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Sociedad y Pueblos Indígenas

Este documento resume la influencia positiva de la literatura indígena en la sociedad mexicana. Resalta cómo los escritores indígenas comparten sus culturas y lenguas a través de sus obras, lo que ayuda a dar a conocer las perspectivas indígenas y enriquecer la comprensión de lo que significa ser mexicano. Además, destaca cómo a través de dos décadas de literatura indígena, se han abierto espacios que cambiaron la percepción social de los pueblos indígenas en México.

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Teresa Dey
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Sociedad y Pueblos Indígenas

Este documento resume la influencia positiva de la literatura indígena en la sociedad mexicana. Resalta cómo los escritores indígenas comparten sus culturas y lenguas a través de sus obras, lo que ayuda a dar a conocer las perspectivas indígenas y enriquecer la comprensión de lo que significa ser mexicano. Además, destaca cómo a través de dos décadas de literatura indígena, se han abierto espacios que cambiaron la percepción social de los pueblos indígenas en México.

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Sociedad y pueblos indígenas

Teresa Dey

Sin embargo, no deja de extrañ arme que me pidan escribir sobre


sociedad y pueblos indígenas, puesto que no soy soció loga, ni
antropó loga y por má s que yo quisiera, tampoco soy indígena. No he
vivido en carne propia la lucha por mi lengua, ni mis costumbres, ni mi
cultura frente a una sociedad que pretende negarme porque me
desconoce.
Lo que sí soy es una escritora, mestiza y enamorada perdida de las
literaturas indígenas contemporá neas y de lo que sí puedo hablar es del
regalo que estas literaturas prodigan a la sociedad de este país.
Sabemos que la literatura es el reflejo de la sociedad en la que
crece quien escribe, que las obras literarias son el espejo de aquello que
rodea a las obras. Y que la literatura influye a su vez en la sociedad
porque da a conocer y comparte los conflictos y el pensamiento de los
pueblos que la generan. Y no porque relaten grandes sagas, sino
porque habla de la intimidad de quien escribe, de có mo ve su entorno y
có mo lo interpreta. Aquí cabe preguntarse: ¿có mo algo íntimo puede
modificar a la sociedad? Porque al publicarse, esa intimidad que refleja
la condició n humana, se vuelve universal. Se convierte en un espejo
donde todos podemos mirarnos, donde nos encontramos de manera
íntima, aunque nunca conozcamos en persona a los autores. Y esa
mirada se vuelve nuestra, de los lectores y enriquece nuestro mundo
interno y por supuesto, nuestra manera de estar en el mundo, de
percibirlo y de actuar en él.

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Eso sucede con la literatura en general, pero sobre todo, con
aquella que surge de la lucha cotidiana, de la resistencia contra la
imposició n, contra el olvido, contra la indiferencia…
Los escritores en lenguas indígenas libran una batalla mú ltiple,
que nace de la defensa sus culturas y sus lenguas, de la conservació n de
sus tradiciones, y al traducir, comparten sus saberes y su arte con todos
aquellos que no las hablamos. ¿Có mo puede un esfuerzo semejante no
reflejarse en la sociedad?
En un artículo escrito en el 2003, Juan Gregorio Regino, habla de
las literaturas indígenas y sus enseñ anzas, allí aclara que quienes las
escriben, no necesariamente buscan la individualidad, ni el arte como lo
concebimos desde la perspectiva occidental. Porque una de sus
características es que precisamente retratan la voz de la colectividad, es
decir, que utilizan el arte de la palabra con fines utilitarios, con la
funció n de educar, convencer e incluso sanar, tanto el cuerpo como el
alma. Para estas comunidades, la palabra no recrea la realidad, sino que
es la realidad misma, con giros propios. Con todo, nos dice, las
literaturas han evolucionado hacia una especie de transició n entre la
tradició n oral y la lengua escrita a través de la que incorporan tanto el
alfabeto como el españ ol, y reconoce que a pesar de ser un movimiento
que se genera desde dentro de las comunidades, se aleja poco a poco de
la usanza. Es decir inventa sus propias reglas. Propone cosas nuevas
tanto para los hablantes de las lenguas como para la literatura
occidental. Ya no só lo se trata de rescatar y recrear la voz de la
comunidad, sino de fraguar palabras para transmitir esta otra visió n del

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mundo; estos escritores rebasan los fines utilitarios de la palabra hasta
convertirse en artistas, como los concebimos desde fuera.
Por medio de las oralituras hemos sabido de dó nde venimos y
quiénes somos en tanto que seres humanos. La limitante de la tradició n
oral es que depende del interés de los jó venes en reproducirla, y todos
sabemos que una de las características de la juventud es la rebeldía
frente a las costumbres. Por eso es urgente recoger la voz de los
ancianos en letra antes de que se pierda. Sabemos que el habla y la
escritura pertenecen a dos ó rdenes distintos, así que es necesario
desarrollar el arte de la palabra por escrito. La literatura es la
representació n artística de estas lenguas, es el crisol desde donde se
plasma la identidad en palabras.
Por eso algunos escritores se dedican a recopilar la tradició n oral
de sus comunidades, incluyendo sus relatos cosmogó nicos,
fundacionales y las historias de có mo nacieron algunos rituales, con el
estilo circular de la narració n oral. Otros escriben en las estructuras
occidentales de poesía, narrativa o dramaturgia, pero sus temas son
tradicionales, como la veneració n a la tierra, los cantos a la naturaleza,
la nostalgia del monte, la vida cotidiana de la comunidad. Otros má s
buscan dar mayor peso a los géneros literarios propios de las lenguas y
los tejen con temas cotidianos o con cantos al universo. Y por ú ltimo,
también hay quienes promueven la literatura moderna tanto en forma
como en contenido, só lo que escrita en lengua indígena. La temá tica de
esta ú ltima es tan variada como universal.
Podemos encontrarnos con escritores como Andrés Ló pez, chol de
Chiapas, que reprocha en La spajesotik, “Nos suspendieron en el día

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olvidado del amor:/ una tormenta de dioses extrañ os/ invadieron
nuestra visió n del universo,/ un veneno invadió nuestra sustancia.//”
También con esta sensació n de vacío, Juan Gregorio Regino, poeta
mazateco de Oaxaca, refleja la concepció n filosó fica de que en realidad
nada cambia, só lo la faz de los invasores: “El tiempo es circular,/ se va
pero regresa./ La guerra nos volvió / a sorprender aquí;/ má s pobres/
sin rostro/ ni destino; / la Ceiba gestó su sombra/ el cielo su
amanecer.//
Otros se contactan con la tradició n y se vuelven uno con lo
sagrado, como es el caso de Feliciano Sá nchez, maya de Yucatá n en su
“Sueñ o Primero (el origen)”: “Soy la Ceiba Sagrada/ donde penden tus
hijos/ Madre/ si los reclamas a ti/ antes que sus granos sazonen.//”
Incluso hacen metaliteratura, como Gloria Martínez, mazateca de
Oaxaca, quien escribe sobre las palabras: ”Mi lenguaje del cerro/ eres
flor en letras/ Voz en hojas/ eco de rocas/ recital del viento/ arrullo de
la tierra.//”
Otros logran versos con la profundidad y la contundencia de lo
inasible, como Briceida Cuevas Cob, maya de Campeche: “El recuerdo es
un papalote/ poco a poco le sueltas / disfrutas el vuelo/ en lo má s alto/
se rompe el hilo de tu memoria/ y te sientas a presenciar có mo lo posee
la distancia.//”
Encontramos también la voz moderna de una mujer asombrada
de escuchar el corazó n del amado huésped que habita su cuerpo,
desplegada en el poema Biuuza de Irma Pineda, poeta zapoteca de
Oaxaca: “Un galopar de caballos/ es el vuelo de tu corazó n en mi

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vientre/ viajero que vienes en el camino./ Guardo un rayito de luna para
darte/ y un caracol grande en donde habita la mar.//
Natalio Herná ndez, escritor ná huatl de Veracruz, busca los
antiguos tonos del Huehuetlahtoli para describir su proceso de creació n:
“¡Solo!/ completamente solo/ dialogo con mi corazó n: lo interrogo.//
Busco encontrar en él/ las palabras verdaderas/ las palabras rectas/
una a una las voy engarzando,/cual piedras preciosas/ las voy
acomodando.//”
Algunos suman las dos lenguas y las dos maneras de ver el mundo
para fundirlas, como Gabriel Pacheco, huichol de Nayarit: “uxainuri es
una má quina de flores,/ que se escribe por sí sola, / letras de flores que
salen en renglones.//”
Como vemos, cada perspectiva, cada paisaje y cada lengua arrojan
resultados diversos, pero todos nos agrandan el mundo. Si el tiempo
nos lo permitiera, podríamos citar a muchos má s hasta que esta plaza y
esta feria se convirtieran en una esfera que contuviera las miradas
íntimas y universales de todas las lenguas mexicanas.
Gracias a la constancia de casi veinte añ os, a través de sus
palabras, estos escritores han abierto espacios que nos cambiaron la
percepció n de lo que significa ser mexicanos, de lo que realmente está
hecho este país.
Es cierto que se ha avanzado un poco, la prueba es que estamos
aquí, hablando de sociedad y pueblos indígenas. Y por eso, puede una
escritora mestiza darle las gracias a los escritores indígenas por
compartir sus mundos con nosotros, porque algo se ha logrado. Por eso
hoy, les agradezco a ustedes el haberme leído y a través de mí, con las

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palabras de ellos, haber permitido que en esta plaza se desplegara un
espejo donde la íntima universalidad de muchas de nuestras lenguas
mexicanas nos hizo mirarnos de manera má s completa.

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