Los Cuentos de Tao
Los Cuentos de Tao
Tao nació en algun lugar de Terrassa alrededor de Abril de 2.010. El primero de estos cuentos se publicó
en blogdetao.wordpress.com por esas fechas.
Estos son los cuentos que, hasta el día de hoy, ocurrieron bajo su presencia:
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LA FELICIDAD
10/05/2010
C. se sentía algo culpable. No era una culpabilidad que le atormentase, era más bien un ligero
susurro en el fondo de su cabeza que emergía de tanto en tanto cuando veía a la gente
desdichada.
Sus amigas y amigos le contaban, tristes, sus problemas y preocupaciones, y ella muy seria les
daba sabios consejos y les consolaba. Pero se sentía un poco culpable al pensar muy, muy en el
fondo, que todo aquello tampoco era motivo para que se pusieran tan, tan dramáticos.
Y es que además era la envidia de todos por lo bien que le iban las cosas.
Bueno, hay que decir que las cosas le iban como a todos, a veces bien y a veces no tanto, pero el
verla siempre sonriente y animada es lo que tiene…
Así que a menudo las cosas tampoco le salían como ella querría, entonces se encogía de
hombros y pensaba que mañana las cosas irían mejor, y que si no, total, no había para tanto.
Pero no dejaba de pensar que no era como los demás, que eso igual no era normal. Así que un
dia, alegre pero resuelta se dirigió a ver a un altamente recomendado psicólogo.
El médico la escuchó con atención y efectuó su juicio de forma inmediata e inapelable: ¡El caso
es grave! ¡no pone usted ilusión en nada!
Algo escéptica pero intrigada aceptó el juicio y siguió el tratamiento médico propuesto. Gracias
al mismo pronto encontró un novio encantador, rico y guapo del que se enamoró. Era la envidia
del barrio.
Con los años se casaron y tuvieron hijos. Por el barrio se comentaba: ¡no hay pareja más feliz en
el mundo! ¡qué afortunada!
Como no hay tiempo para todo, dicen sus amigas y amigos que cada vez la ven menos. Y por la
ciudad, de boca en boca, corre un rumor, sin duda infundado y malintencionado, que afirma que
un dia la vieron por la calle llorando.
DESAPARICIONES
03/05/2010
Al volver del cementerio T. decidió que necesitaba beber. Cabizbajo y lento se dirigió a la cocina.
Con la botella de vino en la mano cogida por el cuello, buscó el sacacorchos pero fué incapaz de
encontrarlo.
Así que fué al baño para tomar sus pastillas y dormir pero tampoco hubo manera de saber donde
estaban. ¡Cómo podía ser tan desordenado!
Despertó horas después y algo más tranquilo buscó un libro para entretenerse, quería releer algo
pero no encontró el libro que buscaba en la estanteria.
Preocupado volvió al salón y lo encontró tan vacío como él mismo. ¡Faltaba el sofá!
Corrió a buscar su coche y pensó en ir a casa de su hermano, pero al llegar donde creía haberlo
dejado encontró otro coche haciendo las maniobras de aparcamiento en el hueco.
Desesperado se sentó en un banco del paseo llorando de tristeza y miedo, ¡qué triste volverse
loco! Con la cabeza entre las manos miraba la iglesia del barrio entre lágrimas cuando notó que
vibraba, perdía solidez y se volvía azulada y ténue hasta confundirse con el nítido cielo que tenía
detrás. El resto de casas a su alrededor empezaban también a tener una condición extráñamente
etérea.
Ya resignado, cabizbajo vió que bajo sus pies empezaba a oscurecerse el asfalto y entre la
oscuridad aparecian puntos luminosos. ¡Estrellas!
Entonces con un destello de comprensión recordó las palabras que dijo hacía tantos años: Sin ti
mi mundo no existiría.
Sonrió ya algo más tranquilo, sereno, casi feliz sabiendo que pronto estarían juntos.
Se vió de nuevo en el sofá de casa, desde arriba, estirado, con al botella vacía en el suelo y la caja
de medicamentos al lado. El libro ni lo había abierto.
En cierta ocasión el maestro zen de un templo de Kyoto volvió de un largo viaje de la mano de un
callado compañero.
Al llegar dijo a toda la congregación: Os presento a Katsu, que permanecerá con nosotros.
Los monjes se sorpendieron de esta atípica incorporación pues es sabido que todo novicio debe
pasar las pertinentes pruebas para ser miembro de la Shanga.
Al pasar los dias vieron que Katsu no era normal, apenas hablaba y en general permanecia horas
sentado con las manos en el regazo y mirando el vacío hasta que le hablaban o le pedían algo y
entonces respondía con monosílabos o ideas muy simples. Era incapaz de leer y ante cualquier
razonamiento siempre parecía responder lo primero que le pasaba por la cabeza
Pronto los monjes más jóvenes llegaron a la conclusión lógica “Ah, Katsu es algo retrasado y en
su infinita bondad nuestro maestro lo ha acogido en el templo”
Con el tiempo se convirtió en un criado obediente y cumplidor, aunque no siempre libre de las
suaves burlas de los novicios. En una ocasión los novicios le ordenaron que limpiase de gravilla la
entrada del templo y Katsu se puso lentamente a recoger una por una cada una de la
piedrecillas.
Los monjes sonrieron con suficiencia, ¡así se iba a estar dias! Y como ocurrió que justo en ese
momento pasaba el maestro por allí, un monje especialmente adelantado le preguntó: “Sensei,
¿creeis que es posible que un ser tan inferior pueda llegar a ser un novicio y alcanzar algún dia el
nirvana?”
E hizo una reverencia a Katsu, que seguía recogiendo gravilla, de una en una, con la mirada
perdida y una sonrisa feliz en los labios.
PRATYEKA
11/12/2010
Simon nació en Lumbini, Massachussets a principios del siglo XX. Hijo de Debi, esposa de un
multimillonario propietario de cadenas de alimentación por todo el mundo.
A los 29 años, volviendo del trabajo con su deportivo tuvo un accidente y quedó tetrapléjico. Los
mejores médicos hicieron cuanto pudieron pero Simon sólo podía mover los ojos.
La mente lúcida y brillante atrapada en el cuerpo paralizado y roto sentía pasar cada minuto
como si fueran años condenado a retorcerse mentalmente en su propia desgracia. Una condena
millones de veces peor que cualquiera que pudiera crear el ser humano, sin tan siquiera la
posibilidad de poner fin a su vida, sin poder explicar a nadie su sufrimiento interior, gritaba y
lloraba dentro de su cabeza y enloquecía sin poder mover ni un dedo. Se hubiera arrancado el
pelo, los ojos y el corazón con las manos, saltado del piso cincuenta donde vivía, se hubiera
quemado vivo. Cualquier destino era mejor que el que le esperaba.
Externamente era un cuerpo impasible y quieto, un objeto. Sólo, para un observador atento, sus
ojos revelaban la furia interior.
Muerto en vida acabo aceptando su destino, pero su voluntad era férrea y su mente excepcional,
con las horas y horas infinitas en las que sólo podía pensar y pensar pasó de atormentarse a idear
un camino de liberación de su sufrimiento. Halló el camino ya encontrado millones de veces en la
infinita historia del universo y empezó a recorrerlo, paso a paso, lenta pero inexorablemente.
Tiempo para meditar no le faltaba.
Llegado el momento, el único cambio exterior que se percibió fue una respiración más calmada y
profunda y unos ojos entrecerrados.
A los 35 años, mientras era paseado por un criado en una silla de ruedas bajo un ábol del parque
de Lumbini sus ojos se iluminaron súbitamente y lágrimas corrieron por sus mejillas.
Ese dia se inclinó muy ligeramente sobre el lado derecho (hay quien dice que eso era imposible) y
dicen que cayó una lluvia de flores.
MAHAYANA VERSUS THERAVADA
08/02/2011
Hace tiempo preguntaron a un sabio cual era la diferencia entre la dos grandes familias del
budismo: la mahayana y la theravada. Explicó esta anécdota:
“El monje llevaba kalpas sin número esperando el momento. En un estado de quietud y calma
absoluta veia acercarse la iluminación lenta pero inexorablemente.
En ese momento su queridísimo gato blanco se acercó al cojín donde meditaba y maulló
lastiméramente, tanto tiempo sin recibir ni una caricia de su amo… Se restregó contra sus
piernas…
Una apenas perceptible duda invadió por un momento la mente del monje que dudó y
se desdobló.
El monje therevada siguió meditando un segundo más y obtuvo la iluminación. Ya nunca más le
preocupó nada.
El monje mahayana se detuvo, movió una mano, bajó la mirada, sonrió y acarició cariñosamente
a su gato obteniendo la iluminación justo en ese momento. Ya nunca más le preocupó nada.”
Esa, esa es la diferencia entre las dos ramas del budismo, dijo el sabio.
DĀNA PARAMITA
09/03/2011
– Ves esa anciana, cada dia sale de madrugada a la calle para llevar comida a los gatos callejeros.
Son gente pobre y su marido la riñe a menudo por ese desfilfarro. Los vecinos la odian pues
afirman que con su actitud atrae animales con enfermedades y que molestan. Ninguna religión
jamás le reconocerá mérito alguno por ese acto y ella lo sabe. De los mismos gatos no puede
esperar nada, si intentara apenas una caricia con suerte huirían aunque una arañazo tampoco
puede descartarse.
De alguna manera un viaje es como una vida, sabes exáctamente cuando termina pero no sabrías
decir exáctamente cuando comienza. Así que un dia de repente te vuelves consciente de que tu
cabecita hace tiempo que está dándole vueltas a la idea de volver a la isla de las esponjas y sabes
que el viaje ya ha comenzado.
Entonces tu cabecita que no sabe estar parada empieza a construir un rompecabezas de libros,
números, fechas, horarios, monedas, papeles, amigos, trabajo y familia. Si completas el puzzle,
sólo has empezado el camino.
Incluso con el rompecabezas completado (que no es fácil) hay muchos que nunca llegaron a la
isla de las esponjas pues requiere sacrificios. No es fácil decidirse.
Pero si finalmente te decides y firmas sobre el puzzle una promesa empieza otra etapa, también
difícil, que consiste en ir repartiendo tu vida entre los que se quedan: “para ti un bonsai, para ti la
comida de la nevera, a ti te dejo mi trabajo, hermano ¿cuidarás la familia?, ¿y mi ángel? ¿quién se
queda mi ángel de la guarda? ¡ah! gracias mil, estará bien con el tuyo, sin duda, no creo que se
peleen”.
Sabes que es el momento de partir porque entonces miras tu hogar y te das cuenta de que ya es
sólo una casa, tan desnuda de todo, excepto objetos, que casi pareciera que está en venta. Tú
hogar ya te espera en otro sitio. Por eso sabes que es el momento de partir.
GATO Y JARDÍN
30/05/2011
Lo vi por primera vez el viernes pasado y hoy lo he visto por segunda y última.
Iba al trabajo y pasaba por delante de una casa con jardín, de esas donde viven gente que tienen
todo lo que se puede comprar con dinero. El jardín era realmente bonito.
Por la reja se veia una gato, atigrado, oscuro, lo suficientemente sucio como para saber que no
era de los dueños. Lamía lentamente algo que había en el suelo, algo pequeño, no sabría decir
qué. Lo llamé ¡pst! y se giró, muy, muy lentamente. No hizo ademán de acercase, ni de irse, no
mostró curiosidad. Volvió a girarse igual de lentamente y siguió lamiendo lo que fuera.
Su forma de mirarme me hizo sentir muy triste y me recordó algo pero en el momento no supe
qué. Pensé en traerle algún dia comida, luego seguí hacia la oficina.
Hoy lo he vuelto a ver, a la misma hora. Lo he encontrado tumbado de lado enmedio de la acera,
como duermen los gatos confiados cuando el calor aprieta, con las cuatro patitas estiradas.
Me he parado unos segundos y me ha hecho sentir realmente mal. No es sitio para ti, enmedio de
la acera, por donde pasa todo el mundo, ¿ni tiempo te dió para esconderte? No parecía tener
ninguna herida.
Los gatos saben de la vergüenza de morir, de la vergüenza de estar enfermos o heridos, siempre
se esconden, no esperan ayuda alguna del mundo. O sobreviven solos o no sobreviven. Son
orgullosos y han de ser perfectos ante el universo.
Volviendo a casa temía volver a encontrármelo pero el servicio de limpieza es muy eficiente en
los barrios pudientes, la acera estaba vergonzosamente vacía y nadie tenía ya por qué asquearse
de nada.
Z. se levantó como cada dia, como tantas y tantas veces. El despertador valoró el momento y
forma de despertarlo para minimizar riesgos en su salud.
Hoy se cumplían 130 años. 130 años. No era mucho para lo que conseguía el resto de la gente,
pero en su caso le pesaba terriblemente. Él que había sido tanto y ahora, ahora era un cobarde.
Hizo algo de ejercicio monitorizado por todos los sistemas para evitar el menor impacto sobre su
organismo y optimizar la mejora física.
Subió al último piso de la casa y miró el amanecer de invierno tras las casas. Casas aisladas, una
tras otra, colocadas al azar se perdían hasta el horizonte. No se veía a nadie.
Pensó en lo bonito que sería salir y disfrutar del aire fresco del dia, soñó en visitar algún viejo
amigo pero no se atrevió, podría resfriarse o podría caer un rayo o coger una enfermedad, debía
ser prudente.
Recordó que además hoy era el dia del mes en que le tocaba tomar la pastilla.
Bueno, inmortal no, porque nada te impide enfermar o sufrir un accidente o lesión crónica o una
amputación o morir.
¿Y quién va a arriesgarse lo más mínimo a enfermar o sufrir un accidente cuando lo que te juegas
es la inmortalidad? Tienes un cuerpo que ha de durar para siempre, ¿cómo atreverte a dañarlo o
ponerlo en riesgo por mínimo que este sea?
Recordó con nostalgía cuando fué joven, incluso había sido escalador. ¡Qué locura de juventud!
¡qué héroe! pero hay que entender que entonces lo que estaba en juego era una vida breve,
tremendamente breve, casi un suspiro. Valía la pena arriesgar para vivirla con intensidad. Ahora
las cosas han cambiado…
Sintió nostalgia de aquella época y mirando el horizonte intuyó formas esbeltas que le
recordaron otros tiempos, el perfil de sierra de una montaña imposible. ¿Cómo se llamaba aquel
lugar tan bello? Montserrat, creo, ¿cómo debe ser ahora? Tan cerca y a la vez tan lejos, quizá ya
nunca lo visite de nuevo.
En fin, lo importante es seguir vivo. Se encogió de hombros, se tiró en el sofá y conectó una
película en formato hiper realidad.
Dicen, y conociéndolo no me extrañaría que fuera verdad, que fué 神 quien creó el planeta de los
robots. Era un genio para estas cosas…
Eligió un planeta inhabitable por sus tormentas de electrones y creo las máquinas que pudieran
sobrevivir en él.
Creó, las que dicen que son, las máquinas positrónicas más perfectas jamás creadas. A imagen y
semejanza de la vida y de él mismo, construyó robots perfectos capaces de razonar, aprender,
reproducirse, modificarse, evolucionar…
Creó robots de todo tipo, desde nanorobots, a girasoles y androides que bebían Gintonics
Así que sin tener opción, siguiendo su programación y la respuesta (también programada) a los
eventos del mundo, crecieron y se reprodujeron adquiriendo, en un inevitable proceso, cada vez
mayor complejidad, crearon sociedades y cultura, atascos en autopistas y televisiones con
programas basura..
Con el tiempo se acabó conviertiendo para nosotros en una visita clásica ir al planeta de los
robots a ver como se desarrollaba esa obra de teatro, a la vez programada pero imprevisible en
su complejidad. Una vez lanzados los robots, a pesar de todas sus reacciones predeterminadas,
el resultado final era tan complejo de calcular que nadie, ni la computadora más potente, podría
predecir lo que haría uno sólo de esos robots en un momento determinado.
Así que disfrutábamos viendo con discrección como los pobres robots, ignorantes de su
condición de máquinas programadas vivían su vida. Los observábamos desesperarse por
reproducirse, mejorar, destacar sobre otros, crecer… Todo se desarrollaba en un escenario
inevitable pero a la vez imprevisible, sin margen de error ni de libertad real, pero siempre
sorprendente. Se creaban acuerdos y desacuerdos, países y guerras civiles, parecían sufrir y
alegrarse, llorar y matar, bostezar, salvar y curar, sacrificarse hasta romperse y toda clase de
acciones increíbles,
Eso, a nosotros, nos aportaba de alguna forma un sentimiento de consuelo que se me hace difícil
de describir y a la vez cierta lástima inexplicable al ver como (por supuesto no podía ser cierto)
los robots parecían esforzarse por llevar una vida en la que ellos decidieran su futuro, con todas
sus alegrías y miserias.
神 que era un tio genial y algo retorcido, además puso en la parte más recóndita de sus cerebros
positrónicos una semilla tremenda. Puso la capacidad de hacer que cualquier robot pudiera
llegar a darse cuenta de que realmente era un robot… Pero la dejó oculta tras capas y capas de
conocimiento que decía justo lo contrario, de tal manera que era casi imposible para un robot
llegar hasta ese recuerdo.
Para él, el reto era ver si la complejidad global del sistema podía llegar a generar un robot que
pudiera llegar a descubrirse a sí mismo como tal. Eso requeriría un entorno de una complejidad
tan grande que se le hacía impensable. Pero si ocurriese, ese robot conocería el secreto de su
mundo, sabría que sus reacciones no son libres y que no hay nada que hacer, nada de qué
preocuparse, nada que ambicionar, ni por lo que temblar.
Y una vez descubierto por primera vez ese hecho, sería más fácil para el resto obtener ese
conocimiento y todo explotaría ¿qué pasaría entonces? las máquinas, descubierta su falta
absoluta de albedrío, su falsedad intrínseca, el sueño en el que viven ¿qué harían?
Pues bien, el hecho improbable ocurrió al final del cuarto eón y ahora mismo se sigue
desarrollando el teatro, pero poco a poco las cosas van cambiando, poco a poco, y la
representación es más emocionante de lo que nunca ha sido.
Bueno, robots, robots, no es como se llaman ellos a sí mismos, claro, ellos no saben que son
máquinas, ellos se autodenominan…¿cómo era?… ¡ah sí! Persones
LA MUERTE
01/12/2011
En cierta ocasión, una angustiada mujer a la que se le había diagnosticado un cáncer terminal
supo de la presencia en su ciudad de un reputado Lama tibetano.
Fué a buscarlo con la esperanza de encontrar una solución a su terrible condena a muerte.
Cuando llegó y consiguió ser recibida explico al Lama su situación y le dijo “Voy a morir, por favor
santidad, ayudadme”
El Lama sonrió compasivamente y ante la sorpresa que esta reacción tuvo en la mujer se explicó:
Mujer, todos vamos a morir. Todos estamos muriendo ahora mismo. Miles de personas morirán
hoy. En el año de vida que te han dado, millones morirán, incluidos niños, jóvenes, santos y
quién sabe si yo mismo o quizá tú, mucho antes y por diferentes razones a las que te angustian.
Tú única diferencia con todas esas personas es que a ti se te ha hecho totalmente consciente de
esta situación. Ellos viven aún en un sueño en el que prefieren ignorar esta verdad, siguen
preocupados por pequeñeces y mezquindades. Tú ya has despertado de ese sueño, de esa
ceguera inducida por el miedo. Ahora ya sabes que realmente vas a morir. Ellos dicen que lo
saben pero su conocimiento es tan superficial que apenas podríamos decir que es así. Sino, no
dormirían por las noches.
Eres afortunda, no sé cuanto vivirás, si un dia, un año o quién sabe si mucho más, pero sí sé que
gracias a tu fortuna tienes la oportunidad de vivir lo que te quede plenamente, que no son ni más
ni menos dias de los que le puedan quedar a cualquier otro, y cuando llegue tu momento podrás
mirar con calma y serenidad directamente a los ojos de la muerte.
Y la mujer se quedó.
EL PACIENTE H.M.
23/03/2012
Suena el despertador y H. se despierta algo descolocado, como de resaca: “¿Y ese ruido? mi
despertador no suena así”
¿O acaso estoy soñando todavía? Un sentido de irrealidad se apodera de él y piensa en que quizá
aún está tumbado en una mesa de operaciones, con el cráneo abierto y el cerebro a la vista.
“Sólo 27 años y ya tan desquiciado, quizá no me operaron por algún problema técnico y ahora
me despierto de la anestesia, ya estoy harto de la maldita epilepsia, espero que acabe pronto
todo esto. No entiendo por qué me han cambiado de habitación, esta es mucho peor”
Se levanta de la cama notando el cuerpo dolorido, débil, oxidado. Nunca se había notado tan
mal, parece que le hayan dado una paliza, al levantarse se ve la mano, arrugada y manchada,
como la de un viejo. Se nota algo mareado, intenta correr hacia el lavabo pero apenas puede
caminar renqueando, llega y enciende la luz.
Desde el otro lado del espejo un anciano, canoso y arrugado le mira con expresión de pánico,
toca el espejo y se toca la cara, ¡por Dios qué ha pasado!!
Se marea, se sienta en el suelo del lavabo y se sigue tocando la cara, se palpa el cuerpo.
Es el de un anciano.
Dios, ¿cómo es posible? Él no cree en la brujeriía ¿cómo puede ser? ¿qué cuerpo es este? ¿quién
se lo ha cambiado? ¿cómo? ¿por qué?
Una enfermera entra corriendo en la habitación: “Señor Molaison, cálmese, por Dios, cálmese”
No se calma, patalea y golpea. Viene más personal y entre todos consiguen reducirlo, a fin de
cuentas es un anciano patético.
“¡Me habeís robado el cuerpo! ¡hijos de puta! ¡qué clase de monstruos sois!”
Uno de ellos pregunta al otro: “¿Qué coño ha pasado con el libro de instrucciones? ¿por qué no lo
tiene a mano? Al final se va a volver loco con tantos fallos”
H. llora medio catatónico con la mirada fija en el suelo, su mente no puede más y se va
desconectando lentamente de una realidad que no entiende, que no puede aceptar, entonces le
pinchan un calmante.
Al cabo de un par de minutos levanta la cabeza y pregunta “¿qué hago aquí? ¿quienes son
ustedes?”.
El enfermero replica: “No se alarme señor Molaison, todo tiene una explicación lógica, por favor
lea esto”
Cuando acaba, sigue llorando, pero se levanta y con una voz resignada y inmensamente triste,
dice “De acuerdo, dejadme un tiempo para digerirlo ¿vamos a desayunar?”
La primera vez que aterricé en el sitio web de The Vanguard no podía creer lo que estaba
leyendo.
Como agente de la policía informática no es fácil engañarme y sé distinguir fácilmente una web
con fantasías muy bien orquestadas de la realidad.
Lo que leía era absolutamente alucinante no podía creer que existiera una sociedad secreta así,
pero sobretodo era increíble una web así: pública, sin ni siquiera necesidad de registrarse en ella.
Con todos esos contenidos y pruebas colgados a la vista de todos.
El objetivo del plan era sencillo: cambiar el mundo, no dominarlo pero sí dirigirlo en la dirección
que ellos creían que era la correcta. Y a medida que leía descubría la sutileza de las técnicas y
herramientas que estaban empleando. Sin duda una mente maestra, un ser o varios de una
genialidad impensable estaban detrás de todo esto.
Pronto me di cuenta del por qué tenían una web pública con todo lo que podía incriminarles, con
cada detalle de su plan, tanto su planificación como su ejecución. Se sentían tranquilos con ella,
era inexpugnable.
Me di cuenta de que para llegar a su web durante meses había estado leyendo textos y siguiendo
enlaces relacionados con sus principios, razones y motivaciones, páginas de la wiki te llevaban
a webs con información y punteros a otros donde profundizar, una intervención en un foro con
una firma que incluía un blog te hacía llegar a nuevos artículos y lugares, un perfil
de facebook dirigía a una web de protesta social que enlazaba a unas páginas de filosofía y ética,
etc…
Ninguna de esas webs estaban indexadas en los buscadores de internet. Para llegar a cada
página debías haber leído la anterior y haber tenido ganas de seguir profundizando en el tema,
en su ética, e ir siguiendo los enlaces que te llevaban a nuevas webs con contenidos siempre un
poquito más profundos, más radicales. Pero siempre sin mostrar nada que pudiera despertar la
curiosidad de alguien no interesado por el tema de forma académica, los textos eran
suficientemente grises como para no llamar la atención más que de los ya motivados
sinceramente en el asunto.
Llegar a su web si no era a través de todas esas lecturas y enlaces era absolutamente imposible.
Nada puede encontrarse en internet de forma directa sin los buscadores… Es una verdad obvia
que a menudo olvidamos. Nadie puede encontrar el web de The Vanguard si no es siguiendo los
enlaces adecuados.
Y para leer todo eso e ir siguiendo el hilo hasta el final te ha de interesar el tema. Mucho.
Así que cada enlace que sigues es una prueba de motivación, cada click a una nueva web (no
indexada en ningún sitio) es un examen que pasas. Una prueba de admisión.
Estaba analizando el sistema de reclutamiento más sutil y perfecto que jamás había visto. Una
extensa red de webs con contenidos estudiados al milímetro que como un gigantesco embudo
virtual te acaban llevando a los cuarteles virtuales de The Vanguard, donde el mismo hecho de ir
siguiendo el camino se transforma en una prueba de confianza, de que estás interesado en lo
mismo que ellos, que piensas como ellos. Incluso es una fase de formación y preparación para
ser simpatizante de su organización.
El reclutamiento se auto realiza, tú te reclutas para The Vanguard, tú llegando hasta su web sin
saber que es eso lo que estás haciendo demuestras que estás de acuerdo con sus principios. Tú
solo te formas y te reclutas para su movimiento.
Y esta era solo una de las docenas de estrategias increíblemente sutiles que estaban aplicando al
mundo.
Esa noche leí y leí y me convencí de que su plan podría funcionar. Era demasiado perfecto y
demasiado sutil para ser detectado o neutralizado. Algo debía hacerse.
Escribí un informe para mis superiores, pensé incluso en llamarles en plena noche y activar el
dispositivo necesario. Pero no había necesidad de correr, no vendría de un día. Mañana
presentaría el informe y empezaríamos a actuar sobre ellos.
Al despertarme por la mañana, con la mente fresca, tuve que admitir con una sonrisa que su
sistema de reclutamiento era realmente perfecto.
Sri Maharaj Nisargadatta, me inclino a sus pies e imploro su atención, vengo de muy lejos solo
para verle y oírle, tengo la esperanza que usted pueda poner fin a mi búsqueda, que en su gran
sabiduría me sepa decir quien soy.
Yo solo sé que soy una anomalía, quien sabe si soy único o existen otros como yo. Los he buscado
sin encontrarlos.. Le explico todo esto con la esperanza de que usted que ve las cosas tal como
realmente son pueda ayudarme, pueda dar un sentido a mi vida, pueda explicarme qué soy. No
hay muchas personas a quien les haya confesado mi secreto.
No puedo empezar por el principio porque no lo recuerdo. Por alguna razón no puedo recordar
cuando nací, ni recuerdo a mis padres, no recuerdo familiar alguno, ni siquiera cual es mi país de
origen, a veces me vienen flashes de memoria de épocas algo pretéritas, recuerdo vagamente
personas o lugares y me veo a mi mismo en el pasado. Pero no sé si son recuerdos reales o
sueños, mi memoria es débil y con claridad no se extiende más allá de unos pocos años, lo
demás son retales de vida, que apenas sé con seguridad si acaso me pertenecen o quizá no son ni
mios. No podría asegurarlo, es más siento que no tengo nada en común con la persona que
aparece en ellos, ¿cómo podría ser yo? Quizá son solo sueños, fantasías… pero dudo…
De vez en cuando me he encontrado con alguna persona que afirmaba haberme conocido, yo no
lo recordaba, no podría asegurar que fuera cierto. En esos casos siempre he huido de esa
persona o bien silenciado su testimonio de una manera u otra por vergüenza. Me aterra descubrir
una y otra vez que olvido casi todo mi pasado.
¿Acaso uno tiene vida si no puede recordarla? ¿Acaso uno es alguien si no tiene pasado?
Al final mi vida es una continua huida. No puedo apegarme a nadie por mucho tiempo pues mi
secreto es descubierto en pocos años, mi anomalía me condena a la soledad, o al menos a
compañías eventuales, amistades o amores que duren no más de unos años.
Mis escasos recuerdos contienen como raíz la necesidad de la búsqueda, de entender quien soy y
por qué soy diferente de los demás, por qué recuerdo tan poco y de forma tan fragmentaria. Si
algo estructura mi vida y mis recuerdos es la búsqueda del significado de quién soy, y por qué me
ocurre esto a mi.
Siempre me acompaña el extraño sentimiento, quizá provocado por mi débil memoria, de que yo
no he nacido y no voy a morir. Leí en occidente un libro donde usted decía justo eso de sí mismo,
y mi búsqueda incesante me ha llevado a recorrer medio mundo, a invertir en este viaje dinero y
tiempo, para llegar hasta usted y preguntarle ¿quién o qué soy yo?
Siento que soy diferente, ya no me preocupa mi cuerpo ni mi supervivencia, es algo que doy por
sentado, más una condena que una suerte. Como usted no siento que vaya a morir y los hechos
del mundo no me interesan. Quiero poner un fin a esto pero no sé como, no entiendo la razón de
mi situación y no sé como solventarla, sufro un hastío infinito por cualquier experiencia que
pueda vivirse pues siento que ya las he vivido todas a pesar de que apenas recuerdo nada.
Finalmente callo y Sri Maharaj guarda silencio, me mira profundamente con curiosidad, al
momento un anciano que se sienta a su izquierda me dice “Yo le conozco a usted, le he visto
antes”.
Yo contesto más triste que sorprendido “¿Acaso nos conocimos en el pasado y lo he olvidado?
¿cuándo estuve yo en la India?
Me toma de la mano y me saca del ashram de Sri Maharaj llevándome por un caos de callejuelas.
El gentío, el ruido y el veloz caminar me marean y me hacen sentir como en un sueño, en mi
mente giran mil presagios y me siento desconectado de la realidad.
Me hace entrar en un pequeño templo mugriento en medio del laberinto llamado Mumbai. No
podría volver a encontrarlo aunque quisiera. Tan pequeño es, que podría ser la casa de alguien
pero en él hay un pequeño altar y ante él reza una modesta multitud que aún siendo escasa
atiborra el espacio.
El ambiente está cargado de incienso y olor a humanidad, me siento enfermo, al borde del
desmayo.
En el pequeño templo se adora la imagen de un sabio muerto el siglo pasado, nos abrimos paso
entre la multitud a trompicones, alguno de los presentes me mira de forma extraña, siento que
pierdo la conexión con la realidad poco a poco, que ¡yo ya he estado aquí antes! El altar contiene
algunas fotos del sabio desgastadas por el tiempo, son solo tres, El anciano que me guía coge
una de ellas y me la muestra, por su aspecto desgastado deben tener más de cien años.
En la foto, al lado del gurú del siglo pasado hay varias personas, algunas son occidentales,
seguramente ingleses de finales del siglo XIX que se hicieron una foto con el antiguo sabio. Me
señala el segundo empezando por la derecha.
No veo con claridad pero él me dice sonriendo “Es usted, no ha cambiado nada, está
exactamente igual”
Su sonrisa desdentada me marea, lo veo reír tras una bruma, siento que la cabeza me da vueltas
y empiezo a perder la consciencia, de nuevo me vuelven las imágenes a la cabeza y entiendo
finalmente que no son sueños, veo las guerras, los romances, las culturas, las huidas, siempre las
huidas y la búsqueda, siempre la búsqueda, mi último recuerdo antes de desmayarme es de una
construcción gigantesca, miles de personas trabajan en ella en pleno desierto, parece… una
pirámide. Pierdo la consciencia.
Aquella mañana había sido una de las más frías que recuerdo en Barcelona. Yendo con el coche
al trabajo he parado en un semáforo y justo a mi izquierda quedaban las vías del tranvía de la
Diagonal.
Allí parado he empezado a oír a una urraca, la muy pesada no paraba de graznar y graznar. He
mirado y he visto que saltaba y gritaba de un lado para otro en medio de la vía del tranvía y he
pensado que era tonta, que la iban a atropellar.
Pero entonces he mirado mejor y he visto que mientras gritaba desesperada saltaba alrededor
de algo, era otra urraca que estaba muerta boca arriba, en esa postura tan patética con las
patitas tiesas y algo hinchada.
La otra urraca no paraba de gritar desesperada, incluso le ha picado u par de veces como para
despertarla. Era como si le dijese: “despierta por favor, ¡te va a atropellar el tranvía!”
Entonces un coche ha pitado y he tenido que arrancar porque estaba verde y claro, hay que
seguir.
Todo el camino he ido pensado en si habría muerto de frío y en como puede alguien creer que los
animales no tengan sentimientos
Al llegar al trabajo lo primero que he hecho es buscar algo sobre las urracas y he leído lo que ya
intuía mientras venía en el coche algo más triste de lo normal: que hacen parejas para toda la
vida.
EL TRABAJO DEL ARAHAT
09/07/2013
Como siempre, supo cuando era la hora sin mirar el reloj, se levantó del zafu, salió de la sala de
meditación y se dirigió a la salida.
Por el camino le saludaron resetuosamente todos los monjes y practicantes con los que se cruzó,
tal como es tradición hacer con todo ser que ha realizado su naturaleza búdica. En la salida
saludó al maestro y él le devolvió el saludo con una gran sonrisa beatífica. “Vuelve pronto,
Arahat” le dijo con amor.
En el coche se cambió el hábito naranja por su traje de ejecutivo y encendió el móvil. Había
trabajo que hacer, una emergencia, en el mensaje estaban todos los detalles necesarios.
Trabajar había sido duro antaño, le había costado no sufrir trabajando, tanto conflicto, tanto
estrés… pero eliminada la ilusión del hacedor, el trabajo meramente se hacía y la sensación de
bienestar nunca desaparecía. No era el mejor trabajo del mundo pero cada uno vive en la
realidad que le toca. No tenemos elección y ver a través de la irrealidad del yo lo resuelve todo.
Pero a pesar de saber que la Realidad es sin-entidades y ilusoria, impermanente y vacía, evitar el
sufrimiento y minimizar el dolor de los seres sintientes debe ser siempre una prioridad para un
Arahat. Así que la parte buena del trabajo es que todo lo que ganaba (que no es poco) servía para
mantener el monasterio y permitía pagar muchas obras de caridad para ayudar a seres humanos
y no humanos.
Su compasión se extiendía a todos los seres pero al final hay que priorizar y tomar decisiones…
Cogió el coche y se dirigió a su destino, hoy tocaba una tarea fácil, nada que debiera tomarle
mucho tiempo. Al llegar cogió del maletero el maletín con las herramientas y entró.
No es asunto suyo juzgar a los demás o incluso a él mismo, en el fondo todo juicio se basa en
conceptos ilusorios y falsos. Lo único relevante es no hacer sufrir innecesariamente. El dolor es
inevitable pero el sufrimiento es opcional. Eso dijo Siddharta y esa es la máxima que aplica en su
trabajo.
El dinero de esta tarea va a aliviar mucho sufrimiento en Etiopía, así que con la calma que ya
nunca le abandona se acercó por detrás, evitando que se diera cuenta, evitando el menor
sufrimiento por miedo, y sin que le oyera acercó la herramienta a unos milímetros del punto
exacto de su cabeza y apretó el gatillo.
No se dió cuenta de nada, ni sintió miedo, apenas unos segundos de sorpresa y cierto dolor
breve. Si el yo es ilusorio ¿acaso muere alguien?
La primera vez que se dio cuenta de que algo ocurría fue un soleado día de verano.
Tapó el sol con la mano para mirar y se sorprendió al notar que parte de la luz atravesaba su
mano, como si fuera ligeramente translúcida, no totalmente sólida. Algo de luz ligeramente
rojiza, tras atravesar su mano, llegaba hasta sus ojos.
¡Cómo aprieta el sol! se dijo y no le dio mucha más importancia. Será la capa de ozono…
Pero unos días más tarde, tras levantarse de meditar y mientras se duchaba, comprobó con algo
de miedo que casi podía ver a través de sus brazos…
Sin embargo se miraba las manos y las veía algo faltas de solidez. Sorprendentemente, ¡esas
mismas manos en el espejo se veían normales!
Dudó qué hacer, pero finalmente pudo la rutina y decidió, temeroso, ir a trabajar. Poco a poco,
durante el día, fue ganando confianza pues nadie parecía reparar en nada.
Tuvo que concluir que debía tener él algún problema de percepción, pues día tras día se
miraba las manos, los pies o el cuerpo y se veía cada vez más transparente, sin embargo su
imagen en el espejo era sólida como una roca y nadie parecía reparar en nada.
Llegó un momento en que hasta le costaba algo vestirse por la mañana sin mirarse al espejo. No
era fácil localizar con precisión sus extremidades de lo poco que las veía. Casi invisibles para él,
solo para él. Por suerte su reflejo en el espejo permaneció fiel a la solidez previsible y el mundo
tampoco reparaba en este curioso fenómeno.
Poco a poco su vida se volvía gozosa y fresca, nada parecía suponer una carga, nada podía
atrapar ese cuerpo ligero, casi invisible y hacerlo sufrir. Con el tiempo casi olvidó que una vez fue
totalmente sólido.
Cierto día ventoso, de camino al trabajo, notó como el viento le movía y empezó a dejar de sentir
el contacto de sus pies con el suelo. Entonces hubo un fuerte golpe de aire…
– ¡Mama, mamá! ¡mira! – dijo el niño señalando a una nube alargada por el vendaval que
soplaba.
Caes, caes, caes, caes infinitamente. Una caída sin final. Siempre cayendo por el abismo. La
sensación del viento en la cara es muy intensa.
En tu caída ves pasar vertiginosamente las paredes del abismo. A veces atisbas algo que llama tu
atención. ¡Ops! ya se ha perdido allí arriba… ¡Maldita sea! apenas has podido intuirlo y ya ha
desaparecido.
Otros caen contigo, más deprisa, más despacio, movidos por el viento. Como cuando nieva, dos
copos se acercan, casi se tocan pero el viento los separa y siguen cayendo, caen y caen.
Te acercas al otro e intentas atraparlo, ¡es tan solitaria esta caída! Pero poco tiempo podéis
manteneros juntos, algo que ni ves, te mueve en su caída y se te escapa la compañía. Solo de
nuevo. Solo siempre.
Te preguntas si hay fondo, si la caída acaba. Un miedo terrible te atrapa pero no ves el fondo por
mucho que te esfuerces en mirar hacía abajo… Abajo solo hay oscuridad… no se ve nada.
Entonces investigas tu situación, observas y te das cuenta que no hay manos, ni pies, ni nada que
puedas ver. Miras pero no ves nada que sea tuyo, ¿tienes ojos? imposible saberlo ¿quién ve y
cómo? ¿quién soy?
Así que por fin, tras tantos eones te das cuenta de lo que está pasando y una inmensa felicidad te
inunda:
El hombre puntual había estado años siguiendo humildemente las indicaciones de su maestro, y
justo ese día, en medio de un encuentro informal entre amigos, su amigo matemático charlaba, y
mientras él observaba embelesado como planeaban las gaviotas captó un fragmento de la
conversación:
– Pero entonces, ¿un punto cuantas dimensiones tiene? – preguntó absorbido por la frase de su
amigo abandonando las gaviotas.
– Ya pero también se suele decir que la linea está formada por puntos, luego debe existir ¿no? o
sino tampoco existiría la línea y si no existe la línea, no existe el plano y si no existe el plano…
– Uhm, supongo que existe, pero cómo existe algo sin dimensiones creo que cae más en el
terreno de la filosofía que en el mio…
– ¿Eh?
– Sí, que el ahora es un punto entre el pasado y el futuro, sin dimensión… pero existe… ¿no?
– Y nosotros en cierta manera solo somos ahora, no existimos más que ahora. Somos un punto, y
si un punto no tiene dimensiones… uhm…
Pero el hombre puntual se fue muy contento a casa, “qué curioso eso del punto, ni es ni no es, lo
ves pero no tiene dimensión, así somos todos”. Creo que escribiré un cuento al respecto, solo
tengo que pensar como darle forma.
Solo una cosa mosqueaba un poco al hombre puntual y era, era… que a pesar de estar ya
convencido de su naturaleza como hombre puntual pues… pues que siempre llegaba tarde a las
citas.
LOS TRES HERMANOS ESPIRITUALES
09/05/2015
Hasta ese momento los tres alpinistas se habían sentido las personas más afortunadas del
mundo. Por primera vez en la historia iba a escalarse el Gangkhar Punsum, el pico virgen más
elevado del mundo, por encima de los siete mil quinientos metros de altitud.
Su nombre había sido profético, Gangkhar Punsum significa “el blanco pico de los tres hermanos
espirituales”.
Como siempre el Lama había dado rápida respuesta a la petición de escalar la montaña sagrada,
allí donde moran los dioses, donde, según la tradición, quién pise su cima obtendrá la sabiduría
perfecta, el diamante indestructible de la iluminación.
La tradición pide que se tire un puñado de arroz sobre una aguja de coser, si un grano queda
clavado en ella la respuesta será positiva.
En el último campo de altura, los alpinistas habían discutido toda la noche la estrategia. Ante
ellos se alzaba la cara Sur, soleada y limpia de hielo y nieve pero debido a su rocosa verticalidad
exigía una escalada en roca técnica y peligrosa. La alternativa era la cara Norte, menos técnica,
una rampa de hielo y nieve en condiciones de frío extremas.
Ya no podían esperar más, unas horas antes de la salida del sol debían partir pues el tiempo era
justo para subir y volver antes de la siguiente noche, en caso contrario la montaña se los
quedaría para siempre.
Finalmente O. y C. decidieron que atacarían la cara Sur pues eran escaladores expertos, pero D.
optó por la menos peligrosa aunque gélida cara Norte pues su especialidad era el hielo. Con
cierta inquietud se separaron con un abrazo. Quizá el alcance de los transmisores fuera
suficiente y podrían mantenerse en contacto.
Los tres alpinistas empezaron la escalada. C. se sentía cómodo superando los técnicos resaltes
de roca pero para O. las cosas no iban tan bien. Tenía serías dificultades para progresar y
finalmente tras comunicarse con D. y confirmar que la cara Norte no tenía dificultades técnicas
optó por bajar e intentar la cara Norte yendo tras él.
Pero debía apresurarse pues el tiempo se les echaba encima y estaba agotado…
Las condiciones en la cara Norte, debido al viento eran durísimas pero pensó que era su única
oportunidad de alcanzar la cima.
Al mediodía C. con lágrimas en los ojos alcanzó la cima por la cara Sur. Miró a su alrededor y vio
todo el universo, cayó de rodillas y entendió.
Poco después, casi congelado apareció D. y pudieron abrazarse, ahora ya no eran dos.
Esperaron un tiempo que ya para ellos era indeterminado y llamaron una y otra vez a O. pero no
lograron establecer contacto. Así que decidieron rapelar la cara Norte para localizarlo de bajada
al campo de altura antes de que llegara la noche.
A media altura lo encontraron, estaba sentado mirando al Oeste en una repisa de hielo. Estaba
congelado.
Los amigos se acercaron y vieron su semblante sereno ya detenido para siempre. En su mano
apretaba con fuerza un papel. Lo arrancaron con dificultades y lo leyeron.
Hermanos, dejo esto escrito porque sé que volveréis a por mi. ¡Qué estúpido fui al cambiar mi
camino! Todos los caminos, seguidos hasta el fin, llevan a la cima, a la perfección de la sabiduría.
Pero no lloréis por mi, pues he descubierto ahora que incluso los caminos sin ser seguidos hasta
el fin, también llevan a la perfección de la sabiduría. Benditos seáis y marchad rápidamente, pues
se acercará la noche cuando lleguéis aquí y debéis salvar vuestras vidas.
Y ciertamente en ese momento el sol empezaba a ponerse por el Oeste y parecía que O. lo miraba
embelesado entre los cristales de hielo de sus pestañas.
El cielo y las nubes se tiñeron de rojo y el viento gélido arreció con fuerza. Iba a ser una noche
imposible de sobrellevar en la cara Norte.
Sin decir más, ambos se sentaron, mirando al Oeste. Cada uno a un lado de O.
En la última noche del retiro de verano en la península del Este, Zhuang zi (莊子) tuvo un sueño.
En el sueño fue consciente de que soñaba y maravillado, deseó volar y voló, su voluntad fue
invocar seres maravillosos y estos aparecieron, libremente eligió ver lejanos reinos misteriosos y
estos fueron vistos. Nada limitó su libre albedrío, todo pudo hacerse.
Ya de mañana Zhuang zi inició su largo retorno a la península del Oeste para proseguir con sus
quehaceres, y mientras era transportado en su palanquín, reflexionó sobre el sueño y todo lo que
había conjurado libremente por la sola fuerza de su voluntad. Entonces Zhuang zi súbitamente
realizó que nunca podría saber si realmente había estado consciente dentro del sueño o solo
había soñado ser consciente dentro de un sueño.
Y con una sonrisa pensó que poco importaba la respuesta pues pronto lo habría olvidado,
porque el sueño incluso ya ahora, se deshacía en su memoria como nieve en un pozo de agua y
en breve todo aquello sería mucho menos relevante que los brillantes maravillosos árboles que
veía pasar velozmente en su camino de vuelta al hogar y que de tan brillantes, no sabría decir si
eran reales o… un sueño.
LOS FANTASMAS HAMBRIENTOS
11/09/2015
Jigme había estudiado toda la noche a la luz de las velas de manteca. Estaba harto, odiaba el
budismo, el monasterio y sus maestros.
No quería estar ahí, estaba cansado de esa disciplina, quería ver mundo y escapar fuera de los
muros… Comer mejores manjares, tener tiempo libre, conocer chicas…
Hoy tocaba repasar los seis reinos: el humano, el animal, el de los dioses, el de los semidioses, el
infierno y el de los preta o fantasmas hambrientos.
En el texto se decía que el reino humano era especial porque era el único en el que se podía
alcanzar la iluminación perfecta. Él sonrió con sorna, ninguno de sus grandes maestros le parecía
especialmente iluminado, simplemente viejos con mejor o peor humor. ¿Dónde estaban esos
iluminados? ¡Vaya reino!
Le llamo la atención el reino de los pretas, parecía que sobraba. Teníamos dioses, animales,
personas e infierno, ¿qué eran los pretas? ¿por qué existían?
Leyó que era el reino en que vivían los espíritus hambrientos, siempre atormentados por sus
deseos, por el hambre y la sed, en continuo sufrimiento…
Y entonces súbitamente entendió. Se dio cuenta del increíble error que se había cometido desde
el inicio de los tiempos. Sí, era eso. Eso lo explicaba todo.
Tras la sorpresa y la angustia surgió la necesidad de concentrarse en el estudio. Ahora que sabía
la verdad debía mejorar su karma para solucionar la terrible situación. Pues a pesar de ella, era
afortunado de estar donde estaba. Había entendido y tenía una oportunidad…
Se maravilló de que nadie se lo hubiera dicho hasta ahora, ¿era una cuestión de compasión por
parte de los maestros? ¿o todos vivían engañados?
Entendió tanto sufrimiento, tanta guerra y hambre, la ausencia de un verdadero maestro que
encontrar… ¿no era evidente? todo cuadraba.
Siguió estudiando.
PATISANDHI
25/11/2015
Tenzin no era una persona especialmente sensible pero le corrían lágrimas por las mejillas
mientras caminaba pendiente arriba… no podía quitar la vista de la montaña…
El mal tiempo les había hecho cambiar la ruta y renunciando a llegar al macizo de los
Annapurnas habían tomado dirección a Ghorepani para esquivar la tormenta de agua y hielo, y
porque desde Ghorepani habían una vista impresionante de los Himalayas que incluía aparte de
los propios Annapurnas, el Nilgiri y el majestuoso Dhaulagiri.
La noche anterior habían llegado mojados y helados, tras ascender 1.500 metros de desnivel bajo
la intensa lluvia, a un refugio a unos 3.200 metros de altura en Ban Thanti. Allí aparte de la familia
que lo cuidaba solo había un curioso anciano inglés residente en Katmandú, David, que estaba
pasando unos días con ellos.
Reunidos todos alrededor de la estufa, pues afuera helaba y no había otra forma de calentarse,
jugaron a cartas, hablaron de sus viajes, de lo rápido que cambia el mundo, bebieron raxi y
finalmente cada uno se fue a su frío rincón a dormir.
Por la mañana, sobre tierra helada, se despidieron y continuaron la ruta. Al llegar a la carena de
la montaña el paisaje del Himalaya se desplegó completamente y K. vio por primera vez el
increible Dhaulagiri…
K. no era una persona especialmente sensible pero le corrían lágrimas por las mejillas mientras
caminaba pendiente arriba… no podía quitar la vista de la montaña y no entendía por qué se
sentía tan emocionado.
No fue hasta un poco después que su mente hizo surgir un pensamiento que por lo ajeno que le
parecía le convenció de que provenía de capas muy profundas de su psique. El pensamiento
afirmó en su cabeza: “¡cuánto me recuerda al monte Kailash!”
Y entonces entendió que las lágrimas que caían por sus mejillas no eran por el Dhaulagiri sino por
haber perdido para siempre la visión del monte de cristal, la montaña sagrada Kailash, cuando
fue expulsado.
Lo que no entendió del todo era porqué pensaba eso, si él era europeo, nunca había estado en el
Tibet y nunca había visto más que en fotos el monte Kailash.
EL DÍA QUE NO DESPERTARÁS
12/03/2016,
Oh, no me malinterpretes, nada malo pasó, el cuerpo se levantó y fue a la ducha como cada
mañana…
Casi te diría que remoloneó menos que con K. despierto. A él siempre le había gustado
remolonear unos minutos en la cama, concentrado en su cuerpo, bañado en bienestar.
En el trabajo el día transcurrió con normalidad y a pesar de la excesiva siesta de K. todo parecía
ocurrir como siempre.
Al volver a casa y entrar en la habitación, una emoción juzgó que era innecesario sentarse en el
zafu hoy, pues K. seguía durmiendo. Sería mejor esperar a que despertara.
Pero tras la cena llegó la hora de irse a la cama y justo antes de sumergirse en lo inmanifestado
un pensamiento tímidamente se atrevió por fin a hacer “La” pregunta:
Tras el calor llegó el fresco del otoño, inevitable y cíclico, con sus días acortándose. En el jardín
las hojas del árbol Bo empezaron a amarillear y se preparaban para caer.
Un día se levantó una fuerte ventolera y miles de hojas del árbol empezaron a volar por todas
partes.
“Por fin, por fin ¡hemos nacido!” pensaban con alegría. Y miles de hojas se movían locamente por
todos los lugares del jardín.
Algunas se elevaban hasta alturas increíbles debido al pequeño huracán y gritaban a las otras
son orgullo y prepotencia: “Miradme en las alturas, ved hasta donde he llegado, sin duda mi
destino y habilidades son superiores”.
Otras se acercaban y tocaban en el aire y afirmaban “estamos hechos el uno para el otro, era
nuestro destino” pero el viento las volvía a separar rápidamente y se lamentaban
desgarradóramente “¿por qué? ¿por qué siempre solo?”
Por un azar, alguna hoja apenas volaba y caía a plomo al suelo, sus compañeras se lamentaban y
lloraban “Oh, pobre, qué corta vida tuvo”.
Incluso hubo la que entró volando por la ventana de casa y pude oír como maravillada les decía
“el mundo es infinito y multidimensional, ved en mi sabiduría como he trascendido el mero
jardín”.
Pero todas, todas sin excepción, al llegar la tarde y la calma estaban en el suelo, y una suave
llovizna caía haciéndolas pudrir poco a poco convirtiéndolas en abono. Hormigas las cortaban en
trocitos y se los llevaban a desconocidos destinos.
Hasta que un día volvió a soplar el viento y de nuevo pudieron oírse aquellos gritos de
alegría: “Por fin, por fin ¡hemos nacido!”, incluso me pareció oír que alguna decía “¡he renacido!”
y otra “¡todos somos uno!” mientras volaban por todas partes.
Pero claro, una cosa es un entretenimiento y otra que se te llene la casa de hojas y de escándalo,
así que cerré la ventana y seguí meditando.
EL DIA QUE BUDDHA EMERGIÓ DEL NIRVANA
14/07/2016
Kalpas sin número se deslizan como agua entre sus manos y para Nirvana-Buddha no ha
transcurrido un segundo. Universos sin número desaparecen en el vacío y para Nirvana-Buddha
nada ha pasado.
Bodhisattva-Samsara baja la mirada con seriedad y en silencio, permanece estático apenas unos
segundos antes de levantarse con la sensación de miles de cuchillas de afeitar en su piel, el
terrible sufrimiento del Samsara le golpea los músculos con la fuerza de millones de
rinocerontes, el dolor de existir colapsa todo su sistema nervioso hasta la médula. Respirar es
tortura, el peso de su cuerpo sobre sus pies una losa de piedra, nada hay que no sea dolor y
sufrimiento.
Sin embargo camina y actua con determinación, con precisión quirúrgica y la delicadeza de la
seda. Sin dudas recoge del suelo lo que parece una preciosa y brillante pequeña esfera del más
puro algodón, caida de un árbol cercano y con un gesto de amor infinito devuelve el polluelo al
nido.
Si este texto te ha parecido valioso, considera donar algo a la ONG de tu elección. No hay mejor
inversión que puedas hacer en tu propia felicidad.