Historia de la Conquista de Tenerife
Historia de la Conquista de Tenerife
985 ■ 1975
LS.B.N. 84-500-7108-9
I Para la identificación bibliográfica de las obras aludidas en esta INTRODUCCIÓN, consúltese, al final de la
misma, el REPERTORIO DE SIGLAS Y ABREVIATURAS (págs. 15-18).
Idéntica norma sígase para la comprobación de los documentos de primer rango citados.
8 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
«Muéveme, de más desto, ver que aunque hay muchos historiadores que de
las otras islas escriben —como es el doctor Fiesco en Canaria, que va escribiendo
una larga y curiosa historia, y Leonardo Turban, ingeniero, que con sutil ingenio
y mucha arte escribe la Descripción de estas islas— y otros que no han salido a
luz, desta isla,de Tenerife hacen tan poca mención, que es casi ninguna,
habiendo tanto que decir dalla.»
No se puede ponderar mejor, ni con palabras más expresivas y gráficas, el auxilio que,
en ciertos casos, puede prestar la tradición oral al historiador desamparado.
Por lo que respecta a la Virgen de Candelaria y a los milagros operados en siglo y
medio de culto, el fraile-cronista confiesa que «no hallando cosa alguna escrita que me
satisficiese», había optado por «informarme de personas fidedignas, que de las cosas
sucedidas de doscientos años a esta parte me diesen luz». A renglón seguido declara: «De
una cosa certifico al lector,
INTRODUCCIÓN 9
que lo que aquí escribo, asi del origen desta santa imagen como de
los milagros que ha hecho (que es el principal objeto de esta historia),
lo he comprobado y averiguado jurídicamente, con muchos testigos
contestes ante escribano público, porque para esto tengo comisión... Y
si de la computación de los años hubiere algún descuido, no es de
culparme, pues se tomó tan tarde este negocio, que a poco mús no
hubiera memoria de él.»
En efecto, con el apoyo y aliento del padre provincial de los dominicos de Canarias fray
Pedro Marín y el respaldo del obispo de la diócesis don Fernando Suárez de Figueroa,
Alonso de Espinosa llevó a efecto, entre mayo y septiembre de 1590, unas minuciosas
Informaciones testificales en Tenerife y Gran Canaria (en presencia de los escribanos
Benito Ortega y Bernardo de Palenzuela) hoy, por desgracia, perdidas, de las que
© Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
extrajo parte de su caudal de pormenores y noticias, con predominio de los de carácter
religioso y espiritual.
En cuanto a las fuentes utilizadas para el conocimiento de la estructura y
costumbres de la sociedad indígena, el cronista se expresa en términos de ambigüedad:
«También advierto que lo que escribo de la isla y de los naturales de ella y sus
costumbres, lo he averiguado con la más certidumbre que he podido, escogiendo de
mucho lo más cierto y llegado a razón y más recibido.»
Como nuestro objeto particular y concreto es la reconstrucción histórica de la
conquista de Tenerife, veamos ahora de qué fuentes se valió el cronista Espinosa. Sus
palabras merecen ser consideradas y medidas punto por punto:
«Mas lo que trate de conquista, guerras y conquistadores, parte, y la más,
es de oídas; y parte es sacado de los archivos y escritorios, que en pleitos, que
entre partes se trataba sobre tierras y posesiones, he hallado.»
«... y si no fuere tan por extenso todo contado como ello pasó, no es culpa
mia, pues no me pude hallar presente cuando ello pasó, ni hay hombre en las islas
todas que lo viese; y más vale saber algo, aunque breve y confuso, que no quedar
de todo ayuno.»
Si nos atenemos a la expresa confesión de fray Alonso, el importante relato que hace
de la conquista de Tenerife se había nutrido sustancialmente de estos ingredientes:
s
1. La tradición oral: «la más es de oídas».
s
2. Los documentos: «parte es sacado de los archivos y escritorios, que
en pleitos entre partes se trataba sobre tierras y posesiones».
Peamos ahora, por separado, los pormenores que el fraile dominico pudo extraer de
cada una de estas fuentes para la reconstrucción de la conquista de Tenerife.
10 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Como es de todos sabido, la tradición oral —que con tanto ardor invoca Espinosa
como base primordial de su relato— es una, fuente sumamente débil, ajena, por completo
a, una, cronología rigurosa; que profundiza escasamente en el tiempo, a lo sumo tres
generaciones, y que arrastra siempre una carga explosiva de leyenda y fantasía. Los
actores de la conquista, castellanos y guanches, habían desaparecido de este mundo mucho
antes de 1590; a quienes interroga Espinosa es a sus nietos y bisnietos, los más de ellos
analfabetos o incultos y ajenos por completo a los poderosos medios de difusión de los
tiempos modernos. Cualquier intento que hoy se hiciese por reconstruir la historia de
mediados del siglo XIX por tradición, oral estarza condenado de antemano al fracaso; sería
algo así como un débil y confuso eco de ese ayer que los hombres de hoy estimarían
inconsistente, vago e inservible. El problema se agudiza en 1590 con, respecto al recuerdo
conservado en la memoria de lo-s descendientes de la generación de 1494,.
Espinosa obtuvo ciertamente un caudal de hechos, sucedidos, pormenores y anécdotas
recogidos de la tradición oral, con su escoria de vaguedad, fantasía y leyenda. Pero apenas
si nutre con ellos algunos párrafos sueltos de la reconstrucción histórica de la conquista de
Tenerife. Valgan como ejemplo diversos episodios de la batalla primera de Acentejo (la
Matanza)) o la supuesta traición de Alonso de Lugo, después de la derrota, a los guanches
aliados del reino de Giiímar.
En cuanto a la segunda fuente, los documentos de los archivos y escritorios sobre
pleitos en torno a la posesión de tierras de repartimiento (datasJ, bien poco sería lo que
Espinosa consiguió extraer de los mismos. A lo más le pudieron servir para redondear la
nómina de conquistadores con que ilustra las páginas de su libro.
En conclusión, queda en pie, sin justificación de origen, lo sustancial del relato de la
conquista de Tenerife: con una cronología más o menos rigurosa, pero acertada en líneas
generales; con sus principales actores: capitán mayor, héroes, capitanes y soldados; con la
presencia física de régulos y principes guanches; con sus dos desembarcos, evacuación
intermedia, batallas campales y escaramuzas; con sus asentistas o armadores; con su pri-
migenia estructura político-económica, etc.
¿De dónde obtuvo fray Alonso de Espinosa su valioso caudal de información? La
respuesta es bien simple: de una historia general de Canarias o crónica particular de
Tenerife, de carácter anónimo —hoy desaparecida—, que el dominico tuvo a su alcance. Si
se nos exigiera optar, nuestro voto sería en favor de una crónica de la conquista, somera
en datos y exigua en pormenores, similar a las que hoy sobreviven de la operación bélica
en el escenario de la isla de Gran Canaria.
Viene a corroborar nuestro parecer este hecho sintomático: el conocí-
INTRODUCCIÓN 11
II MARÍA ROSA ALONSO RODRÍGUEZ: El poema de Viana. Estudio histórico-literario de un poema épico del
siglo XVII. Madrid, C. S. I. C., 1952.
Este fundamental estudio está centrado en el análisis pormenorizado y exhaustivo de la obra del vate
lagunero y de las fuentes históricas de que se sirvió para la redacción del poema.
8
Exactamente lo mismo (inspiración en Espinosa-Viana-Núñez de la Peña) cabe descubrir en un
manuscrito de la biblioteca de don Fernando del Castillo, que contiene dos capítulos (XXI y XXII) añadidos
a la Historia de la conquista de Gran Canaria, de Pedro Gómez Escudero.
IIILos dos capítulos citados se refieren a la conquista de Tenerife, y no aportan nada nuevo u original.
AGUSTÍN MILIARES CARIO: Noticias y descripción de un códice interesante para la historia de Canarias, en
la revista «El Museo Canario», núm. 7 (año 1935), págs. 67-98.
INTRODUCCIÓN 13
© Del documento, los autores. Digitalizadon realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000
Hace medio siglo aparecía en el Archivo del Ayuntamiento de Zamora —
circunstancia inexplicable y sorprendente— el Concierto entre el capitán Alonso de
Lugo y los armadores de la conquista (Burgos, 12 de octubre de 1496). Dado a
conocer por la señora Pescador del Hoyo, ha sido publicado íntegramente por el
malogrado archivero don Miguel Santiago Rodríguez. Cada uno de sus párrafos, de
difícil lectura e interpretación, son reveladores de los más recónditos aspectos
económicos de las operaciones bélicas.
Excepcional importancia reviste asimismo la residencia que le fue tomada, en
1508, al conquistador Alonso de Lugo por el gobernador de Gran Canaria Lope de
Sosa, localizada en el Archivo Municipal de La Laguna de Tenerife. Ha sido
publicada, en 1949, por los profesores don Leopoldo de la Rosa y don Elias Serra
Ráfols. En sus páginas es dable encontrar curiosos pormenores sobre la conquista de
Tenerife de subido interés.
***
Del documenta, los autores. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
Con carácter de anticipo, algunos de estos diplomas se utilizaron en un
estudio, marginalmente conexo con. el tema, que apareció en 1969, con el título de
La política indigenista de Isabel la Católica.
Hay que confesar que esperábamos mucho más del expurgo sistemático de los
depósitos reales de documentos. El Archivo de Simancas es una fuente de caudal
intermitente, algo así como un misterioso Guadiana que aflora y se sumerge,
dejándonos sumidos en el desconcierto y la sorpresa. El resultado ha sido
fructífero, pero no óptimo; pues si bien nos revela un panorama diverso y nuevo,
atractivo y subyugante, descubrimos en él, junto a amplias zonas resplandecientes
de luz, rincones sumidos todavía en la oscuridad y las tinieblas. Nos queda una
firme convicción, que se traduce en tranquilidad de ánimo. Estamos tocando el
techo. Esto quiere decir que será muy difícil para los investigadores futuros el
alumbramiento de textos y documentos de primer orden que alteren
sustancialmente el esquema histórico que en estas páginas se intenta ordenar y
reconstruir.
A) DEPÓSITOS DE FONDOS
(Documentos que se citan abreviadamente, salvo la primera vez en que se | hace expresa
mención de ellos en el texto) |
’6 Q
3. ° Concierto
Un concierto entre unos estrangeros sobre lo que se acordó se avía de ganar en la conquista de
Tenerife.
Publicado por MIGUEL SANTIAGO RODRÍGUEZ como Apéndice documental de su
16 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
edición crítica de la Descripción histórica y geográfica de las Islas Canarias (su autor: PEDRO AGUSTÍN DEL
CASTILLO). Madrid, 1948-1960, tomo I, fascículo 2, páginas €47-656.
4. ° Datas
Las datas de Tenerife. Libros de cédulas originales de repartimiento de la isla, expedidas por
Alonso Fernández de Lugo con poder de Sus Altezas.
Publicadas por ELÍAS SEBEA RÁFOLS en «Revista de Historia Canaria», números 117-118
(Presentación) y 125-168 (años 1957-1970).
La paginación citada en el texto de la Conquista de Tenerife es la particular del importante
estudio del profesor Serra Ráfols.
5. ° Reformación
Reformación del repartimiento de Tenerife en 1506.
El documento original, con el título de «Proceso de las yslas de Canaria», se conserva en A.
S.: Consejo real, leg. 106, fol. 12, págs. 1-216.
Ha sido publicado (con una Introducción de ELÍAS SERBA y LEOPOLDO DE LA ROSA) en la
colección «Fontes rerum Canariarum», Santa Cruz de Tenerife, 1953, tomo VI, págs. 1-146.
6. ° Residencia
El adelantado D. Alonso de Lugo y su residencia por Lope de Sosa.
El importante documento se conserva en el Archivo Municipal de La Laguna de Tenerife
(situación: junto a los Libros de Reales Cédulas).
Ha sido publicado (con un Estudio preliminar de LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVERA y ELÍAS
SEBBA RÁFOLS) en la colección «Fontes rerum Canariarum», La Laguna de Tenerife, 1949,
tomo III, págs. 5-126.
7. ° Información Guanartémica
Información incoada par doña Margarita Fernández Guanarteme sobre los servicios
prestados a la Corona de Castilla por su fallecido padre don Femando ’ Guanarteme, rey que
había sido de Gáldar. 1526.
Ha sido publicada por GREGORIO CHIL Y NARANJO en sus Estudios históricos,
climatológicos y patológicos de las Islas Canarias. Las Palmas, 1880, tomo II, páginas 203-234.
C) CRONISTAS E HISTORIADORES
(Las obras se citan por el apellido de los autores, salvo la primera vez en
que se hace mención de ellas en el texto)
1. ° ESPINOSA
FRAY ALONSO DE ESPINOSA: Del origen y milagros de la Santa Imagen de nuestra Señora de
REPERTORIO DE SIGLAS Y ABREVIATURAS 17
Candelaria, que apareció en la Isla de Tenerife, con la descripción de esta Isla. Ediciones Goya,
Santa Cruz de Tenerife, 1952.
2. ° TORRIANI
LEONARDO TORRIANI: Descripción e historia del reino de las Islas Canarias. Ediciones
Goya, Santa Cruz de Tenerife, 1959.
3. ° ABRÉU GALINDO
FRAY JUAN DE ABRÉU Y GALINDO: Historia de la conquista de las siete islas de Canaria.
Ediciones Goya, Santa Cruz de Tenerife, 1955.
4. ° VIANA
ANTONIO DE VIANA: [La conquista de Tenerife}. Antigüedades de las Islas Afortunadas de la
Gran Canaria. Aula de Cultura de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 1968, tomo I.
5. ° NÚÑEZ DE LA PEÑA
JUAN NÚÑEZ DE LA PEÑA: Conquista y antigüedades de las islas de la Gran Canaria. Santa
Cruz de Tenerife, 1847.
6. ° MARÍN Y CUBAS
TOMÁS MARÍN Y CUBAS: Historia de las Siete Islas de Canaria, 1694. (Manuscrito).
Biblioteca del Museo Canario de Las Palmas. Hay copia de la versión de 1687 en la Biblioteca
de la Casa de Colón, de Las Palmas.
7. ° CASTILLO
PEDRO AGUSTÍN DEL CASTILLO RUIZ DE VERGARA: Descripción histórica y geográfica de
las Islas de Canaria. Edición de Miguel Santiago. Madrid, 1948-1960, tomo I, fascículo 2.
8. ° VIERA Y CLAVIJO
JOSÉ DE VIERA Y CLAVITO: Noticias de la historia general de las Islas Canarias. Madrid,
1772-1783, 4 tomos.
9. ° CHIL
GREGORIO CHIL Y NARANJO: Estudios históricos, climatológicos y patológicos de las Islas
Canarias. Las Palmas, 1880, tomos II y III.
2
18 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
(Las otras se citan por los apellidos de los autores y los títulos de las mismas,
salvo la primera vez que se liace mención de ellas en el texto)
) Del documenta, los autores. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000
i. Pródromos históricos. Los primeros pasos en la
evangeli&ación y el arduo problema de la
libertad de los aborígenes.
En las tres islas más importantes del archipiélago afortunado, Gran Canaria, La
Palma y Tenerife, la acción misional precedió a la dominación política. Es un hecho
singular que debe ser destacado como contraste con las otras cuatro islas hermanas,
Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera, donde la conquista o, si se quiere
mejor, la ocupación militar preparó el camino para la ulterior evangelización.
Entre estas dos fechas, 1402-1494, la isla, sin dueño ostensible, quedó a merced de
las depredaciones de los piratas o de las predicaciones de los misioneros. Los corsarios
asolaban las costas a la captura de esclavos, sembrando el odio y la desolación por
doquier. Los apóstoles desembarcaban en las playas, a pecho descubierto, para
predicar el amor y la fraternidad entre los hombres. Los primeros apenas han dejado
huellas de sus tropelías hasta las vísperas de la conquista; en cambio, es factible seguir
el despliegue de la acción misional con relativa puntualidad.
Durante los dos primeros tercios del siglo XV, las islas Canarias se convirtieron en
un señorío territorial y jurisdiccional poseído por diversas fami-
22 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Por herencia, unas veces, y por traspaso, otras, el señorío de las Canarias recayó
posteriormente con carácter parcial en vástagos de diversas estirpes, tales como
Béthencourt (Maeiot), Guzmán (conde de Niebla), Las Casas (Guillén y Juan) y Peraza
(Fernán). El matrimonio de este último, Fernán Peraza «el viejo», con Inés de las
Casas, hija de Juan, les dio una posición preferente en el dominio del archipiélago.
Inés Peraza, hija de Fernán, contrajo matrimonio alrededor de 1446 con Diego
García de Herrera, entrando ambos en el ejercicio de la jurisdicción señorial en 1452,
a raíz del fallecimiento del progenitor y suegro respective.
Las misiones, por lo general, no dejan rastros ni huellas directos. Los cronistas no
se interesan por señalar sus progresos o registrar sus incidencias. Menos aún los
propios misioneros, cuya sublime abnegación y humildad está reñida con toda
manifestación externa. Habrá que acudir, como fuente casi exclusiva, a la curia
pontificia, para descorrer el misterio estudiando las propias disposiciones papales.
Real cédula original del rey de Castilla Juan II confirmando a Guillén de Casaos
la concesión hecha anteriormente a su padre Alfonso de las Casas de la conquista
de Tenerife, Gran Canaria, La Palma y La Gomera. (SIMANCAS: Archivo General).
La merced primera —que se transcribe— es de 29 de agosto de 1420; la confirma-
ción, de 23 de junio de 1433
© Del documento, los autores. Dígitalizadón realizada porULPGC. Biblioteca Universitaria,
Alegoría de las islas Canarias, bajo la influencia zodiacal de Cáncer, por Leonardo Torriani. A oriente, la costa de Africa desde el puerto de San Bartolomé
hasta Siete Cabos. (COIMBRA: Biblioteca Universitaria).
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 23
© Del documenta, tas aulotes. Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Unrvetsilaria, 200G
pobladas. En ellas los señores y marinos andaluces seguían sistemáticamente
depredando a los naturales.
El éxito coronó de tal manera sus esfuerzos, que en el plazo de una década
(hacia 1423) estaba cristianizada la mayor parte de la población aborigen de
Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, al mismo tiempo que se ■ había iniciado la
predicación del Evangelio en La Gomera y Gran Canaria. Martín V erigió la
misión en vicaria, con idénticas facultades de que disfrutaban los vicarios de
Córcega y Cerdeña; al mismo tiempo la sometió a la jurisdicción del provincial de
Castilla, que era quien debería confirmar a los vicarios después de ser electos por
los misioneros *.
© Del documento, los autores. Digitelízacíón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
26 ANTONIO RÜMEÜ DE ARMAS
Este milagro se operó gracias a los informes que sobre las verdaderas
circunstancias de los aborígenes atlánticos arribaron a la corte pontificia con el
apoyo del obispo de Rubicón, Femando Calvetes, y por el testimonio directo de un
abnegado misionero, fray Juan de Baeza, minorita, y un lego indígena, Juan
Alfonso Idubaren. Eugenio IV, que ya se había distinguido por la protección
dispensada a la misión, a la que había concedido toda clase de privilegios y
gracias, dio un paso decisivo al proclamar la libertad de los aborígenes.
S
JOSÉ DE VIERA Y CEAVUO: Noticias de la historia general de las islas de Canaria, Madrid, 1783,
tomo IV, págs. 614-615.
JOSÉ ZUNZUNEGUI: ¿OS orígenes de las misiones en las islas Canarias, en «Revista Española de
Teología», vol. I, cuad. 2." (año 1941), pág. 383.
RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, pág. 130.
San Diego de. Alcalá, por Zurbarán. (MADRID; Iglesia de las Maravillas). Fray Diego de
San Nicolás, minorita andaluz, lego-guardián del convento de San Buenaventura, fue un
abnegado evangelizador de las islas Canarias.
©Del documentó, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
Las islas Canarias y el Africa Occidental, por Pedro Agustín del Castillo. 1676. (LAS PALMAS: Archivo Vega Grande),
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 27
guro» que bajo pena de excomunión otorgó Eugenio IV en beneficio de los misioneros,
navios y fieles, y de manera particular los recién convertidos 8.
Desde 1434 la esclavitud no se pudo practicar sino en las islas alejadas del escenario
misional.
Sería injusto silenciar a partir de este momento la abnegada acción evan- gelizadora de
fray Juan de Santorcaz —epígono cultivador del lulismo— y el lego guardián fray Diego
de San Nicolás, más conocido por Diego de Alcalá o simplemente San Diego, ambos
adscritos al convento matriz de San Buenaventura.
Durante el tercio medio del siglo xv, Telde volvió a ser el núcleo misional más
28 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
importante dentro de la isla de Gran Canaria. Bajo el alto patrocinio del obispo de
Rubicón don Diego López de Illescas (1460-1468) y la colaboración efectiva de los
franciscanos de la vicaría de Canarias se cimentó en la mencionada ciudad sureña un
eremitorio (casa de oración) alrededor del año 1462.
VIII Biblioteca del Real Monasterio del Escorial: II-X-26. Est. 16.2. Información auténtica sobre
cuyo es el derecho de la isla de Langarote y conquista de las Canarias, hecha por comisión de los Reyes
Católicos D. Fernando y D.“ Isabel, MCDLXXVII.
Otra copia se conserva en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid: manuscrito 11-2666.
Fue acometida por el pesquisidor Esteban Pérez de Cabitos —también llamado Pérez de Cocón—
en virtud de expresa comisión de los Reyes Católicos (cédula despachada en Toro el 16 de noviembre de
1476).
Ha sido impresa en publicaciones distintas:
1. ® Parte documental. Por GREGORIO CHIL Y NARANJO: Estudios históricos, climatológicos y
patológicos de las islas Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, tomo II, páginas 518-632.
2. ® Información testifical. Por RAFAEL TORRES CAMPOS: Carácter de la conquista y colonización de las
islas Canarias. Madrid, 1901, apéndice I, págs. 121-206.
Los textos transcritos corresponden a esta última, págs. 188-189 y 201,
Este importante documento será citado en adelante, para abreviar, Cabitos: Información. Consúltese el
Repertorio de Siglas y Abreviaturas (pág. 15).
RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, págs. 138-139.
IX Ibid., págs. 140-144.
En esta obra se identifican como una misma edificación el eremitorio de Telde (casa
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 29
Pío II da un paso más en favor de la libertad de los infieles y garantiza los pactos y
confederaciones que los obispos concertasen con los naturales todavía sin convertir.
Estos bandos o reinos, llamados de paces, disfrutarían también de plena libertad, bajo
pena de excomunión para loe que atentasen contra la misma I2.
citaron de la santa sede tomase cartas en el asunto. Pío II (por su huía Ad liberes, 21 de diciembre de 1456)
depuso a los tres, ordenando que se verificasen nuevas elecciones bajo el alto patrocinio de fray Alfonso de
Bolaños. En el capítulo resultó electo para un nuevo trienio fray Rodrigo de Utrera, que, siendo conventual,
se había hecho pasar por observante. At^máa abusó de su poder, como se ha señalado en el texto.
Descubierto el fraude, causó grandes escándalos entre los misioneros. El caso fue denunciado al
pontífice por el obispo de Rubicón don Diego López de Illescas. Pío II (bula Cum nihil sit, 19 de enero
de 1462) depuso a Utrera, ordenando a Bolaños la convocatoria de un segundo capítulo para proceder
a la elección de vicario legítimo. Resultó designado el apóstol de Tenerife.
La huía Decet apostolicam sedem, mencionada en el texto, ratificó y amplió los privilegios de que
disfrutaba la misión de Tenerife.
BuUarium francíscanutn. Nueva serie, tonto II, núms. 727, 977 y 978, págs. 374, 510 y 512.
12
VIERA Y CLAVIJO, tomo IV, págs. 621-625, Este autor fue el primero en dar a conocer la bula. Está
datada en Petreolo, diócesis de Siena.
BuUarium franciscanum. Nueva serie, tomo II, núm. 1.044, pág. 545.
RUMEU DE ARMAS : La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 31-32.
Los pactos o confederaciones a los que alude la bula habían ya tenido efecto por lo que respecta a Gran
Canaria. El 16 de agosto de 1461 el señor de las Canarias Diego García de Herrera y el obispo Diego López
de Illescas habían firmado paces con los reyes indígenas de Gáldar y Telde. En cambio, las paces con los
nueve reyes de Tenerife se verificaron algo más tarde, el 21 de junio de 1464, estando presente el señor
temporal.
A estos pactos de amistad y sumisión se hará de nuevo referencia en el capítulo III, páginas 73-76 de esta
obra.
£> Del documento, los autores. Dtgrtalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2C
Mapa de la isla de Fuerteventura, por Leonardo Torriani. (COIMBRA: Biblioteca Universitaria). Los frailes franciscanos fun-
daron en 1414, en ios aledaños de Santa María de Betancuria, el convento de San Buenaventura, el núcleo misional más im-
portante del archipiélago canario en la etapa primigenia.
© Del documento, los autores.
Vtstu panorámica de Santa María de Betancuria, por Leonardo Torriani. (COIMBKA : Biblioteca Universitaria;. Sobre el
casco urbano - a la izquierda- se divisa el convento de San Buenaventura.
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 31
que sometió a la jurisdicción directa del vicario general de los observantes. Si por un
lado el papa les quitaba independencia, por otro les acrecentaba en facultades
espirituales, ya que XVIII
podían administrar el bautismo y demás sacramentos a los neófitos, sobre los cuales
venían a ejercer derechos cuasi parroquiales XIX.
El pontífice, para congraciarse con el vicario general ultramontano de los
observantes, fray Zegero Maigrefort, le dirigió particularmente la bula
Superioribus temporibus, de 24 de enero de 1464, en la que le comunicaba cómo los
misioneros de Canarias y Guinea, en sus dos vicarías, quedaban sometidos a su
jurisdicción. Esta bula pudo ser leída, para satisfacción de todos, en el capítulo
general reunido en Bruselas el 20 de mayo de dicho añoXX.
Una bula algo posterior del papa Paulo II, la Decet romanonm pontifi- cem
(1465), nos informa de manera indirecta que por esa data fray Alfonso de B oíanos
ejercía autoridad como vicario sobre Guinea, las islas del Mar Océano y alguna de
XVIII18 Como es sabido, la situación de las órdenes religiosas en los postreros siglos de la Edad Media
era sumamente delicada. En el caso particular de los franciscanos, la crisis se manifestaba en una relajación
de la disciplina y una interpretación laxa de la pobreza. A los que asi obraban se les llamó conventuales.
Como reacción contra esta actitud acomodaticia se produjo en el siglo xiv el movimiento de la regular
observancia, que pretendía la reforma de la Orden a base de la observancia pura de la regla, es decir, de la
vuelta al ideal primitivo, acentuando el carácter eremítico de la misma.
Los observantes tuvieron, una gran difusión por toda la cristiandad. Al principio estuvieron sometidos a
las autoridades comunes: el ministro general, los ministros provinciales y los custodios. Pero en el famoso
Concilio de Constanza (1415) los observantes franceses consiguieron plena autonomía. A partir de esa fecha
serían regidos por un vicario general (prácticamente independiente del ministro general), por los vicarios
provinciales y los custodios particulares. El ejemplo de los franceses fue de hecho seguido por los observantes
de otras naciones.
Desde este importante momento la unidad de la Orden minorita fue puramente ficticia, quedando
dividida en la práctica en dos grandes familias: conventuales y observantes.
Poco tiempo más tarde, el pontífice Martín V, por medio de sus famosas constitucio- . nes (1430), llevó a
cabo un meritorio esfuerzo para devolver a los franciscanos la unidad, pero su intento se vio frustrado ante la
resistencia opuesta por ambas familias minori- tas. A partir de este fracaso la santa sede hubo de limitarse a
regular la convivencia entre ambas ramas (bulas de concordia).
La división quedó consagrada por la bula Ut sacra Ordinis minorum, de Eugenio IV (1446). Este
pontífice, señalado protector de los observantes, dispuso que, bajo la autoridad nominal del ministro general,
los frailes reformados quedasen sujetos a la inmediata jurisdicción de dos vicarios generales:
a) Vicariato cismontano (Italia y el este de Europa).
b) Vicariato ultramontano (Francia, España, Alemania, Inglaterra y norte de Europa).
Los observantes españoles se organizaron en 1447 bajo la dirección de fray Luis de Saja, delegado del
primer vicario general ultramontano fray Juan Maubert. De momento constituyeron tres vicarías
provinciales: Aragón, Castilla y Santiago.
Sin embargo, en las provincias españolas, y de manera particular en Andalucía, muchos observantes se
mantuvieron fieles a sus primitivos ministro general y ministros provinciales. Por eso eran llamados
observantes de «ministro» o de comunidad, para distinguirlos de los demás observantes, denominados a
partir de ahora de «familia». Esta actitud en favor de la tradicional unidad fue a la postre vencida y
superada, pues entre los años 1451-1460 todos los observantes españoles pasaron a depender del vicario
general ultramontano y de sus respectivos vicarios provinciales.
XIX Bullarium Franciscanum. Nueva serie, tomo II, núm. 1.195, pág. 619.
XX Ibid., núm. 1.201, pág. 622.
33 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
3
Para poner en claro la situación y despejar cualquier posible mal enten- § dido, fray
Alfonso de Bolaños optó por trasladarse a Roma así que supo que Sixto IV, antiguo
ministro general de los franciscanos, acababa de subir al solio pontificio (1471).
Bolaños puso tal ardor en la defensa de su causa y el nuevo pontífice quedó tan
gratamente impresionado por el óptimo panorama que ofrecían las misiones, que desde
este mismo instante se declaró su protector, tomando sobre sí la responsabilidad de
importantes decisiones.
Al igual que Pío II, Sixto IV se apresuró a expedir la bula Pastoris aetemi (29 de
junio de 1472), fiel trasunto de sus inquietudes misionales.
i Del documento, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
la bula: «cuantas con diversos nombres se hallen en el Atlántico». Como por esta
fecha ya estaban pobladas las Azores y Madera, sometidas o en vías de serlo las
Canarias y descubiertas las de Cabo Verde, la alusión es clara a otras islas
diseminadas por el Océano, que en el ambiente marinero de la época se daban
como existentes con absoluta seguridad (Antilia, Brasil, San Brendán, Siete
Ciudades, etc.) XXVI.
La bula Pastoría aetemi merece en otros aspectos particular comentario. En
primer lugar, beneficiaba a la misión con una amplísima indulgencia, a la que
haremos inmediata alusión. En segundo término, la colocaba bajo la protección
directa de la santa sede y la jurisdicción inmediata del ministro general de los
franciscanos.
XXIV BuUarium Franciscanum. Nueva serie, tomo III, núm. 280, pág. 117.
RUMEU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 32-34 y 39; La nunciatura
castellana de Guinea, en «Revista de Indias», núms. 109-110 (año 1967), páginas 285-311.
XXV Dicho pontífice había concedido jurisdicción espiritual sobre el continente africano a
dicha Orden por la bula Inter caetera, de 13 de mayo de 1456.
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: España en el Africa Atlántica. Madrid, 1956, tomo I, páginas 98-101.
Los misioneros franciscanos, conforme hemos dicho, no se limitaron a evangelizar las islas Canarias,
sino que desde ellas se abrieron paso en la vecina plataforma continental, es decir, en las tierras de
Guinea, cuya soberanía política habían otorgado los pontífices romanos al reino de Portugal.
Esta acción misional tiene que datar, por lo menos, de los años postreros de la administración de don
Enrique el Navegante (t 1460), pues en documentos pontificios de 1462 se constata su existencia, así como
el propósito de dar a la evangelización una mayor actividad y auge.
Valga como ejemplo la bula Pastor bonus (7 de octubre de 1462), antes citada, en la que el pontífice
Pío II pondera por igual el desarrollo que iban teniendo las misiones en las islas del Océano y en la
provincia de Guinea, donde trabajaban con admirable celo muchos misioneros del clero regular.
Guando por la misma data erigió dicho papa en vicaria autónoma la misión de Bola- nos, insiste en el
auge que iba tomando la evangelización de Africa. La bula Ex assuetas pietatis inluitu, de 12 de diciembre
de 1462, exalta la labor de apostolado que estaban acometiendo los franciscanos en «Guinea, provincias
circunvecinas y en las islas del Mar Océano».
BuUarium Franciscanum. Nueva serie, tomo II, núms. 1.044 y 1.061, págs. 545 y 554.
XXVI El texto de la bula señala entre los territorios sometidos a la jurisdicción de la
36 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Las facultades concedidas a fray Alfonso de Bolaños eran de tal importancia, que
el papa no quiso tuviesen efecto sin que antes fuesen examinadas por el vicecancelario
de la Iglesia Romana, el cardenal Rodrigo de Borja, que se encontraba en España en
calidad de legado pontificio. El portador del diploma papal fue el mismo Bolaños,
quien en presencia del obispo de Tarazona, Pedro Perraz, hizo juramento solemne de
entregarlo a su destinatario Z5. Así lo llevó a cabo, en efecto, obteniendo el cardenal
Borja asentimiento pleno para la obra emprendida.
XXVIInueva nunciatura: las islas Canarias, Guinea, Africa media, isla de la Madera «y otras islas del
Océano ya descubiertas o por descubrir».
25
Con dicho objeto, Sixto IV expidió la bula Sperantes Domino auctore (5 de julio
de 1472). ,
Bullarium Franciscanum. Nueva serie, tomo III, núm. 284, pág. 121.
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 37
«Cum autem, sicut exhibita nobis super pro parte tua petitio continebat,
tu cum plerisque dicti ordinis professoribus, quos in insulis Canariae pro
conversione infidelium huiusmodi deputasti, ah illo tempore citra circa
eamdem conversionem magnum fruc- tum cooperante Domino feceris et
nuperrime in Ínsula Tenerife, quae ex insulis Canariae exsistit, multa
paganorum milia ad catho- licam fidem convertí procuraveids et sacri
haptismatis fonte renatos gregi fidelium addideris et homines omnino
incultos christianae civilitatis mores instruere et informare coeperis...»
Del documento, los autores, Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000
XXVIII XXIX XXX
.
Hay que advertir que cuando el rey de Aragón Juan II, por cédula de 15 de
marzo de 1475, favoreció en sus reinos la predicación de la segunda bula de
indulgencia, se hace eco literal de la anterior disposición pontificia:
«... et dictus frater Alfonsus cum plerisque dicti ordinis profes-
soribus, quos in insulis Canarie pro conversione infidelium huiusmodi
deputaverat, ah illo tempore cifra circa eamdem conversionem,
cohoperante Domino, fecerit, et in ínsula Thenerife, que ex insulis
Canarie existit multa paganorum, milia ad catholicam fidem convertí
procuraverit, et sacri haptismatis fonte renatos gregi fidelium
addiderit...» 2T.
) Del documenta, los autares. □igitalizacián realizada par ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000
su predecesor, Paulo H, sobre la posibilidad de pasar de una familia franciscana a
otra. Al misino tiempo alaba y pondera Sixto IV la abnegada actuación de Alfonso de
Bolaños, «nuncio apostólico de las islas Canarias, islas del Mar Océano, Guinea y
provincias de Africa», cuyos planes y proyectos pretende apoyar con verdadero
entusiasmo. Con este fin ordena que cada una de las cuatro provincias franciscanas
de la península Ibérica debería aportar anualmente cuatro religiosos de la obser-
vancia para cubrir los cuadros de la misión hasta tanto que estuviesen abiertos un
número mínimo de ocho conventos ultramarinos. Estos dieciséis misioneros
recibirían licencia escrita de sus superiores, quedando facultado Bolaños para
admitirlos en caso de arbitraria negativa.
Otro punto que aborda la bula antes mencionada era el relativo a la 'sucesión-
de Bolaños. Sixto IV había dispuesto en 1472 que fuese designado por elección entre
los misioneros. Por la bula Romanus pon ti] ex (1475) condiciona la consolidación en
el cargo a la probada capacidad misional del sucesor. Si demuestra relevantes
aptitudes permanecerá en dicho puesto con carácter vitalicio. En otro caso, y precedidas
tres admoniciones para la debida corrección, se procederá a una segunda elección por
parte de los misioneros.
Otros extremos importantes de la bula que comentamos fueron los siguientes:
adscripción de todos los misioneros a la observancia y sujeción de los mismos al nuncio y
comisario apostólico de las misiones 80.
Una segunda bula, la Intenta continué salutis animarum, fue expedida en idéntica
fecha (1475). En ella se recapitulan todos los privilegios conce- XXXI XXXII didos a los
misioneros por Martín V, Eugenio IV, Pío II y Nicolás V, los que se consideran como
válidos o vigentes a lo largo de 1475, no obstante la suspensión de tales gracias por ser
año santo o jubilar. Es más, Sixto IV les otorga la facultad de lucrar la indulgencia del
XXXIBullarium íranciscanum. Nueva serie, lomo III, núm. 434, pág. 177. Fecha de la bula: Roma, 1 de
mayo de 1473.
XXXII Ifrid., núm. 786, pág. 373, Fecha de la bula: Roma, 3 de septiembre de 1475.
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 39
Para que esta bula tuviese la máxima difusión por el orbe cristiano, Sixto IV
ordena su solemne promulgación, exhortando a cuantos ejercían poder secular a
prestarle apoyo y obediencia. Al mismo tiempo les encarecía la adopción de
medidas particulares y enérgicas para poner fin a las depredaciones piráticas.
«Nam qui Deum hactenus non noverunt, modo cupiunt catho- licam
fidem suscipere ac sacra baptismatis unda renasci praesertim in Ínsula
quae Tenerife nuncupatur, ad quam, ut intelleximus, ipse
Esta resolución se hizo pública por medio de la bula Variis quamvis distracti caris,
de 22 de noviembre de 1480, dirigida al vicario general ultramontano de la observancia.
En esta importante disposición se recapitulan todos los privilegios y exenciones
alcanzados de distintos pontífices por los misioneros. Al mismo tiempo se hace eco el
papa de los abusos cometidos en la aceptación de religiosos de ambas familias —
conventuales y observantes—, contraviniendo las disposiciones vigentes. En vista de ello
resuelve que los territorios de las islas Canarias, Guinea, Africa, isla de la Madera y
otras islas del Océano, ya descubiertas o por descubrir, formasen con todas sus casas y
religiosos una sola vicaría de la observancia, sometida, como las restantes obras
misionales, a la directa jurisdicción del vicario general ultramontano.
88
Ibid., núm. 895, pág. 437. Expedida en Narniae.
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: La nunciatura castellana de Guinea, en «Revista de Indias», núms. 109-110
(año 1967), págs. 303-3 05.
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 41
Hemos dejado ex profeso para el final la causa más importante: la falta de recursos
económicos, al ser canalizado todo el dinero que producía la segunda bula de
indulgencia a la conquista de Gran Canaria. Fue ésta una extraña decisión de los
soberanos de Castilla que redujo notoriamente la labor de los misioneros.
La resolución que comentamos fue tomada por Femando e Isabel en 1477. Para
dar tan grave paso invocaron algo así como una conquista evangeliza- dora,
© Del documenta, los aulotes. Digitelizadón realizada pot ULPGC. Biblioteca Unrvetsiiaria, 200G
estimando que la bula era también válida «para que los [isleños] que por la
predicación non se quisieren convertir fuesen conquistados por fuerza de armas» 30.
Esta arbitraria interpretación de la bula de indulgencia contó con el
impremeditado beneplácito del cardenal legado Rodrigo de Borja durante su
precedente estancia en Castilla (1472-1473), y el incondicional apoyo del obispo de
Rubicón fray Juan de Frías y del nuevo nuncio y comisario de Guinea fray Andrés
de Zumis. La colaboración de ambos será inestimable en el montaje de las
primeras operaciones de conquista XXXVIII.
En cambio, el pontífice Sixto IV opuso encarnizada resistencia a esta anómala
decisión. La primera reacción del santo padre fue suspender la concesión de
indulgencias y ordenar de paso el secuestro de las limosnas. A su nuncio en España
Francisco Ortiz tocóle mediar en el enojoso asunto. Pero los Reyes Católicos no se
arredraron de momento, y el dinero de la indulgencia nutrió en gran parte las
primeras operaciones de conquista de la isla de Gran Canaria XXXIX.
LA IMAGEN PRIMITIVA
XL FRAY ALONSO DE ESPINOSA: Del origen y milagros de la Santa Imagen de nuestra Señora de
Candelaria, que apareció en la Isla de Tenerife, con la descripción de esta Isla. Ediciones Goya, Santa
Cruz de Tenerife, 1952, pág. 56.
ANTONIO DE VIANA: [La conquista de Tenerife}, Antigüedades de las Islas Afortunadas de la Gran
Canaria. Aula de Cultura de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 1968, tomo I, páginas 23, 30, 155 y 156.
JUAN NÚÑEZ DE LA PEÑA: Conquista y antigüedades de las islas de la Gran Canaria. Santa Cruz de
Tenerife, 1848, págs. 36-37.
PEDRO AGUSTÍN DEL CASULLO RUIZ DE VEHCARA: Descripción histórica y geográfica de las Islas de
Canaria. Edición de Miguel Santiago, Madrid, 1948-1960, tomo I, fascículo 2, páginas 519 y 540.
XLI FRAY JUAN DE ABBÉU Y GALINDO : Historia de la conquista de las siete islas de Canaria.
Ediciones Goya, Santa Cruz de Tenerife, 1955, pág. 302.,
TOMÁS MABÍN Y CUBAS: Historia de las Siete Islas da Canaria, 1694, (Manuscrito). Se conserva
copia en el Museo Canario de Las Palmas; págs, 99 y 216.
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47
lagro allí se transportase; | en fin, de cualquier modo que haya sido | fue
portento de Dios por tal tenido...»XLII.
Betancuria: Ruinas de la iglesia del convento de San Buenaventura. A la izquierda, en primer término, puede contemplarse
el tejado de la. ermita de San Diego de Alcalá. En un desolado páramo se yerguen los muros, acentuando aún más la sole-
dad del paisaje.
Cortesía de E. Marco Dorta.
Bi tancuria: Ermita de San Diego de Alcalá. Sobre una cueva donde el lego-guardián se solía retirar para sus
prácticas piadosas, los discípulos y devotos del santo erigieron una ermita donde venerar su memoria.
Cortt'Min dv Fi Mítico Doria.
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47
abre la posibilidad de que en esa etapa fuese conocida por los guanches la
escultura de la Virgen de Candelaria, echándose de paso los cimientos de su
futuro culto.
Si nos atenemos además a la tradición, escrita y oral, superviviente al
finalizar el siglo xvi, esta hipótesis se vería extraordinariamente reforzada.
Nuestros tres cronistas primigenios y fundamentales, Espinosa, Torriani y Abréu
Galindo, contemporáneos entre sí, se inspiran en un texto histórico primitivo, al
que tuvieron acceso por conductos diferentes. De ahí el punto de coincidencia en
achacar remota antigüedad a la talla de la Virgen de Candelaria.
Espinosa es el más expresivo y contundente, porque a la tradición escrita
viene a sumar la vaga y confusa tradición oral que ha conseguido captar en las
informaciones testificales verificadas entre los descendientes de la raza aborigen.
He aquí su exacto testimonio:
«Aprovechándome de las antiguas pinturas que esto refieren y sirven
de escritura [?], y de la computación de las lunas que los antiguos
naturales usaban, vendré rastreando a dar con lo más averiguado...
El año de mil y cuatrocientos de nuestra redención, ciento y cinco
años antes de que la isla fuera de cristianos..., fue Nuestro Señor
servido... que apareciese la santa imagen de Candelaria, para principio
del remedio de esta dichosa gente» 0.
XLVPágina 51.
XLVI LEONARDO TORBIANI: Descripción e historia del reino de las islas Canarias. Ediciones Goya,
Santa Cruz de Tenerife, 1959, pág. 172.
DEL ORIGEN
Y MILAGROS DELA
Santa Imagen de nueftra Señora de
Candelaria^que apareció en la Isb
de TcneriíejCon la deíctipcion
de efta Is!á
Compuefío por el Petdre fray Alan fo de Pfyinofd de U Orden de
Predicadores, y Prc* ' dicadorde elld.
CON PRIVILEGIO.
Xmprcflo en Seuill^ en cafa deluande Leo.
Añ o de 159 4.
Ato/ld de fMCM wcruder ¿ehjbror. •
Portada del libro de fray Alonso de Espinosa. La imagen de la viñeta es convencional,
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47
ffi Oel doeumenld, I» mgltellzadón realizada po. ULPGC. BIMMeea u™e,atorM. 2000
los españoles católicos la conquistasen.» Después de esta declaración, escoge como
fecha límite para el cómputo 1497, llegando tras la oportuna resta a la siguiente
conclusión: «Fue dicha aparición año de mil trescientos y noventa y dos» XLIX L.
Castillo reitera el anterior parecer: «Esto fue por los años de mil trecientos
noventa y dos»; después, interpretando mal la antigua expresión de Espinosa,
añade: «y según sus tradiciones o cómputos de la Luna, a los de mil y
quatrocientos» lx.
El príncipe de los historiadores canarios, don José de Viera y Clavijo, acepta
el común parecer. Líneas atrás acabamos de reproducir su dictamen en favor «de
la aparición por los años de 1392 o de 1393» LI LII.
El resultado es favorable mayoritariamente al hallazgo remoto. De acuerdo
con la tradición histórica, el descubrimiento de la Virgen de Candelaria, pisando
las cálidas arenas de la isla de Tenerife, se produciría en el año de gracia de
1391ls.
Si aceptásemos esta fecha como inconcusa, resultaría indiscutible que la
escultura de la Virgen de Candelaria fue transportada al archipiélago afortunado
por los misioneros mallorquines e introducida por ellos mismos en la isla
nivariense.
Este es el parecer de Viera y Cía vi jo, quien respalda su propia opinión con el
testimonio un tanto, vago e impreciso del cronista Francisco López de Gomara.
Este afamado autor se hace eco en la Historia, general de las Indias (1552) de la
presencia en el archipiélago de una imagen antigua, transportada por los
mallorquines. Se entretiene el cronista indiano en relatar las empresas de don
Luis de la Cerda, príncipe de la Fortuna, y añade: «Puede ser que fuesen entonces
a Canaria los mallorquines, a quienes los canarios se loan de haber vencido,
matando muchos de ellos, y que hubiesen allí una imagen antigua que tienen»LIII.
A propósito de este testimonio, conviene advertir que Canaria ■—en singular
— parece aludir a Gran Canaria; y que una imagen antigua, sin especificar que
fuese de la Virgen, pudiera hacer referencia a las que los mallorquines
emplazaron en diversos lugares de dicha isla, tales como «Nuestra Señora con su
hijo en brazos», Santa Catalina, San Juan Evangelista y la Magdalena, en los
aledaños de la futura Las Palmas, y San Nicolás, en el noroeste de la islaLIV.
A los factores positivos hasta ahora señalados hay que oponer otros negativos.
En primer término, la tendencia indiscriminada por parte de los cronistas a
enaltecer la imaginería religiosa con una vetustez siempre exagerada y en
aumento. En este aspecto, la presión ejercida por la tradición oral resulta poco
menos que incontrolable.
En segundo lugar, la fecha óptima señalada, 1391, momento de máxima
decadencia de la acción misional mallorquino-catalana. La diócesis de Telde
estaba regida en este período por los últimos obispos, fray Bonanato Tarín (1369-
1391?) y fray Jaime Olzina (1392-1411?), quienes se debatían a duras penas,
desde el cuartel misional de Mallorca, por mantener encendida una llama bajo
amenaza de inminente extinción.
La identificación de la Virgen de Candelaria con una talla de procedencia
mallorquína no pasa de tener ciertos visos de verosimilitud, que habrá que
contrastar con otros medios de orientación, en particular los artísticos.
Leonardo Torriani, al acortar el período de recepción de la escultura de la
Virgen a noventa años, se sitúa, sin proponérselo., en plena etapa be-
thencouriana. Que los sacerdotes que acompañaron al barón normando, Jean Le
Verrier, presbítero, y fray Fierre Boutier, franciscano, fuesen los propagadores
del culto mañano en la isla de Tenerife tiene escaso fundamento. Bastante trabajo
tuvieron con la asistencia espiritual de los prime-
LIII Historia general de las Indias. Zaragoza, 1555, cap. 223, fol. 283,
LIVw ABBÉU GALINDO (págs. 41-42), TORRIANI (pág. 118), MARÍN Y CUBAS (pág. 20) y CASTILLO
(tomo I, fascículo II, pág. 62).
los autores. OtoilaSzad» realizaba fx» ULPCC. BMioíeoa unrretsSana, 2006
Fachada principal de la basílica del convento de San Buenaven ura. Del primitivo convento e iglesia, edificados en el siglo xv, nada resta hoy día. Las ruinas pertenecen a una
reconstrucción posterior, seguramente de mediados del siglo xvn.
Cortesía de J. Hernández Perera.
Ruinas de la iglesia conventual de San Buenaventura. Es fácil descubrir la fachada posterior, nave, crucero y capillas
laterales.
Cortesía de J. Hernández Perera.
©Del documento, los autores. Dig’rtalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
Interior de la iglesia de San Buenaventura. La fotografía señala el punto de intersección de la nave con el crucero y
capillas laterales.
Cortesía de J. Hernández Perera.
Cortesía de J. Hernández Perera.
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47
Tiene ceñida esta ropa por debajo de los pechos (los cuales a un lado
y a otro hacen muy gracioso bulto, y se muestran) con una cinta azul, y
con letras de oro en ella...
El manto tiene caído sobre los hombros y asido por los pechos con un
cordón colorado largo como un xeme, y su lazada a la mano izquierda. Es
el manto azul perfectísimo, sembrado de florones de oro por delante y
por detrás.
La orla es de oro bruñido con letras latinas antiguas, coloradas, y las
de la mano derecha...» 1S.
La orla [del manto] es de oro bruñido con letras latinas antiguas, coloradas, y las de la mano
derecha son:
OLM * INRANFR * IAEBNPFM * RFVEN
NV1NAPIMLIFINVIPI * N1PIAN
Las letras de la orla de la mano izquierda:
FVPMIRNA * ENVPMTI * EPNMPIR * VRVIVINRN
APVIMFRI * PIVNIAN * NTRHN
Por lo bajo de la orla del manto, a la parte trasera, dice así: NBIMEI * ANNEIPERFMIVIFVF
El famoso historiador y genealogista Gonzalo Argote de Molina se propuso dar una interpretación
al jeroglífico, resolviéndolo a su manera (ABRÉU GALINDO, págs. 308-309). La transcripción de Argote
es discrepante en absoluto de la que nos transmite Espinosa.
Véase sobre el particular la obra de JOSÉ RODRÍGUEZ MOURE: Historia de la devoción del pueblo
canario a Nuestra Señora de Candelaria. Santa Cruz de Tenerife, 1913, páginas 49-75. _
J. H. MORÁN: Sobre las letras de la primitiva imagen de la Virgen de Candelaria, en «Revista de
Historia Canaria», núms. 117-118 (año 1957), págs. 82-88.
ULPGC. Biblioteca
Cundió al óleo reproduciendo la primitiva imag< n de la Virgen de Candelaria, poi Cuxtóbal He¡ nándi . de
Quintana. i LA LAOIXA: Santuario del Santísimo cristo). A principios del siglo XVIII, el mencionado pintor
isleño nos legó este bello y detallado retrato de la patrona de Canarias, luciendo sus mejores ata’-ios y
alhajas.
Cortesía de L. de la Rosa.
Supuesta reprodvci ión d la Virp- >i de Candelaria, que recibe culto en la parroquia
d- Santa Ursula di' Adeje. Hay un cierto paralelismo n.ida más entre la imagen
primitiva y la talla que contemplamos.
La Virgen de Candelaria de Adeje, vista de frente.
La Virgen de Candelaria de Adeje, vista de espaldas.
el documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47
Nos sirve en este caso de inexcusable y valiosa guía el estudio del prestigioso
catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Madrid don Jesús
Hernández Perrera que lleva por título Precisiones sobre la escultura de
Candelaria, venerada por los guanches de Tenerife. A sus argumentos nos
atenemos puntualmente, por el acierto y la ponderación que los inspira. El único
escollo será la obligada concisión al exponerlos.
En primer término, una Virgen de pie, frente a las tradicionales re-
presentaciones sedentes de María, obliga a datar la imagen con posterioridad al
siglo XII. Es todavía poco; pero por algo precisa empezar. El niño Jesús, en el
brazo derecho de su madre, es otro poderoso indicio. En esculturas del siglo Xiv,
de pie, resultaría vano intento buscar en España un solo ejemplar que presente al
niño en la diestra virginal. Todas las representaciones de esta índole hasta ahora
conocidas se emplazan en el siglo xv o principios del xvi. Como ejemplos pudieran
citarse la sevillana Virgen del Socorro (convento de Concepcionistas) y la
segoviana Virgen de la Fuen- cisla. En cuanto al pájaro en las manos del niño
Jesús (que los especialistas en iconografía religiosa tratan de explicar como el
hombre en peligro de desorientación en su vuelo terrenal o el alma del pecador
que rompiendo los lazos de su cautiverio se refugia en Cristo), tampoco es dable
encontrar antecedentes hasta entrado el siglo xv.
Otros detalles secundarios o meramente accesorios, tales como la Virgen con
el pelo al descubierto, sin velo o toca; el manto sujeto por un cordón con lazo
(trena), y la vela empuñada en la mano izquierda, son patentes pruebas para
datar la talla dentro del cuatrocientos hispánico.
De acuerdo con estos postulados, rechaza Hernández Perera toda posible
vinculación de la Virgen de Candelaria con la imaginería mariana mallorquína
del trescientos: «Todas sus versiones de la Madre de Dios —dice— se arquean en
alargada ese que puede compararse con la famosa Virgen de Juana de Evreux
(Louvre). De las mallorquínas, tanto la Virgen del Lluch (siglo Xiv) como la
Virgen con el Niño (sacristía del mismo monasterio), de proporciones aún más
alargadas, permiten deducir el auge de este prototipo escultórico en el gótico
trecentista balear. Su cotejo con el bu]to más rígido y vertical (con ausencia total
de la doble arcuación en curva-contra- curva tan notoria en estas estatuas),
aparte la desigual proporción canónica entre cabeza/altura total de la Virgen de
Candelaria, hace descartar absolutamente la posible filiación trecentista y menos
aún mallorquína de la imagen tinerfeña.»
La Virgen de la Caridad, de la parroquia de San Lorenzo (izquierda), y la Virgen de la Hiniesta, de la parroquia de San Julián (derecha), ambas en Sevilla.
La, primera en alabastro y la segunda lignaria, datadas como de las postrimerías del siglo xiv, portan el Niño, con un pájaro, en el brazo izquierdo de
Nuestra Señora. La Virgen de la Hiniesta parece vincularse al núcleo artístico catalano-aragonés.
Cortesía de J. Hernández Díaz.
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47
En los primeros años del siglo xv se dejó sentir por todas partes el influjo de la
escuela borgoñona instaurada en Dijon por Sluter. La arenación sigmoidea de las
esculturas de la Virgen no sólo no desaparece, sino que el dinamismo y tensión
barroca con que mueven paños y actitudes aún remarca más la movilidad de las
imágenes marianas. Esta escuela dejó sentir su influjo en Navarra y Castilla; pero
sus prototipos están en abierta contradicción con la inmovilidad y verticalismo
que cabe descubrir en la Virgen de Candelaria.
«Por todo lo dicho (y sin que quepa dar un dictamen definitivo ante
la inseguridad de datos acarreados en este análisis, motivada por la
escasez de imágenes marianas puntualmente fechadas), no parece
sostenible una datación de la Virgen de Candelaria en la última década
del siglo XIV como pretenden los historiadores locales desde el P.
Espinosa, ni tan siquiera dentro del primer tercio del XV; por oponerse
a ello no sólo las características de estilo que han sido esbozadas, sino los
ingredientes iconográficos comentados, todos ellos sólo rastreables en el
Quattrocento avanzado. Si los contactos de la imagen con la factura
eyckiana en plegados no llegan, sin embargo, hasta la moda de la
aparición de epigrafías en caracteres góticos, tal vez no haya que
retrasar su datación a los años de la segunda mitad del xv. Por
consiguiente, parece prudente situar estilísticamente la Virgen canaria
hacia el centro del siglo, al finalizar la primera mitad, quizá por la
década 1440-1450, o con alguna elasticidad dentro del segundo cuarto de
la centuria, aunque por
76 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
28
Páginas 51-52.
O Del documento, los autores. Diniuiizaaón realizada por ULPGC BíbOofeoa Univerailaria.
Los guanches del reino de Güimar descubren sobre una roca de la playa de Chimisay
a la imagen de la Virgen de Candelaria. Pintura mural de Carlos de Acosta. 176Jf.
(LA LAGUNA: Escalera del Ayuntamiento).
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 63
respondía, quiso hacer nueva experiencia, aunque a costa suya, y de ver
si era cosa viva; y llegándose cerca con más miedo que vergüenza, tomó
una tahona, que es una piedra prieta y lisa como azabache, que, herida
una con otra, se hace en rajas y queda con filo como navaja, con que
sangran y sajan; tomando, pues, esta piedra, se llegó a la santa imagen
para quererle cortar un dedo de la mano, por satisfacer a su ignorancia y
ver si sentía; y poniendo el dedo de la imagen sobre el suyo y comenzando
a cortar en él, hallóse el necio burlado, porque la herida se daba a sí pro-
pio en sus dedos, sin hacer daño a la mano de la santa imagen. Y siendo
aún porfiado y pertinaz (porque era necio), probó otra vez, mas caíale a
cuestas, porque sus dedos estaban corriendo sangre de las heridas que él
propio sin querer se daba, y los de la santa imagen quedaron libres y
sanos, sin señal alguna» 20.
La amplitud del relato del fraile dominico impone resumirlo por imperativo
de la brevedad. Los pastores guanches, amedrentados por la aparición, decidieron
comunicar inmediatamente la extraña nueva al mencey de Güímar. El monarca
sureño, no menos sorprendido con el hallazgo, reunió al consejo o ta-goror para
tomar la resolución más conveniente. Deciden, a la vista de los sucesos,
trasladarse a la playa, donde el mencey y sus consejeros quedaron sobrecogidos
ante la contemplación de la sagrada escultura.
El régulo sureño resolvió entonces transportar a la Virgen de Candelaria a su
propia morada y despensa. Las incidencias del viaje han dejado en la tradición
toda una secuela de hechos donde la fantasía se carga de sabor legendario.
En primer término, la curación milagrosa de los pastores tullidos o le-
sionados :
«Con todo aquesto propusieron de llevarla a la casa y sitio del rey,
para tenerla allá consigo; pero ninguno osó echarle mano ni llegarse a
ella para alzarla, recelándose no le aconteciese lo que a los pastores, Y así
mandó el rey que, pues ellos habían hecho la primera experiencia,
acometiesen a hacer la segunda y le echasen mano para llevarla.
Ordenábalo Dios así, para que la gloria de su madre se manifestase y en
opinión y estima el pueblo gentil se confirmase. Llegan los dos pastores,
el uno manco de los dedos de la mano y el otro del brazo, y en poniendo
sus manos y tocando la santa reliquia para haberla de alzar (cosa
milagrosa), quedan el uno y el otro de sus lesiones sanos y buenos, con
grande admira-
20
Páginas 52-53.
81 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
6
83 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
«Trata Antón, que no es decente cosa que la santa imagen esté donde
haya trato y tráfago de gente, porque no se le pierda el respeto, mas que
se le busque lugar conveniente, donde la pongan, que sea ella señora de
su casa, porque así lo acostumbran los cris-
tianos, que la saben venerar. Y per esto dase orden que, pues había
aparecido a la orilla de la mar, la lleven a una cueva que está junto a
ella, donde solían ordeñar sus ganados, y la llaman Achbinico, que los
cristianos llamaron después cueva de San Blas. En ésta la pusieron, con
la decencia que supieron y alcanzaron.
80
Páginas 63-64.
68 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
que la prisión, trajo aparejados, hasta que optaron lo» majoreros por devolverla,
sana y salva, a su rústica inorada tinerfeña LXIV.
LXIVPáginas 70-75,
82
Véase el capítulo I, pág. 34.
CAPITULO 111
PAZ Y GUERRA
1
Era vastago tercero de Rui Gomes da Silva, alcaide mayor de Campo Mayor y Ougela, y de su
esposa Isabel de Meneses, hija bastarda del conde de Vila Real y primer capitán de Ceuta, el famoso
don Pedro de Meneses.
Fueron sus abuelos, por linea paterna, Aires Gomes da Silva y Estebanina Martines.
Diego da Silva figura en los documentos españoles como «criado» del infante don Fernando. Por
cierto que a las órdenes de este último tomó parte en la desgraciada expugnación de Tánger (enero de
1464), quedando prisionero en poder de la morisma.
Andando el tiempo ejercería el cargo de ayo del duque de Beja, don Manuel,, futuro
72 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Como Castilla y Portugal estaban por entonces en paz, aquel acto de hostilidad,
rayano en acción pirática, era un episodio más de la rivalidad por el dominio y
soberanía sobre el espacio atlántico que se venían disputando encarnizadamente
ambas coronas. Las reclamaciones diplomáticas por parte del monarca castellano
Enrique IV determinaron que la torre fuese devuelta a su legítimo poseedor. Para
que este justo objetivo se lograse tuvieron que mediar una serie de laboriosas
circunstancias, dignas de particular mención.
Es curioso señalar que los enemigos a muerte de ayer se trocaron, bien pronto,
en aliados y parientes, concertándose para el futuro el matrimonio de Da Silva con
la hija mayor de Herrera, doña María de Ayala LXXIV.
LXVrey de Portugal con el nombre de Manuel I d Afortunado. Este monarca recompensó sus servicios
con el título de conde de Portalegre.
Casó con doña María de Ayala, hija primogénita de los señores de las Canarias.
Murió en 1504, dejando varios hijos.
La conquista y ocupación de la torre de Gando fue la última de las empresas militares del infante
lusitano don Enrique el Navegante, organizada y preparada cuando ya estaba con un pie en el sepulcro.
RUY DE PINA: Chronica d’el rey D. Ai jomo V. Collegao de livros inéditos de Historia Portugueza.
Lisboa, 1790, tomo I, págs. 504 y 509.
Livro de lirihagens do sécalo XVI. Edición de Antonio Machado de Paria. Lisboa, 1956, páginas 103-
118 y 121. Cabitos: Información, págs. 155 y 184 (declaraciones de Juan Iñi- guez de Atabe y de
Gonzalo Rodríguez).
RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, págs. 132-140.
LXVI A. H. N.: Cornejos suprimidos, leg. 34.202. Luis MEUIÁN DE BETANCOR: El origen y
LXVIIprincipio de la conquista y posesión de las yslas de Fuerteventura y Lanzarote..., fo
LXVIIIlios 110 v.-lll y 113-114 v.
LXIXEste manuscrito será citado en adelante, para abreviar: El origen y principio de la con
LXXquista. ..
LXXIConsúltese el Repertorio de Siglas y Abreviaturas (pág. 16).
LXXIIRUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, págs. 131-137.
LXXIII MELIÁN DE BETANCOR: El origen y principio de la conquista..., fols. 113-114 v,
RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, págs. 137-138.
LXXIV Cabitos: Información..., págs. 181, 184, 186, 188, 190, 195, 197, 201, 203 y 205.
Los testigos de esta valiosa información (ignorantes de la paralela negociación diplomática y las
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 73
público de Lanzarote, y del obispo don Diego López de Illescas, obispo de Rubicón» (El origen y
principio de la conquista..., fol. 112).
Inspirándose en Abren Galludo reproduce la sumisión de los régulos grancanarios algún que otro
historiador. Destaquemos a MARÍN Y CUBAS (pág. 90), VIESA Y CLAVIJO (tomo I, páginas 449-50) y
MILLARES TORRES (tomo III, págs. 187-189).
El profesor don Juan Alvarez Delgado, en su valioso estudio La conquista de Tenerife... (pág. 8),
pone en duda la presencia personal del obispo Illescas en el acta de posesión de 1461, ante el paralelismo
de actuar como simple ratificante del escribano en la subsiguiente toma de posesión de 1464 (véase más
adelante la página 75 de este mismo capítulo).
Ahora bien, la actuación como testigo del «bachiller Antón López, provisor del obispo», refuerza
la probable actuación dúplice del prelado Illescas:
1.® 1461: testigo del acta de posesión.
a
2. 1465-1466: ratificante del documento al enviar informaciones al rey de Castilla Enrique IV
sobre el mejor derecho de doña Inés Peraza y su marido Diego García de Herrera al señorío integral de
las Canarias.
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Testimonio del acta de posesión de Tenerife por Diego Garda de Herrera en IkGlf
(SANTA CRUZ: Archivo Histórico Provincial).
Cortesía de M. L. Fabrelles.
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Qjj.
V\C: Jv
Pagina segunda y última del testimonio anterior. El original, en pergamino, fue exhibido por el insigne
polígrafo Gonzalo Argote de Molina —quien seguramente lo extrajo del archivo de la familia Herrera-
Peraza- y testimoniado a petición del alcalde mayor de Fuerteventura Melchor de Armas. Aparece
suscrito por el escribano Pedro Negrín y por Argote.
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 75
go de Perrera, señor de las dichas islas..., parecieron... el gran rey de Imo- bacli
de Taoro; el rey de las lanzadas, que se llama rey de Güímar; el rey de Anaga;
el rey de Abona; el rey de Tacoronte; el rey de Benicod; el rey de Adeje; el rey
de Tegueste; el rey de Dante...». El curioso documento prosigue: «E todos los
sobredichos nueve reyes juntamente hicieron reverencia y besaron las manos
al sobredicho señor Diego de Ferrera obedeciéndolo por señor...». Los gritos de
ritual, pronunciados por Juan Ne- grin, rey de armas: «Thenerife, Thenerife,
Thenerife por el rey don Enrique de Castilla y de León...», sirvieron para
sellar el solemne e intrascendente acto.
Hay que imaginarse la cara de sorpresa de los régulos guanches al contemplar cómo
Diego de Herrera acometía las acostumbradas prácticas posesorias medievales,
«hollando la tierra con sus pies... y cortando ramas de árboles...».
«que nueve reyes canarios de Tenerife obedescieron e besaron la mano por señor al dicho
Diego de Ferrera, e estuvieron assi pacíficos, e entraban e salían los chris- tianos en la
dicha ysla tiempo de seis años poco mas o menos...»LXXIX.
Aunque estos actos de dominio eran más simbólicos que reales, alguna § que
otra vez se tradujeron en aceptación explícita de soberanía. Se = asegura que «en
reconocimiento de su señor le prometió cada uno [de los | reyes guanches] seis
esclabos...» LXXX. Este curioso pormenor está corroborado | por la declaración de
Gonzalo Rodríguez: «e que este testigo, por mandado í del dicho Diego de Ferrera,
con otros marineros fue a la dicha isla de Te- 8 nerife, e troxeron dende ochenta e
un esclavos canarios que los reyes de = la dicha isla dieron en señal de
obedescimiento..., de los cuales... queda- | ron en la dicha isla cierta parte de
ellos...»LXXXI. 1
Poco tiempo después del pacto de amistad del Bufadero, Diego García s de
Herrera se concertó con el mencey de Anaga para que le permitiese edi- ¿ ficar
dentro de su distrito una torre o castillo. Parece probable que la mea- i cionada
fortaleza se construyese alrededor de los años 1465-1466. El lugar ¿ escogido para
la ubicación fue seguramente una de las márgenes del ha- 6 rranco de Santos,
dentro del perímetro actual de Santa Cruz de Tenerife. ?
En la Información de Cabitos (1477) ha quedado asimismo constancia de este
singular acontecimiento. El testigo Iñiguez de Atabe asegura que el señor de las
Canarias «fizo en Tenerife una torre». En similares términos se expresa Alvaro
Romero, al afirmar «que en un tiempo los canarios de Tenerife le consintieron al
dicho Diego de Herrera facer una fortaleza en la dicha isla...»LXXXII.
A los cronistas tampoco pudo escapar este primer intento de penetración política.
Alonso de Espinosa registra el hecho con este párrafo: «Den- de algunos años vino Sancho
de Herrera, hijo del sobredicho, a esta isla, con intento de ganarla y poblarla, y saltó en
tierra en el puerto de Santa Cruz, término de Anaga, que llamaban Añazo, donde,
permitiéndolo los naturales, hizo un torreón en que él y los suyos vivían, y allí venían los
naturales a tratar y contratar con los cristianos». Abréu Galindo se expresa de análoga
manera: «Después de algunos meses fue Sancho de Herrera con algunos navios de
armada... Como el rey de Güímar lo vio..., le dio entrada y consintió hiciese una torre
para que estuviese cuando viniese para contratar... Y poniendo leyes y conciertos, hizo la
torre en el puerto de Santa Cruz, que primero se llamaba Añazo» ls.
LXXIX Páginas 175, 186 y 201, Otros testigos se expresan en términos similares. Gonzalo
Rodríguez confiesa «que le besaron la mano nueve reyes...». Por su parte, el clérigo Al> varo Romero
puntualiza: «lo obedescieron por señor della e le besaron las manos...»; to davía añade: «que vido como
sacaban pez e madera...» (págs. 184 y 205).
LXXX MELIÁN DE BETANCOR: El origen y principio de la conquista.,,, fol. 112 v,
LXXXI Cabitos: Información, pág. 184.
LXXXII Páginas 155 y 205. En iguales términos se manifiesta el testigo Antón Benítez: «e que
ficieron una torre en Tenerife, e que después los canarios de la dicha isla de Te nerife la derrocaron e se
alzaron contra ellos...» (pág. 195).
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 77
Para nadie es un secreto que los reyes de Portugal vivían obsesionados por asegurarse
el dominio total o parcial del archipiélago canario. Esta interesada actuación tuvo su
momento culminante cuando Maeiot de Béthencourt, señor de Lanzarote, arrendó esta
isla, en 1448, al famoso príncipe portugués don Enrique el Navegante, quien se posesionó
seguidamente de la misma, consolidando el dominio político. Los vecinos de Lanzarote,
castellanos y naturales, acabarían por sublevarse contra la ocupación extranjera,
expulsando a los lusitanos de la isla en 1450. El rey Juan II declaró en secuestro
Lanzarote hasta tanto que se acreditaba el derecho señorial, y
13
ESPINOSA (pág. 88), ABRÉU GALINDO (pág. 314), VIANA (pág. 49), NÚÑEZ DE LA PEÑA (páginas 74-75),
VIERA Y CLAVIJO (tomo I, págs. 457-458) y MILLARES TORRES (tomo III, páginas 199-201).
78 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Los lusitanos no cejaron en sus planes de dominio sobre las islas Canarias, sino
que antes bien los intensificaron. La mejor manera de disimularlos fue darle un
carácter privado a la reivindación. En 1463 don Pedro de Me- neses, conde de Vila
Real y gobernador de Ceuta, dirigió personalmente al pontífice Pío II una apremiante
solicitud para que le fuese otorgado el derecho de conquista sobre Gran Canaria,
La Palma y Tenerife, que permanecían en poder de infieles. El romano pontífice,
i* Cabitos: Información, págs. 125-126, 128431, 133435, 137, 140-146, 149, 154-166, 168-170, 173-175,
178-179, 181, 184, 186, 188, 190-197 y 199-205.
MELIÁN DE BETANCOH: El origen y principio de la conquista..., fols. 110 V..112 y 114-114 v.
ELIAS SERBA RÁTOLS: LOS portugueses en Canarias, La Laguna, 1941, págs, 21-38.
15
Página 71.
io A. V.: AA. Arm. I-XVIII.-4.369 y 4.370.
Pío II falleció en Roma el 15 de agosto de 1464.
con objeto de visitar la plaza fuerte del estrecho, recién arrebatada a los moros
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 79
No lejos de él, aunque mar por medio, se hallaba entonces el rey de Portugal
refugiado en Ceuta, en obstinado empeño por apoderarse de Tánger, operación que
va a terminar en serio descalabro ie.
Así que conoció Enrique IV la presencia de su cuñado, le invitó a cruzar el
estrecho para tener con él una entrevista. De esta manera los reyes de Castilla y
Portugal dialogaron al amparo de los muros de Gibraltar alrededor de los días 6-7 de
enero de 1464. En el séquito de Alfonso V iban dos poderosos magnates lusos, don
Pedro de Meneses, conde de Vila Real y gobernador de Ceuta, y don Martín
Gongalves de Atayde, conde de Atou- guía, quienes requirieron al monarca castellano
para que les otorgase la conquista de las Canarias insumisas 1B.
Enrique IV no se hizo rogar demasiado, pues bastó el apoyo de Alfonso V a la
demanda para que concediese a los proceres lusitanos la conquista de Gran Canaria,
La Palma y Tenerife. La cédula real pertinente se ha perdido; pero tuvo que ser
expedida por las fechas indicadas. El inepto soberano echaba por tierra de un
plumazo la celosa política de sus antecesores en defensa de la soberanía integral de
Castilla sobre el archipiélago, y lesionaba de paso los derechos e intereses potenciales
de la familia He- rrera-Peraza, detentadora del señorío de las Canarias.
El cronista portugués Joáo de Barros da por supuesto que la concesión de
Enrique IV se efectuó en 1455 en beneficio exclusivo del conde de Atou- gia, con
ocasión de sus bodas con la princesa Juana de Portugal, de cuyo séquito era miembro
preeminente el aristócrata lusitano. Pero la datación y el beneficiario a título singular
están equivocados. Téngase en cuenta que
A este cronista lusitano le copian MARÍN Y CUBAS (pág. 89), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 65), CASTILLO
(tomo I, fascículo 2, pág. 267), VIERA Y CLAVIJO (tomo I, págs. 448-449) y MILLARES TORRES (tomo III,
págs. 170 y 196).
ELÍAS SERRA RÁFOLS: LOS portugueses en Canarias, La Laguna, 1941, pág. 39.
Véase más adelante la página 82 de este mismo capítulo.
LXXXVII A. CAPPELLI : Cronología e calendario perpetuo, Milán, 1906, pág. 79.
LXXXVIII A. V.: AA. Aun. LX VIII.—4.369 y 4.370.
LXXXIX22 Véanse las páginas 81-82 de este mismo capítulo,
Bula original de Paulo II, suscrita en la Ciudad Eterna el id de septiembre de 7/,6'4, concediendo al conde de Vita Real
la soberanía y el derecho de conquista sobre Gran Canana, La Palma y Tenerife. (ROMA: Archivo Vaticano). La hábil
actuación de la diplomacia castellana consiguió la retención de la mencionada bula.
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 81
La circunstancia, por otra parte, de que aparezca como actor en la demanda don
Pedro de Meneaos con carácter exclusivo, hace sospechar en un traspaso por el conde
de Atouguia de los derechos dimanantes de la merced enriqueña de 1464.
El viejo litigio entre Castilla y Portugal en tomo a la soberanía sobre las Canarias,
centrado ahora en una disputa entre dos familias —la española Herrera-Peraza y la
lusitana Menesee—■ sobre el derecho a la conquista de Gran Canaria, La Palma y
Tenerife, estaba por estas fechas a punto de fallarse.
Como por estas fechas, 1465, la crisis de la monarquía castellana había degenerado
en guerra civil, proclamando los nobles al príncipe Alfonso (Alfonso XII) como
soberano titular frente al primogénito y legítimo rey Enrique IV, la familia Herrera-
Peraza consideró oportuno operar en un doble frente. De esta manera, las revocaciones
de la merced de 1464 se producen por duplicado.
Del documento, los autores. Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
reserva alguna. De esta manera pudo llegarse a la rúbrica de la cédula de revocación,
que aparece expedida en Plasencia el 6 de abril de 1468.
El monarca Enrique IV expone minuciosamente en el proemio los hechos
acaecidos: «A subjestión e gran ynportunidad del conde de la Tugia, don Martín
Gongález de Castro (sie), e de don Pedro de Castra (sic), conde de Villarreal, vasallos
naturales del reyno de Portugal, e de otras personas por su parte, seyendo sobrello
mucho molestado, e por la gran divisyon e discordia que por entonces hera en estos mis
reynos, yo fiz a cada uno de los dichos condes, por sy, merced de las yslas de Grand
Canaria e de Tenerife e de la ysla de La Palma, situadas en las mis mares de
España...».
A renglón seguido se reconoce el derecho preferente «del noble caballero Diego de
Ferrera, verdadero señor de las dichas yslas de Canaria e de la Mar Menor de
Berveria»; se recapitulan las incidencias de la laboriosa negociación, y se pronuncia la
revocación: «Por la presente carta e privilegio anullo e revoco, caso e desfago, declaro
e do por ningunas e de ningund valor e efecto, qualquier merced o mercedes que en
qualquier manera yo aya fecho e otorgado de las dichas yslas o de qualquier parte
dellas al conde de la Tuguía... e al dicho... conde de Villarreal...».
Antes se ha insinuado la intervención de la diplomacia castellana en la corte de
Roma en defensa de los sacrosantos intereses del reino, personificados en la familia
Herrera-Peraza. La real cédula que estamos comentando se hace eco de la amenaza,
pretendiendo frustrarla: «suplico a nues-
2
» Ibid., tole. 113-113 v.
La presencia del titulado Alfonso XII en la mencionada capital castellana se comprueba por el itinerario del
príncipe. JUAN TOMES FONTES: El principe don Alfonso. Murcia, 1971, pág. 115.
tro muy santo padre [Paulo II]: que revoque e anulle qualesquier letras o bullas que en
contrario desta mi revocación sean o ayan sido, por quanto creo non ser avidas con
verdadera relación, mas que asy como a mi engañaron con falsa relación e non
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 83
verdaderas, asy ayan engañado a Su Santidad...».
La orden a los embajadores en la Ciudad Eterna es conminatoria: «e por esta mi
carta e previllegio mando a qualesquier mis procuradores en corte romana, que agora
son o fueren de aqui adelante, que se opongan e non consyentan de mi parte que las
dichas letras e bullas se espidan..., e si fueron espedidas, procuren con toda diligencia
la revocación e anullación deltas...» 2T.
Desde 1468 hasta 1477 la familia señorial Henera-Peraza disfrutó en plenitud de su
derecho de dominio sobre la integridad del archipiélago, sin trabas ni cortapisas de
ninguna especie. Pero en la última fecha la corona de Castilla reivindicará para sí el
derecho de conquista sobre Gran Canaria, La Palma y Tenerife, como hemos de ver
seguidamente.
Diego de Herrera pondera sus servicios en estos términos: «ficieron una fortaleza,
a su propia costa, en la isla de la Grand Canaria, entre los infieles, en la qual han fecho
grandes gastos, non solamente en la fabrica della mas aún en la sostener e proveer de
mantenimientos e gentes de armas». Sobre la acción bélica, sus pormenores son
dramáticos: «en la qual ha perdido muchas gentes, e mas de doscientos homes
quemados e muertos, e todo siempre han sostenido e sostienen el dicho castillo e
fortaleza entre los dichos infieles, a grand costa e peligro, estando él e sus fijos de
continuo dentro en él, e seyendo machas veces combatido e conquistado de los dichos
infieles canarios...» 3S.
Como episodios curiosos dentro del panorama general de la contienda hay que
señalar el asalto y destrucción por los indígenas del torreón de Telde y la ocupación e
incendio de la casa-almacén aneja a la fortaleza de Gando.
XCVHoy parece probado que los contactos de Diego da Silva con las islas Canarias fueron más estrechos
y asiduos de lo que hace años se creía.
Las hazañas y aventuras de Diego da Silva —a las que aluden todos los cronistas regionales—t algunas de
ellas novelescas y con un fondo de autenticidad, tuvieron que realizarse con posterioridad a 1465, en una
segunda estancia en el archipiélago. En las mismas tomó parte activa su propio suegro Diego García de
Herrera.
81
Ibid., pág. 155.
82
Ibid., págs. 155 y 186.
XCVIIñiguez de Atabe añade una información complementaria, escasamente válida por ser de oídas:
«quel dicho Diego de Ferrera... hizo en la Grand Canaria una fortaleza, e que los de la dicha isla ge le
ayudaron a facer. E que oyo decir que ellos lo ficieron mañosamente a fin quél viniesse a la dicha isla para lo
tomar e matar; e después se le rebelaron...».
86 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
ss
Ibid.
Los cronistas regionales no distinguen la torre de Gando de la casa-almacén aneja; por esta causa dan
por supuesta la expugnación y conquista de aquélla.
TOBBIANI (pág. 127), ABBÉU GALINDO (págs. 129-130), MABÍN Y CUBAS (págs. 101-102), CASTILLO (tomo
I, fascículo 2, págs. 243-246), VIEBA Y CLAVUO (tomo I, págs. 470-471) y MILLAHES TOBBES (tomo III, págs.
215-219).
8T
Páginas 184, 186, 201 y 205.
88 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Frente a tan tajante parecer, los cronistas isleños, y de manera muy particular
Espinosa y Abréu Galindo, culpan a los castellanos del desaguisado. Estos autores se
hacen eco de diversos episodios, cargados de cierto tinte legendario.
Desde estas fechas hasta 1477 las hostilidades quedaron rotas entre castellanos y
guanches, sin otra excepción que el semicristianizado menceyato de Güímar. De nuevo
la Información vuelve a dar fe del desarrollo de los acontecimientos. Gonzalo
Rodríguez asegura «que fasta hoy les facen guerra el dicho Diego de Ferrera con sus
fustas e navios...». Diego Martínez es de idéntico parecer: «que después se quebró la
paz, e que agora los christianos les facen guerra a la dicha isla de Tenerife...»CII.
C88 ESPINOSA (págs. 88-89), ABRÉU GALINDO (págs. 314-315), VIANA (págs. 49-51), NÚÑEZ DE LA PEÑA
(págs. 74-76), VIERA Y CLAVÍJO (tomo I, págs. 457-458) y MILLARES TORRES (tomo III, págs. 214-215).
Como ya se ha expuesto —pág. 77—, estos autores achacan la construcción de la torre de Anaga a
Sancho de Herrera, cumpliendo estrictas órdenes de su padre.
CI Cabitos: Información, págs. 155 y 205.
CII Ibid., págs. 184 y 186.
En similares términos se expresan otros testigos. Antón Benitez: «Después aca, siem pre se ficieron e
facen guerra los unos a los otros e los otros a los otros, como de antes se facian...», Martín de la Torre: «e que
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 89
El último episodio de ejercicio de soberanía por parte de Diego García de Herrera
se produjo el domingo 11 de enero de 1476, cuando compareció en Lanzarote un
compacto grupo de guaires (nobles) para rendirle pleitesía y homenaje en nombre y
representación de los guanartemes de la isla de Gran Canaria.
Según el testimonio del cronista Abréu Galindo (quien tuvo a la vista el acta de
sumisión, levantada por el escribano Juan Ruiz de Zumeta), los acontecimientos se
desarrollaron en distintos momentos, cuyos particulares detalles conviene especificar.
En primer lugar, la gestión habilidosa del alcaide de la torre de Gando: «el capitán
Pedro Chimida les supo tan bien atraer a su voluntad, que hizo con los canarios que,
arrepentidos de lo hecho, entrasen en acuerdo. Y determinaron que de toda la isla se
juntasen con los guanartemes los gayres y los facays y los más principales de los
pueblos, y se fuesen a pedir perdón de todo lo hecho a Diego de Herrera y le besasen la
mano y le diesen la obediencia, y que le llevasen todos los cautivos que tenían y los re -
henes» CIII.
Las incidencias de la travesía y el acto de sumisión están recogidos en estos
términos: «Y asi se hizo, que en una barca, que había venido a ver lo que pasaba, se
metió el capitán Pedro Chemida con diez canarios nombrados por todos los pueblos; y
fueron a Lanzarote y le besaron la mano a Diego de Herrera y a doña Inés Peraza, a
los cuales hizo muchas caricias y mercedes, dándoles todos los canarios que había en
Lanzarote y Fuer- teventura que se quisieron ir con los embajadores.»
Por último, se estipularon ventajas económicas para los detentadores del poder
dominical: «asentando paces, dándole toda la orchilla que en esta isla se cogiese».
Los emisarios indígenas aparecen con sus nombres, aunque resulte hoy difícil
responder de la fidelidad en la transcripción. Eran éstos: Acosayda, de Telde;
Epenenacao, de Agiiimes; Vildacane, de Tejeda; Aridañy, de Aqnerata; Saco, de
Agaete; Achutindac, de Gáldar; Adeun, de Tamara- seyte; Artenteyfac, de Antevirgo;
Ahuteyga, de Atiacar, y Guriruquian, de Arucas CIV.
después que ficieron engaño, e que non estovie- ron por lo que asentaron con el dicho Diego de Ferrera; e
que los mando facer guerra» (páginas 195 y 201).
CIII La devolución de rehenes es una aseveración sin fundamento. Está desmentido por el testamento
de doña Inés Peraza, otorgado en Sevilla el 21 de agosto de 1482. En una de sus cláusulas se lee: «E otrosí
mando saquen de cabtivo a todos los fijos de mis vasallos que por mi cabsa se cabtivaron en el castillo de
Gando...».
Reformación del repartimiento de Tenerife en 1506. Santa Cruz de Tenerife, 1953, «Fontes rerum
Canariarum», tomo VI, pág. 181.
Este importante documento será citado en adelante, para abreviar, con el título Reformación.
Consúltese el Repertorio de Siglas y Abreviaturas (pág. 16).
RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, pág. 144.
CIV ABUÍU GALINDO (pág. 135), MARÍN Y CUBAS (pág. 167), VIERA Y CLAVIJO (tomo I, páginas
473-474) y MILLARES TORRES (tomo III, págs. 224-226).
Juan Ruiz de Zumeta fue, en efecto, escribano de Lanzarote y desempeña un papel destacado en la Información
de Cabitos (págs. 135-139 —declaración como testigo— y 142, 147,151 y 624).
90 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Información. Parte documental (págs. 585, 591 y 610-612), Otro Juan Ruiz de Zumeta, padre sin duda del
anterior, aparece actuando como escribano en 1455.
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 91
acuerdo, suscrito en 1432, por el que se reconocía a Béthencourt el señorío de
Lanzarote en plenitud, con reconocimiento a Guillén del derecho de tanteo en caso de
venta y prohibición expresa de enajenación a extranjeros.
En 1448, Maciot de Béthencourt adoptó por su cuenta y riesgo una decisión
trascendental, en flagrante violación de la concordia de 1432. Hizo traspaso del señorío
de Lanzarote en la persona del famoso príncipe lusitano don Enrique el Navegante,
quien vivía obsesionado por asegurarse el dominio del archipiélago como punto de
recalada en sus planes de exploración del continente africano. Una vez consumada la
venta, el infante don Enrique designó gobernadores portugueses, que rigieron los
destinos de la isla hasta 1450.
En esta misma data se produjo la rebelión de los moradores contra la ocupación
lusitana, que terminaría con la expulsión del presidio portugués allí establecido. Esta
patriótica actitud de los isleños desencadenó una auténtica ola de hostilidades por
parte de los navios y tropas al servicio del infante, que mantuvieron en vilo a la
población por espacio de una década.
Hasta tanto que se aclarase el punto litigioso debatido se imponía la intervención
directa de la Corona de Castilla. Juan H designó secuestrador a Juan Iñiguez de Atabe.
Por esta fecha eran señores de las islas Canarias doña Inés Peraza y su marido Diego
García de Herrera, quienes impetraron la protección regia, alegando que Lanzarote
debía reintegrarse, por incumplimiento de la concordia, en el dominio unitario del
archipiélago.
Designado un juez especial para solventar el litigio, éste falló en 1454
92 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Los emigrados de Lanzarote (Fernán Guerra, ’el escribano Juan Ruiz | de Zumeta,
Juan Bernal, Pedro de Aday, Juan de Aday y Bartolomé He- | rrero) supieron actuar
con habilidad y energía, viendo coronados por el éxito sus apremiantes objetivos. En
primer término consiguieron la inmediata liberación de los procuradores cautivos 45. A
la acción combinada de éstos y aquéllos debióse, en segundo lugar, que los reyes
Fernando e Isabel die
© Del documenta, los autores Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
nueva política de expansión atlántica. Durante la contienda los lusitanos habían
reverdecido el propósito de ocupar alguna de las islas Canarias insumisas. Este
peligro se hará particularmente ostensible en julio de 1478, cuando una poderosa
escuadra intentó apoderarle de la isla de Gran Canaria CXIII. Por otra parte, los
Reyes Católicos pusieron sus penetrantes miras políticas sobre el Africa
Occidental y Guinea, en un intento de expansión territorial de signo
evidentemente imperialista. Para obstruir las ambiciones de Portugal; cortarle
esta importante escala en la ruta africana; servir de trampolín a los planes de
dominación sahárica y apoyar las expediciones castellanas a Guinea, se imponía
de manera acuciante la incorporación a la corona del derecho de conquista sobre
Gran Canaria, La Palma
CXII Fray Hernando de Oropesa había nacido en Talavera en 1428, acabando sus días en Granada, en
1507, en el desempeño de la mitra arzobispal. Se licenció en la Universidad de Salamanca, donde fue alumno
aventajaflffiímo y profesor ejemplar. Ingresó en la Orden de San Jerónimo, en el convento de San Leonardo
de Alba. La fama de su saber y santidad llegó a la corte, y siendo prior de Nuestra Señora del Prado, cerca
de Valla- dolid, la reina Isabel lo eligió como confesor. Intervino en asuntos de gobierno y obtuvo como
primera dignidad prelaticia la sede de Avila. Presidió la Junta de expertos encargada de dictaminar los
planes y proyectos de Cristóbal Colón, cuyo veredicto fue en principio negativo.
Juan Díaz de Alcocer fue un eminente jurista, miembro destacado del Consejo real.
Rodrigo Maldonado era vecino y regidor de la cindad de Salamanca. Había desempeñado importantes
comisiones en los años iniciales del reinado. Poco después de emitir el dictamen que comentamos, sería uno
de los negociadores de la paz con Portugal de 1479 (tratados de Alcagobas y de las Tercerías de Moura). Fue
asimismo miembro destacado de la Junta dictaminadora de los proyectos colombinos.
CXIII José LÓPEZ DE TORO: La conquista de Gran Cañaría en la ^Cuarta Década», del cronista Alonso de
Patencia, 1478-1480, en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 16 (año 1970), págs. 351-355.
TORRIANI (pág. 132), ABBÉU GALINDO (págs. 185-187), VIANA (págs. 58-59), MARÍN Y CUBAS (págs. 129-
133), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, págs. 297-301), VIERA y CLAVITO (tomo II, páginas 40-43) y MILIARES
TORRES (tomo III, págs. 270-274).
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200
6
Fray Hernando de Talavera, prior del monasterio del Prado, confesor de la rei-
na Isabel y primer arzobispo de Granada. Retrato anónimo. (MADKID: Biblioteca
Nacional).
Dictamen de los consejeros reales fray Hernando de Talayera, Juan Díaz de Al-
cocer y Rodrigo Maldonado, recomendando la incorporación a la Corona, en cali-
dad de territorios realengos, de las islas de Gran Canaria, Tenerife y Lo, Palma.
(SIMANCAS: Archivo General),
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 95
y Tenerife, como primer paso para acelerar las operaciones militares de ocupación.
Los tres consejeros-informantes (Talavera, Alcocer y Maldonado) dictaminan
con pleno conocimiento de esta preocupación regia, que para ellos equivalía a un
mandato. Los tres estudiaron minuciosamente la Información de Esteban Pérez de
Cabitos, quedando impuestos de sus más minuciosos detalles. Con independencia de
este valioso documento, tuvieron asimismo a la vista las pesquisas similares llevadas
a cabo con anterioridad por el obispo de Mondoñedo Alfonso Vázquez de Acuña
(1455-1456?), que fueron examinadas hasta la saciedad. Bien adoctrinados en el
asunto, pudieron al fin emitir su parecer, carente de datación, aunque tuvo que ser
pronunciado en el verano de 1477. Concretando más, entre el 24 de julio y el 12 de
septiembre, pues entre esas fechas la reina Isabel reside sola en Sevilla, y a ella con
carácter exclusivo va dirigida ja declaración de derechos CXIV CXV CXVI.
Algunas consideraciones del dictamen merecen ser recogidas en transcripción
literal.
Para los consejeros estaba claro el derecho preferente de los señores de las
Canarias: «nos parece que los dichos Diego de Herrera y doña Inés, su muger,
tienen cumplido derecho a la propiedad, señorío e mero y mixto imperio de las
quatro islas conquistadas, que son Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El
Hierro...».
En el punto delicado de la subrogación buscaban un arreglo de compromiso, en
atención a los superiores intereses del Estado: «Item, que los dichos Diego de
Herrera y doña Inés, su muger, tienen derecho a la conquista de la Gran Canaria e
de la isla de Tenerife e de La Palma, y es suya y les pertenece la dicha conquista por
merced que de ella hovo fecho de juro e de heredad el muy excelentísimo rey don
Juan, vuestro padre, a Alfón de las Casas, ascendiente de la dicha doña Inés...». La
solución estaba en la expropiación pura y simple: «Pero, por algunas justas y
razonables causas V. A. puede mandar conquistar las dichas islas o qualquiera de
ellas; debe V. A. facer equivalencia por lo que se asignara a los dichos Diego de
Herrera e doña In&, sa niuger, por el derecho que a la dicha conquista tienen y por
loa' JBWÍfcí» trabajos y pérdidas que han recibido y costas que han fecho en la
prosecución de ella, y especialmente ganándose la dicha isla de Tenerife, en la quid
han tenido y tienen agora adquirida alguna parte...»CXVII. <
CXVIIIEn uno de los párrafos del dictamen se leen estas enigmáticas líneas:
«... vistos los títulos y escrituras..e asimismo... ciertas pesquisas que en diversos tiempos fueron
fechas por el reverendo obispo de Mondoñedo, que después fue de Jahen, y por Esteban Pérez de
Cabitos...».
La pesquisa del obispo de Mondoñedo plantea arduos problemas, que se pueden resu mir en estas
tres interrogantes: ¿Quién era el prelado? ¿Cuándo se realizó la pesquisa? ¿ Cuál era su objetivo y
contenido ?
La primera cuestión tiene fácil respuesta. El único prelado español que desempeñó el obispado de
Mondoñedo (1454-1457) y a continuación rigió la diócesis de Jaén (1457-14741) fue Alfonso Vázquez
de Acuña, abad hasta entonces del monasterio agustino de Panazes (Segovia),
CXIXCONBADO EUBEL: Hierarchia catholica Merlii Aevi. Míinster, 1914, tomo II, págs. 159 y 193.
Viera y Clavijo, sin este poderoso medio de auxilio, pretendió identificarlo con don Iñigo
Manrique de Lara, que si bien era obispo de Jaén en el momento de la pesquisa de Cabitos (1475-
1483), nunca regentó la diócesis de Mondoñedo. (Hierarchia..., tomo II, página 165).
La segunda cuestión es bastante más compleja. Si nos atenemos al sentido estricto de la frase
copiada, la pesquisa de Vázquez de Acuña tuvo que efectuarse entre los años 1455-1456. Téngase en
cuenta que fue nombrado para la mitra de Mondoñedo en diciembre de 1454 y trasladado a la de Jaén
en abril de 1457.
Con un criterio más laxo, cabría ampliar el período hasta su propia muerte (mayo de 1474).
La tercera cuestión es hasta ahora una incógnita. Ignoramos si la pesquisa estuvo provocada por
los moradores de la isla de Lanzarote o por la familia señorial, y a quién de las partes venía a
favorecer.
Como conclusión, se pueden formular estas hipótesis:
a
1. Fecha estricta. Pudo originarse la pesquisa como último recurso de los habitantes de
Lanzarote, después de la sentencia adversa de 1454.
2. “ Fecha laxa. Cabe considerar que se ordenase como consecuencia de la protesta airada de
la familia Herrera contra la concesión de Enrique IV a los condes lusitanos (1464-1468).
54
Páginas 87-89.
55
A. 9,: Conseja real, leg. 671, fol. 9.
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 97
Como dato complementario añadiremos que se imponía por la corona a los señores
la entrega de cuantos títulos de dominio poseyesen, para su debida custodia en los
archivos reales. Un depósito previo, en régimen de interinidad, hasta tanto que se
solventase la indemnización, aparece concretado en esta cláusula:
«Por quanto los recahdos e escripturas que la dicha Ynés Perada e el
dicho Femand Peraga, su fijo, nos han de dar del dicho de- xamiento e
traspaso de cualquier derecho que tengan a las dichas yslas de Grand Canaria
e Tenherife e La Palma..., nos los mandamos poner e deposytar en poder del
prior del monasterio de las Cuevas, de la borden de la Cartuxa, de la cibdad
de Sevilla, para que nos las dé e entregue, después de ser pagada la dicha doña
Ynés de los dichos cinco cuentos de maravedís...».
En honor de la verdad precisa declarar que los Reyes Católicos se mostraron
remisos en el cumplimiento de la palabra dada, ante los apremios económicos
provocados por la conquista de Gran Canaria, seguida por la ruptura de hostilidades
contra el reino de Granada y la subsiguiente interminable campaña. Lo cierto es que
pasaron diez años (1477-1487) sin que la indemnización acordada de los cinco millones
de maravedíes fuese hecha efectiva, pese a las reiteradas súplicas de los perjudicados.
Un acontecimiento familiar imprevisto iba a precipitar la cobranza. Fue éste el
matrimonio de Fernán Peraza, vástago predilecto de los señores de las Canarias
menores, con doña Beatriz de Bohadilla, hija huérfana de Juan de Bobadilla, alcaide
del alcázar de Madrid. Este concierto conyugal se hizo bajo directo patrocinio real, por
razones que no hacen al caso repetir aquí CXXI. Pero sí interesa señalar que provocó de
manera indirecta la aceleración de las libranzas.
El oportuno alhalá es de 1483, aunque no ha quedado constancia de
CXXIcueta (sin señalar la cifra de la indemnización) en los Anales de la Corona de Aragón, Zaragoza, 1610,
tomo IV, pág. 311 v.
En cambio, alcanzó general difusión la obra de FRANCISCO LÓPEZ DE GOMARA: Historia general de las
Indias, Zaragoza, 1554, fol. 98 v. También fija la indemnización en cinco millones de maravedíes.
PEDRO SALAZAR DE MENDOZA: Monarquía de España. Madrid, 1770, pág. 348. Este autor yerra al elevar
la cuantía de la compensación a seis cuentos (6.000.000 de maravedíes).
De los cronistas isleños, registran los cinco cuentos ABRÉU GALINDO (pág. 137), CASTILLO (tomo I,
fascículo II, págs. 272-273) y VIERA Y CLAVIJO (tomo I, pág. 479). Optan, en cambio, por los seis millones
VIANA (pág. 57) y NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 84-85).
Núñez de la Peña y Castillo señalan las distintas versiones de López de Gómara y Sa- lazar de Mendoza,
haciendo hincapié en la de su preferencia.
58
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: La reivindicación por la Corona de Castilla del derecho de conquista sobre
las Canarias mayores y la creación del condado de La Gomera, en la revista «Hidalguía», núm. 32 (año 1959),
págs. 11-12.
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 95
Tampoco esta vez se cumplió la promesa real, dando tiempo con ello a que falleciese
en Fuerteventura Diego de Herrera el 22 de junio de 1485, sin haber percibido un
solo maravedí.
CXXII AS.: Mercedes y privilegios, leg. 92. Carta de libranza de 23 de diciembre de 1486.
ANTONIO RUMEU DE ABMAS: La reivindicación por la Corona de Castilla..., acabada de citar, págs. 10-13.
Con posterioridad a la fecha últimamente citada en el texto, 1490, dofia Inés Peraza recibió otras
importantes cantidades. En 1492, 300.000 maravedíes, a cuenta de 1.200.000. ¿Tienen algo que ver con la
indemnización de 1477? Seguramente, los tres millones situados sobre los bienes raíces de los judaizantes no
se pudieron hacer efectivos en la totalidad.
CXXIIIMIGUEL ANCEL LADERO QUESADA: La hacienda real castellana entre 1480 y 1492, Valla- dolid,
1967, pág. 94. Otros libramientos en las páginas 86 (1.000.000 de mr. en 1489) y 89 (300.000 en 1490).
CXXIVso Si ha quedado demostrada la supervivencia de la fortaleza de Gando hasta enero- abril de 1477
(Información de Cabitos), no hay un solo cronista, metropolitano o isleño, que la mencione como subsistente
durante las laboriosas operaciones de la conquista.
CAPITULO IV
Por esta circunstancia puede afirmarse que el día que los Reyes Católicos
incorporaron al reino de Castilla el derecho de ocupación sobre las Canarias mayores,
Gran Canaria, La Palma y Tenerife, la conquista militar de las tres islas quedó
firmemente decidida. Como acabamos de ver, el ajuste o convenio entre los monarcas
hispanos y los señores de Canarias Diego García de Herrera e Inés Peraza se estipuló
en Sevilla el 15 de octubre de 1477, mediando las oportunas indemnizaciones\
La conquista de Gran Canaria se va a desarrollar entre los años 1478 y 1484 CXXV
CXXVI
. En la etapa inicial (1478-1480) tendrá como principales actores al obispo de
Rubicón fray Juan de Frías, al deán de la misma iglesia Juan
Bermúdez y a los capitanes Juan Rejón y Pedro del Algaba. En la etapa postrer (1480-
1484) el mando lo asume, sin limitaciones ni cortapisas, el capitán jerezano Pedro de
Vera, quien logrará, después de cruenta lucha, llevar a buen puerto la empresa.
© Del documenta, los autores. Digitalizadán realizada por ULPGC. Qlblroteca Um-ersteria,
Una cédula de la reina Isabel de 17 de enero del año expresado lo declara sin
ambages: «yo entendiendo ser complidero, e servicio de Dios e mió, e en
acrecentamiento de nuestra santa fe católica, he mandado conquistar las yslas de
Tenerife e La Palma, que están en poder de infieles...»CXXVII CXXVIII. Las mismas
razones que frustraron la incorporación de esta última hicieron, estériles los
propósitos sobre la primera.
Durante los años que transcurren entre 1450 y 1480, en que tanto auge tuvo la
acción misional, hemos tenido ocasión de ver cómo fue arraigando la doctrina que
proscribió, bajo pena de excomunión, la esclavitud de los aborígenes neófitos, los
semiconversos y los simplemente aledaños a unos y otros. También se ha señalado cómo
el pontífice Pío II garantizó los pactos o confederaciones que los obispos de Rubicón, y
los misioneros en BU nombre, concertasen con los naturales todavía sin convertir, que
serían declarados bandos o reinos de paces CXXIX CXXX CXXXI.
CXXVII No existe hoy día ningún pormenor riguroso con que datar la conquista de esta isla. La
opinión que en 1952 emitíamos en favor de 1493, debe considerarse rectificada.
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo, en la corte de los Reyes Católicos. Biblioteca Reyes
Católicos (C. S. I. C.). Madrid, 1952, págs. 15 y 139-142, y la nota 7 a la pág. 141
Consúltese sobre el particular las páginas 121-123 de este mismo capítulo.
CXXVIII A. S.: Registro del Sello, fol. 194. Aparece expedida en Valladolid.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 1.
CXXIX Capítulo I, pág. 30.
CXXX8 RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 40-46, 51-65, 79-85, 91-94 y
101-111.
CXXXI Ibid., págs. 81 y 320-321.
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 105
Con independencia de ello, los reyes de Castilla revalidaron unas veces las
resoluciones episcopales, o concertaron, por su propia cuenta, confederaciones con los
bandos amigos, declarados de paz previa otorgación de amplísimo seguro.
Por lo general estos pactos amistosos abrían las fronteras de los reinos indígenas al
comercio (rescates), asegurando a los castellanos el monopolio de la orchilla, el
codiciado liquen tintóreo.
Al iniciarse la conquista militar los bandos de paces fueron reconocidos y
protegidos, con garantía plena de libertad para sus moradores. En Gran Canaria no
existieron distritos aborígenes con esta condición jurídica en los pródromos de la
conquista. Lo que sí se dio fueron clanes familiares o grupos minoritarios que pactaron
con el invasor a cambio de ver reconocida su libertad en plenitud. Por el contrario, en
La Palma los bandos de paz existieron, y su colaboración fue factor decisivo en la
rápida sumisión de la isla CXXXII.
Concretándonos ahora a Tenerife, cuatro fueron los reinos de las paces: Güímar,
Abona, Adeje y Anaga. Los tres primeros se confederaron con los castellanos un lustro
antes de la conquista cuando menos, y el último, el de Anaga, en 1492.
Parece probable que el bando de Güímar, sometido a una intensa labor de
apostolado desde tiempos remotos, recibiese la estimación de reino de las paces por
declaración episcopal. Abona y Adeje acaso imitarían su actitud, equiparándose con
aquél en cuanto a trato y garantías.
Lo que no admite dudas es que con anterioridad a 1490 el gobernador de Gran
Canaria, Pedro de Vera, se confederó con los reinos de Güímar, Abona y Adeje
acordando paces con cada uno de ellos; amistad y alianza que se mantuvo incólume
hasta el momento mismo del desembarco T. Como una comisión expresa en este sentido
recibió en 1488 el custodio franciscano de Sevilla fray Antón Cruzado; todo induce a
sospechar que el religioso minorita, a través de sus comisarios, fue el negociador del
acuerdo, limitándose Vera a ratificar, como representante regio, los términos del
convenio.
Este interesante documento, en favor del custodio hético, suscrito por los soberanos
de Castilla el 23 de julio, merece un breve análisis para centrar el problema.
En primer lugar viene a ser como el último eco de una admirable labor
evangelizadora, que había decaído visiblemente con el fallecimiento del apóstol de
Tenerife fray Alfonso de Bolaños. La carta de comisión expresada reconoce los frutos
logrados: «nos es fecha relación que los vecinos e avilantes en las yslas de Tenerife e La
Palma, conociendo el yerro, gen- telidad e ynfidelidad..., se quieren convertir a nuestra
santa fe católica e estar a nuestra obediengia como súditos e naturales...»
Para cumplimentar tan importante objetivo se otorga a fray Antón Cruzado un
CXXXIIConocemos este valioso hecho por una orden real bastante posterior, datada d 29 de marzo de
1498. Como Pedro de Vera cesó en el gobierno de Gran Canaria en 1491, esta circunstancia nos sirve de
punto de referencia para fijar una cronología aproximada.
106 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
amplio margen de confianza: «vos damos poder cumplido para que vos o el comisario
que por vos fuere nombrado vades a las dichas yslas de Tenerife y La Palma... a
entender en la dicha conversión..., e traba- jeys... de los traer a nuestra obediengia; e
para... capitular e concertar e asentar las cosas que... paregiere que mas cumple a
servicio de Dios e nuestro...»
De nada servirían los pactos y confederaciones sin el aparato coercitivo del Estado.
Por eso se autoriza al comisario para que «los podáys asegurar e aseguréys: que por
nuestros capitanes ni gentes de armas, ni por nuestro capitán ni capitanes de la Grand
Canaria, ni por Femand Peraga, ni por doña Ynés, su madre, ...no les serán fechos mal
ni daño alguno...»
La orden termina invocando el nombre del gobernador Pedro de Vera, como
representante regio llamado a velar por el exacto cumplimiento de lo estatuido CXXXIII
CXXXIV
.
No ha quedado constancia de la intervención que pudiera haber tenido en las paces
el obispo por entonces de Rubicón-Canaria fray Miguel López de la Sema (1486-1490).
El cuarto de los reinos guanches, el de Anaga, se confederó con Castilla en las
mismas vísperas de la conquista militar. La iniciativa del acuerdo fue obra personal del
pesquisidor de la isla de Gran Canaria, Francisco Maído- nado (sustituto de Pedro de
Vera en 1491), quien encomendó la negociación, a mediados del año siguiente, al
salteador y traficante en esclavos Lope de Salazar. Este consiguió en breve plazo el
objetivo propuesto, con los seguros y garantías acostumbrados ”.
Desde que las naciones europeas establecieron contacto reiterado con las diversas
islas del archipiélago canario, las depredaciones y asaltos por parte de armadores y
mercaderes de esclavos se repiten con dramática regularidad. Siendo las islas atlánticas
sumamente pobres en bienes de fortuna y carentes en absoluto de metales preciosos, la
captura de seres humanos para nutrir con sus míseros cuerpos los mercados esclavistas
de España y el Mediterráneo acabará por constituir un saneado y lucrativo negocio. A
ello se vendrá a sumar el ganado menor, ovejas y cabras, en primer término, y cerdos
en escala mucho más reducida.
Los guanches debieron adoptar frente a las incursiones las medidas de precaución
que aconsejaba el sentido común, que siempre es previsor. Abandonar las costas, yendo
a morar en las medianías y en las sierras; ocultar los poblados en parajes recónditos;
retirar los rebaños de la proximidad de las playas, bahías y puertos, y establecer una
red de vigías que movilizase a la población al primer grito de alarma. Pero aún así, la
isla de Tenerife vio diezmada su población en el siglo y medio —desde mediados del xiv
a finales del XV— que duró tan vergonzosa práctica, que estigmatiza a los actores y
humilla a las víctimas al verse reducidas a la condición de bestias.
El comercio de esclavos lo practicaron en la Edad Media todos los pueblos
cristianos dentro del área del Mediterráneo. Pero a principios del siglo XV portugueses
y castellanos descubrieron una nueva cantera en las islas del Atlántico, que muy pronto
perdió importancia al arribar los primeros, los lusitanos, a las costas de Africa,
entrando a saco o vaciando por rescate las superpobladas tribus de negros guineos.
Vino a mitigar esta situación, como hemos tenido ocasión de ver, la acción conjunta
de los misioneros franciscanos, obispos rubicenses y pon ti fices romanos al dar
impetuoso auge a las misiones y a la pura y simp e catcquesis, proclamando de paso la
libertad del indígena y proscribien o por ende la esclavitud. Pero las misiones se
propagaron primero por as islas menores y Gran Canaria, y su eco fue tardío en La
Palma y Tenen e.
Este conjunto de circunstancias explica que Tenerife, la isla más rebelde e
impenetrable a la influencia europea, fuese hasta el momento mismo de la conquista
uno de los escenarios preferidos para las cabalgadas y los asaltos. Y a medida que sus
diversos reinos fueron alcanzando a condición jurídica de bandos de las paces —
Giiímar, Abona, Adeje, Anaga— por proclamación episcopal o expreso reconocimiento
regio, siempre quedaron otros cinco reinos: Taoro (el más importante), Tegueste,
Tacoronte, Icod y Dante, donde el derecho a la captura del guanche infiel estuvo ple-
namente reconocido y la trata de esclavos fomentada desde los mismos alcázares regios.
Bastará traer a colación estas resoluciones de los soberanos católicos para probar
nuestro aserto. Cuando en 1480 capitularon Fernando e Isabel la conquista de Gran
108 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Canaria con Pedro de Vera, Alonso de Quitanilla y Pedro Fernández Cabrón, el más
poderoso incentivo que se les otorgó como recompensa, por tiempo de una década, fue
el «.quinto’ de esclavos..., presas, rescates y demás cosas que puedan corresponder a la
Corona de Castilla», así en la isla de Gran Canaria como en las otras islas todavía
insumisas (La Palma y Tenerife) CXXXV. Como esta recompensa estaba otorgada
mancomunadamente a tres socios, y más adelante la compañía había quedado disuelta,
asumiendo la corona el coste total de la operación militar CXXXVI, los Reyes Católicos
revalidaron la merced en 1484 en beneficio exclusivo del conquistador de Gran
Canaria y sin limitación de plazo; el privilegio se reduce en cuantía a «la meytad del
quinto», y, en cambio, se hace extensivo a las tierras de Berbería CXXXVII. La merced, con
algunas variantes, se repite en 1492 al capitular con Alonso de Lugo la conquista de La
Palma; en esta ocasión se le concede al veterano soldado los quintos de la corona «de los
captivos e ganados e bienes» en la isla de su jurisdicción, amén de la mitad de los
quintos de las presas y rescates que se hiciesen por los expedicionarios en Tenerife y
Berbería CXXXVIII.
Con estos antecedentes se comprenderá la serie de asaltos que Pedro de Vera y
Alonso de Lugo, codiciosos e interesados como el que más, organizaron para depredar
por el amplio perímetro de la isla de Tenerife.
Hay que advertir que el negocio era redondo porque al beneficio de los quintos
reales sumaban la exención de almojarifazgo y alcabalas, alegando, al arribar a los
puertos metropolitanos, que procedían de tierra de moros, cuyas entradas y cabalgadas
estaban, en efecto, eximidas del pago de estos drásticos tributosCXXXIX.
El capitán Pedro de Vera tenía una larga experiencia en esta clase de operaciones,
pues en la primera etapa de su vida pública, al frente de los
Los cronistas condenan el sacrilegio y perjurio cometido por Pedro de Vera para
ganar la confianza de sus víctimas; señalan como ejecutor de sus designios al intérprete
Guillén Castellano, y puntualizan sin excepción la rebeldía de parte de los expatriados.
De acuerdo con esta versión, al no divisar un grupo de indígenas el perfil de Tenerife,
con la inconfundible mole del Teide, se amotinaron, obligando a los pilotos a cambiar
de rumbo para terminar desembarcando en Lanzarote CXLII.
Si carecemos de información directa sobre las incursiones que organizara Pedro de
Vera a título personal en el escenario tinerfeño, conocemos, en
CXLIII MIGUEL ANGEL LADEHO QUESADA: Las cuentas de la conquista de Gran Canaria, en «Anuario de
Estudios Atlánticos», núm. 12 (año 1966), págs. 72-77.
CXLIV18 Ibid., págs. 52 y 77.
CXLV A. S.: Registro del Sello, fol. 81. Provisión del Consejo real de 24 de enero de 1494.
Documentos, núm. 9.
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 111
Los cronistas recogen sin excepción otra importante cabalgada que acometió, en
1492, el pesquisidor Maldonado, llevando él personalmente el mando de la operación.
El fraile Espinosa, nuestra fuente primordial, la registra en estos términos: «Francisco
Maldonado... envió a apercibir a Pedro Hernández de Saavedra (caballero sevillano,
que era casado con doña Constanza Sarmiento, hija de Diego de Herrera y de doña
Inés Peraza, el cual estaba en Lanzarote) para que juntos entrasen en Tenerife; y con-
certadas y juntas sus gentes, se embarcaron ... y en ella tomaron tierrra ... Maldonado,
no acostumbrado a estas entradas, se adelantó y acometió a los guanches, que estaban
apercibidos (por haber llegado los navios de día a la tierra y haberlos visto antes que
desembarcaran), y habiéndolos acometido, se metió con ellos con tan mala orden que
los naturales le rompieron y desbarataron y le mataron cuarenta hombres, y si no
acudiera a socorrerlos Pedro Hernández de Saavedra con su gente puesta en
buena orden, le hicieran mucho más daño...»
CL28 Se prueba este derecho por la carta de comisión a fray Antón Cruzado acabada de mencionar —
pág. 105—. Por esta disposición se prohíben las entradas a los capitanes de Gran Canaria, a doña Inés
Peraza y a su hijo Fernán Peraza, siempre y cuando mediase seguro con los bandos indígenas de Tenerife y
La Palma.
CLI Mediadores intérpretes, bajo garantía de seguro.
RUMEU DE ARMAS: España en el Africa Atlántica, tomo I, pág. 606.
CLIIA. S.: Registro del Sello, fol. 293. Incitativa del Consejo real de 25 de noviembre de 1494.
La empresa debía tener carácter oficial, pues se hace hincapié en que «Benito de Aré- valo fallesció en
nuestro servicio en un» armada que fiso...».
Documentos, núm. 17.
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 113
Mucho más vaga es nuestra información sobre otra entrada que acometió en
1491 el vecino de Telde Benito de Arévalo. De esta incursión sólo alcanzamos el
trágico pormenor de su óbito: «Benito de Arévalo fallesgió desta presente vida, el
qual dis que fue muerto... en una armada que fizo para la ysla de Tenerife...»CLIII CLIV.
200G 200G
Las islas de señorío tampoco se mostraron remisas en la organización de
Unrversilaria,
asaltos, aunque las noticias que perviven de sus incursiones son sumamente vagas.
Universitaria,
Las relaciones de esclavos guanches vendidos en Valencia en marzo de 1494
Biblioteca
revelan una partida capturada por el capitán Saya Verde, que no puede ser otro
Biblioteca
que Pedro Fernández de Saavedra, yerno de los señores de las Canarias menores;
por ULPGC.
la presa debió verificarse en las postrimerías del año precedente CLV. Es probable
por LÍLPGC.
que la señora de La Gomera doña Beatriz de Bobadilla patrocinase una expedición
realizada
similar, ya que por la misma fecha de la remesa anterior se registra en el mercado
realizada
Digitelizaüón
esclavista de Valencia la venta de cinco cautivas de Tenerife apresadas «por los de
Digitalizadón
La Gomera» 81.
los autores.
£
autores.
También desde la metrópoli se arriesgaban los mercaderes de esclavos s con
© Del documenta,
vistas a redondear un buen negocio. En 1493 diversos armadores del e
Puerto de Santa María estuvieron depredando por las costas de Tenerife, sin
establecer diferencias en cuanto al trato entre los reinos de paz y los bandos de
guerra. El fruto de la incursión fue un número indeterminado
CLIII A. S.: Registro del Sello, foL 84. Provisión del Consejo real de 24 de enero de 1494.
Reformación, págs. 195-196.
CLIVRUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 81-82 y 306-307. Documentos,
núm. 10.
CLV80 VICENTA CORTÉS: La conquista de las Islas Canarias a través de las ventas de esclavos en Valencia,
en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (año 1955), pág. 530 (documento 80).
si Ibid. (doc. 81).
114 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
© Del documenta, los autores Digitalizadón realizada pot ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
Lugo, vecino de Sanlúcar en la juventud,
35
Como se ha puntualizado, Pedro Fernández de Lugo Señorino, abuelo del conquistador de
Tenerife, fue el primero en emigrar desde Galicia para radicarse en Andalucía.
Los segundos abuelos fueron: Rodrigo López de Lugo, señor de la casa de Baba- monde y de la
fortaleza de Pallarás, y Leonor López de Monterroso y Ulloa.
Los terceros abuelos: Lope Alfonso Yáñez de Lugo Ocampo y Teresa García de Babamonde
Montenegro.
El representante por varonía de la estirpe, Alvaro Yáñez de Lugo Monterroso (tío abuelo del
conquistador) se estableció en Medina del Campo, siendo tronco de los señores de Villalba de Adaja y
Foncastín.
A. H. N.: Consejos suprimidos, legs. 25.882, 26.491-26.493 y 32.724.
FRANCISCO DÁVILA Y Luco: Historia de la casa de Lugo. Biblioteca de la Real Academia de la
Historia: Colección Solazar. B-79, fol. 30.
Fray FELIPE DE LA GÁNDARA: Armas y Triunfos. Hechos heroicos de los hijos de Galicia. Madrid
(Pablo del Val), 1662, págs. 374, 421-423 y 451, 456.
FRANCISCO FERNÁNDEZ BÉTHENCOURT: Nobiliario y blasón de Canarias. Santa Cruz de Tenerife,
1878, tomo I, págs. 39-50.
JOSÉ RODRÍGUEZ MOURE: LOS adelantados de Canarias. La Laguna, 1941, págs. 1-2.
38
CABITOS: Información. Parte documental, págs. 590-591.
Pedro de Lugo actúa como testigo en las ceremonias de toma de posesión de Adrián de Benavente
como gobernador de Lanzarote en nombre y representación de Diego de Herrera y doña Inés Peraza (24-
28 de agosto de 1455). El último acto oficial tuvo p°r escenario el castillo de Rubicón.
87
A. S.: Registro del Sello. Real cédula de 23 de septiembre de 1489, Incitativa del Consejo real de 24
de septiembre de 1489 y reales provisiones de dicho organismo de 28 de enero de 1492.
En estas cuatro disposiciones aparece con la variedad de denominaciones señalada.
38
A. S.: Registro del Sello. Real cédula de 10 de diciembre de 1484 confirmando a Pedro Fernández
de Lugo en el cargo de jurado del Concejo sevillano, representando a la colación de Omnium Santorum.
En otra cédula real de 23 de septiembre de 1489, conservada en idéntico fondo, se
! ?r"Jr *“* f ,“hl" U
ba V r
»nón„,,a ^AdMm Mum
Vt°r “ ri 5? tv?ltAr A1°‘“° LuK° fue particularmente devoto la
Virgen de las Nieves y del arcángel San Miguel, cuitas que propagó uor
Gran Canaria. La Palma y Tenerife lai pintura «>« posterior, pues data
<>♦• IR hr^unda dccndiA deJ xjgJo xvj.
Lauda sepulcral de Alonso Fernández de Luyo,
tío carnal del futuro conquistador de Tenerife.
(SANLOCAR DK EARRAMEDA: Iglesia de la Santísima
Trinidad),
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 117
Un tío carnal del futuro conquistador, Alonso como él por más señas, ha dejado
huella permanente de su existencia. Contribuyó, con otros vecinos de Sanlúcar, a la
erección del monasterio de Santa María de Jesús, estrechamente vinculado a la vicaría
misional de las islas Canarias CLVI CLVII. Por sus propios medios fundó en la mencionada
ciudad andaluza, allá por el año 1443, la iglesia-hospital de la Santísima Trinidad, y sus
restos mortales yacen en el presbiterio del templo debajo de una bella lauda
sepulcralCLVIII.
CLVIlee lo que sigue: «Sepades que Pedro Fernandes de Señorino, jurado e vesyno de la muy noble $ibdad de
Sevilla, me fyso relación... que Alonso de Lugo, su hermano, vezyno de la dicha ysla, alcayde del Agayte, le
deve y es obligado a dar e pagar ...».
s9
En 1478, Alonso de Lugo es considerado «vesino de la villa de Sant Lúcar». En cambio, en 1492 se
declara «vezino desta $ibdad [Sevilla] en la collatión de San Román». Cuatro años más tarde, 1496, hacía
presente que era «vezino de Sevilla, en la collación de Sant Andrés».
A. S.: Registro del Sello. Provisión del Consejo real de 28 de enero de 1478.
Reformación, pág. 178. S
ALEJANDRO CIORANESCU: Documentos del Archivo Notarial de Sevilla referentes a Ca- | norias, en «Revista
de Historia», núms. 109-112 (año 1955), págs. 164, 166 y 171. |
CLVII
Véase el cap. I, pág. 31 y nota 15. S
CLVIII A.
H. N.: Consejos suprimidos, leg. 26.492, pieza 10, fol. 122. §
La escritura de fundación aparece otorgada el 20 de abril en la villa de Sanlúcar,
ante el escribano Juan Martínez. En unión con el otorgante comparece su esposa Catalina Martínez de Luna.
Dos años antes (11 de junio de 1441) se había constituido la Cofradía de la Santísima Trinidad, de la que
fueron proclamados patronos Alonso Fernández de Lugo y sus inmediatos sucesores por línea primogénita.
Otro de los cofrades (veinticuatro en total) fue Pedro Fernández de Lugo, padre del conquistador de Tenerife
(Ibid., fol. 127).
Los hijos de los fundadores, Alonso Fernández de Lugo y Juan de Lugo, donaron al hospital <m tributo
anual de trescientos maravedíes (Ibid., fol. 105 v.).
FERNÁNDEZ BÉTHENCOURT: Nobiliario..., tomo I, págs. 53-55.
CLIX A. S.: Registro dei Sello, abril de 1480, folios 18, 135, 147 y 177 (Reales cédulas de 13 y 27 del mes
expresado).
RUMEU DE ABMAS: La política, indigenista de Isabel la Católica, págs. 46, 215-216 y 217-218.
JOSÉ LAÉPEZ DE TORO: La conquista de Gran Canaria en la aCuarta Década* del cronista Alonso de
Falencia. 1478-1480, en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 16 (año 1970), págs. 385-391.
Juan de Lugo era primo hermano del conquistador de Tenerife. Sus padres fueron
118 ANTONIO RUMEÜ DE ARMAS
Alonso Fernández de Lugo y Catalina Martínez de Luna (véase la nota anterior). Contrajo matrimonio con
doña Inés Quijada.
Uno de los hijos del mercader, Francisco de Lugo, llamado «el bueno», casó con su sobrina Leonor Benítez
Pereira de Lugo, afincándose en Tenerife.
FERNÁNDEZ BÉTHENCOUBT: Nobiliario..., tomo I, págs. 53 y 63.
48
Alonso de Lugo y el obispo de Rubicón, fray Juan de Frías, se hallaban presentes en la isla de
Lanzarote el martes 16 de junio de 1478, en ruta hacia la isla de Gran Canaria. Ambos actúan como testigos en
la confirmación por Diego de Herrera del traspaso a su hijo segundogénito, Fernán Peraza, del señorío de La
Gomera. La propietaria titular, doña Inés Peraza, se había anticipado a verificar la donación, estando
residiendo en Sanlúcar de Barrameda, el 30 de mayo del propio año.
Aunque el documento adolece de un error de copia —MCDLXXVIIII (1479) en lugar de MCDLXXVHI
(1478)—, éste resulta fácilmente advertible: el 16 de junio de 1479 fue miércoles, mientras se puntualiza bien
claramente que está otorgado en martes.
Reformación, pág. 178.
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 119
Palmas. De esta manera, el día 3 se pudo dar el golpe decisivo, de resultas del cual
quedaron prisioneros Pedro del Algaba, el deán Bermúdez y Alonso de Lugo. Este
último, que se disponía a combatir, arma en mano, en unión del caballero Hoces, acabó
por rendirse a discreción al ver caer mortalmente herido a su ardoroso compañero.
Las justicias de Juan Rejón se han hecho célebres. Pedro del Algaba, acusado de
traición (se le tachaba de partidario del enemigo lusitano) padeció muerte vil en el
patíbulo. Bermúdez, Alonso de Lugo y los demás algabistas sufrieron pena de exilio en la
isla del Hierro, de donde pudieron escapar andando el tiempo.
Posesionado Pedro de Vera del gobierno de Gran Canaria en julio de 1480, la
paz y el orden quedaron inmediatamente restablecidos. A ello contribuyó en buena
CLX JOSÉ LÓPEZ DE TOBO: La conquista de Gran Canaria en la «Cuarta Década» del |
cronista Alonso de Patencia. 1478-1480, en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 16 §
0
(año 1970), págs. 332-393. En partículas las págs. 385, 389-391.
ESPINOSA (págs. 93-94), TOBRIANI (págs. 130-238), ABRÉU GALINDO (págs. 178-237), VIANA (tomo I, págs.
57-66), NÚSEZ DE LA PEÑA (págs. 85-92), MARÍN Y CUBAS (págs. 133, 158-159 y 168-169), CASTILLO (tomo I,
fascículo 2, págs. 277-435) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, páginas 31-98).
ELÍAS SERBA RÁFOLS: Alonso Fernández de Lugo, primer colonizador español. Santa Cruz de Tenerife,
1972, págs. 5-9.
CLXI El más destacado, Alonso Jáimez de Sotomayor, alférez de Ja conquista, su cuñado. Por igual
motivo, Fernán Peraza, señor de La Gomera, responsable de la muerte de Rejón, recibiría orden expresa de
operar en idéntica zona.
49
MIGUEL ANCEL LADERO QUESADA: LOS cuentas de la conquista de Gran Canaria, en «Anuario de
Estudios Atlánticos», núm. 12 (año 1966), págs. 26-27.
La operación se efectúa entre los meses de agosto-septiembre de 1481.
El adelantado D. Alonso de Lugo y su residencia por Lope de Sosa. Edición de LEOPOLDO DE LA ROSA
OLIVERA y ELÍAS SEBBA RÁFOLS. Colección «Fontes rerum Canariarum». La Laguna de Tenerife, 1949, tomo
III, págs. 109-111.
En las preguntas CXLVTI y CXLVIII del Interrogatorio testifical (así como en las oportunas respuestas de
los testigos) se puntualizan los servicios de Alonso de Lugo en la comarca de Agaete cuando la conquista de
Gran Canaria (combates, asedios, ham-
120 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS
Las últimas operaciones, en las que tomó tan activa parte don Fernando
Guanarteme, el monarca recién bautizado, consistieron en ir apagando, uno a uno, los
focos de resistencia indígena, en medio de un alarde de singular heroísmo por ambas
partes. Cabe suponer que Alonso de Lugo desempeñase un papel importante en los
encuentros postreros, aunque no haya quedado constancia pública de ello.
CLXIIbree, heridas...). En la pregunta CL se reseñan sus gastos y los de sus parientes en la misma
operación.
Este importante documento será citado en adelante, para abreviar, con el título: Resi- 3 dencia. 1
Consúltese el Repertorio de Siglas y Abreviaturas (pág. 16). |
RUMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos, pág. 89. ;
CLXIII Véase la bibliografía citada en la nota 44. MILLARES TORRES (tomo IV, págs. 29-38) e y
RODRÍGUEZ MOURE (págs. 3-4).
CLXIV A. H. N.: Orden de Santiago, expediente 4.674. Pruebas de ingreso de don Alonso Luis de
Lugo y Herrera, III adelantado de Canarias. Año 1535.
La declaración del testigo Diego de Céspedes, contino real, vecino de Málaga, es tajante sobre el particular:
«que también oyó dezir a la madre del dicho adelantado don Pedro Hernández de Lugo, y que se dezía doña
Violante de Valdés y de Gallinato».
Otros deponentes (el clérigo Juan Fernández Hidalgo, Alonso Velázquez, Francisco Coronado, Raltasar
Pérez Insarte, etc.) se ratifican en la filiación.
CLXVLos cronistas isleños (Abreu Galindo, Marín y Cubas y Viera y Clavijo) denominan a la primera
esposa del conquistador Luisa o Reatriz de Fonseca. En cambio, los genea- logistas (Dávila y Lugo, Salazar y
Castro y Fernández Béthencourt) se inclinan por identificarla como Catalina Xuárez Gallinato.
40
Residencia, págs. 44-45 y 110-111.
Infinitas veces se alude a este ingenio azucarero.
En el Memorial de descargos se relata cómo Alonso de Lugo participó «en la conquista de la isla de Grand
Canaria, donde por su real mandado tuvo una de las dos estancias más prencipales e peligrosas de la dicha isla
de Gran Canaria, que fué en el Agaete e hizo una fortaleza, donde cada día peleavan e fué muchas vezes herido
e sufrió muchos trabajos e hambres e muertes de criados e parientes e otras personas e muchas
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 121
Durante siete años, 1484-1491, el capitán andaluz vio discurrir tranquilamente sus
días entregado a las monótonas faenas de un rico labrador; pero en la última fecha
indicada —hay quien sospecha que por razón de su reciente viudez— sintió de nuevo
hervir la sagre y revivió la vocación de caballero andante.
Alcanzó rápidamente Andalucía y se presentó en el campamento de Santa Fe cuando
Granada se debatía en estertores agónicos. Es de destacar que en el acuartelamiento real
coincidió Lugo con otros dos personajes muy ligados a la historia de Canarias: Cristóbal
Colón, futuro almirante de las Indias, y doña Beatriz de Bobadilla, señora de La
Gomera, cuando ambos abogaban en la corte por sus respectivas causas 50.
Alonso de Lugo venía a Santa Fe con un objetivo premeditado: capitular con la
corona la conquista de la isla de La Palma. Pero las negociaciones en ese sentido
merced e donación pura, perfecta e no revocable, ques dicha entre vibos, de las dichas
noventa fanegadas de tierras de senbradura para que sean vuestras e de vuestros
herederos e sucesores... para agora e syenpre jamás, e las podades vender, donar, trocar
e cambiar e fazer dellas e en ellas como de cosa vuestra propia libre e quita e
desembargada...» CLXVI.
CLXVI A.
S.: Registro del Sello. 3
RUMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos, págs. 181-182. |
Residencia, pág. 111. |
En la pregunta GLI del Interrogatorio (inserta en la nota 49) se reconoce que el y
heredamiento de Agaete le fue otorgado a Lugo por los reyes como compensación a sus a
servicios y a la ruina de su patrimonio.
CLXVII Residencia, págs. 147-148.
CLXVIII5S Capítulo V, pág. 130.
CLXIXAhora bien: la cédula mencionada impone una resta de cuatro meses. El primero, para el
desembarco y sumisión de los cantones de las paces. El segundo, para combatir a los bandos belicosos. Los dos
restantes, para cautivar esclavos, pasaportarlos a la me-
CLXXALEJANDRO CIORANESCU: Documentos del Archivo Notarial de Sevilla referentes a Canarias, en
«Revista de Historia», núms. 109-112 (año 1955), págs. 164-168.
CLXXI ABREU GALINDO (pág. 282), MARÍN y CUBAS (pág. 204) y VIERA Y CLAVIJO (toiao II,
página 158).
CLXXII50 RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 298-299 (documento 66).
CLXXIIIPor una orden expedida por los Reyes Católicos en Barcelona el 28 de febrero de 1493 nos
enteramos de que Alonso de Lugo «tiene cargo de la conquista de la ysla de La Palma..., e diz que agora él ha
fecho ciertas presas en la dicha ysla de La Palma, e que a henbiado e quiere enbiar a los esclavos e esclavas e
otras cosas que en la dicha conquista ha ávido...». El capitán andaluz salía al paso de las intromisiones del almi-
rante de Castilla, queriendo gravar los quintos concedidos como gracia especial de la corona.
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 123
trópoli, tropezar con dificultades en las aduanas, denunciar el hecho a los soberanos y provocar la orden regia
de amparo. Por tal razón hemos fijado el desembarco en noviembre.
En nuestra obra anterior, Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos (página 141, nota 7), decíamos
lo que sigue:
<La presencia de Hernando de Hoyos en Barcelona el 7 de diciembre de 1492 obliga a retrasar la fecha de
iniciación de la conquista de la isla de La Palma, que no pudo ser en ninguna manera con anterioridad a los
primeros meses de 1493, acaso en la primavera.
En cuanto a su intervención personal en la operación militar, no cabe discutirla, pues está registrada en
diversos documentos, entre ellos la propia data de Burgos...».
Ahora, a la vista de los nuevos documentos, queda claro que el conquistador Hernando de Hoyos se
incorporó tardíamente a las operaciones.
Sobre la data de Burgos, véase el cap. XVII, pág. 380,
si Pág. 287.
CAPITULO V
Precisa advertir que cuando los Reyes Católicos capitularon con Alonso de Lugo la
conquista de La Palma, le debieron insinuar que pensaban en él como posible ejecutor de
la anexión de Tenerife, pues este capitán, al contratar soldados en Sevilla, por agosto de
1492, hizo público que los asalariaba para tomar parte «en la conquista que el rey e la
reyna... han mandado faser a los canarios de las yslas de La Palma e Tenerife...» CLXXIV
CLXXV CLXXVI
.
El otoño de 1493 lo habían pasado los Reyes Católicos recorriendo las tierras del
principado de Cataluña y del reino de Aragón. El 6 de septiem-
CLXXIV A. S.: Registro del Sello, fol. 8. Carta de privilegio en favor de Alonso de Lugo, expedida en
Burgos el 5 de noviembre de 1496.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 28.
CLXXV ALEJANDRO CIORANESCU: Documentos del Archivo Notarial de Sevilla referentes a
CLXXVICanarias, en «Revista de Historia», núms. 109-112 (año 1955), págs. 164-168.
128 ANTONIO RÜMÉU DE ARMAS
Este fue el motivo por el que Alonso de Lugo, viniendo a entrevistarse con los
reyes de Castilla, tuviese que comparecer en la capital del reino hermano. Desde el
primer momento expuso ante los soberanos su propósito, que encontró por parte de
éstos la mejor acogida. Entabladas las oportunas negociaciones, se pudo llegar
rápidamente a la firma de las capitulaciones de Zaragoza, verdadera carta magna
de la futura empresa tinerfeña.
© Del documenta, los autores. Digitelízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
Pero antes de entrar en materia digamos dos palabras sobre el mecanismo
jurídico de estos actos de derecho público, tan reiterados en anteriores y
posteriores ocasiones.
CLXXVII ANTONIO RUMEU DE ABMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, pág1' ñas 205-
207.
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 129
el florentino Juanotto Berardi y el mercader genovés Francisco Pinello, ambos muy
relacionados con los reyes y la corte 4.
En la conquista de las islas Canarias realengas, Gran Canaria y La Palma, habíase
acudido por la corona al mismo sistema. La primera capitulación o concierto la firmaron
los Reyes Católicos con el obispo de Rubicón fray Juan de Frías el 20 de abril de 1478,
para la conquista de la isla de Gran Canaria. La corona no participaba económicamente
en la empresa, que corría de cuenta del obispo o de la mitra rubicense; sólo puso a dispo-
sición de los capitanes de la conquista veinte lanzas de la Santa Hermandad. Otra ayuda
indirecta por parte de los soberanos consistió en beneficiar a la mitra con determinados
monopolios —la orchilla, por ejemplo—, así como autorizarla para disponer de diversos
anticipos por valor de 720.000 maravedíes, con cargo a las rentas que producía la
bula de indulgencia concedida por el pontífice Sixto IV para la conversión de los
infieles de las islas Canarias. Juan Bermúdez, deán de Rubicón, y Juan Rejón,
© Del documento, los autotes. Digitalización matizada pot ULPGC. Biblioteca tlnrvetsilana, 2006
soldado leonés de reconocido prestigio, eran los capitanes escogidos para llevar a
cabo la empresa 5.
Una segunda capitulación para la conquista de Gran Canaria fue firmada por
los Reyes Católicos dos años más tarde, en 1480. El obispo de Rubicón no daba
señales de poseer la fuerza económica y militar necesaria para sojuzgar la isla, y era
preciso inyectar a la conquista savia abundante, traducida en hombres y dinero.
Esta segunda capitulación fue pactada en Toledo, el 24 de febrero de 1480, entre los
Reyes Católicos, de una parte, y el contador mayor Alonso de Quintanilla y el
capitán de la mar Pedro Fernández Cabrón, de otra. Era asimismo invitado a
ingresar en la sociedad el capitán de la conquista Pedro de Vera, recién nombrado
por los monarcas para el mando de las tropas expedicionarias y para recabar la di -
rección total de las operaciones una vez puesto el pie en la isla. Estos socios
aportarían el dinero necesario para la empresa (900.000 maravedíes), a cambio de
disfrutar por diez años —1480-1490— «del quinto de esclavos, e cuero, sebo,
armazón, presas, rescates y demás cosas que puedan CLXXVIII CLXXIX
corresponder a la Corona de Castilla», así en la isla de Gran Canaria como en las otras
islas todavía insumisas CLXXX CLXXXI CLXXXII CLXXXIII CLXXXIV CLXXXV CLXXXVI.
Cuando felizmente conquistada la isla de Gran Canaria, el capitán andaluz Alonso
de Lugo, que tan brillante parte había tomado en esta acción, sueña con someter la isla
vecina de La Palma y se presenta en la corte con el propósito firme de acometer esta
empresa, los Reyes Católicos y el futuro conquistador firman también la correspondiente
capitulación, que por desgracia nos es hoy por hoy desconocida CLXXXVII. Sin embargo,
debía tener cierta semejanza con la última que comentamos. Alonso de Lugo se com-
prometía no sólo a dirigir militarmente la operación, sino a cubrir a sus expensas todos
los gastos inherentes a la misma, a cambio de beneficiarse de los quintos de la corona «de
los captivos e ganados e bienes» en la isla de La Palma y de la mitad de los quintos de las
presas y rescates que se hiciesen por los expedicionarios en Tenerife y Berbería CLXXXVIII.
La corona le ofrecía para el futuro, como ayuda y recompensa, 700.000 maravedíes,
que Lugo podría ir haciendo efectivos de la otra «mitad de los quintos» de las presas
CLXXX8 La corona y los socios pactaban, además, que «si de este viaje no se pacificase la ysla, e por
conquista conviniese [se] proveyese para adelante de gente e navios, fasta que la ysla se gane, durante los diez
años», fuesen obligados los socios «de poner los navios e gentes que para ello fuere menester, fletados e
aderezados de marineros e gentes de guerra, la que menester fuere, a su costa». En cambio, quedaban exentos
de preparar y pagar las vituallas: «tanto que los mantenimientos —prosigue— que después de
este viaje fueren necesarios, se ayan de conplir de la indulgencia o por los señores Rey | B Reyna, nuestros
señores». 3
Los reyes expidieron seguidamente —el 6 de marzo de 1480— carta real concediendo a
los quintos por diez años a Alonso de Quintanilla, Pedro de Vera y Pedro Fernández |
Cabrón, Por esta cédula se averigua que Pedro de Vera había aceptado la invitación a j
participar económicamente en la empresa y que el coste se evaluaba en una cifra algo §
más alta: 95O.QOO maravedíes. Cada uno contribuía por tercias partes al coste total (316.000 maravedíes) y
se beneficiaba de igual proporción en los quintos.
F. NAVAIÍRETE, O&. cit., tomo III, págs. 433-441. Apéndice VIL
Colección de documentos inéditos.,., tomo XXXVIII, págs. 83-88.
RAFAEL FUERTES ARIAS: Alfonso de Quintanilla, Contador Mayor de los Reyes Católicos. Oviedo, 1909, tomo
II, págs. 433-441 y 78-80.
CLXXXI Se alude a ella en la real cédula de 13 de julio de 1492. Dice así: «E fue asentado
CLXXXIIcon vos, por nuestro mandado, que para las costas y gastos que fiziéredes en la dicha con
CLXXXIIIquista os habíamos de fazer merced de la mitad de los quintos...».
CLXXXIVMás explícito es el testigo Juan Benítez, pues declara que él «vido la capitulación que
CLXXXVel adelantado tomó con Sus Altezas».
CLXXXVIAlonso de Alcaraz declara «que el dicho adelantado tenía mandado de Sus Altezas para ello».
CLXXXVIIResidencia..., pág. 112. Preguntas CLIV y CLV.
CLXXXVIII Ibid., págs. 148-150. Reales cédulas de 13 de julio de 1492.
CLXXXIX8 Ibid. Dice así la real cédula de 13 de julio de 1492: «e la otra mitad de los otros quintos, es
nuestra merced e voluntad que vos el dicho Alonso de Lugo la recibáis e cobréis para en quenta e parte de pago
de las setecientas mili maravedís que nos vos avernos a dar para la dicha conquista de La Palma,..».
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 131
No estando en posesión Alonso de Lugo del numerario suficiente para aprestar la
expedición, tuvo que acudir, primero, a sus parientes en de* manda de ayuda, y, más
tarde, a sus amigos en solicitud de colaboración, realizando conciertos análogos a los
que había efectuado Colón para recaudar los fondos precisos con que cubrir los gastos
de su viaje inmortal. El testigo Juan Alcaraz, en la residencia tomada a Lugo en 1509,
declara, refiriéndose a La Palma, «que el dicho adelantado, a sus propias costas e mi-
siones e con ayuda de sus parientes e amigos, ganó la dicha isla, e que lo cree porque
hasta hoy no a oido dezir que Sus Altezas le ayudasen con cosa alguna para ello»; por
su parte, Andrés Suárez Gallinato aclara «que Sus Altezas no ayudaron al dicho
adelantado con cosa alguna para gastos ni fletes, salvo que le hicieron merced de los
quintos...»CXC CXCI. En cuanto al concierto, particular y privado, Alonso de Lugo lo
pactó y convino con el banquero florentino Juanotto Berardi y con el mercader
genovés Francisco de Riberol, ambos avecindados en Sevilla. Por este contrato
formaron sociedad para la conquista de La Palma, contribuyendo por terceras
Del documente, loe aoteree. Digitelizadón realizada po. ULPGC. Blblloleea Unta,..torta. 2000
partes en los gastos y repartiéndose las ganancias y el botín xl.
En cuanto a la última de las capitulaciones canarias, la de la conquista de
Tenerife, su texto se ha perdido, aunque por documentos posteriores cabe
penetrar en las principales cláusulas y circunstancias de la misma. Fue
estipulada, como se ha dicho, en Zaragoza en diciembre de 1493, con anterioridad
al día 24, pues en una cédula de esa fecha se hace expresa mención «de la
capitulación e asiento que por nuestro mandado se fiso con Alonso de Lugo,
nuestro governador de la ysla de La Palma, sobre la conquista de la ysla de
Tenerife...»CXCII. En otras dos cédulas de 28 y 29 de diciembre se vuelve a insistir
en la «capitulación» y el «asyento» para llevar a buen término la operación
indicada la.
Lo primero que llama la atención en este importante documento, cuyo texto
intentamos reconstruir, se concreta al futuro régimen político del territorio, pues
se prometía al capitán andaluz «que acabada de ganar la dicha ysla vos haríamos
CXCIIIBurgos, en octubre de 1496, entre Alonso de Lugo y sus socios, los armadores de la conquista. Se
alude extensamente al asunto en el capítulo XVI, págs, 360-363.
CXCIV A. S.: Registro deZ Sello, Merced de la gobernación de la isla de Tenerife a Alonso de Lugo.
CXCVDocumentos, núm. 26.
CXCVIls A. S.: Registro del SeUo. Carta real de 13 de julio de 1492.
CXCVIIDOMINIK 1. WOLFEL: La Curia Romana y la Corona de España en la defensa de los aborígenes
canarios, en la revista «Anthropos», tomo XXV (año 1930), págs. 1063-1064. Del mismo autor: Vn episodio
desconocido de la conquista de La Palma, en «Investigación y Progreso», núms. 7-8 (año 1931), pág. 102.
CXCVIII A. S.: Libros de cédulas, núm, 1, fol. 195. Cédula de 8 de noviembre de 1494.
Documentos, núm. 15.
11
El cronista Espinosa (pág. 34), que tuvo en su época conocimiento aproximado de este documento,
destaca la reserva del «quinto [de la corona]».
Un parecer discrepante lo hallamos en Andrés Suárez Gallinato, En la residencia de Lugo declara «que
sabe que Sus Altezas no ayudaron con cosa alguna para gastos ni fletes, salvo que le hicieron merced de los
quintos.,,^.
Residencia, pág. 112,
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capital
de
Aragón
era muy
similar
en 1193,
cuando
el
capitán
Alonso
do Lugo
se
estableci
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recinto
para
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e Isabel,
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os de
Castilla.
© Del documento, los autores. Dlgitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
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V—
ña.
2006
Zaragoza: El castillo de- la Aljafería, donde se alojaron los Reyes Católicos durante su estancia en la ciudad del Ebro en 1493. (SIMANCAS: Archivo General). Dentro de sus
muros se firmaron las capitulaciones para la conquista de Tenerife.
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA fidelidad prometida y
133
ls
coadyuvasen al buen desarrollo de las operaciones de conquista .
lidad la proyectada conquista de Tenerife. Se dictan en Zaragoza, entre los días 24 y 30, y
revisten el mayor interés, acrecentado éste por la circunstancia de ser todas ellas ignoradas
e inéditas. AI darlas ahora a conocer alteraremos el orden cronológico, con vistas a una
exposición más racional de las mismas.
provisión del Consejo real de 24 de septiembre de 1485 (A, S.: Registro del Sello, fol, 236).
_ En 1493, a raíz de las desavenencias surgidas con Portugal por causa de los descubrimientos —de
manera particularísima el sorprendente arribo de Cristóbal Colón al Nueve Mundo se organizó la armada
de Vizcaya, de la que fue designado capitán general nuestro personaje, conforme se insistirá más adelante,
en el texto de este mismo capítulo (páginas 146-148).
136 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
En pura lógica se imponía que Alonso de Lugo escogiese a Sevilla para cuartel
general desde donde se pudiese montar la expedición conquistadora. En primer
lugar, allí se habían aprestado las anteriores empresas militares que habían
conducido a la sumisión de Gran Canaria y La Palma. En segundo término, la
vecindad del veterano soldado en la capital hética, los poderosos vínculos
Lo primero que precisó Alonso de Lugo fue dinero en abundancia; con este
fin «vendió toda la- hazienda que tenia en Sant Lúcar e en Sevilla... e muchas de
las haziendas de sus parientes...»30.
Conocemos el nombre de uno de los socios, el mercader ligur Mateo Viña, quien
tuvo arrestos además para alistarse en la empresa en calidad de jinete. Pero como en
el documento que nos sirve de guía se hace alusión ■—en plural— «a otros
compañeros suyos genoveses, que yban. para la conquista de Tenerife», parece
obligado afirmar que los socios restantes eran Francisco Palomar y Guillermo de
Blanco, asimismo ligures, y Nicolás An- gelat, de naturaleza mallorquína. Desde este
preciso instante siempre veremos a los cuatro asentistas involucrados en la empresa
bélica contra los guanches. Reservamos para más adelante, a medida que la imagen
borrosa
80
Residencia, págs. 18 y 110.
Alonso de Lugo se desprendió de sus bienes. En el Memorial de descargos se lee: «e los muchos gastos que
gastó e como vendió toda la hazienda que tenía en Sant Lúcar e en Sevilla e en Canaria e mucha de las haziendas
de sus parientes...». En el Interrogatorio de testigos, éstos son preguntados sobre «si saben... que el dicho sefior
adelantado gastó todo el patrimonio que thenía e avía ávido de sus padres e hazienda de sus hermanos e
parientes...».
En cuanto a los términos del convenio, debieron ser los corrientes en estos casos.
Una aportación económica a los gastos de la operación, a cam¡ bio de beneficiarse de
parte del botín de guerra. Lo que no es dable de momento es fijar la cuantía de una y
otro.
Llamamos la atención, por segunda vez, sobre las diferencias sustanciales que
debieron existir entre los contratos para las conquistas de La Palma y Tenerife. En
el primero entraron en juego los quintos de la corona, el botín y los 700.000
maravedíes ofrecidos por los Reyes Católicos como ayuda y colaboración en la
empresa; en cambio, en el segundo tan sólo era repartible el botín de guerra, esclavos
y ganado menor casi exclusivamente.
En relación con los aprestos militares, un testigo presencial de los sucesos, Diego
Fernández Amarillo, se expresa así: «acabada de ganar la... isla de La Palma... fue a
Castilla..., e estando en Sevilla biso pregonar que quien quisiere venir con él a la
conquista de Tenerife le baria buen partido: que sacó de Sevilla y de otras partes
mucha gente de pie y de ca- vallo...» 31.
síl
* A. S.: Registro del Sello, fol. 133. Carta de comisión del Consejo real para el go 1 bemador de Gran
Canaria. Madrid, febrero de 1495.
Documentos, núm. 19.
Las biografías de los socios, en el capítulo VIII, páginas 212-213.
81
Residencia, pág. 113.
81
* Páginas 119-120,
©
Del
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200
6
Sevilla rn el siglo XVI, con el Guadalquivir en primer término y la Giralda al fondo (Civitates orbis terra-
rum, 1572). La capital bética fue el cuartel general del primer ejército expedicionario para la empresa conquis-
tadora de Tenerife.
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 141
La nómina total de los conquistadores nunca podrá ser rehecha, por faltamos una
firme base de apoyo. En primer lugar se han sumido en el silencio un número
considerable de jinetes e infantes que sucumbieron en la primera entrada. Algo
similar hay que decir del importante cuerpo expedicionario veterano del duque de
Medina Sidonia, incorporado en la última fase de las operaciones militares, pues la
mayor parte de sus componentes regresaron a la metrópoli después de aplastar
materialmente la resistencia indígena. Contrastando las tres listas señaladas —
Espinosa, Abréu, Viana— con los documentos de la época, en particular los
repartimientos de tierras o datas, resulta viable reconstruir una relación
pormenorizada de conquistadores auténticos; pero es un objetivo que escapa por
CCVII Páginas 321-324.
88
En las páginas 81-82 se puede ver una primera nómina de expedicionarios (pri mera entrada). Al
término de la misma añade:
«con otros muchos que verá en su lista j el que fuere curioso de mirallos».
En el propio tomo, páginas 259-271, se incluye la relación más extensa. Primero, las tropas insulares; a
continuación, las fuerzas expedicionarias del duque de Medina Sidonia (segunda entrada).
En diversas ocasiones se hace alusión a las nóminas:
«ordena que se haga de la suya | alarde general, y que se alisten j todos, según el orden de la guerra | ...
La orden que se dio a los capitanes | era que se hiziese la reseña | de la española gente que en las islas |
estava ya, y después de la del Duque | ... El capitán famoso Ibone de Armas | de los peones hizo su reseña, |
y aquesta fue la lista que se sigue | ... Luego el gallardo Pedro Mananidra | llegó con los canarios de su
bando, | de los cuales se hizo aquesta lista.'»
CCVIIISirvan estas citas de ejemplo, pues la relación completa se haría interminable.
CCIXRecuérdese que el fraile dominico recorrió las islas para documentarse, llevando a cabo
informaciones testificales ante notario, hoy, por desgracia, desaparecidas.
ESPINOSA, págs. 16-22. En la página 18 hace esta confesión: «Mas lo que trate de conquista, guerras y
conquistadores, parte —y la más— es de oídas; y parte es sacado de los archivos y escritorios que en pleitos
entre partes se trataban sobre tierras y posesiones...».
CCXEl más destacado, Fernando Esteban, sobrino de Lope Fernández, y uno de los sobresalientes
héroes del poema. No participó en la conquista ni era posible su intervención, pues había nacido en 1488.
Fue bisabuelo de don Juan Guerra de Ayala, protector del poeta Viana e inductor de las Antigüedades
de las Islas Afortunadas..., a quien está especialmente dedicado el libro.
Otros seudoconquistadores fueron: Pedro de Vergara, Antón Viejo, Antón Vallejo, Juan de Anchieta,
Sebastián de Llerena, Marcos Verde, Pedro y Sebastián Machado, etc.
142 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Hay que advertir que menos confianza inspira aún la clasificación establecida por
Espinosa entre caballeros y peones o la ordenación por compañías, con sus respectivos
capitanes, que Viana se permite respaldar, y que están desmentidas por las
circunstancias, los hechos y los documentos 37.
Unos cuantos nombres se han salvado del anonimato entre los parientes y
allegados que se dejaron arrastrar por el conquistador, optando por tomar parte en
la singular aventura. Entre ellos cabría destacar a Jerónimo de Valdés y Andrés
Suárez Gallinato, hijos ambos del famoso Pedro del Algaba; Pedro Benítez de Lugo,
apodado el tuerto, sobrino del capitán; Juan
88
II. Nómina de conquistadores (págs. 486-497).
87
Véanse, como muestra, algunas de las arbitrarias clasificaciones de VIANA (páginas 260-261 y 265).
Sorprende descubrir a los hijos del capitán mayor «don Pedro y don Hernando» alistados como simples
peones en la compañía de Ibone de Armas. Más asombro produce contemplar al rey de Gáldar «don
Hernando Guanarteme» sirviendo a las órdenes del capitán Pedro Mananidra, en la compañía integrada
por los aborígenes grancanarios.
Tampoco resulta admisible el encuadramiento como peones en la compañía de Ibone de Armas de
Francisco Melián y Lope de Salazar.
Más absurdo aún el enrolamiento de Francisco de Espinosa en el cuerpo expedicionario del duque de
Medina Sidonia (compañía de Esquibel).
La presencia en la compañía de Armas del borgoñón (Jorge Grimón, conquistador tardío) es un
anacronismo,
Firmas del capitán mayor, hijos y parientes (de izquierda a derecha y de arriba abajo): Alonso de Lugo.—El
adelantado,—Don Pedro de Lugo.—Don Hernando [de Lugo].—Jerónimo de Valdés.—Andrés Suárez
Gallinato.—Bartolomé Benítez [de Lugo],—Juan Benítez.
144 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
CCXIGONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO: Libro de la cámara del principe don Juan e offióos de su casa e
servicio ordinario. Edición de la Sociedad de Bibliófilos Españoles. Madrid, 1870, pág. 97,
89
Véase el capítulo IV, páginas 122-123, nota 56.
40
A. S.: Casa y Sitios Reales, leg. 5, fol. 193.
Documentos, núm. 42.
CCXII* A. S.: Registro del Sello, fol. 8. Carta real de 26 de febrero de 1495.
Documentos, núm. 18.
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 145
reducidos a esclavitud por haber violado «con traigión» las paces acordadas CCXIII.
Juanotto Berardi y Francisco Riberol acudieron con sus quejas a los pies del
trono, y obtuvieron de los monarcas castellanos la real cédula de 2 de febrero de 1494,
por la que se daba comisión a don Juan de Silva, conde de Cifuentes, corregidor de
Sevilla, para determinar y fallar sobre lo denunciado aquello que fuese de justicia: «E
nos suplicó e pidió por g
merced —dice la citada real cédula— que sobre ello les proveyésemos de J
remedio con justicia, mandando al dicho Alonso de Lugo que de los yiento e quarenta
esclavos les acuda con las dichas dos terceras partes e les diese S cuenta, con pago de
los gastos e intereses e provecho que de la dicha con- I quista se avía requerido, con la
mejoría, sueldo por libra, de lo que tiene “ fomesgido e puesto en la dicha conquista...,
e mandando que les pagase las dos terceras partes de las dichas setecientas mili
maravedís de que él | hizo renunciación; e que sobre eHo les proveyésemos de
remedio con jus- | ticia o como la nuestra merged fuese.» Los Reyes Católicos
aceptaban la | reclamación de los dos banqueros italianos y ordenaban a su asistente
en | Sevilla don Juan de Silva «que luego veades lo susodicho, e llamadas e °
oídas las partes... libredes a determina des... lo que falláredes por derecho I
por vuestra sentencia o sentencias...» CCXIV CCXV CCXVI. 5
. 1
¿Cuál fue la resolución tomada por el conde de Cifuentes en el litigio? | ¿Cuál su
definitiva sentencia? Lo ignoramos, pero es indudable que un arre- e glo o convenio se
impuso que dejó a todos satisfechos y contentos.
En otro caso no se explicaría la amistad posterior de Lugo con Riberol, que se irá
haciendo patente en venideras páginas CCXVII CCXVIII CCXIX CCXX.
CCXIII Sobre la renuncia a los 700.000 maravedíes, véase este mismo capítulo, pág. 138.
La reclamación de los 140 palmeses se hace constar en la cédula de inmediata mención.
En cuanto al problema, en sí mismo, de los palmeses cautivos, no hubo tal traición. Se trata de una de
las más vergonzosas felonías cometidas por el capitán-conquistador contra la libertad garantizada de los
aborígenes.
RUMEU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs, 83-85.
El enojoso asunto volverá a ser tratado en el capítulo VIII, págs. 203-205.
CCXIV A. S.: Registro del Sello.
CCXVEl texto de esta cédula: «llamadas e oídas las partes...» revela, a nuestro juicio, que
CCXVIAlonso de Lugo residía en Sevilla en febrero de 1494, consagrado a los preparativos de
CCXVIIla conquista de Tenerife.
CCXVIIIDOMINIK JOSEF WOLFEL: Alonso de Lugo y Compañía, sociedad comercial para la con
CCXIXquista de La Palma, en «Investigación y Progreso», año 1934, pág. 245.
CCXX Capítulos XVI, pág. 361, y XVIII, págs. 392-396.
1
0
146 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Como recordará el lector, los Reyes Católicos habían dispuesto que la armada
de Vizcaya fuese la encargada de transportar al ejército expedicionario conquistador,
con toda su impedimenta, hasta dejarlo seguro y en tierra en la isla de Tenerife.
Esta poderosa escuadra había sido aprestada en 1493, a raíz del retorno del
almirante don Cristóbal Colón después de coronar felizmente la inmor- • tal empresa
del descubrimiento del Nuevo Mundo. La tirantez de relaciones con Portugal, ante la
errónea suposición de que los castellanos habían arribado a la India por la ruta
occidental atlántica, aconsejaba acantonar en la hahía de Cádiz una flota de guerra
presta a vigilar e impedir cualquier intento lusitano de abrirse paso en la dirección
indicada. La soberanía sobre aquellos mares y tierras, nacida de la exploración, el
descubrimiento y la ocupación de América, y revalidada por las famosas bulas Inter
caetera, imponía a los soberanos de Castilla velar por la integridad del espacio oceá-
nico que les había sido asignado.
gaba en una gigantesca carraca de 1.200 toneles. Las otras naos llevaban como
capitanes a Martín Pérez de Fagaza, Juan Pérez de Loyola, Antón Pérez de Leyzola,
Juan Martínez de Amezqueta y Sancho López de Ugarte. Las seis embarcaciones
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 147
fueron artilladas con todo género de bombardas y cañones. La presencia de la
escuadra en la bahía de Cádiz se comprueba en el mes de agosto del año expresado.
Digamos a título de mera curiosidad que dicha flota recibió el encargo de
transportar desde Adra a Melilla, en octubre de 1493, al último rey de Granada
Boabdil, en compañía de sus familiares, moros leales y séquito, llegada la triste hora
de la expatriación. La escuadra, cumplimentado el enojoso encargo, quedaba otra vez
acantonada en Cádiz en el mes de noviembre CCXXI CCXXII.
Se hallaban por entonces en Granada el arzobispo fray Hernando de Talavera y el
secretario de los Reyes Católicos Hernando de Zafra, entusiasmados con la idea de
utilizar la armada de Vizcaya en una operación de conquista contra los vecinos
puertos africanos del reino de Tremecén. Por ello podrá imaginarse su contrariedad
cuando supieron la firme voluntad real de utilizar la escuadra vasca en el transporte
del ejército expedicionario encargado de la conquista de Tenerife. Con suaves
palabras opusieron serios reparos al proyecto. El 12 de febrero de 1494 el secretario
Zafra impetraba la revocación de la orden: «Escribo esto a Vuestras Altezas, porque
como quiera que tenían mandado que esta armada fuese a Tenerife, hanlo por tan
dificultoso todos los que en ello hablan, y tienen tantos inconvenientes (como el
arzobispo a Vuestras Altezas escribió), que creo que, des que Vuestras Altezas lo
hayan mandado ver, mandarán mudar de consejo...» 40.
Por estos mismos días se produjo el primer contacto entre el gobernador Alonso
de Lugo y el capitán general Iñigo de Artieta. Una carta de este último al secretario
Zafra, suscrita en Cádiz el 28 de febrero, nos informa de diversos pormenores
relacionados con la expedición en proyecto.
Nos enteramos, en primer término, de que el capitán-conquistador había escogido
como lugar apropiado para la concentración del material de gue- na y las vituallas el
Puerto de Santa María. Dedúcese asimismo, por la lectura de la misiva, que Alonso de
Lugo había requerido a Artieta de palabra para que le prestase su ayuda y
colaboración a la empresa, a lo que opuso ciertas reservas el marino.
En vista de ello, el capitán andaluz requirió al vasco por escrito, papel que obtuvo
cumplida respuesta horas más tarde con especiosas razones. De ello da fe la misiva de
Artieta: «El gobernador Alonso de Lugo... me hizo un requerimiento, cuyo traslado
envío a vuestra merced. Por mi parte, le fue respondido todo lo que cumplía al
servicio de Sus Altezas...».
La pluma de Artieta nos informa de las incidencias señaladas: «Pero antes quél
me hiciese el requerimiento, con un día, envié la nao de Loyola e de Antón Pérez de
Leyzola e a [la] «María Galant» para el Puerto de Santa María, para que en el
estuviesen rescibiendo lo que en ellas quería cargar (aunque non era obligado a las
enviar), sino porque en esto me pa- rescía que non había inconveniente, antes Sus
Altezas eran en ello servidos; y porque si Sus Altezas mandasen que todavía fuese el
armada, algo para el efecto estoviere hecho, y no paresciere otra cosa, salvo poner en
obra lo que Sus Altezas enviasen mandar.»
CCXXIIIIbid.
Documentos, núm. 12,
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 149
La escala en Gran Canaria. El ejercito
interinsular.
Con estos antecedentes por delante, no es aventurado señalar los primeros días de
abril de 1494 como fecha la más aproximada de partida. Como páginas atrás hemos
visto al capitán-conquistador actuando de manera personal en Sevilla y el Puerto de
Santa María, parece lógico admitir que en ambos puertos se aprestó la expedición y se
embarcaron las tropas alistadas, así caballeros como peones, sin descartar la
posibilidad de algún otro surgidero andaluz como punto de partida. El propio Alonso
de Lugo lo da a entender así, cuando confiesa que fueron «de los puertos del
Andaluzia... a [Gran] Canaria, en la primera arrivada...».
Recordemos que en la flotilla navegaban los cuatro socios armadores: Mateo
Viña, Francisco Palomar, Guillermo de Blanco y Nicolás Angelat, atentos a vigilar el
negocio en el que habían invertido importante numerario. Sabemos, además, que en
el navio Garrida, Mateo Viña conducía, por su cuenta y riesgo, «gierta ropa» para
suministrar a los expedicionarios 51.
La segunda escala prevista era el Puerto de las Isletas, en la isla de Gran Canaria,
donde era preciso embarcar los sesenta caballeros y los cuatrocientos peones, fijados
como cupo de aportación regional en las capitulaciones. Un testigo presencial del
acontecimiento, Alonso de Alcaraz, evoca la arribada: «...ganada la... isla de La
Palma, el... adelantado se partió de la isla de la Grand Canaria e dixo que iva a
Castilla; e que este testigo lo vi do partir, e dende ciertos dias vino a la dicha isla de la
Grand Canaria con ciertos navios e mucha gente, e dixo cómo tenía provisión de Sus
Altezas par conquistar esta isla de Thenerife...» 52.
Hay que pensar, en pura lógica, que Alonso de Lugo había movilizado, por medio
CCXXIV Así ocurrió, en efecto. Véase más adelante el capítulo XIII, págs. 310-311.
40
Concierto, pág. 648.
CCXXVVéase más adelante los capítulos VIII, págs. 214-215, y XVI, págs. 361-362.
CCXXVI En este mismo capítulo, páginas 135-136.
1
0
150 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
A ellos hay que sumar los nativos de las islas menores, Lanzarote, Fuerte- ventura
y Gomera, de estirpe europea, mestiza o simplemente aborigen. La tercera
fracción la constituían los indígenas, grancanarios, recién cristianizados, «J116
aceptaron gozosos el papel de conquistadores de sus vecinos los guanches.
Por lo que respecta al cupo de alistamiento insular, fijado por las ca-
pitulaciones en sesenta caballeros y cuatrocientos peones, hay que repetir lo
mismo que se sospechó para la recluta sevillana. Es decir, una perfecta
adecuación en los jinetes y un número inferior en los infantes.
He aquí ahora unos cuantos nombres salvados del general anonimato. Entre
los vecinos cabría mencionar a Pedro y Fernando de Lugo, hijos del capitán
mayor; Hernando de Trujillo, Lope Fernández, Juan Ceherio, Pedro de Hervás,
Diego Fernández Amarillo, Alonso Hernández de Arévalo, Gonzalo Méndez,
Juan Baxo, Gonzalo de la Fuente, etc.; en el grupo de los isleños se han salvado
los nombres de Guillén Castellano, Ibone de Armas, Francisco Melián, Lope de
Salazar, Diego Fernández, Alonso Sánchez de Morales, Pedro Fernández,
Fernando Mulagua, etc., y entre los indígenas conversos perviven en el recuerdo
Pedro Mayor, Pablo Martín Buendía, Juan Cabello, Juan Beltrán, Juan
Bermúdez, Pedro Delgado (Pedro de la Lengua), Pedro de Lugo (Pedro
Tyxandarte), Alonso Bentagayre, Rodrigo Fernández, Rodrigo de la Gran
Canaria (más conocido por Rodrigo «el cojo»), etc.
Mención muy especial hay que hacer, entre los aborígenes de Gran Canaria,
del antiguo rey de Gáldar don Femando Guanarteme. A un hombre hábil y astuto
como el jefe militar de la conquista no podía escapársele el beneficio y utilidad
que le depararía incorporar a la operación la persona del destronado monarca.
En la memoria de todos estaban las muestras de lealtad patentizadas en los
últimos combates de la conquista de Gran Canaria. ¿Quién mejor que él como
negociador de paces cerca de los monarcas guanches? Femando Guanarteme
conocía a la perfección los procedimientos de combate de los nativos y podía
convertirse en un poderoso auxiliar en la tremenda prueba que a todos
aguardaba.
Se asegura que cuando Alonso de Lugo capituló en 1492 la conquista de La
Palma, recabó de los monarcas castellanos una carta expresa —cédula real, dicen
los herederos, acaso con exageración—■ para el regio colega y ahijado,
invitándole a participar en la operación proyectada. Sugerencia que fue
inmediatamente atendida por el destinatario al incorporarse a la hueste
expedicionaria. Por el mismo conducto se afirma que un segundo requerimiento
real le fue hecho a don Femando Guanarteme, en 1494, para alistarse en la
conquista de Tenerife con sus parientes y allegados,
54
Véase, en el APÉNDICE II, la Nómina de conquistadores. solicitud que fue acogida por el
destronado monarca con el mismo ardor y espíritu de servicio que en la primera
ocasión55.
152 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
SB
Información incoada por doña Margarita Fernández Guanarteme sobre los servicios prestados a
la Corona de Castilla por su fallecido padre don Fernando Guanarteme, rey que había sido de Gáldar.
1526.
CHIC, tomo ni, págs. 205-232. En particular, las páginas 206, 210, 214-215, 218-219, 221, 225-226,
230 y 232.
Este valioso documento será citado en adelante, para abreviar, con el título de Información
Guanartémica.
Consúltese el Repertorio de Siglas y Abreviaturas (pág. 16),
58
Capítulos VII, pág. 183, y X, págs. 250-251 y 255-256.
CAPITULO VI
LA INVENCION LITERARIA
CCXXXIXü De prima inventione Guineae... Edición del doctor Schmeller, que forma parte de un
estudio más extenso sobre Valentim Fernandes inserto en la revista «Abhandlungen der Philos.-Philolog.
classe der Koeniglich Bayerischen Akademie der Wissenschaften», Munich, tomo IV (año 1847), pág. 34.
Puede verse también en la reciente edición portuguesa O manuscrito ^Valentim Fernandes», Lisboa,
1940, págs. 202-203.
BUENAVENTURA BONNET: El navegante Diego Gomes en las Canarias, en «Revista, de Historia», núms.
51-52 (año 1940), págs. 96-100.
CCXL Carta de privilegio de 1 de septiembre de 1496.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 25.
Véase el capítulo XIV, página 324.
CCXLI Residencia, pág. 50.
CCXLII Ibid., pág. 116.
Las declaraciones de los testigos San Martín, Alcaraz, Amarillo y Serrano están en la misma línea de
la recogida en el texto.
Véase el capítulo XIII, página 301, nota 22.
CCXLIII ESPINOSA (pág. 40), TORRIANI (pág. 175), ABRÉU GALINDO (pág. 292), VIANA (pág.
208), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 34) y VIERA Y CLAVIJO (tomo I, pág. 208L
CCXLIV Páginas 209-210.
158 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
«en que avía [en Tenerife] nueve reyes e nueve grandes señores o capitanes» CCXLV.
Por su parte, fray Felipe de la Gándara asegura que Alonso de Lugo «venció y rindió
nueve reyes...» CCXLVI.
Como ha podido verse, esta división en reinos, bandos o menceyatos se encuentra
respaldada por una larga y casi unánime tradición histórica que le da firmísimas
raíces.
Discutida en tiempos, en lo que cabe recientes, con el mejor deseo y sentido
críticoCCXLVII, los documentos últimamente estudiados han venido a confirmar, con
todos los pronunciamientos favorables, aquella remota tradición, que se convierte así
en sólida e inconmovible verdad.
Las. datas (repartimientos de tierras) de la postionquista registran con
puntualidad y reiteración los nombres de los nueve reinos: Anaga, Tegues- te,
Tacoronte, Taoro, Icod, Daute, Adeje, Abona y GüímarCCXLVIII.
De estos nueve reinos, cuatro eran de las paces (Anaga, Güímar, Abona y Adeje),
y cinco de guerra (Tegueste, Tacoronte, Taoro, Icod y Daute).
CCXLV Memorias del reinado de los Reyes Católicos. Madrid, 1962, pág. 339.
CCXLVI18 Armas y triunfos. Hechos heroicos de los hijos de Galicia. Edición Pablo del val. Madrid,
1662, pág. 423.
CCXLVII BUENAVENTURA BONNET REVERON: El mito de los nueve menceyes, publicado en
«Revista de Historia», núm. 42 (año 1938). Hay separata, Tenerife, 1948, que es la que tenemos a la vista.
CCXLVIII En esta interesante tarea han tomado parte los profesores Serra Ráfols y La Rosa
Olivera.
ELÍAS SERBA RÁFOLS: Las datas de Tenerife, artículos publicados en «Revista de Historia», núm. 61
(año 1943), págs. 3-13, y núm. 62 (año 1943), págs. 99-104. Del mismo autor: Las datas de Tenerife, en
«Actas y Memorias de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria», XIX (año 1944),
págs. 52-69. Del mismo autor: Las datas de Tenerife, en «Revista de Historia Canaria», núms. 117-118 y
125-168 (años 1957-1970), págs. 3, 7, 8, 16, 19, 30, 38, 54, 79, 96, 104, 111, 129, 130, 133, 151, 153, 154, 156,
157, 159, 167, 205, 211, 216, 219, 224, 226, 235 y 253.
Estos importantísimos cuadernos serán citados en adelante, para abreviar, con el título: Datas,
Consúltese el Repertorio de Siglas y Abreviaturas (pág. 16).
ELIAS SERBA RÁFOLS y LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVERA: LOS «reinos1» de Tenerife, en «Tagoro»,
núm. 1 (año 1944), págs. 127-145.
En el Proceso de las yslas de Canaria, que se conserva en el A. S. (Consejo Real, legajo 106, fol. 12), el
bachiller Pedro de Valdés, regidor de Tenerife, aparece declarando «que quando esta ysla... era de
ynfieles, estava dividida en nueve rey-nos, que heran: Anaga, Tacoronte, Adexe, Abona, Taoro, Ycode,
Daute, Tegueste, Guidmad..
Reformación, pág, 28.
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© Del documento, los autores. Digitalizactón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
LAS MONARQUÍAS ABORÍGENES 159
Si ha sido tarea fácil identificar los nueve handos de Tenerife, no puede decirse
lo mismo cuando de los reinos y los menceyatos pasamos a los reyes y los menceyes.
Aquí la tradición histórica es varia, confusa y mixtificada —esto último en fecha
tardía—, sin que los documentos nos den mucha más luz sobre el particular.
Como ya se ha señalado en la INTRODUCCIÓN, en un relato primitivo de la
conquista de Tenerife (a través de copias manuscritas homologas en la sustancia,
diversas en extensión y variantes) se inspiraron los tres historiadores más remotos
y sustanciales: Espinosa, Torriani y Ahréu Galindo, contemporáneos entre sí,
aunque arando cada uno su propio surco.
La identidad entre Espinosa y Torriani es plena y absoluta en el punto concreto
que estudiamos y otros aledaños o similares concernientes a la nación guanche.
Sólo existe entre ambos la diferencia de que Espinosa está mucho más
documentado y mejor informado sobre los aborígenes y la conquista de Tenerife
que Torriani, y que, por tanto, no cae en los errores en que éste incurre. Así, pues,
la narración del italiano parece una traducción parcial de Espinosa, y viceversa, el
relato del fraile una reproducción complementada del testimonio de Torriani.
Para estos dos autores, de tan extraordinaria importancia, la isla de Tenerife se
hallaba dividida en nueve reinos, gobernados, respectivamente, por un mencey.
Cuatro de estos reinos con monarcas conocidos y cinco con príncipes ignorados.
He aquí los nombres de los primeros:
Rey de Taoro: Betzenuhya (Espinosa), Detzenuhia (Torriani).
Rey de Güímar: Acaymo (Espinosa), Acaime (Torriani).
Rey de Abona: Atguaxoña (Espinosa), Aguassona (Torriani).
Rey de Adeje: Atbitocarpe (Espinosa), Atbitocazpe (Torriani).
Los reinos de monarcas ignorados fueron para Espinosa: Naga, Tegues- te,
Tacoronte, Icode y Daute. En cuanto a Torriani, si bien afirma que fueron nueve
los menceyatos, reconoce a renglón seguido que cinco de sus primitivos reyes le son
desconocidos.
160 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
© Del documenta, los autores, Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Unrverarioria, 200G
específica para que loe contemporáneos de este último, Acaymo, Atguaxoña y
Atbitocarpe, sus hermanos, siguiesen reinando en los trágicos días del desembarco,
máxime cuando ninguna de las fuentes mencionadas señalan al gran Benitomo, rey
de Taoro, como hijo de Betzenuhya1B.
Sin embargo, Espinosa cae en la contradicción de considerar a Acaymo, rey de
Güímar, contemporáneo de Benchomo, y protagonistas ambos de destacados
episodios de la conquista.
Como Benitomo, mencey de Taoro, es un monarca guanche de personalidad
histórica indiscutible ■—según tendremos reiterada ocasión de comprobar—,
habrá que relegar a la categoría de reyes legendarios o remotos los cuatro antes
indicados.
Junto a Espinosa y Torriani, en el mismo frente que pudiéramos llamar
tradicional, hay que alinear a otro historiador regional: Abréu Galindo. Este autor
sigue la misma pauta de sus predecesores, aunque introduciendo algunas pequeñas
variaciones en la nomenclatura y orden de los
10
ESPINOSA (págs. 40-41) y TOHRIANI (pág. 177).
Por otra parte, Espinosa (pág, 58) nos revela que reinaba en Taoro Betzenuhya cuando aparece en
las playas de Güímar la milagrosa imagen de la Virgen de la Candelaria. Este poderoso monarca fue
inmediatamente avisado por el rey de Güímar —hay que suponer que Acaymo— de tan sorprendente
suceso. Poco más tarde añade: «más de treinta o cuarenta años estuvo la Santa Reliquia en poder de
infieles...» (pág. 60). Otro dato cronológico valioso es el siguiente: Antón, el guanche cristianizado en
Lanzarote, desembarca en Tenerife alrededor de los años 1420-1425 y descubre e identifica a la santa
imagen, ya venerada en la isla (pág. 61). En otra ocasión fija la aparición de la Virgen en 1400 (siglo
xiv) y más exactamente en 1391 (págs. 51 y 55).
Aunque estas referencias son contradictorias, todas juntas nos arrastran a insistir en el carácter
remoto de los reyes mencionados, si es qne no son puramente legendarios.
ALLA MAESTA DEL RE CATOLI CO
DESCR1TT1ONE ET HISTORIA DEL R.EGN O DE L ISOLE
CANARIE GIADETTELEfORTVNATE CONIL PARERE
DELLE LORO FORTIFICATE O ATI
DI UONARDO TORRIAN 1
C REMONJE, 5 £
Portada del manuscrito de la obra de Leonardo Torriani, Está dedicada al rey Felipe II.
1
1
162 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
menceyes tinerfeños. El soberano de toda la isla, que Espinosa afirma ser padre y
antecesor de los nueve reyes de las distintas comarcas tinerfeñas, pero cuyo
nombre no menciona, por ignorarlo, aparece denominado por Abréu Galindo
Betzenuria, nombre que aquél había reservado para el trien- cey privativo de
Taoro. En consecuencia, este último es reemplazado en la nomenclatura regia por
Imobac, de acuerdo con el acta famosa de posesión de Diego García de Herrera, a
quien en este particular sigue Abréu. Los demás reyes conservan los nombres
recogidos por Espinosa.
Mención particular merece el historiador don Pedro Agustín del Castillo, pues
aunque en orden cronológico es posterior a Viana y Núñez de la Peña, soslaya, con
muy buen criterio, abordar la cuestión. Sólo acepta de Viana y Núñez de la Peña,
en lo concerniente a la nomenclatura regia, el nombre del valiente Tinguaro,
hermano de Benchomo, a quien Torriani denomina Himenechia, mientras
Espinosa guarda silencio sobre el particular. La misma norma sigue en relación
con otros personajes menores aborígenes, coetáneos con la conquistals.
Esta tradición histórica, prudente y comedida, hasta principios del siglo XVII,
acaba por degenerar en seudoleyenda el día que de la mano de un poeta, Antonio
CCLI Recuérdese, entre otras cosas, que él fue el primero que fijó el comienzo de la con quista de
Tenerife en el año 1494 (págs. 81-82). Aunque en otros pasajes se contradiga, señalando el año 1493
como fecha del desembarco en Nivaria (pág. 66).
CCLII Páginas 41, 70, 74, 130, 241, 276 y 340.
Un solo Rey la isla sojuzgaba, | Y el último, llamado el Gran Tinerfe, | Dejó cuando murió, nueve o
diez hijos, | Los cuales cada cual reinar queriendo, | Se alzaron cada uno con su término, | Y así fue el
Reino en nueve dividido.
CCLIII Tinerfe, bisabuelo de Bencomo (pág, 70). De ello hay que deducir que la división
había sido hecha por el abuelo de Bencomo, en colaboración con sus hermanos. Así, los nueve reyes
citados por Viana serán los coetáneos a la conquista. En cambio, en la página 130 es llamado por
Bencomo «el gran Tinerfe, nuestro abuelo»; claro que abuelo puede ser aquí sinónimo de antepasado.
CCLIV Páginas 4041.
Viana rompe con la tradición histórica representada por sus predecesores, los primeros cronistas de
la conquista. El rey Betzenuhya (Espinosa) es eliminado y reemplazado
164 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
5 Del documento, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrverariaria, 200G
mientras en aquella silla vacante hace sentarse a Caconaimo (Núñez); el rey de
Icod aparece con el extraño nombre de Chincanairo (Núñez), en lugar de Pelicar
(Viana); por último, para el trono de Tegueste, postrero de la larga serie, no
descubriendo un nombre adecuado, escoge como rey al propio Tegueste,
homónimo así de su territorio privativo. Ninguno de dichos reyes fueron
coetáneos a la conquista, según el parecer de este autor. Véase cómo se expresa
sobre el particular: «Estos nueve reyes reinaron en Tenerife, y descendientes de
éstos eran los que reinaban cuando fue esta isla conquistada.» ¿Quiénes fueron los
monarcas —descendientes— que gobernaban en 1494, en el momento que pisó la
isla el capitán-conquistador Alonso de Lugo? Núñez de la Peña al respondemos se
contradice, y de la mano de Viana y bajo su influjo acepta la lista completa del
poeta, olvidándose de que a algunos de esos reyes ya los había hecho figurar como
monarcas primitivos o los había trasladado a otros tronos. Sólo hay tm punto de
discrepancia entre el cronista y el poeta; Núñez de la. Peña rechaza el fantástico
menceyato de Teño, creado por la pluma de Viana, e infor-
por Bencomo de Taoro (Viana). Acaymo, mencey de Güímar (Espinosa), pasa al trono de Tacoronte
(Viana). Atguaxona, de Abona (Espinosa), se transforma en Adjona (Viana), y Atbitocarpe, de Adeje
(Espinosa), desaparece también para dar paso a Pelinor (Viana).
Los otros reyes son: Beneharo, de Anaga; Pelicar, de Icod; Romén, de Daute, y Guan- tácara, de
Teño.
Por último, un hijo bastardo de Tinerfe el Grande, Guahuco, alcanzó en el reparto la comarca de
la Punta del Hidalgo. El sucesor de éste fue Sebensui.
En cuanto al reino de Tegueste, lo reduce a simple señorío en cabeza de Tegueste, hijo de Guahuco,
casado con Tegina, a su vez hija de Acaimo, rey de Tacoronte. El señorío fue la dote de esta princesa
(págs, 241-242).
Viana habla en la página 148 de otro mencey de Güímar, Dadanno, que gobernaba aquel territorio
cuando la aparición a los guanches de la Virgen de Candelaria.
Délas Islas AíortunaiasDdn Crian C
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DIRIGIDO AL CAPITAN DON
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Del documento, los autores Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
a) Monarquía unitaria de Tenerife.—Rey: Tinerfe el Grande (Viana).
b) Monarquías fraccionadas de la isla de Tenerife:
l.° Reino de Taoro.—Bentenuhya (Espinosa) o Bentinerfe. Le sucede su hijo:
Quehehí Imobach (Abréu). De éste hereda la corona Quebehí Benchomo.
2
2. Reino de Güímar.—Acaymo (Espinosa, Abréu, Núñez). Le sucede
su hijo: Afiaterve (Viana).
3. ° Reino de Abona.—Atguaxoña (Espinosa, Abréu, Núñez). Le sucede su
hijo: Atxoña (Viana).
4. " Reino de Adeje.—Atbitocazpe (Espinosa, Abréu, Núñez). Le sucede su
hijo: Pelinor (Viana).
2
5. Reino de Tocáronte.-—Rumen (Núñez). Le sucede su hijo:
Acaymo (Viana).
6. ° Reino de Anaga.—Beneharo I (Viana-Núñez). Le sucede su hijo:
Beneharo H (Viera).
7. ° Reino de Icod.—Chincanairo (Núñez). Le sucede su hijo: Pelicar (Viana).
En el manuscrito de 1694 introduce este autor ciertas variaciones. Afirma que a las paces de 1464
dejaron de acudir tres reyes, entre ellos el de Teño. En relación con el afio 1494, asegura que la isla estaba
dividida en. dos reinos con doce capitanes. Los nombres de los reyes son los mismos, incluyendo en la serie a
Raito de Naga (sic) y Afiaterve de Giiímar, considerados como capitanes en el manuscrito anterior,
Como las Noticias de la historia general de las islas Canarias, de don José de
Viera y Clavijo, fueron artículo de fe para las generaciones que se suceden a lo
largo del siglo xix y buena parte del xx, nadie se adentró con espíritu crítico por
entre los resquicios que abren sus múltiples páginas 26, hasta que en fecha en lo
que cabe próxima, el doctor don Buenaventura Bonnet echó por tierra toda esta
artificiosa construcción, cimentada sobre el más deleznable de los barros 27,
Del análisis que hasta ahora hemos venido realizando, queda patente que el
único personaje histórico, de nombre conocido, que reinaba en la isla de Tenerife
en 1494, era el poderoso mencey Benitomo de Taoro.
frente al obstinado invasor 2S. Fue el más encarnizado enemigo de los castellanos
en sus empresas de conquista y dominación. Su recuerdo se mantenía vivo, años
después de la sumisión total de la isla, lo mismo en la memoria de los guanches
aborígenes que de los conquistadores.
monarca, «la casa del rey Benytomo, que se llama el Arautaba». Las que fueron
sus propiedades también quedaron por algunos años unidas a su nombre: éste fue
el canchón del rey grande»; aquél, «el auchón que era del rey de Taoro», nos
vienen a revelar los documentos CCLV CCLVI.
El balance de este capítulo es bien pobre. De los nueve reinos de Tenerife tan
CCLVIIfican es la presencia personal, en el acta de sumisión de 1464, «del gran rey de Imobach de
Taoro».
NÚÑEZ DE LA PEÑA da asimismo la versión exacta (pág. 68).
Yerra ABRÉU GALINDO (págs. 292-293). Y detrás de él, VIERA Y CLAVIJO (tomo I, página 210).
32
LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVEBA: Notas sobre los reyes de Tenerife y sus familias, en «Revista de
Historia», núms. 115-116 (año 1956), págs. 16-17.
MANUELA MABBERO RODRÍGUEZ: La esclavitud en Tenerife a raíz de la conquista. La Laguna de
Tenerife, 1966, págs. 152 (doc. 92) y 162 (doc. 111).
83
Información...,pág. 215.
Datas, págs. 68, 119, 134, 135 y 163.
CAPITULO Vil
LA PRIMERA ENTRADA
EL DESASTRE DE ACENTEJO
i. Cronología de la operación.
© Del documenta, tas autores, □igitelízación realizada por ULPGC. Biblioteca Un'rveia'rlflrja, 2000
en que tuvo inicio. Un grupo importante de cronistas, como fray Alonso de
Espinosa, Torriani, Abréu Galindo, Núñez de la Peña y Marín y Cubas, por citar
los más destacados, la fijan en 1493 \ Otra fracción en la que se alinean Andrés
Bemáldez, cronista metropolitano; el poeta Antonio de Viana y los historiadores
locales más tardíos Viera y Clavijo, Millares Torres, Rodríguez Moure, etc., la
establecen en 1494 CCLVIII CCLIX. Hay que advertir que Andrés Bemáldez, más
conocido por el cura de Los Palacios (testigo presencial o de oídas de muchos de
los acontecimientos que narra), no pudo influir en Viana ni en Viera por
permanecer el manuscrito de sus Memorias oculto a las generaciones
posterioresCCLX CCLXI CCLXII CCLXIII CCLXIV CCLXV. Por senderos distintos alcanzaron
similar información.
La- razón y el acierto está de parte de estos últimos, pues hoy no admi te
dudas ni vacilaciones la fecha de 1494 como aquella en que la operación militar de
conquista tuvo su comienzo.
El testimonio de Alonso de Lugo es digno de traerse a colación por su
CCLVIII ESPINOSA (pág. 95), TORRIANI (págs. 183 y 187. Este autor dice que la conquista
duró dos años, señalando como fecha término «el 26 de julio de 1495»), ABRÉU GALINDO (página 316),
NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 109-110), MARÍN Y CUBAS (pág. 209).
CCLIX ANDRÉS BERNÁLDEZ: Memorias del reinado de los Reyes Católicos. Madrid, 1962,
CCLXpágina 341.
CCLXIVIANA (págs. 66 y 81. Este cronista-poeta se contradice. Afirma, por un lado, que el
desembarco de Alonso de Lugo en Tenerife se verifica en 1493. Pero más adelante ase
CCLXIIgura que, con carácter previo, había ocupado y pacificado La Palma en 1494. Y a esta última
fecha se atiene en el inacabable relato), VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 199, y tomo III, pág. IV,
prólogo), MILLARES TORRES (tomo IV, pág. 189) y RODRÍGUEZ MOURE (página 13).
CCLXIIIHay que advertir que Viera y Clavijo, en un principio, fijó como fecha de inicio de la
conquista 1493; pero en el prólogo del tomo III se apresuró a rectificar, inclinándose
CCLXIVa la auténtica de 1494.
CCLXV Op, cit,, págs. 339-341.
176 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
© Del documento, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unive/silmifl, 2000
2. El ejército expedicionario. Tropas metropo-
litanas e interinsulares.
Con todos estos antecedentes por delante, se puede fijar, con un margen de
error muy escaso, el ejército expedicionario en 150 caballeros y 1.500 peones.
CCLXXVII CCLXXVIII
CCLXXIX* A. 9.: Registro del Sello. Carta de comisión del Consejo real dirigida al gobernador de
Gran Canaria. Madrid, febrero de 1495.
Documentos, núm. 19.
La carta de comisión del Consejo se expide como resultas de la reclamación de los hermanos
Garrido (véase más adelante el cap. IX, pág. 229). Es de advertir, sin embargo,
Plano de la ribera y caserío de Santa Cruz de Tenerife, levantado por Leonardo
Torriani en 1588. (COIMBRA: Biblioteca Universitaria).
Dentro del reino o menceyato de Anaga, la comarca de Añazo fue reiteradamente escogida por los
españoles como punto de desembarco en sus intentos de dominación de la isla de Tenerife.
De izquierda a derecha es factible divisar, en primer término, Puerto Caballos o Puerto de los
Caballos, lugar elegido para tomar tierra; después, la Caleta de los Negros, o más simplemente Caleta
de Negros; a continuación, el barranco de Santos, con su vena de agua. Desde este punto son dignas de
mención la playa de las Carnicerías, la caleta de Blas Díaz y la laja de la Consolación.
Da segunda torre de Anaga —recuérdese que la primera había sido edificada por las huestes de
Diego García de Herrera— y el improvisado campamento de mayo de 1494 debieron levantarse en la
margen derecha del barranco de Santos, para tener asegurado el suministro de agua.
En este escenario, Alonso de Dugo tomó simbólica posesión de la isla de Tene rife en nombre de los
Reyes Católicos. En el propio lugar comparecieron los men- ceyes de Güímar, Abona y Adeje para
resellar la amistad pactada con la Corona de Castilla. A ellos vino a sumarse el monarca de Anaga,
tras la acertada mediación de don Fernando Guanarteme.
Parece seguro que Añazo recibió el nombre de Santa Cruz por coincidir el asentamiento del Real
con la fecha y festividad del 3 de mayo (Invención de la Cruz).
v an
lares. En cnanto al ganado, cabe presumir que una parte del mismo se reservó con vistas al
suministro de la tropa.
El lugar elegido para pisar tierra era denominado Puerto Caballos por los promotores
de asaltos y entradas a la captura de botín y esclavos, dada la facilidad que ofrecía en las
faenas de desembarco de tan nobles brutos, auxiliar valiosísimo en el despliegue de las
© Del documenta, loa autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
provechosas cabalgadas.
Si otros lugares del archipiélago con toponimia religiosa han tenido una interpretación
forzada por parte de los cronistas, no cabe duda que esta tradición se refuerza en el caso
de Santa Cruz por coincidir el asentamiento del Real con la fecha y festividad del 3 de
mayo (Invención de la Cruz), invocada por buen número de ellos ls.
Puede darse por seguro que este sistema de fortificación se anticipó cuando el
asentamiento de las tropas en Añazo. El propio capitán de la conquista- lo atestigua:
«desembarcó en el puerto de Santa Cruz, e asentó su real e hizo una torre...» CCLXXX.
El segundo acto consistió en trabar relaciones con los menceyes guanches de las paces,
con vistas al desarrollo de la futura campaña.
Aunque el cronista Alonso de Espinosa pondere exclusivamente la alianza y los
servicios del rey Aeaimo de Gñímar, y Torriani destaque la confederación pactada con los
monarcas de Abona, Naga y Adexe, quien está en lo cierto es Abréu Galindo al afirmar
que para entrevistarse con Alonso de Lugo «vino Acaymo, rey de Giumar y asentó paz con
él, y más con el rey de Anaga y con el de Adeje y con el de Abona» CCLXXXI.
Hoy sabemos por boca de los guanches de los tres bandos confederados con Castilla
bajo la directa inspiración del gobernador de Gran Canaria Pedro de Vera (antes de
1490), que el entendimiento fue tan estrecho como inmediato. Véase la declaración hecha
en 1498, a raíz mismo de finalizada la contienda, por «giertos canarios de los vandos de
Dexa e Bona e Giiymar...: que al tiempo que Alonso de Lugo, nuestro governador de la
ysla de Tenerife, fue a conquistar la dicha ysla, los dichos vandos... (guardando las pages
que tenían puestas e asentadas con Pedro de Vera..., go- vernador.,., por virtud de los
poderes que... tenía) diz que se juntaron con el dicho Alonso de Lugo para conquistar la
dicha ysla; e que fazian lo quel dicho Alonso de Lugo les mandava, e que acogían en los
dichos vandos a nuestras gentes e les amparaban e defendían, e que les davan de sus
mantenimientos...»CCLXXXII.
Con el cuarto reino de las paces, el de Anaga, hubo que negociar, porque en el
intermedio había adoptado una actitud de reserva rayana en la hostilidad. Hemos dado
por supuesto anteriormente que el cambio de conducta se había originado por la brutal
razzia, acometida por los armadores del Puerto de Santa María en el verano de 1493,
violando de manera flagrante las paces acordadas 2B.
Como Alonso de Lugo traía consigo, al desembarcar en Añazo, los guanches liberados
por expresa decisión regia, fue fácil reanudar, sobre base tan firme, las amistosas
negociaciones. El mediador en los tratos fue nada menos que don Fernando Guanarteme,
el destronado monarca galdense. Un testigo presencial de los sucesos, el soldado Juan
Baxo, así lo certificará andando el tiempo: «... Guadnarteme, por mandado del dicho...
capitán, fue adonde estaba el rey de Anaga, rey guanche, el cual estaba de paces, a le decir
que se viniese a ayuntar con el... adelantado e los cristianos, porque se temía dél; e que...
Guadnarteme fue dos veces al dicho rey de Naga e entre los guanches, hasta que hizo venir
a el... rey de Naga a el Real de los cristianos...»24. .
La colaboración del bando de Anaga desde el momento inicial de las operaciones, está
La pregunta CLVII del interrogatorio correspondiente a la Información testifical se expresa así: «Item si saben que
el dicho señor adelantado vino a la dicha conquista con la dicha gente y navios e mantenimientos e desenbarcó en esta
isla de Thenerife e desenbarcó en el puerto de Santa Cruz e asentó su real e hizo una torre para que mejor se pudiesen
defender, todo a su costa.» Los testigos Alcaraz y Amarillo contestan afirmativamente; el testigo Serrano puntualiza «el
puerto de Los Caballos» como el lugar del desembarco.
CCLXXXI ESPINOSA (pág. 95), TORRIANI (pág. 183) y ABRÉU GALINDO (págs. 316-317).
CCLXXXII A. Registro del Sello. Orden real de 29 de marzo del año expresado.
Documentos, núm. 37.
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 81-82, 87-88 y 320-321.
LA PRIMERA ENTRADA 183
además atestiguada por el conquistador Francisco de Albornoz, quien certifica que «los
guanches del reino de Anaga... eran de paces, y en la conquista ayudaron a conquistar a los
otros en favor de Sus Altezas» 25.
Las circunstancias de la colaboración son hasta cierto punto precisas dentro de su
vaguedad. Si los bandos de las paces confiesan que «se juntaron con... Alonso de Lugo
para conquistar la dicha ysla...», no se puede dudar que le prestaron una colaboración
militar por medio de tropas auxiliares, aunque resulte difícil valorar hasta dónde llegó la
misma y cuál fue su eficacia. A esta intervención activa hay que sumar la obediencia a las
consignas del capitán mayor, el paso franco por los respectivos distritos, el amparo y
defensa de los castellanos cuando se terciaba y la entrega de mantenimientos para
abastecer el campamento de Añazo.
Destacó por su lealtad y espíritu de colaboración el mencey de Giiímar y los naturales
de su bando. Alonso de Lugo hará siempre excepción para con ellos, como expresión de
gratitud, pese a ser ésta una virtud escasamente arraigada en su ánimo 2B. * * *
Asegurado de esta manera el frente oriental y meridional de la isla de Tenerife, Alonso
de Lugo quiso extremar las medidas conciliatorias con los cantones de guerra, enviando
emisarios al gran rey, es decir, al famoso Beni- tomo de Taoro, con objeto de concertar una
entrevista.
28
Capítulo V, págs. 136-138.
24
Información Guanartémica, pág. 325. MILLARES TORRES (tomo IV, págs. 191-192).
25
Reformación, pág. 94.
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, pág. 87.
28
Concierto, pág. 651.
CCLXXXIV La construcción del torreón de Añazo, junto con el trazado del campamento y su
fortificación, más las primeras negociaciones con los guanches, tenían que requerir veinte apresurados
días.
Tampoco se puede retrasar la fecha, por la circunstancia de hallarse Alonso de Lugo presente en Gran
Canaria el 13 de junio de 1494, después de emprendido el éxodo, tras el primer fracaso. (Véase el capitulo
VIII, página 207).
20
Capítulo V, págs. 135, 143 y 151, y este mismo, pág. 179.
80
ESPINOSA los reduce a 300 (págs. 97 y 100); ABBÉU GALINDO da idéntica cifra (página 317); NÚÑEZ
DE LA PEÑA eleva el número de los combatientes indígenas a «cuatro mil hombres», por un lado, y «tres
mil de socorro», por otro (págs. 117 y 123); VIERA Y CLAVIJO admite que la columna de vanguardia la
formaban «trescientos guanche*», mientras el rey Bencomo se hallaba al frente del «resto de sus
vasallos», a los que valúa en «tres mil hombres de retén» (tomo II, págs, 209-212).
81
Para ALVAREZ DELGADO (La conquista de Tenerife, pág, 80), Agüere es el nombre guanche de «la
laguna», conforme al tuareg egéreu = lago, estanque, río, mar.
Dada la abundancia de agua, es discutible su parecer de que estuviese despoblado el contorno.
El paso del ejército conquistador por la laguna, mueve la pluma de VIANA hacia las más bucólicas
descripciones (tomo I, págs. 171-172).
186 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Alonso de Lugo, a medida que el avance proseguía por las trochas del norte de la isla
de Tenerife, llegó a abrigar la esperanza de una resistencia simbólica por parte de los
guanches. Era infundado el optimismo. Se asegura, por otra parte, que los indígenas
grancanarios incorporados a la hueste advirtieron al capitán «que no se metiesen tanto
tierra adentro sin dejar las espaldas seguras, porque en aquella espesura y malos pasos
habían los guanches de hacer su hecho» CCLXXXV. Así ocurrió, en efecto, pues apenas se acer-
caron al fértil y umbroso valle de Taoro, la vanguardia castellana se vio frenada por la
presencia de fuertes contingentes indígenas. El rey Benitomo Ies iba siguiendo los pasos
por medio de vigías apostados en lugares estratégicos, y cuando vio que se aproximaban al
barranco de Acentejo decidió cortarles el avance, ofreciéndoles pelea. De esta manera se
enzarzó la batalla por una y otra parte con singular ferocidad.
El rey Benitomo dispuso sus fuerzas para el ataque de la siguiente manera: ordenó a su
hermano Chimenchia que con trescientos guanches tao- rinos discurriese por los altos para
atacar de flanco la columna invasora, pretendiendo cortarla en dos, mientras él mismo,
con el grueso del ejército indígena, les batía de frente.
Alonso de Lugo consiguió agrupar en una de las márgenes del barranco de Acentejo a
todas las fuerzas alistadas en sus banderas, estableciendo rápido contacto con la
vanguardia. De esta manera pudo resistir los primeros
CCLXXXV ESPINOSA (págs. 98-99), TOHHIANI (pág. 183), ABHÉU (pág. 317) y VIANA (pág. 172)
Escenario de la primera batalla de Acentejo. Debió darse alrededor de la cota 200 m.
Croquis topográfico del coronel Izquierdo Barrios.
188 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
embates del enemigo, hasta que la superioridad numérica de los guanches, los alardes
de agilidad y el valor indomable de que hacían gala empezaron a inclinar la balanza en
favor de los últimos. Causaba estupor y sorpresa contemplar descabalgados a los
jinetes por certeras pedradas, mientras que los peones, armados de pies a cabeza, caían
abatidos por los recios golpes que con banotes y magados les infligían los aborígenes.
Todo ello en medio de una impresionante algarabía de gritos y silbos, que producía
auténtico desconcierto.
En el fragor de la pelea, el propio capitán Alonso de Lugo cayó del caballo,
malherido de una tremenda pedrada en la boca; y ya se debatía sin fuerzas en lucha
desigual contra un grupo numeroso de guanches, cuando vino presuroso en su ayuda
Pedro Benítez el tuerto. Después de duro forcejeo pudo liberar a su jefe y hasta
facilitarle una cabalgadura para que pudiera incorporarse a la lucha CCLXXXVI.
En realidad, poco era factible hacer, porque la suerte de las armas estaba por
completo decidida. Castellanos e isleños, malheridos y sangrantes, se batían a la
desesperada, sin orden ni concierto, esquivando golpes, dardos y pedruscos voladores,
atentos nada más que a salvar la vida. Los que pudieron huir se fueron lentamente
replegando, para ponerse a cubierto de los certeros disparos del enemigo.
Había durado la batalla escasas horas, tiempo suficiente para que el es- cenarlo de
la acción estuviese cubierto de cadáveres en espeluznante hacinamiento. Pero lo más
terrible fue que mientras los guanches, audaces y temerarios, se dedicaban al
exterminio implacable de los soldados castellanos dispersos o malheridos, Alonso de
Lugo, con un reducido grupo de supervivientes, tenía que emprender forzosa retirada
con apariencias de humillante fuga sobre el campamento de Santa Cruz.
Resulta imposible comprender y justificar cómo 150 caballeros y 1.500 infantes,
bien armados ■—cifra a todas luces respetable—, pudieron tener una actuación tan
ofuscada como poco aguerrida frente a un compacto grupo de guerrilleros guanches,
CCLXXXVI ESPINOSA (pág. 1M), ABRÉU GALINDO (pág. 318), VIANA (pág. 197), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág.
124), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 566) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, páginas 212-213).
Por boca de los propios actores se vislumbra en la Residencia (págs. 18 y 114) la magnitud del desastre.
En el Memorial de descargos se alude a las heridas que recibió Alonso de Lugo en la conquista, en
particular en esta operación. En el capítulo XXVI se lee, por mano de su procurador y representante
personal: «e este hera el bien particular suyo, que mirava servir a Sus Altezas, en ganar estas islas, como
dicho tengo, con sesenta heridas e más que tiene en su cuerpo..
La Información testifical no es menos precisa al referirse al desbarato de Acentejo. La pregunta GLVIII
del interrogatorio dice así:
«Item, si saben que el dicho señor adelantado... fue desbaratado e le mataron mucha gente que traía e
muchos parientes suyos e amigos e criados e pasó muchos peligros e afanes e fue muchas vezas heridos
El testigo Alcaraz declara «que oyó decir e fue público que los dichos guanches desbarataron al dicho
adelantado e a su gente en Acentejo, e le mataron toda la mayor parte de su gente e a él diz que lo hirieron de
ciertas heridas...».
Amarillo afirma por su parte: «que este testigo vido el desbarato e se halló en él y a mucho peligro escapó,
donde mataron muchas personas amigos del dicho adelantado e otros, e el dicho adelantado salió herido e
mataron un sobrino del dicho adelantado que era alférez...».
Benítez insiste en lo mismo: «... e que fue desbaratado e que le mataron mucha gente e parientes e criados
e que el dicho adelantado fue herido e que lo sabe porque se halló en ello...'».
LA PRIMERA ENTRADA 189
que ignoraban por completo las reglas del arte militar. Y cuando se censura la
actuación de un ejército, el responsable máximo es siempre el capitán.
El recuerdo de la matanza pervivió durante tantos años, que acabó perpetuando
como nombre el trágico escenario geográfico del feroz encuentro. ¡La Matanza de
Acentejo! a4.
En el epígrafe anterior hemos prometido estudiar por separado una serie de sucesos
de carácter anecdótico o de mera curiosidad, que se supone sobrevinieron durante la
trágica jornada de Acentejo. Cuentan con el respaldo de la tradición escrita,
representada por los cronistas.
Con independencia de ellos insertaremos en este mismo apartado otro conjunto de
hechos recogidos tardíamente de la tradición oral por fray Alonso de Espinosa.
Recuérdese que el mismo insiste en el carácter pecu-
84
ESPINOSA (págs. 97-104), TOBRIANI (págs. 184-185), ABRÉU GAJ.INDO (págs. 317-318), VIANA (págs.
181-215), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 120-130), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, páginas 554-577), VIERA Y
CLAVIJO (tomo II, págs. 208-217), MILLARES TORRES (tomo IV, páginas 197-208), CHIL (tomo III, págs. 339-
346) y RODRÍGUEZ MOURE (págs. 13-14).
liar de sus fuentes: «lo que trate de conquista, guerras y conquistadores, parte, y la
más, es de oídas, y parte es sacado de los archivos y escritorios que en pleitos... se
trataban sobre tierras y posesiones...» s5. Esta circunstancia hace que unos sean de
autenticidad comprobada, otros verosímiles, sin que falten terceros legendarios o
fantásticos.
En el primer grupo (los refrendados por la tradición escrita) destacan dos: el
temblor de Maninidra y el galano dicho del príncipe Chimenchia.
CCXCI89 ESPINOSA (págs. 99-100), TORRIANI (pág. 184), ABRÉU GALINDO (pág. 318), VIANA (pá- 0
ginas 191-193), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 123), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 565) y VIERA Y CLAVIJO
(tomo II, pág. 212).
CCXCII Página 101. NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 126-128) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, página
214).
Residencia, pág. 114.
CCXCIII Páginas 200-201.
Núñez de la Peña, con su escaso espíritu crítico, no acierta a descubrir la superchería: «el padre Espinosa
dice que fue éste el que se libró con esta industria, el dicho Juan Benítez; y el licenciado Viana dice que fue
Gonzalo del Castillo. Cada uno se conforme con el autor que le pareciere'».
CCXCIV Página 106. Los demás cronistas isleños silencian el rumor público.
CCXCV48 Página 101. Este autor añade: «y al desdichado que había trocado la ropa con él,
CCXCVIlo acabaron luego, pensando que era el gobernador».
CCXCVIIEsta supuesta muerte de Pedro Mayor está desmentida por el propio Espinosa al trans
CCXCVIIIcribir un documento de indiscutible autenticidad que prueba su existencia el 5 de junio de 1497
(pág. 67).
CCXCIXVIANA (págs. 187 y 196), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 123-24), CASTILLO (tomo I, fascícu
CCClo 2, pág. 566) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 212).
192 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
D Del documenta, los autores. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
se había quedado entre los cuerpos de los muertos hecho muerto, esperando
ventura». La ocasión se la ofreció pintiparada para escapar de aquel macabro
infierno: «pasando los ventiocho o treinta españoles... por el lugar donde él
estaba, levantóse y juntó con ellos, sin ser visto...». La original treta fue al cabo
descubierta: «de ahí a poco rato se pusieron a sestear; contándolos, hallaron uno
más, y queriéndolo matar y no sabiendo cuál fuese, dieron aviso al rey, por no
matar alguno de los que él había entregado». Benitomo resolvió el caso con
magnánima clemencia: «El rey los mandó volver, y en viéndolos, luego conoció
cuál era; y sabiendo el modo cómo había escapado, le perdonó, dándole por pena
la que el triste había padecido entre los cuerpos muertos de sus compañeros...»
CCCI
.
Las derivaciones de este episodio son por demás curiosas. Hemos visto al
conquistador Juan Benítez experimentar en su propio espíritu la sensación de la
muerte yaciendo cuarenta y ocho horas en medio del olor putrefacto de los
cadáveres. Lo curioso es que Espinosa, ex profeso o inadvertidamente, no
identifica a Benítez con el protagonista del episodio acabado de relatar, pese a la
sospechosa coincidencia. En cambio, el poeta Viana vuelve, por segunda vez, a
suplantar a Benítez, para envolver en un halo de aventura a Gonzalo del Castillo, su
héroe siempre preferido. El es, sin vacilaciones, el actor del episodio recién descrito. La
reacción de Núñez de la Peña ante la mixtificación es digna de registrarse, por la
extraordinaria admiración que le inspira siempre el vate lagunero. Este ingenuo
cronista vuelve por los fueros de la verdad, y señala como prisionero intruso al sol dado
sanluquefío. Alguna vez la lógica iba a servirle de algo en las páginas de su farragoso
relato CCCII.
Singular encanto y atractivo tiene otro episodio que parece arrancado de los
escritos de exaltación del buen salvaje. Después de la batalla de Acentejo recorrían los
indígenas el escenario de la acción entretenidos en «el despojo... de los muertos de
vestidos y armas», cuando descubrieron «una ballesta armada con su pasador, que el
que la traía no había tenido lugar de emplearlo». El resto lo estará adivinando el lector.
«Pues como no supiesen qué arma fuese, por no haberla visto en su vida, ni supiesen el
artificio de la llave, ni el daño que hacer podría disparándola, tantas vueltas le dieron y
tanto la trataron y manosearon que... apretó uno la llave y, disparando la ballesta, dio
con el pasador a uno de ellos en los pechos, que, pasándolo de claro, cayó muerto.»
La reacción de los guanches merece recogerse con la misma ingenua prosa: «Los
compañeros que vieron lo sucedido, arrojan la ballesta y dan a huir, como si fueran
tras ellos sus enemigos; y de ahí adelante, en viendo alguna ballesta, rodeaban gran
trecho por no pasar por donde estaba; tanto miedo le cobraron.»
capítulo XVI, da como actor del suceso a Luis de Lerma, que andando el tiempo profesaría como
franciscano, acabando sus días en el convento de Garachico.
CASTILLO (tomo I, fascículo 2, págs. 568-570) vacila entre Juan Benítez y Luis de Le- desma (síc).
48
ESPINOSA (págs. 99 y 100) y VIANA (págs, 184-185). NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 122) silencia el nombre
del capitán y acepta la intervención de Tinguaro. CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 564) relata
escuetamente el suceso. VIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 210-211) se deja guiar en esta ocasión —aunque
púdicamente lo silencie— por el fantástico poeta- cronista lagunero.
que el capitán Gonzalo del Castillo era el propietario de la ballesta, y lo arrastra a ser
testigo impávido —muerto entre los muertos— de la sabrosa anécdota. Núñez de la
Peña no transige con esta metamorfosis y se mantiene fiel al testimonio del fraile
cronista 4T.
1
5
195 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
47
ESPINOSA (págs. 103-104), VIANA (págs. 205-206) y NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 128). VIEBA Y CLAVIJO (tomo
II, pág, 217) se mantiene fiel al relato primitivo.
CAPITULO VIII
LA RETIRADA
PRORROGA DE LA CONQUISTA
© Del documenta, los autores, Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Unrversilaria, 2000
de supervivientes del trágico escenario de Acentejo con dirección a] campamento
de Santa Cruz. La marcha debió efectuarse en medio de grandes penalidades y
zozobras, pues hay que sospechar que la noche, con sus tinieblas, tuvo que
sorprenderles apenas iniciado el camino. En estas dolo- rosas circunstancias
precisa destacar la lealtad y «diligencia de algunos canarios y treinta guanches del
reino de Güímar», quienes se ofrecieron como guías, consiguiendo conducirles,
por trochas y vericuetos, hasta el mismo real de Añazo x. Las malparadas y
diminutas fuerzas llegaron salvas, aunque no sanas, pues raro era el soldado que
no se quejaba de heridas o golpes.
Dentro del reducido recinto de Santa Cruz de Tenerife se cobijaron los
capitanes y soldados supervivientes. Sus nombres coinciden exactamente con los
que han podido identificarse como partícipes en la primera entrada, pues a dicha
favorable circunstancia —la vida— deben su mayor o menor nomhradía.
Por asombroso que parezca, cientos de héroes se han sumido, sin pena ni
gloria, en el impenetrable silencio de la Historia. Tan sólo un nombre es dable extraer
entre las víctimas: el adalid Gonzalo Buendía, quien, haciendo honor a su cargo, debió
arrostrar el peligro siempre en vanguardia CCCIII CCCIV.
CCCIII ESPINOSA (pág. 101). Le siguen CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 566) y VIEBA Y
CLAVITO (tomo II, pág. 213).
CCCIV Los Reyes Católicos recompensaron a sus hijos con una concesión para explotar una
venta en Hinojares, a mitad de camino entre Quesada y Baza. Carta real, expedida en Madrid el 26 de
febrero de 1495.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 18.
La relación de conquistadores señalada en el capítulo V, páginas 143-144 y 151-152, se identifica con la de
supervivientes.
APÉNDICE II. Nómina de conquistadores.
208 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
La primera resolución tomada por el capitán fue reforzar las defensas del débil
campamento, para estar a cubierto de cualquier sorpresa por parte de los guanches
enemigos.
La cifra de «noventa canarios» fijada por Espinosa parece a todas luces exagerada.
Más en lo cierto se nos imagina moverse Abréu Galindo al puntualizar que «en una
baja hallaron noventa hombres'»; es decir, castellanos, isleños y graneanarios 8.
D Del documenta, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrveisilaria, 200G
Después de la recuperación de los rezagados había llegado la hora del halance de
combatientes, del recuento trágico de las víctimas. Fue entonces cuando se pudo
calibrar la magnitud del desastre. Un documento contemporáneo, de notoria veracidad,
valúa los supervivientes en sesenta caballeros y trescientos peones *. En este número se
computa la reducida guarnición que quedó al cuidado del campamento de Añazo con
los evacuados de Acentejo.
Alonso de Lugo se abstiene de dar cifras sobre el particular, aunque no oculta las
proporciones de la tragedia: «fue desbaratado, e le mataron mucha gente que traía e
muchos parientes... e amigos...». Dos contemporáneos de los sucesos, aunque no
actores en los mismos, Alonso de Alcaraz y Rodrigo Alvarez, se permiten dar su
parecer sobre la batalla. El primero, Alcaraz, insiste en «que oyó dezir e fue público
que los... guanches desva- rataron. al adelantado e a su gente en Acentejo, e le
mataron toda la mayor parte de la gente...». Alvarez confiesa «que oyó dezir... que le
havían muerto ochocientos o novecientos onbres...»CCCVII.
Con las desmedradas fuerzas supervivientes, sin moral y casi aterrorizadas, era
imposible sostener siquiera la cabeza de puente de Añazo, con vistas a las
operaciones futuras. Además, algunos de los alistados aspiraban a cancelar la
obligación contraída, reintegrándose a Castilla o a Gran Canaria. Era voz pública
que no querían más tratos con los guanches de Tenerife.
Hay que advertir que el poeta Antonio de Viana rechaza de plano la versión del
fraile dominico; es más, reemplaza la supuesta felonía por un espléndido obsequio de
víveres de toda índole que el mencey de Güímar deposita a los pies del abatido
conquistador. Núñez de la Peña no quiere
«Item, si saben... que después de así desbaratado el dicho señor adelantado se fue en Gran Canaria,.,».
El testigo Diego Fernández Amarillo se expresa así: «... luego como pasó el dicho desbarato se fue el dicho
adelantado e toda la gente a la isla de Gran Canaria con intención de se íomecer y tornar a la dicha conquista...».
Juan Benítez declara: «... fueron desbaratados e se fueron a Grand Canaria, e que después tornaron...».
LA RETIRADA 207
privarse de ambas versiones; y se queda con el regalo, para dar luego paso a la
mísera traición. En cuanto a Viera y Clavijo, vacila ante la perfidia, lleno de
turbación: «Parece que no puede caber en el corazón humano la acción indigna y
bárbara que nuestros autores atribuyen en esta ocasión al general de la conquista.
Era menester haber perdido todos los sentimientos de honor, de probidad y de
gratitud...». Por un lado, condena el desaguisado; por otro, se resiste a admitirlo:
«Si esta infidelidad fuera cierta, no hay duda merecieron nuestros conquistadores el
desastre de la matanza de Acentejo, y que debían haberse avergonzado mucho más
de esta villanía que de aquella derrota, pero no es de creer» CCCIX.
El hecho que aquí se registra y condena es sustancialmente cierto, aunque hay
que retrotraerlo en un par de años y reducirlo en dimensiones. No tuvo efecto en
1494, a raíz de la derrota de Acentejo, sino en 1496, cuando se había consumado
por completo la ruina del poderío guanche. Fray Alonso de Espinosa, que
Por tan poderosas razones hemos dado por supuesto que al abandonar Tenerife
el malparado conquistador, dejó bien resellada, la amistad con los reinos de las paces.
•» * #
Con independencia del inverosímil episodio relatado por la pluma de Espinosa,
CCCIX ESPINOSA (pág. 103), VIANA (págs. 210-211), NÚÑEZ PE LA PEÑA (págs. 128-129) y VIERA
Y CLAVIJO (tomo II, pág. 218).
Abréu Galindo, que ignora por completo la tradición oral captada por Espinosa {Informaciones de
testigos ante escribano), guarda absoluto silencio sobre este dramático episodio. En otro caso, jamás lo
hubiera pasado por alto. _
CASTILLO (tomo I, fascículo 2, págs. 571-574) expone puntualmente la traición, a la que condena sin
ambages.
CCCX Concierto, pág. 651.
Véase sobre el particular los capítulos VII (págs, 182-183) y XVI (págs. 364-365).
208 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
s
* Remitimos al lector a las páginas 180-181 del capítulo VII.
8
VICENTA CORTÉS: la conquista de las islas Canarias a través de las ventas de esclavos en Valencia, en
«Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (aiío 1955), págs. 496, 512-513 (doc. 3J y 532.
pan, sino cebada, que trituran en una piedra de molino de mano, la deslíen en agua
y la toman como comida o bebida. Comen también carnes cocidas en abundancia...
Y están dispuestos a recibir nuestra religión según los informes. ¡Oh, lo que hace la
doctrina y el celo, que de las bestias encerradas en el cuerpo humano hace hombres
apacibles! Si yo no hubiera visto muchos hombres de éstos, no me atrevería a
escribir tales cosas...» CCCXI CCCXII.
No se puede descartar, por otra parte, que la tradición recogida por el cronista
Espinosa sobre la deslealtad cometida por Alonso de Lugo con sus fieles aliados los
guanches de Güímar sea de manera simultánea el eco difuso y postrero de la similar
traición cometida por el capitán andaluz con los indígenas palmeses en los
pródromos de la conquista de Tenerife (abril- mayo de 1494). Se trataría de un caso
de interferencia histórica sumamente curioso.
El lector de sobra conoce que dos de los bandos de La Palma (el más conocido el
de Gazmira) se declararon de paz y colaboraron de manera efectiva en la sumisión
de la isla J1. Como la libertad garantizada de estos palmeses le impedía a Alonso de
Lugo redondear un buen negocio, urdió contra ellos la más miserable de las tretas.
Alonso de Lugo estaba sentando, con maldad, una nueva doctrina que con el
tiempo iba a arraigar en América: los llamados «cautivos de segunda guerra»,
reducidos a esclavitud legal por su rebeldía, tras una primera actitud pacifista.
CCCXI Prosigue así: «Las islas Canarias son siete, de las cuales Canaria es mayor que toda Mallorca.
La segunda es Tenerife; la tercera, Fuerteventura; la cuarta, Gomera; la quinta, la isla del Hierro, etc. Apenas
si los de una se entienden con los de la otra, como sucede con el alemán alto y el bajo. Antes de la victoria del
rey español eran como bestias. Ahora, gracias a la religión, se van dulcificando. La sexta ida es Lanzarote.»
Viaje por Espada y Portugal. 1494-1495. Traducción de J. López de Toro. Colección Almenara. Madrid,
1951, págs. 11 y 18.
CCCXII Capítulo IV, pág. 123.
208 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Benavides comparecía ante la corte de la hailía para registrar los cautivos, pagando por
su importación los tributos acostumbrados.
CCCXIII1Z RUMEU RE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 83-85 y 342 (documento
93).
VICENTA CORTÉS, trabajo acabado de citar, págs. 492-493 y 532 (doc. 88).
A estos mismos esclavos palmeses se alude en la real cédula de 2 de febrero de 1494. (Véase el capítulo V,
página 145).
CCCXIVOp. cit., pág. 18.
BUENAVENTURA BONNET: Traición a los guanches después de la batalla de Acentejo, en «Revísta de
Historia», tomo V (afio 1932), págs. 115-120. Este autor, comentando precisamente el testimonio de Jerónimo
Münzer, se inclina por aceptar la traición,
LA RETIRADA 207
Alonso de Lugo no era hombre para desanimarse por un revés, aun siendo tan
duro como el de Acentejo. Debido a esta encomiástica actitud personal, puede
asegurarse que el mismo día de la derrota estaba planeando el recuento de medios y
el despliegue de fuerzas con vistas al desarrollo de las futuras operaciones. La
segunda entrada se empieza a gestar así que pisó tierra de Gran Canaria en el
terrible éxodo de junio de 1494.
Este fue el plan estudiado y resuelto con vistas a la segunda entrada. En primer
término concibió una operación de desembarco, con tanta premura cuanto fuese
posible, para consolidar en la isla de Tenerife unas firmes posiciones que sirviesen
de punto de partida con vistas al desenvolvimiento de la campaña militar futura. En
segundo lugar, se imponía contratar un cuerpo expedicionario de tropas veteranas,
con probada y reconocida pericia, que inclinasen la balanza en pro de la anhelada
victoria.
Aunque esta segunda fase de la operación era la más remota en el tiempo, fue la
primera que hubo que afrontar, por la complejidad inherente a la misma. La guerra
de Granada, escuela donde se estaba formando la mejor infantería de Europa, hacía
dos años que era conclusa. En ella las milicias señoriales de los grandes magnates
andaluces habían tenido destacada intervención, encuadrados sus hombres en el
ejército real. Uno de los proceres participantes en la contienda, don Juan Alfonso de
Guzmán, duque de Medina Sidonia, era conterráneo y particular amigo del capitán
mayor. En él pensó, en efecto, como la persona más indicada para prestarle tan
necesaria colaboración, máxime cuando vagaban por sus estados porción de ca-
balleros e infantes en licencia absoluta y con añoranzas bélicas.
Ahora bien, el desarrollo de tan ambiciosos planes requería abundante
numerario; y si el dinero ha sido considerado siempre como el nervio de la guerra,
208 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Veamos ahora, por separado, cómo fue solventando el conquistador cada uno de
estos escollos.
CCCXV Había nacido en 1464, produciéndose su óbito en 1507. De su matrimonio con Isa bel de
Velasen (hermana del primer duque de Frías) había de nacer el cuarto duque de Medina Sidonia, don
Enrique de Guzmán.
Luis DE SALAZAR Y CASTRO: Indice de glorias de la Casa de Farnese, Madrid, 1716, página 582.
ANTONIO DE VARGAS-ZÚÑIGA, MARQUÉS DE SIETE IGLESIAS: Títulos y Grandezas del Reino, Madrid, 1956,
págs. 35-36.
CCCXVI Concierto, pág. 653.
208 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
La segunda medida que tomó el capitán Lugo fue dirigirse apresuradamente, por
medio de emisarios, a doña Inés Peraza, señora de Lanzarote y Fuerteventura, y a doña
Beatriz de Bobadilla, señora tutriz de La Gomera y El Hierro, en demanda de
colaboración y ayuda militar, con vistas a las inmediatas operaciones de desembarco.
El bachiller Soto fue el mensajero de Lugo para negociar la asistencia de la que había
sido señora de las islas Canarias. En los documentos de la época ha quedado el
recuerdo del gasto que tuvo que hacer el conquistador contratando «los navios que
fueron, después del desbarato, a doña Inés Peraga e a doña Beatriz de Bobadilla, para
concertar la buelta» M.
Como los acreedores le apremiaban constantemente con los débitos y los soldados
supérstites reclamaban las pagas, a Alonso de Lugo no le quedó otro recurso que poner
en almoneda todo cuanto le restaba del patrimonio heredado y adquirido. Las palabras
del capitán adquieren un tinte patético: «vendió y empeñó todos sus atavíos e gastó la
dote de su muger, e se adebdó en grandes sumas de maravedís...»CCCXIX.
ffi Del documenta, toe auto.ee, Dlgltalízadón realizada po. ULPGC. Blblloleea UnnreraM.la, 2000
en el Archivo de Simancas, inserto en la real cédula de confirmación expedida por
Fernando e Isabel en Tortosa el 28 de febrero de 1496.
Lo primero que destaca en esta operación es la importancia que en 1494, diez años
después de la conquista de Gran Canaria, tenía el heredamiento de Agaete, que revela
el esfuerzo desplegado como colono por el futuro conquistador de Tenerife. Se
componía de «un yngenio de moler cañas d’agúcar con todos sus aparejos de calderas e
tachas e cobreformas, casa de purgar, casas de yngenio e de calderas, con un molino de
moler pan e con todo lo a ella anexo..., e con todas las tierras puestas de cañas e cer-
cadas e todas las por poner e cercar», hasta completar las noventa fanegadas de tierras
de sembradura. Seguramente en ninguna de las islas había una posesión territorial tan
vasta, prometedora y espléndida.
más prencipales e peligrosas de la dicha isla de Gran Canaria, que fue en el Agaete, e hizo una fortaleza, donde cada
día peleavan e fue muchas vezes herido e sufrió muchos trabajos e hambres e muertes de criados e parientes e otras
personas e muchas afrentas e peligros, hasta Uegalle a poner fuego a la torre a pegárselo e desanparar la torre por
temor del fuego e salir a pelear al canpo cada día, donde gastó todo el patrimonio que tenía e avía ávido de sus
padres e hacienda de sus hermanos e parientes, donde quedó muy adebdado...».
Esta cláusula del contrato merece ser destacada: «Vos vendo [el dicho
heredamiento] con todas sus entradas e salidas, usos e costumbres e pertenencias... por
prescio e quantía de seyscientas e cinquenta mili maravedís de la moneda que oy corre
en esta ysla de la Gran Canaria; de las quales dichas seyscientas e cinquenta mili
maravedís de la dicha moneda, me doy e otorgo e tengo por bien contento e pagado e
1
4
210 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Como este contrato será con el tiempo impugnado por el propio Alonso de Lugo y
sus inmediatos sucesores, conviene realzar aquellas cláusulas que lo dan por
perfectamente válido, con la machacona insistencia de los textos notariales de la época:
«E pongo con vos el dicho Francisco Palomares e con quien por vos oviéredes aver e
heredar las cosas susodichas, de vos las haser ciertas e sanas e de paz, e que por mi ni
otro por mi ni por otra persona alguna vos non serán pedidas ni demandadas ni
contrariadas ni enbargadas ni puesto en ellas ni en parte dellas enbargo ni contrario
alguno en tiempo alguno ni por alguna manera.» Más precisa es aún otra cláusula
posterior: «E sy más vale o valer puede en qualquier tienpo e por qualquier manera el
dicho yngenio... de las dichas seyscientas e cinquenta mili maravedís de la dicha
moneda, yo vos fago gracia e donación pura, entre vibos, no revocable, de la demasya,
por rasón de muchas e buenas obras que de vos tengo recebidas que son tales e tantas que
con lo que más vale non podría de ser pagado.,.».
Con las medidas hasta ahora reseñadas pudo Alonso de Lugo cubrir las deudas
más perentorias y poner los primeros jalones de la futura operación. Sin embargo,
De esta manera se negoció por ambas partes un contrato de sociedad f que fue
suscrito en Las Palmas en el verano de 1494. De este concierto § económico han tenido
información confusa los cronistas más próximos al acontecimiento.
Abréu Galindo es más confuso aún en el testimonio. Asegura que Alonso de Lugo,
después del desastre «determinó venir a la isla de Gran Canaria ...; y de aquí envió a
pedir ayuda a algunos armadores, que le habían ayudado en la armada para las
entradas que había hecho, que eran cuatro vecinos de Sevilla, Francisco Palomares,
Guillermo del Blanco, Nicolás Angelo y Mateo Viña, los cuales le socorrieron con
dinero». Con independencia de ello, da por sentado que los cuatro prestamistas
otorgaron «poder... a Gonzalo Suárez de la Puebla (síc) para cobrar de Alonso de Lugo
los maravedises que le prestaron...». Sobre el mandatario, añade que «era vecino del
Puerto de Santa María, estante en la isla de Gran Canaria». Y en cuanto a las
circunstancias del poder, que se había otorgado «en 13 de junio de 1494 años, ante
Gonzalo García, escribano público de Canaria»CCCXXIV.
Ambas versiones están desmentidas por los actores, los hechos y los documentos.
De los cuatro socios armadores nos son conocidos Francisco Palomar y Mateo
Viña, ambos genoveses. Al primero, avecindado en Valencia, lo acabamos de ver
adquiriendo el formidable ingenio de Agaete de manos de su legítimo propietario,
Alonso de LugoCCCXXVI. El segundo, Mateo Viña, vecino del Puerto de Santa María,
tomó activa parte en las operaciones iniciales de la conquista; en cierta ocasión
alardeará de que «fue conquistador e armador quando se ganó esta ysla, desde el
principio fasta agora..., e que ni aún se ganara, sy él no socorriera al tiempo del
desbarato...» 2S. El tercer armador, Guillermo de Blanco, asimismo ligar, tenía su
vecindad en el Puerto de Santa María CCCXXVII CCCXXVIII. El cuarto socio, Nicolás Angelat,
CCCXXIVPágina 319.
CCCXXV Concierto, pág. 648.
CCCXXVI Páginas 208-210 de este mismo capítulo.
29
A. S.: Consejo Real, leg. 106. Proceso de las yslas de Canaria. Mateo Viña reconoce que «es ginovéB..., casado
e vecino e regidor e fiel esecutor,..». (Reformación, pág. 56).
En efecto, el armador ligur se casó, alrededor de 1505, con Catalina Gallegos, de cuya unión nacieron diversos
hijos. Interesa destacar al primogénito Fabián Viña, regidor de
CCCXXVIITenerife y alcaide del castillo de San Miguel de Garachico, en quien se extingue la línea de
varonía.
Fuera de matrimonio había tenido una hija, que se educaba en el Puerto de Santa María bajo los
cuidados de Leonor Juanes de Anaya. Ello daría pie a una reclamación de débitos en 1508.
FRANCISCO FERNÁNDEZ BÉTHENCOURT: Nobiliario y blasón de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1878,
tomo I, pág. 137.
A. S.: Consejo real, leg. 67, foL 12.
CCCXXVIII Se dedicaba al tráfico y comercio de esclavos, cosa que cuadra mucho con su presencia
en Gran Canaria en 1494. Como en el Puerto de Santa María estaban afincados por esta época diversos
miembros de la familia genovesa de Blanquetto, a nuestro juicio Guillermo de Blanco estaba vinculado por la
sangre a dicha estirpe.
Archivo de Protocolos Notariales de Jerez de la Frontera. Registro de Sebastián Gay- tón. Afio 1508, fol.
588. Carta cuenta de Bernardo de Huete, recaudador dd duque de Medina Sidonia. En ella se lee lo siguiente:
LA RETIRADA 213
era natural de Mallorca y clérigo de profesión; se ignora el lugar de su residencia
CCCXXIX
.
impresionante coste de los fletes. En el pago de esta deuda llevaron el peso mayor
Nicolás An- gelate y Guillermo de Blanco, siguiéndoles con menos numerario Francisco
Palomar y Mateo Viña, aunque el tercero no hizo efectivo su total compromiso. Todo lo
pagado en fletes por los socios, así como los intereses de estos mismos, devengados por
la demora, serian incluidos en el capítulo de gastos de la operación militar y devuelto
íntegramente a cada uno de ellos del botín de la conquista antes de proceder al reparto
del mismo.
En cuanto a la segunda parte del contrato, la cantidad que cada uno aportó en
metálico para los gastos de la conquista, carecemos de detalles concretos. No debió de
ser la misma para todos, sino que cada cual entregó lo que pudo, según sus
disponibilidades. En relación con esta aportación estaba fijada para el futuro la cuantía
del beneficio a recibir, «segund la parte que cada uno tiene en la dicha conquista»
CCCXXX CCCXXXI
.
Parece seguro que Alonso de Lugo garantizó a sus socios o colaboradores el
reembolso, como mínimo, de cuanto habían de entregar para la operación militar
proyectada, con los intereses devengados hasta el final de la conquista. Acaso les
prometiese Lugo también una prima fija, como beneficio, independiente del botín, para
el caso de que éste no fuese espléndido o cuantiosoCCCXXXII.
CCCXXXtado por Alonso de Lugo, con exclusividad. El concierto tuvo que ser forzosamente posterior a la venta
por el conquistador del ingenio de Agaete (19 de agosto de 1494).
Todo el relato de Espinosa es confuso y equivocado. Supone que el ingenio de Agaete se vendió antes de la
primera entrada en Tenerife; que Alonso de Lugo dejó una pequeña guarnición en la torre de Santa Cruz; que los
armadores residían, unos, en Gran Canaria, y otros, en España...
CCCXXXIquista de Tenerife? («Revista de Historia Canaria», núm. 169, años 1971-1972, págs. 130-134),
propone el emplazamiento del controlo de sociedad «antes de ir a Tenerife», es decir, en el momento de los
preparativos que precedieron a la primera entrada y subsiguiente derrota de Acentejo.
El autor acierta, con sagaz intuición, en vislumbrar el primer contrato de sociedad. Pero a poco que se
indaguen las cláusulas más importantes del segundo contrato, se reafirmará la opinión de su total
independencia con respecto de aquél.
Bastará para demostrarlo traer a colación el pago por los cuatro socios de los fletes de la primera entrada
con los intereses acumulados. Ello presupone que el concierto es posterior a la derrota de Acentejo y al éxodo.
Recuérdese, por otra parte, que los fletes no pudieron ser negociados en el primer contrato de sociedad,
por tratarse de un gasto derivado del incumplimiento por la corona del compromiso de transportar en la
armada real al ejército expedicionario.
CCCXXXII Este extremo parece indiscutible. Cuando después de la conquista se liquida la
compañía, los socios reciben primero los fletes, o mejor, su importe, y luego la promesa del reparto
proporcional del botín. Pero los socios no se muestran satisfechos; temerosos de que éste no sea importante o
cuantioso, piden y obtienen, no sólo fianzas corrientes, sino el bloqueo de cierta cantidad, que deberá ser
librada por la hacienda real en provecho exclusivo del conquistador, como garantía «de lo que ellos han de
aver», porque lo que «pertenesce a la dicha conquista non bastará». Si el reparto no les satisfacía, es
indudable que existían por parte de Lugo unas obligaciones mínimas que no podían ser otras que el reintegro
de capital e intereses y acaso de una prima fija como beneficio.
LA RETIRADA 215
Desde la Baja Andalucía, el veterano soldado dirigió sus pasos hacia la corte.
Femando e Isabel se hallaban por entonces establecidos en el viejo alcázar de
Madrid, villa en la que habían hecho su entrada a mediados de septiembre de 1494, y
en la que van a permanecer por espacio de ocho meses CCCXXXIII. Esta circunstancia
arrastró al conquistador a establecerse en la actual capital de España para poder
ventilar cómodamente sus asuntos y negocios.
CCCXXXIII ANTONIO RUMEU DE ABMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, páginas 212-
216,
216 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
eco de las preocupaciones del capitán mayor: «Por quan- to en el asiento, que por
nuestro mandado se tomó con Alonso de Lugo sobre la conquista de la ysla de
Tenerife..., se asentó que dentro de diez meses, contados desde el día que
desembarcase..., la diese ganada; lo qual, por algunos justos ynpedimentos, dis que
no lo a podido haser...». El interés de los monarcas por sacar adelante la operación
sirve para justificar la moratoria: «Nuestra merged e voluntad es que la dicha
conquista se continúe; por la presente, prorrogamos el dicho término... por otros dies
me-
© Del
docu
ment
o, los
autor
es.
Dlglta
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ón
realiz
ada
por
ULP
GC.
BMot
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Unive
rsitari
a.
2006
Maqueta del viejo Alcázar de Madrid, fortaleza medieval, ampliada y reformada por los Reyes Católicos y sus inme-
diatos sucesores. (MADRID: Museo Arqueológico). Después del desastre de Acentejo, Alonso de Lugo se trasladó a orillas
del Manzanares con objeto de gestionar la prórroga del plazo señalado por la Corona para la conquista de Tenerife. El des-
tartalado caserón fue escenario de la entrevista del capitán andaluz con los monarcas castellanos.
© Dal documento, los autores. Dlghalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2C
El puerto de San Sebastián, en la isla de La Gomera, por Pedro Agustín del Castillo. 1676. (LAS PALMAS: Archivo
Vega Grande). Doña Beatriz de Bobadilla, señora tutriz del territorio, prestó una activa colaboración a Alonso de
Lugo en las operaciones de la conquista.
LA RETIRADA 217
ses conplidos, contados desde el día que se fenecieron los otros dies meses primeros...» M.
CAPITULO IX
En los planes de Alonso de Lugo, concebidos ahora con singular prudencia y tino,
tenía rango d.e prioridad el desembarco puro y simple para consolidar posiciones de
extraordinario valor estratégico. Una vez alcanzado este objetivo en plenitud, se
desarrollaría la metódica ofensiva contra los guanches, utilizando para ello el cuerpo
expedicionario veterano del duque de Medina Sidonia.
Los cronistas tuvieron en su día una vaga y confusa información del suceso; por eso
resulta inútil ahondar en los mismos en busca de una cronología o unos detalles. La
fecha límite más próxima: diciembre de 1494, se deduce de la presencia personal de
Alonso de Lugo en Madrid el 8 de noviembre, lo que obliga a concederle un cierto
margen de tiempo para el retorno. La fecha más remota: febrero de 1495, se presume
por el texto de la Real cédula de 4 de marzo de ese mismo año, que da por consumado el
desembarco al registrar cómo' «los cavalleros y peones, que están en dicha conquista,
enbían... esclavos e catyvos de la dicha ysla...»CCCXXXV CCCXXXVI.
El mes de diciembre de 1494 parece demasiado apresurado como fecha para fijar el
segundo desembarco. Piénsese que la movilización de una parte de las fuerzas insulares
tuvo que requerir determinados plazos que
hacen improbable esa datación. El mes de febrero de 1495 adolece del mismo defecto,
aunque a la inversa. La cédula de 4 de marzo —sobre cuyo contenido se insistirá más
adelante 8— resuelve una reclamación de Alonso de Lugo y los socios armadores,
relativa al pago de tributos en los puertos metropolitanos por razón de los esclavos
importados. Este conjunto de circunstancias exigen el plazo de un mes y medio largo \
Con el apoyo de los argumentos invocados nos permitimos fijar como fecha
probable del segundo desembarco los días iniciales del mes de enero de 1495.
En cuanto a los preparativos del segundo desembarco, los pormenores son harto
vagos e inconcretos. Sabemos, por ejemplo, que doña Inés Peraza ayudó al capitán
mayor con hombres, armas y bagajes hasta el punto de que los débitos contraídos con
ella ascendieron a la elevada cifra de 600.000 maravedíes CCCXXXVIII. El propio Lugo se
envanece de la garantía ofrecida con el propósito de sacar adelante la colaboración:
«quando ya no tovo quien le prestase ni que vender, enpeñó sus hijos don Pedro y don
Femando a doña Inés Peraza, para que le diese sobre ellos bastimentos para la dicha
conquista» CCCXXXIX CCCXL. Cuando al correr del tiempo Alonso de Lugo recompense a
sus hijos con repartimientos de tierras, se envanecerá de esta colaboración pasiva que
Nos acercamos al momento decisivo, faltos casi por completo de una sustancial
Las breves líneas transcritas nos sirven para establecer diversas conclusiones :
9
1. Que Alonso de Lugo tuvo el mando efectivo de las tropas que in-
tervinieron en el segundo desembarco.
9
2. Que en las huestes se alistaron parte de los soldados (escuderos y
peones) supervivientes de la primera entrada.
9
3. Que el objetivo fundamental de la operación estribaba en edificar dos
fortalezas, como base de partida para el desarrollo de la futura campaña
militar.
9
4. Que al mismo tiempo los soldados se entretuvieron en echar los
cimientos de la «villa» de Santa Cruz de Añazo, y
CCCXLIIprestar en poder del dicho Lope Fernandes, e que con estos socorros e remedios volvieron a esta
dicha isla de Tenerife a la tornar a conquistar...».
CCCXLIII* Ibid., págs. 45 y 115.
Memorial de descargos, capítulo LXXXVII, e Información testifical, pregunta CLX. Los testigos
(Amarillo, Benítez y San Martín) están conformes con todos estos extremos. El testigo Diego de San Martín
nos revela que los vestidos de Lugo se conservaban depositados, después de finalizada la conquista,
olvidados por su dueño, en el convento de San Francisco de Santa María de Betancuria. Véanse sus
palabras:
«... e que guando fue a Fuerteventura, que el dicho adelantado halló sus vestidos en la dicha isla en San
Francisco, enpeñados a doña Inés de Herrera, los guales tomó e los repartió por la gente».
CCCXLIV A. S.: Registro del Sello, fol. 23.
Carta de comisión al gobernador de Gran Canaria don Alonso Fajardo. Tortosa, 20 de enero de 1496.
Documentos, núm. 21.
LA OPERACIÓN DE LAS TORRES 225
9
5. Que durante la construcción de las torres y con posterioridad al
término de las mismas se libraron en su contorno, y acaso en zonas aledañas,
encarnizados combates, de cuyas resultas sucumbieron muchos de los
soldados de la guarnición.
Cada imo de estos extremos requiere un minucioso análisis crítico para ponderar
las circunstancias que en el miaño concurren. Ese será nuestro objetivo inmediato.
Del documenta, los «tales. Digitalízadón realizada por ULPGC. alblloleca Unhrtasltano, 2000
esta colaboración, y sí pruebas sobradas de que se mantuvo incólume. Tan sólo en
fecha tardía (octubre de 1496) el capitán- conquistador alegará tibieza o
deslealtad por parte de los menceyes o sus súbditos para justificar las torpes
tropelías contra los guanches amigos CCCXLVI. Leonardo Torriani acierta al afirmar
que «mientras Alonso de Lugo reunía gente y se preparaba para volver a esta isla,
enviaba cada día mensajeros a los reyes confederados, avisándoles que el daño
que había recibido no era de consideración, y que se había retirado a Canaria
solamente para recoger mantenimientos y mayor número de soldados, para dar
fin más rápidamente a la conquista; y rogándoles que conservasen la fe jurada,
que él mismo volvería pronto a reunirse con ellos»CCCXLVII.
Mención especial hay que hacer del mencey de Anaga, en cuya demarcación
se integraba el territorio de Añazo. Sin duda Alonso de Lugo operó con su
beneplácito, contando con la promesa de tan inestimable colaboración.
s
Si en el primer desembarco apenas pudimos concretar unos cuantos nombres
entre los jinetes y peones alistados, en la operación de las torres el inconveniente
es aún mayor por la escasa base documental de que disponemos. El cuerpo
expedicionario se nutrió de supervivientes de la primera entrada y voluntarios
enrolados dentro del área geográfica del archipiélago. Se hace imposible discernir
quiénes se alistaron en la misma y quiénes reservaron su actuación para la
importante campaña final. Hay que sospechar que, aparte de la soldadesca,
debieron intervenir los más
amistad y colaboración por parte del mencey y sus vasallos fueron para la misma
una garantía de paz y seguridad. Sabemos, por otra parte, que el segundo
desembarco trajo aparejados sangrientos encuentros y escaramuzas en los que
perdieron la vida bu en número de conquistadores. Este cruento pormenor fuerza a
emplazar la segunda torre en uno de los bandos de guerra colindantes, que en
nuestro caso concreto no puede ser otro que el de Tegueste.
Se puede llegar aún a mayores concreciones. El baluarte tenía que estar ubicado
entre Santa Cruz y La Laguna, en un punto de particular interés estratégico 1B. No
hay otro lugar que reúna mejores condiciones para ello que Gracia, en los aledaños
de Agüere. A su posición eminente como auténtico bastión natural se viene a sumar
el cruce de diversos barrancos que actúan como fosos 1S*. Puede darse como seguro
que allí se asentó la segunda torre, con que quedó rematada la primera fase del plan
de conquista. La fortaleza de Gracia se convirtió así en una cufia de penetración
clavada en las mismas espaldas de los reinos insumisos; punto de arranque para la
ofensiva final.
A propósito de la ubicación en Gracia de la segunda fortaleza, no estaría de más
señalar la insistencia con que el cronista-poeta Antonio de Viana habla del real o
campamento emplazado en dicho estratégico punto como base de operaciones
cuando la segunda campaña. Su testimonio pudiera interpretarse como un confuso y
vago vestigio de la existencia de la torre 17.
Dejemos constancia de que Gracia era parte integrante del reino de Tegueste,
según el autorizado testimonio del cronista Espinosals.
t**
18
Dado que la próxima gran batalla se va a desarrollar en los aledaños de la ciudad actual de San Cristóbal
de La Laguna, resulta indiscutible su emplazamiento en la ruta desde Añazo a Agüere.
1#
' Hoy los más escarpados se denominan del Drago y Gomero,
M Págs. 287, 289, 300, 301, etc.
i» Pág. 95.
©Del documentó, los amores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,
La, ermita de Santa María de Gracia, en las proximidades de San Cristóbal de La Laguna, tal, como se conservaba, en. el
tercio medio del siglo XIX. Dibujo de J. J. Williams y litografía de J. L. Tirpenne. Junto a la ermita es fácil distinguir
un torreón octogonal, que pudiera ser resto de la fortaleza de la conquista.
LA OPERACIÓN DE LAS TORRES 229
cas del primer desembarco. Los demandantes eran Diego y Cristóbal Garrido, vecinos de
Palos, propietarios de la nao Garrida, encallada en la costa de Tenerife en la incursión
depredadora de abril de 1494. Los nautas pa- leños demandaban del capitán mayor la
oportuna indemnización por el importe del casco perdido. Por una provisión del alto
organismo, expedida en Madrid en febrero (?) de 1495, se encomendaba al gobernador de
Gran Canaria Alonso Fajardo «que luego veades lo susodicho, e... fagades e admi-
nistredes conplimiento de justicia por vuestra sentencia... difinitiva...».
Pero, a decir verdad, se nos escapa la resolución tomada por Fajardo, así como la
cuantía del resarcimientoCCCXLIX*.
No hay el más leve indicio de defección por parte de los menceyes aliados. Ningún
documento oficial se hace eco de ello. El amparo y la protección real dispensados a los
guanches amigos es garantía plena de lealtad por parte de los mismos CCCL.
de la expresa declaración que hicieron en. 1498, a raíz misma de finalizada la contienda,
«ciertos canarios de los vandos de Dexa e Bona e Giiymar: que al tiempo que Alonso de
Lugo ...fue a conquistar la dicha ysla [de Tenerife] ...diz que se juntaron con él... para
conquistar la dicha ysla; e que fazían lo quel dicho Alonso de Lugo les mandava, e que
acogían en los dichos vandos a nuestras gentes e les amparaban e defendían, e que les
daban sus mantenimientos»CCCLIII. Cada una de las palabras en estos dos párrafos
registrados definen la índole de la colaboración: presencia y homenaje, ayuda militar,
protección, derecho de tránsito por sus territorios y entrega de vituallas. En realidad nada
más podían ofrecer ni nada más podían dar; pues el capitán-conquistador rehusó
seguramente a encuadrarlos en sus huestes porque a la inoperancia venía a unirse el riesgo
de un exceso de confianza.
2#
A. S.: Registro del Sello.
Documentos, núm. 20.
37
VICENTA CORTÉS: La conquista de las Islas Canarias a través de las ventas de esclavos en Valencia, en
«Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (año 1955), págs. 533-534.
El 17 de febrero de 1495 Andrés Font presenta dos cautivas de Tenerife (doc. 93). El 28 da marzo Nicolás
Marqués negocia cuatro esclavas procedentes de la misma isla (doc. 94). El 8 de octubre Juan Abelló presenta un
guanche: Ubay Chimayo (doc. 97).
LA OPERACIÓN DE LAS TORRES 229
CAPITULO X
Hemos de añadir otro testimonio valioso. Andrés Bernáldez, cura de Los Palacios,
destacado cronista de la época y testigo de excepción de cuanto pasaba en Andalucía,
ratifica la fecha de 1495 como aquella en que tuvie
ron pleno desarrollo- las operaciones de la segunda fase de la conquista CCCLVIII CCCLIX.
Yerran, en cambio, los cronistas isleños, Espinosa, Abréu Galindo, Viana y Núñez de
la Peña, pues anticipan la llegada de las tropas del duque de Medina Sidonia al año
1494s.
En cuanto a los demás pormenores cronológicos, mes y día, así para concretar la
arribada como con vistas a la exacta datación de las grandes batallas, hay que confesar que
carecemos de una información de entero crédito. Siendo fray Alonso de Espinosa el
cronista más próximo a los sucesos y el más veraz de todos, optamos por aceptar sus
pormenores cronológicos —salvando el error en un año (1494 para él; 1495 para nosotros)
— antes que caminar a ciegas CCCLX CCCLXI CCCLXII. Además, la datación supletoria del fraile
dominico se ve corroborada en líneas generales por los cronistas coetáneos o inmedia-
tamente posteriores. Se da otra circunstancia digna de nota para revalorizar la
mencionada información: la coincidencia de las fechas propuestas por Espinosa con su
CCCLVIII Memorias del reinado de los Reyes Católicos. Madrid, 1962, pág. 341.
CCCLIXESPINOSA (pág. 106), ABBÉU GALINDO (pág. 320), VIANA (pág. 252) y NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 137).
Lo mismo, CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 586), VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 222), y MILLARES TORRES
(tomo IV, pág. 212).
CCCLX El procedimiento consistirá en mantener la cronología de los sucesos de 1494, haciéndolos
sobrevenir en 1495. En segundo término, conservar puntualmente la datación de este último año.
CCCLXI VICENTA CORTÉS: La conquista de las islas Canarias a través de las ventas de esclavos en Valencia,
en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (año 1955), págs. 534-542.
8
ESPINOSA (págs. 108-113). Para este autor, la batalla de La Laguna se da el 14 de noviembre de 1494, mientras que
la segunda batalla de Acentejo tiene lugar el 25 de diciembre de 1495. Lo mismo, en VIANA (págs. 252, 278 y 328).
NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 137 y 153). Este cronista retrasa la batalla de La Laguna al 30 de noviembre de 1494.
CCCLXIIVIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 222 y 231-243) se mantiene en la misma línea.
MILLARES TORRES (tomo IV, págs. 215-216) vuelve a abogar por el 14 de noviembre.
EL CUERPO EXPEDICIONARIO METROPOLITANO 237
Estopiñán, jurado del Concejo xericense, y Mayor de Virués. De este tronco
alumbraron, en otros, dos hijos famosos: Pedro, el primogénito, contador mayor de
casa ducal y conquistador de Melilla en 1497, y Bartolomé, el menor, nuestro personaje
CCCLXIII
.
Si del conjunto del cuerpo expedicionario andaluz pretendemos indagar sobre sus
componentes más destacados, tropezaremos aún con mayores obstáculos que en.
indagaciones anteriores, por haberse reintegrado a la metrópoli el grueso de los
enrolados. Fray Alonso de Espinosa registra los nombres de diversos jinetes, que deben
merecer nuestra atención. He aquí sus exactas palabras: «Entre la gente de a caballo
que envió el duque para el socorro fueron Diego de Mesa, Francisco de Mesa, Gonzalo
[del] Castillo, Alonso de Alfaro, Jaime Joven, Alonso Benítez, Alonso de las Hijas,
CCCLXVII ESPINOSA (pág. 107) y ABRÉU GALINDO. TORRIANI (pág. 185) da como cifra global
«mil quinientos peones españoles, canarios, lanzaroteños, y ochenta caballos». NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág.
131) se limita a cuantificar a las tropas expedicionarias andaluzas, «seiscientos y cinquenta hombres de
a pie y cuarenta y más de a caballo».
CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 585) registra la presencia de «un cuerpo de más de quinientos
hombres de esta de Canaria y demás islas».
VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 222) valúa el cuerpo expedicionario —de la mano de Núñez de la
Peña— en «650 hombres de infantería y 45 caballos», y da como cifra global del ejército conjunto «1.100
hombres de infantería y 70 caballos».
MILLARES TORRES (tomo IV, pág. 212) reduce el contingente regional: «500 infantes y 30 caballos».
240 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Llamamos la atención sobre la extraordinaria similitud en cuanto a nú* mero entre los
combatientes de la primera y la segunda entrada. La única diferencia que se observa es la
veteranía de los soldados de 1495 con respecto a sus predecesores de 1494.
Hay que advertir con carácter previo que Alonso de Lugo se desprendió por
estas mismas fechas de parte de los soldados que habían intervenido en la operación,
de las torres. Ignoramos qué móviles indujeron o provocaron esta determinación.
Pudiera tratarse de un contrato a plazo fijo, que expiró en la fecha de su
cumplimiento. Es admisible que estuviese pactada la suspensión de servicios, y por
tanto la desmovilización, al arribo del grueso de las tropas conquistadoras. Sin que
quepa excluir el descontento o malestar por una de las partes o por ambas a un
tiempo.
El hecho cierto e indiscutible fue que un grupo de escuderos y peones
abandonaron el escenario de la lucha en las mismas vísperas de las grandes batallas.
Llegada la hora de cancelar los débitos contraídos por las soldadas, Alonso de Lugo
se escudó en la falta de numerario, ofreciéndoles el gago para fecha próxima.
Incorporados a la isla de Gran Canaria vieron pasar día tras día sin la menor
CCCLXXI* Nueve afios después de finalizada la conquista de Tenerife, todavía Alonso de Lugo no había
hecho efectivo el importe de la compra. Ante esta improcedente actitud, no le quedó otro recurso al cambiador
sevillano que formular la oportuna reclamación ante el Consejo real. Dos provisiones del alto organismo —9 y
24 de septiembre de 1505, despachadas respectivamente en Segovia y Salamanca—> abren el período de pruebas
en el pleito. Ignoramos, sin embargo, la resolución tomada en el caso.
A S.: Registro del Sello,
Documentos, núms. 49 y 50,
La carta real de seguro y amparo que Jerónimo de Herrera obtuvo en 1496 (29 de julio) contra posibles
tropelías del duque de Medina Sidonia, su contador Pedro de Esto-
Detalle del plano de Santa Cruz de Tenerife, levantado por Leonardo Torriani
en 1588. (COIMBRA: Biblioteca Universitaria).
El lugar y puerto de Santa Cruz, más tarde plaza fortificada, villa y ciudad, nace
indiscutiblemente cuando la primera fase de las operaciones del segundo desembarco. La tercera
torre de Añazo y el campamento militar se construyen ahora con sólidos materiales para hacer
frente a cualquier evento. Hay que insistir en la probabilidad de que ambos volvieran a estar
emplazados en la margen derecha del barranco de Santos.
En el primer siglo de su existencia, Santa Cruz no fue otra cosa que el puerto de la ciudad
capital, La Laguna. La pequeña urbe estaba habitada por tratantes, armadores, marineros y
pescadores.
Los únicos edificios de relativo interés eran la parroquia y el castillo de San Cristóbal. Para
edificar este último hubo que derruir, en 1575, la ermita de la Consolación, costeada por Lope
Fernández en conmemoración de tino de los episodios de la conquista. '
En la playa de la Carnicería es divisable el primitivo muelle o desembarcadero de Santa Cruz.
Hemos de volver, tras este inciso, a nuestro principal objetivo. Hay que suponer, en
primer término, que Alonso de Lugo, en los días inmediatos al arribo, debió reanudar los
pactos de amistad y recabar la colaboración de los menceyes de los bandos de las paces.
Otra medida que acredita el buen criterio y espíritu previsor del conquistador fue
encomendar al ex rey de Gáldar don Femando Guanarteme que quedase acantonado con
sus parientes y allegados en el campamento de Santa Cruz de Añazo para reforzar la débil
guarnición permanente encargada de la defensa del mismo. De esta manera quedaba la
retaguardia a cubierto contra cualquier sorpresa o contratiempo 18.
El verdadero objetivo del ejército expedicionario era internarse en la isla para trabar
combate con los envalentonados guanches. No puede sorprendemos de esta manera ver las
tropas conquistadoras ponerse en .movi- §
miento hacia el 11 de noviembre, escasas jomadas después del arribo. Iban |
al frente de las mismas el capitán mayor Alonso de Lugo y el lugarteniente |
Bartolomé de Estopiñán, y en su seguimiento las distintas compañías en las 3
Cuenta Espinosa que los guanches tenían apostados «sus espías para que |
viesen el designio de los nuestros», con objeto de «que cuando quisiesen |
marchar y subir arriba se lo avisasen para salirles al encuentro y cogerles |
La Cuesta, donde con su ligereza se pudiesen aprovechar de los nuestros». g
Pero, a renglón seguido, el cronista dominico puntualiza que «no les salió como pensaban,
porque o los centinelas se descuidaron o ellos (aunque apercibidos) no pudieron salir más
aína, y así cuando acudieron ya los nuestros estaban en lo alto y puestos en ordenanza»
Del documento,
20
.
Rebasado el bosque de La Cuesta, las tropas prosiguieron su avance sin
contratiempo alguno hasta arribar al torreón de Gracia, en cuyo contorno
pifian y el hermano de éste Bartolomé, podría estar relacionada con los aprestos para la expedición a Tenerife.
Desde luego, consta que le debían «cierta cuantía de maravedís».
A. 9.: Registro del Sello, fol. 157.
18
Información Giumartémica, pág. 215. Declaración del conquistador Juan Baxo.
18
Conviene insistir en esta clasificación, que ha quedado esbozada en anteriores páginas, cap. V, págs. 150-151.
En el ejército de la conquista quedaron encuadrados diversos grupos humanos:
1. B El soldado metropolitano (andaluz preferentemente).
2. a El castellano avecindado (conquistadores y pobladores, de Gran Canaria en su mayoría).
3. a Los isleños nativos, es decir, los naturales de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro (de estirpe
europea e incluso aborigen), y
4. ° Los indígenas de Gran Canaria.
20
Página 108. VIANA (págs. 272-273), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 136-137), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág.
588) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 224-225).
246 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
aüM
Labatalla de «la laguna». Incidencias más
importantes. Muerte del rey Benitomo de Taoro.
De nuevo nos sirve el cronista Espinosa para reflejar el estado de ánimo de los
guanches en vísperas de la acción: «Habían quedado los naturales tan ufanos y
soberbios con la victoria habida, que ya no estimaban a los nuestros ni los tenían
en la posesión que antes. Y como tenían más armas que la vez pasada, por
haberse aprovechado de las que los españoles perdieron en la rota de Acentejo,
tenían más ánimo, atrevimiento y osadía» CCCLXXV.
CCCLXXIII ESPINOSA (págs. 110-111), VIANA (pág. 278), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 135-136) y
VIERA Y CLAVUO (tomo II, págs. 232-234).
CCCLXXIV29 ESPINOSA (pág. 107) sólo se atreve a asegurar que «el enemigo... había apellidado la isla y
juntado gran número de gente de toda ella». VIANA (pág. 279) se permite dar una cifra: «con cinco mil
soldados solamente». NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 135) calcula Jos combatientes guanches, con matemática
precisión, en «once mil y cincuenta»; para ello va sumando los participantes de los bandos de Taoro,
Tacoronte, Tegueste, Anaga y la Punta del Hidalgo. CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 588) se limita a
aseverar que «avía ocho guanches para cada castellano». VIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 223-224)
reproduce exactamente las cifras consignadas por su reiterado mentor Núñez de la Peña; pero a ren glón
seguido pone en tela de juicio las mismas. «Un ejército de 11.050 guanches capaces de tomar las armas (sin
contar los vasallos de los reyes de Güímar, Adeje, Abona, Daute y Benicod) tiene demasiado de hipérbole en
una isla cuyo total de habitantes, incluso vie- ios, mujeres y niños, no excedía de 15.000 almas.»
CCCLXXV Páginas 107-108.
243 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Núñez de la Peña asegura, por su cuenta y riesgo, que antes de iniciarse el combate
Hubo el acostumbrado parlamento. Según el tardío cronista, «el general [Lugo] le
envió a decir al rey [de Taoro] con Guillén Castellano que obedeciese a los católicos
reyes de España y concediese lo demás que le tenía pedido», pretensión que obtuvo
rotunda negativa2S. No parece verosímil este trámite previo, dada la situación bélica
precedente y el antagonismo agresivo en que ambos bandos estaban sumidos.
Oel documenta. loe «taiea. Digitalizadón realizada pul ULPGC. BíbMeea U™ei.«o. 2000
muchas horas con dudosa fortuna, porque cada parte peleaba con mucho coraje y
ánimo denodado; a los unos les iba honra e interés, y a los otros defensión de patria y
libertad»2T.
CCCLXXVI ESPINOSA (pág. 108), VIANA (pág. 278), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 137. Este autor retrasa la
batalla al 30 de noviembre), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 591), VIESA Y CLAVITO (tomo II, pág. 225),
MILLARES TORRES (tomo IV, pág. 215), y CHIL (tomo III, páginas 361-371).
CCCLXXVII24 Páginas 137-138. VIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 225-226) le sigue puntualmente.
CCCLXXVIII Página 108.
Biblioteca Un'rveiariaria, 2006
sonido o estrallo que daba la cuerda, lomaban el pasador o virote y haciendo aquel
sonido con la boca, arrojaban el virote con la mano hacia los nuestros, pensando que en
el sonido estaba la fuerza.» El fraile dominico apostilla el sucedido con este sabroso
comentario: «pero con mucha más arrojaban ellos una piedra, que aunque diese en la
rodela o tarja, la hacían pedazos, y al brazo debajo della» CCCLXXIX.
De! documenta. !oe euta.ee, Digitado™ reellzede po, ULPGC.u™e.. Wta. 2000
otro que decían Juan Benites, defendiendo que gente ninguna subiese de allí arriba,
temiendo o creyendo que... era muerto con la gente que consigo tenía, e mandándoles e
forzándoles que volviesen a favorecer e mamparar la torre e real, porque si el
adelantado fuese desbaratado e los guanches viniesen al real lo fallasen a recaudo». El
éxodo provocó una extraordinaria concentración de soldados en el segundo
campamento: «estando en estas razones se juntaron allí doscientos y cincuenta
hombres de pelea».
En esta situación hay que destacar la abnegada actitud del rey de Gál- dar en favor
de su amigo y jefe, digna del mayor encomio como vivo ejemplo de lealtad. De nuevo
Juan Baxo se erige en improvisado cronista: «entre los cuales llegó el dicho don
Fernando Guanarteme con veinte y cinco o treinta hombres de sus naturales; e los
dichos dos caballeros le requirieron e defendieron que no subiese arriba a la laguna,
donde el adelantado estaba, sino que volviese a amparar la torre». La respuesta del
monarca grancanario fue espartana: «que no había de parar hasta que viese la cara del
adelantado e capitán general muerto o vivo, como quier que estuviese».
Los intentos de los capitanes Hoyos y Benítez por contener a aquellos intrépidos
soldados fueron vanos. El guanarteme «luego se puso en armas, por manera que hizo
lugar por do salió él y su gente e más de doscientos peones e caballeros castellanos que
allí estaban, e rompieron, aunque pesó a los caballeros».
Estas tropas de refresco, llegadas a última hora, fueron de una gran eficacia en los
momentos finales de la batalla. De nuevo Juan Baxo nos informa con puntualidad: «e
fueron al socorro del adelantado e entraron todos en la batalla, e desbarataron a los
guanches, e obieron vencimiento» “.
CCCLXXIX Página 109. Repiten la anécdota VIANA (págs. 282-283) y VIEHA Y CLAVÍJO (tomo II, página 228).
EL CUERPO EXPEDICIONARIO METROPOLITANO 247
Antes se ha señalado el signo favorable que fue tomando el combate después de
varias horas de duro forcejeo. Los guanches se batían en franca retirada, aunque
dando muestras siempre de valor y heroísmo. El rey Benitomo se cubrió de gloria en la
encarnizada refriega. Espinosa da fe de cómo «entre otros peleó valentísimamente el
rey de Taoro, porque con una alabarda dicen se defendió de siete hombres de a
caballo» CCCLXXX CCCLXXXI. Pero a la postre sus esfuerzos resultaron vanos, pues cayó
malherido en circunstancias oscuras, muriendo desangrado en el mismo escenario de la
acción.
Cuando la derrota era ya inevitable, el flanco izquierdo del ejército guanche (que
estaba padeciendo los feroces ataques de la columna capitaneada por don Fernando
Guanarteme) cruzó el barranco de Gonzaliáñez, ante el temor de quedar copado,
esparciéndose sus hombres por el cerro de San Roque. Iba al frente de aquel compacto
grupo de indígenas Chi- menchia, hermano de Benitomo, a quien el poeta Viana
bautiza con el nombre de Tinguaro. Lanzados en su persecución españoles y canarios,
acertó a herirlo con su alabarda uno de estos últimos, el soldado Pablo Martín
Buendía.
a® VIANA (pág. 287), NÚÑEZ DE tA PEÑA (pág. 139) y VIEBA Y CLAVIJO (tomo II, páginas 227-228).
a® ESPINOSA (pág. 110. Antes había dicho —pág. 108—: «la victoria... se declaró por nuestra, y aunque no sin
mucho daño y muertes de los nuestros»), VIANA (pág. 287), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 139) y VIEBA Y CLAVIJO
(tomo II, pág. 228). Lo mismo, MILLA- BES TOBBES (tomo IV, pág. 218).
EL CUERPO EXPEDICIONARIO METROPOLITANO 247
En cuanto a las pérdidas en hombres padecidas por los guanches, el recuento es,
por contrapartida, exagerado. Viana hace ascender los muertos a «nivarios más de mil
y setecientos, de los más nobles de renombre y fama». Núñez de la Peña y Viera y
Clavijo se ratifican en el número establecido por su acostumbrado mentor84.
En cuanto a las negociaciones con el mencey de Taoro —embajada de paz— (hecho
histórico de indiscutible autenticidad, silenciado por los cronistas), exige por nuestra
parte el planteamiento de una serie de cuestiones a resolver con carácter previo.
El primer punto a debatir es el de la muerte del rey Benitomo en la batalla de la
laguna, acaecimiento de veracidad probada, que arrastra en pos de sí otros varios en
cadena. El más importante de todos, conocer el nombre y parentesco de su sucesor,
única manera de identificar el personaje con quien va a negociar de manera directa
CCCLXXXII84 VIANA (pág. 287), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 139) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pá
CCCLXXXIIIgina 228).
CCCLXXXIV15 Información Guanartémica, pág. 215.
CCCLXXXV Datas, págs. 68, 119, 134-135 y 163.
En estos repartimientos de tierras ha quedado registrado su nombre y su triste fin por suicidio.
Así, unas veces hablan de «la rambla de Bentore»; otras, del «barranco donde se derriscó Ventor», o, con
más detalles, «donde se derriscó Bentorey» (Bentor-rey).
252 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS
después: que no se dio hasta que la tierra se tomó por fuerza de armas.» A renglón
seguido se deshace en elogios del emisario: «Lo cual sabe este testigo porque lo vido e
pasó en presencia deste testigo en la conquista, e que sabe que trabajó allí bien el
dicho guadnarteme en servicio de Sus Altezas, e que se mostró allí muy leal a los
cristianos...» CCCLXXXIX.
CAPITULO XI
Pese a lo esporádico del caso, interesa destacar las partidas más importantes.
El 24 de noviembre de 1495, Juan Abelló, mercader de Valencia, puso en venta
nueve cautivos de Tenerife. Tres días más tarde, el 27, Miguel Utrera, vecino de
Sevilla, se desprendía de un esclavo, «apresado en la toma de la isla», y Vicente
Pérez, comerciante valenciano, registraba seis guanches hembras de Tenerife.
Entre el 5 y el 17 de diciembre, dos traficantes en esclavos, afincados en la capital
levantina, Luis García y Gabriel Tensa, subastaban catorce esclavas de Tenerife.
Hemos dejado para el final una partida que llama poderosamente la atención. El
17 de diciembre, Juan Vino, mercader, procurador de Alfonso Sanchís,
lugarteniente del tesorero, hizo presentación de cincuenta y seis cautivos canarios
[guanches], estima
260 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
dos en precio de quince libras por cabeza \ No hay que ser perspicaz para
descubrir en estas capturas y ventas el eco de la batalla de la laguna y de las
razzias que la precedieron y acompañaron.
Estos últimos episodios cierran una etapa e imponen en la marcha de la
conquista un compás de espera. El período intermedio que vamos a estudiar no
alcanza, según nuestro cómputo, el mes y medio. En cambio, los cronistas isleños, al
datar erróneamente la batalla de la laguna el 14 de noviembre de 1494 (en lugar de
igual día del año siguiente), se ven obligados a inmovilizar al ejército conquistador
por espacio de im año largo, ya que están contestes en señalar como fecha de
reanudación de la ofensiva la decena postrera de diciembre de 1495.
El compás de espera, objeto ahora de nuestra atención, se singulariza por una
serie de acaecimientos internos, como la pestilencia y el hambre, y, otros de carácter
bélico, a base de incursiones y entradas para desmoralizar a los indígenas y
arrebatarles sus medios de subsistencia. Empecemos por estudiar aquéllos,
reservando las operaciones militares secundarias para el epígrafe inmediato.
La pestilencia fue una tragedia que se abatió sobre Tenerife en estos años de
1494-1495. Los cronistas, sin excepción, se hacen eco de este terrible mal, que diezmó
a los habitantes de la isla, dejando malparada de paso su rudimentaria economía.
Espinosa da fe de esta lamentable circunstancia: «En este tiempo, por el año de
mil y cuatrocientos y noventa y cuatro, ahora fuese por permisión divina (que en
castigo de la matanza que los años atrás los naturales en los españoles habían hecho),
ahora fuese que los aires, por el corrompimiento de los cuerpos muertos en las
batallas y encuentros pasados, se hubiesen corrompido e inficionado, vino una tan
grande pestilencia, de que casi todos se morían; y ésta era mayor en el reino de
Tegueste, Tacoronte y Taoro, aunque también andaba encarnizada y encendida en
los demás reinos.» El fraile dominico achaca a una indígena guanche lastimeras
lamentaciones sobre la peste: «Desto dio información una mujer de la isla, desde un
risco, haciendo señas, y llegando la lengua [intérprete] a hablar con ella, le dijo qué
hacían, que por qué no subían y se apoderaban de la tierra, pues no tenían con quien
pelear ni a quien temer, pues todos se morían» CCCXC CCCXCI.
Viana, Núñez de la Peña, Castillo y Viera y Clavijo se atienen en todo al
testimonio del cronista primigenio. El último de los historiadores citados se atreve a
formular una opinión sobre la índole del terrible contagio: «Era natural que todos
estos hálitos introducidos en los vientos por medio de la respiración causasen una
enfermedad pestilente. Añadíase a esto el exceso de frío y humedad que reinó en todo
aquel invierno, puesto que en enero de 1495 no hubo un día en que no lloviese. Así es de
presumir que la referida epidemia, de que murieron tantos guanches, consistía en
fiebres malignas o agudas pleuresías (achaque a que el clima es propenso), las que
CCCXC VICENTA CORTÉS: La conquista de las islas Canarias a través de las ventas de esclavos en
Valencia, en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (año 1955), págs. 534-535 (documentos núms. 98-104).
CCCXCI Páginas 110-111.
PROBLEMAS DE AVITUALLAMIENTO 261
terminaban en una letargía mortal o sueño vetemoso que llamamos modorra-» CCCXCII.
La pestilencia trajo aparejados otros males y calamidades. Las tierras quedaron
sin cultivo; las cosechas, de por sí exiguas en pueblos de economía ganadera, se
volatilizaron, y el espectro del hambre se dejó sentir por todas partes.
Si sumamos a ello la resolución tomada por los bandos de guerra —los más ricos
y mejor dotados— de retirar los ganados a las cumbres, para ponerlos a resguardo
de las incursiones depredadoras de los españoles, se comprenderá hasta qué punto se
hizo difícil para el ejército conquistador complementar la intendencia sobre el
terreno. Más grave resultaba aún esta escasez desde el punto y hora en que Alonso
de Lugo, con su optimismo e imprevisión característicos, había concentrado un
importante conjunto de soldados sin cubrir por completo su sustentación, en la firme
creencia de que la tierra supliría con sus propios medios la diferencia.
Los víveres escasearon en la villa-campamento de Santa Cruz de Añazo, y hubo
que proceder al racionamiento de los mismos. Este hecho, de veracidad indiscutible,
aparece recogido en las crónicas. Como siempre, Espinosa es nuestro más firme
puntal: «Había gran falta de mantenimientos, porque en la tierra no se sembraba
por causa de la guerra y enfermedad, y los armadores como estaban obligados no
acudían, ni los traían de fuera; y a esta causa el gobernador, de quien todo dependía,
estaba con pena, porque los soldados quisieron dejar la conquista muchas veces y
volverse a sus casas, y aun él estuvo en hacerlo, si no mirara que le iba la honra en
salir con su empresa, y para conseguirla era necesaria perseverancia; y tratando este
negocio con algunos caballeros, de los que en su compañía traía, fueron de parecer
que lo comenzado se prosiguiese y no se alzase mano de la conquista hasta
concluirla.» Viana, Núñez de la Peña, Castillo y Viera y Clavijo reproducen en
esencia lo aseverado por el fraile dominico CCCXCIII.
Tratándose de testimonios tardíos, hay evidente exageración por parte de los
cronistas. La decisión de Alonso de Lugo era firme, y no vaciló ante la adversidad.
Tampoco los soldados pensaron en la deserción, firmemente decididos a rematar la
conquista. Ahora bien, lo que no se puede negar es que escasearon los víveres y se
padecieron estrecheces. Por tal causa se hizo apremiante acudir a las demás islas y a
la metrópoli para suplir con sus vituallas el déficit existente.
CCCXCII VIANA. (págs. 310-311), NÚÑEZ BE LA PEÑA (pág. 146), MABÍN Y CUBAS (págs 213 y 216), VIEBA Y
CLAVIJO (tomo II, págs. 232-233) y MILLABES TOBBES (tomo IV, pág. 224).
CCCXCIII Página 111. VIANA (págs. 335-336), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 151), MABÍN Y CU
BAS (pág. 215), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 599), y VIEBA Y CLAVIJO (tomo II triginas 239-240).
’
262 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
La escasez de vituallas debió ser menos grave y angustiosa de lo que los cronistas
aseveran. Piénsese que ellos inmovilizaron prácticamente al ejército conquistador
desde noviembre de 1494 hasta diciembre de 1495, mientras que de acuerdo con la
nueva cronología apenas si se percibe un breve compás de espera para tomar aliento.
No es lo mismo unos meses de estrechez y racionamiento de víveres que un año de
angustiosa expectativa.
Sobre el problema concreto que ahora nos ocupa adoptan los cronistas posturas
discrepantes.
CCCXCIV* Páginas 111-112. NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 151-152), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, páginas 600-
601) y VIEKA Y CLAVITO (tomo II, págs. 241-242).
CCCXCV Consúltese el capítulo IX, pág. 223.
7
Páginas 214 y 232.
264 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
® Osi oocumenlo, los auloTes. Olgfelízaaón realizaos poí ULPGC. flíuíoleea Urráenílarla, ZOOS
éstos:
1.° Otorgación de poder por Alonso de Lugo y Bartolomé de Estopi- ñán a
favor de Juan de Sotomayor, criado del duque de Medina Sidonia, para que
gestionase de los armadores el envío de víveres.
2. ° Pleito incoado en Las Palmas de Gran Canaria ante el gobernador por el
mencionado mandatario, en presencia del escribano García de la Puebla. La
denuncia es contra los armadores.
3. ° Sentencia favorable a los capitanes de la conquista, y
4. ° Arribo de una «carabela de Canaria», el 1 de diciembre de 1495,
Sotomayor al frente, «con mucha provisión de pan y vino, en harina, bizcochos y
zebadas».
CCCXCVI NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág, 152), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, págs. 600-601) y VIEHA Y
CLAVIJO (tomo II, págs. 241-242).
CCCXCVII NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 152).
Esta ermita fue derribada en 1576 para construir en su solar el castillo principal de San Cristóbal.
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: Piraterías y ataques navales contra las islas Canarias. Madrid, 1948, tomo II,
primera parte, págs. 174-176.
CCCXCVIII VIANA (págs. 326-328), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 152), VIERA Y CLAVIJO (tomo II, páginas
240 y 242) y MILLARES TORRES (tomo IV, pág. 231).
Grabado que ilustra el poema las Antigüedades. El dibujante ha transformado a
Lope Fernández —sedente— en un auténtico Amadla de Gaula. A la derecha, An-
tonio de Viana. En la parte superior, el capitán Juan Guerra de Ayala, interesado
«mecenas» de la edición.
266 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
capitán-conquistador, autoridad suprema, con su lugarteniente, a fin de cuentas un
subordinado. En segundo término, los armadores no moraban en Gran Canaria de
manera permanente, sino que alternaban la residencia entre la metrópoli y el
archipiélago (salvo Mateo Viña, que era conquistador). En última instancia, no estaban
obligados por el contrato —como de sobra sabemos— a abastecer el ejército.
Se acaba de señalar que en la segunda entrada fue proveedor del ejército. En 1506
declarará Gorvalán que «tuve cargo de los bastimentos de armada, e por mi mano
daba raciones así a los de caballo como a los peones...».
Más importante es la revelación que hace sobre su viaje a la metrópoli con objeto
de adquirir harina: «de que no buho que comer, fui a Castilla a lo buscar e negociar
con el señor obispo de Badajoz, como persona que tenía cargo de la saca de pan a la
Muy satisfecho debió quedar el capitán mayor por la eficaz actuación del
proveedor, cuando a raíz misma del retomo decidió designarlo para el importante
cargo de alcalde mayor de la isla de Tenerife, en reconocimiento a su destacada
colaboración.
COMBADO EUBEL: Hierarchia catholica, Münster, 1914, tomo II, pág. 210.
ABTÍN FERNÁNDEZ DE NAVABBETE: Colección de viajes y descubrimientos que hicieron ™ r T“r Zos
españoles desde fines del siglo XV. Madrid, 1825, tomo II, págs. 158-159.
Mismo título se reitera diversas veces entre las páginas 162-182.
NTONIO BALLESTEROS BEBETTA: Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Barcelona, 1945, tomo II,
pág8. 146-151.
Roma’eT^i íue,precon*zado obispo de Badajoz por bnla de Alejandro VI expedida en En el ’ e. . tero 1495. Su
predecesor en la sede pacense fue Juan Ruiz de Medina, titulado ?. ercic*? cargo de proveedor de las flotas de
Indias aparece por primera vez reitera h°t CDI^4o"e ®a^aí°z en una provisión de 7 de abril de 1495, prelatura que
se le is A V 6. El 6 de septiembre de 1499 pasó a regentar la sede de Córdoba.
A. b.: Registro del Sello.
CDI LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVERA: La égloga de Dátil y Castillo, en «Revista de Historia», núms. 90-91
(afio 1950), págs. 122-123.
Residenáa, pág. VIII.
JUAN NÚÑEZ DE LA PEÑA: Copias de cédulas reales sacadas de las que están en los dos oficios del Cabildo desta
isla de Tenerife, fol. 92. (Archivo de la casa de Guerra, hoy bajo custodia de la familia Buergo.)
«Fontes rerum Canariarum». La Laguna de Tenerife, 1952, tomo V, Apéndice, páginas 228-229 (doc. 2).
252 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS
La copia del título que hoy se conserva registra el año, 1495, y el día, un 24, pero ha
dejado en blanco el mes. No es aventurado pronosticar que se trata de noviembre18 CDII.
Con carácter previo precisa destacar el arribo desde las islas menores, Lanzarote y
Fuerteventura, de compañías auxiliares formadas por nativos i
al mando del capitán Diego de Cabrera. La noticia nos es facilitada por el |
cronista-poeta Antonio de Viana, y no hay serias razones para dudar de su
autenticidad. Lo único que exagera es el número, «cerca de dos mil hombres de pelea»,
cuando en ningún caso sería superior al medio centenar 1T.
Las operaciones militares acometidas por las huestes españolas durante el compás
de espera aparecen reflejadas por la mesurada pluma de fray Alonso de Espinosa en los
términos siguientes: «Visto esto —se refiere a la epidemia de peste que estaba
diezmando a los indígenas—, envían descubridores que corran el campo... y marchar el
real la vía de La Laguna, donde asentando su real, comienzan desde allí a correr la
tierra; hicieron algunas entradas en Tegueste y Tacoronte, trayendo siempre alguna
presa, porque con la enfermedad y peste que en los naturales había, no hallaban los
nuestros tanta resistencia; y aunque los naturales no la hacían por las causas dichas, la
hambre y necesidad que los nuestros padecieron la hacían grande y era ocasión que la
conquista no se prosiguiese...»CDIII.
CDII17 Página 326. NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 151), VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 239) y MILLARES TORRES
(tomo IV, págs. 229-230).
CDIII Página 111.
V,J\*ANT°™° DE VIANA <págs
- ' Wl-316), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 146-149) y VIEBA Y CLA- VIJO (tomo II, págs.
233-236).
252 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS
CDIV? JVÚÍÍEZ DE-M ,ftÑA (págB‘ 149’150) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 237-238). j P ? e J370111®1®
lagunero, eran «doce valientes y nobles soldados, llamados Rodrigo e jirnos, Juan e Guzmán, Diego
Fernández de Manzanilla, Juan de Llarena, Francisco EL* el Portillo, Gonzalo Muñoz, Juan Méndez,
Diego de Solía, Lope de
CDVn , o go e Burgillos y Alonso Fernández Gallego, que todos comían en un rancho...». °
CDVIsi VICENTA CORTÉS : La conquista de los islas Canarias a través de las venias de esclavos en Valencia, en
«Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (año 1955), págs. 535-536 (documentos 105-106).
El 2 de enero de 1496, Melchor Codo vendió dos cautivos, y el día 4, Gaspar Rui! subastó nueve esclavos.
PROBLEMAS DE AVITUALLAMIENTO 267
LA VICTORIA DE ACENTEJO
DISMINUYE LA RESISTENCIA
Información de testigos sobre los servicios de Francisco Gorvalán en la conquista lenenfe (1506).
«Fontes rerum Canariarum», La Laguna de Tenerife, 1952, tomo V, Apéndice, pág. 246.
1
8
274 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Como Espinosa nutre con su relato las reconstrucciones de los cronistas posteriores,
a su versión nos atenemos: «Determinó el gobernador... de pasar adelante al reino de
Taoro; y así marchó su campo la vía de La Orotava, con mejor suceso que la vez
primera, sin hallar mucha resistencia, aunque alguna, hasta asentar su real en el lugar
que dél se denominó Realejo, en el término de Taoro.»
La ocasión era única para conseguir información sobre los planes del enemigo.
Lope Fernández no la desaprovechó: «y pareciéndole había hecho poco si no había
alguno dellos a las manos para informarse del designo e intento de los enemigos,
arremetió por una estrecha senda tras uno, y
CDVII Desde luego, existió. Se llevó a efecto en 1512. VIESA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 242, nota 1) hace una
inconcreta referencia a ella.
LA VICTORIA DE ACENTEJO 275
Por tradición histórica conocemos la resolución tomada por el capitán mayor para
conmemorar el triunfo: «En agradecimiento desta victoria fundaron, en el propio lugar,
una ermita, que la llamaron Nuestra Señora de la Victoria* 8.
El cronista-poeta Antonio de Viana y los historiadores Núñez de la Peña, Castillo y
Viera y Clavijo se nutren en sus relatos de la sustancia íntegra que se desprende de la
reconstrucción de Espinosa. Los tres cronistas isleños dejan volar la fantasía y adornan
el episodio de acontecimientos secundarios carentes de todo fundamentoCDVIII CDIX CDX.
En cuanto a las pérdidas sufridas en la batalla, muertos y heridos, Espinosa silencia
cualquier pormenor. Viana adopta idéntica postura. Tan sólo Núñez de la Peña se
atreve a proponer unas cifras: «murieron en esta batalla... sesenta y cuatro españoles y
dos mil y más guanches, y de una y otra parte muchos heridos». Viera y Clavijo
reproduce el vacuo y tardío testimonio del cronista lagunero ’. Si las bajas españolas
pueden estimarse como comedidas, las guanches están muy por encima de toda posible
realidad.
La victoria de Acentejo tuvo como natural secuela la captura de un importante
número de guanches, reducidos inmediatamente a esclavitud. El capitán-conquistador
Alonso de Lugo segregó de la cuadrilla «treinta y dos esclavos canarios de la isla de
Tenerife», poniéndolos bajo custodia de Pedro de Castellanos, vecino de Baza, y le dio
comisión «para que llevase a la corte del Rey e Reyna, nuestros señores, para dar a Sus
Altezas e a otros caballeros de la dicha su casa y corte» ®.
Los compromisos económicos contraídos por Alonso de Lugo eran de tal índole, que
su deuda se elevaba a sumas muy cuantiosas. La liberación económica del conquistador
pendía de las capturas antedichas. Las capitulaciones de Zaragoza de 1493 le habían
reconocido el dominio absoluto como botín de los guanches y propiedades de los cinco
bandos de guerra. De ahí su saña en depredar los poblados (cuevas), firmemente
decidido a que no se le escapase de sus poderosas garras ni un indígena ni un rebaño.
Como se ha señalado, la información que cabe captar en loe cronistas es bien exigua.
Espinosa reseña en breve párrafo las correrías postreras: «Desde este día —se refiere a
la victoria de Acentejo— acobardaron los naturales, y los nuestros conocieron ser ya la
tierra suya; y recogiéndose algunos en el Realejo aguardaron el designio del enemigo. Y
viendo que no acudían en escuadrón formado, como solía, envió el gobernador y capita-
nes algunos caballos y hombres ligeros a correr el campo; los cuales volviendo al real y
trayendo algunos prisioneros consigo, dijeron que ya no había más que temer, porque
en la batalla pasada habían puesto los naturales su buena o mala fortuna, y así estaban
en paz, y también porque no había casi gente, ni la hallaban con quien pelear, por
morirse todos de una pestilencial enfermedad, y así los hallaban, de ciento en ciento,
muertos y comidos de perros.»
este largo lapso de tiempo había que repletarlo con toda clase de acontecimientos.
En primer término, el regreso al campamento de Santa Cruz de Añazo, «porque
pudiesen con más quietud curarse los heridos». En segundo lugar, las operaciones se
vieron paralizadas por las lluvias: «era, como invierno, tanta el agua y adversidad de
tiempos, que acordaron volverse». Parece cierto que el invierno de 1495-1496 fue muy
pluvioso en el archipiélago canario; pero no tanto como para entorpecer la acción
bélica, dado el carácter esporádico e intermitente de las lluvias y el clima siempre bo -
nancible.
Mención especial hay que hacer de una segunda situación conflictiva por carencia
de víveres. El cronista-poeta da por sentado que Alonso de Lugo y Bartolomé de
Estopiñán, de común acuerdo, suplicaron al duque de Medina Sidonia nuevos auxilios
en vituallas para salir del apuro; demanda generosamente otorgada por el procer
andaluz, quien se apresuró a despachar desde Sanlúcar una carabela repleta de
provisioness. Núñez de la Peña putualiza el nombre del supuesto mensajero: Alonso de
la Peña, acaso remoto pariente colateral suyo ®. Por su parte, Viera y Clavijo se hace
eco de la gestión y ratifica la personalidad del emisario CDXIV.
CDXIVTomo II, págs. 247-248. Lo mismo, MILLARES TORBES (tomo IV, pág. 234).
280 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Ninguno de estos acaecimientos tiene entidad bastante pata ser admitidos como
testimonio histórico.
Antonio de Viana y sus fieles seguidores Núñez de la Peña y Viera y Clavijo señalan
como refugio estratégico del mencey de Taoro y de sus más adictos seguidores la sierra
de Tigaiga, situada en anfiteatro sobre el fértil valle de la Orotava. Parece probable que
en sus contornos se libraron los encuentros más encarnizados entre españoles y
guanches, con resultado adverso para los últimosCDXV.
© Del documenta, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
Por momentos la resistencia indígena se iba apagando. Esta dramática situación
llenó de angustia y desesperanza al mencey de Taoro, Bentor. Sus tierras estaban
asoladas; sus vasallos, diezmados o cautivos; sus rebaños, arrebatados o dispersos. El
amor a la libertad, y el temor, por ende, a la esclavitud, le arrastró a una decisión
trágica. Una mañana, desde lo alto de un barranco, en las proximidades de Tigaiga, se
lanzó al vacío, en suicidio ritual. Años después de la conquista se mantenía vivo
todavía el recuerdo del dramático suceso, pues la torrentera se identificaba como el
«barranco donde se desrriscó Bentorey» (Bentor-rey) o más simplemente el «barranco
donde se desrriscó Ventor»CDXVI.
CDXV VIANA (págs. 336-337), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 155-156), MABÍN Y CUBAS (pág. 217), CASTILLO
(tomo I, fascículo 2, págs, 609-610) y VIEBA Y CLAVITO (tomo II, págs. 248-249).
Datas, páginas 68, 119, 134, 135 y 163.
CDXVIEn una tercera data se habla de «la rambla de Bentore».
LA VICTORIA DE ACENTEJO 281
El cuerpo de tropas insulares retomó a sus cuarteles de origen, es decir, a las islas de
Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura y La Gomera. Las compañías veteranas del
duque de Medina Sidonia abandonaban el archipiélago en la segunda quincena de
febrero, y arribaban a los puertos andaluces en los primeros días de marzo de 1496.
De manera simultánea se trasladó a la metrópoli, en marzo de 1496, el capitán
mayor Alonso de Lugo, en el primero de sus tres sucesivos viajes, cifra récord no
igualada hasta entonces por nadie. ¿Cuál era su principal objetivo? Vender en los
mercados andaluces importantes partidas de esclavos guanches, para con el importe de
las transacciones atender a los más perentorios débitos.
De la estancia apresurada del conquistador en Sevilla ha quedado palpitante
entregase como obsequio a los soberanos y a diversos magnates 17. Por este documento
nos enteramos de que el emisario, abusando de la confianza otorgada, había in-
cumplido dolosamente el mandato. Flotaba la sospecha de que los esclavos
permanecían ocultos con propósito de ulterior venta. Esta circunstancia provoca el
mandato a favor de «Luys Carrasco, vezino desta dicha gibdad, en la dicha collación,
que está presente, para que por él e en su nombre pueda demandar e recahdar e
resgehir e aver e cobrar, givil e criminalmente, asy en justicia como fuera della, e
tomar venta o pago o como él quisyere e por bien toviere, de Pedro de Castellanos,
vezino de la gibdad de Baga, o de sus bienes, treynta e dos esclavos canarios, de la
dicha ysla de Tenerife; los cuales él le ovo dado, para que llevase a la corte del Rey e
de la Reyna, nuestros señores, para dar a Sus Altezas e a otros cavalleros de la dicha
su casa e corte...»18.
22
Memorial de descargos. Capítulo LXIV: «E aunque diera alguna hazienda al dicho duque, que no dio ni tuvo
pensamiento de dar, no por eso hazia cosa que no deviese, pues que el dicho duque avía ayudado con gente a la
conquista de esta isla e socorrido a el dicho señor adelantado, mi parte, e no se hallare avelle dado una hanega de
tierra, e de derecho divino e umano es que el que trabaja aya galardón de su trabajo, que por más leahnente
servir el dicho mi parte a Sus Altezas pagó al dicho duque la gente que envió en dineros e esclavos e ganados e
leí documento, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
otras cosas, sin le dar Sus Altezas para ello cosa alguna.»
Lo mismo se insiste en el capítulo XLIII dd Memorial de descargos (Residencia, páginas 27 y 34).
Pese a la rotunda negativa de Alonso de Lugo, conviene hacer constar que en el Proceso de las yslas de
Canaria (A. S.: Consejo real, leg. 106) todos o casi todos los testigos deponen, en 1506, en favor de la concesión de
las tierras de Abona al duque de Medina Sidonia, don Juan Alfonso de Guzmán.
Reformación, págs. 31-35, 38, 40-44, 46, 48, 50, 54 y 56.
28
El duque de Medina Sidonia fue propietario en La Orotava de treinta y ocho fanegas de tierra de regadío
con su correspondiente ingenio. Habían pertenecido con anterioridad al regidor Lope Fernández, quien se las
traspasó por venta en 1.600 doblas. E3 mediador en este contrato fue d mayordomo o factor dd duque, Gonzalo
Muñoz,
También explotó d duque de Medina Sidonia durante cierto tiempo —total o parcialmente— las tierras de
Daute que correspondieron en repartimiento al genovés Mateo Viña. Las circunstancias de este convenio no
quedan claras en los documentos, sin que se pueda precisar si ambos concertaron un contrato de sociedad o si fue
más bien una enfiteusis o un censo reservativo. El hecho cierto es que don Juan Alfonso de Guzmán invirtió cau -
dales en el heredamiento de Daute y que al frente de la explotación estuvo por algún tiempo su otro factor,
Gonzalo Suárez de Quemada.
A. S.: Consejo real, leg. 106 (Proceso de las yslas de Canaria).
Reformación, págs. 19,31, 32, 35,38, 40, etc.
Residencia, pág. 78.
** Información testifical: Pregunta CLXIII. El testigo Benítez dedara: «que quedó d dicho adelantado muy
adebdado por razón de las dichas conquistas e que fasta hoy en a deve mucha cantidad de dio e que deve al duque de
Medina Qidonia e a otros que este testigo ha oído decir». San Martín asegura: «que está adebdado hasta oy de loa
gastos que entonces hizo... porque lo a oído decir a los Riberoles e a otros a quien deve e a Juan Agostín de Salazar».
Por su parte, Alvarez insiste en que: «hoy día debe a Francisco de Riberol al pie de dos mil doblas, al duque de
Medina Qidonia mucha cantidad e dineros e que este testigo a entendido en la paga y espera de las debdas con sus
factores del dicho Riberol y con el duque»,
Residencia, pág. 117.
CDXIX
do , sino que tomó parte con su «persona e con cierta gente e cavallos... en la
CDXIX En el concierto estipulado en octubre de 1496 entre Lngo y los prestamistas de la conquista (véase
más adelante el capítulo XVI, página 365) se hace constar que Alonso de Lugo había gastado parte del
botín en pagar a «Gonzalo Xuárez de Quemada catorce o quince esclavos por ir hasta Castilla a reclutar
gentes del duque de Medina Sidonia, quien fue y vino a su costa, y por su trabajo y gastos según estaba
firmado de su nombre por Alonso de Lugo...».
2
® Así se hace constar en el Memorial de descargos al transcribir la data que el repartidor Alonso de Lugo
concedió en- Sevilla el 13 de febrero de 1503 a Gonzalo Suárez de Quemada, «que estaba presente».
286 ANTONIO RÜMEÜ DE ARMAS
dicha conquista hasta tanto que la dicha isla se ganó...» CDXX CDXXI CDXXII. No ha de
sorprendernos, por tanto, que sus importantes servicios fuesen recompensados con
datas y repartimientos de tierras en la comarca de Abona2T.
El último, y al mismo tiempo el más significado de los colaboradores andaluces, el
capitán Bartolomé de Estopiñán, vecino de Jerez de la Frontera, recibió como
recompensa por sus importantes servicios una extensa data de tierras en lugar
ignorado, aunque suponemos que en el norte de la isla y muy probablemente en el
valle de Taoro. El propio beneficiario la describe en estos términos: «una parte de
tierras con su agua para regar los cañaverales que en dichas tierras se oviesen de
sembrar, e asymismo agua para el yngenio...» 2B.
En 1497, el capitán Estopiñán, finalizadas las operaciones de la con-
quista, retornó a BU residencia de origen, estableciéndose en Jerez. Ello daría pie a que
el conquistador Alonso de Lugo le despojase del repartimiento, cumpliendo de estricta
manera las prescripciones establecidas. Recuérdese que la propia corona había
impuesto como condición la residencia en la isla, con casa abierta, por un plazo mínimo
de cinco años para consolidar la propiedad CDXXIII.
Esta resolución del capitán-repartidor dará motivo a una reclamación personal del
lugarteniente de la conquista ante los Reyes Católicos, primero, y la reina Juana, más
tarde.
particular comisión al gobernador de Gran Canaria para que informase sobre el caso.
La primera aparece expedida en Medina del Campo el 5 de octubre de 1504. Por estas
fechas estaba designado gobernador de la isla mencionada Lope de Sosa, quien retrasó
la posesión, por causas ignoradas, hasta enero de 1505 CDXXIV. Esta fortuita circunstancia
arrastró al capitán Estopiñán a solicitar del Consejo real la ratificación de la orden
antecedente, como así lo cumplimentó, en efecto, por provisión de 22 de abril de 1505 81.
Se ignora por completo la resolución definitiva tomada en el caso, aunque lodo hace
sospechar que Estopiñán, reacio a avecindarse en Tenerife, tuvo que renunciar a la
propiedad de su flamante heredamiento.
CDXXIVDocumentos, núm. 6.
80
RUMEU DE ARMAS: España en el Africa Atlántica, tomo I, págs. 410-411.
Lope de Sosa había sido designado gobernador de Gran Canaria por carta real de " de mayo de 1504.
81
A. S.: Registro del Sello.
Documentos, nrúms. 44 y 45.
Cuando el licenciado Juan Ortiz de Zarate reformó en 1506 el repartimiento de Tene- ej^°r exPreso mandato
regio, diversos testigos comparecientes (Pedro de Valdés, Fernán 0 de Llerena, Francisco Albornoz, Gonzalo
Rodríguez y Mateo Viña) denunciaron ante dicha autoridad la concesión de tierras a Estopiñán por
considerarla arbitraria. El motivo de la reclamación es siempre el mismo*, «que Estopiñán no es vezino ni
poblador m morador en esta isla...».
Reformación, págs. 47, 49, 51, 56 y 58.
CAPITULO XIII
LA CORTE EN ALMAZAN
1
9
i. Cronología de la rendición. Planteamiento crítico.
2. ° Entre los componentes del séquito de Alonso de Lugo hay que des- f
tacar la figura del proveedor y alcalde mayor Francisco Gorvalán. Pues |
bien, este personaje formula diversas reclamaciones al conquistador ante el |
Consejo real, afincado en Soria, el 23 de julio. Parece asimismo inverosímil verlo
inactivo en la corte, por espacio de dos meses largos, antes de proceder a la demanda8.
CDXXV RUMEU DE ASMAS (págs. 51, 53, 57, 59 y 77) y ALVAKEZ DELGADO (págs. 108, 111 y 116-118).
Sobre la estancia de Alonso de Lugo en Sevilla por el mes de marzo de 1496, véase el capítulo anterior, pág. 282.
CDXXVI Téngase presente la página 301 de este mismo capítulo.
CDXXVIIALVAREZ DELGADO pone en camino a los menceyes en el mes de marzo, con objeto de
CDXXVIIIdar tiempo a Alonso de Lugo para encontrarse en Sevilla el día 28 (La conquista de Te
CDXXIXnerife, págs. 114-116).
CDXXX8 Sobre la reclamación de Gorvalán, consúltese el capitulo XV, págs. 339-340.
Real cédula de 23 de marzo de 1510, por la que Fernando el Católico, en nombre de su hija la reina
titular doña Juana, concede escudo de armas a la isla de Tenerife (LA LAGUNA: Salón de ¡sesiones del
Ayuntamiento).
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 295
túa en 1497. f
8
La data copiada por Núñez de la Peña era en beneficio del deán y Cabildo de Canaria
(29 de mayo de 1505). Dice así: «Item, que los dichos deán y Cabildo sean obligados to- |
das las fiestas del señor, San Miguel de setiembre, porque en aquel día se ganó la dicha 3
isla de Tenerife, digan para siempre jamás su vigilia y aniversario cumplido-, con su misa §
0
y procesión hasta la iglesia del dicho señor San Miguel, y que allí se diga la misa ma-
yor, etc.» {Libro de datas del Cabildo de Tenerife, foL 113).
En otras dos datas, otorgadas por Alonso de Lugo, el conquistador se muestra menos explícito.
I.4 A «los frailes del Espíritu Santo... con cargo de... celebrar oficios devinos, de vísperas e misas, la... fiesta... de Sant
Miguel, a 29 de setiembre..> (18 de septiembre de 1504).
2.® A la iglesia de «señor San Miguel..., por cuanto el bienaventurado señor San Mi guel es mi abogado y protector y
defendedor en las conquistas que yo hice en estas dichas dos islas...» (10 de agosto de 1515). •
Datas, pág. 92, y Libro IV de Datas originales (ms.), cuaderno 1.®
ELIAS SEHRA RÁFOLS: Femando él Católico concede armas a la isla de Tenerife, en «Re
vista de Historia», núms. 86-87 (año 1949), págs. 242-244.
Este autor, comentando la real cédula de concesión de escudo de armas a la isla de Tenerife, se inclina por el carácter
meramente simbólico de esta fecha. Lo mismo puede decirse, en su opinión, de la de Santiago-San Cristóbal. (Recuérdese
al caso que las ordenanzas tradicionales de la isla, recopiladas por Núñez de la Peña, al hablar de la insti tución de la
fiesta de San Cristóbal, declaran: «en este día se ganó esta isla y por ello esta ciudad se llama Sant Christóval».)
CDXXXVI CASTILLO (tomo I, fascículo 2, págs. 611-620) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 246-256, 258 y
267-269).
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 295
te, la estirpe real de Taoro podía considerarse como extinguida. El rey grande Benitomo
había sucumbido en la adversa batalla de la laguna. Su hijo y sucesor, el mencey Bentor,
humillado por la derrota de Acentejo, había preferido el suicidio a la pérdida de la
libertad. Sabemos que este último tuvo un vastago superviviente a la catástrofe; las
circunstancias obligan a sospechar, sin embargo, que no alcanzó el reconocimiento público
296 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
De esta manera, fueron cuatro los monarcas que se presentaron en el campamento del
Realejo, en los primeros días del mes de mayo de 1496, para hacer acto público de
sumisión a los soberanos de Castilla don Fernando y doña Isabel. Mandaban,
respectivamente, sobre los bandos de Ta- eoronte, Tegueste, Icod y Dante. Se ignoran las
circunstancias que mediaron para hacer realidad este acto, aunque parece verosímil
sospechar una negociación previa, en la que acaso intervinieran los propios reyezuelos de
los cantones de las paces,
Una vez que la sumisión ee consumó con el ceremonial propio de la época, Alonso de
Lugo convocó a los cuatro monarcas aliados —Güímar, Abona, Adeje y Anaga—, a los
que ordenó se dispusieran a trasladarse a la corte de España, para rendir pleitesía a sus
poderosos soberanos.
CDXXXVII Residencia, págs. XXVIII, XXIX y 33-34. Habiendo sido este guanche libertado (ahorrado) por su
hermana, «quién sabe a costa de qué sacrificios», el adelantado lo volvió más tarde a reducir a esclavitud para venderlo
al vecino de La Palma Diego de Llano»
CDXXXVIII Ibid., pág. 45.
El pincel ingenuo del pintor isleño Carlos de Acosta imaginó de esta simplista, manera la sumisión de los menceyes de
Tenerife ante el ímpetu arrollador del ejercito castellano. 1761). (LA LAGUNA: Escalera del Ayuntamiento).
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 297
el... adelantado fue a la corte a besar las manos a Su Alteza e llevó consigo nueve
reyes que avia en esta isla de Tenerife...» ls.
© Del documenta, los autores. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
En esta pugna debe prevalecer, a nuestro juicio, el testimonio del embajador, no
por más antiguo, sino por más preciso.
A nuestra manera de ver, lo que Lugo y sus compañeros de armas quieren con
sus dichos acentuar es la rendición total de la isla y el viaje de sus reyes a la corte,
sin pararse a descontar de la lista oficial aquellos caudillos que como Bentor se
habían suicidado o como un mencey ignoto habían quedado en tierra, por causas
ignoradas (seguramente, enfermedad grave). Si nuetre eran los reinos sometidos,
nueve debieron ser los reyes sojuzgados y nueve en teoría —con los años— los
monarcas viajeros, aunque en la práctica no pasasen nunca de siete...
conquistador con los reyes sojuzgados, en las páginas de sus respectivas historias.
Núñez de la Peña lo relata así: «En el año de mil y cuatrocientos noventa y siete
llevó el adelantado los nueve reyes a la presencia de los Católicos Reyes, que se
holgaron de verlos y fueron bien recibidos y Sus Magestades les hicieron muchas
mercedes» CDXLIII. Por su parte, Viera y Clavijo, que acepta la fecha indicada,
1497, es más preciso en la información, puesto que nos revela el lugar de la
entrevista regia: «A la sazón —¿i ce—. estaba la corte en la villa de Almazán. Don
Alonso mereció de los soberanos una audiencia particular, en que les presentó sus
cautivos.» «Los monarcas católicos recibieron un extraordinario placer en el
espectáculo que los príncipes guanches les ofrecieron; admitiéronlos
benignamente a un besamano público y les hicieron algunas mercedes y regalos»
CDXLIV
.
Este pormenor de la presencia de los nueve reyes tinerfeños en Almazán la
recoge Viera de fray Felipe de la Gándara, quien, en sus Armas y triunfos. Hechos
heroicos de los hijos de Galicia, se refiere a Alonso de Lugo en estos términos:
«Venció y rindió nueve reyes, y con ellos triunfante volvió a España y los presentó
a los Reyes que estaban en la villa de Al- magán, el año de mil quatrocientos y
noventa y seis-» CDXLV.
El texto inserto de Gándara, veraz en todos sus extremos, nos revela al
confrontarlo con el de Viera y Clavijo un punto de discrepancia: la fecha de este
episodio, que el historiador gallego fija en 1496, mientras el isleño lo retrasa a
1497. Puesto a optar entre Gándara y Núñez de la Peña, Viera y Clavijo se inclina
por este último, estableciendo un importante lapso de tiempo entre la rendición y
el abandono de la isla por Lugo y los monarcas destronados.
En esta etapa (1496-1497) localizan ambos historiadores destacados episodios,
algunos del más elevado simbolismo, que caen hoy por su propio peso, faltos de
firme base, al simple contacto con los documentos coetáneos. Alonso de Lugo
desplegó en estos meses inmediatos a la pacificación general una diligencia y
actividad extraordinarias, ora en la organización del nuevo territorio incorporado
a la Corona de Castilla, ora en su explotación y aprovechamiento, para poderlo
abandonar, apaciguado, tranquilo y en plena actividad colonizadora.
«Nueve meses se mantuvo el gobernador —dice Viera y Clavijo-— en los
Realejos con sus tropas, desde donde, como del centro de la isla atendía con toda
vigilancia a su última pacificación, destacando diferentes piquetes que se
ocupaban en sojuzgar las reliquias de los guanches indóciles, y aun solían
reducirlos a esclavitud, no sin manifiesta contravención a los tratados...» ,0.
acierto casual.
CDXLIII Página 163.
CDXLIV18 Tomo II, págs. 267-268.
CDXLV Edición de Pablo del Val. Madrid, 1662, pág. 423. En la página 451 repite lo mismo.
300 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
ese año, sino que habiendo ofrecido a Dios edificar una iglesia bajo la invocación
del Apóstol Santiago, en. memoria de la reducción del rey Bencomo, conseguida el
25 de julio, echaron muy pronto los cimientos de la misma, y se aplicaron a
construirla «con la- magnificencia que la edad y el tiempo permitían». De esta
manera se pudo bendecir la primera iglesia parroquial con que contó Tenerife, la
del Realejo Alto, en cuya tosca pila recibieron las aguas bautismales los nueve
menceyes guanches, así como otros muchos destacados indígenas.
Así pudo, por fin, embarcar don Alonso Fernández de Lugo para la península,
con la mira de presentar al pie del trono los reyes vencidos y de hacer
personalmente a Sus Altezas la relación circunstanciada de la naturaleza de la isla
y de la serie de sus victorias.
**•
20
Tomo H, pág. 257.
Núñez de la Peña introduce otras variaciones en el supuesto orden de los sucesos. Afirma que Lugo estuvo
en El Realejo desde julio de 1496 a enero de 1497. En febrero lo traslada a Güímar para asistir a los solemnes
cultos en honor de la Virgen de la Candelaria. La fundación de La Laguna la fija en julio de 1497. El 20 de
octubre residía el conquistador en dicha ciudad. No queda, pues, para el viaje a la corte, fijado en ese mis mo
año, más que los meses de febrero a julio, agosto-septiembre y noviembre-diciembre (páginas 161-163).
y Alcalá de Henares. Hasta el año siguiente, 1498, no volverían a pasar los Reyes
Católicos por Ahnazán, viniendo de Zaragoza con dirección a Ocaña, en cuyo
caserío se detuvieron los días 26 a 29 de octubre CDXLVI CDXLVII.
Pero insistimos en que los documentos no dejan lugar a dudas sobre el
particular. La pregunta CLXH del Interrogatorio de testigos que sirvió de base a la
Información testifical, cuando la residencia tomada a Alonso de Lugo en 1509 por
el gobernador Lope de Sosa, no pudo ser más explícita: «E llevó consigo —dice—
nueve reyes que avia en esta isla de Tenerife; e llevó estando Sus Altezas en
Almagán, el año de noventa y seis, e gélos entregó, y Sus Altezas se tuvieron por muy
bien servidos del dicho adelantado.-» Los testigos de la información están
conformes en todo con la pregunta, siendo el más explícito de todos ellos Andrés
Suárez Gallinato, pues declara «que llevó el dicho adelantado nueve reyes, porque
lo vio en Castilla, e oyó decir y es notorio que los llevó a Almagán e los presentó a
Sus Altezas»!1.
Sabemos por una carta que el embajador de la república de Venecia,
Francesco Capello, dirige a la Señoría, el 10 de junio de 1496, que por aquella
fecha ya habían hecho su entrada en la corte los reyes de Tenerife, lo que nos
obliga a fijar el viaje de Alonso de Lugo alrededor del 15 de mayo de dicho año
CDXLVIII
. Pero aunque no tuviésemos a nuestro alcance esta prueba tan valiosa
como decisiva, desde el momento que está demostrado que los Reyes Católicos
abandonaron la villa de Almazán hacia el 12 de julio de 1496, Fernando con
dirección a Calatayud e Isabel rumbo a Burgos y Laredo, las naturales
sustracciones de tiempo nos arrastrarían a datar la partida con antelación al 15 de
junio de dicho año; es decir, en uno u otro caso, siempre en primavera.
Sabemos que le acompañaban en este viaje, además de los menceyes
guanches, los conquistadores Francisco Gorvalán, Mateo Viña y Jerónimo de
Valdés. Asimismo se asegura que entre los acompañantes de Lugo figuraba el
CDXLVI ANTONIO RUMEU DE ABMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, pági-
nas 208, 220, 226-227 y 246.
CDXLVII Residencia, págs. 50 y 116.
El testigo San Martín confiesa «que conosce al dicho adelantado desde que salió de esta isla con los
reyes al tiempo que iva a la corte...».
El testigo Alcaraz declara «que vio-., que el dicho adelantado se embarcó en esta isla después de la
aver ganado para ir a Su Alteza e levó consigo los dichos nueve reyes y que oyó decir a los que venían
de allá que avía ido a la corte e los avía dado a Sus Altezas...».
El testigo Amarillo insiste en «que partió él dicho adelantado de esta isla e llevó consigo los dichos
nueve reyes e se decía muy público que el dicho adelantado los lle- vava para los presentar a Sus
Altezas...».
El testigo Serrano añade: «Después que se ganó la dicha isla el dicho adelantado par tió de esta isla
para la corte e llevó consigo los dichos nueve reyes e que este testigo los vio partir...».
La pregunta CLXIV insiste en que «ai saben... que después que el dicho adelantado fue a AlmaQán,
Sus Altezas, en el mes de noviembre de noventa y seis, le hicieron merced de la governación de esta isla
de Tenerife...».
CDXLVIII28 MAEINO SANDIO: I Diarii. Venecia, 1879, tomo I, parte I, págs. 236-237.
302 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,
La Puerta del Mercado, importante punto de penetración dentro del recinto forti-
ficado de la villa de Almazán.
e> Del documento, lea autores. Diaitaiizacián realizada oor ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
El palacio de los Mendoza, señores <!' Ahnazán, " Sidenoia d< los Repes Católicos durante la jornada de tf9t¡. En sus hola-
nes. Fernando e Isabel aceptaron el vasallaje de los menceyes destronados de la isla de Tenerife.
aaleria alta del palacio de Almaeán. ¿Es aventurado sospechar que a través de sus arcos contemplaron los menceyes el
frondoso valle del Duero?
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 303
sus ojos las ingentes y pétreas murallas de Ahnazán, la villa guerrera y mística de
las torres albarranas y las torres campanarios. Siete puertas se abrían en el
recinto mural de la villa..., y por una de ellas, envueltos en sus peludos tamarcos,
pálidos los rostros y humildes las cervices, penetraron en Ahnazán los siete reyes
de Tenerife.
«La villa de Ahnazán..., que dista de Soria seis leguas, está asentada en las
corrientes del Duero, algo levantada, con hermosa puente márgenes, sotos,
bosques, alamedas y mucho monte, cerca a ros, siete puertas, fértilísima de
cebada, trigo, ganados, toros, aves, caza peces, frutas y hortalizas»; así nos la
describe un cronista espano g V medio más tarde28. Villa fronteriza, avanzada de
Castilla, casi e J de Aragón, su valiosa posición estratégica explica el acentúa
castrense de la villa con un imponente castillo o fortaleza en e Cinto, dominando
por completo el caserío, y abraza o este Por te_
de recias murallas con potentes cubos y torres. En as con ien as llanos con
aragoneses y navarros la villa juega un pape e pri • i ¿as lo mismo en la Alta que en
la Baja Edad Media. Sus maravillosas iglestas románicas, sus torres y lucemarios
mudéjares, sus > temp °® )ja
eos, sus palacios y casas blasonadas rezuman y destt an IB o una de sus patinadas
piedras.
La villa había sido realenga hasta el año 1396, en que se ' JJ
señorío, mediante privilegio real, con que quiso obsequiar e r a su prestamero
mayor de Vizcaya, don Juan Hurtado e en ’ n tacado personaje de su corte. Tenía
sangre el prestamero mayor casa de los Mendoza, señores de Llodio, de cuya
rama troncal descendía. CDLI CDLII
El señorío de Ahnazán fue luego transmitiéndose por herencia hasta ser poseído en
el último tercio del siglo xv por don Pedro de Mendoza y Luna, segundo nieto del
primer agraciado, quinto señor, por tanto, primer conde de Monteagudo y
personaje coetáneo a la época de los Reyes Católicos.
Ahnazán unía a su importante posición estratégica un valor superior, si cabe,
por lo que al tráfico respecta. Por su caserío pasaban en el siglo xv las vías de enlace
de Castilla la Vieja con Cataluña y Valencia a través de Aragón. Por eso a nadie
podrá sorprender la serie infinita' de veces que los Reyes Católicos cruzaron por sus
calles en vistosa comitiva o moraron en sus mansiones palaciegas. En las primeras
visitas atendían a los soberanos españoles don Pedro de Mendoza, señor de la villa,
junto con su esposa doña Isabel de Zúñiga y AveRaneda, hija de los primeros
condes de Miranda; pero a partir de 1494, faRecido el conde de Monteagudo,
correspondió hacer los honores en la viRa a su hijo y heredero don Antonio de
Mendoza y Zúñiga, sexto señor de Ahnazán y segundo conde de Monteagudo, en
unión de su esposa doña María de Mendoza Pacheco, hija del conde de TendiRa.
Uno y otro señor de Ahnazán eran parientes además, en grado remoto, de don
Fernando el Católico, perteneciente por su madre, la reina de Aragón doña Juana
Enríquez, a la casa de los almirantes de CastiRaCDLIII.
Fernando e Isabel, unas veces solos y otras en compañía, estuvieron en Ahnazán
en 1474, 1480, 1482, 1484, 1494, 1495, 1496 y 1498. Después de muerta la reina
Isabel, don Fernando visitó otras tres veces la vifla, en 1506, 1507 y 1515 CDLIV. De
todas estas jornadas, estancias o tránsitos, la más importante por su duración y
trascendencia fue la de 1496.
Los señores de Ahnazán edificaron en la viRa, a sus expensas, a todo lo largo del
siglo xv, un lujoso y magnífico palacio, hoy todavía en pie, aunque su fachada
principal, renacentista, no sea la primitiva, sino la que construyó en 1571 para
reemplazar a aquéRa don Francisco Hurtado de Mendoza, primer marqués de
Almazán, virrey de Navarra y embajador de Felipe II en Alemania CDLV. La fachada
posterior, en cambio, es la primitiva y enlaza directamente con la muraba y la
famosa iglesia románica de San Miguel. El gran desnivel del río en esta parte, junto
con los torreones y contrafuertes, dan a sus muros la apariencia de auténtica
fortaleza. Destacan en este frente las galerías góticas, alta y baja, con enormes ojivas
y recias columnas. La fachada principal da a la plaza mayor de la villa y se
comunica con el interior por medio de la gran puerta blasonada y el zaguán. El
patio es espacioso, con dobles soportes de pilastras y columnas, sobre las que,
respectivamente, descansan el claustro o galería y las zapa* tas y aleros del tejado.
Entre las dependencias del palacio son dignas de mención el salón central, la
CDLIII Para entronques y pormenores genealógicos relacionados con esta poderosa familia, consúltese la
obra de RUMEU DE ARMAS Alonso de Lugo en la corte de lo» Reyes Católicos, págs. 61-64.
CDLIV20 ANTONIO RUMEU DE ARMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, páginas 38, 87, 100,
122, 124, 208, 220, 226-227, 246, 325, 337 y 407.
CDLV10 RUMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo.. , pág. 65, nota 21.
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 305
capilla, las galerías y la escalera, con bellos artesonados mudéjares, pinturas góticas
y emblemas heráldicos.
El lujo y comodidad de esta mansión, que pertenecía en 1496 —conforme
supondrá el lector— a don Antonio Hurtado de Mendoza, conde de Monteagudo y
señor de Almazán, fue el móvil determinante de que los Reyes Católicos se fijasen en
ella y aceptasen complacidos los ofrecimientos de este magnate, cuando al cumplir el
príncipe de Asturias y duque de Gerona, don Juan, heredero de sus vastos estados,
los dieciocho años, decidieron ponerle casa independiente, alojándole de manera
fija, con su pequeña corte, en la histórica villa soriana. Se trataba entonces por la
diplomacia española, hábilmente dirigida por los reyes, de concertar alianza con los
Habsburgo, como medio eficaz de aislar a Francia, rodeándola por todas partes de
enemigos; y era pieza fundamental de ese concierto el doble matrimonio hispano-
austríaco del príncipe don Juan con la archiduquesa Margarita de Austria y de la
infanta Juana de Castilla con el archiduque Felipe de Habsburgo, llamado el
Hermoso. Era también firme propósito de los Reyes Católicos que la nueva pareja,
los príncipes de Asturias, se estableciesen en el palacio de Almazán de manera fija y
permanente, con su numeroso séquito y servidumbre.
Cuando los Reyes Católicos pasaron por la villa en noviembre de 1495, fue uno
de sus primeros cuidados recorrer las piezas y estancias del palacio y disponer el
arreglo y ornamentación de las mismas para que sirviesen de adecuado marco a la
pequeña corte que iban muy pronto a alojar. Desde Almazán, los Reyes Católicos,
acompañados por su primogénito el príncipe don Juan, se dirigieron a Daroca, villa
aragonesa, en la que moraban del 29 al 30 de noviembre del año indicado. Tras esta
breve escala, la regia comitiva emprendía de nuevo la marcha para hacer su
solemne entrada en Tortosa el 4 de diciembre, en medio del delirante entusiasmo de
la población. Se hallaban concentrados en esta villa todos los procuradores de las
Cortes del Principado, y allí, con el ceremonial de costumbre, los catalanes juraron
fidelidad como a legítimo heredero al príncipe don Juan, mientras éste prometía
respetarles sus fueros y privilegios.
La corte permaneció en Tortosa desde el 8 de diciembre de 1495 hasta el 7 de
abril de 1496, entretenida por las deliberaciones de la asamblea convocada, así
como por los cultos y devociones de la Semana Santa y las fiestas pascuales, hasta
que en la fecha últimamente indicada abandonaron los reyes y el príncipe la
importante villa fluvial catalana con dirección a
20
81
RUMEU DE ABMAS: Itinerario..,, págs, 220-226.
82
Edición de la Sociedad de Bibliófilos, Madrid, 1970.
xo/ 7. n , „7> nn.> ¡,>I> ¿n>l¡t(J lll'lll- unp .rh.fil.
• opu.ij iop o..,'im :)
©Del documemo, los autores. Diqitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
> ivr ULPGC Bttotaca U™2006
Detalle de la escultura yacente del principe don Juan, heredero de las Coronas oCastilla y Aragón. Por
Domenifío Fancelli. (AVILA: Iglesia del convento de Santo Tomás). Fue el último vástago varón de la
estirpe re.il de Borgoña-Trastámara. El escultor florentino quiso dar a su rostro la placidez de una deleitosa
somnolencia.
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 307
Parecerá prolija la descripción que hemos hecho del palacio de Alma- zan,
pero está justificada por la circunstancia de que en el gran salón del mismo, en
presencia de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel y del príncipe don
Juan, así como de los altos dignatarios de la corte y del séquito de unos y otro,
comparecieron, una mañana primaveral del año 1496, el conquistador Alonso de
Lugo, seguido de los siete reyes de Tenerife, humildes y reverentes al contemplar
tanta majestad, ostentación y grandeza. Si no tuviéramos pruebas sobradas para
afirmarlo, bastaría leer la real cédula de 5 de noviembre de 1496 para quedar de
ello convencidos:
Los términos en que se expresa esta importante real cédula: «Truxistes los que
se llamavan reyes de las dichas yslas a nos dar la obidiencia e reverencia que
devían...», son una palpable demostración de la presencia personal de los
menceyes guanches en Almazán.
88
AS.: Registro del Sello, fol. 8.
Documentos, núm. 28.
Núñez de la Peña añade, por su cuenta y riesgo, que «los Católicos Reyes... se
243 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
holgaron de verlos y fueron bien recibidos y Sus Majestades les hicieron muchas
mercedes» CDLVI.
El primer escritor que nos habla del bautismo de los menceyes es el poeta
Antonio de Viana en sus Antigüedades de las islas Afortunadas:
La fantasía del poeta lagunero vuelve otra vez a entrar en juego. Si el mencey
Benitomo había sucumbido en la batalla de la laguna, resulta improcedente el
bautismo en la iglesia de Los Realejos, y falso de pies a cabeza el nombre de
Cristóbal que le asigna. El segundo de los supuestos cristianizados, el rey de
Anaga, se Ramo Fernando —como muy pronto tendremos ocasión de
atestiguarCDLVIII—, resultando así pura invención el nombre de Pedro de los
Santos. El tercero, Juan de Candelaria, rey de Güímar, debe merecernos idéntica
confianza. La nomenclatura regia de Viana resulta igualmente sospechosa
tratándose de soberanos infieles como de súbditos neófitos.
En cuanto a Viera y Clavijo, con más fantasía que el poeta Viana, com-
Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2C
Fernando e Isabel (con indumentos del siglo XVII) reciben en el palacio de Almazán a los reyes de Tenerife. Pintura,
mural de Carlos Acosta. 1764. (LA L\GUNA: Escalera del Ayuntamiento).
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,, lU 'sta de San Miguel d(- Almazán, destacado ejemplar del románico coste-
ño. Se puede contemplar el ábside y la bella bóveda- del crucero, con arcos
cruzados según el tipo musulmán y trompas en los ángulos.
Nave lateral, smnamenU t .sli echa, de la iyletña <l<' San Müfwl ./* -i Imazán.
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 309
pleta la lista de éste, adicionada por Núñez de la Peña: «De manera que ésta fue la
primera iglesia parroquial que vio Tenerife —dice, refiriéndose a la del Realejo
Alto— y la memorable fuente bautismal, en donde recibieron el carácter de
cristianos los nueve reyes guanches, con los demás neófitos de la nación: Bencomo
de Taoro recibió el nombre de Cristóbal; Beneharo de Anaga, el de Pedro de los
Santos; Afiaterve de Güímar, el de Juan de Candelaria; Pelinor de Adeje, el de
Diego...» (Viana-Núñez). Luego, por su cuenta y riesgo, prosigue: «Acaymo de
Tacoronte toma el de Femando; Tegueste, el nombre de Antonio; Romén de Daute,
el de Gonzalo; Adxoña de Abona, el de Gaspar; Pelicar de Icod, el de Blas Martín...»
CDLIX
.
La cristianización de los menceyes nos lleva a proponer su bautismo en el seno
de la corte. A nuestro juicio, en una de las iglesias de Almazán, seguramente la de
San Miguel, por ser la más próxima al palacio de los Mendoza, recibieron las aguas
redentoras del bautismo los monarcas isleños. En casos semejantes (que pueden
servímos de precedente), los príncipes indígenas fueron crismados allí donde habían
sido previamente presentados a los Reyes Católicos, sin que los conquistadores o
descubridores hubiesen tomado esta importante decisión ajenos al oportuno
respaldo de la autoridad regia. Recuérdese el bautismo en Madrid del rey o guanar-
teme de Gáldar Tenesor Semidan (Fernando Guanarteme) por la mano del gran
cardenal de España don Pedro González de Mendoza y en presencia de los Reyes
Católicos, sus padrinos; recuérdese el solemne acto de cristianar en la catedral de
Barcelona a los seis indios que acompañaron al almirante a su retomo de las
Antillas en 1493; y no es inverosímil suponer que en Almazán recibieron las aguas
del bautismo los reyes guanches de Tenerife. Es más, si Femando Guanarteme fue
apadrinado por el Rey Católico, y los indios antillanos por el propio monarca y el
príncipe don Juan, tampoco es aventurado suponer que uno y otro, asi como
diversos magnates y grandes, apadrinasen en la primavera de 1496 a los reyes des-
tronados de la mítica isla del Infierno.
Viene en nuestra ayuda, una vez más, el embajador Francesco Capello, para
sacarnos hasta cierto punto de dudas. En sus informes verbales al Senado de
Venecia aseguraba el embajador que si bien el rey guanche que traía consigo
ignoraba las lenguas cristianas («non sapeva parlar»), había sido, no obstante,
bautizado («.tamen, era sta fatto batizar»). El valioso testimonio de Capello parece
reflejar mejor un recuerdo personal o por lo menos una información directa de los
propios soberanos, que noticias llegadas a él por otros conductos. El supuesto del
bautismo de los reyes guanches en Almazán tiene muchos visos de verosimilitud3B.
hacienda real.
1 Del documenta, los autores. Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
cubrir a sus expensas el importe de los fletes de la primera expedición. El lector
sobradamente conoce que éstos ascendieron a la elevada cifra de un cuento y ciento
sesenta mil maravedíes (1.160.000).
Las recompensas empiezan a llover sobre el conquistador. La primera que se
le otorga es un premio en metálico por sus servicios, con independencia de los
débitos. El único pormenor recogido en los documentos nos revela «que la reina,
nuestra señora, hizo merced al dicho Alonso de Lugo» de «dos mili ducados de
oro». La libranza tuvo que ser expedida en Alma- zán, aunque en fecha hasta ahora
ignorada.
© Del documenta, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
La villa de Almazán fue escenario, durante la estancia de la corte en su recinto, de un
episodio sumamente sugestivo que va a tener como protagonistas al embajador de
Venecia y a un rey de la isla de Tenerife. Una serie de incidencias en cadena van a
desarrollarse en Burgos, Barcelona, Valencia, Túnez y Venecia a lo largo de los años
1496-1497. Este conjunto de circunstancias nos fuerzan a romper el hilo cronológico de la
narración, en defensa de la unidad temática. Al mismo tiempo, el objetivo principal de
este libro, la conquista de Tenerife, quedará pospuesto para reconstruir diversos
acontecimientos marginales preñados de apasionante interés.
CDLXIV MARINO SANUTO: I Diarii. Venecia, 1879, tomo I, parte J, pág. 51.
fue uno de los más famosos embajadores venecianos de su tiempo. nan e_ o misión en España había sido embajador
cerca del rey de Francia ar os , ,
Volvería a serlo en Francia ante Luis XII, en 1500. Fue, además representante diplomático de Venecia en
Inglaterra (1503), Alemania (1509) y Mantua (1510).
316 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
© Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrversilaria, 200G
Francesco Capello estuvo en el desempeño de su cargo hasta el 24 de febrero de 1496.
En esta fecha, el Senado veneciano, queriendo premiar sus relevantes servicios, le designó
«podestá et capitano» en Capodistria, al mismo tiempo que elegía para reemplazarle en el
importante cargo de orator en España a Jacobo Contarini. Sin embargo, como este último
embajador tenía que cumplir con una misión extraordinaria en Portugal antes de in-
corporarse a su nuevo destino, Capello recibió órdenes de la Señoría para seguir al frente
de la embajada en España basta tanto que se produjese el relevo CDLXV.
Por esta causa le veremos a todo lo largo del año 1496, siguiendo a la corte de
Fernando e Isabel en sus ininterrumpidas andanzas. Su correspondencia con el dux y el
Senado veneciano, recogida por Marino Sanuto en su famoso I Diarii, informa
puntualmente al curioso lector de mil incidencias de la política nacional e internacional de
España, aunque a nosotros de momento sólo nos interese destacar aquello que concierne a
Tenerife y a sus reyes indígenas ’.
El embajador sigue a la corte como su sombra, pues no se separa un momento de los
soberanos. Puntualmente conocemos cada uno de los pasos de Femando e Isabel por su
interesante correspondencia, resumida por Marino Sanuto; en otras ocasiones es el diarista
veneciano quien, por distintos conductos, nos añade interesantes pormenores 4. Como ya
sabemos, los soberanos de España habían hecho su entrada en Tortosa el 4 de diciembre de
1495, villa en la que permanecerían hasta el 6 de abril del año siguiente; pues bien, el
Senado de Venecia tuvo en seguida información de este viaje por la pluma de su embajador.
La última carta escrita en Tortosa por Francesco Capello es la de 17 de marzo de 1496, y en
CDLXV Ibid.
s
Marino Sanuto o Sañudo nació en Venecia el 22 de junio de 1466. Pertenecía a una de las más ilustres familias del
patrieiado véneto. Ha sido conocido con el sobrenombre de «il giovanev para distinguirlo de su homónimo el famoso
navegante, viajero y cosmógrafo del siglo xni (nacido en 1270), también apodado torsello o ril veccbio».
Fue uno de los hombres más cultos de su época, sobresaliendo en el campo de la His toria y la Arqueología. Su
intervención en la vida pública fue también destacada; senador en 1498, camarlengo en Verona en 1501, etc.
Sus obras más importantes son: las Pite dei Dogi (desde los origenes de Venecia hasta 1493), publicada por Muratori en
el tomo XXII de los Italia scriptores; La spedi- zione di Cario VIII, Venecia, 1883, y su famoso I Diarii, escrito en dialecto
veneciano
UN REY DE TENERIFE EN VENECIA 317
ella informa puntualmente a la Señoría de los grandes preparativos militares que se hacían
en España con vistas a la próxima campaña en los Pirineos 5.
La corte se traslada a Almazán en la primavera. El 20 de abril están Femando e Isabel
con sus hijos en la importante villa soriana. La noticia no tarda en llegar a Venecia, pues
Marino Sanuto registra en su diario un mes más tarde, en mayo, que los Reyes Católicos
están en «Soria, térra pur in la Castiglia» 8.
La comunicación entre España y Venecia se hacía entonces difícil, porque la escuadra
francesa perturbaba con sus continuos cruceros la navegación por el Mediterráneo. Las
cartas del embajador Capello llegaban a la república del Adriático a destiempo, cuando no
se perdían en el camino. El 11 de julio de 1495 se recibía en Venecia una de las misivas del
diplomático italiano, que para nosotros es del más vivo interés.
Está fechada esta carta el 10 de junio, y aunque no consta el lugar de redacción, tuvo que
serlo en Almazán. En ella, después de referir con gran copia de pormenores las últimas
incidencias de la política con Francia, comunica a la Señoría el hecho insólito, por lo
honroso, de que los reyes de España habían decidido obsequiar a la república, su aliada, con
uno de los menceyes destronados de la isla de Tenerife.
El párrafo de la carta de Francesco Capello, que conocemos no por su texto original, sino
por el resumen o extracto que Marino Sanuto inserta en su diario, merece ser íntegramente
copiado:
----- , . '
e
impreso en la ciudad del Adriático entre los años 1879-1902. Atranca del 1 de enero de 1496, y se compone de 58
grandes volúmenes.
Murió en Venecia el 4 de abril de 1536.
4
Por la correspondencia de Marino Sanuto se ve de cuán distinta fuente y proce dencia recibía los informes y
noticias de Z Diarii, Por lo que respecta a España, merca- dores, marinos y espías a sueldo debían estar enviando
noticias a la república, que él recoge puntualmente.
3
I Diarii, pág. 206.
8
Ibid.
«E ditti re di Spagna baño donato a Francesco Capelo, cavalier, orator nostro. con
hordine che’l sia apresentado a questa Signoria, un re di corona, saracino, de quelli de
l’isoleche novamente sono State tróvate; et par che de’ dicti re ne siano sta menati 7 con
queste ultime caravelle che sono venute...» CDLXVI.
Si atendemos a la noticia escueta en sí, el párrafo citado no nos revela nada nuevo, pues
nuestro Jerónimo Zurita, en su Historia del rey don Hernando él Cathólico, había ya dado
CDLXVI Ibid., págs. 236-237.
«Y dichos reyes de España han donado al caballero Francisco Capelo, nuestro embajador, con encargo de que
sea presentado a esta Señoría, un rey de corona, sarraceno, de aquellas islas que han sido recientemente
descubiertas; y parece que de dichos reyes han sido traídos 7 con estas últimas carabelas que han venido.»
s Edición de Zaragoza, 1610, libro II, caps. XV y XXXVII, fols. 78 v. y 106 v.
JUAN DE MARIANA: Historia general de España, libro XXVI, cap. X. Edición de Madrid, 1848, tomo II, pág. 660.
Este autor recoge la noticia en los siguientes términos: «El rey de aquella isla traído a España, de allí le enviaron a
Venecia en presente a aquella Señoría.»
318 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
En la carta de Capello se habla «de quelli de l’isole che novamente sono State tróvate».
La frase cobra fortuna y se repite ante el Senado de Venecia, cuando comparece «uno re... di
Canaria, di quelle y solé nuevamente tróvate per il re di Spagna». Pudiera pensarse que los
venecianos estaban en el equívoco de considerar a las islas Canarias como recién
descubiertas; pero el propio Senado nos aclara cuál era la índole de su verdadero error al
confesar que «il serenissimo re di Spagna donoe a ser Francesco Capelo... il re di Canaria,
preso in le Indie» lx. Está claro que las islas recién descubiertas por el rey de España a que se
alude, eran las Antillas, que los venecianos confundían lastimosamente con las Canarias en
este año 1496.
En cuanto a la población, por la estampa física y moral de su rey, podremos retratar
a su pueblo tal como lo creían los venecianos. El rey de Tenerife es llamado unas veces
Resulta arduo a todas luces identificar al mencey de Tenerife con que los Reyes
Católicos obsequiaron, en 1496, a la república de Venecia. Si nos atenemos al testimonio
del embajador Capello, sería «il piü. famoso e piü bello». Por su parte, el historiador
Jerónimo Zurita parece estar conforme con esta opinión, pues lo identifica con el
caudillo' principal de la resistencia indígena frente a los castellanos. A nadie
sorprenderá, pues, que con estos precedentes Viera y Clavijo (aunque sólo conociese en
su época el segundo testimonio) afirme que fue Bencomo, rey de Taoro, el escogido por
Femando e Isabel para pasar a Venecia» I4<
Este dictamen tiene que ser hoy por completo rechazado, desde el momento que
poseemos reiteradas pruebas de la muerte del famoso Benitomo en la batalla de la
laguna. No conociendo los nombres indígenas de ninguno de los siete reyes que
acompañaron a Lugo en su viaje a la corte, nos quedamos, como es lógico, con la misma
ignorancia respecto al monarca escogido para acompañar a Francesco Capello hasta la
ciudad de los canales. Acaso acierte el embajador cuando asegura que le fue adjudicado
«il piü. bello». Pudiera ser que la estampa majestuosa y el porte caballeresco influyera
como criterio selectivo en la designación del rey viajero.
Como ya hemos expuesto con reiteración, la corte se mantuvo en Al- mazán hasta el
12 de julio de 1496, en una agradable jomada, acaso de las mas prometedoras y felices
del reinado de Femando e Isabel. En esos días parecía que todo se confabulaba para
llenar de gozo sus corazones. La conquista de las Canarias, los éxitos diplomáticos y
militares de la Liga Santa, la alianza de sangre con los Hahsburgo, las victorias del gran
capitán en Calabria, los conciertos amistosos con los Tudor, las brillantes incursiones por
tierras de Francia... son los hechos más resonantes, entre otros muchos que en larga serie
pudieran señalarse. Todo parecía augurar que el imperio hispánico, recién consolidado,
llegaba con velocidad meteórica a su cénit.
andan a la conquista de dicha isla.» «Y dicen que antes de ser cautivados, estos jefes hicieron notable
resistencia, etc.»
14
Tomo II, págs. 268-269.
2
1
322 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
su comisión gratulatoria cerca del nuevo rey Manuel I. Esta demora producía en
Capello la natural inquietud y desazón, arrastrándole a proponer a la república el cese
anticipado en su embajada, de la que podría hacerse cargo interinamente el secretario
Nicoló Aurelio. El Senado rechazó de plano la sugerencia, y expidió órdenes precisas y
tajantes a Capello para que no se ausentase de España en aquellos difíciles
momentosCDLXIX CDLXX.
Con estos antecedentes, no hay el menor riesgo en afirmar que el rey de Tenerife
adjudicado a la república de Venecia pasó de Almazán a Burgos en el verano de
© Del documenta, los autores. Diqitalizaüón realizada por ULPGC. Biblioteca 11™
1496, en el séquito del embajador Capello, pendiente de partir de un momento a otro
hacia las riberas del Adriático.
En los postreros días del mes de octubre de 1496 la gestión diplomática del
representante de la república de Venecia en España, Francesco Ca- pello, tocaba a su
fin. Los avisos que llegaban a la corte, por la vía de Portugal, anunciaban la partida de
Lisboa de J acobo Contarini, el embajador sustituto, cuya solemne entrada en Burgos se
verificó el 31 del mes y año indicados18.
Una de las cláusulas del título ha de merecemos particular atención, porque en ella se
vuelve a insistir en el sorprendente obsequio de un rey de Tenerife:
«... placuit nobis, subacta in deditionem nostram Tanarifae Ínsula, que ínter
alias nostras Canarie ínsulas una ex prestantioribus annumeratur, unum ex
novem regulis, iure belli captis, quos ex ipsa Tanarifae ínsula captivos nobis
attulerunt, digniorem, vobis dono dare...»w.
AU
concesió ^ümíí Ciñbvkí, CJTIIÍC Aliiirts.!-
keéií
n del wu/c" ■Wtumeyt. v»¡ kvniftd-ri <t- »Vmzs lxr>Mni^l'ét j'wntwhx-ni
título de MC<dbr*Mr< mncivi.. ot(S wejiioattuiXuz^
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Ultima página del título nobiliario, con la suscripción real
UN REY DE TENERIFE EN VENECIA 327
La travesía fue mucho más larga de lo que el embajador Capello había previsto en un
principio, pues las galeras venecianas tenían que rendir escala en Túnez, antes de remontar
el Adriático hacia la ciudad de los canales. Cinco meses largos duró el viaje desde Valencia a
Venecia, sin que nos sea permitido penetrar en el secreto de esta sorprendente tardanza.
Acaso escalas intermedias antes y después del arribo a Túnez; acaso inesperadas
CDLXXIII SANUTO, pág. 418. Según manifiesta Jacobo Contarini en su carta a la Señoría de
CDLXXIV19 de noviembre, era propósito de Francesco Capello dirigirse desde Barcelona a Genova por vía marítima,
para luego atravesar por tierra el norte de Italia con rumbo a Venecia. El viaje no pudo, sin embargo, efectuarse con
arreglo al itinerario previsto.
CDLXXV Ibid., págs. 418, 430 y 470. Capello escribió a la Señoría desde Barcelona el 4 de diciembre de 1496,
contando las principales incidencias de su viaje.
UN REY DE TENERIFE EN VENECIA 329
Sanuto— la sua legatione, ne la qual era stato zercha do anni.» Los senadores
escucharon complacidos el relato circunstanciado del embajador sobre su gestión en
España y las principales incidencias de la misma. Los Reyes Católicos, según él, no
habían tenido más que deferencias y muestras de atención hacia su persona27. La
despedida en Burgos le había verdaderamente conmovido. Añadió que entre otros
regalos <li era sta donato do mulle et una vesta di restagno d’oro bellísima...» 2S. Pero a
juicio de Capello ningún obsequio se podía comparar al del rey de Tenerife, por el
honor que suponía para la república recibir como huésped al regio cautivo de las islas
Canarias. «Et presentato dicto re negro a la Signoria», Capello prosiguió su discurso,
ora alabando las condiciones personales del monarca; ora exaltando las virtudes
heroicas de su pueblo, que había sabido vender cara la libertad; ora refiriendo detalles
sobre la población de las islas, su organización y costumbres...CDLXXX CDLXXXI CDLXXXII.
La popularidad del monarca guanche desterrado fue en aumento con los días, pues
toda Venecia pudo contemplarle a placer cuando desfiló solemnemente por sus calles el
jueves 25 de mayo de 1497.
CDLXXX Capello refirió las extraordinarias atenciones de que habia sido objeto por parte de Fernando e
Isabel. Por ejemplo, le habían antepuesto siempre al embajador de Ñapóles, honor que respaldaron los soberanos con
estas palabras: «Si el re di Napoli é ritor- nato nel regno mediante la Signoria, non haverá a mal si honoro 11 soi
oratori.»
CDLXXXI Página 628.
«Le habían sido regaladas dos muías y un vestido de brocado de oro bellísimo*»
CDLXXXII Véanse las páginas 319-320, donde se recogen estos párrafos.
•o Histoire eclésiastique, libro CXVIII, núm. 77. Cita tomada de VIESA Y CLAVIJO, romo II, pág. 268.
> Diqrtalizadóo realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,
La plaza de San Marcos de Venecia, vista desde la llamada Piazzeta, por G. A. Canaletto. (MADRID: Museo del Prado).
© Del documento, los amores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,
Procesión de/ Corpus Christi en su recorrido por la plaza de San Marcos de Venecia. Grabado anónimo. (MADRID: Biblio-
teca Nacional).
^yostino Barbarizo, du.r de Venecia, Grabado anónimo. (MADRID: Biblioteca
Nacional),
De) documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria 2006
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UN REY DE TENERIFE EN VENECIA 331
CDLXXXIII MARINO SANUTO: I Diarii. Venecia, 1879, tomo I, pág. 628. Dice literalmente lo
que sigue: «Questo fo in processione avanti el Principe il zorno dil Corpo di Cristo...» («Este fue en
procesión delante del Príncipe el día del Corpus Christi.»)
Agostino Barbarigo fue designado dux el 28 de agosto de 1486 y estuvo en el desempeño del cargo
hasta el 20 de septiembre de 1501, en que sobrevino su muerte. Sucedió en el cargo a su hermano
Marco Barbarigo.
La estampa física del rey de Tenerife podría ser ésta, tal como la imaginó el poeta Viana para
Bencomo de Taoro: «De cuerpo era dispuesto y gentil hombre; | Robusto y corpulento cual gigante; |
Frente arrugada, calva y espaciosa; | Partida la melena, poca y larga; | Rostro alegre y feroz, color
moreno; | Los ojos negros, vivos y veloces; | Pestañas grandes, de las cejas junto; | Nariz en
proporción, ventanas anchas; | Largo y grueso el bigote retorcido, | Que descubría en proporción los
labios, | Encubridores de un monstruoso número ( De dientes diamantinos; larga, espesa | La barba,
cana de color de nieve, | Que le llegaba casi a la cintura; | Brazos nervosos, de lacertos llanos; |
Derechos los muslos, gruesas las rodillas... |...| Un tamarco curioso gamuzado | De delicadas pieles le
vestía; | En los brazos las huirmas como mangas, | Y guaicas en las piernas como medias. |...|
VIANA, págs. 69-70.
CDLXXXIV Ibid. («Le parecía estar en el paraíso.»)
332 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
leí documenta, los autores, □igitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
e térra ferma. II serenissimo re di Spagna donoe a ser Francesco Capelo, el
cavalier, orator nostro apresso soa maestá, il re di Canaria preso in la India.
Perianto, sia preso che, essendo sta conduto per il prefato orator el ditto in questa
cita, dehhi star a Padoa in casa dil capitano, e li sia dato una camera fornita, e di
provisión ducati 5 al mese, et hahhi con lui do famegii qualli habhino di danari di
la Camera ducati uno al mese. Et el ditto re sia vestio», etc.35.
CDLXXXVw «Quello se ne dovesse far, tra li savii di Collegio fue parlato. Alcuni el voleva mandar
a donar al marchexe di Mantoa...».(«Aquello que se debía hacer entre los mi nistros del Colegio fue
discutido. Algunos querían regalarlo al marqués de Mantua.»)
CDLXXXVI SANUTO, pág. 628.
«Por el Senado fue resuelto que residiese en Padua, en el palacio del capitán; que se le diese una
pensión y tuviese de provisión al mes: 5 ducados de aquella Cámara para su sustento y 2 ducados para
quien estuviera con él a su servicio. Y que fuese vestido de vez en cuando, según sus necesidades.»
«Esto fue acordado en consideración al obsequio hecho por los católicos rey y reina de España.»
CDLXXXVII Ibid., pág. 656,
«Fue acordado por los ministros del Consejo de Tierrafirme: El serenísimo rey de España entregó
al caballero señor Francisco Capelo, nuestro embajador cerca de Su Majestad, el rey de Canarias,
cautivado en las Indias. Por lo tanto, quede establecido, que, habiendo sido conducido a esta ciudad
por el mencionado embajador, tenga que residir en Padua, en casa del capitán, dándole un
departamento amueblado, y de pensión 5 ducados al mes, y tenga consigo dos criados que reciban del
dinero de la Cámara sendos ducados mensuales. Y el dicho rey sea vestido, etc...»
Debajo de este acuerdo se lee su signatura: «120-28-1. Apar in libro 13’, parte terza e carte 3.»
UN REY DE TENERIFE EN VENECIA 333
88
Fantin de Pésaro, capitán-gobernador de la ciudad de Padua, pertenecía a a i us tre familia
veneciana de su apellido. .
Miembros destacados de esta familia fueron Jacobo de Pésaro, obispo de Pa o, coman dante de la
armada veneciana contra los turcos, y Benito de Pésaro, capitán de. a ota e la Señoría, que participó a
las órdenes de Gonzalo de Córdoba, el Gran Capitán, en a expugnación de la isla de Cefalonia (1500).
. ..,
87
Ibid., pág. 628. «Et fe’ l’intrata a Padoa con Fantin da Pexaro, capitano ivi andava, a di 18 zugno
1497» («Y entró en Padua con Fantin da Pexaro, que allí iba de capitán, el día 18 de junio de 1497»),
... ,
El palacio del capitán, en Padua, todavía en pie, está situado en el hamo viejo, pro ximo a la
catedral. Es un bello edificio gótico con fachada renacentista, a la que remata la llamada Torre del
Reloj. Es del siglo XIV.
CAPITULO XV
La cancillería regia se hace eco de las mismas a lo largo de 149 actores van a ser tres
figuras que nos son sobradamente conocí as. cisco Palomar, el genovés prestamista; dona
Inés eraza, señora narias menores, y Francisco Gorvalan, alcalde mayor y provee r.
Francisco Palomar, mercader genovés avecindado en Valencia, ha acto de presencia
en estas páginas en tres ocasiones, a primera y cera, como socio económico de la
conquista de Tener e. a según a, comprador del ingenio de Agaete en agosto de 1494 .
El documento que ahora nos incumbe comentar está relacionad p_ " mente con la
adquisición del heredamiento acabado e mencionar, der genovés, por naturaleza receloso,
no debió quedar e to o sa is j- el éxito de la provechosa transacción. De sobra conocía a
Alonso de Lugo para no temer algún zarpazo de su codicia herida. 1 Quien sa e , nejos
acudiría para despojarle del ingenio y las tierras a e anas
El buen cariz que a principios de 1496 tomaba la conquista de g._ precipitó a Francisco
Palomar a buscar el contacto con a co e, qu día entonces en Tortosa. El viaje desde
Valencia al puerto , nregentó no podía ser más cómodo ni más breve. Así es que e ^enOVe81.j„_
gu de. en una mañana de febrero de 1496 en Tortosa, dispuesto a reva
1
Capítulos V, págs. 139 y 150, y VIII, págs. 208-212.
338 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
techos sobre el importante ingenio de Agaete con el marchamo de una declaración regia a
su favor. El poder de Lugo, cada día en aumento con las victorias militares, tenía que ser
contrapesado por una expresa declaración real.
Don Fernando y doña Isabel, con los documentos a la vista, no tuvieron inconveniente
en acceder a los deseos de Palomar, y el 28 de febrero suscribieron la disposición
confirmatoria: «Por esta nuestra carta —dicen—■ vos confirmamos e aprovamos la dicha
nuestra cédula [de concesión] e la dicha carta de venta, suso encorporada, e todo lo en
ella contenido, para que vos vala e sean guardadas en todo e por todos, segund en ellas se
contiene, agora e de en adelante para syenpre jamás, e contra el thenor e forma della vos
non sea ydo nin pasado en tienpo alguno ni por alguna manera...» CDLXXXVIII CDLXXXIX.
Por lo que hace a doña Inés Peraza, señora de Lanzarote y Fuerteventura, de sobra
nos es conocida su intervención en la conquista de Tenerife a raíz del desastre de
Acentejo. Alonso de Lugo no solamente solicitó su ayuda, sino que movió a los propios
soberanos para que mediasen en la demanda a fin de conseguirla s. La colaboración se
tradujo en armas, vestimentas y vituallas hasta alcanzar la elevada suma de seiscientos
mil maravedíes.
Mientras las operaciones del segundo desembarco estuvieron en su momento
culminante, la señora de Lanzarote se mantuvo expectante. Pero así que Alonso de Lugo
ordenó la desmovilización del grueso de las tropas, comenzando a liquidar los débitos
(Sevilla, marzo de 1496), la alarma se apoderó de ella al paso de los días. Llovieron las
reclamaciones sobre el conquistador, respondiendo éste con un sospechoso mutismo.
La señora de las Canarias acudió entonces ante el Consejo real impetrando justicia.
Se hallaba éste establecido en Morón, a corta distancia de Almazán, por dificultades de
alojamiento en esta última villa, y esto explica que la oportuna real provisión aparezca
datada en el minúsculo pueblo soriano el 29 de mayo de 1496. Por esta fecha Alonso de
Lugo y los menceyes guanches estarían pisando las tierras de la Mancha. La real
provisión va dirigida al bachiller Alonso Fajardo, gobernador de Gran Canaria. Primero
le pone en antecedentes: «Doña Ynés Peraza, vesina de la ciudad de Sevilla, nos hizo
relación... que Alonso de Lugo, gobernador ques... de Tenerife, dis que le deve y es
obligado a pagar seysgientas mil maravedís; las quales dis que como quier que por su
parte muchas vezes ha seydo requerido... que ge los dé e pague, que lo non ha querido nin
quiere faser, poniendo a ello sus escusas y dilaciones indevidas...». Después se ordena al
gobernador «que luego veades lo susodicho, e llamadas e oídas las partes..., syn dilación...,
solamente la verdad sabida, libredes e determine des... lo que falláredes por fuero e por
derecho...»CDXC.
La siguiente reclamación se produce por partida doble dos meses más tarde. El
Siete reyes de Tenerife hemos visto comparecer en Almazán para rendir homenaje de
sumisión y pleitesía a los Reyes Católicos.
De uno de ellos ha sido dable conocer su destino: desde que fue entregado, como
obsequio, a la república de Venecia hasta su ulterior traslado a la ciudad de Padua,
donde lógicamente debió pasar el resto de su triste y lánguida existencia.
s Ibid.
Documentos, núms. 23 y 24.
Pero una serie de preguntas se imponen, que estarán bullendo en la mente del agudo
lector: ¿Cuál fue la suerte que estuvo reservada para los otros monarcas destronados?
¿Se quedaron en la corte, al amparo de la protección regia? ¿Se dispersaron por distintas
ciudades españolas? ¿Retornaron a sus lares, reducidos a la condición de labradores y
colonos? Lo primero es admisible; lo segundo, compatible con lo anterior y hasta pro-
bable, dado el acentuado carácter nómada de la corte española; lo tercero está probado
para los menceyes de los bandos de las paces.
Núñez de la Peña afirma alegremente que los reyes «volvieron a Tenerife» 8. Viera y
Clavijo, en cambio, opta por la negativa, con argumentos que la investigación de los
archivos desmienten en absoluto: «Nos asisten buenas razones para dudar si acaso les
permitieron retomar a su patria...; es más probable que la política de aquellos tiempos se
opuso a este género de piedad. No era entonces máxima muy corriente dejar en un país
recién conquistado sujetos que con facilidad podrían ponerse a la cabeza de los
malcontentos o díscolos. Y si todos los reyes bárbaros regresaron a Tenerife, ¿cómo no se
vuelve a hacer memoria de ellos en nuestra historia? ¿Cómo no se encuentra habérseles
REPATRIACIÓN DE MENCEYES 341
repartido tierras para subsistir con el correspondiente decoro? En los antiguos libros de
datas se hallan diferentes donaciones a favor de muchos guanches particulares..., pero
ninguna a favor de los menceyes'» CDXCI CDXCII.
Como premisa previa hay que establecer un distingo entre los menceyes de los reinos
de paces y los de guerra.
Los primeros, con la libertad personal garantizada por los tratados, in-
discutiblemente volvieron a la patria chica, integrándose en la nueva sociedad que
alboreaba, con cierto rango peculiar. Señalemos, en apoyo de este aserto, que como
particular distinción a ellos y a sus inmediatos descendientes se les solía anteponer el
título de don. La exposición de cada caso nos obliga a trasponer la linde cronológica en
que nos estamos desenvolviendo.
A dos monarcas, los de Anaga y Adeje, se les puede seguir el rastro con absoluta y
rigurosa historicidad.
El primer mencey perfectamente documentado fue don Femando de Anaga. De él
sabemos que, reincorporado a Tenerife tras el solemne acto de sumisión en Almazán, se le
obligó más tarde por mandato regio —mediando torcidos informes— a trasladar su
residencia a la isla de Gran Canaria. Además de esto, el conquistador tuvo la osadía de
cautivar a su propío hijo, don Enrique de Anaga, que pudo al fin alcanzar la libertad, en
1501, gracias a la acalorada intervención del bachiller Alonso de Sepúl- veda, procurador
de los pobres de la corte, a quien los monarcas hispanos habían dado particular comisión
para liberar de las garras de sus opresores a los guanches indebidamente cautivados
CDXCIII CDXCIV
El propio bachiller Sepúlveda, informado por don Enrique de los despojos de ganados
y esclavos de que había sido víctima el rey, su padre, denunció el caso a Femando e
Isabel. Estos soberanos dispusieron, por su carta de comisión de 16 de septiembre de
1500, que don Juan de Silva, conde de Cifuentes y corregidor de Sevilla (juez especial
encargado de fallar las causas de libertad de los canarios), resolviese sumariamente y de
plano la reclamación antedicha ®.
CDXCIPágina 163.
CDXCII Tomo II, pág. 268.
CDXCIII A. S.: Registro del Sello.
Provisión de i de junio, expedida en Granada.
Documentos, núm. 40.
RUMBU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 88-89 y 372-373 (documento 111).
CDXCIV Ibid.
Documentos, núm. 39.
RUMEU DE ABMAS: Op. át., págs. 89 y 353-354 (doc. 100).
342 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
de la Gran Canaria, dis que Alonso de Lugo... no le dexó pasar su hazienda, segund que
por nos le avía sido mandado, y demás desto le tomó dos esclavos (que compró dél,
porque heran sus parientes), e que asimismo le tomó la mitad de sus ganados, e otros
muchos agravios, que dis que le fizo injustamente...». Para reparar la tropelía, los
soberanos de Castilla expidieron orden el 22 de febrero, dirigida al gobernador de Gran
Canaria Antonio de Torres, con objeto de que, previas las oportunas informaciones,
fallase sumariamente con arreglo a derechoCDXCV.
En el forzado éxodo a Gran Canaria, el mencey de Anaga llevó consigo a sus hijos don
Diego y don Juan de Anaga, a quienes hallamos establecidos, en 1505, en Arguineguín,
dedicados a apacentar sus ganados 10*.
concesión de tierras a su favor por parte del repartidor Alonso de Lugo es bien explícita
sobre el particular: «Doy a vos don Diego, rey que érades de Adeje, un barranco que se
llama Masca con todas sus tierras y aguas para vuestros ganados e para que fagáis
vuestras heredades...». A mayor abundamiento, en otro libro de datas por testimonio,
aludiendo al original, que se supone retirado por el regio guanche, se añade en nota
marginal: «mencey de Adexe, llebóle». El documento matriz está fechado el 5 de octubre
de 1503.
Otras datas semejantes aluden «a don Dyego, natural de Teneryfe», avecindado «en el
reino de Ades», o a «la casa del rey de Adexe», emplazada en esta misma comarca ls.
El monarca sureño no se dio por satisfecho con estas misérrimas conce
344 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
© Del documenta, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
del insulto y encomiendan, por su cédula de 5 de junio, al gobernador
de Gran Canaria Lope de Sosa poner pronto remedio al desaguisado M.
El mencey de Adeje tuvo, por lo menos, cinco hijos, cuya existencia está
documentalmente probada. Fueron éstos: don Alonso Díaz, don Fernando, don Diego,
doña Inés Díaz y doña María Díaz (también llamada María de Lugo o María de Adeje).
Papel señalado va a tener asimismo en la nueva sociedad su primo Juan Delgado.
En la residencia tomada en 1508 a Alonso de Lugo se alude con reiteración a la
familia de este monarca guanche. Se menciona diversas veces a don Diego II de Adeje
—«Don Diego, que se dize hijo del rey de Adexe»—, y se nos da a conocer el desacato
cometido por un sobrino político del conquistador, teniente de gobernador a la sazón,
Jerónimo de Valdés, contra la honestidad de «la reina de Adexe» o de su hija, atentado
del que se querelló, ofendido, su regio consorte o padre. Debió de ocurrir este
desaguisado en el año 1500 15.
Por último, en los Libros de Acuerdos del Cabildo de Tenerife ha quedado registrado
el nombre de don Pedro de Adexe (don sólo reservado para el adelantado y su hijo
primogénito), miembro indiscutible de esta casa y de seguro hermano o sobrino del
ultimo mencey. Se hallaba encarcelado DII DIII este infante en el mes de noviembre de 1502
por fútiles cuestiones, cuando fue puesto en libertad, con el beneplácito de los regidores,
para que contribuyera a reducir a los guanches alzados, teniendo en cuenta su
DII14 A. S.: Registro del Sello.
Documentos, núm. 47.
BUMEU DE ARMAS: Op. cit., págs. 89-90 y 403-404 (doc. 132).
DIII Datas, págs. 205 y 211.
LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVERA: Notas sobre los reyes de Tenerife, en «Revista de Historia», núms. 115-116 (año
1956), págs. 7-8.
Residencia, págs. XXIX, 11, 44, 68, 104 y 422.
El desacato contra la reina o infanta debió de cometerse a fines de 1499 o primeros días de 1500, pues el 13 de enero
de este último año cesaba súbitamente Valdés en el ejercicio de sus funciones, sin que se vuelva a presentar en Cabildo
hasta el 9 de diciembre. El adelantado desterró a su pariente a la ciudad africana de Tagaos.
RUMEU DE ARMAS: España en el Africa Atlántica, tomo I, págs. 276, 341, 346, 356 y 358.
REPATRIACIÓN DE MENCEYES 345
experiencia y conocimiento de la comarca de Adeje («el qual sabe la tierra del reyno de
Adexe, do andan los alga dos...») 16.
DIV ELIAS SEBBA RÁFOLS: Acuerdos del Cabildo de Tenerife (1497-1502), en la colección «Fontes rerum
Canariarum». La Laguna, 1949, tomo IV, pág. 51.
A este don Pedro de Adeje (suponiéndole mencey de esta comarca) hace referencia VIERA Y CLAVITO en el
Prólogo, página X de su tomo III. La fuente de información de Viera son los mismos Libros de Acuerdos del
Cabildo de Tenerife. El episodio histórico aludido —insurrección en Adeje— es comentado por este autor.
Don Pedro de Adeje fue además yerno del último mencey de este bando, pues con trajo matrimonio con doña
María Díaz (LA ROSA: Notas sobre los reyes..., acabada de citar, pág. 8).
17
Protocolos del escribano Hernán Guerra. La Laguna, 1508-1510. Edición de EMMA GONZÁLEZ YANES y
MANUELA MARRERO RODRÍGUEZ, en la colección «Fontes rerum Canariarum». La Laguna, 1958, tomo VII,
pág. 215 (núm. 998).
Salió garante asimismo de la operación el alguacil mayor Pedro de Vergara.
MANUELA MARRERO RODRÍGUEZ: La esclavitud en Tenerife a raíz de la conquista. La Laguna, 1966, págs.
26-33 y 161 (doc. 110).
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, pág. 90.
18
LA ROSA: La égloga de Dácil..., pág. 125.
Documento de 21 de enero de 1508 ante Sebastián Páez.
Del mismo autor: Notas sobre los reyes de Tenerife y sus familias, pág. 3.
Protocolo del escribano Juan Ruiz de Berlanga. La Laguna, 1507-1508. Edición de MANUELA MARRERO
RODRÍGUEZ, en la colección «Fontes rerum Canariarum». La Laguna, 1974, tomo XVIII, pág. 53 (núm. 17).
Esta autora registra un arrendamiento de ganado cabruno en favor de Gonzalo Mexía, en el que actúa como
arrendador el vecino de La Laguna Antón de los Olivos, en calidad de curador del infante menor de edad «don
Pedro, hijo del rey de Abona» (27 de mayo de 1507).
346 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Es cierto que un guanche llamado Andrés de Güímar jugó un papel tan destacado en
la defensa de sus conterráneos, que inclina el ánimo a considerarlo como de estirpe regia,
aunque no aparezca significado con el título de don en los documentos conocidos. Fue un
auténtico campeón de la libertad de los aborígenes contra las tropelías de Alonso de
Lugo, tachando de ilegal su actuación y acudiendo a los pies del trono en defensa de la
raza oprimida. El ardoroso celo del guanche puso en tanto riesgo su vida, que el Rey
Católico, por provisión de 21 de abril de 1515, le otorgó amplísima carta de seguro para
sí, «su muger e hijos e parientes e ornes e criados e procuradores e sus bienes, que
quedaban so guarda e seguro e amparo e defendimiento real» *®.
Del documenta, los autores Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrversilaria, 200G
En la sentencia con que, en 1511, el Consejo real puso fin al juicio de re sidencia
incoado contra Alonso de Lugo, aparece expresamente condenado a pagar a Andrés de
Güímar 50.000 maravedíes como indemnizaciónDV DVI. No habiéndose hecho efectiva el
débito sino parcialmente, el batallador indígena obtuvo del regente de Castilla la cédula
de 19 de abril de 1515, por la que se ordenaba al conquistador liquidar la deuda que con
el guanche tenía contraída por cuantía de 5.000 maravedíes, como remanente de los
50.000 a que había sido anteriormente condenadoDVII.
DV DOMINIK J. WÓLPEL: La Curia Romana y la Corona de España en la defensa de los aborígenes canarios,
en la revista «Anthropos», tomo XXV (año 1935), págs. 1080-1081.
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 123-124 y 465-466 (documento 164).
Este guanche sureño emparentó con la familia real de Adeje. La hija del mencey don Diego, doña María
Bíaz, contrajo segundas nupcias con Andrés de Güímar (LA ROSA: Notas sobre los reyes de Tenerife..., pág. 9),
Véase asimismo la nota 16 de este capítulo.
DVI El sobrino de Alonso de Lugo, Bartolomé Benítez, se comprometió, en su nombre, al pago de la
indemnización en las mismas condiciones y circunstancias que a los hijos del mencey de Adeje. Véase la página
345 y la nota 17 de este mismo capítulo.
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, pág. 90.
DVII WSLFEL: La Curia Romana... (págs. 1081-1082), y RUMEU DE ARMAS: La política indigenista... (pág.
123).
Este dato viene a probar que Bartolomé Benítez tan sólo había hecho efectivos 45.000 maravedíes.
REPATRIACIÓN DE MENCEYES 347
principesco guanche (liberto de la esclavitud por su hermana, quién sabe a costa de qué
sacrificios).
La denuncia interpuesta contra Alonso de Lugo merece ser recogida en su
integridad: «Aviendo vendido un hijo del rey Ventor a una su hermana, e recebido el
precio dél, después lo havía tomado a tomar e vender a Diego de Llanos, vecino de La
Palma.»
El capitán-conquistador se quiere defender del insulto con especiosas artimañas:
«bien pudo vender al hijo del dicho rey Ventor, aunque lo oviese vendido a su hermana,
pues no le fue pagado cosa alguna del precio dél; e si algo le dieron, sería de lo suyo... e de
sus mismos ganados...» DVIII.
Estas últimas líneas son una alusión a los latrocinios de ganado por parte de los
indígenas, para manumitir a sus parientes y allegados.
A la supuesta esclavitud de las estirpes regias de los cantones belicistas pudiera
oponerse alguna salvedad. En documentos notariales del año 1509 aparecen distinguidos
con el título de don: Juan de Tegueste y Pedro de Tacoronte, circunstancia que parece
demostrar una vinculación de sangre con las dinastías reinantes en cada uno de los
bandos mencionados 2B. ¿Se trata de indígenas que se rindieron, bajo seguro, en el
momento culminante de la conquista? ¿Cabe descubrir en ellos a antiguos esclavos
redimidos por sus parientes y allegados? ¿Son infantes de los reinos de las paces, que han
adoptado como gentilicio los nuevos lugares de residencia y establecimiento?
Desde luego, está documentalmente probado el éxodo de distinguidos guanches
sureños a las tierras más fértiles del norte de la isla, por causa de las datas o
repartimientos, y la adopción, en algunos casos, como gentilicio del topónimo del nuevo
asentamiento.
Sevilla a raíz de esta escala, pues en el mes de agosto aparece otorgando documentos en
la mencionada ciudad DXII.
El arribo de Alonso de Lugo con su séquito a Santa Cruz de Añazo habrá que
datarlo a fines de junio o principios de julio de 1496, entregándose, con su tenacidad
característica, a las tareas propias de un colono, sin olvidar las de conquistador.
Parece admisible considerar que fue en este verano de 1496 cuando fundó la villa
de San Cristóbal como capital de la isla de Tenerife. El único dato irrefutable que
poseemos señala como fecha ante-quem el 25 de junio de 149720. El cronista Espinosa se
limita a señalar «que el gobernador y caballeros de la conquista..., escogiendo para
vivienda el lugar de La Laguna, situaron y señalaron el sitio que hoy tiene...»; en otro
pasaje puntualiza que se llamó «la ciudad de San Cristóbal de La Laguna (...por estar
edificada junto a una laguna...)» so. Abréu Galindo es el primero en invocar como
jomada de fundación el día de su patrono titular: «Alonso de Lugo... determinó venirse
al llano de La Laguna, donde le pareció sería bien fundar un pueblo; y así lo puso por
obra, llamándolo San Cristóbal de La Laguna, porque en tal día había fundado el
pueblo, a 26 días del mes de junio (que es día de San Cristóbal), afio de 1495» (sic) sl. El
poeta Viana se hace eco de idéntica tradición: «La Laguna..., del divino Chris- tóbal,
cuya fiesta oy celebra la iglesia [25 de julio de 1496], tendrá el nombre» 32. Por su
parte, Núfiez de la Peña refunde los anteriores testimonios: «en el mes de julio del...
año de mil y cuatrocientos y noventa y siete pasó el general a La Laguna, y, por
parecerle el sitio llano y fresco, fundó en él la principal población con el nombre de
villa y título de San Cristóbal de La Laguna; celebróse la fiesta del glorioso santo, y le
prometieron hacer fiesta todos los años, como patrono de la isla y titular de la ciudad;
y porque en el día veinte y cinco de julio no se puede celebrar por preferir el apóstol
Santiago, quedó asentado que se le hiciese la fiesta a veinte y siete de julio, el día
después de Santa Ana...»3®.
Descartado por imposible el año 1497 DXIII DXIV DXV DXVI, adquiere visos de verosimilitud
Mayor interés han de merecemos durante esta breve etapa las operacio- |
nes militares de pacificación. Su escenario es bastante amplio. Por un lado |
se va a operar contra los focos rebeldes, localizados preferentemente en los s
reinos de Icod y Dante, los más propicios a la resistencia por su lejanía de |
los puntos de penetración. Al mismo tiempo, y por circunstancias imprevis- , s tas, las
tropas insulares se verán obligadas a penetrar en los términos de los ]
bandos de las paces, convertidos en refugio de los derrotados guanches de |
guerra. -
La primera capital de Tenerife fue fundada por Alonso de Lugo el 25 de julio de 1496. El núcleo primitivo
radicó en la llamada Villa de Arriba, junto a las márgenes de la misma laguna. Diversas edificaciones se
agrupaban en tomo a la parroquia de la Concepción (B). Una segunda iglesia parroquial, la de los Remedios
(A), darla origen a la Villa de Abajo. En el breve plazo de cien años La Laguna se convirtió en una espléndida
ciudad, admiración de propios y extraños, con importantes edificios públicos y privados, a los que hay que
sumar incontables monasterios y ermitas. La vega en que la ciudad fue asentada, tan frondosa como llana,
permitió un perfecto trazado de la urbe, con calles rectas y anchas en admirable cuadrícula. Destacan, en el
interior de las casas, los jardines y huertos para solaz y esparcimiento de los moradores.
Torriani pondera las excelencias y bellezas de la laguna: «Tiene poco fondo, y durante el verano a menudo
se seca... Es muy útil para el ganado que pasta en su alrededor, en número infinito. Para los que tiran el arcabuz
es un verdadero deleite, por la diversidad de los pájaros y animales que viven en ella...»
La decisiva batalla de la laguna se dio en la zona más meridional (en el plano, extremidad superior
derecha), en las proximidades de la ermita de San Cristóbal (P).
REPATRIACIÓN DE MENCEYES 351
Las operaciones de limpieza del verano de 1496 85* tendrán como escenario de lucha
los bandos de Icod y Daute, con objeto de reducir a los rebeldes, y el reino de Abona,
con el propósito de vencer la resistencia de los refugiados. En los demás distritos de paz,
las entradas fueron simples capturas de prisioneros para su ulterior venta como
esclavos.
Por causa del silencio de los cronistas, la Información citada es nuestro único guía.
Sabemos por ella que Jorge Grimón desembarcó en Tenerife «con mucha cantidad de
pólvora y tres espingardas», siendo destinado a operar en los altos de Icod. Del
desarrollo de los combates nos informa el testigo Pedro de Vera: «Que puede haber
como diez años —dice— que vio desembarcar a Jorge Grimón en esta isla..., y sacó tres
espingardas y dos adargas y tres capasetes y otras menudencias y cuatro cántaros que
dezían que venían llenos de pólvora; y luego el señor adelantado mandó que le tomasen
la pólvora y se repartiese con nueve espingarderos que avía, y se fue a la vuelta de Taoro
y llevó consigo a Jorge Grimón y a Alimán con tres espingardas, y a la subida de Icode
fue en la delantera Jorge Grimón con todos los espingarderos y mataron muchos
guanches y destaparon el camino por donde pasaron los cavallos...».
DXVIII* En la Residencia (págs. 45 y 114) se da por sentado que las operaciones de la conquista superaron
los dos años.
DXIXEl Memorial de descargos da como plazo «dos años y medio». La pregunta CLVIII de la Información
testifical, «dos años y medio, poco más o menos». El testigo Juan Benítez, «dos años e medio... poco más o
menos...».
DXXTomando como punto de partida para el cómputo el mes de mayo de 1494, los dos años V medio
arrastran las operaciones regulares de limpieza hasta el otoño de 1496, aproximadamente.
DXXI Datas, págs. 14, 32, 122, 142 y 174.
El recuerdo de este tardío conquistador ha quedado perpetuado en la toponimia: «barranco del
Borgoñón», «valle del Borgoñón», etc.
En la Residencia (pág. 119) se le designa con su nombre: Jorge Grimón; pero en la Reformación (págs. 32,
43, 48, 68, 69, etc.) es corriente designarlo con el apodo de el boc gañón o el borgoñés, en alternancia con su
auténtico nombre y apellido.
352 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
87
BUENAVENTUBA BONNET: Jorge Grimón y la rendición del sur de Tenerife, en «Revista ele Historia», núm. 41
(año 1938), págs. 6-15.
REPATRIACIÓN DE MENCEYES 353
Desde abril a septiembre de 1496, la campaña final, las razzias por los territorios
sojuzgados y las operaciones de limpieza se tradujeron en un número muy importante
de prisioneros guanches, reducidos inmediatamente a esclavitud.
Con arreglo a las prácticas jurídicas de la época, Alonso de Lugo pudo someter a
servidumbre a todos los pobladores de los cinco bandos de güera: Tegueste,
A los indígenas derrotados no les quedó otro recurso que refugiarse en las
cumbres de la isla —serán conocidos como los alzados— o buscar sigiloso cobijo y
amparo dentro de los términos de los bandos de paces: Abona, a
Adeje y Anaga, únicos que en esta trágica hora se mostraron propicios a §
brindar hospitalidad. La reacción de Alonso de Lugo será despiadada y terrible, pues
pretendió —como lo había efectuado en La Palma— declarar a los moradores de los
tres reinos amigos «cautivos de segunda guerra», para poder reducirlos a esclavitud sin
miramiento alguno. Por este segundo conducto arribará, durante el verano de 1496,
otro importante número de cautivos a los mercados esclavistas peninsulares.
2
3
354 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
veintiséis esclavos (sus vendedores, Luis García, Femando Beltrán, Miguel Fiera y
Pedro Moner); once varones y quince hembras. Junio: once guanches (vendedores,
Luis García y Pedro Moner). Julio: dieciséis piezas (Pedro Moner, Pedro Plá, Luis
García, Melchor Codo y Diego Palacio); seis hombres y diez mujeres. Agosto: siete
esclavos (Juan Franza, Pedro Fiera y Nicolás Muñoz); dos guanches y cinco guauchas.
Septiembre: cinco guanchas (Juan Abelló, Antonio Veana, Juan Miguel, Pedro Moner y
Luis García).
En cuanto a precios, se pagaron más altos por las hembras que por los varones;
aquéllas a 35 libras, y éstos a 28 tan sólo as.
3S
VICENTA COBTÉS: La conquista de las islas Canarias a través de las ventas de esclavos en Valencia, en
«Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (año 1955), págs. 537-539 (documentos 113-130).
La diferencia de precios entre guanches y guanchas la justifica la autora con estas palabras (pág. 507): «Las
hembras alcanzaban invariablemente precios superiores a los varones... Las mujeres, dedicadas a labores menos
duras, eran de vida más larga; su habilidad podía diversificarse más que la masculina y, salvo excepciones, no
presentaban el peligro de la pérdida por fuga, tan posible en los hombres. Y otra ventaja que no hay que olvidar, la
posibilidad de descendencia, que legalmente pertenecía a su dueño.»
CAPITULO XVI
¿Qué le arrastra a cruzar incansable otra vez el Océano? Sin duda, los
problemas económicos derivados del reparto del botín con los socios, las constantes
reclamaciones de éstos y la amenaza latente de degenerar en ruidoso pleito ante el
Consejo real, con todas sus desagradables consecuencias. No se puede descartar
tampoco que los soberanos de Castilla le hubieran dado cita en la capital castellana,
al correr de la anterior jornada, para planear y resolver los problemas inherentes al
nuevo establecimiento político.
DXXII En ese día suscribe el famoso Concierto con los socios armadores, Véase más adelante la
página 360 de este mismo capítulo,
DXXIII Capitulo XV, pág. 339.
Concierto, págs. 652-653.
358 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Mayor fue la alarma de los socios cuando conocieron que el capitán andaluz se
disponía a partir para la corte en compañía de los reyes destronados. Reclamaron de
Lugo el cumplimiento exacto del contrato, pero éste apenas si puso en sus manos
esclavos y ganado bastantes para resarcirles del pago de los fletes, sin que para nada
hiciese alusión al botín, cuando era público en la isla que el capitán-conquistador había
vertiginosamente apañado «más de lo que ha de resgibir e aver de la dicha conquista,
segund la parte que de ella tiene» 8.
Quiso seguramente Lugo quebrar la unión entre los socios, invitando a
acompañarle a Ahnazán a Mateo Viña, al parecer el menos interesado económicamente
en la conquista y el único de ellos que había tomado parte en la misma empuñando
armas; pero no consiguió su propósito.
Durante los meses que transcurren entre mayo y septiembre de 1496 llovieron
sobre Alonso de Lugo las reclamaciones y mensajerías, sin resultado positivo. Parece
seguro que en el tornaviaje de junio y dmante la obligada escala en Sevilla se discutió
sobre el problema con acaloramiento, aunque obstinados por una y otra parte en sus
puntos de vista.
La fórmula mágica para encarrilar el arduo problema fue acudir a la corte en
demanda de amparo y protección. Y si por este conducto no se encontraba una solución
armónica, plantear las discrepancias ante el Consejo real, con objeto de que tan alto
tribunal diese su fallo definitivo. Ese fue el talismán que movilizó rápidamente a Alonso
de Lugo hacia la metrópoli y la corte. No le interesaba al conquistador provocar el
menor escándalo cuando esperaba de un momento a otro que lloverían sobre él, en
recompensa por sus destacados servicios a la corona, títulos, privilegios y mercedes.
Como Burgos, cabeza de Castilla, va a ser el asiento de la corte por es pacio de
varios meses, convendrá que señalemos los respectivos itinerarios regios hasta
afincarse en la capital del viejo condado.
Habíamos dejado a Isabel la Católica, en el mes de julio de 1496, recorriendo los
caminos de Castilla en compañía de su hija doña Juana (la prometida del archiduque
de Austria don Felipe), con dirección al puerto de Laredo, donde se hallaba anclada
una poderosa flota, al mando del almirante don Fadrique Enríquez, para conducir a la
princesa a las lejanas y prósperas provincias de Flandes.
El 22 de agosto de 1496, los navios, empavesados, zarpaban del puerto montañés sin
contratiempo, en medio de los vítores y aclamaciones de la población despidiendo a la
futura archiduquesa, llamada un día no lejano
8
Ibid., pág. 650.
REPARTO DEL BOTÍN 359
a reinar en Castilla y en España y a ser la madre del emperador de dos mundos. Esta
poderosa escuadra llevaba además por misión conducir, en el tornaviaje, a la
archiduquesa Margarita de Austria, la prometida del príncipe don Juan, o mejor, su
esposa, con la que había contraído matrimonio por poder el 5 de noviembre de 1495,
en Bruselas, estando representado el regio consorte por el comendador de Calatrava y
embajador de los Reyes Católicos don Francisco de Rojas.
Zaragoza, Alfaro y Logroño jalonan su viaje antes de su entrada en Burgos, que debió de
realizar alrededor del 20 de octubreDXXIV.
Las conversaciones entre Alonso de Lugo y sus socios tuvieron por escenario la
ciudad de Burgos, aunque el documento original que dio fin a las mismas por medio
de un formal acuerdo, concierto o avenencia, signado por todos ellos, no haya
aparecido en esta ciudad, sino en la de Zamora, en cuyo archivo municipal se
conservaba desde tiempos remotos, sin que na- s díe hubiese parado mientes en él
hasta tiempos muy recientes DXXV. |
3
DXXIV* ANTONIO RUMEU DE ABMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, páginas 229-231.
DXXV Concierto, págs. 647-656.
Fue revelada su existencia por la archivera doña MARÍA DEL CARMEN PESCADOR DEL HOYO en su catálogo del
Archivo Municipal de Zamora, publicado con el título de Documentos históricos. Zamora, 1948, pág. 652.
Corresponde al malogrado archivero del Ministerio de Asuntos Exteriores don MIGUEL SANTIAGO la tarea de
haberlo divulgado y dado a conocer, con acertados comentarios y en- jundiosas notas: Un documento desconocido en
Canarias referente a la conquista de Tenerife, en «Revista de Historia», 89 (1950), 39-51.
La •■■Casa del Cordón», el bello palacio que los condestables de Castilla post tan en Burgos, sirvió de alojamiento a los R<- yes Católicos durante su
estancia en el otoño-invierno de Hílti-t j'.n. Grabado anónimo. (MADRID: Biblioteca Nacional). En sus salones suscribieron Fernando e Isabel los privilegios
y recompensas otorgados a Alonso de Fugo por sus meritorios servicios en la conquista de Tenerife
I.
3
S
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a
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J
I
m
8
I
I
é
Portada tlol palacio de los Condestables, con el curioso «cordón» que la caracteriza.
Debajo, los blasones de la ilustre estirpe de Velasco, recompensada por los Reyes
Católicos con el titulo de duques de Frías.
Burgos: Fachada de la catedral, con las torres y flechas de Hans de Colonia.
© Del documento, los autores. Diqitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,
REPARTO DEL BOTÍN 361
Cuestión previa a resolver era la de los fletes, tal como quedó puntualizado al
referirnos al contrato. Alonso de Lugo, antes de partir para la corte, había dejado en
manos de sus socios esclavos y ganados que no bastaban a cubrir el importe de los
mismos En este convenio, según la aportación en dinero de cada uno para el pago de
los fletes, se establecía, grosso modo, la indemnización que habrían de recibir.
Como es sabido, «los fletes... de los nabíos que fueron a la conquista de la dicha ysla
de los puertos del Andaluzía... montaron, syn los intereses, un quento y giento y sesenta
mifl maravedís» (1.160.000). Estos fletes habían sido abonados en su casi totalidad por
Guillermo de Blanco, Nicolás Angelate y Mateo Viña. El cuarto socio, Francisco
Palomar, se había limitado a cubrir «el complimento de lo que más monta fasta conplir
el dicho un quento e giento e sesenta mili maravedís que en eRos montó».
8
A. S.: Registro del Sello, fol. 124. APÉNDICE I. Documentos, núm. 32.
362 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
9
ron desbaratados, e de los nabíos que fueron, después del desbarato, a doña Ynés
Perada e a doña Beatriz de Bobadilla para concertar la buelta».
de los dichos juezes, para que si paresgiere por las cuentas que
se fizieren entre ellos ante los dichos juezes que es verdad lo que
dizen... que de los dichos esclavos e ganados que copieren al
dicho Alonso de Lugo, de su parte, sean pagados de lo que fuere
declarado por los dichos juezes...».
Semejante carácter tenía otra de las medidas tomadas por los cuatro socios contra
el conquistador. Recordará el lector que Lugo había prometido a sus colaboradores el
reembolso, como mínimo, de cuanto habían entregado para la operación militar, con
los intereses devengados por los capitales respectivos, y acaso alguna prima fija como
seguro beneficio. Pues bien: no estando ahora éstos garantizados de que el botín
alcanzase a cubrir dichas cantidades, exigieron del conquistador «que los dos mili
ducados de oro que la reyna, nuestra señora hizo merced al dicho Alonso de Lugo e los
ciento e sesenta mil maravedís que Su Alteza le mandó -librar para complimiento de
los fletes» durante la estancia en Almazán T, quedasen en poder del doctor Rodrigo
El punto más delicado del concierto era el relativo al reparto del botín, porque se
prestaba a ocultaciones y escamoteos. La redacción de estos capítulos está presidida
siempre por una desconfianza absoluta en los procedimientos del conquistador. Alonso
de Lugo había de dar peder a sus socios, en presencia de escribano público y testigos
—con objeto de que «non haya frabde nin engaño»—, para que éstos personalmente o
aquellos que fuesen sus mandatarios pudiesen «pedir et demandar en juisio o fuera de
él e rescibir, e recobrar, en su nombre e para ellos, qualesquier esclavos e ganados e
otras cosas pertenescientes a la dicha conquista que sean, asy en
determinado por Sus Altezas que los dichos canarios e canarias de los dichos vandos
no son cabtyvos ni pertenecen al dicho Alonso de Lugo por la dicha capitulación, e le
fueren demandados, que ellos restituyrán... los canarios e canarias e ganados...». Para
mayor garantía, los socios se obligan a «que non los venderán fuera de los reynos de
Sus Altezas por ninguna manera, et que traerán testimonio, sygnado de escrivano, de
las personas a quien los vendieren et de los precios que por ellos les fueren dados.»
Otro extremo que le interesó a Alonso de Lugo dejar bien claro era el referente a
ciertos esclavos que había «gastado» en pagar determinados servicios preparatorios de
la conquista o en recompensar ayudas extraordinarias en el desarrollo de la misma. A
Gonzalo Suárez de Quemada le había dado «catorze o quince esclavos» por haber
acudido a Castilla «a concertar la venida de la gente del duque de Medina Qidonia»; al
bachiller Soto le había agraciado con «seys esclavos... porque fue a contratar con doña
Ynés Peraga e con el gobernador de Grand Canaria» análoga colaboración; a Diego
Mal donado le había entregado «otros seys esclavos», por servicios no especificados,
aunque semejantes. Aspiraba el conquistador a «que estos treynta esclavos» fuesen
desglosados del botín, «de manera que... non se pidan a los sobredichos, nin alguno de
ellos... ni al dicho Alonso de Lugo, pues que se les dieron para sus gastos e por provecho
de la dicha conquista». Sin embargo, los socios de Lugo no debieron de conformarse a
última hora con la cláusula mencionada, ya que el texto de este párrafo aparece
tachado y reemplazado por otro que endosaba a los árbitros la decisión definitiva:
«Otrosy, que quanto toca a los esclavos e esclavas que el dicho Alonso de Lugo dio a
algunas personas, de las que se ovyeron de la dicha conquista, e los dichos Francisco
Palomar e Guillermo de Blanco e Nicolás Angelate e Matheo Viña, dicen que no fueron
bien dados, es concertado entre las partes que lo ayan de ver e determinar los dichos
Andrés de Odón e Francisco de Riberol, con consejo e providencia de Gonzalo Gómez
de Cervantes e del comendador Pedro de Cervantes; e que lo que ellos dixeren a los
dichos jueces, que ello se deve faser, aquello ayan ellos de determinar e no otra cosa, e
que las dichas partes estén e pasen por ello.»
Así acaba este curioso e interesante documento, suscrito por Alonso de Lugo,
Francisco Palomar, Nicolás Angelate y Guillermo de Blanco, y ratificado, ante testigos,
en Burgos el día 12 de octubre de 1496. Falta, como puede verse, la firma de Mateo
Viña, no sabemos si por ausencia o enfermedad, En cuanto a los testigos, el único digno
de ser destacado es Jeró- mmo de Valdés.
La otorgación ante la reina (recuérdese que don Fernando estaba todavía ausente
en Aragón) es del mismo día, mes y año: «Los dichos Alonso de Lugo e Francisco
Palomar e Guillermo de Blanco e Nicolao Angelate, e cada uno de ellos, dixeron: que
otorgavan et otorgaron esta capitulación e asyento entre ellos..., e prometieron de
guardar e conplir lo en ella contenido... so pena de dos mili ducados de oro...» u.
Para zanjar y dar fin a estas desavenencias y litigios ya no faltaba más que la carta
de comisión dada por los reyes a favor de los árbitros Andrea de Hodón y Francisco de
Riberol. Esta real provisión fue expedida por la Cancillería regia el 21 de noviembre
de 1496, un mes largo después de firmado el antecedente concierto. Los Reyes
366 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Ultimo folio del «Concierto» entre el conquistador de Tenerife y los socios asentistas. (ZAMORA: Archivo
Municipal). Suscriben el documento Alonso de Lugo, Francisco Palomar, Nicolao Angelate y
Guillermo de Blanco.
CAPITULO XVII
DXXXIV ANTONIO RUMEU DB AIIMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, páginas 231-234.
2
4
370 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
vuestra suficiencia e idoneidad, thenemos por bien... que agora e de aquí adelante para
en toda vuestra vida, seades nuestro gobernador de la dicha ysla de Thenerife...». El
cargo llevaba anejo «los oficios de justicia e juris- dición cevil e criminal»: «E usedes
de los dichos oficios —prosigue— por vos o por vuestros lugarestenientes, asy alcaldes
como alguaziles, que es nuestra merged que en los dichos oficios podades poner e
pongades; los quales podades quitar e admover...; e oyades e libredes todos e
qualesquiera pleitos geviles e criminales que en la dicha ysla están movidos e
pendientes o se comentaren o movieren...» DXXXV DXXXVI.
Habíanle prometido asimismo los Reyes Católicos a Alonso de Lugo por real
carta despachada en Córdoba el 8 de julio de 1492 el gobierno de la isla de La
Palma. «Es nuestra merced —decía esta disposición— que seyendo conquistada la
dicha isla... que vos el dicho Alonso de Lugo dende en adelante seades gobernador
de dicha isla e que tengades por nos e en nuestro nombre los oficios de justicia e
juredición civil e criminal...». Pese a lo explícito de esta promesa, que no dejaba
lugar a dudas, Alonso de Lugo quiso para sí un título de gobernador de la isla de
La Palma equivalente al que se le había despachado para regir los destinos de la
de Tenerife. De esta manera era expedida por los Reyes Católicos, el 5 de no-
viembre de 1496, la oportuna real carta de nombramiento, que es una re-
producción exacta de la de 5 de noviembre relativa al gobierno de la isla de
Tenerife ®.
Otro de los problemas que más urgía resolver para la colonización de la isla
era el de los repartimientos de tierras. Al igual que los Reyes Católicos habían
agraciado al conquistador de Gran Canaria Pedro de Vera, por cédula de 4 de
Femando el Católico, rey de Aragón. Retrato por Felipe Ariosto. (BARCELONA: Pala-
cio de Justicia). El planteamiento, desarrollo y feliz término de las conquistas de
Gran Canaria, La Palma y Tenerife se debieron a su alta dirección.
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2006
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 371
Isabel la Católica, en los últimos años de su reinado. Por Juan de Flandes. (MADRID: Sala do Juntas de la
Real Academia de la Historia). La compenetración entre los regios esposos fue tan estrecha, que la decisión y
responsabilidad en todos los actos del reinado es siempre conjunta. las capitulaciones que sirvieron
de base jurídica a la empresa militar. Descontentos los monarcas del
procedimiento y manera como se habían efectuado los repartimientos en Gran
Canaria e informados de las protestas que los mismos habían levantado,
decidieron paliar estos riesgos con el respaldo de dos voluntades en lugar de una
sola; de esta manera habían resuelto «nombrar una persona que junto» con
Alonso de Lugo «entendiese en el repartimiento de las tierras, casas e heredades».
Sin embargo, los Reyes Católicos quedaron de momento tan satisfechos con el
comportamiento de Lugo, que decidieron darle una prueba más de su real
confianza, autorizándole a él solo, sin intromisiones ajenas, a repartir la isla. Esta
real carta es del 5 de noviembre de 1496: «E porque agora —dicen los reyes—
nuestra merced e voluntad es que vos solo entendays en fazer e fagades el dicho
repartimiento, por esta nuestra carta vos damos poder e facultad para que vos
solo podays fazer e fagades el dicho repartimiento, segund que a vos bien visto
fuere que se deve hazer, para que la isla se pueble...». «E faze- mos merced —
prosiguen— a las personas a quien vos dierdes e repartierdes e señalardes
qualesquier tierras e heredamientos... e de ello le dirdes vuestra carta para que sea
suyo e puedan fazer de ello segund e como e de la forma e manera que ge lo vos
dierdes e con las mismas condiciones» DXXXVIII. Después de expedida esta cédula
quiso Alonso de Lugo disfrutar de idéntica facultad para repartir las tierras de la
isla de La Palma, sometida hasta entonces a un régimen de repartos y cultivos
provisionales. Esta segunda real carta aparece datada en Burgos el 15 de
noviembre de 1496 y venía a reproducir en su texto los párrafos más importantes
de la cédula precedente: «E fazemos merced —dicen los monarcas— a las
personas que vos dierdes e repartierdes e señalardes qualesquier tierras e
heredamientos de la dicha ysla de La Palma e de ello le dierdes vuestra carta
firmada e synada de escribano público, para que sea suya e puede fazer de ella e en
ella segund e como e de la forma que ge lo dierdes e con las mismas condiciones»
®.
Otro de los privilegios con que fue agraciado Lugo por los Reyes Católicos fue
el de nuevos blasones que añadir a su escudo de armas para perpetuar de manera
simbólica la incorporación de las dos islas, La Palma y Tenerife, a la Corona de
Castilla. El hecho no era insólito, pues se repite a lo largo del reinado, teniendo un
inmediato precedente en 1493, cuando
© Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 373
libre movimiento de los vecinos de su reino de unos lugares a otros, sin que los Concejos
y autoridades pudiesen ponerles en ello cortapisas, extorsiones ni gravámenes. Sin el
cumplimiento exacto de esta disposición no había que pensar en que las islas recién
incorporadas se poblasen; por eso no debe sorprendernos que fuese el mismo
conquistador quien demandase personalmente la revalidación: «E agora Alonso de
Lugo, nuestro gobernador de las yslas de Tenerife e Sant Miguel, nos hizo relación por
su pety- gión que ante nos en el nuestro Consejo presentó, diziendo que aunque algunos
vezinos, de la dicha Gran Canaria como de algunas cibdades e villas e logares del
Andaluzía, se querían yr a bevir e morar a las dichas yslas de Tenerife e Sant Miguel de
La Palma, diz que vosotros... non ge lo con- sentys e sobre ello diz que le tomáys e
enbargáys sus bienes e les haséys otro agravios e sinrazones en lo qual a nos viene
deservigio porque es cabsa que las dichas yslas non se pueblen.» Los Reyes Católicos
salían al paso de esta maniobra, recordando a las autoridades la fiel obediencia de la
pragmática-sanción de 1481 y la libertad de que gozaban todos sus súbditos para
establecerse en el lugar de su deseo y conveniencia, sin la menor cortapisa en sus
movimientos DXL.
De distinta índole son los documentos expedidos por la cancillería real aragonesa
para beneficiar al clérigo mallorquín Nicolás de Angelate. Hemos encontrado dos en
extremos curiosos e interesantes. El primero es una carta del rey don Fernando al santo
padre Alejandro VI, interesándole vivamente a favor de su vasallo el clérigo
mallorquín: «Por algunos cargos que tenemos de Nicolás Angelate, natural de nuestra
ysla de Mallorcas, por servicios que nos ha fecho, nos querríamos que él fuesse
beneficiario en la iglesia de Dios, e que hoviesse la primera dignidad e una canongía que
vacasse en la yglesia de Mallorca, por ser en su naturaleza e ser él persona sufficiente
para la tener.» El segundo documento es una carta del rey para su embajador en Roma
Garci Lasso de la Vega, informándole de la anterior petición y exigiéndole el apoyo
debido para su pronto despacho: «E porque yo querría —le dice— que hoviesse effecto,
por los cargos que de el dicho Nicolao Angelate tengo, especialmente por los muchos
servicios que a Dios Nuestro señor e a mi fizo en la conquista de la isla de Tenerife, que es
en las Canarias, que agora nuevamente se conquistó e ganó, yo vos mando y encargo que
deys mi carta a Su Santidad e le supliqueys de mi parte, con mucha instancia, le plega
conceder mi suplicación; e vos en
Mención particular merece, entre las recompensas y mercedes con que los
soberanos obsequiaron al conquistador de Tenerife, don Alonso de Lugo, la
designación, por parte de la reina Isabel, de paje suyo a favor del bijo primogénito de
aquél, don Pedro Fernández de Lugo. Fue ésta, por parte de la reina, una prueba de
gran aprecio y consideración hacia don Alonso, pues era honra que estaba reservada
para los hijos de los grandes o de los altos dignatarios de la corte. El privilegio o albalá
está firmado por Isabel en Burgos el 20 de febrero de 1497, en mía fecha en que, a
nuestra manera de ver, ya no estaba presente el conquistador en la corte, sino ausente
en Sevilla, entretenido en dar remate a los pleitos y litigios derivados de la operación
militar.
«Yo la reina —reza el albalá— fago saber a vos el mi mayordomo e contadores
mayores de la despensa e ración de mi casa, que mi merced e voluntad es de tomar
DXLVIII FRANCISCO FERNÁNDEZ BÉTHENCOURT: Anales de la Nobleza de España. Madrid, 1882, páginas 130-
142.
MANUEL DE OSSUNA Y BENÍTEZ DE LUCO: La casa de Hoyo-Solórzano, en «Revista de Historia» de La Laguna
de Tenerife, tomo I, año I, enero-marzo de 1924, págs. 7-12.
ANDRÉS DE LORENZO-CÁCERES : Hoyo-Solórzano, en «Nobiliario de Canarias», La Laguna, 1959, tomo III,
págs. 863-893.
El solar de esta estirpe radicaba en la merindad de Trasmiera, en las Asturias de Santillana.
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 377
Una rama cié dicha familia estaba afincada en Sevilla en la segunda mitad del siglo xv Acaso esto
explique que Hernando de Hoyos contrajese matrimonio en la ciudad del Gua dalquivir con María de
Abarca, hija del veinticuatro Francisco Pérez de Ojeda.
Hernando de Hoyos había nacido alrededor del año 1464.
14
ANTONIO DE LA TORRE: Documentos sobre relaciones internacionales de los Reyes Católicos.
Barcelona, 1950, tomo H, pág. 431.
15
OSSUNA, art. cit., pág. 13. Basta leer el texto del documento para sospechar de su autenticidad.
Los caballeros de la Espuela dorada no podian ser designados más que por el emperador o por el papa,
nunca por los soberanos de España. Es cierto que años más tarde Carlos V concedió con reiteración esta
gracia, pero a título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Se trata, pues, de un caso de
falso espejismo nobiliario; por lo menos, ese es nuestro dictamen.
En cuanto a que Hernando de Hoyos fuese caballero de la Banda, hay qne rechazarlo de plano, pues
en tiempo de los Reyes Católicos no quedaba de esa Orden, creada por Alfonso XI, más que el recuerdo.
•
Como pasa siempre con las falsificaciones, éstas caen por su base al contraste con los hechos
históricos. Mal pudo ser armado nuestro protagonista en la Alhambra el 2 de enero, cuando los Reyes
Católicos no entraron en la ciudad de Granada hasta el día 6.
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, pág. 190.
18
El desempeño de este cargo por Hernando de Hoyos está atestiguado por el ero-
378 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
El lector conoce ya, con todos sus detalles, la valiente y heroica actuación del
mozo de espuelas defendiendo a Femando el Católico el 7 de diciembre de 1492,
cuando el vesánico atentado de Juan de Canyamés, que estuvo a punto de costar la
vida al monarca 18.
Con estos antecedentes por delante será fácil valorar el extraordinario aprecio
que por su antiguo mozo de espuelas, ascendido a ayudante de cámara, sintió
Puede darse como seguro que desde la misma Barcelona partiese por mar el
capitán Hernando de Hoyos, días o meses más tarde, al frente de una pequeña
hueste, para tomar parte en la conquista de la isla de La Palma.
nieta GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO en su Libro de la Cámara real del principe don Juan... Edición de la
Sociedad de Bibliófilos Españoles. Madrid, 1870, pág. 97.
Dentro de la jerarquía palatina, el mozo de espuelas estaba por debajo de los altos dignatarios (mayordomo
mayor, contador mayor, camarero mayor, maestresala, caballerizo mayor, montero mayor, cazador mayor,
capellán, etc.), de los pajes (hijos de grandes y nobles), de los mozos de cámara (mozo de llaves, del retrete, de
las armas y del bacín) y de los reposteros (repostero de camas, estrados, capilla, mesa y plata). No queda claro
si estaban por encima o por debajo de los copecos, ballesteros, veedores y despenseros.
Fernández de Oviedo hace mención del cargo con estas palabras: «Ningún officio ay en la casa real que no
sea muy onrrado; y aqueste de mogo de espuelas y de la ballesta, tienen mucho aparexo, quando son ombres de
buena avilidad, para medrar y ser más que otros, a caussa de la combersación y familiaridad que con el
príncipe es forgado que tengan en los caminos y cagas y monterías» (págs. 97-98).
17
Capítulo IV, págs. 121-123; en particular la nota 56.
18
Capítulo V, pág. 144,
La plaza del Rey, en. el centro del barrio gótico de Barcelona. Al fondo, el palacio Real Mayor con el mirador del
rey Martin; a la derecha, la capilla de Santa Agueda. Grabado anónimo. (MADRID: Biblioteca Nacional). En este
histórico lugar se cubrió de gloria Hernando de Hoyos cuando el atentado contra la vida del Rey Católico por parte
del vesánico Juan de Canyamés.
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 379
En este momento se impone hacer una digresión para volver a presentar al lector a
Femando del Hoyo, el armador montañés, vecino de Laredo, a quien hemos supuesto
progenitor de nuestro personaje. En 1493, y para ser más exactos el 2 de noviembre, la
cancillería regia expide una cédula en su favor, en la que pretendemos descubrir el
extraordinario influjo que tenía sobre los soberanos de Castilla el ayudante de cámara.
Por ella nos enteramos que Femando del Hoyo, propietario de la nao Santa Catalina,
había cargado en Lisboa, en marzo de 1489, con destino a las remotas provincias de
Para conjurar la ruina de él y sus familiares, Femando del Hoyo, con arreglo a las
prácticas marítimas de la época, obtuvo de los Reyes Católicos la oportuna carta de
marca o represalia para indemnizarse a costa de los armadores de Flandes. Poco tiempo
más tarde, Brujas se sometía a la autoridad de los señores, restableciéndose
inmediatamente el orden y la normalidad. El comercio de Flandes con Castilla era
sumamente intenso; por esta causa interesó al rico mercader de Brujas Juan Enrique
(sic) cubrirse con una carta de seguro que le garantizase contra los peligros de la anterior
patente de corso. Así le fue otorgada por Femando e Isabel, bajo el apremiante señuelo
de reactivar la vida mercantil.
Contra esta decisión regia reclamaron Femando del Hoyo sénior y Hernando de
Hoyos júnior. La real carta acabada de citar atiende a la demanda sin perjudicar al
tráfico comercial. Por esta disposición se reduce a un año la vigencia de la carta de
seguro, con la esperanza de que el propio Juan Enrique gestionase de las autoridades de
Brujas el pago de la indemnización le.
Se acaba de hacer referencia a los planes del inquieto y ambicioso ca pitán andaluz
con respecto a Tenerife. Una vez firmadas las capitulaciones
para la conquista de esta isla, Alonso de Lugo invitó a Hernando de Ho yos a acompañarle,
tomando parte en la nueva operación militar, cosa que aceptó el ayudante de cámara del
Rey Católico, incorporándose a sus huestes al frente de una compañía de caballeros e
infantes que él mismo se comprometió a levantar a sus expensas zo. La actuación del
capitán Hoyos en la conquista fue muy relevante, destacando con particularidad en la tris-
te jornada de Acentejo, de la que a duras penas pudo salir con la vida a salvo. Después del
segundo desembarco, Hernando de Hoyos tuvo una actuación no menos brillante,
contribuyendo con su esfuerzo a las resonantes victorias conseguidas y a la pacificación
general, como le será reconocido por el mismo conquistador en la data que nos va a servir
de motivación y gofa.
Finalizada la conquista, Hernando de Hoyos regresó a la metrópoli, al igual que
otros muchos capitanes, y se trasladó a Burgos para ocupar en la corte su antiguo
20
Así consta en la data que estudiamos,
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 379
Lugo, govemador de las dichas yslas de Tenerife, he mucho servido a Sus Altezas, asy en
la dicha conquista de las dichas yslas como en otras muchas cosas, de que asymismo soy
digno de remuneración e galardón; por ende, usando del dicho poder e facultad de Sus
Altezas a mí dado..., hago repartimiento de las tierras e aguas e otras cosas que de yuso
[se] dirán, en mí el dicho Alfonso de Lugo e en vos el dicho Hernando del Hoyo, que
estados presente, en anvos a dos juntamente...».
Dada la interferencia que hemos establecido entre Hernando del Hoyo, armador
montañés, y Hernando de Hoyos, conquistador de Tenerife —supuestos padre e hijo—,
no estará de más declarar que el primero tuvo serios altercados con el Concejo de
Laredo, en este mismo año de 1496, por causa de la obstinación en agrandar su casa
lesionando los intereses del municipio DXLIX*.
Alonso de Lugo escogía estas tierras para sí y su compañero porque las consideraba
las más ricas y feraces de la isla, y acaso por el poder de seducción que en sí mismo
tenían. Siendo él capitán conquistador de la isla y la primera figura de aquella
incipiente sociedad, nada de particular tiene que le atrajese el propio Campa del Rey, las
tierras donde había nacido el gran Benitomo de Taoro DL, a quien había vencido y
derrotado por el esfuerzo de su propio brazo, que ahora pretendía impulsar hacia las
entrañas de la tierra para obtener pingües y saneadas riquezas. El documento nos da
interesantísimas precisiones geográficas sobre aquellas tierras que iban desde Los
Realejos al mar, limitadas hasta cierto punto por dos caudalosos arroyos: «Hago
repartimientos... —prosigue— en amos a dos juntamente... de las tierras e aguas que
son en la dicha ysla de Tenerife, que se disen Tahoro, que son junto con la sierra por a
DXLIX* A. S.: Registro del Sello, fol. 220. Provisión del Consejo real expedida en Burgos el 8 de noviembre de
1496. Por ella se desautorizaba la edificación si eran ciertas las alegaciones del Concejo.
DL Del Campo del Rey formaba parte un predio limitado por dos barrancos, donde había nacido el famoso rey de
Taoro.
Posesionado Alonso de Lugo de la totalidad de las tierras del Campo del Rey, otorgó esa parcela en repartimiento
al vecino de Gran Canaria Pedro García, por datas de 30 de agosto y 13 de septiembre de 1501. La primera dice:
«Hago repartymiento e doy a vos Pero García... dos cayzes de tierras de sequero donde
384 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
do suben a Dabte fasta el cabo de Taharo, con dos arroyos de agua anexos a las dichas
tierras que van los dichos arroyos junto con la sierra fasta la mar, las quales dichas
tierras se llaman las Traslatadere y el Campo del Rey...».
La data es muy precisa en cuanto a las condiciones y circunstancias del repartimiento:
«Las quales dichas tierras e aguas suso declaradas con todos los montes e otras cosas
anexas e pertenescientes... ago gracia e donación pura e no revocable, que es dicha entre
vibos, a mí el dicho Alonso de Lugo e a vos el dicho Femando del Hoyo e amos a dos
juntamente, para que de oy día de la data desta carta en adelante para syenpre jamás las
dichas tierras e aguas e. montes... sea de nosotros amos a dos e de nuestros herederos e
suscesores después de nos..., conbiene a saber que aya e tenga cada uno... su meytad por
igual parte, syn que uno aya ni tenga ni pueda aver más que lo otro ni el otro más quel
otro...».
Alonso de Lugo, escaso conocedor todavía de la tierra que acababa de conquistar,
tenía la sospecha de que en las orillas «del Río Grande, que se dize Tahoro», hubiese
mejores tierras, dotadas de-abundante agua; en previsión de esta posibilidad, establece en
el repartimiento una amplísima reserva en favor suyo y de su compañero de armas: «Por
quanto la intención de Sus Altezas es que yo e vos Hernando de Hoyos seamos e sea fecho
repartimiento en nosotros de las mejores tierras e aguas que en las dichas islas oviere, e
porque yo creo que cabe el Río Grande, que se dize Tahoro, a mejores tierras de las de
suso declaradas; por ende, si hiere e fallare que ay mejores, tierras... dexo e tengo e
retengo en mí para haser e tener..., que en mi escogencia e de vos el dicho Fernando del
Hoyo sea de las tomar en lugar de las contenidas...» z2.
***
nasqió Benytomo, tomo pasan el barranco hazia el Realejo, en medio de dos barrancos..., con tal que no sea de lo mío.»
La segunda data repite casi lo misino:
«Hago repartymiento e doy a vos Pero García... dos cayzadas de tierras de sequero, donde nasció Benytomo, en medio
de dos barrancos, que es cabe lo mío...*.
Datas, págs. 116 y 126.
ELIAS SERRA RÁFOLS y LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVERA: LOS «reinos* de Tenerife, en «Ta- goro», núm. 1 (año
1944), pág. 142.
sa
A. S.: Registro del Sello.
RUMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos, págs, 137-150 y 207-209 (doc. IX).
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 379
Cuando Alonso de Lugo y Hernando de Hoyos se estrecharon por última vez las
manos, en Burgos, en los últimos días del año 1496, bien ajeno estaba este último al
interminable calvario que había de recorrer para disfrutar de las tierras que le habían
sido asignadas en este primer repartimiento de la isla. La palabra de Lugo valía muy
poco cuando el interés mediaba; su codicia entonces no tenía límites y ni los
compromisos le detenían ni las promesas le coartaban.
La historia del Campo del Rey (con el tiempo más conocido por Hacienda de los
PríncipesDLI DLII) y su anejo el Traslatadere (que venía a ser como la prolongación de esta
finca hasta la misma costa septentrional de la isla DLIII) resultaría larga de contar. Nos
falta aquí espacio, y por otra parte sería improcedente, Es materia propia para un largo
estudio, pues son múltiples las cédulas que se expiden por los Reyes Católicos para
confirmar la data de Burgos o para buscar arreglo a las enconadas disputas entre
Alonso de Lugo y Hernando de Hoyos y varias las cartas ejecutorias que el Consejo
DLI Así llamada por haber recaído el mayorazgo qne fundara en 1512 el adelantado
DLIIde Canarias don Alonso de Lugo en los príncipes de Asculi. Doña Luisa de Lugo, hija del III adelantado de
Canarias don Alonso Luis Fernández de Lugo y de su esposa doña Beatriz de Noroña, contrajo matrimonio con
Nicolás Marín, duque de Terranova. En su única hija doña Porcia Magadena de Lugo recayó el mayorazgo de esta
casa, al fallecer en 1579, sin descendientes, su tío el IV adelantado don Alonso Luis Fernández de Lugo y Noroña, Casó
doña Porcia con Antonio Luis de Leiva, principe de Asculi y marqués de Atella.
DLIII El Campo del Rey se consideraba que tenía su límite septentrional en la Palma- mocha, lugar hoy día de
difícil identificación. Parece seguro que sus linderos por esta parte sería la actual carretera de Garachico. Desde el
Campo del Rey hasta el mar se extendía el Traslatadere, englobando, a nuestro juicio, la Rambla de Castro, así
llamada por haberla indebidamente adjudicado Alonso de Lugo al lusitano Fernando de Castro.
DLIV• 25 A. S.: Consejo Real, leg. 106. Proceso de las yslas de Canaria, fols. 77 V.-78 v. En dicho proceso se
insertan todas las demás datas que Alonso de Lugo se concedió a sí mismo en tierras de riego y de sequero.
384 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Las desavenencias y los litigios se alargan hasta la segunda década del i siglo xvi DLVII
DLVIII DLIX
. |
los reyes, se dirigió con amigos, parientes y socios a Sevilla, etapa final de esta laboriosa
jornada. En la capital andaluza residían, precisamente, los dos árbitros o jueces Andrea de
Odón y Francisco de Ri- be-rol, llamados a dirimir y fallar todas las diferencias existentes
entre los socios, por acuerdo y designación de ellos mismos y por comisión especial de los
Reyes Católicos.
¿Quiénes eran los árbitros? Ha sido tarea desigual por lo difícil y fácil a un tiempo la
identificación de ambos. Empecemos por declarar que los dos, Andrea de Odón y
Francisco de Riberol, eran genoveses, aunque de muy distinta profesión, pues mientras el
primero era clérigo, el segundo mercader y negociante. Destaquemos que uno y otro se
habían naturalizado como castellanos en virtud de especial gracia de los Reyes Católicos
DLXIII
.
Andrea de Odón desempeñó importantes puestos eclesiásticos dentro de la
archidiócesis sevillana. La más importante dignidad que le tocó servir fue el arcedianato
de Reina DLXIV DLXV DLXVI. Este cargo era desempeñado en la iglesia de Sevilla, allá por los
años 1485-1495, por el clérigo Bartolomé Morales, a quien había precisamente de suceder
nuestro biografiado. No conocemos la fecha exacta en que ascendió al arcedianato Andrés
de Hodón u Odón —de ambas maneras aparece escrito su nombre, sin distingos—; tuvo
que ser, no obstante, entre los años 1492-1495, pues antes del 92 lo desempeñaba Morales y
después del 95 aparece ya titulado como tal. En cambio, conocemos la fecha exacta, 3 de
febrero de 1498, en que se posesionó de una canonjía en el seno del Cabildo catedral,
dignidad que en él resignó Alonso de Sahagún. Su muerte debió de sobrevenir en 1499,
pues en este año le reemplaza en el cargo Fernando de la Torre (que sólo lo desempeñaría
doce meses), para ser, a su vez, sustituido por el famoso maese Rodrigo Fernández de
Santaella, fundador del Colegio Mayor de Santa María de Jesús y de la Universidad
hispalense DLXVII.
jumento, los autores Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria. 200G
después de su muerte; por él se mandaba «pagar a los herederos de don Andrés de
Odón, arcediano que fue de Reyna y canónigo de esta Santa Iglesia, 1.250
maravedises, que el dicho arcediano gastó en facer traer engienso para esta Santa
Iglesia ej año de 1498» s.
inmortal navegante.
Tanta afición cogió Riberol a las cosas de Indias, que en 1501, por cédula de 4 de
febrero, se le condenó a prisión y al secuestro de 200.000 maravedíes, juntamente con
Juan Sánchez de Mercaduría, por haber despachado dos carabelas cargadas de
mercancías a América, sin permiso o autorización real12.
9
Capítulo V, pág. 131.
10
BALLESTEROS: Colón..., tomo I, págs. 168, 530 y 531, y tomo II, págs. 154 y 263.
Colección de documentos inéditos de América, tomo XIX, pág. 468; XXI, págs. 319, 501 y 509; XXX, págs. 161 y
169; XXXVIII, pág. 137, etc.
11
BALLESTEROS, tomo I, pág. 166, y tomo II, págs. 524 y 672.
Era hijo de Píetro Giovanni Sopranis Rivarolo y de Bianchina Grimaldi, y nieto por línea paterna de
Bartolomeo Rivarolo y Mariettina Carrega.
W Ibid., pág. 524 del tomo II,
TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ 393
cionados con Canarias. Destacan entre ellos nuestro biografiado Francisco, su
bermano Cosme y su primo B atrista.
18
LEOPOLDO DE LA ROSA Y OLIVERA: Francisco Riberol y la colonia genovesa en Canarias, en
«Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 18 (año 1972), págs. 134 y 136-137.
En diversas ocasiones se ha hecho referencia a la sociedad que formaron Riberol, Be- rardi y Lugo
para la conquista de La Palma, Francisco y Cosme Riberol debieron asimismo de adelantar dinero a
Lugo para la conquista de Tenerife cuando los preparativos realizados en Sevilla para la primera
entrada. En la residencia de 1509, el testigo Diego San Martín declara saber «que el dicho adelantado
estaba adebdado hasta oy de los gastos que entonces hizo... porque lo a oído decir a los Riberóles e a
otros a quien deve». Más explícito es Rodrigo Alvarez, pues asegura que «hoy día debe a Francisco de
Riberol al pie de dos mil doblas... e que este testigo a entendido en la paga y espera de las debdas con
sus factores del dicho Riberol...».
Residencia, págs. XXXI y 117.
14
Ibid. (LA ROSA), pág. 138.
Las tierras de La Orotava se las había traspasado, a cambio de recibir un tributo so bre ellas, Luis de
Sepúlveda, beneficiario de dicha data por merced regia. Para la explotación del ingenio de Tenerife, cultivo
de las tierras y cuidado de sus muchos ganados, los Riberóles formaron compañía en Sevilla, por escritura
pública ante escribano, con Pedro de Lugo, sobrino del adelantado, lo que motivó que éste, en activas
relaciones comerciales desde hacia años con las Canarias, se estableciese definitivamente en Tenerife
alrededor del año 1508, en unión de su esposa Elvira Díaz y de su hija única Isabel.
En el testamento de Pedro de Lugo, otorgado en La Laguna el 19 de octubre de 1512, ante Antón
Vallejo, se alude con reiteración a las relaciones comerciales por él sostenidas noves eran asimismo
muy importantes. Destaca, en primer lugar, «un ingenio, tierras e aguas e
cañaverales... en Taoro del Araotava». Pero esta primera posesión se vio engrosada
con otras no menos dilatadas e importantes en el rico valle acabado de citar. El
394 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Otro miembro de esta familia se estableció para siempre en las Canarias. Nos
referimos a Juan Bautista (Battista) de Riberol, avecindado en Las Palmas en los
primeros años del siglo xvi, casado en esta ciudad con una sobrina del adelantado,
Francisca Quijada de Lugo, y padres ambos de uno de los primeros ingenios que
vieron la luz en la fértil provincia atlántica: Bemardino de Riberol, quien en 1556
DLXVIIIcon sus socios los Riberoles y al estado de las «quentas de cargos y descargos» con sus factores.
A. S.: Diversos de Castilla, leg. 9, fol. 24, y Consejo Real, leg. 106 (Proceso de las yslas de Canaria).
A'. H. N.: Consejos, leg. 26.492, pieza 10, fol. 79.
DLXIX Ibid. (LA ROSA), pág. 139.
DLXX LA BOSA: Francisco Riberol..., págs. 137-140.
Los préstamos del banquero genovés afectaron a parientes de Alonso de Lugo. Por una escritura otorgada
en La Laguna el 25 de agosto de 1518, ante el escribano Juan Márquez, por los bermanos Pedro y Fernando de
Lugo, sobrinos del adelantado don Alonso, se declaran éstos deudores de una importante cantidad a Marixtina
de Riberol, hija única y heredera de Francisco, y entregan acto seguido a «Pedro Juan de Riberol, mercader
ginovés, estante en esta ysla», 66.600 maravedís como liquidación de la deuda, para que los entregase en manos
de su poderdante. Hay que aclarar que la deuda, por un total de 230.000 maravedís, la habían contraído los
padres de aquéllos, Alonso Fernández de Lugo e Isabel García, vecinos de Sanlúcar de Barrameda, ya difuntos
por la fecha de la escritura, y que sus hijos la pagaban como universales herederos suyos.
A. H. N.: Consejos, leg. 26.491, pieza 5.*, fol. 148.
W Ibid., págs. 140-141.
Sobre dicha regalía tenía consignado un juro de 600.000 maravedíes, con especial merced de los
monarcas hispanos, el comendador mayor de León don Gutierre de Cárdenas, más tarde
usufructuado por su viuda doña Teresa Enriques. Por esta circunstancia, ambos se vieron obligados a
mantener intensas relaciones económicas con Francisco de Riberol.
TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ 395
imprimía en Sevilla, patria de adopción de sus mayores, el Libro contra, la ambición
y codicia desordenada de aqueste tiempo: llamado alabanga de la pobreza™.
***
Como ya nos es notorio, los Reyes Católicos determinaron por la real cédula de
21 de noviembre de 1496 los fines concretos de la comisión: «Vos mandamos que
fagáis parescer ante vosotros los dichos Alonso de Lugo e Francisco Palomar e
Mateo Viña e Guillermo de Blanco e Nicolao Angelate e veays las escrituras de
conciertos e asyentos que entre ellos pasaron sobre lo-que toca a la dicha conquista
de la... ysla de Tenerife e en las otras escrituras e probanzas e otras escrituras [que]
ante vosotros por ellos serán alegadas; e vistas, averigueys e determinéys por vía de
justicia o de concordia como a vosotros vien visto fuere las dichas diferencias,
debates e cuentas que entre los sobredichos ay, por vuestra sentencia o sentencias,
asy interlocutorias como definitivas, las quales podades Uevar a devida exe- cución
con efetto quanto e como con derecho debades.»
tos» que los jueces establecieron a su antojo; mostraron a los mismos «las escrituras de
conciertos e asyentos»; justificaron por las cuentas y libramientos los gastos que habían
efectuado; trajeron a cómputo la parte del botín que hasta entonces cada uno había
recibido^ en esclavos y ganados, para resarcirse de los fletes; hízose minucioso inventario
del botín hasta entonces recogido y se determinó el procedimiento a seguir para investigar,
recoger y guardar loe esclavos y ganados hurtados, ocultos, extraviados o en poder de
terceros; por último, los árbitros fijaron la parte que proporcio- nahnente a cada uno de
los socios correspondía y los requisitos y formalidades que habían de guardarse en el
reparto.
Estas laboriosas tareas quedaban terminadas en los días finales de marzo de 1497;
habían, pues, invertido los árbitros Andrés de Odón y Francisco de Riberol unos dos meses
396 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
largos en dar remate a su importante comisión. Pocos'son, sin embargo, los detalles
concretos que de sus gestiones y actuación conocemos. Los Reyes Católicos les habían
encomendado que actuasen por «vía- de justicia o de concordia», aquélla cuando fracasaba
ésta; pues bien, hoy día conocemos uno de los acuerdos tomados, que se refiere
precisamente a uno de los puntos más vidriosos: los esclavos y ganados hurtados del botín
de la conquista, que se hallaban dispersos, unos en Tenerife, otros en La Gomera y en La
Palma. Dada la amistad y confianza mutua que se profesaban Alonso de Lugo y Mateo
Vina, fue acordado, a instigaciones de los árbitros, que fuesen para ellos dos solamente
dichos esclavos y ganados, quedándose Lugo con los que se guardaban en las islas de
Tenerife y La Palma, mientras Mateo Viña recibía aquellos que habían sido trasladados a
La Gomera, bajo la vigilante custodia de su señora doña Beatriz de Bobadilla.
Asimismo sabemos que otro de los artículos del concierto reservaba para Lugo la
recuperación de ciertos fondos que los cuatro socios, Viña, Palomar, Angelate y Blanco,
habían entregado en Sevilla al canónigo Pedro López de Villera, y que, por lo visto, éste no
había invertido para los fines que Lugo le había ordenado en los días dramáticos de la
organización del segundo desembarco.
Alonso de Lugo quedó tan reconocido al desinterés de que hizo gala Mateo Viña en
todo momento de esta laboriosa gestión, que considerándole perjudicado le quiso favorecer
a su costa y de su patrimonio. De esta manera le vemos en Sevilla el 29 de marzo de 1497
otorgándole diversas mercedes: «Por la presente digo que me plaze que todos los esclavos e
ganado e otras cosas que en las dichas islas de Tenerife e La Palma e La Gomera se
hallaren, tengáis vos el dicho Mateo Viña la tercia parte de todo ello que así se hallare.
Otrosí yo vos prometo de dar una carta para Pedro López de Villera, canónigo, para que a
él podades demandar cuenta de los maravedises que vos e vuestros compañeros le distes en
Sevilla e que todo lo que de él sacardes lo partamos por de medios yo e vos el dicho Mateo
Viña» DLXXI. Sin embargo, cuando llegó el momento de firmar el albalá, Alonso de Lugo
redujo ambas gracias a la cuarta parte, no sabemos si por innata cicatería, por error
precedente del amanuense o porque meditaba otras recompensas más importantes que no
gravasen sobre sus bienes.
En un estudio que lleva por título La conquista, de Tenerife se impone como límite
exacto el término de la misma, con un margen de tolerancia lo más reducido posible.
Por esta circunstancia, damos remate a nuestro trabajo abordando el regreso del
capitán-conquistador a Tenerife en la primavera de 1497; sus primeras medidas de
gobierno; el fin de las operaciones de limpieza, y la protección dispensada por la corona
a los guanches de los bandos de las paces, que determinará su inmediata liberación.
La fecha exacta en que el conquistador Alonso de Lugo abandonó la ciudad de
Sevilla para dirigirse a las Canarias, tomar posesión de su cargo de gobernador de la isla
de Tenerife e iniciar con los repartos de tierra la colonización del nuevo territorio
incorporado, nos es desconocida. No debió, sin embargo, demorarse mucho por encima
de la fecha de los últimos documentos otorgados en Sevilla, 29 de marzo de 1497.
Asegura Núñez de la Peña, con la autoridad que le da la consulta directa del primer
Libro de acuerdos del Cabildo de Tenerife, que el conquistador estaba en La Laguna el
20 de enero de 1497, fecha en que dio ordenanzas para el régimen interno del propio
Concejo. En realidad, se trata de una mala transcripción por parte del cronista lagunero,
pues leyó enero donde decía bien a las claras octubre.
Pero aun antes de esta fecha está probada la presencia de Lugo en la isla. Los
cuadernos de datas son nuestra mejor guía. Un repartimiento otorgado el 15 de abril de
1497 parece sospechoso por múltiples motivos DLXXIV; en cambio, merece toda confianza la
el cual envió de la dicha cera a Santa María de Guadalupe y a otras iglesias del dicho su
obispado, para que la tuviesen en reliquia» DLXXVIII.
La elección de La Laguna como núcleo urhano principal de la isla trajo
inmediatamente consigo la constitución de su primitivo Concejo o Ayuntamiento.
Formaron este último con el gobernador, que lo presidía, el teniente Fernando de Trujillo
y el alcalde mayor Francisco Gorvalán. La designación de regidores se hizo por Lugo, en
virtud de las facultades regias con que venía agraciado, el 20 de octubre de 1497. Ese día el
gobernador «dixo que por quanto hera necesario al servicio de Dios e de Sus Altezas que
en esta ysla oviese regidores e jurados y oficiales que mirasen el servicio sobredicho y pro
común, que criava e crió por regidores... [a] Cristóval de Valdespyno y a Pero Mexía y a
Guillén Castellano y a Lope Femandes e a Pero Benítez e a Gerónimo de Valdés, e por
jurados a Francisco de Albornoz y a Juan de Badajoz...». Seguidamente, Alonso de Lugo
«les tomó juramento en forma debida: que harían e cumplirían todo lo que fuese servicio
de Dios e de Sus Altezas». En esta misma sesión se aprobaron las primeras ordenanzas
para el régimen interno y buen funcionamiento del Concejo municipalDLXXIX.
Otros dos núcleos de población prosperaban en esta etapa primigenia: Santa Cruz de
Añazo, el primitivo campamento, más conocido a partir de ahora por Santa Cruz de
Tenerife, y El Realejo Viejo o de Arriba.
Acababa así el largo y laborioso proceso de la conquista y daba principio el no menos
arduo y difícil de la colonización... Los documentos nos revelan hoy que no fue todo tan
risueño como los primeros cronistas regionales afirmaban. El descubrimiento de América,
coincidente casi con la conquista de Tenerife, restó a la colonización hombres y dinero, al
convertirse las Antillas en gran foco de atracción de emigrantes, aventureros o colonos.
Las Canarias eran de sobra conocidas en la Baja Andalucía para que nadie pudiese
llamarse a engaño con sueños de fabulosas riquezas. ¡Tierra fértil, sí; pero trabajada con
sudor y hasta con lágrimas!... Mientras que América, fabulosa y legendaria, aparecía a la
vista de los irredentos, de los esclavos de la miseria con que se nutren en su casi totalidad
las migraciones humanas, como el soñado paraíso donde abundan el oro, las esmeraldas y
las perlas.
Este bello plano inédito de La Laguna compensa con creces el anacronismo de publicarlo
en el presente libro. Dos centurias lo separan del dibujado por Torriani. La urbe se mantiene
inmutable, como si el tiempo no hubiera transcurrido para ella. El desarrollo incontenible de
Santa Cruz de Tenerife le está restando toda posibilidad de expansión. Es una ciudad llamada
a vivir del pasado.
Aunque aparentemente la laguna, ha desaparecido, todavía subsiste en los meses
invernales; el resto del año permanece seca, debido a la sangría continua de los pozos y al
drenaje en ruta de arroyos y torrenteras. A occidente del viejo estanque natural se divisa
entero el «Cercado de Franqui», más tarde conocido por el «Cercado del Marqués» (4). En los
aledaños del caserío, los molinos de viento ponen una nota pintoresca al paisaje. Por su parte,
los «canales del agua» garantizan el suministro de la urbe.
Por estas mismas fechas, Viera y Clavijo la retrata así: «plantada en una per fecta llanura,
larga, ancha, las calles casi a cordel, bien cortadas y bien empedradas, alegres y espaciosas las
grandes plazuelas, torres, buenos edificios, aires frescos, aguas excelentes, salidas deliciosas...
Sólo que es húmeda, por razón de las muchas lluvias y la laguna que se forma en el invierno en
la vega inmediata; pero aunque esta humedad ennegrece los edificios... es ella causa de que se
vean los tejados cubiertos de unos singulares bosquecillos de... verode...»
DLXXX Véase el estudio preliminar de LA ROSA y SERBA RÁFOLS en su tantas veces citada
DLXXXIResidencia, págs. XXIV a XXVII, XXVII a XXIX y XXXV a XXXVIII.
DLXXXII Capítulo X, págs. 235-236 y 243.
81
A. S.: Registro del Sello.
Provisión del Consejo real de 5 de octubre.
Documentos, núm. 40.
2
6
402 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Abundan, en cambio, los pormenores en relación con las luchas de partidas y cuadrillas
contra los guanches insumisos o alzados. Estos grupos de indígenas se habían acogido a las
montañas y vivían en régimen de libertad, prevalidos de su proverbial agilidad y mejor
conocimiento del terreno.
El trato dispensado por Alonso de Lugo a los indígenas merece la repulsa general. Esta
desatentada conducta tenía a la fuerza que provocar
editados en La Laguna en 1952 y 1965. La transcripción y estudio preliminar se deben a ELIAS SERBA RÁFOLS y LEOPOLDO
DE LA ROSA.
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 97-125.
85
VICENTA CORTÉS: La conquista de las islas Canarias a través de las ventas de esclavos en Valencia, en- «Anuario de
Estudios Atlánticos», núm. 1 (afio> 1955), págs. 539-542.
una corriente de opinión favorable a los mismos, cuyo eco se dejó sentir inmediatamente
en la corte, promoviendo' las consiguientes medidas protectoras. •
Las víctimas legales del conquistador fueron los guanches de los bandos de guerra,
reducidos masivamente a esclavitud y desterrados a la metrópoli para su venta en los
mercados públicos. Varios miles de indígenas nativos de Tegueste, Tacoronte, Taoro,
Icod y Daute tuvieron esta triste suerte. Las víctimas arbitrarias fueron múltiples
guanches de los bandos de paces, capturados como represalia por supuesta deslealtad o
infidencia. Esta medida afectó en mayor escala a los indígenas de Anaga, Abona y Adeje,
y en número mucbo más reducido a los de Güímar.
nobles propósitos.
Una vez finalizada la conquista, los atentados contra la libertad de los guanches de
las paces fueron reiterados. Véanse como ejemplo las denuncias que formula contra su
censurable actuación Francisco de Albornoz, «para guardar su ánima y conciencia» de
los remordimientos que le embargaban: «Se le acuerda al tiempo que se ganó la isla, él
fue conquistador, y después de ganada, el gobernador hizo llamar y traer ante sí algunos
clérigos, estando en el reino de Taoro, basta cien almas de guanches de esta isla, los
cuales eran del reino de Tegueste, y estaban subidos en un risco de la sierra diciendo que
querían ser cristianos. Venidos ante el gobernador y los clérigos, los bautizaron y
tomaron cristianos, y, después de bautizados, los hicieron embarcar forzosamente y los
llevaron a vender, y algunos de ellos vendieron en la isla. Esto parece al testigo contra
razón, porque decían que querían ser cristianos y vivir en su tierra, y no les fue hecha
justicia.»
En cambio, lo que no tiene perdón fue la fechoría cometida con los guanches de
Abona, Adeje y Anaga, por la triple circunstancia de pertenecer a los bandos de las
paces, la ocultación perpetrada al obispo de Rubicón- Canaria de las perversas
intenciones de captura a traición, y, lo que es aún más grave, la artera y sacrilega
maniobra de utilizar un siniestro sicario disfrazado de prelado para sucios fines de lucro
a costa de indefensos seres humanos.
En 1497 había estado en Tenerife, en visita pastoral —como acabamos de referir—, el
obispo de Rubicón-Canaria don Diego de Muros, circunstancia que aprovechó para impartir
personalmente el bautismo a infinito número de guanches. Pues bien, véase ahora lo que nos
revelan dos testigos de cargo.
El primero, Alonso de las Hijas, confiesa «que... los canarios de Abona e Adexe... heran de
paqes, e avían servido a Sus Altezas al tiempo de la conquista... contra los otros canarios que
heran en deservicio de Sus Altezas; e el obispo asimesmo los mandó venir diziendo que se
viniesen a tornar christianos, y ellos vinieron a la iglesia seguramente, en que serían más de
doscientas ánimas, y el obispo los tomó christianos; y a la ora después de ser christianos, el
dicho adelantado [Alonso de Lugo] los mandó encerrar en una casa, donde los cautivó e los
vendió, los quales davan vozes e reclamaban diziendo que heran christianos servidores de Sus
Altezas, que cómo hera aquello que los vendían, e los llevaron a Valencia e a Barcelona e a otras
partes...»
Más repugnante es la declaración de Francisco de Albornoz. Este destacado milite
atestigua: «Después no se ha guardado justicia; especialmente otra vez, al dicho tiempo, el
adelantado [Alonso de Lugo] hizo traer ante sí a los guanches del reino de Anaga, unas
TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ 405
doscientas ánimas entre hombres y mujeres, los cuales eran de paces, y en la conquista
ayudaron a conquistar a los otros en favor de Sus Altezas. No se acuerda si los tomaron cris-
tianos o no, pero vio cómo los cautivaron y enviaron a vender. Y asimismo al dicho tiempo, el
adelantado hizo parecer ante sí hasta doscientos guanches del reino de Adeje y de las paces, que
asimismo ayudaron a conquistar los otros. En esta manera y con tal engaño que como estaban
escarmentados de lo pasado, pusieron en un corral, cercado de piedra, un hombre (que se dice
Sepúlveda) y cubriéronlo de ropa y dijeron que el adelantado les llamaba para que viniesen a
tomar cristianos, que estaba allí el obispo, y al momento que los tuvieron dentro en el corral, los
cautivaron y los repartieron y embarcaron por cautivos» 88.
Hoy sabemos, por las denuncias que luego se formularon, que el número de los cautivos de
los reinos de las paces pasaron de mil, de los cuales
86
Reformación, págs. 83 y 93.
Otro de los declarantes, el bachiller Pedro de Valdés, ratifica la denuncia de Alonso de las Hijas:
«que oyó dezir públicamente por esta isla, que después que se ganó la dicha isla de Tenerife, que fizo
llamar el dicho adelantado a los guanches de Adexe, de Abona e de Anaga, que heran de pazes, que se
vinieran a tornar chirstianos, que los llamava el obispo; e así se vinieron muchos e los tomó el obispo
christianos; y en acabándose de tornar christianos, los embarcaron e los llevaron a vender fuera de las
islas...» (pág, 94). permanecían en Tenerife, en 1498, unos trescientos® 7. Otro
importante grupo de guanches horros los tenía ocultos, en sus posesiones de
Sanlúcar de Barrameda, don Juan Alfonso de Guzmán, duque de Medina Sidonia;
era él precio de la colaboración prestada en la conquista de la isla ss.
Las quejas contra la censurable conducta del conquistador se dejan sentir en la corte
en las postrimerías de 1497. Portavoz de los oprimidos será el mensajero Rodrigo de
Betanzos, quien ahoga con tesón en defensa de los guanches de las paces, víctimas de
inicuas vejaciones.
Después viene la denuncia del atentado cometido contra los guanches de las paces,
pese a su condición de tales: «E aviéndose convertido a nuestra santa fe católica, e seyendo
christianos e libres, que el dicho Alonso de Lugo (a buelta de los otros que cativo e tomó e
conquistó de la otra tierra que non era de los dichos vandos) diz que tomó e cabtivó fasta
mil ánimas de los susodichos vandos de Dexa e Bona e Guymar, e que ha vendido parte
dellos, seyendo christianos e de las dichas pazes...».
Rodrigo de Betanzos solicitó de los Reyes Católicos que se hiciesen informaciones
testificales, así en la corte como en las islas Canarias, sobre
87
RUMEU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, páge. 87-88 y 320-321 (documento 83).
88
Ibid., págs. 88 y 334-335 (doc. 88);
Una segunda información se ordenó llevar a cabo en Sevilla como punto estratégico
particular, ya que el mayor número de las víctimas residían en la capital hética o en sus
contornos. Esta misión le fue encomendada al licenciado Pedro de Mahienda, juez de términos
y suplicaciones de dicha ciudad.
La tercera información debería acometerse en el archipiélago, quedando al cuidado de su
obispo don Diego de Muros.
Volvamos ahora al Consejo real. Este supo a tiempo que residían en Tenerife como
cautivos 300 guanches de las paces, por lo que se apresuró a poner rápido remedio al
desaguisado antes de que fuesen traídos a la metrópoli y vendidos como esclavos. Todo esto se
hace constar en la orden para el gobernador de Gran Canaria Lope Sánchez de Valenzuela, a
quien se encomendaba la liberación de los oprimidos. Véase cómo se expresa la última de las
cédulas, de 29 de marzo de 1498:
«E porque diz que los dichos canarios están en poder del dicho Alonso de Lugo
fasta CCC ánimas, los quales diz que quiere vender, nos suplicó e pidió por merged
que los mandásemos poner en su libertad, pues diz que heran christianos e libres...
Sobre lo qual nos mandamos aver gierta ynformación, la qual vista en el nuestro
Consejo fue acordado: que debíamos mandar esta nuestra carta para vos en la dicha
razón. E nos tovímoslo por bien: por que vos mandamos que vayáys luego a la dicha
ysla de Tenerife, e vos ynforméys qué canarios están en poder del dicho Alonso de
Lugo, o de otras personas de la dicha ysla de los dichos bandos de Dexa e Bona e
Guymad..., é todos loe que asy fallardes de los susodichos bandos, los toméys én
vuestro poder e les pongáys en secrestación.-.^ DLXXXVI®.
DLXXXVII DOMINIK J, WSLFEL: La Curia Romana y la Corona España en la defensa de los aborígenes canarios,
en la revista «Anthropos», tomo XXV (año 1930), págs. 1065-1071.
RUMEU DE ABMAS: La política indigenista..., págs. 96 y 325-332 (doc, 86).
TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ 409
Tenerife sirvió para frenar en seco las apetencias desordenadas del conquistador. Véase,
como muestra, el cuidado que puso al planear, en 1499, la persecución de los naturales
alzados que amenazaban la seguridad interna del territorio (carta del gobernador al Cabildo,
suscrita el 27 de julio):
«De acá fueron ciertos esclavos. Estos y los que se apregonaren serán de quien
los tomase; y llamad todos los vecinos y fazer vuestras quadrillas de todos los onbres
sueltos, y fáganse cinco o seys que vayan a buscar todos. Y yo los do por byen
tomados, salvo los de Adexe y Abona y Anaga y Guymar; que todos se dé por cada
uno mili maravedís. Y esto tomad por máxima y por byen, para que por esto haced
vuestros pregones; y por ésta lo prometo y asy lo prometer, y con toda diligencia.
Que mucho vos . ama = Alonso de Lugo» DLXXXVIII.
Desde 1498, los indígenas de los cuatro bandos de paces, residentes en Tenerife, tuvieron
asegurada en plenitud la libertad.
Si la liberación de los guanches indebidamente sojuzgados fue tarea fácil dentro del
archipiélago, por el conocimiento y comunicación que existía entre ellos y su concentración
dentro de un área geográfica muy limitada, exactamente lo contrario ocurrió en la metrópoli,
donde la dispersión, por un lado, y el ocultamiento, por otro, se convirtieron en escollos
difíciles de superar y en muchos casos en obstáculos infranqueables.
DLXXXVIII Acuerdos del Cabildo de Tenerife. 1497-1501. Edición y estudio de ELIAS SERBA RÁFOLS, en la colección
«Fontes rerum Canariarum», tomo IV, La Laguna, 1949, páginas XI-XIV y 21.
DLXXXIX4Z RUMEU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 97 y 333-334 (documento 87).
410 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
DOCUMENTOS
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El castillo de Simancas alberga entre sus recios muros una'documentación de excepcional importancia para la historia
de las islas Canarias. Perteneció a. la familia de .los almirantes de Castilla, integrándose posteriormente en el patrimonio
real. Los Reyes Católicos tomaron la iniciativa de convertirlo en archivo del Estado.
DIPLOMATARIO DE LAS CANCILLERIAS REALES DE CASTILLA
Y ARAGON
fi
1. Los documentos que eran inéditos en 1952 (al publicarse la obra Alonso de Lugo
en la corte de los Reyes Católicos) van señalados con un asterisco (*).
s
2. Los diplomas que eran inéditos en 1969 (al publicarse el libro La -política
indigenista d& Isabel la Católica) van destacados con dos asteriscos (**).
3. a Los documentos dados a conocer ahora por primera vez se distinguen con el
adjetivo inédita entre paréntesis.
a
4. La reproducción se ha hecho de acuerdo con las Nomos de transcripción y edición
de textos y documentos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1944.
La reina Isabel de Castilla da a conocer públicamente que «he mandado conquistar las yslas de
Tenerife e La Palma, que están en poder de infieles, e que para ello he enviado mis gentes e
capitanes que están en la dicha conquista...-» Se hace mención de este objetivo bélico en la carta de
perdón a los criminales del reino de Galicia que se alistasen a las órdenes de Pedro de Vera en las
huestes conquistadoras de Gran Canaria (inédito).
gan guardar este dicho perdón e remisión que yo fago en todo e por todo, según que en. él
se contiene, a las personas veqinos e moradores de qualesquier gibda- des e villas e
logares e feligresías e valles e cotos del dicho reyno de Galisia; e a cada uno dellos, que
asy sirvieron, e por cabsa e rasón de lo susodicho, los non maten, nin íieran, nin lisyen,
nin prendan, nin procedan contra ellos, nin contra sus bienes y herederos en cosa
alguna de su oficio, ni por petición de parte, ni del promotor fiscal, ni en otra manera
color que sea o ser pueda, excepto que solamente sean obligados, aviendo parte que los
demande, a la restitución gevil de los bienes que obieren tomado, sin pena alguna, non
enbar- gante qualesquier procesos e sentencias e encartamientos que contra ellos e
contra qualquier dellos sean fechos por qualesquier mis corregidores asistentes e otras
qualesquier justicias, ca yo por la presente lo reboco, caso e anulo, e lo he todo por
ninguno e de ningún valor e efecto; e quiero e mando que sea avida como si nunca
pasara; e que mando a las dichas mis justicias e cada una deltas del conocimiento dello;
e quiero que sin enbargo alguno este dicho perdón e remisión, que fago, en todo sea
guardado e conplido; e sy por rasón de los dichos delitos, contenidos en esta dicha mi
carta de perdón, algunos de los bienes de los que fisieron el dicho servigio estovieren
entrados e ocupados, por esta mi carta mando que, fecho el dicho servigio en la manera
que dicha es, le sean tornados e restituydos, sin costa alguna; e es mi merced e
voluntad que las tales personas, que ansy fueren faser el dicho servicio, non puedan ser
nin será procedido contra ellos ni contra sus bienes por rasón de los dichos delitos, que
asy por ellos fueron cometidos, durante el tiempo que estovieren en el dicho servicio
en las dichas yslas; e después de ser acabado el dicho servicio, les sea guardado este
dicho perdón, mostrando las dichas fees, en la manera que dicha es. Lo qual todo e
cada cosa e parte della quiero e mando se faga e cunpla, non enbargante las leyes que
el rey don Juan, que santa gloria aya, fiso e ordenó en las Cortes de Briviesca, en que se
contiene que las cartas e alvalaes de perdón non balgan, salvo si fueren escripias de
mano de mi escrivano de cámara e referendadas en las espaldas de dos del mi Consejo
o de letrados; e las leyes que disen que las cartas dadas contra ley, fuero o derecho
deben ser obedesgi- das e non cumplidas, e que los fueros o derechos valederos non
pueden ser derogados salvo por Cortes; e las leyes que disen que las cartas de perdón
han de yr expresados los delitos fechos por la persona a quien se da el perdón; e las
leyes que disen quel que una ves fuere perdonado, non puede gosar de otro perdón,
salvo si en la segunda carta fuere dicha mingión del primer perdón; nin otras
qualesquier leyes nin fueras, ordenamientos e premáticas gensiones de nuestros reynos
que en contrario désta sean; ca yo de mi cierta giengia, aviéndolo todo por inserto e
incorporado, como si de palabra a palabra aquí fuese puesto, dispenso con ellos; e
quiero y es mi merced que sin enbargo alguno este dicho perdón e remisión que yo
fago en todo valga e sea guardado; e mando a los del mi Consejo que, si necesario
fuere, den e libren mis cartas e sobrecartas deste dicho perdón a las personas que ansy
fisieren el dicho servigio, en la manera que dicha es; las quales mando a mi chanciller e
notario, que está a la
DOCUMENTOS 417
tabla de los mis sellos, que libren e pasen e sellen; e mando que las dichas mis justicias
que lo fagan ansy pregonar públicamente por las plagas e mercados e otros logares del
dicho reyno de Galisia, por que todos lo sepan. E los unos nin los otros non fagades nin
fagan ende al por alguna manera, so pena de la mi merged e de privaqión de los ofigios
e confiscagión de los bienes, de los que lo contrario fisieren, para la mi cámara; además
mando al orne que vos esta mi carta mostrare que los enplase que parescan ante mí en
la mi corte, do quier que yo estoviere, del día que los enplasare fasta quinse días
primeros siguientes, so la dicha pena; so la qual mando a qualquier escrivano público,
que para esto fuere llamado, que dé ende al que la mostrare testimonio signado con su
signo, por que yo sepa cómo se cunple mi mandado. Dada en la noble villa de
Valladolid, a diez e siete días de enero, año del nasgimiento de nuestro señor Ihesu
Christo de mili e quatrogientos e ochenta e un años. = Yo la Reyna.= Yo Femando
Alvares de Toledo, secretario de nuestra señora la reyna, la fise escrevir por su
mandado.=Registrada, doctor Diego Vasques, changiller. En la forma acordada.
=Federicus, doctor 1.
Carta de comisión a fray Antón Cruzado., custodio de Sevilla, de la orden de frailes menores
observantes, para que pudiese jirmar «.paces'» con los bandos indígenas de Tenerife y La Palma.
Murcia, 23 de julio de 1488.
Don Femando e doña Ysabel etc. Por quanto a nos es fecha relagión que los vecinos
e avitantes en las yslas de Tenerife e La Palma, conosgiendo el yerro, gentelidad e
ynfidelidad en que están, se quieren convertir a nuestra santa fe católica e estar a
nuestra obediengia, como súditos e naturales, pues que las dichas yslas son de nuestra
conquista; e a nos pertenesge proveer de personas que les maestren e enseñen e
enderegen las cosas de nuestra santa fe católica; e confiando de la vida e congiengia de
vos el devoto religioso frey Antón Cruzado, maestro en santa teología, de la borden de
san Frangisco de oservangia, custodio de la custodia de Sevilla, y de qualquier otro
custodio de la dicha custodia, y del comisario e que vos el dicho custodio para el dicho
cargo fuere nombrado, que soys tal que guardaréys el servigio de Dios y nuestro e con
toda deligengia entenderéys en la dicha conversión de los vecinos de las dichas yslas:
mandamos dar esta nuestra carta para vos. Por la qual vos damos poder cumplido para
que vos, o el comisario que por vos fuere nombrado, vades a las dichas yslas de
Tenerife y La Palma e a qualquier dellas, libre e seguramente, e a entender en la dicha
conversión de los vecinos de las dichas yslas, y los convertir a nuestra santa fe católica;
e trabajéys con ellos de los traer a nuestra obediencia, como lo deven estar nuestros
súditos e naturales; e para que podáys con ellos capitular e concertar e asentar las cosas
que a vos e a vuestro comisario paresqiere que más cumple a servicio de Dios e
1
A. S.: Registro del Sello. Fol. 194.
2
7
418 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
nuestro, e lo más prestamente que pudierdes los traer e convertir a nuestra santa fe
católica; e porque asy, ellos convertydos e tomados a nuestra santa fe católica, los
podáys asegurar e aseguréys: que por nuestros capitanes ni gentes de armas ni por
nuestro capitán ni capitanes de la Grand Canaria ni por Femand Peraqa ni por doña
Ynés, su madre, ni por sus gentes ni por otros ningunos ni algunos de nuestros súditos
y naturales no les serán fechos mal ni daño alguno. E para que cerca de lo susodicho
podades asentar e asentades todo lo que qerca de ello paresqiere a vos e a vuestro
comisario, lo qual vala e sea firme, como si por nos fuese asentado y mandado. Y
mandamos a los nuestros capitanes e gentes darmas, e a Pedro de Vera, nuestro
capitán de la Grand Canaria, e al dicho Femand Peraqa e a doña Ynés, su madre, e a
sus gentes e a nuestros capitanes de nuestra armada que guarden los seguros que vos
el dicho comisario dierdes por el tiempo e con las condiciones que les otorgades,
tomándose como dicho es los vecinos de las dichas yslas de La Palma e Tenerife
christianos, so aquellas penas en que caen los que quebrantan seguro puesto e dado
por su rey e reyna e señores naturales. Para lo qual todo que dicho es, con sus
ynqidenqias e dependencias, mergencias, anexidades e conexidades vos damos poder
cumplido por esta nuestra carta. E los unos ni los otros etc. Dada en la c¡bdad de
Murcia, a XXIII días de jullio, año mili e quatrogientos e ochenta e ocho años. — Yo el
Rey e Yo la Reyna.=Yo Alonso de Avila, secretario etc.=En forma acordada, Rodericus,
doctor 2.
Concesión particular a Alonso de Lugo de la mitad de los quintos de las pre sas efectuadas
ew la isla de Tenerife y costa do Berbería.
Don Femando y doña Ysabel etc. Por quanto vos Alonso de Lugo lleváys cargo
por nuestro mandado de conquistar la ysla de La Palma, que está en poder de
canarios ynfieles, e fue asentado con vos, por nuestro mandado avéys, que para las
costas y gastos que fiziéredes en la dicha conquista os aviamos de
2
A. S.: Registro del Sello. Fol. 220.
ANTONIO PÉREZ VOITORIEZ: Problemas jurídicos internacionales de la conquista de Canarias. La Laguna,
1958, págs. 242-243.
DOCUMENTOS 419
faser merced de la mitad de los quintos a nos pertenesgientes de las cosas que fueren
tomadas por vos (o por otras gentes que lleváredes para la dicha conquista o por las
fustas e navios que para ello lleváredes de qualesquier vecinos) de la ysla de Tenerife e
de qualesquier lugares de la Bervería. Por ende, por haser bien e merged a vos Alonso
de Lugo, en alguna enmienda de las costas e gastos que en la ysla de La Palma, que vos
lleváys a cargo por nuestro mandado, avéys de faser, por la presente vos fazemos
merged de la mitad de los quintos que a nos pertenesgen e nos avernos de aver de
qualesquier tomas e ca- valgadas que vos e las gentes que lleváredes o vuestros navios
e fustas para la dicha conquista tomaren de qualesquier vecinos de la ysla de Tenerife e
de qualesquier lugares de Berbería; e la otra mitad, de los otros quintos, es nuestra
merged e voluntad que vos el dicho Alonso de Lugo la recibáys e cobréys para en
quenta e parte de pago de las setecientas mili que nos vos avernos a dar para la
8
A. S.: Registro del Sello. Fol. 20.
DOMINIK JOSEF WOLFEL: La Curta romana y la Corona de España en la defensa de los aborígenes canarios, en
la revista «Anthropos», tomo XXV (año 1930), pág. 1063.
4
420 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Las Reyes Católicos, de acuerdo con las capitulaciones estipuladas con Alonso de Lugo,
conceden facultad al capitán conquistador para extraer de sus reinos, con exención de impuestos,
mil cahíces de trigo y harina, trescientos de cebada y dos mil quintales de bizcocho. Se señala
como limite para disfrutar de la franquicia el 15 de marzo de 14-94 (inédito).
Zaragoza, 24 de diciembre de 1493.
Alonso de Lugo. Merqed: que pueda sacar mili cahizes de trigo y CCC de gevada
y otros mantenimientos para la conquista de la ysla de Tenerife.
Don Femando e doña Ysabel, etc. Por quanto en la capitulación e asiento que, por
nuestro mandado, se fiso con Alonso de Lugo, nuestro govemador de la ysla de La
Palma, sobre la conquista de la ysla de Tenerife, de que nos les avernos mandado dar
cargo, se contiene: que le mandamos dar saca para mili cahises de trigo e arina e para
tresientos cahises de qevada e dos mili quintales de biscocho, que será menester para
el mantenimiento de la gente e bestias que oviere de yr con el dicho Alonso de Lugo
a faser la dicha conquista, para que lo pueda llevar a la dicha ysla, e non a otra parte,
franco de todos derechos. Por ende, nos, queriendo cunplir lo contenido en la dicha
capitulación, por la presente damos liqenqia e poder e facultad a vos el dicho Alonso
de Lugo, para que vos, o quien vuestro poder oviere, podades sacar de qualesquier
cibdades e villas e lugares de nuestros reygnos e señoríos los dichos mili cahizes de
trigo e tresientos cahizes de qevada e dos mili quintales de biscocho, e todas las otras
cosas que cargardes e ovierdes menester para la dicha armada de la dicha conquista
de Tenerife, francos de todos los derechos, con tanto que tengáys de término para la
saca de los dichos mantenimientos e otras cosas de aquí a mediado el mes de marco
primero que viene del año de mili e quatroqientos e noventa e quatro años e non
más. E por esta nuestra carta, o por su traslado sygnado de escrivano público,
mandamos a los concejos, corregidores, asystentes, alcaldes e alguasiles e otras
justicias de todas e qualesquier cibdades e villas e lugares de los nuestros reygnos y
señoríos e a la nuestra guarda mayor de la saca de pan asy (sic) del reygno de
Andaluzía e sus lugarestenientes, como a los arrendadores fieles e cogedores e
reqebtores e almoxarifes e otras personas que tienen o tovieren cargo de resebir a
recabdar qualesquier derechos de los dichos mantenimientos e cosas susodichas, que
son nescesarias para la dicha conquista, asy a los que agora Son como a los que serán
de aquí adelante: que vos consientan libremente sacar, de qualesquier de las dichas
ciudades e villas e lugares, los dichos mili cahises de trigo e tresientos cahises de
cavada e dos mili quintales de biscocho e todas las otras cosas que fuesen necesarias
para la dicha conquista, syn que dello ni de parte dello vos pidan ni demanden ni
lleven derecho ni otra cosa alguna, ni vos pongan ni consientan poner en la saca
dello enbargo ni contrario alguno, mas que libremente vos lo dexen sacar para la
dicha ysla
DOCUMENTOS 421
de Tenerife, segund dicho es; con tanto que los dichos mantenimientos e cosas, que asy
sacardes para la dicha conquista, ayáys de registrar e poner por es- cripto, ante la
persona que nos nombraremos e señalaremos e non en otra manera, por que no pueda
aver fraude ni engaño alguno en ello, e con tanto que non saquedes el dicho pan de
Sevilla ni de su tierra. E los irnos ni los otros non fagades nin fagan ende al, etc. Con
enplasamiento e pena de X.U. maravedís. Dada en la Qibdad de Qarago^a, a XXIIII
días del mes de disiembre año del nasgimiento de nuestro salvador Ihesu Cristo de
I.U.CCCCXCIII años. = Yo el Rey.=Yo la Reyna. = Yo Fernand Alvares de Toledo,
secretario del rey e de la reyna nuestros señores la fise escrivir por su mandado. =E1
comendador mayor. = El adelantado don Juan Chacón. = Rodrigo de Ulloa.= Conforme
a lo capitulado, Rodericus, dotor 4.
Caria, real de promesa de la gobernación de Tenerife en favor de Alonso de Lugo una vez
que fuese «conquistada la dicha ysla» (inédito).
Zaragoza, 28 de diciembre de 1493.
1
A. S.: Registro del Sello. Fol. 189.
422 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
e usen con vos e con los dichos vuestros lugartenientes, que vos en nuestro nombre
pusierdes en el dicho oficio; e en todo lo a él concerniente que vos re cudan e fagan
recudir con la quitación e derechos e salarios anexos e pertenecientes, e que en ello
impedimento alguno vos non pongan ni consientan poner; otrosy, vos dexen e
consyentan fazer todas e qualesquier pesquisas e cosas en los casos de derechos
permisos; e otrosy, que si vos vierdes que cumple a nuestro servicio e esecugión de
nuestra justicia que qualesquier cavalleros e personas que en la dicha villa estuvieren o
a ella vinieren salgan della e que no entren ni estén en ella, que vos lo podades mandar
e mandedes de nuestra parte, a las quales personas nos por la presente mandamos que
dentro de término, e so la pena e penas que vos de nuestra parte les pusierdes, salgan
della o no entren ni estén en ella so las dichas penas, las quales podamos executar en
las personas e bienes de los que reveldes e ynovedientes fueren e que para usar
del dicho oficio e conplir e executar la nuestra justicia los delinquentes todos se
Podar a Alonso de Lugo peerá que una vez conquistada la isla de Tenerife proceda a efectuar,
en unión de un comisionado regio, el repartimiento de sus tierras. Estaba prevista urna población
inicial de trescientos vecinos (inédito).
Poder a Alonso de Lugo para que después de ganada la ysla de Tenerife faga el
repartymiento.
Don Femando e doña Ysabel, por la gragia de Dios rey e reyna, etc. Por quanto nos
avernos dado cargo a vos Alonso de Lugo para que por nos e en
5
A, S.: Registro del Sello. Fol. 52.
DOCUMENTOS 423
nuestro nombre conquistes la ysla de Tenerife, que está en poder de ynfieles, e la
fagáys redusyr a nuestro servicio e obediencia. Por ende, por la presente mandamos:
que, después que la dicha ysla sea conquistada a redusyda a nuestro servicio e
obediencia, que se pueble de tresientos vecinos; e que vos, juntamente con la persona o
personas que para ello por nos fueren nonbradas, repar- táys las tierras e
heredamientos de la dicha ysla por los dichos tresientos vecinos, de que es nuestra
merged que se pueble, dando a cada uno segund la calidad de la persona fuere; e que
las dichas personas, que así poblaren en la dicha ysla, sean obligadas de tener en ella su
casa poblada con su mujer e fijos por tiempo de ginco años, e que fasta ser cumplido
este tiempo no se pueden vender los heredamientos e bienes que asy les dierdes de
repartimiento; e que después de cumplido el dicho tiempo de los dichos ginco años,
cumpliendo la dicha ve- gindad, según e como dicho es, puedan disponer de los dichos
bienes, que así les fueron dados por repartimiento, como de cosa suya propia libre e
quita e desembargada; e dello les dedes sus cartas de vesyndad e donagión, firmadas
de vuestros nombres e del escrivano por ante quien pasare el dicho repartimiento, las
quales mandamos que valan e sean firmes, bien, asy e a tan cumplidamente como si
fuese firmada de nuestro nombre; e para que mejor vos, e la persona o personas que
asy por nos fueren nombradas para faser el dicho repartimiento, mandamos que ante
todas cosas fagáys escrivir en un libro todos los heredamientos que en la dicha ysla
oviere, e asy fecho fagáys el dicho re- partymiento por todos los veginos de la dicha
ysla, dando a cada uno segund que a vosotros bien visto fuere, dexando primeramente
alguna parte que a vos e a la dicha persona paregiere de los dichos heredamientos para
la fábrica de la yglesia o yglesias, que se fisyeren e edificaren en la dicha ysla de
Tenerife, e para propios de la dicha ysla, en el lugar que vosotros vierdes que sea más
combenible para ello. Para lo qual faser e cumplir, vos damos poder cumplido por esta
nuestra carta, con todas sus yngidengias e dependengias, emergengias, anexidades e
conexidades. E los unos ni los otros non fagades ni fagan ende al por alguna manera,
etc. Dada en la gibdad de Qaragoga, a veyntiocho días del mes de diziembre de mili e
quatrogientos e noventa e tres años. = Yo el Rey. ~ Yo la Reyna.=Yo Femand Alvares de
Toledo, secretario del rey e de la reyna nuestros señares, la fise escrevir por su
mandado. En las espaldas: El comendador mayor. = Adelantado don Juan Chacón. =
Rodrigo de Ulloa. Conforme a lo capitulado. =Rodericus, dotor e.
7
Orden para que Iñigo de Artieta, capitán general de la armada de Vizcaya, proceda a
transportar en los navios reales desde la metrópoli al archipiélago las tropas encargadas de la
conquista de Tenerife. Se señala como plazo límite de partida el 15 de marzo de 14-94-
(inédito).
Zaragoza, 29 de diciembre de 1493.
Ruy. Para que YSigo de Artieta pase gierta gente y mantenimientos a Canaria en
el armada.
Don Femando e doña Ysabel, etc. Fasemos saber a vos Yñigo de Artieta, capitán
6
A. S.: Registro del Sello Fol. 5ó.
424 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Comisión real al asistente de Sevilla conde de Cifuentes para que se informe de la captura
hecha, en abierta violación de lo convenido, de guanches de «las paces» (inédito**).
Zaragoza, 30 de diciembre de 1493.
que por ellos dieron; e la pesquisa que qerca de lo susodicho se fisyere, fyrmada de
vuestro nombre o de quien el dicho vuestro poder oviere e synado de escrivano ante
quien el dicho negocio pasare, e serrada e sellada en manera que faga fe, la traygades o
en- biedes ante nos, para que nos la mandemos ver e proveer en ello lo que devamos
de justicia. E por esta dicha nuestra carta mandamos a qualesquier personas, de quien
ovierdes de ser ynformado e saber la verdad cerca de lo susodicho, vengan e parescan
ante vos, o ante quien el dicho vuestro poder oviere, e fagan juramento en forma de
derecho, e digan sus dichos y dipusyqiones a los plasos o so las penas que les
pusyerdes o les fisierdes poner de nuestra parte; las quales nos por la presente les
ponemos e avernos por puestas; e vos damos poder e facultad para las esecutar en los
tales culpantes e en sus bienes; e sy para faser e conplir e esecutar lo susodicho, e cada
una cosa e parte dello, menester ovierdes favor e ayuda, por esta nuestra dicha carta
mandamos a todos los concejos e justicias, asy de la dicha villa del Puerto de Santa
María como de otras qualesquier partes, qibdades e villas e lugares de su comarca, que
para ello fueren requeridos, que vos lo den e fagan dar, e que en ello ni en cosa alguna
ni parte dello enbargo ni contrario alguno vos non pongan ni consyentan ni poner.
Para lo qual todo lo que dicho es, e para una cosa e parte dello con todas sus
ynqidenqias y dependencias, emerjenqias e anexidades e conexidades, vos damos
poder conplido por esta dicha nuestra carta. E los unos nin a los otros non fagades
ende al por alguna manera, so pena de la nuestra merced e de dies mili maravedís para
la dicha nuestra cámara a cada uno que lo contrario
DOCUMENTOS 427
fisyere; e demás mandamos al orne que vos esta nuestra carta mostrare que vos
enplase que parescades ante nos en la nuestra corte, doquier que nos seamos, del día
que vos enplasare fasta quinse días primeros syguientes, so la dicha pena; so la qual
mandamos a qualquier escrivano, que para ello fuere llamado, que dé ende testimonio
synado con su sygno, por que nos sepamos en cómo se cunple nuestro mandado. Dada
en la gibdad de Qaragoqa, a treynta días del mes de disyembre, año de mili e
quatroqientos e noventa e quatro años. = Yo el Rey. — Yo la Reyna.=Yo Ferrand
Alvares de Toledo, secretario del rey e de la reyna nuestros señores, la fys escrevir por
su mandado.
Comisyón en forma al conde de Qifuentes: sobre los canarios de la pas que dis que
tomaron en Tenerife los de Santa María del Puerto.
[Al margen:] Fue enbiada por Sus Altezas, porque les toca por el seguro que
mandaran 8.
Carta de comisión del Consejo real dirigida ál gobernador de Gran Canaria para que
administre justicia al vecino de Las Palmas Ibone de Armas. El actor se querella contra el
pesquisidor Francisco Maldonado por causa de las extorsiones de que fue víctima en 1492 en
diversas entradas que tuvieron por escenario las islas de La Palma y Tenerife (inédito).
VaHadolid, 24 de enero de 1494.
nunca lo quiso fazer, e diz que porque no avía venido a donde estava para que él le
fesiese parte del armada; lo qual claramente diz que era injusto y en nuestro deservicio,
y asimismo diziendo que él traxo, por mandado del dicho pes- quesidor, que él traxo
8
A. S.: Registro del Sello. Fol. 50.
428 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
dozientos quintales de urchilla, por mandado del dicho pesquesidor, e porque non
sabía bolver secretamente a sacar urchilla, para que él diz que enbiase a otras partes,
sin que viniese a la dicha ysla de la Gran Canaria donde toda la urchilla que se sacase
avía de venir e darse cuenta della, a quien e como por nos está mandado, diz que
detuvo en su poder la parte de los dichos quintales que le cabían, que eran ochenta
quintales, e diz que fasta oy los tiene e a fecho dellos lo que a querido, en lo cual si así
pasase él regebi- ría mucho agravio e daño; e nos suplicó e pidió por merged que sobre
ello le mandásemos proveer de remedio con justigia, mandando al dicho pesquesidor
le tomase e resumiese los dichos treze mili e quinientos maravedís e los dichos ochenta
quintales de orchilla, con más las costas e daños que a esta causa se le an fecho, e que
sobre ello le proveyésemos de remedio con justigia, e como la nuestra merged fuese. E
nos tovímoslo por bien, e confiando de vos que soys tal que guardaréys nuestro
servigio e la justigia de las partes, a bien e real diligentemente faréys lo que por nos os
fuere encomendado e cometido, es nuestra merged de vos encomendar e cometer lo
susodicho; e por la presente, vos lo encomendamos e cometemos, por que vos
mandamos que luego veades lo susodicho, e llamadas e oydas las partes a quien atañe
lo más brevemente e syn dilagión que ser pueda, sinplemente e de plano, sin escrépitu
e figura de juyzio, solamente la verdad sabida, libredes e determinedes en lo
sobredicho lo que fallardes por fuero e por derecho, por vuestra sentengia o sentengias,
asy ynter- locutorias como definitivas; la qual e las quales, e el mandamiento o manda-
mientos que en la dicha rasón dierdes e pronungiáredes, llevedes e fagades llevar a
pura e devida esecugión con efecto quanto e como con fuero e con derecho devades; e
mandamos a las dichas partes a quien atañe e a otras qualesquier personas de quien
entendiéredes ser ynformado que vengan e parescan ante vos a vuestros llamamientos
e enplasamientos, a los plasos e so las penas que vos de nuestra parte les pusyéredes,
las quales nos por la presente les ponemos e avernos por puestas. Para lo qual, con sus
yngidengias e dependengias, anexidades e conexidades, vos damos poder conplido. E
non fagades ende al. Dada en Valladolid, XXIIII de enero de I.U.CCGCXCIIII años.—
Don Alvaro. = El doctor de Alcoger.=Ligengiado de Yllescas.—El ligengiado
Malpartyda 9.
y
A. S.: Registro del Sello. Fol. 81.
DOCUMENTOS 429
10
Lope de Solazar concierta paces con él bando indígena de Anaga, en la isla de- Tenerife. El
negociador se queja de los despojos de que ha sido víctima por parte del pesquisidor de la isla de
Gran Canaria Francisco Maldonado.
Lope de Salazar.—Comisyón.
Don Femando e doña Ysabel, etc. A vos el govemador o juez de residencia que es o
fuere de la ysla de la Gran Canaria, salud e gracia. Sepades que Lope de Salazar,
vesyno del Real de Las Palmas, que es en la dicha isla, nos hizo relación por su petición
que ante nos en el nuestro Consejo presentó diziendo: que Francisco Maldonado,
nuestro pesquisydor en la dicha ysla, le avía hecho muchos agravios e ynjusticias,
especialmente que podía aver año e medio, poco más o menos, que por su mandado él
fue a Tenerife al vando de Anaga, a concertar pazes entre la dicha ysla e el dicho
vando de Anaga; e que la paz se avía concertado en cierta forma, que era que los de la
dicha ysla pudiesen saltear e cativar qualesquiera canarios que afuera de los dichos
mojones que entre ellos fueron limitados se tomasen, si fuesen de los otros vandos e
dentro de los dichos límites; asimismo y que podría aver seys meses, poco más o
menos, quél avía ydo a saltear, e que tomó fuera de los dichos límites tres canarios del
giand rey, el qual tiene la dicha isla por enemigo e contrario sin tener con él
consideración alguna de paz, e dis que los dichos canarios pudieron ser tomados
dentro de los dichos límites, pues no eran del vando de Anaga, e dis quel dicho
pesquisidor los consintió vender; e que estando él rescatando los dichos tres canarios,
quel dicho pesquisidor enbió a Rodrigo Maldonado, su alcalde, en un calanbre con
hasta treinta ombres de armada, para que lo prendiese, disiendo quél por lo susodicho
avía quebrantado la paz; e que como lo sintió e fue ynformado de su yntención que se
fue por otra parte a la dicha villa de Las Palmas, donde el dicho pesquisidor estava, e
se avía entrado en una yglesia porque de hecho o de contra derecho no procedieran
contra él a pena de muerte e que asy lo avía dicho; e dis que en la dicha yglesia le hizo
sacar con hasta treinta onbres, e que estando en ella le mandó pregonar como
quebrantador de paz, no seyendo así; e quel alguasil, por su mandado, le tomó los
dichos esclavos, quel avía dentro de la ysla e todos los otros hiso que tenía fuera, fuera
de la dicha ysla, e que los tenía secrestados; e que para pagar la conansa, quél avía
armado para le prender, él avía vendido un esclavo suyo negro por doze mili e
quinientos maravedíes. E dis, que por los grandes agravios quel dicho pesquisidor le
avía hecho, dio ocasión a que secretamente se saliese de la dicha ysla, e viniese a
nuestra corte a pedir conplimiento de justicia. Por ende, que nos suplicava e pedía por
merced sobre ello le proveyésemos de remedio con justicia, mandando alqar la
secrestación de los dichos bienes e mandando se lo res
430 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
11
Párrafos de la carta del secretario Hernando de Zafra a los Reyes Católicos, con
pormenores sobre la utilización de la armada de Vizcaya en la proyectada expedición
conquistadora de Tenerife (inédito).
Granada, 12 de febrero de 1494.
Escribo esto a Vuestras Altezas, que como quiera que tenían mandado que esta
armada fuese a Tenerife, hanlo por tan dificultoso todos los que en ello
j Del documenta, los autores, □igitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
432 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Las vidas e muy real estado de Vuestras Altezas guarde, prospere e acres- ciente
Nuestro Señor con muchos más reinos e señoríos a su servicio como Vuestras
Altezas lo desean. De Granada, a 12 de hebrero DXCI.
A los veinte e tres del presente llegué aquí, y luego hice el inventario de los
aparejos e pertrechos e armas de la carraca, el cual envío a vuestra merced ju rado e
firmado de mi nombre, y en él van la jarcia y cables, todo cuanto agora traje de Sevilla,
según que vuestra merced quiso que (roto) si otra cosa en esto manda, que por servicio
del rey e de la reina nuestros señores (roto) de hacer; todo lo que Sus Altezas enviaron
mandar estoy para compli (roto) ora espero la venida de los contadores. El gobernador
Alonso de Lugo en (roto) me hizo un requirimiento, cuyo traslado envío a vuestra
merced. Por mi parte le fue respondido, todo lo que cumplía al servicio de Sus Altezas;
pero antes quél me hiciese el requirimiento con un día, envíe la nao de Loyola e de
Antón Pérez de Leyzola, e a María Galant para el Puerto de Santa María, para que en él
estuviese, rescibiendo lo que en ellas quería cargar, aunque non era obligado a las
enviar, sino porque en esto me parescía que non había inconvinieñte, antes Sus Altezas
eran en ello servidos, y porque también si Sus Altezas man-
dasen que todavía fuese el armada, algo- para el efecto estoviere hecho, y no
paresciere otra cosa, salvo poner en obra lo que Sus Altezas enviasen mandar.
Agora me parece que cae el dicho Alonso de Lugo que más haría por él haber
otras naos que las del annada, mayormente las grandes, y sobresto ha querido
enviar a Sus Altezas e yo también he escrito sobrello. Con mucho deseo espero lo
que en esto Sus Altezas enviaran a mandar. Pídoos, señor, por merced, que luego
en sabiendo lo uno o lo otro me lo mande hacer saber, por que aquello se ponga en
obra. Pídoos, señor, por merced, quiera escribir sobre los cien mil maravedís del
doctor de ViUalón. La pólvora de Ecija aún no se ha traído, porque según la poca
que hay en la armada y el artillería grande que trae non bastarán tres tiros a cada
lombarda los veinte quintales que en Ecija nos mandasteis dar. Por ende, señor,
para bastecer lo que cumple, es necesario haber otros veinte quintales: plágaos,
señor, de lo mandar librar para que todo se traya junto. Otra cosa non sé que
escriba a vuestra merced, salvo que Nuestro Señor guarde la muy noble
13
El Rey e la Reyna.
Alonso de Lugo, nuestro govemador de la ysla de Palma, dízennos que avéys
de dar parte de la conquista de la ysla de Tenerife a algunas personas; sy asy es,
avremos plaser que dedes parte a doña Beatriz de Bovadilla antes que a otro. De
Medina del Canpo, a XXIX de margo de XCIIII años M.
Orden real prorrogcmdo par diez meses más el plaza inicial concedida a Alonso de Lugo,
por idéntico período de tiempo, para dar remate a las operaciones de conquista de la isla de
Tenerife (inédito).
[Madrid], 8 de noviembre de 1494.
El Rey e la Reyna.
Por quanto en el asiento que por nuestro mandado se tomó con Alonso de
Lugo sobre la conquista de la ysla de Tenerife, que es ima de las Canarias, se
asentó que dentro de diez meses contados desde el día que desenbarcase en la
dicha ysla la diese ganada; lo qual, por algunos justos ynpedimentos, dis que lo
no a podido haser, e nuestra merced e voluntad es que la dicha conquista se
continúe. Por la presente prorrogamos el dicho término de los dichos diez meses
para lo susodicho por otros dies meses conplidos, contados desde el día que se
fenecieren los otros dies meses primeros. De lo qual mandamos dar la presente,
firmada de nuestros nombres e fecha a VIII de noviembre de XCIIII años.= Yo el
Rey. = Yo la Reyna DXCIV.
15
Carta de Fernando e Isabel a doña Inés Peraza, señora de Lanzarote y Fuer- teventura,
encareciéndole el alistamiento de sus vasallos en las huestes conquistadoras de Tenerife. Se
admite la participación de «foraxidos» (inédito)
Madrid, 8 de noviembre de 1494.
El Rey e la Reyna.
Doña Ynés Perada: Ya sabéys lo que vos ovimos escrito rogándovos y en-
cargándovos que diésedes a Alonso de Lugo toda la gente y favor y ayuda que
pudiésedes para la conquista de la ysla Tenerife, de quél tiene cargo: y porque
agora dis que la ha más menester, y todavía tiene el dicho cargo que nos se le
prorrogamos, nos vos mandamos y encargamos le fagáys dar toda la gente de
cavallo e de pie e foraxidos que podáys, como por cosa de nuestro servicio. En lo
qual mucho plaser e servicio nos faréis. Dada en Madrid, a VIII de Noviembre de
XCIIII años. = Yo el Rey. = Yo la Reyna DXCV.
16
Misiva de los Reyes Católicos a doña Beatriz de Bobadilla, señora tutriz de La Gomera y El
Hierro, con el encargo expresa de alistar a sus vasallos en las huestes conquistadoras de
Tenerife (inédito).
Madrid, 8 de noviembre de 1494.
El Rey e la Reyna.
Deña Beatrís de Bovadilla: Ya sabéys lo que vos ovimos escrito rogándovos y
encargándovos que diésedes a Alonso de Lugo toda la gente, favor e ayuda que
pudiésedes para la conquista de la ysla de Tenerife, de que él tiene cargo; y
porque agora diz que la ha más menester, y todavía tiene el dicho cargo que
nos se le prorrogamos, nos vos mandamos y encargamos le fagáys dar toda la
17
Incitativa del Consejo real, a petición de Andrés Fernández Sillero y con sortes, en la
reclamación de los bienes de Benito de Arévalo, vecino de Telde, que resultó muerta en un
asalto llevado a cabo en la isla de Tenerife. La expedición se había verificado en 1491
(inédito). |
Madrid, 25 de noviembre de 1494. |
y en los dichos nombres, que sobre ello le proveyésemos de remedio con justicia,
mandándovos que syn ningund dilación le fuesen entregados todos los dichos bienes
muebles e raíses e debdas e sueldos quel dicho Benito de Arévalo, su hermano, dexó al
tienpo de su fin, para que él e los dichos sus hermanos, como sus legítimos herederos,
los oviesen e heredasen, pues querían e acepta- van su herencia o como la nuestra
merced fuese. Y nos tovímoslo por bien: por que vos mandamos que veades lo
susodicho, e llamadas e oydas las partes a quien atañe, breve e sumariamente, syn dar
lugar a luengas ni dilaciones de malicia-, fagades e administredes al dicho Andrés
Ferrandes Syllero y a los dichos sus hermanos entero conplimiento de justicia, en
manera que la ayan e alcancen, e por defecto della non tengan cabsa ni rasón de se nos
más venir ni enbiar a quexar sobrello. E non fagades ende al por alguna manera, so
pena de la nuestra merced e de dies mili maravedís para la nuestra cámara; e demás
mandamos al orne, que vos esta nuestra carta mostrare, que vos enplase que
parescades ante nos en la nuestra corte, doquier que nos seamos del día que vos
enplasare a quinse días primeros syguientes, so la dicha pena; so la qual mandamos a
qualquier escrivano público, que para esto fuere llamado, que dé ende al que ge la
mostrare testimonio sygnado con su sygno, por que nos sepamos cómo se cunple
nuestro mandado. Dada en la villa de Madrid, a veinte e cinco días del mes de
noviembre, año del nascimiento de nuestro salvador Ihesu Chris- to de mili e
quatrocientos e noventa e quatro años. — Don Alvaro. =Iohanes, doctor. = Andreas,
doctor. = Gundisalvus, licenciatus.=Filipus, doctor. = Yo Al- fon del Mármol, escrivano
de cámara del rey e de la reyna nuestros señores, la fis escrevir por su mandado, con
acuerdo de los del su Consejo 17.
18
Carta real de amparo y concesión de mercedes en beneficio de los hijos del adalid Gonzalo de
Buendía, fallecido en las operaciones de la conquista de Tenerife (inédito).
Madrid, 26 de febrero de 1495.
17
A. S.: Registro del Sello. Fol. 293.
438 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS
qed, que pues es cosa tan necesaria para aquella tierra e Dios, nuestro señor, es en
ello servido, le diésemos ligenqia e facultad para poder faser e hedificar la dicha
venta, para tener en ella todas las cosas necesarias a los caminantes que por allí
pasan e para que fallen en que se puedan reparar e alvergar, o como la nuestra
merqed fuese. E nos acatando ser cosa tan necesaria e ser Dios, nuestro señor,
servido en que aya la dicha venta, por que en ella los caminantes fallen en que se
puedan reparar e alvergar; por le faser bien e merqed, en remuneración de los
muchos e buenos servicios que nos avía fecho, toví- moslo por bien o ovímosle
fecho la dicha merqed. E porque agora el dicho Gonzalo de Buendía murió en la
ysla de Tenerife, en nuestro servicio, por la presente damos ligenqia e facultad a los
fijos legítimos que quedaron del dicho Gonzalo de Buendía para que ellos puedan
faser e hedificar la dicha venta, en el término de los Hinojares en la cabera de
Tunilla, que es como va de la villa de Quesada a la dicha qibdad de Baga, e
18
A. S.: Registro del Selle. Fol. 8.
DOCUMENTOS 439
19
Carta de comisión del Consejo real al gobernador de Gran Canaria para que admimstrase
justicia a los vecinos de Palos Diego y Cristóbal Garrido, cuya nao había naufragado en las
operaciones preliminares de la conquista de Tenerife (inédito).
Madrid, ... febrero de 1495.
les pusyerdes o mandardes poner, las quales nos por la presente les ponemos e
abemos por puestas. Para lo qual todo que dicho es e para cada una cosa e par te
d'ello, vos damos poder conplido por esta nuestra carta, con todas sus yngi-
dengias e dependencias, emergengias, anexidades e conexidades. E non fagades
ende hal. Dada en la villa de Madrid, a {blanco) días del mes de {blanco), año del
nasgimiento de nuestro señor Ihesu Christo de mili e quatrogientos e nobenta e
gínco años.=Don Alvaro. =Johannes, episcopus astoricensis. — Anto- ninus,
dotor.=Gundysalvus, ligengiatus. =Felipus, dotor. — Johannes, ligengiatus. =Yo
Luys del Castillo, etc. w.
20
© Del documenta, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000
Alonso de Lugo y los socios armadores de- la conquista de Tenerife gestionan y
obtienen exención del derecho de alcdbálas para las ventas de esclavos guanches que
arribaban a la metrópoli, &n paridad con las cabalgadas en tierra de moros (inédito**).
Madrid, 4 de marzo de 1495.
20
A. S.: Registro del Sello. Fol. 37.
442 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
21
Los escuderos y peones que habían participado en la primera entrada y más tarde en la
construcción y defensa de las torres, cuando la fase inicial del se» gundo desembarco,
reclaman sus sueldos al capitán conquistador Alonso de Lugo. Carta de comisión a Alonso
Fajardo, gobernador de Gran Canaria, para que les administre rentero compümiento de
justicia* (inédito)
Tortosa, 20 de enero de 1496.
22
Provisión del Consejo real para que el gobernador de Gran Canaria Alonso Fajardo
resuelva en derecho sobre el débito de seiscientos mi maravedíes que doña Inés Peraza,
señora de Lanzarote, reclamaba a Alonso de Lugo, gobernador de Tenerife (inédito).
Morón, 29 de mayo de 1496.
21
A. S.: Registro del Sello. Fol. 23.
444 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
cerca de lo susodicho, que vengan e parescan ante vos a vuestros llamamientos e
enplazamientos, a los piases e so las penas que vos de nuestra parte les pusierdes
o ynviardes poner, las quales nos por la presente les ponemos e avernos por
puestas. Para lo qual todo lo que dicho es, vos damos poder conplido por esta
nuestra carta, con todas sus ynqidentpas, dependencias, anexidades e
conexidades. E non fagades ende al por alguna manera, so pena de la nuestra
merced e de dies mili maravedís para la nuestra cámara. Dada en la villa de
Morón, a veinte e nueve dyas del mes de mayo del año del nasqimiento de nues-
tro salvador Ihesu Christo de mili e quatroqientos e noventa e seys años.=
Johannes, episcopus astoriqensis.=Johannes, doctor. = Andrés, doctor. =Fran-
ciscus, li<jenQÍatus.=Petrus, doctor.=Ego Alonso del Mármol, escrivano de cá-
mara, etc. 22.
23
24
Incitativa del Consejo real dirigida al alcalde del Puerto de Santa María para que
resolviese en justicia la reclamación de Francisco Gorvalán. Este protestaba de la incautación
de seis esclavos guanches por parte de los socios armadores, que le habían sido donados por
Alonso de Lugo en pago de sus servicias «e de qierta harina que llevó para la conquista»
(inédito).
Francisco Gorvalán.
Don Femando e doña Ysabel, etc. A todos los corregidores, asistentes, alcaldes
e otros juezes e justicias qualesquier, así de la villa de Puerto de Santa María como
de todas las otras cibdades e villas e lugares de nuestros reynos e señoríos, e a
cada uno e qualquier de vos a quien esta nuestra carta fuere mostrada, salud e
gracia. Sepades que Francisco Gorvalán, vecino de la c¡bdad de Sevilla, nos hizo
relación, etc., diziendo: quél fue a la conquista de la ysla de Tenerife con el
govemador Alonso de Lugo, e diz que estuvo en ella hasta que se ganó e bolvió
con él a Castilla; e diz que ovo de su cavallería e cavalgadas e de cierta harina que
llevó para la conquista seys piecas de esclavos y esclavas; y como salió con ellos
en el Puerto de Santa María, diz que los dichos esclavos le fueron enbargados por
vos, la justicia de la dicha villa, a pedimiento de Guillelmo de Blanco e de Niculao
Angelato, mercadero, diziendo quél los avía robado en la conquista e que les
pertenescía a ellos, porque tenían parte en la dicha conquista; e diz que non
enbargante que muchas vezes pidió los di
chos esclavos, a vos las dichas justicias, e os mostró un testimonio firmado del
alcalde e del escrivano de la dicha ysla de cómo él los avía ávido por la razón que
susodicho tenía, nunca ge los quisistes dar nin desenbargar; e como vido que se
perdían los dichos esclavos y esclavas, diz que pidió, a vos las dichas justicias de
n
A. S.: Registro del Sello. Fol. 33.
DOCUMENTOS 446
la dicha villa, que los vendiésedes e pusiésedes el dinero en depósito, hasta tanto
que por nos fuese mandado lo que sobre ello se fiziese; e diz que vosotros los
vendistes los ginco dellos y el dinero dellos pusistes en depósito, y quel dicho
Guillelmo de Blanco tomó él uno dellos e lo vendió y tomó el dinero e se
aprovechó dello, y que nunca ge lo ha querido dar; en lo qual diz que él ha
resgebido e resgebe mucho agravio e daño, e nos suplicó e pidió por merged que
sobre ello proveyésemos, mandándole dar todo el dinero, porque se avían
vendido los dichos esclavos, pues eran suyos, e como la nuestra merged fuese. E
nos tovímoslo por bien: por que vos mandamos a todos e a cada uno de vos en
vuestros lugares e juridigiones que luego veades lo susodicho, e llamadas e oydas
las partes a quien toca, breve e sumariamente, non dando lugar a luengas nin
delagiones de maligia, solamente la verdad sabida, fagades e administrades al
dicho Francisco Gorvalán entero conplimiento de justigia; por manera que la él
aya e alcange e por defecto dello non tenga cabsa nin razón de se nos más venir
nin enbiar a quexar sobre ello. E los irnos nin los otros, etc. Dada en la gibdad de
Soria, a veynte e tres días del mes de jullio de noventa e seys años, etc. =E1 obispo
de Astorga.=El dotor de Alcoqer, etc.= El ligengíado de Yllescas, etc. =E1 doctor de
Oropesa. =Yo Alfonso del Mármol, etc. 24. DXCVI
DXCVI
illustrissimi Dominii venetorum apud nos oratorem clarissimum, multa memo- rata
digna in hac legatione vestra nobis officia et obsequia exhibuisse et presti- tisse, ob
que ad aliquem extollendum honorem dignum mérito censeremus, prop- terea vos
equitem superioribus diebus facientes, debida militiae insignia vobis duximus
conferenda. At quia vos tanta prudentia, sagacitate et sollicitudine continuo
perseuerastis in talibus exhibendis atque prestandis offíciis, quod ne- dum nobis et
illustrissimo ducali Dominio venetorum, verunetiam vniuersae Sanc- tissimae et
Serenissimae Ligae et confederationi nostrae summam vtilitatem et commodum
hactenus attalerunt ac sunt deinde aljatara, placuit nobis, subacta in deditionem
nostram Tanarifae ínsula, que ínter alias nostras Canarie Ínsulas vna ex
prestantioribus annumeratur, vnum ex nouem regulis, iure belli captis, quos ex ipsa
Tanarifae Ínsula captiuos nobis attalerunt, digniorem, vobis dono daré, non tamen
vt vnius reguli muñere vos honestaremus, sed etiam vt amorem nostrum et
beniuolentiam, quibus excellentem rempublicam venetam proseque- mur, qunctis
vberius ostenderemus. Nunc vero, recensentes preclara vestra obsequia et officia,
maxima animi integritate, prudentia adque sapientia, in dies ad acta multo maiora,
id est quam amplissimam a nobis mercedem mérito desi- derare et expectare
debere, vos propterea decorare voluimus infrascripto comital! honore et dignitate,
adeo vt aliquia par vestris meritis a nobis remunerado tribuatur.
Quapropter, cum plures sint insule Athlanticae, per Columbum, classis nos- trae
prefectura, in Océano mari nostrae ditioni subactae, quae vulgariter insulae
indianae vocantar, mota nostro proprio decrevimus insignibus et titulo comitis
insulae de Rosas siue Cannivaliae vos decorare,, extollere et honestare; preser- tim
cum nobis cedat ad gloriara preclaros et sapientes viros, vobis símiles, ad debita
honoris et dignitatis fastigia sublimare, et eisdem nostra latera muñiré atque ornare.
Igitar cum presentí charta nostra, cunctis et perpetras temporibus valitura, insulam
predictam de Rosas siue Cannivaliam ad nomen et dignitatem comitatas erigimus,
vosque dictum Franciscum Capellum et successores vestros, ex legittimo
matrimonio procreatis et procreandos per rectam lineam, singulatim adque
gradatim, a vobis, ut dictum est, legittime descendentes, de nostrae regiae potestatis
plenitudine ad Comiten et Comités ipsius insulae de Rosas siue Can- niualiae
promouemos; et exinde imperpetuum dicimus, nunciamus, nominamus et
intitulamus, dicique nunciari, nominar! et intitulari deinde volumus, concedi- mus
et decernimus, in quibuscumque priuilegiis, chartis, instrranentis, actis,
prouisionibus, litteris et aliis scripturis, tam nostris tamquam publicis et priua- tis,
quam aliis quibuscumque, in quibus vos et dictos succesores vestros singulatim
atque gradatim, a vobis, vt dictum est, legittime descendentes, opportae- rit scribi et
nominará. Volentes et concedentes quod vos, et ipsi succesores vestri, tam in vexillis
ferendis, quam in ómnibus aliis et singulis ad hunc titu- lum comitalem
competentibus et competeré debentibus, gaudeatis et vtamini et gaudere ac vti
possitis et valeatis eis vniuersis et singulis honoribus, priuilegiis, praerogatiuis,
antelationibus, praeeminentiis, facultatibus, inmunitatibus et aliis, quibus gaudent
et vtantur, et vti et gaudere possunt et debent, alii comités et
448 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
26
qual por vos asy fecho, vos ayan e resgiban e tengan por nuestro governador de la
dicha ysla, e usen con vos e con los dichos vuestros lugartenientes e oficiales que
vos en nuestro nombre recibierdes en el dicho oficio e en todo lo a él concerniente,
e vos recudan e fagan recudir con la quitación e derechos e salarios anexos a
pertenecientes; e que en ello ni en parte dello ynpedimiento alguno vos non
pongan ni consyentan poner; e otrosy, vos consientan e dexe ha- zer todas e quales
pesquisas e cosas en los casos de derecho prevysos; e otrosy que si vos vierdes que
cunple a nuestro servicio e esecución de nuestra justicia qualesquier personas que
en la dicha ysla estovieren o a ella venieren salgan della e que no entren ni estén en
ella, e que vos lo podades mandar e mandedes de nuestra parte; a las quales
personas nos por la presente mandamos que dentro del término e so la pena e
penas que vos de nuestra parte les pusierdes, salgan della e non entren ni estén
con ella, so las dichas penas; las quales podades esecutar en las personas e
bienes ds los que rebeldes e ynobedientes fueren; e que para usar el dicho
Poder a Alonso de Lugo para, que pudiese realizar, por propia decisión, el repartimiento
de las tierras de la isla de Tenerife. Se rectifica así la carta real de 28 de diciembre de 1493,
que exigía la intervención simultánea de un comisionado regio.
Burgos, 5 de noviembre de 1496.
[Al margen;] El Rey e la Reyna.
Poder Alfonso de Lugo para que él sólo pueda fazer e faga el repartimiento de
las tierras de la ysla de Tenerife.
20
A. S.: Registro del Sello. Fol. 122. Hay réplica. (Fol. 123). Este documento ya ha sido publicado por NÚSEZ
DE LA PEÑA, pág. 181, y en Residencia..., págs. 151-152.
Don Femando e doña Ysabel, etc. Por quanto al tiempo que vos Alonso de
Lugo, nuestro govemador de la ysla de Thenerifee, fuystes por nuestro mandado a
DOCUMENTOS 451
conquistar la dicha ysla, se asentó con vos, por nuestro mandado, que acavada de
ganar la dicha ysla mandaríamos nonbrar una persona que junto con vos
entendiese en el repartimiento de las tierras, casas e heredades que en la dicha ysla
ay, para lo dar e repartir a las personas que a ella fuesen a poblar, lo qual
repartiesedes segund que a vosotros bien visto fuese; e porque agora nuestra
merged e voluntad es que vos sólo entendays en fazer e fagades el dicho
repartimiento, por esta nuestra carta vos damos poder e facultad para que vos sólo
podays fazer e fagades el dicho repartimiento, segund que a vos bien visto fuere
que se deve hazer para que la dicha ysla pueble. E por esta nuestra carta vos damos
poder e facultad para ello, segund dicho es; e fazemos merged a las personas a
quien vos dierdes e repartierdes e señalardes qualesquier tierras e heredamientos
de la dicha ysla de Tenerifee, e dello le dierdes vuestra carta, para que sea suyo e
puedan fazer dello segund e como e de la forma e manera que ge los vos dierdes, e
con las mismas condiciones. De lo qual vos mandamos dar la presente, firmada de
nuestros nonbres e sellada con nuestro sello. Dada en la gibdad de Burgos, a ginco
días del mes de nobienbre, año del nasgimiento de nuestro salvador Ihesu Christo
de mili e quatrogientos e noventa e seys años.=Yo el Rey.=Yo la Reyna. =Yo Miguel
Peres d’Almagán, secretario del rey e de la reyna, nuestros señores, la fiz escrevir
por su mandado. E en las espaldas, M dottor. =Archidiaconus de Talabera.
=Licenciatus Qa- pata.=Uarez (sic), in decretis baccalareus (rubricado) 27.
28
Carta do merced para que Alonso de Lugo pueda añadir en su escudo de armas un cuartel
más «con dos yslas e dos fortalezas» (inédito*).
Burgos, 5 de noviembre de 1496.
obediencia e rebe- renfia que devían; e por que quede memoria de tan
señalados servicios de vos e de vuestro linaje e defendientes, thenemos por
bien e es nuestra voluntad e merqed: que alende e demás de vuestras armas,
de vos dar por armas las dichas dos yslas e dos fortalezas en medio dellas,
para que las podáys meter e metáys en el escudo1 de las dichas armas que
agora vos thenéys; las quales vos tengáys e traygáys en vuestro escudo e
reposteros e después de vos vuestros defendientes e linaje. E mandamos que
sean conocidas por vuestras armas e de vuestro linaje, e que por persona ni
personas algunas non vos sea puesto ynpedimento alguno en el traer dellas,
por quanto nos vos las damos e mandamos que las ayaes e sean conosfidas
por vuestras doquier que las pusyerdes. De lo qual vos mandamos dar la
presente, firmada de nuestros nonbres e sellada con nuestro sello. Dada en la
fibdad de Burgos, a finco días del mes de novienbre, año del nasfimiento de
nuestro salvador Ihesu Christo de mili e qua- trofientos e noventa e seys
años. = Yo el Rey. = Yo la Reyna.=E yo Miguel Pares d’Almafán, secretario
del rey e de la reyna, lo fiz escrevir por su mandado. E en las espaldas: M. el
doctor. =Archidiaconus de Talavera. = Licenciado Qapata.=Uarez (sic), in
decretis baccalareur (rubricada) 2S.
29
Incitativa del Consejo real a les gobernadores de Gran Canaria y Tenerife ‘para que
obliguen a los vasallos de doña Inés Peraza, señora de Lanzarote y Fuerteventura, a que
le paguen los derechos de lo que de estas islas sacaron y llevaron a aquéllas (inédito*).
Burgos, 14 de noviembre de 1496.
ella avía resgibido e resgibía mucho agravio e daño; e nos suplicó e pidió por
merced que sobrello proveyésemos mandándole dar nuestra carta para vosotros,
para que donde quiera que los dichos sus vasallos pudiesen ser ávidos los cons-
triniésedes e apremiásedes a que le pagasen sus derechos e le tomases e resti-
tuyesen lo que asy le avían levado; e que vosotros de aquí adelante les fisyése- des
buena vezindad e non consyntiésedes que ascondidamente le fuesen levados los
dichos sus vasallos syn que primeramente le pagasen lo que le deviesen, o como
la nuestra merged fuese. E nos tovímoslo por bien: por que vos mandamos a vos e
a cada uno de vos en vuestros logares e jurisdigiones que luego veades lo
susodicho e, llamadas e oydas las partes a quien atañe, lo más brevemente e syn
dilación que ser pueda, no dando logar a luengas ni dilaciones de maliqia, salvo
solamente la verdad sabida, fagáys e administréys a la dicha doña Ynés Peraga
entero conplimiento de justigia, por manera que la ella aya e alcance e por defecto
della no tenga cabsa ni rasón de se nos más venir ni embiar a quexar sobrello. E
los unos ni los otros non fagades ni fagan ende al, etc. Dada en la gibdad de
Burgos, a XIIII días del mes de novienbre de mili CCCCXCVI años. = Don
Alvaro.=Iohanes, doctor.=Andrés, doctor. =Filipus, doctor. =Frangiscus,
ligengiatus. =Iohanes, ligengiatus. = Yo Alonso del Mármol, escrivano de cámara,
etc. DXCVIII.
30
Carta real concediendo poder y facultad a Alonso de Lugo para el repartimiento de tierras
en la isla de La Palma (inédito*).
mientes de la dicha ysla de La Palma e dello les dierdes vuestra carta firmada de
vuestro nonbre e synada de escrivano público para que sea suya e pueda hazer
della e en ella segund e como e de la forma e manera que ge lo dierdes e con las
mismas condiciones. De lo qual vos mandamos dar la presente, firmada de
nuestros nonbres e sellada con nuestro sello. Dada en la gibdad de Burgos, a
quinze días del mes de novienbre, año del nasgimiento de nuestro salvador Ihesu
Christo de mili e quatrogientos e noventa e seys años. = Yo el Rey. = Yo la Reyna.
=E yo Miguel Pérez d’Almagán, secretario del rey e de la reyna, lo fiz escrevir por
su mandado.=Y en las espaldas, M. doctor. =Ligengiatus de Talavera. =
Ligengiatus Qapata. = Uarez (ric), in decretis baccalareus (rubricado) M.
31
Don Femando e doña Ysabel, por la gragia de Dios rey e reyna de Castilla,
de León, de Aragón, de Segilia, de Granada, de Toledo, de Valengia, de Gali-
zia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdova, de Córgega, de Murgia,
de Jaén, de los Algarbes, de Algezira, de Gibraltar, de las yslas de Canarias;
conde y condesa de Bargelona; señares de Vizcaya e de Molina; duques de
Atenas e de Neopatria; condes de Rosellón e de Qerdania; marqueses de
Chistan e de Gogiano. A los duques, marqueses, condes, perlados, ricos omes,
maestres de las hórdenes, priores, comendadores, alcaydes e tenedores de los
castillos e casas fuertes, e las congejos e asistentes, corregidores, alcaldes e
alguaziles, veinte e quatro, cavalleros, regidores, jurados, escuderos, ofigiales e
omes buenos de
ni vigor de aquí adelante, e vos mandamos e defendemos que non usedes dellos,
salvo sy por concordia e común consentymiento de los concejos donde primera-
mente bivían las tales personas e donde nuevamente se van a bevir, estoviere
fecha yguala e espresa convención, en la forma e con la solepnidad que se re-
quiere, para que los vezinos de un logar non se puedan pasar a bevir e morar al
otro. E los unos ni los otros non fagades ni fagan ende al por alguna manera, so
pena de nuestra merged a qualquiera que lo contrario íiziere; sy fuere congejo o
universidad caya e yncurra en pena de mili doblas de la vanda para la nuestra
cámara por cada vez que lo contrario hiziere; e sy fuere otra qual- quier persona,
de qualquier estado o condición, preheminencia, dignidad que sea, por ese mismo
fecho aya perdido e pierda todas e qualesquier maravedíes e otras cosas que en
los nuestros libros toviere, asy de merged por juro de heredad como de por
vida o de ragión o quitación o en otra qualquier manera; e mas caya e curra en
que nos seamos, del día que vos emplazare hasta quince días primeros syguien- tes, so
la dicha pena; so la qual mandamos a qualquier escrivano público, que para esto fuere
llamado, que dé ende al que vos la mostrare testimonio sygnado con su sygno, por
que nos sepamos en cómo se cunple nuestro mandado. Dada en la qibdad de Burgos,
a veynte días del mes de noviembre, año del Señor de mili e quatroqientos e noventa e
seys años.=Yo el Rey. = Yo la Reyna. = Yo Juan de la Parra, secretario del rey e de la
reyna nuestros señores, la fize escri- vir por su mandado. En las espaldas: don Alvaro.
=Iohanes, episcopus. = lohanes, doctor. = Andrea, doctor. =Antonius, doctor. = Petras,
doctor. =Ioha- nes, licenciatus DC.
32
hefeto lo que vos los dichos juezes determynásedes, o el uno de vosotros con el dicho
tercero, e que los mandásemos dar nuestra carta de comysyón, por virtud de la qual
pudié- sedes conocer e determinar lo sobre dicho, según dicho es, o como la nuestra
merced fuese. E nos, de consentymiento de las dichas partes e a suplicación, tovímoslo
por [bien], e confyando de vosotros que soys tales que guardaréys el derecho de las
partes e acordamos de vos cometer lo sobre dicho: por que vos mandamos que fagáys
paresqer ante vosotros los dichos Alonso de Lugo e Francisco Palomares e Mateo Viña
e Guillermo de Blanco e Nicolao Angelate, e veáys las escrituras de conciertos e
asyentos que entre ellos pasaron sobre lo que toca a la dicha conquista de la dicha ysla
de Tenerife, e en las otras escrituras e provancas e otras escrituras ante vosotros por
ellos serán allegadas, e vistas, averigüéys e determinéys por vía de justicia o de
concordia, como a vosotros vien visto fuere, las dichas diferencias, debates e cuentas
que entre los sobre dichos ay, por vuestra sentencia o sentencias asy ynterlocutorias
como difinitibas, las quales podades llegar a devida execución con efetto, quanto e
como con derecho debades; e mandamos a las dichas partes e a las otras personas de
quien entendemos ser ynformados cerca de lo sobre dicho, que vengan e parescan ante
vosotros a vuestros llamamientos e enplazamientos, en los plazos e so las penas que
les pusiéredes o enbiardes poner de nuestra parte, las quales nos por la presente les
ponemos e avernos por puestas e vos damos poder conplido para lo esecutar en las
personas e vienes dellos que en ellas yncu- rrieran. Para lo qual todo vos damos poder
conplido con sus yncidencias e dependencias, anexidades e conexidades; e sy vos los
dichos Andrea de Hodón, arcediano, e Francisco de Ryberol no fuéredes concordes, en
laDCI determinación de lo sobre dicho, mandamos a la persona que bosotros
nonbráredes e se- ñaláredes, que se junte con vosotros para ello por tercero, e que lo
que el uno de vosotros determinare en lo sobre dicho juntamente, aquello pase e
goarde por las dichas partes; e queremos e mandamos que de lo que por vosotros los
dichos Andrea de Hodón, arcediano, e Francisco de Riberol fuere determinado Cerca
de lo que dicho es, o por el uno de vosotros juntamente con el dicho tercero, non aya
apelación ni suplicación ni otro remedio alguno hordinario ni estrahordinario; para lo
qual vos damos poder conplido con sus yncidencias e dependencias, anexidades e
conexidades. E non fagades ende al, etc. Dada en la qibdad de Burgos, a veynte un
días del mes de noviembre de XCVI años. = Don Alvaro. = lohanes, episcopus
asturicensis. = lohanes, dottor. = Andrea, dottor.=Filipus, dottor. = Petras, dottor. =Yo
Alonso del Mármol, etc. M.
33
El Rey.
Garcilasso de la Vega, del mi Consejo e mi embaxador en corte de Roma. Yo
34
El Rey Católico solicita del papa Alejandro VI una canonjía en la catedral de Mallorca para
Nicolás Angelate (inédito*).
85
A. C. A.: Registro 3.685, fol. 145 v.
35
Carta de comisión para que Pedro de Cervantes, juez ejecutor de la Santa Hermandad,
procediese a averiguar los esclavos y ganados procedentes de la conquista de Tenerife, que le
habían sido sustraídos a Alonso de Lugo por diversas personas. Asimismo debería tomar cuenta de
las libranzas hechas por él capitán conquistador para él avituallamiento dél ejército
expedicionario, que estaban pendientes de justificación por parte de sus poderhabientes (inédito).
mismo ganados y otras cosas, lo qual todo pertenecía a él e es suyo, por ser de buena
guerra, por virtud de la dicha capitulación e asyento; e otras personas tienen recibidas
algunas quantías de maravedís e pan e otros mantenimientos e cosas que les fueron
encomendadas por el dicho Alonso de Lugo e por otras personas, para el
proveymiento de la dicha conquista, de que dis que no han dado cuenta ni rasón
alguna; en lo qual él ha recebido mucho daño e pérdida, suplicándonos le
mandásemos dar un juez syn sospecha ante quien él pudiese pedir e demandar por
justicia los dichos canarios e canarias e ganados e otros bienes que asy le fueron
tomados e furtados de la dicha conquista que a él pertenecen, e pediese pedir cuenta e
razón de lo que asy dio él e otros por él a las dichas personas, de que no han dado
cuenta ni razón o le mandásemos probeher cerca dello, como la nuestra merced fuese.
E nos, confyando de vos que soys persona que guardaréys nuestro servicio e el
de su casa, e que sy más lexos fuere que no sea obligado, de benir a vuestros
llamamientos. E non fagades ende al. Dada en la gibdad de Burgos, a XXIII días del
mes de deziembre año del nacimiento de nuestro señor Ihesu Christo de mili e
quatrogientos e noventa e seys añosDCII.
36
Albalá de la reina Isabel designando paje suyo a Pedro Fernández de Lugo (inédito*). '
Burgos, 20 de febrero de 1497.
Orden real de liberación de guanches de «las paces» cautivadas, contra todo derecho, por el
capitán conquistador Alonso de Lugo. En la reclamación, formulada por Rodriga de Betanzos, se
dan curiosos pormenores sobre la alianza concertada con Pedro de Vera por los bandos de
38
Los Reyes Católicos ordenan. librar trescientos mil maravedíes a favor de Alonso de Lugo
como resta d& otros novecientas diez mil de que le habían hecho merced en fecha anterior. Se hace
constar que él libramiento es <ten hemienda de los gastos que fiso en la conquista... de Tenerife e
de qierto flete que pagó a ciertas naos que andovieron... en la dicha conquista» (inédito).
Denuncias formuladas contra él conquistador Alonso de Lugo por los despojas de que había
hecha víctima al rey don Femando de Anaga. Carta de comisión al asistente de Sevilla para que
administre justicia' en el casa (inédito**).
Canarios. Comisión.
Don Fernando e doña Ysabel, etc. A vos don Juan de Sylva, conde de Qi- fuentes,
nuestro alférez mayor e del nuestro Consejo y nuestro asystente en la muy noble y
muy leal gibdad de Sevilla, salud e gracia. Sepades que el bachiller de Sepúlveda,
41
A. S.: Registro del Sello.
467 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
40
El Consejo real otorga libertad al guanche don Enrique de Amaga, merced a la valiosa
mediación dd procurador de los pobres bachiller Alonso de SepúP- veda (inédito**).
Granada, 4 de junio de 1501.
41
El rey de Anaga don Fernando denuncia los atentados cometidos contra su -persona por él
capitán-conquistador Alonso de Lugo. Incitativa dél Consejo real para que él gobernador de Gran
Canaria administre justicia en él caso (inédito**).
Sevilla, 22 de febrero de 1502.
DCIV
42
A. S.: Registro del Sello.
3
DOCUMENTOS 469
ysla le ayude en lo susodicho al dicho don Femando, e los escrivanos públicos de esa
dicha ysla non le lleven derechos algunos de las escripturas que ante ellos pasaren,
sobre el dicho caso; a los quales mandamos que así lo guarden e cumplan, so las penas
que les vos pusierdes o mandardes poner de nuestra parte, las quales nos por la
presente les ponemos e avernos por puestas. E no fagades ende al por alguna manera,
so pena de la nuestra merced e de diez mil maravedís para la nuestra cámara a cada
uno que. lo contrario fiziere. Dada en la muy noble qibdad de Sevilla, a veynte e dos
días del mes de febrero, año del nasqimiento del nuestro salvador Ihesu Christo, de
mili e quinientos e dos años. = Don Alvaro. = Obispo de Oviedo. — Femandus,
li^en^iatus. = Joanes, ligenqiatus. =Líqen<jiatus Qapata.=Ligenqiatus Moxica.=Yo
Bartolomé Ruyz de Castañeda, escrivano de cámara del rey e de la reyna nuestros
señores, la fize escrevir por su mandado, con acuerdo de los de su Consejo.
Ynqitativa al governador de la isla de la Gran Canaria, a pedimiento de don
Femando, rey que fue de Naga, sobre qiertos bienes. Syn derechos 42 DCV DCVI DCVII DCVIII
DCIX DCX
.
DCVOrden de los Reyes Católicos al tesorero de los descargos ■para que proceda a pagar
ál coniino Diego Maldonado él sueldo que le correspondía como conquistador de Tenerife, a
razón de cuarenta mil maravedíes por aña. Estuvo en campaña veintidós meses (inédito).
DCVIMadrid, 28 de diciembre de 1502.
DCVIIEl Rey e
la Reyna.
DCVIIIMartín
de Salynas, thesorero de nuestros descargos: nos vos mandamos
que de qualesquier maravedís de vuestro cargo dedes e paguedes a Diego Maldo-
nado, contino de nuestra casa, qinquenta e qinco mili e seysqientos e dies e seys
maravedís, que le son devidos en esta manera: del año de noventa e quatro,
DCIXdesde primero de enero fasta mediado abril del dicho año, siete mili y dosien-
DCXtos e ochenta maravedís, a respeto de los veynte e qinco mili maravedís de su
42
A. S.: Registro del Sello.
3
470 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
rabión e quitación; desde mediado el dicho mes de abril fasta mediado el mes de
hebrero del año de noventa e seys, que son veynte e dos meses, setenta e tres mili e
tresientos e veynte maravedís, a rasón de quarenta mili maravedís, que ovo de aver
por año del tiempo que sirvió por nuestro mandado en las yslas de la Grand Canaria,
en los quales dichos quarenta mili maravedís se ovo de consumir la dicha su ragión e
quitación del dicho tiempo; de los quales dichos setenta e tres mili e trezientos e
veynte maravedís le fueron librados, los veynte y ginco mili maravedís dellos de su
ragión e quitación del año de noventa e ginco, por manera que resta que se le deven
los dichos ginquenta e ginco mili e seysgientos e dies e seis maravedís, asy de lo que
ovo de aver el dicho año de noventa e quatro, por contino, como del dicho tiempo
que sirvió en la dicha Canaria, por nuestro mandado, segund fue asentado con él
y está averiguado en el abdiengia de nuestros descargos. Los quales le dad e
[Al dorso:] Martín de Salinas, tesorero de los descargos del rey e de la reyna
nuestros señores, en esta gédula de Sus Altezas desta otra parte escripia contenido,
vedla e conplidla, en todo e por todo, segund que en ella se con tiene. E Sus Altezas
por ella vos lo enbían a mandar, e avéys de pagar los dichos maravedís, la mitad
luego e la otra mitad en fin del mes de hebrero del año venidero de quinientos e tres
años. Descargos (rubricado). = Guevara. =
Ligengiatus Moxica.=Frangiscus, ligengiatus.=Frangiscus.=Christóval d’Avila.
Femando de Medyna.=Yñigo López (rubrica dos). = Asentada (rúbrica).
DOCUMENTOS 471
Cédula del Rey e de la Reyna nuestros señores por donde fueron pagados a
Diego Maldonado, contyno de Sus Altezas, LV.U.DCXVI maravedís 44.
43
El Consejo real da comisión al gobernador de Gran Canaria Lope de Sosa para averiguar
qué tierras había repartido indebidamente el capitán conquistador Alonso de Lugo en la isla de
Tenerife (inédito).
dar a Johan Osorio, nuestro repostero de plata, por que le ayudase en sus negocios,
tierras donde pudiese aver dozientas mili maravedís de renta en cada un año, e que
agora avía ydo un hijo del dicho Juan Osorio a tomar la posesión dellas e a las labrar;
e asymismo diz que dio en la dicha ysla de La Palma a Pedro de Be- navente, catalán,
e a otras personas estrangeras, otras muchas tierras y heredades en pago de algunas
contías de maravedís que les devía; e que a un Xuares de Quemada, criado del duque
de Medina Qidonia, le dio en la dicha ysla de Tenerife qierta cantidad de tierras en
pago de ochocientas mili maravedís quel dicho don Alonso de Lugo diz que devía al
dicho duque, las quales diz que agora posee el dicho Xuares de Quemada; e que a
otras muchas personas ha dado otras muchas heredades e aguas e heridos para
engenios; e que allende de todo esto el dicho Alonso Femandes de Lugo, por su
propia abtori- dad, diz que ha tomado para sy muchas tierras e aguas que diz que
valen más de tres cuentos de maravedís de renta en cada un año, e que a consentido e
consyente cargar pan de las dichas yslas para el reyno de Portugal; e diz que los
cargos de la justicia los ha dado e da a sus parientes e las escrivanías a sus criados; e
diz que por algunas personas de las dichas yslas le han dicho que remedie lo
susodicho, los ha maltratado e tomado sus bienes o sy alguno quería venir a nos faser
saber lo susodicho le ha fecho prender e manda que non les den navios en que
vengan, por escusar que nos no fuésemos ynformados de las cosas quel dicho
govemador fazía en las dichas yslas; e como por estas cabsas las dichas yslas no están
pobladas ny ay persona que se quiera avezin- dar en ellas. E porque nos queremos ser
informados de todo lo susodicho, para lo mandar proveer e remediar, como cumpla a
nuestro servicio e al bien e pro común de las dichas yslas e de los vecinos dellas,
confiando de vos que soys tal persona que guardaréys nuestro servicio e bien e fiel e
diligentemente faréys lo que por nos vos fuere mandado, es nuestra merced de vos
encomendar e cometer lo susodicho; por que vos mandamos que, luego que esta
nuestra carta vos fuere notyficada, ayáys vuestra ynforma^ión qierta de lo susodicho
e de cada cosa e parte dello, e cómo e de qué manera ha pasado e pasa, e quáles e
quántas tierras e heredades e aguas e heridos para engenios han sydo los quel dicho
don Alonso de Lugo e otras personas por su mandado e en su nombre han vendido o
dado a las dichas personas de suso declaradas e a otras qualesquier que sean; e
asymismo qué otras tierras son las que se han dado a otras personas, con condición
que diesen la meytad de lo que rentasen al dicho don Alonso, e sy el dicho don
Alonso dio algunas de las dichas tierras e asyéntos de engenios a las dichas personas
en pago de algunas contías de maravedís que les devía, e cómo e en qué manera ge las
dio, e porque tanto tiempo, e qué es lo que pueden valer de renta en cada un año todas
las dichas tierras e aguas o heridos para engenios que el dicho don Alonso Femandes
ha vendido e dado e
473 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
tomado para sy; e asymismo qué fuergas e agravios son los quel don Alonso
Femandes e sus oficiales han fecho a los veginos de la dicha ysla, e sy los oficiales e
escrivanos que tiene puestos son sus parientes e criados, e qué es el dapño e
perjuizio que a venido e viene a las dichas yslas e vecinos dellas en se aver fecho lo
susodicho, e sy por ello se a impedido o impide que las dichas yslas no se pueblen, e
qué es lo que conviene que se provea e se remedie gerca de todo ello, e para que las
dichas yslas se pueblen como cumple a nuestro servigio, e de todo lo otro que vos
vierdes que vos deváys ynformar para mejor saber la verdad cerca de todo ello; e la
dicha ynformaqión avida e la verdad sabida, escripia en limpio e firmada de vuestro
nombre e signada del escavano ante quien pasare, e cerrada e sellada en pública
forma en manera que haga fee, la embiad ante nos al nuestro Consejo, para que nos
la mandemos ver e proveer sobrello lo que sea justigia. E mandamos a qualesquier
personas de quien enterdierdes ser ynformado, para mejor saber la verdad cerca de
lo susodicho, que venga e paresca ante vos a vuestros llamamientos e
emplazamientos e diga sus dichos a los plazos e so las penas que vos de nuestra
parte les pu- sierdes o mandardes poner, las quales nos por la presente les ponemos
e avernos por puestas. E non fagades ende al. Dada en la villa de Medina del
Campo, a dies días del mes de jullio de quinientos e quatro años. = Yo el Rey.=Yo la
Reyna. =Episcopus cartajenensis.=El doctor Angulo. =Ligengiado Qapata.=
Ligenciado Tello. =Ligengiado Moxica. =Ligengiado Santiago. =Ligengiatus Po-
lanco (rubricado) 45
44
El capitán Bartolomé do Estopiñán se queja del despojo por parte de Alonso de Lugo de las
tierras que había recibido en repartimiento como recompensa por sus importantes servicios en la
conquista de Tenerije. El Consejo redi ordena al gobernador de Gran Canaria que incoe la
oportuna información sobre el particular, remitiéndola para resolución al alto organismo
(inédito).
45
A. S.: Registro del Sello.
DOCUMENTOS 474
de Gran Canaria, e de allí enbió a pedir socorro al duque de Medina Sidonia, el qual
dicho duque, por servicio de Dios e nuestro, le envió a socorrer con mili onbres a pie e
qinquenta de cavallo enbió al dicho Bartolomé de Estopyñán de la dicha gente, con la
qual el dicho adelantado e él tomaron a la conquista de la dicha ysla, e estovieron en
ella dos años hasta que se acabó de ganar la dicha ysla, peleando muchas vezes por
batallas con los dichos canarios, de manera que, después de Dios, por lo mucho quél
trabajó quedó la ysla ganada; e que por lo quél trabajó le fue señalado por el dicho
adelantado una parte de tierras, con su agua para regar los cañaverales que en dichas
tierras se oviesen de sembrar, e asymismo agua para el yngenio; e que estando el
dicho asyento señalado por suyo en su nombre, e aun no seyendo tanto ni tal segund
la quél trabajó, agora el dicho adelantado, syn ninguna cabsa, le ha quitado las
dichas tierras e agua, non dándole ni señalándole otras ningunas, de lo qual
reqibía agravio; e nos suplicó e pidió por merqed non diésemos lugar quél fuese
46
A. S.: Registro del Sello.
475 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
45
De Bartolomé d’Estopifián.
Comisión en forma para el govemador de la ysla de la Grand Canaria para que
faga justicia. ■
) Del documenta, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000
Doña Juana, etc. A vos el que es o fuere mi govemador e jues de residencia en
la ysla de la Grand Canaria o a vuestro lugarteniente en el dicho ofigio, salud e
gragia. Sepades que Bartolomé d’Estopifián, vesino de la gibdad de Xerez de la
Frontera, me fizo relagión por su petigión desiendo: que puede aver nueve o diez
años, poco más o menos, que estando el adelantado Alonso de Lugo en esa dicha
ysla él fue con gente armada, por mandado del duque de Medina Sidonia, su
señor, a le socorrer, e que con su ayuda e yndustrya le hizo ganar la ysla de
Thenerife; e que, en remuneragión de lo que allí me sirvió, el dicho adelantado le
dio giertas tierras en la dicha ysla e agua para regar los cañaverales que en ella se
senbrasen e para el yngenio; las quales dis que después acá le ha quitado, non
aviendo cabsa para ello; e porque se me quexó el dicho adelantado, yo le mandé
dar mi carta, avrá un año, para el gover- nador que se esperava yr a esa dicha ysla,
que se informase por qué rasón se le avían dado las dichas tierras e qué cabsa avía
tenido para gelas quitar el dicho adelantado, e de lo que avía seruido; y avida, la
enbiase ante mí, para que vista mandase proveer en ello lo que fuese justicia; e que
a cabsa que en el dicho tienpo el dicho govemador non fue a esa dicha ysla, dis
quel dicho adelantado repartió las dichas tierras en otras personas, e que non ha
podido alcangar cunplímiento de justigia, nin se han fecho ni cunplido cosa alguna de
lo en la dicha mi carta contenido; en lo qual dis que sy asy pasase él resgibi- ría en ello
mucho agravio e daño, e me suplicó e pedió por merged que sobre ello le proveyese
con justigia, mandándole bolver las dichas tierras, que asy el dicho adelantado le dio
en remuneración de lo que me avía servido, pues non ovo cabsa alguna por que gelas
deviese quitar, e como la mi merced fuese* E yo tóvelo por bien: por que vos mando
que luego veades lo susodicho, e llamadas e oydas las partes a quien tocare, lo más
brevemente e syn dilación que ser pueda, non dando logar a largas nin dilaciones de
maligia, salvo solamente la verdad sabida, libredes e determinedes en ello lo que
halláredes por justicia, por vuestra sentencia o sentencias, asy ynterlocutorias como
definitivas; la qual e las quales e el mandamiento o mandamientos que en la dicha
rasón dierdes e pronunciaredes, llevedes e fagades llevar a pura e devida exe-
476 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
cugión, con efecto tanto como con fuero e con derecho debades. E mando a las partes
a quien atañe e a otras qualesquier personas, de quien entendiéredes ser ynformado e
saber la verdad gerca de lo susodicho, que vengan e parescan ante vos personalmente
a vuestros llamamientos y enplasamientos e fagan juramento e digan sus dichos e
depusygiones, a los plasos e so las penas que vos de mi parte les pusyéredes e
mandáredes poner, las quales yo por la presente les pongo y he por puestas. Para lo
qual todo que dicho es asy faser e cunplir e executar, por esta mi carta vos doy poder
conplido con todas sus yngiden- gias e dependencias, anexidades e conexidades. E los
unos nin los otros, etc. Dada en la gibdad de Toro, a veynte e dos días del mes de
abril de mili e quinientos e cinco años. = Johannes episcopus cordubensis.
=Ligengiatus Qapata.= Femandus Tello, ligengiatus.=Dottor Carvajal. =Ligengiatus de
Santiago. = Johannes, dottor. = Yo Luys del Castillo, etc. - Ligengiatus Polanco
(rubricado) 47.
47
El rey Aon Diego de Adeje se queja del gobernador Alonso de Lugo, quien ■pone cortapisas a
su libertad y le tiene ocupada la hacienda. Comisión al gobernador de Gran Canaria para que
restablezca la justicia (inédito**).
49
A. S.: Registro del Sello.
478 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
mos proveer de remedio con justigia, mandándovos que le íiziésedes conpli- miento
de j'ustigia, dexando salir a él e a sus parientes, con sus ganados e fa- zienda, a donde
quesyese, pues que heran mis vasallos, por manera quél fuese libre e esento de las
prysyones que asy le tenía, o como la mi merged fuese. Lo qual visto en el mi Consejo
fue acordado que devíamos mandar dar esta mi carta en la dicha razón. E yo tóvelo
por bien, e confiando de vos que soys tal persona que guardaréys mi servigio e el
derecho de las partes, e bien e fiel e deligentemente faréys lo que por mí vos fuere
encomendado e cometido es mi merged de vos encomendar e cometer lo susodicho e
por la presente vos lo encomiendo e cometo: por que vos mando que luego veades lo
susodicho, llamadas e oydas las partes a quien atañe, syn estrépito nin figura de
j’uizio, salvo solamente la verdad savida, libredes e determinedes gerca de lo
susodicho lo que falláredes por justigia, por vuestra sentengia o sentengias, asy
ynterlocuto- rías como definitibas. La qual o las quales, e el mandamiento o
DCXI
fonso Femandes de Lugo, adelantado de las yslas de Canaria, salud e gragia. Sepades
que Gyrónimo de Herrera, vezyno de la gibdad de Sevilla, me fyso relación por su
petición disyendo: que bien savia el pleito que ante los del mi Consejo estava
pendiente, entre' él de la una parte e vos de la otra, sobre rasón que dis quél ovo
enbiado un fator suyo, quando se ganó la ysla de Tenerife, con giertas mercadurías
para vender a la gente de la armada, que en la dicha ysla estava; e que vos avíades
tomado al dicho su fattor quatrogientos capotes, que valían cada uno syete reales, e
tresyentas e dies espadas, que valían cada una uno dovla castellana, e tresyentos
pares de alpergates, que valían a dos reales cada par, e tresyentas camisas, que valían
cada una cinco reales; e que havíades quedado obligado de ge lo pagar, e sobre las
otras cabsas e rasones en el progeso del dicho pleito contenidas; e como por los del mi
Consejo avíades seydo resgibido a prueva, con gierto término, e le avía seydo dado
mi carta de receptoría, para tomar sus testigos, e como en la dicha mi carta avía man-
dado que primeramente vos fuese notificada, para que fuésedes a ver faser la dicha
provanga e ver jurar e conosger los testigos que por su parte fuesen presentados, sy
quisiésedes; en lo qual dis que, sy asy pasase, resgibiría mucho agravio e daño; por
ende, que me suplicava e pedía por merged que por escu- sar las cestas e gastos que
se pudieran resgibir en os yr a notificar la dicha carta de regeptoría, le mandase dar
mi carta de suplicagión para vos, para que binié- sedes e enbiásedes procurador en
seguimiento de la dicha cabsa, e para que fuésedes presente a ver faser la dicha
provanga e ver jurar e conosger los dichos testigos, e para todos los otros abtos deste
dicho progeso pleito a que de derecho devíades ser presente, e llamado fasta la
sentengia difinitiva e tasagión de costas, sy las oviere, o como la mi merged fuese. Lo
qual visto por los del mi Consejo, por quanto para todo lo susodicho devéys ser
llamado e oydo, fue acordado que debía mandar dar esta mi carta en la dicha rasón. E
yo tóvelo por bien: por que vos mando que del día que esta mi carta vos fuere leyda e
notificada, en vuestra presengia sy pudiésedes ser ávido, sy no ante las puertas de las
casas de vuestra morada disyéndolo o fasyéndolo saber a vuestra muger e fijos si los
avedes e si no a vuestros escuderos o criados para que vos lo digan e fagan saber e
dello no podades pretender ynorangia, fasta gient días primeros siguientes, los quales
bos doy e asygno por primero e segundo e tergero plaso e término perentorio,
vengades e parescades ante los del mi Consejo en seguimiento del dicho pleito, por
vos o por vuestro procurador sufigiente, con vuestro poder bastante, bien escripto e
ynformado gerca de lo susodicho, asy para ver presentar, jurar e conosger los testigos
e provangas, que por parte del dicho Gyrónimo de Herrera sean presentados en el
dicho pleito, como para ver faser publicagión dellos, e a desir e alegar gerca dello, en
guarda de vuestro derecho, todo lo que desir e alegar quisierdes e para lo qual todo
que dicho es, e para todos los otros abtos de este pleito y de derecho debades ser
presente llamado, e para oyr sentengia o sentengias e ver urar e tasar costas, sy las
oviere. Por esta mi carta vos llamo e gito e pongo plaso perentoriamente, con
apergebimiento que os fago que sy en el dicho término paresgiéredes ante los
DOCUMENTOS 480
del mi Consejo, como dicho es, que ellos vos oirán e guardarán en todo vuestro
derecho, en otra manera, vuestra absengia e rebeldía, no embargante aviéndola por
presencia, oyrán a la parte del dicho Girónimo de Herrera todo lo que desir e alegar
quisiere, e determinarán sobre ello lo que fallaren por derecho, syn vos más llamar ni
gitar ni entender sobre ello; e de como esta mi carta vos fuere leyda e notificada e la
cumpliedes, mando, so la pena de mi merged e de dies mili maravedís para la mi
cámara, a qualquier escrivano público, que para esto fuere llamado, quede ende, al
que vos la mostrare, testimonio sygnado con su sygno, por que yo sepa en cómo se
cumple mi mandado. Dada en la gibdad de Segovia, a primero día del mes de
setiembre, año del nasgimiento del nuestro salvador Ihesu Chnsto, de mili e
quinientos e ginco años.=Johan- nes, episcopus corduvensis. =Ligengiatus de la
Fuente. = Dottor Carvajal. =Li- gengiatus de Santiago. =Ligengiatus de
Polanco.=Yo Bartholomé Ruis de Castañeda, escrivano de cámara de la reyna
49
Gerónimo de Herrera. Para que Alonso de Lugo responda a unas pusy- “ giones.
Doña Juana, por la gracia de Dios, etc. A vos el que es o fuere mi gover- nador o
jues de resydengia de la ysla de Gran Canaria e a vuestro lugarteniente en el dicho
oficio e a cada uno de vos a quien esta mi carta fuere mostrada, salud e gragia.
Sepades que Girónimo de Herrera, vegino de la gibdad de Sevi- Ha, me fiso relación
por su petición disyendo: que bien sabía el pleito que ante los del mi Consejo estava
pendiente entre él de la una parte e don Alfonso Fe- rrandes de Lugo, adelantado' de
las yslas de Canaria, e su procurador en su nonbre de la otra, sobre rasón de giertas
mercaderías quel dicho adelantado dixo que avía tomado a un su fator que avía
enbiado con ellas para las vender a la gente de la armada quando se ganó la ysla de
Tenerife; e como por los del mi Consejo avían seydo resgíbidos a prueva con gierto
término; e porque él se entendía aprovechar de su derecho e dispusigión del dicho
adelantado en el dicho pleito, me suplicó e pidió por merced gerca dello le mandase
DCXIII
Receptcma del Consejo roed en el pleito incoado en grado de apelación por Jerónimo de
Herrera cernirá Alonso de Lugo. Se autoriza al primero para efectuar la prueba documental y
testifical ante la justicia de Sevilla o de otras ciudades que mejor le convengan (inédito).
30
A. S.: Registro del Sello.
DOCUMENTOS 481
proveer,
mandando quel dicho don Alfonso Femandes de Lugo fysiese juramento de ca- lunia
ante vos, e respondiese sy consejo declarado a los artículos e posigyones que por su
parte le fuesen puestos, conforme a la hodenanga de Madrid que qerca desto dispone,
e so la pena de la dicha hordenanga, e como la mi merced fuese. Lo qual visto por los
del mi Consejo fue acordado que devía mandar dar esta mi carta en la dicha rasón. E
yo tóvelo por bien: por que vos mando que luego, que esta mi carta fuerdes
requerido, costringades e apremiados al dicho don Alonso Femandes de Lugo a que
faga juramento de calunia e responda a las pusigiones que por parte del dicho
Girónimo de Herrera serán puestas, conforme a la dicha hordenanza e so la pena
della, en el qual dicho juramento mando al dicho don Alonso Femandes de Lugo que
faga luego ante vos e que responda a las dichas pusygiones, conforme a la dicha
hordenanga e so la pena en ella contenida. E non fagades ende al por alguna manera,
so pena de la mi merced e de dies mili maravedís para la mi cámara. Dada en la
gibdad de Segovia, a nueve días del mes de setienbre año del nasgimiento del nuestro
salvador Ihesu Christo de mili e quinientos e ginco años.=Johannes, episcopus
corduvensis. = Fernán Tello, licenciatus.=Dotor Carvajal. =Johannes, dotor.=
Licenciatus Polanco.=Yo Bartolomé Ruys de Castañeda, escrivano de cámara de la
reyna nuestra señora, la fize escrivir por mandado del señor rey su padre
administrador e govemador destos sus reynos. = Ligengiatus Polanco (rubricado) 50
DCXIV
.
D Del documenta, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
que el dicho don Alonso de Lugo havía cobrado e resgibido de los dichos presgios
de las dichas mercaderías, lo qual diz que hasta agora no le ha dado ni pagado; e
sobre las otras cabsas e rasones en el proceso del dicho pleito contenidas, en lo qual
por amas las dichas partes fueron dichas e alegadas muchas rasones fasta tanto que
concluyeron, e por el dicho alcalde fue dada sentengia difinitiva en favor del dicho
adelantado; por ante los del mi Consejo, y en grado de la dicha apelagión, dixo e
alegó giertas rasones en guarda de su derecho, fasta tanto que el dicho pleito fue
árido por concluso, e por los del mi Consejo fue dada e pronun- giada en él
sentengia por la qual resgibieron al dicho Gerónimo de Herrera a prueva, de lo por
su parte ante ellos nuevamente dicho e alegado, en esta yns- tangia de apelagión, e
de lo alegado e no provado en la primera ynstangia deste pleito, para que lo
provase en esta manera lo alegado e no provado en la primera ynstangia deste
pleyto, por escrepturas públicas e abténtycas e por confisión del dicho Alonso de
Lugo, e non en otra manera; e lo nuevamente ante ellos dicho e alegado en esta
ynstancia de apelagión, por aquella manera de prueva que de derecho en tal caso
oviere lugar, segund el estado en que este pleyto estava, e al dicho don Alonso de
Lugo a provar lo contrario, sy qui- syere, salvo jure impertinengium et non
admitendorum; para la qual prueba faser, e la traher e presentar ante ellos, les
dieron e asygnaron plaso e término de gient días primeros siguientes, por todo
plazo e término perentorio, segund que más largamente en la dicha sentengia se
contiene; después de lo qual, el dicho Gerónimo de Herrera paresció ante los del mi
Consejo y dixo que los testigos de que se entendía aprovechar, para haser la dicha
su provanga, los abía e tenía en la dicha gibdad de Sevilla e en otras gibdades e
villas e lugares destos mis reynos e señoríos, e me suplicó le mandase dar mi carta
de regebtoria para haser la dicha su provanga o como la mi merged fuese. E yo
tóvelo por bien: por lo que vos mando, a todos e a cada uno de vos en vuestros
lugares o juridigiones, que sy dentro del dicho término de los dichos gient días, los
quales mando que corran e se cuenten desde el día que esta mi carta fuere
notificada al dicho don Alfonso Femandes de Lugo en adelante, la parte del
dicho Gerónimo de Herrera paresgieron ante vos o ante qualquier de vos, e vos
requirieren, con esta mi carta, siendo notificada primeramente como dicho es al
483 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
dicho don Alonso de Lugo para que pueda faser ante vos o ante qualquier de vos su
provanga sobre lo susodicho sy quisiese, la fagáys venir e paresger ante vos e ante
cada uno de vos en vuestra juredigión los testygos de que el dicho Gerónimo de
Herrera dixere que se entiende aprovechar para faser la dicha su provanga; e asy
paresgidos tomedes e resgibades dellos e de cada uno de ellos juramento en forma
devida de derecho e sus dichos e depusigiones, c de cada uno de los dichos testigos
sobre sy secreta e apartadamente, preguntándoles ante todas cosas a cada uno de
los dichos testygos qué hedad tyenen, o si fueren sobornados o corrutos o
atemorizado por alguna de las dichas partes, para que dixese lo contrario de la
verdad, o sy es pariente en grado de consanguinidad o afynidad de alguna dellas, o
agraviado, o sy desea que alguna de las dichas partes venciese esta pleyto más que
la otra aunque no tuviese justicia; y esto ansy fecho, preguntadles por las preguntas
del ynterroga- torio, que por parte del dicho Gerónimo de Herrera ante vos serán
presentados; a lo qual los dichos testigos dixeron que lo saben, preguntaldes cómo
lo saben, e lo que dixeren que lo crehen, preguntaldes que cómo lo creen, e a los que
dixeren que lo oyeron dezir, preguntaldes a quién e quales personas e en qué
tiempo lo oyeron dezir; por que cada uno de los dichos testigos dé rasón suficiente
de su dicho e depusigión; e so cargo del dicho juramento, dezid a los dichos testigos
que no digan nada ni descubran cosa alguna de lo que ovieren dicho a ninguna de
las partes fasta que sea fecha públicamente de la dicha provanga en el mi Consejo; e
lo que asy dixeren e depusieren, fazedlo escrevir en limpio al escrivano o escrivanos
ante quien pasaren, e sygnado de su sygno e gerrado e sellado en pública forma e
manera que faga fee, lo dad y entregad a la parte del dicho Gerónimo de Herrera,
pagando por ello primeramente al escrivano o escrivanos ante quien pasaren su
justo e debido salario que por ello ovieren de aver; y esto fazed e compliz asy,
aunque la parte del dicho don Alonso de Lugo, después que esta mi carta le fuere
noteficada como dicho es, non paresca ante vos a ver presentar, jurar e conoscer los
testigos e provangas, que por parte del dicho Gerónimo de Herrera ante vos fueren
presentados, por quanto por los del mi Consejo le fue asynado el dicho término
para ello. E los unos nin los otros non fagades nin fagan ende al por alguna manera,
so pena de la mi merged e de dies mili maravedís para la mi cámara a cada uno que
lo contrario fysiere; e demás mando al orne que vos esta mi carta mostrare, que vos
emplase que parescades ante mí en la mi corte doquier que yo sea, del día que vos
emplasare fasta quinse días primeros syguientes, so la dicha pena; so la qual mando
a qualquier escrivano público que para esto fuere llamado que dé ende al que vos la
mostrare testimonio sygnado con su sygno, por que yo sepa en cómo se cumple mi
mandado. Dada en la gibdad de Salamanca, a veynte e quatro días del mes de
diziembre, año del nasgi- miento de nuestro salvador Ihesu Christo de mili e
quinientos e ginco años.=
Johannes, episcopus corduvensis.=Ligengiatus Qapata.=Ligengiatus Moxica.=
Ligengiatus de Santiago. = Ligengiatus Polanco.=Yo Bartholomé Ruis de Castañeda,
escrivano de cámara de la reyna nuestra señora, la fize escrevir por mandado del
señor rey su padre administrador e govemador destos sus reynos. = Ligengiatus
Polanco (rubricado) 52.
APENDICE II
NOMINA DE CONQUISTADORES
RELACION DE CONQUISTADORES DE TENERIFE CON PRUEBA
DOCUMENTAL Y RESPALDO POR PARTE DE LOS CRONISTAS
DOCUMENTOS CRONISTAS
Nombre y apellido Dt. Rf. Rs. De. E. A V.
a e e 0 s b i
t f s c r a
a o i u pi e n
s r d m n u a
m e e 0
a n n. s
c c t a
i i 0
ó a s
PLANA MAYOR n
CONQUISTADORES
(por orden alfabético)
5. Diego Afonso? .................................. *
6. Diego de Agreda............................... * *
7. Francisco de Albornoz .............................. * *
8. Lorenzo de Alcalá............................. *
9. Diego de Alcántara .......................... *
10. Alonso de Alcaraz? ............................................. >;c
11. Diego de Alcaraz ......................................................... *
12. Francisco de Alcaudete? ................... *
13. Juan Alemán ................................................................. *
14. Juan de Almansa? .............................. *
15. Juan de Almodóvar ........................... *
16. Alonso Antequera.............................. *
17. Antonio Arévalo (contino real). *
18. Alonso de Armas.......................................................... *
NÓMINA DE CONQUISTADORES 487
D Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrvetarlorifl. 2000
25. Juan Baxo .....................................
❖ *
26. Juan Beltrán (grancanario)........... *
27. Bartolomé Benítez [de Lugo] (ca *
ballero; sobrino del capitán con-
quistador) ......................................
28. Juan Benítez ................................
* * * *
29. Pedro Benítez [de Lugo] (llama * * *
* *
do «el tuerto»; caballero; sobrino
del capitán conquistador) ............
30. Alonso Bentagayre (grancanario).
❖ * * * *
31. Juan Bsrmú&ez (también llamado
Bennudo; grancanario) ................ *
DCXV Se emplea este nombre —de acuerdo con la terminología tradicional—para designar a los nacidos en
Lanzarote y Fuerteventura, la mayor parte de ellos de estirpe europea. ABREU, pág. 54.
488 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
DOCUMENTOS CRONISTAS
DOCUMENTOS CRONISTAS
tador) .............................................
ULP
* * * GC.
Bibli
otec
a
64. Francisco de Flandes (gomero)..... * Univ
ersit
aria,
DOCUMENTOS CRONISTAS
*
79. Juan de Guzmán............................
80. Alonso Hernández de Arévalo.... *
DOCUMENTOS CRONISTAS
DOCUMENTOS CRONISTAS
D Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca UnrveJarlorifl, 2000
caballero) ........................................ * * * * *
Pedro Báez ..................................................................................... * *
155. Pedro VizaÁtw (grancanario) .......... *
Diego de Balboa ............................................................................
156. Juan de Zamora.............................. * * * *
Alonso Benítez ............................................................................... * * *
NOTAS
Rodrigo de Barrios (también llamado Barios) .......................... * *
1.—CT., núms. 4-8, 12-16, 19-24, 26-28, 32, 35 y 38. // 2.—CT., núms. 44 y 45. // 3.—CT., págs. 352
Antonio de Cáceres .......................................................................
y 400. // 4.—Información de Gorbalán, pág. 247 («Fontes», V, Apéndice, doc. núm. 20), y CT,, pág. 400.
* *
// 7.—Informaciones
Diego de Cala de Luis Carrillo de Albornoz sobre los servicios de su abuelo* Francisco de
................................................................................
Albornoz, conquistador (Archivo del Ayuntamiento de La Laguna, signatura L-I), y CT., pág. 400. //
11.—Protocolo
Juan Domeadiosdel escribano luán Ruis de .......................................................
(grancanario) Berlanga, pág. 137 («Fontes», XVIII). // 13.—CT.,
352. // 17.—CT., pág. 399. // 18.—CT., pág. 352. // 19—CT„ pág. 399. // 24.—CT., pág. 400. // 25.—
* págs. 351-*
CT.,¿Juan
págs. de?
183, Estrada..........................................................................
245, 250-251, 253 y 255-256. // 26.—Rumeu: Política indigenista, página
159). // 29.—Residencia, pág. 156, apéndice, doc. 8, y CT., pág. 400. // 33.—CT., núm. 18. // 36.—
* * (doc.
459
*
Rumeu: Política indigenista, pág. 459 (doc. 159). // 37.—Protocolo... de Berlanga, pág. 110 («Fontes»,
Femando Fernández de Lugo (hijo segundogénito del capitán
XVIII). // 40.—Información de Gorbalán, página 247. // 42-—CT., pág. 400. // 43.—CT., págs. 277 y
conquistador)
283. // 56.—Rumeu: ...........................................................................
Política indigenista, págs. 83-85 y 342 (doc. 93). // 58.—CT., pág. 399. // 59.— *
Rumeu: Política indigenista, pág. 453 (doc. 155). // 60.—CT., pág, 399. // 66.—Información
Lope de Fuentes
Guanartémiea, página 232. ............................................................................
// 70-—Rumeu: Política indigenista, pág. 453 (doc. 155). // 71.—CT., * *
pági-
nas 266-267, 273, 339-340 y 400 y núms. 23 y 24, e Información de Gorbalán, págs. 246-247. // 73.—
CT.,Pedro de Fuentes
pág. 351. // 74.—CT., ...........................................................................
pág. 351. // 75.—Información Guanartémiea, páginas 205-234. *// 76.— -*
Rumeu: Política indigenista, pág. 453 (doc. 155). // 80—Información Guanartémiea, pág. 219. // 81.—
CT.,Lope Gallego
pág. 399. ..................................................................................
// 85.—CT., págs. 380-381. // 87.—Información de Gorbalán, pág. 247. .//*88—CT., pág. *
302, nota 24. // 91.—Rumeu: Política indigenista, pág. 453 (doc. 155). // 96.—Información de Gorbalán,
pág.Bartolomé García
247. // 98.-—CT., págs...........................................................................
144, 176 y 281 y núms. 42 y 46. // 100.—CT., pág. 399. // 104—Rumeu: * *
Política indigenista, pág. 453 (doc. 155). // 106.—CT., pág. 399. // 107.—CT., pág- 384. // 109.—CT.,
pág.Tomé
399. // García
117.—CT., [de Marchena]
pág. ........................................................
400 /■/ 120.—Protocolo... de Berlanga, pág. 11'7.// 125,—CT., pág. * 282. *//
126.—Información de Luis Perdomo, 1567. (Archivo Histórico Provincial de Tenerife. Protocolo de
Alonso de Cabrera). // 135.—«Revista de Historia», números 109-112, págs. 195-196. // 139.—CT.,
pág. 399. // 140.—Residencia, pág. 156, apéndice, doc. 8. // 148.—«Revista de Historia», núms. 109-112,
pág. 164. // 152.—CT., página 400, e Información de Gorbalán, pág. 247. // 153.—CT., pág. 400. // 154.
—CT., página 397.
NÓMINA DE CONQUISTADORES 495
390 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
CRONISTAS
Nombre y apellido E. A. V.
*
Francisco González .....................................................
Francisco Gordillo........................................................ *
*
Juan Guillén................................................................... *
García de la Huerta...................................................... *
Pedro de Jaén................................................................. *
Alonso de Jerez............................................................. *
Alvaro de León............................................................. * *
*
Juan Ortega.................................................................... *
CRONISTAS
Nombre y apellido E. A. V.
*
Juan Pascual (grancanario) ............................................................
*
3
2
3 Del documenta, los autores. Digitelízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
Págin
a 7
INTRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA Y DOCUMENTAL............................................
D Del documento, los autores, □¡gjtalízacíón realizada por ULPGC. Biblioteca UcrveJarlono, 2000
1. Pródromos históricos. Los primeros pasos en la evangelización
y el arduo problema de la libertad de los aborígenes ..................................... 21
2. Fray Alonso de Bolaños, misionero de Tenerife. El eremitorio
de Güímar ...................................................................................................... 27
3. Vicisitudes de la cristianización de los guanches ........................................... 34
4. Decadencia de la misión. Se avizora la conquista militar........................ 40
Página