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Introducción a la Filosofía Clásica

Este documento presenta una introducción a la filosofía dirigida a estudiantes no filósofos. Explica que la filosofía implica un encuentro personal con la verdad a través del ejercicio de la reflexión sobre los grandes temas planteados por los filósofos clásicos como Sócrates, Platón, Aristóteles, Agustín y Tomás de Aquino. Requiere un amor a la verdad y la disposición a enfrentar retos intelectuales a través de la pregunta filosófica. Aunque es un camino exig

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Julio Osorio
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Introducción a la Filosofía Clásica

Este documento presenta una introducción a la filosofía dirigida a estudiantes no filósofos. Explica que la filosofía implica un encuentro personal con la verdad a través del ejercicio de la reflexión sobre los grandes temas planteados por los filósofos clásicos como Sócrates, Platón, Aristóteles, Agustín y Tomás de Aquino. Requiere un amor a la verdad y la disposición a enfrentar retos intelectuales a través de la pregunta filosófica. Aunque es un camino exig

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INTRODUCCIÓN Resulta una tarea apasionante y a la vez muy audaz la de intentar presentar el

saber filosófico –que es el amor a la verdad, a la sabiduría– a alguien que por primera vez se
acerca a él. Es una tarea muy difícil, porque se trata de transmitir la experiencia de encontrarse
con la verdad. Y esto es algo que siempre parece insuficiente, aunque se intente buscar la manera
de hacerlo entendible tal como realmente es. Por ello un modo de introducir a este saber es de la
mano de los grandes filósofos. En lo que sigue lo haremos a través de los grandes filósofos
clásicos, tanto de los socráticos, aquellos que recibieron el legado de Sócrates: Platón y su
discípulo Aristóteles y continuaremos luego con los clásicos cristianos, especialmente con Agustín
de Tagaste y Tomás de Aquino. Con todo, lo que sucede con la experiencia filosófica es que tiene
que ser personal. El encuentro con la verdad es todo un acontecimiento. Por eso, lo que
seguramente es mejor en estos casos, es poner a los alumnos en condiciones de ejercer la
actividad filosófica, de la misma manera como a nadar se aprende nadando. Esa actividad o
ejercicio filosófico se despliega en el enfrentamiento con los grandes problemas filosóficos. Se
trata entonces de animarse a dar el primer paso para pensar filosóficamente la realidad, de
manera que se puedan descubrir sus más profundos secretos; y después, sostener la actividad y
seguir abriéndose nuevos horizontes para continuar planteándonos las preguntas claves de los
grandes filósofos y tratando de contestarlas. Se puede, entonces, empezar suscitando una
pregunta, una inquietud, sobre la realidad, especialmente si ésta nos parece evidente; y luego
continuar descubriendo la verdad, sin cansancio, valorándola y dándole acogida en la propia vida,
lo cual es siempre personal y por eso es algo inédito, siempre nuevo. Éste fue el modo como los
grandes filósofos comenzaron a hacer filosofía la que luego sistematizaron hasta hacer de ella una
ciencia, la más alta en el plano natural. Para empezar esta aventura se precisa de unas condiciones
básicas, y es que quien se adentra en el camino del saber filosófico tiene que tener un pre
requisito y es un incoado amor a la verdad y mucha capacidad de afrontar retos, lo cual conlleva
una cierta rebeldía, respecto a la comodidad de quedarse en lo ya sabido. De entrada todos los
seres humanos tenemos capacidad de plantearnos las grandes preguntas y de avanzar en su
descubrimiento. La filosofía es accesible, no es privilegio de unas cuantas inteligencias potentes.
En general todos nacemos con la misma dotación intelectual, lo que sucede es que algunas
personas se esfuerzan en ejercerla y otras no. Lo que sí se requiere es un gran anhelo de verdad,
desearla, amarla; el crecimiento intelectual es proporcional a ese amor a la verdad. Por tanto,
desde el comienzo se plantea una cierta ética, porque el amor a la verdad tiene una vertiente
práctica, de manera que quien no es muy amigo de la verdad y ha metido la mentira en su vida
voluntariamente, no está en buenas condiciones para estudiar filosofía. Así, todos poseemos una
inclinación natural de alcanzar la verdad. Pero para que ese deseo se haga realidad se precisa de
mucho esfuerzo sostenido, ya que, como ya sabemos bien, lo que vale la pena siempre cuesta. Por
ello, el amor a la verdad requiere de gran fortaleza. El temple de quien se inicia en este camino
debe ser bastante fuerte para ser capaz de resistir el cansancio, el tiempo, y todo tipo de
dificultades, especialmente las que se encuentran en nosotros mismos. Si la apasionada búsqueda
de la verdad pasa las pruebas y dificultades que se le presentan, si se conserva esa ilusión es muy
probable que en algún momento, como en un recodo del camino se aparezca delante la verdad en
todo su esplendor; y entonces en medio de las variables circunstancias se le hará presente en el
hondón del alma lo permanente, aquello que escapa a lo fugaz, y que precisamente por ser algo
que dura para siempre, sosiega al alma y se hace inolvidable. Para evitar las falsas expectativas es
oportuno advertir, desde el comienzo, que en esta actividad filosófica no se deben esperar
utilidades inmediatas, tampoco conmociones sensibles, al estilo de los shows que se pueden dar
por la televisión. La verdad deslumbra, pero no es fascinante, no es histriónica, no seduce, al modo
de los reclamos sutiles o directos. Lo fascinante suele ir cargado de emotividad, por lo que suele
enajenar, y a veces hasta manipular, capturando la atención para llevarla a senderos extraños, no
siempre subordinados a la verdad. En cambio, el conocimiento profundo de la realidad es libre,
desinteresado, no busca obtener alguna ventaja extraña a la verdad misma, por eso la verdad nos
hace libres, nos libera del error, de cualquier posible manipulación, de algún interés extraño,
incluso nos libera de nosotros mismos, de nuestras visiones parciales, menesterosas, tantas veces
limitadas. Por eso, como veremos después, el encuentro con la verdad es el gran acontecimiento
en una persona. Cuando uno se encuentra con ella ésta se hace inolvidable, la misma palabra
aletheia alude a ello (a=sin, lethos=olvido). A partir de entonces uno se queda comprometido a
seguir buscándole, amándole; y en consecuencia a servirle. El objetivo de este manual es ayudar a
quienes procediendo de las Facultades de Ciencias Jurídicas, Ciencias Económicas y Empresariales,
Ciencias de la Comunicación y Ciencias de la Educación, empiezan a estudiar filosofía. Es por tanto,
una introducción a la filosofía para no filósofos. Se trata de ayudarles a que hagan esa experiencia
de la verdad en el ámbito filosófico, a que se encuentren con ella del modo más radical, y que la
amen de tal manera que traten de meterla en sus vidas personales y profesionales. Por lo demás,
encontrarse con la verdad es algo que atañe a la persona humana. Alguien que nunca se haya
topado con la verdad con esa radicalidad, con lo permanente de la realidad y de sí mismo, corre el
riesgo de divagar, vivir a merced de cualquier viento, de cualquier reclamo, de cualquier sutil
halago engañador, de cualquier extraño interés, en manos de sus propios impulsos, de sus
caprichos o de los de otros. Evidentemente, la filosofía no es el único camino, pero es muy
adecuado e interesante. Al respecto, se puede objetar diciendo que el momento actual no es muy
favorable para pensar, pero ceder a ello conlleva instalarse en lo más superficial. Recuerdo el
relato de un suceso penoso que la historia ha recogido: en algún lugar: unos pobres hombres eran
engañados por el reflejo de los espejos que les mostraban, y se quedaban fascinados por la
algarabía danzante de los colores que desplegaban, lo cual sólo hace efecto en personas de
carácter impresionable, imaginativo y superficial. Sería lamentable que eso sucediera al hombre
de hoy, que se dejara alucinar por cualquier cosa sensible y se quedara sin fuerzas para la aventura
de ir en pos de los tesoros de la verdad, que como sabemos no se encuentran en la superficie, sino
buceando en las profundidades de la realidad. Si hacemos este ejercicio estaremos preparados
para plantearnos y entender problemas claves de la actualidad. De otra parte, el presente manual
es introductorio y dirigido a quienes no van a dedicarse a la filosofía, pero que necesitan hacer pie
en lo más profundo de la realidad. Como esta tarea la empezaron los filósofos clásicos
empezaremos por enterarnos de sus aportes. Esta inmersión si bien no será exhaustiva (como se
les exige a quienes se van a dedicar a la Filosofía), sí trataremos de que sea suficiente, para que a
partir de ahí puedan plantearse temas de fondo. La inspiración de las siguientes páginas será la de
la Filosofía de Leonardo Polo, quien resaltó las grandes averiguaciones de los filósofos clásicos,
especialmente de Aristóteles, para llevarlos adelante. Por eso también es un pequeño homenaje a
sus enseñanzas y a la generosidad de su vida. Evidentemente, no todo se dice en este manual,
que pretende ser sólo una guía para plantearse los grandes temas de los filósofos clásicos. Lo más
interesante está en las clases, en el diálogo personal con los alumnos. Para acceder a los niveles de
radicalidad propios de dichos temas es preciso cultivar los hábitos de reflexión, de sabernos
preguntar por lo obvio, de volver una y otra vez sobre los temas o problemas complejos, tratando
de razonar con coherencia, con profundidad. Teniendo en cuenta que –como sostiene Leonardo
Polo– la verdad se entrega según los tipos de actos cognoscitivos que empleemos, si ejercitamos
un tipo de acto cognoscitivo superficial nos hacemos con poca verdad, en cambio si ejercitamos
actos cognoscitivos más profundos logramos que la realidad se nos entregue más y de manera
radical. Siempre ha sido el estudio algo personal, pero lo es aún más en lo que toca a la actividad
filosófica, es algo que depende mucho de cada uno, de su empeño, y en definitiva de su libertad
personal. La filosofía es pues todo un reto, pero es un camino muy adecuado para encontrarse con
la verdad de manera personal. Suele ser propio de quienes tienen espíritu joven el afán de
autenticidad, huir de lo engañoso, de lo fingido, de lo superficial, y también la capacidad de
afrontar retos, sin rendirse fácilmente. Esto es lo que deseamos para quienes empiezan esta
asignatura, que busquen denodadamente la verdad, que se encuentren con ella, que la amen
realmente, y que les repugne la mentira en cualquiera de sus manifestaciones; en definitiva, que
metan la verdad en sus vidas y que la den a conocer a los demás.

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