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Una de las preguntas comunes que se encuentra en los procesos de formación de docentes y en los diferentes
cursos de actualización y cualificación de la enseñanza de a las ciencias es ¿cómo enseñar ciencias
significativamente?, pregunta que no pretende instrumentalizar la didáctica o encontrar fórmulas mágicas para
solucionar problemas en el contexto del aula de clase, sino promover discusiones concretas que aporten
elementos teórico prácticos para la enseñanza y aprendizaje de las ciencias y en donde se logre evidenciar
relaciones necesarias y fundamentales entre elementos conceptuales, sociales y culturales de los actores
involucrados en dicho proceso. En el documento se presentan aspectos teóricos alrededor de algunos modelos
didácticos de la enseñanza de las ciencias, específicamente en la concepción que dentro de cada modelo se
asume de la ciencia, el aprendizaje y la enseñanza. Por último, existe una pequeña discusión alrededor de la
concepción de ciencia y su posible relación con los modelos didácticos de enseñanza.
Aspectos Formales
Debe cumplir con los aspectos formales que se identifican a continuación:
Utilizar Formato Word de tarea entregable.
Seguir las instrucciones de la tarea en el orden solicitado en las indicaciones.
Se debe ocupar un tamaño de letra adecuado y legible: arial 12, calibri 11 o 12, time new romans 12.
Hoja, tamaño carta.
Dispone de todo este mes para enviar el trabajo la plataforma blackboard y al correo
widmerntonio@hotmail.com como respaldo.
Actividad:
Análisis e Interpretación de Documento:
2. Luego de lo anterior debe escoger al menos tres modelos que usted pueda llevar al
aula según sus intereses y aplicabilidad de ellos señalando de qué manera los incluiría
en una clase ideal de física (una o más clases)
Introducción
En el documento se inicia con la discusión alrededor de la relación que se debe reconocer a la hora
de enseñar ciencias y tiene que ver con el concepto de ciencia, la posición del docente y la
posición del estudiante, de esta manera se pretende dar elementos que permitan a los docentes
asumir posturas epistemológicas para reconocer y articular en su desempeño, la enseñanza de una
ciencia que reconozca el cómo, para qué y el qué de la misma; es decir, llevar al aula de clase
discusiones relacionadas con la naturaleza de la ciencia, como campo que ayuda a comprender de
mejor manera, la construcción y dinámica de la ciencia que enseña el docente.
Desde esta perspectiva encontraremos diferentes modelos didácticos de la enseñanza de la
ciencia, que nos permitirá visualizar una panorámica mucho más amplia articulada con los nuevos
planteamientos y exigencias del medio social, cultural e histórico de los educandos, para el último
modelo se presenta una discusión más amplia que ha sido desarrollada con los estudiantes de la
licenciatura en Biología y Química de la Universidad de Caldas en algunos centros educativos en
los cuales se desarrolla su ejercicio como practicantes.
Es quizás el más arraigado en los centros educativos, con una evidente impugnación desde
planteamientos teóricos que se oponen a su desarrollo y aplicación en el contexto educativo
actual. Sin embargo, es incuestionable que este modelo encuentra en los escenarios educativos a
muchos defensores en el quehacer educativo cotidiano, en donde las evidencias que lo ratifican,
claramente, en los contextos escolares son las siguientes:
•En relación con el estudiante: es considerado como una página en blanco (tábula rasa), en la que
se inscriben los contenidos; se asume que se puede transportar el conocimiento (a través de una
cánula) elaborado de la mente de una persona a otra. Hecho que desconoce la complejidad y
dinámica de construcción del conocimiento, el contexto socio/cultural del educando (es evidente
que el docente estandariza su discurso sin tener en cuenta a quién va dirigido, sin valorar en el
sujeto que aprende factores que están implicados en este proceso como la familia, sus intereses,
motivaciones y afectos), las relaciones sujeto-sujeto (aspecto fundamental, dado que se trata de
una relación intersubjetiva que afecta de manera significativa el desarrollo de actitudes hacia el
aprendizaje de las ciencias), sujeto, conocimiento/sujeto contexto (es necesario reconocer que en
el aula de clase como escenario enmarcado en un contexto específico, se tejen relaciones
explícitas entre el sujeto enseñante, el sujeto aprehendiente y la denominada ciencia escolar) y se
convierte, el educando, en el sujeto receptor, que debe seguir la lógica del discurso científico.
Para terminar esta construcción del modelo por transmisión, es indiscutible que los argumentos
anteriores han generado y consolidado para muchos docentes (y otros que no lo son) una imagen
de enseñanza como tarea fácil, en donde sólo es suficiente una buena preparación disciplinar y
una rigurosa explicación de la misma para ser efectivo y eficiente en un proceso tan complejo
como la enseñanza/aprendizaje de la ciencia.
Es una propuesta que nace como respuesta a las diferentes dificultades presentadas en el modelo
por transmisión; dentro del modelo se pueden distinguir dos matices, el primero de ellos
denominado modelo por descubrimiento guiado, si al estudiante le brindamos los elementos
requeridos para que él encuentre la respuesta a los problemas planteados o a las situaciones
expuestas y le orientamos el camino que debe recorrer para dicha solución; o autónomo cuando
es el mismo estudiante quien integra la nueva información y llega a construir conclusiones
originales.
Frente a su origen, son dos los aspectos que permitieron consolidarlo como una propuesta viable,
que en su momento respondía a las deficiencias del modelo anterior: el aspecto social y el cultural,
los cuales permiten reconocer que la ciencia se da en un contexto cotidiano y que está afectado
por la manera cómo nos acercamos a ella. Todo esto hace que la ciencia y su enseñanza se
reconozcan en los contextos escolares desde supuestos como:
• El conocimiento está en la realidad cotidiana, y el alumno, en contacto con ella, puede acceder
espontáneamente a él (inductivismo extremo).
La ciencia se sigue asumiendo como un agregado de conocimientos, pero que está más cercano al
estudiante, pues en la realidad que observa, en su ambiente cotidiano él encuentra todo el
conocimiento (información) que requiere para su desenvolvimiento en y fuera de la escuela y, por
tanto, es un producto natural del desarrollo de la mente del educando.
Desde esta perspectiva, el educando, se considera poseedor de una estructura cognitiva que
soporta el proceso de aprendizaje, pues en él se valora, de un lado, las ideas previas o
preconceptos y, de otro, el acercamiento progresivo a los conocimientos propios de las disciplinas,
es decir, se tiene en cuenta integración progresiva y procesos de asimilación e inclusión de las
ideas o conceptos científicos. Perspectiva que ha servido para consolidar aún más la frase:
averígüese lo que sabe el educando y enséñese en consecuencia.
Con respecto al docente, el papel que se le asigna es ser fundamentalmente un guía en el proceso
de enseñanza aprendizaje, para lo cual debe utilizar, como herramienta metodológica, la
explicación y la aplicación de los denominados organizadores previos, empleados como conectores
de índole cognitivo entre los presaberes del educando y la nueva información que el docente lleva
al aula. Sin embargo, no cabe duda de que el trabajo se enfatiza en lo conceptual, más que en los
procedimientos (como en el modelo anterior), pero, desde una concepción transmisionista, de la
estructura conceptual de las disciplinas científicas a la estructura mental de los educandos.
Sin embargo, como se ha presentado en los modelos anteriores, éste no se escapa de críticas que
de igual manera, han permitido profundizar mucho más en sus aportes y propósitos para la
construcción de propuestas didácticas alrededor de la enseñanza de la ciencia, algunas de estas
posturas críticas son las siguientes:
4. Cambio conceptual
• En este sentido se reconoce a un educando no sólo con una estructura cognitiva, sino también
con unos presaberes que hace del aprendizaje un proceso de confrontación constante, de
inconformidad conceptual entre lo que se sabe y la nueva información. Es entonces, el educando,
sujeto activo de su propio proceso de aprehensión y cambio conceptual, objeto y propósito de
este modelo.
• Se presenta como actividad o rol del docente a un sujeto que planea las situaciones o conflictos
cognitivos, en donde se dé lugar a eventos como la insatisfacción por parte del educando con sus
presaberes, con la presentación de una concepción que reúna tres características para el
educando: inteligible, creíble y mucho más potente que los presaberes. De manera que las
actividades en el aula de clase deben facilitar a los estudiantes:
Frente a este modelo son varias las objeciones que muestran algunos puntos críticos importantes
para profundizar en las discusiones relacionadas con la construcción de nuevas propuestas
didácticas para la enseñanza de las ciencias. Algunas de las apreciaciones más potentes son las
siguientes:
• Pretender sustituir las teorías implícitas o los presaberes en los educandos, mediante el conflicto
cognitivo puede generar, en ellos, una apatía por las ciencias al exponerlo a situaciones donde se
le considera que su saber es erróneo y que siempre es el docente quien tiene la autoridad para
exponer las teorías aceptadas por la comunidad científica. Esto hace que en este modelo se
reflejen rasgos del tradicional.
• Si bien el cambio conceptual se puede lograr, de manera gradual (Vosniadou, 1992), ya sea por
los procesos acumulativos en donde se adicionan nuevas informaciones a los presaberes del
educando o por procesos de cambio en los cuales se pretende el cambo de creencias; es
importante reconocer en términos de Pozo que uno de los propósitos, en la enseñanza de las
ciencias, no es sustituir los presaberes, sino más bien permitir y dar elementos para que el sujeto
sea consciente de ellos, los cuestione y distinga dependiendo del contexto en el cual esté
desenvolviéndose. (Pozo, 1999)
• La crítica anterior nos invita a reflexionar no en el cambio conceptual sino en la una perspectiva
mucho más compleja, pero al mismo tiempo más completa por la relación directa que plantea
entre aspectos como los conceptuales, cognitivos, metacognitivos, lingüísticos y motivacionales;
me refiero a la denominada teoría de la de la evolución conceptual, en donde se asuman estos
aspectos integrados en los procesos de enseñanza aprendizaje de las ciencias. Asumir de esta
perspectiva “holística” (Tamayo, 2007), hace que se valoren elementos como: experiencias y
presaberes del educando, procesos metacognitivos, cognitivos y filosóficos de la ciencia, además,
de los elementos socio-culturales, y lingüísticos en la enseñanza aprendizaje de las ciencias.
Otro modelo, que refleja una clara intención de desarrollar y valorar en el aula una ciencia
histórica, dinámica y cercana al educando, es el siguiente:
Contiene una serie de aspectos que pretenden satisfacer algunas de las críticas expuestas para los
anteriores modelos, entre ellos podemos mencionar:
En relación con el conocimiento científico, este modelo reconoce una estructura interna en donde
se identifica claramente problemas de orden científico y se pretende que éstos sean un soporte
fundamental para la secuenciación de los contenidos a ser enseñados a los educandos. Además (y
al igual que el modelo anterior), se plantea una incompatibilidad entre el conocimiento cotidiano y
el científico, pero existen dos variantes fundamentales que identifican claramente el modelo: su
postura constructivista en la construcción del conocimiento y la aplicación de problemas para la
enseñanza de las ciencias. Rasgos importantes, dado que se intenta facilitar el acercamiento del
estudiante a situaciones un poco semejantes a la de los científicos, pero desde una perspectiva de
la ciencia como actividad de seres humanos afectados por el contexto en el cual viven, por la
historia y el momento que atraviesan y que influye inevitablemente en el proceso de construcción
de la misma ciencia. No cabe duda que el propósito es mostrar al educando que la construcción de
la ciencia ha sido una producción social, en donde el “científico” es un sujeto también social.
De esta manera, el educando es un ser activo, con conocimientos previos, un sujeto que puede
plantear sus posturas frente a la información que está abordando y, sobre todo, que él mismo va
construyendo desde el desarrollo de procesos investigativos (utilizados como pretexto para dar
solución a los problemas planteados por el docente) y mucho más estructurados y que puede dar
lugar a procesos más rigurosos y significativos para el educando.
En cuanto al docente, debe plantear problemas representativos, con sentido y significado para el
educando, reconocer que la ciencia escolar, que transita el aula, está relacionada con los
presaberes que el educando lleva al aula; por tanto, el contenido de las situaciones problémicas
debe reconocer la imperiosa necesidad de acercamiento al contexto inmediato del estudiante, a
su entorno, para mostrar que los conocimientos pueden tener una significación desde el medio
que lo envuelve y que son susceptibles de ser abordados a partir de las experiencias y vivencias
que él lleva al aula de clase.
De acuerdo con lo anterior, las estrategias que utiliza el docente al aula deben permitir un
tratamiento flexible del conocimiento, un entorno adecuado para el educando, un reconocimiento
de factores multimodales (motivacionales, comunicativos, cognitivos y sociales) en el aula de clase,
los cuales conforman una red imposible de desagregar y, por consiguiente, indispensables a la
hora de analizar las actitudes del estudiante frente a la ciencia.
Cabe señalar, que esta propuesta envuelve a los PROBLEMAS (la esencia del mismo) asumidos
como “una situación incierta que provoca en quien la padece una conducta (resolución del
problema) tendiente a hallar la solución (resultado) y reducir de esta forma la tensión inherente a
dicha incertidumbre” (Perales, 1990). Desde este ángulo, el planteamiento de esta clase de
problemas permite varias cosas:
Podemos decir que los anteriores párrafos orientan el modelo por investigación, en donde se
pretende un verdadero razonamiento, reflexión y crítica del conocimiento que el docente está
comunicando a sus educandos; esto, con el fin de facilitar un mejor y mayor desarrollo de
habilidades cognitivas y de actitudes hacia la ciencia, indispensables en el quehacer del ser
humano para enfrentar con mayor solidez sus problemas cotidianos.
De igual manera, desde este modelo, se piensa en nuevas visiones de ciencia, puesto que ésta es,
ante todo, un sistema inacabado en permanente construcción y deconstrucción y con ello, la
ciencia pierde su valor de verdad absoluta, para verse como proceso social, donde la subjetividad
no puede aislarse de los mismos procesos que conducen a la construcción de conocimiento.
Pero hay más, el trabajo del docente en este modelo debe responder a:
El modelo final que se muestra en este documento hace referencia a Los miniproyectos,
planteados inicialmente por Hadden y Johnstone (citados por Cárdenas, et al., 1995). Es
importante precisar la manera cómo se presenta este modelo, dado que la estructura difiere de
los anteriores, pues se pretende expresar al interior de las características del modelo, una
concepción de ciencia dinámica, influenciada por el contexto del sujeto que la construye, un
educando activo y promotor de su propio aprendizaje, a quien se le valora y reconoce sus
presaberes, motivaciones y expectativas frente a la ciencia y, a un docente que hace parte del
proceso como promotor de un escenario dialógico, un ambiente de aula adecuado para configurar
un proceso de enseñanza y aprendizaje de la ciencia significativo, permanente y dinámico.
Los miniproyectos, “son pequeñas tareas que representen situaciones novedosas para los
alumnos, dentro de las cuales ellos deben obtener resultados prácticos por medio de la
experimentación” (Hadden y Johnstone, citados por Cárdenas, et al., 1995) y, presentar
características como el planteamiento de un problema que no posea solución inmediata, el
desarrollo de un trabajo práctico, la aplicación de conceptos y otros aspectos que muestran cómo
el trabajo de aula se desarrolla dentro de un ambiente de interacción dialógica entre estudiantes y
docente.
No cabe duda de que los miniproyectos pretenden entre otras cosas: aportar al desarrollo de un
pensamiento independiente en el educando, al aprovechar y hacer significativa la experiencia del
sujeto en el desarrollo de procedimientos contextuados y que parten de la cotidianidad del
estudiante; valorar el componente actitudinal y de interés del educando como elemento que
potencie su actitud hacia el aprendizaje de las ciencias; pero hay, sin embargo, algunos elementos
que considero deben incluirse en esta propuesta para fortalecer y promover acciones de orden
metacognitivo en los procesos de enseñanza aprendizaje de las ciencias.
1. Objeto de estudio: En el cual se identifica la unidad y puede ser presentado como un problema a
resolver, una situación cotidiana o una invitación a su estudio.
2. Formulación de objetivos problema y logros curriculares: que intenta responder no sólo a los
Lineamientos Curriculares y estándares exigidos desde el M.E.N, sino también y lo más
importante, contextualizar las metas con base en las necesidades e intereses de los educandos.
Esto se hace utilizando la pregunta como mecanismo de enlace y articulación de los contenidos
con situaciones cotidianas del educando, con sus presaberes.