustancia, argumentando que no puede derivarse de nuestras impresiones
sensoriales ni de la reflexión, sino que es una construcción ficticia de la imaginación. La noción de un yo como sustancia
permanente también es cuestionada, ya que nuestras percepciones son cambiantes y sucesivas, sin ninguna impresión constante
que justifique la existencia de un yo estable. Hume explica la sensación de identidad personal como una ilusión de la memoria,
que une las percepciones pasadas y presentes a través de asociaciones.
En cuanto a la idea de Dios, Hume rechaza las pruebas racionales de su existencia, argumentando que no hay necesidad lógica de
su existencia y que el principio de causalidad solo tiene validez en el ámbito de la experiencia. Además, sugiere que el
sentimiento religioso surge del miedo, la esperanza y la incertidumbre, y que la idea de Dios es una proyección imaginaria de
nuestras propias cualidades mentales.
En resumen, Hume desafía las nociones tradicionales sobre la realidad basadas en la razón y la intuición, proponiendo una visión
empirista que se centra en la experiencia sensorial y la asociación de ideas como fundamentos del conocimiento humano.

5
Hume, en su exploración de la ética, desafía las concepciones tradicionales que fundamentan la moral en la razón, argumentando
que esta no conduce directamente a la acción. Según él, nuestras acciones están motivadas por pasiones y sentimientos, no por
la razón. Este enfoque, conocido como emotivismo moral, sostiene que los juicios morales se basan en los sentimientos de
aprobación o desaprobación que experimentamos hacia ciertos comportamientos.
Además, Hume abraza una perspectiva utilitarista, donde la bondad de una acción se determina por su utilidad social, es decir, su
capacidad para beneficiar a la humanidad. Así, el placer y el dolor son fundamentales en la evaluación moral, ya que lo que nos
complace se considera bueno y lo que nos causa dolor se considera malo.
Sin embargo, este enfoque no conduce al relativismo individualista, ya que Hume sostiene que estos sentimientos son
universales y compartidos por todos los seres humanos. La moralidad implica un sentimiento común que recomienda ciertas
acciones para la aprobación general, y este sentimiento también se extiende a la evaluación de la utilidad social de las acciones.
En resumen, la ética de Hume se caracteriza por su enfoque emotivista y utilitarista, donde los juicios morales se basan en los
sentimientos de aprobación y en la consideración de la utilidad social de las acciones.

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