SEMANA SANTA
Un camino hacia la Pascua
Desde el I Concilio Ecuménico de Nicea en el año 325, la Semana Santa se
celebra el primer domingo de luna llena después del equinoccio primaveral (alrededor
del 21 de marzo). Así el Domingo de Pascua acontece en un paréntesis de 35 días,
entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Mayormente la Semana Santa cae durante la
primera o segunda semana de abril.
La semana Santa es el momento más importante de todo el año para los
católicos. En ella recorremos el camino que recorrió Jesús, yendo a Jerusalén a
entregar su vida, para liberarnos a todos nosotros de nuestras faltas. Es una semana
en donde la Iglesia nos propone y nos motiva a vivirla en oración y reflexión. De esta
manera podemos contemplar la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Esta semana comienza con el domingo de Ramos y termina con el domingo
de Pascua. Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo
padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la
muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección.
Domingo de Ramos
Celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en la que todo el pueblo
lo alaba como rey con cantos y palmas. Por esto, nosotros llevamos nuestras palmas o
ramos de olivo a la iglesia para que las bendigan ese día y participamos en la misa.
El domingo de Ramos abre
solemnemente la semana Santa, con el
gesto de las palmas y las alabanzas
recordamos la entrada de Jesús en
Jerusalén. Además, este día nos
recuerda el gesto profético de Jesús que
entra como Rey pacífico, Mesías
aclamado primero y condenado después, para cumplir en todas las profecías. La
gente gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor.
En la liturgia de este domingo (liturgia similar a misa) leemos la Pasión y
anticipamos la proclamación del misterio pascual, con un gran contraste entre el
camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Vía Crucis de los días santos.
La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de
la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar
conscientemente en la Semana Santa de la Pasión amorosa, libre y entregada de
Jesús.
Jueves Santo
En este día santo reactualizamos fundamentalmente la última cena del Señor
con los apóstoles, sus amigos, con quienes deseo fervientemente celebrar su última
pascua entre los hombres. La cuaresma termina antes de la misa del jueves Santo. Y
luego comienza el Triduo Pascual.
Durante la misma, Jesús realizo tres signos fundamentales:
1) Instituyó la Eucaristía, que es el sacramento de la comunión.
2) Instituyó el Orden Sagrado que es el sacramento del Orden Sagrado (religiosos)
3) Lavó los pies a sus discípulos.
1) La Eucaristía es la sagrada comida
que congrega a la familia de los
bautizados, la Iglesia, Pueblo de Dios
reunido en torno a Jesús sacramentado
que se dona como alimento para la Vida
Eterna, bajo las simples formas de pan y
de vino. Este pan y este vino, frutos de
la tierra y del trabajo de los hombres,
se convertirán al ser consagrados por manos del sacerdote en el Cuerpo y la
Sangre de Jesucristo. Así, en la Ultima Cena, El instituyó este sacramento de la
Eucaristía, anticipando en forma simbólica su muerte redentora en la Cruz.
2) Jesús les dijo a sus discípulos: “…Hagan esto en memoria mía…”; instituyó así
el sacramento del Orden Sagrado con el cual les dio el poder a los sacerdotes de
presidir la Eucaristía consagrando el pan y el vino. No se trata del cuerpo o la
sangre de un simple hombre que vivió hace más de dos mil años, sino del cuerpo y
sangre de nuestro Salvador, que simbolizan la entrega que el sacerdote hace por su
pueblo entregando su vida por las ovejas de su rebaño.
3) Jesús sorprende a los apóstoles con
el gesto de lavarles los pies. Así Jesús les
muestra que el verdadero camino del
cristiano es el del servicio: Jesús se hace
esclavo por nosotros y por amor. Lo hace
mostrándonos el gesto elocuente de un
verdadero amor fraterno: “…Ámense los
unos a los otros como yo los he amado…”
TRIDUO PASCUAL
Pasión, muerte y resurrección de Jesús
El triduo pascual son los últimos tres días de la semana Santa. En ellos la
Iglesia conmemora (es decir, hace memoria, reactualiza, hace presente para nosotros)
los tres días centrales de la semana santa: jueves a la noche, viernes a la noche,
sábado a la noche. San Agustín describía al Triduo como los tres días en los que la
Iglesia celebra a Jesucristo “muerto, sepultado y resucitado”.
Viernes Santo
Es el día de la Pasión y Muerte de Jesús en la que renovamos nuestra fe en
el Crucificado. Recordamos su prisión, los
interrogatorios de Herodes y Pilato; la
flagelación, la coronación de espinas y la
crucifixión, la muerte de Jesús y la colocación en
el santo sepulcro.
A veces pensamos que la Cruz es una
mera representación del sufrimiento de Cristo.
Jesucristo, el Hijo del Dios vivo, se hizo hombre para poder tener experiencia de lo
humano; tuvo la humildad de ser un hombre real, con nuestros dolores, temores,
viviendo en un mundo por si limitado; sin embargo no fue “un hombre más”: Él era
Dios, el único capaz de aniquilar por medio de su resurrección la muerte
definitiva del ser humano.
Aspectos importantes:
La Cruz y la Muerte
En el viernes Santo comienza propiamente la celebración de la Pascua. Pascua
significa “paso”, el tránsito de Jesús a través de la muerte a la nueva vida.
Celebramos y hacemos memoria la muerte de Jesús, pero no con aire de tristeza
sino de celebración: la comunidad cristiana proclama la Pasión del Señor y adora su
Cruz como el primer acto del Misterio Pascual.
La Austeridad y el Ayuno
El viernes y el sábado, los dos primeros días del Triduo, están marcados por la
austeridad y el ayuno. Se ayuna el viernes, y a ser posible se “prolonga” durante el
sábado Santo. Así la comunidad cristiana sigue la marcha de su Señor a través de la
Muerte. El viernes es el único día del año que NO se celebra la misa.
Vía Crucis
Se realiza el viernes por la noche. En él peregrinamos junto a Jesús cargando
con la cruz en su camino por las calles de Jerusalén, hacia el lugar de su muerte,
el Calvario. Esta es una devoción muy antigua, centrada en recorrer las 14 estaciones
Sábado Santo
En este día del triduo pascual recordamos el día que pasó entre la muerte y la
Resurrección de Jesús. Es un día de luto y tristeza ya que no tenemos a Jesús entre
nosotros. Las imágenes se cubren y los sagrarios están abiertos. Por la noche se lleva
a cabo una vigilia pascual para celebrar la Resurrección de Jesús. Vigilia quiere decir
“la tarde y noche anteriores a una fiesta. Esta es la gran fiesta de los católicos.
3 características del sábado Santo:
Es un día de silencio: la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor,
meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos.
Es un día para profundizar, reflexionar y para contemplar el misterio de la muerte
y resurrección de Jesús.
Es el día de la ausencia: día de dolor, de reposo, de esperanza, de vacio. No es
un día vacío en el que "no pasa nada". Cristo está en el sepulcro, ha bajado al
lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y
junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia.
Durante el Sábado Santo en este día
"alitúrgico" la Iglesia entra en el silencio y
en la meditación, sobre el sepulcro del
Señor y recomienda esa actitud a sus fieles y
de todos sus creyentes. Se dice que es
“alitúrgico” porque es el único día en el año,
en que la Iglesia no ofrece ninguna
celebración litúrgica.
Vigilia Pascual
En el sábado Santo se realiza la Vigilia Pascual que es considerada "madre de
todas las celebraciones" de la Iglesia, en la que se evoca la Resurrección de Cristo.
Partes de la Vigilia:
1. la bendición del fuego nuevo del cirio pascual
2.Partes:
a. lecturas sobre la Historia de la Salvación
b. la renovación de las promesas del Bautismo.
c. liturgia Eucarística
Domingo de Pascua o Domingo de Resurrección
Es el día más alegre para todos los católicos, ya que Jesús venció a la muerte
y nos dio la vida. Esto quiere decir que Cristo nos da la oportunidad de salvarnos y vivir
siempre felices en compañía de Dios. Pascua es el paso de la muerte a la vida. El
domingo de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos, ya que
con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra religión.
Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la
Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el
Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido
hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.
La Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras,
son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles. La
Resurrección nos muestra cual es nuestra vocación cristiana y nuestra misión: ella
es acercar la alegría del resucitado a todos aquellos que quieran un cambio en su vida
El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el
mal. ¿Creo en la Resurrección?, ¿la proclamo?; ¿creo en mi vocación y misión
cristiana?, ¿la vivo?;¿me alienta en esta vida?, son preguntas que cabe preguntarse.
Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también
nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte. En la
resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está
junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?
Tenemos que confiar en que, después de la
vida en la tierra, si fuimos fieles, llegaremos a una
vida nueva y eterna, en la que gozaremos de
Dios para siempre. San Pablo nos dice: “Si Cristo
no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe”
Si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras
hubieran quedado en el aire, sus promesas hubieran
quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente Dios. Pero, como Jesús sí
resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al pecado; sabemos que
Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también, sabemos que ganó
para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra vida adquiere sentido.