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El Debido Proceso Ecuador

Este documento analiza el derecho al debido proceso en la legislación ecuatoriana. Explica que el debido proceso es un derecho fundamental que garantiza un conjunto de principios jurídicos esenciales para la sustanciación justa de los procesos. También define el debido proceso como la garantía de ser escuchado en un proceso con oportunidades razonables para presentar pruebas. Finalmente, señala que la Constitución ecuatoriana reconoce el debido proceso y que las leyes y procesos deben respetar esta
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El Debido Proceso Ecuador

Este documento analiza el derecho al debido proceso en la legislación ecuatoriana. Explica que el debido proceso es un derecho fundamental que garantiza un conjunto de principios jurídicos esenciales para la sustanciación justa de los procesos. También define el debido proceso como la garantía de ser escuchado en un proceso con oportunidades razonables para presentar pruebas. Finalmente, señala que la Constitución ecuatoriana reconoce el debido proceso y que las leyes y procesos deben respetar esta
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EL DEBIDO PROCESO Y SU FUNCIÓN EN ECUADOR

Edwin Danilo Espinoza Coronel

Posgrado de la Universidad Católica de Cuenca

03 de mayo de 2022
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Resumen

En el presente ensayo se realizó un estudio a nivel doctrinario con respecto a las

concepciones entorno al derecho al debido proceso en la legislación nacional, de forma

que estas concepciones fueron aplicadas al derecho constitucional ecuatoriano y en

esta medida se pudieron identificar los diversos componentes y características que

denota el debido proceso, siendo el caso que al hablar del proceso judicial como norma

de sustanciación no únicamente se consagra una garantía específica sino que éste

responde a un conjunto ordenado e interconectado de principios jurídicos

indispensables para la sustanciación de los procesos y cuya inobservancia acarrea la

inoperancia del sistema de Justicia y por ende la nulidad de las actuaciones

procesales, de modo que el debido proceso en la legislación ecuatoriana parte del

reconocimiento a través de la Constitución de la República del Ecuador cómo un ente

primigenio de la garantía de los bienes jurídicos de los individuos, que lógicamente

acceden al sistema judicial para el reconocimiento y restitución de sus derechos así

como también el accionar de los sujetos procesales en cuanto a los organismos

competentes para la administración de la Justicia ecuatoriana.

Palabras clave: Debido proceso, Tutela Judicial, Nulidad Procesal.


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EL DEBIDO PROCESO EN LA LEGISLACION NACIONAL

En la actualidad, el debido proceso ha venido siendo tema de imprescindible análisis en

la legislación ecuatoriana, ya que este representa uno de los derechos capitales que

sostiene la estructura jurídica funcional del ordenamiento jurídico vigente, claro está

que el hablar del debido proceso no nos hace pensar en la idea de una antítesis

existente, es decir, en la existencia de un indebido proceso, al menos dentro de las

disposiciones constitucionales o procesales que regulan la secuencia de inicio o fin de

la sustanciación de los procedimientos, sino que la simple consideración de la

existencia de un proceso como tal nos implanta la idea de la existencia de ciertas


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garantías mínimas de cuidado al momento de accionar la vía jurídica, más aún si

consideramos que todo esto se subyace en un Estado Constitucional de Derechos.

Esta consideración lógicamente ha hecho qué el texto de procedimientos intente

consagrar al tenor literal una serie de reiteradas y constantes aseveraciones con el fin

de consolidar el rol de efectividad o garantista que el proceso conlleva como tal es el

caso del derecho a la tutela judicial efectiva o el considerar al debido proceso como

garantista que recalca esta característica intrínseca procedimental que trae la idea de

que el proceso efectivamente se ve revestido de garantías mínimas para la

sustanciación y satisfacción de los derechos de los justiciables. Cabe entonces la

consideración del debido proceso como derecho inherente a la constitución del Estado,

es decir, desde que existe el Estado existe la garantía del debido proceso y en el

Ecuador el debido proceso no solo se garantiza cómo norma de estricto cumplimiento

formalmente, sino que también la vulneración de las normas procesales son motivo

suficiente de la nulidad de todo lo actuado y todo lo decidido, inclusive bajo pena de

resarcimiento.

LA GARANTÍA DEL DEBIDO PROCESO

Previamente a entrar en profundidad sobre el debido proceso como garantía jurídica

primigenia en la legislación ecuatoriana se deben abordar las definiciones que varios

tratadistas han establecido con respecto a este derecho que como se ha analizado es

tan antiguo como la constitución del mismo Estado.

Para comenzar, para el autor Carlos Bernal Pulido (2005) sobre el contenido

constitucional del debido proceso manifiesta “El derecho fundamental al debido proceso es
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un derecho complejo que se proyecta en todos los ámbitos y que se ha institucionalizado

en la Constitución en diversas reglas y principios que debe aplicarse en la jurisdicción y en

la administración”. (p.351)

En este sentido, se puede establecer que el debido proceso es el conjunto no sólo de

procedimientos, legislativos, judiciales y administrativos que deben cumplirse para que

una ley, sentencia o resolución administrativa que se refiera a la libertad individual sea

fundamentalmente válida, “sino también para que se constituya en garantía del orden,

de la justicia, de la seguridad en cuanto no se lesionan de manera indebida la

seguridad propuesta como intangible para el ciudadano en el Estado democrático”.

(Bernal. 2001. p. 22)

En este orden de ideas, la doctrina ha definido satisfactoriamente el debido proceso

como todo ese conjunto de garantías que protegen al ciudadano sometido a cualquier

proceso, que le aseguran a lo largo del mismo una buena y efectiva administración de

justicia; que le aseguren la libertad y la seguridad jurídica, así como la fundamentación

de las resoluciones judiciales conforme a derecho. En esta perspectiva, entonces, el

debido proceso es el principio indispensable del cual nacen todos y cada uno de los

principios del derecho procesal, como por ejemplo el derecho del juez natural, el

principio de legalidad, igualdad procesal, entre otros.

Sin duda alguna, el debido proceso, se encuentra positivado en el orden jerárquico

predilecto de cada legislación interna de los Estados lo que ha permitido consagrar este

principio como eje principal de lo que forma el derecho procesal universal.


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En esencia la figura del debido proceso, se transforma en un derecho fundamental

constitucional en beneficio de las partes dentro de la relación procesal. Es así que el

debido proceso consiste en que “nadie puede ser juzgado sino de conformidad con la

ritualidad previamente establecida, para que se cumpla aquel axioma de que nadie

puede ser condenado sin antes haber sido oído y vencido en juicio con la plenitud de

las formalidades legales”. (Suarez. 2001. p. 193)

Otra consideración de importancia que establece la doctrina y no puede dejar de

observarse es aquella concepción del debido proceso como una “garantía

constitucional consistente en asegurar a los individuos la necesidad de ser escuchados

en el proceso en que se juzga su conducta, con razonables oportunidades para la

exposición y prueba de sus derechos”. (Cueva. 2011 p.62)

De esta manera, es evidente que el debido proceso surge como una garantía

constitucional que tuvo un origen protector de los derechos humanos; esto es, el contar

con las garantías mínimas indispensables para legitimar un proceso judicial, como el

dotar a los individuos del derecho a ser juzgados por jueces o juezas con imparcialidad,

a ser oído en todas las instancias y a tener un proceso revestido de justicia y

observando el respeto a todas las garantías fundamentales en general.

Lo que comúnmente conocemos como debido proceso hoy en día ha venido sufriendo

cambios considerables a lo largo de la historia, es así que de un proceso legal se pasó

a un proceso constitucional, es decir, que se ha dotado a esta garantía fundamental de

principios y presupuestos que concilien con las garantías procesales, con el fin de que

se haga efectivo el desarrollo de los derechos fundamentales de toda persona.


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Como resultado del reconocimiento y garantía del derecho al debido proceso en la

Constitución ecuatoriana, se efectiviza al ser una norma suprema, es por demás notorio

que las normas del ordenamiento jurídico jerárquicamente inferiores deben guardar

armonía constitucional y, por lo tanto, al ser el debido proceso una garantía

constitucional, se convierte de inmediato o estricto cumplimiento en todos los ámbitos

de orden público, debiendo aplicarse a todos los casos y procedimientos, incluidos los

administrativos.

Desde esta perspectiva, todos los órganos de la administración pública están en la

obligación de respetar y hacer respetar todos aquellos principios y derechos invocables

en el ámbito de la jurisdicción común o especializada y específicamente los

contemplados en los Arts. 11, 75, 76, 77 y 82 de la Constitución de la República.

Esta armonización Suprema del debido proceso supone a la vez el respeto y garantía

de una efectiva finalización procedimental, con respecto a la sustanciación de los

procesos no solo en la diligencia que realicen los sujetos procesales sino también en la

verificación o complimiento del orden legal de procesos, siendo el juez como principal

garante de la efectividad subjetiva Inter partes.

Con la constitucionalización del proceso se evade y posterga la noción de

exigencia individual o derecho subjetivo público. Queremos significar, así, que el

debido proceso es aquel que no tiene fronteras ni características por Estado. Es

una noción unívoca que obliga a adaptaciones singulares y estándares propios

que afincan, al unísono, en la garantía procesal por excelencia. (Gozaíni. 2004

pp. 26-27)
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La compresión del derecho al debido proceso a lo largo de la historia ha determinado

varios compromisos constitucionales. Se ha convertido en la forma en que los

ciudadanos asumimos que la Constitución importa; en esencia, nos permite defender

nuestros derechos y la propia Constitución. (Tushnet, 2012, p.19)

Consecuentemente, entendemos entonces que el debido proceso se consagra como

un principio que abarca varias reglas de procedimiento que permiten a los justiciables

desarrollar y fundamentar sus pretensiones dentro del ámbito jurídico en garantía de

sus derechos constitucionales, es por ende un derecho fundamental porque somete a

todos los seres humanos a las normas, determina que ninguna persona bajo ninguna

autoridad puede violar los derechos de los demás e imponerle límites determinados.

En este punto de vista, el derecho al debido proceso exige respeto, por ejemplo,

cuando las personas son detenidas o privadas de su libertad invocan varios derechos,

como ser asistidos por un abogado, el ser comunicados de sus derechos el ser

informado de su situación o infracción, así como ser comunicados en su idioma, no ser

agredidos física ni psicológicamente, etc. En definitiva, este derecho protege a otros

derechos Constitucionales.

En contraste, la falta de comprensión general del derecho al debido proceso pone en

peligro la dignidad, la igualdad, la justicia misma, al verse comprometidos varios

derechos conexos al debido proceso. Esto frente a las actuaciones negligentes.

Una consideración aparte merece el principio de igualdad que si bien lo consagra

nuestra Constitución de la República del Ecuador se establece en doctrina como el

principio de igualdad de las partes:


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Este principio garantiza que todas las partes dispongan de igualdad de medios

para la defensa de sus respectivas posiciones; lo que debemos entender en este

lugar no es que las partes son iguales pues no lo son (especialmente si

consideramos al Estado u otra administración pública en su actuación como

parte procesal, también es el caso del MF en relación con el acusado en el

proceso penal, pero también existen desigualdades por circunstancias de hecho,

económicas, culturales, etc.) sino que en virtud de la igualdad quedarán

automáticamente proscritas las posibilidades de existencia de privilegios para

alguna de ellas”. (Esparza, 1995, p.30)

De esta forma, la igualdad entre partes se encuentra instituido como un derecho

fundamental en la Constitución, de forma que garantiza a las partes procesales el gozar

de los medios de defensa para hacer valer sus alegaciones y medios de prueba, cuya

vulneración puede producir la nulidad absoluta del procedimiento así como también

indefensión manifiesta. Haciendo hincapié en que esta garantía otorga a las partes de

un proceso los mismos derechos, posibilidades y cargas de modo tal que no exista los

privilegios ni a favor ni en contra de alguna de ellas.

Llegados a este punto, la existencia de normas de procedimiento claras, previas,

públicas y efectivas conllevan a la finalización del proceso como tal, y se consolida a

través de la sentencia o decisión que emiten las y los juzgadores que tengan

conocimiento y competencia para admitir a trámite la causa. Para el tratadista

Fernando de la Rúa, (1991) sobre el concepto de sentencia, manifiesta que “no ha de

ser un acto de fe, sino un acto de convicción razonada” (p.146) de forma que es el

pronunciamiento sobre la demanda de fondo y con más precisión, sobre la resolución


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emitida por escrito, siendo el acto formal de notificación lo que concluye en definitiva el

proceso no existiendo recursos de fondo interpuestos.

Otra cuestión por demás relevante es con respecto a la justificación o motivación de

esta sentencia que da fin al proceso, la cual se regula a través de la del análisis y

pertinencia de la aplicación de las normas jurídicas procesales, así como también de la

exigencia probatoria que establezca el ordenamiento jurídico, en este caso el

ordenamiento ecuatoriano. Para este efecto el Dr. Julio B. Maier, (1996) sobre la

motivación puntualiza: “la exteriorización por parte del juez o tribunal de la justificación

racional de determinada conclusión jurídica” (p.59).

Por ende, con la motivación de las sentencias se establece por qué y el fundamento

jurídico válido para legitimar el razonamiento del juez, al momento de decidir sobre una

causa, estableciéndose el debido proceso en la garantía de motivación como la

finalidad o finalización del proceso como tal de manera que el debido proceso consagra

una serie de garantías jurídicas en torno a las sustanciación de cada uno de los

procesos siendo norma constitucional de estricto cumplimiento que garantiza la

satisfacción de los bienes jurídicos individuales y estableciendo conformidad para los

justiciables.
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CONCLUSIÓN

Para finalizar, una vez que se han abordado los temas con respecto al debido proceso

en la legislación ecuatoriana, se ha encontrado que este principio de procedimiento

tiene como origen la consolidación del Estado como ente garantista de derechos, ya

que configura y abarca una serie de reglas procesales que coadyuvan a las

sustanciación y finalización del proceso jurídico en marcha y a su vez consagra

principios mínimos de respeto y cuidado que cuya vulneración son suficientes para

establecer la nulidad procesal o procedimental qué por una parte pueden ser

susceptibles de subsanación y por otra pueden ser determinantes para denegar

acciones o recursos que los sujetos procesales pretendan al acceder al sistema de

justicia por lo tanto, el debido proceso en la legislación ecuatoriana es un derecho

además que merece un estudio suficiente y satisfactorio ya que en él recae la primera

garantía que tiene el Estado Constitucional de Derechos resaltando como principales

principios la presunción de inocencia, la tutela judicial efectiva, así como también la

prohibición de indefensión, entre otros que son indispensables para la consecución de

la causa en sustento.
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BIBLIOGRAFÍA

1. Constitución de la Republica del Ecuador, 2008.


2. Hugo Hernando Bernal Vallejo y Sandra Milena Hernández Rodríguez, El debido
proceso disciplinario, Medellín, Biblioteca Jurídica Dike, 2001, p. 22.
3. Alberto Suárez Sánchez, El debido proceso penal, Colombia, Panamericana, 2da. ed.,
2001, p. 193.
4. Luis Cueva Carrión, El debido proceso, Quito, Impreseñal Cía. Ltda., 1era. ed., 2001, p.
62.
5. Osvaldo Alfredo Gozaíni, Derecho procesal constitucional. El debido proceso, Buenos
Aires, Editores Rubinzai-Culzoni, 2004, pp. 26-27.
6. Mark Tushnet, ¿Por qué la Constitución importa?, serie No. 63 (Bogotá: Universidad
Externado de Colombia, 2012), p. 19.
7. Carlos Bernal Pulido, El derecho de los derechos: escritos sobre la aplicación de los
derechos fundamentales (Bogotá: Universidad Externado, 2005), p.351.
8. Iñaki Leibar Esparza, El principio del proceso debido, Barcelona, J. M. Bosch Editor S.
A., 1995, p. 30.
9. Fernando De la Rúa, Teoría general del proceso, Buenos Aires, Ediciones Depalma,
1991, p. 146.
10. Julio Maier B. J., Derecho Procesal Penal, Buenos Aires, Editorial del Puerto, 1996, p.
59.

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