Ejercicios Espirituales en la
vida ordinaria [EVO]
Mes de iniciación a la oración
Primera etapa
Orar con los cinco sentidos
Guías para hacer Ejercicios Espirituales en la vida ordinaria
EL MES DE INICIACIÓN A LA ORACIÓN
I. ¿Cuál es el objetivo de este mes?
Tienes en tus manos unos Ejercicios Espirituales Básicos, pensados y
ofrecidos desde el Centro de Espiritualidad San Ignacio de Salamanca
(CES) como una “Iniciación a la experiencia de Dios”, para facilitar el dar
salida a tu deseo de iniciar la maravillosa aventura de la oración y a
concienciarte, a través de ella, en aquellos valores humanos y espirituales
que te ayuden a dar un auténtico sentido a tu vida.
Porque orar es aventurarse a entrar en contacto y en diálogo con ese Dios
en quien crees, a quien buscas y del que, a veces hasta dudas…, pero que
está también, deseando entrar en contacto contigo, dársete a conocer y
manifestarte sus secretos más íntimos.
La oración es precisamente el punto de encuentro de dos deseos: el tuyo
y el de Dios.
II. ¿Cuál es la experiencia y el método?
Están concebidos como un camino con diversas etapas. El camino consta
de veinticuatro ejercicios con sus cuatro etapas.
Cada semana te encontrarás con seis ejercicios y el último día lo dedicarás
a repetir uno de los ejercicios de esa semana: ya sea porque encontraste
gusto en él, o porque no le encontraste gusto o no te pudiste concentrar
lo suficiente en él.
Al final de cada día, en la noche, se te invita a recoger la experiencia diaria
en clave de oración (puede ayudarte si lo haces por escrito). Y al final de
cada semana a “recoger la semana”, así como a “preparar el encuentro”
en grupo. Además de tu tiempo de oración, puedes dedicar unos 15
minutos diarios a este ejercicio.
Las introducciones a los temas te servirán de ambientación y algunos
textos (pensamientos, poemas…) al final de la semana te ayudarán,
también, a profundizar en tu experiencia.
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Iniciación a la experiencia de Dios
III. ¿Individualmente o en grupo?
Este mes de iniciación está preparado para vivirlo en comunidad, en
Iglesia, en grupo. El hacerlos en grupo requiere disposición y confianza de
tu parte a compartir algunos aspectos de tu experiencia con otras
personas, con quienes te reunirás periódicamente para ello. De ahí la
importancia de “preparar el encuentro” y asistir puntualmente a las
reuniones. A esta pequeña comunidad de compañeros y compañeras
ejercitantes la llamamos “Grupo EVO”.
Cada grupo tendrá el apoyo de una persona “acompañante” para
colaborar con el buen desarrollo de nuestros encuentros semanales.
IV. Pero… ¿Quién es la persona “acompañante”?
Esta experiencia no se puede realizar en solitario, ni siquiera sólo con la
ayuda de los miembros del grupo. Por eso, cada grupo tendrá al menos
una persona acompañante, con formación específica para esta tarea, con
quien se concretará el día y la hora de la reunión, así como la dinámica
interna de la misma. Esta persona te ayudará a marcar los ritmos del
camino, a clarificar situaciones, a avanzar con paso decidido, y a que las
reuniones se desarrollen ordenadamente.
1. El “Grupo Fabro”
El equipo de acompañantes se llama “Grupo Fabro”, por especial
devoción a San Pedro Fabro [1506 - 1546], de quien afirmó San Ignacio
“que de los que conocía en la Compañía, el primer lugar en dar Ejercicios
tuvo el Padre Fabro”. Este grupo ya ha realizado en otras ocasiones la
experiencia de los Ejercicios Espirituales y recibido una formación
apropiada para tener los elementos necesarios para ofrecer y hacer un
acompañamiento adecuado a los nuevos ejercitantes. Nuestro único guía
en esta experiencia es Dios, el Espíritu de Jesús; estas personas sólo nos
acompañan y apoyan aclarando el modo y orden que propone S. Ignacio
para vivir este camino.
2. Su objetivo
Es ayudar a toda persona que desee iniciarse en la experiencia de los
Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola en la vida ordinaria para,
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Guías para hacer Ejercicios Espirituales en la vida ordinaria
a través de ella, ordenar su vida, comprometerse con el plan de Dios y
acoger la gracia de la felicidad auténtica que se vive en el seguimiento
radical de Jesús de Nazaret.
3. El Grupo Fabro y la instrucción semanal
Los temas de instrucción que se imparten en cada encuentro semanal
intentan avanzar oportunamente en armonía con el proceso de los
Ejercicios Espirituales.
Son de especial importancia para la correcta comprensión del proceso y la
profundización de la experiencia.
El Grupo Fabro (el equipo de acompañantes) también está comprometido
con la preparación del material que necesitaremos a lo largo del camino,
tanto para la oración diaria como para los encuentros semanales y los
retiros/talleres que incluye la experiencia.
4. La persona acompañante nos ayuda a:
a. Programar el día y la hora de la reunión semanal.
b. Cuidar el comienzo y el final de esta.
c. Orientarnos para que podamos preparar apropiadamente lo que
vamos a comunicar en el encuentro semanal al Grupo EVO.
d. Cuidar las intervenciones, facilitando el que todas las personas del
grupo se puedan expresar libre y confiadamente.
e. Ser un medio que clarifique y aliente al grupo.
f. Orientar brevemente los ejercicios de la semana siguiente.
g. Acompañar personalmente a quien se lo solicite.
V. La oración en este primer mes
1. ¿Cuánto tiempo de oración haré en esta etapa?
Es muy importante que inicies con gran libertad y ánimo, dedicando al
menos 30 minutos, permaneciendo cada vez más, hasta alcanzar 10
minutos más cada semana (es decir, en la segunda semana 40 minutos, en
la tercera 50…), eligiendo para ello el momento que te parezca más
oportuno para tu rato de oración. Antes de concluir el mes es importante
que hayas logrado 60 minutos (1 hora) de oración.
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Iniciación a la experiencia de Dios
Una vez decidido el momento, procura ser fiel en mantenerlo, sin intentar
cambiarlo ante cualquier problema. En esta fidelidad se basa,
fundamentalmente, el fruto de esta experiencia.
También es importante que, durante el día, sin que te veas en obligación
de hacerlo automáticamente, dejes reposar dentro de ti el tema
correspondiente, como si te dejaras acompañar por él mientras vas y
vienes al trabajo, las tareas o a clase, o durante el paseo en los ratos de
descanso o bien relacionar algún aspecto con lo que ocurre en la jornada.
2. Consejos prácticos para la oración
Se trata de que aprendas a hacer silencio dentro de ti, como la única
posibilidad para poder orar con un poco de serenidad y de paz.
¡Empresa difícil, pero no imposible! El primer paso para resolverla es caer
en la cuenta de la necesidad que tienes de aprender a silenciar tus ruidos
exteriores y, sobre todo tus ruidos interiores. La dificultad la descubrirás
enseguida, pero no pierdas demasiado tiempo pensando en ella, sino en
buscar alguna salida.
La primera: procura que el lugar en el que vas a orar sea suficientemente
tranquilo. En tu casa, puede ser en tu propia habitación, o en algún espacio
de esta en el que confíes que puedas hacerlo con cierto silencio y en un
tiempo en que nadie te moleste.
Y junto al sitio que hayas elegido como
el más adecuado, cuida en segundo
lugar de tu posición corporal. ¡No se
puede orar de cualquier manera! Una
postura que te puede ayudar es la
llamada postura sedente, es decir
sentado/a, con la espalda bien recta y
con las manos colocadas sobre tu
regazo, en actitud de acogida,
procurando no moverte ni cambiar
cada poco tiempo (el tiempo de
oración se comienza a calcular desde
este momento en que te dispones a
realizar el ejercicio).
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Guías para hacer Ejercicios Espirituales en la vida ordinaria
Una vez elegido el lugar y la postura, viene el momento más delicado e
importante: el de aprender a concentrarse y a hacer silencio dentro de ti.
Para ello, te ayudará el practicar algunos ejercicios muy sencillos y a
ponerlos en práctica antes de comenzar tu momento de oración:
a. Uno consiste en concentrarse en tu respiración. Puedes, cerrando
los ojos, respirar profundamente dos o tres veces y, a
continuación, normalizar tu respiración dándote la cuenta del
efecto que produce el aire al paso por tu nariz (de calor o frío; el
mismo movimiento nasal…) En pocos minutos te darás cuenta de
que todo tu cuerpo está relajado y concentrado. Dedica unos
segundos a darte cuenta de lo bien que está tu cuerpo cuando se
encuentra así.
b. Otro consiste en ir recorriendo poco a poco tu cuerpo, centrando
tu atención en cada una de sus partes (el rostro, los hombros y
brazos, el estómago, las piernas y los pies…) sintiendo las
vibraciones que se producen en ellas al entrar en contacto con el
exterior (de calor o frío…) y con todo lo que en ellas produce algún
efecto (el contacto con el asiento, con la ropa…). Descubrirás
enseguida el efecto positivo de este ejercicio para pacificarte y
concentrarte.
c. Un tercero consiste en concentrarte en todos los ruidos que se
producen a tu alrededor. ¡No pienses en ellos! Simplemente
reconócelos y procura captar todos los matices que puedas,
dejándote envolver por ellos.
Estos tres ejercicios te ayudarán a caer en la cuenta de que todo lo que
normalmente te distrae y desconcentra, te puede ayudar a concentrarte
y serenarte.
Nota Importante:
Empieza siempre tu tiempo de oración
concentrándote con ayuda de estos ejercicios o
con otros parecidos que se te vayan ocurriendo.
Una vez conseguido un cierto nivel de
concentración, puedes ya empezar a meditar el
ejercicio correspondiente.
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Iniciación a la experiencia de Dios
ORAR CON LOS CINCO SENTIDOS
Introducción
Vamos tan rápido por la vida que apenas si nos damos cuenta de las
maravillas que se encierran en nuestro propio cuerpo:
• La maravilla de ver…
• La maravilla de oír…
• La maravilla de gustar…
• La maravilla de oler…
• La maravilla de tocar…
Durante unos días vas a poner atención a cada uno de tus cinco sentidos
para caer en la cuenta del uso que haces de cada uno de ellos:
• Si los llevas, por llevar.
• Si pueden ser fuentes de vida, de felicidad, y de encuentro con
Dios.
Día 1: Uso de la vista
Se puede mirar de muchas maneras… pero sólo una es la
adecuada. ¡Aprender a mirar es un ejercicio indispensable!
1. En la mañana y durante el día
Cae en la cuenta de cómo usas tus ojos, tu mirada.
Luego, mientras pasan las horas, fíjate en cómo lo haces, cómo miras, qué
miras… Cae en la cuenta de que puedes ver muchas cosas, personas,
situaciones…, pero no mirarlas auténticamente. Junto a miradas de cariño
y compasión, puedes sorprenderte con otras de desprecio, dominio o
indiferencia.
2. Reflexiona
• Salmo 123 [122] y ver como oran los afligidos, levantando,
precisamente, sus ojos hacia Dios.
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Guías para hacer Ejercicios Espirituales en la vida ordinaria
• Isaías 52, 13-15.
• Lucas 18, 40-42.
• Mateo 9, 9.
3. En la noche
Recuerda cómo te han dejado tus
miradas:
• ¿Te quedas en paz y contento?
• ¿Te atraen las cosas y las personas?
• ¿Te fijas, de verdad, en lo que miras?
• ¿Tu modo de mirar te deja tranquilo, o más bien con inquietud o
preocupación? Revisa por qué.
Tal vez, a partir de hoy, te hayas convencido de la importancia de tu
mirada y sientas que se te ha animado a mirar “de otra manera”. Inténtalo.
Día 2: Uso del oído
Hay un dicho que dice: ¡No es lo mismo oír que escuchar! Oír,
es más superficial. Escuchar, requiere estar muy atento.
1. En la mañana y durante el día
Cae en la cuenta de la infinidad de cosas que oyes.
El oído es un órgano indispensable en nuestro cuerpo, lo usamos para
percibir sonidos algunos agradables otros desagradables: el canto de un
pájaro, el recorrer de un arroyo, el sonido de la lluvia; algunos
desagradables como ser: Un rayo fuerte, un pito de un carro...
2. Reflexiona
• Colosenses 1, 23.
• Marcos 7, 31-35.
• Lucas 8, 10.
• ¿Has relacionado alguna vez tu fe
y tu experiencia de Dios, con la
capacidad de escucha?
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Iniciación a la experiencia de Dios
• ¿A qué te suena ese dicho de San Pablo, tan breve como suge-
rente, de que “la fe entra por el oído”?
Tal vez merezca la pena seguir ejercitando tu atención y perfeccionar tu
capacidad de escucha.
3. En la noche
Recuerda cómo te ha dejado todo lo que has oído durante el día.
• ¿Te produce nerviosismo, o te ha dejado en paz?
• ¿Has podido distinguir entre oír –ruidos que te vienen de fuera– y
escuchar o estar atento a algo o a alguien que te ha resultado
beneficioso?
Día 3: Uso del gusto
Gustar es sinónimo de paladear, saborear… Y a las personas
las acostumbramos a clasificar entre las que tienen “buen
gusto” o “mal gusto”. ¡Tal vez este sentido sea más
importante de lo que parece a primera vista!
1. En la mañana y durante el día
Toma en cuenta todo aquello que haces y que tenga que ver con el gusto
(la comida, la debida, el modo de vestir…). Date cuenta si es algo que haces
mecánica o realmente “paladeas” o “saboreas”, dejándote sorprender y
admirar por lo bien que te saben las cosas, las personas…
Toma en cuenta, también, si conoces personas que tienen “buen gusto” y
en qué se diferencian de las que no lo tienen y qué irradian unas y otras.
Y descubre qué te sugiere esa invitación que precisamente se refiere al
gusto: “Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a Él”
(Salmo 33).
2. Reflexiona
• Proverbios 13,2
• Mateo 5,13
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Guías para hacer Ejercicios Espirituales en la vida ordinaria
3. En la noche
Recuerda los sentimientos que ha provocado en ti el haber estado
pendiente del sentido del gusto.
• ¿Te ha dejado alguna huella positiva?
• ¿Has empezado a valorarlo un poco más?
• ¿Merecerá la pena el seguir ejercitándolo más conscientemente?
Día 4: Uso del olfato
¿Es el “hermano pobre” de los cinco sentidos? ¿Al que menos
atendemos? ¿No nos estaremos privando de una fuente de
bienestar?
1. En la mañana y durante el día
Pon atención en captar toda la variedad de olores que te brinda cada día,
procurando identificarlos (agradables o desagradables; finos o intensos…)
y qué cosas, personas o circunstancias los producen.
Para ello, tal vez te ayude el detenerte especialmente en alguno…
Precisamente en aquel o aquellos que normalmente te pasan más
desapercibidos (la fragancia de tu perfume, el de algunos alimentos y
bebidas favoritas, o los que captas en tus paseos por el campo o la
montaña…).
Y no sólo las cosas, sino también las personas, nos hacemos atractivas por
el buen olor que desprendemos.
Y a los cristianos, se nos pide que irradiemos “el buen olor de Cristo”.
2. Reflexiona
• Cantar de los Cantares 1, 12.
• 2ª Corintios 2, 15.
• Juan 11, 39.
3. En la noche
Agradece a Dios el sentido del olfato, la importancia que tiene para
nuestra vida y la utilidad que le damos.
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Iniciación a la experiencia de Dios
Día 5: Uso del tacto
¡Cuántas cosas haces con tus manos…! ¡Y qué olvidadas las
tienes! Ellas también necesitan tu atención, para que
descubras sus maravillas y tengas un agradecimiento eterno
con ellas.
1. En la mañana y durante el día
Fíjate en tus manos, admíralas, contémplalas…
Toma en cuenta la infinidad de cosas buenas que haces y consigues a
través de ellas… Selecciona alguna y detente durante unos segundos… Tal
vez brote en ti un sentimiento de agradecimiento por todo lo bueno que
te permiten hacer.
Medita:
• ¿Qué cosas buenas has hecho con tus manos?
• ¿Qué cosas buenas hizo nuestro Creador?
Imagínate, por un momento, que no tuvieras manos y cómo sería tu vida
sin ellas… Te darás cuenta de que son un auténtico tesoro. ¡Guárdalo y
agradécelo!
Tal vez te ayude el recordar que Dios te creó y moldeó con sus manos:
“Tus manos me han hecho y han formado” (Salmo 119,73) y que todas las
cosas que Él hizo con ellas son maravillosas, como lo canta también el
salmista: “¡Qué grandes son tus obras, Yahvé!” (Salmo 8).
2. Reflexiona
• Mateo 8, 1-4.
• Mateo 9, 27-31.
3. En la noche
Una vez que recojas tu día y los sentimientos más importantes que has
vivido, puedes hacer el gesto de la señal de la cruz, pidiendo a Dios que te
proteja con su bendición (“En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén”).
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Guías para hacer Ejercicios Espirituales en la vida ordinaria
Día 6: Uso de la memoria
Durante los días pasados has estado recordando, al final del
día, los sentimientos, luces, dificultades que se han ido
produciendo en ti a lo largo de cada una de ellas. Ello te ha
sido posible gracias a la memoria, facultad extraordinaria
donde las haya. Y ella te irá acompañando a lo largo de estos
ejercicios. Por eso, merece la pena que te detengas un buen
tiempo a valorar su importancia.
1. En la mañana y durante el día
Procura centrar tu atención en tu memoria, en tu capacidad de recordar y
revivir cosas, acontecimientos, personas…
En un primer momento, intenta reconocer la maravilla de esta facultad,
gracias a la cual puedes actualizar, en un instante, tantas y tantas cosas de
tu pasado.
Toma en cuenta, también, de cómo la usas normalmente. ¿Sueles
recordar cosas positivas, que dan un tono de ilusión a tu vida o, bien, cosas
negativas que más bien no quisieras ni recordar? ¿Cómo y para qué la
usas, de hecho, en tu vida concreta?
2. Reflexiona
• Proverbios 3, 1.
• Juan 1, 4-29.
Haz memoria, sobre todo, si tu capacidad de recordar te hace una persona
agradecida al caer en la cuenta de tantas y tantas gracias y dones que te
vienen a través de todo lo que te rodea, y del mismo Dios.
¿Recuerdas para agradecer o, simplemente, para entretenerte y pasar el
rato recordando?
3. En la noche
Usa precisamente tu memoria para ver cómo te ha ido el día, en qué la
has tenido ocupada y cómo te gustaría seguir utilizándola.
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Iniciación a la experiencia de Dios
Día 7: Recoge la semana
Has dedicado esta primera semana a centrar tu atención en el uso que
haces de tu vista y de tu oído, de tu gusto, tu olfato, tu tacto y de tu
memoria.
Conviene, al final de esta, que vuelvas sobre la experiencia que has tenido
al meditar sobre tus sentidos:
• ¿Te ha resultado fácil o difícil? ¿Agradable o desagradable?
• ¿Qué sentimientos han salido en ti a lo largo de esta semana?
• ¿Has vivido alguna sorpresa positiva?
• ¿Has tomado alguna decisión o determinación de usar tus
sentidos y tu memoria de otra manera?
• ¿Has descubierto que pueden ser una fuente de agradecimiento
por todo lo que recibes a través de ellos?
• ¿No estará Dios detrás de todo esto? ¡Reconócelo y dale gracias!
¡O pide perdón por haberte olvidado de Él o si en algo le has
fallado!
PREPARA EL ENCUENTRO
Se trata de compartir en el grupo lo más importante que hayas vivido
durante esta semana.
Para ello, te ayudará el recogerlo por escrito:
• Los sentimientos que han predominado más en ti a lo largo de la
semana. ¿Han sido más bien positivos (de ilusión, paz,
esperanza…) o más bien negativos (de desilusión, turbación,
desconfianza…)? Pero no te quedes sólo con los sentimientos, sino
procura detectar por qué se han producido unos u otros.
• Las dificultades o dudas de cualquier tipo con que te hayas
encontrado y que quisieras comentar y aclarar en el grupo.
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