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MENTE Y CEREBRO MAYO/JUNIO 2016AVANCES
El miedo en el cerebro
humano
La sensación de temor depende de una compleja red cerebral, no solo de la amígdala, como se
pensaba hasta ahora.
Aina Ávila Parcet
Miquel Ángel Fullana Rivas
Las imágenes muestran las áreas cerebrales que se activan durante el aprendizaje del miedo (miedo condicionado): corteza cingulada
anterior dorsal (1), ínsula anterior (2), corteza prefrontal dorsolateral (3), región dorsal del tronco craneoencefálico (4), precúneo dorsal
(5), hipotálamo (6), corteza somatosensorial (7), corteza suplementaria motora (8), tálamo (9) y estriado ventral (10). [DE: «NEURAL
SIGNATURES OF HUMAN FEAR CONDITIONING: AN UPDATED AND EXTENDED META-ANALYSIS OF FMRI STUDIES». M. A. FULLANA ET AL.
EN MOLECULAR PSYCHIATRY, VOL. 21, N.o 4, ABRIL DE 2016]
EN SÍNTESIS
El miedo es una respuesta que activa nuestro cerebro ante una posible amenaza. Esta origina cambios en
la fisiología, los pensamientos y la conducta.
Hasta hace poco, el estudio de las bases neurobiológicas del miedo se habían centrado en la amígdala,
una pequeña estructura alojada en el sistema límbico.
Pero diversas áreas cerebrales participan en la emoción del miedo, entre ellas, la ínsula, la corteza
cingulada anterior dorsal y la corteza prefrontal dorsolateral.
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Los científicos solemos llamar «miedo» a un sistema de alarma que nuestro cerebro activa cuando detecta
una posible amenaza. Se trata de una respuesta útil y adaptativa que conlleva cambios en la fisiología, los
pensamientos y el comportamiento. Pero ¿dónde se origina el miedo?
En los últimos años, el estudio de las bases neurobiológicas del miedo se ha centrado en una región
cerebral concreta: la amígdala, una pequeña estructura alojada en el seno del sistema límbico (nuestro
«cerebro emocional»). Esta área desempeña un papel clave en la búsqueda y detección de señales de
peligro. Se podría decir que trabaja de forma análoga a un detector de humo: permanece inactiva hasta que
el más mínimo estímulo amenazante la pone en marcha. Si no tuviéramos amígdala, probablemente no
sentiríamos miedo, como les sucede a las personas que sufren la enfermedad de Urbach-Wiethe, una
patología genética poco frecuente que produce una calcificación lenta de la amígdala.
Sin embargo, estudios recientes con humanos han demostrado que el miedo va más allá de la amígdala,
puesto que existen otras estructuras cerebrales relevantes que contribuyen a dicha emoción. Con el fin de
confirmar las sospechas, investigamos, a partir de un metanálisis, los hallazgos existentes hasta ahora
sobre los mecanismos neurales que intervienen en nuestro aprendizaje del miedo. Sorprendentemente, la
amígdala no apareció como una de las áreas más implicadas.
Condicionamiento del miedo
Los 27 estudios que analizamos se basaban en datos obtenidos a partir de la resonancia magnética funcional
(RMf) de, en total, 677 personas. Como método experimental utilizaban el condicionamiento del miedo, un
aprendizaje de tipo pavloviano. Este aprendizaje asociativo se produce tras emparejar de manera repetida
un estímulo neutro (la imagen de un círculo) con uno aversivo (un sonido fuerte). De esta manera, el
estímulo neutro, que en un inicio no evoca ninguna reacción en el individuo, se convierte en estímulo
condicionado (EC) y provoca una respuesta condicionada después de emparejarlo con el estímulo
incondicionado (EI) aversivo (el sonido fuerte). En pocas palabras, después de unos cuantos ensayos puede
observarse que el sujeto ha aprendido una respuesta de miedo.
El metanálisis nos ha permitido describir los mecanismos cerebrales que se activan ante los EC aversivos
(EC+) en comparación con aquellos que se activan ante los EC de seguridad (EC-, es decir, la misma imagen
del círculo sin que vaya seguida del EI).
Varias áreas cerebrales involucradas
Según publicamos a mediados de 2015 en la revista Molecular Psychiatry, diversas áreas cerebrales se
encuentran implicadas en la sensación de miedo, a saber, la ínsula bilateral, la corteza cingulada anterior
dorsal y la corteza prefrontal dorsolateral. Veamos cómo y por qué.
La ínsula se encuentra en la superficie lateral de ambos lados del cerebro, por detrás de la cisura de Silvio.
Integra información cognitiva, sensaciones fisiológicas y predicciones de lo que pasará. También procesa la
información de los sentidos y las emociones que provienen de la amígdala, de manera que nos permite
afrontar las situaciones importantes o amenazadoras. Asimismo, participa en la conversión de un estímulo
neutro a uno condicionado (que genera miedo), de modo que predice y anticipa las posibles consecuencias
negativas del mismo.
Por su parte, la corteza cingulada anterior dorsal ejerce un papel relevante en el aprendizaje del miedo y en
la conducta de evitación, así como en la experiencia subjetiva de ansiedad. Se le atribuye una función de
«mediador racional» en situaciones de conflicto cognitivo, ya que determina la importancia que tiene el
estímulo que se presenta y hace que dirijamos la atención a este. Cuanto más se activa esa área, mayor es la
atención que dedicamos hacia el estímulo; también aumenta nuestra respuesta de miedo.
La corteza prefrontal dorsolateral participa en la regulación emocional del miedo como vía de salida
(output) de las respuestas fisiológicas procesadas inicialmente (input) en la ínsula.
Otro hallazgo destacable de nuestro metanálisis radica en que al comparar el efecto del EC- (seguridad)
respecto al EC+ (miedo) se observa una reducción en la actividad de la corteza prefrontal ventromedial. Ello
sugiere que dicha área se encuentra relacionada con la regulación emocional del estímulo, de manera que
permite distinguir los estímulos amenazantes de los seguros. De alguna forma, posibilita el aprendizaje de
una interpretación positiva ante un estímulo negativo al suprimir la respuesta condicionada de miedo.
Del cerebro al cuerpo y a la conducta
Imagínese que se encuentra paseando por la calle y, de repente, alguien se dirige hacia usted de forma
amenazadora, con clara intención de atracarle. Antes incluso de que sea consciente de ello, su cerebro
activa una compleja red de «mensajería» con el fin de evitar la amenaza. Su cuerpo adopta las medidas
necesarias para protegerle del atraco: empieza a sudar, su corazón se acelera y sus piernas intentan correr
en dirección contraria. Esta respuesta de miedo le podría salvar la vida (o, en este caso, la cartera); pero
también puede convertirse en problemática si a partir de aquel día deja de salir a pasear incluso sabiendo
que no existe ningún peligro.
Volvamos a nuestro estudio. Hemos visto que el encuentro con el atracador supone la activación de una
serie de áreas cerebrales que permiten elaborar una respuesta. La ínsula sería la encargada de recibir la
alerta de la amígdala y rápidamente activar las respuestas fisiológicas pertinentes como la sudoración o
aumento de la frecuencia cardíaca en función del miedo que genere la situación con el maleante. Por su
lado, la corteza cingulada anterior dorsal nos ayudaría a centrarnos en el peligro. La corteza prefrontal
dorsolateral sería la responsable de ofrecer soluciones cognitivas para la situación (salir corriendo, pedir
ayuda, etcétera).
Pero si este circuito no «funciona» correctamente, el miedo se convierte en un problema: la ínsula integra
información visual, fisiológica y cognitiva sobre un estímulo que no debería generar temor; la corteza
cingulada favorece que la atención se centre en estímulos inocuos, y la corteza prefrontal dorsolateral pone
su esfuerzo en huir o evitar un estímulo no amenazante. Es lo que sucede cuando se desencadenan
respuestas de huida frente a estímulos no amenazantes, o se anticipa un hipotético peligro (por ejemplo,
mientras pasea por otra calle una noche cualquiera). Cuando esta generalización se produce, el miedo se
convierte en patológico.
En resumen, nuestro estudio revela que, al contrario de lo que se pensaba hasta ahora, la amígdala no
constituye la sede cerebral del miedo en los humanos, como sí puede darse en otros animales. No obstante,
se requiere más investigación para confirmarlo. Saber qué áreas del cerebro nos llevan a «aprender» el
miedo supone un paso esencial para que podamos «borrar» el aprendizaje patológico del mismo. Las
personas con trastornos del miedo, millones en todo el mundo, lo agradecerán.
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Comentarios (3)
Daniel - 22/04/2019 15:48
Hola. Utilice un electroestimulacion detrás de la cabeza, donde acaba el cráneo en el centro y aún es zona de pelo, por lo
que me lo apretaba con la mano para q hiciese contacto.
Ante mí desconocimiento del cerebelo y bulbo raquídeo, hipófisis etc, quería estimular zona muscular por una molestia
pero, para que me llegará hasta el centro de la cabeza, tuve q poner intensidad fuerte 20 minutis, que llegaba a moverme
la cabeza, que ni por asomo pensé que actuará más que zona muscular y cuando acabó el ciclo sin sentur apenas alguna
molestia, al acabar me lo dejó inmensamente dolorido 2 días.
El caso es que desde entonces no estoy bien, todo se percibe extraño,no pienso con claridad, olvidos continuos, nula
concentración y sobretodo, siendo ya grave, el miedo, jamás había sentido algo tan desorbitado.
Comentado a neurolo y psquiatra y ya van diciendo que no con la cabeza o no opinan o que eso no posible.
Vivo una tortura, incluso he olvidado cosa que podía hacer, incluso mi trabajo, apenas consigo entender algo nuevo,
seguir una conversación, leer, acordarme del día anterior.
Son años que no hay mejoría y en el que no hay día que pase que no quiera acabar de una vez.
No puedo trabajar, ni hacer vida solo sufrir y aguantando por los demás, pero ya cogí una fuerte depresión cuando no
recuperaba y q nunca salí, pero está volviendo otra vez al principio, no creo que pueda incrementar de nuevo, porque
todo se siente con más virulencia de lo que un solo cuerpo puede aguantar. Mucho antes de esto tuve una depresión q ni
por asomo llegaba a estos niveles. Esto no es vida y lo siento por los demás pero una tortura ifrahumana es inconcebible,
si estuviera seguro de acabar y rápido ya no lo dudaría, pero aún así no me queda otra si hay solución
Josue - 11/04/2020 16:24
Esta interesante este material, en serio que gran a ventaja.
Isidora Hoyl - 11/10/2021 21:54
Llevo años eliminando el miedo de las personas con Técnicas de Hipnosis y PNL, sin necesidad de saber dónde se
encuentra el miedo en el cerebro...
Comprendo la interpretación que le dan a su miedo y lo elimino.
No es necesario saber cómo funciona una ampolleta para utilizar el interruptor y poder prenderla o apagarla...
Puedes ver los Testimonios en www.effectivemindcenter.com
pestaña "Testimonios".
Así mismo, muy interesante material. Gracias
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