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Leccion 04

Este documento presenta la lección bíblica para el 28 de enero de 2023. Incluye pasajes para estudiar sobre ofrendas a Dios, incluyendo 2 Corintios 9:6-7, Deuteronomio 16:17, Salmos 116:12-18 y Marcos 12:41-44. También presenta un resumen sobre el significado y propósito de las ofrendas como una expresión de gratitud y generosidad hacia Dios en respuesta a sus bendiciones.

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Leccion 04

Este documento presenta la lección bíblica para el 28 de enero de 2023. Incluye pasajes para estudiar sobre ofrendas a Dios, incluyendo 2 Corintios 9:6-7, Deuteronomio 16:17, Salmos 116:12-18 y Marcos 12:41-44. También presenta un resumen sobre el significado y propósito de las ofrendas como una expresión de gratitud y generosidad hacia Dios en respuesta a sus bendiciones.

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Lección 4: Para el 28 de enero de 2023

LAS OFRENDAS PARA JESÚS


Sábado 21 de enero

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 2 Corintios 9:6, 7; Deuteronomio 16:17;


Salmo 116:12–18; 1 Crónicas 16:29; Marcos 12:41–44; 14:3–9.

PARA MEMORIZAR:
“¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios hacia mí? Levantaré la copa de la
salvación e invocaré el nombre del Señor. Ahora cumpliré mis votos al Señor, ante
todo su pueblo” (Sal. 116:12-14).

A demás del diezmo, están las ofrendas, que provienen del noventa por
ciento que permanece en nuestro poder después de devolver el diezmo
a Dios. Aquí es donde comienza la generosidad. El pueblo de Dios daba
diferentes tipos de ofrendas, como las ofrendas por el pecado, dadas en respuesta
a la gracia de Dios; o las ofrendas de agradecimiento, dadas para reconocer la
protección de Dios y las bendiciones de salud, prosperidad y poder sustentador.
También había ofrendas para los pobres, y ofrendas para construir y mantener
la casa de adoración.
Cuando consideramos la magnitud de los dones que Dios nos da, empezamos
a ver nuestra ofrenda como algo más que pavimentar el estacionamiento o
comprar túnicas para el coro. Traemos nuestra ofrenda en respuesta a lo que
Dios ha hecho por nosotros, especialmente en el sacrificio de Jesús. “Nosotros
lo amamos a él porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19). La iglesia, entonces,
ya sea en el nivel local, de Asociación o mundial, emplea nuestras donaciones
para el avance de la causa de Dios. Esta semana repasaremos lo que dice la Biblia
acerca de las ofrendas como parte de nuestra administración de los asuntos de
Dios en la Tierra.

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Lección 4 | Domingo 22 de enero

MOTIVACIÓN PARA DAR


Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero. Si damos, es en res-
puesta a su maravilloso regalo para nosotros, Jesús. De hecho, se nos dice: “El
Señor no necesita nuestras ofrendas. No podemos enriquecerlo con nuestros
donativos. El salmista dice: ‘Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos’
(1 Crón. 29:14, RVR 60). Dios nos permite manifestar nuestro aprecio de sus
mercedes por medio de esfuerzos abnegados realizados para compartirlas con
otras personas. Esta es la única manera posible en que podemos manifestar
nuestra gratitud y nuestro amor a Dios, porque él no ha provisto ninguna otra”
(CMC 20, 21).
Cuando entregamos “nuestro” dinero a Jesús, en realidad esto fortalece
nuestro amor por él y por los demás. Por lo tanto, el dinero puede ser un verda-
dero poder para el bien. Jesús dedicó más tiempo a hablar de dinero y de riquezas
que de cualquier otro tema. Un versículo de cada seis en Mateo, Marcos y Lucas
trata sobre el dinero. Lo bueno del evangelio es que Dios puede librarnos del
mal uso y del amor al dinero.

Lee Mateo 6:31 al 34 y Deuteronomio 28:1 al 14. ¿Qué promete Dios hacer
por nosotros si le somos obedientes? ¿Es egoísmo de nuestra parte reclamar
las promesas de Dios?

Las ofrendas son una evidencia de nuestra voluntad de sacrificarnos por


Dios. Pueden ser una experiencia profundamente espiritual, una expresión del
hecho de que nuestra vida está completamente entregada a Dios como nuestro
Señor. Para nosotros, como dice un refrán, es “corroborar con el monedero lo que
decimos con la boca”. Puedes decir que amas a Dios, pero las ofrendas generosas
ayudan a revelar (e incluso fortalecer) ese amor.
Una ofrenda proviene de un corazón que confía en un Dios personal que
constantemente provee para nuestras necesidades según lo considere mejor.
Nuestras ofrendas se basan en la convicción de que hemos encontrado la segu-
ridad de la salvación en Cristo. No son para apaciguar a Dios ni una búsqueda
de su aceptación. Más bien, nuestras ofrendas fluyen de un corazón que ha
aceptado a Cristo por fe como el único y suficiente medio de gracia y redención.

Lee 2 Corintios 9:6 y 7. ¿Qué nos está diciendo el Señor aquí? ¿Qué sig-
nifica dar como uno “propuso en su corazón”? ¿Cómo aprendemos a dar
con alegría?

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Lunes 23 de enero | Lección 4

¿QUÉ PORCIÓN PARA LAS OFRENDAS?


Lee Deuteronomio 16:17. Más que un porcentaje, ¿qué criterio da Dios
como base para la cantidad de nuestras ofrendas?

Nuestras ofrendas son un reconocimiento y una expresión de nuestra gra-


titud a Dios por sus abundantes dones: la vida, la Redención, el sustento y las
bendiciones constantes de muchas clases. Por ende, como vimos en el pasaje
anterior, el volumen de nuestras ofrendas es según hayamos sido bendecidos.
“A quien se le dio mucho, mucho se le reclamará; y al que mucho se le confió,
más se le pedirá” (Luc. 12:48).

Lee Salmo 116:12 al 14. ¿Cómo se supone que debemos responder la pre-
gunta planteada en el versículo 12? ¿Cómo encaja el dinero en la respuesta?

¿Cómo podríamos pagar a Dios por todas sus bendiciones en nuestro favor?
Es que nunca podríamos, sencillamente. Parece que lo mejor que podemos hacer
es ser generosos con la causa de Dios y ayudar a nuestros semejantes. Cuando
Jesús envió a sus discípulos en un viaje misionero, les dijo: “De gracia recibieron,
den de gracia” (Mat. 10:8). Nuestras ofrendas contribuyen al desarrollo de un
carácter semejante al de Cristo. De ese modo cambiamos del egoísmo al amor;
debemos preocuparnos por los demás y por la causa de Dios como lo hizo Cristo.
Recordemos siempre que “de tal manera amó Dios [...] que dio” (ver Juan
3:16). Al contrario, tan cierto como que el día sigue a la noche, cuanto más ate-
soremos para nosotros, más egoístas en nuestro corazón nos volveremos y más
miserables nos sentiremos también.
Depende de nosotros determinar qué cantidad damos y qué entidad recibe
nuestras ofrendas. Pero traer una ofrenda al Señor es un deber cristiano con
implicaciones espirituales y morales. Descuidar esto es hacernos un daño es-
piritual a nosotros mismos, quizá más de lo que nos damos cuenta también.

¿Qué dicen tus ofrendas, y tu actitud al darlas, acerca de tu relación con Dios?

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Lección 4 | Martes 24 de enero

LAS OFRENDAS Y LA ADORACIÓN


La Biblia no nos da un orden para el culto de adoración. Pero al parecer, hay
al menos cuatro cosas presentes en los servicios de adoración. En el Nuevo
Testamento esta lista incluye estudio/predicación, oración, música, y diezmos
y ofrendas.
Tres veces al año, los hombres (y las familias) de Israel debían presentarse
ante el Señor en Jerusalén. Y “ninguno se presentará ante el Señor con las manos
vacías” (Deut. 16:16). En otras palabras, parte de la experiencia de adoración era
devolver el diezmo y ofrendar. En Pascua, Pentecostés y la Fiesta de los Taber-
náculos, los hijos de Dios llevaban sus diezmos y ofrendas. Es difícil imaginar
que alguien llegara a esas fiestas con las manos vacías.
En otras palabras, para el antiguo Israel, la entrega de sus diezmos y ofrendas
era una parte central de su experiencia de adoración. La adoración, la verda-
dera adoración, no es solo expresar en palabras, cánticos y oraciones nuestro
agradecimiento y gratitud a Dios, sino también expresar ese agradecimiento y
gratitud a Dios al llevar nuestras ofrendas a la casa del Señor. Ellos las llevaban
al Templo; nosotros las traemos a la iglesia el sábado (al menos como una forma
de devolver nuestro diezmo y ofrendas), un acto de adoración.

Lee 1 Crónicas 16:29; Salmo 96:8 y 9; y 116:16 al 18. ¿Cómo aplicamos los
principios expresados aquí
​​ a nuestra propia experiencia de adoración?

Como hijos de Dios que tenemos la responsabilidad de administrar sus


asuntos en la Tierra, es un privilegio, una oportunidad y una responsabilidad
llevar nuestras ofrendas. Si el Señor nos ha dado hijos para criarlos, debemos
compartir con ellos el gozo de llevar los diezmos y las ofrendas a la Escuela
Sabática y a los cultos de la iglesia. En algunos lugares, la gente devuelve su
diezmo en línea o por otros medios. Como sea que lo hagamos, la devolución de
los diezmos y las ofrendas es parte de nuestra experiencia de adoración a Dios.

¿Cuál ha sido tu experiencia con el rol de devolver el diezmo y las ofrendas como
parte de la adoración? ¿De qué forma esta práctica impacta tu relación con Dios?

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Miércoles 25 de enero | Lección 4

DIOS TOMA NOTA DE NUESTRAS OFRENDAS


Lee Marcos 12:41 al 44. Seamos ricos o no, ¿qué mensaje podemos obte-
ner de esta historia? ¿Qué principio nos enseña y cómo podemos aplicarlo
a nuestra experiencia de adoración?

Jesús y los discípulos estaban en el atrio del Templo donde se encontraban


los cofres de la tesorería, y él miraba a los que traían sus ofrendas. Estaba bas-
tante cerca como para ver que una viuda había dado dos monedas de cobre. Ella
puso todo lo que tenía. “Pero Jesús comprendía su motivación. Ella creía que
el servicio del Templo era ordenado por Dios, y anhelaba hacer cuanto pudiese
para sostenerlo. Hizo lo que pudo, y su acto había de ser un monumento a su
memoria para todos los tiempos, y su gozo en la Eternidad. Su corazón acompañó
a su donativo, cuyo valor se había de estimar, no por el de la moneda, sino por el
amor hacia Dios y el interés en su obra que había impulsado la acción” (CMC 174).
Otro aspecto sumamente importante es que esta es la única ofrenda que
Jesús elogió: una ofrenda para una iglesia que estaba a punto de rechazarlo, una
iglesia que se desvió mucho de su llamado y su misión.

Lee Hechos 10:1 al 4. ¿Por qué un centurión romano recibió la visita de


un ángel celestial? ¿Qué dos acciones suyas se notaron en el Cielo?

Aparentemente, no solo se escuchan nuestras oraciones en el Cielo, sino


también se toma nota de la motivación de nuestras ofrendas. El pasaje señala
que Cornelio era un dador generoso. “Porque donde esté el tesoro de ustedes,
allí estará también su corazón” (Mat. 6:21). El corazón de Cornelio acompañaba
sus ofrendas. Estaba dispuesto a aprender más acerca de Jesús. La oración y
la limosna están íntimamente unidas, y demuestran nuestro amor a Dios y a
nuestros semejantes, los dos grandes principios de la Ley de Dios: “Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y todo
tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo” (Luc. 10:27). El primero se
revela en la oración; el segundo, en los donativos.

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Lección 4 | Jueves 26 de enero

PROYECTOS ESPECIALES: OFRENDAS DE FRASCOS


Las investigaciones han demostrado que solo un nueve por ciento de los
activos de la gente son líquidos y que podrían aportarse como ofrenda en cual-
quier momento. El efectivo, las cuentas corrientes, los ahorros, los fondos del
mercado monetario y demás generalmente se consideran activos líquidos, al
menos para los que poseen cosas como estas. La mayoría de nuestros activos,
alrededor del 91 por ciento, están “invertidos” en bienes raíces, como nuestras
casas, nuestro ganado (si vivimos en zonas rurales) u otros activos no líquidos.
Las diferencias en los porcentajes de activos líquidos y no líquidos se pueden
ilustrar poniendo 1.000 centavos en dos frascos de vidrio diferentes, donde 10
centavos representan cada punto porcentual. Por lo tanto, tendrías 90 centavos
en un frasquito que representa el 9 por ciento de los activos líquidos y 910
centavos en un frasco grande de un litro, que representa el 91 por ciento de los
activos no líquidos.
La mayoría da sus ofrendas o contribuciones del frasquito, de sus activos
líquidos. Esto es lo que tienen en su cuenta corriente o en la billetera. Pero
cuando alguien realmente se entusiasma con algo, da del frasco grande. La
Biblia cuenta muchas de esas historias.

Lee Marcos 14:3 al 9 y Juan 12:2 al 8. ¿Quiénes son los personajes prin-
cipales en la fiesta de Simón? ¿Cuál era el valor del regalo de María? ¿Por
qué ungió a Jesús en este momento?

El regalo de María valía trescientos denarios, el salario de casi todo un año.


Muy probablemente, era una ofrenda de “frasco grande”. Después de este inci-
dente, Judas traicionó a Jesús por un poco más de la tercera parte de esa can-
tidad: una ofrenda de “frasquito”, treinta piezas de plata (Mat. 26:15). Se necesita
verdadero amor y compromiso para ofrendar del frasco grande: de nuestras in-
versiones. Pero, cuando nos volvemos codiciosos, como Judas, podemos vender
nuestra alma por casi nada.
La obra y las actividades de Bernabé se mencionan 28 veces en el Nuevo
Testamento. Lo conocemos principalmente como compañero del apóstol Pablo y
como gran misionero. Pero el fundamento de todo esto se establece en el primer
pasaje donde se lo menciona. En Hechos 4:36 y 37, leemos acerca de su entrega;
verdaderamente, una ofrenda de “frasco grande”. Qué poderoso ejemplo de las
palabras de Cristo: “Porque donde esté el tesoro de ustedes, allí estará también
su corazón” (Mat. 6:21).

¿Por qué dar con sacrificio es tan importante para los que dan como para los que
reciben?

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Viernes 27 de enero | Lección 4

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


El libro celestial de las memorias también anota la fidelidad financiera de
los miembros de la familia de Dios. “El ángel registrador toma nota fiel de cada
ofrenda que se dedica a Dios y se entrega en la tesorería, y también de los resul-
tados finales de los medios así ofrendados. El ojo de Dios observa cada centavo
que se dedica a su causa, igualmente como la actitud de regocijo o mezquina del
dador. También se registra la motivación de la dádiva. Las personas abnegadas y
consagradas que le devuelven a Dios lo que le pertenece, del modo en que él lo
requiere, serán recompensadas de acuerdo con sus obras. Aunque se gastaran
equivocadamente los medios así consagrados y no cumplieran los propósitos
para los cuales el dador los había destinado –la gloria de Dios y la salvación de
las almas–, los que realizaron el sacrificio con sinceridad, con el fin único de
glorificar al Señor, no perderán su recompensa” (TI 2:460).
“Dios desea que su pueblo ore y haga planes para el avance de su obra. Pero,
como Cornelio, debemos unir la oración con los donativos. Nuestras oraciones
y limosnas deben ascender ante Dios como una conmemoración. La fe sin obras
está muerta; y sin una fe viva es imposible agradar a Dios. Mientras oramos,
debemos dar todo lo que podamos, tanto de nuestro trabajo como de nuestros
medios, para el cumplimiento de nuestras oraciones. Si ponemos en práctica
nuestra fe, Dios no se olvidará de nosotros. Él anota cada acto de amor y de ab-
negación. Él abrirá caminos por los que podremos mostrar nuestra fe mediante
nuestras obras” (Elena de White, Atlantic Union Gleaner, 17/6/1903).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. ¿Cómo se conjugan el orar y el dar? Es decir, ¿cómo podría la oración
ayudarte a saber qué dar, cuándo y cuánto dar?
2. Una revista famosa en los Estados Unidos hablaba de jóvenes profesio-
nales en Wall Street que ganaban mucho dinero y, sin embargo, eran
muy miserables, se sentían vacíos, llenos de angustia y preocupación.
Uno de ellos, un administrador de fondos, dijo: “¿Qué importancia ten-
dría después de que muera si hubiera obtenido una ganancia adicional
del uno por ciento en mi cartera?” ¿Podemos sacar de esta historia la
lección de que dar, incluso con sacrificio, puede ser muy beneficioso
espiritualmente para el dador, ya que nos ayuda a liberarnos del “engaño
de las riquezas” (Mat. 13:22)?
3. En la cita anterior de Elena de White, observa la parte sobre los fondos
que se utilizan “equivocadamente”. ¿Por qué es importante que quienes
damos tengamos en cuenta este aspecto?

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