Estudios bíblicos
C: La batalla
2- Cuerpo, alma y espíritu
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C.2.- Cuerpo, alma y espíritu
1. Somos seres tripartitas, espíritu, alma y cuerpo
1 Tesalonicenses 5:23
Que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser --espíritu, alma y
cuerpo-- sea guardado irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
2. La perspectiva judía (Tomado parcialmente del web www.serjudio.com)
2.1. El espíritu llamado originalmente neshamá
Cinco son los planos o las manifestaciones (invisibles en esencia) del alma o espíritu.
Diremos brevemente lo que describe la Kabalá acerca de estos:
2.1.1. Nefesh (instinto)
Se identifica con el instinto, la acción, el hacer irracional, y sin sentimiento.
Deseo de recibir y no de dar. Pasividad en lo referente a lo "humano" de la
persona.
2.1.2. Ruaj (emoción)
Identificada con la emoción, el dar forma, el estructurar sin planeamiento ra-
cional. Con conciencia de que recibe, pero eminentemente egoísta, aunque
puede apenas descentrarse.
2.1.3. Neshamá (razón)
Se identifica con el pensamiento, con la creación racional. Sentido de sí mis-
mo. Puede recibir por voluntad propia, pero no da voluntariamente con com-
pleta convicción y conciencia.
2.1.4. Jaiá (voluntad)
Libre albedrío, que puede ser utilizado para la búsqueda del bien, o del mal.
En una persona espiritualmente desarrollada, es sinónimo de comprensión
profunda y realización fiel de la Torá y las mitzvot. Es la voluntad.
2.1.5. Iejidá (trascendencia)
La plenitud. Plena conciencia y unicidad con el Eterno.
Para los judíos “SOMOS” (en Este Mundo) cuerpo y espíritu. Esto significa que no "existe
en el contexto del judaísmo" el alma, sino la neshamá, pues nosotros SOMOS neshamá, lo
sepamos o no.
El judaísmo no enseña que tenemos alma, sino que somos. SOMOS (en tanto vivimos) inte-
grados por neshamá y cuerpo. La persona es cuerpo (nefesh) y espíritu o alma (neshamá).
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Ambas partes tienen una relación tal, que es imposible descomponerla (en tanto estamos vi-
vos y despiertos).
Al momento de morir la persona, sus elementos retornan a su fuente original: el cuerpo - se
reincorpora a la materia (simbolizada por la tierra); y la neshamá - regresa a la Fuente de Vi-
da Eterna (Dios).
2.2. La salvación judía para gentiles
2.2.1. Siete preceptos de las naciones para gentiles (*)
Los Siete preceptos de las naciones o siete preceptos noájidas (de Noé), del
hebreo: Sheva Mitzvot Benei Noaj. Estos son, de acuerdo con la tradición del
judaísmo, el número de mandamientos básicos y de origen divino que son
vinculantes para la humanidad. Son citados en el Talmud (Sanhedrín 56ª/b) y
constan de un mandamiento positivo que tiene que ver con establecer cortes
de justicia y seis prohibiciones en contra de idolatría, blasfemia, asesinato,
conducta sexual impropia, robo y comer carne de un animal vivo.
Los preceptos universales ya eran conocidos por Adán, el primer hombre,
aunque no poseían el estatus de "pacto" y no son explícitos en el Génesis sino
hasta después del diluvio. En Talmud babilónico (Tratado Sanedrín, capítulo
7), se explica que todos los siete mandamientos son codificados en Génesis
2:25.
Estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, pero no se avergonzaban.
La desnudez es aquí la expresión de una vida sencilla, sin sentimiento de cul-
pa y en perfecta armonía consigo mismo y con el prójimo. Después, como
consecuencia del pecado, llegó a ser motivo de vergüenza.
Los siete preceptos universales fueron asumidos por los descendientes de
Noé bastantes siglos antes de la entrega de la Torá.
Por lo tanto, no se detallan explícitamente en la Torá escrita (pentatéuco). Sin
embargo, se puede identificar los siete preceptos, según la exégesis rabínica
de la Biblia de los pasajes de Génesis (Génesis 9 básicamente) que a conti-
nuación se citan:
1. No adorar a ídolos o falsas deidades. Al ser Él nuestro creador es infruc-
tuoso tener otras deidades.
2. No blasfemar. Si Dios bendijo a Noé y sus hijos (todos los hombres ac-
tuales) sus hijos no pueden pagar con una blasfemia.
3. No asesinar.
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Génesis 9:5
A cada hombre demandaré la vida de su prójimo.
4. No robar.
5. No mantener relaciones sexuales ilícitas.
6. No comer carne de animal con vida.
7. Establecer cortes de justicia. Esto garantiza que los pactos sean debida-
mente acordados y mantenidos para la justicia y el juicio.
2.2.2. Recompensa divina para gentiles
Estos siete preceptos son desde la perspectiva del judaísmo los instrumentos
para que los gentiles tengan su recompensa en el Olam Haba o Mundo Veni-
dero, a donde van tanto justos como pecadores. Pero con la diferencia que los
pecadores son atormentados por el recuerdo de sus malas obras y los justos
son regocijados por sus obras rectas.
2.3. La salvación judía (*)
(Tehilim / Salmos 49:15
"Pero Elokim redimirá mi vida del poder del Sheol, porque me llevará consigo."
Dios salva el alma de la muerte, aunque el cuerpo haya fenecido. El versículo dice
"Dios... me llevará consigo". Dios es espíritu por lo tanto no tiene cuerpo o lugar de
residencia para que la persona salvada de la muerte vaya a residir con Él. Como Dios
no es materia, no ocupa ningún lugar. Entonces, el versículo expresa que la persona
salvada de la muerte pasa a morar en un estado espiritual, en un mundo que no po-
demos comprender y menos describir, pero que existe.
Desde la perspectiva de la condenación el salmista expresa que no todos son llevados
tras la muerte por Dios, entonces, ¿esta lejanía del espíritu del difunto respecto a
Dios... no es el infierno tan temido?
Y, ¿cómo morir para vivir en proximidad (en sentido espiritual) a Dios? La respuesta
es simple: vivir en esta vida próximos a Dios. El hijo del Pacto cumpliendo con la
Torá lo mejor que pueda, de modo que pueda alcanzar la santidad.
Todas las personas cometen errores y omisiones. Todos pueden hacer un poquito más
de lo que hacen y han hecho. Por lo que siempre están a la espera de desarrollar el
potencial con el cual cuentan; por lo que nunca alcanzan la meta de ser completos,
perfectos.
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Al morir, el tiempo-espacio para mejorar termina. Al morir, el espíritu descarnado
está provisto de lo que en vida (terrenal) pudo acarrear, tanto de los puntos a favor,
como en contra. ¿Qué son estos puntos, y cómo actúan? Cada elemento adverso (pe-
cado, error, omisión, falta) provoca en el alma un alejamiento de la Fuente de todo
Bien (Dios). A elemento negativo más poderoso, mayor es la brecha.
Cada elemento positivo (cumplir mandamientos, hacer actos de bien, estudiar Torá,
etc.) son aproximaciones a Dios.
Entonces pues, al morir el alma se enfrenta a su relación con Dios sin tapujos, sin
máscaras, (casi) sin filtros. A mayor proximidad con Dios, mayor gozo del placer
eterno que es contemplar Su Presencia. A mayor lejanía, menor gozo de contemplar
Su Presencia.
Además, la existencia en el Mundo Venidero, hace que todos los hechos de nuestra
vida sean sentidos en su justo término, así el que hizo mal y no percibió los efectos
negativos en esta vida, ni los enmendó correctamente, los sufrirá inapelablemente en
Aquella vida. Y el dolor, sin estar mitigado por el filtro del cerebro humano, ES IN-
SUFRIBLE... Similarmente, pero en sentido contrario, ocurre con el que goza el pla-
cer de las obras buenas que hizo en este mundo... un gozo INDESCRIPTIBLE.
El que ha acumulado en vida más negatividad que positividad, el que en vida hizo de
la materialidad su eje y meta, sin dudas que la existencia en el Mundo Venidero le re-
sultará intolerable, pero, no por deficiencia del Mundo Venidero, ni por malicia de
Dios... sino por la carga negativa que su alma acarrea (gracias a Dios que en la mayor
parte de las ocasiones, el tiempo que tarda el alma descarnada en aliviarse de su nega-
tividad es menor a un año por la celebración del día del perdón).
Es por estas razones que se afirma que el paraíso radica en cada persona, pues es ella
quien lo construye.
3. La perspectiva cristiana
3.1. El cuerpo
Es nuestra materia. En esencia se compone de nuestro estado material y a él se le ad-
hieren los sentidos. Percibimos el mundo a través de él. Los instintos más bajos (re-
producción y conservación) están allí. Cuando morimos se hace polvo.
Génesis 3:19
Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de
ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás.
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Job 34:15
todo ser humano perecería a un tiempo y el hombre volvería al polvo.
3.2. El alma
Platón y Aristóteles utilizaron el vocablo "psyché" (de donde vienen nuestras pala-
bras "psicología" y "psíquico") y es de donde se deriva la definición final. Como re-
sultado de nuestras experiencias de vida, el alma se va desarrollando conforme la vi-
da va pasando. En ella se contienen nuestra voluntad, nuestra forma de ser, personali-
dad, carácter y temperamento. Nuestras emociones son derivadas de nuestras expe-
riencias. También ejercemos nuestra parte racional desde nuestra alma, desde nuestro
ser. Es nuestro ego, nuestro yo.
Es lo que se salva o se pierde puesto que es nuestro yo, nuestro ser, el resultado de
nuestras decisiones y de nuestra vida. Se convierte en nuestro cuerpo celestial o espi-
ritual al momento en que tengamos que rendir cuentas.
Salmos 30:3
Jehová, hiciste subir mi alma del seol. Me diste vida, para que no descendiera a la
sepultura.
Salmos 33:20
Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda y nuestro escudo es Él.
Salmos 34:22
Jehová redime el alma de sus siervos. ¡No serán condenados cuantos en él confían!
Hebreos 10:39
Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen
fe para preservación del alma.
Santiago 1:21
Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con man-
sedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.
1 Pedro 1:8-10
Vosotros, que lo amáis sin haberlo visto, creyendo en Él aunque ahora no lo veáis, os
alegráis con gozo inefable y glorioso, obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salva-
ción de vuestras almas.
Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros inquirieron y
diligentemente indagaron acerca de esta salvación,
Lucas 9:56
porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino
para salvarlas…
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Apocalipsis 6:9
Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían muerto
por causa de la palabra de Dios y del testimonio que tenían.
1 Corintios 15:19-23
Si solamente para esta vida esperamos en Cristo, somos los más dignos de lástima de
todos los hombres.
Pero ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que murieron es
hecho, pues por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la
resurrección de los muertos.
Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo,
en su venida.
3.3. El espíritu
Es el soplo de vida. Viene del griego pneuma y del hebreo neshamá que significa so-
plo, aire. De allí se derivan las palabras neumático, neumólogo, etc. Se dice que Dios
sopló vida en nosotros. El espíritu nos da la vida. Cuando morimos, ese soplo de vida
se va, solo queda nuestro cuerpo inerte el cual es destruido.
Job 33:4
El espíritu de Dios me hizo y el soplo del Omnipotente me dio vida.
Ezequiel 37:9-10
Me dijo: «Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu que así ha
dicho Jehová, el Señor: "¡Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos
muertos, y vivirán!"»
Profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron y se pusieron
en pie.
Eclesiastés 8:8
No hay hombre que tenga potestad sobre el aliento de vida para poder conservarlo,
ni potestad sobre el día de la muerte.
Eclesiastés 12:7
antes que el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo
dio.
4. La resurrección
En los días finales, ¿que parte de nuestro cuerpo va a resucitar? Volveremos a ser aquellas
personas que fueron creadas a imagen y semejanza de Dios, antes de la caída.
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4.1. Seremos como Jesús
Nuestra aspiración de ser como el varón perfecto, Jesús, se va a realizar. Él se hizo
hombre como los creyentes para que éstos se pudiesen hacer como Él después. Llega-
remos a ser como Jesús después de la resurrección. Transformados de acuerdo a su
imagen y semejanza.
Efesios 4:13
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios,
al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
1 Corintios 15:35-58
Pero preguntará alguno: «¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo
vendrán?
Necio, lo que tú siembras no vuelve a la vida si no muere antes.
Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, sea de trigo
o de otro grano.
Y Dios le da el cuerpo que él quiere, y a cada semilla su propio cuerpo.
No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra car-
ne la de las bestias, otra la de los peces y otra la de las aves.
Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrenales; pero una es la hermosura de los celes-
tiales y otra la de los terrenales.
Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, pues una
estrella es diferente de otra en resplandor.
Así también sucede con la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción,
resucitará en incorrupción.
Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en
poder.
Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal y hay
cuerpo espiritual.
Así también está escrito: «Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente»; el pos-
trer Adán, espíritu que da vida.
Pero lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.
El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del
cielo.
Conforme al terrenal, así serán los terrenales; y conforme al celestial, así serán los
celestiales.
Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del ce-
lestial.
Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de
Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.
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Os digo un misterio: No todos moriremos; pero todos seremos transformados, en un
momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, porque se tocará la trom-
peta, y los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transfor-
mados, pues es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción y que esto
mortal se vista de inmortalidad.
Cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción y esto mortal se haya vesti-
do de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: «Sorbida es la
muerte en victoria».
¿Dónde está, muerte, tu aguijón? ¿Dónde, sepulcro, tu victoria?, porque el aguijón
de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la Ley.
Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor
Jesucristo.
Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del
Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
Filipenses 3:20-21
Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador,
al Señor Jesucristo.
Él transformará nuestro cuerpo mortal en un cuerpo glorioso semejante al suyo,
por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
5. La transformación
El Señor nos transformará para disfrutar de nuestra nueva naturaleza, nuestro nuevo ser.
5.1. La metamorfosis
El término metamorfosis proviene del latín metamorph!sis, que a su vez deriva del
vocablo griego (meta), que indica
alteración, y (morphè), forma. Es un pro-
ceso por el cual un objeto o entidad
cambia de forma”. El sentido más preciso
de la palabra, hace referencia a la
transformación de algo en otra cosa.
El proceso más conocido es el de la
mariposa. Ella inicia su vida desde los
huevecillos, se hace larva o gusano y
luego pasa a su capullo para finalmente
convertirse en mariposa. El ser que se
transformó, nunca dejó de ser. Así como fue gusano, también se hizo mariposa, no
son 2 animalitos, es uno solo que se transformó.
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5.2. La metamorfosis del creyente
Nosotros también, como creyentes, pasamos por un proceso de metamorfosis que da
inicio cuando pasamos de una vida a otra. Ese concepto de transformación nos cuesta
entenderlo porque como gusanos no entendemos a las mariposas, sin embargo, la
promesa del Eterno es esa, transformarnos en seres trascendentales, libres de toda
atadura, siempre gozosos y llenos de Su gracia. Por lo tanto, cuando un hermano en el
Señor entra en el capullo, cantemos alabanzas porque esa es una promesa divina que
tiene cumplimiento.
1 Tesalonicenses 4:13-14
Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no
os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.
Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que
durmieron en él.
5.3. Reconoceremos y seremos reconocidos.
Jesús fue reconocido por sus apóstoles después que resucitó, de igual forma recono-
ceremos en el Reino a los profetas y a los patriarcas.
Juan 21:4-14
Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa, pero los discípulos no
sabían que era Jesús.
Y les dijo:
--Hijitos, ¿tenéis algo de comer?
Le respondieron:
--¡No!
Él les dijo:
--Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis.
Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.
Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro:
--¡Es el Señor!
Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despo-
jado de ella) y se tiró al mar.
Los otros discípulos fueron con la barca, arrastrando la red llena de peces, pues no
distaban de tierra sino como doscientos codos.
Al descender a tierra, vieron brasas puestas y un pescado encima de ellas, y pan.
Jesús les dijo:
--Traed de los peces que acabáis de sacar.
Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y
tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió.
Les dijo Jesús:
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--Venid, comed.
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Tú, quién eres?», sabiendo
que era el Señor.
Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado.
Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de
haber resucitado de los muertos.
Lucas 13:23-29
Alguien preguntó:
--Señor, ¿son pocos los que se salvan?
Él les dijo:
--Esforzaos a entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos intentarán
entrar y no podrán.
Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando
fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: "Señor, Señor, ábrenos", él, respon-
diendo, os dirá: "No sé de dónde sois".
Entonces comenzaréis a decir: "Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras
plazas enseñaste".
Pero os dirá: "Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hace-
dores de maldad".
Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y
a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos.
Vendrán gentes del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la me-
sa en el reino de Dios.
5.4. ¿Cómo será el cuerpo?
Hay en las escrituras una indicación de cómo será ese cuerpo. En el evangelio de Lu-
cas, el Señor les dice a sus discípulos que algunos de ellos pronto verían el Reino de
Dios y luego se lleva a “algunos” al monte y se transfigura, y con él se presentan
Moisés y Elías. Este pasaje es clave para comprender el reino venidero y nuestra ciu-
dadanía allí.
5.4.1. Moisés había muerto.
Deuteronomio 34:1-7
Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga,
que está enfrente de Jericó, y le mostró Jehová toda la tierra de Galaad[a]
hasta Dan, todo Neftalí, la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de
Judá hasta el mar occidental, el Neguev, el valle y la llanura de Jericó, ciu-
dad de las palmeras, hasta Zoar.
Y le dijo Jehová:
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«Esta es la tierra que prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: "A tu
descendencia la daré". Te he permitido verla con tus ojos, pero no pasarás
allá».
Allí murió Moisés, siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho
de Jehová.
Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor, y ninguno
conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.
Tenía Moisés ciento veinte años de edad cuando murió; sus ojos nunca se
oscurecieron, ni perdió su vigor.
5.4.2. Elías había sido arrebatado.
2 Reyes 2:9-12
En cuanto pasaron, Elías dijo a Eliseo:
--Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea arrebatado de tu la-
do.
Eliseo dijo:
--Te ruego que me dejes una doble porción de tu espíritu.
--Cosa difícil has pedido --le respondió Elías--. Si me ves cuando sea sepa-
rado de ti, te será concedido; pero si no, no.
Aconteció que mientras ellos iban caminando y hablando, un carro de fuego,
con caballos de fuego, los apartó a los dos, y Elías subió al cielo en un torbe-
llino.
Al ver esto, Eliseo clamó: «¡Padre mío, padre mío! ¡Carro de Israel y su
caballería!»
Y nunca más lo vio.
5.5. La transformación
Tanto Moisés como Elías fueron transformados de sus cuerpos terrenales a cuerpos
gloriosos. Uno había muerto (Moisés) y el otro había sido arrebatado (Elías), como
pasará con nosotros.
1 Tesalonicenses 4:16-17
y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los
que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes a
recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”
Ellos fueron reconocidos por los apóstoles aunque no sabían como eran antes de ser
transformados. Ellos son tipos de lo que va a ser en el Reino de Dios. Ya sea que
unos estemos durmiendo en Cristo y otros estén vivos al momento de la segunda ve-
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nida del Señor, todos tendremos cuerpos gloriosos, reconocibles y con conciencia, al
lado del Señor en Su gloria.
Lucas 9:27-35
Pero en verdad os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la
muerte hasta que vean el reino de Dios.
Como ocho días después de estas palabras, Jesús tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y
subió al monte a orar.
Mientras oraba, la apariencia de su rostro cambió y su vestido se volvió blanco y
resplandeciente.
Y dos varones hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías.
Estos aparecieron rodeados de gloria; y hablaban de su partida, que Jesús iba a
cumplir en Jerusalén.
Pedro y los que lo acompañaban estaban rendidos de sueño; pero, permaneciendo
despiertos, vieron la gloria de Jesús y a los dos varones que estaban con él.
Y sucedió que, mientras estos se alejaban de él, Pedro dijo a Jesús:
--Maestro, bueno es para nosotros estar aquí. Hagamos tres enramadas, una para ti,
una para Moisés y una para Elías.
Pero no sabía lo que decía.
Mientras él decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la
nube.
Y vino una voz desde la nube, que decía: «Este es mi Hijo amado; a él oíd».
6. El Paraíso
El Paraíso es un término aplicado primeramente al jardín del Edén (palabra hebrea que signi-
fica delicia) y después al lugar de felicidad donde los justos esperan la resurrección y el jui-
cio final. Según Pablo, él fue llevado allí para que se le revelaran los misterios del evangelio.
Para un análisis más profundo del paraíso, consultar el estudio de Unánimes “Cielo, infierno
y eternidad”.
Génesis 2:8
Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado.
2 Corintios 12:3-5
Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue
arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.
De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo, en nada me gloriaré sino en mis debilidades.
Lucas 23:42-43
Y dijo a Jesús:
--Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino.
Entonces Jesús le dijo:
--De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
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7. La alegría de partir
Los creyentes debemos alegrarnos cuando uno de los nuestros inicia su cambio de vida hacia
el nuevo destino. Entendemos que no morimos, sino que:
7.1. Para los que quedan dormimos
Para los que quedan vivos, dormimos en el Señor. Placenteramente desde la perspec-
tiva del mundo material, estamos a la espera de la segunda venida del Señor, donde
transformará todas las cosas.
1 Tesalonicenses 4:14-16
Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que
durmieron en él.
Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que
habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.
El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios,
descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero.
7.2. Para el Señor nos vamos con Él
Los que quedaron no se darán cuenta pero, para el Señor, nos vamos con Él vivos y
transformados como Moisés y Elías.
2 Corintios 5:5-8
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el
cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista).
Pero estamos confiados, y más aún queremos estar ausentes del cuerpo y presentes
al Señor.
Filipenses 1:20-24
…como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, tanto si vivo
como si muero, porque para mí el vivir es Cristo y el morir, ganancia.
Pero si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces
qué escoger:
De ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cris-
to, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa
de vosotros.
Lucas 20:37-38
Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasa-
je de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Ja-
cob, porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.
Las citas de las escrituras son tomadas de la Biblia Reina Valera rev. 1995
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