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Ferdinad de Saussure

Ferdinand de Saussure fue un lingüista pionero del siglo XIX que propuso estudiar la lengua de forma sincrónica en lugar de diacrónica. Introdujo conceptos fundamentales como la distinción entre lengua y habla, y definió la lengua como un sistema de signos lingüísticos compuestos por un significante y un significado. Saussure sentó las bases de la lingüística moderna al proponer estudiar la estructura interna de la lengua en un momento dado más que su evolución histórica.

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Ferdinad de Saussure

Ferdinand de Saussure fue un lingüista pionero del siglo XIX que propuso estudiar la lengua de forma sincrónica en lugar de diacrónica. Introdujo conceptos fundamentales como la distinción entre lengua y habla, y definió la lengua como un sistema de signos lingüísticos compuestos por un significante y un significado. Saussure sentó las bases de la lingüística moderna al proponer estudiar la estructura interna de la lengua en un momento dado más que su evolución histórica.

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Ferdinand de Saussure fue un lingüista de comienzos del siglo XIX.

Perteneció a la
escuela de los neogramáticos pero rompió con estos porque practicaban un método
historicista para el estudio de las lenguas.

Podemos decir que Saussure fue el padre de la disciplina que hoy en día conocemos
como lingüística. Ya que hizo una propuesta metodológica para estudiar el lenguaje a
partir de su Curso de lingüística general de 1916. Este curso que hoy conocemos
como un libro, no fue escrito por Saussure, sino que está basado en los apuntes que
tomaron del mismo sus estudiantes.

Saussure propone para el estudio de la lengua, distinguir entre “los fenómenos


internos o de conciencia de los fenómenos externos”. Y a diferencia de lo planteado
por otros lingüistas de la época sostiene que los dos elementos que componen la
palabra, es decir, tanto el signo como la significación son “de orden mental”, de
decir, “hechos de conciencia puros”.
Plantea, además, que el punto de vista que se adquiera es el que permite captar
hechos de lenguaje, que estos no existen por sí mismos fuera del punto de vista.

Saussure, a diferencia de los lingüistas de su época decide estudiar la lengua no en su


transcurrir histórico, es decir, en su evolución o dando cuenta de sus variaciones en el
tiempo, que serían un método diacrónico. Sino que opta por un método que
denomina sincrónico. Es decir, sitúa su estudio de la lengua en un momento
determinado, en un estado de lengua. No tiene en cuenta la variable histórica para su
formulación teórica.

Saussure como epistemólogo propone la creación de una disciplina llamada


lingüística de la cual el único objeto de estudio sea la lengua. Dice que puede
haber una lingüística del habla, si se quisiera, pero estas no deben ser confundidas,
porque sus objetos de estudio son radicalmente opuestos. Asimismo, considera que la
lingüística (que él propone) debe ser la rama de una disciplina mayor (que aún no
existe) que sería la semiología y estudiaría los signos en la vida social.

- El objeto de la linguïstica:

La investigación lingüística parte de la identidad entre dos términos que “son de


naturaleza variable”.
Dice que la lingüística “se sitúa en el extremo opuesto de las ciencias que pueden
partir de los datos de los sentidos”, es decir, que el objeto de la lingüística no está
dado. Es decir, una sucesión de sonidos, por ejemplo, las letras que forman la palabra
m + a + r, pueden ser un objeto de estudio para la acústica o la fisiología, pero no para
la lingüística en sí. Porque una lengua existe solo si la sucesión de letras m + a + r
(mar) va unida a una idea.

Entonces:

1) Ninguna entidad lingüística es dada por los sentidos o existe fuera de la


idea que se le pueda unir.
2) Ninguna entidad lingüística es simple. Incluso en su expresión más sencilla,
siempre hay un signo y una significación.
3) Cada hecho de lenguaje es un hecho complejo. En él confluyen dos hechos
de naturaleza diferente. Es decir, no hay nada en común entre un signo y lo
que significa.
4) El desafío de la lingüística es sistematizar, es decir, clasificar objetos
heterogéneos, es decir, los emparejamientos de signos e ideas.

- El lenguaje:

Para Saussure el lenguaje es “multiforme y heteróclito”. Pertenece a diferentes


dominios: es psíquico, fisiológico y físico; también individual y social. Es una
unidad difícil de desentrañar.
El lenguaje para Saussure está compuesto por la lengua y el habla. Esta unidad
es muy importante. Porque él, va a centrar su teoría en el estudio de solo una de
las partes de esta unidad: la lengua.
Es decir que el objeto de estudio de la teoría saussureana es la lengua. No el
habla, ni el lenguaje en su conjunto.

LENGUAJE: LENGUA + HABLA

Entonces, Saussure define la lengua como:

1) Una determinada parte del lenguaje, con el cual no hay que confundirla.

2) Es un producto social de la facultad del lenguaje. La lengua no está en ningún


individuo sino en el conjunto de la comunidad hablante, por lo tanto es una
realidad mental. A los sujetos les viene dada.

3) Es un conjunto de convenciones necesarias, adoptadas por la sociedad que


permiten el ejercicio de esa facultad de lenguaje que tienen los individuos. Es
decir, es una institución social que está codificada. Es una cosa adquirida y
convencional.

La facultad de lenguaje, es decir, la capacidad de producir o hablar una lengua que


poseen todos los individuos es una facultad mental.
Y la lengua es el conjunto de hábitos lingüísticos que permiten a un sujeto comprender
y hacerse comprender.

- Relación entre lengua y habla

La lengua es la norma de todas las demás manifestaciones de lenguaje. Rige el


habla, porque todos los elementos de este, están subordinados a la lengua.
Y para Saussure, del conjunto del lenguaje, solo la lengua puede ser definida
autónomamente. Para él, el habla es una masa amorfa y demasiado heterogénea
que no puede ser sistematizada como un objeto de estudio. Solo la lengua hace a la
unidad del lenguaje y puede dotar de un objeto de estudio a la lingüística, ordenando
así el resto de las partes que la componen.

Finalmente, Saussure define a la lengua como un sistema que tiene un orden


propio y preciso.

Entre la lengua y el habla existe una relación de interdependencia. Por un lado, la


lengua es necesaria para que el habla sea inteligible (comprensible) y produzca sus
efectos. Pero, a la vez, el habla es necesaria para que la lengua se establezca (y se
estructure como un sistema codificado). Históricamente, el hecho de habla precede
siempre es decir, está primero que la lengua. El habla es la que hace evolucionar,
cambiar y transforma la lengua: las imprecisiones recibidas al oír a los demás,
modifican nuestros hábitos lingüísticos. La lengua es a la vez el instrumento y el
producto del habla. No obstante, son dos elementos absolutamente distintos.

Al separar la lengua del habla se separa lo que es individual (el habla) de lo que es
social (la lengua). Lo que es esencial (la lengua), de lo que es accesorio o
accidental (el habla).
La lengua, es un producto que el individuo registra pasivamente (le viene dado) y no
tiene premeditación. En cambio, el habla es un acto individual de voluntad e
inteligencia.

- El signo lingüístico
Para Saussure, la unidad mínima del sistema que es la lengua, es el signo
lingüístico.
El signo está formado por la unión de dos elementos: un concepto y una imagen
acústica.
La imagen acústica no debe ser confundida con el sonido material, que es una cosa
puramente física, sino que es su huella psíquica. Esa imagen es sensorial y si se la
llama “material” es solamente por oposición al otro término que compone al signo, el
concepto, que generalmente es más abstracto.

El concepto también es definido como significado, y la imagen acústica como


significante. La unidad o asociación psíquica de estos es lo que llamamos signo
lingüístico. En este caso, cabe aclarar que el signo, no por ser psíquico, es una
abstracción. La lengua es una realidad que se aloja en el cerebro. Y los signos
que conforman la lengua son tangibles. Por ejemplo, la escritura puede fijarlos en
formas convencionales (cómo se escribe una palabra).
- Características del signo lingüístico

1) Arbitrariedad:
El lazo que une al significado y el significante es arbitrario. Eso quiere decir que es una
relación no natural o inmotivada. Por lo tanto, se puede afirmar que el signo
lingüístico es arbitrario en relación con el significado. Esto no quiere decir que el
significante dependa de la libre elección del hablante (es decir que no está en manos
del individuo el cambiar nada en un signo una vez establecido por un grupo lingüístico.

2) Linealidad del significante:

El significante, que tiene naturaleza auditiva, se desenvuelve a lo largo del tiempo y


solo puede ser medido linealmente. Es decir, por ejemplo, una persona no puede
pronunciar dos palabras a la vez. Por ello, es lineal. Al contrario de un significante
visual, un significante auditivo no dispone más que de la línea de tiempo, sus
elementos se presentan uno tras otro, forman una cadena.

3) Inmutabilidad sincrónica (o principio de inmutabilidad)

Cualquier sociedad conoce la lengua que habla como un producto heredado de las
generaciones precedentes que hay que tomar tal cual es. Un estado de lengua
determinado es producto de factores históricos y esto explica porqué una lengua es
inmutable, es decir, que se resiste a toda sustitución o transformación arbitraria por
parte de cualquier hablante, en sincronía, es decir, en un determinado momento de
tiempo (un “presente”). “Decimos hombre y perro porque antes que nosotros se ha
dicho hombre y perro”. El carácter impuesto de la lengua es lo que hace que sea
inmutable ante la sola decisión del hablante de modificar la relación arbitraria entre
significado y significante. La tradición garantiza la inmutabilidad.

4) Mutabilidad diacrónica

Sin embargo, la lengua muta, cambia, se transforma, los signos lingüísticos pueden
alterarse más o menos rápidamente. Y eso también es gracias al factor temporal. El
mismo que asegura su inmutabilidad en un momento determinado, su continuidad.
Estas dos últimas características en apariencia pueden resultar contradictorias,
pero no lo son. Conviven y ambas son válidas y tienen efectos en la lengua. Es decir
que el signo es mutable e inmutable, todo depende desde qué punto de vista se lo
mire. Ambos aspectos son solidarios: el signo está en condiciones de alterarse porque
se continúa (es decir porque durante un tiempo es inmutable, tiene permanencia). Lo
que domina en toda alteración, en todo cambio, es la persistencia de la materia vieja.
Por eso, el principio de alteración (mutabilidad) se funda en el principio de continuidad
(inmutabilidad). Sea cual sea el cambio o alteración lingüística, siempre conducen
a un desplazamiento de la relación entre el significado y el significante. La lengua
evoluciona o cambia, bajo la influencia de todos los agentes. A esta evolución no hay
lengua que pueda resistirse. Es decir, una palabra que significaba “X” en un momento,
luego deja de significar “X” y pasa a definir otra cosa. Por ejemplo la palabra “chabón”
(chambón) en los tangos de los años 20, basado en el lunfardo, significaba “persona
poco hábil”; pero hoy en día, “chabón”, significa “tipo/varón copado/piola/joven”.

- El valor lingüístico:
La lengua como sistema plantea un sistema de equivalencias entre órdenes diferentes:
significado y significante. Es decir en el signo confluyen dos lazos entre elementos
diversos: la masa amorfa de sonidos y la masa amorfa de conceptos que el signo
junta arbitrariamente, dando lugar a lo que conocemos como palabras.

La lengua es aquello que permite que el pensamiento sea inteligible. Fuera de ella,
este no existe. Es como una nebulosa. Nada se distingue fuera de la aparición de la
lengua. La lengua es entonces un medio para conocer y saber cómo funciona la
mente, y lo hace a través de los signos lingüísticos que permiten ordenarlo y
codificarlo. Así es que la lengua es la intermediaria entre el pensamiento y el
sonido.
Así, la lengua es comparable a una hoja de papel. El pensamiento es el anverso y el
sonido es el reverso. No se puede cortar una sin cortar el otro. Así tampoco en la
lengua se podría aislar el sonido del pensamiento, ni el pensamiento del sonido.
Eso lo hacen la psicología o la fonética y a esa separación se llega mediante
abstracciones.
Por ello, la lingüística trabaja en el límite donde los elementos de dos órdenes se
combinan. Esta combinación produce una forma y no una sustancia. Esto quiere
decir que la lengua es forma y no sustancia. Es decir, que es un sistema donde
todos los términos son solidarios y donde el valor de cada uno, no resulta más que de
la presencia simultánea de los otros. Así, el valor de cada término en la lengua, es
decir, de cada signo, está determinado por lo que lo rodea. Por lo tanto los
valores son relativos. Es decir, se define por lo que no es, en relación con los demás.
Es decir que la naturaleza del valor es establecer relaciones opositivas. Por ej: todas
las palabras que expresan ideas vecinas se limitan recíprocamente. Sinónimos como,o
recelar, temer, tener miedo, no tiene valor propio más que por oposición.
Vemos que en la lengua solo hay diferencias, sin términos positivos. La esencia de
un valor es ser lo que los otros no son. Ej: ni siquiera de la palabra “sol” se puede
fijar inmediatamente el valor sino se considera lo que lo rodea; hay lenguas en las que
es imposible decir “sentarse al sol”, como se dice en el castellano.
La lengua no posee ni ideas, ni sonidos preexistentes al sistema lingüístico, sino
solamente diferencias conceptuales y diferencias fónicas, resultantes de ese
sistema que conforma. Lo que importa de un signo es la relación que establece con los
demás. La prueba de esto es que el valor de un signo puede modificarse sin afectar su
sentido o su sonido, y esto puede pasar con el solo hecho de que un término “vecino”
en el sistema haya sufrido una modificación. Así, los signos son términos que se
condicionan recíprocamente y configuran la forma que es la lengua.

Los valores están siempre constituidos:


1) Por una cosa desemejante, susceptible de ser trocada por otra cuyo valor está
por determinar;
2) Por cosas similares que se pueden comparar con aquella cuyo valor está por
ver.
Por ejemplo, una palabra pueda trocarse por algo desemejante; por ejemplo, una idea.
Y además, puede compararse con otra cosa de la misma naturaleza: otra palabra.

- Relaciones entre los signos

Este tipo de relaciones se despliegan en dos esferas distintas. Cada una genera
cierto orden de valores. Estos dos órdenes corresponden a dos formas de nuestra
actividad mental. Ambos son indispensables para la vida de la lengua.

a) Relaciones sintagmáticas. Son las relaciones que tienen las palabras de


acuerdo al carácter línea de la lengua. Es decir, una detrás de otra en la
cadena del habla. No pueden pronunciarse dos palabras a la vez. Estas
relaciones entre los signos (las palabras) que se dan según la extensión
oracional se llaman sintagmas. Este tipo de relaciones se dan in praesentia,
es decir, todas las palabras relacionadas entre sí están presentes en el
sintagma. El sintagma siempre se compone de dos o más unidades
consecutivas. Ej: re-leer, contra todos, la vida humana, Dios es bueno, si hace
buen tiempo, saldremos, etc. En un sintagma, un término solo adquiere su
valor porque se opone al que le precede o al que le sigue o a ambos.

b) Relaciones asociativas o paradigmáticas. Las palabras que tienen algo en


común se alojan así en la memoria; conformando grupos en los cuales las
palabras tienen relaciones muy diversas entre sí. Este tipo de relaciones se
llaman asociativas. Estas relaciones se dan in absentia, es decir, no hace falta
que todas las palabras que conforman el grupo estén presentes, son referidas
por el pensamiento o la memoria virtualmente, al momento de establecer
relaciones. Se crean tantas relaciones asociativas como relaciones diversas
haya entre las palabras. Ej: enseñanza, enseñar, enseñemos (guardan un
elemento en común en la palabra). Pero también podría ser: enseñanza,
maestro, escuela, pizarrón (desde el punto de vista del significado). O podría
ser: enseñanza; templanza; esperanza; tardanza (las relaciona el sufijo en
común). O la relación podría ser por una analogía del significado: enseñanza,
instrucción, aprendizaje; educación. O por la rima: enseñanza; lanza. Por lo
tanto, una palabra cualquiera puede siempre evocar todo lo que sea
susceptible de estarle asociado de un modo o de otro.

Mientras que un sintagma evoca la idea de un orden de sucesión y de un número


determinado de elementos, los términos de una familia asociativa no se presentan ni
en número definido ni en un orden determinado.

Síntesis:

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