BURMARTINEZFRONTERA
BURMARTINEZFRONTERA
1 Los años ’80 sin duda pasarán a la historia como los del inicio del “paraíso neoliberal” en
muchos lugares del mundo. Contextualizando brevemente los hechos, conviene recordar que
las rutas de Ferry que cruzaban el Canal que unía Reino Unido con Europa no siempre fueron
privadas, tal como lo son en la actualidad, sino que el servicio era prestado primordialmente por
la empresa estatal Sealink UK Limited. Frente a esto, en los años ’80, y en consonancia con lo
ocurrido en otros lugares, comienza en Gran Bretaña la campaña privatizadora de este servicio.
Así, y tal vez de modo no demasiado sutil, la empresa británica naviera privada Townsend
Thorensen comienza a bautizar sus buques con la fórmula “Free Enterprise” denominando a tres
de sus flamantes y gigantescas unidades, (tenían capacidad para 1300 pasajeros cada una) con
los arrogantes nombres de “Pride of Free Enterprise”, “Spirit of Free Enterprise” y “Herald of
Free Enterprise” (el malogrado ferry que aquí nos ocupa). Finalmente, en 1984 la estatal Sealink
UK Limited será privatizada, pasando a denominarse Sealink British Ferries. El accidente del
Herald ocurrirá en 1987.
~ 1 ~
razonamiento” (o, con mayor precisión y como veremos más adelante, “una pequeña
serie de inducciones falsas”). Veamos algunas2:
Tipo de
Maniobra Maniobra no realizada ¿Por qué no llevó a cabo la
razonamiento
Tripulante efectivamente que debería haber maniobra
puesto en
llevada a cabo llevado a cabo correspondiente?
juego
2 Los informes que se pueden encontrar en Internet acerca de la tragedia del “Herald” son
innumerables. Aquí me he basado fundamentalmente en un trabajo de Chris Johnson de la
Universidad de Glasgow (en http://www.dcs.gla.ac.uk/~johnson/papers/iwc_time.html).
Quienes se refieren al accidente en términos de “inducciones falsas” son A. Garnham y J.
Oakhill, 1994, (pág. 277). Por último, conviene mencionar que si bien la investigación
responsabilizó por negligencia a tres de los tripulantes (el Capitán, el 1º Oficial y el 2º
Contramaestre) otros factores parecen también haber influido en los hechos tales como el
“Efecto Squat” (hundimiento del buque debido a las conjunción de bajas profundidades y el
peso de la carga) o la alteración de la rutina del “Herald” debido a un cambio repentino de
horarios.
~ 2 ~
lejos de llegar a un acuerdo dentro de la psicología acerca de qué es el razonamiento
(hay incluso autores como Rips, 1990, que consideran al razonamiento, lisa y
llanamente como sinónimo de cognición), aquí trataremos de precisar un poco tal
concepto, partiendo de la base de que a lo largo de la historia de la psicología, han sido
caracterizados muchos tipos de razonamiento, ya desde los primeros intentos de
“disciplinamiento del pensamiento” llevados a cabo por Aristóteles mediante su lógica
deductiva, hasta llegar a las numerosas investigaciones que, especialmente desde la
psicología cognitiva, siguen realizando hoy los psicólogos.
En ésta sección trataremos, entonces, de la Psicología del Razonamiento (y de sus
eventuales taxonomías), campo de problemas que ha ido configurándose, con el paso
del tiempo, en un área con identidad propia, con sus propias teorías y programas de
investigación.
Caracterización del problema: Muchos de los interrogantes básicos vinculados
con el estudio del razonamiento (¿Se piensa de manera racional o irracional? ¿Se piensa
con los principios de la lógica? ¿Cómo se organizan los conceptos, las categorías?), se
podrían resumir alrededor de una gran pregunta general: “¿Qué es el Razonamiento?”
Pero lamentablemente, al ser tantos los procesos relacionados con él de manera más o
menos estrecha (el lenguaje, el aprendizaje, la percepción…) y tanto el trabajo
experimental realizado para su estudio, será necesario que precisemos antes algunos
términos, -al menos provisoriamente-, con el objeto de entendernos mejor a lo largo de
las páginas que siguen. Por ejemplo, teniendo en cuenta que basta un ligero recorrido
por los manuales especializados en el tema para observar que una de las distinciones
más clásicas que se han realizado en el análisis del razonamiento sigue siendo aún hoy
la que diferencia el “razonamiento inductivo” del “razonamiento deductivo”,
(distinción que, como veremos, ya no resulta del todo útil, por lo más adelante
intentaremos otras formas posibles de clasificación), tendremos que realizar al
principio una somera caracterización de ambos tipos de razonamiento mediante la
presentación de algunas de las investigaciones que han indagado en las capacidades
humanas para realizar cierto tipo de tareas. Luego veremos un tipo de razonamiento
singular, la Abducción, (caracterizada en su momento por el semiólogo norteamericano
Charles Sanders Pierce), para finalizar tratando de presentar otros enfoques (a partir
del giro contextualista que toma el estudio de la cognición humana en las últimas
décadas) a efectos de no perder de vista el antiguo debate acerca de la racionalidad
humana, tratando así de superar ciertas dicotomías como las que plantean quienes
entienden, por un lado, que el género humano posee básicamente una orientación
“hacia la racionalidad abstracta”, y quienes, en contraposición, sostienen que el
hombre es más bien “una especie torpe e irracional” ya que, su forma de pensar suele
estar bastante alejada de los principios normativos que establecen las reglas de la
lógica. Lo cierto es que, con el argumento de aproximarnos al estudio del
razonamiento, nos acercaremos también a antiguos interrogantes centrales de la
psicología, que invitan a poner en el centro de la investigación psicológica problemas
apasionantes acerca de la condición humana y que aún siguen sin respuestas.
No es sencillo determinar cuáles son los tipos de razonamiento más relevantes
al momento de realizar una introducción al tema, y si bien no se puede hablar de la
existencia de un modelo general satisfactorio que de cuenta del razonamiento en su
conjunto, existen intentos de delimitar algunas “fronteras” que tengan en cuenta la
diversidad de tareas, conexiones y teorías que estudian los diversos tipos de
razonamiento. Muchos especialistas coinciden en que existe razonamiento cuando en el
procesamiento se va más allá de lo dado, (aunque tal caracterización, en verdad, no permite
diferenciar el razonamiento de otros procesos cognitivos). Teniendo en cuenta estas
dificultades, y en función de las investigaciones psicológicas que presentaremos en las
~ 3 ~
páginas siguientes, estableceremos (conscientes de la generalidad de la definición) que
:
“El razonamiento es un proceso que permite a los sujetos extraer
conclusiones a partir de premisas o acontecimientos dados previamente; es
decir, obtener algo nuevo a partir de algo ya conocido” (Carretero y García
Madruga, 1984: 49)3
Se trataría entonces de una actividad inferencial que posibilita la extracción de
conclusiones nuevas. De todas maneras, las definiciones han ido variando según el
momento histórico en el cual la psicología se ha ocupado del tema, pasando desde
concepciones de tipo tradicional, como las de Aristóteles o Descartes, quienes
consideraron que la razón era una “facultad” exclusiva de los seres humanos. Aún hoy,
la clásica frase que todo alumno cita automáticamente cuando se le pide una definición
de ser humano (“El hombre es un animal racional”) es quizá el ejemplo más claro de la
vigencia de esta posición, aún útil cuando se trata de distinguirnos del resto de las
criaturas del reino animal. Pareciera que en este punto, nos diferenciamos claramente
de los batracios y de las aves, (aunque la diferencia no aparece tan nítidamente cuando
nos comparamos con otros mamíferos superiores, como veremos más adelante). Desde
una perspectiva evolucionista en cambio, el razonamiento es una actividad inferencial
más, que compartimos con otros animales de nuestra misma escala evolutiva. Charles
Darwin (1871), por ejemplo, afirmará así que no existe una diferencia fundamental
entre las facultades mentales del humano y las de los mamíferos superiores, ya que
esta es de grado y no de tipo. Inclusive desde esta perspectiva se sostiene que ciertas
procesos o funciones, como la memoria, la atención o el razonamiento (de las que en
general hace alarde el ser humano) se pueden encontrar de diversas maneras en otros
animales, como hemos visto en el capítulo anterior a partir del repaso por
investigaciones que intentan mostrar cómo, por ejemplo, chimpancés pueden llevar
adelante procesos inferenciales.
Teniendo en cuenta que, como hemos dicho anteriormente, hay algo que sí se
puede afirmar sin temor a error, y es que tradicionalmente se han distinguido dos tipos
de razonamiento, el razonamiento inductivo, (aquel que se podría caracterizar,
sintéticamente, como el razonamiento que obtiene conclusiones más generales que
aquellas premisas de las que parte), y su opuesto, el razonamiento deductivo,
comenzaremos a diferenciarlos.
3 Otra definición clásica, -esta vez desde el modelo del procesamiento de información, es la que
ofrece Gallotti (1989) cuando sostiene que el razonamiento es “la actividad mental capaz de
transformar la información de partida, con el fin de llegar a alguna conclusión”.
~ 4 ~
Todos los hombres son mortales (premisa mayor)
Todo silogismo contiene tres términos o palabras principales (en este caso,
“hombres”, “mortal” y “Sócrates”).
Según la lógica clásica se denomina término mayor (P) al que aparece como
predicado de la conclusión (en este caso, “mortal”), término menor (S) al sujeto de la
conclusión (en este caso, “Sócrates”) y es el término medio (M) aquel que aparece en
ambas premisas y no aparece en la conclusión, ya que su función es establecer el enlace
entre los otros dos términos.
Toda proposición tiene además dos características principales: cantidad (pueden
ser universales o particulares) y calidad (pueden ser afirmativas o negativas):
Y de acuerdo con las distintas combinaciones del lugar del término medio en las
premisas, podemos obtener cuatro figuras básicas:
Teniendo en cuenta todos los elementos que hemos descrito, resulta que puede
haber 64 modos de silogismo para cada una de las cuatro figuras básicas, lo cual
totaliza 256 modos de silogismo diferentes4.
Dado que las inferencias deductivas no aportan conocimiento nuevo, se puede
afirmar que son tautológicas, ya que en un silogismo, lo que se dice en la conclusión ya
está dicho -aunque sea de manera implícita- en el punto de partida. Esto no es
contradictorio con la definición de razonamiento que ofrecimos antes, ya que si bien el
contenido semántico de la conclusión se encuentra incluido en las premisas, como
resultado de las combinaciones es formalmente distinta al enunciado de las premisas.
4 Existen reglas mnemotécnicas para reconocer los únicos silogismos básicos, que son en
realidad sólo 48.
~ 5 ~
punto de partida es falso, el silogismo igual funcionará bien, ya que no hay forma de
saber si lo afirmado en las premisas es verdadero o no5. Por ejemplo:
Todo B es C
Algún A es B
Algún A es C Algún C es A Ningún A es C
Conclusión Conclusión Conclusión
5Recordemos que en la Edad Media, la ciencia y la filosofía escolásticas se valían del silogismo
debido a que con él no se ampliaba el saber de ninguna manera. Dado que el silogismo no
permite determinar la verdad de los conocimientos, -su valor radica en ser un método para
exponer ordenadamente verdades ya sabidas-, en la Edad Media, como las verdades ya estaban
dadas por las Escrituras o Aristóteles, era el método legitimado precisamente por su inutilidad
para el descubrimiento y la obtención de nuevos conocimientos.
~ 6 ~
válida válida errónea
(83% (13% (3%
de los sujetos de los sujetos) de los sujetos)
Algún C es B
Algún B es A
Algún Algún Algún Algún
No hay conclusión
A es C C es A A no es C C no es
Conclusión
Conclusión errónea Conclusión errónea Conclusión errónea Conclusión errónea
válida
(13% (23% (3% (3%
(56%
de los sujetos) de los sujetos) de los sujetos) de los sujetos)
de los sujetos)
Ningún C es B
Todo B es A
Ningún Ningún Algún Algún
No hay conclusión
A es C C es A C es A A no es C
Conclusión
Conclusión errónea Conclusión errónea Conclusión errónea Conclusión errónea
válida
(13% (60% (3% (13%
(6%
de los sujetos) de los sujetos) de los sujetos) de los sujetos)
de los sujetos)
~ 7 ~
El argumento exactamente contrario sostiene en cambio que los seres humanos
somos gente inherentemente irracional (postura de la “irracionalidad invariable”, a la
cual se podría adherir con solo mirar unos minutos de cualquier noticiero de
televisión). Por razones de espacio no podemos desarrollar aquí los principales
argumentos de estas teorías, pero remitimos al lector, para un desarrollo más
exhaustivo del tema, al trabajo de Johnson-Laird citado anteriormente, (quien,
contemporizador, propone una “tercera posición”: la de la racionalidad variable).
El condicional, la falsación y la “Tarea de las tarjetas” de Wason: Al igual que
en los silogismos, en las inferencias condicionales aparecen dos premisas y una
conclusión, apareciendo siempre el condicional que adquiere la clásica forma: “Si ...,
entonces ... “. Por ejemplo6:
6 Para el desarrollo de este punto utilizaremos los ejemplos que ofrecen Ballesteros Giménez y
~ 8 ~
En el ámbito del razonamiento deductivo, muchos autores son partidarios de lo
que se denomina lógica natural (Inhelder y Piaget, op. cit.), la que consiste “en un
conjunto de reglas formales que se utilizan para inferir una conclusión a partir de unas
premisas determinadas”. Para esos autores las reglas de inferencia están basadas en
algún criterio normativo, como la lógica proposicional, y son ajenas al contexto
específico que manipulan, por lo que operan a un nivel exclusivamente sintáctico.
El tipo y número de reglas postuladas por los autores es harto diferente, aunque
todos ellos coinciden en señalar que las personas poseen, al menos, la regla del modus
ponens” (Fernández Berrocal y Mario Carretero, op. cit.: 16). Eso significa que la mente
contendría alguna regla correspondiente a la regla lógica “si p entonces q” sin verse
afectados por las características semánticas de la tarea, es decir, que los sujetos
resuelven con la misma facilidad una versión abstracta y una versión con contenido del
modus ponens.
Por ejemplo:
A una persona se le muestra una pila de tarjetas que presentan, por un lado, letras (vocales o
consonantes) y por el otro, números (pares o impares). De la pila, se separan cuatro tarjetas y se las
coloca sobre la mesa, de manera que se vea una sola de las caras de las tarjetas. Las cuatro tarjetas tienen
en su lado visible una vocal, una consonante, un número par y un número impar.
~ 9 ~
E K 4 7
El jugador debe indicar la tarjeta (o tarjetas) que es necesario dar vuelta (para ver su lado
oculto) como forma de saber si la siguiente regla es verdadera o falsa: “Si una carta tiene una
vocal en un lado, entonces tiene un número par en el otro”
TARJETAS FRECUENCIA
Ey 4 59
E 42
E, 4 y 7 9
Ey7 5
Otros 13
Total 128
~ 10 ~
§ Dar vuelta dos cartas: la que tiene una vocal y la que tiene el número par. Ya hemos
visto qué pasa cuando se da vuelta la carta con la vocal. Ahora la pregunta es: ¿Sirve
realmente para algo dar vuelta la carta que tiene un número par? La respuesta es no.
Si detrás de un número par hay solamente vocal, o también consonantes, no me
importa. Puede haber cartas con números pares que tengan consonantes del otro lado y eso
no invalida la regla, por lo tanto no tiene sentido dar vuelta la carta con número par a
la vista8.
§ El verdadero error se comete con la carta que tiene el número impar. Se puede
observar en la tabla de frecuencias que son muy pocos los sujetos que eligieron dar
vuelta esta carta, y sin embargo, esta es una carta clave, porque si se verifica que la
tarjeta tiene del otro lado una vocal, la regla es totalmente falsa. La carta con el número
impar sirve para falsar la regla, ya que no puede haber una vocal detrás de ella, sin
embargo muy pocos la eligen.9
Dicho de otra manera: ¿Por qué tanta gente elige dar vuelta la carta que tiene
una vocal, y tan poca elige la carta que tiene el número impar, si ambas pueden tener la
combinación “vocal-número impar” que refuta la regla? Parece que no es fácil entender
que es mejor falsar que verificar, y que es necesario razonar también sobre las caras
ocultas (“lo posible”, en términos piagetianos, según Delval, 1984) y no solo en las caras
visibles (“lo real”). Dando vuelta esas tarjetas, la regla no puede ser falsada. Puedo saber
qué hay detrás de ellas, (lo cual puede ser útil para mi curiosidad), pero no para
resolver el problema, que, recordemos, es una regla de la cual debo verificar su verdad
o falsedad. Y que sea verdad en ciertos casos puntuales, no garantiza que la regla se
cumpla en los demás.
Para finalizar, obsérvese que son tareas en las que interviene el condicional “si p
entonces q”, lo que significa que las respuestas correctas (‘E’ y ‘7’) son inferencias.
Volver la vocal implica una inferencia de tipo modus ponens, Volver el número impar
(no q) y no encontrar una vocal permite saber que la regla es verdadera (modus tollens).
El problema de las cuatro tarjetas resulta en general muy difícil para los
adultos, que suelen enfrentarse a él confiados en la aparente simplicidad del
enunciado. Lo sugestivo es que cuando se realiza este mismo problema con materiales
de contenido familiar, (en lugar de usar materiales de contenido abstracto, con letras y
números) los resultados son mucho mejores.
Los investigadores Richard Griggs y James Cox (1982), modificaron la prueba
de las cuatro tarjetas de Wason, proponiendo a estudiantes universitarios que se
centren en una historia que tenía como protagonistas a un par de parroquianos que
estaban en un bar bebiendo cerveza, y a un policía que debía verificar que se cumpla
una ley (efectivamente vigente en el estado de Florida, EE.UU.), que establece que “si
una persona quiere beber cerveza debe tener más de 16 años”. En este caso, dos de las
tarjetas tienen a la vista edades (una mayor y otra menor de 16), y las otras dos tarjetas
el tipo de bebida, (cerveza o bebida sin alcohol). En este escenario, los estudiantes, (que
8Recordemos que la regla dice: “Detrás de toda vocal hay un número par”. La regla NO DICE
además que “detrás de todo número par hay una vocal”.
9 Propongo al lector, si tiene problemas con “La tarea de las cuatro tarjetas de Wason”, que
realice seis tarjetas que tengan las siguientes letras y números en sus caras: B-4, T-5, A-10, S-12,
R-2 e I-3. Colóquelas sobre la mesa y HAGA TRAMPA, mirando ambos lados de las cartas. En
este grupo de cartas: ¿Hay algunas que cumplen la regla? Sepárelas del grupo. Observe ahora
las cartas que NO cumplen con la regla. Verá allí vocales, consonantes, números pares e
impares. Es posible ver así cómo cierta clase de cartas, (aunque a simple vista no lo parezca), no
aportan nada de información sobre la regla que hay de verificar.
~ 11 ~
deben razonar como lo haría el policía…), indican correctamente que las cartas que hay
que dar vuelta son la que dicen “bebe cerveza” y “por debajo de los 16 años”.
TOMA
TOMA OTRA 15 17
CERVEZA BEBIDA AÑOS AÑOS
El jugador debe indicar la tarjeta (o tarjetas) que es necesario dar vuelta (para ver su lado
oculto) como forma de saber si la siguiente regla se cumple entre los bebedores que están
presentes en un bar: “Si una persona quiere beber cerveza en un lugar público debe tener
más de 16 años”
En experimentos como estos10, a diferencia de lo que ocurría anteriormente,
(con tarjetas que sólo tenían vocales y números), al contener las cartas información con
sentido y al formar parte la tarea propuesta de una situación en la que es fácil
imaginarse las intenciones y los fines de los protagonistas, en lugar de obtenerse solo
un 10% de resoluciones satisfactorias, el porcentaje se elevaba al 62%.
10 Johnson Laird había hecho este tipo de problema “con sentido” diez años antes de la
investigación de Griggs y Cox, con una situación que planteaba nombres de ciudades
(“Manchester” y “Leeds”) y medios de transporte (“automóvil” y “tren”) en función de una
regla como: “cada vez que viajo a Manchester lo hago en tren”, y los resultados fueron muy
semejantes.
~ 12 ~
razonamiento deductivo y razonamiento inductivo, como un ejemplo prototípico de
deducción, (y así lo hemos hecho aquí, ya que existe amplio consenso en considerar
que esta tarea implica la puesta en funcionamiento de tales procesos), pero lo cierto es
que no hay acuerdo unánime acerca de la inclusión de esta tarea entre las tareas
deductivas. Por ejemplo, mientras Evans (1982), en su libro sobre psicología del
razonamiento, incluye la tarea de Wason dentro de la deducción, otros autores como
Gilhooly (1983) incluyen esta experiencia en el capítulo dedicado a la inducción. La
clave tal vez esté en señalar (como lo hace Evans, 1982, citado por Gonzalez Marques,
op. cit.), que en la tarea de Wason se hallan presentes procesos de carácter inductivo (por
ejemplo, en la elaboración de una hipótesis acerca de la regla) y también procesos de tipo
deductivos (como por ejemplo, en el momento de la comprobación de la hipótesis).
¿Por qué fracasa la gente en el problema de las cuatro tarjetas?: En 1984, Juan
Delval publica un trabajo en el que afirma que la causa principal del fracaso en el
problema de Wason radica en la dificultad que tienen las personas para tener en cuenta
simultáneamente todas las condiciones y las consecuencias del problema. Además,
muchos sujetos en medio de la prueba comienzan a entender realmente la consigna
dada por el experimentador, lo cual implica que:
“si no se consigue entender un problema por el modo en que se presenta, o
el material en que se realiza, quiere decir que no puede hablarse de
operaciones formales en sentido estricto. Esto último parece, por otro lado,
bastante evidente; existen múltiples pruebas de que no hay una capacidad
de razonar formalmente independiente del contenido” (Delval, pág. 98;
op.cit.).
Esta crítica a la teoría piagetiana, se focaliza en el intento de Piaget de encontrar la
“estructura subyacente” a las acciones y operaciones del sujeto, imaginando por parte
del sujeto “cálculos simples y económicos”, suposición que, en palabras de Delval
“resulta demasiado esquelética para hacer una descripción precisa de las tareas
razonantes del sujeto”, es decir, parece que la lógica booleana, no es el mejor modelo
de razonamiento humano.
Con respecto a los errores (abundantes) que cometen los sujetos en las pruebas con
silogismos categóricos o condicionales, existen muchas y encontradas posiciones.
Desde las que explican los fracasos debido a un inadecuado manejo de la lógica por
parte de los sujetos, hasta los que defienden el funcionamiento racional de los sujetos y
señalan que, en realidad, los sujetos trabajan lógicamente pero sobre problemas diferentes
de los que se les plantean. Por ejemplo, los sujetos se niegan a considerar que un
problema no tenga conclusión, o lo modifican adaptándolo a sus propias experiencias,
(lo cual no implica que se apliquen incorrectamente las reglas de la lógica: sólo se
trataría de un problema de “interpretación”).
~ 13 ~
proveniente de la lógica clásica hace tiempo que no satisface a la psicología, ya que
pueden plantearse otras distinciones, más fértiles para el análisis de los procesos de
razonamiento (Por ejemplo, Wason, 1978 propone distinguir entre problemas
“cerrados” y problemas “generativos”) e incluso hay quienes como Rips (1990)
cuestionan la posibilidad de que sean dos procesos psicológicos diferentes los que
subyacen a estas dos modalidades de razonamiento, opiniones que no podemos
desarrollar aquí, (aunque remitimos al lector a la bibliografía citada al final de este
trabajo para profundizar en este problema).
Al ser presentado generalmente “en oposición” al razonamiento deductivo,
(paradigma de la investigación científica) el razonamiento inductivo suele aparecer
como poco preciso o como una forma de “generalización” poco compatible con el ideal
de racionalidad que se pretende en la ciencia, (más adelante veremos los desarrollos
del filósofo Charles S. Peirce, quien presenta una interesante forma de pensar estos
problemas...), pero es necesario decir que la lógica inductiva, en realidad aparece como
mucho más “poderosa” que la deductiva, ya que se extiende de lo observado a lo no
observado (Cohen, op.cit.). Siendo honestos… ¿Qué se puede descubrir a través de una
discusión basada en términos deductivos?
En el siglo XIX, John Stuart Mill (1806-1873), puso a disposición de las jóvenes
ciencias (antropología, psicología, sociología) el método inductivo11. Su análisis partió
de un entinema (un silogismo al cual le faltaba una premisa):
“Éste, aquél, y los demás animales con cuernos, el buey, la cabra, todos rumian;
por lo tanto, todos los animales con cuernos rumian”
11
La obra más famosa del inglés John Stuart Mill (hijo del asociacionista James Mill), fue el
Sistema de Lógica Racional e Inductiva, uno de los libros más leídos en la historia de la
ciencia. En él describía con gran detalle cómo se podía utilizar esta metodología en todas las
ciencias, especialmente en la psicología.
~ 14 ~
en principios lógicos y no en Este tipo de razonamientos admite grados de
la verdad o falsedad de aquellas. Es válido validez. Los hay “fuertes” y “débiles”, según
o no lo es, pero no admite “grados” la probabilidad de validez de las premisas.
§ Ejemplo: § Ejemplo:
Premisas Premisas
Todos los artistas de la TV son hinchas de Racing Brasil, Uruguay y México devaluaron su moneda, y
sus exportaciones aumentaron
Natalia Oreiro es artista de la TV
Argentina devaluó su moneda
Conclusión
Conclusión
Natalia Oreiro es hincha de Racing
Argentina aumentará sus exportaciones
(De premisas generales –que se presuponen
verdaderas- se llega a una conclusión de (De casos particulares se infiere una ley
tipo particular)12 general. Es probable que se cumpla… Pero:
¿podemos estar seguros?)
Los trabajos que se realizaron desde la psicología científica sobre razonamiento
inductivo han sido durante muchos años casi inexistentes (González Marqués, op.cit.).
En el capítulo anterior, en el apartado “El concepto como producto de la
discriminación estimular”, se puede revisar una típica serie de tareas de carácter
inductivo, las llevadas a cabo por el norteamericano Clark Leonard Hull (1884-1952)
sobre formación de conceptos.
El caso del “razonamiento clínico” desde la perspectiva del procesamiento de
la información: Hasta ahora, hemos visto el estudio de procesos de inferencia en tareas
artificiales, basadas en cómodas y seguras actividades de tipo lógico-matemático. Pero
es necesario mencionar que si bien son aún escasos, también existen trabajos que se
preocupan por conocer los procesos cognitivos en ambientes naturales, (en la vida
cotidiana) lo que determina una interesante línea de investigación: la del estudio del
“razonamiento informal”. Según Fernández Berrocal y Carretero (1995), las
características del razonamiento informal serían las siguientes:
§ Se aplica a cuestiones de la vida cotidiana
§ Se aplica a cuestiones relevantes para el individuo
§ No utiliza lenguaje formal o simbólico sino lenguaje cotidiano
§ Es dependiente de contexto
§ Se aplica a tareas abiertas, sin una única solución correcta
§ Se aplica a tareas no deductivas, y el sujeto cuenta con menos información de la
necesaria para la resolución de la tarea.
Lo cierto es que generalmente se ha definido al razonamiento informal en oposición al
razonamiento formal, -equivalente al pensamiento “matemático”, “conceptual”,
“deductivo” y “reglado”-, aunque no hay acuerdo acerca de la definición del término
“informal”, ya que muchas veces, bajo esta denominación se incluyen estudios que
abordan temas diversos como la solución de problemas o la toma de decisiones.
12 Seguramente todos sabemos de artistas de la TV que no son hinchas de Racing. Pero eso no le
resta validez al razonamiento deductivo. No se debe confundir el valor de verdad o falsedad de
las premisas de un razonamiento con la validez de éste. Nuestras creencias y conocimientos
previos nos hacen rechazar muchas veces silogismos válidos (como en el ejemplo) y aceptar
silogismos inválidos sólo porque la conclusión concuerda con conocimientos que ya tenemos.
~ 15 ~
Con el objeto de presentar un ejemplo de investigación en el área del
razonamiento informal, en este caso, centrada en la toma de decisiones clínicas,
describiremos la caracterización que realizan desde la perspectiva del procesamiento
de la información, Elstein y Bordage (1979) sobre el razonamiento de los médicos
clínicos.
Este tipo de investigaciones busca caracterizar los procesos de razonamiento
registrando y analizando los pasos y pensamientos del sujeto (vía observaciones
directas, combinadas con informes introspectivos13 y/o entrevistas) de profesionales
clínicos en escenarios naturales al intentar resolver problemas clínicos. Pretenden así
responder a preguntas acerca de cómo se toman las decisiones clínicas (pregunta de
índole descriptiva), y también acerca de cómo deberían tomarse éstas (pregunta de índole
prescriptiva).
Los autores parten de un principio básico: el de la racionalidad restringida (Newel
y Simon, 1972), que subraya el papel que cumplen los límites en nuestra capacidad de
procesar información durante el proceso de razonamiento. En el caso puntual del
razonamiento clínico, dada la escasa capacidad de memoria de trabajo de la que se
dispone (“escasa”, comparada con la capacidad ilimitada de la memoria permanente),
se investiga cómo el profesional intenta funcionar de manera eficiente durante el breve
período de una entrevista diagnóstica, teniendo en cuenta la imposibilidad de acceder
a todo lo que se sabe acerca de un problema en una situación tan compleja, y la
posibilidad efectiva de procesar información que se puede llevar a cabo en tan poco
tiempo.
Según los investigadores, los profesionales médicos, ante la limitada capacidad
de memoria de trabajo se ven obligados en las situaciones de diagnóstico a procesar
serialmente la información de la que disponen, (seleccionando cuidadosamente los
datos que se poseen del paciente), al tiempo que se deben representar de manera
simplificada el cuadro clínico, funcionando luego en el marco de tales representaciones
simplificadas lo mas racionalmente posible como forma de aumentar la capacidad del
sistema para realizar inferencias, clasificar y tomar decisiones correctas.
Los autores hacen la salvedad de que:
“Estas representaciones esquematizadas de situaciones complejas no agotan
todas las posibilidades, pero ofrecen al sujeto que resuelve el problema algunas
formulaciones iniciales. Sin ellas resultaría muy difícil realizar algún progreso en la
solución de un problema clínico de una magnitud significativa, pero aunque los
principios utilizados para simplificar los problemas resultan útiles a menudo, pueden
conducir a errores” (Elstein y Bordage: 287, Op. cit.).
Justamente, una de las diferencias halladas entre el “buen razonador clínico” y
el “malo”, estaría en el mayor o menor esfuerzo que hace el profesional para
enfrentarse a tal limitación en el sistema. En ese sentido, técnicas simples como dibujar
el árbol de decisión o la realización de un diagrama pueden ayudar a centrar la
atención de la información. Según estas investigaciones, un profesional médico ante
una situación de diagnóstico, puede emplear la estrategia de generar y comprobar
soluciones hipotéticas al problema que presenta el paciente. Es decir, genera rápidamente
un pequeño conjunto de hipótesis (en base a la limitada cantidad de datos de los que
dispone inicialmente), produciéndose en ese proceso una transformación de la
pregunta inicial, (“¿Qué funciona mal en éste paciente?”, que expresa un problema
13
Las introspecciones se suelen obtener haciendo que el sujeto “piense en voz alta” mientras
soluciona un problema, o grabando en video una consulta, haciendo luego que el sujeto revise
y comente la situación observada.
~ 16 ~
demasiado abierto y mal definido, ya que, “que algo funcione mal” se puede deber a
infinidad de motivos), a una pregunta que permita definir mejor el problema, como
“¿Qué se debería hallar si fuera verdad una hipótesis determinada?”, para poder así empezar
a responder o descartar preguntas, con lo cual el problema se hace “más manejable”.
En este proceso de construcción de hipótesis, su número es limitado, (se
construyen generalmente cuatro o cinco, aunque la capacidad del sistema puede
aumentarse agrupando varias hipótesis en “chunks”), que se constituirán así en cuatro
o cinco “puntos finales hipotéticos” que simplifican la búsqueda de datos, al estar ésta
dirigida solo a esos puntos finales.
Como hemos visto en otras experiencias, el razonamiento suele representarse
como un proceso de evaluación de “pros” y “contras” para cada alternativa, eligiendo
el sujeto las opciones que tengan preponderancia de datos a favor, (ya que los contras
se tienden a ignorar o no tenerse en cuenta, lo que significa que si los médicos no
generaran hipótesis prematuramente, seria posible evitar los sesgos que estas
determinan).
Curiosamente, la variable “cantidad de hipótesis” no guarda relación con el
éxito de los diagnósticos, aunque sí hay correlación entre el fallo en generar y
considerar las hipótesis relevantes (en el “contenido” de las mismas, producto en
general de las expectativas y la experiencia personal del médico) y los fallos en los
diagnósticos, y, por supuesto, las hipótesis han demostrado ser más útiles para el éxito
diagnóstico, en los casos de médicos con experiencia.
Lo cierto es que tal como lo muestran la gran mayoría de las investigaciones
sobre razonamiento, resulta prácticamente imposible razonar “sin hipótesis”, ya que
los seres humanos intentan dar sentido a la experiencia y estamos constantemente
generándolas para explicar lo que observamos.
Con respecto al “mal razonamiento clínico”, los errores principales detectados
fueron producto de la conjunción de dos procesos: por un lado, la tendencia a asignar
pesos positivos confirmatorios a hallazgos intrascendentes14, al tiempo que se
verificaba, por parte de los clínicos, una búsqueda activa de datos dirigidos a confirmar
las hipótesis que se tienen en mente, (recordemos que esto mismo ocurría en el
problema de las tarjetas de Wason) en lugar de la tendencia buscar datos que las
rechacen, subestimando así los hallazgos negativos para la hipótesis que se intentaba
sostener. Eso confirmaba la conocida máxima de la psicología del razonamiento, que
afirma que se tienden a sobreestimar los datos que afirman una hipótesis y a menospreciar
aquellos que tienden a refutarla.
14 Hay varias metodologías posibles para investigar el razonamiento clínico. Una de las más
habituales es la de utilizar sujetos “especialmente entrenados” (falsos pacientes), que se
presentan ante los médicos manifestando tener los síntomas propios de ciertos cuadros clínicos,
que son los que se ponen a prueba, por ejemplo, por medio de resultados de análisis o
diagnósticos anteriores. Con respecto a este sesgo en las inferencias clínicas, hay abundantes
investigaciones que demuestran cómo enfermeras o médicos suelen centrarse en la presencia o
ausencia de un síntoma determinado como base para un diagnóstico, sobreestimando los datos
que afirman su hipótesis, pasando por alto numerosos ejemplos de falta de relación entre
síntoma y enfermedad, lo que los lleva a sacar conclusiones erróneas.
~ 17 ~
Nacido en 1839, Químico de formación (obtiene su Master en Harvard en 1859),
Físico y docente de Lógica en la Universidad John Hopkins, Charles Pierce es un
personaje curioso dentro de la filosofía (integró el influyente grupo de filósofos
denominado “Grupo de Harvard”), y, más allá de su trascendental obra relacionada
con la semiótica, realizó importantes contribuciones en los campos de la matemática, la
lógica o la física. Como si esto fuera poco, Peirce demostró también interés por la
declamación, la retórica y la actuación (seguramente por influencia familiar, ya que en
su hogar se amaba el teatro y la ópera), al tiempo que llevó adelante una vida personal
“escandalosa” (su divorcio y casamiento con una actriz francesa eran una “vida
escandalosa” para la comunidad norteamericana de la época), signada por su mal
carácter y las penurias económicas. Con todo, serán sus ideas como lingüista y su
particular teoría de los signos las que lo convertirán a Peirce en referente indispensable
para todos los interesados en el conocimiento científico.
Si bien su obra será publicada recién en 1931, (año en que se editan los primeros
seis volúmenes de sus famosos “Collected Papers”15), sus ideas son prácticamente
desconocidas durante años. Recién cuando filósofos post-estructuralistas como el
francés Jacques Derrida (quien sustenta su deconstrucción en las nociones de Pierce) o,
más recientemente, autores como Umberto Eco (1983) revaloricen su producción, la
obra de Peirce comenzará a ser leída y estudiada.
Entre los conceptos elaborados por Peirce, uno de los más originales es sin duda
la abducción (noción que según el propio Peirce no es nada nueva, ya que pueden
rastrearse sus orígenes en los “Analíticos Primeros” de Aristóteles…) que se refiere a
una singular forma de razonamiento que intentaremos caracterizar pese a la
ambigüedad que presenta el concepto, ya que el propio Peirce denomina la denomina
en diferentes momentos, también como “retroducción”, “hipótesis”, “presunción” o
“argumento originario” (Harrowitz, 1983). Por lo tanto, y con el fin de llegar a una
definición operativa del término, intentaremos por lo pronto diferenciarla de otras dos
formas canónicas de razonamiento que hemos visto: la inducción y la deducción.
Abducción, Deducción, Inducción: Peirce sostiene que todo conocimiento
surge de un proceso de inferencia, (aún aquellos conocimientos familiares y cotidianos
que creemos que no son producto de algún tipo de reflexión), estableciendo tres tipos
de inferencias o razonamientos que permiten conocer la realidad: la inferencia abductiva,
la inferencia inductiva y la inferencia deductiva.
Con respecto a la inducción, ya hemos visto que consiste en “presuponer que es
verdad de todo un conjunto, lo que es verdad en un número de casos del mismo
tomados aleatoriamente” (Peirce, 1988: 94, citado por Vitale, 2002). El ejemplo clásico
que da Peirce para explicarla es el siguiente: Supongamos que entramos a una
habitación en la que hay una mesa y una bolsa con porotos. Si sobre la mesa hay
porotos que son todos blancos, y sé que los porotos fueron sacados de la bolsa que hay
en la habitación, por inferencia inductiva puedo concluir que todos los porotos de la bolsa son
blancos.
En cuanto a la deducción, Peirce dirá que su punto de partida es una ley general,
constituyéndose así un silogismo. Volviendo al ejemplo de los porotos blancos, si yo sé
que todos los porotos de la bolsa son blancos y esos porotos fueron sacados de la bolsa,
tales porotos, por inferencia deductiva serán todos blancos.
La abducción, en cambio, consiste en elaborar una conjetura o hipótesis
explicativa, obedeciendo al siguiente esquema: Estos porotos que veo sobre la mesa son
Se dice que su viuda, la actriz francesa Juliette Tourtalai, vendió por sólo 500 dólares los
15
~ 18 ~
blancos. Como sé que todos los porotos de la bolsa son blancos, por inferencia abductiva,
supongo que esos porotos fueron sacados de la bolsa. En este último caso, a diferencia de los
anteriores, no se afirma con certeza que los porotos que están sobre la mesa fueron
efectivamente sacados de la bolsa, pero la abducción igual se justifica porque es la única
esperanza de pautar racionalmente nuestra conducta futura.
Peirce plantea que todas las ideas novedosas, lo son gracias a la abducción, ya que
éste es el único tipo de inferencia que puede crear. Incluso va más allá, al decir que la
capacidad de producir abducciones es instintiva del hombre, (idea que entre en
consonancia con algunos planteos de Noam Chomsky, quien confiesa que es Peirce el
filósofo con el que más afín se siente). Chomsky subraya que la sugerencia de Peirce,
de que “existe una adaptación natural de la mente del hombre para imaginar teorías
correctas, una especie de instinto desarrollado en el transcurso de la evolución que
pone límites a las hipótesis admisibles explicando así el desarrollo del conocimiento a
partir del principio de abducción, lamentablemente ha tenido muy poca influencia, ya
que casi nadie ha intentado desarrollar ulteriormente esas ideas” (Chomsky, 1979: 71,
citado por Sebeok et. al. 1983).
En relación al conocimiento científico, los planteos de Peirce se oponen a las
perspectivas positivistas que afirman que solo la inducción o la deducción son
responsables del desarrollo de la ciencia. Según él, en cambio, todas las ideas
novedosas, tanto las del terreno de la ciencia como las de la vida cotidiana, serían
producto de la abducción, que en realidad sería un momento (el momento inicial) de un
triple proceso (Vitale, op. cit.) en el que:
1º) Se plantea una hipótesis sin fuerza probatoria (abducción)
para luego…
Peirce dirá que “el hombre posee en cierto grado un poder adivinatorio,
primero o derivado, como el de una avispa o un ave”, presentándose masivamente
casos que “demuestran que cierta confianza particular en una hipótesis, -cosa que no
debe confundirse con certeza dogmática-, tiene valor apreciable como signo de valor de
esa hipótesis” (Delladale, 1990, citado por Vitale, op.cit.). Así, cuanto más nos alejamos
de la certidumbre, más aumentará el valor de productividad de la inferencia.
Charles Peirce, Filósofo y detective: En un artículo enviado a la revista
norteamericana Atlantic Monty en 1907 (y que fuera rechazado en su momento por el
editor de la revista, Bliss Perry), Peirce ilustra, mediante una experiencia personal
(Sebeok, op. cit.) su teoría acerca de la abducción. La historia es la siguiente: En 1879, al
llegar al puerto de Nueva York, (lugar al que se dirigía a dictar una conferencia) luego
de viajar a bordo del vapor “Bristol” procedente de Boston, Peirce olvida, (debido a
“una extraña sensación de confusión” que lo hace abandonar demasiado apurado el
buque), un abrigo, una cadena y un valioso reloj Tiffany que le había sido facilitado por
el gobierno, el cual, de no ser devuelto, lo enfrentaría “a la deshonra profesional de su
vida”.
~ 19 ~
Cuando se da cuenta del olvido, Peirce regresa al camarote en donde había
olvidado los valiosos objetos pero ya no los encuentra. Alguien, (seguramente uno de
los camareros del vapor que entró a ordenar el cuarto, piensa Peirce) los había robado.
Luego de lograr que las autoridades del barco dispongan a todos los camareros
en fila para, mediante una ligera inspección ocular y una breve charla, tratar de
descubrir al culpable del robo, Peirce confiesa no tener “ni el menor destello de luz por
el cual guiarse”, pese a lo cual, su “otro yo” le dice no tienes más que apuntar al hombre
con el dedo. No importa que carezcas de motivo, tienes que decir quién te parece que es el
ladrón”. Peirce, ya totalmente convencido, lleva entonces al sospechoso aparte, pero no
consigue que este confiese. Recurre entonces a una agencia de detectives de Nueva
York, (la “Pinkerton”), que pone a un detective de la agencia a obrar según sus propias
deducciones, (que terminará siguiendo los pasos de un sospechoso, pero no el señalado
por Peirce), siendo la pista del detective finalmente falsa.
Peirce pone entonces un aviso en un diario ofreciendo una recompensa por la
devolución del reloj, lo que le posibilita localizar una casa de empeño a la que un sujeto
(cuyos datos coincidían con “el sospechoso” de Peirce) había llevado el reloj el día
anterior. Sin entrar en los detalles que describe Peirce, podemos decir que esta historia
detectivesca culmina con la recuperación del reloj, la cadena y el abrigo de una forma
que nada tendria que envidiarle a las historias de Sherlock Holmes, siendo atrapado
finalmente el culpable del robo: aquél sujeto del cual inicialmente Peirce había
sospechado.
Este singular “instinto de adivinar”, la abducción, es, según el propio Peirce,
“una ensalada singular, cuyos ingredientes principales son la falta de fundamento, la
ubicuidad [facultad de estar presente en varios los sitios a la vez] y la fiabilidad” (Sebeok,
op. cit.: 37). Peirce dice que a menudo extraemos de una observación sólidos indicios de
la verdad sin poder especificar cuáles circunstancias de entre las observadas contenían tales
indicios. En el caso de la historia del reloj, Peirce no puede determinar “a nivel
consciente” cuál de los camareros del Bristol era el culpable, pero al mantenerse en un
estado “pasivo y receptivo a la vez” puede advertir un indicio involuntario de parte
del sospechoso, signo que será percibido como revelador, según las propias palabras
de Peirce, “de un modo inconsciente”. La sugerencia abductiva según Peirce viene a
uno como un destello, como un acto de “insight”16.
Tanto Sherlock Holmes, el genial detective, como Charles Sanders Peirce, el
semiólogo, compartían la confianza en un sistema de razonamiento distinto de la
inducción y la deducción, (cercano a lo que normalmente se conoce con el nombre de
“adivinación”), pero que está en la base de los procesos semióticos y el desarrollo del
conocimiento, es decir, la investigación. Teniendo en cuenta que una de las prácticas
más habituales de los psicólogos es la práctica clínica a través del psicoanálisis,
articularemos este tipo de razonamiento con algunos desarrollos de Sigmund Freud, el
método de investigación del psicoanálisis y la sesión analítica.
El Paradigma Indiciario (o “alguien ha pasado por aquí”): En un ya famoso
trabajo, el italiano Carlo Guinzburg (1983), presenta lo que él denomina “Paradigma
Indiciario”, un movimiento que surge a fines del siglo XIX en el que podemos
encontrar a tres grandes “detectives”: Giovanni Morelli, Sherlock Holmes y Sigmund
16Peirce se basa aquí en los trabajos que estaba realizando en la Universidad John Hopkins el
psicólogo Joseph Jastrow (1863-1944) sobre percepción. Más adelante Peirce rechazará la tesis
de que la sensación es una primera e inmediata impresión de los sentidos, para mostrar como
ésta es, en realidad ya una interpretación selectiva y unificadora (para ampliar este aspecto de la
teoría, ver el manuscrito Some Consequences of Four Incapacities de Peirce).
~ 20 ~
Freud. Sin duda, el menos conocido de los tres es Morelli, quien es mencionado por
Freud en su ensayo sobre el Moisés de Miguel Ángel, (temprano ensayo que, -
curiosamente-, Freud no se animará a firmar hasta 1924 y que fuera publicado
previamente y de manera anónima, en la revista Imago en 1914).
Allí, Sigmund Freud describe cómo fueron sus primeros acercamientos a la obra
de Morelli publicada en Alemania, obra que provocó, según el mismo Freud, una
“revolución” en las galerías de pinturas de Europa, ya que Morelli enseñaba a
distinguir (a partir de acentuar la importancia de los detalles secundarios de una
pintura tales como la estructura de las uñas de los dedos, el pabellón de la oreja, el
limbo de la figura de los santos u otros elementos) las pinturas originales de las copias,
partiendo de la hipótesis de que son esos los detalles que un falsificador descuida
imitar, y que, en cambio, todo artista ejecuta de una forma inconfundible y
característica, lo que permitió detectar innumerables obras falsificadas que se creian
originales. Freud afirma en su trabajo que a su juicio, tal procedimiento muestra
grandes afinidades con el psicoanálisis ya que “también el psicoanálisis acostumbra
deducir, de rasgos poco estimados o inobservados, del residuo, –el refuse de la
observación -, cosas secretas o encubiertas”. (Freud, 1914, Pág. 1883).
Coincidiendo en tiempo y espacio (Europa, finales del siglo XIX) con Freud y
Morelli, el más sagaz de los detectives, Sherlock Holmes, (el personaje de Sir Arthur
Conan Doyle, médico de profesión, al igual que Morelli y Freud) también procede a
“sumar indicios” que le permitan establecer relaciones en busca de una explicación
para los casos que debe enfrentar. Por ejemplo, en la novela “La aventura de la caja de
cartón” (1892), Holmes es llamado a resolver un intrincado caso que comienza cuando
una jovencita se presenta en Baker Street con un paquete recibido por correo en el que
se encontraban dos orejas amputadas de una cabeza humana. Luego de la visita, la
explicación que da Holmes a su querido Watson no deja lugar a dudas de la semejanza
entre el “Método Holmes” y el “Método Morelli”: Dice Holmes que como no hay parte
del cuerpo humano que varíe tanto como la oreja (parece ser que cada oreja es
completamente distinta y difiere de las demás…), y dado que al mirar a la señorita que
trajo la caja pudo observar que su oreja se correspondía con la oreja femenina
amputada, era posible inferir que la persona que perdió sus orejas era pariente directa
de la señorita que vino a hacer la consulta, (lo que permitió a los detectives orientar la
investigación). Ese “saber observar” será puesto de manifiesto también por Freud, en
su trabajo sobre el Moisés, al detenerse en el valor que presentan ciertos detalles de la
obra que hasta el momento no habían sido tenidos en cuenta ni siquiera por los
observadores más atentos, como la posición de la mano derecha de Moisés, o cierto
detalle del borde inferior de las tablas de la ley, que permite descubrir que las tablas se
encuentran cabeza abajo, lo que no condice con la importancia de tan sagrados objetos.
La pregunta que tratará Freud de responder en su trabajo será ¿Por qué el
artista decidió inmortalizar así a Moisés? Freud elabora luego del análisis de los
detalles una conjetura (que será confirmada años después al encontrarse Freud con un
crítico de arte poseedor de una estatuilla que le permite verificar la abducción realizada
años antes) sobre el instante previo al inmortalizado por Miguel Ángel en su escultura.
En él, Moisés, dominado por la furia, intenta levantarse de su asiento, haciendo
peligrar las tablas que instantes antes se hallaban derechas. De esta manera, Freud
puede dar un paso más, elaborando la hipótesis de que Miguel Angel reprocha con
esta escultura la desmedida ambición del Papa Julio II, personaje a quien estaba
dedicada la estatua.
Según Guinzburg, este modelo “conjetural”, desde una perspectiva filogenética,
podría hallarse seguramente en las actividades del hombre primitivo, ya que:
~ 21 ~
“Durante miles de años, la humanidad vivió de la caza. En el curso de
interminables persecuciones, los cazadores aprendieron a reconstruir el
aspecto y los movimientos de una presa invisible a través de sus rastros:
huellas en terreno blando, ramitas rotas, excrementos, pelos o plumas
arrancados, olores, charcos enturbiados, hilos de saliva. Aprendieron a
husmear, a observar, a dar significado y contexto a la más mínima huella.
Sucesivas generaciones de cazadores enriquecieron y transmitieron ese
patrimonio de saber (…) cuyo rasgo característico era la capacidad de pasar
de hechos aparentemente insignificantes, que podían observarse, a una
realidad compleja no observable, por lo menos directamente. Y estos hechos
eran ordenados por el observador en una secuencia narrativa, cuya forma
más simple podría ser:’alguien ha pasado por aquí’” (Guinzburg, 1980: 126).
Este tipo de “saber de los rastreadores” que se remonta a nuestros antepasados
cazadores, es denominado por Guinzburg “saber venatorio” e implica la posibilidad
de ordenar en una secuencia narrativa hechos aparentemente insignificantes. La
importancia del paradigma indiciario, estaría dada entonces en que constituye un
sistema que cobra significado mediante un proceso similar a la abducción (Harrowitz,
1983). Esta búsqueda de “detalles irrelevantes” que se transforman en “indicios
reveladores” es una marca que encierra una clave, ya sean rasgos pictóricos (en el caso
de Morelli), formaciones del inconsciente (en el caso de Freud) o las huellas de la
escena del crimen (en el caso de Sherlock Holmes).
Los indicios son las pistas que permiten acceder a otra realidad hasta ese
momento invisible, pero cabe recalcar que esa realidad adviene sólo luego de postular
reglas que expliquen los hechos observados y que permitan verificar la hipótesis.
Recordemos que el razonador, al encontrarse con un fenómeno distinto al esperado, lo
examina tratando de advertir alguna relación especial, lo que le permite avanzar en
una teoría explicativa de aquello que resultaba sorprendente.
La abducción es por lo tanto también un proceso de formación de hipótesis
explicativas que trata de probar que algo debe ser, (a diferencia de la inducción, que
muestra que algo realmente es).
A manera de inferencia “abductiva”, podríamos recuperar aquí la idea del
homo erectus, (obligado a cazar para sobrevivir, es decir, identificando indicios y
huellas en función de la presa –saber venatorio-), al mismo tiempo que se instalan la
división sexual del trabajo y el inicio de la convivencia en pequeños grupos estables
(Cole; op. cit.), planteando la posibilidad de que, en un determinado momento de
nuestra historia se haya dado cierta modificación en los circuitos neuronales del homo
erectus, lo que le permitió ir más allá de los estímulos presentes, surgiendo así las primeras
formas de articulación narrativa de lo presente en escenas posibles de ser almacenadas en una
rudimentaria “memoria episódica”.
La abducción y Edgar Allan Poe: Tal como lo demuestra Nancy Harrowitz,
hay otro autor cuya ficción narrativa tiene también muchos puntos en común con el
modelo abductivo: Edgar Allan Poe (1809-1849). En muchos relatos de Poe, se pueden
encontrar actos abductivos (por ejemplo en “El gato negro”, “Tu eres el hombre”, “El
escarabajo de oro”, “Un descenso al Maelström”, además de, por supuesto, en la
trilogía protagonizada por el detective Auguste Dupin: “Los crímenes de la calle
Morgue”, “El misterio de Marie Roget” y “La carta robada”17).
En todos esos trabajos, el narrador se encuentra en un estado mental que
posibilita que la abducción “se presente como un término mediador entre el mundo de
Trilogía con la que se afirma que nace el género “policíaco” en la literatura. Ver discusión en
17
~ 22 ~
la mente del narrador y el mundo físico donde este habita” (Harrowitz, op. cit.: 249).
De esta manera, la abducción puede “pone orden” al caótico mundo hiperreal
construido por Poe, (lo que permite salvar muchas veces a los atormentados
protagonistas de los relatos de Poe de algo que no deja de amenazarlos en ningún
momento: la locura).
Por ejemplo, en “Un descenso al Maelström”, el protagonista de la historia se
encuentra atrapado por un inmenso remolino en el medio del mar. En ese momento, el
narrador cuenta cómo surge, en una parte de su memoria, el recuerdo de ciertos
“restos flotantes que aparecían en la costa de Lofoden, que habían sido tragados por el
mar y que habían sido devueltos luego, destrozados de una manera extraordinaria,
salvo algunos de esos objetos, que no estaban desfigurados en absoluto”. El protagonista,
al mismo tiempo que recuerda, realiza varias observaciones importantes en su entorno,
como por ejemplo, que ciertos objetos descienden más rápidamente que otros, o que
ciertas formas son absorbidas por el remolino con mayor lentitud que las demás, lo que
le permite llegar a la siguiente abducción: “Los objetos cilíndricos y de tamaño
pequeño son los últimos (por su forma y tamaño) en ser succionados por el remolino, si
es que llegan a serlo”. El protagonista, por lo tanto, se ata a un barril, lo que le permite
salir ileso de una tragedia casi segura (en realidad, no sale totalmente ileso: el terror
vivido le ha encanecido totalmente el cabello).
Otro ejemplo de abducción aparece en “Los crímenes de la calle Morgue”, una
novela de la trilogía de Dupin. Allí, la policía no logra resolver cierto caso, en el que
una mujer y su hija fueron encontradas muertas brutalmente asesinadas dentro de su
vivienda. Los policías se ven desconcertados porque hay ciertos elementos en la escena
del crimen (el departamento cerrado por dentro, las mutilaciones sufridas por los
cadáveres de ambas mujeres, o el hecho de que una de ellas haya sido metida en el
tubo de la chimenea, -lo que requeriría de una fuerza física extraordinaria-), elementos
que no encajan entre sí ni permiten obtener resultados en la investigación. De más está
decir, que una vez convocado el detective Dupin, éste logrará resolver el caso (su
“primer crimen”) gracias al método abductivo, y aplicando principios tales como No
dar nunca nada por sentado, Es necesario ver el asunto en su conjunto o Hay que demostrar que
las aparentes imposibilidades pueden ser posibles. Es precisamente el método abductivo y
esos principios, lo que marca la diferencia entre Dupin y la policía parisiense, la que,
según el detective:
“Es muy astuta pero nada más. No procede con método, salvo el del
momento. Toma muchas disposiciones ostentosas, pero con bastante
frecuencia éstas se hallan tan mal adaptadas a su objetivo, que recuerdan a
Monsieur Jourdain, quien pedía su bata para entender mejor la música18…”
(Poe, 1970: 435).
Así, la visión miope de la policía no le permite ir más allá de la suposición de
que el asesino es un ser humano, (lo que determina que no supieran qué hacer con las
pistas, es decir, que la visión miope no permite a los policías seleccionar cuáles de los
indicios son relevantes y cuales no ni orientar la investigación). En cambio, Dupin,
probando, como reza uno de sus principios, que aparentes imposibilidades no son tales en
realidad descubrirá que el asesino, “de extraordinaria fuerza”, que “hablaba un dialecto
incomprensible y tenía voz chillona”, poseedor de tanta destreza “como para deslizarse
por un pararrayos hacia una ventana” no era sino… un gran orangután leonado de la
India del cual había leído Dupin tiempo antes una minuciosa descripción en un folleto.
18en frances en el original: la frase es que pedía su “robe de chambre, pour mieux entendre la
musique”
~ 23 ~
Se podría decir entonces, que tanto Peirce como Poe tienen preocupaciones
similares, acerca de cómo se adquieren nuevos conocimientos, de la relación existente
entre intuición y razón, y también sobre lo qué hay más allá de la razón (Harrowitz, op.
cit.). Por ejemplo, según un crítico de Poe, (Daniel Hoffman, autor del libro Poe, Poe,
Poe, Poe, Poe, Poe, Poe), la mente de Dupin participa de lo irracional, “y, por
consiguiente, de la clase más alta de raciocinio”, ya que esto posibilita que el razonador
no sea esclavo de sus propias premisas. Además, al operar mediante analogías
metafóricas, Dupin combina “la intuición poética con la exactitud matemática”
(Hoffman, citado por Harrowitz, op. cit.).
~ 24 ~
Cabe aclarar que para Peirce, esto no es intuición, (ya que conocer
“intuitivamente” supone pasar por alto que conocemos por inferencias), ni es
adivinación: La abducción es un “proceso evolutivo natural” que nos permite extraer de
una observación sólidos indicios de verdad sin poder explicar cuáles circunstancias
entre las observadas contenían tales indicios. Tal vez el ladrón haya dado algún indicio
involuntario, y él había percibido tal indicio por debajo de la superficie de su
conciencia, ocurriendo con frecuencia que tales inferencias, de tan repetidas y
verificadas se vuelven evidentes y nos parecen “adivinaciones”, cuando en realidad
son inferencias abductivas. No está de más recordar aquí, que no se llega a codificar tal
sistema si no se tiene también un conocimiento cultural adecuado a las experiencias
que se quieren significar.
También Sherlock Holmes rechaza que sus hazañas sean producto de algún
talento sobrenatural: “Jamás pretendo adivinar” dirá a su amigo Watson, “es una
costumbre reprobable que destruye las facultades lógicas”. Es más, Holmes advierte en
la novela “La banda de lunares” acerca del peligro de razonar a partir de datos
insuficientes, ya que en realidad se trata de desmenuzar una hipótesis en sus
componentes más pequeños, sin arriesgar a servirse de más de uno a la vez,
imponiéndose a la vez una regla explicitada en “La granja Abbey” que podemos
sintetizar de la siguiente manera: “no tener jamás prejuicios”.
Freud y el razonamiento abductivo: Releyendo a Freud también podemos
encontrar excelentes ejemplos de razonamiento abductivo que provienen de su práctica
psicoanalítica, especialmente en “La interpretación de los sueños”, aunque avanzando
un poco más, es el propio Freud quien, según el psicoanalista francés Jean Allouch:
“…forja el inconsciente por un razonamiento de tipo abductivo. Charles
Sanders Peirce llama así a la puesta en juego de una hipótesis susceptible de permitir
que sea reducida la extrañeza de una clase de fenómenos observados. Freud construye
una clase semejante al mostrar que los síntomas histéricos, sueños, lapsus, actos
fallidos, chistes, proceden de los mismos mecanismos. El inconsciente es el nombre de
esta hipótesis basal que abre la posibilidad de dar cuenta de la homogeneidad de esos
mecanismos” (Allouch, 1986: 28).
¿Existirían entonces nexos posibles entre la experiencia freudiana, la abducción
y el método de Sherlock Holmes? Esto es precisamente lo que tratan de demostrar tres
investigadores en un excelente libro (Investigación<>Psicoanálisis, Púlice, Manson y
Zelis, 2000) en el que se recuperan instrumentos esenciales de la práctica analítica a la
luz de las categorías de que estamos trabajando aquí.
Antes de avanzar, es necesario diferenciar dos herramientas del psicoanálisis
que suelen confundirse (en parte debido a que es el propio Freud quien las diferencia
bastante tardíamente): la Interpretación y la Construcción.
Según la investigación realizada por estos autores, es posible encontrar en
Freud, en “Más allá del Principio del Placer” (1920), un fragmento en el que afirma que
luego de muchos años de intensa labor es necesario comentar que las metas del
psicoanálisis han cambiado: “El psicoanálisis era sobre todo un arte de interpretación.
Pero así no se solucionaba la tarea terapéutica…” (Freud, 1920, citado por Púlice et. al.
Op. cit.). Tal vez por esa razón, es posible ver más adelante, (en “Construcciones en
Psicoanálisis”, un texto de 1937), cómo Freud introduce una nueva dimensión en la
práctica:
“Si en las exposiciones de la técnica analítica se oye tan poco sobre
‘Construcciones’, la razón de ello es que, a cambio se habla de «Interpretaciones» y su
efecto. Pero yo opino que Construcción, es, con mucho, la designación más apropiada.
~ 25 ~
«Interpretación» se refiere a lo que uno emprende con un elemento singular de
material: una ocurrencia, una operación fallida (…) Es «Construcción», en cambio, que
al analizado se le presente una pieza de su historia olvidada” (Freud, 1937: 262, citado
por Púlice et. al. Op. cit.)
Freud será más claro aún en otro párrafo del mismo texto, al afirmar que la
tarea del analista, será la de “colegir lo olvidado desde los indicios19 [el subrayado es
mío] que esto ha dejado tras sí; mejor dicho, tiene que construirlo…” (pág. 260). Es
decir, el trabajo de construcción que tiene lugar en una sesión, podría ser visto entonces
como un trabajo de inferencia abductiva.
A manera de ejemplo, traemos aquí un fragmento de análisis de un
psicoanalista (Nasio, 1987) en el que se puede observar el trabajo de construcción
abductiva que puede tener lugar en una sesión y que demuestra al mismo tiempo la
incidencia que puede tener una práctica o una experiencia concreta en la producción de
representaciones (Zelcer, 2002).
En el capítulo “Crónica psicoanalítica de un silencio”, el autor presenta una
crónica que transcurre a lo largo de dieciocho horas, que comienza en el final de una
sesión y termina, al otro día, en la sesión siguiente. Cuenta el psicoanalista que minutos
después de poner fin a una sesión con una paciente (Laura) y luego de citarla para el
día siguiente, la encuentra en el pasillo del edificio esperando el ascensor bañada en
lágrimas. Lo sorprendente para el analista era que nada en la sesión hacía anticipar este
desenlace. Por pudor, éste decide volver sus pasos pero se le impone en ese instante la
siguiente idea: “No he visto a alguien llorando, he visto unos ojos llorando”.
La paciente había demandado análisis un par de años atrás a raíz de la muerte
por suicidio de una hermana, y atravesaba un momento de “duelo pendiente” con una
profunda tristeza, migraña y vértigos. Esa misma noche, el analista debía dar una
charla en base al famoso artículo de Freud sobre las parálisis histéricas,20 charla en la
que se debatió en términos de “si ante los síntomas histéricos era necesario remontarse
a las muñecas imaginarias de la infancia de las pacientes”.
Al día siguiente, al recibir nuevamente a Laura en su consultorio, y, “un poco
influido aún por las reflexiones nacidas la noche anterior sobre el texto de Freud”, el
analista recuerda la impresión del pasillo de haber “visto unos ojos llorando”.
Leamos el relato de Nasio acerca de cómo transcurrió la sesión, ya que permite
observar el trabajo de investigación de un psicoanalista, y cómo éste puede entrar en
relación con los conceptos de Peirce que estamos trabajando:
19 Por supuesto, no está de más recordar que de los indicios que aquí se tratan son “indicios
psíquicos”. Freud explicita cuáles son las piezas que tienen “valor indiciario” (Púlice, op. cit.
pág. 182): “jirones de recuerdos desfigurados, ocurrencias que el paciente produce cuando
asocia libremente, retoños de mociones de afecto sofocadas y las reacciones ante éstas, indicios
de repeticiones de afecto, etc. Freud afirma que con tal “materia prima”, se debe producir “lo
deseado”.
20 El artículo de Freud, de 1893, se denomina “Algunas consideraciones con miras a un estudio
comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas”. Del texto se desprende que no es
la forma imaginaria, sino la percepción inconsciente de la paciente la que confiere fuerza
traumática a la idea. La histérica percibe contornos, colores y texturas del ambiente imaginario a
través del filtro del deseo sexual. Y tales “formas imaginarias” son calcos de la concepción
popular de los órganos, del cuerpo todo, y en especial, percepciones táctiles y visuales. Nasio
señala que “si se acepta la importancia del ambiente de formas imaginarias en la determinación
de una conversión, de ahí se sigue que las modalidades y la frecuencia de las afecciones
histéricas dependen estrechamente de lo imaginario que domine en la época (Pág. 209).
~ 26 ~
“Mientras ella hablaba, mi pensamiento ya no se dirigía a las muñecas de la
teoría con la cual me había dispuesto a escucharla; estaba demasiado prendido del
recuerdo de mi impresión. Y no obstante, escuchándola y escuchándome decir –en
silencio- que yo había visto unos ojos llorando, reafloró mi interés teórico por los
personajes imaginarios portadores de un significante que pudiera intervenir en la
formación de síntoma. Ese interés se tradujo entonces en una pregunta que me formulé
así: ¿Y si los ojos que se me habían impuesto, desprendidos de la persona de la
analizada, ojos autónomos que ocupaban todo el campo de mi visión, remitieran a
unos ojos de muñecas que Laura niña acaso amó? En un giro en la sesión, formulo mi
pregunta, y retirando toda referencia a los ojos, le pido simplemente que me hable de
sus muñecas de infancia. ¿Mis muñecas? –respondió- yo no tuve; casi eran más bien
muñecotes, muñecotes duros, no flexibles y suaves como las muñecas de hoy. ¡Ah! Ahora me
acuerdo, había también un muñecote de otra clase. No era verdaderamente un muñeco, sino un
niño pintado en tela. Un niño triste, con grandes ojos tristes y una paloma en la mano. Antes
de que ella terminara sus frases me había impresionado oírle decir precisamente lo que
yo había decidido callar: los ojos tristes del niño de que hablaba acaso fueran los
mismos que yo había visto llorar. Este vínculo entre los ojos del niño imaginario de su
infancia y los de ella misma me parecía una convergencia tan evidente, una intricación
tan trabada, que ya nada me impidió comunicarle mi impresión de la víspera” (Nasio:
209, 210. Op. cit.).
El caso continúa con la evocación que realiza la paciente de los ojos de su
hermana poco antes del suicidio. Laura continúa recordando que la niñera de la casa la
amenazaba siempre con hacer que el niño del cuadro ocupara su lugar si no obedecía,
y que ésta había entrado a trabajar en su casa luego de haber perdido a su hijita en un
accidente. Y al hablar del cuadro del niño triste pintado en la tela, recuerda también
que éste no estaba en su cuarto, sino en el de su hermana, justo sobre su cabeza21.
Para concluir este apartado, podríamos agregar que tal vez el raciocinio sea una
operación que atraviesa distintos niveles de realidad (Harrowitz, op. cit.), lo que implicaría
trascender los presupuestos de la razón positivista, tal como ocurre en el caso de la
abducción o el psicoanálisis.
21Cuando días más tarde, la paciente pregunta a su madre por el cuadro y qué se había hecho
de él, la madre le responde que sigue estando en uno de los cuartos, y que resulta gracioso, pero
“ese niño de la paloma las ha seguido toda la vida” (pág. 213)
~ 27 ~
entornos organizados por ellas lo que le otorga el carácter de rutinaria a una
experiencia. Todos los participantes que formaron parte de la investigación formaron
parte de sesiones aritméticas en las que enfrentaron un examen consistente en 54
problemas, bajo las siguientes instrucciones22:
Por otra parte, los cálculos aritméticos al hacer las compras en el supermercado,
implicaban resolver cerca problemas aritméticos definidos como “situación en la que
quien hace la compra asocia dos o más números con una o más operaciones
aritméticas: suma, resta, multiplicación o división”. La resolución de problemas en el
supermercado es un proceso de transformación, en el que algo debe ser convertido en
un problema por quien lo va a solucionar. Los casos implicaban comparación de
precios, problemas de ofertas en los que variaban precios y cantidades (¿Cuál de dos o
tres productos constituye la mejor oferta, a partir de la información de las etiquetas?),
estimar el costo total de la compra, etc.
A grandes rasgos, los resultados indicaron que había una gran disparidad entre
el éxito obtenido por las personas en las pruebas de aritmética (media 59%) y el
experimentos del supermercado (media 98%). La gente encontraba más fácil operar con
cocientes que fueran divisibles en unidades más pequeñas, especialmente cuando una
era múltiplo de la otra, o ambas eran divisibles por la misma unidad. Es probable que
se abandone un problema cuando sus números son inmanejables (dificultad que es
conocida por las políticas comerciales de empaquetamiento y etiquetado, que suelen
ajustar el peso, volumen y precio de los productos mediante números primos).
~ 28 ~
Compradora: (buscando un producto en los estantes con la mirada) Estas
galletas valen 55 centavos. Eso valían la última vez que vine, pero ahora, cada
vez que vengo… más caras.
Observador: ¿Le gusta algún tipo especial?
Compradora: Bueno, vienen en un… no sé, no me acuerdo… mueven las
cosas… no sé.
Observador: ¿Cuál es la clase que está buscando?
Compradora: Bueno, no sé qué marca son… son solo galletas… no sé quién las
hace (de pronto descubre el estante de comida importada) aquí están (habla
con firmeza) Eran 65 la última vez que las compré… ahora son 69. ¿No es
terrible?
~ 29 ~
Por ejemplo, para el cálculo de la posición de un barco o para llevar adelante
maniobras como la de giro23, es necesario no solo saber dónde se está (establecer la
posición) sino también conocer dónde se estará (lo que se denomina estimar la posición),
conocimientos ambos que preservan al barco de eventuales situaciones de peligro
derivadas de las dificultades de maniobrar.
Esquema que determina la posición de una nave. En el lugar donde se intersectan las líneas,
está el barco (Hutchins, 1996:54)
Es necesario señalar continuamente (por ejemplo, cada media hora) la posición
del barco, pero dado que ninguna persona puede realizar el ciclo de actividades
necesarias por sí sola, la tarea está a cargo de un equipo compuesto por:
- Personas que toman las marcas, apostadas en los costados del barco con un
instrumento denominado “alidada” o “visor”. Si bien están ubicadas en distintos
lugares del barco, deben tomar la distancia en el mismo momento
- Persona que recibe la información, por un circuito telefónico, y se encarga de
registrar la marcación en un “cuaderno de marcaciones”. Es quien da, por radio, la
orden, de “marquen” a quienes están a cargo de dicha tarea.
23Los tipos de barcos que investiga Hutchins pesan 17000 toneladas, pueden medir alrededor
de 180 metros y son movidos por una sola hélice, lo que los hace de maniobrabilidad muy
limitada.
~ 30 ~
- Persona (“trazador”) que señala dichas marcas en la carta náutica. Ésta no
recibe la información directamente de los que toman las marcas, sino que la lee del
cuaderno de marcaciones. Su tarea es señalar la posición del barco tanto como
proyectar dónde se encontrará cuando se realicen las siguientes marcaciones, para lo
cual es necesario conocer tanto la dirección como la velocidad del barco.
Desde una perspectiva de análisis tradicional, se supone que en esta tarea, la
distribución de conocimientos está repartida entre los individuos, de tal modo que la
suma de conocimientos es igual al “total”, pero, salvo en los ambientes experimentales
artificialmente controlados, en la vida real los conocimientos se comparten, y el
resultado es un sistema en el que la distribución del conocimiento está en parte
superpuesto (todos saben algo de todo), en parte especializado (los más expertos
incluyen la totalidad de conocimientos de los menos experimentados), según la
estructura de la tarea distribuida en cada caso.
~ 31 ~
La distribución de conocimiento que se está describiendo, permite recuperar la
noción de Vigotsky acerca de la doble formación de las funciones psicológicas, ya que
toda función superior primero fue externa porque en algún momento fue función
social, entre personas (lo cual, recordemos, no implica hablar de “simple copia”, sino
que en el proceso de internalización se producen cambios en tanto en la función como
en la estructura), al mismo tiempo que demuestra cómo las zonas de desarrollo
próximo son fenómenos colectivos y no individuales, que se crean ante los problemas y
contradicciones que surjan de la actividad, promoviendo así el cambio en el
conocimiento de los seres humanos:
Trazador (el sujeto más calificado del equipo, mientras se acerca al observador,
que no había sido capaz de hallar una marca en la tierra, cercana a un muelle):
El que está al norte, en esa dirección.
Observador (novato): Bien
Trazador: si no puede ver la luz, enfoque la tangente en el extremo de ese
muelle
Observador: Ese muelle, en el que hay dos…
Trazador: Sí, el extremo del muelle.
Observador: Bien
Trazador: Allí debería haber una luz, pero si no puede verla al final del muelle,
enfoque el extremo del muelle.
(Hutchins: 66)
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EL RAZONAMIENTO ANALÓGICO
Mg. Laura Martínez Frontera
INTRODUCCION
Las analogías han sido empleadas por el hombre desde hace muchísimo tiempo
atrás y en las más diversas actividades, desde en la vida cotidiana, hasta en el
pensamiento filosófico; el dominio de la teorización científica; histórica y política; en el
ámbito de la enseñanza, solución de problemas; etc .
En el pensamiento filosófico, Platón concibió la relación de subordinación que
debería darse entre las pasiones y la razón por analogía con aquella que se da en un
auriga, cuyo carro fuera tirado por dos caballos, uno noble y bueno y otro malo y
agresivo.
En el dominio de la teorización científica, Ernest Rutherford colaboró con la
comprensión de la estructura interna del átomo comparándolo con el sistema solar: los
electrones, al igual que los planetas, giran alrededor de un cuerpo de mayor masa hacia
el que se encuentran atraídos, y lo hacen atravesando vastas extensiones de espacio
vacío. Así mismo, Freud, para explicar el conflicto neurótico proveniente entre las
fuerzas psíquicas provenientes de dos planos diferentes, el inconsciente y el conciente,
lo comparó con la lucha entre un oso polar y una ballena.
~ 36 ~
En cuanto a la teorización histórica y política, el uso de analogías resulta
también un recurso habitual. A poco tiempo de la invasión iraquí a Kuwait, George
Bush comparó dicho episodio con la invasión alemana a Polonia: "así como Hitler, un
líder autoritario y beligerante, no se conformó con haber invadido Polonia, tampoco Saddam
Hussein se contentará con haber invadido Kuwait".
En el ámbito de la enseñanza, los docentes suelen explicar conceptos complejos,
como el funcionamiento de una célula, por analogía con otros mejor conocidos, tales
como el mantenimiento de una ciudad o el funcionamiento de una fábrica.
En la resolución de problemas, tanto en el ámbito escolar, como fuera de él,
resulta común la experiencia de generar una solución, tras recordar otro problema
similar.
En cuanto al lenguaje, los hablantes de todas las lenguas utilizan cientos de
expresiones metafóricas, cuya producción y comprensión, aunque no sean conscientes
de ello, implican el empleo de analogías culturalmente compartidas. Según Lakoff y
Johnson (1980), expresiones tan convencionales como “en esta relación yo siempre estuve
al volante” o “en esta relación estamos yendo demasiado rápido” revelan una analogía
subyacente entre los conceptos de relación amorosa y de viaje, en donde los progresos de
la relación se corresponden con el desplazamiento de los viajantes, y las dificultades en
la pareja con los obstáculos que entorpecen el desarrollo de un viaje.
El razonamiento analógico es una facultad distintiva de la especie humana, que
consiste en percibir que dos situaciones, más o menos similares en apariencia, resultan
equiparables en un nivel más abstracto de descripción. Esta percepción posibilita la
transferencia de conocimientos desde una situación relativamente conocida (análogo
base: AB) hacia otra situación a la que se conoce relativamente menos (análogo meta: AM).
(Holyoak & Thagard, 1995).
Los diversos modelos teóricos que se han formulado para explicar el
razonamiento analógico fueron computacionalmente implementados en programas
que intentan reproducir los procesos implicados en la ejecución de esta habilidad
humana (e.g., SME, Falkenhainer, Forbus, & Gentner, 1989; ACME, Holyoak &
Thagard, 1989; LISA, Hummel & Holyoak, 1997).
Este tipo de razonamiento ha sido investigado por la Psicología y la Ciencia
Cognitiva, especialmente en la solución de problemas Gick & Holyoak (1980) y en la
enseñanza de las ciencias, Duit (1990).
El razonamiento analógico ha sido subdividido en una serie de subprocesos: a)
recuperación del análogo base a partir del análogo meta, b) establecimiento de
correspondencias entre los elementos de los análogos, c) formulación de inferencias y
d) construcción de esquemas. Dentro de los cuales los más estudiados han sido los
subprocesos centrales: b) establecimiento de correspondencias entre los elementos
análogos y c) la proyección de inferencias, mientras que los procesos: a) recuperación
del análogo base a partir del análogo meta y d) construcción de esquemas, han sido un
poco descuidados en las investigaciones.
La ciencia cognitiva utilizó el formato proposicional para modelar el significado
de las oraciones inspirándose en el cálculo de predicados de la lógica formal. Toda
proposición está compuesta por: a) un predicado, generalmente un verbo o un adjetivo,
presentado en mayúsculas; y b) uno o más argumentos, presentados entre paréntesis,
en letra minúscula, y separados por comas. Por ejemplo, una oración como “el punzón
es de metal” puede expresarse a través de la siguiente proposición:
~ 37 ~
1. METAL (punzón)
En esta proposición, se aplica el predicado METAL (aquello que se afirma) al
argumento “punzón” (aquello de lo que se predica lo afirmado).
El predicado se aplica a una entidad aislada, que llena una única ranura.
“Ranura”, por su parte, designa un lugar vacío que puede ser llenado o “instanciado”
por un “llenador”. La ranura de la proposición anterior podría ser ocupada por otra
entidad, como ocurre en la siguiente proposición:
2. METAL (martillo)
Una comparación entre las proposiciones 1 y 2 implicaría el emparejamiento de
entidades “punzón martillo” en virtud de que estas entidades, llenadoras de las
únicas ranuras de dichas proposiciones, guardan una similitud en el nivel de los
atributos: ambas son de metal.
Hay predicados que implican más de una ranura como, por ejemplo,
“perseguir”, ya que requiere, tanto de un “perseguidor”, como de un “perseguido”.
Los roles de los argumentos en una proposición son reconocidos por la posición del
argumento en el conjunto total de argumentos, que se presentan entre paréntesis (e.g,
si el predicado es un verbo que representa una acción, el primer argumento será el
agente, y el último, el objeto o el paciente de la acción).
Los predicados que se aplican a dos, o más argumentos, reciben el nombre de
“relaciones”. Cuando las proposiciones relacionales vinculan entidades se denominan
relaciones de primer orden, mientras que cuando vinculan relaciones de un orden
superior se denominan de relaciones de segundo orden. Las relaciones describen
acciones, eventos, comparaciones o estados. Los predicados de las siguientes
proposiciones expresan relaciones entre entidades:
Las ranuras definen los roles que las entidades cumplen en una estructura
proposicional. Una comparación entre las proposiciones 3 y 4 implicaría las
correspondencias “niño niña”, “punzón martillo”, y “heladera televisor”,
debido a que las entidades apareadas cumplen roles idénticos en sus respectivas
estructuras proposicionales, a saber, los de agentes, instrumentos y objetos,
respectivamente, del predicado GOLPEAR. Estamos en este caso, en el lenguaje de
Holyoak y Thagard (1995), frente a un emparejamiento de relaciones.
Las proposiciones relacionales presentadas son de primer orden, debido a que
vinculan entidades. Las relaciones de segundo orden o superiores vinculan, en cambio,
otras relaciones. Los siguientes son ejemplos de relaciones de segundo orden, en los
que la relación de segundo orden CAUSAR vincula las relaciones de primer orden
GOLPEAR y ROMPER:
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6. CAUSAR [GOLPEAR (niña, martillo, televisor), ROMPER (niña, martillo, televisor)]
“Suponga usted que se enfrenta con un paciente que tiene un tumor maligno en el
estómago. Resulta imposible operar al paciente, pero si no se destruye el tumor el paciente
morirá. Existe un tipo de rayo que podría utilizarse para destruir el tumor. Si estos rayos
alcanzan al tumor a una intesidad suficientemente alta, lo destruirán. Por desgracia, a esta
intensidad también destruirían al tejido sano a través del cual deben pasar para alcanzar al
tumor. A bajas intensidades estos rayos serían inofensivos para los tejiidos sanos, pero
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también resultarían ineficaces para el tumor. Qué tipo de procedimiento podría usarse para
destruir el tumor con los rayos, pero evitando destruir los tejidos sanos?”
24
Si se tiene en consideración que 10% de los participantes en el grupo de control genera la solución
convergente sin habérsele presentado antes el problema militar, el porcentaje neto de personas que
resuelven el problema médico mediante recuperación analógica es tan solo del 20%.
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determinada forma de afrontar esa situación, sin que el experimentador haya
presentado previamente los ABs que les podrían ser de utilidad.
La tarea meta consistió en generar analogías persuasivas durante un tiempo de
20 minutos para convencer a la población de apoyar o rechazar, según la condición, la
adopción de una política de déficit-cero, según la cual el estado limitaría el gasto
público, de tal forma que los egresos no superen los ingresos. En la condición anti
déficit-cero, los participantes debían buscar analogías que promovieran la idea de que
la eliminación del déficit no podía realizarse a expensas de recortes en áreas básicas
como salud y educación.
Obtuvieron una producción promedio de 10,73 analogías por persona, con un
fuerte predominio de analogías interdominio, por sobre las analogías intradominio (80%
vs. 20% respectivamente). Estos resultados constituyen una exacta inversión del patrón
obtenido por los estudios tradicionales, en los que la recuperación intradominio resulta
entre dos y tres veces más alta que en la recuperación interdominio.
Dunbar (2001) llamó paradoja analógica a este contraste entre el tipo de ABs que
se recuperan en contextos de laboratorio–e.g. paradigma de recepción–y el tipo de ABs
que se recuperan en tareas más naturales, fuera del laboratorio-e.g. paradigma de
producción- e hipotetizó que este contraste de resultados podría deberse a la
combinación de dos factores: 1) Los contextos naturales inducen codificaciones
estructurales de los ABs, a diferencia de los entornos experimentales, que estimularían
solamente su procesamiento superficial y 2) la tarea naturalista de generación de
analogías, a diferencia de las tareas de recuerdo utilizadas en estudios experimentales,
favorece la extracción de claves estructurales del AM.
En síntesis, los estudios experimentales sobre transferencia analógica
demuestran que la recuperación de ABs interdominio resulta mucho menos frecuentes,
que la recuperación de ABs intradominio en tareas de solución de problemas ;
mientras que cuando los razonadores tienen la posibilidad de emplear sus propios ABs
para transmitir ideas a otras personas, utilizan asiduamente analogías interdominio.
~ 41 ~
momento de la recuperación. La intervención consiste en proveer un segundo AM
estructuralmente análogo al primero, y solicitar a los participantes que los comparen
entre sí.
Quizás sería interesante considerar de manera dialéctica, la propuesta de ambos
grupo de autores, y como docentes insistir en los ABs, para que sean analizados
estructuralmente, así como también ofrecerles segundos AMs para facilitarles la tarea
de recuperación y transferencia de los conocimientos.
El razonamiento por analogía puede ser considerado dentro de un contexto de
un aprendizaje constructivo y dinámico para la adquisición de nuevos conocimientos y
para la solución de problemas nuevos, que ayuda a crear puentes conceptuales entre
dominios de conocimientos y fomenta el pensamiento inferencial.
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