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Diagnostico Socioambiental Bolivia 2023

Este documento presenta un diagnóstico del estado socioambiental de Bolivia en el año 2023. Analiza 12 grandes problemáticas como la deforestación, pérdida de biodiversidad, impactos en áreas protegidas, avance de la frontera agropecuaria, incendios, degradación de recursos hídricos, extractivismo minero y petrolero, megaproyectos hidroeléctricos, cambio climático, deterioro ambiental urbano y el modo de desarrollo vigente. El diagnóstico concluye que Bolivia atra

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Diagnostico Socioambiental Bolivia 2023

Este documento presenta un diagnóstico del estado socioambiental de Bolivia en el año 2023. Analiza 12 grandes problemáticas como la deforestación, pérdida de biodiversidad, impactos en áreas protegidas, avance de la frontera agropecuaria, incendios, degradación de recursos hídricos, extractivismo minero y petrolero, megaproyectos hidroeléctricos, cambio climático, deterioro ambiental urbano y el modo de desarrollo vigente. El diagnóstico concluye que Bolivia atra

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ELEST

ADO
SOCI
OAMBIE
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DEBOLI
VIA202
3
© LIDEMA

Autor:
Marco Octavio Ribera Arismendi

Revisores:
Jenny Gurenberger Pérez
Pablo Guzmán Silvestre

Portada:
Ariel J. Celiz Vargas

La Paz - Bolivia
Noviembre 2023

La información, contenido y gráficos que se publican en este documento son de exclusiva


responsabilidad del autor y no expresan necesariamente el pensamiento de LIDEMA.

1
Contenido

PRESENTACIÓN.................................................................................................................................... 3
1. ANTECEDENTES ............................................................................................................................... 5
2. METODOLOGÍA DEL ANÁLISIS ......................................................................................................... 5
3. RESUMEN GENERAL SOBRE LA GESTIÓN Y ESTADO AMBIENTAL DE BOLIVIA ................................ 7
4. BOSQUES y DEFORESTACIÓN ........................................................................................................ 11
5. PÉRDIDAS DE BIODIVERSIDAD....................................................................................................... 26
6. IMPACTOS EN LAS ÁREAS PROTEGIDAS ........................................................................................ 51
7. AVANCE DE LA FRONTERA AGROPECUARIA.................................................................................. 81
8. INCENDIOS y QUEMAS ESTACIONALES ....................................................................................... 101
9. DEGRADACION y PERDIDA DE RECURSOS HIDRICOS ................................................................. 117
10.IMPACTOS DEL EXTRACTIVISMO MINERO ................................................................................. 129
11.IMPACTOS DEL EXTRACTIVISMO PETROLERO ............................................................................ 148
12.EL IMPACTO DE MEGAPROYECTOS HIDROELÉCTRICOS ............................................................. 162
13.CAMBIO CLIMÁTICO y DESERTIFICACION .................................................................................. 180
14. EL DETERIORO DE LA CALIDAD AMBIENTAL EN LAS CIUDADES y ZONAS METROPOLITANAS .. 193
15. MODO / MODALIDAD DE DESARROLLO .................................................................................... 206
ZONAS DE SACRIFICIO AMBIENTAL ................................................................................................. 208
RECOMENDACIONES GENERALES ................................................................................................... 211
CONCLUSIONES GENERALES ........................................................................................................... 212
BIBLIOGRAFIA .................................................................................................................................. 214
LISTA DE ACRÓNIMOS ..................................................................................................................... 227

2
PRESENTACIÓN

El Diagnóstico del Estado Socioambiental de Bolivia ha sido realizado en el marco del Observatorio
del Acuerdo de Escazú – Bolivia (OAE), como un aporte al análisis de las vulneraciones a los derechos
ambientales, en la medida que éstos están íntimamente relacionados a la destrucción de los medios
de vida y a la contaminación de los bienes colectivos, a partir de actividades que afectan a
comunidades, barrios, pueblos, ciudades e, incluso, al país en su conjunto.

El contenido de este diagnóstico está orientado a realizar una sistematización y análisis de la


información clave y actualizada de un conjunto seleccionado de problemáticas y conflictos
considerados prioritarios y que determinan el profundo y creciente deterioro socioambiental del
país. Este conjunto de grandes temas críticos deriva, principalmente, de la Propuesta de Agenda
Ambiental Bolivia 2020-2030, elaborada por LIDEMA el año 2022.

1. Bosques y deforestación 8. Impactos del extractivismo petrolero


2. Perdidas de biodiversidad 9. Impactos de megaproyectos
3. Impactos en las áreas protegidas hidroeléctricos
4. Avance de la frontera agropecuaria 10. Cambio climático y desertificación
5. Incendios y quemas estacionales 11. El deterioro de la calidad ambiental en
6. Degradación y pérdida de recursos las ciudades y zonas metropolitanas
hídricos 12. Modo de desarrollo
7. Impactos del extractivismo minero

En función al énfasis de las situaciones más actuales, el análisis se realizó desde el año 2008 para
adelante, privilegiando la información más reciente (2017-2023), pero sin dejar de lado el
tratamiento de problemáticas crónicas y su análisis histórico, como son los casos de la minería,
pasivos petroleros, desertificación o pérdida de bosques.

En ese sentido, este documento que contiene información actualizada sobre las mayores
problemáticas y conflictos socioambientales, es una herramienta para comprender sus causas y
orientar las acciones del OAE, de LIDEMA y de otras iniciativas destinadas a mejorar el respeto a los
derechos ambientales, la gobernanza socioambiental y las posibilidades de proteger el patrimonio
natural y cultural del país.

La idea general del análisis es aportar a la difusión de la situación socioambiental nacional, a partir
de la presentación de un contexto actualizado de ideas fuerza que muestren la panorámica
ambiental al año 2023 y su estrecha relación con la continuidad de una modalidad de desarrollo,
con raíces en décadas anteriores al año 2000, pero que tiene plena vigencia actual.

Algo que resalta en el presente diagnóstico socioambiental de Bolivia, es la enorme cantidad y


diversidad de problemáticas, algunas ciertamente crónicas y de larga data, como la contaminación
minera, pero muchas otras relativamente recientes y acumuladas en los últimos veinte años. El
análisis comprende 12 grandes problemáticas, una de ellas, es de carácter estructural, se refiere al

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modo de desarrollo vigente en el país, y vendría a ser la raíz principal del resto de problemáticas a
ser analizadas.

En términos socioambientales, Bolivia atraviesa un período extremadamente crítico, caracterizado


por una pronunciada pérdida de biodiversidad en cuanto a paisajes, ecosistemas, especies y
funciones ecosistémicas; intensa contaminación y deterioro de ríos y humedales; procesos
extractivos a gran escala y megaproyectos en áreas protegidas (AP) y territorios indígenas; solo para
mencionar algunas, que son resultado de las presiones derivadas del modo de desarrollo imperante,
dirigido exclusivamente a un crecimiento económico con escasos recaudos ambientales o sociales
efectivos. El extractivismo minero y petrolero, los megaproyectos viales e hidroeléctricos, o la
deforestación a gran escala, asociada a inmensos incendios, están ocasionando o amenazan con
generar profundos impactos en la Naturaleza, los medios de vida y las reservas ecológicas del país,
poniendo en riesgo la sostenibilidad de las actuales y, sobre todo, las futuras generaciones. Algunos
elementos destacan por su recurrencia en las diversas problemáticas: la vulneración frecuente a la
Constitución y a la legislación, los vacíos normativos, la obsolencia y flexibilización de las normas
ambientales; así como la falta de transparencia y mal manejo de la información oficial.

En cada caso, como parte del análisis del estado de la problemática, se visibilizará la vulneración de
derechos socioambientales de comunidades locales, en particular, y la ciudadanía de Bolivia en
general, como también de los defensores de los derechos humanos socioambientales. Para ello, es
importante identificar con precisión a los actores sociales sobre los que se ejercen las presiones
ambientales, ya que son quienes enfrentan mayores riesgos y vulneraciones a sus derechos. Así
mismo, se rescatará la respuesta de diversos actores de la sociedad civil, que rebaten y visibilizan la
realidad del actual modo de desarrollo, como, la resistencia de los pueblos indígenas, la labor de los
guardaparques en las áreas protegidas, los medios de comunicación independientes, el rol de
activistas, personas, comunidades y organizaciones defensoras del ambiente, instituciones
académicas y, en menor grado, determinadas instancias de órganos del Estado comprometidas con
la defensa ambiental.

Otro elemento central del análisis es poner en evidencia que, todos los impactos y amenazas
ambientales presentados conllevan vulneraciones a los derechos humanos ambientales, tanto a los
derechos de acceso a la información, participación y justicia en asuntos ambientales; el derecho de
las presentes y futuras generaciones a vivir en un ambiente sano y al desarrollo sostenible y; el
derecho de gozar de un entorno seguro y propicio para defender la Naturaleza, en estrecha relación
al derecho a la consulta, a la información veraz y oportuna, o a la seguridad ciudadana sin acoso ni
persecución. En esta línea, se busca fortalecer el trabajo del Observatorio del Acuerdo de Escazú
Bolivia (OAE), a fin de ampliar la difusión de información sobre el estado ambiental nacional y la
situación de quienes defienden los derechos socioambientales; profundizar la identificación del
impacto diferenciado de las vulneraciones a los derechos; ampliar las acciones de fortalecimiento
de conocimientos y; avanzar hacia la construcción de alianzas, destinadas a promover la adecuada
implementación del Acuerdo de Escazú en Bolivia y otros países de la región.

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1. ANTECEDENTES

Este diagnóstico ambiental tiene relación de continuidad con los dos Informes de Estado Ambiental
de Bolivia que LIDEMA publicó y difundió el año 2008 y el 2013, así como con el seguimiento a
estudios de casos de temas ambientales críticos y prioritarios que fueron desarrollados hasta el año
2013. También existe una relación directa con el documento técnico elaborado por LIDEMA, Las 10
prioridades ambientales para Bolivia en 2020, que fue la base para desarrollar la Propuesta de
Agenda Ambiental Bolivia 2020-2030 (LIDEMA, 2022).

Otro antecedente fue la elaboración y presentación el año 2022 de un resumen Sinopsis del
Contexto Ambiental y Climático de Bolivia, en base a la metodología Presión-Estado-Respuesta,
considerando 12 grandes temas, derivados de la Agenda 2020-2030, destinada al Taller de
Fortalecimiento de Conocimientos y Capacidades para Impulsar el Observatorio del Acuerdo
Regional de Escazú, el año 2022. El Observatorio del Acuerdo de Escazú Bolivia - OAE es una iniciativa
de la Liga de Defensa del Medio Ambiente - LIDEMA y seis de sus Instituciones Miembro (ASE, FHV,
PAAC, SEMTA, SOPE y VIVE) que, gracias al apoyo de la Fundación AVINA y UNITAS, pudo ser realidad
y aportar a la difusión del contenido del Acuerdo Regional de Escazú, así como al registro de las
vulneraciones a los derechos que defiende dicho Acuerdo y la legislación ambiental nacional. Entre
estos destacan los derechos de acceso a la información, participación y justicia en asuntos
ambientales; el derecho de las presentes y futuras generaciones a vivir en un ambiente sano y al
desarrollo sostenible, así como, al derecho de contar con garantías para defender la Naturaleza y
los bienes comunes.

En la gestión 2022, UNITAS, puso el sistema informático y base de datos de su Observatorio de


Derechos Humanos a disposición del Observatorio del Acuerdo de Escazú Bolivia, además fortaleció
las capacidades del equipo de LIDEMA para el proceso de gestión de datos. Así mismo, se contó con
el aporte brindado por AVINA para el fortalecimiento de conocimientos y capacidades del equipo
del OAE y la creación del Observatorio, que permitió registrar, sistematizar y difundir información
sobre el estado ambiental de los departamentos priorizados y las vulneraciones a los derechos; así
como, fortalecer conocimientos de diferentes actores y, principalmente de las y los defensores
ambientales, sobre el Acuerdo y las normativas nacionales. Este trabajo mostró que, la vulneración
a los derechos socioambientales de las personas, organizaciones e instituciones defensoras del
ambiente tienen una clara tendencia a empeorar, a la par que el estado del patrimonio natural y
cultural del país se deteriorara aceleradamente, debido a la presión sobre los recursos naturales, la
escasa y parcial información que llega a la opinión pública, y la omisión en el cumplimiento de
deberes por parte de los órganos del Estado, principalmente del Ejecutivo y Judicial, además de
gobiernos sub nacionales u otras instancias u oficinas del Estado.

2. METODOLOGÍA DEL ANÁLISIS

El análisis del diagnóstico sigue la metodología general PER: Presión-Estado-Respuesta; dada su


practicidad y su potencial de generar una secuencia ordenada en la dinámica de la afectación
socioambiental.

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Las Presiones sobre el ambiente y las poblaciones del país, significan, por una parte, los impactos
vigentes o en curso, sobre la integridad de los ecosistemas y paisajes, la calidad ambiental, las
funciones ecosistémicas que éstos brindan, biodiversidad-recursos; sistemas productivos, medios
de vida locales, seguridad alimentaria, salud, incluso la seguridad del espacio cívico. Por otra parte,
comprenden amenazas que potencialmente pueden generar impactos y que tienen diversos niveles
de riesgo e inminencia de ocurrir. La eventual intensificación y diversificación espacial de un impacto
actual, también constituye a su vez, una amenaza per sé, con un determinado nivel de riesgo.

La Inducción, implica acciones, decisiones, declaraciones públicas, que las autoridades de los
diversos niveles jurisdiccionales del estado, incluso medios de prensa o instancias académicas,
promueven, o estimulan la generación de procesos o situaciones que causan impactos o amenazas
socio ambientales.

La Omisión, se refiere a la falta de respuesta, o de decisiones, por las instancias responsables de dar
las respuestas administrativas, técnicas o judiciales oportunas y enmarcadas en las normas, para
paralizar y revertir procesos o proyectos con alto costo ambiental y social, o mitigarlos y reducir las
afectaciones.

El Estado de la problemática, refleja y evidencia los efectos de la presión, los estados derivados de
los impactos pueden ser apreciables, medibles, cuantificables o, en el caso de amenazas, los estados
pueden ser estimaciones o predicciones de riesgo o inminencia, derivadas de modelaciones de los
potenciales efectos a ser generados si la amenaza se torna en un impacto actual. La descripción
precisa del estado es clave pues expresa los efectos y consecuencias sobre la integridad de los
ecosistemas y paisajes; la calidad ambiental afectada por contaminaciones, las funciones
ecosistémicas, biodiversidad-recursos; la salud de grupos humanos, los sistemas productivos y
medios de vida local, seguridad alimentaria, incluso la seguridad del espacio cívico.

En el criterio de Respuesta, se consideran las acciones positivas que contribuyen a denunciar,


revertir o neutralizar las presiones que determinan un estado ambiental o socioambiental crítico,
por ejemplo, acciones de determinadas instancias del estado o la sociedad civil, como resistencia y
denuncia, acciones de instancias académicas en términos de investigación, monitoreo, emisión de
alertas científicas, etc., incluso intervenciones desde instancias internacionales.

Vulneración de Derechos.- Considerando que cada uno de los temas o problemáticas


socioambientales vulneran diversos tipos de derechos humanos, un acápite muy importante que se
resalta es el de las vulneraciones a dichos derechos, y que a su vez, está muy relacionado a lo que
se establece en el marco del Acuerdo de Escazú, en el cual se consideran los siguientes: Derecho
de acceso a la información Ambiental; Derecho a la participación pública en los procesos de toma
de decisiones ambientales; Derecho de acceso a la justicia en asuntos ambientales; Derechos de las
defensoras y los defensores ambientales; y Derecho de cada persona, de las generaciones presentes
y futuras, a vivir en un medio ambiente sano y al desarrollo sostenible.

Se incorporan, además, dos descriptores en cada tema, el de tendencias o proyecciones


(principalmente de las presiones y el estado) y el de recomendaciones, dirigido especialmente a las

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organizaciones sociales y locales, pueblos indígenas y a la sociedad en general, pero también a
medios de comunicación, instancias académicas, como a instituciones y personeros del Estado,
sensibles y comprometidos.

3. RESUMEN GENERAL SOBRE LA GESTIÓN Y ESTADO AMBIENTAL DE


BOLIVIA

La Ley Nº 1333 del Medio Ambiente, del 27 de abril 1992, constituye la Ley marco para la gestión
ambiental en Bolivia. A esta Ley le corresponden una serie de Reglamentos, aprobados en 1995. La
Ley 1333 establece las instituciones básicas para la gestión ambiental, mismas que se han ido
modificando en años posteriores. Determina que la responsabilidad para la gestión ambiental recae,
tanto en el Estado, como en la sociedad.

La gestión ambiental del país, y considerando solo las últimas tres décadas, nunca fue un elemento
privilegiado o priorizado. Desde la aprobación de la Ley del Medio Ambiente y la creación del
Sistema Nacional de Áreas Protegidas - SNAP, a inicios de los años 90, el desarrollo de la gestión
ambiental fue débil e inconsistente, aun considerando la coyuntural creación de Ministerio de
Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente el año 1992. Bajo una lógica claramente de tendencia
neoliberal, la gestión ambiental estuvo entre 1992 y 2005, supeditada a la preeminencia de los
sectores extractivos, en especial, minería, hidrocarburos y el sector maderero empresarial. En dicha
etapa, la debilidad de la gestión ambiental tuvo repercusiones al no establecer contenciones y
recaudos al avance de planes de desarrollo y el progresivo deterioro del estado ambiental en
muchas regiones del país. La aprobación del Programa Tierras Bajas del Este, que fue la puerta
abierta a la agroindustria soyera, o las nuevas escaladas mineras y petroleras, fueron elementos
claves a finales del siglo XX.

La situación ambiental empeoró en el nuevo siglo y, la multiplicidad de temas y situaciones


ambientales críticas acumuladas en los últimos 17 años ha sido abrumadora. El panorama se
caracterizó por el apoyo desmesurado al extractivismo y el menosprecio con el que se manejaron
los temas ambientales. En esta etapa emergieron numerosas críticas de expertos y organizaciones
comprometidas con la protección ambiental, hacia el apego a las transnacionales, el avance
expoliativo de la agroindustria soyera, así como, el impulso a megaobras y proyectos extractivistas
en áreas protegidas.

Fue manifiesta la liviandad con la que se abordó temas especialmente críticos, como la energía
nuclear, megarepresas y fracking. Megaproyectos de elevado costo ambiental que habían sido
propuestos hace varias décadas (megarepresas del Bala y Cachuela Esperanza, Complejo
Agroindustrial de San Buenaventura, Geotermia en laguna Colorada, siderurgia del Mutún), fueron
reactivados sin evaluaciones ambientales estratégicas ni recaudos, con espurios estudios de
impacto ambiental y sin consulta social o consultas mal encaminadas, vulnerando la Constitución
Política del Estado, numerosas normas y convenios internacionales. Varios de estos proyectos, están
dejando una huella de impacto ambiental severo, mientras que otros, como los megaproyectos de

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represas hidroeléctricas, constituyen amenazas latentes, dado que significan una puerta abierta
para volver a ponerlos en curso.

En un escenario donde los temas ambientales se conciben como un obstáculo a los planes de
desarrollo, en ningún caso hubo una salida favorable para la gestión ambiental, por lo que los planes
y proyectos tampoco fueron acompañados por recaudos o medidas de mitigación responsables. El
avance de los sectores extractivos se favoreció por la falta de aplicación o flexibilización de la
normativa ambiental y la extrema banalización de los estudios de impacto ambiental, propiciando
una acumulación de deterioro ecosistémico e impactos de contaminación ambiental a diversas
escalas y en diversas regiones del país. En este escenario, el tratamiento de las cuentas ambientales
nacionales fue notablemente pobre.

También, se hizo manifiesto el estancamiento en la gestión ambiental en los ámbitos urbanos, en


especial de las grandes ciudades, expresado en crisis de polución atmosférica y en el estado de ríos
colectores de residuos, extremadamente contaminados.

Los procesos de contaminación de la minería continuaron generando impactos severos en diversas


regiones de Bolivia, pero especialmente en la cuenca lacustre Poopó y la cuenca fluvial Pilcomayo.
Las operaciones mineras, en general, continuaron sin recaudos ni salvaguardas ambientales, con el
apoyo de una nueva Ley, calificada como anti ambiental, y con una crónica flexibilización de diversas
normas e instrumentos, lo cual contribuyó al aumento de los impactos mineros. Si bien existen
algunas investigaciones realizadas por instituciones como SOPE, LIDEMA, CEPA, PIEB, es un tema
pendiente e inconcluso, que COMIBOL manejó con excesiva irresponsabilidad. Desde el año 2005,
gracias a los elevados precios del oro, comienza la arremetida de la minería aurífera, con un abierto
apoyo gubernamental a las federaciones de cooperativas mineras. Los impactos críticos se
concentran e intensifican en la vertiente húmeda oriental de los Andes, básicamente en los Yungas
de Mapiri, Tipuani, Teoponte, Kaka, extendiéndose a la zona alta de ANMI Apolobamba y al Parque
Nacional Cotapata, hasta los grandes río Beni y Madre de Dios.

Considerando la problemática general de baja calidad ambiental, hay indicios, y en algunos casos
datos concluyentes, del deterioro de la salud ambiental de pobladores de muchas regiones del país,
afectadas por elevados niveles de contaminación, donde las mujeres y los niños son los actores
sociales con mayor grado de vulnerabilidad y afectación.

Un factor que deprime notablemente el estado ambiental son los reportes, en especial de los
últimos siete años, sobre los ritmos y tasas de pérdidas de bosques, que superaron las cifras
históricas del país, situándolo en el ranking de los países más deforestadores del planeta. Existen
aproximadamente 30 millones de hectáreas de tierras históricamente muy degradadas en las tierras
altas y valles del país; en tanto que, en las tierras bajas, la superficie de las zonas en proceso de
degradación ya supera 20 millones de hectáreas. Esto implica una progresiva reducción de la
proporción de ecosistemas en buen estado de conservación y buena calidad ambiental,
principalmente concentrados en áreas protegidas, tierras indígenas y regiones muy remotas y de
difícil acceso. La elevada tasa de deforestación en el país, entre 2013 y 2018, tuvo directa relación
con las políticas gubernamentales que se volcaron a propiciar el avance descontrolado de la

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agroindustria soyera, la colonización y la ganadería de reemplazo de bosques a gran escala
(especialmente en Santa Cruz), donde numerosas tierras de producción forestal pasaron a predios
ganaderos con anuencia de la Autoridad de Bosques y Tierras (ABT). Todo esto se dio, a partir de un
conjunto de normas que dieron luz verde a los sectores productivistas, para ampliar las fronteras
agropecuarias en una gran región, drásticamente afectada por los trastornos del cambio climático
en forma de severas y recurrentes sequías y olas de altas temperaturas.

El avance de la frontera agrícola y ganadera va de la mano de desmontes y quemas, y en agosto del


año 2019, se desató el más grande incendio históricamente conocido (categorizado como de sexta
generación), en la región de la Chiquitanía, Chaco y Pantanal, llegando a superar seis millones de
hectáreas de bosques secos y otros ecosistemas naturales, con pérdidas incalculables de
biodiversidad y medios de vida. Este gran desastre ecológico estuvo estrechamente ligado a las
normas que el gobierno había aprobado en favor de la ampliación de la frontera agropecuaria en
Santa Cruz y Beni, esto a su vez ligado a la propensión de la ABT y el INRA a brindar autorizaciones
de asentamientos y quemas en plena época seca, que han provocado el incremento de incendios
en los últimos años, principalmente, en los departamentos de Pando, Beni, Cochabamba,
Chuquisaca y Tarija.

Paralelamente, se propició también procesos de alto riesgo, como el nuevo Plan de Uso del Suelo
del Beni, orientado a expandir la frontera agropecuaria a expensas de la destrucción de los bosques
y sin considerar las limitaciones geofísicas de los ecosistemas, poniendo en alto riesgo las zonas de
mayor riqueza biológica del departamento (zonas de alturas sin inundación), así como a las áreas
protegidas y territorios indígenas.

Entre los elementos que deprimen el estado ambiental del país, está el apoyo y las promesas que el
gobierno de Morales brindó al sector agroindustrial para impulsar el ingreso y uso de variedades
transgénicas, como la soya transgénica hB4 resistente a la sequía, que pone en alto riesgo a
ecosistemas naturales secos, por ejemplo, del Chaco y Chiquitanía. Posteriormente, en el gobierno
de Añez, se dictó una norma dirigida a abreviar los procedimientos de evaluación de varios
productos transgénicos, entre ellos la soya hB4, y favorecer su ingreso, dando continuidad a la poca
importancia del tema socioambiental.

En el caso petrolero, el año 2016, el nuevo elemento de riesgo ambiental fue el fracking o fractura
hidráulica (shalegas), aspecto que desafortunadamente sigue pendiente en las agendas del
Ministerio de Hidrocarburos. Otro tema de gran preocupación, es el megaproyecto aurífero aluvial,
propuesto por COMIBOL en la cuenca del río Madre de Dios y que podría ocasionar una catástrofe
ambiental sin precedentes en la Amazonía boliviana.

Parte fundamental de la gestión ambiental, son la biodiversidad y las áreas protegidas. Bolivia,
notoriamente, es un país con megadiversidad biológica, sin embargo, en los últimos 17 años, muy
poco se ha hecho para conservar esa condición. Todos los puntos anteriormente mencionados,
apuntan al crítico estado de conservación de la biodiversidad en general y al debilitamiento del
régimen y gestión de las áreas protegidas. Ambos temas van de la mano de los grandes vacíos
legales, por ejemplo, la ausencia de una Ley o reglamento de Vida silvestre o de una Ley de

9
Biodiversidad, y un reglamento actualizado de Áreas Protegidas. El año 2013, Bolivia ingresaba en
la espiral criminal del tráfico mundial de vida silvestre, con la caza del jaguar para fines de comercio
ilegal al Asia, situación muy ligada a la diplomacia abierta a la China, la gran afluencia de empresas
y ciudadanos chinos, y el endeudamiento masivo con dicho país.

El tema de las áreas protegidas fue uno de los de mayor menosprecio y marginamiento por parte
del Estado. El abandono de las áreas no solo se observa en los irrisorios presupuestos estatales, sino
en el débil marco normativo y de políticas en favor de la conservación de estas unidades territoriales
creadas expresamente para la protección de la biodiversidad. Esto ha significado el ingreso de varias
operaciones mineras de alto impacto, avasallamientos de la colonización, planes petroleros de
exploración, proyectos camineros y megaproyectos hidroeléctricos.

Finalmente, el debilitamiento del marco ambiental tuvo consecuencias en la inexistencia de un


apoyo gubernamental y estatal efectivo a la investigación científica y a la formación o
especialización de investigadores, considerando presupuestos, programas, institucionalidad, apoyo
a las universidades; lo cual significó, en gran parte, un estancamiento de la ciencia ambiental en
Bolivia.

10
4. BOSQUES y DEFORESTACIÓN

11
12
Preámbulo

El territorio de Bolivia tenía más de la mitad de su superficie cubierta por diversos tipos de bosques;
algunos fueron despareciendo, desde épocas remotas, especialmente en diversas zonas de las
tierras altas. En la actualidad, si bien aún existe una importante extensión boscosa, hay un alto riesgo
de acelerada reducción.

Los ecosistemas boscosos son los que albergan la mayor parte de la megabiodiversidad de Bolivia y
han sido fuente de provisión de beneficios y recursos a numerosas poblaciones locales. La gran
diversidad de pueblos indígenas del país tiene a los bosques como hogar y base fundamental de
subsistencia. Se puede afirmar que, todos ellos, brindan funciones ecosistémicas imprescindibles
para el bienestar y el equilibrio ecológico. Esto ha sido evidenciado en los últimos 20 años, a partir
de importantes avances en la investigación científica y conocimiento de los bosques de Bolivia.

En varias etapas históricas se han dado eventos de explotación de sus recursos con elevados costos
sociales y ambientales, como fue el caso de la explotación gomera o la expoliación de maderas
preciosas. El siglo 21, vino cargado con el signo de la deforestación. La reducción de grandes
superficies de bosques y su transformación en agrosistemas de monocultivos, que implican enormes
pérdidas de biodiversidad y paralización de funciones ecosistémicas, con una generación de
beneficios económicos hacia cuentas de corporaciones transnacionales y muy pocas manos. Esta
situación enfrenta Bolivia, especialmente desde mediados de los años 90 del siglo pasado, con
extraordinarios incrementos en los últimos 20 años y una evidente raíz en la modalidad vigente de
desarrollo pro extractivista.

Bolivia y el planeta en su totalidad, se enfrentan al dilema de apostar a la sostenibilidad de los


procesos de desarrollo, que conlleva la protección y conservación de los bosques, como un legado
transgeneracional, o seguir aventurándose a escenarios de destrucción e inequidad. A nivel global,
en los últimos años, ya se habla de un acercamiento crítico al punto de no retorno para el bosque
más extenso y rico en biodiversidad del planeta, la Amazonía (Sierra Praeli, 2022).

PRESIÓN
Las presiones sobre los bosques de Bolivia, se han incrementado en la actualidad de forma
alarmante, respecto de décadas anteriores. El impacto de la deforestación se ha intensificado al
punto de que Bolivia, se ubica entre los países más deforestadores del planeta. De acuerdo a la
investigadora Sierra Praeli (2022 b), uno de los temas que han marcado la agenda ambiental en
Bolivia en 2022, es el avance de la deforestación, que ha ubicado al país en el segundo lugar entre
las naciones con mayor pérdida de bosque en Latinoamérica.

En opinión de la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC) el impulso a la


producción ganadera de reemplazo de bosques, fomentando la conformación de empresas
propietarias de decenas de miles de cabezas y más de 80 mil hectáreas de superficie, se intensificó
en varios municipios. De igual forma, se incrementó la expansión de las colonias menonitas en
diversas zonas de la Chiquitanía, con franco apoyo del gobierno al más alto nivel, y los masivos

13
asentamientos de interculturales, autorizados por el INRA, en tierras de producción forestal
permanente. Entre 2016 y 2017, siete municipios chiquitanos, concentraron el 78% de la
deforestación en Bolivia y registraron más de 130 mil hectáreas deforestadas, entre ellos se
encuentran San José de Chiquitos, San Ignacio de Velasco y Concepción.

Según Solón y Villalobos (2023), de acuerdo a los datos presentados el año 2023 ante la ONU por
Bolivia en el NREF (Nivel de Referencia de Emisiones Forestales por Deforestación), el año 2021 en
todo el territorio nacional, se deforestaron 583 mil hectáreas, un incremento del 112% en
comparación a las 275 mil hectáreas deforestadas el año 2016. Así pues, en el periodo 2016-2021
se deforestaron en total 2.322.289 hectáreas, a un promedio de 387.048 hectáreas por año. Más de
medio millón de hectáreas deforestadas y 173 millones de toneladas de gases de efecto invernadero
por deforestación el 2021, marcan un récord nunca antes visto. Dicho de otra manera, cada decenio
se deforestó mucho más que en el anterior; entre 1990 y 2000 se perdió 3,1% de cobertura boscosa,
mientras entre 2010 y 2020 desapareció un 5,5% de cobertura boscosa. Ese nivel de deforestación
significó el año 2021, 173 millones de toneladas de gases de efecto invernadero por deforestación,
30% más que el año 2020.

En la misma línea de análisis, el Global Forest Watch (2023), afirmó que la pérdida de bosques
primarios se acelera rápidamente en Bolivia, registrándose un nivel récord el año 2022: un aumento
del 32% con respecto a los niveles de 2021. Por tercer año consecutivo, Bolivia ocupó el tercer lugar
después de Brasil y la República Democrática del Congo en área de pérdida de bosque primario,
superando a Indonesia, a pesar de tener menos de la mitad de la cantidad de bosque primario. Se
menciona muy acertadamente, que el gobierno de Bolivia apoya un aumento en la agroindustria,
con objetivos para reducir las importaciones, implementar la producción de biocombustibles y
aumentar la producción ganadera; estas metas han ido acompañadas de una despenalización de la
deforestación ilegal y un aumento de las autorizaciones de deforestación. Un informe del grupo de
comunicación alternativa Nómadas, confirma que un 52% de la deforestación del año 2022 fue
ilegal.

Según el Observatorio del Bosque Seco Chiquitano, en el departamento de Santa Cruz, entre 1986
y 2019, la extensión de bosques eliminados por la ampliación de frontera agrícola, ganadera y de
apertura de caminos, dentro de AP, fue de 223 mil hectáreas. Según la Fundación Amigos de la
Naturaleza, la ampliación de la época seca está siendo muy drástica, al punto que no hay agua en
algunos municipios, por ejemplo, en Ascensión de Guarayos, que ha eliminado el 23% de su bosque
y, en consecuencia, la lluvia se ha reducido hasta en 11% con relación a lo que llovía diez años atrás.
También en Santa Cruz, la colonia menonita Chihuahua, ubicada a 132 kilómetros de la ciudad de
Santa Cruz de la Sierra, ha comprado y deforestado alrededor de la mitad de las tierras de la
comunidad indígena de San Miguelito —lo que ha generado conflictos internos, y ahora está a poca
distancia del Territorio Comunitario de Origen (TCO) de San Antonio de Lomerío, el primer municipio
autónomo indígena de Bolivia.

Los procesos de deforestación más devastadores en los últimos 9 años, se dieron en el


departamento de Santa Cruz, por el avance incontrolado de la soya agroindustrial hacia el Este del

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departamento; el gran arco de deforestación y ganadería a gran escala de San Ramón-Concepción-
San Ignacio de Velasco, San Rafael-San José de Chiquitos; los grandes desbosques en torno a la
carretera transoceánica entre Santa Cruz y Puerto Suárez (Müller et al. 2014; Méndez, 2021; Radwin,
2023). En esta etapa de expansión incontrolada de los desbosques, además de las cámaras
agropecuarias, agroindustriales y ganaderas, la proliferación de las colonias menonitas (más de 40
solo en Santa Cruz), fue uno de los puntales de la deforestación a gran escala. Los grupos
interculturales de las tierras altas y el Chapare, también aprovecharon la coyuntura política
favorable a sus proyecciones de ocupación ilegal de tierras boscosas en diversas zonas de la región.
Se debe recordar que la deforestación representa el 78% de emisiones de carbono del país.

Otro impacto en curso en la Chiquitanía, es la extracción de maderas para el comercio de carbón;


desde el año 2020, es constante el flujo de camiones cargados a tope con fardos de carbón, a lo
largo de la carretera bioceánica, rumbo a Santa Cruz y al Brasil, lo que indica, por una parte, que hay
una enorme cantidad de hornos clandestinos en funcionamiento, y por otra, que la madera proviene
de desmontes agroindustriales y ganaderos o, directamente, de talas del bosque chiquitano. Este
comercio prospera ante la total pasividad e inacción de la ABT, la gobernación y los gobiernos
municipales.

La pérdida de bosques para la ganadería de reemplazo en Santa Cruz fue muy alta, sobrepasó a la
del Beni, está relacionada con los mercados de exportación de carne a la China y su efecto fue que
numerosas tierras de producción forestal pasen, en los últimos 6 años, a predios ganaderos, con
anuencia de la ABT. En el caso del Beni, el 80% de su ganadería se realiza sobre sabanas naturales,
aunque en los últimos 10 años se ha incrementado la deforestación en bosques de galería, bordes
de bosques e incluso tala de islas de bosque en sabanas, para aumentar las superficies de cría. En el
caso de Santa Cruz la situación es inversa y mucho más crítica, porque menos del 20% de la cría de
ganado se da en pastos naturales (Pantanal, algunas zonas de la Chiquitanía y ramoneo de bosques
en el Chaco) y un 80% corresponde a la ganadería de reemplazo de bosques para instalar pasturas.

La superficie forestal bajo acciones de manejo, hasta el año 2014, era de 10 millones de hectáreas,
cifra que cayó el año 2022 a algo más de 2 millones de hectáreas, situación que muestra, por una
parte, la poca atención que se dio al sector de la industria forestal a lo largo de muchos años y, por
otra, la creciente tendencia a la conversión de bosques a tierras para la agroindustria y la ganadería.

La acelerada degradación de los ecosistemas en el país, por efecto del cambio de uso del suelo, tuvo
directa relación con las políticas gubernamentales que se volcaron a propiciar el avance
descontrolado de la agroindustria soyera, el uso de variedades transgénicas de soya, uso de
pesticidas y herbicidas a gran escala, chaqueos no controlados y la ganadería de reemplazo de
bosques en extensas superficies. Esta presión se concentra mayormente en Santa Cruz, pero
también afectó a otros departamentos, como el Norte de La Paz, Tarija, Pando y Beni, donde las
corporaciones y cámaras agroindustriales distorsionan la realidad, argumentando que dicho sector
es clave para para la seguridad alimentaria y genera abundantes empleos, aunque los estudios de
varias instituciones bolivianas (PROBIOMA, CEDLA, TIERRA, CEJIS, CEDIB, LIDEMA) demuestran todo
lo contrario. La deforestación por la agroindustria, también está muy ligada a las políticas de

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gobierno en favor de abreviar y facilitar los procedimientos de evaluación para el ingreso y uso de
variedades transgénicas (Mongabay, 2019).

En general, se ha conferido una marcada y especial atención a los bosques de las tierras bajas; los
bosques de la Amazonía y los de la Chiquitanía-Chaco, han acaparado la atención de medios de
prensa, redes sociales, organizaciones y medios activistas e instancias académicas. Muy poco se ha
visibilizado las presiones que impactan los bosques húmedos de Yungas, que incluye los bosques
nublados pluviosos de especial condición de fragilidad; los bosques subhúmedos del Yungas
tucumano-boliviano, bosques secos de valles mesotérmicos interandinos, y los bosques de las
tierras altas, donde destacan especialmente los relictos de Queñua (Polylepis spp.), árboles y
arbustos de bajo porte en fuerte grado de amenaza. Todos estos ecosistemas boscosos de la región
andina, enfrentan talas recurrentes para fines de ampliación de fronteras agropecuarias,
generalmente, sobre laderas de fuerte inclinación y altamente susceptibles a procesos erosivos. Los
procesos más intensos de deforestación en los bosques de los Yungas de La Paz se realizan para
habilitar cultivos de coca (Ribera, 2004). En varias zonas de la vertiente oriental cordillerana
(Camata, Carijana, Pelechuco, Challana, Cotapata), estos bosques de Yungas, enfrentan además el
impacto devastador creciente de la explotación del oro. En especial, los bosques tucumano boliviano
y de valles secos (y sus transiciones) son impactados por quemas recurrentes, en varios casos por
incendios de notable magnitud, y que, con frecuencia, ocurren al interior de áreas protegidas (Iñao,
Palmar de Chuquisaca, Aguaragüe, Cordillera de Sama). También los bosques de queñua en varias
regiones de Cochabamba, Potosí y Chuquisaca, son fuertemente impactados por quemas
estacionales, en tanto que el sobrepastoreo de ovinos y vacunos afecta sus fases de regeneración
natural.

El tema del aprovechamiento forestal, tiene larga data, históricamente el boom de las extensas y
numerosas concesiones forestales, el motosierrismo y la extracción a gran escala de las maderas
preciosas amazónicas, como la mara y el cedro, se dio en los años 80 y 90 del siglo pasado,
ocasionando un auténtico vaciamiento de los stocks naturales de dichas especies en gran parte de
la Amazonía boliviana. En décadas posteriores, después del saqueo, con una nueva Ley forestal y la
reducción de las concesiones forestales, el aprovechamiento forestal se volcó a maderas de segundo
y tercer valor. Años después y de forma progresiva, se dio la profunda crisis de sector forestal,
aspecto puesto de manifiesto y debatido desde el año 2014, y que afectó desde los niveles
empresariales, hasta los procesos de manejo comunitario, crisis que también tuvo efectos en los
marcos institucionales, situación que tuvo que ver con muchos aspectos del manejo, selección de
especies, comercio en troncas, falta de agregación de valor (p.e. cortes predimensionados,
tratamiento contra plagas inexistente), deficiente control y fiscalización, altos costes de
tramitaciones y, desde luego, la escasa competitividad en los escenarios comerciales internos y de
exportación. Según voceros de la Cámara Forestal de Bolivia (CFB), la saturación de maderas en las
barracas y centros de acopio del país, surgió por la falta de mercado. Parte de la crisis forestal es
que, en las ciudades grandes, hay una comercialización masiva de maderas y muebles de bajo valor
y sin tratamientos o controles de plagas de coleópteros barrenadores (mal llamados termitas), por
tanto, poco durables (y falta de maderas resistentes), aspecto que ha desembocado en que la gente

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busque como sustitutos, muebles de madera prensada o melaminas. Otro aspecto crítico es el
colapso de la certificación forestal y que, a pesar de ser denunciado, como un proceso con
importantes falencias desde el año 2011, significó grandes expectativas, tanto en el país como a
nivel internacional.

Una gran parte de la crisis del sector forestal, obedeció a dos factores fundamentales, por una parte,
a la casi nula fiscalización y control de la gestión forestal en su conjunto, mal que proviene de la
anterior Superintendencia Forestal y que empeoró con la ABT y, por otra parte, a las aún peores
políticas económicas del gobierno, que abrieron las puertas a la importación de aglomerados,
melaninas y muebles de enchapados, a lo cual se puede sumar el laxo control aduanero al
contrabando.

Un pésimo antecedente del accionar de la ABT se dio el año 2016, desde dicha oficina, se presentó
un proyecto que contemplaba la instalación de plantaciones forestales (eucalipto) a gran escala en
el departamento de Santa Cruz, para industrias de conglomerados, contraviniendo el Plan de Uso
del Suelo del Departamento, y con alto riesgo de devastación de cientos de miles de hectáreas de
bosques secos naturales, incluso dentro de áreas protegidas, como el Parque Nacional Kaa Iya,
Parque Nacional Otuquis y el área protegida indígena Ñembiguaso (ABT-MMAA. 2017; Ribera,
2018). Este plan no tuvo mayor continuidad, sin embargo, es un antecedente que muestra el alto
nivel de riesgo que enfrentan los bosques en Bolivia.

Otros ecosistemas, además del bosque

En este capítulo, los bosques y el impacto de la deforestación son el centro del análisis, sin embargo,
eso no significa que otro tipo de ecosistemas no se encuentren fuertemente amenazados por
diversas presiones. Es el caso de las extensas sabanas naturales y ecosistemas acuáticos
(humedales) de la llanura del Beni, notablemente impactados cada época seca por las intensas
quemas de pastizales y actualmente bajo la creciente amenaza del nuevo Plan de Uso del Suelo
departamental. Unos de los impactos severos a estos ecosistemas abiertos es la agroindustria del
arroz, que ha devastado grandes superficies en la región circundante a la ciudad de Trinidad, a lo
que se asocia otro impacto, el uso de grandes volúmenes de pesticidas.

En el Norte de La Paz (Región Ixiamas-cuenca río Madidi) desde los años 90, se incrementaron los
procesos de cambio de uso del suelo a gran escala en zonas de sabana, a partir de masivos ingresos
de colonos interculturales, posteriormente, el año 2000, con el ingreso de varias colonias rusas, y el
2010, con la ocupación, avalada por el INRA, de colonias menonitas en una frágil región de sabanas
naturales, en pleno territorio Tacana (TCO). El año 2013, dichas colonias comenzaron una expansión
de caminos y desmontes que desembocaron, el 2023, en una ocupación y eliminación a tala rasa de
toda una sabana natural para cultivo de arroz y soya, con altos insumos de urea (com.web
D.Robinson, 2023).

Otros tipos de ecosistemas fuertemente impactados por el avance de la agroindustria y la ganadería,


son los Cerrados de la Chiquitanía (campos limpos, campos sujos), que comprenden sabanas
arboladas y matorrales; adicionalmente, los incendios del 2019 y 2020, fueron catastróficos para

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estos ecosistemas secos. Similar situación de amenaza por grandes y recurrentes incendios y avance
de la ganadería, enfrentan las sabanas naturales y humedales del Pantanal boliviano, principalmente
ubicadas al Este de las áreas protegidas ANMI San Matías y parque Nacional Otuquis. En las tierras
altas, el ecosistema de Páramo yungueño (en La Paz y Cochabamba principalmente) adosados al
muro cordillerano en la vertiente húmeda oriental, muy especiales por su singularidad en el país,
están presionados por fuegos recurrentes en la época seca, y en los últimos años por la minería del
oro (La Paz). Otro ambiente altoandino fuertemente impactado por la minería del oro, se encuentra
en las praderas, bofedales y lagunas de Ulla Ulla, sector Suches, y nada menos que al interior de un
área protegida, el ANMI Apolobamba.

Se debe mencionar, además, la devastación del cerro Comanche en la Puna de La Paz por cantería
de rocas granitoides y la destrucción casi total de los rodales del cardón Puya raimondii. Otro
impacto de gran magnitud se observa a orillas del Lago menor del Titicaca, en la zona de las bahías
de Cohana, donde los ecosistemas perilacustres han sido devastados por la gran contaminación del
río Katari-ciudad de El Alto, aspecto que se analiza más adelante en el tema de recursos hídricos.

Vincent Vos, Biólogo. Comentario tomado de página Facebook, 2023.


Las tasas de deforestación en los últimos años se mantienen extremadamente altas, algo que el manipuleo
de datos oficiales no puede esconder. En contraste con los discursos oficiales de "gestiones exitosas" el
gobierno boliviano claramente está fallando en cuanto a su obligación de frenar la deforestación
(incumpliendo varios tratados internacionales y en contra del bienestar de la población boliviana). A pesar
de discursos populares en el oriente del país de una deforestación por parte de "colonos" (con un supuesto
apoyo del gobierno central), los principales actores atrás de la deforestación más bien son grandes
empresas, muchas veces internacionales, que deforestan para sembrar pasto o cultivos mecanizados sobre
todo en Santa Cruz, sin control adecuado de ninguno de los tres niveles de gobierno.

Inducción

Entre los principales inductores de la deforestación están: Las normas emitidas en favor del avance
de la frontera agropecuaria, en un escenario de ausencia de labores efectivas para la regulación y
aplicación de los mecanismos de control y fiscalización. El accionar del INRA y la ABT, en la medida
que otorgan autorizaciones y permisos de asentamientos y desmontes de manera tendenciosa y
poco transparente. El poco apoyo que el gobierno brinda a la gestión de las áreas protegidas, que
tienen el mandato de conservar alrededor de 15 millones de hectáreas de bosques; además el poco
apoyo a los procesos de manejo y aprovechamiento forestal certificado.

También, las declaraciones y posiciones de máximas autoridades de gobierno en favor del avance
agropecuario o minimizando la deforestación y sus impactos, han promovido la deforestación. En
esta línea, causó estupor la oposición del Presidente boliviano, Luis Arce, a la declaración final de la
Cumbre Amazónica, realizada en Belén, Brasil, el año 2023, al oponerse a la propuesta del país
anfitrión para adoptar metas destinadas a detener la deforestación. Por su posición, representantes
brasileros culparon a la delegación boliviana por no alcanzar la meta de frenar la deforestación en
la Amazonía. En Bolivia, del estupor, se pasó a una abierta crítica y denuncia a la inaudita posición
del presidente boliviano y su delegación.

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Omisión

En relación al manejo forestal, hasta el año 2014, se registraban más de 10 millones de hectáreas
de bosques bajo diversas formas de manejo y aprovechamiento. El año 2005 se inventariaron más
de dos millones de hectáreas de bosques certificados, lo cual ubicaba a Bolivia en situación de
liderazgo en términos de certificación, que contaba con el apoyo técnico de diversas organizaciones.
Paradójicamente, a partir del año 2008, la superficie de bosques certificados cayó en más de un
80%, lo cual se atribuye a varias situaciones, entre ellas, el avasallamiento de tierras forestales, la
conversión de bosques manejados en zonas agropecuarias, el desinterés del nuevo gobierno en
apoyar técnicamente el proceso y la competencia de otros países en las exportaciones de madera.
De cualquier forma, el tema de la certificación forestal en Bolivia no estuvo exento de críticas en
cuanto a su eficiencia y efectividad.

A lo largo de muchos años se constata un constante incumplimiento y no aplicación de normas e


instrumentos de planificación sobre uso de suelo, en este sentido, los Planes de Uso del Suelo son
frecuentemente obviados, por ejemplo, el PLUS de Santa Cruz o de Pando. Hay una tácita omisión
en el cumplimiento de funciones, por parte de la ABT, en lo que hace a acciones de defensa y manejo
sostenible de los bosques, por el contrario, mucho de su accionar se direcciona a la autorización de
desmontes y quemas.

Otro factor de omisión a lo largo de décadas, ha sido la inobservancia a la vocación forestal estricta
de los ecosistemas boscosos en muchas regiones del país, donde las características de los suelos no
permiten formas de producción agrícola, especialmente a gran escala, como la agroindustria o la
ganadería de reemplazo. Es el caso de gran parte de la región amazónica de Pando, Norte de La Paz
y Norte del Beni, con suelos extremadamente ácidos y pobres en bases intercambiables y minerales.

Marco Octavio Ribera Arismendi. Los bosques de Bolivia. 2022.


En general, cuando se menciona el término bosque, el concepto puede quedar en la figura nebulosa de un
conglomerado genérico de árboles, sin embargo, decir bosques en Bolivia equivale a describir una increíble
diversidad de diferentes tipos de bosques, cuya variación obedece a la también increíble diversidad de
regiones de nuestra geografía.
En la vertiente oriental de los Yungas de La Paz y Cochabamba, destacan los extraordinarios bosques
nublados (pluvio nebulares) de las cejas de monte, entre los 3.200 y 2.600 msnm, un bosque en general
bajo, denso y cargado de marañas de epífitas, en sentido estricto, es un bosque altimontano, protector de
cuencas. Por encima del bosque nublado se puede encontrar un extraordinario bosque “enano”, casi
arbustivo (llamado también elfin forest), no superior a los 2 metros y casi siempre envuelto en neblinas. Por
encima, se encuentran los páramos yungueños, casi exentos de árboles. Descendiendo las pendientes de
Yungas, encontramos bosques bajo montanos (2.500-1.300 msnm), en general muy húmedos, ricos en
biodiversidad y endemismos. En determinadas regiones con lluvias que superan los 4.000 mm/año (Alto
Chapare, Vandiola), y a la misma altitud, encontramos los Bosques pluviales bajo montanos,
extraordinariamente ricos en biodiversidad y en especies de palmeras.
Descendiendo la vertiente oriental, hallamos el bosque de Yungas basal (1.300 -600 msnm.), alto, denso,
rico en palmas y en el cual se pueden encontrar muchas especies de flora y fauna amazónicas. Las serranías
y valle subandinos (La Paz, Cochabamba, Santa Cruz) entre los 500 y 1.000 msnm, albergan los bosques
subandinos altos, muy húmedos a pluviales, en general megabiodiversos. En el mismo rango altitudinal,
pero en la vertiente subandina sur y más seca, de Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija, predominan los bosques
subhúmedos del tucumano boliviano, con zonaciones de bosques del Chaco serrano muy afines a los

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bosques secos de la Chiquitanía, con abundancia de árboles de maderas duras. En la misma región y flanco,
pero por encima de los 1.000 msnm, encontramos el bosque de Yungas tucumano boliviano, húmedo a
subhúmedo, con una flora muy particular (muy ricos en Pino de monte, mirtáceas y lauráceas), diferente a
la flora de los bosques de Yungas de la región norte.
En las ultimas estribaciones de las serranías subandinas del Norte y sobre un paisaje colinado a ondulado y
con largas pendientes destacan los bosques del pie de monte, altos y muy ricos en especies, de los que en
Bolivia solo existen escasos relictos reducidos bien conservados al interior del TIPNIS. En el pie de monte del
Sur y en el mismo tipo de topografía, se instalan bosques secos chaqueños, bajos y con menor número de
especies.
Al interior del Madidi, en el valle subandino del río Asariamas, domina un bosque seco xérico
“intersubandino”, rico en especies del Cerrado y la Chiquitanía, que constituye un extraordinario relicto
biogeográfico y es considerado un relicto biogeográfico del Arco pleistocénico de bosques secos
sudamericanos.
En todos estos ámbitos esencialmente montañosos, son relevantes los bosques ribereños instalados en
valles y terrazas aluviales de los numerosos ríos que descienden, y que en general, congregan intensa
actividad de vida silvestre.
Ya en las tierras bajas al Norte de los Andes destacan el bosque alto húmedo de la llanura aluvial amazónica
preandina en terrazas ribereñas elevadas, bosques de inundación estacional alternando con zonas de
bosques de Varzea que circundan ríos de aguas blancas y bosques ribereños tipo Igapó bordeando ríos de
aguas oscuras. En zonas boscosas inundadas destacan amplios sectores con manchones de palmares de
Mauritia flexuosa. Más al Norte, en las tierras amazónicas de Pando y Norte del Beni, predomina el bosque
húmedo alto estacional de la “terra firme” en terrazas aluviales antiguas elevadas, además el bosque de
colinas terciarias de suelos arenosos y los bosques tipo Varzea e Igapó en torno a los ríos. Todo este conjunto
se caracteriza por una elevada biodiversidad, dosel continuo y enormes árboles emergentes entre 30 y 50
metros de altura. Los suelos de esta región son llamativamente pobres en minerales y bases
intercambiables. Hacia el sector noreste de la Amazonía (río Itenez) domina el bosque amazónico, húmedo,
siempreverde estacional del Escudo Precámbrico, con zonas aisladas de bosque xerofíticos semideciduos
sobre sustratos de rocosos (inselbergs) denominados lajas. Más al Sur se observa la transición al bosque
subhúmedo chiquitano.
En las tierras del oriente del país, predomina el bosque chiquitano-Cerrado, subhúmedo hasta seco-
semideciduo, en planicies y laderas de serranías. Hacia el Sudeste se encuentra el bosque semi xerofítico de
serranías sobre suelos graníticos y calcáreos (Rincón del Tigre) y más al Este se encuentra un bosque
semihúmedo a seco de la llanura aluvial en suelos bien drenados de la transición Chaco-Cerrado-Pantanal.
Ya en la llanura chaqueña, bajo un clima seco y muy cálido, se extiende diversos tipos de bosques bajos
secos y espinosos, con árboles de maderas duras y mayormente sobre suelos arenosos.
Volviendo a las tierras altas, existen remanentes de bosques bajos, secos de los valles interandinos
templados (mesotérmicos), relativamente pobres en diversidad, pero con una gran riqueza de especies
endémicas. En las regiones altoandinas, por encima de los 3.500 msnm, destacan los bosques arbustivos de
queñuas (Polylepis), relictos altamente amenazados, cuya máxima expresión (Polylepis tarapacana) se
encuentra en las punas que rodean el nevado Sajama y otras altas montañas, formando rodales entre 4.400
y 5.100 msnm, los bosques más altos del mundo.

Vulneración de derechos

Los bosques cumplen funciones ecológicas claves y brindan beneficios ecosistémicos de enorme
importancia, no solo para las poblaciones locales, como los pueblos indígenas, que viven en estrecho
contacto con ellos y reciben recursos de la biodiversidad, sino para toda la sociedad, por ejemplo,
cuando absorben carbono y mitigan los efectos del cambio climático, o se benefician de la
regulaciones climáticas regionales y aportes hídricos. Por ello, al eliminarse los bosques en grandes

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regiones, además de vulnerar los derechos de la Madre Tierra (Ley 071), se vulnera otros derechos
protegidos por la Constitución Política del Estado y varias leyes nacionales, como también, por el
Acuerdo Regional de Escazú, entre ellos:

El derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente
sano y al desarrollo sostenible, principalmente, a partir de los siguientes tipos de vulneraciones:
 No garantizar el derecho de disfrutar de un ambiente sano y agradable
 No preservar, conservar, restaurar y promover el aprovechamiento de los recursos naturales
renovables
 Incumplir las normativas internacionales ratificadas por el país
 No realizar el manejo y uso de los bosques de manera sostenible
 No velar por la protección, conservación y restauración de la fauna y flora silvestre
 No utilizar los suelos para uso agropecuario que aseguren la conservación de los agroecosistemas
 Producir alteraciones nocivas de las condiciones hidrológicas, edafológicas, geomorfológicas y
climáticas.
 Alterar el patrimonio cultural, el paisaje y los bienes colectivos o individuales, protegidos por Ley
 Producir o poder producir el deterioro ambiental en forma temporal o permanente
 Quemar campos de labranza o pastoreo ocasionando incendio en propiedad ajena, por negligencia
o con intencionalidad
 Talar bosques sin autorización
El derecho de acceso a la justicia en asuntos ambientales, principalmente, a partir de:
 No sancionar las infracciones administrativas, a la legislación ambiental
 No denunciar los delitos ambientales por parte de la AAC a la Fiscalía de Distrito
 No determinar indemnización y resarcimiento en beneficio de las personas afectadas
 Impedimento de acceso a la justicia ambiental mediante instancias judiciales y administrativas
 Desconocimiento o invalidación a la legitimación activa
 Impedimento de acceso a servicios de instituciones públicas
 Restricción en presentación de denuncias y recursos
 Impunidad
 Falta de debida diligencia
 Corrupción de autoridades públicas
 Cuoteo político por encima de las necesidades profesionales y técnicas de ciertas reparticiones
estatales
 Violencia Política
 Procedimientos no basados en la norma

El derecho a la participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales:


 Negación de realizar inspecciones o vigilancia para el cumplimiento de la ley
 Incumplimiento a la entrega al público, de manera oportuna y comprensible, de la información
necesaria
 Amenazas a las comunidades

El derecho de acceso a la información Ambiental:


 Desinformación sobre la situación e impactos del tema solicitado
 Manipulación de opinión en las redes sociales

Los derechos de las defensoras y los defensores ambientales:


 Hacer firmar documentos con engaños
 Desacreditación

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ESTADO

La superficie de bosques naturales en un país, así como la tasa de conversión de bosques a zonas
cultivadas y de ganadería, son elementos altamente indicativos de su estado ambiental. Cuanto
mayor sea la reducción de bosques naturales y más alta sea la velocidad de pérdidas de cobertura
boscosa por cambio de uso del suelo, peor será el estado ambiental de un territorio.

Los ecosistemas de bosque albergan más de un 70% de la riqueza de biodiversidad de Bolivia, es


decir, el mentado discurso de Bolivia país megadiverso, está básicamente sustentado en la
conservación de sus bosques. Los bosques cumplen funciones ecosistémicas fundamentales para la
estabilidad de grandes regiones y para todo el país, como la absorción de carbono, la regulación
climática, provisión de lluvias, control y regulación de caudales. A esto se suma una increíble
cantidad de recursos de la biodiversidad que constituyen medios de vida para cientos de
comunidades locales, y son base de la economía regional de grandes regiones, como es el caso de
la Castaña Amazónica (LIDEMA, 2022).

En general, las cifras de la estimación de la cobertura boscosa del país han sido altamente volátiles
y dispersas, prueba de ello, es el siguiente conjunto de datos: La superficie de bosques en Bolivia
alcanzaba, en la década de los años 60, alrededor de 63 millones de hectáreas; el año 2005 la FAO
mencionaba 53 millones de hectáreas de bosques para Bolivia (en base al Plan Nacional de
Desarrollo de entonces), UDAPE, menciona 53 millones de hectáreas para 2019, otra base de datos
(statista) calcula 50,8 millones de hectáreas, para el 2020; mientras que FAN-RAISG, para el año
2022. calculan 55 millones. Es llamativo que el geobotánico Gonzalo Navarro, estimaba 55 millones
de hectáreas de bosques, para el año 2007. Considerando los intensos procesos de deforestación
de los últimos 8 años, se puede asumir que el país tendría actualmente menos de 48 millones de
hectáreas.

Similar disparidad y volatilidad de datos se observa en las cifras referentes a superficies de


deforestación. El año 1995, la superficie deforestada en todo el país ascendía a más de 3 millones
de hectáreas. Praely (2022a), refiriéndose a la estimación realizada por FAN, con apoyo de la Red
Amazónica de Información Socioambiental (RAISG), que da una cifra de deforestación de 7.9
millones de hectáreas de bosques durante 37 años de análisis. Dicho estudio indica que el
departamento de Santa Cruz tuvo la mayor deforestación, pues concentró el 79% de la pérdida de
bosque entre los años 1976 y 2019.

En cuanto a las tasas de deforestación, ente 1995 y 2005 se manejaba una tasa anual de entre 80.000
y 168.000 hectáreas/año. La cifra ascendió a más de 300.000 hectáreas/año desde el año 2003, tasa
que habría aumentado en los recientes años. Un dato preocupante, ya en el 2008, fue que, dada la
resolución de las imágenes usadas en el análisis de la deforestación, era probable que las pequeñas
áreas desmontadas no hayan sido contabilizadas, por lo que esta cifra podría subir a más de 300.000
hectáreas/año (Villegas y Martinez, 2008).

Para fines de este diagnóstico, se considera que Bolivia tiene 50 millones de hectáreas, con
tendencia a una reducción acelerada; en tanto la superficie deforestada se considera en más de 10

22
millones de hectáreas, con tendencia al incremento. La tasa de deforestación anual se considera en
más de 300.000 hectáreas, también con tendencia a aumentar. La frontera agropecuaria del país
supera 12 millones de hectáreas, considerando zonas cultivadas, ganaderas, en descanso y
degradadas o eriales, mayormente abandonadas.

Alrededor de un 30% de la cobertura total de bosques en el país, se encuentran al interior de las AP,
destacando las importantes superficies en los Parques Nacionales Kaa Iya, Madidi, Noel Kempff
Mercado, ANMI San Matías, TIPNIS, Reservas Manuripi y Pilón Lajas. Para estos bosques, estar al
interior de las áreas protegidas no tiene un significado de garantía, pues enfrentan constantes
amenazas de avasallamiento de tierras y deforestación, tal es el caso de PN Kaa Iya, ANMI San
Matías, PN Carrasco, TIPNIS y Pilón Lajas.

Los bosques más amenazados en el país, por la deforestación o incendios son; Bosque subhúmedo
-seco Chiquitano y de Guarayos (Santa Cruz); Bosque aluvial húmedo amazónico (Pando, Norte de
La Paz, Norte del Beni, Norte de Santa Cruz), Bosque muy húmedo pedemontano y preandino
amazónico (Beni, Cochabamba, La Paz); Bosque húmedos a pluviales montanos en los Yungas de La
Paz, Cochabamba, Beni, Santa Cruz y Tarija.

Jenny Gruenberger. Efectos de las políticas de desarrollo rural y agropecuario en la seguridad alimentaria
con soberanía de las poblaciones amazónicas. CIDES – UMSA, 2023.
A escala continental, los bosques amazónicos conforman complejos mosaicos y redes de diversos
ambientes, que albergan a más del 40% de la diversidad biológica terrestre del planeta (Ribera, 2007:3-41;
Ibisch y Mérida, 2003:89). Se calcula que en estos bosques existen unas 50.000 plantas y de ellas, se tienen
registradas al menos 2.000 especies útiles para fines alimenticios, medicinales y otros (OTCA, 2009:111),
razón por la que la diversidad amazónica es fundamental para la economía, salud y seguridad alimentaria
de las poblaciones que habitan el bosque (Antezana, 2001; Herencia, 2001; citados por Ribera, 2007:41;
OTCA, 2009:157), pero, además, para la economía regional y la salud de la humanidad.
De acuerdo a Larrea et al. (LIDEMA, 2020:8-10), en Bolivia existirían alrededor de 8.400.000 millones de
hectáreas de bosques amazónicos con castaña, que albergarían cerca de 17 millones de árboles bajo
aprovechamiento, cuyo potencial productivo sería de 400 mil toneladas anuales, aunque en promedio, entre
el año 2017 y 2021, el volumen exportado de castaña fue solo de 24.400 toneladas anuales. En noviembre
del año 2022, se superó ese promedio, llegando a las 25.107 toneladas, que significaron un récord de 189
millones de dólares por su exportación (ABI, 2023). Desde la perspectiva de la conservación de los bosques,
la mayor preocupación es la estrecha relación que la actividad castañera tiene con el mercado internacional,
ya que 98% de su producción está destinada a la exportación y su colapso podría aumentar el interés de
barraqueros y comunidades campesinas en la extracción de madera u otras actividades (Pacheco et al.,
2009; Morales et al., 2011:126; Ormachea, 2015:111). En marzo de 2023, se conocía que los precios de la
castaña amazónica se derrumbaron en el mercado internacional en un 55%, por efecto de la guerra entre
Rusia y Ucrania, y la recesión de importaciones desde los países europeos. Esto significa una severa crisis
económica en el norte amazónico boliviano y el riesgo de que una importante parte de la población que
depende del comercio exportador de la castaña migre a actividades como la minería del oro o la extracción
ilegal de madera.

23
RESPUESTA

Numerosas publicaciones y denuncias sobre el tema de bosques y deforestación, con datos técnicos
altamente validados, por medios de comunicación alternativa y de activismo comprometido, como
son las revistas digitales MONGABAY y Nómadas.

Organizaciones de la sociedad civil (TIERRA, CEJIS, CEDIB, FCBC, F. SOLON, PROBIOMA, LIDEMA) que
generaron activas líneas de denuncia e incidencia permanente en redes sociales y medios de
comunicación. Emergieron algunas iniciativas importantes desde las organizaciones y plataformas,
es el caso de la CONTIOCAP y del Foro Social Pan Amazónico-Bolivia (FOSPA-Bolivia). Existen
antecedentes de iniciativas, en su momento relevantes para la defensa de los bosques, como la
conformación de la Mesa Técnica Permanente por los Bosques, que aunó el esfuerzo de varias
instituciones, para promover la protección de los bosques en Bolivia.

Otras formas de respuesta positiva a favor de los bosques y en contra de la deforestación, provienen
de diversas organizaciones y plataformas de la sociedad civil, con una amplia cobertura en las redes
sociales. Destacan los pronunciamientos constantes de organizaciones como WWF Bolivia y
plataformas, como Alas Chiquitanas. Entre las instancias académicas con mayor presencia en
aspectos de denuncia figuran los Colegios de Biólogos departamentales. Las comisiones ambientales
del Senado y algunos legisladores se manifestaron de forma constante en relación a la creciente
deforestación y la inacción de gobierno. Instancias internacionales, como Global Forest Watch, el
World Resource Institute, o la Red amazónica RAISG, visibilizaron la grave situación de pérdida de
bosques en Bolivia. Medios de prensa de los Estado Unidos, como The Guardian, prestaron especial
atención a la problemática de los bosques en el país.

Tendencia

El año 2020, la FCBC (Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano), informó que la
deforestación en el departamento de Santa Cruz, entre 1986 y 2019, aumentó de 1 millón a 6,2
millones de hectáreas y, si continúa la tendencia, al 2050 la deforestación ascendería a 20,4 millones
de hectáreas. Lo anterior significa que, a este ritmo, su superficie boscosa se reduciría de 25 millones
de hectáreas actuales, a 12,8 millones. La propensión de pérdida de bosques para todo el país sigue
una ruta similar.

La tendencia general es a empeorar críticamente la pérdida de bosques si continúan las políticas


agresivas de los gobiernos central y subnacionales que favorecen la deforestación.

Recomendaciones específicas

 Incidir en el gobierno boliviano para que suscriba la propuesta de la declaración final de la


Cumbre de la Amazonia, realizada en Belén, Brasil el año 2023, para que se adopten las metas
destinadas a detener la deforestación.
 Solicitar una auditoría ambiental, vía Contraloría del Estado, a la ABT, a fin de determinar el
nivel de cumplimiento a los mandatos asignados por norma, en cuanto a la protección de los

24
bosques, y el grado de responsabilidad en la reducción acelerada de la cobertura boscosa del
país, bajo expectativa de un proceso de intervención por los daños al patrimonio natural del
país.
 Solicitar una auditoría ambiental, vía Contraloría del Estado, al INRA, a fin de determinar el
nivel de responsabilidad en cuanto a la acelerada e incontrolada pérdida de bosques en el
territorio nacional, bajo expectativa de un proceso de intervención por los daños al patrimonio
natural del país.
 Poner en conocimiento del Tribunal Agroambiental, sobre las autorizaciones de ocupación de
tierras, que el INRA otorgó en tierras indígenas y áreas protegidas, y que habrían ocasionado
pérdida de bosques.
 Promover la elaboración de una nueva Ley de protección y manejo de bosques, considerando
los usos tradicionales de productos no maderables y las funciones ecosistémicas que cumplen.
 Visibilizar la importancia de los bosques, como los reservorios de la megabiodiversidad del país
y la provisión a gran escala de beneficios derivados de las funciones ecosistémicas.
 Visibilizar la importancia de los bosques, como sostenedor fundamental de las culturas
ancestrales de Bolivia.
 Visibilizar la importancia de las áreas protegidas y territorios indígenas en el cumplimiento de
los objetivos de conservación de una superficie mayoritaria de los bosques del país.
 Promover procesos de apoyo integral a los colectivos y movimientos sociales, y plataformas de
la sociedad civil, que resisten y defienden los bosques.

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26
5. PÉRDIDAS DE BIODIVERSIDAD

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30
Preámbulo

El grado o importancia que se confiere en un país a la conservación de la biodiversidad es un


referente de primer nivel para medir la calidad del estado ambiental en dicho territorio, y como se
ha visto en el anterior capítulo, ello va de la mano de la conservación de los bosques.

La biodiversidad es un concepto amplio y no solo se refiera a la sumatoria de especies, abarca desde


luego a éstas, como expresión máxima visible de la evolución y, por supuesto, a los genes de las
especies o germoplasma, que almacenan la información que se expresa y es visible, así como,
susceptible de variar y evolucionar (Freeman y Herron, 2002; Pascual Trillo, 1996). Además,
comprende los conjuntos de individuos de una especie o poblaciones, las cuales comparten
paquetes de genes de la especie en cuestión (Nájera, 2010). La fauna silvestre es simplemente la
denominación técnica de uno de los componentes de la biodiversidad, la del conjunto de especies
de animales salvajes en regiones naturales. La complejidad del concepto, se extiende a la diversidad
de ecosistemas, así como a la multitud de hábitats y sitios reproductivos que estos comprenden, y
que usan o comparten las especies. La biodiversidad abarca a los procesos ecológicos y funciones
ecosistémicas, como los ciclos biogeoquímicos, procesos de regeneración natural, regulación hídrica
y climática (Naeem et al. 1999; Tengberg, A. 2012). También contempla, procesos más complejos y
menos visibles que, en general, escapan a los lapsos cortos de la investigación, son los procesos de
especiación o subespeciación, es decir evolutivos, y que, junto con todos los otros valores y procesos
de la biodiversidad, también están en riesgo de perderse. A este panorama de complejidad, se suma
la biodiversidad cultural y agrobiodiversidad, referidas al uso de la biodiversidad y la domesticación,
modificación, manejo y uso ancestral de especies de la biodiversidad por las culturas ancestrales y
actuales. Así mismo, comprende las especies silvestres (mayormente en plantas) que son parientes
de los cultivos, como el maní, la papa, yuca, y tienen gran importancia en el fortalecimiento de la
variabilidad genética de las especies o variedades cultivadas.

Marco Octavio Ribera Arismendi. La biodiversidad cultural de los pueblos indígenas de Pilón Lajas y EBB.
2022
Pilón Lajas y las zonas boscosas al Norte de la carretera, son parte de las tierras y territorios de los pueblos
indígenas Chimane y Mosetene (en Pilón Lajas, además, existen comunidades Tacana) que poseen valiosos
conocimientos tradicionales sobre su biodiversidad. En esta región se encontrarían al menos 6 variedades
de maíces de la Raza Amazónica (Nogales y Aliaga, 2021), 4 especies de Ají (ITA- PROIMPA-GIZ. 2019), 7
variedades de maní (Krapovickas et al.2009). No se conoce el número de variedades de yuca que cultivan,
posiblemente más 20. Como referencia por la cercanía y relación cultural, se puede citar el dato de Philand
(1991), para la región Chimane del río Maniqui, con 30 variedades de Yuca. Este mismo autor menciona la
elevada diversidad de cultivos de las huertas Chimane. También es cultivado el cacao nativo (Theobroma
cacao). Varias especies parientes silvestres de cultivos que ocurren en la región del Pilón Lajas (MMAyA.
2009): Cayú (Anacardium giganteum), Chirimoyas (Annona foetida, A.sericea), Yuca (Manihot brachyloba,
M. condensa, Manihot sp.), moras (Rubus megalococcus, R.adenothalus, R.glabratus, R.bullatus), árbol
tomate (Cyphomandra benensis, C.pilosa), maní (Arachis benensis).
En las huertas de los indígenas Chimane y Mosetene, es frecuente encontrar: yacón (Smallanthus
sonchifolius), hualusa (Xanthosoma sagittifolia), joco (Cucurbita moschata), achira (Canna edulis), árbol
tomate (Ciphomandra betacea), 4 variedades de poroto (Phaseolus vulgaris), así mismo son frecuentes la

31
palma chima, tembe o chonta fina, Bactris gassipaes, cultivada por sus frutos comestibles y su leño duro
para elaborar arcos y puntas de flechas, además de la Bixa Orellana (achiote), frutos usados como
condimento, ambas posiblemente pueden ser especies semi domesticadas. Es frecuente el cultivo de una
variedad de Gynerium sagitatum, de estipe floral muy recto, utilizado para el cuerpo de las flechas. Varias
especies parientes silvestres de cultivos ocurren en esta región de llanura preandina amazónica, (MMAyA.
2009): Chirimoya (Annona sericea), Yuca (Manihot condensa), árbol tomate (Cyphomandra benensis), maní
(Arachis benensis).
La agricultura indígena migratoria en pequeños chacos, con menos de 2 hectáreas y reducidas huertas
situadas alrededor de las viviendas, es la base fundamental de los sistemas de producción y reproducción
de los grupos familiares. Se ha visto la eficiencia de las prácticas agrícolas de los Chimane, en términos de
rendimiento de cosecha por superficie utilizada (Piland, 1991); la cuidadosa selección de suelos para
diversos tipos de productos constituiría una de las principales razones para esta situación. Los Chimane
realizan un especial proceso de manejo silvicultural con el enriquecimiento de barbechos y bosques
secundarios, lo que significa auténticos esfuerzos de manejo, como la limpieza de lianas y bejucos, la
selección de plantas consideradas útiles, la eliminación de plantas no deseables, el control de plagas y la
siembra de plantines de especies con valor de utilización posterior; similares situaciones culturales se
observan en Pilón Lajas y el Bosque Chimanes. En general, este tipo de manejo ha sido descrito en diversas
regiones de la Amazonía (Posey & Balee, 1989 y Moran, 1993). El resultado es un bosque secundario
enriquecido y seleccionado, producto de un manejo silvicultural indígena que representa un aumento neto
de los niveles de biodiversidad.
La caza, pesca y recolección constituyen actividades de enorme importancia, son la base fundamental de los
sistemas de producción indígenas. En el trasfondo cultural de los Chimane, perviven los mitos relacionados a
los “amos o dueños” míticos de los animales, los cuales se encargan de castigar a aquellos cazadores que
afectan negativamente el recurso, por ejemplo, cazar en demasía, matar varios animales y solo aprovechar
algunos, dejar escapar animales heridos, cazar hembras con crías, etc. (Riester, 1978). Esto amos míticos son
conocidos con varios nombres como Hebëbë, Shoboi, Kashinava, Kayadi, Upitu, Metkikanki, y realizan la labor
de controladores culturales en cuanto el uso y manejo tradicional del recurso fauna.

El concepto de megadiversidad es más reciente y producto de diversos foros en el nuevo siglo,


destinados a poner en relevancia la presencia de niveles extraordinarios de biodiversidad de
determinadas regiones y países del planeta, con énfasis en la contabilidad del número de especies
en diversos grupos biológicos (plantas, aves, reptiles, mariposas, etc.). Bolivia se encontraría entre
los 15 países de mayor megadiversidad del planeta, junto con Brasil, Colombia, Perú, México,
Indonesia, Birmania, El Congo, Australia, entre otros. Estos 15 países comprenden el 90% de la
biodiversidad mundial.

La pérdida de biodiversidad es un concepto que ya es bastante coloquial y presente en ensayos


científicos, textos de divulgación, pronunciamientos de activistas o artículos de prensa (Andersen y
Ledezma, 2019). Con frecuencia, la pérdida de biodiversidad se asocia a la pérdida de especies, lo
cual va en paralelo al supuesto de que el término biodiversidad, es la suma o conjunto de especies
de flora y fauna de una determinada región o país. Cuando se menciona que el avance de la
agroindustria o la ganadería de reemplazo, sobre zonas naturales, ocasiona grandes pérdidas de
biodiversidad, la idea queda en lo abstracto, o se asume mayormente, que se refiere a la eliminación

32
o desaparición de especies; sin embargo, el concepto de pérdida, contempla a todos los
componentes mencionados anteriormente, y el proceso no siempre implica una pérdida o
desaparición total y catastrófica, sino también situaciones de gradualidad (Andrade y Castro, 2012).
La expresión más extrema de la pérdida de biodiversidad es la extinción total de una especie (y de
todo su acervo genético), algo que se ha producido miles de veces a lo largo de la historia evolutiva
en la Tierra, e incluso en las últimas décadas, y con seguridad, viene ocurriendo hoy (Sethi y Lele,
2016).

Las desapariciones locales o regionales de especies (desafortunadamente indicios previos a una


extinción total), son parte de las pérdidas de biodiversidad, también hay pérdida de biodiversidad
cuando ocurren las reducciones de las poblaciones de especies, es más, cada vez que desaparece
un individuo de una población de cualquier especie, y toda carga genética, hay una pérdida de
biodiversidad (Viscarra et al. 2011). La pérdida es mayor, cuando la carga genética no ha podido ser
transmitida a las siguientes generaciones, como es el caso de camadas enteras de cachorros de
pumas y jaguares abatidos. En muchas especies, se producen de manera natural, masivas muertes
de juveniles, por depredación u otras presiones, aunque implican pérdidas netas de biodiversidad,
son parte de las dinámicas poblacionales y evolutivas. De igual forma, las cadenas y redes tróficas
en la naturaleza, en esencia, son pérdidas de biodiversidad, que los ecosistemas y poblaciones de
plantas y animales, internalizan como parte de su funcionalidad.

Las mayores pérdidas de biodiversidad se dan por la eliminación de superficies de ecosistemas, ya


sea a gran escala (devastaciones agroindustriales) o progresivas (avance urbano), o por fenómenos
naturales. A mayor pérdida, y/o más acelerada, de superficies de ecosistemas, mayores serán las
pérdidas de biodiversidad. Finalmente, la degradación y destrucción de los ecosistemas, significa el
deterioro de los procesos ecológicos y servicios ecosistémicos, esta reducción de la funcionalidad
del ecosistema, es también una pérdida de biodiversidad (Escobar y Maass, 2008).

Las pérdidas de agrobiodiversidad, es decir de especies, razas, o variedades de plantas y animales


cultivadas y domesticadas (y sus genes), son también de importancia y preocupación, en especial
porque está en juego la supervivencia humana. La reducción súbita o paulatina de la diversidad de
cultivos en huertas familiares y comunales, implica pérdidas netas de agrobiodiversidad. Estas
pérdidas se relacionan, además, con la desaparición de culturas indígenas y campesinas, y la
desaparición de valores y conocimientos tradicionales relacionados a la pervivencia de la
biodiversidad cultural.

La ocurrencia de las pérdidas de biodiversidad es por demás real en un planeta tan asediado por las
actividades humanas, pero su cuantificación debería ser un requisito demostrativo; esto es más fácil
en el caso de la reducción del número de especies en un determinado lugar, recurriendo a periódicos
inventarios, es aún más factible medir la reducción de las superficies de ecosistemas y hábitats,
utilizando tecnologías digitales. Se torna más difícil la medición de pérdida de genes, aunque ya es
posible, gracias a las nuevas tecnologías de análisis molecular. Tampoco es fácil la medición de
pérdidas o reducciones de la funcionalidad de procesos ecológicos, aunque es posible recurrir a

33
nuevas tecnologías de análisis geológico y climatológico, o rigurosas evaluaciones ecológicas, en el
caso de cambios en la regeneración de poblaciones.

Las pérdidas de biodiversidad pueden ser masivas y catastróficas en determinados casos, por
ejemplo, la remoción en corto tiempo de 10.000 hectáreas, de bosque natural para siembra de soya
o pasturas, la inundación de miles de hectáreas de bosques y ecosistemas naturales por una
megarepresa hidroeléctrica, o la devastación de miles de hectáreas por un gran incendio forestal.
En la mayoría de los casos, los impactos son progresivos y más lentos, e implican procesos de
fragmentación de bosques y otros ecosistemas naturales, por avance de fronteras agropecuarias,
avance urbano, tala forestal intensificada no regulada, caza y pesca intensiva sin recaudos, etc. La
pérdida de biodiversidad tiene muchos matices y consecuencias, por ejemplo, la devastación de una
superficie de 10.000 hectáreas de bosque para sembrar soya o pastos, en medio de una inmensa
expansión del mismo tipo de bosque, conlleva una pérdida localizada total de biodiversidad, que
puede implicar cientos a miles de individuos de flora y fauna de diversas especies, pero que, con
cierta elevada probabilidad, ocupan los mismos ambientes circundantes aun no arrasados. En este
caso, la pérdida de biodiversidad es grave, pero no crítica. La situación es diferente si la misma
devastación impacta a un bosque relictual o único, donde la pérdida de 10.000 hectáreas podría
significar la pérdida de la totalidad, o un gran porcentaje de dicho ecosistema único. En este caso,
la pérdida de biodiversidad es crítica, comprometiendo la desaparición de un ecosistema entero, e
incluso la posible extinción de especies especialistas de dichos ambientes.

La rareza de determinadas especies de flora y fauna en los bosques tropicales, tiene una relación
directa con el fenómeno de pérdida de biodiversidad, en estos casos, cada individuo raro, disperso
en una extensa matriz de ecosistema, contiene un porcentaje alto de genes respecto de la población
total que, en general, es muy baja, y su pérdida, ya sea por caza, tala o deforestación, conlleva un
elevado riesgo de desaparición parcial (extirpación local) o extinción de la especie.

Cada individuo de una especie es un reservorio genómico con capacidad de transmisión de su carga
genética a las siguientes generaciones. La desaparición de miles o cientos de miles de individuos de
una especie de planta o animal, debido a eventos devastativos de grandes superficies de
ecosistemas, significa la pérdida de genomas enteros, miles o millones de genes, es decir, una
depauperación a ralentización genética de las poblaciones a gran escala, con potenciales severas
consecuencias evolutivas.

Los eventos de destrucción masiva y relativamente rápida de ecosistemas que generan


mortandades masivas de biodiversidad tienen la característica de generar un vacío de casi toda
forma de vida natural, y un notorio y alarmante silencio. Esto se puede percibir en un campo de soya
de 5.000 o más hectáreas, donde el bosque ha sido eliminado con orugas y cadenas en pocas
semanas, con posterior aplicación de herbicidas y pesticidas. Similares impactos y vacíos de
biodiversidad se observan en los “open pit” de megaproyectos mineros y en amplias zonas ribereñas
devastadas por la minería del oro, o en extensas zonas arrasadas por grandes incendios (Chiquitanía,
Sama). En el caso de mortandades de biodiversidad por alagamientos de megarepresas
hidroeléctricas, el proceso es lento, progresivo y puede tardar varios meses hasta un par de años.

34
Esto implica que muchos individuos de especies de fauna pueden escapar de la inundación
creciente, desde luego, la peor parte sufren las coberturas vegetales, que a la larga llegan a
desaparecer por completo.

Menores efectos de pérdida se dan en situaciones donde se permite la restauración del ecosistema,
propiciando la sucesión natural, o la renovabilidad de una población animal, permitiendo la
reproducción o situaciones de colonización de la especie desde otras zonas. Esto se da en el caso de
sistemas tradicionales indígenas en amplios territorios, en los cuales predomina la apertura de
pequeñas parcelas en medio de la masa boscosa, que después de unos pocos años son abandonadas
a la sucesión natural. Incluso, muchas culturas indígenas hacen un manejo silvicultural tradicional
de estos espacios de sucesión, enriqueciéndolos con diversas especies del bosque (palmeras,
plantas con frutos comestibles, plantas medicinales o rituales, maderas útiles), pudiendo propiciar
incrementos localizados de la biodiversidad. En el caso de las zonas de caza, muchos pueblos
indígenas, realizan procesos de rotación, permitiendo procesos de renovación de las poblaciones de
fauna. En algunas culturas indígenas, como es el caso de comunidades mojeñas del TIPNIS, existe a
lo largo de varios años, eventos de nomadismo de las comunidades enteras, que migran a otras
zonas del espacio territorial, lo cual puede ser interpretado en el mismo sentido, de permitir
procesos de restauración ecológica de suelos, vegetación-flora y fauna.

PRESIÓN

Las presiones sobre la biodiversidad a nivel de especie, derivan de impactos y amenazas


relacionadas con la pérdida de hábitats, por eliminación o degradación de ecosistemas, producto de
diversas actividades humanas, como la caza intensiva no regulada, de retaliación, vandálica,
deportiva o para fines de tráfico, y la contaminación a gran escala, por pesticidas o metales pesados
(mercurio, plomo, arsénico). Otras presiones, provenientes de la agroindustria y megaproyectos,
mineros, petroleros o hidroeléctricos, también afectan la biodiversidad integral, por modificación y
erradicación de ecosistemas, así como, alteración de procesos ecológicos y funciones ecosistémicas.

Agroindustria y deforestación. La Chiquitanía ha sido identificada como una de las ecorregiones


con mayores pérdidas de biodiversidad (Andersen y Ledezma, 2019), por la tala rasa que devasta
cientos de miles de hectáreas para la siembra de soya y otros granos agroindustriales (sorgo, girasol)
y por la intensa fragmentación de los bosques, mayormente ligada a la proliferación de grandes
campos de ganadería de reemplazo. En especial, los inmensos campos de soya, ocasionan también
la pérdida de cuerpos de agua (cañadas, arroyos, pujios), aunque no se han realizado estimaciones
numéricas de individuos y especies de fauna o de flora que se pierden en el cadeneo de varias
decenas de miles de hectáreas de bosque para siembra de soya, posiblemente hablamos de
centenares de especies y cientos de miles o millones de individuos y sus genomas. Algo similar está
ocurriendo en el Norte de La Paz, en la región de las sabanas al Noreste de Ixiamas, donde la
ocupación menonita está eliminando, vía tala rasa, inmensas superficies de sabanas naturales para
fines agroindustriales (y al interior de la TCO Tacana I) sin ningún tipo de contención o control.

35
Incendios forestales. Otro factor de presión sobre la biodiversidad es el fuego. Las quemas siempre
han existido en la Chiquitanía, en especial por las formaciones y especies del Cerrado que tiene el
bosque seco chiquitano, y que son biotas relacionadas evolutivamente a la presencia del fuego. Sin
embargo, en las últimas dos décadas, la recurrencia de quemas extendidas, asociadas a las
actividades agropecuarias y a los efectos del cambio climático, se fue incrementado hasta
desembocar en auténticas catástrofes ecológicas, cómo el año 2019, año especialmente seco y muy
caliente, cuando ocurrió el gran incendio de la Chiquitanía, que afectó además partes del Chaco, el
Pantanal, Guarayos e incluso la zona amazónica del Bajo Paraguá. A finales de septiembre se
reportaron más de 5 millones de hectáreas afectadas, solo en Santa Cruz; 44% en áreas protegidas
nacionales y subnacionales, alrededor de un 45% en bosques y el resto en otro tipo de ecosistemas,
como sabanas y cerrados. Los años 2020 y 2021 ocurrieron grandes incendios en toda la región,
aunque no de la magnitud del gran incendio del 2019. En realidad, los fuegos extendidos en Santa
Cruz y Beni, han tenido una tónica creciente desde inicios del nuevo siglo, con expresiones de mayor
intensidad los años 2010, 2013 y 2016.

El año 2019 ocurrió un verdadero holocausto para la biodiversidad. Una estimación realizada por
especialistas del Instituto de Ecología de La Paz (Pacheco et al, 2019) da cuenta que, el número de
mamíferos muertos directamente por fuego fue de aproximadamente 5.914.527 de individuos, de
estos, probablemente 3,6 millones de roedores, 3.060 individuos de Tayassu pecari, 6.220 de
Dycotiles tajacu, incluidos cuatro individuos de jaguar verificados. La FCBC estimó que se perdieron
más de 40 millones de árboles de maderas valiosas. El año 2023, de acuerdo a las estimaciones de
Vincent Vos, especialista en vida silvestre, por los devastadores incendios, localizados mayormente
en los bosques amazónicos preandinos, habrían muerto más de 6 millones de animales silvestres,
considerando que fueron 2,9 millones de hectáreas de bosques devastados. Es altamente probable
que, con estos grandes incendios, el número de especies amenazadas en todos los grupos de fauna
y flora, se haya incrementado de forma crítica en las tierras bajas de Bolivia (Los Tiempos, 17
noviembre, 2023).

Cacería y tráfico. Varias especies de la vida silvestre constituyen un importante recurso o medio de
vida de provisión proteica, fundamental para la sobrevivencia de familias indígenas y campesinas,
por lo que son cazadas regularmente: Tapirus terrestris, Dicotyles (Pecari) tajacu, Tayassu pecari,
Mazama gouazoubira, Mazama americana, Priodontes maximus, Chelonoidis chilensis, Chelonoidis
denticulata. Catagonus wagneri, el pecarí del Chaco es una fuente de alimento de los indígenas del
Chaco, aunque su caza no es frecuente. Ocasionalmente se cazan primates (Ateles chamek, Alouatta
sara) con fines de alimentación. Las tortugas acuáticas Podocnemys expansa y Podocnemys unifilis,
pueden ser cazadas, pero la mayor presión proviene de la recolección de sus huevos en las zonas de
reproducción de playas de los ríos. En condiciones de caza para provisión familiar indígena a baja
escala, no se afectan las tasas de renovación poblacional de las especies, y no se observan indicios
severos de vaciamiento de fauna.

La caza intensiva y sostenida, a partir de elevados o crecientes números de cazadores, se relaciona


con fuertes presiones a poblaciones de especies de fauna silvestre, en especial a las de mayor
biomasa, como pecaríes, venados, antas, primates. En el país existen varias zonas, con frecuencia,

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cercanas o periféricas a localidades o poblaciones grandes, con notorios indicios de vaciamiento de
fauna por sobrepresión de caza: Apolo, Ixiamas, Caranavi, Alto Beni, Rurrenabaque, Chapare
(Trópico de Cochabamba), Yapacaní, San Julián, Riberalta, Zonas castañeras de Pando, Roboré, San
Ignacio de Velasco, Puerto Suarez, Camiri, Villamontes. La pérdida de biodiversidad repercute
negativamente en las oportunidades de ecoturismo en las regiones y también en la reducción de
medios de vida para las comunidades locales, afectando también a su seguridad alimentaria

Un tema no regulado, ni controlado, son los mercados de carne silvestre para surtir a restaurantes
que ofrecen carne de monte y actúan como propiciadores de los incrementos de la cacería. Esta
situación es conocida en varias regiones y localidades del país: Pailón, San José, Roboré, Puerto
Quijarro, San Ignacio de Velasco, San Ramón, Yapacaní, Chimoré, Palos Blancos, Caranavi, Ixiamas.
También existen muchas comunidades campesinas e indígenas donde hay comercio local de carne
silvestre, pero no existen acciones de control o regulación interna por normas comunitarias. Las
especies silvestres más afectadas por este tipo de caza y comercio son: Tapirus terrestris, Dicotyles
(Pecari) tajacu, Tayassu pecari, Blastocerus dychotomus Mazama gouazoubira, Mazama americana,
Chelonoidis chilensis, Chelonoidis denticulata; ocasionalmente Priodontes maximus. Son muy
comunes en este comercio, especies no amenazadas de roedores medianos de los géneros Agouti y
Dasyprocta. Muchas zonas del país con presencia de mercados y comercios gastronómicos de carne
silvestre, coinciden con zonas de vaciamiento de fauna silvestre.

También es frecuente la caza por retaliación o conflicto con actividades productivas, como la
ganadería, siendo el jaguar y el puma los más perseguidos por los ataques al ganado, en menor
proporción el oso andino o jukumari, que también puede afectar cultivos (maíz principalmente). En
el caso del jaguar y el puma, muchos ataques al ganado, se derivan de malas prácticas de manejo
de los hatos ganaderos y de la reducción de presas naturales de estos predadores, por efecto de
sobrepresión de cacería y desaparición de sus hábitats.

Un hecho muy crítico se dio el año 2021, con la muerte masiva de más de 30 cóndores (Vultur
griphus) por envenenamiento en una localidad de Tarija; impactos de esta naturaleza ya sucedieron
en años anteriores sobre esta especie catalogada en peligro y cuyo número va reduciéndose cada
año (posiblemente su número en Bolivia no supere los 2.000 individuos).

El jaguar (Panthera onca) y el puma (Puma concolor), también son comúnmente cazados por el
temor que inspiran. En especial, el jaguar es erróneamente considerado un animal peligroso y se le
atribuye el falso supuesto como devorador de gente. El jaguar y el puma enfrentan amenazas de
caza deportiva, aunque esta práctica es ahora poco frecuente. Finalmente, el jaguar enfrenta el
riesgo de ser cazado para los mercados delictivos de tráfico de sus partes (colmillos, garras, piel,
huesos).

Bolivia, a lo largo de décadas, ha estado presa del delito del comercio ilegal y tráfico de la vida
silvestre, especies de gran valor ecológico, como la vicuña, el caimán, la nutria gigante, pecaríes,
primates, felinos en general, loros y parabas, han sido presas favoritas de la caza o captura
indiscriminada y el tráfico. Entre los años 40 y 70 del siglo pasado, la biodiversidad amazónica,
especialmente en Perú y Bolivia, fue impactada por un proceso expoliativo sistemático de caza de

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vida silvestre para el comercio de pieles, provenientes de felinos, nutrias, caimanes, lagartos, pecaríes
(Tabo, 2008; Rumiz, 2015, Ruiz, 2013). La presión fue tan intensa que las poblaciones de muchas
especies fueron diezmadas, como es el caso del jaguar, la londra o nutria gigante y el caimán negro.
Esta nefasta etapa finalizó con la puesta en vigencia del Convención CITES, a fines de los años 70.

El año 2013, Bolivia ingresaba en la espiral criminal del tráfico mundial de vida silvestre, con la caza
del jaguar para fines de comercio ilegal de las partes de esta especie (colmillos, garras, huesos) al
Asia, situación muy ligada a la diplomacia abierta a la China, la gran afluencia de empresas y
ciudadanos chinos, y el endeudamiento masivo con dicho país. La magnitud de este impacto y delito
significa agravar el estado de conservación de la especie hacia el riesgo de la extinción. La amenaza
de tráfico de partes de jaguar parecía haberse reducido respecto de los años 2013 a 2018, sin
embargo, un nuevo decomiso y arresto de traficantes chinos en la ciudad de Santa Cruz, el año 2021,
evidenció que este delito está vigente. Un aspecto relacionado, es el caso de la cárcel de Mocoví en
Trinidad, donde emerge otro serio problema para la vida silvestre; en dicho recinto penitenciario,
existe una asociación de reclusos artesanos que elabora collares, sombreros, chalecos, cinturones,
bolsas, carteras, etc., con partes de animales silvestres, entre ellos, el jaguar. A pesar de que se
argumenta una razón social de sustentación y reinserción, los reclusos y el propio sistema
penitenciario, ciertamente participan de un acopio y comercio ilícito de partes de vida silvestre,
incluido del jaguar. Otro elemento de preocupación es la existencia de caza comercial de varias
especies silvestres, incluidos félidos, en la zona de Chaco Brasil (Maniqui) que estaría relacionada
con la presencia en la localidad de San Borja, de grupos de artesanos que elaboran abalorios y
adornos con partes de animales, parte de los animales cazados provienen de la comunidad Chimane
Chaco Brasil al interior del Estacion Biológica del Beni.

Un problema creciente que involucra a centro urbanos, es la captura de especies sivestres y el


aumento del comercio ilegal, como mascotas; no se conocen estadísticas multitemporales
confiables al respecto; el año 2022, POFOMA registró 324 casos de rescate por tenencia y
comercialización ilegal de animales silvestres. Considerando los casos que no llegan a ser registrados
por la autoridad, la cifra podría multiplicarse varias veces. Muchas especies amenazadas son parte
de este negocio ilícito, como el quirquincho, varias especies de primates y loros, además de tortugas
y serpientes.

Marco Octavio Ribera y Ángela Nuñez. El tráfico de partes del jaguar en Bolivia, 2021.
Los primeros rumores y reportes de tráfico de partes del jaguar en Bolivia se dieron el año 2013, en la región
de Rurrenabaque, en relación al accionar de un ciudadano chino que traficaba especialmente colmillos,
promoviendo la caza ilegal en la zona. El año 2014, el hecho fue anunciado formalmente en diversos medios
de prensa.
Desde el año 2014, Marcos Uzquiano, Jefe de protección del Parque Nacional Madidi y el cuerpo de
guardaparques de dicha área protegida, iniciaron una campaña sistemática para controlar y neutralizar el
accionar de cazadores y traficantes en el área protegida y el Norte de La Paz. A partir de estas diligencias,
denuncias de biólogos sobre anuncios en radio, e intervención de la DGBAP, así como del órgano judicial y
Policía, en diciembre del 2014 el ciudadano chino Yan Yixing fue capturado a partir del allanamiento a su
morada, donde se identificaron y decomisaron partes de distintas especies silvestres y más de 100 piezas
dentarias de jaguar.

38
Del 2014 al 2016, ECOBOL, conjuntamente POFOMA y la DGBAP, lograron el decomiso de 16 paquetes que
contenían colmillos de jaguar, mismos que estaban siendo enviados a China, los procesos fueron iniciados
por la POFOMA, pero no prosperaron. En mayo del 2016, otro ciudadano chino, Jian Fang Xiao, fue atrapado
en un operativo de guardaparques de la Reserva Pilón Lajas y el Parque Nacional Madidi, en posesión de 7
colmillos de jaguar, y fue detenido preventivamente cerca de un año, posteriormente esperaba la sentencia
en libertad, y finalmente huyó, pues no se presentó a las audiencias a las cuáles fue citado.
De acuerdo con los reportes de los guardaparques del Madidi, a los medios de prensa, la confianza de los
traficantes llegó a tal grado que Jiang Fang Xiao, había pagado un aviso en una radio local de transmisión
provincial de Rurrenabaque, ofreciendo dólares americanos por cada colmillo de jaguar y/o cráneos. Un
jurista de la zona ha mencionado al respecto: … “Es notoria la autoridad sobre algunos de sus compatriotas,
anda haciendo gala de dinero y prepotencia …no sólo está implicado en el tráfico de colmillos y pieles de
jaguares, tiene varios otros negocios, incluido un burdel y trata de personas”.
Personal del Parque Madidi denunció que se registraron similares acciones delictivas de ofertas de dinero
por colmillos en Santa Rosa y Riberalta. En el 2016, la Gobernación del Beni, junto a POFOMA y la Policía
Nacional, procedieron al decomiso de 24 cráneos de jaguar, gracias a una denuncia anónima a la línea
gratuita sobre un anuncio en una joyería, donde ofrecían “comprar cabeza, colmillos y uñas de tigre”, el
proceso nunca fue iniciado.
Entre el 2014 y 2018, la cantidad estimada de colmillos decomisados es de 760, y sumados a los casos de
animales vivos y otras partes decomisadas, se estima cerca de 200 jaguares muertos, a esto se suman 185
colmillos decomisados en la Chifa de la Ramada. Esta cifra se considera muy parcial, debido a que muchos
envíos por correo o vía aeropuertos, no habrían sido interceptados. Una comunicación, vía web de Nicholas
Mcphee, hace mención a 119 colmillos decomisados en el aeropuerto de Beijing, China, por autoridades de
aduana de dicho país.
El 16 de enero del 2018 el Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz – GAD SC recibió una denuncia
anónima sobre un anuncio que decía: “se compra diente de tigre”, a la línea gratuita “Fauna Viva”, dicho
anuncio estaba colocado en el local de venta de pollos a la brasa ubicado en la Av. Grigotá, zona la Ramada,
propiedad de un ciudadano de origen chino. Una vez constatada la denuncia, el 23 de febrero, en un
operativo conjunto entre la fiscalía, la Policía Forestal y de Medio Ambiente – POFOMA y personal del
GADSC, procedieron al allanamiento del domicilio y al decomiso de 185 colmillos de jaguar, garras y pieles
de jaguar y otras especies de felinos, cornamenta de ciervo de los pantanos, garra de pejiche, colas de
cascabel, un abrigo de leopardo africano, estatuillas de marfil y un arma de fuego. Se aprehendió a una
pareja Ming Li y Jinlan Li en flagrancia por el delito de tenencia y porte ilícito. Procedieron a la denuncia y
querella, inicialmente la Gobernación y posteriormente el Viceministerio y a la detención preventiva en el
Centro de rehabilitación de Palmasola.
El 11 de mayo se dio la cesación a la detención preventiva porque los aprehendidos desvirtuaron los riesgos
procesales, señalados en la audiencia cautelar. Finalmente, al cabo de diez meses y después de 17
audiencias suspendidas, el 7 de diciembre el Juez dictó la sentencia de tres años a la mujer y de cuatro años
al varón. Antes de dictar la sentencia ejecutoriada, él apeló a la sentencia y ella no, al no presentarse al
juicio el Sr. Li, alegando estar enfermo, y siendo que la Sra. Li se presentó, el Juez aplicó el art. 44 de la Ley
de la Madre Tierra que no da lugar al beneficio de la suspensión condicional de la pena al tratarse de delitos
contra la Madre Tierra. La Sra. Li cumplió la sentencia de 3 años en Palmasola, mientras que el Sr. Li se dio
a la fuga. Algunas de las razones por la cuáles se suspendieron las audiencias fueron: falta de intérprete,
ausencia del abogado apoderado del Viceministerio, el Juez se encontraba en comisión, el fiscal olvidó llevar
las pruebas del delito a la audiencia.

Caza y zafra de castaña. La actividad económica más importante del Norte amazónico de Bolivia es
la recolección estacional de la castaña. Su zafra o cosecha, en los cuatro meses más húmedos del
año (diciembre-marzo), hace que la población de zafreros se multiplique varias veces por la afluencia
de trabajadores contratados por las barracas y predios comunales, llegando a superar algunos años

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las 25.000 personas. Solo en el Reserva Manuripi, ingresan estacionalmente 7.000 recolectores,
además, muchos zafreros llegan al área con sus familias.

Este aumento masivo de personas, si bien es temporal, tiene serias implicaciones en la estabilidad
de ecosistemas, en especial en cuanto a la fauna, debido a que el sustento de estos trabajadores y
sus familias, en gran parte, proviene de la caza de la vida silvestre y la presión se dirige a especies
de mayor biomasa (anta, guaso, troperos, taitetú, marimono y eventualmente el jaguar), dando
lugar a procesos de vaciamiento de fauna en amplios sectores de bosques majestuosos y
estructuralmente bien conservados, pero vacíos de actividad de fauna. Al interior del área protegida
Reserva de Vida Silvestre Manuripi, esta situación tiene una connotación de caza furtiva, dadas las
prohibiciones del área.

Otro problema potencial detectado hace años (Zuidema, 2013), se relaciona con la caza y remoción
regular de roedores medianos, como los agoutis (jochis), que son dispersores por excelencia de las
semillas de la castaña, lo cual podría interferir negativamente a largo plazo, en la renovación natural
de dicha especie.

Otras causales. En las zonas agroindustriales, un factor adicional de pérdida de biodiversidad es el


vertido de inmensos volúmenes de agroquímicos, que, de acuerdo a un boletín del INE del año 2019,
sobrepasó las 100.000 toneladas. De éstas, más de un 70% fueron pesticidas, sumándose 35 mil
toneladas de herbicidas (mayormente glifosato y glifosinato de amonio). No se conocen estudios
sobre los efectos de pérdidas de biodiversidad por toxicidad de pesticidas o herbicidas. Se ha
verificado en varias zonas con profusión de cultivos agroindustriales una alarmante ausencia de
insectos y aves, indicativo de pérdidas masivas de biodiversidad.

Así mismo, la pérdida de biodiversidad, también se relaciona con la pérdida de agrobiodiversidad,


por ejemplo, el reemplazo de especies o variedades nativas cultivadas y conservadas in situ, por
nuevas variedades modernas o foráneas (papa, maíz, maní), o por cambios de dieta (arroz, fideo). A
esto se suma, la desaparición de los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas y
campesinos sobre el manejo de la agrobiodiversidad nativa. Varias especies de tubérculos de tierras
altas y bajas, son muy raros en los mercados y ya no se consumen en las ciudades, e incluso su uso
en muchas localidades menores ha disminuido notablemente. También influye el manejo laxo y
errático de los bancos de germoplasma, y el escaso apoyo estatal a estos.

Inducción

Uno de los principales inductores a la pérdida de biodiversidad, es el impulso del gobierno central y
diversas instituciones del Estado de actividades con elevado costo ambiental y que implican
procesos de destrucción de los ecosistemas a gran escala, con escasos o ningún recaudo ambiental.
Esto, proviene de la visión y modo de desarrollo imperantes, que se expresan en las decisiones y
políticas de gobierno, que promueven e impulsan el avance no planificado de fronteras
agropecuarias (por ende, la deforestación), megaproyectos energéticos, petroleros, mineros, viales,
generadores de los mayores impactos a la Naturaleza, incluso dentro de las áreas protegidas.

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En relación al tráfico de especies y, en especial, de partes del jaguar, una inducción perversa
proveniente del gobierno del MAS, fue propiciar el ingreso de proyectos y trabajadores chinos al
país, lo cual significó que algunas personas de dicha nacionalidad, se dediquen al delito del comercio
de partes de especies silvestres.

Omisión

Las diversas instituciones del Estado, en términos efectivos, hacen muy poco o nada en favor de la
conservación y protección de la biodiversidad, y esto es una situación crónica secular. La principal
institución con responsabilidad en el tema, es el Ministerio de Medio Ambiente y Aguas (MMAyA),
y sus reparticiones, en especial la Autoridad Ambiental Competente, que es el Viceministerio de
Medio Ambiente y Biodiversidad, que se destaca por una casi total inacción. Por supuesto, gran
parte de esta reducida operatividad y omisión al cumplimiento de funciones, se deriva de la ausencia
de una norma básica, sin embargo, una de sus responsabilidades debería ser, justamente, impulsar
la aprobación de dichas normas, ya que el notable vacío normativo imperante en el país y la
obsolencia de diversas normas, es un aspecto crucial en términos de falencias en la protección de la
vida silvestre.

Es deplorable la ausencia total de una Ley o Reglamento para la conservación y manejo de la vida
silvestre (y/o una Ley marco de Biodiversidad). Muchas normas no han sido actualizadas, como es
el caso del Reglamento de Áreas Protegidas, que además es muy débil en aspectos de protección de
la vida silvestre u otros componentes de la biodiversidad; incluso la Ley del Medio Ambiente
requiere con urgencia un proceso de modernización y actualización. Hace unos años, personal del
Ministerio de Medio Ambiente pretendió manejar temas de la vida silvestre a partir del Decreto-Ley
N° 12301 de 1975 (Ley de Vida Silvestre, Parques Nacionales, Caza y Pesca) instrumento
absolutamente obsoleto por su anacronismo.

La pérdida de biodiversidad y delitos contra la vida silvestre, también tiene estrecha relación con el
debilitamiento crónico del régimen y gestión de las áreas protegidas, aspecto que se analiza más
adelante.

Otras instancias del Estado, con obligaciones específicas en favor de la protección de la biodiversidad,
dictadas por la Constitución Política, son los municipios gobernaciones, sin embargo, son alarmantes
los niveles de omisión y ausencia de cumplimiento de responsabilidades, algo muy relacionado con
las escasas capacidades y recursos, pero especialmente con la falta de voluntad política.

El organismo de control de delitos hacia la vida silvestre, que es la Policía Forestal y de Medio
Ambiente - POFOMA, tiene poco apoyo por parte de las instancias responsables del estado y
atraviesa notables debilidades en términos de presupuestos, bajo número de efectivos, escasas
capacidades y poca logística. Adicionalmente, las gobernaciones, que también tienen
responsabilidad y atribuciones en esta materia, carecen de capacidades y motivación para
desarrollar acciones de control.

41
Existen planes de protección y conservación para especies claves amenazadas, como el cóndor, oso
andino, jaguar, elaborados por las instancias oficiales del MMAyA, sin embargo, el nivel de
cumplimiento de acciones comprometidas es muy bajo, muchos de ellos no pasan de ser solo
documentos técnicos sin efectiva aplicación.

En materia de delitos ambientales y contra la biodiversidad, existe aún otra debilidad u obstáculo,
el de las Fiscalías (Ministerio Público) y el órgano judicial propiamente, los cuales, en general, dan
muy poca importancia al tema, carecen de conocimientos técnicos en vida silvestre y, en algunos
casos, existen indicios de corrupción o mala práctica legal.

Vulneración de derechos

En relación a las pérdidas de biodiversidad se han identificado la vulneración de los siguientes


derechos contemplados en el Acuerdo de Escazú y en la legislación nacional:

El derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente
sano y al desarrollo sostenible, principalmente, a partir de los siguientes tipos de vulneraciones:
 No garantizar el derecho de disfrutar de un ambiente sano y agradable
 No preservar, conservar, restaurar y promover el aprovechamiento de los recursos naturales
renovables
 Incumplir las normativas internacionales ratificadas por el país
 No proteger y conservar las aguas en todos sus estados
 No realizar el manejo y uso de los bosques de manera sostenible
 No velar por la protección, conservación y restauración de la fauna y flora silvestre
 Producir alteraciones nocivas de las condiciones hidrológicas, edafológicas, geomorfológicas y
climáticas
 Alterar el patrimonio cultural, el paisaje y los bienes colectivos o individuales, protegidos por Ley
 Producir o poder producir el deterioro ambiental en forma temporal o permanente
 Talar bosques sin autorización

El derecho de acceso a la justicia en asuntos ambientales, principalmente, a partir de:


 No sancionar las infracciones administrativas, a la legislación ambiental
 No denunciar los delitos ambientales por parte de la AAC a la Fiscalía de Distrito
 No determinar indemnización y resarcimiento en beneficio de las personas afectadas
 Impedimento de acceso a la justicia ambiental mediante instancias judiciales y administrativas
 Desconocimiento o invalidación a la legitimación activa
 Impedimento de acceso a servicios de instituciones públicas
 Restricción en presentación de denuncias y recursos
 Impunidad
 Falta de debida diligencia
 Corrupción de autoridades públicas
 Cuoteo político por encima de las necesidades profesionales y técnicas de ciertas reparticiones
estatales
 Violencia Política
 No ser atendidos por falta de documentos de identidad
 Procedimientos no basados en la norma

El derecho a la participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales, mediante,


 Negación de realizar inspecciones o vigilancia para el cumplimiento de la ley

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 Incumplimiento a la entrega al público, de manera oportuna y comprensible, de la información
necesaria
 Amenazas a las comunidades

El derecho de acceso a la información Ambiental, por:


 Desinformación sobre la situación e impactos del tema solicitado
 Manipulación de opinión en las redes sociales

El derecho de las defensoras y los defensores ambientales, a partir de:


 Hacer firmar documentos con engaños
 Desacreditación

ESTADO

Una de las expresiones más comunes de la megabiodiversidad es el número de especies. En Bolivia


el año 2021 se registraron 1414 especies de aves (Herzog et al. 2021), pero en la actualidad se
concen 1437 especies (https://birdsofbolivia.org); la Lista comentada de mamíferos (Aguirre, Tarifa,
Wallace et al. 2019) cita 406 especies, con una proyección a 422; 344 especies de reptiles
(EcoRegistros https://www.ecoregistros.org), 266 especies de anfibios,con una proyección a 350
especies (De la Riva, 2022); 900 de peces (Sarmiento et al. 2014); el Catálogo de las Plantas
Vasculares de Bolivia (LPB,BOLV,USZ,NY. 2020) identifica 15.3451 especies, con una proyección a
16.000 especies de plantas superiores; 87 especies de palmeras (Moraes et al.2017). Son cifras
elevadas y sitúan a Bolivia entre los países de mayor riqueza biológica del planeta.

En cuanto a las especies endémicas del país (especies únicamente encontradas en territorio
boliviano), actualmente, se conocen 20 especies de aves (Herzog et al. 2021); 32 mamíferos (Aguirre,
Tarifa, Wallace et al. 2019); más de 80 entre anfibios y reptiles (De la Riva, 2022; EcoRegistros
https://www.ecoregistros.org); más de 40 de peces (Sarmiento et al. 2014); y 2.408 de plantas
superiores (Moraes et al, 2018). También estos valores son elevados. Muchas de estas especies
endémicas están en diversos grados de amenaza y con rangos geográficos de distribución muy
restringida y fragmentada. Entre los ecosistemas con mayor número de endemismos se mencionan
a los bosques húmedos a pluviales montanos de los Yungas, los bosques secos de Valles interandinos
y los Cerrados de la Chiquitanía. Hasta un 70% de esta gran riqueza de biodiversidad se encuentra
representada al interior de las áreas protegidas del nivel nacional y de otras jurisdicciones.

Marco Octavio Ribera Arismendi. La extraordinaria riqueza biológica de la cuenca del río Tuichi (Parque
Nacional Madidi), 2022
La región del Tuichi comprende más de 18 grandes tipos de vegetación natural (Navarro, 2011 y otras
fuentes). Se incluye en los Sectores biogeográficos de la Cuenca alta del Beni y Preandino norte. Amazonia
SW. Gradiente altitudinal entre 3.400 y 300 msnm., abarcando al menos 6 pisos ecológicos. Bosques de ceja
de monte (transición al Páramo yungueño), bosque montano pluvial de Yungas, bosques ribereños en piso
de Yungas. Bosque muy húmedo subandino y pedemontano, con transiciones a Yungas en partes altas de
las serranías. Bosque seco xérico tipo Cerrado en el valle del río Asariamas-Machariapo. Bosques ribereños
de Yungas y subandinos (interserranos) en el valle aluvial del río Tuichi, con zonas de inundación estacional
y bosques de terrazas altas y colinas sin inundación. Destaca el Bosque seco, tipo Cerrado, en el valle del río
Asariamas (curso alto del Tuichi) considerado un relicto biogeográfico del Arco pleistocénico de Bosques

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Secos (Oakley y Prado, 2011; Prado, 2010), con presencia de especies típicas del Chaco y la Chiquitanía:
Anadenanthera colubrina, Ceiba chodatii, Ceiba speciosa, Amburana cearensis, Machaeruym scleroxylon,
Ruprechtia apetala, Schinopsis brasiliensis (Claros et al. 2004). La región es excepcionalmente
megabiodiversa y alberga numerosos endemismos, especies raras, de rango geográfico restringido y
especies amenazadas, en anfibios, aves, reptiles e insectos. Muchas especies de flora y fauna de la Amazonía
sudoeste a lo largo de los Andes tropicales alcanzan su límite de distribución en esta región.
Especies totales para PN Madidi, (Fuente Identidad Madidi, 2020): 5.535 plantas superiores, 1.028 aves,
254 mamíferos, 113 reptiles, 119 anfibios, 333 peces. Al menos un 60% de la riqueza biológica descrita para
el Madidi se concentrarían en esta cuenca, la mejor conservada hasta el año 2021. La región coincide con
una IBA (Área de importancia para Aves - Armonía, 2011). Se prevé la presencia de varias especies EDGE
(Evolutionarily Distinct and Globally Endangered, EDGE Science, 2019, Hance, 2020): Trichomycterus
barbouri, Oreobates sanderi, Psychrophrynella kallawaya, Potamites ocellatus, Phibalura flavirostris,
Glyphonycteris daviesi, con seguridad en esta lista figuraría Cruziohyla craspedopus, la rana de doseles
altos; Speothos venaticus y Atelocunys microtis entre los mamíferos.
Para el Rio Hondo se reportaron 132 especies de árboles/ha (Quintana, 2005), en tanto, un inventario para
el río Tuichi reporta 137 especies/ha (Calzadilla y Cayola, 2006). Se conocen 53 especies de palmeras, un
65% de las especies de Bolivia (Paniagua, 2005). Se han descrito cuatro especies de queñua, Polylepis
racemosa, P.triacontandra, P pauta, P. pepei en zonas de Páramo Yungueño (cabeceras del Tuichi). Entre la
extraordinaria flora destaca un conjunto de especies características del bosque de Yungas y el bosque
basimontano amazónico (Navarro, 2011): Clusia flaviflora, Protium andinum, Cyathea boliviana,
Weinmannia microphylla, Clethra elongate, Podocarpus ingensis, P.oleifolius, Juglans boliviana, Myroxylon
balsamum, Nectandra laurel, Vochysia mapirensis, Pseudolmedia laevis, Clarisia racemosa, Cedrelinga
catenaeformis, Pteygota amazónica, Aspidosperma tambopatense, Calycophyllum acreanum, Couratari
guianensis, Hymenaea oblongiflia, phytelehas macrocarpa, Euterpe luminosa, Oenocarpus bataua,
Cariniana decandra, Swietenia macrophylla, Cedrela fissilis, Virola sebifera, Copaifera reticulata,
Tetragastris altissima, Pentaplaris davidsmithii, Dalbergia loretana. Destaca la palmera de rango
restringido Euterpe luminosa en el bosque subandino (Paniagua, 2005); se cita además a Attalea
bassleriana, A.blepharopus (endémica), A.pacensis, (Moraes y Zenteno, 2017). Esta región junto a otras
pedemontanas y zonas preandinas del norte de La Paz y sur del Beni (Pilón Lajas, Ixiamas) es la de mayor
riqueza de especies de palmeras en el país, con un total de 56 especies: Aiphanes horrida, Allagoptera
leucocalyx, Astrocaryum aculeatum, A.huaimi, A.murumuru, Attalea butyracea, A.maripa, A.phalerata,
Bactris brongniartii, B.chaveziae, B.concinna, B.faucium, B.gassipaes, B.hirta, B.major, B.maraja,
B.simplicifrons, Ceroxylon parvifrons, C.vogelianum, Chamaedorea angustisecta, Ch.pinnatifrons,
Ch.linearis, Desmoncus mitis, D. polyacanthos, Dictyocaryum lamarckianum, Euterpe precatoria, Geonoma
brevispatha, G.brongniartii, G.densa, G.deversa, G.interrupta, G.orbignyana, G.macrostachys, G.maxima,
G.stricta, G.triglochin, G.undata, Hyospathe elegans, Iriartea deltoidea, Mauritia flexuosa, Mauritiella
armata, Phytelephas macrocarpa, Prestoea acuminata, Oenocarpus bataua, O.mapora, Socratea exorrhiza,
S.salazarii, Syagrus sancona, Wendlandiella gracilis y Wettinia augusta. (Moraes, 2009).
Especies amenazadas: plantas 30, peces 120, anfibios 7, reptiles 3, mamíferos 11, aves 7. (Libro Rojo de
vertebrados de Bolivia, 2009; Libro Rojo de plantas amenazadas de las tierras bajas, 2011 y otras fuentes).
Es importante recordar que este número de especies amenazadas es, sin considerar el impacto devastativo
de la explotación aurífera, el cual multiplicaría las cifras por muchas veces más. Numerosas especies
endémicas entre aves, anfibios, peces y reptiles. Entre las aves destacan Myrmoterula grisea, Atlapetes
rufinucha, Syndactila striata, Asthenes harterti, Phibalura boliviana, ésta última en la zona de Moxos-Pata-
Apolo, en remanentes de bosque subhúmedo a seco. Además, Harpiya harpija Oroaetus isidori, Panthera
onca, Tremarctus ornatus, Ateles chamek, Alouatta sara, Callicebus aureipalatti (muy restringido a Bolivia
y Perú) y Lagothrix cana, exclusivo de esta región en Bolivia. La nutria gigante Pteronura brasiliensis ha sido
estudiada en el Alto Madidi (Ayala y Wallace, 2009) en tanto que existen registros realizados por turistas
en los ríos Tuichi y Hondo. Entre las ranas se ha reportado a Cruziohyla craspedopus, especialista de doseles
elevados e indicadora de bosques en buen estado de conservación, dicha especie es frecuente en los boques
de Pando y Vaca Diez. Los cursos de los ríos, los bosques ribereños y los de las terrazas contiguas más altas
concentran los hábitats de mayor importancia para muchas especies de vida silvestre por la oferta de agua

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y alimento. Se ha reportado la presencia del Dorado (Brachyplatystoma rousseauxii) pez altamente
amenazado, con potenciales zonas de desove en las zonas pedemontanas (WCS, 2020). De especial interés
es la presencia de un pequeño pez silurido llamado localmente Chipi chipi (Trichomycterus barbouri) que
realiza migraciones locales entre la llanura y el subandino (Cañas y Miranda, 2017).
La región es parte del territorio tradicional de los Pueblos indígenas Chupiamona-Tacana-Leco, que posee
un elevado conocimiento de la biodiversidad regional y su uso. Se conoce el uso de 150 plantas medicinales
entre los Tacana y 80 especies en el Pueblo Leco (CIPTA-CIPLA, 2016). Existen importantes recursos de la
agrobiodiversidad que en general han sido poco estudiados (maní, maíz, ají, yuca), el cacao ha sido más
estudiado y existe importante producción ecológica (CIPTA-WCS, 2018).
El área protegida es considera la más biodiversa de Bolivia y una de las más biodiversas del planeta. Es de
enorme relevancia en cuanto a la conservación de la biodiversidad amazónica, al generar una importante
continuidad ecológica con las selvas protegidas del subandino amazónico del Perú (PN. Bahuaja Sonene).
De igual forma es importante por su condición de reservorio de biodiversidad regional, bajo la dinámica
Fuente-sumidero. La región brinda importantes funciones ecosistémicas en el control y regulación de
caudales, regulación climática regional, aportes de lluvias, aporte hídrico de buena calidad, mitigación del
cambio climático por efecto de absorción de carbono, aporte de recursos de la biodiversidad-medios de vida
(además de las dinámicas Fuente-Sumidero hacia zonas externas), sentido de identidad y pertenencia
regional. Ofrece importantes recursos para actividades de ecoturismo.

Bolivia cuentan con alrededor de 20 grandes regiones ecológicas y más de 190 diferentes tipos de
ecosistemas (Ribera, 2008, 2011; Pacheco et al.2012), todos proveen importantes servicios
ecosistémicos y recursos que son medios de vida para las poblaciones locales. Alrededor de un 60%
de estos tipos de ecosistemas tienen elevados niveles de fragilidad ecológica y fuertes limitaciones
a modalidades de desarrollo intensivo y a gran escala. Hasta un 60% de estas ecorregiones y sus
ecosistemas se encuentran en fuerte grado de amenaza.
También, la riqueza de especies tiene elevados y crecientes niveles de amenaza por diversas
presiones anteriormente analizadas. El número de especies amenazadas representa una
aproximación muy evidente de la pérdida de biodiversidad. Las ecorregiones con mayor pérdida de
biodiversidad son: bosques de la Chiquitanía, bosques de Guarayos, bosques del Chapare-Ichilo,
bosques amazónicos del Este de Pando y Norte del Beni, bosques húmedos de Yungas, bosques de
valles secos muy ricos en endemismos. En el país, el libro Rojo de los vertebrados de Bolivia (Aguirre
et al. 2009) siguiendo los criterios de la IUCN, reporta un total de 202 especies de vertebrados
amenazados: 22 en condición de Peligro crítico, 57 en Peligro (endangered), 123 Vulnerables. Aves
y anfibios figuran como los grupos más amenazados. Se estima que alrededor de 1.000 especies de
plantas superiores enfrenta diversos niveles de amenaza.

De 40 especies de fauna reportadas en algún grado de amenaza en los años 80, la cifra aumentó a
más de 200 especies amenazadas el año 2009 (Libro Rojo de los Vertebrados Amenazados de Bolivia)
y lamentablemente sigue en aumento. En la actualidad se estima que este número se habría
incrementado a más de un 40% por la intensificación de las presiones de impacto.

La reducción de la calidad del estado ambiental del país, también se advierte en la pérdida de
ecosistemas, por ejemplo, reducción de las superficies forestales, y degradación de sabanas y
humedales en diversas regiones. Así mismo, la pérdida de biodiversidad, se refleja en la pérdida de
la integridad de las funciones ecológicas y ecosistémicas a gran escala (asociadas a la devastación
de los ecosistemas), en la Chiquitanía, Guarayos y Yungas, también en todo el pie de monte

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amazónico que bordea el sistema subandino y en las llanuras circundantes. Las funciones o servicios
ecosistémicos de Bolivia han sido estimados en alrededor de 1,27 billones de dólares por año
(Sutton et al., 2016), una cifra realmente extraordinaria que muestra la gran importancia de la
biodiversidad en los procesos de desarrollo sostenible.

RESPUESTA

La Constitución Política del Estado (CPE), aprobada el año 2009, confiere especial interés a la
protección de la biodiversidad: El Artículo 342 establece: Es deber del Estado y de la población
conservar, proteger y aprovechar de manera sustentable los recursos naturales y la biodiversidad,
así como mantener el equilibrio del medio ambiente, el Artículo 383 establece: El Estado establecerá
medidas de restricción parcial o total, temporal o permanente, sobre los usos extractivos de los
recursos de la biodiversidad. Las medidas estarán orientadas a las necesidades de preservación,
conservación, recuperación y restauración de la biodiversidad en riesgo de extinción. Se sancionará
penalmente la tenencia, manejo y tráfico ilegal de especies de la biodiversidad.

Marco Octavio Ribera A y Angerla Nuñez Quiroz. Marco normativo de la Vida Silvestre. 2021.
 Constitución Política del Estado Boliviano en sus art. 33, 34, 52, 348, 349, 381, 382 y 383, establece la
condición de Patrimonio natural de la Biodiversidad, medidas de protección y obligaciones del Estado para
la restricción de usos extractivos, así como sanciones penales para el tráfico de especies y su tenencia ilegal.
 Ley N° 1333, Ley del Medio Ambiente, en sus artículos 52, 57, 106, 110 y 111: Define a la Biodiversidad
como Patrimonio del Estado y establece delitos contra el medio ambiente y la biodiversidad.
 Código Penal Boliviano en su Artículo 223, sanciona penalmente la destrucción o deterioro de bienes del
estado y la riqueza nacional. Entiéndase como bien del Estado al patrimonio natural, es decir especies
nativas de origen animal y vegetal.
 Ley N° 300, Ley Marco de la madre tierra y Desarrollo integral para vivir bien en su Artículo 44 indica que,
en los delitos relacionados con la Madre Tierra, no habrá lugar al beneficio de la suspensión condicional de
la pena, y además que son imprescriptibles.
 Decreto Supremo N° 24781, 1997. Reglamento General de Áreas Protegidas. Constituyen infracciones
administrativas la colecta y acopio de especímenes vivos de animales silvestres para fines biomédicos o
genéticos; capturar o acopiar animales vivos de especies amenazadas o en peligro de extinción; colectar,
capturar, poseer, procesar, transportar o comerciar cualquier especie, derivado o producto de origen
animal, vegetal o mineral.
 Decreto Supremo N° 3048, sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de fauna y flora
silvestres, establece que el jaguar es una especie listada en el Apéndice I de CITES, y la prohibición de la
comercialización de la especie, sus partes y productos a nivel internacional. La Convención sobre el
Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres - CITES es el principal
instrumento internacional para controlar y regular el comercio internacional de especies protegidas y
reprimir las operaciones ilícitas que afecten la fauna y flora silvestres.
 Decreto supremo N° 4489 de 2021, de Protección de la Fauna Silvestre, prohíbe la caza deportiva.
 Ley N° 071, Ley de Derechos de la Madre Tierra que, en su rtículo 9, establece que es deber de las personas
naturales y jurídicas, públicas o privadas, denunciar todo acto que atente contra los derechos de la Madre
Tierra, sus sistemas de vida y/o sus componentes (flora y fauna).
 Decreto Supremo Nº 22641, de Veda General e Indefinida (ratificado por el D.S. Nº 25458); establece
prohibiciones de caza de la Vida Silvestre.
 Decreto supremo N° 16605) de 1979, prohíbe la caza del jaguar, la cual no ha sido derogada y por tanto
tendría aun vigencia: Veda Total: Pejichi, chinchilla, oso, jaguar, puma, cóndor, garzas, flamencos, bufeos,
caimán, boas, tortugas.
 Decreto-Ley N° 12301 de 1975: Ley de Vida Silvestre, Parques Nacionales, Caza y Pesca.

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 Ley Departamental N° 98, Ley de Conservación del patrimonio natural del departamento de Santa Cruz, en
la cual el jaguar es una de las especies priorizadas para el departamento.

Es importante conocer, que las acciones legales (denuncia, demanda, incluso la aprensión de
delincuentes y su conducción ante las autoridades) en contra de actos ilícitos sobre la vida silvestre
y la biodiversidad en general, cualquier persona, a título individual o en representación de una
colectividad, está facultada para ejercitar las acciones legales en defensa del derecho al medio
ambiente., como lo estipula la CPE en su Artículo 34.
A partir del año 2010, se ha incorporado al corpus legal fundamental en materia de medio ambiente
la Ley de Derechos de la Madre Tierra, donde, a efectos de la protección y tutela de sus derechos,
“la Madre Tierra adopta el carácter de sujeto colectivo de interés público”, entre los que figura el
derecho a la vida y a la diversidad de la vida (Chacón, 2023).

Al marco legal ambiental fundamental, hay que agregar los tratados internacionales ratificados que,
bajo la CPE, forman parte del ordenamiento jurídico con rango de ley. Entre los tratados ambientales
internacionales ratificados por Bolivia, y más relevantes para la gestión de las AP, se incluyen: el
Convenio sobre la Diversidad Biológica; la Convención sobre Comercio Internacional de Especies
Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres (CITES); la Convención relativa a los Humedales de
Importancia Internacional como Hábitat de Aves Acuáticas (RAMSAR); el Tratado de Cooperación
Amazónica; y el Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales.

Las acciones más contundentes realizadas en contra del tráfico de especies, se dieron con la
aprehensión y encarcelamiento de una pareja de súbditos chino en la ciudad de Santa Cruz, aunque
uno de ellos huyó gracias a la mala praxis judicial (Nuñez y Aliaga-Rossel, 2017).

El rescate de mascotas en tenencia o comercio ilegal, ha significado la creación de numerosos


centros de rescate de vida silvestre por personas y organizaciones activistas en favor del bienestar
animal, las cuales, sin embargo, se desenvuelven en el dilema de medrar con escasos apoyos
voluntarios, y las escasas posibilidades de propiciar liberaciones manejadas científicamente de los
especímenes rescatados.

Un avance paliativo interesante, fue el Decreto 4489 del año 2021, que prohíbe la caza deportiva y
el comercio y tenencia de animales silvestres, sin embargo, hay necesidad imperiosa de voluntad
política y jurídica para fortalecer a fondo el marco normativo de la vida silvestre.

En relación específica a la vida silvestre, de acuerdo a la Constitución Política del Estado y de las
normas jurídicas vigentes, está terminantemente prohibida la caza, captura, transporte, tenencia,
acopio, manejo, incitación, promoción y comercialización de especímenes (animales o plantas vivos,
partes, productos y/o derivados de la vida silvestre), que no esté autorizada por la Autoridad
Ambiental Competente Nacional – AACN o Departamental - AACD, que estén declarados en veda en
todo el territorio nacional o con destino a otros países. Las personas que infrinjan las normas
jurídicas, es decir que incurran en la comisión de delitos contra la vida silvestre estarán sujetas al

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régimen sancionatorio con las acciones legales correspondientes (penal y administrativo). La CPE es
muy concreta respecto de la penalización de los delitos en contra de la biodiversidad (Artículo 383).

Otro caso específico, es el Reglamento de control de la cacería en la época de zafra de la castaña


para la Reserva Manuripi, que podría ser una herramienta eficaz, pero que tiene un nivel de
aplicación y cumplimiento muy bajo, especialmente por las limitaciones operativas del cuerpo de
guardaparques y la indolencia del SERNAP.

Existen, experiencias interesantes que se iniciaron en la década de los 90, respecto al manejo de
determinadas especies, es el caso del manejo de la vicuña para la esquila en vivo de su preciada lana
con fines de exportación certificada (ANMI Apolobamba - región Ulla Ulla), al igual que el del lagarto
o yacaré, para el aprovechamiento de cuero y carne (diversas regiones de las tierras bajas). Ambos
procesos favorecen la economía de las comunidades locales y cuentan con normas especiales e
instrumentos técnicos para la regulación y control.

Un aspecto muy relevante, el año 2019, fue el estudio realizado por un equipo del instituto de
Ecología (Pacheco et al, 2019), referido a la estimación de mortandad a gran escala de vida silvestre
en el incendio de la Chiquitanía, reportando datos escalofriantes. Este estudio posiblemente es al
momento, el primer y único intento de cuantificar una pérdida de biodiversidad.

Los pronunciamientos y denuncias públicas en favor de la vida silvestre, en especial sobre especies
amenazadas, así como en visibilizar su importancia, derivaron de organizaciones de la sociedad civil,
como WWF Bolivia, plataformas como Alas Chiquitanas, o instancias académicas como los Colegios
de Biólogos.

Tendencia

La tendencia general es a empeorar críticamente, toda vez que persistan las dinámicas de avance
de la deforestación y los grandes incendios, la ausencia de normas de regulación y la debilidad
institucional del MMAyA.

Recomendaciones específicas

 Exigir una respuesta al MMAyA, por la prolongada omisión en elaborar y promover la


aprobación de un Reglamento de Protección y manejo de la vida silvestre.
 Exigir al MMAyA, impulsar acciones para la construcción participativa de una Ley marco de
Biodiversidad y la elaboración de un Reglamento o Ley de Protección y manejo de la vida
silvestre, vacíos legales que obstaculizan la conservación de la biodiversidad en Bolivia.
 Promover y desarrollar esfuerzos para el fortalecimiento de los cuadros regionales de POFOMA,
a fin de lograr acciones efectivas de protección de la vida silvestre.
 Exigir control y regulación municipal y policial, sobre actividades que afectan a la vida silvestre,
en relación al comercio de carne silvestre y la elaboración de artesanías con partes de fauna
silvestre.

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 Exigir al MMAyA y la DGBAP, asumir sus responsabilidades de forma más eficiente y efectiva,
en cuanto la fiscalización y protección de la vida silvestre.
 Denunciar activamente las actividades de delito de tráfico de la vida silvestre, incluyendo las
ofertas comerciales vía internet.
 Pedir al MMAyA la actualización de la Lista Roja (Libro Rojo) de Vertebrados amenazados de
Bolivia.
 Promover en diversas regiones del país, el establecimiento y gestión de corredores ecológicos
ecorregionales, con participación de gobiernos municipales, comunidades locales y áreas
protegidas.
 Promover la construcción consensuada y aplicación de normas comunitarias dirigidas a la
regulación y control de la caza de subsistencia u otras modalidades de uso de la biodiversidad.
 Promover programas de rescate y conservación in situ de la agrobiodiversidad nativa, con
amplia participación de comunidades indígenas y campesinas.
 Promover el desarrollo sistemático de acciones de sensibilización y educación ambiental a las
poblaciones y comunidades locales, con énfasis en jóvenes y niños, a fin de mostrar la
importancia ecológica, social y cultural de la biodiversidad-vida silvestre.

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6. IMPACTOS EN LAS ÁREAS PROTEGIDAS

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Preámbulo

El Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) fue establecido por la Ley 1333 el año 1992, norma
en la que se señala que “la declaratoria de Áreas Protegidas es compatible con la existencia de
comunidades tradicionales y pueblos indígenas”. El SNAP, desde su creación adoleció de cierto
abandono y desinterés por parte del Estado, especialmente en cuanto al soporte presupuestario
para el funcionamiento de las áreas.

Desde su creación, el año 1992, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) estuvo a cargo de
la Dirección Nacional de Conservación de la Biodiversidad (DNCB), repartición del Ministerio de
Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente, que fue reemplazada por el Servicio Nacional de Áreas
Protegidas (SERNAP) el año 1997, y que continúa administrando hasta la actualidad, 22 áreas
protegidas de importancia nacional. El SNAP en la práctica comprende a 22 áreas nacionales, en
teoría y con escasa claridad legal, incluiría a las áreas protegidas departamentales (en Santa Cruz se
denominan Unidades de Conservación del Patrimonio Natural), y las áreas protegidas municipales.
Los niveles departamental y municipal no tienen competencias en la gestión de las áreas de carácter
nacional, que se encuentren en sus territorios.

Las áreas protegidas son espacios naturales y culturales de interés nacional y de utilidad pública,
reportan importantes beneficios a las poblaciones locales y regionales, que no han sido todavía
evaluados formalmente, ni incorporados en las cuentas nacionales como activos imprescindibles del
patrimonio natural del país. Son reservorios de ingentes recursos biológicos estratégicos, muchos
de los cuales probablemente no tienen utilidad actual, pero que en el mediano o largo plazo pueden
ser de enorme relevancia regional y nacional, dada su alta potencialidad. Brindan valiosas funciones
ecosistémicas, como la provisión de agua, control de cuencas, regulación climática, provisión de
medios de vida de la biodiversidad, controladores naturales de plagas, oportunidades para el
ecoturismo y sentido de identidad de la gente local y regional. Varias áreas protegidas se
superponen a TCOs o Tierras indígenas, generalmente, de manera compatible y armónica.

La mayor parte de estas áreas, tienen objetivos de protección de especies de flora y fauna, muchas
de ellas, en condición de amenaza, endémicas y emblemáticas; también tienen mandatos de
proteger ecosistemas y paisajes singulares, únicos, frágiles y/o amenazados, así como, procesos
ecológicos relevantes, reflejados en las funciones o servicios ecosistémicos. Destacan de manera
especial varias áreas consideradas reservas hidrológicas, por los rangos elevados de precipitación
anual (Carrasco, Amboró, TIPNIS, Pilón Lajas, Madidi, Cotapata, Tariquía, Aguaragüe). Además,
protegen valores del patrimonio cultural vivo o intangible, preservado por pueblos indígenas y
campesinos, así como, elevados niveles de agrobiodiversidad nativa, y patrimonio cultural
arqueológico relevante.

Un importante número de áreas se encuentran en ubicación fronteriza: PN Madidi, PN Kaa Iya, PN


Noel Kempff Mercado, Reserva Manuripi, ANMI San Matías, ANMI Apolobamba, PN Otuquis,
Reserva Eduardo Abaroa, PN Sajama. Algunas de ellas tienen contacto transfronterizo con áreas
protegidas de países vecinos (Madidi, parcialmente con el PN Bahuaja Sonene de Perú; ANMI San

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Matías, también parcialmente con áreas del Brasil, Otuquis con algunas áreas de la república de
Paraguay). Otras áreas del país, también contactan con zonas de fuerte degradación ecológica y
fragmentación en los países limítrofes, es el caso de PN Noel Kempff Mercado que conecta con
zonas de agropecuaria intensiva del Brasil.

PRESIÓN

Desde el año 2009, se perfiló con mayor intensidad un conjunto de amenazas estructurales del
contexto regional en varias áreas protegidas, provenientes de grandes megaproyectos energéticos,
carreteras, avance agroindustrial, incendios, biocombustibles. Muchas de estas amenazas se
engendraron en la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA).
Nunca, como en los últimos 15 años, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, estuvo tan presionado
por impactos y amenazas, al punto de prever, en el peor escenario, un colapso total de las gestiones
por la dificultad de cumplir los objetivos de conservación y manejo asignadas por norma.

Minería del oro. Una de las actividades económicas que genera mayores impactos y amenazas en
algunas áreas, es la minería y, en especial, la del oro. La superposición de áreas protegidas con
grandes depósitos aluviales, fluvio glaciales y de vetas, en la cordillera de los Andes, significa una
nefasta coincidencia, que casi siempre pone en desventaja a la conservación. Por otra parte, el
precio del oro superó a finales del año 2010, los 1.400 dólares la onza troy, desatando una fiebre
que repercutió en el incremento de los procesos expoliativos en la región de los Yungas de La Paz,
llegando a afectar a las áreas de dicha región. El caso más crítico se dio en el ANMI Apolobamba
(sector Laguna Suches en la zona de Ulla Ulla), donde decenas de cooperativas y grupos de mineros
de Bolivia y Perú invadieron la zona con maquinaria pesada. A pesar de una circunstancial acción de
control por parte del ejército de Bolivia, la explotación continuó hasta la actualidad, con efectos
extraordinariamente devastadores, degradando extensas superficies de los frágiles ecosistemas de
praderas altoandinas y bofedales. Este impacto incontrolado afectó, además, prácticas tradicionales
de ganadería de camélidos y ahuyentamiento de las poblaciones de vicuñas. Varias cooperativas
mineras ingresaron a otra área protegida de la vertiente oriental cordillerana, el Parque Nacional
Cotapata, impactando severamente zonas frágiles de cabeceras de cuenca de los ríos Chairo,
Coscapa y Huarinilla, en el Páramo yungueño, el bosque nublado y bosque de Yungas.

Existen indicios de una reducción en la práctica de cultivo de coca en zonas de los Yungas de La Paz,
debido a una migración de los productores hacia la explotación de oro. Varias zonas de la vertiente
oriental del ANMI Apolobamba están críticamente afectadas (Camata, Carijama, Pelechuco), y se
registraron los primeros ingresos a algunas zonas del Madidi (río Tequeje, Yoama, serranía del
Tutumo).

Los siguientes años, el precio del oro tuvo pocas variaciones, con una tendencia a aumentar. El año
2018, se conocía por medios de prensa que organizaciones mineras y campesinas de Apolo exigían
al gobierno de Evo Morales la derogatoria del status del Madidi, como área protegida, y autorizar el
ingreso para asentamientos y operaciones mineras. Ya en ese año, se tenía conocimiento que, en la
gestión de Evo Morales, el SERNAP certificó a la Cooperativa Azariama Colorado dentro del Parque

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Madidi, argumentando que la condición de área protegida era compatible con la actividad minera,
y vulnerando la zonificación del Parque Nacional (CEDIB, 2022). Los dos siguientes años, decenas de
solicitudes de autorización para operaciones auríferas de cooperativas y empresas al interior del
Parque Madidi se acumularon en la AJAM (Autoridad Jurisdiccional de Administración Minera). La
Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP), denunció el año 2018 que la AJAM negó
información sobre los derechos mineros otorgados al interior del Parque Nacional Madidi,
incurriendo en una vulneración de varias normas nacionales e internacionales, así como de la propia
Constitución Política del Estado. Desde el año 2018, ha aparecido otra seria amenaza, la explotación
del oro en el río Beni, a partir de dragas y una empresa China que invadió el territorio indígena
Mosetene. Estas incursiones, han generado conflictos internos y divisiones de las comunidades
indígenas, existiendo grupo de indígenas que se han tornado proclives a participar en la explotación
del oro, buscando formar sus propias cooperativas o asociándose a otras ya existentes.

En marzo del 2021, se firmó un paradójico convenio entre la AJAM y el SERNAP, con el objeto de
“potenciar las capacidades de ambas instituciones y mejorar la coordinación institucional, a fin de
beneficiar a los actores productivos mineros y a las comunidades de las áreas protegidas” Este
convenio fue fuertemente criticado, como un sin sentido y absolutamente contradictorio con los
objetivos del SERNAP y de las áreas protegidas. En el marco de dicho convenio, el año 2021, la AJAM
firmó una minuta de contrato administrativo minero con algunas cooperativas para realizar
operaciones de explotación dentro del Madidi (CEDIB, 2022). Este hecho inaudito sirvió, para
empoderar a los actores mineros y a la AJAM, en tanto significó un profundo debilitamiento para el
SERNAP.

A finales del 2021, se tuvo conocimiento que, al menos, cinco operaciones mineras habían ingresado
al Parque Madidi, alegando derechos preconstituidos (nacientes del río Tuichi y del Quendeque).
Según pobladores de la región de Apolo, hasta fines del año 2022, las zonas reportadas con
operaciones mineras en el Madidi eran: Suyo Suyo, Pilcopata, Charopampa, Asariamas y Virgen del
Rosario. Diagnósticos realizados el año 2022 (WCS, FZS & FCDS. 2020), identificaron más de 14
operaciones activas, algunas con maquinaria pesada, concentradas mayormente en la cuenca alta y
media del río Tuichi y otras en las cabeceras del río Quendeque. El año 2022 se daba a conocer en
medios de prensa y blogs de organizaciones de activismo ambiental que, el 8% del Parque Madidi
(mayormente en la cuenca del río Tuichi) tenía 143 peticiones de posesión y cuadrícula minera en
trámite ante la AJAM. También se conocía que, de este total, 28 tenían derechos “preconstituidos”
(otorgados antes de la Ley Minera 535).

Considerando la cuenca del río Tuichi, los ecosistemas de bosques ribereños y bosques de terrazas
altas contiguas y taludes, concentran los hábitats de mayor importancia y actividad de la vida
silvestre, así como, para las actividades tradicionales indígenas, y son los que, precisamente,
recibirán el impacto más devastador de la explotación de oro. También las zonas altas de cabeceras
de cuenca (nacientes de los ríos Tuichi y Tequeje), con ecosistemas de alta fragilidad, debido a que
los sistemas de suelos y pendientes ya están siendo afectadas por las operaciones mineras. En la
actualidad, ya se viene impactando al río Asariamas, su bosque ribereño y el bosque seco de dicha

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zona, uno de los más importantes en términos de conservación en el Madidi, por su singularidad
biogeográfica.

Si prospera el avasallamiento minero al Madidi, se generarán impactos que ocasionarán masivas


pérdidas de biodiversidad, debido:

 Al severo deterioro de terrazas ribereñas de diversas edades geológicas incluyendo taludes.


 Los impactos de elevada intensidad en los cauces del río, con fuertes perturbaciones a los
procesos de arrastre y sedimentación natural, en especial, la formación de bancos de arcillas, lo
cual tiene efectos en la dinámica de migración de cauce y formación de meandros.
 La destrucción masiva de la vegetación de bosques ribereños, vegetación pionera, bosques de
terrazas altas y taludes.
 La destrucción masiva de sitios de reproducción de peces y anfibios, así como de muchas otras
especies de fauna (aves, mamíferos y reptiles).
 El ahuyentamiento general de la fauna, incluyendo especies de hábitos acuáticos de alta
sensibilidad y muy amenazadas, como la londra o nutria gigante (Pteronura brasiliensis) y
tortugas de río.
 Eliminacion de fases juveniles de peces de bajura que desovan y crian en las zonas subandinas
y pedemontanas, como el algunos bagres y especies muy amenazadas como el dorado
(Pseudoplatystoma rousseauxi).
 La caza furtiva de especies amenazadas, ahuyentamiento y caza del Jaguar y de sus presas
naturales.
 La pesca con dinamita.
 La contaminación por mercurio a gran escala, con graves daños a la biodiversidad y la salud de
los pueblos indígenas de la región.
 El deterioro de medios de vida de los pueblos indígenas (pesca, recolección, caza de fauna
silvestre).
 El envenenamiento por exposición al mercurio.
 Los daños culturales por violencia, inducción a la prostitución, trata de personas, alcoholismo y
drogas.
 La cooptación de pobladores y comunidades indígenas, riesgo de conflictos internos y de
división de las comunidades.
 El riesgo de encuentros y de contagios al Pueblo indígena no contactado que se mueve en el
borde de la zona a ser avasallada. Dado que los pueblos no contactados carecen de
determinados anticuerpos, cualquier gripe, simple resfrío, disentería u otras enfermedades
comunes, transportadas por personas extrañas a dichos espacios, pueden ocasionar severas
mortandades masivas.

A mediados del 2023, las operaciones mineras, a mayor escala y con maquinaria pesada, se
concentran en las zonas altas del entorno a la zona de Apolo, donde existe una red de caminos
secundarios que han permitido el acceso de las operaciones mineras. Si la ocupación minera masiva
en el Tuichi no se ha desencadenado, es, principalmente, por las dificultades de acceso carretero,
dado que todas las cooperativas con trámites ante la AJAM harán uso de maquinaria pesada. Las
pretensiones de ingresar a la totalidad de la cuenca del Tuichi significarán, por lo tanto, la
construcción de una red de caminos de acceso bordeando el río, improvisados y sin recaudos, que
magnificarán los impactos y pérdidas de biodiversidad que ya ocasiona la minería. Esta red de

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caminos de alto impacto, daría lugar, también, a la proliferación de asentamientos, fenómeno que
se inicia con el ingreso de comerciantes que proveen insumos a los mineros, pero que desemboca
con el tiempo en la conformación de pequeños poblados que presionan sobre suelos y recursos.

Otra forma de presión de esta minería es el constante amedrentamiento a los guardaparques. Un


caso reciente se refiere a la agresión en contra de los guardaparques Marcos Uzquiano y Raúl Santa
Cruz que, el 30 de marzo de 2023, fueron agredidos en el puesto de control de Santa Cruz de Villa
Ameno, cuando exigieron documentación a mineros ilegales, con maquinaria pesada, que trataban
de cruzar el límite del área protegida (EJU TV2023). Ambos guardaparques fueron demandados
legalmente por el minero que avasalló el área proetigdas y notificados por difamación y calumnias.
Fueron llamados a declarar por mandato de jueces de Caranavi y Apolo. Los guardaparques fueron
cuatro veces agredidos por los mineros. El agresor y demandante, Ramiro Cuevas Echave, es
Secretario del Consejo de Vigilancia en la Federación de Cooperativas Mineras de La Paz (FECOMAN
LP), quien exige tres años de sentencia condenatoria por calumnias y difamación, lo que además
inhabilitaría a los guardaparques como funcionarios públicos. Los guardaparques afirman que el día
del incidente había ciudadanos chinos, que son los que ahora trabajan como inversionistas en la
comunidad Virgen del Rosario, donde Cuevas es dirigente. También afirman que “los chinos son los
dueños de las maquinarias, hay un pacto con los dirigentes de las comunidades, les dan dividendos
del oro, y cuando los interpelamos responden que están trabajando con gente del Gobierno, que están
amparados por el Gobierno, y que por eso no tienen miedo. No somos obstáculo para los mineros”.
Este es un caso evidente de agresión, persecución y judicialización de defensores ambientales, una
flagrante vulneración a sus derechos y al Convenio de Escazú, firmado por el gobierno.

La explotación de oro en el río Tuichi vulnerará los derechos y afectará drásticamente las actividades
tradicionales y supervivencia de las comunidades de la TCO San José (pueblos indígenas Tacana y
Uchupiamona) y la TCO Lecos en la cuenca del Quendeque. Otro riesgo muy crítico, es que las
explotaciones mineras en determinadas zonas del Tuichi (ríos Eslliama y Uritaya), pueden interferir
con los movimientos de un pueblo indígena en aislamiento voluntario (posiblemente Toromona),
desde la zona del río Colorado.

Otra área protegida que sufre los efectos de la fiebre minera del oro es la Reserva Manuripi, a partir
de las operaciones de un elevado número de dragas, 273 según el CEJIS (2022). De acuerdo a un
censo de la gobernación de Pando, realizado el año 2022 (El Deber, 2023), se menciona 546 dragas,
la mayoría de las cuales serían ilegales y estarían ocasionando un fuerte impacto a las varzeas y
otros ecosistemas ribereños, además, produciendo una intensa contaminación con mercurio,
vulnerando así el derecho a la salud de las comunidades indígenas de dicha región. En agosto 2023,
la gobernación de Pando realizó un operativo de control, destruyendo dragas de pequeños mineros
en ríos del departamento, el cual, sin embargo, no habría alcanzado a las grandes dragas de
ciudadanos chinos.

Otra minería además del oro. Muchas áreas protegidas del SNAP, contienen recursos minerales, lo
que ha significado superposiciones en las cuales las áreas protegidas y sus objetivos de conservación
tienen pocas perspectivas de ganar, considerando el marco del actual modelo de desarrollo que
privilegia las actividades extractivistas.

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Es el caso de la Reserva Eduardo Abaroa (REA), donde, en la zona Apacheta, cerca de la frontera con
Chile, se explota principalmente bórax, mineral no metálico, cuya demanda se ha incrementado en
los últimos años. La planta industrial de elaboración de ácido bórico, ha contaminado cuerpos de
agua, como el bofedal de Aguita Brava. En esta Reserva, también existen pasivos ambientales de
explotaciones de azufre, sin remediación (Mina Susana en el cerro Puripica y que ha llegado a afectar
a la Laguna Verde). Así mismo, el aumento del precio internacional de la plata amenazó poner en
riesgo a la REA, donde se sabe que existen depósitos de baja ley. Un impacto derivado de la minería
fue lo sucedido el año 2015, cuando el vuelco de un camión cisterna produjo que siete toneladas de
diésel, destinadas a la empresa minera Tierra, extractora de bórax, se derramaran en el bofedal
Sulor, afluente de la Laguna colorada en su zona noreste. El camino que bordea el lado este de la
Laguna Colorada (a muy corta distancia), sirve de vía, tanto para vehículos de turismo, como para
camiones que transportan sustancias de alto riesgo (diésel o ácido sulfúrico).

En el PN Carrasco se realizó hace varios años explotación a baja escala de minería de mármol y
asbesto, mientras que en el PN Cotapata existen pequeñas explotaciones de estaño y wólfram,
reactivadas en el 2015, en función al eventual incremento de los precios.

En el Mutún, la mejora del camino y elevación del terraplén a Puerto Busch, ocasionó serios impactos
en el PNANMI Otuquis y los frágiles ecosistemas del Pantanal, como ser, una fuerte alteración de la
dinámica hidrológica y pérdida de biodiversidad, ocasionada por la falta de recaudos y pasos para la
fauna silvestre, que provoca una gran mortandad por los atropellamientos frecuentes, dada la
velocidad que emprenden los camiones transportadores de mineral. La acción de control de los
guardaparques es insuficiente, dadas las fuertes limitaciones de operatividad que tienen.

En la Chiquitanía, entre 2009 y 2012, la región de las serranías de Santiago (Reserva Tucabaca),
enfrentó la amenaza de ingreso de tres grandes operaciones Kyleno, Sidereste y Montecarlo, que
buscaban explotar hierro y manganeso, las cuales fueron sistemáticamente rechazadas por la fuerte
resistencia social y cívica de la región, que utilizó como sólido argumento, la defensa de sus fuentes
de agua. También en la Chiquitanía, en el ANMI San Matías, han existido, desde hace varios años,
explotaciones a baja escala de piedras semipreciosas (zonas Gaiba, Anaí, Mina Pobre, La Esperanza).
La zona de Rincón del Tigre, dentro del ANMI San Matías y, a la vez, una TCO Ayoreode (Guaye),
estuvieron bajo riesgo por superposición a concesiones que proyectaban explotar níquel, platino,
cobalto y tierras raras, habiendo existido diversas exploraciones en años anteriores. Entre las
empresas interesadas figuraban la brasilera Votorantims y la norteamericana Global Sourcing, pero
en la actualidad se retiraron de la zona mencionada. Sin embargo, otra amenaza se inició el año
2020 con el intento de ingreso de la empresa minera Sagitario a la serranía de Sunsas (una de las
zonas núcleo del área protegida San Matías) para explotar manganeso, con la anuencia del propio
SERNAP y de habitantes de la comunidad Santo Corazón.

Megarepresas. En el tema energético, a partir del año 2007 se comenzaron a proyectar en el país
megaproyectos hidroeléctricos que representan fuertes amenazas para algunas áreas protegidas.
En realidad, el proceso obedeció a una reedición de proyectos de elevado riesgo ambiental, que ya
habían sido promovidos en décadas pasadas; tal es el caso de las megarepresa El Bala, que el año

60
2013, fue ampliada a la figura Bala - Chepete, aumentando los riesgos para la cuenca del río Beni.
Desde instancias académicas, de la sociedad civil y cooperación internacional (Instituto de Ecología,
Instituto de Hidrología e Hidráulica, Colegios de Biólogos, IRD), se ha alertado que, de construirse
estas megarepresas, como resultado a las inundaciones masivas de más de 200.000 hectáreas de
bosques naturales, se producirá una inmensa pérdida del patrimonio natural y cultural del PN
Madidi y la Reserva –TCO Pilón Lajas, consideradas las áreas protegidas de mayor riqueza biológica
del país y territorios de varios pueblos indígenas. Además, el lago artificial que se creará, emitiría
ingentes cantidades de metano, contribuyendo al calentamiento global, y servir de criadero gigante
de vectores de enfermedades.

Similar escenario de riesgo crítico ocasiona el megaproyecto Rositas, generando amenazas de fuerte
perturbación ecológica e hidrológica en la cuenca del Rio Grande. Considerando que el
megaproyecto implica un conjunto encadenado de varias represas aguas arriba de Abapó, las áreas
protegidas en situación de riesgo son el PN ANMI Iñao y el ANMI Palmar de Chuquisaca.

Otro megaproyecto que genera un alto riesgo en el campo hidroeléctrico, es Cambarí, la cual sería
construida en el centro de la Reserva Tariquía (Rio Grande de Tarija) y que desde 2005 comenzó a
ser anunciado (aunque es un proyecto antiguo reeditado), pero que cobró mayor fuerza el 2015,
con la licitación de la Empresa Nacional de Electricidad de Bolivia (ENDE), para la realización de los
estudios.

A mediados del 2023, tanto el Bala-Chepete, como Rositas, son amenazas que generan potenciales
escenarios críticos, sin embargo, una represa, relativamente pequeña (240 MW), fue construida por
el gobierno de Evo Morales en el corazón de un Parque Nacional (Jemio, 2018). La represa Iviruzu,
impulsa por ENDE y la empresa Valle Hermoso, al interior del Parque Nacional Carrasco, ocasionó
severos impactos en la cuenca del río Iviruzu. Por su ubicación, los impactos ambientales son al
momento muy significativos (desmontes extensos), construcción de caminos, puentes, túneles,
cantería), pues las afectaciones se dan en una región ecológica de elevada diversidad biológica
(Bosque de Yungas pluvial montano), que incluye muchos endemismos confirmados. La obra afectó
la zona núcleo del Parque Nacional, que presenta elevada fragilidad ecológica por su tectónica y sus
condiciones climáticas e hidrológicas, donde los niveles de precipitación pueden sobrepasar los
4.000 mm/año. El gobierno procedió, con anuencia del SERNAP, a modificar la zonificación del área,
para permitir el ingreso de la obra (CEDIB-La Libre, 2021). Los efectos posteriores a la construcción
incluyen una inundación que afectaría al menos unas 20.000 hectáreas de bosques primarios y su
elevada biodiversidad, y trastornos hidrológicos en los tramos inferiores, especialmente del río
Chimoré, donde desemboca el río Iviruzu. A esto se suma el deterioro ecológico de una de las zonas
de mayor potencialidad para el ecoturismo que tenía Cochabamba (Montepunku-Sehuencas-
Pajcha-Vandiola).

En el tema energético, una amenaza latente para la Reserva Eduardo Abaroa (REA), es el complejo
Geotérmico de Laguna Colorada (otro proyecto reeditado), que afortunadamente no ha tenido
mayores avances desde el año 2014. Con este proyecto, como fue advertido en su momento (Ribera,
2013), que generaría poca energía, comparando la dimensión del impacto (250 MW), la REA

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perdería los campos de fumarolas y geiseres de Sol de Mañana, que son un atributo turístico; se
afectaría su calidad escénica y la vida silvestre (flamencos y otras aves) por las líneas de transmisión
en forma de grandes torres y cables. Además, la concentración de centenares de trabajadores en la
fase de construcción a orillas de la Laguna Colorada, significará enormes impactos a la calidad
ambiental y al valor ecoturístico del área.

Las proyecciones del sector petrolero nunca consideraron con responsabilidad los impactos de sus
operaciones al interior de las áreas protegidas, desde la creación del SNAP, sistemáticamente hubo
intentos de establecer concesiones y bloques petroleros para diversas empresas transnacionales en
áreas de especial relevancia ecológica y cultural, como el Madidi, Pilón Lajas o TIPNIS. Algunas áreas
protegidas, como el PN Aguaragüe, fueron severamente afectadas varios años antes de que se
establezcan como áreas propiamente y, al momento, continúan siendo impactadas por los pasivos
ambientales de operaciones pasadas. Como antecedentes históricos, se conocen los intentos de
ingresos petroleros al TIPNIS, en los años 90, y al PN Amboró, a inicios del 2000. Fue destacable la
posición de la Subcentral y organizaciones comunales del Isiboro Sécure (TIPNIS) a fines de los años
90, así como de las federaciones de colonos del Chapare, en contra de las acciones altamente
irregulares de REPSOL en el proceso de exploración sísmica y perforatoria (Gavalda, 1999). También
destaca de manera fundamental la resistencia campesina del año 2000, en defensa del Parque
Nacional Amboró, ante el intento del gobierno de concesionar un bloque de exploración petrolera
a la empresa ANDINA. A esta lucha se sumaron los municipios de la región, ONGs ambientalistas y
el propio SERNAP, que adoptó una abierta resistencia al propio Ministerio de Desarrollo Sostenible
al cual pertenecía, y que impulsaba el ingreso petrolero. A finales de los 90, la empresa TOTAL
realizó, sin éxito, exploración sísmica y perforación exploratoria en la zona pedemontana del río
Tuichi, antes de que el Madidi sea declarado área protegida (Ribera, 2010).

Entre los años 2000 y 2005, la mayor amenaza a las áreas protegidas fue la permanencia de los
bloques petroleros de PETROBRAS y REPSOL al interior del Madidi y Pilón Lajas, ambos muy
resistidos y denunciados por las organizaciones indígenas, la sociedad civil e instancias académicas.
Dichas empresas y los gobiernos de entonces no mostraron interés en desarrollar operaciones en
los bloques superpuestos a dichas áreas y, de esta manera, pasaron sin mayores variaciones al
gobierno del MAS y al supuesto proceso de nacionalización de los hidrocarburos.

Desde el anuncio de ingreso petrolero a Tariquía, el año 2012, y a lo largo del 2015 y 2022, se
mantuvo un fuerte conflicto entre las comunidades campesinas de Tariquía y el gobierno (YPFB). El
segundo gobierno del MAS impulsó con mayor agresividad este proceso, ocasionando impactos
ecológicos por la apertura de caminos, sin embargo, el mayor impacto fue socio cultural, al
manipularse la consulta y dividir a las comunidades por cooptación. También se vulneró la gestión
del área, al modificar de forma arbitraria su zonificación, para acomodar el ingreso petrolero. Todo
esto se generó con la plena anuencia de SERNAP. Las comunidades de Tariquía han expresado en
numerosas ocasiones su rechazo a la exploración y explotación petrolera en esa área reservada e
incluso protagonizaron una marcha desde la zona hasta Tarija, pero el gobierno siguió con sus
planes, minimizando los impactos ambientales y sociales previstos. Los contratos de servicios
petroleros involucran a las empresas YPFB Chaco S.A., Petrobras Bolivia S.A., YPFB Andina S.A.,

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Repsol E&P Bolivia S.A., Shell Bolivia Corporation (sucursal Bolivia) y PAE E&P Bolivia Limited
(sucursal Bolivia).

Carreteras. La construcción de caminos en general y, especialmente, sin recaudos ambientales,


genera enormes riesgos sobre las áreas y sus zonas de influencia. La construcción del camino
Pelechuco-Pata-Santa Cruz de Valle Ameno, tuvo los efectos consabidos sobre zonas de Yungas de
alta fragilidad ecológica de las áreas Apolobamba y Madidi, además, permitió el ingreso de
operaciones mineras. Similar efecto tuvo la construcción irregular del tramo Apolo-Asariamas a
inicios del 2000, proceso impulsado por la alcaldía de Apolo y la entonces prefectura del
departamento. Inclusive, a pesar de los recaudos impuestos en su momento, la carretera Cotapata
–Santa Bárbara, que cruza el PNANMI Cotapata, ha ocasionado impactos de desestabilización de
cabeceras de cuenca en varias zonas (p.e. cuencas Santa Elena y Socosani).

Las siguientes son las vías camineras proyectadas o en construcción que cruzan áreas protegidas y
que representan severas amenazas (algunas desde antes del año 2010): Apolo-Ixiamas en el PNAMI
Madidi; Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, cruzando el TIPNIS; Monte Punku-Ivirgarzama, cruzando
el PN Carrasco y; la mejora del camino Mutún-Puerto Busch, cruzando el ANMI Otuquis. Además,
están la ruta Ixiamas–Chivé, bordeando muy cerca el PNANMI Madidi, y la mejora del tramo Chivé-
Cobija, cruzando la Reserva Manuripi.

La amenaza del proyecto carretero que cruza el TIPNIS (Villa Tunari-San Ignacio de Moxos), proviene
desde el año 2008 y ha continuado la presión con el nuevo gobierno del MAS, ocasionando múltiples
impactos culturales por cooptación y división de las organizaciones y comunidades de dicho
territorio, además de construir puentes e ingresos al margen de cualquier autorización ambiental.
El año 2022, la nueva estrategia del gobierno fue delegar, a las gobernaciones de Cochabamba y
Beni, una arremetida para impulsar la megaobra, situación facilitada por la complicidad política
existente entre dichas gobernaciones y el gobierno.

Como antecedente histórico se conoce que, entre los años 2001 y 2004, un movimiento cívico de
Apolo y la Prefectura del departamento de La Paz, promovieron la construcción de un camino entre
Apolo e Ixiamas. Debido al elevado grado de amenaza al área, la estricta posición y rechazo del
SERNAP y de diversas organizaciones de la sociedad civil, dicha pretensión no llegó a prosperar.

Sin embargo, el año 2022, volvieron a emerger dos propuestas, una por la gobernación de La Paz,
que promueve la construcción del tramo Pelechuco-Pata-Apolo, vulnerando no solo el Madidi, sino
también el ANMI Apolobamba (Brújula Digital. 2022). La otra propuesta, de la autoridad de caminos
de Bolivia (ABC), es para el tramo Apolo – Tumupasa, que partiría en dos al Madidi, para lo cual se
suscribió un contrato con la empresa china Harbour Engineeering Company Ltd (CHEC), que fue
denunciado como un caso de corrupción y soborno con la ABC.

Los corredores bioceánicos y caminos sucedáneos del IIRSA, son de gran relevancia en un análisis
de riesgos para las áreas protegidas, pues implican estímulos a megaproyectos energéticos, minería
y expansión de la agroindustria soyera y la ganadería de reemplazo. Por ejemplo, el corredor

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bioceánico Santa Cruz - Puerto Suárez – Corumbá, ya tiene efectos sobre el ANMI San Matías, PN
Otuquis PN Kaa Iya, y la Reserva Tucabaca.

Sentencia 0076
El 8 de agosto del año 2023, el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) emitió la Sentencia
Constitucional 0076/2023 declarando nula la Ley Departamental 98 de Santa Cruz, de 21 de mayo de
2015. De esta manera, quita la potestad de la Gobernación cruceña de administrar, crear o declarar
unidades de conservación, áreas protegidas o patrimonios naturales dentro de su territorio autónomo,
estableciendo que el Patrimonio Natural es responsabilidad y atribución exclusiva del nivel central del
Estado, según el Art. 346 de la CPE. Este fallo, fue considerado como un funesto antecedente contra las
autonomías departamentales, por autoridades legislativas y diversas instituciones, además es
inconstitucional, porque viola el Artículo 300 de la CPE que, en su numeral 18, confiere a los
departamentos la competencia exclusiva de “Promoción y conservación del patrimonio natural
departamental”. La sentencia emitida parece tener directa relación con el conflicto de la Unidad de
Conservación y Patrimonio Natural (UCPN) Güenda – Urubó, que se encuentra en riesgo por el proyecto de
la carretera La Guardia - Buena Vista y sus tramos 2 y 3, debido a que estos invaden la zona de los
reservorios del agua que abastecen al área metropolitana de Santa Cruz. Además, existe el riesgo de que
la UCPN Güenda - Urubó quede vulnerable ante procesos de colonización y avasallamiento de tierras.
Si los departamentos pierden competencia en aspectos de protección, control y administración de sus
unidades de conservación (áreas protegidas departamentales), el nivel central adquirirá la potestad
arbitraria de incorporar procesos extractivistas y megaproyectos, con menor contención institucional y sin
mayores recaudos socio ambientales.
Ante la ola de reclamos, a los pocos días, el TCP) emitió un Auto Complementario 0039/2023 a la Sentencia
Constitucional 0076/2023, restituyendo la validez de las leyes departamentales de protección del
patrimonio natural dictadas por la Gobernación de Santa Cruz. De cualquier forma, queda el antecedente
de un manejo deficiente y poco serio del texto constitucional.

Actividades de la agroindustria y la ganadería. El avance de las actividades de la agroindustria y la


ganadería en el departamento de Santa Cruz, también, genera elevados riesgos sobre las áreas; tres
áreas importantes siguen enfrentado la amenaza de la expansión soyera y ganadera: a) el PN Kaa
Iya, con la zona noroeste (hacia Paylón), totalmente rodeada de agrocultivos y pasturas, que
significa la eliminación casi total del bosque seco en toda esta zona de influencia. El Kaa Iya, también
enfrenta amenazas desde el Oeste (TCO Isoso), donde existen grandes avances de colonias
menonitas que llegan muy ceca de sus límites. El último embate menonita muy cerca de los límites
del Kaa Iya, se dio en la zona de los bañados del Isoso (Sitio RAMSAR y Sitio sagrado guaraní), a partir
de un puente ilegal, construido por una colonia menonita, y un proceso cooptativo de la comunidad
Kuarirenda y sus liderazgos. En el caso del Kaa Iya, incluso la construcción de la represa Rositas,
representa una gran amenaza, pues, además, de generar energía, proveería agua de riego, lo cual
podría favorecer el avance de la agroindustria desde el Este. Una de las limitaciones mayores de la
expansión soyera en dichas zonas, es precisamente la disponibilidad de agua. b) El ANMI San Matías,
que recibe impactos y amenazas de avance agroindustrial y ganadero hacia el límite sur, en gran
parte, por la cercanía de dicha zona al corredor bioceánico. Esta área enfrenta los mayores impactos
de la ganadería. Según el Plan de manejo del área, hasta un 70% de su superficie tiene ganadería,
se menciona 155 predios ganaderos, con hatos entre 100 y 13.000 cabezas, y un total de 100.00
cabezas de ganado en el área, lo cual es indicativo de la fuerte presión ecológica sobre los

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ecosistemas del ganado y las quemas estacionales asociadas. Muchas de estas estancias son muy
antiguas, establecidas décadas antes de la creación del área. c) El PN Otuquis, que enfrenta similar
riego de vulneración por agroindustria y ganadería en su límite norte, también por influencia del
corredor bioceánico. Existen también estancias ganaderas y hatos en su interior, pero en mucha
menor cantidad que en el ANMI San Matías. d) La Estación Biológica del Beni (EBB), que es un área
protegida con presencia de 10 estancias ganaderas, mayormente hacia la zona del río Maniqui, sin
embargo, en los últimos 15 años, ha aumentado la superficie de zonas de cría de ganado en la región
sur y sureste, próxima a la carretera San Borja-Trinidad. e) El TIPNIS, que tiene 14 pequeñas y
medianas estancias ganaderas privadas en la zona norte.

Marco Octavio Ribera A. Caso situación del Jaguar en las áreas protegidas. 2022.
Del total de 22 áreas protegidas del Sistema Nacional, el Jaguar (Panthera onca), está presente en 16 de
ellas y sus zonas de influencia, que son las que se ubican en las tierras por debajo de los 800 msnm e incluyen
las regiones subandinas con influencia de Amazonía y Chaco. Del total analizado, solo unas seis áreas
protegidas podrían asegurar efectivamente a largo plazo la conservación y protección del Jaguar, en
especial por sus superficies grandes o su mejor estado de conservación. El resto de áreas, tienen limitantes,
por su reducido tamaño, o determinan condiciones de elevada vulnerabilidad para la especie, por la caza
no controlada y el deterioro del hábitat. Se denota que todas las áreas protegidas del presente análisis
tienen serias falencias y debilidades de gestión, en especial en cuanto al funcionamiento de los cuerpos de
protección, lo cual obedece a una situación de inatención y abandono crónico de algo más de dos décadas
del Sistema Nacional de Áreas Protegidas por parte del Estado. Esto da lugar a que muchas de las áreas
protegidas analizadas, los ecosistemas y hábitats clave para el Jaguar, enfrenten diversos impactos y
amenazas que no pueden ser controlados. Muchas zonas de influencia de las áreas protegidas, también
enfrentan crecientes problemas ecológicos y amenazas, lo cual refleja la insuficiencia crónica de las
gestiones municipales en materia ambiental. Se ha identificado nueve zonas clave de influencia de alto valor
para la conservación del Jaguar y que permitirían el funcionamiento efectivo de corredores ecológicos para
la especie y otra vida silvestre. Esto incluye a zonas de influencia en países vecinos que comprenden áreas
protegidas de importancia para el Jaguar. Si bien, en todas las áreas analizadas hay referencias de la
presencia del Jaguar, en pocas existen datos relevantes sobre variaciones en cuanto a su estado de
conservación. Muy pocas áreas protegidas (solo cuatro) y sus zonas de influencia, han tenido estudios
específicos sobre el Jaguar. Nótese que se utiliza el término Zonas de influencia de las áreas protegidas y no
Zonas de amortiguación, en alusión al escaso rol amortiguador que cumplen en la realidad.
Siete áreas protegidas analizadas y/o sus zonas de influencia tienen cría de ganado mayor y menor, con
referencias de ataques eventuales o regulares del Jaguar y el Puma a los hatos y, también, referencias de
caza de retaliación (ajuste de cuentas), por los ataques eventuales al ganado. En algunas de estas áreas, el
Jaguar ya es una especie rara por efecto de esta caza. El ganado ejerce un evidente rol atractor para el
Jaguar, a esto se asocia la reducción de sus presas por caza regular y situaciones de mal manejo ganadero
que favorecen el ataque de los grandes depredadores. El Jaguar es cazado regularmente en al menos ocho
de las áreas protegidas analizadas y sus zonas de influencia, en general, por concepto de retaliación. En
solo cuatro áreas protegidas, sus zonas de influencia y localidades vecinas, se ha identificado y verificado
eventos relacionados al delito de tráfico de partes del Jaguar. Muy pocas áreas tienen estudios específicos
sobre el Jaguar y una sola, estudios sistemáticos. En muy pocas áreas se han desarrollado acciones
sistemáticas de sensibilización y educación ambiental referidas al Jaguar.

Agropecuaria comunitaria. Las prácticas agropecuarias de menor escala, derivadas de actividades


de comunidades campesinas o indígenas, representan un riesgo menor, en tanto que no se tornen
en procesos intensivos del uso de la tierra o aumenten su escala. Una práctica ganadera que
ocasiona importante presión, se refiere al modelo silvopastoral de transhumancia estacional,

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desarrollado en el bosque tucumano boliviano y en las áreas protegidas de Tariquía, Iñao y El Palmar
de Chuquisaca), que ocasiona impactos a la estructura y regeneración natural de los bosques,
principalmente por el elevado número de animales que implica. En el caso de El Palmar, el
silvopastoralismo de vacunos puede estar ejerciendo impactos decisivos sobre la regeneración de
la palma endémica Janchicoco. Las áreas protegidas con ecosistemas de valles secos (ANMI Palmar,
PN Toro Toro, Reserva de Sama, Tariquía) tienen impactos localizados de la cría caprinos, que
ejercen presiones sobre la estructura, composición y capacidad de regeneración de la vegetación de
los bosques secos. La reserva de Sama de Tarija, tiene una importante cría de ovinos en su región
alta (Punas de Tajzara).

Otras formas de pastoralismo se dan en las regiones altoandinas con la cría de camélidos, donde
juegan un rol de gran importancia los humedales llamados bofedales y vegas. Estas prácticas
tradicionales han ocasionado en algunas zonas, eventos de deterioro de bofedales, debido al
abandono de las prácticas de cría comunal, y adopción de parcelamientos y alambrados individuales
en los campos de pastoreo (PN Sajama y Quetena Grande, en la Reserva Eduardo Abaroa),
aumentando la sobrecarga animal y el sobrepastoreo. En el PN Sajama existe, desde hace muchos
años, un conflicto entre la ganadería y la vida silvestre, por la depredación del Puma (Felis concolor)
y el Zorro (Pseudalopex culpeus), sobre llamas y alpacas. Similares situaciones se han dado entre
criadores de ganado y felinos grandes o el oso andino, en otras áreas protegidas, como Palmar de
Chuquisaca y Tariquía. Conflictos de esta naturaleza, especialmente con el jaguar -ganado, ocurren
en áreas de las tierras bajas y sus zonas de influencia: EBB, TIPNIS, San Matías, PN Noel Kempff.

El avance de la frontera agrícola en las áreas protegidas, a partir de las comunidades locales, en
principio, no generaría grandes impactos, por su reducido tamaño, y el de sus zonas y parcelas de
cultivo. Sin embargo, el estudio de Roberto Daza (2005), para un grupo de áreas en diversas
regiones, muestra que ha habido importantes avances de las fronteras agropecuarias. Por ejemplo,
en el caso del PNANMI Cotapata las expansiones de fronteras agropecuarias se han producido
especialmente en el valle del río Huarinilla y con mayor énfasis en la ladera orientada hacia el Sur
(ladera húmeda), y bajo el incentivo de aumentar los cultivos de coca. Esto tiene relación con
diversos factores e, incluso, en algunos casos, con la intención de demostrar la función económica
y social ante los procesos de saneamiento de tierras (caso Pilón Lajas). Las poblaciones locales
tienen, en mayor o menor grado, expectativas de ocupación de nuevas tierras dentro de las áreas
protegidas, ya sea a mediano o largo plazo, lo cual debería ser objeto de rigurosos estudios y
procesos de concertación. Por ejemplo, se conoce desde fines de los años 90, que pobladores de
Amarete o Kaata, en la parte alta del ANMI Apolobamba, tenían propuestas de nuevos
asentamientos y de ocupación productiva (cultivos de locoto, sandía, coca) en las zonas de los
Yungas de Carijana, algo que años después se fue dando de manera progresiva. Esto podría, incluso,
tener un viso de legitimidad si se analiza a la luz del control vertical de pisos y archipiélagos
ecológicos, sin embargo, puede implicar efectos negativos sobre ecosistemas de alta fragilidad,
especialmente si se producen ocupaciones masivas. Desafortunadamente, el tipo de estudio que
efectuó R. Daza el 2005, no ha vuelto a ser realizado posteriormente, por lo que se carece de
información actualizada.

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Es pertinente diferenciar los procesos de modificación de los ecosistemas provenientes de usos
locales, no intensificados (qiue incluyen sistemas productivos tradicionales indígenas), de aquellos
procesos intensivos a mayor escala y que, con frecuencia, operan “desde afuera hacia dentro”. Por
ejemplo, el avance de la colonización, desde las zonas de colonización en el pie de monte, hacia el
interior de los límites de la Reserva Pilón Lajas o del PN Carrasco, tienen mucho mayor costo
ecológico, que los desbosques para habilitar chacos (chacras) indígenas o campesinos en las
pequeñas comunidades interiores. El PN Carrasco es un área con numerosas ocupaciones
campesinas interiores, muchas de ellas desde varias décadas antes de la creación del área protegida.
El sector con mayor cantidad de comunidades se ubica hacia el centro sur (Alto río Iviruzu en región
de Yungas), con alrededor de 15 comunidades (Sehuencas, Arepucho, Guanay, Icuna, Anta Huagana,
Yana Mayo), y otras hacia el pie de monte (Palmar, Vandiola, 4 Hermanos). También, en la zona
central, hacia la cuenca alta del río Chimoré, existen cerca de 10 comunidades (Chusi, Gabetal, Teja
Huasi, Potrero, Rancho Río Blanco). El sector con menor ocupación humana está hacia el Este del
área (Alto Rio Sajta y Rio San Mateo), en colindancia con la zona mejor conservada del Amboró. En
el Pilón Lajas, los avances de nuevos asentamientos y desmontes, se han dado, tanto en la zona
sureste (Cascada-Quiquibey), como a lo largo del pie de monte, entre Yucumo y Rurrenabaque, sin
dejar de mencionar los intentos de ocupación masiva de la zona de Laguna Azul por colonos a inicios
del 2000 y que derivó en enfrentamientos con los indígenas.

Las áreas protegidas que han sufrido mayores embates, por el avance de la colonización son: el PN
Carrasco (Villa Tunari-Chimoré), PNANMI Amboró (Ichilo–Yapacaní-Buena Vista), TIPNIS (Isinuta-río
Ichoa) y la Reserva Pilón Lajas (Rio Colorado, Cascada-Yucumo-Rurrenabaque). Un caso especial de
situación crítica, constituye el TIPNIS, debido al riesgo de avance de la colonización por el Sudeste,
al influjo del megaproyecto vial San Ignacio de Moxos –Villa Tunari, que el gobierno actual viene
impulsando. La colonización y el cultivo de coca a gran escala en el TIPNIS, empezó a fines de los
años 70 y es responsable de un deterioro generalizado de casi 200.000 hectáreas de bosques frágiles
y de gran riqueza biológica (Polígono 7).

Ciertas áreas enfrentan la intensificación de los cultivos de coca. Estas prácticas han afectado desde
hace varios años al TIPNIS, al PN Carrasco (Vandiola, Línea roja); también se han producido
incrementos en el PNANMI Cotapata y ANMI Apolobamba (Camata, Carijana). En los últimos años,
se ha ocasionado un aumento de los cultivos ilícitos de coca en la zona de colonización entre Palos
Blancos y Yucumo, afectando la zona de influencia y bordes de la Reserva Pilón Lajas, así como en
el borde del Amboró (sector Ichilo).

Caza de vida silvestre y tala forestal. La caza tradicional de subsistencia, ejercida por poblaciones
locales en las áreas protegidas, está aceptada como parte de la subsistencia de las familias que
habitan las áreas. En general, los impactos son menores, aun cuando se desarrolla sin normas de
control comunitario. El ingreso de cazadores de las zonas externas, se interpreta como furtivismo y,
normalmente, es controlado por los cuerpos de protección e, incluso, por los propios pobladores
locales. En poblaciones de algunas zonas de influencia, existen mercados locales de carne silvestre,
por ejemplo, en la zona de Bajo Paragua, que bordea el Parque Nacional Noel Kempff Mercado,
existiendo acciones frecuentes de caza furtiva al interior de las áreas. Este tipo de actividades de

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caza comercial, puede generar mayor presión sobre la fauna y afectar las poblaciones de ciertas
especies. También existe caza vandálica o deportiva, que llega a impactar especies amenazadas,
como es el caso del jaguar asesinado en el río Tuichi (sector Caquiahuara) el año 2023. Las acciones
de caza furtiva son difícilmente controladas por los cuerpos de protección, debido a las fuertes
limitaciones operativas que enfrentan por la crónica desatención del SERNAP.

Se debe mencionar, el caso ya analizado en el capítulo de biodiversidad, sobre la caza furtiva


intensiva que se genera en la Reserva Manuripi, a partir del ingreso de miles de recolectores de
castaña en la época d la zafra o cosecha de este recurso amazónico. Las mayores afectaciones se
dan sobre especies de mayor biomasa, cuya carne es utilizada, existiendo amplias zonas de
vaciamiento de fauna mayor.

Marco Octavio Ribera Arismendi. La complejidad de la interpretación normativa en el Parque Nacional


Noel Kempff Mercado en relación a la vida silvestre. 2022.
En términos generales, la gestión del área protegida Parque Nacional Noel Kempff Mercado, se desarrolla,
como es el caso de todas las áreas protegidas, enfrentando desafíos crecientes, debido a las condiciones del
entorno (p.e. incendios, avance agropecuario a gran escala en el Brasil) o limitaciones internas, como ser
las reducciones presupuestarias y de personal o falencias en la capacidad logística. A pesar de estas
situaciones adversas, destaca la labor sacrificada y de alto compromiso de los gardaparques, que cuentan
con escaso apoyo del SERNAP y del gobierno central.
La situación en relación a la gestión del Parque Nacional y la vida silvestre, es por demás complicada.
Algunas personas de las comunidades Porvenir y Piso Firme (comunidades indígenas de la TCO Bajo
Paraguá, que es la zona de influencia), ingresan al Parque Nacional a cazar para fines de subsistencia, pues
estaría autorizado. En Porvenir existe la caza de subsistencia, pero con la connotación de que hay un
mercado local o interno de carne de monte y que no tiene regulación a nivel comunal.
Los reportes locales indican que, en la zona de la comunidad Porvenir (zona de influencia), en la actualidad,
hay menos fauna silvestre mayor y, por esa razón, hay gente que ingresa a cazar al Parque. En consulta con
el personal del área protegida, estos manifiestan que la caza de subsistencia para los pobladores locales
está permitida dentro del Parque, en una franja de 5 kilómetros, y que esto supuestamente está autorizado
a partir del Decreto Supremo de ampliación del Parque Nacional, del año 1996.
El Decreto Supremo Nº 24457, del 23 de diciembre de 1996, por el cual se amplía el Parque Nacional a sus
límites actuales, en su Artículo 6° menciona: Se reconoce y se garantiza el uso y aprovechamiento con
carácter de subsistencia de los recursos naturales renovables, por parte de los pueblos y comunidades de
Bella Vista, Piso Firme, Porvenir, Florida, Esperancita de la Frontera (Provincia Velasco) y Remanso
(Provincia Iténez), dentro de la zonificación prevista para este efecto en los nuevos límites del Parque
Nacional Noel Kempff Mercado, de acuerdo a la correspondiente reglamentación que provenga del Estudio
del Plan de Manejo del Parque;…
El Artículo 6 del mencionado Decreto, es bastante general y deja librada la otorgación de permiso de uso al
Plan de Manejo del área y su normativa específica (reglamentación). El decreto no menciona los 5 Km que
según la consulta habrían sido autorizados por dicha norma.
El Plan de manejo del área, del año 2015, determina una zona o franja excepcionalmente angosta de
aprovechamiento de recursos (que cartográficamente no superaría los 400 metros), pegada el curso del río
Bajo Paraguá y que permite actividades de caza y pesca de subsistencia por las comunidades locales y de
turismo. Mas al interior de dicha angosta franja ribereña del área protegida, está la zona de protección
estricta, que prohíbe cualquier tipo de uso extrativo. En este Plan, la mencionada Zona de aprovechamiento
de RRNN en el estrecho borde no hace referencia a ningún ancho en kilómetros (no menciona 5 km, como
tampoco el Decreto de ampliación).
Esta Zona, según el Plan, comprende el margen este del río Paraguá (espejo de agua y su lecho), desde su
confluencia con el río Iténez en el Norte, hasta 10 km río abajo, a partir de la comunidad Florida. El Plan de

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manejo establece como usos compatibles la pesca y cacería para consumo doméstico y tradicional, así como
el turismo de Naturaleza, pero únicamente en el río y la estrecha franja ribereña. Es posible que después de
la aprobación del Decreto de 1996, los primeros planes de manejo del área, hubiesen determinado una zona
o franja de 5 km, en el margen del río Bajo Paragua, y dicha disposición temporal (en lo que dura la vigencia
de un Plan de manejo) cambió posteriormente con el Plan del 2015, que no asume una franja de 5km
Existe una notable ambigüedad y dispersión en la interpretación del Decreto de ampliación del Parque, el
cual ciertamente reconoce y garantiza el uso de recursos (incluida la caza), pero supeditada a la definición
técnica y normativa del plan de Manejo. Por su parte el Plan de Manejo actual, establece únicamente el río
y una angosta estrecha franja ribereña, como Zona de aprovechamiento de recursos.
Teniendo en cuenta estos aspectos, se puede advertir el riesgo de estar incurriendo en una figura de
ilegalidad respecto a realizar y permitir la caza de subsistencia dentro del Parque, debido a una
interpretación errónea del Decreto de ampliación.
Al existir paralelamente una caza para el comercio local de carne silvestre, incluso dentro del área
protegida, esto implica, sensu estricto, una contradicción, no solo con el Plan de manejo, sino también, con
el Decreto de ampliación, que solo habla de subsistencia. Adicionalmente, en el supuesto que la caza
estuviese permitida en una franja de 5 km, cuando la gente del Porvenir ingresa al Parque, no existe certeza
de que realmente se respete la angosta franja del Plan de manejo, asumiéndose arbitrariamente los 5 km,
es decir, la gente fácilmente podría ingresar más allá de la franja prevista en la zonificación.
Algo que empeora la situación es que no se cuenta con un plan de monitoreo, ni control regular en la
angosta franja ribereña del río Bajo Paraguá que está dentro del Parque. Los Guardaparques no realizan
acciones regulares desde el río al interior del área por diversas limitaciones; por tanto, no se conoce el
estado de conservación de la fauna silvestre. En este sentido, se considera crucial que el Parque establezca
un plan de monitoreo y control (y promueva investigaciones) en la franja interna del área protegida, al
menos en los sectores más próximos a las comunidades. También podrían promoverse estudios sobre el
estado de conservación de fauna silvestre, especialmente de mayor biomasa (p.e. tesis) en las zonas
circundantes al Porvenir y de otras comunidades, considerando los diversos mosaicos de hábitats y sus
transiciones.
Se considera importante promover un análisis y debate técnico de interpretación, con apoyo legal
especializado, sobre los alcances del Decreto de ampliación del Parque, así como del Plan de Manejo, y su
relación con el permiso de caza de subsistencia en la Zona de Aprovechamiento de Recursos Naturales.

Desde hace muchos años, la tala forestal ha afectado a varias áreas protegidas; en los años 90, el
apetito por las maderas preciosas, como la mara y el cedro, ocasionaron constantes avasallamientos
madereros de motosierristas, en diversas áreas (Pilón Lajas, Amboró, PN Carrasco, TIPNIS, Madidi,
Tariquía, Manuripi). Si bien se ha reducido a la intensidad de estos procesos extractivos, no dejan
de ser una amenaza potencial constante. Pilón Lajas y Madidi enfrentaron, varios años después de
su creación legal, extractivismo forestal por empresas concesionarias, situaciones que
posteriormente fueron revertidas. Antes de su ampliación, la zona oeste actual del PN Noel Kempff,
también estuvo sujeta a intensa explotación forestal. La única área protegida que tiene concesiones
forestales activas (anteriores a la creación legal) es el ANMI San Matías, con una extracción
controlada no intensiva, dirigida a maderas duras y preciosas de la Chiquitanía.
Fuegos. Los fuegos en las áreas protegidas se generan mayormente por actividades agrícolas y
ganaderas, tienen directa relación con fuegos y quemas extendidas, aunque otras actividades, como
la caza y la extracción de miel, pueden inducir fuegos descontrolados, ya sea que los fuegos se
generen al interior de las áreas o se extiendan desde las zonas circundantes. En determinados años,
como 2004 y 2005, la recurrencia de fuegos extendidos alcanzó niveles record en el país, situación
que se replicó en forma crítica el 2010, el 2016 y 2019-2020. Las áreas con coberturas de

69
ecosistemas subhúmedos a secos, o con una marcada estacionalidad, son las más vulnerables a los
efectos de los fuegos de la época seca, vulnerabilidad que aumenta si existen sequías
anómalamente extendidas. Las áreas que han sido más impactas por fuegos a lo largo de los últimos
20 años en las zonas de montaña son: Aguaragüe, la Reserva Cordillera de Sama, el ANMI Palmar de
Chuquisaca, el PN Iñao, el PN Tunari. En las tierras bajas, especialmente en Santa Cruz, las áreas
protegidas de la Chiquitanía y el Chaco, regiones caracterizadas por su régimen climático seco, son
las que han sufrido los mayores impactos de los fuegos de la época seca: el ANMI San Matías y el
PN Otuquis, soportaron posiblemente los peores incendios históricos el 2016, 2019, 2020 y 2021. El
gran incendio de la Chiquitanía del año 2019 afecto severamente a varias áreas y otros espacios
naturales afines: Parque Nacional Otuquis, Área Natural de Manejo Integrado San Matías, Reserva
Tucabaca, Reserva Paquío, la recientemente reconocida Área de Protección Indígena Guaraní
Ñambiguasu, que fue severamente dañada por el fuego, no así el contiguo Parque Nacional Kaa Iya
que permaneció libre de fuegos. En la transición Amazonía-Chiquitanía, fue afectada solo la zona de
influencia del Parque Nacional Noel Kempff Mercado (Santa Cruz).

Presiones en zonas de influencia. También denominadas como zonas de amortiguación, son los
entornos o periferias de las áreas. Es muy notoria la poca atención que se ha dado a estos espacios
circundantes, en aspectos de conservación y protección de ecosistemas, procesos y especies, o de
control y regulación de las actividades productivas para reducir los impactos. En muchos casos, se
observan procesos avanzados de degradación de ecosistemas por el cambio de uso del suelo y
avance sistemas productivos de alto impacto. Esto es producto de la mala gestión del ordenamiento
territorial y uso del suelo, por parte de los gobiernos municipales. Es menester recordar que, la Ley
Marco de Autonomías y Descentralización (2009), establece las bases de la organización territorial
del Estado, así como, el marco para la participación y el control social de las entidades territoriales
autónomas. Entre los fines de los gobiernos autónomos se encuentra “preservar, conservar,
promover, y garantizar, en lo que corresponda, el medio ambiente y los ecosistemas, contribuyendo
a la ocupación racional del territorio y al aprovechamiento sostenible de los recursos naturales en su
jurisdicción”.

En la última década, se han producido diversas afectaciones en las periferias de las áreas. Por
ejemplo, en el caso del Amboró, existen presiones de nuevos asentamientos y desbosques, tanto
en la zona de infkuencia del norte o pie de monte) desde las zonas de colonización, como en la zona
de influencia de los Yungas de Mairana y Pampa Grande, (principalmente para cultivo de locoto).
Toda la zona sudeste del TIPNIS está rodeada por zonas de colonización del Chapare; similar
situación enfrenta el PN Carrasco en todo su frente norte. La zona de influencia del PN Madidi tiene
su zona de influencia norte (faja pedemontana) bajo fuerte presión de cambio de uso del suelo. El
Pilón Lajas, colinda con zonas de influencia devastadas por la colonización a lo largo de la zona
pedemontana entre Yucumo y Rurrenabaque, y una zona fragmentada en la zona subandina del
sureste (Cascada-Quiquibey). La EBB tienen una zona de influencia totalmente fragmentada por el
avance agropecuario hacia su límite sur y su conexión natural con el Bosque Chimanes, los bosques
del río Maniqui, han sido devastados hace muchos años; el Kaa Iya en el Chaco, está rodeado en el
Norte y Noroeste por una extensa zona de influencia, devastada por campos agroindustriales y

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ganaderos, en tanto que San Matías tiene similar colindancia en el Sur por influencia del corredor
bioceánico. También, algunas áreas en frontera, colindan con zonas altamente degradas de países
vecinos.

La degradación de las zonas de influencia, ha afectado la condición de varias áreas de conexión que
funcionaban como corredores ecológicos, por ejemplo, en el caso de San Matías, en el Norte, y Kaa
Iya – Otuquis en el Sur, la conexión boscosa intermedia se ha visto interrumpida por el corredor
bioceánico y el intenso cambio de uso del suelo asociado, así como, por el avance de grandes
campos agroindustriales y ganaderos en el valle del río Tucabaca.

Vulneración de derechos

En los últimos 16 años se han generado numerosas vulneraciones de derechos humanos,


ambientales y territoriales a las poblaciones vivientes en las áreas y sus zonas de influencia, como a
los guardaparques que asumen el rol de defensores ambientales; y se ha identificado la vulneración
de los siguientes derechos contemplados en el Acuerdo de Escazú y en la legislación nacional:

El derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente
sano y al desarrollo sostenible, principalmente, a partir de los siguientes tipos de vulneraciones:
 No promover y ejecutar acciones para hacer cumplir con los objetivos del control de la calidad
ambiental
 No otorgar la categoría de EIA correspondiente
 Incumplir las normativas internacionales ratificadas por el país
 No regular o controlar la producción, introducción y comercialización de productos farmacéuticos,
agrotóxicos y otras sustancias peligrosas
 No proteger y conservar las aguas en todos sus estados
 No realizar el manejo y uso de los bosques de manera sostenible
 No velar por la protección, conservación y restauración de la fauna y flora silvestre
 No administrar las AP según sus categorías, zonificación y reglamentación en base a planes de
manejo
 Producir alteraciones nocivas de las condiciones hidrológicas, edafológicas, geomorfológicas y
climáticas
 Alterar el patrimonio cultural, el paisaje y los bienes colectivos o individuales, protegidos por Ley
 Talar bosques sin autorización

Nota.- Muchas de estas vulneraciones son promovidas o permitidas por el propio SERNAP y al DGBAP del
MMAyA.

El derecho de las defensoras y los defensores ambientales, mayormente guardaparques, pero


también poblaciones indígenas que habitan dentro de las áreas protegidas, que han sufrido
vulneraciones relacionadas a:
 Falta de garantías constitucionales y a los derechos humanos
 Hacer firmar documentos con engaños
 Criminalización
 Desacreditación
 Obstaculización en la realización de sus actividades
 Discriminación a la participación de mujeres
 Destitución injustificada

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 Remuneración diferenciada
 No contratación
 Restricción de beneficios sociales
 Aplicación diferenciada de reglamentos internos
 Cambios de destino sin remuneración adecuada
 Obligación a realizar labores ajenas a los de la contratación
 Acoso laboral
 Obstrucción indebida del funcionamiento de una asociación
 Suplantación o división de una organización
 Represión de una protesta
 Impedimento de una protesta
 Criminalización o judicialización de una protesta
 Detenidos
 Heridos

Así mismo, el incumplimiento al derecho a la participación pública en los procesos de toma de


decisiones ambientales, ha provocado las siguientes vulneraciones:
 Incumplimiento a la entrega al público, de manera oportuna y comprensible, de la información
necesaria
 Falta de difusión sobre la fecha de consulta pública
 Negar al público la oportunidad de presentar observaciones por medios apropiados y disponibles
 No tomar debidamente en cuenta el resultado del proceso de participación
 No difundir la decisión de las consultas y sus antecedentes de manera oportuna y accesible al
público
 No difundir por los medios apropiados las decisiones que resulten de las EIA y de otros procesos de
toma de decisiones ambientales
 No incluir el procedimiento previsto que permita al público ejercer las acciones administrativas y
judiciales pertinentes
 No adecuar la participación pública a las características sociales, económicas, culturales,
geográficas y de género del público
 Restricción de acceso a la participación abierta e inclusiva
 Condicionamientos previos
 Hacer valer las reuniones informativas como consultas
 Consulta a comunidades ajenas
 Consulta solo a partes afines al gobierno
 No realización de la consulta
 Creación de organizaciones paralelas
 Indebida utilización de las firmas de los involucrados
 Cooptación de dirigentes
 Amenazas a las comunidades
 Obstaculización de reuniones temporales de carácter pacífico

El derecho de acceso a la información ambiental, también ha sido vulnerado a partir de:


 No difundir periódicamente información de carácter ambiental a la población en general
 Entrega de información parcial sin justificación legal
 Entrega de información en contenido y/o formato no accesible para quien la demanda
 Solicitud de explicar interés especial o justificar las razones por las cuales se solicita la información
 Incumplimiento de plazos establecidos para recibir la información
 Desinformación respecto a la instancia pública que tiene la información solicitada
 Desinformación sobre la situación e impactos del tema solicitado
 Negación de recibir asistencia para formular peticiones y obtener respuesta

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 Inexistencia de órganos o instituciones imparciales y con autonomía e independencia de apelación
 Inexistencia o falta de actualización del sistema público de información
 Manipulación de opinión en las redes sociales

De igual forma, el derecho de acceso a la justicia en asuntos ambientales, es vulnerado por:


 No denunciar los delitos ambientales por parte de la AAC a la Fiscalía de Distrito
 No determinar indemnización y resarcimiento en beneficio de las personas afectadas
 Impedimento de acceso a la justicia ambiental mediante instancias judiciales y administrativas
 Restricción en presentación de denuncias y recursos
 Detención arbitraria
 Presión - chantaje – extorsión
 Violencia Política

Nota.- Las áreas protegidas donde se reportaron más casos de vulneraciones por ingresos de obras,
megaproyectos, procesos extractivistas petroleros y mineros, fueron: TIPNIS, ANMI Apolobamba,
PNANMI Madidi, Reserva TCO Pilón Lajas, PN Carrasco, Reserva Tariquía, ANMI San Matías, PNANMI
Otuquis, PNANMI Iñao.

Inducción

Para entender la situación del SNAP, es importante considerar la gestión ambiental integral del país,
cuyo relegamiento y debilidad crónica han significado una total subordinación al enfoque del
modelo de desarrollo economicista basado en el extractivismo. Al interior de esta lógica, la
conservación de la biodiversidad y de las áreas protegidas, en particular, pierden sentido, al punto
de ser vistas, como un obstáculo a las políticas de crecimiento. Posiblemente en ningún otro frente
de la gestión ambiental se ve tanta confrontación como entre las áreas y las visiones radicales de
desarrollo. Estos aspectos se reflejaban inevitablemente en una baja prioridad a la hora de brindar
apoyo o en la asignación de presupuestos que son notoriamente insuficientes, fomentando de esta
forma una institucionalidad débil y sin capacidades, que difícilmente puede realizar procesos
adecuados de fiscalización y seguimiento a la aplicación de los diversos instrumentos de regulación,
protección de la vida silvestre y desarrollo integral de la gestión de las áreas. En este sentido, la
debilidad de la gestión del SNAP tiene relación directa con la insuficiencia y falencias de la gestión
ambiental en general.

En marzo del 2021, se firmó un convenio del todo inaudito entre la AJAM y el SERNAP, como una
preparación del escenario de avasallamiento de las cooperativas y empresas auríferas al Parque
Nacional Madidi y a otras áreas protegidas. Esto generó una respuesta masiva e intensa de múltiples
organizaciones de la sociedad civil, académicas y representaciones de los pueblos indígenas. El
convenio no se anuló, sigue vigente y generando el riesgo de seguir abriendo la minería en las áreas
protegidas. A esto se sumó, el año 2022, el acuerdo entre el gobierno y las Federaciones de
Cooperativistas, que incluyó la revisión de los planes de manejo de tres áreas protegidas por parte
del MMAyA: el PN Madidi; el ANMI Apolobamba y el PN Cotapata, con el evidente fin de ampliar las
zonas para la extracción de oro dentro de estas.

Dos elementos han incrementado el riesgo de las áreas protegidas frente al extractivismo, el Plan
de YPFB 2011-2020, que vulnera el derecho a la consulta de los pueblos indígenas y manipula el

73
ingreso de operaciones petroleras a las áreas, y el Decreto Supremo 2366, aprobado el año 2015,
que autoriza el desarrollo de actividades hidrocarburíferas en áreas protegidas del país,
argumentando el supuesto cumplimiento de medidas ambientales y estableciendo el 1% del monto
de la inversión, para “fortalecer el sitio intervenido en las áreas protegidas”.

El Plan de exploración de YPFB 2011-2020, presentado por YPFB Corporación el año 2010, implicaba
altos riesgos de vulneración de áreas protegidas y avasallamiento de los espacios tradicionales
indígenas, al impulsar la superposición de los bloques petroleros con dichos territorios de alta
sensibilidad ecológica. Al momento de ser presentado dicho plan, las restricciones de las áreas
protegidas se consideraban, por YPFB, como de fuerza mayor o con restricciones, condición que el
ente petrolero consideraba posible de ser levantado, si se justificaba la operación petrolera. Entre
las áreas con problemas de fuerza mayor por causa ambiental figuraban el Madidi (bloques Río
Hondo y Tuichi) y el Amboró (zona Espejos). Además, el Plan hace referencia a la imposibilidad de
emprender operaciones en el sector del Aguaragüe, que está bajo la categoría de Parque Nacional,
pero plantea la posibilidad de lograr exploraciones en las zonas bajo la categoría de Área de Manejo
Integrado (ANMI) y donde existen importantes porcentajes de cobertura de las áreas petroleras de
exploración: Aguaragüe Centro, Aguaragüe Sur A y Aguaragüe Sur B. El Plan mencionaba, además,
considera la superposición parcial del Bloque Azero (GAZPROM), con el área protegida Iñao, y el
“Convenio de Estudio Madre de Dios”, superpuesta a la Reserva de Vida Silvestre Manuripi en
Pando, bloques petroleros que, pocos años después, fueron activados y generaron presiones
ambientales severas a la TCO Tacana II, sobre el espacio de un pueblo indígena en aislamiento
voluntario y en la zona de influencia de la región norte del PN Madidi.

El Decreto 1203, del año 2012, incrementa las zonas de operaciones en favor de YPFB; se inician las
acciones del gobierno del MAS, para impulsar la exploración petrolera en las áreas protegidas
Tariquía y Aguaragüe. El año 2016, la Cámara de Diputados aprueba tres proyectos de ley para la
exploración y explotación de hidrocarburos en las áreas de San Telmo Norte, Astillero e Iñiguazú, en
plena superposición al área protegida Tariquía.

Un elemento muy crítico es la manipulación y modificación arbitraria de las zonificaciones de


manejo de las áreas protegidas por parte del gobierno (YPFB), con total anuencia del SERNAP,
situación que se dio los años 2017 y 2019. Esto ha significado, en general, reducir o eliminar las
zonas de protección estricta o núcleo, para dar luz verde a operaciones extractivas. Dos casos de
alta preocupación son: la vulneración de las zonas de manejo en Tariquía, para facilitar el ingreso
de las empresas petroleras y, en el PN Carrasco, para proceder a la construcción de la represa
hidroeléctrica Iviruzu (CEDIB-La Libre, 2021).

El gobierno actual, a partir de ENDE, continuó impulsando los megaproyectos de represas


hidroeléctricas Bala-Chepete y Rositas, generando amenazas sobre áreas protegidas (Madidi, Pilón
Lajas, Iñao, Palmar de Chuquisaca), vulnerando los derechos indígenas, el derecho a la consulta, la
propia Constitución, así como las normas ambientales vigentes. También se abrió nuevamente, la
posible construcción de la represa Cambarí, amenazando la Reserva Tariquía.

74
Omisión

Desde hace 15 años, la gestión de áreas protegidas atraviesa por un notable debilitamiento. Es
especialmente manifiesto, el poco apoyo del SERNAP a los guardaparques en aspectos logísticos y
presupuestarios. Es llamativa la disminución del número de guardaparques, razón por la cual
muchos campamentos que en años anteriores estaban en funcionamiento, están abandonados o
solo tienen presencia eventual del personal del área. Todo esto hace que las operaciones de control
se dificulten por las grandes distancias, considerando las superficies y extensos perímetros de la
mayoría de las áreas.

El abandono de las áreas protegidas se observa principalmente en el reducido e insuficiente


presupuesto del Tesoro General del Estado, y su operatividad, en gran parte, depende de fondos y
dadivas internacionales. Esto ha repercutido en la reducción paulatina del número de
Guardaparques y, considerando las grandes superficies bajo manejo, los bajos salarios de este
sacrificado personal, la reducida capacidad logística y el debilitamiento de los procesos de
capacitación, también en la efectividad de las acciones de control y manejo.

El marco normativo del país en aspectos ambientales adolece de grandes vacíos y obsolencias, el
reglamento que rige el SNAP es un claro indicativo. El marco normativo directo del SNAP, basado
únicamente en la Ley 1333 y el Reglamento General de las Áreas Protegidas, es notoriamente
insuficiente, está muy desactualizado y carece de fortalezas necesarias para rebatir las acciones de
los sectores preeminentes del desarrollo económico, como minería o hidrocarburos. La ausencia de
una Ley específica de Áreas Protegidas o de una Ley marco de Biodiversidad, ha significado una seria
desventaja normativa, a lo cual se adiciona la debilidad crónica de la Autoridad Ambiental
Competente del Estado y del propio SERNAP. Si bien, por primera vez, una Constitución Política del
Estado resalta la importancia de las áreas protegidas, no le confiere ventajas sobre otros sectores
preeminentes de la economía actual y, en general, tanto el gobierno, sus oficinas y las empresas, a
lo largo de muchos años, vulneran sistemáticamente la Constitución.

A pesar de que existen notorios vacíos de representatividad ecológica en el territorio nacional y la


necesidad de proteger zonas ecológicamente frágiles y de alta riqueza natural, que están
amenazadas, no se crearon nuevas áreas de relevancia nacional en los últimos 15 años.

ESTADO

El estado de conservación de la biodiversidad en las áreas protegidas, así como el estado de su


gestión, también es un indicador de primer nivel para determinar el estado ambiental de un país o
territorio. En el caso de Bolivia, desde hace 15 años, las áreas protegidas y el sistema que las
gestiona, pasan por su peor etapa histórica, habiendo experimentado un abrumador retroceso
respecto de años anteriores.

Seis áreas protegidas tienen condición de tendencia muy crítica, pues enfrentan al menos cuatro
amenazas que pueden vulnerar sus objetivos de creación y conservación (TIPNIS, Madidi,
Apolobamba, Carrasco, San Matías, Pilón Lajas); ocho áreas tienen una condición crítica (Otuquis,

75
Kaa Iya, Tariquía, EBB, Palmar de Chuquisaca, Manuripi, Aguaragüe, Amboró); ocho son de condición
medianamente crítica (Cotapata, Toro Toro, REA, Sajama, Iñao, Noel Kempff Mercado, Tunari,
Cordillera de Sama). En términos generales, existe suficiente información para afirmar que, en al
menos 15 áreas, el nivel de riesgo de los ecosistemas, (especialmente en sus periferias), es alto y
tiende a empeorar. Se puede prever que, de no empezar a revertir dichas situaciones, en el curso
de los próximos diez años, importantes superficies no justificarían su inclusión en un área protegida.

El conjunto de las áreas protegidas del SNAP, presentan las siguientes características relevantes:

 Alta riqueza de biodiversidad, hasta megabiodiversidad.


 Presencia de valores ecológicos (especies-paisajes-ecosistemas) de especial a extraordinaria
importancia o singularidad, como ser, únicos, endémicos, amenazados, icónicos.
 Elevada riqueza de recursos y medios de vida para las poblaciones locales interiores de las áreas
y de las zonas de influencia.
 Ecosistemas de elevada fragilidad y sensibilidad ecológica, muy susceptibles de ser alterados
por impactos incluso de baja intensidad.
 Escasa o nula vocación agropecuaria en función a limitantes de tipo de suelo, topografía o
régimen climático.
 Oferta de importantes funciones ecosistémicas, que son de especial importancia en los
escenarios de elevada incertidumbre y riesgo climático
 Presencia de pueblos indígenas con evidencia de ocupación ancestral y poseedores de riqueza
cultural única y de carácter patrimonial.

Si al conjunto de áreas de relevancia nacional se suma el más de un centenar de áreas protegidas


subnacionales (departamentales y municipales), los niveles representativos de riqueza patrimonial
ecológico y cultural del país, se pueden triplicar.

En la actualidad, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, como hace algo más 15 años, continúa
teniendo una posición marginal en la dinámica territorial y administrativa del país.

La creciente precariedad se hizo mucho más patente a partir del año 2007, e incluso recrudeció aún
más en los últimos cinco años; el significado de este colapso de gestión, significó la reducción de las
acciones del control y su efectividad, lo cual es una mala noticia para los objetivos de conservación
del patrimonio natural. Se ha denunciado sistemáticamente el abandono marcado a los cuerpos de
protección, los Guardaparques constituyen al momento el único baluarte que aún asegura la
protección y funcionamiento de las áreas, con antecedentes de alto compromiso y sacrificada labor.

La debilidad de la gestión de áreas protegidas tiene por tanto raíz en la debilidad de la gestión
ambiental en general. Por otra parte, el SNAP carece de una inserción y articulación efectiva con las
políticas públicas y procesos claves, como el ordenamiento o planificación territorial y del uso del
suelo. Si sumamos el débil marco normativo y la preeminencia de las políticas de desarrollo y
extractivismo, esto ha dado lugar a la vulneración de las áreas, por ingreso de diversas operaciones
extractivistas y megaproyectos.

76
RESPUESTA

A pesar del reducido interés que los poderes del Estado han demostrado en los últimos años en el
tema de las áreas protegidas, la sociedad en general en el país, ha ido manifestando un mayor
reconocimiento de su importancia y valor (Pacheco et al. 2023). Problemas como el del camino por
el TIPNIS, la explotación de oro en el Madidi, las Megarepresas en el río Beni, o las operaciones
petroleras en Tariquía, han llegado a despertar apoyo social y un mayor nivel de conciencia en la
población.

En julio del 2022, senadoras del poder legislativo y un nutrido grupo de ciudadanos presentó al
Tribunal Constitucional una Acción Popular en favor del Madidi y en contra del accionar de la AJAM
y las invasiones de la minería. Dicha Acción fue aceptada, sin embargo, las audiencias respectivas
para la toma de medidas cautelares en favor del área, fueron entorpecidas y casi paralizadas por
actuaciones agresivas de grupos de mineros y el apoyo de personas de la bancada del MAS.
Finalmente salió una resolución general en la que el gobierno se comprometía solamente a dar
tratamiento al tema de la contaminación por el uso masivo de mercurio, es decir, utilizando una
frase coloquial, la resolución “se salió por la tangente”. Si bien esta era una de los argumentos en
contra del accionar de las cooperativas, no constituía la raíz del problema, puesto que aun cuando
se redujera el uso del mercurio a límites “permisibles”, las operaciones de más de un centenar de
operaciones con maquinaria pesada, de igual forma, ocasionarían una devastación sin precedentes
en la zona núcleo del área protegida más biodiversa del país. La Acción Popular, prácticamente
quedo en nada.

En octubre del 2022 en una asamblea de la CPILAP (Central de Pueblos Indígenas de La Paz) se
suscribió un acta, con presencia del Viceministerio de Medio Ambiente y el SERNAP, por la que se
anuló el acuerdo entre el gobierno y las cooperativas mineras, que autorizaba el ingreso de la
minería del oro a las áreas protegidas del Norte de La Paz (Brújula Digital, 2022). Al margen del
acuerdo de anulación, las organizaciones mineras, caracterizadas por su alto poder económico,
continuaron presionando al gobierno para viabilizar su ingreso y, el nuevo acuerdo logrado por los
indígenas, quedo prácticamente en la nada, por la absoluta inacción y falta de voluntad política del
gobierno.

En mayo del año 2022, el juez agroambiental Dr. Edwin Díaz (El Deber 05,2023), emitió una
resolución judicial determinando que las Fuerzas Armadas apoyen en tareas de protección del PN
Madidi y su cuerpo de Guardaparques, en base a una demanda judicial presentada en contra de la
empresa minera Virgen del Rosario que ingresó con maquinaria pesada en la región alta del área.
La determinación judicial disponía que la AJAM rechace todo trámite de ingreso al Madidi. El juez
también determinó que se oficie y comunique la resolución a las instituciones correspondientes. La
medida quedó en suspenso por dilaciones en las acciones de comunicación y coordinación. En julio
de 2023, una nota del Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Gral. Hugo Arandia López,
instruía el despliegue de un contingente militar al área protegida Madidi. En otra nota, el
Comandante General del Ejército, Gral. Juan José Zuñiga, disponía la movilización temporal de la
División mecanizada Murillo RI-30, con el fin de brindar seguridad al área protegida Madidi y al

77
cuerpo de guardaparques. El 29 de agosto de 2023, la plataforma activista Voz de la Naturaleza
(ANF. 29 agosto 2023), denunció que la movilización del ejército a la zona alta del PN Madidi fue
muy corta y no se realizaron acciones efectivas de control de las explotaciones mineras ilegales, la
denuncia expresa que el ejército llegó a un acuerdo con los explotadores, en sentido de no realizar
las respectivas acciones de control inicialmente previstas. Voz de la Naturaleza, menciona que el
despliegue militar fue solo un formalismo para cumplir con la medida judicial y que la explotación
de oro a gran escala continúa en dicha zona del Madidi.

En julio de 2023, indígenas de la comunidad San José de Uchupiamonas llegaron al puesto de control
Sadiri en el camino Tumupasa-San José de Uchupiamonas, y dieron apoyo a los guardaparques de
dicho puesto para frenar exitosamente el ingreso de mineros que transportaban una "caranchera"
o bomba de succión, y buscaban ingresar al corazón del Parque Madidi, con el objetivo de explotar
oro. También, en julio de 2023, el Concejo Municipal de Rurrenabaque, en reunión
Interinstitucional, determinó a una cooperativa minera para que demuestre legalidad ya que no hay
documentación que la respalde en dicho Municipio. Las autoridades argumentaron, que, debido a
la vocación turística del municipio, no se permitirá ningún tipo de actividad minera en su
jurisdicción. En agosto del 2023, comunarios indígenas de la región del río Beni, desalojaron a un
grupo de mineros que realizaban explotación del oro con 14 balsas, en la zona de Puerto Yumani,
municipio de Rurrenabaque (El Deber, agosto 2023). En estas circunstancias, se observa que se están
realizando acciones de resistencia y control en contra de la explotación del oro, tanto desde los
gobiernos municipales, como desde las propias comunidades locales.

Las reacciones de protesta, denuncia e incidencia de diversas organizaciones de la sociedad civil, así
como representaciones de pueblos indígenas y campesinos (CONTIOCAP), e instancias académicas
se hicieron visibles en las redes sociales y medios de comunicación en los casos de las invasiones de
cooperativas mineras al Madidi, el ingreso de las operaciones petroleras a Tariquía, los nuevos
anuncios del gobierno de construir el camino por el TIPNIS.

Un elemento favorable, mencionado comúnmente, es la Constitución Política del Estado, pues hace
mención específica a las áreas protegidas, como bien público, y resalta su importancia en el
desarrollo del país. También figura en las leyes referidas a la Madre Tierra. La constante vulneración
de la Constitución ha sido una tónica recurrente desde el año 2010.

En los últimos 10 años, las representaciones indígenas del río Beni: Mancomunidad de Comunidades
indígenas del Río Beni, representaciones de TCOs, la organización de resistencia a nivel nacional
CONTIOCAP, incluso la CIPLAP, generaron una férrea resistencia y denuncia en torno a los planes
del gobierno de las megarepresas, Bala – Chepete y Rositas, incluyendo defensas en eventos
internacionales (Foro indígena de las Naciones Unidas). A eso se sumaron pronunciamientos de
instancias académicas, así como estudios, que demostraron la poca viabilidad de los proyectos en
términos ecológicos y económicos, así como, la elevada relación costo/beneficio (Espinoza y Molina,
2016; Ribera, 2013).

Ha sido demostrado qué, en las áreas protegidas del país, se pueden desarrollar, de forma efectiva,
emprendimientos y operaciones de ecoturismo altamente positivos, que aportan importantes

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ingresos económicos a las comunidades, los municipios y aportan a la sostenibilidad de las áreas,
reportando beneficios a la conservación de la biodiversidad. Las iniciativas de las comunidades
indígenas del Madidi han sido de enorme relevancia para establecer y desarrollar, con apoyo de
organizaciones internacionales, más de cinco emprendimientos de ecoturismo comunitario
exitosos, que aumentaron el interés internacional de visitas al área protegida, pero ahora están en
grave riesgo de colapsar por la intromisión de la minería.

En la región de Madidi y Pilón Lajas se han desarrollado algunas iniciativas de producción


agroecológica relacionada con Cacao Nativo (Lecos, Tacanas) y cafés ecológicos (Apolo, Pilón Lajas)

Tendencia

A emporar críticamente en la medida que persista el mal manejo del SERNAP y continúen las
presiones del extractivismo y megaproyectos al interior de las áreas.

Recomendaciones específicas

 Exigir al MMAyA y SERNAP, la actualización con alta precisión técnica y académica, del
Reglamento General de Áreas Protegidas (DS. 24781), o como alternativa, el impulso de una
Ley de Áreas Protegidas.
 Solicitar a la Contraloría del Estado, una auditoría técnica y administrativa del SERNAP, que
implique un proceso serio de intervención y una profunda re estructuración institucional.
 Exigir la anulación del acuerdo o convenio entre el SERNAP y la AJAM, por ser totalmente lesivo
a los objetivos de conservación de las áreas protegidas.
 Observar y denunciar los acuerdos entre el gobierno y las cooperativas auríferas, para facilitar
el ingreso de la explotación de oro a las áreas protegidas.
 Continuar la resistencia y repudio en contra de los planes del gobierno y gobernaciones de Beni
y Cochabamba, de seguir impulsando la carretera que cruza el TIPNIS.
 Fortalecer de manera efectiva las capacidades operativas en las áreas protegidas, incluyendo
el logro de Direcciones de área con capacidades probadas y compromiso, planes de manejo
estratégicos y de alta aplicabilidad real, motivación y mayor capacitación de los guardaparques,
logística y equipamiento suficiente, procesos serios y sostenidos de monitoreo.
 Exigir al gobierno, el fortalecimiento del marco presupuestario del SNAP, a través de aportes
del PGE y otros aportes del Estado, a fin de mejorar el apoyo logístico y el manejo de las áreas
protegidas.
 Exigir la mejora y formalización del tema contractual y salarial de los guardaparques y Jefes de
protección.
 Demandar que las gestiones municipales contemplen acciones efectivas de regulación del uso
de la tierra y la biodiversidad en las zonas de influencia de las áreas protegidas.

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80
7. AVANCE DE LA FRONTERA AGROPECUARIA

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Preámbulo

La agropecuaria es una actividad regular de la humanidad, base de la seguridad alimentaria y


bienestar de los pueblos; en el seno de los predios agropecuarios ancestrales dio origen a la
agrobiodiversidad. En todas las regiones, las zonas agropecuarias abren fronteras de cambio de uso
del suelo y alteran en diversos grados las matrices de los ecosistemas boscosos, esto se da en
sistemas productivos tradicionales indígenas y campesinos, o en procesos agrarios intensivos de
mayor escala. De cualquier forma, existe un evidente conflicto entre el desarrollo agropecuario y la
conservación de la biodiversidad, y la reducción de esta contradicción depende mucho de la
intensidad, magnitud y velocidad del cambio del suelo. Zonas con una matriz extensa de bosques
primarios y reducida fragmentación, aseguran la conservación de la Naturaleza, e incluso pueden
incrementar los valores de riqueza de biodiversidad y mantener un buen estado ambiental. A
medida que los procesos agropecuarios se intensifican y el cambio del uso del suelo se hace más
veloz en una región, ocupando grandes y crecientes superficies del ecosistema natural, son mayores
las pérdidas de biodiversidad y la calidad del estado ambiental se reduce, por ejemplo, se
incrementa el uso de agrotóxicos y se sobrepasan los límites de la capacidad de carga y
renovabilidad de los ecosistemas. En este capítulo, el análisis se enfoca con mayor énfasis en estas
situaciones a gran escala, que deprimen el estado ambiental, amenazan las áreas protegidas, los
derechos indígenas y, con frecuencia, se sitúan por encima de las normas de control y regulación.

En este diagnóstico, el concepto de cambio de uso del suelo se refiere a los procesos de reemplazo
de los ecosistemas naturales (p.e. bosques, praderas o humedales) por coberturas productivas
diferentes; implica la transformación de bosques o praderas a tierras agrícolas o de bosques a
praderas secundarias (ganadería de reemplazo), por lo general, contraviniendo la vocación o aptitud
de un tipo de tierras y ocasionando serios efectos de degradación de los ecosistemas. El concepto
de fragmentación, se refiere a procesos de degradación de ecosistemas boscosos, con deterioro de
la matriz natural del bosque primario y su progresivo reemplazo o sustitución por espacios
modificados de cultivos, pastizales sembrados o barbechos.

El avance de la frontera agroindustrial se realiza de forma devastadora, en inmensas superficies que


se deforestan vía desmontes mecanizados, a partir de procesos donde predominan intereses
empresariales, como es el caso de la zona de expansión de la soya, la ganadería de reemplazo o,
también, las colonias menonitas, en el Noreste de Santa Cruz. La frontera agropecuaria en las zonas
de colonización es más lenta y avanza mayormente a través de una progresiva fragmentación de las
masas boscosas.

Los procesos de uso agropecuario se rigen, teóricamente, por los Planes de Uso del Suelo (en
aquellos departamentos que tienen este instrumento), por disposiciones de la Ley INRA y diversos
decretos, leyes y normas técnicas emitidas en los últimos 20 años.

83
PRESIÓN

Avance agroindustrial y ganadero. Las actividades agroindustriales, especialmente relacionadas


con el cultivo de soya, sorgo, girasol y caña, significan importantes riesgos en las zonas con suelos
no aptos para el desarrollo de iniciativas de cambio de uso del suelo a gran escala, en Santa Cruz y
otras regiones (Vos, 2015). Después de la avalancha soyera en los mejores suelos del departamento,
por la iniciativa Tierras Bajas del Este y Zona del Norte Integrado, la agroindustria, incluida las
enormes colonias menonitas, tomaron rumbo hacia las regiones más al este de Pailón y Laguna
Concepción, con suelos mucho menos aptos que los dejados atrás. En los tres últimos años, las
proyecciones agroindustriales se están proyectando a regiones con suelos aún menos aptos, como
el Beni, el Norte de La Paz, y Pando.

Sin duda, las zonas del país con mayor avance de las fronteras agroindustriales y ganadera, se
concentran en el departamento de Santa Cruz, especialmente en la Chiquitanía y su transición al
Chaco, y son fuertemente estimuladas por el corredor bioceánico (San José-Puerto Quijarro).
También, hacia el Norte, en gran parte de la región boscosa de Guarayos (en especial las zonas
cercanas a la carretera Santa Cruz-Trinidad), incluida la Reserva Forestal Guarayos, fueron arrasadas
por la colonización intercultural, menonitas y ganaderos. Otra zona de Santa Cruz amenazada por el
avance agroindustrial y ganadero es el Chaco al Oeste del río Parapetí (región Isoso). Esta
problemática, es analizada de forma complementaria en el tema referido a bosques y deforestación.

Un estudio de Trase supply chain, sobre las cadenas de valor de soya boliviana y su deforestación
asociada, concluye que, entre 2020 y 2021, la soya dio lugar a una deforestación de 182.700
hectáreas, siendo responsable del 18% de la deforestación anual y el primer cultivo que causa la
pérdida de bosques en Bolivia y (Czaplicki, 2023). El estudio revela que la soya boliviana, por cada
1.000 toneladas producidas, ocasiona 31,8 hectáreas de deforestación, varias veces más que
Paraguay, Brasil y Argentina. Esto significa que, la Chiquitanía es la región ecológica más afectada
por deforestación de soya en el mundo. Estos datos contrastan con las aseveraciones del sector
soyero y, en especial, de la ANAPO, que afirman no generar deforestación, además, los cientos de
permisos de desmontes demandados por los soyeros cada año, contradicen los argumentos de las
corporaciones (Czaplicki, 2023). Otro aspecto preocupante, es la elevada pérdida de fertilidad de los
suelos chiquitanos bajo cultivo intensivo de soya, debido, principalmente, a las malas prácticas
agrícolas. Además, las altísimas ganancias del negocio soyero justificarían su expansión, pese a sus
tan bajos rendimientos productivos y la tan alta degradación de los suelos que produce. Otros
aspectos notorios son, la facilidad con la que dicho sector consigue préstamos en condiciones muy
favorables, así como la concentración en unas pocas grandes empresas productoras (que acaparan
grandes superficies de tierras) y de muchas medianas y pequeñas (de menor superficie), que
producen suministros a unas 7 grandes exportadoras, como GRAVETAL y CARGILL, que son las que
decantan los mayores beneficios económicos de este negocio que está destruyendo la Chiquitanía.

A mediados de los años 80, se inicia el proceso de asentamientos de colonos en el valle de Tucabaca,
en el Sudeste de Santa Cruz, en la zona de influencia de la Reserva de Tucabaca (área protegida
municipal), y se forman las comunidades Jordán, Salvador y Aguas Negras. A partir del año 2007, los

84
intentos de colonización por interculturales de tierras altas, generaron fuertes conflictos con las
fuerzas sociales y comunidades indígenas del municipio de Roboré. También, el año 2007, comienza
el ingreso, con autorización del INRA, de asentamientos agroindustriales y ganaderos; el año 2015,
se realizan desbosques para ganadería y agroindustria, que aumentan el 2021, con el ingreso de
grandes colonias menonitas. Como resultado, se ha iniciado una deforestación que amenaza con
extenderse a lo largo de todo el valle y pone en riesgo la zona norte de la Reserva Tucabaca.

Otros avances de la frontera agropecuaria. El año 2021, poco después de la declaración oficial de
creación del área protegida Bajo Paraguá, por parte de la gobernación de Santa Cruz, se iniciaron
procesos de apertura de caminos, sendas y deforestaciones para habilitar, de forma ilegal, predios
agropecuarios de colonos interculturales afines al gobierno central. En junio del 2021, había tres
brechas abiertas, así como tinglados o estructuras provisionales con techos rudimentarios. La
primera brecha ha deforestado 67 hectáreas; la segunda se extiende a lo largo de seis kilómetros de
forma lineal y la tercera abarca aproximadamente un kilómetro (Paredes, 2021).

Otras zonas con fuerte avance agropecuario en los últimos diez años y con alto riesgo a expandirse
a corto plazo son, el entorno de Cobija y a lo largo de la carretera a Sena, en Pando y, entre Riberalta-
Guayaramerín, en el norte del Beni. El Beni, a partir del nuevo PLUS departamental, es una de las
grandes regiones en alto riesgo de sufrir un cambio de uso del suelo a gran escala, para promover
la agroindustria arrocera, soyera y ganadería de reemplazo de bosques, a pesar de sus suelos pobres
y sin aptitud agraria. En el Beni, una zona especialmente crítica por el avance agroindustrial,
menonita y de ganadería de reemplazo de bosques, es la región del Monte San Pablo y todo el
entorno de la carretera hacia Trinidad. La región de los Yungas de La Paz (Caranavi-Alto Beni) y el
Chapare son también zonas de intensa expansión agropecuaria, con el aditamento de que en ambas
regiones existen superficies de cultivo de coca, en permanente incremento.

La provincia Iturralde, en el Norte de La Paz, y su inmensa expansión de bosques y sabanas, de alta


biodiversidad y con suelos extremadamente pobres en nutrientes y bases intercambiables, es una
de las regiones en estado de alto riesgo, por las constantes proyecciones del gobierno, el municipio
de Ixiamas, las cámaras agropecuarias y los grupos cívicos que, sin tomar en cuenta esta enorme
limitante, apuntan a impulsar la ganadería, agroindustria de arroz y soya, y cultivo de palma africana
a gran escala. En estos territorios, desde los años 90, se incrementaron los procesos de cambio de
uso del suelo, a partir de masivos ingresos de colonos interculturales, posteriormente, el año 2000,
con el ingreso de varias colonias rusas y, el 2010, con la ocupación, avalada por el INRA, de colonias
menonitas en una frágil región de sabanas naturales en pleno territorio Tacana. El año 2013, dichas
colonias comenzaron una expansión de caminos y desmontes para el cultivo de arroz y soya, con
altos insumos de urea, que desembocaron en una ocupación total (tala rasa) de la sabana (com.web
D.Robinson, 2023).

También, en el Norte de La Paz, el proceso agroindustrial azucarero de San Buenaventura, impulsado


por el gobierno de Morales desde el año 2008, sin considerar advertencias ni recaudos ecológicos,
se ubica en una región de suelos especialmente pobres, ácidos y con muy baja capacidad de
intercambio catiónico, poco aptos para soportar procesos productivos intensivos a largo plazo

85
(Vargas, 2009). Diversos análisis han indicado la poca rentabilidad de la producción de sacarosa y,
por tanto, del complejo en su totalidad (CEDLA, 2021; Robinson, 2017; Ribera, 2006), el cual ha sido
denominado como un “elefante blanco”, sin perspectivas de éxito productivo. Según autoridades
del municipio de San Buenaventura, la empresa azucarera estatal EASBA, a cargo del proceso
agroindustrial, no es rentable y trabaja solo en un 33% de su capacidad prevista, con créditos y
subsidios y baja productividad (ANF, 2023). Un aspecto crítico era el aumento de las superficies de
cultivo de caña, como respuesta a los bajos rendimientos por baja fertilidad de los suelos, situación
que por diverasos motivos no se ha dado. Adicionalmente, en la misma región, existe el riesgo del
cultivo, a gran escala, de palma africana, para producir biocombustibles, en concordancia con su Ley
de reactivación del proyecto azucarero del año 2006, y con PDES 2025.

A partir del 2005, la ganadería empezó a tomar mayor protagonismo en la ampliación de la frontera
agropecuaria, superando a la agrícola. Numerosas tierras de producción forestal pasaron a predios
ganaderos. La ganadería de reemplazo tuvo un fuerte incremento, de acuerdo a datos FEGASAGRUZ
y SNSAIA, el año 2020, el hato ganadero de Santa Cruz llegó a 4 millones de cabezas, con 24.000
ganaderos, sobrepasando los 2,8 millones de cabezas del Beni, situación que se relaciona con los
mercados de exportación de carne a la China. En Pando, la población bovina pasó, de 19.000
cabezas, a 132.296 cabezas, entre 1995 y 2019 (Gruenberger, 2023). Según el INE, Hasta finales del
año 2020, la población de ganado bovino en Bolivia, era de 10.1 millones de cabezas (Chacón, 2023).
El crecimiento de la ganadería condujo a que numerosas tierras de producción forestal pasen, en
los últimos 6 años, a predios ganaderos, con anuencia de la Autoridad de Bosques y Tierras (ABT).

De acuerdo a información de Navia Ribera (2020), en menos de dos décadas, el Beni se ha convertido
en el segundo productor arrocero del país, pasando de una superficie cultivada de poco menos de
8 mil hectáreas, en la campaña de verano 2004/2005, a las 40 mil hectáreas, mayormente en
sabanas, y con altos niveles de productividad, sobre todo, en la zona central y sur del departamento.
El rendimiento promedio está en torno a las 4 toneladas por hectárea, siendo el promedio nacional
menor a 3 toneladas. No se conocen estudios de los impactos de esta actividad sobre la
biodiversidad y los humedales en el área, en particular por el uso de agroquímicos.

Otro aspecto preocupante en el Beni son las experiencias iniciales de plantaciones de soya y otros
cultivos similares a gran escala, y sus efectos en los ecosistemas de la región, toda vez que se ha
conformado la Asociación de Productores de Oleaginosas del Beni (Navia Ribera, 2020). Esta
situación se relaciona directamente con el riesgo ambiental de la implementación del nuevo Plan
de Uso del Suelo del Beni. Según Peralta (2018), el PLUS Beni amenaza la cultura e historia, el tipo
de sistema de producción, los modos de vida, los derechos colectivos, los bosques y otros recursos
naturales que existen en las áreas indígenas y comunidades campesinas y que les permiten tener
seguridad alimentaria. Mientras que, los cuatro complejos productivos propuestos para la
ampliación de la frontera agropecuaria y aprovechamiento forestal en dicho PLUS, afectarían
negativamente a, aproximadamente, a 2.284.830 hectáreas de tierras indígenas.

Las proyecciones del PLUS Beni, se imbrican con los cambios ocasionados por el Decreto Supremo
26075 del año 2019 (Sierra Prealy, 2019), sobre las Tierras de Producción Forestal Permanente y

86
permiten el desmonte para actividades agropecuarias en tierras privadas y comunitarias, además
de autorizar la quema controlada. Sierra Prealy (2019), revela preocupantes declaraciones públicas
del presidente de la Federación de Ganaderos del Beni (Fegabeni), quien aduce: “Estuvimos
gestionando la norma porque en el Beni no podíamos cambiar el Plan de Uso de Suelo (Plus) que
consideraba 10 millones de hectáreas como área forestal permanente. Sin embargo, mediante
análisis satelitales recientes sabemos que solo son 6 millones de hectáreas para uso forestal”,
aclarando que los 4 millones de hectáreas de diferencia pueden ser destinadas a uso agrícola. Según
el vocero de esta cámara, “se legalizarán aquellas tierras que habían sido desmontadas y que no
contaban con permiso, se ampliará la frontera agrícola para el cultivo de arroz –un producto
extendido en la región– y otros sembríos, se podrá criar hasta el doble de cantidad de cabezas de
ganado de las que se tiene actualmente”.

Para el investigador y biólogo, Vincent Vos, esta norma le da “libertades riesgosas” a los desmontes
y, además, permite “tumbar bosques, dotar de tierras, incentivar al aprovechamiento de madera y
también incluye la construcción de caminos, es decir que se pueda hacer casi todo y eso es muy
peligroso” (ANF 2021). En esta misma línea, se ha alertado, que nueve millones de hectáreas que
dispone el PLUS Beni para diversos usos, es mucho terreno para un departamento que aún no tiene
la capacidad y la responsabilidad de administrar esta cantidad de recursos y cambios (El país, 2020).
Esto abre las puertas a los avasallamientos, saqueos, explotación, contaminación y exponiendo la
salud de la población beniana.

Menonitas y el puente clandestino. En enero del 2022 se verificó la construcción de un puente ilegal
(clandestino) por parte de colonos menonitas que migraron de la colonia Pinondi, ubicada en el Alto
Isoso, debido al empobrecimiento de los suelos en dicha zona. El puente se construyó, al margen de
cualquier autorización o estudio, sobre el río Parapetí, en pleno territorio indígena TCO Isoso, para
facilitar el ingreso a una propiedad adquirida (superpuesta a las tierras indígenas) con el fin de
deforestar, establecer cultivos agroindustriales y ganadería. Se vulneró el Territorio indígena Isoso,
específicamente el Sitio Sagrado Ñandeyari que se ubica en dichos bañados del Isoso y que, al mismo
tiempo, es Sitio RAMSAR. Toda esta área afectada por la incursión menonita es zona de influencia
directa del Parque Nacional Kaa Iya. Esta acción ilegal, también generó cooptación y división en los
liderazgos de la comunidad guaraní Kuarirenda, debilitando la organización indígena. En los
siguientes meses, la colonia menonita procedió a realizar grandes desmontes en la zona, ante el
vacío de intervención del MMAyA, la ABT y la gobernación.

La Ley de Autonomías y Descentralización 031, es clara, pues hay funciones exclusivas del nivel
central respecto de la autorización y licencias ambientales de obras y en su Artículo 88, expresa que,
el nivel central del Estado tiene entre las competencias exclusivas: Elaborar, reglamentar y ejecutar
los regímenes de evaluación de impacto ambiental y control de calidad ambiental. Si la obra hubiera
sido planificada e impulsada por el Gobierno Autónomo Indígena Guaraní Charagua Iyambae-
GAIOC, lo cual ciertamente recaería en sus atribuciones regulares. La GAIOC debería haber realizado
todas las gestiones previstas en el marco de Ley 031. Pero en este caso, fue un privado (menonitas)
que vulnero las normas y el espacio territorial indígena y sobre el cual, la GAIOC tenía la obligación

87
de ejercer control y fiscalización para determinar aspectos técnicos y limitaciones ambientales,
culturales, y de seguridad de la obra, y no lo hizo.

La Capitanía del Bajo Isoso y el Capitán comunal de Cuarirenda, al igual que los menonitas, violaron
la Ley 031 y la Constitución Política del estado (CPE), así como varias normas ambientales. La GAIOC
Charagua Iyambae, al permitir la obra clandestina, también tiene cargo de responsabilidad por
omisión de funciones y responsabilidades. Si el puente era una necesidad social, era obligación de
la GAIOC planificarlo, presupuestarlo y buscar los fondos correspondientes con las diferentes
instancias, y no permitir que un actor foráneo al territorio isoseño y municipal construya una obra
clandestina.

Desde la perspectiva cultural, lo sucedido en territorio autónomo indígena guaraní, que se supone
que en su cosmovisión y Estatuto Autonómico destaca el cuidado y protección de sus recursos
naturales precautelando el bienestar de su gente, da un mal ejemplo de cómo usar mal la autonomía
indígena, privilegiando a actores privados foráneos, sobreponiéndose a competencias y
atribuciones de otros actores, y encaminando sus acciones en contra de las normas nacionales y
departamentales, en contra de su propia cultura, en contra de su medio ambiente y su propio
territorio.

Un análisis de la información vertida por la revista Nómadas y diversas notas de prensa, nos permite
concluir, que la arremetida menonita implica varias cosas: se ha soliviantado a una comunidad
indígena y organización indígena (Cuarirenda, Bajo Isoso) que han avalado y permitido el
avasallamiento, con la construcción del camino y el puente es ilegal. Incluso la GAIOC o gobierno
municipal de Charagua ha permitido esta grave infracción que constituiría un delito ambiental
flagrante. En todo esto, hay apología del delito pues el líder menonita (Isaac Pener) declara
públicamente que el puente lo hizo sin pedir permiso a nadie, salvo a la comunidad soliviantada y la
organización de la fragmentada TCO Isoso. La gobernación inicialmente eludió la responsabilidad,
incurriendo en omisión de deberes, supuestamente hay una autorización de desmonte dada por la
autoridad forestal, sin embargo, la ABT declaro que el caso estaba en fase de investigación. El
Viceministerio de Medio Ambiente demostró incumplimiento de deberes, avalando el hecho y
argumentando las necesidades sociales de la zona (entrevista revista Nómadas). El SERNAP
demostró una absoluta inacción, salvo la Dirección del área y los guardaparques, que alertaron de
la amenaza en meses anteriores, sin obtener respuesta de su oficina central. La incursión menonita
violó un Sito RAMSAR, afectando severamente la cuenca del Parapetí –Quimome, alimentadores
naturales de la Laguna Concepción. Parte de la zona es un sitio sagrado del Pueblo Guaraní y
patrimonio cultural de Bolivia: el Yandeyari del Isoso; además, el sector afectado es Zona de
influencia directa del Parque Nacional Kaa Iya, el cual también es afectado hidrológicamente. Hay
delitos ambientales de acción-perpetración dolosa, omisión, complicidad y apología del delito.

Es evidente que predomina un total desconocimiento de la Ley de Autonomías y Descentralización,


de la CPE y más aun de las normas ambientales, por parte de la GAIOC, de la organización Bajo Isoso,
y de la Gobernación que, después de una inspección ocular, públicamente avaló la autorización “de
palabra” que hizo el Bajo Isoso y Cuarirenda, a partir de un supuesto respaldo de la autonomía. Bajo

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presión de la Asamblea departamental, la Gobernación tomó medidas, aunque tardías, ya que el
daño es grande y se ha incrementado a paso ligero, aún más, con la deforestación e inicio de quemas
por parte de los menonitas.

Para finalizar este análisis, si en un escenario hipotético, el que habría promovido y aprobado el
puente y el camino hubiera sido el Gobierno Nacional, en favor de los menonitas o de la
agroindustria, incluso con la venia de la GAIOC, el mayor baluarte y resistencia para detener el
proceso y defender su territorio, tendrían que haber sido los indígenas de Cuarirenda, de otras
comunidades circundantes y la Capitanía Bajo Isoso. Pero es aterrador que ocurriera todo lo
contrario y que hayan sido los propios indígenas quienes impulsaron la invasión del territorio y de
un sitio sagrado ancestral.

Transgénicos y agrotóxicos. Desde inicios del año 2000, el uso de los transgénicos por la
agroindustria soyera, continuó en expansión sin ninguna contención en las tierras bajas de Bolivia;
el año 2015, prácticamente el 99% de la soya cultivada en Santa Cruz era transgénica (variedad rr),
y su cultivo a gran escala implica el uso, también a gran escala, de varios herbicidas, en especial el
glifosato, del cual se ha comprobado ampliamente su elevada toxicidad e, incluso, el peligro de ser
inductor de cáncer. En tanto que, el año 2017, se anunciaba el ingreso de la soya transgénica hB4,
desde la Argentina; esta variedad resistente a la sequía, por sus características, pone en alto riesgo
a los bosques y otros ecosistemas naturales secos del Chaco, Chiquitanía y Pantanal. También, desde
la Argentina, ingresó a Bolivia, de forma clandestina, la variedad de soya intacta RR2 PRO, bajo
patente de la BAYER y que, supuestamente, mejora los rendimientos. Todo el proceso de ingreso de
transgénicos, se realizó sin la más mínima aplicación de la Ley 071 de Derechos de la Madre Tierra.
El año 2015, la avanzada transgénica se extiendió al maíz, reportándose la presencia de cultivos de
maíz transgénicos en la región del Chaco fronteriza con la Argentina (Yacuiba). El año 2016, la
nefasta incursión del maíz transgénico en Bolivia fue casi subrepticia; con pretexto de la sequía y la
baja producción, el IBCE (Instituto Boliviano de Comercio Exterior), con autorización del gobierno
del MAS, realizó la importación de más de 80 mil toneladas de maíz transgénico desde la Argentina
y Estados Unidos, vulnerando las Leyes y la Constitución de Bolivia. El año 2017, el Comité Científico
de Biotecnología y la Plataforma Libre de Transgénicos, denunciaron la presencia de maíz
transgénico rr-Roundup Ready, resistente al glifosato, cultivado ilegalmente en el campo 20 de la
colonia menonita Pinondi del departamento de Santa Cruz. Cabe mencionar que, en años
anteriores, ya había ingresado de contrabando el maíz transgénico “betito” (BT resistente al gusano
cogollero) al Chaco boliviano. La importación realizada por el IBCE y el gobierno, ponen en peligro
la agrobiodiversidad nativa, ya que Bolivia cuenta con más 60 razas de maíz nativo, una de las más
altas de Latinoamérica (Sena Fobomade, 2012; Nogales y Aliaga, 2021), cuya mayor parte es
cultivada en comunidades indígenas y campesinas de valles, Chaco y Chiquitanía, y podrían
desaparecer al ser contaminadas por el maíz transgénico. Adicionalmente, se pone en riesgo, una
vez más, la salud de la población boliviana. El año 2018, el cultivo de maíz transgénico en territorio
nacional ya superaba las 30.000 hectáreas. El IBCE y el gobierno han vulnerado la Ley 071 de
Derechos de la Madre Tierra, Artículo 7: …derecho a la preservación de la diferenciación y la variedad
de los seres que componen la Madre Tierra, sin ser alterados genéticamente ni modificados en su

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estructura de manera artificial... También han violado, una vez más, la Constitución Política del
Estado, concretamente, el Artículo 255 inciso 8: …prohibición de importación, producción y
comercialización de organismos genéticamente modificados y elementos tóxicos que dañen la salud
y el medio ambiente...

Las voraces corporaciones agroindustriales del oriente, como la CAO y la ANAPO, criticaron que el
gobierno importe el maíz transgénico y que no les permita cultivarlo. Pidieron al gobierno la
aprobación irrestricta para su cultivo y comercialización.

En el gobierno de Evo Morales, el año 2019, se aprobó el Decreto supremo 3874, el cual autorizaba
al Comité de Bioseguridad, de manera excepcional, establecer procedimientos abreviados para la
evaluación de la soya Hb4 variedad intacta (soya transgénica), destinada a la producción de aditivos
de origen vegetal – biodiesel. El mismo año, el gobierno de Evo Morales acordó, con empresarios
agroindustriales de Santa Cruz, ampliar la frontera agrícola en 25.000 hectáreas para cultivar las
nuevas variedades de semillas transgénicas antes mencionadas (Praely, 2019). Paradójicamente,
luego de la salida del primer gobierno del MAS, en la etapa del gobierno de transición (2020), se
dictó una norma dirigida a abreviar los procedimientos de evaluación de varios productos
transgénicos, entre ellos la soya hB4, y favorecer su ingreso, lo cual mostraba una tendencia a una
continuidad al marginamiento de la protección ambiental.

El uso de agrotóxicos, desafortunadamente, está muy ligado a la intensificación y avance de la


agropecuaria. Desde los años 50 se inicia un proceso ininterrumpido de uso de pesticidas,
inicialmente, con los organofosforados, como el malathion, para luego derivar a los carbamatos y,
más tarde, a los piretroides. El año 2002, Bolivia ratifica el Convenio de Estocolmo, dirigido a eliminar
el uso de los compuestos orgánico persistentes, especialmente en la agricultura. El uso de los
agrotóxicos (insecticidas, acaricidas, nematicidas, etc.) se ha mantenido en el mundo y en Bolivia de
manera sistemática, con muy escasa regulación y control. La mayor atención a lo largo de muchos
años a este problema crítico, derivado del quehacer agropecuario, se ha dado a partir de
organizaciones privadas, como la Fundación PLAGBOL. Según PROBIOMA, el uso de agroquímicos
se intensificó en un 471%, desde el año 2000, hasta 2020, lo que significa que, durante esos 20 años,
Bolivia ha consumido más de 2 millones de toneladas de fungicidas, insecticidas, fertilizantes y
herbicidas, lo que representa 3.915 millones de dólares. De acuerdo a un boletín del INE, del año
2019, se sobrepasó las 100.000 toneladas de agroquímicos, de estas más de un 70% fueron
pesticidas, sumándose 35 mil toneladas de herbicidas (mayormente glifosato y glifosinato de
amonio). La revista digital NOMADAS (2021) menciona que, desde el año 2000, hasta el 2020, Bolivia
ha consumido 2.110 millones de kilos de fungicidas, insecticidas, fertilizantes y herbicidas (más 63
millones de kilos que ingresaron por contrabando). El uso de químicos por hectárea aumentó en
178%, mientras que el rendimiento de ese pedazo de suelo creció solo en un 16%. La región soyera
del departamento es la que tienen el mayor uso de agrotóxicos del país, sin embargo, varias otras
regiones tienen altos niveles de uso de pesticidas, por ejemplo, el Valle Alto de Cochabamba, Alto
Beni, Chapare, Norte integrado, sudeste del Beni, Isoso (menonitas), valle central de Tarija. Es
preocupante que, incluso en las comunidades locales de algunas áreas protegidas (Cotapata,

90
Carrasco, EBB), se utilizan pesticidas de alta toxicidad y persistentes, de manera frecuente, como el
mirex, para eliminar la hormiga defoliadora.

Un informe regional de LIDEMA (Pedraza, 2011), señalaba que, de acuerdo a PLAGBOL, se reportó
en diversas zonas agrícolas, como San Pedro, San Julián, Guarayos, Pailón y algunas poblaciones del
Beni, el incremento de abortos espontáneos, malformaciones, casos de cáncer, enfermedades
dermatológicas, neurológicas y otras, cuyo origen desencadenante se desconoce, pero se atribuye
al uso masivo y no regulado de agrotóxicos. Por ello, PLAGBOL, realizó gestiones para introducir el
tema de la intoxicación por plaguicidas, dentro del monitoreo de su Sistema de Vigilancia
Epidemiológica en Salud. En abril del año 2012, se conocía una noticia alarmante, en la cual,
especialistas oncológicos alertaban sobre una significativa incidencia de cáncer en niños de los
municipios de Camiri y San Julián (El Día, 12 abril 2011). De acuerdo a los datos que manejaba la
Dirección de Pediatría, entre 2007 y 2011, se reportaron unos 30 niños afectados por esta
enfermedad, que fueron derivados del Hospital Municipal de Camiri y, al menos, una veintena de
pacientes llegaron desde el Municipio de San Julián. Se manifestó que se desconocía el origen de las
afecciones, pero había una alta probabilidad de relacionarlas con el uso de pesticidas. Las zonas de
Camiri y San Julián se tornaron sitios críticos de niños con cáncer; los cuadros más comunes que
presentaban, eran tumores, melanomas y leucemia. Se cita un caso específico en la comunidad Los
Ángeles, a 15 kilómetros de San Julián, donde se detectaron dos cuadros de leucemia linfoblástica
aguda en menores de 7 y 6 años de edad. De acuerdo a versiones locales, existían muchos otros
casos similares que no se reportaron. Desafortunadamente, no se han dado a conocer mayores
estudios o reportes en años posteriores, sobre este tema particularmente crítico.

LIDEMA. POSICIÓN ANTE LA PROPUESTA DE LEY DE TRASGÉNICOS. 2014.


1. LIDEMA no pudo obtener el anteproyecto de Ley, lo que muestra que no hay apertura para manifestarse
sobre su contenido, así que no podemos opinar específicamente al respecto, sin embargo, expresamos
nuestra posición frente al tema de la introducción de los transgénicos en Bolivia.
2. La CPE señala: Art. 409, la producción, importación y comercialización de transgénicos será regulada
por Ley. Art. 255, la negociación suscripción de tratados internacionales se regirá por los principios de:
inciso 8, seguridad y soberanía alimentaria para toda la población; prohibición de importación,
producción y comercialización de organismos genéticamente modificados o tóxicos que dañan la salud
y el medio ambiente. Acá existe una contradicción y no se entiende el espíritu de los legisladores al
redactar la CPE, ya que, por una parte, prioriza la seguridad y soberanía alimentaria y prohíbe los
transgénicos, y por otra, abre la posibilidad de su utilización a partir de ley específica. Es necesario
recordar que la primera versión de la CPE prohibía la introducción y utilización, por lo que nos
preguntamos, a qué se debió esta modificación final.
3. La posición de LIDEMA al respecto es que el tema de transgénicos es una especie de caja de pandora,
por las incertidumbres que su uso implica. Por ello apelamos al principio precautorio que señala que no
se pueden dejar de tomar decisiones en ausencia de certidumbres científicas, debido a que ello puede
tener impactos irreversibles aún no conocidos. Por ello, no es razonable que las autoridades planteen
que hay que demostrar los daños antes de pensar en su prohibición, porque una vez que los daños se
vean, será tarde para remediarlos. Esto contradice la defensa de la Madre Tierra y el derecho a un
ambiente sano, señalados por la CPE.

91
4. En relación a la salud, sigue en debate el elevado riesgo que los transgénicos implican para la salud
humana, debido a que se siguen utilizando partes de genes de organismos altamente patógenos, que
son virus de alta toxicidad, por su alta capacidad de combinarse, y que actualmente están provocando
epidemias como el caso de las coliformes en Europa. Además, no debemos olvidar, que los transgénicos
vienen asociados al uso masivo de agrotóxicos, como el glifosato, cuyos impactos en la salud humana
han sido ampliamente demostrados.
5. En términos ambientales, sería extremadamente peligroso introducir transgénicos por que podríamos
arriesgar la diversidad nativa y por la seguridad alimentaria, debido a la contaminación horizontal de
pólenes y genes que afecta a la biodiversidad y a los cultivos tradicionales. La posición nacional, debería
ser de promover la producción orgánica y eliminar los transgénicos de los procesos productivos
nacionales, no sólo porque sumen en una gran dependencia a los campesinos empobrecidos, sino
porque nos daría posibilidades de dejar de competir con nuestros productos en el mercado
internacional con los de Argentina, Brasil o Paraguay y dirigirse a mercados justos que pagan buenos
precios por productos orgánicos. Por ejemplo, la soya orgánica tenía un buen mercado en Colombia y
otros países de la CAN, que se perdió al transformarse en transgénica.
6. En términos de seguridad y soberanía alimentaria, los transgénicos las ponen en riesgos porque nos
hacen más dependientes de semillas y agrotóxicos ligados a ellas. Es decir, nos hacen dependientes de
las grandes transnacionales productoras de semillas transgénicas y los agrotóxicos asociados a ellas.
7. También preocupa que el gobierno esté apoyando los intereses de las grandes corporaciones del
Oriente, que son las más interesadas en la instrucción de transgénicos, ya que su uso les ahorra mano
de obra y supuestamente aumenta su producción.
8. Los que se beneficiarán de esta medida son las grandes transnacionales, como SINGENTA y
MONSANTO, las logias y las roscas, en desmedro de la seguridad alimentaria, ya que la producción
proveniente de estos emprendimientos no va a la mesa de los bolivianos, por lo que no aporta, sino
socaba la seguridad y soberanía alimentaria. Además, en base a estos cultivos avanza la frontera
agrícola, especialmente sobre bosques nativos en buen estado de conservación, porque los productores
no invierten en el mejoramiento de suelos, ya que deforestar les es más barato que cuidar el recurso
suelo.

Indígenas Chimane y el mal funcionamiento de la ABT

El mal funcionamiento de la ABT se hizo evidente el año 2023, cuando Rosendo Merena, indígena
Tsimane, fue acosado y perseguido por ésta. Merena fue encontrado culpable de un delito forestal
que sólo existe en papeles, deliberadamente escondido en una maraña de ilegalidades e intereses
en contra de los pueblos indígenas de la Amazonía (G.Colque, 2023). El supuesto deudor moroso,
un cacique indígena que lidera la lucha de una decena de comunidades tsimanes (chimanes) en la
Amazonia boliviana, fue acusado, procesado y declarado culpable por dos desmontes que, según la
autoridad, son ilegales y suman 7,5 hectáreas. Por más de cinco años (2017-2023), la ABT inculpó a
Merena por el supuesto delito. El litigio en contra del cacique comenzó en 2017 con una denuncia
de los colonos interculturales de la “Comunidad Agro-ganadera Flor de Mayo”, del municipio de San
Borja. Según los tsimanes, los denunciantes viven en otro lugar, pero están coludidos con las
autoridades. Flor de Mayo tiene autorización de asentamiento de parte del INRA, abarca 997
hectáreas, las mismas que los tsimanes reivindican como su bosque ancestral avasallado. De a poco,
los colonos fueron expulsando a los indígenas, pero una familia tsimane se atrevió a desmontar un

92
pedazo de tierra para plantar plátanos, sembrar yuca y algo de maíz. Eso fue denunciado por los
colonos a la ABT, que atendió de inmediato la denuncia y conformó una comisión que identificó
otros desmontes a ambos lados del camino, los que sumaron a la denuncia de los colonos. En los
meses restantes del mismo año (2017), el proceso sancionatorio avanzó a pasos acelerados y
determinó que existían dos desmontes ilegales, uno de 1,89 hectáreas y el segundo de 5,67
hectáreas. Los indígenas no niegan que una familia tsimane chaqueó para su subsistencia, pero no
1,89 hectáreas, sino media hectárea. Dicho desmonte sobrepaso por “error” el lindero con la
comunidad colona, porque creyeron que seguía siendo parte de sus tierras originales. Los indígenas
aseveran que el lindero actual no es el real, a pesar de coincidir con los puntos geográficos
registrados oficialmente en los documentos del INRA. Al respecto, Gonzalo Colque se pregunta, muy
acertadamente, ¿acaso la ABT ignora que en realidad los indígenas no necesitan permisos para
desmontes o chaqueos a pequeña escala? Todo indica que la ABT perdió de vista la principal garantía
que la Ley Forestal 1700 otorga a los pueblos indígenas. El Artículo 32, parágrafo 3, precisa que “no
requiere autorización previa el derecho al uso tradicional y doméstico, con fines de subsistencia, de
los recursos forestales por parte de las poblaciones rurales en las áreas que ocupan”. Asimismo, el
Decreto Supremo 25847 del 18 de julio de 2000 ratifica y aclara lo anterior al establecer que el
“chaqueo indígena no requiere autorización previa. Los planes de desmontes (PDM) de la propia
autoridad forestal también determinaban que las comunidades indígenas pueden chaquear sin
necesidad de trámites hasta cinco hectáreas. El problema es que la ABT, actuó de mala fe, ignoró
estas previsiones legales alineadas con el derecho a la alimentación y autogobierno de los pueblos
indígenas y originarios. Claramente, estamos frente a un caso de flagrante vulneración de los
derechos indígenas. En medio de la caótica acumulación de resoluciones, reglamentos, directrices,
procedimientos y modificaciones constantes, en algún momento, la ABT, además vulneró y rompió
las normas antes mencionadas, pues el 8 de octubre de 2012, aprobó la “Directriz ABT Nº 006/2012”
que, entre otras cosas, crea la figura de solicitudes de chaqueos y barbechos para las comunidades
indígenas.

Inducción

Una inducción directa es el apoyo total que los gobiernos del MAS han brindado en los últimos 15
años al agronegocio de la soya y la ganadería, al avance menonita y colonización intercultural,
incentivando el cambio de uso del suelo en desmedro de los ecosistemas naturales y provocando,
además del avance descontrolado de la ganadería de reemplazo y la agroindustria soyera sobre
bosques en extensas superficies, el uso de variedades transgénicas, de pesticidas y herbicidas a gran
escala, así como, chaquéos no controlados que se transformaron en incendios. Esta presión que se
concentra mayormente en Santa Cruz, también afectó a otros departamentos, como el Norte de La
Paz, Tarija, Pando y Beni, donde las corporaciones y cámaras agroindustriales argumentan la falacia
de que dicho sector y su producción, es clave para para la seguridad alimentaria, generando,
además, abundantes empleos, aunque varios estudios de instituciones en Bolivia (PROBIOMA,
CEDLA, CEDIB, LIDEMA) demuestran todo lo contrario.

En noviembre del 2016, desde la Dirección de la ABT, se informó públicamente sobre la apertura de
la frontera agrícola en el Departamento del Beni, en sentido que dicha oficina había identificado

93
mínimamente: 3.6 millones de hectáreas sin inundaciones y con suelos aptos químicamente para la
agricultura y completamente mecanizables; en estas zonas se puede cultivar soya, maíz, sorgo,
girasol, eucalipto, pino, pasturas introducidas, cacao, café, etc. Un 70 % de estas zonas “no
inundables” son bosques de alturas (terra firme) y pedemontanos, donde en general prosperan los
bosques altos y más biodiversificados del Beni, y están casi exclusivamente en áreas protegidas y
territorios indígenas, o como bosques manejados de castaña y maderas valiosas.

El año 2019, Sierra Praely (2019), denunció el acuerdo, en el que participaron empresarios y el
entonces Presidente Evo Morales, de ampliar la frontera agrícola chiquitana en 250.000 hectáreas,
para cultivo de dos nuevas semillas de soya modificada, destinada a la producción de biodiesel. La
superficie anunciada se suma a 1,3 millones de hectáreas de soya transgénica que ya existen en
Santa Cruz, desde el año 2004, cuando el gobierno aprobó el uso de este cultivo modificado, pero
cuya variedad es diferente a la que se consigna en el nuevo acuerdo. Según el Ministerio de
Hidrocarburos, este acuerdo servirá para producir 100 millones de litros del combustible vegetal.

Un fuerte inductor en el proceso de avance de la frontera soyera es el proyecto de producción de


biocombustiblesque impulsa el gobierno central. El Decreto Supremo 4764 de julio del 2022, para
la creación del Programa de Fomento a la Producción de Especies Oleíferas, es otro incentivo para
promover sistemas agroindustriales en la Amazonía boliviana. De acuerdo al Plan de Desarrollo
(PDES 2020-2025) esta iniciativa permitirá reducir la importación de diésel, “tomando en cuenta el
potencial del país”, y crear “una industria agroecológica de producción amigable con el medio
ambiente en armonía con la Madre Tierra”. En esta línea, el año 2023 se conoció en medios de
prensa declaraciones oficiales sobre los planes de abastecimiento de las plantas de biodiesel, con la
producción de macororó y jatropha en Ixiamas, así como en Pando, Tarija y Santa Cruz; y se requerirá
también soya, totaú y cusi (palmas nativas) y otras. Aunque, es menester recordar que la Ley Marco
de la Madre Tierra (art. 24), prohíbe la producción de “agrocombustibles” (Gruenberger, 2023).

Síntesis de opiniones de Gonzalo Colque (2022) sobre los biocombustibles. Notas cortas puestas en la
web
1. El mecanismo más reciente, ideado para capturar mayores privilegios a costa de los bienes públicos,
es la producción de biocombustibles. Los agro-privilegiados prometen reducir la importación de los
combustibles produciendo etanol de caña de azúcar y sorgo, y biodiesel de soya. Pretenden solucionar
un problema provocado por la agricultura dependiente del petróleo, empeorando el problema de
origen. Este es el peor escenario para los bolivianos, pero el mejor para el agropoder porque, además
de captar más combustible subvencionado, venderán los biocombustibles al Estado a precios
internacionales. Subvención por doble partida. El gobierno de Luis Arce está más que convencido con
este planteamiento y comenzó a gastar cientos de millones de dólares para la instalación de las
plantas de etanol y biodiesel.
2. La “era de los biocombustibles” adolece de varias inconsistencias técnicas, económicas y políticas que
apuntan a que el remedio resultará peor que la enfermedad. En términos económicos, si la pretensión
es reducir el gasto público, no tiene lógica la intención de sustituir el diésel convencional que se cotiza
a precios más bajos que el biodiesel. producir cada litro de biodiesel costaría unos 0,92 dólares, es
decir, 70% por encima del precio vigente al consumidor final (0,54 dólares por litro de diésel). En la
actualidad, ningún país planea seriamente lo mismo que Bolivia: producir biodiesel para sustituir las
importaciones, reducir el gasto público o ambos, paradójicamente, por cada litro de diésel utilizado
se llegaría a obtener entre 2,7 a 3,4 litros de biodiesel. Restando una parte del resultado atribuible a
la participación de demás insumos agrícolas, la diferencia se achicará, acercándose a dos litros

94
producidos por cada litro empleado. En consecuencia, el balance energético es frágil entre la energía
fósil empleada y el biodiesel obtenido.
3. Mientras las tierras cultivadas con sorgo aumentaron en 218 mil hectáreas en cinco años (2017-2021),
la historia es distinta en cuanto a la producción de alimentos. Los cultivos de caña de azúcar se
incrementaron apenas en 25 mil hectáreas y el trigo en 15 mil. En contraste, el maíz se contrajo en 22
mil hectáreas y el arroz en 3,5 mil hectáreas. El boom del sorgo está motivado por las compras
estatales de este cereal para producir alcohol anhidro, mezclarlo con gasolina y, de esa manera,
intentar reducir la importación de combustibles. Desde hace cuatro años funciona una de las plantas
destiladoras en Pailón (Santa Cruz) con capacidad para producir seis millones de litros anuales,
absorbiendo el 70% de la producción total de sorgo. Los planes gubernamentales contemplan la
construcción de más plantas en San Ignacio de Velasco y Yacuiba.

En relación a la ganadería, considerando que la población bovina del país sería de algo más de 10
millones de cabezas, el gobierno proyecta llegar a 22 millones de cabezas el año 2025. Un gran
inductor, es la proyección del gobierno a partir de la meta de la Agenda Patriótica, de triplicar la
población de ganado. Otro factor determinante para el incremento de la actividad ganadera es el
acceso a los mercados y, dada la creciente demanda internacional de carne, su tendencia es a
expandirse sobre los bosques; el año 2020, Bolivia exportó más de 18 millones de kilos de carne de
res a China, Perú, Ecuador y a la República del Congo (Sierra Praely, 2023). Según la normativa
agraria vigente, la distribución y consolidación de propiedad ganadera con un hato de 10 mil cabezas
de ganado justifica la propiedad de 50.000 hectáreas (empresa ganadera mayor), por cada vaca se
destina 5 hectáreas de pastura, justificando con ello el acaparamiento de tierras (Chacón, 2023).
Recientemente, algunos ganaderos, han propuesto modificar la relación a 16 o 20 ha, por cabeza de
ganado (Fundación Solón, 2021), lo cual incrementa el riesgo de desmontes mas grandes y un mayor
acparamiento de tierras. Los ganaderos grandes y medianos, que representan un 10,4% en Santa
Cruz y el 14,4% en Beni, poseen el 68,5% y 80% del hato ganadero respectivamente, con similar
proporción de acaparamiento en superficie de tierras. El restante porcentaje, queda en manos de
ganaderos pequeños (Chacón, 2023; Fundación Solón, 2021).

Omisión

Las omisiones del Estado y los sucesivos gobiernos en materia ambiental y socioambiental, son
muchas, entre las más críticas destacan, las acciones deficientes de la ABT y el INRA, oficinas del
Estado relacionadas con la regulación y control del acceso y uso de tierras y bosques, que han
propiciado el ingreso de colonos, menonitas y privados, y han otorgado autorizaciones de
desmontes a gran escala, vulnerando normas y responsabilidades delegadas. En general, no se ha
dado, desde antes del año 2000, la aplicación de medida efectiva alguna para el control del uso de
la tierra por parte de los sucesivos gobiernos. En la actualidad y desde hace 16 años, en general, el
gobierno, sus ministerios del ramo, la ABT y el INRA ocultan y tergiversan sistemáticamente
información clave. Se mantienen sin modificaciones las políticas de las Agenda Patriótica-PDES,
orientadas a expandir la frontera agropecuaria y del agronegocio, flexibilizando y permitido el
ingreso de variedades transgénicas sin control, vulnerando así normas y la propia Constitución.

95
Vulneración de derechos

El avance no controlado ni regulado de las fronteras agropecuarias y agroindustriales, implica el


desconocimiento de varios derechos, entre ellos:

El derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente
sano y al desarrollo sostenible. En este derecho se identificaron los siguientes tipos de vulneraciones,
 Talar bosques sin autorización
 No garantizar el derecho de disfrutar de un ambiente sano y agradable
 No preservar, conservar, restaurar y promover el aprovechamiento de los recursos naturales
renovables
 Incumplir las normativas internacionales ratificadas por el país
 No proteger y conservar las aguas en todos sus estados
 No usar los suelos para actividades agropecuarias forestales manteniendo su capacidad productiva
 No realizar el manejo y uso de los bosques de manera sostenible
 No velar por la protección, conservación y restauración de la fauna y flora silvestre
 No administrar las AP según sus categorías, zonificación y reglamentación en base a planes de
manejo
 No utilizar los suelos para uso agropecuario que aseguren la conservación de los agroecosistemas
 Contaminar el aire, las aguas en todos sus estados, el suelo y el subsuelo
 Producir alteraciones nocivas de las condiciones hidrológicas, edafológicas, geomorfológicas y
climáticas
 Alterar el patrimonio cultural, el paisaje y los bienes colectivos o individuales, protegidos por Ley
 Producir o poder producir el deterioro ambiental en forma temporal o permanente
 Quemar campos de labranza o pastoreo ocasionando incendio en propiedad ajena, por negligencia
o con intencionalidad
 Contaminar o adulterar aguas destinadas al consumo público, al uso industrial agropecuario o
piscícola
 Quebrantar normas de sanidad pecuaria o propagar epizootias y plagas vegetales

El derecho de las defensoras y los defensores ambientales, principalmente, a partir de los


siguientes tipos de vulneraciones:
 Criminalización
 Hacer firmar documentos con engaños
 Desacreditación
 Ataque a un medio de comunicación
 Obstaculización en la realización de sus actividades.
 Discriminación a la participación de mujeres
 Amenaza
 Agresión
 Obstrucción indebida del funcionamiento de una asociación
 Obstrucción indebida de la libre determinación de sus estatutos, estructura y actividades
 Suplantación o división de una organización
 Represión de una protesta
 Impedimento de una protesta
 Criminalización o judicialización de una protesta
 Detenidos

El derecho de acceso a la justicia en asuntos ambientales, que es vulnerado a través de:


 No sancionar las infracciones administrativas, a la legislación ambiental

96
 No denunciar los delitos ambientales por parte de la AAC a la Fiscalía de Distrito
 No determinar indemnización y resarcimiento en beneficio de las personas afectadas
 Impedimento de acceso a la justicia ambiental mediante instancias judiciales y administrativas
 Tratamiento lesivo de funcionarios públicos
 Detención arbitraria
 Falta de debida diligencia
 Corrupción de autoridades públicas
 Cuoteo político por encima de las necesidades profesionales y técnicas de ciertas reparticiones
estatales
 Presión - chantaje – extorsión
 Violencia Política
 Censura previa, presión o interferencia

El derecho a la participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales, cuyas


principales vulneraciones son:
 Incumplimiento del derecho de toda persona natural o colectiva a participar en la gestión
ambiental
 Negación de realizar inspecciones o vigilancia para el cumplimiento de la ley
 Creación de organizaciones paralelas
 Indebida utilización de las firmas de los involucrados
 Cooptación de dirigentes
 Amenazas a las comunidades
 Obstaculización de reuniones temporales de carácter pacífico

El derecho de acceso a la información Ambiental, que se vulnera a través de:


 Incumplimiento de plazos establecidos para recibir la información
 Desinformación respecto a la instancia pública que tiene la información solicitada
 Desinformación sobre la situación e impactos del tema solicitado
 Negación de recibir asistencia para formular peticiones y obtener respuesta
 Inexistencia o falta de actualización del sistema público de información
 Manipulación de opinión en las redes sociales

ESTADO

La estimación actual de las tierras cultivadas en el país, oscila entre 2 y 3 millones de hectáreas, de
las cuales, casi un millón corresponde a la soya. El avance de la frontera agropecuaria ha significado
la deforestación de casi 11 millones de hectáreas en los últimos cincuenta años. Entre 1992 y 2006,
la superficie cultivada en Bolivia se incrementó en un 93%, pasando de 1,2 a 2,4 millones de
hectáreas (Campero, 2008). Prudencio Börth, (2010 - INE) menciona 660.000 unidades agrícolas en
el país, de las cuales 87% corresponden a pequeños productores campesino e indígenas, que hacen
unos 2,7 millones de personas. El año 2008, la superficie cultivada en el país llegó a 2,9 millones de
hectáreas, de las que 2 millones, es decir, el 81%, correspondieron a Santa Cruz
(www.biodiversityreporting,org). Más del 70% de la superficie de cultivos en del departamento de
Santa Cruz, corresponde a cultivos agroindustriales (soya, sorgo, girasol) y ganadería, y las
reducciones de superficies y niveles de producción, llamativas en los análisis estadísticas, se dieron
por la contracción de cultivos destinados a la seguridad alimentaria del país (trigo, maíz, papa, yuca,
hortalizas y frutas), que estuvo acompañada por un aumentado inusitado de la importación de
alimentos. El año 2022, el país tenía más de 4 millones de hectáreas de tierras cultivadas (Publiagro,

97
2022), que es, solo una parte de las tierras efectivamente deforestadas, perdidas por incendios
mayores, y abandonadas como eriales (véase datos de la deforestación y de superficies de bosques).

El Censo Agropecuario 2013 (INE, 2015:34), daba cuenta que, hace una década, ya existían 1.672
hectáreas de soya sembradas en el departamento del Beni; 3,7 en La Paz y; 0,5 en Pando; lo que
estaría dando la razón al estudio de Conservation Strategy Fund (Vera-Diaz et al. 2007:39-40), según
cuyas proyecciones, el mayor impacto económico y ecológico de la expansión del cultivo de soya
será en el Noreste de Bolivia. (Gruenberger, 2023).

Jenny Gruenberger. Efectos de las políticas de desarrollo rural y agropecuario en la seguridad


alimentaria con soberanía de las poblaciones amazónicas. CIDES, UMSA. 2023.
El PGDES 2004-2007, pone énfasis en el aprovechamiento, a través de, por ejemplo, la certificación de
manejo de bosques, para “asegurar las exportaciones a los mercados con el «sello verde»”. El PGDES 2006-
2010, da un giro de enfoque, en cuanto al rol del Estado y la participación social en el control de la calidad
ambiental y la protección de los recursos naturales; también incluye la agricultura ecológica, aunque al
igual que sus antecesores mantiene una visión utilitarista de los recursos naturales. El PDES 2016-2020,
incorpora los derechos de la Madre Tierra, como elemento necesario de articular con el desarrollo
económico productivo, manteniendo así el enfoque utilitarista. El PDES 2021-2025, tiene un eje destinado
al medio ambiente sustentable y equilibrado en armonía con la Madre Tierra, cuyo objetivo es dar
continuidad y profundizar los hábitos de las comunidades que respetan los derechos de la Madre Tierra y
mitigar al máximo los impactos ambientales de la actividad económica. Todos los planes de desarrollo
analizados también incluyen aspectos enmarcados en el modelo de crecimiento basado en insumos de altos
rendimientos con transgénicos, en búsqueda, ya sea de “perfeccionar las interrelaciones tecnológicas de los
procesos productivos para incrementar la producción, el empleo y mejorar la balanza de pagos”, (PGDES,
1994:71); simplificar los trámites de exportación de productos e importación de insumos, como uno de los
mecanismos de lograr el desarrollo agroindustrial (PGDES, 1997-2002:24); “agilizar el proceso de
adaptación de tecnologías externas” para el desarrollo del comercio agroexportador (PGDES, 2004-2007:5);
producir biodiesel como alternativa viable para disminuir la dependencia de importación de combustible
(PND, 2006-2010:185); incrementar la productividad y transformar los actuales sistemas productivos,
mediante prácticas de mayor desarrollo tecnológico, que permitan una expansión hacia los mercados de
exportación (PDES 2016-2020:61) o; reducir la importación de diésel, desarrollando la producción de
biodiesel (PDES 2020-2025:87).

RESPUESTA

El avance intensivo y no controlado del agronegocio y la frontera agropecuaria - agroindustrial, fue


denunciado sistemáticamente por varias organizaciones de la sociedad civil, científicos y medios de
comunicación. Destacan las intervenciones de PROBIOMA, TIERRA, CEJIS CIPCA. Medios como
MONGABAY, NOMADAS, LA BRAVA generaron una activa línea de denuncia constante de la
ampliación de la frontera agrícola y la deforestación en Bolivia. También, organizaciones indígenas
a nivel nacional evidenciaron el avance de fronteras agropecuarias en sus territorios. A nivel del
Estado, las Comisiones ambientales del Senado (Poder Legislativo) denunciaron y visibilizaron el
tema, como la causa principal de la destrucción de los bosques.

Como respuesta a los avasallamientos de tierras en la región del Bajo Paraguá, se generaron fuertes
movilizaciones de organizaciones sociales, cívicas y de pueblos indígenas, rechazando dichas

98
ocupaciones ilegales fomentadas por el INRA y exigiendo acciones de control. Similar situación se
vivió en el municipio de Roboré.

En la Mesa Técnica Interinstitucional, desarrollada el 22 de marzo 2023, en San Ignacio de Velasco,


autoridades indígenas y representantes de los niveles nacional, departamental y municipal,
determinaron la creación de un Comité Interinstitucional que procure la defensa de las áreas
protegidas y recursos forestales del departamento de Santa Cruz, informó la diputada María René
Álvarez. El encuentro convocado por la legisladora Álvarez contó con la presencia de senadores,
diputados y asambleístas del departamento, autoridades municipales e indígenas de los pueblos de
la Chiquitanía y representantes cívicos, para encarar la defensa del Área Protegida Municipal del
Bajo Paraguá. El encuentro apuntó, además, a generar políticas de defensa a nivel departamental
frente a la deforestación.

Un encuentro realizado el 2021, de la cinco subregionales de los pueblos indígenas del Beni: la
Central de Pueblos Étnicos Mojeños del Beni (CPEMB), Central Indígena de la Región Amazónica de
Bolivia (CIRABO), Central de Pueblos Indígenas del Beni (CPIB), Central de Mujeres Indígenas del
Beni – (CMIB) y el Gran Consejo Tsimane, demandó abrogar la ley del PLUS Beni de 2019, por atentar
a los derechos indígenas, violar el derecho a la consulta libre, previa e informada y por su carácter
etnocida.

Tendencia

Tendencia hacia el incremento de la frontera agropecuaria y agroindustrial, debido a la continuidad


del Plan de Desarrollo y la Agenda Patriótica, el avance desregulado del cambio de uso de suelo y
actividades extractivistas.

Recomendaciones específicas

 Exigir una auditoría técnica y ambiental de la ABT y el INRA sobre la pérdida de bosques, que
enfatice en las consecuencias de una dotación desordenada y dolosa de tierras y autorizaciones
de desmontes y quemas, en los últimos 15 años.
 Exigir el más estricto respeto y control en los procesos de dotaciones de tierras y autorizaciones
de quemas en áreas protegidas, territorios indígenas y reservas forestales.
 Hacer una reingeniería del PLUS del Beni, desde una perspectiva de priorizar las limitaciones
de los suelos, y la incorporación de recaudos respecto la fragilidad ecológica de los ecosistemas,
capacidades de carga y condición legal de áreas protegidas y territorios indígenas.
 Revisar y actualizar los PLUS departamentales, con especial atención en los de Santa Cruz,
Pando y La Paz, considerando las actuales urgencias de reducción de la deforestación,
protección de la biodiversidad, capacidad mayor de uso de suelos, sostenibilidad y adaptación
al cambio climático.
 Rebatir y generar resistencia a las proyecciones del gobierno y las iniciativas del municipio de
Ixiamas de abrir el Norte de La Paz a la expansión expoliadora y a gran escala de operaciones

99
agroindustriales, ganaderas y el cultivo de la palma africana, poniendo de manifiesto la elevada
fragilidad y pobreza de los suelos de la región y su escasa aptitud agropecuaria.
 Rebatir el discurso de las grandes corporaciones del oriente del país, que argumenta ser un
aporte fundamental a la seguridad alimentaria del país, siendo necesario poner de manifiesto
su condición de agronegocio y complicidad con las grandes corporaciones trasnacionales de
semillas transgénicas y plaguicidas, que socaban la seguridad alimentaria nacional.
 Exigir una mayor atención y apoyo a las iniciativas de agricultura y producción ecológica, y la
promoción de su escalamiento y réplica en las diferentes regiones del país.
 Demandar una efectiva y responsable respuesta ante la importación, comercio, contrabando y
uso de plaguicidas y herbicidas, priorizando zonas de mayor incidencia del problema.
 Exigir a los gobiernos que se abstengan de realizar acuerdos que favorecen a las corporaciones
agroindustriales y agropecuarias, por ser anti éticos y contrarios al respeto de la Madre Tierra.
 Exigir y promover investigaciones sistemáticas y acciones de monitoreo, relacionadas al efecto
de los plaguicidas y herbicidas en la salud de habitantes vulnerables, por ejemplo, en
poblaciones cercanas a zonas de intensa fumigación.

100
101
8. INCENDIOS y QUEMAS ESTACIONALES

102
103
Preámbulo

Los incendios, fuegos no controlados de gran magnitud e intensidad, son una causa muy importante
en la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas naturales, consecuentemente,
de importantes medios de vida locales. Eventos de gran magnitud o fuegos recurrentes en una
región, contribuyen a reducir la calidad del estado ambiental de un determinado territorio.

Las quemas en las regiones rurales y naturales del país han tenido una tónica secular. Muchos
ecosistemas y paisajes actuales, especialmente en las tierras altas y valles, obedecen a intensas
presiones recurrentes de fuegos a lo largo de la historia del país. Tanto el Beni, como la Chiquitanía,
configuraron gran parte de su ecología en función a grandes fuegos extendidos, sean inducidos por
el ser humano o naturales. Muchos de estos fuegos extendidos tenían estrecha relación con la
afluencia periódica de los fenómenos Niño-Niña y las fuertes sequias ocasionadas.

Las formaciones vegetales del denominado Arco pleistocénico de bosques secos de Sudamérica,
evolucionaron y prosperaron a lo largo de cientos de miles de años, soportando quemas periódicas,
esencialmente por causas naturales (rayos, efecto lupa-rocío), de cobertura muy localizada (Oakley
y Prado. 2011; Mostacedo y Killeen. 1997; Morandi. 2018). Los eventos de quemas por inducción
humana, debieron iniciarse posiblemente en el holoceno, se incrementaron en milenios posteriores
con la afluencia de diversos grupos culturales, cada vez más organizados. Más adelante, en la etapa
colonial y republicana y gran parte del siglo 20, los fuegos debieron aumentar en intensidad y
cobertura.

La drasticidad de los fenómenos ENSO, sumados a los efectos del cambio climático global, en lo
regional y lo local, ha tenido dos tipos de manifestaciones en las últimas décadas: los eventos
extremos o catastróficos (grandes inundaciones, riadas, sequías severas) y los efectos crónicos,
visibilizados a partir de la reducción de la disponibilidad hídrica, especialmente en regiones áridas
(LIDEMA, 2010, 2011). Una de las mayores expresiones del cambio climático ha sido la recurrencia
de las sequías meteorológicas a nivel mundial, especialmente severas en las tierras altas y
semidesérticas, implicando un acuciante déficit pluvial al inicio y/o durante las estaciones húmedas
o prolongaciones de las épocas secas o estivales.

Existe aceptación de la comunidad científica internacional sobre la estrecha interconexión entre el


cambio climático y el fenómeno ENSO-Niña/Niño (Yang et al. 2018; Odériz et al 2020) que en general
afecta drásticamente a Latinoamérica y el Caribe.

Presión

A inicios de los años 90, los fuegos en las tierras bajas del oriente comenzaron a adquirir mayor
intensidad y magnitud, lo cual se relaciona con dos situaciones: el avance de las fronteras
agroindustrial y agropecuaria, el recrudecimiento de los efectos del cambio climático,
especialmente a partir de fuertes sequias y altas temperaturas, y la afluencia periódica de los
eventos ENSO (El Niño Southern Oscillation). Los fuegos estacionales, extendidos en diversas
regiones montañosas secas o subhúmedas de Bolivia, así como en las sabanas benianas, se hicieron

104
más frecuentes y severos, a medida que los efectos del cambio climático recrudecían cada año a
nivel global.

En los últimos 25 años, los incendios ocasionaron impactos severos en diversas partes de Bolivia,
tendieron a concentrarse en regiones montañosas con regímenes secos a subhúmedos,
coincidiendo en muchas ocasiones con áreas protegidas. Por ejemplo, el gran incendio de la
Cordillera de Sama, el año 2004, que afectó a bosques nativos de Pino de monte en la zona de
recarga de acuíferos (proveedores de agua a la ciudad de Tarija), y que enfrenta muchos incendios
recurrentes, prácticamente cada año. La serranía del Aguaragüe (Parque nacional y área de manejo
integrado), también ha sufrido fuegos recurrentes los años 2010, 2016, 2019; igualmente el Parque
Nacional Tunari en Cochabamba. El ANMI Palmar de Chuquisaca y el PN Iñao, también sufrieron
fuegos extendidos de considerable magnitud los años 2019 y 2020. Otras áreas afectadas en zonas
de montaña húmeda de Yungas y subandino, fueron el PN Cotapata, el PN Madidi y Pilón Lajas. Hay
regiones en Bolivia que han estado históricamente sujetas a frecuentes fuegos, debido a las
actividades productivas que se desarrollan en ellas, en especial la ganadería, pero también, la
agricultura de roza, tumba y quema e, incluso, la recolección de miel, donde es frecuente el uso del
fuego; entre estas regiones están la extensa llanura del Beni y gran parte de Santa Cruz, en especial,
la Chiquitanía y el Pantanal. Entre 2016 y 2018, siete municipios de la región Chiquitanía-Chaco, de
los 25 que concentraron el 78% de la deforestación en Bolivia, entre ellos se encuentran: San José
de Chiquitos, San Ignacio de Velasco y Concepción, precisamente los más afectados por el gran
incendio del 2019.

Para el año 2007, se encuentran datos de 3.000 a 2.200 “focos de calor”, en tanto que el IBIF
(Instituto Boliviano de Información Forestal), presenta datos alarmantes de más de 188.000
incendios en el período 1998 - 2007. Lo anterior implica una media de 18.000 focos de calor por
año, con valores extremos en los años 1999, 2002, 2004 y 2005.

Comparando el número de focos de calor de años pasados: 2000: 15.000, 2004: 50.000, 2010:
83119, 2019: 44.273, 2020: 21.075, 2021: 64.726, 2022: 70.919; el año 2023, observamos, el
extremo mas crítico registrado históricamente, con 279.065 focos de calor (PROBIOMA; ERBOL,
octubre 2023).

Estos incrementos de fuegos devastadores en los últimos cinco años, se dieron a partir de: a) el
incremento de nuevos asentamientos colonos, predios menonitas, haciendas ganaderas y
monocultivos agroindustriales, lo cual implicó el notable aumento de desmontes (chaqueos) y
quemas, b) la emisión de normas en el gobierno de Evo Morales, que facilitan quemas y desmontes,
c) escasa responsabilidad en las oficinas y autoridades encargadas de controlar el cambio de uso del
suelo y quemas, así como la protección de los bosques, d) progresivo avance de los efectos, cada
vez más severos, del cambio climático, mayormente expresados en la región a partir de intensas
sequias, altas temperaturas y la reducción del nivel hídrico en los ecosistemas.

Año tras año, el nivel de los incendios se fue haciendo más crítico, hasta desembocar el 2019, en
una gran catástrofe pírica de inmensas dimensiones en la Chiquitanía, y en una debacle a nivel

105
nacional, el año 2023, donde tuvo gran efecto la sucesión de los fenómenos ENSO - La Niña en 2022,
y El Niño 2023, para la proliferación del enorme numero de incendios.

2019: El gran incendio de la Chiquitanía

El año 2019, se desató el más grande incendio históricamente conocido en Bolivia, impactando la
región de la Chiquitanía, Chaco y Pantanal y llegando a superar seis millones de hectáreas de
bosques secos y otros ecosistemas naturales, con pérdidas incalculables de biodiversidad y medios
de vida. Este gran desastre ecológico, estuvo estrechamente ligado a los planes y las normas que,
desde el nivel central, se habían aprobado en favor de la ampliación de la frontera agropecuaria en
Santa Cruz y Beni. Los sectores directamente implicados en este gran incendio fueron: la
agroindustria, colonización menonita e intercultural y la ganadería, cuyas acciones de desmontes
coincidieron con un año particularmente seco y caliente. La planificación nacional, derivada del
PDES 2006-2020, refleja las definiciones de la denominada Agenda Patriótica, y el marco normativo
identificado, como propiciador de la deforestación; sumándose otros procesos de alto riesgo, como
el nuevo PLUS del Beni.

Los años 2017 y 2018, se generaron marcadas sequías meteorológicas en dichas regiones, con
retrasos de lluvias, elevaciones anómalas de temperaturas y reducciones de montos pluviométricos,
aspectos claramente relacionados con las distorsiones del cambio climático. Durante los meses de
junio y julio del 2019, ya se había reportado un elevado número de focos de calor en el
departamento de Santa Cruz, lo cual empezó a generar alarma. A mediados del mes de agosto del
2019, se desencadenaron en las tierras bajas de Bolivia, una sucesión de fuegos que fueron
creciendo en dimensión e intensidad, afectando ecosistemas de sabanas (pastizales), matorrales y
bosques. Estos últimos se tornaron en incendios de copa, conocidos por ser los más destructivos
debido a las elevadas temperaturas que generan. Las concentraciones de C02, en ciertas zonas de la
Chiquitanía, llegaron a casi 2000 ppm, lo cual sobrepasó los estándares tolerables.

En agosto, las cifras del gran incendio de la Chiquitanía superaban el millón de hectáreas afectadas
y, a inicios de septiembre, se reportó cifras de más de 2,1 millones de hectáreas, solo en Santa Cruz.
Esta cifra fue aumentando paulatinamente y hacia el 20 de septiembre se hablaba de más de 3
millones de hectáreas afectadas, 44% en áreas protegidas nacionales y subnacionales, alrededor de
un 45% en bosques y, el resto, en zonas de pastizales, barbechos y cerrados abiertos. Evaluaciones
correspondientes a los últimos días de septiembre, daban cuenta de casi 6 millones de hectáreas
afectadas por los incendios en el departamento de Santa Cruz. Según expertos y algunas
organizaciones especializadas, su magnitud alcanzó una categoría de sexta generación, con la
formación de pirocúmulos y torbellinos de fuego, posiblemente fue uno de los mayores de la historia
a nivel mundial. Los impactos se sintieron en 11 municipios y afectaron a más de 50 comunidades
locales. Las cifras son abrumadoras pues significaron 2.400.000 hectáreas de bosques arrasados o
fuertemente degradados por efecto del fuego. Uno de los espacios más afectados por grandes
incendios, fue el área protegida indígena Ñembiguaso del Chaco, colindante con las áreas protegidas
Kaa Iya y Otuquis, la cual resguarda una formación ecológica particular de la transición Chaco-
Cerrado, denominada Abayoy en lengua Ayorea.

106
El incendio afectó severamente bosques protectores de arroyos y ojos de agua o pujios, con
repercusiones inmediatas en la calidad del agua y comprometiendo su provisión futura. Los
impactos sobre la vida silvestre fueron altamente devastadores, ocasionando la mortandad de
cientos de miles de individuos, incluyendo especies amenazadas (Pacheco et al, 2019). Esto, sin
duda, tuvo graves repercusiones en las cadenas alimenticias, afectando especialmente a grandes
predadores, como el jaguar y el puma, por la carencia de presas. Adicionalmente, las comunidades
locales reportaron una merma crítica de sus fuentes alimenticias de vida silvestre.

El año 2020, inclusive desde el mes de mayo, se produjeron numerosos incendios, un informe de
CEJIS-ORE daba cuenta de 41.868 focos de calor hasta el mes de agosto, afectando a 48 espacios
tradicionales indígenas. En tanto que, la pausa ecológica, establecida por la gobernación de Santa
Cruz el año 2019, tiene visos evidentes de incumplimiento. Es importante recordar que los incendios
que devastan inmensas superficies de bosques del oriente, también afectan cada año a otras
regiones del país, como ser la Amazonía en Pando, Norte de La Paz, gran parte del Beni, además de
zonas de valles secos y bosques subhúmedos en Tarija, Cochabamba y Chuquisaca. El año 2023, bajo
una sequía extrema, incluso en el mes de noviembre, ocurrieron varios incendios devastadores,
especialmente concentrados en la región de bosques pedemontanos preandinos del Beni y Norte
de La Paz, afectando a varias zonas de La Paz (Caranavi, Palos Blancos, Mapiri, Ixiamas, así como,
zonas interiores del Parque Madidi y la Reserva Pilón Lajas, además, casi la totalidad de la llanura
beniana y centenares de focos en la Chiquitanía, Guarayos y varias zonas chaqueñas. El 2023, se
registró un enorme número de incendios, alcanzando a 279.000 focos de calor y devastando mas de
2,9 millones de hectáreas (ABT, 2023; Los Tiempos, 2023, El Deber, 2023).

Una de las explicaciones de la proliferación de incendios en los períodos de sequias extremas o


extendidas (incluso hasta noviembre), como la que ocurrió el año 2023, es que muchos productores
agropecuarios locales con sistemas de productivos intensificados, por ejemplo, colonos o
menonitas, aprovechan la época anormalmente seca, para seguir desmontando y sembrando, aun
bajo el riesgo de provocar grandes incendios. A esto se suma, el incentivo de poder pagar solo
multas irrisorias por quemas no autorizadas, o incluso la condonación (“perdonazo”) de las multas.

Existen incendios por efecto climático (rayos) al inicio o al finalizar la época seca, como los
observados en la meseta de Capparuch (Parque Noel Kempff) y en la serranía de Santiago en
Tucabaca, el año 2022. Similares situaciones se dieron en años anteriores, en serranía altas casi
inaccesibles, en el Madidi y Pilón Lajas. Poco antes de dichos incendios naturales se observan
intensas tormentas de rayos en las partes altas de las serranías

Marco Octavio Ribera Arismendi. Fuego y Bosque Seco Chiquitano. 2019.


Los árboles de bosques secos en general y, en especial, del bosque seco chiquitano y de los diversos tipos de
Cerrado, tienen adaptaciones morfológicas y fisiológicas que les confieren una alta resistencia al efecto de
los fuegos (especies “pirofilas”), situación que definió su proceso evolutivo. Todas estas formaciones tienen
estrecha afinidad con las formaciones descritas para el Cerrado brasilero (campos limpos, campos sucios,
campos cerrados, cerradao). Muchos arbustos y pastos del Cerrado se consideran muy resistentes al efecto
de fuegos estacionales de corta duración (gruesos ritidomas y cortezas suberosas, yemas protegidas por
gruesos tejidos coriáceos y suberosos, bajas concentraciones de resinas). Normalmente, los efectos del
fuego en pastizales son poco intensos, son quemas rápidas, de manera que las especies leñosas que

107
conviven en sabanas, soportan fácilmente efectos de fuegos bastante efímeros, y que en general no superan
los 180° Celsius; esta connotación de incendios cortos y no muy intensos, fue la base de opresión evolutiva.
Los fuegos más atemorizantes y devastadores son los denominados incendios de “copa” o “corona”, son
incendios que se expanden velozmente por la copa de los árboles, provocan muy altas temperaturas que
matan a la mayor parte de la vegetación (J.Goudsblom, 1992), además son muy difíciles de controlar. En
general, estos incendios devastativos solo se propagan si existe mucho material inflamable acumulado. Por
el contrario, los fuegos de suelo, son de menor intensidad y arden lentamente, siendo más fáciles de
controlar. Precisamente, una práctica de manejo forestal implica el manejo de fuegos controlados de suelo
con el fin de eliminar, periódicamente, el material inflamable acumulado y evitar que mayores
acumulaciones generen incendios grandes que puedan derivarse en fuegos de corona.
En algunos casos de incendios forestales grandes se produce un fenómeno conocido como de bolsones de
aire caliente, en el cual se concentran corrientes advectivas de aire muy caliente y se forman remolinos de
vientos con temperaturas muy altas (probablemente por encima de los 80°c.). Estos vientos calientes
afectan drásticamente a la vegetación, sin llegar a quemarla propiamente.
En zonas afectadas por estos remolinos de aire caliente, no se observan señas de afectación directa por el
fuego, sin embargo, los árboles muestran todo el follaje y yemas totalmente secos al igual que las ramas.
En las evaluaciones ex-post, no se puede decir si dichos árboles están muertos. Es posible en estos casos
apreciar que se han producido procesos de desecamiento por encima del límite de tolerancia de la época
seca, especialmente en zonas más alejadas de bancos freáticos ribereños, lo cual implica daños enzimáticos,
y las probabilidades de mortalidad son altas. Algunos de los árboles que se encuentran en dichos estados
de afectación o incluso solo presenten afectaciones en parte de su follaje por el calor, pueden tener una
muerte fisiológica lenta (2 a 6 semanas). En relación a lo anterior, es importante considerar evaluaciones
para determinar procesos posteriores de mortalidad, inclusive en zonas poco afectadas por impacto de
fuego, la simple exposición a elevadas temperaturas ocasiona daños fisiológicos que, posteriormente, se
traducen en una muerte lenta de los árboles o arbustos.
Las formaciones de pastizales y matorrales tipo campo limpio, campo sucio (pampa montes) tipo abayoy
(matorral denso del Chaco-cerrado) son de regeneración relativamente fácil y rápida, pues los efectos de
fuego en estos, no son de gran intensidad (fuegos rápidos y efímeros) y se puede decir que en pocos años
(1 a 20) pueden retornar a su estado “original”. Pero en el caso de los bosques ricos en especies de maderas
duras y muy lento crecimiento, asolados por incendios devastadores, es difícil pensar en proceso rápidos de
regeneración o restauración. No se puede esperarse que, un bosque seco chiquitano, con árboles de
maderas duras de más de 20 metros de altura y que pueden superar fácilmente los 400 años de edad, se
restaure en menos de 200 años.
Los bosques de la Chiquitanía, son ricos en especies, como el cuchi, quebracho, curupaú, palo santo, morado,
tajibo, especies de maderas muy duras, densas (normalmente más de 1.000 Kgr/m3) y con muy alto poder
calorífico (hasta 5.000 Kcal/Kg), lo que significa, que, al arder, generan temperaturas cercanas a la de los
hornos industriales. Pueden generar bóvedas de calor de hasta 450° Celsius, que literalmente carbonizan
los árboles y cualquier ser vivo. Estos incendios de bosques secos, son de muy larga duración, muy difíciles
de ser controlados y generan nubes píricas o pirocúmulos que ascienden hasta el límite de la estratosfera
(similares a los de las explosiones volcánicas), remolinos y tormentas de fuego, y ocasionan perturbaciones
meteorológicas importantes por el efecto de masa de calor y emisión de partículas de hollín a la atmósfera.
Estos efectos fueron evidentes el año 2019 en el gran incendio de la Chiquitanía.

108
Inducción

Los análisis de diversos expertos e instituciones identificaron varios factores que provocaron el gran
incendio del 2019 en la Chiquitanía y, en general, el incremento de incendios forestales en el país:
a) el conjunto de normativas aprobadas desde el año 2011 al 2019, que promovieron intensos
procesos de desmontes y cambio de uso del suelo; b) el mensaje y discurso reiterativo del gobierno,
de ampliar la frontera agropecuaria en las regiones; c) el escaso control en la época de quemas y
preparación de terrenos agropecuarios (grandes desmontes agroindustriales y pequeños
chaquéos), desembocando en la propagación indiscriminada de fuegos y descontrolados; d) los
permisos y ampliaciones de los plazos de autorizaciones de desmonte, dados por la ABT, incluso en
plena época seca y bajo presión de fuegos; e) las autorizaciones de asentamientos otorgados por el
INRA; f) las condiciones climáticas de alto riesgo (altas temperaturas, fuertes vientos y notable
sequedad de suelos y materia vegetal acumulada).

Varias instituciones identificaron como un detonador central del siniestro del 2019, a la Ley 741 del
año 2015, que amplía el desmonte de cinco a 20 hectáreas en tierras con cobertura boscosa, aptas
para diversos usos, y en tierras de producción forestal permanente. Según la FCBC, esto multiplicó
la superficie de clareos del bosque y aumentó las probabilidades de quemas, ya sean autorizadas
por la ABT o ilegales. También, el Decreto 3973, de julio del 2019, que modifica el Decreto 26075
del año 2001, que autoriza el desmonte y las quemas, inclusive en tierras de producción forestal
permanente en Santa Cruz y Beni, fue un detonador de efecto inmediato en las quemas en la
Chiquitanía (Solón, 2020; TIDN; 2020). A esto se sumaría el incentivo perverso del ofrecimiento,
búsqueda y apertura de mercados de exportación de carne. Desde luego, tuvo su parte, la Ley 337
del año 2013, que supuestamente buscaba: “incentivar, en predios que hubieren sido objeto de
desmontes sin autorización (ilegales), la producción de alimentos para garantizar el derecho
fundamental a la soberanía y seguridad alimentaria y la restitución de áreas de bosques afectadas”,
pero que, en la práctica, fue una Ley con un régimen excepcional de perdón para el tratamiento de
predios con desmontes ilegales, y que permitió expandir la frontera agrícola. Otra norma que de
alguna forma habría propiciado la ampliación de frontera (en este caso la cañera) pudo ser la Ley
del Etanol, N° 303 del 2018, con lo cual el gobierno dio luz verde al tema de los biocombustibles.
Un importante inductor de desmontes y quemas en el departamento del Beni, es el actual Plan de
Uso del Suelo, aprobado por una Ley municipal.

Meses antes de la ocurrencia del gran incendio, se denunció el desmedido impulso a la producción
ganadera de reemplazo, fomentando la conformación de empresas de decenas de miles de cabezas
y más de 80 mil hectáreas de superficie, y promoviendo la apertura a la exportación de carne al
exterior (especialmente a la China). Estos procesos se intensificaron en municipios como San Ignacio
de Velasco, San José, San Matías, con la expansión de las colonias menonitas en diversas zonas de
la Chiquitanía y el incremento masivo de asentamientos colonos o interculturales, con franco apoyo
del gobierno al más alto nivel y autorizados por el INRA, en reservas y tierras de producción forestal
permanente.

109
Tambien, se constituyen claros inductores de las quemas, las declaraciones públicas del Viceministro
de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes, quien minimizó la gravedad de los incendios del año 2023.

Omisión

La insuficiente capacidad de control, de parte de las autoridades en todos los niveles, especialmente
de la ABT, para el cumplimiento de los planes de ordenamiento predial y el respeto al PLUS del
departamento de Santa Cruz, así como la falta de investigación, seguimiento y sanciones a los casos
conocidos de incendios ilegales de años anteriores, se constituyen en las principales omisiones. A
todos estos aspectos, se suma, la ausencia de manejo de conceptos clave en las decisiones políticas
técnicas por parte del gobierno central, como ser el Principio precautorio, la gestión preventiva de
riesgos, alerta temprana y capacidad de reacción inmediata, así como la falta de voluntad política
para declarar la Chiquitanía, como zona de desastre ambiental y permitir la movilización efectiva de
fondos y recursos, así como el escaso apoyo a las brigadas de bomberos. Se observó una tendencia
en el gobierno a minimizar el impacto y rehuir responsabilidades.

En la etapa del gran incendio del año 2019, la Gobernación de Santa Cruz mantuvo una total
pasividad y permisividad, sin siquiera promover o exigir un proceso de análisis y debate. Recién el
10 de agosto, declaró alerta roja, con el fin de iniciar medidas para tratar los incendios forestales.

Vulneración de derechos

La ocurrencia de grandes incendios relacionados al avance de las fronteras agropecuarias y


agroindustriales, implica la vulneración de varios derechos:

El derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente
sano y al desarrollo sostenible, que es vulnerado a partir de:
 Quemar campos de labranza o pastoreo ocasionando incendio en propiedad ajena, por negligencia
o con intencionalidad
 Talar bosques sin autorización
 No garantizar el derecho de disfrutar de un ambiente sano y agradable
 No preservar, conservar, restaurar y promover el aprovechamiento de los recursos naturales
renovables
 Incumplir las normativas internacionales ratificadas por el país
 No proteger y conservar las aguas en todos sus estados
 No usar los suelos para actividades agropecuarias forestales manteniendo su capacidad productiva
 No realizar el manejo y uso de los bosques de manera sostenible
 No velar por la protección, conservación y restauración de la fauna y flora silvestre
 No administrar las AP según sus categorías, zonificación y reglamentación en base a planes de
manejo
 No utilizar los suelos para uso agropecuario que aseguren la conservación de los agroecosistemas
 Contaminar el aire, las aguas en todos sus estados, el suelo y el subsuelo
 Producir alteraciones nocivas de las condiciones hidrológicas, edafológicas, geomorfológicas y
climáticas.
 Alterar el patrimonio cultural, el paisaje y los bienes colectivos o individuales, protegidos por Ley
 Producir o poder producir el deterioro ambiental en forma temporal o permanente
 Contaminar o adulterar aguas destinadas al consumo público, al uso industrial agropecuario o
piscícola

110
El derecho de las defensoras y los defensores ambientales, cuyas vulneraciones más comunes se
dan por:
 Falta de protección en situaciones de riesgo
 Hacer firmar documentos con engaños
 Criminalización
 Desacreditación
 Ataque a un medio de comunicación
 Obstaculización en la realización de sus actividades.
 Discriminación a la participación de mujeres
 Amenaza
 Agresión
 Obstrucción indebida del funcionamiento de una asociación
 Obstrucción indebida de la libre determinación de sus estatutos, estructura y actividades

El derecho de acceso a la justicia en asuntos ambientales, que está siendo vulnerado a partir de:
 No sancionar las infracciones administrativas, a la legislación ambiental
 No denunciar los delitos ambientales por parte de la AAC a la Fiscalía de Distrito
 No determinar indemnización y resarcimiento en beneficio de las personas afectadas
 Impedimento de acceso a la justicia ambiental mediante instancias judiciales y administrativas
 Falta de debida diligencia
 Censura previa, presión o interferencia

El derecho a la participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales,


también vulnerado por:
 Incumplimiento del derecho de toda persona natural o colectiva a participar en la gestión
ambiental
 Negación de realizar inspecciones o vigilancia para el cumplimiento de la ley

El derecho de acceso a la información ambiental, que se vulnera debido al:


 Incumplimiento de plazos establecidos para recibir la información
 Desinformación respecto a la instancia pública que tiene la información solicitada
 Desinformación sobre la situación e impactos del tema solicitado
 Negación de recibir asistencia para formular peticiones y obtener respuesta
 Inexistencia o falta de actualización del sistema público de información
 Manipulación de opinión en las redes sociales

Nota.- El conjunto de normas, entre leyes y decretos, aprobados por el primer gobierno del MAS y
que promueve los desmontes, quemas y los grandes incendios, son la primera línea de vulneración
de derechos humanos (CPE, Artículo 33, Artículo 30) y de la propia Ley 71 de los Derechos de la
Madre Tierra.

ESTADO

Después de los grandes incendios de los últimos cinco años, han quedado inmensas superficies de
bosques y otros ecosistemas naturales destruidos o degradados por efecto del fuego, o en fase lenta
de restauración natural. Se han verificado enormes pérdidas de biodiversidad, en especial con
mortandades masivas y pérdidas a gran escala de vida silvestre y medios de vida local. La gente local

111
y los cientos de bomberos que acudieron a las regiones en llamas, sufrieron severos efectos
negativos a la salud, por la emisión de humo y gases de elevada toxicidad. Los grandes incendios
han significado altas cantidades de emisiones de carbono a la atmósfera. Posiblemente, los años
2019 y 2020, en el orden de más de 300 megatoneladas (WWF, 2020). Pobladores locales han
reportado serias afectaciones hidrológicas por daños de los bosques en zonas captadoras de agua y
zonas de recarga, con desecamiento de cañadas. Así mismo, se percibe un mayor deterioro del clima
local.

En general, para las regiones secas de Bolivia, los meses de enero hasta julio del año 2019, hay un
déficit hídrico extremo, por una disminución de la precipitación de hasta <62%, en comparación con
la precipitación acumulada normal, a base del período 1981-2018 (FAN, 2019). En los últimos 39
años, existe la tendencia a sequías más intensas y largas en la Chiquitanía. El déficit hídrico, desde
el inicio del año, en la zona de la Chiquitanía, disminuye la humedad de los suelos y de la vegetación.
Así se generan condiciones muy favorables para la ocurrencia de nuevos incendios.

RESPUESTA

Los diversos grupos de bomberos, que se conformaron el año 2019 para combatir el gran incendio
de la Chiquitanía, tuvieron un rol fundamental en el control de la tremenda conflagración, en
general, con gran sacrificio, escasos recursos y casi ningún apoyo del gobierno central.

Un resultado del período de grandes incendios, fue la conformación de varios grupos de bomberos,
muchos de ellos de carácter voluntario, distribuidos en diversas provincias del departamento de
Santa Cruz. El número de bomberos provinciales asciende a 2.500 efectivos, dependientes de la
gobernación, municipios, fundaciones privadas (Fundasol, UUBR, Rescate Urbano, FunSar, SAR
Bolivia, Jenecherú, Fundación Bomberos Voluntarios Santa Cruz, CROS-El Torno y UGR-El Torno. La
organización FunSar, capacitó bomberos en San Ignacio de Velasco, Concepción, Ascensión de
Guarayos, San Julián y Puerto Suárez.

En Santa Cruz, también, se conformaron y fortalecieron los observatorios de monitoreo y alerta


temprana de incendios y focos de calor, como SATRIFO (dependiente de la gobernación),
observatorio del Bosque Chiquitano (FCBC) y el observatorio de FAN.

En la etapa del Gran incendio, expertos y diversas instituciones de Bolivia se pronunciaron,


demandando a las autoridades del nivel central y departamental los siguientes puntos:

- Hacer cumplir la Ley de Derechos de la Madre Tierra y especialmente el Mecanismo Conjunto


de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático basado en el Manejo Integral del Bosque.
- Abrogación del “paquete” de normas promotoras de los incendios.
- Establecer una “Pausa Ecológica” en el Bosque Seco Chiquitano y declararlo “de importancia
nacional”
- Respetar y aplicar el Plan de Uso de Suelo (PLUS) del departamento de Santa Cruz.

112
- Solicitar a las autoridades, especialmente al Ministerio de Agua y Medio Ambiente, la Dirección
General Forestal y a la ATBT, reforzar acciones para preservar las Tierras de Producción Forestal
Permanente.
- Auditar las autorizaciones de desmontes dados por la ABT, así como los permisos de
asentamientos otorgados por el INRA, en la región afectada por los fuegos.
- Solicitar al Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) extremar cuidados en la dotación de
tierras de acuerdo al ordenamiento territorial.
- Apoyar a los gobiernos municipales de la Chiquitanía-Chaco-Pantanal en el ajuste e
implementación de sus Planes Territoriales de Desarrollo Integral (PTDI) considerando la
preservación del patrimonio natural y las fuentes de captación y provisión de agua.
- Fortalecer mecanismos de gobernanza territorial, como la Plataforma Chiquitanía Sostenible de
la Red de Bosques Modelo, los Comités de Gestión de Áreas Protegidas, la Asociación de
Comités de Gestión de Áreas Protegidas de la Chiquitanía, los Comités Impulsores y de Gestión
de Cuencas.
- Promover el ordenamiento territorial en comunidades y predios privados, con criterios de
protección de los bosques, las servidumbres ecológicas y fuentes de agua.
- Transparentar el saneamiento de tierras, mediante auditorias técnicas y ambientales.
- Establecer un programa regional para la restauración del paisaje forestal, enfocado en las
especies originarias del Bosque seco de la Chiquitanía-Chaco-Pantanal, excluyendo el uso de
especies exóticas.
- Generar mayor conciencia pública de los valores de los bosques secos de la Chiquitanía-Chaco-
Pantanal.
- Fortalecer los observatorios y mecanismos de alerta temprana de fuegos y focos de calor a cargo
de la Gobernación y de organizaciones privadas, y de los recursos humanos y equipos-
herramientas-logística de prevención y control del fuego. Esto también implica el
fortalecimiento presupuestario para dichos fines.

El acompañamiento ciudadano, a través de las redes sociales y medios de comunicación, así como,
la solidaridad para con los cuerpos de bomberos, fue muy importante en la etapa del mayor incendio
histórico del país.

El tema de las normas incendiarias, fue tratado el año 2020, ante representantes del Tribunal
Internacional de Derechos de la Naturaleza, a partir de audiencias realizadas en Santa Cruz (TIDN,
2020).

Nota.- El proceso de peticiones y demandas para la abrogación de las “normas incendiarias”, tuvo
continuidad desde el año 2019, hasta el año 2023, sin resultados favorables. La única norma
abrogada fue el Decreto 3973, que autorizaba quemas y desmontes en los departamentos de Santa
Cruz y Beni; su abrogación se efectuó en el período de gobierno transitorio el año 2020, por lo que
la validez de la medida ha sido puesta en duda por razones políticas, y no se sabe, si realmente está
abrogada. Considerando el conjunto de normas que fueron sindicadas como perversas o
detonadoras, en realidad, solo la Ley 1171, de uso y manejo de quemas, la Ley 741, de ampliación
de desmontes de 5 a 20 hectáreas y el Decreto 3973, supuestamente abrogado, pueden

113
considerarse como promotores directos de incendios. Esto, debido a que la Ley 337 del año 2011
(del “perdonazo”) y sus ampliaciones, tuvieron un carácter de aplicación transitoria, hasta el año
2017; en tanto que otras leyes, como la 1098, de aditivos vegetales a los combustibles, tendrían una
connotación de incentivo indirecto.

Las demandas de abrogación, deberían tener un mayor grado de precisión jurídica y evitar repetir
el amplio listado de normas que empezó a circular desde el año 2019. Esto implicaría la priorización
y selección de unas pocas normas más críticas, en términos de autorizar desmontes y quemas.
Considerando que cualquier acción de abrogar o modificar una norma, no es una tarea fácil,
considerando el peso que tienen los intereses sectoriales, en especial si se trata de una Ley,
resultaría más estratégico, promover inicialmente, la modificación de unas pocas normas claves. Es
importante mencionar la notable escasez de estudios y análisis jurídicos específicos sobre las
normas que pueden promover quemas e incendios. Además, deben considerarse otros aspectos,
por ejemplo, el hecho, de que, en la práctica, tengan más peso en la propagación de incendios, las
normas técnicas de la ABT y sus autorizaciones anuales de quemas y desmontes, así como los
permisos de asentamiento del INRA. En el caso del PLUS Beni, las demandas de abrogación pasan
por el tratamiento de una Ley departamental y no de nivel nacional. Se debe considerar como
obstáculo esencial, la falta de voluntad política del gobierno para abrogar normas, que implican
alianzas políticas y el riesgo de conflictos con los sectores involucrados; también se debe considerar
el fuerte acercamiento del gobierno de Arce a las grandes corporaciones del oriente, con proyectos
compartidos, como el del biodiesel. Otro elemento obstaculizador de fondo es que, los pedidos de
abrogación de las normas incendiarias significan tratar y rebatir el tema del apoyo gubernamental
al avance de frontera agropecuaria, el cual, está fuertemente anclado en el Plan de Desarrollo y la
Agenda Patriótica en curso, por tanto, en la visión y modelo de desarrollo en vigencia.

Tendencia

A empeorar, en la medida que persisten y empeoran los efectos del cambio climático, así como las
políticas del Estado (diversas jurisdicciones), para favorecer la deforestación y agropecuaria a gran
escala.

Para la Chiquitanía, se plantean las siguientes proyecciones ecológicas que podrían generarse en un
lapso relativamente corto (unas tres décadas), después de los grandes incendios del 2019 y 2020: a)
degradación y empobrecimiento progresivo de los ecosistemas, con la virtual desaparición de
especies con menos adaptaciones o menos “pirófilas”; b) reducción de cobertura boscosa y avance
de formaciones abiertas, tipo cerrado, esto implica el avance de arbustos y de pastos altamente
adaptados a quemas recurrentes; c) deterioro de masas boscosas (bosque mediano a alto
chiquitano), especialmente bajo efecto de borde e ingreso de fuegos al interior, lo que implica
mortalidad progresiva de árboles y avance de formaciones arbustivas y pastos; d) mortalidad de
árboles y arbustos, que se debilitan con la recurrencia de quemas o después de quemas de alta
intensidad y que sobrepasan su umbral de resistencia; e) deterioro de las fases de regeneración,
debidas a la eliminación de bancos de semillas por fuegos intensos, muerte de árboles semilleros,
muerte de individuos juveniles; f) sucesiones estancadas, con predominio de fases tipo cerrado

114
“sujo” y abierto, con pastos y arbustales muy agresivos, donde la instalación del bosque se ve
impedida.

Recomendaciones específicas

 Como parte de la demanda de una auditoría ambiental - técnica a la ABT- INRA, expuesta en el
tema de Bosques y deforestación, incluir una investigación sobre el grado de responsabilidad
de estas dos oficinas del Estado en los incendios de los años 2019 y 2020 en la Chiquitanía.
 Continuar exigiendo la derogación de las normas (decretos y leyes) que promueven, de forma
desordenada, los desmontes, quemas y cambio de uso del suelo.
 Abrogar la Ley 741, considerada como un detonador central de quemas e incendios.
 Ratificar o confirmar oficialmente la condición de derogación del Decreto supremo 3973.
 Continuar fortaleciendo los grupos de bomberos en diversas regiones y localidades, así como
los sistemas de monitoreo y alerta temprana, de instancias de la sociedad civil y estatales.
 Proponer a corto plazo, un nuevo PLUS para Santa Cruz, que considere los necesarios
recaudos ambientales y sociales para contrarrestar el riesgo de incendios.
 Exigir la reingenieria del PLUS Beni, por el alto riesgo de inducción de incendios relacionados a
la inensificacion del uso del suelo.

Marco Octavio Ribera Arismendi. 2019. Consideraciones relevantes sobre ecosistemas vulnerables a
incendios. Fuentes: CONAF. 2011; Garrido et al 2017; ACFOP, 2017; Gonzales,L. et al. 2021.
 Las islas de bosque o masas boscosas mayores, en zonas de sabana, son altamente vulnerables a los
fuegos extendidos de pastizales, por lo que, especialmente en áreas protegidas, es recomendable
estalecer líneas de contrafuegos señalizadas.
 Los bosques degradados en zonas de montaña, relativamente abiertos o clareados (por tala, extracción
de leña, silvopastoralismo, etc.), con frecuencia, presentan sotobosques vigorosos, ricos en herbáceas
y gramíneas, que los hace altamente vulnerables al efecto de quemas, a diferencia de los bosques de
doseles densos, en los que predominan sotobosques más abiertos, en los que existen principalmente
arbustos y plantas jóvenes.
 La gran cantidad de bosta de bovinos acumulada en bosques sujetos a intenso silvopastoralismo,
constituye una fuente localizada importante que incrementa el riesgo de fuegos extendidos en el piso
del bosque, en función al alto poder calorífico de dicha matería orgánica que, inclusive, puede inducir
procesos de combustión espontánea.
 En comunidades boscosas, con una abundancia relativamente alta de especies de maderas duras y de
alta densidad (consecuentemente con alto poder calorífico), se pueden producir incendios con mayor
impacto ecosistémico, en general, más prolongados, con generación de muy altas temperaturas y más
difíciles de controlar, por lo que son necesarios mayores recaudos y atención.
 Comunidades boscosas de yungas estacional tucumano-boliviano (yungas de Chuquisaca y Tarija
principalmente), con una gran densidad de cobertura de líquenes y bromeliaceas (del género Tillandsia
especialmente), llamados “Sacha bosques” o bosques con “barbas”, son especialmente susceptibles a
fuegos altos, es decir, hay mayor vulnerabilidad para doseles y ramajes elevados.
 Comunidades boscosas y de sabanas arboladas con gran abundancia de especies pirófilas (con
estructuras resistentes a quemas, con cortezas suberosas gruesas y yemas protegidas) son indicadoras
de una frecuencia regular de quemas.
 Bosques nativos que, alternan con zonas que tienen importante abundancia relativa de especies
exóticas de árboles o arbustos resinosos o ricos en aceites esenciales como Pino (Pinus radiata) o
eucaliptos, confiere a los bosques un mayor riesgo y vulnerabilidad ante incendios.

115
 También las zonas de bosques implantados con especies exóticas, como cipreses, pinos y abetos
europeos, o eucaliptos, incrementan los riesgos de fuegos extendidos, en función a la gran
acumulación de materia seca acumulada, presencia de resinas y maderas con alto poder calorífico
como el eucalipto.
 La acumulación de gran cantidad de materia seca (especialmente gruesa, como tronco y ramas)
durante varios años, condicionan una alta vulnerabilidad hacia el brote de quemas extendidas o
localizadas, y a la generación de grandes incendios con altas temperaturas.

116
9. DEGRADACION y PERDIDA DE RECURSOS HIDRICOS

117
118
Preámbulo

El agua o recursos hídricos, en cuanto a su calidad, cantidad, uso y disponibilidad, es uno de los
indicadores por excelencia del estado ambiental de un país o un territorio; considerando el caso de
Bolivia y los riesgos que enfrenta, implica una aguda problemática y es otro problema crónico y
clásico en la lista de temas ambientales prioritarios del país. El agua es un recurso de “difícil
ubicación”, tanto en lo normativo, como en el manejo institucional, se encuentran dificultades para
el tratamiento de su gestión. Posiblemente esto se desprende de la ausencia de un enfoque o visión
ecosistémica de su naturaleza. Su gestión está dividida en diversos compartimentos institucionales,
además bajo un esquema de baja coordinación. No se cuenta con normativa moderna para su uso,
manejo y conservación, además, es inconcebible que la normativa aún vigente sobre el recurso más
valioso, que es el agua, provenga de 1906. A pesar de ser un bien común inalienable, por su enorme
valor, aún corre el riesgo de estar sujeto a procesos de valoración comercial y de restricciones a su
acceso, y un penoso antecedente, que no se puede olvidar, es la “guerra del agua” que tuvo lugar
en Cochabamba el año 2000. El agua es un bien común, y la Constitución Política del Estado
establece enfáticamente que: “El agua constituye un derecho fundamentalísimo para la vida”.

Bolivia es un país rico en recursos hídricos, producto de una elevada diversidad de ecosistemas y
tipos de clima. Las diferencias de oferta y acceso al agua obedecen a la gran diversidad de
condiciones climáticas y ecológicas del territorio. Bolivia es un país de contrastes en relación a la
disponibilidad de agua, mientras que en el Sur y el Occidente se desarrolla una dramática batalla
para lograr este preciado recurso, en las tierras bajas de norte y oriente hay una permanente lucha
contra las inundaciones. Existen zonas con extremos de lluvia, como el Chapare con más de 6.000
mm anuales, en tanto que las regiones de montaña húmeda de Yungas y el subandino tienen entre
1.600 y más de 3.000 mm., al año (Montes de Oca, 2005). Las zonas bajas cálidas del Norte
amazónico, en general, están por encima de los 1.600 mm/año de lluvia anual, mientras que la
extensa región de la Chiquitanía y Chaco, en Santa Cruz, tienen promedios de precipitación entre
1.100 y 600 mm/año. En el Occidente, los valles secos templados, por lo general, no superan los 700
mm/año, mientras que las zonas altas de Puna o altiplanos oscilan entre 600 mm., con menos de
120 mm., en el Occidente potosino semi-desértico (Montes de Oca, 2005).

La diferencia de los caudales hídricos, en metros cúbicos por segundo, tiene relación con lo anterior
(río Mamoré, 7.700; Madre de Dios, 6.380; Ichilo, 1.000; Pilcomayo, 116 y; Mizque, 43). En cuanto
al agua superficial, Bolivia tiene una longitud de los ríos de 57.000 km, la superficie total de lagos y
lagunas es de 11.193 km2, existen 2.184 km2 de campos de nieve, 13.000 km2 y 2.147 km2 de
bofedales (Montes de Oca, 2005). Más de 15 áreas protegidas de relevancia nacional son reservorios
extraordinarios de agua, la que brindan a numerosas poblaciones y comunidades aledañas (Ribera
y Liberman, 2005), además, cumplen funciones ecológicas importantes en la regulación de caudales,
mitigando el impacto de las inundaciones (PN Carrasco, PN Amboró, PN Madidi, PN Cotapata,
TIPNIS). Las diferencias de pluviosidad y caudales fluviales, condicionan la disponibilidad de agua en
diversas regiones del país, configurando las características de los ecosistemas y los tipos de sistemas
de producción. Por tanto, la disponibilidad de agua no es equitativa. Tampoco en las ciudades existe
una distribución, acceso y consumo equilibrado del agua, situación que obedece a razones de pobreza,

119
precariedad urbana y diferencia de ingresos, al estar el servicio bajo reglas de comercialización. En
general, el agua, especialmente en las ciudades, no es bien utilizada, existiendo situaciones de abierto
derroche. El abastecimiento de agua, y su distribución en las grandes ciudades, sigue siendo un tema
de gran incertidumbre, en la medida que, los volúmenes de uso aumentan y ocurren prolongadas
sequías que desecan los reservorios, a lo que se suma la falta de previsiones. Claro ejemplo fue el
prolongado y crítico desabastecimiento que se dio en la ciudad de La Paz a finales del año 2016.

La dependencia del agua de riego para fines de producción en el país, es muy alta, existen 4.700
sistemas de riego inventariados, con 218.000 familias o unidades usuarias (en siete departamentos,
menos Beni y Pando), cubriendo una superficie agropecuaria de casi 230.000 hectáreas. Se estima
también que, existen alrededor de 200.000 pozos, que aprovecharían algo más del 1% de la
potencialidad de aguas subterráneas del país. En cuanto a las aguas superficiales, se conoce que en
la cuenca amazónica fluyen por año cerca de 180 mil millones de metros cúbicos, en la cuenca del
Plata alrededor de 22 mil millones y, en la cuenca cerrada o endorreica del altiplano, 1.600 millones
de metros cúbicos. No se conocen estudios detallados, a nivel nacional o por regiones, sobre la
cantidad de agua que se destina a diversos fines, como el uso urbano, minería, industria,
agropecuaria u otros rubros.

Sitios RAMSAR. En Bolivia existen 11 sitios RAMSAR, destacando: Laguna Colorada, Lago Titicaca
(sector boliviano), Cuenca de Tajzara (Reserva de Sama, Tarija), Pantanal boliviano, Bañados del
Isoso, Palmar de las Islas – Salinas de San José (Sta. Cruz.), Laguna Concepción (Sta. Cruz),
Humedales-pantanos del Beni, Lagos Poopó y Oruro. Más recientemente se declararon tres Sitios
RAMSAR en el departamento del Beni: Cuenca río Matos, Cuenca del Yata, y Humedales del Río
Blanco.

La Convención RAMSAR, un tratado internacional para la protección de humedales o ecosistemas


acuáticos (lagos, lagunas, pantanos, ríos, etc.), en nuestro país están representados por diversos
ecosistemas denominados localmente, curiches, yomomos, junquillares, patujuzales, bajíos, pujios,
y en las tierras altas por bofedales, vegas, kochas, etc.; en todas las regiones incluyen lagos, lagunas,
lagunetas, ríos, arroyos y cañadas. Es importante establecer que un sitio RAMSAR no es un área
protegida propiamente, aunque comúnmente coinciden con éstas, como son los casos de Laguna
Colorada (Reserva Eduardo Abaroa), Tajzara (Reserva de Sama), Pantanal (ANMI San Matías y PN
Otuquis) o Salinas de San José (PN Kaa Iya.

PRESIÓN

Importantes ríos de Bolivia se hallan fuertemente contaminados por las operaciones mineras, es el
caso del Pilcomayo, afectado desde hace siglos por metales pesados; también los grandes ríos
amazónicos Beni y Madre de Dios, extremadamente contaminados (más recientemente) por
elevadas concentraciones de mercurio, producto de la creciente minería aurífera, el primero con
afluentes de la Cordillera Real, también muy contaminados, y el segundo por la intensa minería del
oro en la Amazonía del Perú y en la boliviana.

120
Bolivia es un país muy rico en ecosistemas acuáticos o humedales, especialmente concentrados en
la llanura beniana y del Pantanal en el Este y Sudeste de Santa Cruz. En algunos lugares del Beni,
como en el entorno de la ciudad de Trinidad, grandes zonas de humedales han sido fuertemente
impactadas por el cultivo a gran escala de arroz y el uso de pesticidas. La laguna Concepción en la
Chiquitanía, en la práctica, ha desaparecido totalmente, debido al efecto de la extracción de sus
aguas y desvío de sus afluentes alimentadores, por la inmensa agroindustria que la rodea. También,
en las tierras bajas de la Chiquitanía, el intenso represamiento de cañadas y la construcción de
numerosos atajados o lagunetas, para abrevaderos del ganado, genera una reducción de aportes
para las comunidades locales, la vida silvestre y los ecosistemas.

Los grandes lagos de las tierras altas, también enfrentan crecientes impactos y amenazas, el Lago
Poopó, un Sitio RAMSAR, utilizado por años como depósito de aguas residuales de la minería, es
prácticamente una zona de sacrificio ambiental, a ello se suman los efectos del cambio climático y
la reducción del caudal del río Desaguadero, hasta hacerlo casi desaparecer. Por su parte, el Lago
Titicaca, otro Sitio RAMSAR en el lado boliviano, también fuertemente impactado por el cambio
climático y la desecación de playas y ensenadas, tiene puntos de fuerte contaminación, tanto en
Bolivia, como en el Perú.

Otro tipo de presión son los impactos del cambio climático en inmensas superficies, especialmente
de las zonas secas o áridas, tanto en tierras altas, como en tierras bajas, que también amenazan con
disminuir la disponibilidad de agua, al ocasionar recurrentes sequías y la desaparición de glaciares.

Los ríos que cruzan las grandes ciudades y zonas metropolitanas como La Paz, El Alto, Cochabamba,
Trinidad, etc.), contienen una elevada carga de contaminantes y transportan aguas de baja calidad
a zonas rurales y naturales, por ejemplo, la Bahía de Cohana en el Lago Titicaca, es impactada por
una enorme contaminación industrial y doméstica, proveniente de la ciudad de El Alto y sus
conurbaciones.

También, existen grandes amenazas a cuencas fundamentales, por megaproyecto hidroeléctricos,


como el del Bala y Chepete, en el río Beni; el Complejo Rositas, en el Rio Grande; el Carrizal (prevista
en el río Cambaya) y; Cambarí (prevista en Tariquía). Estas hidroeléctricas causarían devastaciones
y efectos irreversibles a cuencas enteras. Existen indicios de impactos en curso, derivados de las dos
megarepresas del Brasil en el río Madeira, que ya habrían afectado la cuenca media de ese río en
territorio boliviano. Desde el año 2016 se alertó sobre los efectos de las megarepresas del Brasil en
la llanura amazónica de Bolivia, en especial la llanura beniana (Ruffino et al, 2019). Uno de los
efectos más evidentes parece ser el alto riesgo de desaparición de especies de peces importantes
en la nutrición local y pesquerías, como el dorado y la pyrahiba (Molina et al.2008; Ribera, 2013;
MMAyA, 2014; Van Damme et al. 2018 a, 2018 b). El Beni enfrenta otras amenazas en el campo
ambiental, Navia Ribera (2020), hace referencia a la reactivación y mejoramiento integral de la
denominada hidrovía Ichilo-Mamoré, que tiene una longitud aproximada de 1.380 kilómetros,
desde Puerto Villarroel, en Cochabamba, hasta la ciudad de Guayaramerín, en el Beni, en la frontera
con Brasil. Se pretende mejorar sus condiciones de navegabilidad con acciones de dragado, así como
ampliar la infraestructura portuaria a lo largo de toda su extensión, con el fin de activar el comercio

121
de exportación por el Atlántico. Este megaproyecto, que actualmente está siendo tramitado por el
gobierno, es de elevado riesgo ambiental y social y está estrechamente ligado a las lógicas
desarrollistas dejadas por el IIRSA. Considerando que la hidrogeología del río Mamoré es
notablemente compleja y se caracteriza por su elevada sensibilidad, los cambios de cursos, la
socavación de cauces y la eliminación de tornos podrían tener como resultado que el megaproyecto
produzca intensa inestabilidad a la cuenca, ocasionando alteraciones no deseables, especialmente
en las épocas de crecidas (Poully et al. 2004).

Otro caso de alto riesgo para la estabilidad de una de las cuencas más importantes de Bolivia, es el
megaproyecto minero, impulsado desde el 2020 por la COMIBOL, para explotar oro a gran escala en
la cuenca del río Madre de Dios, el cual ocasionaría una devastación ecológica sin precedentes, en
una de las ecorregiones más sensibles de la Amazonía boliviana.

En la Chiquitanía han proliferado, desde hace casi dos décadas, losa construcción de atajados depor
la haciendas ganaderaslas haciendas ganaderas, lo quecual va en paralelo al aumento de los hatos
ganaderos en el departamento de Santa Cruz. Esta conformación de microrepresas de agua ha
significado, que, decenas de arroyos se sequen, y que la biodiversidad y muchas comunidades
indígenas y campesinas, en una de las regiones secas de Bolivia, se queden sin agua. Un caso
concreto es el del río San Lorenzo, que atraviesa la tierra comunitaria indígena Turubó (CCICH-T),
que el cual un diadía se secó. El afluente, antes lleno de agua cristalina, que abastecía a las
comunidades con líquido para beber, lavar, bañarse y hasta pescar, se convirtió en un hilo de agua
en algunos tramos y, en otros, simplemente desapareció (Giovanny Vera, Mongabay Latam - Red
Ambiental de Información 7 abril, 2021). Los habitantes de San Juan y Buena Vista, comunidades de
la TCO Turubó, decidieron inspeccionar el curso aguas arriba en la hacienda ganadera San Lorenzo,
el capataz trató de evitar que los indígenas ingresaran para examinar el río que cruza la propiedad.
La comisión indígena ingresó y se llevaron una gran sorpresa cuando lograron entrar a la hacienda
y comprobar por qué el agua no llegaba a las comunidades. Los propietarios del predio San Lorenzo
habían construido una represa grande con un molino de agua y esta solo permitía que saliese un
pequeño hilo de agua. El dueño de la propiedad había cercado un pantano en las nacientes de agua,
y desvió el curso de agua hacia su molino, para bombear agua, así se formó una gran laguna con el
agua represada. La represa estaba siendo utilizada para almacenar agua y llevarla hacia potreros
con más de 3.000 cabezas de ganado. El 2 de noviembre de 2020, luego de que los indígenas
denunciaron ante las autoridades regionales sobre la existencia de esta represaobra, sin recibir
respuesta, se agudizó el conflicto y la represa finalmente fue abierta a la fuerza por los indígenas.

Una presión reciente sobre fuentes de agua de especial valor, es el caso de los acuíferos
subterráneos Güenda-Urubó, ubicados en el pie de monte boscoso contiguo al Parque Nacional
Amboró, que provén más de un 30% del agua que consume la zona metropolitana de Santa Cruz. El
tramo proyectado por la ABC, con financiamiento de la CAF, cruzaría la zona de mayor sensibilidad
de los bosques que protegen dichos acuíferos. La gobernación de Santa Cruz y numerosas
instituciones y organizaciones se oponen a dicho trazo, existiendo otras alternativas planteadas por
la gobernación, con muchos menos costo ambiental y menor costo económico. Las salvaguardas

122
ambientales de la CAF no han sido aplicadas, la CAF acude al hermetismo informativo y la ABC,
vuelve a caer en el mismo penoso error que en el caso del TIPNIS.

Vulneración de derechos

En relación a la destrucción, deterioro o alteración de los recursos hídricos por actividades


principalmente derivadas de la minería y operaciones petroleras, industriales y zonas urbanas, los
derechos identificados que están siendo vulnerados son:

El derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio


ambiente sano y al desarrollo sostenible, que se vulnera al:
 No proteger y conservar las aguas en todos sus estados
 No garantizar el derecho de disfrutar de un ambiente sano y agradable
 Contaminar el aire, las aguas en todos sus estados, el suelo y el subsuelo
 Verter aguas residuales no tratadas u otros
 Contaminar o adulterar aguas destinadas al consumo público, al uso industrial agropecuario o
piscícola
 No preservar, conservar, restaurar y promover el aprovechamiento de los recursos naturales
renovables
 No promover y ejecutar acciones para hacer cumplir con los objetivos del control de la calidad
ambiental
 No otorgar la categoría de EEIA correspondiente.
 Incumplir las normativas internacionales ratificadas por el país
 No regular o controlar la producción, introducción y comercialización de productos farmacéuticos,
agrotóxicos y otras sustancias peligrosas
 Permitir la introducción, depósito y tránsito de desechos tóxicos, peligrosos, radioactivos u otros
 No velar por la protección, conservación y restauración de la fauna y flora silvestre
 No administrar las AP según sus categorías, zonificación y reglamentación en base a planes de manejo
 Producir alteraciones nocivas de las condiciones hidrológicas, edafológicas, geomorfológicas y
climáticas.
 Alterar el patrimonio cultural, el paisaje y los bienes colectivos o individuales, protegidos por Ley
 Producir o poder producir el deterioro ambiental en forma temporal o permanente

El derecho de acceso a la justicia en asuntos ambientales, que está siendo vulnerado a partir de:
 No sancionar las infracciones administrativas, a la legislación ambiental
 No denunciar los delitos ambientales por parte de la AAC a la Fiscalía de Distrito
 No determinar indemnización y resarcimiento en beneficio de las personas afectadas
 Impedimento de acceso a la justicia ambiental mediante instancias judiciales y administrativas
 Desconocimiento o invalidación a la legitimación activa
 Impedimento de acceso a servicios de instituciones públicas
 Restricción en presentación de denuncias y recursos
 Impunidad
 Detención arbitraria
 Impedimento de defensa
 Prolongación indebida de plazos procesales
 Falta de debida diligencia
 Corrupción de autoridades públicas
 Cuoteo político por encima de las necesidades profesionales y técnicas de ciertas reparticiones
estatales
 Presión - chantaje – extorsión
 Violencia Política

123
 Impedimento de acceso a espacios públicos

El derecho a la participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales, vulnerado


por:
 Incumplimiento del derecho de toda persona natural o colectiva a participar en la gestión
ambiental
 Negación de realizar inspecciones o vigilancia para el cumplimiento de la ley
 Incumplimiento de los mecanismos y plazos de participación del público
 Incumplimiento a la entrega al público, de manera oportuna y comprensible, de la información
necesaria
 Falta de difusión sobre la fecha de consulta pública
 Negar al público la oportunidad de presentar observaciones por medios apropiados y disponibles
 No tomar debidamente en cuenta el resultado del proceso de participación
 No difundir la decisión de las consultas y sus antecedentes de manera oportuna y accesible al público
 No difundir por los medios apropiados las decisiones que resulten de las EIA y de otros procesos de
toma de decisiones ambientales
 No incluir el procedimiento previsto que permita al público ejercer las acciones administrativas y
judiciales pertinentes
 No adecuar la participación pública a las características sociales, económicas, culturales, geográficas
y de género del público
 Uso de idiomas ajenos a los de la comunidad
 Restricción de acceso a la participación abierta e inclusiva
 Condicionamientos previos
 Hacer valer las reuniones informativas como consultas
 Consulta a comunidades ajenas
 Consulta solo a partes afines al gobierno
 No realización de la consulta
 Consulta realizada después del inicio de la ejecución de la obra o proyecto
 Creación de organizaciones paralelas
 Indebida utilización de las firmas de los involucrados
 Cooptación de dirigentes
 Amenazas a las comunidades
 Obstaculización de reuniones temporales de carácter pacífico

El derecho de acceso a la información Ambiental, vulnerado a partir de acciones como:


 Entrega de información parcial sin justificación legal
 Entrega de información en contenido y/o formato no accesible para quien la demanda
 Solicitud de explicar interés especial o justificar las razones por las cuales se solicita la información
 Incumplimiento de plazos establecidos para recibir la información
 Desinformación respecto a la instancia pública que tiene la información solicitada
 Desinformación sobre la situación e impactos del tema solicitado
 Negación de recibir asistencia para formular peticiones y obtener respuesta
 Cobros indebidos por la entrega de la información
 Inexistencia de órganos o instituciones imparciales y con autonomía e independencia de apelación
 Inexistencia o falta de actualización del sistema público de información
 Manipulación de opinión en las redes sociales
 Tratamiento lesivo por parte de trabajadores de atención al cliente

El derecho de las defensoras y los defensores ambientales, que es vulnerado mediante:


 Criminalización
 Desacreditación

124
 Ataque a un medio de comunicación
 Discriminación a la participación de mujeres
 Obstrucción indebida del funcionamiento de una asociación
 Obstrucción indebida de la libre determinación de sus estatutos, estructura y actividades
 Obstrucción de acceso a fuentes de financiamiento
 Suplantación o división de una organización
 Represión de una protesta
 Impedimento de una protesta
 Criminalización o judicialización de una protesta
 Detenidos
 Heridos

En el deterioro de los recursos hídricos, hay una evidente vulneración del derecho a un ambiente
sano y a la salud, derecho establecido en la CPE (derecho a un medio ambiente saludable, protegido
y equilibrado - Artículo 33). Esta vulneración se da en el caso de ríos contaminados por minería
(Pilcomayo, Kaka, Beni, Madre de Dios) o el Lago Poopó, la Bahía de Cohana, por aguas domésticas
e industriales, las zonas circundantes al Aguaragüe, por pasivos petroleros.

Inducción

Impulso gubernamental sistemático y emisión de normas especiales, para promover grandes


megaproyectos hidroeléctricos en cuencas fundamentales del país; promoción gubernamental e
impulso de acciones para la construcción de la hidrovía Ichilo Mamoré, sin procesos de consulta ni
estudios ambientales estratégicos. COMIBOL anuncia y promueve un megaproyecto ara explotación
de oro a gran escala en la cuenca Madre de Dios. Aprobación de la Ley Minera (535), que privilegia
los intereses mineros y vulnera los derechos de acceso al agua de las comunidades.

Omisión

Falta de voluntad política e interés de los gobiernos e instancias legislativas del Estado para conducir
un proceso de elaboración de una Ley marco o un Código de Aguas.

Vulneración y omisión constante de los principios de la Constitución Política en materia de Agua.


Incumplimiento de mandatos constitucionales. Si bien la Constitución Política del estado establece
un nivel de gran relevancia para el tema del agua, muy poco se avanza desde el Estado en la
observancia a dichos enunciados y disposiciones.

Se observa inacción en la toma de responsabilidades por parte del MMAyA, el Tribunal


Agroambiental y la Autoridad de la Madre Tierra. También, notoria inacción de la Defensoría del
Pueblo. Inacción total del MMAyA en cuanto a la protección de humedales de gran relevancia y el
manejo y administración de los Sitios RAMSAR. Evidente omisión del principio precautorio en los
procesos destinados a impulsar grandes megaproyectos hidroeléctricos en cuencas fundamentales
y planes para construcción de la hidrovía Ichilo Mamoré. Promoción gubernamental e impulso de
planes y grandes proyectos sin procesos de consulta o estudios ambientales estratégicos. Son
notorias las acciones dispersas e ineficaces del MMAyA, la inacción de las gobernaciones y
municipios en materia de protección de cuerpos de agua y humedales, las pocas acciones, si las hay,

125
son aisladas, paliativas y no estructurales. Es crónica la ausencia de planes y acciones para la
instalación de plantas de tratamiento de aguas residuales en ciudades; así como la ausencia de
procesos formales y sistemáticos de control y fiscalización de vertidos de aguas industriales.

ESTADO

Bolivia atraviesa un período extremadamente álgido en cuanto a la protección y conservación de la


riqueza e integridad de sus recursos hídricos, el estado de la calidad ambiental de numerosos ríos,
lagos, lagunas y humedales está en franco declive por las múltiples presiones, anteriormente
analizadas. De acuerdo a la plataforma digital “Agua, indicador de vida 2023”, del MapBiomas y
RAISG (Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada) entre 1985 y 2022, en
Bolivia hubo una reducción del 39% de sus aguas superficiales naturales (ríos, lagos, lagunas, etc.) y
la condición más crítica a nivel departamental es Santa Cruz, con un decrecimiento de sus aguas
superficiales de un 65%. A nivel de grandes ecorregiones, las pérdidas de agua superficial más
drásticas se dieron en el Pantanal, casi un 90%, la Chiquitanía un 60%, el Chaco 42%y la Amazonía
42%. Esta situación es muy alarmante, considerando además la progresión de los efectos del cambio
climático a nivel mundial y la ausencia de medidas de protección hídrica en el país.

En Bolivia, existen cuencas enteramente contaminadas por la minería, como la del río Pilcomayo o
la del lago Poopó, al punto de que podrían ser declaradas zonas de sacrificio ambiental. En tanto
que, otros ríos (p.e Rio grande, río Piraí), están fuertemente contaminados por agroquímicos.
También, los principales ríos que cruzan o circundan las mayores ciudades, son receptores de
contaminación a gran escala (Choqueyapu, Katari, Rocha, Piraí, Guadalquivir, etc.). Destaca la
situación de las bahías de Cohana, en el Lago menor del Titicaca, que se ha convertido en depositario
de la contaminación a gran escala de las ciudades de El Alto y otros municipios. Se estima, qué en el
país, aproximadamente, un 60% de los ríos cercanos a poblaciones están contaminados, en mayor
o menor grado, lo cual afecta definitivamente a la salud de la población. Grandes operaciones
mineras (caso San Cristóbal) expolian las aguas subterráneas en Potosí, en tanto que la desecación
de bofedales y lagunas en las tierras altas (para riego de pastizales), debería ser uno de los temas
de mayor preocupación en la gestión hídrica del país, puesto que de ellas depende la ganadería de
camélidos.

Bolivia tiene una extraordinaria riqueza en humedales, incluyendo el humedal tropical más grande
del mundo (Pantanal) y uno de los mayores complejos de humedales del planeta (Llanos de Moxos),
sin embargo, éstos no pasan de tener una condición casi simbólica, puesto que carecen de una
administración y gestión especial (a diferencia de las áreas protegidas), aunque están bajo tuición
de las oficinas responsables de biodiversidad. Los Sitios RAMSAR al interior de las áreas protegidas,
gozan de las acciones de protección a cargo de las áreas protegidas, aunque no existen todavía
definiciones de gestión coordinada.

RESPUESTA

Destaca, desde hace varios años, la conformación de grupos o asociaciones de regantes en diversas
zonas rurales de las tierras altas, especialmente en zonas con actividades mineras, desarrollando

126
acciones de denuncia y resistencia. También se han conformado grupos de mujeres defensoras de
los Lagos Titicaca y Poopó, como respuesta a las presiones de contaminación de actividades mineras
y otras. Destacan las acciones sistemáticas realizadas desde el LIDEMA, en relación a la denuncia y
visibilización de la problemática de Cohana. También destaca, la auditoría ambiental realizada por
la contraloría en la Bahía de Cohana. En los últimos años han sido relevantes las acciones de
denuncia de la alta contaminación de la cuenca del río Beni, por emisiones de mercurio de la minería
del oro, por parte de la Comisión ambiental del Senado.

Posición de LIDEMA respecto de los Derechos al Agua. 2014.


Desde LIDEMA, y a lo largo de muchos años, se ha realizado un defensa a ultranza por el derecho al agua.
El derecho al agua para la vida, así como muchos otros relacionados al respeto de usos y costumbres, la
participación social, la gestión concertada e integral de los recursos hídricos, son una conquista de los
movimientos y organizaciones sociales ante las políticas de privatización de los recursos naturales y los
servicios públicos. El agua es fundamental para garantizar el abastecimiento indispensable y prioritario
para los seres humanos, los animales, las plantas y el ambiente. El agua para la vida es aquella que permite
el funcionamiento normal de la Naturaleza; que garantiza su capacidad biológica para reproducirse,
regenerarse y evolucionar. El agua para la vida permite conservar los ecosistemas, que son los que nos
brindan un sinfín de beneficios, como regulación del clima y provisión de agua para los diversos usos.
También permite la existencia de la diversidad de especies, incluida la humana. Estos principios y la
experiencia de varios programas, aportan valiosa información que debería ser aprovechada ante los nuevos
y crecientes desafíos para gestionar el recurso más valioso que tenemos. Es muy importante proponer y
promover acciones fuertes, como la urgente actualización de la Ley de Aguas, la modificación de Leyes (p.e.
Ley de Minería) o la revisión de megaproyectos que expolian agua a gran escala y que atentan su buen uso.
Sería igualmente importante, retomar e impulsar la gestión de cuencas como política de Estado. También,
promover acciones cotidianas o el tratamiento de aguas servidas que salen de las ciudades y acciones
sencillas, que tienen que ver con la colecta de agua de lluvia, el buen uso de aguas de riego y la regulación
del uso doméstico o familiar.

Tendencia

A empeorar críticamente en función a la agudización de los efectos del cambio climático y debido al
abandono por parte del Estado (gobierno central y otras jurisdicciones) en aspectos de control,
mitigación, fiscalización.

Recomendaciones específicas

 Exigir a los diversos poderes del estado (p.e. gobierno, cámaras legislativas) la construcción
participativa de una Ley o Código de Aguas, que se nutra de los postulados de la CPE y visiones
de las comunidades locales y sociedad boliviana en general, así como de las urgencias en
aspectos equidad, salud, el vivir bien y cambio climático.
 Exigir al gobierno y las diversas oficinas del Estado, la aplicación de resguardos y aspectos
fundamentales referidos a mandatos de la CPE, principio precautorio, evaluación estratégica
ambiental, al momento de plantear proyectos o planes que puedan afectar los recursos
hídricos. Un caso a considerar en esta exigencia, es aplicar las salvaguardas a los acuíferos
Güenda Urubó en Santa Cruz.

127
 Exigir al MMAyA, que asuma las responsabilidades en cuanto a la administración y protección
de los Sitios RAMSAR.
 Exigir al gobierno y oficinas del Estado dar atención estructural y definitiva a la gran
contaminación creciente en la Bahía de Cohana en el Lago Menor del Titicaca.
 Exigir al MMAyA, información sobre el curso de los proyectos de la nueva planta de tratamiento
de aguas (2018) con apoyo del BID y de la planta de Tacachira (2020) con apoyo de la CAF,
destinados a reducir la contaminación del río Katari y las Bahías de Cohana.
 Denunciar y visibilizar el megaproyecto Hidrovía Ichilo Mamoré, impulsado por el gobierno, sin
un estudio ambiental estratégico y obviando el principio precautorio, por las grandes amenazas
que implica para el equilibrio hidrológico y ecológico de la cuenca Mamoré.
 Continuar visibilizando y realizando investigaciones sobre la intensa contaminación con
mercurio en los grandes ríos Beni - Madre de Dios, y afluentes del riorío Beni, toda vez que el
gobierno tiende a minimizar la gravedad del problema.

128
10. IMPACTOS DEL EXTRACTIVISMO MINERO

129
130
Preámbulo

La minería es la actividad económica más representativa del extractivismo y, en general, por los
impactos ambientales y sociales que ocasionan a nivel global, se la sitúan como una de las de mayor
importancia en cuanto a deprimir el estado ambiental de un territorio. Si las acciones mineras están
acompañadas de adecuados recaudos ambiéntales y sociales, si hay una rigurosa observancia y
cumplimiento de las normas y regulaciones ambientales y se cumplen acciones cabales de
mitigación y restauración, los efectos sobre el ambiente siguen siendo altos, pero no críticos. Si
ocurre todo lo contrario, como en Bolivia, entonces, extensas regiones se convierten en zonas de
sacrificio ambiental.

La minería continúa, desde hace más de un siglo, como una problemática clásica y crónica en
materia ambiental en el país. Un elemento que hace a la raíz fundamental de las problemáticas
socioambientales de la minería ha sido el mantenimiento a lo largo de décadas del modo de
desarrollo primario exportador y extractivista, asociado a un enfoque esencialmente economicista.
La minería “grande” en Bolivia se mueve al ritmo del control de unas pocas compañías
multinacionales denominadas seniors, varias de origen canadiense, inglés, sudafricano, australiano
y norteamericano, con subsidiarias con denominación boliviana; en tanto que las denominadas
juniors (mayormente empresas nacionales medianas o pequeñas) identifican proyectos de
explotación que, posteriormente, son transferidos a las transnacionales. Otra minería se mueve, y
se ha movido históricamente, a partir de decenas de pequeñas cooperativas y algunas empresas no
exitosas del estado (como Huanuni), explotando recursos tradicionales, como estaño, zinc, plomo,
plata, cobre, wólfram y manganeso. Una tercera minería, relativamente actual, se aboca a la
explotación del oro y suma cientos de cooperativas, mayormente en las cuencas cordilleranas del
departamento de La Paz. En relación a los elevados precios del oro, este sub sector maneja grandes
capitales, pacta fácilmente con el gobierno, exige cánones impositivos a su conveniencia e ingresa
de forma privilegiada a las áreas protegidas, además, en muchos casos, su estructura corresponde
más a empresas que a cooperativas propiamente dichas y funcionan bajo un sistema de alta
explotación laboral a sus trabajadores.

A pesar de que se intentó una recuperación del control de la minería (refundación de COMIBOL,
nacionalización de Huanuni y Vinto), se dieron otras medidas conciliatorias con el sector privado,
como los diversos Joint Ventures, la privatización de Karachipampa, el libre juego accionario en San
Cristóbal, así como las ventas y traspasos en Amayapampa, por lo que el enfoque y la lógica
neoliberal en la minería de Bolivia perdura, con plena otorgación de preeminencia y con un carácter
dominante de las empresas transnacionales, que siguen definiendo la estructura económica minera
en el país, controlando precios y cadenas productivas.

PRESIÓN

Operaciones tradicionales. Los ritmos de explotación minera continuaron con pocos altibajos en los
últimos años, favorecidas por una nueva Ley No.535 (del año 2014), que vulneró la CPE y fue
calificada como altamente perversa, anti ambiental y voraz en términos del uso de agua. La minería

131
en Bolivia, a lo largo de décadas, ha degradado dos grandes cuencas, la lacustre del Lago Poopó y la
fluvial del río Pilcomayo. La cuenca Uru Uru - Poopó es una de las más contaminadas del país, por la
profusión de un alto número de operaciones mineras que ocasionan la acumulación de metales
pesados en pasivos ambientales inmensos que difícilmente pueden ser remediados. A esto se ha
añadido, por décadas, las deficientes medidas de mitigación y control de emisiones minero-
industriales. En la misma línea, la cuenca del Pilcomayo continúa manteniendo reportes de elevada
contaminación de metales pesados, considerando el limitado efecto de los sistemas de remediación
y mitigación en las numerosas operaciones mineras, especialmente en la parte alta de la cuenca y
el entorno de la ciudad de Potosí. En la cuenca del Pilcomayo, se suman recurrentes accidentes por
derrames de colas, uno ocurrió el año 2014 en la zona Santiago Apóstol, otro más reciente, el año
2022, se dio por el colapso del dique de FEDECOMIN (Federación de Cooperativas Mineras), en el
río Cabañas – Potosí, liberando más de 13.000 toneladas de desechos tóxicos. Un último reporte
(Rivera et al, 2023), sobre las cargas de contaminación de metales pesados (plomo, arsénico, níquel,
cadmio, estaño) en la cuenca del Pilcomayo, confirma que los niveles están por encima de los
parámetros permitidos. El reporte menciona que, el año 2015, en el sector Villamontes, la carga de
metales pesados era hasta de 190 veces por encima del límite aceptable, el año 2021, en localidades
de Paraguay y Argentina, estaba 36 veces por encima del límite permitido.

Hasta el 2023, se llega sin avances significativos, las dos cuencas continúan siendo contaminadas
con tenores elevados de metales pesados. En ambas cuencas, los pasivos ambientales son
importantes fuentes de presión por la liberación constante de altas concentraciones de
contaminantes.

En ambas cuencas, las actividades de concentración de minerales de la minería pequeña y


cooperativizada, se realizan a partir del empleo de métodos tradicionales, como la gravimetría, sin
empleo de materiales químicos, pero, de cualquier forma, las aguas ácidas y residuos con grandes
concentraciones de metales pesados son desechados a cuerpos de agua o a depósitos, desde donde
se produce la lixiviación que sigue contaminando. En los procesos de separación compleja de
concentrados (p.e. flotación diferenciada, lixiviación), se utiliza reactivos químicos de alta toxicidad,
como xantatos, cianuros, mercurio, sulfatos y agentes espumantes, procesos que son realizados
normalmente por ingenios y empresas con capacidad de tratamiento de entre 10 y 400 Tn/día.
Entonces, se mantiene constante la elevada contaminación generada por los ingenios y su escasa
eficiencia, pero con altos niveles de rentabilidad, dado que dicha actividad no está sujeta a ninguna
imposición específica, pues parte del Impuesto Complementario Minero por exportaciones de
complejos zinc-plata o plomo-plata, es devuelto a los productores extractivistas, y no se reinvierte
en absoluto en salvaguardas ambientales.

También, la situación de los pasivos ambientales es otro tema sin solución, tanto por la falta de
adecuada canalización de recursos financieros, como por la falta de voluntad política. Tapia (2020),
menciona los vacíos de investigación en el tema de pasivos ambientales generados por la minería
en Potosí, apuntando como los de mayor riesgo a las colas de San Miguel que se encuentra en plena
ciudad de Potosí por más de 50 años. Si bien existen algunas investigaciones realizadas por
instituciones como SOPE (LIDEMA) y PIEB, este tema quedó pendiente e inconcluso y COMIBOL lo

132
manejó con excesiva irresponsabilidad. Está además el pasivo del dique de colas de San Antonio que
almacena residuos tóxicos de 28 operadores de la Asociación de Ingenios del entorno de la ciudad,
y cuya vida útil debía concluir el 2015, pero sigue funcionando, existiendo el riesgo de colapso y
contaminación a gran escala en la cuenca. La minería en Oruro y Potosí, genera, incluso en las
propias ciudades capitales, procesos de contaminación por aguas ácidas y metales pesados,
afectando a pobladores urbanos.

Entre los años 2007 y 2022, continuó sin pausa la explotación y saqueo a gran escala de los minerales
estratégicos bolivianos (zinc, plata plomo, indio) y del agua del occidente potosino, en inmensos
volúmenes, por la mega minera San Cristóbal, que sigue gozando del amplio favor de las políticas
estatales de los niveles central y departamental, que ven con beneplácito la exigua retribución
impositiva que paga la transnacional y hacen caso omiso de los impactos ocasionados. El año 2023,
la transnacional Sumitomo que operó San Cristóbal por más de 10 años, dejó el consorcio en manos
de San Cristóbal Mining, una figura accionaria de Canadá, coparticipe en el consorcio, lo cual no es
una buena noticia, porque a nivel mundial es muy bien conocida la voracidad de la minería
canadiense. De cualquier manera, San Cristóbal es todo su legajo de impactos por su gigantesco
“open pit” y la depauperación de aguas fósiles.

En la cuenca del Poopó, la mina Bolívar es una de las zonas más afectadas por malas prácticas
mineras de parte de las empresas transnacionales Santa Cruz Silver Mining e Illapa (Glencore),
donde se han denunciado impactos de contaminación ambiental no remediados, falta de
transparencia y violaciones a los derechos humanos, incluyendo persecuciones judiciales y procesos
penales contra defensores ambientales. A esto, se han sumado los atropellos de cooperativas
mineras que han agredido y amedrentado a defensores ambientales de dicha región (CEDIB, 2023-
pagina Facebook). Otro elemento crítico en el accionar de la transnacional suiza GLENCORE, fue el
desarrollo de las cuestionadas alianzas con COMSUR y contratos favorecidos en las minas Porco y
Bolivar, cuando cambió su nombre a Sinchi Wayra-Illapa, suscitando denuncias de importantes
impactos socioambientales sobre espacios de las comunidades locales en el departamento de Potosí
(Informe Sombra de las Operaciones de Glencore, 2017). La salida de dicha transnacional de Bolivia,
también tuvo ribetes de ilegalidad, al vender sus acciones a la canadiense Silver Mining y acordar
pagos de tasas no procedentes, todo en ausencia del Estado. Paradójicamente Glencore recibió 25
millones de dólares del Estado boliviano, en concepto de compensación por la nacionalización de
Vinto y Colquiri, donde también desarrolló operaciones (CEDIB, 2013).

Oro. El tema del oro volvió a repuntar el año 2020, debido a las pretensiones de incrementar los
niveles de explotación por cooperativas y empresas, en sintonía con la proliferación de operaciones
en muchas regiones de Sudamérica, en especial Perú y Colombia. De acuerdo a información del
Grupo Interinstitucional de Trabajo en Oro Responsable (GITOR) el oro es el principal producto de
exportación del país y el año 2019, habría alcanzado un récord histórico, con la exportación de 42
toneladas, con un valor de 2.000 millones de dólares. Siempre de acuerdo al GITOR (2022), en el
país existen unas 1.500 cooperativas auríferas, que son responsables de más del 90% de la
producción aurífera nacional, aunque solo un 14% de ellas contarían con licencia ambiental
(Gruenberger 2023). La minería del oro tuvo repuntes extraordinarios gracias a los estables y

133
crecientes precios de dicho metal. El elevado número de cooperativas mineras auríferas con alto
poder político y económico, ocupan áreas de explotación que coinciden mayormente con zonas
ecológicas y cuencas de alta fragilidad en la vertiente oriental de los Andes (yungas y cordilleras),
donde vienen generando los mayores impactos ambientales, sin atisbos de un efectivo control y
regulación por parte de las autoridades ambientales. A lo largo de muchas décadas toda la cuenca
del Rio Mapiri-Kaka y sus afluentes (Tipuani, Challana) fue devastada por la explotación de oro por
numerosas empresas y cooperativas, hasta el punto de ser una zona de sacrificio ambiental. La
federación regional de cooperativas – FERRECO, que agrupa a 550 cooperativa, el año 2018, se
declaró en emergencia en defensa de las dragas chinas y colombianas (ANF, 2018), esto ocurrió
después de los operativos realizados por la AJAM en el río Kaka (municipio de Teoponte). Las
inauditas declaraciones de los voceros de FERRECO mencionaron, que “los operativos fueron
“abusivos” en contra de las cooperativas afiliadas y los ciudadanos chinos y colombianos que fueron
aprendidos aprehendidos”; casi una apología del delito. El año 2023, la AJAM, continuó presionando
sobre esta zona fuertemente deteriorada, otorgando autorización a más de 1700 cuadrículas.

Es llamativa la continuidad, desde el año 2011 al 2023, de la devastación por explotación de oro a
gran escala al interior del Área Protegida ANMI Apolobamba, en el Norte de La Paz, con la
devastación de la Laguna Suches y una gran superficie de bofedales y praderas altoandinas. Este
desastre ambiental no fue controlado por los poderes del Estado, incumpliendo mandatos
constitucionales y de la Ley del Medio Ambiente. También, en los últimos 5 años, es notable la
proyección minera en varios ríos y zonas cordilleranas en la vertiente oriental (Pelechuco, Camata,
Challana, Zongo, Coroico, Inquisivi).

Las federaciones de cooperativas mineras auríferas, el año 2022, ocuparon y paralizaron la ciudad
de La Paz, exigiendo al gobierno, el cambio de la zonificación del PN Madidi y otras dos áreas
protegidas (Cotapata y Apolobamba), para facilitar el ingreso de sus operaciones, así como la
exigencia de no pagar más del 4,5% de impuestos de exportación (Sierra Praely, 2022).

Nuevamente, el año 2023, cientos de mineros cooperativistas ocuparon y bloqueron las calles de la
ciudad de La Paz, amenazaron con ocupar las oficinas del SERNAP, exigiendo el ingreso a las áreas
protegidas del departamento de La Paz, en especial, toda la cuenca del rio Tuichi en el Parque
Nacional Madidi, con el fin de explotar oro.

Esta amenaza, además de generar un elevado riesgo a la megabiodiversidad que protege el Parque
Madidi, vulnera los derechos humanos de las comunidades indígenas de dicha región y viola los
mandatos de la Constitución Política del Estado.

Entre los años 2021 y 2023, el Parque Nacional Madidi se convirtió en el epicentro del
avasallamiento minero para la explotación del oro, cuando se denunció que, al menos, existían 150
peticiones de autorización de cooperativas y empresas mineras para ingresar al interior del Parque
Nacional Madidi, en la región del río Tuichi, zona de protección estricta de dicha área protegida. El
año 2023, la parte alta del río Tuichi, en los sectores de Virgen del Rosario, Suyo Suyo, Pilcopata,
Charopampa, Asariamas (La Brava, 2023; WCS, 2020; CEDIB, 2022a,b,c) ya tiene actividad de
explotación, con maquinaria pesada, ocasionando grandes destrozos en los ecosistemas ribereños.

134
De acuerdo a Karen Gil (La Brava 2023), de 32 operaciones reconocidas por el SERNAP, La Brava
identificó 22, de estas, 10 operaciones ya habían tomado la zona más sensible o núcleo del área. En
mayo del 2023, a través de las redes sociales, la Senadora Cecilia Requena denunciaba que
nuevamente ingresó maquinaria pesada, por la ruta de Santa Cruz del Valle Ameno, hacia el interior
del Madidi, con el pretexto de ser usada para mantenimiento de caminos. Dicha maquinaria ingresó
por el puesto de control del área protegida, sobrepasando a los guardaparques, y fue alentado por
algunos comunarios de la región y las propias autoridades del SERNAP. Al momento de redactar este
informe, las operaciones mineras ya han ingresado por el río Tuichi, más allá de Asariamas y han
alcanzado la zona del río Eslliamas, en subandino húmedo de la cuenca del Tuichi, situación que ya
había sido alertada por el CEDIB el 2022.

En el departamento de Santa Cruz, la explotación aurífera data de inicios del siglo XX, entre los años
1910 y 1930, concentrándose en la región de Guarayos: Santa Rosa de la Mina, entre San Ramón y
San Javier, donde los reportes históricos mencionan más de mil familias dedicadas entonces a la
minería artesanal de oro. En la Chiquitanía, la Mina Don Mario a cargo de las empresas Orvana-
Comsur, en los años 90, explotó oro a cielo abierto, a partir del uso de cianuro. En la actualidad dicha
zona y los entornos de San Ramón, siguen concentrando operaciones mineras del oro, bastante
localizadas, con importante impacto ambiental. En el Beni, la explotación del oro se concentra hasta
la actualidad a lo largo de los ríos Beni y Madre de Dios (oro aluvional), con una alta contaminación
de mercurio. También en el Beni, en la zona del Cerro San Simón se explota oro de veta, con elevados
impactos a los ecosistemas y contaminación de mercurio y cianuro, al margen de cualquier
mecanismo de control o fiscalización. En Oruro, entre 1983 y 2002 la empresa Inti Raymi, explotó a
cielo abierto el cerro Kori Kollo, ocasionando severas contaminaciones de aguas y aire por emisiones
de cianuro.

Otro de los agentes de presión de muy alto impactos y asociado a la explotación del oro, es el uso
masivo del mercurio. Numerosos estudios indican alarmantes niveles de concentración en medios
clave de vida (peces), y en los propios sistemas humanos, afectando especialmente a mujeres y
niños (CEDIB, 2022; CEJIS, 2022). En Bolivia hay un uso masivo a irrestricto de mercurio para la
minería del oro, que se distribuye, vía contrabando, a países vecinos, como el Perú, contraviniendo
acuerdos y Convenios internacionales, como el de Minamata. El volumen de mercurio utilizado en
Bolivia aumentó de 370 Kg, el año 2005, a 240 Tn., el 2016, es decir 650 veces más, lo cual muestra
la magnitud del impacto. Según el CEDLA, entre 2015 y el 2022, las importaciones nacionales de
mercurio llegaron a 1.285 toneladas, con un valor de 44 millones de dólares (Gruenberger, 2023).
Sierra Praeli (2022 b) denuncia en Mongabay que, una investigación realizada por el CEDIB, en
coordinación con la Universidad de Cartagena en Colombia, tuvo como resultados cifras alarmantes:
de las 350 personas evaluadas, entre ellas indígenas Tacana y Uchupiamona, todas superaban el
límite aceptable, la mayoría tenía en promedio siete veces más de lo permitido de mercurio en
sangre y hubo casos de hasta 27 veces por encima del límite. Otro estudio realizado por el CEJIS, en
coordinación con CEDIB, el año 2022, dio a conocer los efectos ambientales, sociales y económicos
que tiene la minería ilegal en los territorios indígenas de los pueblos Ese Ejja, Tacana y Cabineño,
encontrando enormes valores de concentración de mercurio en cabellos de los habitantes indígenas

135
de dicha región, sobrepasando incluso 7 veces el límite máximo permitido (NOMADAS, 2023; CEJIS,
2022; CEDIB, 2022). Los resultados indicaron que, a lo largo de 172 kilómetros de la cuenca del río
Madre de Dios, operan 180 embarcaciones dedicadas a la extracción de oro y que esa cantidad de
balsas liberó, por lo menos, 259 kilogramos de mercurio en el aire y en el agua.

De acuerdo al CEDIB (2020), las áreas de la minería aluvial ubicadas, principalmente, en los ríos
Madre de Dios y Beni, y cerca de las zonas fronterizas de los departamentos de Beni, La Paz y Pando,
están provocando despojo, desplazamiento, ausencia de derechos de acceso a la información,
rompimiento del tejido social, incremento del costo de vida, drogadicción, cambio de patrones de
producción y formas de vida, inseguridad, violencia, trata de personas y prostitución.

El año 2020, COMIBOL anunció un megaproyecto minero aurífero, que abarcaría todo el curso del
río Madre de Dios en Bolivia (Pando, Norte de La Paz, Norte del Beni), estimándose la obtención de
135 mil onzas troy de oro al año, lo que significaría la remoción de 480 millones de toneladas de
tierras, lo cual es indicativo del nivel de devastación que ocasionaría. Esta presión implicaría un
impacto sin precedentes en el curso de uno de los ríos más importantes de Bolivia, ocasionando,
por su dimensión, una devastación sin precedentes de los frágiles ecosistemas de varzea, incluso al
interior del área protegida Reserva Manuripi en Pando, así como, la contaminación con mercurio y
cianuro a gran escala. Ese funesto megaproyecto de COMIBOL afectaría la Amazonía mejor
conservada de Bolivia y podría provocar una auténtica catástrofe ambiental sin precedentes en la
Amazonía de Bolivia. La instalación del “Complejo Industrial Minero” en el río Madre de Dios fue
anunciado nuevamente por el Ministro de Minería y Metalurgia el año 2023, como un plan a ser
desarrollado a corto plazo (El Mundo, 2023).

Litio. Desde hace muchas décadas, el litio ha sido considerado un recurso estratégico importante,
desde inicio del 2007, el gobierno nacional inició un proceso para abrir la explotación del Salar de
Uyuni, en función a la gran demanda y expectativa de los mercados internacionales por las energías
alternativas y las baterías de litio. Todas las acciones realizadas entre 2010 y 2017 transcurrieron
bajo una lógica ensayo-error, con un sinnúmero de improvisaciones y discursos, incluyendo una
supuesta industrialización preliminar. En la fase del uso de piscinas de evaporación, emergieron las
preocupaciones de la contaminación, debido a la gran cantidad de residuos de sales de cloruro y
magnesio, que puede salinizar cursos de agua, y el uso de grandes volúmenes de agua a gran escala
en una región casi desértica, con riesgo de afectar a las comunidades locales. En la región de
Atacama (Chile), varias comunidades campesinas han denunciado que la explotación de litio
consume la poca agua existente, desvía cursos de agua para el uso industrial y contamina cuerpos
de agua con sales, haciéndolas inutilizables (Campell, 2022). En una segunda opción, el gobierno de
Bolivia buscó alternativas productivas, a partir de la EDL (Extracción Directa del Litio), tecnología
que ya está siendo aplicada a nivel mundial, pero que no está exenta de riesgos ambientales, en
especial, en el manejo de salmueras y residuos de los procesos de absorción en membranas y la
ósmosis directa. En opinión del CEDIB (2023), en los últimos quince años, los resultados de
producción y la falta de compromiso, estudios y convenios, ha ralentizado la presencia de Bolivia en
mercados internacionales y llevado al proyecto de industrialización a un notorio estancamiento. El
2017, se crea la empresa Pública Nacional Yacimientos del Litio Bolivianos (YLB), el 2023 se firma un

136
convenio con el consorcio CATL BRUNP-CMOC para la construcción de plantas de procesamiento,
también se firman convenios con las empresas chinas CBC, la CITIC GUOAN y la rusa URANIUM ONE
GROUP, bajo la visión de un cambio de tecnología hacia la extracción directa de litio, sin embargo,
la falta de información pública en torno a estos contratos, adecuados estudios sobre impactos
ambientales, alternativas de un buen uso del agua y ausencia de consulta previa con comunidades
de la región, dejan grandes incertidumbres (CEDIB, 2023).

Hierro-Mutún. En el extremo sudeste de Bolivia, el megaproyecto minero y siderúrgico de hierro


del Mutún, continúa siendo un factor de riesgo ambiental. Por la magnitud que inicialmente se
dimensionó, pudo significar enormes efectos negativos en ecosistemas y procesos ecológicos muy
frágiles en la región del Cerrado-Pantanal, principalmente al interior del Parque Nacional Otuquis y
en los medios de vida de poblaciones locales. Uno de los grandes riesgos del megaproyecto minero-
siderúrgico, era la extracción masiva de agua (250.000 metros cúbicos/día) en una región
subhúmeda a seca, poniendo en riesgo diversas fuentes locales incluida la Laguna Cáceres, que se
encuentra al interior de un sector del PNANMI Otuquis (Ribera, 2013). Otro riesgo radicaba en la
fase metalúrgica de reducción del hierro, inicialmente prevista con el uso de gas natural (que al final
no había), pero, posteriormente, con el uso de carbón vegetal, lo que significaba una deforestación
regional a gran escala. En términos generales, la idea inicial del megaproyecto metalúrgico no siguió
su curso, debido a las notables restricciones de agua en la región para la escala prevista, la carencia
de gas para la reducción del hierro y la oposición a utilizar carbón vegetal, la mala conducción
gubernamental del proceso y, especialmente, los bajos precios del mineral. En la actualidad, el
Mutún continúa siendo explotado, esta vez por una empresa china que solo se extrae mineral bruto,
que es llevado al Paraguay en camiones, vía Puerto Busch. El año 2022, desde la ESM (Empresa
Siderúrgica Mutún), se anunciaba la construcción de la Planta siderúrgica, cuyos planes, que están
ya finalizados, consideraron la instalación de las plantas previstas en el Plan original del año 2013
(concentración, peletización, reducción directa del hierro, aceración, laminación, energía),
anunciándose la producción anual de 200.000 Tn de laminados. En dicho anuncio no se aclaró el
tema de la provisión de gas, tampoco el acceso al inmenso volumen de agua que será necesario.
Todo parece ser una réplica de los discursos demagógicos de la etapa de JINDAL, para aparentar un
auge de industrialización y que generaron falsas expectativas y zozobras en la región y el país.

Los planes exploratorios de COMIBOL, continuaron siendo anunciados de forma reiterativa, tanto
para las tierras altas, como es el caso de Negrillos y Pakucollo en Oruro (MMM/UCO. 2022), al igual
que en las zonas bajas, en especial en Santa Cruz (Cerro Mamomo, Guarayos, Chiquitanía),
considerando diversos recursos mineralógicos, como oro, plata, zinc, además de níquel y tierras
raras. Una noticia alentadora, aunque poco creíble, fue el anuncio de COMIBOL, el año 2020, de
desistir en la exploración y posible explotación de Uranio, esto, a pesar de la vigencia de los planes
nucleares en el nivel central.

Inducción

El avance de la minería siguió favoreciéndose por la no aplicación de la normativa ambiental, la


flexibilización de las normas ambientales, la ausencia de sistemas de monitoreo de los impactos

137
mineros y la extrema vanalización de los estudios de impacto ambiental, propiciando una
acumulación de impactos de contaminación a diversas escalas y en diferentes regiones del país. En
este escenario, el tratamiento de las cuentas ambientales nacionales fue notablemente pobre.

Algo que fue denunciado por LIDEMA (Ribera, 2010 y 2013) sigue en plena vigencia, el discurso y
enfoque de la minería es autocéntrico y tiende a jerarquizar exageradamente al sector. Como
ejemplo, se puede mencionar la tendencia a identificar a Oruro con la minería y que ha sido referido
como vox populi, en diversas ocasiones a lo largo de décadas, especialmente por dirigentes cívicos
y autoridades de dicho departamento: “Oruro fue, es y seguirá siendo un departamento minero”,
pensamiento que pareciera no concebir otra opción y ello significa una suerte de destino
inexpugnable que no permite concebir otra realidad, ni otro futuro. El gobierno de Arce, hizo eco
de ello y desde el Ministerio de minería, se afirmó que se busca que Oruro sea un departamento
netamente minero metalúrgico, en ocasión de anunciar el proyecto de la refinadora de zinc (página
Minería Pan-Amercana, mayo 2023).

Tres inductores claves que promueven procesos atentatorios en contra del ambiente y las
poblaciones locales Son: la Ley de Minería y metalurgia (N° 535) al punto de que pareciera que no
hay otra opción productiva aparte de esta actividad, los planes de COMIBOL y del ministerio de
Minería, y las acciones de la AJAM (Autoridad jurisdiccional y administrativa minera).

Actuaron como inductores hacia la continuidad del extractivismo del oro y en especial al uso de
mercurio, las desafortunadas declaraciones de autoridades del gobierno:

En julio del año 2023 (ANF, 2023), desde instancias del gobierno (Ministerio de Salud), se asumía,
sin realizar exámenes médicos previos, que no se encontrarán indígenas de las 36 comunidades del
Norte de La Paz intoxicados con mercurio, a causa de los desechos de las cooperativas mineras de
la cuenca del río Beni. Según el responsable del Programa Nacional de Gestión de Salud Ambiental
del Ministerio de Salud, Alfredo Layme: … “Nuestra hipótesis es que no vamos a encontrar porque
los niveles que se han encontrado no son altos, o están por encima del nivel normal, pero no
esperamos encontrar signos de neurotoxicidad”. En junio, la Central de Pueblos Indígenas de La Paz
(CPILAP), presentó los resultados de un estudio (CEDIB, 2022c), que muestra que la población
indígena del río Beni, en promedio, presenta 3,93 ppm (partes por millón) de mercurio en el pelo,
cuando el límite permitido a nivel internacional es 1,0 ppm., algunas lecturas incluso mostraron
cifras de más de 7 ppm. Con estas evidencias, es absolutamente inaceptable el falso razonamiento
de la oficina del Ministerio de Salud, constituyéndose una flagrante vulneración de los derechos
indígenas (derecho a la salud), así como un acto de total negligencia. La presunción, también,
significa distorsionar la verdad de los hechos y brindar mala información a la ciudadanía, sobre un
tema especialmente crítico.

A esta situación, en septiembre del año 2023, se sumó la declaración pública del Ministro de Medio
Ambiente, Rubén Méndez, relativizando y minimizando los impactos del mercurio en el río Beni,
llegando a desacreditar los estudios científicos que demostraron la elevada contaminación por
mercurio en dicho ecosistema. Posteriormente la Ministra de salud, María René Castro, también
públicamente, negó la existencia de contaminación con mercurio en el río Beni y del Pilcomayo por

138
metales pesados, afirmando que los tenores están dentro de los límites permitidos. Estas
declaraciones generaron profundo malestar en instancias académicas, de la sociedad civil y
organizaciones sociales, las cuales exigieron la renuncia de dichas autoridades por faltar a la verdad.
Existe, por lo tanto, un sistemático negacionismo por parte del gobierno de los impactos
ambientales que ocurren en Bolivia (actuando como incentivos a los delitos y contravenciones), aun
cuando se cuenta con pruebas científicas concluyentes. Recuérdese que, algo similar fue la negación
y rechazo de la delegación de Bolivia en el encuentro por la Amazonía en Brasil, sobre promover
acciones en contra de la deforestación. Cabe también recordar que, el año 2010, el Viceministerio
de Medio Ambiente, también negó la existencia de la elevada contaminación en la Bahía de Cohana,
que había sido comprobada por un laboratorio especializado del Instituto de Ecología, incurriendo
inclusive en la presentación de pruebas falsas de supuestos tenores dentro de los límites permitidos
(Ribera, 2010).

Omisión

Se debe destacar el deficiente sistema tributario de la minería que, además de ocasionar un exiguo
pago de impuestos y regalías, promueve el vaciamiento de riqueza mineral, sin beneficios
significativos para el país y sus regiones. Un serio obstáculo es el bajo o inexistente pago tributario
para determinados subsectores, como las más de 1.800 cooperativas actualmente registradas que,
en la práctica, están subvencionadas. Además, se mantiene un marco normativo tolerante y
condescendiente con la contaminación, así como una notable ausencia de políticas públicas para
hacer un buen uso de la escasa renta minera en el fortalecimiento del sector, en aspectos de manejo
ambiental, lo cual ha significado una escasa reinversión de utilidades en aspectos ambientales de
remediación y mitigación.

También las gobernaciones y municipios promueven la minería en sus jurisdicciones, o aceptan


operaciones sin toma de recaudos ambientales. En todo caso, prevalece la inacción ante las
situaciones de impacto minero.

Como en otros casos, ha sido recurrente una notoria debilidad, permisividad, vacíos de acción y falta
de voluntad política por parte del MMAyA y sus reparticiones, incluido el SERNAP, ante situaciones
de avasallamiento de áreas protegidas, sitios RAMSAR o tierras indígenas por operaciones mineras.
Tampoco se conocen auditorías ambientales y jurídicas en casos críticos.

El sector minero, ha obviado de manera sistemática las normas ambientales y la propia Constitución
Política, promoviendo, en algunos casos, la flexibilización de la normativa ambiental para favorecer
el ingreso y desarrollo de proyectos. Ha sido frecuente el ocultamiento y distorsión de información,
existe una clara tendencia al secretismo informativo, siendo muy llamativo el mal accionar de la
AJAM en este sentido.

139
Vulneración de derechos

En relación a la destrucción, deterioro o alteración de ecosistemas y procesos ecológicos por


actividades mineras, se han identificado los siguientes derechos quebrantados y tipos de
vulneración:

El derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente
sano y al desarrollo sostenible, por.
 No proteger y conservar las aguas en todos sus estados
 No garantizar el derecho de disfrutar de un ambiente sano y agradable
 Contaminar el aire, las aguas en todos sus estados, el suelo y el subsuelo
 Verter aguas residuales no tratadas u otros
 Contaminar o adulterar aguas destinadas al consumo público, al uso industrial agropecuario o piscícola
 No preservar, conservar, restaurar y promover el aprovechamiento de los recursos naturales renovables
 No promover y ejecutar acciones para hacer cumplir con los objetivos del control de la calidad
ambiental
 No otorgar la categoría de EIA correspondiente.
 Incumplir las normativas internacionales ratificadas por el país
 No regular o controlar la producción, introducción y comercialización de productos farmacéuticos,
agrotóxicos y otras sustancias peligrosas
 Permitir la introducción, depósito y tránsito de desechos tóxicos, peligrosos, radioactivos u otros
 No velar por la protección, conservación y restauración de la fauna y flora silvestre
 No administrar las AP según sus categorías, zonificación y reglamentación en base a planes de manejo
 Producir alteraciones nocivas de las condiciones hidrológicas, edafológicas, geomorfológicas y
climáticas.
 Alterar el patrimonio cultural, el paisaje y los bienes colectivos o individuales, protegidos por Ley
 Producir o poder producir el deterioro ambiental en forma temporal o permanente

El derecho de acceso a la justicia en asuntos ambientales, por.


 No sancionar las infracciones administrativas, a la legislación ambiental
 No denunciar los delitos ambientales por parte de la AAC a la Fiscalía de Distrito
 No determinar indemnización y resarcimiento en beneficio de las personas afectadas
 Impedir el acceso a la justicia ambiental mediante instancias judiciales y administrativas
 Desconocer o invalidar a la legitimación activa
 Impedimento de acceso a servicios de instituciones públicas
 Restringir la presentación de denuncias y recursos
 Impunidad
 Detención arbitraria
 Impedimento de defensa
 Prolongación indebida de plazos procesales
 Falta de debida diligencia
 Corrupción de autoridades públicas
 Cuoteo político por encima de las necesidades profesionales y técnicas de ciertas reparticiones estatales
 Presión - chantaje – extorsión
 Violencia Política
 Impedimento de acceso a espacios públicos

El derecho a la participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales, por:


 Incumplimiento del derecho de toda persona natural o colectiva a participar en la gestión ambiental
 Negación de realizar inspecciones o vigilancia para el cumplimiento de la ley
 Incumplimiento de los mecanismos y plazos de participación del público

140
 Incumplimiento a la entrega al público, de manera oportuna y comprensible, de la información
necesaria
 Falta de difusión sobre la fecha de consulta pública
 Negar al público la oportunidad de presentar observaciones por medios apropiados y disponibles
 No tomar debidamente en cuenta el resultado del proceso de participación
 No difundir la decisión de las consultas y sus antecedentes de manera oportuna y accesible al público
 No difundir por los medios apropiados las decisiones que resulten de las EIA y de otros procesos de
toma de decisiones ambientales
 No incluir el procedimiento previsto que permita al público ejercer las acciones administrativas y
judiciales pertinentes
 No adecuar la participación pública a las características sociales, económicas, culturales, geográficas y
de género del público
 Uso de idiomas ajenos a los de la comunidad
 Restricción de acceso a la participación abierta e inclusiva
 Condicionamientos previos
 Hacer valer las reuniones informativas como consultas
 Consulta a comunidades ajenas.
 Consulta solo a partes afines al gobierno
 No realización de la consulta
 Consulta realizada después del inicio de la ejecución de la obra o proyecto
 Creación de organizaciones paralelas
 Indebida utilización de las firmas de los involucrados
 Cooptación de dirigentes
 Amenazas a las comunidades
 Obstaculización de reuniones temporales de carácter pacífico

El derecho de acceso a la información Ambiental, por:


 Entrega de información parcial sin justificación legal
 Entrega de información en contenido y/o formato no accesible para quien la demanda
 Solicitud de explicar interés especial o justificar las razones por las cuales se solicita la información
 Incumplimiento de plazos establecidos para recibir la información
 Desinformación respecto a la instancia pública que tiene la información solicitada
 Desinformación sobre la situación e impactos del tema solicitado
 Negación de recibir asistencia para formular peticiones y obtener respuesta
 Cobros indebidos por la entrega de la información
 Inexistencia de órganos o instituciones imparciales y con autonomía e independencia de apelación
 Inexistencia o falta de actualización del sistema público de información
 Manipulación de opinión en las redes sociales
 Tratamiento lesivo por parte de trabajadores de atención al cliente

El derecho de las defensoras y los defensores ambientales, por:


 Criminalización
 Desacreditación
 Ataque a un medio de comunicación
 Discriminación a la participación de mujeres
 Obstrucción indebida del funcionamiento de una asociación
 Obstrucción indebida de la libre determinación de sus estatutos, estructura y actividades
 Obstrucción de acceso a fuentes de financiamiento
 Suplantación o división de una organización
 Represión de una protesta
 Impedimento de una protesta
 Criminalización o judicialización de una protesta

141
 Detenidos
 Heridos

Nota.- En varias regiones y espacios tradicionales de comunidades locales del país, afectadas por la
minería, se vulnera un derecho establecido en la CPE, el derecho a un medio ambiente saludable,
protegido y equilibrado (Artículo 33). La vulneración implica el impacto, poco o nada remediado a
fuentes de agua, o recursos clave y estratégicos de la gente local. Así mismo, se vulnera el Artículo
24, relacionado al derecho a recibir información oportuna.

En septiembre pasado, ante la creciente problemática de la minería en territorios indígenas del


Oriente, Chaco y Amazonía, la Central Indígena de Comunidades Originarias de Lomerío, la Central
Indígena Paikoneka de San Javier, la Central de Pueblos Étnicos Mojeños del Beni (CPEMB), el Gran
Consejo Chimán, la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG), la Subcentral de Pueblos Indígenas Movima
(SPIM) y la Central Indígena de la Región Amazónica de Bolivia (CIRABO) presentaron solicitudes de
información a la AJAM, sobre autorizaciones y contratos superpuestos a sus territorios (ANA Bolivia,
2023). Dicha solicitud de información se fundamenta en el artículo 24 de la CPE y el artículo 5 del
Acuerdo de Escazú. Después de dos meses, la AJAM no dio respuesta formal a las autoridades
indígenas. Únicamente, a través de una simple explicación funcionarios, la AJAM rechazó la solicitud,
señalando la existencia de una resolución administrativa, cuyo contenido tampoco se pudo conocer.
Dicha resolución posiblemente se refiere a la suspensión de emisión de información cartográfica
(ANA Bolivia, 2023). La decisión de la AJAM, vulnera no solo la CPE, sino también, lo establecido en
el Acuerdo de Escazú, ratificado por el Estado Plurinacional en 2019, que obliga al Estado boliviano
a garantizar el derecho de la población a acceder a la información ambiental. Esta situación
inadmisible, constituye otra vulneración más de la AJAM a los derechos indígenas, a la CPE y un
acuerdo internacional.

ESTADO

Existen amplias zonas rurales, fuertemente contaminadas por aguas residuales de la minería, en
especial, en las tierras altas y, principalmente, en los departamentos de Oruro y Potosí. Son
conocidos lo daños a medios de vida de regantes de comunidades próximas a zonas mineras y los
conflictos existentes con diversas empresas. Esto significa la generación de daños severos a la salud
por exposición y consumo de agua, alimentos contaminados por metales pesados, o por mercurio
en las zonas de explotación aurífera. Una comunicación por de Facebook de la organización CENDA,
de mayo de 2023, da cuenta que los comunarios del ayllu Puñaca del municipio Poopó del
departamento de Oruro, sufren por la elevada contaminación de sus ríos y arroyos con aguas ácidas
y metales pesados, por operaciones mineras, contaminación que genera daños a la salud de las
familias, en especial niños. Las mujeres de dicho ayllu deben conseguir agua potable a una distancia
de una hora y media a pie y 20 minutos en movilidad; si quieren contratar un taxi, pagan entre 20 y
30 bolivianos de ida y otro monto similar de vuelta. Las operaciones mineras corresponden a minas
e ingenios del entorno del Lago Poopó.

Hay indicios y, en algunos casos, datos concluyentes del deterioro de la salud ambiental de
pobladores de muchas regiones del país (p.e. daños genotóxicos por metales pesados, cáncer, daños

142
sistémicos severos), afectadas por elevados niveles de contaminación minera, tal es el caso del Lago
Poopó, la cuenca del río Pilcomayo; también se han reportado daños a la salud por exposición al
mercurio en pobladores indígenas y campesinos de varias cuencas en los Yungas de La Paz, y los ríos
Beni y Madre de Dios.

Es muy probable que, en este escenario de deterioro de la calidad ambiental, las mujeres y los niños
sean los actores sociales con mayor grado de vulnerabilidad. El año 2018, se evidenció la presencia
de metales pesados provenientes de los ingenios en la laguna de Chalviri, que dota de agua potable
a la parte alta de la ciudad de Potosí, pero, y a pesar de la denuncia realizada a la fiscalía, por el
peligro a la salud de la población, ésta nunca fue atendida por las autoridades. En conclusión, la
minería sigue siendo uno de los rubros que contribuye en mayor medida a la reducción o
empeoramiento del estado ambiental en el país y la salud de las poblaciones locales.

Adicionalmente, se conoce los efectos sociales negativos en zonas de explotación minera intensiva,
en especial, en aquellas relacionadas a la explotación del oro, incluyendo situaciones de inducción
al aumento del consumo de alcohol, uso de drogas, prostitución e, incluso, a la trata de personas.
También, se han registrado procesos de cooptación y división de organizaciones indígenas y
campesinas por parte del gobierno y empresas (río Beni) y situaciones de persecución judicial y
enjuiciamiento de defensores de derechos, es el caso del líder Cancio Rojas, apresado por defender
las aguas de Mallku Khota.

Pronunciamiento de la Red Nacional de Mujeres en defensa de la Madre Tierra, el año 2014, en contra
de la Ley de Minería 535.
Se denuncia que la Ley de Minería y Metalurgia, privilegia el interés económico y da seguridad jurídica a
operadores mineros, por encima de la calidad de vida, los derechos colectivos y la Madre Tierra.
Se otorga derecho a la seguridad y protección jurídica de las actividades mineras y se criminaliza a quienes
defendemos nuestro territorio, el agua, a quienes tomamos medidas no violentas para hacernos escuchar,
como bloqueos, pronunciamientos escritos (votos resolutivos) o verbales, incluso utilizaran la fuerza
pública (art. 100) y se llevaran procesos judiciales (art. 103), y nos harán pagar por los posibles daños y
perjuicios.
No tenemos derecho a decidir sobre el territorio, a oponernos a actividades mineras, no podremos ni
siquiera pronunciarnos, porque inmediatamente nos iniciaran procesos judiciales, se recortan los derechos
de los pueblos indígenas, como ser la libre determinación, la consulta previa libre e informada, el derecho
a la participación y se criminaliza las acciones sociales de defensa de la Madre Tierra y la resistencia al
avasallamiento de nuestras tierras y territorios. ¿Dónde queda la libertad de expresión, la libertad de
decisión, los derechos de los pueblos indígenas? ¿dónde queda la frase “Gobernar escuchando al pueblo”?
El art. 108 el “derecho minero” les otorga facultades para atravesar por encima de nuestras propiedades
agrarias o de otra naturaleza, que se encuentren en su área de contrato o por las propiedades vecinas o
pueden expropiarnos, si lo desean.
¿Se va a permitir que se avasallen nuestros territorios?
Tienen derecho sobre las aguas públicas y privadas (art. 111), sin costo alguno, y no importa la cantidad
que utilicen, además, pueden variar los cursos de aguas, justificando la necesidad de uso.
¿Cómo es posible que una ley minera otorgue derechos sobre el agua? ¿No debería regularse y otorgar
permisos sobre la gestión del agua una ley de aguas?
Se establece la consulta previa y consulta pública sin opción de decisión. Los actores mineros pueden
ingresar libremente al territorio, no necesitan consultar en la fase de exploración (art. 214) se va a autorizar
mediante licencias que son solo medidas administrativas. Esa es una medida inconstitucional, ya que en el
numeral 15 del art 30 de la Constitución Política del Estado señala que toda vez que se prevén medidas

143
legislativas que afecten a los pueblos se debe hacer consulta. En la fase de exploración abren caminos,
ingresa gente ajena, remueven tierra, se afectan nuestros territorios y tiene que haber consulta.

RESPUESTA

Una respuesta de denuncia y resistencia permanente proviene de comunidades originarias


indígenas y campesinas que enfrentan las explotaciones mineras, esto se da en muchas regiones de
Potosí y Oruro, pero también en la Amazonía del Norte de La Paz (río Beni, Madidi, Mosetenes). El
año 2023 se promovió una Acción Popular en favor del Madidi, por parte de grupos ciudadanos y
legisladores que, aunque tuvo resultados parciales, sentó un precedente importante en contra de
la minería y el apoyo del gobierno. Se destaca un permanente accionar de denuncia y fiscalización
desde la Comisión Ambiental del Senado. También, varias organizaciones de la sociedad civil se han
pronunciado en contra de la minería expoliadora en las áreas protegidas y la contaminación por
mercurio.

En julio de 2023, el juzgado público Mixto Civil de Rurrenabaque (ERBOL,08 2023), dictó sentencia
en favor del río Beni, determinando medidas cautelares y paralizar actividades mineras en sus
riberas, dentro del proceso de Acción Popular presentado por el CPILAP. En julio 2028, el juez e
Instrucción Primera de Palos Blancos, falló contra las cooperativas mineras que intentaban
desarrollar operaciones en afluentes del río Beni. Esta decisión del juzgado se relaciona con las
denuncias que recibió la Defensoría del Pueblo sobre los intentos de las cooperativas de realizar
consultas parciales a las comunidades locales y así obtener el visto bueno e iniciar actividades de
explotación. El temor de los pobladores locales es que dichas consultas pueden estar amañadas y
ocasionar divisiones en las comunidades (Eju TV, 07-2023). El año 2023, jueces agroambientales y
las autoridades indígenas, originarias y campesinas se reunieron durante dos días en Rurrenabaque,
para mejorar la coordinación y discutir los mecanismos destinados al ejercicio de la justicia, frente
a las amenazas que viven los territorios amazónicos, la deforestación de los bosques, la
contaminación de los ríos con mercurio y la disputa de la tierra entre campesinos e indígenas.

Varias organizaciones de la sociedad civil, como CEDIB, CEJIS, CEDLA, LIDEMA, se han manifestado
sistemáticamente en contra de los impactos de la minería, la ausencia de recaudos ambientales y la
falta de acciones de control por parte del Estado.

En noviembre del año 2023, como respuesta de resistencia a la exigencia y ocupación de la ciudad
de La Paz por los mineros cooperativistas, se autoconvocaron y relizaron varias marchas
multitudinarias ciudadanas, repudiando la exigencia de los mineros y en favor de las áreas
protegidas, estas marchas se replicaron en otras ciudades del país.

La nueva administración del SERNAP, en noviembre del 2023, finamente se pronunció públicamente
en favor de las áreas protegidas y en contra de las exigencias de las cooperativas mineras de ingresar
con sus soperaciones a las áreas.

El relator especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre Derechos Humanos y Medio
Ambiente, David R. Boyd, declaro que en Bolivia las autorizaciones a la minería en áreas protegidas

144
violan los derechos de la madre naturaleza y el derecho a un ambiente limpio, sano y sostenible, y
no debería permitirse (La Razón, 19 noviembre 2023).

El Pre FOSPA (Pre Foro Social Panamazónico) realizado en las poblaciones de Rurrenabaque y San
Buenaventura en julio de 2023, donde participaron 250 representantes de organizaciones indígenas
originarias y campesinas de las tierras bajas y las tierras altas de Bolivia, rechazó enfáticamente las
actividades extractivas, como la minería, porque vulneran los derechos de los indígenas y sus
territorios, contaminan los ríos y provocan la deforestación (FOSPA Bolivia, 2023). Entre los puntos
cruciales de la declaración de este evento, destacan los siguientes:

“Denunciamos que a pesar del avance normativo en materia de derechos colectivos y el


reconocimiento constitucional de igual jerarquía entre la Jurisdicción Indígena Originario Campesina
(JIOC) …persisten prácticas que subordinan y no otorgan la institucionalidad y garantías necesarias
para el ejercicio efectivo de la Justicia indígena y originaria. Los jueces deben conocer la realidad de
los pueblos y respetar la decisión de las autoridades indígenas” …
…” Exigimos la modificación de la Ley Minera, porque atenta contra la naturaleza y los pueblos, y la
eliminación de cualquier autorización de la actividad minera en áreas protegidas…exigimos la
defensa del Madidi, rechazando el reconocimiento de derechos preconstituidos que “ilegalmente se
dieron hasta 2015”.
…” demandamos que el Estado cumpla con las obligaciones asumidas en el marco de instrumentos
de derechos humanos, el Convenio 169 y el Acuerdo de Escazú” ...
… “Exigimos sanción para las empresas privadas, cooperativas y personas responsables de los
ecocidios y biocidios por vulnerar los derechos fundamentales de las personas y de la Naturaleza; así
como indemnización para los afectados y reparación de los daños causados al medio ambiente y a
las poblaciones…rechazamos las iniciativas de biocombustibles con base en la palma aceitera
(africana), soya y otros cultivos promovidas por el Gobierno porque agudizarán la deforestación” ….

Ya en el X FOSPA de Belén-Brasil, realizado el año 2202, donde participaron representaciones


indígenas de Bolivia, se había concluido:
… “Rechazamos las políticas públicas extractivistas de los gobiernos que atentan contra la vida y la
naturaleza. Exigimos que se firme, ratifique, respete e implemente el derecho a la consulta libre,
previa e informada, que incluye el derecho de veto por objeción de conciencia cultural en el marco
de la libre determinación de los pueblos y demandamos mantener los hidrocarburos en el subsuelo
y una Amazonía libre de minería” …

Tendencia

A emporar críticamente, debido a las políticas gubernamentales de dar preeminencia al sector,


obviar la Constitución Política y marginar la aplicación de las normas y mecanismos de regulación
ambiental.

Recomendaciones específicas

 Exigir una auditoría ambiental, vía Contraloría del Estado, a la AJAM, a fin de determinar el nivel
de responsabilidad en la vulneración de normas ambientales y los principios de la CPE, al validar
contratos y autorizar operaciones mineras en áreas protegidas y territorios indígenas, además,

145
permitir la actividad de operaciones ilegales. La auditoría debería ser realizada bajo expectativa
de un proceso de intervención por daños irreversibles al patrimonio natural del país.
 Exigir la modificación de fondo de la Ley 535 de Minería y metalurgia, o su derogación,
considerando los antecedentes negativos de su elaboración y aprobación; priorizando aspectos
ambientales fundamentales, observancia estricta de la CPE, participación local de
representaciones de comunidades, colectivos sociales y territorios afectados,
 Continuar resistiendo y denunciando a nivel nacional e internacional, los intentos de ingreso
de cooperativas y empresas mineras al PN Madidi y otras áreas protegidas, la inacción y
complicidad de la AJAM.
 Denunciar y exigir una investigación sobre la actitud negligente del Ministerio de Salud, al
exponer públicamente la hipótesis maliciosa de la no existencia de casos de alta contaminación
por mercurio en pobladores del río Beni y río Madre de Dios, sin haber realizado estudio alguno,
menospreciando la información concluyente que existe
 Denunciar a nivel nacional e internacional, el megaproyecto minero de explotación de oro a
gran escala en el río Madre de Dios, que impulsa COMIBOL, el cual ocasionará un desastre
ambiental sin precedentes en la Amazonía de Bolivia.
 Exigir una auditoría ambiental e hídrica vía contraloría, del megaproyecto minero San Cristóbal,
considerando especialmente el uso a gran escala de aguas fósiles subterráneas, las
repercusiones sobre aguas superficiales, los altos niveles de contaminación, y el saqueo de las
riquezas minerales del país. La indagación de la auditoría debería extenderse al apoyo
incondicional que el gobierno del MAS otorgó la empresa transnacional a cargo.
 Exigir información al gobierno y Ministerio de minería sobre el complejo metalúrgico del
Mutún, en relación al tema de acceso a los inmensos volúmenes de agua que se prevé utilizar
y la modalidad a emplearse en la reducción de hierro.
 Exigir al gobierno y gobernaciones, la no otorgación del carácter de preeminencia absoluta al
sector minero, por las incumbencias que resultan atentatorias al medio ambiente y la salud de
las poblaciones del país.
 Exigir a la COMIBOL y Ministerio de minería, la remediación de los pasivos ambientales en el
entorno de la ciudad de Potosí, como ser el caso de San Miguel en Cantumarka.
 Exigir acciones de fiscalización y control al Ministerio de minería sobre la situación del dique de
colas San Antonio y el porqué de la continuidad de su funcionamiento habiendo concluido su
tiempo de vida útil.
 Exigir al gobierno, COMIBOL y AJAM, mayor transparencia en cuanto a brindar información
veraz y oportuna a las organizaciones sociales, organizaciones de la sociedad civil y medios de
comunicación, en aspectos relacionados a las actividades, proyectos y planes que desarrolla o
proyecta el sector.

146
147
11. IMPACTOS DEL EXTRACTIVISMO PETROLERO

148
149
Preámbulo

Otro de los sectores paladines del extractivismo, junto con la minería, es el de los hidrocarburos o
sector petrolero, y su accionar, a lo largo de décadas, ha definido el deterioro del estado ambiental
de extensas regiones de nuestro territorio.

A diferencia de la minería, que puede estar mayoritariamente en manos de muchas empresas,


cooperativas, ingenios, incluso pequeñas asociaciones, en Bolivia, las operaciones petroleras, están
en manos de grandes empresas transnacionales y una empresa estatal (YPFB), que hacen todo lo
posible para incumplir las normas ambientales, la Constitución Política y los convenios
internacionales que protegen a los pueblos indígenas. Además, tienen el suficiente poder
económico y político para exigir promover la flexibilización de las normas ambientales, evadir el
cumplimiento de las leyes y lograr el ingreso a las áreas protegidas y territorios indígenas.

La nueva etapa de los hidrocarburos en Bolivia se inició el año 2006, con su supuesta nacionalización
y la refundación de YPFB. En este proceso, se produjo una autentica adopción de la mayoría de las
grandes empresas transnacionales, que tuvieron muchos privilegios en la anterior etapa política
denominada neoliberal. Entre 2008 y 2016, se produjo el boom del gas con la explotación de los
megacampos gasíferos en la zona tradicional hidrocarburífera y la exportación del gas a gran escala
al Brasil y la Argentina. Fue una etapa de altos ingresos para el país, debido al incremento impositivo
y tributario en favor del Estado, aun considerando los millonarios desembolsos a las empresas
petroleras en concepto de costos recuperables.

En años posteriores las reservas de gas se redujeron y quedaron campos marginales, y algunos
fueron prácticamente abandonados. En ese período de merma, también YPFB realizó perforaciones
en el Chaco (Timboy) y el subandino amazónico de La Paz (Liquimuni), ambas operaciones
fracasaron, dejando como pasivos pozos mal clausurados, aguas de formación y organizaciones
indígenas divididas. En septiembre de 2023, el gobierno anuncio que las reservas de gas cayeron
hasta “tocar fondo”, debido a la falta de acciones de exploración en años anteriores (ANF, agosto
2023).

PRESIÓN

Las áreas petroleras abarcan una tercera parte del territorio nacional y los planes de YPFB, abren
nuevas fronteras de presión hidrocarburífera, esta vez apuntando al Norte amazónico; los nuevos
bloques están ubicados en los departamentos de Pando, Beni y el Norte de La Paz, incrementando
la presión sobre nueve territorios indígenas y áreas protegidas amazónicas, la región mejor
conservada y en mejor estado ambiental del país.

Operaciones antes del año 2018. A modo de antecedente y buscando una respuesta al actual
interés de YPFB de concentrase en el Norte amazónico de Bolivia, conocemos una noticia de finales
del 2010, en la cual se daba a conocer que, en los años 90 y por mandato de YPFB, la empresa
OCCIDENTAL programó y perforó el pozo Pando-X1 (región Madre de Dios), que resultó en el
descubrimiento de un yacimiento de petróleo de buena calidad, pero que, por su baja producción,

150
no justificaba la explotación frente a los altos costos de transporte (www.hidrocarburosbolivia.com
2010). El pozo quedó cerrado y en reserva hasta el día de hoy. En base a la información obtenida,
estudios e investigaciones posteriores de universidades especializadas en Pando (cuenca Madre de
Dios y zona del mencionado pozo exploratorio), indicaron que existe un manto rocoso en
profundidad de 500 metros de espesor que reuniría las condiciones para albergar gas no
convencional o “Shale Gas”, y así lo publican en sus conclusiones (Shale Gas Potential Worldwide,
1990).

El Plan de exploración de YPFB 2011-2020, ya implicaba altos riesgos de vulneración de áreas


protegidas y avasallamiento de los espacios tradicionales indígenas, impulsando la superposición de
los bloques petroleros con zonas ricas en biodiversidad y de alta sensibilidad ecológica.

En el primer gobierno del MAS, se reportaron acciones desordenadas de YPFB (en asociación con la
empresa venezolana PDVSA) en la zona de Liquimuni, en el subandino de La Paz, donde la
exploración sísmica que se desarrolló 2008 y 2010, tuvo una consulta de mala fe, manipulando,
cooptando y dividiendo a la organización indígena y comunidades mosetenes para facilitar la sísmica
y posteriormente la perforación (Ribera, 2013). El impacto más negativo de este proceso, fue el
haber ocasionado un profundo debilitamiento y división de la organización indígena OPIM
(Organización del Pueblo Indígena Moseten), algo que hasta la actualidad tiene repercusiones.
Adicionalmente, se verificaron numerosos impactos a ecosistemas frágiles y fuentes de agua en las
abruptas serranías. Finalmente, todo el proceso explorativo de YPFB en esta región fue un fracaso.

El 18 de abril de 2012, el gobierno de Evo Morales promulgó el decreto supremo 1203, que da
continuidad a otra de las fases de ampliación de la frontera petrolera y establece 98 áreas
destinadas a ser reservadas para YPFB. Este decreto, incrementa las zonas de operaciones y
exploración petrolera de YPFB a las áreas protegidas Tariquía y Aguaragüe. En octubre del año 2015,
mediante Decreto supremo 2549, se reeditó el proceso de ampliación de áreas reservadas para YPFB
(), ampliando la frontera petrolera a la inmensa superficie de 29.966.894 ha., que comprende los
contratos petroleros homologados de la época neoliberal y las nuevas áreas reservadas a favor de
YPFB. Este último decreto incluyó también nuevas áreas que se ubicaron en la Amazonia, por
ejemplo, Nueva Esperanza, con una superficie de 806.250 ha. En tanto, el año 2016, se aprueban
tres proyectos de Ley para la exploración y explotación en diversos bloques que se superponen a la
Reserva Tariquía. Todas estas nuevas proyecciones y acciones de exploración y explotación de
hidrocarburos son desarrolladas sin considerar la necesaria remediación de los pasivos existentes.
En la Serranía de Aguaragüe, los 5 grandes pasivos derivados de operaciones en décadas anteriores,
continúan contaminando los cursos de agua (MONGABAY, 2023), en tanto que, desde el 2015, se
han superpuesto varias operaciones exploratorias, aumentando la presión sobre esta zona
subandina (que paradójicamente detenta la condición de área protegida), sumándose a todo lo
anterior, el riesgo de potenciales operaciones de fracking en el sector Monos.

Otro pasivo petrolero tristemente emblemático, no remediado, ni debidamente atendido, ni por los
gobiernos ni por las empresas petroleras, es el derrame en el río Desaguadero, el año 2.000
(Haglund, 2008). El problema quedó en el olvido, pues, ninguno de los sucesivos gobiernos

151
posteriores dio atención a las tareas de seguimiento a los daños a la salud y los medios de vida de
las poblaciones locales. Las empresas Shell y TRANSREDES, que ocasionaron la contaminación,
nunca llegaron a compensar por las enfermedades causadas a los animales, peor aún, por la pérdida
de la calidad de agua y suelo. Además, la auditoria del Ministerio de Desarrollo Sostenible, consideró
solamente los impactos a corto plazo y no cuantificó las consecuencias de la contaminación a largo
plazo (CEPA, 2010).

Nuevas operaciones petroleras. El año 2018 con la aprobación de la ley para exploración petrolera
en la reserva de Tariquía, se abre un nuevo frente de operaciones exploratorias de YPFB. Los
contratos de servicios petroleros para tres campos fueron suscritos entre YPFB y las empresas
petroleras YPFB Chaco S.A., Petrobras Bolivia S.A., YPFB Andina S.A., BG (British Gas), Repsol E&P
Bolivia S.A., Shell Bolivia Corporation (sucursal Bolivia) y PAE E&P Bolivia Limited (sucursal Bolivia).
YPFB y la empresa adjudicada a uno de los bloques (PETROBRAS) ocupó Tariquía, con una consulta
parcial y de mala fe, cooptando a comunidades y liderazgos, incluso, recurriendo a la represión
policial en contra de las comunidades locales que ejercían resistencia ante el atropello de YPFB. El
análisis más detallado de las operaciones de YPFB en Tariquía se realiza en el tema de las áreas
protegidas.

La reducción de las reservas de gas, el cierre de varios campos productores y el cese de las
exportaciones de gas al Brasil y Argentina, hizo que, el año 2023 de la crisis energética en el país. En
esta línea, el Ministerio de Hidrocarburos y Energías, anuncio en abril de 2023, la intención del
gobierno, de desarrollar una agresiva exploración de hidrocarburos, con 11 proyectos (106 áreas en
los departamentos de La Paz, Tarija, Santa Cruz y Chuquisaca), a cargo de YPFB, que se iniciarían el
2023 (Sierra Praely, 2023). Tres de estos proyectos son de perforación y están actualmente en curso
(Mayaya, Yope y Yaratá). Dos perforaciones están previstas en la Amazonía (Copoazú y Castaño). La
organización CEJIS advirtió que, de las 106 áreas reservadas a favor de YPFB, 65 afectan o se
superponen a 43 territorios indígenas, y que todas carecen de salvaguardas, incumplen estándares
mínimos en materia ambiental y se realizaron sin participación de las comunidades en la toma de
decisiones vía consultas de buena fe y bien encaminadas.

La amenaza del Fracking. Un elemento de muy alto riesgo, en términos socioambientales, en el


campo petrolero, fue la facilidad con la que el gobierno de Evo Morales (YPFB) adoptó la idea de
impulsar el Fracking en Bolivia. A inicios del 2013, se anunció, desde la Vicepresidencia de YPFB (La
Razón, 2013), el inicio de los estudios preliminares para establecer el potencial de reservas del
“shale gas” o gas no convencional en el país. Al respecto, se informó que la Unidad de Geología y
Geofísica instruyó, mediante carta, a todas las empresas (operadoras y subsidiarias) que, cuando
perforen pozos, saquen muestras de la formación Los Monos, para estudios posteriores. La
formación Los Monos de Tarija cuenta con datos de geoquímica sobre yacimientos de shale gas
(http://ventanapetrol.blogspot.com/2013). YPFB y el Ministerio de Hidrocarburos, manifestaron la
intención de explorar y explotar, vía fracking, posibles reservorios de gas shale, con asesoramiento
de la empresa Argentina YPF, para lo cual, en junio del 2013, YPFB y YPF firmaron cinco acuerdos,
dos de ellos en cooperación técnica para estudiar la potencialidad de recursos no convencionales o
shale gas, vía fracking en Bolivia. Como antecedente, se conoce que directivos de YPFB visitaron

152
Vaca Muerta, el gigantesco yacimiento de hidrocarburos no convencionales del Suroeste argentino
(Energy Press, 20 mayo 2013).

A modo de antecedente, un dato oficial, publicado por el Departamento de Energía de los Estados
Unidos titulado: “Recursos mundiales del Shale gas, una evaluación inicial en 14 regiones fuera de
Estados Unidos”, daba cuenta de la existencia de 47 TCF (Trillones de pies cúbicos) ubicados en los
esquistos devónicos del Sur del país (básicamente las serranías del Chaco de Tarija, en gran parte en
el Aguaragüe). Según estos estudios, Bolivia pasaría a ocupar el sitial número 17 entre los países con
mayores volúmenes de gas no convencional. De acuerdo a YPFB, en base a un informe elaborado
por la Administración de Información Energética de Estados Unidos, Bolivia ocupa el quinto lugar en
Sudamérica con potencial de reservorios de gas no convencional o shale gas.

Toda esta actividad, en torno a los intereses empresariales y corporativos, y el proceso mediático
que lo acompañó, no ha considerado que las zonas de serranías subandinas y del pie de monte
chaqueño son la fuente principal de agua para las comunidades indígenas y campesinas, así como
de pueblos y ciudades intermedias en toda la región que vive bajo el signo de la sequía y las
limitaciones de agua. La nueva región de alto riesgo podría ser la Amazonía del Noreste de Bolivia
(Madre de Dios).

La crisis energética por la reducción de reservas de gas, visualizada el año 2023, también, tiene un
alto significado de riesgo, pues los planes del gobierno y de YPFB consideran el fracking, en el actual
escenario, como una alternativa de reactivación energética, sin tomar en cuenta las precauciones
ambientales y sociales que dicha tecnología implica.

Marco Octavio Ribera. Fracking, Tecnología de Alto Riesgo Socioambiental. 2015.


El denominado “Shale Gas”, es un tipo de gas natural no convencional, atrapado en sedimentos de baja
porosidad (lutitas o areniscas en la roca madre, en forma de millones de burbujitas). A diferencia del Shale
gas, el gas convencional o normal, se encuentra en grandes depósitos o reservorios, que son bolsones o
trampas de gas y petróleo líquido, como los de los grandes campos gasíferos. El gas no convencional, al
estar encerrado en rocas de baja porosidad y baja permeabilidad, está en menor concentración, por lo que
las superficies de terreno y subterráneas a cubrir son mucho mayores que en las explotaciones de gas
convencional, donde la extracción se concentra en el reservorio. Entonces, la extracción del shale gas se
realiza a partir de múltiples fracturas hidráulicas de las rocas, la cual es compleja, más caro y tiene mucho
mayor costo ambiental y social. Las múltiples fracturas, se realizan mediante la introducción, a gran presión,
de agua, arena, perdigones de acero y diversos aditivos químicos, varios de gran toxicidad. Luego se procede
a realizar una serie de detonaciones a gran profundidad. La inyección letal se dispersa serpenteando en
todas direcciones y produciendo miles de fracturas en la roca, es como una demolición subterránea de
enormes volúmenes de rocas. El gas entrampado en la roca se libera, fluye y puede ser atrapado por la red
de fisuras y tuberías que se instala. La explotación de un depósito de shale gas implica numerosas
perforaciones de inyección y extracción, muchas más que un campo de gas convencional.
En las perforaciones del fracking, existe el riesgo de ruptura y contaminación de las venas de aguas
subterráneas, tanto superficiales, como más profundos, especialmente en zonas de serranías y de recarga
de acuíferos. Además, hay una alta probabilidad de que se ocasionen masivas pérdidas de flujos de agua
subterránea y las consecuentes carencias en las vertientes y ríos en las zonas impactadas, afectando la
disponibilidad para los ecosistemas y la gente. El proceso de inyección a gran presión requiere grandes
volúmenes de agua, ésta solo puede ser recuperada en menores porcentajes para someterla a procesos de
tratamiento, pero, en general, no es recuperada ni reinyectada y esto conduce a la acumulación de aguas
residuales del proceso, con varias sustancias tóxicas y aguas de formación (hipersalinas, con restos de

153
hidrocarburos y metales pesados). Si en una zona hay numerosos pozos de este tipo de exploración, también
hay un alto número de piscinas con aguas residuales tóxicas y la probabilidad de accidentes y derrames es
mayor. También se requieren grandes volúmenes de “áridos”, en este caso arenas.
En las regiones bajo presión de fracking, en Estados Unidos, se han reportado situaciones de intensa
contaminación de gas (en especial metano), de hasta 17 veces por encima de lo normal, a los sistemas de
agua potable de poblaciones y al aire circundante (Stephen, G. et al. 2011; Schanger, 2012). La exposición
constante al metano ocasiona severos problemas en la salud de la gente y hay reportes de ganado que
enferma y muere. Los suelos se vuelven tóxicos, la vegetación protectora reduce su cobertura, la
desertificación avanza y hay pérdidas de biodiversidad (Souther, S et al. 2014).

Las proyecciones de YPFB en la Amazonía. En abril del 2015, mediante YPFB, se dio por concluido
el proceso de contratación directa para realizar la exploración del área Nueva Esperanza, el cual
adjudicaba el proyecto de adquisición sísmica 2D a la empresa BGP de la China. Esta medida
administrativa, tampoco estuvo avalada por una consulta previa ni un proceso informativo a las
organizaciones y comunidades de la región. Nuevamente se vulneraron la Constitución y las
disposiciones de los convenios internacionales aprobados por leyes jerárquicas en el país. Las
operaciones petroleras impulsadas por YPFB, con la exploración sísmica en la cuenca de los ríos
Madre de Dios y Beni (Bloque Nueva Esperanza: Proyecto Sísmica 2D de la Cuenca Madre de Dios -
Área Nueva Esperanza”), afectaron la TCO Tacana II y la TCO Araona, así como otros espacios
habitados por grupos indígenas en aislamiento voluntario. Después de una supuesta consulta rápida
y el decidido apoyo de la CPILAP (fracción pro gobierno), se denunció que el ingreso de la petrolera
se valió del subterfugio del Programa “Mi Agua”, que nunca se hizo realidad, y que la consulta fue
mal conducida, no procedió de acuerdo a lo establecido en la norma 29033, ni siquiera, al decreto
modificatorio 2298. El estudio de impacto para dicha exploración sísmica, tampoco fue difundido,
ni socializado. La operación sísmica de enorme dimensión (detonación de 20.168 puntos a lo largo
de la malla sísmica y el uso de aproximadamente 190.000 Kg de explosivos, 323,26 hectáreas de
brechas sísmicas, campamentos, helipuertos, etc.), ocasionó daños a los frágiles ecosistemas, en
especial, a zonas de castañas y cursos de agua, y ahuyentamiento de la fauna (CEDIB, 2016).

Operarios de la empresa China BGP Bolivia SRL, subcontratada por la petrolera estatal YPFB, en
septiembre del 2016, informaron sobre la presencia de indígenas no contactados en la zona del
Proyecto Sísmica 2D de la Cuenca Madre de Dios del Área Nueva Esperanza (El Día, 2016; Jiménez,
2019). Pobladores locales de la TCO Tacana II, confirmaron la presencia de grupos de indígenas no
contactados. Posiblemente se trata de parcialidades Esse Eja o de Toromonas en aislamiento
voluntario (Jimenez, 2019; CEJIS, 2021). Se desconoce si el EEIA del proyecto exploratorio menciona
a grupos indígenas no contactados en la región, pero, YPFB, a partir de sus más altas autoridades,
así como, el ministerio de hidrocarburos, negaron la existencia del pueblo no contactado en la
Amazonía del Norte de La Paz y minimizando los reportes técnicos existentes de la petrolera BGP
sobre un contacto inicial, aduciendo que todo fue una tergiversación de algunos medios (ANF,
noviembre 2017). Por su parte, los pobladores de la TCO Tacana II en reuniones previas, confirmaron
su presencia y alertaron a los funcionarios de YPFB.

Las acciones de YPFB y el gobierno boliviano, han violado el Artículo 31 de la Constitución Política
del Estado: Las naciones y pueblos indígena originarios en peligro de extinción, en situación de

154
aislamiento voluntario y no contactados, serán protegidos y respetados en sus formas de vida
individual y colectiva.

Es importante mencionar que, las oficinas de las Naciones Unidas sobre asuntos indígenas, dejaron
en claro que, el no contacto con pueblos en aislamiento no es prueba de su inexistencia y que, ante
indicios de su presencia, lo que corresponde es un abordaje científico serio. Negar de facto la
presencia de pueblos incontactados, es negar su derecho a la existencia, es reducirlos a nadie,
podría esto traducirse como la violación de un derecho humano per se. Se observa que las acciones
de YPFB y el gobierno boliviano han violado nuevamente la Constitución Política del Estado, y la Ley
450, de Protección a Naciones y Pueblos Indígena Originarios en Situación de Alta Vulnerabilidad.
Esta negación de la presencia del pueblo no contactado en la región, se hizo, sin que se haya
realizado un peritaje antropológico especializado al respecto. Se resalta que ninguna de dichas
autoridades hizo observancia del Principio Precautorio, el cual forma parte de la Declaración de los
Principios de la Cumbre de la Tierra o Río 92, del cual Bolivia es signataria. Se desconoce si la DIGEPIO
realizó o instruyó la realización de un monitoreo para evaluar la situación de alta vulnerabilidad de
este grupo, de acuerdo al Artículo 13 de Ley 450: Las naciones y pueblos indígenas en aislamiento y
no contactados gozan del derecho a mantenerse en esa condición, a la delimitación y consolidación
legal del territorio que ocupan y habitan.

En otra línea de riesgo, pero con relación al tema de los hidrocarburos y mercados energéticos, está
la proyección, del segundo gobierno del MAS, de promover los biocombustibles, con producción de
biodiesel y la construcción de plantas industriales en varias ciudades, incluida El Alto. El año 2021,
en coalición con las cámaras agropecuarias y agroindustriales de Santa Cruz, se lanzó esta iniciativa
que implica el incremento de la producción, principalmente de soya y sorgo, y, por tanto, un mayor
avance de la frontera agroindustrial y la deforestación. En 2023, La Razón, informó que, para
abastecer a las plantas de biodiesel, se producirá macororó (Ricinus comunis) y jatropha (Jatropha
curcas) en Ixiamas, así como en Pando, Tarija y Santa Cruz; y que, para la producción de los
agrocombustibles, se requerirá también, soya, totaú, cusi y otras. Esto, a pesar de que, la Ley Marco
de la Madre Tierra (art. 24), prohíbe la producción de “agrocombustibles” (Gruenberger, 2023).

Gonzalo Colque. Reflexiones sobre el Biodiesel. 2022.


El 2021, el Gobierno Nacional desembolsó 1.500 millones de dólares para la importación de dos millones de
toneladas de diésel y 612 millones de dólares para 725 mil toneladas de gasolina. El diésel constituye el 71%
del valor total.
En estas circunstancias, el gobierno de Arce comenzó a apretar el paso para la instalación y puesta en
marcha de plantas de producción de biodiesel de soya. También retomó las negociaciones con los
agropecuarios cruceños para la legalización de más y nuevos cultivos transgénicos. El objetivo es reducir el
gasto público y la importación del diésel. La solución planeada incluso tiene el respaldo de algunas voces
independientes. Pero, escarbando un poco en el asunto, saltan a la vista varias inconsistencias que apuntan
a que el remedio resultará peor que la enfermedad.
Un problema técnico es que la producción de la materia prima del biodiesel —es decir la soya— consume
mucho diésel. Un informe técnico del año 2017, elaborado por el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras,
concluye que para sembrar una hectárea de soya se utiliza entre 116 y 147 litros de diésel. En términos de
volumen, el biodiesel elevará el consumo nacional de diésel. La mayor demanda de soya exacerbará los
desmontes mecanizados de bosques y la expansión de la agricultura mecanizada. Todo esto significa mayor

155
consumo de diésel. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA 2015), el sector agrícola de Bolivia
duplicó su consumo de diésel entre 2006 y 2015, alcanzando el 40% del total, seguido por el transporte
(54%) y la industria (6%). Entonces, el proyecto gubernamental de producir hasta el 25% del diésel (B25),
intensificará este modelo de negocio, duplicará su sed de consumo en menos tiempo y concentrará más
diésel subvencionado en manos de los agroindustriales.
Estas son algunas de las razones por las que el negocio de biocombustibles — el de biodiesel en particular—
no es una alternativa realista ni viable frente la energía fósil. En la actualidad, ningún país planea
seriamente lo mismo que Bolivia: producir biodiesel para sustituir las importaciones, reducir el gasto
público, o ambos. Estados Unidos, el gigante de biocombustibles, se provee de biodiesel hasta llegar al 4%
del consumo total. Brasil, el líder del agronegocio soyero, llega al 10% de abastecimiento después de tres
décadas de grandes inversiones. En estos países, los biocombustibles ocupan un lugar marginal como parte
de la cartera de diversificación de riesgos agrícolas.

Inducción

Hay una larga data de situaciones de inducción perversa del sector petrolero que han generado y
orientado impactos y presiones ambientales y socioambientales severas: La aprobación del Decreto
2366, que permite el ingreso de operaciones petroleras a las áreas protegidas, los sucesivos
decretos que amplían la frontera petrolera en favor de YPFB y sus socias transnacionales; el Plan de
YPFB que abrió la ruta de ingreso petrolero a las áreas protegidas y tierras indígenas; la apertura del
Norte Amazónico (Madre de Dios, Norte de La Paz, Pando) a sabiendas de la existencia de pueblos
indígenas en aislamiento voluntario. También la clara intencionalidad de propiciar la flexibilización
de normas ambientales y de la consulta previa. Una clara inducción perversa en favor del sector
petrolero ha sido la manipulación de la zonificación de manejo para favorecer el ingreso de las
empresas en la Reserva Tariquía. La apertura a la tecnología del Fracking por YPFB, también está en
la línea de las inducciones perversas, obviando los elevados niveles de riesgo conocido a nivel
mundial. En la misma línea se dio la propuesta del Colegio de Ingenieros Petroleros de Santa Cruz,
que sugirió la conformación de un equipo de investigación que, en mediano plazo, desarrolle
tecnologías adecuadas para explotar los yacimientos de Shale Gas existentes en el país.

Es lamentable la intervención pública de un Ministro de energía e hidrocarburos, del gobierno de


Evo Morales, que afirmó que el impacto ambiental que generará una explotación petrolera en
Tariquía “es nada”, mencionando que se habían cumplido con todos los requisitos ambientales
(falsedad ideológica) y que la sobreposición a la reserva es “mínima”.

Omisión

En el caso de la exploración del Norte de La Paz, YPFB actuó con plena irresponsabilidad, negando
públicamente la presencia del pueblo indígena no contactado, a pesar de las evidencias. Se violó el
Artículo 31 de la Constitución Política del Estado, sobre derechos de las naciones y pueblos indígenas
en aislamiento y no contactados; también se vulneró la Ley 450, de Protección a Naciones y Pueblos
Indígena Originarios en Situación de Alta Vulnerabilidad.

Es notable la total ausencia de sinceridad y sensibilidad hacia los temas socioambientales por parte
de YPFB y de las empresas transnacionales que le acompañan. Se percibe muy poca respuesta

156
efectiva en cuanto a medidas de prevención, mitigación y remediación de impactos
(irresponsabilidad de YPFB y empresas), el caso reciente más evidente es la exploración Norte de La
Paz. Los estudios de evaluación de impacto ambiental (EEIA) han sido totalmente deficientes, con
numerosas falencias y constituyen solo un trámite más para facilitar las operaciones petroleras

Es lamentable la total inacción y anuencia del MMAyA y el SERNAP, ante el ingreso de proyectos
petroleros a las áreas protegidas. No se conocen intentos de auditorías ambientales y jurídicas a
procesos críticos ocasionados por las petroleras.

Finalmente, existe un sistemático ocultamiento y distorsión frecuente de la información por parte


del Ministerio de hidrocarburos, YPFB y las empresas.

Vulneración de derechos

En relación a la destrucción, deterioro o alteración de ecosistemas y procesos ecológicos por


actividades petroleras, los siguientes derechos fueron vulnerados:

El derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente
sano y al desarrollo sostenible, por:
 No proteger y conservar las aguas en todos sus estados
 No garantizar el derecho de disfrutar de un ambiente sano y agradable
 Contaminar el aire, las aguas en todos sus estados, el suelo y el subsuelo
 Verter aguas residuales no tratadas u otros
 Contaminar o adulterar aguas destinadas al consumo público, al uso industrial agropecuario o piscícola
 No preservar, conservar, restaurar y promover el aprovechamiento de los recursos naturales renovables
 No promover y ejecutar acciones para hacer cumplir con los objetivos del control de la calidad
ambiental
 No otorgar la categoría de EIA correspondiente.
 Incumplir las normativas internacionales ratificadas por el país
 No regular o controlar la producción, introducción y comercialización de productos farmacéuticos,
agrotóxicos y otras sustancias peligrosas
 Permitir la introducción, depósito y tránsito de desechos tóxicos, peligrosos, radioactivos u otros
 No velar por la protección, conservación y restauración de la fauna y flora silvestre
 No administrar las AP según sus categorías, zonificación y reglamentación en base a planes de manejo
 Producir alteraciones nocivas de las condiciones hidrológicas, edafológicas, geomorfológicas y
climáticas.
 Alterar el patrimonio cultural, el paisaje y los bienes colectivos o individuales, protegidos por Ley

El derecho de acceso a la justicia en asuntos ambientales, por:


 No sancionar las infracciones administrativas, a la legislación ambiental
 No denunciar los delitos ambientales por parte de la AAC a la Fiscalía de Distrito
 No determinar indemnización y resarcimiento en beneficio de las personas afectadas
 Impedir el acceso a la justicia ambiental mediante instancias judiciales y administrativas
 Desconocer o invalidar la legitimación activa
 Impedir el acceso a servicios de instituciones públicas
 Restringir la presentación de denuncias y recursos
 Impunidad
 Detención arbitraria
 Impedimento de defensa
 Prolongación indebida de plazos procesales

157
 Falta de debida diligencia
 Corrupción de autoridades públicas
 Cuoteo político por encima de las necesidades profesionales y técnicas de ciertas reparticiones estatales
 Presión - chantaje – extorsión
 Violencia Política
 Impedimento de acceso a espacios públicos

El derecho a la participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales, por:


 Incumplimiento del derecho de toda persona natural o colectiva a participar en la gestión ambiental
 Negación de realizar inspecciones o vigilancia para el cumplimiento de la ley
 Incumplimiento de los mecanismos y plazos de participación del público
 Incumplimiento a la entrega al público, de manera oportuna y comprensible, de la información
necesaria
 Falta de difusión sobre la fecha de consulta pública
 Negar al público la oportunidad de presentar observaciones por medios apropiados y disponibles
 No tomar debidamente en cuenta el resultado del proceso de participación
 No difundir la decisión de las consultas y sus antecedentes de manera oportuna y accesible al público
 No difundir por los medios apropiados las decisiones que resulten de las EIA y de otros procesos de
toma de decisiones ambientales
 No incluir el procedimiento previsto que permita al público ejercer las acciones administrativas y
judiciales pertinentes
 No adecuar la participación pública a las características sociales, económicas, culturales, geográficas y
de género del público
 Uso de idiomas ajenos a los de la comunidad
 Restricción de acceso a la participación abierta e inclusiva
 Condicionamientos previos
 Hacer valer las reuniones informativas como consultas
 Consulta a comunidades ajenas.
 Consulta solo a partes afines al gobierno
 No realización de la consulta
 Consulta realizada después del inicio de la ejecución de la obra o proyecto
 Creación de organizaciones paralelas
 Indebida utilización de las firmas de los involucrados
 Cooptación de dirigentes
 Amenazas a las comunidades
 Obstaculización de reuniones temporales de carácter pacífico

El derecho de acceso a la información Ambiental, por:


 Entrega de información parcial sin justificación legal
 Entrega de información en contenido y/o formato no accesible para quien la demanda
 Solicitud de explicar interés especial o justificar las razones por las cuales se solicita la información
 Incumplimiento de plazos establecidos para recibir la información
 Desinformación respecto a la instancia pública que tiene la información solicitada
 Desinformación sobre la situación e impactos del tema solicitado
 Negación de recibir asistencia para formular peticiones y obtener respuesta
 Cobros indebidos por la entrega de la información
 Inexistencia de órganos o instituciones imparciales y con autonomía e independencia de apelación
 Inexistencia o falta de actualización del sistema público de información
 Manipulación de opinión en las redes sociales
 Tratamiento lesivo por parte de trabajadores de atención al cliente

158
El derecho de las defensoras y los defensores ambientales, por:
 Criminalización
 Desacreditación
 Ataque a un medio de comunicación
 Discriminación a la participación de mujeres
 Obstrucción indebida del funcionamiento de una asociación
 Obstrucción indebida de la libre determinación de sus estatutos, estructura y actividades
 Obstrucción de acceso a fuentes de financiamiento
 Suplantación o división de una organización
 Represión de una protesta
 Impedimento de una protesta
 Criminalización o judicialización de una protesta
 Detenidos
 Heridos

Nota.- En varias regiones y espacios tradicionales de comunidades locales del país, afectadas por
operaciones petroleras de exploración o explotación, derrames de ductos o pasivos, por la
irresponsabilidad de YPFB y otras oficinas petroleras, se vulnera reiterativamente un derecho
establecido en la CPE, el derecho a un medio ambiente saludable, protegido y equilibrado (Artículo
33). La vulneración implica el impacto, poco o nada remediado a fuentes de agua o recursos clave y
estratégicos de la gente local.

ESTADO

El estado de la situación ambiental en las regiones con operaciones petroleras en Bolivia ha


empeorado notablemente en los últimos 15 años, en función a la discrecionalidad y negligencia con
que YPFB manejó el tema. Si bien, existen pasivos ambientales petroleros que datan de más de tres
décadas atrás y siguen generando contaminación (caso Aguaragüe), los impactos generados en los
últimos 15 años son altamente significativos.

Destaca una normativa basada en una Ley draconiana, que refleja la preeminencia del sector y,
frente a la cual, los sectores vulnerados tienen pocas opciones, pues persiste una Ley de Medio
Ambiente, esencialmente, débil y obsoleta, no hay una Ley de Biodiversidad, no hay una Ley de
Pueblos indígenas, tampoco una Ley de Áreas Protegidas (solo un reglamento desactualizado).
Notoriamente, el sector petrolero ha obviado y violado sistemáticamente la Constitución Política
del Estado y los Convenios internacionales referidos a los pueblos indígenas, entre otros.

Existen ecosistemas con suelos y fuentes de agua contaminados por pasivos ambientales no
remediados o mal remediados (principalmente pozos y lagunas de aguas residuales), tal es el caso
de la serranía de Aguaragüe, el derrame del río Desaguadero o la zona de Liquimuni en el subandino
del río Beni.

Desde hace años, se han reportado daños a la salud de pobladores locales por la contaminación
petrolera (especialmente en Aguaragüe). Existen organizaciones indígenas profundamente
debilitadas y divididas por las intromisiones de las empresas petroleras, destacando el pésimo
manejo de la consulta previa.

159
La expansión en la búsqueda de hidrocarburos, ocurre mientras las reservas gasíferas de Bolivia
siguen disminuyendo, llegando a un 37% en la actualidad, y el país está pasando de ser exportador
a, importador; además, se enfrenta una alta incertidumbre económica (el gobierno tuvo que
renegociar los contratos de exportación con Argentina por menos volúmenes). Adicionalmente, el
contrato que Bolivia tenía con Brasil, terminó el año 2019 (Sierra Praely, 2023).

Otro factor que incrementa el estado de alto riesgo es la apertura al Fracking que YPFB impulsó hace
unos años y, finalmente, un elemento colateral relacionado a la reducción de importación de
carburantes (diésel-gasolina), a partir de la producción de biodiesel en base al incremento de los
cultivos de soya-sorgo y la destrucción de bosques por el cambio de uso del suelo.

RESPUESTA

Organizaciones ambientalistas, como LIDEMA y CEDIB, se pronunciaron en contra de la propuesta


del Colegio de Ingenieros para impulsar el fracking en Bolivia, por los elevados riesgos ambientales
que implica.

Las comunidades de la Reserva Tariquía, se oponen a la exploración y explotación de petróleo por


el alto impacto ambiental en un área protegida y rechazan la Ley, aprobada el año 2018, para la
exploración petrolera en la Reserva. Las comunidades de Tariquía han expresado su rechazo a la
exploración y explotación petrolera de YPFB y las empresas asociadas protagonizaron una marcha
desde la zona de la Reserva hasta Tarija, pero el gobierno central no cedió en sus planes. A la
resistencia de las comunidades de Tariquía se sumó el CONTIOCAP, con reiteradas denuncias por las
redes sociales, así mismo, medios de comunicación alternativa, como Mongabay, y organizaciones
de la sociedad civil, como CEDIB. Estas mismas organizaciones, el año 2015, desarrollaron campañas
de denuncia en contra de las agresivas operaciones de YPFB en la región amazónica del Norte de La
Paz y la vulneración ocasionada al espacio tradicional de un pueblo indígena en aislamiento
voluntario.

Tendencia

A emporar críticamente, debido a las políticas gubernamentales de dar preeminencia al sector,


obviar la Constitución Política y marginar la aplicación de las normas y mecanismos de regulación
ambiental.

Recomendaciones específicas

 Exigir una auditoría ambiental, vía Contraloría del Estado, a YPFB, a fin de determinar el nivel
de responsabilidad en la vulneración de normas ambientales, derechos humanos y principios
de la CPE, al validar contratos y autorizar operaciones mineras en áreas protegidas y territorios
indígenas, incluido el espacio de un pueblo indígena en aislamiento voluntario. La auditoría
debería ser realizada bajo expectativa de un proceso de intervención por negligencia, mala fe
y daños irreversibles al patrimonio natural y cultural del país.
 Pedir a la Defensoría del Pueblo, una investigación sobre el accionar de YPFB y el Ministerio de
hidrocarburos y energía, en el Norte amazónico de La Paz, por la vulneración del espacio de un

160
pueblo indígena en aislamiento voluntario, por la exploración sísmica en ausencia de recaudos
culturales y ambientales, consulta de mala fe, impactos severos a los ecosistemas, y negación
per se, de la existencia de dicho Pueblo.
 Repudiar y rebatir el decreto 2366, que autoriza operaciones petroleras en las áreas protegidas.
 Repudiar, resistir y rechazar la vulneración a la Reserva Tariquía por parte de YPFB, que impulsó
el ingreso de operaciones de exploración sísmica, vía consultas de mala fe, represión policial,
cooptación de liderazgos y división de comunidades.
 Demandar una explicación al gobierno central sobre el accionar negligente del Ministerio de
hidrocarburos y energía, por la ausencia de un proceso serio de análisis técnico y socialmente
inclusivo de la matriz energética del país.
 Denunciar y visibilizar el accionar sistemático de YPFB y el Ministerio de hidrocarburos y
energía, en cuanto al negligente manejo de la información (ocultamiento, distorsión,
información parcial y no veraz) sobre actividad, obras, planes y proyectos, que generan altos
impactos socioambientales.
 Rebatir, resistir y denunciar los planes y proyecciones del Ministerio de hidrocarburos y energía
y YPFB, en torno a la implementación de operaciones de fracking en Bolivia, sin tomar en cuenta
los altos niveles de riesgo ambiental y social, la información existente de otros países sobre los
severos impactos y la ausencia de una evaluación ambiental estratégica.

161
12. EL IMPACTO DE MEGAPROYECTOS HIDROELÉCTRICOS

162
163
Preámbulo

La idea de las megarepresas o megaproyectos hidroeléctricos en Bolivia, proviene de los años 50,
cuando se realizó un estudio y proyecciones sobre El Bala, Rio Grande-Rositas y Cachuela Esperanza,
por la Universidad de Berlín (Plataformaenergetica.org, 2011). El Bala, fue reeditado en 1970, en el
gobierno de facto de Banzer. Varios años después, en 1998, fue nuevamente impulsada, finalmente
tuvo una nueva reedición con el gobierno del MAS, con figura de prioridad nacional.

Análisis económicos sobre la generación de energía por las represas de Bolivia, considerando los
elevados costos de transmisión y que los compradores más probables serían Brasil, Chile o
Argentina, muestran que el costo de producción por MW/h de Bolivia, sería mayor que el precio que
pagan dichos países por MW y que la energía producida por Brasil. Entonces, Bolivia estaría obligada
a vender su energía a un precio menor que el de su costo de producción y así realizaría un pésimo
negocio económico, considerando además los altísimos costos ambientales. Todo este proceso fue
y sigue siendo impulsado sin haberse realizado un análisis profundo e integral de la matriz
energética del país.

Al momento, afortunadamente, no existen megarepresas en funcionamiento en Bolivia, Iviruzu,


construida en el corazón del Parque Nacional Carrasco, es una represa esencialmente pequeña, sin
embargo, sus grandes impactos son un indicativo y recordatorio de los impactos socioambientales
que una megarepresa puede ocasionar.

PRESIÓN

Las megarepresas del Brasil

Desde el año 2007, varias organizaciones, entre ellas LIDEMA, alertaron sobre los riesgos de la fuerte
alteración hidrológica de la cuenca del río Madeira, a partir de la construcción de las megarepresas
Jirau y San Antonio en el Brasil. San Antonio se encuentra a unos 180 kilómetros de la frontera con
Bolivia (muy cerca de la ciudad brasilera de Porto Velho) y Jirau, a escasos 85 kilómetros del
territorio boliviano. El seguimiento detallado a las diversas situaciones relacionadas al desarrollo de
dichos megaproyectos mostró, desde los cuestionados estudios de impacto y los otorgamientos de
licencias, hasta los severos impactos a los ecosistemas y a la gente campesina ribereña del Brasil.
Entre la información generada y sistematizada en los últimos tres años, figuraban las acciones
competitivas de los consorcios empresariales de Jirau y San Antonio, para ir progresivamente
aumentando sus potencias de generación de energía. Por ejemplo, el año 2010, Jirau obtuvo el
permiso de la Agencia oficial de energía del Brasil, para aumentar 6 turbinas más, a las 44 del diseño
original. A fines del 2012, Jirau obtenía, además, la autorización para una nueva altura del reservorio
(y del dique), por encima de los 74,8 metros originalmente establecidos, con lo que el embalse
aumentaría de 350 km² a 430 km², y tendría un aumento de potencia de energía de 3.300 a 3750
MW. Por su parte, el año 2013, el consorcio de San Antonio, fue autorizado en el aumento de
turbinas, la elevación del dique y de la altura de su reservorio, por lo que el área de inundación
aumentó de 350 km2, inicialmente previstos, hasta 421 km2, aumentado su potencia original de
3.150 a 3.570 MW.

164
Aún no se conoce con exactitud, como la inmensa masa de aguas concentrada en el Norte
Amazónico de Bolivia y la frontera con Brasil, responde a la presencia de las dos megarepresas.
Claramente, el problema no radica tanto en la subida de las aguas propiamente, sino con qué
velocidad se evacua el agua de la inundación, el nivel de elevación del río o si se dan reflujos o no.
En febrero del 2013, el caudal del río Madeira había registrado 13.3 metros y el año 2014, la altura
de sus aguas llegó a 18.23 metros, superando todas las cotas de años anteriores, fue algo nunca
visto históricamente, su caudal habría excedido los 40.000 m3/seg. Este comportamiento anómalo
el 2014, tiene, obviamente, relación con las lluvias agigantadas y también con un río que tiene ahora
dificultades para evacuar sus aguas. Según el ecólogo brasilero Fearnside (2009), el área inundada
por Jirau alcanzará la frontera con Bolivia, y las amenazas son bastante obvias: "Cuando el río entra
en el reservorio de Jirau, la velocidad disminuye brutalmente, provocando la caída de los sedimentos
al fondo, formando una montaña de sedimentos” y “…con el tiempo, dicha montaña de sedimentos
actúa como una segunda barrera para detener el flujo de agua, y el nivel del río sube, inundando
partes de Bolivia ".

En julio del 2014, en el Taller Nacional de Lecciones Aprendidas sobre las inundaciones 2014,
organizada por Defensa Civil y el Programa DIPECHO (programa de preparación ante desastres de la
Comisión Europea), responsables del Servicio de Hidrología Naval de Bolivia expusieron datos de las
inundaciones del 2014 y el efecto de retardación de la bajada de las aguas en la Estación de Nueva
Manoa, debido a la influencia de reflujos ocasionadas por las megarepresas del Brasil en el río
Madeira, mencionándose además la tendencia de alturas anómalas del nivel del río durante el 2013,
lo que ya había sido reportado por técnicos. Una de las conclusiones del estudio de Vauchel (2014),
sobre las crecidas del río Madeira, afirma: “podemos deducir que el nivel en Abuná aumentó de más
o menos un metro de nivel que hubiera tenido en ausencia de la represa de Jirau” …. “el aumento
de nivel en porcentaje puede parecer poco, pero un aumento de un metro de nivel puede
representar una superficie inundada muy importante que sería bueno evaluar de forma precisa”.

A la luz de lo que está aconteciendo en la cuenca del Madeira, el Estado boliviano tiene la obligación,
bajo el principio precautorio, de hacer un replanteamiento de sus políticas energéticas en cuanto la
construcción de megaproyectos hidroeléctricos, como El Bala o Cachuela Esperanza.

Los reservorios se amplifican con los años; casos del Brasil.- Como referencia, se debe considerar
el caso de las represas brasileras, que no son muy grandes, como Balbina o Samuel, pero que han
ocasionado severos impactos ecológicos, debido a que la dimensión de sus reservorios, prevista
en los estudios de impacto, se duplicó en el curso de los años, como muestra la siguiente tabla.

REPRESA BALBINA REPRESA SAMUEL


Cerca de Manaos, sobre el río Uatuma Rondonia, sobre el río Jamari
Implementada en 1989 Instalada en 1989
250 MW 215 MW
El EIA preveía 1230 km2 de reservorio El EIA preveía 560 km2 de reservorio
Actualmente la superficie del reservorio es de Al 2013 la superficie del reservorio casi triplicaba
3.129 km2, más del doble de lo proyectado por las proyecciones del EIA (1.500 km2)
el EIA

165
El complejo Bala Chepete.- Es uno de los megaproyectos más críticos por los elevados riesgos
ecológicos y socioambientales que implica. Puesto en curso por el gobierno del MAS desde el año
2007, está siendo impulsado por ENDE con anuncios reiterados sobre sus supuestas bondades
económicas y energéticas (Ribera, 2016; Espinoza y Molina, 2016). El gobierno continúa haciendo
referencia a la exorbitante inversión, de 7.000 millones de dólares, y la supuesta generación de
4.000 MW, lo que significaría con seguridad un mayor endeudamiento del país. Al momento se
encuentra solo en la fase de estudios y no se conoce información sobre licitaciones para su eventual
construcción.

A inicios de julio del 2015, el gobierno adjudicó dicho estudio a la empresa Geodata Engineering SA.
Las expectativas de ENDE y el proyecto era entonces producir entre 1.600 y 4.000 MW. Se hablaba
de una altura de presa de 150 metros por encima del nivel del río, en el estrecho de El Bala (208
msnm.), haciendo un total de cota probable del reservorio de 350 metros. Esto implicaba una
inundación inicial de más de 200.000 hectáreas (2.000 km2). Esta adjudicación, que implica un acto
administrativo–legal, no estuvo respaldada por una consulta previa e informada a los habitantes
indígenas de la región, contradiciendo la Constitución Política del Estado y los Convenios
Internacionales relacionados a la protección de los derechos indígenas. En septiembre del 2015, se
conocía, de forma preliminar, por información de Geodata-ENDE, que la propuesta se orientaría a
un complejo de megarepresas “en cascada”, en el Bala y en el Beu o Chepete. En julio del 2016,
ENDE y la italiana Geodata firmaron un contrato para la elaboración del estudio a diseño final de los
proyectos hidroeléctricos El Bala y El Chepete, ubicados en el Norte de La Paz, con una inversión de
11,8 millones de dólares. El estudio de identificación realizado por Geodata estableció que ambas
hidroeléctricas tienen la capacidad de generar 3.676 MW de energía eléctrica y que su construcción
demandaría una inversión de 6.000 millones de dólares. La propuesta priorizada tiene el nombre:
“Chepete 400 + Bala 220”. De acuerdo a ENDE, la generación eléctrica del Componente 1, Chepete
400, principalmente, estará destinada a “suministrar energía al Brasil” y los excedentes a reforzar al
sistema interconectado nacional de Bolivia, con el fin de cambiar la matriz energética del país, la
cual en la actualidad está representada en el 70% por energía térmica y el 30% hidroeléctrica.

En el caso del Chepete, de acuerdo a los datos de la ficha ambiental, el embalse del
aprovechamiento tendrá un nivel máximo en la cota 400 msnm, una superficie inundada de unos
679,9 km2 y un volumen de 37,78 km3. En cuanto al Bala, sería un proceso posterior, bajo un
aprovechamiento denominado “de pasada o Run off the river” (turbinas tipo bulbo), lo que no
contempla la construcción de una presa de arco o caída de gran altura, propiamente, pero, de
cualquier forma, existe un represamiento del río que puede alcanzar entre 7 a 10 metros, como en
las presas del río Madeira. Bajo fenómenos climáticos extremos, como el del año 2014, el embalse
podría experimentar una gran expansión. Por otra parte, como se analizó antes, la realidad muestra
que las superficies esperadas de los reservorios de las presas se expanden críticamente con el
transcurso de los años.

La alternativa del Chepete, encierra una profunda disyuntiva. Si se habría impulsado El Bala en
primera instancia (altura de presa de 150 metros), el riesgo de devastación afectaba a dos de las
áreas protegidas de mayor riqueza biológica del país, Madidi y Pilón Lajas, y más de 300 familias

166
indígenas y campesinas (unas 1.800 personas). En el caso del Chepete, los impactos de inundación,
se extenderían a lo largo del río Alto Beni y afectarían a un mayor número de comunidades ribereñas
(Inicua, Muchanes, Pujpunendo, Sararia, Santa Ana, Mayaya) y, si ocurren pluviosidades extremas,
incluso, a poblaciones mayores, como Puerto Linares, Sapecho o Palos Blancos. En el primer
escenario, se está hablando en total más de 4.000 personas, solo en las zonas pobladas ribereñas
hasta Santa Ana (15 sindicatos agrarios y cinco pueblos indígena originario campesino), pero si se
considera a Sapecho y Palos Blancos, esta cifra se multiplica por 10, ocasionando una masiva
relocalización forzosa de los pobladores. Aun sin eventos climáticos extremos, la acumulación de
sedimentos, que será muy alta por el arrastre del río Beni, será especialmente intensa en la parte
superior del reservorio, con lo cual, los riesgos de inundaciones en dichas zonas (por ejemplo, hacia
Santa Ana o Sapecho) serán más altas.

Tanto la megarepresa de El Bala o la del Chepete, tendrán un efecto devastador por sobre los
ecosistemas, especialmente ribereños, las culturas indígenas y campesinas que los habitan y sus
medios de vida. La cultura indígena Mosetén, en riesgo de desaparición por diversos impactos
socioculturales y ambientales a su territorio, así como por su bajo número poblacional, sería una de
las más impactadas por la megarepresa Chepete.

El estudio de identificación y la ficha ambiental, pretenden mostrar que muchas zonas en los valles
de Quiquibey, Tuichi, Hondo o Beu-Chepite, están sin ocupación humana directa, como pueden ser
comunidades, viviendas, cultivos son espacios baldíos. Se asume una vez más el error del mito del
vacío amazónico, ignorando que dichos espacios “baldíos” son lugares de frecuente actividad
tradicional, en especial de cacería por la abundante presencia de vida silvestre, pero también de
recolección y pesca, además de integrar sitios sagrados, por tanto, son de enorme importancia para
la supervivencia de las culturas indígenas de la región.

Manteniendo la figura actual de la megarepresa de arco del Chepete (cota 400) y de run off de El
Bala (cota 220), para una etapa posterior, prevalece el riesgo del funcionamiento de dos
megarepresas en un mismo curso del río. Esto implica severas distorsiones hidrológicas y ecológicas.
El ejemplo más concreto proviene del río Madeira en el Brasil, donde las megarepresas Jirau y San
Antonio ejercen una sinergia negativa, especialmente bajo fenómenos climáticos extremos, algo
que no menciona en absoluto ni el estudio de identificación, ni la Ficha elaboradas por Geodata.

Aún más, no se puede descartar el riesgo latente de que, a futuro, nuevas decisiones políticas
reediten a El Bala bajo la figura de megarepresa de arco, incluso obviando el factor de la falla
geológica, con lo cual, retornaría la pesadilla de la inundación del Valle intramontano de los ríos
Tuichi y Quiquibey.

A la construcción de las represas podrían sumarse eventos de lluvias extremas, bajo fenómenos
Niño-Niña o ENSO (como en 2007-2008) o por otros fenómenos climáticos globales, como los del
2013-2014, cuando un “wave train” o masa de vapor sobrecalentada del océano Pacífico-Indico
(Espinoza et al, 2014), interfirió con el TUTT-Tropical Upper Tropospheric Trough o vaguada. Esto
ocasionó una de las mayores catástrofes por inundación de los últimos cien años, especialmente a
lo largo del río Beni. Bajo los escenarios de cambio climático a nivel global, este TUTT pudo bien

167
obedecer a una distorsión de ese tipo, por lo cual el riesgo de nuevas ocurrencias es alto. Este
aspecto climático no ha sido considerado en absoluto por la ficha ambiental y el estudio de Geodata,
por el contrario, se presenta el mapa del año 2014, comentado anteriormente, como de “inundación
natural o normal”. Esto es una grave irresponsabilidad, tanto de la empresa como del gobierno.

Bajo el supuesto de la construcción de la megarepresa del Chepete, si vuelve a ocurrir un evento


climático extremo como el del 2014, la amplificación de la gran inundación ocasionaría escenarios
de desastres mayores en la cuenca del río Beni y sus tributarios. Los efectos de las inundaciones se
extenderían río arriba hasta la región de Alto Beni por más de 250 Km de curso fluvial, inundando
Sapecho, Puerto Linares, Guanay y Palos Blancos. Si llega a ocurrir una amplificación extraordinaria
del reservorio por efecto de un evento climático extremo, existe el riesgo de que la inundación
supere la cota 400 de la megarepresa del Chepete. En este caso, la única alternativa es abrir las
compuertas y liberar el caudal extraordinario. Si El Bala ya estaría funcionando con su sistema run
off, entonces las inundaciones se darían además aguas abajo del Chepete, afectando al Madidi y el
Pilón Lajas.

Diversas evaluaciones, realizadas el año 2014 y 2015 en el Brasil, demostraron que las enormes
inundaciones del Madeira (debido al fenómeno Wave Train-TUTT), tuvieron además relación directa
con el efecto de las megarepresas, en la acumulación y evacuación dificultada de las aguas de
inundación, incluidos los efectos de remanso hidráulico.

El reservorio permanente y susceptible a amplificarse, que se formará a lo largo del río Beni y las
encañadas o valles adyacentes, se convertirá en un inmenso criadero de millones de mosquitos.
Adicionalmente, el lago artificial, además de eliminar una extraordinaria riqueza de biodiversidad,
sería un mega emisor de gases de efecto invernadero, especialmente metano y contribuiría con
mucho al calentamiento global, aspecto ya comprobado para otras grandes represas de la
Amazonía. Esto significa que la pretensión de asumir que las megarepresas constituyen fuentes de
energía limpia, es una total falacia y desvirtúa la realidad.

Aguas abajo, las represas Chepete y Bala, impediría el flujo natural del río Beni, y si bien se reduciría
el riesgo de inundaciones, la represa y la modificación del curso del río, afectaría la dinámica
reproductiva de los peces (aun considerando las medidas de paso de peces que menciona la ficha
ambiental), con la posible desaparición del recurso y la actividad de pesca en los siguientes años,
ocasionando un considerable daño a la seguridad alimentaria y a la economía de la región. La
reducción del caudal del río, especialmente en la época seca, ocasionaría problemas a la navegación
varios meses al año, en especial en los años más secos. Además, las megarepresas interrumpirían
una dinámica ecológica natural, a partir de la cual evolucionó la Amazonía, pues dejaría de arrastrar
y depositar los lodos ricos en minerales que fertilizan, cada año o cada evento grande de inundación,
los suelos de muchas zonas de selvas y pampas, lo cual afectaría negativamente, a mediano y largo
plazo, a los ecosistemas y a la producción agrícola y ganadera de indígenas y campesinos que viven
aguas abajo. El argumento del gobierno y los partidarios de la megarepresa, en sentido de que se
logrará un control de las inundaciones, no justifican en absoluto la enorme perturbación de la
dinámica hidrológica y el resto de devastaciones ecológicas, sociales y culturales que se ocasionarán.

168
Emisiones de gases de efecto invernadero.- Con mayor frecuencia se maneja el concepto erróneo
de considerar a las grandes represas hidroeléctricas como generadoras de energía limpia y como
una alternativa a la producción de energía por termoeléctricas y sus elevadas emisiones de gases de
efecto invernadero (GEI). Es ampliamente conocido que, especialmente, las fuentes de energía que
usan carbón son responsables del mayor porcentaje de emisiones de gases de efecto invernadero a
nivel global. Las que funcionan en Bolivia usan exclusivamente gas natural y producen la mayor
proporción de energía eléctrica del sistema nacional. El carácter de energía limpia que se confiere a
las mega represas hidroeléctricas, se basan únicamente en los reportes y estudios tendenciosos,
que tratan de demostrar las supuestas bajas emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de las
hidroeléctricas, con mediciones parciales o en los precarios estudios de impacto ambiental de las
mega represas, que igualmente minimizan los niveles de emisiones y distorsionan la información.
En los últimos años, los reportes y estudios de Fearnside (1995, 2008, 2009, 2014), Lima et al. (2008),
Pueyo & Fearnside (2011), Arana (2009), Abril (2009), Guérin et al. (2008), Kemenes (2008) y otros
investigadores de talla internacional, han demostrado todo lo contrario.

Según un estudio del Instituto de Ciencias del Clima (IC3) y del Instituto Nacional de Investigaciones
Amazónicas (INPA) del Brasil (Pueyo & Fearnside et al 2011), la emisión de gases que contribuyen al
"efecto invernadero" de las centrales hidroeléctricas y, en especial, en zonas tropicales, es cuatro
veces superior a lo que se creía hasta ahora. Dicho estudio echa por tierra la fama de "energía
limpia" que se pretendía dar a las mega represas e indica que éstas emiten ingentes cantidades de
metano a la atmósfera, un gas que contribuye más que el dióxido de carbono (CO2) al efecto
invernadero y al calentamiento global de la Tierra. Las investigaciones de Pueyo & Fearnside (2011),
aseguran que muchos estudios realizados sobre el tema de emisiones de represas subestimaron en
casi un 80% las emisiones; por tanto, sesgaron la información en favor de las mega represas
hidroeléctricas, y concluyen que, estas centrales son fábricas de metano, con un nivel de emisiones
similar o mayor que el de las centrales térmicas más contaminantes, como las de carbón. Si bien, el
máximo de las emisiones de GEI se producen en los primeros años de funcionamiento de las
represas, hay investigaciones que indican que las emisiones son todavía altas tiempo después. Un
equipo internacional de investigadores (Parekh 2011), que midió las emisiones en los embalses
subtropicales de Nam Ngum y Nam Leuk (en Laos), halló que las emisiones de GEI aún son
significativas luego de 10 años del embalsado.

Producción de energía y aspectos económicos.- Actualmente, fuentes oficiales hablan de una


demanda de energía eléctrica en el país, superior a los 1.350 MW, mientras que la generación
ascendería a los 1.800 MW, aunque hay poco consenso al respecto.

Se ha especulado de que la exportación de energía estaría dirigida mayormente al mercado del


Brasil, considerando los costos de transmisión y la fluctuación del precio del kilovatio en el país
vecino, es muy posible que el balance resultante para Chepete-Bala, sea tan negativo como el caso
de Cachuela Esperanza aspecto analizado por el hidrólogo Jorge Molina.

Dadas las limitaciones tecnológicas de transformación de la energía generada en las megarepresas


en una energía barata para usos domésticos in situ, las posibilidades de que dicha energía producida

169
se quede en la región del Norte de La Paz y el Beni, son remotas. Adicionalmente, la demanda
energética de todas las tierras bajas de Bolivia en la Amazonía, no superarían en los siguientes años
los 40 MW. Esta demanda puede ser suplida cómodamente por los remanentes de la actual
generación y no es un argumento para la construcción de las megarepresas.

En caso de que las regiones donde se instalan las megarepresas llegaran a recibir energía derivada
de estas, en general, se trataría de una energía más cara que la que pagaban anteriormente, tal
como está ocurriendo en el río Madeira en el Brasil. …En la comunidad relocalizada “Nueva
Jerusalem” …Batista recibió cuentas de electricidad por importes hasta en un 100% más elevados
que antes de la instalación de las represas. Es irónico. Las personas más afectadas por la
construcción de una de las mayores centrales hidroeléctricas del país se ven obligadas a pagar los
precios más altos por la luz, además de pagos extras por el alumbrado público… (Fuente: Brasil,
Vidas en Tránsito en el Río Madera. Ana Aranha/Amazonía Pública, 2012).

En cuanto a los futuros negocios con el Brasil, valdría la pena recordar lo que aconteció con la
megarepresa Itaipú en las décadas anteriores. Las empresas brasileñas y argentinas, se beneficiaron
de la energía binacional (Brasil-Paraguay) en los últimos 25 años, pagando al Paraguay un costo no
mayor a 10 $US/MWhora; es decir, el 4 a 8% del precio del mercado internacional (40 - 80
$US/MWhora.). Actualmente, Itaipú tiene una potencia instalada de 14.000 megavatios (MW). Otro
dato revelador muestra la incertidumbre de los “grandes negocios” energéticos: Itaipú arrastra una
deuda de 13.000 millones de dólares, que terminará de pagar el año 2023. Al momento, los
megaproyectos del Madeira, Jirau y San Antonio, enfrentan crecientes moratorias con los bancos
financiadores, entonces… ¿Dónde está la solvencia de los megaproyectos hidroeléctricos? (ABC
Color-Paraguay, 8 mayo 2014).

Otro aspecto puesto en duda, es la viabilidad económica a largo plazo de las megarepresas en el río
Beni.Considerando que el río Beni arrastra la mayor cantidad de sedimentos de la cuenca del
Madeira, el tiempo de vida útil de la megarepresa sería relativamente corto, por la acumulación de
arenas.

Caso Iviruzu (PN Carrasco).- Un grave impacto al patrimonio natural del país se dio por la
construcción de la represa Iviruzu, impulsa por ENDE y la empresa Valle Hermoso, al interior del
Parque Nacional Carrasco, ocasionando severos impactos en la cuenca del río subandino Iviruzu,
con el aditamento de que el gobierno procedió a manipular y modificar arbitrariamente la
zonificación del área protegida, vulnerando la zona núcleo (CEDIB-La Libre, 2021). La construcción
de la presa Iviruzu afecta las cabeceras del río del mismo nombre, ubicadas en los altos de la serranía
de Imajana y Alto Vandiola, conjunto ecosistémico de bosques nublados y pluviales que tiene el
régimen extremo de lluvias más elevado de Bolivia, entre 4.000 y 7.000 mm/año. El río Iviruzu es
afluente del río Chimoré en las tierras bajas del Trópico de Cochabamba y la construcción de dicha
obra ya ocasionó impactos elevados de remoción de bosques protectores de cuencas y tendrá, sin
lugar a duda, efectos en la dinámica hidrológica de los ríos de la llanura; además, entre los riesgos
colaterales, está el aumento de la erosión y arrastre de sedimentos en las zonas desboscadas y

170
caminos abiertos. La región y cuenca bajo impacto, tiene una elevada fragilidad ecológica, por su
pluviosidad y su topografía.

Por su ubicación, los impactos ambientales fueron muy significativos, pues las afectaciones se
ocasionaron en una región ecológica de elevada diversidad biológica de Bolivia (incluye zonas de
Bosque amazónico pluvial pedemontano), que contiene muchos endemismos confirmados; afecta
la Zona núcleo del Parque Nacional, en una región de elevada fragilidad ecológica por su tectónica
y sus condiciones climáticas e hidrológicas. Se han denunciado elevados impactos a la zona núcleo
de un Parque Nacional (Jemio, 2018), tales como desmontes (casi 200 hectáreas al momento),
construcción de caminos, puentes, túneles, cantería. Los efectos posteriores a la construcción
incluirán una inundación que afectaría al menos unas 20.000 hectáreas de bosques primarios. con
su elevada biodiversidad, y trastornos hidrológicos en los tramos inferiores, especialmente del río
Chimoré. A esto se suma el deterioro ecológico de una de las zonas de mayor potencialidad para el
ecoturismo que tenía Cochabamba (Montepunku-Sehuencas-Pajcha-Vandiola).

Una preocupación adicional es que, esta construcción fue adjudicada a la empresa china Synohidro,
la cual tiene malos antecedentes por el colapso parcial de la megarepresa Coca Codo Sinclair que
construyó sobre el río Coca, en el Ecuador, debido a las deficiencias de ingeniería y mal uso de
tecnología por parte de dicha empresa. Además, porque desde un inicio se le acusó de evadir las
medidas de protección y resguardo ambiental de la legislación ecuatoriana e incurrir en actos de
corrupción y de mal uso de materiales.

En Bolivia, esta empresa vulneró la norma de áreas protegidas que establece que, para el desarrollo
de este tipo de obras al interior de un Parque Nacional, se requiere de una Ley que las autorice.
Además, el año 2018, se denunció la ausencia de información pública sobre el Estudio de Impacto
ambiental de la obra y las medidas de mitigación; similar situación fue denunciada en Ecuador.

Megaproyecto Rositas.- El proyecto de la represa Rositas es antiguo; al igual que El Bala y Cachuela
Esperanza, proviene de la década de los años 70 del siglo pasado y fue rescatado por el actual
gobierno y la gobernación de Santa Cruz. El Proyecto Múltiple Río Grande Rositas fue estudiado por
la Empresa Nacional de Electricidad entre 1970 y 1972, para lo cual contrató la consultoría de Harza
Engineering Co., como parte del desarrollo integral del aprovechamiento hidráulico e hidroeléctrico
de toda la cuenca del Río Grande, hasta Abapó. Entre 1974 y 1977 se llevó a cabo el estudio de
factibilidad del Proyecto Múltiple, en contrato con Overseas Bechtel Inc. La megaobra estaba
orientada a generar energía y proporcionar agua de riesgo, así como, supuestamente, controlar las
inundaciones del río Grande. La Ley 940 de 1987 la declaró prioridad nacional, sin embargo, su
ejecución quedó pendiente.

El año 2010, el gobierno del MAS agenda la represa Rositas en su plan energético, sin que exista
ningún tipo de consulta o socialización de la medida en la región. Según planes del gobierno, el
componente hidroeléctrico tendrá una potencia instalada de 400 MW y una producción anual de
2060 millones de kWh. El volumen bruto de embalse se ha cuantificado en 13.300 millones de
metros cúbicos y el volumen útil en 7.300. La cuenca a ser aprovechada por el proyecto es de 59.000
kilómetros cuadrados y abarca parte del territorio de los departamentos de Cochabamba,

171
Chuquisaca, Oruro, Potosí y Santa Cruz. La hidroeléctrica demandará una inversión de 1.000
millones de dólares y su construcción un tiempo de 6 a 10 años. En cuanto al riego previsto, el uso
agrícola de las aguas reguladas en el embalse permitirá el riego de 186.000 hectáreas, de las cuales,
155.000 por gravedad, ya que se situarían en la margen derecha del Río Grande, y 31.000 con
instalaciones de bombeo, en la margen izquierda. Por supuesto, el aspecto de riego y expansión
agropecuaria fue aplaudido por los ejecutivos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).

El impacto de inundación, por el remanso hidráulico sobre los valles del Rio Grande y Masicurí (lago
artificial de más de 450 km2), afectará a más de 40 comunidades indígenas guaranies y campesinas;
además, la inundación afectaría de forma directa el área protegida PNANMI Iñao, la Reserva Forestal
Masicuri-Rio Grande y el Área de Manejo Integral de los Valles Cruceños. La inundación de 450 km2
es una superficie equivalente a una vez y medida la superficie de la ciudad de Santa Cruz (325 km2)
y con ella se perderán miles de hectáreas de bosques, se destruirá el hábitat de plantas y animales,
y cientos de familias serán obligadas a reubicarse (F.Solón, ADMIN, 2018).

Con Rositas, el tema de cambio climático, tanto en la reducción de la oferta de agua, como en la
ocurrencia de desastres, fue utilizado para justificar el desarrollo del megaproyecto. Al mismo
tiempo, se trata de mostrar como positivos los impactos ecológicos indirectos que se darían aguas
abajo, en función a las proyecciones de riego hacia las tierras bajas del Chaco, con el elevado riesgo
de expandir la frontera agrícola de la soya hacia el Área Protegida Kaa Iya y la TCO Isoso.

El año 2016, el Ministerio de Energía y ENDE firmaron un memorándum de entendimiento con la


empresa China Hydrochina Corporation, para acelerar la ejecución del proyecto, a partir del que se
avanzó en una negociación final con las empresas Hydrochina y Sinohydro (parte del gigante
corporativo Powerchina), que han ofrecido financiación, crédito y tecnología para la construcción
de dicho complejo hidroeléctrico, a pesar de que, como se mencionó, la empresa Sinohydro es
cuestionada por su pésimo desempeño socioambiental en la represa Coca Codo Sinclair de Ecuador.

La situación se tornó más crítica cuando, en junio del 2017, se conocía desde ENDE que una
consultora internacional realiza los estudios de prefactibilidad de seis centrales hidroeléctricas,
además, de Rositas: Jatum Pampa, Seripona, Cañahuecal, Las Juntas, Ocampo, La Pesca, Peña
Blanca, que se construirán en la Cuenca del Río Grande, en el departamento de Santa Cruz. También
se informó que, la hidroeléctrica Rositas ya contaba con un estudio a diseño final y que el gobierno
desembolsó más de 76 millones de bolivianos en la elaboración del estudio para el diseño final,
gestión ambiental y evaluación de impacto ambiental.

Los habitantes de las comunidades indígenas de Masicuri, Peñones, Yumao, Vado del Yeso, Laja,
Toco, Arenales, Lajita Moroco, Yumao, Tatarenda Nuevo, La Junta, aseguran que no se moverán,
pero viven una situación de alerta, stress e inseguridad. Afirmaron que se opondrán con su vida y la
de su familia a la construcción del proyecto hidroeléctrico que, por su magnitud y la topografía del
cañón del Rio Grande, no solo implicará la afectación de la dinámica de la cuenca, sino, también, la
deforestación y pérdida de cinco ríos, de los cuales las comunidades consumen peces y agua.
También les preocupa el arribo de más de 1.000 trabajadores, a las diferentes áreas, para formar el

172
campamento central de Rositas. La comunidad guaraní de Yumao, presentó un recurso de acción
popular contra el proyecto.

Como es casi ya una costumbre en estos casos, la consulta previa e informada no se hizo (La Brava,
2021). Según los habitantes indígenas de la zona, “el río Grande es el agua, es vida que nos sustenta,
no solo por los peces que podemos sacar. Con la represa Rositas será muy dañino para el medio
ambiente y para nosotros. No la queremos. Nos afectará, nos dejará sin territorio, sin casa, sin nada”
… “No queremos que nos lleven a ningún lado. Eso sería anular nuestra identidad, romper con
nuestra cultura y la relación con el río que tenemos, despojarnos de nuestra tierra. Hemos vivido
durante muchos años en esta zona y no nos pueden desalojar así nomás”.

El año 2018, comunarios de Lajita Moroco, una de las comunidades afectadas por el proyecto
hidroeléctrico Rositas, denunció que un grupo de funcionarios de ENDE, que realizan el estudio
socioeconómico, amenazaron a los pobladores con recortar sumas de dinero de la compensación
en caso de que los propietarios se nieguen a recibirlos.

Cambarí-Carrizal.- De acuerdo al Ministerio de Hidrocarburos y Energía, la licitación para la


construcción de las presas de Cambarí (Tarija) y Carrizal (Tarija y Chuquisaca), con las que se espera
generar alrededor de 400 MW de energía, había entrado en la recta final el año 2015 (El País, 2015).
Las gobernaciones de Tarija y Chuquisaca, expresaron su satisfacción por la noticia. Ese año, se
estimaba una inversión de 33 millones de dólares para Cambarí, mientras que la de Carrizal supera
los 860 millones de dólares.

Los habitantes de la comunidad de Camblaya, en el municipio de Villa Abecia del departamento de


Chuquisaca, temen que sus viviendas, la escuela y la tierra cultivable, ubicada en las riberas del río
del mismo nombre, queden bajo el espejo de agua de 45 kilómetros de longitud que se formará con
el embalse del proyecto. Expertos afirman que todo lo que esté por debajo de los 2.260 metros
pueda inundarse río abajo. Eso incluye a la comunidad de Camblaya, pero también a Los Sotos, Pioca
y Molle Aguada, donde el 30% de las tierras cultivables se inundarían (Mongabay Latam, 2021). Se
alterará el cañón del Pilaya, el sexto más profundo del mundo, que será parcialmente inundado en
parte por un proyecto hidroeléctrico. El embalse previsto es de 1.334 hectómetros cúbicos (hm3),
lo que equivale aproximadamente a 453.600 piscinas olímpicas. Según ENDE, para compensar los
impactos en los cultivos y áreas de pastoreo, se prevé su reubicación, habilitando parcelas
productivas en otras áreas de la misma comunidad y barreras de protección, previa evaluación
técnica, e indemnización, previo avalúo técnico.

El reportaje de Mongabay sobre la represa Carrizal destaca tres testimonios locales: “Aquí sacamos
tres cosechas al año en la comunidad de Camblaya, entonces es imposible aceptar la inundación”,
“Sería como si nos estuvieran quitando el pan de la boca” dice Juan Velásquez, dirigente de
Camblaya. Ciro Rengifo, dirigente de la comunidad Los Sotos, asegura que “el Gobierno no ha
hablado de manera clara”, que no han recibido ninguna información y que nadie les ha dicho qué
pasará con aquellos que pierdan sus tierras de cultivo. Además, la información sobre el impacto
ambiental que tendrá el proyecto no ha sido pública. Wilfredo Aguirre, quien fue alcalde de Culpina,
entre 2015 y 2020, asegura que, en los talleres de socialización del proyecto, el área social de la

173
empresa AH Carrizal les habló del impacto ambiental, pero solo con el anuncio de que iban a realizar
un estudio, es decir, “nunca” les comunicaron los resultados.

Vulneración de derechos

En los procesos que impulsaron los megaproyectos hidroeléctricos en Bolivia, se ha identificado la


vulneración de los siguientes derechos:

El derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente
sano y al desarrollo sostenible, fue vulnerado por:
 No proteger y conservar las aguas en todos sus estados
 No garantizar el derecho de disfrutar de un ambiente sano y agradable
 Contaminar el aire, las aguas en todos sus estados, el suelo y el subsuelo
 Verter aguas residuales no tratadas u otros
 Contaminar o adulterar aguas destinadas al consumo público, al uso industrial agropecuario o piscícola
 No preservar, conservar, restaurar y promover el aprovechamiento de los recursos naturales renovables
 No promover y ejecutar acciones para hacer cumplir con los objetivos del control de la calidad
ambiental
 No otorgar la categoría de EIA correspondiente.
 Incumplir las normativas internacionales ratificadas por el país
 No regular o controlar la producción, introducción y comercialización de productos farmacéuticos,
agrotóxicos y otras sustancias peligrosas
 No velar por la protección, conservación y restauración de la fauna y flora silvestre
 No administrar las AP según sus categorías, zonificación y reglamentación en base a planes de manejo
 Producir alteraciones nocivas de las condiciones hidrológicas, edafológicas, geomorfológicas y
climáticas.
 Alterar el patrimonio cultural, el paisaje y los bienes colectivos o individuales, protegidos por Ley
 Producir o poder producir el deterioro ambiental en forma temporal o permanente

El derecho de acceso a la justicia en asuntos ambientales, se vulneró debido a:


 No sancionar las infracciones administrativas, a la legislación ambiental
 No denunciar los delitos ambientales por parte de la AAC a la Fiscalía de Distrito
 No determinar indemnización y resarcimiento en beneficio de las personas afectadas
 Impedimento de acceso a la justicia ambiental mediante instancias judiciales y administrativas
 Desconocimiento o invalidación a la legitimación activa
 Impedimento de acceso a servicios de instituciones públicas
 Restricción en presentación de denuncias y recursos
 Impunidad
 Detención arbitraria
 Impedimento de defensa
 Prolongación indebida de plazos procesales
 Falta de debida diligencia
 Corrupción de autoridades públicas
 Cuoteo político por encima de las necesidades profesionales y técnicas de ciertas reparticiones estatales
 Presión - chantaje – extorsión
 Violencia Política

El derecho a la participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales, se


quebrantó por:
 Incumplimiento del derecho de toda persona natural o colectiva a participar en la gestión ambiental

174
 Negación de realizar inspecciones o vigilancia para el cumplimiento de la ley
 Incumplimiento de los mecanismos y plazos de participación del público
 Incumplimiento a la entrega al público, de manera oportuna y comprensible, de la información
necesaria
 Falta de difusión sobre la fecha de consulta pública
 Negar al público la oportunidad de presentar observaciones por medios apropiados y disponibles
 No tomar debidamente en cuenta el resultado del proceso de participación
 No difundir la decisión de las consultas y sus antecedentes de manera oportuna y accesible al público
 No difundir por los medios apropiados las decisiones que resulten de las EIA y de otros procesos de
toma de decisiones ambientales
 No incluir el procedimiento previsto que permita al público ejercer las acciones administrativas y
judiciales pertinentes
 No adecuar la participación pública a las características sociales, económicas, culturales, geográficas y
de género del público
 Uso de idiomas ajenos a los de la comunidad
 Restricción de acceso a la participación abierta e inclusiva
 Condicionamientos previos
 Hacer valer las reuniones informativas como consultas
 Consulta a comunidades ajenas.
 Consulta solo a partes afines al gobierno
 No realización de la consulta
 Consulta realizada después del inicio de la ejecución de la obra o proyecto
 Creación de organizaciones paralelas
 Indebida utilización de las firmas de los involucrados
 Cooptación de dirigentes
 Amenazas a las comunidades
 Obstaculización de reuniones temporales de carácter pacífico

El derecho de acceso a la información Ambiental, se vulneró a partir de:


 Entrega de información parcial sin justificación legal
 Entrega de información en contenido y/o formato no accesible para quien la demanda
 Solicitud de explicar interés especial o justificar las razones por las cuales se solicita la información
 Incumplimiento de plazos establecidos para recibir la información
 Desinformación respecto a la instancia pública que tiene la información solicitada
 Desinformación sobre la situación e impactos del tema solicitado
 Negación de recibir asistencia para formular peticiones y obtener respuesta
 Cobros indebidos por la entrega de la información
 Inexistencia de órganos o instituciones imparciales y con autonomía e independencia de apelación
 Inexistencia o falta de actualización del sistema público de información
 Manipulación de opinión en las redes sociales
 Tratamiento lesivo por parte de trabajadores de atención al cliente

El derecho de las defensoras y los defensores ambientales, ha sido vulnerado debido a:


 Criminalización
 Desacreditación
 Ataque a un medio de comunicación
 Discriminación a la participación de mujeres
 Obstrucción indebida del funcionamiento de una asociación
 Obstrucción indebida de la libre determinación de sus estatutos, estructura y actividades
 Obstrucción de acceso a fuentes de financiamiento
 Suplantación o división de una organización
 Represión de una protesta

175
 Impedimento de una protesta
 Criminalización o judicialización de una protesta
 Detenidos
 Amenazas

Inducción

Estas observaciones tienen relación con las noticias emitidas en marzo del 2015, en las que se
informa que el Ministro de Hidrocarburos y Energía, Luis Alberto Sánchez, se refiere a las
expectativas favorables del gobierno hacia los megaproyectos hidroeléctricos de Cachuela
Esperanza y la “binacional” en el río Madeira, en este caso Riberâo (La Razón, 16 marzo 2015),
existiendo un preacuerdo con el Gobierno de Brasil para realizar los estudios de viabilidad, diseño y
construcción de los proyectos hidroeléctricos binacionales. Con esa finalidad, el ministro boliviano
de Energía visitó Brasil para reunirse con su colega, Eduardo Braga, y con el jefe de la empresa
eléctrica brasileña Electrobras (El Día, 24 marzo 2015). Todo parece indicar que existe un franco
desconocimiento o una total subestimación de las inundaciones catastróficas del año 2014 y del
efecto que tuvieron las megarepresas del Brasil. Desde luego, el principio precautorio, aun cuando
existen antecedentes conclusivos sobre los impactos de Jirau y San Antonio, no está, ni por asomo,
en la agenda de las autoridades.

En cuanto a la represa Iviruzu, el gobierno propició su construcción manipulando y cambiando de


forma arbitraria la zonificación de manejo del Parque Nacional Carrasco (de zona de máxima
protección a zona de extracción de recursos).

Sobre Rositas, el año 2014, la gobernación de Santa Cruz se manifestó en apoyo a la megarepresa,
lo que sirvió como un incentivo para que ENDE y el gobierno continuaran impulsándola.

Omisión

El Bala-Chepete-Cachuela, fueron promovidos y reeditados sin un análisis serio, participativo y plural


de la matriz energética del país, tampoco se ha hablado de una evaluación ambiental estratégica
regional o un análisis de gestión de riesgos. En el caso de los megaproyectos hidroeléctricos del río
Beni, como en varios otros proyectos, el gobierno ha incumplido la Constitución Política y los
convenios internacionales, puesto que emitió, impulsó, adoptó y aplicó, el año 2007, una medida
legislativa, destinada a realizar los estudios de diseño final para El Bala (Decreto 29191), sin la
realización de una consulta a los pueblos indígenas, como lo estipula la CPE que, en su Artículo 30,
Inciso 15, establece el Derecho de los Pueblos Indígenas a ser consultados cada vez que se prevean
medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles. Esto, en plena concordancia con
convenios internacionales ratificados por el país y que son parte del Bloque constitucional (Artículo
410 de la CPE), por ejemplo, el Convenio 169 del OIT–NNUU, ratificados el año 1991, mediante la
Ley 1257, que establece como un derecho de los pueblos indígena el ser consultados de buena fe,
toda vez que el Estado impulse decisiones administrativas o legislativas, así como planes de
desarrollo. Así mismo, . En tanto que la Declaración de la ONU sobre los derechos de los pueblos
indígenas, ratificada en noviembre de 2007, por la Ley 3760, que en su Artículo 19 dice: Los Estados

176
celebrarán consultas y cooperarán de buena fe antes de adoptar y aplicar medidas legislativas o
administrativas que los afecten. Esto significa que, en sentido estricto, el impulso a la megarepresa,
sin consulta previa, ha vulnerado la Constitución y Leyes relacionadas, por tanto, tendría visos de
ilegalidad o nulidad.

Todo el impulso a la megarepresa Rositas fue realizado al margen de cualquier evaluación ambiental
estratégica o consulta y socialización con las poblaciones y comunidades indígenas y campesinas de
la región a ser afectada, lo cual vulnera una vez más los Derechos Humanos de los vivientes.

Otro aspecto omitido ha sido el de las energías alternativas (socioambientalmente amigables, que
desde luego no es el caso de la energía nuclear) como la eólica y la solar, las cuales en el país tienen
un avance incipiente, por no decir escuálido. Claro está que la energía termoeléctrica en base al gas
natural, al momento, ya no es una opción futura a largo plazo para Bolivia, dada la declinación de
las reservas probadas, consecuencia de las venas abiertas de la exportación a gran escala que se
realizaron al Brasil y Argentina durante varios años, para sustentar un modelo económico
unidireccional que obstaculizó una real diversificación económica del país.

ESTADO

Un elemento que contribuye en gran medida al deterioro del estado ambiental de un territorio, son
los megaproyectos hidroeléctricos, por los grandes impactos de devastación sobre los ecosistemas,
aun cuando sus promotores pretendan mostrarlas como energía limpia, lo cual es una mera falacia.

Al momento, en el país, el impacto de represas hidroeléctricas es reducido, debido a sus modestas


dimensiones, funcionando en zonas cordilleranas (por ejemplo, Zongo en La Paz). Incluso la represa
Iviruzu es de reducidas dimensiones y potencia, a pesar de las connotaciones negativas, su
construcción al interior de la zona núcleo de un área protegida. Sin embargo, el estado de riesgo o
amenaza, por varios megaproyectos hidroeléctricos, es muy alto, más aún cuando la justificación
económica de sus eventuales construcciones es muy pobre. El tema de las megarepresas es parte
de la inconsistencia del estado de análisis de la matriz energética en el país y la ausencia de procesos
serios hacia energías alternativas ambientalmente amigables.

RESPUESTA

Los movimientos ambientales en contra de las megarepresas en el mundo han denunciado que los
mayores beneficiarios de la construcción de dichos megaproyectos no son ni los países que los
impulsan, tampoco las regiones afectadas, menos aún las poblaciones locales, sino los bancos
financiadores, las empresas adjudicadas en las construcciones y sus proveedores, así como las
autoridades de turno que otorgan los permisos y autorizaciones.

A modo de antecedente, se presenta la reacción que se dio por parte de las comunidades del río
Beni, el año 2015, en contra del megaproyecto El Bala:

Las Comunidades del río Beni y río Quiquibey, ubicadas al interior del Parque Madidi y la Reversa de
la Biósfera y TCO Pilón Lajas (Comunidad Carmen Florida, Real Beni, San Miguel, San Antonio del

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Sani, La Embocada, Asunción del Quiquibey, Gredal, El Corte, San Luis Chico y San Luis Grande,
Torewa y Villa Alcira), convocadas por la Mancomunidad de Comunidades, reunidas en el encuentro
realizado en la ciudad de Rurrenabaque, los días 23 y 24 de mayo de 2015, preocupados por las
acciones que el Gobierno está asumiendo respecto a la construcción del mega Proyecto Represa del
Bala; emitieron el siguiente voto resolutivo:

- Que las Comunidades del río Beni y río Quiquibey y comunidades afectadas: Carmen Florida, Real
Beni, San Miguel, San Antonio de Sani, Embocada, Asunción del Quiquibey, Gredal, El Corte, San
Luis Chico, San Luis Grande, Torewa, Villa Alcira, Bolsón, Bisal, San Bernardo, Charque, San José
de Uchupiamonas, no estamos de acuerdo con la construcción de la represa del Bala.
- Que, con la Información recibida y ya conocida, la mega Represa del Bala ocasionará una total
y gran destrucción de los Ecosistemas y sus recursos, que las comunidades indígenas y
campesinas seremos expulsadas de nuestras tierras y nuestras culturas y por ende enfrentamos
un riesgo de desaparecer. Con este Mega Proyecto se viola el Derecho Constitucional que
tenemos a vivir en un Medio Ambiente Saludable.
- Que, en nuestra región a ser afectada, se han realizado muchas inversiones públicas y privadas,
por ejemplo, en el Ecoturismo, en la Gestión de las Áreas Protegidas, en los Saneamientos de
Tierras, en Emprendimientos Sostenibles Agroforestales, siendo que existen muchas más
alternativas de Desarrollo Sostenible amigable con la Madre Tierra que se perderían de
construirse el Mega Proyecto del Bala.
- Que existen oportunidades energéticas que benefician a la región en su totalidad, que no causen
un daño tan grande e irreversible y que el Gobierno y sus Instituciones tendrían la obligación de
implementarlas de acuerdo a la Constitución Política.
- Que la Mega Represa del Bala no constituye una modalidad de energía limpia, por cuanto sería
una enorme fuente emisora de Gases de Efecto Invernadero que aumentan el Calentamiento
Global y enfermedades a causa de la acumulación de mosquitos.
- Que nuestras inquietudes y acciones no son guiadas por intereses egoístas, ni colores políticos,
ya que nuestra preocupación se constituye como defensa de nuestros Derechos reconocidos
constitucionalmente por el Estado Boliviano.
- Manifestamos que nuestros espacios extensos de Naturaleza, bien conservada, no son espacios
vacíos o baldíos, pues constituyen nuestra reserva de recursos con los cuales vivimos bien y sin
los cuales nuestros sistemas culturales pueden desaparecer.
- Exigimos al Gobierno Nacional Información detallada y sus repercusiones sobre el Mega
Proyecto del Bala, y la Consulta Previa, de buena fe, con las comunidades directamente
afectadas, así como el Derecho del consentimiento libre, previo e informado establecido por la
Declaración de Derechos Indígenas, por las Naciones Unidas y ratificada por nuestro Gobierno
en la ley 3760 del año 2007.

En el caso del proyecto hidroeléctrico Rositas, también hubo resistencia de parte de los pobladores;
el asambleísta por la provincia Vallegrande, Alcides Vargas, que forma parte del directorio del
Comité de Defensa de Tierra y Territorio de las comunidades comprometidas con la represa, criticó
el proceso de socialización de ENDE. Explicó que los funcionarios de la estatal boliviana llegaron a
algunas comunidades próximas a la zona de Abapó (provincia Cordillera), las cuales son beneficiadas
y no afectadas por la hidroeléctrica. Según Vargas, ENDE promete a estas comunidades elaborar
proyectos de riego a fin de ganar apoyo y llevar adelante el proyecto Rositas, dejando al margen la

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propuesta del Comité, que consiste en optar por la construcción inmediata del proyecto la Pesca,
que implicará un menor impacto socio-ambiental.

Tendencia

A empeorar, debido al empecinamiento del gobierno de impulsar los megaproyectos, no considerar


aspectos científicos ecológicos e hidrológicos clave y obviar la situación de vulnerabilidad de las
poblaciones locales.

Recomendaciones específicas

 Exigir una auditoría ambiental a ENDE, vía Contraloría del Estado, a fin de determinar el nivel
de responsabilidad en la vulneración de normas ambientales y los principios de la CPE, al validar
contratos y autorizar estudios de megaproyectos hidroeléctricos en áreas protegidas y
territorios indígenas. La auditoría debería ser realizada bajo expectativa de un proceso de
intervención por negligencia, ausencia del principio precautorio y el alto riesgo de daños
irreversibles al patrimonio natural y cultural del país.
 Denunciar y rechazar la ausencia de consulta libre previa e informada y de buena fe, en los
proyectos Bala – Chepete y Rositas, así como los intentos de cooptación de líderes y
comunidades.
 Visibilizar la superficialidad de las proyecciones económicas de ENDE sobre la venta de energía
que generarían las megarepresas Bala-Chepete y la ausencia de estudios económicos serios
que podrían demostrar la inviabilidad y condición onerosa.
 Continuar la resistencia, denuncia y rechazo a la construcción de las megarepresas
hidroeléctricas Bala-Chepete y Rositas, por el riesgo de grandes devastaciones ecológicas y
daños irreversibles a pueblos indígenas en condición de alta vulnerabilidad.
 Promover procesos sistemáticos de denuncia y rechazo a la construcción de la megarepresa
hidroeléctrica binacional Riberâo (Bolivia-Brasil), por el riesgo de grandes impactos
ambientales y sociales irreversibles a la Amazonía boliviana.
 Visibilizar que las megarepresas hidroeléctricas no representan energía limpia, sino que, al
contrario, son mega emisoras de gases de efecto invernadero.
 Visibilizar la construcción de la represa Iviruzu, a través de una manipulación arbitraria de la
zonificación de manejo del PN Carrasco, la contratación de una empresa china con malos
antecedentes en el Ecuador y los grandes impactos ocasionados al interior de un Parque
Nacional.

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13. CAMBIO CLIMÁTICO y DESERTIFICACION

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Preámbulo

El cambio climático es un problema único, global, de largo plazo y con complejas interacciones que,
como lo ha descrito el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), se trata de la
alteración del clima por la modificación de la composición de la atmósfera, debido a la intervención
de las actividades humanas, que se suma a la variabilidad natural del clima, observada durante
períodos de tiempo comparables. A pesar de la gran expectativa global generada por los numerosos
acuerdos derivados de la Convención de Kioto (1997), incluidos el Acuerdo de París (2015), donde
se preveía mantener por debajo el límite de +1,5°c de aumento de las temperaturas globales, nunca
se logró que, el conjunto de países establezca compromisos, en especial, por renuencia del bloque
de países industrializados (LIDEMA, 2021). Hay centenares de documentos que manifiestan la
exigencia de los países no desarrollados, sobre compromisos de reducción de gases de efecto
invernadero (GEI) por parte del mundo desarrollado y nunca tuvieron la debida atención, como
tampoco las medidas de compensación por los impactos ocasionados. En mayo del 2014, la
concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ya alcanzó las 400 partes por millón (ppm),
medida en el Observatorio de Mauna Loa en Hawái, sobrepasando la barrera de los icónicos 399
ppm fijados, como límite histórico expectado; de esta forma, la barrera de 1,5°c., quedó atrás. Es
así que datos más recientes, del 2021, muestran una concentración de gases de efecto invernadero
en la atmósfera que corresponden a los supuestos básicos del escenario más pesimista elaborado
por el IPCC, el cual prevé el aumento promedio global señalado de cuatro grados, mucho antes de
lo previsto inicialmente.

A nivel continental, existen fuertes indicios que la deforestación masiva e incendios en la Amazonía
este del Brasil, están reduciendo la efectividad reguladora de los “ríos aéreos”, descritos por el
científico brasilero Antonio Donato Nobre (2014), que transportan humedad y lluvias a la región
sureste de América del Sur (Sureste de Bolivia, Paraguay y norte Argentino), la pérdida de superficie
boscosa en la Amazonía, estaría reduciendo la fuerza de los vientos Alisios y ocasionando
pronunciadas sequías, esto en evidente conjunción con los efectos del cambio climático a nivel
global. Otro efecto observado a nivel continental fue el aumento de la mortandad prematura de
grandes árboles en bosques húmedos de la Amazonía, en parte, atribuido a grandes sequías. La
sequía del 2010 abarcó un área más grande y fue más severa que la del 2005, la cual ya había sido
considerada como un evento único en el siglo (Lewis, 2011). Las áreas mayormente afectadas, como
el estado brasileño de Mato Grosso, recibieron solo el 25% de la precipitación normal entre julio y
septiembre del 2010 y la mayor parte de la Amazonia sufrió una reducción significativa de lluvias.
También, se ha alertado, que los efectos de los grandes incendios y la rápida descomposición de la
vegetación, por un lado, aumentaran la mortalidad de más árboles, por otro, eso determinará que
los bosques dejen de ser sumideros de carbono, para convertirse en emisores de CO2. Como
resultado, aumentarán los niveles de gases de efecto invernadero y se exacerbarán el cambio
climático y sus efectos (Phillips, 2009). Las sequias recurrentes tienen, además, directa relación con
el incremento de la desertificación y pérdida de suelos en diversas regiones del planeta.

183
Varios estudios a nivel mundial (Velázquez, 2005; Elbasiouny and El-Ramad, 2022; Hunt et al. 2020),
muestran que la presencia de mayores concentraciones de CO2 aumenta la tasa fotosintética y el
crecimiento de las plantas, pero resultados experimentales muestran que, paralelamente, se
aumenta la demanda de nutrientes, como el nitrógeno y el fósforo, incrementándose su extracción
del suelo por la planta. Esto significa que, en las regiones relativamente poco fértiles o con suelos
empobrecidos, puede agudizarse las limitaciones de nutrientes minerales y se necesitaría una mayor
adición de fertilizantes. El aumento de CO2 en la atmósfera implica un incremento general del peso
específico foliar y de la relación C/N (también implica mayor consumo de agua por la planta), con
efectos en la eficiencia nutritiva de los herbívoros. Las hojas de forrajes, pastos, rastrojos, y plantas
en general, contendrían menos proteína y serían menos nutritivas, afectando la eficiencia
metabólica del ganado o de herbívoros silvestres, incluidos insectos, lo cual llevaría a una tendencia
de mayor consumo de hojas y materia verde, ocasionando daños más severos a cultivos, pasturas,
o la vegetación en general. Esto repercutiría en la actividad de los descomponedores, afectando los
ciclos de materiales y minerales en los ecosistemas.

El sexto informe del IPCC advierte que el calentamiento global arroja nuevas cifras que nos acercan
peligrosamente al punto de no retorno y aumentan la amenaza de efectos climáticos irreversibles
(Crespo Garay, 2021). El informe menciona, que la temperatura del planeta, ya está peligrosamente
cerca de alcanzar el límite máximo establecido en el Acuerdo de París: un aumento global máximo
de 1,5ºC que marca el umbral que los científicos consideran irreversible.

Adicionalmente, ya existe aceptación de la comunidad científica internacional sobre la estrecha


interconexión entre el cambio climático y el fenómeno ENSO-Niña/Niño (Yang et al. 2018; Odériz et
al 2020) que en general afecta drásticamente a Latinoamérica y el Caribe.

PRESIÓN

Varias ecorregiones de Bolivia están fuertemente impactadas y en creciente riesgo por los efectos
del cambio climático global, como sequías prolongadas, inundaciones extremas, aumento de
temperaturas, vientos huracanados y, consecuentemente, mayor riesgo a quemas extendidas y
grandes incendios, como es el caso de la Chiquitanía.

La drasticidad del cambio climático global, en lo regional y lo local, ha tenido dos tipos de
manifestaciones en las últimas décadas: los eventos extremos o catastróficos (grandes
inundaciones, riadas, sequías severas) y los efectos crónicos, visibilizados a partir de la reducción de
la disponibilidad hídrica, especialmente en regiones áridas (LIDEMA, 2010; 2011). Una de las
mayores expresiones del cambio climático ha sido la recurrencia de las sequías meteorológicas,
especialmente severas en las tierras altas (Puna o altiplano), que implican un acuciante déficit
pluvial al inicio y/o durante la estación húmeda (octubre-marzo) o un alargamiento de la época seca.
Estos eventos pueden durar algunos meses (como en el 2009) o en casos extremos extenderse a
toda la estación, como en 1982-1983, o más recientemente el 2022 y 2023. Después de la época
seca normal (abril-agosto), la reactivación de los ecosistemas y los ciclos de productividad,
dependían de las primeras lluvias, sin embargo, actualmente los retrasos significativos o lluvias

184
espaciadas, con menores montos pluviales, ocasionan niveles críticos de stress hídrico en
ecosistemas y penurias en las comunidades locales. La fuerte insolación en la sequía extrema,
ocasiona intensa insolación, elevadas temperaturas, y fuertes descensos de humedad relativa. Las
tasas de evapotranspiración de las cubiertas vegetales, también se incrementan, desecando la
vegetación a puntos de marchitez. Igualmente, la hojarasca y la materia orgánica muerta de los
suelos se reseca. Estos elementos incrementan notablemente el riesgo de los incendios de gran
magnitud.

También existe una pronunciada pérdida de agua por mayor frecuencia de lluvias cortas pero muy
torrenciales, lo cual significa un mayor arrastre superficial y una consecuente menor infiltración de
agua a capas profundas del suelo, afectando las zonas de recarga, con efectos de pérdidas o
reducciones de vertientes u ojos de agua y el empobrecimiento de las aguas subterráneas. La
reducción de la infiltración y una mayor escorrentía se incrementan por la compactación de los
suelos, debido al ganado y a la mecanización. En términos generales, hay menor cantidad de agua
circulando en los ecosistemas, lo que repercute en la reducción del potencial de los servicios
ambientales. Al haber menor disponibilidad de agua (por ejemplo, para fines de riesgo), se
incrementan las posibilidades de que ocurran conflictos entre productores o comunidades

En las tierras altas, la reducción general de oferta hídrica, ha sido acompañada por procesos de
intensificación del uso para fines de riego, incidiendo en una mayor extracción de aguas
subterráneas para fines urbano-domésticos e industriales-extractivos. La reducción en la
productividad de las plantas, como consecuencia de la menor cantidad de lluvias, aumenta la
probabilidad de una mayor degradación del suelo, debido al sobrepastoreo. Es ampliamente
conocido que los ecosistemas degradados, y los poco diversificados, son menos resilientes a los
efectos del cambio climático, que los ecosistemas intactos y saludables o megadiversos.

El deterioro generalizado del clima, en diversas regiones del país, está afectando los regímenes de
lluvia de las zonas secas o áridas en la forma de incremento de recurrencia de sequías por retrasos
o ausencia de lluvias, períodos lluviosos anormalmente cortos o alargamiento de las épocas secas,
reducción de los montos totales de lluvias, así como el aumento de la evapotranspiración por la
elevación de las temperaturas.

Por ejemplo, en los valles secos interandinos, se vienen produciendo perturbaciones que afectan
los procesos productivos y la seguridad de las comunidades locales, como una mayor frecuencia de
lluvias, cortas torrenciales, o grandes tormentas de granizo, que ocasionan riadas y alto arrastre de
sedimentos con resultados desastrosos. La sensibilidad y fragilidad de las grandes montañas de las
cordilleras andinas es una característica o sello de origen, donde las vertientes escarpadas, paredes
rocosas y sustratos geológicos fracturados por la tectónica, están en equilibrio precario y los
temblores o fuertes precipitaciones recargan los coluvios y transforman las arcillas estructuradas en
torrentes líquidos de barro que se deslizan ladera abajo, arrastrando todo a su paso (Dollfus, 1991).
Lo que hacen las anomalías del cambio climático global es incrementar el nivel de riesgo y de

185
vulnerabilidad, tanto de las poblaciones humanas, como de los ecosistemas. Por esta razón, es
importante fortalecer las capacidades de resiliencia y adaptación de las comunidades locales.

Otro efecto patente del impacto del cambio climático ha sido la pérdida y reducción de glaciares en
las altas cordilleras, lo cual se ha traducido en una reducción de la oferta de agua a comunidades
locales y la modificación drástica de ecosistemas, como lagunas, bofedales, vegas, etc. En los últimos
30 años, extensas zonas de las cordilleras de Nor Lipez, de los Frailes y la cordillera oriental volcánica,
han perdido totalmente sus glaciares de superficie.

En las tierras bajas de Bolivia, especialmente en el Beni, también se han producido, de forma
recurrente en los últimos veinte años, gigantescas inundaciones por períodos de lluvias extremas.
Muchos de estos eventos estuvieron asociados al fenómeno Niño-Niña (ENSO), pero otros se dieron
bajo ENSO neutral, como el año 2014, cuando se dio un comportamiento anómalo de la ITCZ (Zona
de Convergencia Intertropical), y se manejó la hipótesis del fenómeno TUTT (Tropical upper
tropospheric trough) o vaguada superior de la troposfera tropical (White, 2008). Otra explicación al
extremo climático bajo ENSO neutral, fue dada por Espinoza et al. (2014), en relación al
calentamiento de la denominada SST (South Atlantic Sea Surface) en el Atlántico Sur, por la
presencia de una gran corriente denominada “wave train”, excepcionalmente caliente, que surgió
del océano Pacífico-Indico hacia Sudamérica, ocasionando lluvias extremas al chocar con el pie de
los Andes. Esto fue atribuible, en parte, a los efectos del cambio climático, dado el ENSO neutral.

El incremento y aparición de nuevas de plagas para la agricultura es otro elemento que se ha


relacionado con el cambio climático y el aumento de temperaturas, pero también, el incremento
del riesgo de proliferación de patógenos (p.e. Eccherichia coli 0157-H7, Listeria, Campylobacter
jejuni, Leptopiros spp., Vibrion vulnificus, virus Norwalk, rotavirus, etc.), y parásitos (Amoeba,
Cryptosporidium, Giardia, helmintos). En general, el incremento de las temperaturas parece estar
ocasionando la ampliación de los rangos de vectores y parásitos, como es el caso de la malaria,
dengue y chagas.

Uno de los impactos más severos del cambio climático se advierte sobre las funciones y servicios
ecosistémicos. Son bienes de la Naturaleza, ofrecidos y provistos por los ecosistemas, en estrecha
relación con el funcionamiento de los procesos ecológicos esenciales. Muchas de estas funciones
son concebidas como fuentes de usos indirectos y comunes, pero, incluyen también la provisión de
beneficios de uso directo, como ser, provisión de alimentos, materias primas, madera, leña, agua,
etc. Incluso contemplan bienes inmateriales, como la identidad cultural y el sentido de pertenencia.
Ambos enfoques implican un aporte al bienestar humano y son parte de los medios de vida. La
degradación de los ecosistemas, debido a actividades humanas (p.e. desbosques, quemas, minería),
incrementan los efectos del cambio climático, ocasionando una reducción de la capacidad de
provisión de las funciones ambientales directas o indirectas. En el territorio nacional, el deterioro
de las funciones ecosistémicas por efecto del cambio climático, afecta a muchas regiones, tanto en
las tierras altas (Punas o altiplanos), en tierras intermedias (Valles secos mesotérmicos y Yungas),
así como en las tierras bajas (Chiquitanía central, Chaco, Chapare, Beni, Amazonía sur, centro norte).

186
En la complejidad de la dinámica ambiental ocurre la conjugación o sinergias entre las presiones del
cambio climático y las presiones de las acciones expoliativas sobre los ecosistemas (contaminación,
deforestación), ocasionando impactos devastadores, muchos irreversibles, sobre los ecosistemas y
sus funciones. Los efectos de las problemáticas ambientales críticas, producto de megaproyectos
mineros o energéticos o la intensificación y amplificación de las dinámicas intensivas de cambio de
uso del suelo, pueden conjugarse con los efectos del cambio climático (inundaciones, riadas,
sequías, desecación de humedales, reducción de la oferta del agua, deterioro de ecosistemas, etc.),
dando lugar a sinergias peligrosas que incrementan el nivel de riesgo y afectan en mayor medida la
salud de las poblaciones locales y ciudades. En varias zonas de Oruro, una región particularmente
seca del país y con escasez marcada de agua, el poco recurso hídrico existente está, frecuentemente,
muy contaminado por la minería. En los últimos 30 años, la intensificación de la deforestación a gran
escala por la agroindustria, en la Chiquitanía y Guarayos, dio lugar a un deterioro generalizado del
clima regional, con una tendencia a mayor sequedad y altas temperaturas. La degradación de los
ecosistemas, en conjunción con los efectos del cambio climático, ha profundizado aún más al
deterioro del clima en el Oriente del país.

Existe aceptación de la comunidad científica internacional sobre la cada vez más estrecha
interconexión entre el cambio climático y el fenómeno ENSO-Niña/Niño (Yang et al. 2018; Odériz et
al 2020) que, en general, afecta drásticamente a Latinoamérica y el Caribe. El cambio climático
exacerba los efectos e intensidad de los fenómenos ENSO, tanto los crónicos y persistentes, como
los extremos. El período 2021 y 2022, tuvo un alto impacto global, por la afluencia de dos eventos
de La Niña consecutivos y los efectos severos de sequía, a lo que se sumó el anuncio preocupante
del arribo de El Niño 2023.

El cambio climático está muy ligado a la desertificación, esta tiene una de sus causas primarias en
las sequías prolongadas, la disminución de la pluviosidad anual, la pluviosidad cada vez más errática
y episódica, la reducción de las aguas subterráneas, aspectos que indican una relación directa con
las distorsiones del cambio climático. En la drasticidad de las sequías, se observa la recurrencia
periódica del fenómeno ENSO (Niño-Niña), con una interferencia, que incrementa el nivel de riesgo
climático y afecta, tanto los efectos del cambio climático como las tendencias a la desertificación
(Yang et al. 2018). El fenómeno observado el año 2023, con la sequía extrema, podría ejemplificar,
la interaccion del fenómeno de El Niño, con los efectos constantes del cambio climático.

Una característica típica de los procesos de desertificación ligada al cambio climático es el trastorno
de los regímenes de lluvias, con una tendencia de lluvias cortas, muy torrenciales y aisladas o
dispersas. Otros indicadores identificados son el aumento de la salinización de los suelos; cambios
en los paisajes, que adquieren una fisonomía más “desértica”, tipificada por coberturas vegetales
más ralas; así como el incremento de especies de plantas y animales más resistentes a la aridez
prolongada. Otros rasgos climáticos de la desertificación ligada al cambio climático son: a) la
ampliación de los rangos de temperaturas diurno-nocturnales o amplitud térmica, con extremos de
insolación y la recurrencia de heladas nocturnas; b) el incremento de vientos fuertes y constantes,
producto de los extremos de insolación, cambios de presión y mayor movimiento de las capas de
aire. Los vientos fuertes incrementan las tasas de evapotranspiración en los ecosistemas,

187
ocasionando mayores pérdidas de agua e intensifican la erosión eólica. Esto se ha observado,
especialmente, en las regiones más áridas del país, como la Puna semidesértica del Sudoccidente
de Potosí, algunos valles secos interandinos en Potosí y Chuquisaca y partes del Chaco de Santa Cruz
y Tarija. La desertificación representa erosión y degradación o pérdida de suelos y es una
problemática ambiental nacional crónica, actualmente ligada al cambio climático y a las sequias
recurrentes. Las regiones más afectadas por los procesos de erosión y desertificación en el país se
concentran en las regiones de tierras altas y valles secos, donde la pérdida de suelos proviene de
procesos seculares de deterioro de la cubierta vegetal natural por quemas, extracción de leña y
sobrepastoreo. Esto significa que alrededor de un 30% de la superficie del país presenta elevada
degradación de los suelos por efectos erosivos.

Marco Octavio Ribera Arismendi. La Granizada del 2002. Historia Ambiental del Valle de La Paz. 2022.
Los eventos climáticos extremos han sido una constante a lo largo de la historia del Valle de La Paz, sin
embargo, distorsiones climatológicas cada vez más graves e inciertas, que acarrea el cambio climático
global y se conjuntan con los eventos ENSO, pueden significar escenarios críticos. Esto ha dado lugar a
eventos extremos, como la inmensa granizada del 2002. Estos escenarios de pluviosidad extrema generan,
a su vez, escenarios de fuerte inestabilidad tectónica del Valle, especialmente, en ciertas zonas
notablemente frágiles, como Achocalla, Llojeta, Kupini, etc., aumentando el riesgo de graves deslizamientos
o hundimientos.
Eran aproximadamente las tres de la tarde del martes 19 de febrero de 2002, a dicha hora, la ciudad se
oscureció súbitamente, como si fueran las siete de la noche. Una inmensa cumulunimbus de probable origen
convectivo, con su corona a una altitud superior a los 10 kilómetros, que llegó a cubrir la totalidad del Valle,
en poco más de una hora, descargó más de 70 milímetros de granizo y lluvia. La supercélula se estacionó
entre las zonas Norte y Central. La temperatura descendió de 13,3 a 8,2 grados celcius.
La monstruosa granizada, que duro casi una hora, fue seguida de una lluvia torrencial por espacio de varios
minutos. El granizo-hielo acumulado, especialmente en la parte alta y media de la ladera oeste, fue
empujado a lo largo de las calles, convertidas en ríos caudalosos y torrenteras. La riada arrastraba kioskos
y tarimas de los puestos de venta de la zona comercial Garita, Tumusla, avenida Buenos Aires, también
gente y automóviles. La zona de San Francisco y el túnel a la calle Figueroa se convirtieron en un gran
contenedor de agua-nieve (granizo) que invadió la calle Honda, ocasionando varios decesos. La furiosa riada
enfilo a la zona Sur, a través del río Choqueyapu, absolutamente desbordado y fuera de control, arrastrando
enseres, automóviles y cadáveres. En total, casi un centenar de decesos, incluyendo personas
desaparecidas, varios cuerpos se encontraron en el río de La Paz, ya en la zona de yungas; algunos cuerpos
nunca fueron hallados.
Al día siguiente, miércoles 20 de febrero, me encontraba en la avenida Mariscal Santa Cruz, a la altura del
subterráneo. Ese día, frío y nublado, fue decretado receso laboral y escolar en la ciudad. El centro estaba
casi desierto, con pocos automóviles circulando, había escombros del arrastre de la riada por todas partes;
se respiraba un aire de miedo, de conmoción general. Algo inusitado ocurrió entonces, un hombre,
desconocido, a unos metros de mi persona, se me acercó y me dio la mano, se quedó unos segundos muy
cerca y en silencio, con el rostro apesadumbrado, como el mío, mirando la avenida cubierta de piedras y
lodo. Luego, me volvió a dar la mano y con el rostro consternado, se fue. Algo que normalmente jamás
ocurre. Era un escenario de desastre.

Vulneración de derechos

Los efectos del cambio climático se relacionan de forma directa e indirecta a un conjunto de
vulneraciones a los derechos identificados según el OAE y generados a partir de diversas actividades

188
expoliativas, especialmente, conexas con el cambio de uso del suelo y la degradación de los
ecosistemas, también, por negligencia, inacción u omisión de oficinas del estado y sus autoridades.

El derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio


ambiente sano y al desarrollo sostenible, está siendo vulnerado al:
 No garantizar el derecho de disfrutar de un ambiente sano y agradable
 No preservar, conservar, restaurar y promover el aprovechamiento de los recursos naturales renovables
 No promover y ejecutar acciones para hacer cumplir con los objetivos del control de la calidad
ambiental
 Incumplir las normativas internacionales ratificadas por el país
 No proteger y conservar las aguas en todos sus estados
 No controlar la descarga en la atmósfera de cualquier sustancia en la forma de gases, vapores, humos y
polvos
 No realizar el manejo y uso de los bosques de manera sostenible
 No velar por la protección, conservación y restauración de la fauna y flora silvestre
 Contaminar el aire, las aguas en todos sus estados, el suelo y el subsuelo
 Producir alteraciones nocivas de las condiciones hidrológicas, edafológicas, geomorfológicas y
climáticas.
 Alterar el patrimonio cultural, el paisaje y los bienes colectivos o individuales, protegidos por Ley
 Quemar campos de labranza o pastoreo ocasionando incendio en propiedad ajena, por negligencia o
con intencionalidad
 Contaminar o adulterar aguas destinadas al consumo público, al uso industrial agropecuario o piscícola
 Talar bosques sin autorización

El derecho de acceso a la información Ambiental, se vulnera por:


 Entrega de información parcial sin justificación legal
 Desinformación respecto a la instancia pública que tiene la información solicitada
 Desinformación sobre la situación e impactos del tema solicitado
 Manipulación de opinión en las redes sociales

Inducción

La crisis climática es la expresión del fracaso de un modelo de organización económica y política


profundamente injusto, que a través del consumo sin límites de recursos naturales y de la
explotación de las personas (Vilela Peredo. 2018) tiene como único fin la concentración de riqueza
en una minoría. El concepto sostiene que dicha crisis es un reflejo de una crisis civilizatoria en la cual
las elites y corporaciones, a través de los estados y el multilateralismo, han logrado un statu-quo
donde se concibe al crecimiento económico como única forma de lograr “desarrollo”, impulsando
así un agresivo extractivismo, una acelerada ‘industrialización” y un mercantilismo opresor que, en
los hechos, está empujando al planeta a un escenario de inhabitabilidad y a las grandes mayorías de
la humanidad a la miseria (Vilela Peredo. 2018). Lo expuesto tiene directa relación con un modelo
de desarrollo que, en nuestro país, privilegia a sectores, como el agroindustrial, que, a través de la
deforestación y las quemas provocadas, contribuyen de gran manera en la emisión de gases de
efecto invernadero y reducen la capacidad de mitigación a devastar inmensas superficies de
bosques. El mismo modelo, a partir de los gobiernos desarrollistas, promueve megarepresas, que,
además de ocasionar devastaciones ecológicas y socioculturales a gran escala, son mega emisoras
de gases de efecto invernadero (Ribera, 2009).

189
Omisión

Las grandes omisiones en el tema de cambio climático se relacionan, principalmente, con las
políticas y acciones débiles y erráticas, dispersas y esporádicas, en temas de prevención, mitigación
y adaptación al cambio climático; así como, los vacíos en la promoción de energías alternativas
ambientalmente amigables. Otros elementos de omisión son las deficiencias en la atención a
emergencias relacionadas al cambio climático, las labores descoordinadas entre las diversas
instancias del Estado, el reducido presupuesto asignado a las acciones de adaptación y mitigación,
la poca investigación científica y monitoreo en temas relacionados al cambio climático, así como, la
falta de cumplimiento de compromisos (protección de ecosistemas, apoyo a las áreas protegidas)
mencionados en el informe de CND (Contribuciones Nacionalmente determinadas).

ESTADO

Los efectos del cambio climático en Bolivia, se han visibilizado en los últimos 20 años, en una drástica
reducción de la disponibilidad de los recursos hídricos en diversas regiones, incluso grandes
ciudades, como La Paz, enfrentaron, el año 2016, una carencia crítica de agua, por la sequía
meteorológica marcada y el vaciamiento de sus represas reservorios. Muchas comunidades locales,
especialmente en las tierras altas y las tierras bajas secas del Oriente (Chaco y Chiquitanía),
enfrentan cada año una acuciante escasez de agua.

Las distorsiones de los regímenes de lluvias y las sequias recurrentes, repercuten en el trastorno de
los calendarios agrícolas y pecuarios, aumentando el riesgo de la pérdida del fondo de semillas
(siembras tempranas fallidas), pérdida de cultivos antes de la cosecha, modificaciones en la
floración, fructificación o tuberación, descenso en las tasas de fecundidad y natalidad del ganado o
aumento de la mortalidad de crías (Vergara, 2013; LIDEMA, 2010; Wiegant, 2010). En muchas
regiones, el tiempo de producción agropecuaria se ha reducido a 180 días o aún menos, por las
sequías. Un aspecto crítico, cada vez más recurrente en las tierras altas de Perú, Bolivia, Ecuador,
Chile y Argentina, es que las siembras se retrasan varios meses, lo que coincide con un ingreso
anómalo de lluvias fuertes y mayores temperaturas, propiciando la podredumbre de los plantines y
el ataque de plagas, especialmente de hongos y bacterias. Al mismo tiempo, se verifican graves
efectos en la pecuaria de las comunidades con severas mortandades de ganado. Esto tiene un alto
significado en el aumento de la vulnerabilidad y la reducción de la seguridad alimentaria,
aumentando la precariedad de las familias. Las bajas de productividad repercuten en la reducción
de los fondos de reposición de semillas, además, en la reducción de excedentes para
comercialización o para fines de intercambio y reciprocidad.

En otras regiones, se ha incrementado la vulnerabilidad de las comunidades locales por la ocurrencia


de eventos climáticos extremos, especialmente en la vertiente húmeda cordillerana (p.e. Yungas)
por lluvias agigantadas, desbordes de ríos e inundaciones en las tierras bajas. En diversas regiones
del país, se han reportado daños a la salud por cambios súbitos de clima, en especial extremos de
insolación, pérdida de agua corporal y sales, con evidentes afectaciones del sistema renal y

190
cardiovascular. Esto también ha sido advertido en regiones secas, donde los pobladores locales han
reducido la ingesta de agua por la poca oferta hídrica.

En los últimos 12 años, Bolivia ha experimentado fuertes sequias recurrentes, aumentos extremos
de las temperaturas y de la evapotranspiración de las cubiertas vegetales, así como, reducción de
los niveles de humedad, dando lugar a olas de grandes incendios en las épocas secas, con enormes
pérdidas de bosques y biodiversidad.

El año 2021, Bolivia reportó más de medio millón de hectáreas deforestadas y más de 170 millones
de toneladas de gases de efecto invernadero por deforestación, lo cual marca un récord nunca antes
visto (Solón, ADMIN 2023). En el país, la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) por usos
industriales es bajo, comparado con los países desarrollados e incluso con países emergentes, como
Brasil o México, sin embargo, todo parece indicar que los GEI por efecto de desmontes y cambio del
uso del suelo que se generan en Bolivia, son significativos.

El estado del marco institucional, político y normativo, también atraviesa momentos difíciles, como
es el caso del accionar errático y débil de la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra, la ausencia
de normas relacionadas a encarar los desafíos de la adaptación y mitigación, así como, la
contradictoria Política de Cambio Climático del Estado Plurinacional (MMAyA-APMT, 2016). En la
misma línea, los documentos oficiales de Contribuciones Nacionalmente Determinadas (CND, 2021),
que emiten postulados y proyecciones que no se cumplen, como reducir la deforestación, mejorar
la gestión de las áreas protegidas, proteger las funciones ambientales, respetar los límites de la
regeneración de las zonas de vida, conservar los componentes de las zonas de vida, etc., son
aspectos que siguen siendo materias pendientes (Vos y Menchaca, 2020).

RESPUESTA

Ha habido pocas respuestas efectivas en la lucha contra los efectos del cambio climático, en general,
han provenido desde organizaciones de la sociedad civil y la cooperación internacional, en relación
a la formación de colectivos institucionales, estudios, diagnósticos y tareas tendiientes a reducir la
vulnerabilidad y aumentar los niveles de resiliencia y adaptación. Por ejemplo, es relevante el
accionar de la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático, que es una red nacional de
organizaciones y sociales y de la sociedad civil que aporta a la defensa de la Madre Tierra, bajo el
concepto de defensa de los derechos.
Otras respuestas efectivas han emergido de las propias comunidades locales en regiones
críticamente afectadas, las cuales, se organizan para generar estrategias y alternativas productivas
de adaptación y resiliencia.

Tendencia

A empeorar críticamente de acuerdo a las proyecciones científicas internacionales referidas al


deterioro climático planetario y, en lo local, por el avance descontrolado de la deforestación y
emisiones de carbono, así como, por la dejadez en aspectos de apoyo a la adaptación y mitigación.

191
Recomendaciones específicas

 Fortalecer procesos de escalamiento y réplica de iniciativas locales integrales de adaptación al


cambio climático.
 Fortalecer y/o sumarse a plataformas y colectivos de la sociedad civil, que desarrollan acciones
para reducir los efectos y consecuencias del cambio climático.
 Exigir a la APMT (Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra) una atención sistemática y
estructural a los procesos de adaptación y reducción de la vulnerabilidad frente al cambio
climático.
 Rebatir y visibilizar las contradicciones que presentan el informe de Contribuciones
Nacionalmente Determinadas (CND) y la Política Plurinacional de Cambio Climático, en cuanto
a postulados y compromisos que no se cumplen en la realidad, como reducir la deforestación,
reducir emisiones o apoyo a la buena gestión de las áreas protegidas.
 Instar y sensibilizar a las organizaciones financiadoras internacionales a generar convocatorias
en aspectos de cambio climático, amigables y más accesibles a los países pobres y comunidades
locales y sin demasiadas exigencias burocráticas.

192
14. EL DETERIORO DE LA CALIDAD AMBIENTAL EN LAS CIUDADES y ZONAS
METROPOLITANAS

193
194
Preámbulo

En Bolivia se observa la irreversible expansión urbana, a mediados de los años 70, el 70% de la
población estaba en el área rural y, entre 1992 y 2012, la población urbana se incrementó en más
de 3 millones, provocando que en el campo sólo quede el 30% (INE, 2013a). Actualmente, más del
65% de los bolivianos vive en las regiones metropolitanas y se prevé que, el año 2040, el 90% de la
población habitará en las ciudades, planteando nuevos desafíos para la gestión territorial (INE,
2013b). Las tierras altas y de valles concentran el mayor número de ciudades mayores, intermedias
y poblaciones pequeñas del país, por tanto, tienen una mayor densidad poblacional. Por el contrario,
las tierras bajas se caracterizan por su menor densidad poblacional y la ausencia de grandes
ciudades, a excepción de Santa Cruz de la Sierra, que es la urbe más grande del país, predominando
pocas ciudades intermedias y reducido número de pequeños y dispersos poblados menores.

A excepción de la ciudad de Santa Cruz (que cuentan con buenos sistemas de control de residuos y
aguas residuales (Diaz Cuentas, 2010), todo el resto de ciudades y poblaciones mayores, intermedias
y menores del país, enfrentan niveles de contaminación creciente por mala disposición de residuos
sólidos y la emisión de aguas residuales a ríos y arroyos, sin ningún tipo de tratamiento. Los
vertederos suburbanos mal manejados de Cobija, Riberalta o Trinidad, son claros ejemplos de una
contaminación creciente que, además de deteriorar los paisajes circundantes, son focos de infección
por patógenos y de alto riesgo para la salud de los pobladores.

En las grandes ciudades, las condiciones de pobreza y los problemas socioambientales se agudizan,
especialmente en mujeres y jóvenes que viven en zonas marginales. Esto se verifica en la
precarización e ilegalidad de las viviendas construidas en zonas inestables y ningún o parcial acceso
a los servicios básicos, situaciones que potencian los escenarios de vulnerabilidad.

PRESIÓN

Uno de los factores más determinantes para el aumento y diversificación de las problemáticas
socioambientales de las ciudades del país es el crecimiento urbano continuo y escasamente
planificado. El aumento de las poblaciones urbanas genera demandas de diversos servicios,
generando un primer efecto en la precarización de la vivienda y reducción de la oferta hídrica.
También implica mayores volúmenes de residuos sólidos y mayores emisiones de aguas residuales
domésticas e industriales, sumándose la ausencia de plantas de tratamiento. Un problema crónico
es la adecuada ubicación de las plantas de residuos y vertederos, situación, en general, sujeta a
fuertes conflictos sociales con comunidades y municipios vecinos, situación en la que emergen
pugnas políticas. Un claro ejemplo fue Alpacoma en el municipio de La Paz, donde la planta de
residuos tuvo que ubicarse en un municipio vecino y en una zona geológicamente inestable,
derivando en un desastre, por colapso de los diques de lixiviados. Otra situación conflictiva en
extremo se refiere al vertedero de Kara Kara en Cochabamba.

Los ríos que cruzan o bordean la mayor parte de las ciudades grandes o intermedias se encuentran
fuertemente contaminados. Un caso, anteriormente mencionado, es el problema de la exportación
de grandes volúmenes de aguas residuales a zonas rurales vecinas, como la ciudad de La Paz, que

195
vierte aguas poluídas, a través del río Choqueyapu, a los valles interandinos de Río Abajo; similar
situación se da en la zona metropolitana de Cochabamba, a partir del río Rocha.

En el caso de La Paz, las aguas del río Choqueyapu, que transportan la contaminación de toda la
ciudad, riegan las hortalizas que se producen en los valles secos por los que éste cruz, de esa manera,
cuando pobladores de la ciudad consumen las hortalizas provenientes de Río Abajo, se genera un
ciclo de infección, parasitaria y bacteriana. Este tema crónico no ha sido resuelto por las numerosas
gestiones de alcaldías que, se han sucedido desde el siglo pasado, aunque, claramente, la solución
debería darse a partir del tratamiento de las aguas servidas (negras y grises) del río principal y sus
afluentes, por plantas depuradoras.

Posiblemente el caso más dramático de exportación de contaminación a un medio natural-cultural


se da a partir de la ciudad de El Alto que, a través de río Katari, vierte grandes volúmenes de aguas
contaminadas (domesticas e industriales) a la Bahía de Cohana en el Lago Titicaca, convirtiéndola
en una zona de sacrificio ambiental.

El aumento poblacional de las ciudades, también ha implicado el crecimiento de los parques


automotores, incrementando los niveles de contaminación del aire, más aún, si se considera el
estado de obsolencia de muchos vehículos, su mal mantenimiento y la ausencia de acciones de
control. El año 2022, se reporta que el país tiene casi 2,5 millones de vehículos o automotores, lo
que significa un aumento del 12% respecto al año 2016. Las ciudades de Santa Cruz, La Paz y
Cochabamba, son las ciudades con mayor cantidad de automotores. Las emisiones del
autotransporte en las ciudades, implica importantes emisiones de gases de efecto invernadero,
especialmente en determinada zonas, horas y arterias de las grandes ciudades. Un informe del
MMAyA (2023), en base a los resultados de las Redes de Monitoreo de la Calidad del Aire
(RedMONICA), da cuenta que, en el período 2019-2022, las cinco ciudades más contaminadas por
las emisiones de automotores y partículas PM-10, son Cochabamba, Quillacollo (parte de la zona
metropolitana de Cochabamba), Tarija, El Alto y Oruro, señalando como el principal agente de
presión al notable incremento del parque automotor en los últimos años. Los automotores no son
los únicos agentes de contaminación urbana, también las humaredas generadas en los incendios de
las épocas secas, contribuyen a reducir la calidad del aire en varias ciudades del país. El año 2023,
en los meses de septiembre y octubre, el nivel de polución atmosférica llegó a niveles extremos,
especialmente en Santa Cruz y La Paz, debido al altísimo número de focos de calor y fuegos
extendidos en casi todo el país. De acuerdo a información del MMAyA (2023), difundida por
PROBIOMA, entre el 1ero y el 30 de octubre, existieron en el país, 129.269 focos de calor, cifra que
es un record histórico,

Una presión importante, relacionada con el aumento de los niveles de contaminación, es el


creciente nivel de sobre-consumo de diversos tipos de bienes, en especial, de productos envasados
en plástico (bolsas, tapers, botellas, etc.). La presión ambiental por contaminación, tiene también
estrecha relación con la ineficiente educación ambiental, los deficientes sistemas de recojo de
residuos sólidos, así como con las deficiencias en los sistemas de disposición y tratamiento final de
residuos sólidos, lo que significa vertederos improvisados y mal manejados, que no son plantas de

196
tratamiento de residuos propiamente. Existen pocas iniciativas de reciclaje en las ciudades más
grandes y muy pocos incentivos desde las oficinas municipales, es el caso de La Paz (planta
Sakachuru), la planta Kara Kara en Cochabamba, Villa Ingenio en El Alto y Lechuguillas en Sucre. El
problema se incrementa con la creciente generación de residuos, algunas páginas de información
municipal dan cuenta de cifras estadísticas al año 2022: Santa Cruz 1.800 toneladas diarias, 1500
entre La Paz y El Alto, 500 en la zona metropolitana de Cochabamba. En toda Bolivia, el año 2019,
según datos del INE, se generaban 7.000 toneladas diarias de residuos (Pagina Siete, 2019), Swiss
contact (Proyecto Basura Cero, 2022), menciona la cifra de 8.285 toneladas diarias.

Importantes presiones de contaminación en algunas ciudades provienen de industrias pequeñas y


medianas que, en general, están mal instaladas, no cuentan con sistemas o medidas de control y
mitigación de emisiones de residuos, un ejemplo, es la ciudad de El Alto, también las conurbaciones
metropolitanas de Cochabamba y Santa Cruz. En las ciudades de Potosí y Oruro, existen pasivos
mineros, incluso minas en funcionamiento, que generan preocupantes cuadros de contaminación.
Desde el año 2015, se generaron alertas en la ciudad de La Paz por la contaminación minera
proveniente de operaciones en curso y pasivos de las zonas cordilleranas (Milluni y Tuni Condoriri),
que invadían los reservorios de agua potable. El año 2023, nuevamente emergió la alarma sobre la
contaminación por aguas contaminadas por metales pesados en las represas de agua potable de la
ciudad de La Paz, Incachaca y Hampaturi (proveedoras de agua a la zona sur y este de la ciudad),
derivados de operaciones mineras en el entorno inmediato de dichas represas y con autorizaciones
de la AJAM (CEDIB, 2023). Desde inicios del año 2000, se reportaron alarmas respecto de la
contaminación por aguas de minería hacia la represa Milluni (operaciones activas y pasivos
ambientales), la cual abastece a gran parte del zona norte y oeste de la ciudad de La Paz (Ribera, 2020).
El año 2023, ante las denuncias de varias organizaciones, no se conocieron respuestas o reacciones
efectivas en torno al problema por parte del MMAyA, la gobernación del departamento o del gobierno
municipal de La Paz. Un problema relacionado es que existe una comercialización de hortalizas desde
la zona de Hampaturi hacia la ciudad de La Paz, lo cual implica el riesgo de alimentación con verduras
producidas bajo riego de aguas contaminadas por la minería, al igual que en el caso de la producción
de hortalizas en la zona de los valles de Rio Abajo, que son regadas con aguas altamente contaminadas
del río Choqueyapu y comercializadas, también, en la ciudad de La Paz.

Otro caso de preocupación se da en la ciudad de La Paz y El Alto, donde existen negocios que
depuran y amalgaman oro con uso de mercurio, emitiendo gases de forma no controlada en zonas
altamente pobladas. Tampoco se conocen acciones de las autoridades al respecto.

Las ciudades y su crecimiento constante, generan avances sobre las zonas rurales y semi-naturales
circundantes, ocasionando deterioro y destrucción de ecosistemas y paisajes remanentes, incluso
de muy alta singularidad e importancia ecológica, básicamente eliminando la biodiversidad peri
urbana. Ocurre muy frecuentemente el avasallamiento de las áreas protegidas municipales, debido
al desinterés de las autoridades en aspectos de control y fiscalización, pero también por la existencia
de limites difusos o conflictivos entre municipios, que las ponen en situación de “tierra de nadie” y
donde ningún municipio ejerce control territorial. También se pierden paisajes y ecosistemas en
cuencas de ríos y proximidades, por la extracción de áridos a gran escala. Considerando que las

197
ciudades están en constante crecimiento y la construcción de viviendas aumentan cada día la
demanda de áridos es muy alta.

Marco Octavio Ribera Arismendi. La problemática socio ambiental de las Bahías de Cohana en el Lago
Titicaca. LIDEMA. 2016.
La región soporta una extrema contaminación arrastrada por el río Katari desde hace ya varios años, que
proviene de la ciudad de El Alto y localidades aledañas ya conurbadas (más de un millón de habitantes),
la cual fue detectada inicialmente el año 2001 y continúa incrementándose hasta la actualidad, sin que
existan acciones concretas y efectivas de mitigación y remediación. La contaminación proviene de
desechos domésticos, sumándose las emisiones de cientos de industrias medianas y pequeñas (la mayor
parte al margen de cualquier control ambiental), así como el arrastre masivo de basura y lixiviados del
botadero de Villa Ingenio. La escasa captación de alcantarillado en varios distritos de El Alto, es otra de
las causas de la creciente contaminación.
Todas las bahías aledañas a Cohana, se hallan extremadamente contaminadas por aguas clase D (D
extrema), la contaminación ha alcanzado la zona de las islas interiores (Pariti, Suriqui, Taquiri), y avanza
a otras bahías de la región, como Puerto Pérez o Taraco. En la zona se han producido cambios en la
vegetación, con la proliferación masiva de algas y algunas hidrofitas, como la lenteja de agua (Lemna sp.)
o el berro (Hydrocotyle sp.), y la progresiva debilitación y reducción de los totorales por la contaminación
y sobre extracción para forrajes del ganado vacuno. Además, la mayoría de especies de peces han
desaparecido. La gran contaminación es transportada por los ríos Seco, Seque, desembocando al río
Pallina, que alimenta al río Katari. Adicionalmente, la planta de tratamiento de Puchukollo, a cargo de
EPSAS, nunca ha funcionado efectivamente, a pesar de las inversiones de ampliación realizadas y sus
tubos emisores descargan, aguas con igual o mayor grado de contaminación que las propias aguas del
río receptor (Rio Seco). Esta situación de inoperatividad de la planta de Puchukollo, fue denunciada por
LIDEMA desde el año 2009, aunque existen reportes locales del no funcionamiento de la planta desde el
año 2003. El año 2009 se inició una ampliación parcial de la Planta de Puchukollo (instalación de cuatro
filtros) con un financiamiento de 8 millones de dólares. Sin embargo, se considera que esto no solucionará
el problema, puesto que la planta no intercepta el curso del Río Seco que es el principal transportador de
la contaminación y pasa lejos de la planta; aunque los tubos emisores de Puchukollo emitieran aguas casi
limpias, no serviría de mucho pues serian vertidas al Rio seco, que es uno de los más contaminados que
sale de El Alto.
Además de Cohana, toda la planicie aluvial del río Katari está significativamente contaminada por los
fuertes desbordes estacionales de dicho cuerpo de agua y por los arrastres de basura. Las diversas
acciones paliativas, como el recojo de la lenteja de agua, no tuvieron efecto alguno en la reducción del
problema. El problema de Cohana y el Lago Menor obedece esencialmente, a la absoluta inacción de las
autoridades del nivel central (varias gestiones de Gobierno, hasta el actual), gobernación y alcaldías de
las localidades emisoras de la mega-contaminación (en especial de El Alto), en cuanto a la aplicación de
normas de prevención, control y tratamiento de las emisiones de aguas residuales.
La situación es crítica para el Lago Menor, el cual tiene mayor fragilidad ecológica por su menor
profundidad, siendo que la actual tendencia es a la reducción de su volumen por los efectos del cambio
climático. Existe el riesgo adicional, la enorme y creciente eutrofización, la zona se está convirtiendo en
un gran emisor de metano. La porción boliviana del Lago Titicaca fue declarada Sitio RAMSAR el año 1997
y fue propuesto como una de las maravillas del mundo. Estos elementos, de alta relevancia, han sido
escasamente tomados en cuenta por las políticas públicas relativas a la gestión ambiental.
La contaminación de las bahías afecta a unas 5.000 familias en la cuenca lacustre y del río Katari, las
cuales han visto deteriorados sus sistemas de producción y medios de vida, han perdido sus recursos
pesqueros, muchos suelos están salinizados en extremo, y existe una tendencia a un sobre poblamiento
de ganado vacuno, lo que significa una mayor presión sobre los totorales y una mayor contaminación. El
año 2012, las organizaciones sociales de la zona boliviana del Lago Menor, ante la grave crisis ecológica
que vive esa parte del Lago Titicaca por la aguda contaminación, emitieron un pronunciamiento al
respecto, con motivo del Día Mundial del Agua, exigiendo acciones de remediación. El año 2015 se verificó

198
un nuevo avance de la contaminación hacia el sector Pata Patani con el enturbiamiento de las aguas hacia
un color gris verduzco y la muerte de decenas de ranas del Lago (Telmatobius culeus). La mancha de
contaminación había alcanzado a la isla Taquile cerca de la frontera lacustre con el Perú.
El año 2018 se conocía que el MMAyA hizo una licitación para la construcción de una nueva planta de
Tratamiento de Aguas Residuales, con apoyo del BID para una inversión de 242 millones de dólares. Al
contar con todos los estudios, el inicio de la construcción estaba previsto para el 2018. El año 2020, el
MMAyA, el Ministerio de Planificación del Desarrollo y la CAF formalizaron un préstamo por 13 millones
de dólares para la construcción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Tacachira, que
cubriría la depuración de aguas residuales de los distritos 7, 11 y 14 de la ciudad de El Alto. Al momento
no existe información sobre el rumbo y estado de ambos proyectos.

Inducción

Es más difícil identificar agentes inductores de presión o impacto socioambiental en las ciudades, sin
embargo, se generan normas municipales que pueden promover situaciones de amenaza a los
colectivos sociales o a los ecosistemas. Por ejemplo, las autorizaciones de avance urbano en
detrimento de zonas naturales relictuales, áreas protegidas municipales y áreas verdes; las
autorizaciones de construcción masiva de altos edificios, que reduce la calidad de vida de otros
habitantes; la permisividad o autorización de instalación de industrias contaminantes en zonas
periféricas suburbanas y la inacción o permisividad frente a los permanentes avasallamientos a áreas
verdes. También, se puede citar el embovedado de ríos altamente contaminados (una forma de
ocultar el problema de aguas residuales), relegando soluciones efectivas de depuración de aguas. Otro
inductor de presión, es la tendencia a la visión y forma de vida, urbano-centrista, muy anclada en la
lógica de sobre consumo de bienes y muy generadora de residuos. A esto se suma la constante acción
de la publicidad y los diversos medios de comunicación, inductores al sobreconsumo por excelencia.

Omisión

Es notable la ausencia de estrategias y acciones efectivas y sistemáticas a largo plazo, para


solucionar o mitigar problemas ambientales y socio-ambientales de las ciudades; a esto se suman
los reducidos presupuestos de las alcaldías y subalcaldías, destinados al control, fiscalización y
mitigación de las problemáticas ambientales y socio ambientales. Las acciones que se realizan son
dispersas, puntuales y poco efectivas. Es notoria la debilidad en tareas efectivas de fiscalización y
control del avance urbano de las grandes ciudades, sobre zonas naturales, así como para tratar
problemas ambientales y socioambientales ocasionados en zona rurales vecinas. Destaca así, la
inatención a problemas crónicos como aguas residuales exportadas a medios rurales, básicamente,
vale decir, la inaudita ausencia de estaciones de tratamiento de aguas residuales en grandes urbes.
No se llegó a conocer de acciones de fiscalización y control por parte de las diversas autoridades
(MMAyA, Gobernación, Alcaldía) respecto de las denuncias de contaminación de las represas de
agua potable de la ciudad de La Paz: Milluni, Incachaca y Hampaturi. Tampoco, en cuanto a la
amalgamación de oro con mercurio en negocios en pleno el centro de ciudades de La Paz y El Alto.

El desperdicio de agua en Bolivia a partir de los canales de distribución tiene cifras alarmantes; a
nivel país, alcanza un 37% y en la ciudad de La Paz, la pérdida es de un 50% (latinwash, 2022). Hay

199
un uso de derroche de agua, tanto en pobladores, como comercios o industrias, incluidos los
lavaderos de autos, que ha ido en aumento en los últimos años. No hay control y fiscalización sobre
las emisiones de gases de automotores y las Alcaldías rehúyen las responsabilidades relacionadas
con la polución de aire o la contaminación sonora. Tampoco se ha dado atención a iniciativas de
transporte no contaminante, con la excepción del teleférico en la ciudad de La Paz.

Es notoria la ausencia de campañas y programas sistemáticos de educación y sensibilización


ambiental, relacionados a la gestión de residuos, uso adecuado del agua, reducción de emisiones de
gases, desincentivo a la contaminación acústica, etc.

En el caso de los residuos sólidos, existe la Ley de Gestión Integral de Residuos N° 755, aprobada el
año 2015, pero son escasos los avances en su aplicación, lo cual tiene que ver, especialmente, por
la baja prioridad hacia los temas ambientales en todos los niveles gubernamentales. Dicha Ley
presenta inconsistencias y vacíos, por lo que su aporte no es sustncial. sumándose la obsolencia de
la Ley del Medioambiente y sus reglamentos. Tambien, afecta la gestión inconexa entre los
gobiernos municipales y el nivel de gobierno central (caso de las ciudades de La Paz y El Alto), y con
las gobernaciones, en general.

Vulneración de derechos

El desarrollo desordenado de las ciudades en Bolivia ocasiona la vulneración de derechos, como los
identificados por el OAE.

El derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio


ambiente sano y al desarrollo sostenible, al:
 No garantizar el derecho de disfrutar de un ambiente sano y agradable
 No preservar, conservar, restaurar y promover el aprovechamiento de los recursos naturales renovables
 No promover y ejecutar acciones para hacer cumplir con los objetivos del control de la calidad ambiental
 No regular o controlar la producción, introducción y comercialización de productos farmacéuticos,
agrotóxicos y otras sustancias peligrosas
 No proteger y conservar las aguas en todos sus estados
 No controlar la descarga en la atmósfera de cualquier sustancia en la forma de gases, vapores, humos y
polvos
 No controlar los niveles de ruidos originados en actividades comerciales, industriales u otras
 No velar por la protección, conservación y restauración de la fauna y flora silvestre
 No administrar las AP según sus categorías, zonificación y reglamentación en base a planes de manejo
 Contaminar el aire, las aguas en todos sus estados, el suelo y el subsuelo
 Producir alteraciones nocivas de las condiciones hidrológicas, edafológicas, geomorfológicas y climáticas.
 Alterar el patrimonio cultural, el paisaje y los bienes colectivos o individuales, protegidos por Ley
 Producir o poder producir el deterioro ambiental en forma temporal o permanente
 Contaminar o adulterar aguas destinadas al consumo público, al uso industrial agropecuario o piscícola
 Quebrantar normas de sanidad pecuaria o propagar epizootias y plagas vegetales
 Verter aguas residuales no tratadas u otros
 Talar bosques sin autorización

El derecho de acceso a la justicia en asuntos ambientales, por:


 No sancionar las infracciones administrativas, a la legislación ambiental

200
 No denunciar los delitos ambientales por parte de la AAC a la Fiscalía de Distrito
 No determinar indemnización y resarcimiento en beneficio de las personas afectadas
 Cuoteo político por encima de las necesidades profesionales y técnicas de ciertas reparticiones estatales

El derecho a la participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales, debido


a:
 Incumplimiento del derecho de toda persona natural o colectiva a participar en la gestión ambiental
 Negación de realizar inspecciones o vigilancia para el cumplimiento de la ley
 Incumplimiento de los mecanismos y plazos de participación del público
 Incumplimiento a la entrega al público, de manera oportuna y comprensible, de la información
necesaria
 No incluir el procedimiento previsto que permita al público ejercer las acciones administrativas y
judiciales pertinentes
 Obstaculización de reuniones temporales de carácter pacífico

El derecho de acceso a la información Ambiental, por:


 Entrega de información parcial sin justificación legal
 Entrega de información en contenido y/o formato no accesible para quien la demanda
 Incumplimiento de plazos establecidos para recibir la información
 Desinformación respecto a la instancia pública que tiene la información solicitada
 Desinformación sobre la situación e impactos del tema solicitado
 Negación de recibir asistencia para formular peticiones y obtener respuesta
 Manipulación de opinión en las redes sociales
 Tratamiento lesivo por parte de trabajadores de atención al cliente

El derecho de las defensoras y los defensores ambientales, a partir de:


 Criminalización
 Desacreditación
 Ataque a un medio de comunicación
 Discriminación a la participación de mujeres
 Obstrucción indebida del funcionamiento de una asociación
 Obstrucción indebida de la libre determinación de sus estatutos, estructura y actividades
 Obstrucción de acceso a fuentes de financiamiento
 Suplantación o división de una organización
 Represión de una protesta
 Impedimento de una protesta
 Criminalización o judicialización de una protesta
 Detenidos

ESTADO

En términos generales, el estado de la calidad ambiental en las ciudades es malo, con tendencia a
empeorar y precarizarse. La mayoría de las ciudades grandes e intermedias de Bolivia enfrentan
crecientes problemáticas ambientales, relacionadas con la generación de elevados y crecientes
volúmenes de residuos, al mismo tiempo, con sistemas deficitarios de disposición final y ausencia
de plantas modernas de tratamiento (a excepción de la ciudad de Santa Cruz). Predominan los
vertederos de residuos mal manejados, que son focos de infección, en especial para los pobladores
que viven en el entorno de estos sitios. El compromiso con las tres Rs (reducir, reutilizar, reciclar),
la reducción de huellas ecológicas o la adopción de la economía circular, son todavía materias

201
pendientes o en ciernes en la generalidad de los centros urbanos del país. Conceptos en los cuales
en otras partes del mundo ha habido exitosos avances, como el de las ciudades ecológicas e
inteligentes, en Bolivia son casi desconocidos.

De igual forma, hay crecientes problemas con las aguas residuales que, en la mayoría de los casos,
terminan en los ríos que cruzan las urbes, con altos niveles de contaminantes, por la ausencia de
plantas modernas de tratamiento de aguas residuales. Las ciudades no están exentas a riesgos de
contaminación por metales pesados por la cercanía de pasivos, ingenios o incluso minas, es el caso
de Potosí y Oruro y, más recientemente, La Paz.

La mayoría de los ríos y suelos de las periferias urbanas están notablemente contaminados por
acumulaciones de residuos sólidos y plásticos. La elevada y creciente contaminación que sale de las
ciudades, a través de sus ríos es exportada a las zonas y poblaciones rurales aguas abajo. Existe una
preocupante proliferación de enfermedades parasitarias y por patógenos resistentes, lo cual se
relaciona con las grandes cantidades de residuos de antibióticos que se vierten junto con las aguas
servidas. En las ciudades más grandes (Las Paz, Santa Cruz, Cochabamba) existe una creciente
incidencia de enfermedades cardio-respiratorias por exposición constante o regular a gases de
automotores o industriales, especialmente los sectores de la población con mayor tiempo de
exposición directa. De igual forma, hay un notable aumento de enfermedades y trastornos
relacionados al stress urbano. También es creciente el divorcio de los pobladores urbanos con los
medios naturales y rurales de las regiones, situación generada por la progresión cada vez más
intensa de una visión y comportamiento urbano-centrista. El crecimiento de las ciudades genera
constantes pérdidas de los paisajes, ecosistemas y biodiversidad, afectando incluso a las áreas
protegidas municipales que, en muchos casos, son simplemente áreas de papel.

RESPUESTA

En algunas ciudades se han generado, movimientos y colectivos ciudadanos impulsados por


proyectos verdes y amigables con el ambiente. En todas las regiones, existen agrupaciones de
vecinos activistas que denuncian y hacen defensa de áreas verdes y áreas protegidas municipales.

Representantes y comunarios del Ayllu Hampaturi, se movilizaron en agosto del 2023, en la plaza
Murillo y en las oficinas de la AJAM, rechazando el ingreso de una empresa minera en las cercanías
de las tomas de los cursos de agua de la comunidad y la represa (Eju TV, 2023). Un dirigente de una
de las comunidades en riesgo, manifestó: …” Desde esta noche vamos a entrar en vigilia. Si esa
empresa minera entra a trabajar, nosotros no somos responsables con las personas que vayan a
entrar. Estamos diciendo bien claro. Al Ministro de Medio Ambiente y Agua y al Ministro de Minería,
estamos advirtiendo esta situación porque ellos han dado estas autorizaciones”.

Destacan las acciones de LIDEMA, junto al CEPA, PAAC y SOPE, en los municipios de Oruro, Tiquipaya
y Potosí, respectivamente, impulsando un proyecto que permitió la creación de plataformas
multiactor, destinadas a sumar esfuerzos públicos, sociales y privados, para mejorar la gestión
integral de residuos sólidos y promover la economía circular, en beneficio de la Naturaleza y de las
personas que segregan los residuos.

202
En algunos municipios, los gobiernos municipales y colectivos urbanos han realizado acciones para
proteger su medio ambiente y fuentes de aguas, por ejemplo, Palos Blancos oponiéndose a la
minería del oro, o Robore, en defensa del párea protegida municipoal Tucabaca.

La Alcaldía de la Paz, ha desarrollado iniciativas de recojo diferenciado de residuos, dirigidos a la


promoción del reciclaje. En la ciudad de Santa Cruz, destaca el Sistema de tratamiento de
depuración de aguas de SAGUAPAC.

En relación al aire y la situación de contaminación, entre 2013 y 2017, funcionó el programa de Aire
Limpio, a cargo de la organización suiza Swiss Contact, generando un proceso exitoso de monitoreo
de la calidad del aire en 11 ciudades de Bolivia. Como resultado de ese programa, la Red MONICA
(red de Monitoreo de Calidad del Aire) continúa funcionando, como un programa nacional del
MMAyA, generando información de los niveles de contaminación en las principales ciudadesdel
país.

Marco Octavio Ribera Arismendi. La lógica urbano-centrista. 2020.


El urbano centrismo o la lógica urbano-centrista, es el alejamiento y negación de la Naturaleza, por el
ensimismamiento en las supuestas bondades y beneficios de la gran ciudad. Esto repercute negativamente
en la gestión ambiental y el estado ambiental de cualquier territorio. La lógica urbano-centrista, un enfoque,
visión y vivencia centrada casi absolutamente en el espacio y la dinámica de los centros urbanos y, en
especial, en las grandes ciudades, se caracteriza por estar concentrada en la cotidianidad del confort, el
tedio o la supervivencia, girando exclusivamente en torno a cubrir o satisfacer las necesidades inmediatas
del quehacer de la vida en la ciudad, incluidos los aspectos lúdicos o hedónicos. La Paz, por su confinamiento
a una hoyada, estimula en gran sentido la lógica urbano-centrista de sus habitantes. Desde la perspectiva
más extrema del urbano centrismo, lo urbano o citadino es lo único y lo mejor, lo que está hacia la periferia
o más lejos de la ciudad, es precario, sucio, agreste, insalubre, inseguro, peligroso, incómodo, salvaje, es lo
desconocido y amenazante. Contrariamente, lo netamente urbano, supuestamente es seguro, cómodo,
limpio, sano, civilizado, óptimo, confiable, etc. Si el urbano centrista sale de la ciudad a pasar un fin de
semana en una localidad campestre, se autoconfina a las comodidades del hotel, la piscina, el aire
acondicionado y las pizzerías y bares del pueblo.
El elemento central del urbano-centrismo es el desapego y la aversión hacia lo silvestre y lo rural, y una
proyección cada vez mayor al modernismo y confort del medio citadino. Es un divorcio de la Naturaleza.
Este carácter excluyente de lo natural, significa que grandes colectivos citadinos se caractericen, no solo por
la indiferencia hacia los ámbitos extra urbanos, sino, también a las problemáticas ambientales que ocurren
en el país, en especial las que suceden en ámbitos lejanos. El habitante urbano centrista, muestra
indiferencia ante temas o problemáticas ambientales, como ser la pérdida de bosques, la pérdida de
biodiversidad, la contaminación minera, la expansión petrolera en áreas protegidas o tierras indígenas, o
el anuncio de implementar plantas nucleares, etc. La lógica urbano-céntrica, incluso, con frecuencia, llega
a ser notablemente indiferente a las problemáticas ambientales propias del medio urbano, como ser la
contaminación del aire, la acumulación de la basura o el ruido excesivo. El medio urbano se caracteriza por
su uniformidad y homogeneidad de formas, su disposición o distribución ordenada y seriada de espacios
(casas, edificios, calles), el medio urbano estéticamente es monótono y altamente predecible, esto se
manifiesta inclusive en sus denominadas “áreas verdes”, como parques, alamedas o arboledas (que son
espacios domesticados no naturales). En general, los medios citadinos, inclusive en regiones tropicales
húmedas son comparativamente pobres en diversidad biológica, debido a la artificialización del paisaje.
La antítesis de lo urbano céntrico es la ciudadanía ecológica, un concepto genérico que abarca un amplio
conjunto de comportamientos y actitudes respecto del ambiente y la Naturaleza. Un rasgo unificador, es
una convicción y preocupación genuina por la amplia diversidad de problemas ambientales y culturales,
como la crisis ambiental planetaria, la protección de la Naturaleza o el avasallamiento de los pueblos

203
indígenas. Esta convicción o compromiso de la ciudadanía ecológica, implica una actitud amigable,
empática y de franco apoyo hacia la Naturaleza y un posicionamiento en contra de las causas que la
amenazan. La ciudadanía ecológica mantiene posiciones contestatarias, no conformistas y críticas en
contra del sistema en general y los modelos de desarrollo extractivistas, anclados en un economicismo
obsesivo y unidimensional. Desde luego, la ciudadanía ecológica, comparativamente, es una reducida
minoría, abarca biólogos, agrónomos, artistas, filósofos, periodistas, abogados, poetas, periodistas,
antropólogos, escritores, bohemios, etc… en general, cualquier gente de mente abierta y renovada.

Tendencia

A empeorar críticamente en la medida que los gobiernos municipales marginan las temáticas
ambientales, persiste la debilidad institucional y la improvisación, así como la gestión inconexa con
otras instancias del Estado.

Recomendaciones específicas

 Apoyar acciones destinadas a promover que las ciudades mejoren las capacidades reactivas
para fortalecer la gestión de riesgos naturales y desarrollar su adaptación al cambio climático y
la mitigación de sus efectos, asignando alto valor a la ciencia y al desarrollo tecnológico que
permitan la adaptación y el incremento de la resiliencia y construcción de una cultura
ciudadana.
 Promover la lógica y visión de ciudadanía ecológica hacia un menor consumo de bienes y
plásticos, menor generación de residuos, ahorro de agua y energía, ruralización del paisaje
urbano, así como desincentivar la visión urbano centrista que opta por todo lo contrario.
 Apoyar las iniciativas ciudadanas que promueven, por diversos medios, una mejora de la calidad
ambiental integral de las ciudades.
 Exigir a los gobiernos municipales una priorización y preocupación real de las problemáticas
socioambientales, que se agudizan y agobian a las ciudades, y que van más allá de las
tradicionales contiendas político-partidarias que obstaculizan acciones y procesos.
 Exigir atención a los gobiernos municipales en cuanto a acciones y proyectos estructurales para
solucionar el tema de aguas residuales, como la instalación de estaciones depuradoras
secuenciadas a lo largo de los ríos emisores de las cargas de contaminación.
 Exigir atención a los gobiernos municipales sobre una gestión eficiente y efectiva de los residuos
sólidos, desde la recolección hasta la disposición final, incluidas acciones de reciclaje.
 Exigir al gobierno municipal de El Alto y gobernación, acciones estructurales y efectivas para
solucionar de forma definitiva, el problema de las aguas residuales contaminantes (domesticas
e industriales) que afectan al río Katari y las bahías (Cohana) del Lago Menor del Titicaca.
 Apoyar la continuidad de las acciones del Programa Aire Limpio dirigido al monitoreo del aire
en las ciudades de Bolivia
 Repudiar y denunciar las autorizaciones de operaciones mineras dadas por la AJAM en torno a
las represas de agua potable de la ciudad de La Paz, así como la poca reacción del gobierno
municipal al respecto.

204
 Exigir soluciones al Ministerio de minería, COMIBOL y MMAyA, en el tema de la remediación
efectiva de los pasivos ambientales y la contaminación ocasionada en torno y dentro de las
ciudades de Potosí y Oruro.
 Denunciar el proceso desordenado de expansión de ciudades satélites “modelos” en torno a la
ciudad de Santa Cruz, que constituyen megaproyectos urbanos lucrativos y afectan los
ecosistemas remanentes de zonas seminaturales que bordean esa ciudad.

205
14.MODO / MODALIDAD DE DESARROLLO

El abigarrado conjunto de
problemáticas socioambientales
que se enfrentan en el país y que
definen, en resumen, su estado
ambiental malo y empeorando,
tienen un denominador común,
una raíz fundamental, la actual
visión y modalidad de desarrollo,
orientada esencialmente a un
economicismo unidimensional y al
patrón primario exportador,
totalmente anclado en el
extractivismo de materias primas.
No es un modelo recientemente
puesto en marcha en el país, pues
se lo viene implementando desde
hace más de tres décadas sin
demasiados tapujos.

Esta modalidad de desarrollo ha adoptado en los últimos años, una doble entrada que pone al filo
del abismo la estabilidad ambiental del país, por una parte, incrementar e intensificar los ritmos de
extracción de los recursos y, por otra, promover megaproyectos de muy alto costo socioambiental,
con muy escasos recaudos y salvaguardas, y prácticamente con solo pérdidas para el país. Esto
significa una extrema magnificación de los impactos ambientales y de las vulneraciones de los
derechos humanos, ambientales y territoriales, de las poblaciones locales del país.

Una característica de este modelo es la poca diversificación económica, pues se basa en uno o unos
pocos recursos que tienden a ser sobre explotados, como ha sido el caso del gas en los últimos 10
años. Al privilegiar unos pocos recursos en su forma primaria, ocasiona un abandono de otras
potencialidades sostenibles y una bajísima diversificación de la economía, incluida una potencial
industrialización y agregación de valor. También genera una lógica de rentismo y subsidio a muchas
regiones, ocasionando asimetrías en la distribución de beneficios.

La modalidad actual, promueve y facilita la preeminencia exagerada de determinados sectores


relacionados con el modelo extractivo (minería, hidrocarburos, soya), permitiendo además que
perduren estructuras oligárquicas, que se benefician con normas y políticas, y detentan el poder
para obviar las regulaciones ambientales y lograr la flexibilización de las normas. De esta forma, se
pasa por encima de áreas protegidas, territorios indígenas, regiones de alta fragilidad ecológica,
cuencas enteras, salud pública, etc. Por otra parte, la economía nacional se vuelve muy proclive a
las presiones del mercado internacional por recursos naturales, energía y vías de acceso a éstos, así
como de la decisión de aumentar el crecimiento económico a partir del extractivismo, ya sea

206
agroindustrial, ganadero o aurífero, lo que, en sinergia con el cambio climático, está aumentando la
vulnerabilidad de las poblaciones locales, dificultando sus posibilidades de alcanzar la seguridad
alimentaria y, peor aún, el vivir bien (Gruenberger, 2023).

Otra particularidad del modelo actual de desarrollo, es su alta propensión y facilidad para adoptar
tecnologías y formas de producción que implican elevados riesgos ambientales y sociales, por
ejemplo, las megarepresas hidroeléctricas, el fracking, los transgénicos, biocombustibles, energía
nuclear, palma africana, etc.

Un aspecto crítico de la actual visión de desarrollo es el corto plazismo, es decir, obtener resultados
económicos favorables lo antes posible, priorizando el corto plazo o, en otras palabras, a una gran
velocidad para alcanzar las metas auto impuestas de crecimiento. Esto ha agudizado el rezago
crónico de una industrialización sostenible y duradera.

Gruenberger (2023), considera que la velocidad es un aspecto fundamental en los planes de


gobierno y está asociada a la tasa de crecimiento que, en los primeros años, fue muy favorable,
gracias a los altos precios de las materias primas. No obstante, el país no ha logrado modificar el
patrón primario exportador y su economía, como sus propuestas de desarrollo, siguen dependiendo
del extractivismo. Esto implica que, para que sus metas económicas se hagan realidad, es necesaria
una mayor y permanente acumulación, basada en la separación de las poblaciones indígenas y
originarias de sus medios de vida, la explotación de los recursos naturales y, sobre todo, un creciente
avance de la frontera agrícola sobre los bosques, así como una mayor intervención de las áreas
protegidas y los territorios indígenas.

El modelo, tiene un apego muy especial hacia las corporaciones transnacionales (minería,
hidrocarburos, semillas), las cuales tienen, como mandato fundamental, lograr ganancias
corporativas, con total prioridad sobre el bienestar comunitario, la salud de trabajadores, salud
pública, la calidad del ambiente, e incluso la seguridad de las naciones. Al modelo no le importa que
las transnacionales no tengan reparo alguno en especular con la riqueza de los países a nivel de las
bolsas de valores, inscribiendo como suyas, las reservas petroleras o mineras de los países donde
realizan explotaciones, a partir de lo cual aumentan su competitividad, sus ganancias y su realce
corporativo.

Un indicador del actual modelo es la tendencia a generar, ampliar o empeorar las zonas de sacrificio
ambiental, así como a la inacción en aspectos de control y remediación.

Otro rasgo del modelo, es el sistemático “negacionismo” por parte de altas autoridades de gobierno,
de la concurrencia o gravedad de los impactos ambientales que existen en el país.

207
ZONAS DE SACRIFICIO AMBIENTAL

208
209
Las Zonas de Sacrificio Ambiental (ZSA) son un signo de los siglos 20 y 21 y comienzan a aparecer en
diversas regiones del planeta como resultado del crecimiento industrial, el extractivismo minero o
la intensificación del uso del suelo. En Bolivia se identifican al momento nueve zonas de sacrificio
ambiental, algunas con una data secular de contaminación acumulada y una extraordinaria carga de
contaminación minera acumulada, es el caso de la cuenca del río Pilcomayo y la cuenca lacustre del
Poopó. Otra ZSA es la cuenca de los ríos Mapiri-Kaka, arrasada por la exploración del oro, al igual
que la Laguna Suches y su entorno de bofedales en el área protegida Apolobamba; también las
Bahias de Cohana en el Lago Titicaca poluídas por la inmensa contaminación doméstica e industrial
de la zona metropolitana de El Alto. Otra ZSA, se encuentra en las tierras bajas, la extensa región
agroindustrial al este y norte de Santa Cruz, donde se devasto a tala rasa el bosque Guarayo-
chiquitano para monocutivos de soya, con uso de enormes volúmenes de agrotóxicos.
Desafortunadamente, existe un alto riesgo de que en los siguientes años aparezcan en el país varias
nuevas ZSA o se expandan la ya existentes, especialmente por el impacto de la minería del oro, el
fracking, el cultivo a gran escala de palma africana o la construcción de megarepresas
hidroeléctricas. Las ZSA se caracterizan por la devastación a gran escala de ecosistemas y
biodiversidad con daños ecológicos irreversibles; pérdida total de funciones y servicios
ecosistémicos, y de medios de vida de poblaciones locales, lo cual implica perdida de seguridad
alimentaria. En general, a este panorama se suman graves efectos a la salud y prevalencia de
afecciones crónicas, dando como resultado a zonas expulsoras de poblaciones locales indígenas y
campesinas, o a poblaciones que viven en pésimas condiciones y elevada precariedad alimentaria y
de salubridad. Los ecosistemas pierden la capacidad de resiliencia y su potencialidad de
restauración. Son en general zonas abandonadas por el Estado, con ausencia de acciones de control,
fiscalización, remediación y mitigación de los impactos socioambientales. A medida que empeoran
las condiciones ambientales, se dificulta aún más el ejercicio de cualquier medida de protección
estatal y restauración. Se puede asumir que las ZSA, son un indicador evidente de la modalidad de
desarrollo con muy alto costo ambiental que impera en Bolivia.

210
RECOMENDACIONES GENERALES

Como se mencionó al inicio del documento, el siguiente conjunto de recomendaciones está dirigido
principalmente a organizaciones sociales, organizaciones de la sociedad civil, organizaciones de
cooperación, medios de comunicación alternativa, e instancias académicas comprometidas, que
tiene capacidades, oportunidades y hasta la obligación de realizar procesos de incidencia hacia el
Estado.

 Apoyar el empoderamiento y las capacidades integrales de las organizaciones que representan


a los movimientos indígenas, como es el caso de la CONTIOCAP, el FOSPA- Bolivia, la
Mancomunidad de Comunidades indígenas del Rio Beni.
 Exigir a las diversas instancias del Estado, el respeto y cumplimiento de los mandatos
establecidos en la CPE y los Convenios internacionales en materia de Derechos Humanos y las
normas de Derecho Comunitario, ratificados por el país, por constituir el Bloque de
constitucionalidad con carácter de primacía en el ordenamiento jurídico del país.
 Exigir a las diversas instancias del Estado el estricto cumplimiento de la Ley 445, de Protección
de Pueblos indígenas en condición de vulnerabilidad.
 Demandar al gobierno e instancias legislativas, generar procesos serios y coordinados, de
atención a los vacíos legales, actualización de normas obsoletas (en especial la Ley de medio
Ambiente), modificación de Leyes atentatorias al medio ambiente y la salud de la población, y
la reforma del Código Penal en materia de delitos ambientales.
 Demandar la incorporación en el accionar jurídico del País, el concepto de Justicia ambiental.
 Demandar al gobierno y oficinas del Estado, la aplicación del Principio precautorio, al ser parte
de un compromiso firmado por el país (Agenda 21) con el fin reducir las amenazas al medio
ambiente y la salud.
 Demandar a la Defensoría del Pueblo y Tribunal Agroambiental la debida atención en términos
de seguimiento y fiscalización a las problemáticas socioambientales que afectan a los pueblos
indígenas originarios y el medio ambiente en general.
 Promover procesos de fortalecimiento de capacidades y actualización permanente, de la
Defensoría del Pueblo y Tribunal Agroambiental
 Demandar al Ministerio de Medio ambiente y Aguas, el cabal y estricto cumplimiento de su
responsabilidad en la fiscalización y control de actividades que generan impactos negativos a la
biodiversidad, medio ambiente y salud de la población.
 Dotar de información clave y apoyar procesos degeneración de capacidades en materia
ambiental y socioambiental a la Defensoría del Pueblo y Tribunal Agroambiental.
 Exigir al gobierno y oficinas estatales, la no flexibilización arbitraria de las normativas
ambientales.
 Exigir al gobierno y oficinas estatales, el cumplimento del Acuerdo Escazú, en especial, en
materia de transparencia y responsabilidad en el otorgamiento de información veraz y
oportuna, y la promoción responsable de la participación social.
 Exigir al gobierno y las diversas oficinas del Estado, el desarrollo de la consulta libre previa e
informada de buena fe, y en observación a la CPE y los Convenios internacionales.

211
 Exigir a los gobiernos municipales y gobernaciones, el estricto cumplimiento de los mandatos y
responsabilidades en materia ambiental, establecidos por la CPE.
 Denunciar, rebatir y exigir al gobierno central y gobernaciones la no realización de alianzas y
acuerdos con gremios extractivistas, como cooperativas mineras o corporaciones
agroindustriales.
 Exigir al gobierno y oficinas del Estado, jerarquizar de manera efectiva, la protección del
patrimonio natural, las temáticas ambientales, el rol del Ministerio de Medio Ambiente y Aguas.
 Exigir al gobierno, gobernaciones y gobiernos municipales, reducir el carácter de total
preeminencia que se confiere a los sectores extractivistas.
 Promover y demandar al gobierno y oficinas y organizaciones responsables, una mayor atención
en cuanto a la salud ambiental, tanto en aspectos de gestión, como de investigación y
seguimiento.
 Promover la reestructuración del Sistema Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental, el cual
no muestra ser un sistema efectivo para la minimización de los impactos ambientales de
actividades de alto impacto socioambiental, como es el caso de la minería o hidrocarburos.

CONCLUSIONES GENERALES

El Estado ambiental y socioambiental de Bolivia al año 2023, es crítico y con tendencia a empeorar.
Las problemáticas ambientales se han multiplicado de tal forma y cada día se acumula más
información de nuevas situaciones o de la agudización de anteriores problemas, que es muy difícil
poder expresarlas medianamente detalladas, en documentos que tengan menos de 200 páginas.

Lo anterior contrasta con los discursos de altos dignatarios de Estado en palestras internacionales,
que tienden a minimizar la problemática ambiental, invisibilizar problemas graves como la
deforestación acelerada y mostrar un escenario socioambiental totalmente opuesto al que en
realidad estamos atravesando, con el agravante de proponer alternativas irrisorias.

Considerando la superficie total del país y de forma muy general, aunque basada en análisis
cartográficos y satelitales rigurosos, alrededor de un 30% ubicada en tierras altas y valles secos,
presenta fuerte degradación de suelos y vegetación con escaso relictos naturales dispersos. Un 30%
de superficie de ecosistemas en tierras bajas, mayoritariamente en Santa Cruz, aunque sumando
menores superficies de zonas amazónicas preandinas de Cochabamba, La Paz y Beni, y parte de
Pando y del norte del Beni, presentan fuertes procesos de degradación y devastación de los
ecosistemas. En este 60% en al estado ambiental, se ubican las ciudades del país entre grandes,
medianas e incluso intermedias. Un 40 % del territorio boliviano tiene ecosistemas en buen estado
de conservación, mayormente al interior de las áreas protegidas, y en zonas de difícil acceso como
el Norte de La Paz o el norte del Beni, pero este 40%, está fuertemente amenazado por diversos
agentes de presión, como la creciente deforestación, megaminería, megarepresas o el avance de la
agroindustria y ganadería.

De continuar las presiones ambientales al actual ritmo y sin recaudos socioambientales ni


mecanismos de control y regulación efectivos, el 40% de tierras en buen estado ambiental que aún

212
tiene Bolivia, pasaran a formas parte de las tierras con procesos de degradación ambiental
creciente.

Esta situación ambiental crítica, se deriva de un gran denominador común, que es la actual
modalidad y visión de desarrollo, totalmente productivista con visión de corto plazo, orientada a un
extractivismo primario, y sin visiones de sostenibilidad a largo plazo. De una manera más sintética,
dicha situación adversa, obedece a una falta de voluntad política para dar atención a los temas
ambientales y la intencionalidad expresa de no reconocer los problemas ambientales, a lo que se
suma, la ausencia de normas importantes, la no observancia de la CPE y normas en general, la
crónica debilidad y negligencia institucional que ocasiona omisiones y falencias.

Algo que resaltar, es la creciente reacción de amplios sectores de la sociedad nacional a este
menosprecio de las problemáticas ambientales por parte de las autoridades del gobierno y Estado
en general. Desde hace algunos años, se está transitando del malestar a la protesta y la resistencia.
Las organizaciones indígenas se movilizan por sus territorios, las organizaciones de la sociedad civil
se manifiestan abiertamente a pesar de la animadversión y acoso gubernamental, las instituciones
académicas se suman a las denuncias, instancias legislativas asumen roles de defensa, aparecen
nuevos medios de comunicación que divulgan valientemente la problemática socioambiental, y
mucha gente ciudadana se pronuncia en favor de la defensa de las Áreas protegidas.

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LISTA DE ACRÓNIMOS

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Biodiversidad y Asuntos Forestales)
ABT Autoridad de Bosques y Tierras
AJAM Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera
ANAPO Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo
ANMI Área Natural de Manejo Integrado
AP Área Protegida
APMT Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra
ASE Asociación Sucrense de Ecología
CAO Cámara Agropecuaria del oriente
CBD Convenio de Biodiversidad
CEDIB Centro de Documentación e Información Bolivia
CEDLA Centro de Desarrollo Laboral
CEJIS Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social
CENDA Centro de Comunicación y Desarrollo Andino
CIPCA Centro de Investigación y Promoción del Campesinado
CPE Constitución Política del Estado
CPILAP Central de Pueblos Indígenas de La Paz
CONTIOCAP Coordinadora Nacional de Defensa de Territorios Indígenas Originarios
Campesinos y Áreas Protegidas
DGBAP Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas
EEIA Estudio de Evaluación de Impacto Ambiental
ENDE Empresa Nacional de Electricidad
ENSO El Niño-Niña Southerm Oscillation
FCBC Fundación para la Conservación del Bosque Seco Chiquitano
FHA Fundación Hábitat Verde
FOSPA Foro Social Pan Amazónico
INE Instituto Nacional de Estadística
INRA Instituto Nacional de Reforma Agraria
IPCC Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático
LIDEMA Liga de Defensa del Medio Ambiente
MMAyA Ministerio de Medio Amiente y Aguas
MW Mega Watios
NNUU Naciones Unidas
OAE Observatorio Ambiental de Escazú
OIT Organización internacional del Trabajo
ONU Organización de la Naciones Unidas
OTCA Organización del Tratado de Cooperación Amazónica
PAAC Programa de Asistencia Agrobioenergética al Campesino
PGE Presupuesto General del Estado
PDES Plan de Desarrollo Económico y Social
PLAGBOL Fundación Plaguicidas Bolivia
PN Parque Nacional
PROBIOMA Productividad Biosfera Medio Ambiente
SEMTA Servicios Múltiples de Tecnologías Apropiadas
SERNAP Servicio Nacional de áreas Protegidas

227
SOPE Sociedad Potosina de Ecología
TCO Tierras Comunitarias de Origen
TIOC Territorios Indígena Originario Campesino
VIVE Asociación Vida Verde Tarija
YPFB Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos
ZSA Zonas de Sacrificio Ambiental

228
www.
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