Bernardine
Evaristo
NIÑA, MUJER, OTRAS
Traducción de Julia Osuna Aguilar
Alianza de Novelas
Título original: Girl, Woman, Other
Diseño de colección: Estudio Pep Carrió
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PAPEL DE FIBRA
CERTIFICADO
Copyright © Bernardine Evaristo, 2019
© de la traducción: Julia Osuna Aguilar, 2020
© AdN Alianza de Novelas (Alianza Editorial, S. A.)
Madrid, 2020
Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15
28027 Madrid
www.AdNovelas.com
ISBN: 978-84-9181-813-7
Depósito legal: M. 6.080-2020
Printed in Spain
Capítulo 1
Amma
Amma
va caminando por la ribera de la vía fluvial que parte en
dos su ciudad, un puñado de gabarras madrugadoras pasan
de largo, morosas
a la izquierda tiene el puente peatonal, temática náutica, la
pasarela es una cubierta, los pilones mástiles de velas
a la derecha tiene el recodo que hace el río cuando dobla
al este, pasado el puente de Waterloo, camino de San Pablo y
su cúpula
siente que el sol empieza a asomar, todavía corre algo de
aire antes de que la ciudad se embote entre el calor y los humos
un poco más adelante una violinista toca, qué apropiado,
una melodía estimulante
la obra de Amma, La última amazona de Dahomey, se es
trena en el National esta noche
va acordándose de cuando empezó en esto del teatro
cuando ella y Dominique, su lugarteniente, se hicieron fa
mosas por reventar en plena función obras que ofendían sus
sensibilidades políticas
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proyectando sus potentes voces de actrices con escuela
desde el fondo del patio de butacas antes de darse a la fuga
por patas
creían que las protestas debían ser públicas, disruptivas y
un incordio absoluto para los del otro bando
recuerda haberle tirado una pinta de cerveza por la cabeza
al director de una obra en la que salían negras medio desnu
das revoloteando como tontas por el escenario
para después salir pitando por los callejones de Hammers
mith
aullando
luego de esto Amma pasó varias décadas en los márgenes,
una renegada que lanzaba granadas de mano al sistema que
la excluía
hasta que lo comercial empezó a absorber todo lo otrora
radical y se vio deseando subirse al carro
cosa que no pasó hasta hace tres años cuando por fin la
dirección artística del National la asumió una mujer
después de escuchar tantas negativas cordiales de sus pre
decesores, un lunes por la mañana, recién desayunada, reci
bió la llamada cuando en el horizonte de su vida solo asoma
ba un pozo sin fondo, lo más emocionante del día ver series
en el ordenador
me ha encantado el texto, hay que hacerlo, ¿le gustaría di
rigirlo también para nosotros? sé que es apresurado, pero
¿tendría un hueco para quedar esta misma semana y nos to
mamos un café?
Amma le da un sorbo al americano con su habitual chorri
to largo resucitamuertos mientras se acerca al centro cultural
brutalista y gris que tiene por delante
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por lo menos ahora intentan alegrar el hormigón tipo
búnker con luces de neón y tienen fama de llevar una progra
mación más progresista que tradicionalista
años atrás habría esperado que la echaran nada más osar
franquear el umbral, en una época en que la gente realmente
se ponía sus mejores galas para ir al teatro
y miraban por encima del hombro a todo el que no llevaba
el atuendo adecuado
ella quiere que la gente vaya a ver sus obras con la cu
riosidad puesta, le importa un comino la ropa que lleven,
además tiene su propio estilo ¡que te den!, que ha evoluciona
do, cierto es, desde el peto vaquero del cliché, con la boina del
Che, el palestino y la chapa perenne de los dos símbolos fe
meninos entrelazados (eso sí que era dar la chapa, nena)
hoy en día lleva zapatillas plateadas o doradas en invier
no, Birkenstocks todoterreno en verano
en invierno son chinos negros, holgados o ceñidos según si
esa semana tiene una 40 o una 42 (de arriba una menos)
en verano son bombachos estampados justo por debajo de
la rodilla
en invierno son camisetas jerséis chaquetas abrigos asimé
tricos, todo colores vivos
el año entero tiene adiestradas sus rastas oxigenadas para
que queden más tiesas que las velas de una tarta
aros plateados en las orejas, gruesos brazaletes africanos y
labios color de rosa
son su declaración de estilo perpetua, la marca de la casa
Yazz
describió su estilo no hace mucho como «pintas de abuela
loca, mamá», le suplica que compre en el Marks & Spencer
como las madres normales, se niega a que la vean con ella
cuando se supone que van andando juntas por la calle
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Yazz sabe perfectamente que Amma jamás será normal, y
como tiene cincuenta y pico, todavía no es ninguna abuela,
aunque intenta tú decirle eso a una de diecinueve; de todas
formas, cumplir años no es nada de lo que avergonzarse
sobre todo cuando toda la raza humana está en las mismas
aunque a veces le da la impresión de ser la única de sus
amigas que quiere celebrar eso de hacerse mayor
porque menudo privilegio no morir antes de tiempo, les
dice mientras la noche se cuela en torno a la mesa de la coci
na de su coqueto adosado de Brixton
mientras van metiéndose de lleno en los platos que ha traí
do cada una: guiso de garbanzos, pollo jerk, ensalada griega,
curry de lentejas, verduras asadas, tajín de cordero, arroz al
azafrán, ensalada de kale con remolacha, quinoa jolofe y pas
ta sin gluten para las escrupulosas más petardas
mientras se echan copas de vino, vodka (menos calorías),
o algo más amable con el hígado por prescripción médica
espera que la feliciten por rebelarse ante la moda del re
funfuño de la mediana edad, recibe en cambio sonrisas per
plejas y ¿los brotes de artritis, la pérdida de memoria, los so
focos?
Amma pasa por delante de la joven música
sonríe animosa a la chica, que hace otro tanto
se saca unas monedas, las echa en el estuche del violín
no está preparada para renunciar al tabaco así que se apo
ya en el muro de la ribera, se enciende un cigarro, y se odia
por ello
la publicidad le aseguró a su generación que el tabaco los
haría parecer adultos, glamurosos, poderosos, listos, desea
bles y, sobre todo, los mejores
nadie les contó que serían directamente los mejores del ce
menterio
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se queda mirando el río mientras siente el calor del humo
viajando esófago abajo calmando unos nervios que intentan
a la vez combatir el subidón de adrenalina de la cafeína
cuarenta años de estrenos y sigue cagándose de miedo
¿y si la crítica la pone de vuelta y media? ¿y si la rechaza
con una pléyade de reseñas de una sola estrella, en qué estaba
pensando el prestigioso National al dejar entrar en su teatro
a esa impostora de pacotilla?
sí, claro que ella sabe que no es ninguna impostora, ha
escrito quince obras de teatro y dirigido más de cuarenta,
y, como escribió una vez un crítico, Amma Bonsu es una
apuesta segura que sabe asumir riesgos y salir siempre bien
parada
¿y si el público del preestreno solo se levantó y la ovacionó
por educación?
anda, calla ya, Amma, que tú eres una sargentona con mu
chos tiros pegados
mira
tiene un reparto estupendo: seis actrices de más edad (ve
teranas curadas de espanto), seis en la medianía de sus carre
ras (supervivientes hasta la fecha), y tres caras nuevas (cándi
das aspirantes), una de las cuales, la talentosa Simone, llegaba
a ensayar con los ojos vidriosos después de olvidarse de des
enchufar la plancha, apagar el fuego o cerrar la ventana del
cuarto, y perdía un tiempo de ensayo muy valioso con llama
das de pánico a sus compañeros de piso
si hace un par de meses habría vendido a su abuela a un
esclavista con tal de conseguir el papel, ahora es ya una pe
queña prima donna malcriada que no hace ni dos semanas
mandó a su directora que se pegara un salto para comprarle
un latte caramelo un día que estaban ellas dos solas en la sala
de ensayo
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es que estoy rendida, gimoteó Simone, insinuando que era
todo culpa de Amma por hacerla trabajar tan duro
huelga decir que le bajó los humos en el acto a la estrellita
Simone Stevenson
Simone la Estrellita… la que se cree que por haber llegado
al National recién salida de arte dramático está a un paso de
asaltar los cielos de Hollywood
ya se enterará
más pronto que tarde
en momentos así Amma echa de menos a Dominique, que
huyó hace ya tiempo a Estados Unidos
deberían estar compartiendo ese momento crucial de su
carrera
se conocieron en los ochenta en una prueba para un largo
ambientado en una cárcel de mujeres (¡cómo no!)
ambas estaban desilusionadas porque siempre las postula
ban para papeles de esclavas, criadas, prostitutas, niñeras o
delincuentes
y encima no se los daban
despotricaron sobre su suerte en una cafetería de mala
muerte del Soho mientras devoraban huevos con beicon al
pelotón entre dos rebanadas de pan blanco empapadas y los
bajaban con té potente de albañil junto a las trabajadoras se
xuales que ejercían en las calles de la zona
mucho antes de que el Soho se convirtiera en la colonia de
gais modernos que es hoy
¿tú me has visto?, preguntó Dominique, y Amma la miró
y no, no tenía nada de servil, maternal ni criminal
tenía un rollo increíble y era una hermosura absoluta, más
alta que casi todas, más delgada que casi todas, con pómulos
refinados y ojos ahumados con unas pestañas gruesas y ne
gras que arrojaban literalmente sombra a la cara
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vestía de cuero, llevaba el pelo corto salvo por un flequillo
moreno echado a un lado, e iba por la ciudad con un destar
talado bicicarro viejo que había atado fuera
¿es que no ven que soy una diosa encarnada?, gritó Do
minique con un gesto extravagante, sacudiendo el flequi
llo y poniendo pose sensual mientras se volvían algunas ca
bezas
Amma era más baja, con caderas y muslos africanos
madera de esclava perfecta, le había dicho un director
cuando entró en una prueba para una obra sobre la abolición
de la que salió directamente por donde acababa de entrar
por su parte a Dominique un director de casting le dijo
que estaba haciéndole perder el tiempo por presentarse para
una serie victoriana cuando en esa época no había negros en
Gran Bretaña
ella le dijo que sí que había y lo llamó ignorante antes de
coger también la puerta
y en su caso, cerrarla con fuerza
Amma comprendió que había encontrado a su alma geme
la en Dominique y que juntas partirían la pana
y en cuanto se corriera la voz ambas serían sin duda carne
de paro
fueron a un pub del barrio, la conversación siguió y el
vino corrió
Dominique había nacido en Bristol, en el barrio de Saint
Pauls, de madre afroguyanesa, Cecilia, con raíces que se re
montaban a la esclavitud, y de padre indoguyanés, Wintley,
con antepasados que llegaron desde Calcuta como trabajado
res no abonados
la mayor de diez críos que parecían todos más negros que
asiáticos y como tales se identificaban, más que nada por
que su padre podía relacionarse con los afrocaribeños con
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los que se había criado, pero no con indios recién llegados de
India
Dominique adivinó sus preferencias sexuales en la pubertad,
pero tuvo la sensatez de guardárselas para sí, no sabía cómo
reaccionarían sus amigos o su familia, no quería ser una paria
probó con chicos un par de veces
ellos lo disfrutaron
ella lo soportó
a los dieciséis puso rumbo a Londres con la idea de ser ac
triz, donde la gente proclamaba con orgullo sus identidades
foráneas luciendo chapas
durmió a la intemperie bajo las arcadas de la ribera y en
portales de tiendas de The Strand, solicitó ayuda en una coope
rativa de viviendas protegidas para personas negras, mintió, les
lloró diciendo que había escapado de un padre que la maltrataba
el empleado jamaicano que la entrevistó no pareció muy
impresionado, ah, que te pegaban, ya
Dominique subió la denuncia a abuso sexual paterno y
consiguió una habitación en un albergue con carácter de ur
gencia; a los dieciocho meses, tras lacrimógenas llamadas se
manales a la oficina de la cooperativa, acabó en un piso pro
tegido de un dormitorio en un pequeño bloque de Bloomsbury
de la década de los cincuenta
hice lo que tuve que hacer por conseguir un techo, le contó
a Amma, no es de lo que estoy más orgullosa en esta vida, lo
reconozco, pero nadie salió perjudicado, mi padre no se va a
enterar
se propuso como misión instruirse por su cuenta en histo
ria, cultura, política y feminismo negros, descubrió las libre
rías alternativas de Londres
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entraba en la Sisterwrite de Islington donde todos y cada
uno de los libros estaban escritos por mujeres y se pasaba allí
las horas hojeándolos; no podía permitirse comprar nada, y
se leyó la colección entera de Home Girls: A Black Feminist
Anthology por entregas semanales, de pie, así como todo lo
de Audre Lorde que llegaba a sus manos
a las libreras no parecía importarles
para cuando me aceptaron en una escuela de arte dramá
tico muy ortodoxa, yo ya estaba politizada y los desafiaba
por cualquier cosa, Amma
la única persona de color de toda la escuela
exigió saber por qué los papeles masculinos de Shakes
peare no podían interpretarlos mujeres, y mejor no hablamos
de cambiar las razas, ¿no?, le gritó al tutor del curso mientras
los demás estudiantes, chicas incluidas, se quedaban callados
comprendí que estaba sola
al día siguiente el director de la escuela me llevó aparte
aquí se viene a ser actores, no políticos
si vuelve usted a causar problemas, le pediremos que se
vaya
dese por avisada, Dominique
qué me vas a contar, respondió Amma, o te callas o te lar
gas, ¿es o no?
pues a mí el espíritu guerrero me viene de mi padre, Kwa
bena, que era periodista en Ghana y luchó por la indepen
dencia
hasta que se enteró de que iban a arrestarlo por sedición,
puso tierra de por medio, acabó trabajando en los ferroca
rriles y allí conoció a mi madre en la estación del puente de
Londres
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él era revisor, ella trabajaba en las oficinas encima de la
explanada
él se aseguraba de ser quien le cortaba el billete, ella se ase
guraba de quedarse la última en el vagón para poder charlar
un poco con él
mi madre, Helen, es mestiza, nació en Escocia en 1935
su padre era un estudiante nigeriano que se evaporó en
cuanto terminó la carrera en la Universidad de Aberdeen
ni siquiera se despidió
mi madre descubrió a los años que había vuelto a Nigeria
con su mujer y sus hijos
ella no sabía ni que estaba casado ni que era padre
no era la única mestiza de Aberdeen en la década de los
treinta y los cuarenta pero seguían siendo una rareza y así se
lo hacían sentir
dejó pronto los estudios, se apuntó a una escuela de secre
tariado, se fue a Londres justo cuando empezaba a poblarse
de africanos que venían a estudiar o a trabajar
mi madre empezó a frecuentar los bailes que organizaban,
los locales del Soho, allí gustaban su piel más clara y su pelo
más lacio
cuenta que siempre se sintió fea hasta que los africanos le
dijeron que no lo era
deberías haberla visto entonces
un mezcla entre Lena Horne y Dorothy Dandridge
así que, imagínate, feísima
mi madre esperaba que en la primera cita con mi padre
fueran al cine y luego a su garito favorito, el Club Afrique,
aquí mismo en el Soho, le había soltado algunas indirectas
con que si le encantaba bailar highlife y jazz de África Occi
dental
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pero en vez de eso la llevó a una de sus asambleas socialis
tas en la trastienda de un pub en la zona de Elephant and
Castle
donde un grupo de hombres soplaban cervezas sin fin y
hablaban de independentismo
mi madre se quedó allí haciéndose la interesada, dejándo
se impresionar por su intelecto
y digo yo que él se dejaría impresionar por la aquiescencia
muda de ella
se casaron y se mudaron a Peckham
yo fui la última de la prole y la única niña, explicó Amma,
soltando el humo hacia la atmósfera más que viciada de la sala
mis tres hermanos mayores han estudiado dos para abo
gado y uno para médico, que ellos hayan cumplido así las
expectativas de nuestro padre ha servido para que yo no me
vea presionada para hacer lo mismo
conmigo lo único que le preocupa es que me case y tenga
hijos
se cree que lo de actuar es un pasatiempo hasta que consi
ga todo eso
mi padre es un socialista que quiere una revolución para
mejorar las condiciones de todos los hombres
literalmente
yo le digo a mi madre que se casó con un patriarca
míralo así, Amma, me dice, tu padre nació varón en Gha
na en los años veinte mientras que tú has nacido mujer en
Londres en los sesenta
¿y qué me quieres decir con eso?
que no puedes esperar que «te capte», como dices tú
yo le he hecho saber que está defendiendo el patriarcado y
es cómplice de un sistema que oprime a todas las mujeres
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ella dice que los seres humanos somos complejos
yo le digo que no me hable como si fuera una cría
mi madre tenía su jornada laboral de ocho horas, se encar
gaba de cuatro hijos, llevaba la casa, se aseguraba de ponerle
la cena delante al patriarca todas las noches y de tenerle las
camisas planchadas todas las mañanas
entretanto él estaba por ahí salvando el mundo
su única tarea doméstica era ir a la carnicería a comprar la
carne del asado del domingo… un rollo cazador-recolector
versión aburguesada
se ve que mi madre no se ha realizado en la vida porque,
ahora que nos hemos ido todos, se pasa el día o limpiando la
casa o redecorándola
nunca se ha quejado de su suerte ni se ha peleado con él,
señal clara de que está oprimida
me contó que en sus primeros días juntos ella intentó co
gerle de la mano, él se zafó, le dijo que el cariño era una afec
tación inglesa y mi madre no volvió a intentarlo
aun así él todos los años le compra la tarjeta de Valentín
más pastelosa del mercado y además le encanta la música
country romanticona, los domingos por la noche se los pasa
en la cocina escuchando discos de Jim Reeves y Charley Pride
el vaso de whisky en una mano, enjugándose las lágrimas
con la otra
mi padre vive para los mítines, las manifestaciones, hacer
piquetes delante del Parlamento y vender el Socialist Worker
por el mercado de Lewisham
me he criado escuchando sus soflamas durante las cenas
sobre los males del capitalismo y del colonialismo y los méri
tos del socialismo
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la mesa de la cocina era su púlpito y nosotros su parroquia
cautiva
era como si literalmente nos cebara a la fuerza con sus
ideas políticas
si hubiera vuelto a Ghana tras la independencia, segura
mente habría sido alguien importante allí
a falta de eso, es el presidente vitalicio de nuestra familia
¿qué dices? ¿cómo va a saber él que soy bollera? mi madre
me dijo que no se lo dijera, ya bastante me costó contárselo a
ella, aunque me reconoció que se lo había olido cuando se
pusieron de moda las faldas de tubo y las permanentes y yo
empecé a ponerme Levis de tío
está convencida de que es una fase, cosa que pienso echar
le en cara cuando cumpla los cuarenta
mi padre no tiene tiempo para «mariquitas» y se ríe con
todos los chistes homófobos de los cómicos de la tele los sá
bados por la noche cuando no andan insultando a las suegras
o a los negros
Amma habló de cuando fue a su primer grupo de mujeres
negras en Brixton el último año de instituto, después de ver
un papel en la biblioteca de su barrio
la mujer que le abrió la puerta, Elaine, lucía un afro que
era un halo perfecto y llevaba sus tersas extremidades enfun
dadas en unos vaqueros azul claro pegados y una camisa va
quera igual de pegada
Amma la deseó a primera vista, la siguió hasta la sala prin
cipal, allí se encontró con mujeres sentadas en sofás, sillas,
cojines, a lo indio en el suelo, bebiendo café y cidra
aceptó nerviosa cigarros cuando se los ofrecieron, se s entó
contra un butacón de tela como de tweed arañado por gatos,
sintió el calor de la pierna de Elaine contra su brazo
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prestó atención mientras las demás debatían sobre lo que
suponía ser mujer y negra
lo que suponía ser feminista cuando las organizaciones fe
ministas de blancas las hacían sentirse unas intrusas
lo que experimentaban por dentro cuando las llamaban
«nigger» o recibían palizas de matones racistas
lo que era que los blancos les abrieran las puertas o les ce
dieran los asientos en el transporte público a las blancas (cosa
sexista), pero no a ellas (cosa racista)
Amma se sintió identificada con las experiencias de las de
más, empezó a unirse a las coletillas de te entendemos, sister,
todas hemos pasado por eso, hermana
tuvo la sensación de haber vuelto al hogar
al final de aquella primera noche las demás se despidieron
y Amma se ofreció a quedarse para lavar tazas y ceniceros
con Elaine
se enrollaron en un sofá contrahecho a la luz de las farolas
y al son de los aullidos de las sirenas de la policía
fue lo más cerca que ha estado de hacer el amor consigo
misma
fue otra vuelta a casa
a la semana siguiente cuando acudió a la reunión
Elaine estaba besuqueándose con otra
y le hizo el vacío total
nunca más volvió
Amma y Dominique se quedaron en el bar hasta que las
echaron, habían dado cuenta de numerosas copas de vino
decidieron que si querían vivir de la actuación tenían que
montar su propia compañía de teatro, porque ninguna de las
dos pensaba traicionar sus ideas políticas a cambio de papeles
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o callarse la boca para conservarlos
parecía el camino más evidente
garabatearon ideas para nombres en el papel higiénico
tosco que sisaron del retrete
Compañía de Teatro Mujeres del Monte Salvaje era el que
mejor reflejaba sus intenciones
habría una voz en teatro donde antes había silencio
historias de mujeres negras y asiáticas subirían a las tablas
crearían teatro pero las condiciones las pondrían ellas
se convirtió en el lema de la compañía
O con nuestras condiciones
o no hay teatro.
Los salones de sus casas se convirtieron en locales de ensayo,
transportaban el atrezo en viejas cafeteras con ruedas, saca
ban trajes de tiendas de segunda mano, sacaban decorados de
vertederos, recurrían a colegas para que las ayudaran, todos
aprendían el oficio sobre la marcha y ponían su granito de arena
rellenaban solicitudes para subvenciones con viejas máqui
nas de escribir a las que les faltaban teclas, para Amma hacer
un presupuesto era igual de alienígena que la física cuántica,
se resistía a acabar atrapada tras un escritorio
a Dominique no le hacía ninguna gracia que Amma llega
se tarde cuando tocaba hacer papeleo y se fuera antes de la
cuenta alegando jaquecas o síndrome premenstrual
se pelearon cuando fueron a una papelería y al poco Amma
salió corriendo alegando que le había provocado un ataque de
pánico
ella por su parte la tomaba con Dominique cuando esta no
entregaba el texto que había prometido escribir porque había
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