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La Dramaturgia en Nicaragua

La dramaturgia en Nicaragua no se ha desarrollado ampliamente en comparación con otros géneros literarios como la narrativa y la poesía. Los orígenes del teatro nicaragüense se remontan a obras precolombinas como El Güegüense. A lo largo de los siglos, varios autores han escrito obras teatrales de forma discontinua. En el siglo XX, surgieron movimientos como el teatro de vanguardia y el teatro del absurdo. En la actualidad, existen dramaturgos nicaragüenses que continúan cultivando

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La Dramaturgia en Nicaragua

La dramaturgia en Nicaragua no se ha desarrollado ampliamente en comparación con otros géneros literarios como la narrativa y la poesía. Los orígenes del teatro nicaragüense se remontan a obras precolombinas como El Güegüense. A lo largo de los siglos, varios autores han escrito obras teatrales de forma discontinua. En el siglo XX, surgieron movimientos como el teatro de vanguardia y el teatro del absurdo. En la actualidad, existen dramaturgos nicaragüenses que continúan cultivando

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Colegio Cristiano Nehemías

Material de estudio

La dramaturgia en Nicaragua
La dramaturgia en nuestro país no se ha difundido de manera amplia en comparación
con la narrativa y la poesía. Los autores que se han dedicado a escribir obras de teatro
lo han hecho de forma descontinúa y muchas veces no logran publicar sus trabajos. Si
damos un vistazo a los libros de la historia literaria nicaragüense nos damos cuenta de
que el teatro es como la cenicienta de la literatura nacional. La poca publicación de
obras teatrales dificulta establecer periodos de la dramaturgia nicaragüense, desde el
teatro precolombino hasta nuestros días.
Los orígenes de nuestro teatro colonial se reducen a simples espectáculos con el fin de
divertir, estos tenían lugar, generalmente, antes de las bebederas en los aniversarios
de la muerte de algún Cacique o en el culto a las divinidades agrarias. Entre ellos el
más conocido es “El Volador”, introducidos por los náhuatl.
El teatro latinoamericano cuenta con tres obras teatrales que marcan los antecedentes
de este arte en nuestro continente. Estas son: El Rabinal Achí, El Ollantay y El
Güegüense, esta última “La más rica, la más autentica, e importante del mestizaje
cultural” Matuz (2009). El primero que tiene conocimiento de El Güegüense, según
Matuz (2009), fue el nicaragüense Juan Emilio de la Rocha, pero quien lo descubriófue
el alemán Carlos Herman Berendt, en la ciudad de Masaya, en 1874. Fue publicada por
el doctor Daniel GarrisonBriton en 1883 con el título “theGüegüense; a comedy Ballet in
theNahuatlSpanishdialec of Nicaragua.” Desde entonces son muchos los estudiosos
que han dedicado su tiempo a desentrañar la obra cumbre de la literatura nicaragüense
y Patrimonio Intangible de la Humanidad.
Inicios de la dramaturgia en Nicaragua
La primera obra teatral aparece durante la independencia del país. Su autor era
Francisco Quiñonez Susin y se titula “Sitio de la Rochela”. Darío también intentó
escribir teatro con la obra “Cada Oveja” (1886), antes de salir de Chile. Otro autor es
Miguel Larreynaga, quien creo una comedia malograda titulada “El quebrado
ganancioso”, aunque es pobre en elementos teatrales, lleva implícitas informaciones
propias de la Guatemala independentista.
Hay que considerar otro intento de escritores durante la época, se trata de unos
jóvenes leoneses entre ellos Cesáreo Molina con la obra “Alemania y Nicaragua”, pieza
que no logró ser conservada. El argumento del drama consiste en la ridiculización del
famoso conflicto diplomático Eisentunk-Leal. En este mismo contexto se conocen otros
intentos, aunque sus textos se hayan perdido, entre estas se pueden mencionar: Don
Ruperto y Doña Bambolla, escrita por Procopio Vado y Zurrizana tragedia de 17 actos
en prosa y versos; Carlos el tartamudo, de Pedro Ortiz, ensayista y polemista nacido en
Ocotal en 1859.
Luego de estos primeros intentos hay un vacío en la producción dramática
nicaragüense hasta la aparición de “La Rifa” de Anselmo Fletes Bolaños. En ella se
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aprecia un buen ejemplo de sátira a la corrupción administrativa y a los prejuicios


sociales de la Nicaragua de inicios del siglo XX.
Después de esta comedia aparecen las obras de Manuel Rosales, el primer
dramaturgo nicaragüense Como lo nombró Arellano (1991).este dedicó gran parte de
su producción literaria al género dramático, creando por lo menos el teatro modernista,
saturado de ambientes galantes y cosmopolita.
El teatro costumbrista
Seguidamente del aporte de Rosales aparece el teatro costumbrista que se caracteriza
por la descripción de usos, costumbres, modos de vida y personajes típicos de la
época. Entre algunos de los autores tenemos a Adolfo Calero Orozco, cuyas obras son
Falda de pantalón (1922) y 4 obras de teatro (1972), y Hernán Robleto, cuyas obras
son Rosa del paraíso (1920), El milagro (1921), La señora que arrojó el antifaz (1928).
Movimiento de vanguardia
Inicia en 1927 cuando se efectúan las conversaciones entre José coronel Urtecho y
Luis Alberto cabrales. Se desarrolla en abril de 1931 hasta 1933. Fue único en centro
América. Entre sus características generales están: carácter de grupo, precocidad
creadora, promoción generacional, actitud polémica, ruptura con el pasado literario
inmediato, revisión de valores. Entre los autores más importantes y sus obras tenemos
a José Coronel Urtecho con Chinfonía burguesa (1957) y La petenera (1951); Pablo
Antonio Cuadra con Por los caminos van los campesinos (1936), La cegua (1950),
entre otros; Alberto José Ordóñez con La novia de Tola (1941).
Teatro contemporáneo
El teatro del absurdo es una tendencia del teatro que germinó en Francia en los años
50, difundiose por Europa y América. Rolando Steiner y Alberto Icaza representativos
de una concepción de una tendencia que se gesta en esta geografía fusionándose con
una realidad absoluta diversa. Entre algunos de sus autores se encuentran Rolando
Steiner con Judith (1959), Una dama corriente (1960), La pasión de Helena (1962), La
puerta (1964), entre otras obras; Alberto Icaza con Nosotros (1964), Escaleras para
embrujar siglos (1970), Asesinato frustrado (1968), entre otras obras.
El teatro nicaragüense ha sufrido las consecuencias del abandono en que lo ha sumido
el contexto político social que vive el país desde hace más de tres décadas. Después
de la generación del 60 y 50 no se puede hablar de una generación particular en este
arte, sino de autores contemporáneos. Durante este periodo son pocos los escritores
que dedican su quehacer a la concepción de obras dramáticas. En este sentido, el
futuro del arte dramático en Nicaragua no es muy alentador ¨Luchar por el teatro en
Nicaragua, es querer reanimar un cadáver ¨ expresa Alfredo Valessi (2004)
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Teatro en los años 90


El evento que marcó a la dramaturgia nicaragüense en los años 90 fue la celebración
del “I Festival de Teatro Rubén Darío”. En el periodo comprendido entre el 08 de junio
al 02 de Julio de este año. En este se dieron a conocer las obras de escritores
nacionales. Cabe señalar, que en el evento se presentaron los trabajos dramáticos de
autores que ya tenían un lugar en la historia de la literatura nicaragüense como es el
caso de Pablo Antonio Cuadra con su obra “Johana Mosteaga 1990” y “La Cruz de
Ceniza” de Hernán Robleto. Algunos de los autores de esta época fueron Blanca Rojas
con La soledad tiene un nombre (1991), Carlos Maturana con Una mujer desolada y La
casa de los balcones, Arístides Rosales con Liquen (1990), Jesús Miguel Blandón con
El tren de las seis (1982), El más querido (1983), entre otras obras.
Dramaturgos actuales 2000-2010
La dramaturgia en nuestro país ha sido uno de los géneros menos explotados razón
atribuida a distintos fenómenos tanto socio-económicos como culturales. No obstante,
contamos con un grupo de escritores que por estar vinculados íntimamente con las
artes escénicas han dedicado su tiempo a la concepción de obras dramáticas. Entre los
autores destacados tenemos a Luis Harold Aburto con El árbol de almendras, Doña
Consuelito, Inminencia; a César Paz con Espera Clow espera; y a Gloria Elena
Espinoza de Tercero con Gritos en Silencio (incluye obras como Desesperación,
Espinas y sueños y El espantapájaros) (2006), Stradivarius (2007).

Bibliografía
Solís, M. (2013). Análisis estructural y temático de la obra “Las muñecas también se
mueren” del dramaturgo Isidro Rodríguez Silva. Tesis de licenciatura. UNAN-
Managua. https://repositorio.unan.edu.ni/10933/1/9215.pdf

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