EXEGESIS LIBRO JONAS
El profeta Jonás fue un siervo de Dios diferente de los demás. Fue llamado para
efectuar una misión muy semejante a la de otros profetas: Llamar al arrepentimiento
a un pueblo que estaba madurando en la iniquidad. A diferencia de los demás, sin
embargo, Jonás respondió intentando huir de su asignación. Si se hubiera negado
por cobardía, aunque ésta no es una excusa, se habría comprendido, pues la
brutalidad con que los asirios trataban a sus enemigos era bien conocida. Pero el
problema de Jonás no parece haber sido la cobardía, sino más bien, el resentimiento
contra el Señor por dar al odiado enemigo una oportunidad de arrepentirse.
Para una persona que ha aprendido a tener amor cristiano hacia todos los hombres,
la actitud de Jonás parece casi increíble. Pero para un israelita que había aprendido
que él pertenecía al pueblo escogido y que los gentiles eran corruptos, y por lo tanto
no eran aceptables a Dios, la actitud de Jonás era más comprensible. Aunque nos
sorprenda porque esperamos una actitud diferente de los profetas del Señor, la
reacción de Jonás fue muy humana. Al leer la historia de Jonás trate de comprender
por qué reaccionó como lo hizo.
Jonás fue un símbolo de Cristo por el hecho de que se encontró en el vientre del gran
pez —en "el Seol", según sus propias palabras (Jonás 2:2)— tal como Jesucristo
estuvo en la tumba durante tres días, después de los cuales resucitó. C. F. Keil y F.
Delitzsch demostraron que el significado simbólico de la historia de Jonás es más
amplio todavía:
"La misión de Jonás fue un hecho de importancia simbólica que tuvo el propósito no
solamente de hacer comprender a Israel la posición de los gentiles en el reino de
Dios, sino también de representar el día en que los paganos que obedecieran la
palabra de Dios se unieran en fraternidad para gozar de la salvación preparada en
Israel para todas las naciones.
"A medida que se acercaba el tiempo en que Israel iba a ser entregada al poder de
los gentiles y pisoteada por ellos, como consecuencia de su orgullosa apostasía al
apartarse del Señor su Dios, fue muy natural que la mente de Israel considerara a los
gentiles como enemigos del pueblo y del reino de Dios. No solamente les negaba la
capacidad de salvarse, sino que también interpretaba el anuncio profético del juicio
que venía sobre los gentiles como indicación de que estaban destinados a la
destrucción total. El objeto de la misión de Jonás en Nínive era el de combatir de la
forma más enérgica, y prácticamente desechar por completo, la idea errónea de que
solamente los descendientes de Abraham, o sea, de la nación elegida, merecían
salvación. La actitud de Israel hacia el designio de Dios de mostrar misericordia a los
gentiles y otorgarles salvación queda demostrada en la conducta de Jonás al recibir
el mandato divino, y también cuando va a llevarlo a efecto. Jonás trata de escapar
del mandamiento de proclamar la palabra de Dios en Nínive, e intenta hacerlo
huyendo a Tarsis, porque se siente disgustado por la demostración de misericordia
divina hacia el gran mundo pagano, y porque, de acuerdo con Jonás 4:2, teme que la
prédica del arrepentimiento desvíe la destrucción con la que estaba amenazada
aquella ciudad. En esta forma de pensar del profeta se reflejan los sentimientos y la
manera de pensar de la nación israelita en general hacia los gentiles. De acuerdo con
el hombre natural que había en él, Jonás comparte el sentir de la nación y, por lo
tanto, es el indicado para representar a Israel en este aspecto. La aplicación de este
castigo, que cae sobre él en razón de su obstinada resistencia a la voluntad de Dios,
representa lo que Israel seguramente acarreará sobre sí por causa de su obstinada
resistencia al llamado divino, y por rechazar y apartarse de la presencia de Dios. Pero
Jonás, al ser arrojado al mar, es tragado por un gran pez; y cuando ora al Señor
desde el vientre del pez, es vomitado sobre la playa sin haber sufrido daño alguno.
Este milagro también tiene significado simbólico para Israel. Muestra que si la nación
carnal, con su mente impía, se volviera al Señor aun en la circunstancia más extrema,
sería levantada otra vez a una nueva vida, salvándose de la destrucción por un
milagro divino. Y, finalmente, la forma en la que Dios reprende al profeta cuando
éste se muestra enojado porque Nínive ha sido perdonada (cap. 4) tiene por objeto
exponer ante Israel, como si fuera en un espejo, la grandeza de la compasión divina,
la que alcanza a toda la humanidad, y hace esto para que la nación reflexione sobre
ello y lo ponga en su corazón.
Jonás valientemente proclamó que Jehová es el único Dios de toda la creación.
Ahora que ha leído el libro de Jonás puedo decir lo siguiente
Nínive tenía reputación de ser una ciudad malvada. En nuestra época hay muchas
ciudades inicuas. ¿Sirve esa maldad para disminuir el amor del Señor hacia los
habitantes de ellas? ¿Cuál es nuestra obligación al ser llamados a servir en una
manera que tal vez consideremos desagradable?
Es evidente en todo el relato de Jonás que éste se sentía disgustado ver el amor de
Dios, tantas veces prometido a Israel y esperado por esa nación, que se dispensaba a
otros, particularmente a sus opresores paganos. ¿Ha conocido a alguien que se haya
mostrado resentido porque un miembro recién bautizado o uno que recientemente
se ha activado en la Iglesia recibe la atención y la preferencia de los demás
miembros? ¿No existe un paralelo en esto?
Aunque la mayoría de los Santos de los Ultimas Días tal vez nunca sean designados a
hacer algo tan destacado como llamar al arrepentimiento a los habitantes de toda
una ciudad, y, en caso de no arrepentirse, anunciarles su destrucción, recibimos
numerosos llamamientos que vienen del Señor. A veces, como Jonás, parecemos
apartarnos, o al menos evadir nuestra responsabilidad. Consideremos lo siguiente:
1. Una persona que rehusa aceptar un llamamiento en la Primaria porque si lo
hace no podrá asistir a la reunión de la Sociedad de Socorro en el nuevo
horario dominical integrado de reuniones.
2. El joven que rechaza un llamamiento misional a fin de poder aceptar una beca
otorgada por un centro de estudios.
3. Una familia que no tiene reuniones de noche de hogar con la regularidad
debida.
4. El individuo que siempre está en deudas y no paga sus diezmos.
5. La joven que es demasiado tímida y por eso no acepta un llamamiento como
maestra de las Jóvenes Mayores de la Escuela Dominical.
Todos recibimos llamamientos, y a veces tratamos de evadirlos. Pero podemos
arrepentimos, aceptar el llamamiento y sentir el gozo de servir.