Garantias en el proceso penal “Plazo razonable de duración del proceso penal”
Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Caso “Mattei” del 29 de noviembre de 1968[2]: La Corte Suprema de Justicia de la
Nación considero que la resolución cuestionada proponía una renovación de un proceso ya
dilatado que, de esa forma, lo conducía inexorablemente a seguir aumentando su duración
ya excesiva, lo cual resultaría violatorio de determinados principios básicos del derecho
procesal penal que se podrían resumir en el derecho del imputado a un juicio
razonablemente rápido. La CSJN le asignó a ese derecho jerarquía constitucional
estableciendo que el mismo se encuentra incluido en la garantía de inviolabilidad de la
defensa en juicio consagrado en el art. 18 de nuestra Carta Magna. La CSJN afirmó que
retrotraer el proceso a la etapa instructoria a través de la anulación de todo lo actuado
después de su clausura, sin que existieran motivos reales de invalidación de los actos
cumplidos, era jurídicamente intolerable. Asimismo, consideró que la seguridad jurídica y
la necesidad de una administración de justicia rápida, dentro de lo razonable, imponían la
vigencia de los principios de progresividad y preclusión procesales, conforme a los cuales,
un proceso sólo podía ser retrogradado a etapas anteriores cuando sus actos previos no
hubieran sido válidamente realizados, pero si no existían motivos de nulidad de los actos, la
progresividad tendiente a la sentencia es irreversible, los actos válidamente realizados
precluyen y no pueden ser repetidos. De esta forma, la CSJN comenzó a esbozar la doctrina
del "paralelogramo de las nulidades", que quedará expresada con más nitidez en "Frades",
según la cual, los procesos penales no pueden ser retrotraídos a etapas anteriores cuando en
su desarrollo se han respetado las "formas sustanciales del juicio"[3] y la anulación que
obliga a repetir los actos ya cumplidos está fundada en consideraciones rituales
insuficientes, en la inobservancia de solemnidades desprovistas de sentido; pero si se han
violado aquellas "formas sustanciales del juicio" la anulación deviene válida y también la
consecuente retracción del proceso a etapas anteriores con el fin de renovar los actos
invalidados. En estte precedente, podemos observar la idea de la CSJN respecto del derecho
a un juicio rápido: los principios mencionados (seguridad jurídica, justicia rápida,
progresividad, preclusión) "obedecen al imperativo de satisfacer una exigencia
consustancial con el respeto debido a la dignidad del hombre, cual es el reconocimiento del
derecho que tiene toda persona a liberarse del estado de sospecha que importa la acusación
de haber cometido un delito, mediante una sentencia que establezca, de una vez para
siempre, su situación frente a la ley penal", concordantemente afirmó que " debe reputarse
incluído en la garantía de la defensa en juicio consagrada en el artículo 18 de la
Constitución Nacional el derecho de todo imputado a obtener -luego de un juico tramitado
en legal forma- un pronunciamiento que, definiendo su posición frente a la ley y a la
sociedad, ponga término, del modo más rápido posible, a la situación de incertidumbre y de
innegable restricción de la libertad que comporta el enjuiciamiento penal". En este fallo la
CSJN, también hace referencia a la posible violación del principio de non bis in idem, ya
que el proceso que está en condiciones de ser resuelto en definitiva es, en lugar de ello,
retrogradado a etapas anteriores, ampliando de esta forma las fronteras tradicionales, que
tanto la doctrina como la jurisprudencia le asignan a este principio.
Caso "Bolo" del 27 de junio de 1985[11]: Es importante destacar, que en este precedente,
la CSJN, además de reiterar su doctrina sobre el tema que nos ocupa, y sin desconocer el
derecho del imputado a un juicio penal rápido, reconoció que pesa sobre el imputado un
deber de tolerar las vicisitudes normales del proceso penal. Caso “Cardozo” del 9 de enero
de 1987: Aquí la CSJN señaló que del derecho a un pronunciamiento judicial rápido "se
derivaba una expectativa razonable a contar con alguna vía idónea para hacerlo valer, para
impulsar el proceso". Así, reconoció la necesidad de establecer un instrumento para hacerlo
valer con el fin de terminar con la excesiva duración del proceso o de la prisión preventiva.
Lo cual significó reconocer también que ambas instituciones pueden trabajar como pena
anticipada y que, llegada su duración a un punto, los daños son definitivos y la revisión de
su subsistencia no puede ser demorada, habilitándose de esta manera la revisión judicial
anticipada del proceso.
Caso “Villalba” del 1 de enero de 1988[13]: En los dos votos que hubo en disidencia en
este caso, y que constituyeron la minoría del presente fallo, se trató la cuestión del derecho
del imputado a ser juzgado dentro de un plazo razonable, y se consideró que ante la
violación de aquel derecho corresponde que la Corte ejerciendo su competencia positiva
dicte directamente la resolución que ponga fin al proceso, ya que el reenvío para que el a
quo dicte aquella resolución no se tolera porque el derecho en cuestión sigue siendo
vulnerado
Caso “Polak” del 15 de octubre de 1998[18]: La CSJN, con cita de su doctrina al respecto,
señaló la violación al derecho del imputado a un juicio rápido, y entendió que no era
posible someter nuevamente a juicio al mismo después de que en un primer enjuiciamiento
había sido llevado a cabo sin violación de las formas esenciales del proceso. Dejó sin efecto
el pronunciamiento recurrido en este precedente, fundando la ilegitimidad del mismo en la
garantía del nom bis in idem, así sostuvo que el caso había alcanzado un estadio en el cual
el imputado habría adquirido el derecho a ser declarado culpable o inocente y que
retrogradar el proceso, en ese momento, a etapas anteriores implicaba someterlo a un nuevo
enjuiciamiento prohibido por el derecho constitucional. Es dable destacar, la conexión
establecida implícitamente por la CSJN entre la garantía que nos ocupa y la del nom bis in
idem, como así también la interpretación que realiza en este precedente de esta última, a la
cual se le da un alcance mayor que el que se le da habitualmente, puesto que asegura no
sólo el derecho contra una persecución penal múltiple, sino también contra una persecución
penal excesivamente prolongada a través del artificio de no dictar la sentencia definitiva
cuando el proceso ya ha llegado a ese momento y retrogradarlo a etapas anteriores con el
pretexto de la anulación de los actos practicados.