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Cristología: Revelación y Salvación

Este documento presenta el temario del Módulo II sobre el mensaje cristiano. Se centra en Jesucristo como revelación plena de Dios, examinando los evangelios como testimonios de la vida y doctrina de Jesús, su mensaje del Reino de Dios, su muerte y resurrección, y su significado teológico. También incluye una breve sección sobre María, la madre de Dios.

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Cristología: Revelación y Salvación

Este documento presenta el temario del Módulo II sobre el mensaje cristiano. Se centra en Jesucristo como revelación plena de Dios, examinando los evangelios como testimonios de la vida y doctrina de Jesús, su mensaje del Reino de Dios, su muerte y resurrección, y su significado teológico. También incluye una breve sección sobre María, la madre de Dios.

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TEMARIO DEL MÓDULO II: EL MENSAJE CRISTIANO

ASIGNATURA I. CRISTOLOGÍA

Índice
1.INTRODUCCIÓN
2.JESUCRISTO, REVELACIÓN PLENA DE DIOS
2.1. Los evangelios, testimonios sobre la vida y doctrina de Jesús
a) El evangelio escrito: la formación y origen de los evangelios
b) Las primeras comunidades: el evangelio vivido
c) Contexto histórico y religioso: poderes políticos y religiosos

2.2. El mensaje de Jesús: el anuncio de la Buena Noticia, los signos


del Reino de Dios
a) Las parábolas
b) La actuación de Jesús: autoridad, signos de salvación
c) La oración de Jesús
d) Valores del Reino: las bienaventuranzas
e) Los milagros como contenido del Reino
f) Exigencias del Reino: conversión y seguimiento

2.3. Muerte y resurrección


a) La muerte de Jesús según las Escrituras: muerto por nuestra
salvación
b) Los primeros testimonios de la resurrección
c) El encuentro de los primeros creyentes con el Resucitado
d) La resurrección, presencia viva de Jesucristo
e) La ascensión de Jesús a los cielos

2.4. Lectura teológica de la vida de Jesús


a) Verdadero Dios y verdadero hombre
b) Significado teológico de la encarnación, muerte y resurrección

3.MARÍA, LA MADRE DE DIOS


3.1. Las referencias bíblicas
3.2. La fe eclesial sobre María
Bibliografía

CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la sagrada liturgia


Sacrosanctumconcilium.
—, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium.
—, Constitución dogmática sobre la divina revelación Dei Verbum.
Catecismo de la Iglesia Católica.
H. DENZINGER - P. HÜNERMANN, El Magisterio de la Iglesia.
Enchiridionsymbolorumdefinitionum et declarationum de rebus fidei et
morum(Barcelona 22000).
A. AMATO, Jesús el Señor (Madrid 22009).
J.-L. BASTEDO – J.-M. FIDALGO, Mariología (Pamplona 2015).
R. BLÁZQUEZ, Jesús, el evangelio de Dios (Madrid 1985).
J. DUPUIS, Introducción a la cristología (Estella 1994).
R. FABRIS, Jesús de Nazaret. Historia e interpretación (Salamanca 1992).
A. FERNÁNDEZ, Teología dogmática, vol. I (Madrid 2012).
F. FERNÁNDEZ RAMOS, El Nuevo Testamento, vol. I (Madrid 1988).
B. FORTE, María, la mujer icono del misterio (Salamanca 2015).
J.-C.-R. GARCÍA PAREDES, Mariología (Madrid 2001).
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristología (Madrid 2001).
A. GONZÁLEZ MONTES, Teología fundamental de la revelación y de la fe
(Madrid 2010).
S. GUIJARRO, «Evangelios», en ID. et alii,Comentario al Nuevo Testamento
(Madrid 1995).
F. MARTÍNEZ FRESNEDA, Jesús de Nazaret (Murcia 2005).
J. LÓPEZ MARTÍN, «En el espíritu y la verdad». Introducción teológica de la
liturgia, vol. I (Salamanca 1993).
L. F. MATEO SECO, «Notas introductorias al estudio de la cristología»,
Schripta Teológica 23 (1991/1).
A. DE MINGO, La Biblia de principio a fin. Una guía de lectura para hoy
(Salamanca 2019).
G.-L. MÜLLER, Dogmática. Teoría y práctica de la teología (Barcelona 1998).
W. KASPER, El Dios de Jesucristo (Salamanca 1990).
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

—, Jesús, el Cristo (Salamanca 1992).


J. RATZINGER, El Dios de los cristianos (Salamanca 2005).
J. RATZINGER-BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret. Primera parte: desde el
Bautismo a la Transfiguración (Madrid 2007).
—, Jesús de Nazaret. Segunda parte: desde la entrada en Jerusalén hasta la
Resurrección (Madrid 2011).
J.-M. ROVIRA BELLOSO, Jesús, el Mesías de Dios. Una teología para unir
conocimiento, afecto y vida (Salamanca 2005).

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 2
1.INTRODUCCIÓN
La Encarnación es el centro del tiempo, y el nacimiento del Hijo de Dios
el centro de la historia, habiendo quedado el tiempo y la historia divididos en
el antes y después del nacimiento de Jesús. Esta centralidad de Jesucristo se
fundamenta en que él es la revelación definitiva de Dios, el Verbo de Dios y el
Salvador del hombre. Para salvar al hombre Dios ha querido actuar en el
tiempo y en la historia y aunque él está fuera de la historia y por encima del
tiempo, ha querido salir al encuentro del hombre en el marco en el que éste
desenvuelve su vida1.
Con la Encarnación y el nacimiento de Jesucristo, en el horizonte del
tiempo, el misterio pascual del Hijo de Dios —su pasión, muerte y
resurrección— es el tiempo de salvación por excelencia, es el punto
culminante de toda la historia salutis.De este modo la historia de salvación se
conduce a través del cauce de los seguidores de Cristo que constituyen el
nuevo pueblo de Dios que llamamos Iglesia. La verdad cristiana fundamental
es que «el Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14). De
ahí el acento cristológico que ha de tener la teología y la razón de ser del
mensaje cristiano que tiene a Cristo como fundamento, pues por medio de Él
accedemos a Dios haciéndose más cercano al hombre.
La cristología no es sólo la doctrina sobre el ser, la actividad y la esencia
de Jesucristo, sino sobre la Persona divina que se encarna para llevar a término
el proyecto de salvación de Dios sobre los hombres. Este es el mensaje
cristiano de hoy, de ayer y de siempre.
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

Más de dos mil años después de la Encarnación del Verbo la pregunta


que le formuló a Pedro sigue siendo igual de actual que en el tiempo de
Jesús:«¿quién decís que soy yo?»; la respuesta de Pedro fue contundente:«Tú

1
Cf. J. LÓPEZ MARTÍN, «En el espíritu y la verdad». Introducción teológica de la
liturgia, vol. I (Salamanca 1993) 184.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 3
eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Es la confesión de fe de la
Iglesia y la predicación central que se convierte en misión del nuevo pueblo de
Dios: la divinidad de Jesús nacido en Belén y llamado «el nazareno»; el Verbo
de Dios, que se hizo hombre, es la segunda persona de la Santísima Trinidad.
Esta respuesta de san Pedro en Cesarea de Filipo se podría considerar como la
primera afirmación cristológica2. Este Hijo de Dios que ha asumido nuestra
existencia humana temporal sale a nuestro encuentro en Jesús de Nazaret. Así,
confesamos que Jesucristo es Dios y hombre, que posee naturaleza divina y ha
hecho suya una naturaleza humana real y verdadera3. El que vive desde la
eternidad en Dios, se hace hombre para ofrecer la gracia y conducir a los
hombres hacia la comunión con el mismo Dios.
La cristología es, por lo tanto, el eje central y el punto cardinal de toda la
teología dogmática cristiana, es decir la doctrina sobre el ser, la actividad y la
esencia de Jesús4.Y, a su vez, el centro de la cristología es la persona divina de
Jesús y su obra salvadora.
Así, pues, la cuestión de Cristo y con ella la de Dios están en el horizonte
de la salvación. El Credo no se ocupa de Dios en sentido general sino del Dios
que es Padre de Jesucristo y, por eso, después de confesar a Dios como Padre
todopoderoso confiesa: «y en Jesucristo, Hijo de Dios». Ambas cuestiones, la
de Dios y la de Cristo, van, por lo tanto, unidas. Tampoco se habla en el Credo
de Jesucristo en términos abstractos, sino que confiesa que el contenido
central de la fe para nosotros es que «bajo del cielo»5.
Al hilo de estos argumentos anteriores estudiaremos en el mensaje
cristianoa Jesucristo como revelación plena de Dios, y trazaremos un breve
esbozo de mariología al reflexionar sobre María en relación con su Hijo
Jesucristo.

2
Cf. J. DUPUIS, Introducción a la cristología (Estella 1994) 5.
3
Cf. G.-L. MÜLLER, Dogmática. Teoría y práctica de la teología (Barcelona 1998)
263.
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

4
Cf. ibid., 260. «La teología cristiana, en consecuencia, será esencialmente
cristocéntrica. Esto no significa que la cristología agote toda la teología, sino que la dota de
una clave necesaria de interpretación, constituyéndose así en principio hermenéutico de todo
el edificio». En J. DUPUIS, Introducción a la cristología, cit., 7.
5
Cf. W. KASPER, El Dios de Jesucristo (Salamanca 1990) 187. La cristología expone
la realidad de Cristo en la medida en la que están implicados Dios-hombre-mundo. La
cristología supone conocer a Cristo y a la vez conocer el designio de salvación de los
hombres. Cf. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristología (Madrid 2001) 6.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 4
2.JESUCRISTO, REVELACIÓN PLENA DE DIOS

2.1.Los evangelios, testimonios sobre la vida


y doctrina de Jesús

Hasta llegar al evangelio escrito, había tras de sí una larga historia de


casi medio siglo, periodo en el que se recordaba lo que Jesús había dicho y
hecho, interpretado a la luz del Antiguo Testamento y, al tiempo, se habían
deducido las exigencias morales que conllevaba la «vivencia de Jesús». Él es
el origen de la tradición cristiana, Él anunció el evangelio sirviéndose de los
recursos y elementos pedagógicos conocidos en su época, Él es el principio, la
fuente, y el origen de la tradición evangélica6.

Jesús (origen de la tradición) Evangelio anunciado


Apóstoles Evangelio transmitido
Comunidades cristianas Evangelio vivido
Evangelios Evangelio escrito

La Constitución dogmática sobre la divina revelación, Dei Verbum,del


Concilio Vaticano II, menciona cuatro principios a los que se atuvieron los
primeros trasmisores de la tradición evangélica hasta consignar el texto
escrito:
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

«La Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha creído y cree que


los cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar,
comunican fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los
hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día
que fue levantado al cielo. Los Apóstoles, ciertamente, después de la

6
Cf. la exposición que seguimos es la sugerida por F. FERNÁNDEZ RAMOS, El Nuevo
Testamento, vol. I (Madrid 1988) 88-89.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 5
ascensión del Señor, predicaron a sus oyentes lo que Él había dicho y
obrado, con aquella crecida inteligencia de que ellos gozaban,
amaestrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del
Espíritu de verdad. Los autores sagrados escribieron los cuatro
Evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se trasmitían
de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas atendiendo a
la condición de las Iglesias, reteniendo por fin la forma de proclamación
de manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de
Jesús. Escribieron, pues, sacándolo ya de su memoria o recuerdos, ya del
testimonio de quienes "desde el principio fueron testigos oculares y
ministros de la palabra" para que conozcamos "la verdad" de las palabras
que nos enseñan (cf. Lc., 1,2-4)»7.

Cuando Jesús ya no estaba entre los apóstoles, ahora son ellos los que
han de transmitir fielmente la enseñanza de su Maestro, pero para garantizar la
transmisión fielmente se exigía que hubiesen estado desde el inicio
compartiendo el ministerio público con Jesús. Esta tarea de transmitir con
fidelidad estaba regida por cuatro principios8:
1er principio. Principio de selección. El evangelista san Juan al final del
evangelio afirma que muchas cosas dijo e hizo Jesús, pero no todo pasó a los
escritos, es decir que hubo una selección atendiendo a lo que constituía el
kerigma cristiano. Se puede entender sin duda que al seleccionar lo importante
no se perdió nada de lo verdaderamente esencial.
2º principio. Principio de síntesis. Estaba claro desde el principio que no
se podía contar todo de manera pormenorizada porque tampoco se trataba de
satisfacer la curiosidad, sino que el principio que regía era el del servicio a la
fe. Sintetizar todo lo que habían dicho de hecho Jesús llevaba consigo juzgar
lo que es realmente fundamental.
3er principio. Principio de adaptación.Se trataba, como dice la
ConstituciónDei Verbum,de atender a la condición de las Iglesias, es decir de
adaptar a los destinatarios. Ello supone tener en cuenta la capacidad y
comprensión de aquellos a los que se dirige el mensaje.
4º principio. Principio de proclamación. Todo lo que se decía sobre
Jesús debía ser considerado como predicación, iba ordenado a suscitar o
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

robustece la fe. Debía ser proclamado como palabra de Dios en el momento


presente, es decir lo que aconteció sigue aconteciendo y lo que suscitó sigue

7
CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la divina revelación Dei
Verbum, n. 19. La cursiva es mía.
8
Seguimos la exposición que hace F. FERNÁNDEZ RAMOS, El Nuevo Testamento, cit.,
89-92.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 6
suscitando. El que escucha en el momento actual se sigue interpelando por
aquella proclamación que sigue siendo viva y actual.

a)El evangelio escrito: la formación y origen de los evangelios

Los evangelios nacieron para la fe y desde la fe «para que creáis». El


evangelista san Juan afirma que Jesús hizo muchas cosas que no están escritas
en los evangelios, pero lo que se ha escrito es «para que creáis que Jesús es el
Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre»
(20,30). Los dichos y hechos de Cristo recogidos por escrito obedecen a la
necesidad de ofrecer a los primeros cristianos el fundamento de su fe y de su
misión, así como la base para la predicación y la enseñanza. Por lo tanto, los
evangelios no son libros de historia sino libros «para los creyentes», para su
reflexión y profundización, así como para su lectura en las asambleas
litúrgicas. La finalidad no es otra que llevar a los lectores a la fe en Cristo
como el Hijo de Dios y salvador del hombre.
Los Evangelios no son, pues, biografías sobre Jesús, sino testimonios de
fe de las comunidades cristianas cuyo proyecto es proporcionan percepciones
de la fe y reflexiones teológicas de aquel que ellas confiesan como Jesús, el
Cristo, o como Jesucristo, o como el Cristo simplemente, es decir, del que
consideran vivo y presente en sus comunidades y en sus vidas personales
después de la experiencia de la Pascua. Por eso no es tan fácil separar fe e
interpretación e historia. Aún así debemos afirmar con igual convicción que
los Evangelistas transmiten con fidelidad lo que es más importante del Jesús
que predica el Reino en Galilea y muere en la cruz fuera de Jerusalén9.
En efecto, el núcleo central del Evangelio es el recuerdo intenso y
cercano, vivido y creyente, del acontecimiento final de la vida de Jesús, es
decir, de su Pascua. No son biografías de Jesús, aunque contienen preciosos
fragmentos y detalles significativos de sus palabras y de su vida; ni son el
recuerdo sentimental de un pasado que se expresa de una manera puramente
subjetiva. Los evangelios son, ante todo, el relato pascual, expresado sin
embargo en un orden inverso al cronológico: resurrección, muerte y pasión de
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

Cristo10.

9
Cf. F. MARTÍNEZ FRESNEDA, Jesús de Nazaret (Murcia 2005) 95.
10
Cf. J.-M. ROVIRA BELLOSO, Jesús, el Mesías de Dios. Una teología para unir
conocimiento, afecto y vida (Salamanca 2005) 13.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 7
¿Cuál es el origen de los evangelios? Presentamos cuatro teorías que
resumen las muchas hipótesis sobre su origen11.
1ª. Teoría evolucionista. Los diversos relatos aislados fueron creciendo y
formando colecciones de dichos y sentencias, de parábolas, milagros… Esta
teoría no explica el nacimiento de los evangelios en su conjunto sino
únicamente el nacimiento de distintas colecciones.
2ª. Teoría del encuadramiento. Para algunos autores esta teoría explica el
nacimiento de los evangelios como relleno de los distintos esquemas de
predicación o del significado del kerigma primitivo. El kerigma, las fórmulas
de fe y los sumarios constituyeron la estructura fundamental de los evangelios.
Sin embargo, hemos de pensar en que los sumarios y esquemas de predicación
se hacen sintéticamente sobre el material previo ampliamente narrado y no
viceversa.
3ª. Teoría de la imitación. Esta teoría se explica a partir de las antiguas
biografías utilizadas como modelos por los evangelistas. Sin embargo, esta
teoría tropieza con que las obras clásicas presentadas como modelo para los
evangelistas son posteriores a ellos.
4ª. Teoría del redactor.Surge como consecuencia del método de la
historia de la redacción, es decir los evangelios son fruto de la elaboración
teológica de cada autor.
Frente a estas teorías hemos de considerar que, por una parte los
evangelios no nacieron de la yuxtaposición de un material transmitido por la
tradición y, por otra parte, tampoco del poder creador de unos autores
determinados independientemente de cual sea su nombre.
Los autores de los evangelios se encontraron 1º) con un material que les
ofrecía la tradición y, 2º) con una limitación que les imponía la tradición que
consistía en la afirmación de la muerte y resurrección de Jesús como frontera
última, y la unión de Jesús y de la tradición que Él origina con san Juan
Bautista como punto de inicio.
Además, es importante reseñar que los evangelios no aportaban una
novedad radical, sino que recogían lo que pertenecía a la tradición oral. La
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

clave y lo esencial está en considerar que son una historia de la pasión, muerte
y resurrección precedida de una larga introducción, es decir que la fuerza
estructuradora del material evangélico es la pasión, la muerte y la resurrección

11
Estamos siguiendo la exposición que hace F. FERNÁNDEZ RAMOS, El Nuevo
Testamento, cit., 74-75.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 8
del Señor que, proyectada sobre su pasado lo iluminó revelando su alcance y
significado.
Los evangelistas, por lo tanto, contaron a la hora de redactar los evangelios
con unas fuentes, aunque la mayoría de ellas no se conozca12. Lo que sí está
demostrado es que san Mateo y san Lucas
utilizaron como fuente el evangelio de san
Marcos; y a su vez es muy probable que
ambos utilizarán la llamada fuente Q
(Quelle=fuente en alemán), que recibe este
nombre porque de ella lo único que se sabe
es su existencia. Además de estas fuentes,
ambos evangelistas contaron con tradiciones
propias tanto orales como posiblemente
escritas. Todo esto dio lugar a la hipótesis de
las dos fuentes, la de san Marcos y la Q, para
explicar las relaciones entre los tres
evangelios sinópticos.[Se puede ver el
esquema adjunto]13.
San Marcos es, por lo tanto, el
evangelio más antiguo que utilizaría
tradiciones y colecciones anteriores. Por su
parte san Mateo y san Lucas no solamente siguieron las huellas de san
Marcos, sino que incluyeron en sus relatos parte de dicho evangelio, aunque
con modificaciones. Ambos incluyeron, además, las tradiciones procedentes
de la fuente Q y otras tradiciones propias para completar la obra de san
Marcos.
Por su parte, el evangelio de San Juan tiene su historia propia,
coincidiendo muy poco con los otros tres evangelios y en contadas ocasiones
—como en el relato de la pasión— remite a una tradición común.
Aún así, podemos distinguir tres niveles14 en los Evangelios que se
podrían desdoblar en otros menores:
1er nivel: los hechos y dichos de Jesús de su ministerio en Galilea.
2º nivel: los que se entrelazan con retoques o aplicaciones de la
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

comunidad cristiana primitiva, perteneciendo a Jesús su núcleo originario.


12
Cf. el texto que seguimos sobre la labor y el papel que tuvieron los evangelistas
como último eslabón del proceso de unificar tradiciones en S. GUIJARRO, «Evangelios», en
ID. et alii,Comentario al Nuevo Testamento (Madrid 1995) 22-23.
13
El esquema está tomado de A. CALVO – A. RUIZ, Para leer una cristología
elemental (Estella 1987) 98.
14
Cf. F. MARTÍNEZ FRESNEDA, Jesús de Nazaret, cit., 95.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 9
3er nivel: los que se asocian con claridad a la comunidad, pero ésta les da
autenticidad, asignándolos a Jesús, constituyendo así una muestra evidente de
su presencia en la conformación del sentido de la vida y de la fe de los
cristianos.

b) Las primeras comunidades: el evangelio vivido

La predicación de Jesús y de sus discípulos hizo nacer comunidades


dentro y fuera de Palestina cuyo centro no era otro que los dichos y hechos de
Jesús, es decir el Evangelio. Lo que en el inicio fue palabra de Jesús se
convirtió en experiencia de vida y evangelio vivido por los primeros
cristianos.El libro de los Hechos de los Apóstoles muestra a la Iglesia de
Jerusalén como el paradigma de toda comunidad cristiana porque encarnaba
humanamente la vivencia de la buena noticia de salvación del Evangelio. Es el
relato de cómo los primeros cristianos fundaron comunidades cristianas en
torno al Mediterráneo. En esta comunidad relata san Lucas «perseveraban en
la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las
oraciones.Todo el mundo estaba impresionado y los apóstoles hacían muchos
prodigios y signos. Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en
común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la
necesidad de cada uno» (Hech 2, 42-45).
De este estilo nuevo de vida según Jesús, y del Evangelio vivido por las
primeras comunidades cristianas podemos extraer dos sumarios15 que resumen
el modo de vida, según su autor:
1º. La vida cultual, que comprendía la enseñanza de los apóstoles, es
decir la instrucción; la fracción del pan, que es la forma de describir la
celebración eucarística; y la oración(Hech 1,14: «Todos ellos perseveraban
unánimes en la oración»).
2º. La comunidad de bienes. Describe san Lucas que «todo lo tenían en
común», pero la mayor parte de los comentaristas coinciden en señalar que
más bien se trata de una idealización de lo que se pretendía. Ni el compartir ni
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

la solidaridad debieron ser tan completos como se describe en el libro de los


Hechos, sin embargo sí que describe de manera maravillosa su aspiración

15
Aunque este autor lo expone en tres sumarios, entendemos que en los dos primeros
queda resumida la importancia del nuevo modo de vida: F. FERNÁNDEZ RAMOS, El Nuevo
Testamento, cit., 334-335.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 10
cristiana16.Esta aspiración ideal venía exigida por la ley veterotestamentaria de
que a nadie le faltase el alimento y de que, en definitiva, no hubiese pobres
(cf. Dt 15,4); y por el sueño del mundo griego pensado por Platón y
Aristóteles de una comunidad ideal, teniendo todo en común.

c) Contexto histórico y religioso: poderes políticos y religiosos

A mediados del siglo I las luchas por el poder hicieron que la República
Romana se precipitara hacia la inestabilidad, con golpes de estado y luchas
civiles. De la última de estas guerras salió victorioso Octavio Augusto que
triunfó sobre Marco Antonio el año 31 a. C., consiguiendo reunir en sus
manos todo el poder y estableciendo un nuevo sistema de gobierno, el Imperio
Romano, que durante muchos siglos va a ejercer su dominio sobre un vasto
territorio. Gobierna hasta el 14 d.C. y conduce el Imperio a la llamada «Pax
Romana Augustana». Bajo el dominio político del Imperio de Roma se unifica
paulatinamente todo el Mediterráneo. Esta situación la consigue Augusto con
la superación de las guerras civiles y una política exterior agresiva que lleva a
establecer unas fronteras seguras del Imperio frente a los bárbaros.
Bajo el poder de este emperador, Octavio Augusto, nació Jesucristo;
vivió en Palestina entre los años 6-7 a.C. y 30 d.C. en tiempos del emperador
Tiberio (14-37), que sucedió a Augusto el año 14 d.C. hasta el año 37 d.C. Los
gobiernos de Augusto y Tiberio abarcan toda la vida terrena de Jesús de
Nazaret, que murió siendoGobernador Poncio Pilato(26-36 d.C.),
probablemente el 7 de abril del año 30. En este tiempo en Palestina existían
los siguientes grupospolíticos17:
— los zelotas, que se oponían al dominio romano sobre Israel. No
admitían que el pueblo de Israel estuviese dominado por un pueblo extranjero
y pagano.Eran extremistas, pero evitaban la violencia.
— los sicarios, con la misma mentalidad que los zelotas, pero partidarios
de la violencia para exterminar al pueblo opresor romano. El nombre de
sicario quizá proviene de un puñal (sica) que llevaban en sus altercados.
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

— los colaboracionistas publicanos que eran los más romanizados y


colaboraban con las autoridades imperiales como en el cobro de impuestos.

16
Cf. A. DE MINGO, La Biblia de principio a fin. Una guía de lectura para hoy
(Salamanca 2019) 346.
17
En este apartado seguimos a A. FERNÁNDEZ, Teología dogmática, vol. I (Madrid
2012) 202-203.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 11
— los colaboracionistas herodianos, partidarios del orden colonial de
Palestina impuesto por Roma, que había puesto al frente a Herodes como rey.
En cuanto a los grupos religiosos los podemos esquematizar en tres
principales:
En primer lugar los fariseos, que eran rigurosos cumplidores de la Ley, y
de este grupo procedían los escribas o maestros de la Ley, que controlaban la
formación y la vida religiosa del pueblo a través de las sinagogas y las
escuelas sinagogales. Su rango distintivo era la interpretación y la observancia
de la Ley sobre la base de una tradición oral18.
En segundo lugar los saduceos, que eran un grupo muy influyente
perteneciente a las clases sociales altas de Palestina. Frente a los fariseos que
aceptaban todos los libros de la Biblia, éstos únicamente admitían el
Pentateuco y tenían creencias y prácticas liberales. Aceptaban la colaboración
con el poder político para mantener el control de la institución del templo y los
consiguientes recursos económicos19.
En tercer lugar los esenios, que eran como una secta contra los otros dos
grupos, y se consideraban como los elegidos de Dios, retirándose al desierto
formando el grupo de los escogidos.
Jesús fue un judío de Palestina, pero no lo podemos encasillar en
ninguno de los grupos anteriores.El historiador judío Flavio Josefo,
contemporáneo de Cristo, dice que Jesús fundó una secta que no tenían nada
en común con los demás grupos20.

2.2.El mensaje de Jesús:el anuncio de la


Buena Noticia, los signos del Reino de Dios

El núcleo fundamental que centra la enseñanza y la vida de Jesús es el


anuncio del Reino de Dios o Reino de los cielos. Esta expresión no indica un
territorio, ni un ámbito, ni una época sino una realidad dinámica de la
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manifestación de Dios circunscrita a la nación de Israel y proyectada en el


horizonte escatológico. Jesús no define en qué consiste en términos precisos y

18
Cf. R. FABRIS, Jesús de Nazaret. Historia e interpretación (Salamanca 1992) 75.
19
Cf. ibid., 74.
20
Cf. ibid., 73.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 12
directos el Reino de Dios21, más bien nunca dice en qué consiste el reino, sino
que sostiene que está cerca. En los escritores eclesiásticos antiguos —los
Santos Padres— aparece la interpretación22 de esta expresión Reino de
Diosbajo tres dimensiones.
En primer lugar, la dimensión cristológica, es decir Jesús es el Reino de
Dios: Jesús mismo es el Reino en persona, en contraposición a una cosa o a un
espacio de dominio como los reinos terrenos.
En segundo lugar, la expresión adquiere un tinte idealista, e incluso
místico, considerando que el Reino de Dios se encuentra en el interior del ser
humano. El Reino de Dios no se encuentra geográficamente en ningún
espacio, no es un lugar de este mundo, sino que está en el interior del hombre
donde crece y actúa.
En tercer lugar, la interpretación eclesiástica establece una relación entre
Reino de Dios e Iglesia, con una mayor o menor identificación.
La llegada del Reino de Dios —que es en realidad Dios mismo— es el
tema central de la predicación de Jesús que no es otra cosa que el dominio de
Dios en el mundo, que ya ha comenzado a manifestarse y está presente y
operante en los hechos de la vida y misión de Jesús23y se dirige de manera
especial a los anawin, es decir a los pobres, a los despreciados, a los oprimidos
y a los sectores menos considerados socialmente, lo cual no significa que
Jesús esté de parte de la pobreza sino de los pobres, no es que se oponga a los
ricos sino la riqueza24.

21
Cf. ibid., 101-103. No se puede olvidar que la historia del pueblo judío aguarda la
llegada del Reino de Dios cuyo punto culminante es el advenimiento del Mesías. En tiempos
de Jesús había tres concepciones mesiánicas distintas: la mayoría, que esperaba una especie
de jefe que librase a Israel del dominio romano; una minoría, que pensaban que el Mesías
sería una especie de rey que entroncase con el gran rey David; y los que vieron en Jesús de
Nazaret el Mesías esperado. En A. FERNÁNDEZ, Teología dogmática, cit., 205.
22
Cf. J. RATZINGER-BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret. Primera parte: desde el
Bautismo a la Transfiguración (Madrid 2007) 76-77.
23
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

Cf. J. DUPUIS, Introducción a la cristología, cit., 69-71.


24
Cf. ibid., 72-73. En esta categoría general de ―pobres‖ se incluyen también los
pecadores y todos aquellos que por cualquier irregularidad ético-religioso están privados de
los derechos y de los privilegios que se garantiza a los miembros de la sociedad teocrática
israelita. También están incluidos los paganos a los que Jesús les anuncia que tendrán plena
participación en el Reino de Dios. Cf. R. FABRIS, Jesús de Nazaret, cit., 111-112. Las
bienaventuranzas no son glorificación de la pobreza o de la persecución o del dolor o de la
debilidad, más bien el evangelio va contra el empobrecimiento, la injusticia, la enfermedad,
la muerte. En R. BLÁZQUEZ, Jesús, el evangelio de Dios (Madrid 1985) 118.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 13
Entre los signos del Reino se encuentra su virginidad y celibato, que
hablan de la dedicación total a la causa de Dios y del hombre en absoluta
disponibilidad. En esta dedicación exclusiva a su misión salvífica universal,
Cristo se afirma como hombre universal, mediador único y absoluto de
salvación. El valor de esta dedicación libre y exclusiva le permite a Jesús
volverse hacia su Padre Dios para compartir universalmente el amor a todos
los hombres25.

a) Las parábolas

La predicación de Jesús y su ministerio es la intervención de Dios en el


mundo a favor del hombre. Se presenta como el Maestro que enseña lo que
Dios quiere. Frecuentemente estas enseñanzas de Jesús eran en parábolas, que
manifiestan la conciencia de Jesús de ser Hijo de Dios. Representan, sin duda,
el corazón de su predicación.
Generalmente las parábolas26están orientadas a los adversarios de Jesús y
en un clima de polémica, aunque no siempre sucede de esta manera. En
cualquier caso, para los Sinópticos una parábola escualquier relato figurado,
desde el enigma y el proverbio hasta la parábola. Podemos reducir a cinco los
tipos fundamentales de formas parabólicas que aparecen en los Evangelios: los
refranes, dichos o comparaciones, o proverbios y máximas27; la semejanza,
que es un relato no muy extenso, pero la imagen está más desarrollada que en
la comparación, y la argumentación conduce a una aplicación inmediata 28; la
narración ejemplar, quese introduce en un discurso para ilustrar un
principio29; la alegoría, quees una metáfora, por tanto se cambia la cosa por la
imagen, que es artificial, y cada elemento que la compone simboliza la
25
Cf. A. AMATO, Jesús el Señor (Madrid 22009) 576.
26
Seguimos el capítulo VI sobre las parábolas de F. MARTÍNEZ FRESNEDA, Jesús de
Nazaret, cit., para esta parte las pp. 343 ss., y la relación entre Jesús y las parábolas (pp. 379-
385).
27
«... sed cautos como serpientes, prudentes como palomas» (Mt 10,16); «Seguro que
me diréis el refrán: médico, cúrate tú» (Lc 4,23). «Las parábolas fueron utilizadas por Jesús
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

como comparaciones del reino de Dios».En A. GONZÁLEZ MONTES, Teología fundamental


de la revelación y de la fe (Madrid 2010) 709.
28
Como por ejemplo la del reino dividido: «Él les hablaba en comparaciones: ¿Cómo
puede Satanás expulsar a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir. Una
casa dividida internamente no puede mantenerse...».
29
Por ejemplo, la parábola del buen samaritano muestra quién es el prójimo y quién se
hace prójimo (Lc 10,29-37); o el que atesora riquezas para sí y no se enriquece para Dios (Lc
12,16-21).

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 14
realidad que se quiere significar30. Por último, están las parábolas
propiamente dichas, que son relatosque se construyen sobre una comparación
entre lo artificial y lo real; y se describen acontecimientos cercanos a la vida
cotidiana de los oyentes, de forma que no necesitan explicación ulterior
alguna.
La pretensión de Jesús es introducir a sus oyentes en la realidad nueva
del Reino y mostrarles las características y las exigencias de este mundo
nuevo. Usa narraciones sencillas accesibles a todos cuyos personajes y demás
elementos provienen de la vida cotidiana judía para que todo el mundo pueda
entender las claves en las que se descifra el Reino: la vida familiar, el trabajo,
las instituciones sociales, las instituciones religiosas. A diferencia de las
alegorías (cf. Mc 4,11-12), las parábolas son un género literario accesible a
todos.
Las parábolasmuestran la posición de Jesús y su mensaje del Reino de
Dios en contradicción a las posiciones de los que escuchan, que contrasta con
los valores del Reino. Por lo tanto, las parábolas evidencian dos mundos que
se enfrentan, o un mundo nuevo que se introduce en uno viejo, creando un
conflicto entre lo que dice Jesús y la visión de sus oyentes. Así, podemos decir
que Jesús utilizando las parábolas ilumina ciertos aspectos del Reino; amplía
sus horizontes; ahonda en algunas exigencias; y explicita y desarrolla sus
contenidos para matizar el mensaje central del anuncio.El Reino es un don de
Dios que se expande en la historia por la misma dinámica y potencia que lleva
consigo cuando se inserta en la vida humana
Podemos agruparlas31 para ver mejor la enseñar de Jesús y comprender
con más claridad su mensaje—en forma de parábolas—que nos muestran
cómo es el Reino de Dios:
1º. El Reino es don y potencia de Dios. Frente a los inicios
insignificantes del Reino, las incomprensiones, las persecuciones y fracasos,
se avisa de la presencia gratuita de Dios entre los hombres y de que la labor de
Dios se expande en la historia por la misma dinámica y potencia que lleva
consigo cuando se inserta en la vida humana; esa labor divina continuará y al
final triunfará.Si los comienzos del Reino son insignificantes, es porque Jesús
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

30
La parábola del sembrador (Mc 4,3-9).
31
Seguimos el trabajo de F. MARTÍNEZ FRESNEDA, Jesús de Nazaret, cit., 343-385
sobre las parábolas de Jesús, resumiendo los distintos parágrafos sobre las parábolas y su
relación con el Reino: «es don y potencia de Dios» (pp. 352- 355); «crea confianza» (pp.
356-358); «es un don misericordioso» (pp. 358-367); y «su cercanía exige atención» (pp.
367-379).

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 15
no se presenta con el poder de los reyes terrenos sino desde lo pequeño que se
hace grande por su propio dinamismo interno.
El Reino viene, aunque el hombre se oponga o sea indiferente. Jesús
recalca que el Reino es una cuestión que está más allá de las fuerzas humanas,
pero que también abre un campo de libertad a sus seguidores, ya que su venida
no depende del empeño cotidiano de los hombres, sino del poder y soberanía
de Dios que se lo regala para que lo disfruten y vivan en él.
Podemos encuadrar la parábola del sembrador(Mc 4,3-9); la del grano
de mostaza, pequeño como la punta de un alfiler, pero que con el tiempo se
hace grande hasta poder anidar los pájaros en sus ramas (Mc 4,30-32); la
levadura que una mujer toma y mezcla con tres medidas de masa, hasta que
todo fermenta (Lc 13,20-21; Mt 13,33).
2º. El Reino crea confianza. Los comienzos débiles del Reino y su final
potente, al ser una obra de Dios y depender de Él su implantación, suscita la
actitud de confianza. Esta es la actitud que muestran las parábolas del amigo
inoportuno (Lc 11,5-8) y del juez injusto(Lc18,2-8).
La vida de Cristo es el criterio de veracidad de las parábolas. El mensaje
de las parábolas objetiva cómo Jesús experimenta a Dios y le involucra en los
hechos y dichos. La conducta de Jesús hace real el mensaje de las parábolas,
de forma que los oyentes sienten la cercanía de Dios con la presencia del
mensajero, creando así una confianza en él.
3º. El Reino es un don misericordioso. La actuación de Jesús en favor de
los últimos trastoca las ideas y previsiones que los garantes de la religión judía
tenían sobre la venida y contenido del Reino. Por eso Jesús defiende ante ellos
su postura y la elección que hace Dios de estos colectivos menos valorados e
incluso despreciados por los justos de Israel.
Ahora Jesús sitúala salvación en la bondad divina y en la aceptación
humana de esa bondad; ahora hay un acercamiento de Dios a los pecadores a
los que ama y trata con caridad misericordiosa; ahora Jesús proclama un Dios
misericordioso que busca al pecador y se alegra de su vuelta con una alegría
infinita.
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

En este grupo de parábolas están la parábola de los dos hijos enviados a


trabajar a la viña (Mt 21,28-31); la parábola de los dos deudores (Lc 7,41-
43);la parábola del fariseo y el publicano quesuben al templo para orar (Lc
18,10-14); la parábola del buen samaritano (Lc 10,29-37); y la parábola de la
oveja o la dracma perdida (Lc 15, 3-10).
4º.La cercanía del Reino exige atención al hombre. Jesús anuncia un
juicio de Dios y la proximidad del juicio, la urgencia para que el hombre se

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 16
decida a favor o en contra del Reino, las connotaciones que lleva consigo, el
premio y el castigo, la exclusión del Reino, etc., las ha ilustrado con las
parábolas del hombre que fundamenta su casa sobre roca (Lc 6,47-49; Mt
7,24-27), del encuentro del hombre con Dios al final de los tiempos (Mt
25,31-46), de los invitados que se excusan de asistir al banquete (Lc 14,16-24;
Mt 22,1-14), de los viñadores homicidas (Mc 12,1-12), del administrador
infiel (Lc 16,1-8), de los talentos (Lc 19,15-24; Mt 25,19-28), de la cizaña (Mt
13,24-30) y de la red (Mt 13,47-50), de las diez vírgenes (Mt 25,1-12); la del
rico y el mendigo (Lc 16,19-31); la del invitado sin traje de bodas (Mt 22,11-
13).
Jesús avisa de la codicia y la avaricia;advierte sobre la vigilancia ante el
tiempo escatológico porque lo que está en juego es lo imprevisible de la
llegada del señor o del ladrón; la proximidad imprevisible del Reino y el juicio
que entraña exige conversión.

b) La actuación de Jesús: autoridad, signos de salvación

Jesús es el Maestro que enseña con autoridad y que afirma ser superior
incluso a la autoridad de Moisés (cf. Mt 5, 21-22; Mc 10, 1-9). Jesús conoce el
pensamiento de Dios y lo declara en su propio nombre («Yo os digo»; «en
verdad os digo»), es decir Jesús tiene conciencia de que su enseñanza
estárevestida de una autoridad personal recibida directamente de su Padre.Su
Persona es el fundamento de la autoridad con que interpela, así como del
compromiso que suscita su doctrina: toda ella se basa en quién sea Aquel que
la proclama32.En el origen de la autoridad de Jesús hay, por lo tanto, una
cercanía a Dios, tal como se puede ver en la expresión Abbá-Padre (Mc 14,36)
que refleja la familiaridad e intimidad de un niño con su padre en la familia
judía, expresión con la que Jesús se dirige a su Padre Dios33.
El rasgo más fundamental que caracteriza la actuación pública de Jesús
es la autoridad con que propone la doctrina, caracterizada por la novedad, la
autoridad, y la acreditación34. No solamente la doctrina sino también sus
acciones, sus signos, sus comportamientos respecto a las instituciones, a las
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

personas y a la Ley manifiestan una clara conciencia de autoridad. Actuaba de


facto como si fuera el representante de Dios, conocedor de su conocimiento,
32
Cf. L. F. MATEO SECO, «Notas introductorias al estudio de la cristología», Schripta
Teológica 23 (1991/1) 128.
33
Cf. J. DUPUIS, Introducción a la cristología, cit., 81-82.
34
Cf. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristología, cit., 65.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 17
de su autoridad y de su juicio. No sustituyó a Dios, pero reclamaba que Dios
actuaba en Él y por Él y, por lo tanto, sus acciones eran acciones del mismo
Dios35.

c) La oración de Jesús

El evangelio atestigua que Jesús, fiel a la espiritualidad de su pueblo,


realiza las prácticas religiosas judías; no reza al margen ni en contra de la
herencia recibida que ha marcado la relación de Israel con el Señor. Así, acude
los sábados a la sinagoga y reza con la recitación de los salmos, y peregrina a
Jerusalén en la Pascua. Sin embargo, el dato más relevante al margen de las
prácticas judías es que entra mediante la oración en el ámbito de su Padre
donde se recoge y descansa.
San Marcos nos dice que Jesús se levantaba temprano para orar antes de
salir el sol (1,35; cf. Lc 10,26-27), que oraba retirándose a lugares apartados o
subía a un monte alto. Jesús practica los tres tiempos de la oración judía,
además de la mañana, también al mediodía durante la ofrenda del sacrificio en
el templo (Mt 6,5) y por la noche antes de retirarse a descansar (Mc 6,46; Lc
6,12).
También la oración señala las etapas más importantes de la vida de
Jesús. Así, ora en el bautismo (Lc 3,21); ora antes de plantear a sus discípulos
la pregunta por su identidad:estando él solo orando, estaban con él los
discípulos, y les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy? (Lc 9, 18); cuando
reza se transfigura (Lc 9,29); ora por la fe de san Pedro (Lc 22,31ss); ora a
Dios antes de afrontar la pasión (Jn 17); ora en la cruz pidiendo por sus
verdugos (Lc 23,34); y muere invocando a su Padre (Lc 23,46). Cumple con
su familia y sus discípulos las fiestas preceptivas de Israel.
La oración forma parte del cotidiano hacer de Jesús, forma parte de su
vida más ordinaria y espiritual, y de tal manera llamó la atención a sus
discípulos que después de haber Jesús orado le pidieron sus discípulos que les
enseñarse a ellos a orar: «Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar,
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como
Juan enseñó a sus discípulos». Él les dijo: «Cuando oréis, decid: ―Padre,
santificado sea tu nombre, venga tu reino» (Lc 11,1ss.). Lucas, el más prolijo
en resaltar esta actitud orante frecuente y cotidiana, escribe que «se dirigió

35
Cf. ibid., 77.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 18
según costumbre al monte de los Olivos» (Lc 22,39), predisposición que tiene
con mucha frecuencia (Lc 5,16; 6,12).
En la oración Jesús: 1) muestra la obediencia plena del Hijo al Padre; y
2) manifiesta la tensión de la voluntad humana por escuchar y satisfacer las
exigencias de la voluntad divina36.
Lo más peculiar y la invocación más original que emplea para dirigirse a
Dios su Padre es la invocación como Abbá37. Indistintamente estaexpresión se
manifiesta de manera enfática: ¡padre mío! ¡padre!, de manera nominal: el
padre, o de manera posesiva: mi padre.Es una expresión que emplean los
niños. Goza del sentido de confianza, abandono, obediencia o sumisión como
características antropológicas que sostienen las relaciones entre los padres y
sus hijos pequeños.
El empleo de este término por Jesús para dirigirse a Dios supone que
tiene una relación natural con Él, como cualquier hijo con su padre;
naturalidad que le hace poner ante el Padre todos los acontecimientos de su
vida. Esto conduce a que experimente de Dios la máxima protección y le
profese extrema obediencia, haciendo de Dios el cercano y accesible para él
tal como lo prueba su experiencia divina y el contenido fundamental de su
mensaje del Reino.

d) Valores del Reino: las bienaventuranzas

Si el Reino de Dios es el gobierno de éste en el mundo, una de las


mayores exigencias es la nueva orientación de las relaciones humanas y de la
sociedad según el plan divino. Se trata de vivir esos valores que han de estar
en consonancia con el señorío de Dios, y que se podrían resumir en las
bienaventuranzas38.
Las bienaventuranzas son palabras de vida, de promesa que sirven de
discernimiento de espíritus y que orientan la vida de los discípulos, pues a
ellos están dirigidas. Son promesas en las que resplandece la nueva imagen del
mundo y del hombre que Jesús inaugura con la inversión de los valores. Cada
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

una de ellas nace de la mirada de Jesús a aquellos que le siguen y se han


convertido en su familia, describiendo su situación fáctica: pobres,

36
Cf. para esta sección A. AMATO, Jesús el Señor, cit., 566-567.
37
Se puede ver el estudio y que aquí sintetizamos de F. MARTÍNEZ FRESNEDA, Jesús
de Nazaret, cit., 444-448.
38
Cf. J. DUPUIS, Introducción a la cristología, cit., 72.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 19
hambrientos, lloran, son odiados, perseguidos. Cuando el que sigue a Jesús
vive con los nuevos criterios que Cristo ha inaugurado expresa la auténtica
situación del creyente en el mundo39.
Hemos de entenderlas únicamente si nos situamos a la luz del Reino de
Dios que llega, a la luz de la inversión que opera, a la luz de su actuación en el
camino de Jesús; así, si los hombres son bienaventurados es porque la
intervención de Dios ha comenzado40.
Podemos decir, sin dudar, que las bienaventuranzas son un enunciado de
lo que Dios hace y hará, son un retrato de Cristo y una afirmación sobre
formas humanas de existencia, y sólo en un segundo momento son un
programa moral. Podemos resumirlas en cinco contenidos41 o consideraciones
amplias:
1ª. Contenido teológico. Son proclamación de una realidad que Dios
otorga y que otorgará en el futuro con quienes vivan unas determinadas
actitudes.
2ª. Contenido soteriológico. Son experiencia de gracia y bella aventura
por parte de quienes han seguido a Jesús.
3ª. Contenido moral. Son exhortaciones imperativas a vivir unas
actitudes que dan acceso a la realidad del Reino entrando en Él.
4ª. Contenido cristológico. Son la definición retrospectiva del destino de
Jesús.
5ª. Contenido social. Son proposiciones paradójicas que desde la
definición de Dios subvierte las categorías de actuación del mundo presente y
de sus poderes.

e) Los milagros como contenido del Reino

El Reino de Dios se aproxima al hombre por medio de los


acontecimientos narrados, aunque tales sucesos hayan sido y aún hoy estén
continuamente interpretándose por la fe en la Resurrección de Jesús. Los
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

milagros no se pueden describir como puro relato histórico, sino como sucesos
teológicos: con ellos Dios establece una relación en favor de la vida y libertad
humanas. Está fuera de lugar que se intenten sustituir por una rigurosa
39
Cf. J. RATZINGER-BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret. Primera parte, cit., 98-99.
40
R. BLÁZQUEZ, Jesús, el evangelio de Dios, cit., 118.
41
Cf. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristología, cit., 52-53.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 20
investigación científica, pues los milagros se insertan en la proclamación de la
Buena Noticia de Cristo.
La clave para comprenderlos está en la línea de que son acciones
provenientes de Dios mediante las cuales se hace presente su relación
benevolente, viva y amorosa hacia el hombre y, por tanto, como contenido del
Reino.
Los milagros son las obras de Dios en la medida en que continúa
presente en la creación por una relación de bondad con sus criaturas. Jesús
acerca el Reino a los hombres con los milagros y lo hace con entrañas de
misericordia. Prefiguran el mundo nuevo que se dará en los tiempos
escatológicos cuando el pecado no afecte más a la creación en todas las sus
dimensiones: a la vida de los hombres, de los animales, de las plantas,...
porque salvar al hombre es liberar del mal al cosmos y conducirlos a ambos
hacia su plenitud42.
Para nombrar estos fenómenos, el Nuevo Testamento se refiere a ellos
como milagros, prodigios y signos o señales; este último vocablo aparece 78
veces en el Nuevo Testamento. A ellos hay que añadir un vocablo que es muy
característico del Evangelio de san Juan: obras. Jesús los realizaba a la vista
de cuantos le habían seguido. Podemos hacer una cierta recapitulación
sistemática según el género de los milagros43.
1º) Exorcismos o expulsiones de demonios (Mc 1,23-28 y Lc 4,33-37:
Cafarnaún; Mc 5,1-20: Gerasa; Mc 9,14-29, Mt 17,14-21 y Lc 9,37-42:
epiléptico; Mt 12,22-23 y Lc 11,14: mudo y ciego; Mt 9,32-33: mudo); a veces
como curaciones a distancia (Mc 7,24-30 y Mt 15,21-28: hija de la sirofenicia)
o alusiones a liberaciones del demonio ya sucedidas (Lc 8,2). La lucha se
establece entre Jesús y Satanás, que pretende impedir la presencia del Reino
de Dios. Puesto que el enfrentamiento se eleva a un nivel superior: Dios y
Satanás, no hayuna relación entre Jesús y el enfermo, sino un combate
mediante el cual Jesús intenta maniatar al demonio.
2º) Curaciones de paralíticos e impedidos o tullidos (Mt 8,5-13, Lc 7,1ss
y Jn 4,46ss; Mc 2,1-12; Mc 3,1-6; Lc 13,10-17; Jn 5,1-9); de ciegos (Mc
10,46-52, Mt 20,29ss, Lc 18,53ss; Mc 8,22-26; Jn 9,1-47); de la lepra o
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

enfermedades de la piel (Mc 1,40-45, Mt 8,2ss y Lc 5,12ss; Lc 17,11-19); y

42
Hasta aquí hemos seguido la exposición de F. MARTÍNEZ FRESNEDA, Jesús de
Nazaret, cit., 340-342.
43
Seguimos el estudio de A. GONZÁLEZ MONTES, Teología fundamental, cit., 745-
748.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 21
otras curaciones (Mt 8,5-13 y Lc 7,1ss; Jn 4,46ss; Mc 1,29-31 par; 5,24-34
par; Mc 7,31-37; Lc 14,1-6; 22,50s).
Estas curaciones están en función de la manifestación del misterio
personal de Jesús, muestran su poder sobre la enfermedad. Es importante
destacar la exigencia de la fe por parte de Jesús en el enfermo. Relata el
evangelista que «no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe» (Mt 13,58).
3º) Resurrecciones. Jesús es el profeta escatológico por el que también
Dios rehace la vida, no sólo curando a los enfermos, sino dando vida a los que
la enfermedad los ha abocado a la muerte. En las tres resurrecciones narradas
(Mc 5,21-43: hija de Jairo; Lc 7,11-17: hijo de la viuda de Naín; Jn 11,1-46:
resurrección de Lázaro), los tres retornaron a la vida para después morir de
nuevo. Nada tienen que ver con la acción que Dios llevó a cabo con su Hijo
resucitándolo de entre los muertos. Estas tres resurrecciones indican la
presencia del Reino, ante el cual nada puede oponerse, ni siquiera el mayor
enemigo de la creación que es la muerte.
4º) Los milagros sobre la naturaleza porque su objeto recae en el ámbito
natural, y no sobre las personas, como sucede con los exorcismos y
curaciones. Pueden dividirse en subgéneros diferentes: a) donación: las bodas
de Caná (Jn 2,1-12); la multiplicación de los panes y los peces (Mc 6,30-42
par; → Mc 8,1-9; Mt 15,32ss; Jn 6,5-14), la pesca milagrosa (Lc 5,1- 11; Jn
21,1-14); b) salvamento: la tempestad calmada (Mc 4,39ss par); c) punición: la
maldición de la higuera (Mc 11,12-14.20-21; Mt 21,18ss).
Algunos resultan de difícil clasificación, como el referido al impuesto del
templo (Mt 17,24-27), de carácter declarativo y comprensible en el contexto
de la disputa de Jesús con sus adversarios.
Especial mención merecen los milagros de epifanía, a los que hay que
adscribir el de Jesús caminando sobre las aguas (Mc 6,45-52; Mt 14,22ss; Jn
6,16ss); la transfiguración (Mc 9,1-8 par) y las apariciones pascuales del
Resucitado o cristofanías de Mc 16, Mt 28, Lc 24 y Jn 20-21, con las que hay
que vincular las angelofanías de estos capítulos.Si todos los milagros están
referidos al misterio personal de Jesús y cumplen una función de revelación de
la identidad divina, los milagros de epifanía lo hacen de un modo propio.
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

f) Exigencias del Reino: conversión y seguimiento

Jesús anuncia que el Reino de Dios ha llegado, e invita a entrar en él


mediante la conversión y el seguimiento.Ese anuncio del Reino incluye el
juicio divino, por lo que se impone la conversión mediante el arrepentimiento

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 22
y una responsabilidad personal insoslayable ante un futuro de condena y
castigo si se rechaza el Reino44.
San Marcos resume así el motivo fundamental del Evangelio de Jesús y
las exigencias que conlleva: «el tiempo se ha cumplido, ha llegado el Reino de
Dios. Convertíos y creer en el Evangelio» (Mc 1,15).
La conversión al Reino se concreta en el seguimiento a Cristo como
Señor, compartiendo vida y destino, sabiendo que Él es el único camino que
conduce al Padre : «Yo soy el camino , la verdad y la vida . Nadie va al Padre
sino por mi»́ (Jn. 14, 6).En el llamamiento que hace Jesús no se sopesan ni se
tienen en cuenta razones de amistad, ni vínculos de sangre, sino la libre y
gratuita iniciativa del que llama.Este llamamiento, conversión y seguimiento,
que tiene carácter universal,está orientando a sus oyentes no a una doctrina,
sino a una persona que es Él mismo. Les está pidiendo que pasen de oyentes a
discípulos, de espectadores a personas implicadas en su propuesta de Reino.
Convertirse significa cambiar de mentalidad, adoptar interiormente no
sólo una nueva escala de valores, sino que el cambio es tan brusco que la
mejor descripción la hace el profeta Ezequiel, al hablar de arrancar el corazón
de piedra por un corazón de carne (Ez 36, 26-27). También Zaqueo
comprendió muy bien lo que significaba el cambio, que lo importante no eran
los bienes, sino la nueva perspectiva propuesta por Cristo (cf. Lc19, 8).
La conversión afecta al hombre entero comenzando por su interior y
manifestado externamente. Pero no hay conversión si no hay encuentro, no
hay conversión si no hay fe. Tras el encuentro viene la adhesión a su persona y
la entrega incondicional que es una de las exigencias del reino de Dios: no
basta con un asentimiento intelectual o una parcela de la existencia añorando
lo anterior. La conversión, metanoia, exige cambio radical: «quien pone la
mano en el arado y vuelve la vista atrás no es apto para el Reino de Dios»
(Lc9, 62).
La dinámica del encuentro con Cristo exige seguirle sin condiciones,
lleva consigo el desligarse de las obligaciones familiares y se concreta con la
cruz como forma de seguir al que murió en la cruz: «Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mc 8, 34). Se trata
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

de cambiar renunciando a uno mismo, que es como deshacer los cimientos


sobre los que se alza la vida familiar, religiosa y social, para formar una nueva
familia en la que Jesús los considera su madre y sus hermanos (Mc 3,34). El
ideal de la nueva familia es cumplir la voluntad de Dios, de la que se depende

44
Cf. ibid., 720.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 23
de una forma radical y que se concreta en la predicación y testimonio de su
Reino, que se otea en el horizonte (Mc 3,35).
¿Cuál es la recompensa a cambio? Reciben una recompensa que se
promete superior a la de cualquier persona que forme una familia y ejerza
cualquier trabajo (Mc 10,28-30).

2.3. Muerte y resurrección

El proyecto de Jesús queda definitivamente marcado por la conclusión


trágica de su muerte en la cruz, que representa el fracaso de la esperanza que
había suscitado el anuncio del Reino de Dios. Al escándalo y a la locura de la
cruz tuvieron que enfrentarse los discípulos cuando se convirtieron en
predicadores del Evangelio. Para superar este escándalo y contradicción, los
primeros cristianos interpretaron en breves fórmulas de profesión de fe el
significado, según el plan divino, de la muerte del Hijo de Dios,que se han
conservado en los escritos del Nuevo Testamento: Jesús fue entregado a la
muerte por los hombres, pero Dios lo resucitó de entre los muertos45.
Efectivamente, la resurrección de Jesucristo es el gran signo, el gran
milagro, de Dios que acredita a su Hijo como enviado divino y aquel en quien
Dios ha revelado su designio salvador. «La alternativa a la verdad de la
resurrección es la vaciedad de la fe de la Iglesia»46.La resurrección de Jesús de
entre los muertos es un acontecimiento para el que no hay analogías ni
paralelos. Un acontecimiento de esta índole no se produce en el nivel de la
experiencia y del conocimiento naturales47.

a) La muerte de Jesús según las Escrituras:


muerto por nuestra salvación

45
R. FABRIS, Jesús de Nazaret, cit., 203. «La historia de Jesús sin la resurrección
representaría el trágico fracaso de una pretensión humana sin sentido; y la fe en la
resurrección sin la historia del Jesús terreno carecería de referente histórico». En A.
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

GONZÁLEZ MONTES, Teología fundamental, cit., 792. «Si Jesús no hubiese resucitado de
entre los muertos, el cristianismo consistiría solamente en un grupo de amigos de Jesús que
mantendrían vivo el recuerdo de su enseñanza y que reproducirían, de la mejor manera
posible, su ejemplo». En J. DUPUIS, Introducción a la cristología, cit., 89.
46
A. GONZÁLEZ MONTES, Teología fundamental, cit., 791. Sigue diciendo este autor
que la resurrección es el presupuesto y el fundamento de la cristología y, por supuesto, de la
fe cristiana. Cf. Ibid., 793.
47
Cf. G.-L. MÜLLER, Dogmática, cit., 301.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 24
Para hablar de resurrección es necesario antes el presupuesto del hecho
de la muerte, que es lo que da soporte al anuncio de la resurrección48. Esta
muerte y resurrección como acción conjunta de Dios son vistas como la
culminación de su plan y de ella se dice que son «según las Escrituras». La
referencia, pues, al cumplimiento de las Escrituras incluye: 1) que la muerte
de Jesús forma parte del plan misericordioso de Dios anunciado en el Antiguo
Testamento sobre el sufrimiento del inocente; y 2) que Él mismo fue
consciente del aspecto doloroso y salvífico de su pro-existencia; fue
consciente de la entrega total por el hombre que le empujó a subir a Jerusalén
y afrontar con total libertad la pasión y la muerte49.
La muerte de Cristo trasciende a su persona para incluir a todos: «murió
por nuestros pecados» (1 Cor 15,3). Decir que Cristo murió por nuestros
pecados según las Escrituras y que según las Escrituras resucitó es situarlo
más allá de su individualidad, poniéndolo al servicio del plan salvador de Dios
contenido en las Escrituras. Formo parte de ese plan salvador, es decir no fue
la muerte de Cristo un accidente fuera de contexto, sino que se inserta en esa
historia divina, en ese pacto del Antiguo Testamento de Dios con su pueblo50.
Muerte y resurrección de Jesús son un acto doble, no dos actos
sucesivos, sino doble en cuanto que el sujeto principal de la muerte es Jesús,
mientras que el sujeto principal de la resurrección es Dios.
Así lo formula el Catecismo: «Este designio divino de salvación a través
de la muerte del ―Siervo, el Justo‖ había sido anunciado antes en la Escritura
como un misterio de redención universal, es decir, de rescate que libera a los
hombres de la esclavitud del pecado. San Pablo profesa en una confesión de fe
que dice haber ―recibido‖ que ―Cristo ha muerto por nuestros pecados según
las Escrituras”. La muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la
profecía del Siervo doliente. Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de
su muerte a la luz del Siervo doliente. Después de su Resurrección dio esta
interpretación de las Escrituras a los discípulos de Emaús, luego a los propios
apóstoles»51.
En efecto, Jesús es el siervo y el justo sufriente que, según las Escrituras
obedece la voluntad de Dios acatando hasta el máximo el proyecto de
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

salvación de Dios para todos: por medio de su pasión, muerte y resurrección


Dios ofrece la salvación a los hombres.

48
Seguimos el manual de O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristología, cit., 130-131.
49
Cf. A. AMATO, Jesús el Señor, cit., 593-594.
50
J. RATZINGER, El Dios de los cristianos (Salamanca 2005) 97.
51
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 601.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 25
Así comprende Jesús su muerte, como su vida, es decir, como servicio al
pueblo para alcanzar su liberación y salvación. Esta es su carta credencial para
participar en el banquete final del Reino prometido por el Señor, que en eso
consiste la salvación ofertada para la salvación de todos52.

b) Los primeros testimonios de la resurrección

La resurrección de Cristo es el punto de partida de la fe cristiana y el


centro de la predicación de la Iglesia. Ser cristiano consiste en creer que Jesús
está vivo porque el Padre lo resucitó de entre los muertos, y creer que Cristo
está presente hoy en la Iglesia y operante por medio del Espíritu.
Sin la experiencia de los primeros discípulos no habría fe cristiana, por lo
que las apariciones de Cristo resucitado —o cristofanías— a ellos son los
signos para suscitar la fe. Los apóstoles creyeron porque vieron a Cristo vivo y
resucitado, que se hizo reconocer como vivo y presente, quedando aquellos
pescadores transformados por esa fe. En las narraciones de las apariciones de
Cristo resucitado se describe un triple momento: manifestación de Jesús vivo,
reconocimiento por parte de los discípulos, y misión que Cristo les confía53.
Los primeros testigos de la resurrección apoyan su testimonio en las
apariciones del Resucitado. La fórmula de fe de 1 Cor 15, 3-5 («Porque yo os
transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por
nuestros pecados según las Escrituras;y que fue sepultado y que resucitó al
tercer día, según las Escrituras;y que se apareció a Cefas y más tarde a los
Doce») habla de una aparición al apóstol Pedro y otra a los Doce, y en otros
lugares Pedro juega un papel importante en los testimonios de Pascua, siendo
así el testigo primero de la resurrección. Este texto de san Pablo es la fórmula
más antigua que tenemos de la resurrección, y está tan cerca de los hechos que
sus afirmaciones pueden ser confirmadas o negadas por las personas a las que
se alude. No olvidemos que la primera carta a los Corintios fue escrita por san
Pablo veinte años después de la condena a muerte de Jesús.Contiene los tres
hechos que fundan la fe: que Cristo murió, que resucitó, y que se apareció54.
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

52
Cf. F. MARTÍNEZ FRESNEDA, Jesús de Nazaret, cit., 593.
53
Cf. J. DUPUIS, Introducción a la cristología, cit., 90-91.
54
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristología, cit., 127-128. Pablo subraya con vigor
que no propone palabras suyas, sino que transmite con fidelidad lo que a él le transmitieron
(v. 3) y es algo esencial para la fe. En J. RATZINGER-BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret.
Segunda parte: desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección (Madrid 2011) 291.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 26
Aunque puede pasar desapercibido, el texto paulino habla también de la
sepultura, por lo que menciona cuatro hechos (Cristo murió, fue sepultado,
resucitó, y se apareció). Es evidente que estos hechos no son igual de
importantes unos que otros. Los acontecimientos verdaderamente importantes
son aquellos que estaban anunciados en la Escritura. La expresión «según las
Escrituras» es colocada únicamente a continuación de la mención de la muerte
y de la resurrección. No se dice que fuese sepultado o que se apareció después
de resucitar «según las Escrituras». Si san Pablo menciona la sepultura y las
apariciones no es porque tengan importancia salvífica igual que la muerte y la
resurrección. La sepultura viene a ser como el certificado de la muerte, pues
según la mentalidad antigua se consideraba que uno estaba muerto en cuanto
que entraba en el reino de los muertos mediante la sepultura55. Las
apariciones, por otro lado, tienen la función de enraizar en nuestra historia un
acontecimiento tan extraordinario como es la resurrección, así como el poder
acceder mediante ellas a la resurrección de Cristo. En definitiva, tanto un
acontecimiento como otro es decir la sepultura y las apariciones, son garantía
de la muerte y de la resurrección56.
Al Resucitado se le reconoce por las cicatrices, por las llagas, por las
heridas, jugando éstas un motivo importante al rechazar así el espiritualismo y
ensalzar la corporeidad de la resurrección57. La certeza de los apóstoles no está
en convicciones personales, ni en alucinaciones, más bien les cayó tan de
sorpresa que les costó aceptarlas y al principio mantuvieron una actitud de
rechazo hasta el punto de que se manifestaron incrédulos y como tales fueron
recriminados por Jesús (cf. Mt 16,14).Las apariciones de Jesús tienen un
contenido objetivo, es decir no son visiones tenidas durante el sueño, ni
experiencias estáticas, son hechos concretos y como tales se sitúan en el
mismo plano que los acontecimientos precedentes a la muerte. Sin embargo,
aún admitiendo que es una realidad externa a los discípulos —es decir, no
creada por ellos mismos— la visión del Resucitado es un don del mismo
Resucitado58.
Un caso llamativo en el evangelio es el del apóstolsanto Tomás que tiene
que comprobar empíricamente por sí mismo que el Resucitado es el
Crucificado (cf. Jn 20, 24-29).Es claro que el hecho más sobresaliente de la
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

resurrección no es el anuncio de los ángeles, ni el sepulcro vacío, sino que el

55
Según A. AMATO, Jesús el Señor, cit., 624, la mención a la sepultura supone una
confirmación de la muerte y alude al sepulcro vacío.
56
Cf. F. FERNÁNDEZ RAMOS, El Nuevo Testamento, cit., 77.
57
W. KASPER, Jesús, el Cristo (Salamanca 1992) 173.
58
Cf. A. AMATO, Jesús el Señor, cit., 626.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 27
argumento definitivo son las apariciones en las que Jesús les quita las dudas
sobre su corporeidad: santo Tomás mete sus dedos en la llaga, come con ellos,
les instruye, realiza la pesca milagrosa59. En definitiva, la resurrección fue
corporal y no solo neumática o psíquica60.
Además de las apariciones a los discípulos, están los relatos de
apariciones a las mujeres al regreso del sepulcro (Mt 28, 9-10), a los
discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35), a María Magdalena (Jn 20, 11-18).
La lista de testigos oculares de san Pabloes un intento de hacer creíble la
resurrección como hecho objetivo e histórico, enumerando una lista de testigos
oculares. Así, aporta seis categorías de testigos61:
1º.Cefas, que es el primero entre los apóstoles.
2º. Los Doce, es decir el colegio apostólico, que seguramente se trate de
la aparición ocurrida en el cenáculo la tarde misma de la Pascua (Lc 23, 36-43;
Jn 20,19-23).
3º. Más de quinientos hermanos, que sería un grupo determinado de
cristianos y cuyo testimonio junto con los Doce garantizaba la veracidad.
4º. Santiago, el hermano del Señor, debido al protagonismo que tenía en
la Iglesia de Jerusalén.
5º. Todos los apóstoles, es decir el colegio apostólico ampliado a todos
los discípulos que habían recibido la misión de predicar.
6º. Pablo a quien se apareció el resucitado cuando se dirigía a Damasco.
Mientras que en la tradición evangélica los relatos de apariciones se
pueden dividir en dos grupos. El primero son los relatos de apariciones a
personas privadas como a las mujeres, a los de Emaús, a María Magdalena. Y
el segundo comprende las apariciones oficiales con el mismo esquema:
aparición, saludo, reacción de incredulidad, reproche de Jesús, revelación y
comprobación de la realidad de su identidad, y misión62.
En estas apariciones del resucitado lo esencial es común (Cristo vivo,
manifestación, encuentro, identidad y diferencia con su anterior forma de
existencia), mientras que en lo accidental (lugares, obras, palabras) existen
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

claras diferencias. Pero constituyen fundamentalmente el punto de inserción


de Jesús en el mundo y la referencia a nuestra historia.

59
Cf. A. FERNÁNDEZ, Teología dogmática, cit., 237.
60
Cf. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristología, cit., 131.
61
Cf. A. AMATO, Jesús el Señor, cit., 626-627.
62
Cf. ibid., 627

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 28
Para quienes han recibido las apariciones de Jesús resucitado se ha
iniciado una historia nueva, se ha abierto un futuro nuevo y se vive para él,
porque han quedado iluminados por aquella experiencia. Estas apariciones han
sido entendidas 1º) como revelación de Jesús o encuentro con él; 2º) como
transformación en hombres nuevos capaces de entender lo pasado y comenzar
un nuevo futuro; 3º) como renacimiento del pueblo de la alianza como un
pueblo nuevo gracias al Resucitado, que recibe el nombre de Iglesia; y 4º)
como comienzo de una misión63.
En todo caso, las apariciones de Jesús resucitado llevan el siguiente
esquema64:
1º. El protagonista es Jesucristo que se autorevela—se da a conocer— a
aquellos que le habían conocido anteriormente y a quien ahora se da a ver vivo
y resucitado.
2º. El hecho es percibido como resultado de un encuentro, por tanto, una
realidad objetiva que le viene de fuera, y cuyo contenido es Jesús como sujeto
reconocido.
3º. Jesús se hace presente como viniendo de la vida propia de Dios con
encuentros de amistad, acogimiento y perdón, que ya había realizado con ellos
en su acción pública.
4º. Los destinatarios son personas y grupos concretos.
5º. Tienen una dimensión comunitaria y una intención misionera ya que
cada uno se dirige a otros para comunicar lo que han visto, y son constituidos
por ello en apóstoles del que había sido crucificado y ahora se manifiesta
como resucitado.

c) El encuentro de los primeros creyentes con el Resucitado

Los evangelios sinópticos y también el evangelista san Juan terminan su


redacción con el relato de la resurrección. A los tres días la tumba está vacía
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

porque Cristo ha resucitado. Este acontecimiento único es el punto de partida


de los evangelios.

63
Cf. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristología, cit., 131-132.
64
Cf. el esquema en ibid., 129.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 29
Aquellos que acompañan a Jesús a Jerusalén regresan a la Galilea natal y
retoman sus trabajos para seguir viviendo y reponiéndose a la esperanza
defraudada, y otros permanecen en Jerusalén.
Al poco tiempo y en Galilea (cf. Mt 28,16-20) sucede un acontecimiento
en el que los discípulos más cercanos creen vivo al que, días antes, ha sido
ajusticiado y sepultado. Pedro es el primer convencido de este hecho inaudito,
o al menos es el más interesado en difundir la noticia a los seguidores de Jesús
y proclamarla a los cuatro vientos. Junto a Pedro proponen los textos
neotestamentarios otra serie de testigos que no son siempre los mismos, pero
indican la persistencia de un encuentro personal con el que fue sepultado y
ahora aparece vivo.
Lo cierto es que estos encuentros con Jesús les transforman y les
cambian por completo. La pasión los dispersó y ahora, por el contrario,
aparecen juntos estableciendo relaciones con un Jesús «distinto».A partir de
este acontecimiento los discípulos bautizan, crean comunidades y admiten a
otros discípulos que extienden la fe en Jesús resucitado por doquier. San Lucas
lo indica con una noticia que repite varias veces: «El mensaje de Dios se
difundía, en Jerusalén crecía mucho el número de los discípulos» (Hech 6,7).
Pero no limita el suceso de que Jesús «vive» sólo en Jerusalén, sino que lo
amplía a los núcleos judíos del Imperio e incluso se admite a los paganos.
La presencia del Resucitado permanece en la historia (Mt 28,20) y va a
ser posible un encuentro con el Resucitado. Las apariciones fundan la misión,
pero no describen la vida e identidad del Resucitado. Del poder amoroso de
Dios sobre Jesús los discípulos son testigos y, transformados por su encuentro
con él, reviven su vida y su mensaje desde la perspectiva resucitada. Nace el
pueblo de la nueva alianza, que será el ámbito natural donde se crea al Hijo de
Dios, se experimente su Señorío y se le ofrezca a los judíos y a los gentiles, es
decir, a la creación entera, que se convierte en el nuevo cuerpo del Resucitado,
la Iglesia. En ella tiene lugar el encuentro con el Resucitado de una manera
nueva, pero cierta65.

d) La resurrección, presencia viva de Jesucristo


C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

Cuando hablamos de resurrección de Jesús queremos decir que entra en


una vida nueva, en una nueva condición, totalmente nueva, originada por

65
Cf. la obra de F. MARTÍNEZ FRESNEDA, Jesús de Nazaret, cit., 687-768 de donde
hemos extraído algunas ideas para este parágrafo.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 30
Dios, ya no está sujeto a la muerte, sino que está vivo para siempre y por eso
está presente en los creyentes. Por lo que respecta a Cristo, la resurrección
consiste en alcanzar la condición escatológica, y por lo que afecta al ser
humano consiste en la irrupción de la escatología en la historia66.
Cristo resucitado ya no está sujeto a las dimensiones espacio-temporales,
y supone el paso de un estado existencial mundano a la comunión personal
con Dios. Es el mismo, pero no se encuentra del mismo modo 67. Se podría
considerar la resurrección como un género nuevo de acontecimiento, una
especie de salto cualitativo radical en que se entreabre una dimensión distinta
de la vida. El hombre Jesús, con su mismo cuerpo, pertenece ahora totalmente
a la esfera de lo divino y lo eterno. La resurrección del Señor va más allá de la
historia, la trasciende, pero ha dejado su huella en la historia, por eso puede
haber testigos de este acontecimiento peculiar68.

«La resurrección de Jesús ha consistido en un romper las cadenas para


ir hacia un tipo de vida totalmente nuevo, que ya no está sujeta a la ley
del devenir de la muerte, sino que está más allá de eso; una vida que hay
inaugurado una nueva dimensión de ser hombre. Por eso, la resurrección
de Jesús no es un acontecimiento aislado que podríamos pasar por alto y
que pertenecería únicamente al pasado, sino que es una especie de
mutación decisiva… un salto cualitativo»69.

Consecuencia obvia de la resurrección es la presencia viva de Jesucristo,


es decir si Cristo resucitó, Cristo vive en el tiempo, pero no se agota en el
tiempo. Cristo vive misteriosamente presente en su Iglesia pues es «el mismo
ayer y hoy y siempre» (Heb 13,8), es el «viviente, que fui muerto y ahora vivo
por los siglos» (Ap 1,18)70. Es necesario recordar la afirmación del II Concilio
Vaticano sobre la presencia viva de Cristo:

«Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción


litúrgica. Está presente en el sacrificio de la Misa, sea en la persona del
ministro… sea sobre todo bajo las especies eucarísticas. Está presente
con su fuerza en los Sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza,
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

es Cristo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues cuando se lee


66
Cf. J. DUPUIS, Introducción a la cristología, cit., 91.
67
Cf. A. FERNÁNDEZ, Teología dogmática, cit., 239.
68
Cf. J. RATZINGER-BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret. Segunda parte: desde la
entrada en Jerusalén hasta la Resurrección (Madrid 2011) 318-319.
69
Ibid., 284.
70
Cf. A. FERNÁNDEZ, Teología dogmática, cit., 242-243.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 31
en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla. Está presente, por
último, cuando la Iglesia suplica y canta salmos»71.

¿Cuáles son las consecuencias de la resurrección?72 En primer lugar, la


convicción de que si Cristo había resucitado también ellos resucitarán:
«también nos resucitará a nosotros con su poder» (1 Cor 6, 14). En segundo
lugar, la decantación en la comprensión de la identidad de Jesús. Ahora los
discípulos tienen claridad sobre quién era Jesús, había desaparecido la imagen
borrosa y desatinada que tenían de él. En tercer lugar, los discípulos
comprendieron que ya no era posible vivir «como antes», que cambia el
sentido de la vida y la práctica de la misma, que otra forma de vivir era posible
en la tierra.
¿Cuál es el significado de la resurrección?73
1º. Es un acto escatológico del poder salvífico de Dios, pues con la
resurrección han comenzado los acontecimientos salvíficosúltimos y
definitivos.
2º. Es la realización de la nueva humanidad liberada de la esclavitud del
pecado y de la muerte. Jesucristo resucitado es el «hombre nuevo» y abre a la
humanidad a un futuro de novedad absoluta, abre el futuro como futuro
únicamente de vida, habiendo sido desterrado del horizonte el pecado y la
muerte.
3º. Es el cumplimiento de la esperanza trascendental del hombre de
resucitar. La resurrección no es algo extraño al destino del hombre, sino que es
la realidad que le asegura la validez permanente de su existencia.
4º. Es la etapa decisiva del proceso de glorificación de Jesús, siendo
constituido hombre nuevo.

e) La ascensión de Jesús a los cielos


C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

71
CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la sagrada liturgia
Sacrosanctumconcilium, n. 7.
72
Cf. A. DE MINGO, La Biblia de principio a fin. Una guía de lectura para hoy
(Salamanca 2019) 332-336.
73
Se puede ver la amplia exposición sobre el tema en A. AMATO, Jesús el Señor, cit.,
629-632. Junto a este significado, expone los aspectos «para nosotros» de la resurrección de
Jesús: experiencia de vocación y misión; experiencia de conversión; horizonte de la praxis
de liberación; y radical acontecimiento de re-creación de la humanidad. En ibid., 632-638.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 32
La ascensión es la culminación de la obra redentora del Hijo de Dios74.
Los teólogos han unido la ascensión a la resurrección lo mismo que ha
ocurrido con otros acontecimientos cumbres de la vida de Jesús: la
encarnación y el nacimiento, la crucifixión y la muerte. La discusión está en si
ha sido un hecho físico tal como narra el libro de los Hechos de los Apóstoles
(1, 9-11), o fue un acontecimiento inmediato a la resurrección como narra san
Marcos y se puede deducir de san Lucas. Los hechos narrados muestran que
Jesús ascendió no de inmediato, sino que hay un tiempo intermedio de
cuarenta días donde tienen lugar las apariciones y algunas enseñanzas
importantes como la donación del Espíritu Santo para perdonar los pecados, y
el conferir a Pedro las llaves del reino con autoridad sobre los demás.
Se puede entender la ascensión como una señal de la finalización del
estado terrestre de Cristo, de forma que los apóstoles fuesen testigos de la
explicación última de la aparición del Reino de Jesús. De esta manera, es fácil
entender que el Verbo, que estaba en el seno de Dios, vuelve al lugar del que
salió: completada su vida terrena y cumplida su misión salvadora, asciende de
nuevo al cielo para habitar junto a Dios.
La ascensión de Jesús suscita muchos interrogantes sobre la presencia-
ausencia de Jesús, pero lo esencial de la respuesta está trazado en las
narraciones sobre la ascensión con las que se concluye el evangelio de san
Lucas y se comienza el libro de los Hechos de los Apóstoles75.
Afirma san Lucas: «Después lo sacó hacia Betania y, levantando las
manos, los bendijo. Y, mientras los bendecía, se separó de ellos subiendo
hacia el cielo. Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban
siempre en el templo bendiciendo a Dios» (24, 50-53).
La conclusión lógica sería que los discípulos se entristecieron por la
partida del Señor ya que los había dejado definitivamente solos, y el adiós
provocaría en ellos tristeza y dolor. Sin embargo, del texto podemos deducir:
1º. Los discípulos no se sienten abandonados.
2º. Los discípulos no creen que Jesús se haya disipado en un cielo
inaccesible o en una zona lejana del cosmos, sino todo lo contrario: la
ascensión supone cercanía que van a experimentar con tal fuerza que les
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

produce una alegría duradera. Entra en comunión de vida y poder con el Dios
viviente, en la situación de superioridad de Dios sobre todo espacio.

74
Seguimos a A. FERNÁNDEZ, Teología dogmática, cit., 245-246.
75
Cf. la propuesta que seguimos de J. RATZINGER-BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret.
Segunda parte: desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección (Madrid 2011) 325-
332.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 33
3º. Los discípulos están seguros de una nueva presencia del Resucitado
entre ellos, y además, no solamente nueva sino también poderosa. El sentarse
«a la derecha de Dios», donde ha sido ensalzado, implica ese nuevo modo de
presencia. Esta expresión indica que su presencia no es espacial sino divina,
significa participar en la soberanía propia de Dios sobre todo espacio. Dios es
Dios y es el presupuesto y fundamento de toda dimensión espacial existente,
pero no forma parte de ella.
Puesto que está junto al Padre, no está lejos, sino cercano al hombre;
ahora ya no está en un solo lugar del mundo, como antes de ascender, sino que
ahora está presente al lado de todos, y todos lo pueden invocar en todo lugar y
a lo largo de la historia humana.
4º. La relación con Jesús ya no es posible como con el Jesús terrenal,
sino que ahora la relación es distinta. El viejo modo de estar juntos y de
encontrarse queda superada, se nos hace accesible y cercano de una manera
nueva: en comunión con el Padre y a partir del Padre.

2.4 Lectura teológica de la vida de Jesús

a) Verdadero Dios y verdadero hombre

Tal como enuncia el Catecismo de la Iglesia Católica, el magisterio ha


enseñado siempre que «la Encarnación es el misterio de la admirable unión de
la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la única Persona del
Verbo»76, lo cual «no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte
hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo
humano. Él se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente
Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre»77.
Es fundamental la afirmación de que Jesucristo es Dios y hombre
verdadero y que siendo Dios se hizo hombre para salvarnos. Los Padres de la
Iglesia como san Ireneo o san Atanasio, acuñaron expresiones como «siendo
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

Dios, se hizo hombre para divinizarnos», o «se hizo hombre para que nosotros
fuésemos divinizados», o «tomó sobre sí lo que es nuestro para compartir con
nosotros lo que es suyo». El admirable intercambio entre Dios y el hombre es

76
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 483
77
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 464

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 34
la razón de ser de la encarnación del Hijo de Dios para salvarnos porque «todo
lo que no asumió no quedó salvo».
Sin embargo, la historia de la Iglesia tiene numerosos capítulos en los
que ha habido una negación de estas afirmaciones fundamentales, son las
herejías que han tergiversado la realidad de Jesucristo78, bien negando su
humanidad, bien su divinidad.
En efecto, algunos errores negaron que Jesucristo fuese Hijo de Dios,
no reconociendo la divinidad. Así, en el siglo II algunos cristianos de
procedencia judía, los ebionitas, negaban la divinidad de Jesús,
reconociéndole simplemente como un hombre, aunque era para ellos el
Mesías. Jesús es el fruto de un matrimonio entre una joven y un carpintero
llamado José; el fruto de esta unión sería un Jesús inclinado al pecado como
todos los hombres, y su elección, anunciada por los profetas, debía reducirse a
buena conducta.
La herejíaarriana tiene por autor a Arrio, sacerdote alejandrino (+336),
que negaba la divinidad del Verbo, es decir que Jesucristo fuera Dios, ya que
era tan sólo la figura más excelsa de la creación. No era mediador entre Dios y
los hombres sino intermediario entre Dios y el mundo. Era inferior al Padre
pues había sido creado por Dios en el tiempo. Esta herejía de Arrio fue
condenada por el Concilio I de Nicea (325) que afirmó que Jesucristo es
unigénito del Padre, de su misma sustancia (homoousios), que fue engendrado,
no creado. Es decir, Jesucristo es tan divino como el Padre e igual a Él en la
divinidad79.
Contra algunas tergiversaciones de la fe, quenegaban la humanidad de
Jesucristo,en el siglo V se afirmó la integridad de ambas naturalezas, la
humana y la divina en la Persona del Verbo encarnado, debido a las
discusiones anteriores.
La primera gran controversia tuvo por protagonista a Nestorio, Patriarca
de Constantinopla, que plantea el problema de la verdadera unidad divino-
humana en Jesucristo, es decir de qué manera está unido el hombre Jesús al

78
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

Afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 465: «Las primeras herejías negaron


menos la divinidad de Jesucristo que su humanidad verdadera (docetismo gnóstico). Desde
la época apostólica la fe cristiana insistió en la verdadera encarnación del Hijo de Dios,
"venido en la carne" (cf. 1 Jn 4, 2-3; 2 Jn 7)».
79
Cf. J. DUPUIS, Introducción a la cristología, cit., 138-139. «El primer Concilio
Ecuménico de Nicea, en el año 325, confesó en su Credo que el Hijo de Dios es
«engendrado, no creado, ―de la misma substancia‖ [en griego homousion] que el Padre» y
condenó a Arrio que afirmaba que "el Hijo de Dios salió de la nada"». En Catecismo de la
Iglesia Católica, n. 465.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 35
Hijo de Dios. Habla de dos naturalezas que parece referirse a dos personas.
Para Nestorio era irreal la humanización del Verbo. Tras esta herejía hay un
rechazo del título de María como Madre de Dios, Theotókos: la Virgen sería
Madre de Cristo (kristotokos), pero no Madre de Dios. Habría, por lo tanto,
dos sujetos diferentes, uno sería el Verbo de Dios y otro el hombre Jesús.
Frente a esta herejía, san Cirilo de Alejandría y el Concilio de Éfeso
(431)afirmó que María es verdadera Madre de Dios ya que concibió
humanamente al Hijo de Dios. Además, la unión entre el Verbo y la
humanidad de Jesús da lugar a una verdadera unidad, es decir el Verbo de
Dios se hizo hombre de forma personal en el hombre Jesús80.
La herejía monofisita afirmabaque Cristo es una Persona que subsiste en
una sola naturaleza, pues la naturaleza humana ha sido absorbida en la divina,
con el consiguiente resultado de que Cristo no es consustancial con el hombre
en la humanidad81. Este principio es defendido por el Eutiques, monje de
Constantinopla, que sostenía que después del proceso de unión en Cristo hay
una sola naturaleza ya que la humana fue absorbida por la divina, es decir
después de la unión Jesús ya no es verdaderamente hombre.
Esta herejía es condenada por el Papa san León Magno y por el Concilio
de Calcedonia (451) que enseña que «hay que confesar a un solo y mismo
Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad y perfecto en la
humanidad». La unión de las dos naturalezas es «sin confusión, sin cambio,
sin división, sin separación». Jesucristo es consustancial al Padre según la

80
Cf. J. Introducción a la cristología, cit., 144-147. En Jesucristo no hay dos sujetos
subsistentes y distintos; el Verbo de Dios se hizo verdaderamente persona humana en Jesús;
el Hijo de Dios hizo suyas todas las características de la persona humana. Cf. Ibid., 150.
Afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 466: «La herejía nestoriana veía en Cristo una
persona humana junto a la persona divina del Hijo de Dios. Frente a ella san Cirilo de
Alejandría y el tercer Concilio Ecuménico reunido en Efeso, en el año 431, confesaron que
―el Verbo, al unirse en su persona a una carne animada por un alma racional, se hizo
hombre‖. La humanidad de Cristo no tiene más sujeto que la persona divina del Hijo de Dios
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

que la ha asumido y hecho suya desde su concepción. Por eso el concilio de Efeso proclamó
en el año 431 que María llegó a ser con toda verdad Madre de Dios mediante la concepción
humana del Hijo de Dios en su seno: ―Madre de Dios, no porque el Verbo de Dios haya
tomado de ella su naturaleza divina, sino porque es de ella, de quien tiene el cuerpo sagrado
dotado de un alma racional [...] unido a la persona del Verbo, de quien se dice que el Verbo
nació según la carne‖».
81
«Los monofisitas afirmaban que la naturaleza humana había dejado de existir como
tal en Cristo al ser asumida por su persona divina de Hijo de Dios». Catecismo de la Iglesia
Católica, n. 467.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 36
divinidad y al hombre según la humanidad82.La doctrina calcedonense fue
explicada por el II Concilio de Constantinopla (553), que afirma que el Verbo
de Dios se hizo un único sujeto existente con su humanidad, si bien permanece
en Él la alteridad entre Dios y hombre. Es decir, la naturaleza humana subsiste
en la hipóstasis del Verbo y no constituye un sujeto diferente. Dicho más
sencillamente: la persona divina del Hijo se hizo auténticamente humana.
Jesucristo es una persona compuesta divino-humana, siendo tanto una cosa
como la otra, es decir Dios y hombre. La unidad de la persona prevalece sobre
la distinción de naturalezas83. Así lo ha confesado siempre la Iglesia: «Jesús es
inseparablemente verdadero Dios y verdadero Hombre. Él es verdaderamente
el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, nuestro hermano, y eso sin dejar de
ser Dios, nuestro Señor»84.
Después del Concilio II de Constantinopla surgen los errores de los que
negaban las dos voluntades y operaciones en Cristo, es la herejía llamada
monoteleta y monoenergeta, que afirman en Cristo una sola operación o una
sola voluntad.
La Iglesia sale al paso en el III Concilio de Constantinopla (680-681),
afirmando que«Cristo posee dos voluntades y dos operaciones naturales,
divinas y humanas, no opuestas, sino cooperantes, de forma que el Verbo
hecho carne, en su obediencia al Padre, ha querido humanamente todo lo que
ha decidido divinamente con el Padre y el Espíritu Santo para nuestra
salvación»85.Si Cristo tiene dos naturalezas tiene también dos voluntades y dos
modos de obrar, y ambas están íntimamente unidas en el mismo Cristo.
Constantinopla III asume la afirmación de Calcedonia de las dos
naturalezas, añadiendo la de las dos voluntades y las dos acciones naturales.
Ambas voluntades y ambos modos de obrar están unidos en una sola y misma
persona, Jesucristo. La voluntad humana está en plena conformidad con la
divina86.
A comienzos del siglo VIII se desató un movimiento con la pretensión de
destruir las imágenes que se va a prolongar más allá de la celebración del II

82
Cf. J. DUPUIS, Introducción a la cristología, cit., 152-155. Conviene reseñar que
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

después del concilio de Calcedonia surge una corriente no Calcedonia que se negó hablar de
dos naturalezas en Jesucristo. Cf. ibid., 159.
83
Cf. ibid., 161-162.
84
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 469.
85
Cf H. DENZINGER - P. HÜNERMANN, El Magisterio de la Iglesia. Enchiridion
symbolorum definitionum et declarationum de rebus fidei et morum (Barcelona 22000), n.
556-559. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 475.
86
Cf. J. DUPUIS, Introducción a la cristología, cit., 165.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 37
Concilio de Nicea (789) y que va a constituir la última controversia
cristológica de la iglesia antigua87, se trata de la controversia iconoclasta.
En épocas prenicenas, algunos concilios como el de Elvira (comienzo del
siglo IV) o algunos escritores eclesiásticos como Eusebio de Cesárea (+340)
afirmaron que la divinidad de Jesucristo no se puede representar porque es
espiritual, ni tampoco la humanidad porque la resurrección la ha absorbido.
También otros escritores eclesiásticos apoyándose en algunos textos bíblicos
apoyaban esta idea. Sin embargo, la praxis fue la contraria, decorando y
pintando las iglesias con imágenes de Jesucristo, de la madre de Dios y de los
santos.
Bajo el emperador León III el Isáurico (717-740) se procede a la
destrucción de las imágenes. El año 725 prohíbe el culto y el uso de las
imágenes de los santos y de los ángeles, de la Virgen y sobre todo de
Cristo.Con el siguiente emperador, Constantino V Coprónimo(740-775), hijo
de León III, la iconoclastia adquiere verdaderas dimensiones al considerar que
la imagen fabricada por manos humanas es idolátrica, y la materia del icono
degrada la condición gloriosa de la santidad original. Para él la imagen de
Cristo era una auténtica herejía cristológica porque no respetaba el dogma de
la unión sin confusión y sin división de las dos naturalezas del Verbo
encarnado ya que al no poderse representar la divinidad únicamente se podía
representar la naturaleza humana, separándola de la hipóstasis del Verbo.
El año 787 se convoca el II Concilio de Nicea que legitimael culto a las
imágenes, aunque posteriormente hubo resistencia a las decisiones conciliares
sobre todo en occidente:

«Entrando, como si dijéramos, por el camino real, siguiendo la


enseñanza divinamente inspirada de nuestros Santos Padres, y la tradición
de la Iglesia Católica —pues reconocemos que ella pertenece al Espíritu
Santo, que en ella habita—, definimos con toda exactitud y cuidado que de
modo semejante a la imagen de la preciosa y vivificante cruz han de
exponerse las sagradas y santas imágenes, tanto las pintadas como las de
mosaico y de otra materia conveniente, en las santas iglesias de Dios, en los
sagrados vasos y ornamentos, en las paredes y cuadros, en las casas y
caminos, las de nuestro Señor y Dios y Salvador Jesucristo, de la
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

Inmaculada Señora nuestra la santa Madre de Dios, de los preciosos ángeles


y de todos los varones santos y venerables»88.

87
Para la exposición de esta controversia seguimos a A. AMATO, Jesús el Señor, cit.,
385-410. Para este autor las raíces están dentro del cristianismo, sin embargo otros autores
señalan que se trata de una mezcla de cuestiones políticas y teológicas.
88
H. DENZINGER - P. HÜNERMANN, El Magisterio de la Iglesia, cit., n. 600.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 38
Es importante destacar la figura desan Juan Damasceno que salió en
defensa de las imágenes desde el monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén,
con tres tratados sobre la teología del icono.

b) Significado teológico de la encarnación, muerte y resurrección

Los tres grandes misterios de la vida de Jesucristo fueron la encarnación,


la muerte y la resurrección. La Iglesia llama «Encarnación» al hecho de que el
Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella
nuestra salvación89.Es «el misterio de la admirable unión de la naturaleza
divina y de la naturaleza humana en la única Persona del Verbo»90.A la
pregunta de por qué se encarnó el Verbo podemos responden91:
1º. Para salvarnos y así reconciliarnos con Dios. «El Padre envió a su
Hijo para ser salvador del mundo» (1 Jn 4, 14). «Él se manifestó para quitar
los pecados» (1 Jn 3, 5). San Gregorio de Nisa lo expresa afirmando que
«nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; muerta, ser resucitada.
Encerrados en las tinieblas, hacía falta que nos llegara la luz. ¿No merecían
conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar hasta nuestra naturaleza
humana para visitarla, ya que la humanidad se encontraba en un estado tan
miserable y tan desgraciado?»92.
2º. Para que conociésemos el amor de Dios.«En esto se manifestó el
amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que
vivamos por medio de él» (1 Jn 4, 9). «Porque tanto amó Dios al mundo que
dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga
vida eterna» (Jn 3, 16).
3º. Para ser nuestro modelo de santidad.«Tomad sobre vosotros mi
yugo, y aprended de mí» (Mt 11, 29). «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14, 6).
4º. Para hacernos partícipes de la naturaleza divina.
No podemos separar la encarnación de los otros dos grandes misterios
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

que unidos ambos conforman el misterio pascual de Cristo —su muerte y

89
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 461.
90
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 483.
91
Seguimos la exposición que hace el Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 457-460.
92
San Gregorio de Nisa, Oratio catechetica, 15: PG 45, 48B.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 39
resurrección—. Hasta el punto es clave en la historia de la fe que si Jesús ha
resucitado ciertamente ha sucedido algo verdaderamente nuevo que cambia el
mundo y la situación del hombre. Si es así, Jesús se convierte en el criterio del
que podemos fiarnos ya que Dios se ha manifestado verdaderamente en Él.La
resurrección es el punto decisivo pues de él depende no que haya existido
Jesús, sino que exista actualmente93.
La resurrección no es tratar del milagro de un muerto redivivo o de un
cadáver reanimado, ya que si así fuese estaríamos hablando de lo mismo que
dijimos de la resurrección del joven de Naín, o de la hija de Jairo o de Lázaro
el amigo de Jesús en Betania, que volvieron a la vida para después morir. En
la resurrección de Jesús ha ocurrido algo totalmente diferente: ha roto las
cadenas para ir a un tipo de vida totalmente nuevo, a una vida que ya no está
sujeta al devenir y a la muerte; una vida que ha inaugurado una dimensión
nueva del ser hombre94.

C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

93
J. RATZINGER-BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret. Segunda parte: desde la entrada
en Jerusalén hasta la Resurrección (Madrid 2011) 282.
94
Ibid., 282-284.

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Prof. E. Muñoz Jiménez 40
3.MARÍA, LA MADRE DE DIOS

Con el concepto de mariología se entiende la ciencia teológica que, a la


luz de la revelación divina, de la tradición y del magisterio de la Iglesia, tiene
por objeto el estudio de María.
La reflexión sobre la madre de Dios tiene su fundamento, contenido y
norma en todo lo que la Escritura dice sobre ella, que suele ser sobrio y, sin
embargo, es un personaje central, pues de ella nació el Hijo de Dios. Hay una
estrecha conexión entre el misterio de la Madre y el misterio del Hijo. Esa
sobriedad de datos no permite construir una biografía completa de la vida de
María, pero los testimonios que de ella tenemos nos permite construir un
itinerario de fe que podemos percibir en tres etapas:
— en primer lugar, están los datos sobrios de los testimonios más
antiguos tal como lo relata san Pablo y san Marcos;
— luego vendría una lectura teológico-pascual más desarrollada según
san Mateo y san Lucas;
— y, por último, san Juan y el Apocalipsis describirán la obra que el
Señor ha hecho en una mujer y el significado que tiene para el pueblo
peregrino95.
A la pregunta de quién es María, podemos responder que la madre de
Jesús porque la notoriedad de María está estrechamente vinculada con el
nombre de Jesús y nunca al margen de Él. El evangelista san Marcosafirma
que los paisanos de Jesús, incrédulos por lo que ven y oyen de Jesús, se
preguntan: «¿No es éste el hijo de María?» (Mc 6,3). Ciertamente, la madre de
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

Jesús se llamaba «María».

95
B. FORTE, María, la mujer icono del misterio (Salamanca 2015) 50. Afirma Müller
que «dado que María es el modelo de la persona humana en gracia y a la vez tipo de la
Iglesia, puede entenderse la mariología como una concreción de la antropología desde la
perspectiva de la teología de la gracia, tal como ha sido desarrollada a partir de la doctrina de
la creación y de la historia de la salvación, tanto en lo concerniente a la dimensión individual
de la vida cristiana como a su dimensión social». En G.-L. MÜLLER, Dogmática, cit., 482.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 41
3.1. Las referencias bíblicas

No siendo posible trazar un desarrollo detenido de los datos bíblicos


sobre la Virgen María, nos detenemos en los más importantes, aunque la
Escritura no aporta ningún dato de María hasta la Anunciación. No obstante,
nos atrevemos a trazar unas mínimas referencias biográficas sobre María, la
madre de Jesús96.
En cuanto a los padres de María el primer Padre de la Iglesia que les da
nombre es San Epifanio que les denomina como Joaquín y Ana,
probablemente tomando el nombre del apócrifoProtoevangelio de Santiago
(siglo II).
Sobre el nacimiento no se sabe con certeza, aunque algunas tradiciones
sitúan el lugar del nacimiento de María en Galilea —en Nazaret o en la
cercana ciudad de Séforis—, o en Jerusalén, cerca de la piscina probática que
aparece en el Evangelio, como recuerda la iglesia bizantina del siglo V
edificada sobre la casa de santa Ana.
Se desposó en Nazaret cuando tenía unos 14 años con un varón de la
casa de David llamado José y de profesión artesano. Por los datos evangélicos
sabemos que la Anunciación tuvo lugar cuando se habían realizado los
esponsales, y posteriormente nació Jesús en Belén. La huida a Egipto de la
sagrada familia está también testimoniada en los evangelios. Poco más se dice
sobre la infancia hasta el comienzo del ministerio público de Jesús en torno al
año 30. María vivió durante todo el ministerio de Jesús, no así san José del que
se supone había fallecido al silenciar más datos sobre él los evangelistas.
María tendría entre 48 ó 50 años cuando Jesús fue crucificado.
A partir de la muerte y resurrección de Jesús aparece María en el libro de
los Hechos de los Apóstoles esperando la venida del Espíritu Santo junto a los
apóstoles en el cenáculo de Jerusalén. El curso de la vida terrena de María
termina con la asunción en cuerpo y alma los cielos, probablemente en
Jerusalén.
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

Una vez formulados algunos datos sobre la vida de María, es necesario


aludir a uno de los pasajes más importantes del Nuevo Testamento sobre
la figura de la mujer María. Es un pasaje neotestamentario que es obligado
destacar por ser el texto mariológico más significativo de todo el Nuevo
Testamento;es el texto paulino más antiguo que tenemos en referencia a

96
Cf. J.-L. BASTEDO – J.-M. FIDALGO, Mariología (Pamplona 2015) 16-18.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 42
María, que está contenido en la carta a los Gálatas 4,4-5: «cuando llegó la
plenitud del tiempo, envió Dios a Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley,
para rescatar a los que estaban bajo la ley para que recibiéramos la condición
de hijos adoptivos de Dios».
La expresión «nacido de mujer» significa por una parte la pertenencia del
enviado al mundo y, por otro el nuevo comienzo del mundo gracias a aquel
que ha nacido de una mujer para rescatar a los que vivimos bajo la ley, con la
finalidad de hacernos hijos de Dios. Con esta expresión se destaca la fragilidad
y la bajeza de la criatura humana que vive en el tiempo de la espera, y la
humillación del Hijo de Dios al pasar de señor a esclavo, para hacer señor al
esclavo y libre al siervo de la ley.
La paradoja está en que el que nace bajo la ley rescata de la ley, y el que
viene en un estado de humillación eleva al hombre a la condición de hijo de
Dios97.
En el Nuevo Testamento hay algunos textos importantes para conocer
la figura de la Madre del Mesías. Los más importantes son los capítulos 1-2 de
san Mateo donde se trata de la infancia de Jesús, y los capítulos 1-2 de san
Lucas. Estos textos abundan en información sobre María pues narran los
hechos referentes al nacimiento y a la infancia del Hijo de Dios. Aparte de
estos textos, los dos evangelistas citados hablan pocas veces de María y,
cuando se refieren a ella, lo hacen con las expresiones «madre del Señor» o
«su madre», sin concretar el nombre (cf. Mt 12,46; 13,55; Lc 8, 19-21).
Los otros dos evangelistas se limitan a unos pocos datos (Mc 3, 31-35; Jn
2, 1-11; 6,42; 19,25). Igualmente son escasas las referencias, si bien alguna
hay en Hch 1,13, Rm 1,3, Ap, 12 y el comentado anteriormente de Gal, 4,4.
Por lo que respecta al Antiguo Testamento hay pasajes en los que se cita
a la madre del futuro Mesías, en algunos se puede descubrir el sentido mariano
del texto y en otros la liturgia acomoda el texto a la figura de la Virgen98.
Con todo, podemos enunciar en cuatro los rasgos básicos99 de la imagen
del Nuevo Testamento sobre María:
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

97
B. FORTE, María, la mujer icono del misterio (Salamanca 2015) 52-55. Jesús nace
de mujer, no nace según la carne, sino del Espíritu. La bendición llega al seno de María y se
convierte en la bendita entre todas las mujeres. María es asimismo «la creyente», la que es
justificada por la fe, no por las obras de la ley. Ella actúa movida por el Espíritu, no por la
carne. El hijo de María no ha nacido de la voluntad de varón, ni de la voluntad de la carne, ni
de la sangre, sino de Dios, como proclama el prólogo de san Juan. En J.-C.-R. GARCÍA
PAREDES, Mariología (Madrid 2001) 408.
98
Cf. J.-L. BASTEDO – J.-M. FIDALGO, Mariología (Pamplona 2015) 14-15.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 43
1. María es la sierva de la llegada escatológica del Hijo de Dios como
hombre entre nosotros.
2. María es para la nueva alianza el prototipo de la relación del hombre
con Dios. Es el modelo del creyente y de la Iglesia.
3. María es la madre de Dios, quien ha tomado de ella su ser humano en
virtud de la eficacia causal exclusiva del poder del Espíritu divino.
4. Todos los enunciados de fe de la Iglesia sobre María, así como el
origen del culto a la Virgen arrancan de la afirmación de la maternidad
virginal divina de María

3.2. La fe eclesial sobre María

En el Credo niceno-constantinopolitano se menciona a María, Virgen y


Madre de Jesucristo, uniéndola a su nacimiento. Junto a estos títulos de Virgen
y Madre, María también es llamada Inmaculada Concepción y Asumpta al
Cielo. Estos títulos son el contenido de los dogmas marianos y prácticamente
el contenido fundamental de la mariología.
La madre del Señor, tal como aparece en el Nuevo Testamento, es la fe
que la Iglesia tiene sobre María y su signo distintivo, y así lo ha vivido a lo
largo de los siglos, siendo el culto a María la expresión más clara de la
vivencia de fe: su virginidad perpetua y su maternidad divinacomo las dos
formulaciones dogmáticas de la Iglesia antigua; y su concepción inmaculada,
y su asunción gloriosaa los cielos son las formulaciones dogmáticas sobre
María de los tiempos modernos.
En nuestros días el Concilio Vaticano II100ha enriquecido la comprensión
de María con los títulos de discípula y Madre de la Iglesia. El capítulo octavo
de la Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentiumes la clave de
comprensión y el camino que ha emprendido la mariología después del
Concilio. Este capítulo incide en la consideración histórico-salvífica de la
maternidad divina de María como punto de arranque para su relación con
Cristo y como figura de la Iglesia.
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

Veamos brevemente los cuatro dogmas marianos, de los cuales los dos
primeros van unidos indisolublemente con la fe en Cristo y con su
formulación histórico-dogmática, y los dos últimos se basan en la dignidad y

99
Cf. G.-L. MÜLLER, Dogmática, cit., 495-496.
100
Cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen
gentium, nn. 61 y 69.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 44
el significado de la Virgen Madre, pero toman en consideración sobre todo la
figura moral de María101.

• La maternidad divina de María

En la Sagrada Escritura a María se le llama la Madre de Jesús o la Madre


del Señor. Si Jesús es el Hijo de Dios, María es la Madre de Dios porque su
hijo es Unigénito del Padre. Así lo proclamó la Iglesia en el siglo III llamando
a María la Theotókos, la Madre de Dios.
En los primeros Símbolos de fe cristianos se afirmaba por una parte que
el Hijo preexistente de Dios asume una naturaleza humana, y por otra, que el
modo de su encarnación se debió a la función materna de María. El Símbolo
niceno-constantinopolitano (año 381) confiesa la divinidad del Verbo y que
«por obra del Espíritu Santo y María virgen, y se hizo hombre», afirmando
tanto la maternidad divina de María como su maternidad virginal. Así, la
maternidad de santa María se convierte en garante de la verdadera humanidad
del Señor siendo muy importante la parte biológica de la maternidad. Si Jesús
es Dios el ser la Madre de Jesús implica ser, por lo tanto, la Madre de Dios.
El concilio de Éfeso, en el año 431, va a definir dogmáticamente que
María es laTheotókos, Madre del Verbo encarnado, mostrando la íntima
conexión entre el misterio de la Encarnación y el de la maternidad divina.La
humanidad plena y verdadera de Jesús unida a la hipóstasis divina, fue
engendrada por María, que por eso es la madre del Hijo eterno hecho carne.
Fue el concilio de Calcedonia el año 451 el que va a dar una formulación de
valor dogmático expresamente declarado a la doctrina del concilio de Éfeso:
«engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad…
engendrado de María virgen, Madre de Dios, en cuanto a la humanidad»102.

• La virginidad perpetua de María


C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

Maternidad y virginidad son dos realidades inseparables, aunque la


historia las fue separando. En María la virginidad es maternal, y la maternidad
101
Cf. B. FORTE, María, la mujer icono del misterio (Salamanca 2015) 116.
Seguiremos grosso modo, con comentarios de otros autores, la exposición de J.-L. BASTEDO
– J.-M. FIDALGO, Mariología (Pamplona 2015): maternidad pp. 30-32; virginidad pp. 40-42;
e inmaculada pp. 56-58.
102
Cf. B. FORTE, María, la mujer icono del misterio (Salamanca 2015) 123-125.

Módulo II: el mensaje cristiano


Prof. E. Muñoz Jiménez 45
es virginal. Lo genuino de la maternidad divina de María se expresa en el
adjetivo virginal, y lo genuino de la virginidad de María se expresa en el
adjetivo maternal. En los tres primeros siglos en la Iglesia la virginidad de
María adquirió rango de auténtica confesión cristológica, pues será la forma
de confesar la maternidad trascendente de María por ser la madre del Verbo de
Dios103.
Se entiende por virginidad la integridad corporal de una persona que no
ha tenido relaciones sexuales. Desde la perspectiva bíblica-teológica, la
virginidad supone la entrega total de la persona en alma y cuerpo, mente y
corazón a Jesucristo, como un don de Dios. Por lo tanto, la virginidad
presupone no solo la integridad física de la mujer sino la voluntad de
conservar siempre tal integridad. La virginidad perpetua de María hemos de
entenderla desde esta perspectiva y supone las siguientes afirmaciones: 1º)
María concibió virginalmente por el poder de Dios, sin la intervención de un
hombre. 2ª) María dio a luz a su Hijo sin perder su virginidad. 3ª) María
permaneció virgen durante toda su vida terrena.
Así aparece en la profecía de Isaías: «He aquí que la virgen concebirá y
dará a luz un hijo aquien pondrás por nombre Emmanuel» (Is 7,14). El
evangelista san Mateo narra expresamente el modo como Jesús fue concebido:
«María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó
que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo» (Mt 1, 18). San Lucas
nos ofrece la pregunta de María al arcángel san Gabriel cuando éste le anuncia
la concepción de Jesús: «¿cómo será esto pues no conozco varón?» (Lc 1, 34).
El Catecismo de la Iglesia Católica nos descubre las razones
misteriosaspor las que Dios, en su designio salvífico, quiso que su Hijo
naciera de una virgen, razones que se refieren tanto a la persona y a la misión
redentora de Cristo como a la aceptación por María de esta misión104. Son las
siguientes:
1ª. La virginidad de María manifiesta la iniciativa absoluta de Dios en la
Encarnación. Jesús no tiene como Padre más que a Dios (cf. Lc 2, 48-49)105.
2ª. Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo en el seno de la
Virgen María porque él es el Nuevo Adán (cf. 1 Co 15, 45) que inaugura la
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nueva creación: «El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo


viene del cielo» (1 Co 15, 47)106.

103
Cf. J.-C.-R. GARCÍA PAREDES, Mariología, cit., 225-226.
104
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 502.
105
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 503.
106
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 504.

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3ª. Jesús, el nuevo Adán, inaugura por su concepción virginal el nuevo
nacimiento de los hijos de adopción en el Espíritu Santo por la fe.«¿Cómo será
eso?». La participación en la vida divina no nace «de la sangre, ni de deseo de
carne, ni de deseo de hombre, sino de Dios» (Jn 1, 13). La acogida de esta
vida es virginal porque toda ella es dada al hombre por el Espíritu107.
4ª. María es virgen porque su virginidad es el signo de su fe no
adulterada por duda alguna y de su entrega total a la voluntad de Dios (cf. 1
Co 7, 34-35). Su fe es la que le hace llegar a ser la madre del Salvador108.

• La concepción inmaculada de María

Para ser la Madre del Salvador, Dios dotó a María de dones a la medida
de una misión tan importante. El ángel Gabriel en la anunciación la saluda
como la «llena de gracia» (Lc 1, 28). Para poder dar el asentimiento libre de su
fe al anuncio de su vocación era preciso que María estuviese totalmente
conducida por la gracia de Dios109. Efectivamente, en contra de la idea del
hombre como árbitro absoluto de su propio destino y artífice único del propio
progreso, resuena la afirmación de la absoluta primacía de la iniciativa de Dios
en la historia de la redención que se manifiesta de modo singular en la historia
de María la Madre de Dios110.
Aunque no existen textos escriturísticos explícitos sobre este dogma,
podemos citar los que recoge el Papa Pío IX en la bula de proclamación del
dogma, que son los siguientes:
1. El Protoevangelio de Génesis 3,15, en la que hay un paralelismo entre
la enemistad de la mujer y la descendencia de la mujer con la serpiente. Esta
enemistad conlleva la exclusión de toda amistad con el demonio. La mujer,
María, nunca ha estado sujeta al pecado pues ha sido concebida sin él.El
castigo de la serpiente consistirá en que la mujer, esclava del demonio, se
convierta, por especial decisión divina, en su mayor enemiga, con lo que
quedan frustrados los planes del principio del mal y se vislumbra en el
horizonte la redención. Si por una mujer, Eva, entró el mal, por otra mujer,
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María, entró la redención y la vida.

107
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 505.
108
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 506.
109
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 490.
110
Cf. B. FORTE, María, la mujer icono del misterio (Salamanca 2015) 138-139.

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2. El texto de Lucas 1,28 donde aparece el término aplicado a María de
llena de gracia.
3. El pasaje de Lucas 1,2: «bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto
de tu vientre». Con la misma bendición con que es alabado el Señor, lo es
también su Madre. Pero la bendición del Hijo es incompatible con la
maldición hereditaria del pecado original, por lo tanto, lo mismo sucede en
María.
El paralelismo Eva-María muestra en los primeros escritores cristianos la
singular relación existente entre María y la obra de la redención. En estos
textos se hace referencia a la obediencia de María en contraposición a la
desobediencia de Eva. Si la desobediencia es el pecado, la obediencia es la
santidad.
Aunque no existen testimonios explícitos, la Iglesia siempre ha
considerado a María como «toda santa» desde el mismo instante de la
concepción. La primera afirmación explícita en torno a la Inmaculada
Concepción aparece en el siglo VI, y en Oriente se celebra en el siglo VII la
fiesta litúrgica de la Concepción. Esta fiesta pasa al occidente cristiano en el
siglo IX, y en el siglo XI se celebra en Italia, España, Francia…
No podemos pasar por alto la controversia teológica que suscitó el que
María fuera concebida sin pecado. Las causas de esta controversia son, en
primer lugar, la doctrina de san Agustín sobre la transmisión del pecado
original en el acto generador y, en segundo lugar, la universalidad de la
redención es incompatible con que un ser humano como María fuese
preservada del pecado.
Esta controversia da lugar a que la escuela teológica franciscana
formulara que María fue preservada del pecado original por los méritos de
Cristo. Uno de sus teólogos, Duns Escoto, va a decir que la preservación de
María es la redención más perfecta ya que la virgen fue santificada desde el
primer instante de su concepción por los méritos del Redentor. No es que
María sea una excepción a la redención universal, sino que es la más
perfectamente redimida al ser preservada del pecado. Esta corriente llegó hasta
que el Papa Pío IX en 1854 definió el dogma de la concepción inmaculada,
afirmando que «la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por


singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de
Cristo Jesús Salvador del género humano».

• La asunción de María

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El 1 de noviembre de 1950 el Papa Pío XII definió dogmáticamente
que«la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumpliendo el
curso de su vida terrestre, fue Asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial».
María es el modelo de la criatura plenamente realizada según los designios de
Dios y así se convierte en la clave de la dignidad presente y futura del hombre
creado y redimido por Dios111.
La asunción de la madre de Dios a la gloria del cielo muestra el destino
final de la criatura humana junto al Señor y, por lo tanto, la dignidad y la
responsabilidad de la persona, que en libertad puede aceptar o rechazar esa
meta querida por Dios112.
Desde el siglo VII la asunción de María en cuerpo y alma al cielo ha sido
creída, tanto en la Iglesia de Oriente como en la de Occidente. Un siglo antes
se introdujo la fiesta del Tránsito o Dormición o Asunción de María. Hacia el
año 600 el emperador Mauricio extendió la solemnidad de la «dormición» a
todo el Imperio y se convirtió en la gran fiesta de María113.
Una obra atribuida a san Agustín titulada «De
AssumptioneBeataeMariaeVirginis», afirma que:
1º) María no compartió la maldición de Eva y dio a luz a su hijo sin
dolor, conservando intacta su virginidad; conoció la muerte, pero no fue su
prisionera;
y 2º)si quedó intacta la virginidad de su cuerpo, ¿por qué no podría
Jesús preservar su cuerpo de la corrupción? Si la carne de Cristo es la carne de
María, si un hijo tiene que honrar a su madre, si el Señor oró para que sus
discípulos estuvieran allá donde él estaría, ¿cómo no iba a asumir en cuerpo y
alma al cielo a su madre?114
En resumen, en el sentir de los fieles y en la fe de la Iglesia, María la
madre de Dios ha sido glorificada porque era la madre de Dios, y no quiso que
sufriera la corrupción del sepulcro por lo que fue llevada en cuerpo y alma a la
gloria del cielo.
Como estas definiciones dogmáticas, son muchas las declaraciones
doctrinales sobre María y todas tienen su origen en la centralidad que ocupa en
la historia de la salvación y, de manera especial, en la relación con su Hijo
C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

Jesucristo. Junto a los cuatro dogmas que hemos visto anteriormente sobre la

111
Cf. ibid., 85.
112
Cf. ibid., 150.
113
Cf. J.-C.-R. GARCÍA PAREDES, Mariología, cit., 264.
114
Cf. ibid., 275.

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virgen María se pueden resumir en seis las principales declaraciones
dogmática sobre María115:
1. María ha concebido y dado a luz al Hijo de Dios en virtud de la acción
del Espíritu Santo, es decir sin operación sexual. A esto se suma la virginidad
de María en el parto y después del parto.
2. A María se le da el título de madre de Dios.
3. María fue preservada desde el primer instante de su existencia y en
virtud de una gracia singular, del pecado original.
4. Al concluir su vida terrena María alcanzó por gracia de Cristo su
consumación plena al ser asumida en la gloria del cielo.
5. En virtud de la praxis de la Iglesia a María se la puede venerar e
invocar su intercesión.
6. María es paradigma de la persona creyente y modelo de la comunidad
de fe de la Iglesia.

C r i s t o l o g í a y M a r i o l o g ía

115
Cf. G.-L. Müller, Dogmática, cit., 483.

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