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Viacrucis: Reflexiones y Oraciones

Este documento presenta la primera estación del Viacrucis, en la que Jesús es condenado a muerte. Se reflexiona sobre cómo los inocentes son condenados injustamente hoy en día y cómo a veces también condenamos a los que piensan diferente. Se ora pidiendo misericordia.
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Viacrucis: Reflexiones y Oraciones

Este documento presenta la primera estación del Viacrucis, en la que Jesús es condenado a muerte. Se reflexiona sobre cómo los inocentes son condenados injustamente hoy en día y cómo a veces también condenamos a los que piensan diferente. Se ora pidiendo misericordia.
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El servicio comienza en silencio orante

S:/ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.


R:/ Amén.

Reflexión de apertura
Queridos hermanos y hermanas, nos hemos reunido para
experimentar el Viacrucis de nuestro Señor Jesucristo y el
camino de fe de nuestras comunidades. Seamos
conscientes del don de la fe, de los desafíos que
encontraremos, y de nuestra necesidad de ser fieles y
perseverar en la fe.

Nuestra celebración fomenta la conciencia de nuestra fe


como comunidad. Fue en Jerusalén que Jesucristo se
sacrificó por nosotros y la multitud. Es en Jerusalén donde
nació la primera comunidad cristiana. Fue de Jerusalén
que recibimos el Evangelio y el testimonio de los Apóstoles
que nos permiten hoy vivir nuestra fe. Ahora, esa fe ha
llegado a nosotros y a nuestra comunidad.

Estemos vigilantes con Cristo, orando por nuestra


comunidad y por todo el mundo.

Himno de apertura
Primera Estación: Jesús es condenado a muerte
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás. En cambio, a Jesús lo hizo


azotar y lo entregó para que lo crucificaran”. (Mateo 27,26)

“Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas
falsas de ustedes por causa mía”. (Mateo 5,11)

Meditación
Se ha pronunciado el veredicto, injusto, y sin recurso o reversión posible.
Nadie está al lado de Jesús para defenderlo; el Hijo del hombre se
encuentra solo. Los poderosos han decidido: este alborotador será
borrado.

Hoy en nuestra comunidad, nuestro país, y en otras partes del mundo,


los inocentes son una vez más condenados. La justicia es pisoteada
cuando hombres y mujeres son sometidos simplemente por ponerse de
pie y manifestarse.

En cuanto a nosotros, en nuestra forma de vivir, ¿tendemos también a


condenar y rechazar a los que piensan diferente? ¿a dejar de lado a
aquellos que van en contra de las cosas de este mundo por querer seguir
a Jesús? Ha llegado la hora de que estemos menos con Pilatos, y más
con Jesús.

Oración
Señor Jesús, te hemos sentenciado a morir en una cruz. Nuestros actos
de cobardía, nuestros miedos y nuestro repudio han tenido la última
palabra. Ten piedad de nosotros mientras recorres este camino de
sufrimiento. Llévanos contigo, y condúcenos al Padre que sigue siendo
nuestra verdadera justicia. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí.
Segunda Estación: Jesús carga con su cruz
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“En aquel tiempo, Jesús, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio
llamado ‘la Calavera’ (que en hebreo se dice Gólgota)”. (Juan 19,17)
“Después llamó a la multitud y a sus discípulos y les dijo: ‘El que quiera
venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que
me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda
su vida por mí y por el Evangelio, la salvará’”. (Marcos 8,34-35)

Meditación
Como cristianos, todos luchamos. Cada uno de nosotros pasa por luchas
en nuestra vida cotidiana, incluso en nuestra vida de fe. Para algunos es
una lucha por creer, para otros, es una lucha con un vicio particular.
Siempre habrá una lucha con la que tengamos que lidiar. Pero no
estamos solos, porque Cristo, aceptando su Cruz, nos invita a hacer lo
mismo, sabiendo que su yugo es suave y su carga es ligera si nos
dejamos llevar por Él.

Con la cruz viene algo impresionante: ¡La libertad! Viene cuando


entramos de lleno en una comunión con Jesús. Hoy es una oportunidad
para que comencemos de nuevo, para decir “sí” otra vez a Jesús, para
decidir tomar nuestra cruz y seguirlo. La cruz es nuestra fuente de
libertad. Nuestro “sí” incondicional a la Cruz profundiza y fortalece
nuestra libertad en Cristo.

Oración
Jesús, venimos a ti y te damos nuestro “Sí”. Lamentamos todas las veces
que hemos rechazado la Cruz. Lamentamos haber rechazado tu
invitación a unirnos a ti. Con humildad, te pedimos que seas el centro de
nuestra vida. Muéstranos cómo cargar con nuestra cruz, para que
podamos vivir tu libertad durante toda nuestra vida. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí.
Tercera Estación: Jesús cae por primera vez
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores”. (Isaías


53,4)

“Velen y oren, para no caer en la tentación, porque el espíritu está pronto,


pero la carne es débil”. (Mateo 26,41)

Meditación
Cuando Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, experimentó ayuno
y hambre. Pudo frustrar al tentador al reconocer que el verdadero pan es
Dios y su Palabra.

Como discípulos de Jesús, atravesamos situaciones en las que llegamos


a pensar que el hambre solo se apaga con el “pan de este mundo”, pero
una y otra vez la desilusión es lo que sigue a estas falsas esperanzas.
Que rápido se siente la amargura y descontento cuando dejamos de lado
a Dios y buscamos el pan de este mundo por la vía fácil.

Por esto, la palabra de Dios revela los verdaderos imperativos del


momento. Revela la dirección que debemos tomar. Estamos no sólo para
levantarnos después de haber caído, sino más importante aún, para
profundizar nuestra fe y estar vigilantes con mayor discernimiento.

Oración
Señor Jesús, que tu presencia y tu palabra inspiren nuestra vigilancia y
oración a la hora de tomar decisiones y ser firmes. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí.
Cuarta Estación: Jesús encuentra a su madre
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel,


como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto
los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te
atravesará el alma”. (Lucas 2,34-35)

“Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: ‘Estos


son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios,
ése es mi hermano, mi hermana y mi madre’”. (Marcos 3,34-35)

Meditación
Mientras Jesús está siendo llevado al Lugar de la Calavera, a su muerte,
observa a su madre. Mientras María mira los sufrimientos de su Hijo, los
ojos de ambos se encuentran. ¿Qué habrán pensando en ese momento?
En el caso de María, ¿habrá recordado la visita del Ángel, del nacimiento
de Jesús, y de su joven vida? Mientras todo esto pasa, la multitud los
separa uno del otro. Aunque su instinto materno es salvar a su hijo y darle
consuelo, solo puede mirar.

¿Parece esto extraño? No, porque su sufrimiento y muerte tienen un


propósito más grande. Jesús sufrió, y María se sometió, por amor; un
amor que hace nacer la vida incluso ante el rostro de la muerte. La vida
de Jesús fue derramada por amor, por ti, por mí y por todos nosotros.

Oración
Te damos gracias, Jesús, por soportar un sufrimiento tan intenso. Te
damos gracias por reunirte con tu madre en su gran angustia, todo por
amor a nosotros. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí.
Quinta Estación: Simón de Cirene ayuda a Jesús a cargar con su
cruz
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“Mientras lo llevaban a crucificar, echaron mano a un cierto Simón de


Cirene, que volvía del campo, y lo obligaron a cargar la cruz, detrás de
Jesús”. (Lucas 23,26)

“El siervo no es superior a su señor. Si a mí me han perseguido, también


a ustedes los perseguirán”.(Juan 15,20)

Meditación
En el camino al Gólgota, gran número de personas seguían a Jesús, pero
Simón de Cirene no era uno de ellos. Los Evangelios mencionan que
Simón venía del campo. Tal vez nunca había oído hablar de Jesús. Los
soldados romanos obligaron a Simón a cargar con la cruz, pero la aceptó
para ayudar a Jesús.

Los que nos llamamos seguidores de Jesús debemos ser conscientes de


que seguir a Jesús es vivir según sus mandamientos. Nuestro amor por
nuestro prójimo es genuino si lo ayudamos a cargar con su cruz, teniendo
presente que todos tenemos nuestras cargas y sufrimientos, pero la
carga se hace ligera cuando salimos de nosotros mismos para ayudar al
prójimo.

Oración
Jesús, estamos doblados bajo el peso de nuestra propia cruz y no
podemos ver los sufrimientos insoportables de los que nos rodean.
Danos la valentía y la fuerza para ser de ayuda a las personas cuyas
necesidades son mayores que las nuestras. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí.
Sexta Estación: Verónica enjuga el rostro de Jesús
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“No tenía gracia ni belleza. No vimos en él ningún aspecto atrayente;


despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado
al sufrimiento; como uno del cual se aparta la mirada, despreciado y
desestimado”. (Isaías 53,2-3)

“Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no


da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más
fruto”. (Juan 15,1-2)

Meditación
Verónica, al limpiar el rostro de Cristo doliente, muestra una gran valentía
y compasión. Su acción es más que un pequeño gesto; es un acto de
solidaridad.

Vivir con Cristo es tener la valentía y la sabiduría para hacer las cosas
correctas todos los días, incluso si los que nos rodean piensan diferente
y humanamente hablando parece arriesgado. Estamos llamados a
responder con valentía ahora. La oportunidad de hacer lo correcto puede
no presentarse otra vez. Pero no debemos preocuparnos porque la
fuerza y el valor vienen de lo alto.

Oración
Jesús, en tu gran humildad permitiste a Verónica que limpiara tu rostro.
Mantén nuestros ojos abiertos para que podamos ver tu imagen en el
rostro de cada persona que encontramos. Ayúdanos a vivir nuestra vida
rectamente, para que no tengamos que ocultar nuestros rostros en tu
presencia. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí.
Sétima Estación: Jesús cae por segunda vez
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“Traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.


Él soportó el castigo que nos trae la paz. Por sus llagas hemos sido
curados”. (Isaías 53,5)

“No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. . . Yo
no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. (Mateo 9,12-
13)

Meditación
En el desierto, Jesús rechazó cualquier poder que pudiera venir a través
de la falsedad. Aceptó adorar solo a Dios y su santa voluntad; pero
nosotros, en muchas de nuestras pruebas como cristianos, somos
seducidos por las apariencias y atrapados por falsos ídolos. Nuestras
heridas personales, y nuestras heridas como comunidad, revelan lo que
está en nuestros corazones. Nuestras ofensas muestran cómo caemos
bajo nuestros propios impulsos.

Pero la mirada llena de amor de Cristo nos planta firmemente en la fe


verdadera. Nunca es demasiado tarde para renovar nuestra confianza y
partir de nuevo hacia el Padre.

Oración
Señor Jesús, los ídolos de nuestro tiempo nos tientan. Que seamos
llevados a la verdadera adoración y culto a través de tu fe en el Padre y
tu confianza en su voluntad. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí.
Octava Estación: Jesús encuentra a las hijas de Jerusalén
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“Lo iba siguiendo una gran multitud de hombres y mujeres, que se


golpeaban el pecho y lloraban por él. Jesús se volvió hacia las mujeres y
les dijo: ‘Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren por ustedes y por sus
hijos. . . Porque si así tratan al árbol verde, ¿qué pasará con el seco?’”
(Lucas 23,27-28,31)

“Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia”. (Mateo


5,7)

Meditación
Estas hijas de Jerusalén eran quizás amigas o incluso discípulas de
Jesús, y viéndolo en ese estado solo pudieron llorar, porque no hay dolor
más grande que ver al amor siendo destruido. El amor y el perdón hecho
carne caminaba directo a su muerte.

Esta muerte les quitaría la persona que más apreciaban. No podían


aceptar esto. Sin embargo, más que nunca, Jesús ahora les ofrece
esperanza. Él es el árbol verde que la llama no puede quemar, tal como
la muerte no puede destruirlo. Su camino es dar su vida a los demás por
amor, amor por ti, por mí y por todos nosotros.

Oración
Te damos gracias, Jesús, por tomar este sufrimiento sobre ti, y dar
esperanza a estas mujeres y a cada uno de nosotros. Todo esto por amor
a nosotros. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí.
Novena Estación: Jesús cae por tercera vez
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“Todos andábamos errantes como ovejas, cada uno siguiendo su


camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes”. (Isaías 53,6)

“En el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por
noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse”. (Lucas 15,7)

Meditación
Jesús desenmascaró al tentador en la azotea del Templo. Así
aprendemos a discernir el mal en nuestras pruebas. No es fácil negarse
a manipular y tentar a Dios. Queriendo tener todo fácil sin un camino de
tropiezos ni de sufrimiento, pero Cristo viene a enseñarnos que también
debemos sufrir, por eso nos dice “El que no carga su cruz y me sigue, no
puede ser mi discípulo”. (Lucas 14,27)

Estamos llamados a ser hijos de Dios, viviendo como hermanos y


hermanas, humildes y sencillos. Podemos tener fe, y podemos cambiar,
a pesar de todas nuestras contradicciones, dudas y obstinación. Todo lo
que necesitamos hacer es ser fieles y obedientes al Evangelio, y la fuerza
vendrá entonces de lo alto para pasar de lejos la tentación y nuestros
sufrimientos.

Oración
Señor Jesús, que tu absoluta confianza en la bondad y presencia del
Padre nos dé luz y valor. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí.
Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron


cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una
túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Por eso se
dijeron: ‘No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le
toca’”. (Juan 19,23-24)

“Estuve hambriento, y me dieron de comer; sediento, y me dieron de


beber; era forastero, y me hospedaron; estuve desnudo, y me vistieron;
enfermo, y me visitaron; encarcelado, y fueron a verme”. (Mateo 25,35-
36)

Meditación
Después de ponerle sobre los hombros una túnica púrpura, los soldados
quitan a Jesús su último signo visible de dignidad humana. Se volvió
como una bestia llevada al matadero; una persona que ha perdido todo
sentido de identidad y debe suplicar ser reconocido. En nuestras vidas
dejamos que el otro, el indefenso quede expuesto al rechazo y
sufrimiento, quitándole hasta la condición humana.

Hoy Jesús nos dice: “Estaba desnudo, y me vistieron. Estaba


irreconocible, y me recibieron como uno de los suyos. Tenía hambre y
sed de ser parte de su comunidad, y me acogieron en medio de ustedes.”

Oración
Padre, haznos una comunidad de discípulos con corazones generosos.
Ayúdanos, a través de tu Hijo, a eliminar las ilusiones y los muros que
impiden que hombres y mujeres recuperen su verdadera dignidad. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí.
Décima Primera Estación: Jesús es clavado en la cruz
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“Le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo aceptó. Lo crucificaron”.


(Marcos 15,23-24)

“Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser
levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida
eterna”. (Juan 3,14-15)

Meditación
Jesús es sujetado a la cruz, atado a este instrumento de dolor e infamia.
Muchas veces queremos huir del dolor y la angustia, pero Jesús con su
ejemplo y entrega nos enseña que es ahí donde podemos encontrar paz
y consuelo por toda la angustia humana. En Jesús reside el poder de
desatar las cadenas de la muerte y del mal.

En ti, el Crucificado, encontramos la fuerza para confesar nuestros


pecados, la alegría de ser perdonados, y la fuerza para perdonar a los
que nos han hecho daño.

Oración
Padre, ayúdanos en nuestro esfuerzo por liberarnos de afanes vanos y
apegos falsos. Deja que tu perdón descienda sobre nosotros, para que
podamos seguir con decisión el camino de la libertad que tu Hijo ha
abierto para nosotros por medio de su obediencia, incluso hasta la
muerte en la Cruz. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí.
Décima Segunda Estación: Jesús muere en la cruz
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“Era casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda la región y se


oscureció el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a
la mitad. Jesús, clamando con voz potente, dijo: ‘¡Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu!’ Y dicho esto, expiró”. (Lucas 23,44-46)

“Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por
ellos”. (Juan 15,13)

Meditación
En el desierto, el adversario de Jesús fue Satanás. En su agonía, Jesús
lucha con Dios. Jesús parecía que había sido abandonado por el Padre.
Experimentó el silencio de Dios que aflige nos aflige a tanto cuando
sufrimos tremendas pruebas o nos enfrentamos con la muerte.

Sin embargo, así como Jesús muere, también triunfa, y con Él, nosotros
también. La victoria de Jesús es la nuestra. Es el poder decirle a Dios
“Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, pero también la confianza de
decirle “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Incluso cuando
nos sintamos abandonados, hemos de aferrarnos a Dios y al mismo
tiempo perdonar a otros cuando revelan lo profundo de su corazón y las
profundidades de su pecado.

Oración
Padre, al recibir el último aliento de tu Hijo, ya bendices la ofrenda de
nuestra muerte y nuestra vida. Ayúdanos a conocerte en la verdad y a
descubrir nuestro verdadero yo. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí.
Décima Tercera Estación: Jesús es bajado de la cruz
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero


oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que lo dejara llevarse el
cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el
cuerpo”. (Juan 19,38).

“Si alguien se avergüenza de mí y de mi doctrina, también el Hijo del


hombre se avergonzará de él cuando venga revestido de su gloria y de
la del Padre y de la gloria de los santos ángeles”. (Lucas 9,26)

Meditación
Es doloroso imaginarnos a nosotros mismos en este momento, viendo el
cuerpo muerto de Jesús que es bajado de la cruz. La cruz es triunfante,
pero no lo parece a simple vista, ¿Por qué muere Jesús?

¡Murió para mostrarnos que aquello que creemos que nos quita la vida
no tiene poder sobre nosotros! El Padre, en su amor incondicional, no
nos dejó sin esperanza. Envió a Jesús, su Hijo Unigénito, a nuestro
mundo para que podamos experimentar la libertad de estar con Jesús.
La muerte de Jesús nos trae la libertad. Somos nosotros los que
perdemos cuando decidimos no seguir a Cristo en toda nuestra vida.

Oración
Jesús, queremos conocerte más. Escuchamos las palabras que
describen nuestra “necesidad” de ti, pero no siempre estamos seguros
de lo que quieren decir. Jesús, muéstranos cómo te necesitamos.
Creemos en ti, Jesús. Creemos en tu plan para nosotros. Creemos en tu
amor por nosotros. Jesús, ayúdanos a conocerte más, y enséñanos
cómo seguirte todos los días. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí.
Décima Cuarta Estación: Jesús es colocado en el sepulcro
V/. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R/. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador, Amén.

“Había un huerto en el lugar donde lo crucificaron, y en el huerto, un


sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para
los judíos era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba
cerca, allí pusieron a Jesús”. (Juan 19,41-42)

“Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere,


queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto”. (Juan 12,24)

Meditación
El final del camino: un obscuro sepulcro excavado en el olvido de la tierra.
El grano de trigo está muerto, enterrado, oculto a nuestros ojos. ¿Qué ha
sido de las promesas de Jesús? “Yo soy la vida”, dijo en repetidas
ocasiones. Pero ¿dónde está esta vida ahora?

Cristo en su divinidad, cumple con lo que dice: “yo soy la vida” y la vida
se entrega por nosotros y por todos. De esta forma Cristo nos invita a
morir para dar nuestra vida por los demás. Para ver la injusticia e
indiferencia en nuestra comunidad y cambiar la realidad por una llena de
amor y de entrega, donde el otro sea Cristo.

Oración
Oh Señor Jesús, ¿dónde te has ido, Dios de la promesa? ¿Dónde
estamos, nosotros que te dimos tan poca atención y apoyo? Ahora es la
hora de la oscuridad, el momento del silencio y la ausencia. Señor,
mantén viva la llama de la fe en nosotros, mientras velamos y esperamos
la luz de tu amanecer. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


V/. Señor, pequé.
R/. Ten piedad y misericordia de mí
Oración de Cierre
Señor, tú diriges palabras de paz a tu pueblo y a todos los que se
convierten a ti de corazón. Te pedimos por nuestra comunidad, y también
por todos los pueblos del mundo. Ayúdanos a derribar las murallas del
desprecio y de la división, para así construir juntos un mundo de justicia
y solidaridad.
Señor, tú creas cielos nuevos y una tierra nueva. Te encomendamos a
los jóvenes de esta comunidad. En su corazón aspiran a un futuro más
luminoso; fortalece su decisión de ser hombres y mujeres de paz y
mensajeros de una nueva esperanza para sus pueblos.
Padre, tú haces germinar la justicia en la tierra. Te pedimos por las
autoridades civiles de esta región, para que se esfuercen por satisfacer
las justas aspiraciones de sus pueblos y eduquen a los jóvenes en la
justicia y en la paz. Impúlsalos a trabajar generosamente por el bien
común y a respetar la dignidad de toda persona, y los derechos
fundamentales que derivan de la imagen y semejanza del Creador.
R:/ Amén.
DESPEDIDA
Pongámonos de pie juntos y recibamos la paz y la bendición de Dios:
S:/ Dios Todopoderoso nos bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
R:/ Amén.
Himno de clausura
Oración de Cierre
Señor del cielo y de la tierra, te pedimos por todos nosotros, para que
busquemos tu voluntad en la oración y en la pureza del corazón, para
adorarte y glorificarte. Ayúdanos a encontrar en ti la fuerza para superar
el miedo y la desconfianza, para que crezca la amistad y vivamos juntos
en armonía.
Padre misericordioso, que todos los creyentes encuentren la valentía de
perdonarse unos a otros, a fin de que se curen las heridas del pasado y
no sean un pretexto para nuevos sufrimientos en el presente.
A la Madre de Jesús, la bienaventurada siempre Virgen María, nos
encomendamos. Te pedimos que nos ayudes a seguir el ejemplo de tu
Hijo, escuchar su palabra y tener respeto y compasión por los demás.
Que, con un solo corazón y una sola mente, trabajen para que el mundo
sea un verdadero hogar para todos sus pueblos.
R:/ Amén.
DESPEDIDA
Pongámonos de pie juntos y recibamos la paz y la bendición de Dios:
S:/ Dios Todopoderoso nos bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
R:/ Amén.
Himno de clausura

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