Facultad de Ciencias Humanas y de la Conducta
Licenciatura en Psicología
Historia de la Psicología
Sobre la construcción del objeto de estudio de la Psicología
a través del tiempo: alma, fenómenos psíquicos y modelos
computacionales
Alumnas:
Noelia Melisa Martinez
Valentina Zoe Hang
Buenos Aires, Argentina, Junio de 2022
Nota final: 9 (nueve).
Introducción
En esta monografía se explorará el histórico debate que se da en el ámbito de las ciencias
acerca de cuáles son los límites exactos que enmarcan al objeto de estudio de la Psicología.
Aún antes de que porte el nombre por el cual es hoy conocida en la cotidianeidad, ya se
buscaba, desde los tiempos de Platón y Aristóteles, sujetar a través del entendimiento aquello
que sucede en el interior más íntimo de los seres humanos, en la psyché, en el alma, o en la
mente.
Los siglos se sucedieron y esa incógnita por definir qué es lo que sucede en la intimidad del
hombre continúa sin resolverse por completo. Pero en un afán de resolverla, toda una rama de
la ciencia se volcó hacia esta incógnita, y sobre la misma marcha, en su constitución como
ciencia, se fue definiendo cuál es su objeto.
Para ilustrar este debate se aborda inicialmente la presentación de Franz Brentano, un
filósofo, psicólogo y sacerdote alemán, que expone este mismo tema, en “Sobre el concepto y
función de las ciencias psíquicas” (1874), en el cual se ilustra el debate entre los científicos del
alma, influidos por una perspectiva metafísica, y los científicos de los fenómenos psíquicos,
influidos por una perspectiva empirista.
Se acompañará el abordaje de F. Brentano con comentarios pertinentes introducidos por
Wilhem Wundt en la introducción del libro “Compendio de psicología" (1896), para que se
enfaticen ciertas problemáticas planteadas por las distintas vertientes que se busca presentar.
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Posteriormente se buscará una conexión entre las posibles direcciones de la psicología
planteadas por Brentano y las más recientes propuestas de la ciencia cognitiva a partir del
análisis del capítulo 3 de “La nueva ciencia de la mente - Historia de una revolución
cognitiva” de H. Gardner (1988). En este capítulo Gardner hace un recorrido sobre el
nacimiento de las ciencias cognitivas como tal, sus principales ideas y las principales críticas
que se les hicieron a los modelos presentados por aquellas.
Además, se invitará a la reflexión sobre si es posible o incluso provechoso para el progreso
tanto de la psicología como de la ciencias cognitivas en general, la integración de las
perspectivas con un origen filosófico, que data más remoto, y aquellas de orígen más reciente
y de tendencia científica.
En una última instancia se buscará esbozar una propuesta integrativa bajo el concepto de
subjetividad, un concepto a mitad de camino entre las visiones metafísicas-espirituales y las
visiones empiristas-pragmáticas.
La ciencia del alma
La primera consideración a tomar es relativa a la etimología de la palabra “psicología”. Esta
se compone por dos palabras griegas, psyché, que significa “alma” y logia, que significa
“estudio de-”. Según F. Brentano, Aristóteles define al alma como la propia naturaleza, o la
perfección fundamental de un ser viviente, entendiendo por “ser viviente” a todo ser que
estuviese dotado de las facultades de la sensación y del pensamiento. Con el correr del tiempo
el estudio de la psyché fue limitándose exclusivamente al hombre, provisto de complejidad y
capacidad de percepción interna.
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La definición contemporánea a F. Brentano que se tiene del alma se enmarca como la
sustancia fundamental a partir de la cual las representaciones interiores del individuo
sostienen su existencia y se vuelven entonces experienciables por el mismo. En esta manera
de concebir al alma como una sustancia o un substrato, se puede observar una clara
traspolación del entendimiento de la sustancia material de la experiencia tangible, aquella que
se percibe a través de los sentidos, antiguamente asociada a los elementos constitutivos de la
naturaleza. F. Brentano afirma este paralelismo:
Entonces, parece que así como las ciencias naturales estudian las propiedades y
leyes de los cuerpos físicos que son los objetos de nuestra percepción externa,
la psicología es la ciencia que estudia las propiedades y leyes del alma que
descubrimos directamente dentro de nosotros por medio de la percepción
interna, y que la analogía nos permite igualmente inferir en los demás.
(1874. p. 20).
Sin embargo, uno de los puntos limitantes de esta definición inicial de la psicología es que
se fragmenta la experiencia interna de la externa y F. Brentano enfatiza esta limitación,
otorgándole suma importancia a la fisiología del cuerpo y a la intrínseca conexión de ésta con
todos los procesos que se catalizan en el interior del individuo, así como aquellos fenómenos
interiores que catalizan reacciones a nivel fisiológico.
Otro problema notable que se plantea por Brentano en relación a la teoría de las sustancias,
es que ni la percepción externa de los cuerpos físicos, ni la percepción interna del alma
pueden revelar una sustancia, y menos aún permitir identificar a esta como la causa
fundamental sobre la que se asientan los fenómenos. En otras palabras, no es posible a través
de la experiencia sujetar la esencia de los objetos de la percepción, concluyentemente sostiene
que “es una ficción a la que no corresponde ninguna clase de realidad, o cuya existencia, si es
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que tienen alguna, posiblemente no pueda demostrarse, aún cuando exista” (Brentano, F.
1874. p. 30).
Refuta de esta manera la posibilidad de que se pueda continuar intentando definir a la
psicología como ciencia del alma, ya que en orden de erigirse como una ciencia, esta debe
tener como requerimiento mínimo un objeto de estudio que no pueda ser negado y, en este
caso se refiere a los fenómenos psíquicos.
Adicionalmente, según plantea Wundt en la introducción de “Compendio de psicología”
(1896), esta definición de la psicología se ha logrado traspasar gracias al desarrollo empírico
y experimental de la misma. Sostiene la importancia de que en un afán de volverse autónoma,
pueda la psicología finalmente dejar de sostenerse en presupuestos metafísicos como pueden
ser el alma, la inmortalidad de la misma, o la existencia de un substrato fundamental que la
compone.
La ciencia de los fenómenos psíquicos
Franz Brentano define a los fenómenos como aquello que se presenta aparentemente, es
decir, en el caso de la experiencia sensorial externa, todo aquello que es percibido por
nuestros sentidos no es más que un espejismo de lo que la realidad verdaderamente es y,
según esta definición, la realidad solo se manifiesta a través del fenómeno. Pero F. Brentano
aclara que esta definición no es del todo aceptable de transpolar a los fenómenos psíquicos sin
efectuar algunas correcciones.
Para F. Brentano los fenómenos psíquicos son portadores de una pureza característica dada
porque son percibidos tal y como se presentan en nuestro interior. Interesantemente, Wundt
parece insinuar una concepción similar en lo que se refiere a la inmediatez de la experiencia
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psicológica, es decir, no mediada por ningún paso, elemento o herramienta de abstracción,
sino experimentada de primera mano entre el sujeto cognoscente y el objeto de conocimiento.
Brentano continúa ampliando la definición y sostiene que hay quienes no están de acuerdo
necesariamente con la definición dada previamente de los fenómenos pero que sin embargo
“(...) usan la expresión fenómenos psíquicos o manifestaciones psíquicas como sinónimos de
estados psíquicos, procesos psíquicos, y eventos psíquicos, como la percepción interna nos
los revela rigurosamente” (1874. p. 29).
El foco de Brentano está entonces en todos estos fenómenos que se presentan ante el
individuo, tanto internamente como externamente: análogos a la sensación de color, calor y
sonido, encontramos a los procesos de pensamiento, sentimiento o voluntad. En vistas de que
los fenómenos psíquicos no son refutables, el siguiente gran paso para la psicología es
comenzar a establecer todas las leyes que los rigen.
Sin embargo, para Wundt también cabe realizar ciertas salvedades en cuanto a esta
definición del objeto de la psicología, ya que dentro de esta corriente empirista, también hay
posteriores fragmentaciones.
Por un lado, la psicología del sentido interno, que es aquella que lo enmarca como un
territorio especial dentro de la experiencia, en el cual suceden los fenómenos psíquicos que el
individuo aprehende, que son totalmente distintos de la experiencia natural sensible. Wundt
problematiza esta rama de la concepción empirista ya que sostiene que se equivoca al
inclinarse inevitablemente hacia el eterno dilema filosófico de cuerpo y alma. Sostiene
finalmente que “tales principios metafísicos no pueden menos de influir también en las
investigaciones de la psicología, por lo que ésta se halla contaminada de hipótesis de
metafísicas subsidiarias” (1896. p. 4).
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Por otro lado, la psicología de la experiencia inmediata, sostiene que tal división no es más
que la atribución a puntos de vista opuestos sobre elementos que en verdad no lo son, ya que
están íntimamente integrados.
Según Wundt, la experiencia no es una yuxtaposición entre lo que sentimos y lo que
conocemos, sino “ (...) un todo único que, en cada una de sus partes, presupone tanto el sujeto
que aprehende los contenidos de la experiencia cuanto los objetos que son dados al sujeto
como contenidos de la misma” (1896. p.2). Es esta concepción moderna del objeto de la
psicología, para Wundt, el origen desde el cual se parte para no establecer una diferencia
entre los métodos de las ciencias naturales y las ciencias del espíritu. Esta concepción global
u holística de la psicología,
ha procurado antes de nada establecer los métodos experimentales que deben
realizar un análisis exacto de los procesos psíquicos, análisis que, habida
cuenta del mudable punto de vista, es análogo a los que usan las ciencias
naturales en sus explicaciones de los fenómenos de la naturaleza. (Wundt,
1896, p. 5).
Casi un centenario después, es posible entender la línea de continuidad que atravesó a la
historia de la psicología, desde las primeras propuestas empiristas y científicas,
contemporáneas a Franz Brentano y Wilhem Wundt, hasta el surgimiento de las ciencias
cognitivas en la década del ‘50, en el marco de una psicología ya profundamente atravesada
por lo experimental, y ya, en aras de comenzar a establecer puentes interdisciplinarios
fructíferos.
El nacimiento de las Ciencias Cognitivas
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Al cognitivismo se le atribuye haber nacido el 11 de septiembre de 1956, en el marco de un
Simposio sobre Teoría de la Información que tuvo lugar en el Instituto de Tecnología de
Massachusetts. Gracias a la reunión de diferentes personalidades abocadas al estudio de la
comunicación y de las ciencias humanas, como Allen Newell, Herbert Simon y Noam
Chomsky, allí se presentan con éxito modelos computacionales, lingüísticos y de capacidad
de psicología experimental humana, dando lugar a una suerte de comunión interdisciplinaria
no vista previamente, que al mirarse históricamente se reconoce como el orígen de las
ciencias cognitivas.
A mediados de 1950 comenzaban a surgir distintos modelos de la mente, pero uno de los
que más relevancia cobró fue el modelo que compara la mente humana con una computadora;
el precursor de esta teoría fue John von Neumann en su libro “The Computer and the Brain”
(1958). En esta obra el autor contribuye a la idea de programa, operación de la memoria en
las computadoras y propone la posibilidad de que las máquinas se puedan construir a sí
mismas.
En esta misma época, tanto neurocientíficos, como antropólogos, los padres de la
inteligencia artificial y filósofos también comenzaban a alzar la voz en cuestiones vinculadas
a las ciencias cognitivas; desde el campo neurocientífico, se descubren los impulsos de las
neuronas en el sistema nervioso; en el antropológico se comienzan a investigar datos de los
habitantes para su posterior clasificación y descripción de las prácticas cognitivas y
lingüísticas; desde la inteligencia artificial se inicia el estudio de la capacidad resolutiva de las
computadoras; y desde la filosofía se empieza a cuestionar cuáles serían las consecuencias de
la incorporación de las computadoras a la vida cotidiana, y si no habría una analogía muy
clara entre la dualidad cuerpo y alma, el sistema humano y los procesos de pensamiento, y la
de hardware y software.
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La estabilización del cognitivismo en los años sesenta
Entrada esta década, la disciplina cognitiva logra establecerse en un instituto de
investigaciones en Harvard llamado “Centro de Harvard”, dedicado a indagar en el
conocimiento y compartir ideas novedosas del campo cognitivo. Algunos autores creen que
este es el lugar donde nacen las ciencias cognitivas.
Otro suceso importante para la ciencia cognitiva es la publicación del libro “Los planes y la
estructura de la conducta” (1960), en el cual los autores George Miller, Karl Pribram y
Eugene Galanter, dieron fin al conductismo, alentando el entendimiento de la conducta bajo
el marco de los modelos computacionales. Este libro recibió muchas críticas, la más
destacada es la del psicólogo experimental Ulric Neisser (1967), el cual no creía que estos
modelos se acerquen a la complejidad que tienen los procesos mentales humanos. Ulric
Neisser daba importancia al hecho de que los hombres poseen emociones y distracciones que
las computadoras no:
A su modo de ver, el cálculo objetivo de la cantidad de bits de información que
pueden ser procesados no tenía nada que ver con la psicología, pues los seres
humanos, afirmaba, a diferencia de un canal puro (por ejemplo, el teléfono), tienen
una atención selectiva. (Gardner, H., 1987, pág. 49).
Por su puesto, quienes sí están a favor de esta analogía, se defienden argumentando de qué
forma deben comprenderse las máquinas en relación a la mente humana. H. Gardner (1987)
“tanto la computadora como la mente humana debían concebirse como “sistemas
simbólicos”, entidades materiales capaces de procesar, transformar, elaborar y manipular de
varias otras maneras, símbolos de diversas especies.” (p.50).
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En este cruce de opiniones se puede vislumbrar lo que es el principal punto de partida para
el análisis que se quiere realizar aquí. ¿Puede concebirse como cien por ciento comprensivo
un modelo que no incluya las emociones, la atención y el alma, cuando a nuestro entender,
son elementos determinantes para la existencia humana?.
Es notable destacar los aportes económicos que se realizaron a la ciencia cognitiva, ya que
demuestran la importancia que se le da al desarrollo de esta ciencia: en 1975 la Fundación
Sloan decidió incentivar la investigación en esta área mediante subsidios a universidades y
centros de investigación; según los resultados obtenidos, los descubrimientos fueron
prometedores y esto desembocó en diversas formas de expandir por el mundo los
conocimientos descubiertos.
De todas formas, durante este proceso de consolidación de la ciencia cognitiva entre las
demás ciencias, e incluso al día de hoy, se encuentran grietas referidas a quiénes son los
actores que conforman este nuevo campo de estudio. Entre los principales protagonistas de
esta convergencia de disciplinas, se encuentran los estudiosos de la Filosofía, la Lingüística,
la Psicología, la Antropología, la Neurociencia y la Inteligencia Artificial. Una conclusión
interesante surge del informe realizado por la Fundación anteriormente mencionada.
Fundación Alfred P. Sloan (1978). Informe sobre el cuadro de situación en la disciplina.
“Lo que ha originado el nacimiento de esta disciplina ha sido un común objetivo de
investigación: descubrir las capacidades de la mente para la representación y la computación,
y su representación estructural y funcional en el cerebro” (1978, pág. 6).
Surge así el hexágono cognitivo (Figura 1), que pretende clarificar relaciones y orientar el
trabajo interdisciplinario de las ciencias cognitivas. Es una excelente herramienta que muestra
el carácter interdisciplinario de las ciencias cognitivas desde sus orígenes y que recomienda
establecer conexiones que hasta el momento no se han establecido.
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Según afirma Gardner, el informe finalmente no fue publicado a causa de recibir fuertes
críticas de los mismos científicos cognitivistas. H. Gardner (1987) “Me parece que esta
reacción negativa se debió a que cada lector abordó el documento desde la perspectiva de su
propia disciplina y de su particular programa de investigación” (p. 54).
Figura 1
Clave: Líneas continuas: vínculos interdisciplinarios fuertes
Líneas quebradas: vínculos interdisciplinarios débiles
Gardner, H. (1987). Relaciones entre las ciencias cognitivas. Figura. Recuperada de: Las
primeras décadas de la ciencia cognitiva. (p.53). Barcelona, España. Editorial: Paidós.
Todas estas dificultades que comparte Gardner afirman que al día de hoy no se encuentra un
consenso entre las disciplinas encontradas en el hexágono. Esto también invita a reflexionar
sobre el complejo camino que atravesó la psicología en la búsqueda de definir su objeto de
estudio. Establecer realidades teóricas sobre elementos intangibles, y más aún cuando el fin
ulterior que se persigue es el de volver esa teoría un valor pragmático para la sociedad,
agravado por la polémica que siempre ha suscitado al sumergirse en la intimidad del
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individuo en busca de respuesta, ha sido grandemente laborioso para las distintas disciplinas
concernidas por la mente.
Representaciones y computadoras
Gardner explica que la ciencia cognitiva posee dos elementos sustanciales en su desarrollo,
que son en gran parte las bases sobre las que se fue edificando con el correr de las décadas.
Estos elementos son las representaciones y las computadoras.
Las representaciones constituyen toda la esfera representacional de la información, es decir,
información contenida en símbolos, reglas o imágenes. Este fluído informático tiene la
capacidad de ser utilizado por los procesos mentales, absorbido, modificado, transmitido o
contrastado. Para la ciencia cognitiva, entender la estructura propia de las representaciones ha
sido una de sus principales labores. Tal vez la mayor dificultad que plantea este método, que
es la misma que planteó la psicología, es que ante la inmaterialidad de estas estructuras
teóricas de entendimiento, el consenso se vuelve problemático.
Las computadoras según Gardner son de suma importancia para la ciencia cognitiva ya que
estas sirven de modelo demostrativo de cómo se produce el pensar. El Modelo
Computacional-Representacional (MCRM) plantea que, en un programa, la estructura de
datos es semejante a las representaciones mentales de la mente humana, los algoritmos a los
procesos computacionales que operan sobre las estructuras de datos y, la ejecución de
programas al pensamiento.
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Desde el aumento de la difusión de estas ideas de la ciencia cognitiva, se suscitaron varias
críticas a los sistemas de comprensión de la mente humana planteados por la misma. Entre
ellas se encuentra la visión de los antropólogos que ponen énfasis en los factores externos
como la historia y la cultura y su gran influencia en el pensamiento humano; así como
también los neurólogos, por otro lado, que sostienen la importancia del cerebro como una
estructura autosuficiente, es decir, comprensible sin la intervención de un modelo de
computadora. Los filósofos tal vez sean los que más visiones contradictorias hayan
presentado.
El orígen filosófico del cognitivismo
Es clara la importancia de la Filosofía en la construcción de las ciencias cognitivas ya que
sirven como punto de partida para los enfoques experimentales y computacionales del estudio
de la mente, aunque algunos científicos no estén de acuerdo con tal importancia. Gardner cree
que todos los interrogantes suscitados en el contexto de la filosofía han sido el motor que
encendió la búsqueda de los cognitivistas. El conocimiento humano, en su generalidad, es
algo que esta disciplina desarrolla en las metáforas filosóficas.
Si se toma como base la concepción que tiene el alma para la Filosofía y el sentido que ha
buscado del ser, se ve necesario resaltar que no se cree que los modelos computacionales
puedan explicar la totalidad de los procesos mentales; los seres humanos tienen sentimientos,
preferencias, distracciones que los distancian de lo que es una máquina que está diseñada y
pensada para ejecutar programas. La computadora no duda, no tiene preferencias o
inclinaciones, ni posee experiencias que las hagan actuar de cierta forma; por el contrario, se
limitan a obedecer lo que una persona les ordena. Cabe aclarar, que esto no significa que en
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algún punto no se pueda comparar este modelo con los procesos cognitivos. De hecho,
Gardner sostiene al respecto de esta cuestión que “La ciencia cognitiva sería impracticable si
se quisiera tomar en cuenta todos estos elementos fenoménicos individualizadores. Al querer
explicarlo todo, se termina por no explicar nada.” (1988. p. 58).
Conclusión
De lo presentado en las páginas anteriores se desprende la observación de continuidad en
cuanto a la transformación del objeto de estudio de la psicología. Esta continuidad se observa
en la historia de este estudio tan antiguo, en la búsqueda orgánica, siempre progresivamente
más pragmática, y en sintonía con el curso direccional que transitó la ciencia en su totalidad.
En la complejidad de la naturaleza humana se ha intentado bucear, al menos históricamente
desde el orígen de la filosofía ly, si bien hubieron momentos históricos en los que la
psicología pudo haber intentado reclamar para sí el objeto de estudio de la mente, en la
actualidad se encuentra a una multiplicidad de disciplinas abocadas a su estudio. Ante la
subjetividad humana, portadora de pluralidad de aristas desde las cuales comprenderla,
sucedió de manera casi espontánea el surgimiento de las ciencias cognitivas. Así, un equipo
multidisciplinario abordaría cada uno desde su perspectiva particular, cada una de aquellas
aristas, para eventualmente, ir ensamblando pieza a pieza la inmensidad del rompecabezas
que es la subjetividad humana.
Resulta pertinente notar el progresivo desplazamiento que fue haciendo no solo la psicología
y la ciencias cognitivas en general, sino la totalidad de las disciplinas, hacia premisas menos
metafísicas o con implicancias espirituales o religiosas. Se encuentra este proceso coherente
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con el desarrollo de las civilizaciones occidentales, pero no es posible ignorar el hecho de que
los individuos siguen buscando respuestas metafísicas y espirituales, actualmente ya no en la
ciencia sino en otras áreas del desenvolvimiento humano, que hoy contienen principalmente a
las terapias alternativas, las prácticas espirituales y las religiones. Se cree, que cada vez puede
la ciencia explicar más los fenómenos y procesos tangibles de la existencia y puede explicar
cómo suceden, pero la razón trascendental tal vez quede necesariamente fuera del alcance de
cualquier ciencia.
Cabe aún preguntarse, ¿existirá un momento histórico en el que se integren estas dos
naturalezas humanas? Por lo pronto, el concepto de subjetividad se adecúa a esta búsqueda ya
que integra además de la experiencia de la propia cognición humana, -es decir la percepción
interna de los fenómenos psíquicos-, los rasgos particulares del individuo, tanto aquellos
dados por su cultura, su familia, su genética y su personalidad, que inevitablemente influyen
sobre su experiencia. Está posiblemente alejado de la realidad humana fragmentar al
individuo en distintas partes, mas aún es importante hacerlo en un intento de entenderlo
mejor. Resulta relevante al menos, seguir buscando otros modelos más completos, que tengan
en cuenta las experiencias del ser humano de forma holística. En los que se incluya en un
sentido más profundo y amplio la naturaleza de la representación y de las explicaciones, la
noción del alma y la relación entre el cuerpo y la mente.
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Bibliografía
-Gardner, H. (1988). Las primeras décadas de la ciencia cognitiva. En Gardner, H. La nueva
ciencia de la mente. Historia de la revolución cognitiva. (Cap. 3, pp. 44-62). Buenos Aires,
Argentina: Paidós.
-Thagard, Paul (2008). Representación y computación. En Thagard, P. La mente:
Introducción a las ciencias cognitivas. (Cap. 1, pp. 17-42). Barcelona, España: Kaz Editores.
-Wundt, Wilhem (1903). Introducción. En Wundt, W. Compendio de psicología (pp. 5-39).
Madrid, España: La España Moderna
-Brentano, Franz (1999). La psicología como ciencia. En Brentano, F. Psicología desde un
punto de vista empírico (1874). Traducción: Hernán Scholten. (Libro I, pp. 15-59)
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