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Historia de la Conquista de Tenerife

Este documento presenta una introducción bibliográfica y documental sobre el proceso de elaboración de un libro. Explica que el autor, fray Alonso de Espinosa, se basó principalmente en la tradición oral y en documentos de archivos y pleitos para reconstruir la historia de la conquista de Tenerife en el siglo XVI, aunque reconoce las limitaciones de la tradición oral después de varios siglos. También utilizó informaciones testificales juradas para investigar la aparición de la Virgen de Candelaria.

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Historia de la Conquista de Tenerife

Este documento presenta una introducción bibliográfica y documental sobre el proceso de elaboración de un libro. Explica que el autor, fray Alonso de Espinosa, se basó principalmente en la tradición oral y en documentos de archivos y pleitos para reconstruir la historia de la conquista de Tenerife en el siglo XVI, aunque reconoce las limitaciones de la tradición oral después de varios siglos. También utilizó informaciones testificales juradas para investigar la aparición de la Virgen de Candelaria.

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Depósito legal, M. 31.

985 ■ 1975
LS.B.N. 84-500-7108-9

GRAFICAS VGVINA - CAVNBDO, 12 - MADRID, 1975


DEDICATORIA
A Mari, mi mujer: cuya afección per
Tenerife ha¡ sido impulso y estímulo del
presente libro.
INTRODUCCION BIBLIOGRAFICA Y DOCUMENTAL

PROCESO DE ELABORACIÓN DE UN LIBRO

La historia primitiva y remota de Tenerife, y de manera particular su conquista, la


conocemos a través de la pluma de tres escritores contemporáneos entre sí y a los que unió
además un conocimiento y amistad esporádicos. Nos referimos a fray Alonso de Espinosa,
natural de Alcalá de Henares, religioso profeso de la Orden de Santo Domingo; Leonardo
Torriani, natural de Cremona, ingeniero militar al servicio de Felipe II, y fray Juan de
Ahréu Galindo, andaluz de nacimiento seguramente y religioso profeso de la Orden de San
Francisco. Los tres vivieron en la segunda mitad del siglo XVI, alargando la existencia a
los primeros lustros del siglo XVII; los tres se conocieron en las últimas décadas del
quinientos, y los tres remataron sus respectivas obras entre los años 1591-1602 I.
Fray Alonso de Espinosa es autor de una obra consagrada a exaltar la aparición y los
milagros de la sagrada imagen de la Virgeti de Candelaria, venerada por los guanches con
anterioridad a la conquista. Ello le dio ocasión para estudiar detenidamente el proceso de
anexión a la Corona de Castilla, con todas las operaciones de carácter militar que ésta
trajo consigo aparejadas. La obra de este autor fue la primera en escribirse y publicarse;
lleva por título Del origen y milagros de la Santa Imagen de nuestra Señora de
Candelaria, que apareció en la Isla de Tenerife, con la descripción de esta Isla; estaba
conclusa en 1591, y se imprimía en Sevilla, en 1594, en los tórculos de Juan de León.
El fraile dominico acudió a cuantos medios tuvo a su alcance piara obtener cumplida
información sobre la aparición de la Virgen, la sociedad aborigen y la conquista de
Tenerife.

I Para la identificación bibliográfica de las obras aludidas en esta INTRODUCCIÓN, consúltese, al final de la
misma, el REPERTORIO DE SIGLAS Y ABREVIATURAS (págs. 15-18).
Idéntica norma sígase para la comprobación de los documentos de primer rango citados.
8 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

En primer lugar se sirvió de la, tradición escrita, es decir, de cuantos manuscritos


cayeron a su alcance, de autor conocido o simplemente anónimos, de donde se podrían
extraer pormenores o noticias relacionadlos con el triple objeto de sus afanes.
Alonso de Espinosa justifica su firme decisión de escribir sobre la historia de Tenerife
ante la pobreza de información de los manuscritos que circulaban en su tiempo:

«Muéveme, de más desto, ver que aunque hay muchos historiadores que de
las otras islas escriben —como es el doctor Fiesco en Canaria, que va escribiendo
una larga y curiosa historia, y Leonardo Turban, ingeniero, que con sutil ingenio
y mucha arte escribe la Descripción de estas islas— y otros que no han salido a
luz, desta isla,de Tenerife hacen tan poca mención, que es casi ninguna,
habiendo tanto que decir dalla.»

a. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


Como puede verse por la declaración del fraile dominico, éste había trabado
conocimiento y dialogado con Fiasco y Torriani sobre sus respectivas obras y hasta
hojeado los textos de las mismas, sin descubrir nada verdaderamente útil para su
plan y propósito.
Espinosa tuvo indiscutiblemente a su alcance •—como luego se justificará—-
una crónica anónima de la conquista de Tenerife. Ahora bien: en su afán de
acreditar mayores méritos, silencia esta fuente primordial pura hacer alarde de
otros canales de información, exclusivamente personales. Fueron. éstos, según
expresa confesión: los documentos y la tradición oral (con
fesiones privadas y testificaciones oficiales de los bisnietos de los actores de 3 la
conquista, así españoles como guanches). f
. En primer lugar se lamenta el fraile dominico de la inopia de textos coe- | táñeos, lo
que le forzaba a entregarse en- brazos de la tradición oral: s

«Habiendo falta de escrituras, tengo que andar mendigando de uno en otro;


sacando de las entrañas de los vivos lo que vieron los ojos de los muertos;
haciendo presentes las cosas pasadas y las que están ya en las tinieblas del olvido
envueltas, sacarlas a luz y memoria.»

No se puede ponderar mejor, ni con palabras más expresivas y gráficas, el auxilio que,
en ciertos casos, puede prestar la tradición oral al historiador desamparado.
Por lo que respecta a la Virgen de Candelaria y a los milagros operados en siglo y
medio de culto, el fraile-cronista confiesa que «no hallando cosa alguna escrita que me
satisficiese», había optado por «informarme de personas fidedignas, que de las cosas
sucedidas de doscientos años a esta parte me diesen luz». A renglón seguido declara: «De
una cosa certifico al lector,
INTRODUCCIÓN 9

que lo que aquí escribo, asi del origen desta santa imagen como de
los milagros que ha hecho (que es el principal objeto de esta historia),
lo he comprobado y averiguado jurídicamente, con muchos testigos
contestes ante escribano público, porque para esto tengo comisión... Y
si de la computación de los años hubiere algún descuido, no es de
culparme, pues se tomó tan tarde este negocio, que a poco mús no
hubiera memoria de él.»
En efecto, con el apoyo y aliento del padre provincial de los dominicos de Canarias fray
Pedro Marín y el respaldo del obispo de la diócesis don Fernando Suárez de Figueroa,
Alonso de Espinosa llevó a efecto, entre mayo y septiembre de 1590, unas minuciosas
Informaciones testificales en Tenerife y Gran Canaria (en presencia de los escribanos
Benito Ortega y Bernardo de Palenzuela) hoy, por desgracia, perdidas, de las que

© Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
extrajo parte de su caudal de pormenores y noticias, con predominio de los de carácter
religioso y espiritual.
En cuanto a las fuentes utilizadas para el conocimiento de la estructura y
costumbres de la sociedad indígena, el cronista se expresa en términos de ambigüedad:
«También advierto que lo que escribo de la isla y de los naturales de ella y sus
costumbres, lo he averiguado con la más certidumbre que he podido, escogiendo de
mucho lo más cierto y llegado a razón y más recibido.»
Como nuestro objeto particular y concreto es la reconstrucción histórica de la
conquista de Tenerife, veamos ahora de qué fuentes se valió el cronista Espinosa. Sus
palabras merecen ser consideradas y medidas punto por punto:
«Mas lo que trate de conquista, guerras y conquistadores, parte, y la más,
es de oídas; y parte es sacado de los archivos y escritorios, que en pleitos, que
entre partes se trataba sobre tierras y posesiones, he hallado.»

Para justificar su pobreza de información, prosigue en estos términos:

«... y si no fuere tan por extenso todo contado como ello pasó, no es culpa
mia, pues no me pude hallar presente cuando ello pasó, ni hay hombre en las islas
todas que lo viese; y más vale saber algo, aunque breve y confuso, que no quedar
de todo ayuno.»

Si nos atenemos a la expresa confesión de fray Alonso, el importante relato que hace
de la conquista de Tenerife se había nutrido sustancialmente de estos ingredientes:
s
1. La tradición oral: «la más es de oídas».
s
2. Los documentos: «parte es sacado de los archivos y escritorios, que
en pleitos entre partes se trataba sobre tierras y posesiones».
Peamos ahora, por separado, los pormenores que el fraile dominico pudo extraer de
cada una de estas fuentes para la reconstrucción de la conquista de Tenerife.
10 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Como es de todos sabido, la tradición oral —que con tanto ardor invoca Espinosa
como base primordial de su relato— es una, fuente sumamente débil, ajena, por completo
a, una, cronología rigurosa; que profundiza escasamente en el tiempo, a lo sumo tres
generaciones, y que arrastra siempre una carga explosiva de leyenda y fantasía. Los
actores de la conquista, castellanos y guanches, habían desaparecido de este mundo mucho
antes de 1590; a quienes interroga Espinosa es a sus nietos y bisnietos, los más de ellos
analfabetos o incultos y ajenos por completo a los poderosos medios de difusión de los
tiempos modernos. Cualquier intento que hoy se hiciese por reconstruir la historia de
mediados del siglo XIX por tradición, oral estarza condenado de antemano al fracaso; sería
algo así como un débil y confuso eco de ese ayer que los hombres de hoy estimarían
inconsistente, vago e inservible. El problema se agudiza en 1590 con, respecto al recuerdo
conservado en la memoria de lo-s descendientes de la generación de 1494,.
Espinosa obtuvo ciertamente un caudal de hechos, sucedidos, pormenores y anécdotas
recogidos de la tradición oral, con su escoria de vaguedad, fantasía y leyenda. Pero apenas
si nutre con ellos algunos párrafos sueltos de la reconstrucción histórica de la conquista de
Tenerife. Valgan como ejemplo diversos episodios de la batalla primera de Acentejo (la
Matanza)) o la supuesta traición de Alonso de Lugo, después de la derrota, a los guanches
aliados del reino de Giiímar.
En cuanto a la segunda fuente, los documentos de los archivos y escritorios sobre
pleitos en torno a la posesión de tierras de repartimiento (datasJ, bien poco sería lo que
Espinosa consiguió extraer de los mismos. A lo más le pudieron servir para redondear la
nómina de conquistadores con que ilustra las páginas de su libro.
En conclusión, queda en pie, sin justificación de origen, lo sustancial del relato de la
conquista de Tenerife: con una cronología más o menos rigurosa, pero acertada en líneas
generales; con sus principales actores: capitán mayor, héroes, capitanes y soldados; con la
presencia física de régulos y principes guanches; con sus dos desembarcos, evacuación
intermedia, batallas campales y escaramuzas; con sus asentistas o armadores; con su pri-
migenia estructura político-económica, etc.
¿De dónde obtuvo fray Alonso de Espinosa su valioso caudal de información? La
respuesta es bien simple: de una historia general de Canarias o crónica particular de
Tenerife, de carácter anónimo —hoy desaparecida—, que el dominico tuvo a su alcance. Si
se nos exigiera optar, nuestro voto sería en favor de una crónica de la conquista, somera
en datos y exigua en pormenores, similar a las que hoy sobreviven de la operación bélica
en el escenario de la isla de Gran Canaria.
Viene a corroborar nuestro parecer este hecho sintomático: el conocí-
INTRODUCCIÓN 11

miento similar que tuvieron de dicho texto, en versiones refundidas,


interpoladas y por lo mismo dispares en lo accesorio y paralelas en lo
fundamental, nuestros otros dos autores: Leonardo Torriani y Juan de
Abréu Galludo.
El problema exige, para su justificación, una exégesis y análisis detenido.
Leonardo Torriani, radicado accidentalmente en el archipiélago (15841593) escribió
en 1592, en lengua italiana, la Descripción e historia del reino de las Islas Canarias, antes
Afortunadas, con el parecer de sus fortificaciones, publicada en fecha reciente. Al
ingeniero cremonés lo que fundamentalmente le interesa es la descripción de las islas y su
fortificación y defensa, en particular de las ciudades; pero ello no fue obstáculo para que
se entretuviese en exponer, con extremada concisión, la historia de las mismas. Por lo que
respecta a Tenerife y su conquista, vese claramente que dispuso de un texto similar al de
Espinosa, con importantes alteraciones en el, orden de participación de los actores (el
duque de Medina Sidonia y el capitán Bartolomé de Estopiñán, actuando desde el
punto y hora del primer desembarco) y otros sorprendentes cambios en el desarrollo

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


natural de los sucesos. La información de Torriani es mucho más pobre que la de
Espinosa (además de discrepante), sin que pueda considerarse resumen o compendio
de ésta, sino versión independiente, basada en un texto común similar.
Lo mismo cabe decir de fray Juan de Abréu Galindo, autor de la valiosa Historia
de la conquista de las siete Islas de Canaria, conclusa alrededor de 1602. Este autor
hace mención incidental y despreocupada de la obra del fraile dominico: «De los
innumerables milagros de esta santa imagen de Nuestra Señora la Virgen María de
Candelaria... ha recopilado un curioso libro el reverendo padre fray Alonso de
Espinosa..., donde se verán, pmra honra y gloria de Dios y de su bendita Madre.» La
impresión que se saca de la lectura de este párrafo es que se trata de una información
verbal |
o de segunda mano, sin que el franciscano tuviese acceso directo al mn- §
nuscnto o impreso del dominico. Si contrastamos los relatos de ambos en el punto concreto
de la conquista de Tenerife, descubrimos un hilo conductor común en medio de
sorprendentes variantes (valgan como ejemplos más notorios de desconcierto y vacilación
en la pluma de Abréu: el frustrado desembarco intermedio —después del éxodo a Gran
Canaria tras la derrota—, la reducción de la reñida y cruenta batalla de la laguna a simple
refriega- y la, completa ignorancia de la segunda y decisiva jomada bélica de Acentejo).
En conclusión, puede afirmarse que en un relato-crónica de la conquista de Tenerife
(a través de copias manuscritas homólogos en la sustancia, diversas en extensión y
variantes) se inspiraron los tres historiadores más remotos y sustanciales: Espinosa,
Torriani y Abréu Galindo, contemporáneos entre sí, aunque arando y sembrando cada uno
su propio surco.
Superada la etapa primigenia o inicial, la correlación y dependencia de las fuentes
narrativas se hace sumamente sencilla y simplista. Fray Alonso de Espinosa se convierte,
en la generalidad de los casos, en la fuente básica en que beben, directa o
indirectamente, todos los cronistas e historiadores posteriores (siglos XVfl-XX). Ello no
es óbice para que cada uno añada textos y documentos de su propia cosecha,
12 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

enriqueciendo unas veces el relato y bastardeándolo en otras ocasiones.


El poetai-cronista Antonio de Viana se inspira, puntualmente en el escrito del fraile
dominico. De una versión en prosa, de la conquista, pasamos a conocer su traducción en
verso, con mejor voluntad que inspirado estro poético. El vale lagunero pone de su
cosecha mucha invención, ardorosa fantasía y alguna que otra valiosa noticia de
ignorada procedenciaII. Núñez de la Peña refunde a Espinosa con Viana, dando respaldo
y marchamo histórico a las «invenciones» del poeta. Marín y Cubas gira en la órbita de
Abréu Galindo y Núñez de la Peña (conectándose vagamente, a trames de este último,
con Espinosa y Viana}. Castillo Raíz de Vengara monta su relato sobre la base de
Espinosa-[Viana\ Núñez de la Peña. Por último, el historiador Viera y Clavija se vale del
testimonio conjunto de sus predecesores en las páginas que dedica a reconstruir los
apasionantes episodios de la conquista de Tenerife III.
Los historiadores contemporáneos —Millares Torres, Chil Naranjo, etc.— enjuician
la conquista, de Tenerife dentro de la línea tradicional, sin innova- dones dignas de
mención.
♦**
A partir del siglo XVIII, el expurgo sistemático de los archivos públicos y privados va
a ir aportando un conjunto de noticias, datos y pormenores que permitirán proceder a
una lenta rectificación del esquema histórico tradicional. Nos limitaremos a señalar los
documentos de mayor importancia y novedad.
En, 1737, don Pedro Agustín del Castillo Ruiz de Vergara daba a. conocer la
existencia de la Información Guanartémica, publicada íntegramente por Chil y Naranjo
siglo y medio más tarde. Este valioso documento, cen

II MARÍA ROSA ALONSO RODRÍGUEZ: El poema de Viana. Estudio histórico-literario de un poema épico del
siglo XVII. Madrid, C. S. I. C., 1952.
Este fundamental estudio está centrado en el análisis pormenorizado y exhaustivo de la obra del vate
lagunero y de las fuentes históricas de que se sirvió para la redacción del poema.
8
Exactamente lo mismo (inspiración en Espinosa-Viana-Núñez de la Peña) cabe descubrir en un
manuscrito de la biblioteca de don Fernando del Castillo, que contiene dos capítulos (XXI y XXII) añadidos
a la Historia de la conquista de Gran Canaria, de Pedro Gómez Escudero.
IIILos dos capítulos citados se refieren a la conquista de Tenerife, y no aportan nada nuevo u original.
AGUSTÍN MILIARES CARIO: Noticias y descripción de un códice interesante para la historia de Canarias, en
la revista «El Museo Canario», núm. 7 (año 1935), págs. 67-98.
INTRODUCCIÓN 13

trado en los acontecimientos más dramáticos y trepidantes de la


conquista de Gran Canaria, afecta de rechazo a la de Tenerife por
haber tomado activa parte en la misma el destronado monarca de
Gáldar.
Los repartimientos de tierras en- Tenerife, más conocidos con el nombre de datas,
despertaron la curiosidad de Núñez de la Peña y Viera y Clavijo en los siglos XVII y XVIII.
En época reciente han espigado pormenores de diverso carácter entre sus folios García
Ramos, Arribas, Díaz Dorta, Darías Padrón, Serra Ráfols, La Rosa, etc. En el haber del
penúltimo, don Elias Serta Ráfols, benemérito catedrático y prestigioso investigador, hay
que apuntar la ardua empresa de darlos a conocer en cuidada edición. Estos cuadernos
son de excepcional importancia para bucear los últimos vestigios de la sociedad
guanche (en particular las estirpes regias) y para reconstruir, sobre firme base, la
nómina de los conquistadores.

© Del documento, los autores. Digitalizadon realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000
Hace medio siglo aparecía en el Archivo del Ayuntamiento de Zamora —
circunstancia inexplicable y sorprendente— el Concierto entre el capitán Alonso de
Lugo y los armadores de la conquista (Burgos, 12 de octubre de 1496). Dado a
conocer por la señora Pescador del Hoyo, ha sido publicado íntegramente por el
malogrado archivero don Miguel Santiago Rodríguez. Cada uno de sus párrafos, de
difícil lectura e interpretación, son reveladores de los más recónditos aspectos
económicos de las operaciones bélicas.
Excepcional importancia reviste asimismo la residencia que le fue tomada, en
1508, al conquistador Alonso de Lugo por el gobernador de Gran Canaria Lope de
Sosa, localizada en el Archivo Municipal de La Laguna de Tenerife. Ha sido
publicada, en 1949, por los profesores don Leopoldo de la Rosa y don Elias Serra
Ráfols. En sus páginas es dable encontrar curiosos pormenores sobre la conquista de
Tenerife de subido interés.
***

En 1951 entra en acción el autor de la presente monografía. Durante una de nuestras


reiteradas estancias en el Archivo de Simancas orientamos las investigaciones a tiro hecho,
como se suele decir. Indagamos en aquel inagotable depósito un año concreto: 1496,
cosechando de primera entrada diez documentos inéditos de excepcional importancia, a los
que se vinieron a sumar dos mas procedentes del Archivo de la Corona de Aragón. Con
estos materiales de base y otros de la más diversa índole, conseguimos montar un libro que
se tituló Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos. 1496-1497, publicado con
ocasión del quinto centenario del natalicio de los insignes monarcas, fundadores y
fundidores de España. No era la historia de la conquista, sino de la pacificación de la isla
después del terrible drama de la anexión. Pero nos fue forzoso aludir someramente a
aquélla en un esbozo de reconstrucción, en buena parte superado por las páginas que el
lector va a tener en seguida a la contemplación de sus ojos.
14 ANTONIO RU1ÍW DE ARMAS

Algunos años más tarde, 1959-1961, el eminente lingüista y catedrático de la


Universidad de La Laguna, don Juan, Alvarez Delgado publicaba en la prestigiosa
«Revista de Historia Canarias» un importante estudio titulado La conquista de
Tenerife. Un reajuste de datos hasta 1496. Con sagaz intuición y penetrante sentido
crítico trató de poner orden en el marasmo de las fuentes, que la investigación ponía- a
su alcance por aquellas fechas.
Mientras tanto, proseguíamos en el Archivo de Simancas, en sucesivas jornadas de
estudio, la investigación iniciada, extendiéndola a antes y después del año clave de
1496. Poníanos en el trabajo —que hasta cierto punto nos servía de relajación y
descanso— la pasión de un coleccionista. La intensa búsqueda dio sus frutos, como lo
revela el aparato documental que respalda la presente monografía, compuesto de
cincuenta documentos, unos de capital importancia y otros de valor e interés
complementarios.

Del documenta, los autores. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
Con carácter de anticipo, algunos de estos diplomas se utilizaron en un
estudio, marginalmente conexo con. el tema, que apareció en 1969, con el título de
La política indigenista de Isabel la Católica.
Hay que confesar que esperábamos mucho más del expurgo sistemático de los
depósitos reales de documentos. El Archivo de Simancas es una fuente de caudal
intermitente, algo así como un misterioso Guadiana que aflora y se sumerge,
dejándonos sumidos en el desconcierto y la sorpresa. El resultado ha sido
fructífero, pero no óptimo; pues si bien nos revela un panorama diverso y nuevo,
atractivo y subyugante, descubrimos en él, junto a amplias zonas resplandecientes
de luz, rincones sumidos todavía en la oscuridad y las tinieblas. Nos queda una
firme convicción, que se traduce en tranquilidad de ánimo. Estamos tocando el
techo. Esto quiere decir que será muy difícil para los investigadores futuros el
alumbramiento de textos y documentos de primer orden que alteren
sustancialmente el esquema histórico que en estas páginas se intenta ordenar y
reconstruir.

Cuando una investigación se traduce en acopio de fuentes, puede asegurarse que en


ella está el germen de un libro futuro. Así ha ocurrido en el presente caso. Pero hacía
falta la ocasión propicia, el respiro de calma entre apremiantes y sucesivas tareas y el
impulso heroico —por qué no decirlo—- a que siempre obliga la historia de ámbito
regional, sin la contrapartida de la fama, el prestigio y el nombre.
El oportuno y propicio momento se presentó en el verano de 1973, residiendo
circunstancialmente en el Puerto de la Cruz, bajo la sombra protectora del Teide y el
influjo sedante de la plácida armonía del valle de Taoro. En un estío, de grata
recordación, se escribieron la mitad de los capítulos del presente libro; el resto hubo que
redactarlo a trompicones, robando horas al descanso y al sueño.
Madrid, octubre de 1974.
REPERTORIO DE SIGLAS Y ABREVIATURAS

A) DEPÓSITOS DE FONDOS

(Archivos que se citan por medio de siglas)

1. ° A. C. A..................... Archivo de la Corona de Aragón(Barcelona), s


2. ° A.EL N.................... Archivo Histórico Nacional (Madrid). |
3. ° A. S........................ Archivo de Simancas (Valladolid). |
4. “A. V....................... Archivo Vaticano (Roma). |
ü
0.
B) FUENTES DOCUMENTALES MANUSCRITAS E IMPRESAS |

(Documentos que se citan abreviadamente, salvo la primera vez en que se | hace expresa
mención de ellos en el texto) |
’6 Q

1. ° Cahitas: Información. Parte documental f


Información sobre cuyo es el derecho de la isla de Lanzarote y conquista de ¡ las Canarias, hecha
por comisión de los Reyes Católicos don Fernando y doña |
Isabel. Pesquisidor: Esteban Pérez de Cabitos. (Biblioteca de El Escorial: S
0
ij-X-26/Est. 16.2.)
Una copia, ejecutada en el siglo xvin, se conserva en la Biblioteca del Pa lacio Keal (Mss. II,
2.660).
Publicada por GBEGOBIO CHIL Y NABANJO: Estudios históricos, climatológicos y patológicos de
las Islas Canarias. Las Palmas, 1880, tomo II, págs. 518-632.

2. ° Cabitos: Información. Parte testifical


Idem, ídem.
Publicada por RAFAEL TOBBES CAMPOS: Carácter de la conquista y colonización de las Islas
Canarias. Madrid, 1901, págs. 121-206.

3. ° Concierto
Un concierto entre unos estrangeros sobre lo que se acordó se avía de ganar en la conquista de
Tenerife.
Publicado por MIGUEL SANTIAGO RODRÍGUEZ como Apéndice documental de su
16 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

edición crítica de la Descripción histórica y geográfica de las Islas Canarias (su autor: PEDRO AGUSTÍN DEL
CASTILLO). Madrid, 1948-1960, tomo I, fascículo 2, páginas €47-656.

4. ° Datas
Las datas de Tenerife. Libros de cédulas originales de repartimiento de la isla, expedidas por
Alonso Fernández de Lugo con poder de Sus Altezas.
Publicadas por ELÍAS SEBEA RÁFOLS en «Revista de Historia Canaria», números 117-118
(Presentación) y 125-168 (años 1957-1970).
La paginación citada en el texto de la Conquista de Tenerife es la particular del importante
estudio del profesor Serra Ráfols.

5. ° Reformación
Reformación del repartimiento de Tenerife en 1506.
El documento original, con el título de «Proceso de las yslas de Canaria», se conserva en A.
S.: Consejo real, leg. 106, fol. 12, págs. 1-216.
Ha sido publicado (con una Introducción de ELÍAS SERBA y LEOPOLDO DE LA ROSA) en la
colección «Fontes rerum Canariarum», Santa Cruz de Tenerife, 1953, tomo VI, págs. 1-146.

6. ° Residencia
El adelantado D. Alonso de Lugo y su residencia por Lope de Sosa.
El importante documento se conserva en el Archivo Municipal de La Laguna de Tenerife
(situación: junto a los Libros de Reales Cédulas).
Ha sido publicado (con un Estudio preliminar de LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVERA y ELÍAS
SEBBA RÁFOLS) en la colección «Fontes rerum Canariarum», La Laguna de Tenerife, 1949,
tomo III, págs. 5-126.

7. ° Información Guanartémica
Información incoada par doña Margarita Fernández Guanarteme sobre los servicios
prestados a la Corona de Castilla por su fallecido padre don Femando ’ Guanarteme, rey que
había sido de Gáldar. 1526.
Ha sido publicada por GREGORIO CHIL Y NARANJO en sus Estudios históricos,
climatológicos y patológicos de las Islas Canarias. Las Palmas, 1880, tomo II, páginas 203-234.

8. ° El origen y principio de la conquista...


Luis MELIÁN DE BETANCOR: El origen y principio de la conquista y posesión de
Fuerteventura y Lanzarote y del derecho que para llevar los quintos tiene el marqués de
Lanzarote.
A. H. N,: Consejos suprimidos, leg, 34.202, expediente 1, fols. 109-118.
Museo Canario de Las Palmas: Fondo de Adeje (copia del siglo xvn).

C) CRONISTAS E HISTORIADORES

(Las obras se citan por el apellido de los autores, salvo la primera vez en
que se hace mención de ellas en el texto)

1. ° ESPINOSA
FRAY ALONSO DE ESPINOSA: Del origen y milagros de la Santa Imagen de nuestra Señora de
REPERTORIO DE SIGLAS Y ABREVIATURAS 17

Candelaria, que apareció en la Isla de Tenerife, con la descripción de esta Isla. Ediciones Goya,
Santa Cruz de Tenerife, 1952.

2. ° TORRIANI
LEONARDO TORRIANI: Descripción e historia del reino de las Islas Canarias. Ediciones
Goya, Santa Cruz de Tenerife, 1959.

3. ° ABRÉU GALINDO
FRAY JUAN DE ABRÉU Y GALINDO: Historia de la conquista de las siete islas de Canaria.
Ediciones Goya, Santa Cruz de Tenerife, 1955.

4. ° VIANA
ANTONIO DE VIANA: [La conquista de Tenerife}. Antigüedades de las Islas Afortunadas de la
Gran Canaria. Aula de Cultura de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 1968, tomo I.

5. ° NÚÑEZ DE LA PEÑA
JUAN NÚÑEZ DE LA PEÑA: Conquista y antigüedades de las islas de la Gran Canaria. Santa
Cruz de Tenerife, 1847.

6. ° MARÍN Y CUBAS
TOMÁS MARÍN Y CUBAS: Historia de las Siete Islas de Canaria, 1694. (Manuscrito).
Biblioteca del Museo Canario de Las Palmas. Hay copia de la versión de 1687 en la Biblioteca
de la Casa de Colón, de Las Palmas.

7. ° CASTILLO
PEDRO AGUSTÍN DEL CASTILLO RUIZ DE VERGARA: Descripción histórica y geográfica de
las Islas de Canaria. Edición de Miguel Santiago. Madrid, 1948-1960, tomo I, fascículo 2.

8. ° VIERA Y CLAVIJO
JOSÉ DE VIERA Y CLAVITO: Noticias de la historia general de las Islas Canarias. Madrid,
1772-1783, 4 tomos.

9. ° CHIL
GREGORIO CHIL Y NARANJO: Estudios históricos, climatológicos y patológicos de las Islas
Canarias. Las Palmas, 1880, tomos II y III.

2
18 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

10. MILLARES TORRES


AGUSTÍN MILLARES TOBBES: Historia general de las Idas Canarias. Las Palmas, 1893-1895,
10 tomos.

11. RODRÍGUEZ MOURE


JOSÉ RODRÍGUEZ MOUBE : Los adelantados de Cañarías. La Laguna, 1941.

D) MONOGRAFÍAS HISTÓRICAS RECIENTES

(Las otras se citan por los apellidos de los autores y los títulos de las mismas,
salvo la primera vez que se liace mención de ellas en el texto)

1. ° RUMEU DE ARMAS : Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos.

i. Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


ANTONIO RUMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos.
Biblioteca «Reyes Católicos» (C. S. I. C.). Madrid, 1952.

2. ° RUMEU DE ARMAS: España en el Africa Atlántica.


ANTONIO RUMEU DE ABMAS : España en el Africa Atlántica. Instituto de Estudios
Africanos. Madrid, 1956-1957, 2 tomos,

3. ° ALVAREZ DELGADO: La conquista de Tenerife.


3 VAN ALVAHEZ DELGADO: La conquista de Tenerife. Un reajuste de datos hasta 1496,
publicado en «Revista de Historia Canaria», núms. 127-134 (años 1959-1961). s
La paginación citada en el texto es la de la separata (La Laguna, 1961). |

4s.° RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde. |


ANTONIO RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde. Misioneros mallorquines g y catalanes en
él Atlántico. Patronato de la Casa de Colón. Biblioteca Atlántica. Madrid-Las Palmas, 1960.

5.° RUMEU DE ARMAS : La política indigenista de Isabel la Católica.


ANTONIO RUMEU DE ARMAS : La política indigenista de Isabel la Católica. Instituto «Isabel
la Católica» de Historia Eclesiástica. Valladolid, 19'69.
CAPITULO PRIMERO

LA EVANGELIZACION DE LOS GUANCHES

FRAY ALFONSO DE BOLAÑOS, APOSTOL DE TENERIFE

) Del documenta, los autores. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000
i. Pródromos históricos. Los primeros pasos en la
evangeli&ación y el arduo problema de la
libertad de los aborígenes.

En las tres islas más importantes del archipiélago afortunado, Gran Canaria, La
Palma y Tenerife, la acción misional precedió a la dominación política. Es un hecho
singular que debe ser destacado como contraste con las otras cuatro islas hermanas,
Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera, donde la conquista o, si se quiere
mejor, la ocupación militar preparó el camino para la ulterior evangelización.

Siendo Tenerife y su conquista el objeto particular de la presente monografía, no


estará de más realzar alguna de sus peculiares circunstancias. El carácter occidental
de esta isla la alejó de las vías naturales de penetración. La fama de intrepidez de los
guanches fue, por otra parte, un seguro resguardo, ante la perentoria necesidad de
emplear importantes fuerzas para domeñar la altivez del indígena. De esta manera se
comprende que iniciada la conquista de Lanzarote en 1402, no se pudiese acometer la
de Tenerife hasta 1494.

Entre estas dos fechas, 1402-1494, la isla, sin dueño ostensible, quedó a merced de
las depredaciones de los piratas o de las predicaciones de los misioneros. Los corsarios
asolaban las costas a la captura de esclavos, sembrando el odio y la desolación por
doquier. Los apóstoles desembarcaban en las playas, a pecho descubierto, para
predicar el amor y la fraternidad entre los hombres. Los primeros apenas han dejado
huellas de sus tropelías hasta las vísperas de la conquista; en cambio, es factible seguir
el despliegue de la acción misional con relativa puntualidad.

Durante los dos primeros tercios del siglo XV, las islas Canarias se convirtieron en
un señorío territorial y jurisdiccional poseído por diversas fami-
22 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

lias. Jean de Béthencourt, con el pretexto de cruzada, ocupó militarmente Lanzarote


en 1402, extendiendo luego su dominio político a Fuerteventura y El Hierro. Más tarde
infeudó el territorio adquirido a Castilla, al declararse vasallo del rey Enrique III. En
cuanto a las otras cuatro islas, Tenerife, Gran Canaria, La Palma y La Gomera, fueron
concedidas en señorío por el rey Juan II al armador andaluz Alfonso de las Casas en
1420.

Por herencia, unas veces, y por traspaso, otras, el señorío de las Canarias recayó
posteriormente con carácter parcial en vástagos de diversas estirpes, tales como
Béthencourt (Maeiot), Guzmán (conde de Niebla), Las Casas (Guillén y Juan) y Peraza
(Fernán). El matrimonio de este último, Fernán Peraza «el viejo», con Inés de las
Casas, hija de Juan, les dio una posición preferente en el dominio del archipiélago.

Conviene destacar tres momentos en este complicado proceso de concentración


dominical. En 1418, Maeiot de Béthencourt hizo dejación de sus derechos en la
persona de don Enrique de Guzmán, conde de Niebla. En 1430, este procer andaluz
traspasó los suyos en Guillén de las Casas. Y en 1445, Fernán Peraza, en unión de sus
hijos menores de edad (Inés de las Casas había fallecido por aquella fecha), permutó
bienes patrimoniales por la renuncia de Guillén a su parcial dominio sobre las islas
Canarias.

De esta manera, al promediar la centuria xv, el señorío integral de las Canarias


recayó en Fernán Peraza y en su descendencia.

Inés Peraza, hija de Fernán, contrajo matrimonio alrededor de 1446 con Diego
García de Herrera, entrando ambos en el ejercicio de la jurisdicción señorial en 1452,
a raíz del fallecimiento del progenitor y suegro respective.

Este entramado de acontecimientos políticos nos resulta imprescindible para


abordar ahora el apasionante tema de la evangelización del archipiélago y de manera
más concreta de la isla de Tenerife.

El dilatado territorio atlántico va a ser escenario de la acción misional de los


franciscanos andaluces, inflamados de celo evangélico en favor de sus míseros
habitantes. Es un capítulo sorprendente de la historia del archipiélago que intentamos
reconstruir en medio de invencibles dificultades.

Las misiones, por lo general, no dejan rastros ni huellas directos. Los cronistas no
se interesan por señalar sus progresos o registrar sus incidencias. Menos aún los
propios misioneros, cuya sublime abnegación y humildad está reñida con toda
manifestación externa. Habrá que acudir, como fuente casi exclusiva, a la curia
pontificia, para descorrer el misterio estudiando las propias disposiciones papales.
Real cédula original del rey de Castilla Juan II confirmando a Guillén de Casaos
la concesión hecha anteriormente a su padre Alfonso de las Casas de la conquista
de Tenerife, Gran Canaria, La Palma y La Gomera. (SIMANCAS: Archivo General).
La merced primera —que se transcribe— es de 29 de agosto de 1420; la confirma-
ción, de 23 de junio de 1433
© Del documento, los autores. Dígitalizadón realizada porULPGC. Biblioteca Universitaria,
Alegoría de las islas Canarias, bajo la influencia zodiacal de Cáncer, por Leonardo Torriani. A oriente, la costa de Africa desde el puerto de San Bartolomé
hasta Siete Cabos. (COIMBRA: Biblioteca Universitaria).
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 23

A título de antecedente, no estará de más aludir a la evangeliz ación del


archipiélago en el remoto siglo XIV.

La curia pontificia fue la primera en preocuparse por extender la religión de


Cristo a tan remotas tierras. Para ello, Clemente VI, en uso de su teórica potestad
sobre infieles, erigió en reino dicho archipiélago, otorgando su soberanía con el
título de príncipe de la Fortuna al almirante de Francia Luis de la Cerda, vástago
de la casa real de Castilla (1344). Las apasionadas exhortaciones del pontífice en
pro de una cruzada evangeliza- dora que tuviese el apoyo material de todos los
monarcas cristianos de Occidente apenas si tuvieron acogida, por lo que la
empresa languideció rápidamente.
Mucho más interés tiene, en cambio, la acción evangelizadora que cubre toda

L Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrveisilarifl, 200G


la segunda mitad del siglo XIV, constituyendo uno de los más sorprendentes y
desconocidos capítulos de la historia de las misiones. Corresponde a la isla de
Mallorca la gloria de esta iniciativa. Su propósito era la evangelización de los
infieles, proscribiendo la depredación y la violencia que hasta entonces se venía
ejerciendo sobre los indígenas. Estos apóstoles habían organizado cofradías de
seglares para recoger limosnas con que sufragar los gastos del viaje y el
sostenimiento de la futura misión. Entre estos protectores laicos destacaban por el
año 1351 dos ricos mercaderes mallorquines, Juan Doria y Jaime Segarra, quienes
obtuvieron del papa Clemente VI porción de gracias espirituales en beneficio de
los partícipes en la espiritual tarea. Una circunstancia merece ser destacada: que
contaban los misioneros con la valiosa colaboración de doce indígenas neófitos,
víctimas de expediciones piráticas anteriores.
Cuando el papa Clemente VI, el instaurador del fracasado reino de la Fortuna,
conoció por boca de sus propulsores tan prometedor panorama no vaciló en erigir
en las islas del Atlántico una diócesis misional por medio de la bula Coelestis rex
regurn (1351). La nueva diócesis quedó a partir de esa fecha bajo la dependencia
directa de la santa sede, preocupándose de manera particular por su auge los
pontífices Inocencio VI y Urbano V. El lugar escogido para residencia de la
catedral —una humilde cueva, seguramente— fue la ciudad indígena de Telde, en
la isla de Gran Canaria. La diócesis perviviría por espacio de medio siglo,
acabando por extinguirse en un ambiente adverso. Se conocen hasta cuatro
obispos de Telde: Bernardo (1351), Bartolomé (1361), Bonanato Tarín (1369) y
Jaime Olzina (1392).
Nos llevaría muy lejos relatar las incidencias de esta acción misional, en la que
rivalizaron mallorquines y catalanes. El esfuerzo' conjunto dio óptimos frutos en el
seno de la sociedad indígena sobre la base sustancial del respeto a la libertad del
hombre; pero a la postre la abnegada tarea de los misioneros se frustró por efecto
de los continuos asaltos de los merca
24 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS

deres de esclavos. El martirio de los apóstoles fue el precio de


tanta iniquidad IV.
Entre 1393 y 1402 las depredaciones piráticas se intensificaron en el escenario
atlántico. El archipiélago parecía condenado a abastecer de hombres a los
mercados esclavistas de la península Ibérica. Pero a medida que se inicia la
conquista por lean de Béthencourt en 1402, la situación varió ante la imposibilidad
de reducir a servidumbre a la población total de las islas de Lanzarote y
Fuerteventura y el propósito evangelizador que guiaba a los primeros
conquistadores. A partir de 1404, Benedicto XIII. por la bula Apostolatus officium,
elevó las operaciones militares de conquista al rango de cruzada, otorgando a los
participantes en ella las indulgencias acostumbradasV- Los indígenas de estas dos
islas fueron respetados, salvo excepciones, quedando circunscritos los asaltos y
capturas a las todavía insumisas, que eran precisamente las más grandes y

© Del documenta, tas aulotes. Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Unrvetsilaria, 200G
pobladas. En ellas los señores y marinos andaluces seguían sistemáticamente
depredando a los naturales.

Sin embargo, lo que llama la atención en Canarias fue el portentoso


desarrollo que adquirió la acción misional. Establecida la diócesis de Rubi- eón
(1404) y fundado el primer convento minorita, el de San Buenaventura (1414),
prelados y franciscanos misioneros rivalizarán en la abnegada tarea de convertir a
los canarios sin otras armas de persuasión que la predicación, el sacrificio y el
ejemplo VI VII.

El éxito coronó de tal manera sus esfuerzos, que en el plazo de una década
(hacia 1423) estaba cristianizada la mayor parte de la población aborigen de
Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, al mismo tiempo que se ■ había iniciado la
predicación del Evangelio en La Gomera y Gran Canaria. Martín V erigió la
misión en vicaria, con idénticas facultades de que disfrutaban los vicarios de
Córcega y Cerdeña; al mismo tiempo la sometió a la jurisdicción del provincial de
Castilla, que era quien debería confirmar a los vicarios después de ser electos por
los misioneros *.

IV ANTONIO ITÜMEU DE ARMAS: EZ obispado de Telde. Misioneros mallorquines y catalanes en


el Atlántico, Madrid, 1960; La exploración del Atlántico por mallorquines y catalanes en el siglo %1V, en
«Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 10 (año 1964), páginas 163-178; Mallorquines en A Atlántico, en el
«Homenaje a Elias Serta Ráfols», Universidad de La Laguna, tomo III, págs. 261-276.
V8 DOMINIK J. WÓLFEL: Quiénes fueron los primeros conquistadores y obispos de Canarias, en
«Investigación y Progreso», afio V, núm. 9 (afio 1931), pág. 134,
RUMEÜ BE ARMAS: El obispado de Telde, pág. 169.
5
GERMÁN RUBIO: La custodia franciscana de Sevilla. Sevilla, 1953, págs. 371-382.
VIJUAN ALVAREZ DELGADOS El «Rubicán» de Lanzarote, en «Anuario de Estudios Atlánticos»,
núm. 3 (afio 1957), págs. 522-550.
VII CONRADO EUBEL: Bullarium Franciscanutn. Roma, 1904, tomo VII, núms, 1.568-1.569. página
591.
Las islas Canarias en el Planisferio catalán anónimo del siglo xv. (Biblioteca de Ñapóles.)

© Del documento, los autores. Digitelízacíón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
26 ANTONIO RÜMEÜ DE ARMAS

El pontífice mencionado da testimonio, por medio de la bula Ulitis celes- lis


agríenle (20 de noviembre de 1424), del esperanzador panorama:

«ipsarumque orones Granáis Canariae et Gomerae insularum prae-


dietarum pro certis earuna dumtaxat partihus, populi ad fidem ca-
tholicam sunt conversi...» 5.

El más grave obstáculo con que tropezaba la evangelizaeión era la per-


vivencia de la esclavitud del infiel, defendida por un grupo, compacto de
doctrinarios (Egidio Romano y Enrique de Snsa a la cabeza) y combatida por una
minoría de penetrantes teólogos (Inocencio IV, Santo Tomás y Agustín de
Ancona). La curia pontificia va a adoptar en 1434 una postura intermedia, que,
para el momento, supone un decidido progreso.

Este milagro se operó gracias a los informes que sobre las verdaderas
circunstancias de los aborígenes atlánticos arribaron a la corte pontificia con el
apoyo del obispo de Rubicón, Femando Calvetes, y por el testimonio directo de un
abnegado misionero, fray Juan de Baeza, minorita, y un lego indígena, Juan
Alfonso Idubaren. Eugenio IV, que ya se había distinguido por la protección
dispensada a la misión, a la que había concedido toda clase de privilegios y
gracias, dio un paso decisivo al proclamar la libertad de los aborígenes.

La bula Regimini gregis (29 de septiembre de 1434) execra las violencias


cometidas por piratas cristianos contra los naturales con objeto de reducirlos a
esclavitud. En estos asaltos eran capturados los indígenas recién convertidos y los
que estaban en camino para abrazar la fe. Ello se traducía en una actitud de
retraimiento y hostilidad por parte de los infieles a la labor de los misioneros.
Eugenio IV proclama la libertad de los aborígenes dentro del área o territorio
señalado como escenario de la evangeliza- ción. Nadie debería capturar a los
neófitos, a los semiconversos ni a sus vecinos. El pontífice proscribe a los
príncipes y capitanes cristianos las depredaciones y asaltos, conminando a
devolver la libertad a los cautivos bajo pena de excomunión. Aquellos que,
obedientes al mandato del vicario de Cristo, manumitiesen los esclavos
disfrutarían de una indulgencia plenaria. Por otras diversas bulas del mismo año
la misión se vio protegida con distintos privilegios y gracias espirituales y
materiales. Cabría destacar el <se-

S
JOSÉ DE VIERA Y CEAVUO: Noticias de la historia general de las islas de Canaria, Madrid, 1783,
tomo IV, págs. 614-615.
JOSÉ ZUNZUNEGUI: ¿OS orígenes de las misiones en las islas Canarias, en «Revista Española de
Teología», vol. I, cuad. 2." (año 1941), pág. 383.
RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, pág. 130.
San Diego de. Alcalá, por Zurbarán. (MADRID; Iglesia de las Maravillas). Fray Diego de
San Nicolás, minorita andaluz, lego-guardián del convento de San Buenaventura, fue un
abnegado evangelizador de las islas Canarias.
©Del documentó, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
Las islas Canarias y el Africa Occidental, por Pedro Agustín del Castillo. 1676. (LAS PALMAS: Archivo Vega Grande),
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 27

guro» que bajo pena de excomunión otorgó Eugenio IV en beneficio de los misioneros,
navios y fieles, y de manera particular los recién convertidos 8.

Desde 1434 la esclavitud no se pudo practicar sino en las islas alejadas del escenario
misional.

Sería injusto silenciar a partir de este momento la abnegada acción evan- gelizadora de
fray Juan de Santorcaz —epígono cultivador del lulismo— y el lego guardián fray Diego
de San Nicolás, más conocido por Diego de Alcalá o simplemente San Diego, ambos
adscritos al convento matriz de San Buenaventura.

2. Fray Alfonso de Botemos, apóstol de Tenerife. El


eremitorio de G turnar.

Ante la imposibilidad de seguir paso a paso el sorprendente despliegue de las misiones


atlánticas, nos hemos de limitar a enunciar los momentos capitales.

Al promediar la centuria, la evangelización proseguía con éxito singular. Los


misioneros se habían abierto camino por las islas mayores Gran Canaria, La Palma y
Tenerife, fundando eremitorios para la evangelización de los infieles canarios.

De los núcleos misionales de Gran Canaria y Tenerife poseemos sustanciales


pormenores, mientras que muy poco se sabe del eco de la predicación
e
A. V.: Reg. Vat., vol. 373, fol. 79 v.
RAFAEL TORRES CAMPOS: Carácter de la conquista y colonización de las islas Canarias. Madrid, 1901,
apéndice II, págs. 207-208.
La bula está expedida en Florencia.
DOMINIK J. WOLFEL: La Curia Romana y la Corona de España en la defensa de los aborígenes canarios, en la
revista «Anthropos», tomo XXV (año 1930), págs. 1039-1041. El texto de este trabajo resulta de imposible
aprovechamiento por la serie interminable de errores cronológicos y de transcripción.
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica. Valladolid, 1969, págs. 29-31.

en La Palma. Por eso liemos de limitarnos a señalar el panorama de la evan- gelización


en las dos islas primeramente citadas.

Durante el tercio medio del siglo xv, Telde volvió a ser el núcleo misional más
28 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

importante dentro de la isla de Gran Canaria. Bajo el alto patrocinio del obispo de
Rubicón don Diego López de Illescas (1460-1468) y la colaboración efectiva de los
franciscanos de la vicaría de Canarias se cimentó en la mencionada ciudad sureña un
eremitorio (casa de oración) alrededor del año 1462.

La edificación del eremitorio se pudo acometer después de una laboriosa negociación


con Jos indígenas llevada a cabo desde el enclave militar de la torre de Gando y previa la
entrega de niños rehenes cristianos como garantía de paz y amistad. El obispo Illescas
procedió a consagrar la nueva iglesia, que quedó abierta al culto. En la valiosa
Información de Esteban Pérez de Cabitos (1477), Martín de la Torre da fe del singular
suceso: «Este testigo vido en Telde al obispo de Canaria don Diego López, e que estovo
ende con él dentro en Telde, e que oyo ende missa...». Fernando Alfonso es tanto o más
expresivo, aunque no declare de manera inconcusa que Telde sea el escenario concreto del
recuerdo: «Conosció este testigo en las dichas islas al dicho obispo e sacerdote de ellas..., e
que vido. bautizar en ellas a algunos canarios, e que este testigo fue padrino dellos; e aun
que fizo bautizar unos quatro cativos canarios, suyos desde testigo...»VIII.

No se puede precisar el lapso de tiempo en que el eremitorio de Telde se mantuvo en


pie. Sobran los indicios, sin embargo, para establecer que más adelante fue destruido por
los indígenas, al quedar rotas las amistosas relaciones con la torre de Gando IX.

VIII Biblioteca del Real Monasterio del Escorial: II-X-26. Est. 16.2. Información auténtica sobre
cuyo es el derecho de la isla de Langarote y conquista de las Canarias, hecha por comisión de los Reyes
Católicos D. Fernando y D.“ Isabel, MCDLXXVII.
Otra copia se conserva en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid: manuscrito 11-2666.
Fue acometida por el pesquisidor Esteban Pérez de Cabitos —también llamado Pérez de Cocón—
en virtud de expresa comisión de los Reyes Católicos (cédula despachada en Toro el 16 de noviembre de
1476).
Ha sido impresa en publicaciones distintas:
1. ® Parte documental. Por GREGORIO CHIL Y NARANJO: Estudios históricos, climatológicos y
patológicos de las islas Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, tomo II, páginas 518-632.
2. ® Información testifical. Por RAFAEL TORRES CAMPOS: Carácter de la conquista y colonización de las
islas Canarias. Madrid, 1901, apéndice I, págs. 121-206.
Los textos transcritos corresponden a esta última, págs. 188-189 y 201,
Este importante documento será citado en adelante, para abreviar, Cabitos: Información. Consúltese el
Repertorio de Siglas y Abreviaturas (pág. 15).
RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, págs. 138-139.
IX Ibid., págs. 140-144.
En esta obra se identifican como una misma edificación el eremitorio de Telde (casa
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 29

En cuanto al núcleo misional de Tenerife, radicado asimismo en el sur de la isla, y más


concretamente en Candelaria (menceyato de Giiímar), contó desde un principio con
poderosos valedores que contribuyeron a dar al mismo inusitado auge.

El ministro general de la Orden franciscana fray J aime de Zarzuela (elegido el 20 de


mayo de 1458) acogió bajo su tutela el eremitorio de Tenerife, sometiéndolo a directa
jurisdicción. El principal apóstol de esta misión fue fray Alfonso de Solanos, quien había
conseguido catequizar buen número de infieles X XI XII. Sabemos por expresa declaración
pontificia que el núcleo tiner- feño lo componían tres misioneros, y hasta es dable
identificar a otro de ellos, fray Masedo. Acaso fuese el tercero fray Diego de Belmanua. De
los tres hay constancia de que vivieron entre los guanches y que predicaban en la
lengua de éstosXIII XIV.

i. Digitalización realizada pof ULPGC. Biblioteca Lin'rvera'riaria, 2006


El segundo protector del eremitorio de Tenerife fue el obispo de Rubicán don.
Diego López de Ulescas, a quien de sobra conocemos. Este patrocinio se extendió a
fray Alfonso de B oíanos, como cabeza visible del núcleo nivariense. Dicho prelado se
erigió en defensor del misionero contra las tropelías del vicario de Canarias fray
Rodrigo de Utrera, acudiendo con sus quejas, en 1461, ante la propia corte pontificia.
Conocemos estos incidentes por la bula Decet apostoli-carn, sedem (19 de enero de
1462) del papa Pío ÍL
El vicario Utrera, prevalido de su cargo, se incautó de los documentos que habían
autorizado la erección del eremitorio, imponiendo obediencia a sus órdenes. De
resultas de esta desatentada conducta, la misión quedó pa- |
palizada por completo. Pío II, haciéndose eco de las quejas de Ulescas, ra- f
tífico los privilegios y exenciones de que disfrutaba el eremitorio, al mismo °
tiempo que concedía a Bolaños amplísimas facultades para proseguir en la tarea
emprendida w.
El celo evangélico de este abnegado misionero le arrastró a una singular aventura:
iniciar por sus propios medios la cateqmzación de las tribus vecinas del continente
africano, es decir, azenegues y guineos.

Aquel óptimo panorama hizo meditar a los pontífices sobre la conveniencia de


afianzar con apoyos más sólidos la acción misional. Para que los recursos económicos
no faltasen, Pío II, por la bula Pastor bonos (7 de octubre de 1462), concedió una amplia
Xde oración) y fortaleza construida por los castellanos en la mencionada ciudad sureña. Un análisis más detenido
de los textos nos permite rectificar este parecer. Fueron dos edificios distintos, aunque con suerte pareja.
Sobre el incierto destino de los niños rehenes, véase particularmente la página 144 En 1482 seguían bajo
cautividad.
En relación con la fortaleza de Telde, consúltese el capitulo III de la presente obra, páginas 84-86.
XI JOSÉ JMABÍA POU Y MABTÍ: Bullarium Franciscanum, Nueva Serie. Quaracchí, 1939,
XIItomo II, núm, 978, pág. 512,
XIII Véanse las páginas 33-34 de este mismo capítulo.
Bula Decet apostolicam sedem (1462). Bullarium Franciscanum, tomo II, núm. 978, página 512.
XIV Las disensiones internas entre los frailes minoritas pusieron en trance crítico a la naciente misión. La
vicaria se la disputaban tres religiosos: fray Juan de Logroño, fray Fernando de Salamanca y fray Pedro de
Marchena, con escándalo de los fieles, que soli-
30 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

indulgencia en beneficio de loe cooperadores en las obras misionales y de cuantos


contribuyesen con sus limosnas o decisiones a redimir cautivos, o con su ayuda a
reprimir la piratería y la esclavitud de los indígenas. El papa ratifica por medio de esta
bula los privilegios concedidos por sus predecesores y fulmina de nuevo la excomunión
contra los piratas que salteasen y vendiesen a los naturales si no les restituían
inmediatamente la libertad.

Pío II da un paso más en favor de la libertad de los infieles y garantiza los pactos y
confederaciones que los obispos concertasen con los naturales todavía sin convertir.
Estos bandos o reinos, llamados de paces, disfrutarían también de plena libertad, bajo
pena de excomunión para loe que atentasen contra la misma I2.

Es curioso señalar cómo el papado reacciona ahora frente a la tradicional cruzada,


es decir, la guerra santa indulgenciada, para abogar con auténtico entusiasmo por la
acción misional indulgenciada.

citaron de la santa sede tomase cartas en el asunto. Pío II (por su huía Ad liberes, 21 de diciembre de 1456)
depuso a los tres, ordenando que se verificasen nuevas elecciones bajo el alto patrocinio de fray Alfonso de
Bolaños. En el capítulo resultó electo para un nuevo trienio fray Rodrigo de Utrera, que, siendo conventual,
se había hecho pasar por observante. At^máa abusó de su poder, como se ha señalado en el texto.
Descubierto el fraude, causó grandes escándalos entre los misioneros. El caso fue denunciado al
pontífice por el obispo de Rubicón don Diego López de Illescas. Pío II (bula Cum nihil sit, 19 de enero
de 1462) depuso a Utrera, ordenando a Bolaños la convocatoria de un segundo capítulo para proceder
a la elección de vicario legítimo. Resultó designado el apóstol de Tenerife.
La huía Decet apostolicam sedem, mencionada en el texto, ratificó y amplió los privilegios de que
disfrutaba la misión de Tenerife.
BuUarium francíscanutn. Nueva serie, tonto II, núms. 727, 977 y 978, págs. 374, 510 y 512.
12
VIERA Y CLAVIJO, tomo IV, págs. 621-625, Este autor fue el primero en dar a conocer la bula. Está
datada en Petreolo, diócesis de Siena.
BuUarium franciscanum. Nueva serie, tomo II, núm. 1.044, pág. 545.
RUMEU DE ARMAS : La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 31-32.
Los pactos o confederaciones a los que alude la bula habían ya tenido efecto por lo que respecta a Gran
Canaria. El 16 de agosto de 1461 el señor de las Canarias Diego García de Herrera y el obispo Diego López
de Illescas habían firmado paces con los reyes indígenas de Gáldar y Telde. En cambio, las paces con los
nueve reyes de Tenerife se verificaron algo más tarde, el 21 de junio de 1464, estando presente el señor
temporal.
A estos pactos de amistad y sumisión se hará de nuevo referencia en el capítulo III, páginas 73-76 de esta
obra.
£> Del documento, los autores. Dtgrtalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2C
Mapa de la isla de Fuerteventura, por Leonardo Torriani. (COIMBRA: Biblioteca Universitaria). Los frailes franciscanos fun-
daron en 1414, en ios aledaños de Santa María de Betancuria, el convento de San Buenaventura, el núcleo misional más im-
portante del archipiélago canario en la etapa primigenia.
© Del documento, los autores.
Vtstu panorámica de Santa María de Betancuria, por Leonardo Torriani. (COIMBKA : Biblioteca Universitaria;. Sobre el
casco urbano - a la izquierda- se divisa el convento de San Buenaventura.
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 31

Como ya se ha referido, en esta segunda etapa la figura verdaderamente eximia de


la misión es fray Alfonso de Bolaños, O. F. M., apóstol de Tenerife, donde llegó a contar
con innúmeros prosélitos. Pío II le otorgó el título de vicario en 1462, autorizándole
para reclutar misioneros en los conventos franciscanos de su preferencia ls. De esta
manera las misiones atlánticas quedaron segregadas en dos circunscripciones: la
vicaría de las Canarias (primera), dependiente del provincial de Castilla, y la vicaría de
las islas del Océano y Guinea (segunda), sometida a la directa jurisdicción del ministro
general de la Orden franciscana. Bolaños debía de ser andaluz, porque sus compañeros
fueron reclutados en esta región de manera casi exclusiva. Para la formación y
descanso de los misioneros, la vicaría llegó a contar con diversas casas en Andalucía,
entre ]as que sobresalían las de Sanlúcar, Jerez y UtreraXV XVI.

Estos conventos filiales se erigieron en distintos momentos. El primero, el


monasterio de Santa María de Jesús, de Sanlúcar de Barrameda, fue fundado en

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioleca Unrveiariaria, 200G


1443. La dotación del mismo debióse a la munificencia de la vecina de dicha villa
Mencía Alfonso MuñizXVII. Le seguía en antigüedad el convento de la Madre de
Dios, de Jerez de la Frontera, edificado entre los años 1443-1450. El tercer
monasterio adscrito a la vicaría de Canarias fue el de Santa María de las Veredas, en
la villa de Utrera; no se sabe exactamente cuándo se incorporó a la misma, aunque
la fecha más probable es la de 1459.

A la sombra de las disposiciones pontificias antes citadas, fray Alfonso de


Bolaños y sus compañeros de misión se arrogaron una independencia de actuación
que iba a despertar el recelo de sus antiguos superiores. Ya se |
ha hecho mención del convento de Sanlúcar de Barrameda como casa filial ;
para la recluta, preparación y descanso de los misioneros. Pues bien, Bola- 0 ños, por su
cuenta y riesgo, declaró exenta a esta casa de la jurisdicción del vicario de Canarias, del
vicario general de los observantes y del propio ministro general de los franciscanosle. Es
más, procedió a la recluta de frailes misioneros en los conventos de Andalucía con el
mismo alarde de autonomía y libertad.

La protesta de la Orden no se hizo esperar. El capítulo general de los frailes


menores de San Francisco reclamó contra el desusado proceder del vicario y los
misioneros atlánticos. En vista de ello, Pío II, por su bula Non debet indecens repwtari,
de 12 de enero de 1464, revocó las exenciones de que disfrutaban los misioneros, a los
XV Bullarium Franciscanum. Nueva serie, tomo II, núm. 1.061, pág. 554. La designación fue hecha por
medio de la bula Ex assuetae pietatis intuitu, de 12 de diciembre de 1462.
XVIIbid., tomo III, núm. 1.382, pág. 690.
XVII La fundación de una casa o convento para franciscanos observantes en Sanlúcar fue promovida
por los vecinos de dicha villa Sancho de Vera, Fernando Martínez Bachicao, Alfonso Fernández de Lugo,
Lope González y Antón Pérez. El solar y arboleda, situados en las afueras del pueblo, fueron donados por
Mencía Alfonso Muñiz.
La adscripción a la vicaría de Canarias debióse a las gestiones de fray Juan de Logroño, vicario a la sazón
(1443).
HIPÓLITO SANCHO DE SOPBANIS: LOS conventos franciscanos de la misión de Canarias, en «Anuario de
Estudios Atlánticos», tomo 5 (año 1959), págs. 377-382.
P. ANCEL ORTECA: La Rábida: Historia documental crítica. Sevilla, 1925, tomo I, página 210.
32 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

que sometió a la jurisdicción directa del vicario general de los observantes. Si por un
lado el papa les quitaba independencia, por otro les acrecentaba en facultades
espirituales, ya que XVIII
podían administrar el bautismo y demás sacramentos a los neófitos, sobre los cuales
venían a ejercer derechos cuasi parroquiales XIX.
El pontífice, para congraciarse con el vicario general ultramontano de los
observantes, fray Zegero Maigrefort, le dirigió particularmente la bula
Superioribus temporibus, de 24 de enero de 1464, en la que le comunicaba cómo los
misioneros de Canarias y Guinea, en sus dos vicarías, quedaban sometidos a su
jurisdicción. Esta bula pudo ser leída, para satisfacción de todos, en el capítulo
general reunido en Bruselas el 20 de mayo de dicho añoXX.

Una bula algo posterior del papa Paulo II, la Decet romanonm pontifi- cem
(1465), nos informa de manera indirecta que por esa data fray Alfonso de B oíanos
ejercía autoridad como vicario sobre Guinea, las islas del Mar Océano y alguna de

XVIII18 Como es sabido, la situación de las órdenes religiosas en los postreros siglos de la Edad Media
era sumamente delicada. En el caso particular de los franciscanos, la crisis se manifestaba en una relajación
de la disciplina y una interpretación laxa de la pobreza. A los que asi obraban se les llamó conventuales.
Como reacción contra esta actitud acomodaticia se produjo en el siglo xiv el movimiento de la regular
observancia, que pretendía la reforma de la Orden a base de la observancia pura de la regla, es decir, de la
vuelta al ideal primitivo, acentuando el carácter eremítico de la misma.
Los observantes tuvieron, una gran difusión por toda la cristiandad. Al principio estuvieron sometidos a
las autoridades comunes: el ministro general, los ministros provinciales y los custodios. Pero en el famoso
Concilio de Constanza (1415) los observantes franceses consiguieron plena autonomía. A partir de esa fecha
serían regidos por un vicario general (prácticamente independiente del ministro general), por los vicarios
provinciales y los custodios particulares. El ejemplo de los franceses fue de hecho seguido por los observantes
de otras naciones.
Desde este importante momento la unidad de la Orden minorita fue puramente ficticia, quedando
dividida en la práctica en dos grandes familias: conventuales y observantes.
Poco tiempo más tarde, el pontífice Martín V, por medio de sus famosas constitucio- . nes (1430), llevó a
cabo un meritorio esfuerzo para devolver a los franciscanos la unidad, pero su intento se vio frustrado ante la
resistencia opuesta por ambas familias minori- tas. A partir de este fracaso la santa sede hubo de limitarse a
regular la convivencia entre ambas ramas (bulas de concordia).
La división quedó consagrada por la bula Ut sacra Ordinis minorum, de Eugenio IV (1446). Este
pontífice, señalado protector de los observantes, dispuso que, bajo la autoridad nominal del ministro general,
los frailes reformados quedasen sujetos a la inmediata jurisdicción de dos vicarios generales:
a) Vicariato cismontano (Italia y el este de Europa).
b) Vicariato ultramontano (Francia, España, Alemania, Inglaterra y norte de Europa).
Los observantes españoles se organizaron en 1447 bajo la dirección de fray Luis de Saja, delegado del
primer vicario general ultramontano fray Juan Maubert. De momento constituyeron tres vicarías
provinciales: Aragón, Castilla y Santiago.
Sin embargo, en las provincias españolas, y de manera particular en Andalucía, muchos observantes se
mantuvieron fieles a sus primitivos ministro general y ministros provinciales. Por eso eran llamados
observantes de «ministro» o de comunidad, para distinguirlos de los demás observantes, denominados a
partir de ahora de «familia». Esta actitud en favor de la tradicional unidad fue a la postre vencida y
superada, pues entre los años 1451-1460 todos los observantes españoles pasaron a depender del vicario
general ultramontano y de sus respectivos vicarios provinciales.
XIX Bullarium Franciscanum. Nueva serie, tomo II, núm. 1.195, pág. 619.
XX Ibid., núm. 1.201, pág. 622.
33 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

las Canarias XXI XXII.


El ardoroso misionero minorita no sólo chocó con sus superiores jerárquicos,
sino que también tuvo roces con el poder temporal. Esto explica que en 1465 don
Diego García de Herrera, señor de las islas Canarias, se quejase de su
comportamiento en carta que dirigió al propio papa Paulo II. Por la respuesta del
soberano pontífice, dirigida al obispo Illescas Í9 de septiembre), nos enteramos de
que, según Herrera, fray Alfonso de Bolaños abusaba de sus privilegios,
proponiendo para sustituirle a fray Diego de Belmanua, abnegado misionero que
conocía la lengua de los isleños. El santo padre encomendaba al prelado rubicense
la resolución del litigio 2°.
A esta etapa tan intensa de la acción misional aluden con reiteración los
testigos de la famosa Información de Cabitos (1477). El propio señor de las
Canarias Diego García de Herrera confiesa, por la pluma de su procurador, lo que
sigue: «el obispo de las dichas islas ha estado en las dichas islas e sus clérigos; e en
la dicha isla de Tenerife han entrado asaz veces frayles, e tienen su iglesia e hay en
ella asaz gente bautizada». El testimonio merece ser realzado por la calidad de la
persona y la concreción de los detalles.

Los fedatarios menores se expresan más vagamente y con moderado opti-


mismo. Juan Ifiiguez de Atabe confirma que «Diego de Ferrera... fizo en Tenerife...
una iglesia...». Diego Martínez, Antón de Olmedo, Gonzalo Rodríguez y Martín de
la Torre, los cuatro vecinos de Sevilla y moradores accidentales en el archipiélago,
atestiguan «que entraron e estovieron, en la dicha isla [de Tenerife], el obispo e
ciertos frayles...».

XXI18 Ibid., núm. 1.301, pág 661.


XXII Ibid. .
34 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Gonzalo Rodríguez alude a algún momento de tirantez entre misioneros y guanches.


Oigámosle: «e que después se salieron dende [los frailes] sin les facer por qué; e que oyó
dezir que algunos dellos habían baptizado, pero que non viven como christianos...».
Martín de la Torre reitera la violenta situación: «e que este testigo ayudo a sacar un
frayle que se llamaba fray Masedo, que había entrado ende, e lo tenían detenido...»XXIII.

Vicisitudes de la cristianización de los

□igitalizadón realizada por ULPGC Biblioteca Universitaria, 2000


Cuando falleció el papa Pío II, en 1464, los enemigos de las misiones o sus
recelosos desafectos hicieron correr la voz de que todos los privilegios y exenciones
de que disfrutaba el vicario Bolaños habían quedado extinguidos con su muerte. Por
otra parte, volvieron a renovarse las divergencias en torno a si los misioneros
deberían estar sometidos a la jurisdicción del
vicario general ultramontano de los observantes o al ministro general de la s Orden
franciscana. i
É

3
Para poner en claro la situación y despejar cualquier posible mal enten- § dido, fray
Alfonso de Bolaños optó por trasladarse a Roma así que supo que Sixto IV, antiguo
ministro general de los franciscanos, acababa de subir al solio pontificio (1471).
Bolaños puso tal ardor en la defensa de su causa y el nuevo pontífice quedó tan
gratamente impresionado por el óptimo panorama que ofrecían las misiones, que desde
este mismo instante se declaró su protector, tomando sobre sí la responsabilidad de
importantes decisiones.
Al igual que Pío II, Sixto IV se apresuró a expedir la bula Pastoris aetemi (29 de
junio de 1472), fiel trasunto de sus inquietudes misionales.

El pontífice minorita se declara entusiasta y ardoroso campeón de la conversión de


los indígenas guanches y africanos, depositando toda su confianza en fray Alfonso de
Bolaños para el desempeño de tan importante

XXIII2! Páginas 155, 170, 175, 184, 186, 201 y 203.


LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 35

misión. Con este objeto erigía la nunciatura de Guinea, designando


nuncio y comisario a fray Alfonso de Bolaños. Quedaban bajo su
inmediata dependencia espiritual la isla de Tenerife, los territorios de
Africa y Guinea y las islas del Mar Océano XXIV.
Esta importante decisión no puede quedar sin comentario. Sixto IV, haciendo
caso omiso de la soberanía portuguesa y de la jurisdicción espiritual otorgada a la
Orden de Cristo por su predecesor, Calixto III XXV, sometía, a la vista del fracaso
luso, a la acción misional de los frailes andaluces todo el dilatado territorio del Africa
Occidental. Era algo así como una penetrante cuña espiritual hispánica clavada en el
ámbito territorial portugués. Esta determinación se producía a los doce años del
fallecimiento de don Enrique el Navegante.
Conviene destacar asimismo que quedaban bajo la jurisdicción de la nueva
nunciatura las islas del Mar Océano. En este punto es particularmente expresiva

i Del documento, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
la bula: «cuantas con diversos nombres se hallen en el Atlántico». Como por esta
fecha ya estaban pobladas las Azores y Madera, sometidas o en vías de serlo las
Canarias y descubiertas las de Cabo Verde, la alusión es clara a otras islas
diseminadas por el Océano, que en el ambiente marinero de la época se daban
como existentes con absoluta seguridad (Antilia, Brasil, San Brendán, Siete
Ciudades, etc.) XXVI.
La bula Pastoría aetemi merece en otros aspectos particular comentario. En
primer lugar, beneficiaba a la misión con una amplísima indulgencia, a la que
haremos inmediata alusión. En segundo término, la colocaba bajo la protección
directa de la santa sede y la jurisdicción inmediata del ministro general de los
franciscanos.

XXIV BuUarium Franciscanum. Nueva serie, tomo III, núm. 280, pág. 117.
RUMEU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 32-34 y 39; La nunciatura
castellana de Guinea, en «Revista de Indias», núms. 109-110 (año 1967), páginas 285-311.
XXV Dicho pontífice había concedido jurisdicción espiritual sobre el continente africano a
dicha Orden por la bula Inter caetera, de 13 de mayo de 1456.
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: España en el Africa Atlántica. Madrid, 1956, tomo I, páginas 98-101.
Los misioneros franciscanos, conforme hemos dicho, no se limitaron a evangelizar las islas Canarias,
sino que desde ellas se abrieron paso en la vecina plataforma continental, es decir, en las tierras de
Guinea, cuya soberanía política habían otorgado los pontífices romanos al reino de Portugal.
Esta acción misional tiene que datar, por lo menos, de los años postreros de la administración de don
Enrique el Navegante (t 1460), pues en documentos pontificios de 1462 se constata su existencia, así como
el propósito de dar a la evangelización una mayor actividad y auge.
Valga como ejemplo la bula Pastor bonus (7 de octubre de 1462), antes citada, en la que el pontífice
Pío II pondera por igual el desarrollo que iban teniendo las misiones en las islas del Océano y en la
provincia de Guinea, donde trabajaban con admirable celo muchos misioneros del clero regular.
Guando por la misma data erigió dicho papa en vicaria autónoma la misión de Bola- nos, insiste en el
auge que iba tomando la evangelización de Africa. La bula Ex assuetas pietatis inluitu, de 12 de diciembre
de 1462, exalta la labor de apostolado que estaban acometiendo los franciscanos en «Guinea, provincias
circunvecinas y en las islas del Mar Océano».
BuUarium Franciscanum. Nueva serie, tomo II, núms. 1.044 y 1.061, págs. 545 y 554.
XXVI El texto de la bula señala entre los territorios sometidos a la jurisdicción de la
36 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

En cuanto al régimen interno de la misión, Sixto IV establecía que a la muerte de


Bolaños sus compañeros eligiesen al nuncio y comisario sucesor; al mismo tiempo
autorizaba al nuncio para reclutar los misioneros, así entre observantes como entre
conventuales, sin que los superiores respectivos pudiesen poner obstáculos a su labor.

Por último, Sixto IV comisiona al arzobispo de Lisboa, Jorge da Costa; a los


obispos de Cádiz y Huelva, Pedro Fernández de Solís y Juan de Meló,
respectivamente, y al prior de Guadalupe, fray Juan de Guadalupe, para que velasen
por el exacto cumplimiento de todas estas disposiciones.

Las facultades concedidas a fray Alfonso de Bolaños eran de tal importancia, que
el papa no quiso tuviesen efecto sin que antes fuesen examinadas por el vicecancelario
de la Iglesia Romana, el cardenal Rodrigo de Borja, que se encontraba en España en
calidad de legado pontificio. El portador del diploma papal fue el mismo Bolaños,
quien en presencia del obispo de Tarazona, Pedro Perraz, hizo juramento solemne de
entregarlo a su destinatario Z5. Así lo llevó a cabo, en efecto, obteniendo el cardenal
Borja asentimiento pleno para la obra emprendida.

Concretándonos a los medios económicos con que apoyar la labor abnegada de


los misioneros, Sixto IV predicó una bula de indulgencia en bene- • ficio de los
cooperadores de la misión, reproduciendo, las gracias espirituales otorgadas por su
predecesor, Pío II. La única diferencia estriba en que mientras la primera bula —la
Pastor bonus (1462)— tuvo un ámbito de acción reducido, Andalucía exclusivamente, la
segunda —Pastoris aeter- nis (1472)— va a ser pregonada por todo el territorio
peninsular, Castilla, Aragón, Navarra y Portugal. El pontífice romano interesó en ello,
de manera muy particular, a Femando e Isabel, reyes de Castilla (1474), y a Juan II, rey
de Aragón. Fue designado un comisario de la bula, y los cuatro reinos se poblaron de
predicadores, tesoreros y colectores de la indulgencia. Aunque no se poseen cifras, el
dinero recaudado para dicha finalidad evangélica debió ser muy importante. XXVII

XXVIInueva nunciatura: las islas Canarias, Guinea, Africa media, isla de la Madera «y otras islas del
Océano ya descubiertas o por descubrir».
25
Con dicho objeto, Sixto IV expidió la bula Sperantes Domino auctore (5 de julio
de 1472). ,
Bullarium Franciscanum. Nueva serie, tomo III, núm. 284, pág. 121.
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 37

De la actuación de B oíanos y sus compañeros en las islas del Océano y Guinea


nada o casi nada sabemos. El punto fuerte de la misión era la isla de Tenerife, donde
las conversiones de indígenas habían dado frutos espectaculares. La bula Pastoris
aetemis (1472) hace referencia a miles de infieles instruidos y bautizados. El párrafo
pertinente merece ser reproducido con carácter textual:

«Cum autem, sicut exhibita nobis super pro parte tua petitio continebat,
tu cum plerisque dicti ordinis professoribus, quos in insulis Canariae pro
conversione infidelium huiusmodi deputasti, ah illo tempore citra circa
eamdem conversionem magnum fruc- tum cooperante Domino feceris et
nuperrime in Ínsula Tenerife, quae ex insulis Canariae exsistit, multa
paganorum milia ad catho- licam fidem convertí procuraveids et sacri
haptismatis fonte renatos gregi fidelium addideris et homines omnino
incultos christianae civilitatis mores instruere et informare coeperis...»

Del documento, los autores, Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000
XXVIII XXIX XXX
.

Hay que advertir que cuando el rey de Aragón Juan II, por cédula de 15 de
marzo de 1475, favoreció en sus reinos la predicación de la segunda bula de
indulgencia, se hace eco literal de la anterior disposición pontificia:
«... et dictus frater Alfonsus cum plerisque dicti ordinis profes-
soribus, quos in insulis Canarie pro conversione infidelium huiusmodi
deputaverat, ah illo tempore cifra circa eamdem conversionem,
cohoperante Domino, fecerit, et in ínsula Thenerife, que ex insulis
Canarie existit multa paganorum, milia ad catholicam fidem convertí
procuraverit, et sacri haptismatis fonte renatos gregi fidelium
addiderit...» 2T.

Volviendo ahora al régimen interno de la misión, nuestro único guía siguen


siendo las disposiciones emanadas de la curia pontificia.

El problema que iba a perturbar en mayor grado la buena armonía en el seno de


la nunciatura era el de la acalorada rivalidad entre observantes y conventuales 28.
Recuérdese que la bula Pastoris aetemis (1472) autorizaba al nuncio Bolaños para
reclutar los misioneros entre ambas ramas de la familia franciscana, sin que los
superiores respectivos pudiesen poner obstáculos en la abnegada tarea.

XXVIII Véase la nota 22.


XXIX A. C. A.: Registro 3389, fol. 45 v.-47.
RUMEU BE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 157-160, doc. 2 (en particular la
página 158).
XXX Véase la nota 16.
38 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Contra esta determinación llovieron las protestas por el confusionismo que


sembraba o el mal uso que de ella se hacía. Los primeros en dejar oír su voz fueron el
vicario general de los observantes, los provinciales de España y Portugal (conventuales)
y los vicarios provinciales (observantes) de idénticos reinos. Se lamentaban, en primer
lugar, de que la recluta «para la conversión de los infieles en Granada, Guinea, Africa y
en todas las islas del Océano» se hiciese sin licencia de sus respectivos superiores, y, en
segundo término, del constante trasiego que hacían los misioneros pasando a su
capricho de la observancia a la conventualidad, y viceversa. Contra estos abusos
reaccionó Sixto IV expidiendo la bula Regimini uni- versalis ecclesiae (1473), por la que
exigía a los misioneros que declarasen de manera definitiva a qué familia deseaban
pertenecer para el futuro20.
Esta solución no satisfizo a nadie. Por esta circunstancia, el propio pontífice
expidió la bula Romanas pontifex (1475), renovando las prohibiciones decretadas por

) Del documenta, los autares. □igitalizacián realizada par ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000
su predecesor, Paulo H, sobre la posibilidad de pasar de una familia franciscana a
otra. Al misino tiempo alaba y pondera Sixto IV la abnegada actuación de Alfonso de
Bolaños, «nuncio apostólico de las islas Canarias, islas del Mar Océano, Guinea y
provincias de Africa», cuyos planes y proyectos pretende apoyar con verdadero
entusiasmo. Con este fin ordena que cada una de las cuatro provincias franciscanas
de la península Ibérica debería aportar anualmente cuatro religiosos de la obser-
vancia para cubrir los cuadros de la misión hasta tanto que estuviesen abiertos un
número mínimo de ocho conventos ultramarinos. Estos dieciséis misioneros
recibirían licencia escrita de sus superiores, quedando facultado Bolaños para
admitirlos en caso de arbitraria negativa.
Otro punto que aborda la bula antes mencionada era el relativo a la 'sucesión-
de Bolaños. Sixto IV había dispuesto en 1472 que fuese designado por elección entre
los misioneros. Por la bula Romanus pon ti] ex (1475) condiciona la consolidación en
el cargo a la probada capacidad misional del sucesor. Si demuestra relevantes
aptitudes permanecerá en dicho puesto con carácter vitalicio. En otro caso, y precedidas
tres admoniciones para la debida corrección, se procederá a una segunda elección por
parte de los misioneros.
Otros extremos importantes de la bula que comentamos fueron los siguientes:
adscripción de todos los misioneros a la observancia y sujeción de los mismos al nuncio y
comisario apostólico de las misiones 80.
Una segunda bula, la Intenta continué salutis animarum, fue expedida en idéntica
fecha (1475). En ella se recapitulan todos los privilegios conce- XXXI XXXII didos a los
misioneros por Martín V, Eugenio IV, Pío II y Nicolás V, los que se consideran como
válidos o vigentes a lo largo de 1475, no obstante la suspensión de tales gracias por ser
año santo o jubilar. Es más, Sixto IV les otorga la facultad de lucrar la indulgencia del

XXXIBullarium íranciscanum. Nueva serie, lomo III, núm. 434, pág. 177. Fecha de la bula: Roma, 1 de
mayo de 1473.
XXXII Ifrid., núm. 786, pág. 373, Fecha de la bula: Roma, 3 de septiembre de 1475.
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 39

año santo en tierra de misiones. Fueron designados ejecutores de esta bula y


guardadores de sus privilegios el arzobispo de Sevilla, Pedro González de Mendoza, y
los obispos de Ciudad Rodrigo y Gerona, Alfonso de Paradinas y Juan Moles Mar-
garit, respectivamente XXXIII XXXIV.

Al año siguiente, 1476, el mismo Sixto IV, a petición de Bolaños, expedía el


breve Provisionis nostrae revalidando la bula de Pío II, Pastor bonus (1462), para la
conversión de los infieles y redención de cautivos en las provincias de Guinea, islas
Canarias y otras tierras africanas e islas del Océano S2.

Se cierra esta etapa con la bula Regimini gregis (4 de agosto de 1476), de


idéntico pontífice. Su objetivo era la seguridad personal de misioneros y neófitos de
las Canarias, islas del Océano, Guinea y tierras de Africa contra las depredaciones
de los piratas cristianos, ávidos de obstaculizar la obra civilizadora de Bolaños. A
las justificadas quejas de los apóstoles responde el papa otorgando un amplio
salvoconducto a todos los implicados en la noble empresa, incluyendo sus bienes
materiales. Dicho salvoconducto debería ser respetado por todos los cristianos sin
distinción de patria o nacionalidad. Los infractores habrían de incurrir en
excomunión mayor, suspensión y entredicho y condenación eterna, sin que nadie
les pudiese absolver más que el mismo pontífice, fray Alfonso y sus sucesores en
caso de peligro de muerte. Dicha absolución quedaba condicionada por la libera-
ción de los cautivos y la indemnización de los daños ocasionados.

Para que esta bula tuviese la máxima difusión por el orbe cristiano, Sixto IV
ordena su solemne promulgación, exhortando a cuantos ejercían poder secular a
prestarle apoyo y obediencia. Al mismo tiempo les encarecía la adopción de
medidas particulares y enérgicas para poner fin a las depredaciones piráticas.

Destaquemos, una vez más, las alusiones directas de este pontífice a la


evangelización de Tenerife:

«Nam qui Deum hactenus non noverunt, modo cupiunt catho- licam
fidem suscipere ac sacra baptismatis unda renasci praesertim in Ínsula
quae Tenerife nuncupatur, ad quam, ut intelleximus, ipse

XXXIII Ibid., núm. 787, pág. 377.


XXXIV Ibid., núm. 894, pág. 436. Su fecha: junio-julio de 1476.
40 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Alfonsus nuntius fervore Dei succensus, ut ínfidelium ibidem conversión!


intenderet, transiens, exemplari ordinatione sua plurimos ad Christi fidem
reduxit.BS.

¿q. Decadencia de la misión. Se avizora la conquista


militar.

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


La muerte de fray Alfonso de Bolaños, sobrevenida en 1478, supuso un rudo
golpe para la misión. Sus seguidores procedieron a elegir nuncio sucesor a fray
Andrés de Zumis. Pero este fraile minorita no se mostró a la altura de las
circunstancias. El problema más grave con que tropezó la acción evangélica fue el de
la recluta de misioneros, pues volvieron a inter- ferirse las viejas disputas entre
conventuales y observantes, con el consiguiente trasiego de una a otra familia
franciscana.

Las quejas llovieron sobre el pontífice, hasta obligarle a tomar la dolo- s


rosa determinación de declarar extinguida la nunciatura de Guinea, incor- i
porando a todos sus misioneros a la vieja vicaría de Canarias, dependiente j . de la
observancia. °

Esta resolución se hizo pública por medio de la bula Variis quamvis distracti caris,
de 22 de noviembre de 1480, dirigida al vicario general ultramontano de la observancia.
En esta importante disposición se recapitulan todos los privilegios y exenciones
alcanzados de distintos pontífices por los misioneros. Al mismo tiempo se hace eco el
papa de los abusos cometidos en la aceptación de religiosos de ambas familias —
conventuales y observantes—, contraviniendo las disposiciones vigentes. En vista de ello
resuelve que los territorios de las islas Canarias, Guinea, Africa, isla de la Madera y
otras islas del Océano, ya descubiertas o por descubrir, formasen con todas sus casas y
religiosos una sola vicaría de la observancia, sometida, como las restantes obras
misionales, a la directa jurisdicción del vicario general ultramontano.
88
Ibid., núm. 895, pág. 437. Expedida en Narniae.
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: La nunciatura castellana de Guinea, en «Revista de Indias», núms. 109-110
(año 1967), págs. 303-3 05.
LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES 41

Otros particulares de la bula merecen señalarse. La residencia del vicario quedaba


fijada en Sanlúcar de Barrameda, puerto donde se reunirían asimismo los capítulos
trienales para la renovación de cargos y adopción de acuerdos de interés general.

Por su parte, el arzobispo de Sevilla, don Pedro González de Mendoza, recibía el


encargo expreso de velar por la ejecución de la bula 34.
Pese a lo terminante de esta disposición, Sixto IV se vio forzado a rectificarla un mes
más tarde, debido a las reclamaciones de los conventuales. Se daba la circunstancia de
que parte de los misioneros y algunas de las casas de Andalucía procedían de la
conventualidad, viéndose ahora incorporados a la observancia. El ministro general de
los franciscanos, fray Francisco Nenni Sansón, fue el portavoz de los descontentos.
La bula Alias, dum in minoribus constituti, de 20 de diciembre de 1480, sometía la

i. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


vicaría de Canarias a la directa jurisdicción del ministro general de la Orden, segre-
gándola así de la autoridad del vicario general ultramontano observante.
En esta bula se hace alusión a las casas que poseían los misioneros en Canarias,
Guinea, Africa y Andalucía. Entre los conventos héticos se enumeran el de Santa
María de Jesús, en Sanlúcar de Barrameda; Santa María de las Veredas, en Utrera;
Santa María del Valle, cerca de Motinilla, y San Salvador, en las proximidades de
Alharán. Era designado ejecutor de la bula el obispo de Cádiz, Pedro Fernández de
Solís, con la colaboración y auxilio del duque de Medina Sidonia, don Enrique de
Guzmán35. a
8
Esta situación se mantuvo estacionaria hasta el año 1487, en que Ino- j cencío WI,
por su breve Pridem felicis recordationis, de 11 de septiem- f bre, declaró extinguida la
vicaría de Canarias, incorporando todos los con- § ventos y religiosos de la misión a la
custodia observante de Sevilla 38.
Desde 1487 hasta 1494 (año en que se inicia la conquista de Tenerife), el panorama
de la acción misional se ensombrece notoriamente, sin que sea dable descubrir ningún
pormenor valioso en relación con los núcleos cristianos de la isla.
Los datos que poseemos inducen a establecer que se produjo un retroceso en la
marcha de la evangelización. Factor poderoso negativo fue el fallecimiento del
misionero Bolaños (1478), el abnegado e incansable apóstol de los gentiles guanches.
Vinieron luego a acrecentar la crisis las disputas entre frailes de las dos familias rivales,
acabadas de puntualizar. Por
34
Bullarium Franciscanum, tomo III, núm. 1.357, pág. 677.
85
Ibid., núm. 1.382, pág. 690.
HUMEO DE ARMAS: La nunciatura castellana de Guinea, págs. 305-307.
86
P. ANGEL ORTEGA, O. F. M.: Las Casas de Estudios de la Provincia de Andalucía, en «Archivo Ibero-
Americano», primera época, tomo IV (año 1915), págs. 34-36.
42 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

último, hay que señalar la pérdida de autonomía, al ser extinguida la vicaría de


Canarias, integrándose todos los misioneros en la lejana custodia hética. Tres custodios
se sucedieron en este lapso de tiempo: fray Pedro de Marchena (1485-1488), fray
Antonio Cruzado (1488-1491) y fray Cristóbal de Todos los Santos (1491-1494), sin que
quede constancia de sus resoluciones en la materia XXXV XXXVI XXXVII. Tan sólo el custodio
de Sevilla fray Antonio Cruzado recibió en 1488 una importante comisión de los Reyes
Católicos, a la que se aludirá en su momento3S.

Hemos dejado ex profeso para el final la causa más importante: la falta de recursos
económicos, al ser canalizado todo el dinero que producía la segunda bula de
indulgencia a la conquista de Gran Canaria. Fue ésta una extraña decisión de los
soberanos de Castilla que redujo notoriamente la labor de los misioneros.
La resolución que comentamos fue tomada por Femando e Isabel en 1477. Para
dar tan grave paso invocaron algo así como una conquista evangeliza- dora,

© Del documenta, los aulotes. Digitelizadón realizada pot ULPGC. Biblioteca Unrvetsiiaria, 200G
estimando que la bula era también válida «para que los [isleños] que por la
predicación non se quisieren convertir fuesen conquistados por fuerza de armas» 30.
Esta arbitraria interpretación de la bula de indulgencia contó con el
impremeditado beneplácito del cardenal legado Rodrigo de Borja durante su
precedente estancia en Castilla (1472-1473), y el incondicional apoyo del obispo de
Rubicón fray Juan de Frías y del nuevo nuncio y comisario de Guinea fray Andrés
de Zumis. La colaboración de ambos será inestimable en el montaje de las
primeras operaciones de conquista XXXVIII.
En cambio, el pontífice Sixto IV opuso encarnizada resistencia a esta anómala
decisión. La primera reacción del santo padre fue suspender la concesión de
indulgencias y ordenar de paso el secuestro de las limosnas. A su nuncio en España
Francisco Ortiz tocóle mediar en el enojoso asunto. Pero los Reyes Católicos no se
arredraron de momento, y el dinero de la indulgencia nutrió en gran parte las
primeras operaciones de conquista de la isla de Gran Canaria XXXIX.

XXXVANTONIO RUMEU DE ARMAS: La Rábida y el descubrimiento de América. Instituto de Cultura


Hispánica, Madrid, 1968, págs. 45-49.
XXXVI Capítulo IV, págs, 105-106.
XXXVII A, S.: Registro del Sello. Provisión de Femando el Católico, expedida en Toledo en
diciembre de 1479.
XXXVIIIRUMEU DE ARMAS : La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 43-44 y 190-193 (documento
17).
49
Ibid., págs. 40-44.
XXXIXAI A. C, A.: Registro 3.606, fol. 15. Carta de Fernando de Aragón al pontífice Sixto IV (Toledo, 20
de noviembre de 1479). En esta misiva el monarca español solicita el levantamiento de la suspensión y el
secuestro.
RUMEÜ DE ARMAS : La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 44-46,
Supuesto retrato juvenil de Isabel, reina de Castilla, que se contempla en el cuadro
anónimo flamenco titulado La Virgen de la Mosca». (TORO: Colegiata).
Escudo de los Reyes Católicos, con los cuai tr ies que simbolizan la unidad de España,
superados por el águila de San Juan y flanqueados por el yugo y las flechas. Bajorrelieve
en madera, por Martín Sánchez. (AVILA: Coro del convento de Santo Tomás).
CAPITULO II

LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE

LA IMAGEN PRIMITIVA

PROBLEMAS HISTORICOS, ICONOGRAFICOS Y ARQUEOLOGICOS

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


i. Aparición a los guanches de Nuestra Señora
de Candelaria. Circunstancias del hallazgo.

De cuanto se ha escrito en el capítulo anterior sobre el desarrollo de las


misiones en Tenerife, cabe establecer estas importantes deducciones:
1. ® Al promediar la centuria XV, los misioneros franciscanos establecieron
contacto permanente con la isla de Tenerife, iniciando la evangelización de los
guanches.
2. ® Los minoritas erigieron en dicha isla un eremitorio, como asiento de la
catcquesis y punto de irradiación de las predicaciones.
3. ® Dicho eremitorio lo integraron en los momentos iniciales tres religiosos.
El más destacado de todos, especie de guardián, fue fray Alfonso de Bolaños. Le
ayudaba en las tareas fray Masedo. El tercer misionero parece probable que fuese
fray Diego de Belmanua.
a
4. Pío II transformó, en 1462, la misión en vicaría autónoma, otorgando a la
misma particulares privilegios y gracias.
5. ® Sixto IV, diez años más tarde, 1472, elevó la segunda vicaría de Canarias
al rango de nunciatura de Guinea, en la que quedaron integrados Tenerife,
Guinea y las islas del Mar Océano.
6. ® La segunda vicaría de Canarias y la nunciatura de Guinea fueron
desempeñadas por fray Alfonso de Bolaños (1462-1478).
7. ® El pontífice Sixto IV da reiterada fe —1472 y 1476— de que en la isla de
Tenerife eran innúmeros los neófitos, llegando a asegurar que pasaban de mil los
infieles instruidos y bautizados.
Esta realidad insoslayable arrastra a plantear una primera interrogante: ¿En
qué comarca de la isla de Tenerife se asentó el primitivo eremitorio, base y
fundamento de toda la posterior acción misional?
46 ANTONIO RUMEU DE
ARMAS
La respuesta la conoce sobradamente el lector: en el reino o bando de
Güímar, donde recibía veneración la milagrosa imagen de Nuestra Señora de
Candelaria.
Ahora bien, esta contestación arrastra en pos de sí otra pregunta más ardua
de responder: ¿Desde cuándo moraba la Virgen en la isla de su patrocinio?
,
Si conjugamos los documentos con la tradición y las enseñanzas de la historia
del arte en su vertiente de imaginería religiosa, cabe abrir un resquicio de luz por
donde desvelar el misterio.
Como es de todos bien sabido, la imagen de la Virgen de la Candelaria fue algo
así como la embajadora espiritual de los misioneros franciscanos, quienes la
depositaron en las playas del sur de la isla de Tenerife para sorprender el ánimo
ingenuo de los guanches, inclinando su espíritu a escuchar el mensaje de Cristo.
Diversos autores, entre los que cabe recordar a fray Alonso de Espinosa, el
cronista-poeta Antonio de Viana, Juan Nttfiez de la Peña y Pedro Agustín del
Castillo, se afanan por vincular la aparición de la imagen a circunstancias
sobrenaturales, con intervención de manos angélicas *. Otros escritores, valgan
como ejemplo fray Juan de Abréu Galindo y Tomás Marín y Cubas, guardan
silencio sobre el particular, en actitud discretamente reservada XL XLI.
El poeta-canónigo Bartolomé Cairaseo de Eigueroa, con espíritu práctico y
realista, enumera una serie de posibilidades en tomo al hallazgo de la Virgen
sureña:
«... Ora del alto cielo descendiese ¡ o ya el poder de Dios la fabri case,
| ora de alguna nao que se perdiese | y en esta parte el viento y mar la
echase, | ora de algún lugar sagrado fuese, | que por mi

XL FRAY ALONSO DE ESPINOSA: Del origen y milagros de la Santa Imagen de nuestra Señora de
Candelaria, que apareció en la Isla de Tenerife, con la descripción de esta Isla. Ediciones Goya, Santa
Cruz de Tenerife, 1952, pág. 56.
ANTONIO DE VIANA: [La conquista de Tenerife}, Antigüedades de las Islas Afortunadas de la Gran
Canaria. Aula de Cultura de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 1968, tomo I, páginas 23, 30, 155 y 156.
JUAN NÚÑEZ DE LA PEÑA: Conquista y antigüedades de las islas de la Gran Canaria. Santa Cruz de
Tenerife, 1848, págs. 36-37.
PEDRO AGUSTÍN DEL CASULLO RUIZ DE VEHCARA: Descripción histórica y geográfica de las Islas de
Canaria. Edición de Miguel Santiago, Madrid, 1948-1960, tomo I, fascículo 2, páginas 519 y 540.
XLI FRAY JUAN DE ABBÉU Y GALINDO : Historia de la conquista de las siete islas de Canaria.
Ediciones Goya, Santa Cruz de Tenerife, 1955, pág. 302.,
TOMÁS MABÍN Y CUBAS: Historia de las Siete Islas da Canaria, 1694, (Manuscrito). Se conserva
copia en el Museo Canario de Las Palmas; págs, 99 y 216.
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47

lagro allí se transportase; | en fin, de cualquier modo que haya sido | fue
portento de Dios por tal tenido...»XLII.

Puede asegurarse que en la aparición de la venerada imagen mediaron una


serie de acontecimientos en los que es dable adivinar la mano sabia de la
providencia.
El milagro lo opera Dios muchas veces sustituyendo a los ángeles por hombres
de carne y hueso, sublimados de gracia santificante. ¿Y qué mayor milagro que
dejar abandonada al borde del mar una imagen de la Virgen María, consiguiendo
que los guanches, absortos, la venerasen como madre y patrona? XLIII.
Ya a finales del siglo XVIII exponía su parecer coincidente el insigne his-
toriador sacerdote don José de Viera y Clavijo:

«Por cualquier parte que se mire, el hallazgo de la santa imagen de


Nuestra Señora de Candelaria es digno de aprecio y admiración de todos
los canarios sensibles a las glorias de su país. ¿Perdería acaso su
estimación por haber sido la imagen obra excelente de un escultor
humano o porque la hubiesen desembarcado en las riberas de Tenerife
algunos cristianos piadosos? Creemos que también los hombres son
infinitas veces instrumentos de las intenciones de Dios y que la divina
providencia tiene derecho a que la consideremos regular en sus consejos,
cuando no hay necesidad de otra cosa. Guardémonos, pues, si es posible,
de adular con las cosas santas nuestro amor propio...».
Luego hace ver lo mucho que frecuentaban las islas los navegantes pen-
insulares en la fecha asignada para la aparición:
«Aunque no es mi ánimo criticar el juicio que sobre la autenticidad
de la aparición hicieron el P. fray Alonso de Espinosa, Antonio de Viana,
fray Juan de Abréu Galindo y don Juan Núñez de la Peña, quienes
ensalzaron nuestras islas con la posesión de una estatua fabricada por los
ángeles en el cielo, traída por los ángeles a Tenerife y celebrada por los
ángeles en sus playas, debo confesar que estos mismos historiadores fijan
aquella aparición por los años de 1392 o de 1393, época en que, a
beneficio de la nueva aguja magnética, se internaban con bastante
frecuencia en estas islas las embarcaciones de los cristianos» XLIV.

XLII BARTOLOMÉ CAIRASCO DE FIGUEROA: Templo Militante. Flos Sanctorum, y triumphos de


sus virtudes. Lisboa, Pedro Crasbeeck, 1615, págs. 133-134.
XLIII RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, pág. 125.
XLIV VIERA Y CLAVIJO, tomo I, pág. 280.
AGUSTÍN MILLARES TORRES : Historia general de las islas Canarias. Las Palmas, 1893-1895,
48 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Si se tiene ahora en cuenta el despliegue intermitente de las misiones a lo largo
de la segunda mitad del siglo xrv y primera del xv, hemos de convenir que la
imagen de la Virgen de Candelaria tan sólo pudo arribar a las playas de Tenerife
en uno de estos tres momentos:

1. ° Depositada por los misioneros mallorquino-catalanes en las últimas


décadas del siglo xiv.
B
2. Traída por los frailes minoritas del convento de San Buenaventura (isla
de Fuerte ventura) en la época de intenso proselitismo que encaman las eximias
figuras de fray Juan de Baeza, el lego indígena fray Juan Alfonso Idubaren, fray
Juan de Santoreaz y el lego-guardián fray Diego de Alcalá (años 1425-1450).
s
3. Transportada por fray Alfonso de Bolaños y sus ardorosos apóstoles en la

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrveisrtaria, 200G


apasionante etapa de la evangelización de Tenerife, a la sombra protectora de la
vicaría y nunciatura de las islas del Océano y Guinea (1455-1478).

Veamos ahora las circunstancias de probabilidad que concurren en cada uno


de estos tres decisivos períodos, para a la vista de los datos y argumentos
expuestos, en armónica conjunción con las orientaciones artísticas, tratar de
esclarecer el arduo e intrincado problema.

2. Antigüedad de la imagen. Valoración de los


pormenores cronológicos recogidos de la
tradición.

La existencia de las misiones mallorquínas en la isla de Gran Canaria —


recuérdese una vez más el nacimiento del obispado de la Fortuna-Telde—
10 tomos. Es curioso señalar cómo este autor, tan bien informado, guarda absoluto silencio sobre la
aparición de la Virgen de Candelaria y las incidencias posteriores al hallazgo. Tan solamente hace una
levísima mención al referirse al pueblo de Candelaria (tomo IX, página 152).
2
s
z
£

Betancuria: Ruinas de la iglesia del convento de San Buenaventura. A la izquierda, en primer término, puede contemplarse
el tejado de la. ermita de San Diego de Alcalá. En un desolado páramo se yerguen los muros, acentuando aún más la sole-
dad del paisaje.
Cortesía de E. Marco Dorta.
Bi tancuria: Ermita de San Diego de Alcalá. Sobre una cueva donde el lego-guardián se solía retirar para sus
prácticas piadosas, los discípulos y devotos del santo erigieron una ermita donde venerar su memoria.
Cortt'Min dv Fi Mítico Doria.
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47

abre la posibilidad de que en esa etapa fuese conocida por los guanches la
escultura de la Virgen de Candelaria, echándose de paso los cimientos de su
futuro culto.
Si nos atenemos además a la tradición, escrita y oral, superviviente al
finalizar el siglo xvi, esta hipótesis se vería extraordinariamente reforzada.
Nuestros tres cronistas primigenios y fundamentales, Espinosa, Torriani y Abréu
Galindo, contemporáneos entre sí, se inspiran en un texto histórico primitivo, al
que tuvieron acceso por conductos diferentes. De ahí el punto de coincidencia en
achacar remota antigüedad a la talla de la Virgen de Candelaria.
Espinosa es el más expresivo y contundente, porque a la tradición escrita
viene a sumar la vaga y confusa tradición oral que ha conseguido captar en las
informaciones testificales verificadas entre los descendientes de la raza aborigen.
He aquí su exacto testimonio:
«Aprovechándome de las antiguas pinturas que esto refieren y sirven
de escritura [?], y de la computación de las lunas que los antiguos
naturales usaban, vendré rastreando a dar con lo más averiguado...
El año de mil y cuatrocientos de nuestra redención, ciento y cinco
años antes de que la isla fuera de cristianos..., fue Nuestro Señor
servido... que apareciese la santa imagen de Candelaria, para principio
del remedio de esta dichosa gente» 0.

Con respecto al extraño cómputo que formula Espinosa en la primera línea


del párrafo transcrito, precisa prevenir al lector del sentido oculto de la frase. «El
año mil y cuatrocientos de nuestra redención» debe interpretarse como alusión a
la centuria catorce, pues en otro supuesto carecería de firme base toda su
cronología.
La expresión ser la isla de cristianos señala puntualmente al término de las
operaciones bélicas. Por esta circunstancia habrá que restar ciento cinco años a
1496 (fin de la conquista, de acuerdo con el testimonio del fraile dominico) para
calcular la fecha de aparición de la talla. La sustracción nos sitúa exactamente en
1391.
Torriani es más parco en pormenores: «Esta isla [de Tenerife] se halla
ilustrada por la devotísima imagen de la Candelaria, que apareció en ella noventa
años antes que fuese de cristianos» XLV XLVI. Como para el ingeniero ere-

XLVPágina 51.
XLVI LEONARDO TORBIANI: Descripción e historia del reino de las islas Canarias. Ediciones Goya,
Santa Cruz de Tenerife, 1959, pág. 172.
DEL ORIGEN
Y MILAGROS DELA
Santa Imagen de nueftra Señora de
Candelaria^que apareció en la Isb
de TcneriíejCon la deíctipcion
de efta Is!á
Compuefío por el Petdre fray Alan fo de Pfyinofd de U Orden de
Predicadores, y Prc* ' dicadorde elld.

CON PRIVILEGIO.
Xmprcflo en Seuill^ en cafa deluande Leo.
Añ o de 159 4.
Ato/ld de fMCM wcruder ¿ehjbror. •
Portada del libro de fray Alonso de Espinosa. La imagen de la viñeta es convencional,
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47

monés la conquista finaliza en 1495, la oportuna resta emplaza el sorprendente


hallazgo en 1405.
El tercer cronista, Ahréu Galindo, se mantiene en la misma línea que el fraile
dominico, aunque alardeando de mayor precisión y rotundidez: «Hay en esta isla
de Tenerife una imagen y figura de Nuestra Señora la Virgen María...,
intitulada... de Candelaria. No se sabe ni se ha entendido cómo haya venido ni
quién la haya traído, ni qué tanto tiempo ha, sino sólo una fama confusa que hay
de cien años, antes más que menos que la isla se ganase de los cristianos. Según la
cuenta de los antiguos, fue su aparecimiento año de 1390» XLVII XLVIII.
Los cronistas inmediatamente posteriores se mueven dentro de esta línea de
antigüedad centenaria, con cifras ligeramente oscilantes. El poeta Viana y el
historiador Marín y Cubas, respaldan con su parecer la común opinión ®. Núñez
de la Peña se alarga un poco más, bajo la directa inspiración de Espinosa:
«Nuestra Señora de Candelaria... fue la que primero conquistó esta isla de
Tenerife, con su prodigiosa aparición, ciento y cuatro o ciento y cinco antes que

ffi Oel doeumenld, I» mgltellzadón realizada po. ULPGC. BIMMeea u™e,atorM. 2000
los españoles católicos la conquistasen.» Después de esta declaración, escoge como
fecha límite para el cómputo 1497, llegando tras la oportuna resta a la siguiente
conclusión: «Fue dicha aparición año de mil trescientos y noventa y dos» XLIX L.
Castillo reitera el anterior parecer: «Esto fue por los años de mil trecientos
noventa y dos»; después, interpretando mal la antigua expresión de Espinosa,
añade: «y según sus tradiciones o cómputos de la Luna, a los de mil y
quatrocientos» lx.
El príncipe de los historiadores canarios, don José de Viera y Clavijo, acepta
el común parecer. Líneas atrás acabamos de reproducir su dictamen en favor «de
la aparición por los años de 1392 o de 1393» LI LII.
El resultado es favorable mayoritariamente al hallazgo remoto. De acuerdo
con la tradición histórica, el descubrimiento de la Virgen de Candelaria, pisando
las cálidas arenas de la isla de Tenerife, se produciría en el año de gracia de
1391ls.
Si aceptásemos esta fecha como inconcusa, resultaría indiscutible que la
escultura de la Virgen de Candelaria fue transportada al archipiélago afortunado
por los misioneros mallorquines e introducida por ellos mismos en la isla
nivariense.

XLVIIB Página 302.


XLVIII VIANA, pág. 23; MARÍN Y CUBAS, pág. 99
XLIX Página 36.
L Tomo I, fascículo 2, pág. 519.
LI Tomo I, pág. 280.
LII15 ESPINOSA, pág. 56.
RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, pág. 127.
52 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Este es el parecer de Viera y Cía vi jo, quien respalda su propia opinión con el
testimonio un tanto, vago e impreciso del cronista Francisco López de Gomara.
Este afamado autor se hace eco en la Historia, general de las Indias (1552) de la
presencia en el archipiélago de una imagen antigua, transportada por los
mallorquines. Se entretiene el cronista indiano en relatar las empresas de don
Luis de la Cerda, príncipe de la Fortuna, y añade: «Puede ser que fuesen entonces
a Canaria los mallorquines, a quienes los canarios se loan de haber vencido,
matando muchos de ellos, y que hubiesen allí una imagen antigua que tienen»LIII.
A propósito de este testimonio, conviene advertir que Canaria ■—en singular
— parece aludir a Gran Canaria; y que una imagen antigua, sin especificar que
fuese de la Virgen, pudiera hacer referencia a las que los mallorquines
emplazaron en diversos lugares de dicha isla, tales como «Nuestra Señora con su
hijo en brazos», Santa Catalina, San Juan Evangelista y la Magdalena, en los
aledaños de la futura Las Palmas, y San Nicolás, en el noroeste de la islaLIV.
A los factores positivos hasta ahora señalados hay que oponer otros negativos.
En primer término, la tendencia indiscriminada por parte de los cronistas a
enaltecer la imaginería religiosa con una vetustez siempre exagerada y en
aumento. En este aspecto, la presión ejercida por la tradición oral resulta poco
menos que incontrolable.
En segundo lugar, la fecha óptima señalada, 1391, momento de máxima
decadencia de la acción misional mallorquino-catalana. La diócesis de Telde
estaba regida en este período por los últimos obispos, fray Bonanato Tarín (1369-
1391?) y fray Jaime Olzina (1392-1411?), quienes se debatían a duras penas,
desde el cuartel misional de Mallorca, por mantener encendida una llama bajo
amenaza de inminente extinción.
La identificación de la Virgen de Candelaria con una talla de procedencia
mallorquína no pasa de tener ciertos visos de verosimilitud, que habrá que
contrastar con otros medios de orientación, en particular los artísticos.
Leonardo Torriani, al acortar el período de recepción de la escultura de la
Virgen a noventa años, se sitúa, sin proponérselo., en plena etapa be-
thencouriana. Que los sacerdotes que acompañaron al barón normando, Jean Le
Verrier, presbítero, y fray Fierre Boutier, franciscano, fuesen los propagadores
del culto mañano en la isla de Tenerife tiene escaso fundamento. Bastante trabajo
tuvieron con la asistencia espiritual de los prime-

LIII Historia general de las Indias. Zaragoza, 1555, cap. 223, fol. 283,
LIVw ABBÉU GALINDO (págs. 41-42), TORRIANI (pág. 118), MARÍN Y CUBAS (pág. 20) y CASTILLO
(tomo I, fascículo II, pág. 62).
los autores. OtoilaSzad» realizaba fx» ULPCC. BMioíeoa unrretsSana, 2006
Fachada principal de la basílica del convento de San Buenaven ura. Del primitivo convento e iglesia, edificados en el siglo xv, nada resta hoy día. Las ruinas pertenecen a una
reconstrucción posterior, seguramente de mediados del siglo xvn.
Cortesía de J. Hernández Perera.
Ruinas de la iglesia conventual de San Buenaventura. Es fácil descubrir la fachada posterior, nave, crucero y capillas
laterales.
Cortesía de J. Hernández Perera.
©Del documento, los autores. Dig’rtalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
Interior de la iglesia de San Buenaventura. La fotografía señala el punto de intersección de la nave con el crucero y
capillas laterales.
Cortesía de J. Hernández Perera.
Cortesía de J. Hernández Perera.

© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47

ros colonizadores de Lanzarote y Fuerteventura y la labor de catcquesis entre los


aborígenes de las dos islas citadas.

Durante la segunda etapa que hemos señalado líneas atrás (1425-1450), en


que la actividad misionera adquirió inusitado impulso bajo el aliento espiritual
de los frailes franciscanos del convento de San Buenaventura (integrados en 1424
en la vicaría de Canarias), es muy probable que se produjese el descubrimiento
en las playas del sur de Tenerife de la venerada talla de la Virgen de Candelaria.
En cambio, nos parece excesivamente tardía para la aparición de la imagen la
tercera etapa (1455-1478), presidida por la insigne figura del apóstol de los
guanches fray Alfonso de Bolaños y alentada por los abnegados misioneros
minoritas afiliados a la vicaría de las islas del Océano y Guinea (luego
transformada en nunciatura) 1B.
Si hay constancia plena de que en 1458 estaba consolidado el eremitorio dé
Tenerife, ello prueba de manera inapelable que la Virgen de Candelaria había
arribado a sus playas con una prelación de varios años, seguramente de una a
dos décadasLV.
En la famosa Acta- de la cera llevada a efecto en Tenerife el 25 de junio de
1497 se percibe el carácter inmemorial del culto mariano en la isla, si bien es
verdad que no se hace ninguna declaración expresa por encima de los veinte años
de antigüedad ls.

LVJUAN ALVAREZ DELGADO: Conquista de Tenerife, Un reajuste de datos hasta 1496,


publicado en «Revista de Historia Canaria», núms. 127-134 (años 1959-1961).
La paginación con que será citado este trabajo en el presente estudio es la de la separata (La
Laguna, 1961), ,
El profesor Alvarez Delgado (pág. 16) se inclina a datar «la llegada a Tenerife de la imagen
primitiva de Candelaria al tercer cuarto del siglo xv... Todo parece indicar que... entró, en Tenerife
después de 1450, pero bastantes años antes de 1475, lo que en nuestra decidida opinión debe situarse
hacia el año 1462, enviada por la voluntad apostólica del obispo López de Ulescas y del misionero de
Tenerife P. Macedo».
17
Capítulo I, pág. 29.
M
ESPINOSA, págs. 66-69; ABRÉU GALINDO, págs. 310-313.
56 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

j. Reconstrucción iconográfica de la Virgen de


Candelaria. La supuesta réplica de Adeje.

Si la imagen de la Virgen de Candelaria se conservase en la actualidad, su


propia fisonomía sería un poderoso auxiliar para la datación de la escultura.
Pero, por desgracia, ésta se sumergió para siempre en el mar durante el aciago
aluvión de 1826.

Viene a operar además en contra nuestra la costumbre introducida a finales


del siglo XVI de vestir con vistosas hopalandas a las imágenes. La Virgen de
Candelaria quedó para siempre cubierta con trajes, tocas y mantos, sin que
apenas se pueda adivinar otra cosa que rostro y manos. Diversos pintores de los
siglos xvn y XVin la retrataron en estas condiciones, quedando reducidos BUS
iconos a la condición de devotos recuerdos.

Durante algún tiempo tuvo aceptación la idea de considerar réplica exacta de


la Virgen de Candelaria la talla que bajo idéntica advocación se conserva en la
parroquia de Santa Ursula, de Adeje. Pero a poco que se estudie la escultura, se
llegará a la conclusión de que es obra de la gubia de un imaginero tardío,
posiblemente de finales del siglo XVI o principios del xvn. Se trata de una
interpretación libre, inspirada en grabados que circulaban en aquel tiempo, cuyos
dibujos se habían reiteradamente inventado ante la imposibilidad de contemplar
y menos aún copiar la imagen encubierta. Entre la descripción de fray Alonso de
Espinosa y la supuesta réplica hay sustanciales diferencias, dignas de particular
mención.

Comencemos por la descripción del fraile dominico:

«Esta imagen es de mazonería hecha, perfecta y acabada, cual nunca


otra vi en mi vida. Es de estatura de casi cinco palmos, con la peana en
que tiene los pies, que tendrá dos dedos de grueso. Es de una madera
colorada, no muy pesada, maciza, y no se sabe cuál sea.

El rostro tiene, según la proporción del cuerpo, muy perfecto, un


tanto largo, los ojos grandes y rasgados, que a cualquiera parte que uno
se ponga, parece que los tiene enclavados en él...

El color es algo moreno, con unas rosas muy hermosas en las


mejillas...

Está en cabellos, sin toca ni manto, y es todo el cabello dorado, con


muy lindo orden compuesto y en seis ramales trenzado y por las espaldas
tendido. Tiene un lindo niño al diestro lado, desnudo y con ambas manos
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47

asido de un pajarito dorado. Este niño está sentado sobre el brazo


derecho de la imagen, y en ella lo tiene con la mano. En la otra mano
izquierda tiene un pedazo de vela verde de la misma madera, del tamaño
de un jeme, y un agujero encima para poder añadir más vela.
Está vestida a lo antiguo, con una ropa toda dorada desde la garganta
hasta los pies, entera, sin abertura alguna...

Tiene ceñida esta ropa por debajo de los pechos (los cuales a un lado
y a otro hacen muy gracioso bulto, y se muestran) con una cinta azul, y
con letras de oro en ella...

El manto tiene caído sobre los hombros y asido por los pechos con un
cordón colorado largo como un xeme, y su lazada a la mano izquierda. Es
el manto azul perfectísimo, sembrado de florones de oro por delante y
por detrás.
La orla es de oro bruñido con letras latinas antiguas, coloradas, y las
de la mano derecha...» 1S.

En el cuello, cinto, bocamangas y orla del traje y manto se podían contemplar


en letras rojas sobre fondo dorado unas interminables inscripciones de carácter
devoto, cuyo intrincado misterio hace vano cualquier intento por descifrarlas LVI
LVII
.

Si ahora parangonamos la imagen que contempló Espinosa, en 1590, con la


supuesta réplica de la parroquial de Adeje, resultará fácil apreciar las diferencias.
El rostro lo descubre el dominico como un tanto largo, con los ojos grandes y
rasgados, lo que no encuadra con la talla de Adeje, de cara ovalada y ojos más
bien pequeños. Otra diferencia ostensible se comprueba en la distribución del
cabello en «ramales», pues el dominico simia seis y en la escultura superviviente
no pasan de cinco. El pajarillo dorado que el niño Jesús apretuja entre sus manos
se transforma en negro y la candela verde en azul. El cinturón de la Virgen es
para fray Alonso de color azul con letras doradas; en la talla adejera se contempla
dorado con capitales rojas. Puntualiza el dominico que el manto estaba asido por
los pechos por medio de un cordón colorado que terminaba en una lazada al lado
izquierdo; en la imagen de Adeje se percibe un galón dorado y corrido sin lazo
alguno. Otra notoria variante se registra en «el manto de azul perfectfsimo»,
donde los florones se ven sustituidos por estrellas de ocho puntas. Y como
diferencia la más ostensible, la policromía de la túnica de Adeje,
LVI10 Páginas 75-76.
LVII ESPINOSA (págs. 76-77) describe los letreros en estos términos:
«...y en el collar, que es bajo, sobre el oro tiene este letrero de letras latinas coloradas :
TIEPFSEPMERI
Está el oro tan perfecto, tan bien asentado y bruñido, que ningún oficial lo hará tan bien, y
atrévome a decirlo porque lo entiendo.
En la orla, o fimbria desta ropa, abajo, de la misma manera, tiene estas letras:
EAFM * IRENINI * FMEAREI
No van todas porque para dar por reliquias creo le han quitado un pedazo desta falda con la peana.
56 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
predominantemente en rojo con diversas flores en azul, colores ajenos a la «ropa
toda dorada, desde la garganta a los pies...; el oro tan perfecto..., bien asentado y
bruñido, que ningún oficial lo hará tan bien...».
Hay que destacar asimismo cómo el tallista adejero ha procurado disimular el
«muy gracioso bulto» de los senos virginales.
La bocamanga de la mano izquierda, con que tiene la vela, tiene ni más ni menos este letrero, que
dice:
LPVRINENIPEPNEIFANT
Tiene ceñida esta ropa por debajo de los pechos... con una cinta azul, y con letras de oro en ella
que son:
NARMPRLMOTARE

La orla [del manto] es de oro bruñido con letras latinas antiguas, coloradas, y las de la mano
derecha son:
OLM * INRANFR * IAEBNPFM * RFVEN
NV1NAPIMLIFINVIPI * N1PIAN
Las letras de la orla de la mano izquierda:
FVPMIRNA * ENVPMTI * EPNMPIR * VRVIVINRN
APVIMFRI * PIVNIAN * NTRHN
Por lo bajo de la orla del manto, a la parte trasera, dice así: NBIMEI * ANNEIPERFMIVIFVF

El famoso historiador y genealogista Gonzalo Argote de Molina se propuso dar una interpretación
al jeroglífico, resolviéndolo a su manera (ABRÉU GALINDO, págs. 308-309). La transcripción de Argote
es discrepante en absoluto de la que nos transmite Espinosa.
Véase sobre el particular la obra de JOSÉ RODRÍGUEZ MOURE: Historia de la devoción del pueblo
canario a Nuestra Señora de Candelaria. Santa Cruz de Tenerife, 1913, páginas 49-75. _
J. H. MORÁN: Sobre las letras de la primitiva imagen de la Virgen de Candelaria, en «Revista de
Historia Canaria», núms. 117-118 (año 1957), págs. 82-88.
ULPGC. Biblioteca

Cundió al óleo reproduciendo la primitiva imag< n de la Virgen de Candelaria, poi Cuxtóbal He¡ nándi . de
Quintana. i LA LAOIXA: Santuario del Santísimo cristo). A principios del siglo XVIII, el mencionado pintor
isleño nos legó este bello y detallado retrato de la patrona de Canarias, luciendo sus mejores ata’-ios y
alhajas.

Cortesía de L. de la Rosa.
Supuesta reprodvci ión d la Virp- >i de Candelaria, que recibe culto en la parroquia
d- Santa Ursula di' Adeje. Hay un cierto paralelismo n.ida más entre la imagen
primitiva y la talla que contemplamos.
La Virgen de Candelaria de Adeje, vista de frente.
La Virgen de Candelaria de Adeje, vista de espaldas.

el documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47

El profesor Hernández Perera admite como posible que el imagiñfflrt» de


Adeje contemplase al desnudo la escultura primitiva, dandV de ella una versión
totalmente libre y desincronizada. Véase cómo se expresa, odn su peculiar
competencia, el ilustre especialista: <

«Aunque el autor de la Virgen de Adeje pudo tener a la vista la


imagen primitiva, sin las vestiduras con qtie la ípiOt y'ira# tumbre la
envolvían hasta no dejar visibles más que él rustro y las manos de la
Virgen, y se ciñó indudablemente a copiarla, no dejó de sentirse influido
por las modalidades de estiló y factura de su propia trayectoria artística
y de su época; como también alteró la policromía, los motivos florales y
las mismas leyendas, llenas de variantes, el pintor dorador que
completaría el aspecto externo de la escultura. De aquí que también se
adviertan diferentes tratamientos de los paños y del plegado, de la misma

L Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


complexión y proporcionalidad de la figura, que se aparta del cierto
alargamiento vertical que otras interpretaciones dan del original y
desdibuja el carácter gótico que indudablemente tuvo, haciéndola más
clásica y cilindrica. Hay que tomar, pues, la imagen en Adeje como un
trasunto de la Candelaria original, el mayor y mejor facsímil conocido en
talla, como quiere Rodríguez Moure, pero no una copia literal y exacta
de la iconografía venerada por los guanches» 21.

Los dibujos que inspiraron al imaginero de Adeje —o la propia talla, en otro


supuesto—■ van a consagrar un prototipo de pintura o escultura de la Virgen de
Candelaria descubierta, que se propagará del uno al otro confín de la isla de
Tenerife, para extenderse más tarde al resto del archipiélago.

4. Elementos de caracterización de la escultura


mariana. Datacion de la misma.

podemos establecer, en conclusión, que el único auxiliar válido que poseemos


para datar la escultura de Candelaria es el relato pormenorizado
¡T~Véase la nota (siguiente.

de fray Alonso de Espinosa. Pese a su brevedad e inconsistencia, resulta posible


ahondar en los elementos de caracterización de la imagen, con el auxilio de los
poderosos medios de que dispone hoy la crítica histórico- artística.
58 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Nos sirve en este caso de inexcusable y valiosa guía el estudio del prestigioso
catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Madrid don Jesús
Hernández Perrera que lleva por título Precisiones sobre la escultura de
Candelaria, venerada por los guanches de Tenerife. A sus argumentos nos
atenemos puntualmente, por el acierto y la ponderación que los inspira. El único
escollo será la obligada concisión al exponerlos.
En primer término, una Virgen de pie, frente a las tradicionales re-
presentaciones sedentes de María, obliga a datar la imagen con posterioridad al
siglo XII. Es todavía poco; pero por algo precisa empezar. El niño Jesús, en el
brazo derecho de su madre, es otro poderoso indicio. En esculturas del siglo Xiv,
de pie, resultaría vano intento buscar en España un solo ejemplar que presente al
niño en la diestra virginal. Todas las representaciones de esta índole hasta ahora
conocidas se emplazan en el siglo xv o principios del xvi. Como ejemplos pudieran
citarse la sevillana Virgen del Socorro (convento de Concepcionistas) y la
segoviana Virgen de la Fuen- cisla. En cuanto al pájaro en las manos del niño
Jesús (que los especialistas en iconografía religiosa tratan de explicar como el
hombre en peligro de desorientación en su vuelo terrenal o el alma del pecador
que rompiendo los lazos de su cautiverio se refugia en Cristo), tampoco es dable
encontrar antecedentes hasta entrado el siglo xv.
Otros detalles secundarios o meramente accesorios, tales como la Virgen con
el pelo al descubierto, sin velo o toca; el manto sujeto por un cordón con lazo
(trena), y la vela empuñada en la mano izquierda, son patentes pruebas para
datar la talla dentro del cuatrocientos hispánico.
De acuerdo con estos postulados, rechaza Hernández Perera toda posible
vinculación de la Virgen de Candelaria con la imaginería mariana mallorquína
del trescientos: «Todas sus versiones de la Madre de Dios —dice— se arquean en
alargada ese que puede compararse con la famosa Virgen de Juana de Evreux
(Louvre). De las mallorquínas, tanto la Virgen del Lluch (siglo Xiv) como la
Virgen con el Niño (sacristía del mismo monasterio), de proporciones aún más
alargadas, permiten deducir el auge de este prototipo escultórico en el gótico
trecentista balear. Su cotejo con el bu]to más rígido y vertical (con ausencia total
de la doble arcuación en curva-contra- curva tan notoria en estas estatuas),
aparte la desigual proporción canónica entre cabeza/altura total de la Virgen de
Candelaria, hace descartar absolutamente la posible filiación trecentista y menos
aún mallorquína de la imagen tinerfeña.»
La Virgen de la Caridad, de la parroquia de San Lorenzo (izquierda), y la Virgen de la Hiniesta, de la parroquia de San Julián (derecha), ambas en Sevilla.
La, primera en alabastro y la segunda lignaria, datadas como de las postrimerías del siglo xiv, portan el Niño, con un pájaro, en el brazo izquierdo de
Nuestra Señora. La Virgen de la Hiniesta parece vincularse al núcleo artístico catalano-aragonés.
Cortesía de J. Hernández Díaz.
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47

En los primeros años del siglo xv se dejó sentir por todas partes el influjo de la
escuela borgoñona instaurada en Dijon por Sluter. La arenación sigmoidea de las
esculturas de la Virgen no sólo no desaparece, sino que el dinamismo y tensión
barroca con que mueven paños y actitudes aún remarca más la movilidad de las
imágenes marianas. Esta escuela dejó sentir su influjo en Navarra y Castilla; pero
sus prototipos están en abierta contradicción con la inmovilidad y verticalismo
que cabe descubrir en la Virgen de Candelaria.

Momento decisivo para nuestro objeto lo señala la recepción en Castilla la


Nueva del realismo flamenco, propagado por Hanequin de Bruselas, Egas
Cueman y Juan Alemán en el tercio medio del siglo xv. Con sus obras se instaura
el estilo anguloso y quebrado en pliegues y vestimentas, sirviendo a un
pictoricismo minucioso de inspiración eyckiana. El modelo de la Virgen se
inmoviliza, encerrada entre el laminado metálico y aristado del ropaje, al mismo
tiempo que se prodigan minucias en relieve como bordados y pedrerías, entre los
que no dejarían de aparecer epigrafías en letras góticas. A estos prototipos se
adscribe plenamente la imagen de la Candelaria, que puede parangonarse con las
dos Vírgenes de la catedral de Cuenca, portadoras del niño en la diestra y el
pajarillo entre manos (siglo xv).

La supervivencia de letras latinas en las enigmáticas cenefas, en lugar de


epigrafías góticas, debe estimarse como una expresión de arcaísmo dentro de las
modalidades típicas de la escuela.

Por cuanto se ha expuesto, Jesús Hernández Perera se atreve a formular su


parecer en estos términos:

«Por todo lo dicho (y sin que quepa dar un dictamen definitivo ante
la inseguridad de datos acarreados en este análisis, motivada por la
escasez de imágenes marianas puntualmente fechadas), no parece
sostenible una datación de la Virgen de Candelaria en la última década
del siglo XIV como pretenden los historiadores locales desde el P.
Espinosa, ni tan siquiera dentro del primer tercio del XV; por oponerse
a ello no sólo las características de estilo que han sido esbozadas, sino los
ingredientes iconográficos comentados, todos ellos sólo rastreables en el
Quattrocento avanzado. Si los contactos de la imagen con la factura
eyckiana en plegados no llegan, sin embargo, hasta la moda de la
aparición de epigrafías en caracteres góticos, tal vez no haya que
retrasar su datación a los años de la segunda mitad del xv. Por
consiguiente, parece prudente situar estilísticamente la Virgen canaria
hacia el centro del siglo, al finalizar la primera mitad, quizá por la
década 1440-1450, o con alguna elasticidad dentro del segundo cuarto de
la centuria, aunque por
76 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

tratarse de una obra de un cierto sincretismo que no habla de un


escultor innovador de vanguardia, la balanza habría que inclinarla del
lado de la menor precocidad» LVIII.

La documentación histórica, por un lado, y la crítica artística, por otro, se


conjugan para fijar el esculpido y descubrimiento de la Virgen de Candelaria
entre los años 1430-1450.

5- La playa de Chimisay y el «aucbón» del


barranco de Cbinguaro. Sucesión de acon
tecimientos.

Aclarado el arduo problema de la fecha aproximada de aparición de la Virgen


de Candelaria, dentro de las limitaciones naturales a que el juicio humano está
siempre sometido, nos queda ahora por abordar el descubrimiento en sí mismo,
señalando dónde, cómo y en qué circunstancias se produjo.
Sobre el particular cabe señalar dos posturas antagónicas. La primera está
representada por la tradición escrita y oral tal como sobrevivía en la segunda
mitad de la centuria xvi, un siglo largo después de la aparición. Son sus
portavoces fray Alonso de Espinosa y fray Juan de Abréu Galindo. Para estos
autores, la venerada imagen fue descubierta sobre una pequeña roca que emergía
de la arena de la playa de Chimisay, en la costa de Güímar. Pocas jornadas más
tarde sería trasladada procesionahnente al barranco de

LVIII Manuscrito pendiente de publicación en el número 21 del «Anuario de Estudios Atlánticos».


Louis RÉAU: Iconographie de l’Art Chrétien, tomo II, Iconographie de la Bible, II, París, P, U. F.,
págs. 99-100.
MANUEL TRENS: María. Iconografía de la Virgen en el arte español. Madrid, 1946, páginas 610-
612.
JOSÉ HERNÁNDEZ DÍAZ: Iconografía medieval de la Madre de Dios en el antiguo reino de Sevilla.
Discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid, 1971, págs. 18-20,
28 y 30, figs. 36 y 38.
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 47

Chinguaro, para ser guarecida en el «auchón» del propio mencey de la comarca.


Desde este cobijo temporal volvería a emigrar, andando el tiempo, hasta quedar
definitivamente instalada en la cueva de Achbinico, conocida, con posterioridad,
con el nombre cristiano de cueva de San Blas LIX.
La segunda opinión aparece circunstancialmente defendida por el mino- rita
fray Martín Ignacio, quien estuvo de paso en Tenerife allá por el año de 1580. En
su relato se inspirarían, poco tiempo más tarde, el agustino Juan González de
Mendoza y el dominico portugués fray Joáo dos Santos al dejar constancia, en sus
publicaciones respectivas, de la aparición de la Virgen. Según Martín Ignacio y
sus fieles seguidores, la Candelaria fue hallada «en una cueva [Achbinico], que el
día de hoi es parroquia, donde acostumbravan los pastores guarecerse de las
aguas i otras inclemencias del cielo i meter sus cabras...; yendo un día un pastor
dellas a meterlas en la dicha cueva...», se encontró de improviso con la extraña
huéspedaLX.
Entre ambas versiones# no es preciso aguzar excesivamente el espíritu crítico
para dar absoluta preferencia a la que defienden los frailes Espi- nosa-Abréu,
respaldada por el peso de una tradición, en lo que cabe, próxima.
De la mano de los dos religiosos citados, y con particular preferencia por la
pluma mejor informada del dominico, resulta factible reconstruir el emocionante
episodio.
Allá por los años remotos de 1430-1450, los misioneros franciscanos andaluces
del convento de Fuerteventura, ansiosos de propagar la religión de Cristo entre
los indómitos guanches de Tenerife, decidieron sorprender a los mismos con una
bella imagen de la Virgen de Candelaria, que conducían en una nao con ese
preciso objetivo. Si, como era de esperar, los indígenas la conservaban y acaso
veneraban, podía ser la más eficaz mensajera de la futura misión.
Acercándose con el mayor sigilo a las costas sureñas, descubrieron la
diminuta playa de Chimisay, sobre cuyas arenas depositaron la imagen,
escogiendo una roca para pedestal de la misma.
Podrá imaginarse la sorpresa de los guanches moradores del menceyato de
Giiímar cuando descubrieron jomadas más tarde la bella imagen de la Virgen de
Candelaria, con su cándido rostro entre pensativo y absorto.
Es llegado así el momento de ceder la pluma a fray Alonso de Espi-

LIX28 ESPINOSA, págs. 51-64; ABBÉU GALINDO, págs. 302-304.


LX JUAN GONZÁLEZ DE MENDOZA: Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres del gran
reino de la China. Roma, 1585, págs. 299-303.
JOÁO DOS SANTOS: Etiopia Oriental. Lisboa, 1609, págs. 350-351.
62 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS

liosa, el impar cronista de la Virgen, su culto y milagros. He aquí la ingenua


referencia del primer descubrimiento:

«Apareció en un lugar desierto y muy seco, a la orilla de la mar, junto


a una playa de arena que tendrá media legua de largo, a la boca de un
barranco, sobre una piedra: donde, por memoria deste aparecimiento,
pusieron después los cristianos una cruz que hoy está en pie, y un poco
adelante fundaron una pequeña ermita que llamaron del Socorro. El
cómo fue descubierta y apareció pasa así.

Yendo dos naturales por aquella costa repastando su ganado,


habiendo de pasar por aquella playa, llegando el ganado, que por la
playa iba derramado, a la boca del barranco, se espantó y, no queriendo
pasar, remolinaba. El uno de los pastores, creyendo que su ganado se
espantaba porque sentía gente y pensando que fuesen algunos naturales
que le querían robar y saltear su ganado, como lo tenían por costumbre
de hurtarse unos a otros, para certificarse pasó adelante, y mirando
hacia aquella parte del barranco, vido la santa imagen que estaba en pie
sobre una peña. Y como persona que de semejantes visiones estaba
desusada, no sin pavor se la puso a considerar, y parecióle (porque tenía
un niño en brazos) ser mujer, aunque extrañó el traje y color» 25.

La violenta reacción de los pastores güimareños y el castigo divino a su


obstinado desacato lo recoge el fraile dominico de la tradición con toda su ingenua
carga legendaria:

- «Y porque entre ellos era costumbre que, si topaban alguna


mujer a solas y en lugar solitario, no la hablaban, porque incurrían en
pena de muerte, le hizo señas para que se apartase, poi> que su ganado
que remolinaba tuviese lugar de pasar. Pero como la imagen no hiciese
movimiento alguno, ni respondiese palabra, amohinóse el pastor y acudió
a sus acostumbradas armas, que eran piedras y, asiendo de una, levantó
el brazo, y fuése para amenazarle, o para tirarle con ella. Y así como
levantó el brazo, yendo a desembrazar para hacer su tiro, se le quedó,
yerto y extendido, sin poderlo rodear.

El otro compañero, habiendo visto lo que pasaba, y no quedando


escarmentado, cobrando atrevimiento de que no había mudamiento ni
voz y de que, aunque hablaban al bulto o imagen, no

28
Páginas 51-52.
O Del documento, los autores. Diniuiizaaón realizada por ULPGC BíbOofeoa Univerailaria.

Los guanches del reino de Güimar descubren sobre una roca de la playa de Chimisay
a la imagen de la Virgen de Candelaria. Pintura mural de Carlos de Acosta. 176Jf.
(LA LAGUNA: Escalera del Ayuntamiento).
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 63
respondía, quiso hacer nueva experiencia, aunque a costa suya, y de ver
si era cosa viva; y llegándose cerca con más miedo que vergüenza, tomó
una tahona, que es una piedra prieta y lisa como azabache, que, herida
una con otra, se hace en rajas y queda con filo como navaja, con que
sangran y sajan; tomando, pues, esta piedra, se llegó a la santa imagen
para quererle cortar un dedo de la mano, por satisfacer a su ignorancia y
ver si sentía; y poniendo el dedo de la imagen sobre el suyo y comenzando
a cortar en él, hallóse el necio burlado, porque la herida se daba a sí pro-
pio en sus dedos, sin hacer daño a la mano de la santa imagen. Y siendo
aún porfiado y pertinaz (porque era necio), probó otra vez, mas caíale a
cuestas, porque sus dedos estaban corriendo sangre de las heridas que él
propio sin querer se daba, y los de la santa imagen quedaron libres y
sanos, sin señal alguna» 20.

La amplitud del relato del fraile dominico impone resumirlo por imperativo
de la brevedad. Los pastores guanches, amedrentados por la aparición, decidieron
comunicar inmediatamente la extraña nueva al mencey de Güímar. El monarca
sureño, no menos sorprendido con el hallazgo, reunió al consejo o ta-goror para
tomar la resolución más conveniente. Deciden, a la vista de los sucesos,
trasladarse a la playa, donde el mencey y sus consejeros quedaron sobrecogidos
ante la contemplación de la sagrada escultura.
El régulo sureño resolvió entonces transportar a la Virgen de Candelaria a su
propia morada y despensa. Las incidencias del viaje han dejado en la tradición
toda una secuela de hechos donde la fantasía se carga de sabor legendario.
En primer término, la curación milagrosa de los pastores tullidos o le-
sionados :
«Con todo aquesto propusieron de llevarla a la casa y sitio del rey,
para tenerla allá consigo; pero ninguno osó echarle mano ni llegarse a
ella para alzarla, recelándose no le aconteciese lo que a los pastores, Y así
mandó el rey que, pues ellos habían hecho la primera experiencia,
acometiesen a hacer la segunda y le echasen mano para llevarla.
Ordenábalo Dios así, para que la gloria de su madre se manifestase y en
opinión y estima el pueblo gentil se confirmase. Llegan los dos pastores,
el uno manco de los dedos de la mano y el otro del brazo, y en poniendo
sus manos y tocando la santa reliquia para haberla de alzar (cosa
milagrosa), quedan el uno y el otro de sus lesiones sanos y buenos, con
grande admira-

20
Páginas 52-53.
81 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

ción de los presentes, que con voces y silbos aplaudían el hecho y


gratificaban y agradecían el beneficio recibido.»

Después, el dificultoso transporte de la imagen a hombros de los naturales :


«Y así con la más decencia que pudieron y con la mayor reverencia
que supieron la llevan en brazos su camino. Mas permitiéndolo Dios así,
para que todos gozasen de la piadosa carga, y la honra y trabajo fuesen
común, habiendo andado espacio de un tiro de escopeta poco más, con
ser la imagen liviana y ellos hombres de muchas fuerzas, fue tanto el
peso y carga que los que la llevaban sintieron, que les fue forzoso parar y
pedir ayuda y socorro...»
Fray Alonso de Espinosa apostilla el suceso con este comentario, que envuelve
una censura:
«...y por aquesta razón, en este propio lugar, después que la isla fue
de cristianos, habiendo' sabido este caso, fundaron una pequeña ermita
que llamaron del Socorro, que siempre ha sido muy venerada y
frecuentada, aunque no reparada, porque hoy está caída. Tan poca es la
devoción de los presentes.»
Retomando ahora al desarrollo de los acontecimientos, la imagen fue al fin
depositada en el «auchón» del monarca sureño:
«Pues siendo socorridos y ayudados, tomaron a proseguir su camino
hasta llegar a las moradas del rey de Güímar, que eran como media
legua de donde la santa imagen apareció en un barranco; y el lugar de su
habitación llamaban Chinguaro. Donde en un canto de la morada, sobre
unas pieles de cabras y ovejas (que otras alfombras ni doseles no tenían),
la pusieron en la decencia que sabían y podían hombres que no estaban
acostumbrados a reverenciar ni adorar dioses ni estatuas, ni tratar cosas
divinas.»
Abréu Galindo registra algún detalle singular: «llegaron con la imagen a la
cueva, que era como despensa del rey, que llamaban auchón, media legua de
donde apareció en un barranco, que llaman agora Chinguaro...».
Para terminar, refiere el fraile dominico la junta o asamblea general que
tuvieron los nueve menceyes de la isla, bajo la presidencia del monarca de Taoro,
Betzenuhya, para informarse del hallazgo, admirar la bella escultura y resolver
sobre su ulterior destino. El acuerdo fue unánime en favor de la permanencia en
el cantón de Güímar, donde la Virgen de Candelaria empezó a recibir ingenua
veneración de los naturales LXI’.

LXIESPINOSA, págs. 53-60; ABRÉU GALINDO, págs. 303-304.


LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 65

6. El gu anche Antón identifica a la Virgen de


Candelaria. Traslado de la imagen a la cueva
de Achbinico.

La tradición, histórica, recogida puntualmente por los cronistas, hace re-


ferencia a la circunstancia ocasional que permitió a los guanches identificar a la
imagen de la Candelaria, descubriendo en ella la representación de la madre de
Cristo, el Dios encamado.
Entra en juego en todos los relatos la personalidad del guanche Antón, a
quien estaba reservado el papel de mediador para el logro del sagrado objetivo.
Los dos cronistas básicos, Espinosa y Abréu Galindo, se muestran acordes en
la esencia del episodio; pero discrepantes, en cambio, en los detalles accesorios.
El fraile dominico da por sentado que el joven Antón había sido capturado en
Tenerife alrededor del año 1420, en una de las entradas llevadas a efecto por los
moradores de Lanzarote y Fuerteventura. Catequizado y neófito, retomó como
adalid a la isla de su naturaleza, en la que iba a permanecer por espacio de algún
tiempo. Espinosa se muestra confuso en cuanto al móvil, pues vacila entre
declararlo fugitivo o emisario apostólico.
Después de diversas peripecias, Antón pudo darse a conocer a sus con-
terráneos, quienes lo recibieron alborozados. Esta circunstancia fue aprovechada
por el mencey de Giiímar para mostrarle, en su propio auchón, el singular tesoro.
La ingenua pluma del fraile cronista nos informa del emotivo episodio:
«Cuando Antón la vido, hincó las rodillas en tierra y poniendo las
manos, hace señas para que todos hagan lo mismo. Y así, el rey como los
demás se postraron luego delante de la santa imagen. Y levantándose
Antón en pie (después de hecha su adoración y oración), toma oficio de
predicador y comiénzales a decir el bien que poseían, el tesoro que
tenían, la dicha que alcanzaban, la honra que conseguían en tener tal
abogada, tal huéspeda, tal compañera, tal patrona, tal señora en su
tierra.»

6
83 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Para aclararles más sus confusas ideas, prosiguió: .

«Porque ésta és (diciéndolo en su propio lenguaje): Achmayex,


guayaxerax, achoron, achaman, la madre del sustentador del cielo y
tierra, y por tanto es reina de uno y otro; ésta es en la que los cristianos
tienen puesta su esperanza, y pues tal prenda tenéis en vuestra tierra,
saberla conservar, saberla servir y agradar, para que por su medio e
intercesión vengáis al verdadero conocimiento de Dios, que es el
Guayaxerax que confesáis; por tanto, sabed agradecer este beneficio,
porque como a ingratos no- os lo quite Dios» 2S.

Por lo que respecta a Abréu Galindo, su parecer es discrepante en el


desarrollo de los sucesos. Supone que el guanche Antón decidió por su propia
cuenta emigrar a Lanzarote en 1464, incorporándose al séquito del obispo don
Diego López de Illescas. Una vez catequizado y cristianado, hizo la revelación de
la presencia de la efigie de la Virgen de Candelaria en el men- ceyato de Güímar,
circunstancia que despertó una extraordinaria curiosidad.
Andando el tiempo, y en una de las entradas del señor de las Canarias Diego
de Herrera, Antón buscó refugio en la isla de Tenerife, donde permaneció oculto
por espacio de varios días hasta que consiguió ser reconocido por sus
connaturales. Después procedió a identificar a la Virgen de Candelaria,
despertando con ello una mayor veneración por parte de los indígenas LXII LXIII.
De las dos versiones, la más atinada parece ser la de Espinosa, tanto por lo
que respecta a la fecha ■—con las naturales oscilaciones—■ como a los actores.
Si el eremitorio de Güímar estaba consolidado a mediados del siglo xv bajo el
patrocinio de la Virgen sureña, no parece admisible la fecha de 1464 para la
identificación ni la intervención casualmente mediadora del obispo Illescas junto
con Diego de Herrera.
El cronista dominico revela otro pormenor digno de ser resaltado: el traslado
de la Virgen de Candelaria desde Chinguaro a la cueva de Achbi- nico, como
signo de respeto y para mayor resguardo. He aquí sus exactas palabras:

«Trata Antón, que no es decente cosa que la santa imagen esté donde
haya trato y tráfago de gente, porque no se le pierda el respeto, mas que
se le busque lugar conveniente, donde la pongan, que sea ella señora de
su casa, porque así lo acostumbran los cris-

LXII Páginas 60-62.


LXIII Páginas 116-117.
LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE 67

tianos, que la saben venerar. Y per esto dase orden que, pues había
aparecido a la orilla de la mar, la lleven a una cueva que está junto a
ella, donde solían ordeñar sus ganados, y la llaman Achbinico, que los
cristianos llamaron después cueva de San Blas. En ésta la pusieron, con
la decencia que supieron y alcanzaron.

Divulgóse la fama desto; va la voz discurriendo por la isla, que la


mujer que en el reino de Gíiímar había aparecido, era la madre del
sustentador del mundo, a quien ellos confesaban y tenían por Dios.
Acuden de todas partes a la dedicación que de la cueva se hacía, y
júntase gran número de gente; ordenan fiestas y regocijos, danzas,
bailes, pruebas y saltos de mucha ligereza, carreras, luchas, tirar la
lanza y otros loables ejercicios con que su mucha agilidad, buena
disposición, destreza y fuerzas cada cual procuraba mostrar. Quedó
concluido y por ley asentado que tantas veces en el año se junta en este
lugar, por honra de la madre de Dios...

Así que quedó la santa imagen en la cueva de San Blas encomendada


a Antón, que era su sacristán, y a otros viejos que el rey había puesto
para que le guardasen y mirasen por ella, barriendo la cueva donde
estaba» 30.

Problema conexo con el hallazgo de la Virgen de Candelaria, su identi-


ficación, reverencia y culto, es el relativo a la supuesta piadosa captura de la
imagen por las huestes de Sancho de Herrera, hijo varón tercero de los señores
de las Canarias Diego García de Herrera e Inés Peraza. La única fuente original
sobre el tema es, como en otras ocasiones, fray Alonso de Espinosa, quien recoge
una tradición oral en la que late a lo sumo un leve trasfondo de veracidad.

Según el cronista dominico, Sancho de Herrera (a quien denomina erró-


neamente «señor de las dichas islas»), lleno de fervor por la Virgen de
Candelaria, reclamó a los güimareños la posesión de la imagen, alegando que era
una reliquia de cristianos; propósito que tropezó con la obstrucción cerrada de
los guanches y con el veto enérgico del mencey de Taoro.

En vista de ello decidió valerse de una estratagema para el logro de su


objetivo. Fingió que se alejaba de la isla; desembarcó en la misma por sorpresa;
cautivó a la imagen y alzó velas con dirección a Fuerteventura, para depositarla
más adelante en Lanzarote. Relata el fraile cronista, con puntual fervor, la
actitud de protesta de la Virgen y los diversos males

80
Páginas 63-64.
68 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

que la prisión, trajo aparejados, hasta que optaron lo» majoreros por devolverla,
sana y salva, a su rústica inorada tinerfeña LXIV.

Este hedió resulta en absoluto- inverosímil. Cada una de sus circunstancias,


incluyendo al protagonista, deben ser rechazadas. Si desde mediados del siglo XV
las misiones franciscanas habían arraigado sobre el suelo de Tenerife, teniendo a
Güímar como sede matriz, el supuesto robo se contradice abiertamente con el
desarrollo de los acontecimientos.
Cabe acaso descubrir en esta piadosa leyenda un leve atisbo de veracidad.
Sabemos, por el capítulo anterior, que entre los misioneros y los güimareños se
produjeron momentos de tensión y tirantez. Recuérdese que de resultas de uno
de ellos fray Masedo quedó por cierto tiempo cautivo entre los guanches, hasta
que pudo ser liberado por mediación de Martín de la Torre®2.

En alguna circunstancia de peligro, ¿evacuaron la isla los misioneros,


llevándose consigo a la Virgen patrona?

LXIVPáginas 70-75,
82
Véase el capítulo I, pág. 34.
CAPITULO 111

PLANES DE DOMINACION POLITICA

PAZ Y GUERRA

INCORPORACION DE TENERIFE A LA CORONA DE CASTILLA


CON EL «STATUS» DE TERRITORIO REALENGO
i. Intentos de dominación política. Sumisiones de
régulos indígenas en Gran Canaria t/
Tenerife.

Si los misioneros iniciaron los contactos espirituales con la isla de Tenerife al


promediar la centuria decimoquinta, por igual fecha se datan las primeras
negociaciones de los señores temporales con vistas a extender pacíficamente la
dominación política.
En este aspecto concreto, y por su carácter de franco precedente, no se puede
silenciar la acción similar llevada a cabo por Diego García de Herrera en la isla de
Gran Canaria al edificar primero la torre de Gando, en la costa sureste, y al
conseguir más tarde la simbólica sumisión de los dos gua- nartemes o reyes que se
dividían el gobierno de la misma.
La fortaleza de Gando tuvo que ser cimentada en una fecha oscilante entre
1457-1459. Una expedición militar preparada en Lanzarote puso pie en la
mencionada bahía, apresurándose a edificar una torre de piedra, llamada a
sobrevivir largo tiempo. Nombrado el alcaide y acantonada la correspondiente
guarnición, la diminuta fortaleza sería sometida a prueba en 1459, al set tomada al
asalto por las huestes lusitanas comandadas por Diego da Silva de Meneses \

1
Era vastago tercero de Rui Gomes da Silva, alcaide mayor de Campo Mayor y Ougela, y de su
esposa Isabel de Meneses, hija bastarda del conde de Vila Real y primer capitán de Ceuta, el famoso
don Pedro de Meneses.
Fueron sus abuelos, por linea paterna, Aires Gomes da Silva y Estebanina Martines.
Diego da Silva figura en los documentos españoles como «criado» del infante don Fernando. Por
cierto que a las órdenes de este último tomó parte en la desgraciada expugnación de Tánger (enero de
1464), quedando prisionero en poder de la morisma.
Andando el tiempo ejercería el cargo de ayo del duque de Beja, don Manuel,, futuro
72 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Como Castilla y Portugal estaban por entonces en paz, aquel acto de hostilidad,
rayano en acción pirática, era un episodio más de la rivalidad por el dominio y
soberanía sobre el espacio atlántico que se venían disputando encarnizadamente
ambas coronas. Las reclamaciones diplomáticas por parte del monarca castellano
Enrique IV determinaron que la torre fuese devuelta a su legítimo poseedor. Para
que este justo objetivo se lograse tuvieron que mediar una serie de laboriosas
circunstancias, dignas de particular mención.

En primer término, una carta de reclamación del monarca castellano a su


cuñado Alfonso V, suscrita en Segovia el 27 de junio de 1460. Más tarde, una
orden conminatoria del soberano luso, expedida en Lisboa el 10 de junio de 1461,
para que Diego da Silva hiciese entrega de la torre al señor de las Canarias. Por
último, las conversaciones de los emisarios de una y otra parte, canarios y
portugueses, con vistas a la devolución de la fortaleza LXV LXVI LXVII LXVIII LXIX LXX LXXI
LXXII LXXIII
.

Otra sorprendente circunstancia se impone señalar. Diego da Silva quedó en


Gando por alcaide durante cierto espacio de tiempo, en nombre y representación
del señor de las Canarias. Para mayor garantía de su limpio proceder, compareció
en Lanzarote el 30 de septiembre de 1462, prestando solemne pleito homenaje a sus
legítimos detentadores. En el acta que suscribió se comprometía a no servir al rey
de Portugal mientras regentase la alcaidía de la fortaleza de Gran Canaria s.

Es curioso señalar que los enemigos a muerte de ayer se trocaron, bien pronto,
en aliados y parientes, concertándose para el futuro el matrimonio de Da Silva con
la hija mayor de Herrera, doña María de Ayala LXXIV.

LXVrey de Portugal con el nombre de Manuel I d Afortunado. Este monarca recompensó sus servicios
con el título de conde de Portalegre.
Casó con doña María de Ayala, hija primogénita de los señores de las Canarias.
Murió en 1504, dejando varios hijos.
La conquista y ocupación de la torre de Gando fue la última de las empresas militares del infante
lusitano don Enrique el Navegante, organizada y preparada cuando ya estaba con un pie en el sepulcro.
RUY DE PINA: Chronica d’el rey D. Ai jomo V. Collegao de livros inéditos de Historia Portugueza.
Lisboa, 1790, tomo I, págs. 504 y 509.
Livro de lirihagens do sécalo XVI. Edición de Antonio Machado de Paria. Lisboa, 1956, páginas 103-
118 y 121. Cabitos: Información, págs. 155 y 184 (declaraciones de Juan Iñi- guez de Atabe y de
Gonzalo Rodríguez).
RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, págs. 132-140.
LXVI A. H. N.: Cornejos suprimidos, leg. 34.202. Luis MEUIÁN DE BETANCOR: El origen y
LXVIIprincipio de la conquista y posesión de las yslas de Fuerteventura y Lanzarote..., fo
LXVIIIlios 110 v.-lll y 113-114 v.
LXIXEste manuscrito será citado en adelante, para abreviar: El origen y principio de la con
LXXquista. ..
LXXIConsúltese el Repertorio de Siglas y Abreviaturas (pág. 16).
LXXIIRUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, págs. 131-137.
LXXIII MELIÁN DE BETANCOR: El origen y principio de la conquista..., fols. 113-114 v,
RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, págs. 137-138.
LXXIV Cabitos: Información..., págs. 181, 184, 186, 188, 190, 195, 197, 201, 203 y 205.
Los testigos de esta valiosa información (ignorantes de la paralela negociación diplomática y las
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 73

El segundo acontecimiento memorable, la sumisión y vasallaje a Diego García


de Herrera de los dos guanartemes de la isla de Gran Canaria, los de Gáldar y
Telde, tuvo como escenario el Puerto de las Isletas y se data en agosto de 1461, en
perfecta correlación con los anteriores episodios. Es probable que después de la
primera entrevista entre Diego García de Herrera y Diego da Silva en el marco de
la fortaleza de Gando LXXV se produjese el acto de vasallaje indicado.
Para este caso concreto nuestra mejor fuente de información es el cronista
Ahréu Galindo, que tuvo conocimiento directo del acta oficial levantada por el
escribano Hernando de Párraga, cuyos pormenores internos resume:
«Y aquí tomó posesión Diego de Herrera de la isla de Gran Canaria,
en el Puerto de las Isletas, miércoles 12 de agosto de 1461, presentes loa
dos guanartemes de Telde y Gáldar. Y el domingo siguiente, 16 de agosto,
le besaron la mano los dichos guanartemes, siendo testigos el obispo de
Rubicón don Diego López de Illescas y Juan Negrín, rey de armas; y el
bachiller Antón López, provisor del obispo; y el gobernador Alonso de
Cabrera, capitán general de las islas de Gran Canaria; y Pedro de Padilla
y Alvaro Becerra de
Valdevega y Alonso Rodríguez Cabezudo, Mateo Alonso, Marcos
Gómez, Francisco de Morales, Lope de Zurita. Era escribano Hernando
de Párraga. Con esta diligencia se contentó Diego de Herrera; y dejando
contentos Jos canarios, se tornó a embarcar y volvió a Lanzarote» LXXVI.
órdenes reales emanadas de Lisboa) dan como motivo principal de la paz, que trajo consigo la
devolución de la torre de Gando, el concierto matrimonial Silva-Ayala.
A este enlace y paz subsiguiente aluden diversos cronistas: ABBÉU GALINDO (pág. 119), MARÍN Y
CUBAS (pág. 98), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 254), VIERA Y CLAVITO (tomo I, págs. 459-462) y
MILLARES TORRES (tomo III, págs. 198-199).
La boda con doña María de Ayala tuvo que verificarse en 1463 o con posterioridad a 1465 (después
de recuperar la libertad tras permanecer cautivo en las mazmorras marroquíes).
La primera fecha es la más verosímil. Para ello tendría que contar su esposa trece o catorce años, lo
que forzaría su nacimiento en 1449-1450.
Esta circunstancia resulta aceptable. Sabemos, por documento fehaciente, que en 1445 su madre
doña Inés Peraza era soltera (mayor de catorce años y menor de veinticinco). Pero nada se opone a que
ese mismo año o escasamente después contrajese matrimonio con Diego García de Herrera.
Cabitos: Información. Parte documental, págs. 557-571. (Escritura de permuta entre Guillén de las
Casas, de una parte, y Fernán Peraza —en nombre y representación de sus hijos Guillén Peraza e Inés
[Peraza] de las Casas— de otra. Sevilla, 28 de junio de 1445.)
LXXVLa orden de Alfonso V para que Diego da Silva entregase la fortaleza de Gando es de 10 de
junio de 1461. Pudo arribar a Gran Canaria, y d>e rechazo a Lanzarote, a fines de ese mismo mes o
por todo el siguiente.
Existe un evidente sincronismo entre este acontecimiento y la subsiguiente sumisión de los
guanartemes de Gran Canaria.
LXXVI0 Páginas 115-116.
Con independencia de Abrán Colindo, el licenciado MELIÁN DE BETANCOB, inspirándose en igual
documento, da cumplida información de la toma de posesión de 1461. Añade además estos pormenores
curiosos: «Y en reconocimiento de su derecho le dieron para siem- , pre jamás la orchilla de aquella isla
y todos los demás derechos. La qual posesión tomó con su estandarte tendido, tocando trompetas y
atabales y haciendo otros actos. Como parece por los testimonios de Hernando Pagado, escribano
74 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Se trata, como puede verse,, de un acto meramente simbólico, sin valor ni


efecto jurídico alguno, como no quepa descubrir el propósito de invocación de
derechos en un futuro más o menos inmediato, bien como respaldo frente a la
corona, bien contra terceros.
En la isla de Tenerife las acciones dominicales de Diego García de Herrera se
desenvuelven por un orden inverso. La sumisión de los régulos guanches precede a
la construcción de la torre de Anaga, en el actual perímetro de la capital
nivariense.
En 1464, con tres años de retraso, pudo al fin Diego García de Herrera
aprestar en Lanzarote una expedición militar con el exclusivo objeto de tomar
posesión de la isla de Tenerife. La ferocidad de los guanches y la laboriosa
negociación previa explican la demora. El acontecimiento nos es puntualmente
conocido por el acta oficial que levantó el escribano Hernando de Párraga, de la
que se ha conservado fidedigno testimonio.
El escenario de la acción fue «el puerto que se llama el Bufadero», y la
jornada escogida «un sabado veinte y un dias del mes de junio». Ante «Die-

público de Lanzarote, y del obispo don Diego López de Illescas, obispo de Rubicón» (El origen y
principio de la conquista..., fol. 112).
Inspirándose en Abren Galludo reproduce la sumisión de los régulos grancanarios algún que otro
historiador. Destaquemos a MARÍN Y CUBAS (pág. 90), VIESA Y CLAVIJO (tomo I, páginas 449-50) y
MILLARES TORRES (tomo III, págs. 187-189).
El profesor don Juan Alvarez Delgado, en su valioso estudio La conquista de Tenerife... (pág. 8),
pone en duda la presencia personal del obispo Illescas en el acta de posesión de 1461, ante el paralelismo
de actuar como simple ratificante del escribano en la subsiguiente toma de posesión de 1464 (véase más
adelante la página 75 de este mismo capítulo).
Ahora bien, la actuación como testigo del «bachiller Antón López, provisor del obispo», refuerza
la probable actuación dúplice del prelado Illescas:
1.® 1461: testigo del acta de posesión.
a
2. 1465-1466: ratificante del documento al enviar informaciones al rey de Castilla Enrique IV
sobre el mejor derecho de doña Inés Peraza y su marido Diego García de Herrera al señorío integral de
las Canarias.
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Testimonio del acta de posesión de Tenerife por Diego Garda de Herrera en IkGlf
(SANTA CRUZ: Archivo Histórico Provincial).
Cortesía de M. L. Fabrelles.
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niartalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006


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Pagina segunda y última del testimonio anterior. El original, en pergamino, fue exhibido por el insigne
polígrafo Gonzalo Argote de Molina —quien seguramente lo extrajo del archivo de la familia Herrera-
Peraza- y testimoniado a petición del alcalde mayor de Fuerteventura Melchor de Armas. Aparece
suscrito por el escribano Pedro Negrín y por Argote.
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 75

go de Perrera, señor de las dichas islas..., parecieron... el gran rey de Imo- bacli
de Taoro; el rey de las lanzadas, que se llama rey de Güímar; el rey de Anaga;
el rey de Abona; el rey de Tacoronte; el rey de Benicod; el rey de Adeje; el rey
de Tegueste; el rey de Dante...». El curioso documento prosigue: «E todos los
sobredichos nueve reyes juntamente hicieron reverencia y besaron las manos
al sobredicho señor Diego de Ferrera obedeciéndolo por señor...». Los gritos de
ritual, pronunciados por Juan Ne- grin, rey de armas: «Thenerife, Thenerife,
Thenerife por el rey don Enrique de Castilla y de León...», sirvieron para
sellar el solemne e intrascendente acto.
Hay que imaginarse la cara de sorpresa de los régulos guanches al contemplar cómo
Diego de Herrera acometía las acostumbradas prácticas posesorias medievales,
«hollando la tierra con sus pies... y cortando ramas de árboles...».

t. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


Cuando los expedicionarios arribaron a Fuerteventura, en el viaje de retomo, don
Diego de Herrera conminó al escribano a que levantase acta del feliz suceso, dándole,
para su gobierno, el oportuno testimonio. Se hallaban presentes corno testigos «los...
trujamanes, rey de armas [Juan Negrín] y Matheos Alonso, vecinos de la isla de
Lanzarote, y Alvaro Becerra de Val- devega e García de Vergara, vecino de Sevilla, e
Juan de Aviles, maestro, vecino de San Lúcar de Barrameda, e Luis de Morales,
vecino de la isla de Fuerteventura, e Luis de Casañas, vecino de la isla de Lanzarote, e
laco- mar del Fierro e Antón de Simancas, vecinos de la dicha isla del Hierro, y otros
muchos que sabían la lengua de la dicha isla de Tenerife...» LXXVII.
Para darle mayor autoridad al documento, fue éste ratificado por el Í
obispo de Rubicón don Diego López de Illescas al remitirlo a la corte de ®
Castilla (1465-1466) LXXVIII. S
De las ceremonias posesorias reseñadas dan puntual noticia los actores y testigos de la
Información de Esteban Pérez de Cabitos (1477). Empece- naos por el procurador del
propio señor de las Canarias, quien se hace eco del valioso cuanto exagerado testimonio:
«por la guerra que les ha fecho e face han obedescido e obedescen a los dichos Diego de
Ferrera e doña Inés, su muger, por señores de las dichas islas, e les dieron la possession e
besaron la mano e han andado pacificamente por la tierra e puesto justicia por si...».
Véanse ahora algunas de las deposiciones. Martín de la Torre se limita a asegurar «que
oyo dezir quel dicho Diego de Ferrera salió en Tenerife e en la Gran Canaria, e que les
obesdecieron algunos de los canarios de ellas, los principales...». Diego Martínez atestigua
LXXVII Archivo Histórico Provincial de Tenerife. Protocolo del escribano Juan Antonio Sánchez de
la Torre (20 de abril de 1708), leg. 1.178, folio 55.
Dicho testimonio fue autenticado en 1590 por el insigne genealogista Gonzalo Ar- gote de Molina, cuya
esposa, doña Constanza de Herrera, descendía de la familia señorial.
MELLAN PE BETANCOB: El origen y principio ele lo conquista..., fol. 112-112 v.
De los cronistas isleños, tuvieron cumplida información de este hecho ESPINOSA (página 88), VIANA (págs.
4849), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 67-70) (este autor es el primero en transcribir el documento íntegro, valiéndose
de una copia insarta en «los papeles de la nobleza del licenciado Armas... por ser decendiente de Juan Negrín,
que lebantó el pendón en estas paces como rey de armas...»), MABÍN Y CUBAS (pág. 90), CASTILLO (páginas 229-
233), VIESA Y CLAVIJO (tomo I, págs. 451454) y MILLABES TOBBES (tomo III, páginas 190-191).
LXXVIII MELLAN DE BETANCOB: El origen y principio de la conquista..., fols. 112 v. y 113 v
76 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

«que nueve reyes canarios de Tenerife obedescieron e besaron la mano por señor al dicho
Diego de Ferrera, e estuvieron assi pacíficos, e entraban e salían los chris- tianos en la
dicha ysla tiempo de seis años poco mas o menos...»LXXIX.
Aunque estos actos de dominio eran más simbólicos que reales, alguna § que
otra vez se tradujeron en aceptación explícita de soberanía. Se = asegura que «en
reconocimiento de su señor le prometió cada uno [de los | reyes guanches] seis
esclabos...» LXXX. Este curioso pormenor está corroborado | por la declaración de
Gonzalo Rodríguez: «e que este testigo, por mandado í del dicho Diego de Ferrera,
con otros marineros fue a la dicha isla de Te- 8 nerife, e troxeron dende ochenta e
un esclavos canarios que los reyes de = la dicha isla dieron en señal de
obedescimiento..., de los cuales... queda- | ron en la dicha isla cierta parte de
ellos...»LXXXI. 1
Poco tiempo después del pacto de amistad del Bufadero, Diego García s de
Herrera se concertó con el mencey de Anaga para que le permitiese edi- ¿ ficar
dentro de su distrito una torre o castillo. Parece probable que la mea- i cionada
fortaleza se construyese alrededor de los años 1465-1466. El lugar ¿ escogido para
la ubicación fue seguramente una de las márgenes del ha- 6 rranco de Santos,
dentro del perímetro actual de Santa Cruz de Tenerife. ?
En la Información de Cabitos (1477) ha quedado asimismo constancia de este
singular acontecimiento. El testigo Iñiguez de Atabe asegura que el señor de las
Canarias «fizo en Tenerife una torre». En similares términos se expresa Alvaro
Romero, al afirmar «que en un tiempo los canarios de Tenerife le consintieron al
dicho Diego de Herrera facer una fortaleza en la dicha isla...»LXXXII.
A los cronistas tampoco pudo escapar este primer intento de penetración política.
Alonso de Espinosa registra el hecho con este párrafo: «Den- de algunos años vino Sancho
de Herrera, hijo del sobredicho, a esta isla, con intento de ganarla y poblarla, y saltó en
tierra en el puerto de Santa Cruz, término de Anaga, que llamaban Añazo, donde,
permitiéndolo los naturales, hizo un torreón en que él y los suyos vivían, y allí venían los
naturales a tratar y contratar con los cristianos». Abréu Galindo se expresa de análoga
manera: «Después de algunos meses fue Sancho de Herrera con algunos navios de
armada... Como el rey de Güímar lo vio..., le dio entrada y consintió hiciese una torre
para que estuviese cuando viniese para contratar... Y poniendo leyes y conciertos, hizo la
torre en el puerto de Santa Cruz, que primero se llamaba Añazo» ls.

LXXIX Páginas 175, 186 y 201, Otros testigos se expresan en términos similares. Gonzalo
Rodríguez confiesa «que le besaron la mano nueve reyes...». Por su parte, el clérigo Al> varo Romero
puntualiza: «lo obedescieron por señor della e le besaron las manos...»; to davía añade: «que vido como
sacaban pez e madera...» (págs. 184 y 205).
LXXX MELIÁN DE BETANCOR: El origen y principio de la conquista.,,, fol. 112 v,
LXXXI Cabitos: Información, pág. 184.
LXXXII Páginas 155 y 205. En iguales términos se manifiesta el testigo Antón Benítez: «e que
ficieron una torre en Tenerife, e que después los canarios de la dicha isla de Te nerife la derrocaron e se
alzaron contra ellos...» (pág. 195).
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 77

2. Los lusitanos planean la conquista de Gran


Canaria, La Palma y Tenerife. La concesión de
Enrique TV a los condes de Atougia y Vila Real.

Para nadie es un secreto que los reyes de Portugal vivían obsesionados por asegurarse
el dominio total o parcial del archipiélago canario. Esta interesada actuación tuvo su
momento culminante cuando Maeiot de Béthencourt, señor de Lanzarote, arrendó esta
isla, en 1448, al famoso príncipe portugués don Enrique el Navegante, quien se posesionó
seguidamente de la misma, consolidando el dominio político. Los vecinos de Lanzarote,
castellanos y naturales, acabarían por sublevarse contra la ocupación extranjera,
expulsando a los lusitanos de la isla en 1450. El rey Juan II declaró en secuestro
Lanzarote hasta tanto que se acreditaba el derecho señorial, y

13
ESPINOSA (pág. 88), ABRÉU GALINDO (pág. 314), VIANA (pág. 49), NÚÑEZ DE LA PEÑA (páginas 74-75),
VIERA Y CLAVIJO (tomo I, págs. 457-458) y MILLARES TORRES (tomo III, páginas 199-201).
78 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

la isla no le sería entregada a Diego de Herrera hasta 1454, previa la oportuna


sentencia de los jueces reales14.

Estos incidentes determinaron una guerra extraoficial, sin tregua ni cuartel,


entre castellanos y lusos dentro del escenario atlántico, salpicado de mil incidencias
que no hace al caso relatar aquí. Uno de los episodios postreros fue el asalto a la torre
de Gando en 1459, al que se ha hecho referencia en el epígrafe anterior15.

Los lusitanos no cejaron en sus planes de dominio sobre las islas Canarias, sino
que antes bien los intensificaron. La mejor manera de disimularlos fue darle un
carácter privado a la reivindación. En 1463 don Pedro de Me- neses, conde de Vila
Real y gobernador de Ceuta, dirigió personalmente al pontífice Pío II una apremiante
solicitud para que le fuese otorgado el derecho de conquista sobre Gran Canaria,
La Palma y Tenerife, que permanecían en poder de infieles. El romano pontífice,

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


mal informado seguramente, accedió a lo solicitado por huía de 13 de octubre de
1463, aunque la expedición en regla de la misma se demoró por encima de lo
acostumbrado, dando pie con ello al fallecimiento del santo padre, sobrevenido en
agosto del año siguiente. Creemos ver en la larga demora una prueba evidente de
la actuación de la diplomacia castellana en la corte de Roma con objeto de parar
el golpe 18.

En estas circunstancias, un hecho imprevisto vino a colmar las ambiciones de


Portugal; y para mayor sarcasmo va a ser un rey de Castilla de triste recordación,
Enrique IV, quien abra a los lusitanos de par en par las
puertas del archipiélago. El acontecimiento se produce un año más tarde, s en
1464, y merece por su trascendencia que sea contemplado con alguna | detención. t

Por la fecha que estudiamos, Castilla ardía en disensiones internas, cons-


piraciones y tumultos, que eran anuncio de una inminente crisis general. El
desprestigio de la monarquía y de quien encarnaba la magistratura suprema estaba
llegando a límites insospechados. La situación en Andalucía, y particularmente en
Sevilla, era tan anárquica, que el monarca se vio forzado a realizar una larga jomada
en vano intento por imponer el orden. Durante este viaje acabó recalando en
Gibraltar en las postrimerías de 1463,

i* Cabitos: Información, págs. 125-126, 128431, 133435, 137, 140-146, 149, 154-166, 168-170, 173-175,
178-179, 181, 184, 186, 188, 190-197 y 199-205.
MELIÁN DE BETANCOH: El origen y principio de la conquista..., fols. 110 V..112 y 114-114 v.
ELIAS SERBA RÁTOLS: LOS portugueses en Canarias, La Laguna, 1941, págs, 21-38.
15
Página 71.
io A. V.: AA. Arm. I-XVIII.-4.369 y 4.370.
Pío II falleció en Roma el 15 de agosto de 1464.

con objeto de visitar la plaza fuerte del estrecho, recién arrebatada a los moros
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 79

granadinos LXXXIII LXXXIV LXXXV.

No lejos de él, aunque mar por medio, se hallaba entonces el rey de Portugal
refugiado en Ceuta, en obstinado empeño por apoderarse de Tánger, operación que
va a terminar en serio descalabro ie.
Así que conoció Enrique IV la presencia de su cuñado, le invitó a cruzar el
estrecho para tener con él una entrevista. De esta manera los reyes de Castilla y
Portugal dialogaron al amparo de los muros de Gibraltar alrededor de los días 6-7 de
enero de 1464. En el séquito de Alfonso V iban dos poderosos magnates lusos, don
Pedro de Meneses, conde de Vila Real y gobernador de Ceuta, y don Martín
Gongalves de Atayde, conde de Atou- guía, quienes requirieron al monarca castellano
para que les otorgase la conquista de las Canarias insumisas 1B.
Enrique IV no se hizo rogar demasiado, pues bastó el apoyo de Alfonso V a la
demanda para que concediese a los proceres lusitanos la conquista de Gran Canaria,
La Palma y Tenerife. La cédula real pertinente se ha perdido; pero tuvo que ser
expedida por las fechas indicadas. El inepto soberano echaba por tierra de un
plumazo la celosa política de sus antecesores en defensa de la soberanía integral de
Castilla sobre el archipiélago, y lesionaba de paso los derechos e intereses potenciales
de la familia He- rrera-Peraza, detentadora del señorío de las Canarias.
El cronista portugués Joáo de Barros da por supuesto que la concesión de
Enrique IV se efectuó en 1455 en beneficio exclusivo del conde de Atou- gia, con
ocasión de sus bodas con la princesa Juana de Portugal, de cuyo séquito era miembro
preeminente el aristócrata lusitano. Pero la datación y el beneficiario a título singular
están equivocados. Téngase en cuenta que

el año acabado de mencionar fue en Castilla de calma y tranquilidad, mientras que la


cédula de revocación (1468) —a la que muy pronto aludiremos— hace hincapié en «la
gran divisyon e discordia que por entonces hera en estos mis reynos..LXXXVI.
LXXXIII ALONSO DE FALENCIA: Crónica de Enrique IV (tomo CCLVII de la Biblioteca de Autores
Españoles). Madrid, 1973, págs. 140-144.
LXXXIV1S DAMIAO PEBES: Historia de Portugal. Barcelos, 1931, tomo III, págs. 437-440.
LXXXV Pedro de Meneses era hijo de Fernando de Noronha y de Beatriz de Meneses, y nie to
por línea materna del primer gobernador de Ceuta (1415-1437), de quien tomó nombre y apellido.
Pedro I Meneses fue conde de Vila Real. Al renunciar esta dignidad en su yerno (Fernando de
Noronha) pasó a titularse conde de Viana.
Pedro II de Meneses fue conde y marqués de Vila Real, conde de Ourem y señor de Almeida.
Martín Gonsalves de Atayde era hijo de Alvaro Gonjalves de Atayde, primer conde de Atouguia, y
de Guiomar de Castro. Fue, por lo tanto, segundo conde.
Este último procer formó parte del séquito de la reina doña Juana cuando vino a Castilla, en mayo
de 1455, para contraer matrimonio con Enrique IV.
JoÁo DE BABEOS: Da Asia. Decada Primeira. Lisboa (Jorge Rodrigues), 1628, tomo I, folio 23 v. '
RUY DE PINA: Chronica d’el rey D. Affonso V. Lisboa, 1790, tomo I, págs. 510-511.
LXXXVI El autor antes citado, Joao de Barros, da por sentado que el conde de Atouguia —primer
beneficiario— traspasó sus derechos en don Pedro de Meneses, conde de Vila Real, quien a su vez los
declinó por venta en la persona del infante don Fernando, sobrino y heredero del príncipe don Enrique el
Navegante (Da Asia, fol. 23 v.). No hay fundamento alguno en que basar estas gratuitas suposiciones.
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 80

Conociendo de antemano la gestión realizada en Roma, un año antes, por el


conde de Vila Real cerca del pontífice Pío II, no podrá sorprendernos que reincidiese
en la demanda, así que tuvo conocimiento de la elección de sucesor en la persona de
Paulo II.
Insistimos en que la bula anterior, la de 13 de octubre de 1463, se demoró en su
expedición, quedando tan sólo pendiente de la firma. El agente en Roma de don
Pedro de Meneses operó entonces con tal habilidad y maña, que consiguió algo que
parecía imposible: la suscripción de la misma por el nuevo pontífice el 16 de
septiembre de 1464, fecha de su coronación en el a prinjer consistorio del
reinadoLXXXVII. í

Cuando todo parecía decidido y resuelto en favor de la concesión de so- 5 beranía


y derecho de conquista sobre Gran Canaria, La Palma y Tenerife, 1 se produjo un
hecho sorprendente. Fue éste la sigilosa retención del docu- § mentó por orden de
Paulo H, en espera de una mejor información sobre el = caso. Esto explica que la bula
de concesión Rationi congruit en provecho | de don Pedro de Meneses se conserve
original en el Archivo Vaticano, cuan- 1 do la práctica inveterada es su transcripción
fidedigna en los registros de la | cancillería pontificia LXXXVIII. i
¿Qué había ocurrido? La reclamación airada de los señores de las Ca- | natías,
Diego García de Herrera y doña Inés Peraza, en la corte de Castilla | contra una
arbitraria merced, que iba en manifiesta lesión de sus derechos ¡ e intereses. Sin
duda, esta protesta movilizó por segunda vez la diplomacia s castellana en la corte de
Roma, consiguiendo paralizar la decisión ponti- e ficia hasta tanto que se resolviese la
cuestión debatida. No se puede descartar la intervención paralela del obispo de
Rubicón (tan vinculado a la familia señorial) cerca de la curia romana para el logro
de idéntico objetivoLXXXIX.

A este cronista lusitano le copian MARÍN Y CUBAS (pág. 89), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 65), CASTILLO
(tomo I, fascículo 2, pág. 267), VIERA Y CLAVIJO (tomo I, págs. 448-449) y MILLARES TORRES (tomo III,
págs. 170 y 196).
ELÍAS SERRA RÁFOLS: LOS portugueses en Canarias, La Laguna, 1941, pág. 39.
Véase más adelante la página 82 de este mismo capítulo.
LXXXVII A. CAPPELLI : Cronología e calendario perpetuo, Milán, 1906, pág. 79.
LXXXVIII A. V.: AA. Aun. LX VIII.—4.369 y 4.370.
LXXXIX22 Véanse las páginas 81-82 de este mismo capítulo,
Bula original de Paulo II, suscrita en la Ciudad Eterna el id de septiembre de 7/,6'4, concediendo al conde de Vita Real
la soberanía y el derecho de conquista sobre Gran Canana, La Palma y Tenerife. (ROMA: Archivo Vaticano). La hábil
actuación de la diplomacia castellana consiguió la retención de la mencionada bula.
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 81

Años después de la concesión, la bula Rationi congruit proseguía retenida en la


cancillería papal. Esto explica que el rey de Portugal Alfonso V, a instigación del conde
de Vila Real, escribiese una carta al pontífice Paulo II, datada en Estremoz el 26 de
junio de 1466, interesándose por la revalidación de la bula de Pío II, pendiente de
suscripción y promulgación.

Esta carta viene a revelamos la reserva guardada en tomo a la frustrada expedición


de la bula paulina de 1464, a la que el monarca se abstiene de aludir, bien por
desconocimiento, bien por absoluta inoperancia XC.

La circunstancia, por otra parte, de que aparezca como actor en la demanda don
Pedro de Meneaos con carácter exclusivo, hace sospechar en un traspaso por el conde
de Atouguia de los derechos dimanantes de la merced enriqueña de 1464.

El viejo litigio entre Castilla y Portugal en tomo a la soberanía sobre las Canarias,
centrado ahora en una disputa entre dos familias —la española Herrera-Peraza y la
lusitana Menesee—■ sobre el derecho a la conquista de Gran Canaria, La Palma y
Tenerife, estaba por estas fechas a punto de fallarse.

En defensa de su jurisdicción, Diego García de Herrera acumuló toda clase de


títulos acreditativos de la propiedad señorial a la integridad del archipiélago. Entre
estos documentos destacaban las actas de posesión y vasallaje por parte de los régulos
indígenas que habían tenido como escenario Gran Canaria, en agosto de 1461, y
Tenerife, en jimio de 1464. En este momento hay que destacar las informaciones de
carácter complementario llevadas a cabo por el obispo don Diego López de Illescas en
apoyo del poder tradicional XCI.

Como por estas fechas, 1465, la crisis de la monarquía castellana había degenerado
en guerra civil, proclamando los nobles al príncipe Alfonso (Alfonso XII) como
soberano titular frente al primogénito y legítimo rey Enrique IV, la familia Herrera-
Peraza consideró oportuno operar en un doble frente. De esta manera, las revocaciones
de la merced de 1464 se producen por duplicado.

Residiendo en Valladolid, el pretendiente Alfonso XII declaró nula la

XC A. V.: Armario 29, tomo 32, fols. 270-270 v.


Schedario Garampi, 83, Indice 527, fol. 165 v., e Indice 516, fol. 72.
XCI MELLAN DE BETANCOB: El origen y principio de la conquista..., fols. 112 v. y 113 v.
En la cédula real de 6 de abril de 1468 se exalta la intervención del obispo Illescas como ratificador de los
documentos notariales. Véase la página 82 de este mismo capítulo.
o
82 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

arbitraria concesión de su hermano a los condes de Vila Real y


Atouguia, por provisión despachada el 25 de enero de 14662a.
Con carácter simultáneo, Diego García de Herrera y doña Inés Peraza batallaron
en la corte de Enrique IV para el logro del objetivo señalado. Con este fin presentaron
la copiosa documentación acumulada. Sabemos por fidedigno testimonio que se
componía de «títulos legítimos, alvalaes e car- - tas de mercedes e privilegios de los...
reyes [de Castilla]», junto con «es- cripturas e documentos, synadas e firmadas de
escribanos públicos e notarios e selladas e firmadas del sello e firma del reverendo yn
Cristo padre e señor don Diego López de Illescas, obispo de todas las sobredichas
yslas».
El expediente pasó a informe del «muy reverendo yn Cristo padre don Alfonso
Fonseca, arzobispo de Sevilla», quien lo dio favorable. Después fue estudiado
minuciosamente por el Consejo real, cuyo dictamen fue asimismo propicio y sin

Del documento, los autores. Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
reserva alguna. De esta manera pudo llegarse a la rúbrica de la cédula de revocación,
que aparece expedida en Plasencia el 6 de abril de 1468.
El monarca Enrique IV expone minuciosamente en el proemio los hechos
acaecidos: «A subjestión e gran ynportunidad del conde de la Tugia, don Martín
Gongález de Castro (sie), e de don Pedro de Castra (sic), conde de Villarreal, vasallos
naturales del reyno de Portugal, e de otras personas por su parte, seyendo sobrello
mucho molestado, e por la gran divisyon e discordia que por entonces hera en estos mis
reynos, yo fiz a cada uno de los dichos condes, por sy, merced de las yslas de Grand
Canaria e de Tenerife e de la ysla de La Palma, situadas en las mis mares de
España...».
A renglón seguido se reconoce el derecho preferente «del noble caballero Diego de
Ferrera, verdadero señor de las dichas yslas de Canaria e de la Mar Menor de
Berveria»; se recapitulan las incidencias de la laboriosa negociación, y se pronuncia la
revocación: «Por la presente carta e privilegio anullo e revoco, caso e desfago, declaro
e do por ningunas e de ningund valor e efecto, qualquier merced o mercedes que en
qualquier manera yo aya fecho e otorgado de las dichas yslas o de qualquier parte
dellas al conde de la Tuguía... e al dicho... conde de Villarreal...».
Antes se ha insinuado la intervención de la diplomacia castellana en la corte de
Roma en defensa de los sacrosantos intereses del reino, personificados en la familia
Herrera-Peraza. La real cédula que estamos comentando se hace eco de la amenaza,
pretendiendo frustrarla: «suplico a nues-
2
» Ibid., tole. 113-113 v.
La presencia del titulado Alfonso XII en la mencionada capital castellana se comprueba por el itinerario del
príncipe. JUAN TOMES FONTES: El principe don Alfonso. Murcia, 1971, pág. 115.

tro muy santo padre [Paulo II]: que revoque e anulle qualesquier letras o bullas que en
contrario desta mi revocación sean o ayan sido, por quanto creo non ser avidas con
verdadera relación, mas que asy como a mi engañaron con falsa relación e non
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 83
verdaderas, asy ayan engañado a Su Santidad...».
La orden a los embajadores en la Ciudad Eterna es conminatoria: «e por esta mi
carta e previllegio mando a qualesquier mis procuradores en corte romana, que agora
son o fueren de aqui adelante, que se opongan e non consyentan de mi parte que las
dichas letras e bullas se espidan..., e si fueron espedidas, procuren con toda diligencia
la revocación e anullación deltas...» 2T.
Desde 1468 hasta 1477 la familia señorial Henera-Peraza disfrutó en plenitud de su
derecho de dominio sobre la integridad del archipiélago, sin trabas ni cortapisas de
ninguna especie. Pero en la última fecha la corona de Castilla reivindicará para sí el
derecho de conquista sobre Gran Canaria, La Palma y Tenerife, como hemos de ver
seguidamente.

Las fortalezas de Gando y Anaga. Vicisitudes de


la ocupación militar.

Si prescindimos de la acción misional, que subsiste con mayor o menor ímpetu y


resultados en las islas de Gran Canaria, La Palma y Tenerife, desde el punto de vista
político o temporal sólo cabe señalar como hechos favorables la pervivencia de las dos
torres de Gando y Anaga, situadas, respectivamente, en Gran Canaria y Tenerife.
De la torre de Gando sabemos que se mantenía erguida en 1477 en el
27
Cabitos: Información. Parte documental, págs. 592-596.
RUMEU DE ARMAS: España en el Africa Atlántica, tomo II, págs. 4-8.
MELIÍN DE BETANCOR: El origen y principio de la conquista..., fols. 114-114 v.
ELÍAS SERBA RÁFOLS: Los portugueses en Canarias. La Laguna, 1941, pág. 40.
FLORENTINO PÉREZ EMBID: LOS descubrimientos en el Atlántico y la rivalidad castellano- portuguesa
hasta el tratado de TordesUlas. Sevilla, 1948, págs. 166-168.
84 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

momento de la incorporación de Gran Canaria a la Corona de Castilla. Esta


circunstancia está reiteradamente atestiguada en la famosa Información de Esteban
Pérez de Cabitos, que se data precisamente en el año indicado.

En una declaración justificativa de la jurisdicción señorial, Diego de Herrera e Inés


Peraza dan fe de cómo «sostienen el dicho castillo e fortaleza» a sus expensas. En el
mismo documento, el señor de las Canarias afirma, por la pluma de su procurador,
que tras la efímera ocupación lusitana de la torre de Gando, «se tornó a enfortalecer
en ella, como hoy día está...» XCII. Los testigos de la Información se muestran acordes
con el expresado testimonio. Juan Iñiguez de Atabe confiesa «que sabe que hoy día
tiene e posee la dicha fortaleza...», alegación corroborada por Diego de Sevilla al
referirse a «la fortaleza que tiene hoy en la Grand Canaria...»XCIII.

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


La torre de Gando sirvió de foco de irradiación para otras empresas bélicas.
Durante cierto tiempo los castellanos poseyeron en la comarca de Telde un torreón
fortificado. La construcción del mismo se debió a Diego da Silva de Meneses en
una fecha imposible de concretar. Como data post-quem se puede señalar el mes de
agosto de 1461, en que se firman las paces con los régulos grancanarios. Si las
amistosas relaciones duraron algunos años, no es aventurado suponer que la
fortaleza de Telde se edificase con posterioridad a 1465, durante una segunda
estancia del caballero portugués en el archipiélago después de sufrir cautividad en
Marruecos de resultas del desgraciado intento de expugnación de Tánger. Desde
luego, la operación se realiza en franca ruptura de hostilidades con los indígenas.
El testimonio de Gonzalo Rodríguez es decisivo al respecto: «E que después de
esto, es- ¡
tando el dicho Diego de Silva, hierno del dicho Diego de Ferrera, en la §
dicha fortaleza, oyo decir este testigo por cosa pública e notoria quel dicho Diego de
Silva facía guerra a los canarios, e ganó una aldea de canarios que se llamaba Telde, en
la qual fizo una fortaleza a costa y missión del dicho Diego de Ferrera...». Diego de
Sevilla es menos expresivo, si bien de mayor autoridad como actor de visu: «Este
testigo... estovo... en otra fortaleza quel dicho Diego de Ferrera fizo dentro, en Telde,
que es la mayor población que los canarios tenían...»XCIV.

Al mismo tiempo hay que destacar la construcción de un edificio anejo a la torre


de Gando, que seguramente serviría de almacén o depósito de mercancías, de factoría
XCII Páginas 169-170. En el Interrogatorio de preguntas, por parte de los señores, se vuelve a insistir:
«que una vez los dichos portogueses tomaron e robaron la dicha fortaleza al dicho Diego de Ferrera por
fuerza e ge la tovieron robada fasta quél... la res- gató e recobró dellos, en que gastó e perdió e le robaron
mas de dos cuentos de maravedís fasta que se tornó a enfortalescer como hoy dia ha estado e esta en ella»
(pág. 175).
XCIII Páginas 155 y 190.
En otro pasaje de su declaración, Diego de Sevilla reitera el parecer: «e que este testigo se ha fallado en
alguna de las peleas que han habido; e que contra su voluntad de los canarios han tenido e tienen la dicha
fortaleza los dichos Diego de Ferrera e su mu- ger, e que han fecho sobre ello grandes costas e espensas».
XCIV Cabitos: Información, págs. 184 y 190.
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 85
para las transacciones comerciales y hasta de caballeriza. Iñiguez de Atabe es quien
mejor nos informa de la existencia de «una casa que estaba pegada con la fortaleza...»
XCV
.

Las relaciones entre castellanos y grancanarios conocieron etapas de amistad y


períodos de virulenta tirantez. El momento más favorable y propicio coincide con el
pacto de sumisión y vasallaje estipulado por Diego de Herrera con los guanartemes de
Gran Canaria en agosto de 1461.

¿Cuánto tiempo duró la armónica convivencia? Resulta imposible precisar el


momento en que la paz se vio alterada con una nueva ruptura de hostilidades. En la
Información de Cabitos son constantes las alusiones a la lucha armada. Iñiguez de
Atabe es el primero en afirmar «que de continuo han guerra unos con otros...». Diego
Martínez lo corrobora: «los de la Grand Canaria... habian obedescido al dicho Diego
de Ferrera por señor; e que después los dichos canarios ficieron traición e se alzaron...,
e que agora les facen guerra como de primero...» XCVI.

Diego de Herrera pondera sus servicios en estos términos: «ficieron una fortaleza,
a su propia costa, en la isla de la Grand Canaria, entre los infieles, en la qual han fecho
grandes gastos, non solamente en la fabrica della mas aún en la sostener e proveer de
mantenimientos e gentes de armas». Sobre la acción bélica, sus pormenores son
dramáticos: «en la qual ha perdido muchas gentes, e mas de doscientos homes
quemados e muertos, e todo siempre han sostenido e sostienen el dicho castillo e
fortaleza entre los dichos infieles, a grand costa e peligro, estando él e sus fijos de
continuo dentro en él, e seyendo machas veces combatido e conquistado de los dichos
infieles canarios...» 3S.
Como episodios curiosos dentro del panorama general de la contienda hay que
señalar el asalto y destrucción por los indígenas del torreón de Telde y la ocupación e
incendio de la casa-almacén aneja a la fortaleza de Gando.

Al primer suceso aluden dos testigos de la Información de Cabitos. Diego de Sevilla


(después de referirse a la construcción de la fortaleza de Telde) añade: «E que después
la quemaron los dichos canarios, con hambre, que non pudo navio alguno socorrerle
por los tiempos contrarios que a la sazón facían,..». El asedio por hambre y el

XCVHoy parece probado que los contactos de Diego da Silva con las islas Canarias fueron más estrechos
y asiduos de lo que hace años se creía.
Las hazañas y aventuras de Diego da Silva —a las que aluden todos los cronistas regionales—t algunas de
ellas novelescas y con un fondo de autenticidad, tuvieron que realizarse con posterioridad a 1465, en una
segunda estancia en el archipiélago. En las mismas tomó parte activa su propio suegro Diego García de
Herrera.
81
Ibid., pág. 155.
82
Ibid., págs. 155 y 186.
XCVIIñiguez de Atabe añade una información complementaria, escasamente válida por ser de oídas:
«quel dicho Diego de Ferrera... hizo en la Grand Canaria una fortaleza, e que los de la dicha isla ge le
ayudaron a facer. E que oyo decir que ellos lo ficieron mañosamente a fin quél viniesse a la dicha isla para lo
tomar e matar; e después se le rebelaron...».
86 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

subsiguiente incendio se entremezclan en el borroso recuerdo del declarante. Gonzalo


Rodríguez es más escueto: «fuQ quemada por los canarios con cierta gente que dentro
estaba...». A este mismo suceso debe hacer referencia Iñiguez de Atabe cuando señala
que «antes habian tomado mas de otros tantos los dichos canarios, e los ficieron saltar
en el fuego...»XCVII XCVIII.
Sobre el asalto a la casa-almacén de Gando, nuestro único informante es Juan
Iñiguez de Atabe, quien data el acontecimiento como sobrevenido entre los años 1473-
1474: «puede aver tres o cuatro años que en una casa que estaba pegada a la fortaleza,
los de la dicha isla, canarios della, quemaron una noche, en la dicha casa, cincuenta e
seis hombres y seis caballos, entre los cuales quemaron dos canarios casados con dos
canarias de este testigo...»XCIX.
La expugnación de la factoría de Gando ha dejado una estela imprecisa en la
tradición histórica. Aseguran los cronistas que los soldados del presidio de Gando se
desmandaron más de una vez con asechanzas y correrías que provocaron la
indignación de los indígenas. Sobre el alcaide de la torre, Pedro Chemida, Revieron las
reclamaciones de los naturales, hasta que llegó un día en que decidieron tomarse, no la
justicia, sino la venganza por su mano. La causa que iba a dar pie a la ruptura de
hostilidades fue el rapto de algunas mujeres nobles, considerado con razón como una
grave ofensa.
En el acto fraguó la conspiración. Los indígenas aguardaron emboscados la
primera salida de Gando de los casteUanos para caer en tromba sobre ellos. Dada la
desigualdad numérica, la refriega fue muy corta, quedando tendidos en tierra los
despavoridos soldados.
Las crónicas relatan con rara unanimidad la estratagema de que se valieron los
canarios para introducirse en la casa-almacén aneja a la fortaleza, decididos de
antemano a adueñarse de ambas. Despojaron a los españoles de sus trajes y se
dirigieron disfrazados a Gando con la mortecina luz del crepúsculo. En vanguardia
llevaban un hato de ganado y en retaguardia varios isleños «prisioneros», envueltos en
sus típicos tamarcos.
El alcaide descubrió tan natural la escena, que franqueó la entrada a la columna,
desencadenándose en su interior una terrible y sangrienta refriega que terminó con el
incendio del almacén en medio de reiterados asaltos para adueñarse de la torre 8B. Las
bajas fueron por ambos bandos numerosas. Acabamos de ver que Ifiiguez de Atabe
valúa las pérdidas de los castellanos en cincuenta y seis hombres.
Pero la fortaleza de Gando salió incólume de la terrible prueba.
Si ahora nos transportamos a Tenerife, la torre de Anaga, en el cantón de este

XCVII88 Cabitos: Información, pág, 169,


XCVIII Ibid., págs. 155, 184 y 190.
XCIX Ibid., pág. 155.
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 87
nombre, tuvo suerte pareja, aunque su pervivencia fue efímera. La Información de
Cabitos vuelve a ser nuestra mejor guía. Según el testimonio de Diego Martínez, las
relaciones amistosas entre castellanos y guanches duraron cierto tiempo: «estovieron
assi paciñcos, e entraban e salían los christíanos en la dicha isla tiempo de seis años
poco mas o menos...». Por su parte, el clérigo Alvaro Romero atestigua «que vido como
sacaban [los castellanos] pez e madera...».
De ser cierto el testimonio de Diego Martínez de que la convivencia armónica duró
«seis años poco mas o menos», y combinamos este dato con la probable fecha
fundacional, 1465-1466, puede calcularse que la ocupación de la fortaleza se alargó
hasta 1471-1472.
¿Cómo se produjo la ruptura de relaciones? La propia Información de Cabitos nos
suministra algunos detalles. Para el testigo Gonzalo Rodríguez, la provocación partió
de los guanches: «que andando el dicho Diego de Ferrera por la dicha isla de Tenerife,
los canarios de ella le mataron a Fernando Chemira, que había salido en tierra por
lengua a fablar con un rey canario, e que por esta cabsa fue quebrantado el dicho obe
descimiento que le habían fecho...». Este testimonio se ve corroborado por la declara-
ción de Martín de la Torre: «e que después... ficieron engaño, e que non estovieron por
lo que asentaron con el dicho Diego de Ferrera...»37.

ss
Ibid.
Los cronistas regionales no distinguen la torre de Gando de la casa-almacén aneja; por esta causa dan
por supuesta la expugnación y conquista de aquélla.
TOBBIANI (pág. 127), ABBÉU GALINDO (págs. 129-130), MABÍN Y CUBAS (págs. 101-102), CASTILLO (tomo
I, fascículo 2, págs. 243-246), VIEBA Y CLAVUO (tomo I, págs. 470-471) y MILLAHES TOBBES (tomo III, págs.
215-219).
8T
Páginas 184, 186, 201 y 205.
88 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Frente a tan tajante parecer, los cronistas isleños, y de manera muy particular
Espinosa y Abréu Galindo, culpan a los castellanos del desaguisado. Estos autores se
hacen eco de diversos episodios, cargados de cierto tinte legendario.

Señalan, en primer término, la firma por castellanos y guanches de un pacto de


amistad, a raíz de las primeras desavenencias surgidas por cuatre- tias de ganado.
«Hicieron una ley —dice Espinosa—: que si algún cristiano cometiere delito... o les
agraviase..., se lo entregasen a ellos para que hiciesen dél su voluntad; y si natural
contra español, por el contrario.»
La primera infracción tuvo como actores a los soldados de la guarnición de la torre.
Pero el mencey de Anaga se mostró tan condescendiente y generoso, que perdonó a
los delincuentes. En cambio, cuando los reos fueron guanches, la severidad de

i. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


Herrera los condujo a la horca con rigor implacable.
Esta diferencia de conducta desencadenó las hostilidades. El torreón de Anaga
se vio inmediatamente asediado por los aborígenes, quienes no cejaron en su
empeño hasta ocuparlo y destruirlo, con pérdidas humanas por una y otra parte.
El grueso de la guarnición pudo ser evacuada a Lanza- rote a duras penas.
Los dos cronistas antes mencionados hacen responsable de los sangrientos
sucesos, por su desatentada conducta, a Sancho de Herrera, tercero de hijo varón
los señores de las Canarias 38.
La acción bélica acabada de reseñar ha dejado amplio eco en la Infor- Í moción
de Cabitos. Iñiguez de Atabe es tajante en sus afirmaciones: «e des- ; pues los canarios
se le rebelaron, e derribaron la dicha torre..,». El clérigo ® Alvaro Romero añade
algún otro curioso pormenor: «e que después se alzaron e derrocaron la dicha
fortaleza e mataron los ganados que en la dicha isla los christianos tenían...»C CI.
De acuerdo con los precedentes cálculos cronológicos, este desgraciado suceso debió
sobrevenir alrededor de los años 1471-1472.

Desde estas fechas hasta 1477 las hostilidades quedaron rotas entre castellanos y
guanches, sin otra excepción que el semicristianizado menceyato de Güímar. De nuevo
la Información vuelve a dar fe del desarrollo de los acontecimientos. Gonzalo
Rodríguez asegura «que fasta hoy les facen guerra el dicho Diego de Ferrera con sus
fustas e navios...». Diego Martínez es de idéntico parecer: «que después se quebró la
paz, e que agora los christianos les facen guerra a la dicha isla de Tenerife...»CII.

C88 ESPINOSA (págs. 88-89), ABRÉU GALINDO (págs. 314-315), VIANA (págs. 49-51), NÚÑEZ DE LA PEÑA
(págs. 74-76), VIERA Y CLAVÍJO (tomo I, págs. 457-458) y MILLARES TORRES (tomo III, págs. 214-215).
Como ya se ha expuesto —pág. 77—, estos autores achacan la construcción de la torre de Anaga a
Sancho de Herrera, cumpliendo estrictas órdenes de su padre.
CI Cabitos: Información, págs. 155 y 205.
CII Ibid., págs. 184 y 186.
En similares términos se expresan otros testigos. Antón Benitez: «Después aca, siem pre se ficieron e
facen guerra los unos a los otros e los otros a los otros, como de antes se facian...», Martín de la Torre: «e que
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 89
El último episodio de ejercicio de soberanía por parte de Diego García de Herrera
se produjo el domingo 11 de enero de 1476, cuando compareció en Lanzarote un
compacto grupo de guaires (nobles) para rendirle pleitesía y homenaje en nombre y
representación de los guanartemes de la isla de Gran Canaria.
Según el testimonio del cronista Abréu Galindo (quien tuvo a la vista el acta de
sumisión, levantada por el escribano Juan Ruiz de Zumeta), los acontecimientos se
desarrollaron en distintos momentos, cuyos particulares detalles conviene especificar.
En primer lugar, la gestión habilidosa del alcaide de la torre de Gando: «el capitán
Pedro Chimida les supo tan bien atraer a su voluntad, que hizo con los canarios que,
arrepentidos de lo hecho, entrasen en acuerdo. Y determinaron que de toda la isla se
juntasen con los guanartemes los gayres y los facays y los más principales de los
pueblos, y se fuesen a pedir perdón de todo lo hecho a Diego de Herrera y le besasen la
mano y le diesen la obediencia, y que le llevasen todos los cautivos que tenían y los re -
henes» CIII.
Las incidencias de la travesía y el acto de sumisión están recogidos en estos
términos: «Y asi se hizo, que en una barca, que había venido a ver lo que pasaba, se
metió el capitán Pedro Chemida con diez canarios nombrados por todos los pueblos; y
fueron a Lanzarote y le besaron la mano a Diego de Herrera y a doña Inés Peraza, a
los cuales hizo muchas caricias y mercedes, dándoles todos los canarios que había en
Lanzarote y Fuer- teventura que se quisieron ir con los embajadores.»
Por último, se estipularon ventajas económicas para los detentadores del poder
dominical: «asentando paces, dándole toda la orchilla que en esta isla se cogiese».
Los emisarios indígenas aparecen con sus nombres, aunque resulte hoy difícil
responder de la fidelidad en la transcripción. Eran éstos: Acosayda, de Telde;
Epenenacao, de Agiiimes; Vildacane, de Tejeda; Aridañy, de Aqnerata; Saco, de
Agaete; Achutindac, de Gáldar; Adeun, de Tamara- seyte; Artenteyfac, de Antevirgo;
Ahuteyga, de Atiacar, y Guriruquian, de Arucas CIV.

después que ficieron engaño, e que non estovie- ron por lo que asentaron con el dicho Diego de Ferrera; e
que los mando facer guerra» (páginas 195 y 201).
CIII La devolución de rehenes es una aseveración sin fundamento. Está desmentido por el testamento
de doña Inés Peraza, otorgado en Sevilla el 21 de agosto de 1482. En una de sus cláusulas se lee: «E otrosí
mando saquen de cabtivo a todos los fijos de mis vasallos que por mi cabsa se cabtivaron en el castillo de
Gando...».
Reformación del repartimiento de Tenerife en 1506. Santa Cruz de Tenerife, 1953, «Fontes rerum
Canariarum», tomo VI, pág. 181.
Este importante documento será citado en adelante, para abreviar, con el título Reformación.
Consúltese el Repertorio de Siglas y Abreviaturas (pág. 16).
RUMEU DE ARMAS: El obispado de Telde, pág. 144.
CIV ABUÍU GALINDO (pág. 135), MARÍN Y CUBAS (pág. 167), VIERA Y CLAVIJO (tomo I, páginas
473-474) y MILLARES TORRES (tomo III, págs. 224-226).
Juan Ruiz de Zumeta fue, en efecto, escribano de Lanzarote y desempeña un papel destacado en la Información
de Cabitos (págs. 135-139 —declaración como testigo— y 142, 147,151 y 624).
90 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Acaso sorprenderá al lector que en un estudio consagrado a la conquista de


Tenerife hayamos dedicado minuciosa atención a las acciones del poder temporal sobre
la isla de Gran Canaria; pero resultaba imprescindible para determinar el alcance del
influjo político de la familia Herrera-Peraza, detentadora de la jurisdicción señorial, a
la hora de la incorporación a la corona del derecho de conquista sobre las islas
mayores del archipiélago. Así se podrá comprobar en el epígrafe siguiente.

Gran Canaria, La Palma z/ Tenerife, territorios


realengos.

La incorporación a la corona del derecho de conquista sobre las islas de Gran


Canaria, La Palma y Tenerife fue estipulada por los Reyes Católicos en octubre de
1477, previa laboriosa negociación con los señores jurisdiccionales de Canarias Diego
García de Herrera y doña Inés Peraza.

Ahora bien, para que este importante acontecimiento se plantease y resolviese


tuvieron que mediar diversidad de sucesos, producidos en cadena entre los años 1476-
1477, cuyos pormenores principales precisa señalar.
El más destacado de todos fue la rebelión pacífica de los moradores de Lanzarote,
en 1476, contra el gobierno señorial, reclamando la inmediata incorporación de la isla,
como tierra realenga, a la Corona de Castilla. Las razones que alegaban son dignas de
exposición.
Cuando en 1418 Maciot de Béthencourt hizo traspaso del señorío de las Canarias,
en nombre de su tío el conquistador normando Jean, en la persona de don Enrique de
Guzmán, conde de Niebla, se reservó para sí el gobierno de la isla de Lanzarote con
una titulación y atribuciones un tanto confusas.
La subsiguiente transmisión del señorío de las Canarias en favor de Quillón de las
Casas (1430) trajo aparejados diversos choques y fricciones entre él y Maciot, por la
incómoda coexistencia de una duplicidad de jurisdicciones. Al fin se pudo llegar a un

Información. Parte documental (págs. 585, 591 y 610-612), Otro Juan Ruiz de Zumeta, padre sin duda del
anterior, aparece actuando como escribano en 1455.
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 91
acuerdo, suscrito en 1432, por el que se reconocía a Béthencourt el señorío de
Lanzarote en plenitud, con reconocimiento a Guillén del derecho de tanteo en caso de
venta y prohibición expresa de enajenación a extranjeros.
En 1448, Maciot de Béthencourt adoptó por su cuenta y riesgo una decisión
trascendental, en flagrante violación de la concordia de 1432. Hizo traspaso del señorío
de Lanzarote en la persona del famoso príncipe lusitano don Enrique el Navegante,
quien vivía obsesionado por asegurarse el dominio del archipiélago como punto de
recalada en sus planes de exploración del continente africano. Una vez consumada la
venta, el infante don Enrique designó gobernadores portugueses, que rigieron los
destinos de la isla hasta 1450.
En esta misma data se produjo la rebelión de los moradores contra la ocupación
lusitana, que terminaría con la expulsión del presidio portugués allí establecido. Esta
patriótica actitud de los isleños desencadenó una auténtica ola de hostilidades por
parte de los navios y tropas al servicio del infante, que mantuvieron en vilo a la
población por espacio de una década.
Hasta tanto que se aclarase el punto litigioso debatido se imponía la intervención
directa de la Corona de Castilla. Juan H designó secuestrador a Juan Iñiguez de Atabe.
Por esta fecha eran señores de las islas Canarias doña Inés Peraza y su marido Diego
García de Herrera, quienes impetraron la protección regia, alegando que Lanzarote
debía reintegrarse, por incumplimiento de la concordia, en el dominio unitario del
archipiélago.
Designado un juez especial para solventar el litigio, éste falló en 1454
92 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

en favor de los señores de las Canarias. De esta manera,


Lanzarote (contra la voluntad de los nativos, que querían ser vasallos
del monarca) se reintegró al gobierno señorial. Esta situación se
prolongó hasta 1476CV CVI CVII.
La rebelión pacífica de los habitantes de Lanzarote contra el poder señorial se
produce, en la última fecha indicada, por una triple motivación. La realidad de la
liberación de la isla de la ocupación lusa por el esfuerzo conjunto de los naturales. La
endeblez de los títulos de dominio invocados. El mal tratamiento de que eran víctimas
—extorsiones tributarias (quintos) y empresas exteriores de conquista— los moradores
de la circunscripción.

Al grito de ¡viva el rey! se concordaron los habitantes de Lanzarote, decidiendo


enviar como procurador a Juan Mayor y como emisario sustituto a Juan de Armas,
quienes marcharon a la corte de los Reyes Católicos, pertrechados de toda clase de

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


informaciones públicas y documentos, para hacer valer su derecho.

Diego de Herrera se trasladó asimismo a la corte en defensa de la jurisdicción


señorial, aunque sin ahorrar agresiones y violencias contra los promotores de la
reivindicación. Los procuradores Mayor y Armas se vieron asaltados en las
proximidades de Córdoba por sicarios al servicio del tirano, quienes los despojaron
de la documentación, conduciéndolos como cautivos a la hacienda de Huévar. Por
su parte, doña Inés Peraza se revolvió contra los disidentes con singular violencia;
los más cautos huyeron a la metrópoli, mientras algunos de sus consocios subían al
patíbulo, pagando con su
vida el anhelo de libertad44. s

Los emigrados de Lanzarote (Fernán Guerra, ’el escribano Juan Ruiz | de Zumeta,
Juan Bernal, Pedro de Aday, Juan de Aday y Bartolomé He- | rrero) supieron actuar
con habilidad y energía, viendo coronados por el éxito sus apremiantes objetivos. En
primer término consiguieron la inmediata liberación de los procuradores cautivos 45. A
la acción combinada de éstos y aquéllos debióse, en segundo lugar, que los reyes
Fernando e Isabel die

CVCabitos: Información, págs. 121-206.


Información. Parte documental, págs. 518-632.
MEMÁN DE BETANCOR: El origen y principio de la conquista..., fols. 109-114 v.
CVI Cabitos: Información, págs. 138, 142-143, 146-148 y 150-152 (declaraciones de Juan Ruiz de
Zume.ta, Fernán Guerra, Juan Bernal y Juan Mayor).
Información. Parte documental, págs. 624-626.
El movimiento comunero de Lanzarote había tenido inicios en agosto de 1475. El 21 de ese mes los
«vecinos e moradores» habían otorgado poderes en defensa de sus aspiraciones a Juan Mayor y Juan de
Armas.
CVII Cabitos: Información, pág. 151 (declaración de Juan Mayor). Fueron liberados de la prisión de
Huévar por el doctor Antón Rodríguez de Lillo, del Consejo real, cumpliendo órdenes estrictas de los Reyes
Católicos.
Información. Parte documental, pág. 537,
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 93

sen oído a sus lamentaciones y decidiesen nombrar un juez


pesquisidor llamado a informar sobre la cuestión debatida CVIII.
Por cédula de 16 de noviembre de 1476 encomendaron la delicada tarea a Esteban
Pérez de Cabitos, vecino de Sevilla. Los Reyes Católicos deberían estar planeando por
esta época la incorporación a la corona del derecho de conquista sobre las Canarias
todavía insumisas, porque en la mencionada disposición no se limitaban a encargar al
pesquisidor la averiguación «de a quien pertenesce la ysla de Lanzarote», sino que
extendían la comisión a indagar a quién correspondía «ía conquista de Canaria [s] » CIX
CX CXI
.
La orden arriba citada señalaba como escenario de la investigación «la dicha
ysla de Lanzarote e lugares de su comarca e a otras qualesquier partes que
entendierdes que cunplen...». Sin embargo, el viaje y estancia de Cabitos en las

i. Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Unrveisrtaria, 2000


islas Canarias carece de pruebas, estando desmentido por el desarrollo de los
hechos4a. Se conserva, en cambio, el testimonio completo de la valiosa
Información, llevada a efecto en Sevilla entre los meses de enero-abril de 1477. En
este singular expediente se acumulan toda una serie de documentos aportados por
la familia propietaria Herrera-Peraza, así como los interrogatorios y
declaraciones de los testigos en defensa de los contradictorios intereses de las
partes en litigio 4S.
La Información de Cabitos, ordenada y precisa, contenía elementos de juicio
suficientes para que la corona decidiese en el pleito entablado. Sin embargo, los
Reyes Católicos quisieron escuchar, con carácter previo, el

CVIIILos cronistas isleños destacan la intervención como procuradores de la isla de Lan- _


zarote de Pedro de Aday y Luis Casañas. Pero su actuación debió ser anterior y relacio- e
nada exclusivamente con la dolorosa cautividad en Gran Canaria de los niños rehenes. S
ABBÉU GALINDO (pág. 134), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 83. Este autor menciona la em- g bajada, pero
silencia los nombres de loé-procuradores), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, páginas 265-269), VIERA Y
CLAVITO (tonjo I, págs. 473-476) y MILLARES TORRES (tomo III, páginas 228-232).
CIX A. S.: Registro del Sello, fol. 746.
Cabitos: Información. Parte documental (págs. 519-521).
En la misma fecha expidieron los Reyes Católicos otra cédula amparando a los señores de las Canarias
en la «posesión» de Lanzarote. Orden que se volvió a reiterar el 25 de noviembre (Registro del Sello, fols. 745
y 747).
Merece destacarse la cédula de 20 de noviembre de 1476, por la que se ordenaba a «Pero García Peraja...
fijo de Diego de Forrera» la devolución de las escrituras y documentos que le habían sido violentamente
arrebatados a los procuradores Juan Mayor y Juan de Armas. Sin embargo, los interesados (Inés Peraza,
junto con sus hijos Pedro García y Fernán Peraza) se encastillaron en negar la veracidad de los hechos
denunciados: «los dichos sus partee... non ovieron mandado tomar cartas e previllegios algunos a los dichos
Johan Mayor e Jo-han Darmas...» (Información. Parte documental, págs. 601-604).
CX Esteban Pérez de Cabitos, vecino de Sevilla, inicia la pesquisa el 14 de enero de 1477, sin tiempo
material para acercarse a Lanzarote. Por otra parte, la información se efectúa íntegramente a orillas del
Guadalquivir. (Información. Parte documental, págs. 518-519.)
CXI Información, págs. 121-206. Parte documental, págs. 518-632.
94 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

dictamen de tres consejeros reales de su mayor afección. Los


designados para evacuarlo fueron, fray Hernando de Talavera, monje
Jerónimo, prior del monasterio del Prado, Jnan Díaz de Alcocer y
Rodrigo Maldonado de Talavera, destacados personajes que jugaron
un papel importantísimo a lo largo de todo el reinadoCXII.
Anteriormente se ha insinuado la preocupación de Femando e Isabel por indagar si
competía a la Corona de Castilla de manera directa «la conquista de CanariafsJ». A
mediados de 1477 la decisión de ios monarcas era firme, en el sentido de incorporar las
islas todavía insumisas del archipiélago a la directa acción estatal, dada la necesidad de
emplear importantes contingentes de tropas en la conquista y consumir abundante
numerario, cosas ambas para las que se estimaba impotente el débil poderío
señorial.
Influía en esta decisión la guerra sucesoria con Portugal (1475-1479) y la

© Del documenta, los autores Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
nueva política de expansión atlántica. Durante la contienda los lusitanos habían
reverdecido el propósito de ocupar alguna de las islas Canarias insumisas. Este
peligro se hará particularmente ostensible en julio de 1478, cuando una poderosa
escuadra intentó apoderarle de la isla de Gran Canaria CXIII. Por otra parte, los
Reyes Católicos pusieron sus penetrantes miras políticas sobre el Africa
Occidental y Guinea, en un intento de expansión territorial de signo
evidentemente imperialista. Para obstruir las ambiciones de Portugal; cortarle
esta importante escala en la ruta africana; servir de trampolín a los planes de
dominación sahárica y apoyar las expediciones castellanas a Guinea, se imponía
de manera acuciante la incorporación a la corona del derecho de conquista sobre
Gran Canaria, La Palma

CXII Fray Hernando de Oropesa había nacido en Talavera en 1428, acabando sus días en Granada, en
1507, en el desempeño de la mitra arzobispal. Se licenció en la Universidad de Salamanca, donde fue alumno
aventajaflffiímo y profesor ejemplar. Ingresó en la Orden de San Jerónimo, en el convento de San Leonardo
de Alba. La fama de su saber y santidad llegó a la corte, y siendo prior de Nuestra Señora del Prado, cerca
de Valla- dolid, la reina Isabel lo eligió como confesor. Intervino en asuntos de gobierno y obtuvo como
primera dignidad prelaticia la sede de Avila. Presidió la Junta de expertos encargada de dictaminar los
planes y proyectos de Cristóbal Colón, cuyo veredicto fue en principio negativo.
Juan Díaz de Alcocer fue un eminente jurista, miembro destacado del Consejo real.
Rodrigo Maldonado era vecino y regidor de la cindad de Salamanca. Había desempeñado importantes
comisiones en los años iniciales del reinado. Poco después de emitir el dictamen que comentamos, sería uno
de los negociadores de la paz con Portugal de 1479 (tratados de Alcagobas y de las Tercerías de Moura). Fue
asimismo miembro destacado de la Junta dictaminadora de los proyectos colombinos.
CXIII José LÓPEZ DE TORO: La conquista de Gran Cañaría en la ^Cuarta Década», del cronista Alonso de
Patencia, 1478-1480, en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 16 (año 1970), págs. 351-355.
TORRIANI (pág. 132), ABBÉU GALINDO (págs. 185-187), VIANA (págs. 58-59), MARÍN Y CUBAS (págs. 129-
133), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, págs. 297-301), VIERA y CLAVITO (tomo II, páginas 40-43) y MILIARES
TORRES (tomo III, págs. 270-274).
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Fray Hernando de Talavera, prior del monasterio del Prado, confesor de la rei-
na Isabel y primer arzobispo de Granada. Retrato anónimo. (MADKID: Biblioteca
Nacional).
Dictamen de los consejeros reales fray Hernando de Talayera, Juan Díaz de Al-
cocer y Rodrigo Maldonado, recomendando la incorporación a la Corona, en cali-
dad de territorios realengos, de las islas de Gran Canaria, Tenerife y Lo, Palma.
(SIMANCAS: Archivo General),
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 95

y Tenerife, como primer paso para acelerar las operaciones militares de ocupación.
Los tres consejeros-informantes (Talavera, Alcocer y Maldonado) dictaminan
con pleno conocimiento de esta preocupación regia, que para ellos equivalía a un
mandato. Los tres estudiaron minuciosamente la Información de Esteban Pérez de
Cabitos, quedando impuestos de sus más minuciosos detalles. Con independencia de
este valioso documento, tuvieron asimismo a la vista las pesquisas similares llevadas
a cabo con anterioridad por el obispo de Mondoñedo Alfonso Vázquez de Acuña
(1455-1456?), que fueron examinadas hasta la saciedad. Bien adoctrinados en el
asunto, pudieron al fin emitir su parecer, carente de datación, aunque tuvo que ser
pronunciado en el verano de 1477. Concretando más, entre el 24 de julio y el 12 de
septiembre, pues entre esas fechas la reina Isabel reside sola en Sevilla, y a ella con
carácter exclusivo va dirigida ja declaración de derechos CXIV CXV CXVI.
Algunas consideraciones del dictamen merecen ser recogidas en transcripción
literal.
Para los consejeros estaba claro el derecho preferente de los señores de las
Canarias: «nos parece que los dichos Diego de Herrera y doña Inés, su muger,
tienen cumplido derecho a la propiedad, señorío e mero y mixto imperio de las
quatro islas conquistadas, que son Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El
Hierro...».
En el punto delicado de la subrogación buscaban un arreglo de compromiso, en
atención a los superiores intereses del Estado: «Item, que los dichos Diego de
Herrera y doña Inés, su muger, tienen derecho a la conquista de la Gran Canaria e
de la isla de Tenerife e de La Palma, y es suya y les pertenece la dicha conquista por
merced que de ella hovo fecho de juro e de heredad el muy excelentísimo rey don
Juan, vuestro padre, a Alfón de las Casas, ascendiente de la dicha doña Inés...». La
solución estaba en la expropiación pura y simple: «Pero, por algunas justas y
razonables causas V. A. puede mandar conquistar las dichas islas o qualquiera de
ellas; debe V. A. facer equivalencia por lo que se asignara a los dichos Diego de
Herrera e doña In&, sa niuger, por el derecho que a la dicha conquista tienen y por
loa' JBWÍfcí» trabajos y pérdidas que han recibido y costas que han fecho en la
prosecución de ella, y especialmente ganándose la dicha isla de Tenerife, en la quid
han tenido y tienen agora adquirida alguna parte...»CXVII. <

CXIV ANTONIO ABMAS : itinerario Hg Hojees Católico*. Instituto


Jerónimo
CXVZurita. Madrid, l^pá^óMK.
CXVIs» A. S.: Pfcemos ¿te Gaxtilte, >18. GAMILLO (tomo I, fascículo 2, pág*. 270-271), VIEBA
CXVIIY CLAVITO (tomo I, y MsuJWB T«W (torno III, 236-238).
96 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Antes de seguir adelante interesa deshacer un error que se percibe en el
dictamen. Si como se ha señalado, con machacona insistencia, en el epígrafe
anterior54, los señores de las Canarias no poseían en 1477 ningún dominio
territorial en Tenerife y sí, en cambio, la torre de Gando en Gran Canaria, la
alusión a que en la «isla de Tenerife... han tenido y tienen agora adquirida alguna
parte...» debe estimarse como un simple lapsus ca- lami. Nos resistirnos a valorar
como dominio político el núcleo de neófitos radicados en el menceyato de Güímar,
bajo la abnegada férula de los misioneros andaluces.
También exige comentario la chasqueada suerte de los lanzaroteños,
condenados a padecer, sin esperanzas de liberación, el férreo gobierno de los
señores. Algunos de los emigrados, y de manera muy particular Fernán Guerra,
habían incitado a la corona a reivindicar para sí la conquista de Gran Canaria y
de sus otras hermanas las islas mayores 55. Este fue el único objetivo que
consiguieron en su amplia estrategia de combate. En dichas CXVIII CXIX

CXVIIIEn uno de los párrafos del dictamen se leen estas enigmáticas líneas:
«... vistos los títulos y escrituras..e asimismo... ciertas pesquisas que en diversos tiempos fueron
fechas por el reverendo obispo de Mondoñedo, que después fue de Jahen, y por Esteban Pérez de
Cabitos...».
La pesquisa del obispo de Mondoñedo plantea arduos problemas, que se pueden resu mir en estas
tres interrogantes: ¿Quién era el prelado? ¿Cuándo se realizó la pesquisa? ¿ Cuál era su objetivo y
contenido ?
La primera cuestión tiene fácil respuesta. El único prelado español que desempeñó el obispado de
Mondoñedo (1454-1457) y a continuación rigió la diócesis de Jaén (1457-14741) fue Alfonso Vázquez
de Acuña, abad hasta entonces del monasterio agustino de Panazes (Segovia),
CXIXCONBADO EUBEL: Hierarchia catholica Merlii Aevi. Míinster, 1914, tomo II, págs. 159 y 193.
Viera y Clavijo, sin este poderoso medio de auxilio, pretendió identificarlo con don Iñigo
Manrique de Lara, que si bien era obispo de Jaén en el momento de la pesquisa de Cabitos (1475-
1483), nunca regentó la diócesis de Mondoñedo. (Hierarchia..., tomo II, página 165).
La segunda cuestión es bastante más compleja. Si nos atenemos al sentido estricto de la frase
copiada, la pesquisa de Vázquez de Acuña tuvo que efectuarse entre los años 1455-1456. Téngase en
cuenta que fue nombrado para la mitra de Mondoñedo en diciembre de 1454 y trasladado a la de Jaén
en abril de 1457.
Con un criterio más laxo, cabría ampliar el período hasta su propia muerte (mayo de 1474).
La tercera cuestión es hasta ahora una incógnita. Ignoramos si la pesquisa estuvo provocada por
los moradores de la isla de Lanzarote o por la familia señorial, y a quién de las partes venía a
favorecer.
Como conclusión, se pueden formular estas hipótesis:
a
1. Fecha estricta. Pudo originarse la pesquisa como último recurso de los habitantes de
Lanzarote, después de la sentencia adversa de 1454.
2. “ Fecha laxa. Cabe considerar que se ordenase como consecuencia de la protesta airada de
la familia Herrera contra la concesión de Enrique IV a los condes lusitanos (1464-1468).
54
Páginas 87-89.
55
A. 9,: Conseja real, leg. 671, fol. 9.
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 97

operaciones se enrolaron sin excepción los descontentos, en busca de una tierra de


promisión que los cobijase.
Las negociaciones entre' la Corona de Castilla y los señores de las Canarias
para la incorporación a la misma del derecho de conquista sobre las islas mayores
tuvieron por escenario la ciudad de Sevilla y como tiempo los meses de
septiembre-octubre de 1477. Nada se sabe de los intermediarios en el negocio ni
del mecanismo interno de la transacción. Ha fallado asimismo el propósito de
identificar a los suscriptores del convenio en nombre y representación de los
monarcas; hay indicios de que pudieran ser los mismos consejeros informantes o
por lo menos alguno de ellos. Lo único que ha sido dable conocer es el contenido
sumario del asiento; la fecha de otorgación, 15 de octubre de 1477, y el nombre
del escribano fedatario, Bartolomé Sánchez de Porras50.

i. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


En un documento algo posterior, se resume el concierto en estos términos :
«En cierto asiento que nos mandamos tomar con Diego de Herrera e
doña Ynés de Perada, su muger, con licencia e consentimiento del dicho
Diego de Herrera, su marido, sobre qualquier derecho que podrán tener
a las yslas de la Grand Canaria... e a las yslas de Tenerife e La Palma...
están asentados dos capítulos fechos en esta guisa: que doña Ynés, con
licencia de Diego de Herrera, su marido, renuncia en forma e cede e
traspasa qualquier derecho que tenga a las yslas de la Grand Canaria...
e a las de Tenerife e La Palma..., e de restituyr qualesquier escripturas,
tytulos e derechos que a las dichas yslas tiene, e otorgar gerca dello...
todas las escripturas que fueren menester con renungiagiones e fir-
mesas, a vista de los de su Consejo [real] que en ello han entendido. E a
Sus Altezas piase, por faser merced a los dichos Diego de Herrera e
doña Ynés, por algund derecho en que podrán tener a las dichas yslas...,
merced, en enmienda, de cinco cuentos de maravedís...-» 5T. CXX

CXX MELIÁN DE BETANCOB: El origen y principio de la conquista..., fol. 115.


En la jornada de la firma del asiento, los Reyes Católicos verificaban una rápida visita a Jerez de
la Frontera.
ANTONIO RUMEU DE ASMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, pág. 66.
Sobre la participación como firmantes, en representación de la corona, de loe consejeros Talavera,
Alcocer y Maldonado, véase la alusión que se haee a los mismos en el asiento inmediatamente
transcrito.
87
A. S.: Mercedes y privilegios, leg. 92.
ANDBÉS BERNÁLDEZ: Memorias del reinado de los Reyes Católicos. Madrid, 1962, página 141. Este
autor fue el primero en hacerse eco de la firma del asiento, fijando la cuantía de la indemnización en
cinco millones de maravedíes. Ahora bien, su obra se conservó manuscrita hasta 1856. La conoció
Jerónimo Zurita, quien reproduce la noticia es-
7
98 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Como dato complementario añadiremos que se imponía por la corona a los señores
la entrega de cuantos títulos de dominio poseyesen, para su debida custodia en los
archivos reales. Un depósito previo, en régimen de interinidad, hasta tanto que se
solventase la indemnización, aparece concretado en esta cláusula:
«Por quanto los recahdos e escripturas que la dicha Ynés Perada e el
dicho Femand Peraga, su fijo, nos han de dar del dicho de- xamiento e
traspaso de cualquier derecho que tengan a las dichas yslas de Grand Canaria
e Tenherife e La Palma..., nos los mandamos poner e deposytar en poder del
prior del monasterio de las Cuevas, de la borden de la Cartuxa, de la cibdad
de Sevilla, para que nos las dé e entregue, después de ser pagada la dicha doña
Ynés de los dichos cinco cuentos de maravedís...».
En honor de la verdad precisa declarar que los Reyes Católicos se mostraron
remisos en el cumplimiento de la palabra dada, ante los apremios económicos
provocados por la conquista de Gran Canaria, seguida por la ruptura de hostilidades
contra el reino de Granada y la subsiguiente interminable campaña. Lo cierto es que
pasaron diez años (1477-1487) sin que la indemnización acordada de los cinco millones
de maravedíes fuese hecha efectiva, pese a las reiteradas súplicas de los perjudicados.
Un acontecimiento familiar imprevisto iba a precipitar la cobranza. Fue éste el
matrimonio de Fernán Peraza, vástago predilecto de los señores de las Canarias
menores, con doña Beatriz de Bohadilla, hija huérfana de Juan de Bobadilla, alcaide
del alcázar de Madrid. Este concierto conyugal se hizo bajo directo patrocinio real, por
razones que no hacen al caso repetir aquí CXXI. Pero sí interesa señalar que provocó de
manera indirecta la aceleración de las libranzas.
El oportuno alhalá es de 1483, aunque no ha quedado constancia de

CXXIcueta (sin señalar la cifra de la indemnización) en los Anales de la Corona de Aragón, Zaragoza, 1610,
tomo IV, pág. 311 v.
En cambio, alcanzó general difusión la obra de FRANCISCO LÓPEZ DE GOMARA: Historia general de las
Indias, Zaragoza, 1554, fol. 98 v. También fija la indemnización en cinco millones de maravedíes.
PEDRO SALAZAR DE MENDOZA: Monarquía de España. Madrid, 1770, pág. 348. Este autor yerra al elevar
la cuantía de la compensación a seis cuentos (6.000.000 de maravedíes).
De los cronistas isleños, registran los cinco cuentos ABRÉU GALINDO (pág. 137), CASTILLO (tomo I,
fascículo II, págs. 272-273) y VIERA Y CLAVIJO (tomo I, pág. 479). Optan, en cambio, por los seis millones
VIANA (pág. 57) y NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 84-85).
Núñez de la Peña y Castillo señalan las distintas versiones de López de Gómara y Sa- lazar de Mendoza,
haciendo hincapié en la de su preferencia.
58
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: La reivindicación por la Corona de Castilla del derecho de conquista sobre
las Canarias mayores y la creación del condado de La Gomera, en la revista «Hidalguía», núm. 32 (año 1959),
págs. 11-12.
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 95

mes y día. De acuerdo con sus disposiciones, los cinco cuentos de


maravedíes se abonarían de esta forma: tres millones en bienes
raíces secuestrados a los judaizantes sevillanos y los dos millones
restantes pagaderos «en dinero contado» a finales, respectivamente,
de 1484 y 1485. Fernando e Isabel pretenden disimular un acto de
estricta justicia, dándole cierta apariencia de concesión graciosa: «E a
Sus Altezas piase, por faser merced a los dichos Diego de Herrera e
doña Ynés, por algún derecho en que podrán thener a las dichas
yslas..., e por el casamiento que Femand Perada hizo por su
mandado...'».

Tampoco esta vez se cumplió la promesa real, dando tiempo con ello a que falleciese
en Fuerteventura Diego de Herrera el 22 de junio de 1485, sin haber percibido un
solo maravedí.

i. Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


Su viuda, la señora titular de las Canarias, doña Inés Peraza, reclamó por
enésima vez el cumplimiento de lo convenido, obteniendo una segunda carta de
libranza, expedida el 23 de diciembre de 1486, que le permitió cobrar en cuatro
plazos anuales la indemnización estipulada. El primer albalá es de 31 de marzo de
1487, y el último, de 16 de marzo de 1490 ”.

Pero el retraso en el pago de la indemnización no supuso merma a la soberanía


real plena sobre Gran Canaria, La Palma y Tenerife, que se hizo efectiva a partir
de octubre de 1477.
La primera operación de conquista, la de Gran Canaria, apenas se
demoraría ocho meses. s

En cuanto a la torre de Gando, superviviente singular de la acción de |


dominio de Diego García de Herrera, debió ser evacuada por la guarnición °
a raíz de la concordia de Sevilla, pues cuando los castellanos desembarcan en el Puerto
de las Isleta» el 24 de jimio de 1478, apenas si se mantenían enhiestos sus silenciosos
PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA 95

muros CXXII CXXIII CXXIV.

CXXII AS.: Mercedes y privilegios, leg. 92. Carta de libranza de 23 de diciembre de 1486.
ANTONIO RUMEU DE ABMAS: La reivindicación por la Corona de Castilla..., acabada de citar, págs. 10-13.
Con posterioridad a la fecha últimamente citada en el texto, 1490, dofia Inés Peraza recibió otras
importantes cantidades. En 1492, 300.000 maravedíes, a cuenta de 1.200.000. ¿Tienen algo que ver con la
indemnización de 1477? Seguramente, los tres millones situados sobre los bienes raíces de los judaizantes no
se pudieron hacer efectivos en la totalidad.
CXXIIIMIGUEL ANCEL LADERO QUESADA: La hacienda real castellana entre 1480 y 1492, Valla- dolid,
1967, pág. 94. Otros libramientos en las páginas 86 (1.000.000 de mr. en 1489) y 89 (300.000 en 1490).
CXXIVso Si ha quedado demostrada la supervivencia de la fortaleza de Gando hasta enero- abril de 1477
(Información de Cabitos), no hay un solo cronista, metropolitano o isleño, que la mencione como subsistente
durante las laboriosas operaciones de la conquista.
CAPITULO IV

LOS REINOS INDIGENAS DE LAS PACES

ALONSO DE LUGO, CAPITAN-CONQUISTADOR

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


i. Pactos y Confederaciones. Los reinos de «las
paces»

i. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


La actuación de los misioneros en la isla de Tenerife pudiera calificarse de acción
lenta, de siembra parsimoniosa, que requería más tiempo que el que la corona
precisaba en sus planes de dominio político.

Por esta circunstancia puede afirmarse que el día que los Reyes Católicos
incorporaron al reino de Castilla el derecho de ocupación sobre las Canarias mayores,
Gran Canaria, La Palma y Tenerife, la conquista militar de las tres islas quedó
firmemente decidida. Como acabamos de ver, el ajuste o convenio entre los monarcas
hispanos y los señores de Canarias Diego García de Herrera e Inés Peraza se estipuló
en Sevilla el 15 de octubre de 1477, mediando las oportunas indemnizaciones\

La conquista de Gran Canaria se va a desarrollar entre los años 1478 y 1484 CXXV
CXXVI
. En la etapa inicial (1478-1480) tendrá como principales actores al obispo de
Rubicón fray Juan de Frías, al deán de la misma iglesia Juan

CXXV Capítulo anterior, pág. 97.


CXXVI Si el principio de la conquista de Gran Canaria es fácil de fijar con precisión
matemática, no cabe decir lo mismo sobre la conclusión, ya que depende de lo qne se entienda por la misma.
En 1483 sobreviene la rendición del rey de Gáldar, don Fernando Guanarteme, seguida de masivas
sumisiones de indígenas. La conquista se puede dar como virtualmente terminada.
En 1484 se libran todavía sangrientos encuentros de montaña. En uno de ellos sucumbe el capitán Miguel
de Mújica en Ajódar. Después de estas operaciones de sometimiento, la conquista podía darse por conclusa.
Quedaban, sin embargo, algunos importantes focos de insurrectos. Estos acabarían por someterse en los
meses de marzo-abril de 1485. La pacificación era una realidad.
104 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Bermúdez y a los capitanes Juan Rejón y Pedro del Algaba. En la etapa postrer (1480-
1484) el mando lo asume, sin limitaciones ni cortapisas, el capitán jerezano Pedro de
Vera, quien logrará, después de cruenta lucha, llevar a buen puerto la empresa.

La conquista de La Palma le fue discernida, en 1481, al capitán leonés Juan Rejón,


después de su discutida actuación en la conquista de Gran Canaria. Ahora bien: la
muerte imprevista y trágica de este jefe durante una breve escala en la isla de La
Gomera, frustró por completo la proyectada operación. Los acontecimientos
posteriores —endurecimiento de la guerra de Granada y serias dificultades en la
conquista de Gran Canaria— aconsejaron demorar la anexión. Por este conjunto de
circunstancias le iba a corresponder al capitán Alonso de Lugo el honroso encargo de
reducir § y someter la isla de La Palma (1492-1493), campaña que acomete con ex -
traordinaria celeridad debido a la escasa resistencia que ofrecieron los indígenas s.

Por lo que respecta a Tenerife, no admite dudas que su conquista le fue


encomendada en 1481 al capitán Juan Rejón de manera simultánea con La Palma.

© Del documenta, los autores. Digitalizadán realizada por ULPGC. Qlblroteca Um-ersteria,
Una cédula de la reina Isabel de 17 de enero del año expresado lo declara sin
ambages: «yo entendiendo ser complidero, e servicio de Dios e mió, e en
acrecentamiento de nuestra santa fe católica, he mandado conquistar las yslas de
Tenerife e La Palma, que están en poder de infieles...»CXXVII CXXVIII. Las mismas
razones que frustraron la incorporación de esta última hicieron, estériles los
propósitos sobre la primera.

Desde 1481 hasta 1494 la isla de Tenerife se mantendrá independiente, aunque


su territorio se verá reiteradamente depredado por los asaltos y las incursiones de
los capitanes, armadores y mercaderes de esclavos, dedicados a la inicua captura de
guanches o a enriquecerse con los sistemáticos despojos de ganado.

Durante los años que transcurren entre 1450 y 1480, en que tanto auge tuvo la
acción misional, hemos tenido ocasión de ver cómo fue arraigando la doctrina que
proscribió, bajo pena de excomunión, la esclavitud de los aborígenes neófitos, los
semiconversos y los simplemente aledaños a unos y otros. También se ha señalado cómo
el pontífice Pío II garantizó los pactos o confederaciones que los obispos de Rubicón, y
los misioneros en BU nombre, concertasen con los naturales todavía sin convertir, que
serían declarados bandos o reinos de paces CXXIX CXXX CXXXI.

CXXVII No existe hoy día ningún pormenor riguroso con que datar la conquista de esta isla. La
opinión que en 1952 emitíamos en favor de 1493, debe considerarse rectificada.
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo, en la corte de los Reyes Católicos. Biblioteca Reyes
Católicos (C. S. I. C.). Madrid, 1952, págs. 15 y 139-142, y la nota 7 a la pág. 141
Consúltese sobre el particular las páginas 121-123 de este mismo capítulo.
CXXVIII A. S.: Registro del Sello, fol. 194. Aparece expedida en Valladolid.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 1.
CXXIX Capítulo I, pág. 30.
CXXX8 RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 40-46, 51-65, 79-85, 91-94 y
101-111.
CXXXI Ibid., págs. 81 y 320-321.
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 105

Con independencia de ello, los reyes de Castilla revalidaron unas veces las
resoluciones episcopales, o concertaron, por su propia cuenta, confederaciones con los
bandos amigos, declarados de paz previa otorgación de amplísimo seguro.
Por lo general estos pactos amistosos abrían las fronteras de los reinos indígenas al
comercio (rescates), asegurando a los castellanos el monopolio de la orchilla, el
codiciado liquen tintóreo.
Al iniciarse la conquista militar los bandos de paces fueron reconocidos y
protegidos, con garantía plena de libertad para sus moradores. En Gran Canaria no
existieron distritos aborígenes con esta condición jurídica en los pródromos de la
conquista. Lo que sí se dio fueron clanes familiares o grupos minoritarios que pactaron
con el invasor a cambio de ver reconocida su libertad en plenitud. Por el contrario, en
La Palma los bandos de paz existieron, y su colaboración fue factor decisivo en la
rápida sumisión de la isla CXXXII.
Concretándonos ahora a Tenerife, cuatro fueron los reinos de las paces: Güímar,
Abona, Adeje y Anaga. Los tres primeros se confederaron con los castellanos un lustro
antes de la conquista cuando menos, y el último, el de Anaga, en 1492.
Parece probable que el bando de Güímar, sometido a una intensa labor de
apostolado desde tiempos remotos, recibiese la estimación de reino de las paces por
declaración episcopal. Abona y Adeje acaso imitarían su actitud, equiparándose con
aquél en cuanto a trato y garantías.
Lo que no admite dudas es que con anterioridad a 1490 el gobernador de Gran
Canaria, Pedro de Vera, se confederó con los reinos de Güímar, Abona y Adeje
acordando paces con cada uno de ellos; amistad y alianza que se mantuvo incólume
hasta el momento mismo del desembarco T. Como una comisión expresa en este sentido
recibió en 1488 el custodio franciscano de Sevilla fray Antón Cruzado; todo induce a
sospechar que el religioso minorita, a través de sus comisarios, fue el negociador del
acuerdo, limitándose Vera a ratificar, como representante regio, los términos del
convenio.
Este interesante documento, en favor del custodio hético, suscrito por los soberanos
de Castilla el 23 de julio, merece un breve análisis para centrar el problema.
En primer lugar viene a ser como el último eco de una admirable labor
evangelizadora, que había decaído visiblemente con el fallecimiento del apóstol de
Tenerife fray Alfonso de Bolaños. La carta de comisión expresada reconoce los frutos
logrados: «nos es fecha relación que los vecinos e avilantes en las yslas de Tenerife e La
Palma, conociendo el yerro, gen- telidad e ynfidelidad..., se quieren convertir a nuestra
santa fe católica e estar a nuestra obediengia como súditos e naturales...»
Para cumplimentar tan importante objetivo se otorga a fray Antón Cruzado un
CXXXIIConocemos este valioso hecho por una orden real bastante posterior, datada d 29 de marzo de
1498. Como Pedro de Vera cesó en el gobierno de Gran Canaria en 1491, esta circunstancia nos sirve de
punto de referencia para fijar una cronología aproximada.
106 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

amplio margen de confianza: «vos damos poder cumplido para que vos o el comisario
que por vos fuere nombrado vades a las dichas yslas de Tenerife y La Palma... a
entender en la dicha conversión..., e traba- jeys... de los traer a nuestra obediengia; e
para... capitular e concertar e asentar las cosas que... paregiere que mas cumple a
servicio de Dios e nuestro...»
De nada servirían los pactos y confederaciones sin el aparato coercitivo del Estado.
Por eso se autoriza al comisario para que «los podáys asegurar e aseguréys: que por
nuestros capitanes ni gentes de armas, ni por nuestro capitán ni capitanes de la Grand
Canaria, ni por Femand Peraga, ni por doña Ynés, su madre, ...no les serán fechos mal
ni daño alguno...»
La orden termina invocando el nombre del gobernador Pedro de Vera, como
representante regio llamado a velar por el exacto cumplimiento de lo estatuido CXXXIII
CXXXIV
.
No ha quedado constancia de la intervención que pudiera haber tenido en las paces
el obispo por entonces de Rubicón-Canaria fray Miguel López de la Sema (1486-1490).
El cuarto de los reinos guanches, el de Anaga, se confederó con Castilla en las
mismas vísperas de la conquista militar. La iniciativa del acuerdo fue obra personal del
pesquisidor de la isla de Gran Canaria, Francisco Maído- nado (sustituto de Pedro de
Vera en 1491), quien encomendó la negociación, a mediados del año siguiente, al
salteador y traficante en esclavos Lope de Salazar. Este consiguió en breve plazo el
objetivo propuesto, con los seguros y garantías acostumbrados ”.

CXXXIII8 Ibid., págs. 81 y 232 233.


Documentos, núm. 2.
ANTONIO PÉREZ VOITURIEZ: Problemas jurídicos internacionales de la conquista de Canarias. La Laguna,
1958, págs. 242-243.
CXXXIV RUMEU DE ABMAS : La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 81-82 y 306-307.
Reformación, págs. 195-196.
© De» documento, tos autores. Digitalizactóci realizada pac ULPGC. Bibítoteca Unweretefia. 2006

Lauda sepulcral de fray Miguel López de la Serna, H obispo de


Canarias. (TRIJUEQUE: Iglesia parroquial). Fue preconizado el 23 de
marzo de 1486. Falleció súbitamente en la mencionada localidad
alcarreña el 11 de octubre de 1490. En el aciago año 1936, un
bombardeo aéreo redulo a escombros la sepultura.
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 107

2. Depredaciones y asaltos. El comercio de esclavos.

Desde que las naciones europeas establecieron contacto reiterado con las diversas
islas del archipiélago canario, las depredaciones y asaltos por parte de armadores y
mercaderes de esclavos se repiten con dramática regularidad. Siendo las islas atlánticas
sumamente pobres en bienes de fortuna y carentes en absoluto de metales preciosos, la
captura de seres humanos para nutrir con sus míseros cuerpos los mercados esclavistas
de España y el Mediterráneo acabará por constituir un saneado y lucrativo negocio. A
ello se vendrá a sumar el ganado menor, ovejas y cabras, en primer término, y cerdos
en escala mucho más reducida.
Los guanches debieron adoptar frente a las incursiones las medidas de precaución
que aconsejaba el sentido común, que siempre es previsor. Abandonar las costas, yendo
a morar en las medianías y en las sierras; ocultar los poblados en parajes recónditos;
retirar los rebaños de la proximidad de las playas, bahías y puertos, y establecer una
red de vigías que movilizase a la población al primer grito de alarma. Pero aún así, la
isla de Tenerife vio diezmada su población en el siglo y medio —desde mediados del xiv
a finales del XV— que duró tan vergonzosa práctica, que estigmatiza a los actores y
humilla a las víctimas al verse reducidas a la condición de bestias.
El comercio de esclavos lo practicaron en la Edad Media todos los pueblos
cristianos dentro del área del Mediterráneo. Pero a principios del siglo XV portugueses
y castellanos descubrieron una nueva cantera en las islas del Atlántico, que muy pronto
perdió importancia al arribar los primeros, los lusitanos, a las costas de Africa,
entrando a saco o vaciando por rescate las superpobladas tribus de negros guineos.
Vino a mitigar esta situación, como hemos tenido ocasión de ver, la acción conjunta
de los misioneros franciscanos, obispos rubicenses y pon ti fices romanos al dar
impetuoso auge a las misiones y a la pura y simp e catcquesis, proclamando de paso la
libertad del indígena y proscribien o por ende la esclavitud. Pero las misiones se
propagaron primero por as islas menores y Gran Canaria, y su eco fue tardío en La
Palma y Tenen e.
Este conjunto de circunstancias explica que Tenerife, la isla más rebelde e
impenetrable a la influencia europea, fuese hasta el momento mismo de la conquista
uno de los escenarios preferidos para las cabalgadas y los asaltos. Y a medida que sus
diversos reinos fueron alcanzando a condición jurídica de bandos de las paces —
Giiímar, Abona, Adeje, Anaga— por proclamación episcopal o expreso reconocimiento
regio, siempre quedaron otros cinco reinos: Taoro (el más importante), Tegueste,
Tacoronte, Icod y Dante, donde el derecho a la captura del guanche infiel estuvo ple-
namente reconocido y la trata de esclavos fomentada desde los mismos alcázares regios.
Bastará traer a colación estas resoluciones de los soberanos católicos para probar
nuestro aserto. Cuando en 1480 capitularon Fernando e Isabel la conquista de Gran
108 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Canaria con Pedro de Vera, Alonso de Quitanilla y Pedro Fernández Cabrón, el más
poderoso incentivo que se les otorgó como recompensa, por tiempo de una década, fue
el «.quinto’ de esclavos..., presas, rescates y demás cosas que puedan corresponder a la
Corona de Castilla», así en la isla de Gran Canaria como en las otras islas todavía
insumisas (La Palma y Tenerife) CXXXV. Como esta recompensa estaba otorgada
mancomunadamente a tres socios, y más adelante la compañía había quedado disuelta,
asumiendo la corona el coste total de la operación militar CXXXVI, los Reyes Católicos
revalidaron la merced en 1484 en beneficio exclusivo del conquistador de Gran
Canaria y sin limitación de plazo; el privilegio se reduce en cuantía a «la meytad del
quinto», y, en cambio, se hace extensivo a las tierras de Berbería CXXXVII. La merced, con
algunas variantes, se repite en 1492 al capitular con Alonso de Lugo la conquista de La
Palma; en esta ocasión se le concede al veterano soldado los quintos de la corona «de los
captivos e ganados e bienes» en la isla de su jurisdicción, amén de la mitad de los
quintos de las presas y rescates que se hiciesen por los expedicionarios en Tenerife y
Berbería CXXXVIII.
Con estos antecedentes se comprenderá la serie de asaltos que Pedro de Vera y
Alonso de Lugo, codiciosos e interesados como el que más, organizaron para depredar
por el amplio perímetro de la isla de Tenerife.

Hay que advertir que el negocio era redondo porque al beneficio de los quintos
reales sumaban la exención de almojarifazgo y alcabalas, alegando, al arribar a los
puertos metropolitanos, que procedían de tierra de moros, cuyas entradas y cabalgadas
estaban, en efecto, eximidas del pago de estos drásticos tributosCXXXIX.

El capitán Pedro de Vera tenía una larga experiencia en esta clase de operaciones,
pues en la primera etapa de su vida pública, al frente de los

CXXXV RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 56 y 204-206.


CXXXVI MIGUEL ANGEL LADERO QUESADA: Las cuentas de la conquista de Gran Canaria, en
«Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 12 (afio 1966), págs. 17-19.
CXXXVII Ibid., págs. 79-80.
CXXXVIII18 RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 81 y 292-294.
CXXXIXM Ibid., págs. 55-56, 88, 202-203 y 312-314.
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 109

caballeros de Jerez de la Frontera, había llevado a cabo importantes razzias en


Marruecos, depredando desde Larache a Azamor (1474-1479) CXL CXLI.
Antes hemos dado por supuesto que Pedro de Vera y Alonso de Lugo debieron
llevar a cabo diverso número de cabalgadas en Tenerife entre los años 1480-1493, dado
el pingüe negocio que a su sombra obtenían con los esclavos, el botín y los quintos; pero
a decir verdad no ha quedado prueba documental de ninguna de ellas, seguramente
por el carácter privado y la misma reiteración con que se acometieron. Los asaltos de
que se posee información, y que seguidamente se reseñarán, deben su pervivencia a las
reclamaciones y litigios a que dieron lugar.
Una tradición histórica bastante confusa, reforzada en nuestros días con
prueba documental, respalda el simulacro de entrada en Tenerife organizado por

ULPGC. Biblioteca Unrveisrlflrifl, 200G


Pedro de Vera en 1483 para liberarse del pesado lastre que suponía la presencia en
el Real de Las Palmas de innúmeros aborígenes, sometidos pacíficamente a raíz de
la captura del guanarteme de Gáldar.
Habiéndose rendido los indígenas bajo seguro, es decir, con garantía de
libertad personal, Pedro de Vera decidió desterrarlos a la metrópoli, aunque
urdiendo el engaño del asalto a Tenerife para combatir a los guanches. |
Desviadas las naves de la ruta prometida, los expatriados fueron a desem- |
barcar en Cádiz y el Puerto de Santa María, y luego transportados a Se- |
villa por el mes de junio de 1483, donde acabaron por fijar su residencia. í
En septiembre de este mismo año el propio capitán-conquistador condujo ¿
a Andalucía buen número de desterrados. Los monarcas castellanos, con i
mendaces informes, acabaron por aceptar el exilio, exigiendo el exacto cum- □
plimiento de la medida. Estos indígenas, en aflictiva situación, fueron vistos |
y compadecidos por el cronista Andrés Bernáldez cuando moraban en las ?
proximidades de la puerta de Bib-Ahoar o de la carne ia. 0

Los cronistas condenan el sacrilegio y perjurio cometido por Pedro de Vera para
ganar la confianza de sus víctimas; señalan como ejecutor de sus designios al intérprete
Guillén Castellano, y puntualizan sin excepción la rebeldía de parte de los expatriados.
De acuerdo con esta versión, al no divisar un grupo de indígenas el perfil de Tenerife,
con la inconfundible mole del Teide, se amotinaron, obligando a los pilotos a cambiar
de rumbo para terminar desembarcando en Lanzarote CXLII.
Si carecemos de información directa sobre las incursiones que organizara Pedro de
Vera a título personal en el escenario tinerfeño, conocemos, en

CXL RUMEU DE ABMAS: España en el Africa Atlántica, tomo I, págs. 152-154.


CXLI1B JUAN ALVABEZ DELGADO: La conquista de Tenerife, págs. 39-42.
RUMEU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 57-59.
ANDBÉS BEBNÁLDEZ: Memorias del reinado de los Reyes Católicos. Madrid, 1962, pág. 142.
CXLII Ibid. (La conquista..., págs. 42-45; La política..., págs. 59-60).
110 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

cambio, algunos datos sobre otras que se montaron con su beneplácito y en su


provecho. Las cuentas del receptor real Antonio de Arévalo, nombrado para la
percepción de la mitad del quinto, contienen algunos pormenores relativos al bienio
1484-1486, Se sabe de una expedición que comandó Lope de Salazar en junio de 1485 y
que determinó la captura de diversos guanches. La operación se repite en diciembre
por Antón Viejo y en febrero de 1486 por Juan de Cagana. Un cuarto asalto, por el mes
de abril del propio año, con presa de esclavos, se registra en las cuentas sin señalar
armador CXLIII.
Por desgracia se han perdido las cuentas de Antonio de Arévalo entre 1487-1495,
fecha en que rinde balance de su actuación. Ahora bien: si contrastamos que durante
un bienio (1484-1486) los quintos sumaron 27.335 maravedíes y el receptor real entregó
a la hacienda en la última data (1495) por el quinto «de las presas... de Tenerife e La
Palma e Berbería» 60.626 maravedíes, la diferencia entre ambas cantidades nos
revelará que la actividad depredadora prosiguió incansable durante los años postreros
del mando de Vera y se alargó en pleno éxito después de su cese CXLIV CXLV.

Cuando en 1491 se produjo la sustitución de Pedro de Vera, y asumió el gobierno


con título de pesquisidor Francisco Maldonado, esta primera autoridad prosiguió
fomentando las cabalgadas en el territorio de los bandos de guerra de Tenerife y
percibiendo íntegramente los quintos para la hacienda real.
Apenas había tomado posesión de su cargo el pesquisidor, cuando lo vemos
organizando, en el propio año de 1491, una escuadrilla de tres navios para ir «a La
Palma y Tenerife a saltear». Uno de los capitanes escogidos para mandarlos era el
vecino de Las Palmas Ibone de Armas. La flotilla recorrió ambas islas depredando a
diestra y siniestra hasta que consumidas las vituallas tuvo que tomar rumbo desde La
Palma al Puerto de las Teletas. En el mismo año, y ahora con un solo navio y cincuenta
hombres de tripulación, el capitán Armas prosiguió la incursión, consiguiendo rescatar
en los bandos de paces doscientos quintales de orchilla y capturar en los cantones de
guerra treinta esclavos. La mala fe de Maldonado a la hora de liquidar el negocio,
reteniendo indebidamente la parte que correspondía en el mismo a Ibone de Armas,
daría pie a una reclamación por parte de éste ante el Consejo real, que es la que nos ha
permitido conocer estas dos curiosísimas entradas z®.

CXLIII MIGUEL ANGEL LADEHO QUESADA: Las cuentas de la conquista de Gran Canaria, en «Anuario de
Estudios Atlánticos», núm. 12 (año 1966), págs. 72-77.
CXLIV18 Ibid., págs. 52 y 77.
CXLV A. S.: Registro del Sello, fol. 81. Provisión del Consejo real de 24 de enero de 1494.
Documentos, núm. 9.
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 111

Los cronistas recogen sin excepción otra importante cabalgada que acometió, en
1492, el pesquisidor Maldonado, llevando él personalmente el mando de la operación.
El fraile Espinosa, nuestra fuente primordial, la registra en estos términos: «Francisco
Maldonado... envió a apercibir a Pedro Hernández de Saavedra (caballero sevillano,
que era casado con doña Constanza Sarmiento, hija de Diego de Herrera y de doña
Inés Peraza, el cual estaba en Lanzarote) para que juntos entrasen en Tenerife; y con-
certadas y juntas sus gentes, se embarcaron ... y en ella tomaron tierrra ... Maldonado,
no acostumbrado a estas entradas, se adelantó y acometió a los guanches, que estaban
apercibidos (por haber llegado los navios de día a la tierra y haberlos visto antes que
desembarcaran), y habiéndolos acometido, se metió con ellos con tan mala orden que
los naturales le rompieron y desbarataron y le mataron cuarenta hombres, y si no
acudiera a socorrerlos Pedro Hernández de Saavedra con su gente puesta en
buena orden, le hicieran mucho más daño...»

autores. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


Lo que parecía iba a quedar en desastre se pudo remediar a última hora:
«Mas llegando Pedro Hernández, recogió los de Francisco Maldonado que venían
desbaratados, y arremetió contra los guanches con tanto ánimo y orden que les
resistió su desordenada furia y acabó de recoger todos los de [Gran] Canaria, y
con ellos se retrajo lo mejor que pudo...»
El regreso se efectúa con los ánimos maltrechos: «viendo que tiesta vez no
podían hacer cosa de provecho, se tornaron a embarcar con mucho daño» CXLVI.
Viana y Marín y Cubas dan por sentado que la desastrosa incursión
a Tenerife tuvo por escenario el territorio de Añazo, dentro de la jurisdic- |
ción del mencey de Anaga CXLVII; y no tendría nada de particular que la entrada §
que estudiamos precediese a la firma de la paz escasos meses más tarde. 0
Viera y Clavijo se hace eco de un rumor relativo a la conducta del escar
mentado pesquisidor; «se asegura que, después de esta aventura, solía decir: ¡No mas
pleitos con los guanches de Tenerife!» CXLVIII“.
Hemos dado por seguro que Alonso de Lugo, prevalido en su privilegio de los
quintos, organizó diversas cabalgadas por tierras de Tenerife; pero lo cierto es que no
ha quedado prueba documental de ninguna de ellas. El cronista Espinosa se hace eco
tan sólo de «algunas entradas» que acometió durante la etapa de su vida en que siendo
alcaide de la torre de Agaete se dedicó como activo colono a las plantaciones de caña de
azúcar y a la construcción de ingenios CXLIX. La noticia cuadra muy bien con la
necesidad

CXLVIai Págs. 92-93.


CXLVII VIANA (pág. 66); MARÍN Y CUBAS (págs. 201-202).
CXLVIII Tomo II, págs. 140-142. Igual, MILLARES TORRES (tomo IV, págs. 133-135).
CXLIX Pág. 94.
112 ANTONIO RUMÉU DÉ ARMAS

apremiante de mano de obra esclava, que Jas agotadoras faenas


agro-industríales requerían.
Las cabalgadas en tierras de infieles eran, un derecho públicamente reconocido,
mientras el Estado (y con menor fuerza coercitiva la Iglesia) no proclamase
interdicciones totales o limitadas. Por esta razón los capitanes y armadores, así de las
islas de realengo como de señorío, pudieron practicar entradas en los bandos de
guerra de Tenerife, con la expresa obligación de liquidar los quintos ante los
receptores reales CL CLI.

De estas expediciones particulares han pervivido diversas pruebas documentales.


Sabemos, por ejemplo, que Fernán Guerra, vecino de Lanza- rote y adalid de la
conquista de Gran Canaria, «murió en la ysla de Tenerife, do le mataron los
guanches». En los documentos no se concreta la fecha exacta de este suceso, que tuvo
que sobrevenir antes de 1485, precediendo en una década a la conquista. La propia
hija del adalid (que hace méritos por estos servicios) confiesa que su progenitor
«hera onbre que mucho savia en las dichas yslas, almogavareando e faziendo
entradas e salidas como almogávar en las dichas yslas...» La denuncia que formula
contra doña Inés Peraza, su antigua señora, es terriblemente acusadora: «por- quel
dicho Femand Guerra... avía revelado... la conquista de la ysla de Tenerife, doña Inés
embió a desir a los de la dicha ysla que se guardasen del dicho su padre: que avía de
haser que los ganasen como a los de Canaria, e que lo matasen; e que el dicho
Fernand Guerra, yendo a la ysla de Tenerife, saltó en tierra, como solía, con ciertos
alformas20 e amigos suyos..., lo quales luego lo mataron e dixeron por qué...». En otro
pasaje se insiste en que «lo mataron los guanches súpitamente a trayción, yendo a
conquistar e saltear...». Pedro de Hervás, vecino de Gran Canaria, nos da más
curiosas precisiones: «fue pública voz e fama que lo mataron sobre pazes a traición, a
cabsa que [Diego de] Herrera, su marido de la dicha dona Ynés, avía enbiado a dezir
a un rey de Tenerife, que hera mucho amigo del dicho Femand Guerra, que asy como
avía sydo ésta conquistada, la dicha yla de Gran Canaria, asy avía de conquistar...
Tenerife...»CLII.

CL28 Se prueba este derecho por la carta de comisión a fray Antón Cruzado acabada de mencionar —
pág. 105—. Por esta disposición se prohíben las entradas a los capitanes de Gran Canaria, a doña Inés
Peraza y a su hijo Fernán Peraza, siempre y cuando mediase seguro con los bandos indígenas de Tenerife y
La Palma.
CLI Mediadores intérpretes, bajo garantía de seguro.
RUMEU DE ARMAS: España en el Africa Atlántica, tomo I, pág. 606.
CLIIA. S.: Registro del Sello, fol. 293. Incitativa del Consejo real de 25 de noviembre de 1494.
La empresa debía tener carácter oficial, pues se hace hincapié en que «Benito de Aré- valo fallesció en
nuestro servicio en un» armada que fiso...».
Documentos, núm. 17.
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 113

Mucho más vaga es nuestra información sobre otra entrada que acometió en
1491 el vecino de Telde Benito de Arévalo. De esta incursión sólo alcanzamos el
trágico pormenor de su óbito: «Benito de Arévalo fallesgió desta presente vida, el
qual dis que fue muerto... en una armada que fizo para la ysla de Tenerife...»CLIII CLIV.

El último asalto que conocemos desde el trampolín grancanario lo llevó a cabo el


mercader de esclavos Lope de Salazar a mediados de 1493, en las mismas vísperas de la
conquista. El asalto se produjo por las costas del bando de Taoro sometidas a la
jurisdicción «del grand rey; el qual tiene ... por enemigo e contrario, sin tener con él
consideración alguna de paz...» El monarca aludido es nada menos que el famoso
Benitomo. La presa fue bien escasa, tres guanches. Sin embargo, los esclavos le fueron
incautados en el Puerto de las Isletas por el pesquisidor Maldonado, ante la sola sos-
pecha de que hubiese quebrantado el seguro convenido con los bandos de paces ”.

200G 200G
Las islas de señorío tampoco se mostraron remisas en la organización de

Unrversilaria,
asaltos, aunque las noticias que perviven de sus incursiones son sumamente vagas.

Universitaria,
Las relaciones de esclavos guanches vendidos en Valencia en marzo de 1494

Biblioteca
revelan una partida capturada por el capitán Saya Verde, que no puede ser otro

Biblioteca
que Pedro Fernández de Saavedra, yerno de los señores de las Canarias menores;

por ULPGC.
la presa debió verificarse en las postrimerías del año precedente CLV. Es probable

por LÍLPGC.
que la señora de La Gomera doña Beatriz de Bobadilla patrocinase una expedición

realizada
similar, ya que por la misma fecha de la remesa anterior se registra en el mercado

realizada
Digitelizaüón
esclavista de Valencia la venta de cinco cautivas de Tenerife apresadas «por los de

Digitalizadón
La Gomera» 81.

los autores.
£

autores.
También desde la metrópoli se arriesgaban los mercaderes de esclavos s con

© Del documenta,
vistas a redondear un buen negocio. En 1493 diversos armadores del e
Puerto de Santa María estuvieron depredando por las costas de Tenerife, sin
establecer diferencias en cuanto al trato entre los reinos de paz y los bandos de
guerra. El fruto de la incursión fue un número indeterminado

CLIII A. S.: Registro del Sello, foL 84. Provisión del Consejo real de 24 de enero de 1494.
Reformación, págs. 195-196.
CLIVRUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 81-82 y 306-307. Documentos,
núm. 10.
CLV80 VICENTA CORTÉS: La conquista de las Islas Canarias a través de las ventas de esclavos en Valencia,
en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (año 1955), pág. 530 (documento 80).
si Ibid. (doc. 81).
114 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

de guanches y un importante cargamento de orchilla. En seguida veremos a los


monarcas castellanos execrando el atentado y obsesionados por restablecer la amistosa
y cordial relación con los cantones pacifistas 32.

Alonso de Lugo, personaje contradictorio. La


carrera militar del futuro conquistador

Alonso de Lugo es el personaje histórico de mayor relevancia en el largo

De! dómeme. !oe eutoee. DlglMzedén ,ea||zad„ p0, ULpGCUnive,>Ma 2O(J|J


proceso —siglo y medio— de hispanización de las islas Canarias. Su hoja de
servicios acredita esta afirmación. Participó en la conquista de Gran Canaria
desde el primer desembarco hasta la última operación. Como alcaide de la torre de
Agaete prestó además imponderables servicios, de decisiva influencia a la hora de
la pacificación general. La conquista de La Palma fue obra personal suya. En
Tenerife le vamos a ver desempeñar el principal papel, sin que nadie le pueda
hacer sombra. En nombre de sus pupilos —Guillen Peraza e Inés de Herrera—
gobernó despóticamente La Gomera y El Hierro e intentó someter por las armas a
Fuerteventura y Lanzarote. Extendió su influjo más tarde al Sahara, siendo
designado capitán general de Africa. Cuando los Reyes Católicos le
recompensaron en 1502 con el título de adelantado de las islas Canarias convirtieron
este honor en un símbolo de toda una vida de servicios dentro del escenario atlántico.
Hace dos décadas dibujábamos esta semblanza del afamado capitán andaluz, a la
que no quitamos ahora punto ni coma: «Alonso de Lugo no es mejor ni peor que otros
conquistadores de la tierra. Tiene virtudes de unos y defectos de otros y viceversa. Su
retrato podría ser éste: valiente hasta rayar en la temeridad; es decir, más esforzado
que buen capitán, mejor soldado que estratega ■—ello explica algunos de sus fracasos
—; ambicioso, y como tal, andariego e inquieto; rebelde unas veces, sumiso y obediente
otras, según las circunstancias. En fin, hábil, mañoso, interesado, con pocos escrúpulos,
arbitrario, despótico, gran protector de los de su linaje y en
82
Véase el capítulo siguiente, págs. 136-138.
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 115

extremo devoto de loe santos... Es el modelo de los conquistadores de todas las


épocas, con todas las virtudes y vicios inherentes al cargo. Su escenario es más reducido,
pobre y bucólico que el que tuvieron para teatro de sus hazañas los grandes
conquistadores de América; por eso su figura queda también en un discreto segundo
plano» ss.
Pese a la arrolladora simpatía que despierta la recia personalidad del conquistador
de Tenerife, la historiografía más reciente se muestra muy severa al enjuiciar su
conducta en relación con los indígenas. Una postura romántica quiere pasar por alto
estos hechos en honor a la alta significación histórica de su nombre. Pero no es posible
olvidar que la población actual de Tenerife, mestiza en su mayor parte, desciende de las
que fueron sus víctimas.
No se puede condenar a Lugo por haber reducido a esclavitud a buena parte

i. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


de los habitantes de Tenerife, los guanches de los bandos de guerra, pues obraba
dentro de la más estricta y perfecta legalidad. Las doctrinas de la época
autorizaban la servidumbre del infiel sin restricciones ni cortapisas. Mucho más
duro fue el almirante don Cristóbal Colón con los indios antillanos, y ha estado a
punto de subir a los altares. La barbarie de los tiempos, pese a las luces del
Renacimiento, hacía ver en los indígenas el más lucrativo negocio de la acción
colonial. Sólo se salvaron posteriormente de este error —tras una vacilante
política de indecisión y duda— los reyes de Castilla y sus inspiradores los grandes
teólogos, y aún así, cayendo en terribles y monstruosas contradicciones en
relación con la raza negra.
Sí se debe condenar a Lugo, en cambio, por su conducta desleal con los
guanches aliados de los bandos de paces, con libertad garantizada por un | seguro regio,
a los que redujo a esclavitud, con artimañas, siempre que las ; circunstancias se lo
permitieron, imponiéndoles la dura ley del destierro ® y la servidumbre. Todo ello con
independencia de los reiterados malos tratos. Esta execrable actitud no admite
disculpas de ninguna especie, lo mismo ayer, que hoy y que mañana.
Serta Ráfols llega a sospechar que Alonso de Lugo fue un hombre de una conciencia
amoral insensibilizada: «con la nación vencida en primer lugar, pero también con sus
súbditos cristianos... se condujo con una total falta de escrúpulos, y ello con tal
constancia y naturalidad, que se llega a la convicción de que no tenía idea de las
transgresiones morales en que incurría» S4.

** Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos, pág. 178.


84
Alonso Fernández de Lugo, primer colonizador español. Santa Cruz de Tenerife, 1972, págs. 4M1.
116 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Alonso Fernández de Lugo nació en Sanlúcar de Barrameda, a mediados del


siglo xv, en el seno de una familia hidalga de estirpe galaica, emigrada a la Baja
Andalucía en los años iniciales de la mencionada centuria. Entre los progenitores
inmediatos hay que destacar a los abuelos Pedro Fernández de Lugo Señorino,
gallego de nacimiento, y María Gutiérrez de Escalante, sanluqueña. Sus padres se
llamaron Pedro Fernández de Lugo e Inés de las Casas, poseedores de un modesto
patrimonio ®5. Pedro de Lugo, el progenitor, se incorporó a la vida del archipiélago
a mediados del siglo xv, seguramente por móviles mercantiles; hay constancia de
que moraha en Lanzarote en agosto de 14558e. De la mencionada unión nacieron,
entre otros hijos, Pedro Fernández de Señorino (nombre alternado en vida con los
de Pedro de Lugo y Pedro Fernández de Lugo 37), el primogénito, y Alonso, nuestro
Biografiado. La familia mostró siempre particular preferencia por la ciudad de
Sevilla, donde pasaba largas estadías. Esto explica que Pedro Fernández de
Señorino acabase siendo jurado del municipio hético ®8. Por su parte, Alonso de

© Del documenta, los autores Digitalizadón realizada pot ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
Lugo, vecino de Sanlúcar en la juventud,

35
Como se ha puntualizado, Pedro Fernández de Lugo Señorino, abuelo del conquistador de
Tenerife, fue el primero en emigrar desde Galicia para radicarse en Andalucía.
Los segundos abuelos fueron: Rodrigo López de Lugo, señor de la casa de Baba- monde y de la
fortaleza de Pallarás, y Leonor López de Monterroso y Ulloa.
Los terceros abuelos: Lope Alfonso Yáñez de Lugo Ocampo y Teresa García de Babamonde
Montenegro.
El representante por varonía de la estirpe, Alvaro Yáñez de Lugo Monterroso (tío abuelo del
conquistador) se estableció en Medina del Campo, siendo tronco de los señores de Villalba de Adaja y
Foncastín.
A. H. N.: Consejos suprimidos, legs. 25.882, 26.491-26.493 y 32.724.
FRANCISCO DÁVILA Y Luco: Historia de la casa de Lugo. Biblioteca de la Real Academia de la
Historia: Colección Solazar. B-79, fol. 30.
Fray FELIPE DE LA GÁNDARA: Armas y Triunfos. Hechos heroicos de los hijos de Galicia. Madrid
(Pablo del Val), 1662, págs. 374, 421-423 y 451, 456.
FRANCISCO FERNÁNDEZ BÉTHENCOURT: Nobiliario y blasón de Canarias. Santa Cruz de Tenerife,
1878, tomo I, págs. 39-50.
JOSÉ RODRÍGUEZ MOURE: LOS adelantados de Canarias. La Laguna, 1941, págs. 1-2.
38
CABITOS: Información. Parte documental, págs. 590-591.
Pedro de Lugo actúa como testigo en las ceremonias de toma de posesión de Adrián de Benavente
como gobernador de Lanzarote en nombre y representación de Diego de Herrera y doña Inés Peraza (24-
28 de agosto de 1455). El último acto oficial tuvo p°r escenario el castillo de Rubicón.
87
A. S.: Registro del Sello. Real cédula de 23 de septiembre de 1489, Incitativa del Consejo real de 24
de septiembre de 1489 y reales provisiones de dicho organismo de 28 de enero de 1492.
En estas cuatro disposiciones aparece con la variedad de denominaciones señalada.
38
A. S.: Registro del Sello. Real cédula de 10 de diciembre de 1484 confirmando a Pedro Fernández
de Lugo en el cargo de jurado del Concejo sevillano, representando a la colación de Omnium Santorum.
En otra cédula real de 23 de septiembre de 1489, conservada en idéntico fondo, se
! ?r"Jr *“* f ,“hl" U
ba V r
»nón„,,a ^AdMm Mum
Vt°r “ ri 5? tv?ltAr A1°‘“° LuK° fue particularmente devoto la
Virgen de las Nieves y del arcángel San Miguel, cuitas que propagó uor
Gran Canaria. La Palma y Tenerife lai pintura «>« posterior, pues data
<>♦• IR hr^unda dccndiA deJ xjgJo xvj.
Lauda sepulcral de Alonso Fernández de Luyo,
tío carnal del futuro conquistador de Tenerife.
(SANLOCAR DK EARRAMEDA: Iglesia de la Santísima
Trinidad),
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 117

cambió más tarde de residencia para afincarse en la gran metrópoli andaluza

Un tío carnal del futuro conquistador, Alonso como él por más señas, ha dejado
huella permanente de su existencia. Contribuyó, con otros vecinos de Sanlúcar, a la
erección del monasterio de Santa María de Jesús, estrechamente vinculado a la vicaría
misional de las islas Canarias CLVI CLVII. Por sus propios medios fundó en la mencionada
ciudad andaluza, allá por el año 1443, la iglesia-hospital de la Santísima Trinidad, y sus
restos mortales yacen en el presbiterio del templo debajo de una bella lauda
sepulcralCLVIII.

Por su parte, otro pariente, Juan de Lugo, mercader y prestamista sevillano,


anticipó importantes partidas de dinero para la primera expedición a Gran
Canaria y hasta alistó por su cuenta y riesgo caballeros y peones. Seguramente fue

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrversilaria, 200G


él quien enroló al joven soldado en las huestes conquistadoras CLIX.

CLVIlee lo que sigue: «Sepades que Pedro Fernandes de Señorino, jurado e vesyno de la muy noble $ibdad de
Sevilla, me fyso relación... que Alonso de Lugo, su hermano, vezyno de la dicha ysla, alcayde del Agayte, le
deve y es obligado a dar e pagar ...».
s9
En 1478, Alonso de Lugo es considerado «vesino de la villa de Sant Lúcar». En cambio, en 1492 se
declara «vezino desta $ibdad [Sevilla] en la collatión de San Román». Cuatro años más tarde, 1496, hacía
presente que era «vezino de Sevilla, en la collación de Sant Andrés».
A. S.: Registro del Sello. Provisión del Consejo real de 28 de enero de 1478.
Reformación, pág. 178. S
ALEJANDRO CIORANESCU: Documentos del Archivo Notarial de Sevilla referentes a Ca- | norias, en «Revista
de Historia», núms. 109-112 (año 1955), págs. 164, 166 y 171. |
CLVII
Véase el cap. I, pág. 31 y nota 15. S
CLVIII A.
H. N.: Consejos suprimidos, leg. 26.492, pieza 10, fol. 122. §
La escritura de fundación aparece otorgada el 20 de abril en la villa de Sanlúcar,
ante el escribano Juan Martínez. En unión con el otorgante comparece su esposa Catalina Martínez de Luna.
Dos años antes (11 de junio de 1441) se había constituido la Cofradía de la Santísima Trinidad, de la que
fueron proclamados patronos Alonso Fernández de Lugo y sus inmediatos sucesores por línea primogénita.
Otro de los cofrades (veinticuatro en total) fue Pedro Fernández de Lugo, padre del conquistador de Tenerife
(Ibid., fol. 127).
Los hijos de los fundadores, Alonso Fernández de Lugo y Juan de Lugo, donaron al hospital <m tributo
anual de trescientos maravedíes (Ibid., fol. 105 v.).
FERNÁNDEZ BÉTHENCOURT: Nobiliario..., tomo I, págs. 53-55.
CLIX A. S.: Registro dei Sello, abril de 1480, folios 18, 135, 147 y 177 (Reales cédulas de 13 y 27 del mes
expresado).
RUMEU DE ABMAS: La política, indigenista de Isabel la Católica, págs. 46, 215-216 y 217-218.
JOSÉ LAÉPEZ DE TORO: La conquista de Gran Canaria en la aCuarta Década* del cronista Alonso de
Falencia. 1478-1480, en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 16 (año 1970), págs. 385-391.
Juan de Lugo era primo hermano del conquistador de Tenerife. Sus padres fueron
118 ANTONIO RUMEÜ DE ARMAS

Como nada sabemos de los primeros años de la existencia de Alonso de Lugo, su


biografía empieza para nosotros en mayo de 1478 al zarpar desde Sevilla con rumbo al
archipiélago formando parte del pequeño ejército que comandaban el deán de Rubicón
Juan Bermúdez y el capitán Juan Rejón4*.

Las incidencias de la conquista de Gran Canaria no nos interesan sino cuando se


adivina en primer plano la figura de Alonso de Lugo; por eso nos vemos obligados a
sintetizar los sucesos. Bermúdez y Rejón, desavenidos prontamente, hicieron estériles los
planes regios de sumisión, paralizando las operaciones bélicas. Para restablecer la paz y
el orden fue designado Pedro del Algaba, con título de gobernador. Aquel extraño
triunvirato fue aún más explosivo que el mando de los cónsules. Algaba logró enten-
derse con Bermúdez, mientras Rejón era pasaportado para la metrópoli con grillos
en pies y manos y el correspondiente pliego de cargos. Alonso de Lugo, que era

i. Digitelizadón realizada pot ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


concuñado de Algaba, se pasó inmediatamente a su bando y debió tomar parte
activa en la conspiración.

El año 1479 se consumió íntegramente en estériles negociaciones entre ambos


partidos, sin que se pudiese Regar a una amistosa avenencia. Pedro del Algaba,
encastillado en el Real de Las Palmas, desobedecía las órdenes de sus superiores y
se negaba a aceptar la colaboración militar de Rejón. En aquel callejón sin salida,
los Reyes Católicos optaron por designar, en febrero de 1480, un nuevo jefe, el
capitán jerezano Pedro de Vera, llamado a asumir a un tiempo el mando civil y el
militar.
Bastó que esta noticia circulase como rumor por la ciudad de Sevilla para que
Juan Rejón apresurase su partida con el mayor sigilo, ardiendo | en sed de venganza.
Escondido en un transporte de mercancías arribó al § Puerto de las Isletas en mayo del
año expresado. Escudados en la clandestinidad, sus partidarios le introdujeron de noche
en el Real de Las

Alonso Fernández de Lugo y Catalina Martínez de Luna (véase la nota anterior). Contrajo matrimonio con
doña Inés Quijada.
Uno de los hijos del mercader, Francisco de Lugo, llamado «el bueno», casó con su sobrina Leonor Benítez
Pereira de Lugo, afincándose en Tenerife.
FERNÁNDEZ BÉTHENCOUBT: Nobiliario..., tomo I, págs. 53 y 63.
48
Alonso de Lugo y el obispo de Rubicón, fray Juan de Frías, se hallaban presentes en la isla de
Lanzarote el martes 16 de junio de 1478, en ruta hacia la isla de Gran Canaria. Ambos actúan como testigos en
la confirmación por Diego de Herrera del traspaso a su hijo segundogénito, Fernán Peraza, del señorío de La
Gomera. La propietaria titular, doña Inés Peraza, se había anticipado a verificar la donación, estando
residiendo en Sanlúcar de Barrameda, el 30 de mayo del propio año.
Aunque el documento adolece de un error de copia —MCDLXXVIIII (1479) en lugar de MCDLXXVHI
(1478)—, éste resulta fácilmente advertible: el 16 de junio de 1479 fue miércoles, mientras se puntualiza bien
claramente que está otorgado en martes.
Reformación, pág. 178.
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 119

Palmas. De esta manera, el día 3 se pudo dar el golpe decisivo, de resultas del cual
quedaron prisioneros Pedro del Algaba, el deán Bermúdez y Alonso de Lugo. Este
último, que se disponía a combatir, arma en mano, en unión del caballero Hoces, acabó
por rendirse a discreción al ver caer mortalmente herido a su ardoroso compañero.
Las justicias de Juan Rejón se han hecho célebres. Pedro del Algaba, acusado de
traición (se le tachaba de partidario del enemigo lusitano) padeció muerte vil en el
patíbulo. Bermúdez, Alonso de Lugo y los demás algabistas sufrieron pena de exilio en la
isla del Hierro, de donde pudieron escapar andando el tiempo.
Posesionado Pedro de Vera del gobierno de Gran Canaria en julio de 1480, la
paz y el orden quedaron inmediatamente restablecidos. A ello contribuyó en buena

autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


medida la prisión y el destierro decretado contra Rejón, acuerdo que se imponía
para calmar los ánimos. Iniciadas las operaciones contra los indígenas, a ellas se
incorpora inmediatamente Alonso de Lugo, cada vez más arraigado a la que
consideraba su tierra de adopción4i.
En 1481 se consideró oportuno establecer un segundo frente de combate en el
noroeste de la isla, con objeto de amenazar de manera directa al poderoso reino de
Gáldar. Para esta arriesgada empresa eligió Vera al capitán Alonso de Lugo, con el
propósito acaso de alejarlo del campamento de Las Palmas, donde los rejonistas
tenían notoria prepotencia CLX CLXI. Nuestro héroe con celeridad sorprendente
edificó la torre de Agaete, de la que fue designado alcaide 4“.

CLX JOSÉ LÓPEZ DE TOBO: La conquista de Gran Canaria en la «Cuarta Década» del |
cronista Alonso de Patencia. 1478-1480, en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 16 §
0
(año 1970), págs. 332-393. En partículas las págs. 385, 389-391.
ESPINOSA (págs. 93-94), TOBRIANI (págs. 130-238), ABRÉU GALINDO (págs. 178-237), VIANA (tomo I, págs.
57-66), NÚSEZ DE LA PEÑA (págs. 85-92), MARÍN Y CUBAS (págs. 133, 158-159 y 168-169), CASTILLO (tomo I,
fascículo 2, págs. 277-435) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, páginas 31-98).
ELÍAS SERBA RÁFOLS: Alonso Fernández de Lugo, primer colonizador español. Santa Cruz de Tenerife,
1972, págs. 5-9.
CLXI El más destacado, Alonso Jáimez de Sotomayor, alférez de Ja conquista, su cuñado. Por igual
motivo, Fernán Peraza, señor de La Gomera, responsable de la muerte de Rejón, recibiría orden expresa de
operar en idéntica zona.
49
MIGUEL ANCEL LADERO QUESADA: LOS cuentas de la conquista de Gran Canaria, en «Anuario de
Estudios Atlánticos», núm. 12 (año 1966), págs. 26-27.
La operación se efectúa entre los meses de agosto-septiembre de 1481.
El adelantado D. Alonso de Lugo y su residencia por Lope de Sosa. Edición de LEOPOLDO DE LA ROSA
OLIVERA y ELÍAS SEBBA RÁFOLS. Colección «Fontes rerum Canariarum». La Laguna de Tenerife, 1949, tomo
III, págs. 109-111.
En las preguntas CXLVTI y CXLVIII del Interrogatorio testifical (así como en las oportunas respuestas de
los testigos) se puntualizan los servicios de Alonso de Lugo en la comarca de Agaete cuando la conquista de
Gran Canaria (combates, asedios, ham-
120 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS

Desde que Vera asumió la dirección de la conquista empleó como táctica la


organización de expediciones de castigo, tan reiteradas cuanto fuera posible, para
destruir la resistencia indígena y diezmar la población. Pero a principios de 1483 Alonso
de Lugo, mediante un hábil golpe de mano, consiguió apresar al guanarteme de Gáldar,
hecho decisivo que inclinó abiertamente la balanza en favor de los castellanosCLXII CLXIII
CLXIV
.

Las últimas operaciones, en las que tomó tan activa parte don Fernando
Guanarteme, el monarca recién bautizado, consistieron en ir apagando, uno a uno, los
focos de resistencia indígena, en medio de un alarde de singular heroísmo por ambas
partes. Cabe suponer que Alonso de Lugo desempeñase un papel importante en los
encuentros postreros, aunque no haya quedado constancia pública de ello.

A la hora de las recompensas, el veterano soldado recibió en repartimiento la

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


extensa heredad de Agaete, donde se estableció con su mujer doña Violante de
Valdés y de Gallinato y sus hijos Pedro y Femando 4S. Alonso de Lugo envainó la
espada y empuñó la mancera; si como soldado se había hecho famoso, no fue menor
su diligencia y actividad como colono, pues «hizo ingenio e hedificó e plantó e
despedró muchas tierras, e sacó acequias, hizo caminos, en que gastó mucha
cantidad» de dinero, algo «más de cuatro mili doblas» CLXV.

CLXIIbree, heridas...). En la pregunta CL se reseñan sus gastos y los de sus parientes en la misma
operación.
Este importante documento será citado en adelante, para abreviar, con el título: Resi- 3 dencia. 1
Consúltese el Repertorio de Siglas y Abreviaturas (pág. 16). |
RUMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos, pág. 89. ;
CLXIII Véase la bibliografía citada en la nota 44. MILLARES TORRES (tomo IV, págs. 29-38) e y
RODRÍGUEZ MOURE (págs. 3-4).
CLXIV A. H. N.: Orden de Santiago, expediente 4.674. Pruebas de ingreso de don Alonso Luis de
Lugo y Herrera, III adelantado de Canarias. Año 1535.
La declaración del testigo Diego de Céspedes, contino real, vecino de Málaga, es tajante sobre el particular:
«que también oyó dezir a la madre del dicho adelantado don Pedro Hernández de Lugo, y que se dezía doña
Violante de Valdés y de Gallinato».
Otros deponentes (el clérigo Juan Fernández Hidalgo, Alonso Velázquez, Francisco Coronado, Raltasar
Pérez Insarte, etc.) se ratifican en la filiación.
CLXVLos cronistas isleños (Abreu Galindo, Marín y Cubas y Viera y Clavijo) denominan a la primera
esposa del conquistador Luisa o Reatriz de Fonseca. En cambio, los genea- logistas (Dávila y Lugo, Salazar y
Castro y Fernández Béthencourt) se inclinan por identificarla como Catalina Xuárez Gallinato.
40
Residencia, págs. 44-45 y 110-111.
Infinitas veces se alude a este ingenio azucarero.
En el Memorial de descargos se relata cómo Alonso de Lugo participó «en la conquista de la isla de Grand
Canaria, donde por su real mandado tuvo una de las dos estancias más prencipales e peligrosas de la dicha isla
de Gran Canaria, que fué en el Agaete e hizo una fortaleza, donde cada día peleavan e fué muchas vezes herido
e sufrió muchos trabajos e hambres e muertes de criados e parientes e otras personas e muchas
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 121

Durante siete años, 1484-1491, el capitán andaluz vio discurrir tranquilamente sus
días entregado a las monótonas faenas de un rico labrador; pero en la última fecha
indicada —hay quien sospecha que por razón de su reciente viudez— sintió de nuevo
hervir la sagre y revivió la vocación de caballero andante.
Alcanzó rápidamente Andalucía y se presentó en el campamento de Santa Fe cuando
Granada se debatía en estertores agónicos. Es de destacar que en el acuartelamiento real
coincidió Lugo con otros dos personajes muy ligados a la historia de Canarias: Cristóbal
Colón, futuro almirante de las Indias, y doña Beatriz de Bobadilla, señora de La
Gomera, cuando ambos abogaban en la corte por sus respectivas causas 50.
Alonso de Lugo venía a Santa Fe con un objetivo premeditado: capitular con la
corona la conquista de la isla de La Palma. Pero las negociaciones en ese sentido

autorea. Digitelízacíón realizada poi ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


fueron simultaneadas con Ja solicitud de particulares gracias. La más importante
fue la confirmación regia del repartimiento que Pedro de Vera había hecho en su
persona de las tierras de Agaete:
«Por parte de vos Alfonso de Llugo, alcayde de Gaete, nos fue fecha relación —
dicen los reyes— que vos teneys e poseys en la ysla de Grand Canaria, en término
del lugar de Gaete, desde dicho lugar fasta la mar noventa fanegadas de tierras de
sembradura, donde dis que aveys plantado e puesto cañaverales e otros árboles, e
nos suplicaste» e pedistes por merced, en satisfacción de los servicios que en la
conquista de la dicha ysla nos aviades fecho e gastos que se vos recrecieron, e diz
que fueron en quantía de quatrocientos mili maravedís, vos fisyesemos merced de las
noventa
fanegadas de tierras...» Los Reyes Católicos accedieron a sus deseos y por |
cédula, despachada en Santa Fe el 20 de febrero de 1492, le hicieron «gracia, ;
----------- ----- @ afrentas e peligros, hasta llegalle a poner fuego a la torre e pegárselo, e desanparar la torre
por temor del fuego, a salir a pelear al canpo cada día, donde gastó todo el patrimonio que tenía e avía ávido de
sus padres e hazienda de sus hermanos e parientes, donde quedó muy adebdado...»
«En pago de tan señalados servicios —prosigue— Sus Altezas, aviendo consideración a ello e a los dichos
sus servicios, le hezieron merced del dicho sitio e tierras de Agaete, donde hizo ingenio e hedificó e plantó e
despedró muchas tierras e sacó acequias, hizo caminos, en que gastó mucha cantidad de maravedís...»
La pregunta CLI del Interrogatorio se formula así: «Si saben que acababa de ganar la dicha isla de Grant
Canaria, Sus Altezas, aviendo consideración a sus servicios, le hicieron merced del dicho sitio e aguas del dicho
Agaete, donde hizo el dicho adelantado un ingenio y hedificó e plantó e despedró muchas tierras e sacó
acequias e hizo caminos e otros edificios muy costosos». La pregunta CLII añade: «que los dichos hedi- ficios e
caminos e ingenio, que hizo en el dicho Agaete, costó al dicho señor adelantado, de más de la merced que Sus
Altezas le hicieron, más de cuatro mil doblas...».
Los testigos están conforme con los enunciados propuestos.
50
ANTONIO RUMEU DE ABMAS: Cristóbal Colón y Beatriz de Bobadilla en las antevísperas del
descubrimiento, en «El Museo Canario», núms. 75-76 (año 1960), págs. 263-264 y 266-271.
122 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS

merced e donación pura, perfecta e no revocable, ques dicha entre vibos, de las dichas
noventa fanegadas de tierras de senbradura para que sean vuestras e de vuestros
herederos e sucesores... para agora e syenpre jamás, e las podades vender, donar, trocar
e cambiar e fazer dellas e en ellas como de cosa vuestra propia libre e quita e
desembargada...» CLXVI.

Las capitulaciones para la conquista de La Palma se demoraron hasta el mes de junio


de 1492, una vez finalizados los preparativos para el descubrimiento de América. Por esa
fecha, y residiendo la corte en Córdoba, se pudo llegar a un perfecto acuerdo entre los
soberanos y el capitán andaluz. El título de gobernador de «la isla de San Miguel de La
Palma» le fue despachado el día 8 CLXVII CLXVIII. En seguimiento de los organismos del
Estado, Alonso de Lugo se establece en el mes de julio en Valladolid, donde obtiene
dos cédulas de privilegios y gracias relacionados con la operación militar
proyectada, a los que se hará más adelante alusiónCLXIX.

□igitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


En cuanto a la conquista en sí misma, se trata de una operación escasamente
conocida, que se desarrolló con vertiginosa celeridad. Alonso de Lugo se hallaba en
Sevilla a fines de agosto de 1492 reclutando soldadosCLXX. El desembarco en la isla
de La Palma se suele fijar un 29 de septiembre, fecha acaso apresurada si tenemos
en cuenta el anterior dato cronológico CLXXI CLXXII CLXXIII. Desde luego se estaba
operando en la isla con fuerzas militares en noviembre de 1492, cuando menos58.

CLXVI A.
S.: Registro del Sello. 3
RUMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos, págs. 181-182. |
Residencia, pág. 111. |
En la pregunta GLI del Interrogatorio (inserta en la nota 49) se reconoce que el y
heredamiento de Agaete le fue otorgado a Lugo por los reyes como compensación a sus a
servicios y a la ruina de su patrimonio.
CLXVII Residencia, págs. 147-148.
CLXVIII5S Capítulo V, pág. 130.
CLXIXAhora bien: la cédula mencionada impone una resta de cuatro meses. El primero, para el
desembarco y sumisión de los cantones de las paces. El segundo, para combatir a los bandos belicosos. Los dos
restantes, para cautivar esclavos, pasaportarlos a la me-
CLXXALEJANDRO CIORANESCU: Documentos del Archivo Notarial de Sevilla referentes a Canarias, en
«Revista de Historia», núms. 109-112 (año 1955), págs. 164-168.
CLXXI ABREU GALINDO (pág. 282), MARÍN y CUBAS (pág. 204) y VIERA Y CLAVIJO (toiao II,
página 158).
CLXXII50 RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 298-299 (documento 66).
CLXXIIIPor una orden expedida por los Reyes Católicos en Barcelona el 28 de febrero de 1493 nos
enteramos de que Alonso de Lugo «tiene cargo de la conquista de la ysla de La Palma..., e diz que agora él ha
fecho ciertas presas en la dicha ysla de La Palma, e que a henbiado e quiere enbiar a los esclavos e esclavas e
otras cosas que en la dicha conquista ha ávido...». El capitán andaluz salía al paso de las intromisiones del almi-
rante de Castilla, queriendo gravar los quintos concedidos como gracia especial de la corona.
LOS REINOS INDÍGENAS DE LAS PACES 123

El capitán-conquistador contó desde un principio con la colaboración de dos de los


bandos de la isla (el más famoso el de Gazmira); de esta manera le resultó fácil
desarticular la resistencia de los otros diez. Parece lo más seguro que el primer territorio
ocupado fue el valle de Aridane. Desde allí operó contra los restantes cantones a los que
redujo y saqueó sin piedad. Al final la lucha se polarizó en tomo al bando de Eceró (hoy
La Caldera), cuyo reyezuelo Tanausú fue sojuzgado a traición después de haber
combatido con valentía. El término de las operaciones no se puede fijar exactamente.
Abreu Galindo, que es el cronista mejor informado, se inclina por el 3 de mayo 57; pero
acaso convenga retrasarlo al verano de 1493.

i. Qigitalización lealizatía poi ULPGC. Biblioteca Unrveiaiteria, 2000

trópoli, tropezar con dificultades en las aduanas, denunciar el hecho a los soberanos y provocar la orden regia
de amparo. Por tal razón hemos fijado el desembarco en noviembre.
En nuestra obra anterior, Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos (página 141, nota 7), decíamos
lo que sigue:
<La presencia de Hernando de Hoyos en Barcelona el 7 de diciembre de 1492 obliga a retrasar la fecha de
iniciación de la conquista de la isla de La Palma, que no pudo ser en ninguna manera con anterioridad a los
primeros meses de 1493, acaso en la primavera.
En cuanto a su intervención personal en la operación militar, no cabe discutirla, pues está registrada en
diversos documentos, entre ellos la propia data de Burgos...».
Ahora, a la vista de los nuevos documentos, queda claro que el conquistador Hernando de Hoyos se
incorporó tardíamente a las operaciones.
Sobre la data de Burgos, véase el cap. XVII, pág. 380,
si Pág. 287.
CAPITULO V

LAS CAPITULAOIONES CON LA CORONA

SEVILLA, CUARTEL GENERAL

LA ESCALA EN EL PUERTO DE LAS ISLETAS

¡. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


;■.■?<> 11. ri'u </• t .agón. r>< tallt ilfl ru<nln> La Vio/» »• <b H-'/-/> Cuín-
tii'i,s i M AL»RW Museo ¿el Pl <uio>
ísabel I, reina, de Castillo y de León. Detalle del cuadro «La Virgen de los Reyes
Católicos». (MADRID; Museo del Prado).
i. Las «capitulaciones» de Zaragoza (diciembre de
1493)- Peculiaridades internas de las mismas.

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


En el otoño de 1493, finalizadas las operaciones militares para la conquista de La
Palma, Alonso de Lugo se apresuró a embarcar con dirección a la metrópoli para
hacer valer ante la corte sus éxitos militares. Por una declaración regia posterior,
sabemos que vino acompañado de algunos de los régulos indígenas, con el
premeditado propósito de que prestasen a sus soberanos «la obidiencia e reverencia
que devian...» \

Pero a la hora de saborear el triunfo, el inquieto y soñador capitán


andaluz abrigó más ambiciosos proyectos. Entre las siete islas que consti- ¡
tuían el archipiélago afortunado, tan sólo Tenerife resistía impasible en su f
ancestral libertad, escudado, no por la fama, sino por el hecho real y pro- |
bado del carácter indómito y el valor temerario de sus moradores, los guan- §
ches. Esta isla fue el norte de sus pensamientos y la guía de sus pasos.

Precisa advertir que cuando los Reyes Católicos capitularon con Alonso de Lugo la
conquista de La Palma, le debieron insinuar que pensaban en él como posible ejecutor de
la anexión de Tenerife, pues este capitán, al contratar soldados en Sevilla, por agosto de
1492, hizo público que los asalariaba para tomar parte «en la conquista que el rey e la
reyna... han mandado faser a los canarios de las yslas de La Palma e Tenerife...» CLXXIV
CLXXV CLXXVI
.
El otoño de 1493 lo habían pasado los Reyes Católicos recorriendo las tierras del
principado de Cataluña y del reino de Aragón. El 6 de septiem-

CLXXIV A. S.: Registro del Sello, fol. 8. Carta de privilegio en favor de Alonso de Lugo, expedida en
Burgos el 5 de noviembre de 1496.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 28.
CLXXV ALEJANDRO CIORANESCU: Documentos del Archivo Notarial de Sevilla referentes a
CLXXVICanarias, en «Revista de Historia», núms. 109-112 (año 1955), págs. 164-168.
128 ANTONIO RÜMÉU DE ARMAS

bre habían abandonado Barcelona para visitar Perpiñán —recién recuperado de la


vejatoria ocupación francesa—. En el recorrido, estancia en la capital rosellonesa y
retorno a la ciudad condal, transcurren los meses de septiembre y octubre. Las
Cortes de Aragón, convocadas en Zaragoza para el juramento del príncipe heredero
don Juan, arrastran a los soberanos a ponerse de nuevo en marcha, haciendo su
solemne entrada en la capital del reino el 20 de noviembre. A orillas del Ebro van a
permanecer hasta el último día del año ’.

Este fue el motivo por el que Alonso de Lugo, viniendo a entrevistarse con los
reyes de Castilla, tuviese que comparecer en la capital del reino hermano. Desde el
primer momento expuso ante los soberanos su propósito, que encontró por parte de
éstos la mejor acogida. Entabladas las oportunas negociaciones, se pudo llegar
rápidamente a la firma de las capitulaciones de Zaragoza, verdadera carta magna
de la futura empresa tinerfeña.

© Del documenta, los autores. Digitelízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
Pero antes de entrar en materia digamos dos palabras sobre el mecanismo
jurídico de estos actos de derecho público, tan reiterados en anteriores y
posteriores ocasiones.

Casi todas las empresas de conquista ultramarina se acometieron en el siglo


XV por capitulación con la corona (que unas veces ayudaba económicamente, y
otras no, en la proyectada operación) y por concierto subsiguiente del titulado
descubridor o conquistador —cuando no poseía bienes o rentas propias— con
distintos socios, mercaderes, asentistas, prestamistas, que aportaban, en su
nombre o en colaboración con el titular de la empresa, el numerario suficiente
para montar la misma, a cambio de obtener más adelante el reintegro de su
dinero con pingües réditos o beneficios, o participar, con mayores riesgos y más
hipotéticas ganancias, en el reparto del botín de guerra.

La más destacada de las empresas descubridoras del siglo XV, la de America,


se financió conjuntamente por la corona y el descubridor. En las capitulaciones de
Santa Fe, firmadas el 17 de abril de 1492, se establecieron la CLXXVII bases de esta
colaboración. Los reyes contribuyeron con 1.400.000 maravedíes, o sea, algo menos
de cuento y medio, mientras el almirante se reservaba participar con otro medio
cuento, o sea, 500.000 maravedíes. Esta cantidad le fue anticipada a Colón por
diversos prestamistas genoveses; se asegura que fueron éstos Jacobo di Negro,
establecido en Sevilla; (Japata!, afincado en Jerez, y Luis Doria, residente en Cádiz;
se señalan asimismo como probables gestores de la operación dos grandes amigos
del almirante:

CLXXVII ANTONIO RUMEU DE ABMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, pág1' ñas 205-
207.
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 129
el florentino Juanotto Berardi y el mercader genovés Francisco Pinello, ambos muy
relacionados con los reyes y la corte 4.
En la conquista de las islas Canarias realengas, Gran Canaria y La Palma, habíase
acudido por la corona al mismo sistema. La primera capitulación o concierto la firmaron
los Reyes Católicos con el obispo de Rubicón fray Juan de Frías el 20 de abril de 1478,
para la conquista de la isla de Gran Canaria. La corona no participaba económicamente
en la empresa, que corría de cuenta del obispo o de la mitra rubicense; sólo puso a dispo-
sición de los capitanes de la conquista veinte lanzas de la Santa Hermandad. Otra ayuda
indirecta por parte de los soberanos consistió en beneficiar a la mitra con determinados
monopolios —la orchilla, por ejemplo—, así como autorizarla para disponer de diversos
anticipos por valor de 720.000 maravedíes, con cargo a las rentas que producía la
bula de indulgencia concedida por el pontífice Sixto IV para la conversión de los
infieles de las islas Canarias. Juan Bermúdez, deán de Rubicón, y Juan Rejón,

© Del documento, los autotes. Digitalización matizada pot ULPGC. Biblioteca tlnrvetsilana, 2006
soldado leonés de reconocido prestigio, eran los capitanes escogidos para llevar a
cabo la empresa 5.
Una segunda capitulación para la conquista de Gran Canaria fue firmada por
los Reyes Católicos dos años más tarde, en 1480. El obispo de Rubicón no daba
señales de poseer la fuerza económica y militar necesaria para sojuzgar la isla, y era
preciso inyectar a la conquista savia abundante, traducida en hombres y dinero.
Esta segunda capitulación fue pactada en Toledo, el 24 de febrero de 1480, entre los
Reyes Católicos, de una parte, y el contador mayor Alonso de Quintanilla y el
capitán de la mar Pedro Fernández Cabrón, de otra. Era asimismo invitado a
ingresar en la sociedad el capitán de la conquista Pedro de Vera, recién nombrado
por los monarcas para el mando de las tropas expedicionarias y para recabar la di -
rección total de las operaciones una vez puesto el pie en la isla. Estos socios
aportarían el dinero necesario para la empresa (900.000 maravedíes), a cambio de
disfrutar por diez años —1480-1490— «del quinto de esclavos, e cuero, sebo,
armazón, presas, rescates y demás cosas que puedan CLXXVIII CLXXIX

CLXXVIII* ANTONIO BALLESTEROS BEBERÁ: Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Barcelona,


1945, tomo I, paga. 522-531. ,,
Historia de España y su influencia en la historia universal. Barcelona, 1948, tomo III, tercera parte, paga.
155-156.
CLXXIX Loa Reyes Católicos entregaron, además, diversos pertrechos, herramientas y vituallas. La
capitulación fue redactada y acordada en nombre de los Reyes por su cronista y secretario Alonso de Patencia.
La aprobación real vino pocos días más tarde por cédula de 13 de mayo de 1478. Ambos documentos se
hicieron estando la corte en Sevilla.
MASTÍN FERNÁNDEZ DE NAVABRETE: Colección de viajes y descubrimientos que hicieron por mar los
españoles desde fines del siglo XK. Madrid, 1825, tomo II, págs. 390-393.
Apéndice IV.
Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de América, tomo
XXXVIII, págs. 62-68.
9
130 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

corresponder a la Corona de Castilla», así en la isla de Gran Canaria como en las otras
islas todavía insumisas CLXXX CLXXXI CLXXXII CLXXXIII CLXXXIV CLXXXV CLXXXVI.
Cuando felizmente conquistada la isla de Gran Canaria, el capitán andaluz Alonso
de Lugo, que tan brillante parte había tomado en esta acción, sueña con someter la isla
vecina de La Palma y se presenta en la corte con el propósito firme de acometer esta
empresa, los Reyes Católicos y el futuro conquistador firman también la correspondiente
capitulación, que por desgracia nos es hoy por hoy desconocida CLXXXVII. Sin embargo,
debía tener cierta semejanza con la última que comentamos. Alonso de Lugo se com-
prometía no sólo a dirigir militarmente la operación, sino a cubrir a sus expensas todos
los gastos inherentes a la misma, a cambio de beneficiarse de los quintos de la corona «de
los captivos e ganados e bienes» en la isla de La Palma y de la mitad de los quintos de las
presas y rescates que se hiciesen por los expedicionarios en Tenerife y Berbería CLXXXVIII.
La corona le ofrecía para el futuro, como ayuda y recompensa, 700.000 maravedíes,
que Lugo podría ir haciendo efectivos de la otra «mitad de los quintos» de las presas

t. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


de Tenerife y Berbería «en quenta e parte de pago» CLXXXIX. Ha de entenderse todo
ello con independencia del botín de guerra.

CLXXX8 La corona y los socios pactaban, además, que «si de este viaje no se pacificase la ysla, e por
conquista conviniese [se] proveyese para adelante de gente e navios, fasta que la ysla se gane, durante los diez
años», fuesen obligados los socios «de poner los navios e gentes que para ello fuere menester, fletados e
aderezados de marineros e gentes de guerra, la que menester fuere, a su costa». En cambio, quedaban exentos
de preparar y pagar las vituallas: «tanto que los mantenimientos —prosigue— que después de
este viaje fueren necesarios, se ayan de conplir de la indulgencia o por los señores Rey | B Reyna, nuestros
señores». 3
Los reyes expidieron seguidamente —el 6 de marzo de 1480— carta real concediendo a
los quintos por diez años a Alonso de Quintanilla, Pedro de Vera y Pedro Fernández |
Cabrón, Por esta cédula se averigua que Pedro de Vera había aceptado la invitación a j
participar económicamente en la empresa y que el coste se evaluaba en una cifra algo §
más alta: 95O.QOO maravedíes. Cada uno contribuía por tercias partes al coste total (316.000 maravedíes) y
se beneficiaba de igual proporción en los quintos.
F. NAVAIÍRETE, O&. cit., tomo III, págs. 433-441. Apéndice VIL
Colección de documentos inéditos.,., tomo XXXVIII, págs. 83-88.
RAFAEL FUERTES ARIAS: Alfonso de Quintanilla, Contador Mayor de los Reyes Católicos. Oviedo, 1909, tomo
II, págs. 433-441 y 78-80.
CLXXXI Se alude a ella en la real cédula de 13 de julio de 1492. Dice así: «E fue asentado
CLXXXIIcon vos, por nuestro mandado, que para las costas y gastos que fiziéredes en la dicha con
CLXXXIIIquista os habíamos de fazer merced de la mitad de los quintos...».
CLXXXIVMás explícito es el testigo Juan Benítez, pues declara que él «vido la capitulación que
CLXXXVel adelantado tomó con Sus Altezas».
CLXXXVIAlonso de Alcaraz declara «que el dicho adelantado tenía mandado de Sus Altezas para ello».
CLXXXVIIResidencia..., pág. 112. Preguntas CLIV y CLV.
CLXXXVIII Ibid., págs. 148-150. Reales cédulas de 13 de julio de 1492.
CLXXXIX8 Ibid. Dice así la real cédula de 13 de julio de 1492: «e la otra mitad de los otros quintos, es
nuestra merced e voluntad que vos el dicho Alonso de Lugo la recibáis e cobréis para en quenta e parte de pago
de las setecientas mili maravedís que nos vos avernos a dar para la dicha conquista de La Palma,..».
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 131
No estando en posesión Alonso de Lugo del numerario suficiente para aprestar la
expedición, tuvo que acudir, primero, a sus parientes en de* manda de ayuda, y, más
tarde, a sus amigos en solicitud de colaboración, realizando conciertos análogos a los
que había efectuado Colón para recaudar los fondos precisos con que cubrir los gastos
de su viaje inmortal. El testigo Juan Alcaraz, en la residencia tomada a Lugo en 1509,
declara, refiriéndose a La Palma, «que el dicho adelantado, a sus propias costas e mi-
siones e con ayuda de sus parientes e amigos, ganó la dicha isla, e que lo cree porque
hasta hoy no a oido dezir que Sus Altezas le ayudasen con cosa alguna para ello»; por
su parte, Andrés Suárez Gallinato aclara «que Sus Altezas no ayudaron al dicho
adelantado con cosa alguna para gastos ni fletes, salvo que le hicieron merced de los
quintos...»CXC CXCI. En cuanto al concierto, particular y privado, Alonso de Lugo lo
pactó y convino con el banquero florentino Juanotto Berardi y con el mercader
genovés Francisco de Riberol, ambos avecindados en Sevilla. Por este contrato
formaron sociedad para la conquista de La Palma, contribuyendo por terceras

Del documente, loe aoteree. Digitelizadón realizada po. ULPGC. Blblloleea Unta,..torta. 2000
partes en los gastos y repartiéndose las ganancias y el botín xl.
En cuanto a la última de las capitulaciones canarias, la de la conquista de
Tenerife, su texto se ha perdido, aunque por documentos posteriores cabe
penetrar en las principales cláusulas y circunstancias de la misma. Fue
estipulada, como se ha dicho, en Zaragoza en diciembre de 1493, con anterioridad
al día 24, pues en una cédula de esa fecha se hace expresa mención «de la
capitulación e asiento que por nuestro mandado se fiso con Alonso de Lugo,
nuestro governador de la ysla de La Palma, sobre la conquista de la ysla de
Tenerife...»CXCII. En otras dos cédulas de 28 y 29 de diciembre se vuelve a insistir
en la «capitulación» y el «asyento» para llevar a buen término la operación
indicada la.
Lo primero que llama la atención en este importante documento, cuyo texto
intentamos reconstruir, se concreta al futuro régimen político del territorio, pues
se prometía al capitán andaluz «que acabada de ganar la dicha ysla vos haríamos

CXC Residencia, pág. 112. Preguntas CLIV y CLV.


CXCI Ibid., pág. 150.
Entraban en el reparto loa 700.000 maravedíes ofrecidos por los reyes.
Si alguno de los tres socios ayudaba económicamente con más parte que los otros se baria una
distribución proporcional de las ganancias, de acuerdo con la demasía, «según se acostumbra entre
mercaderes».
DOMINIK JOSEF WOLFEL: Alonso de Lugo y Compañía, Sociedad comercial para la conquista de La
Palma, en «Investigación y Progreso» (afio 1934), pág. 247.
CXCII A. S.: Registro del Sello, foL 189.
Documentos, núm. 4.
ls
A. S.: Registro del Sello, fols. 51, 52 y J89.
Documentos, núms. 5-7. ,
Lo mismo se repite en la real cédula de 2 de febrero de 1494: «E que estando asi asentado, el dicho
Alonso de Lugo, al tiempo que se concertó la conquista de Tenerife...».
Esta real cédula es aquella por la que los reyes se hacen eco de las protestas de Berardi y Riberol contra
los torpes manejos de Alonso de Lugo.
Véanse las páginas 138 y 144-145.
TomLién se menciona con insistencia la capitulación en el concierto estipulado en
132 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

merced de la gobernación, en quanto nuestra merced e voluntad fuese...»CXCIII CXCIV.


El segundo extremo era el relativo al plazo para consumar la operación militar de
conquista, que por lo breve no deja de producir cierto asombro. Si en la precedente
anexión de La Palma se bahía concedido al veterano soldado el plazo límite de un año
para coronar felizmente la empresa CXCV CXCVI CXCVII, en las capitulaciones de Zaragoza
se rebajaba este período, ya de por sí corto, a diez meses, que se empezarían a contar
«desde el día que desembarcase en la dicha ysla...»CXCVIII.
Hay que destacar por su importancia el firme compromiso adquirido por la
corona de cubrir a sus expensas el transporte marítimo de todo el ejército
expedicionario, incluyendo el ganado, vituallas, armamento y herramientas.
En el capitulo de exenciones precisa mencionar una total franquicia de impuestos
en relación con los víveres y mercancías que habían de embarcarse para cubrir las
necesidades materiales de la hueste.
Como en ningún documento, anterior o posterior, se hace expresa mención de los
quintos de la corona, todo parece indicar que quedaron reservados para la hacienda
realIT.
Por último, se establecía en el concierto plena garantía de libertad para los
guanches de los reinos de las paces, siempre que se mantuviesen en la

CXCIIIBurgos, en octubre de 1496, entre Alonso de Lugo y sus socios, los armadores de la conquista. Se
alude extensamente al asunto en el capítulo XVI, págs, 360-363.
CXCIV A. S.: Registro deZ Sello, Merced de la gobernación de la isla de Tenerife a Alonso de Lugo.
CXCVDocumentos, núm. 26.
CXCVIls A. S.: Registro del SeUo. Carta real de 13 de julio de 1492.
CXCVIIDOMINIK 1. WOLFEL: La Curia Romana y la Corona de España en la defensa de los aborígenes
canarios, en la revista «Anthropos», tomo XXV (año 1930), págs. 1063-1064. Del mismo autor: Vn episodio
desconocido de la conquista de La Palma, en «Investigación y Progreso», núms. 7-8 (año 1931), pág. 102.
CXCVIII A. S.: Libros de cédulas, núm, 1, fol. 195. Cédula de 8 de noviembre de 1494.
Documentos, núm. 15.
11
El cronista Espinosa (pág. 34), que tuvo en su época conocimiento aproximado de este documento,
destaca la reserva del «quinto [de la corona]».
Un parecer discrepante lo hallamos en Andrés Suárez Gallinato, En la residencia de Lugo declara «que
sabe que Sus Altezas no ayudaron con cosa alguna para gastos ni fletes, salvo que le hicieron merced de los
quintos.,,^.
Residencia, pág. 112,
Vista
d<
'¿arapo
za a
mediad
os del
siglo
XVII.
por
Diego
Velazqu
rz // -
Juan
bautista
del
Mazo.
(MAPRJ
P:
Museo
del Pra-
do). A
pesar
del siglo
y medio
transcur
rido, la
panorám
ica de la
capital
de
Aragón
era muy
similar
en 1193,
cuando
el
capitán
Alonso
do Lugo
se
estableci
ó en su
recinto
para
entrevist
arse con
temando
e Isabel,
soberan
os de
Castilla.

© Del documento, los autores. Dlgitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
©Dal
docu
menlo
. >0»
3^.

P°-
^PGC
.

V—
ña.
2006

Zaragoza: El castillo de- la Aljafería, donde se alojaron los Reyes Católicos durante su estancia en la ciudad del Ebro en 1493. (SIMANCAS: Archivo General). Dentro de sus
muros se firmaron las capitulaciones para la conquista de Tenerife.
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA fidelidad prometida y
133
ls
coadyuvasen al buen desarrollo de las operaciones de conquista .

Las capitulaciones de Zaragoza tuvieron en su época constancia pública y fueron de


general conocimiento para los conquistadores. En el juicio de residencia a que se vio
sometido Alonso de Lugo en 1509, uno de los testigos, Juan Benítez, declara «que vido la
capitulación quel adelantado tomó con Sus Altezas...»CXCIX.

2. Privilegios, ayudas y exenciones. El transporte en


navios reales.

Dátete el de diciembre de 1493 1.


Meo. prepara y expide <m importante «onjonte de eedelu pa« »
« Archivo Municipal de Zamora: Docum^tos h^Ór^it^f^e^'estra^eros mero 28 bis. El documento se titula en la
cubierta- Tenerife. Ha sido publicado
sobre lo que se acordó se avía de ganar enJaconWps * fascículo II, págs* íntegramente por MIGUEL SANTIAGO en el
apéndice de
de su edición de CASTILLO.
A T o dize que segund la capittdaáón.. ■ En la página 651 se
lee: «el dicho Alonso de Lugo di e de Abona, que se
todos los canarios e canarias de los bandos de naga - j a dicha capitulación..-^' dezian de las pages, son cabtivos et
le pertenecen por capítulo XVI, pagi
Se trata de una interpretación torcida y falaz, como se vera en
ñas 364-365. , . _ „on ei título: Concierto.
Este documento será citado en adelante, para
3
' g’25-1.6) •
Consúltese el Repertorio de Siglas y Abreviaturas pags. . _

CXCIX Residencia, págs. 112-113. i o Reves Católicos la conquista e_®


El viaje de Lugo a la corte para capitular con ° „y de] ltaerTOgatorio <a
nerife está probado documentahnente. La pregunta ,• j. isla de San Miguel así: «Item si saben que después de
acabada de ganar a , gu Alteza e vino a Palma el dicho señor adelantado fue a la corte por 7¿^raz declara: «...
ganada ,^8 quietar esta dicha isla de Thenerife...». El testigo . de Grand Canaria isla de La Palma, el dicho
adelantado se partí» de la is Q¡J dfas vin0 a la mcn que iva a Castilla, e que este testigo lo vido partir; e cómo tenía
prov
isla de la Grand Canaria con ciertos navios e muc a testigo BeníteZ asegura
de Sus Altezas para conquistar esta isla de Theneri e... ’ adelantado fue a la corte a ™ parte: «...que... ganada la
vsla X
isla de La Palma, d conquisH« -
cuenta a Su Alteza de lo que había fecho, e que desp
134 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

lidad la proyectada conquista de Tenerife. Se dictan en Zaragoza, entre los días 24 y 30, y
revisten el mayor interés, acrecentado éste por la circunstancia de ser todas ellas ignoradas
e inéditas. AI darlas ahora a conocer alteraremos el orden cronológico, con vistas a una
exposición más racional de las mismas.

La de mayor rango se dicta el 28 de diciembre, y venía a cumplimentar una de las


cláusulas de la anterior capitulación. La pertinente cédula concedía al capitán-
conquistador la gobernación de Tenerife. Los monarcas de Castilla se expresan así: «Por la
presente es nuestra merced que, seyendo conquistada la dicha ysla e redusyda a nuestro
servicio, vos el dicho Alonso de Lugo, dende en adelante, seades nuestro governador... e
tengades por nos... los ofigios de la justicia e juridigión gevil e criminal..., e usedes de los
dichos ofigios por vos e por vuestros lugartenientes... que en los dichos ofigios podades
poner..., e podades quitar e admover..., e oyays e libreys todos e qualesquier pleytos geviles
e creminales..., e ayades e llevedes la quitación e... derechos al dicho ofigio
pertenecientes...». Una vez constituido el municipio en la futura capital de la isla, era
requerido para acatar y obedecer esta disposición: «Mandamos al Concejo, regidores,
cavalleros, escuderos e ofigiales e ornes buenos... que juntos en su ayuntamiento o cabildo
tomen e regiban de vos el dicho Alonso de Lugo el juramento e so- lepnidad que en tal caso
se requiere...»CC.

La cédula que le sigue en importancia es de igual fecha, 28 de diciembre, y facultaba al


gobernador Alonso de Lugo para llevar a cabo conjuntamente con un delegado regio el
repartimiento de la isla de Tenerife. La curiosa disposición merece ser reproducida en sus
párrafos esenciales: «Mandamos que después que la dicha ysla sea conquistada... se pueble
de ¡resientas vecinos; e que vos, juntamente con la persona o personas que para ello... fuere
nonhrada, repartays las tierras e heredamientos..., dando a'cada tmo segund la calidad de
la persona fuere; e que las dichas personas que asy poblaren... sean obligados de tener en
ella su casa poblada con su mujer e fijos por tiempo de cúneo años, e que fasta ser cumplido
este tiempo no se puedan vender los heredamientos e bienes...». Las previsiones regias
están en la misma línea de los repartimientos andaluces del siglo XIII y del muy reciente del
reino granadino: «E para que mejor vos e la persona o personas que... fueren nombradas
para faser el dicho repartimiento, mandamos que ante todas cosas fagays escrivir en un
libro todos los heredamientos que en la dicha ysla oviere; e asy fecho, fagays el dicho
repartymiento por todos los vecinos..., dando a cada segund que a vosotros bien visto
fuere...». Una última recomendación regia atiende a dotar a parroquias y municipio:
«Desando primeramente alguna parte... de los dichos heredamientos para la fabrica de la
yglesia o yglesias, que se fisyeren e edificaren..., e para propios de la dicha ysla...»CCI CCII.

CC A. S.: Registro Hel Sello, fol. 52.


Documentos, núm. 5.
CCIIbid., fol. 53.
Documentos, núm. 6.
CCII Iñigo de Artieta, también conocido con el apellido de Ibáñez de Artieta, era vecino de
Lequeitio. Se había significado como armador, siendo propietario de diversas naos y teniendo otras a su
directo servicio como arrendatario.
Este famoso marino vasco había tenido en su juventud desavenencias con Alonso de Lugo por causa de
que en 1477 le había arrendado la nao Santa María Magdalena para conducirla en una expedición colectiva a
Guinea, cargada de mercancías. Una vez cumplido el compromiso, Lugo se había negado en redondo a
pagarle el precio estipulado, Ello daría pie a una enojosa reclamación, a la que alude con todo detalle una
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 135
La tercera cédula, de 29 de diciembre, cumplía lo convenido en las capitulaciones
para el transporte desde la metrópoli y Gran Canaria de la totalidad del cuerpo
expedicionario. Los Reyes Católicos habían decidido que fuese la propia escuadra real
—la poderosa armada de Vizcaya— la que prestase dicho importante servicio, y por
esta circunstancia la orden va dirigida al famoso marino vasco Iñigo de Artieta,
«capitán general de nuestra armada» Z2. Por ella nos enteramos de que el plazo
previsto para el reclutamiento de las tropas metropolitanas se había calculado en un
trimestre, ya que se imponía como límite máximo para el embarque el 15 de marzo de
1494. Véase cómo se expresa el texto mencionado: «con tanto que sea de aquí a
mediado el mes de margo primero que vemá del año mili e quatrogientos e noventa e
quatro...».
Mayor interés reviste aún el número y la calidad del ejército conquistador,
conforme a los cálculos que, por mutuo acuerdo, habían fijado la corona y su
mandatario. La importancia del párrafo merece la reproducción textual: «En el
asyento, que... por nuestro mandado se fiso..., se contiene que le aviamos de mandar
dar navios, desa dicha nuestra armada, en que pueda pasar desos nuestros reynos a la
dicha ysla de Tenerife mili e quinientos peones e giento de cavallo, e de las yslas de
Canaria, que están pobladas de christianos, quatrogientos peones e sesenta de
cavallo...».
La flota real quedaba, por otra parte, obligada al transporte de las vituallas,
ganado, armamento y pertrechos: «e asymismo mili cahizes de trigo e atina e tresientos
cahizes de gevada e dos mili quintales de viscocho, e todos los otros mantenimientos e
artillería e herramientas e bestias e otras cosas que son negesarias para la dicha
conquista...».

provisión del Consejo real de 24 de septiembre de 1485 (A, S.: Registro del Sello, fol, 236).
_ En 1493, a raíz de las desavenencias surgidas con Portugal por causa de los descubrimientos —de
manera particularísima el sorprendente arribo de Cristóbal Colón al Nueve Mundo se organizó la armada
de Vizcaya, de la que fue designado capitán general nuestro personaje, conforme se insistirá más adelante,
en el texto de este mismo capítulo (páginas 146-148).
136 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

En esta disposición, regia se insiste en que la movilización de la escuadra se hace en


cumplimiento de la capitulación, y se adoptan garantías en evitación de posibles fraudes:
«rescibiendo la carga dello en las barcas de los... navios, para que dellas mismas lo
descarguen en la dicha ysla de Tenerife, tomando lo que asy pasaren por cuenta, sin que en
ello aya falta nin engaño alguno; e que descargados los dichos navios se puedan bolver
donde nos les mandaremos...; e quel dicho Alonso de Lugo non sea obligado de pagar cosa
alguna por el dicho pasaje, según mas largamente se contiene en la capitulación que se
fiso...».
El mandato real a Iñigo de Artieta es conminatorio: «Vos mandamos, que seyendo
requerido por el dicho Alonso de Lugo... le fagays pasar en los navios desa dicha nuestra
armada toda la dicha gente de cavallos e de pie, e bestias e mantenimientos e artillería
e otras cosas...»23.

adietes. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Unrversilaria, 2006


La cuarta real cédula, de 24 de diciembre, venía a cumplimentar la promesa de
exenciones tributarias para la expedición primigenia: «en la capitulación e asiento...
sobre la conquista de Tenerife se contiene que le mandamos dar saca para mili cahises
de trigo e arina e para tresientos cahi- ses de (¡evada e dos mili quintales de biscocho...
franco de todos derechos. Por ende, nos queriendo cunplir lo contenido en la dicha
capitulación, por la presente damos licencia e poder e facultad a vos el dicho Alonso de
Lugo para que... podades sacar de qualesquier cibdades e villa e lugares de nuestros
reignos... francos de todos los derechos...».
Para beneficiarse de la exención, la mencionada cédula establece dos reservas: la
primera, de plazo, y la segunda, de área de extracción. Con res
pecto a lo primero, léese: «con tanto que tengays de término para la saca i de los
dichos mantenimientos... de aqui a mediado el mes de margo pri- ; mero que viene...». En
cuanto a la interdicción, establecía: «que non sa- ®
. quedes el dicho pan de Sevilla ni de su tierra», por tropezar esta populosa ciudad con
dificultades de abastecimiento.
No hay que decir que se tomaban al tiempo toda clase de previsiones para conjurar
cualquier posible colusión: «que los dichos mantenimientos e cosas, que asy sacardes para
la dicha conquista, ayays de registrar e poner por es- cripto ante la persona que nos
nombraremos..., por que no pueda aver fraude ni engaño...» 2i.
La última de las cédulas despachadas en Zaragoza, la del 30 de diciembre, es de índole
totalmente distinta, y afectaba a la conquista de manera indirecta.
28
A. S.: Registro del Sello, fol. 51.
Documentos, núm. 7.
« Ibid., fol 189.
Documentos, núm. 4.
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 137
El lector ya conoce la intensa actividad diplomática desplegada cerca de los
distintos reinos guanches por los representantes reales desde la isla de Gran
Canaria, en particular Pedro de Vera y Francisco Maldonado CCIII. El resultado
hahia sido que los bandos orientales y meridionales de la isla de Tenerife —primero
Güímar, Abona y Adeje, y más tarde Anaga— habían concertado pactos y
confederaciones con los castellanos, siendo inmediatamente declarados reinos de
paces, estando, por ende, proscritos de manera terminante, en sus respectivos
distritos, los asaltos y la esclavitud.
Esta actitud neutral, cuando no favorable, de los bandos de paces era de
importancia capital en la estrategia planeada por Alonso de Lugo para domeñar la
cerviz de los indómitos guanches de los reinos de guerra. Imagínese cuál no sería la
sorpresa y la indignación del capitán español, en su viaje de retomo, tras coronar
felizmente la conquista de la isla de La Palma, al enterarse, durante su escala en

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


la Baja Andalucía, que «ciertos vecinos del Puerto de Santa María», armadores y
marineros, desaprensivos y codiciosos, habían saltado en diversos lugares de la
isla de Tenerife, capturando indígenas a troche y moche, sin hacer distinción
entre aliados y enemigos. ,
Alonso de Lugo fue portador de la denuncia ante los Reyes Católicos durante
su estancia en la corte en diciembre de 1493, y el desaguisado' dio pie a la real
cédula de 30 de diciembre, suscrita por los soberanos en el momento mismo de la
partida desde Zaragoza con dirección a Valladolid
y Medina del Campo. _
1
Los monarcas castellanos se hacen eco del lamentable atentado que po- | nía en
peligro la operación proyectada: «Nos es fecha relación que giertos 1 vesynos de la
villa de Santa María del Puerto fueron a la ysla de Tenerife, S e que tomaron e
catyvaron algunos canarios que se disen de las pazes, que tienen nuestro seguro, e
asymismo tomaron e robaron gierta orchilla, que hera de los dichos canarios de las
pazes...; e que como quiera que por su parte fueron avysados que heran de las pazes
e que tenían nuestro seguro, e sobre ello fueron requeridos que los soltasen e
delibrasen..., lo non quisieron faser, antes dis que los truxeron a la dicha villa de
Santa María del Puerto e a otras partes de esa Andaluzía e los vendieron...».
La orden de liberación al conde de Cifuentes, corregidor de Sevilla, se dicta de
manera fulminante: «e porque nos queremos que a los dichos canarios... de las pases
se les guarde el dicho nuestro seguro, entera e con- plidamente, e non regiban
agravio ni daño alguno..., vos mandamos que... a los que hallardes... ser culpantes
prendedles los cuerpos e les secrestedes todos sus bienes...; e a los dichos canarios...,
que fueron presos e catyva-

CCIII Capítulo IV, págs. 105-106.


138 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

dos..., los tomedes... e los dedes e entreguedes luego a Alonso


de Lugo, nuestro govemador de la dicha ysla...».
Había que restablecer las relaciones amistosas con el bando ofendido, y el único medio
era reintegrarlos al ambiente nativo: «para que los tome e buelva a ella, e sean libres, como
lo heran de antes...» 28.
Sospechamos que la inicua presa de naturales guanches tuvo por escenario el reino de
Anaga, último de los confederados. Esto explica la actitud de recelo del régulo de este
bando en el momento de iniciarse las operaciones de conquista, conforme se verá en su
momento CCIV CCV CCVI.
Alonso de Lugo se mostró tan satisfecho con el título de gobernador de Tenerife y por
las concesiones y franquicias otorgadas en Zaragoza para el montaje de la expedición
conquistadora, que con sorprendente generosidad —rasgo singular dada su manera de

autoies. Digitalizadón realizada pot ULPGC. Biblioteca Unrvetsilaria, 2006


ser— renunció a percibir de la hacienda real (con perjuicio evidente de sus socios
Juanotto Berardi y Francisco Riherol) los 700.000 maravedíes que se le adeudaban por
haber incorporado, dentro del plazo previsto, la isla de La Palma a la Corona de Cas-
tilla 2S.
Estaba tan extendida la fama de Tenerife por el número de sus moradores y la
cuantía de sus prolíficos rebaños, que es curioso destacar que la costosa operación de
conquista se va a montar sin otro señuelo económico que el botín, esclavos y ganados
con preferencia casi exclusiva. Consta, en efecto, que en los puertos de Andalucía se
cobraron, andando el tiempo, los quintos de los esclavos importados desde Tenerife a
raíz de las primeras operaciones 20.

CCIV A. S.: Registro del Sello, fol. 50.


Documentos, núm. 8.
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, páge. 303-305.
CCV Capítulo VII, págs. 182-183.
CCVI A. S.: Registro del Sello. Real provisión de 2 de febrero de 1494.
DOMTNIK. J. WOLFEE: Alonso de Lugo y Compañía, sociedad comercial para la conquista de La Palma, en
«Investigación y Progreso», núms. 7-8 (año 1934), pág. 245.
RUMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos, páginas 101 y 169-170. _
Sobre las consecuencias dimanantes de este acto, véase más adelante las páginas 144-145 de este mismo
capítulo.
28
A. S.: Registro del Sello, Carta de provisión de 4 de marzo de 1495.
Documentos, núm. 20.
RUMEU DE ARMAS : La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 88 y 312-315 (documento 75).
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 139
El apresto de la expedición en la metrópoli.
Sevilla, cuartel general.

En pura lógica se imponía que Alonso de Lugo escogiese a Sevilla para cuartel
general desde donde se pudiese montar la expedición conquistadora. En primer
lugar, allí se habían aprestado las anteriores empresas militares que habían
conducido a la sumisión de Gran Canaria y La Palma. En segundo término, la
vecindad del veterano soldado en la capital hética, los poderosos vínculos

L Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


familiares y las estrechas relaciones de amistad eran garantía plena de éxito en el
complicado montaje de la operación.

Lo primero que precisó Alonso de Lugo fue dinero en abundancia; con este
fin «vendió toda la- hazienda que tenia en Sant Lúcar e en Sevilla... e muchas de
las haziendas de sus parientes...»30.

Este primer fondo de maniobra resultó insuficiente al capitán-conquistador


para el apresto de una operación tan costosa. Por esta circunstancia se vio
forzado a negociar un contrato de sociedad con diversos armadores, análogo al
que había estipulado con Berardi y Riberol para la conquista de La Palma.

Conocemos el nombre de uno de los socios, el mercader ligur Mateo Viña, quien
tuvo arrestos además para alistarse en la empresa en calidad de jinete. Pero como en
el documento que nos sirve de guía se hace alusión ■—en plural— «a otros
compañeros suyos genoveses, que yban. para la conquista de Tenerife», parece
obligado afirmar que los socios restantes eran Francisco Palomar y Guillermo de
Blanco, asimismo ligures, y Nicolás An- gelat, de naturaleza mallorquína. Desde este
preciso instante siempre veremos a los cuatro asentistas involucrados en la empresa
bélica contra los guanches. Reservamos para más adelante, a medida que la imagen
borrosa

80
Residencia, págs. 18 y 110.
Alonso de Lugo se desprendió de sus bienes. En el Memorial de descargos se lee: «e los muchos gastos que
gastó e como vendió toda la hazienda que tenía en Sant Lúcar e en Sevilla e en Canaria e mucha de las haziendas
de sus parientes...». En el Interrogatorio de testigos, éstos son preguntados sobre «si saben... que el dicho sefior
adelantado gastó todo el patrimonio que thenía e avía ávido de sus padres e hazienda de sus hermanos e
parientes...».

de los cuatro socios se vaya perfilando, el somero intento de reconstrucción


biográfica 30*.
140 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

En cuanto a los términos del convenio, debieron ser los corrientes en estos casos.
Una aportación económica a los gastos de la operación, a cam¡ bio de beneficiarse de
parte del botín de guerra. Lo que no es dable de momento es fijar la cuantía de una y
otro.

Llamamos la atención, por segunda vez, sobre las diferencias sustanciales que
debieron existir entre los contratos para las conquistas de La Palma y Tenerife. En
el primero entraron en juego los quintos de la corona, el botín y los 700.000
maravedíes ofrecidos por los Reyes Católicos como ayuda y colaboración en la
empresa; en cambio, en el segundo tan sólo era repartible el botín de guerra, esclavos
y ganado menor casi exclusivamente.

Ello prueba los cuantiosos beneficios que se esperaba obtener de ja operación en


proyecto.

En relación con los aprestos militares, un testigo presencial de los sucesos, Diego
Fernández Amarillo, se expresa así: «acabada de ganar la... isla de La Palma... fue a
Castilla..., e estando en Sevilla biso pregonar que quien quisiere venir con él a la
conquista de Tenerife le baria buen partido: que sacó de Sevilla y de otras partes
mucha gente de pie y de ca- vallo...» 31.

Si de las declaraciones generales queremos descender a mayores concreciones,


resulta totalmente imposible reconstruir la nómina de los caballeros y peones
alistados en Sevilla, pues en las relaciones que han pervivido hasta hoy se confunden
los enrolados a orillas del Guadalquivir con los que lo hicieron en las márgenes del
Guiniguada, y los participantes en la primera entrada con los que intervinieron en el
segundo desembarco. Además, las listas de conquistadores son suspectas por
inclusión inadvertida de asentistas y pobladores y en determinados casos por la
intención dolosa de alterar la verdad.

Fray Alonso de Espinosa nos ha conservado una primera relación de 86


conquistadores, en la que figuran, desde luego, algunos que no lo fueron, sin contar
errores de transcripción y hasta duplicidad en la cita de una misma persona 81*.
Abréu Galindo da una nómina distinta o’por lo menos

síl
* A. S.: Registro del Sello, fol. 133. Carta de comisión del Consejo real para el go 1 bemador de Gran
Canaria. Madrid, febrero de 1495.
Documentos, núm. 19.
Las biografías de los socios, en el capítulo VIII, páginas 212-213.
81
Residencia, pág. 113.
81
* Páginas 119-120,
©
Del
doc
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Dlgr
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6

Sevilla rn el siglo XVI, con el Guadalquivir en primer término y la Giralda al fondo (Civitates orbis terra-
rum, 1572). La capital bética fue el cuartel general del primer ejército expedicionario para la empresa conquis-
tadora de Tenerife.
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 141

diversa; de sus 38 nombres, 22 no se inscriben en la anterior lista y dos se mencionan


en forma diferente. Con independencia de ello, adoleee de los mismos defectos que su
predecesorCCVII.

El poeta Antonio de Viana, editor responsable de la relación más larga y


pormenorizada, cerca de mil nombres, merece un comentario detenido. El asegura
que dispuso de nóminas independientes de los conquistadores de la primera y la
segunda entrada, de las cuales extrajo los nombres que más le interesaron o
convinieronCCVIII. Sorprende un tanto que estas listas escapasen a la acuciante
investigación de Espinosa, para ir a caer precisamente en las manos mercenarias de
un poeta circunstancialCCIX. Otra cuestión más grave y ardua se interfiere: si tenemos
en cuenta que Viana era un vate de ardorosa fantasía que injerta en el relato
múltiples personajes ficticios y que hace conquistadores de Tenerife a quienes nunca
lo fueron, por halagar su vanidadCCX, no podemos dar por ciertos y válidos unos
pormenores de sospechosa autenticidad.

La nómina total de los conquistadores nunca podrá ser rehecha, por faltamos una
firme base de apoyo. En primer lugar se han sumido en el silencio un número
considerable de jinetes e infantes que sucumbieron en la primera entrada. Algo
similar hay que decir del importante cuerpo expedicionario veterano del duque de
Medina Sidonia, incorporado en la última fase de las operaciones militares, pues la
mayor parte de sus componentes regresaron a la metrópoli después de aplastar
materialmente la resistencia indígena. Contrastando las tres listas señaladas —
Espinosa, Abréu, Viana— con los documentos de la época, en particular los
repartimientos de tierras o datas, resulta viable reconstruir una relación
pormenorizada de conquistadores auténticos; pero es un objetivo que escapa por
CCVII Páginas 321-324.
88
En las páginas 81-82 se puede ver una primera nómina de expedicionarios (pri mera entrada). Al
término de la misma añade:
«con otros muchos que verá en su lista j el que fuere curioso de mirallos».
En el propio tomo, páginas 259-271, se incluye la relación más extensa. Primero, las tropas insulares; a
continuación, las fuerzas expedicionarias del duque de Medina Sidonia (segunda entrada).
En diversas ocasiones se hace alusión a las nóminas:
«ordena que se haga de la suya | alarde general, y que se alisten j todos, según el orden de la guerra | ...
La orden que se dio a los capitanes | era que se hiziese la reseña | de la española gente que en las islas |
estava ya, y después de la del Duque | ... El capitán famoso Ibone de Armas | de los peones hizo su reseña, |
y aquesta fue la lista que se sigue | ... Luego el gallardo Pedro Mananidra | llegó con los canarios de su
bando, | de los cuales se hizo aquesta lista.'»
CCVIIISirvan estas citas de ejemplo, pues la relación completa se haría interminable.
CCIXRecuérdese que el fraile dominico recorrió las islas para documentarse, llevando a cabo
informaciones testificales ante notario, hoy, por desgracia, desaparecidas.
ESPINOSA, págs. 16-22. En la página 18 hace esta confesión: «Mas lo que trate de conquista, guerras y
conquistadores, parte —y la más— es de oídas; y parte es sacado de los archivos y escritorios que en pleitos
entre partes se trataban sobre tierras y posesiones...».
CCXEl más destacado, Fernando Esteban, sobrino de Lope Fernández, y uno de los sobresalientes
héroes del poema. No participó en la conquista ni era posible su intervención, pues había nacido en 1488.
Fue bisabuelo de don Juan Guerra de Ayala, protector del poeta Viana e inductor de las Antigüedades
de las Islas Afortunadas..., a quien está especialmente dedicado el libro.
Otros seudoconquistadores fueron: Pedro de Vergara, Antón Viejo, Antón Vallejo, Juan de Anchieta,
Sebastián de Llerena, Marcos Verde, Pedro y Sebastián Machado, etc.
142 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

completo a nuestro plan en el texto de esta obra, aunque quepa insertarla en


Apéndice, a título de mera curiosidad histórica30.

Hay que advertir que menos confianza inspira aún la clasificación establecida por
Espinosa entre caballeros y peones o la ordenación por compañías, con sus respectivos
capitanes, que Viana se permite respaldar, y que están desmentidas por las
circunstancias, los hechos y los documentos 37.

Por este conjunto de circunstancias desfavorables, nos limitaremos a señalar, en


cada operación, aquellos participantes que inspiran mayor seguridad o confianza, con
el respaldo de los documentos, cuando es posible, y el de los cronistas en los demás
casos.

Volviendo ahora —después de este obligado planteamiento general— a nuestro


punto concreto de la recluta de tropas en Sevilla, nada sabemos de cómo y en qué
condiciones se efectuó, ni quiénes fueron los enrolados. En cuanto al cupo previsto de
los cien caballeros y los mil quinientos peones que las capitulaciones habían fijado,
parece probable que se cubrió en cuanto a los jinetes, quedando bastante por bajo en
los infantes.

Unos cuantos nombres se han salvado del anonimato entre los parientes y
allegados que se dejaron arrastrar por el conquistador, optando por tomar parte en
la singular aventura. Entre ellos cabría destacar a Jerónimo de Valdés y Andrés
Suárez Gallinato, hijos ambos del famoso Pedro del Algaba; Pedro Benítez de Lugo,
apodado el tuerto, sobrino del capitán; Juan

88
II. Nómina de conquistadores (págs. 486-497).
87
Véanse, como muestra, algunas de las arbitrarias clasificaciones de VIANA (páginas 260-261 y 265).
Sorprende descubrir a los hijos del capitán mayor «don Pedro y don Hernando» alistados como simples
peones en la compañía de Ibone de Armas. Más asombro produce contemplar al rey de Gáldar «don
Hernando Guanarteme» sirviendo a las órdenes del capitán Pedro Mananidra, en la compañía integrada
por los aborígenes grancanarios.
Tampoco resulta admisible el encuadramiento como peones en la compañía de Ibone de Armas de
Francisco Melián y Lope de Salazar.
Más absurdo aún el enrolamiento de Francisco de Espinosa en el cuerpo expedicionario del duque de
Medina Sidonia (compañía de Esquibel).
La presencia en la compañía de Armas del borgoñón (Jorge Grimón, conquistador tardío) es un
anacronismo,
Firmas del capitán mayor, hijos y parientes (de izquierda a derecha y de arriba abajo): Alonso de Lugo.—El
adelantado,—Don Pedro de Lugo.—Don Hernando [de Lugo].—Jerónimo de Valdés.—Andrés Suárez
Gallinato.—Bartolomé Benítez [de Lugo],—Juan Benítez.
144 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Benítez; el sobrino de éste Bartolomé Benítez, etc. En el grupo de los colaboradores y


amigos es preciso señalar a Gonzalo Suá-rez de Quemada, regidor de Sanlúcar de
Barrameda, a Francisco de Espinosa, jurado de Sevilla, y a Francisco Gorvalán,
criado del promotor.
Hay que hacer particular mención de dos servidores de los monarcas: el mozo de
espuelas Hernando de Hoyos y el contino Diego Maldonado.

El primero, Hernando de Hoyos, había adquirido- notoriedad y relieve cuando el


intento de regicidio perpetrado en Barcelona el 7 de diciembre de 1492. Su
compañero en las antecámaras palatinas, el famoso cronista Gonzalo Fernández de
Oviedo, recuerda el incidente en los años de la vejez, desmemoriado en cuanto al
nombre de pila del protagonista: «Yo vi mogo de espuelas del Rey Cathólico a Alonsso
de Hoyos, el qual tenía el estribo de la muía del Rey para que cavalgasse, al tiempo
que el traydor Juan de Cañamares le dio la cuchillada; y aqueste Alonsso de Hoyos en
continente se abrazó con él y le derrivó en tierra y le dio dos puñaladas, y lo matara,
sino que el Rey le mando que no lo matase...; por este servicio, el Rey le hizo a Hoyos
su mogo de cámara, y después capitán, y lo embió con gente a la isla de Tenerife,
donde se hizo rico...» BS. En efecto, Hernando de Hoyos, conquistador de La- Palma,
en cuyas últimas operaciones había tenido intervención personal CCXI, fue uno de los
primeros capitanes en alistarse en la proyectada expedición para sojuzgar a los
guanches.
El otro servidor regio, el contino Diego Maldonado, percibió el sueldo que le
correspondía como guardia real (25.000 maravedíes) hasta el 15 de abril de 1494, y su
remuneración como conquistador (40.500 maravedíes) desde esa data en adelante CCXII.
Ello nos hace sospechar que se incorporó al ejército expedicionario con brevísima
demora, cuando ya se había producido el primer desembarco en Tenerife.
Mención especial debe hacerse del adalid Gonzalo Buendía, enrolado en la
empresa conquistadora después de haber adquirido notoriedad y fama en la
contienda granadina. Los soberanos de Castilla sentían por él particular afección 40*.
Con independencia de la movilización de las tropas, Alonso de Lugo se vio
envuelto durante la estancia en Sevilla en enojosos litigios promovidos por los socios
comerciales de la conquista de La Palma Juanotto Berardi y Francisco Riberol. Ya
sabemos que durante la permanencia del conquistador en Zaragoza, en diciembre del
año anterior, había hecho renuncia a favor de los Reyes Católicos de los 700.000
maravedíes prometidos como recompensa por la conquista de La Palma. A ello se
venía a sumar, para colmo, el propósito de desposeerlos de 140 indígenas palmeses,

CCXIGONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO: Libro de la cámara del principe don Juan e offióos de su casa e
servicio ordinario. Edición de la Sociedad de Bibliófilos Españoles. Madrid, 1870, pág. 97,
89
Véase el capítulo IV, páginas 122-123, nota 56.
40
A. S.: Casa y Sitios Reales, leg. 5, fol. 193.
Documentos, núm. 42.
CCXII* A. S.: Registro del Sello, fol. 8. Carta real de 26 de febrero de 1495.
Documentos, núm. 18.
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 145
reducidos a esclavitud por haber violado «con traigión» las paces acordadas CCXIII.
Juanotto Berardi y Francisco Riberol acudieron con sus quejas a los pies del
trono, y obtuvieron de los monarcas castellanos la real cédula de 2 de febrero de 1494,
por la que se daba comisión a don Juan de Silva, conde de Cifuentes, corregidor de
Sevilla, para determinar y fallar sobre lo denunciado aquello que fuese de justicia: «E
nos suplicó e pidió por g
merced —dice la citada real cédula— que sobre ello les proveyésemos de J
remedio con justicia, mandando al dicho Alonso de Lugo que de los yiento e quarenta
esclavos les acuda con las dichas dos terceras partes e les diese S cuenta, con pago de
los gastos e intereses e provecho que de la dicha con- I quista se avía requerido, con la
mejoría, sueldo por libra, de lo que tiene “ fomesgido e puesto en la dicha conquista...,
e mandando que les pagase las dos terceras partes de las dichas setecientas mili
maravedís de que él | hizo renunciación; e que sobre eHo les proveyésemos de
remedio con jus- | ticia o como la nuestra merged fuese.» Los Reyes Católicos
aceptaban la | reclamación de los dos banqueros italianos y ordenaban a su asistente
en | Sevilla don Juan de Silva «que luego veades lo susodicho, e llamadas e °
oídas las partes... libredes a determina des... lo que falláredes por derecho I
por vuestra sentencia o sentencias...» CCXIV CCXV CCXVI. 5
. 1
¿Cuál fue la resolución tomada por el conde de Cifuentes en el litigio? | ¿Cuál su
definitiva sentencia? Lo ignoramos, pero es indudable que un arre- e glo o convenio se
impuso que dejó a todos satisfechos y contentos.
En otro caso no se explicaría la amistad posterior de Lugo con Riberol, que se irá
haciendo patente en venideras páginas CCXVII CCXVIII CCXIX CCXX.

CCXIII Sobre la renuncia a los 700.000 maravedíes, véase este mismo capítulo, pág. 138.
La reclamación de los 140 palmeses se hace constar en la cédula de inmediata mención.
En cuanto al problema, en sí mismo, de los palmeses cautivos, no hubo tal traición. Se trata de una de
las más vergonzosas felonías cometidas por el capitán-conquistador contra la libertad garantizada de los
aborígenes.
RUMEU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs, 83-85.
El enojoso asunto volverá a ser tratado en el capítulo VIII, págs. 203-205.
CCXIV A. S.: Registro del Sello.
CCXVEl texto de esta cédula: «llamadas e oídas las partes...» revela, a nuestro juicio, que
CCXVIAlonso de Lugo residía en Sevilla en febrero de 1494, consagrado a los preparativos de
CCXVIIla conquista de Tenerife.
CCXVIIIDOMINIK JOSEF WOLFEL: Alonso de Lugo y Compañía, sociedad comercial para la con
CCXIXquista de La Palma, en «Investigación y Progreso», año 1934, pág. 245.
CCXX Capítulos XVI, pág. 361, y XVIII, págs. 392-396.
1
0
146 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

La última disposición emanada de la cancillería regia merece ser traída a


colación, aunque no aporte nada sustancial sobre los preparativos bélicos. De ella se
deduce que el contrato de sociedad suscrito por Alonso de Lugo con los asentistas
genoveses había despertado inesperadas ambiciones. La noticia llegó a oídos de doña
Beatriz de Bobadilla, señora tutriz de La Gomera, quien, sobrada de dinero por
aquella fecha, impetró de los monarcas su apoyo para que el capitán de la conquista
le diese parte en el negocio. La correspondiente carta real aparece despachada en
Medina del Campo el 29 de marzo 4i.

i. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


y. La armada ¿Le Vizcaya. Concentración
apresurada de navios.

Como recordará el lector, los Reyes Católicos habían dispuesto que la armada
de Vizcaya fuese la encargada de transportar al ejército expedicionario conquistador,
con toda su impedimenta, hasta dejarlo seguro y en tierra en la isla de Tenerife.

Esta poderosa escuadra había sido aprestada en 1493, a raíz del retorno del
almirante don Cristóbal Colón después de coronar felizmente la inmor- • tal empresa
del descubrimiento del Nuevo Mundo. La tirantez de relaciones con Portugal, ante la
errónea suposición de que los castellanos habían arribado a la India por la ruta
occidental atlántica, aconsejaba acantonar en la hahía de Cádiz una flota de guerra
presta a vigilar e impedir cualquier intento lusitano de abrirse paso en la dirección
indicada. La soberanía sobre aquellos mares y tierras, nacida de la exploración, el
descubrimiento y la ocupación de América, y revalidada por las famosas bulas Inter
caetera, imponía a los soberanos de Castilla velar por la integridad del espacio oceá-
nico que les había sido asignado.

Durante el verano de 1493 se concentraron en Bermeo seis poderosos navios, que


sumaban 2.300 toneles y llevaban a bordo 871 hombres entre soldados de marina y
tripulantes. El capitán general Iñigo de Artieta nave-
44
A. S.: Libros de cédulas de la Cámara, núm. 1, fol. 23 v. Documentos,
núm. 13.

gaba en una gigantesca carraca de 1.200 toneles. Las otras naos llevaban como
capitanes a Martín Pérez de Fagaza, Juan Pérez de Loyola, Antón Pérez de Leyzola,
Juan Martínez de Amezqueta y Sancho López de Ugarte. Las seis embarcaciones
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 147
fueron artilladas con todo género de bombardas y cañones. La presencia de la
escuadra en la bahía de Cádiz se comprueba en el mes de agosto del año expresado.
Digamos a título de mera curiosidad que dicha flota recibió el encargo de
transportar desde Adra a Melilla, en octubre de 1493, al último rey de Granada
Boabdil, en compañía de sus familiares, moros leales y séquito, llegada la triste hora
de la expatriación. La escuadra, cumplimentado el enojoso encargo, quedaba otra vez
acantonada en Cádiz en el mes de noviembre CCXXI CCXXII.
Se hallaban por entonces en Granada el arzobispo fray Hernando de Talavera y el
secretario de los Reyes Católicos Hernando de Zafra, entusiasmados con la idea de
utilizar la armada de Vizcaya en una operación de conquista contra los vecinos
puertos africanos del reino de Tremecén. Por ello podrá imaginarse su contrariedad
cuando supieron la firme voluntad real de utilizar la escuadra vasca en el transporte
del ejército expedicionario encargado de la conquista de Tenerife. Con suaves
palabras opusieron serios reparos al proyecto. El 12 de febrero de 1494 el secretario
Zafra impetraba la revocación de la orden: «Escribo esto a Vuestras Altezas, porque
como quiera que tenían mandado que esta armada fuese a Tenerife, hanlo por tan
dificultoso todos los que en ello hablan, y tienen tantos inconvenientes (como el
arzobispo a Vuestras Altezas escribió), que creo que, des que Vuestras Altezas lo
hayan mandado ver, mandarán mudar de consejo...» 40.
Por estos mismos días se produjo el primer contacto entre el gobernador Alonso
de Lugo y el capitán general Iñigo de Artieta. Una carta de este último al secretario
Zafra, suscrita en Cádiz el 28 de febrero, nos informa de diversos pormenores
relacionados con la expedición en proyecto.
Nos enteramos, en primer término, de que el capitán-conquistador había escogido
como lugar apropiado para la concentración del material de gue- na y las vituallas el
Puerto de Santa María. Dedúcese asimismo, por la lectura de la misiva, que Alonso de
Lugo había requerido a Artieta de palabra para que le prestase su ayuda y
colaboración a la empresa, a lo que opuso ciertas reservas el marino.

En vista de ello, el capitán andaluz requirió al vasco por escrito, papel que obtuvo
cumplida respuesta horas más tarde con especiosas razones. De ello da fe la misiva de
Artieta: «El gobernador Alonso de Lugo... me hizo un requerimiento, cuyo traslado
envío a vuestra merced. Por mi parte, le fue respondido todo lo que cumplía al
servicio de Sus Altezas...».

CCXXI MARTÍN FERNÁNDEZ DE NAVARRETE: Colección de viajes y descubrimientos que hi-


cieron por mar los españoles desde fines del siglo XV. Madrid, 1825, tomo II, págs. 79-86, 93-94, 96-97, 106-
107 y 152-153.
Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de América, tomo
XXXVIII, págs. 202-215, 219-221, 274-276 y 298-302.
JUAN PÉREZ DE TUDELA: La armada de Vizcaya, en la miscelánea «El Tratado de Torde- sillas y au
proyección». Valladolid, 1973, tomo I, págs. 33-92.
Juan Pérez de Loyola era hermano primogénito de Iñigo, futuro San Ignacio,
CCXXII A. S.: Mar y Tierra, leg. 1.315.
Documentos, núm. 11.
1
0
148 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Desde un principio Artieta estaba decidido a obedecer, como es lógico, el mandato


real, aunque batallaba por obtener la revocación de la orden. Le parecía
improcedente emplear una armada tan poderosa en una segunda operación de
transporte. En este sentido bahía escrito personalmente a los monarcas. Pese a ello,
no tuvo inconveniente en ordenar, durante el lapso de tiempo que había mediado
entre los dos requerimientos, el traslado de parte de la flota al Puerto de Santa María,
para proceder a los primeros embarques.

La pluma de Artieta nos informa de las incidencias señaladas: «Pero antes quél
me hiciese el requerimiento, con un día, envié la nao de Loyola e de Antón Pérez de
Leyzola e a [la] «María Galant» para el Puerto de Santa María, para que en el
estuviesen rescibiendo lo que en ellas quería cargar (aunque non era obligado a las
enviar), sino porque en esto me pa- rescía que non había inconveniente, antes Sus
Altezas eran en ello servidos; y porque si Sus Altezas mandasen que todavía fuese el
armada, algo para el efecto estoviere hecho, y no paresciere otra cosa, salvo poner en
obra lo que Sus Altezas enviasen mandar.»

El capitán general de la armada insiste, más adelante, en el motivo de su


oposición, y deja entrever cómo a última hora el gobernador de Tenerife se
conformaba con su parecer: «Agora me parece que cae el dicho Alonso de Lugo: que
mas haría por él haber otras naos que las del armada, mayormente las grandes; y
sobresto ha querido enviar a Sus Altezas, e yo también he escrito sobrello. Con mucho
deseo espero lo que en esto Sus Altezas enviarán a mandar» CCXXIII.

Los argumentos invocados por fray Hernando de Talavera, Hernando de Zafra,


Iñigo de Artieta y el propio Alonso de Lugo condujeron a la inmediata revocación de
la orden real. En consecuencia, la armada de Vizcaya fue exonerada de la comisión,
quedando pendiente el apresto de una segunda escuadra de menor envergadura y
porte.

Sin embargo, dificultades de toda índole obstaculizaron que la promesa se


cumpliese. Por otra parte, el alistamiento de las tropas expedicionarias y la
acumulación del material de guerra y las vituallas impedían detener la operación por
encima de breves días. Para conjurar el fracaso y la ruina, no le quedó a Alonso de
Lugo otro recurso que contratar a la desesperada navios particulares en los distintos
puertos andaluces, con la esperanza de que andando el tiempo la corona transformase
en ayuda pecuniaria el fallo del importante auxilio naval capitulado ís.
Esta operación de tesorería, convenida a crédito —con la garantía de la promesa
regia—, fue un pesado lastre y una constante amenaza para el conquistador, no sólo
por el principal, sino por los intereses. En los documentos se alude a «los fletes de los
navios que fueron a la conquista de la dicha ysla de los puertos del Andaluzia... a
Canaria, en la primera arri- vada..., que montaron..., syn los intereses, un quento y
giento y sesenta mili maravedís» (1.160.000) iB.

CCXXIIIIbid.
Documentos, núm. 12,
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 149
La escala en Gran Canaria. El ejercito
interinsular.

Como de sobra conocemos, el 15 de marzo expiraba el plazo concedido • por la


corona a Alonso de Lugo para beneficiarse de fletes gratuitos y de franquicias fiscales
CCXXIV CCXXV CCXXVI
. Aunque la primera merced acabamos de verla quebrar por su base,
la segunda se mantenía todavía en pie, y debió ser aprovechada al máximo.
Si el 15 de marzo de 1494 era la fecha prevista para la partida de la armada
conquistadora, hay que sospechar, en pura lógica, que la defección de la escuadra de
Vizcaya tuvo que imponer un breve compás de espera. El gobernador de Tenerife se
vio forzado a contratar los servicios de diversos navios en los puertos andaluces, y
esta laboriosa operación tuvo que entretenerle por espacio de algún tiempo.

Con estos antecedentes por delante, no es aventurado señalar los primeros días de
abril de 1494 como fecha la más aproximada de partida. Como páginas atrás hemos
visto al capitán-conquistador actuando de manera personal en Sevilla y el Puerto de
Santa María, parece lógico admitir que en ambos puertos se aprestó la expedición y se
embarcaron las tropas alistadas, así caballeros como peones, sin descartar la
posibilidad de algún otro surgidero andaluz como punto de partida. El propio Alonso
de Lugo lo da a entender así, cuando confiesa que fueron «de los puertos del
Andaluzia... a [Gran] Canaria, en la primera arrivada...».
Recordemos que en la flotilla navegaban los cuatro socios armadores: Mateo
Viña, Francisco Palomar, Guillermo de Blanco y Nicolás Angelat, atentos a vigilar el
negocio en el que habían invertido importante numerario. Sabemos, además, que en
el navio Garrida, Mateo Viña conducía, por su cuenta y riesgo, «gierta ropa» para
suministrar a los expedicionarios 51.
La segunda escala prevista era el Puerto de las Isletas, en la isla de Gran Canaria,
donde era preciso embarcar los sesenta caballeros y los cuatrocientos peones, fijados
como cupo de aportación regional en las capitulaciones. Un testigo presencial del
acontecimiento, Alonso de Alcaraz, evoca la arribada: «...ganada la... isla de La
Palma, el... adelantado se partió de la isla de la Grand Canaria e dixo que iva a
Castilla; e que este testigo lo vi do partir, e dende ciertos dias vino a la dicha isla de la
Grand Canaria con ciertos navios e mucha gente, e dixo cómo tenía provisión de Sus
Altezas par conquistar esta isla de Thenerife...» 52.
Hay que pensar, en pura lógica, que Alonso de Lugo había movilizado, por medio

CCXXIV Así ocurrió, en efecto. Véase más adelante el capítulo XIII, págs. 310-311.
40
Concierto, pág. 648.
CCXXVVéase más adelante los capítulos VIII, págs. 214-215, y XVI, págs. 361-362.
CCXXVI En este mismo capítulo, páginas 135-136.
1
0
150 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

de sus procuradores o delegados, a las tropas insulares llamadas a incorporarse a la-


empresa. En otro caso, la expedición hubiera quedado durante meses en paro forzoso,
con la consiguiente ruina para su promotor.
De lo que sí ha quedado constancia es de la actuación simultánea del capitán-
conquistador contratando «los nabios que fueron a las yslas de Canaria e de unas
yslas a otras a traer las gentes para la dicha conquista, para la primera
entrada...»CCXXVII CCXXVIII CCXXIX CCXXX.
Más difícil resulta ahondar en los detalles del alistamiento. El mutismo más
absoluto nos envuelve. Gran Canaria, recién anexionada a Castilla, aportó a la
expedición importante número de sus conquistadores y pobladores, nacidos en tierras
lejanas y ahora castellanos avecindados en su perímetro.

CCXXVII51 A. S.: Registro del Sello, fol. 133.


CCXXVIIIDocumentos, núm. 19.
CCXXIXst Residencia, pág. 112.
CCXXX Concierta, págs. 648-649.
Véase más adelante el capítulo VIH, págs, 214-215,
El Puerto de las Isletos —más conocido posteriormente por Puerto de la Luz—, por
Pedro Agustín del Castillo 1616. (LAS PALMAS: Archivo Vega Grande). Fue el punto
de concentración y de partida para el inicio de las operaciones de la conquista
de Tenerife.
modelo de navio canario del siglo XVI. E.cvoto procesional. (SANTA CRUZ DE LA
PALMA: Ermita de San Telmo).
LAS CAPITULACIONES CON LA CORONA 151

A ellos hay que sumar los nativos de las islas menores, Lanzarote, Fuerte- ventura
y Gomera, de estirpe europea, mestiza o simplemente aborigen. La tercera
fracción la constituían los indígenas, grancanarios, recién cristianizados, «J116
aceptaron gozosos el papel de conquistadores de sus vecinos los guanches.

Por lo que respecta al cupo de alistamiento insular, fijado por las ca-
pitulaciones en sesenta caballeros y cuatrocientos peones, hay que repetir lo
mismo que se sospechó para la recluta sevillana. Es decir, una perfecta
adecuación en los jinetes y un número inferior en los infantes.
He aquí ahora unos cuantos nombres salvados del general anonimato. Entre
los vecinos cabría mencionar a Pedro y Fernando de Lugo, hijos del capitán
mayor; Hernando de Trujillo, Lope Fernández, Juan Ceherio, Pedro de Hervás,
Diego Fernández Amarillo, Alonso Hernández de Arévalo, Gonzalo Méndez,
Juan Baxo, Gonzalo de la Fuente, etc.; en el grupo de los isleños se han salvado
los nombres de Guillén Castellano, Ibone de Armas, Francisco Melián, Lope de
Salazar, Diego Fernández, Alonso Sánchez de Morales, Pedro Fernández,
Fernando Mulagua, etc., y entre los indígenas conversos perviven en el recuerdo
Pedro Mayor, Pablo Martín Buendía, Juan Cabello, Juan Beltrán, Juan
Bermúdez, Pedro Delgado (Pedro de la Lengua), Pedro de Lugo (Pedro
Tyxandarte), Alonso Bentagayre, Rodrigo Fernández, Rodrigo de la Gran
Canaria (más conocido por Rodrigo «el cojo»), etc.
Mención muy especial hay que hacer, entre los aborígenes de Gran Canaria,
del antiguo rey de Gáldar don Femando Guanarteme. A un hombre hábil y astuto
como el jefe militar de la conquista no podía escapársele el beneficio y utilidad
que le depararía incorporar a la operación la persona del destronado monarca.
En la memoria de todos estaban las muestras de lealtad patentizadas en los
últimos combates de la conquista de Gran Canaria. ¿Quién mejor que él como
negociador de paces cerca de los monarcas guanches? Femando Guanarteme
conocía a la perfección los procedimientos de combate de los nativos y podía
convertirse en un poderoso auxiliar en la tremenda prueba que a todos
aguardaba.
Se asegura que cuando Alonso de Lugo capituló en 1492 la conquista de La
Palma, recabó de los monarcas castellanos una carta expresa —cédula real, dicen
los herederos, acaso con exageración—■ para el regio colega y ahijado,
invitándole a participar en la operación proyectada. Sugerencia que fue
inmediatamente atendida por el destinatario al incorporarse a la hueste
expedicionaria. Por el mismo conducto se afirma que un segundo requerimiento
real le fue hecho a don Femando Guanarteme, en 1494, para alistarse en la
conquista de Tenerife con sus parientes y allegados,
54
Véase, en el APÉNDICE II, la Nómina de conquistadores. solicitud que fue acogida por el
destronado monarca con el mismo ardor y espíritu de servicio que en la primera
ocasión55.
152 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

En efecto, han sobrevivido pruebas del importante papel desempeñado por


don Femando Guanarteme en el despliegue futuro de la estrategia diplomática y
bélica, conforme se tendrá ocasión de ver más adelante 5S.

En cuanto a los parientes que el ex rey de Gáldar alistó en su compañía, han


pervivido en el recuerdo los nombres de Fernando II Guanarteme, Pedro
Maninidra, Juan Dara (Autindana), Luis Fernández, etc.

SB
Información incoada por doña Margarita Fernández Guanarteme sobre los servicios prestados a
la Corona de Castilla por su fallecido padre don Fernando Guanarteme, rey que había sido de Gáldar.
1526.
CHIC, tomo ni, págs. 205-232. En particular, las páginas 206, 210, 214-215, 218-219, 221, 225-226,
230 y 232.
Este valioso documento será citado en adelante, para abreviar, con el título de Información
Guanartémica.
Consúltese el Repertorio de Siglas y Abreviaturas (pág. 16),
58
Capítulos VII, pág. 183, y X, págs. 250-251 y 255-256.
CAPITULO VI

ESTRUCTURA POLITICA DE LAS MONARQUIAS


ABORIGENES

LEYENDA, TRADICION E HISTORIA

LA INVENCION LITERARIA

i. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


i. Los nueve reinos guanches de Tenerife.

Nos acercamos al momento del desembarco en la isla de Tenerife del ejército


expedicionario castellano encargado de su conquista, y parece.lógico y obligado, en
este preciso momento, una somera alusión al pueblo guanche y a su estructura
política en la cúspide jerárquica.

Sería improcedente en una obra como la presente —aparte de las invencibles


dificultades que el caso ofrece— intentar una reconstrucción antropológica y
etnográfica del pueblo guanche o perdernos en el laberinto de su migración y
asentamiento en el escenario de la isla. Tampoco nos incumbe en esta hora abordar
los apasionantes y al mismo tiempo arduos problemas relacionados con la cultura
guanche: estructura social, economía, creencias, prácticas y hábitos, desarrollo moral
y material, etc.

Hemos de limitarnos a estudiar —como se acaba de puntualizar— la estructura


política en la cúspide, para presentar, cuando sea posible, a los actores del drama
insular en su vertiente indígena, o, en otros términos, a los héroes que encarnaron la
resistencia frente a la invasión.

De acuerdo con estos postulados, nuestros reducidos objetivos serán tres:

1. ° Fijación del número de los reinos indígenas.

2. ° Determinación de los reyes y las dinastías mitológicos o legendarios (cuando


no, simplemente inventados).

3. ° Identificación de los personajes históricos que hacen acto de presencia en


1494, con un respaldo bien simple: su condición de hombres «de carne y hueso».
***

Para desvelar el misterio es preciso valernos de las fuentes documentales y del


testimonio de los viajeros y cronistas. Esta tradición histórica es,
156 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

unas veces, anterior a la conquista de la isla de Tenerife, y otras, simultánea o


posterior a ella. En el primer grupo de testimonios hay que incluir los de Cá da
Mosto, Azurara y Gomes; en el segundo, Espinosa, Torriani, Abréu Galindo, Viana,
Núñez de la Peña, Marín y Cubas, Castillo y Viera y Clavijo.

El navegante veneciano Alvise de Cá da Mosto es el primer escritor que se hace


eco de la división de la isla de Tenerife en nueve reinos, aunque sin concretar los
nombres de éstos ni los de sus monarcas. Como Cá da Mosto no desembarcó en la
isla de Tenerife en 1455, pues se limitó tan sólo a visitar las islas de La Gomera y El
Hierro y contornear la de La Palma, cabe considerar que todo el caudal de
información de que hace gala lo recibiese personalmente del señor de las Canarias
don Diego García de Herrera. «Esta isla —dice Cá da Mosto, refiriéndose a Tenerife
— está gobernada por nueve señores llamados duques, los cuales no son elegidos por
derecho de sucesión o de herencia, sino por el de la fuerza...»CCXXXI. El cronista
portugués Gomes Eannes de Azurara, inspirándose en el mismo Cá da Mosto, cuyo
manuscrito conoció, repetiría más adelante CCXXXII CCXXXIII que los habitantes de

;l documenta, los autores. Digitalizadon realizada por ULPGC. Biblioteca Unr\


Tenerife estaban «divididos en ocho o nueve bandos, y en cada uno —añade—• tienen
su rey...» CCXXXIV.

En un orden estrictamente cronológico es preciso aludir en este instante al acta


de sumisión de 1464, de la que ha quedado el fehaciente testimonio del escribano
Femando de Párraga y que el lector sobradamente conoce CCXXXV. Ante el señor de las
Canarias Diego García de Herrera hemos visto comparecer. en acto de vasallaje, a
los nueve menceyes de Tenerife: «El gran rey de Imohach de Taoro; el rey de las
Lanzadas, que se llama rey de Güímar; el rey de Anaga, el de Abona, el rey de
Tacoronte, el rey de Benicod, el rey de Adeje, el rey de Tegueste y el rey de
Daute...»CCXXXVI CCXXXVII CCXXXVIII.

CCXXXI JoÁo MARTINS DA SILVA MARQUES: Descobrimentos portugueses. Instituto para a


Alta Cultura. Lisboa, 1944, tomo I, suplemento, doc. 133-34.
CCXXXII La primera copia de este manuscrito se entregó al rey de Portugal él 23 de febrero de
1453. Por tanto, tuvo que ser añadido posteriormente por su autor para recoger el testimonio de Cá da
Mosto.
SABINO BERTHELOT: Ethnographie et Anuales de la Conquéte de Canarios. París, 1889, páginas 51-55.
Este autor ha probado que Azurara tuvo que conocer el relato de Cá da Mosto.
8
Crónica do Descobrimento e Conquista de Guiñé. Edición Carreira-Santarem. París, 1841, pág. 382.
CCXXXIIIELIAS SERRA RÁFOLS: Los portugueses en Canarias. La Laguna, 1941, pág. 67.
CCXXXIVVéase asimismo la página 170, nota 31, de este mismo capítulo.
CCXXXV Capítulo III, págs. 74-75.
CCXXXVI8 NÚÑEZ DE LA PEÑA, págs. 67-70.
CCXXXVIIESPINOSA (pág. 88) y ABRÉU GALINDO (págs. 116-117) tuvieron noticia de este episodio
CCXXXVIIIpor el mismo documento.
LAS MONARQUÍAS ABORÍGENES 157

En cuanto al último testimonio anterior a la conquista, el de Diego Gomes de


Sintra es el menos verídico en el punto concreto que nos interesa: «Y tienen entre
ellos —asegura— tres reyes y dicen que había allí 23.000 hombres...» ®.
Los actores de la conquista, monarcas y soldados, se ratifican en la partición
cantonal y en el número de los menceyes. Fernando de Aragón declarará que eran
«novem regulis, iure belli captis, quos ex ipsa Tanarifae Ínsula captivos nobis
attulerunt...» CCXXXIX CCXL. Alonso de Lugo, por pluma de tercero, hará esta confesión:
«Llevó consigo nueve reyes que avía en esta isla de Tenerife...» CCXLI. Andrés Suárez
Gallinato insistirá en «que llevó-... nueve reyes..., porque lo vio en Castilla...»CCXLII.
De los cronistas posteriores al episodio bélico, rompen la marcha, como
siempre, Espinosa, Torriani y Abréu Galindo. Para el fraile dominico, en los años

autoies. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


que preceden a la conquista «eran nueve» los reinos aborígenes. El ingeniero
cremonés se ratifica en la estimación: «nueve reinos, cada uno de los cuales tenía
im rey». Por su parte, el franciscano insistirá en que «de un reino que era se
dividió en nueve».
El poeta Viana («nueve ceptros de rey tuvo Nivaria, | y todos nueve en su
gobierno fueron)»), el cronista Núñez de la Peña («nueve reyes reinaron en
Tenerife») y Viera y Clavijo («nueve hijos... la dividieron en otros tantos reynos»)
se mantienen perfectamente identificados con la tradiciónCCXLIII.
Mención especial hay que hacer, por su singularidad, del cronista Marín y
Cubas. Para este fantástico autor, «la isla [de Tenerife] era dividida
en dos reyes y doce o más capitanes, que guardaban su territorio dándose i
socorro unos a otros...»CCXLIV. ®

De los cronistas metropolitanos hemos podido localizar a dos que se muestran en


la más estricta ortodoxia histórica. Andrés Bemáldez, cura de Los Palacios, insiste

CCXXXIXü De prima inventione Guineae... Edición del doctor Schmeller, que forma parte de un
estudio más extenso sobre Valentim Fernandes inserto en la revista «Abhandlungen der Philos.-Philolog.
classe der Koeniglich Bayerischen Akademie der Wissenschaften», Munich, tomo IV (año 1847), pág. 34.
Puede verse también en la reciente edición portuguesa O manuscrito ^Valentim Fernandes», Lisboa,
1940, págs. 202-203.
BUENAVENTURA BONNET: El navegante Diego Gomes en las Canarias, en «Revista, de Historia», núms.
51-52 (año 1940), págs. 96-100.
CCXL Carta de privilegio de 1 de septiembre de 1496.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 25.
Véase el capítulo XIV, página 324.
CCXLI Residencia, pág. 50.
CCXLII Ibid., pág. 116.
Las declaraciones de los testigos San Martín, Alcaraz, Amarillo y Serrano están en la misma línea de
la recogida en el texto.
Véase el capítulo XIII, página 301, nota 22.
CCXLIII ESPINOSA (pág. 40), TORRIANI (pág. 175), ABRÉU GALINDO (pág. 292), VIANA (pág.
208), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 34) y VIERA Y CLAVIJO (tomo I, pág. 208L
CCXLIV Páginas 209-210.
158 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

«en que avía [en Tenerife] nueve reyes e nueve grandes señores o capitanes» CCXLV.
Por su parte, fray Felipe de la Gándara asegura que Alonso de Lugo «venció y rindió
nueve reyes...» CCXLVI.
Como ha podido verse, esta división en reinos, bandos o menceyatos se encuentra
respaldada por una larga y casi unánime tradición histórica que le da firmísimas
raíces.
Discutida en tiempos, en lo que cabe recientes, con el mejor deseo y sentido
críticoCCXLVII, los documentos últimamente estudiados han venido a confirmar, con
todos los pronunciamientos favorables, aquella remota tradición, que se convierte así
en sólida e inconmovible verdad.
Las. datas (repartimientos de tierras) de la postionquista registran con
puntualidad y reiteración los nombres de los nueve reinos: Anaga, Tegues- te,
Tacoronte, Taoro, Icod, Daute, Adeje, Abona y GüímarCCXLVIII.
De estos nueve reinos, cuatro eran de las paces (Anaga, Güímar, Abona y Adeje),
y cinco de guerra (Tegueste, Tacoronte, Taoro, Icod y Daute).

CCXLV Memorias del reinado de los Reyes Católicos. Madrid, 1962, pág. 339.
CCXLVI18 Armas y triunfos. Hechos heroicos de los hijos de Galicia. Edición Pablo del val. Madrid,
1662, pág. 423.
CCXLVII BUENAVENTURA BONNET REVERON: El mito de los nueve menceyes, publicado en
«Revista de Historia», núm. 42 (año 1938). Hay separata, Tenerife, 1948, que es la que tenemos a la vista.
CCXLVIII En esta interesante tarea han tomado parte los profesores Serra Ráfols y La Rosa
Olivera.
ELÍAS SERBA RÁFOLS: Las datas de Tenerife, artículos publicados en «Revista de Historia», núm. 61
(año 1943), págs. 3-13, y núm. 62 (año 1943), págs. 99-104. Del mismo autor: Las datas de Tenerife, en
«Actas y Memorias de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria», XIX (año 1944),
págs. 52-69. Del mismo autor: Las datas de Tenerife, en «Revista de Historia Canaria», núms. 117-118 y
125-168 (años 1957-1970), págs. 3, 7, 8, 16, 19, 30, 38, 54, 79, 96, 104, 111, 129, 130, 133, 151, 153, 154, 156,
157, 159, 167, 205, 211, 216, 219, 224, 226, 235 y 253.
Estos importantísimos cuadernos serán citados en adelante, para abreviar, con el título: Datas,
Consúltese el Repertorio de Siglas y Abreviaturas (pág. 16).
ELIAS SERBA RÁFOLS y LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVERA: LOS «reinos1» de Tenerife, en «Tagoro»,
núm. 1 (año 1944), págs. 127-145.
En el Proceso de las yslas de Canaria, que se conserva en el A. S. (Consejo Real, legajo 106, fol. 12), el
bachiller Pedro de Valdés, regidor de Tenerife, aparece declarando «que quando esta ysla... era de
ynfieles, estava dividida en nueve rey-nos, que heran: Anaga, Tacoronte, Adexe, Abona, Taoro, Ycode,
Daute, Tegueste, Guidmad..
Reformación, pág, 28.
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Mapa de la isla de Tenerife, por Leonardo Torriani. (COIMBRA: Biblioteca Universitaria).


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© Del documento, los autores. Digitalizactón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
LAS MONARQUÍAS ABORÍGENES 159

2. Reyes y dinastías legendarios o simple-


mente remotos.

Si ha sido tarea fácil identificar los nueve handos de Tenerife, no puede decirse
lo mismo cuando de los reinos y los menceyatos pasamos a los reyes y los menceyes.
Aquí la tradición histórica es varia, confusa y mixtificada —esto último en fecha
tardía—, sin que los documentos nos den mucha más luz sobre el particular.
Como ya se ha señalado en la INTRODUCCIÓN, en un relato primitivo de la
conquista de Tenerife (a través de copias manuscritas homologas en la sustancia,
diversas en extensión y variantes) se inspiraron los tres historiadores más remotos
y sustanciales: Espinosa, Torriani y Ahréu Galindo, contemporáneos entre sí,
aunque arando cada uno su propio surco.
La identidad entre Espinosa y Torriani es plena y absoluta en el punto concreto
que estudiamos y otros aledaños o similares concernientes a la nación guanche.
Sólo existe entre ambos la diferencia de que Espinosa está mucho más
documentado y mejor informado sobre los aborígenes y la conquista de Tenerife
que Torriani, y que, por tanto, no cae en los errores en que éste incurre. Así, pues,
la narración del italiano parece una traducción parcial de Espinosa, y viceversa, el
relato del fraile una reproducción complementada del testimonio de Torriani.
Para estos dos autores, de tan extraordinaria importancia, la isla de Tenerife se
hallaba dividida en nueve reinos, gobernados, respectivamente, por un mencey.
Cuatro de estos reinos con monarcas conocidos y cinco con príncipes ignorados.
He aquí los nombres de los primeros:
Rey de Taoro: Betzenuhya (Espinosa), Detzenuhia (Torriani).
Rey de Güímar: Acaymo (Espinosa), Acaime (Torriani).
Rey de Abona: Atguaxoña (Espinosa), Aguassona (Torriani).
Rey de Adeje: Atbitocarpe (Espinosa), Atbitocazpe (Torriani).
Los reinos de monarcas ignorados fueron para Espinosa: Naga, Tegues- te,
Tacoronte, Icode y Daute. En cuanto a Torriani, si bien afirma que fueron nueve
los menceyatos, reconoce a renglón seguido que cinco de sus primitivos reyes le son
desconocidos.
160 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Parte Espinosa en sn concepción de la monarquía guanche de una unidad


política primitiva de la isla bajo el cetro de un rey poderoso, asentado en le
comarca de Adeje, cuyo nombre se ha perdido para la posteridad. De este reino,
fraccionado por sus hijos en los días amargos de la vejez, surgieron otros tantos
menceyatos, nueve, porque ese era el número de los vastagos del poderoso
soberano. «El mayor de los cuales —dice Espinosa—, como lo era en edad, lo fue
en discreción, fuerza y ánimo; llamábanlo Betzenuhya o Quebehi por excelencia.
Este tiranizó y señoreó el reino de Taoro, que agora llaman Orotava...». Los otros
tres reyes, hermanos del de Taoro, ya son conocidos por el lector. En cuanto a
Torriani, supone éste una previa conquista de la isla por los africanos occidentales,
que establecieron nueve reinos o monarquías con cuatro menceyes conocidos y
cinco ignorados. Ahora bien: como tanto Espinosa como Torriani afirman
rotundamente que en el momento de la conquista reinaba en la comarca de Taoro
el príncipe Benitomo o Benchomo en lugar de Betzenuhya, no hay ninguna razón

© Del documenta, los autores, Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Unrverarioria, 200G
específica para que loe contemporáneos de este último, Acaymo, Atguaxoña y
Atbitocarpe, sus hermanos, siguiesen reinando en los trágicos días del desembarco,
máxime cuando ninguna de las fuentes mencionadas señalan al gran Benitomo, rey
de Taoro, como hijo de Betzenuhya1B.
Sin embargo, Espinosa cae en la contradicción de considerar a Acaymo, rey de
Güímar, contemporáneo de Benchomo, y protagonistas ambos de destacados
episodios de la conquista.
Como Benitomo, mencey de Taoro, es un monarca guanche de personalidad
histórica indiscutible ■—según tendremos reiterada ocasión de comprobar—,
habrá que relegar a la categoría de reyes legendarios o remotos los cuatro antes
indicados.
Junto a Espinosa y Torriani, en el mismo frente que pudiéramos llamar
tradicional, hay que alinear a otro historiador regional: Abréu Galindo. Este autor
sigue la misma pauta de sus predecesores, aunque introduciendo algunas pequeñas
variaciones en la nomenclatura y orden de los
10
ESPINOSA (págs. 40-41) y TOHRIANI (pág. 177).
Por otra parte, Espinosa (pág, 58) nos revela que reinaba en Taoro Betzenuhya cuando aparece en
las playas de Güímar la milagrosa imagen de la Virgen de la Candelaria. Este poderoso monarca fue
inmediatamente avisado por el rey de Güímar —hay que suponer que Acaymo— de tan sorprendente
suceso. Poco más tarde añade: «más de treinta o cuarenta años estuvo la Santa Reliquia en poder de
infieles...» (pág. 60). Otro dato cronológico valioso es el siguiente: Antón, el guanche cristianizado en
Lanzarote, desembarca en Tenerife alrededor de los años 1420-1425 y descubre e identifica a la santa
imagen, ya venerada en la isla (pág. 61). En otra ocasión fija la aparición de la Virgen en 1400 (siglo
xiv) y más exactamente en 1391 (págs. 51 y 55).
Aunque estas referencias son contradictorias, todas juntas nos arrastran a insistir en el carácter
remoto de los reyes mencionados, si es qne no son puramente legendarios.
ALLA MAESTA DEL RE CATOLI CO
DESCR1TT1ONE ET HISTORIA DEL R.EGN O DE L ISOLE
CANARIE GIADETTELEfORTVNATE CONIL PARERE
DELLE LORO FORTIFICATE O ATI

DI UONARDO TORRIAN 1
C REMONJE, 5 £

Portada del manuscrito de la obra de Leonardo Torriani, Está dedicada al rey Felipe II.

1
1
162 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

menceyes tinerfeños. El soberano de toda la isla, que Espinosa afirma ser padre y
antecesor de los nueve reyes de las distintas comarcas tinerfeñas, pero cuyo
nombre no menciona, por ignorarlo, aparece denominado por Abréu Galindo
Betzenuria, nombre que aquél había reservado para el trien- cey privativo de
Taoro. En consecuencia, este último es reemplazado en la nomenclatura regia por
Imobac, de acuerdo con el acta famosa de posesión de Diego García de Herrera, a
quien en este particular sigue Abréu. Los demás reyes conservan los nombres
recogidos por Espinosa.

Destaquemos que Abréu Galindo cae en la misma contradicción que su


coetáneo el fraile dominico, ya que considera a Acaymo, mencey de Güímar,
contemporáneo de Bencomo, rey de TaoroCCXLIX CCL.

Hay que advertir que el cronista Abréu Galindo ha conocido el acta de


sumisión de 1464 a través de un texto viciado. Por esta circunstancia, donde dice
«el rey de Imohad de Taoro», ha descubierto el rey Imobad de Taoro,
transformando así un topónimo en nombre de persona. Más adelante se insistirá
en el error y sus consecuencias.

Mención particular merece el historiador don Pedro Agustín del Castillo, pues
aunque en orden cronológico es posterior a Viana y Núñez de la Peña, soslaya, con
muy buen criterio, abordar la cuestión. Sólo acepta de Viana y Núñez de la Peña,
en lo concerniente a la nomenclatura regia, el nombre del valiente Tinguaro,
hermano de Benchomo, a quien Torriani denomina Himenechia, mientras
Espinosa guarda silencio sobre el particular. La misma norma sigue en relación
con otros personajes menores aborígenes, coetáneos con la conquistals.

La invención literaria, base de dinastías


ficticias. El «Almanaque de Gotba» de las
estirpes reales guanches.

Esta tradición histórica, prudente y comedida, hasta principios del siglo XVII,
acaba por degenerar en seudoleyenda el día que de la mano de un poeta, Antonio

CCXLIX Páginas 292-293 y 316-317.


CCL Tomo I, fascículo 2, págs. 541-620.
Este autor recoge la lista de reyes de Tenerife reflejada en el acta de posesión del escribano
Femando de Párraga (año 1464), págs. 229-233.
Entre los reyes de 1494 cita a Quebehí Benchomo, rey de Taoro;, y Acaymo, rey de Güímar.
Los nombres de Tinguaro, Hayneto, Sigoñé, Zebensui, etc. (personajes menores de la conquista),
aparecen recogidos por Castillo, que los toma directamente de Viana y Núñez de la Peña.
TOUBIANI, págs. 184-186.
LAS MONARQUÍAS ABORÍGENES 163

de Viana, se transforma y revitaliza por completo. Es indiscutible que Viana bebió


alguna que otra vez en buenas fuentes al redactar su conocido poema Antigüedades
de las islas Afortunadas...CCLI; pero no es menos cierto que la imaginación y la pura
fantasía tienen amplísima cabida en la estructura interna del poema. Por tal
motivo- sus reyes y sus personajes indígenas no pueden inspirarnos ninguna
confianza; con mayor énfasis puede afirmarse que nos arrastran a una actitud
mental de reserva y desconfianza plena. El poeta Antonio de Viana, inspirándose
en fuentes espúreas o sin otro guía que su propia imaginación o combinando-
ambas, prescinde por completo del rey Betzenuhya de Taoro (Espinosa y Torriani)
y hace caso omiso del rango superior de rey unitario de Tenerife que otros le
asignan (Abréu y Marín). Para él la unidad está representada por Tinerfe el
Grande CCLII, y la disgregación política, por sus nueve descendientes: Bencomo, de
TaoroCCLIII; Añaterve, de Güímar; Adjoña, de Abona; Pelinor, de Adeje; Acaymo,
de Tacoronte; Beneharo, de Anaga; Pelicar, de Icod, y Romén, de Dante. El
noveno rey es Guantácara, de Teño, men- ceyato que reemplaza al de Tegueste en
la división política de Antonio de Viana-. Estos nueve reyes se repartían el
gobierno de la isla cuando en ella ponen pie los soldados del conquistador Alonso
de Lugo CCLIV.

CCLI Recuérdese, entre otras cosas, que él fue el primero que fijó el comienzo de la con quista de
Tenerife en el año 1494 (págs. 81-82). Aunque en otros pasajes se contradiga, señalando el año 1493
como fecha del desembarco en Nivaria (pág. 66).
CCLII Páginas 41, 70, 74, 130, 241, 276 y 340.
Un solo Rey la isla sojuzgaba, | Y el último, llamado el Gran Tinerfe, | Dejó cuando murió, nueve o
diez hijos, | Los cuales cada cual reinar queriendo, | Se alzaron cada uno con su término, | Y así fue el
Reino en nueve dividido.
CCLIII Tinerfe, bisabuelo de Bencomo (pág, 70). De ello hay que deducir que la división
había sido hecha por el abuelo de Bencomo, en colaboración con sus hermanos. Así, los nueve reyes
citados por Viana serán los coetáneos a la conquista. En cambio, en la página 130 es llamado por
Bencomo «el gran Tinerfe, nuestro abuelo»; claro que abuelo puede ser aquí sinónimo de antepasado.
CCLIV Páginas 4041.
Viana rompe con la tradición histórica representada por sus predecesores, los primeros cronistas de
la conquista. El rey Betzenuhya (Espinosa) es eliminado y reemplazado
164 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Sigue en parte al poeta Viana, con un criterio conciliador de la tradición


remota con la invención poética, el cronista Núñez de la Peña. Admite, como
aquél, la unidad política de la isla en tiempos lejanos bajo el cetro del Gran
Tinerfe y el inmediato fraccionamiento del imperio; primero, por la rebelión del
hijo primogénito, Betzenuhia; más tarde, porque sus hermanos le imitaron,
repartiéndose a su antojo el reino. Luego señala, de la mano de Espinosa, los tres
hermanos que seguían en edad al mencey de Taoro; eran éstos Acaimo, de
Güímar; Atguaxona, de Abona, y Atbito- cazpe, de Adeje. Hasta aquí se
mantiene fiel a la tradición histórica. Pretende después Núñez de la Peña enlazar
con Viana, o, puesto a imitarle, extrae como éste de textos hoy desconocidos o de
su propia minerva otros nombres guanches con que bautizar a los reyes indígenas
remotos; de esta manera completa la lista con los cinco monarcas restantes: el rey
de Anaga, Beneharo (Viana), conserva casi todas las letras de su nombre:
Benecharo; el rey de Daute, Rumén (Viana), pasa a ocupar el trono de Tacoronte,

5 Del documento, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrverariaria, 200G
mientras en aquella silla vacante hace sentarse a Caconaimo (Núñez); el rey de
Icod aparece con el extraño nombre de Chincanairo (Núñez), en lugar de Pelicar
(Viana); por último, para el trono de Tegueste, postrero de la larga serie, no
descubriendo un nombre adecuado, escoge como rey al propio Tegueste,
homónimo así de su territorio privativo. Ninguno de dichos reyes fueron
coetáneos a la conquista, según el parecer de este autor. Véase cómo se expresa
sobre el particular: «Estos nueve reyes reinaron en Tenerife, y descendientes de
éstos eran los que reinaban cuando fue esta isla conquistada.» ¿Quiénes fueron los
monarcas —descendientes— que gobernaban en 1494, en el momento que pisó la
isla el capitán-conquistador Alonso de Lugo? Núñez de la Peña al respondemos se
contradice, y de la mano de Viana y bajo su influjo acepta la lista completa del
poeta, olvidándose de que a algunos de esos reyes ya los había hecho figurar como
monarcas primitivos o los había trasladado a otros tronos. Sólo hay tm punto de
discrepancia entre el cronista y el poeta; Núñez de la. Peña rechaza el fantástico
menceyato de Teño, creado por la pluma de Viana, e infor-

por Bencomo de Taoro (Viana). Acaymo, mencey de Güímar (Espinosa), pasa al trono de Tacoronte
(Viana). Atguaxona, de Abona (Espinosa), se transforma en Adjona (Viana), y Atbitocarpe, de Adeje
(Espinosa), desaparece también para dar paso a Pelinor (Viana).
Los otros reyes son: Beneharo, de Anaga; Pelicar, de Icod; Romén, de Daute, y Guan- tácara, de
Teño.
Por último, un hijo bastardo de Tinerfe el Grande, Guahuco, alcanzó en el reparto la comarca de
la Punta del Hidalgo. El sucesor de éste fue Sebensui.
En cuanto al reino de Tegueste, lo reduce a simple señorío en cabeza de Tegueste, hijo de Guahuco,
casado con Tegina, a su vez hija de Acaimo, rey de Tacoronte. El señorío fue la dote de esta princesa
(págs, 241-242).
Viana habla en la página 148 de otro mencey de Güímar, Dadanno, que gobernaba aquel territorio
cuando la aparición a los guanches de la Virgen de Candelaria.
Délas Islas AíortunaiasDdn Crian C
nana, Gonwi^TaDctencnfe^íapaicsa
mentoTDela Vinagra CDe CaHá aria EN
VERSO SVÉITOVOCTAVARl
rnaTcrdTfadii^ HahaTl^tunil
CTxío I$[a (¿Tcner^L^J)
DIRIGIDO AL CAPITAN DON
IVAN OTEARA «z>£ AmA SÍSIQRJ

Portada de las Antigüedades de las islas Afortunadas. Su autor, Antonio de Viana.


CONQVIST&
Y
A NT I G V E DADES
DE LAS ISLAS DE LA GRAN CANARIA
Y S V DESCRIPCION.

CON MVCHAS ADVERTENCIAS


de fus Priuilegios, Conquiftadores, Pobladores,
y otras particularidades en la muy poderofa
Isla de Thenerife.
DIRIGIDO A LA MILAGROSA IMAGEN
de nueftra Señora de Candelaria.
COMPUESTO POR EL LICENCIADO DON IVAN Ñoñez de la
Pena,natural de la dicha Isla de Thenerife en ¡9 Ciudad de la Laguna.

CON.......MW—MW—■wmi iMiiiiimirun .....................................................................................................................+■■■■■-—


REAL
AcoftadeEloruo Aniffon>Merad?)rdc Libros.
Portada de la Conquista..., de Núfiez de la Peña.
LAS MONARQUÍAS ABORÍGENES 167

mado por fehacientes documentos lo reemplaza por el tradicional reino de


Tegueste, el nombre de cuyo rey, en 1494, silencia por completo 2S.
En cuanto al historiador Marín y Cubas, su posición es desconcertante por lo
confusa y contradictoria. Las dos distintas redacciones de su obra —manuscritos
de 1687 y 1694— no son, por otra parte, del todo coincidentes. Marín y Cubas
recibe, por lo menos, a través de Núñez de la Peña, el influjo de Viana. En otros
extremos de su onomástica regia o enlaza directamente con el poeta o bebe en una
fuente común ignorada. Para este autor, cuando los mallorquines arriban a
Tenerife en 1347, la isla estaba gobernada por un rey unitario: Betzenuriga
(Abréu). «Dijeron después —[un siglo por medio]— que hubo sólo un Reí que
tubo nuebe hijos que se algaron con la ysla», constituyéndose en nueve reinos, con
un total de once reyes, porque en algunos tronos hace sentarse a dos monarcas a
la vez. Nueve príncipes fueron, según Marín, los que en 1464 firmaron paces con
Diego García de Herrera. Sus reinos y sus nombres eran los siguientes: Güímar:
Acaimo (Espinosa-Abréu-Núñez); Abona: Atjuajona (ídem); Adeje: Arbitocaspe
(ídem); Anaga: Benecaro (¿Viana?-Núfiez) y Aguajuco (¿Viana?); Tacoronte:
Rumén (Núñez) y Tegueste; Daute: Caconaimo (Núñez), e Icod: Chincanairo
(Núñez). A estos nueve monarcas primitivos que reinaban sobre siete menceyatos
había que añadir «los capitanes e reyes que no hicieron paces con Diego de
Herrera; fueron el de Taoro —Imobach (Abréu)— y el de Teño, que no las
consintieron, y eran los dos reyes de toda la isla y los demás capitanes». La
confusión y el desconcierto es mayor cuando de esta etapa, en lo que cabe lejana,
pasamos al momento mismo de la conquista, 1494. Empieza Marín por declarar
que sólo había en la isla en ese preciso momento «dos reyes: en Taoro y en
Adeje». Páginas después se rectifica y asegura que había seis reinos y dos
capitanías. Los monarcas eran Bencomo, de Taoro; Guantácara, de Teño
(¿Viana?); Pelinor, de Adeje (¿Viana?-Núñez); Rumén, de Daute (ídem); Belicar,
de Icod (Núñez), y Jaineto, de Tacoronte. Los capitanes eran: Raico, en Naga, y
Añaterbe, en Güímar (¿Viana?-Núñez) 2i.
168 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Más sorprendente es todavía la actitud de Viera y Clavijo, impropia de su


severo juicio crítico y de sus dotes de sagaz y concienzudo historiador. El
procedimiento utilizado por Viera para conciliar tantos testimonios antagónicos
es montar a su antojo y capricho unos curiosos árboles genealógicos, tomando por
mentor a Núñez de la Peña, cuyos lapsus o errores admite como artículos de fe,
después de censurarle acremente en tantos pasajes de su famosa obra. De esta
manera, respetará, con Núñez, los reyes tradicionales, que pasarán a ser los
abuelos o padres de los monarcas que Viana supone reinando en 1494. Cuando
este sistema quiebra, sigue a Núñez con la mayor fidelidad, sin más variación que
llamar hijos a los que aquél denomina descendientes. Y cuando aun esta regla
falla —casos de Anaga y Te- gueste—, bautiza a los hijos con el mismo nombre
que los padres, añadiéndoles un n.
He aquí perfecta y verazmente montado por el sabio Viera el Almanaque de
Gotha de las monarquías guanches:

Del documento, los autores Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
a) Monarquía unitaria de Tenerife.—Rey: Tinerfe el Grande (Viana).
b) Monarquías fraccionadas de la isla de Tenerife:
l.° Reino de Taoro.—Bentenuhya (Espinosa) o Bentinerfe. Le sucede su hijo:
Quehehí Imobach (Abréu). De éste hereda la corona Quebehí Benchomo.
2
2. Reino de Güímar.—Acaymo (Espinosa, Abréu, Núñez). Le sucede
su hijo: Afiaterve (Viana).
3. ° Reino de Abona.—Atguaxoña (Espinosa, Abréu, Núñez). Le sucede su
hijo: Atxoña (Viana).
4. " Reino de Adeje.—Atbitocazpe (Espinosa, Abréu, Núñez). Le sucede su
hijo: Pelinor (Viana).
2
5. Reino de Tocáronte.-—Rumen (Núñez). Le sucede su hijo:
Acaymo (Viana).
6. ° Reino de Anaga.—Beneharo I (Viana-Núñez). Le sucede su hijo:
Beneharo H (Viera).
7. ° Reino de Icod.—Chincanairo (Núñez). Le sucede su hijo: Pelicar (Viana).
En el manuscrito de 1694 introduce este autor ciertas variaciones. Afirma que a las paces de 1464
dejaron de acudir tres reyes, entre ellos el de Teño. En relación con el afio 1494, asegura que la isla estaba
dividida en. dos reinos con doce capitanes. Los nombres de los reyes son los mismos, incluyendo en la serie a
Raito de Naga (sic) y Afiaterve de Giiímar, considerados como capitanes en el manuscrito anterior,

8. ° Reino de Daute.—Caconaimo (Núñez). Le sucede su hijo: Romén (Viana).

9. ° Reino de Tegueste.—Tegueste I (Núñez). Le sucede su hijo: Tegues- te II


(Viera). 25.
LAS MONARQUÍAS ABORÍGENES 169

Como las Noticias de la historia general de las islas Canarias, de don José de
Viera y Clavijo, fueron artículo de fe para las generaciones que se suceden a lo
largo del siglo xix y buena parte del xx, nadie se adentró con espíritu crítico por
entre los resquicios que abren sus múltiples páginas 26, hasta que en fecha en lo
que cabe próxima, el doctor don Buenaventura Bonnet echó por tierra toda esta
artificiosa construcción, cimentada sobre el más deleznable de los barros 27,

Benitomo y Bentor, reyes de Taoro, perso-


najes históricos.

Del análisis que hasta ahora hemos venido realizando, queda patente que el
único personaje histórico, de nombre conocido, que reinaba en la isla de Tenerife
en 1494, era el poderoso mencey Benitomo de Taoro.

Su existencia está documentalmente probada por la Información llevada a


cabo en 1526 por doña Margarita Fernández Guanarteme (Información
Guanartémica), en la que se acredita que a Benitomo se debió la organización de
la isla en pie de guerra, frente a los castellanos. El, como monarca poderoso, rey
grande, superior en fuerza y autoridad a sus colegas, preparó las confederaciones
de los distintos cantones para aunar sus ejércitos
25
Tomo I, págs. 208-215.
Por último, un hijo bastardo del Gran Tinerfe, Aguahuco, se contentó con un pequeño territorio,
la Punta del Hidalgo. Este achimencey consolidó su señorío y lo traspasó a su muerte a Zebensui, que
es el reyezuelo coetáneo a la conquista (ibid., págs. 215-218). Estos nombres, Aguahuco y Sebensui,
están tomados de Viana.
29
MILLARES TORRES (tomo II, págs. 184-188) sigue al pie de la letra a Viera. Lo mismo puede
decirse de los demás historiadores.
27
El mito de los nueve menceyes, en «Revista de Historia», núm. 42, abril-junio de 1938.

frente al obstinado invasor 2S. Fue el más encarnizado enemigo de los castellanos
en sus empresas de conquista y dominación. Su recuerdo se mantenía vivo, años
después de la sumisión total de la isla, lo mismo en la memoria de los guanches
aborígenes que de los conquistadores.

Documentos coetáneos nos revelan, unas veces, el lugar «donde nasgió


Benytomo, en medio de dos barrancos», cerca del Realejo; otras, la morada del
170 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

monarca, «la casa del rey Benytomo, que se llama el Arautaba». Las que fueron
sus propiedades también quedaron por algunos años unidas a su nombre: éste fue
el canchón del rey grande»; aquél, «el auchón que era del rey de Taoro», nos
vienen a revelar los documentos CCLV CCLVI.

De su estrategia bélica se mantuvo vivo el recuerdo por espacio de muchos


años en la toponimia insular. Era frecuente descubrir arroyos y torrenteras que
se identificaban como la «rambla que guardaban los guanches» o el «barranco
grande que cercaron los guanches...»80.

Sobre las circunstancias políticas del reino de Taoro conviene establecer


algunas precisiones. La impresión que se deduce del análisis de los documentos es
que dentro de la poderosa monarquía se integraban diversos bandos tribales —
uno de ellos el de Imobad— que le debieron dar la fisonomía de una
confederación con un jefe superior o mencey, similar a lo que fue, años más tarde,
el llamado imperio azteca, gobernado por Moctezuma.

Desde luego, Imobad no es el nombre de un régulo —como sospechó


torcidamente Abréu Galindo y los que le siguen—, sino el topónimo definidor de
un distrito o comarca del valle taorino 81. Diversos documentos

CCLV Información Guanartémica, pág. 215.


20
Datas, págs. 126, 128 y 164.
Benitomo parece ser el nombre más de acuerdo con la realidad, por ser el que nos dan a conocer
los textos más veraces y los documentos coetáneos. El nombre que acabó por prevalecer,
popularizándose, es el de Bencomo.
Entre ambos son infinitas las variantes: Benitonio, Bentonio, Vibenitonio, Benchomo y Bentomo.
80
Ibid., págs. 121 y 125. En la página 143, «el camino viejo de los guanches».
01
Archivo Histórico Provincial de Tenerife: Protocolos del escribano Juan Antonio Sánchez de la
Torre, leg. 1.178, fol. 55. Testimonio del acta de posesión de Tenerife por Diego García de Herrera en
1464. La copia está autorizada por el escribano Pedro Negrín Galán y refrendada por Gonzalo Argote
de Molina (se protocola en 1708).
Idem ídem: Protocolos del escribano Angel Domínguez Soler, legs. 1.108 y 1.111, folios 121 y 45,
respectivamente. Información- de nobleza del licenciado Mateo de Armas, beneficiado de la parroquia
de la Concepción, de La Laguna (año 1614, protocolada en 1690).
CCLVILa confrontación de ambos documentos atestigua que lo que verdaderamente certi-
LAS MONARQUÍAS ABORÍGENES 171

de la postconquista lo confirman sin lugar a dudas; es frecuente


descubrir indígenas con estos expresivos nombres: «Pedro,
guanche, del bando de Imobad», «Bastión de Imobar», «Pedro
de Imobade», «Pedro de Mobade» (distinto del anterior), etc.
CCLVII
.
Cuando, en 1495, veamos sucumbir al gran Benitomo en el momento más
dramático de la lucha, el trono de Taoro será inmediatamente ocupado por el rey
Bentor, con el que se cierra la poderosa dinastía guanche. La existencia de este
personaje, su exacto nombre y aspectos sumamente curiosos de su biografía están
probados documentalmente en la Información Guanartémica y en diversas
partidas de los cuadernos de datas, que con reiteración aluden a su persona SB.

El balance de este capítulo es bien pobre. De los nueve reinos de Tenerife tan

L Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


sólo se han salvado los nombres de dos de los monarcas taorinos. Benitomo y
Bentor son los únicos personajes indígenas que pisan con paso firme sobre el
campo de la Historia...

CCLVIIfican es la presencia personal, en el acta de sumisión de 1464, «del gran rey de Imobach de
Taoro».
NÚÑEZ DE LA PEÑA da asimismo la versión exacta (pág. 68).
Yerra ABRÉU GALINDO (págs. 292-293). Y detrás de él, VIERA Y CLAVIJO (tomo I, página 210).
32
LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVEBA: Notas sobre los reyes de Tenerife y sus familias, en «Revista de
Historia», núms. 115-116 (año 1956), págs. 16-17.
MANUELA MABBERO RODRÍGUEZ: La esclavitud en Tenerife a raíz de la conquista. La Laguna de
Tenerife, 1966, págs. 152 (doc. 92) y 162 (doc. 111).
83
Información...,pág. 215.
Datas, págs. 68, 119, 134, 135 y 163.
CAPITULO Vil

LA PRIMERA ENTRADA

Biblioteca Unrverartúria, 200G


DESEMBARCO EN AÑAZO

EL DESASTRE DE ACENTEJO
i. Cronología de la operación.

La conquista de Tenerife o, en términos más precisos, la primera entrada, ha


tenido en la historiografía nna cierta precisión cronológica en cuanto al año y mes

© Del documenta, tas autores, □igitelízación realizada por ULPGC. Biblioteca Un'rveia'rlflrja, 2000
en que tuvo inicio. Un grupo importante de cronistas, como fray Alonso de
Espinosa, Torriani, Abréu Galindo, Núñez de la Peña y Marín y Cubas, por citar
los más destacados, la fijan en 1493 \ Otra fracción en la que se alinean Andrés
Bemáldez, cronista metropolitano; el poeta Antonio de Viana y los historiadores
locales más tardíos Viera y Clavijo, Millares Torres, Rodríguez Moure, etc., la
establecen en 1494 CCLVIII CCLIX. Hay que advertir que Andrés Bemáldez, más
conocido por el cura de Los Palacios (testigo presencial o de oídas de muchos de
los acontecimientos que narra), no pudo influir en Viana ni en Viera por
permanecer el manuscrito de sus Memorias oculto a las generaciones
posterioresCCLX CCLXI CCLXII CCLXIII CCLXIV CCLXV. Por senderos distintos alcanzaron
similar información.
La- razón y el acierto está de parte de estos últimos, pues hoy no admi te
dudas ni vacilaciones la fecha de 1494 como aquella en que la operación militar de
conquista tuvo su comienzo.
El testimonio de Alonso de Lugo es digno de traerse a colación por su

CCLVIII ESPINOSA (pág. 95), TORRIANI (págs. 183 y 187. Este autor dice que la conquista
duró dos años, señalando como fecha término «el 26 de julio de 1495»), ABRÉU GALINDO (página 316),
NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 109-110), MARÍN Y CUBAS (pág. 209).
CCLIX ANDRÉS BERNÁLDEZ: Memorias del reinado de los Reyes Católicos. Madrid, 1962,
CCLXpágina 341.
CCLXIVIANA (págs. 66 y 81. Este cronista-poeta se contradice. Afirma, por un lado, que el
desembarco de Alonso de Lugo en Tenerife se verifica en 1493. Pero más adelante ase
CCLXIIgura que, con carácter previo, había ocupado y pacificado La Palma en 1494. Y a esta última
fecha se atiene en el inacabable relato), VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 199, y tomo III, pág. IV,
prólogo), MILLARES TORRES (tomo IV, pág. 189) y RODRÍGUEZ MOURE (página 13).
CCLXIIIHay que advertir que Viera y Clavijo, en un principio, fijó como fecha de inicio de la
conquista 1493; pero en el prólogo del tomo III se apresuró a rectificar, inclinándose
CCLXIVa la auténtica de 1494.
CCLXV Op, cit,, págs. 339-341.
176 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

carácter de irrefutable. En 1502, queriendo el capitán-conquistador recompensar


los servicios prestados por el confino Diego Maldonado, le otorgó una data de
tierras, justificando la merced con esta expresa declaración: «Por cuanto vos...
fuestes conquistador de Thenerife, desde el dio. que se comenqo, que fue el año de
noventa- e quatro, hasta el dia que se acabó, que fue el año de noventa e
seys...»CCLXVI. Como el contino Maldonado comenzó a cobrar su sueldo de
conquistador a partir del 15 de abril de 1494 CCLXVII CCLXVIII CCLXIX, el anterior
testimonio aparece así reforzado.

Por otra parte, las capitulaciones de Zaragoza, entre la corona y el con-


quistador, junto con las franquicias y fletes otorgados como especial privilegio —
que ya el lector conoce con verdadera copia de pormenores CCLXX—, no dejan
resquicio de duda sobre la data inicial.

Por lo que respecta al mes, ha sido unánime en los cronistas e historiadores el


criterio de fijarlo en mayo. Las discrepancias se empiezan a manifestar en época
relativamente próxima. Serra Ráfols y La Rosa, desorientados por la fecha
oscilante del término de la conquista, se inclinaron a anticipar las operaciones a
principios de 1494, sin mayores precisiones1.

Quien ha insistido más en este innovador punto de vista ha sido el profesor


Alvarez Delgado en un estudio sumamente agudo y exhaustivo que lleva por título

“ Da dementa,.a»,es. DlgM2adó„ ,eallzada pa, ULpGC


La conquista de Tenerife. Un reajuste de datos hasta 1496. Para este autor, el
desembarco debió verificarse en «los primeros días de enero de 1494» 8.

Don Elias Serra Ráfols, en su opúsculo postumo: Alonso Fernández de Lugo,


primer colonizador español, entre dudas y vacilaciones, se encierra en una actitud
ambigua. Para él, enero o mayo eran «meras estimaciones», sin un respaldo o
soporte firmeCCLXXI.

En nuestro anterior estudio: Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos


nos inclinamos por la fidelidad a la tradición al estimar que existía prueba
suficiente de la estancia en Sevilla del capitán-conquistador por febrero de 1494, y
suponer que estaba enfrascado en los preparativos de la expedición militarCCLXXII.
CCLXVI LEOPOLDO DE LA ROSA: Comienzo y fin de la campaña de Lugo en Tenerife. 1494-96,
en «Revista de Historia» de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna, núm. 75 (afio
1946), págs. 279-281.
El albalá de concesión de la data está firmado por Alonso de Lugo en Madrid el 15 de diciembre de 1502.
CCLXVII A. S,: Casa y Sitios reales, leg. 5, fol. 193.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 41.
CCLXVIII8 Capítulo V, págs. 135-136.
CCLXIX Residencia, capítulos introductorios, pág. XXX.
CCLXX Página 63.
CCLXXI Santa Cruz de Tenerife, 1972, pág. 13.
CCLXXII Página 16, nota 10; pág. 100, nota 10, y pág. 170, nota 18.
ALVAREZ DELGADO: La conquista ele Tenerife (pág. 69), se muestra disconforme.
LA PRIMERA ENTRADA 177

Los valiosos documentos inéditos aportados ahora confirman plenamente el


desembarco en Tenerife de las huestes conquistadoras en mayo de 1494. Si Alonso
de Lugo tenía como límite para aprovecharse de las franquicias sobre las vituallas
el 15 de marzo de dicho año; si idéntica fecha se le señala como tope para el
transporte del cuerpo expedicionario metropolitano en los navios reales de Iñigo
de Artieta (plazo superado por la exoneración de la armada de Vizcaya y el
apresurado flete de navios); si la escuadra tenía que recalar en Gran Canaria
para embarcar las tropas reclutadas in sitn, súmense travesías con laboriosas
escalas y el tiempo nos situará inexorable en la última decena de abrilCCLXXIII.
Puestos a concretar la fecha exacta del desembarco, surgen las discrepancias
entre los cronistas. Espinosa, el mejor informado entre todos, se limita a asegurar
que Alonso de Lugo «llegó por mayo»; pese a la aparente inconcreción, la
variedad de acontecimientos históricos que acumula en este mes obliga a
sospechar que se refiere a las jornadas iniciales. Abréu Galindo se atreve a
aventurar más detalles: el conquistador recaló «en Santa Cruz a tres dias de
mayo...; y púsole nombre... por haber tomado puerto aquel día». El poeta Viana
adopta una postura singular; Alonso de Lugo parte de Gran Canaria un 30 de
abril, arriba a Santa Cruz el «primero de mayo», le pone nombre al lugar el 3 y se
dirige apresuradamente a La Laguna el día 4 del mismo mes. Por su parte, Núñez
de la Peña y Viera y Clavijo se dejan influir por el cronista-poeta, cuyas
precisiones cronológicas aceptan.
El parecer de Viera se ha divulgado más, por el respaldo de tan ilustre
nombre. Este autor da por sentado que la escuadra zarpó «de Canaria el 30 de
abril», echando «las áncoras en el puerto de Añazo a las seis de la mañana del día
siguiente... La festividad de la Invención de la Cruz se celebró el 3 de mayo, en el
campo del puerto de Añazo, con una simplicidad memorable... Desde este día se
intituló Puerto de Santa Cruz aquella ribera... El 4 de mayo salió de sus
alojamientos todo nuestro ejército y se avanzó hacia la vega de La Laguna»
CCLXXIV
.
De esta baraja de fechas, cabe considerar como probables las de 1 de

CCLXXIII Capítulo V, págs. 135-136.


Piénsese el tiempo que se tuvo que invertir en la escala en Gran Canaria para revistar el ejército
interinsular, proveerse de vitualla, agenciarse mediadores intérpretes, etc,
CCLXXIV ESPINOSA (pág. 95), ABRÉU GALINDO (pág. 316), VIANA (págs. 82, 111, 199, 201-202),
NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 110) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 202).
1
2
178 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

mayo (desembarco en Afiazo) y 3 de mayo (festividad de la Santa Cruz, que daría


nombre al lugar. En cambio, las de 30 de abril (partida del Puerto de la& Isletas)
y 4 de mayo (primera incursión a la laguna o Agüere) parecen recusables por
demasiado tardía la primera y acelerada la segunda.
La fijación, siquiera aproximada, de la data del desembarco es importante, ya
que a partir de ese día —admitamos el 1 de mayo— empezaba a correr el plazo de
diez meses fijado al capitán Alonso de Lugo en las capitulaciones de Zaragoza
para dar remate a las operaciones de conquista.

© Del documento, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unive/silmifl, 2000
2. El ejército expedicionario. Tropas metropo-
litanas e interinsulares.

Si la determinación de la fecba de la primera entrada ha sido operación


laboriosa, va a resultarnos menos entretenida la tarea de evaluar los contingentes
de tropas que tomaron parte en la operación.
Podemos anticipar que era tan proverbial la fama de los guanches como
pueblo altivo e indómito, que de mutuo- acuerdo la corona y el conquistador
estimaron la imperiosa necesidad de reclutar un cuerpo expedicionario numeroso
y aguerrido.
El porte y la cuantía de los navios que integraron la flota es desconocido para
los cronistas, que apenas se atreven a aventurar cifras. Espinosa se limita a
puntualizar que era «una pequeña armada». Viana, más atrevido, concreta que
sumaban «quinze vergantines bien armados». Núñez de la Peña evade la cuestión,
insinuando que «se embarcaron en unas fuertes naos». Por su parte, Viera, de la
mano del poeta lagunero, reincide en que la expedición navegaba «a bordo de
quince bergantines» 18.
En cambio, Alonso de Lugo, con su valioso testimonio personal, nos informa
de que en la primera entrada «afletó muchos navios, que serian treinta e dos o
treinta e tres..,»CCLXXV CCLXXVI.
En cuanto al número de las fuerzas expedicionarias, caballeros y peones, las
CCLXXV Ibid.
CCLXXVI Residencia, pág. 45.
LA PRIMERA ENTRADA 179

cifras oficiales previstas y el testimonio de los contemporáneos se muestran hasta


cierto punto concordes. La tradición histórica, representada por los cronistas,
rebaja en cambio notoriamente el número de los alistados en la ardua empresa.

Si nos atenemos al espíritu de las capitulaciones de Zaragoza, las tropas


alistadas para la conquista de Tenerife, después de la fusión de las metropolitanas
con las insulares, deberían sumar 160 caballeros y 1.900 peones 15.

¿Se cumplieron puntualmente las previsiones oficiales? ¿Las dificultades de


reclutamiento, el coste de las soldadas y la misma marcha de los aprestos
impusieron alguna reducción? Diversos testimonios prueban que hubo, en efecto,
por imperativo de las circunstancias, una moderada disminución en el número de
las fuerzas combatientes. Veamos lo que sobre el particular dice el propio Alonso
de Lugo: «para la conquistar traxo doscientos de caballo, poco mas o menos, e mil
e quinientos peones...». El conquistador Bartolomé Benítez se atreve a rectificar a
su jefe y conterráneo: «truxo ciento e cincuenta o CLV de cavallo e mili o mili e
quinientos peones...» ia.

El cronista Espinosa se limita a afirmar que los expedicionarios eran «más de


mil soldados». Ahréu Galindo reduce la cifra a «casi mil soldados». Los datos de
Torriani hacen distinción entre infantes y caballeros: «casi mil peones y cuarenta
caballos», aunque cae en el error de confundir la segunda entrada con la primera,
dando por sentado que Alonso de Lugo contó con la colaboración de «seiscientos
peones con algunos caballos, que por orden del rey le enviaba el duque de
Medina...». Núñez de la Peña apenas si ofrece alguna variante: «poco más de mil
hombres, entre españoles y canarios, naturales católicos de otras islas, y ciento
veinte de a caballo...». Cierra la lista Viera y Clavijo sin ninguna alteración: «más
de mil soldados y ciento veinte de a caballo...»17.

Con todos estos antecedentes por delante, se puede fijar, con un margen de
error muy escaso, el ejército expedicionario en 150 caballeros y 1.500 peones.
CCLXXVII CCLXXVIII

j. Desembarco en Añazo. El Real de Santa Cruz.

La partida de la flota desde el Puerto de las Teletas con rumbo a Tenerife


precisa datarla en la última decena de abril de 1494. Pues si bien hemos fijado el
desembarco el 1 de mayo (?), en los planes de Alonso de Lugo estaba proyectada

CCLXXVIICapítulo V, pág. 135.


CCLXXVIII Residencia, págs. 112-113.
” ESPINOSA (pág. 95), ABRÉU GALINDO (pág. 316), TORRIANI (pág. 182), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág.
109) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 199).
180 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

la realización, con carácter previo, de una provechosa cabalgada. El capitán-


conquistador, escaso de numerario, aspiraba a redondear un buen negocio antes
de poner pie en la isla.
Ignoramos el lugar exacto donde se efectuó la entrada. Descartados los
linderos marítimos de los cuatro reinos de las paces, todo hace sospechar que la
operación tuvo por escenario el reino de Taoro, en la costa septentrional de
Tenerife, como la zona más poblada y abundosa en ganados de toda la isla.
Para mayor garantía de éxito dispuso Alonso de Lugo que los navios de la
escuadrilla amainasen velas, en pleno día, a la vista remota de Ja costa, para que
la sorpresa contribuyese al óptimo desarrollo de la cabalgada. Después de
permanecer al pairo inedia jomada, se acercaron las embarcaciones a tierra
apenas había anochecido, situando hombres y caballos con el mayor sigilo. La
operación era arriesgada en sí misma, y no se pudo evitar que la nao Garrida,
propiedad de los vecinos de Palos Diego y Cristóbal Garrido, encallase en los
fondos rocosos de la costa, perdiéndose para siempre.
Con las primeras luces del alba los caballeros iniciaron la batida de poblados
y cuevas, consiguiendo capturar la elevada cifra de ciento cuarenta esclavos
guanches. Más provechosa fue aún la presa de semovientes, que los documentos
fijan en la elevada cifra de «XX mili cavecas de ganado». Nos parece dicho
número por encima de las posibilidades de riqueza pecuaria de la isla. Por tal
circunstancia, un cálculo ponderado recomienda reducir el número a la cuarta
parteCCLXXIX*.
Los guanches cautivos serían conducidos inmediatamente a la isla de La
Gomera, para su ulterior transporte a los mercados esclavistas peninsu-

CCLXXIX* A. 9.: Registro del Sello. Carta de comisión del Consejo real dirigida al gobernador de
Gran Canaria. Madrid, febrero de 1495.
Documentos, núm. 19.
La carta de comisión del Consejo se expide como resultas de la reclamación de los hermanos
Garrido (véase más adelante el cap. IX, pág. 229). Es de advertir, sin embargo,
Plano de la ribera y caserío de Santa Cruz de Tenerife, levantado por Leonardo
Torriani en 1588. (COIMBRA: Biblioteca Universitaria).
Dentro del reino o menceyato de Anaga, la comarca de Añazo fue reiteradamente escogida por los
españoles como punto de desembarco en sus intentos de dominación de la isla de Tenerife.

De izquierda a derecha es factible divisar, en primer término, Puerto Caballos o Puerto de los
Caballos, lugar elegido para tomar tierra; después, la Caleta de los Negros, o más simplemente Caleta
de Negros; a continuación, el barranco de Santos, con su vena de agua. Desde este punto son dignas de
mención la playa de las Carnicerías, la caleta de Blas Díaz y la laja de la Consolación.

Da segunda torre de Anaga —recuérdese que la primera había sido edificada por las huestes de
Diego García de Herrera— y el improvisado campamento de mayo de 1494 debieron levantarse en la
margen derecha del barranco de Santos, para tener asegurado el suministro de agua.

En este escenario, Alonso de Dugo tomó simbólica posesión de la isla de Tene rife en nombre de los
Reyes Católicos. En el propio lugar comparecieron los men- ceyes de Güímar, Abona y Adeje para
resellar la amistad pactada con la Corona de Castilla. A ellos vino a sumarse el monarca de Anaga,
tras la acertada mediación de don Fernando Guanarteme.

Parece seguro que Añazo recibió el nombre de Santa Cruz por coincidir el asentamiento del Real
con la fecha y festividad del 3 de mayo (Invención de la Cruz).

autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


m—

v an

íignalizadón realizada pe* ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006


Desembarco de las huestes castellanas en Añazo.
Reconstrucción pictórica de Manuel González
Méndez. (SANTA CRUZ DE TENERIFE: Mancomuni-
dad Interinsular).
La primera misa. después del desembarco. Reconstrucción pictórica de Gumersindo Robayna. 1896. (SANTA CRUZ DE TE-
NERIFE: Museo Municipal).
© Dal documanto, tos autores. Digitaíización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,
La- tradición señala a estos carcomidos maderos como la Cruz de la Conquista. A la derecha, pueden contemplarse en la urna
de cristal que los cobija. (SANTA CRUZ DE TENERIFE: Parroquia de la Concepción).
LA PRIMERA ENTRADA 181

lares. En cnanto al ganado, cabe presumir que una parte del mismo se reservó con vistas al
suministro de la tropa.

Consumada la brutal razzia, en la que es forzoso sospechar que hubiese pérdida de


vidas, la flota expedicionaria contorneó la isla en busca de su verdadero punto de destino.
***

El desembarco del ejército expedicionario en la isla de Tenerife se efectuó en la costa


noreste, en tierras del reino de Anaga. La comarca era conocida por los guanches con la
denominación de Añazo, y ofrecía un cómodo refugio donde los navios podían maniobrar a
sus anchas.

El lugar elegido para pisar tierra era denominado Puerto Caballos por los promotores
de asaltos y entradas a la captura de botín y esclavos, dada la facilidad que ofrecía en las
faenas de desembarco de tan nobles brutos, auxiliar valiosísimo en el despliegue de las

© Del documenta, loa autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
provechosas cabalgadas.

Más difícil de determinar es el punto exacto en que se cimentó el Real o campamento


fortificado de Santa Cruz, aunque las circunstancias aconsejan emplazarlo en la margen
derecha de] barranco de Santos, por causa de la vena de agua que discurría por su lecho y
para asegurarse la colaboración y el apoyo del bando de Güímar, el más afecto y leal entre
los cuatro llamados de las paces.

Si otros lugares del archipiélago con toponimia religiosa han tenido una interpretación
forzada por parte de los cronistas, no cabe duda que esta tradición se refuerza en el caso
de Santa Cruz por coincidir el asentamiento del Real con la fecha y festividad del 3 de
mayo (Invención de la Cruz), invocada por buen número de ellos ls.

Las primeras jomadas debieron emplearse en levantar con singular premura el


mencionado campamento, con objeto de estar a resguardo de cualquier sorpresa por parte
de los guanches de los cantones de guerra. Excavar trincheras, levantar empalizadas y
construir rudimentarias tiendas debieron absorber la actividad de todos. Problema conexo
es el de la edificación de la primitiva torre de Santa Cruz, que debió erigirse con singular
premura. En operaciones bélicas similares Alonso de Lugo se acreditó como constructor al
transportar castilletes de madera prefabricados, cuyos deleznables materiales eran
reforzados con manipostería y piedra suelta lfl.
que los demandantes dan como acontecida la entrada en el verano de 1494; se trata de un lapsus de memoria,
pues es bien notorio que la operación se tuvo que verificar en la primavera del propio año.
18
ABRÉU GALINDO (pág. 316), VIANA (pág. 120) y NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 110),
19
RUMEU DE ARMAS : España en el Africa Atlántica, tomo I, págs. 348 y 353.

Puede darse por seguro que este sistema de fortificación se anticipó cuando el
asentamiento de las tropas en Añazo. El propio capitán de la conquista- lo atestigua:
«desembarcó en el puerto de Santa Cruz, e asentó su real e hizo una torre...» CCLXXX.

CCLXXX Residencia, pág. 113.


182 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

El segundo acto consistió en trabar relaciones con los menceyes guanches de las paces,
con vistas al desarrollo de la futura campaña.
Aunque el cronista Alonso de Espinosa pondere exclusivamente la alianza y los
servicios del rey Aeaimo de Gñímar, y Torriani destaque la confederación pactada con los
monarcas de Abona, Naga y Adexe, quien está en lo cierto es Abréu Galindo al afirmar
que para entrevistarse con Alonso de Lugo «vino Acaymo, rey de Giumar y asentó paz con
él, y más con el rey de Anaga y con el de Adeje y con el de Abona» CCLXXXI.
Hoy sabemos por boca de los guanches de los tres bandos confederados con Castilla
bajo la directa inspiración del gobernador de Gran Canaria Pedro de Vera (antes de
1490), que el entendimiento fue tan estrecho como inmediato. Véase la declaración hecha
en 1498, a raíz mismo de finalizada la contienda, por «giertos canarios de los vandos de
Dexa e Bona e Giiymar...: que al tiempo que Alonso de Lugo, nuestro governador de la
ysla de Tenerife, fue a conquistar la dicha ysla, los dichos vandos... (guardando las pages
que tenían puestas e asentadas con Pedro de Vera..., go- vernador.,., por virtud de los
poderes que... tenía) diz que se juntaron con el dicho Alonso de Lugo para conquistar la
dicha ysla; e que fazian lo quel dicho Alonso de Lugo les mandava, e que acogían en los
dichos vandos a nuestras gentes e les amparaban e defendían, e que les davan de sus
mantenimientos...»CCLXXXII.
Con el cuarto reino de las paces, el de Anaga, hubo que negociar, porque en el
intermedio había adoptado una actitud de reserva rayana en la hostilidad. Hemos dado
por supuesto anteriormente que el cambio de conducta se había originado por la brutal
razzia, acometida por los armadores del Puerto de Santa María en el verano de 1493,
violando de manera flagrante las paces acordadas 2B.
Como Alonso de Lugo traía consigo, al desembarcar en Añazo, los guanches liberados
por expresa decisión regia, fue fácil reanudar, sobre base tan firme, las amistosas
negociaciones. El mediador en los tratos fue nada menos que don Fernando Guanarteme,
el destronado monarca galdense. Un testigo presencial de los sucesos, el soldado Juan
Baxo, así lo certificará andando el tiempo: «... Guadnarteme, por mandado del dicho...
capitán, fue adonde estaba el rey de Anaga, rey guanche, el cual estaba de paces, a le decir
que se viniese a ayuntar con el... adelantado e los cristianos, porque se temía dél; e que...
Guadnarteme fue dos veces al dicho rey de Naga e entre los guanches, hasta que hizo venir
a el... rey de Naga a el Real de los cristianos...»24. .
La colaboración del bando de Anaga desde el momento inicial de las operaciones, está

La pregunta CLVII del interrogatorio correspondiente a la Información testifical se expresa así: «Item si saben que
el dicho señor adelantado vino a la dicha conquista con la dicha gente y navios e mantenimientos e desenbarcó en esta
isla de Thenerife e desenbarcó en el puerto de Santa Cruz e asentó su real e hizo una torre para que mejor se pudiesen
defender, todo a su costa.» Los testigos Alcaraz y Amarillo contestan afirmativamente; el testigo Serrano puntualiza «el
puerto de Los Caballos» como el lugar del desembarco.
CCLXXXI ESPINOSA (pág. 95), TORRIANI (pág. 183) y ABRÉU GALINDO (págs. 316-317).
CCLXXXII A. Registro del Sello. Orden real de 29 de marzo del año expresado.
Documentos, núm. 37.
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 81-82, 87-88 y 320-321.
LA PRIMERA ENTRADA 183

además atestiguada por el conquistador Francisco de Albornoz, quien certifica que «los
guanches del reino de Anaga... eran de paces, y en la conquista ayudaron a conquistar a los
otros en favor de Sus Altezas» 25.
Las circunstancias de la colaboración son hasta cierto punto precisas dentro de su
vaguedad. Si los bandos de las paces confiesan que «se juntaron con... Alonso de Lugo
para conquistar la dicha ysla...», no se puede dudar que le prestaron una colaboración
militar por medio de tropas auxiliares, aunque resulte difícil valorar hasta dónde llegó la
misma y cuál fue su eficacia. A esta intervención activa hay que sumar la obediencia a las
consignas del capitán mayor, el paso franco por los respectivos distritos, el amparo y
defensa de los castellanos cuando se terciaba y la entrega de mantenimientos para
abastecer el campamento de Añazo.
Destacó por su lealtad y espíritu de colaboración el mencey de Giiímar y los naturales
de su bando. Alonso de Lugo hará siempre excepción para con ellos, como expresión de
gratitud, pese a ser ésta una virtud escasamente arraigada en su ánimo 2B. * * *
Asegurado de esta manera el frente oriental y meridional de la isla de Tenerife, Alonso
de Lugo quiso extremar las medidas conciliatorias con los cantones de guerra, enviando
emisarios al gran rey, es decir, al famoso Beni- tomo de Taoro, con objeto de concertar una
entrevista.
28
Capítulo V, págs. 136-138.
24
Información Guanartémica, pág. 325. MILLARES TORRES (tomo IV, págs. 191-192).
25
Reformación, pág. 94.
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, pág. 87.
28
Concierto, pág. 651.

El avance hacia Taoro. La trágica derrota de


Acentejo.

Mientras tanto, el ejército conquistador, con Alonso de Lugo a la cabeza, se había


puesto en marcha, no sin antes dejar parte del mismo en Santa Cruz, para tener siempre
cubierta la retirada. Las tropas acamparon en las proximidades de Gracia, que fue así
escenario del singular encuentro. El fraile Espinosa recoge con puntualidad las incidencias
del mismo, convirtiéndose en nuestro mejor guía.

El monarca de Taoro compareció puntual a la cita convenida con un nutrido séquito


de trescientos guanches vasallos. Llegados frente a frente, Alonso de Lugo y Benitomo
entablaron diálogo, valiéndose como intérprete de Guillén Castellano, quien conocía el
habla indígena por haber estado antaño cautivo. Lo que el capitán andaluz demandó, con
sibilinas palabras, del régulo taorino es fácil de adivinar. En primer lugar, la amistad con
los reyes de Castilla y la sumisión política a este reino, circunstancia la se gunda que
184 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

invalidaba virtuahnente la primera. En segundo término, la conversión al cristianismo. A


cambio de un vejamen y una claudicación les prometía, como recompensa, que el «rey de
España... los tomaría y recibiría debajo de su amparo y protección y les haría muchas
mercedes».
La respuesta del altivo Benitomo fue de una mesura y dignidad sorprendentes. En lo
relativo a la amistad puntualizó «que ningún hombre que no fuese provocado de otro e
irritado, la había de huir ni rehusar». En punto a religión, que «ellos no sabían qué cosa
era cristiandad, ni entendía esta religión; que se verían en ello y se informarían, y así con
más acuerdo darían respuesta». Especial énfasis puso el monarca guanche en replicar a la
tercera demanda, que le humillaba y hería. Rechazó de plano «sujetarse al rey de
España..., porque nunca había reconocido sujeción a otro hombre...» CCLXXXIII.
No habiendo posibilidad de avenencia, los dos caudillos se separaron, dedicándose
durante varias jomadas a adiestrar sus fuerzas el castellano y a movilizar sus hombres el
guanche. Hay que sospechar que Benitomo, firmemente decidido a expulsar a los
castellanos de la isla que hollaban con

CCLXXXIII ESPINOSA, págs. 95-96.


Siguen a este autor, VIANA (págs. 121-123), NÚSEZ DE LA REÍÍA (págs. 114-115), CASTILLO (tomo I, fascículo 2,
págs. 548-550) y VIEBA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 202-204).
Con independencia del dominico, ABBÉU GALINDO, pág. 317.
LA PRIMERA ENTRADA 185

su planta, recabase y obtuviese la colaboración de los otros cuatro


menceyes de los bandos de guerra, es decir, Tegueste, Tacoronte, Icod
y Daute.
La batalla entre los dos ejércitos va a tener como principal escenario el barranco
de Acentejo. La fecha de la misma no es dable precisar con exactitud. Puede
asegurarse, no obstante, que tuvo efecto en la última decena de mayo de 1494CCLXXXIV.
El número aproximado de los componentes del ejército cristiano nos es ya conocido
20
. En cambio, resulta imposible señalar cifras de los combatientes guanches, por la
variedad de opiniones que se observa en los cronistas 80. La lógica aconseja sospechar
que por lo menos triplicarían en número a los cristianos.
Para el debido orden en el discurrir de los hechos vamos a estudiar en primer
término el desarrollo del encuentro tal como ha sobrevivido en la tradición escrita
representada por Espinosa, Torriani y Abréu Galindo, exponiendo por separado

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


los hechos fundamentales de aquellos que tienen un valor anecdótico o de simple
curiosidad.
Desde el improvisado campamento de Gracia, el ejército castellano se puso de
nuevo en marcha, con grandes precauciones, ante la actitud hostil de algunas
partidas de Tegueste y Tacoronte, que se atrevían a hostilizarle por los flancos.
De esta manera le fue fácil alcanzar la frondosa vega de Agüere (la laguna), por
cuyas márgenes discurrieron sin apenas detenerse81.
No se puede descartar que en estos primeros combates el cuerpo expe-
dicionario capturase, en el fragor de la pelea, a diversos grupos de guanches,
transportados apresuradamente al campamento de Añazo, y acaso a los navios
fondeados en la rada para mayor seguridad.

CCLXXXIV La construcción del torreón de Añazo, junto con el trazado del campamento y su
fortificación, más las primeras negociaciones con los guanches, tenían que requerir veinte apresurados
días.
Tampoco se puede retrasar la fecha, por la circunstancia de hallarse Alonso de Lugo presente en Gran
Canaria el 13 de junio de 1494, después de emprendido el éxodo, tras el primer fracaso. (Véase el capitulo
VIII, página 207).
20
Capítulo V, págs. 135, 143 y 151, y este mismo, pág. 179.
80
ESPINOSA los reduce a 300 (págs. 97 y 100); ABBÉU GALINDO da idéntica cifra (página 317); NÚÑEZ
DE LA PEÑA eleva el número de los combatientes indígenas a «cuatro mil hombres», por un lado, y «tres
mil de socorro», por otro (págs. 117 y 123); VIERA Y CLAVIJO admite que la columna de vanguardia la
formaban «trescientos guanche*», mientras el rey Bencomo se hallaba al frente del «resto de sus
vasallos», a los que valúa en «tres mil hombres de retén» (tomo II, págs, 209-212).
81
Para ALVAREZ DELGADO (La conquista de Tenerife, pág, 80), Agüere es el nombre guanche de «la
laguna», conforme al tuareg egéreu = lago, estanque, río, mar.
Dada la abundancia de agua, es discutible su parecer de que estuviese despoblado el contorno.
El paso del ejército conquistador por la laguna, mueve la pluma de VIANA hacia las más bucólicas
descripciones (tomo I, págs. 171-172).
186 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Alonso de Lugo, a medida que el avance proseguía por las trochas del norte de la isla
de Tenerife, llegó a abrigar la esperanza de una resistencia simbólica por parte de los
guanches. Era infundado el optimismo. Se asegura, por otra parte, que los indígenas
grancanarios incorporados a la hueste advirtieron al capitán «que no se metiesen tanto
tierra adentro sin dejar las espaldas seguras, porque en aquella espesura y malos pasos
habían los guanches de hacer su hecho» CCLXXXV. Así ocurrió, en efecto, pues apenas se acer-
caron al fértil y umbroso valle de Taoro, la vanguardia castellana se vio frenada por la
presencia de fuertes contingentes indígenas. El rey Benitomo Ies iba siguiendo los pasos
por medio de vigías apostados en lugares estratégicos, y cuando vio que se aproximaban al
barranco de Acentejo decidió cortarles el avance, ofreciéndoles pelea. De esta manera se
enzarzó la batalla por una y otra parte con singular ferocidad.

El escenario de Acentejo favorecía a los indígenas por sus peculiares circunstancias. Su


disposición en anfiteatro impedía a los jinetes maniobrar en escuadrón, teniendo que
limitarse a operar individualmente. Era además «un lugar espeso de monte, cuesta

i. Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


arriba, embarazoso de piedras, matorrales y barrancos». Los castellanos habían ido
apañando por el camino importantes partidas de ganado menor, pero al primer silbo
de los pastores guanches, acompañado de nutrida lluvia de piedras, ovejas y cabras se
dispersaron por las laderas hacia las cumbres y los escarpes costeros.

Es oportuno señalar en este instante la diferencia de táctica empleada por los


aborígenes en las conquistas de Gran Canaria y Tenerife. En aquella isla los indígenas
rehuyeron por sistema la batalla campal, limitándose
a practicar la lucha de guerrillas, siempre en terreno montañoso. Esto ex- s
plica —con independencia de otros factores— la larga duración de las ope- |
raciones, siete años cumplidos. En cambio, los guanches no rehuyeron me- |
dir sus fuerzas en campo abierto con los castellanos. He aquí la razón de g
sus espectaculares éxitos y amargos fracasos, así como la justificación de la celeridad de la
campaña, a pesar de su misma duplicidad. En dos años largos se consumará la anexión.

El rey Benitomo dispuso sus fuerzas para el ataque de la siguiente manera: ordenó a su
hermano Chimenchia que con trescientos guanches tao- rinos discurriese por los altos para
atacar de flanco la columna invasora, pretendiendo cortarla en dos, mientras él mismo,
con el grueso del ejército indígena, les batía de frente.

Alonso de Lugo consiguió agrupar en una de las márgenes del barranco de Acentejo a
todas las fuerzas alistadas en sus banderas, estableciendo rápido contacto con la
vanguardia. De esta manera pudo resistir los primeros

CCLXXXV ESPINOSA (págs. 98-99), TOHHIANI (pág. 183), ABHÉU (pág. 317) y VIANA (pág. 172)
Escenario de la primera batalla de Acentejo. Debió darse alrededor de la cota 200 m.
Croquis topográfico del coronel Izquierdo Barrios.
188 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

embates del enemigo, hasta que la superioridad numérica de los guanches, los alardes
de agilidad y el valor indomable de que hacían gala empezaron a inclinar la balanza en
favor de los últimos. Causaba estupor y sorpresa contemplar descabalgados a los
jinetes por certeras pedradas, mientras que los peones, armados de pies a cabeza, caían
abatidos por los recios golpes que con banotes y magados les infligían los aborígenes.
Todo ello en medio de una impresionante algarabía de gritos y silbos, que producía
auténtico desconcierto.
En el fragor de la pelea, el propio capitán Alonso de Lugo cayó del caballo,
malherido de una tremenda pedrada en la boca; y ya se debatía sin fuerzas en lucha
desigual contra un grupo numeroso de guanches, cuando vino presuroso en su ayuda
Pedro Benítez el tuerto. Después de duro forcejeo pudo liberar a su jefe y hasta
facilitarle una cabalgadura para que pudiera incorporarse a la lucha CCLXXXVI.
En realidad, poco era factible hacer, porque la suerte de las armas estaba por
completo decidida. Castellanos e isleños, malheridos y sangrantes, se batían a la
desesperada, sin orden ni concierto, esquivando golpes, dardos y pedruscos voladores,
atentos nada más que a salvar la vida. Los que pudieron huir se fueron lentamente
replegando, para ponerse a cubierto de los certeros disparos del enemigo.
Había durado la batalla escasas horas, tiempo suficiente para que el es- cenarlo de
la acción estuviese cubierto de cadáveres en espeluznante hacinamiento. Pero lo más
terrible fue que mientras los guanches, audaces y temerarios, se dedicaban al
exterminio implacable de los soldados castellanos dispersos o malheridos, Alonso de
Lugo, con un reducido grupo de supervivientes, tenía que emprender forzosa retirada
con apariencias de humillante fuga sobre el campamento de Santa Cruz.
Resulta imposible comprender y justificar cómo 150 caballeros y 1.500 infantes,
bien armados ■—cifra a todas luces respetable—, pudieron tener una actuación tan
ofuscada como poco aguerrida frente a un compacto grupo de guerrilleros guanches,
CCLXXXVI ESPINOSA (pág. 1M), ABRÉU GALINDO (pág. 318), VIANA (pág. 197), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág.
124), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 566) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, páginas 212-213).
Por boca de los propios actores se vislumbra en la Residencia (págs. 18 y 114) la magnitud del desastre.
En el Memorial de descargos se alude a las heridas que recibió Alonso de Lugo en la conquista, en
particular en esta operación. En el capítulo XXVI se lee, por mano de su procurador y representante
personal: «e este hera el bien particular suyo, que mirava servir a Sus Altezas, en ganar estas islas, como
dicho tengo, con sesenta heridas e más que tiene en su cuerpo..
La Información testifical no es menos precisa al referirse al desbarato de Acentejo. La pregunta GLVIII
del interrogatorio dice así:
«Item, si saben que el dicho señor adelantado... fue desbaratado e le mataron mucha gente que traía e
muchos parientes suyos e amigos e criados e pasó muchos peligros e afanes e fue muchas vezas heridos
El testigo Alcaraz declara «que oyó decir e fue público que los dichos guanches desbarataron al dicho
adelantado e a su gente en Acentejo, e le mataron toda la mayor parte de su gente e a él diz que lo hirieron de
ciertas heridas...».
Amarillo afirma por su parte: «que este testigo vido el desbarato e se halló en él y a mucho peligro escapó,
donde mataron muchas personas amigos del dicho adelantado e otros, e el dicho adelantado salió herido e
mataron un sobrino del dicho adelantado que era alférez...».
Benítez insiste en lo mismo: «... e que fue desbaratado e que le mataron mucha gente e parientes e criados
e que el dicho adelantado fue herido e que lo sabe porque se halló en ello...'».
LA PRIMERA ENTRADA 189

que ignoraban por completo las reglas del arte militar. Y cuando se censura la
actuación de un ejército, el responsable máximo es siempre el capitán.
El recuerdo de la matanza pervivió durante tantos años, que acabó perpetuando
como nombre el trágico escenario geográfico del feroz encuentro. ¡La Matanza de
Acentejo! a4.

Pormenores de la batalla de acuerdo con la


tradición escrita. Circunstancias legendarias
recosidas por tradición oral.

En el epígrafe anterior hemos prometido estudiar por separado una serie de sucesos
de carácter anecdótico o de mera curiosidad, que se supone sobrevinieron durante la
trágica jornada de Acentejo. Cuentan con el respaldo de la tradición escrita,
representada por los cronistas.
Con independencia de ellos insertaremos en este mismo apartado otro conjunto de
hechos recogidos tardíamente de la tradición oral por fray Alonso de Espinosa.
Recuérdese que el mismo insiste en el carácter pecu-
84
ESPINOSA (págs. 97-104), TOBRIANI (págs. 184-185), ABRÉU GAJ.INDO (págs. 317-318), VIANA (págs.
181-215), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 120-130), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, páginas 554-577), VIERA Y
CLAVIJO (tomo II, págs. 208-217), MILLARES TORRES (tomo IV, páginas 197-208), CHIL (tomo III, págs. 339-
346) y RODRÍGUEZ MOURE (págs. 13-14).

liar de sus fuentes: «lo que trate de conquista, guerras y conquistadores, parte, y la
más, es de oídas, y parte es sacado de los archivos y escritorios que en pleitos... se
trataban sobre tierras y posesiones...» s5. Esta circunstancia hace que unos sean de
autenticidad comprobada, otros verosímiles, sin que falten terceros legendarios o
fantásticos.
En el primer grupo (los refrendados por la tradición escrita) destacan dos: el
temblor de Maninidra y el galano dicho del príncipe Chimenchia.

Pedro Maninidra era un indígena grancanario vinculado por la sangre a la familia


real guanartémica S6, Valiente hasta la temeridad, se enroló en todas las empresas,
190 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

bélicas de Alonso de Lugo. Había participado en la conquista de La Palma, tuvo una


destacada actuación en la de Tenerife y andando el tiempo unirá su nombre a los
intentos de dominación del vecino Sáhara, sobre cuyos arenales quedará yerto su
cuerpo para siempre 37.
Se cuenta que en Acentejo, cuando era inminente el choque brutal de las armas,
observó Alonso de Lugo que al indígena «le crujían los dientes». Al punto se encaró con
él, y «le dijo: —¿Qué es eso, Maninidra? ¿Tiemblas de miedo? ¿Ahora es tiempo de
temer? Respondió el canario, y dijo: —No tiemblo de miedo, que nunca lo tuve; mas
tiemblan las carnes pensando el estrecho en que el corazón las ha de meter hoy».
Desde Espinosa hasta Viera y Clavijo, todos los cronistas, sin excepción, registran
la sabrosa anécdota. Ahora bien, como el fraile dominico llevó a cabo laboriosas
informaciones de testigos, recogió de boca de ellos idéntica versión, pero localizando el
sucedido en distinto escenario, circunstancia que se apresura a señalar. «Otros dicen
que este dicho, aunque fue deste canario, no fue en este tiempo, sino en otra entrada
que se hizo en Berbería, donde se halló» CCLXXXVII CCLXXXVIII CCLXXXIX CCXC.
De la segunda anécdota fue protagonista un príncipe guanche hermano del gran
rey Benitomo. Cuando este intrépido soldado observó que la batalla estaba decidida y
ganada, renunció a participar en el exterminio de los vencidos, dejando para la vil
canalla la trágica tarea. Se sentó en una peña a reponer fuerzas, y allí, ensimismado, lo
descubrió el monarca de Taoro, en medio de la mayor sorpresa. Entonces «díjole,
reprehendiéndole: —¿Qué haces ahí tan descuidado, andando tu gente a la melena con
sus

CCLXXXVII35 Página 18.


CCLXXXVIII88 Resulta imposible fijar la relación exacta de parentesco. Había sido guaire de Telde. Acaso fuese
primo de don Femando Guanarteme.
CCLXXXIX RUMEU DE ARMAS : España en el Africa Atlántica, tomo I, págs. 341,353-354 y 359-360, y
tomo II, pág. 126 (doc. LXVIII).
CCXC ESPINOSA (pág. 98), ABRÉU GALINDO (pág. 176), VIANA (pág. 183), NÚÑEZ DE LA PEÑA (página 121),
CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 565) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 211).
TORRIANI (pág. 170) retrasa el sucedido a las vísperas de la batalla de la laguna.
LA PRIMERA ENTRADA 191

enemigos? Respondió el hermano con mucho peso, y dijo: —Yo he


hecho mi oficio de capitán en vencer y dar orden para ello; hagan
ahora los carniceros el suyo, prosiguiendo la victoria que les he
dado» 89.
En cuanto a los sucesos recogidos por el fraile Espinosa de la tradición oral (y
tomados de él por sus fieles seguidores: Viana, Núñez de la Peña, Viera y Clavijo, etc.),
el más veraz de todos tuvo por protagonista al conquistador Juan Benítez, quien salvó
la vida «haciéndose el muerto entre los muertos», pormenor revelado seguramente por
alguno de sus allegados. El propio actor confiesa esta dramática circunstancia en 1509:
«fue muy herido en el dicho desváralo, e quedó por muerto dos días entre los muertos»
4
°.
Razones de invención poética aconsejaron a Antonio de Viana tildar el
nombre de Juan Benítez para sustituirlo por su héroe, el capitán Gonzalo del

autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


Castillo; y así lo hizo sin el más leve temblor de plumaCCXCI CCXCII CCXCIII.
De distinta índole fue el rumor que captó el fraile dominico entre los nietos de
los conquistadores, relativo a la actitud escasamente belicista de Bartolomé
Benítez de Lugo, sobrino carnal del capitán mayor. Se aseguraba, a media voz,
«que quedó tan escaldado de la primera entrada en que se halló, que no quiso
volver a la isla hasta después de conquistada» CCXCIV CCXCV CCXCVI CCXCVII CCXCVIII
CCXCIX
.
Otro acaecimiento con ciertos visos de verosimilitud es el relativo al trueque
de vestimenta entre el capitán mayor y un leal soldado isleño. «La ropa del
gobernador —insinúa Espinosa— era colorada, y así los guanches lo acosaban;
mas Pedro Mayor, canario, le dio una saya azul y se puso de revés la del
gobernador; y escapó, aunque con trabajo» CCC.

CCXCI89 ESPINOSA (págs. 99-100), TORRIANI (pág. 184), ABRÉU GALINDO (pág. 318), VIANA (pá- 0
ginas 191-193), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 123), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 565) y VIERA Y CLAVIJO
(tomo II, pág. 212).
CCXCII Página 101. NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 126-128) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, página
214).
Residencia, pág. 114.
CCXCIII Páginas 200-201.
Núñez de la Peña, con su escaso espíritu crítico, no acierta a descubrir la superchería: «el padre Espinosa
dice que fue éste el que se libró con esta industria, el dicho Juan Benítez; y el licenciado Viana dice que fue
Gonzalo del Castillo. Cada uno se conforme con el autor que le pareciere'».
CCXCIV Página 106. Los demás cronistas isleños silencian el rumor público.
CCXCV48 Página 101. Este autor añade: «y al desdichado que había trocado la ropa con él,
CCXCVIlo acabaron luego, pensando que era el gobernador».
CCXCVIIEsta supuesta muerte de Pedro Mayor está desmentida por el propio Espinosa al trans
CCXCVIIIcribir un documento de indiscutible autenticidad que prueba su existencia el 5 de junio de 1497
(pág. 67).
CCXCIXVIANA (págs. 187 y 196), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 123-24), CASTILLO (tomo I, fascícu
CCClo 2, pág. 566) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 212).
192 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

La misma tradición oral reveló a nuestro principal cronista otro curioso |


LA PRIMERA ENTRADA 193

sucedido, que tuvo por principal actor a Benitomo de Taoro, y es


fiel reflejo de su innata generosidad. Cuéntase que en las
postrimerías del combate «escapáronse también veintiocho o treinta
españoles, en una cueva junto al mar, que no tenía sino una pequeña
entrada por un andén». «El rey de Taoro como supo de los españoles
que en el andén estaban, envióles a mandar que saliesen bajo su
palabra; y saliendo, les hizo buen tratamiento y los envió con gente
de guarnición para que los llevasen a Santa Cruz y los entregasen a
su capitán; y así lo hicieron.»
En el intermedio sobrevino un incidente que sumió en la indecisión a los ejecutores
del mandato regio: «aconteció que llevando a estos españoles a Santa Cruz,
habiendo de pasar por el lugar donde había sido la matanza, parece que un
español, de miedo de la muerte, o por no haber hallado modo de escapar la vida...,

D Del documenta, los autores. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
se había quedado entre los cuerpos de los muertos hecho muerto, esperando
ventura». La ocasión se la ofreció pintiparada para escapar de aquel macabro
infierno: «pasando los ventiocho o treinta españoles... por el lugar donde él
estaba, levantóse y juntó con ellos, sin ser visto...». La original treta fue al cabo
descubierta: «de ahí a poco rato se pusieron a sestear; contándolos, hallaron uno
más, y queriéndolo matar y no sabiendo cuál fuese, dieron aviso al rey, por no
matar alguno de los que él había entregado». Benitomo resolvió el caso con
magnánima clemencia: «El rey los mandó volver, y en viéndolos, luego conoció
cuál era; y sabiendo el modo cómo había escapado, le perdonó, dándole por pena
la que el triste había padecido entre los cuerpos muertos de sus compañeros...»
CCCI
.
Las derivaciones de este episodio son por demás curiosas. Hemos visto al
conquistador Juan Benítez experimentar en su propio espíritu la sensación de la
muerte yaciendo cuarenta y ocho horas en medio del olor putrefacto de los
cadáveres. Lo curioso es que Espinosa, ex profeso o inadvertidamente, no
identifica a Benítez con el protagonista del episodio acabado de relatar, pese a la
sospechosa coincidencia. En cambio, el poeta Viana vuelve, por segunda vez, a
suplantar a Benítez, para envolver en un halo de aventura a Gonzalo del Castillo, su
héroe siempre preferido. El es, sin vacilaciones, el actor del episodio recién descrito. La
reacción de Núñez de la Peña ante la mixtificación es digna de registrarse, por la
extraordinaria admiración que le inspira siempre el vate lagunero. Este ingenuo
cronista vuelve por los fueros de la verdad, y señala como prisionero intruso al sol dado
sanluquefío. Alguna vez la lógica iba a servirle de algo en las páginas de su farragoso
relato CCCII.

CCCI Página 102.


CCCII Véase, en primer lugar, la página 191 y las notas 40 y 41 de este mismo capitulo. VIANA (págs. 201
y 203-210) y NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 127-128). VIEBA Y CLAVIJO
(tomo II, págs. 213-215) sigue fielmente a Espinosa y Núñez.
Fray Luis DE QUIRÓS, en BU obra Fundazión de la Religión Seráphica, Madrid, 1680,
LA PRIMERA ENTRADA 194
En los demás episodios recogidos por Espinosa, la leyenda, con sn poderosa carga
de fantasía, asoma como inevitable legado de la tradición oral. Tal hay que considerar
la blasfemia proferida por «un hombre valentísimo y capitán, llamado Fulano Núñez»,
quien se atrevió a desafiar la ayuda de la Providencia, recibiendo como castigo muerte
inmediata de mano de los indígenas. «Salió un guanche al camino —confirma el
dominico—, y tirándole con una piedra rolliza se la hundió en los cascos al caballo; y
cayendo en tierra, dio luego el guanche sobre el caballero y lo acabó ignominiosamente
en pago de su blasfemia, siendo el primero de los que murieron.» Antonio de Viana,
por su cuenta y riesgo, transforma al semianónimo personaje en el capitán Diego
Núñez, de ignorada filiación y biografía, y para dramatizar aún más la falta, lo hace
sucumbir víctima de un dardo que le dispara el príncipe Tinguaro 40.

Singular encanto y atractivo tiene otro episodio que parece arrancado de los
escritos de exaltación del buen salvaje. Después de la batalla de Acentejo recorrían los
indígenas el escenario de la acción entretenidos en «el despojo... de los muertos de
vestidos y armas», cuando descubrieron «una ballesta armada con su pasador, que el
que la traía no había tenido lugar de emplearlo». El resto lo estará adivinando el lector.
«Pues como no supiesen qué arma fuese, por no haberla visto en su vida, ni supiesen el
artificio de la llave, ni el daño que hacer podría disparándola, tantas vueltas le dieron y
tanto la trataron y manosearon que... apretó uno la llave y, disparando la ballesta, dio
con el pasador a uno de ellos en los pechos, que, pasándolo de claro, cayó muerto.»

La reacción de los guanches merece recogerse con la misma ingenua prosa: «Los
compañeros que vieron lo sucedido, arrojan la ballesta y dan a huir, como si fueran
tras ellos sus enemigos; y de ahí adelante, en viendo alguna ballesta, rodeaban gran
trecho por no pasar por donde estaba; tanto miedo le cobraron.»

El poeta Viana no desperdicia la ocasión que este sugestivo suceso le depara. De


acuerdo con su premeditada línea de actuación, da por sentado

capítulo XVI, da como actor del suceso a Luis de Lerma, que andando el tiempo profesaría como
franciscano, acabando sus días en el convento de Garachico.
CASTILLO (tomo I, fascículo 2, págs. 568-570) vacila entre Juan Benítez y Luis de Le- desma (síc).
48
ESPINOSA (págs. 99 y 100) y VIANA (págs, 184-185). NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 122) silencia el nombre
del capitán y acepta la intervención de Tinguaro. CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 564) relata
escuetamente el suceso. VIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 210-211) se deja guiar en esta ocasión —aunque
púdicamente lo silencie— por el fantástico poeta- cronista lagunero.

que el capitán Gonzalo del Castillo era el propietario de la ballesta, y lo arrastra a ser
testigo impávido —muerto entre los muertos— de la sabrosa anécdota. Núñez de la
Peña no transige con esta metamorfosis y se mantiene fiel al testimonio del fraile
cronista 4T.

1
5
195 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

47
ESPINOSA (págs. 103-104), VIANA (págs. 205-206) y NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 128). VIEBA Y CLAVIJO (tomo
II, pág, 217) se mantiene fiel al relato primitivo.
CAPITULO VIII

LA RETIRADA

NEGOCIACIONES Y PREPARATIVOS PARA LA SEGUNDA


OFENSIVA

PRORROGA DE LA CONQUISTA

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8
i. Los supervivientes. Concentración en él Real de
Santa Cruz. La retirada.

Habíamos dejado al capitán mayor Alonso de Lugo retirándose con un grupo

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de supervivientes del trágico escenario de Acentejo con dirección a] campamento
de Santa Cruz. La marcha debió efectuarse en medio de grandes penalidades y
zozobras, pues hay que sospechar que la noche, con sus tinieblas, tuvo que
sorprenderles apenas iniciado el camino. En estas dolo- rosas circunstancias
precisa destacar la lealtad y «diligencia de algunos canarios y treinta guanches del
reino de Güímar», quienes se ofrecieron como guías, consiguiendo conducirles,
por trochas y vericuetos, hasta el mismo real de Añazo x. Las malparadas y
diminutas fuerzas llegaron salvas, aunque no sanas, pues raro era el soldado que
no se quejaba de heridas o golpes.
Dentro del reducido recinto de Santa Cruz de Tenerife se cobijaron los
capitanes y soldados supervivientes. Sus nombres coinciden exactamente con los
que han podido identificarse como partícipes en la primera entrada, pues a dicha
favorable circunstancia —la vida— deben su mayor o menor nomhradía.
Por asombroso que parezca, cientos de héroes se han sumido, sin pena ni
gloria, en el impenetrable silencio de la Historia. Tan sólo un nombre es dable extraer
entre las víctimas: el adalid Gonzalo Buendía, quien, haciendo honor a su cargo, debió
arrostrar el peligro siempre en vanguardia CCCIII CCCIV.

CCCIII ESPINOSA (pág. 101). Le siguen CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 566) y VIEBA Y
CLAVITO (tomo II, pág. 213).
CCCIV Los Reyes Católicos recompensaron a sus hijos con una concesión para explotar una
venta en Hinojares, a mitad de camino entre Quesada y Baza. Carta real, expedida en Madrid el 26 de
febrero de 1495.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 18.
La relación de conquistadores señalada en el capítulo V, páginas 143-144 y 151-152, se identifica con la de
supervivientes.
APÉNDICE II. Nómina de conquistadores.
208 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

La primera resolución tomada por el capitán fue reforzar las defensas del débil
campamento, para estar a cubierto de cualquier sorpresa por parte de los guanches
enemigos.

En jornadas sucesivas fueron arribando al campamento de Santa Cruz algunos


soldados dispersos, entre ellos Juan Benítez y los treinta libertos merced a la
generosidad del monarca taorino. Por los mismos se conoció seguramente la situación
desesperada en que se hallaban «noventa canarios [refugiados] en una baja dentro de la
mar, y otros en una junquera», en las alborotadas costas de Acentejo. Fue preciso
entonces movilizar a algunos pequeños bajeles con fines de rescate. Aunque la
operación fue laboriosa, se remató con pleno éxito.

La cifra de «noventa canarios» fijada por Espinosa parece a todas luces exagerada.
Más en lo cierto se nos imagina moverse Abréu Galindo al puntualizar que «en una
baja hallaron noventa hombres'»; es decir, castellanos, isleños y graneanarios 8.

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Después de la recuperación de los rezagados había llegado la hora del halance de
combatientes, del recuento trágico de las víctimas. Fue entonces cuando se pudo
calibrar la magnitud del desastre. Un documento contemporáneo, de notoria veracidad,
valúa los supervivientes en sesenta caballeros y trescientos peones *. En este número se
computa la reducida guarnición que quedó al cuidado del campamento de Añazo con
los evacuados de Acentejo.

Si de acuerdo con los cálculos más verosímiles habíamos fijado el ejército


expedicionario en 150 jinetes y 1.500 infantes, la oportuna resta eleva las víctimas a la
aterradora cifra de 90 caballeros y 1200 peones. En términos aproximados se puede
asegurar que las cuatro quintas partes de las fuerzas conquistadoras habían sido
materialmente aniquiladas. CCCV CCCVI

CCCV® ESPINOSA (pág. 102) y ABRÉU GALINDO (pág. 318).


VIANA (págs. 201-202 y 210) eleva a «ciento y veinte canarios baptizados... y quatro portugueses...» el número
de los refugiados en «una gran baza como castillo fuerte...». Le sigue puntualmente NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs, 125-
127).
MARÍN Y CUBAS (pág. 211) reduce la cuantía a «60 canarios y 6 6 7 portugueses».
CASTILLO (tomo I, fascículo 2, págs. 566-568) fija d número en «ochenta o noventa canarios [que estaban] en
una vaxa aislada de las aguas».
VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 215) busca un punto de conciliación. Para este autor eran «noventa canarios y
cuatro portugueses...».
MILLARES TOMES (tomo IV, pág. 207) vuelve a aumentar la cifra a «ciento veinte canarios».
4
A. S.: Registro del Sello, fol. 23. Comisión al gobernador de Gran Canaria Alonso Fajardo. Tortosa, 20 de
enero de 1496.
CCCVIDocumentos, núm. 21.
LA RETIRADA 207

Alonso de Lugo se abstiene de dar cifras sobre el particular, aunque no oculta las
proporciones de la tragedia: «fue desbaratado, e le mataron mucha gente que traía e
muchos parientes... e amigos...». Dos contemporáneos de los sucesos, aunque no
actores en los mismos, Alonso de Alcaraz y Rodrigo Alvarez, se permiten dar su
parecer sobre la batalla. El primero, Alcaraz, insiste en «que oyó dezir e fue público
que los... guanches desva- rataron. al adelantado e a su gente en Acentejo, e le
mataron toda la mayor parte de la gente...». Alvarez confiesa «que oyó dezir... que le
havían muerto ochocientos o novecientos onbres...»CCCVII.

Los cronistas más próximos a los sucesos registran un número de víctimas


elevado, aunque algo inferior a la realidad. Espinosa puntualiza que sucumbieron «a
manos de sus enemigos y desriscados casi novecientos hombres, que fue la mayor
pérdida que en estas islas hubo». Abréu Galindo asegura primero que «murió aquí
la mayor parte de los cristianos», evaluando «los que faltaron [en] más de seiscientos

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hombres». Viana se alarga un poco más: «murieron quinientos españoles, y canarios
católicos trezien- tos» CCCVIII. Como puede verse, ninguno anda descaminado en
exceso.

Con las desmedradas fuerzas supervivientes, sin moral y casi aterrorizadas, era
imposible sostener siquiera la cabeza de puente de Añazo, con vistas a las
operaciones futuras. Además, algunos de los alistados aspiraban a cancelar la
obligación contraída, reintegrándose a Castilla o a Gran Canaria. Era voz pública
que no querían más tratos con los guanches de Tenerife.

En estas circunstancias, se impuso la evacuación total del desmedrado ejército


expedicionario con toda la impedimenta de que venía acompañado. Esta laboriosa
operación se pudo efectuar sin contratiempo en la primera decena del mes de junio
de 1494. El punto de destino fue el Puerto de las Teletas, en la isla de Gran Canaria,
adonde arribaba la flotilla tras breves horas de navegación 3*.

CCCVII Residencia, pág. 114.


CCCVIII ESPINOSA (pág. 110), ABRÉU GALINDO (pág. 318) y VIANA (págs. 200 y 214).
Este último autor insiste en el desastre: «batalla más cruda, más reñida, | ni de mayor estrago, no se a
visto | en otro tanto número de gente, [ pues de mil soldados de los nuestros | murieron ochocientos, poco
menos...».
NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 126) sigue puntualmente al cronista-poeta. *
CASTILLO (tomo I, fascículo 2, págs. 576-577) concreta las víctimas en «más de quinientos hombres».
VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 216) busca de nuevo un punto de conciliación: «La refriega duró más
de tres horas, muriendo en ella seiscientos españoles y trescientos isleños de Canaria». Idénticas cifras
reitera MILLARES TORRES (tomo IV, pág. 207).
B
* Residencia, págs. 114-115.
Pregunta CLIX del interrogatorio correspondiente a la Información testifical. Dice así:
208 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

2. ¿Hubo traición a los guanches aliados del bando


de Güímar?

Uno de los episodios más oscuros de la conquista de Tenerife es la traición a los


guanches aliados del reino de Güímar, recogida por fray Alonso de Espinosa de la
tradición, oral, con todos los riesgos inherentes a esta clase de testimonios,
caracterizados por su imprecisión y vaguedad.

Veamos puntualmente lo que el fraile dominico refiere al respecta: «Rtíin... fue,


pero más ignominioso..., su parada de infidelidad con sus amigos; y fue que,

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enviando a llamar a sus aliados y amigos los del reino de Güímar, con engaño y
doblez, dándoles a entender que era para dar orden de que el rey de Taoro no les
hiciese daño en sus tierras (por estar confederados con ellos y haberles ayudado en
la batalla) mientras volvían a rehacerse; creyendo ellos ser así, vinieron de por
muchos, condoliéndose de su pérdida. Y convidándoles los españoles para que
entrasen en sus navios a verlos, estando dentro, alzaron velas y llevaron a España
gran cantidad de ellos, para venderlos por cautivos, pensando restaurar su pérdida
con este inhumano hecho y fuera de toda razón.»

No menos curiosa es la información complementaria que alcanzó el frai- J


le dominico sobre la actitud de los guanches güimareños en defensa de sus t
legítimos derechos: «Algunos destos que fueron vendidos para esclavos, sien- |
do ya ladinos en la tierra se fueron a los reyes a pedir justicia y libertad, g
informando de cómo, siendo libres en su tierra, con engaño los habían traído a donde
estaban y vendido como a esclavos, siendo libres, amigos y confederados ; y a?í
mandaron los reyes se les diese libertad y en ella viniesen.»

Hay que advertir que el poeta Antonio de Viana rechaza de plano la versión del
fraile dominico; es más, reemplaza la supuesta felonía por un espléndido obsequio de
víveres de toda índole que el mencey de Güímar deposita a los pies del abatido
conquistador. Núñez de la Peña no quiere

«Item, si saben... que después de así desbaratado el dicho señor adelantado se fue en Gran Canaria,.,».
El testigo Diego Fernández Amarillo se expresa así: «... luego como pasó el dicho desbarato se fue el dicho
adelantado e toda la gente a la isla de Gran Canaria con intención de se íomecer y tornar a la dicha conquista...».
Juan Benítez declara: «... fueron desbaratados e se fueron a Grand Canaria, e que después tornaron...».
LA RETIRADA 207

privarse de ambas versiones; y se queda con el regalo, para dar luego paso a la
mísera traición. En cuanto a Viera y Clavijo, vacila ante la perfidia, lleno de
turbación: «Parece que no puede caber en el corazón humano la acción indigna y
bárbara que nuestros autores atribuyen en esta ocasión al general de la conquista.
Era menester haber perdido todos los sentimientos de honor, de probidad y de
gratitud...». Por un lado, condena el desaguisado; por otro, se resiste a admitirlo:
«Si esta infidelidad fuera cierta, no hay duda merecieron nuestros conquistadores el
desastre de la matanza de Acentejo, y que debían haberse avergonzado mucho más
de esta villanía que de aquella derrota, pero no es de creer» CCCIX.
El hecho que aquí se registra y condena es sustancialmente cierto, aunque hay
que retrotraerlo en un par de años y reducirlo en dimensiones. No tuvo efecto en
1494, a raíz de la derrota de Acentejo, sino en 1496, cuando se había consumado
por completo la ruina del poderío guanche. Fray Alonso de Espinosa, que

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interrogó preferentemente a los nietos de los giiima- reños, conoció el atentado
por boca de los mismos; hoy sabemos que igual trato le estuvo reservado a
diversos grupos de indígenas de los bandos de Abona, Adeje y Anaga, todos ellos
de las paces, como en su momento se puntualizará CCCX.
A Alonso de Lugo se le puede tachar de desaprensivo en su conducta privada
y actuación pública, pero nunca se descubre en su actuación ninguna prueba de
estulticia o necedad. Atentar agresivamente contra la amistad y alianza de los
menceyes guanches era tanto como bloquear, con fuertes cerrojos, las puertas de
la casa en la que estaba planeando entrar por segunda vez. Quien recuerde el
cuidado que puso en 1493 para libertar a los indígenas de las paces cautivados en
Tenerife por armadores del Puerto de Santa María, comprenderá que nunca
podía caer en el error que se le achaca en 1494.
Es obvio, además, que el capitán-conquistador tuvo particulares consi-
deraciones con los guanches de Güímar, a los que estimó siempre como los
colaboradores y aliados más fieles y constantes.

Por tan poderosas razones hemos dado por supuesto que al abandonar Tenerife
el malparado conquistador, dejó bien resellada, la amistad con los reinos de las paces.
•» * #
Con independencia del inverosímil episodio relatado por la pluma de Espinosa,
CCCIX ESPINOSA (pág. 103), VIANA (págs. 210-211), NÚÑEZ PE LA PEÑA (págs. 128-129) y VIERA
Y CLAVIJO (tomo II, pág. 218).
Abréu Galindo, que ignora por completo la tradición oral captada por Espinosa {Informaciones de
testigos ante escribano), guarda absoluto silencio sobre este dramático episodio. En otro caso, jamás lo
hubiera pasado por alto. _
CASTILLO (tomo I, fascículo 2, págs. 571-574) expone puntualmente la traición, a la que condena sin
ambages.
CCCX Concierto, pág. 651.
Véase sobre el particular los capítulos VII (págs, 182-183) y XVI (págs. 364-365).
208 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

conocemos sobradamente la despiadada razzia acometida por Alonso de Lugo en los


días postreros de abril de 1494, que se tradujo en la captura de ciento cuarenta
guanches, vasallos del mencey de Taoro con toda probabilidad s*.
Esta presa, y otras similares más o menos sincrónicas, han dejado patente
huella en uno de los mercados esclavistas peninsulares de mayor importancia. Nos
referimos a Valencia, donde se acusa la presencia de los cautivos por diversos
conductos.
El 12 de agosto de 1494 se presentaba en las oficinas del mestre racional de
Valencia, Miguel Sanz Escuder, factor y procurador del lugarteniente del tesorero
del rey, el honorable Alfonso Sanchís, recabando el oportuno permiso para
negociar «sexanta cinch testes blanquea de Tenerif, térra de Canaria, entre homens
e dones, grans e chicha...». El factor declaró que los esclavos «les havia portades
Johanot Otobo de Mor, mercader jeno- vés, de térra de Canaria». En nombre de los
cautivos prestó declaración la indígena Guaynetona, «natural... de Tenerif...», la
cual confesó que ella misma «ab los altres, que son de present en sa companya,
foren presos en la dita billa de Tenerif, e foren portats a la billa de La Gomera, e de
allí, sens exir en térra, son estats portats... per mar an a la present ciutat de
Valencia»
A esta misma operación de trata de esclavos, o a otra muy similar, alude el
viajero alemán Jerónimo Miinzer, cuando en su conocido Itinerarium His- panicum
consigna el triste espectáculo que le tocó contemplar en la capital levantina por el
mes de octubre de 1494. El interés del párrafo merece la reproducción textual:
«Vi en cierta casa —dice— personas de ambos sexos puestas a la venta. Eran de
Tenerife, que es una de las islas Canarias, en el mar Atlántico... Había un mercader
de Valencia —["¿Francisco Palomar?]— que trajo en una ñame ochenta y siete, de
los cuales murieron catorce, por no soportar el mareo y el clima. Los otros fueron
puestos en venta. Son hombres morenos, pero no negros como los bárbaros. Sus
mujeres estaban bien formadas,

s
* Remitimos al lector a las páginas 180-181 del capítulo VII.
8
VICENTA CORTÉS: la conquista de las islas Canarias a través de las ventas de esclavos en Valencia, en
«Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (aiío 1955), págs. 496, 512-513 (doc. 3J y 532.

de miembros fuertes y bastante largos; pero son bestiales en sus costumbres,


porque hasta ahora no han vivido bajo ley alguna, sino que son idólatras... Vi
muchos cautivos con cadenas de hierros y grillos, forzados a durísimos trabajos,
como serrar vigas y otras cosas...».

Jerónimo Miinzer, conocido asimismo por Monetarius, consigna otros por-


menores dignos de destacarse:

«También tienen muchos animales y variedad de frutos y cebada. No comen


LA RETIRADA 207

pan, sino cebada, que trituran en una piedra de molino de mano, la deslíen en agua
y la toman como comida o bebida. Comen también carnes cocidas en abundancia...
Y están dispuestos a recibir nuestra religión según los informes. ¡Oh, lo que hace la
doctrina y el celo, que de las bestias encerradas en el cuerpo humano hace hombres
apacibles! Si yo no hubiera visto muchos hombres de éstos, no me atrevería a
escribir tales cosas...» CCCXI CCCXII.

No se puede descartar, por otra parte, que la tradición recogida por el cronista
Espinosa sobre la deslealtad cometida por Alonso de Lugo con sus fieles aliados los
guanches de Güímar sea de manera simultánea el eco difuso y postrero de la similar
traición cometida por el capitán andaluz con los indígenas palmeses en los
pródromos de la conquista de Tenerife (abril- mayo de 1494). Se trataría de un caso
de interferencia histórica sumamente curioso.

El lector de sobra conoce que dos de los bandos de La Palma (el más conocido el
de Gazmira) se declararon de paz y colaboraron de manera efectiva en la sumisión
de la isla J1. Como la libertad garantizada de estos palmeses le impedía a Alonso de
Lugo redondear un buen negocio, urdió contra ellos la más miserable de las tretas.

Durante su estancia en la corte, en diciembre de 1493, el flamante gobernador


de La Palma, a sabiendas de que falseaba la verdad, informó a los monarcas
castellanos de la deslealtad de los bandos amigos, para conseguir que fuesen
sentenciados a esclavitud como rebeldes y desafectos. Así sobrevino en la práctica,
según vamos a ver inmediatamente.

Alonso de Lugo estaba sentando, con maldad, una nueva doctrina que con el
tiempo iba a arraigar en América: los llamados «cautivos de segunda guerra»,
reducidos a esclavitud legal por su rebeldía, tras una primera actitud pacifista.

Para mayor sarcasmo, el capitán-conquistador se cebó en el bando de Gazmira.


Vivían éstos, hasta un total de treinta y tres familias, en una comarca conocida por las
«cuevas de Ferrera». Pues bien, sus mandatarios organizaron contra ellos una brutal
razzia, que les produjo más de 200 esclavos de botín. El ejecutor de tan negros designios
fue el jurado de Sevilla y compinche de Lugo, Francisco de Espinosa.

Parte de estos esclavos, hasta el número de 42, arribaban al grao de Valencia a


mediados de junio de 1494, conducidos por el factor lusitano Benito de Benavides,
vecino del Puerto de Santa María. Eran por mitad hombres y mujeres. El 28 de junio,

CCCXI Prosigue así: «Las islas Canarias son siete, de las cuales Canaria es mayor que toda Mallorca.
La segunda es Tenerife; la tercera, Fuerteventura; la cuarta, Gomera; la quinta, la isla del Hierro, etc. Apenas
si los de una se entienden con los de la otra, como sucede con el alemán alto y el bajo. Antes de la victoria del
rey español eran como bestias. Ahora, gracias a la religión, se van dulcificando. La sexta ida es Lanzarote.»
Viaje por Espada y Portugal. 1494-1495. Traducción de J. López de Toro. Colección Almenara. Madrid,
1951, págs. 11 y 18.
CCCXII Capítulo IV, pág. 123.
208 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Benavides comparecía ante la corte de la hailía para registrar los cautivos, pagando por
su importación los tributos acostumbrados.

A propósito de estos indígenas palmeses, inicuamente sojuzgados, existe prueba


plena de que la operación de captura se verificó «después de ganada la dicha ysla...,
estando en las yslas de La Palma e Tenerife... Francisco de Espinosa...»CCCXIII. Es decir,
en los momentos que precedieron o coincidieron con el desembarco en el último de los
territorios citados.

Esta serie de particularidades coincidentes hacen muy verosímil la convivencia en


los mercados y obrajes de Valencia de palmeses y guanches entremezclados.

Lo corrobora la extraña información captada por Miinzer en la temprana fecha


de octubre de 1494, verosímil para La Palma, improcedente a todas luces para
Tenerife: «Vi en cierta casa personas de ambos sexos puestas a la venta. Eran de
Tenerife..., una de las islas Canarias..., que se rebeló contra el rey de España y fue
sometida por éste, que puso en venta todos sus hambres...»CCCXIV.

Esta confusión de personas pudo determinar una similar mixtificación de hechos


en el lejano escenario atlántico. Por esta anómala circunstancia, fray Alonso de
Espinosa pudo conseguir captar por tradición el vago eco de una traición en la que
involucró a los guanches de Güímar, cuando las víctimas verdaderas eran los leales
palmeses del bando de Gazmira.

j. Nuevos planes y proyectos. Almoneda de bienes y


liquidación económica de la empresa.

CCCXIII1Z RUMEU RE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 83-85 y 342 (documento
93).
VICENTA CORTÉS, trabajo acabado de citar, págs. 492-493 y 532 (doc. 88).
A estos mismos esclavos palmeses se alude en la real cédula de 2 de febrero de 1494. (Véase el capítulo V,
página 145).
CCCXIVOp. cit., pág. 18.
BUENAVENTURA BONNET: Traición a los guanches después de la batalla de Acentejo, en «Revísta de
Historia», tomo V (afio 1932), págs. 115-120. Este autor, comentando precisamente el testimonio de Jerónimo
Münzer, se inclina por aceptar la traición,
LA RETIRADA 207

Alonso de Lugo no era hombre para desanimarse por un revés, aun siendo tan
duro como el de Acentejo. Debido a esta encomiástica actitud personal, puede
asegurarse que el mismo día de la derrota estaba planeando el recuento de medios y
el despliegue de fuerzas con vistas al desarrollo de las futuras operaciones. La
segunda entrada se empieza a gestar así que pisó tierra de Gran Canaria en el
terrible éxodo de junio de 1494.

Ningún jefe militar se considera personalmente responsable de las derrotas que


la fortuna le depara. Por eso, cuando el capitán mayor hizo examen de conciencia
llegó a la conclusión de que el desastre militar se debía en primer término a la
utilización generalizada de tropas bisoñas, cuya falta de experiencia y
atolondramiento quedó bien revelada en la fatídica batalla. Si en la sumisión de La
Palma la inexperta soldadesca se había mostrado eficaz por la escasa resistencia
indígena-, en la conquista de Tenerife el fracaso estrepitoso estaba en la memoria
de todos.

Era preciso rectificar por completo el procedimiento. Alonso de Lugo consideró


capacitados a sus hombres —los supervivientes y los que nuevamente se alistasen—
para sostenerse sobre el suelo de Tenerife en lo que hoy llamaríamos estratégicas
cabezas de puente. Pero si se quería aplastar la resistencia de los guanches, raza
acreditada por su ardor bélico, temeraria valentía y amor a la libertad, no había
otro recurso que emplear tropas veteranas de acreditada experiencia.

Este fue el plan estudiado y resuelto con vistas a la segunda entrada. En primer
término concibió una operación de desembarco, con tanta premura cuanto fuese
posible, para consolidar en la isla de Tenerife unas firmes posiciones que sirviesen
de punto de partida con vistas al desenvolvimiento de la campaña militar futura. En
segundo lugar, se imponía contratar un cuerpo expedicionario de tropas veteranas,
con probada y reconocida pericia, que inclinasen la balanza en pro de la anhelada
victoria.
Aunque esta segunda fase de la operación era la más remota en el tiempo, fue la
primera que hubo que afrontar, por la complejidad inherente a la misma. La guerra
de Granada, escuela donde se estaba formando la mejor infantería de Europa, hacía
dos años que era conclusa. En ella las milicias señoriales de los grandes magnates
andaluces habían tenido destacada intervención, encuadrados sus hombres en el
ejército real. Uno de los proceres participantes en la contienda, don Juan Alfonso de
Guzmán, duque de Medina Sidonia, era conterráneo y particular amigo del capitán
mayor. En él pensó, en efecto, como la persona más indicada para prestarle tan
necesaria colaboración, máxime cuando vagaban por sus estados porción de ca-
balleros e infantes en licencia absoluta y con añoranzas bélicas.
Ahora bien, el desarrollo de tan ambiciosos planes requería abundante
numerario; y si el dinero ha sido considerado siempre como el nervio de la guerra,
208 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

en el caso concreto de la conquista de Tenerife brillaba por su más absoluta


ausencia. Alonso de Lugo no sólo tenía la propia bolsa exhausta, sino que gravitaba
sobre él la amenaza de una deuda impresionante. Por eso se le imponía, con
verdadero apremio, liquidar los restos de su patrimonio, solicitar la asistencia de los
amigos y, si el recuento de fondos no bastaba, recabar la colaboración económica de
diversos socios capitalistas que aportasen dinero fresco y cuantioso con que montar
las dos operaciones de la prevista segunda entrada.

Veamos ahora, por separado, cómo fue solventando el conquistador cada uno de
estos escollos.

Empezaremos por la ayuda militar, es decir, la preparación de un poderoso


cuerpo expedicionario a reclutar en la Baja Andalucía. El negociador del auxilio va
a ser un hombre de la amistad y la confianza de Alonso de Lugo, Gonzalo Suárez de
Quemada, vecino de Sanlúcar de Barrameda, y andando el tiempo regidor de la
misma, que residía en Las Palmas de Gran Canaria en el mes de junio de 1494. Era
uno de los escasos supervivientes del desastre de Acentejo; y, rematada su
importante misión, volverá a enrolarse en las operaciones de la conquista.
El otro actor en esta laboriosa y delicada negociación era nada menos que don
Juan Alfonso de Guzmán, tercer duque de Medina Sidonia y quinto
LA RETIRADA 207

conde de Niebla, uno de los más poderosos magnates de


Andalucía. Descendía del famoso y legendario don Alonso Pérez
de Guzmán el Bueno, siendo sus inmediatos progenitores don
Enrique de Guzmán y su esposa, doña Leonor de MendozaCCCXV.
El cronista Espinosa se hace eco de un poder que otorgó el capitán mayor a Gonzalo
de Quemada el 13 de junio de 1494, en presencia del escribano público de Las Palmas
Gonzalo García de la Puebla. Aunque sobre los objetivos concretos del mandato el
fraile dominico incurre en confusiones, damos por sentado que la misión específica era
la negociación antedicha.

Lo confirma el testimonio —en este caso valiosísimo— del propio conquistador


a la hora del reparto del botín de guerra, pues confiesa haber entregado a
«Gonzalo Xuárez de Quemada catorze o quinze esclavos por ir a Castilla a

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concertar la venida de la gente del duque de Medina Qido- nia; que fue y vino a su
costa, y por su trabajo y gastos: segund que estaba firmado, de su nombre, del
dicho Alonso de Lugo» CCCXVI.

En cuanto a los detalles del convenio de colaboración militar pactado entre


Alonso de Lugo y el duque de Medina Sidonia, carecemos de pormenores
concretos. Sabemos, eso sí, que demandó del procer andaluz la movilización de un
cuerpo expedicionario veterano compuesto de 50 caballeros y 1.000 peones. Como
esta ayuda llevaba aparejada un cuantioso gasto de dinero, el capitán mayor se
comprometía a resarcir totalmente al duque del numerario gastado en la empresa
y a recompensarle con una importante prima sobre los beneficios de la conquista.
I
El propio Alonso de Lugo nos informa por su pluma que «pagó al... ®
duque la gente que envió en dineros e esclavos e ganados e otras cosas, sm o le dar Sus
Altezas cosa alguna...». Testigos presenciales de los acontecimientos abundan en
pormenores curiosos. El vicario Fernán García confiesa «que vinieron... muchas
personas del duque de Medina Sidonia... a pedir muchos maravedís..., que le avía
proveído para la dicha conquista...» En parecidos términos se expresa Alonso de
Alcaraz: «que el dicho adelantado quedó muy adebdado después de la conquista..., e
que devía... al duque de Medina (cree que oy no le a acavado de pagar)..., que vio que le

CCCXV Había nacido en 1464, produciéndose su óbito en 1507. De su matrimonio con Isa bel de
Velasen (hermana del primer duque de Frías) había de nacer el cuarto duque de Medina Sidonia, don
Enrique de Guzmán.
Luis DE SALAZAR Y CASTRO: Indice de glorias de la Casa de Farnese, Madrid, 1716, página 582.
ANTONIO DE VARGAS-ZÚÑIGA, MARQUÉS DE SIETE IGLESIAS: Títulos y Grandezas del Reino, Madrid, 1956,
págs. 35-36.
CCCXVI Concierto, pág. 653.
208 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

pedían por parte del duque...»CCCXVII CCCXVIII.

La segunda medida que tomó el capitán Lugo fue dirigirse apresuradamente, por
medio de emisarios, a doña Inés Peraza, señora de Lanzarote y Fuerteventura, y a doña
Beatriz de Bobadilla, señora tutriz de La Gomera y El Hierro, en demanda de
colaboración y ayuda militar, con vistas a las inmediatas operaciones de desembarco.
El bachiller Soto fue el mensajero de Lugo para negociar la asistencia de la que había
sido señora de las islas Canarias. En los documentos de la época ha quedado el
recuerdo del gasto que tuvo que hacer el conquistador contratando «los navios que
fueron, después del desbarato, a doña Inés Peraga e a doña Beatriz de Bobadilla, para
concertar la buelta» M.

Como los acreedores le apremiaban constantemente con los débitos y los soldados
supérstites reclamaban las pagas, a Alonso de Lugo no le quedó otro recurso que poner
en almoneda todo cuanto le restaba del patrimonio heredado y adquirido. Las palabras
del capitán adquieren un tinte patético: «vendió y empeñó todos sus atavíos e gastó la
dote de su muger, e se adebdó en grandes sumas de maravedís...»CCCXIX.

Lo que más le dolió en la liquidación patrimonial fue la venta del formidable


ingenio de Agaete. El veterano soldado se lamenta de ello con or- gullosa satisfacción:
«Después de así desbaratado..., se fue a Gran Canaria, a do para se remediar de gente e
mantenimientos para la dicha conquista, aviendo gastado todo lo que tenía, e no
teniendo que gastar, vendió el ingenio del Agaete e tierras e aguas dél a Francisco de
Palomar, con todo lo que en él avía hecho y hedificado, para tornar a esta... isla de
Thenerife e dar a la dicha gente e comprar mantenimientos para la dicha conquista e
con que se ganase la isla.» En esta posesión había volcado todos los esfuerzos de un
laborioso colono, pues «hizo ingenio e hedificó e plantó e despedró muchas tierras e
sacó acequias, hizo caminos, en que gastó mucha cantidad» de dinero, algo «más de
cuatro mili doblas» CCCXX.

CCCXVII10 Residencia, págs. 34 y 116-117.


El testigo Bartolomé Benítez confirma «que es verdad que quedó el dicho adelantado muy adebdado por
razón de las dichas conquistas, e que fasta hoy deve mucha cantidad dello, e que deve dello al duque de
Medina Qidonia...».
Rodrigo Alvarez: «sabe que hasta hoy día debe... al duque de Medina Qidonia mucha cantidad de
dineros, e que este testigo a entendido en la paga... con el dicho duque».
CCCXVIII Concierto, pág. 653.
CCCXIX Residencia, pág. 115. Asimismo, la página 45.
CCCXX Ibid., págs. 110-111 y 114. Asimismo, páginas 44-45.
Infinitas veces se alude a este ingenio azucarero.
En el Memorial de descargos se relata cómo Alonso de Lugo participó «en la conquista de la isla de Grand
Canaria, donde por su real mandado tuvo una de las dos estancias
Anión Cerezo i/ .sn luyo Francisco pnhmnm. Retratos de un pintor anónimo flamenco.
(AGAETE: Museo parroquial). Cerezo fue hermano del mercader genovés, afincado en
Valencia, Francisco Palomar, asentista de la conquista de Tenerife y propietario del ingenio
de Agaete. De este último heredaría la importante propiedad.
LA RETIRADA 209
En cuanto a la personalidad del comprador, sabemos de él que era un rico
mercader genovés, activo traficante lo mismo con los puertos del Mediterráneo que con
los de la Baja Andalucía atlántica y Canarias. Hemos dado por seguro que fue uno de
los asentistas genoveses partícipes en el contrato de sociedad estipulado con Alonso de
Lugo para la conquista de Tenerife. Esta circunstancia determinó el enrolamiento en la
expedición, con objeto de vigilar de cerca el desarrollo económico de la empresa. Como
no hay pruebas de que empuñase armas en la operación, cabe inducir que se estableció
en Las Palmas a la espera de los acontecimientos. Allí le sorprendió la trágica nueva de
la catástrofe de Acentejo y el éxodo de los castellanos desde Tenerife a sus cuarteles de
origen en la isla vecina.

La importante hacienda a la que venimos aludiendo fue la que Alonso de Lugo •


traspasó por venta a «Francisco Palomares, mercadero ginovés, vecino de la cibdad de
Valencia», por escritura pública otorgada en Las Palmas el martes 19 de agosto de
1494, ante el escribano Gonzalo de Burgos, cuyo fehaciente testimonio se conserva hoy

ffi Del documenta, toe auto.ee, Dlgltalízadón realizada po. ULPGC. Blblloleea UnnreraM.la, 2000
en el Archivo de Simancas, inserto en la real cédula de confirmación expedida por
Fernando e Isabel en Tortosa el 28 de febrero de 1496.

Lo primero que destaca en esta operación es la importancia que en 1494, diez años
después de la conquista de Gran Canaria, tenía el heredamiento de Agaete, que revela
el esfuerzo desplegado como colono por el futuro conquistador de Tenerife. Se
componía de «un yngenio de moler cañas d’agúcar con todos sus aparejos de calderas e
tachas e cobreformas, casa de purgar, casas de yngenio e de calderas, con un molino de
moler pan e con todo lo a ella anexo..., e con todas las tierras puestas de cañas e cer-
cadas e todas las por poner e cercar», hasta completar las noventa fanegadas de tierras
de sembradura. Seguramente en ninguna de las islas había una posesión territorial tan
vasta, prometedora y espléndida.

En cuanto al precio convenido por Alonso de Lugo y Francisco Palomar para la


venta, llama la atención por su exigüidad. El mercader genovés supo sacar partido de
las dramáticas circunstancias en que se debatía el derrotado conquistador, después del
desastre de Acentejo, y le forzó a aceptar un contrato verdaderamente leonino. Alonso
de Lugo, verdugo tantas veces, sería así victima en una ocasión cuando menos.

más prencipales e peligrosas de la dicha isla de Gran Canaria, que fue en el Agaete, e hizo una fortaleza, donde cada
día peleavan e fue muchas vezes herido e sufrió muchos trabajos e hambres e muertes de criados e parientes e otras
personas e muchas afrentas e peligros, hasta Uegalle a poner fuego a la torre a pegárselo e desanparar la torre por
temor del fuego e salir a pelear al canpo cada día, donde gastó todo el patrimonio que tenía e avía ávido de sus
padres e hacienda de sus hermanos e parientes, donde quedó muy adebdado...».

Esta cláusula del contrato merece ser destacada: «Vos vendo [el dicho
heredamiento] con todas sus entradas e salidas, usos e costumbres e pertenencias... por
prescio e quantía de seyscientas e cinquenta mili maravedís de la moneda que oy corre
en esta ysla de la Gran Canaria; de las quales dichas seyscientas e cinquenta mili
maravedís de la dicha moneda, me doy e otorgo e tengo por bien contento e pagado e
1
4
210 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

entregado a toda mi voluntad...». Si descontamos de esos 650.000 maravedíes los


400.000 que Alonso de Lugo declaró en 1492 haber gastado en la explotación y
aprovechamiento de sus tierras, fácilmente se comprenderá por qué irrisoria cuantía
obtuvo el mercader genovés esta formidable heredad.

Francisco Palomar no quedaba obligado más que a «pagar de tributo en cada un


año a Francisco de Riberol, mercadero ginovés..., dosyentas arrobas de agúcar blanco e
quatro arrobas de confites». Quizá esta obligación dimanase de los débitos resultantes
en favor del genovés al liquidarse la sociedad que él, Juanotto Berardi y Alonso de
Lugo formaron en 1492 para la conquista de la isla de La Palma, liquidación que trajo
aparejadas diversas reclamaciones ante los propios reyes por la desaprensión y escasos
escrúpulos del conquistadorCCCXXI.

Como este contrato será con el tiempo impugnado por el propio Alonso de Lugo y
sus inmediatos sucesores, conviene realzar aquellas cláusulas que lo dan por
perfectamente válido, con la machacona insistencia de los textos notariales de la época:
«E pongo con vos el dicho Francisco Palomares e con quien por vos oviéredes aver e
heredar las cosas susodichas, de vos las haser ciertas e sanas e de paz, e que por mi ni
otro por mi ni por otra persona alguna vos non serán pedidas ni demandadas ni
contrariadas ni enbargadas ni puesto en ellas ni en parte dellas enbargo ni contrario
alguno en tiempo alguno ni por alguna manera.» Más precisa es aún otra cláusula
posterior: «E sy más vale o valer puede en qualquier tienpo e por qualquier manera el
dicho yngenio... de las dichas seyscientas e cinquenta mili maravedís de la dicha
moneda, yo vos fago gracia e donación pura, entre vibos, no revocable, de la demasya,
por rasón de muchas e buenas obras que de vos tengo recebidas que son tales e tantas que
con lo que más vale non podría de ser pagado.,.».

Suscrito este documento el martes 19 de agosto de 1494, en presencia del


escribano Gonzalo de Burgos, a partir de esta fecha entró Francisco Palomar en la
posesión y disfrute del famoso heredamiento de Agaete, con todas sus pertenencias y
anejosCCCXXII.

CCCXXI Capítulo V, pág. 145.


CCCXXII A. S.: Registro del Sello.
RUMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos, págs. 21, 89-93 y 182-183. .
LA RETIRADA 211

El segundo concierto con los armadores de la


conquista. Los socios Francisco Palomar,
Mateo Vina, Guillermo de Blanco y Nicolás
Angelat.

Con las medidas hasta ahora reseñadas pudo Alonso de Lugo cubrir las deudas
más perentorias y poner los primeros jalones de la futura operación. Sin embargo,

i. □igitelízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


era tan fuerte todavía su pasivo y tan urgentes los apremios de un activo, que le fue
forzoso conectar con los mismos asentistas financiadores de la anterior entrada.

Es de advertir que el primer concierto quedó automáticamente cancelado al


producirse la derrota de Acentejo y el éxodo, pues no se trataba de mía operación
crediticia, sino de un contrato de sociedad para ganancias y pérdidas. Cabe
sospechar, sin embargo, que Alonso, de Lugo reconociese a los armadores los
anteriores débitos, total o parcialmente, como poderoso incentivo para atraerlos a
colaborar económicamente por segun
da vez. s

De esta manera se negoció por ambas partes un contrato de sociedad f que fue
suscrito en Las Palmas en el verano de 1494. De este concierto § económico han tenido
información confusa los cronistas más próximos al acontecimiento.

Alonso de Espinosa involucra el contrato con el poder de Alonso de Lugo a Suárez


de Quemada y la posterior comisión de éste cerca del duque de Medina Sidonia, que ya
conocemos. Sobre el convenio, dice: «y así hizo compañía [Alonso de Lugo] con cuatro
mercaderes genoveses, que dellos estaban en Canaria y dellos en España, para que
como armadores le diesen favor con dineros y mantenimientos; estos cuatro armadores
fueron Francisco Palomar, Guillermo de Blanco, Nicolao Angelate y Matheo Viña.,.»,
En relación con el supuesto poder, añade: «los cuales todos de mancomún, y cada cual
por sí, dieron poder a Gonzalo Xuárez de Ma- queda (sic), vecino del Puerto de Santa
María, que a la sazón estaba en la ciudad de Las Palmas, en Canaria...». El mandato, o
sea, la misión de Quemada, se concreta en estos términos: «para que en su nombre
hiciese compañí a con cualquier persona que quisiesen ayudar a la dicha conquista...
con seiscientos hombres y treinta caballos...». En cuanto a la fecha del documento, es
muy preciso: «este poder se dio en Canaria, en trece de junio del año de mil y
cuatrocientos y noventa y cuatro, ante Gonzalo García de la Puebla, escribano publico»
CCCXXIII
.

CCCXXIII2 Página 105.


212 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Abréu Galindo es más confuso aún en el testimonio. Asegura que Alonso de Lugo,
después del desastre «determinó venir a la isla de Gran Canaria ...; y de aquí envió a
pedir ayuda a algunos armadores, que le habían ayudado en la armada para las
entradas que había hecho, que eran cuatro vecinos de Sevilla, Francisco Palomares,
Guillermo del Blanco, Nicolás Angelo y Mateo Viña, los cuales le socorrieron con
dinero». Con independencia de ello, da por sentado que los cuatro prestamistas
otorgaron «poder... a Gonzalo Suárez de la Puebla (síc) para cobrar de Alonso de Lugo
los maravedises que le prestaron...». Sobre el mandatario, añade que «era vecino del
Puerto de Santa María, estante en la isla de Gran Canaria». Y en cuanto a las
circunstancias del poder, que se había otorgado «en 13 de junio de 1494 años, ante
Gonzalo García, escribano público de Canaria»CCCXXIV.

Ambas versiones están desmentidas por los actores, los hechos y los documentos.

La existencia del segundo concierto no admite dudas. En fuentes de veracidad


notoria se hace referencia a este pacto: «Segund se contiene en un contrato signado que
de ello les fiso el dicho Alonso de Lugo...» CCCXXV. Seguramente se otorgó ante el
escribano de Las Palmas Gonzalo de Burgos.

De los cuatro socios armadores nos son conocidos Francisco Palomar y Mateo
Viña, ambos genoveses. Al primero, avecindado en Valencia, lo acabamos de ver
adquiriendo el formidable ingenio de Agaete de manos de su legítimo propietario,
Alonso de LugoCCCXXVI. El segundo, Mateo Viña, vecino del Puerto de Santa María,
tomó activa parte en las operaciones iniciales de la conquista; en cierta ocasión
alardeará de que «fue conquistador e armador quando se ganó esta ysla, desde el
principio fasta agora..., e que ni aún se ganara, sy él no socorriera al tiempo del
desbarato...» 2S. El tercer armador, Guillermo de Blanco, asimismo ligar, tenía su
vecindad en el Puerto de Santa María CCCXXVII CCCXXVIII. El cuarto socio, Nicolás Angelat,
CCCXXIVPágina 319.
CCCXXV Concierto, pág. 648.
CCCXXVI Páginas 208-210 de este mismo capítulo.
29
A. S.: Consejo Real, leg. 106. Proceso de las yslas de Canaria. Mateo Viña reconoce que «es ginovéB..., casado
e vecino e regidor e fiel esecutor,..». (Reformación, pág. 56).
En efecto, el armador ligur se casó, alrededor de 1505, con Catalina Gallegos, de cuya unión nacieron diversos
hijos. Interesa destacar al primogénito Fabián Viña, regidor de
CCCXXVIITenerife y alcaide del castillo de San Miguel de Garachico, en quien se extingue la línea de
varonía.
Fuera de matrimonio había tenido una hija, que se educaba en el Puerto de Santa María bajo los
cuidados de Leonor Juanes de Anaya. Ello daría pie a una reclamación de débitos en 1508.
FRANCISCO FERNÁNDEZ BÉTHENCOURT: Nobiliario y blasón de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1878,
tomo I, pág. 137.
A. S.: Consejo real, leg. 67, foL 12.
CCCXXVIII Se dedicaba al tráfico y comercio de esclavos, cosa que cuadra mucho con su presencia
en Gran Canaria en 1494. Como en el Puerto de Santa María estaban afincados por esta época diversos
miembros de la familia genovesa de Blanquetto, a nuestro juicio Guillermo de Blanco estaba vinculado por la
sangre a dicha estirpe.
Archivo de Protocolos Notariales de Jerez de la Frontera. Registro de Sebastián Gay- tón. Afio 1508, fol.
588. Carta cuenta de Bernardo de Huete, recaudador dd duque de Medina Sidonia. En ella se lee lo siguiente:
LA RETIRADA 213
era natural de Mallorca y clérigo de profesión; se ignora el lugar de su residencia
CCCXXIX
.

El cronista fray Alonso de Espinosa, que tuvo en su época conocimiento


aproximado de este documento, nos lo resume con estas palabras: concertáronse para
«que quitados costos y costas y quinto [de la corona], se par- tiesse la presa de esclavos,
ganados y lo demás que se uviesse por medio, y la mitad se partiesse entre los soldados y
la otra entre los dichos armadores» 20.
El párrafo transcrito nos recuerda que en la operación económica sólo entraba en
juego el botín de guerra, compuesto principalmente por esclavos y ganado menor.
En este contrato cabría distinguir dos partes diferenciadas y autóctonas. La
participación de los cuatro socios, en proporciones desiguales, al pago de los fletes de
todos los navios hasta entonces utilizados, y la entrega de una vez de una cantidad
alzada para los gastos de la conquista a cambio de ser considerados como socios en el
reparto del botín.
Los socios se comprometieron a pagar como primera providencia «los fletes de los
navios que fueron a la conquista de la dicha ysla de los puertos del Andaluzía... a
Canaria, en la primera arrivada», «que montaron los dichos fletes, syn los intereses, un
quento y ciento y sesenta mil maravedís». Asimismo se comprometieron a abonar los
«fletes de qualesquiera nabíos que fueron a las yslas de Canaria e de unas islas a otras a
traer las gentes para la dicha conquista, para la primera entrada, y así mismo de la ysla
de Tenerife a Grand Canaria guando los christianos fueron desbaratados, e de los navios
que fueron después del desbarato a doña Inés Perada e a doña Beatriz de Bobadilla
para concertar la buelta». Como puede apreciarse, el propósito de Lugo, tras el desastre
y antes de intentar la reconquista de la isla, fue liberarse de las deudas contraídas por el
«Ytem pagué a Guillermo de Blanco, mercader, vecino dd Puerto de Santa María, por un esclavo negro que
le mandó comprar el dicho señor comendador [Pedro de Estopiñán] para el servicio de su casa nueve mili e
setecientos e cinquenta maravedís;»
Sobre los Blanquetto, HIPÓLITO SANCHO: Historia del Puerto de Santa María. Cádiz, 1943, página 221.
CCCXXIX A. C. A.: Registro 3.695, fols. 145 y 145 v.
En estos documentos se dedara paladinamente «a Nicolás Angelate, natural de la ysla de Mallorcas»,
viniendo a ser así d último de los isleños de la otra banda que contribuyó a incorporar las Canarias al mundo
occidental.
Findizada la conquista de Tenerife, Alonso de Lugo adjudicó al dérigo mallorquín una importante data en
d reino de Icod, pero éste nunca más retornó a las islas, y el propio addantado acabó por apoderarse de sus
tierras.
A. S.: Consejo real, leg. 106.
En el Proceso de las yslas de Canaria, el testigo Mateo Vifia dedara «que sabe que el adelantado don
Alonso Fernández de Lugo tiene [tierras] a Ycode... e que sabe que Ycode avía dado en primero a Nicolao
Angelate, que fue uno de los armadores, el qual nunca vino después acá,..».
Reformación, pág. 67.
22
ESPINOSA, pág. 105.
Este autor da por sentado que d concierto entre Alonso de Lugo y los cuatro presta mistas se estipuló en
Las Palmas con anterioridad d 13 de junio de 1494, pues en esa fecha uno y otros dieron poder a Gonzalo
Suárez de Quemada para concertarse con el duque de Medina Sidonia (poder otorgado ante el escribano
Gonzalo García de la Puebla).
A nuestro parecer —conforme se ha visto—, por esa fecha sólo se otorgo el poder ci-
214 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

impresionante coste de los fletes. En el pago de esta deuda llevaron el peso mayor
Nicolás An- gelate y Guillermo de Blanco, siguiéndoles con menos numerario Francisco
Palomar y Mateo Viña, aunque el tercero no hizo efectivo su total compromiso. Todo lo
pagado en fletes por los socios, así como los intereses de estos mismos, devengados por
la demora, serian incluidos en el capítulo de gastos de la operación militar y devuelto
íntegramente a cada uno de ellos del botín de la conquista antes de proceder al reparto
del mismo.
En cuanto a la segunda parte del contrato, la cantidad que cada uno aportó en
metálico para los gastos de la conquista, carecemos de detalles concretos. No debió de
ser la misma para todos, sino que cada cual entregó lo que pudo, según sus
disponibilidades. En relación con esta aportación estaba fijada para el futuro la cuantía
del beneficio a recibir, «segund la parte que cada uno tiene en la dicha conquista»
CCCXXX CCCXXXI
.
Parece seguro que Alonso de Lugo garantizó a sus socios o colaboradores el
reembolso, como mínimo, de cuanto habían de entregar para la operación militar
proyectada, con los intereses devengados hasta el final de la conquista. Acaso les
prometiese Lugo también una prima fija, como beneficio, independiente del botín, para
el caso de que éste no fuese espléndido o cuantiosoCCCXXXII.

CCCXXXtado por Alonso de Lugo, con exclusividad. El concierto tuvo que ser forzosamente posterior a la venta
por el conquistador del ingenio de Agaete (19 de agosto de 1494).
Todo el relato de Espinosa es confuso y equivocado. Supone que el ingenio de Agaete se vendió antes de la
primera entrada en Tenerife; que Alonso de Lugo dejó una pequeña guarnición en la torre de Santa Cruz; que los
armadores residían, unos, en Gran Canaria, y otros, en España...
CCCXXXIquista de Tenerife? («Revista de Historia Canaria», núm. 169, años 1971-1972, págs. 130-134),
propone el emplazamiento del controlo de sociedad «antes de ir a Tenerife», es decir, en el momento de los
preparativos que precedieron a la primera entrada y subsiguiente derrota de Acentejo.
El autor acierta, con sagaz intuición, en vislumbrar el primer contrato de sociedad. Pero a poco que se
indaguen las cláusulas más importantes del segundo contrato, se reafirmará la opinión de su total
independencia con respecto de aquél.
Bastará para demostrarlo traer a colación el pago por los cuatro socios de los fletes de la primera entrada
con los intereses acumulados. Ello presupone que el concierto es posterior a la derrota de Acentejo y al éxodo.
Recuérdese, por otra parte, que los fletes no pudieron ser negociados en el primer contrato de sociedad,
por tratarse de un gasto derivado del incumplimiento por la corona del compromiso de transportar en la
armada real al ejército expedicionario.
CCCXXXII Este extremo parece indiscutible. Cuando después de la conquista se liquida la
compañía, los socios reciben primero los fletes, o mejor, su importe, y luego la promesa del reparto
proporcional del botín. Pero los socios no se muestran satisfechos; temerosos de que éste no sea importante o
cuantioso, piden y obtienen, no sólo fianzas corrientes, sino el bloqueo de cierta cantidad, que deberá ser
librada por la hacienda real en provecho exclusivo del conquistador, como garantía «de lo que ellos han de
aver», porque lo que «pertenesce a la dicha conquista non bastará». Si el reparto no les satisfacía, es
indudable que existían por parte de Lugo unas obligaciones mínimas que no podían ser otras que el reintegro
de capital e intereses y acaso de una prima fija como beneficio.
LA RETIRADA 215

5. Alonso de Lugo, en Madrid. Prórroga de la


conquista.

Ultimados los preparativos en el ámbito del archipiélago, el capitán Alonso de


Lugo dispuso su viaje a la corte con objeto de impetrar de los Reyes Católicos la
prórroga del plazo señalado para consumar la operación militar de conquista. Era a
todas luces imposible, después del desastre de Acentejo y el forzado éxodo a Gran
Canaria del pequeño ejército superviviente, reducir por las armas a los indómitos
guanches en el período de diez meses, que expiraba el 28 de febrero de 1495. De esa
etapa de tiempo, en sí misma breve, había transcurrido la mitad sin el más leve asomo
de éxito.

Alonso de Lugo pisaba suelo peninsular en el mes de octubre de 1494, cuando


menos. Damos por sentado que con carácter previo a su estancia en la corte se
entretuvo en visitar Sevilla y Sanlúcar de Barrameda, apremiado por las
circunstancias del momento.

Como en la capital hética se había aprestado la primera expedición, en aquella


importante plaza mercantil pudo al fin Alonso de Lugo cancelar el importe de los
fletes con el dinero fresco que le habían proporcionado los cuatro socios-armadores
interesados en el negocio de la conquista.

La presencia del capitán mayor en Sanlúcar de Barrameda se impone en pura


lógica. Era preciso rematar la negociación con el poderoso duque de Medina Sidonia,
fijando detalles y plazos para que el cuerpo expedicionario entrase en acción. El
emisario Gonzalo Suárez de Quemada debía tener por la fecha madurado el
proyecto; de esta manera, la presencia física del conquistador sirvió para respaldar el
acuerdo con el peso de su autoridad.

Desde la Baja Andalucía, el veterano soldado dirigió sus pasos hacia la corte.
Femando e Isabel se hallaban por entonces establecidos en el viejo alcázar de
Madrid, villa en la que habían hecho su entrada a mediados de septiembre de 1494, y
en la que van a permanecer por espacio de ocho meses CCCXXXIII. Esta circunstancia
arrastró al conquistador a establecerse en la actual capital de España para poder
ventilar cómodamente sus asuntos y negocios.

Las primeras gestiones en favor de la prórroga encontraron la más favorable


acogida por parte de los soberanos de Castilla. La cédula de 8 de noviembre se hace

CCCXXXIII ANTONIO RUMEU DE ABMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, páginas 212-
216,
216 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

eco de las preocupaciones del capitán mayor: «Por quan- to en el asiento, que por
nuestro mandado se tomó con Alonso de Lugo sobre la conquista de la ysla de
Tenerife..., se asentó que dentro de diez meses, contados desde el día que
desembarcase..., la diese ganada; lo qual, por algunos justos ynpedimentos, dis que
no lo a podido haser...». El interés de los monarcas por sacar adelante la operación
sirve para justificar la moratoria: «Nuestra merged e voluntad es que la dicha
conquista se continúe; por la presente, prorrogamos el dicho término... por otros dies
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GC.
BMot
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Unive
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2006

Maqueta del viejo Alcázar de Madrid, fortaleza medieval, ampliada y reformada por los Reyes Católicos y sus inme-
diatos sucesores. (MADRID: Museo Arqueológico). Después del desastre de Acentejo, Alonso de Lugo se trasladó a orillas
del Manzanares con objeto de gestionar la prórroga del plazo señalado por la Corona para la conquista de Tenerife. El des-
tartalado caserón fue escenario de la entrevista del capitán andaluz con los monarcas castellanos.
© Dal documento, los autores. Dlghalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2C
El puerto de San Sebastián, en la isla de La Gomera, por Pedro Agustín del Castillo. 1676. (LAS PALMAS: Archivo
Vega Grande). Doña Beatriz de Bobadilla, señora tutriz del territorio, prestó una activa colaboración a Alonso de
Lugo en las operaciones de la conquista.
LA RETIRADA 217

ses conplidos, contados desde el día que se fenecieron los otros dies meses primeros...» M.

De acuerdo con la ampliación concedida, Alonso de Lugo podía ahora planear la


campaña, con vistas a darla por finalizada el 31 de diciembre de 1495.

Otras dos cédulas reales gestionó el conquistador durante su breve estancia en la


corte. Por el texto de ambas cabe deducir que el apoyo material solicitado de doña Inés
Peraza, señora de Lanzarote y Fuerteventura, y de doña Beatriz de Bobadilla, señora de
La Gomera y El Hierro, no había tenido la calurosa acogida que el capitán andaluz
anhelaba. Esto es lo que le movió a solicitar de los monarcas sendas cartas de
recomendación, con objeto de que la asistencia en las operaciones del segundo
desembarco se hiciese con auténtico espíritu de colaboración. Las cédulas, despachadas
el 8 de noviembre, son exactamente iguales, mereciendo que registremos el párrafo
sustancial de la orden regia: <Ya sabeys lo que vos ovimos escrito rogándovos y
encargándovos que diésedes a Alonso de Lugo toda la gente, favor e ayuda que
pudiésedes para la conquista de la ysla de Tenerife, de quél tiene cargo; y porque agora
diz que la ha más menester, y todavía tiene el dicho cargo, que nos se lo prorrogamos,
nos vos mandamos y encargamos le fagays dar toda la gente de cavallo e pie y favor e
ayuda que podays, como por cosa de nuestro servigio...» S4.

La circunstancia de que Alonso de Lugo no obtuviese una recomendación similar


para el poderoso duque de Medina Sidonia es lo que nos ha llevado a sospechar que el
remate de la negociación con este último precedió en unas semanas al arribo del
conquistador a la corte. CCCXXXIV

CAPITULO IX

LA OPERACION DE LAS TORRES

LOS CASTILLOS DE AÑAZO Y GRACIA

CCCXXXIV A. S.: Libros de cédulas, núm. 1, fol. 195.


Documentos, núm. 14.
34
Ibid., fols. 195 y 195 v.
Documentos, núms. 15 y 16.
i. Cronología imprecisa de la operación.

Como antes se ha insinuado, la segunda campaña para la conquista de Tenerife se


va a resolver en dos operaciones militares autónomas, separadas por un cierto lapso de
tiempo \

En los planes de Alonso de Lugo, concebidos ahora con singular prudencia y tino,
tenía rango d.e prioridad el desembarco puro y simple para consolidar posiciones de
extraordinario valor estratégico. Una vez alcanzado este objetivo en plenitud, se
desarrollaría la metódica ofensiva contra los guanches, utilizando para ello el cuerpo
expedicionario veterano del duque de Medina Sidonia.

Nuestro propósito es estudiar ahora la fase previa de la segunda campaña o, en


términos más precisos, el desembarco y la consolidación de una importante cabeza de
puente sobre el suelo de Tenerife.

Los cronistas tuvieron en su día una vaga y confusa información del suceso; por eso
resulta inútil ahondar en los mismos en busca de una cronología o unos detalles. La
fecha límite más próxima: diciembre de 1494, se deduce de la presencia personal de
Alonso de Lugo en Madrid el 8 de noviembre, lo que obliga a concederle un cierto
margen de tiempo para el retorno. La fecha más remota: febrero de 1495, se presume
por el texto de la Real cédula de 4 de marzo de ese mismo año, que da por consumado el
desembarco al registrar cómo' «los cavalleros y peones, que están en dicha conquista,
enbían... esclavos e catyvos de la dicha ysla...»CCCXXXV CCCXXXVI.

El mes de diciembre de 1494 parece demasiado apresurado como fecha para fijar el
segundo desembarco. Piénsese que la movilización de una parte de las fuerzas insulares
tuvo que requerir determinados plazos que

CCCXXXV Capítulo VIII, pág. 205.


CCCXXXVI A. S.: Registro del Sello, fol. 37.
222 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

hacen improbable esa datación. El mes de febrero de 1495 adolece del mismo defecto,
aunque a la inversa. La cédula de 4 de marzo —sobre cuyo contenido se insistirá más
adelante 8— resuelve una reclamación de Alonso de Lugo y los socios armadores,
relativa al pago de tributos en los puertos metropolitanos por razón de los esclavos
importados. Este conjunto de circunstancias exigen el plazo de un mes y medio largo \

Con el apoyo de los argumentos invocados nos permitimos fijar como fecha
probable del segundo desembarco los días iniciales del mes de enero de 1495.

Esta datación se corrobora por la circunstancia de tener aviso indirecto el Consejo


real, por febrero de 1495, de que Alonso de Lugo y su pequeña hueste «están en la dicha
Tenerife...»4*.

i. □igitalización realizada pot ULPGC. Biblioteca Unrvetsiiaria, 200G


Antes se ha aludido a la vaga y confusa información que alcanzaron los cronistas
de este acontecimiento revestido de singular originalidad. En efecto, cuando Alonso
de Espinosa da por sentado que en Añazo pervivió, después del desastre, una torre
con su correspondiente guarnición, ha conseguido captar el último eco de la
operación que andamos rastreando. Véase cómo se expresa el fraile dominico-. «Mas
como al gobernador Alonso de Lugo le iba ya en su honra en no dejar de las manos
un negocio en que tanta sangre y reputación le había costado..., dejando el presidio
que pudo en Santa Cruz, en una torre que había allí edificado, se partió para
Canaria». Sobre la suerte de este puñado de hombres añade estos inconcre
tos pormenores: «Los que quedaron en la torre estaban tan atemorizados »
y medrosos, que no osaban salir de ella a buscar de comer cuando les |
faltaba, si no era de noche» 5. §
ai □

El cronista Abren Galindo, ante la realidad insoslayable de la evacúa- 0 ción total de


Tenerife después de la derrota de Acentejo, opta por respal-

APÉNDICE I. Documentos, núm. 20.


Capítulo VIH, pág. 216.
3
Páginas 231-232.
4
En sus repetidas travesías desde las costas de la Baja Andalucía a las Canarias, el almirante Cristóbal
Colón tardó un promedio de siete días.
Si valuamos en una decena de días los viajes de ida, vuelta y retorno, suman en total un mes. Añadiéndole
otros quince/veinte más para alcanzar la corte y gestionar el urgente despacho de la cédula citada, el plazo de
tiempo transcurrido oscila entre cuarenta y cinco y cincuenta dias.
4
* A, S.‘. Registro del Sello, fol. 133.
Documentos, núm. 19.
Aunque esta provisión del Consejo real tiene en blanco el día y el mes, figura inserta en el legajo
correspondiente a febrero de 1495.
8
Págs. 104-105.
LA OPERACIÓN DE LAS TORRES 223
dar con su pluma una frustrada acción bélica intermedia. Describamos ahora su versión
de los hechos: «Dende algunos días que se hubo rehecho Alonso de Lugo, tornó segunda
vez a hacer entrada en Tenerife, y desembarcó en el propio lugar; y le sucedió tan mal
como la primera vez, y hubo de embarcarse con alguna pérdida de su gente» CCCXXXVII.

En cuanto a los preparativos del segundo desembarco, los pormenores son harto
vagos e inconcretos. Sabemos, por ejemplo, que doña Inés Peraza ayudó al capitán
mayor con hombres, armas y bagajes hasta el punto de que los débitos contraídos con
ella ascendieron a la elevada cifra de 600.000 maravedíes CCCXXXVIII. El propio Lugo se
envanece de la garantía ofrecida con el propósito de sacar adelante la colaboración:
«quando ya no tovo quien le prestase ni que vender, enpeñó sus hijos don Pedro y don
Femando a doña Inés Peraza, para que le diese sobre ellos bastimentos para la dicha
conquista» CCCXXXIX CCCXL. Cuando al correr del tiempo Alonso de Lugo recompense a
sus hijos con repartimientos de tierras, se envanecerá de esta colaboración pasiva que

autoies Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


prestaron a la empresa, por encima de su propia participación personal ®. De la
asistencia que le prestó doña Beatriz de Bobadilla, siempre mejor dispuesta para la
ayuda, no ha quedado constancia en esta ocasión. Por un testigo presencial de los
sucesos, Diego Fernández Amarillo, alcanzamos testimonio de otro crédito, pues
confiesa «que le avía prestado Lope Femandes ... al pie de ochocientas doblas» CCCXLI;
se trata de uno de los conquistadores de personalidad más sobresaliente, así en la
primera como en la segunda entrada.

En relación con el peculio propio, ya le hemos visto vender los bienes


patrimoniales más preciados; pero a ellos hay que añadir la dote de la primera
esposa, junto con joyas y atavíos

Nos acercamos al momento decisivo, faltos casi por completo de una sustancial

CCCXXXVII8 Pág. 318.


CCCXXXVIII A. S.: Registro del Sello, fol. 30.
CCCXXXIXProvisión del Consejo real de 29 de mayo de 1496. Véase, más adelante, el capítulo XV, pág.
338.
CCCXLNo se puede descartar que parte del débito dimanase de la colaboración económica prestada
cuando el primer desembarco en la isla de Tenerife.
8
Residencia, pág. 115.
8
Datas, págs. 82,187 y 189.
Véanse las expresiones del capitán-conquistador con respecto a su hijo:
«Doy en repartimiento y vecindad a vos don Pedro de Lugo, mi hijo---, vecino e conquistador..., por los
muchos y buenos y leales servicios que a Sus Altezas fesistes en las dichas conquistas-por cuanto fuestes
empeñado para la conquista desta isla--.» (Data en Tazacorte. 18 de diciembre de 1505.)
«Don Pedro Fernandez de Lugo, mi hijo..-, os doy en repartimiento por cuanto fuistes empeñado para
ayudar a conquistar las dichas islas-..» (Data en Barlovento. 4 de diciembre de 1507.)
«Don Pedro de Lugo, mi hijo, avéis fecho muchos y muy señalados servicios a la reina..., en especial ser
como fuestes empeñado por quantía de dineros, con el qual dicho empeño estas dichas islas se acabaron de
ganar. ■ (Data en el barranco de Sauces. 7 de octubre de 1514.)
CCCXLI Residencia, pág, 115.
Información testifical. Declaración de Diego Fernández Amarillo. Dice así:
«...e que le avía prestado Lope Femandes, regidor que es agora de esta isla, al pie de ochocientas doblas, lo
qual oyó decir generalmente en aquel tiempo a muchas personas, y vido este testigo las doblas que dezían que
el dicho Lope Femandes le avía de
224 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

información. Hemos de caminar medio a ciegas con la ayuda de un documento de


excepcional interés, parco en pormenores, aunque éstos sean, por contraste,
valiosísimos. Se trata de una reclamación de estipendios por parte «de los escuderos y
peones que fueron con Alfonso de Lugo a la conquista de la ysla de Tenerife», al verse
licenciados, en el otoño de 1495, a raíz del arribo de las fuerzas expedicionarias del
duque de Medina Sidonia.

La primera confesión que hacen tienen un tinte hondamente patético: «Quellog


fueron... la primera vez, e después otras muchas en la dicha conquista se
hallaron; ...donde diz que fueron muertos muchos dellos e robados e feridos; e se
fueron a la ysla de la Grand Canaria, para allí se reparar, fasta LX de caballo e
tresyentos peones...»

A renglón seguido puntualizan diversos detalles, tan sugestivos como apasionantes,


en tomo a la segunda entrada: «E que el dicho Alonso de Lugo les rogó ...que se fuesen
con él a la dicha ysla de Tenerife a faser dos fortalezas; e que ellos, por los juramentos
e promesas quel dicho Alonso de Lugo les fyso que serían pagados e satisfechos, se
bolvieron e fueron con él; e que estovieron travajando en las dichas fortalezas e en la
villa que se fase: peleando e fasyendo la guerra a los canarios, donde diz que fueron
muertos los más dellos,..»CCCXLII CCCXLIII CCCXLIV.

Las breves líneas transcritas nos sirven para establecer diversas conclusiones :
9
1. Que Alonso de Lugo tuvo el mando efectivo de las tropas que in-
tervinieron en el segundo desembarco.
9
2. Que en las huestes se alistaron parte de los soldados (escuderos y
peones) supervivientes de la primera entrada.
9
3. Que el objetivo fundamental de la operación estribaba en edificar dos
fortalezas, como base de partida para el desarrollo de la futura campaña
militar.
9
4. Que al mismo tiempo los soldados se entretuvieron en echar los
cimientos de la «villa» de Santa Cruz de Añazo, y

CCCXLIIprestar en poder del dicho Lope Fernandes, e que con estos socorros e remedios volvieron a esta
dicha isla de Tenerife a la tornar a conquistar...».
CCCXLIII* Ibid., págs. 45 y 115.
Memorial de descargos, capítulo LXXXVII, e Información testifical, pregunta CLX. Los testigos
(Amarillo, Benítez y San Martín) están conformes con todos estos extremos. El testigo Diego de San Martín
nos revela que los vestidos de Lugo se conservaban depositados, después de finalizada la conquista,
olvidados por su dueño, en el convento de San Francisco de Santa María de Betancuria. Véanse sus
palabras:
«... e que guando fue a Fuerteventura, que el dicho adelantado halló sus vestidos en la dicha isla en San
Francisco, enpeñados a doña Inés de Herrera, los guales tomó e los repartió por la gente».
CCCXLIV A. S.: Registro del Sello, fol. 23.
Carta de comisión al gobernador de Gran Canaria don Alonso Fajardo. Tortosa, 20 de enero de 1496.
Documentos, núm. 21.
LA OPERACIÓN DE LAS TORRES 225
9
5. Que durante la construcción de las torres y con posterioridad al
término de las mismas se libraron en su contorno, y acaso en zonas aledañas,
encarnizados combates, de cuyas resultas sucumbieron muchos de los
soldados de la guarnición.

Cada imo de estos extremos requiere un minucioso análisis crítico para ponderar
las circunstancias que en el miaño concurren. Ese será nuestro objetivo inmediato.

2. La torre y el campamento de Añazo. El castillo


de Gracia.

La presencia de Alonso de Lugo como capitán del cuerpo expedicionario llamado a


consumar el segundo desembarco es importante destacarla por el carácter de
operación previa que tiene dentro del plan general acordado. Esta circunstancia podría
hacer sospechar una delegación de funciones por parte del conquistador en alguno de
los capitanes subordinados que actuaban a sus inmediatas órdenes, con la consiguiente
fluctuación cronológica impuesta al desarrollo de los hechos.
La intervención personal del tesonero milite andaluz en la construcción de las
torres no admite dudas ni vacilaciones, pues así lo confiesan los
is
226 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

propios soldados que se enrolaron en la misma. Por segunda vez traemos a


colación su valioso testimonio; «Que el dicho Alonso de Lugo les rogó ... que se
fuesen con él a la dicha ysla de Tenerife a faser dos fortalezas...»

En cuanto al desembarco en sí mismo disponemos de escasos pormenores.


Habrá que suplir con deducciones y moderada fantasía lo que el tiempo ha
sumido en densa niebla.

El escenario de la acción no induce a dudas. Fue Añazo, hoy Santa Cruz, el


lugar elegido por el conquistador para que los navios echasen anclas en su rada y
los soldados pusiesen pie en tierra. Al testimonio unánime de los cronistas hay que
sumar el más valioso aún de diversos testigos presenciales del
acontecimientoCCCXLV.
Este hecho prohado arrastra otro por deducción. La amistad ininterrumpida
con los reyes de los bandos de las paces, Anaga, Güímar, Abona y Adeje, que
vendrían otra vez a ofrecer su apoyo y asistencia. No hay denuncias en contra de

Del documenta, los «tales. Digitalízadón realizada por ULPGC. alblloleca Unhrtasltano, 2000
esta colaboración, y sí pruebas sobradas de que se mantuvo incólume. Tan sólo en
fecha tardía (octubre de 1496) el capitán- conquistador alegará tibieza o
deslealtad por parte de los menceyes o sus súbditos para justificar las torpes
tropelías contra los guanches amigos CCCXLVI. Leonardo Torriani acierta al afirmar
que «mientras Alonso de Lugo reunía gente y se preparaba para volver a esta isla,
enviaba cada día mensajeros a los reyes confederados, avisándoles que el daño
que había recibido no era de consideración, y que se había retirado a Canaria
solamente para recoger mantenimientos y mayor número de soldados, para dar
fin más rápidamente a la conquista; y rogándoles que conservasen la fe jurada,
que él mismo volvería pronto a reunirse con ellos»CCCXLVII.
Mención especial hay que hacer del mencey de Anaga, en cuya demarcación
se integraba el territorio de Añazo. Sin duda Alonso de Lugo operó con su
beneplácito, contando con la promesa de tan inestimable colaboración.

s
Si en el primer desembarco apenas pudimos concretar unos cuantos nombres
entre los jinetes y peones alistados, en la operación de las torres el inconveniente
es aún mayor por la escasa base documental de que disponemos. El cuerpo
expedicionario se nutrió de supervivientes de la primera entrada y voluntarios
enrolados dentro del área geográfica del archipiélago. Se hace imposible discernir
quiénes se alistaron en la misma y quiénes reservaron su actuación para la
importante campaña final. Hay que sospechar que, aparte de la soldadesca,
debieron intervenir los más

CCCXLV Residencia, págs. 113-114.


CCCXLVI18 Ibid., pág. 42.
Véase, más adelante, el cap. XVI, pág. 364.
CCCXLVII Pág. 185.
LA OPERACIÓN DE LAS TORRES 227

adictos colaboradores del capitán mayor. Sin base alguna para


citar nombres, los reservamos con vistas a la inmediata
movilización.
El desembarco del cuerpo expedicionario, con Alonso de Lugo al frente, se
efectuó, como en la primera ocasión, por Puerto Caballos. Una vez situados en tierra
tropas, material de guerra, impedimenta militar y vituallas, el pequeño ejército debió
acampar en la margen derecha del barranco de Santos para proceder
inmediatamente a las labores de acondicionamiento y defensa.
En la anterior entrada se dio por sentado que las jornadas iniciales habían
transcurrido bajo el signo apremiante de la fortificación. En tan escaso tiempo fue
muy poco lo que se pudo ejecutar. Por esta circunstancia hicimos particular hincapié
en la endeblez del campamento y la torre aneja, construidos probablemente con
elementos prefabricados y materiales toscos.

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


La operación que andamos rastreando se concibió, en cambio, con extraordinario
cuidado y meticulosidad. El primer objetivo consistió en cimentar y edificar una
importante torre para seguridad de las tropas acuarteladas en el campamento y
garantía de la defensa del mismo en los avalares de la contienda. Hay que sospechar
que la fortaleza de Añazo se construiría en idéntico emplazamiento que la primitiva, a
base de cantería y mampuesto. No habiendo quedado vestigios de ella, ni tan siquiera
sus cimientos, se nos escapa para siempre la fisonomía de la misma. A esta segunda
torre alude un testigo presencial de su construcción, Juan Benítez, quien evoca el
«desbarato» de Acentejo, asegurando «que después tornaron a rehacer e venir a
Tenerife, e desenvarcaron en el Puerto de los Cavallos, e vinieron a Santa Cruz, y que
allí ficieron aquella torre, a costa e misión del dicho adelantado [Alonso de Lugo]».
Otro conquistador, Alonso de Alcaraz, acertó a contemplarla rematada,
puntualizando el detalle de que en 1509, catorce años después de su edificación, se
conservaba «medio caída» CCCXLVIII.
El segundo objetivo de la operación se tradujo en transformar el improvisado
campamento de Añazo, sin otro resguardo que unas rudimentarias empalizadas, en la
«villa» de Santa Cruz de Tenerife. Puede asegurarse que la futura capital del
archipiélago tuvo su origen en esta decisión del capitán-mayor que hizo surgir como
por ensalmo un conjunto de humildes casas, construidas con adobes, tapial y
techumbres pajizas.
Más importante y grave fue la tercera decisión. Consistió ésta en edificar una
segunda fortaleza en el interior de la isla, como avanzada de penetración con vistas a
futuras empresas bélicas. Carecemos de toda información sobre el emplazamiento del
balearte y las incidencias que su edificación planteó. Por tal causa se impone
establecer unas conjeturas en un intento por romper esta barrera de silencio, que, en
otro caso, exigiría caminar a ciegas.
La fortaleza de Añazo estaba ubicada dentro del reino aliado de Anaga. Esta
CCCXLVIII Residencia, págs. 113-114.
228 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

amistad y colaboración por parte del mencey y sus vasallos fueron para la misma
una garantía de paz y seguridad. Sabemos, por otra parte, que el segundo
desembarco trajo aparejados sangrientos encuentros y escaramuzas en los que
perdieron la vida bu en número de conquistadores. Este cruento pormenor fuerza a
emplazar la segunda torre en uno de los bandos de guerra colindantes, que en
nuestro caso concreto no puede ser otro que el de Tegueste.
Se puede llegar aún a mayores concreciones. El baluarte tenía que estar ubicado
entre Santa Cruz y La Laguna, en un punto de particular interés estratégico 1B. No
hay otro lugar que reúna mejores condiciones para ello que Gracia, en los aledaños
de Agüere. A su posición eminente como auténtico bastión natural se viene a sumar
el cruce de diversos barrancos que actúan como fosos 1S*. Puede darse como seguro
que allí se asentó la segunda torre, con que quedó rematada la primera fase del plan
de conquista. La fortaleza de Gracia se convirtió así en una cufia de penetración
clavada en las mismas espaldas de los reinos insumisos; punto de arranque para la
ofensiva final.
A propósito de la ubicación en Gracia de la segunda fortaleza, no estaría de más
señalar la insistencia con que el cronista-poeta Antonio de Viana habla del real o
campamento emplazado en dicho estratégico punto como base de operaciones
cuando la segunda campaña. Su testimonio pudiera interpretarse como un confuso y
vago vestigio de la existencia de la torre 17.

Dejemos constancia de que Gracia era parte integrante del reino de Tegueste,
según el autorizado testimonio del cronista Espinosals.

t**

Se encontraba Alonso de Lugo enfrascado en la operación de las torres, cuando


de manera simultánea se producía en la corte una reclamación en regla ante el
Consejo real, como consecuencia de las derivaciones econóxni-

18
Dado que la próxima gran batalla se va a desarrollar en los aledaños de la ciudad actual de San Cristóbal
de La Laguna, resulta indiscutible su emplazamiento en la ruta desde Añazo a Agüere.
1#
' Hoy los más escarpados se denominan del Drago y Gomero,
M Págs. 287, 289, 300, 301, etc.
i» Pág. 95.
©Del documentó, los amores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,
La, ermita de Santa María de Gracia, en las proximidades de San Cristóbal de La Laguna, tal, como se conservaba, en. el
tercio medio del siglo XIX. Dibujo de J. J. Williams y litografía de J. L. Tirpenne. Junto a la ermita es fácil distinguir
un torreón octogonal, que pudiera ser resto de la fortaleza de la conquista.
LA OPERACIÓN DE LAS TORRES 229
cas del primer desembarco. Los demandantes eran Diego y Cristóbal Garrido, vecinos de
Palos, propietarios de la nao Garrida, encallada en la costa de Tenerife en la incursión
depredadora de abril de 1494. Los nautas pa- leños demandaban del capitán mayor la
oportuna indemnización por el importe del casco perdido. Por una provisión del alto
organismo, expedida en Madrid en febrero (?) de 1495, se encomendaba al gobernador de
Gran Canaria Alonso Fajardo «que luego veades lo susodicho, e... fagades e admi-
nistredes conplimiento de justicia por vuestra sentencia... difinitiva...».
Pero, a decir verdad, se nos escapa la resolución tomada por Fajardo, así como la
cuantía del resarcimientoCCCXLIX*.

Amistad y alianza con los bandos de tas paces.


Combates y refriegas.

Es preciso insistir en la amistad y colaboración de los bandos de las paces para


determinar de qué parte van a proceder los ataques contra las torres en fase de
construcción o contra las guarniciones una vez rematadas las obras.

No hay el más leve indicio de defección por parte de los menceyes aliados. Ningún
documento oficial se hace eco de ello. El amparo y la protección real dispensados a los
guanches amigos es garantía plena de lealtad por parte de los mismos CCCL.

Conviene en esta ocasión ratificar los testimonios expuestos al referirnos a la primera


entradaCCCLI. Recuérdese la afirmación rotunda del conquistador Francisco de Albornoz,
quien aseguraba en 1506 que «los guanches del reino de Anaga... eran de paces, y en la
conquista ayudaron a conquistar a los otros en favor de Sus Altezas» CCCLII. Similar
actuación se colige

CCCXLIX‘ A. S.: Registro del Sello, fol. 133.


CCCLDocumentos, núm. 19.
IS
Consúltese más adelante el cap. XVIII, págs. 403-409.
CCCLI Capítulo VII, págs. 182-183.
CCCLII Reformaá&n, pág. 94.
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 86-87.
232 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

de la expresa declaración que hicieron en. 1498, a raíz misma de finalizada la contienda,
«ciertos canarios de los vandos de Dexa e Bona e Giiymar: que al tiempo que Alonso de
Lugo ...fue a conquistar la dicha ysla [de Tenerife] ...diz que se juntaron con él... para
conquistar la dicha ysla; e que fazían lo quel dicho Alonso de Lugo les mandava, e que
acogían en los dichos vandos a nuestras gentes e les amparaban e defendían, e que les
daban sus mantenimientos»CCCLIII. Cada una de las palabras en estos dos párrafos
registrados definen la índole de la colaboración: presencia y homenaje, ayuda militar,
protección, derecho de tránsito por sus territorios y entrega de vituallas. En realidad nada
más podían ofrecer ni nada más podían dar; pues el capitán-conquistador rehusó
seguramente a encuadrarlos en sus huestes porque a la inoperancia venía a unirse el riesgo
de un exceso de confianza.

Esta colaboración indiscutida e indiscutible no se contradice con un generoso

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


espíritu de solidaridad con los guanches de los bandos de guerra a la hora de la derrota
y de las brutales represalias, como en su momento se verá CCCLIV®. Las mendaces
diatribas de Alonso de Lugo no son más que cortina de humo para ocultar sus torpes e
inmundos negocios al cautivar a múltiples indígenas de los reinos aliados. Las razones
justificativas del capitán mayor no convencen ni por asomo. Véanse ahora sus palabras
sobre el comportamiento de los aborígenes de los bandos «que se dezían de pazes»,
pues estando «obligados a hazer todo lo quel dicho señor adelantado les mandase e que
no diesen favor ni se mesclasen en alguna manera con los que hazían guerra pública a
los dichos cristianos, e que hiziesen e cumpliesen todo lo quel... les mandase..., no
solamente quebrantaron lo quel... les mandó, más aún excedieron gravemente en
favorescer como favores- ¡
cieron a los otros guanches, dándoles consejo como harían guerra al dicho §
señor adelantado y a su gente que tenía en la dicha conquista...»CCCLV.
La torre de Añazo, aunque emplazada en el distrito de Anaga, pudo verse hostilizada
durante su construcción o con posterioridad a la misma por los indígenas de los bandos de
guerra, en particular los más próximos, que eran los de Tegueste, Tacoronte y Taoro. Más
comprometida aún debió ser la situación de la segunda fortaleza, la que hemos supuesto
radicada en Gracia, pues su disposición en avanzada, dentro de la jurisdicción del reino de
Tegueste, era una franca amenaza para cuantos luchaban en favor de la independencia de
la isla. Puede darse como seguro que durante la construcción del baluarte se libraron
encarnizados encuentros entre castellanos y guanches, sin descartar que, una vez
rematadas las obras, se viese asediada por nutridos grupos de indígenas. La comunicación
entre Santa Cruz y Gracia, así como el abastecimiento de esta última fortaleza, tuvo que
provocar serios combates en el camino intermedio. A este conjunto de acciones bélicas
precisa añadir las razzias o incursiones de los soldados castellanos por las tierras aledañas,
a la captura de ganado y vituallas o para desmoralizar su espíritu de resistencia con la
destrucción, el incendio y la tala.
CCCLIII Ibid., págs. 94-96 y 320-321.
CCCLIVDocumentos, núm. 37.
2
® Capítulos XII, pág. 281; XV, págs. 350-352; XVI, págs. 364-365, y XVIII, págs. 403-409.
CCCLV Residencia, pág, 42.
LA OPERACIÓN DE LAS TORRES 229
La dureza de los encuentros entre españoles y guanches está atestiguada por los
propios actores. En 1495 un grupo de soldados conquistadores hicieron esta dramática
confesión ante la corte: «Que el dicho Alonso de Lugo les rogó ... que fuesen con él a la
dicha ysla de Tenerife a faser dos fortalezas,... e fueron con él e que estovieron
travajando en las dichas fortalezas e en la villa que se fase, peleando e fasyendo guerra
a los canarios, donde diz que fueron muertos los más dellos...» CCCLVI.

Estos combates y refriegas tuvieron como natural secuela un número importante de


cautivos guanches, que, una vez reducidos a la condición de esclavos, fueron
transportados a la metrópoli para su venta. De ello da fe la provisión de 4 de marzo de
1495, dictada por los Reyes Católicos para resolver problemas conexos con el
importante tráfico.

Lo primero que se hace patente a la vista de esta disposición es que «Alonso de


Lugo,... capitán de la conquista de la ysla de Tenerife, y Nicolás Angelat y Guillelmo
Bianco y Francisco Palomar y Mateo Viña, armadores, ... e los cavalleros y peones que
están en dicha conquista enbían a estas ... cibdades y villas algunos esclavos e cabtyvos
de la dicha ysla...»

La entrada de los esclavos en la metrópoli planteó arduos problemas al pretenderlos


gravar los recaudadores con las drásticas alcabalas. A este propósito conviene señalar
que estaban exentos por ley del impuesto las cabalgadas en tierra de moros, así en lo
referente a cautivos como a ganados y botín. Los promotores de la conquista de
Tenerife pretendían beneficiarse en un trato similar, cosa a la que se oponían los
arrendadores de la renta, alegando «que estos cabtyvos no son de tierra de moros ni
son moros». La provisión del Consejo real que estamos comentando dio una
interpretación laxa a la exención. El párrafo más importante merece ser recordado:
«Vos mandamos ... -—dicen los monarcas dirigiéndose a los alcabaleros—■ que veades
la dicha ley ... e la guardedes y cunplades ... asy en lo que toca a los dichos esclavos y
cabtyvos que los susodichos enviaren

CCCLVI A. S.: Registro del Sello, fol. 23.


Documentos, núm. 21.
232 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

a vender, o para sus casas, de los de la ysla de Tenerife, como si


fuesen cavalgadas que se hisiesen en tierra de moros...» z8.
De esta manera el lucrativo negocio pudo desenvolverse a sus anchas, sin obstáculos
ni cortapisas.

Del arribo de los guanches cautivos a Andalucía, principal mercado esclavista, no ha


quedado constancia por extravío de la documentación. En cambio, en la importante
plaza de Valencia se deja sentir el débil eco de las transacciones. Sabemos, por ejemplo,
que entre febrero y octubre de 1495 se vendieron diversas partidas de esclavos
tinerfeños, aunque predominando en las ofertas las mujeres y los niños 2T.

i. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Un'rvefsilaria, 200G

2#
A. S.: Registro del Sello.
Documentos, núm. 20.
37
VICENTA CORTÉS: La conquista de las Islas Canarias a través de las ventas de esclavos en Valencia, en
«Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (año 1955), págs. 533-534.
El 17 de febrero de 1495 Andrés Font presenta dos cautivas de Tenerife (doc. 93). El 28 da marzo Nicolás
Marqués negocia cuatro esclavas procedentes de la misma isla (doc. 94). El 8 de octubre Juan Abelló presenta un
guanche: Ubay Chimayo (doc. 97).
LA OPERACIÓN DE LAS TORRES 229

CAPITULO X

EL CUERPO EXPEDICIONARIO METROPOLITANO

LA BATALLA DE «LA LAGUNA»

MUERTE DEL MENCEY BENITOMO DE TAORO


i. El cuerpo expedicionario veterano del capitán
Bartolomé de Estopiñán. Las huestes regionales.

Biblioteca Unrvefsilaria, 2000


Una vez consolidadas las fortalezas de Añazo y Gracia hubo que esperar al
arribo del cuerpo expedicionario veterano del duque de Medina Sidonia para dar
inicio a la fase postrera de la segunda campaña. Este pequeño ejército, aguerrido y
disciplinado, va a desempeñar un importante papel en la hora decisiva de aplastar la
resistencia indígena.
’6>
Q

El primer problema que se nos plantea al estudiar la campaña es el de | fijar una


cronología. a

Un actor de excepción, Bartolomé de Estopiñán, declarará, en abril |


de 1505, «que puede aver nueve o diez años, poco más o menos, que están- §
do el adelantado Alonso de Lugo en esa dicha ysla [de Gran Canaria] él fue con gente
armada por mandado del duque de Medina Sidonia, su señor, a le socorrer; e que con
su ayuda e industria le hizo ganar la ysla de Thenerife...»CCCLVII. Si efectuamos ahora la
oportuna resta, el acontecimiento quedará encuadrado, por fluctuación de memoria,
en 1495 ó 1496. Descartada esta última fecha por. imposibilidad material (se
contradice con la marcha de los más espectaculares sucesos), la primera, o sea, 1495, se
afirma con seguridad.

Hemos de añadir otro testimonio valioso. Andrés Bernáldez, cura de Los Palacios,
destacado cronista de la época y testigo de excepción de cuanto pasaba en Andalucía,
ratifica la fecha de 1495 como aquella en que tuvie

CCCLVII A. S.: Registro del Sello.


Provisión del Consejo real de 22 de abril de 1505.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 45.
236 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

ron pleno desarrollo- las operaciones de la segunda fase de la conquista CCCLVIII CCCLIX.
Yerran, en cambio, los cronistas isleños, Espinosa, Abréu Galindo, Viana y Núñez de
la Peña, pues anticipan la llegada de las tropas del duque de Medina Sidonia al año
1494s.
En cuanto a los demás pormenores cronológicos, mes y día, así para concretar la
arribada como con vistas a la exacta datación de las grandes batallas, hay que confesar que
carecemos de una información de entero crédito. Siendo fray Alonso de Espinosa el
cronista más próximo a los sucesos y el más veraz de todos, optamos por aceptar sus
pormenores cronológicos —salvando el error en un año (1494 para él; 1495 para nosotros)
— antes que caminar a ciegas CCCLX CCCLXI CCCLXII. Además, la datación supletoria del fraile
dominico se ve corroborada en líneas generales por los cronistas coetáneos o inmedia-
tamente posteriores. Se da otra circunstancia digna de nota para revalorizar la
mencionada información: la coincidencia de las fechas propuestas por Espinosa con su

□igitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrvetsiiaria, 2000


trágico eco en las ventas de esclavos guanches en el mercado valenciano, único hasta
ahora conocidos.
Líneas atrás se ha señalado cómo los cronistas isleños dan por sentado que el
segundo desembarco se verifica en 1494. Es preciso tenerlo muy en cuenta, porque esta
forzada circunstancia les arrastra a adelantar resonantes episodios bélicos y a
inmovilizar, de rechazo, al ejército conquistador por espacio de un año largo ®.
A la cabeza del cuerpo expedicionario venía un capitán de notorio prestigio,
Bartolomé de Estopiñán, quien al mando de las milicias señoriales del duque de
Medina Sidonia había tenido brillante intervención en la re- _
cién conclusa guerra de Granada. No estará de más decir sobre él dos pala- |
bras de presentación. Era natural de Jerez de la Frontera, perteneciendo a | uno de los más
ilustres linajes de Cádiz. Sus padres se llamaban Remón de

CCCLVIII Memorias del reinado de los Reyes Católicos. Madrid, 1962, pág. 341.
CCCLIXESPINOSA (pág. 106), ABBÉU GALINDO (pág. 320), VIANA (pág. 252) y NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 137).
Lo mismo, CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 586), VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 222), y MILLARES TORRES
(tomo IV, pág. 212).
CCCLX El procedimiento consistirá en mantener la cronología de los sucesos de 1494, haciéndolos
sobrevenir en 1495. En segundo término, conservar puntualmente la datación de este último año.
CCCLXI VICENTA CORTÉS: La conquista de las islas Canarias a través de las ventas de esclavos en Valencia,
en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (año 1955), págs. 534-542.
8
ESPINOSA (págs. 108-113). Para este autor, la batalla de La Laguna se da el 14 de noviembre de 1494, mientras que
la segunda batalla de Acentejo tiene lugar el 25 de diciembre de 1495. Lo mismo, en VIANA (págs. 252, 278 y 328).
NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 137 y 153). Este cronista retrasa la batalla de La Laguna al 30 de noviembre de 1494.
CCCLXIIVIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 222 y 231-243) se mantiene en la misma línea.
MILLARES TORRES (tomo IV, págs. 215-216) vuelve a abogar por el 14 de noviembre.
EL CUERPO EXPEDICIONARIO METROPOLITANO 237
Estopiñán, jurado del Concejo xericense, y Mayor de Virués. De este tronco
alumbraron, en otros, dos hijos famosos: Pedro, el primogénito, contador mayor de
casa ducal y conquistador de Melilla en 1497, y Bartolomé, el menor, nuestro personaje
CCCLXIII
.

En cuanto a los componentes del cuerpo expedicionario, su número nos es


perfectamente conocido por confesión expresa del propio capitán-jefe. En 1504, el
veterano soldado hizo esta curiosa declaración ante los Reyes Católicos: «Que Alonso de
Lugo, adelantado que agora es de la[s] yslafs] de la Grand Canaria, estando en la
conquista de la ysla de Tenerife fue desbaratado por los canarios, e le mataron ciertos
onbres e le echaron fuera de la dicha ysla.» A renglón seguido alude a la demanda
de auxilio: «e que se pasó a la dicha ysla de Gran Canaria, e de allí enbió a pedir
socorro al duque de Medina Sidonia». Acordada la colaboración militar, se con-
creta el número exacto de las tropas alistadas: «el qual dicho duque... le envió a

i. Digitalizadón realizada pot ULPGC. Biblioteca Unrvetsilaria, 2000


socorrer con mili onbres a pie e ginquenta de cavallo, [e] enbió a... Bartolomé
d’Estopyñán [por capitán] de la dicha gente...»CCCLXIV.

Frente al cómputo oficial: 1.000 peones y 50 jinetes, los cronistas andan


bastante descaminados. Espinosa los reduce a «seiscientos y cincuenta hombres de
a pie, y cuarenta y tantos de a caballo». Torriani se mueve entre números
similares: «seiscientos peones con algunos caballos». Abréu Galindo reincide en
las cifras dadas por el fraile dominico, por inspirarse ambos en una fuente común.
El poeta Viana se alarga un poco en las cifras: «seyscientos y setenta y más peones
y ochenta fuertes hombres de a cavallo». Por último, el cronista Núñez de la Peña
se ratifica en la opinión más generalizada CCCLXV.

Si del conjunto del cuerpo expedicionario andaluz pretendemos indagar sobre sus
componentes más destacados, tropezaremos aún con mayores obstáculos que en.
indagaciones anteriores, por haberse reintegrado a la metrópoli el grueso de los
enrolados. Fray Alonso de Espinosa registra los nombres de diversos jinetes, que deben
merecer nuestra atención. He aquí sus exactas palabras: «Entre la gente de a caballo
que envió el duque para el socorro fueron Diego de Mesa, Francisco de Mesa, Gonzalo
[del] Castillo, Alonso de Alfaro, Jaime Joven, Alonso Benítez, Alonso de las Hijas,

CCCLXIII HIPÓLITO SANCHO DE SOPRANIS: Pedro de Estopiñán. Instituto de Estudios Africanos.


Madrid, 1953, págs. 9-24.
Su abuelo Bartolomé de Estopiúán Bernalte adquirió singular nombradla participando en las empresas de
conquista de los lusitanos en Marruecos. Intervino en las expugnaciones de Arcila (1471) y Azamor (1480).
También se enrolaron en las expediciones portuguesas a Africa su tío carnal Bartolomé de Estopiñán Vargas
y su primo Francisco de Estopiñán.
CCCLXIV A. S.: Registro del Sella.
Documentos, núm. 44.
CCCLXV ESPINOSA (pág. 106), TORRIANI (pág. 182), ABRÉU GALINDO (págs. 319-320), VIANA (página
241) y NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 131).
CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 583) señala escuetamente que el cuerpo expedicionario se componía de
«seiscientos hombres». Por su parte, VIERA Y CLAVITO (tomo II, página 222) fija el número en «650 hombres
de infantería y 45 caballos».
MILLARES TORRES (tomo IV, pág. 211) rectifica ligeramente estas cifras: «650 peones y 40 jinetes».
238 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Estrada y otros muchos» 10.

Resulta probada documentabnente la veracidad de la breve nómina, sin otra


salvedad que los nombres de Francisco de Mesa, Alfaro, Benítez y Estrada.

En cuanto a la extensa nómina de caballeros y peones andaluces inserta por el


poeta-cronista Antonio de Viana, resulta obligado adoptar frente a ella una actitud
expectante y de momento negativa. Sorprende, por un lado, la invención pura y simple
de una interminable lista de combatientes (tema nada poético, por cierto), y causa
extrañeza, por otro, que nadie más que él haya tenido acceso a esta fuente en el pasado
y en el presente. Con independencia de todo ello, es dable afirmar la existencia de
evidentes pruebas de superchería, que la hacen inválida sin el respaldo de mejor
testimonioX1.

La expedición de socorro tenía prevista su partida del puerto de Sanlúcar de


Barrameda, a bordo de seis carabelas, para el 3 de octubre de 1495, aunque vientos
adversos retuvieron a la flotilla inactiva en la rada hasta el 22 de idéntico mes.
Después de este compás de espera y una travesía sin incidencias, la escuadra
avistaba el Puerto de las Isletas, en la isla de Gran Canaria, el 29 de octubre del propio
año.
La previa consolidación de posiciones por el ejército regional en la isla
10
Páginas 106-107.
11
Páginas 262-271.
Entre los caballeros incluye exactamente los nombres recogidos por Espinosa, con algunos más de su
cosecha. Suprime a Gonzalo del Castillo, por ser d héroe elegido para personaje central del poema, con objeto
de hacerlo participar en la conquista desde el primer momento.
En cuanto a los peones, la anodina relación se ve, de vez en cuando, rota por nombres sospechosos. Valgan
como ejemplo Juan y Lope de Anchieta, Sebastián y Rodrigo de IJerena, Pedro Machado, etc., que no fueron
conquistadores.
Más sorprendente resulta descubrir como andaluces apellidos arraigados exclusivamente en el archipiélago
desde la conquista bethencouriana. Tal es el caso de Rodrigo de Armas y Lucas Negrín.
Hay que considerar como grotesco espigar un nombre indígena: Rodrigo el cojo (Rodrigo de la Gran Canaria).
Por último, causa asombro ver alistado como simple peón al conspicuo jurado sevillano Francisco de Espinosa,
compinche de Lugo en sus torpes negocios del momento inicial de la conquista (véase el capítulo VIII, página de
Tenerife parecería aconsejar la toma directa de contacto por parte del cuerpo
expedicionario andaluz. Sin embargo, no fue así. Alonso de Lugo, el capitán-
conquistador, se bailaba en Las Palmas a la espera de su arribo, para unir sus propias
fuerzas y zarpar juntos bacía el objetivo previsto. Esta circunstancia no admite duda,
pues lo declara sin ambages el propio Estopiñán: «estando el adelantado Alonso de
Lugo en esa dicha ysla [de Gran Canaria], él fue con gente armada... a le
socorrer...»CCCLXVI.

En páginas anteriores se ha señalado la imposibilidad de discernir que tropas


CCCLXVI A. S.: Registro del Sello.
Provisión del Consejo real de 22 de abril de 1505.
Documentos, núm. 45.
EL CUERPO EXPEDICIONARIO METROPOLITANO 239
regionales se emplearon en la operación de las torres. Estos voluntarios, jinetes y
peones, quedaron acuartelados en la villa-campamento de Santa Cruz, nutriendo
con los combatientes las guarniciones de las fortalezas de Añazo y Gracia. Una
segunda fracción del ejército regional estaba acantonada en Gran Canaria, en
pleno entrenamiento bélico, a la espera de los soldados andaluces.
Como ambas fracciones del ejército regional han intervenido o van a tomar
parte en las diversas operaciones de la segunda entrada, parece obligado en este
instante valuar su número y señalar unos cuantos nombres.
El primer propósito se hace sumamente difícil, pues al reducir los cronistas la
importancia numérica del cuerpo expedicionario andaluz, se limitan a sumarle
unos cuatrocientos soldados regionales en cifras redondas. Para Espinosa, el
conjunto de tropas que Alonso de Lugo consiguió enrolar en sus banderas —
metropolitanas e isleñas— sumaban «más de mil hombres de a pie y sesenta o
setenta de a caballo». Abréu Galindo se mueve en tomo a idénticos cálculosCCCLXVII.
Partiendo de estos supuestos, no es aventurado señalar que el ejército regional
se compusiese de quinientos peones y cincuenta caballeros. Sumados a los mil y
cincuenta, respectivamente, del cuerpo expedicionario andaluz, harían un total de
mil quinientos infantes y cien jinetes. Esta cifra nos da idea de las fuerzas
empleadas para sojuzgar a los indómitos guanches.

CCCLXVII ESPINOSA (pág. 107) y ABRÉU GALINDO. TORRIANI (pág. 185) da como cifra global
«mil quinientos peones españoles, canarios, lanzaroteños, y ochenta caballos». NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág.
131) se limita a cuantificar a las tropas expedicionarias andaluzas, «seiscientos y cinquenta hombres de
a pie y cuarenta y más de a caballo».
CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 585) registra la presencia de «un cuerpo de más de quinientos
hombres de esta de Canaria y demás islas».
VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 222) valúa el cuerpo expedicionario —de la mano de Núñez de la
Peña— en «650 hombres de infantería y 45 caballos», y da como cifra global del ejército conjunto «1.100
hombres de infantería y 70 caballos».
MILLARES TORRES (tomo IV, pág. 212) reduce el contingente regional: «500 infantes y 30 caballos».
240 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Llamamos la atención sobre la extraordinaria similitud en cuanto a nú* mero entre los
combatientes de la primera y la segunda entrada. La única diferencia que se observa es la
veteranía de los soldados de 1495 con respecto a sus predecesores de 1494.

En relación con la nómina de jinetes y peones isleños inserta por el cronista-poeta


Antonio de Viana, hay que advertir al lector que está inspirada en el antecedente
alistamiento de Espinosa, acrecentado con diversos nombres de su particular cosecha
CCCLXVIII
.
De los componentes del ejército regional o isleño es posible destacar un conjunto de
nombres entre los enrolados.
En la plana mayor cabe registrar, en primer término, a Hernando de Trujillo y
Lope Fernández. A. ellos pudieran sumarse el mozo de cámara Hernando de Hoyos y

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrveisilarifl, 200G


dos guardias reales (continos): Diego Maldonado y Antonio de Arévalo.
Entre los parientes y allegados del capitán mayor precisa mencionar a sus hijos
Pedro y Femando, Jerónimo de Valdés, Andrés Suárez Gallinato, Pedro Benítez de
Lugo el tuerto, Juan Benítez y Antón Sánchez de Turel. No debe omitirse en este grupo
a dos colaboradores íntimos: Gonzalo Suárez de Quemada y Francisco Gorvalán.
La relación de los castellanos, avecindados y nativos podría ser ésta: Francisco
Albornoz, Guillen Castellano, Mateo Viña, Femando de Llerena,
Ibone de Armas, Lope de Salazar, Francisco Melián, Pedro Mexía, Cristo- s bal de
Valdespino, Juan de Badajoz, Juan Méndez, Pedro de Hervás, Fran- | cisco Jiménez,
Francisco de Medina, Juan de Almansa, Juan de Llerena, °
Fernán Guerra, Juan de Mesa, Diego de Cáceres, Juan Baxo, Gonzalo Mu- °
ñoz, Cristóbal Carrasco, Alonso Sánchez de Morales, Gonzalo Méndez, Diego Fernández
Amarillo, Diego Fernández, Gonzalo de la Fuente, Pedro Fernández, Femando Mulagua,
Pedro Autejo, etc.
Mención particular precisa hacer del clérigo Alonso de Samarinas, encargado de la
asistencia espiritual de los soldados. En otro orden de cosas es digna de memoria una
mujer, Ana Rodríguez, encargada de «curar a los enfermos y heridos».
Por último, los aborígenes grancanarios perviven en el recuerdo bajo estas
denominaciones: Fernando Guanarteme (ex rey de Gáldar), Femando II Guanarteme,
Rodrigo de la Gran Canaria (más conocido por Rodrigo el cojo), Pedro Maninidra, Juan
Dara (Autindana), Luis Fernández, Pedro Mayor, Pablo Martín Buendía, Juan Cabello,
Juan Beltrán, Juan Bermúdez,

CCCLXVIII Páginas 258-262.


irmas de conquistadores (de izquierda a derecha y de arriba abajo): Diego de Mesa.— nza o del Castillo. Jaime
Joven.—Alonso de las Hijas.—Lope Fernández.—Hernando del Hoyo.—Francisco Gorvalán.—Francisco de
Albornoz.
Firmas de conquistadores: Guillen Castellano.—Mateo Viña,—Hernando de Llerena.—Ibone [de Armas].—
Juan de Badajoz.—Juan Méndez.—Cristóbal Carrasco.—Alonso de Samarinas.
EL CUERPO EXPEDICIONARIO METROPOLITANO 243
Pedro Delgado (Pedro de la Lengua), Pedro de Lugo (Pedro Tyxandarte), Diego
Manzanufio, Bentagayre, Juan Doramas, Juan Buenviaje, Fernando de León, Antón
de la Sierra, Diego de León, Pedro Vizcaíno, Miguel González, etc.CCCLXIX.

2. Concentración de tropas en Santa Cruz, de

i. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrversriaria, 2006


Añazo. Alonso de Lugo asume la dirección de
las operaciones.

Después de cruzar el estrecho brazo de mar que separa a Gran Canaria de la


isla de Tenerife, las huestes expedicionarias desembarcaron en Santa Cruz de
Añazo, sin contratiempo alguno, el 2 de noviembre de 1495, al decir de los
cronistas más veraces CCCLXX. Iban al frente de las mismas Alonso de Lugo como
capitán mayor y Bartolomé de Estopiñán como capitán subordinado.
Las huestes combinadas quedaron de cantón momentáneamente en la | villa-
campamento en espera de recibir las órdenes de avance, que todos pre- □ veían
como inmediatas. Había prisa por liquidar la campaña, pues no debe olvidarse que
el 31 de diciembre de 1495 expiraba la prórroga de diez meses que los Reyes
Católicos habían concedido al capitán-conquistador como fecha tope para poner fin
a las hostilidades. Por otra parte, el importante coste de la operación, en este su
momento culminante, aconsejaba la utilización rápida de las tropas con objeto de
proceder cuando menos a una desmovilización parcial.

CCCLXIX APÉNDICE II. Nómina de conquistadores.


CCCLXXA. S.: Registro del Sello.
Documentos, núm, 21.
244 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Hay que advertir con carácter previo que Alonso de Lugo se desprendió por
estas mismas fechas de parte de los soldados que habían intervenido en la operación,
de las torres. Ignoramos qué móviles indujeron o provocaron esta determinación.
Pudiera tratarse de un contrato a plazo fijo, que expiró en la fecha de su
cumplimiento. Es admisible que estuviese pactada la suspensión de servicios, y por
tanto la desmovilización, al arribo del grueso de las tropas conquistadoras. Sin que
quepa excluir el descontento o malestar por una de las partes o por ambas a un
tiempo.
El hecho cierto e indiscutible fue que un grupo de escuderos y peones
abandonaron el escenario de la lucha en las mismas vísperas de las grandes batallas.
Llegada la hora de cancelar los débitos contraídos por las soldadas, Alonso de Lugo
se escudó en la falta de numerario, ofreciéndoles el gago para fecha próxima.
Incorporados a la isla de Gran Canaria vieron pasar día tras día sin la menor

autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


esperanza de reintegro. Esto les condujo a demandar la protección de los propios
soberanos de Castilla. Sus lamentaciones merecen ser recordadas: «que el dicho
Alonso de Lugo dis que no les a querido pagar cosa alguna del dicho servigio,
aunque por su parte ha seydo requerido muchas veses, poniendo a ello sus escusas e
dilaciones, e que a cabsa dello andan destruydos e perdidos pidiendo por Dios...».
Fernando e Isabel atendieron el ruego de los «escuderos e peones», y por su carta de
comisión de 20 de enero de 1496 encomendaron al gobernador de Gran Canaria
Alonso Fajardo que «sumariamente, syn dar lugar a luengas ni dilaciones de
malicia, solamente sabida la verdad, syn pl[e]ito e costas, fagades e administredes
entero complimento de justicia...»CCCLXXI. Si a enero de 1496 le restamos el tiempo
preciso para cumplimentar tantos trámites, la parcial desmovilización se sitúa
forzosamente en el otoño de 1495.
Precisa destacar asimismo en este momento la intervención del cambiador
sevillano Jerónimo de Herrera para el suministro de armas, vestimentas y calzado al
ejército expedicionario. Con independencia de otras adquisiciones similares,
sabemos que un factor de este mercader condujo en una nao a Tenerife, para
provisión de los soldados, 310 espadas, 400 capotes, 300 camisas y 300 pares de
alpargatas1T*.

CCCLXXI* Nueve afios después de finalizada la conquista de Tenerife, todavía Alonso de Lugo no había
hecho efectivo el importe de la compra. Ante esta improcedente actitud, no le quedó otro recurso al cambiador
sevillano que formular la oportuna reclamación ante el Consejo real. Dos provisiones del alto organismo —9 y
24 de septiembre de 1505, despachadas respectivamente en Segovia y Salamanca—> abren el período de pruebas
en el pleito. Ignoramos, sin embargo, la resolución tomada en el caso.
A S.: Registro del Sello,
Documentos, núms. 49 y 50,
La carta real de seguro y amparo que Jerónimo de Herrera obtuvo en 1496 (29 de julio) contra posibles
tropelías del duque de Medina Sidonia, su contador Pedro de Esto-
Detalle del plano de Santa Cruz de Tenerife, levantado por Leonardo Torriani
en 1588. (COIMBRA: Biblioteca Universitaria).
El lugar y puerto de Santa Cruz, más tarde plaza fortificada, villa y ciudad, nace
indiscutiblemente cuando la primera fase de las operaciones del segundo desembarco. La tercera
torre de Añazo y el campamento militar se construyen ahora con sólidos materiales para hacer
frente a cualquier evento. Hay que insistir en la probabilidad de que ambos volvieran a estar
emplazados en la margen derecha del barranco de Santos.

En el primer siglo de su existencia, Santa Cruz no fue otra cosa que el puerto de la ciudad
capital, La Laguna. La pequeña urbe estaba habitada por tratantes, armadores, marineros y
pescadores.

Cuando Torriani se establece en su caserío para estudiar la fortificación del puerto, el


perímetro del lugar tendría como límites las calles de la Carnicería, Caleta, Sol y Candelaria hasta
la parroquia de la Concepción. Habría que añadir algunas casas más diseminadas entre la calle del
Sol, la plaza de la Candelaria y entre la calle de este nombre y la de la Cruz Verde.

Los únicos edificios de relativo interés eran la parroquia y el castillo de San Cristóbal. Para
edificar este último hubo que derruir, en 1575, la ermita de la Consolación, costeada por Lope
Fernández en conmemoración de tino de los episodios de la conquista. '
En la playa de la Carnicería es divisable el primitivo muelle o desembarcadero de Santa Cruz.

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


PUr/itd delta fortczzd di
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tbrtificdtionc.
EL CUERPO EXPEDICIONARIO METROPOLITANO 245

Hemos de volver, tras este inciso, a nuestro principal objetivo. Hay que suponer, en
primer término, que Alonso de Lugo, en los días inmediatos al arribo, debió reanudar los
pactos de amistad y recabar la colaboración de los menceyes de los bandos de las paces.
Otra medida que acredita el buen criterio y espíritu previsor del conquistador fue
encomendar al ex rey de Gáldar don Femando Guanarteme que quedase acantonado con
sus parientes y allegados en el campamento de Santa Cruz de Añazo para reforzar la débil
guarnición permanente encargada de la defensa del mismo. De esta manera quedaba la
retaguardia a cubierto contra cualquier sorpresa o contratiempo 18.
El verdadero objetivo del ejército expedicionario era internarse en la isla para trabar
combate con los envalentonados guanches. No puede sorprendemos de esta manera ver las
tropas conquistadoras ponerse en .movi- §
miento hacia el 11 de noviembre, escasas jomadas después del arribo. Iban |
al frente de las mismas el capitán mayor Alonso de Lugo y el lugarteniente |
Bartolomé de Estopiñán, y en su seguimiento las distintas compañías en las 3

que estaban encuadrados mercenarios andaluces, castellanos avecindados, í


isleños nativos y aborígenes grancanarios1B. 0

Cuenta Espinosa que los guanches tenían apostados «sus espías para que |
viesen el designio de los nuestros», con objeto de «que cuando quisiesen |
marchar y subir arriba se lo avisasen para salirles al encuentro y cogerles |
La Cuesta, donde con su ligereza se pudiesen aprovechar de los nuestros». g
Pero, a renglón seguido, el cronista dominico puntualiza que «no les salió como pensaban,
porque o los centinelas se descuidaron o ellos (aunque apercibidos) no pudieron salir más
aína, y así cuando acudieron ya los nuestros estaban en lo alto y puestos en ordenanza»

Del documento,
20
.
Rebasado el bosque de La Cuesta, las tropas prosiguieron su avance sin
contratiempo alguno hasta arribar al torreón de Gracia, en cuyo contorno

pifian y el hermano de éste Bartolomé, podría estar relacionada con los aprestos para la expedición a Tenerife.
Desde luego, consta que le debían «cierta cuantía de maravedís».
A. 9.: Registro del Sello, fol. 157.
18
Información Giumartémica, pág. 215. Declaración del conquistador Juan Baxo.
18
Conviene insistir en esta clasificación, que ha quedado esbozada en anteriores páginas, cap. V, págs. 150-151.
En el ejército de la conquista quedaron encuadrados diversos grupos humanos:
1. B El soldado metropolitano (andaluz preferentemente).
2. a El castellano avecindado (conquistadores y pobladores, de Gran Canaria en su mayoría).
3. a Los isleños nativos, es decir, los naturales de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro (de estirpe
europea e incluso aborigen), y
4. ° Los indígenas de Gran Canaria.
20
Página 108. VIANA (págs. 272-273), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 136-137), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág.
588) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 224-225).
246 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

quedó establecido el segundo campamento, como punto de repliegue y protección


frente a cualquier imprevisto suceso. El trágico recuerdo de Acentejo no se había
borrado aún de la memoria de los supervivientes. En este estratégico lugar dispuso
Alonso de Lugo que quedasen acantonadas diversas compañías, bajo la experta
dirección de los capitanes Hernando de Hoyos y Juan BenítezCCCLXXII.

De esta manera pudo reemprenderse la marcha hasta alcanzar las proximidades


de la laguna o Agüere, rodeada de frondosas selvas en todo su perímetro. A la entrada
sudoeste de la que luego sería ciudad de La Laguna, en mi campo llano cubierto de
matorral que se extiende entre la ermita de San Cristóbal y la llamada Cruz de Piedra,
se iba a entablar una de las batallas más cruentas y decisivas de la conquista. Aquel
escenario se hallaba cortado por el barranquillo de Cha Marta y Banqueado por
el barranco de Gonzaliáñez o del Drago, lamiendo este último las estribaciones
del cerro de San Roque.

ee. DigitelizadOn lealízada po> ULPGC. Btaltaiera UnívenMo, 2000


Cuando las avanzadillas castellanas acertaron a divisar el bello paraje, les
llamó en seguida la atención el grueso del ejército guanche, ordenado en pie de
guerra y dispuesto para el combate.

aüM
Labatalla de «la laguna». Incidencias más
importantes. Muerte del rey Benitomo de Taoro.

Todos los cronistas aluden a la mortal pestilencia que en el interregno se había


padecido en la isla de Tenerife, con daño efectivo de su potencial humano. Con igual
unanimidad achacan la propagación de la enfermedad a la corrupción de los
cadáveres que habían quedado insepultos de resultas de la trágica jomada de
Acentejo. Lo destacamos como importante fac-

CCCLXXII Información Guanartémica, pág. 215. Declaración de Juan


Baxo. MILLARES TOBRES (tomo IV, págs. 215-216).
© Del documento, los autores. Diaitalizaclón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
La Cruz de Piedra a la. entrada de San Cristóbal de La Laguna, en el viejo camino de acceso a Santa Cruz, señala el lugar aproximado donde se libró la decisiva batalla. El
actual emplazamiento se encuentra desviado en relación con el primitivo.
EL CUERPO EXPEDICIONARIO METROPOLITANO 247

tor a tener en cuenta a la hora de ponderar el debilitamiento de la resistencia


indígena CCCLXXIII CCCLXXIV.

Pese a tan negros augurios, el mencey de Taoro Benitomo, en unión de su hijo


el príncipe Bentor y de su hermano Chimenchia, movilizaron a todos los hombres
útiles del poderoso reino de Taoro y reclamaron la presencia con sus huestes de
guerra de los monarcas de Tegueste, Tacoronte, Icod y Dante. Sobre el número de
los guanches combatientes se han emitido pareceres muy exagerados, siendo
probable que no superasen el número de cinco mil combatientes 2S.

Benitomo, también llamado el gran rey, había planeado destruir a los


españoles en los campos de Za laguna. Ese fue un grave error estratégico, nacido
de su envalentonada soberbia, pues al permitir maniobrar a la caballería en
tierra llana, por fuerza tenía que combatir en condiciones de franca inferioridad.

De manera simultánea había ordenado «fuesen, sin ser sentidos, por un


barranco, camino de Santa Cruz, trescientos o cuatrocientos hombres, y, matando
a los que allá estaban, esperasen a los que de la batalla huyesen». El barranco
aludido no puede ser otro que el de Tahodio, y objetivo previsto la villa-
campamento de Añazo.

De nuevo nos sirve el cronista Espinosa para reflejar el estado de ánimo de los
guanches en vísperas de la acción: «Habían quedado los naturales tan ufanos y
soberbios con la victoria habida, que ya no estimaban a los nuestros ni los tenían
en la posesión que antes. Y como tenían más armas que la vez pasada, por
haberse aprovechado de las que los españoles perdieron en la rota de Acentejo,
tenían más ánimo, atrevimiento y osadía» CCCLXXV.

La batalla de la laguna se libró probablemente el 14 de noviembre

CCCLXXIII ESPINOSA (págs. 110-111), VIANA (pág. 278), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 135-136) y
VIERA Y CLAVUO (tomo II, págs. 232-234).
CCCLXXIV29 ESPINOSA (pág. 107) sólo se atreve a asegurar que «el enemigo... había apellidado la isla y
juntado gran número de gente de toda ella». VIANA (pág. 279) se permite dar una cifra: «con cinco mil
soldados solamente». NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 135) calcula Jos combatientes guanches, con matemática
precisión, en «once mil y cincuenta»; para ello va sumando los participantes de los bandos de Taoro,
Tacoronte, Tegueste, Anaga y la Punta del Hidalgo. CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 588) se limita a
aseverar que «avía ocho guanches para cada castellano». VIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 223-224)
reproduce exactamente las cifras consignadas por su reiterado mentor Núñez de la Peña; pero a ren glón
seguido pone en tela de juicio las mismas. «Un ejército de 11.050 guanches capaces de tomar las armas (sin
contar los vasallos de los reyes de Güímar, Adeje, Abona, Daute y Benicod) tiene demasiado de hipérbole en
una isla cuyo total de habitantes, incluso vie- ios, mujeres y niños, no excedía de 15.000 almas.»
CCCLXXV Páginas 107-108.
243 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

de 1495CCCLXXVI CCCLXXVII CCCLXXVIII, sin que nada sepamos de la disposición de ambos


ejércitos, el castellano, con Alonso de Lugo al frente, y el guanche, con Benitomo a la
cabeza, ni de las incidencias del desarrollo de la acción. Hay que destacarlo como
contraste con la variedad de pormenores que matizaron la sangrienta jornada de
Acentejo.

Núñez de la Peña asegura, por su cuenta y riesgo, que antes de iniciarse el combate
Hubo el acostumbrado parlamento. Según el tardío cronista, «el general [Lugo] le
envió a decir al rey [de Taoro] con Guillén Castellano que obedeciese a los católicos
reyes de España y concediese lo demás que le tenía pedido», pretensión que obtuvo
rotunda negativa2S. No parece verosímil este trámite previo, dada la situación bélica
precedente y el antagonismo agresivo en que ambos bandos estaban sumidos.

De la batalla en sí misma apenas se puede destacar otra cosa que la dureza y


violencia con que los dos ejércitos combatientes se emplearon. Fray Alonso de Espinosa
se hace eco de estas circunstancias: «fue tan brava, tan reñida y peligrosa, que duró

Oel documenta. loe «taiea. Digitalizadón realizada pul ULPGC. BíbMeea U™ei.«o. 2000
muchas horas con dudosa fortuna, porque cada parte peleaba con mucho coraje y
ánimo denodado; a los unos les iba honra e interés, y a los otros defensión de patria y
libertad»2T.

Se impone imaginar que las praderas de la laguna, salpicadas de arbustos,


permitieron en esta ocasión maniobrar a la caballería española, lo que unido a la eficaz
actuación de la infantería con sus ballestas y picas, acabó por inclinar la balanza en
favor de la hueste invasora. Todos los cronistas ponderan el heroísmo derrochado en
los choques cuerpo a cuerpo, hasta el punto de dejar el escenario de la acción cubierto
de cadáveres.
Al cabo de cierto tiempo de confusionismo impuesto por la misma índole de la
pelea, los guanches iniciaron un repliegue para recuperar fuerzas. Fue en este instante
cuando los castellanos, en impetuosos ataques sucesivos, consiguieron desordenarlos
hasta forzarlos a emprender la desbandada.
El cronista Espinosa recogió por tradición oral esta sabrosa anécdota, que puede
tener su punto de verdad: «Aconteció que como los peones ballesteros disparasen sus
ballestas y con los pasadores hiciesen en los enemigos daño, aunque poco, porque como
no están quedos peleando, sino corriendo de un cabo a otro, no les podían hacer tiro
cierto; los guanches, que no entendían el artificio cómo se tira el pasador y no oían más
que el

CCCLXXVI ESPINOSA (pág. 108), VIANA (pág. 278), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 137. Este autor retrasa la
batalla al 30 de noviembre), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 591), VIESA Y CLAVITO (tomo II, pág. 225),
MILLARES TORRES (tomo IV, pág. 215), y CHIL (tomo III, páginas 361-371).
CCCLXXVII24 Páginas 137-138. VIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 225-226) le sigue puntualmente.
CCCLXXVIII Página 108.
Biblioteca Un'rveiariaria, 2006

Escenario de la batalla de la laguna. En la parte inferior derecha, el promontorio de Gracia, en la


confluencia de varios barrancos. En el centro, la vega, cortada por el barranquillo de Cha Marta.
En la parte superior, la laguna y la montaña de San Roque. Croquis topográfico por el coronel
Izquierdo Barrios.
252 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS

sonido o estrallo que daba la cuerda, lomaban el pasador o virote y haciendo aquel
sonido con la boca, arrojaban el virote con la mano hacia los nuestros, pensando que en
el sonido estaba la fuerza.» El fraile dominico apostilla el sucedido con este sabroso
comentario: «pero con mucha más arrojaban ellos una piedra, que aunque diese en la
rodela o tarja, la hacían pedazos, y al brazo debajo della» CCCLXXIX.

En el campamento de Santa Cruz de Añazo creció tanto la inquietud al ver


transcurrir las jomadas sin noticias favorables, que se produjo una tensa sensación de
angustia, temiéndose por la suerte de los soldados y en particular de su capitán mayor.
Una parte de la guarnición desamparó el campamento, ansiosa por conocer buenas o
malas nuevas y prestar de paso ayuda a sus hermanos, si la precisaban. Ello indujo a
don Femando Guanarteme a ponerse también en camino con sus parientes, ardiendo
en deseos de participar en la batalla.

Un testigo presencial de los sucesos, el soldado Juan Baxo, acantonado en Gracia,


registra el éxodo en estos términos: «la gente del real de Santa Cruz salió en socorro del
dicho adelantado, e en el camino estaba un caballero que se decía Hernando del Hoyo e

De! documenta. !oe euta.ee, Digitado™ reellzede po, ULPGC.u™e.. Wta. 2000
otro que decían Juan Benites, defendiendo que gente ninguna subiese de allí arriba,
temiendo o creyendo que... era muerto con la gente que consigo tenía, e mandándoles e
forzándoles que volviesen a favorecer e mamparar la torre e real, porque si el
adelantado fuese desbaratado e los guanches viniesen al real lo fallasen a recaudo». El
éxodo provocó una extraordinaria concentración de soldados en el segundo
campamento: «estando en estas razones se juntaron allí doscientos y cincuenta
hombres de pelea».

En esta situación hay que destacar la abnegada actitud del rey de Gál- dar en favor
de su amigo y jefe, digna del mayor encomio como vivo ejemplo de lealtad. De nuevo
Juan Baxo se erige en improvisado cronista: «entre los cuales llegó el dicho don
Fernando Guanarteme con veinte y cinco o treinta hombres de sus naturales; e los
dichos dos caballeros le requirieron e defendieron que no subiese arriba a la laguna,
donde el adelantado estaba, sino que volviese a amparar la torre». La respuesta del
monarca grancanario fue espartana: «que no había de parar hasta que viese la cara del
adelantado e capitán general muerto o vivo, como quier que estuviese».

Los intentos de los capitanes Hoyos y Benítez por contener a aquellos intrépidos
soldados fueron vanos. El guanarteme «luego se puso en armas, por manera que hizo
lugar por do salió él y su gente e más de doscientos peones e caballeros castellanos que
allí estaban, e rompieron, aunque pesó a los caballeros».

Estas tropas de refresco, llegadas a última hora, fueron de una gran eficacia en los
momentos finales de la batalla. De nuevo Juan Baxo nos informa con puntualidad: «e
fueron al socorro del adelantado e entraron todos en la batalla, e desbarataron a los
guanches, e obieron vencimiento» “.

CCCLXXIX Página 109. Repiten la anécdota VIANA (págs. 282-283) y VIEHA Y CLAVÍJO (tomo II, página 228).
EL CUERPO EXPEDICIONARIO METROPOLITANO 247
Antes se ha señalado el signo favorable que fue tomando el combate después de
varias horas de duro forcejeo. Los guanches se batían en franca retirada, aunque
dando muestras siempre de valor y heroísmo. El rey Benitomo se cubrió de gloria en la
encarnizada refriega. Espinosa da fe de cómo «entre otros peleó valentísimamente el
rey de Taoro, porque con una alabarda dicen se defendió de siete hombres de a
caballo» CCCLXXX CCCLXXXI. Pero a la postre sus esfuerzos resultaron vanos, pues cayó
malherido en circunstancias oscuras, muriendo desangrado en el mismo escenario de la
acción.

Cuando la derrota era ya inevitable, el flanco izquierdo del ejército guanche (que
estaba padeciendo los feroces ataques de la columna capitaneada por don Fernando
Guanarteme) cruzó el barranco de Gonzaliáñez, ante el temor de quedar copado,
esparciéndose sus hombres por el cerro de San Roque. Iba al frente de aquel compacto
grupo de indígenas Chi- menchia, hermano de Benitomo, a quien el poeta Viana
bautiza con el nombre de Tinguaro. Lanzados en su persecución españoles y canarios,
acertó a herirlo con su alabarda uno de estos últimos, el soldado Pablo Martín
Buendía.

Chimenchia, caído en tierra ensangrentado, invocó su regia estirpe en demanda de


clemencia. Sus últimas palabras son tan desgarradoras como patéticas: «CTiucar
guoyec archimencey reste Bencom sanet vander relac naceth zahane.* Traducidas al
castellano equivaldrían a: «No mates al hidalgo que es natural hermano de Benchomo
y se te rinde aquí como cautivo.» El grancanario Pablo Martín Buendía no acertó a
comprender la invocación, y con la saña propia de tan feroz combate lo remató en el
mismo suelo sl.

Las muertes de Benitomo y de Chimenchia fueron la consumación del desastre. Las


huestes guanches se dispersaron, y el campo quedó por completo a merced de los
españoles.

La batalla de la laguna había terminado.

CCCLXXX28 Información Guanartémiea, pág. 125.


CCCLXXXI Página 109.
81
VIANA (pág. 286). Copian al poeta, NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 139), VIERA Y CLAVITO (tomo II, pág. 227)
y MILLARES TORRES (tomo IV, paga. 217-218).
CASTILLO (tomo I, fascículo 2, págs. 589-590) da por sentado que quien acabó con el monarca taorino de
una certera lanzada fue el soldado Pedro Mayor.
BUENAVENTURA BONNET: La batalla de La Laguna, en «Revista de Historia» núms 82-83 (año 1948), págs.
267-273. '
252 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS

Bentor, mencey de Taoro. La embajada de don


Fernando Granárteme.

La victoria de la laguna devolvió la confianza al ejército español en igual medida


que desmoralizaba a las huestes aborígenes. El prestigio casi mítico del guanche como
hombre dotado de excepcionales dotes de luchador y combatiente se venía abajo con
estrépito. Este momento psicológico propicio quiso explotarlo Alonso de Lugo en su
provecho entablando relaciones diplomáticas con el rey de Taoro, por si todavía era
posible conjurar la ruina y la desolación general.

El capitán mayor retomó después de la batalla al campamento de Gracia, nombre


que le viene al lugar de este momento histórico, pues mandó erigir una ermita a la
Virgen María bajo dicha advocación, en reconocimiento a la protección dispensada82.

En el campamento de Gracia, amparado por el segundo torreón, pudo hacerse el


recuento de las víctimas, que resulta imposible establecer, dada la natural propensión
de los cronistas a reducirlas por debajo de la realidad. Espinosa se limita a asegurar
que «los heridos... eran muchos». El poeta Viana fija los muertos en «quinze piqueros,
ballesteros veynte y diez valientes hombres de a cavallo», añadiendo que «pocos
escaparon sin heridas»; cifras que reiteran sus fieles seguidores Núñez de la Peña y
Viera y Clavijo sa.

a® VIANA (pág. 287), NÚÑEZ DE tA PEÑA (pág. 139) y VIEBA Y CLAVIJO (tomo II, páginas 227-228).
a® ESPINOSA (pág. 110. Antes había dicho —pág. 108—: «la victoria... se declaró por nuestra, y aunque no sin
mucho daño y muertes de los nuestros»), VIANA (pág. 287), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 139) y VIEBA Y CLAVIJO
(tomo II, pág. 228). Lo mismo, MILLA- BES TOBBES (tomo IV, pág. 218).
EL CUERPO EXPEDICIONARIO METROPOLITANO 247
En cuanto a las pérdidas en hombres padecidas por los guanches, el recuento es,
por contrapartida, exagerado. Viana hace ascender los muertos a «nivarios más de mil
y setecientos, de los más nobles de renombre y fama». Núñez de la Peña y Viera y
Clavijo se ratifican en el número establecido por su acostumbrado mentor84.
En cuanto a las negociaciones con el mencey de Taoro —embajada de paz— (hecho
histórico de indiscutible autenticidad, silenciado por los cronistas), exige por nuestra
parte el planteamiento de una serie de cuestiones a resolver con carácter previo.
El primer punto a debatir es el de la muerte del rey Benitomo en la batalla de la
laguna, acaecimiento de veracidad probada, que arrastra en pos de sí otros varios en
cadena. El más importante de todos, conocer el nombre y parentesco de su sucesor,
única manera de identificar el personaje con quien va a negociar de manera directa

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


el capitán-conquistador.
De nuevo la declaración de un testigo presencial de los sucesos, el soldado Juan
Baxo, nos resuelve cualquier duda. Refiriéndose a la batalla de la laguna,
puntualiza cómo en el «desbarato de los guanches... mataron a el rey grande, que se
llamaba el rey Venitomo de Taoro...». En cuanto a su sucesor, es tajante en
reconocer como tal «a el rey Ventor, hijo del rey Venitomo» CCCLXXXII CCCLXXXIII
CCCLXXXIV
. Con independencia del testimonio registrado, hay prueba documental de
que Bentor fue el último mencey de Taoro, émulo de su padre el rey grande en valor
temerario y amor a la libertad CCCLXXXV.
Alonso de Espinosa, nuestro primer cronista, se hace eco del compor- |
tamiento heroico de Benitomo y señala la montaña de San Roque como f
el escenario de su muerte. Oigamos la versión de los hechos: «Peleó este I
día valentísimamente el rey de Taoro, porque con una alabarda dicen se 8
defendió de siete hombres de a caballo, y al cabo se escapó dentre ellos y se subió por la
cuesta de San Roque. Mas aunque déstos se escapó, no pudo escaparse de mi fulano de
Buendía, que sin conocerlo ni saber que era rey (aunque él en su lengua se lo decía ser
el mencey, que es rey), como no lo entendiese, no le valió su reinado, que le pasó con la
lanza en un barranquillo estrecho, do quedó.» El fraile dominico ignora el nombre del
heredero del trono taorino, vacante por la muerte del rey titular,
aunque sí señala el vínculo fraterno que los unía 8T. Más parco en detalles se muestra
Leonardo Torriani al ocuparse de la batalla lacunense, pero concreta en cambio el
nombre del sucesor: «Después de haber combatido durante casi seis horas, vencieron
los cristianos, quienes mataron a la mayor parte de los enemigos y a Benehomo. Los
demás, huyendo hacia Taoro, al día siguiente eligieron por rey a Himenchia..., hermano

CCCLXXXII84 VIANA (pág. 287), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 139) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pá
CCCLXXXIIIgina 228).
CCCLXXXIV15 Información Guanartémica, pág. 215.
CCCLXXXV Datas, págs. 68, 119, 134-135 y 163.
En estos repartimientos de tierras ha quedado registrado su nombre y su triste fin por suicidio.
Así, unas veces hablan de «la rambla de Bentore»; otras, del «barranco donde se derriscó Ventor», o, con
más detalles, «donde se derriscó Bentorey» (Bentor-rey).
252 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS

de Benehomo...» CCCLXXXVI CCCLXXXVII8.


Mención especial hay que hacer del cronista-poeta Antonio de Viana. Este autor
tuvo la suerte de encontrar en algún escrito traspapelado la frase pronunciada por la
víctima del cerro de San Roque (aludida velada- mente por Espinosa): «No mates al
hidalgo que es natural hermano de Bencomo y se te rinde aquí como captivo.» En
consecuencia, declara a Bencomo superviviente hasta el final de la conquista; identifica
a la víctima como el hermano del monarca, y puesto a bautizarlo inventa el poético
nombre de Tinguaro. Núñez de la Peña y Viera y Clavijo se atienen en un todo a la
versión del poeta lagunero ÍB.
Hay que señalar, a título de excepción, al cronista Castillo, Este autor, como tiene a
la vista la declaración del soldado Juan Baxo, se inclina por identificar con Bencomo al
caudillo guanche sacrificado en la montaña de San Roque40.
Por este cúmulo de circunstancias hemos establecido como verdad inconcusa, en la
reconstrucción de la batalla de la laguna, que el rey Benitomo sucumbió en el fragor de
la pelea y en el momento culminante de la acción. Con menos seguridad por nuestra
parte, se ha pretendido personalizar al hermano de Benitomo con el nombre de
Himenchia —de la mano de Torriani—, haciéndole sucumbir en San Roque. En cuanto
al tercer protagonista, no cabe la menor duda de que Bentor, hijo del rey grande, fue
proclamado mencey de Taoro así que se produjo la muerte de su progenitor.
Nos acercamos a la embajada de paz. Pero antes nos asalta esta duda: ¿cabe
proponer la sumisión y la convivencia hiriendo los sentimientos del rey Bentor con un
macabro despojo enarbolado como trofeo de guerra?
Todos los cronistas insulares recogen con profusión de detalles la decapitación de
Benitomo o de su hermano (según la respectiva versión de los sucesos) a raíz de la
derrota y muerte sobrevenidas en las tierras aledañas a la laguna. Viana adopta una
postura singular, que se refleja más tarde en sus fieles imitadores Núñez de la Peña y
Viera y Clavijo. La demanda de clemencia pronunciada en lengua guanche por
Tinguaro —recuérdese la frase «reste Bencom» (hermano de Bencomo)— hizo
sospechar a los soldados castellanos que el cuerpo exánime, yaciente en tierra, era el
del propio monarca taorino. Para salir de dudas fue conducido el cadáver al
campamento de Gracia, sin que resultase factible la identificación a los vasallos
prisioneros o a los guanches aliados de los bandos de paces, debido a la desfiguración
de su rostro y cuerpo por las mutilaciones, heridas y moraduras. Según estos mismos
autores, el misterio sólo se fue aclarando con el correr del tiempo.
Espinosa asegura que «de los prisioneros y cautivos... se supo haber faltado el
rey; y como le buscasen y conociesen, cortándole la cabeza la enviaron a su reino».
CCCLXXXVI•’ Página 109.
*8 Página 186.
CCCLXXXVII8 Página 286.
NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 139-143) y VIEBA Y CILAVUO (tomo II, págs. 227, 231 y 243-253).
10
Tomo 1, fascículo 2, págs. 590-591.
EL CUERPO EXPEDICIONARIO METROPOLITANO 247
Su espíritu evangélico le mueve a recoger otra versión: «Dicen algunos que el rey
Benchomo no murió luego de la lanzada, y que cuando le fueron a buscar aún
estaba vivo, y que le tornaron cristiano y así murió.» Viana y sus seguidores
adornan el hecho con repugnantes detalles: la cabeza de Tinguaro fue enarbolada
en una pica y luego transportada como cartel de desafío al reino de Taoro para
amedrentar a su legítimo monarca CCCLXXXVIII.
Admitamos por un momento que la decapitación se consumase, de acuerdo
con las brutales prácticas guerreras de todos los tiempos. En cambio, nos parece
poco en línea con la posterior conducta de Alonso de Lugo el macabro obsequio
que se supone remitido al rey Bentor.

La embajada de paz que el capitán mayor dirigió al mencey de Taoro la


conocemos por confesión de Juan Baxo, el despierto milite, siempre bien
informado de los acontecimientos bélicos de su tiempo.
En cuanto al emisario escogido por Lugo para cumplimentar la delicada
tarea, fue nada menos que el ex rey de Gáldar don Fernando Guanarteme, cuyos
importantes servicios en la conquista de Gran Canaria y su posterior
alistamiento en las operaciones de Tenerife le acreditaban como hombre de
lealtad sin mácula.
La gestión llevada a cabo por el monarca grancanario cerca de su colega el
mencey taorino está descrita con tal gracia por Juan Baxo, que nos exime de todo
comentario.
Sobre la importante comisión, se expresa así: «Guando fue el día del desbarato
de los guanches, cuando mataron a el rey grande que se llamaba el rey Venitomo de
Taoro, el adelantado e capitán, por traer a los guanches al conocimiento de la fe de
Cristo e por que se diesen sin más riesgo e muerte de gentes, mandó ir el dicho
guadnarteme a el rey Ventor, hijo del rey Venitomo, a le requerir que se diese e
tornase cristiano, e que le faría toda la cortesía que quisiese.»
La gestión de don Fernando no tuvo éxito alguno, por la obstrucción cerrada del
indómito monarca tinerfeño: «E que el dicho guadnarteme fue a el dicho rey Ventor,
e entre los guanches, y le fabló, porque sabía la lengua de guanches, e volvió con
respuesta a el real diciendo que el dicho rey Ventor no se quería dar.»
Juan Baxo apostilla esta resolución con un comentario doloroso: «Como pareció

CCCLXXXVIII ESPINOSA, pág. 109.


VIANA (pág. 300): «Nuestro gobernador nos manda os demos | esta cabera, prueba de
escarmiento; | nosotros qual mandados la traemos, | que es justo obedecer su mandamiento, | y de su
parte a requerir bolbemos ¡ que os sujetéys con sano y buen intento, | P° r<me_c°n otro tanto os
amenaza | y a temerarias guerras os emplaga.»
NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 142-143) y VIERA Y CLAVIJO (tomo I, págs. 231-232).
252 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS

después: que no se dio hasta que la tierra se tomó por fuerza de armas.» A renglón
seguido se deshace en elogios del emisario: «Lo cual sabe este testigo porque lo vido e
pasó en presencia deste testigo en la conquista, e que sabe que trabajó allí bien el
dicho guadnarteme en servicio de Sus Altezas, e que se mostró allí muy leal a los
cristianos...» CCCLXXXIX.

CAPITULO XI

PROBLEMAS INTERNOS DE NUMERARIO


Y AVITUALLAMIENTO

ESCARAMUZAS Y RAZZIAS CONTRA LAS BANDAS HOSTILES

CCCLXXXIX Información Guanartémiea, pág. 125.


MILLAHES TOBHES (tomo IV, págs. 219-220),
i. Compás de espera. Pestilencia entre los
guanches y escasez de víveres en el cam-
pamento castellano.

Desvanecidas las esperanzas de una paz inmediata, por la actitud retadora y


altiva del rey Bentor, a Alonso de Lugo no le quedó otro recurso que levantar el
campamento de Gracia, buscando cobijo en la villa de Santa Cruz de Añazo. Los
heridos habían sido transportados con anterioridad, para recibir los cuidados
más precisos. Ahora se imponía ofrecer a los soldados unas mayores
comodidades, libres de zozobras y angustias.

Después hubo que proceder al envío a la metrópoli de los guanches


capturados en la batalla de la laguna, para su posterior venta en los mercados
esclavistas. Era la partida fundamental del botín, que interesaba por igual al
capitán-conquistador y a los socios armadores. Estos cautivos se repartieron por
los puertos de la Baja Andalucía y el área del Mediterráneo. No ha quedado
constancia de su venta más que en el mercado de Valencia, por haber
desaparecido la documentación paralela en otras lonjas similares.

Pese a lo esporádico del caso, interesa destacar las partidas más importantes.
El 24 de noviembre de 1495, Juan Abelló, mercader de Valencia, puso en venta
nueve cautivos de Tenerife. Tres días más tarde, el 27, Miguel Utrera, vecino de
Sevilla, se desprendía de un esclavo, «apresado en la toma de la isla», y Vicente
Pérez, comerciante valenciano, registraba seis guanches hembras de Tenerife.
Entre el 5 y el 17 de diciembre, dos traficantes en esclavos, afincados en la capital
levantina, Luis García y Gabriel Tensa, subastaban catorce esclavas de Tenerife.
Hemos dejado para el final una partida que llama poderosamente la atención. El
17 de diciembre, Juan Vino, mercader, procurador de Alfonso Sanchís,
lugarteniente del tesorero, hizo presentación de cincuenta y seis cautivos canarios
[guanches], estima
260 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

dos en precio de quince libras por cabeza \ No hay que ser perspicaz para
descubrir en estas capturas y ventas el eco de la batalla de la laguna y de las
razzias que la precedieron y acompañaron.
Estos últimos episodios cierran una etapa e imponen en la marcha de la
conquista un compás de espera. El período intermedio que vamos a estudiar no
alcanza, según nuestro cómputo, el mes y medio. En cambio, los cronistas isleños, al
datar erróneamente la batalla de la laguna el 14 de noviembre de 1494 (en lugar de
igual día del año siguiente), se ven obligados a inmovilizar al ejército conquistador
por espacio de im año largo, ya que están contestes en señalar como fecha de
reanudación de la ofensiva la decena postrera de diciembre de 1495.
El compás de espera, objeto ahora de nuestra atención, se singulariza por una
serie de acaecimientos internos, como la pestilencia y el hambre, y, otros de carácter
bélico, a base de incursiones y entradas para desmoralizar a los indígenas y
arrebatarles sus medios de subsistencia. Empecemos por estudiar aquéllos,
reservando las operaciones militares secundarias para el epígrafe inmediato.
La pestilencia fue una tragedia que se abatió sobre Tenerife en estos años de
1494-1495. Los cronistas, sin excepción, se hacen eco de este terrible mal, que diezmó
a los habitantes de la isla, dejando malparada de paso su rudimentaria economía.
Espinosa da fe de esta lamentable circunstancia: «En este tiempo, por el año de
mil y cuatrocientos y noventa y cuatro, ahora fuese por permisión divina (que en
castigo de la matanza que los años atrás los naturales en los españoles habían hecho),
ahora fuese que los aires, por el corrompimiento de los cuerpos muertos en las
batallas y encuentros pasados, se hubiesen corrompido e inficionado, vino una tan
grande pestilencia, de que casi todos se morían; y ésta era mayor en el reino de
Tegueste, Tacoronte y Taoro, aunque también andaba encarnizada y encendida en
los demás reinos.» El fraile dominico achaca a una indígena guanche lastimeras
lamentaciones sobre la peste: «Desto dio información una mujer de la isla, desde un
risco, haciendo señas, y llegando la lengua [intérprete] a hablar con ella, le dijo qué
hacían, que por qué no subían y se apoderaban de la tierra, pues no tenían con quien
pelear ni a quien temer, pues todos se morían» CCCXC CCCXCI.
Viana, Núñez de la Peña, Castillo y Viera y Clavijo se atienen en todo al
testimonio del cronista primigenio. El último de los historiadores citados se atreve a
formular una opinión sobre la índole del terrible contagio: «Era natural que todos
estos hálitos introducidos en los vientos por medio de la respiración causasen una
enfermedad pestilente. Añadíase a esto el exceso de frío y humedad que reinó en todo
aquel invierno, puesto que en enero de 1495 no hubo un día en que no lloviese. Así es de
presumir que la referida epidemia, de que murieron tantos guanches, consistía en
fiebres malignas o agudas pleuresías (achaque a que el clima es propenso), las que
CCCXC VICENTA CORTÉS: La conquista de las islas Canarias a través de las ventas de esclavos en
Valencia, en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (año 1955), págs. 534-535 (documentos núms. 98-104).
CCCXCI Páginas 110-111.
PROBLEMAS DE AVITUALLAMIENTO 261

terminaban en una letargía mortal o sueño vetemoso que llamamos modorra-» CCCXCII.
La pestilencia trajo aparejados otros males y calamidades. Las tierras quedaron
sin cultivo; las cosechas, de por sí exiguas en pueblos de economía ganadera, se
volatilizaron, y el espectro del hambre se dejó sentir por todas partes.
Si sumamos a ello la resolución tomada por los bandos de guerra —los más ricos
y mejor dotados— de retirar los ganados a las cumbres, para ponerlos a resguardo
de las incursiones depredadoras de los españoles, se comprenderá hasta qué punto se
hizo difícil para el ejército conquistador complementar la intendencia sobre el
terreno. Más grave resultaba aún esta escasez desde el punto y hora en que Alonso
de Lugo, con su optimismo e imprevisión característicos, había concentrado un
importante conjunto de soldados sin cubrir por completo su sustentación, en la firme
creencia de que la tierra supliría con sus propios medios la diferencia.
Los víveres escasearon en la villa-campamento de Santa Cruz de Añazo, y hubo
que proceder al racionamiento de los mismos. Este hecho, de veracidad indiscutible,
aparece recogido en las crónicas. Como siempre, Espinosa es nuestro más firme
puntal: «Había gran falta de mantenimientos, porque en la tierra no se sembraba
por causa de la guerra y enfermedad, y los armadores como estaban obligados no
acudían, ni los traían de fuera; y a esta causa el gobernador, de quien todo dependía,
estaba con pena, porque los soldados quisieron dejar la conquista muchas veces y
volverse a sus casas, y aun él estuvo en hacerlo, si no mirara que le iba la honra en
salir con su empresa, y para conseguirla era necesaria perseverancia; y tratando este
negocio con algunos caballeros, de los que en su compañía traía, fueron de parecer
que lo comenzado se prosiguiese y no se alzase mano de la conquista hasta
concluirla.» Viana, Núñez de la Peña, Castillo y Viera y Clavijo reproducen en
esencia lo aseverado por el fraile dominico CCCXCIII.
Tratándose de testimonios tardíos, hay evidente exageración por parte de los
cronistas. La decisión de Alonso de Lugo era firme, y no vaciló ante la adversidad.
Tampoco los soldados pensaron en la deserción, firmemente decididos a rematar la
conquista. Ahora bien, lo que no se puede negar es que escasearon los víveres y se
padecieron estrecheces. Por tal causa se hizo apremiante acudir a las demás islas y a
la metrópoli para suplir con sus vituallas el déficit existente.

CCCXCII VIANA. (págs. 310-311), NÚÑEZ BE LA PEÑA (pág. 146), MABÍN Y CUBAS (págs 213 y 216), VIEBA Y
CLAVIJO (tomo II, págs. 232-233) y MILLABES TOBBES (tomo IV, pág. 224).
CCCXCIII Página 111. VIANA (págs. 335-336), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 151), MABÍN Y CU
BAS (pág. 215), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, pág. 599), y VIEBA Y CLAVIJO (tomo II triginas 239-240).

262 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

2. La desinteresada colaboración de Lope


Fernandez,. Viaje a la metrópoli del proveedor
Francisco Gorvalan. Se remedia la situación.

La escasez de vituallas debió ser menos grave y angustiosa de lo que los cronistas
aseveran. Piénsese que ellos inmovilizaron prácticamente al ejército conquistador
desde noviembre de 1494 hasta diciembre de 1495, mientras que de acuerdo con la
nueva cronología apenas si se percibe un breve compás de espera para tomar aliento.
No es lo mismo unos meses de estrechez y racionamiento de víveres que un año de
angustiosa expectativa.

Sobre el problema concreto que ahora nos ocupa adoptan los cronistas posturas
discrepantes.

Espinosa, como siempre, es el más discreto: «Había gran falta de man-


tenimientos, porque en la tierra no se sembraba por causa de la guerra y
enfermedad; y los armadores, como estaban obligados, no acudían ni los traían de
fuera...». Líneas adelante relata el generoso rasgo de un conquistador: «Uno de los
cuales, hombre no menos valiente que liberal, viendo que la dificultad toda era la
necesidad que se padecía, como hombre que estimaba más la honra que la hacienda,
ofreció toda la que tenía al gobernador, para reparo y socorro de la gente, y así
despachó a Canaria y vendió sus ingenios y haciendas que en aquellas islas tenía por
diez y seis mil ducados, con que se pertrecharon de armas, gente y vituallas para aca
PROBLEMAS DE AVITUALLAMIENTO 263

bar la conquista; este caballero fue Lope Fernández de la Guerra,


de quien adelante haremos mención.» Cargando más las tintas,
añade: «Pasaron en el ínterin los soldados seis meses de trabajo,
con sólo cebada y carne, hasta que vino el socorro que Lope
Fernández traía» ’.
Si analizamos los párrafos transcritos, lo primero que salta a la vista es la errónea
interpretación del contrato estipulado por Alonso de Lugo con los armadores Palomar,
Viña, Blanco y Angelat, pues tratándose de una compañía mercantil, los cuatro socios
se limitaron a aportar capital para enjugar los débitos de la primera entrada y cubrir
el presupuesto de la segunda. Por tanto, no les incumbía el servicio de intendencia del
ejército, ni nadie podía reclamarles la entrega de víveres ni acusarles de demora en los
abastecimientos.
Particular estimación debe merecernos, en cambio, el auxilio prestado por el

jf ULPGC. Biblioteca Unrveisilaria, 200G


conquistador Lope Fernández, que Espinosa y sus seguidores evalúan en 16.000
ducados, obtenidos por la venta de los ingenios azucareros, dinero invertido
totalmente en la adquisición de vituallas y material. Si nos atenemos al testimonio
de Diego Fernández Amarillo, testigo presencial de los preparativos bélicos para el
segundo desembarco, al capitán mayor <le avía prestado Lope Femandes... al pie de
ochocientas doblas; lo qual oyó decir generalmente en aquel tiempo a muchas
personas y vido este testigo las doblas que dezían que el dicho Lope Fernandes le avía
de prestar; e que con estos socorros e remedios volvieron a esta dicha isla de Tenerife a
la tornar a conquistar...». Como se puede ver, no hay correlación alguna s
entre ambos préstamos. Por este motivo, ha parecido lógico considerar el |
último crédito reseñado, de 800 doblas, como anterior a la segunda entra- |
da CCCXCIV CCCXCV. Con idéntico criterio hay que estimar que el préstamo de los 16.000
du- I
cados se produjo en el preciso instante que estudiamos, y con la finalidad *
apuntada de contribuir al abastecimiento de víveres.
El cronista-poeta Antonio de Viana recoge, de la mano de Espinosa, lo sustancial de
la colaboración económica de Lope Fernández (venta de dos ingenios y aportación en
dinero de 16.000 doblas de oro), aunque antedatando la promesa, pues la localiza en las
horas dramáticas del éxodo del campamento de Santa Cruz de Añazo, a raíz del
desastre de Acentejo. En cambio, añade un pormenor que merece ser tenido en cuenta:
el consuelo que recibió Alonso de Lugo con el rasgo de su compañero de armas, lo que
le movería a erigir, en el propio lugar donde se hizo efectivo el ofrecimiento —una laja
penetrante en el mar—, una ermita bajo el patrocinio de Nuestra Señora de la
Consolación’.

CCCXCIV* Páginas 111-112. NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 151-152), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, páginas 600-
601) y VIEKA Y CLAVITO (tomo II, págs. 241-242).
CCCXCV Consúltese el capítulo IX, pág. 223.
7
Páginas 214 y 232.
264 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Núñez de la Peña rectifica en este caso concreto a su acostumbrado mentor,


Velando por los fueros de la verdad se mantiene fiel al testimonio de Espinosa,
emplazando el suceso en el momento intermedio de la campaña final. Acepta, en
cambio, de Viana el recuerdo de la promesa para la erección de una ermita. Los
historiadores Castillo y Viera y Clavijo se pronuncian asimismo por situar la ayuda en
este preciso instante CCCXCVI.

Como andando el tiempo se erigió la ermita de la Consolación, a la que dotó Lope


Fernández con una capellanía de misas perpetuas, este conjunto de circunstancias
inducen a considerar como válido el subsidio, que a su vez se tradujo en vituallas para
el ejército en apuros CCCXCVII.
El cronista Viana, por su cuenta y riesgo, se inventa unas negociaciones en
cadena para solventar el arduo problema del abastecimiento de víveres. Entre el
fárrago de sus versos cabe bucear un cierto orden en los trámites y obstáculos que
hubo que planear y vencer para sacar adelante la empresa. En síntesis fueron

® Osi oocumenlo, los auloTes. Olgfelízaaón realizaos poí ULPGC. flíuíoleea Urráenílarla, ZOOS
éstos:
1.° Otorgación de poder por Alonso de Lugo y Bartolomé de Estopi- ñán a
favor de Juan de Sotomayor, criado del duque de Medina Sidonia, para que
gestionase de los armadores el envío de víveres.
2. ° Pleito incoado en Las Palmas de Gran Canaria ante el gobernador por el
mencionado mandatario, en presencia del escribano García de la Puebla. La
denuncia es contra los armadores.
3. ° Sentencia favorable a los capitanes de la conquista, y
4. ° Arribo de una «carabela de Canaria», el 1 de diciembre de 1495,
Sotomayor al frente, «con mucha provisión de pan y vino, en harina, bizcochos y
zebadas».

Podrá sospecharse que en términos muy similares se expresan Núñez de la


Peña y Viera y Clavijo CCCXCVIII.
Hay que rechazar de plano toda la laboriosa negociación antedicha. Se trata de
una invención más del fantástico Viana. Empecemos por confesar que el comisionado
Juan de Sotomayor nunca existió. Desde punto de vista distinto, no parece lógico ver
emparejados en la otorgación de poderes al

CCCXCVI NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág, 152), CASTILLO (tomo I, fascículo 2, págs. 600-601) y VIEHA Y
CLAVIJO (tomo II, págs. 241-242).
CCCXCVII NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 152).
Esta ermita fue derribada en 1576 para construir en su solar el castillo principal de San Cristóbal.
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: Piraterías y ataques navales contra las islas Canarias. Madrid, 1948, tomo II,
primera parte, págs. 174-176.
CCCXCVIII VIANA (págs. 326-328), NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 152), VIERA Y CLAVIJO (tomo II, páginas
240 y 242) y MILLARES TORRES (tomo IV, pág. 231).
Grabado que ilustra el poema las Antigüedades. El dibujante ha transformado a
Lope Fernández —sedente— en un auténtico Amadla de Gaula. A la derecha, An-
tonio de Viana. En la parte superior, el capitán Juan Guerra de Ayala, interesado
«mecenas» de la edición.
266 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
capitán-conquistador, autoridad suprema, con su lugarteniente, a fin de cuentas un
subordinado. En segundo término, los armadores no moraban en Gran Canaria de
manera permanente, sino que alternaban la residencia entre la metrópoli y el
archipiélago (salvo Mateo Viña, que era conquistador). En última instancia, no estaban
obligados por el contrato —como de sobra sabemos— a abastecer el ejército.

En cambio, ha pasado inadvertido, hasta fecha relativamente reciente, el


importante papel que ejerció como proveedor del ejército Francisco Gorvalán. De él
sabemos que era vecino de Sevilla, ciudad en la qae Alonso de Lugo contrató sus
servicios como criado, en 1491, asignándole de sueldo nueve mil maravedíes anuales u.
Ello permite asegurar que tomó parte en la conquista de La Palma, aunque ignoremos
pormenores de su actuación personal. En su momento hemos dejado constancia de su
intervención en la primera fase de la conquista de Tenerife, siendo uno de los
supervivientes de la matanza de Acentejo CCCXCIX CD.

Se acaba de señalar que en la segunda entrada fue proveedor del ejército. En 1506
declarará Gorvalán que «tuve cargo de los bastimentos de armada, e por mi mano
daba raciones así a los de caballo como a los peones...».

Más importante es la revelación que hace sobre su viaje a la metrópoli con objeto
de adquirir harina: «de que no buho que comer, fui a Castilla a lo buscar e negociar
con el señor obispo de Badajoz, como persona que tenía cargo de la saca de pan a la

® Oe, do«™„1D. auto,ea. D,g,Bfcaaón iM||zada pai uupGc a¡b|MM


sazón, para sacar bastimentos para la gente que en esta isla a la sazón estaba» ís.

El análisis de este párrafo nos permite corroborar la necesidad padecida, y hasta si


se quiere, el hambre. La alusión a la otra parte contratante, don Juan Rodríguez de
Fonseca, designado obispo de Badajoz en febrero de 1495, nos sirve para ratificar la
fecha presunta. Este personaje —que con anterioridad había sido deán de Sevilla y
posteriormente prelado de Córdoba

CCCXCIX A. S.: Registro del Sello.


Incitativa del Consejo real de 23 de julio de 1496.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 21.
Residencia, pág. 34.
CD Capítulo V, pág. 144.
ls
Información de testigos sobre los servicios de Francisco Gorvalán en la conquista de Tenerife. Interrogatorio de
preguntas formuladas por el actor. La Laguna, 10 de julio de 1506.
Se conserva por testimonio del escribano Juan de Anchieta (La Laguna, 17 de abril de 1598), protocolizada ante
José Ferrera. Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Tenerife, 1.232, afíos 1736-1738.
«Fontes terum Canariarum». La Laguna de Tenerife, 1952, tomo V, Apéndice, páginas 246-247 (doc. 20).
loitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Univen-ilana, 2006

Don Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Badajoz, por el pintor


flamenco Jan Joest. (FALENCIA. Trascoro de la catedral). Fue pro-
veedor general de las flotas de Indias y tuvo una intervención in-
directa en el abastecimiento del ejército encargado de la conquista
de Tenerife
PROBLEMAS DE AVITUALLAMIENTO 267

y Burgos— tuvo a su cargo, entre 1493 y 1496, el abastecimiento de las flotas


expedicionarias al Nuevo Mundo. Ejerció además otras múltiples funciones
relacionadas con los descubrimientos y conquistas, que le equiparan a un auténtico
ministro de Indias 14.

De la gestión de Francisco Gorvalán en Sevilla como proveedor ha quedado


constancia en dos documentos cancillerescos, eco de sendas reclamaciones ante el
Consejo real. Ambos están datados en Soria el 23 de julio de 1496, a raíz misma de
darse oficialmente por terminadas las operaciones de conquista. En el primero se
reconoce que nuestro protagonista había recibido «seys piezas de esclavos y esclavas»
en pago de los servicios «que ovo de su cavallería e cavalgadas e de cierta harina que
llevó para la conquista...-». En el segundo, se reclama de Alonso de Lugo un importante
débito derivado de la soldada a percibir como criado y conquistador, cantidad a la que
se añaden: «otros quinze mili maravedíes, que él diz que avía gastado por él y por su
mandado en cosas a él necesarias e conplide- ras», cifra esta última que parece aludir a
las adquisiciones de víveres para el abastecimiento de la tropa 15.

Muy satisfecho debió quedar el capitán mayor por la eficaz actuación del
proveedor, cuando a raíz misma del retomo decidió designarlo para el importante
cargo de alcalde mayor de la isla de Tenerife, en reconocimiento a su destacada
colaboración.

En idéntica fecha, u otra muy simultánea, expidió Alonso de Lugo título de


nombramiento de fiel ejecutor a favor del capitán Gonzalo del Castillo para ejercerlo
«agora e después de ganada la isla..., por los muchos e buenos e leales servicios que de
vos e recibido e me avéis fecho en la dicha conquista». De acuerdo con las ordenanzas
del municipio de Sevilla, tendría como peculiares funciones: «dar el peso e pesos e
medidas justas con que se pesen e venden las cosas que en la dicha isla se pesaren e
vendieren, asi en las carnicerías como en las pescaderías de lo fresco e lo salado...».

COMBADO EUBEL: Hierarchia catholica, Münster, 1914, tomo II, pág. 210.
ABTÍN FERNÁNDEZ DE NAVABBETE: Colección de viajes y descubrimientos que hicieron ™ r T“r Zos

españoles desde fines del siglo XV. Madrid, 1825, tomo II, págs. 158-159.
Mismo título se reitera diversas veces entre las páginas 162-182.
NTONIO BALLESTEROS BEBETTA: Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Barcelona, 1945, tomo II,
pág8. 146-151.
Roma’eT^i íue,precon*zado obispo de Badajoz por bnla de Alejandro VI expedida en En el ’ e. . tero 1495. Su
predecesor en la sede pacense fue Juan Ruiz de Medina, titulado ?. ercic*? cargo de proveedor de las flotas de
Indias aparece por primera vez reitera h°t CDI^4o"e ®a^aí°z en una provisión de 7 de abril de 1495, prelatura que
se le is A V 6. El 6 de septiembre de 1499 pasó a regentar la sede de Córdoba.
A. b.: Registro del Sello.

CDI LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVERA: La égloga de Dátil y Castillo, en «Revista de Historia», núms. 90-91
(afio 1950), págs. 122-123.
Residenáa, pág. VIII.
JUAN NÚÑEZ DE LA PEÑA: Copias de cédulas reales sacadas de las que están en los dos oficios del Cabildo desta
isla de Tenerife, fol. 92. (Archivo de la casa de Guerra, hoy bajo custodia de la familia Buergo.)
«Fontes rerum Canariarum». La Laguna de Tenerife, 1952, tomo V, Apéndice, páginas 228-229 (doc. 2).
252 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS

documentos, núms. 23 y 24.


PROBLEMAS DE AVITUALLAMIENTO 267

La copia del título que hoy se conserva registra el año, 1495, y el día, un 24, pero ha
dejado en blanco el mes. No es aventurado pronosticar que se trata de noviembre18 CDII.

3- Operaciones de castigo contra los guanches de


los bandos de Tegueste y Tacoronte.

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrversilaria, 200G


Entre el 14 de noviembre ■—fecha tradicional de la batalla de La Laguna—■ y
el 20 de diciembre —en que se va a reanudar la ofensiva contra los guanches
insumisos— se intercala un breve período de tiempo en el que se acometieron
diversas operaciones militares de castigo, recogidas por los cronistas con mayor o
menor detalle. Se trata de incursiones o razzias para disminuir la moral de los
indígenas, al mismo tiempo que se pretendía obtener cuantiosa ganancia
capturando esclavos y ganado.

Con carácter previo precisa destacar el arribo desde las islas menores, Lanzarote y
Fuerteventura, de compañías auxiliares formadas por nativos i
al mando del capitán Diego de Cabrera. La noticia nos es facilitada por el |
cronista-poeta Antonio de Viana, y no hay serias razones para dudar de su
autenticidad. Lo único que exagera es el número, «cerca de dos mil hombres de pelea»,
cuando en ningún caso sería superior al medio centenar 1T.

Las operaciones militares acometidas por las huestes españolas durante el compás
de espera aparecen reflejadas por la mesurada pluma de fray Alonso de Espinosa en los
términos siguientes: «Visto esto —se refiere a la epidemia de peste que estaba
diezmando a los indígenas—, envían descubridores que corran el campo... y marchar el
real la vía de La Laguna, donde asentando su real, comienzan desde allí a correr la
tierra; hicieron algunas entradas en Tegueste y Tacoronte, trayendo siempre alguna
presa, porque con la enfermedad y peste que en los naturales había, no hallaban los
nuestros tanta resistencia; y aunque los naturales no la hacían por las causas dichas, la
hambre y necesidad que los nuestros padecieron la hacían grande y era ocasión que la
conquista no se prosiguiese...»CDIII.
CDII17 Página 326. NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 151), VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 239) y MILLARES TORRES
(tomo IV, págs. 229-230).
CDIII Página 111.
V,J\*ANT°™° DE VIANA <págs
- ' Wl-316), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 146-149) y VIEBA Y CLA- VIJO (tomo II, págs.
233-236).
252 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS

Como ha podido verse, el escenario de la acción es reducido, los reinos más


próximos de Tegueste y Tacoronte, y el fruto bien exiguo: «alguna presa». Antonio de
Viana señala como camino para llegar «al fértil valle de Tegueste... el repecho de la
sierra de las Peñuelas»; el cronista-poeta, precisado de llenar varias páginas de versos,
se inventa una serie de episodios (emboscadas, combates, prisiones, etc.), producto de
su fértil imaginación. Lo grave de la superchería radica en que para Núñez de la Peña,
Antonio de Viana es artículo de fe; y los sucesos, en prosa vil, se transforman para él en
acontecimientos históricos. Más sorprendente resulta aún que un hipercrítico como
Viera y Clavijo, con paladar tan fino, picase en el anzuelo dando por válidas las
patrañas vianescas CDIV.
Otro episodio, de dudosa autenticidad, aparece recogido con carácter prioritario
por Núñez de la Peña, para ser luego reproducido por Viera y Clavijo. Se trata de la
hazaña de doce infantes españoles CDV internados en el reino de Anaga, donde trabaron
combate con una partida importante de guanches, capitaneados por su propio mencey.
Después de dura refriega, los anagueses se dispersaron, sobrecogidos por lo impetuoso
del ataque y la mortal acción de las ballestas. El reyezuelo, más valiente, se mantuvo
impertérrito en el campo en lucha desigual contra todos, hasta que, malherido y sin
esperanzas de salvación, logró escapar de sus perseguidores lanzándose al vacío desde
un áspero promontorio.
Si tenemos en cuenta ahora que el bando de Anaga fue de las paces y su monarca
aliado de los españoles, el episodio dentro de este marco geográfico resulta inverosímil.
Sin embargo, Núñez de la Peña, en más de una ocasión tuvo acceso directo a fuentes
originales; lo que induce a pensar en una confusa y semifantástica información, con un
leve fondo de verdad, aunque en escenario totalmente distinto.
Las entradas de los españoles por los reinos de Tegueste y Taganana se tradujeron
en la consiguiente captura de esclavos. Tan sólo en un mercado, el de Valencia, se
puede hoy seguir el rastro documental del tráfico de seres humanos. En los primeros
días de enero de 1496 se procede a vender once esclavos guanches, apresados sin duda
en las razzias que venimos levemente reseñandoCDVI.
CAPITULO XII

CDIV? JVÚÍÍEZ DE-M ,ftÑA (págB‘ 149’150) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 237-238). j P ? e J370111®1®
lagunero, eran «doce valientes y nobles soldados, llamados Rodrigo e jirnos, Juan e Guzmán, Diego
Fernández de Manzanilla, Juan de Llarena, Francisco EL* el Portillo, Gonzalo Muñoz, Juan Méndez,
Diego de Solía, Lope de
CDVn , o go e Burgillos y Alonso Fernández Gallego, que todos comían en un rancho...». °
CDVIsi VICENTA CORTÉS : La conquista de los islas Canarias a través de las venias de esclavos en Valencia, en
«Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (año 1955), págs. 535-536 (documentos 105-106).
El 2 de enero de 1496, Melchor Codo vendió dos cautivos, y el día 4, Gaspar Rui! subastó nueve esclavos.
PROBLEMAS DE AVITUALLAMIENTO 267

LA VICTORIA DE ACENTEJO

DISMINUYE LA RESISTENCIA

LENTA AGONIA DEL MUNDO ABORIGEN


i. Avance bada el reino de Taoro. La segunda batalla
de Acentejo.

A mediados de diciembre de 1495, resuelto en lo más perentorio el problema de los


abastecimientos, el ejército conquistador se hallaba en condiciones de reemprender la
campaña con vistas a la victoria definitiva. Había una cierta premura en localizar y
destruir al enemigo, pues no debe olvidarse que la prórroga para rematar la operación
expiraba el día 31 de ese mismo mes.

Es curioso señalar la escasa información que poseemos de los combates postreros,


en contraposición a la minuciosidad con que aparece relatada y descrita la fatídica
matanza de Acentejo.

El objetivo de la campaña era avanzar sobre el bando de Taoro, ahora gobernado


por el rey Bentor, para, con una demostración de fuerza, aniquilar la resistencia
indígena.

El itinerario a seguir nos es conocido. Una primera escala en el campamento de


Gracia, abrigado por su torreón defensivo. Prosiguiendo el camino arribaron a la
laguna (Agüere), donde Alonso de Lugo decidió establecer un retén de tropas, bajo el
mando del proveedor Francisco Gorvalán, recién designado alcalde mayor de toda la
isla. El propio beneficiario da fe de la importante comisión: «yendo el señor adelantado
a Taoro con toda su gente..., quedé aquí, en la villa de La Laguna, con cierta gente en
guarda de ella y estuve aquí con mucho miedo e peligro de los guanches, y con mucho
trabajo con la necesidad de los mantenimientos, teniendo cargo de la justicia de toda la
isla, y... estuve en la dicha guarda hasta tanto que se ganó la dicha isla» x.

Información de testigos sobre los servicios de Francisco Gorvalán en la conquista lenenfe (1506).
«Fontes rerum Canariarum», La Laguna de Tenerife, 1952, tomo V, Apéndice, pág. 246.

1
8
274 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

El grueso de las tropas prosiguió el avance hacia el reino de Taoro. En su lento


caminar cruzaron el fatídico barranco de la Matanza, decidiendo acampar a escasa
distancia del mismo, en un paraje que se denominó realejo (es decir, real o campamento
pequeño).

Como Espinosa nutre con su relato las reconstrucciones de los cronistas posteriores,
a su versión nos atenemos: «Determinó el gobernador... de pasar adelante al reino de
Taoro; y así marchó su campo la vía de La Orotava, con mejor suceso que la vez
primera, sin hallar mucha resistencia, aunque alguna, hasta asentar su real en el lugar
que dél se denominó Realejo, en el término de Taoro.»

Desde este estratégico punto se llevaron a efecto diversas incursiones por


grupos de jinetes para tantear el terreno y medir las fuerzas de los oponentes. El
fraile dominico lo destaca con su sobria pluma: «Desde allí hicieron algunas

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


entradas y dieron algunos asaltos con provecho corriendo hacia todas partes...».
Pondera a continuación a los más sobresalientes colaboradores del capitán mayor:
«De los que más se fiaba el gobernador era de cuatro caballeros, que eran
Hernando de Trujillo, Lope Fernández de la Guerra, Pedro de Vergara y Guillén
Castellano, los cuales tenían mucha mano con el gobernador, y eran los que
acaudillaban la gente y servían y hacían oficios de capitanes, y los que en las
empresas más peligrosas eran los primeros...». Pedro de Vergara debe ser tildado,
pues sus descendientes sorprendieron la buena fe del fraile domino haciéndolo
pasar por conquistador.

Espinosa tuvo que tener a su alcance alguna información de méritos relativa a


Lope Fernández CDVII, por el interés particular que muestra hacia su Í
persona: «Como... fuese necesario un día... reconocer cierta estancia de |
naturales, salió Lope Fernández a ello solo, y parece que por la parte que él iba habían
venido a lo propio quince o veinte naturales, que estaban emboscados, para reconocer
más a su salvo el designio de los nuestros. Pasando por allí Lope Fernández, le
acometen los que en la emboscada estaban; él, poniendo las piernas al caballo después
que los vido, se fue retrayendo (porque el lugar era peligroso) hasta sacarlos a un raso,
a donde revolviendo con su cabaHo, les acometió, por no mostrar cobardía, y habiendo
derribado seis dellos, los demás dieron a huir por el monte.»

La ocasión era única para conseguir información sobre los planes del enemigo.
Lope Fernández no la desaprovechó: «y pareciéndole había hecho poco si no había
alguno dellos a las manos para informarse del designo e intento de los enemigos,
arremetió por una estrecha senda tras uno, y

CDVII Desde luego, existió. Se llevó a efecto en 1512. VIESA Y CLAVIJO (tomo II, pág. 242, nota 1) hace una
inconcreta referencia a ella.
LA VICTORIA DE ACENTEJO 275

alcanzándolo le echó el caballo encima y cayó; y atándolo lo trajo al


real, donde fue bien recibido».
Interrogado el guanche taorino, «dio relación de cómo la tierra toda estaba
apellidada y con determinación de probar la fortuna otro día siguiente; y para esto los
querían divertir y acometer por dos partes, señalando por dónde y cómo».
Esta información se obtuvo en la jomada del 24 de diciembre de 1495. Y hay que
confesar que era en absoluto veraz. Los menceyes de Taoro, Tacoronte, Tegueste, Icod
y Daute, con lo mejor de sus tropas se aprestaban para el encuentro decisivo. Espinosa
apostilla la resolución en estos términos: «viendo los reyes y guanches que ya los
españoles se apoderaban de la tierra, y que les faltaba mucha gente, así de la peste que
duraba como de las guerras y entradas que los nuestros hacían, quisieron probar
fortuna y poner la tierra en libertad y concluir desta vez».

autores. Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


La noche del 24 al 25 se pasó en vela de armas, en la firme convicción de que la
batalla se entablaría con las primeras luces del alba. El fraile dominico vuelve a ser
nuestro mejor guía: «Convocándose y juntándose de todas partes, después de
animados y despedidos unos de otros como hombres que iban a echar el resto y
probar la última fortuna, presentaron la batalla a los nuestros, día señalado de la
Natividad del Hijo de Dios, el año de mil y cuatrocientos y noventa y cinco...
Sabiendo que habían de ser acometidos por dos partes, se dividieron, poniéndose en
un sitio el gobernador, con parte de la caballería y peones, y en otro Lope
Hernández de la Guerra con el resto de la gente.»
Ya se ha señalado la pobreza de información que ha pervivido de la segunda
batalla de Acentejo. Es un combate escueto, sin incidencias dignas de mención, fuera
del choque brutal de las armas. Preferimos el relato simple a los adornos fantasiosos:
«Pelearon los unos y los otros valentísimamente, porque los naturales luchaban como
desesperados y como aquellos que querían desta vez concluir y ver para cuánto eran, y
los nuestros como gente acostumbrada a vencer y que les iba la honra en salir con
victoria, por ser casi en el mismo lugar la batalla que había sido la primera los años
pasados; y querían cobrar la reputación que habían perdido en el propio lugar do la
perdieron, que fue Acentejo.»
Después de horas de porfiada acción, el éxito comenzó a favorecer a los españoles:
«Al fin, habiendo peleado la mayor parte del día, la victoria se cantó por nuestra parte,
y los naturales fueron desbaratados y vencidos, muriendo muchos y los más principales
dellos.»
¡Así, narrada tan simplemente, se consumó la victoria de Acentejo! La suerte de la
isla de Tenerife estaba decidida para siempre.
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Escenario de la segunda batalla de Acentejo, más conocida por la victoria. Croquis


topográfico por el coronel Izquierdo Barrios.
LA VICTORIA DE ACENTEJO 277

Por tradición histórica conocemos la resolución tomada por el capitán mayor para
conmemorar el triunfo: «En agradecimiento desta victoria fundaron, en el propio lugar,
una ermita, que la llamaron Nuestra Señora de la Victoria* 8.
El cronista-poeta Antonio de Viana y los historiadores Núñez de la Peña, Castillo y
Viera y Clavijo se nutren en sus relatos de la sustancia íntegra que se desprende de la
reconstrucción de Espinosa. Los tres cronistas isleños dejan volar la fantasía y adornan
el episodio de acontecimientos secundarios carentes de todo fundamentoCDVIII CDIX CDX.
En cuanto a las pérdidas sufridas en la batalla, muertos y heridos, Espinosa silencia
cualquier pormenor. Viana adopta idéntica postura. Tan sólo Núñez de la Peña se
atreve a proponer unas cifras: «murieron en esta batalla... sesenta y cuatro españoles y
dos mil y más guanches, y de una y otra parte muchos heridos». Viera y Clavijo
reproduce el vacuo y tardío testimonio del cronista lagunero ’. Si las bajas españolas
pueden estimarse como comedidas, las guanches están muy por encima de toda posible
realidad.
La victoria de Acentejo tuvo como natural secuela la captura de un importante
número de guanches, reducidos inmediatamente a esclavitud. El capitán-conquistador
Alonso de Lugo segregó de la cuadrilla «treinta y dos esclavos canarios de la isla de
Tenerife», poniéndolos bajo custodia de Pedro de Castellanos, vecino de Baza, y le dio
comisión «para que llevase a la corte del Rey e Reyna, nuestros señores, para dar a Sus
Altezas e a otros caballeros de la dicha su casa y corte» ®.

2. Operaciones de castigo contra los bandos de


guerra. Suicidio del rey Bentor.

La última fase de las grandes operaciones de la conquista es sumamente confusa y


oscura. Se extiende cronológicamente entre el 25 de diciembre de 1495 y el 15 de febrero
de 1496. Estas fechas están señalando respectivamente a dos acontecimientos límite: la
batalla-victoria de Acentejo y la primera desmovilización de tropas. Son cincuenta días
de incursiones y depredaciones para destruir los focos de resistencia indígena en las tie -
rras bajas y medias del reino de Taoro y sus aledaños de Tegueste, Taco- Tonte e Icod.

CDVIII• Páginas 112-114.


CDIX VIANA (págs. 328-335), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 153-155), CASTILLO (tomo 1, fascículo 2, págs.
602-604), VIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 244-245), MILLARES TORRES (tomo IV, páginas 231-234) y CHIL
(tomo III, págs. 380-381).
ABRÉU GALINDO y MARÍN Y CUBAS silencian por completo el desarrollo de la segunda batalla de Acentejo.
CDX NÚÑEZ DE LA PEÑA (pág. 155) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, pág, 245),
8
Archivo de Protocolos de Sevilla. Oficio 3.9 Escribanía de Juan de Muros folios 71-71 v. ’
Poder otorgado por Alonso de Lugo en favor de Luis Carrasco (Sevilla, 28 de marzo de 1496).
ALEJANDRO CIOBANESCU: Documentos del Archivo Notarial de Sevilla referentes a Ca- norias, en «Revista de
Historio», núms. 109-112 (afio 1955), págs. 171-172.
278 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Son cincuenta jomadas de brutales razzias a la captura de esclavos y ganados.

Los compromisos económicos contraídos por Alonso de Lugo eran de tal índole, que
su deuda se elevaba a sumas muy cuantiosas. La liberación económica del conquistador
pendía de las capturas antedichas. Las capitulaciones de Zaragoza de 1493 le habían
reconocido el dominio absoluto como botín de los guanches y propiedades de los cinco
bandos de guerra. De ahí su saña en depredar los poblados (cuevas), firmemente
decidido a que no se le escapase de sus poderosas garras ni un indígena ni un rebaño.

Los menceyes guanches, materialmente acorralados, habían buscado refugio en las


tierras altas de sus reinos, decididos a encastillarse en las cumbres de la isla antes que
perder la libertad.

Como se ha señalado, la información que cabe captar en loe cronistas es bien exigua.
Espinosa reseña en breve párrafo las correrías postreras: «Desde este día —se refiere a
la victoria de Acentejo— acobardaron los naturales, y los nuestros conocieron ser ya la
tierra suya; y recogiéndose algunos en el Realejo aguardaron el designio del enemigo. Y
viendo que no acudían en escuadrón formado, como solía, envió el gobernador y capita-
nes algunos caballos y hombres ligeros a correr el campo; los cuales volviendo al real y
trayendo algunos prisioneros consigo, dijeron que ya no había más que temer, porque
en la batalla pasada habían puesto los naturales su buena o mala fortuna, y así estaban
en paz, y también porque no había casi gente, ni la hallaban con quien pelear, por
morirse todos de una pestilencial enfermedad, y así los hallaban, de ciento en ciento,
muertos y comidos de perros.»

Sobre estos feroces animales, que se ensañaban devorando los cadáveres


putrefactos, el fraile dominico complementa la información: «Estos perros eran unos
zatos o gozques pequeños, que llamaban cancha, que los naturales criaban; y como por
la enfermedad se descuidaban de darles de comer, hallando carniza de cuerpos muertos,
tanto se encarnizaron en ellos, que acometían a los vivos y los acababan, y así tenían por
remedio de su desventura los naturales dormir sobre los árboles cuando caminaban, por
miedo de los perros.»
La general desolación se refleja en estas dramáticas palabras: «Fue tan grande la
mortandad que hubo, que casi quedó la isla despoblada, habiendo más de quince mil
personas en ella; y así, a su salvo, podían los españoles correrla sin mucha resistencia»
CDXI CDXII CDXIII
.
Como en la cronología de Antonio de Viana el ejército conquistador va a
permanecer inmovilizado desde el 25 de diciembre de 1495 hasta el 30 de junio de 1496,
CDXI Página 114.
Páginas 335-336. «Mando que luego al punto proveyesen | la caravela y con presteza grande | cargaron
treynta pipas de arina, | y sesenta quintales de vizcocho, | con otras doze pipas de buen vino, | veynte y cinco
fanegas de garvanzo, | azeyte, y muchas cosas necessarias |...
CDXIISegún el cronista-poeta, las abundantes vituallas arribaron a Santa Cruz a fines de mayo de 1496.
CDXIII Página 155.
LA VICTORIA DE ACENTEJO 279

este largo lapso de tiempo había que repletarlo con toda clase de acontecimientos.
En primer término, el regreso al campamento de Santa Cruz de Añazo, «porque
pudiesen con más quietud curarse los heridos». En segundo lugar, las operaciones se
vieron paralizadas por las lluvias: «era, como invierno, tanta el agua y adversidad de
tiempos, que acordaron volverse». Parece cierto que el invierno de 1495-1496 fue muy
pluvioso en el archipiélago canario; pero no tanto como para entorpecer la acción
bélica, dado el carácter esporádico e intermitente de las lluvias y el clima siempre bo -
nancible.
Mención especial hay que hacer de una segunda situación conflictiva por carencia
de víveres. El cronista-poeta da por sentado que Alonso de Lugo y Bartolomé de
Estopiñán, de común acuerdo, suplicaron al duque de Medina Sidonia nuevos auxilios
en vituallas para salir del apuro; demanda generosamente otorgada por el procer
andaluz, quien se apresuró a despachar desde Sanlúcar una carabela repleta de
provisioness. Núñez de la Peña putualiza el nombre del supuesto mensajero: Alonso de
la Peña, acaso remoto pariente colateral suyo ®. Por su parte, Viera y Clavijo se hace
eco de la gestión y ratifica la personalidad del emisario CDXIV.

CDXIVTomo II, págs. 247-248. Lo mismo, MILLARES TORBES (tomo IV, pág. 234).
280 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Ninguno de estos acaecimientos tiene entidad bastante pata ser admitidos como
testimonio histórico.

Antes se ha señalado como escenario de las últimas incursiones y razzias un territorio


dilatado comprensivo de cuatro de los reinos de guerra. Parece indudable que sobre
ellos se actuó en operaciones de castigo, limpieza y depredación. Resulta, en cambio,
harto difícil registrar algún episodio concreto relacionado con estos combates postreros.

Antonio de Viana y sus fieles seguidores Núñez de la Peña y Viera y Clavijo señalan
como refugio estratégico del mencey de Taoro y de sus más adictos seguidores la sierra
de Tigaiga, situada en anfiteatro sobre el fértil valle de la Orotava. Parece probable que
en sus contornos se libraron los encuentros más encarnizados entre españoles y
guanches, con resultado adverso para los últimosCDXV.

© Del documenta, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
Por momentos la resistencia indígena se iba apagando. Esta dramática situación
llenó de angustia y desesperanza al mencey de Taoro, Bentor. Sus tierras estaban
asoladas; sus vasallos, diezmados o cautivos; sus rebaños, arrebatados o dispersos. El
amor a la libertad, y el temor, por ende, a la esclavitud, le arrastró a una decisión
trágica. Una mañana, desde lo alto de un barranco, en las proximidades de Tigaiga, se
lanzó al vacío, en suicidio ritual. Años después de la conquista se mantenía vivo
todavía el recuerdo del dramático suceso, pues la torrentera se identificaba como el
«barranco donde se desrriscó Bentorey» (Bentor-rey) o más simplemente el «barranco
donde se desrriscó Ventor»CDXVI.

j. Desmovilización del grueso de las tropas veteranas


andaluzas. Breve estancia de Alonso de Lugo en
Sevilla.

A principios de febrero de 1496 la resistencia indígena estaba materialmente


desmoronada. Los guanches de los bandos de guerra, todavía insumí- sos, se habían
refugiado en las cumbres más ásperas de la isla de Tenerife, mientras importantes
partidas de aborígenes se acogían, con instinto de conservación, en las demarcaciones de
los reinos de las paces.
La conquista militar había terminado. Se iniciaba por entonces una segunda fase de
simples operaciones de limpieza, de larga duración según cálculos previsibles. Por estas

CDXV VIANA (págs. 336-337), NÚÑEZ DE LA PEÑA (págs. 155-156), MABÍN Y CUBAS (pág. 217), CASTILLO
(tomo I, fascículo 2, págs, 609-610) y VIEBA Y CLAVITO (tomo II, págs. 248-249).
Datas, páginas 68, 119, 134, 135 y 163.
CDXVIEn una tercera data se habla de «la rambla de Bentore».
LA VICTORIA DE ACENTEJO 281

circunstancias, Alonso de Lugo decidió, el 15 de febrero, ordenar la desmovilización del


grueso de las tropas expedicionarias, así andaluzas como isleñas, para librarse del
tremendo coste de las soldadas y los avituallamientos. Con una compañía de tropas
veteranas, al mando de Bartolomé de Estopifián, y las fuerzas auxiliares integradas por
los conquistadores (que optaban por afincarse en la isla con calidad de pobladores)
bastaba para las tareas de la pacificación.
La fecha exacta de la desmovilización aparece respaldada por la nómina del contino
real Diego de Maldonado, de quien sabemos, por propia confesión de Alonso de Lugo,
que había tomado parte en la «conquista de Tenerife desde el año que se comengó, que
fue el año de noventa y quatro, hasta el día que se acabó, que fue el año de noventa e
seys» ls. La liquidación del sueldo del contino Maldonado es más precisa en los detalles:
«del año de noventa e quatro... desde mediado el... mes de abril fasta mediado el mes de
hebrero del año de noventa e seys, que son veynte e dos meses: setenta e tres mili e
tresientos e veynte maravedíes; a rasón de quarenta mili maravedíes, que ovo de aver
por año, del tiempo que sirvió, por nuestro mandado, en las yslas de la Grand
Canaria»14.
M
Archivo del Ayuntamiento de La Laguna: Sección I, letra D-II (Datas por el Adelantado y el Cabildo, 1, doc.
23). Se trata de un expediente de confirmación instruido por Diego de Maldonado ante el gobernador de Gran
Canaria Lope de Sosa, juez de residencia de Tenerife, en 1508.
LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVEBA: Comienzo y fin de la campaña de Lugo en Tenerife: 1494-96, en «Revista de
Historia*, núm. 75 (afio 1946), págs. 279-281.
Consúltese el capítulo VII, pág. 176.
14
A. S.: Casa y Sitios reales, leg. 5, fol. 193.
Cédula de 28 de diciembre de 1502.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 42.
282 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

El cuerpo de tropas insulares retomó a sus cuarteles de origen, es decir, a las islas de
Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura y La Gomera. Las compañías veteranas del
duque de Medina Sidonia abandonaban el archipiélago en la segunda quincena de
febrero, y arribaban a los puertos andaluces en los primeros días de marzo de 1496.
De manera simultánea se trasladó a la metrópoli, en marzo de 1496, el capitán
mayor Alonso de Lugo, en el primero de sus tres sucesivos viajes, cifra récord no
igualada hasta entonces por nadie. ¿Cuál era su principal objetivo? Vender en los
mercados andaluces importantes partidas de esclavos guanches, para con el importe de
las transacciones atender a los más perentorios débitos.
De la estancia apresurada del conquistador en Sevilla ha quedado palpitante

i. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


testimonio en dos documentos notariales expedidos en presencia del escribano Juan de
Muros.
Por el primero liquida a los peones el importe de los sueldos percibidos por su
participación en las operaciones bélicas. Alonso de Lugo no está presente el 26 de marzo
al otorgar una carta de quitamiento o pago a favor del duque de Medina Sidonia. El
perceptor del dinero es «Marcos de la Palma, vecino del lugar de Trigueros», que hace
constar que recibe «por sí y en nombre de todos los peones que quedaron e murieron en
la conquista de Tenerife..., de Alonso de Lugo, que eslava ausente..., quinse mili
maravedíes, desta moneda que se agora usa, los quales son de todo el servicio que él e
los dichos peones, que llevó a la dicha conquista, desde todos los tiempos que estovieron
en la dicha ysla fasta que de ella vinieron e la ganaron...».
Una vez percibido el dinero, Marcos de la Palma hace público reconocimiento: «que
da por libre e quitos a él [Alonso de Lugo] e al señor duque de Medina Sidonia, e les fase
fin e quitamiento e libramiento, agora e para syempre jamás, de guisa e de manera que
contra el dicho duque ni contra el dicho governador ni contra ninguno dellos... non
quedó ni quedaba debda ni demanda ni derecho ni bos ni rasón ni ab$ión...» ls.
El profesor Alvarez Delgado ha llamado la atención, con singular agudeza, de que
los 15.000 maravedíes abonados eran de cuño de oro (de a 10 la dobla), equivalentes a
1.500 doblas, suma importante para la época CDXVII CDXVIII.
Dos jornadas más tarde, el 28 de marzo, comparecía ante idéntico escribano
Alonso de Lugo, titulándose «governador de la ysla de Tenerife, por el Rey e la Reyna,
nuestros señores, vezino de Sevilla en la collación de Sant Andrés...». Su propósito era
otorgar un poder relacionado con los esclavos guanches que en el mes de febrero de
1496 había remitido a la corte con el mensajero Pedro de Castellanos, para que los

CDXVII Archivo de Protocolos de Sevilla. Oficio 3.a, fol. 64 v.


CDXVIIIALEJANDBO CIOBANESCU: Documentos del Archivo Notarial de Sevilla referentes a Canarias, en
«Revista de Historia», núms. 109-112 (año 1955), págs, 170-171.
10
La conquista de Tenerife, pág. 111.
No se trataba de maravedíes de plata de 34 el real, sino de maravedíes de oro (de a 10 la dobla), equivalentes a
1.500 doblas, cifra suficiente para cubrir el breve tiempo de permanencia en Tenerife de los soldados veteranos del
cuerpo expedicionario.
LA VICTORIA DE ACENTEJO 283

entregase como obsequio a los soberanos y a diversos magnates 17. Por este documento
nos enteramos de que el emisario, abusando de la confianza otorgada, había in-
cumplido dolosamente el mandato. Flotaba la sospecha de que los esclavos
permanecían ocultos con propósito de ulterior venta. Esta circunstancia provoca el
mandato a favor de «Luys Carrasco, vezino desta dicha gibdad, en la dicha collación,
que está presente, para que por él e en su nombre pueda demandar e recahdar e
resgehir e aver e cobrar, givil e criminalmente, asy en justicia como fuera della, e
tomar venta o pago o como él quisyere e por bien toviere, de Pedro de Castellanos,
vezino de la gibdad de Baga, o de sus bienes, treynta e dos esclavos canarios, de la
dicha ysla de Tenerife; los cuales él le ovo dado, para que llevase a la corte del Rey e
de la Reyna, nuestros señores, para dar a Sus Altezas e a otros cavalleros de la dicha
su casa e corte...»18.

En este primer viaje de Alonso de Lugo a la metrópoli a lo largo de 1496 debió


venir acompañado de un importante número de esclavos, que él y sus socios se
apresuraron a vender para cubrir gastos y repartir beneficios. De esas provechosas
transacciones sólo se deja hoy sentir el eco en el mercado valenciano, por mor de su
rica documentación. Véanse ahora algunos datos sueltos sobre dicho tráfico de seres
humanos.

Entre febrero v marzo de 1496 no cesan de arribar esclavos guanches. El 1 de


febrero, Juan Miguel, Luis García y Miguel Codo se deshicieron de diecisiete
indígenas blancas; el 12, Nicolás Cathero se desprendió de un esclavo blanco. El 14 de
marzo, Juan Abelló y Antonio Vena ponían en venta una cautiva de Tenerife, y el día
15, maestro Micym, doctor en Medicina, despachaba una esclava guanche 1B.

la Y^as? Ia Pagina 277 de este mismo capítulo.


Archivo de Protocolos de Sevilla, Oficio 3.°, fol. 71-71 v.
CIORANESCU, art. cit., págs. 171-172.
VICENTA CORTÉS: La conquista de las islas Canarias a través de las ventas de es- cavos en Valencia, en
«Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (año 1955), pág. 536 (documentos 107-112).
284 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

4’ Recompensas a los promotores Í/ mandos del


cuerpo expedicionario.

En el epígrafe anterior se acaba de hacer alusión al pago por el capitán conquistador


Alonso de Lugo de las soldadas correspondientes a los caballeros y peones que se
alistaron en el cuerpo expedicionario aprestado por el duque de Medina Sidonia.
En este preciso instante una pregunta salta a la pluma: ¿qué recompensa
recibieron por su actuación don Juan Alfonso de Guzmán, como patrocinador de la

□igitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


empresa; Gonzalo Suárez de Quemada, negociador de la ayuda militar, y Bartolomé
de Estopiñán, capitán de la hueste veterana? Estudiemos por separado cada caso,
con los pocos datos que han sobrevivido hasta el presente.
Advirtamos que son pormenores dispersos, sin una cronología rigurosa; por eso
los encajamos en este preciso momento.
Finalizada la conquista, el duque de Medina Sidonia reclamó por medio de sus
factores —acaso el mismo Suárez de Quemada 20— la devolución del capital
invertido y el pago del premio o recompensa 21, cantidades que Lugo, con mayor o
menor prisa, hizo efectivas en su casi totalidad «en
—------ — E
20
Que Gonzalo Suárez de Quemada era factor del duque de Medina Sidonia después e
s
de terminada la conquista, aparece bien claro en la Residencia. Los testigos Alearas y
Alvarez, al responder a la pregunta LVI, asi lo manifiestan. Lo mismo confiesa San Mar tin al contestar a la pregunta
LXXXVHI (págs. 77, 78 y 90).
21
Sobre la colaboración del dnque de Medina Sidonia y el consiguiente pago de sus servicios tenemos
inconcusas pruebas, no sólo en el unánime testimonio de los historiadores, sino en las declaraciones personales de los
propios conquistadores.
En el Memorial de descargos (cap. LXIV) se lee:
«... que por más lealemente servir el dicho mi parte a Sus Altezas pagó al dicho du que [de Medina Sidonia] la
gente que envió, en dineros e esclavos e ganados e otras cosas, sin le dar Sus Altezas cosa alguna...».
En la Información testifical, Alonso de Alcaraz declara «que el dicho adelantado quedó muy adebdado después de
la conquista de esta isla e que devia a mercaderes, e al duque de Medina, cree que oy no le a acavado de pagar..., que
vio que le pedían por parte del duque...».
El vicario Fernán García refiere:
«■.. que sabe que vinieron a esta dicha [isla] muchas personas del duque de Medina Sidonia e otros licitantes a
pedir muchos maravedís al dicho Adelantado que decían que le avían proveído para la dicha conquista,..».
En análogos términos declaran Juan Benítez, Rodrigo Alvarez, etc,
Residencia, págs. 34 y 116-117.
LA VICTORIA DE ACENTEJO 285

dineros, esclavos e ganados», sin concederle, en cambio, tierras en la isla como


compensación a la ayuda prestada22. Si alguna vez el duque poseyó bienes propios en
Tenerife, los disfrutó merced a sus compras o negocios, no porque se hubiese
beneficiado de repartimientos agrarios23. Todavía en el año 1509 se estimaba en la isla
que Alonso de Lugo seguía adeudado con los prestamistas de la conquista, y se
consideraba como uno de los acreedores al duque de Medina 24.

En cuanto a Gonzalo Suárez de Quemada, no sólo negoció hábilmente esta


importante ayuda militar, por la que fue más adelante recompensa-

22
Memorial de descargos. Capítulo LXIV: «E aunque diera alguna hazienda al dicho duque, que no dio ni tuvo
pensamiento de dar, no por eso hazia cosa que no deviese, pues que el dicho duque avía ayudado con gente a la
conquista de esta isla e socorrido a el dicho señor adelantado, mi parte, e no se hallare avelle dado una hanega de
tierra, e de derecho divino e umano es que el que trabaja aya galardón de su trabajo, que por más leahnente
servir el dicho mi parte a Sus Altezas pagó al dicho duque la gente que envió en dineros e esclavos e ganados e

leí documento, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
otras cosas, sin le dar Sus Altezas para ello cosa alguna.»
Lo mismo se insiste en el capítulo XLIII dd Memorial de descargos (Residencia, páginas 27 y 34).
Pese a la rotunda negativa de Alonso de Lugo, conviene hacer constar que en el Proceso de las yslas de
Canaria (A. S.: Consejo real, leg. 106) todos o casi todos los testigos deponen, en 1506, en favor de la concesión de
las tierras de Abona al duque de Medina Sidonia, don Juan Alfonso de Guzmán.
Reformación, págs. 31-35, 38, 40-44, 46, 48, 50, 54 y 56.
28
El duque de Medina Sidonia fue propietario en La Orotava de treinta y ocho fanegas de tierra de regadío
con su correspondiente ingenio. Habían pertenecido con anterioridad al regidor Lope Fernández, quien se las
traspasó por venta en 1.600 doblas. E3 mediador en este contrato fue d mayordomo o factor dd duque, Gonzalo
Muñoz,
También explotó d duque de Medina Sidonia durante cierto tiempo —total o parcialmente— las tierras de
Daute que correspondieron en repartimiento al genovés Mateo Viña. Las circunstancias de este convenio no
quedan claras en los documentos, sin que se pueda precisar si ambos concertaron un contrato de sociedad o si fue
más bien una enfiteusis o un censo reservativo. El hecho cierto es que don Juan Alfonso de Guzmán invirtió cau -
dales en el heredamiento de Daute y que al frente de la explotación estuvo por algún tiempo su otro factor,
Gonzalo Suárez de Quemada.
A. S.: Consejo real, leg. 106 (Proceso de las yslas de Canaria).
Reformación, págs. 19,31, 32, 35,38, 40, etc.
Residencia, pág. 78.
** Información testifical: Pregunta CLXIII. El testigo Benítez dedara: «que quedó d dicho adelantado muy
adebdado por razón de las dichas conquistas e que fasta hoy en a deve mucha cantidad de dio e que deve al duque de
Medina Qidonia e a otros que este testigo ha oído decir». San Martín asegura: «que está adebdado hasta oy de loa
gastos que entonces hizo... porque lo a oído decir a los Riberoles e a otros a quien deve e a Juan Agostín de Salazar».
Por su parte, Alvarez insiste en que: «hoy día debe a Francisco de Riberol al pie de dos mil doblas, al duque de
Medina Qidonia mucha cantidad e dineros e que este testigo a entendido en la paga y espera de las debdas con sus
factores del dicho Riberol y con el duque»,
Residencia, pág. 117.
CDXIX
do , sino que tomó parte con su «persona e con cierta gente e cavallos... en la
CDXIX En el concierto estipulado en octubre de 1496 entre Lngo y los prestamistas de la conquista (véase
más adelante el capítulo XVI, página 365) se hace constar que Alonso de Lugo había gastado parte del
botín en pagar a «Gonzalo Xuárez de Quemada catorce o quince esclavos por ir hasta Castilla a reclutar
gentes del duque de Medina Sidonia, quien fue y vino a su costa, y por su trabajo y gastos según estaba
firmado de su nombre por Alonso de Lugo...».
2
® Así se hace constar en el Memorial de descargos al transcribir la data que el repartidor Alonso de Lugo
concedió en- Sevilla el 13 de febrero de 1503 a Gonzalo Suárez de Quemada, «que estaba presente».
286 ANTONIO RÜMEÜ DE ARMAS

dicha conquista hasta tanto que la dicha isla se ganó...» CDXX CDXXI CDXXII. No ha de
sorprendernos, por tanto, que sus importantes servicios fuesen recompensados con
datas y repartimientos de tierras en la comarca de Abona2T.
El último, y al mismo tiempo el más significado de los colaboradores andaluces, el
capitán Bartolomé de Estopiñán, vecino de Jerez de la Frontera, recibió como
recompensa por sus importantes servicios una extensa data de tierras en lugar
ignorado, aunque suponemos que en el norte de la isla y muy probablemente en el
valle de Taoro. El propio beneficiario la describe en estos términos: «una parte de
tierras con su agua para regar los cañaverales que en dichas tierras se oviesen de
sembrar, e asymismo agua para el yngenio...» 2B.
En 1497, el capitán Estopiñán, finalizadas las operaciones de la con-
quista, retornó a BU residencia de origen, estableciéndose en Jerez. Ello daría pie a que
el conquistador Alonso de Lugo le despojase del repartimiento, cumpliendo de estricta
manera las prescripciones establecidas. Recuérdese que la propia corona había
impuesto como condición la residencia en la isla, con casa abierta, por un plazo mínimo
de cinco años para consolidar la propiedad CDXXIII.

Esta resolución del capitán-repartidor dará motivo a una reclamación personal del
lugarteniente de la conquista ante los Reyes Católicos, primero, y la reina Juana, más
tarde.

Ambas demandas se tradujeron en sendas provisiones del Consejo real, dando


CDXXSe le titula regidor y vecino de la villa de Sanlúcar de Barrameda y se le conceden las aguas
del río Abona y las tierras aledañas, con la obligación de edificar dentro del plazo de dos años un
ingenio azucarero.
Residencia, págs. 47-48.
CDXXI En el Memorial de descargos (cap. XLIII) se insiste en la concesión a Quemada de las
tierras y aguas de Abona, negándose lo que la maledicencia corría y divulgaba de haber sido
repartidas al duque de Medina Sidonia. Suárez de Quemada no se benefició de esta data, de la que no
llegó a posesionarse, por «la aspereza de la tierra e el poco provecho que de ella se podía aver».
Residencia, págs. 27, 77, 78 y 90.
Dada la reiteración con que los testigos que declaran en el Proceso de las yslas de Canaria aseguran que las
tierras de Abona habían sido concedidas al duque de Medina Sidonia, cabe estimar que Gonzalo Suárez de
Quemada actuase como testaferro del duque. Las denuncias de Lope Fernández son particularmente
sospechosas. (A. S.: Consejo Real, legajo 106.)
Reformación, págs. 43-44.
La real carta de comisión al gobernador de Gran Canaria Lope de Sosa, expedida en Medina del
Campo el 10 de julio de 1504, se hace eco de los rumores, a través de las denuncias formuladas: «...e
que a un Xuares de Quemada, criado del duque de Medina Qidonia, le dio en la dicha ysla de Tenerife
gierta cantidad de tierras en pago de ochocientos mili maravedís quel dicho don Alonso de Lugo diz
que devía al dicho duque; las quales diz que agora posee el dicho Xuares de Quemada...»,
Documentos, núm. 43.
CDXXII A. S.: Registro del Sello.
Carta de comisión del Consejo real, de 5 de octubre de 1504.
Documentos, núm. 44.
CDXXIII A. S.: Registro del Sello.
Carta real de 28 de diciembre de 1493.
LA VICTORIA DE ACENTEJO 287

particular comisión al gobernador de Gran Canaria para que informase sobre el caso.
La primera aparece expedida en Medina del Campo el 5 de octubre de 1504. Por estas
fechas estaba designado gobernador de la isla mencionada Lope de Sosa, quien retrasó
la posesión, por causas ignoradas, hasta enero de 1505 CDXXIV. Esta fortuita circunstancia
arrastró al capitán Estopiñán a solicitar del Consejo real la ratificación de la orden
antecedente, como así lo cumplimentó, en efecto, por provisión de 22 de abril de 1505 81.

Se ignora por completo la resolución definitiva tomada en el caso, aunque lodo hace
sospechar que Estopiñán, reacio a avecindarse en Tenerife, tuvo que renunciar a la
propiedad de su flamante heredamiento.

CDXXIVDocumentos, núm. 6.
80
RUMEU DE ARMAS: España en el Africa Atlántica, tomo I, págs. 410-411.
Lope de Sosa había sido designado gobernador de Gran Canaria por carta real de " de mayo de 1504.
81
A. S.: Registro del Sello.
Documentos, nrúms. 44 y 45.
Cuando el licenciado Juan Ortiz de Zarate reformó en 1506 el repartimiento de Tene- ej^°r exPreso mandato
regio, diversos testigos comparecientes (Pedro de Valdés, Fernán 0 de Llerena, Francisco Albornoz, Gonzalo
Rodríguez y Mateo Viña) denunciaron ante dicha autoridad la concesión de tierras a Estopiñán por
considerarla arbitraria. El motivo de la reclamación es siempre el mismo*, «que Estopiñán no es vezino ni
poblador m morador en esta isla...».
Reformación, págs. 47, 49, 51, 56 y 58.
CAPITULO XIII

LA RENDICION DE LOS MENCEYES

LA CORTE EN ALMAZAN

ENTREVISTA DE LOS REYES CATOLICOS CON LOS MONARCAS


GUANCHES

i. □igitalización realizada poi ULPGC. Biblioteca Unóreisflatia, 2000

1
9
i. Cronología de la rendición. Planteamiento crítico.

Si en las diversas etapas de la conquista de Tenerife el problema más arduo ha


resultado siempre fijar una cronología, la dificultad se acentúa cuando estamos
avizorando el final de la misma. El inicio de unas operaciones bélicas suele tener un
rigor matemático; en cambio, el término de una campaña, máxime si es de dominio de
un territorio libre, ofrece serias imprecisiones propicias a la vacilación.
Empecemos por declarar que en la terminología de la época, una cosa era «ganar
la isla»; otra, «acabarla de ganar», y una tercera, la pacificación general.
La batalla-victoria de Acentejo y las subsiguientes operaciones de castigo
determinaron que la isla de Tenerife fuese considerada como sometida. Esto equivalía
a «ganar la isla». Cuando el 15 de febrero Alonso de Lugo ordenó la desmovilización,
la conquista se pudo dar por oficialmente terminada.
Durante la primavera de 1496 prosiguieron las operaciones de limpieza hasta que
sobrevino un acontecimiento simbólico de la mayor resonancia: la sumisión de los
menceyes rebeldes de Tegueste, Tacoronte, Icod y Daute, en una fecha que tuvo que
girar alrededor de principios de mayo del año expresado. Este hecho, de decisiva
influencia, se tradujo en la proclamación de que la isla se había «acabado de ganar».
En nuestro estudio precedente Alonso de Lugo en- la corte de los Reyes Católicos
fijamos como fecha para la sumisión de los menceyes la anteriormente señalada
(mayo de 1496). El ilustre catedrático don Juan Alvarez Delgado, en su valioso
estudio La conquista de Tenerife, quiere anticipar un bimestre la rendición, para dar
margen suficiente de tiempo al viaje de Alonso de Lugo a la metrópoli, llevando en su
séquito a los monarcas destronados.
232 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Mientras que nosotros fijábamos la partida a principios de mayo y la entrada en la


corte de los Reyes Católicos en los días iniciales de junio, Alvarez Delgado defiende
como fechas probables para la primera, marzo, y para la segunda, principios de mayo,
con mía escala intermedia en Sevilla (recuérdese el poder otorgado por Alonso de Lugo
en la capital bética el 28 del mes primeramente citado) CDXXV.

En la presente ocasión nos ratificamos en el anterior punto de vista. Vaya por


delante la firme creencia de que el capitán mayor retornó a Tenerife después de la breve
estancia en Sevilla (con objeto de solventar problemas económicos), estudiada en su
momento y a la que se acaba de hacer incidental alusión. De acuerdo con este criterio, el
viaje emprendido por Alonso de Lugo en mayo de 1496, llevando a los menceyes
en el séquito, es el segundo de los aprestados en tan decisivo año.

por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


Como argumentos a invocar —que tendrán pleno desarrollo y comprobación
en este capítulo— se pueden establecer los siguientes:

1. ° La entrada de los menceyes a la corte está testimoniada por el em


bajador de Venecia, Sanuto, en misiva a la Señoría, de 10 de junio. En ella afirma
rotundamente que los monarcas habían arribado a la metrópoli «con
queste ultime caravelle che sono venóte». Parece a todas luces improce- | dente que
unos navios fondeados en puertos andaluces en el mes de marzo g sean calificados como
recién surgidos al promediar junio CDXXVI CDXXVII CDXXVIII CDXXIX CDXXX. s

2. ° Entre los componentes del séquito de Alonso de Lugo hay que des- f
tacar la figura del proveedor y alcalde mayor Francisco Gorvalán. Pues |
bien, este personaje formula diversas reclamaciones al conquistador ante el |
Consejo real, afincado en Soria, el 23 de julio. Parece asimismo inverosímil verlo
inactivo en la corte, por espacio de dos meses largos, antes de proceder a la demanda8.

En cuanto a la cronología tradicional, se muestra descaminada, aunque no con


exceso. Fray Alonso de Espinosa se abstiene de cualquier mención sobre el final de la
conquista; silencia la rendición de los menceyes e igno-

CDXXV RUMEU DE ASMAS (págs. 51, 53, 57, 59 y 77) y ALVAKEZ DELGADO (págs. 108, 111 y 116-118).
Sobre la estancia de Alonso de Lugo en Sevilla por el mes de marzo de 1496, véase el capítulo anterior, pág. 282.
CDXXVI Téngase presente la página 301 de este mismo capítulo.
CDXXVIIALVAREZ DELGADO pone en camino a los menceyes en el mes de marzo, con objeto de
CDXXVIIIdar tiempo a Alonso de Lugo para encontrarse en Sevilla el día 28 (La conquista de Te
CDXXIXnerife, págs. 114-116).
CDXXX8 Sobre la reclamación de Gorvalán, consúltese el capitulo XV, págs. 339-340.
Real cédula de 23 de marzo de 1510, por la que Fernando el Católico, en nombre de su hija la reina
titular doña Juana, concede escudo de armas a la isla de Tenerife (LA LAGUNA: Salón de ¡sesiones del
Ayuntamiento).
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 295

ra su viaje a la corte. Lo único que se permite asegurar con referencia a Tenerife es


que dos españoles... estuvieron tres años en sujetarla, ganarla y apaciguarla...», lo que
de acuerdo con su datación arrastra a fijar el término en 1496 CDXXXI. Leonardo
Torriani señala como fecha postrera de la campaña el 26 de julio de 1495, y da por
sentado el viaje y destierro de los monarcas guanches: «En efecto, todos los demás
reyes obedecieron en seguida al rey de España y se hicieron cristianos, y tuvieron de
Su Majestad posesiones y rentas en España, donde vivieron honradamente» CDXXXII
CDXXXIII
.
La versión de Abréu Galindo es más desconcertante. Después de la frustrada
acción de Acentejo —que para él estaba prevista el 25 de diciembre de 1494—, los
monarcas guanches se entregaron a discreción. Alonso de Lugo «los acarició
amorosamente» y les pidió «que se tornasen cristianos..., diciéndoles que los

ULPGC. Biblioteca Unfvefsriaria, 200G


dejaría en su tierra, con sus haciendas...». Para este autor, lo que sobrevino el 26
de julio de 1495 fue la fundación de la ciudad capital, San Cristóbal de La
Laguna 8.

El cronista-poeta Antonio de Viana se limita a registrar la rendición de los


menceyes, que supone se efectúa el 25 de julio de 1496, estando acampado Alonso
de Lugo en El Realejo Alto con el grueso del ejército caste
llano. Según este autor, el bautismo de los monarcas se demoró el tiempo | preciso
para ser instruidos en las verdades de la fe CDXXXIV. |
i
Núñez de la Peña se inspira sustancialmente en el relato de Viana. Abo- ¿
ra bien, el cronista lagunero descubrió, en el archivo del Cabildo de Te- i
nerife, la Real cédula de 23 de marzo de 1510, por la que Fernando el |
Católico, gobernador general de Castilla en nombre de su hija la reina |
titular doña Juana, otorgaba un significativo blasón a la isla, uno de cuyos ;
0
emblemas era el arcángel, en «memoria de que... Tenerife se ganó el día
de San Miguel». En las datas o repartimientos de tierras queda ratificado similar
testimonio: con objeto de justificar el patrocinio «del señor San Miguel de setiembre»,
se puntualiza «que en aquel día se ganó la dicha isla de Tenerife». El propósito de
conciliar estas premisas con el relato vianesco condujo a Núñez de la Peña a imaginar
que las rendiciones fueron dos, con separación de un par de meses. La primera
tendría efecto el 25 de julio de 1496 (día de Santiago Apóstol y conmemoración
litúrgica de San Cristóbal); en ella se sometieron íos menceyes de Taoro, Anaga, Te-

CDXXXI Página 114.


CDXXXII Páginas 186-187.
MABÍN Y CUBAS (pág. 217) sigue una fuente similar. Para él «dio fin la conquista de Tenerife el día 26 de
julio, domingo por la mañana, día de Santa Ana, año de 1495, habiendo durado dos años y dos meses».
CDXXXIII Página 321.
CDXXXIV Tomo I, págs. 338-355 y 369.
296 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

gueste y Tacoronte. Según dicho autor, el reyezuelo aliado de


Güímar compareció días después del fausto suceso para hacer
público reconocimiento de soberanía a los Reyes Católicos. La
segunda sumisión se verificó el 29 de septiembre del mismo- año y
afectó a los últimos monarcas todavía rebeldes, es decir, los de Icod,
Daute, Adeje y Abona. El historiador que comentamos es el primero
en aludir a la presencia de los menceyes destronados en la corte de
CastillaCDXXXV CDXXXVI.
Castillo y Viera y Clavijo defienden, de la mano del último cronista citado, la
duplicidad de las sumisiones, con idéntica postura en cuanto a fechas —25 de jubo y 29 de
septiembre—■ y a protagonistas. Viera vuelve a insistir en la presencia de los monarcas
guanches en la corte de los Reyes Católicos

por ULPGC. Biblioteca Unrvetartaria, 2000


CDXXXV
Páginas 155-161 y 163. Para este autor, el viaje de los menceyes a la corte se efec- s

túa en 1497. f
8
La data copiada por Núñez de la Peña era en beneficio del deán y Cabildo de Canaria
(29 de mayo de 1505). Dice así: «Item, que los dichos deán y Cabildo sean obligados to- |
das las fiestas del señor, San Miguel de setiembre, porque en aquel día se ganó la dicha 3
isla de Tenerife, digan para siempre jamás su vigilia y aniversario cumplido-, con su misa §
0
y procesión hasta la iglesia del dicho señor San Miguel, y que allí se diga la misa ma-
yor, etc.» {Libro de datas del Cabildo de Tenerife, foL 113).
En otras dos datas, otorgadas por Alonso de Lugo, el conquistador se muestra menos explícito.
I.4 A «los frailes del Espíritu Santo... con cargo de... celebrar oficios devinos, de vísperas e misas, la... fiesta... de Sant
Miguel, a 29 de setiembre..> (18 de septiembre de 1504).
2.® A la iglesia de «señor San Miguel..., por cuanto el bienaventurado señor San Mi guel es mi abogado y protector y
defendedor en las conquistas que yo hice en estas dichas dos islas...» (10 de agosto de 1515). •
Datas, pág. 92, y Libro IV de Datas originales (ms.), cuaderno 1.®
ELIAS SEHRA RÁFOLS: Femando él Católico concede armas a la isla de Tenerife, en «Re
vista de Historia», núms. 86-87 (año 1949), págs. 242-244.
Este autor, comentando la real cédula de concesión de escudo de armas a la isla de Tenerife, se inclina por el carácter
meramente simbólico de esta fecha. Lo mismo puede decirse, en su opinión, de la de Santiago-San Cristóbal. (Recuérdese
al caso que las ordenanzas tradicionales de la isla, recopiladas por Núñez de la Peña, al hablar de la insti tución de la
fiesta de San Cristóbal, declaran: «en este día se ganó esta isla y por ello esta ciudad se llama Sant Christóval».)
CDXXXVI CASTILLO (tomo I, fascículo 2, págs. 611-620) y VIERA Y CLAVIJO (tomo II, págs. 246-256, 258 y
267-269).
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 295

2. La sumisión de los menceyes de los landos de


guerra, Preparativos de viaje a
metrópoli.

Solventados los problemas económicos, que arrastraron al capitán mayor a


trasladarse a la metrópoli a mediados de marzo de 1496 —venta de esclavos,
liquidación de débitos y pago de soldadas—, hallamos a Alonso de Lugo incorporado
a las operaciones finales de la conquista en abril de 1496.
Durante su ausencia, el lugarteniente Bartolomé de Estopiñán, al mando de la
pequeña hueste, prosiguió las incursiones de limpieza, que se reactivaron con la
presencia física del capitán mayor. Pero carecemos de detalles sobre el escenario
donde éstas se desarrollaron, así como sobre cualquier incidencia relacionada con las
mismas.
Al cuarto campamento o real, emplazado en la comarca de Acentejo, verdadero
antemural del reino de Taoro, vino a sustituirle un quinto acuartelamiento de tropas,
situado a occidente del valle de la Orotava, en las tierras que luego se llamaron El
Realejo Viejo de Arriba10. Ello induce a sospechar que las operaciones de limpieza
tuvieron como preferente objetivo los reinos de Icod y Dante, los más alejados de los
centros de penetración.
La fase postrera de la conquista culmina con la rendición de los menceyes de
Tenerife, hecho de extraordinaria resonancia por su alta significación y simbolismo.
Como de sobra conocemos, los cuatro menceyes de las paces, es decir, los monarcas de
Güímar, Abona, Adeje y Anaga, habían reconocido en la etapa prebélica la soberanía
de los reyes de Castilla. Verificado el desembarco de los castellanos en Añazo, los
menceyes ratificaron la sumisión, prestando a los conquistadores una ayuda y
colaboración eficacísima, y en el peor de los casos una neutralidad benévola. Por otra
par
ió La tradición considera que fue el real castellano, frente al Realejo de Abajo, campamento o real de los
guanches. Esta suposición carece de fundamento.
La población de El Realejo, según declara el vicario Fernán García, se componía, en 1497, de unas cdoce o
quince casas», superando a la misma villa de San Cristóbal de La Laguna. Residencia, págs. 66 y 99.
El Realejo de Abajo nace posteriormente, al cimentar mi él una de sus mansiones el propio conquistador
Alonso de Lugo, por causa de la proximidad del Campo del Rey, que se había asignado en repartimiento.

te, la estirpe real de Taoro podía considerarse como extinguida. El rey grande Benitomo
había sucumbido en la adversa batalla de la laguna. Su hijo y sucesor, el mencey Bentor,
humillado por la derrota de Acentejo, había preferido el suicidio a la pérdida de la
libertad. Sabemos que este último tuvo un vastago superviviente a la catástrofe; las
circunstancias obligan a sospechar, sin embargo, que no alcanzó el reconocimiento público
296 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

de mencey por la descomposición interna de su reino1X.

De esta manera, fueron cuatro los monarcas que se presentaron en el campamento del
Realejo, en los primeros días del mes de mayo de 1496, para hacer acto público de
sumisión a los soberanos de Castilla don Fernando y doña Isabel. Mandaban,
respectivamente, sobre los bandos de Ta- eoronte, Tegueste, Icod y Dante. Se ignoran las
circunstancias que mediaron para hacer realidad este acto, aunque parece verosímil
sospechar una negociación previa, en la que acaso intervinieran los propios reyezuelos de
los cantones de las paces,

Una vez que la sumisión ee consumó con el ceremonial propio de la época, Alonso de
Lugo convocó a los cuatro monarcas aliados —Güímar, Abona, Adeje y Anaga—, a los
que ordenó se dispusieran a trasladarse a la corte de España, para rendir pleitesía a sus
poderosos soberanos.

El viaje del capitán-conquistador a la metrópoli en compañía de los menceyes


guanches es un hecho de cuya veracidad no es posible discrepar. Los documentos nos
hablan con reiteración del mismo, y si no son muy minuciosos en los detalles, tampoco son
excesivamente parcos. En el Memorial de descargos que de su gestión hace el conquistador
Alonso de Lugo, valiéndose de la pluma de su procurador Juan Márquez, cuando la resi-
dencia que le tomó en 1509 el gobernador de Gran Canaria, Lope de Sosa, se lee lo
siguiente: «Con mucho trabajo e afán e derramamientos de sangre e pérdida e muerte de
parientes, criados e amigos e de las otras personas que con él vinieron a la dicha conquista,
donde fue muchas veces herido, la tiro de poder de los infieles, donde se a celebrado e
celebra el culto devido en abmentación de la fee cristiana e en acrecentamiento de la
corona real; e la puso —la isla de Tenerife— dehaxo del su yugo real e llevó consigo a Su
Alteza nueve reyes...* CDXXXVII CDXXXVIII. En la pregunta CLXII del interrogatorio que
acompaña a la Información testifical, se vuelve sobre el tema en términos más concretos
todavía: «Acabada de ganar la dicha isla

CDXXXVII Residencia, págs. XXVIII, XXIX y 33-34. Habiendo sido este guanche libertado (ahorrado) por su
hermana, «quién sabe a costa de qué sacrificios», el adelantado lo volvió más tarde a reducir a esclavitud para venderlo
al vecino de La Palma Diego de Llano»
CDXXXVIII Ibid., pág. 45.
El pincel ingenuo del pintor isleño Carlos de Acosta imaginó de esta simplista, manera la sumisión de los menceyes de
Tenerife ante el ímpetu arrollador del ejercito castellano. 1761). (LA LAGUNA: Escalera del Ayuntamiento).
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 297

el... adelantado fue a la corte a besar las manos a Su Alteza e llevó consigo nueve
reyes que avia en esta isla de Tenerife...» ls.

En la memoria de Alonso de Lugo debía de estar todavía fresco el recuerdo del


viaje del guanarteme de Gáldar don Fernando a la corte de los Reyes Católicos, a
raíz de su prisión por el propio Lugo, cuando con un golpe de audacia, tras su
desembarco en Agaete, había logrado apoderarse del regio personaje indígena y
desarticular la defensa de los aborígenes frente a los castellanos, i Quién sabe si el
mismo Alonso de Lugo había sido su acompañante en el viaje a la corte, mediador
e intérprete en las entrevistas con Femando e Isabel y hasta testigo de excepción
de su solemne bautizo en la villa de Madrid por mano del cardenal don Pedro
González de Mendoza, recién nombrado arzobispo de Toledo! Lo que no admite
duda es que cuando, finalizada la incruenta conquista de La Palma, y sumisos y
obedientes los caudillos o reyezuelos indígenas, éstos se entregaron a la
magnanimidad del conquistador, en el año 1493, lo primero que hizo el capitán
Alonso de Lugo fue embarcarlos en un navio, en su compañía, para presentarse en
la corte de los Reyes Católicos y humillarlos a los pies del trono con objeto de que
prestasen a los soberanos de Castilla «la obi- diencia e reverencia que devían»
CDXXXIX CDXL
. ¿Cómo ha de sorprendemos, pues, que en 1496, después de una
campaña ementa y dura, con diversa suerte y dificultoso éxito, llevada a feliz
término con tesón y heroísmo, y tras de haber incorporado a la corona la isla más
grande, poderosa e indomable del archipiélago afortunado, el primer pensamiento
de Lugo fuese zarpar veloz para Castilla en grata compañía con los menceyes
sojuzgados?

En cuanto al número de los monarcas que embarcaron, en la primavera de


1496, en Santa Cruz de Añazo, con rumbo a Sevilla, las atestiguaciones son
contradictorias. Líneas atrás se ha recogido la declaración del capitán mayor de
que «llevó consigo a Su Alteza nueve reyes...». A esta terminante afirmación se
opone un testimonio de excepcional valor e importancia. Nos referimos a la carta
que el 10 de junio de 1496 escribió en Alma- zán el embajador de Venecia
Francesco Capello a la Señoría. El diplomático italiano, presente en la corte de
España en el momento del arribo de los menceyes guanches, asegura que eran
siete los monarcas de Tenerife que habían sido presentados a los Reyes Católicosls.
A mayor abunda

CDXXXIX18 Ibid., pág. 116.


Por la fecha del Memorial y del Interrogatorio, 1509, se hace alusión a Fernando el touco en
singular (Su Alteza), por haber fallecido cinco años antes su insigne esposa la rema Isabel de Castilla.
CDXL A. S.: Registro del Sello, fol. 8.
Así lo declara la cédula real de concesión a Alonso de Lugo de nuevos blasones que añadir a su
escudo (Burgos, 5 de noviembre de 1496).
APÉNDICE I. Documentos, núm. 28.
1#
MARINO SANUTO: I Diarii. Venecia, 1879, t. I, parte I, págs. 236-237.
298 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

miento, cuando el embajador Capello, un año más tarde, hace


su entrada en Venecia en compañía de uno de los menceyes
destronados, reitera en su informe verbal a los Pregadi (Senado)
el mismo número de reyes de Tenerife llegados a España a raíz
de finalizada la conquista. Sus palabras, por lo precisas, merecen
ser destacadas: «Insieme con 6 altri re fono menati in Castiglia da
le caravela et zente di Spagna...» ls.
¿Cómo conciliar el testimonio contradictorio de Alonso de Lugo y sus
compañeros, que aseguran, en 1509, haber llevado consigo a los nneve reyes de
Tenerife para postrarlos a los pies de Fernando e Isabel, con el de Francesco
Capello, testigo presencial, que afirma, en 1496, haber visto y personalmente
tratado en la corte de España a los siete monarcas de la mítica isla del Infierno?...

© Del documenta, los autores. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
En esta pugna debe prevalecer, a nuestro juicio, el testimonio del embajador, no
por más antiguo, sino por más preciso.

A nuestra manera de ver, lo que Lugo y sus compañeros de armas quieren con
sus dichos acentuar es la rendición total de la isla y el viaje de sus reyes a la corte,
sin pararse a descontar de la lista oficial aquellos caudillos que como Bentor se
habían suicidado o como un mencey ignoto habían quedado en tierra, por causas
ignoradas (seguramente, enfermedad grave). Si nuetre eran los reinos sometidos,
nueve debieron ser los reyes sojuzgados y nueve en teoría —con los años— los
monarcas viajeros, aunque en la práctica no pasasen nunca de siete...

El largo peregrinar de los monarcas des-


tronados por las tierras de España.

La presencia del conquistador de Tenerife, don Alonso de Lugo, en la corte de


los Reyes Católicos, a raíz de finalizada la conquista, no pasó por completo
Inadvertida para los cronistas e historiadores regionales. Núfiez de la Peña y
Viera y Clavijo se hacen eco de este episodio venturoso, del viaje CDXLI CDXLII del

CDXLIin Ibid., pág. 628.


CDXLIIEs curioso señalar que el mismo número exacto señala el cronista MABÍN Y CUBAS (página 217).
He aquí sus exactas palabras: «Diose luego aviso a Sus Altezas, enviando a España siete guanches los más
nobles...*. Dadas las inexactitudes y abundantes errores que contiene su Historia.debe estimarse como un
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 299

conquistador con los reyes sojuzgados, en las páginas de sus respectivas historias.
Núñez de la Peña lo relata así: «En el año de mil y cuatrocientos noventa y siete
llevó el adelantado los nueve reyes a la presencia de los Católicos Reyes, que se
holgaron de verlos y fueron bien recibidos y Sus Magestades les hicieron muchas
mercedes» CDXLIII. Por su parte, Viera y Clavijo, que acepta la fecha indicada,
1497, es más preciso en la información, puesto que nos revela el lugar de la
entrevista regia: «A la sazón —¿i ce—. estaba la corte en la villa de Almazán. Don
Alonso mereció de los soberanos una audiencia particular, en que les presentó sus
cautivos.» «Los monarcas católicos recibieron un extraordinario placer en el
espectáculo que los príncipes guanches les ofrecieron; admitiéronlos
benignamente a un besamano público y les hicieron algunas mercedes y regalos»
CDXLIV
.
Este pormenor de la presencia de los nueve reyes tinerfeños en Almazán la
recoge Viera de fray Felipe de la Gándara, quien, en sus Armas y triunfos. Hechos
heroicos de los hijos de Galicia, se refiere a Alonso de Lugo en estos términos:
«Venció y rindió nueve reyes, y con ellos triunfante volvió a España y los presentó
a los Reyes que estaban en la villa de Al- magán, el año de mil quatrocientos y
noventa y seis-» CDXLV.
El texto inserto de Gándara, veraz en todos sus extremos, nos revela al
confrontarlo con el de Viera y Clavijo un punto de discrepancia: la fecha de este
episodio, que el historiador gallego fija en 1496, mientras el isleño lo retrasa a
1497. Puesto a optar entre Gándara y Núñez de la Peña, Viera y Clavijo se inclina
por este último, estableciendo un importante lapso de tiempo entre la rendición y
el abandono de la isla por Lugo y los monarcas destronados.
En esta etapa (1496-1497) localizan ambos historiadores destacados episodios,
algunos del más elevado simbolismo, que caen hoy por su propio peso, faltos de
firme base, al simple contacto con los documentos coetáneos. Alonso de Lugo
desplegó en estos meses inmediatos a la pacificación general una diligencia y
actividad extraordinarias, ora en la organización del nuevo territorio incorporado
a la Corona de Castilla, ora en su explotación y aprovechamiento, para poderlo
abandonar, apaciguado, tranquilo y en plena actividad colonizadora.
«Nueve meses se mantuvo el gobernador —dice Viera y Clavijo-— en los
Realejos con sus tropas, desde donde, como del centro de la isla atendía con toda
vigilancia a su última pacificación, destacando diferentes piquetes que se
ocupaban en sojuzgar las reliquias de los guanches indóciles, y aun solían
reducirlos a esclavitud, no sin manifiesta contravención a los tratados...» ,0.

Suponen los mismos historiadores que los españoles no anduvieron ociosos en

acierto casual.
CDXLIII Página 163.
CDXLIV18 Tomo II, págs. 267-268.
CDXLV Edición de Pablo del Val. Madrid, 1662, pág. 423. En la página 451 repite lo mismo.
300 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

ese año, sino que habiendo ofrecido a Dios edificar una iglesia bajo la invocación
del Apóstol Santiago, en. memoria de la reducción del rey Bencomo, conseguida el
25 de julio, echaron muy pronto los cimientos de la misma, y se aplicaron a
construirla «con la- magnificencia que la edad y el tiempo permitían». De esta
manera se pudo bendecir la primera iglesia parroquial con que contó Tenerife, la
del Realejo Alto, en cuya tosca pila recibieron las aguas bautismales los nueve
menceyes guanches, así como otros muchos destacados indígenas.

En abril de 1497 salió Lugo de Los Realejos y se trasladó a la frondosa vega de


Agüere, en cuyo centro había entonces una laguna de regular extensión, que
perduró mucho tiempo. En esta vega fundó el conquistador de Tenerife la villa de
San Cristóbal de La Laguna, destinada a ser la capital de la isla, y cuya posterior
opulencia contrastaría con su humilde origen, pues apenas formaban su caserío
modestas viviendas o cabañas de tablas y tapias, «cuyas puertas, ventanas, salas y
aposentos pequeños anunciaban la feliz ignorancia del lujo, de la opulencia y de la
sobrada industria».

Así pudo, por fin, embarcar don Alonso Fernández de Lugo para la península,
con la mira de presentar al pie del trono los reyes vencidos y de hacer
personalmente a Sus Altezas la relación circunstanciada de la naturaleza de la isla
y de la serie de sus victorias.
**•

Pero los hechos ocurrieron, en realidad, de muy distinta manera. Si no


tuviéramos hoy día pruebas inconcusas de que Alonso de Lugo abandonó la isla
de Tenerife en la primavera de 1496, así como de que pisaba tierras de Soria en
los primeros días de junio de ese año, nos bastaría conocer el lugar de la
entrevista, Almazán, para rechazar de plano la data fijada por Núñez de la Peña y
Viera y Clavijo, ya que si bien habían residido los Reyes Católicos por pocos días
en esta importante villa soriana en

20
Tomo H, pág. 257.
Núñez de la Peña introduce otras variaciones en el supuesto orden de los sucesos. Afirma que Lugo estuvo
en El Realejo desde julio de 1496 a enero de 1497. En febrero lo traslada a Güímar para asistir a los solemnes
cultos en honor de la Virgen de la Candelaria. La fundación de La Laguna la fija en julio de 1497. El 20 de
octubre residía el conquistador en dicha ciudad. No queda, pues, para el viaje a la corte, fijado en ese mis mo
año, más que los meses de febrero a julio, agosto-septiembre y noviembre-diciembre (páginas 161-163).

el mes de enero de 1494, en ruta desde Zaragoza a Valladolid, y habían vuelto a


pasar en noviembre de 1495 con dirección a Tortosa, donde se iban a reunir las
Cortes catalanas para jurar heredero al príncipe don Juan, y habían hecho una
larga jomada en la propia villa, de retomo de Cataluña, en el año siguiente de
1496 (20 de abril a 13 de julio), en cambio no estuvieron en Ahnazán en ninguno
de los días del año 1497, pues la corte se estableció sucesivamente en Burgos,
Valladolid, Medina del Campo, Avila, Salamanca, Valencia de Alcántara, Madrid
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 301

y Alcalá de Henares. Hasta el año siguiente, 1498, no volverían a pasar los Reyes
Católicos por Ahnazán, viniendo de Zaragoza con dirección a Ocaña, en cuyo
caserío se detuvieron los días 26 a 29 de octubre CDXLVI CDXLVII.
Pero insistimos en que los documentos no dejan lugar a dudas sobre el
particular. La pregunta CLXH del Interrogatorio de testigos que sirvió de base a la
Información testifical, cuando la residencia tomada a Alonso de Lugo en 1509 por
el gobernador Lope de Sosa, no pudo ser más explícita: «E llevó consigo —dice—
nueve reyes que avia en esta isla de Tenerife; e llevó estando Sus Altezas en
Almagán, el año de noventa y seis, e gélos entregó, y Sus Altezas se tuvieron por muy
bien servidos del dicho adelantado.-» Los testigos de la información están
conformes en todo con la pregunta, siendo el más explícito de todos ellos Andrés
Suárez Gallinato, pues declara «que llevó el dicho adelantado nueve reyes, porque
lo vio en Castilla, e oyó decir y es notorio que los llevó a Almagán e los presentó a
Sus Altezas»!1.
Sabemos por una carta que el embajador de la república de Venecia,
Francesco Capello, dirige a la Señoría, el 10 de junio de 1496, que por aquella
fecha ya habían hecho su entrada en la corte los reyes de Tenerife, lo que nos
obliga a fijar el viaje de Alonso de Lugo alrededor del 15 de mayo de dicho año
CDXLVIII
. Pero aunque no tuviésemos a nuestro alcance esta prueba tan valiosa
como decisiva, desde el momento que está demostrado que los Reyes Católicos
abandonaron la villa de Almazán hacia el 12 de julio de 1496, Fernando con
dirección a Calatayud e Isabel rumbo a Burgos y Laredo, las naturales
sustracciones de tiempo nos arrastrarían a datar la partida con antelación al 15 de
junio de dicho año; es decir, en uno u otro caso, siempre en primavera.
Sabemos que le acompañaban en este viaje, además de los menceyes
guanches, los conquistadores Francisco Gorvalán, Mateo Viña y Jerónimo de
Valdés. Asimismo se asegura que entre los acompañantes de Lugo figuraba el

CDXLVI ANTONIO RUMEU DE ABMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, pági-
nas 208, 220, 226-227 y 246.
CDXLVII Residencia, págs. 50 y 116.
El testigo San Martín confiesa «que conosce al dicho adelantado desde que salió de esta isla con los
reyes al tiempo que iva a la corte...».
El testigo Alcaraz declara «que vio-., que el dicho adelantado se embarcó en esta isla después de la
aver ganado para ir a Su Alteza e levó consigo los dichos nueve reyes y que oyó decir a los que venían
de allá que avía ido a la corte e los avía dado a Sus Altezas...».
El testigo Amarillo insiste en «que partió él dicho adelantado de esta isla e llevó consigo los dichos
nueve reyes e se decía muy público que el dicho adelantado los lle- vava para los presentar a Sus
Altezas...».
El testigo Serrano añade: «Después que se ganó la dicha isla el dicho adelantado par tió de esta isla
para la corte e llevó consigo los dichos nueve reyes e que este testigo los vio partir...».
La pregunta CLXIV insiste en que «ai saben... que después que el dicho adelantado fue a AlmaQán,
Sus Altezas, en el mes de noviembre de noventa y seis, le hicieron merced de la governación de esta isla
de Tenerife...».
CDXLVIII28 MAEINO SANDIO: I Diarii. Venecia, 1879, tomo I, parte I, págs. 236-237.
302 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

conquistador Jaime Joven CDXLIX.


Desde el puerto de Santa Cruz navegaron los expedicionarios, en siete
singladuras, con dirección al Puerto de Santa María, donde los navios des-
cargaron la regia comitiva CDL. Después, en una jomada, alcanzaron Sevilla,
ciudad por tantos motivos unida a la vida del capitán-conquistador y residencia
de familiares, colaboradores y amigos. La capital hética era, además, el paso
obligado para alcanzar por Córdoba y la Mancha los caminos reales de la Castilla
fronteriza, donde, según sus informes, residía temporalmente la corte.
¡Largo peregrinar de los menceyes guanches por mares y tierras des-
conocidos!... Paisaje de contrastes: ubérrimas campiñas y desolados páramos,
ingentes cordilleras e insondables Ranuras, ricas ciudades y humildes caseríos,
hasta que en este vagar ininterrumpido un día aparecieron ante

CDXLIX Residencia, pág. 116.


Declaración del testigo Serrano: «que sabe que después que se ganó la dicha isla el dicho adelantado
partió de esta isla para la corte e llevó consigo los dichos nueve reyes e que este testigo los vio partir... Oyó
decir públicamente en especial a Francisco de Gorvalán e Mateo Viña e a Valdés que fueron con el dicho
adelantado».
Información de nobleza de Bartolomé Joven, practicada en La Laguna en 1556. (Archivo de la Real
Sociedad Económica de Tenerife, signatura 27/87, fols. 51 y 70.) La pregunta XIV dice así:
«Item si saben que el dicho adelantado quando llevó los nuebe reyes... personalmente a Sus Altezas...,
llebó consigo al dicho Jayme Jove e fueron ambos a los presentar a Sus Altezas, y el dicho Jayme Jove anduvo
en la corte real e le comunicaban e hablaban muchas veces Sus Altezas...».
El testigo Juan Núñez declara: «que oyó decir lo en esta pregunta contenido a Diego de Madrid, persona
antigua en esta ysla, e que abía residido en corte al dicho tyempo...».
Sobre la presencia de Gorvalán en Almazán, véase su propia confesión en Documentos, núm. 24.
CDL A. S.: Registro del Sello.
Provisión del Consejo real de 23 de julio de 1496.
Documentos, núm. 24.
Al hacer escala en el Puerto de Santa María le fueron incautados seis esclavos a Francisco Gorvalán.
Véase, más adelante, el capítulo XV, página 339.
©

Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,

La Puerta del Mercado, importante punto de penetración dentro del recinto forti-
ficado de la villa de Almazán.
e> Del documento, lea autores. Diaitaiizacián realizada oor ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
El palacio de los Mendoza, señores <!' Ahnazán, " Sidenoia d< los Repes Católicos durante la jornada de tf9t¡. En sus hola-
nes. Fernando e Isabel aceptaron el vasallaje de los menceyes destronados de la isla de Tenerife.
aaleria alta del palacio de Almaeán. ¿Es aventurado sospechar que a través de sus arcos contemplaron los menceyes el
frondoso valle del Duero?
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 303

sus ojos las ingentes y pétreas murallas de Ahnazán, la villa guerrera y mística de
las torres albarranas y las torres campanarios. Siete puertas se abrían en el
recinto mural de la villa..., y por una de ellas, envueltos en sus peludos tamarcos,
pálidos los rostros y humildes las cervices, penetraron en Ahnazán los siete reyes
de Tenerife.

La corte en Almaz,án. Gircunstancias


particulares de la jornada regia.

«La villa de Ahnazán..., que dista de Soria seis leguas, está asentada en las
corrientes del Duero, algo levantada, con hermosa puente márgenes, sotos,
bosques, alamedas y mucho monte, cerca a ros, siete puertas, fértilísima de
cebada, trigo, ganados, toros, aves, caza peces, frutas y hortalizas»; así nos la
describe un cronista espano g V medio más tarde28. Villa fronteriza, avanzada de
Castilla, casi e J de Aragón, su valiosa posición estratégica explica el acentúa
castrense de la villa con un imponente castillo o fortaleza en e Cinto, dominando
por completo el caserío, y abraza o este Por te_
de recias murallas con potentes cubos y torres. En as con ien as llanos con
aragoneses y navarros la villa juega un pape e pri • i ¿as lo mismo en la Alta que en
la Baja Edad Media. Sus maravillosas iglestas románicas, sus torres y lucemarios
mudéjares, sus > temp °® )ja
eos, sus palacios y casas blasonadas rezuman y destt an IB o una de sus patinadas
piedras.
La villa había sido realenga hasta el año 1396, en que se ' JJ
señorío, mediante privilegio real, con que quiso obsequiar e r a su prestamero
mayor de Vizcaya, don Juan Hurtado e en ’ n tacado personaje de su corte. Tenía
sangre el prestamero mayor casa de los Mendoza, señores de Llodio, de cuya
rama troncal descendía. CDLI CDLII

CDLI28 RODBICO MÉNDEZ SILVA: Población, general de España.


CDLII MIGUEL LASSO DE LA VECA, Marqués del Saltillo: Historia nobiliaria española, «a drid,
1951, pág. 72.
304 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

El señorío de Ahnazán fue luego transmitiéndose por herencia hasta ser poseído en
el último tercio del siglo xv por don Pedro de Mendoza y Luna, segundo nieto del
primer agraciado, quinto señor, por tanto, primer conde de Monteagudo y
personaje coetáneo a la época de los Reyes Católicos.
Ahnazán unía a su importante posición estratégica un valor superior, si cabe,
por lo que al tráfico respecta. Por su caserío pasaban en el siglo xv las vías de enlace
de Castilla la Vieja con Cataluña y Valencia a través de Aragón. Por eso a nadie
podrá sorprender la serie infinita' de veces que los Reyes Católicos cruzaron por sus
calles en vistosa comitiva o moraron en sus mansiones palaciegas. En las primeras
visitas atendían a los soberanos españoles don Pedro de Mendoza, señor de la villa,
junto con su esposa doña Isabel de Zúñiga y AveRaneda, hija de los primeros
condes de Miranda; pero a partir de 1494, faRecido el conde de Monteagudo,
correspondió hacer los honores en la viRa a su hijo y heredero don Antonio de
Mendoza y Zúñiga, sexto señor de Ahnazán y segundo conde de Monteagudo, en
unión de su esposa doña María de Mendoza Pacheco, hija del conde de TendiRa.
Uno y otro señor de Ahnazán eran parientes además, en grado remoto, de don
Fernando el Católico, perteneciente por su madre, la reina de Aragón doña Juana
Enríquez, a la casa de los almirantes de CastiRaCDLIII.
Fernando e Isabel, unas veces solos y otras en compañía, estuvieron en Ahnazán
en 1474, 1480, 1482, 1484, 1494, 1495, 1496 y 1498. Después de muerta la reina
Isabel, don Fernando visitó otras tres veces la vifla, en 1506, 1507 y 1515 CDLIV. De
todas estas jornadas, estancias o tránsitos, la más importante por su duración y
trascendencia fue la de 1496.
Los señores de Ahnazán edificaron en la viRa, a sus expensas, a todo lo largo del
siglo xv, un lujoso y magnífico palacio, hoy todavía en pie, aunque su fachada
principal, renacentista, no sea la primitiva, sino la que construyó en 1571 para
reemplazar a aquéRa don Francisco Hurtado de Mendoza, primer marqués de
Almazán, virrey de Navarra y embajador de Felipe II en Alemania CDLV. La fachada
posterior, en cambio, es la primitiva y enlaza directamente con la muraba y la
famosa iglesia románica de San Miguel. El gran desnivel del río en esta parte, junto
con los torreones y contrafuertes, dan a sus muros la apariencia de auténtica
fortaleza. Destacan en este frente las galerías góticas, alta y baja, con enormes ojivas
y recias columnas. La fachada principal da a la plaza mayor de la villa y se
comunica con el interior por medio de la gran puerta blasonada y el zaguán. El
patio es espacioso, con dobles soportes de pilastras y columnas, sobre las que,
respectivamente, descansan el claustro o galería y las zapa* tas y aleros del tejado.
Entre las dependencias del palacio son dignas de mención el salón central, la

CDLIII Para entronques y pormenores genealógicos relacionados con esta poderosa familia, consúltese la
obra de RUMEU DE ARMAS Alonso de Lugo en la corte de lo» Reyes Católicos, págs. 61-64.
CDLIV20 ANTONIO RUMEU DE ARMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, páginas 38, 87, 100,
122, 124, 208, 220, 226-227, 246, 325, 337 y 407.
CDLV10 RUMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo.. , pág. 65, nota 21.
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 305

capilla, las galerías y la escalera, con bellos artesonados mudéjares, pinturas góticas
y emblemas heráldicos.
El lujo y comodidad de esta mansión, que pertenecía en 1496 —conforme
supondrá el lector— a don Antonio Hurtado de Mendoza, conde de Monteagudo y
señor de Almazán, fue el móvil determinante de que los Reyes Católicos se fijasen en
ella y aceptasen complacidos los ofrecimientos de este magnate, cuando al cumplir el
príncipe de Asturias y duque de Gerona, don Juan, heredero de sus vastos estados,
los dieciocho años, decidieron ponerle casa independiente, alojándole de manera
fija, con su pequeña corte, en la histórica villa soriana. Se trataba entonces por la
diplomacia española, hábilmente dirigida por los reyes, de concertar alianza con los
Habsburgo, como medio eficaz de aislar a Francia, rodeándola por todas partes de
enemigos; y era pieza fundamental de ese concierto el doble matrimonio hispano-
austríaco del príncipe don Juan con la archiduquesa Margarita de Austria y de la
infanta Juana de Castilla con el archiduque Felipe de Habsburgo, llamado el
Hermoso. Era también firme propósito de los Reyes Católicos que la nueva pareja,
los príncipes de Asturias, se estableciesen en el palacio de Almazán de manera fija y
permanente, con su numeroso séquito y servidumbre.
Cuando los Reyes Católicos pasaron por la villa en noviembre de 1495, fue uno
de sus primeros cuidados recorrer las piezas y estancias del palacio y disponer el
arreglo y ornamentación de las mismas para que sirviesen de adecuado marco a la
pequeña corte que iban muy pronto a alojar. Desde Almazán, los Reyes Católicos,
acompañados por su primogénito el príncipe don Juan, se dirigieron a Daroca, villa
aragonesa, en la que moraban del 29 al 30 de noviembre del año indicado. Tras esta
breve escala, la regia comitiva emprendía de nuevo la marcha para hacer su
solemne entrada en Tortosa el 4 de diciembre, en medio del delirante entusiasmo de
la población. Se hallaban concentrados en esta villa todos los procuradores de las
Cortes del Principado, y allí, con el ceremonial de costumbre, los catalanes juraron
fidelidad como a legítimo heredero al príncipe don Juan, mientras éste prometía
respetarles sus fueros y privilegios.
La corte permaneció en Tortosa desde el 8 de diciembre de 1495 hasta el 7 de
abril de 1496, entretenida por las deliberaciones de la asamblea convocada, así
como por los cultos y devociones de la Semana Santa y las fiestas pascuales, hasta
que en la fecha últimamente indicada abandonaron los reyes y el príncipe la
importante villa fluvial catalana con dirección a
20

Almazán. El 7 estaban los reyes en Cherta; el 8, en Valjunquera; el 10, en Alcañiz;


el 14, en Daroca, y el 20 los encontramos establecidos en Almazán, la importante
villa soriana, al resguardo de sus muros y torres31.
Fue la jornada en esta villa muy laboriosa para la corte y para la administración
española. Las relaciones con Francia se agriaban por momentos, y los Reyes
Católicos, no contentos con precipitar el doble enlace hispano- austríaco,
trabajaban abiertamente en pro de la alianza con Inglaterra, concertando el
306 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

matrimonio de su hija Catalina con el príncipe de Gales, Arturo, heredero de


Enrique VII. Embajadores, emisarios, agentes secretos, pululaban por aquellos días
en Almazán, atentos a recibir las últimas instrucciones de los reyes para el buen
éxito de su gestión. Se temía una segunda invasión de Italia, combinada con un
ataque a la frontera de España por las tropas del rey Carlos VHI, y era preciso
acorralar a éste, consu- | mando la hábil política de cerco iniciada. Al mismo tiempo
partían veloces | correos para Cataluña y Vasconia, con órdenes de movilizar y
levantar tro- | pas que hiciesen frente a cualquier amenaza o peligro, ün poderoso
ejér- | cito español, mandado por Gonzalo Fernández de Córdoba, el gran capí- ~
tán, combatía victoriosamente en Nápoles contra los franceses desde mayo £ de
1495, y en la frontera común pirenaica la guerra había dado comienzo § en octubre
del mismo año, aunque reducida de momento a una lucha in- | ofensiva de asaltos,
entradas y escaramuzas. |
No menos entretuvo a Femando e Isabel en Almazán la organización i de la corte
y palacio del príncipe don Juan. Gonzalo Fernández de Oviedo, | el famoso cronista,
mozo de cámara entonces del príncipe de Asturias, nos ] ha dejado en el Libro de la-
cámara real del príncipe don Juan un vivo tes- | timonio de los «officios de su casa e
servicio ordinario» 32, que nos permite | conocer la vida en el palacio de Almazán
con el mismo detalle que si hoy | la estuviéramos contemplando.

81
RUMEU DE ABMAS: Itinerario..,, págs, 220-226.
82
Edición de la Sociedad de Bibliófilos, Madrid, 1970.
xo/ 7. n , „7> nn.> ¡,>I> ¿n>l¡t(J lll'lll- unp .rh.fil.
• opu.ij iop o..,'im :)

©Del documemo, los autores. Diqitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
> ivr ULPGC Bttotaca U™2006

Detalle de la escultura yacente del principe don Juan, heredero de las Coronas oCastilla y Aragón. Por
Domenifío Fancelli. (AVILA: Iglesia del convento de Santo Tomás). Fue el último vástago varón de la
estirpe re.il de Borgoña-Trastámara. El escultor florentino quiso dar a su rostro la placidez de una deleitosa
somnolencia.
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 307

J. Entrevista de los Reyes Católicos con el


conquistador Alonso de Lugo y los menceyes
guanches. El bautismo.

Parecerá prolija la descripción que hemos hecho del palacio de Alma- zan,
pero está justificada por la circunstancia de que en el gran salón del mismo, en
presencia de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel y del príncipe don
Juan, así como de los altos dignatarios de la corte y del séquito de unos y otro,
comparecieron, una mañana primaveral del año 1496, el conquistador Alonso de
Lugo, seguido de los siete reyes de Tenerife, humildes y reverentes al contemplar
tanta majestad, ostentación y grandeza. Si no tuviéramos pruebas sobradas para
afirmarlo, bastaría leer la real cédula de 5 de noviembre de 1496 para quedar de
ello convencidos:

«Por quanto a los reyes y príncipes es propia cosa onrrar y sublimar


y hazer gracias y mercedes a sus súbditos y naturales, especialmente a
aquellos que bien y lealmente los syrven, lo qual por nos acatado, y
consyderado los muchos y buenos e leales ser- vycios que vos Alonso de
Lugo nos abedes fecho e hazedes de cada un día, especialmente en las
conquistas de las yslas de Tenerife y San Miguel de La Palma, que vos
por nuestro mandado fuystes a conquistar e conquistastes y las
reduzistes a servycio de Dios y nuestro, donde posystes vuestra persona a
mucho arisco y peligro, y tru- xistes los que se llamavan reyes de las
dichas yslas a nos dar la obi- diencia e reverencia que devían, e por que
quede memoria de tan señalados servycios, de vos y de vuestro linaje y
descendencia, avernos por bien y es nuestra merced y voluntad, que
allende y demás de vuestras armas, de vos dar por armas las dichas dos
yslas y dos fortalezas en medio dellas para que las podays meter y metays
en el escudo de las dichas armas que agora vos teneys» ®8.

Los términos en que se expresa esta importante real cédula: «Truxistes los que
se llamavan reyes de las dichas yslas a nos dar la obidiencia e reverencia que
devían...», son una palpable demostración de la presencia personal de los
menceyes guanches en Almazán.
88
AS.: Registro del Sello, fol. 8.
Documentos, núm. 28.

Núñez de la Peña añade, por su cuenta y riesgo, que «los Católicos Reyes... se
243 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

holgaron de verlos y fueron bien recibidos y Sus Majestades les hicieron muchas
mercedes» CDLVI.

La estancia de los menceyes tinerfeños en Ahnazán nos arrastra a abordar el


delicado problema de su cristianización. Se asegura, por tradición histórica, que
los nueve reyes fueron bautizados, a raíz de la sumisión y entrega al conquistador,
en la iglesia parroquial de Los Realejos; pero ni Espinosa, ni Torriani, ni Abréu
Galindo dicen nada sobre el particular.

El primer escritor que nos habla del bautismo de los menceyes es el poeta
Antonio de Viana en sus Antigüedades de las islas Afortunadas:

... Y en un alegre día el gran Bencomo, | Beneharo, Añaterve, Guaci- ma¡ra... |


Recibieron, devotos el bautismo: | El gran Bencomo se llamó Cristóbal; | el rey de
Naga, Pedro de los Santos; j de Güímar, Juan de Candelaria CDLVII1...

La fantasía del poeta lagunero vuelve otra vez a entrar en juego. Si el mencey
Benitomo había sucumbido en la batalla de la laguna, resulta improcedente el
bautismo en la iglesia de Los Realejos, y falso de pies a cabeza el nombre de
Cristóbal que le asigna. El segundo de los supuestos cristianizados, el rey de
Anaga, se Ramo Fernando —como muy pronto tendremos ocasión de
atestiguarCDLVIII—, resultando así pura invención el nombre de Pedro de los
Santos. El tercero, Juan de Candelaria, rey de Güímar, debe merecernos idéntica
confianza. La nomenclatura regia de Viana resulta igualmente sospechosa
tratándose de soberanos infieles como de súbditos neófitos.

El cronista Núñez de la Peña, que estudió con gran minuciosidad los


cuadernos de datas que se conservaban en el archivo del Cabildo de Tenerife,
descubrió entre sus folios el nombre de don Diego, rey de Adeje, y así pudo añadir
este nombre a la lista de los neófitos de Viana: «Bautizáronse —dice—• los nueve
reyes y sus hijos: el rey Bencomo se llamó Cristóbal; el rey de Anaga, Pedro de los
Santos; el rey de Güímar, Juan de Candelaria; el rey de Adeje, Diego'; de los
nombres de los demás reyes no he tenido noticia....

En cuanto a Viera y Clavijo, con más fantasía que el poeta Viana, com-

CDLVI81 Página 163.


CDLVII Página 369.
80
Capítulo XV, pág. 341.
CDLVIII8T Página 162.
©

Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2C
Fernando e Isabel (con indumentos del siglo XVII) reciben en el palacio de Almazán a los reyes de Tenerife. Pintura,
mural de Carlos Acosta. 1764. (LA L\GUNA: Escalera del Ayuntamiento).
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,, lU 'sta de San Miguel d(- Almazán, destacado ejemplar del románico coste-
ño. Se puede contemplar el ábside y la bella bóveda- del crucero, con arcos
cruzados según el tipo musulmán y trompas en los ángulos.
Nave lateral, smnamenU t .sli echa, de la iyletña <l<' San Müfwl ./* -i Imazán.
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 309
pleta la lista de éste, adicionada por Núñez de la Peña: «De manera que ésta fue la
primera iglesia parroquial que vio Tenerife —dice, refiriéndose a la del Realejo
Alto— y la memorable fuente bautismal, en donde recibieron el carácter de
cristianos los nueve reyes guanches, con los demás neófitos de la nación: Bencomo
de Taoro recibió el nombre de Cristóbal; Beneharo de Anaga, el de Pedro de los
Santos; Afiaterve de Güímar, el de Juan de Candelaria; Pelinor de Adeje, el de
Diego...» (Viana-Núñez). Luego, por su cuenta y riesgo, prosigue: «Acaymo de
Tacoronte toma el de Femando; Tegueste, el nombre de Antonio; Romén de Daute,
el de Gonzalo; Adxoña de Abona, el de Gaspar; Pelicar de Icod, el de Blas Martín...»
CDLIX
.
La cristianización de los menceyes nos lleva a proponer su bautismo en el seno
de la corte. A nuestro juicio, en una de las iglesias de Almazán, seguramente la de
San Miguel, por ser la más próxima al palacio de los Mendoza, recibieron las aguas
redentoras del bautismo los monarcas isleños. En casos semejantes (que pueden
servímos de precedente), los príncipes indígenas fueron crismados allí donde habían
sido previamente presentados a los Reyes Católicos, sin que los conquistadores o
descubridores hubiesen tomado esta importante decisión ajenos al oportuno
respaldo de la autoridad regia. Recuérdese el bautismo en Madrid del rey o guanar-
teme de Gáldar Tenesor Semidan (Fernando Guanarteme) por la mano del gran
cardenal de España don Pedro González de Mendoza y en presencia de los Reyes
Católicos, sus padrinos; recuérdese el solemne acto de cristianar en la catedral de
Barcelona a los seis indios que acompañaron al almirante a su retomo de las
Antillas en 1493; y no es inverosímil suponer que en Almazán recibieron las aguas
del bautismo los reyes guanches de Tenerife. Es más, si Femando Guanarteme fue
apadrinado por el Rey Católico, y los indios antillanos por el propio monarca y el
príncipe don Juan, tampoco es aventurado suponer que uno y otro, asi como
diversos magnates y grandes, apadrinasen en la primavera de 1496 a los reyes des-
tronados de la mítica isla del Infierno.
Viene en nuestra ayuda, una vez más, el embajador Francesco Capello, para
sacarnos hasta cierto punto de dudas. En sus informes verbales al Senado de
Venecia aseguraba el embajador que si bien el rey guanche que traía consigo
ignoraba las lenguas cristianas («non sapeva parlar»), había sido, no obstante,
bautizado («.tamen, era sta fatto batizar»). El valioso testimonio de Capello parece
reflejar mejor un recuerdo personal o por lo menos una información directa de los
propios soberanos, que noticias llegadas a él por otros conductos. El supuesto del
bautismo de los reyes guanches en Almazán tiene muchos visos de verosimilitud3B.

CDLIX88 Tomo II, pág. 258.


39
MARINO SANUTO: I Diarti. Venecia, 1879, tomo I, parte I, pág. 628.
310 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

6. Planteamiento económico ele la conquista.

hacienda real.

La breve estancia de Alonso de Lugo en Ahnazán fue aprovechada por el


capitán andaluz para hacer valer sus notorios servicios, tratando de conjurar la
ruina económica a que se veía abocado si la corona no cumplía la promesa de

1 Del documenta, los autores. Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
cubrir a sus expensas el importe de los fletes de la primera expedición. El lector
sobradamente conoce que éstos ascendieron a la elevada cifra de un cuento y ciento
sesenta mil maravedíes (1.160.000).
Las recompensas empiezan a llover sobre el conquistador. La primera que se
le otorga es un premio en metálico por sus servicios, con independencia de los
débitos. El único pormenor recogido en los documentos nos revela «que la reina,
nuestra señora, hizo merced al dicho Alonso de Lugo» de «dos mili ducados de
oro». La libranza tuvo que ser expedida en Alma- zán, aunque en fecha hasta ahora
ignorada.

Más laboriosa va a ser, en cambio, para el conquistador la recuperación del


importe de los fletes. Las reclamaciones y las libranzas se van a extender hasta
1499, aunque con pleno éxito para el capitán mayor.
En el propio año de 1496, y en la antedicha villa soriana, cabe comprobar la
segunda gracia: «ciento e sesenta mili maravedís que Su Alteza le mandó librar,
para complimento de los fletes» CDLX.
Hay que advertir —conforme se verá más adelante CDLXI— que ambas libran-
zas le van a ser intervenidas al gobernador de Tenerife por los cuatro socios
capitalistas financiadores de la conquista (Palomar, Viña, Blanco y An- gelat) como
garantía del reparto de los beneficios mínimos que a cada uno correspondería en la
operación.
Las negociaciones económicas prosiguieron en años venideros, algo alejados
del momento que nos ocupa. La corona va cubriendo el débito de acuerdo con las
posibilidades de la hacienda real.
En una fecha que puede oscilar entre 1497 y 1498 le fue reconocida a Alonso
de Lugo por los soberanos de Castilla una deuda de 910.000 maravedíes. De esta

CDLX Concierto, págs. 651-652.


CDLXI Capítulo XVI, pág. 363.
LA RENDICIÓN DE LOS MENCEYES 311
importante cantidad le van a ser librados de momento 610.000.
La liquidación total de los atrasos se demorará hasta el mes de agosto de 1499.
El momento no podía ser más propicio para Alonso de Lugo, pues se hallaba en
Granada negociando con los Reyes Católicos la conquista del Africa sabática vecina
a las Canarias (las capitulaciones se firmaron el 2 de octubre) 42. Los soberanos de
Castilla atendieron inmediatamente la justa reclamación del incansable capitán
andaluz, y expidieron el 2 de agosto la oportuna libranza para los contadores
mayores.
El párrafo principal de la misma merece ser transcrito: «Vos mandamos que
libredes a Alonso de Lugo, nuestro governador..., CCC. U. maravedís, para
complimento de DCCCCX. U. maravedís de que le ovimos fecho merced, en
hemienda de los gastos que fiso en la conquista de Tenerife e de cierto flete que
pagó a ciertas naos que anduvieron en nuestro servigio en la dicha qon quista...» 4S.
Las tres libranzas sucesivas para cubrir el importe de los fletes, hasta ahora
registradas, suman 1.070.000 maravedíes. Ello hace suponer que la diferencia hasta
alcanzar 1.160.000, es decir, 90.000 maravedíes para completar el presupuesto total
de los fletes, ya le habían sido librados al conquistador en fecha intermedia. CDLXII
CDLXIII

CDLXIIRUMEU DE ABMAS: España en el Africa Atlántica, tomo I, págs. 313-319.


CDLXIII A. S.: Mercedes y privilegios, leg. 75, fol. 17.
Documentos, núm. 38.
RUMEU DE ABMAS, op. cit., tomo I, pág. 313.
CAPITULO XIV

UN REY DE TENERIFE EN VENECIA

AVENTURA Y DESVENTURA DEL MONARCA DESTRONADO


i. El embajador Francesco Capello. Un mencey de
Tenerife, donado como obsequio a la Señoría de
Venecia.

© Del documenta, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
La villa de Almazán fue escenario, durante la estancia de la corte en su recinto, de un
episodio sumamente sugestivo que va a tener como protagonistas al embajador de
Venecia y a un rey de la isla de Tenerife. Una serie de incidencias en cadena van a
desarrollarse en Burgos, Barcelona, Valencia, Túnez y Venecia a lo largo de los años
1496-1497. Este conjunto de circunstancias nos fuerzan a romper el hilo cronológico de la
narración, en defensa de la unidad temática. Al mismo tiempo, el objetivo principal de
este libro, la conquista de Tenerife, quedará pospuesto para reconstruir diversos
acontecimientos marginales preñados de apasionante interés.

Hemos declarado como protagonistas del episodio cortesano a un diplomático véneto


y a un rey de Tenerife. Es llegada así la hora de que os conozcamos más de cerca.

En dos ocasiones ha salido ya a relucir en estas páginas el nombre de Francesco Capello,


embajador de la república de Venecia cerca de os e yes Católicos («cavalier orator in
Spagna», dicen los documentos ita ia nos) CDLXIV, llamado a desempeñar un importante papel
en las combinaciones diplomáticas de estos arduos y difíciles años de la historia europea.
El fue uno de los artífices de la Liga Santa o de Venecia, que sirvió para destruir el
omnipotente poderío de los franceses en Italia y e re

CDLXIV MARINO SANUTO: I Diarii. Venecia, 1879, tomo I, parte J, pág. 51.
fue uno de los más famosos embajadores venecianos de su tiempo. nan e_ o misión en España había sido embajador
cerca del rey de Francia ar os , ,
Volvería a serlo en Francia ante Luis XII, en 1500. Fue, además representante diplomático de Venecia en
Inglaterra (1503), Alemania (1509) y Mantua (1510).
316 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

chazo para favorecer el afianzamiento, por varios siglos, de la hegemonía española en la


península del Lacio. Había venido a España este embajador en 1494, a raíz de la invasión de
Italia por las tropas de Carlos VIII, y trabajado afanosamente por estrechar los lazos de
amistad entre los Reyes Católicos y la Señoría. Su gestión fue tan eficaz en España como lo
bahía sido cerca del dux y el Senado veneciano la de nuestro embajador en aquella
república, el famoso don Lorenzo Suárez de Figueroa. La firma en Venecia, el 31 de marzo
de 1495, de la Liga Santa con Francia, que suscribieron los reyes de España; el rey de
Romanos, Maximiliano de Austria; el papa Alejandro VI; el duque de Milán, Ludovico
Sforza, y la república de Venecia, fue el fruto conjunto de estas laboriosas negociaciones. La
publicación de la Liga bastó para forzar la retirada de los franceses de Italia. Carlos VIH
abandonó Ñapóles con el grueso de su ejército para evitar el copo de sus mejores tropas, y
de las que quedaron en la península, el genio militar de Gonzalo de Córdoba daría pronto
buena cuenta, después de coronar victoriosamente su primera campaña de Ñapóles.

© Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrversilaria, 200G
Francesco Capello estuvo en el desempeño de su cargo hasta el 24 de febrero de 1496.
En esta fecha, el Senado veneciano, queriendo premiar sus relevantes servicios, le designó
«podestá et capitano» en Capodistria, al mismo tiempo que elegía para reemplazarle en el
importante cargo de orator en España a Jacobo Contarini. Sin embargo, como este último
embajador tenía que cumplir con una misión extraordinaria en Portugal antes de in-
corporarse a su nuevo destino, Capello recibió órdenes de la Señoría para seguir al frente
de la embajada en España basta tanto que se produjese el relevo CDLXV.
Por esta causa le veremos a todo lo largo del año 1496, siguiendo a la corte de
Fernando e Isabel en sus ininterrumpidas andanzas. Su correspondencia con el dux y el
Senado veneciano, recogida por Marino Sanuto en su famoso I Diarii, informa
puntualmente al curioso lector de mil incidencias de la política nacional e internacional de
España, aunque a nosotros de momento sólo nos interese destacar aquello que concierne a
Tenerife y a sus reyes indígenas ’.
El embajador sigue a la corte como su sombra, pues no se separa un momento de los
soberanos. Puntualmente conocemos cada uno de los pasos de Femando e Isabel por su
interesante correspondencia, resumida por Marino Sanuto; en otras ocasiones es el diarista
veneciano quien, por distintos conductos, nos añade interesantes pormenores 4. Como ya
sabemos, los soberanos de España habían hecho su entrada en Tortosa el 4 de diciembre de
1495, villa en la que permanecerían hasta el 6 de abril del año siguiente; pues bien, el
Senado de Venecia tuvo en seguida información de este viaje por la pluma de su embajador.
La última carta escrita en Tortosa por Francesco Capello es la de 17 de marzo de 1496, y en

CDLXV Ibid.
s
Marino Sanuto o Sañudo nació en Venecia el 22 de junio de 1466. Pertenecía a una de las más ilustres familias del
patrieiado véneto. Ha sido conocido con el sobrenombre de «il giovanev para distinguirlo de su homónimo el famoso
navegante, viajero y cosmógrafo del siglo xni (nacido en 1270), también apodado torsello o ril veccbio».
Fue uno de los hombres más cultos de su época, sobresaliendo en el campo de la His toria y la Arqueología. Su
intervención en la vida pública fue también destacada; senador en 1498, camarlengo en Verona en 1501, etc.
Sus obras más importantes son: las Pite dei Dogi (desde los origenes de Venecia hasta 1493), publicada por Muratori en
el tomo XXII de los Italia scriptores; La spedi- zione di Cario VIII, Venecia, 1883, y su famoso I Diarii, escrito en dialecto
veneciano
UN REY DE TENERIFE EN VENECIA 317

ella informa puntualmente a la Señoría de los grandes preparativos militares que se hacían
en España con vistas a la próxima campaña en los Pirineos 5.
La corte se traslada a Almazán en la primavera. El 20 de abril están Femando e Isabel
con sus hijos en la importante villa soriana. La noticia no tarda en llegar a Venecia, pues
Marino Sanuto registra en su diario un mes más tarde, en mayo, que los Reyes Católicos
están en «Soria, térra pur in la Castiglia» 8.
La comunicación entre España y Venecia se hacía entonces difícil, porque la escuadra
francesa perturbaba con sus continuos cruceros la navegación por el Mediterráneo. Las
cartas del embajador Capello llegaban a la república del Adriático a destiempo, cuando no
se perdían en el camino. El 11 de julio de 1495 se recibía en Venecia una de las misivas del
diplomático italiano, que para nosotros es del más vivo interés.
Está fechada esta carta el 10 de junio, y aunque no consta el lugar de redacción, tuvo que
serlo en Almazán. En ella, después de referir con gran copia de pormenores las últimas
incidencias de la política con Francia, comunica a la Señoría el hecho insólito, por lo
honroso, de que los reyes de España habían decidido obsequiar a la república, su aliada, con
uno de los menceyes destronados de la isla de Tenerife.

El párrafo de la carta de Francesco Capello, que conocemos no por su texto original, sino
por el resumen o extracto que Marino Sanuto inserta en su diario, merece ser íntegramente
copiado:
----- , . '
e
impreso en la ciudad del Adriático entre los años 1879-1902. Atranca del 1 de enero de 1496, y se compone de 58
grandes volúmenes.
Murió en Venecia el 4 de abril de 1536.
4
Por la correspondencia de Marino Sanuto se ve de cuán distinta fuente y proce dencia recibía los informes y
noticias de Z Diarii, Por lo que respecta a España, merca- dores, marinos y espías a sueldo debían estar enviando
noticias a la república, que él recoge puntualmente.
3
I Diarii, pág. 206.
8
Ibid.

«E ditti re di Spagna baño donato a Francesco Capelo, cavalier, orator nostro. con
hordine che’l sia apresentado a questa Signoria, un re di corona, saracino, de quelli de
l’isoleche novamente sono State tróvate; et par che de’ dicti re ne siano sta menati 7 con
queste ultime caravelle che sono venute...» CDLXVI.

Si atendemos a la noticia escueta en sí, el párrafo citado no nos revela nada nuevo, pues
nuestro Jerónimo Zurita, en su Historia del rey don Hernando él Cathólico, había ya dado
CDLXVI Ibid., págs. 236-237.
«Y dichos reyes de España han donado al caballero Francisco Capelo, nuestro embajador, con encargo de que
sea presentado a esta Señoría, un rey de corona, sarraceno, de aquellas islas que han sido recientemente
descubiertas; y parece que de dichos reyes han sido traídos 7 con estas últimas carabelas que han venido.»
s Edición de Zaragoza, 1610, libro II, caps. XV y XXXVII, fols. 78 v. y 106 v.
JUAN DE MARIANA: Historia general de España, libro XXVI, cap. X. Edición de Madrid, 1848, tomo II, pág. 660.
Este autor recoge la noticia en los siguientes términos: «El rey de aquella isla traído a España, de allí le enviaron a
Venecia en presente a aquella Señoría.»
318 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

cuenta de este obsequio, verdaderamente regio, de los soberanos de España a la Señoría;


pero si nos fijamos en la fecha de la carta y en los pormenores de la misma, cobra a nuestro
juicio el más vivo y excepcional interés.

El cronista aragonés, al referirse en su historia a la conquista de la isla de Tenerife por


Alonso de Lugo, exalta la resistencia de los indígenas en estos términos: «Era sugeta [la isla]
a un rey, que con gran perseverancia persistió en no rendirse ni dexar el señorío que en
aquella parte del mundo le avía cabido; y fue vencido y preso, y la isla quedó poblada de
chris- tianos.» Sobre la suerte que estuvo reservada a este poderoso monarca, añade: «Fue
traydo el rey en memoria de aquella vitoria a España; al qual el Rey [Católico] embió a la
Señoría de Venecia, en señal de gran amistad, con su embaxador Francisco Capelo, quando
bolvió a Venecia de su embaxada.» Capítulos más adelante, al dar cuenta Zurita de la
partida del diplomático veneciano, reitera la noticia: «Entonces Francisco Capelo, que era
su embaxador, se bolvió a Venecia y llevó en presente a la Señoría al rey de la isla de
Tenerife» s.
UN REY DE TENERIFE EN VENECIA 319

2. «H re piu famoso e piu bello». Imposibilidad de


identificación.

Si nos atuviésemos exclusivamente a la información de Zurita, el rey de Tenerife le


habría sido entregado a Francesco Capello, en Burgos, en noviembre de 1496, pues el
embajador veneciano abandonó la importante capital castellana el 17 de dicho mes y
año, pormenor al que no es del todo ajeno el cronista aragonés 0; pero ya hemos dicho
que la carta de Capello al Senado de Venecia altera por completo el orden de los
sucesos, tal como hasta ahora los conocíamos, y que en ello precisamente radica parte
de su valor.
Por esta importante misiva sabemos que con anterioridad al 10 de junio de 1496
habían hecho su entrada en Ahnazán los siete reyes destronados de Tenerife, con todo
lo que esta fecha consigo arrastra de ante- datación del final de la conquista (abril-
mayo de 1496) y el viaje de los monarcas a la metrópoli (alrededor del 15 de mayo).
Por ella conocemos asimismo que con prelación a ese día 10 de junio de 1496,
Fernando e Isabel habían hecho entrega personal de uno de los siete monarcas
indígenas al embajador Capello para que fuese portador, en su viaje de retorno a
Venecia, de este presente para la Señoría. El embajador no puede ocultar su alborozo

Oel doedmeota.po, ULPGC. BldlMeep2000


al Senado por este honor que se le dispensaba a su patria: <Et il piu famoso e piu bello
—termina la epístola— hano voluto donar a la Signoria nostra» 10.
La carta de Capello y los informes verbales del mismo ante el Senado de Venecia,
recogidos por Marino Sanuto, nos revelan la ignorancia del embajador, del Senado
que los admite como buenos y de Sanuto que los recoge y divulga, sobre la geografía
del Atlántico. Parece deducirse que los venecianos, enfrascados en su activo y
provechoso comercio con el Oriente mediterráneo, ignoraban por completo la posición
de las Canarias, error en que de seguro no incurrirían por aquella época, ni mucho
antes, sus hermanos los navegantes genoveses, expertos conocedores de la ruta de las
islas atlánticas. Las Canarias, por su posición, parecen confundidas con las Antillas, y
por su población, con el continente africano. El descubrimiento de América por
Cristóbal Colón, cuatro años antes, estaba haciendo delirar a las gentes...
® Zurita no ignora que el embajador veneciano abandonó la corte de España cuando los Reyes
Católicos residían en Burgos, en noviembre de 1496.
10
Ibid., pág. 237. «Y el más famoso y más bello han querido donar a nuestra Señorías
320 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

En la carta de Capello se habla «de quelli de l’isole che novamente sono State tróvate».
La frase cobra fortuna y se repite ante el Senado de Venecia, cuando comparece «uno re... di
Canaria, di quelle y solé nuevamente tróvate per il re di Spagna». Pudiera pensarse que los
venecianos estaban en el equívoco de considerar a las islas Canarias como recién
descubiertas; pero el propio Senado nos aclara cuál era la índole de su verdadero error al
confesar que «il serenissimo re di Spagna donoe a ser Francesco Capelo... il re di Canaria,
preso in le Indie» lx. Está claro que las islas recién descubiertas por el rey de España a que se
alude, eran las Antillas, que los venecianos confundían lastimosamente con las Canarias en
este año 1496.
En cuanto a la población, por la estampa física y moral de su rey, podremos retratar
a su pueblo tal como lo creían los venecianos. El rey de Tenerife es llamado unas veces

i. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrvetariaria, 2000


«re saracino», es decir, sarraceno, musulmán, moro; en otra ocasión se repite, aunque
rectificada, esta común denominación, «re saracino —se lee—■ o per dir meglio
beretino di Canaria». No hemos dado con la acepción exacta de la palabra beretino, que
debe significar infiel o bárbaro. No falta un tercer caso en que al monarca des tronado,
sin duda por el color bronceado de su piel, se le denomina, sin eufemismos, «re negro».
El embajador añade que el soberano indígena «era assa’ morigérate, ma non sapeva
parlar», y no oculta su extrañeza porque «tornen era sta fatto batizar» CDLXVII CDLXVIII.
El diplomático italiano sigue confundiendo en sus informes al Senado a los
indígenas canarios con los indios caníbales antillanos, cosa hasta cierto punto explicable,
pues, como hemos de ver, la llegada de Alonso de Lugo a la metrópoli coincidió con el
arribo de Cristóbal Colón después de su |
segundo viaje, y en Burgos habían de verse frente a frente uno o algunos §
de los menceyes guanches y los caciques antillanos. Marino Sanuto nos transmite,
suponemos que por boca de Capello, estos a un tiempo verídicos y fantásticos informes
sobre el rey de Tenerife y su pueblo: «Questo, ut dici- tur, havia 2.000 persone che manzava
sotto di lui, et in Ihoro paesi manzano carne humana, zoé zustisiada; et insieme con 6 altri re
fono menati in Castiglia da le caravele et zente di Spagna che andono per tuor il dominio di
dicte ysole.» Hasta Venecia llegaba el eco de la resistencia verdaderamente heroica de los
guanches: «Et dicitur —concluye Sanuto— prima fusse pigliati, questi capi fece gran
difesa», etc.ls.

CDLXVII 1 Diarii, págs. 23 7, 628 y 656.


CDLXVIII Ibid., págs. 237 y 628.
«Era de muy buenas costumbres, pero no sabía hablar; sin embargo, había sido bautizado.»
« Ibid., pág. 628.
«Este, según dicen, tenía 2.000 personas a sus órdenes (que se alimentaban a sus expensas), y en sus países comen carne
humana, es decir, de los ajusticiados; y junto con otros 6 reyes habían sido llevados a Castilla por las carabelas y gente de
España que
UN REY DE TENERIFE EN VENECIA 321

Resulta arduo a todas luces identificar al mencey de Tenerife con que los Reyes
Católicos obsequiaron, en 1496, a la república de Venecia. Si nos atenemos al testimonio
del embajador Capello, sería «il piü. famoso e piü bello». Por su parte, el historiador
Jerónimo Zurita parece estar conforme con esta opinión, pues lo identifica con el
caudillo' principal de la resistencia indígena frente a los castellanos. A nadie
sorprenderá, pues, que con estos precedentes Viera y Clavijo (aunque sólo conociese en
su época el segundo testimonio) afirme que fue Bencomo, rey de Taoro, el escogido por
Femando e Isabel para pasar a Venecia» I4<
Este dictamen tiene que ser hoy por completo rechazado, desde el momento que
poseemos reiteradas pruebas de la muerte del famoso Benitomo en la batalla de la
laguna. No conociendo los nombres indígenas de ninguno de los siete reyes que
acompañaron a Lugo en su viaje a la corte, nos quedamos, como es lógico, con la misma
ignorancia respecto al monarca escogido para acompañar a Francesco Capello hasta la
ciudad de los canales. Acaso acierte el embajador cuando asegura que le fue adjudicado
«il piü. bello». Pudiera ser que la estampa majestuosa y el porte caballeresco influyera
como criterio selectivo en la designación del rey viajero.

5. Recompensas al «orator* de una nación amiga. El


mencey guandoe, en el séquito del diplomático.

Como ya hemos expuesto con reiteración, la corte se mantuvo en Al- mazán hasta el
12 de julio de 1496, en una agradable jomada, acaso de las mas prometedoras y felices
del reinado de Femando e Isabel. En esos días parecía que todo se confabulaba para
llenar de gozo sus corazones. La conquista de las Canarias, los éxitos diplomáticos y
militares de la Liga Santa, la alianza de sangre con los Hahsburgo, las victorias del gran
capitán en Calabria, los conciertos amistosos con los Tudor, las brillantes incursiones por
tierras de Francia... son los hechos más resonantes, entre otros muchos que en larga serie
pudieran señalarse. Todo parecía augurar que el imperio hispánico, recién consolidado,
llegaba con velocidad meteórica a su cénit.
andan a la conquista de dicha isla.» «Y dicen que antes de ser cautivados, estos jefes hicieron notable
resistencia, etc.»
14
Tomo II, págs. 268-269.

2
1
322 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

La orden de partida estaba dada, cuando veloces correos procedentes de Andalucía


trajeron a la corte una noticia no menos grata que las anteriores. Cristóbal Colón, el
almirante de las Indias, había regresado triunfador después de su segundo viaje por mares
e islas de América. En efecto, la flota española arribaba a la bahía de Cádiz el 11 de junio
de 1496, desde donde presuroso escribía el nauta genovés a la reina para informarle pun -
tualmente de sus descubrimientos y exploraciones.
Isabel de Castilla recibió con el mayor alborozo las esperanzadoras noticias que del
Nuevo Mundo su almirante le participaba, y en Almazán está datada su carta-respuesta
de 12 de julio, cuando ya todo era tráfago y movimiento en la villa soriana al anuncio de la
inmediata partida.
En efecto, al día siguiente, 13, se ponía Fernando en camino rumbo a Gerona,

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


donde le llamaba la preparación militar de la frontera pirenaica con vistas a la
inmovilización del ejército de Carlos VIII en el sur de „ Francia (descongestionando los
frentes de Italia) o a la invasión de aquel territorio, de acuerdo con lo que las
circunstancias aconsejasen. Por su parte, la reina Isabel abandonaba Almazán el día 17,
con dirección a Burgos y Laredo, puerto donde debía embarcar su hija doña Juana para
hacer viaje a Flandes16.
Ambos monarcas se dieron cita, al separarse, en la ciudad de Burgos, cabeza de
Castilla, adonde esperaban llegar, resueltas sus respectivas misiones, en el mes de
septiembre u octubre de 1496.
Desde el momento que uno de los reyes de Tenerife quedó adscrito al |
séquito del embajador veneciano Francesco Capello, la suerte de este mo- I
narca se independiza de la de sus otros seis colegas, cuyas vidas discurrí- § rán por cauces
distintos.

Suponemos que allí donde aparece el embajador de Venecia cabe descubrir la


presencia del regio cautivo. La correspondencia de Capello nos revela, si no todos, sus
principales movimientos. La última carta del diplomático escrita en Almazán es la del 6 de
julio de 1496, en la que anuncia al Senado el inminente viaje del Rey Católico a Barcelona,
camino de la frontera. Después se abre una etapa de silencio, en la que es Marino Sanuto
quien nos informa sobre los proyectos, más que las andanzas, del embajador.
El 6 de junio, con gran retraso por las circunstancias de guerra, había desembarcado
en Barcelona el nuevo orator en España Jacobo Contarini, quien el día 13 se ponía en
camino con dirección a Portugal para cumplir
10
ANTONIO RUMEU BE ARMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, páginas 226-228.
UN REY DE TENERIFE EN VENECIA 323

su comisión gratulatoria cerca del nuevo rey Manuel I. Esta demora producía en
Capello la natural inquietud y desazón, arrastrándole a proponer a la república el cese
anticipado en su embajada, de la que podría hacerse cargo interinamente el secretario
Nicoló Aurelio. El Senado rechazó de plano la sugerencia, y expidió órdenes precisas y
tajantes a Capello para que no se ausentase de España en aquellos difíciles
momentosCDLXIX CDLXX.

No le quedó al embajador veneciano otro recurso que seguir a la corte en sus


continuos desplazamientos y andanzas. Mas como los reyes se habían separado, no sin
señalar antes a Burgos punto de reunión, a esta ciudad dirigió sus pasos Francesco
Capello, suponemos que a finales de julio de 1496. Una carta suya al Senado de Venecia
está escrita en Burgos el 14 de septiembre, cuando aún permanecían Femando e Isabel
en Gerona y Oña, respectivamente. Ello prueba que se había anticipado a buscar aco-
modo en la vieja capital castellana, en espera de la inmediata jomada regia17.

Con estos antecedentes, no hay el menor riesgo en afirmar que el rey de Tenerife
adjudicado a la república de Venecia pasó de Almazán a Burgos en el verano de

© Del documenta, los autores. Diqitalizaüón realizada por ULPGC. Biblioteca 11™
1496, en el séquito del embajador Capello, pendiente de partir de un momento a otro
hacia las riberas del Adriático.

Pero ¿cómo resistimos a comentar la impresión que en el ánimo de aquel rey


bárbaro, vestido con toscas pieles, debiera producir la imponente y majestuosa
ciudad castellana? Almazán había sido —señorial y mística escenario más apropiado
para atenuar su asombro; pero era Burgos, con su catedral calada en piedra, con sus
iglesias centenarias, sus palacios y mansiones verdaderamente regios, la que abría
ahora sus puertas para recibirlo. i Cuán pequeño se sentiría ante la majestad
triunfante de Femando y de Isabel! ¡Cuán sencillo y humilde ante el boato y
solemnidad de la corte, y el lujo de trajes y mansiones! En el frío otoño de la meseta
castellana sólo añoraría el rey guanche la primavera eterna de las tierras atlánticas.

En los postreros días del mes de octubre de 1496 la gestión diplomática del
representante de la república de Venecia en España, Francesco Ca- pello, tocaba a su
fin. Los avisos que llegaban a la corte, por la vía de Portugal, anunciaban la partida de
Lisboa de J acobo Contarini, el embajador sustituto, cuya solemne entrada en Burgos se
verificó el 31 del mes y año indicados18.

Se acercaba, pues, para Capello el anhelado momento de partir, y para el rey de


Tenerife, destronado, el despertar a una nueva, vida que en su abatido estado de ánimo
no sabemos cómo calificar, aunque la suponemos más intensa, pero menos risueña...

Un par de semanas ocupó todavía al embajador cesante en el traspaso de poderes, las


presentaciones de rigor y los preparativos del viaje. Los Reyes Católicos le despidieron

CDLXIX l Diaríi, págs. 260 y 335.


17
Ibid., pág. 359. , .-io Carta de Jacobo
CDLXX MABINO SANUTO: I Diarii. Venecia, 1879, tomo I, págs. Y
Contarini, de 19 de noviembre de 1496.
324 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

con los máximos honores, reconocidos a su generosa colaboración, y le otorgaron un


título nobiliario, haciéndole simultánea entrega de valiosos regalos como una prueba más
de su regio aprecio.

El título de nobleza aparece expedido en Gerona el 1 de septiembre de 1496. La


denominación elegida era la de conde de Rosas de los Caníbales, una de las islas recién
descubiertas por Cristóbal Colón. Don Fernando elogia al embajador, por haber actuado
con «tanta prudentia, sagacitate et solicitudine» en provecho de España, Venecia y la
Liga. A renglón seguido confiesa que «como sean muchas las islas del Atlántico»
sometidas por Colón, capitán de su armada, vulgarmente llamadas «insulae indianae»,
había decidido crear el condado de Rosas «sive Cannivaliae», y concedérselo con carácter
hereditario para él y sus descendientes de legítimo matrimonio.

Una de las cláusulas del título ha de merecemos particular atención, porque en ella se
vuelve a insistir en el sorprendente obsequio de un rey de Tenerife:

«... placuit nobis, subacta in deditionem nostram Tanarifae Ínsula, que ínter
alias nostras Canarie ínsulas una ex prestantioribus annumeratur, unum ex
novem regulis, iure belli captis, quos ex ipsa Tanarifae ínsula captivos nobis
attulerunt, digniorem, vobis dono dare...»w.

Los obsequios fueron verdaderamente regios. El prestigioso diplomático recibió dos


fuentes de plata, valoradas en 92.027 maravedíes, que la reina Isabel «mandó tomar» de
la recámara del obispo de Falencia Alfonso de Burgos para dar al embajador de Venecia,
y por cuyo dorado hubo que pagar 16.830 maravedíes. El otro regalo consistió en dos
copas de plata dorada, propiedad de la condesa de Haro, por las que se abonaron 25.687
maravedíes. A ello se vinieron a añadir dos muías con sus correspondientes guarniciones,
adquiridas, el 10 de noviembre, por el tesorero Gonzalo de Baeza por precio de 40.911
maravedíes20.
10
A. C. A.: Registro 3.669, fols. 63-64.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 25.
ANTONIO DE LA TORRE: El condado de Rosas, titulo nobiliario indiano de 1496, en «Hidalguía», núm. 17 (afio
1956), págs. 473-480.
20
A. S.: Contaduría Mayor, leg. 15, pliegos 202-2 a 203 y 204-2.
Carta
real de íl dWAítíJÍ a.etul&)*-iiíit Í¿] "ll-

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concesió ^ümíí Ciñbvkí, CJTIIÍC Aliiirts.!-

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título de MC<dbr*Mr< mncivi.. ot(S wejiioattuiXuz^
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conde de vtwpttónxufn e/i-OíJfmti^.
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UN REY DE TENERIFE EN VENECIA 327

La carta de creencia que Fernando el Católico dirigió a la Señoría, con fecha 14 de


noviembre, es el más cumplido elogio del diplomático: <Faze- mos vos saber que el
spectable don Francisco Capello, conde de Rosas de los Caníbales, vuestro
embaxador, levador desta, que residía en nuestra corte, se buelve a vos con vuestra
licencia. El qual se ha havido en todo tiempo de su legación con tanta prudencia y
destreza, faziendo officio de embaxador y de consejero, que nos holgávamos mucho
en hoyr su parecer y consejo en los negocios; porque los entiende tan bien y tiene tan
singular ingenio, que no solamente aprovechava aquí al negocio dessa muy filustre.
Señoría, mas ahún al negocio común de toda la confederación nuestra; de que cierto
él es digno de mucha loor y gualardón, y nos holgáramos que él quedara aqua fasta
que los negocios comunes hovieran tomado algún buen assiento»

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La travesía del Mediterráneo y él Adriático.
Entrada en Venecia del régulo ti- nerfeño.

El día de la partida quedó fijado para el 17 de noviembre, jornada en que el


embajador, el rey de Tenerife y su séquito se alejaron de las torres y las murallas de
Burgos con dirección a Barcelona CDLXXI CDLXXII.

El destino de los hombres es acaso, después de la vida y la muerte, el arcano más


misterioso y profundo. ¿Qué adivino guanche hubiera podido vaticinar en 1494 la
suerte que dos años después había de estar reservada para este bárbaro monarca?...
El lector menos sensible ha de detenerse por fuerza a meditar sobre ello. Imaginar a
este rey gobernando patriarcalmente su minúsculo estado. Verle sobrecogido al
recibir las primeras noticias del desembarco de loe castellanos en su isla. Admirarle
en la heroica defensa del terruño. Compadecerle en la humillación de la derrota...
Todo esto, con ser mucho, no era nada en comparación con lo que le aguardaba en su
largo peregrinar por tierras de España, por mares desconocidos, por

CDLXXIA. C. A.: Registro 3.669, fol. 78.


CDLXXII MARINO SANUTO: I Diarii. Venecia, 1879, tomo I, pág. 418.
328 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

países remotos... ¡Sanlúcar, Sevilla, Almazán, Burgos, Zaragoza,


Barcelona, Tortosa, Valencia, Túnez, Venecia...! Enumeramos las
escalas más importantes de este largo itinerario que había de tener
a la república del Adriático como etapa definitiva y última. Con razón
exclamaría el rey destronado que le parecía vivir en el paraíso. Su
cerebro debió estar durante meses sometido a incesantes
conmociones, sumido en un profundo letargo o sueño que le haría
delirar despierto. Pero estamos seguros que la contemplación de
tantas maravillas le haría sentirse empequeñecido y humillado, y que
en su triste soledad añoraría los días felices en la isla nativa bajo el
plácido arrullo de las brisas atlánticas.
Como ya hemos referido, el 17 de noviembre de 1496 se alejaban los expedicionarios
de la ciudad de Burgos con dirección a Barcelona. Para ello era escala obligada enlazar

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en Zaragoza, por la ruta de Alfaro y Logroño, con el camino real que conducía a la
ciudad condal. La segunda . etapa se cubría haciendo escalas en Bujaraloz, Fraga,
Lérida, Cervera e Igualada. La entrada en Barcelona del embajador Capello y el rey de
Tenerife se verificaba el 4 de diciembre de 1496; habían invertido, pues, dieciocho días
en el largo y agotador recorrido z3.

Unas horas le bastaron al embajador Capello para informarse en Barcelona del


movimiento marítimo en el activo puerto español del Mediterráneo. Supo en seguida que
ningún navio genovés o veneciano era esperado por aquellas fechas en la ciudad condal,
y que en cambio se hallaban en Valencia, cargando mercancías en su grao, las galeras
venecianas de Berbería, de las que era capitán Piero Contarini, apodado el bermejo. No ha- Í
hía, pues, un momento que perder; escribió ese mismo día una carta el ;
embajador al Senado veneciano contándole las incidencias de su viaje y su ®
próximo arribo, y emprendió seguidamente la marcha con mayor velocidad y premura de la
hasta entonces empleada. Al día siguiente, 5 de diciembre, pasaba la comitiva por Tortosa, y
el 7 estaban los expedicionarios en Valencia, dispuestos y preparados para embarcar CDLXXIII
CDLXXIV CDLXXV
.

La travesía fue mucho más larga de lo que el embajador Capello había previsto en un
principio, pues las galeras venecianas tenían que rendir escala en Túnez, antes de remontar
el Adriático hacia la ciudad de los canales. Cinco meses largos duró el viaje desde Valencia a
Venecia, sin que nos sea permitido penetrar en el secreto de esta sorprendente tardanza.
Acaso escalas intermedias antes y después del arribo a Túnez; acaso inesperadas

CDLXXIII SANUTO, pág. 418. Según manifiesta Jacobo Contarini en su carta a la Señoría de
CDLXXIV19 de noviembre, era propósito de Francesco Capello dirigirse desde Barcelona a Genova por vía marítima,
para luego atravesar por tierra el norte de Italia con rumbo a Venecia. El viaje no pudo, sin embargo, efectuarse con
arreglo al itinerario previsto.
CDLXXV Ibid., págs. 418, 430 y 470. Capello escribió a la Señoría desde Barcelona el 4 de diciembre de 1496,
contando las principales incidencias de su viaje.
UN REY DE TENERIFE EN VENECIA 329

aventuras o peligros demorasen el retorno a la patria lejana. Durante la estancia del


embajador Capello en Túnez, éste fue recibido por el rey mahometano, señor de la
ciudad, quien tuvo la gentileza de saludarlo «nomine veneto». Suponemos que el rey
de Tenerife estaría presente en la entrevista, formando parte del séquito del
diplomático veneciano CDLXXVI CDLXXVII CDLXXVIII CDLXXIX.
El 17 de mayo —¡al fin!— los pasajeros y tripulantes de la embarcación divisaban
las torres y cúpulas de Venecia, y horas más tarde el navio se balanceaba sobre las
tranquilas aguas del gran canal. Francesco Capello y el monarca guanche pisaban la
«térra ferma» veneciana, meta postrera de su viaje. ¡Al año justo de abandonar
Tenerife, Venecia acogía, como segunda patria, a su rey destronado!...
Marino Sanuto acusa inmediatamente en I Diarii la llegada: «A di 17, Francesco
Capelo, cavalier, stato ambasador in Spagna, ritornoe con le galie di Barbaria,
capetanio Piero Contarini, cognominato Rosso. Questo menoe con si uno re saracino,
o per dir meglio beretino di Canaria, di quelle ysole nuevamente tróvate per il re di
Spagna, el qual li fo donato ditto re che lo apresentasse a la Signoria, come ho scripto
di sopra, quando per sue let- tere advisoe di questo presente li havia facto quel re...».
Vese además, del relato de Sanuto, que los Reyes Católicos habían entregado al
embajador diversos papagayos de los que Cristóbal Colón había traído a Burgos en
1496, después de su segundo viaje a las Indias: «Etiam portoe —añade— alcuni
papagaíi molto varii et de diversi collori» 2e.
Al día siguiente, 19 de mayo de 1497, Francesco Capello fue a visitar a los savii o
ministros que componían el Collegio, órgano supremo de gobierno de la república, a
los que dio cuenta minuciosa de su importante misión. Una jomada más tarde, el 20
de mayo, comparecía el embajador, acompañado del rey de Tenerife, en presencia del
Consiglio dei Pregadi —el famoso Senado veneciano—, reunido para escucharle.
«Referite —dice

CDLXXVI Ibid., págB. 418 y 628.


CDLXXVIIEn la página 418 se lee que Capello embarcó en las «galie di Barbaria et vene verso Veniesia,
Bmontoe a TunÍB, fo da quel re etc., come diró». En efecto, en la página 628 se insiste: «Item, naroe como
era nel ritorno a Tunis dismontato da quel re, et nomine ve- neto salutato.»
CDLXXVIIIEmbarcó en las «galeras de Berbería, y en la ruta hacia Venecia, desembarcando en Túnez,
fue de aquel rey, etc., como diré: «Item refirió cómo en el retomo a Venecia fue recibido por aquel rey y
saludado nomine veneto»
CDLXXIX Página 628.
«El día 17, el caballero Francisco Capelo, antiguo embajador en España, regresó con las galeras de
Berbería, capitaneadas por Pedro Contarini, apodado el bermejo. Aquél trajo consigo un rey moro, o por
mejor decir infiel, de Canarias, de aquellas islas recién descubiertas por el rey de España; el cual le había
dado dicho rey para que lo presentase a la Señoría, como se ha escrito antes, cuando por su misiva anunció
este obsequio que le había sido hecho por aquel rey...». «Etiam trajo algunos papagayos muy variados y de
diversos colores.»
330 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Sanuto— la sua legatione, ne la qual era stato zercha do anni.» Los senadores
escucharon complacidos el relato circunstanciado del embajador sobre su gestión en
España y las principales incidencias de la misma. Los Reyes Católicos, según él, no
habían tenido más que deferencias y muestras de atención hacia su persona27. La
despedida en Burgos le había verdaderamente conmovido. Añadió que entre otros
regalos <li era sta donato do mulle et una vesta di restagno d’oro bellísima...» 2S. Pero a
juicio de Capello ningún obsequio se podía comparar al del rey de Tenerife, por el
honor que suponía para la república recibir como huésped al regio cautivo de las islas
Canarias. «Et presentato dicto re negro a la Signoria», Capello prosiguió su discurso,
ora alabando las condiciones personales del monarca; ora exaltando las virtudes
heroicas de su pueblo, que había sabido vender cara la libertad; ora refiriendo detalles
sobre la población de las islas, su organización y costumbres...CDLXXX CDLXXXI CDLXXXII.

□igitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


A todos impresionó, según el abate Fleury, el porte y la majestad del bárbaro
monarca. He aquí cómo se expresa este autor: «Cuando los españoles —dice—- se
apoderaron de Tenerife estaba gobernada esta isla por un rey que hicieron salir del
país. Pasó a Venecia, en donde causó admiración la novedad y lo extraño de su
figura, su manera de vestir, su lengua y costumbres» s0.

El «Corpus Christi» de 1497- Padua, escenario


postrero del regio huésped.

La popularidad del monarca guanche desterrado fue en aumento con los días, pues
toda Venecia pudo contemplarle a placer cuando desfiló solemnemente por sus calles el
jueves 25 de mayo de 1497.

CDLXXX Capello refirió las extraordinarias atenciones de que habia sido objeto por parte de Fernando e
Isabel. Por ejemplo, le habían antepuesto siempre al embajador de Ñapóles, honor que respaldaron los soberanos con
estas palabras: «Si el re di Napoli é ritor- nato nel regno mediante la Signoria, non haverá a mal si honoro 11 soi
oratori.»
CDLXXXI Página 628.
«Le habían sido regaladas dos muías y un vestido de brocado de oro bellísimo*»
CDLXXXII Véanse las páginas 319-320, donde se recogen estos párrafos.
•o Histoire eclésiastique, libro CXVIII, núm. 77. Cita tomada de VIESA Y CLAVIJO, romo II, pág. 268.
> Diqrtalizadóo realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,
La plaza de San Marcos de Venecia, vista desde la llamada Piazzeta, por G. A. Canaletto. (MADRID: Museo del Prado).
© Del documento, los amores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,
Procesión de/ Corpus Christi en su recorrido por la plaza de San Marcos de Venecia. Grabado anónimo. (MADRID: Biblio-
teca Nacional).
^yostino Barbarizo, du.r de Venecia, Grabado anónimo. (MADRID: Biblioteca
Nacional),

De) documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria 2006
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.
UN REY DE TENERIFE EN VENECIA 331

Se conmemoraba ese día la festividad del Corpus Christi. Venecia aparecía


engalanada para rendir pleitesía y homenaje al Hijo de Dios vivo transustanciado.
La solemne procesión se organizaba tradicionalmente en la iglesia catedral, San
Pedro del Castillo, pues San Marcos era la capilla privada del dux con rango de
colegiata, mientras aquélla era la verdadera sede episcopal. Ese año la procesión
iba a ofrecer a los venecianos un motivo más de sugestión e interés. Habían ya
desfilado las corporaciones, gremios, hermandades y el clero, cuando apareció a
la contemplación de la multitud la figura majestuosa del dux Agostino Barbarigo
llevando delante de sí, a corta distancia, al rey de Tenerife, impresionante y
hierático, sin perder su aplomo ante la contemplación de tanta majestad,
ostentación y grandeza... CDLXXXIII CDLXXXIV. ¡Aquel día 25 de mayo el hombre más
popular de Venecia fue el rey de las Canarias!...
Marino Sanuto refleja en sus escritos la profunda impresión que tan distintos
acontecimientos y sucesos habían producido en la imaginación del rey guanche,
pues asegura que el bárbaro repetía incansablemente que «li pare va esser in
paradiso...» ®2.
Los sucesos se precipitan, acercándonos a su fin. Era preciso habilitar un
medio de vida para el monarca destronado, buscarle una residencia palaciega,
poner a su servicio algunos fámulos o criados... Se imponía, por tanto, una
resolución inmediata. El primero en deliberar sobre ello fue el Collegio dei savii,
en los últimos días de mayo. Los ministros no se mostraron de acuerdo con
respecto al destino que debería reservarse al monarca guanche; unos estimaron
que en consideración a la amistad con el rey de España, la república debería
atender a su sustentación; otros se inclinaron por que le fuese regalado al
marqués de Mantua, el famoso Francesco Gon-

CDLXXXIII MARINO SANUTO: I Diarii. Venecia, 1879, tomo I, pág. 628. Dice literalmente lo
que sigue: «Questo fo in processione avanti el Principe il zorno dil Corpo di Cristo...» («Este fue en
procesión delante del Príncipe el día del Corpus Christi.»)
Agostino Barbarigo fue designado dux el 28 de agosto de 1486 y estuvo en el desempeño del cargo
hasta el 20 de septiembre de 1501, en que sobrevino su muerte. Sucedió en el cargo a su hermano
Marco Barbarigo.
La estampa física del rey de Tenerife podría ser ésta, tal como la imaginó el poeta Viana para
Bencomo de Taoro: «De cuerpo era dispuesto y gentil hombre; | Robusto y corpulento cual gigante; |
Frente arrugada, calva y espaciosa; | Partida la melena, poca y larga; | Rostro alegre y feroz, color
moreno; | Los ojos negros, vivos y veloces; | Pestañas grandes, de las cejas junto; | Nariz en
proporción, ventanas anchas; | Largo y grueso el bigote retorcido, | Que descubría en proporción los
labios, | Encubridores de un monstruoso número ( De dientes diamantinos; larga, espesa | La barba,
cana de color de nieve, | Que le llegaba casi a la cintura; | Brazos nervosos, de lacertos llanos; |
Derechos los muslos, gruesas las rodillas... |...| Un tamarco curioso gamuzado | De delicadas pieles le
vestía; | En los brazos las huirmas como mangas, | Y guaicas en las piernas como medias. |...|
VIANA, págs. 69-70.
CDLXXXIV Ibid. («Le parecía estar en el paraíso.»)
332 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

zagaCDLXXXV CDLXXXVI CDLXXXVII. Llevado el problema a resolución


del Consiglio dei Pregadi, los senadores optaron por la primera
recomendación. En consecuencia, el 1 de junio de 1497, «per il
Consejo di Pregadi fo preso parte che l’andasse ad habitar a
Padoa, in palazo dil capitano; al qual li fosse dato una caxa, et
havesse di provisione al mexe ducati 5 di quella Camera per farsi
le spexe, et ducati 2 per chi stará con lui a servirlo. Et che fusse
vestido, di tempo in tempo, come havía di bisogno». Marino
Sanuto añade: «Questo fo scrito per memoria di tal presente
mandato per quelli catholici re et regina di Spagna» 84.
Esta resolución pasó para su cumplimiento a manos de los savii di térra ferma,
en cuyos libros de acuerdos se lee esta orden que reproduce sustancialmente el
anterior dictamen: ¿Die 2 junii 1497; in rogatis — Fu posto per i savii dil Consejo

leí documenta, los autores, □igitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
e térra ferma. II serenissimo re di Spagna donoe a ser Francesco Capelo, el
cavalier, orator nostro apresso soa maestá, il re di Canaria preso in la India.
Perianto, sia preso che, essendo sta conduto per il prefato orator el ditto in questa
cita, dehhi star a Padoa in casa dil capitano, e li sia dato una camera fornita, e di
provisión ducati 5 al mese, et hahhi con lui do famegii qualli habhino di danari di
la Camera ducati uno al mese. Et el ditto re sia vestio», etc.35.

La república de Venecia, si no puede ser alabada de espléndida en el trato


dado al rey de Tenerife, tampoco debe ser tachada de excesivamente cicatera. Se
le señaló como residencia la encantadora ciudad de Padua, como alojamiento el
suntuoso palacio del capitán gobernador, como pensión para su subsistencia cinco
ducados al mes y como servidumbre fija dos criados. «Et che fusse vestido, di
tempo in tempo, come havia di bisogno...».

CDLXXXVw «Quello se ne dovesse far, tra li savii di Collegio fue parlato. Alcuni el voleva mandar
a donar al marchexe di Mantoa...».(«Aquello que se debía hacer entre los mi nistros del Colegio fue
discutido. Algunos querían regalarlo al marqués de Mantua.»)
CDLXXXVI SANUTO, pág. 628.
«Por el Senado fue resuelto que residiese en Padua, en el palacio del capitán; que se le diese una
pensión y tuviese de provisión al mes: 5 ducados de aquella Cámara para su sustento y 2 ducados para
quien estuviera con él a su servicio. Y que fuese vestido de vez en cuando, según sus necesidades.»
«Esto fue acordado en consideración al obsequio hecho por los católicos rey y reina de España.»
CDLXXXVII Ibid., pág. 656,
«Fue acordado por los ministros del Consejo de Tierrafirme: El serenísimo rey de España entregó
al caballero señor Francisco Capelo, nuestro embajador cerca de Su Majestad, el rey de Canarias,
cautivado en las Indias. Por lo tanto, quede establecido, que, habiendo sido conducido a esta ciudad
por el mencionado embajador, tenga que residir en Padua, en casa del capitán, dándole un
departamento amueblado, y de pensión 5 ducados al mes, y tenga consigo dos criados que reciban del
dinero de la Cámara sendos ducados mensuales. Y el dicho rey sea vestido, etc...»
Debajo de este acuerdo se lee su signatura: «120-28-1. Apar in libro 13’, parte terza e carte 3.»
UN REY DE TENERIFE EN VENECIA 333

Después de tomado este acuerdo, que resolvía para siempre —suponemos— el


destino del monarca destronado, éste permaneció en Venecia, en el palacio del
dux, por espacio todavía de dos semanas. A mediados de mes vino a buscarle el
capitán Fantin de Pésaro, para conducirle a su dorado destierroSB. El 18 de junio
de 1497, el capitán y el rey hacían su solemne entrada en la ciudad de Padua 37. El
curioso episodio histórico había terminado.
La memoria y el recuerdo del rey de Tenerife se extingue por completo, sin
dejar otras huellas de su existencia. Sin duda, en Padua acabaron sus días, con el
corazón traspasado por el infinito dolor del destierro...

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88
Fantin de Pésaro, capitán-gobernador de la ciudad de Padua, pertenecía a a i us tre familia
veneciana de su apellido. .
Miembros destacados de esta familia fueron Jacobo de Pésaro, obispo de Pa o, coman dante de la
armada veneciana contra los turcos, y Benito de Pésaro, capitán de. a ota e la Señoría, que participó a
las órdenes de Gonzalo de Córdoba, el Gran Capitán, en a expugnación de la isla de Cefalonia (1500).
. ..,
87
Ibid., pág. 628. «Et fe’ l’intrata a Padoa con Fantin da Pexaro, capitano ivi andava, a di 18 zugno
1497» («Y entró en Padua con Fantin da Pexaro, que allí iba de capitán, el día 18 de junio de 1497»),
... ,
El palacio del capitán, en Padua, todavía en pie, está situado en el hamo viejo, pro ximo a la
catedral. Es un bello edificio gótico con fachada renacentista, a la que remata la llamada Torre del
Reloj. Es del siglo XIV.
CAPITULO XV

REPATRIACION DE LOS MENCEYES ALIADOS

LA CAMPAÑA VERANIEGA DE 1496

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Recelos y reclamaciones por causa de la actuación
del capitdn-conquistador. Disposiciones de la
cancillería regia.

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Desde que Alonso de Lugo dio por finalizadas las operaciones de con- quista, sus
socios, acreedores y colaboradores empezaron a a optar nes y medidas con vistas a la
defensa de sus respectivos intereses.

La cancillería regia se hace eco de las mismas a lo largo de 149 actores van a ser tres
figuras que nos son sobradamente conocí as. cisco Palomar, el genovés prestamista; dona
Inés eraza, señora narias menores, y Francisco Gorvalan, alcalde mayor y provee r.
Francisco Palomar, mercader genovés avecindado en Valencia, ha acto de presencia
en estas páginas en tres ocasiones, a primera y cera, como socio económico de la
conquista de Tener e. a según a, comprador del ingenio de Agaete en agosto de 1494 .

El documento que ahora nos incumbe comentar está relacionad p_ " mente con la
adquisición del heredamiento acabado e mencionar, der genovés, por naturaleza receloso,
no debió quedar e to o sa is j- el éxito de la provechosa transacción. De sobra conocía a
Alonso de Lugo para no temer algún zarpazo de su codicia herida. 1 Quien sa e , nejos
acudiría para despojarle del ingenio y las tierras a e anas
El buen cariz que a principios de 1496 tomaba la conquista de g._ precipitó a Francisco
Palomar a buscar el contacto con a co e, qu día entonces en Tortosa. El viaje desde
Valencia al puerto , nregentó no podía ser más cómodo ni más breve. Así es que e ^enOVe81.j„_
gu de. en una mañana de febrero de 1496 en Tortosa, dispuesto a reva

1
Capítulos V, págs. 139 y 150, y VIII, págs. 208-212.
338 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

techos sobre el importante ingenio de Agaete con el marchamo de una declaración regia a
su favor. El poder de Lugo, cada día en aumento con las victorias militares, tenía que ser
contrapesado por una expresa declaración real.

Don Fernando y doña Isabel, con los documentos a la vista, no tuvieron inconveniente
en acceder a los deseos de Palomar, y el 28 de febrero suscribieron la disposición
confirmatoria: «Por esta nuestra carta —dicen—■ vos confirmamos e aprovamos la dicha
nuestra cédula [de concesión] e la dicha carta de venta, suso encorporada, e todo lo en
ella contenido, para que vos vala e sean guardadas en todo e por todos, segund en ellas se
contiene, agora e de en adelante para syenpre jamás, e contra el thenor e forma della vos
non sea ydo nin pasado en tienpo alguno ni por alguna manera...» CDLXXXVIII CDLXXXIX.
Por lo que hace a doña Inés Peraza, señora de Lanzarote y Fuerteventura, de sobra
nos es conocida su intervención en la conquista de Tenerife a raíz del desastre de
Acentejo. Alonso de Lugo no solamente solicitó su ayuda, sino que movió a los propios
soberanos para que mediasen en la demanda a fin de conseguirla s. La colaboración se
tradujo en armas, vestimentas y vituallas hasta alcanzar la elevada suma de seiscientos
mil maravedíes.
Mientras las operaciones del segundo desembarco estuvieron en su momento
culminante, la señora de Lanzarote se mantuvo expectante. Pero así que Alonso de Lugo
ordenó la desmovilización del grueso de las tropas, comenzando a liquidar los débitos
(Sevilla, marzo de 1496), la alarma se apoderó de ella al paso de los días. Llovieron las
reclamaciones sobre el conquistador, respondiendo éste con un sospechoso mutismo.
La señora de las Canarias acudió entonces ante el Consejo real impetrando justicia.
Se hallaba éste establecido en Morón, a corta distancia de Almazán, por dificultades de
alojamiento en esta última villa, y esto explica que la oportuna real provisión aparezca
datada en el minúsculo pueblo soriano el 29 de mayo de 1496. Por esta fecha Alonso de
Lugo y los menceyes guanches estarían pisando las tierras de la Mancha. La real
provisión va dirigida al bachiller Alonso Fajardo, gobernador de Gran Canaria. Primero
le pone en antecedentes: «Doña Ynés Peraza, vesina de la ciudad de Sevilla, nos hizo
relación... que Alonso de Lugo, gobernador ques... de Tenerife, dis que le deve y es
obligado a pagar seysgientas mil maravedís; las quales dis que como quier que por su
parte muchas vezes ha seydo requerido... que ge los dé e pague, que lo non ha querido nin
quiere faser, poniendo a ello sus escusas y dilaciones indevidas...». Después se ordena al
gobernador «que luego veades lo susodicho, e llamadas e oídas las partes..., syn dilación...,
solamente la verdad sabida, libredes e determine des... lo que falláredes por fuero e por
derecho...»CDXC.
La siguiente reclamación se produce por partida doble dos meses más tarde. El

CDLXXXVIII A. S.: Registro del Sello.


RUMEU DE ABMAS: Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos, págs. 181-187 (documento I).
CDLXXXIX Capítulo VIH, págs. 208 y 217.
CDXC A. S.: Registro del Sello.
APÉNDICE I. Documentos, núm. 22.
REPATRIACIÓN DE MENCEYES 339

demandante es Francisco Gorvalán, quien ejercita su acción ante el Consejo real,


establecido en Soria durante el viaje de Femando a Gerona e Isabel a Laredo. Dos reales
provisiones, expedidas el 23 de julio de 1496, pretenden dar cauce legal a los problemas
planteados. Es de advertir que por esa fecha Alonso de Lugo se hallaba camino de Sevilla,
con propósito de reembarcar rápidamente para Tenerife.
La primera real provisión nos pone en antecedentes de diversos sucedidos. Por su
texto nos enteramos de que «Francisco Gorvalán, vegino de... Sevilla..., ha que bive con el
gobernador Alonso de Lugo quatro años e medio» [1491-1496], habiendo pactado «que le
diese por cada un año nueve mili maravedís de salario, que montan quarenta mili e
quinientos maravedís...». A esta importante cantidad se venían a sumar «otros quinze
mili maravedís, que él dis que avía gastado..., por su mandado, en cosas a él necesarias e
conplideras...». Como el débito no fuese cancelado, pese a «que por él muchas veges... le
avían seydo pedidos», no le quedó a Gorvalán otro recurso que impetrar justicia ante el
Consejo real.
Aportadas por el interesado diversas pruebas —entre ellas, «un conosgi- miento
firmado» por Alonso de Lugo y por «ciertos testigos»—, el alto organismo reconoció el
débito y ordenó al corregidor de Sevilla, en particular, y a las demás autoridades del
reino, con carácter general, que «llamadas e oydas las partes a quien toca e atañe...,
fagades e administrades al dicho Francisco Gorvalán entero conplimiento de justigia».
La segunda real provisión nos informa de diversos extremos dignos de realce por su
singular interés. En ella se reconocen los servicios del proveedor en la conquista y su viaje
a la metrópoli una vez finalizada ésta: «Francisco Gorvalán, vecino de... Sevilla..., fue a la
conquista de la ysla de Tenerife con el govemador Alonso de Lugo, e dis que estuvo en
ella hasta que se ganó, e bolvió con él a Castilla...». En recompensa de sus servicios (con
independencia del sueldo estricto que hemos visto se le adeudaba) «dis que ovo de su
cavallería e cavalgadas e de cierta harina que llevó para la conquista seys piegas de
esclavos...». Cuál no sería la sorpresa del conquistador cuando en el punto y hora que
puso pie en tierra, «en el Puerto de Santa María», vio cómo «los dichos esclavos le fueron
enbargados por... la justigia de la dicha villa, a pedimento de Guillelmo de Blanco e de
Nicu- lao Angelate, mercaderes, diziendo quél los avía robado en la conquista e que les
pertenesgía a ellos, porque tenían parte en la dicha conquista...». El proveedor invocó en
defensa de sus derechos los recursos legales, mostrando «un testimonio firmado del
alcalde e del escrivano de la dicha ysla de cómo él los avía ávido por la razón que
susodicho tenía...». Pero sus reclamaciones encontraron una obstrucción cerrada.
«Conmo vido que se perdían los dichos esclavos y esclavas..., pidió a... las dichas justicias
de la dicha villa que los vendiésedes e pusiéredes el dinero en depósito» hasta tanto que se
reconociese su legítima propiedad. En efecto, así se hizo por lo que respecta a cinco de los
cautivos; pero no con el sexto, «quel dicho Guillehno de Blanco tomó... uno dellos, e lo
vendió y tomó el dinero e se aprovechó dello, y que nunca se lo ha querido dar...».
El Consejo real aceptó la reclamación formulada, dando orden a la autoridad del
Puerto de Santa María para que «sumariamente, no dando lugar a luengas ni dilaciones
340 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

de malicia, solamente la verdad sabida, fagades e administrados al dicho Francisco


Gorvalán entero conplimiento de justicia...» 5.

2. Retorno a Tenerife de los régulos de los bandos de


las paces. Extorsiones cometidas contra ellos //
sus descendientes.

Siete reyes de Tenerife hemos visto comparecer en Almazán para rendir homenaje de
sumisión y pleitesía a los Reyes Católicos.

De uno de ellos ha sido dable conocer su destino: desde que fue entregado, como
obsequio, a la república de Venecia hasta su ulterior traslado a la ciudad de Padua,
donde lógicamente debió pasar el resto de su triste y lánguida existencia.

s Ibid.
Documentos, núms. 23 y 24.

Pero una serie de preguntas se imponen, que estarán bullendo en la mente del agudo
lector: ¿Cuál fue la suerte que estuvo reservada para los otros monarcas destronados?
¿Se quedaron en la corte, al amparo de la protección regia? ¿Se dispersaron por distintas
ciudades españolas? ¿Retornaron a sus lares, reducidos a la condición de labradores y
colonos? Lo primero es admisible; lo segundo, compatible con lo anterior y hasta pro-
bable, dado el acentuado carácter nómada de la corte española; lo tercero está probado
para los menceyes de los bandos de las paces.
Núñez de la Peña afirma alegremente que los reyes «volvieron a Tenerife» 8. Viera y
Clavijo, en cambio, opta por la negativa, con argumentos que la investigación de los
archivos desmienten en absoluto: «Nos asisten buenas razones para dudar si acaso les
permitieron retomar a su patria...; es más probable que la política de aquellos tiempos se
opuso a este género de piedad. No era entonces máxima muy corriente dejar en un país
recién conquistado sujetos que con facilidad podrían ponerse a la cabeza de los
malcontentos o díscolos. Y si todos los reyes bárbaros regresaron a Tenerife, ¿cómo no se
vuelve a hacer memoria de ellos en nuestra historia? ¿Cómo no se encuentra habérseles
REPATRIACIÓN DE MENCEYES 341

repartido tierras para subsistir con el correspondiente decoro? En los antiguos libros de
datas se hallan diferentes donaciones a favor de muchos guanches particulares..., pero
ninguna a favor de los menceyes'» CDXCI CDXCII.
Como premisa previa hay que establecer un distingo entre los menceyes de los reinos
de paces y los de guerra.
Los primeros, con la libertad personal garantizada por los tratados, in-
discutiblemente volvieron a la patria chica, integrándose en la nueva sociedad que
alboreaba, con cierto rango peculiar. Señalemos, en apoyo de este aserto, que como
particular distinción a ellos y a sus inmediatos descendientes se les solía anteponer el
título de don. La exposición de cada caso nos obliga a trasponer la linde cronológica en
que nos estamos desenvolviendo.
A dos monarcas, los de Anaga y Adeje, se les puede seguir el rastro con absoluta y
rigurosa historicidad.
El primer mencey perfectamente documentado fue don Femando de Anaga. De él
sabemos que, reincorporado a Tenerife tras el solemne acto de sumisión en Almazán, se le
obligó más tarde por mandato regio —mediando torcidos informes— a trasladar su
residencia a la isla de Gran Canaria. Además de esto, el conquistador tuvo la osadía de
cautivar a su propío hijo, don Enrique de Anaga, que pudo al fin alcanzar la libertad, en
1501, gracias a la acalorada intervención del bachiller Alonso de Sepúl- veda, procurador
de los pobres de la corte, a quien los monarcas hispanos habían dado particular comisión
para liberar de las garras de sus opresores a los guanches indebidamente cautivados
CDXCIII CDXCIV

El propio bachiller Sepúlveda, informado por don Enrique de los despojos de ganados
y esclavos de que había sido víctima el rey, su padre, denunció el caso a Femando e
Isabel. Estos soberanos dispusieron, por su carta de comisión de 16 de septiembre de
1500, que don Juan de Silva, conde de Cifuentes y corregidor de Sevilla (juez especial
encargado de fallar las causas de libertad de los canarios), resolviese sumariamente y de
plano la reclamación antedicha ®.

Esta resolución semifavorable animó al rey de Anaga a impetrar justicia por su


propia cuenta. Las denuncias que formula, en 1502, son del mayor interés: «Don
Femando, rey que fue de Naga, canario de la isla de Tenerife, nos fizo relación... que al
tiempo que, por nuestro mandado, se pasó de la dicha ysla de Thenerife a esa dicha ysla

CDXCIPágina 163.
CDXCII Tomo II, pág. 268.
CDXCIII A. S.: Registro del Sello.
Provisión de i de junio, expedida en Granada.
Documentos, núm. 40.
RUMBU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 88-89 y 372-373 (documento 111).
CDXCIV Ibid.
Documentos, núm. 39.
RUMEU DE ABMAS: Op. át., págs. 89 y 353-354 (doc. 100).
342 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

de la Gran Canaria, dis que Alonso de Lugo... no le dexó pasar su hazienda, segund que
por nos le avía sido mandado, y demás desto le tomó dos esclavos (que compró dél,
porque heran sus parientes), e que asimismo le tomó la mitad de sus ganados, e otros
muchos agravios, que dis que le fizo injustamente...». Para reparar la tropelía, los
soberanos de Castilla expidieron orden el 22 de febrero, dirigida al gobernador de Gran
Canaria Antonio de Torres, con objeto de que, previas las oportunas informaciones,
fallase sumariamente con arreglo a derechoCDXCV.

En el forzado éxodo a Gran Canaria, el mencey de Anaga llevó consigo a sus hijos don
Diego y don Juan de Anaga, a quienes hallamos establecidos, en 1505, en Arguineguín,
dedicados a apacentar sus ganados 10*.

Andando el tiempo se produjo el retorno a la tierra natal, pues en un poder otorgado


en Tenerife el 22 de agosto de 1508, aparecen como firmantes <don Diego de Naga y don
Enrique de Anaga, hijos del rey de Anaga» u. Este último, don Enrique, se singularizó por
la defensa de sus hermanos los aborígenes. Cuando, en el año acabado de señalar, se
incoó por el gobernador de Gran Canaria don Lope de Sosa el oportuno juicio de
residencia contra el conquistador, el infante anagués fue quien promovió querella
particular por atentado contra la libertad de los guanches, sosteniendo que Alonso de
Lugo no había respetado los bandos de paces, lo que le permitió reducir a esclavitud,
contra todo derecho, a importante número de indígenas CDXCVI CDXCVII CDXCVIII CDXCIX D DI.
El segundo mencey, de acusada personalidad, es don Diego de Adeje. Hay pruebas
inconcusas de que residía en Tenerife entre los años 1503-1505, o sea, que sobrevivió a la
conquista y al espectacular viaje a la corte de los Reyes Católicos. La famosa data de

CDXCV Ibid. Incitativa del Consejo Real, de 22 de febrero.


Documentos, núm. 41.
RUMEU DE ABMAS: Op. át., págs. 89 y 382-383 (doc. 118).
10
* ELÍAS SEBEA RÁFOLS: La repoblación de las islas Canarias, en «Anuario de Estudios Medievales», núm. 5 (afio
1968), pág. 421. Está tomado el dato del vol. I, fol. 35 v., de la Colección Bute, conservada en el Museo Canario de Las
Palmas (Fondos de la Inquisición). •
CDXCVI Como tales hijos del rey de Anaga suscriben un documento, otorgado ante el escribano
Juan Ruiz de Berlanga en la ciudad de La Laguna, de Tenerife. Se trata de un poder general al procurador
Antón de Ortega para la defensa de sus particulares intereses.
LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVEBA: La égloga de Dócil y Castillo, en «Revista de Historia», núms. 90-91 (año
1950), pág. 126, nota 19.
Del mismo autor: Notas sobre los reyes de Tenerife y sus familias, en «Revista de Historia», núms. 115-116
(año 1956), pág. 13.
Protocolos del escribano Hernán Guerra. La Laguna, 1508-1510. Edición de EMMA GONZÁLEZ YANES y
MANUELA MABBEBO RODBÍCUEZ, en la colección «Fontes rerum Canariarum». La Laguna, 1958, tomo VII,
págs. 32 (núm. 9) y 36 (núm. 30).
MANUELA MABBEBO RODBÍGUEZ: La esclavitud en Tenerife a raíz de la conquista. La Laguna, 1966, págs.
159 (núm. 106) y 170 (doc. 127).
CDXCVII Residencia, págs. XXVII-XXIX y 41-42.
CDXCVIIIRUMEU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 116-117.
CDXCIXDatas, págs. 7, 119, 154, 157, 205 y 211.
DELÍAS SERBA RÁFOLS y LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVERA: LOS «reinos» de Tenerife, en «Tagoro», núm. 1
(año 1944), págs. 132-133.
DIRUMEU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 89-90.
REPATRIACIÓN DE MENCEYES 343

concesión de tierras a su favor por parte del repartidor Alonso de Lugo es bien explícita
sobre el particular: «Doy a vos don Diego, rey que érades de Adeje, un barranco que se
llama Masca con todas sus tierras y aguas para vuestros ganados e para que fagáis
vuestras heredades...». A mayor abundamiento, en otro libro de datas por testimonio,
aludiendo al original, que se supone retirado por el regio guanche, se añade en nota
marginal: «mencey de Adexe, llebóle». El documento matriz está fechado el 5 de octubre
de 1503.
Otras datas semejantes aluden «a don Dyego, natural de Teneryfe», avecindado «en el
reino de Ades», o a «la casa del rey de Adexe», emplazada en esta misma comarca ls.
El monarca sureño no se dio por satisfecho con estas misérrimas conce
344 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

siones, reclamando las tierras que habían constituido su estricto


patrimonio familiar. En 1505, burlando el cerco a que estaba sometido,
pudo elevar a los Reyes Católicos el oportuno memorial en demanda
de justicia. En el documento que nos sirve de guía, aparece titulado don
Diego, rey que fue de Adex. Según este soberano indígena, Alonso de
Lugo le tenía ocupada «toda su fagienda por fuerga, non aviendo cabsa
nin rasón para ello». Además le ponía obstáculos para «que no vengan
a mi corte a se me quexar de las muchas ynjustigias e synrazones». El
rey de Adeje ponía particular énfasis en que se les dejase «salir a él e a
sus parientes, con sus ganados e faziendas, adonde quesyesen, pues
que heran mis vasallos; por manera quél fuese libre e esento de las
prysiones que asy le tenía». Los monarcas castellanos salen al paso

© Del documenta, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
del insulto y encomiendan, por su cédula de 5 de junio, al gobernador
de Gran Canaria Lope de Sosa poner pronto remedio al desaguisado M.
El mencey de Adeje tuvo, por lo menos, cinco hijos, cuya existencia está
documentalmente probada. Fueron éstos: don Alonso Díaz, don Fernando, don Diego,
doña Inés Díaz y doña María Díaz (también llamada María de Lugo o María de Adeje).
Papel señalado va a tener asimismo en la nueva sociedad su primo Juan Delgado.
En la residencia tomada en 1508 a Alonso de Lugo se alude con reiteración a la
familia de este monarca guanche. Se menciona diversas veces a don Diego II de Adeje
—«Don Diego, que se dize hijo del rey de Adexe»—, y se nos da a conocer el desacato
cometido por un sobrino político del conquistador, teniente de gobernador a la sazón,
Jerónimo de Valdés, contra la honestidad de «la reina de Adexe» o de su hija, atentado
del que se querelló, ofendido, su regio consorte o padre. Debió de ocurrir este
desaguisado en el año 1500 15.
Por último, en los Libros de Acuerdos del Cabildo de Tenerife ha quedado registrado
el nombre de don Pedro de Adexe (don sólo reservado para el adelantado y su hijo
primogénito), miembro indiscutible de esta casa y de seguro hermano o sobrino del
ultimo mencey. Se hallaba encarcelado DII DIII este infante en el mes de noviembre de 1502
por fútiles cuestiones, cuando fue puesto en libertad, con el beneplácito de los regidores,
para que contribuyera a reducir a los guanches alzados, teniendo en cuenta su
DII14 A. S.: Registro del Sello.
Documentos, núm. 47.
BUMEU DE ARMAS: Op. cit., págs. 89-90 y 403-404 (doc. 132).
DIII Datas, págs. 205 y 211.
LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVERA: Notas sobre los reyes de Tenerife, en «Revista de Historia», núms. 115-116 (año
1956), págs. 7-8.
Residencia, págs. XXIX, 11, 44, 68, 104 y 422.
El desacato contra la reina o infanta debió de cometerse a fines de 1499 o primeros días de 1500, pues el 13 de enero
de este último año cesaba súbitamente Valdés en el ejercicio de sus funciones, sin que se vuelva a presentar en Cabildo
hasta el 9 de diciembre. El adelantado desterró a su pariente a la ciudad africana de Tagaos.
RUMEU DE ARMAS: España en el Africa Atlántica, tomo I, págs. 276, 341, 346, 356 y 358.
REPATRIACIÓN DE MENCEYES 345

experiencia y conocimiento de la comarca de Adeje («el qual sabe la tierra del reyno de
Adexe, do andan los alga dos...») 16.

El Consejo real de Castilla, al fallar el juicio de residencia, varias veces aludido,


condenó al conquistador a indemnizar con 40.000 maravedíes «a los hijos del rey de
Adeje» (seguramente por muerte de don Diego), para mitigar las extorsiones padecidas.

Carente de numerario el gobernador a la sazón, se hizo cargo del débito Bartolomé


Benítez, su sobrino, aunque mediando las garantías oportunas. El pertinente documento
hipotecario aparece otorgado en El Realejo el 5 de octubre de 1508 1T.

Del tercer monarca de las paces, el de Abona, no ha sobrevivido ningún pormenor


personal. Sin duda retomó a Tenerife, pues en diversos documentos de la época aparecen
como otorgantes doña Mencía, hermana del mencey, «don Pedro, guanche, hijo del rey de
Abona...», y las hermanas de este último doña Ana de Abona (también llamada Ana
Márquez), doña Isabel y doña Constanza ls. DIV

DIV ELIAS SEBBA RÁFOLS: Acuerdos del Cabildo de Tenerife (1497-1502), en la colección «Fontes rerum
Canariarum». La Laguna, 1949, tomo IV, pág. 51.
A este don Pedro de Adeje (suponiéndole mencey de esta comarca) hace referencia VIERA Y CLAVITO en el
Prólogo, página X de su tomo III. La fuente de información de Viera son los mismos Libros de Acuerdos del
Cabildo de Tenerife. El episodio histórico aludido —insurrección en Adeje— es comentado por este autor.
Don Pedro de Adeje fue además yerno del último mencey de este bando, pues con trajo matrimonio con doña
María Díaz (LA ROSA: Notas sobre los reyes..., acabada de citar, pág. 8).
17
Protocolos del escribano Hernán Guerra. La Laguna, 1508-1510. Edición de EMMA GONZÁLEZ YANES y
MANUELA MARRERO RODRÍGUEZ, en la colección «Fontes rerum Canariarum». La Laguna, 1958, tomo VII,
pág. 215 (núm. 998).
Salió garante asimismo de la operación el alguacil mayor Pedro de Vergara.
MANUELA MARRERO RODRÍGUEZ: La esclavitud en Tenerife a raíz de la conquista. La Laguna, 1966, págs.
26-33 y 161 (doc. 110).
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, pág. 90.
18
LA ROSA: La égloga de Dácil..., pág. 125.
Documento de 21 de enero de 1508 ante Sebastián Páez.
Del mismo autor: Notas sobre los reyes de Tenerife y sus familias, pág. 3.
Protocolo del escribano Juan Ruiz de Berlanga. La Laguna, 1507-1508. Edición de MANUELA MARRERO
RODRÍGUEZ, en la colección «Fontes rerum Canariarum». La Laguna, 1974, tomo XVIII, pág. 53 (núm. 17).
Esta autora registra un arrendamiento de ganado cabruno en favor de Gonzalo Mexía, en el que actúa como
arrendador el vecino de La Laguna Antón de los Olivos, en calidad de curador del infante menor de edad «don
Pedro, hijo del rey de Abona» (27 de mayo de 1507).
346 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

En cambio, del cuarto soberano de las paces, el de Güímar, pese a la firmeza de su


lealtad, no ha quedado rastro alguno por paradoja del destino.

Es cierto que un guanche llamado Andrés de Güímar jugó un papel tan destacado en
la defensa de sus conterráneos, que inclina el ánimo a considerarlo como de estirpe regia,
aunque no aparezca significado con el título de don en los documentos conocidos. Fue un
auténtico campeón de la libertad de los aborígenes contra las tropelías de Alonso de
Lugo, tachando de ilegal su actuación y acudiendo a los pies del trono en defensa de la
raza oprimida. El ardoroso celo del guanche puso en tanto riesgo su vida, que el Rey
Católico, por provisión de 21 de abril de 1515, le otorgó amplísima carta de seguro para
sí, «su muger e hijos e parientes e ornes e criados e procuradores e sus bienes, que
quedaban so guarda e seguro e amparo e defendimiento real» *®.

Del documenta, los autores Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrversilaria, 200G
En la sentencia con que, en 1511, el Consejo real puso fin al juicio de re sidencia
incoado contra Alonso de Lugo, aparece expresamente condenado a pagar a Andrés de
Güímar 50.000 maravedíes como indemnizaciónDV DVI. No habiéndose hecho efectiva el
débito sino parcialmente, el batallador indígena obtuvo del regente de Castilla la cédula
de 19 de abril de 1515, por la que se ordenaba al conquistador liquidar la deuda que con
el guanche tenía contraída por cuantía de 5.000 maravedíes, como remanente de los
50.000 a que había sido anteriormente condenadoDVII.

El segundo aspecto de la cuestión que andamos estudiando, la suerte de los menceyes


de los bandos de guerra, resulta mucho más ardua de aclarar. Desde un punto de vista
estrictamente jurídico pudieron ser reducidos a esclavitud, con todas sus consecuencias.
Ahora bien: el destino del monarca entregado a Venecia y desterrado en Padua, nos
invita a sospechar que análoga situación les estuvo deparada, aunque ignoremos —acaso
para siempre— el lugar de confinamiento y residencia de cada uno de los belicosos
monarcas. Viene a ratificar esta creencia el mutismo que se observa en la documentación
de la época.
Desde luego, los descendientes de los régulos de los bandos de guerra se vieron
maltratados sin piedad. Está probada la servidumbre de un hijo del mencey de Taoro
Bentor, nieto a su vez del rey grande Benitomo. En el juicio de residencia de 1509, tantas
veces aludido, se formula denuncia contra Alonso de Lugo por haber atropellado al

DV DOMINIK J. WÓLPEL: La Curia Romana y la Corona de España en la defensa de los aborígenes canarios,
en la revista «Anthropos», tomo XXV (año 1935), págs. 1080-1081.
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 123-124 y 465-466 (documento 164).
Este guanche sureño emparentó con la familia real de Adeje. La hija del mencey don Diego, doña María
Bíaz, contrajo segundas nupcias con Andrés de Güímar (LA ROSA: Notas sobre los reyes de Tenerife..., pág. 9),
Véase asimismo la nota 16 de este capítulo.
DVI El sobrino de Alonso de Lugo, Bartolomé Benítez, se comprometió, en su nombre, al pago de la
indemnización en las mismas condiciones y circunstancias que a los hijos del mencey de Adeje. Véase la página
345 y la nota 17 de este mismo capítulo.
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, pág. 90.
DVII WSLFEL: La Curia Romana... (págs. 1081-1082), y RUMEU DE ARMAS: La política indigenista... (pág.
123).
Este dato viene a probar que Bartolomé Benítez tan sólo había hecho efectivos 45.000 maravedíes.
REPATRIACIÓN DE MENCEYES 347

principesco guanche (liberto de la esclavitud por su hermana, quién sabe a costa de qué
sacrificios).
La denuncia interpuesta contra Alonso de Lugo merece ser recogida en su
integridad: «Aviendo vendido un hijo del rey Ventor a una su hermana, e recebido el
precio dél, después lo havía tomado a tomar e vender a Diego de Llanos, vecino de La
Palma.»
El capitán-conquistador se quiere defender del insulto con especiosas artimañas:
«bien pudo vender al hijo del dicho rey Ventor, aunque lo oviese vendido a su hermana,
pues no le fue pagado cosa alguna del precio dél; e si algo le dieron, sería de lo suyo... e de
sus mismos ganados...» DVIII.
Estas últimas líneas son una alusión a los latrocinios de ganado por parte de los
indígenas, para manumitir a sus parientes y allegados.
A la supuesta esclavitud de las estirpes regias de los cantones belicistas pudiera
oponerse alguna salvedad. En documentos notariales del año 1509 aparecen distinguidos
con el título de don: Juan de Tegueste y Pedro de Tacoronte, circunstancia que parece
demostrar una vinculación de sangre con las dinastías reinantes en cada uno de los
bandos mencionados 2B. ¿Se trata de indígenas que se rindieron, bajo seguro, en el
momento culminante de la conquista? ¿Cabe descubrir en ellos a antiguos esclavos
redimidos por sus parientes y allegados? ¿Son infantes de los reinos de las paces, que han
adoptado como gentilicio los nuevos lugares de residencia y establecimiento?
Desde luego, está documentalmente probado el éxodo de distinguidos guanches
sureños a las tierras más fértiles del norte de la isla, por causa de las datas o
repartimientos, y la adopción, en algunos casos, como gentilicio del topónimo del nuevo
asentamiento.

DVIII Residencia, págs. XXVIII, XXIX y 33.


RUMEU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 117-118.
22
LA ROSA: La égloga de Dócil..., págs. 125-126.
ELIAS SERBA RÁFOLS y LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVERA: LOS «reinos» de Tenerife, en «Ta- goro», 1 (1944),
144.
Estos autores copian el testamento de Juan de Tegueste (9 de enero de 1521).
No falta quien asegure —don Leandro Serra F. de Moratín— que Juan de Tegueste era hijo de otro Antón
de Tegueste, el último mencey de esta comarca.
Las datas mencionan a otro Tacoronte, Fernando, que recibió tierras del adelantado el 13 de junio de 1503.
Su testamento aparece otorgado en La Laguna el 1 de marzo de 1520. En este documento se recogen los
nombres de diversos indígenas, tales como Diego de Güímar, Juan de Adeje, Sebastián de Icod, Juan de Abona,
etc.
348 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

j. Fundación de San Cristóbal de La Laguna. La


campaña pacificadora del verano de 1496.
Guanches de guerra refugiados en Abona.

Aunque parezca sorprendente, Alonso de Lugo, después de las brillantes jornadas


que tuvieron por escenario la villa de Almazán, retornó a Tenerife para proseguir las
operaciones de limpieza y apaciguamiento.

Con particular sagacidad ha llamado la atención sobre este aspecto concreto de la


conquista el profesor Alvarez Delgado DIX. Lo confirma el cambio de actitud que vamos a
ver inmediatamente adoptar a Alonso de Lugo con respecto a tres de los Bandos de las
paces: Anaga, Adexe y Aliona, que no tendría explicación sin mediar estos
acontecimientos bélicos.
Se impone sospechar que los propios Reyes Católicos sugirieron al capitán-
conquistador la conveniencia de retornar a la isla para procurar la pacificación general.
Si el 10 de junio de 1496 Francesco Capello da por consumado el recibimiento de los
menceyes, no es improcedente imaginar que el viaje de retorno se iniciase poco después
de esa fecha. Hay que dar por sentado que los cuatro monarcas de los bandos de las paces
se integraron en el séquito, y que de los acompañantes de Lugo en la memorable ocasión
tan sólo se quedó temporalmente Francisco Gorvalán, retenido por su litigio ante el
Consejo real reclamando la propiedad de los esclavos guanches20.
El paso por Sevilla del capitán mayor y los menceyes está atestiguado por Andrés
Suárez Gallinato, de quien hay prueba documental de que residía en la capital hética en
junio de 1496, tras su participación en las grandes hatallas de la conquista de Tenerife 2B.
Este personaje declararía en 1509 «que llevó el... adelantado nueve reyes, porque los vio
en Castilla; e oyó decir y es notorio que los llevó a Almazán e los presentó a Sus
Altezas...»DX DXI. Dedúcese de ello claramente que Gallinato no estuvo presente en el acto
de sumisión, y que le tocó contemplarlos con posterioridad. El número de «nueve reyes»
tiene un valor convenido, como en otros análogos testimonios.
Su otro hermano, el también destacado conquistador Jerónimo de Valdés (que
había acompañado al capitán mayor en su desplazamiento a la corte), se quedó en

DIX24 La conquista de Tenerife, pág. 13".



Este mismo capitulo, págs. 339-340.
DX28 ALEJANDRO CIORANESCU: Documentos del Archivo Notarial de Sevilla referentes a Canarias, en
«Revista de Historia», núms. 109-112 (año 1955), pág. 173.
El 16 de junio, Gallinato compró a Ruy Pérez de Esquivel «una muía de color prieta» por precio de 6.365
maravedíes.
DXIResidencia, pág. 116.
REPATRIACIÓN DE MENCEYES 349

Sevilla a raíz de esta escala, pues en el mes de agosto aparece otorgando documentos en
la mencionada ciudad DXII.
El arribo de Alonso de Lugo con su séquito a Santa Cruz de Añazo habrá que
datarlo a fines de junio o principios de julio de 1496, entregándose, con su tenacidad
característica, a las tareas propias de un colono, sin olvidar las de conquistador.
Parece admisible considerar que fue en este verano de 1496 cuando fundó la villa
de San Cristóbal como capital de la isla de Tenerife. El único dato irrefutable que
poseemos señala como fecha ante-quem el 25 de junio de 149720. El cronista Espinosa se
limita a señalar «que el gobernador y caballeros de la conquista..., escogiendo para
vivienda el lugar de La Laguna, situaron y señalaron el sitio que hoy tiene...»; en otro
pasaje puntualiza que se llamó «la ciudad de San Cristóbal de La Laguna (...por estar
edificada junto a una laguna...)» so. Abréu Galindo es el primero en invocar como
jomada de fundación el día de su patrono titular: «Alonso de Lugo... determinó venirse
al llano de La Laguna, donde le pareció sería bien fundar un pueblo; y así lo puso por
obra, llamándolo San Cristóbal de La Laguna, porque en tal día había fundado el
pueblo, a 26 días del mes de junio (que es día de San Cristóbal), afio de 1495» (sic) sl. El
poeta Viana se hace eco de idéntica tradición: «La Laguna..., del divino Chris- tóbal,
cuya fiesta oy celebra la iglesia [25 de julio de 1496], tendrá el nombre» 32. Por su
parte, Núfiez de la Peña refunde los anteriores testimonios: «en el mes de julio del...
año de mil y cuatrocientos y noventa y siete pasó el general a La Laguna, y, por
parecerle el sitio llano y fresco, fundó en él la principal población con el nombre de
villa y título de San Cristóbal de La Laguna; celebróse la fiesta del glorioso santo, y le
prometieron hacer fiesta todos los años, como patrono de la isla y titular de la ciudad;
y porque en el día veinte y cinco de julio no se puede celebrar por preferir el apóstol
Santiago, quedó asentado que se le hiciese la fiesta a veinte y siete de julio, el día
después de Santa Ana...»3®.

Descartado por imposible el año 1497 DXIII DXIV DXV DXVI, adquiere visos de verosimilitud

DXII CIORANESCU, art. cit., pág. 174.


Se trata de un poder que le otorga su madre, Leonor Suárez (Sevilla, 2 de agosto de 1496).
Más tarde se hallará presente en Burgos el 12 de octubre de 1496. Véase el capítulo XVI, página
365.
20
ESPINOSA (pág. 66) y ABRÉU GALINDO (pág. 310).
Cuando el 25 de junio de 1497 se levanta la famosa acta de la cera (recogida en las costas de
Candelaria, por supuesta intercesión milagrosa de la Virgen), ya estaba fundada la ciudad capital de
la isla. Dicho documento, firmado por el notario apostólico Fernán Alvarez, empieza así: «Sepan
cuantos este público instrumento de fe vieren, cómo en la villa de San Cristóbal, que es en la isla de
Tenerife...».
30
Páginas 115 y 122.
DXIII Página 321.
DXIV Página 343.
DXV88 Página 162.
Prosigue asi: «como hoy se hace por el noble y magnífico Ayuntamiento, y en ella «e saca el pendón real con las
armas reales, el cual lleva el alférez mayor y tocando cajas y clarines».
DXVI Véase la nota 29 de este capítulo (acta de la cera).
350 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

la fundación de San Cristóbal de La Laguna el 25 de julio de 1496. =



A este propósito conviene advertir que aunque la Iglesia católica ha fija- j do la fiesta
litúrgica de San Cristóbal mártir el 10 de julio, admite al mis- ”
mo tiempo su conmemoración el 25, dentro de la festividad de Santiago 1
apóstol. |

Mayor interés han de merecemos durante esta breve etapa las operacio- |
nes militares de pacificación. Su escenario es bastante amplio. Por un lado |
se va a operar contra los focos rebeldes, localizados preferentemente en los s
reinos de Icod y Dante, los más propicios a la resistencia por su lejanía de |
los puntos de penetración. Al mismo tiempo, y por circunstancias imprevis- , s tas, las
tropas insulares se verán obligadas a penetrar en los términos de los ]
bandos de las paces, convertidos en refugio de los derrotados guanches de |
guerra. -

En su momento quedó señalado cómo los indígenas encontraron en las abruptas


cumbres de la isla un excepcional refugio para eludir la persecución y, por ende, la
cautividad, después de la derrota DXVII. Pero así que las incursiones de los soldados
castellanos se hicieron ostensibles en las serranías, doblaron el espinazo central de la isla,
con sus ganados, desparramándose por los reinos de Abona, Adeje y Anaga, donde
encontraron el amparo hospitalario de sus hermanos. Abona se singularizó como zona
preferente

DXVII Capítulo XII, pág. 281.


Plano de San Cristóbal de La Laguna, levantado por Leonardo Torriani en 1588. (COIMBRA: Biblioteca
Universitaria).

La primera capital de Tenerife fue fundada por Alonso de Lugo el 25 de julio de 1496. El núcleo primitivo
radicó en la llamada Villa de Arriba, junto a las márgenes de la misma laguna. Diversas edificaciones se
agrupaban en tomo a la parroquia de la Concepción (B). Una segunda iglesia parroquial, la de los Remedios
(A), darla origen a la Villa de Abajo. En el breve plazo de cien años La Laguna se convirtió en una espléndida
ciudad, admiración de propios y extraños, con importantes edificios públicos y privados, a los que hay que
sumar incontables monasterios y ermitas. La vega en que la ciudad fue asentada, tan frondosa como llana,
permitió un perfecto trazado de la urbe, con calles rectas y anchas en admirable cuadrícula. Destacan, en el
interior de las casas, los jardines y huertos para solaz y esparcimiento de los moradores.

Torriani pondera las excelencias y bellezas de la laguna: «Tiene poco fondo, y durante el verano a menudo
se seca... Es muy útil para el ganado que pasta en su alrededor, en número infinito. Para los que tiran el arcabuz
es un verdadero deleite, por la diversidad de los pájaros y animales que viven en ella...»

La decisiva batalla de la laguna se dio en la zona más meridional (en el plano, extremidad superior
derecha), en las proximidades de la ermita de San Cristóbal (P).
REPATRIACIÓN DE MENCEYES 351

de refugio. Tan sólo el reino de Güímar se mantuvo, de momento, libre de invasores,


porque sus naturales les obstruyeron el paso, no sabemos si por espíritu de lealtad o por
temor a las represalias del capitán mayor.

Las operaciones de limpieza del verano de 1496 85* tendrán como escenario de lucha
los bandos de Icod y Daute, con objeto de reducir a los rebeldes, y el reino de Abona,
con el propósito de vencer la resistencia de los refugiados. En los demás distritos de paz,
las entradas fueron simples capturas de prisioneros para su ulterior venta como
esclavos.

Los combates y cabalgadas de referencia fueron dirigidos por Alonso de Lugo, en


estrecha colaboración con Bartolomé Estopiñán. Es preciso destacar, sin embargo, que
va a jugar un papel importante en los mismos un soldado extranjero, Jorge Grimón,
natural de Namur, en el condado de Flandes, que se había distinguido como
combatiente en la conquista dé Granada. Aunque su actuación la conocemos por una
fuente evidentemente exagerada —una Información testifical nobiliaria de 1506—, puede
estimarse como válida en la trama sustancial de los hechos. El capitán mayor debió
conocerlo seguramente durante su ulterior estancia en la metrópoli, incorporándolo con
promesas a su séquito. Este personaje flamenco, mal llamado el borgoñón —recuérdese
que el condado de Flandes se había integrado políticamente en el ducado de Borgoña—,
vino a Tenerife acompañado de su hijo JuanDXVIII DXIX DXX DXXI y de otro mercenario
extranjero, por nombre Juan Alemán.

Por causa del silencio de los cronistas, la Información citada es nuestro único guía.
Sabemos por ella que Jorge Grimón desembarcó en Tenerife «con mucha cantidad de
pólvora y tres espingardas», siendo destinado a operar en los altos de Icod. Del
desarrollo de los combates nos informa el testigo Pedro de Vera: «Que puede haber
como diez años —dice— que vio desembarcar a Jorge Grimón en esta isla..., y sacó tres
espingardas y dos adargas y tres capasetes y otras menudencias y cuatro cántaros que
dezían que venían llenos de pólvora; y luego el señor adelantado mandó que le tomasen
la pólvora y se repartiese con nueve espingarderos que avía, y se fue a la vuelta de Taoro
y llevó consigo a Jorge Grimón y a Alimán con tres espingardas, y a la subida de Icode
fue en la delantera Jorge Grimón con todos los espingarderos y mataron muchos
guanches y destaparon el camino por donde pasaron los cavallos...».
DXVIII* En la Residencia (págs. 45 y 114) se da por sentado que las operaciones de la conquista superaron
los dos años.
DXIXEl Memorial de descargos da como plazo «dos años y medio». La pregunta CLVIII de la Información
testifical, «dos años y medio, poco más o menos». El testigo Juan Benítez, «dos años e medio... poco más o
menos...».
DXXTomando como punto de partida para el cómputo el mes de mayo de 1494, los dos años V medio
arrastran las operaciones regulares de limpieza hasta el otoño de 1496, aproximadamente.
DXXI Datas, págs. 14, 32, 122, 142 y 174.
El recuerdo de este tardío conquistador ha quedado perpetuado en la toponimia: «barranco del
Borgoñón», «valle del Borgoñón», etc.
En la Residencia (pág. 119) se le designa con su nombre: Jorge Grimón; pero en la Reformación (págs. 32,
43, 48, 68, 69, etc.) es corriente designarlo con el apodo de el boc gañón o el borgoñés, en alternancia con su
auténtico nombre y apellido.
352 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Se trata, como ha podido observarse, de un simple episodio, revelador de la dureza


de la lucha para abrirse camino hacia Icod y Daute. Otros múltiples encuentros en
cadena debieron desarrollarse a lo largo de aquel verano.
No menos importancia tuvieron los combates en el reino de Abona, donde un grupo
de guanches se había hecho fuerte en Los Mogotes. Para ello =
fue preciso trasladar en los navios al pequeño cuerpo expedicionario que |
cpnsiguió poner pie en tierra en la playa de Los Cristianos. La Información |
vuelve a ser nuestro exclusivo guía. El vecino Alonso de Armas se expresa |
en estos términos: «estando este testigo en las partes de Abona, peleando |
con los isleños, acudió allí Jorge Grimón con siete espingarderos; y con su »
venida se rindieron los de Abona que estaban fuertes en Los Mogotes». El §
regidor Hernando de Trujillo es más explícito: «vio que el señor adelan- |
tado envió al dicho Jorge Grimón con nueve espingarderos a las partes de 1
Abona, y luego se rindieron los isleños de aquella banda, e oyó dezir a los .=
que de allá vinieron que si no acudiera el dicho Jorge Grimón que se vol- |
vían sin hacer nada, por la mucha hambre que padecían». Un tercer testigo, °
Alonso de las Hijas, abunda en el testimonio: «puede aver como dies años |
quel dicho Jorge Grimón vino a esta isla..., y luego que llegó a ella, el se ñor adelantado
lo mandó ir a las partes de Abona con los espingarderos, i
adonde fue, y oyó dezir a los que de allá bolbieron que si no fuera por s
Jorge Grimón que no bolbiera ninguno bibo, y que toda la tierrra estava °
ya ganada...» 8T.

87
BUENAVENTUBA BONNET: Jorge Grimón y la rendición del sur de Tenerife, en «Revista ele Historia», núm. 41
(año 1938), págs. 6-15.
REPATRIACIÓN DE MENCEYES 353

Nuevas redadas de guanches esclavos. Su venta


en los mercados de la metrópoli.

Desde abril a septiembre de 1496, la campaña final, las razzias por los territorios
sojuzgados y las operaciones de limpieza se tradujeron en un número muy importante
de prisioneros guanches, reducidos inmediatamente a esclavitud.

Con arreglo a las prácticas jurídicas de la época, Alonso de Lugo pudo someter a
servidumbre a todos los pobladores de los cinco bandos de güera: Tegueste,

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


Tacoronte, Taoro, Icod y Daute; y así efectivamente lo realizó con saña singular.
Estos esclavos constituyeron la base primordial del botín. El norte de la isla puede
asegurarse que fue materialmente barrido en toda su extensión. Los míseros
cautivos guanches, transportados a la metrópoli, sin distinción de sexo o edad,
fueron a nutrir con sus cuerpos el inmundo negocio de seres humanos, siendo
transformados en dinero contante en los mercados esclavistas más acreditados:
Sanlúcar de Barrameda, Puerto de Santa María, Cádiz, Sevilla, Valencia,
Barcelona, Palma de Mallorca, etc.

A los indígenas derrotados no les quedó otro recurso que refugiarse en las
cumbres de la isla —serán conocidos como los alzados— o buscar sigiloso cobijo y
amparo dentro de los términos de los bandos de paces: Abona, a
Adeje y Anaga, únicos que en esta trágica hora se mostraron propicios a §
brindar hospitalidad. La reacción de Alonso de Lugo será despiadada y terrible, pues
pretendió —como lo había efectuado en La Palma— declarar a los moradores de los
tres reinos amigos «cautivos de segunda guerra», para poder reducirlos a esclavitud sin
miramiento alguno. Por este segundo conducto arribará, durante el verano de 1496,
otro importante número de cautivos a los mercados esclavistas peninsulares.

Es público y notorio el destacado papel que tuvo Valencia en el negocio antedicho.


Se da además la circunstancia de ser la única lonja con documentación completa.
Durante los meses de abril-septiembre de 1496, la afluencia de piezas es tan reiterada
que nos obliga a establecer, en honor a la brevedad, cómputos generales. En ese
semestre el número de esclavos guanches contratados ascendió a sesenta y cinco; de
ellos eran varones diecinueve y hembras cuarenta y seis. La diferencia en cuanto a
sexos puede explicarse por la ferocidad de la lucha, con el consiguiente número de
muertos, y el carácter indómito de los hombres, prontos a la huida para refugiarse en
las cumbres, nutriendo la guerrilla.

Este cómputo general, fraccionado por meses, da el siguiente resultado: Abril:

2
3
354 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

veintiséis esclavos (sus vendedores, Luis García, Femando Beltrán, Miguel Fiera y
Pedro Moner); once varones y quince hembras. Junio: once guanches (vendedores,
Luis García y Pedro Moner). Julio: dieciséis piezas (Pedro Moner, Pedro Plá, Luis
García, Melchor Codo y Diego Palacio); seis hombres y diez mujeres. Agosto: siete
esclavos (Juan Franza, Pedro Fiera y Nicolás Muñoz); dos guanches y cinco guauchas.
Septiembre: cinco guanchas (Juan Abelló, Antonio Veana, Juan Miguel, Pedro Moner y
Luis García).

En cuanto a precios, se pagaron más altos por las hembras que por los varones;
aquéllas a 35 libras, y éstos a 28 tan sólo as.

3S
VICENTA COBTÉS: La conquista de las islas Canarias a través de las ventas de esclavos en Valencia, en
«Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 1 (año 1955), págs. 537-539 (documentos 113-130).
La diferencia de precios entre guanches y guanchas la justifica la autora con estas palabras (pág. 507): «Las
hembras alcanzaban invariablemente precios superiores a los varones... Las mujeres, dedicadas a labores menos
duras, eran de vida más larga; su habilidad podía diversificarse más que la masculina y, salvo excepciones, no
presentaban el peligro de la pérdida por fuga, tan posible en los hombres. Y otra ventaja que no hay que olvidar, la
posibilidad de descendencia, que legalmente pertenecía a su dueño.»
CAPITULO XVI

DESAVENENCIAS EN TORNO AL REPARTO


DEL BOTIN DE GUERRA

ACUERDO ENTRE EL CONQUISTADOR Y LOS SOCIOS


ARMADORES

Biblioteca Unrveisilaria, 200G


i. Alonso de Lugo, de nuevo en la metrópoli.
Problemas pendientes. Estancia de la corte en
Burgos.

El tercer viaje de Alonso de Lugo a la metrópoli y segundo a la corte de los


Reyes Católicos, en el decisivo año de 1496, tuvo forzosamente que producirse en la
última decena de septiembre como fecha más tardía, pues hay plena constancia de
que residía en Burgos el 12 de octubre DXXII.

¿Qué le arrastra a cruzar incansable otra vez el Océano? Sin duda, los
problemas económicos derivados del reparto del botín con los socios, las constantes
reclamaciones de éstos y la amenaza latente de degenerar en ruidoso pleito ante el
Consejo real, con todas sus desagradables consecuencias. No se puede descartar
tampoco que los soberanos de Castilla le hubieran dado cita en la capital castellana,
al correr de la anterior jornada, para planear y resolver los problemas inherentes al
nuevo establecimiento político.

Mientras la conquista de Tenerife estuvo en pleno desarrollo, Alonso de Lugo y


sus cuatro socios —Francisco Palomar, Mateo Viña, Guillermo de Blanco y Nicolás
Angelate— se mantuvieron bien avenidos. Pero así que se inició la desmovilización
surgieron hondas discrepancias. Los socios reclamaron a una su parte, y el capitán
mayor, con su desparpajo y desaprensión característicos, dispuso a su antojo del
botín, ora encomendando la guarda de esclavos y ganados a terceros de su confianza
con claras intenciones de escamoteo, ora recompensando con los mismos a
determinadas personas por servicios prestados en la conquista DXXIII.

DXXII En ese día suscribe el famoso Concierto con los socios armadores, Véase más adelante la
página 360 de este mismo capítulo,
DXXIII Capitulo XV, pág. 339.
Concierto, págs. 652-653.
358 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Mayor fue la alarma de los socios cuando conocieron que el capitán andaluz se
disponía a partir para la corte en compañía de los reyes destronados. Reclamaron de
Lugo el cumplimiento exacto del contrato, pero éste apenas si puso en sus manos
esclavos y ganado bastantes para resarcirles del pago de los fletes, sin que para nada
hiciese alusión al botín, cuando era público en la isla que el capitán-conquistador había
vertiginosamente apañado «más de lo que ha de resgibir e aver de la dicha conquista,
segund la parte que de ella tiene» 8.
Quiso seguramente Lugo quebrar la unión entre los socios, invitando a
acompañarle a Ahnazán a Mateo Viña, al parecer el menos interesado económicamente
en la conquista y el único de ellos que había tomado parte en la misma empuñando
armas; pero no consiguió su propósito.
Durante los meses que transcurren entre mayo y septiembre de 1496 llovieron
sobre Alonso de Lugo las reclamaciones y mensajerías, sin resultado positivo. Parece
seguro que en el tornaviaje de junio y dmante la obligada escala en Sevilla se discutió
sobre el problema con acaloramiento, aunque obstinados por una y otra parte en sus
puntos de vista.
La fórmula mágica para encarrilar el arduo problema fue acudir a la corte en
demanda de amparo y protección. Y si por este conducto no se encontraba una solución
armónica, plantear las discrepancias ante el Consejo real, con objeto de que tan alto
tribunal diese su fallo definitivo. Ese fue el talismán que movilizó rápidamente a Alonso
de Lugo hacia la metrópoli y la corte. No le interesaba al conquistador provocar el
menor escándalo cuando esperaba de un momento a otro que lloverían sobre él, en
recompensa por sus destacados servicios a la corona, títulos, privilegios y mercedes.
Como Burgos, cabeza de Castilla, va a ser el asiento de la corte por es pacio de
varios meses, convendrá que señalemos los respectivos itinerarios regios hasta
afincarse en la capital del viejo condado.
Habíamos dejado a Isabel la Católica, en el mes de julio de 1496, recorriendo los
caminos de Castilla en compañía de su hija doña Juana (la prometida del archiduque
de Austria don Felipe), con dirección al puerto de Laredo, donde se hallaba anclada
una poderosa flota, al mando del almirante don Fadrique Enríquez, para conducir a la
princesa a las lejanas y prósperas provincias de Flandes.
El 22 de agosto de 1496, los navios, empavesados, zarpaban del puerto montañés sin
contratiempo, en medio de los vítores y aclamaciones de la población despidiendo a la
futura archiduquesa, llamada un día no lejano

8
Ibid., pág. 650.
REPARTO DEL BOTÍN 359
a reinar en Castilla y en España y a ser la madre del emperador de dos mundos. Esta
poderosa escuadra llevaba además por misión conducir, en el tornaviaje, a la
archiduquesa Margarita de Austria, la prometida del príncipe don Juan, o mejor, su
esposa, con la que había contraído matrimonio por poder el 5 de noviembre de 1495,
en Bruselas, estando representado el regio consorte por el comendador de Calatrava y
embajador de los Reyes Católicos don Francisco de Rojas.

El viaje, pese a lo bonancible de la estación, no fue ni grato ni cómodo, ya que los


elementos se desataron contra las embarcaciones de la flota, dispersando a unas y
haciendo zozobrar a otras, con más víctimas y daños que si hubiese ido al encuentro
de mía poderosa escuadra enemiga. No obstante ello, la princesa desembarcó, sana y
salva, en Flesinga, a mediados de septiembre del año indicado, y las bodas pudieron

Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


celebrarse con extraordinaria fastuosidad en Amberes el 21 de octubre de 1496.

No menos dificultoso y accidentado resultó el viaje de retomo. La escuadra, con la


archiduquesa Margarita ahora a bordo, no pudo hacerse a la mar hasta el 22 de enero
de 1497, viéndose azotada por tan furiosas tempestades, que tuvo que entrar en el
puerto inglés de Southampton, de arribada forzosa, tras de pasar por momentos
dramáticos de verdadero peligro. Después de reparar averías, la flota española
levantó velas el 21 de febrero, pero fue de nuevo tan desagradable y accidentada la
travesía, que los navios no arribaron a Santander, desordenados y dispersos, hasta el
6 de marzo de 1497.

Pero, como comprenderá el lector, ya la andariega Isabel había abandonado hacía


muchos meses las provincias norteñas con dirección a Burgos, donde se había dado
cita con su marido el rey Femando para resolver arduos y difíciles problemas que el
gobierno diario de sus vastos estados planteaba y para disponer las ceremonias y
fiestas con que debían ser solemnizadas las bodas o velaciones del príncipe heredero
de la más poderosa monarquía del orbe.

A finales de agosto abandonaba Isabel la Católica Laredo. El viaje de retomo lo


hizo sin prisas, sabedora que su marido retrasaba la partida de Cataluña, por
perentorias necesidades políticas, más de lo convenido. De esta manera la solemne
entrada en Burgos de la reina no se verificó hasta los últimos días de septiembre de
1496.

En cuanto al rey don Femando, su partida de Gerona se verificó el 30 de


septiembre. Una escala obligada en Barcelona y breves estancias en
360 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Zaragoza, Alfaro y Logroño jalonan su viaje antes de su entrada en Burgos, que debió de
realizar alrededor del 20 de octubreDXXIV.

Hay que destacar asimismo la presencia en la capital castellana del príncipe de


Asturias y duque de Gerona don Juan, en espera del inmediato arribo de su esposa
Margarita de Austria. Los reyes, así como sus hijos, se alojaron en la casa llamada del
Cordón, magnífico palacio propiedad de los condestables de Castilla.

2. Nombramiento le árbitros y liquidación

i. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


le la sociedad. El concierto económico.

Las conversaciones entre Alonso de Lugo y sus socios tuvieron por escenario la
ciudad de Burgos, aunque el documento original que dio fin a las mismas por medio
de un formal acuerdo, concierto o avenencia, signado por todos ellos, no haya
aparecido en esta ciudad, sino en la de Zamora, en cuyo archivo municipal se
conservaba desde tiempos remotos, sin que na- s díe hubiese parado mientes en él
hasta tiempos muy recientes DXXV. |
3

El documento no está otorgado en presencia de escribano, sino simple- | mente ante


testigos, aunque puede darse como seguro que sería inmediatamente escriturado. El
haber desaparecido los protocolos burgaleses correspondientes al siglo xv y primer
cuarto del xvi nos priva hoy de aclarar este extremo y de recoger seguramente una
valiosa e importante cosecha de documentos canarios de primer orden. El otorgamiento
ante testigos es del día 12 de octubre de 1496; de ello cabe deducir que el documento, en
su

DXXIV* ANTONIO RUMEU DE ABMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, páginas 229-231.
DXXV Concierto, págs. 647-656.
Fue revelada su existencia por la archivera doña MARÍA DEL CARMEN PESCADOR DEL HOYO en su catálogo del
Archivo Municipal de Zamora, publicado con el título de Documentos históricos. Zamora, 1948, pág. 652.
Corresponde al malogrado archivero del Ministerio de Asuntos Exteriores don MIGUEL SANTIAGO la tarea de
haberlo divulgado y dado a conocer, con acertados comentarios y en- jundiosas notas: Un documento desconocido en
Canarias referente a la conquista de Tenerife, en «Revista de Historia», 89 (1950), 39-51.
La •■■Casa del Cordón», el bello palacio que los condestables de Castilla post tan en Burgos, sirvió de alojamiento a los R<- yes Católicos durante su
estancia en el otoño-invierno de Hílti-t j'.n. Grabado anónimo. (MADRID: Biblioteca Nacional). En sus salones suscribieron Fernando e Isabel los privilegios
y recompensas otorgados a Alonso de Fugo por sus meritorios servicios en la conquista de Tenerife
I.
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Portada tlol palacio de los Condestables, con el curioso «cordón» que la caracteriza.
Debajo, los blasones de la ilustre estirpe de Velasco, recompensada por los Reyes
Católicos con el titulo de duques de Frías.
Burgos: Fachada de la catedral, con las torres y flechas de Hans de Colonia.
© Del documento, los autores. Diqitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,
REPARTO DEL BOTÍN 361

redacción fundamental, debe de ser de la misma fecha o de escasas jornadas


anteriores. En su cubierta se lee: «Un concierto entre estrangeros sobre lo que se
acordó se avía de ganar en la conquista de Tenerife.»

El documento se inicia con el nombramiento de jueces o árbitros que resolviesen,


sin ulterior apelación, los puntos litigiosos. Eran los designados: micer Andrea de
Hodón, arcediano de Reina, y micer Francisco de Ribe- rol. Su misión sería «ver e
determinar todas las dichas diferencias e averiguar las cuentas que entre ellos ay, de
los gastos que se han fecho en la dicha conquista»; con este fin, los dos de mancomún,
«e non el uno sin el otro», debían resolver y determinar las dudas planteadas «por vía
de justicia o de concordia, como a ellos bien visto fuere». En caso de disconformidad o
desacuerdo entre los árbitros, estaban éstos autorizados a nombrar un tercero «qual
eRos quisieren, para que lo que el uno de ellos determinare juntamente con el dicho
tercero pase por determinación e... no pueda aver reclamación ni suplicación ni otro
remedio alguno hordinario ni estra- hordinario». La reina Isabel, recién Regada a
Burgos, debía de estar conforme con esta medida y prometido su aprobación, pues en
el texto del documento se alude a una real carta «de comisión que para los dichos jue-
ces manda dar la reyna nuestra señora», que la Cancillería regia no expidió hasta
pasado un mes largo, con fecha 21 de noviembre de 1496 e.

Cuestión previa a resolver era la de los fletes, tal como quedó puntualizado al
referirnos al contrato. Alonso de Lugo, antes de partir para la corte, había dejado en
manos de sus socios esclavos y ganados que no bastaban a cubrir el importe de los
mismos En este convenio, según la aportación en dinero de cada uno para el pago de
los fletes, se establecía, grosso modo, la indemnización que habrían de recibir.

Como es sabido, «los fletes... de los nabíos que fueron a la conquista de la dicha ysla
de los puertos del Andaluzía... montaron, syn los intereses, un quento y giento y sesenta
mifl maravedís» (1.160.000). Estos fletes habían sido abonados en su casi totalidad por
Guillermo de Blanco, Nicolás Angelate y Mateo Viña. El cuarto socio, Francisco
Palomar, se había limitado a cubrir «el complimento de lo que más monta fasta conplir
el dicho un quento e giento e sesenta mili maravedís que en eRos montó».

En cambio, recayeron exclusivamente sobre Palomar «los fletes de qua- lesquiera


nabíos que fueron a las yslas de Canaria, e de unas yslas a otras, a traer las gentes para
la dicha conquista (para la primera entrada); y asimismo de la ysla de Tenerife a
Grand Canaria, quando los christianos fue-

8
A. S.: Registro del Sello, fol. 124. APÉNDICE I. Documentos, núm. 32.
362 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

9
ron desbaratados, e de los nabíos que fueron, después del desbarato, a doña Ynés
Perada e a doña Beatriz de Bobadilla para concertar la buelta».

En relación con el conquistador Alonso de Lugo se admitía también la


posibilidad de que éste hubiese pagado de su peculio parte del importe de los fletes,
que le serían computados en el capítulo de gastos. «Si el dicho Alonso de Lugo —se
lee en el documento'— mostrare aver pagado parte de los dichos fletes o de otros
qualesquier fletes de la dicha conquista, que aquello le sea recibido en cuenta a
satisfecho de lo primero que se oviere de la dicha conquista.»

Contabilizados los gastos, y cubiertos en su totalidad, amén de los intereses, el


resto de los beneficios era el botín a repartir, de acuerdo con el capital invertido en
la empresa por cada uno de los socios. Por esta razón, se computaba a los mismos
una primera entrega o aportación a cuenta de Jas ganancias. A Nicolás Angelate y a
Guillermo de Blanco se les entregaría «de los esclavos e ganados que ay o se ovieren
de los de la dicha conquista... a complimiento de setenta esclavos (sobre los que se
hallare que tienen rescebidos) e mil e quinientas caberas de ganado»; a Mateo Viña
«a complimiento de treynta e cinco esclavos sobre los que se fallare que tiene res-
gevidos (quitando de ellos la parte que él ha de aver por sy e por los suios que con él
estuvieron en la conquista de la dicha ysla de Tenerife)», y a Francisco Palomar, por
último, «se le ayan de conplir... ochenta esclavos, por lo qual el dicho Alonso de
Lugo le ovo dado carta que se le diesen en la dicha ysla, si pareciere que non se le
han pagado».

La liquidación de la sociedad exigía por parte de los árbitros o jueces examen de

® Del dientaULPGCU™e"“a' 2000


cuentas, cálculo de gastos, cómputo de los bienes incautados o repartidos, que
podían en algunos casos ser superiores a lo que tocase a cada uno de los socios en la
distribución proporcional del botín; de ahí la necesidad por ambas partes de
depositar sendas fianzas a disposición de los árbitros antes de proceder a la
liquidación. Podría ocurrir que lo ya recibido por los socios en esclavos y ganado
fuese superior en valor al importe de los «fletes e yntereses idos», en cuyo caso se
imponía una devolución o restitución de acuerdo con «lo que determinaren los
dichos jueces». Además, podían darse casos de fraude o engaño que exigiesen
también indemnizaciones o restituciones. Por todo ello se imponía «que, para segu-
ridad de lo sobredicho, Francisco Palomar e Mateo Viña, e Guillermo de Blanco e
Nicolao Angelate ayan de dar e den fiangas vastantes en la cihdad de Sevilla a vista
de los dichos juezes». En cuanto al conquistador Alonso de Lugo, ya denunciaban
sus socios en este mismo documento que tenía, a su parecer, «rescivido más de lo
que ha de resgivir e aver de la dicha conquista, segund la parte que de ella tiene»;
con este fin «es concertado que aya de dar e dé fiangas llanas e abonadas en la
cibdad de Sevilla, a vista
REPARTO DEL BOTÍN 363

de los dichos juezes, para que si paresgiere por las cuentas que
se fizieren entre ellos ante los dichos juezes que es verdad lo que
dizen... que de los dichos esclavos e ganados que copieren al
dicho Alonso de Lugo, de su parte, sean pagados de lo que fuere
declarado por los dichos juezes...».
Semejante carácter tenía otra de las medidas tomadas por los cuatro socios contra
el conquistador. Recordará el lector que Lugo había prometido a sus colaboradores el
reembolso, como mínimo, de cuanto habían entregado para la operación militar, con
los intereses devengados por los capitales respectivos, y acaso alguna prima fija como
seguro beneficio. Pues bien: no estando ahora éstos garantizados de que el botín
alcanzase a cubrir dichas cantidades, exigieron del conquistador «que los dos mili
ducados de oro que la reyna, nuestra señora hizo merced al dicho Alonso de Lugo e los
ciento e sesenta mil maravedís que Su Alteza le mandó -librar para complimiento de
los fletes» durante la estancia en Almazán T, quedasen en poder del doctor Rodrigo

autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universiada, 200G


Maldonado de Talavera, para que si fuese estimado por los árbitros que el
conquistador quedaba en deuda con sus compañeros, el depositario de estos fondos
pudiese disponer de eRos para saldar estas obligaciones, devolviéndolos en otro caso a
su legítimo dueño DXXVI DXXVII.

El reparto de las presas. Perversos planes j de


Alonso de Luso contra los guanches I aliados.

El punto más delicado del concierto era el relativo al reparto del botín, porque se
prestaba a ocultaciones y escamoteos. La redacción de estos capítulos está presidida
siempre por una desconfianza absoluta en los procedimientos del conquistador. Alonso
de Lugo había de dar peder a sus socios, en presencia de escribano público y testigos
—con objeto de que «non haya frabde nin engaño»—, para que éstos personalmente o
aquellos que fuesen sus mandatarios pudiesen «pedir et demandar en juisio o fuera de
él e rescibir, e recobrar, en su nombre e para ellos, qualesquier esclavos e ganados e
otras cosas pertenescientes a la dicha conquista que sean, asy en

DXXVIT Capítulo XIII, pág. 310.


DXXVII Para la biografía de este personaje, véase el capítulo III, página 94, nota 50.
364 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

poder de la dicha doña Veatriz de Bobadilla DXXVIII como de otras


qualesquier personas, asy dados en guarda e en encomendación o
hurtados...». Otro segundo poder análogo sería dado por Alonso de
Lugo, no para recuperar lo indebidamente escamoteado, repartido o
hurtado, sino para incautarse en la isla de Tenerife «e tomar de su
mano qualesquier esclavos et ganados et otros bienes... de la dicha
conquista, asy de los que se dicen de las pages como de guerra...».
Recuperado, de una parte, y recogido, de otra, el botín, procedería entonces su
reparto: «Et que lo que se oviere, en qualquier manera de las sobredichas, se reparta,
segund et en la manera que los dichos juezes mandaren e determinaren entre los
dichos Alonso de Lugo e Francisco Palomar e Mateo Viña e Guillermo de Blanco e
Nicolao Angelate, segund la parte que cada uno tiene en la dicha conquista...».

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


, La cuestión de los indígenas de las paces tuvo un imprevisto planteamiento. Alonso de
Lugo, en represalia por la acogida y hospitalidad que determinados grupos habían
prestado a los guanches de guerra huidos y alzados, pretendió reducir a esclavitud a
buen número de ellos, olvidándose de la amistad o la alianza en unos casos y de la
protección regia en todos. Ahora bien: no se le ocultaban al capitán mayor las
precauciones que se habían tomado en 1495, cuando las primeras ventas de indios
antillanos, afianzando el importe de las adquisiciones para «informamos de letrados,
teólogos e canonistas —decían los soberanos de Castilla—, si con buena conciencia se
pueden vender... o no». La vacilación nacía de la concesión pontificia de soberanía a
cambio de evangelizar a los indios (bulas Inter cae- tera, de 1493), aunque en el caso
concreto de los guanches la motivación fuese distinta, política, no religiosa, como
originada por un trato amistoso con garantía de libertad DXXIX. Como ya sabemos, la
amenaza afectó de mo- o mentó a los reinos de Abona, Adeje y Anaga. •

El conquistador aborda la vidriosa situación jurídica: «Et porque el dicho Alonso


de Lugo dize que segund la capitulación (que se hizo por mandado del Rey e de la
Reyna... con él...) que todos los canarios e canarias de los bandos de Anaga e de Adexe
e de Abona, que se dezían de las pages, son cabtivos et le pertenegen.e asymismo todos
los ganados de las personas de los dichos bandos.» Pero en seguida se pone a cubierto
contra una posible orden real liberatoria —como así ocurrirá, en efecto, en 1498—:
«Es concertado e asentado... que... Francisco Palomar e Mateo Viña et Guillermo de
Blanco e Nicolao Angelate se ayan de obligar e obliguen al dicho Alonso de Lugo, ante
escribano público et testigos..., por sy e por sus bienes...: que sy en algund tiempo fuere

DXXVIII Conocemos sobradamente la participación de esta dama en la empresa conquistadora


de Tenerife (caps. V, pág. 146, y VIH, pág. 217).
En este caso concreto, doña Beatriz de Bobadilla aparece involucrada en los manejos y negocios del
conquistador, con quien años más adelante había de casarse en segundas nupcias. Estos ganados habían sido
transportados, para mayor resguardo, a su isla privativa y señorial de La Gomera.
DXXIX RUMEU DE ARMAS : La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 127-136, y de
manera particular la página 134,
REPARTO DEL BOTÍN 365

determinado por Sus Altezas que los dichos canarios e canarias de los dichos vandos
no son cabtyvos ni pertenecen al dicho Alonso de Lugo por la dicha capitulación, e le
fueren demandados, que ellos restituyrán... los canarios e canarias e ganados...». Para
mayor garantía, los socios se obligan a «que non los venderán fuera de los reynos de
Sus Altezas por ninguna manera, et que traerán testimonio, sygnado de escrivano, de
las personas a quien los vendieren et de los precios que por ellos les fueren dados.»
Otro extremo que le interesó a Alonso de Lugo dejar bien claro era el referente a
ciertos esclavos que había «gastado» en pagar determinados servicios preparatorios de
la conquista o en recompensar ayudas extraordinarias en el desarrollo de la misma. A
Gonzalo Suárez de Quemada le había dado «catorze o quince esclavos» por haber
acudido a Castilla «a concertar la venida de la gente del duque de Medina Qidonia»; al
bachiller Soto le había agraciado con «seys esclavos... porque fue a contratar con doña
Ynés Peraga e con el gobernador de Grand Canaria» análoga colaboración; a Diego
Mal donado le había entregado «otros seys esclavos», por servicios no especificados,
aunque semejantes. Aspiraba el conquistador a «que estos treynta esclavos» fuesen
desglosados del botín, «de manera que... non se pidan a los sobredichos, nin alguno de
ellos... ni al dicho Alonso de Lugo, pues que se les dieron para sus gastos e por provecho
de la dicha conquista». Sin embargo, los socios de Lugo no debieron de conformarse a
última hora con la cláusula mencionada, ya que el texto de este párrafo aparece
tachado y reemplazado por otro que endosaba a los árbitros la decisión definitiva:
«Otrosy, que quanto toca a los esclavos e esclavas que el dicho Alonso de Lugo dio a
algunas personas, de las que se ovyeron de la dicha conquista, e los dichos Francisco
Palomar e Guillermo de Blanco e Nicolás Angelate e Matheo Viña, dicen que no fueron
bien dados, es concertado entre las partes que lo ayan de ver e determinar los dichos
Andrés de Odón e Francisco de Riberol, con consejo e providencia de Gonzalo Gómez
de Cervantes e del comendador Pedro de Cervantes; e que lo que ellos dixeren a los
dichos jueces, que ello se deve faser, aquello ayan ellos de determinar e no otra cosa, e
que las dichas partes estén e pasen por ello.»
Así acaba este curioso e interesante documento, suscrito por Alonso de Lugo,
Francisco Palomar, Nicolás Angelate y Guillermo de Blanco, y ratificado, ante testigos,
en Burgos el día 12 de octubre de 1496. Falta, como puede verse, la firma de Mateo
Viña, no sabemos si por ausencia o enfermedad, En cuanto a los testigos, el único digno
de ser destacado es Jeró- mmo de Valdés.
La otorgación ante la reina (recuérdese que don Fernando estaba todavía ausente
en Aragón) es del mismo día, mes y año: «Los dichos Alonso de Lugo e Francisco
Palomar e Guillermo de Blanco e Nicolao Angelate, e cada uno de ellos, dixeron: que
otorgavan et otorgaron esta capitulación e asyento entre ellos..., e prometieron de
guardar e conplir lo en ella contenido... so pena de dos mili ducados de oro...» u.
Para zanjar y dar fin a estas desavenencias y litigios ya no faltaba más que la carta
de comisión dada por los reyes a favor de los árbitros Andrea de Hodón y Francisco de
Riberol. Esta real provisión fue expedida por la Cancillería regia el 21 de noviembre
de 1496, un mes largo después de firmado el antecedente concierto. Los Reyes
366 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Católicos don Femando y doña Isabel aprobaban la designación de árbitros o jueces, y


les daban poder y facultad plena para dirimir, resolver y sentenciar todas las
diferencias existentes entre los socios, sin ulterior apelación contra sus resoluciones
DXXX DXXXI DXXXII DXXXIII
.
El recuerdo de estos pleitos y litigios se mantenía vivo todavía en la memoria de
algunos testigos bastantes años después de la incorporación de la isla de Tenerife a la
Corona de Castilla. En el expediente de ingreso en la Orden de Santiago de don Alonso
Luis de Lugo, III adelantado de las islas Canarias, abierto el año 1535, aparece
declarando el licenciado Bernaldiá- nez, vecino de Madrid, y entre sus dichos se hace
memoria de estos pleitos: «Que conosció... —declara— a don Alonso Hernández de
Lugo... desde el año de noventa, y seys que vyno a Burgos, aviendo aquel año con-
quistado la ysla de Tenerife, e que tuvo allí ciertos pleitos en que este testigo le ayudó,..;
e... que con el dicho adelantado venya uno que se llamaba Andrés Suárez Gallinato,
con el que este testigo tenía mucho conosci- miento, porque era casado con hija del
licenciado Lobón, que fue alcalde de la corte...» ia.

DXXX Concierto, págs. 647-657.


DXXXI A. S.: Registro del Sello,
DXXXIIDocumentos, núm. 32.
DXXXIII A. H. N.: Santiago. Expediente 4.674. Afto 1535.
En efecto, Andrés Suárez Gallinato contrajo matrimonio con Juana Lobón. FRANCISCO MORALES PADRÓN:
Canarias en el Archivo de Protocolos de Sevilla, en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 7 (año 1961), págs. 291-
292 y 330.
© Dal documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria.

Ultimo folio del «Concierto» entre el conquistador de Tenerife y los socios asentistas. (ZAMORA: Archivo
Municipal). Suscriben el documento Alonso de Lugo, Francisco Palomar, Nicolao Angelate y
Guillermo de Blanco.
CAPITULO XVII

LOS REYES CATOLICOS PREMIAN LOS SERVICIOS


DEL CONQUISTADOR

ALONSO DE LUGO, GOBERNANTE

EL PRIMER REPARTIMIENTO DE TIERRAS


i. La Lora de las recompensas. Títulos y privilegios
otorgados al conquistador.

autores, Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


Resueltos loe problemas económicos derivados de la conquista de Tenerife,
Alonso de Lugo pudo pisar firme y caminar con la cabeza alta por las calles de
Burgos, haciendo valer ante la corte sus meritorios servicios. En esta hora de
triunfo nadie le escatimó los favores.

Sabemos que Femando e Isabel se habían encontrado en la capital castellana el


20 de octubre de 1496, donde van a permanecer por espacio de seis meses DXXXIV.
Después de las obligadas entrevistas en el palacio del Cordón, llegaba para el
conquistador de Tenerife el ansiado momento de las recompensas y las mercedes
por su acertada actuación al incorporar a la Corona de Castilla las dos últimas islas
insumisas del archipiélago afortunado.
Desde el 5 de noviembre al 16 de diciembre expide la Cancillería diversas Í
reales cédulas agraciando al conquistador, ora con títulos, ora con privile- ;
gios. En algún caso concreto se atiende a sus reclamaciones. Otras veces las 0
disposiciones regias procuran recompensar los servicios prestados por otros
colaboradores en la conquista o se propone facilitar y ordenar las pacificas tareas de la
colonización.

El 5 de noviembre, Femando e Isabel conceden a Alonso de Lugo el gobierno de la


isla de Tenerife, «cumpliendo cierto asyento e capitulación que por nuestro mandado
se tomó con vos..., al tiempo que fuystes a conquistar a la isla de Thenerife». Se habían
comprometido los reyes a «que acavada de ganar la dicha ysla, vos haríamos merced
de la govemación de ella...; e agora que a Nuestro Señor ha plazido que se ganase... por
vuestra mano e travajo, poniendo como posistes vuestra persona a muchos peligros..., e
acatando a los muchos servicios que de vos avernos resgebido, e

DXXXIV ANTONIO RUMEU DB AIIMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, páginas 231-234.
2
4
370 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

vuestra suficiencia e idoneidad, thenemos por bien... que agora e de aquí adelante para
en toda vuestra vida, seades nuestro gobernador de la dicha ysla de Thenerife...». El
cargo llevaba anejo «los oficios de justicia e juris- dición cevil e criminal»: «E usedes
de los dichos oficios —prosigue— por vos o por vuestros lugarestenientes, asy alcaldes
como alguaziles, que es nuestra merged que en los dichos oficios podades poner e
pongades; los quales podades quitar e admover...; e oyades e libredes todos e
qualesquiera pleitos geviles e criminales que en la dicha ysla están movidos e
pendientes o se comentaren o movieren...» DXXXV DXXXVI.

Habíanle prometido asimismo los Reyes Católicos a Alonso de Lugo por real
carta despachada en Córdoba el 8 de julio de 1492 el gobierno de la isla de La
Palma. «Es nuestra merced —decía esta disposición— que seyendo conquistada la
dicha isla... que vos el dicho Alonso de Lugo dende en adelante seades gobernador
de dicha isla e que tengades por nos e en nuestro nombre los oficios de justicia e
juredición civil e criminal...». Pese a lo explícito de esta promesa, que no dejaba
lugar a dudas, Alonso de Lugo quiso para sí un título de gobernador de la isla de
La Palma equivalente al que se le había despachado para regir los destinos de la
de Tenerife. De esta manera era expedida por los Reyes Católicos, el 5 de no-
viembre de 1496, la oportuna real carta de nombramiento, que es una re-
producción exacta de la de 5 de noviembre relativa al gobierno de la isla de
Tenerife ®.

Otro de los problemas que más urgía resolver para la colonización de la isla
era el de los repartimientos de tierras. Al igual que los Reyes Católicos habían
agraciado al conquistador de Gran Canaria Pedro de Vera, por cédula de 4 de

d—. ta.ULPOC. BMioíeea200B


febrero de 1480, con los oportunos poderes para repartir esta isla, aun antes de
que la conquista fuese finalizadaDXXXVII, se imponía ahora tomar análoga medida,
sin la cual todo progreso económico quedaba automáticamente suspenso.
Conviene advertir que ya IOB reyes habían deliberado sobre este particular antes
de firmar con el capitán Alonso de Lugo
EDB1

DXXXV A. 9.: Registro del SeUo, fols. 122 y 123.


APÉNDICE I. Documentos, núm. 26.
Archivo del Ayuntamiento de La Laguna: Reales cédulas, leg. 1, núm. 1, año 1496.
DXXXVIArchivo de Protocolos Notariales de Tenerife: Protocolo de Juan Márquez, año 1525, volumen
49, fol. 58 v.
El primero que dio a conocer esta cédula, imprimiéndola, fue el cronista NÚÑEZ DE LA PEÑA, págs. 180-
183.
También puede verse en Residencia, págs. 151-152.
8
Archivo de Protocolos Notariales de Tenerife: Protocolo de Juan Márquez, vol. 49, año 1525, fol. 584.
Residencia, págs. 154-155.
DXXXVII SEBASTIÁN JIMÉNEZ SÁNCHEZ : Primeros repartimientos de tierras y aguas en Gran Canaria.
Las Palmas, 1940, pág. 5,
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Femando el Católico, rey de Aragón. Retrato por Felipe Ariosto. (BARCELONA: Pala-
cio de Justicia). El planteamiento, desarrollo y feliz término de las conquistas de
Gran Canaria, La Palma y Tenerife se debieron a su alta dirección.
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aria.
2006
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 371
Isabel la Católica, en los últimos años de su reinado. Por Juan de Flandes. (MADRID: Sala do Juntas de la
Real Academia de la Historia). La compenetración entre los regios esposos fue tan estrecha, que la decisión y
responsabilidad en todos los actos del reinado es siempre conjunta. las capitulaciones que sirvieron
de base jurídica a la empresa militar. Descontentos los monarcas del
procedimiento y manera como se habían efectuado los repartimientos en Gran
Canaria e informados de las protestas que los mismos habían levantado,
decidieron paliar estos riesgos con el respaldo de dos voluntades en lugar de una
sola; de esta manera habían resuelto «nombrar una persona que junto» con
Alonso de Lugo «entendiese en el repartimiento de las tierras, casas e heredades».
Sin embargo, los Reyes Católicos quedaron de momento tan satisfechos con el
comportamiento de Lugo, que decidieron darle una prueba más de su real
confianza, autorizándole a él solo, sin intromisiones ajenas, a repartir la isla. Esta
real carta es del 5 de noviembre de 1496: «E porque agora —dicen los reyes—
nuestra merced e voluntad es que vos solo entendays en fazer e fagades el dicho
repartimiento, por esta nuestra carta vos damos poder e facultad para que vos
solo podays fazer e fagades el dicho repartimiento, segund que a vos bien visto
fuere que se deve hazer, para que la isla se pueble...». «E faze- mos merced —
prosiguen— a las personas a quien vos dierdes e repartierdes e señalardes
qualesquier tierras e heredamientos... e de ello le dirdes vuestra carta para que sea
suyo e puedan fazer de ello segund e como e de la forma e manera que ge lo vos
dierdes e con las mismas condiciones» DXXXVIII. Después de expedida esta cédula
quiso Alonso de Lugo disfrutar de idéntica facultad para repartir las tierras de la
isla de La Palma, sometida hasta entonces a un régimen de repartos y cultivos
provisionales. Esta segunda real carta aparece datada en Burgos el 15 de
noviembre de 1496 y venía a reproducir en su texto los párrafos más importantes
de la cédula precedente: «E fazemos merced —dicen los monarcas— a las
personas que vos dierdes e repartierdes e señalardes qualesquier tierras e
heredamientos de la dicha ysla de La Palma e de ello le dierdes vuestra carta
firmada e synada de escribano público, para que sea suya e puede fazer de ella e en
ella segund e como e de la forma que ge lo dierdes e con las mismas condiciones»
®.
Otro de los privilegios con que fue agraciado Lugo por los Reyes Católicos fue
el de nuevos blasones que añadir a su escudo de armas para perpetuar de manera
simbólica la incorporación de las dos islas, La Palma y Tenerife, a la Corona de
Castilla. El hecho no era insólito, pues se repite a lo largo del reinado, teniendo un
inmediato precedente en 1493, cuando

DXXXVIIIs A. S.: Registro del Sello, fols. 9 y 127.


Documentos, núm. 27.
Archivo del Ayuntamiento de La Laguna: Reales cédulas, libro 11 antiguo, signatura L, 1, fol. 345. Fue
publicada por NÚÑEZ DE LA PEÑA, págs, 183-184, Puede verse tam- • bien en Residencia, pág. 153.
11
A, S.: Registro del Sello, fols, 125 y 126.
Documentos, núm, 28.
Esta cédula era hasta ahora desconocida en absoluto. De ello se lamentaban LA ROSA y SEBBA RÁFOLS
en Residencia, pág, XI y nota 14,
i>72 RUMEU DE ARMAS

Fernando e Isabel conceden al descubridor de América, el almirante Cristóbal


Colón, por cédula de 20 de mayo, nuevos cuarteles que añadir «a las armas
vuestras que solíades tener». Dicha real carta de «merged para que Alonso de
Lugo pueda traher ciertas armas» está datada en Burgos el 5 de noviembre de
1496, y algunos de sus párrafos merecen ser transcritos:
«Por quanto a los reys e príncipes es propia cosa —dicen— honrrar e
sublimar e fazer gracias e mercedes a sus súbditos e naturales, especialmente a
aquellos que bien e lealmente les syrven: lo qual por nos acatado e considerando
los muchos e buenos e leales servigios que vos Alonso de Lugo nos avedes fecho e
fazedes de cada día, especialmente en las conquistas de las yslas de Thenerife e
Sant Miguel de La Palma, que vos por nuestro mandado fuystes a conquistar e
conquistastes e las reduzistes a servicio de Dios e nuestro..., e por que quede
memoria de tan señalados servicios de vos e de vuestro linaje e descendientes...
thenemos por bien e es nuestra voluntad é merged que alende e demás de vuestras
armas, de vos dar por armas las dichas dos yslas e dos fortalezas en medio deltas,
para que las podáys meter e metáys en el escudo de las dichas armas que ahora
vos tbenéys; las quales vos tengáys e traygáys en vuestro escudo e reposteros, e
después de vos vuestros descendientes e linaje...»DXXXIX. •

Disposiciones regias de diversa


índole,
Pedro Fernandez de Lugo, paje reina
de la
Isabel.

Como antes se ha dicho, otras diversas cédulas, expedidas por la Cancillería


regia en Burgos, iban encaminadas a resolver problemas de pobla- miento, dar
cauce legal a reclamaciones justas o recompensar servicios de terceros.
Carácter exclusivamente colonizador tiene la real carta de 20 de noviembre de
1496, por la que los Reyes Católicos revalidaban una pragmática anterior
otorgada en Medina del Campo el 28 de octubre de 1481, relativa al

DXXXIX A. S.: Registro del SeUo, fol. 8.


Documentos, núm. 28.
C
ort
esí
a
de
L.
de
la
R
os
a.

© Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2006
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 373

libre movimiento de los vecinos de su reino de unos lugares a otros, sin que los Concejos
y autoridades pudiesen ponerles en ello cortapisas, extorsiones ni gravámenes. Sin el
cumplimiento exacto de esta disposición no había que pensar en que las islas recién
incorporadas se poblasen; por eso no debe sorprendernos que fuese el mismo
conquistador quien demandase personalmente la revalidación: «E agora Alonso de
Lugo, nuestro gobernador de las yslas de Tenerife e Sant Miguel, nos hizo relación por
su pety- gión que ante nos en el nuestro Consejo presentó, diziendo que aunque algunos
vezinos, de la dicha Gran Canaria como de algunas cibdades e villas e logares del
Andaluzía, se querían yr a bevir e morar a las dichas yslas de Tenerife e Sant Miguel de
La Palma, diz que vosotros... non ge lo con- sentys e sobre ello diz que le tomáys e
enbargáys sus bienes e les haséys otro agravios e sinrazones en lo qual a nos viene
deservigio porque es cabsa que las dichas yslas non se pueblen.» Los Reyes Católicos
salían al paso de esta maniobra, recordando a las autoridades la fiel obediencia de la
pragmática-sanción de 1481 y la libertad de que gozaban todos sus súbditos para
establecerse en el lugar de su deseo y conveniencia, sin la menor cortapisa en sus
movimientos DXL.

De distinta índole son los documentos expedidos por la cancillería real aragonesa
para beneficiar al clérigo mallorquín Nicolás de Angelate. Hemos encontrado dos en
extremos curiosos e interesantes. El primero es una carta del rey don Fernando al santo
padre Alejandro VI, interesándole vivamente a favor de su vasallo el clérigo
mallorquín: «Por algunos cargos que tenemos de Nicolás Angelate, natural de nuestra
ysla de Mallorcas, por servicios que nos ha fecho, nos querríamos que él fuesse
beneficiario en la iglesia de Dios, e que hoviesse la primera dignidad e una canongía que
vacasse en la yglesia de Mallorca, por ser en su naturaleza e ser él persona sufficiente
para la tener.» El segundo documento es una carta del rey para su embajador en Roma
Garci Lasso de la Vega, informándole de la anterior petición y exigiéndole el apoyo
debido para su pronto despacho: «E porque yo querría —le dice— que hoviesse effecto,
por los cargos que de el dicho Nicolao Angelate tengo, especialmente por los muchos
servicios que a Dios Nuestro señor e a mi fizo en la conquista de la isla de Tenerife, que es
en las Canarias, que agora nuevamente se conquistó e ganó, yo vos mando y encargo que
deys mi carta a Su Santidad e le supliqueys de mi parte, con mucha instancia, le plega
conceder mi suplicación; e vos en

DXL3 A. S.: Registro del Sello, fol. 128.


Documentos, núm. 31. .
También expidieron los Reyes Católicos, el 14 de noviembre de 1496, una «Incitativa» a los gobernadores de
Gran Canaria y Tenerife para que obligasen a ciertos vasallos a doña Inés Peraza, señora de Lanzarote y
Fuerteventura, a pagarle los derechos que le correspondían por IOB bienes que sacaron de su señorío para
establecerse en las dos islas realengas. (Documentos, núm. 29.)
374 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

tended en el despacho de ello, por manera que haya bueno a


breve expedición, en lo qual me faréys mucho plazer e servicio.»
Ambos documentos están suscritos el 16 de diciembreB.
Otra carta de comisión ligeramente posterior, de 23 de diciembre, se hace eco de
una sorprendente reclamación por parte del conquistador. Nos enteramos —rara avis—
■ de que varios desaprensivos habían sorprendido su buena fe, escamoteándole parte
del botín. Hay que sospechar que el pillaje se produciría durante los reiterados viajes a
la metrópoli del capitán mayor, por desidia o inoperancia de sus subalternos. Primero
se hace público reconocimiento de los servicios prestados: «Alonso de Lugo tovo cargo,
por nuestro mandado, de la conquista de la ysla de Tenerife, según se contiene en la
capitulación que con él se hizo; la qual dicha ysla se ha ganado por la gragia de Dios e
está redusida a nuestro servigio...». Después se puntualiza la denuncia: «Nos hizo
relación que durante el tiempo de la dicha conquista e después algunas personas diz que

□igitelízación realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


tomaron e hurtaron e llevaron muchos canarios e canarias, que en la dicha ysla se
tomaron de los de guerra; asymismo ganados y otras cosas, lo qual todo pertenesgía a él
e es suyo, por ser de buena guerra, por virtud de la dicha capitulación e asien to.» A tal
desaguisado había que añadir que «otras personas tienen recibidas algunas quantías de
maravedís, pan e otros mantenimientos e cosas que les fueron encomendadas, por el
dicho Alonso de Lugo, e por otras personas, para el proveimiento de la dicha conquista,
de que dis que no han dado cuenta ni rasón alguna...». Los soberanos de Castilla acogen
las justas demandas del capitán mayor, y después de designar juez especial al co-
mendador Pedro de Cervantes, provincial de la Santa Hermandad de Sevilla, le
encomiendan «que llamadas e oydas las partes..., brevemente e syn dar lugar a
dilaciones de maligia, solamente sabida la verdad, determinéys gercá dello lo que
fallardes por justigia...». El comisionado podía delegar su autoridad en otros jueces
metropolitanos o insulares, a fin de dar unificación y celeridad al procesoDXLI DXLII.

DXLI A. C. A.: Registro 3.685, fol. 145 y 145 v.


Documentos, núms. 33 y 34.
Nicolás Angeláis se hallaba en Tenerife, por causa de la liquidación de sus operaciones crediticias, en el otoño de
1497. El miércoles 29 de noviembre actúa como testigo en la otorgación de una data de tierras al conquistador Diego
Alcántara (Datas, pág. 107).
Cuatro años más tarde, en agosto de 1501, los Reyes Católicos se hacían eco de una reclamación del armador
contra Alonso de Lugo por razón de una cabalgada acometida, en 1500 aproximadamente, en tierras del continente
africano bajo garantía de seguro. El arriscado clérigo —que se declara «vecino de Mallorca»— hace confesión de que
había traído «tres esclabas paridas que le avía dado Alonso de Lugo... de una cabalgada...», y que más tarde le
habían sido quitadas por libres (A. S.: Registro del Sello).
DXLII A. S.: Registro del Sello, fol. 16.
Documentos, núm. 35.
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 375

Mención particular merece, entre las recompensas y mercedes con que los
soberanos obsequiaron al conquistador de Tenerife, don Alonso de Lugo, la
designación, por parte de la reina Isabel, de paje suyo a favor del bijo primogénito de
aquél, don Pedro Fernández de Lugo. Fue ésta, por parte de la reina, una prueba de
gran aprecio y consideración hacia don Alonso, pues era honra que estaba reservada
para los hijos de los grandes o de los altos dignatarios de la corte. El privilegio o albalá
está firmado por Isabel en Burgos el 20 de febrero de 1497, en mía fecha en que, a
nuestra manera de ver, ya no estaba presente el conquistador en la corte, sino ausente
en Sevilla, entretenido en dar remate a los pleitos y litigios derivados de la operación
militar.
«Yo la reina —reza el albalá— fago saber a vos el mi mayordomo e contadores
mayores de la despensa e ración de mi casa, que mi merced e voluntad es de tomar

□igitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


por mi paje a Pero Hernandes de Lugo, hijo de Alonso de Lugo, e que aya e tenga de
mí de ración e quitación en cada un afio nueve mili e quinientos maravedís...; vos
mando le pongades e asentedes asy en lo mis libros e nóminas de las raciones e
quitaciones que vosotros tenedes, e lihredes al dicho Pero Hernandes de Lugo dichos
maravedís en este presente afio de la fecha deste mi alvalá, e dende en adelante en
cada afio segund e quando librados [sean] a las otras personas de mi casa...» u.
Lo que no podemos precisar, en cambio, es el tiempo que don Pedro Fernández
de Lugo permaneció al servicio de la reina, incorporado a su
corteDXLIII DXLIV DXLV DXLVI DXLVII. _
1
I

DXLIII A. S.: Casa real de Castilla, leg. 65.


Documentos, núm. 36.
De acuerdo con el texto del documento, parece desprenderse que por aquella fecha re sidía en la corte de Isabel,
Pedro Fernández de Lugo. Ignoramos si había venido con su padre, si residía en Andalucía o si fue traído de Tenerife
por orden de don Alonso para ocupar esta plaza.
DXLIV Hasta ahora al que se habla supuesto, sin fundamento, paje de los Reyes Católicos
DXLVera el hijo segundogénito del conquistador de Tenerife, don Fernando de Lugo (FRANCISCO
DXLVIFERNÁNDEZ BÉTHENCOURT: Nobiliario y blasón de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, tomo I,
DXLVIIpágina 48).
376 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

El repartimiento del «Campo del Rey». Alonso de


Lugo y Hernando de Hoyos,
beneficiarios.

Durante la estancia en Burgos del conquistador de la isla de Tenerife, don Alonso de


Lugo, fue escenario la ciudad castellana de otro importante acontecimiento que merece
ser realzado. Se trata del primer repartimiento de tierras que, de acuerdo con la
autorización regia de 5 de noviembre de 1496, hizo el conquistador,
mancomunadamente, en su propia persona y en la del mozo de espuelas del Rey
Católico, Hernando de Hoyos, en recompensa a los importantes servicios prestados por
ambos en la conquista de la isla.
Nace así a la vida jurídica la primera data, de tierras, y las escogidas son nada
menos que las ricas y fértiles posesiones territoriales del rey de Taoro Benitomo, donde
sus ojos habían visto la luz por vez primera, para luego extasiarse en la contemplación
de aquellos campos, que eran el mejor florón de su rústica corona. A estas tierras las
bautizaron los conquistadores (traduciendo acaso palabras de procedencia guanche)
con el nombre del Campo del Rey o Campo del Gran Rey.
Nos revelan los documentos, además, la presencia en Burgos, en las postrimerías del
año 1496, del conquistador Hernando de Hoyos, «ayudante de la cámara de Sus
Altezas», lo que nos obliga a presentarlo al lector con un breve comentario biográfico.
Nada sabemos, con arreglo a estricta verdad, de sus antepasados remotos o
inmediatos. Los genealogistas lo consideran oriundo de la Montaña, fecunda tierra que
alumbró tantos ilustres linajes, y ahí acaban los datos y pormenores del personaje en
cuestión. Esta vinculación familiar parece tener fundamento, pues en un Fernando del
Hoyo, armador, vecino de La- redo, inciden circunstancias particulares que nos hacen
sospechar estrechas relaciones de parentescoDXLVIII.

DXLVIII FRANCISCO FERNÁNDEZ BÉTHENCOURT: Anales de la Nobleza de España. Madrid, 1882, páginas 130-
142.
MANUEL DE OSSUNA Y BENÍTEZ DE LUCO: La casa de Hoyo-Solórzano, en «Revista de Historia» de La Laguna
de Tenerife, tomo I, año I, enero-marzo de 1924, págs. 7-12.
ANDRÉS DE LORENZO-CÁCERES : Hoyo-Solórzano, en «Nobiliario de Canarias», La Laguna, 1959, tomo III,
págs. 863-893.
El solar de esta estirpe radicaba en la merindad de Trasmiera, en las Asturias de Santillana.
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 377

El primer dato importante de la biografía de Hernando de Hoyos es su


adscripción, en calidad de criado, a la corte de los Reyes Católicos. Ello le
arrastrará a intervenir, como miembro del séquito de Femando de Aragón, en la
brillante campaña contra el reino de Granada.
En un documento de la cancillería aragonesa, datado en el «real sobre Málaga»
el 15 de mayo de 1487, aparece nombrado un Femando del Hoyo que, a nuestro
juicio, pudiera identificarse con el padre del personaje en cuestión. Por él sabemos
que en las guerras que Maximiliano, rey de Romanos, sostenía en el verano de 1486
contra el rey de Francia Carlos VIH se habían enrolado a su servicio diversos
capitanes de mar y tropa «con sus naos e gentes», entre los cuales se encontraba el
mencionado Femando del Hoyo. No habiendo recibido hasta aquella fecha los
sueldos estipulados, el Rey Católico, a instancias de los agraviados, solicitaba de su
colega alemán la pronta reparación de la injusticia 14.

autores Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Unrversilaria, 200G


Volviendo ahora a la guerra de Granada, a Hernando de Hoyos le toca
contemplar desde el campamento de Santa Fe la lenta agonía de la capital, que
termina con la rendición de la plaza el 2 de enero de 1492.

En este día señalan los genealogistas, inspirándose en un documento a todas


luces apócrifo, una aparatosa ceremonia en la que fue armado caballero de la
Espuela dorada, en las mismas puertas de la Alhambra, Hernando de Hoyos, como
premio a sus destacados servicios 15, hecho que tiene un relativo fondo de verdad: la
designación de Hoyos como mozo de espuelas de Femando el Católico, cosa muy
distinta de la señalada en primer lugar16.

Una rama cié dicha familia estaba afincada en Sevilla en la segunda mitad del siglo xv Acaso esto
explique que Hernando de Hoyos contrajese matrimonio en la ciudad del Gua dalquivir con María de
Abarca, hija del veinticuatro Francisco Pérez de Ojeda.
Hernando de Hoyos había nacido alrededor del año 1464.
14
ANTONIO DE LA TORRE: Documentos sobre relaciones internacionales de los Reyes Católicos.
Barcelona, 1950, tomo H, pág. 431.
15
OSSUNA, art. cit., pág. 13. Basta leer el texto del documento para sospechar de su autenticidad.
Los caballeros de la Espuela dorada no podian ser designados más que por el emperador o por el papa,
nunca por los soberanos de España. Es cierto que años más tarde Carlos V concedió con reiteración esta
gracia, pero a título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Se trata, pues, de un caso de
falso espejismo nobiliario; por lo menos, ese es nuestro dictamen.
En cuanto a que Hernando de Hoyos fuese caballero de la Banda, hay qne rechazarlo de plano, pues
en tiempo de los Reyes Católicos no quedaba de esa Orden, creada por Alfonso XI, más que el recuerdo.

Como pasa siempre con las falsificaciones, éstas caen por su base al contraste con los hechos
históricos. Mal pudo ser armado nuestro protagonista en la Alhambra el 2 de enero, cuando los Reyes
Católicos no entraron en la ciudad de Granada hasta el día 6.
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: Itinerario de los Reyes Católicos. Madrid, 1974, pág. 190.
18
El desempeño de este cargo por Hernando de Hoyos está atestiguado por el ero-
378 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

En el campamento de Santa Fe, en febrero de 1492, se conocieron Alonso de


Lugo y Hernando de Hoyos. La amistad se fue consolidando durante las escalas de
la corte en Córdoba y Valladolid, por los meses de junio y julio del propio año,
mientras el capitán andaluz negociaba con los Reyes Católicos la conquista de la
isla de La Palma 17. El siguiente paso consistió en la invitación expresa por parte de
Lugo para que Hoyos se alistase, a sus inmediatas órdenes, en el pequeño ejército
expedicionario.

En el momento de la separación cada cual siguió su camino, aunque con el firme


compromiso de encontrarse en La Palma en los primeros meses de 1493. Alonso de
Lugo se trasladó a Sevilla, en agosto de 1492, con el decidido propósito de levantar
soldados y aprestar los navios para la operación en proyecto, mientras Hernando
de Hoyos, en pos de la corte, estuvo aquel verano en tierras de Castilla y Aragón,
desde donde se trasladaría con los soberanos a Barcelona, lugar escogido para una
larga jornada regia.

El lector conoce ya, con todos sus detalles, la valiente y heroica actuación del
mozo de espuelas defendiendo a Femando el Católico el 7 de diciembre de 1492,
cuando el vesánico atentado de Juan de Canyamés, que estuvo a punto de costar la
vida al monarca 18.

Con estos antecedentes por delante será fácil valorar el extraordinario aprecio
que por su antiguo mozo de espuelas, ascendido a ayudante de cámara, sintió

© M doepn.enio,Dígnen pe. ULPOC «Beta


siempre el Rey Católico, y convendrá tenerlo presente para penetrar en los móviles
de las futuras resoluciones de Alonso de Lugo a raíz de finalizada la conquista.

Puede darse como seguro que desde la misma Barcelona partiese por mar el
capitán Hernando de Hoyos, días o meses más tarde, al frente de una pequeña
hueste, para tomar parte en la conquista de la isla de La Palma.

nieta GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO en su Libro de la Cámara real del principe don Juan... Edición de la
Sociedad de Bibliófilos Españoles. Madrid, 1870, pág. 97.
Dentro de la jerarquía palatina, el mozo de espuelas estaba por debajo de los altos dignatarios (mayordomo
mayor, contador mayor, camarero mayor, maestresala, caballerizo mayor, montero mayor, cazador mayor,
capellán, etc.), de los pajes (hijos de grandes y nobles), de los mozos de cámara (mozo de llaves, del retrete, de
las armas y del bacín) y de los reposteros (repostero de camas, estrados, capilla, mesa y plata). No queda claro
si estaban por encima o por debajo de los copecos, ballesteros, veedores y despenseros.
Fernández de Oviedo hace mención del cargo con estas palabras: «Ningún officio ay en la casa real que no
sea muy onrrado; y aqueste de mogo de espuelas y de la ballesta, tienen mucho aparexo, quando son ombres de
buena avilidad, para medrar y ser más que otros, a caussa de la combersación y familiaridad que con el
príncipe es forgado que tengan en los caminos y cagas y monterías» (págs. 97-98).
17
Capítulo IV, págs. 121-123; en particular la nota 56.
18
Capítulo V, pág. 144,
La plaza del Rey, en. el centro del barrio gótico de Barcelona. Al fondo, el palacio Real Mayor con el mirador del
rey Martin; a la derecha, la capilla de Santa Agueda. Grabado anónimo. (MADRID: Biblioteca Nacional). En este
histórico lugar se cubrió de gloria Hernando de Hoyos cuando el atentado contra la vida del Rey Católico por parte
del vesánico Juan de Canyamés.
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 379

Terminada esta incruenta operación, Hernando de Hoyos debió regresar a la


metrópoli en la compañía del presuntuoso conquistador, a quien el mundo parecía
pequeño para teatro de sus hazañas y que había ya escogido a Tenerife como norte
seguro de sus pasos.

En este momento se impone hacer una digresión para volver a presentar al lector a
Femando del Hoyo, el armador montañés, vecino de Laredo, a quien hemos supuesto
progenitor de nuestro personaje. En 1493, y para ser más exactos el 2 de noviembre, la
cancillería regia expide una cédula en su favor, en la que pretendemos descubrir el
extraordinario influjo que tenía sobre los soberanos de Castilla el ayudante de cámara.

Por ella nos enteramos que Femando del Hoyo, propietario de la nao Santa Catalina,
había cargado en Lisboa, en marzo de 1489, con destino a las remotas provincias de

M ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


Zelanda, aceite y vino por precio de 11.600 ducados, estando calculado el valor de la
embarcación con el importe de los fletes en otros 4.000 ducados. Hallándose por
aquella fecha sublevada la ciudad de Brujas contra la autoridad legítima del rey de
Romanos Maximiliano de Habsburgo y su hijo el duque Felipe de Borgoña, el
burgomaestre y sus colaboradores se habían apoderado del navio en tránsito por
aquellas aguas, con tan mala fortuna que lo hicieron encallar, con pérdida del casco
y mercancías.

Para conjurar la ruina de él y sus familiares, Femando del Hoyo, con arreglo a las
prácticas marítimas de la época, obtuvo de los Reyes Católicos la oportuna carta de
marca o represalia para indemnizarse a costa de los armadores de Flandes. Poco tiempo
más tarde, Brujas se sometía a la autoridad de los señores, restableciéndose
inmediatamente el orden y la normalidad. El comercio de Flandes con Castilla era
sumamente intenso; por esta causa interesó al rico mercader de Brujas Juan Enrique
(sic) cubrirse con una carta de seguro que le garantizase contra los peligros de la anterior
patente de corso. Así le fue otorgada por Femando e Isabel, bajo el apremiante señuelo
de reactivar la vida mercantil.

Contra esta decisión regia reclamaron Femando del Hoyo sénior y Hernando de
Hoyos júnior. La real carta acabada de citar atiende a la demanda sin perjudicar al
tráfico comercial. Por esta disposición se reduce a un año la vigencia de la carta de
seguro, con la esperanza de que el propio Juan Enrique gestionase de las autoridades de
Brujas el pago de la indemnización le.

Se acaba de hacer referencia a los planes del inquieto y ambicioso ca pitán andaluz
con respecto a Tenerife. Una vez firmadas las capitulaciones

« A. S.: Registro del Sello, fol. 41.


380 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

para la conquista de esta isla, Alonso de Lugo invitó a Hernando de Ho yos a acompañarle,
tomando parte en la nueva operación militar, cosa que aceptó el ayudante de cámara del
Rey Católico, incorporándose a sus huestes al frente de una compañía de caballeros e
infantes que él mismo se comprometió a levantar a sus expensas zo. La actuación del
capitán Hoyos en la conquista fue muy relevante, destacando con particularidad en la tris-
te jornada de Acentejo, de la que a duras penas pudo salir con la vida a salvo. Después del
segundo desembarco, Hernando de Hoyos tuvo una actuación no menos brillante,
contribuyendo con su esfuerzo a las resonantes victorias conseguidas y a la pacificación
general, como le será reconocido por el mismo conquistador en la data que nos va a servir
de motivación y gofa.
Finalizada la conquista, Hernando de Hoyos regresó a la metrópoli, al igual que
otros muchos capitanes, y se trasladó a Burgos para ocupar en la corte su antiguo

Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


destino de ayudante de cámara del Rey Católico. Es de ’uponer con qué afecto le
recibiría el soberano español, reconocido a sus múltiples servicios —sin olvidar la
defensa de su persona, con riesgo de la propia vida— y con cuánto calor departiría con
él sobre la isla conquistada, sus pobladores y riquezas naturales.
Alonso de Lugo, buen catador de influencias, debió considerar astutamente que
recompensando con largueza al criado se ganaba, además de su valioso apoyo, las
simpatías del rey, su amo, y entonces fue cuando meditó agraciarle en el mismo
Burgos, antes de su partida, con la primera data de tierras, usando de las amplísimas
facultades que como repartidor de la isla tenía. Alonso de Lugo no se conformó con
ello, sino que quiso unir su suerte a la de Hernando de Hoyos y beneficiarse conjuntamente
i con él de un mismo repartimiento de tierras, que para su disfrute sería dividido en dos
mitades exactamente iguales.
De esta manera aparece en Burgos, el 3 de diciembre de 1496, expidiendo uno de los
más curiosos documentos relacionados con el tema de nuestro estudio. En él, después de la
inserción textual de la real cédula de 5 de noviembre, que había autorizado los
repartimientos, aparecen ligeramente reseñados los méritos que en cada una de las partes
concurrían: «Por quanto vos Femando del Hoyo —dice—, ayudante de la cámara de Sus
Altezas, conquistador que avéys seydo de las dichas yslas, avéys fecho a Sus Altezas
muchos serbicios, asy en lo que servistes con vuestra persona e con ciertos caballeros e
peones en la dicha conquista de las dichas yslas a vuestra costa e misión, y en otros mucho
buenos e leales serbicios que a Sus Altezas avéys fecho e se espera que aréys de cada día, de
que soya digno de remuneración e galardón...; e asymismo yo el dicho Alonso de

20
Así consta en la data que estudiamos,
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 379

Lugo, govemador de las dichas yslas de Tenerife, he mucho servido a Sus Altezas, asy en
la dicha conquista de las dichas yslas como en otras muchas cosas, de que asymismo soy
digno de remuneración e galardón; por ende, usando del dicho poder e facultad de Sus
Altezas a mí dado..., hago repartimiento de las tierras e aguas e otras cosas que de yuso
[se] dirán, en mí el dicho Alfonso de Lugo e en vos el dicho Hernando del Hoyo, que
estados presente, en anvos a dos juntamente...».
Dada la interferencia que hemos establecido entre Hernando del Hoyo, armador
montañés, y Hernando de Hoyos, conquistador de Tenerife —supuestos padre e hijo—,
no estará de más declarar que el primero tuvo serios altercados con el Concejo de
Laredo, en este mismo año de 1496, por causa de la obstinación en agrandar su casa
lesionando los intereses del municipio DXLIX*.

□jqjtelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


El «Campo del Rey», campo de Agra-
mante.

Los móviles de la determinación que estamos estudiando son fáciles de adivinar.

Alonso de Lugo escogía estas tierras para sí y su compañero porque las consideraba
las más ricas y feraces de la isla, y acaso por el poder de seducción que en sí mismo
tenían. Siendo él capitán conquistador de la isla y la primera figura de aquella
incipiente sociedad, nada de particular tiene que le atrajese el propio Campa del Rey, las
tierras donde había nacido el gran Benitomo de Taoro DL, a quien había vencido y
derrotado por el esfuerzo de su propio brazo, que ahora pretendía impulsar hacia las
entrañas de la tierra para obtener pingües y saneadas riquezas. El documento nos da
interesantísimas precisiones geográficas sobre aquellas tierras que iban desde Los
Realejos al mar, limitadas hasta cierto punto por dos caudalosos arroyos: «Hago
repartimientos... —prosigue— en amos a dos juntamente... de las tierras e aguas que
son en la dicha ysla de Tenerife, que se disen Tahoro, que son junto con la sierra por a

DXLIX* A. S.: Registro del Sello, fol. 220. Provisión del Consejo real expedida en Burgos el 8 de noviembre de
1496. Por ella se desautorizaba la edificación si eran ciertas las alegaciones del Concejo.
DL Del Campo del Rey formaba parte un predio limitado por dos barrancos, donde había nacido el famoso rey de
Taoro.
Posesionado Alonso de Lugo de la totalidad de las tierras del Campo del Rey, otorgó esa parcela en repartimiento
al vecino de Gran Canaria Pedro García, por datas de 30 de agosto y 13 de septiembre de 1501. La primera dice:
«Hago repartymiento e doy a vos Pero García... dos cayzes de tierras de sequero donde
384 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

do suben a Dabte fasta el cabo de Taharo, con dos arroyos de agua anexos a las dichas
tierras que van los dichos arroyos junto con la sierra fasta la mar, las quales dichas
tierras se llaman las Traslatadere y el Campo del Rey...».
La data es muy precisa en cuanto a las condiciones y circunstancias del repartimiento:
«Las quales dichas tierras e aguas suso declaradas con todos los montes e otras cosas
anexas e pertenescientes... ago gracia e donación pura e no revocable, que es dicha entre
vibos, a mí el dicho Alonso de Lugo e a vos el dicho Femando del Hoyo e amos a dos
juntamente, para que de oy día de la data desta carta en adelante para syenpre jamás las
dichas tierras e aguas e. montes... sea de nosotros amos a dos e de nuestros herederos e
suscesores después de nos..., conbiene a saber que aya e tenga cada uno... su meytad por
igual parte, syn que uno aya ni tenga ni pueda aver más que lo otro ni el otro más quel
otro...».
Alonso de Lugo, escaso conocedor todavía de la tierra que acababa de conquistar,
tenía la sospecha de que en las orillas «del Río Grande, que se dize Tahoro», hubiese
mejores tierras, dotadas de-abundante agua; en previsión de esta posibilidad, establece en
el repartimiento una amplísima reserva en favor suyo y de su compañero de armas: «Por
quanto la intención de Sus Altezas es que yo e vos Hernando de Hoyos seamos e sea fecho
repartimiento en nosotros de las mejores tierras e aguas que en las dichas islas oviere, e
porque yo creo que cabe el Río Grande, que se dize Tahoro, a mejores tierras de las de
suso declaradas; por ende, si hiere e fallare que ay mejores, tierras... dexo e tengo e
retengo en mí para haser e tener..., que en mi escogencia e de vos el dicho Fernando del
Hoyo sea de las tomar en lugar de las contenidas...» z2.
***
nasqió Benytomo, tomo pasan el barranco hazia el Realejo, en medio de dos barrancos..., con tal que no sea de lo mío.»
La segunda data repite casi lo misino:
«Hago repartymiento e doy a vos Pero García... dos cayzadas de tierras de sequero, donde nasció Benytomo, en medio
de dos barrancos, que es cabe lo mío...*.
Datas, págs. 116 y 126.
ELIAS SERRA RÁFOLS y LEOPOLDO DE LA ROSA OLIVERA: LOS «reinos* de Tenerife, en «Ta- goro», núm. 1 (año
1944), pág. 142.
sa
A. S.: Registro del Sello.
RUMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos, págs, 137-150 y 207-209 (doc. IX).
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 379

Cuando Alonso de Lugo y Hernando de Hoyos se estrecharon por última vez las
manos, en Burgos, en los últimos días del año 1496, bien ajeno estaba este último al
interminable calvario que había de recorrer para disfrutar de las tierras que le habían
sido asignadas en este primer repartimiento de la isla. La palabra de Lugo valía muy
poco cuando el interés mediaba; su codicia entonces no tenía límites y ni los
compromisos le detenían ni las promesas le coartaban.
La historia del Campo del Rey (con el tiempo más conocido por Hacienda de los
PríncipesDLI DLII) y su anejo el Traslatadere (que venía a ser como la prolongación de esta
finca hasta la misma costa septentrional de la isla DLIII) resultaría larga de contar. Nos
falta aquí espacio, y por otra parte sería improcedente, Es materia propia para un largo
estudio, pues son múltiples las cédulas que se expiden por los Reyes Católicos para
confirmar la data de Burgos o para buscar arreglo a las enconadas disputas entre
Alonso de Lugo y Hernando de Hoyos y varias las cartas ejecutorias que el Consejo

i. Digitalizadón realizada pot ULPGC. Biblioteca Unrvetsilaria, 200G


real dicta para dirimir los litigios y pleitos que ante el mismo se ventilaron. Nos he-
mos de limitar a una sumaria exposición de los hechos. Y aun así, sallándonos de los
límites cronológicos impuestos a este trabajo.
Así que Alonso de Lugo regresó a la isla de Tenerife, lo primero que hizo fue
posesionarse de la totalidad del Campo del Rey, tierras cuya explotación acometió
sin pérdida de momento, invirtiendo en ellas cuantiosas sumas, que le adelantaron
mercaderes y pobladores como Rafael Fonte y Fernando de Castro. Con su tesón
característico y con la experiencia adquirida en la explotación de las tierras de
Agaete, pronto los campos del Realejo Bajo fueron un verdadero vergel. La
abundante agua de que disponía la finca, debidamente canalizada, sirvió para montar
dos potentes ingenios de azúcar, donde se molían las cañas que en abundante cosecha
producían aquellas tierras bien regadas y fértiles. En pocos años el Campo del Rey se
transformó en el heredamiento más importante de toda la isla, base primordial de la
fortuna acumulada por el conquistador, repartiéndose a sí mismo tierras en diversos
puntos de Tenerife. El futuro adelantado confirmó en su sola persona la data, de Burgos
por repartimiento que hizo el 10 de octubre de 1501 para sí de «dos arroyos de agua que
son en el Realejo de Taoro, con toda la tierra que pudiere aprovechar...»DLIV.
Alonso de Lugo debió presumir que Hernando de Hoyos, apegado a la vida de la

DLI Así llamada por haber recaído el mayorazgo qne fundara en 1512 el adelantado
DLIIde Canarias don Alonso de Lugo en los príncipes de Asculi. Doña Luisa de Lugo, hija del III adelantado de
Canarias don Alonso Luis Fernández de Lugo y de su esposa doña Beatriz de Noroña, contrajo matrimonio con
Nicolás Marín, duque de Terranova. En su única hija doña Porcia Magadena de Lugo recayó el mayorazgo de esta
casa, al fallecer en 1579, sin descendientes, su tío el IV adelantado don Alonso Luis Fernández de Lugo y Noroña, Casó
doña Porcia con Antonio Luis de Leiva, principe de Asculi y marqués de Atella.
DLIII El Campo del Rey se consideraba que tenía su límite septentrional en la Palma- mocha, lugar hoy día de
difícil identificación. Parece seguro que sus linderos por esta parte sería la actual carretera de Garachico. Desde el
Campo del Rey hasta el mar se extendía el Traslatadere, englobando, a nuestro juicio, la Rambla de Castro, así
llamada por haberla indebidamente adjudicado Alonso de Lugo al lusitano Fernando de Castro.
DLIV• 25 A. S.: Consejo Real, leg. 106. Proceso de las yslas de Canaria, fols. 77 V.-78 v. En dicho proceso se
insertan todas las demás datas que Alonso de Lugo se concedió a sí mismo en tierras de riego y de sequero.
384 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

corte, nunca se trasladaría a Tenerife para convertirse en un colono más. De ahí la


despreocupación con que obró, no sólo posesionándose de la totalidad del Campo del
Rey, sino adjudicando partes importantes del Traslatadere al portugués Femando de
Castro y a Juan Méndez.
Pero se equivocaba el conquistador. Hernando de Hoyos no sólo no renunció a las
tierras que le habían sido adjudicadas en Burgos por particular merced, sino que,
conocedor de las artimañas de Lugo, quiso que el Rey Católico le confirmase la posesión
de las tierras adjudicadas. Así lo hizo don Fernando por real carta expedida en Sevilla el
2 de junio de 1500 DLV.
Con este reconocimiento oficial por delante, pudo Hernando de Hoyos, en 1501,
otorgar poder a su amigo el mercader seviRano Francisco de Medina para que tomase
posesión de las tierras, aprovechando uno de sus viajes a las islas DLVI. En efecto, Medina
tomó posesión de ellas el 12 de febrero de dicho año, para lo que hubo necesidad de
desalojar a Femando de Castro y a Juan Méndez, cuando ya éstos habían realizado en
ellas cuantiosos dispendios y gastos para su cultivo. Estas tierras le fueron confirmadas a
Hernando de Hoyos por Femando el Católico en virtud de la real carta de 5 de marzo de
1505 z8. •
Alrededor de esta fecha es cuando se produce el viaje de Hernando de Hoyos a la isla
de Tenerife. El ayudante de cámara del Rey Católico había

DLVReformación, págs. 101-103.


De estas tierras pidió confirmación a los Reyes Católicos en 1506, cosa que los soberanos le concedieron por
real carta de 26 de febrero, expedida en Salamanca.
28
A. S.: Registro del Sello.
27
Francisco de Merlina había sido conquistador de la isla de Tenerife. En premio a sus servicios, Alonso de
Lugo le había gratificado con una importante data de tierras en Tegueste el 28 de octubre de 1497. Dedicado al
tráfico y al comercio, sus viajes a las islas se sucedieron sin interrupción. En uno de ellos halló la muerte el 24 de
octubre de 1502, cuando naufragó en aguas de Cádiz el navio que conducía a la metrópoli al gobernador de Gran
Canaria, Antonio de Torres. El adelantado, estando en Sevilla el 28 de febrero de 1503, revalidó la anterior data
en favor de su viuda María de Saravia, Dichas tierras le fueron a su vez confirmadas por los Reyes Católicos por
cédula despachada en Medina del Campo si 6 de marzo de 1504.
A. S.: Consejo Real, leg. 106. Proceso de las yslas de Canaria, fols. 81 v. a 83.
DLVIReformación, págs. 107-109.
28
A. S.: Registra del Sello.
RECOMPENSAS AL CONQUISTADOR 385
decidido romper con el pasado, convirtiéndose en un colono más de la isla por cuya
conquista había trabajado con tanto denuedo. Pero el mismo día en que puso pie en
Tenerife se inició su calvario. Contempló con estupor que el Traslatadere seguía ocupado
por los intrusos, y rebosó de indignación y asombro cuando pudo apreciar cómo Alonso
de Lugo entendía por mitad quedarse con la mejor parte. Reclamó frente al despojo
sistemático; exigió que el Campo del Rey y el Traslatadere se dividiesen, conjuntamente,
en dos partes iguales, cosa que, como es natural, halló en Lugo una resistencia enconada.
En aquel callejón sin salida, Alonso de Lugo sugirió o impuso (parece más seguro lo
último, y hasta con amenazas) un laudo arbitral. Nombrado juez por las partes, Rafael
Fonte, mercader catalán, a quien el conquistador debía crecidas cantidades, éste dictó su
sentencia en La Laguna el 11 de mar- §
zo de 1506. Por ella adjudicaba a Alonso de Lugo la totalidad del Campo |
del Rey, reservando para Hernando de Hoyos el Traslatadere, aunque com- |
pensándole por la diferencia de valor que pudiera haber con la mitad de otra heredad
limítrofe conocida con el nombre de Rambla de los Caballos, J que hasta entonces había
poseído el conquistador Diego de Mesa 29. Además g
impuso al adelantado la obligación de indemnizar a Hoyos por igual causa =
con cuatrocientas arrobas de azúcar o su equivalente en dinero so. |
Esta sentencia arbitral pareció que traería la paz entre las partes con- s tendientes,
pero no fue a la postre sino una tregua en la enconada lucha j que sostenían. ®

Las desavenencias y los litigios se alargan hasta la segunda década del i siglo xvi DLVII
DLVIII DLIX
. |

DLVII29 A. S.: Registro del Sello. Ejecutoria de 18 de mayo de 1517.


Ibid. Consejo Real, leg. 106. Proceso de las yslas de Canaria. Declaraciones de Diego de Mesa, Fernando de
Trujillo, Alonso de las Hijas, etc.
Residencia, págs. XXXVII, 30, 119 y 120.
La Rambla de los Caballos estaba situada, al parecer, en el Malpaís de Icod. Fue comprada por
Pedro de Lugo, sobrino del adelantado (en su nombre), a Diego de Mesa, pero todo hace suponer que
no fue una operación voluntaria por parte de Mesa...
DLVIII La mitad de esa suma le debería ser entregada a Hoyos en agosto de 1506 y la otra
mitad en marzo de 1507.
A Alonso de Lugo le quedaba también la opción, en el plazo de un año, de entregar las tierras y
aguas de Juan Fernández, portugués, y otras tierras y aguas próximas, si quería conservar para sí la
Rambla de los Caballos.
Después de este laudo arbitral, Alonso de Lugo propuso a Hoyos dejarlo en suspenso para
proceder a un reparto amistoso de las tierras, pero una vez más le incumplió la* palabra,
arrepintiéndose de esta decisión para invocar la validez de la sentencia arbitral.
DLIX RTJMEU DE ARMAS: Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos, págs. 148-150. En estas
páginas pueden puntualmente seguirse las últimas incidencias de la encarnizada disputa ante los tribunales.
2
5
CAPITULO XVIII

TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ

GARANTIAS DE LIBERTAD PARA LOS GUANCHES ALTADOS

i. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


i. Alonso de Lugo, en Sevilla. Los árbitros Andrea de
Odon y Francisco de Riberol.

La permanencia del capitán Alonso de Lngo en la ciudad de Burgos no debió

autores Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


de prolongarse por encima de los primeros días del año 1497 \ De este modo, no
pudo ser testigo el conquistador de la entrada de doña Margarita de Austria, en
compañía de su esposo y futuro marido el príncipe don Juan, en la noble ciudad
castellana, ni de sus velaciones (3 de abril de 1497), ni de las grandes fiestas con
que fue solemnizado tan fausto acontecimiento para la monarquía.
En cambio, llamamos la atención sobre la presencia en Burgos por los mismos
días que allí residió Alonso de Lugo, del almirante de las Indias don Cristóbal
Colón, tras de coronar felizmente su segundo viaje descubridor. Es indudable que
entre Cristóbal Colón y Alonso de Lugo debió de existir estrecha relación y
amistad, pues a ambos los vemos moverse en
Sevilla en un mismo círculo de amigos y colaboradores, en su mayor parte 1
italianos y con particularidad genoveses.
Cristóbal Colón, tras de recibir la carta de la reina Isabel, fechada en Almazán el 12
de julio de 1496DLX DLXI DLXII, dispuso su viaje a Castilla en el otoño del año que
historiamos, pues los cronistas señalan su arribo a la capital burgalesa a fines de octubre
o primeros días de noviembre. Venía con el almirante un cacique antillano, don Diego,
hermano del rey de la Maguana - Caonabó, a quien Colón paseaba por la ciudad con un
gran collar de oro «hecho a escalones de cadenas, que pesaba seiscientos castellanos»,
según el autorizado testimonio de Andrés Bernáldez, que lo vio y palpó \ Quizá
tocase a este indígena contemplar su misma suerte retratada en la estampa viva del
mencey guanche regalado a Venecia, que se paseaba también por las calles de Burgos con
más ropaje, menos oro e idéntica servidumbre.
Volviendo a nuestro relato, Alonso de Lugo, después de despedirse y besar la mano de
DLX Como el 29 de marzo de 1497 ya habían quedado zanjados en Sevilla todos los plei tos y litigios
dimanantes de la conquista (véase las págs. 396-397) y estas gestiones tuvieron que ser largas y laboriosas, las
naturales sustracciones de tiempo dan la fecha indicada.
DLXI Colección de documentos inéditos de América, tomo XXXVIII, pág. 354.
ANTONIO BALLESTEROS BERETTA: Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, Barcelona, 1945, pág. 295.
DLXII• Ibíd., págs. 295 y sigs.
390 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

los reyes, se dirigió con amigos, parientes y socios a Sevilla, etapa final de esta laboriosa
jornada. En la capital andaluza residían, precisamente, los dos árbitros o jueces Andrea de
Odón y Francisco de Ri- be-rol, llamados a dirimir y fallar todas las diferencias existentes
entre los socios, por acuerdo y designación de ellos mismos y por comisión especial de los
Reyes Católicos.
¿Quiénes eran los árbitros? Ha sido tarea desigual por lo difícil y fácil a un tiempo la
identificación de ambos. Empecemos por declarar que los dos, Andrea de Odón y
Francisco de Riberol, eran genoveses, aunque de muy distinta profesión, pues mientras el
primero era clérigo, el segundo mercader y negociante. Destaquemos que uno y otro se
habían naturalizado como castellanos en virtud de especial gracia de los Reyes Católicos
DLXIII
.
Andrea de Odón desempeñó importantes puestos eclesiásticos dentro de la
archidiócesis sevillana. La más importante dignidad que le tocó servir fue el arcedianato
de Reina DLXIV DLXV DLXVI. Este cargo era desempeñado en la iglesia de Sevilla, allá por los
años 1485-1495, por el clérigo Bartolomé Morales, a quien había precisamente de suceder
nuestro biografiado. No conocemos la fecha exacta en que ascendió al arcedianato Andrés
de Hodón u Odón —de ambas maneras aparece escrito su nombre, sin distingos—; tuvo
que ser, no obstante, entre los años 1492-1495, pues antes del 92 lo desempeñaba Morales y
después del 95 aparece ya titulado como tal. En cambio, conocemos la fecha exacta, 3 de
febrero de 1498, en que se posesionó de una canonjía en el seno del Cabildo catedral,
dignidad que en él resignó Alonso de Sahagún. Su muerte debió de sobrevenir en 1499,
pues en este año le reemplaza en el cargo Fernando de la Torre (que sólo lo desempeñaría
doce meses), para ser, a su vez, sustituido por el famoso maese Rodrigo Fernández de
Santaella, fundador del Colegio Mayor de Santa María de Jesús y de la Universidad
hispalense DLXVII.

DLXIII A. S.: Registro del Sello.


DLXIVCartas reales de 6 de mayo de 1490 y 18 de noviembre de 1492.
DLXV0 Desde el siglo xm la diócesis de Sevilla se hallaba dividida en cuatro arcedianatos: Ecija, Cádiz, Reina y
Niebla, a los que más adelante —siglo XV— se añadió el arcedianato de Carmena. La villa de Reina está situada en
Extremadura, no lejos de Llerena, y nunca tuvo mucha población ni gran importancia; comprendía este arcedianato, del
que Reina era cabeza, los territorios de Cantillana, Montemolín, Zufre, Almonaster y Aracena.
DLXVI« JOAQUÍN HAZAÑAS Y LA RÚA: Maese Rodrigo. 1444-1509. Sevilla, 1909, págs. 303, 457 y 458.
La toma de posesión de la canonjía puede comprobarse en las Actas capitulares, libro IV, fol. 4.
DLXVIIA. S.: Registro del Sello, mayo de 1480.
Cristóbal Colón, primer almirante de las Indias. Retrato anónimo. (SALAMANCA: Colección particular).
El inmortal navegante coincidió con Alonso de Lugo en la corte de los Reyes Católicos en dos ocasiones:
Santa Fe (primavera de 1492) y Burgos (otoño de 1496). El conquistador de Tenerife y su segunda
esposa doña Beatriz de Bobadilla acogieron y obsequiaron en San Sebastián de La Gomera al descubridor
del Nuevo Mundo en junio de 1498.
TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ 391
Andrés de Odón, como buen genovés, alternaba el rezo de la misa con préstamos y
negocios; por eso no puede sorprendemos nada ver su nombre unido al de Francisco de
Riberol, su conterráneo, y a ambos en relación con Lugo y sus socios, en abigarrada
mezcolanza de clérigos, capitanes, tratantes, prestamistas, mercaderes de esclavos, etc.
Su apellido ha quedado registrado en diversos archivos. El 28 de mayo de 1480 los Reyes
Católicos expedían carta de comisión al asistente en SeviRa Diego de Merlo p.ara que
atendiese en sus reclamaciones por deudas particulares a Francisco Pinelo y Andrea de
Odón, mercaderes genoveses. (Pinelo sería con el tiempo uno de los mejores y más
asiduos amigos de Colón.) Años más tarde, el 9 de mayo de 1487, Francisco Pinelo, por
sí y en nombre de su compatriota Andrea de Odón, otorgaba poder en Córdoba a Pedro
González de Frómesta, tesorero de la Santa Cruzada, para que pudiese cobrar 200
ducados de oro que les adeudaba María Fernández de Mendarrúa, mujer de Martín
Ruiz de Ara- 11a 7. Una prueba más de negocios y tratos la tenemos en un acuerdo
tomado por el Cabildo eclesiástico de Sevilla el 20 de febrero de 1510, varios años

jumento, los autores Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria. 200G
después de su muerte; por él se mandaba «pagar a los herederos de don Andrés de
Odón, arcediano que fue de Reyna y canónigo de esta Santa Iglesia, 1.250
maravedises, que el dicho arcediano gastó en facer traer engienso para esta Santa
Iglesia ej año de 1498» s.

Esto es cuanto hemos podido averiguar del primero de los árbitros.

En relación con el segundo, Francisco de Riberol, nuestra tarea será


7
JOSÉ DE LA TORRE: Beatriz Enriquez de Arana y Cristóbal Colón. Madrid, 1933, página 31 y documento
32. El original, en el Archivo de Protocolos de Córdoba, oficio 18, tomo I, fol. 702.
BALLESTEROS: Colón..., tomo I, pág. 468.
8
HAZAÑAS, obra citada, pág. 458.
Actas capitulares, libro V, fol. 13 v.
En los acuerdos del Cabildo Catedral, otras dos veces aparece consignado el nombre de Andrés de Odón. El
primero es de 17 de febrero de 1503: «Se mandó entregar al mayordomo un ornamento y cáliz y patena de plata
dorado que había dejado a la Iglesia don Andrés de Hodón, arcediano de Reina y canónigo de esta Santa Iglesia, que
Dios aya.'» (Libro V, fol. 12 v.). El segundo, de 30 de enero de 1510, dice así: «Item mandaron dar un cáliz que era de
Andrea de Odón, arcediano de Reyna, al altar mayor.» (Libro IV, fol. 291.)
Y ya que hablamos de herederos, no estará de más declarar que algunos de sus descendientes se establecieron con
el tiempo en las islas Canarias, siendo así el genovés tronco de distintos linajes isleños. El arcediano de Reina, «habido
y tenido por converso en Sevilla», tuvo ilícitas relaciones con una desconocida barragana, de la que nació un hijo,
Juan Ramírez, que andando el tiempo sería padre del regidor Juan Ramírez, del fa moso deán de la catedral de
Canarias don Zoilo Ramírez y de Juliana, la esposa del cpn- verso y también regidor Alonso de Baeza; todos ellos
nacidos en Gran Canaria o por lo menos avecindados en Las Palmas. '
A. H. N.: Inquisición, leg. 1.559/19. Año 1730. Informaciones genealógicas de don Pedro Agustín del Castillo Ruiz
de Vergara.
Suponemos que el arcediano de Reina aquí aludido, por la fecha y por sus relaciones en Canarias, no pueda ser
otro que Andrés de Odón,

mucho más fácil, porque su personalidad es bien destacada y sobresaliente, así en su


época como con posterioridad a la misma. Ahí estriba el problema: reducir a cuatro
líneas una biografía tan nutrida como apasionante. Su popularidad y fama en el siglo
xv, lo mismo en Sevilla que en la corte, debióse a su fortuna y a sus negocios; su
postuma Hombradía, a la amistad que le uniera en vida con Cristóbal Colón, el
392 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

inmortal navegante.

Al banquero florentino Juanotto Berardi y al mercader Francisco de Riberol ya los


hemos visto en 1492 asociados con Alonso de Lugo para la conquista de la isla de La
Palma9; pues bien, ambos personajes italianos aparecen unidos e identificados en vida
con las empresas del gran nauta ge- novés descubridor de mundos, y a esta amistad
deben que no se hayan perdido sus nombres en el tiempo.

Juanotto Berardi es una de las figuras más señaladas en la época de los


descubrimientos. Parece probable que fue quien presentó a Colón a los duques de
Medinaceli y Medina Sidonia; anticipó al almirante parte del dinero necesario para el
primer viaje; intervino activamente, por comisión de los Reyes Católicos, en la
organización y apresto de la flota necesaria para la segunda expedición; a él se confiaba
Colón en sus apuros y tráficos. En una palabra, era uno de sus más fieles y adictos
amigos10.

En cuanto a Riberol, banquero y mercader genovés, no fue menos íntima su relación


con el almirante. Para el cuarto viaje a las Indias, Francisco de Riberol anticipó, junto
con otros italianos, dinero al almirante; para cartearse con sus hijos y entregarles
fondos se valía Colón de los agentes del banquero, y cuando quiso enviar a Génova,
patria de ambos, una copia del Libro de los privilegios, el almirante la depositó en manos
de Riberol p ara que hiciese Regar el manuscrito a poder de su amigo Nicolás Oderigo u.

Tanta afición cogió Riberol a las cosas de Indias, que en 1501, por cédula de 4 de
febrero, se le condenó a prisión y al secuestro de 200.000 maravedíes, juntamente con
Juan Sánchez de Mercaduría, por haber despachado dos carabelas cargadas de
mercancías a América, sin permiso o autorización real12.

Varios eran los miembros de esta familia residentes en Sevilla y rela-

9
Capítulo V, pág. 131.
10
BALLESTEROS: Colón..., tomo I, págs. 168, 530 y 531, y tomo II, págs. 154 y 263.
Colección de documentos inéditos de América, tomo XIX, pág. 468; XXI, págs. 319, 501 y 509; XXX, págs. 161 y
169; XXXVIII, pág. 137, etc.
11
BALLESTEROS, tomo I, pág. 166, y tomo II, págs. 524 y 672.
Era hijo de Píetro Giovanni Sopranis Rivarolo y de Bianchina Grimaldi, y nieto por línea paterna de
Bartolomeo Rivarolo y Mariettina Carrega.
W Ibid., pág. 524 del tomo II,
TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ 393
cionados con Canarias. Destacan entre ellos nuestro biografiado Francisco, su
bermano Cosme y su primo B atrista.

Francisco de Riberol puede ser titulado sin exageración banquero de la conquista


de las Canarias mayores. Para las laboriosas operaciones que se montaron, entre
1478 y 1496, con el objetivo de someter a Gran Canaria, La Palma y Tenerife, aportó
gruesas sumas por lo que respecta a la primera y la tercera o entró en sociedad en
relación con la segunda. Hay constancia, además, de que el poderoso mercader
genovés anticipó a la corona 50.000 maravedíes «para algunas cosas que fueron
menester para la conquista de ciertas islas de Canaria» 13.

Las propiedades que poseyó en Gran Canaria y Tenerife le convirtieron en uno


de los primeros terratenientes. Resulta difícil determinar, en cambio, las que eran de

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


su pertenencia individual y las que poseía en condominio con su hermano Cosme.
Hay que destacar en Gran Canaria los ingenios de azúcar de Gáldar y Lairaga (este
último y durante cierto tiempo en copropiedad con Pedro de Lugo, hermano del
famoso soldado), cuyos beneficios anuales se evaluaban por encima de los 600.000
maravedíes. Las plantaciones de Lairaga, por dificultades de regadío, serían más
adelante sustituidas por las del Palmital, con poderoso ingenio para su servicio. A
estas propiedades hay que sumar el heredamiento de Tasautejo y porción de tierras
de sequero14. En Tenerife, los bienes patrimoniales del ge-

18
LEOPOLDO DE LA ROSA Y OLIVERA: Francisco Riberol y la colonia genovesa en Canarias, en
«Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 18 (año 1972), págs. 134 y 136-137.
En diversas ocasiones se ha hecho referencia a la sociedad que formaron Riberol, Be- rardi y Lugo
para la conquista de La Palma, Francisco y Cosme Riberol debieron asimismo de adelantar dinero a
Lugo para la conquista de Tenerife cuando los preparativos realizados en Sevilla para la primera
entrada. En la residencia de 1509, el testigo Diego San Martín declara saber «que el dicho adelantado
estaba adebdado hasta oy de los gastos que entonces hizo... porque lo a oído decir a los Riberóles e a
otros a quien deve». Más explícito es Rodrigo Alvarez, pues asegura que «hoy día debe a Francisco de
Riberol al pie de dos mil doblas... e que este testigo a entendido en la paga y espera de las debdas con
sus factores del dicho Riberol...».
Residencia, págs. XXXI y 117.
14
Ibid. (LA ROSA), pág. 138.
Las tierras de La Orotava se las había traspasado, a cambio de recibir un tributo so bre ellas, Luis de
Sepúlveda, beneficiario de dicha data por merced regia. Para la explotación del ingenio de Tenerife, cultivo
de las tierras y cuidado de sus muchos ganados, los Riberóles formaron compañía en Sevilla, por escritura
pública ante escribano, con Pedro de Lugo, sobrino del adelantado, lo que motivó que éste, en activas
relaciones comerciales desde hacia años con las Canarias, se estableciese definitivamente en Tenerife
alrededor del año 1508, en unión de su esposa Elvira Díaz y de su hija única Isabel.
En el testamento de Pedro de Lugo, otorgado en La Laguna el 19 de octubre de 1512, ante Antón
Vallejo, se alude con reiteración a las relaciones comerciales por él sostenidas noves eran asimismo
muy importantes. Destaca, en primer lugar, «un ingenio, tierras e aguas e
cañaverales... en Taoro del Araotava». Pero esta primera posesión se vio engrosada
con otras no menos dilatadas e importantes en el rico valle acabado de citar. El
394 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

heredamiento de Güímar fue otro de sus fundos tinerfeñosDLXVIII DLXIX DLXX.


Mención especial debe hacerse de sus operaciones crediticias. Gracias a sus
préstamos, el capitán-conquistador Pedro de Vera (ingenio del Guini- guada); Alonso de
Lugo (ingenio de Agaete); Diego de Cabrera (ingenio del Guiniguada, luego traspasado
a los Cairasco y al propio Riberol); Battis- ta de Riberol (ingenio de Gáldar) y Pedro
Cairasco (ingenio' de Gáldar) pudieron poner en explotación sus espléndidas e
improductivas tierras después de sometidas a costosas faenas de acomodación. En
Tenerife se beneficiaron de sus anticipos el capitán-conquistador Alonso de Lugo
(ingenios de Los Realejos y La Orotava) y Cristóbal de Ponte (ingenio de Daute)le.
Otra actividad económica que ejerció con visos de auténtico monopolio fue el
comercio de la orchilla, el codiciado liquen tintóreo por el que se pagaban fabulosos
precios en los mercados europeos. Doña Inés Peraza le otorgó la exclusiva para la
comercialización de este producto en su señorío (Lanzarote y Fuerteventura); similar
concesión le fue discernida por doña Beatriz de Bobadilla en las islas bajo su custodia
(La Gomera y El Hierro); por último, se aseguró el arrendamiento de dicho producto en
las tres realengas (Gran Canaria, Tenerife y La Palma), donde tenía la condición de
renta estancada de la corona v.
Al final de sus días pasó por la honda amargura de ver sucumbir vilmente
asesinado en Las Palmas a su único hijo varón, Bartolomé de Ribero! (1512). La
muerte del emprendedor banquero sobrevendría dos años más tarde, en 1514, con el
ánimo abatido por esta desgracia18.

Otro miembro de esta familia se estableció para siempre en las Canarias. Nos
referimos a Juan Bautista (Battista) de Riberol, avecindado en Las Palmas en los
primeros años del siglo xvi, casado en esta ciudad con una sobrina del adelantado,
Francisca Quijada de Lugo, y padres ambos de uno de los primeros ingenios que
vieron la luz en la fértil provincia atlántica: Bemardino de Riberol, quien en 1556

DLXVIIIcon sus socios los Riberoles y al estado de las «quentas de cargos y descargos» con sus factores.
A. S.: Diversos de Castilla, leg. 9, fol. 24, y Consejo Real, leg. 106 (Proceso de las yslas de Canaria).
A'. H. N.: Consejos, leg. 26.492, pieza 10, fol. 79.
DLXIX Ibid. (LA ROSA), pág. 139.
DLXX LA BOSA: Francisco Riberol..., págs. 137-140.
Los préstamos del banquero genovés afectaron a parientes de Alonso de Lugo. Por una escritura otorgada
en La Laguna el 25 de agosto de 1518, ante el escribano Juan Márquez, por los bermanos Pedro y Fernando de
Lugo, sobrinos del adelantado don Alonso, se declaran éstos deudores de una importante cantidad a Marixtina
de Riberol, hija única y heredera de Francisco, y entregan acto seguido a «Pedro Juan de Riberol, mercader
ginovés, estante en esta ysla», 66.600 maravedís como liquidación de la deuda, para que los entregase en manos
de su poderdante. Hay que aclarar que la deuda, por un total de 230.000 maravedís, la habían contraído los
padres de aquéllos, Alonso Fernández de Lugo e Isabel García, vecinos de Sanlúcar de Barrameda, ya difuntos
por la fecha de la escritura, y que sus hijos la pagaban como universales herederos suyos.
A. H. N.: Consejos, leg. 26.491, pieza 5.*, fol. 148.
W Ibid., págs. 140-141.
Sobre dicha regalía tenía consignado un juro de 600.000 maravedíes, con especial merced de los
monarcas hispanos, el comendador mayor de León don Gutierre de Cárdenas, más tarde
usufructuado por su viuda doña Teresa Enriques. Por esta circunstancia, ambos se vieron obligados a
mantener intensas relaciones económicas con Francisco de Riberol.
TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ 395
imprimía en Sevilla, patria de adopción de sus mayores, el Libro contra, la ambición
y codicia desordenada de aqueste tiempo: llamado alabanga de la pobreza™.

***

Identificados de esta manera los árbitros, Andrés de Odón y Francisco de


Riberol, poco más es lo que podemos añadir sobre su gestión, que tuvo que ser por
fuerza laboriosa y detenida. Sería, a nuestro juicio, sorprendente que los archivos
sevillanos, en particular el de protocolos, no alumbren en un futuro próximo una
importante serie documental de esta etapa y este momento (1492-1496). Pero
mientras tanto nos hemos de conformar con muy escasas noticias.

Como ya nos es notorio, los Reyes Católicos determinaron por la real cédula de
21 de noviembre de 1496 los fines concretos de la comisión: «Vos mandamos que
fagáis parescer ante vosotros los dichos Alonso de Lugo e Francisco Palomar e
Mateo Viña e Guillermo de Blanco e Nicolao Angelate e veays las escrituras de
conciertos e asyentos que entre ellos pasaron sobre lo-que toca a la dicha conquista
de la... ysla de Tenerife e en las otras escrituras e probanzas e otras escrituras [que]
ante vosotros por ellos serán alegadas; e vistas, averigueys e determinéys por vía de
justicia o de concordia como a vosotros vien visto fuere las dichas diferencias,
debates e cuentas que entre los sobredichos ay, por vuestra sentencia o sentencias,
asy interlocutorias como definitivas, las quales podades Uevar a devida exe- cución
con efetto quanto e como con derecho debades.»

Con arreglo a lo establecido, comparecieron en Sevilla en los primeros meses de


1497 los cinco socios; depositaron en poder de los árbitros las fianzas acordadas e
convenidas; aceptaron «los llamamientos e enplazamien-

« Ibid., págs. 146-149.


19
AGUSTÍN MILLARES CARLO: Ensayo de una biobibliografia de escritores naturales de las islas Canarias.
Madrid, 1932, págs. 445-449.

tos» que los jueces establecieron a su antojo; mostraron a los mismos «las escrituras de
conciertos e asyentos»; justificaron por las cuentas y libramientos los gastos que habían
efectuado; trajeron a cómputo la parte del botín que hasta entonces cada uno había
recibido^ en esclavos y ganados, para resarcirse de los fletes; hízose minucioso inventario
del botín hasta entonces recogido y se determinó el procedimiento a seguir para investigar,
recoger y guardar loe esclavos y ganados hurtados, ocultos, extraviados o en poder de
terceros; por último, los árbitros fijaron la parte que proporcio- nahnente a cada uno de
los socios correspondía y los requisitos y formalidades que habían de guardarse en el
reparto.

Estas laboriosas tareas quedaban terminadas en los días finales de marzo de 1497;
habían, pues, invertido los árbitros Andrés de Odón y Francisco de Riberol unos dos meses
396 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

largos en dar remate a su importante comisión. Pocos'son, sin embargo, los detalles
concretos que de sus gestiones y actuación conocemos. Los Reyes Católicos les habían
encomendado que actuasen por «vía- de justicia o de concordia», aquélla cuando fracasaba
ésta; pues bien, hoy día conocemos uno de los acuerdos tomados, que se refiere
precisamente a uno de los puntos más vidriosos: los esclavos y ganados hurtados del botín
de la conquista, que se hallaban dispersos, unos en Tenerife, otros en La Gomera y en La
Palma. Dada la amistad y confianza mutua que se profesaban Alonso de Lugo y Mateo
Vina, fue acordado, a instigaciones de los árbitros, que fuesen para ellos dos solamente
dichos esclavos y ganados, quedándose Lugo con los que se guardaban en las islas de
Tenerife y La Palma, mientras Mateo Viña recibía aquellos que habían sido trasladados a
La Gomera, bajo la vigilante custodia de su señora doña Beatriz de Bobadilla.

Asimismo sabemos que otro de los artículos del concierto reservaba para Lugo la
recuperación de ciertos fondos que los cuatro socios, Viña, Palomar, Angelate y Blanco,
habían entregado en Sevilla al canónigo Pedro López de Villera, y que, por lo visto, éste no
había invertido para los fines que Lugo le había ordenado en los días dramáticos de la
organización del segundo desembarco.

Alonso de Lugo quedó tan reconocido al desinterés de que hizo gala Mateo Viña en
todo momento de esta laboriosa gestión, que considerándole perjudicado le quiso favorecer
a su costa y de su patrimonio. De esta manera le vemos en Sevilla el 29 de marzo de 1497
otorgándole diversas mercedes: «Por la presente digo que me plaze que todos los esclavos e
ganado e otras cosas que en las dichas islas de Tenerife e La Palma e La Gomera se
hallaren, tengáis vos el dicho Mateo Viña la tercia parte de todo ello que así se hallare.
Otrosí yo vos prometo de dar una carta para Pedro López de Villera, canónigo, para que a
él podades demandar cuenta de los maravedises que vos e vuestros compañeros le distes en
Sevilla e que todo lo que de él sacardes lo partamos por de medios yo e vos el dicho Mateo
Viña» DLXXI. Sin embargo, cuando llegó el momento de firmar el albalá, Alonso de Lugo
redujo ambas gracias a la cuarta parte, no sabemos si por innata cicatería, por error
precedente del amanuense o porque meditaba otras recompensas más importantes que no
gravasen sobre sus bienes.

De esta manera vemos a Lugo en Sevilla el mismo día 29 de marzo de 1497


firmando de su puño la segunda data o repartimiento de tierras para beneficiar a
Mateo Viña: «Por quanto vos el dicho Mateo Viña avéis trabajado mucho e gastado
en la conquista de Tenerife, yo el dicho go- vemador, por virtud del poder que de Sus
Altezas tengo, vos hago donación e merced de las tierras de Anaga para que nadie
pueda entrar en ellas; entiéndese desde la primera sierra que está del cabo de la
Torre has- • ta el valle de la Higuera e los Sauzes, aguas vertientes a la mar, para que
sean vuestras e de ello vos daré un contrato de escrivano público, de la manera que
vos lo dixerdes, como lo hize a Hernando del Hoyo, ayudante en la cámara del rey»
DLXXII
.
DLXXI Residencia, pág. 155.
DLXXII Ibid., pág. 156.
Datas, págs. 76-77 y 233-234. La data de 29 de marzo, en las págs. 77-78.
TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ 397
Alonso de Lugo era hombre que olvidaba pronto los servicios de sus
colaboradores y más pronto aún las recompensas, cuando así convenía a sus intereses
y granjerias. Hemos visto a Hernando de Hoyos, beneficiario de la primera data de
tierras en Tenerife, complicado en interminables reclamaciones, pleitos y litigios para
salvar su patrimonio de las garras del conquistador; no fue mucho mejor la suerte
que corrió la segunda data en favor de Mateo Viña. Alonso de Lugo no le quiso
reconocer la posesión de las tierras de Anaga apenas transcurrieron unos años,
viéndose obligado el genovés a acudir a los pies del trono impetrando justicia. La real
cédula de 17 de julio de 1512, despachada en Burgos por Femando el Católico, vino a
dar satisfacción a sus deseos, pues se ordenaba al conquistador de Tenerife dar
posesión a Mateo Viña de «las tierras de Anaga, que no la quesystes cunplir diziendo
que las aviades dado a otras personas...» DLXXIII.

2. Regreso del conquistador a Tenerife. Primeras


medidas de gobierno t/ administración.

En un estudio que lleva por título La conquista, de Tenerife se impone como límite
exacto el término de la misma, con un margen de tolerancia lo más reducido posible.

Por esta circunstancia, damos remate a nuestro trabajo abordando el regreso del
capitán-conquistador a Tenerife en la primavera de 1497; sus primeras medidas de
gobierno; el fin de las operaciones de limpieza, y la protección dispensada por la corona
a los guanches de los bandos de las paces, que determinará su inmediata liberación.
La fecha exacta en que el conquistador Alonso de Lugo abandonó la ciudad de
Sevilla para dirigirse a las Canarias, tomar posesión de su cargo de gobernador de la isla
de Tenerife e iniciar con los repartos de tierra la colonización del nuevo territorio
incorporado, nos es desconocida. No debió, sin embargo, demorarse mucho por encima
de la fecha de los últimos documentos otorgados en Sevilla, 29 de marzo de 1497.
Asegura Núñez de la Peña, con la autoridad que le da la consulta directa del primer
Libro de acuerdos del Cabildo de Tenerife, que el conquistador estaba en La Laguna el
20 de enero de 1497, fecha en que dio ordenanzas para el régimen interno del propio
Concejo. En realidad, se trata de una mala transcripción por parte del cronista lagunero,
pues leyó enero donde decía bien a las claras octubre.
Pero aun antes de esta fecha está probada la presencia de Lugo en la isla. Los
cuadernos de datas son nuestra mejor guía. Un repartimiento otorgado el 15 de abril de
1497 parece sospechoso por múltiples motivos DLXXIV; en cambio, merece toda confianza la

DLXXIII A. S.: Registro del Sello.


DLXXIV Datas, pág. 102. Era a favor de Pedro Madalena.
ELÍAS SERBA RÁFOLS: Acuerdos del Cabildo de Tenerife. 1497-1507. Vol. IV de la serie «Fontes Rerum
398 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

data de 3 de junio de 1497, otorgada por el conquistador y repartidor a favor de


Fernando de Gálvez. Luego se repiten hasta la saciedad. Por otra parte, Alonso de Lugo
se encontraba en La Laguna el domingo 25 de junio de 1497, día en que presencia y auto

Canariarum». Instituto de Estudios Canarios. La Laguna, 1949, pág. XVII, nota 2.


TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ 399

riza una información pública sobre los milagros de la santa imagen


de Nuestra Señora de Candelaria DLXXV.
El viaj'e debió así realizarse por todo el mes de abril, arribando Lugo con sus
acompañantes, conquistadores y pobladores, castellanos e indígenas, a fines de este mes o
primeros días de mayo. Uno de los que venían en el séquito de Lugo era un clérigo, el
vicario de la isla Fernán GarcíaDLXXVI DLXXVII.
Establecido el capitán-conquistador en Ja villa capital, La Laguna, se encontró con la
sorpresa de un moderado progreso, pues diversas casas se habían ido construyendo en la
llamada villa, de arriba —entre ellas, la suya particular—, a las que es preciso añadir la
iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción, humilde y diminuta, con
apariencias de ermita antes que de basílica. El mencionado vicario Fernán García —
procedente de la luj'osa Sevilla—■ quedó desilusionado al contemplar el triste y
pobre caserío, pues andando el tiempo declarará que «no halló en ella más de dos o

autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


tres casas pajizas en esta villa de San Cristóbal» 2e.
Un acontecimiento memorable para aquel tiempo fue la presencia en La Laguna,
por los meses de mayo-junio de 1497, del obispo de Rubicón- Canaria don Diego de
Muros, en visita pastoral a la nueva isla integrada en la diócesis. Una de las primeras
ocupaciones del insigne prelado fue trasladarse a la cueva de San Blas para adorar a
la milagrosa imagen de la Virgen de la Candelaria.
Esta visita pastoral tuvo como curiosa secuela el Acta de la cera, levantada en La
Laguna («villa de San Cristóbal») el 25 de junio de 1497 para
dar fe de un hecho, en apariencia sobrenatural, que tenía como escenario _
aquellos contornos. Se trata de un documento notarial relativo a la apari- |
ción periódica de cera, en febrero de cada año, en las playas de Giiímar y Candelaria,
suscrito por el canónigo de Canaria y notario apostólico Fernando Alvarez. Está presente
en la redacción del documento «el muy virtuoso caballero Alonso de Lugo, gobernador de
las islas de Tenerife y La Palma». La iniciativa de la información testifical corre a cargo de
Antonio de Arévalo, «contino criado de los reyes», y en ella deponen un castellano,
Gonzalo Méndez; dos vecinos de Gran Canaria, Pedro de Hervás e Ibone de Armas; tres
majoreros, Pedro Fernández, Diego Fernández y Alonso Sánchez de Morales, y dos
indígenas grancanarios, Pedro Maninidra y Pedro Mayor. Los testigos, de manera
unánime, dan fe del supuesto milagro. Por su parte, el notario Femando Alvarez, «que al
presente sirvo por cura en esta... isla», declara haber recibido «doce libras de la dicha
cera», y por
encima de ellas «otras tantas hice haber al mayordomo de la iglesia [de la Concepción.],
para celebrar el culto divino». Al mismo tiempo confiesa que dio «cierta cantidad a... don
Diego de Muros, obispo... de Canaria, que aquí vino a visitar esta dicha isla e iglesia della;
DLXXV Datas, pág. 2.
ESPINOSA (págs. 66-69) y ABRÉU GALINDO (págs. 310-313).
DLXXVI Residencia, pág. XVII.
28
Residencia, pág. 66.
DLXXVIIDebe haber un poco de exageración en sus palabras.
400 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

el cual envió de la dicha cera a Santa María de Guadalupe y a otras iglesias del dicho su
obispado, para que la tuviesen en reliquia» DLXXVIII.
La elección de La Laguna como núcleo urhano principal de la isla trajo
inmediatamente consigo la constitución de su primitivo Concejo o Ayuntamiento.
Formaron este último con el gobernador, que lo presidía, el teniente Fernando de Trujillo
y el alcalde mayor Francisco Gorvalán. La designación de regidores se hizo por Lugo, en
virtud de las facultades regias con que venía agraciado, el 20 de octubre de 1497. Ese día el
gobernador «dixo que por quanto hera necesario al servicio de Dios e de Sus Altezas que
en esta ysla oviese regidores e jurados y oficiales que mirasen el servicio sobredicho y pro
común, que criava e crió por regidores... [a] Cristóval de Valdespyno y a Pero Mexía y a
Guillén Castellano y a Lope Femandes e a Pero Benítez e a Gerónimo de Valdés, e por
jurados a Francisco de Albornoz y a Juan de Badajoz...». Seguidamente, Alonso de Lugo
«les tomó juramento en forma debida: que harían e cumplirían todo lo que fuese servicio
de Dios e de Sus Altezas». En esta misma sesión se aprobaron las primeras ordenanzas
para el régimen interno y buen funcionamiento del Concejo municipalDLXXIX.
Otros dos núcleos de población prosperaban en esta etapa primigenia: Santa Cruz de
Añazo, el primitivo campamento, más conocido a partir de ahora por Santa Cruz de
Tenerife, y El Realejo Viejo o de Arriba.
Acababa así el largo y laborioso proceso de la conquista y daba principio el no menos
arduo y difícil de la colonización... Los documentos nos revelan hoy que no fue todo tan
risueño como los primeros cronistas regionales afirmaban. El descubrimiento de América,
coincidente casi con la conquista de Tenerife, restó a la colonización hombres y dinero, al
convertirse las Antillas en gran foco de atracción de emigrantes, aventureros o colonos.
Las Canarias eran de sobra conocidas en la Baja Andalucía para que nadie pudiese
llamarse a engaño con sueños de fabulosas riquezas. ¡Tierra fértil, sí; pero trabajada con
sudor y hasta con lágrimas!... Mientras que América, fabulosa y legendaria, aparecía a la
vista de los irredentos, de los esclavos de la miseria con que se nutren en su casi totalidad
las migraciones humanas, como el soñado paraíso donde abundan el oro, las esmeraldas y
las perlas.

DLXXVIII ESPINOSA (págs. 66-69) y ABRÉU GALINDO (págs. 316-313).


DLXXIX SERBA RÁFOLS: Acuerdos del Cabildo de Tenerife, pág. 3.
Esta sesión es la que NÚÑEZ DE LA PEÑA data por mala lectura el 20 de enero (pág, 357).
Plano de la ciudad de La Laguna, levantado por Andrés Amat de Tortosa en 1119.
(PARÍS: Bibliothéquc National).

Este bello plano inédito de La Laguna compensa con creces el anacronismo de publicarlo
en el presente libro. Dos centurias lo separan del dibujado por Torriani. La urbe se mantiene
inmutable, como si el tiempo no hubiera transcurrido para ella. El desarrollo incontenible de
Santa Cruz de Tenerife le está restando toda posibilidad de expansión. Es una ciudad llamada
a vivir del pasado.
Aunque aparentemente la laguna, ha desaparecido, todavía subsiste en los meses
invernales; el resto del año permanece seca, debido a la sangría continua de los pozos y al
drenaje en ruta de arroyos y torrenteras. A occidente del viejo estanque natural se divisa
entero el «Cercado de Franqui», más tarde conocido por el «Cercado del Marqués» (4). En los
aledaños del caserío, los molinos de viento ponen una nota pintoresca al paisaje. Por su parte,
los «canales del agua» garantizan el suministro de la urbe.
Por estas mismas fechas, Viera y Clavijo la retrata así: «plantada en una per fecta llanura,
larga, ancha, las calles casi a cordel, bien cortadas y bien empedradas, alegres y espaciosas las
grandes plazuelas, torres, buenos edificios, aires frescos, aguas excelentes, salidas deliciosas...
Sólo que es húmeda, por razón de las muchas lluvias y la laguna que se forma en el invierno en
la vega inmediata; pero aunque esta humedad ennegrece los edificios... es ella causa de que se
vean los tejados cubiertos de unos singulares bosquecillos de... verode...»

autores. Digitelización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


La reproducción es obra personal de Monsieur le Chevalier Isle durante su estancia en
Tenerife por la fecha indicada.
TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ 401
Contra esta ciega sed de riquezas tuvieron que luchar cuantos desempeñaron un papel
destacado en los primeros momentos de la colonización. Había que vencer con promesas y con
halagos, con hermandad y camaradería esta indiferencia, y al fin se venció. Justo es reconocer
—los documentos hablan— que en esta tarea de repartir tierras, atraer colonos, procurar
aperos, adquirir ganados, fomentar industrias, propulsar la construcción naval, defender los
bosques, canalizar las aguas, a Alonso de Lugo correspondió siempre el primer papelDLXXX DLXXXI.

Las operaciones de limpieza del ano 1497° Término

i. Digitelizadón realizada poi ULPGC. Biblioteca Unrvefsrtaria, 200G


oficial de la conquista.

La pacificación total de un territorio es empresa siempre ardua, máxime después de una


guerra de conquista. Si a ello añadimos lo quebrado del suelo y el carácter altivo e indómito
de los habitantes, las dificultades acrecen mucho más.
Las operaciones de limpieza debieron continuar en Tenerife durante i
la ausencia de Alonso de Lugo en la metrópoli (septiembre de 1496-ahril |
de 1497) y aun proseguir baj’o su directo control hasta finalizar el verano del último de los
años indicados. En estas acciones bélicas de carácter secundario tomó parte destacada
e¡ lugarteniente Bartolomé de Estopiñán, quien se vanagloria de ello en un escrito dirigido a los
Reyes Católicos.
Sabemos que en ningún caso el cuerpo auxiliar veterano andaluz pudo pisar tierra de
Tenerife antes de 1495. Con poderosos argumentos concretamos aún más la arribada, fij’ándola
en los primeros días de noviembre DLXXXII. Pues bien: el lugarteniente Estopiñán confesará, en
1504, que «tornaron a la conquista de la dicha ysla e estovieron en ella dos años hasta que se
acabó de ganar..., peleando muchas vezes por batallas con los dichos canarios; de manera que...
por lo mucho quél trabaj’o quedó la ysla ganada...»81.
Este escrito puede ser purgado de exageraciones; pero lo estimamos veraz en el cómputo
aproximado del tiempo.

El nuevo planteamiento de la cuestión permite suponer que Bartolomé de Estopiñán,

DLXXX Véase el estudio preliminar de LA ROSA y SERBA RÁFOLS en su tantas veces citada
DLXXXIResidencia, págs. XXIV a XXVII, XXVII a XXIX y XXXV a XXXVIII.
DLXXXII Capítulo X, págs. 235-236 y 243.
81
A. S.: Registro del Sello.
Provisión del Consejo real de 5 de octubre.
Documentos, núm. 40.
2
6
402 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

con un pequeño grupo de soldados andaluces, permaneció en Tenerife hasta el otoño de


1497, como fuerzas de choque encargadas del apaciguamiento. La circunstancia antedicha
está perfectamente de acuerdo con una tradición histórica inmediata reflejada en
documento de la máxima categoría: la otorgación de escudo a la isla (cédula de 23 de
marzo de 1510), en cuyo texto se afirma «que... Thenerife se ganó día de San Miguel» (29
de septiembre) DLXXXIII.
Hablando en términos más precisos, las operaciones de limpieza con contingentes
militares armados pudieron durar hasta el 29 de septiembre de 1497. En esta fecha debió
producirse la desmovilización total, acaso unida a la captura o entrega de algún grupo
importante de indígenas. Y desde esta última data fueron los propios pobladores, con la
colaboración de jinetes y peones al servicio del Cabildos, los encargados de perseguir,
capturar o exterminar en su caso a los guanches insumisos o alzados.
Sobre las circunstancias de las operaciones castrenses de apaciguamiento carecemos
del más mínimo pormenor. Hay que sospechar que los guanches del bando de Güímar
(únicos exceptuados hasta el verano de 1496 de las represalias) debieron caer asimismo en
el pecado de amparar a sus hermanos de raza, porque contra ellos se va a revolver la ira
despiadada del gobernador, conforme tendremos muy pronto ocasión de verDLXXXIV.

Abundan, en cambio, los pormenores en relación con las luchas de partidas y cuadrillas
contra los guanches insumisos o alzados. Estos grupos de indígenas se habían acogido a las
montañas y vivían en régimen de libertad, prevalidos de su proverbial agilidad y mejor
conocimiento del terreno.

El problema de los guanches insumisos y alzados no tenía solución inmediata, porque


se acogían a la protección de los indígenas de las paces al primer asomo de peligro. Los
acuerdos del Cabildo aludirán durante muchos años a ellos con machacona
insistenciaDLXXXV. Su incorporación a la sociedad naciente, en régimen de libertad, será
obra del tiempo, tardando en producirse varias décadas.
La lucha contra los guanches insumisos en ej año que transcurre entre octubre de 1496 e
igual mes de 1497 se tradujo en un importante número de indígenas capturados. Estas presas
se pueden rastrear, como en anterio: res ocasiones, a través de los datos supervivientes del
mercado valenciano.
En el último trimestre de 1496 se contrataron en la importante lonja levantina sesenta y
cuatro esclavos; de ellos eran varones seis, hembras cuatro y sin especificación de sexo
cincuenta y cinco. Los mercaderes participantes en el negocio se llamaban Melchor Codo,

DLXXXIII NÚÑEZ DE LA PEÑA, paga. 160-161 y 184-187.


ELÍAS SERBA RÁFOLS: Fernando el Católico concede armas a la isla de Tenerife, en «Revista de Historia», núms. 86-
87 (año 1949), págs. 242-244.
Para información más detallada, véase la nota 8, pág. 294, capítulo XIII.
DLXXXIV33 Este mismo capítulo, págs. 406-407.
DLXXXV Acuerdos del Cabildo de Tenerife. 1508-1513, vol. II (págs. XII-XIV y 7, 8, 17, 1,18. 282 y
283), y Acuerde® del Cabildo de Tenerife. 1514-1518, vol. III (págs. VI-VII y 8, 9, 60,66,85 y 104). . .
Forman parte de la colección «Fontes rerum Canariarum», tomos V y XIII. Han, sido.
TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ 403
Guillén Navarro, Alfonso Sanchís, un tal Sicilia y Luis García.
El 20 de noviembre de 1496 se registra el eco de las importantes ope raciones de aquel
verano-otoño en las comarcas de Icod, Daute y Abona. Cincuenta y cuatro cautivos guanches
se venden en una sola jomada.
Durante el año 1497 el mercado esclavista de procedencia tinerfeña se va agotando
lentamente. A lo largo de los doce meses tan sólo se registran veinticinco ventas de guanches,
diez varones y quince hembras (sus negociadores fueron: Pedro Moner, Juan Abelló, Antonio
Veana, Luis García, Femando Jaén, Melchor Codo, Domingo Pedro Andréu y Femando Al-
cocer) ”.

Abusos y tropelías contra los guanches de las paces.


Denuncias formuladas en la corte por causa de la
arbitraria conducta del gobernador.

El trato dispensado por Alonso de Lugo a los indígenas merece la repulsa general. Esta
desatentada conducta tenía a la fuerza que provocar
editados en La Laguna en 1952 y 1965. La transcripción y estudio preliminar se deben a ELIAS SERBA RÁFOLS y LEOPOLDO
DE LA ROSA.
RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 97-125.
85
VICENTA CORTÉS: La conquista de las islas Canarias a través de las ventas de esclavos en Valencia, en- «Anuario de
Estudios Atlánticos», núm. 1 (afio> 1955), págs. 539-542.

una corriente de opinión favorable a los mismos, cuyo eco se dejó sentir inmediatamente
en la corte, promoviendo' las consiguientes medidas protectoras. •

Las víctimas legales del conquistador fueron los guanches de los bandos de guerra,
reducidos masivamente a esclavitud y desterrados a la metrópoli para su venta en los
mercados públicos. Varios miles de indígenas nativos de Tegueste, Tacoronte, Taoro,
Icod y Daute tuvieron esta triste suerte. Las víctimas arbitrarias fueron múltiples
guanches de los bandos de paces, capturados como represalia por supuesta deslealtad o
infidencia. Esta medida afectó en mayor escala a los indígenas de Anaga, Abona y Adeje,
y en número mucbo más reducido a los de Güímar.

Resulta admirable contemplar el esfuerzo titánico que desplegaron los aborígenas


para recuperar la libertad, integrándose al amado terruño. Y no menos encomiable las
ayudas y valimientos que encontraron —oficiales y privados— para el logro de tan
404 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

nobles propósitos.

Una vez finalizada la conquista, los atentados contra la libertad de los guanches de
las paces fueron reiterados. Véanse como ejemplo las denuncias que formula contra su
censurable actuación Francisco de Albornoz, «para guardar su ánima y conciencia» de
los remordimientos que le embargaban: «Se le acuerda al tiempo que se ganó la isla, él
fue conquistador, y después de ganada, el gobernador hizo llamar y traer ante sí algunos
clérigos, estando en el reino de Taoro, basta cien almas de guanches de esta isla, los
cuales eran del reino de Tegueste, y estaban subidos en un risco de la sierra diciendo que
querían ser cristianos. Venidos ante el gobernador y los clérigos, los bautizaron y
tomaron cristianos, y, después de bautizados, los hicieron embarcar forzosamente y los
llevaron a vender, y algunos de ellos vendieron en la isla. Esto parece al testigo contra
razón, porque decían que querían ser cristianos y vivir en su tierra, y no les fue hecha
justicia.»

Como los guanches de Tegueste, refugiados en el reino de Taoro, pertenecían a los


bandos de guerra, jurídicamente podían ser reducidos a esclavitud, de acuerdo con las
prácticas de la época, que no reconocían al bautismo en general virtudes liberatorias si
era recibido en estado de servidumbre. Lo que se censura es el procedimiento: la trampa
y el engaño utilizados para la captura, máxime invocando una finalidad espiritual.

En cambio, lo que no tiene perdón fue la fechoría cometida con los guanches de
Abona, Adeje y Anaga, por la triple circunstancia de pertenecer a los bandos de las
paces, la ocultación perpetrada al obispo de Rubicón- Canaria de las perversas
intenciones de captura a traición, y, lo que es aún más grave, la artera y sacrilega
maniobra de utilizar un siniestro sicario disfrazado de prelado para sucios fines de lucro
a costa de indefensos seres humanos.
En 1497 había estado en Tenerife, en visita pastoral —como acabamos de referir—, el
obispo de Rubicón-Canaria don Diego de Muros, circunstancia que aprovechó para impartir
personalmente el bautismo a infinito número de guanches. Pues bien, véase ahora lo que nos
revelan dos testigos de cargo.
El primero, Alonso de las Hijas, confiesa «que... los canarios de Abona e Adexe... heran de
paqes, e avían servido a Sus Altezas al tiempo de la conquista... contra los otros canarios que
heran en deservicio de Sus Altezas; e el obispo asimesmo los mandó venir diziendo que se
viniesen a tornar christianos, y ellos vinieron a la iglesia seguramente, en que serían más de
doscientas ánimas, y el obispo los tomó christianos; y a la ora después de ser christianos, el
dicho adelantado [Alonso de Lugo] los mandó encerrar en una casa, donde los cautivó e los
vendió, los quales davan vozes e reclamaban diziendo que heran christianos servidores de Sus
Altezas, que cómo hera aquello que los vendían, e los llevaron a Valencia e a Barcelona e a otras
partes...»
Más repugnante es la declaración de Francisco de Albornoz. Este destacado milite
atestigua: «Después no se ha guardado justicia; especialmente otra vez, al dicho tiempo, el
adelantado [Alonso de Lugo] hizo traer ante sí a los guanches del reino de Anaga, unas
TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ 405
doscientas ánimas entre hombres y mujeres, los cuales eran de paces, y en la conquista
ayudaron a conquistar a los otros en favor de Sus Altezas. No se acuerda si los tomaron cris-
tianos o no, pero vio cómo los cautivaron y enviaron a vender. Y asimismo al dicho tiempo, el
adelantado hizo parecer ante sí hasta doscientos guanches del reino de Adeje y de las paces, que
asimismo ayudaron a conquistar los otros. En esta manera y con tal engaño que como estaban
escarmentados de lo pasado, pusieron en un corral, cercado de piedra, un hombre (que se dice
Sepúlveda) y cubriéronlo de ropa y dijeron que el adelantado les llamaba para que viniesen a
tomar cristianos, que estaba allí el obispo, y al momento que los tuvieron dentro en el corral, los
cautivaron y los repartieron y embarcaron por cautivos» 88.
Hoy sabemos, por las denuncias que luego se formularon, que el número de los cautivos de
los reinos de las paces pasaron de mil, de los cuales
86
Reformación, págs. 83 y 93.
Otro de los declarantes, el bachiller Pedro de Valdés, ratifica la denuncia de Alonso de las Hijas:
«que oyó dezir públicamente por esta isla, que después que se ganó la dicha isla de Tenerife, que fizo
llamar el dicho adelantado a los guanches de Adexe, de Abona e de Anaga, que heran de pazes, que se
vinieran a tornar chirstianos, que los llamava el obispo; e así se vinieron muchos e los tomó el obispo
christianos; y en acabándose de tornar christianos, los embarcaron e los llevaron a vender fuera de las
islas...» (pág, 94). permanecían en Tenerife, en 1498, unos trescientos® 7. Otro
importante grupo de guanches horros los tenía ocultos, en sus posesiones de
Sanlúcar de Barrameda, don Juan Alfonso de Guzmán, duque de Medina Sidonia;
era él precio de la colaboración prestada en la conquista de la isla ss.
Las quejas contra la censurable conducta del conquistador se dejan sentir en la corte
en las postrimerías de 1497. Portavoz de los oprimidos será el mensajero Rodrigo de
Betanzos, quien ahoga con tesón en defensa de los guanches de las paces, víctimas de
inicuas vejaciones.

Ignoramos ¡cualquier circunstancia persona] que permita identificar a Betanzos. Sólo


podemos asegurar que no era indígena, por cuanto se silencia esta circunstancia en lá
documentación de la época. Sí cabe destacar, por lo mucho que lo enaltece, el benéfico
papel que asumió en defensa de los aborígenes, arrostrando quién sabe si iras y
persecuciones. Hay que sospechar que debió ser conquistador y poblador, por lo bien
informado que aparece sobre las incidencias de la vida indígena.
Las denuncias que formula el mensajero sobre el comportamiento de Alonso de Lugo
con respecto a los guanches no pueden ser más precisas y concretas.
Con carácter previo alude a la confederación estipulada antes de 1490, por mediación
de Pedro de Vera: «Que al tienpo que Alonso de Lugo, nuestro govemador de la ysla de
Tenerife, fue a conquistar la dicha ysla, por los dichos bandos, diz que guardando las
pazes que tenían asentadas con Pedro de Vera (nuestro govemador que fue de la [Gran
Canaria]... por virtud de los poderes que de nos tenía) diz que se juntaron con e] dicho
Alonso de Lugo para conquistar la dicha ysla, e que fazían lo quel... les mandava; e que
acogían en los dichos vandos a nuestras gentes e los anparavan e defendían e que les davan
de sus mantenimientos;..».
406 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Después viene la denuncia del atentado cometido contra los guanches de las paces,
pese a su condición de tales: «E aviéndose convertido a nuestra santa fe católica, e seyendo
christianos e libres, que el dicho Alonso de Lugo (a buelta de los otros que cativo e tomó e
conquistó de la otra tierra que non era de los dichos vandos) diz que tomó e cabtivó fasta
mil ánimas de los susodichos vandos de Dexa e Bona e Guymar, e que ha vendido parte
dellos, seyendo christianos e de las dichas pazes...».
Rodrigo de Betanzos solicitó de los Reyes Católicos que se hiciesen informaciones
testificales, así en la corte como en las islas Canarias, sobre
87
RUMEU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, páge. 87-88 y 320-321 (documento 83).
88
Ibid., págs. 88 y 334-335 (doc. 88);

la veracidad de las infidelidades y violencias denunciadas. Los monarcas accedieron en todo a


la demanda, expidiendo en Alcalá de Henares, el 29 de marzo de 1498, diversas órdenes con el
fin expresado.
La información en la corte debió efectuarse ante algún comisario particular o el Consejo
real. Así se deduce de la cédüla postrera, que en seguida comentaremos.

Una segunda información se ordenó llevar a cabo en Sevilla como punto estratégico
particular, ya que el mayor número de las víctimas residían en la capital hética o en sus
contornos. Esta misión le fue encomendada al licenciado Pedro de Mahienda, juez de términos
y suplicaciones de dicha ciudad.
La tercera información debería acometerse en el archipiélago, quedando al cuidado de su
obispo don Diego de Muros.
Volvamos ahora al Consejo real. Este supo a tiempo que residían en Tenerife como
cautivos 300 guanches de las paces, por lo que se apresuró a poner rápido remedio al
desaguisado antes de que fuesen traídos a la metrópoli y vendidos como esclavos. Todo esto se
hace constar en la orden para el gobernador de Gran Canaria Lope Sánchez de Valenzuela, a
quien se encomendaba la liberación de los oprimidos. Véase cómo se expresa la última de las
cédulas, de 29 de marzo de 1498:
«E porque diz que los dichos canarios están en poder del dicho Alonso de Lugo
fasta CCC ánimas, los quales diz que quiere vender, nos suplicó e pidió por merged
que los mandásemos poner en su libertad, pues diz que heran christianos e libres...
Sobre lo qual nos mandamos aver gierta ynformación, la qual vista en el nuestro
Consejo fue acordado: que debíamos mandar esta nuestra carta para vos en la dicha
razón. E nos tovímoslo por bien: por que vos mandamos que vayáys luego a la dicha
ysla de Tenerife, e vos ynforméys qué canarios están en poder del dicho Alonso de
Lugo, o de otras personas de la dicha ysla de los dichos bandos de Dexa e Bona e
Guymad..., é todos loe que asy fallardes de los susodichos bandos, los toméys én
vuestro poder e les pongáys en secrestación.-.^ DLXXXVI®.

DLXXXVI» Ibid., págs. 94-96 y 32Ó-325 (docs. 83, 84 y 85);


ANTONIO RUMEU DE ARMAS

La comisión, de Lope Sánchez de Valen- zaela.


Liberación definitiva de los guanches aliados.

El gobernador de Gran Canaria Lope Sánchez de Valenzuela, recién designado para


dicho cargo, tomó posesión del mismo en mayo de 1498. Poco tiempo más tarde, en el mes
de julio, se trasladaba a Tenerife para dar cumplimiento, a su comisión, siendo recibido
por el teniente Fernanda de Tru- jillo, durante una momentánea ausencia en La Gomera
de Alonso de Lugo. La cédula real de que era portador fue pregonada por los cuatro
confines de la isla, alcanzando con ella la libertad (secuestración) buen número de
esclavos indebidamente sojuzgados.
De cómo y con qué seriedad se llevó a efecto esta importante comisión tenemos
pruebas en las propias lamentaciones de Lugo: «Que Lope Sánchez trajo una carta del
Rey y Reina, y la hizo apregonar en la isla de Tenerife. Que traía consigo un guanche
canario, que andaba de casa en casa de los vecinos alborotando el pueblo y diciendo que
todos los guanches eran horros, así los que venían en la carta como todos los otros.»

Los amigos del conquistador deponen en su favor en una curiosa información, de


protesta (1 de agosto de 1498). Pese a su descarada parcialidad, algunas de sus
manifestaciones son dignas de ser recogidas. En líneas generales se lamentan de que toda
la isla estaba alborotada con la liberación de los esclavos, siendo preciso volverla a
conquistar. Antonio de Peñalosa asegura «que de todo era sabidor el govemador de Gran
Canaria..., y que vido venirse a quexar al governador y que el mismo decía que eran ho -
rros...». Pantaleón Palomar «vio cómo, en presencia del govemador, anda- van sacando
los esclavos de casa de los vezinos». Alonso de Morales añade otros curiosos pormenores:
«no solamente en la isla de Tenerife, donde traía comisión, pero también en la isla de
Gran Canaria había embargado otros esclavos» DLXXXVII.

La liberación de los guanches indebidamente cautivados en la isla de

DLXXXVII DOMINIK J, WSLFEL: La Curia Romana y la Corona España en la defensa de los aborígenes canarios,
en la revista «Anthropos», tomo XXV (año 1930), págs. 1065-1071.
RUMEU DE ABMAS: La política indigenista..., págs. 96 y 325-332 (doc, 86).
TENERIFE, BAJO EL SIGNO DE LA PAZ 409
Tenerife sirvió para frenar en seco las apetencias desordenadas del conquistador. Véase,
como muestra, el cuidado que puso al planear, en 1499, la persecución de los naturales
alzados que amenazaban la seguridad interna del territorio (carta del gobernador al Cabildo,
suscrita el 27 de julio):

«De acá fueron ciertos esclavos. Estos y los que se apregonaren serán de quien
los tomase; y llamad todos los vecinos y fazer vuestras quadrillas de todos los onbres
sueltos, y fáganse cinco o seys que vayan a buscar todos. Y yo los do por byen
tomados, salvo los de Adexe y Abona y Anaga y Guymar; que todos se dé por cada
uno mili maravedís. Y esto tomad por máxima y por byen, para que por esto haced
vuestros pregones; y por ésta lo prometo y asy lo prometer, y con toda diligencia.
Que mucho vos . ama = Alonso de Lugo» DLXXXVIII.

Desde 1498, los indígenas de los cuatro bandos de paces, residentes en Tenerife, tuvieron
asegurada en plenitud la libertad.

Si la liberación de los guanches indebidamente sojuzgados fue tarea fácil dentro del
archipiélago, por el conocimiento y comunicación que existía entre ellos y su concentración
dentro de un área geográfica muy limitada, exactamente lo contrario ocurrió en la metrópoli,
donde la dispersión, por un lado, y el ocultamiento, por otro, se convirtieron en escollos
difíciles de superar y en muchos casos en obstáculos infranqueables.

Por eso la batalla de la liberación será larga y sembrada de dificultades y tropiezos.

Recordemos ahora las informaciones testificales que se habían encomendado al licenciado


Maluenda y al obispo Muros. Estas se llevaron desde luego a efecto, aunque se hayan perdido
posteriormente. Sabemos más: que el depositario de estas pesquisas fue el escribano de
cámara Luis del Castillo. A él las reclamaba, en 1499, el mensajero Rodrigo de Betanzos, con
objeto de presentarlas al Consejo real en defensa de la causa de los - aborígenes DLXXXIX.

De este momento inicial conocemos otro documento sumamente curioso: la carta de


seguro expedida por los Reyes Católicos el 10 de septiembre de 1499, para amparar al
guanche de las paces Juan Manuel, quien se había erigido en defensor de sus conterráneos.
Este indígena- denunció a los soberanos de Castilla «que él ha descubierto cómo algunos
grandes e otras personas de nuestros reynos, especialmente don Juan de Guzmán, duque de
Medina Sidonia..., e Alonso de Lugo... tenían... usurpados e ocultados muchos canarios,
faciéndose servir... de ellos, debiendo ser sus esclavos, injusta e no debidamente, porque diz
que los canarios naturales de las dichas yslas no son ni pueden ser esclavos, según lo que por
nos está asentado e capitulado con ellos...» <a.

DLXXXVIII Acuerdos del Cabildo de Tenerife. 1497-1501. Edición y estudio de ELIAS SERBA RÁFOLS, en la colección
«Fontes rerum Canariarum», tomo IV, La Laguna, 1949, páginas XI-XIV y 21.
DLXXXIX4Z RUMEU DE ABMAS: La política indigenista de Isabel la Católica, págs. 97 y 333-334 (documento 87).
410 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Ibid., págs. 97 y 334-335 (doc. 88):


APENDICE I

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El castillo de Simancas alberga entre sus recios muros una'documentación de excepcional importancia para la historia
de las islas Canarias. Perteneció a. la familia de .los almirantes de Castilla, integrándose posteriormente en el patrimonio
real. Los Reyes Católicos tomaron la iniciativa de convertirlo en archivo del Estado.
DIPLOMATARIO DE LAS CANCILLERIAS REALES DE CASTILLA
Y ARAGON

fi
1. Los documentos que eran inéditos en 1952 (al publicarse la obra Alonso de Lugo
en la corte de los Reyes Católicos) van señalados con un asterisco (*).
s
2. Los diplomas que eran inéditos en 1969 (al publicarse el libro La -política
indigenista d& Isabel la Católica) van destacados con dos asteriscos (**).
3. a Los documentos dados a conocer ahora por primera vez se distinguen con el
adjetivo inédita entre paréntesis.
a
4. La reproducción se ha hecho de acuerdo con las Nomos de transcripción y edición
de textos y documentos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1944.

La reina Isabel de Castilla da a conocer públicamente que «he mandado conquistar las yslas de
Tenerife e La Palma, que están en poder de infieles, e que para ello he enviado mis gentes e
capitanes que están en la dicha conquista...-» Se hace mención de este objetivo bélico en la carta de
perdón a los criminales del reino de Galicia que se alistasen a las órdenes de Pedro de Vera en las
huestes conquistadoras de Gran Canaria (inédito).

Valladolid, 17 de enero de 1481.

Doña Ysabel, por la gracia de Dios reyna de Castilla e de León, de Aragón e de


Segilia e de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Qerdeña, de
Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jahén, de los Algarbes, de Al- gesira, de Gibraltar,
condesa de Barcelona, señora de Viscaya e de Molina, duquesa de Athenas e de
Neopatria, condesa de Rosellón e de Qerdaña, marquesa de Oristán e de Goqiano. Al
príncipe don Juan, mi muy caro y amado hijo primogénito heredero destos mis reynos,
e a los infantes, perlados, duques, condes,
414 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

marqueses, ricosomes, maestres de las órdenes, priores, comendadores, subcomen-


dadores, alcaydes de los castillos e casas fuertes e llanas, e los del mi Consejo, oydores
de la mi Abdienqia, e al mi justicia mayor e sus lugarestenientes, e a los alcaydes e
otras justicias qualesquier de la mi casa e corte e Changillería, e a todos los
corregidores e asistentes e alcaydes, merinos e otras justicias qualesquier de todas las
Qibdades e villas e logares de los mis reynos e señoríos, e a cada uno de vos a quien
esta mi carta fuere mostrada, o el traslado signado de escrivano público, salud e gracia.
Sepades que después que yo mandé conquistar la ysla de la Gran Canaria, e por la
graqia de nuestro Señor se ganó e los infieles della se convirtieron a nuestra santa fee
católica, yo, entendiendo ser complidero e servicio de Dios e mío e en acrecentamiento
de nuestra santa fee católica, he mandado conquistar las yslas de Tenerife e La Palma,
que están en poder de infieles, e para ello he enbiado mis gentes e capitanes que están
en la dicha conquista; e porque las dichas yslas non se pueden ansy enteramente
acabar de ganar e redusir los infieles dellas a la dicha nuestra santa fee sin que aya de ir
e vaya más gente para la dicha conquista; e acatando quanto nuestro señor Dios sería
servido que los dichos infieles sean convertidos a la dicha nuestra santa fee o sean
lanzados de las dichas yslas; e porque a los reyes e príncipes pertenesqe proveer e
remediar lo semejante e usar de clemencia e piedad con sus súbditos y naturales,
especial con aquellos que han selo del servicio de Dios fueren a la dicha conquista; e
por quanto yo soy informada que en el reyno de Galizia ay algunas personas que han
fecho e cometido algunos delictos de diversas calidades e salteamientos de yglesias e
monasterios e otros excesos que se han fecho, por lo qual han caydo e incurrido en
diversas penas qeviles e cre- minales; e porque al presente yo non puedo ser informada
ni saber verdaderamente la calidad de los dichos delictos nin las penas que por ello
deben aver, las quales es mi merced e voluntad que sean en el servicio que fisieren los
dichos delinquentes en la conquista de las dichas yslas, syrviendo cada uno por su
persona o con la gente que fuere acordada. E confiando de vos don Fernando de
Acuña, del mi Consejo y mi justicia mayor en el dicho reyno de Galisia, que soys tal
persona que miraréys mi servicio e bien e fielmente faréys lo que por mí vos fuere
encomendado: por la presente, de mi propio motuo e Cierta sciencia e poderío real
absoluto, de que en esta parte como reyna e señora natural quiero usar e uso, e vos doy
poder e facultad para que vos podáys informar e informéys quién e quáles personas
son las que han fecho e cometido los dichos delictos, en los tiempos pasados fasta el día
de la data desta mi carta, de los vesinos e moradores de qualesquier qibdades e villas e
logares e valles e fregesías dese dicho reyno de Galizia; e podades concordar e
concordedes con ellos, e con cada uno dellos, que vayan a servir por sus personas a las
dichas yslas, e con quanta gente ayan de yr, e a su costa, al dicho servicio a la dicha
conquista de las dichas yslas, por el tiempo e tiempos que a vos bien visto fuere, con
tanto que non puedan ser menos de seys meses, contados desde el día que se.
presentaren ante Pedro de Vera, mi govemador e capitán de las dichas yslas, q apte.
Michel de Moxica, mi receptor en- ellas, fasta ser conplido el dicho tienpo;
DOCUMENTOS 415
e prometer e segurar en mi nonbre que las tales personas que asy syrvieren en las
dichas yslas (borrón) staren el dicho tiempo, a su costa como dicho es, se- gund e cómo
e con la gente que por vos el dicho don Fernando con ellos fuere asentada e concertada;
e mostrado la dicha concordia fecha por vos, firmada de vuestro nonbre e signada de
escrivano público, encorporada en ella el traslado desta mi carta e fee de los dichos
Pedro de Vera e Michel de Moxica de cómo se presentaron ante ellos e sirvieron el
dicho tiempo, se guarda el thenor e forma desta dicha mi carta: sean e serán por mí
perdonados de todos e qua- lesquier crímenes e excesos e delictos e robos e fuercas e
muertes de omes e salteamientos de caminos e quebrantamientos de yglesias e
monasterios e otros qualesquier delictos, que ayan fecho e cometido, del caso mayor al
menor in- clusyve, fasta el día de la data desta mi carta, excepto qualquier caso de tray-
C¡ón o delito de falsear moneda o falsedad fecho en nonbre de rey o de reyna o
delicio de sacar moneda o oro o plata destos mis reynos; e las quales dichas

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


personas, que ansy se concertaren con vos el dicho don Femando e sirvieren, a su
costa, los dichos términos que asy por vos fueren concertados o ygualados en la
dicha conquista de las dichas yslas, guardando el thenor y forma de la dicha
concordia, firmada de vos el dicho don Femando e signada, como dicho es, e
encorporada en ella esta dicha mi carta, e ansymismo fe de les dichos Pedro de
Vera e Michel de Moxica como se presentaron ante ellos e syrvieron el dicho
tiempo, a su costa, cunpliendo lo contenido en la dicha concordia de los dichos mi
propio motuo e cierta ciencia e poderío real absoluto, de que en esta parte como
reyna e señora quiero usar e uso, remito e perdono toda mi justicia cevil e creminal,
que por cabsa e rasón de los dichos delitos, por ellos fechos e cometidos fasta aquí
en qualquier manera, excepto todos los casos susodichos, conviene a saber:
qualquier caso de trayción e delito de falsear moneda i o falsear fecha de nonbre de rey
o de reyna, o delito de sacar moneda o oro o ;
Q
plata destos mis reynos, a todas las penas qeviles e creminales en que por ello
ayan caydo alqo e quito dellos e de cada uno dellos toda mácula e infamia, que por
haber fecho e cometido los tales crímenes e delitos o qualquier dellos ayan caydo
incurrido, excepto los casos susodichos, e los restituyr en toda su buena fama in
integrun, segund e en el punto e estado en que estaban antes que por ellos lo susodicho
fuese fecho e cometido. E por esta mi carta, o por su traslado signado, como dicho es,
mando a mi justicia mayor e a los alcades de la mi ■ casa y corte e Chancillería, e a
todos los otros corregidores e asistentes e alcaldes e merinos e otras justicias
qualesquier de todas las cibdades e villas e logares de los mis reynos e señoríos, que
agora son o serán de aquí adelante, que mostrando la dicha concordia fecha por vos el
dicho don Fernando, firmada de vuestro nonbre e signada de escrivano público, como
dicho es, seyendo en ella encorporada esta dicha mi carta e mostrando firmada de los
dichos Pedro de Vera e Michel de Moxica firmada e signada, como dicho es, de cómo
aquellos se. presentaron e sirvieron en las dichas yslas, los dichos tiempos, a su costa,
seguyendo el thenor e forma de la dicha concordia, los quales han de ser contados
desdp el día de la dicha, presentación fasta ser conplidos, les guai;deij. e fa
416 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

gan guardar este dicho perdón e remisión que yo fago en todo e por todo, según que en. él
se contiene, a las personas veqinos e moradores de qualesquier gibda- des e villas e
logares e feligresías e valles e cotos del dicho reyno de Galisia; e a cada uno dellos, que
asy sirvieron, e por cabsa e rasón de lo susodicho, los non maten, nin íieran, nin lisyen,
nin prendan, nin procedan contra ellos, nin contra sus bienes y herederos en cosa
alguna de su oficio, ni por petición de parte, ni del promotor fiscal, ni en otra manera
color que sea o ser pueda, excepto que solamente sean obligados, aviendo parte que los
demande, a la restitución gevil de los bienes que obieren tomado, sin pena alguna, non
enbar- gante qualesquier procesos e sentencias e encartamientos que contra ellos e
contra qualquier dellos sean fechos por qualesquier mis corregidores asistentes e otras
qualesquier justicias, ca yo por la presente lo reboco, caso e anulo, e lo he todo por
ninguno e de ningún valor e efecto; e quiero e mando que sea avida como si nunca
pasara; e que mando a las dichas mis justicias e cada una deltas del conocimiento dello;
e quiero que sin enbargo alguno este dicho perdón e remisión, que fago, en todo sea
guardado e conplido; e sy por rasón de los dichos delitos, contenidos en esta dicha mi
carta de perdón, algunos de los bienes de los que fisieron el dicho servigio estovieren
entrados e ocupados, por esta mi carta mando que, fecho el dicho servigio en la manera
que dicha es, le sean tornados e restituydos, sin costa alguna; e es mi merced e
voluntad que las tales personas, que ansy fueren faser el dicho servicio, non puedan ser
nin será procedido contra ellos ni contra sus bienes por rasón de los dichos delitos, que
asy por ellos fueron cometidos, durante el tiempo que estovieren en el dicho servicio
en las dichas yslas; e después de ser acabado el dicho servicio, les sea guardado este
dicho perdón, mostrando las dichas fees, en la manera que dicha es. Lo qual todo e
cada cosa e parte della quiero e mando se faga e cunpla, non enbargante las leyes que
el rey don Juan, que santa gloria aya, fiso e ordenó en las Cortes de Briviesca, en que se
contiene que las cartas e alvalaes de perdón non balgan, salvo si fueren escripias de
mano de mi escrivano de cámara e referendadas en las espaldas de dos del mi Consejo
o de letrados; e las leyes que disen que las cartas dadas contra ley, fuero o derecho
deben ser obedesgi- das e non cumplidas, e que los fueros o derechos valederos non
pueden ser derogados salvo por Cortes; e las leyes que disen que las cartas de perdón
han de yr expresados los delitos fechos por la persona a quien se da el perdón; e las
leyes que disen quel que una ves fuere perdonado, non puede gosar de otro perdón,
salvo si en la segunda carta fuere dicha mingión del primer perdón; nin otras
qualesquier leyes nin fueras, ordenamientos e premáticas gensiones de nuestros reynos
que en contrario désta sean; ca yo de mi cierta giengia, aviéndolo todo por inserto e
incorporado, como si de palabra a palabra aquí fuese puesto, dispenso con ellos; e
quiero y es mi merced que sin enbargo alguno este dicho perdón e remisión que yo
fago en todo valga e sea guardado; e mando a los del mi Consejo que, si necesario
fuere, den e libren mis cartas e sobrecartas deste dicho perdón a las personas que ansy
fisieren el dicho servigio, en la manera que dicha es; las quales mando a mi chanciller e
notario, que está a la
DOCUMENTOS 417
tabla de los mis sellos, que libren e pasen e sellen; e mando que las dichas mis justicias
que lo fagan ansy pregonar públicamente por las plagas e mercados e otros logares del
dicho reyno de Galisia, por que todos lo sepan. E los unos nin los otros non fagades nin
fagan ende al por alguna manera, so pena de la mi merged e de privaqión de los ofigios
e confiscagión de los bienes, de los que lo contrario fisieren, para la mi cámara; además
mando al orne que vos esta mi carta mostrare que los enplase que parescan ante mí en
la mi corte, do quier que yo estoviere, del día que los enplasare fasta quinse días
primeros siguientes, so la dicha pena; so la qual mando a qualquier escrivano público,
que para esto fuere llamado, que dé ende al que la mostrare testimonio signado con su
signo, por que yo sepa cómo se cunple mi mandado. Dada en la noble villa de
Valladolid, a diez e siete días de enero, año del nasgimiento de nuestro señor Ihesu
Christo de mili e quatrogientos e ochenta e un años. = Yo la Reyna.= Yo Femando
Alvares de Toledo, secretario de nuestra señora la reyna, la fise escrevir por su
mandado.=Registrada, doctor Diego Vasques, changiller. En la forma acordada.
=Federicus, doctor 1.

Carta de comisión a fray Antón Cruzado., custodio de Sevilla, de la orden de frailes menores
observantes, para que pudiese jirmar «.paces'» con los bandos indígenas de Tenerife y La Palma.
Murcia, 23 de julio de 1488.

Poder al custodia de Sevilla o a su comisario para entender en la conversyón de la


Grand Canaria.

Don Femando e doña Ysabel etc. Por quanto a nos es fecha relagión que los vecinos
e avitantes en las yslas de Tenerife e La Palma, conosgiendo el yerro, gentelidad e
ynfidelidad en que están, se quieren convertir a nuestra santa fe católica e estar a
nuestra obediengia, como súditos e naturales, pues que las dichas yslas son de nuestra
conquista; e a nos pertenesge proveer de personas que les maestren e enseñen e
enderegen las cosas de nuestra santa fe católica; e confiando de la vida e congiengia de
vos el devoto religioso frey Antón Cruzado, maestro en santa teología, de la borden de
san Frangisco de oservangia, custodio de la custodia de Sevilla, y de qualquier otro
custodio de la dicha custodia, y del comisario e que vos el dicho custodio para el dicho
cargo fuere nombrado, que soys tal que guardaréys el servigio de Dios y nuestro e con
toda deligengia entenderéys en la dicha conversión de los vecinos de las dichas yslas:
mandamos dar esta nuestra carta para vos. Por la qual vos damos poder cumplido para
que vos, o el comisario que por vos fuere nombrado, vades a las dichas yslas de
Tenerife y La Palma e a qualquier dellas, libre e seguramente, e a entender en la dicha
conversión de los vecinos de las dichas yslas, y los convertir a nuestra santa fe católica;
e trabajéys con ellos de los traer a nuestra obediencia, como lo deven estar nuestros
súditos e naturales; e para que podáys con ellos capitular e concertar e asentar las cosas
que a vos e a vuestro comisario paresqiere que más cumple a servicio de Dios e
1
A. S.: Registro del Sello. Fol. 194.
2
7
418 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

nuestro, e lo más prestamente que pudierdes los traer e convertir a nuestra santa fe
católica; e porque asy, ellos convertydos e tomados a nuestra santa fe católica, los
podáys asegurar e aseguréys: que por nuestros capitanes ni gentes de armas ni por
nuestro capitán ni capitanes de la Grand Canaria ni por Femand Peraqa ni por doña
Ynés, su madre, ni por sus gentes ni por otros ningunos ni algunos de nuestros súditos
y naturales no les serán fechos mal ni daño alguno. E para que cerca de lo susodicho
podades asentar e asentades todo lo que qerca de ello paresqiere a vos e a vuestro
comisario, lo qual vala e sea firme, como si por nos fuese asentado y mandado. Y
mandamos a los nuestros capitanes e gentes darmas, e a Pedro de Vera, nuestro
capitán de la Grand Canaria, e al dicho Femand Peraqa e a doña Ynés, su madre, e a
sus gentes e a nuestros capitanes de nuestra armada que guarden los seguros que vos
el dicho comisario dierdes por el tiempo e con las condiciones que les otorgades,
tomándose como dicho es los vecinos de las dichas yslas de La Palma e Tenerife
christianos, so aquellas penas en que caen los que quebrantan seguro puesto e dado
por su rey e reyna e señores naturales. Para lo qual todo que dicho es, con sus
ynqidenqias e dependencias, mergencias, anexidades e conexidades vos damos poder
cumplido por esta nuestra carta. E los unos ni los otros etc. Dada en la c¡bdad de
Murcia, a XXIII días de jullio, año mili e quatrogientos e ochenta e ocho años. — Yo el
Rey e Yo la Reyna.=Yo Alonso de Avila, secretario etc.=En forma acordada, Rodericus,
doctor 2.

Concesión particular a Alonso de Lugo de la mitad de los quintos de las pre sas efectuadas
ew la isla de Tenerife y costa do Berbería.

Valladolid, 13 de julio de 1492.

Don Femando y doña Ysabel etc. Por quanto vos Alonso de Lugo lleváys cargo
por nuestro mandado de conquistar la ysla de La Palma, que está en poder de
canarios ynfieles, e fue asentado con vos, por nuestro mandado avéys, que para las
costas y gastos que fiziéredes en la dicha conquista os aviamos de
2
A. S.: Registro del Sello. Fol. 220.
ANTONIO PÉREZ VOITORIEZ: Problemas jurídicos internacionales de la conquista de Canarias. La Laguna,
1958, págs. 242-243.
DOCUMENTOS 419
faser merced de la mitad de los quintos a nos pertenesgientes de las cosas que fueren
tomadas por vos (o por otras gentes que lleváredes para la dicha conquista o por las
fustas e navios que para ello lleváredes de qualesquier vecinos) de la ysla de Tenerife e
de qualesquier lugares de la Bervería. Por ende, por haser bien e merged a vos Alonso
de Lugo, en alguna enmienda de las costas e gastos que en la ysla de La Palma, que vos
lleváys a cargo por nuestro mandado, avéys de faser, por la presente vos fazemos
merged de la mitad de los quintos que a nos pertenesgen e nos avernos de aver de
qualesquier tomas e ca- valgadas que vos e las gentes que lleváredes o vuestros navios
e fustas para la dicha conquista tomaren de qualesquier vecinos de la ysla de Tenerife e
de qualesquier lugares de Berbería; e la otra mitad, de los otros quintos, es nuestra
merged e voluntad que vos el dicho Alonso de Lugo la recibáys e cobréys para en
quenta e parte de pago de las setecientas mili que nos vos avernos a dar para la

í. Biblioteca Unrvefsilaria. 200G


dicha conquista de La Palma; e sy caso fuere que la mitad de los dichos quintos
montare e valieren más de las dichas setecientas mili maravedís, que vos avernos a
dar por la dicha conquista, que seyendo pagado de la mitad de los quintos, a la
persona o personas a quien nos mandaremos. E por que se sepa lo que ansí regebís
e cobráys, mandamos que lo que ansí regibiéredes e cobráredes e a nos
pertenecieren de la mitad de los dichos quintos lo recibáys por ante escrivano público,
e dello tengáys cuenta e rasón, por que por virtud |
della se pueda saber e averiguar lo que por vos ansí fuere regebido; e si viére- i
mos que cunple a nuestro servigio embiar persona que esté presente al regebir |
e cobrar de los dichos quintos, que lo podades fazer. E por esta nuestra carta: |
mandamos a qualesquier capitanes e maestres e contramaestres e otras quales- |
quier personas, que vos fueren a la dicha conquista, que vos acudan e fagan í acudir
con los dichos quintos, que ansí a nos pertenecieren de las cavalgadas f
que ansí Asieren en la dicha ysla de Tenerife e de qualesquier lugares de la Ber- §
hería, e que tomen vuestra carta de pago, con las quales, e con el traslado de esta
nuestra carta, mandamos que les sean regebidos e pagados en cuenta, e que les non
sean pedidos nin demandados otra vez. E mandamos a los nuestros contadores
maiores e a sus ofigiales que ansy entren el traslado desta nuestra carta en los nuestros
libros, e vos sobrescriban e den e tomen el oreginal, por que por virtud della vos sea
acudido con los dichos quintos. E los unos ni los otros etc.
(con emplazamiento etc.). Dada en Valladolid, a XIII de jullio de XCII años.= Yo el Rey. =
Yo la Reyna.=Yo Ferrand Alvares. = Registrada, Rodericus, doctor «.

8
A. S.: Registro del Sello. Fol. 20.
DOMINIK JOSEF WOLFEL: La Curta romana y la Corona de España en la defensa de los aborígenes canarios, en
la revista «Anthropos», tomo XXV (año 1930), pág. 1063.
4
420 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Las Reyes Católicos, de acuerdo con las capitulaciones estipuladas con Alonso de Lugo,
conceden facultad al capitán conquistador para extraer de sus reinos, con exención de impuestos,
mil cahíces de trigo y harina, trescientos de cebada y dos mil quintales de bizcocho. Se señala
como limite para disfrutar de la franquicia el 15 de marzo de 14-94 (inédito).
Zaragoza, 24 de diciembre de 1493.

Alonso de Lugo. Merqed: que pueda sacar mili cahizes de trigo y CCC de gevada
y otros mantenimientos para la conquista de la ysla de Tenerife.

Don Femando e doña Ysabel, etc. Por quanto en la capitulación e asiento que, por
nuestro mandado, se fiso con Alonso de Lugo, nuestro govemador de la ysla de La
Palma, sobre la conquista de la ysla de Tenerife, de que nos les avernos mandado dar
cargo, se contiene: que le mandamos dar saca para mili cahises de trigo e arina e para
tresientos cahises de qevada e dos mili quintales de biscocho, que será menester para
el mantenimiento de la gente e bestias que oviere de yr con el dicho Alonso de Lugo
a faser la dicha conquista, para que lo pueda llevar a la dicha ysla, e non a otra parte,
franco de todos derechos. Por ende, nos, queriendo cunplir lo contenido en la dicha
capitulación, por la presente damos liqenqia e poder e facultad a vos el dicho Alonso
de Lugo, para que vos, o quien vuestro poder oviere, podades sacar de qualesquier
cibdades e villas e lugares de nuestros reygnos e señoríos los dichos mili cahizes de
trigo e tresientos cahizes de qevada e dos mili quintales de biscocho, e todas las otras
cosas que cargardes e ovierdes menester para la dicha armada de la dicha conquista
de Tenerife, francos de todos los derechos, con tanto que tengáys de término para la
saca de los dichos mantenimientos e otras cosas de aquí a mediado el mes de marco
primero que viene del año de mili e quatroqientos e noventa e quatro años e non
más. E por esta nuestra carta, o por su traslado sygnado de escrivano público,
mandamos a los concejos, corregidores, asystentes, alcaldes e alguasiles e otras
justicias de todas e qualesquier cibdades e villas e lugares de los nuestros reygnos y
señoríos e a la nuestra guarda mayor de la saca de pan asy (sic) del reygno de
Andaluzía e sus lugarestenientes, como a los arrendadores fieles e cogedores e
reqebtores e almoxarifes e otras personas que tienen o tovieren cargo de resebir a
recabdar qualesquier derechos de los dichos mantenimientos e cosas susodichas, que
son nescesarias para la dicha conquista, asy a los que agora Son como a los que serán
de aquí adelante: que vos consientan libremente sacar, de qualesquier de las dichas
ciudades e villas e lugares, los dichos mili cahises de trigo e tresientos cahises de
cavada e dos mili quintales de biscocho e todas las otras cosas que fuesen necesarias
para la dicha conquista, syn que dello ni de parte dello vos pidan ni demanden ni
lleven derecho ni otra cosa alguna, ni vos pongan ni consientan poner en la saca
dello enbargo ni contrario alguno, mas que libremente vos lo dexen sacar para la
dicha ysla
DOCUMENTOS 421
de Tenerife, segund dicho es; con tanto que los dichos mantenimientos e cosas, que asy
sacardes para la dicha conquista, ayáys de registrar e poner por es- cripto, ante la
persona que nos nombraremos e señalaremos e non en otra manera, por que no pueda
aver fraude ni engaño alguno en ello, e con tanto que non saquedes el dicho pan de
Sevilla ni de su tierra. E los irnos ni los otros non fagades nin fagan ende al, etc. Con
enplasamiento e pena de X.U. maravedís. Dada en la Qibdad de Qarago^a, a XXIIII
días del mes de disiembre año del nasgimiento de nuestro salvador Ihesu Cristo de
I.U.CCCCXCIII años. = Yo el Rey.=Yo la Reyna. = Yo Fernand Alvares de Toledo,
secretario del rey e de la reyna nuestros señores la fise escrivir por su mandado. =E1
comendador mayor. = El adelantado don Juan Chacón. = Rodrigo de Ulloa.= Conforme
a lo capitulado, Rodericus, dotor 4.

Biblioteca Unrvefsilaria. 200G


5

Caria, real de promesa de la gobernación de Tenerife en favor de Alonso de Lugo una vez
que fuese «conquistada la dicha ysla» (inédito).
Zaragoza, 28 de diciembre de 1493.

Alonso de Lugo. Merced de la govemagión de la ysla de Tenerife. |


Q
Don Femando e doña Ysabel, etc. Por quanto nos avernos dado cargo de |
la conquista de la ysla de Tenerife, ques de ynfieles, a vos Alonso de Lugo, |
nuestro govemador de la ysla de La Palma, segund se contiene en la capitu- ¡
lagión que cerca dello con vos se liso por nuestro mandado. Por ende, por la s
presente es nuestra merced que, seyendo conquistada la dicha ysla e redusyda 2
a nuestro servicio, vos el dicho Alonso de Lugo, dende en adelante, seades nuestro
govemador de la dicha ysla, e que tengades por nos e en nuestro nombre los oficios de
la justicia e juridigión qevil e criminal de la dicha ysla de Tene- rige, e usedes de los
dichos oficios por vos e por vuestros lugartenientes, ques nuestra merced que en los
dichos oficios podades poner e pongades e podades quitar e admover e poner otro o
otros en su lugar, cada que vos quisierdes e . entendierdes que cumple a nuestro
servicio e exección de nuestra justicia; e oyáys e libréys todos e qualesquier pleytos
geviles e creminales que en la dicha ysla se comentaren e movieren; e ayades e
Uevedes la quitación e todos los otros derechos al dicho oficio pertenecientes, e que por
rasón dél podades e devedes aver e llevar. E por esta nuestra carta mandamos al
consejo, regidores, cava- lleros, escuderos e oficiales e omes buenos de la dicha ysla de
Tenerife: .que juntos en su ayuntamiento o cabildo tomen e reciban de vos el dicho
Alonso de Lugo el juramento e solepnidad que en tal caso se requiere; el qual por vos
asy fecho, vos ayan e reciban e tengan por nuestro govemador de la dicha ysla

1
A. S.: Registro del Sello. Fol. 189.
422 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
e usen con vos e con los dichos vuestros lugartenientes, que vos en nuestro nombre
pusierdes en el dicho oficio; e en todo lo a él concerniente que vos re cudan e fagan
recudir con la quitación e derechos e salarios anexos e pertenecientes, e que en ello
impedimento alguno vos non pongan ni consientan poner; otrosy, vos dexen e
consyentan fazer todas e qualesquier pesquisas e cosas en los casos de derechos
permisos; e otrosy, que si vos vierdes que cumple a nuestro servicio e esecugión de
nuestra justicia que qualesquier cavalleros e personas que en la dicha villa estuvieren o
a ella vinieren salgan della e que no entren ni estén en ella, que vos lo podades mandar
e mandedes de nuestra parte, a las quales personas nos por la presente mandamos que
dentro de término, e so la pena e penas que vos de nuestra parte les pusierdes, salgan
della o no entren ni estén en ella so las dichas penas, las quales podamos executar en
las personas e bienes de los que reveldes e ynovedientes fueren e que para usar
del dicho oficio e conplir e executar la nuestra justicia los delinquentes todos se

1. Biblioteca Unrvefsilaria, 200G


junten e conformen con vos e vos den e fagan dar todo el favor e ayuda que les
pidierdes e ovierdes menester. Para lo qual todo que dicho es, e para cada cosa e
parte dello faser e conplir e esecutar, con todas sus yngidengias e dependencias e
mergencias, anexidades e conexidades, vos damos poder cumplido por esta
nuestra carta; e es nuestra merced que al tiempo que fuerdes resabidos al dicho
oficio tomen e regiban de vos las fiangas que la ley por nos fecha en las Cortes de
Toledo dispone e que faréys la resydengia que la dicha ley manda. E los unos ni los
otros non fagades ni fagan ende al, etc. Dada en la gibdad de Qaragoga, a XXVIII días
del mes de diziembre, año del nasgimiento del nuestro salvador Ihesu Christo de mili e
quatrogientos e noventa e tres años.= Yo el Rey. =Yo la Reyna. = Yo Femand Alvares de
Toledo, secretario del rey e la reyna nuestros señores, la fise escrevir por su mandado.
=E1 comendador i mayor. = Adelantado Juan Chacón. =Rodrigo de Ulloa.—Conforme a
lo capi- ? tulado.=Rodericus, dotar 5. °

Podar a Alonso de Lugo peerá que una vez conquistada la isla de Tenerife proceda a efectuar,
en unión de un comisionado regio, el repartimiento de sus tierras. Estaba prevista urna población
inicial de trescientos vecinos (inédito).

Zaragoza, 28 de diciembre de 1493.

Poder a Alonso de Lugo para que después de ganada la ysla de Tenerife faga el
repartymiento.
Don Femando e doña Ysabel, por la gragia de Dios rey e reyna, etc. Por quanto nos
avernos dado cargo a vos Alonso de Lugo para que por nos e en

5
A, S.: Registro del Sello. Fol. 52.
DOCUMENTOS 423
nuestro nombre conquistes la ysla de Tenerife, que está en poder de ynfieles, e la
fagáys redusyr a nuestro servicio e obediencia. Por ende, por la presente mandamos:
que, después que la dicha ysla sea conquistada a redusyda a nuestro servicio e
obediencia, que se pueble de tresientos vecinos; e que vos, juntamente con la persona o
personas que para ello por nos fueren nonbradas, repar- táys las tierras e
heredamientos de la dicha ysla por los dichos tresientos vecinos, de que es nuestra
merged que se pueble, dando a cada uno segund la calidad de la persona fuere; e que
las dichas personas, que así poblaren en la dicha ysla, sean obligadas de tener en ella su
casa poblada con su mujer e fijos por tiempo de ginco años, e que fasta ser cumplido
este tiempo no se pueden vender los heredamientos e bienes que asy les dierdes de
repartimiento; e que después de cumplido el dicho tiempo de los dichos ginco años,
cumpliendo la dicha ve- gindad, según e como dicho es, puedan disponer de los dichos
bienes, que así les fueron dados por repartimiento, como de cosa suya propia libre e
quita e desembargada; e dello les dedes sus cartas de vesyndad e donagión, firmadas
de vuestros nombres e del escrivano por ante quien pasare el dicho repartimiento, las
quales mandamos que valan e sean firmes, bien, asy e a tan cumplidamente como si
fuese firmada de nuestro nombre; e para que mejor vos, e la persona o personas que
asy por nos fueren nombradas para faser el dicho repartimiento, mandamos que ante
todas cosas fagáys escrivir en un libro todos los heredamientos que en la dicha ysla
oviere, e asy fecho fagáys el dicho re- partymiento por todos los veginos de la dicha
ysla, dando a cada uno segund que a vosotros bien visto fuere, dexando primeramente
alguna parte que a vos e a la dicha persona paregiere de los dichos heredamientos para
la fábrica de la yglesia o yglesias, que se fisyeren e edificaren en la dicha ysla de
Tenerife, e para propios de la dicha ysla, en el lugar que vosotros vierdes que sea más
combenible para ello. Para lo qual faser e cumplir, vos damos poder cumplido por esta
nuestra carta, con todas sus yngidengias e dependengias, emergengias, anexidades e
conexidades. E los unos ni los otros non fagades ni fagan ende al por alguna manera,
etc. Dada en la gibdad de Qaragoga, a veyntiocho días del mes de diziembre de mili e
quatrogientos e noventa e tres años. = Yo el Rey. ~ Yo la Reyna.=Yo Femand Alvares de
Toledo, secretario del rey e de la reyna nuestros señares, la fise escrevir por su
mandado. En las espaldas: El comendador mayor. = Adelantado don Juan Chacón. =
Rodrigo de Ulloa. Conforme a lo capitulado. =Rodericus, dotor e.
7

Orden para que Iñigo de Artieta, capitán general de la armada de Vizcaya, proceda a
transportar en los navios reales desde la metrópoli al archipiélago las tropas encargadas de la
conquista de Tenerife. Se señala como plazo límite de partida el 15 de marzo de 14-94-
(inédito).
Zaragoza, 29 de diciembre de 1493.

Ruy. Para que YSigo de Artieta pase gierta gente y mantenimientos a Canaria en
el armada.
Don Femando e doña Ysabel, etc. Fasemos saber a vos Yñigo de Artieta, capitán
6
A. S.: Registro del Sello Fol. 5ó.
424 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

general de la nuestra armada, que nos avernos encomendado e dado cargo de la


conquista de la ysla de Tenerife, ques de ynfieles, a Alonso de Lugo, nuestro'
govemador de la ysla de La Palma, en cierta forma contenida en el asyento que
qerca dello por nuestro mandado se fiso con él; en el qual se contiene que le aviamos
de mandar dar navios, desa dicha nuestra armada, en que pueda pasar, desos
nuestros reygnos a la dicha ysla de Tenerife, mili e quinientos peones e qiento de
cavallo, e de las yslas de Canaria, que están pobladas de christianos, cuatrocientos
peones e sesenta de cavallo, e asymismo mili cahi- zes de trigo e arina e tresientos
cahizes de qevada e dos mili quintales de vis- cocho, e todos los otros
mantenimientos e artilería e herramientas e bestias e otras cosas que son necesarias
para la dicha conquista, con tanto que sea de aquí a mediado el mes de margo
primero que vema del año de mili e quatro- cientos e noventa e quatro años;
resabiendo la carga dello en las barcas de los dichos vuestros navios, para que dellas
mismas lo descarguen en la dicha ysla de Tenerife, tomando lo que asy pasaren por
cuenta e dándogelo por cuenta, sin que en ello aya falta nin engaño alguno; e que
descargados los dichos navios, se puedan bolver donde nos les mandaremos; e que
desenbarcada la dicha gente en la dicha ysla de Tenerife, non se pueda sacar
ninguna delta para otra parte en los dichos navios de nuestra armada en todo el
tiempo que allí estoviere; e quel dicho Alonso de Lugo non sea obligado de pagar
cosa alguna por el dicho pasaje, según más largamente se contiene en la capitulación
que se fiso con el dicho Alonso de Lugo sobre la dicha conquista. E nos, queriendo
conplir lo contenido en la dicha capitulación, mandamos dar esta nuestra carta para
vos en la dicha rasón. Por la qual vos mandamos que, seyendo requerido por el
dicho Alonso de Lugo o por su parte, de aquí a mediado el dicho mes de margo
primero que verna, syn nos más requerir nin consultar nin esperar para ello otra
nuestra carta ni mandamiento, le fagáys pasar en los navios desa dicha nuestra
armada toda la dicha gente de cavallos e de pie e bestias e mantenimientos e artilería
e otras cosas de suso nonbradas e declaradas, rescibiéndolo en las barcas de la dicha
nuestra armada para lo poner en las dichas naves e descargándolo con ellas, e
fasyendo e cumpliendo lo que nos mandamos asentar con el dicho Alonso de Lugo
gerca del pasaje de todo ello, segund e por la mañera e forma que de suso se
contiene; syn que en ello nin en parte dello aya falta escusa nin ynpedimiento
alguno, por que asy cunple a nuestro servicio. E mandamos a los capitanes e otras
personas que tienen cargo de las fuerzas e navios de la dicha armada que fagan e
cunplan lo que vos el dicho Yfiigo de Arteyta les mandardes de nuestra parte qerca
de lo que dicho es, so las penas que les pusierdes. E los unos nin los otros non
fagades nin fagan ende al, etc. Dada en la qibdad de Qaragoqa, a veynte y ocho días
del mes de diziembre del año del nasqimiento de nuestro salvador Ihesu Christo de
mili e quatrogientos e noventa e tres años. = Yo el Rey. = Yo la Reyna.=Yo Fernán
Alvares de Toledo, secretario del rey e de la reyna nuestros señores, la fise escrevir
por su mandado. Va escrito sobre raydo una raya de manera que son cahises de
trigo e harina. Señaladas con los nonbres siguientes: El comendador mayor. = Ade-
lantado Juan Chacón.=Rodrigo de Ulloa. Conforme a lo capitulado.=Rodericus,
dotar 7.
DOCUMENTOS 425
8

Comisión real al asistente de Sevilla conde de Cifuentes para que se informe de la captura
hecha, en abierta violación de lo convenido, de guanches de «las paces» (inédito**).
Zaragoza, 30 de diciembre de 1493.

Comisyón al conde de Qifuentes: sobre los canarios que troxeron de Tenerife


giertos vecinos de Santa María del Puerto.
Don Femando e doña Ysabel, etc. A vos don Juan de Sylva, conde de Qí- fuentes,
nuestro alferes mayor e asystente de la gibdad de Sevilla, o a quien vuestro poder
oviere para lo que en esta nuestra carta será contenido, salud e gragia. Sepades que a
nos es fecha relación que giertos vesynos de la villa de Santa María del Puerto fueron a
la ysla de Tenerife, e que en ella tomaron e catyvaron algunos canarios que se disen de
las pazes, que tienen nuestro seguro, e asymismo tomaron e robaron gierta archilla,
que heran de los dichos canarios de las pazes que tenían cogido; e que como quiera que
por su parte fueron . avysados que heran de las pazes e que tenían nuestro seguro, e
sobre ello fueron requeridos que los soltasen e delibrasen e tomasen e restituyesen la
dicha orchi- Ila, e lo non quisyeron faser, antes dis que los troxeron a la dicha villa de
Santa María del Puerto e a otras partes e a esa Andaluzía e los vendieron e fisyeron
dellos e de la dicha orchilla lo que quesyeron e por bien tuvieron; e porque nos
queremos que a los dichos canarios, que se disen de las pases, se les guarde el dicho
nuestro seguro entera e conplidamente, e non regiban agravio ni daño alguno,
confiando de vos que soys tal persona que guardaréys nuestro servicio e el derecho de
las partes e bien e fiel e deligentemente faréys lo que por nos os
fuere mandado e encomendado, acordamos de vos encomendar e cometer, e por la
presente vos encomendamos e cometemos, el dicho negocio. E para ello mandamos dar
esta nuestra carta para vos, o para quien el dicho vuestro poder oviere, en la dicha
rasón. Por la qual vos mandamos: que luego veades o en- biedes a la dicha villa de
Santa María del Puerto e a otras partes que vierdes que cunple, e fagades pesquisa e
enquisyqión, por quantas partes e maneras mejor e más conplidamente la pudierdes
faser, quién e quales personas, vesynos de la dicha villa de Santa María del Puerto o de
otras partes algunas, fueron en prender e cativar los dichos canarios de la dicha ysla de
Tenerife, que se disen de las pases, que asy tienen el dicho nuestro seguro, e tomaron e
robaron la dicha urchilla; e a los que hallardes en ello ser culpantes, prendedles los
cuerpos e les secrestados todos sus bienes muebles e rayses en poder de buenas per-
sonas llanas e abonadas e contyosas, e non acudades con ellos ni con cosa alguna ni
parte dellos a persona alguna syn nuestra liqenqia e especial mandado, e a ellos
tengades presos a buen recabdo, fasta tanto que mandemos proveer sobre ello lo que
de justicia se deve faser; e a los dichos canarios de las dichas pazes, que por la dicha
pesquisa fallardes que fueron presos e catyvados e tray- dos a esa dicha Andaluzía, los
tomedes de poder de qualquier o de qualesquier personas en cuyo poder los fallardes,
e los dedes e entreguedes luego a Alonso de Lugo, nuestro govemador de la dicha ysla,
para que los tome e buelva a ella e sean libres, como lo heran de antes, e los
conpradores dellos fagades e admi- nistredes, conplimiento de justicia qerca del precio
7
A. S.: Registro del Sello. Fol. 51.
426 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

que por ellos dieron; e la pesquisa que qerca de lo susodicho se fisyere, fyrmada de
vuestro nombre o de quien el dicho vuestro poder oviere e synado de escrivano ante
quien el dicho negocio pasare, e serrada e sellada en manera que faga fe, la traygades o
en- biedes ante nos, para que nos la mandemos ver e proveer en ello lo que devamos
de justicia. E por esta dicha nuestra carta mandamos a qualesquier personas, de quien
ovierdes de ser ynformado e saber la verdad cerca de lo susodicho, vengan e parescan
ante vos, o ante quien el dicho vuestro poder oviere, e fagan juramento en forma de
derecho, e digan sus dichos y dipusyqiones a los plasos o so las penas que les
pusyerdes o les fisierdes poner de nuestra parte; las quales nos por la presente les
ponemos e avernos por puestas; e vos damos poder e facultad para las esecutar en los
tales culpantes e en sus bienes; e sy para faser e conplir e esecutar lo susodicho, e cada
una cosa e parte dello, menester ovierdes favor e ayuda, por esta nuestra dicha carta
mandamos a todos los concejos e justicias, asy de la dicha villa del Puerto de Santa
María como de otras qualesquier partes, qibdades e villas e lugares de su comarca, que
para ello fueren requeridos, que vos lo den e fagan dar, e que en ello ni en cosa alguna
ni parte dello enbargo ni contrario alguno vos non pongan ni consyentan ni poner.
Para lo qual todo lo que dicho es, e para una cosa e parte dello con todas sus
ynqidenqias y dependencias, emerjenqias e anexidades e conexidades, vos damos
poder conplido por esta dicha nuestra carta. E los unos nin a los otros non fagades
ende al por alguna manera, so pena de la nuestra merced e de dies mili maravedís para
la dicha nuestra cámara a cada uno que lo contrario
DOCUMENTOS 427
fisyere; e demás mandamos al orne que vos esta nuestra carta mostrare que vos
enplase que parescades ante nos en la nuestra corte, doquier que nos seamos, del día
que vos enplasare fasta quinse días primeros syguientes, so la dicha pena; so la qual
mandamos a qualquier escrivano, que para ello fuere llamado, que dé ende testimonio
synado con su sygno, por que nos sepamos en cómo se cunple nuestro mandado. Dada
en la gibdad de Qaragoqa, a treynta días del mes de disyembre, año de mili e
quatroqientos e noventa e quatro años. = Yo el Rey. — Yo la Reyna.=Yo Ferrand
Alvares de Toledo, secretario del rey e de la reyna nuestros señores, la fys escrevir por
su mandado.
Comisyón en forma al conde de Qifuentes: sobre los canarios de la pas que dis que
tomaron en Tenerife los de Santa María del Puerto.
[Al margen:] Fue enbiada por Sus Altezas, porque les toca por el seguro que
mandaran 8.

Carta de comisión del Consejo real dirigida ál gobernador de Gran Canaria para que
administre justicia al vecino de Las Palmas Ibone de Armas. El actor se querella contra el
pesquisidor Francisco Maldonado por causa de las extorsiones de que fue víctima en 1492 en
diversas entradas que tuvieron por escenario las islas de La Palma y Tenerife (inédito).
VaHadolid, 24 de enero de 1494.

Ybome de Armas. Comisyón.


Don Femando e doña Ysabel, etc. A vos el que es o fuere nuestro govemador o jues
de resydenqia de la ysla de la Gran Canaria, salud y graqia. Sepades que Ybome de
Armas, vezino del Real de Las Palmas, que es en esta dicha ysla, nos fizo relación por
petición, que ante nos en el nuestro Consejo presentó, diziendo: que se querellava de
Francisco Maldonado, nuestro pesquesydor desta dicha ysla, que diz que podría aver
dos años, poco más o menos, que el dicho pesquesidor diz que enbió tres navios a La
Palma e a Tenerife a saltear; e que . él diz que fue por capitán de un navio, por
mandado del dicho pesquesidor, e fizieron presas en las dichas yslas, y estando en La
Palma diz que les faltó Jas bituallas y él diz que se bolvió; y él, con su liqenqia, se tomó
a saltear, y diz que buscó bituallas, y diz que fueron con él qinquenta onbres en el
dicho navio, e diz que a su cargo, e tomaron treynta canarios, e diz que vinieron con los
dichos canarios a la dicha ysla de la Gran Canaria, donde quintaron al dicho
pesquesidor; e el restante diz que lo tomó e ocupó e dio sus partes a los otros, e treze
mili e quinientos maravedís, que le vinieron de su parte, como quiera que muchas
vezes dis que fue requerido para que ge los diese, diz que

nunca lo quiso fazer, e diz que porque no avía venido a donde estava para que él le
fesiese parte del armada; lo qual claramente diz que era injusto y en nuestro deservicio,
y asimismo diziendo que él traxo, por mandado del dicho pes- quesidor, que él traxo
8
A. S.: Registro del Sello. Fol. 50.
428 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
dozientos quintales de urchilla, por mandado del dicho pesquesidor, e porque non
sabía bolver secretamente a sacar urchilla, para que él diz que enbiase a otras partes,
sin que viniese a la dicha ysla de la Gran Canaria donde toda la urchilla que se sacase
avía de venir e darse cuenta della, a quien e como por nos está mandado, diz que
detuvo en su poder la parte de los dichos quintales que le cabían, que eran ochenta
quintales, e diz que fasta oy los tiene e a fecho dellos lo que a querido, en lo cual si así
pasase él regebi- ría mucho agravio e daño; e nos suplicó e pidió por merged que sobre
ello le mandásemos proveer de remedio con justigia, mandando al dicho pesquesidor
le tomase e resumiese los dichos treze mili e quinientos maravedís e los dichos ochenta
quintales de orchilla, con más las costas e daños que a esta causa se le an fecho, e que
sobre ello le proveyésemos de remedio con justigia, e como la nuestra merged fuese. E
nos tovímoslo por bien, e confiando de vos que soys tal que guardaréys nuestro
servigio e la justigia de las partes, a bien e real diligentemente faréys lo que por nos os
fuere encomendado e cometido, es nuestra merged de vos encomendar e cometer lo
susodicho; e por la presente, vos lo encomendamos e cometemos, por que vos
mandamos que luego veades lo susodicho, e llamadas e oydas las partes a quien atañe
lo más brevemente e syn dilagión que ser pueda, sinplemente e de plano, sin escrépitu
e figura de juyzio, solamente la verdad sabida, libredes e determinedes en lo
sobredicho lo que fallardes por fuero e por derecho, por vuestra sentengia o sentengias,
asy ynter- locutorias como definitivas; la qual e las quales, e el mandamiento o manda-
mientos que en la dicha rasón dierdes e pronungiáredes, llevedes e fagades llevar a
pura e devida esecugión con efecto quanto e como con fuero e con derecho devades; e
mandamos a las dichas partes a quien atañe e a otras qualesquier personas de quien
entendiéredes ser ynformado que vengan e parescan ante vos a vuestros llamamientos
e enplasamientos, a los plasos e so las penas que vos de nuestra parte les pusyéredes,
las quales nos por la presente les ponemos e avernos por puestas. Para lo qual, con sus
yngidengias e dependengias, anexidades e conexidades, vos damos poder conplido. E
non fagades ende al. Dada en Valladolid, XXIIII de enero de I.U.CCGCXCIIII años.—
Don Alvaro. = El doctor de Alcoger.=Ligengiado de Yllescas.—El ligengiado
Malpartyda 9.

y
A. S.: Registro del Sello. Fol. 81.
DOCUMENTOS 429

10

Lope de Solazar concierta paces con él bando indígena de Anaga, en la isla de- Tenerife. El
negociador se queja de los despojos de que ha sido víctima por parte del pesquisidor de la isla de
Gran Canaria Francisco Maldonado.

Valladolid, 24 de enero de 1494.

Lope de Salazar.—Comisyón.
Don Femando e doña Ysabel, etc. A vos el govemador o juez de residencia que es o
fuere de la ysla de la Gran Canaria, salud e gracia. Sepades que Lope de Salazar,
vesyno del Real de Las Palmas, que es en la dicha isla, nos hizo relación por su petición
que ante nos en el nuestro Consejo presentó diziendo: que Francisco Maldonado,
nuestro pesquisydor en la dicha ysla, le avía hecho muchos agravios e ynjusticias,
especialmente que podía aver año e medio, poco más o menos, que por su mandado él
fue a Tenerife al vando de Anaga, a concertar pazes entre la dicha ysla e el dicho
vando de Anaga; e que la paz se avía concertado en cierta forma, que era que los de la
dicha ysla pudiesen saltear e cativar qualesquiera canarios que afuera de los dichos
mojones que entre ellos fueron limitados se tomasen, si fuesen de los otros vandos e
dentro de los dichos límites; asimismo y que podría aver seys meses, poco más o
menos, quél avía ydo a saltear, e que tomó fuera de los dichos límites tres canarios del
giand rey, el qual tiene la dicha isla por enemigo e contrario sin tener con él
consideración alguna de paz, e dis que los dichos canarios pudieron ser tomados
dentro de los dichos límites, pues no eran del vando de Anaga, e dis quel dicho
pesquisidor los consintió vender; e que estando él rescatando los dichos tres canarios,
quel dicho pesquisidor enbió a Rodrigo Maldonado, su alcalde, en un calanbre con
hasta treinta ombres de armada, para que lo prendiese, disiendo quél por lo susodicho
avía quebrantado la paz; e que como lo sintió e fue ynformado de su yntención que se
fue por otra parte a la dicha villa de Las Palmas, donde el dicho pesquisidor estava, e
se avía entrado en una yglesia porque de hecho o de contra derecho no procedieran
contra él a pena de muerte e que asy lo avía dicho; e dis que en la dicha yglesia le hizo
sacar con hasta treinta onbres, e que estando en ella le mandó pregonar como
quebrantador de paz, no seyendo así; e quel alguasil, por su mandado, le tomó los
dichos esclavos, quel avía dentro de la ysla e todos los otros hiso que tenía fuera, fuera
de la dicha ysla, e que los tenía secrestados; e que para pagar la conansa, quél avía
armado para le prender, él avía vendido un esclavo suyo negro por doze mili e
quinientos maravedíes. E dis, que por los grandes agravios quel dicho pesquisidor le
avía hecho, dio ocasión a que secretamente se saliese de la dicha ysla, e viniese a
nuestra corte a pedir conplimiento de justicia. Por ende, que nos suplicava e pedía por
merced sobre ello le proveyésemos de remedio con justicia, mandando alqar la
secrestación de los dichos bienes e mandando se lo res
430 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

tituir, e condenásemos al dicho pesquisidor en los dichos doze mili e


quinientos maravedíes e en todas las costas e daños que a esta cabsa
se; le avía recrescido. E que a su noticia era venido que, después que
salió de la dicha ysla, el dicho pesquesidor mandava vender los dichos
sus bienes, avía vendido de sus bienes una caravela, que podía valer
cinquenta mili maravedíes, e una yunta de bueyes e doze vacas; e dis
que a cabsa de vender el dicho navio avía perdido qien mili maravedíes,
poco más o menos, e en lo qual él rescibía mucho agravio e daño.
Asimismo nos suplicó cerca dello le mandásemos proveer de remedio
con justicia, o como la nuestra merced fuese. E nos tovímoslo por bien:
confiando de vos que soys tal que guardaréys nuestro servicio e la
justicia a las partes, bien e fiel e diligentemente faréys lo que por nos
vos fuese encomendado e cometido, es nuestra merced de vos
encomendar e cometer lo susodicho, e por la presente vos lo
encomendamos e cometemos. Por que vos mandamos que veades lo
susodicho, e llamadas e oídas las partes a quien atañe, lo más
brevemente e syn dilación que ser pueda synplemente, de plano, syn
escrépitu e figura de juysio, solamente la verdad sabida, libredes e
determinedes sobre ello lo que hallardes por derecho, por vuestra
sentencia o sentencias así ynterlocu- torias como definitivas; la qual e
las quales, e el mandamiento o mandamientos que en la dicha rasón
dierdes e pronunqiáredes llevedes e fagades llevar a devida esecuqión
con efecto quanto e como con fuero e con derecho devades. E
mandamos a las partes a quien atañe, e a otras qualesquier personas
de que entendiéredes ser informado, que vengan e parescan ante vos a
vuestros llamamientos e enplasamientos a los plasos e so las penas
que vos de nuestra parte les ponemos e daremos por puestas. Para lo
qual con sus yncidenqias e dependencias, anexidades e conexidades
vos damos poder conplído por esta nuestra carta. E no fagades ende al.
Dada en la noble villa de Valladolid, a veinte e quatro días del mes de
enero del nasqimiento de nuestro salvador Ihesu Christo de mili e
quatrocientos e noventa e quatro años.=Don Albaro.=Joh armes, do-
tor.=Liqenqiatus de Illescas.=Franqiscus, liqenqiatus.=E yo Alonso del
Mármol, etc.DXC.

11

Párrafos de la carta del secretario Hernando de Zafra a los Reyes Católicos, con
pormenores sobre la utilización de la armada de Vizcaya en la proyectada expedición
conquistadora de Tenerife (inédito).
Granada, 12 de febrero de 1494.

DXC A. S.: Registro del Sella. Fol. 84.


DOCUMENTOS 431

Escribo esto a Vuestras Altezas, que como quiera que tenían mandado que esta
armada fuese a Tenerife, hanlo por tan dificultoso todos los que en ello

j Del documenta, los autores, □igitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
432 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

hablan, y tienen tantos inconvenientes como el arzobispo a


Vuestras Altezas escribió, que creo que des que Vuestras Altezas lo
hayan mandado ver mandarán mudar consejo, y si desto que tengo
dicho Vuestras Altezas fueren servidos, esta armada ha de estar
aparejada para en fin de abril, y Dios queriendo podrán ir a ver e
tentar lo uno y lo otro, y como antes tengo dicho espero en Dios que
se hará mucho, y cuando non se hiciere nada, lo que Dios no quiera,
non se aventura costa ni gasto ninguno más del que ordinariamente
Vuestras Altezas gastan en su armada, que esto sin esto o con esto
se gasta, y es imposible que, Dios mediante, que non se haga muy
mucho.

Las vidas e muy real estado de Vuestras Altezas guarde, prospere e acres- ciente
Nuestro Señor con muchos más reinos e señoríos a su servicio como Vuestras
Altezas lo desean. De Granada, a 12 de hebrero DXCI.

□jgjtelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


12

Carta de Iñigo de Artieta, capitán generad de la armada, dirigida a Hernando de Zafra,


secretario de Femando e Isabel, oponiendo sus reparos a la orden de transportar el ejército
conquistador de Tenerife (inédito).

Cádiz, 28 de febrero de 1494.


Sobre apresto de navios.
I Muy virtuoso señor: ;

A los veinte e tres del presente llegué aquí, y luego hice el inventario de los
aparejos e pertrechos e armas de la carraca, el cual envío a vuestra merced ju rado e
firmado de mi nombre, y en él van la jarcia y cables, todo cuanto agora traje de Sevilla,
según que vuestra merced quiso que (roto) si otra cosa en esto manda, que por servicio
del rey e de la reina nuestros señores (roto) de hacer; todo lo que Sus Altezas enviaron
mandar estoy para compli (roto) ora espero la venida de los contadores. El gobernador
Alonso de Lugo en (roto) me hizo un requirimiento, cuyo traslado envío a vuestra
merced. Por mi parte le fue respondido, todo lo que cumplía al servicio de Sus Altezas;
pero antes quél me hiciese el requirimiento con un día, envíe la nao de Loyola e de
Antón Pérez de Leyzola, e a María Galant para el Puerto de Santa María, para que en él
estuviese, rescibiendo lo que en ellas quería cargar, aunque non era obligado a las
enviar, sino porque en esto me parescía que non había inconvinieñte, antes Sus Altezas
eran en ello servidos, y porque también si Sus Altezas man-

DXCI A. S.: Mar y Tierra, leg. 1.315.


DOCUMENTOS 433

dasen que todavía fuese el armada, algo- para el efecto estoviere hecho, y no
paresciere otra cosa, salvo poner en obra lo que Sus Altezas enviasen mandar.
Agora me parece que cae el dicho Alonso de Lugo que más haría por él haber
otras naos que las del annada, mayormente las grandes, y sobresto ha querido
enviar a Sus Altezas e yo también he escrito sobrello. Con mucho deseo espero lo
que en esto Sus Altezas enviaran a mandar. Pídoos, señor, por merced, que luego
en sabiendo lo uno o lo otro me lo mande hacer saber, por que aquello se ponga en
obra. Pídoos, señor, por merced, quiera escribir sobre los cien mil maravedís del
doctor de ViUalón. La pólvora de Ecija aún no se ha traído, porque según la poca
que hay en la armada y el artillería grande que trae non bastarán tres tiros a cada
lombarda los veinte quintales que en Ecija nos mandasteis dar. Por ende, señor,
para bastecer lo que cumple, es necesario haber otros veinte quintales: plágaos,
señor, de lo mandar librar para que todo se traya junto. Otra cosa non sé que
escriba a vuestra merced, salvo que Nuestro Señor guarde la muy noble

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


persona e casa de vuestra merced. De la bahía de Cádiz, a 28 de febrero de 94.
A lo que, señor, vuestra merced mandare. = Iñigo de Artieta.
Sobre: Al muy virtuoso señor el señor Femando de Zafra, secretario del
Consejo del rey e de la reina nuestros señores DXCII DXCIII.

13

Misiva de los Reyes Católicos a Alonso de Lugo encareciéndole que acepte i la


colaboración económica de doña Beatriz de Bobadilla en la conquista de Te- | nerita
(inédito). I

Medina del Campo, 29 de marzo de 1494. “

El Rey e la Reyna.
Alonso de Lugo, nuestro govemador de la ysla de Palma, dízennos que avéys
de dar parte de la conquista de la ysla de Tenerife a algunas personas; sy asy es,
avremos plaser que dedes parte a doña Beatriz de Bovadilla antes que a otro. De
Medina del Canpo, a XXIX de margo de XCIIII años M.

DXCII A. S.: Mar y Tierra, leg. 1.315.


DXCIII A, S.: Libros de cédulas de la Cámara. Núm. 1, fol. 23 v.9
DOCUMENTOS 434
14

Orden real prorrogcmdo par diez meses más el plaza inicial concedida a Alonso de Lugo,
por idéntico período de tiempo, para dar remate a las operaciones de conquista de la isla de
Tenerife (inédito).
[Madrid], 8 de noviembre de 1494.

El Rey e la Reyna.
Por quanto en el asiento que por nuestro mandado se tomó con Alonso de
Lugo sobre la conquista de la ysla de Tenerife, que es ima de las Canarias, se
asentó que dentro de diez meses contados desde el día que desenbarcase en la
dicha ysla la diese ganada; lo qual, por algunos justos ynpedimentos, dis que lo
no a podido haser, e nuestra merced e voluntad es que la dicha conquista se
continúe. Por la presente prorrogamos el dicho término de los dichos diez meses
para lo susodicho por otros dies meses conplidos, contados desde el día que se
fenecieren los otros dies meses primeros. De lo qual mandamos dar la presente,
firmada de nuestros nombres e fecha a VIII de noviembre de XCIIII años.= Yo el
Rey. = Yo la Reyna DXCIV.

15

Carta de Fernando e Isabel a doña Inés Peraza, señora de Lanzarote y Fuer- teventura,
encareciéndole el alistamiento de sus vasallos en las huestes conquistadoras de Tenerife. Se
admite la participación de «foraxidos» (inédito)
Madrid, 8 de noviembre de 1494.

El Rey e la Reyna.
Doña Ynés Perada: Ya sabéys lo que vos ovimos escrito rogándovos y en-
cargándovos que diésedes a Alonso de Lugo toda la gente y favor y ayuda que
pudiésedes para la conquista de la ysla Tenerife, de quél tiene cargo: y porque
agora dis que la ha más menester, y todavía tiene el dicho cargo que nos se le
prorrogamos, nos vos mandamos y encargamos le fagáys dar toda la gente de
cavallo e de pie e foraxidos que podáys, como por cosa de nuestro servicio. En lo
qual mucho plaser e servicio nos faréis. Dada en Madrid, a VIII de Noviembre de
XCIIII años. = Yo el Rey. = Yo la Reyna DXCV.

DXCIV A. S.: Libros de cédulas de la Cámara. Núm. 1, fol. 195.


DXCV Ibid.
2
8
435 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

16

Misiva de los Reyes Católicos a doña Beatriz de Bobadilla, señora tutriz de La Gomera y El
Hierro, con el encargo expresa de alistar a sus vasallos en las huestes conquistadoras de
Tenerife (inédito).
Madrid, 8 de noviembre de 1494.

El Rey e la Reyna.
Deña Beatrís de Bovadilla: Ya sabéys lo que vos ovimos escrito rogándovos y
encargándovos que diésedes a Alonso de Lugo toda la gente, favor e ayuda que
pudiésedes para la conquista de la ysla de Tenerife, de que él tiene cargo; y
porque agora diz que la ha más menester, y todavía tiene el dicho cargo que
nos se le prorrogamos, nos vos mandamos y encargamos le fagáys dar toda la

i. Digitelizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


gente de cavallo e pie y favor y ayuda que podáys como por cosa de nuestro
servicio. En lo qual mucho plaser e servicio nos haréis. De Madrid, a ocho de
noviembre de XCIIII años.=Yo el Rey.=Yo la Reynaie.

17

Incitativa del Consejo real, a petición de Andrés Fernández Sillero y con sortes, en la
reclamación de los bienes de Benito de Arévalo, vecino de Telde, que resultó muerta en un
asalto llevado a cabo en la isla de Tenerife. La expedición se había verificado en 1491
(inédito). |
Madrid, 25 de noviembre de 1494. |

Andrés Ferrandes Syllero. Ynqitativa.


Don Femando e doña Ysabel, etc. A vos el que es o fuere nuestro governa- dor o
jues de resyden^ia de la ysla de la Grand Canaria, salud e graqia. Sepa- des que
Andrés Ferrandes Syllero, vecino de la qibdad de Baeqa, por sy y en nombre de
Redro Gonqales, cardador, e de María, sus hermanos legítimos, herederos que dis
que son de Benito de Arévalo, su hermano defunto, nos ñso relación por su
petición, que ante nos en el nuestro Consejo presentó, disiendo: que puede aver tres
años, poco más o menos, quel dicho Benito de Arévalo falleció desta presente vida,
el qual dis que fue muerto en nuestro servicio en una armada que fiso para la ysla
de Tenerife; y que al tienpo que fallesgió dexó muchos bienes muebles e raíses en la
villa de Telde, ques en la dicha ysla, adonde era vesino, e que algunos dellos fueron
depositados por el govemador de la dicha isla para sus herederos; y nos suplicó e
pidió por merced, para sy
la
A. S.: Libros de cédulas de la Cántara. Nútn. 1, fol. 195 v.s
436 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

y en los dichos nombres, que sobre ello le proveyésemos de remedio con justicia,
mandándovos que syn ningund dilación le fuesen entregados todos los dichos bienes
muebles e raíses e debdas e sueldos quel dicho Benito de Arévalo, su hermano, dexó al
tienpo de su fin, para que él e los dichos sus hermanos, como sus legítimos herederos,
los oviesen e heredasen, pues querían e acepta- van su herencia o como la nuestra
merced fuese. Y nos tovímoslo por bien: por que vos mandamos que veades lo
susodicho, e llamadas e oydas las partes a quien atañe, breve e sumariamente, syn dar
lugar a luengas ni dilaciones de malicia-, fagades e administredes al dicho Andrés
Ferrandes Syllero y a los dichos sus hermanos entero conplimiento de justicia, en
manera que la ayan e alcancen, e por defecto della non tengan cabsa ni rasón de se nos
más venir ni enbiar a quexar sobrello. E non fagades ende al por alguna manera, so
pena de la nuestra merced e de dies mili maravedís para la nuestra cámara; e demás
mandamos al orne, que vos esta nuestra carta mostrare, que vos enplase que
parescades ante nos en la nuestra corte, doquier que nos seamos del día que vos
enplasare a quinse días primeros syguientes, so la dicha pena; so la qual mandamos a
qualquier escrivano público, que para esto fuere llamado, que dé ende al que ge la
mostrare testimonio sygnado con su sygno, por que nos sepamos cómo se cunple
nuestro mandado. Dada en la villa de Madrid, a veinte e cinco días del mes de
noviembre, año del nascimiento de nuestro salvador Ihesu Chris- to de mili e
quatrocientos e noventa e quatro años. — Don Alvaro. =Iohanes, doctor. = Andreas,
doctor. = Gundisalvus, licenciatus.=Filipus, doctor. = Yo Al- fon del Mármol, escrivano
de cámara del rey e de la reyna nuestros señores, la fis escrevir por su mandado, con
acuerdo de los del su Consejo 17.

18

Carta real de amparo y concesión de mercedes en beneficio de los hijos del adalid Gonzalo de
Buendía, fallecido en las operaciones de la conquista de Tenerife (inédito).
Madrid, 26 de febrero de 1495.

Hijos de Gonzalo de Buendía.


Licencia para haser una venta.
Don Ferrando e doña Ysabel, etc. Por quanto Goncalo de Buendía, nuestro adalid,
ya defunto, nos avía fecho relación diziendo: que en el camino que va de la villa de
Quesada a la cibdad de Baca ay (blanco) leguas de despoblado e que los caminantes que
por allí pasan reciben mucha pena e detrimento, por no tener a do alvergarse en todo
aquel camino, de manera que ay mucha necesydad de una venta. Por ende, que nos
suplicava e pedía por mer-
437 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

17
A. S.: Registro del Sello. Fol. 293.
438 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS

qed, que pues es cosa tan necesaria para aquella tierra e Dios, nuestro señor, es en
ello servido, le diésemos ligenqia e facultad para poder faser e hedificar la dicha
venta, para tener en ella todas las cosas necesarias a los caminantes que por allí
pasan e para que fallen en que se puedan reparar e alvergar, o como la nuestra
merqed fuese. E nos acatando ser cosa tan necesaria e ser Dios, nuestro señor,
servido en que aya la dicha venta, por que en ella los caminantes fallen en que se
puedan reparar e alvergar; por le faser bien e merqed, en remuneración de los
muchos e buenos servicios que nos avía fecho, toví- moslo por bien o ovímosle
fecho la dicha merqed. E porque agora el dicho Gonzalo de Buendía murió en la
ysla de Tenerife, en nuestro servicio, por la presente damos ligenqia e facultad a los
fijos legítimos que quedaron del dicho Gonzalo de Buendía para que ellos puedan
faser e hedificar la dicha venta, en el término de los Hinojares en la cabera de
Tunilla, que es como va de la villa de Quesada a la dicha qibdad de Baga, e

Biblioteca Unrveisilaria, 200G


vender en ella todas las cosas necesarias para los caminantes que por ella
pasan. E otrosy fasemos merqed a los dichos sus hijos de dies fanegadas de
tierras a la redonda en el término de la dicha venta, la qual dicha venta e dies
fanegadas de tierras los dichos sus fijos del
dicho Gonzalo de Buendía e sus herederos e subgesores, agora e en todo
tiempo | para syenpre jamás, puedan arrendar e vender e dar e donar e trocar e
canbiar | e enajenar e faser d’ello e en ello como de cosa suya propia libre e
desexnbar- S
gada e toda su voluntad, con tanto que non la vendan ni enagenen en poder |
de persona poderosa nin de yglesia nin monasterio nin persona de religión y syn |
nuestra espegial ligenqia e mandado. E por esta nuestra carta mandamos a qua- °
lesquier nuestras justigias, asy de la dicha gibdad de Baga e villa de Quesada |
como de todas las otras gibdades e villas e logares de los nuestros reinos e seño ríos
e a otras qualesquier personas, que les guarden e cumplan e fagan guardar | e
complir esta dicha merqed que nos les fasemos, e que contra el thenor e forma ;
d’ella les non vayan nin pasen nin consyentan yr nin pasar en tiempo alguno “
nin por alguna manera. E los unos nin los otros non fagades nin fagan ende al por
alguna manera, so pena de la nuestra merqed e de dies mili maravedís para la
nuestra cámara a cada uno por quien fincare de lo asy faser e complir; e demás
mandamos al orne, que vos esta nuestra carta mostrare, que vos enplase que
parescades ante nos en la nuestra corte, doquier que nos seamos del día que vos
enplasare fasta quinse días primeros syguientes so la dicha pena; so la qual
mandamos a qualquier escrivano público, que para esto fuere llamado, que dé
ende al que vos la mostrare, testimonio signado con su sygno, por que nos se-
pamos en cómo se cumple nuestro mandado. Dada en la villa de Madrid, a veynte
e seys días del mes de febrero, año del nasqimiento de nuestro salvador Ihesu
Christo de mili e quatroqientos e noventa e qinco años. = Yo el Rey. = Yo la Reyna.
= Yo Juan de la Parra, secretario del rey e de la reyna nuestros señores, la fiz
escrevir por su mandado. Acordada en forma.=Rodericus, dotar18.

18
A. S.: Registro del Selle. Fol. 8.
DOCUMENTOS 439

19

Carta de comisión del Consejo real al gobernador de Gran Canaria para que admimstrase
justicia a los vecinos de Palos Diego y Cristóbal Garrido, cuya nao había naufragado en las
operaciones preliminares de la conquista de Tenerife (inédito).
Madrid, ... febrero de 1495.

Diego Garrido e Christóval Garrido.


Comisión.
Don Femando e doña Ysabel, etc. A vos el nuestro govemador de la Grand
Canaria, salud e grapa. Sepades que Diego Garrido e Christóval Garrido, vecinos

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


de la villa de Palos, nos fizieron relación por su petición, deziendo: que este
verano pasado, yendo con un navio llamado Garrida e con qierta ropa de Mateo
Viñán, como capitán que era de dicho navio, en conpañía de Alonso de Lugo e de
otros conpañeros suyos genoveses, que yban para la conquista de Tenerife en
vuestro servicio; y estando ya qerca de dicha ysla, y podiendo yr de día a ella, los
sobredichos de un acuerdo de amarrar de día las velas, por que los canarios no
viesen, para fazer salto en ella; y luego, en anocheciendo, diz que alearon todas
las velas para fazer el salto que a ellos cunplía, y yendo su viaje, a causa que
enteramente no sabían los puertos, el qual dicho su navio entró en una peña e se
perdió, de manera que ellos quedaron perdydos e syn
nyngún remedio; e como quiera que de aqueste saltos, que fizieron, sacaron s
giento e quarenta esclavos e XX mili caveqas de ganado, e como quiera que |
ellos les dixieron que les secrestarían de aquella cavalgada, non lo an fecho ni j
querido fazer; los qual diz que están en la dicha Tenerife, e que no an podido g
alcanzar con ellos conplimiento de justicia; e no[s] suplicó e pidyó por merced Cerca
d’ello, con remedyo de justicia, les proveyésemos como la nuestra fuese. E nos
tovímoslo por vien; e confiando de vos que soys tal persona que guarda- réys nuestro
servicio e el derecho a cada una de las partes, e vien e fyelmente faréys lo que por nos
vos fuera encomendado e cometido, es nuestra merced e voluntad de vos
encomendar e cometer, e por la presente vos encomendamos e cometemos, lo
susodicho: por que vos mandamos que luego veades lo susodicho, e llamadas e
oydas las partes a quien atañe, brevemente e syn dilación que ser pueda, non dando
lugar a luengas nin dilaciones de malicia, salvo solamente la verdad sabida, fagades e
administredes conplimiento de justicia por vuestra sentencia o sentencias asy
ynlocutorias (sic) como difinitivas; las quales, el mandamiento o mandamientos que
la dicha razón dyerdes e pronun- ciardes llegades e fagades llegar a pura e devida
execución con efecto, quanto e como con fuero e con derecho devades; e mandamos a
las partes a quien lo susodicho toca e atañe e a otras qualesquier personas que para
ellos deven ser llamados e vengan e parescan ante vos a vuestros llamamientos e
enplazamíen- tos e enplazamientos (sic), a los plazos e so las penas que vos de nuestra
parte
440 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

les pusyerdes o mandardes poner, las quales nos por la presente les ponemos e
abemos por puestas. Para lo qual todo que dicho es e para cada una cosa e par te
d'ello, vos damos poder conplido por esta nuestra carta, con todas sus yngi-
dengias e dependencias, emergengias, anexidades e conexidades. E non fagades
ende hal. Dada en la villa de Madrid, a {blanco) días del mes de {blanco), año del
nasgimiento de nuestro señor Ihesu Christo de mili e quatrogientos e nobenta e
gínco años.=Don Alvaro. =Johannes, episcopus astoricensis. — Anto- ninus,
dotor.=Gundysalvus, ligengiatus. =Felipus, dotor. — Johannes, ligengiatus. =Yo
Luys del Castillo, etc. w.

20

© Del documenta, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000
Alonso de Lugo y los socios armadores de- la conquista de Tenerife gestionan y
obtienen exención del derecho de alcdbálas para las ventas de esclavos guanches que
arribaban a la metrópoli, &n paridad con las cabalgadas en tierra de moros (inédito**).
Madrid, 4 de marzo de 1495.

Alonso de Lugo y otros ginoveses. Ynserta una ley del quademo.


Don Femando e doña Ysabel, por la gragia de Dios rey e reyna de Castilla,
de León y de Aragón, etc. A los corregidores, asystentes, alcaldes, alguasyles y
otras justigias qualesquier de todas las gibdades y villas e logares de los nues-
tros reynos y señoríos, e a cada uno de vos en vuestros lugares e juridigiones, y
a qualesquier nuestros arrendadores y desmeros y recabdadores y portadgue-
ros de los puertos destos nuestros reynos y señoríos y de otras personas
quales- quier a quien toca y ataña lo en esta nuestra carta contenido, salud y
gragia. Sepades que Alonso de Lugo, nuestro capitán de la conquista de la ysla
de Tenerife, y Niculido Angelat y Guillelmo Blanco y Frangisco Palomar y
Mateo Viña, armadores de la dicha armada y conquista de Tenerife, nos fisieron
rela- gión por su petigión que ante nos en nuestro Consejo fue presentada
diziendo: que ellos e los cavalléros y peones que están en dicha conquista enbían
a estas dichas gibdades y villas algunos esclavos y cabtyvos de la dicha ysla, de
los quales caben de sus partes, a vender o para sus casas, e que en esas dichas
gibdades e villas e logares e puertos les pedís y demandáys derechos, asy de la
entrada como de la venta dellos, y dis que les ponéys demandas e enbargos a los
dichos esclavos y bienes dellos, disiéndovos los dichos arrendadores que estos
cabtyvos non son de tierra de moros ni son moros y que son obligados a pagar
derechos, porque para de tal armada y conquista no se entiende la ley del
nuestro quaderno, salvo a las cavalgadas que se hasen en tierra de moros; y que
siendo la dicha armada e conquista fecha por nuestro mandado, y seyendo ynfie-
les y pagando quinto como se pagava, aviendo de pagar otros derechos de pri-
mera ystangia, como les demandávades vos los dichos arrendadores, ellos serían
19
A. S.: Registro del Sello. Fol. 133.
DOCUMENTOS 441
muy agraviados y recibirían mucho daño. Por ende, que nos suplicavan y pedían
por merged que sobre ello les proveyésemos, mandando guardar la dicha ley de
nuestro quademo que sobre las dichas cavalgadas disponía o como la nuestra
merged fuese. Lo qual visto en el nuestro Consejo y con nos consultado fue
acordado que devíamos mandar dar esta nuestra carta para vosotros y cada uno
de vos en la dicha rasón, ynserta en ella la dicha ley, su thenor de la qual es este
que sigue:
«Otrosí es nuestra merged que non se pague alcavala alguna de los dichos
cabtyvos y de los ganados y otras cosas qualesquier que qualesquier personas,
asy de cavallo como de pie, sacaren de tierra de moros, en tienpo de guerra, y las
vendieren en estos nuestros reynos, de la primera venta que dellos hisieren Jos
tales cavalleros y peones, o otros por ellos después de sacado y puesto en salvo.»
Y nos tovímoslo por bien: por que vos mandamos, a todos y a cada uno de
vos, en vuestros lugares y juridigiones, que veades la dicha ley, que de suso va
encorporada, e la guardedes y cunplades y fagades guardar y conplir en todo y
por todo, sygund que en ella se contiene, asy en lo que toca a los dichos esclavos
y cabtyvos, que los susodichos enbiaren a vender o para sus casas de los de la
ysla de Tenerife, como sy fuesen de cavalgadas que se hisiesen en tierra de
moros; por quanto nuestra merged y voluntad es que asy se entienda la dicha
ley, en quanto toca a los cabtyvos desta conquista; y mandamos que por ello non
se faga descuento alguno a vos los dichos arrendadores e contra el thenor y
forma de la dicha ley non vades ni pasedes ni consintades yr ni pasar en tiempo
alguno ni por ninguna manera. E los unos nin los otros non fagades ni fagan
ende al por alguna manera, so pena de nuestra merged y de dos mili maravedís
para la nuestra cámara a cada uno por quien fincare de lo asy fazer y conplir, y
más mandamos al orne que vos esta nuestra carta mostrare que vos enplaze que
parescades ante nos en la nuestra corte, a doquier que nos seamos del día que
vos enplasare a quinse días primeros syguientes, so la dicha pena; so la qual
mandamos a qualquier escrivano público, que para esto fuere llamado, que dé
ende al que vos la mostrare testimonio sygnado con su sygno, por que nos
sepamos en cómo se cunple nuestro mandado. Dada en la villa de Madrid, a
quatro días del mes de margo, año del nasgimiento del nuestro salvador Ihesu
Christo de mili y quatrogientos y noventa y ginco años20.

20
A. S.: Registro del Sello. Fol. 37.
442 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

21

Los escuderos y peones que habían participado en la primera entrada y más tarde en la
construcción y defensa de las torres, cuando la fase inicial del se» gundo desembarco,
reclaman sus sueldos al capitán conquistador Alonso de Lugo. Carta de comisión a Alonso
Fajardo, gobernador de Gran Canaria, para que les administre rentero compümiento de
justicia* (inédito)
Tortosa, 20 de enero de 1496.

Alonso Fajardo, govemador de Canaria. Sueldo de peones. Comisión al go-


bernador Alfonso Fajardo sobre el sueldo que Alonso de Lugo deve a giertos
escuderos y peones, que fueron en la conquista de la ysla de Tenerife.
Don Femando e doña Ysabel, etc. A vos el bachiller Alonso Fajardo, nuestro
govemador en la ysla de la Grand Canaria, salud e gragia. Sepades que por parte
de los escuderos e peones que fueron con Alfonso de Lugo a la conquista de la
ysla de Tenerife nos fue fecha relación disyendo: quellos fueron, en nuestro
servicio, con el dicho Alonso de Lugo, e que la primera vez e después otras
muchas en la dicha conquista se hallaron con él, donde diz que fueron muertos
muchos dellos e robados e feridos; e se fueron a la ysla de la Grand Canaria, para
allí se reparar fasta LX de cavallo e tresyentos peones; e quel dicho Alonso de
Lugo les rogó, pues que en ello usasen temor de Dios e nuestro, que se fuesen
con él a la dicha ysla de Tenerife a faser dos fortalesas; e que ellos, por nos servir
e por los juramentos e promesas quel dicho Alonso de Lugo les fiso que serian
pagados e satisfechos, e se bolvieron e fueron con él; e que estovieron travajando
en las dichas fortalesas e en la villa que se fase, peleando e fasyendo la guerra a
los canarios, donde diz que fueron muertos los más dellos; e que el dicho Alonso
de Lugo dis que no les ha querido pagar cosa alguna del dicho servicio, aunque
por su parte a seydo requerido muchas veses, poniendo a ello sus escusas e
dilaciones; e que a cabsa dello andan des- truydos e perdidos, pidiendo por
Dios, e soplicándonos e pidiéndonos por merced les mandásemos remediar con
justicia, o como la nuestra merged fuese. E nos tovímoslo por bien; e confyando
de vos que soys tal persona que guardaréys nuestro servicio y el derecho de las
partes, e con diligengia faréys lo que por nos vos fuere encomendado e
mandado, nuestra merged e voluntad es de vos encomendar e cometer. E por la
presente vos encomendamos e cometemos, el dicho negogio o cabsa: por que vos
mandamos que llamadas e oydas las partes a quien toca e atañe lo susodicho,
breve e sumariamente, syn dar lugar a luengas ni dilagiones de maligia,
solamente savida la verdad, syn pleito e costas, fagades e administredes entero
complimiento de justigia a los dichos escuderos y peones, por manera que, por
falta della, no tengan causa ni razón de se nos venir más a quexar sobre ello; e
mandamos a las personas a quien toca e atañe lo susodicho, e a qualesquier otras
personas que para ello devían ser llamadas e de quien entendierdes de ser
ynformados, que vengan e parescan ante vos a vuestros llamamientos e
DOCUMENTOS 443
emplasamientos, a los plasos e so las penas que les pusyerdes, etc. Ca para todo
ello, con sus yngidengias, etc., vos damos poder complido. Dada en la gibdad de
Tortosa, XX de enero año del nasgi- miento de nuestro señor Ihesu Christo de
mili e quatrogientos e noventa e seys años.=Yo el Rey.=Yo la Reyna.=Yo Juan de
la Parra, etc. Acordada. = Rodericus 21.

22

Provisión del Consejo real para que el gobernador de Gran Canaria Alonso Fajardo
resuelva en derecho sobre el débito de seiscientos mi maravedíes que doña Inés Peraza,
señora de Lanzarote, reclamaba a Alonso de Lugo, gobernador de Tenerife (inédito).
Morón, 29 de mayo de 1496.

Doña Ynés de Peraza. Comisyón.


Don Femando e doña Ysabel, etc. A vos el bachiller Alonso Fajardo, nuestro
govemador de la Gran Canaria, salud e gragia. Sepades que doña Ynés Perada,
vesina de la gibdad de Sevilla, nos hiso relación por su petigión, que ante nos en
el nuestro Consejo presentó, disiendo: que Alonso de Lugo, govemador ques de
las yslas de Canaria e Tenerife, dis que le deve y es obligado a pagar seysgientas
mili maravedís; las quales dis que como quier que por su parte muchas vezes ha
seydo requerido el dicho Alonso de Lugo que ge los dé e pague, que lo non ha
querido nin quiere faser, poniendo a ello sus escusas y dilaciones indevidas, en lo
que dis que ella ha resgebido mucho agravio e daño; e nos suplicó e pidió por
merged que sobre ello proveyésemos, mandando al dicho Alonso de Lugo que
luego Je diese e pagase las dichas seysgientas mili maravedís, o como la nuestra
merged fuese. E nos tuvímoslo por bien; e confiando de vos que soys tal persona
que guardaréys nuestro servicio e el derecho de las partes, e bien e fiel e
diligentemente faréys lo que por nos vos fuese encomendado e cometido, es
nuestra merged e voluntad de vos lo encomendar e cometer lo susodicho; e por la
presente vos lo encomendamos e cometemos. Por que . vos mandamos: que luego
veades lo susodicho, e llamadas e oydas las partes a quien atañe, lo más
brevemente e syn dilación que ser pueda, syn estrépitu nin figura de juigio,
solamente la verdad sabida, libredes e determinedes en ello lo que fallardes por
fuero e por derecho, por vuestra sentencia o sentencias asy ynterlocutorias como
definitivas; la qual e las quales, e el mandamiento o mandamientos que en la
dicha razón dierdes e pronunciardes, llevedes e fagades llevar a pura e devida
execugión, con efecto quanto e como con fuero e con derecho devades; e
mandamos a las partes a quien toca e atañe e a otras quales- quier personas, de
quien entendiéredes ser ynformado e mejor saber la verdad

21
A. S.: Registro del Sello. Fol. 23.
444 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
cerca de lo susodicho, que vengan e parescan ante vos a vuestros llamamientos e
enplazamientos, a los piases e so las penas que vos de nuestra parte les pusierdes
o ynviardes poner, las quales nos por la presente les ponemos e avernos por
puestas. Para lo qual todo lo que dicho es, vos damos poder conplido por esta
nuestra carta, con todas sus ynqidentpas, dependencias, anexidades e
conexidades. E non fagades ende al por alguna manera, so pena de la nuestra
merced e de dies mili maravedís para la nuestra cámara. Dada en la villa de
Morón, a veinte e nueve dyas del mes de mayo del año del nasqimiento de nues-
tro salvador Ihesu Christo de mili e quatroqientos e noventa e seys años.=
Johannes, episcopus astoriqensis.=Johannes, doctor. = Andrés, doctor. =Fran-
ciscus, li<jenQÍatus.=Petrus, doctor.=Ego Alonso del Mármol, escrivano de cá-
mara, etc. 22.

23

Francisco Gorvalán reclama de Alonso de Lugo el salario que le correspondía como


criado y conquistador por tiempo de cuatro años y medio de servicios, más cierta cantidad en
metálico «que avía gastado... en cosas a él necesarias e cumplideras». Incitativa del Consejo
real para que las autoridades dél reino, y de manera particular las de Sevilla, le
administrasen «entero conplimiento de justicia-» (inédito).
Soria, 23 de julio de 1496.

Franqisco Gorvalán. Ynqitativa.


Don Femando e doña Ysabel, etc. A todos los corregidores, asystentes, al- •
caldes e juezes e justicias qualesquier, ansy de la c¡t>dad de Sevilla como de todas
las otras cibdades e villas e logares de los nuestros regnos e señoríos, e a cada uno e
qualesquier de vos a quien esta nuestra carta fuere mostrada, salud e gragia.
Sepades que Francisco Gorvalán, vecino de la dicha cibdad de Sevilla, nos fizo
relaqión, etc., diziendo: que ha que bive con el govemador Alonso de Lugo quatro
años e medio, por que le diese por cada un año nueve mili maravedís de salario,
que montan quarenta mili e quinientos maravedís, según paresce por un
conosqimiento, firmado de su nonbre e de ciertos testigos, que ante nos hizo
presentación; e diz que le devía más el dicho govemador otros quinze mili
maravedís que él diz que avía gastado, por él y por su mandado, en cosas a él
necesarias e conplideras, según que paresia por una carta cuenta que él tenía; e que
como quiera que por él muchas veces por él le avían seydo pedidos todos los
dichos maravedís, que nunca los avia querido pagar nin parte alguna dellos, en lo
qual diz quél avía resabido e resqibía mucho agravio e daño; e nos suplicó e pidió
por merced que sobre ello proveyésemos, mandándole dar nuestra carta para
qualesquier personas que algunas contías de maravedíes le deviesen, que las
toviesen enbargados en sy, fasta quél fuese pagado, de lo que ansy el dicho
22
A. S.: Registro del Sello. Fol. 30.
DOCUMENTOS 445
govemador Alonso de Lugo le devía, o como la nuestra merced fuese. E nos
tovímoslo por bien: por que vos mandamos a todos e a cada uno de vos en
vuestros logares e juredipones que luego veades lo susodicho, e llamadas e oydas
las partes a quien toca e atañe, breve e sumariamente, non dando lugar a luengas
nin dilaciones de malicia, solamente la verdad sabida, fagades e administrados al
dicho Francisco Gorvalán entero conplimiento de justicia; por manera que la él aya
e alcance, e por virtud della non tenga causa nin razón de se nos más venir ni
enbiar a quexar sobre ello. E los irnos nin los otros, etc. Dada en Soria, a veynte e
tres días de jullio de noventa y seys años.=Johannes, episcopus astoricensis. =
Johannes, doctor. =Gundisalvus, licenciatus.=Petras, doctor. = Yo Alonso del
Mármol, etc. 28.

24

Incitativa del Consejo real dirigida al alcalde del Puerto de Santa María para que
resolviese en justicia la reclamación de Francisco Gorvalán. Este protestaba de la incautación
de seis esclavos guanches por parte de los socios armadores, que le habían sido donados por
Alonso de Lugo en pago de sus servicias «e de qierta harina que llevó para la conquista»
(inédito).

Soria, 23 de julio de 1496.

Francisco Gorvalán.
Don Femando e doña Ysabel, etc. A todos los corregidores, asistentes, alcaldes
e otros juezes e justicias qualesquier, así de la villa de Puerto de Santa María como
de todas las otras cibdades e villas e lugares de nuestros reynos e señoríos, e a
cada uno e qualquier de vos a quien esta nuestra carta fuere mostrada, salud e
gracia. Sepades que Francisco Gorvalán, vecino de la c¡bdad de Sevilla, nos hizo
relación, etc., diziendo: quél fue a la conquista de la ysla de Tenerife con el
govemador Alonso de Lugo, e diz que estuvo en ella hasta que se ganó e bolvió
con él a Castilla; e diz que ovo de su cavallería e cavalgadas e de cierta harina que
llevó para la conquista seys piecas de esclavos y esclavas; y como salió con ellos
en el Puerto de Santa María, diz que los dichos esclavos le fueron enbargados por
vos, la justicia de la dicha villa, a pedimiento de Guillelmo de Blanco e de Niculao
Angelato, mercadero, diziendo quél los avía robado en la conquista e que les
pertenescía a ellos, porque tenían parte en la dicha conquista; e diz que non
enbargante que muchas vezes pidió los di
chos esclavos, a vos las dichas justicias, e os mostró un testimonio firmado del
alcalde e del escrivano de la dicha ysla de cómo él los avía ávido por la razón que
susodicho tenía, nunca ge los quisistes dar nin desenbargar; e como vido que se
perdían los dichos esclavos y esclavas, diz que pidió, a vos las dichas justicias de
n
A. S.: Registro del Sello. Fol. 33.
DOCUMENTOS 446
la dicha villa, que los vendiésedes e pusiésedes el dinero en depósito, hasta tanto
que por nos fuese mandado lo que sobre ello se fiziese; e diz que vosotros los
vendistes los ginco dellos y el dinero dellos pusistes en depósito, y quel dicho
Guillelmo de Blanco tomó él uno dellos e lo vendió y tomó el dinero e se
aprovechó dello, y que nunca ge lo ha querido dar; en lo qual diz que él ha
resgebido e resgebe mucho agravio e daño, e nos suplicó e pidió por merged que
sobre ello proveyésemos, mandándole dar todo el dinero, porque se avían
vendido los dichos esclavos, pues eran suyos, e como la nuestra merged fuese. E
nos tovímoslo por bien: por que vos mandamos a todos e a cada uno de vos en
vuestros lugares e juridigiones que luego veades lo susodicho, e llamadas e oydas
las partes a quien toca, breve e sumariamente, non dando lugar a luengas nin
delagiones de maligia, solamente la verdad sabida, fagades e administrades al
dicho Francisco Gorvalán entero conplimiento de justigia; por manera que la él
aya e alcange e por defecto dello non tenga cabsa nin razón de se nos más venir
nin enbiar a quexar sobre ello. E los irnos nin los otros, etc. Dada en la gibdad de
Soria, a veynte e tres días del mes de jullio de noventa e seys años, etc. =E1 obispo
de Astorga.=El dotor de Alcoqer, etc.= El ligengíado de Yllescas, etc. =E1 doctor de
Oropesa. =Yo Alfonso del Mármol, etc. 24. DXCVI

DXCVI

Fernando de Aragón concede al embajador de Venecia Francesco Capello él titulo de


conde de Rosas de los Caníbales. En la carta de privilegio se hace expresa mención del
obsequio a la Señoría de uno de los nueve reyes de la isla de Tenerife.
Gerona, 1 de septiembre de 1496.

Francisci Capelli, veneti, oratoris ad dóminos Regem et Reginam nostros.


Pateat vniuersis quod nos Ferdinandus, Dei gratia Rex Castellao, Aragonum,
Legionis, Sicilie, Granatae, Toleti, Valentiae, Galletiae, Maioricarum, Ispalis,
Sardiniae, Cordubae, Corsice, Murcia, etc. Cum virtus nobilitatem pariat et pia-
res honoris et dignitatum gradus ex nobilitate sepenumero proficiscantur, ob id
ad nos mérito attinere putamus vt eos, qui natura et moribus nobilitatem ipsam
sunt iam consecuti, ad maiores alias et clariones dignitates erigamus, presertim
cum illorum officia taha mereri videntur. Recolentes igitur memoria vos nobilem
magnificum et dilectum consiliarium nostrum. Franciscum Capellum, equitem,
n
A. S.: Registro del Sello. Fol. 33.
DOCUMENTOS 447

illustrissimi Dominii venetorum apud nos oratorem clarissimum, multa memo- rata
digna in hac legatione vestra nobis officia et obsequia exhibuisse et presti- tisse, ob
que ad aliquem extollendum honorem dignum mérito censeremus, prop- terea vos
equitem superioribus diebus facientes, debida militiae insignia vobis duximus
conferenda. At quia vos tanta prudentia, sagacitate et sollicitudine continuo
perseuerastis in talibus exhibendis atque prestandis offíciis, quod ne- dum nobis et
illustrissimo ducali Dominio venetorum, verunetiam vniuersae Sanc- tissimae et
Serenissimae Ligae et confederationi nostrae summam vtilitatem et commodum
hactenus attalerunt ac sunt deinde aljatara, placuit nobis, subacta in deditionem
nostram Tanarifae ínsula, que ínter alias nostras Canarie Ínsulas vna ex
prestantioribus annumeratur, vnum ex nouem regulis, iure belli captis, quos ex ipsa
Tanarifae Ínsula captiuos nobis attalerunt, digniorem, vobis dono daré, non tamen
vt vnius reguli muñere vos honestaremus, sed etiam vt amorem nostrum et
beniuolentiam, quibus excellentem rempublicam venetam proseque- mur, qunctis
vberius ostenderemus. Nunc vero, recensentes preclara vestra obsequia et officia,
maxima animi integritate, prudentia adque sapientia, in dies ad acta multo maiora,
id est quam amplissimam a nobis mercedem mérito desi- derare et expectare
debere, vos propterea decorare voluimus infrascripto comital! honore et dignitate,
adeo vt aliquia par vestris meritis a nobis remunerado tribuatur.
Quapropter, cum plures sint insule Athlanticae, per Columbum, classis nos- trae
prefectura, in Océano mari nostrae ditioni subactae, quae vulgariter insulae
indianae vocantar, mota nostro proprio decrevimus insignibus et titulo comitis
insulae de Rosas siue Cannivaliae vos decorare,, extollere et honestare; preser- tim
cum nobis cedat ad gloriara preclaros et sapientes viros, vobis símiles, ad debita
honoris et dignitatis fastigia sublimare, et eisdem nostra latera muñiré atque ornare.
Igitar cum presentí charta nostra, cunctis et perpetras temporibus valitura, insulam
predictam de Rosas siue Cannivaliam ad nomen et dignitatem comitatas erigimus,
vosque dictum Franciscum Capellum et successores vestros, ex legittimo
matrimonio procreatis et procreandos per rectam lineam, singulatim adque
gradatim, a vobis, ut dictum est, legittime descendentes, de nostrae regiae potestatis
plenitudine ad Comiten et Comités ipsius insulae de Rosas siue Can- niualiae
promouemos; et exinde imperpetuum dicimus, nunciamus, nominamus et
intitulamus, dicique nunciari, nominar! et intitulari deinde volumus, concedi- mus
et decernimus, in quibuscumque priuilegiis, chartis, instrranentis, actis,
prouisionibus, litteris et aliis scripturis, tam nostris tamquam publicis et priua- tis,
quam aliis quibuscumque, in quibus vos et dictos succesores vestros singulatim
atque gradatim, a vobis, vt dictum est, legittime descendentes, opportae- rit scribi et
nominará. Volentes et concedentes quod vos, et ipsi succesores vestri, tam in vexillis
ferendis, quam in ómnibus aliis et singulis ad hunc titu- lum comitalem
competentibus et competeré debentibus, gaudeatis et vtamini et gaudere ac vti
possitis et valeatis eis vniuersis et singulis honoribus, priuilegiis, praerogatiuis,
antelationibus, praeeminentiis, facultatibus, inmunitatibus et aliis, quibus gaudent
et vtantur, et vti et gaudere possunt et debent, alii comités et
448 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

comitali título insigniti, in regnis ómnibus atque tenis, in quibus,


tanquam rex actore domino presidemus. Vt autem ex erectione et
promotione huiusmodi nihil honoris vel inris nostro diademati
subtrahatur, decemimus quod in dicta ínsula, nunc autem comitatu de
Rosas siue Canniualiae ac in ipsius comitatus decórate titulo et
honore, omnia iura nostra salua sint semper et illesa remaneant sicut
ante, nihilque depereat vel decrescat in iuribus nostris propter
erectionem, con- cessionem et promotionem huiusmodi, quas inde
vobis facimus, vt prefertur.
Quocirca illustrissimo Joanni, principi Asturiarum et Gerundae, primogénito
nostro charissimo, et, post felices ac longeuos dies nostros, in ómnibus regnis et
tenis nostris inmediato heredi et succesori, intentan nostrum declarantes, sub
patemae benedictíonis óbtentu, dicimus; illustribus vero reuerendis et vene-
rabilibus in Christo patribus, spectabilibus nobilibus, magnificis, dilectis consi-
liariis et fidelibus nostris quibuscumque, locumtenentíbus generalibus, cancella-

autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


rioque et vicecancellario nostris ac nostram cancellariam regentibus viceregen- tibus
quoque, gerentibusque vices nostri generalis gubematoris, thesaurario generan,
baiulis generalibus et procuratoribus regiís, justiciis, preterea vicariis, qahnedinis,
merinis, supraiunctariis, necnon scribae portionis domus nostrae, prothonotario
item et secretariis ac scribis nostris, ceterisque demum vniuersis et singulis
officialibus et subditis nostris, tam dictae domus nostrae, quam aliis vbiuis ditionis
nostrae constitutis et constítuendis, ac dictorum officialium locum- tenentibus siue
officia ipsa regentibus, presentibus ac futuris, ac aliis subditis nostris, ad quos
spectet, dicimus et iubemus, expresse et de eadem nostra certa scientia, sub nostrae
gratíae et amoris obtentu, ireque et indignationis incursu, ac pena florenorum auri
Aragonum quinqué milium, nostris inferendorum era- riis, que nostram huiusmodi
comitalem erectionem et concessionem tenentes et obseruantes, tenerique et
obseruari ñrmiter facientes, iuxta sui seriem et teno- rem, vos predictum
Franciscum Capellum vestrosque successores, singulatim atque gradatim, a vobis,
vt dictum est, legittime descendentes, comitem et co- • mites Comitatus insulae de
Rosas siue Canniualiae, deinceps imperpetuum dicant, nuncient, intitulent et
nominent, dicique intitulan et nominad habeant et per- mittant, quenadmodum nos
disimus, nunciamus, intitulamus et nominamos, vt prefertur, atque vti et gaudere
sinant et permittant, honoribus, prelationibus, priuilegiis, prerogatiuis et aliis
cunctis supradictis, ñeque secus faciant seu fieri sinant, aliqua racione vel causa,
cum ita omnino de mente nostra procedat.
In cuius rei testimonium presenten! fieri iussimus, nostro sigillo impendenti
munitam. Data in ciuitate Gerunda, díe primo mensis septembris, armo a nati-
uitate Domini millessime CCCCLXXXXVI, regnorumque nostrorum videli- cet:
Siciliae sumo XXVIIII, Castellae et Legiones XXIII, Aragonum et alio- rum XVIII,
Granatae autem quinto.
Signum f Ferdinandi, Dei grafía Regis Castellae, etc.—Yo el Rey.
Testes sunt: Reuerendus in Christo pater Didacus de Deqa, episcopus Sala-
mantinensis.
Spectabiles Rodericus Alfonsus Pimentel, comes Benauentis. Lodouicus
DOCUMENTOS 449

d’Ixar, comes de Belchit. Magnifici Joannes Cabrero, regius


camerarius, et Petras Ferdinandus de Corduba, equites, regii consifiarii.
Sig f num mei Michaelis Perez d’Almaqan, prefati serenissimi et potentis- simi
Domini Regis secretarii, eiusque auctoritate per vniuersam terram suam publici notari,
qui predicta, de suae maiestatis mandato, scribi feci. Dominus Rex mandauit mihi
Michaeli Perez d’Almagan, visa per generalera thesaura- rium et A. Boneti, pro
generali conseruatore DXCVII.

26

Carta real confirmatoria de la gobernación de Tenerife en favor de Alonso de Lugo, por


haberse «acavado de ganar la dicha isla». Se le concede dicho cargo con carácter vitalicio.
Burgos, 5 de noviembre de 1496.

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[Al margen:] El Rey e la Reyna.
Merced de la govemaqión de la ysla de Thenerife Alonso de Lugo.
Don Femando e doña Ysabel, etc. Por quanto en qierto asyento e capitulación
que por nuestro mandado se tomó con vos, Alonso de Lugo, al tiempo que por
nuestro mandado fuystes a conquistas a la ysla de Thenerifee, se contiene que
acavada de ganar la dicha ysla vos haríamos merqed de la govema- gión della en
quanto nuestra merced e voluntad fuese; e agora que a Nuestro
Señor ha plazido que se ganase la dicha ysla de Thenerifee por vuestra mano ¡
e travajo, poniendo como pusistes vuestra persona a muchos peligros en la di- |
cha conquista; lo qual por nos visto e acatado, e los muchos servicios que de f
vos avernos resqebido e vuestra sufiqienqia e ydoneidad, thenemos por bien e es °
nuestra merced e voluntad que agora e de aquí adelante para en toda vuestra vida
seades nuestro govemador de la dicha ysla de Thenerifee, e tengades por nos e en
nuestro nombre los oficios e justicia e juridiqión qevil e criminal de la dicha ysla de
Thenerife, e usedes de los dichos oficios por vos e por vuestros lugarestenientes, asy
alcaldes como alguaziles, que es nuestra merced que los dichos oficios podades poner
e pongades; los quales podades quitar e admover e poner otro o otros en su lugar,
cada que vos quisierdes e entendierdes que cunple a nuestro servicio e a esecuqión de
nuestra justicia; e oyades e libredes todos e qualesquier pleitos qeviles e criminales
que en la dicha ysla están movidos e pendientes, e se comentaren e movieren; e ayades
e llevedes la quitación e todos los otros derechos al dicho oficio pertenecientes e que
por razón dél podades e avedes aver e llevar. E por esta nuestra carta mandamos a los
concejos, cavalleros, regidores, escuderos, oficiales e omes buenos de la ysla de The-
nerifee que, juntos en sus cavildos e ajuntamientos, tomen e resciban de vos el dicho
Alonso de Lugo el juramento e solenidad que en tal caso se requiere; el

DXCVII A. C. A.: Registro 3.699, fols. 63-64.


450 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

qual por vos asy fecho, vos ayan e resgiban e tengan por nuestro governador de la
dicha ysla, e usen con vos e con los dichos vuestros lugartenientes e oficiales que
vos en nuestro nombre recibierdes en el dicho oficio e en todo lo a él concerniente,
e vos recudan e fagan recudir con la quitación e derechos e salarios anexos a
pertenecientes; e que en ello ni en parte dello ynpedimiento alguno vos non
pongan ni consyentan poner; e otrosy, vos consientan e dexe ha- zer todas e quales
pesquisas e cosas en los casos de derecho prevysos; e otrosy que si vos vierdes que
cunple a nuestro servicio e esecución de nuestra justicia qualesquier personas que
en la dicha ysla estovieren o a ella venieren salgan della e que no entren ni estén en
ella, e que vos lo podades mandar e mandedes de nuestra parte; a las quales
personas nos por la presente mandamos que dentro del término e so la pena e
penas que vos de nuestra parte les pusierdes, salgan della e non entren ni estén
con ella, so las dichas penas; las quales podades esecutar en las personas e
bienes ds los que rebeldes e ynobedientes fueren; e que para usar el dicho

i. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


oficio e conplir e esecutar la dicha justigia en los delinquen- tes, todos se junten
e conformen con vos e vos den e fagan dar todo favor e ayuda que vos
pidierdes e ovierdes menester; e que las penas en que conde- nardes vos o los
dichos vuestros oficiales pertenecientes a nuestra cámara los pongades en
poder del escrivano del congejo, para que los tenga de manifiesto e faga libro
dellos, para fazer dellos lo que nos mandamos. Para lo qual todo que dicho es
e para cada cosa e parte dello fazer e cunplir e executar con todas sus
yncidencias e dependencias, anexidades e conexidades, vos damos poder
conplido por esta nuestra carta. E los unos ni los otros non fagades ni fagan
ende al por alguna manera, so pena de la nuestra merced e de diez mili mara
vedís para la nuestra cámara. Dada en la gibdad de Burgos, a ginco días del j
mes de novienbre año del nasgimiento de nuestro salvador Ihesu Christo de mili i
e quatrogientos e noventa e seys años.=Yo el Rey. = Yo la Reyna.=E yo Mi- j
guel Peres de Almagán, secretario del rey e de la reyna, la fiz escrevir por su -
mandado. = Licenciatus Qapata. = Uarez (sic), in decretis baccalareus (rubricado) 28.
27

Poder a Alonso de Lugo para, que pudiese realizar, por propia decisión, el repartimiento
de las tierras de la isla de Tenerife. Se rectifica así la carta real de 28 de diciembre de 1493,
que exigía la intervención simultánea de un comisionado regio.
Burgos, 5 de noviembre de 1496.
[Al margen;] El Rey e la Reyna.
Poder Alfonso de Lugo para que él sólo pueda fazer e faga el repartimiento de
las tierras de la ysla de Tenerife.

20
A. S.: Registro del Sello. Fol. 122. Hay réplica. (Fol. 123). Este documento ya ha sido publicado por NÚSEZ
DE LA PEÑA, pág. 181, y en Residencia..., págs. 151-152.

Don Femando e doña Ysabel, etc. Por quanto al tiempo que vos Alonso de
Lugo, nuestro govemador de la ysla de Thenerifee, fuystes por nuestro mandado a
DOCUMENTOS 451

conquistar la dicha ysla, se asentó con vos, por nuestro mandado, que acavada de
ganar la dicha ysla mandaríamos nonbrar una persona que junto con vos
entendiese en el repartimiento de las tierras, casas e heredades que en la dicha ysla
ay, para lo dar e repartir a las personas que a ella fuesen a poblar, lo qual
repartiesedes segund que a vosotros bien visto fuese; e porque agora nuestra
merged e voluntad es que vos sólo entendays en fazer e fagades el dicho
repartimiento, por esta nuestra carta vos damos poder e facultad para que vos sólo
podays fazer e fagades el dicho repartimiento, segund que a vos bien visto fuere
que se deve hazer para que la dicha ysla pueble. E por esta nuestra carta vos damos
poder e facultad para ello, segund dicho es; e fazemos merged a las personas a
quien vos dierdes e repartierdes e señalardes qualesquier tierras e heredamientos
de la dicha ysla de Tenerifee, e dello le dierdes vuestra carta, para que sea suyo e
puedan fazer dello segund e como e de la forma e manera que ge los vos dierdes, e
con las mismas condiciones. De lo qual vos mandamos dar la presente, firmada de
nuestros nonbres e sellada con nuestro sello. Dada en la gibdad de Burgos, a ginco
días del mes de nobienbre, año del nasgimiento de nuestro salvador Ihesu Christo
de mili e quatrogientos e noventa e seys años.=Yo el Rey.=Yo la Reyna. =Yo Miguel
Peres d’Almagán, secretario del rey e de la reyna, nuestros señores, la fiz escrevir
por su mandado. E en las espaldas, M dottor. =Archidiaconus de Talabera.
=Licenciatus Qa- pata.=Uarez (sic), in decretis baccalareus (rubricado) 27.

28

Carta do merced para que Alonso de Lugo pueda añadir en su escudo de armas un cuartel
más «con dos yslas e dos fortalezas» (inédito*).
Burgos, 5 de noviembre de 1496.

[Al margen:] El Rey e la Reyna.


Merged para que Alonso de Lugo pueda traher giertas armas.
Don Femando e doña Ysabel, etc. Por quanto a los reys e príngipes es propia
cosa honrrar e sublimar a fazer gragias e mergedes a sus súbditos e naturales,
espegialmente aquellos que bien e lealmente les syrven; lo qual por nos acatado, e
considerado los muchos e buenos e leales servigios que vos Alonso de Lugo nos
avedes fecho e fazedes de cada día, espegialmente en las conquistas de las yslas de
Thenerifee e Sant Miguel de La Palma que vos por nuestro
27
A. S.: Registro del Sello. Fol. 9. Se conserva una réplica. (Fol. 127). Esta cédula ya. ha sido publicada por
NÚÑEZ DE LA PEÑA, pág. 183, y en Residencia..., pág. 153.

29 mandado fuystes a conquistar e conquistastes, e las reduzistes a servicio


de Dios e nuestro, donde pusystes vuestra persona a mucho arrisco e peligro,
e truxistes a los que se llamavan reyes de las dichas yslas a nos dar la
452 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

obediencia e rebe- renfia que devían; e por que quede memoria de tan
señalados servicios de vos e de vuestro linaje e defendientes, thenemos por
bien e es nuestra voluntad e merqed: que alende e demás de vuestras armas,
de vos dar por armas las dichas dos yslas e dos fortalezas en medio dellas,
para que las podáys meter e metáys en el escudo1 de las dichas armas que
agora vos thenéys; las quales vos tengáys e traygáys en vuestro escudo e
reposteros e después de vos vuestros defendientes e linaje. E mandamos que
sean conocidas por vuestras armas e de vuestro linaje, e que por persona ni
personas algunas non vos sea puesto ynpedimento alguno en el traer dellas,
por quanto nos vos las damos e mandamos que las ayaes e sean conosfidas
por vuestras doquier que las pusyerdes. De lo qual vos mandamos dar la
presente, firmada de nuestros nonbres e sellada con nuestro sello. Dada en la
fibdad de Burgos, a finco días del mes de novienbre, año del nasfimiento de
nuestro salvador Ihesu Christo de mili e qua- trofientos e noventa e seys
años. = Yo el Rey. = Yo la Reyna.=E yo Miguel Pares d’Almafán, secretario
del rey e de la reyna, lo fiz escrevir por su mandado. E en las espaldas: M. el
doctor. =Archidiaconus de Talavera. = Licenciado Qapata.=Uarez (sic), in
decretis baccalareur (rubricada) 2S.

29

Incitativa del Consejo real a les gobernadores de Gran Canaria y Tenerife ‘para que
obliguen a los vasallos de doña Inés Peraza, señora de Lanzarote y Fuerteventura, a que
le paguen los derechos de lo que de estas islas sacaron y llevaron a aquéllas (inédito*).
Burgos, 14 de noviembre de 1496.

[Al margen:] Doña Ynés Peraza. Ynfitativa.


Don Femando e doña Ysabel, etc. A vos los nuestros govemadores de la
Grand Canaria e de la ysla de Tenerifee e a cada uno de vos, salud e grafía.
Sepades que doña Ynés Perafa nos hizo relación por su petición e carta, dizien-
do: que quatro vasallos suyos, de una su ysla, se le avían ydo y llevado sus
faziendas syn le pagar los derechos a ella devidos e pertenesf¡entes; e diz que
asymismo le avían levado furtados ciertos ganados suyos, en lo qual diz que

«8 A. S.: Registro del Sello. Fol. 8.


En. el mismo archivo, en su sección de Hidalguías, leg. 385, fol. 123, se conserva tina copia, con
variantes, de dicho documento. Se titula cMerced de las armas que ha de traer A 8 de Lugo». Es curioso
señalar que está suscrito por el secretario Fernando Alvarez de Toledo, en lugar de Miguel Pérez de
Altnazán.
DOCUMENTOS 453

ella avía resgibido e resgibía mucho agravio e daño; e nos suplicó e pidió por
merced que sobrello proveyésemos mandándole dar nuestra carta para vosotros,
para que donde quiera que los dichos sus vasallos pudiesen ser ávidos los cons-
triniésedes e apremiásedes a que le pagasen sus derechos e le tomases e resti-
tuyesen lo que asy le avían levado; e que vosotros de aquí adelante les fisyése- des
buena vezindad e non consyntiésedes que ascondidamente le fuesen levados los
dichos sus vasallos syn que primeramente le pagasen lo que le deviesen, o como
la nuestra merged fuese. E nos tovímoslo por bien: por que vos mandamos a vos e
a cada uno de vos en vuestros logares e jurisdigiones que luego veades lo
susodicho e, llamadas e oydas las partes a quien atañe, lo más brevemente e syn
dilación que ser pueda, no dando logar a luengas ni dilaciones de maliqia, salvo
solamente la verdad sabida, fagáys e administréys a la dicha doña Ynés Peraga
entero conplimiento de justigia, por manera que la ella aya e alcance e por defecto
della no tenga cabsa ni rasón de se nos más venir ni embiar a quexar sobrello. E
los unos ni los otros non fagades ni fagan ende al, etc. Dada en la gibdad de
Burgos, a XIIII días del mes de novienbre de mili CCCCXCVI años. = Don
Alvaro.=Iohanes, doctor.=Andrés, doctor. =Filipus, doctor. =Frangiscus,
ligengiatus. =Iohanes, ligengiatus. = Yo Alonso del Mármol, escrivano de cámara,
etc. DXCVIII.

30

Carta real concediendo poder y facultad a Alonso de Lugo para el repartimiento de tierras
en la isla de La Palma (inédito*).

Burgos, 15 de noviembre de 1496.

[Al margen:] El Rey e la Reyna.


Poder Alfonso de Lugo para que pueda repartir las tierras de la ysla de Sant
Miguel de La Palma.
Don Femando e doña Ysabel, etc. Por quanto vos Alonso de Lugo, nuestro
govemador de la ysla de Sant Miguel de La Palma, fuystes por nuestro mandado
a la conquistar, e la conquistastes la dicha ysla de La Palma e la ganas- tes, e nos
querríamos que la dicha ysla se poblase, e que las dichas tierras e casas e
heredades que en ella ay se repartiesen e diesen a las personas que a ella fuesen a
poblar. Por esta nuestra carta damos poder e facultad para que vos podáys hazer
e hagáys el dicho repartimiento, segund que a vos bien visto fuese que se deve
hazer para que la dicha ysla se pueble; que por esta nuestra carta vos damos
poder para ello como dicho es, e fazemos merged a las per- nas que vos dierdes e
repartierdes e señalardes qualesquier tierras e hereda-

DXCVIII A. S.: Registro del Sello. Fol. 129.


454 ANTONIO RÜMEU DE ARMAS

mientes de la dicha ysla de La Palma e dello les dierdes vuestra carta firmada de
vuestro nonbre e synada de escrivano público para que sea suya e pueda hazer
della e en ella segund e como e de la forma e manera que ge lo dierdes e con las
mismas condiciones. De lo qual vos mandamos dar la presente, firmada de
nuestros nonbres e sellada con nuestro sello. Dada en la gibdad de Burgos, a
quinze días del mes de novienbre, año del nasgimiento de nuestro salvador Ihesu
Christo de mili e quatrogientos e noventa e seys años. = Yo el Rey. = Yo la Reyna.
=E yo Miguel Pérez d’Almagán, secretario del rey e de la reyna, lo fiz escrevir por
su mandado.=Y en las espaldas, M. doctor. =Ligengiatus de Talavera. =
Ligengiatus Qapata. = Uarez (ric), in decretis baccalareus (rubricado) M.

31

Revalidacwn et favor de Alonso de Luga de la pragmática de 1481 para que puedan


trasladarse a las islas de Tenerife y La Palma todos los vecinos de la isla de Gran Canaria
y otras comarcanas que deseen ir a poblar aquéllas.

Burgos, 20 de noviembre de 1496.

[Al margen:] Alonso de Lugo.


Inxerta la ley de los que se van a avezindar de unos logares a otros.
Don Femando e doña Ysabel, etc. A todos los corregidores, justigias, regi-
dores, cavalleros, escuderos, ofigiales e omes buenos, ansí de las yslas de la
Grand Canaria como de todas las gibdades e villas e logares de los nuestros
reynos e señoríos, e a cada uno e qualquier de vos ante quien esta nuestra carta
fuere mostrada, salud e gragia. Sepades que nos mandamos dar e dimos una
nuestra carta prematyea sengión, escripia en papel e firmada de nuestros
nonbres e librada en las espaldas de los del nuestro Consejo, el tenor de la qual
es esta que se sygue:

Don Femando e doña Ysabel, por la gragia de Dios rey e reyna de Castilla,
de León, de Aragón, de Segilia, de Granada, de Toledo, de Valengia, de Gali-
zia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdova, de Córgega, de Murgia,
de Jaén, de los Algarbes, de Algezira, de Gibraltar, de las yslas de Canarias;
conde y condesa de Bargelona; señares de Vizcaya e de Molina; duques de
Atenas e de Neopatria; condes de Rosellón e de Qerdania; marqueses de
Chistan e de Gogiano. A los duques, marqueses, condes, perlados, ricos omes,
maestres de las hórdenes, priores, comendadores, alcaydes e tenedores de los
castillos e casas fuertes, e las congejos e asistentes, corregidores, alcaldes e
alguaziles, veinte e quatro, cavalleros, regidores, jurados, escuderos, ofigiales e
omes buenos de

todas e qualesquier gibdades e


A. S.: Registro del Sello. Fols. 125/126. Hay duplicado.
villas e logares, así de la nuestra Abdien^ia como de todos los nuestros
DOCUMENTOS 455

reynos e señoríos, e a cada uno e qualquier de vos a quien esta nuestra


carta fuere mostrada, o su traslado sygnado de escrivano público, salud
e gragia. Sepades que por parte de algunos nuestros súbditos e naturales
nos es fecha relación, quellos, seyendo vezinos e moradores en algunas
desas dichas cibdades, villas e logares, conosgiendo que les viene bien e
que es cun- plidero a ellos pasarse a bevir e a morar a otro o otros
logares e se abezindar en ellos, se van e pasan con sus mugeres e fijos a
los otros logares que más les piase, e que por esta cabsa los concejos e
oficiales e ornes buenos de los logares donde primeramente eran
vezinos, e los dueños los ynpiden e perturban, directe o yndirecte, que
no lo hagan, haziendo vedamientos e mandamientos para que ningund
vezino de aquel logar donde primeramente bivían no pueda sacar ni
saque dél ni de su término sus ganados ni su pan ni vino e los otros sus
mandamientos DXCIX e bienes muebles que en el tal logar tyenen; e otrosy,
vedando e defendiendo e mandando a los otros sus vasallos e vezinos
del tal logar que non conpren los tales bienes rayzes desos tales que asy
dexan aquel logar para se pasar e bivir a otro, ni los arrienden ellos; por
las quales cosas e vedamientos e mandamientos, diz que calladamente se
ynduce espegie de servidumbre a los ombres libres, para que non
puedan bevir e morar donde quisyeren, e que contra su voluntad ayan
de ser detenidos de morada en los logares que los dueños dellos e sus
concejos quesyeren, donde ellos no quieren bevir. Lo qual diz que sy asy
pasase, sería muy injusto e contra todo derecho e razón; sobre lo qual
nos fue suplicado que mandásemos proveer de remedio con justicia o
como la nuestra merged fuese. E nos tovímoslo por bien, e mandamos
dar sobrello esta nuestra carta e prematyca sangión, la qual queremos e
mandamos que de aquí adelante aya fuerza e vigor de ley, bien asy
como sy fuese hecha e promulgada en Cortes generales; por la qual
mandamos a cada uno de vos en vuestros logares e juredigiones, que de
aquí adelante dexedes e con- syntades, libre e desenbargadamente, a
qualquier e a qualesquier ombres e mugeres, vezinos e moradores de
qualquier desas dichas gibdades e villas e logares, yrse e pasarse a bevir
e a morar a otra e otras qualesquier gibdades e villas e logares de los
dichos nuestros reynos e señoríos, asy de lo realengo como de lo
abadengo e señoríos e órdenes e behetrías, que ellos quisyeren e por bien
tovieren, e se avezindar en ellos, e sacar sus ganados e pan e vino e otros
mantenimientos e todos los otros sus bienes muebles que tovieren en los

DXCIX Errata por «mantenimientos»


456 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

logares donde primeramente bivían e moravan, y los pasar e llevar a los


otros logares e partes donde nuevamente se avezindaren; y no los
enpachedes ni pertur- bedes que vendan sus bienes rayses, e los
arrienden a quien quisyeren, ni enpachedes a los que los quisyeren
conprar o arrendar que los conpren o arrienden; e si contra esto algunos
estatutos e ordenanzas e mandamientos tenedes fechos o dados, las
revoquedes e anulades luego por ante escrivano público; e nos por la
presente, los revocamos e anulamos e queremos que non valan ni ayan
fuerga
DOCUMENTOS 457

ni vigor de aquí adelante, e vos mandamos e defendemos que non usedes dellos,
salvo sy por concordia e común consentymiento de los concejos donde primera-
mente bivían las tales personas e donde nuevamente se van a bevir, estoviere
fecha yguala e espresa convención, en la forma e con la solepnidad que se re-
quiere, para que los vezinos de un logar non se puedan pasar a bevir e morar al
otro. E los unos ni los otros non fagades ni fagan ende al por alguna manera, so
pena de nuestra merged a qualquiera que lo contrario íiziere; sy fuere congejo o
universidad caya e yncurra en pena de mili doblas de la vanda para la nuestra
cámara por cada vez que lo contrario hiziere; e sy fuere otra qual- quier persona,
de qualquier estado o condición, preheminencia, dignidad que sea, por ese mismo
fecho aya perdido e pierda todas e qualesquier maravedíes e otras cosas que en
los nuestros libros toviere, asy de merged por juro de heredad como de por
vida o de ragión o quitación o en otra qualquier manera; e mas caya e curra en

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


pena de mili doblas de la vanda para la nuestra cámara; demás, mandamos al
orne que vos esta nuestra carta mostrare, que vos enplaze que parescades ante
nos en la nuestra corte, doquier que nos seamos, del día que vos enplazare
hasta quinze días primeros syguientes, so la dicha pena; so lo qual mandamos
a qualquier escrivano público, que para esto fuere llamado, que dé ende al que
vos la mostrare, testimonio sygnado con su sygno, por que nos sepamos en
cómo se cunple nuestro mandado. Dada en la noble villa de Medina del
Campo, a veynte e ocho días del mes de otubre, año del Señor de mili e
quatrogientos e ochenta e un años. = Yo el Rey.—Yo la Reyna.=Yo Alonso de
Avila, secretario, etc.

E agora Alonso de Lugo, nuestro govemador de las yslas de Tenerife e Sant j


Miguel, nos hizo relación por su petygión que ante nos en el nuestro Consejo |
presentó, diziendo: que aunque algunos vezinos, asy de la dicha Grand Cana- |
ria como de algunas gibdades e villas e logares del Andaluzía, se querían yr a “
bevir e morar a las dichas yslas de Tenerife e Sant Miguel de La Palma, diz que
vosotros e algunos de vosotros non ge lo consentys e sobrello diz que les tomáys e
eribargáys sus bienes e les haséys otros agravios e sinrazones, en lo qual a nos
viene deservicio, porque es cabsa que las dichas yslas non se pueblen; e nos
suplicó e pidió por merged que sobrello proveyésemos, mandando dar nuestra
carta para vosotros, para que dexásedes e consyntyésedes a todos los vezinos
desas dichas gibdades, e villas e logares que quisieren yr a bevir a las dichas yslas
que lo pediesen haser libremente, e que en ello no les posisedes ynpedimento
alguno, o como la nuestra merged fuese. E nos tovímoslo por bien; por que vos
mandamos que veades la dicha nuestra carta e prematyea sengión, que de suso va
encorporada, e las guardedes e cunplades e hagades guardar e conplir e esecutar
en todo e por todo, segund que en ella se contiene; e contra el tenor e forma della
non vayades ni pasedes en tiempo alguno ni por alguna manera, so pena de la
nuestra merged e de las penas en la dicha carta suso encorporada contenidas; e
demás, mandamos al que vos esta carta mostrare que vos emplase que parescades
ante nos, en la nuestra corte doquier
458 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

que nos seamos, del día que vos emplazare hasta quince días primeros syguien- tes, so
la dicha pena; so la qual mandamos a qualquier escrivano público, que para esto fuere
llamado, que dé ende al que vos la mostrare testimonio sygnado con su sygno, por
que nos sepamos en cómo se cunple nuestro mandado. Dada en la qibdad de Burgos,
a veynte días del mes de noviembre, año del Señor de mili e quatroqientos e noventa e
seys años.=Yo el Rey. = Yo la Reyna. = Yo Juan de la Parra, secretario del rey e de la
reyna nuestros señores, la fize escri- vir por su mandado. En las espaldas: don Alvaro.
=Iohanes, episcopus. = lohanes, doctor. = Andrea, doctor. =Antonius, doctor. = Petras,
doctor. =Ioha- nes, licenciatus DC.

32

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G


Carta de comisión para que se resolviesen par arbitraje las diferencias surgidas entre
Alausa de Lugo y los socios armadores sobre el reparta del botín de la conquista de Tenerife.
Eran designados árbitros Andrea de Odón y Francisco Riberol (inédito*).
Burgos, 21 de noviembre de 1496.

[Al margen:] Alonso de Lugo y Francisco Palomar y otros.


Comisión sobre las diferencias de la conquista de Tenerife.
Don Femando e doña Ysabel por la graqia de Dios, etc. A vos Andrea de
Hodón, arcediano de Reyna, e Francisco de Ryberol, mercader genobés, amos a
dos juntamente, e no al uno syn el otro, salud e gracia. Sepades que Alonso de Lugo,
nuestro govemador de las yslas de Tenerife e La Palma, e Francisco s Palomar e Mateo
Viña e Guillermo de Blanco e Nicolao Angelate, mercaderes, nos hizieron relación que
los dichos mercaderes hizieron ciertos asyentos e capitulaciones sobre la conquista de
la dicha ysla de Tenerife, de quel dicho Alonso de Lugo tovo cargo, e cierta forma e
con ciertas condiciones contenydas en los dichos asyentos e capitulaciones; e que asy
sobre las cosas que se hizieron en la dicha conquista como en los esclabos e ganados e
otras cosas que en ella se adquirieron e tomaron, ay e se esperan aver muchas
dyferencias e debates entre ellos para la aberyguaqión de lo sobre dicho, e que para
averiguar e terminar entre ellos todas las dichas dyferencias e debates e quentas, por
vía de justicia e de concordya, ellos heran concertados de tomar por juezes a vos los
dichos Andrea de Hodón, arcedyano de Reyna, e Francisco de Ryberol; e que en cosa
de vosotros fuésedes discordes, e que podyésedes tomar por tercero a la persona que
bosotros nonbrásedes, para que lo que uno de vosotros juntamente con el dicho
tercero determinásedes a lo que pasase por determinación; e que de la sentencia o
sentencias que por vosotros, o, seyendo dyscordes, por el uno de vosotros juntamente
con el dicho tercero, fuesen dadas e pronunciadas en las dichas diferencias e debates,
heran concertados e que no pudiesen aver ni hobiesen apelación ni suplicación ni otro
remedio alguno hordinario ni estrahordinario; e que para que oviese más conplido

DC A. S.: Registro del Sello. Fol. 128.


Esta pragmática sanción quedó registrada en el Libro Rojo de Gran Canaria. Puede verse en la edición de Pedro
Cullen. Las Palmas, 1947, págs. 12-15.
DOCUMENTOS 459

hefeto lo que vos los dichos juezes determynásedes, o el uno de vosotros con el dicho
tercero, e que los mandásemos dar nuestra carta de comysyón, por virtud de la qual
pudié- sedes conocer e determinar lo sobre dicho, según dicho es, o como la nuestra
merced fuese. E nos, de consentymiento de las dichas partes e a suplicación, tovímoslo
por [bien], e confyando de vosotros que soys tales que guardaréys el derecho de las
partes e acordamos de vos cometer lo sobre dicho: por que vos mandamos que fagáys
paresqer ante vosotros los dichos Alonso de Lugo e Francisco Palomares e Mateo Viña
e Guillermo de Blanco e Nicolao Angelate, e veáys las escrituras de conciertos e
asyentos que entre ellos pasaron sobre lo que toca a la dicha conquista de la dicha ysla
de Tenerife, e en las otras escrituras e provancas e otras escrituras ante vosotros por
ellos serán allegadas, e vistas, averigüéys e determinéys por vía de justicia o de
concordia, como a vosotros vien visto fuere, las dichas diferencias, debates e cuentas
que entre los sobre dichos ay, por vuestra sentencia o sentencias asy ynterlocutorias
como difinitibas, las quales podades llegar a devida execución con efetto, quanto e
como con derecho debades; e mandamos a las dichas partes e a las otras personas de
quien entendemos ser ynformados cerca de lo sobre dicho, que vengan e parescan ante
vosotros a vuestros llamamientos e enplazamientos, en los plazos e so las penas que
les pusiéredes o enbiardes poner de nuestra parte, las quales nos por la presente les
ponemos e avernos por puestas e vos damos poder conplido para lo esecutar en las
personas e vienes dellos que en ellas yncu- rrieran. Para lo qual todo vos damos poder
conplido con sus yncidencias e dependencias, anexidades e conexidades; e sy vos los
dichos Andrea de Hodón, arcediano, e Francisco de Ryberol no fuéredes concordes, en
laDCI determinación de lo sobre dicho, mandamos a la persona que bosotros
nonbráredes e se- ñaláredes, que se junte con vosotros para ello por tercero, e que lo
que el uno de vosotros determinare en lo sobre dicho juntamente, aquello pase e
goarde por las dichas partes; e queremos e mandamos que de lo que por vosotros los
dichos Andrea de Hodón, arcediano, e Francisco de Riberol fuere determinado Cerca
de lo que dicho es, o por el uno de vosotros juntamente con el dicho tercero, non aya
apelación ni suplicación ni otro remedio alguno hordinario ni estrahordinario; para lo
qual vos damos poder conplido con sus yncidencias e dependencias, anexidades e
conexidades. E non fagades ende al, etc. Dada en la qibdad de Burgos, a veynte un
días del mes de noviembre de XCVI años. = Don Alvaro. = lohanes, episcopus
asturicensis. = lohanes, dottor. = Andrea, dottor.=Filipus, dottor. = Petras, dottor. =Yo
Alonso del Mármol, etc. M.
33

Fernando él Católico escribe a su embajador en Roma, García Lasso de la Vega,


interesándole en favor del clérigo mallorquín Nicolás Angelote (inédito*).

Burgos, 16 de diciembre de 1496.

El Rey.
Garcilasso de la Vega, del mi Consejo e mi embaxador en corte de Roma. Yo

DCI «Sea», errata, en el texto original, por: en la.


84
A. S.: Registro del Sello. Fol. 124.
460 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

scrivo a nuestro muy Sancto Padre suplicando a Su Santidad le plega conceder su


gracia de reservación a Nicolás Angelate, natural de la ysla de Ma- llorcas, para que
pueda haver la primera dignidad e una canongía que vacare en la yglesia de
Mallorcas, ahunque sea reservada, como veréys por el traslado de mi carta que aquí
va inclusa, en la qual remito creencia a vos sobre ello. E porque yo querría que
hoviese effecto, por los cargos que del dicho Nicolao Angelate tengo, especialmente
por los muchos servicios que a Dios nuestro señor e a mí fizo en la conquista de la
isla de Tenerife, que es en las Canarias, que agora nuevamente se conquistó e ganó,
yo vos mando y encargo que deys mi carta a Su Santidad, e le supliquéys de mi
paite, con mucha instancia, le plega conceder mi suplicación; e vos entended en el
despacho de ello, por manera que haya buena e breve expedición; en lo qual me
faréys mucho pla- zer e servicio. De la ciudat de Burgos, a XVI días de deziembre del
LXXXXVI años. = Yo el Rey.=Por mandado del rey, Joan de Coloma®5.

34

El Rey Católico solicita del papa Alejandro VI una canonjía en la catedral de Mallorca para
Nicolás Angelate (inédito*).

Burgos, 16 de diciembre de 1496.

[Al margen:] Nicolai d’Angelate.


Muy Santo Padre. Vuestro humilde e devoto fijo el Rey de Castilla, de León,
d’Aragón, de Sicilia, de Granada, etc., beso vuestros pies e sanctas manos e nos
encomendamos en Vuestra Santidad; a la qual plega saber, que por algunos cargos
que tenemos de Nicolás Angelate, natural de nuestra ysla de Mallorcas, por servicios
que nos ha fecho, nos querríamos que él fuese beneficiado en la yglesia de Dios, e
que hoviesse la primera dignidad e una canongía que vacasse en la yglesia de
Mallorcas, por ser en su naturaleza e ser él persona suffíciente para la tener. Por
ende, muy humildemente supplicamos a Vuestra

85
A. C. A.: Registro 3.685, fol. 145 v.

Santidad le plega conceder su gracia de reservación con las derogaciones e pre-


rrogativas que fuere menester, para que el dicho Nicolás Angelate pueda haver la
primera dignidad e una canongía que vacare en la dicha iglesia de Mallor- cas,
ahunque sea reservada; en lo qual recetáremos mucha gracia e beneficio de Vuestra
Santidad; e porque sobre ello escrevimos más largo a Garcilasso de la Vega, nuestro
embaxador en vuestra corte, suplicamos a Vuestra Santidad le plega mandarle oyr e
dar fe. Muy Santo Padre: Dios Nuestro Señor guarde vuestra muy Sancta persona a
bueno e próspero reguimiento de su universal Yglesia. Scripta en la nuestra ciudad de
Burgos, a XVI días del mes de deziem- bre de mil CCCC LXXXX VI años. De Vuestra
Santidad, muy humilde e devoto fijo que los santos pies e manos de Vuestra Santidad
besa.=El Rey de Castilla, d’Aragón e de Granada.=Colona ”.
DOCUMENTOS 461

35

Carta de comisión para que Pedro de Cervantes, juez ejecutor de la Santa Hermandad,
procediese a averiguar los esclavos y ganados procedentes de la conquista de Tenerife, que le
habían sido sustraídos a Alonso de Lugo por diversas personas. Asimismo debería tomar cuenta de
las libranzas hechas por él capitán conquistador para él avituallamiento dél ejército
expedicionario, que estaban pendientes de justificación por parte de sus poderhabientes (inédito).

Burgos, 23 de diciembre de 1496.


Alonso de Lugo.
Comysyón sobre los que tomaron bienes de la conquista de Canaria.
Don Femando e doña Ysabel por la graqia de Dios, rey e reyna de Castilla, de
León, de Aragón, de Seqilia, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de
Mallorcas, de Sevilla, de Qerdeña, de Córdova, de Córqega, de Murqia, de Jaén, de los
Algarbes, de Algezira, de Gibraltar, de las yslas de Canaria, conde e condesa de
Varqelona e señores de Biscaya e de Molina, duques de Atenas e de Neopatria, condes
de Ruysellón e de Qerdania, marqueses de Oristán e de Goqiano. A vos el
comendador Pedro Cervantes, juez executor de la hermandad de Sevilla e su
probincia, salud e graqia. Sepades que Alonso de Lugo tovo cargo por nuestro
mandado de la conquista de la ysla de Tanarife, segund se contiene en la capitulación
e asyento que con él se hizo, la qual dicha ysla se a ganado por la graqia de Dios e está
redusida a nuestro servicio; e el dicho Alonso de Lugo nos hizo relación que durante
el tiempo de la dicha conquista e después algunas presonas diz que tomaron e
furtaron e llevaron muchos canarios e canarias, que en la dicha ysla se tomaron de los
de la guerra, asy
86
A. C. A.: Registro 3.685, fol. 145.
462 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

mismo ganados y otras cosas, lo qual todo pertenecía a él e es suyo, por ser de buena
guerra, por virtud de la dicha capitulación e asyento; e otras personas tienen recibidas
algunas quantías de maravedís e pan e otros mantenimientos e cosas que les fueron
encomendadas por el dicho Alonso de Lugo e por otras personas, para el
proveymiento de la dicha conquista, de que dis que no han dado cuenta ni rasón
alguna; en lo qual él ha recebido mucho daño e pérdida, suplicándonos le
mandásemos dar un juez syn sospecha ante quien él pudiese pedir e demandar por
justicia los dichos canarios e canarias e ganados e otros bienes que asy le fueron
tomados e furtados de la dicha conquista que a él pertenecen, e pediese pedir cuenta e
razón de lo que asy dio él e otros por él a las dichas personas, de que no han dado
cuenta ni razón o le mandásemos probeher cerca dello, como la nuestra merced fuese.
E nos, confyando de vos que soys persona que guardaréys nuestro servicio e el

Biblioteca Unrveisilaria, 2000


derecho a las partes e fiel e deligentemente haréys lo que por nos vos fuere
encomendado e cometido, acordamos de vos encomendar e cometer lo susodicho:
por que vos mandamos que, llamadas e oydas las partes a quien lo sobredicho
toca, brebe- mente e syn dar lugar a dilación de malicia, solamente sabida la
verdad, deter- minéys cerca dello lo que fallardes por justicia, por vuestra
sentencia o sentencias, asy entrelocutorias como definitivas; las quales, e el
mandamiento o mandamientos que en la dicha razón diéredes,, podades llevar a
debida esecu- CÍón, con efeto tanto e como con fuero e con derecho debades; e
mandamos a las dichas partes, e a las otras personas de quien entendiéredes ser ynfor-
mado cerca de lo susodicho, que bengan e parescan ante vos a vuestros llamamientos
e emplasamientos, a los plasos e so las penas que les posierdes e s
embiardes poner de nuestra parte; las quales nos por la presente les ponemos t
e avernos por puestas, e vos damos poder e facultad para les esecutar en las °
personas e vienes dellos que en ellas yncurrieren. E por quel dicho Alonso de °
Lugo nos hiso relación de algunos de los dichos canarios e canarias e ganados e otras
cosas, que asy les fueren tomados e llevados de la dicha conquista que a él
pertenesqen, e las personas que no le an dado la dicha cuenta de lo que asy recebieron
por la dicha conquista, dis que están e quedaron en las yslas de Canaria o en alguna
dellas o en otras partes e lugares, que ante vos entiende declarar, e que sy ante los
jueses ordinarios les oviese de demandar reqebiría mucho daño, en la dilación que en
ello se daría. Por ende, es nuestra merced e mandamos que para lo que toca a lo
sobredicho, que es fuera desa qibdad e su comarca, podades sostytuir, por virtud
desta nuestra carta, un juez o dos e más quantos bierdes, que conbiene que sean
personas syn sospecha, para que conoscan e puedan conocer e determinar por justicia
lo sobredicho, según que vos lo pudiéredes faser por virtud desta nuestra carta; que
nos por la presente damos poder complido a las personas que vos sostituyéredes para
ello. E para lo qual todo que dicho es e para cada una cosa e parte dello, vos da mos
poder conplido, con todas sus yncidencias e dependencias, anexidades e conexidades,
pero es nuestra merced que non podáys llamar vos, e el dicho jues que vos
subdelegáredes, a ninguno fuera de su juredición más de ocho leguas
DOCUMENTOS 463

de su casa, e que sy más lexos fuere que no sea obligado, de benir a vuestros
llamamientos. E non fagades ende al. Dada en la gibdad de Burgos, a XXIII días del
mes de deziembre año del nacimiento de nuestro señor Ihesu Christo de mili e
quatrogientos e noventa e seys añosDCII.

36

Albalá de la reina Isabel designando paje suyo a Pedro Fernández de Lugo (inédito*). '
Burgos, 20 de febrero de 1497.

i. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


[Al margen:] Eeyna. Paje. Año de I.U. CCCC XC VII.
Pedro Femandes de Lugo
Mostró un alvalá de la Reyna nuestra señora fyrmado de su nonbre fecha en
esta guisa:
Yo la Reyna fago saber a vos el mi mayordomo e contadores mayores de la
despensa e ración de mi casa, que mi merced e voluntad es de tomar por mi paje a
Pedro Demandes de Lugo, hijo de Alonso de Lugo, e que aya e tenga de mí de
ración e quitación en cada un año nueve mili e quinientos maravedís. Por que vos
mando: que lo pongades e asentedes asy en los mis libros e nóminas de las
raciones e quitaciones, que vosotros tenedes, e libredes al dicho Pero Demandes los
dichos maravedís en este presente año de la fecha deste mi alvalá, e dende en adelante
en cada un año, segund e quando librados a las otras personas de mi casa, que tienen
los semejantes maravedís; e tomad en vos el treslado desta dicha mi alvalá e asentadle
en los dichos mis libros; e dad e tornad ese original, sobreescrito e librado de vosotros,
el dicho Pero Demandes. E no fagades ende al. Fecho en la cibdad de Burgos, a veynte
días del mes de Lebrero año del nascimiento de nuestro señor Ihesu Christo de mili e
quatro- cientos e noventa e siete años. = Yo la Reyna. =Yo Juan de la Parra, secretario
de la Reyna, nuestra señora, lo fise escrevir por su mandado.
Fue sobreescripta, levóla en su poder como se asentó en los libros.
Año de XCVII
Librados al dicho Pero Femandes los dichos IX U CCCC maravedís por nómina
fecha a III de abril de XCVIII en el situado. ^Francisco de Madrid.
[Al margen:] IX U CCCC DCIII.
37

Orden real de liberación de guanches de «las paces» cautivadas, contra todo derecho, por el
capitán conquistador Alonso de Lugo. En la reclamación, formulada por Rodriga de Betanzos, se
dan curiosos pormenores sobre la alianza concertada con Pedro de Vera por los bandos de

DCII A. S.: Registro del Sello. Fol. 16.


DCIII A. S.: Casa Real de Castilla, leg. 65.
464 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

Güímar, Abona y Adeje (inédito**).

Alcalá de Henares, 29 de marzo de 1498.

Los canarios de la ysla de La Palma. Para el govemador de Canaria: secreste los


canarios que tyene vendidos.
Don Femando e doña Ysabel, etc. A vos Lope Sánchez de ValenQuela, nuestro
govemador de la ysla de la Grand Canaria, salud e gracia. Sepades que Rodrigo de
Betangos, en nombre de ciertos canarios de los vandos de Dexa e Bona e Güymar, nos
fizo relación por su petición, diziendo: que al tiempo que Alonso de Lugo, nuestro
govemador de la ysla de Tenerife, fue a conquistar la dicha ysla, los dichos vandos diz
que guardando las paces que tenían puestas e asentadas con Pedro de la Vera, nuestro
govemador que fue de la dicha ysla por virtud de los poderes que de nos tenía, diz
que se juntaron con el dicho Alonso de Lugo para conquistar la dicha ysla, e que
fazían lo quel dicho Alonso de Lugo les mandava, e que acogían en los dichos vandos
a nuestras gentes e les amparaban e defendían, e que les davan de sus
mantenimientos; e que los dichos canarios de los dichos bandos, faziendo todo lo
susodicho e aviéndose convertido a nuestra santa fee católica e seyendo christianos e
libres, que el dicho Alonso de Lugo, a bueltas de los otros que cautivó e tomó e
conquistó de la otra tierra que no heran de los dichos bandos, diz que tomó e cabtivó
fasta mil ánimas de los susodichos bandos de Dexa e Bona e Güymad, e que ha ven-
dido parte dellos, seyendo christianos e libres, en las dichas vezes; e porque diz que
los dichos canarios están en poder del dicho Alonso de Lugo fasta CCC ánimas, los
quales diz que quiere vender, nos suplicó e pidió por merced que los mandásemos
poner en su libertad, pues diz que heran cristianos e libres, o que sobre ello
proveyésemos como la nuestra merced fuese. Sobre lo cual nos mandamos aver pieria
ynformaQión, la qual vista en el nuestro Consejo fue acordado que debíamos mandar
dar esta nuestra carta para vos en la dicha razón. E nos tovímoslo por bien: por que
vos mandamos que vayáys luego a la dicha ysla de Tenerife e vos ynforméys qué
canarios están en poder del dicho Alonso de Lugo, o de otras personas de la dicha
ysla, de los dichos bandos de Dexa e Bona e Güymad o de qualesquier dellos, e todos
los que asy fallardes de los susodichos bandos, los toméys en vuestro poder e les
pongáys en secrestación, e no acudan con ellos a persona alguna fasta tanto que por
nos sea visto lo que dellos se debe faser, e les embiemos a mandar a quien acuda con
ellos. E mandamos al dicho Alonso de Lugo e a otras qualesquier personas, en cuyo
poder estovieren, que vos los den e entreguen a vos, o a quien vuestro poder oviere, so
las penas que vos de nuestra parte les pusierdes e mandardes poner, las qua- les nos
por la presente les ponemos e avernos por puestas; e vos damos poder conplido para
las executar en los que remisos e ynobedientes fueren e en sus bienes. Para lo qual asy
faser e complir vos damos poder complido e etc. E non fagades ende al, etc. Dada en
Alcalá de Henares, a XXIX de margo año de XCVIII.= Juanes, episcopus astorigensis.
=Juanes, doctor.=Filipus, doctor.=Franciscus, ligenqiatus.= Juanes, ligengiatus. = Yo
Luys del Castillo escrivano, etc. ®9.
DOCUMENTOS 465

38

Los Reyes Católicos ordenan. librar trescientos mil maravedíes a favor de Alonso de Lugo
como resta d& otros novecientas diez mil de que le habían hecho merced en fecha anterior. Se hace
constar que él libramiento es <ten hemienda de los gastos que fiso en la conquista... de Tenerife e
de qierto flete que pagó a ciertas naos que andovieron... en la dicha conquista» (inédito).

Granada, 2 de agosto de 1499.

Mandamiento para librar a Alonso de Lugo. Año de I.U.DI.


El Rey e la Reyna.
Nuestros contadores maíores: nos vos mandamos que libredes a Alonso de Lugo,
nuestro govemador que fue de las yslas de la Grand Canaria, CCC.U. maravedís para
complimiento de DCCCCX.U. maravedís de que le ovimos fecho merqed, en
hemienda de los gastos que fiso en la conquista de las islas de Tenerife e de qierto flete
que pagó a qiertas naos que andovieron en nuestro servicio en la dicha conquista. Les
quales le librad en las nuestras rentas del año venidero de I.U.DI. años; e para la
recabdanga dellos, le dad e librad desde luego nuestras cartas de libramientos e
provisiones que menester oviere, solamente por virtud desta nuestra carta, syn le
pedir otra rasón alguna. E non fagades ende al. Fecha en la gibdad de Granada, a dos
días de agosto de XCIX años. = Yo el Rey. = Yo la Reyna. =Por mandado del rey e de la
reyna nuestros señores. = Gaspar de Grigio.
Qédula. Diego de Buytrago.
Por virtud del qual dicha gélula, suso encorporada, se libran al dicho Alonso de
Lugo las dichas tresyentas mili maravedís en esta guisa.
Librados, por carta dada en Granada a tres de septiembre de XCIX años, las dichas
CCC.U. maravedís, en el que fuere receptor de las rentas de las Al- puxarras del reyno
de Granada, del año de quinientos e uno. Llevó la carta, Ximón Ruis
89
A, S.: Registro del Sello.
49
AS.: Mercedes y privilegios, leg. 75, fol. 17.
DOCUMENTOS 466
39

Denuncias formuladas contra él conquistador Alonso de Lugo por los despojas de que había
hecha víctima al rey don Femando de Anaga. Carta de comisión al asistente de Sevilla para que
administre justicia' en el casa (inédito**).

Granada, 16 de septiembre de 1500.

Canarios. Comisión.
Don Fernando e doña Ysabel, etc. A vos don Juan de Sylva, conde de Qi- fuentes,
nuestro alférez mayor e del nuestro Consejo y nuestro asystente en la muy noble y
muy leal gibdad de Sevilla, salud e gracia. Sepades que el bachiller de Sepúlveda,

Biblioteca Unrveisilaria, 2000


procurador de los pobres en esta nuestra corte, nos fizo relación por su petizión
diziendo: que Alfonso de Lugo, nuestro governador de las yslas de Tenerife e La
Palma, diz que tomó giertos hatos de ganado e esclavos al rey que fue de Anaga, e
porque los otros pleitos sobre los canarios que pretenden libertad vos están
cometidos, nos suplicó e pidió por merced que asymis- mo vos mandásemos
cometer este dicho negocio, para que lo viésedes y brevemente fiziésedes justicia o
que sobre ello proveyésemos de remedio con justicia o como la nuestra merced fuese.
E nos tovímoslo por bien; e confiando de vos que soys tal persona que faréys nuestro
servicio e el derecho de las partes, y bien y diligentemente faréys lo que por nos vos
fuere encomendado, es nuestra merced de vos encomendar e cometer e por la
presente vos encomendamos e cometemos lo susodicho: por que vos mandamos que
veades lo susodicho, e lia- s
madas e oydas las partes a quien atañe, synpligiter e de plano, syn escrépitu ni t
fygura de juysio, solamente la verdad sabida, libredes e determinedes sobre lo j
susodicho lo que fallardes por justicia, por vuestra sentencia o sentencias, asy g
ynterlocutorias como definitivas; la qual e las quales, o el mandamiento o man-
damientos que en la dicha rasón dierdes e pronungiardes, fagades llevar a pura a
devida execugión, con efecto quánto e cómo con fuero e con derecho devades, Y
mandamos a las partes a quien lo susodicho toca e a otras qualesquier personas, de
quien qerca de lo susodicho entendierdes ser ynformado, que vengan e parescan ante
vos a vuestros llamamientos e enplasamientos, a los plasos e so las penas que de
nuestra parte les pusierdes o mandardes poner, las quales nos por la presente les
ponemos e avernos por puestas. Para lo qual todo que dicho es por esta nuestra carta
vos damos poder complido con todas sus yngidengias e dependencias y merxengias,
anexidades e conexidades. Y non fagades ende al por alguna manera, etc. Dada en
Granada, a dies e seys días del mes de septiembre de mili e quinientos
años.=Johannes, episcopus ovetensis.=Pilipus, dottor. = Johannes, ligengiatus.=
Martinus, dottor.= Ligenqiatus Qapata. = Fer- nand Telles, liqengiatus. = Yo Alonso
del Mármol, etc. — Ligengiatns Alonso Peres (rubricado) 41.

41
A. S.: Registro del Sello.
467 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

40

El Consejo real otorga libertad al guanche don Enrique de Amaga, merced a la valiosa
mediación dd procurador de los pobres bachiller Alonso de SepúP- veda (inédito**).
Granada, 4 de junio de 1501.

Don Enrrique, canario. Executoria.


Don Fernando e doña Ysabel, etc. A los del nuestro Consejo e oydores de la
nuestra Audiencia, alcaldes, alguasiles de la nuestra casa e corte e Changi- llería, e a
todos los corregidores, asistentes, alcaldes, alguaziles e otras justicias qualesquier de
todas las villas e lugares de los nuestros reygnos e señoríos, e a cada uno e qualquier
de vos en vuestros lugares e juridigiones a quien esta nuestra carta fuere mostrada, o
el traslado della signado de escrivano público, salud e gragia. Sepades que plito se
trató ante nos- en el nuestro Consejo entre partes: de la una el bachiller de Sepúlveda,
procurador de los pobres en nuestra corte e en nonbre de don Enrrique, canario, e
Pedro Patino, contino de nuestra casa, de la otra, sobre rasón quel dicho bachiller
dixo: ser el dicho don Enrrique, canario, horro e libre de todo cativerio e servidumbre,
e el dicho Pedro Patino tenerle cativo contra justigia; sobre lo qual los del nuestro
Consejo resgibieron, a amas las dichas partes, a la prueva, e cada uno dellos fiso su
provanga, e la truxeron e presentaron ante ellos e fue fecha publicagión dellas, e fue
alegado de bien provado, e dixeron e alegaron de bien provado e en guarda de su
derecho, todo lo que desir e alegar quisyeron, fasta tanto que concluyeron: e por los
del nuestro Consejo fue ávido el dicho plito por concluso, e por ellos, visto el progeso
del dicho plito, dieron e pronungiaron en él sentengia: en que fallaron, que atentos los
autos e méritos deste progeso, que devían dar ' e dieron al dicho Enrrique, canario,
por libre e quito de toda servidunbre e ca- tyverio en que esté puesto, para que faga de
sy lo que quisyere e por bien to- viere, asy como persona libre e fuera de cativerio. E
mandaron que agora nin en algund tiempo sea constreñido nin apremiado a
servidunbre nin cativerio alguno, por el dicho Pedro Patino nin por otro en su nonbre;
e por algunas causas e rasones que a ello les movieron non Asieren condenagión de
costas a ninguna nin alguna de las partes, salvo que cada una dellas se paren a las que
fiso; e por su sentengia, jusgando ansy, lo sentengiaron e pronungiaron, e mandaron
en sus escriptos e por ellos. E agora el dicho bachiller de Sepúlveda, en nonbre del
dicho don Enrrique, canario, paresgió ante nos en el nuestro Consejo e nos suplicó e
pedió por merged que mandásemos dar nuestra carta executoria de la dicha
sentengia, o que sobre ello proveyésemos como la nuestra merged fuese. E nos
tovímoslo por bien: por que vos mandamos, a todos e a cada uno de vos en vuestros
lugares e juridigiones, veades la dicha sentengia, que de suso va encoiporada, que asy
por los del nuestro Consejo fue dada, e la guardedes e cunpláys e executéys e fagáys
guardar e cunplir e executar en todo e por todo, segund en ella se contiene; e en
guardándola e cunpliéndola, contra el thenor e forma della non vades nin pasedes nin
consientades yr nin pasar en tienpo alguno nin por alguna manera. E los unos nin los
otros non fagades nin fagan ende al, so pena de la nuestra merced e de diez mili
DOCUMENTOS 468
maravedís para la nuestra cámara. Dada en la nombrada e grand gibdad de Granada,
a quatro días del mes de junio, año del nacimiento de nuestro señor Ihesu Quisto de
mili e quinientos e un año, etc. Está firmada de todos los del Consejo. =E yo Juan Ra-
mires, escrivano, etc. — Alonso Peres (rubricado} DCIV.

41

El rey de Anaga don Fernando denuncia los atentados cometidos contra su -persona por él
capitán-conquistador Alonso de Lugo. Incitativa dél Consejo real para que él gobernador de Gran
Canaria administre justicia en él caso (inédito**).
Sevilla, 22 de febrero de 1502.

Don Femando, rey canario. Yngitatíva.


Don Femando y doña Ysabel por la gragia de Dios rey y reyna de Castilla, de
León, de Aragón, de Segilia, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Ga- llisya, de
Mallorcas, de Sevilla, de Qerdeña, de Córdova, de Córcega, de Murcia, de Jañén, de
los Algarbes, de Algezira, de Gibraltar, de las islas de Canaria, condes de Barcelona e
señores de Vyscaya e de Molina, duques de Athenas e de Neopatria, condes de
Ruysellón e de Qerdania, marqueses de Oristán e de Gogeano. A vos el que es o fuere
nuestro govemador de la ysla de la Gran Canaria, o a vuestro lugartheniente en el
dicho oficio, e a cada uno de vos a quien esta nuestra carta fuere mostrada, salud e
gragia. Sepades que don Femando, rey que fue de Naga, canario' de la isla de
Thenerife, nos fizo relagión por su petigión diziendo: que al tiempo que, por nuestro
mandado, se pasó de la dicha ysla de Thenerife a esa dicha ysla de la Gran Canaria,
dis que Alonso de Lugo, nuestro govemador de la dicha isla de Tenerife, no le dexó
pasar su hazienda, segund que por nos le avía sido mandado; y que demás desto le
tomó dos esclavos que compró dél, porque heran sus parientes, e que asimismo le
tomó la mitad de sus ganados e otros muchos agravios, que dis que le fizo ynjusta-
mente; en lo qual él dis que a resgibido mucho agravio e daño, e nos suplicó e pidió
por merged gerca dello le mandásemos proveer de remedio con justigia, mandándole
dar nuestra carta para vos, para que oviésedes ynformagión gerca de lo susodicho, e
sobre todo le fizyerdes brevemente complimiento de justigia e como la nuestra
merged fuese. Lo qual visto por los del nuestro Consejo fue acordado que devyamos
mandar dar esta nuestra carta en la dicha rasón. E nos
tovímoslo por bien: por que vos mandamos que luego veades lo susodicho, e llamadas
e oydas las partes a quien atañe, lo más brevemente e sin dilación que ser pueda,
fagades & administredes a las dichas partes breve complimiento de justicia, por
manera que la aya e alcancen, e por defecto de ella no tengan razón de se quexar más
sobre ello ante nos. E otrosí, por esta nuestra carta vos mandamos que fasyendo ante
vos el dicho don Femando, rey que fue de Anaga, el juramento e solemnidad de
pobre, que la ley en tal caso dispone, fagáys que un letrado e procurador de esa dicha

DCIV
42
A. S.: Registro del Sello.
3
DOCUMENTOS 469
ysla le ayude en lo susodicho al dicho don Femando, e los escrivanos públicos de esa
dicha ysla non le lleven derechos algunos de las escripturas que ante ellos pasaren,
sobre el dicho caso; a los quales mandamos que así lo guarden e cumplan, so las penas
que les vos pusierdes o mandardes poner de nuestra parte, las quales nos por la
presente les ponemos e avernos por puestas. E no fagades ende al por alguna manera,
so pena de la nuestra merced e de diez mil maravedís para la nuestra cámara a cada
uno que. lo contrario fiziere. Dada en la muy noble qibdad de Sevilla, a veynte e dos
días del mes de febrero, año del nasqimiento del nuestro salvador Ihesu Christo, de
mili e quinientos e dos años. = Don Alvaro. = Obispo de Oviedo. — Femandus,
li^en^iatus. = Joanes, ligenqiatus. =Líqen<jiatus Qapata.=Ligenqiatus Moxica.=Yo
Bartolomé Ruyz de Castañeda, escrivano de cámara del rey e de la reyna nuestros
señores, la fize escrevir por su mandado, con acuerdo de los de su Consejo.
Ynqitativa al governador de la isla de la Gran Canaria, a pedimiento de don
Femando, rey que fue de Naga, sobre qiertos bienes. Syn derechos 42 DCV DCVI DCVII DCVIII
DCIX DCX
.

DCVOrden de los Reyes Católicos al tesorero de los descargos ■para que proceda a pagar
ál coniino Diego Maldonado él sueldo que le correspondía como conquistador de Tenerife, a
razón de cuarenta mil maravedíes por aña. Estuvo en campaña veintidós meses (inédito).
DCVIMadrid, 28 de diciembre de 1502.
DCVIIEl Rey e
la Reyna.
DCVIIIMartín
de Salynas, thesorero de nuestros descargos: nos vos mandamos
que de qualesquier maravedís de vuestro cargo dedes e paguedes a Diego Maldo-
nado, contino de nuestra casa, qinquenta e qinco mili e seysqientos e dies e seys
maravedís, que le son devidos en esta manera: del año de noventa e quatro,
DCIXdesde primero de enero fasta mediado abril del dicho año, siete mili y dosien-
DCXtos e ochenta maravedís, a respeto de los veynte e qinco mili maravedís de su
42
A. S.: Registro del Sello.
3
470 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

rabión e quitación; desde mediado el dicho mes de abril fasta mediado el mes de
hebrero del año de noventa e seys, que son veynte e dos meses, setenta e tres mili e
tresientos e veynte maravedís, a rasón de quarenta mili maravedís, que ovo de aver
por año del tiempo que sirvió por nuestro mandado en las yslas de la Grand Canaria,
en los quales dichos quarenta mili maravedís se ovo de consumir la dicha su ragión e
quitación del dicho tiempo; de los quales dichos setenta e tres mili e trezientos e
veynte maravedís le fueron librados, los veynte y ginco mili maravedís dellos de su
ragión e quitación del año de noventa e ginco, por manera que resta que se le deven
los dichos ginquenta e ginco mili e seysgientos e dies e seis maravedís, asy de lo que
ovo de aver el dicho año de noventa e quatro, por contino, como del dicho tiempo
que sirvió en la dicha Canaria, por nuestro mandado, segund fue asentado con él
y está averiguado en el abdiengia de nuestros descargos. Los quales le dad e

i. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


pagad en dineros contados, e tomad su carta de pago, o de quien su poder oviere;
con la cual e con esta nuestra gédula, mandamos que vos sean regibidos en
cuenta los dichos ginquenta e ginco mili a seysgientos e dies e seys maravedís. E
mandamos a los nuestros contadores mayores que asyenten el traslado desta
nuestra gédula, en los nuestros libros que ellos tienen, e tomen ansy la dicha
gédula que de suso se fase mengión; e sobreescripta e librada dellos, den e tomen
esta original al dicho Diego Maldonado, para que lo en ella contenido aya efecto.
E non fagades ende al. Fecha en la villa de Madrid, a veynteocho días del mes de
deziembre de quinientos e dos años. = Yo el Rey. = Yo la Reyna {firmas autógrafas).
=Por mandado del rey e de la reyna. = Gaspar de Grizio (rubricado).

Conozco yo Diego Maldonado en esta gédula de Sus Altesas, de suso escripia j


contenido, que resgibí de vos Martín de Salinas, thesorero de los descargos de §
Sus Altesas, los ginquenta e ginco mili e seysgientos e diez e seys maravedís, en esta
dicha gédula de Sus Altesas de suso escripia contenidos, que Sus Altesas por ella me
mandan dar, e porque es verdad vos diese conosgimiento firmado de mi nombre.
Fecho en la villa de Alcalá de Henares, a ginco días del mes de hebrero de mili e
quinientos e tres años.=Diego Maldonado (rubricado). t ■ J
A Martín de Salinas que pague a Diego Maldonado, contino de Vuestras Altezas,
LV.U.DCXVI maravedís que le son devidos, para cunplimiento de todo lo que ovo de
aver del tiempo que sirvió en la Grand Canaria con Alonso de Lugo, por mandado de
Vuestras Altezas, los años de XCIIII, XCV, XCVI.

[Al dorso:] Martín de Salinas, tesorero de los descargos del rey e de la reyna
nuestros señores, en esta gédula de Sus Altezas desta otra parte escripia contenido,
vedla e conplidla, en todo e por todo, segund que en ella se con tiene. E Sus Altezas
por ella vos lo enbían a mandar, e avéys de pagar los dichos maravedís, la mitad
luego e la otra mitad en fin del mes de hebrero del año venidero de quinientos e tres
años. Descargos (rubricado). = Guevara. =
Ligengiatus Moxica.=Frangiscus, ligengiatus.=Frangiscus.=Christóval d’Avila.
Femando de Medyna.=Yñigo López (rubrica dos). = Asentada (rúbrica).
DOCUMENTOS 471

Cédula del Rey e de la Reyna nuestros señores por donde fueron pagados a
Diego Maldonado, contyno de Sus Altezas, LV.U.DCXVI maravedís 44.

43

El Consejo real da comisión al gobernador de Gran Canaria Lope de Sosa para averiguar
qué tierras había repartido indebidamente el capitán conquistador Alonso de Lugo en la isla de
Tenerife (inédito).

Medina del Campo, 10 de julio de 1504.

[En el margen:] De oficio.


Para que Lope de Sosa, govemador de Tenerife, aya ynformaqión qué tierras son
las que Alonso de Lugo dio, e los oficios que dio, sy los dio a sus pa rientes, e sobre
otras muchas cosas, e la envíe al Consejo.
Don Femando e doña Ysabel, etc. A vos Lope de Sosa, nuestro govemador de las
yslas de Canaria, salud e gragia. Sepades que a nos es fecha relagión que don Alonso
Femandes de Lugo, nuestro adelantado de las yslas de Canaria e nuestro govemador
de las yslas de Tenerife e La Palma, diz que ha fecho e consyente que se faga en las
dichas yslas de Tenerife e La Palma muchos agravios e fuerzas e synrazones a los
veqinos de las dichas yslas, asy tomándoles sus mugeres como en tomarles lo suyo e
atributar para sy las tierras y heredades de las dichas yslas, y pagar con ellas sus
debdas; y espegialmente diz que teniendo, como tiene, poder de nos para repartir las
tierras y heredades de las dichas yslas a las personas que viniesen a bivir e poblar en
ellas con sus casas e asyentos, diz que, syn nuestra ligengia e mandado e syn tener
poder ni facultad para ello, ha dado muchas tierras y heredades y aguas y heridos de
engenios para agúcar a muchas personas estrangeros, que no han de bivir en las
dichas yslas de Tenerife e La Palma, algunas deltas por que ha sydo su voluntad de
las dar e otras en pregio de algunas contías de maravedís que les devía; y
espegialmente diz que dio en la dicha ysla de Tenerife a Blisyno, ytaliano, por gierta
contía de maravedís que le devía, giertas tierras de regadío para sembrar agúcar e un
asiento de un engenio para moler el dicho agúcar, lo qual después de fecho diz que
puede valer trezientas mili maravedís de renta en cada un año; e que dio a Mateo
Vinan, ginovés, otra gierta cantidad de tierras con gierta agua para las regar por otras
contías de maravedís que les devía, e que atiende desto le fizo recabdador de la dicha
ysla; e que asymismo dio a Luis
14
A. S.: Cara y Sitios Reales, leg. 5, fol. 193. de Sepúlveda, criado que fue de Gutierre de
Cárdenas, comendador mayor de León, ya defunto, mi herido de un engenio e qinco
o seis suertes de tierras que hedeficadas con el dicho engenio, diz que valen de renta
en cada un año dozien- tos e cincuenta mili maravedís; e también diz que prometió de
472 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

dar a Johan Osorio, nuestro repostero de plata, por que le ayudase en sus negocios,
tierras donde pudiese aver dozientas mili maravedís de renta en cada un año, e que
agora avía ydo un hijo del dicho Juan Osorio a tomar la posesión dellas e a las labrar;
e asymismo diz que dio en la dicha ysla de La Palma a Pedro de Be- navente, catalán,
e a otras personas estrangeras, otras muchas tierras y heredades en pago de algunas
contías de maravedís que les devía; e que a un Xuares de Quemada, criado del duque
de Medina Qidonia, le dio en la dicha ysla de Tenerife qierta cantidad de tierras en
pago de ochocientas mili maravedís quel dicho don Alonso de Lugo diz que devía al
dicho duque, las quales diz que agora posee el dicho Xuares de Quemada; e que a
otras muchas personas ha dado otras muchas heredades e aguas e heridos para
engenios; e que allende de todo esto el dicho Alonso Femandes de Lugo, por su
propia abtori- dad, diz que ha tomado para sy muchas tierras e aguas que diz que
valen más de tres cuentos de maravedís de renta en cada un año, e que a consentido e
consyente cargar pan de las dichas yslas para el reyno de Portugal; e diz que los
cargos de la justicia los ha dado e da a sus parientes e las escrivanías a sus criados; e
diz que por algunas personas de las dichas yslas le han dicho que remedie lo
susodicho, los ha maltratado e tomado sus bienes o sy alguno quería venir a nos faser
saber lo susodicho le ha fecho prender e manda que non les den navios en que
vengan, por escusar que nos no fuésemos ynformados de las cosas quel dicho
govemador fazía en las dichas yslas; e como por estas cabsas las dichas yslas no están
pobladas ny ay persona que se quiera avezin- dar en ellas. E porque nos queremos ser
informados de todo lo susodicho, para lo mandar proveer e remediar, como cumpla a
nuestro servicio e al bien e pro común de las dichas yslas e de los vecinos dellas,
confiando de vos que soys tal persona que guardaréys nuestro servicio e bien e fiel e
diligentemente faréys lo que por nos vos fuere mandado, es nuestra merced de vos
encomendar e cometer lo susodicho; por que vos mandamos que, luego que esta
nuestra carta vos fuere notyficada, ayáys vuestra ynforma^ión qierta de lo susodicho
e de cada cosa e parte dello, e cómo e de qué manera ha pasado e pasa, e quáles e
quántas tierras e heredades e aguas e heridos para engenios han sydo los quel dicho
don Alonso de Lugo e otras personas por su mandado e en su nombre han vendido o
dado a las dichas personas de suso declaradas e a otras qualesquier que sean; e
asymismo qué otras tierras son las que se han dado a otras personas, con condición
que diesen la meytad de lo que rentasen al dicho don Alonso, e sy el dicho don
Alonso dio algunas de las dichas tierras e asyéntos de engenios a las dichas personas
en pago de algunas contías de maravedís que les devía, e cómo e en qué manera ge las
dio, e porque tanto tiempo, e qué es lo que pueden valer de renta en cada un año todas
las dichas tierras e aguas o heridos para engenios que el dicho don Alonso Femandes
ha vendido e dado e
473 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

tomado para sy; e asymismo qué fuergas e agravios son los quel don Alonso
Femandes e sus oficiales han fecho a los veginos de la dicha ysla, e sy los oficiales e
escrivanos que tiene puestos son sus parientes e criados, e qué es el dapño e
perjuizio que a venido e viene a las dichas yslas e vecinos dellas en se aver fecho lo
susodicho, e sy por ello se a impedido o impide que las dichas yslas no se pueblen, e
qué es lo que conviene que se provea e se remedie gerca de todo ello, e para que las
dichas yslas se pueblen como cumple a nuestro servigio, e de todo lo otro que vos
vierdes que vos deváys ynformar para mejor saber la verdad cerca de todo ello; e la
dicha ynformaqión avida e la verdad sabida, escripia en limpio e firmada de vuestro
nombre e signada del escavano ante quien pasare, e cerrada e sellada en pública
forma en manera que haga fee, la embiad ante nos al nuestro Consejo, para que nos
la mandemos ver e proveer sobrello lo que sea justigia. E mandamos a qualesquier
personas de quien enterdierdes ser ynformado, para mejor saber la verdad cerca de
lo susodicho, que venga e paresca ante vos a vuestros llamamientos e
emplazamientos e diga sus dichos a los plazos e so las penas que vos de nuestra
parte les pu- sierdes o mandardes poner, las quales nos por la presente les ponemos
e avernos por puestas. E non fagades ende al. Dada en la villa de Medina del
Campo, a dies días del mes de jullio de quinientos e quatro años. = Yo el Rey.=Yo la
Reyna. =Episcopus cartajenensis.=El doctor Angulo. =Ligengiado Qapata.=
Ligenciado Tello. =Ligengiado Moxica. =Ligengiado Santiago. =Ligengiatus Po-
lanco (rubricado) 45

44

El capitán Bartolomé do Estopiñán se queja del despojo por parte de Alonso de Lugo de las
tierras que había recibido en repartimiento como recompensa por sus importantes servicios en la
conquista de Tenerije. El Consejo redi ordena al gobernador de Gran Canaria que incoe la
oportuna información sobre el particular, remitiéndola para resolución al alto organismo
(inédito).

Medina del Campo, 5 de octubre de 1504.

Que ayan ynformación sobre lo que a servido.


Don Femando e doña Ysabel, etc. A vos el nuestro govemador de la ysla de
Gran Canaria, salud e gragia. Sepades que Bartolomé de Estopiñán, vezino de Xerez
de la Frontera, nos hizo relagión por su petigión: que Alonso de Lugo, adelantado
que agora es de la ysla de la Grand Canaria, estando en la conquista de la ysla de
Tenerife fue desbaratado por los canarios e le mataron giertos onbres e le echaron
fuera de la dicha ysla; e quél se pasó a la dicha ysla

45
A. S.: Registro del Sello.
DOCUMENTOS 474
de Gran Canaria, e de allí enbió a pedir socorro al duque de Medina Sidonia, el qual
dicho duque, por servicio de Dios e nuestro, le envió a socorrer con mili onbres a pie e
qinquenta de cavallo enbió al dicho Bartolomé de Estopyñán de la dicha gente, con la
qual el dicho adelantado e él tomaron a la conquista de la dicha ysla, e estovieron en
ella dos años hasta que se acabó de ganar la dicha ysla, peleando muchas vezes por
batallas con los dichos canarios, de manera que, después de Dios, por lo mucho quél
trabajó quedó la ysla ganada; e que por lo quél trabajó le fue señalado por el dicho
adelantado una parte de tierras, con su agua para regar los cañaverales que en dichas
tierras se oviesen de sembrar, e asymismo agua para el yngenio; e que estando el
dicho asyento señalado por suyo en su nombre, e aun no seyendo tanto ni tal segund
la quél trabajó, agora el dicho adelantado, syn ninguna cabsa, le ha quitado las
dichas tierras e agua, non dándole ni señalándole otras ningunas, de lo qual
reqibía agravio; e nos suplicó e pidió por merqed non diésemos lugar quél fuese

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000


agraviado, e le mandásemos hazer merqed no solamente de aquello que hera
suyo, más de otro mucho más; e que para que mejor fuésemos ynformados dello
mandásemos a vos, el dicho nuestro govemador, que oviésedes ynformaqión de
todo lo susodicho e viésedes dende las dichas tierras e agua; asymismo oviésedes
ynformaqión de lo quél trabajó e syrvió en la dicha conquista; e la ynformaqión
avida de todo ello, la enbiásedes ante nos o como la nuestra merced fuese. E nos
tovímoslo por bien; por que vos mandamos que, llamadas e oydas las partes a
quyen atañe, ayáys informaqión e sepáys la verdad qerca de lo susodicho, e asy
por los testigos que las partes quisyeren presentar como por
los que vos de vuestro ofiqio vierdes que se deven reqibir para mejor saber la s
verdad; e la ynformaqión avida e la verdad sabida, concluso el negoqio para i
sentenqia difinitiva, e escrito en limpio e firmado de vuestro nombre e qerrado j
y sellado en pública forma e en manera que faga fee, lo enbiad ante nos al 2
nuestro Consejo, para que en él visto se provea lo que fuere justiqia. Para lo qual todo
que dicho por esta nuestra carta, vos damos poder cumplido, con todas sus
ynqidenqias e dependenqias, anexidades e conexidades. E no fagades ende al. Dada
en la villa de Medina del Campo, qinco días del mes de octubre año del nasqimiento
del nuestro señor Ihesu Christo de mili e quinientos e qua- tro años. =M. doctor.
=Archiepiscopus de Talavera. =Liqenqiatus Qapata. = Franqiscus Tello,
liqenqiatus.=Liqenqiatus Moxica. =Liqenqiatus de Santiago. = Johanes, doctor. =E yo
Alonso del Mármol, escrivano de cámara del rey e de la reyna nuestros señores, la
fize escrevir por su mandado, con acuerdo de los del su Consejo. =Liqenqiatus
Polanco (rubricada) 4B.

46
A. S.: Registro del Sello.
475 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

45

Segunda redamación del capitán Bartolomé de Estopiñán- contra el despojo de tierras en la


isla de Tenerife, que le habían sido asignadas como recompensa por sus servicios en la conquista.
Fallida la información decretada por él Consejo real, se ordena ahora al gobernador de Gran
Canaria administrar pronta justicia od demandante (inédito).
Toro, 22 de abril de 1505.

De Bartolomé d’Estopifián.
Comisión en forma para el govemador de la ysla de la Grand Canaria para que
faga justicia. ■

) Del documenta, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2000
Doña Juana, etc. A vos el que es o fuere mi govemador e jues de residencia en
la ysla de la Grand Canaria o a vuestro lugarteniente en el dicho ofigio, salud e
gragia. Sepades que Bartolomé d’Estopifián, vesino de la gibdad de Xerez de la
Frontera, me fizo relagión por su petigión desiendo: que puede aver nueve o diez
años, poco más o menos, que estando el adelantado Alonso de Lugo en esa dicha
ysla él fue con gente armada, por mandado del duque de Medina Sidonia, su
señor, a le socorrer, e que con su ayuda e yndustrya le hizo ganar la ysla de
Thenerife; e que, en remuneragión de lo que allí me sirvió, el dicho adelantado le
dio giertas tierras en la dicha ysla e agua para regar los cañaverales que en ella se
senbrasen e para el yngenio; las quales dis que después acá le ha quitado, non
aviendo cabsa para ello; e porque se me quexó el dicho adelantado, yo le mandé
dar mi carta, avrá un año, para el gover- nador que se esperava yr a esa dicha ysla,
que se informase por qué rasón se le avían dado las dichas tierras e qué cabsa avía
tenido para gelas quitar el dicho adelantado, e de lo que avía seruido; y avida, la
enbiase ante mí, para que vista mandase proveer en ello lo que fuese justicia; e que
a cabsa que en el dicho tienpo el dicho govemador non fue a esa dicha ysla, dis
quel dicho adelantado repartió las dichas tierras en otras personas, e que non ha
podido alcangar cunplímiento de justigia, nin se han fecho ni cunplido cosa alguna de
lo en la dicha mi carta contenido; en lo qual dis que sy asy pasase él resgibi- ría en ello
mucho agravio e daño, e me suplicó e pedió por merged que sobre ello le proveyese
con justigia, mandándole bolver las dichas tierras, que asy el dicho adelantado le dio
en remuneración de lo que me avía servido, pues non ovo cabsa alguna por que gelas
deviese quitar, e como la mi merced fuese* E yo tóvelo por bien: por que vos mando
que luego veades lo susodicho, e llamadas e oydas las partes a quien tocare, lo más
brevemente e syn dilación que ser pueda, non dando logar a largas nin dilaciones de
maligia, salvo solamente la verdad sabida, libredes e determinedes en ello lo que
halláredes por justicia, por vuestra sentencia o sentencias, asy ynterlocutorias como
definitivas; la qual e las quales e el mandamiento o mandamientos que en la dicha
rasón dierdes e pronunciaredes, llevedes e fagades llevar a pura e devida exe-
476 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
cugión, con efecto tanto como con fuero e con derecho debades. E mando a las partes
a quien atañe e a otras qualesquier personas, de quien entendiéredes ser ynformado e
saber la verdad gerca de lo susodicho, que vengan e parescan ante vos personalmente
a vuestros llamamientos y enplasamientos e fagan juramento e digan sus dichos e
depusygiones, a los plasos e so las penas que vos de mi parte les pusyéredes e
mandáredes poner, las quales yo por la presente les pongo y he por puestas. Para lo
qual todo que dicho es asy faser e cunplir e executar, por esta mi carta vos doy poder
conplido con todas sus yngiden- gias e dependencias, anexidades e conexidades. E los
unos nin los otros, etc. Dada en la gibdad de Toro, a veynte e dos días del mes de
abril de mili e quinientos e cinco años. = Johannes episcopus cordubensis.
=Ligengiatus Qapata.= Femandus Tello, ligengiatus.=Dottor Carvajal. =Ligengiatus de
Santiago. = Johannes, dottor. = Yo Luys del Castillo, etc. - Ligengiatus Polanco
(rubricado) 47.

Biblioteca Unrveisilaña, 2000


46

La reina doña Juana de Castilla expide carta de merced de dos caballerías í

de tierras en Tenerife a favor del contíno Diego Maldonado, como recompensa |


a sus destacados servicios en la conquista de dicha isla (inédito). i
Q

Toro, 22 de abril de 1505. i 8


A Diego Maldonado. Merged de dos cavallerías de tierras de riego. |
Doña Juana, por la gragia de Dios reyna de Castilla, etc. Por haser bien ° e merged
a vos Diego Maldonado, contino de mi casa, acatando algunos buenos servigios que
me avéys hecho e hazéys de cada día e espero que me haréys de aquí adelante, e
porque ayudastes a conquistar la ysla de Tenerife, por la presente vos fago merged,
gragia e donagión, pura e perfeta, non rebocable, que es dicha entre bivos, para agora
e para siempre jamás, de dos cavallerías de tierra de riego en la dicha ysla de
Tenerifee, en el valle de Taoro o en otra qualquier parte de la dicha ysla que las aya,
syn perjuysio de mis rentas e de tergero, e después de conplidas las dichas mergedes
quel rey mi señor, administrador e govemador destos mis reynos e señoríos, e la
reyna, mi señora madre que aya santa gloria, o qualquier dellos, ayan fecho fasta
agora; para que sean vuestros e de vuestros herederos e subgesores e de qualquier o
qualesquier que de vos o de aquéllos ovieren título, cabsa o rasón, e para que las po-
dades e puedan vender, dar e donar, trocar, canbiar, enagenar e faser dellas e en ellas
todo lo que quisyerdes e por bien tovierdes como de cosa vuestra propia avida por
justo e derecho título. E mando a don Alfonso Femandes de

Lugo, mi adelantado e govemador de las yslas de Tenerifee e La Palma, o otro


qualquier govemador o juez de resydengia que fuere de las dichas yslas, que luego
que por vuestra parte con esta mi carta fuere requerido de vos dé e entregue, o a
quien vuestro poder oviere, las dichas dos cavallerías de tierra de riego en el dicho
48
A. S.: Registro del Sello, Fol. 58.
DOCUMENTOS 477
valle e en otra qualquier parte de la dicha ysla, que sea syn perjuyzio de las dichas
mis rentas e tergero, e después de conplidas las dichas mergedes como dicho es,
medidas las dichas tierras con las medidas con que en la ysla de la Grand Canaria se
acostunbra medir las otras cavallerías de tierras; e vos anparen e defiendan en ella, e
non consyentan ni dé lugar que della seades despojado, agora ni en algund tienpo ni
por alguna manera, syn ser primeramente sobre ello oydo e vengido por fuero e por
derecho ante quien e como deváys. E non fagan ende al por alguna manera, so pena
de la mi merged e do dos mili maravedís para la mi cámara, a cada uno que lo
contrario fiziere. Dada en la gibdad de Toro, a veynte e dos días del mes de abril año
del nasgi- miento del nuestro salvador Ihesu Christo de mili e quinientos e ginco
años. = Yo el Rey. — Yo Gaspar de Grizio, secretario de la reyna nuestra señora, la fise
escrivir por mandado del señor rey su padre, como administrador e govemador
destos sus reynos. E en las espaldas estava firmada, do desía. — Ligengiatus Qa- pata.
= Registrada, ligengiatus Polanco 4S.

47

El rey Aon Diego de Adeje se queja del gobernador Alonso de Lugo, quien ■pone cortapisas a
su libertad y le tiene ocupada la hacienda. Comisión al gobernador de Gran Canaria para que
restablezca la justicia (inédito**).

Segovia, 5 de junio de 1505.

Comisión al govemador o jues de residengia de la ysla de la Grand Canaria. De


don Diego, rey que fue de Adex.
Doña Juana, por la gragia de Dios, etc. A vos el que es o fuere mi govemador o
corregidor o juez de residengia de la ysla de la Canaria, o a vuestro alcalde en el dicho
ofigio, salud e gragia. Sepades que don Diego, rey que fue de Adex, me fizo relagión
por su petigión, que en el nuestro Consejo presentó, diziendo: que Alonso de Lugo,
nuestro govemador de las yslas de Tenerife e de La Palma, le tiene a él e a toda su
hagienda por fuerga, non aviendo cabsa nin razón para ello, lo qual diz ques a cabsa
que no venga a mi corte a se me quexar de las muchas ynjustigias e synrazones, de lo
qual diz quél resgibe mucho agravio e daño; e me suplicó e pidió por merged sobre
ello le mandáse-

49
A. S.: Registro del Sello.
478 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
mos proveer de remedio con justigia, mandándovos que le íiziésedes conpli- miento
de j'ustigia, dexando salir a él e a sus parientes, con sus ganados e fa- zienda, a donde
quesyese, pues que heran mis vasallos, por manera quél fuese libre e esento de las
prysyones que asy le tenía, o como la mi merged fuese. Lo qual visto en el mi Consejo
fue acordado que devíamos mandar dar esta mi carta en la dicha razón. E yo tóvelo
por bien, e confiando de vos que soys tal persona que guardaréys mi servigio e el
derecho de las partes, e bien e fiel e deligentemente faréys lo que por mí vos fuere
encomendado e cometido es mi merged de vos encomendar e cometer lo susodicho e
por la presente vos lo encomiendo e cometo: por que vos mando que luego veades lo
susodicho, llamadas e oydas las partes a quien atañe, syn estrépito nin figura de
j’uizio, salvo solamente la verdad savida, libredes e determinedes gerca de lo
susodicho lo que falláredes por justigia, por vuestra sentengia o sentengias, asy
ynterlocuto- rías como definitibas. La qual o las quales, e el mandamiento o

auiotes. Digitalizadón lealizaóa pot ULPGC. Biblioteca Umveisiiafia, 2006


mandamientos que en la dicha razón diéredes e pronungiáredes, llevedes e
fagades llevar a pura e devida execugión con efecto quánto e cómo con fuero e
con derecho devades; e mando a las partes a quien lo susodicho atañe, e a otras
qualesquier personas que entendiéredes ser ynformado e saber la verdad gerca de
lo susodicho, que vengan e parezcan e se presenten ante vos, a vuestros llama-
mientos e enplazamientos, e so las penas que vos de nuestra parte les pusyére-
des e mandáredes poner, que yo por la presente las pongo e he por puestas. Para
lo qual todo que dicho es por esta mi carta vos doy poder conplido, con todas sus
yngidengias e dependengias, anexidades e conexidades. E los unos nin los otros
non fagades ende al, etc. Dada en Segovia, a ginco días del mes de junio de mili e
quinientos e ginco años.=Joanes, episcopus cordobensys.= _ Ligengiatus
Qapata.=Femandus Tello.= Ligengiatus de Caravajal.=Ligengiatos | de Santiago. = Yo
Luis Peres de Medina, escrivano, etc. = Ligengiatus Polanco | (rubricado) DCXI DCXII.

DCXI

Al cabo de nueve años de finalizada la conquista de Tenerife, el mercader sevillano Jerónimo


de Herrera prosigue en sus reclamaciones contra Alonso de Lugo por débitos contraídos ai
suministrarle armas, vestimenta y calzado para la tropa. El Consejo real, ante quien se ventilaba
el pleito en grado de apelación, emplaza ai capitán conquistador para que se persone en el mismo
en defensa de sus intereses y justificación de su conducta (inédito).
DCXIISegovia, 1 de septiembre de 1505.

Gerónimo de Herrera. Emplazamiento.


Doña Juana, por la gracia de Dios reyna de Castilla, etc. A vos don Al-
48
A. S.: Registro del Sello, Fol. 58.
479 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

fonso Femandes de Lugo, adelantado de las yslas de Canaria, salud e gragia. Sepades
que Gyrónimo de Herrera, vezyno de la gibdad de Sevilla, me fyso relación por su
petición disyendo: que bien savia el pleito que ante los del mi Consejo estava
pendiente, entre' él de la una parte e vos de la otra, sobre rasón que dis quél ovo
enbiado un fator suyo, quando se ganó la ysla de Tenerife, con giertas mercadurías
para vender a la gente de la armada, que en la dicha ysla estava; e que vos avíades
tomado al dicho su fattor quatrogientos capotes, que valían cada uno syete reales, e
tresyentas e dies espadas, que valían cada una uno dovla castellana, e tresyentos
pares de alpergates, que valían a dos reales cada par, e tresyentas camisas, que valían
cada una cinco reales; e que havíades quedado obligado de ge lo pagar, e sobre las
otras cabsas e rasones en el progeso del dicho pleito contenidas; e como por los del mi
Consejo avíades seydo resgibido a prueva, con gierto término, e le avía seydo dado
mi carta de receptoría, para tomar sus testigos, e como en la dicha mi carta avía man-
dado que primeramente vos fuese notificada, para que fuésedes a ver faser la dicha
provanga e ver jurar e conosger los testigos que por su parte fuesen presentados, sy
quisiésedes; en lo qual dis que, sy asy pasase, resgibiría mucho agravio e daño; por
ende, que me suplicava e pedía por merged que por escu- sar las cestas e gastos que
se pudieran resgibir en os yr a notificar la dicha carta de regeptoría, le mandase dar
mi carta de suplicagión para vos, para que binié- sedes e enbiásedes procurador en
seguimiento de la dicha cabsa, e para que fuésedes presente a ver faser la dicha
provanga e ver jurar e conosger los dichos testigos, e para todos los otros abtos deste
dicho progeso pleito a que de derecho devíades ser presente, e llamado fasta la
sentengia difinitiva e tasagión de costas, sy las oviere, o como la mi merged fuese. Lo
qual visto por los del mi Consejo, por quanto para todo lo susodicho devéys ser
llamado e oydo, fue acordado que debía mandar dar esta mi carta en la dicha rasón. E
yo tóvelo por bien: por que vos mando que del día que esta mi carta vos fuere leyda e
notificada, en vuestra presengia sy pudiésedes ser ávido, sy no ante las puertas de las
casas de vuestra morada disyéndolo o fasyéndolo saber a vuestra muger e fijos si los
avedes e si no a vuestros escuderos o criados para que vos lo digan e fagan saber e
dello no podades pretender ynorangia, fasta gient días primeros siguientes, los quales
bos doy e asygno por primero e segundo e tergero plaso e término perentorio,
vengades e parescades ante los del mi Consejo en seguimiento del dicho pleito, por
vos o por vuestro procurador sufigiente, con vuestro poder bastante, bien escripto e
ynformado gerca de lo susodicho, asy para ver presentar, jurar e conosger los testigos
e provangas, que por parte del dicho Gyrónimo de Herrera sean presentados en el
dicho pleito, como para ver faser publicagión dellos, e a desir e alegar gerca dello, en
guarda de vuestro derecho, todo lo que desir e alegar quisierdes e para lo qual todo
que dicho es, e para todos los otros abtos de este pleito y de derecho debades ser
presente llamado, e para oyr sentengia o sentengias e ver urar e tasar costas, sy las
oviere. Por esta mi carta vos llamo e gito e pongo plaso perentoriamente, con
apergebimiento que os fago que sy en el dicho término paresgiéredes ante los
DOCUMENTOS 480
del mi Consejo, como dicho es, que ellos vos oirán e guardarán en todo vuestro
derecho, en otra manera, vuestra absengia e rebeldía, no embargante aviéndola por
presencia, oyrán a la parte del dicho Girónimo de Herrera todo lo que desir e alegar
quisiere, e determinarán sobre ello lo que fallaren por derecho, syn vos más llamar ni
gitar ni entender sobre ello; e de como esta mi carta vos fuere leyda e notificada e la
cumpliedes, mando, so la pena de mi merged e de dies mili maravedís para la mi
cámara, a qualquier escrivano público, que para esto fuere llamado, quede ende, al
que vos la mostrare, testimonio sygnado con su sygno, por que yo sepa en cómo se
cumple mi mandado. Dada en la gibdad de Segovia, a primero día del mes de
setiembre, año del nasgimiento del nuestro salvador Ihesu Chnsto, de mili e
quinientos e ginco años.=Johan- nes, episcopus corduvensis. =Ligengiatus de la
Fuente. = Dottor Carvajal. =Li- gengiatus de Santiago. =Ligengiatus de
Polanco.=Yo Bartholomé Ruis de Castañeda, escrivano de cámara de la reyna

i. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrversilaria, 2000


nuestra señora, la fise escrevir por mandado del señor rey su padre administrador
e govemador destos sus reynos. = Ligengiatus Polanco (rubricada) DCXIII.

49

En el pleito entablado por el mercader Jerónimo de Herrera contra él capitán


conquistador Alonso de Lugo, él Consejo real solicita de este último que preste declaración
bajo juramento (inédito). s
Segovia, 9 de septiembre de 1505. |

Gerónimo de Herrera. Para que Alonso de Lugo responda a unas pusy- “ giones.
Doña Juana, por la gracia de Dios, etc. A vos el que es o fuere mi gover- nador o
jues de resydengia de la ysla de Gran Canaria e a vuestro lugarteniente en el dicho
oficio e a cada uno de vos a quien esta mi carta fuere mostrada, salud e gragia.
Sepades que Girónimo de Herrera, vegino de la gibdad de Sevi- Ha, me fiso relación
por su petición disyendo: que bien sabía el pleito que ante los del mi Consejo estava
pendiente entre él de la una parte e don Alfonso Fe- rrandes de Lugo, adelantado' de
las yslas de Canaria, e su procurador en su nonbre de la otra, sobre rasón de giertas
mercaderías quel dicho adelantado dixo que avía tomado a un su fator que avía
enbiado con ellas para las vender a la gente de la armada quando se ganó la ysla de
Tenerife; e como por los del mi Consejo avían seydo resgíbidos a prueva con gierto
término; e porque él se entendía aprovechar de su derecho e dispusigión del dicho
adelantado en el dicho pleito, me suplicó e pidió por merced gerca dello le mandase
DCXIII

Receptcma del Consejo roed en el pleito incoado en grado de apelación por Jerónimo de
Herrera cernirá Alonso de Lugo. Se autoriza al primero para efectuar la prueba documental y
testifical ante la justicia de Sevilla o de otras ciudades que mejor le convengan (inédito).
30
A. S.: Registro del Sello.
DOCUMENTOS 481
proveer,
mandando quel dicho don Alfonso Femandes de Lugo fysiese juramento de ca- lunia
ante vos, e respondiese sy consejo declarado a los artículos e posigyones que por su
parte le fuesen puestos, conforme a la hodenanga de Madrid que qerca desto dispone,
e so la pena de la dicha hordenanga, e como la mi merced fuese. Lo qual visto por los
del mi Consejo fue acordado que devía mandar dar esta mi carta en la dicha rasón. E
yo tóvelo por bien: por que vos mando que luego, que esta mi carta fuerdes
requerido, costringades e apremiados al dicho don Alonso Femandes de Lugo a que
faga juramento de calunia e responda a las pusigiones que por parte del dicho
Girónimo de Herrera serán puestas, conforme a la dicha hordenanza e so la pena
della, en el qual dicho juramento mando al dicho don Alonso Femandes de Lugo que
faga luego ante vos e que responda a las dichas pusygiones, conforme a la dicha
hordenanga e so la pena en ella contenida. E non fagades ende al por alguna manera,
so pena de la mi merced e de dies mili maravedís para la mi cámara. Dada en la
gibdad de Segovia, a nueve días del mes de setienbre año del nasgimiento del nuestro
salvador Ihesu Christo de mili e quinientos e ginco años.=Johannes, episcopus
corduvensis. = Fernán Tello, licenciatus.=Dotor Carvajal. =Johannes, dotor.=
Licenciatus Polanco.=Yo Bartolomé Ruys de Castañeda, escrivano de cámara de la
reyna nuestra señora, la fize escrivir por mandado del señor rey su padre
administrador e govemador destos sus reynos. = Ligengiatus Polanco (rubricado) 50
DCXIV
.

DCXIVSalamanca, 24 de diciembre de 1505.

Gerónimo de Herrera. Regeptoria.


Doña Juana, por la gragia de Dios reyna de Castilla, etc. A los alcaldes de la mi
casa e corte e Changyllerías e a todos los corregidores, asystentes, gover- nadores,
alcaldes e otras justigias e jueses qualesquier, asy de la muy noble gibdad de Sevilla e
de la ysla de la Grand Canaria como de todas las otras gibdades, villas e logares de
los mis regnos e señoríos, e cada uno e a qualquier de vos, en vuestros lugares e
juridigiones, a quien esta mi carta fuere mostrada, salud e gragia. Sepades que pleito
está pendiente ante los del mi Consejo entre Gerónimo de Herrera, vesyno de la dicha
gibdad de Sevilla, e su procurador en su nombre, de la una parte, e don Alfonso
Femandes de Lugo adelantado
30
A. S.: Registro del Sello.
DOCUMENTOS 482

de las yslas de la Grand Canaria e su procurador en su nombre, de la otra; el qual


primeramente pendya ante el ligengiado Gongalo Femandes Gallego, alcalde de mi
casa e corte, e vino ante los del mi Consejo en grado de apelagión de una sentencia,
que en el dicho pleito dyo e pronunció el dicho ligengiado Gongalo Femandes
Gallego; el qual dicho pleito es sobre rasón que el dicho Gerónimo de Herrera diz
que ovo enviado un fattor suyo, quando se ganó la ysla de Tenerife, con giertas
mercaderías para vender a la gente del armada que en la dicha ysla estava, e que el
dicho don Alonso de Lugo havía tomado quatrogientos capotes, que valían cada
uno syete reales, e tresyentas e diez espadas, que valían cada una una dobla
castellana, e tresientos pares de alpargatas, que valían a dos reales cada par, e
tresyentas camisas, que valían cada vna ginco reales; lo qual todo havía tomado el
dicho Alonso de Lugo a su cargo, e baria quedado obligado de ge lo pagar a los
dichos presgios en la dicha gibdad de Sevilla, luego que viniese de la dicha ysla, e

D Del documenta, los autores. Digitalízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
que el dicho don Alonso de Lugo havía cobrado e resgibido de los dichos presgios
de las dichas mercaderías, lo qual diz que hasta agora no le ha dado ni pagado; e
sobre las otras cabsas e rasones en el proceso del dicho pleito contenidas, en lo qual
por amas las dichas partes fueron dichas e alegadas muchas rasones fasta tanto que
concluyeron, e por el dicho alcalde fue dada sentengia difinitiva en favor del dicho
adelantado; por ante los del mi Consejo, y en grado de la dicha apelagión, dixo e
alegó giertas rasones en guarda de su derecho, fasta tanto que el dicho pleito fue
árido por concluso, e por los del mi Consejo fue dada e pronun- giada en él
sentengia por la qual resgibieron al dicho Gerónimo de Herrera a prueva, de lo por
su parte ante ellos nuevamente dicho e alegado, en esta yns- tangia de apelagión, e
de lo alegado e no provado en la primera ynstangia deste pleito, para que lo
provase en esta manera lo alegado e no provado en la primera ynstangia deste
pleyto, por escrepturas públicas e abténtycas e por confisión del dicho Alonso de
Lugo, e non en otra manera; e lo nuevamente ante ellos dicho e alegado en esta
ynstancia de apelagión, por aquella manera de prueva que de derecho en tal caso
oviere lugar, segund el estado en que este pleyto estava, e al dicho don Alonso de
Lugo a provar lo contrario, sy qui- syere, salvo jure impertinengium et non
admitendorum; para la qual prueba faser, e la traher e presentar ante ellos, les
dieron e asygnaron plaso e término de gient días primeros siguientes, por todo
plazo e término perentorio, segund que más largamente en la dicha sentengia se
contiene; después de lo qual, el dicho Gerónimo de Herrera paresció ante los del mi
Consejo y dixo que los testigos de que se entendía aprovechar, para haser la dicha
su provanga, los abía e tenía en la dicha gibdad de Sevilla e en otras gibdades e
villas e lugares destos mis reynos e señoríos, e me suplicó le mandase dar mi carta
de regebtoria para haser la dicha su provanga o como la mi merged fuese. E yo
tóvelo por bien: por lo que vos mando, a todos e a cada uno de vos en vuestros
lugares o juridigiones, que sy dentro del dicho término de los dichos gient días, los
quales mando que corran e se cuenten desde el día que esta mi carta fuere
notificada al dicho don Alfonso Femandes de Lugo en adelante, la parte del
dicho Gerónimo de Herrera paresgieron ante vos o ante qualquier de vos, e vos
requirieren, con esta mi carta, siendo notificada primeramente como dicho es al
483 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

dicho don Alonso de Lugo para que pueda faser ante vos o ante qualquier de vos su
provanga sobre lo susodicho sy quisiese, la fagáys venir e paresger ante vos e ante
cada uno de vos en vuestra juredigión los testygos de que el dicho Gerónimo de
Herrera dixere que se entiende aprovechar para faser la dicha su provanga; e asy
paresgidos tomedes e resgibades dellos e de cada uno de ellos juramento en forma
devida de derecho e sus dichos e depusigiones, c de cada uno de los dichos testigos
sobre sy secreta e apartadamente, preguntándoles ante todas cosas a cada uno de
los dichos testygos qué hedad tyenen, o si fueren sobornados o corrutos o
atemorizado por alguna de las dichas partes, para que dixese lo contrario de la
verdad, o sy es pariente en grado de consanguinidad o afynidad de alguna dellas, o
agraviado, o sy desea que alguna de las dichas partes venciese esta pleyto más que
la otra aunque no tuviese justicia; y esto ansy fecho, preguntadles por las preguntas
del ynterroga- torio, que por parte del dicho Gerónimo de Herrera ante vos serán
presentados; a lo qual los dichos testigos dixeron que lo saben, preguntaldes cómo
lo saben, e lo que dixeren que lo crehen, preguntaldes que cómo lo creen, e a los que
dixeren que lo oyeron dezir, preguntaldes a quién e quales personas e en qué
tiempo lo oyeron dezir; por que cada uno de los dichos testigos dé rasón suficiente
de su dicho e depusigión; e so cargo del dicho juramento, dezid a los dichos testigos
que no digan nada ni descubran cosa alguna de lo que ovieren dicho a ninguna de
las partes fasta que sea fecha públicamente de la dicha provanga en el mi Consejo; e
lo que asy dixeren e depusieren, fazedlo escrevir en limpio al escrivano o escrivanos
ante quien pasaren, e sygnado de su sygno e gerrado e sellado en pública forma e
manera que faga fee, lo dad y entregad a la parte del dicho Gerónimo de Herrera,
pagando por ello primeramente al escrivano o escrivanos ante quien pasaren su
justo e debido salario que por ello ovieren de aver; y esto fazed e compliz asy,
aunque la parte del dicho don Alonso de Lugo, después que esta mi carta le fuere
noteficada como dicho es, non paresca ante vos a ver presentar, jurar e conoscer los
testigos e provangas, que por parte del dicho Gerónimo de Herrera ante vos fueren
presentados, por quanto por los del mi Consejo le fue asynado el dicho término
para ello. E los unos nin los otros non fagades nin fagan ende al por alguna manera,
so pena de la mi merged e de dies mili maravedís para la mi cámara a cada uno que
lo contrario fysiere; e demás mando al orne que vos esta mi carta mostrare, que vos
emplase que parescades ante mí en la mi corte doquier que yo sea, del día que vos
emplasare fasta quinse días primeros syguientes, so la dicha pena; so la qual mando
a qualquier escrivano público que para esto fuere llamado que dé ende al que vos la
mostrare testimonio sygnado con su sygno, por que yo sepa en cómo se cumple mi
mandado. Dada en la gibdad de Salamanca, a veynte e quatro días del mes de
diziembre, año del nasgi- miento de nuestro salvador Ihesu Christo de mili e
quinientos e ginco años.=
Johannes, episcopus corduvensis.=Ligengiatus Qapata.=Ligengiatus Moxica.=
Ligengiatus de Santiago. = Ligengiatus Polanco.=Yo Bartholomé Ruis de Castañeda,
escrivano de cámara de la reyna nuestra señora, la fize escrevir por mandado del
señor rey su padre administrador e govemador destos sus reynos. = Ligengiatus
Polanco (rubricado) 52.
APENDICE II

NOMINA DE CONQUISTADORES
RELACION DE CONQUISTADORES DE TENERIFE CON PRUEBA
DOCUMENTAL Y RESPALDO POR PARTE DE LOS CRONISTAS

auiotes. Digitalizadón lealizaóa pot ULPGC. Biblioteca tlniveisiiatia, 2006


1. s La fuente fundamental son las Datas o repartimientos de tierras de la
postconquista, publicadas por el profesor Serra Ráfols (véase el Repertorio de '
siglas y abreviaturas en la página 16). Como las datas se otorgaron indistintamente
a conquistadores y pobladores, sólo se incluyen en la presente relación los
repartimientos en que se hace declaración expresa de la condición de con-
quistador por parte del beneficiario.
2. B Fuentes de segundo orden son la Reformación de 1506 y la Residencia de
1508 (consúltese igualmente el Repertorio..., página 16), donde se alude con
insistencia a la calidad de conquistador para algunos de sus actores.
3. s Con carácter complementario se aprovechan diversos documentos indi
vidualizados, en los que consta de manera solemne la condición de conquista
dor. Igual rango se otorga a los primeros magistrados y regidores del Cabildo ¡
de Tenerife y a los participantes en la famosa Acta de la cera (25 de junio g
de 1497). “
4.8 Por último, los cronistas ESPINOSA, ABRÉU GALINDO y VIANA sirven para
respaldar con su testimonio la circunstancia antedicha.

OBSERVACIONES : Como las Datas, Reformación, Residencia, ESPINOSA, ABRÉU GALINDO


y VIANA son fuentes de fácil consulta, no se hace mención de página, . para que el
lector pueda proceder a la comprobación.
En el caso particular de los documentos deberá atenerse el lector a las siguientes
normas, para la oportuna confrontación:
d) Las notas acreditativas figuran al final de la relación, debiéndose identificar cada
conquistador por su número de orden.
b) Si el documento es transcrito o mencionado en la presente monografía, se
hará constar la sigla CT. {Conquista de Tenerife), con el número o la página pertinente.
c) En otro supuesto, la mención se atendrá al Repertorio de siglas y abreviaturas,
indicando la página correspondiente.
486 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

DOCUMENTOS CRONISTAS
Nombre y apellido Dt. Rf. Rs. De. E. A V.

a e e 0 s b i
t f s c r a
a o i u pi e n
s r d m n u a
m e e 0
a n n. s
c c t a
i i 0
ó a s
PLANA MAYOR n

1. Alonso Fernández de Lugo (capitán conquistador) * * * *


2. Bartolomé de Estopiñán (lugarteniente) * * *
3. Hernando de Trujillo .................................. * *
4. Lope Fernández .................................................. * *

CONQUISTADORES
(por orden alfabético)
5. Diego Afonso? .................................. *
6. Diego de Agreda............................... * *
7. Francisco de Albornoz .............................. * *
8. Lorenzo de Alcalá............................. *
9. Diego de Alcántara .......................... *
10. Alonso de Alcaraz? ............................................. >;c
11. Diego de Alcaraz ......................................................... *
12. Francisco de Alcaudete? ................... *
13. Juan Alemán ................................................................. *
14. Juan de Almansa? .............................. *
15. Juan de Almodóvar ........................... *
16. Alonso Antequera.............................. *
17. Antonio Arévalo (contino real). *
18. Alonso de Armas.......................................................... *
NÓMINA DE CONQUISTADORES 487

Nombre y apellido DOCUMENTOS CRONISTAS


DCXV
19. Ibone de Armas (majorero) Dt. Rf. Rs. De. E. A. V.

20. Guillermo Arnao (genovés)? ....


--- - ---- - ■ ' — - — --- —
$ * * *
21. Alonso de Arocha (también *
llamado Aroche) ...........................
22. Alonso de Astorga ...................... * ❖ ❖

23. Pedro Autejo (también llamado *


Abtejo; gomero) ............................
24. Juan de Badajoz ..........................

D Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca Unrvetarlorifl. 2000
25. Juan Baxo .....................................
❖ *
26. Juan Beltrán (grancanario)........... *
27. Bartolomé Benítez [de Lugo] (ca *
ballero; sobrino del capitán con-
quistador) ......................................
28. Juan Benítez ................................
* * * *
29. Pedro Benítez [de Lugo] (llama * * *
* *
do «el tuerto»; caballero; sobrino
del capitán conquistador) ............
30. Alonso Bentagayre (grancanario).
❖ * * * *
31. Juan Bsrmú&ez (también llamado
Bennudo; grancanario) ................ *

32. Pedro de Bobadilla ....................


*
33. Gonzalo Buendía (adalid) .........
* *
34. Juan Buenvíaje (grancanario) ......
*
35. Rodrigo de Burguillos ...............
5-t
36. Juan Cabella (grancanario; yerno
de don Diego Aythami) ............... *
37. Diego de Cáceres ........................
*
-
* *

DCXV Se emplea este nombre —de acuerdo con la terminología tradicional—para designar a los nacidos en
Lanzarote y Fuerteventura, la mayor parte de ellos de estirpe europea. ABREU, pág. 54.
488 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

DOCUMENTOS CRONISTAS

Dt. Rf. Rs. De. E. A. V.


Nombre y apellido

38. Pedro Caanacho (grancanario)........


39. Sebastián de Campo....................... *

40. Cristóbal Carrasco ......................... * * *

41. Juan ífe las Casas (grancanario). *

42. Guillén Castellano (majorero; in-


térprete) .......................................... * * * *

43. Pedro de Castellanos ..................... *

44. Gonzalo del Castillo....................... * * * *

45. Juan Ceberio.................................... *

46. Alonso de Córdoba (grancanario). *

47. Juan Dora (también llamado Dana


y de Ana. Por nombre indígena
Autindara o Autindana; granearía-
rio de estirpe regia) ....................... * * ♦

48. Cristóbal Delgado (grancanario). *

49. Diego Delgado................................. * ❖ *

50. Pedro Delgado (intérprete gran-


■ canario, más conocido por Pedro
de la Lengua).................................. * * * *

51. Alonso Díaz .................................... *

52. Andrés Díaz (marido de Ana Ro-


dríguez) .......................................... *

53. Antonio Díaz (gran canario) ............ *


* *
54. Juan Doramos (grancanario) ...........
55. Fernando de Espinosa.................... *

56. Francisco de Espinosa.................... * * *

57. Alonso Fernández........................... *

58. Diego Fernández (majorero) ........ *


NÓMINA DE CONQUISTADORES 489

DOCUMENTOS CRONISTAS

Nombre y apellido Di. Rf. Rs. De. E. A. V.

59. Luis Fernández (grancanario de


estirpe regia, hijo de don Diego
Aythami) ....................................... *

60. Pedro Fernández (majorero) ....... *

61. Diego Fernández Amarillo .......... *

62. Rodrigo Fernández (grancanario). *


i.
Digit
eliza
ción
63. Pedro Fernández de Lugo (hijo reali
zad

primogénito del capitán conquis- a


por

tador) .............................................
ULP

* * * GC.
Bibli
otec
a
64. Francisco de Flandes (gomero)..... * Univ
ersit
aria,

65. Alonso de la Fuente? ..................... * *


200
0

66. Gonzalo de la Fuente..................... *

67. Femando de Gallegos .................... * *


68. Simón Gómez ................................. *
69. Juan González................................. * *
70. Miguel González (grancanario; yerno
de Pedro Maninidra)....................
*

71. Francisco Gorvalán (veedor y al-


calde mayor) ................................. * * * *
* *

72. Femando de Gran Canaria (natural de


esta isla) ......................................... *
73. Jorge Grimón (flamenco)............... jjc
*
74. Juan Grimón.................................... *

75. Femando Guadarteme (rey de Gál- *


* *
dar) ..................................................
76. Femando II Guadarteme (grancanario
de estirpe regia) ............................ * *

77. Hernán Guerra ............................... * *


78. Alonso Gutiérrez ........................... *
490 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

DOCUMENTOS CRONISTAS

Dt. Rf. Rs. De. E. A. V.


Nombre y apellido

*
79. Juan de Guzmán............................
80. Alonso Hernández de Arévalo.... *

81. Pedro de Hervás (también llama-


* *
do Ervás) .......................................
82. Pedro del Hierro (grancanario).... *

83. Alonso de las Hijas (caballero)..... * ♦ * *

84. Hernando de Homa....................... *


85. Hernando de Hoyos (también lia-
mado del Hoyo; mozo de cámara
* *. * *
del rey) ...........................................
86. Rodrigo de Jaén? ........................... *

87. Francisco Jiménez........................... *

88. Jaime Joven ..................................... * * * * *

89. Pedro de Lar a ................................ *

90. Diego de León (grancanario) .......... * *


91. Fernando de León (grancanario).
92. Bartolomé López «el rubio».......... *

93. 'Pedro de Luce................................ *

94. Pedro de Lugo (también llamado


Tyxandarte; grancanario) ............
95. Pedro Luis (grancanario)................. * * *

96. Femando de Llerena (caballero). * *


97. Juan de Llerena............................... *

98. Diego Maldonado' (contino real). * * *


99. Francisco Malpica? ........................ *

100. Pedro Maninidra (grancanario de


estirpe regia) .................................. * * * *
NÓMINA DE CONQUISTADORES 491

101. Diego de Manzanilla..................... *


492 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

DOCUMENTOS CRONISTAS

Nombre y apellido Dt. Rf. Rs. De. E. A. V.

102. Diego Manzanufio (grancanario).


103. Pedro Manzamfia (grancanario).
104. Pablo Martin Buendia. (grancana-
rio) ......................................................... *
-í-

105. Pedro Martín Estracio.......................... *


M

106. Pedro Mayor (grancanario) .................. * *** UL


PG
C.
Bibl
107. Francisco de Medina .................................... * * iote
ca
Unr
veis

108. Francisco Melián (majorero) .............. * ilari


a,
200

109. Gonzalo Méndez ........................... G

110. Juan Méndez (caballero) .................... *


111. Pedro Méndez....................................... *
112. Francisco Mercadillo ........................... *
113. Francisco Mérida........................................... *
114. Alonso de Mesa.................................... * * * 5j?

115. Diego de Mesa...................................... * ❖**

116. Juan de Mesa......................................... * *


117. Pedro Mexía.......................................... * *❖*

118. Rodrigo Montano (también llama-


do Rodrigo Montañés) ....................... *
**

119. Alonso de Mora.................................... *


120. García de Morales..........................
121. Femando Mulagua (gomero) ............. *
122. Gonzalo Muñoz ................................... *

123. Juan Navarro......................................... * # í|í

124. García Páez .................................................... * **

125. Marcos de la Palma........................ *

126. Juan Perdomo ................................ V * *


NÓMINA DE CONQUISTADORES 493

DOCUMENTOS CRONISTAS

Dt. Rf. Rs. De. E. A. V.


Nombre y apellido
127. Francisco Pérez Azagayado.......... *

128. Martín. Ponce ................................. *

129. Francisco Portillo ........................... *

130. Juan Redondo ................................ *

131. Diego Riquel .................................. *

132. Ana Rodríguez (casada con. An-


drés Díaz) ....................................... *

133. Gonzalo Rodríguez .......................


134. Juan Rodríguez de Gamonales..... * *
135. Alonso Rodríguez de Palenzuela.... *

136. Lope de Salazar.............................. * * *

137. Alonso Samarinas (clérigo) .......... *

138. Juan Sánchez...................................


139. Alonso Sánchez de Morales (majo-
* ♦
rero) .................................................
140. Antón Sánchez de Turel ............... * *

141. Diego Santaella ..............................


142: Antón de la Sierra.......................... *

143. Diego de Solís................................. * *

144. Hernán Suárez ............................... * *

145. Andrés Suárez Gallinato (caba-


llero) ................................................ * * *

146. Gonzalo Suárez de Quemada (ca-


ballero) ............................................ i1:
* *
147. Femando de Talayera? ................. ■
148. Pedro de Talayera.......................... * *

149. Juan de la Torre.............................. * *

150. Fernando de Torres........................ *


494 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

RELACION DE CONQUISTADORES DEDOCUMENTOS TENERIFE, DE ACUERDO CON


CRONISTAS
3 Del

EL TESTIMONIO DE LOS CRONISTAS


Nombre y apellido
Dt. ESPINOSA
Rf. Rs. YDe.
ABREU
E. GALINDO
A. V.
docu
ment
a, los

(SE ADICIONA A VIANA CUANDO ES COINCIDENTE) antoj


es.

151. Juan de Torres Campuzano (tam-


Digit
aliza
ción

bién conocido por Juan Carnpu-


realiz
ada
por

zano; fraile franciscano) ............... * CRONISTAS ULP


GC.
Biblio
* * * * *
152. Jerónimo de Valdés (caballero).
teca
Univ
Nombre y apellido E. A. V. ersita
ria.
* * *
153. Cristóbal de Valdespino ...............
200G

Lope de Aguirre ............................................................................ * *


154. Mateo Viña (genovés; armador y
Alonso de Alfaro............................................................................ * *

D Del documento, los autores. Digitalizadón realizada por ULPGC. Biblioteca UnrveJarlorifl, 2000
caballero) ........................................ * * * * *
Pedro Báez ..................................................................................... * *
155. Pedro VizaÁtw (grancanario) .......... *
Diego de Balboa ............................................................................
156. Juan de Zamora.............................. * * * *
Alonso Benítez ............................................................................... * * *
NOTAS
Rodrigo de Barrios (también llamado Barios) .......................... * *
1.—CT., núms. 4-8, 12-16, 19-24, 26-28, 32, 35 y 38. // 2.—CT., núms. 44 y 45. // 3.—CT., págs. 352
Antonio de Cáceres .......................................................................
y 400. // 4.—Información de Gorbalán, pág. 247 («Fontes», V, Apéndice, doc. núm. 20), y CT,, pág. 400.
* *
// 7.—Informaciones
Diego de Cala de Luis Carrillo de Albornoz sobre los servicios de su abuelo* Francisco de
................................................................................
Albornoz, conquistador (Archivo del Ayuntamiento de La Laguna, signatura L-I), y CT., pág. 400. //
11.—Protocolo
Juan Domeadiosdel escribano luán Ruis de .......................................................
(grancanario) Berlanga, pág. 137 («Fontes», XVIII). // 13.—CT.,
352. // 17.—CT., pág. 399. // 18.—CT., pág. 352. // 19—CT„ pág. 399. // 24.—CT., pág. 400. // 25.—
* págs. 351-*
CT.,¿Juan
págs. de?
183, Estrada..........................................................................
245, 250-251, 253 y 255-256. // 26.—Rumeu: Política indigenista, página
159). // 29.—Residencia, pág. 156, apéndice, doc. 8, y CT., pág. 400. // 33.—CT., núm. 18. // 36.—
* * (doc.
459
*
Rumeu: Política indigenista, pág. 459 (doc. 159). // 37.—Protocolo... de Berlanga, pág. 110 («Fontes»,
Femando Fernández de Lugo (hijo segundogénito del capitán
XVIII). // 40.—Información de Gorbalán, página 247. // 42-—CT., pág. 400. // 43.—CT., págs. 277 y
conquistador)
283. // 56.—Rumeu: ...........................................................................
Política indigenista, págs. 83-85 y 342 (doc. 93). // 58.—CT., pág. 399. // 59.— *
Rumeu: Política indigenista, pág. 453 (doc. 155). // 60.—CT., pág, 399. // 66.—Información
Lope de Fuentes
Guanartémiea, página 232. ............................................................................
// 70-—Rumeu: Política indigenista, pág. 453 (doc. 155). // 71.—CT., * *
pági-
nas 266-267, 273, 339-340 y 400 y núms. 23 y 24, e Información de Gorbalán, págs. 246-247. // 73.—
CT.,Pedro de Fuentes
pág. 351. // 74.—CT., ...........................................................................
pág. 351. // 75.—Información Guanartémiea, páginas 205-234. *// 76.— -*
Rumeu: Política indigenista, pág. 453 (doc. 155). // 80—Información Guanartémiea, pág. 219. // 81.—
CT.,Lope Gallego
pág. 399. ..................................................................................
// 85.—CT., págs. 380-381. // 87.—Información de Gorbalán, pág. 247. .//*88—CT., pág. *
302, nota 24. // 91.—Rumeu: Política indigenista, pág. 453 (doc. 155). // 96.—Información de Gorbalán,
pág.Bartolomé García
247. // 98.-—CT., págs...........................................................................
144, 176 y 281 y núms. 42 y 46. // 100.—CT., pág. 399. // 104—Rumeu: * *
Política indigenista, pág. 453 (doc. 155). // 106.—CT., pág. 399. // 107.—CT., pág- 384. // 109.—CT.,
pág.Tomé
399. // García
117.—CT., [de Marchena]
pág. ........................................................
400 /■/ 120.—Protocolo... de Berlanga, pág. 11'7.// 125,—CT., pág. * 282. *//
126.—Información de Luis Perdomo, 1567. (Archivo Histórico Provincial de Tenerife. Protocolo de
Alonso de Cabrera). // 135.—«Revista de Historia», números 109-112, págs. 195-196. // 139.—CT.,
pág. 399. // 140.—Residencia, pág. 156, apéndice, doc. 8. // 148.—«Revista de Historia», núms. 109-112,
pág. 164. // 152.—CT., página 400, e Información de Gorbalán, pág. 247. // 153.—CT., pág. 400. // 154.
—CT., página 397.
NÓMINA DE CONQUISTADORES 495
390 ANTONIO RUMEU DE ARMAS

CRONISTAS
Nombre y apellido E. A. V.

*
Francisco González .....................................................
Francisco Gordillo........................................................ *
*
Juan Guillén................................................................... *

Pedro Hernández Becato ........................................... *

¿Francisco? Herrera .....................................................


Francisco Higuero ..............v....................................... ❖

García de la Huerta...................................................... *
Pedro de Jaén................................................................. *

Alonso de Jerez............................................................. *
Alvaro de León............................................................. * *
*

Juan Lorenzo ................................................................. *


*
Cristóbal de Lucena...................................................... *
Lázaro Luque................................................................
*

Alonso Márquez ........................................................... * *


Antón Martín Sardo...................................................... * *
Femando de Medina .................................................... *
Francisco de Mesa........................-............................... * *
Gonzalo Mexía.............................................................. *
Antonio Montoya ......................................................... *
*
Diego Bautista Narváez ............................................. *
*
Diego Negrón .............................................................. * *
Juan Núñez [de Hoyos] .............................................. * *
*
Hernando de los Olivos.............................................. * *
Antón Orozco de Victoria ........................................... * *

Juan Ortega.................................................................... *

Pedro Ortega ................................................................. *


NÓMINA DE CONQUISTADORES 497

CRONISTAS
Nombre y apellido E. A. V.

*
Juan Pascual (grancanario) ............................................................
*

Juan Pérez ...................................................................................... *


Jerónimo de Pineda ....................................................................... * *
Juan Ramos..................................................................................... *
Hernando de Riberol (favorecedor. Debe ser error, y referirse
a Francisco de Riberol) ........................................................... * *
Diego Román ................................................................................. * *
Nicolás Ruiz ................................................................................... sjc

Ortuño de Sahagún ...................................................................... *


Hernán Sánchez ............................................................................. * *
Juan de San Pedro ......................................................................... * *
Pedro de San Pedro ...................................................................... * *
Francisco de Sepúlveda................................................................. *
*
Juan de Torres................................................................................. * * *
Sancho de Vargas .......................................................................... * *
Rodrigo Yanes................................................................................ * *
Gonzalo Yánez ............................................................................... * *
...........Zambrana ........................................................................... * *
Juan de Zapata ............................................................................... * *

3
2
3 Del documenta, los autores. Digitelízadón realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 200G
Págin
a 7
INTRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA Y DOCUMENTAL............................................

REPERTORIO DE SIGLAS Y ABREVIATURAS................................................................. 15

Capítulo primero: LA EVANGELIZACIÓN DE LOS GUANCHES.

Fray Alonso de Bolaños, apóstol de Tenerife ............................................................................... 19

D Del documento, los autores, □¡gjtalízacíón realizada por ULPGC. Biblioteca UcrveJarlono, 2000
1. Pródromos históricos. Los primeros pasos en la evangelización
y el arduo problema de la libertad de los aborígenes ..................................... 21
2. Fray Alonso de Bolaños, misionero de Tenerife. El eremitorio
de Güímar ...................................................................................................... 27
3. Vicisitudes de la cristianización de los guanches ........................................... 34
4. Decadencia de la misión. Se avizora la conquista militar........................ 40

Capítulo II: LA VIRGEN DE CANDELARIA, EN TENERIFE.

La imagen primitiva.—Problemas históricos, iconográficos y arqueológicos ..................... 43

1. Aparición a los guanches de Nuestra Señora de Candelaria. Circunstancias del


hallazgo ..................................................................................................... 45
2. Antigüedad de la imagen. Valoración de los pormenores cronológicos recogidos
de la tradición............................................................................................ 48
3. Reconstrucción iconográfica de la Virgen de Candelaria. La supuesta réplica de
Adeje ......................................................................................................... 54
4. Elementos de caracterización de la escultura mariana. Datación
de la misma ..................................................................................................... 57
5. La playa de Chimisay y el «auchón» de Chinguaro. Sucesión de
acontecimientos ............................................................................................. 60
6. El guanche Antón identifica a la Virgen de Candelaria. Traslado de la imagen a
la cueva de Achbinico................................................................................ 65

Capítulo III: PLANES DE DOMINACIÓN POLÍTICA.

Paz y guerra.—Incorporación de Tenerife a la Corona de Castilla con el «status» de territorio


realengo ............................................................................................................................. 69

1. Intentos de dominación política. Sumisiones de régulos indígenas


en Gran Canaria y Tenerife.............................................................................. 71
2. Los lusitanos planean la conquista de Gran Canaria, La Palma
y Tenerife. La concesión de Enrique IV a los condes de Aton- guía y Vila Real 77
ÍNDICE GENERAL

Página

3. Las fortalezas de Gando y Anaga. Vicisitudes de la ocupación


militar ............................................................................................................. 83
4. Gran Canaria, La Palma y Tenerife, territorios realengos........................ 90

Capítulo IV: Los EEINOS INDÍGENAS DE LAS PACES.

Alonso de Lugo, capitán-conquistador ....................................................................................... 101

1. Pactos y confederaciones. Los bandos de «las paces»................................. 103


2. Depredaciones y asaltos. El comercio de esclavos ....................................... 107
3. Alonso de Lugo, personaje contradictorio. La carrera militar
del futuro conquistador de Tenerife ............................................................. 114

Capítulo V: LAS CAPITULACIONES CON LA COKONA.

Sevilla, cuartel general.—La escala en el Puerto de las Isletos............................................. 125

1. Las «capitulaciones» de Zaragoza (diciembre de 1493). Peculiaridades internas


de las mismas .......................................................................................... 127
2. Privilegios y exenciones. El transporte en. navios reales ............................ 133
3. El apresto de la expedición en la metrópoli. Sevilla, cuartel general .... 139
4. La armada de Vizcaya. Contratación apresurada de navios.................... 146
5. La escala en Gran Canaria. El ejército interinsular...................................... 149

Capítulo VI: ESTRUCTURA POLÍTICA DE LAS MONARQUÍAS ABORÍGENES.

Leyenda, tradición e historia.—La invención literaria................................................................ 153

1. Los nueve reinos guanches de Tenerife ....................................................... 155


2. Reyes y dinastías legendarios o simplemente remotos................................ 159
3. La invención literaria, base de dinastías ficticias. El «Almanaque de Gotha» de
las estirpes reales guanches..................................................................... 163
4. Benitomo y Bentor, reyes de Taoro, personajes históricos...................... 169

Capítulo VU: LA PRIMERA ENTRADA.

Desembarco en Añazo.—El desastre de .Acentejo ...................................................................... 173

1. Cronología de la operación ........................................................................... 175


2. El ejército expedicionario. Tropas metropolitanas e interinsulares ...... 178
3. Desembarco en Añazo. El Real de Santa Cruz ............................................ 180
4. El avance hacia Taoro. La trágica derrota de Acentejo............................ 184
5. Pormenores de la batalla de acuerdo con la tradición escrita.
Curiosidades legendarias recogidas por tradición oral................................ 189
ÍNDICE GENERAL 503
Página
Capítulo VIH: LA RETIRADA.

Negociaciones y preparativos para la segunda ofensiva.—Prórroga de la conquista ........ 195

1. Los supervivientes. Concentración en el Real de Santa Cruz.


Lra retirada ................................................................................................... 197
2. ¿Hubo traición a los guanches aliados del bando de Güímar? 200
3. Nuevos planes y proyectos. Almoneda de bienes y liquidación
económica de la empresa ............................................................................. 205

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