República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del poder popular para la educación Universitaria
Universidad Nacional Experimental Rafael Maria Varalt
Cavimas,EDO-Zulia
Articulo arbitrario referente a los medios de
comunicación comunitarios:
Rodríguez, Maryolyz
C.i: 31.059.260
Proyecto: Orientación
Asignatura: Orientación I
Docente: Nancy Millán
Unidad: III
09 de mayo de 2022
Los medios de comunicación comunitarios en Venezuela presencia,
conflictos y retos actuales:
En la última década, en Venezuela se ha hecho visible el crecimiento sostenido
de los medios comunitarios en sus diversas expresiones impresas,
audiovisuales y digitales. Ya son parte del paisaje y de la realidad
comunicacional. Si bien en décadas anteriores hubo expresiones de lo que se
denominaba de distintas maneras: comunicación comunitaria, alternativa,
participativa, horizontal, dialógica, popular y radical, en la actualidad todo eso
ha ganado corporeidad y ha dejado de ser sólo una propuesta o una posibilidad.
Se le entiende y se le valora, cada vez más, como una opción diferente en la
comunicación, con contenidos críticos y emancipadores, que vindica o expone
nociones populares y ciudadanas; se le reconoce como un espacio diferente a los
medios públicos y privados. El trabajo revisa los antecedentes de la
comunicación comunitaria y/o alternativa, hace precisiones sobre las
definiciones teóricas que son necesarias y que están en desarrollo y en debate,
discute sobre el uso del espectro radioeléctrico y sobre las demandas de este
momento, que solicitan la modificación del marco legal que garantice la
presencia y actuación de los medios comunitarios.
Antecedentes. De la comunicación dominadora a la democrática Los medios
comunitarios constituyen una novedad. En los últimos años han adquirido
notoriedad y se levantan como una opción favorable para fomentar la identidad
y la diversidad cultural, y para dotar de un sentido diferente el esfuerzo
comunicacional que se ejecuta. Todo eso en medio de retos y también
incoherencias y contradicciones que aquí intentaremos resumir. Cuando se
revisa la experiencia acumulada se encuentran omisiones, errores y
distorsiones que es preciso detectar, ubicar, criticar y corregir, para que esta
comunicación comunitaria cumpla su cometido y se libre de perversiones. Pero
sin duda, un dato cierto es que en Venezuela estos medios han venido ganando
presencia, han ido germinando en barrios, urbanizaciones y comunidades y
forman parte del inventario de opciones comunicacionales. Lo que se denomina
comunicación comunitaria tiene su origen en los movimientos sociales y
políticos de los años 70 y 80. Desde entonces pueden ubicarse intentos y
propuestas que buscaban alimentar y hacer posible la acción comunicacional y
periodística desde la óptica popular y ciudadana. El término comunitario se
emplea para señalar e identificar diferentes procesos comunicacionales que se
originan y justifican por la labor que cumplen las organizaciones populares y,
por tanto, no forman parte del ámbito de los medios comerciales privados, ni de
los medios estatales o gubernamentales, reconociendo desde luego las
interconexiones con estos campos. En esas décadas citadas, el esfuerzo
comunitario se concentraba en el medio impreso. El periódico impreso resumía
una iniciativa más estable y permanente, promovida en los barrios por
movimientos cristianos de base, la Juventud Obrera Católica (JOC) que lo hacía
en fábricas y empresas, y organizaciones populares, en su mayoría de
inspiración partidista de izquierda, que promovían sus periódicos en barrios y
empresas. El periódico impreso iba más allá de la hoja volante ocasional,
espontánea y a veces clandestina, siempre para exponer quejas y demandas
sociales, para reflejar la vida de la comunidad y para intentar una especie de
pedagogía popular y difundir propuestas políticas. Estos periódicos eran
impresos en multígrafos e incluso empleando la técnica de la serigrafía (en
batea o bastidor), papel bond, tamaño dieciseisavo, en la mayoría de los casos.
Dos autores que promovieron este tipo de acción fueron Paulo Freire, brasileño,
y Mario Kaplún, argentino-uruguayo. De Kaplún circuló ampliamente El
comunicador popular (1985), en el que defendió una noción diferente de
comunicación. En ese texto compara la comunicación dominadora sustentada
en el monólogo, el poder vertical y unidireccional, monopolizada por pocos, con
la comunicación democrática que propicia el diálogo, el ejercicio comunitario,
horizontal, de doble vía, participativa, que expone el sentimiento de la mayoría.
Resume que hay una noción de comunicación que la reduce a la transmisión de
información y que es distinta de la noción u opción que se propone una sociedad
construida como una comunidad democrática. Freire fue un crítico radical de la
concepción bancaria de la educación, que concentra el acto de enseñar en el
educador y relega al educando o educado; el primero habla, el segundo escucha;
el primero supuestamente sabe y el otro sólo aprende; el primero es el sujeto y
el segundo el objeto. Freire defendió la idea de la participación como
posibilidad educadora y comunicativa para la liberación del ser humano. Frente
al monólogo propone el diálogo, como opción que hace posible el cambio y la
emancipación.
Estos autores, merecen ser mencionados porque se propusieron sistematizar
una propuesta que colocaba a la comunicación popular en un rol principal o
protagónico. Levantaron una opción cuestionadora de los métodos
tradicionales y mostraron una comunicación distinta, con contenidos críticos,
diferentes, retadores. No obstante, el debate es de vieja data. La revisión crítica
de la comunicación encuentra un hito relevante en la investigación que se
adelantó desde la Escuela de Frankfurt. En vista del desarrollo que se
inauguraba para la comunicación masiva en la década de los años 30 del siglo
pasado, los investigadores del Instituto de Investigaciones Sociales de la
Universidad de Frankfurt, en Alemania, acuñaron la categoría de industria
cultural en un intento por describir el fenómeno de los medios masivos. Para
esta escuela el pensamiento crítico sobre los medios fue preciso y contundente:
No tienen ya más necesidad de hacerse pasar por arte. La verdad de que no son
más que negocios les sirve de ideología (…) se autodefinen como industrias y las
cifras publicadas de las rentas de sus directores generales quitan toda duda
respecto a la necesidad social de sus productos (Horkheimer y Adorno, 1992:
178). Estos autores explicaron que se quería justificar la existencia de dicha
industria cultural presentándola en términos tecnológicos. Pero no se dice que
el ambiente en el que la técnica conquista tanto poder sobre la sociedad es el
poder de los económicamente más fuertes sobre la sociedad misma. La
racionalidad técnica es hoy la racionalidad del dominio mismo (Horkheimer y
Adorno, 1992: 178).
Ludovico Silva trabajó y demostró la hipótesis de que: (…) así como en el taller
de la producción material capitalista se produce como ingrediente específico la
plusvalía, así también en el taller de la producción espiritual dentro del
capitalismo se produce una plusvalía ideológica, cuya finalidad es la de
fortalecer y enriquecer el capital ideológico del capitalismo (Silva, 1975: 190).
Esa plusvalía ideológica se genera y se reproduce en los medios masivos, taller
espiritual por excelencia que refleja las relaciones materiales de producción,
siguiendo con la metáfora de Silva. Dicho de otro modo, las condiciones que
hacen propicia la dominación encuentran su sustento en el aparato de
comunicaciones masivas y en la industria cultural, que difunden los mensajes y
valores del capitalismo. La comunicación comunitaria como espacio con
características propias En tiempos más recientes esa otra comunicación se abre
campo, golpe a golpe; verso a verso, según el poema-canción de Joan Manuel
Serrat. En Europa se le ha reconocido. En un estudio presentado en el
Parlamento Europeo (2007) titulado El Estado de los medios comunitarios en la
Unión Europea, se advierte sobre la importancia del reconocimiento legal de los
medios comunitarios. La investigación muestra que el reconocimiento de dicho
status legal hace posible que las organizaciones de los medios comunitarios se
comprometan con las reglas de las autoridades regulatorias, asociarse con otras
organizaciones, establecer alianzas, así como también contar con anunciantes,
lo cual contribuye a su sostenimiento y crecimiento. La Declaración de
Principios de Ginebra de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información
(2003), declaró la necesidad de “fomentar la diversidad de regímenes de
propiedad de los medios de comunicación” y la Convención sobre Diversidad
Cultural de la Unesco (2005) establece que los Estados tienen la obligación y el
derecho de “adoptar medidas para promover la diversidad de los medios de
comunicación social”. Todavía hay más datos que podemos añadir en relación
con los comunitarios. En septiembre de 1986 Francia, en la ley 86- 1067,
reconoce los tres sectores a los que denomina como público, privado comercial
y privado asociativo no comercial. Irlanda también reconoce estos tres sectores,
en la Broadcasting Act de 2001. El Reino Unido reconoce el ámbito comunitario
a partir de la aprobación de la Ley de Comunicaciones de 2003. Australia
también reconoce en su Radiocommunications Act de 1992 los servicios de
radiodifusión nacional (estatal), comercial y comunitaria y resalta entre los
objetivos de la ley la necesidad de promover la diversidad en los servicios de
radiodifusión. En Argentina, la nueva Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual (2009) incluye tres (3) tipos de prestadores: de gestión estatal,
gestión privada con fines de lucro y gestión privada sin fines de lucro. Es decir,
ubica tres franjas en la actividad radiodifusora. Todavía no dice nada de la radio
y la televisión comunitaria o no lo dice de manera directa. En cambio, en
Uruguay durante el gobierno de Tabaré Vásquez, en 2007, se aprobó la Ley de
Servicio de Radiodifusión Comunitaria que se propone garantizar y promover el
servicio de radiodifusión comunitaria, garantizando la administración
democrática del espectro radioeléctrico. En la actualidad, en Uruguay se discute
un proyecto de Ley de Comunicación Audiovisual que reconoce una diversidad
de tipos de propiedad de los medios de comunicación y, en especial, de tres
sectores, definidos como comerciales, públicos y comunitarios. Divide el
espectro radioeléctrico en tres franjas, en partes iguales. En Bolivia, en julio de
2011, se aprobó la Ley General de Telecomunicaciones, Tecnologías de
Información y Comunicación que establece en su artículo 10 que la distribución
de frecuencias para el servicio de radiodifusión en frecuencia modulada y
televisión analógica, se sujetará a lo siguiente: 1. Estado, hasta el treinta y tres
por ciento. 2. Comercial, hasta el treinta y tres por ciento. 3. Social comunitario,
hasta el diecisiete por ciento. 4. Pueblos indígena originario campesinos, y las
comunidades interculturales y afrobolivianas hasta el diecisiete por ciento. En
Venezuela, la comunicación comunitaria se ha venido desarrollando y ya
constituye una referencia necesaria. Radios, televisoras, impresos y
cybermedios son parte del paisaje y de la realidad comunicacional. Un buen
trecho se ha recorrido y hoy día el aporte del mundo comunicacional
comunitario resulta imprescindible para adelantar acciones políticas
ciudadanas que se propongan el cambio social y la transformación del país.
En los últimos años la denominación más común es la de medios comunitarios y
la de comunicación comunitaria. La definición de comunicación alternativa, más
usada en los años 70 y 80, ha ido quedando en desuso. La clasificación de
populartiene algunos defensores en la actualidad.
El tejido social comunitario Esta comunicación comunitaria también se le
denomina alternativa, participativa, horizontal, dialógica, popular y radical.
Todas esas categorías están implicadas. Depende de las nociones políticas, del
lugar, de la comunidad y de las prácticas en desarrollo. La clave de su
constitución está en que es la expresión de las luchas populares por mejores
condiciones de vida, por ganar una mayor participación política y social, por
superar la comunicación que quiere vender mercancías y que necesita de
consumidores, por hacer posible una acción comunicacional que se exprese en
la construcción de ciudadanía. Representa opciones diferentes en la
comunicación, con contenidos críticos y emancipadores, y asume las nociones
populares y ciudadanas. En los últimos años la denominación más común es la
de medios comunitarios y la de comunicación comunitaria. La definición de
comunicación alternativa, más usada en los años 70 y 80, ha ido quedando en
desuso. La clasificación de popular tiene algunos defensores en la actualidad.
Las palabras no son neutras, ni permanecen en vano. Cuando se nombra algo se
le otorga una categoría, una definición, vinculándolo con los conceptos, los
prejuicios y los valores que nos acompañan o nos pertenecen. No es lo mismo
decir niño que menor. Niño remite a los derechos del niño, en cambio la palabra
menor tiene una connotación o sesgo jurídico. No es lo mismo decir comunidad
que decir sociedad. Comunidad remite a lo que se comparte y se vive en común,
de manera próxima. Comunidad hace referencia a intereses comunes, a
problemas similares, al intercambio y a la vida y la suerte que se comparte o se
convive. Sociedad, en cambio, refiere algo más genérico o distante. Stuart Hall
(2003) se refiere a las comunidades étnico-culturales como sinónimo de
resistencia, de oposición o alternativa al poder hegemónico de las grandes
corporaciones transnacionales; pero también donde se produce una identidad
como grupo. Bauman (2003) dice que la comunidad es necesaria porque es
fuente de seguridad identitaria; es el lugar donde los individuos comparten
intereses comunes, bienes simbólicos, valores y prácticas similares. Este autor
distingue entre comunidad y gueto. La comunidad integra, el gueto desintegra y
no es un vivero de sentimientos comunitarios. Para Bauman (2003:67) el gueto
“es un laboratorio de desintegración social, de atomización y anomia”. En
Venezuela, la experiencia muestra que la noción de comunidad se concreta o se
materializa en una serie de vínculos y relaciones que dan lugar al tejido social
que hace posible el surgimiento de diversas formas de lucha y de organización.
En el barrio, la comunidad se hace manifiesta en consejos comunales,
comisiones para gestionar servicios públicos, grupos y asociaciones de padres y
representantes, organizaciones provivienda, grupos religiosos, asociaciones y
clubes juveniles, periódicos, radios y televisoras comunitarias, entre otras.
Desde la experiencia cristiana, Pedro Trigo (2004: 21) relata que: (…) han
brotado en nuestros barrios lo que a nivel latinoamericano se conoce con el
nombre de Comunidades Eclesiales de Base, que entre nosotros reciben muchos
nombres o son frecuentemente una realidad sin nombre o con el nombre
genérico, pero que siento que es el que más les cuadra, de comunidad cristiana
o simplemente ‘la comunidad’. Si bien esta es una experiencia específica, sirve
como muestra de lo que ocurre en el mundo comunitario. Como resultado de las
relaciones que se tejen surgen formas comunitarias u organizaciones sociales
que propician la integración, la identidad, la lealtad, el afecto, que hace posible
buscar alternativas frente a los problemas y construir ciudadanía. Añade Trigo
(2004: 21-22):
(…) en estas organizaciones de barrio participan andinos, orientales,
barloventeños y personas venidas de otros lugares, y sin dejar de ser lo que
eran, van rehaciendo su identidad en la medida en que el encuentro con los
demás se va volviendo más decisivo por el estilo genuinamente democrático,
procesual y libre, y por estar orientado a la vida concreta, genuina y digna. En
Maracaibo resulta útil mostrar la historia del barrio Buena Vista, parroquia
Cacique Mara. Como cualquier otra comunidad tiene sus orígenes en una
invasión de los terrenos de un hato. De modo que primero se improvisaron
ranchos precarios hasta que poco a poco fue quedando. Una de sus primeras
luchas fue por construir una escuela. Con esa finalidad surgió una primera
forma de organización. Su meta inmediata era la escuela. Una vez alcanzado ese
logro vinieron otras reivindicaciones: las calles, la electricidad, el agua y así
sucesivamente. En la actualidad ya es un barrio estable con servicios. Pero es
digno de resaltar que en su proceso de consolidación fue clave que la gente se
movilizara y se organizara. Un aporte relevante en toda esa etapa de edificación
del barrio y de construcción lo hizo el periódico El Populacho, un periódico
comunitario que circulaba regularmente, cada mes aproximadamente, y
permitió que la gente se reconociera, se organizara y viera los frutos de su lucha
constante. El Populacho era un dieciseisavo que oscilaba entre 12 y 16 páginas.
Incluía publicidad de abastos, ferreterías y hasta una clínica situada en el
barrio. Eso permitía que su impresión se le encomendara a una empresa. El
resultado era un producto con una calidad que superaba la publicación eventual
e improvisada. Su constancia por cerca de cuatro años fructificó y en el barrio
surgieron organizaciones que buscaron mejorar las condiciones de vida. Lo
interesante o curioso es que veinte años después la historia continúa. Aquella
generación fue relevada y en la actualidad en Buena Vista siguen las
organizaciones populares y la comunicación comunitaria. Allí está la sede de
Canal Z, un canal comunitario de televisión, habilitado por Conatel, con
cobertura para casi toda su parroquia. Estas experiencias evidencian que
cuando hay formas de organización popular y de comunicación comunitaria
ocurre un proceso de comunitarización o de generación de comunidad. Lo
contrario es la pasividad, la ausencia de participación y la incomunicación, todo
lo cual redunda en contra de la vida en comunidad, de la puesta en común. En
lugar de comunidad se produce fragmentación y desintegración social. En lugar
de vivir se sobrevive; se vive una situación límite de falta de socialización, lo
cual se traduce en inseguridad, vida precaria y anomia
Las comunitarias en el escenario Importantes transformaciones se han
producido en el microcosmos de las organizaciones populares en Venezuela. El
contraste es necesario. En las décadas de los años 70, 80 y principios de los 90,
muchas de las iniciativas populares eran canalizadas a través de AD y COPEI, el
bipartidismo que gobernó en Venezuela entre 1958 y 1998. Las organizaciones
sociales eran inexistentes o apéndices de aquellos. Eran domesticadas por vía
del consenso o reprimidas, si fuera el caso. En ese marco, el asistencialismo o
paternalismo del Estado surge y crece; aparece como la forma natural y lógica
de esperar del Estado alguna acción benéfica. El clientelismo es una manera de
disfrazar la participación y generar una cultura de pasividad y de dependencia.
Este esquema entrena a la población para la no participación y el ejercicio no
ciudadano. La participación era gestionada o controlada desde arriba, desde
cualquier forma de poder. Imperaba la lógica de la racionalidad instrumental
que convierte la participación en un instrumento para alcanzar determinados
fines. Este es el enfoque liberal de la participación que se reduce a la
democracia representativa. Los cambios sociales y políticos son asumidos desde
el discurso de los gobernantes. La iniciativa popular queda borrada. Un ejemplo
a la mano, en Venezuela, es el de la creación de la Comisión Presidencial para la
Reforma del Estado (Copre), en 1984, durante el gobierno del presidente Jaime
Lusinchi. Se buscaba promover un mejor funcionamiento del Estado pero como
acción emprendida desde arriba, sin contenido, ni participación popular. Desde
finales de la década del 90, del siglo pasado, han empezado a ocurrir una serie
de cambios. Su lectura crítica y diversa de lo que ocurre es necesaria para
construir una justa interpretación. Una serie de cambios han ido ocurriendo. El
15 de diciembre de 1999, se aprueba mediante referéndum la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela. Con la Constituyente se recupera el debate
sobre los contenidos y significados de la democracia y de la participación
ciudadana. Se propone una nueva visión que supone la creación de un Estado
con justicia social, democracia participativa y protagónica. En 2002 se
aprobaron la Ley de los Consejos Locales de Planificación Pública¹ y la Ley de
los Consejos Estadales de Planificación y Coordinación de Políticas Públicas². En
2005 se aprobó la Ley Orgánica del Poder Público Municipal³ que viene a
sustituir la Ley Orgánica de Régimen Municipal de junio de 1989. Con esta ley se
introduce la noción de contraloría social y se establece que la ciudadanía puede
organizarse en contralorías sociales para ejercer el monitoreo, vigilancia y
crítica del gobierno local. En 2006 se aprueba la Ley de los Consejos Comunales.
Allí se define a estos consejos, en su artículo 2, como: (…) instancias de
participación, articulación e integración entre las diversas organizaciones
comunitarias, grupos sociales y los ciudadanos y ciudadanas, que permiten al
pueblo organizado ejercer directamente la gestión de las políticas públicas y
proyectos orientados a responder a las necesidades y aspiraciones de las
comunidades en la construcción de una sociedad de equidad y justicia social.
(Ley de los Consejos Comunales, 2006) Estos cambios sociales y políticos han
generado un clima diferente, más propicio para la participación. Como
consecuencia de ello, en el arqueo mediático realizado a la prensa venezolana
(Villalobos y Rosillón, 2010) aparecen un conjunto de organizaciones populares
actuales, entre ellas, en primer lugar los consejos comunales y luego las
cooperativas, los comités de usuarios de diferentes servicios públicos, los
sindicatos, las fundaciones y un número amplio de organizaciones: asociación
de vecinos, asociación civil, frente, bloque, contraloría social, alianza, junta
administrativa, red, ONG, activistas, directiva, sociedad, colegio, productores,
jóvenes, docentes, estudiantes, iglesia, gandoleros y bodegueros. Es significativa
la ausencia en la prensa analizada, de denominaciones legales actuales de
participación en Venezuela como el caso de las mesas técnicas (de agua, de
electricidad, de gas, de vivienda) y los comités de tierra. Este clima de revisión y
de cambios también se expresa en el campo de los medios comunitarios.
Primero porque hay una mayor participación política de la sociedad y un mayor
interés por la iniciativa ciudadana, en cualquier predio, y también porque
nuevas tendencias se han expresado en la comunicación. Estas nuevas
tendencias se pueden resumir en cuatro principales. 1. Se entiende que la
comunicación audiovisual, en cualquiera de sus soportes, resulta una actividad
social de interés público y en la que deben preservarse los derechos
comunicacionales. 2. Se busca garantizar la administración del espectro
radioeléctrico de manera democrática y garantizar la igualdad de
oportunidades. Eso conlleva una revisión y una redistribución de las
frecuencias del espectro radioeléctrico, para evitar la concentración de la
propiedad de los medios. 3. Se desarrolla la idea de que los medios de
comunicación son formadores de sujetos, de diferentes modos de comprensión
de la vida y del mundo y juegan un rol relevante en la construcción de
ciudadanía, por tanto, tienen la exigencia de mostrar los distintos enfoques y
favorecer el debate pleno de las ideas. 4. Se propone generar igualdad de
oportunidades en el acceso y uso de las tecnologías de la información y
comunicación, mediante acciones dirigidas a superar la brecha digital. De todas
ellas, aquí haremos énfasis en la que se refiere a la revisión del espectro
radioeléctrico. Antes se había aceptado como natural la forma como se
conformaba o se repartía. Es decir, había un predominio casi absoluto de
medios privados y una presencia escasa del Estado, que se conformaba con dos
canales nacionales de televisión, uno de ellos sólo con presencia en la capital del
país. La resultante de eso ha sido una elevada concentración de la propiedad
privada sobre los medios y una concentración de las audiencias.
Eso ha sido una elevada concentración de la propiedad privada sobre los
medios y una concentración de las audiencias. Este reparto o distribución del
espectro radioeléctrico se asentaba en la noción de que los medios están para
llevar entretenimiento pero sobre todo para estimular el consumo, como
mecanismo que permite reponer las mercancías que la economía capitalista
requiere. Los medios están para que el consumismo se consuma a la gente, se la
devore. La educación y la cultura quedan relegadas a segundo plano. Se le
consideran espacios aburridos y pesados. El cine, el video y la producción de
programas que expongan una visión autóctona y autónoma son casi
inexistentes. En la última década se ha venido produciendo una revisión del
espectro radioeléctrico. Todavía la presencia de los privados es mayoritaria y
ejercen la mayoría, pero ahora hay una serie de medios públicos o estatales y la
novedad es que aparecen los medios comunitarios. Ya forman parte del paisaje
comunicacional, aunque todavía se les desestime. Algunos de los canales de
televisión comunitarios son: en Distrito Capital, Catia TV y TV Caricuao; en Zulia,
Quijote TV; en municipio Sucre, Canal Z; en Maracaibo, Fundacomez, en
Machiques de Perijá; en Amazonas, Ecológica Cultural Selva; en Anzoátegui,
Somos Visión, en Guanipa, y TV Puerto, en Puerto la Cruz; en Aragua, TV Limón,
Arawakos, Contacto Vecinal TV y Zamora TV; en Mérida, TV Bailadores y
Survisión; en Miranda, TV Petare, Guatopo Televisión Comunitaria, y Tele
Cimarrón. Los datos de Conatel son insuficientes. Se refieren sólo a las
habilitadas y por tanto, hacen uso del espectro electromagnético cumpliendo
con lo establecido en la ley. En el artículo 7 de la Ley de Reforma Parcial de la
Ley Orgánica de Telecomunicaciones (2010) se establece que el espectro
electromagnético es “un bien del dominio público de la República Bolivariana
de Venezuela, para cuyo uso y explotación deberá contarse con la respectiva
concesión, de conformidad con la ley”. Esta reforma parcial de la Ley Orgánica
de Telecomunicaciones (2010) declara: (…) como servicio e interés público el
establecimiento o explotación de redes de telecomunicaciones, la prestación de
servicios de telecomunicaciones entre ellos, radio, televisión y producción
nacional audiovisual, para cuyo ejercicio se requerirá la obtención previa de la
correspondiente habilitación administrativa, concesión o permiso.
El artículo 17 de esa reforma establece que las habilitaciones para el
establecimiento y explotación de redes tendrán un carácter personalísimo, “en
consecuencia, no podrán cederse o enajenarse, ni adquirir o transmitirse por
sucesión, por efecto de los contratos, de la fusión de compañías o por
prescripción”. Un recorrido por el paisaje comunicacional venezolano revela
que entre las comunitarias la mayoría no cuentan con el permiso de Conatel,
bien porque no se lo han propuesto, pero principalmente por las trabas
burocráticas que coloca Conatel. En los hechos se permite que del espectro
electromagnético se haga un uso arbitrario. El estudio de Abreu, Castro,
Plumacher y Reyes (2010) revela que en el municipio Maracaibo, del estado
Zulia, actúan seis radios comunitarias habilitadas por Conatel y 26 no
habilitadas. Para la recolección de estos datos se utilizó la observación directa, a
través de la revisión del dial. Este resultado arroja que en Maracaibo existen 32
emisoras comunitarias de las cuales 26, es decir 81%, lo hace por voluntad
propia. Si sumamos las que actúan con permiso y las que lo hacen a motu
proprio podemos verificar la presencia de los medios comunitarios, con una
importancia tal que se introduce una modificación sustancial en el espectro
radioeléctrico. Este tópico de las habilitaciones es probablemente la mayor
debilidad de las comunitarias. Al no contar con la autorización del Estado
quedan a merced de cualquier decisión que las sanciones o inhabilite. La ley de
telecomunicaciones vigente fija un lapso de 45 días continuos para que la
Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) determine si una solicitud
cumple o no con los requisitos de forma y de fondo, pero son muchos los medios
comunitarios que no reciben una respuesta oportuna. Esto hace que aparezca la
inercia y que haya medios que operen asumiendo el riesgo de ser declarados
ilegales, en cualquier momento. Este aparente dejar, dejar pasar hace posible
que surjan medios que no están sometidos a las regulaciones establecidas y
hagan una comunicación más próxima de la actividad mercantil y alejada de los
propósitos comunitarios. En ausencia de reglas precisas, se registra una
diversidad de medios comunitarios que va desde aquellos comprometidos con
la comunidad, interesados en promover valores democráticos y ciudadanos,
hasta los que buscan refugiarse en este campo pero en verdad responden a
otros intereses, que pueden ser comerciales y de proselitismo religioso o
partidista. Nuevas definiciones y precisiones En Venezuela se promulgó el
Reglamento de radiodifusión sonora y televisión abierta comunitaria de
servicio público (2002). Allí se establece, en su artículo 1: (…) los requisitos, las
características, las limitaciones y las obligaciones de los servicios de
radiodifusión sonora comunitaria y televisión abierta comunitaria, así como la
forma y condiciones de otorgamiento de las habilitaciones administrativas y
concesiones. El reglamento apareció en un escenario de politización del país y
de dinamismo para las organizaciones populares, después de la derrota al golpe
de Estado del 11 de abril de 2002. Diez años después, el balance que puede
hacerse de este instrumento legal revela que ha permitido la promoción de la
comunicación comunitaria. En razón del nuevo momento político que comienza
desde principios de la década y de la oportunidad ofrecida por el reglamento,
las comunitarias se han multiplicado. Diez años después la situación se ha
modificado sustancialmente en forma cualitativa y cuantitativa. Algunos tópicos
requieren nuevas definiciones: las habilitaciones y concesiones, la zona de
cobertura de las comunitarias, el financiamiento, la programación y la
participación de la comunidad. Los cambios que ahora demanda la nueva
realidad comunicacional venezolana tienden a expresarse, básicamente, en dos
vertientes; primero: en el interés por la democratización del espectro
radioeléctrico, para ampliar el espacio para las comunitarias y para
democratizar la palabra y la comunicación. Segundo: evaluar, criticar, corregir y
mejorar los contenidos que se exponen y difunden a través de los medios, lo
cual tiene plena vigencia también para los medios comunitarios. Ese debate
incluye, desde luego, a todos los medios para verificar cómo se propicia una
subjetividad que en lugar de contribuir a la generación de ciudadanía tiende a
propiciar el consumismo. Ambas vertientes o variables son relevantes. La
investigación en comunicación en América Latina ha puesto de relieve el nudo
conflictivo que representa la concentración de la propiedad sobre los medios y
desde luego sobre las frecuencias del espectro radioeléctrico, lo cual redunda
en una concentración de la audiencia. Por tanto, el problema no es sólo el
contenido de lo que se ofrece sino también el acceso a los canales para
transmitir, y sin una democratización de ese espacio o espectro no puede
alcanzarse una apertura diversa de los medios, canales, mensajes y voceros. La
revisión del espectro radioeléctrico requiere de una mirada diferente, sujeta al
nuevo contexto que se deriva de los cambios tecnológicos. Atrás quedan 60 años
de utilización del sistema analógico de transmisión. Con el uso de la señal digital
se tiende hacia un uso más eficiente del espectro radioeléctrico. Se amplían los
recursos técnicos disponibles, lo cual se traducirá en más canales y en una
mejor calidad. En Venezuela, desde junio de 2011 comenzó la transición hacia el
nuevo sistema de Televisión Digital Terrestre (TDT), que adquirió el Gobierno
siguiendo el modelo japonés, con cambios introducidos por Brasil. Actualmente
el mercado se lo disputan los modelos generados en Estados Unidos, Europa,
China y Japón. El modelo asumido por Venezuela permite una mayor capacidad
de canales, en comparación con el analógico. Esta es una nueva realidad que
está al alcance de la mano y que abre otras posibilidades de uso del espectro
radioeléctrico, tanto para las comunitarias como para el conjunto de los medios
audiovisuales. Pero más allá de las especificaciones técnicas el problema se
concentra en los criterios que se adopten para propiciar la democratización de
la comunicación. Es decir, la razón técnica puede estar al servicio de una visión
política que se proponga superar la concentración del uso de las opciones que
ofrece el espectro radioeléctrico. En Venezuela existe una arquitectura legal
relacionada con la comunicación. De tal manera que pueden mencionarse la Ley
de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos aprobada
en 2010; Ley de Telecomunicaciones, reformada en 2010; la Ley de Ejercicio del
Periodismo, la Ley sobre el Derecho de Autor, aprobada en 1993; y Ley Especial
contra los Delitos Informáticos. En la Constitución nacional se incluyen artículos
específicos para el ámbito de la comunicación. Es el caso de los artículos 57, que
consagra la libertad de expresión, y el 58 que fija el derecho de réplica y de
rectificación. Además, está lo incluido en la Ley Orgánica de Educación y en la
Ley para la Protección del Niño y el Adolescente (Lopna). No obstante todas
estas garantías y opciones, hace falta una ley que abra paso a los medios
comunitarios y que supere el reglamento actual. De allí que en este momento se
abogue por una ley para los medios comunitarios que incorpore un conjunto de
medidas favorables para estos en cuanto a los principios que los sustentan, su
financiamiento, la cobertura, la publicidad y, sobre todo, garantizarse un
espacio en el espacio radioeléctrico
Conclusiones: Aunque no siempre se les reconoce su verdadera importancia, los
medios comunitarios constituyen uno de los hechos más relevantes en el
escenario comunicacional actual venezolano. Su presencia, estimulada por la
multiplicación de las organizaciones populares, amplía las opciones y
posibilidades del ejercicio político y de la participación ciudadana. Así mismo,
los derechos comunicacionales consagrados constitucionalmente y que
favorecen el proceso de cambio social se hacen efectivos a través de la
comunicación comunitaria, porque favorece el acceso, el diálogo, la denuncia y
el debate público. La comunicación comunitaria favorece la inclusión social en
la medida que se puede participar, haciendo uso de la palabra, por distintas
vías; informando, opinando y proponiendo una interpretación propia, desde la
óptica de la comunidad. Es una alternativa, un campo autónomo a los medios
privados, públicos o estatales. Ya tienen una presencia es el escenario
comunicacional venezolano en radios y televisoras comunitarias, impresos y
medios digitales. Ahora nuevos retos y demandas surgen. Falta un inventario
completo sobre su existencia, de las habilitadas y de las que actúan por su
cuenta, de las tendencias actuales, sobre el uso del espacio electromagnético, de
la relación con la empresa privada y con el Estado; urgen redefiniciones sobre la
cobertura de los comunitarios, sobre el financiamiento y la participación
ciudadana. En parte, estas respuestas suponen la creación de una ley sobre
medios comunitarios, pero desde luego no todo se agota en el campo legal. Las
precisiones y definiciones más importantes están situadas en las nociones
políticas que acompañen el ejercicio comunicacional comunitario. Finalmente,
en materia de investigación en este campo, quedan abiertas una serie de líneas
que requieren de estudios de casos para mostrar experiencias, avances y
debilidades; que contribuyan con la formación de los promotores, participantes
y colaboradores de los medios comunitarios, propiciando redes para favorecer
el crecimiento y fortalecimiento de éstos.
Autor: ORLANDO VILLALOBOS FINOL Profesor de la Universidad del Zulia (LUZ).
Investigador del Centro de Investigación de la Comunicación y la Información
(CICI) de la Universidad del Zulia.
Año: 2011
Pais: Venezuela
Localizacion: Comunicación: estudios venezolanos de comunicación, ISSN 0798-
1856, Nº. 156 (Cuarto trimestre), 2011 (Ejemplar dedicado a:
Fracturas), págs. 39-45
Analisis
Los medios de comunicaion comunitarios son