Universidad Juárez Autónoma de
Tabasco
División Académica de Ciencias
Económico Administrativas
(DACEA)
Trabajo:
Tipo de cultura del México Colonial
Materia:
Habilidades Básicas del Pensamiento
Docente:
Deyanira Camacho Javier
Alumno:
Alex Fernando Luna Pérez
La cultura en la Época Colonial
La cultura en el período colonial se caracterizó por un fuerte proceso de
europeización, no sólo en el ámbito de las artes sino también en el del modo de
vida. Los colonizadores trajeron al continente americano tanto técnicas y estilos
artísticos europeos, como costumbres y tradiciones originarias de Europa.
Arquitectura
Cuando finalmente aparece en la Nueva España, se descartan los ejemplos
inspirados en la antigüedad grecolatina introducida por la corriente renacentista, y
se intenta expresar de alguna manera vívida las aspiraciones liberales criollas, por
lo que la arquitectura barroca europea se convierte en la modelo para la Nueva
España del siglo XVII.
En un principio, el barroco en la arquitectura tuvo en México condiciones de la más
moderna vanguardia. Por eso, no se adoptó inmediatamente en las obras que ya
habían empezado a construirse como en el caso de las catedrales.
Ejemplo de lo anterior fueron las de México, Puebla, Oaxaca, Pátzcuaro y San
Cristóbal de las Casas y Guadalajara, aunque, por supuesto, cuando estuvieron
terminadas se le agregaron detalles del estilo que estaba en boga. En este
sentido, algunos historiadores consideran que, por ejemplo, con las portadas de
las naves laterales y la portada principal son el principio del barroco salomónico en
México.
El enriquecimiento de la arquitectura
En la Nueva España, pues, se exploraron nuevas opciones compositivas. De esta
época datan inmensa cantidad de construcciones como la portada original del
Templo de Santa Trinidad, la iglesia de Santa Clara y la reconstrucción de San
Agustín.
Entre los constructores que contribuyeron a caracterizar la primera mitad del siglo
XVII destaca fray Andrés de San Miguel, hermano lego de los carmelitas
descalzos: el construyó el conjunto del Desierto de los Leones en Cuajimalpa, el
colegio de San Ángel y los conventos de Querétaro, Salvatierra y San Sebastián,
por ejemplo.
En este siglo, el XVII, se fundaron también diez parroquias en la Ciudad de
México: entre ellas, el sagrario, Santa Catarina, Santa Veracruz, Santiago
Tlatelolco, Santa María la Redonda y San Francisco.
También se construyeron hospitales como el que fundó Zumárraga que después
fue la Academia de San Carlos y el de San Antonio Abad y muchos conventos,
como el de San Jerónimo, San Bernabé y el de San José de Gracia.
Muchos estudiosos consideran que el siglo XVII virreinal fue un siglo
esencialmente arquitectónico.
Pintura
Las obras eclesiásticas eran, evidentemente las más importantes, no sólo por sus
dimensiones sino porque tenían mayor apoyo, sobre todo gracias a las clases más
poderosas económicamente.
Entre los pintores más importantes del XVII podemos citar a Baltasar Echave
Rioja, seguidor de Murillo y Rubens y que pintó, por sólo citar un par de sus obras
el Martirio de san Pedro de Arbués que le solicitó el Santo Oficio y los Tributos de
la Eucaristía, la fe y la Iglesia. José de Juárez (de la primera mitad), fue otro de los
artistas de gran notoriedad en aquel periodo.
Juan Correa, trabajó intensamente de 1671 a 1716 y alcanzó gran prestigio y fama
por la calidad de su dibujo y la dimensión de algunas de sus obras. Entre las más
conocidos: Apocalipsis en la Catedral de México, La conversión de Santa María
Magdalena, hoy en la Pinacoteca Virreinal y Santa Catarina y Adán y Eva
arrojados del paraíso este último en el Museo del Virreinato de Tepoztlán.
Cristóbal de Villalpando, considerado el pintor más representativo de la segunda
mitad del siglo XVII novohispano y que, como muchos artistas de su época trabajó
más para la iglesia que para particulares o instituciones y trabajó tanto en pequeño
como en gran formato. Algunas de sus obras son La apoteosis de San Miguel, Los
desposorios de la Virgen y La huida a Egipto, todos ellos representativos de la
calidad de la pintura barroca en la Nueva España.
Otros pintores novohispanos importantes de este siglo fueron son Rodrigo de la
Piedra, Antonio de Santander, Bernardino Polo, Juan de Villalobos, Juan Salguero
y Juan de Herrera.
Música
Los músicos también trabajaron especialmente para la iglesia, escribiendo
partituras de la más diversa índole y copias de aquellas obras que se
interpretaban en el órgano. Antonio Sarrier, fue autor de varias piezas en tres
movimientos a las que llamó oberturas, que culminaban con lo que en cuestión
musical fue la vanguardia de la época: una fuga.
Juan Matías, de origen indígena fue también compositor y maestro de capilla en la
sede diocesana se Oaxaca y autor de un Tratado de Armonía.
Antonio de Salazar, maestro de capilla de la Catedral de México.
Literatura
Esta rama del más fino arte se permeó, por supuesto, de todas las delicias del
culteranismo y del énfasis de la retórica. Lo que en arquitectura tuvo la apariencia
de sinuoso y recargado, en literatura fue erudito y exagerado. Y para ser un gran
escritor en esta época – o quizá en todas- no solo se requería de habilidad sino
también de talento.
Algunos de los autores conocidos hasta mediados de este siglo incursionaron con
éxito en el terreno de los juegos y caprichos literarios – anagramas, emblemas,
laberintos, muchos símbolos- y en la poesía lírica, narrativa y dramaturgia.
Algunos de los escritores novohispanos de aquella época fueron José López
Avilés que escribió una biografía en verso de Fray Payo Enríquez; Matías
Bocanegra que alcanzó un grado importante de popularidad por su Canción a la
vista de un desengaño y, por supuesto, el sabio de la época: Don Carlos de
Sigüenza y Góngora.
Este escritor barroco, autor de obras todas ellas notables escribió la célebre
Relación de los infortunios de Alonso Ramírez, un relato en género de ficción que
estaba prohibido por la Santa Inquisición y la Primavera Indiana, largo poema que
abordó a fondo el tema de la Virgen de Guadalupe.
La Décima Musa, una figura central de nuestra literatura
Sin embargo, el personaje más importante de la literatura en aquellos años y en
toda la época virreinal – y hasta alguno dicen que en toda la historia de México-
fue Sor Juana Inés de la Cruz. Objeto de las más profundas reflexiones, de los
más sesudos estudios, de los más encendidos elogios y de las más ardientes
polémicas, la figura de la Décima Musa, como la llamaron sus contemporáneos
sigue siendo insuperable.
Lo anterior debido a la universalidad de su pensamiento, la brillantez de su
ingenio, la corrección de su prosa y la magnificencia de su poesía, aunados a un
manejo insuperable de lo alegórico y un conocimiento profundo de innumerables
materias hicieron una aportación inestimable al mundo de la cultura.
Principales representantes
Moctezuma, el último emperador azteca, encabezó la procesión, seguido de
personajes emblemáticos del México Colonial, como conquistadores españoles,
La Malinche, misioneros franciscanos, cortesanas, personajes de la Inquisición y
otros emblemáticos, como Sor Juana Inés de La Cruz, Miguel Hidalgo y Costilla y
Carlos de Singüenza y Góngora.