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El Enigma de Los Manuscritos Del Mar Muerto

Los manuscritos del Mar Muerto contienen textos antiguos encontrados en grutas cerca de Qumran entre 1947 y 1956 que pertenecían a una comunidad esenia que vivió entre los siglos II a.C. y I d.C. Estos manuscritos arrojan luz sobre los orígenes del cristianismo y las posibles conexiones entre Jesús, Juan el Bautista y los esenios. Aunque hay similitudes entre las enseñanzas y prácticas de Jesús y los esenios, no se puede concluir que Jesús fuera

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El Enigma de Los Manuscritos Del Mar Muerto

Los manuscritos del Mar Muerto contienen textos antiguos encontrados en grutas cerca de Qumran entre 1947 y 1956 que pertenecían a una comunidad esenia que vivió entre los siglos II a.C. y I d.C. Estos manuscritos arrojan luz sobre los orígenes del cristianismo y las posibles conexiones entre Jesús, Juan el Bautista y los esenios. Aunque hay similitudes entre las enseñanzas y prácticas de Jesús y los esenios, no se puede concluir que Jesús fuera

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El enigma de los manuscritos del

Mar Muerto

En 1947, un beduíno llamado Muhammad adh-Dhib


encontró por azar en el interior de una gruta en Qumran
(Palestina), unos rollos, que sin saber si podrían ser muy
valiosos, decidió llevárselos para intentar venderlos bajo un
precio irrisorio. Estos primeros textos recuperados serían
conocidos en el futuro como el Midrash de Hababuc, la
Regla de la Comunidad, los Himnos de acción de gracias, el
Combate de los Hijos de la Luz y de los Hijos de las
Tinieblas y el Apócrifo del Génesis. A principios del año
1952 fueron descubiertas dos grutas más, una de las cuales
contenía dos rollos de cobre. A finales de septiembre de ese
mismo año, se descubría una cuarta gruta, que contenía la
mayor cantidad de documentos y textos encontrados hasta
la fecha. Finalmente, se descubrirían siete nuevas grutas
con un contenido de fragmentos no menos importantes,
pero sin tanta trascendencia.
Al mismo tiempo, las excavaciones al pie del acantilado
entre Qumran y el Mar Muerto, permitía descubrir un
yacimiento arqueológico, donde se encontraron monedas
provenientes del año 130 a.C. hasta el 70 d.C., que
permitían concluir que se trataba del hábitat de una
comunidad a la que pertenecían los manuscritos.
Identificando de este modo a través del contexto
geográfico, las doctrinas y usos de esta comunidad, se llegó
a la conclusión de que se trataban de los Esenios, un grupo
del que se tiene conocimiento a través de los textos de
Josefo y Filón.
Un descubrimiento de esta índole era ya de por sí increíble.
Pero lo que le confiere una importancia única fue su
relación directa con los orígenes del cristianismo.
Geográficamente, la comunidad esenia había vivido en
Palestina, en una región muy frecuentada por Jesús.
Históricamente, la última parte de su existencia se sitúa en
un periodo en el que vivió el maestro. De ahí que una
pregunta clave sería si el cristianismo pudo tener algún tipo
de contacto con esta comunidad. Parece ser que un examen
comparativo de los documentos se nos permite afirmar con
certeza de que fue así.
El conocimiento del contacto de Juan Bautista con los
solitarios del desierto de Judá no es algo nuevo. Pero los
descubrimientos de los manuscritos han confirmado
categóricamente los contactos de Juan con los monjes de
Qumran. De este modo se nos permite a través de los
manuscritos redescubrir la expectativa mesiánica de Juan,
que abre un último y decisivo periodo en el que el Mesías
no es esperado, sino que llega. Juan constituye de esta
forma la articulación entre el último momento del Antiguo
Testamento y la inauguración del Nuevo. Cosa que se
descubre tanto mejor cuanto es más aparente lo que tenía de
común con los esenios.
La siguiente pregunta que nos asalta es si Jesús tuvo
contacto con la comunidad esenia. Es evidente que así lo
fue, si tenemos en cuenta la relación directa del maestro con
Juan Bautista, y este con los esenios. Las similitudes
también se nos hacen evidentes cuando analizamos los
eventos de Jesús, como el de la Tentación, donde vemos
una similitud con el retiro espiritual practicado en la
soledad por los esenios. Curioso se nos hace conocer que el
retiro del maestro al desierto corresponde con un lugar muy
cercano al acantilado donde se encontraron los manuscritos,
un poco al norte de Qumran. Además, los actos iniciales de
la vida pública de Jesús se sitúan en la desembocadura del
Jordán, donde recluta a sus primeros discípulos, entre los
que se encontraban miembros de Juan Bautista, que podrían
definirse como el eslabón entre los monjes de Qumran y los
discípulos de Cristo.
Las analogías entre la comunidad de los apóstoles y la de
los esenios son variadas y demasiadas para ser tomadas solo
como simples casualidades. Conexiones con el calendario
olvidado y recuperado de los textos de Qumran, que hacen
encajar mejor los tiempos de la Última cena. La forma en la
disposición de la mesa y los diferentes ejemplos a la hora
de consagrar el pan y el vino, recuerdan demasiado a las
normas de los esenios. La creación de un consejo de doce
miembros, número exacto a los apóstoles, junto a tres
sacerdotes, que se podían incluir en el consejo, repitiendo
de este modo el mismo patrón con los tres favoritos del
Mesías, que contaba con el grupo privilegiado de Pedro,
Santiago y Juan. Los equivalentes en las expresiones de
ambos grupos son también abrumadoras, una vez que
analizamos los textos sagrados desde el prisma de los
manuscritos de Qumran.
Aunque ciertos comportamientos nos indican analogías con
la comunidad de Qumran, no podemos concluir que Jesús
haya sido esenio. Nada en sus orígenes, ni en el marco
donde vivió habitualmente, impone esta conclusión.
Aunque los contactos son llamativos, nada indica que
fueran exclusivos de los esenios. Pero si del mismo modo
las coincidencias son asombrosas, las diferencias en el
comportamiento con la comunidad de Qumran hace que no
podamos definir a Cristo y sus discípulos como esenios.
Una de ellas era su estricta observancia del sabbat, que en
el caso del maestro demostró ser mucho mas laxa, lo que
daba a entender un carácter mucho más arbitrario del que
manifestaba la rigidez los esenios. Otro punto interesante
que los diferencia de Cristo concierne a las comidas, donde
el concepto de purificación antes de las comidas y el
sentido de pureza exigido en todos aquellos que compartían
la mesa con los esenios, no tiene nada que ver con el
comportamiento revolucionario de Jesús, que encontraba
satisfacción en la compañía de incluso los parias sociales.
Pero sin duda, uno de los aspectos más extraordinarios del
descubrimiento de Qumran se encuentra en la identificación
de un personaje enigmático llamado el moré hassdeq, el
Maestro de Justicia. No obstante, ya se le mencionaba en un
manuscrito descubierto en 1896 en El Cairo, llamado
Documento Sadocita o Documento de Damasco. Este
personaje del que se describe que pudo vivir entre el 180 y
el 60 a.C., se plantea como un ser divino encarnado, que se
presentaba como el Mesías, que se afirma en los textos que
fue sacrificado por soldados paganos al servicio de un gran
sacerdote, que apareció después de su muerte en el Templo,
y que sus discípulos aguardaban su retorno al fin de los
tiempos en el Juicio Final.
El impactante hallazgo nos obliga a estudiar y reflexionar
sobre un pasado que no nos deja de sorprender. Las
inusitadas propuestas que se han realizado, junto a las
reflexiones más sesudas, dan pie a todo tipo de conjeturas,
pero lo cierto es que nos encontramos con un personaje
enigmático, del que no se ha tenido constancia hasta hace
muy poco tiempo. Esto tampoco implica una evidencia de
fraude, sino que desde el plano siempre escatológico, el
Maestro de Justicia parece ser otro personaje de los que
prepararon a la humanidad, como luego fue Juan Bautista,
para la venida de Jesús. Esto tampoco cierra el circulo y da
carpetazo a un asunto, que nos obliga a seguir estudiando
los múltiples aspectos de la influencia esenia sobre los
autores del Nuevo Testamento, y los primeros escritores
eclesiásticos.

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