UNA NUEVA VISIÓN
NVI---Pro 29:18 “Donde no hay visión, el pueblo se extravía; ¡dichosos los
que son obedientes a la ley!”
Nuestro principal enfoque es tener una nueva visión en nuestra vida cristiana
y en el servicio a Dios. Hay cuatro cosas que son vitales para que podamos
alcanzar nuestra meta:
1) Es importante tener una visión que determine, que oriente, que motive
nuestro servicio a Dios. Una visión donde se encuentren todos nuestros
esfuerzos, donde se centralicen nuestras inquietudes. Necesitamos tener una
visión que genere energía, y no varias que distraigan nuestra atención.
2) Se requiere que nuestra visión sea audaz, esto es, atrevida, intrépida,
desafiante. “Intenta grandes cosas para Dios; espera grandes cosas de Dios”.
Nuestros resultados siempre estarán en proporción a la visión que tengamos.
Es imposible tener resultados gigantes cuando nuestras visiones son enanas.
3) Nuestra visión debe de ser nueva, esto es fresca. Al señor Jesucristo no
se le puede servir con las experiencias del pasado, ni con los deseos del
pasado, ni con los planes del pasado. Así como las misericordias de Dios son
nuevas cada mañana, nuestra visión de servicio debe de ser fresca. Siempre
debe de haber en nosotros una nueva inquietud, una nueva motivación, una
nueva conquista, una nueva realización.
4) Proverbios 29:18 dice: “Donde no hay visión el pueblo perece”. Nuestro
servicio a Dios no puede ser accidental, ni de improviso, o sea “como nos
salga”. Los grandes hombres de Dios trabajaron siguiendo directrices divinas
y no de acuerdo a arranques del momento. Abraham dejó Ur de los Caldeos y
se dirigió a la tierra prometida porque tuvo una visión de Dios (Génesis
12:13). Moisés fue a enfrentar al Faraón de Egipto porque tuvo una visión de
Dios con esa instrucción (Éxodo 4:1-5).
Isaías ministró al pueblo porque tuvo una visión de parte de Dios que lo
comisionaba a dicha tarea (Isaías 6:1-8). Pablo fue a Macedonia porque tuvo
la visión de un hombre Macedonio que lo llamaba para que predicara en su
país (Hechos 16:9-10).
Cuando hablamos de visión estamos hablando de algo que procede de Dios.
Una visión puede ser algo que Dios pone en nuestro corazón sin que
necesariamente lo hayamos visto en sueños o tenido en un éxtasis.
El pueblo de Dios debe de tener siempre una sana inquietud de hacer algo
para su honra y su gloria; una tarea que le dé sentido a su jornada cristiana.
LA VISIÓN DE DIOS NOS DICE QUIENES SOMOS
Cuando Isaías tuvo la visión de Dios, exclamó: “Hay de mí! Porque soy muerto
porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo
que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey Jehová de los ejércitos”
(Isaías 6:5).
Cuando el señor hizo el milagro de la gran pesca, Simón Pedro cayó de
rodillas ante él y le dijo “apártate de mí Señor porque soy hombre pecador”
(Lucas 5:8). Nadie sabe quién realmente es, a menos que tenga un encuentro
personal con Dios. Todo concepto equivocado que tengamos de nosotros
mismos se debe a una falta de encuentro con nuestro Dios.
La visión de Dios nos hace descubrir nuestras imperfecciones, nuestros
defectos espirituales, nuestras fallas de carácter, nuestras limitaciones. La
visión nos muestro donde somos vulnerables y qué áreas de nuestra vida
necesitan ser santificadas.
LA VISIÓN DE DIOS SANTIFICA
Cuando Isaías tuvo la visión de Dios, un ángel lo santificó (Isaías 6:6-7).
Cuando el Señor llamó a Jeremías, la mano de Jehová lo santificó (Jeremías
1:9). Cuando Moisés tuvo la visión de la zarza, Dios lo santificó (Éxodo 3:4-5).
Los encuentros con Dios siempre son santificadores; nunca dejan a la
persona en la misma condición en que se encontraba. Necesitamos un
encuentro personal con Dios. No podemos depender de las experiencias que
otros tengan de Dios. ¡NECESITAMOS UNA NUEVA VISIÓN!