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Interpretación Teológica del Antiguo Testamento

Este documento presenta un resumen de la historia de la interpretación teológica del Antiguo Testamento a través de los siglos. Explora las primeras interpretaciones en el primer siglo, el desarrollo de las primeras teologías en los siglos II y III, el uso de la alegoría durante la Edad Media, el regreso a la literalidad durante la Reforma Protestante, e influencias como la modernidad en siglos posteriores. También discute interpretaciones erróneas como la invalidación total del Antiguo Testamento o su interpretación exclusivamente alegórica.
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Interpretación Teológica del Antiguo Testamento

Este documento presenta un resumen de la historia de la interpretación teológica del Antiguo Testamento a través de los siglos. Explora las primeras interpretaciones en el primer siglo, el desarrollo de las primeras teologías en los siglos II y III, el uso de la alegoría durante la Edad Media, el regreso a la literalidad durante la Reforma Protestante, e influencias como la modernidad en siglos posteriores. También discute interpretaciones erróneas como la invalidación total del Antiguo Testamento o su interpretación exclusivamente alegórica.
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Facultad de Teología

Licenciatura en Teología

Curso: Hermenéutica y método teológico II

Semana No. 05
Nombre de la semana: Historia teológica

Competencia:
Explica la interpretación teológica del Antiguo Testamento según la metodología
teológica.

Indicador:
Reconoce las interpretaciones erróneas de manera convincente durante un
ambiente de discusión teológica.

Introducción

Cuando estudiamos la historia de la hermenéutica y la interpretación bíblica nos


encontramos con diferentes escenarios y momentos, muchos prometedores y
otros negativos tales como el intento de abolir y desprestigiar al Antiguo
Testamento. Hubo personas que estuvieron dispuestas a anularlo por completo o
de manera parcial. Actualmente se ha superado esta tendencia a quitar el Antiguo
Testamento y no debemos olvidar que el Nuevo Testamento es una construcción
teológica a partir de este. A la vez el Antiguo Testamento necesita de las
conclusiones y desenlaces encontrados en el Nuevo, ambos son complementarios
e importantes.

Contenido

Historia teológica
Etapas de la interpretación
Desde el nacimiento del cristianismo hasta nuestros días, el estudio teológico y la
interpretación bíblica ha pasado por diferentes etapas, entre las más importantes:

1. Primeras interpretaciones (primer siglo)


Todo el Nuevo Testamento es una interpretación del Antiguo Testamento, desde
los evangelistas, pasando por Pablo, Juan, Pedro y los demás escritores, todos
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utilizan como base y referencia al Antiguo Testamento; produciendo a partir del


mensaje contenido en él una nueva visión de Dios con el acontecimiento de
Jesucristo. De esta manera surgió lo que hoy conocemos como el Nuevo
Testamento.

2. Primeras teologías (segundo y tercer siglo)


A partir del establecimiento del canon del Nuevo Testamento comenzó un trabajo
de reflexión sobre lo contenido en dicho texto. Es gracias al trabajo de los
llamados Padres apostólicos y los Maestros de la iglesia, que se llega a nuevas
conclusiones teológicas mediante la reflexión e interpretación bíblica: la Trinidad,
la deidad de Jesús, la Cena del Señor.

En cierta manera este proceso fue fácil, pues los intérpretes leían el idioma
original (griego koiné) en el cual están escritos los textos neotestamentarios; pero
el Antiguo Testamento representaba cierta problematicidad, pues este tenía al
hebreo como idioma fuente, el cual no era la lengua materna de la mayoría de los
intérpretes. Por esta razón se utilizó el texto de la Septuaginta como referencia de
estudio, dando como resultado el descubrimiento de la fuerte relación entre ambos
cánones.

3. Edad Media (alegoría)


Durante la Edad Media, ya con el papado instalado en la cúpula de los gobiernos,
se tomaron ciertas decisiones que fueron negativas para la teología. La primera
decisión fue alejar a las personas del texto bíblico, no solo por la designación de
personas “especiales” para interpretar el texto, sino también por la oficialización de
la Vulgata Latina como el único texto permitido para las misas. Estos dos motivos
impedían que a las personas comunes no se les permitiera acceder al texto y
tampoco entenderlo en su idioma materno durante las homilías. Además, se llegó
a la conclusión de que el Antiguo Testamento debía interpretarse de manera
alegórica, considerando que todos los textos bíblicos tienen 2 sentidos: el literal y
el alegórico, que solo ciertas personas, iluminados por Dios (entre ellos el papa),
podían descubrir este sentido de los textos.

4. Reforma protestante (siglo XV d. C.)


Durante este período se regresó a la lectura de la Biblia y se comenzó un proceso
de reflexión alrededor de la literalidad del texto. Evoluciona la hermenéutica y
surge el método histórico-gramatical como herramienta vital para la interpretación
bíblica. La Biblia se debe entender desde la literalidad de sus palabras y no
buscando mensajes escondidos o alegorías. La imprenta y la edición de biblias en
idiomas vernáculos favoreció a este movimiento, produciendo un adelanto en el
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estudio teológico y en la interpretación bíblica.

5. Modernidad y siglos posteriores (siglo XVIII en adelante)


Con los avances tecnológicos y acceso a herramientas, tanto científicas como
digitales, estamos en otro momento del proceso teológico y la interpretación
bíblica. Ahora es mucho más evidente la influencia filosófica, política y social en
esta. Muchas de las interpretaciones bíblicas actuales se enfocan en el
humanismo y antropocentrismo, con lo cual sus perspectivas buscan más la
comodidad del hombre, se trata de resolver sus dudas e inquietudes, de sanar su
cuerpo, su mente.

Esto, en sí mismo no es malo, el problema es que en esta búsqueda de


soluciones, Dios ya no es el centro. Ya no se trata de una búsqueda teológica,
sino que es la mera satisfacción humana de sus necesidades. Cuando se
interpreta un texto bíblico bajo la influencia de la modernidad, solo nos interesa
encontrar a un Dios utilitario. Desde este enfoque se le presenta como que ama
tanto al hombre que lo dotó de fe sobrenatural y, con este fin el ser humano es
capaz de mover montañas con tal de satisfacer sus deseos. La teología de la
prosperidad, el abuso de proclamaciones y declaraciones proféticas, la entrega de
pactos, semillas, diezmos y ofrendas con la intención de salir de una necesidad o
esperar un milagro de Dios son resultado de esta mentalidad humanista.

Interpretaciones erróneas
En este punto debemos recalcar que el método histórico-gramatical es de vital
importancia para nuestro esfuerzo por interpretar correctamente la Biblia. Al
analizar los textos desde el punto de vista gramatical y literario nos encontramos
con dos aspectos:
a) la Biblia es rica en literatura. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento
ofrecen un abanico de opciones literarias las cuales deben ser analizadas,
estudiadas y tratadas según su tipo y género.
b) También es notorio el cambio literario y gramatical que hay entre los ambos
testamentos. El Antiguo tiene su propio carácter lingüístico (idioma hebreo),
su propio contexto cultural y época. El Nuevo Testamento utiliza el idioma
griego koiné, se escribió en una época muy diferente y es más rico en
cuestiones gramaticales.

A pesar de estas diferenciaciones hay una temática de fondo que los une: la
historia de la salvación y el deseo de Dios de estar cerca del hombre. Podrán ser
diferentes en sus géneros literarios, estructura idiomática y en los contextos en los
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cuales fueron escritos, pero ambos testamentos guardan la misma línea de


pensamiento.

No obstante la evidencia de esta unidad temática entre testamentos, no todos la


han aceptado como tal. Existen posturas que pretenden separarlos o invalidar ya
sea el Antiguo o el Nuevo Testamento. Analicemos algunas de estas
conclusiones:

1. Invalidación total del Antiguo Testamento


La historia nos cuenta que han existido conflictos entre cristianos y judíos; el
principal argumento de los primeros es que los segundos crucificaron a Jesús y,
que desde los inicios han sido sus principales enemigos y detractores. Desde el
punto de vista de algunos cristianos el Antiguo Testamento no tendría que ser
parte del canon bíblico, no puede ser posible que ese Dios justiciero y vengativo,
mostrado por los judíos en esos textos tenga algo que ver con el Dios amoroso y
misericordioso mostrado del Nuevo Testamento.

Incluso se llegó a considerar que el Dios judío no es el mismo que el cristiano.


Marción (siglo II d.C.) fue tan radical con este pensamiento que abolió por
completo el Antiguo Testamento y los evangelios de Mateo, Marcos y Juan por ser
estos de autores judíos. Marción quería depurar cualquier indicio de judaísmo en
la literatura cristiana.

Esta repulsión hacia los judíos y su testamento ha llegado hasta la actualidad.


Podemos mencionar que el mismo Martín Lutero escribió en 1543 un documento
titulado Sobre los judíos y sus mentiras (Von den Jüden und iren Lügen) el cual
puede clasificarse como un documento antisemita. Mucho de este odio hacia los
judíos se puede ver concretizado en las actuaciones e ideología que sustenta al
partido Nazi, el cual gobernó Alemania durante el período de la Segunda Guerra
Mundial.

No todos los cristianos tienen este pensamiento. De hecho, considerar como


enemigos a los judíos va en total contrariedad con la enseñanza bíblica del amor
al prójimo. Además, el estudio del Nuevo Testamento sería prácticamente
imposible sin el rico contexto que brinda el Antiguo Testamento. Tanto el odio
hacia los judíos como la invalidación del Antiguo Testamento no tiene ningún
fundamento ni bíblico ni cristiano.

2. Interpretar el Antiguo Testamento con el método alegórico


Precisamente esta acción es la que ha producido una gran cantidad de errores de
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interpretación. Algunos estudiosos consideraron que la única forma de entender el


Antiguo Testamento y adaptarlo al cristianismo actual era alegorizándolo. Así,
cada texto, cada relato, cada persona, cada nombre, cada número, cada color,
cada definición debía ser visto desde un punto espiritual y analizarlo como una
alegoría.

No negamos que ciertos textos veterotestamentarios son alegorías (recordemos a


Jesús mismo utilizando la cruz/serpiente levantada en el desierto por Moisés, Juan
3:14), pero el estudioso bíblico debe identificar los textos alegóricos por medio de
un estudio gramatical y literario e interpretarlos como eso: “alegorías”. Pero los
que no pueden ser clasificados como tales, no deben analizarse desde ese tipo de
interpretación porque pueden generar equivocaciones muy serias.

Este llamado a encontrar alegorías, tipos, figuras y mensajes escondidos en las


palabras del Antiguo Testamento; responde más a un fomento de la creatividad e
imaginación del estudioso y no al uso de herramientas hermenéuticas. Muchos
mensajes y malas interpretaciones que se han extraído del Antiguo Testamento
son fruto de la prolífera imaginación de sus lectores.

3. Lo permanente y lo caducado
Ya hemos estudiado que en el texto bíblico se encuentran principios y enseñanzas
que son permanentes, que no pueden ser cambiados, pero existe otro grupo de
reglamentaciones que ya caducaron (principalmente las que fueron puestas para
ciertos contextos y temporadas). El Antiguo Testamento es bastante rico en esta
dualidad de contenido. Por ejemplo, las reglamentaciones sobre la esclavitud
dadas a Moisés en el desierto no pueden ser algo permanente. Ya el Nuevo
Testamento presenta una actualización a esas leyes. Lo mismo sucede con el
decálogo, el cual fue actualizado en el sermón del monte.

Por esta razón, el estudioso bíblico responsable debe identificar estas enseñanzas
eternas encontradas en el Antiguo Testamento, las cuales encontrarán respaldo
en el Nuevo Testamento. Solo al acercarse a esas verdades no caducables
ayudará a identificar las enseñanzas de carácter temporal relatadas en el Antiguo
Testamento.

Pero aun así debemos tener cuidado con estas enseñanzas temporales, pues por
el simple hecho de estar ya caducas no tenemos el permiso de censurarlas o
abolirlas. Leamos a Martínez (1984), ampliando este aspecto:
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Admitir el carácter circunstancial o provisional de determinados componentes


del Antiguo Testamento no quiere decir que carezcan de valor y de
funcionalidad. Tanto en su aspecto puntual, es decir, en su significado en un
momento dado de la historia de la salvación, como en su conexión con el
conjunto de la revelación progresiva, han de ser debidamente apreciados. El
sacerdocio y los sacrificios prescritos por la ley mosaica -por citar un solo
ejemplo- llevaban la marca de la caducidad; pero los principios espirituales
que subyacen bajo aquella institución y aquella práctica cultual forman parte
no sólo de la teología del Antiguo Testamento sino del conjunto de la
enseñanza bíblica. (p. 239)

Tampoco debe utilizarse la alegorización para tratar de darle sentido actual, se


debe respetar su carácter literario, estudiar cada libro, relato y texto a partir de su
contexto histórico. Solo tomando esto como punto de partida se podrá encontrar
en la literalidad de sus palabras el mensaje original.

Teología histórica
Es cierto que el Antiguo Testamento es una colección de relatos y textos que
describen la historia del pueblo de Israel, su desarrollo político, religioso y social.
Otros ven el Antiguo Testamento como el resultado de plasmar en papel la
mentalidad rabínica judía en diferentes momentos de la historia del pueblo hebreo.
Lo que no podemos negar es que este testamento tiene historia y teología
entrelazada, conectadas entre sí y que configuran un escenario idóneo para la
entrada del Nuevo Testamento. Leamos nuevamente a Martínez (1984), dando su
opinión al respecto:

En el análisis del complejo histórico-teológico del Antiguo Testamento se ha


buscado con afán un núcleo, una clave, un centro en torno al cual pudieran
situarse coherentemente todos los hechos y enseñanzas que contiene. Pero
hasta el presente no ha habido unanimidad en cuanto a lo que debe ser
considerado como concepto central (Zentralbegriff, según Günther Klein). Lo
cierto es que resulta difícil determinarlo inductivamente, es decir, a partir del
material mismo del Antiguo Testamento. Walter Eichrodt no titubeó en dar al
«pacto» o alianza ese lugar clave y sobre él ha elaborado su teología del
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Antiguo Testamento. No pocos teólogos han compartido su opinión. Otros


han preferido conceptos distintos el de «promesa» o el de «bendición», por
ejemplo. Y no faltan quienes niegan la existencia de un centro unificador. En
medio de apreciaciones tan contradictorias, ¿es posible determinar
satisfactoriamente ese centro al que nos venimos refiriendo? Es aventurado
expresar el concepto clave de la teología bíblica mediante un tema concreto;
pero podemos sugerir como elemento básico el que ya apuntamos: la historia
de la salvación con sus constantes de pecado, juicio y redención. (p. 240)

No podemos negar que el Antiguo Testamento muestra la historia de la salvación,


la cual queda evidenciada y ejecutada en el Nuevo Testamento. Esta salvación
está enmarcada en el deseo de Dios de acercarse al hombre. En el Antiguo
Testamento encontramos algunas ideas principales las cuales es necesario
analizar como su concepto central:

1. Israel, el pueblo monoteísta

Dios se presentó ante Israel como único, invisible, trascendente e infinitamente


superior a cualquier otra deidad. Es el creador del universo, por lo tanto, dueño de
todo. No existe cuerpo celeste, animal o ser humano que se pueda usar como
imagen para representar todo lo que Dios es. En Canaán y otras regiones se
consideraba que los dioses eran territoriales, ejercían su poder y autoridad sobre
ciertos territorios o circunstancias únicamente (el clima, la cosecha o la fertilidad,
por ejemplo), en contraste a esta idea Dios se presenta como el Dios de los cielos
o altísimo, es decir, como el que gobierna, sobre todo.

El pueblo de Israel era la nación que tenía como Dios a aquel que superó a todos
los demás dioses de la región como lo muestran relatos en el Antiguo Testamento.
Las victorias de Abraham, las bendiciones sobre Jacob, las diez plagas y la
liberación de Israel de Egipto así como la conquista de Canaán tienen un elemento
demostrativo del poder de Dios. Así, se nos muestra un Dios único, no hay cabida
para dualismo o politeísmo.

2. Ética, moralidad y religión

El Antiguo Testamento nos muestra una legislación que no separa la fe, la ética y
el culto. Se consideran elementos inseparables, por lo que la conducta ética y
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moral de la persona está regida por su religión. En otros sistemas religiosos


antiguo existían reglamentaciones diferentes para lo civil y lo religioso (culto). Los
dioses de los pueblos cananeos solo requerían sacrificios y cultos, más no
integridad moral. Pero el Dios del Antiguo Testamento es justo y su gobierno es
con justicia, por lo que su pueblo debe observar una vida justa. Abel, Enoc y Noé
fueron aprobados por Dios, en contraste con las personas o pueblos cuyas
conductas fueron injustas y, por lo tanto, objeto del juicio divino.

En Génesis 17:1 encontramos un requerimiento de Dios a Abraham: anda delante


de mí y se perfecto (VRV 1960). Así, el Antiguo Testamento se establece que una
vida justa, honesta e íntegra son requisitos para agradar a Dios; y esto es parte de
las prácticas religiosas. Ética y religión quedan unidas (1 Samuel 15:22, Salmo 15;
24:3-6 Isaías 1:10-20; 58:1-12). Dios exige moral y ética en la persona y no solo
un sacrificio o la realización de un culto. Esto marca una fuerte diferencia entre las
demás deidades de la región.

En el Antiguo Testamento se encuentran relatos que parecerían contradictorios a


este deseo de Dios de que el hombre sea justo. Los asesinatos, incestos, robos,
mentiras, hurtos, injusticias encontradas en el Antiguo Testamento solo obedecen
al deseo de explicar el corazón del hombre y no a demostrar que Dios es injusto.
Las acciones malas son del hombre, Dios sigue siendo justo. Si quitáramos del
Antiguo Testamento todos los relatos que hablan de las acciones malas del
hombre (como lo desearon algunos) nos quedaríamos con casi nada. Así,
debemos entender que el hecho de que aparezcan estos relatos en el Antiguo
Testamento se debe a que tienen una función pedagógica importante.

3. Historia y teología
El hilo histórico relatado en el Antiguo Testamento nos muestra un detalle
interesante: Dios es soberano. Cada detalle relatado está bajo la determinación de
Dios y sus intereses definen el acontecer histórico. Nuevamente leamos a
Martínez (1984), brindando un interesante aporte a este tema:

Visto el Antiguo Testamento en su conjunto, observamos que el lugar más


prominente no lo ocupa la historia, sino el sentido de la historia. Los
diferentes periodos históricos -patriarcal, éxodo, conquista, monarquía,
reino dividido, cautiverio, retorno del exilio-son como peldaños en una
escalinata ascendente que conduce a la conclusión del plan de Dios. Lo
que al término de cada periodo podía parecer el final no era sino el principio
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de otro periodo. Y si el paso de uno a otro a menudo se produjo en medio


de una gran crisis, una vez efectuado el paso, se hacía palmario el sentido
progresivo de la historia. El exponente más claro de esta gradación sería el
advenimiento de Cristo «en la plenitud (pleroma)(sic) de los tiempos»
(Gá.4:4).

La fe expectante que el Antiguo Testamento infunde en su enfoque


teleológico de la historia descansa sobre dos pilares: la elección y la
alianza. Pese a sus deslealtades, Israel no deja de ser el pueblo escogido.
El pacto de Yahvéh no será anulado. La infidelidad será castigada. El
pueblo espiritualmente adúltero sufrirá las consecuencias de su desvarío.
Pero no se alterará la fidelidad de Dios ni se frustrarán sus designios
(Is.54:4-10). El libro de Oseas es el mejor comentario sobre este tema. Ni
siquiera la quiebra total de la monarquía davídica significaría una ruina
irreparable, pues Dios traspasaría la función regia a un «hijo de David»
cuyo reinado sería eterno (1 Cr.17:11-14). Esta perspectiva se hace cada
vez más concreta con los mensajes de los profetas. Sus vaticinios a corto
plazo eran de juicio, pero apuntan a un día más allá en el que Yahvéh
manifestará el triunfo de su gracia y cumplirá sus promesas de salvación (p.
242).

Siendo totalmente objetivos, la historia de Israel relatada en el Antiguo Testamente


sería una historia fatídica, negativa y llena de situaciones lamentables. Pero Cristo
es el punto de inflexión. A partir de su venida, su muerte y resurrección inicia el
desenlace de los acontecimientos negativos relatados en el Antiguo Testamento
(Hebreos 11:13). Este desenlace es una buena noticia, es un evangelio que debe
ser anunciada a todas las personas.

Conclusión:
No olvidemos que Jesús mismo colocó al Antiguo Testamento en un lugar
sumamente privilegiado, lo utilizó como herramienta de defensa y cumplió los
mandatos allí establecidos. Quizá el Antiguo Testamento tenga reglamentaciones
y situaciones que quedan fuera del contexto moderno, pero los mensajes allí
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descritos y sus implicaciones nos seguirán enseñando. Como hemos mencionado


con anterioridad, la Biblia es más un libro pedagógico que histórico y este carácter
educativo lo vemos mostrado con claridad en el Antiguo Testamento.

Es imprudente intentar mutilar o abolir lo encontrado en el Antiguo Testamento


porque está vinculado con el Nuevo Testamento; ambos son complementarios y
necesarios para la interpretación bíblica.

Referencias

MacArthur, J. (2018). Errores al interpretar la biblia. [Archivo de video].


Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=Tr81M1dpxZE

Martínez, J. (1984). Hermenéutica Bíblica. Barcelona: CLIE.

MacArthur, J. (2018). Errores al interpretar la biblia. [Archivo de video].


Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=Tr81M1dpxZE

Virkler, H. (1981). Hermenéutica. Florida: Vida.

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