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Ser Testigos de Jesucristo

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Ser testigos de Jesucristo La misién de la Iglesia, su mensaje y sus mensajeros Darrell L. Guder A JUDY Titulo original: Be My Witnesses Copyright ©1985 William E. Eerdmans Publishing Company Copyright © 2000 Ediciones Kairos Ediciones Kairés es uno de los departamentos de la Fundacién Kairés, José Marmol 1734, Florida, 1602 Buenos Aires, Argentina Disefo de portada: Adriana Vazquez Traduccion al espafiol: Carlos Alonso Vargas Ninguna parte de esta publicacién puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningin medio, sea electrénico, quimico, mecanico, dptico, de grabacién o de fotocopia, sin permiso previo de los editores. Queda hecho el depésito de Ia ley 11.723 Todos los derechos reservados All rights reserved Impreso en Colombia Printed in Colombia ISBN 987-9403-05-3 Las citas biblicas han sido tomadas de la Santa Biblia, Nueva Version Internacional, © Sociedad Biblica Internacional, 1999. Indice PREFACIO PRIMERA PARTE HACIA UNA TEOLOGIA DE LA MISION DE LA IGLESIA Capitulo 1 EL LUGAR DE LA IGLESIA ¥ SU PROPOSITO EN LA HISTORIA DE LA SALVACION 1.1 El poder de las presuposiciones 1,2 Llamados a servir 1.3 Cristo en la historia de la salvaci6n 1.4 La Iglesia como parte del evangelio Capitulo 2. LAENCARNACION: EL QUE Y EL COMO DE LA ACCION DE DIOS 2.1 El modo en que Dios se manifiesta 2.2 La encarnacién de Cristo y la continua encarnacién del evangelio 2.3 La Iglesia como Cuerpo de Cristo SEGUNDA PARTE EL MANDATO DE LA IGLESIA: SERAN MIS TESTIGOS Capitulo 3 LA VISION DE LA IGLESIA EN LOS HECHOS 3.1 Desde Jerusalén hasta los confines de la tierra 3.2 "Seran mis testigos" 3.3 El acontecimiento capacitador de Pentecostés 3.4 La comunidad de testimonio Capitulo 4 EL REALISMO RESPECTO A LA IGLESIA 4.1 La desilusion de la historia 4.2 El grave desafio de fa Iglesia institucional 15 15 19 23 25 27 27 32 35 4 INDICE Capitulo 5 Capitulo 6 Capitulo 7 Capitulo 8 Capitulo 9 TERCERA PARTE UNA DEFINICION ENCARNACIONAL DE LA MISION DE LA IGLESIA {QUE ES EL EVANGELIO? 5.1 Decir demasiado y decir demasiado poco 5.2 Algunos enunciados sumarios 5.3 Articular una teologfa modesta de la Iglesia ‘SER EL TESTIGO: LA COMUNIDAD CAPACITADORA COMO TESTIMONIO 6.1 Los riesgos de definir el testimonio como personas 6.2 Ser y llegar a ser el testigo 6.3 La “comunidad capacitadora" como presuposicién para ser el testigo REALIZAR EL TESTIMONIO: LA ACCION CRISTIANA COMO TESTIMONIO 7.1 Encarnacion en lugar de abstraccién 7.2 "Salvados para servir" 7.3 Las dimensiones internas de realizar el testimonio 7.4 Las dimensiones externas de realizar e] testimonio DECIR EL TESTIMONIO: COMPRENDER LA EVANGELIZACION 8.1 "Evangelizacién" en vez de "evangelismo" 8.2 La posibilidad de la evangelizacion 8.3 La necesidad de la evangelizacién 8.4 La dimensién interna de la evangelizacién DECIR EL TESTIMONIO EN EL MUNDO: LA EVANGELIZACION ENCARNACIONAL 9.1 "Ganarse el derecho a ser ofdos" 9.2 Todo testigo es un evangelista 9.3 El don de los evangelistas 9.4 El testimonio profético 719 719 82 90 93 93 o7 104 i 1 115 121 124 129 129 131 135 142 147 147 153 159 165 INDICE - 5 CUARTA PARTE CONVERTIRSE EN LA IGLESIA DEL TESTIMONIO ENCARNACIONAL Capitulo 10 CORREGIR EL CURSO DE LA IGLESIA 10.1 Un enfoque cauteloso de la critica 10.2 Cambiar la manera en que la Iglesia se ve a si misma 10.3 "En el mundo pero no de/ mundo" 10.4 El cautiverio cultural del evangelio Capitulo 1] EL MINISTERIO PARA EL TESTIMONIO ENCARNACIONAL 11.1 Ministerio general y ministerio especializado 11.2 Capacitar a la comunidad capacitadora 11.3 La autoridad del ministerio Capitulo 12 SOBRE NO SEPARAR LO INSEPARABLE 12.1 Un Hamado a Ia unidad teolégica 12.2 Lo inseparable en nuestro concepto de salvacién 12.3 Lo inseparable en nuestro concepto de la Iglesia BIBLIOGRAFIA 171 171 172 183 185 193 193 199 206 213 213 217 219 223 Prefacio Este es un libro acerca de la Iglesia y su misién, Igual pude haber dicho: “Este es un libro mds acerca de la Iglesia y su misién.” Ha tardado mucho en Iegar, porque he tenido mis dudas en cuanto a amontonar més papel y mas texto impreso a la ya vasta discusion de la Iglesia que se esta realizando “alli afuera”. Sin embargo, en los tiltimos afios he percibido que tal vez mi propia experiencia en la Iglesia (o mejor, en las iglesias) y mi propio peregrinaje en el ministerio podrian constituir un aporte util a la discusién acerca de la Iglesia. Mi intenci6n, por tanto, es contribuir al continuo estudio que la Iglesia realiza acerca de su misi6n, con la esperanza de que, si se da alguna discusién de lo que aqui estoy planteando, mi punto de vista resulte util. Aunque el estudio de la dogmatica, y especialmente de la teologia de la Iglesia (eclesiologia), es mi campo particular de interés, sospecho que el presente libro es mas una obra de "dogmatica irregular" que de "dogmatica regular". Karl Barth define la "dogmatica irregular" como la clase de teologia que se realiza fuera de una escuela teolégica particular, y sin intencién alguna de abarcar la disciplina de manera exhaustiva (ver Church Dogmatics, V/1, pp. 275ss). También dice que la "dogmatica irregular" "casi siempre tiende a verse fuertemente influida por la persona y la biografia de sus autores" (ibid., p. 279). Ciertamente eso vale para el presente caso. Este libro es un resumen de mi "biografia con Ja Iglesia" hasta ahora. Puesto que gran parte de mi labor ha sido con personas cristianas que estan profundamente involucradas en el ministerio pero que no estan ordenadas, he escrito teniéndolas en mente a ellas. Espero que este libro "irregular" pase el examen de la revision dogmatica y erudita mas estricta, aunque he decidido prescindir de los distintivos mas obvios de esa erudici6n. No hay notas al pie, hay muy pocas citas y apenas un minimo absoluto de terminologia extrafia al lenguaje comin. El decir que este es un libro para “el laicado educado" (comoquiera que lo definamos) no deberia hacerlo poco interesante para los miembros del gremio teolégico. Pero estoy firmemente convencido de que hay que escribir teologia responsable para ser usada en la Iglesia en general, y por eso es ese el deseo que me ha orientado en el estilo y los métodos que he elegido aqui. Si "persona y biografia” son tan importantes para este tipo de obras (y creo que esas categorias son mas poderosas en la dogmatica regular de lo que Barth estaba preparado para admitir), entonces debo prologar el libro con un poco de mis antecedentes personales. Mi Gnico propésito al hacerlo es ayudar al lector a entender porqué estoy tomando el enfoque que tomo, y qué clases de experiencia me han conducido a él. Mi trasfondo como cristiano proviene de una iglesia presbiteriana grande y conservadora, la Primera Iglesia Presbiteriana de Hollywood. Mis padres estaban profundamente involucrados en Ia vida y el mini de Ja iglesia, y yo me crié en su escuela dominical; de modo que nuestra familia era en gran medida una extensién de esa parroquia. La visin educativa y el ministerio de PREFACIO - 8 Henrietta Mears y su asociada, Ethel May Baldwin, ejercieron un fuerte impacto sobre mi. Ya tempranamente aprendi que el servicio a Cristo era lo mas emocionante que existia, y que todo cristiano debia procurar encontrar la voluntad de Dios y seguirla con una entrega total. Hasta el final de mi tercer afio en la universidad, yo habia experimentado muy poco del resto de] Cuerpo de Cristo, pero percibia que lo que yo habia experimentado era definitivo: era lo que la Iglesia debia ser. Sin embargo, cuando cumpli diecinueve afios, tuve la oportunidad de ampliar mi experiencia: me fui a estudiar al extranjero. Mi intencion original era pasar un afio en Alemania, con el fin de aprender el idioma, y luego viajar a Escocia, que es adonde va todo buen presbiteriano. Pero Alemania gan6 la partida, y la primera visita duré ocho afios. En la Universidad de Hamburgo hice mi ingreso en el mundo del pensamiento y vida luteranos, acentuado de modo particular por las horrendas luchas del Tercer Reich y sus secuelas en Ja Iglesia alemana. Al mismo tiempo emprendi mi propio viaje de descubrimiento hacia el mundo de Ia erudicion teologica. Tuve la dicha de contar entre mis profesores a eruditos cuya propia obra teolégica estaba marcada por una conviccién cristiana personal y por un fuerte compromiso con el ministerio. Estoy particularmente agradecido por lo que aprendi de Leonhard Goppelt, Hans-Joachim Kraus y Helmut Thielicke, tanto en el aula como en el trato personal. El estudio de la teologia en un entorno académico tuvo sobre miun efecto evangelizador: me hizo despertar a dimensiones del evangelio que todavia no habia captado. Mis amigos y profesores luteranos me ensefiaron gentilmente el significado de la gracia. Mi mentor de tradicién reformada, el Profesor Kraus, me ayudé a apreciar el acervo de visidn y el enriquecimiento de la fe que provee la aplicacién de instrumentos criticos al estudio biblico. La iglesia luterana en la que vivia y trabajaba me ensefié mucho acerca de los sacramentos y del ministerio. Mientras estaba en Hamburgo tuve la oportunidad de realizar investigaciones doctorales sobre la cuestién de la secularizacién de universidades estadounidenses que originalmente eran cristianas (examiné Princeton como estudio de caso). Se me permitié combinar el estudio de la teologia, el idioma y la literatura estadounidenses, y la historia de la educacién de una manera muy emocionante y estimulante. Durante esa investigacion comencé a admirarme por los efectos que un pensamiento cristiano estrecho y restrictivo tenia sobre la misién de la Iglesia. Observé cémo la llamada "teologia de Princeton" del siglo 19 contribuyé en realidad a la secularizacion de esa universidad. Me sorprendi cuestionando partes de mi propia tradicién al descubrir el evangelio en otras tradiciones, que hablaba con libertad y que animaba a la fe y al compromiso. Al concluir mi programa doctoral se me dio la oportunidad de servir en la Iglesia luterana de Schleswig-Holstein, como primer pastor de escuela superior enel distrito de Blankenese-Pinneberg, Sin habérmelo propuesto jamas, estaba entrando ahora en un nuevo capitulo de la “eclesiologia practica" y de las “relaciones ecuménicas experienciales". Mi ordenacién por parte del Presbiterio de Los Angeles fue la respuesta a una solicitud presentada por el obispo de Holstein del Sur. Mis examenes los escribi bajo la supervision del preboste de Blankenese-Pinneberg, quien también escuch6 y evalué mi sermon PREFACIO 9 de ordenacion. Todo esto fue posteriormente evaluado y aprobado por mi iglesia de origen, y el paso final fue mi examen oral ante el presbiterio de Los Angeles. Obviamente, los asuntos constitucionales eran dificiles. jEllos nunca habian ordenado a nadie ante una solicitud luterana, y yo nunca habia estado en un seminario presbiteriano! Pero a fin de cuentas todo se aprobé, y yo continué trabajando en la Iglesia luterana, descubriendo, como lo hice, cuanto peso tenia mi mentalidad reformada. Inmediatamente antes de comenzar ese primer ministerio, le pedi un poco de orientacién a Hendrikus Berkhof (yo era asistente suyo en el Concilio General de la Alianza Mundial de Iglesias Reformadas en Frankfurt). ;Podia yo fungir en buena conciencia como un ministro reformado en una iglesia luterana? ¢Podia oficiar frente a un altar que tenia encima una cruz (jtal vez incluso un crucifijo!), entonar el canto litargico, y distribuir la Cena del Sefior ahombres y mujeres arrodillados en un comulgatorio? Al principio el Profesor Berkhof tuvo que disimular su asombro de que la Iglesia de Schleswig- Holstein efectivamente hubiera reclutado a su servicio a un ministro reformado (creo que en la sede central de la Iglesia en Kiel también habia algunos que estaban tratando de averiguar qué era lo que habia pasado). Luego me dijo que yo, como tedlogo reformado, tenia libertad de ministrar en cualquier situacion a la que Dios me llamara. Durante mi estadia en Alemania, muchos hilos de las diversas tradiciones de la Iglesia cristiana empezaron a entretejerse en mi vida. Duranté mis afios de estudiante con frecuencia asistia al culto en iglesias anglicanas, pues a menudo esa es la nica iglesia de habla inglesa en una ciudad europea. Durante un afio asisti al culto en una iglesia metodista alemana en Hamburgo y descubri que habia muchas cosas de esa tradicién que eran desconocidas para mi. De distintas maneras participé en iglesias tanto reformadas como luteranas en Alemania. Me hice intérprete voluntario de la Alianza Mundial de Iglesias Reformadas, entrando asi en Ja maravillosa y fascinante familia mundial de la fe reformada. Y mientras ministraba en el norte de Alemania, trabajé también con agencias catdlicas de ministerio juvenil y encontré alli colaboradores en la fe y en el ministerio. Todas estas experiencias, combinadas con mis afios de ministerio con jovenes alemanes en Ja division superior del Gymnasium, me ayudaron a descubrir esa libertad de la cual hablaba el Profesor Berkhof. Después de tres afios en Schleswig-Holstein, pasé cuatro afios en la obra de mi congregacién de origen, la Primera Iglesia Presbiteriana de Hollywood, como ministro de Educacién. Cristiana. Bajo la bondadosa direccién de Raymond Lindquist, tuve la oportunidad de redescubrir mis propias raices y de injertar en mi ministerio las experiencias que habia tenido durante los ocho afios anteriores en Alemania. En Hollywood, muchas personas en cargos de liderazgo compartian la inquietud por la educacion teolégica de los laicos. Pero esa inquietud estaba conectada con un deseo igualmente grande por la proyeccién evangelizadora de la Iglesia. Esos afios, a finales de la década de 1960, se caracterizaron por nuestros encuentros con la cultura juvenil y la rebeldia que literalmente subian y bajaban por el Bulevar de Hollywood, a pocos metros de mi iglesia. Ese fue un periodo de contrastes extremos, a menudo asombrosos, en mi ministerio. Yo viajaba frecuentemente entre California del Sur y Alemania Occidental, donde tenia oportunidades maravillosas de conocer a cristianos de 10 PREFACIO todos los campos del ministerio, desde la parroquia local hasta los obispos de la Iglesia. Las cuestiones del "cautiverio cultural” de la Iglesia, que son uno de los temas de este libro, comenzaron a inquietarme. En muchas discusiones, principalmente con laicos, comencé a preguntarme por nuestras definiciones de la misién de la Iglesia, su lugar dentro de una cultura y sus acomodamientos aesa cultura. Ademas, iba creciendo en mi la conviccién de que no estabamos proveyéndoles a nuestros miembros el tipo de capacitacién biblica y teolégica que necesitaban y querian, a fin de vivir su compromiso cristiano fuera de la vida organizada de la congregacién. Hubo otra serie de sorpresas que me hicieron volver a Alemania. Se me pidié incorporarme al profesorado del colegio diaconal de la Iglesia de ‘Wiirttemberg (en el sudoeste de Alemania), para preparar a hombres y mujeres para el ministerio profesional en el diaconado. Yo ni siquiera sabia io que era en realidad el diaconado protestante en Europa central, aunque ha sido una de las grandes fuerzas en la Iglesia de esa region durante 150 afios. En el Colegio Karlshohe en Ludwigsburg, fui profesor de teologia y educacién y ayudé a redisefiar su curriculum. Esa experiencia me abrié muchas mas puertas de encuentro con la diversidad de la Iglesia. Llegué a conocer el pietismo suabo, la renovacién catélica posterior al Concilio Vaticano I, las comunidades diaconales de la Iglesia, y los diversos ministerios de las agencias ecuménicas en Ginebra, especialmente la Federacién Luterana Mundial y la Alianza Mundial de iglesias Reformadas. Incluso se presentaron algunas oportunidades limitadas de aprender acerca de la Iglesia.en el Tercer Mundo, especialmente en Africa, por medio de mi labor con la Alianza Mundial. ‘A cada paso encontraba que mis definiciones de la Iglesia y su misién no eran lo suficientemente amplias para incluir los ministerios auténticos y los cristianos impresionantes con los que me encontraba. Desde luego, el vivir en una cultura extranjera me hizo mucho mis consciente de las limitaciones culturales de mi propio cristianismo estadounidense. También me ayud6é a tener gratitud por lo que habia experimentado al criarme en la iglesia de Hollywood. Poco a poco empecé a darme cuenta de que no iba a poder llegar a.una sintesis sencilla. Cuando por fin me enteré de que la Iglesia alemana no era una “Iglesia estatal" sino una "Iglesia establecida", y de que los formas de vida eclesial tan diferentes que alli hab{a no eran necesariamente menos cristianas que la forma de vida eclesial voluntaria en la cual me habia formado, comencé a apreciar la rica diversidad del Cuerpo de Cristo. Recuerdo el impulso de entusiasmo que senti cuando descubri que la Eucaristia en un altar expresa el hecho de que somos huéspedes de Cristo en su mesa, en la cual él es el anfitrién, mientras que en mitradicién el compartir la mesa expresa la comunidad que él convoca. Ambas formas de celebracién son validas y complementarias. Yo necesitaba (y sigo necesitando) la diversidad dentro de mi experiencia del culto. Aquellos cuatro afios en el Karlshdhe, donde me hallaba rodeado de expresiones de compromiso cristiano con la labor diaconal (hogares para minusvalidos, para ancianos, para jvenes victimas de abuso, para hombres no integrados a la sociedad), me ensefiaron que la evangelizacion no puede ser meramente verbal. El vivir el evangelio es algo que necesariamente debe rodear al hecho de decirlo. En el Colegio Karlshéhe comencé a impartir cursos sobre la misién de la Iglesia y su ministerio. Tengo una honda gratitud con los PREFACIO Ml estudiantes que estuvieron dispuestos a compartir su propia visién y sus frustraciones cuando trabajabamos juntos por encontrar un fundamento teolégico responsable para vivir nuestra vida como ministros de esta Iglesia. La sorpresa final de mi peregrinaje en la Iglesia fue el llamado al ministerio Vida Joven. Yo no tenfa experiencia anterior con esa obra misionera, y en realidad no sabia nada acerca del problema de las llamadas “organizaciones paraeclesiasticas”, pero la organizacién queria que yo llegara y trabajara en la educacidn teolégica de su personal. En ese proceso también se me dio la responsabilidad de ensefiar el curso sistematico que tiene que ver con la teologia de la Iglesia. Asi, a lo largo de los afios he trabajado ¢on los funcionarios de Vida Joven para esclarecer el concepto de la Iglesia y de las iglesias. Al mismo tiempo, esos hombres y mujeres, que estén esforzandose por alcanzar a los adolescentes que no han abrazado la fe, estn buscando una definicién teolégicamente responsable de su propio ministerio y de su relacién con el resto de la Iglesia. De esta manera, al esforzarnos juntos por desarrollar de manera responsable nuestra propia educacién teolégica, me he visto obligado a "hacer eclesiologia" de modo constante: a relacionar entre si los conceptos de evangelizacion, diaconia, ministerio formal e informal, comunidad, formacién cristiana, e incluso los sacramentos en una misién que es evangélica, ecuménica, interconfesional y, aun asi, unida en torno al !lamado de presentar a Cristo a los jovenes. El resuitado es el Instituto de Ministerios Juveniles del Seminario Teolégico Fuller y Vida Joven. Hemos tenido frecuentes oportunidades de sondear nuestro modo de entender la Iglesia y su ministerio. En didlogos teolégicos con la Iglesia alemana, hemos analizado cuidadosamente los conceptos que tiene Vida Joven en cuanto al testimonio y el ministerio encarnacionales. Nos hemos reunido con muchos grupos de pastores y de lideres eclesidsticos, no sdlo para tratar sobre las tensiones entre una organizacién como Vida Joven y las iglesias tradicionales, sino ante todo para hablar sobre la misién evangelizadora de la Iglesia y su fundamentacién teolégica. La Didcesis Episcopal de Colorado, por medio de sus obispos, William Frey y William Wolfrum, me ha dado valiosas oportunidades de pensar en voz alta acerca de la Iglesia y su mision. En cierto sentido ellos son los estimulos directos para este libro, y estoy agradecido con ellos por su aliento y por sus muchas expresiones de interés. La red de didlogo acerca de la Iglesia y su misiOn se ha ido ampliando constantemente. Estoy profundamente agradecido por las oportunidades que me ha dado Vida Joven para servir de modo tal que pudiera aprender mas del proceso de lo que jamas habria podido ensefiarle a otra persona. Ese estimulo me llevé al periodo sabatico durante el cual escribi este libro. Al escribirlo, he descubierto nuevamente cuantas fibras de teologia y de tradicién se han entretejido en mi propia experiencia. Tedlogos como Barth, Thielicke, Kraus, Goppelt, Berkhof, Blauw y Newbigin me han venido formando desde que comencé a descubrir el mundo de la teologia. Otto Weber se convirtié en una especie de mentor teolégico cuando me debati con la traduccién de su obra Foundations of Dogmatics (Fundamentos de la dogmatica), experiencia que fue muy parecida a pasar de nuevo por el seminario. Robert Paul sc ha convertido en un amigo y mentor teolégico por medio de sus excelentes libros y la 12 PREFACIO interpretacién que me ha transmitido de la compleja situacién de la Iglesia en la actualidad. Pero han sido principalmente mis alumnos, sobre todo en el Instituto de Ministerios Juveniles, pero también en diversos cursos para adultos en la Primera Iglesia Presbiteriana de Colorado Springs, quienes me han desafiado con la necesidad de captar la misién de la Iglesia tanto en su centralidad —ser testigos de Cristo— como en su complejidad —-comprender lo vasta que es la tarea del testimonio. Es mi esperanza que el presente libro les ayude a aprender mas y también a realizar su ministerio mas eficazmente. Al mismo tiempo, espero que este libro contribuya a la discusién mundial acerca de la misién de la Iglesia hoy, especialmente dentro de la familia reformada, ahora que lleva adelante una discusién crucial del tema "Llamados a dar testimonio del evangelio hoy" bajo los auspicios de la Alianza Mundial de Iglesias Reformadas. Finalmente, expreso mi profunda gratitud con aquellos que han provisto apoyo y estimulo durante la redaccién de este libro. Deseo dar las gracias a mis colegas en Vida Joven, especialmente los de mi propio Departamento de Recursos para el Ministerio, pero también a muchos otros en diversos lugares del pais, cuyas preguntas y experiencias han estimulado mi pensamiento. El sefior Morris Aldeen, miembro vitalicio de la Junta de Vida Joven, ha sido fuente de fuerte apoyo y aliento. Cuatro amigos, Lester Comee, James Edwards, Robert MacLennan y Terence McGonigal, han leido el manuscrito y han aportado valiosas sugerencias. Mi madre, Eileen Guder Triplett, que a mi parecer es una de las teologas laicas mas capaces que conozco, me ayudé muchisimo leyendo el manuscrito y comentandolo. Por ultimo, doy las gracias a quien ha sido la mayor y mas maravillosa sorpresa de Dios para mi: mi esposa Judy. Ella ha sido un éstimulo constante, una fuente de critica perspicaz y de buen humor, y en todos los sentidos una colaboradora sin la cual yo no intentaria, ni podria intentar, un proyecto de esta magnitud. Es a ella a quien dedico este libro. Karl Barth escribié: "Hemos visto que es la promesa y la tarea de esta proclamacion el ser la Palabra de Dios para los hombres" (Church Dogmatics, I/, p. 288). Es mi oracion que esta discusién de la mision de la Iglesia nos conduzca a considerar lo que el verbo "ser" significa verdaderamente, de modo que todos los cristianos juntos, en todos los sectores de la Iglesia en todo el planeta, podamos "ser testigos de Cristo". Darrell L. Guder Colorado Springs Pascua de 1984 Primera parte HACIA UNA TEOLOGIA DE LA MISION DE LA IGLESIA “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nacién santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los Hamé de las tinieblas a su luz admirable. Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; antes no habian recibido misericordia, pero ahora ya la han recibido. " I Pedro 2:9-10 El lugar de la Iglesia y su proposito en la historia de la salvacion 1.1 El poder de las presuposiciones El Dios de la Biblia y de la fe biblica es un Dios que se da a conocer. Esta es la afirmacién central tanto de la fe judia como de la cristiana, y es mi presu- posicion en el presente libro. Dios ha hablado y ha actuado, y les ha hecho posible a los seres humanos tanto el oir como el responder a su accién y a su palabra. La teologia cristiana se refiere a este dato basico como "revelacién". Dios descorre el velo, de modo que aquellos a quienes él ha escogido para que oigan y respondan puedan reconocer su accién y su palabra como auténticamente suyas. Este acontecimiento en su totalidad se Ilama "fe": la capacidad dada por Dios de ofr y responder a la autorrevelacion de Dios dentro de nuestra experiencia humana, que da como resultado esa relacién especial con Dios para la cual él nos cre6. Lo que para el observador externo es un mero suceso en la historia se convierte, para el oyente capacitado, en autorrevelacion de Dios, Dios que se hace cognoscible en nuestra experiencia humana. Para algunos cristianos, esos enunciados podrian parecer evidentes por si mismos. Hasta podrian ser considerados tan obvios como para no merecer atencién. Para otros cristianos, esos enunciados ya pueden haber disparado ciertas sefiales de alarma, de modo que el lector piensa: "Sin duda este va a ser un libro irremediablemente conservador, con el cual no necesito perder mi tiempo." La realidad es que los que se llaman a si mismos cristianos no pueden suscribirse universalmente ni siquiera a los enunciados mas basicos acerca de la naturaleza de la fe cristiana. Para que este libro logre estimular algiin tipo de debate provechoso acerca del llamado de la Iglesia, seré necesario ante todo aclarar estas diferencias y definir dénde me ubico dentro de todo el espectro del pensamiento cristiano. Al comienzo mismo, pues, quisiera describir como percibo la situacién en lo referente a nuestras presuposiciones basicas para el pensamiento cristiano, y luego quisiera asegurarme de que mi propio enfoque sea tan claro como resuite posible. Para lograrlo necesitamos echar una mirada atras, apenas unos cuantos siglos, en la historia cristiana. Existe una especie de gran linea divisoria en el pensamiento cristiano en torno a este énfasis central en la autorrevelacién de Dios, que recalqué en el primer parrafo de este capitulo. Si bien a partir del largo curso de la historia cristiana resulta claro que la autorrevelacién de Dios ha sido el punto de partida 16 - HACIA UNA TEOLOGIA DE LA MISION DE LA IGLESIA para el pensamiento cristiano, desde el inicio del moderno pensamiento critico (en aras de la sencillez, digamos que desde la Ilustracion del siglo 18) ha habido personas incluso en circulos cristianos que han puesto en duda ese supuesto. Parte del efecto de la secularizacién y de la modemizacién de la civilizacién occidental ha sido el cuestionar la idea de que a Dios se lo pueda entender como aquel que primeramente actia y habla. A muchos pensadores cristianos se les ha hecho imposible seguir aceptando la afirmacién de que Dios esta involucrado personalmente en la historia y en la experiencia humana, y de que se lo puede conocer personalmente. Sin rechazar el concepto basico de Dios, han reelaborado drasticamente la fe cristiana, sobre la base de la presuposicién que Dios, comprendido como un principio o concepto, no se entromete en los asuntos humanos. No lo ven como un Dios que es personal, que habla y que puede ser oido. El énfasis general de la fe y el pensamiento cristianos entre esos pensadores ha tendido a comenzar con la comprensién de la persona humana, y de alli "trabajar hacia arriba” hacia el concepto de Dios. La reaccién a ese viraje en el pensamiento cristiano es variada y, con frecuencia, apasionada. El perder a un Dios personal, el cuestionar la posibilidad de conocer a Dios en una relacién personal, el dejar de lado la posibilidad de que Dios puede intervenir directamente en los asuntos humanos... tales son los resultados del pensamiento critico moderno que han conducido a muchos sectores de la Iglesia a un rechazo en bloque de la metodologia critica. Para muchos cristianos de nuestros dias, la esencia de la ortodoxia es la resistencia y el rechazo al curso del pensamiento moderno. Las luchas que caracterizan a gran parte de la Iglesia se concentran en torno a estas cuestiones de la naturaleza de Dios y su obra, y por lo tanto dan origen a preguntas sobre la confiabilidad del registro biblico como testimonio de una historia comenzada por Dios y experimentada realmente por aquellos cuyos relatos de fe estan consignados en Ia Escritura. Sin embargo, el desarrollo del pensamiento cristiano modemo, y especialmente de las disciplinas teolégicas criticas, no es realmente uniforme y no puede quedar confinado totalmente a un enfoque en particular. Ha habido y hay hoy dia muchos intérpretes bien articulados del pensamiento cristiano, que no se han sumado al éxodo masivo de los entendimientos clasicos de Ja fe, y que no han Ilegado a la conclusién que el pensar cientifico moderno deba implicar un rechazo de todo lo que es divino, personal y trascendente en el registro biblico. Almismo tiempo, muchos de estos pensadores han descubierto que gran parte del trabajo realizado con las herramientas de la investigacién critica ha resultado util para captar mas claramente el significado auténtico del testimonio biblico. Hoy podemos estar agradecidos de tener tantisimos recursos més que estén a nuestra disposicién para el estudio cuidadoso de la Palabra de Dios y para la interpretacién exacta de su significado para nuestro peregrinaje. La verdadera cuestién, entonces, es siempre las presuposiciones con las que trabajamos. Aunque hay aqui un peligro de excesiva simplificacion, podemos hacer esta distincién valida: si uno presupone que Dios no puede ser comprendido apropiadamente como personal, es decir, que no puede ser conocido en una relacién personal como Aquel que ha iniciado y continia iniciando la historia para el logro de sus propésitos, entonces obviamente habra que reescribir la mayor parte de los principales capitulos de la teologia cristiana. Tal prospecto es aterrador para muchos cristianos, y ciertamente es EL LUGAR DE LA IGLESIA Y SU PROPOSITO EN LA HISTORIA DE LA SALVACION - 17 una amenaza para las grandes tradiciones de interpretacién cristiana que se resumen en nuestros credos y confesiones. Pero esa presuposicién es una decisién que algunas personas aceptan, que traen a la Bibliay a la fe y practica cristianas. Sin embargo, no tiene porqué ser la Gnica presuposicién con la cual se debe trabajar. El rumbo de! pensamiento cristiano no nos obliga a llegar a esa conclusién... y ciertamente hay muchos testimonios de ese hecho en la Iglesia cristiana de hoy. Es extremadamente importante reconocer el poder de esas presuposiciones. Mis alumnos me oyen decir, muy al principio de cualquier curso que yo dé, que una de las tareas mas importantes del estudio teologico es reconocer las presuposiciones del que escribe. No siempre estan claramente enunciadas, y se puede requerir cierta labor detectivesca mental para encontrarlas. Pero hasta tanto no Ilegue uno a saber lo que un escritor esta presuponiendo al acometer la tarea teolégica, es muy facil que uno malentienda o se quede sin captar el verdadero mensaje que tal escritor plantea. Yo confio en que mis presuposiciones estén claras, y basadas en una respuesta a la autorrevelacion de Dios, que esté al servicio de su Espiritu y en acuerdo sustancial con el “punto de vista mayoritario" de la Iglesia cristiana a lo largo de los siglos y en todas partes del mundo de hoy. Entonces, para volver a enunciarlas: Dios es cognoscible y actua para darse a conocer; tiene propdésitos, y su propésito central es restaurar hacia si su creacién pecadora; la Escritura es el testimonio escrito de las acciones de Dios en la historia para realizar esa restauracién, acciones que conducen hacia su consumacién final. El evangelio, entonces, es la buena noticia del deseo de un Dios amoroso de que su creacién rebelde se reconcilie con él, y de la accién que él ha emprendido y esté realizando actualmente para Hevar a cabo esa reconciliacién. (Este es el primero de muchos intentos por definir el evangelio; ver también el capitulo 5.) Estas son las presuposiciones basicas que el lector debe comprender a fin de captar porqué y cémo estoy enfocando con fa mision de la Iglesia en la forma en que lo hago. Sobre la base de estas presuposiciones, trabajo a partir de la conviccién que la Iglesia de Jesucristo sigue siendo hoy el resultado de la accién soberana de Dios en la historia, que su existencia y su propésito han de entenderse dentro del contexto de los propésitos de Dios, y que la accién de Dios esté avanzando a través de la historia hacia el cumplimiento cierto de lo que él ha iniciado. Estoy presuponiendo ademds que el registro biblico nos autoriza a comprender la historia de Dios en la Antigua Alianza (o Antiguo Testamento) como una parte anterior de la misma historia que se contintia en la Nueva Alianza (si bien hay muchas cosas en esa historia inicial con el pueblo escogi- do de Dios, los judios, que todavia no estan completas y que siguen siendo para nosotros un capitulo abierto, velado en el misterio). Por consiguiente, es a la vez necesario y util considerar la Antigua Alianza como nuestra historia, y comprender nuestro propio puesto en la accién de Dios como una continuacion de lo que Dios estaba haciendo entonces. Necesitamos descubrir en la experiencia de Israel paralelos y precedentes de nuestra experiencia. Podemos, en efecto, leer los relatos de fe del Antiguo Testamento como experiencias de la realidad de Dios que de ninguna manera nos son ajenas. Debemos Hlegar a conocer a los creyentes en esa historia como personas semejantes a nosotros, 18 - HACIA UNA TEOLOGIA DE LA MISION DE LA IGLESIA como antepasados en el mismo peregrinaje historico, de quienes aprendemos y adquirimos aliento. El uso de los resultados fructiferos de la investigacion biblica critica hace que eso sea tanto mas posible hoy para nosotros. Esta perspectiva sobre la direccin total de la historia de la salvacion, desde la Antigua Alianza hasta la Nueva, resulta necesaria, creo yo, por una razon muy sencilla. No siempre resulta facil mantener "la perspectiva a largo plazo" del propdsito de Dios y su obra en la historia humana. En lo cotidiano de nuestras vidas, la rutina y el caracter profano de la existencia humana tal como la experimentamos, nos pillamos perdiendo de vista el propésito y el desafio abarcador de la historia de Dios con nosotros. He procurado imaginarme como era ser ciudadano de Israel siglos antes de Cristo. Podemos presuponer, creo yo, que el hombre o la mujer normal de entonces no pasaba de un dia a otro con cierta sensacidn espiritual de "ser escogido" y de "ser conducido por Dio: La rutina de la vida ponia en peligro la fe vibrante, tanto entonces como hoy. El judio que vivia en tiempos de Salomon o de cualquiera de los muchos reyes, ya fuera en el Reino del Norte 0 en cl del Sur, encontraba facilmente que su fe se debilitaba, y vivia mas preocupado por sobrevivir o por la calidad de vida 0 por los desafios pequefios pero reales de la familia y de los amigos, que por la gran vision del llamado de Israel y su razén de ser en la historia de salvacion de Dios. Los acontecimientos centrales del culto y la celebracién en Israel se proponian reenfocar al pueblo entero sobre ese llamado y esa raz6n de ser. Las tradiciones culturales, los escritos de la nacién, las costumbres y celebraciones del pueblo... todas formaban parte de una vasta estructura de memoria y promesa que inspiraba y reavivaba la fe. Pero incluso esos recursos, dados -—creo yo con el propésito de crear y sustentar una fe vibrante, podian diluirse y distorsionarse. El culto se podia convertir en una rutina en el templo de Jerusalén, tan facilmente como sucede hoy cn la iglesia local. La fe como énfasis focal de la vida podia volverse tan marginal en Israel como sucede hoy en la Iglesia cristiana. Somos los mismos seres humanos en lo basico, con la misma pecaminosidad y debilidad espiritual entonces que ahora. Por eso leemos a los profetas del Antiguo Testamento como potentes criticos de nuestra realidad, aun cuando estaban hablando directamente sobre las fallas de Israel en otra época y en circunstancias muy diferentes. Después de veinte siglos de peregrinar a lo largo del tiempo, fa comunidad cristiana se debate necesariamente con el mismo problema: mantener nuestros ojos puestos en nuestra razon de ser en la historia de salvacién de Dios. Es un consuelo realista el ver que ta Iglesia del Nuevo Testamento ya abordaba esa cuestion. Vemos en las Epistolas universales (1, 2 y 3 Juan, I y 2 Pedro. Santiago y Judas), asi como en las cartas a las siete iglesias en el Apocalipsis de San Juan, que las primitivas congregaciones cristianas enfrentaron problemas muy similares tan pronto como pasaron a su segunda generacion. Cuando la generacién de aquellos que se habian convertido al cristianismo procedentes de! paganismo Ileg6 a ser la generacion mas vieja, y comenzé a criar a sus hijos en esta nueva fe, se comenzo a sentir en la Iglesia el poder amenazante de la rutina, la cotidianidad y la dilucion del compromiso. Esto no es sorprendente; es, en efecto, el aspecto esencial de la manera en que Dios acttia en la historia: por medio de lo humano, de lo normal, de lo rutinario. Una gran parte del desafio para la Iglesia consiste en comprender apropiadamente EL LUGAR DE LA IGLESIA Y SU PROPOSITO EN LA HISTORIA DE LA SALVACION - 19 nuestro llamado: verlo como un llamado a Ia obediencia en las situaciones histéricas mundanas en las cuales pasamos la mayor parte de nuestra vida. Y aun asi, se supone que sabemos y somos conscientes de que todo lo que esta aconteciendo en nuestro mundo esta bajo el gobierno soberano de Dios, y esta siendo llevado por él hasta su conclusién cierta. La misién de la Iglesia esté en un proceso de realizacién en un mundo en el que siempre las apariencias engafan. La Iglesia misma, como instrumento de Dios, solo puede ser reconocida como tal mediante el don de la fe. La antigua Iglesia nos ensenid a confesar que “creemos (en) la Iglesia". En el idioma antiguo de la fe occidental, la Iglesia decia "Credo ecclesiam"; creo que la Iglesia pertenece a Dios como “linaje escogido, real sacerdocio, nacién santa”. Y esto lo creemos en contraposicién a la evidencia visible exteriormente —pero dificilmente persuasiva—. Con respecto a la misin y la obra de la Iglesia, la naturaleza de la fe sigue siendo la misma: es fe, no visidn. Pero debe ser una fe informada, una fe que es verdaderamente una respuesta a las acciones y palabras de Dios, y no una conviccién que hemos fabricado dentro de nosotros mismos para satisfacer nuestras necesidades., Por lo tanto, al tratar de elaborar nuestra comprension de la misién de la Iglesia hoy, queremos tener cuidado de trabajar a partir del testimonio biblico, bajo su tutela y direccién. No servira tratar sobre la Iglesia, después de estos veinte siglos, y aun asi hacer caso omiso de las contradicciones, las debilidades y las desilusiones que ella nos presenta. Nuestra comprensi6n de la misién de la Iglesia debe abordar con franqueza este "prodigio desdefioso" (para usar la feliz expresién de Leslie Glenn). Lo que descubriremos es que la condicién humana y la fragilidad de la Iglesia son auténticamente una parte de su naturaleza divino-humana. Pro- piamente entendido, el aspecto "carnal" de la Iglesia es un aspecto esencial del modo en que ella leva adelante el significado y la realidad de la encarnacién. 1.2 Llamados a servir El llamado que se le hace a Abraham en Génesis 12 es considerado por lo general como el inicio de la historia de la salvacién, entendida ésta como los actos de Dios en la historia humana para hacer realidad su designio de reconciliacion de su creacion consigo. Pero el trasfondo de ese gran acontecimiento se halla en los primeros once capitulos de la Biblia, en la “prehistoria". El mejor lugar para empezar nuestro estudio de la misién de la Iglesia es el principio, con los fundamentos del testimonio biblico que se halla en los primeros capitulos de la Biblia. Para los propésitos que aqui tenemos, queremos abordar un tema principal de esos relatos basicos en Génesis I-11. Estos relatos fueron transmitidos. como sabemos, como la confesién de fe de Israel acerca de cémo Dios dio inicio a toda la historia humana. Y aun asi, Israel no desempeiia un papel de gran importancia en esa prehistoria. Los primeros relatos del Génesis son “universales" en su horizonte: es decir, tratan de los propésitos fundacionales de Dios para toda la creacién, para toda la humanidad, para toda la historia. Adan ("hombre" en hebreo) es figura de la humanidad entera, no solo de la humanidad judia 0 cristiana. Todas las criaturas humanas de Dios son hechas 20 - HACIA UNA TEOLOGIA DE LA MISION DE LA IGLESIA “a imagen" suya. Todas reciben el gran mandato creacional de cuidar, ordenar y someter esta creacién maravillosa en obediencia a los buenos propésitos de Dios. Y sin embargo, toda esta creacién se ha rebelado y se encuentra en oposicién a su Creador. Para nuestra comprensién de la mision de la Iglesia es importante comenzar con el hecho que los propésitos de Dios en la creacién y en la salvacion son universales: Dios tiene en la mira al mundo entero, aun cuando va realizando su obra por medio de aquellos pocos (los patriarcas, un pueblo, un resto) a quienes escoge. Este alcance universal de Génesis 1-11 es Ilevado adelante en el Nuevo Testamento con su frecuente referencia al "mundo": "Porque tanto amé Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito"; "en Cristo Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo" (Jn. 3:16; 2 Cor. 5:19). Cuando abordamos la tarea de comprender la misién de la Iglesia, lo hacemos desde la perspectiva de una creacion entera separada de su Creador, y sin embargo amada y buscada por ese mismo Creador. El rumbo de la historia de la salvacion es la accion de Dios para reconciliar a esta creacién consigo. Asi, pues, cuando Dios llama a Abraham para hacer de él y de sus descendientes una bendicién, se enfatiza el alcance universal de la accion de Dios: "Por medio de ti seran bendecidas todas las familias de la tierra" (Gn. 12:3; cf. 22:15-18; 26:3-5). El llamado a Abraham y el apartar a la nacién que él fund, Israel, se tratan en_el pensamiento cristiano bajo el tema de la "Bleccién". El término se refiere al hecho que las acciones de Dios en la historia de la salvacion incluyen su eleccién de cierta gente para llevar a cabo sus propésitos... para beneficio de todos. La eleccién entendida biblicamente es la accién intencional de Dios dentro del horizonte total de su deseo de gracia de salvar a su creacién descarriada. De manera que Israel no es llamado 0 elegido para su propio beneficio, para ser una cultura religiosa especial que ha de gozar de privilegios que no se le han dado a nadie mas. Mas bien, la eleccién de Israel es en funcion de los designios salvificos universales de Dios. La eleccion es un llamado al servicio. Dios llama y posibilita la respuesta a su llamado, no exclusivamente para beneficio de quienes han sido Ilamados, sino con miras a un propésito mayor, para el cual los llamados quedan ahora reclutados y capacitados. Ciertamente, aquellos que experimentan este llamado se encuentran con Dios en una relacién Ilena de bendicién y de enriquecimiento. Son "bendecidos para ser bendicién". Su conocimiento de Dios los separa del resto de la creacién. Su percepcidn de los designios de Dios, tal como él Jos ha manifestado, les da una serenidad y una paz singulares. Su porcién de bendicién incluye el don de la guia de Dios para la estructuracién de su vida entera, de modo que experimentan ya las primicias de esa restauracién y salvacion que es el designio de Dios para todos. El pueblo escogido recibe los Diez Mandamientos como una nueva enunciacién de los propdsitos creacionales de Dios para el mundo.‘ Y en Israel, estos mandamientos pueden convertirse en realidad, haciendo de Israel un faro de justicia y de bondad para el mundo, tanto ahora como entonces. Pero jamds debe enfatizarse la bendicién experimentada por los llamados a costa de la razén por la cual fueron llamados. La bendicién recibida es una forma de capacitacién divina para la tarea, el servicio al cual esta Ilamado Israel, y mas tarde la Iglesia. Tergiversamos la eleccién cada vez que separamos la bendicién de su funcién como un modo en que Dios capacita a EL LUGAR DE LA IGLESIA Y SU PROPOSITO EN LA HISTORIA DE LA SALVACION - 21 los llamados para el servicio. El resultado es la arrogancia espiritual, una sensacion de privilegio religioso que conduce a los Ilamados a levantar ain més alto los muros de separacion respecto al resto del "mundo no llamado", a protegerse de la profanacién y a evitar el servicio mismo al cual han sido llamados. Después de todo, este énfasis unilateral tiene que desembocar en una preocupacién con la salvacién de uno mismo, o con la propia idoneidad para la salvacion. Cuando los Ilamados pierden de vista el propdsito de su llamamiento comienzan a pensar que el llamado se dio para que ellos se salvaran. Pierden el panorama universal de los designios de Dios y hacen de él una deidad provinciana cuya principal ocupacién es salvar a esos escogidos. Empiezan a luchar con la légica de las decisiones de Dios, tratando de elaborar una explicacién para todos aquellos que no estan llamados y que por lo tanto no estan salvados. Presuponen una division rigurosa en los designios de Dios, en la cual él dirige su amor hacia algunos y su ira hacia los demas. Hasta comienzan a rebuscar las evidencias de que ellos estan salvados, y se obsesionan por su propia espiritualidad o falta de ella. Es esta tergiversacién del modo de entender el llamado contra lo que habla nuestro Sefior en sus polémicos discursos dirigidos a los "fariseos". El no esta denunciando alli toda la devocién judia, ni todos los aspectos enteramente admirables e imitables de la refinada piedad de los fariseos. Mas bien, esta rechazando radicalmente la idea que Ia eleccién de Dios es para un disfrute privilegiado de la bendicién de Dios, separado del propésito de Dios de salvar asucreacién entera. Jestis esté abordando el entendimiento errado de la elecci6n en su tiempo, el cual ha brotado constantemente en Ia historia de la Iglesia. Otro modo de hablar de esto es en términos de los "beneficios" y la “misién" del llamado de Dios. Aquellos a quienes Dios llama experimentan los beneficios de ese llamado, es decir, la bondad y el entusiasmo espiritual de conocer a Dios y de tener parte en su amor y en su gracia (que es lo que realmente significa "bendicion"). Pero estos beneficios estan conectados integralmente con la mision para la cual han sido dados. "Mision" tiene que ver con “el propésito de ser enviado". Al fin de cuentas, Dios llamé a Abraham para que un pueblo pudiera ser apartado y después enviado para ser agente de Dios con miras al cumplimiento de sus propésitos salvificos. El creyente de la Antigua Alianza se caracterizaba por estar apartado, en expectacién de ese siguiente capitulo de la iniciativa divina. En la Nueva Alianza, como comentaremos mas adelante, el creyente se caracteriza por "ser enviado". Unos y otros reciben beneficios para que los usen en esta mision. El no lograr captar este vinculo esencial entre beneficio y misién desemboca en la predicacién de evangelizacién unilateral que es tan caracteristica de la Iglesia cristiana de hoy. Tendemos a presentar el evangelio como la manera en que Dios logra salvar al individuo. Llamamos a la gente a acercarse a Cristo para que se salve, como si ese fuera el propésito ultimo de nuestra proclamacién. Como enfatizaré a lo largo de este libro, esa no es mas que la mitad del mensaje. Nosotros somos los elegidos, aquellos que ya estamos recibiendo la bendicién de nuestra salvacién,. porque Dios nos ha capacitado para responder, nos ha dado Ja gustacién de la bendicién, a fin de reclutarnos en su servicio mientras va completando la obra de salvacién que ha comenzado. Nuestra condicion de salvacién no es para nosotros un privilegio, 22 - HACIA UNA TEOLOGIA DE LA MISION DE LA IGLESIA sino una responsabilidad. Reducir el alcance de la obra salvifica de Dios. decir que Cristo murié "para salvarme", es decir demasiado poco, y por ende distorsionar el evangelio. Debemos aprender que el llamado de Ia Iglesia. 0 su eleccion, se entiende apropiadamente como una continuacién de lo que Dios estaba haciendo en Israel. Debemos ver tanto el propésito del llamado de Dios como las muchas maneras en que ese llamado fue malentendido y abusado en la Antigua Alianza, ya que el mismo tipo de distorsién pecaminosa de nuestro llamado en el evangelio se da hoy dia en la Iglesia. Podriamos preguntarnos cémo es que surge esta separacién entre beneficio y mision. La respuesta es sin duda mas compleja de lo que podemos tratar en este estudio. Sin embargo, podemos afirmar que la naturaleza pecaminosa y egocéntrica de la humanidad rebelde es ciertamente la causa que esta en la raiz. Nuestro rechazo de Dios es tan abrumador, que podemos individual e incluso colectivamente distorsionar su amor y su gracia al punto de reducir su Buena Noticia a un programa que me ayuda (jy claro que me ayuda!) pero que no me exige convertirme en un siervo obediente del Sefior dentro de Ia historia de la salvacion, El diluir de este modo el mensaje biblico no nos hace "no salvos". Yo no creo qye la gracia de Dios se mida tan estrechamente. Pero si significa que aquellos que profesan ser su pueblo pueden obstaculizar la obra de Dios en la historia tanto como pueden promoverla. Enel curso de la historia cristiana, esta separacion entre beneficios y mision se puede ver en numerosos avances importantes, cada uno de los cuales ameritaria un extenso tratamiento. Por ejemplo, observamos que los sacramentos, instituidos por nuestro Sefior como formas supremas de capacitacién para el ministerio, han evolucionado hasta ser "ritos de salvacion", vistos ante todo en su funcién de comunicar y afirmar nuestra condicién de salvacién. Tienden a degenerar en "objetos de salvacién" bajo el control de la Iglesia, la cual se convierte entonces en la administradora semidivina de la gracia por medio de estas acciones. El poder de la Iglesia medieval estaba intimamente ligado al concepto de que la meta principal del llamado de la Iglesia es salvar almas, y de que la autoridad para excluir de esa salvacién a algunas personas también se halla dentro de las potestades de la Iglesia. La sociedad moderna experimenta una proclamacion evangélica que se centra enteramente, como dijimos, en la salvacién personal como un fin en si. El evangelio se presenta sin ningtin énfasis en los propésitos abarcadores de Dios para su creacién. Incluso la obediencia cristiana se reduce al ambito de lo privado y lo personal. Por ejemplo, la opinién que la Iglesia cristiana no debe meterse en politica es un resultado tipico del no lograr captar el hecho que la eleccion a la fe es una elecci6n al servicio, que los beneficios del llamado no se pueden separar de la misién. En efecto, tendemos a predicar el evangelio del Nuevo Testamento como si nuestro Sefior le hubiera dicho a Nicodemo: "Tanto amé Dios a los cristianos (0 mejor atin, a aquellos cristianos con quienes estoy de acuerdo y con quienes me identifico) que dio a su Hijo unigenito.” ¥ enton- ces, si vamos al mundo, vamos con un evangelio de salvacion personal. y no con una convocatoria a la aventura y el riesgo del discipulado y la obediencia. Sin embargo, Dios llamé a Abraham y prometio bendecirlo para que él y sus descendientes fueran un canal de bendicion para el mundo entero, para "las naciones”. Ese es el sentido de la eleccidn para la Iglesia, y es el unico telon de fondo apropiado para nuestro concepto de [a misién de la Iglesia. EL LUGAR DELA IGLESIA Y¥ SU PROPOSITO EN LA HISTORIA DE LA SALVACION - 23 Concentrarse en los beneficios aparte de la misién es reducir y diluir todo el sentido de la eleccion. Volver a concentrar la eleccion en la cuestion de quién es salvo (0 quién no lo es) es distorsionar el sentido mismo del acontecimiento. La salvacion, como lo comentaremos después, es en la Biblia_un acontecimiento continuo, basado en la certeza incuestionable de lo que Dios ha hecho, lo que esta sucediendo ahora en la vida de la Iglesia y en el cristiano individual, y aun asi anhelando también su consumacion cuando Dios haga confluir !a historia entera en el cumplimiento de sus propésitos (ver 5.2, pp. 82- 89). El abuso del concepto de eleccién esta ligado casi siempre con una preocupacién errénea por la propia salvacién personal, y con una falla en ver el énfasis biblico sobre el tiempo futuro de la salvacién 1.3 Cristo en la historia de la salvacion A medida que el curso de la historia de la salvacion en la Antigua Alianza se mueve de lo universal a lo particular, desde la amplia pincelada de Genesis 1-11 hasta el estrechamiento de la mira en Génesis 12ss, se va dando una nota dominante de expectativa en cuanto al futuro. Israel aguarda lo que Dios va a hacer en el futuro. Esta expectativa asume variadas formas, y uno no puede orquestar un tema unificado para el punto de vista de Israel acerca delo que va a traer el futuro. Pero la historia pasada de Israel con Dios es una afirmacion continua que Dios va a seguir actuando y va a completar sus designios salvificos. De esto estan seguros los profetas. Pero la especulacién acerca de la forma exacta de ese futuro no lleva a ninguna parte. Los profetas del Antiguo Testamento anuncian la palabra de Dios a una situaci6n especifica, llamando a sus oyentes a responder con obediencia, con fe y con paciencia. Reafirman las promesas de Dios y su fidelidad, y miran hacia un futuro en que Dios va a completar todo lo que ha comenzado. Pero el mensaje profético en el Antiguo Testamento no le da a Israel un infalible dibujo de ejecucién que le permita a la nacién reconocer al Mesias, ni ningtin otro detalle de la consumacién histérica de los designios de Dios. Si fuera asi, entonces los eruditos en la corte de Herodes en el tiempo en que nacié Jesus habrian cumplido mejor de lo que lo hicieron su tarea de interpretar los signos de sus tiempos. La historia de la salvacién va avanzando hacia su culminacion, contraria a todas las formas humanas de pensar que rodean la expectativa veterotestamentaria. La consumacié6n cierta de la obra salvadora de Dios no puede ser detenida por la desobediencia de Israel. Aun cuando solamente un resto del pueblo llamado va a servir como canal para la continuacién del misterio de la historia de la salvacién, eso basta para que se cumpla la obra de Dios. Nunca fue caracteristico de la obra de Dios que los acontecimientos fueran demostraciones aplastantes del poder divino. La fe siempre sigue siendo fe, lo cual quiere decir que sélo aquellos ojos y oidos que Dios capacita para ver y oir lo que él est4 haciendo van a reconocer su acci6n. Dios escoge a los menos pee alos que no se esperaria que escoja, para que sean los agentes de su obra. Se debe saber que la obra de Dios es resultado del poder y la gracia de Dios, y no el producto combinado de la iniciativa divina y la implementacién humana. Incluso en la Antigua Alianza debemos ver que 24 - HACIA UNA TEOLOGIA DE LA MISION DE LA IGLESIA somos "salvados por gracia", que nuestra experiencia de la bondad de Dios es ella misma una respuesta para la que Dios nos capacita. Asi como Dios escogié a la nacién judia —una fuerza de poca monta en el panorama de la historia humana— y al hijo menor de Isai para que fuera el fundador de la dinastia que habia de servir a los designios de Dios, y a solo dos tribus de las doce originales para la etapa final de la preparacién; asi como Dios ha actuado siempre por medio de los menos pensados, ahora lleva la historia de la salvacién a su culminacién por medio de una muchacha campesina y su estupefacto esposo, un nacimiento en Belén y un nifio que va creciendo en Nazaret, Jestis ingresa al mundo de su tiempo proclamando: "Se ha cumplido el tiempo... E] reino de Dios esta cerca" (Mr. 1:14). Pero externamente hay pocas trazas de cumplimiento alguno en Israel, y ciertamente el reino no esta conquistando Roma ni restaurando a Israel a la gloria que le era propia. La encarnacién, muerte, resurreccién y ascension de nuestro Sefior son los acontecimientos centrales de la historia de la salvacién. Son el contenido del evangelio. Esta vida, esta persona, sus acciones y sus palabras y todo lo que le sucedié a é| en la Ultima semana de su existencia humana son el climax, la médula de la historia de la salvacion, como nos lo ha ensefiado Oscar Cullmann. La misién de la Iglesia es la proclamacién de ese acontecimiento y su significado: "... para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamé de las tinieblas a su luz admirable" (1 P. 2:9). Sin embargo, a fin de comprender la misién de la Iglesia tal como brota del acontecimiento salvifico de Cristo, necesitamos ver exactamente qué es lo que Dios ha hecho en esta "encarnacion". El término mismo es otro modo de decir que “el Verbo se hizo carne". Es el término técnico para el hecho asombroso que Dios entré personalmente en nuestra historia y en nuestra experiencia como el hombre Jesiis, que Jestis "no considers el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario se rebajé voluntariamente..." (Fip. 2:6-7). Es la culminacién de una larga historia, caracterizada ella misma por la accién "encarnacional" de Dios a favor de nosotros. El registro completo del Antiguo Testamento atestigua las muchas maneras en que Dios permite que su Palabra se haga "carne". El rumbo de la accién divina va siempre desde la majestad de Dios y su soberana trascendencia hacia su inmanencia experimentable e histérica; es decir, Dios se mueve siempre hacia nuestro ambito de experiencia y se hace cognoscible en términos humanos (y por ende pecaminosos). Es la naturaleza misma de la gracia de Dios que "condesciende”. Calvino hablaba del modo en que Dios "se acomoda" a nuestra realidad, por causa nuestra. Laencarnacién de Jesucristo es la acomodacién ultima e irrepetible de Dios a nuestra realidad y a nuestra necesidad. "Al que no cometié pecado alguno, por nosotros Dios lo traté como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios" (2 Cor. 5:21). Pero ese acontecimiento tinico e irrepetible se halla en una larga secuencia de acciones de la gracia de Dios, que condesciende con nosotros. Dios permitié que su palabra se hiciera carne en el llamado a Abraham, en el éxodo y en el otorgamiento de los Diez Mandamientos, en el ordenamiento de la existencia de Israel, en los jueces y los reyes, y en los profetas y la comunidad del templo. Israel no podia jamas escalar una montafia sagrada para hacerse mas semejante a Dios ni més agradable a él. Siempre era Dios el que se acercaba a su pueblo y tendia los puentes de la reconciliacin y la comunién, ya fueran fuentes de sacrificio, de culto o de sabiduria. EL LUGAR DE LA IGLESIA Y SU PROPOSITO EN LA HISTORIA DE LA SALVACION - 25 En Cristo, Dios tendié el puente final, decisivo y anico. En esta encarnacion Dios posibilité de modo decisivo y final la reconciliacién de la creacion, la cual lego a su climax en la muerte y resurrecci6n de Jesucristo y su entronizacion como Sefior. Las largas y frecuientemente dispares lineas de la expectativa de Israel hallaron su cumplimiento en Cristo. Mas alla de Cristo no iba a haber ningtin otro acontecimiento que se necesitara para efectuar la reconciliacion. Y el acontecimiento entero fue una manifestacién, en términos humanos. del amor entregado y la gracia soberana del Dios que procura restaurar su creacion asi mismo. La mision de la Iglesia se basa en quién es Jesucristo y en lo que Dios ha logrado por medio de él. Estos acontecimientos, de los cuales da testimonio el Nuevo Testament, son el cimiento de la existencia de la Iglesia. "Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurreccion de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva" (1 P. 1:3): eso ha ocurrido: es un hecho inconmovible, un cimiento inquebrantable. Al tratar de comprender la mision de la Iglesia, siempre vamos a volver a este acontecimiento fundacional del evangelio. Pero necesitamos ver este acontecimiento en cuanto se sigue de lo que Dios ya ha venido haciendo a lo largo de los siglos de preparacién y expectativa’que Ilamamos la Antigua Alianza. Necesitamos reconocer que la encarnacién de Cristo fue el climax de la actividad encarnacional de Dios en favor de su creacion, de Ja creacién en adelante. Dios expreso su gracia a Adan y Eva que habian pecado, haciéndoles vestimentas para que se cubrieran. Su amor se "encarnd" en ese acto tan comtin. Demostré su cuidado encarnacional por su pueblo al prescribir las Srdenes y regulaciones de la sociedad tal como las hallamos en ei Pentateuco (los prinieros cinco libros de la Biblia), Esos pasajes largos, y frecuentemente oscuros, que detallan cémo debia Israel organizar su vida. son, si se oman en conjunto, un testimonio impresionante de la compasién "encarnada" de Dios para con su pueblo. Asi, sin disminuir en modo alguno la singularidad y el misterio del Verbo que se hace carne, reconocemos que en Jesucristo el modo de actuar de Dios a lo largo de la historia llego a su cumbre. Desde ese punto medular calculamos nuestros afios, derivamos nuestra certeza y recibimos el contenido de nuestro mensaje. En el capitulo siguiente volveremos a la significacion de la encarnacién para nuestra teologia de la Iglesia 1.4 La Iglesia como parte del evangelio Si los acontecimientos de la salvacién hubieran concluido con la Pascua, en tltima instancia no habria habido efecto alguno sobre el rumbo de la historia humana. La experiencia de los que conocieron a Jesiis antes y después de su muerte y resurreccion habria quedado para el mundo como un capitula cerrado. El evangelio no alcanza su conclusion en la mafiana de Pascua; hay mas. necesariamente mas. Las liturgias de la Iglesia han preservado esta vision en su celebracion del Tiempo Pascual. Después de varios domingos de explorar fo que significa esta gran buena noticia (Quasi modo geniti, ta posibilidad del nuevo nacimiento; Misericordias Dei, las dimensiones de ta misericordia de Dios: Jubilate, Cantate, Rogate, Exaudi, las grandes razones para regocijarse. cantar, rogar y anhelar con expectativa), la Iglesia en estas grandes tradiciones 26 - HACIA UNA TEOLOGIA DE LA MISION DE LA IGLESIA celebra el dia de la Ascensién, la entronizacién de nuestro Sefior, y Pentecostés, la capacitacion de la Iglesia para llevar a cabo su misién. La Iglesia es una parte esencial del evangelio, un desarrollo necesario dentro de la historia de la salvacién. Sin el otorgamiento del Espiritu y la capacitacién de la proclamacién de la comunidad cristiana, no se habria escuchado jamés la buena noticia de lo que Dios ha hecho en la cruz y en el sepulcro vacio; "4cdmo oiran si no hay quién les predique? ,Y quién predicara sin ser enviado?" (Ro. 10:14-15). Asi como Dios Ilamé y aparté a la nacién de Israel para que fuera bendita y se convirtiera en canal de bendicién para todas las naciones, asi ahora llama y aparta a un pueblo, el "nuevo Israel", para que proclame lo que él ha hecho. A la preparacién en la Antigua Alianza le ha seguido el cumplimiento, y ha llegado la hora de cruzar las fronteras y de llevar la nueva realidad de la accion salvifica de Dios a toda su creacién rebelde. El lugar y el propésito de la Iglesia dentro de este gran arco de la historia de la salvacién es, entonces, ser la agencia mediante la cual se dar a conocer el mensaje de las acciones reconciliadoras de Dios. La Iglesia es "pueblo que pertenece a Dios", para que proclame las obras maravillosas de aquel que la llamé "de las tinieblas a su luz admirable" (cf. | P. 2:9). Tal como lo exploraremos mas adelante, la Iglesia es resultado de la accién de Dios, otra expresién de la bondadosa disposicién de Dios a manifestarse dentro de la historia humana en términos nuestros, de manera comprensible, y por ende dentro de la ambigiiedad de la experiencia humana. No podemos abordar el qué y el cémo de la misién de la Iglesia si no captamos su lugar esencial en la historia de la salvacién. Ella no es ni una nota al pie de pagina ni un acontecimiento marginal. No es una distorsi6n posterior del mensaje sencillo del gran maestro Jestis. Es mas bien la obra necesaria de Dios para la implementacién del testimonio del evangelio. Jestis preparé a sus discipulos para que se convirtieran en el colegio apostdlico sobre el cual habia de quedar construida la Iglesia. Puso en sus manos la tarea de llevar adelante su obra e incluso de "completarla" (Pablo dice que sus sufrimientos cumplen [0 completan] "Io que falta de las aflicciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la iglesia" Col. 1:24). Les prometié enviarles al Maestro y Consolador que necesitaban para capacitarlos para esa labor. Los "envi6", les dio esta misién y, después de la Pascua,.completé la tarea de prepararlos antes de su ascension. Es indiscutible que la Iglesia del Nuevo Testamento se entendia a si misma como el resultado directo de la accion de Dios y de la obra que habia realizado Cristo al prepararla y dotarla de poder. Mas atin, al leer con cuidado el Nuevo Testamento y ver como los testigos escribieron sus variadas instrucciones para la Iglesia primitiva, que en conjunto han Ilegado a ser nuestro canon del Nuevo Testamento, notamos en su uso del Antiguo Testamento su conviccién arrasadora de que Dios habia hecho confluir toda la historia de salvacién en Cristo, y que ahora estaba comenzando un capitulo nuevo y final: la época de la Iglesia, del testimonio de la buena noticia de que en Cristo se habia hecho posible la reconciliacién. La Iglesia fue bendecida con la fe en Cristo a fin de que se convirtiera en bendicién para el mundo, como mensajera y testigo de la Buena Noticia. Su mensaje es el mensaje de Cristo: ";Arrepiéntanse y crean en el evangelio!" (Mr. 1:15). Y, con el poder del Espiritu Santo, ahora est4 llamada a “ser testigo de Jesucristo". 2 La encarnacion: el qué y el cémo de la accién de Dios 2.1 El modo en que Dios se manifiesta Dios no s6lo se nos manifiesta para que lo conozcamos y respondamos a 41, sino que lo hace de un modo asombroso. Irrumpe en nuestra experiencia bajo nuestros términos. Nos hemos referido al hecho basico de la revelacin usando el término encarnacional cuando hablabamos de Cristo en la historia de la salvacién (1.3, pp. 23-25). Ahora vamos a examinar mas de cerca la significacion de esta afirmacién bfblica. Como dijimos antes, la encarnacién de Jesucristo es el acontecimiento unico e irrepetible del ingreso de Dios, en su Hijo, a la historia, con el fin de completar la obra salvifica de reconciliacion que tuvo lugar en la cruz. Sin embargo, esta encarnaci6n singular es a la vez el epitome del modo en que Dios se hace cognoscible y experimentable en la historia humana. Se trata del modo de la "condescendencia", de la “acomodacién": es "encarnacional". Hay una larga historia de tensién dentro de la comunidad cristiana en torno aeste punto. Muy al principio de nuestra historia surgié una visin de la Iglesia cristiana y de la conducta cristiana que también podria lamarse "encarnacional". Iba asociada con la idea de que la Iglesia era la “prolongacién de Cristo" en el mundo (el Christus prolongatus). Poco a poco esto se convirtié en la idea de que la Iglesia, en cuanto Cuerpo de Cristo, podia tener parte en la perfeccién de Cristo. Y por medio de representantes muy especiales de la Iglesia, aquellos que eran Hamados santos, gran parte de la perfeccién de Cristo era continuada y realizada dentro de la experiencia humana. Acertadamente, se veia la encarnacién como el modo en que Dios actuaba y se proponfa seguir actuando por medio de la Iglesia cristiana. Sin embargo, esta interpretacién se equivocaba en un punto significativo. Compartia el énfasis unilateral en los beneficios del evangelio, la experiencia y la certeza de la salvaci6n personal, y concluia ademas que esta salvacién podia realizarse de manera perfecta por Jo menos en algunos de los creyentes (los santos). Como resultado de este modo de ver la gracia y la salvacién, la Iglesia se convirtié en administradora de la gracia de Dios por medio de sus ritos y disciplinas. La encarnacién se habfa convertido en la forma posible de la existencia salvada. La misién de la Iglesia como testigo del Cristo el Sefior, quien estaba enviando a su Iglesia al mundo para servirle a él, sufrié un sutil 28 - HACIA UNA TEOLOGIA DE LA MISION DE LA IGLESIA cambio: se enfatizaba la bienaventuranza personal, con la posibilidad encarnacional como la forma mas elevada de aprovechamiento espiritual; la gracia se convirtié en una "cosa" manejada y distribuida por la Iglesia; la tarea especifica del testimonio se reservaba a los espiritualmente selectos (lo cual desembocé en la division de la Iglesia entre clérigos y laicos); el énfasis de la existencia cristiana Ileg6 a ser la preocupacién con la propia salvacién y con las obras que se necesitaban para mantener ese estado de bendicién, y se concibié la obediencia cristiana casi exclusivamente en términos de piedad personal y participacion en las celebraciones eclesiasticas y en los ritos de fe (ver también 1.2, pp.1 9-23). Los reformadores del siglo 16 objetaron a ese concepto de perfectibilidad espiritual y a esa interpretacion de la encarnacién, que consideraba a la Iglesia como una "agencia de salvacion”. Lutero desterré de la estructura eclesiastica las 6rdenes religiosas, con sus sistemas de disciplina espiritual y su visién de una perfeccién alcanzable. Los reformadores se mostraron unidos en su énfasis que somos salvados por la accién de Dios, justificados por su gracia y reconciliados a la relacién de hijos bajo nuestro Padre celestial, y que no hay nada que podamos hacer para contribuir ni para cooperar con ese proceso. "Somos mendigos, esa es la verdad" era el resumen de la profunda comprensién que tuvo Lutero del evangelio de la gracia. La justificacién por la gracia sola se convirtid en el grito de batalla de la Reforma, y ha seguido constituyendo la principal distincién entre el cristianismo de Roma y el de la Reforma. (En toda justicia, debemos sefialar que la gran disparidad en los modos de ver el evangelio, que las partes en conflicto sostenian hace 450 afios, se ha reducido considerablemente en el proceso continuo de discusion y reformulacién teoldgica.) El énfasis de la Iglesia en la encarnacién resultaba sospechoso. El cristianismo de la Reforma (a veces con culpa) rechazaba todo interés en el "hacer la palabra", y ponia todo su énfasis en el predicar la palabra y en el oirla, El temor a la justicia por las obras condujo a muchos a una unilateralidad inapropiada en la cual la piedad cristiana era principalmente una espiritualidad pasiva, una confesién de nuestra total confianza en Dios, que iba, sin embargo. acompafiada a menudo por una reserva teolégica a la hora de traducir los efectos concretos del evangelio en nuestra vida a acciones que pudieran tener algun impacto sobre nuestro mundo. Desde luego, esto no era asi en todas las corrientes de la Reforma. También se expresaba considerable interés en las consecuencias practicas del evangelio. El propio Lutero hacia hincapié en que el evangelio, propiamente entendido, debia producir buenas obras: lo cual no es mas que una repeticin del sumario de Pablo en Efesios, donde comienza por afirmar que "por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios", y luego contintia con un enunciado que conecta la gracia de Dios y nuestras obras de un modo que con frecuencia se ha pasado por alto en muchos circulos de la Reforma: "Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jestis para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las, pongamos en practica" (Ef. 2:8-10). A menudo el interés en la manifestacion externa del evangelio asumio la forma de un legalismo, una rigurosa imposicién de disciplinas interpretadas como la expresion necesaria de una vida salvada por la gracia, Las reacciones LA ENCARNACION: EL QUE Y EL COMO DE LA ACCION DE Dios - 29 aesos extremos no se hicieron esperar, de modo que Ja historia del cristianismo protestante se parece mucho a un péndulo que se balancea de aqui para alla entre un énfasis en la gracia sola, y un interés en las acciones que son expresién de esa gracia. Las corrientes principales del cristianismo de la Reforma, tanto los luteranos como los reformados, han recalcado la centralidad de a gracia y nuestra dependencia de la accién de Dios para justlficarnos, es decir, para ponernos en buenas relaciones con Dios. Pero ha habido una tendencia a soslayar un eslab6n que es necesario. El registro biblico nos ensefia que el qué de lo que Dios ha hecho por nosotros (la reconciliacién, la justificacién y, al fin de cuentas, la salvacién) estd, en ultima instancia, intimamente ligado al cémo lo ha hecho Dios. Dios ha entrado en nuestra historia, ha "hecho carne" sus acciones, y se ha encarriado, con el fin de llevar a cabo sus propésitos de reconciliacién y de salvacién. Ha vencido nuestra rebeldia al hacerse parte de nuestra historia, de modo final y conclusivo en la encarnacién de Cristo. Y la continuacién de esa obra, que es el testimonio de lo que Dios ha hecho, debe ser "encarnacional", debe seguir ligando el qué y el cémo de la accién de Dios. E] testimonio mismo de los acontecimientos salvificos singulares de la encarnacién de Cristo debe ser encarnacional. La justificacién por gracia se comunica por medio del testimonio encarnacional. En este punto la Reforma necesita seguir adelante (jdespués de todo, ciertamente respaldamos el concepto de "la Iglesia siempre en proceso de reforma": Ecclesia semper reformanda!), y examinar lo que dejé de lado cuando rechazé el interés de largos siglos por la expresién encarnacional del evangelio en la vida del individuo cristiano y de la comunidad cristiana. Este reexamen se estd dando en nuestros dias, a medida que descubrimos mas y mas elementos de la valida vision espiritual contenida en la tradicién cat6lica de formaci6n y direccién espiritual. El desafio en el debate actual estriba en conectar los "beneficios" de la formacién espiritual con la "tarea" o la “misién" de la Iglesia, de modo que no volvamos a encontrarnos en la situacién de enfatizar la espiritualidad personal mientras descuidamos la raz6n por la cual el Espiritu nos capacita de un modo tan eficaz. Parte de nuestro problema puede ir ligado con el hecho que la Reforma no avanz6 significativamente en su correccién de la dicotomia "beneficios" /"misién". Los reformadores estaban interesados principalmente en la necesaria revision de la errénea teologia de la salvacién que tenia la Iglesia, y con ese aspecto tan importante del evangelio, el de los "beneficios”. Después de todo, Lutero fue impulsado a sus descubrimientos espirituales por medio de su lucha interior con la cuestién de si podia o no estar personalmente seguro de su salvacién. Melanchthon, colega y sistematizador de Lutero, decia en efecto que la médula del evangelio es la recepcién de "los beneficios de Cristo". Este enunciado es verdadero, pero sigue quedandose corto respecto al concepto biblico de ser Ilamados al servicio, de ser bendecidos para ser bendicién, de los beneficios que se dan con el propésito de capacitar para el servicio. Para decirlo en términos muy sencillos, el interés de la Reforma con respecto a la misin de Ia Iglesia se referia a la predicacién apropiada de la doctrina del evangelio, y a su interpretacién apropiada en la practica sacramental de la Iglesia, asi como a otras correcciones que brotaban de este énfasis central. La Reforma, en cuanto tal, no traté de la mision de la Iglesia 30 - HACIA UNA TEOLOGIA DE LA MISION DE LA IGLESIA aun mundo que estaba fuera de Cristo, porque el mundo era todavia un mundo basicamente cristiano que necesitaba una reformulacién de su modo de entender la fe y una reforma de la Iglesia. Todavia la secularizacin no se habia convertido en el desafio central a la Iglesia, como lo ha sido en el siglo 20. En el siglo 16 la Iglesia tenfa poco interés en la evangelizacién del mundo no creyente. A los turcos que se hallaban a las puertas orientales de Europa, Lutero los consideraba "infieles", mostrando asi que 1 seguia siendo parte de la estructura medieval que dividia al mundo en cristianos y no cristianos de modo tal que a la periferia "infiel" de la civilizacién se la podia combatir, pero rara vez evangelizar. Iba a ser necesario el surgimiento de la edad moderna, con la expansién del mundo conocido hasta incluir vastas regiones dominadas por otras religiones, antes de que la misién de la Iglesia comenzara a reenfocarse en términos de evangelizacién. Es dificil para las iglesias occidentales basarse en las raices de la Reforma para desarrollar una teologia de la misién de la Iglesia, puesto que esas raices son claramente insuficientes porque se derivan de la "sociedad cristiana” medieval. Hoy dia, gran parte de nuestro pensamiento acerca de la misién de la Iglesia es estimulado por las preguntas y respuestas planteadas por las llamadas iglesias del Tercer Mundo (considérese, por ejemplo, el trabajo de toda una vida de Lesslie Newbigin y E. Stanley Jones). Asi, pues, parte de la tarea que hoy tenemos por delante consiste en corregir el descuido de la encarnacién en muchos circulos protestantes, con el cuidado de no caer en la trampa del perfeccionismo espiritual medieval, que era, como hemos visto, una aplicacién posible pero incorrecta de la encarnacién a la realidad cristiana. Mas bien, nuestro modo de entender la encarnacién y la actividad encarnacional ha de tener sus raices en el hecho que ella es —y siempre ha sido— el modo de actuar de Dios. Decir que Dios ha actuado de manera encarnacional equivale a decir que Dios ha hecho que su palabra adquiriera carne desde el principio mismo, de modo que pudiéramos oirla y responder a ella. Tal vez el mayor prodigio en la ensefianza biblica sobre la revelacién es la asombrosa disposicién de Dios a dejar que su comunicacién de si mismo quedara tan revestida y entremezclada con la fragilidad humana. Para gran incomodidad de todos aquellos pensadores que preferirian que las. acciones de Dios fueran quimicamente trascendentes e intocadas por larealidad humana, la Biblia retrata a un Dios que esta activo en los acontecimientos humanos y que actia por medio de instrumentos humanos que no son ni perfectos ni apropiados externamente para tan alto honor. Las calidades de aquellos que él escoge parecen tener poca importancia. Abraham, por ejemplo, es honrado por toda la comunidad de fe como el paradigma de la fe auténtica, en su disposicién de seguir el mandato de Dios de ponerse en marcha. Pero no sabemos porqué Dios lo escogié a él. Ni sabemos, por cierto, cémo fue que Dios le hablé. Pero podemos estar seguros de que Dios se hizo ofr y se dio a conocer en los términos de Abraham. A lo largo de todo el Nuevo Testamento observamos las acciones de Dios entretejidas con un elemento humano que suele ser desconcertante. Nos debatimos con la forma en que Dios dirigfa a Israel en el periodo de la conquista. Es dificil mantener un concepto de Dios que sea puro en sus proposiciones, y ain asi habérselas con el Dios de Josué y de los Jueces, quien aparentemente logra sus propdsitos mediante el cruel instrumento de la guerra. LA ENCARNACION: EL QUE Y EL COMO DE LA ACCION DE DIOS - 31 Abordamos la historia biblica desde el marco de proposiciones y formulaciones légicas eternamente verdaderas. Asi, las realidades de un Dios que funciona de un modo carnal, que actiia en sus criaturas y por medio de ellas, y que en su soberania convierte incluso los pecados y rebeldias de esas criaturas para que sirvan a sus propésitos, despedazan todos nuestros sistemas nitidos y cerrados. No podemos sondear cémo podia Dios "ensuciarse las manos" de una manera tan humana. Nos ha resultado ofensivo hablar de Dios en un modo antropomérfico, es decir, describir a Dios en términos humanos, atribuyéndole emociones y reacciones humanas. Durante siglos la Iglesia cristiana procurd esquivar la incomodidad de un Dios que actuaba en forma encarnacional a lo largo de toda la antigua Alianza. Lo hizo interpretando esos pasajes de la Escritura en forma alegorica, es decir, buscando aquellos principios y verdades espirituales sutiles que se hallan detras de los simples relatos literales. En otras palabras, para resolver el problema de un Dios que actia de manera encamacional en nuestra historia, la Iglesia simplemente se nego a tratar esa historia directamente. Pero la gloria de la revelacién biblica es el hecho mismo que Dios en efecto interviene continuamente en nuestra historia en un modo tal que el Verbo, la Palabra, se hace carne. Y parte de lo que sin duda queremos decir con "inspiracién" es que su Espiritu Santo nos ayuda a percibir la presencia y la obra de Dios en acontecimientos que por lo demas son humanos, distinguiendo lanecesaria condicién humana en el encuentro divino, y aun asi percaténdonos de que separar lo humano de lo divino es hacer de Dios una idea intangible en vez de un Dios personal a quien podemos conocer, amar y servir. Asi como durante siglos la Iglesia cristiana luch6 por definir las dos naturalezas de Cristo —la humana y la divina—, y al fin de cuentas no fue mas alla de enunciar con claridad todas Jas cosas que esta "doctrina de las dos naturalezas" no podia significar, nosotros debemos admitir en ultima instancia que la autorrevelacion de Dios en la experiencia humana nos presenta un hecho de revelacién que no se puede disociar en sus componentes divino y humano, sino que mAs bien se halla en el centro mismo de la maravilla de la venida de Dios a nosotros. El viene a nosotros solamente en las formas humanas de su humillacién propia. No viene como una verdad proposicional o como un silogismo del razonamiento, sino como un Dios amoroso y activo que sale a nuestro encuentro, que nos confronta con su presencia real y poderosa en nuestra experiencia, nos desafia con su propésito, y nos capacita para responder. Si diluimos el misterio de la accién encarnacional de Dios, caemos en una de varias trampas en que a menudo ha caido la Iglesia a lo largo de su historia. Podriamos tender a leer la Biblia como un registro ahistérico, una coleccién de lecciones, de moralejas y de ensefianzas sabias de la cuales podemos aprender mucho a fuerza de aplicacién de nuestra parte (una forma de autosalvacin por medio de la actividad mental). Si hacemos eso, nos perderemos la asombrosa realidad que Dios, el Creador y Sefior personal y majestuoso, es verdadera- mente un Dios de accidn y de involucramiento, de encuentro e intercambio, a quien se puede conocer personalmente y que no ha de ser concebido meramente como una idea moral. Una alternativa seria que hiciéramos de él un principio abstracto, el logro maximo de nuestro intelecto humano, asignandole los més sublimes y profundos atributos de conocimiento, poder, presencia y majestad. O, de un modo relacionado, podriamos aceptar el registro biblico 32 - HACIA UNA TEOLOGIA DE LA MISION DE LA IGLESIA pero postular una necesidad racional acerca de la persona y la obra de Dios que debe descartar, mediante razonamientos, la humanidad de ese registro (sus Mamadas contradicciones) y, en efecto, imponer una norma de razon a la que Dios debe suscribirse. Pero, en el mejor de los casos, todas esas definiciones son una violacién sutil del segundo mandamiento, porque en efecto estamos creando un dios a nuestra propia imagen. La encarnacién es el hecho pasmoso de la irrupcidn de Dios, en su gracia, en nuestra vida y nuestra historia, con la ambigitedad que debe acompafiarle. Nos encontramos con Dios en la historia sagrada, hablando nuestro idioma, trabajando dentro de los supuestos de la cultura judia, manifestandose a si mismo con imagenes y experiencias que "tienen sentido" para la gente de esa época y lugar, asi como son. Antes de la encarnacién de Cristo, Dios estaba encarnando su palabra, sus designios de gracia, en el curso completo de la historia de la salvacion. Permitié que su voluntad fuera llevada adelante por David, quien en el mejor de los casos era un siervo sumamente contradictorio de si mismo; por medio de un Salomon, que al fin de cuentas dejé que su debilidad se impusiera a su sabiduria; por una nacién israelita que se caracterizaba mas por la desobediencia que por la fidelidad a su llamado. No experimentamos a Dios fuera de la historia, sino siempre dentro de ella. Incluso las apariciones directas de lo trascendente, las !lamadas teofanias, llevan las sefiales del tiempo, lugar y cultura especificos en que se efectuaron. Fueron experimentadas como encuentros con el Dios majestuoso; y aun asi, incluso en el Sinai, Dios llega al hombre en formas que el hombre puede captar y a las que puede responder. Estamos cuestionando, entonces, el rechazo de la encarnacién como parte central de nuestra continua obediencia al mandato evangélico. Los actos encarnacionales de Dios en la antigua Alianza fueron preparando el camino para el evangelio. Ahora la tarea consiste en ver cémo debe la Iglesia continuar esa obediencia encarnacional. 2.2 La encarnacion de Cristo y la continua encarnacién del evangelio La encarnacién de Jesucristo, el Hijo de Dios que se hizo hombre por nuestra causa, es el acontecimiento y el hecho central de la historia de la salvacién, asi como el contenido central del mensaje cristiano. Al mirar atras a todo el recorrido de Ja historia sagrada en la antigua Alianza, reconocemos que la encarnacién del Verbo es el climax de un largo proceso encarnacional en el cual Dios ha estado entrando en la experiencia y la historia de su creacion de muchas maneras, para manifestarse a si mismo, sus propdsitos y su voluntad, para guiar a su pueblo asi como para reprenderlo. Pero en la encarnacién de Jesucristo tuvo lugar algo absolutamente nuevo y singular. El Verbo se hizo carne; sucedié lo humanamente imposible. Dios acepté las limitaciones de su propia creacién, y por medio de su Hijo lev6 a cabo la reconciliacién que Ja humanidad necesitaba para ser restaurada a la relacion con Dios para la cual habiamos sido disefiados. Puesto que es humanamente imposible para cualquiera de nosotros construir ese puente de regreso a Dios, LA ENCARNACION: EL QUE Y EL COMO DE LA ACCION DE Dios - 33 Dios nos lo construy6. Edificada en torno a este heclio prodigioso y misterioso esta la fe cristiana entera. Pero, como ya hemos dicho, la encarnacién es a la vez el acontecimiento de la salvacién y el modo en que Dios realiza sus propdsitos salvificos. Sin disminuir la singularidad de los acontecimientos histéricos de las primeras tres décadas del siglo 1, debemos ver que la accién encarnacional de Dios, especialmente en su epitome en Cristo, debe continuar; y debe seguir delante de manera encarnacional. Comprender esto es captar el énfasis central de gran parte de la preparacion que Jesiis dio a sus discipulos para la misidn que tenian por delante. En efecto, Jestis estaba preparando a los discfpulos para el ministerio encarnacional que seria consecuencia de los acontecimientos salvificos de su propia encarnacién, vida, pasion, muerte y resurreccién. Cuando leemos con atencién los relatos de los Evangelios, resulta dificil mantener la antigua distincion de la Iglesia entre Jos beneficios y la mision de la salvacion. Jestis llama a los discipulos a ser “pescadores de hombres", y luego los capacita tanto para el sufrimiento como para la gloria de esa tarea. Como lo vemos especialmente en las parabolas referentés al reino de Dios, Jestis desafia a sus discipulos con el misterio de esta misién. Ellos deben entender que el reino de Dios, que esta cerca, y del cual van a experimentar una gustacion, un "primer pago", no esta bajo el dominio de ellos. Ellos mostraran y experimentaran una gran variedad de respuestas, incluyendo el rechazo. Pero también recogeran y experimentarén una gran cosecha. Y aun asi, no han de sorprenderse cuando las mieses del reirio se llenen de cizafia que parece trigo, pero que al fin de cuentas tendra que ser quemada. Deben aceptar que no pueden controlar el tiempo o el tamafio de la cosecha. Pero nada es tan seguro como que esa cosecha vendra, y sera abrumadora. Dios completara el establecimiento del reino, y con esa ¢onfianza ellos deberdn realizar su mision. Los discipulos, y todos los que los sigan, experimentardn esta mision como una tensi6n entre la‘confianza en Dios y el rechazo por gran parte del mundo. Sus "beneficios de salvacién" son fuente de gran paz: pueden confiar en que Dios proveera para ellos en toda circunstancia. Pero su salvacién tiene un tiempo futuro que es fuerte y misterioso. Jestis no puede decirles cuando es que, el reino sera introducido con su dimensién. final y universal. Hay una batalla que librar, y sera necesario que ellos soporten’ con paciencia. A veces el evangelio no significara la paz, sino la espada. Obedecer a Cristo implicara apartarse de los canones aceptados de conducta en los érdenes sociales en los cuales la Iglesia vive en el mundo. Los discfpulos de Cristo no van a-encajar arménicamente en el mundo al cual han sido enviados. Descubriran que hay cruces que tomar, si estén dispuestos a seguir a Jestis. Jesiis los envia a que proclamen su mensaje y a que continien la obra que él ha comenzado y que estuvo realizando durante su ministerio terrenal. Ellos se encontraran llegando al mundo entero, haciendo de las naciones discipulos de Cristo, y ensefiandoles a obedecer la ensefianza de Jestis (Mt. 28:19-20). Se han sumado a Jesus en un peregrinaje de tres afios que ha ido a parar a la cruz, y, bajo su tutela, han comenzado a ver poco a poco que toda la expectativa de la antigua Alianza ha convergido en él de modo sorprendente y misterioso. Comprenderan, a medida que se lo ensefie el Espiritu prometido, que esta tragica muerte en la cruz era e] acontecimiento definitivo y necesario que ahora posibilita el predicarles a todas las naciones el arrepentimiento y el perd6n en 34 - HACIA UNA TEOLOGIA DE LA MISION DE LA IGLESIA su nombre. Descubriran que efectivamente a Jesucristo se le ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra, y que por eso ellos reciben poder para ir y hacer discipulos. De todo esto ellos son testigos, y eso significa que ahora tienen una tarea que realizar a causa de su experiencia singular con Cristo (Le. 24:44-48), En el gran Discurso Final y en la Oracién Sacerdotal que se consignan en el Evangelio de Juan (Jn. 13-17), Jestis desarrolla en diversas direcciones este vinculo necesario entre el beneficio de conocerlo y seguirlo a él, y la misién con la cual se esta enviando a los discipulos. A los discipulos se les instruye a que sigan el ejemplo de Cristo como siervo, a que se conviertan en una comunidad cuyo amor sea su mensaje més persuasivo para el mundo. Se les asegura la continua presencia de Cristo en su vida. Pero se les promete mas de lo que ya tienen: el don del Consolador, el Espiritu Santo, el cual los capacitara para comprender y para hacer mas de lo que han hecho ya. Se van a enfrentar aun mundo que los rechazara con rudeza, comenzando por su propia nacién. Pero ellos seran los canales por medio de los cuales muchos Ilegaran a conocer el amor de Dios y serdn atraidos a su servicio. En un impresionante paralelo con la accién de Dios que envia a Cristo, él envia ahora a sus discipulos: “Como tu me enviaste al mundo, yo los envio también" (Jn. 17:18). El modo de actuar encarnacional de Dios ha de continuar en aquellos que continten su obra: Jos discipulos y la Iglesia. El énfasis general de la ensefianza de este grandioso pasaje, en consonancia con la preparacién de los discipulos en los relatos de los Sindpticos, se podria describir del siguiente modo: A causa de lo que ha tenido lugar en la encarnacién de Cristo, su significado y su posibilidad han de ser proclamados ahora al mundo entero por una comunidad que esta siendo llamada a la existencia de modo poderoso, y que continuara encarnando la presencia, el mensaje y la realidad de Dios en Cristo. Este constante ministerio encarnacional debe ser la continuaci6n de la obra de Cristo, no para hacer lo que él no hizo, sino para llevar adelante el significado de lo que se realizé por medio de él. El amor que él reveld a sus discipulos en su intensa vida comunitaria, a la gente de su tiempo que buscaba su ayuda aunque no comprendia su mensaje, y al mundo en su sacrificio de si mismo sobre la cruz, debe ser ahora el poderoso medio de comunicacién por su comunidad, a medida que ella lleva a cabo obedientemente su misién. Ellos son enviados para ser testigos (Jn. 15:25-26), para ser evidencia dentro del mundo de que la Buena Noticia ha tenido lugar y esta a disposicién de todos los que quieran responder. La intencién de nuestro Sefior, cuando preparé a sus discipulos para el ministerio, era que ellos proclamaran el mensaje para que la gente escuchara, y que encarnaran la realidad y el sentido de ese mensaje en su vida individual y comunitaria, a fin de que su mensaje fuera visible y audible. Asi como Jestis dijo y realizé la Buena Noticia, asi sus seguidores, como testigos, han de ser mensajeros cuyo mensaje no se pueda separar de sus personas ni de su vida. Jestis no equipé a los discipulos, ni a la Iglesia que de ellos iba a formarse, simplemente para que fueran buenos comunicadores. Mas bien los equipé para ser testigos creibles, personas cuya vida entera autenticara su comunicacién y la lenara de poder. En todas las situaciones en que la Iglesia cristiana no ha logrado captar este imperativo encarnacional, de que el mensaje y los

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