CONCILIACIÓN Y ARBITRAJE EN MATERIA AGRARIA
Medios alternativos de solución
La Dirección General de Conciliación, Arbitraje y Servicios Periciales, es el área de la
Procuraduría Agraria, que se encarga de otorgar los servicios de Conciliación, Arbitraje y
Servicios Periciales, por conducto de las Delegaciones y Residencias Estatales.
¿Quiénes pueden solicitar una conciliación o un arbitraje?
Los sujetos agrarios: Ejidatarios, Comuneros, Sucesores de Ejidatarios o Comuneros,
Ejidos, Comunidades, Pequeños Propietarios, Avecindados, Jornaleros Agrícolas, Colonos,
Poseedores de Terrenos Baldíos y Campesinos en general.
ASPECTOS PRÁCTICOS DE LA CONCILIACIÓN EN MATERIA AGRARIA
Introducción
En el ámbito de competencia que a la Procuraduría Agraria asignan la Ley de la Materia y
su Reglamento Interior, destacan las facultades para promover y procurar la conciliación de
intereses en casos controvertidos entre los sujetos del sector rural, fungir como árbitro para
el mismo propósito y prestar otros servicios con el propósito de otorgar seguridad jurídica
en la tenencia de la tierra y la protección al patrimonio de los hombres del campo.
En el sentido que se apunta, los visitadores y abogados agrarios deberán estar atentos a la
situación que prive en los núcleos agrarios encomendados a su atención para que, cuando se
susciten controversias de carácter agrario en su seno, propongan de inmediato posibles vías
de solución al respecto, atendiendo siempre a las disposiciones legales contenidas en los
artículos 42 y 45 del Reglamento Interior de la Procuraduría Agraria, que señalan a la
conciliación como la vía preferente.
La conciliación, como método alternativo de resolución de conflictos, es, más efectiva y
menos costosa en términos económicos, rápida en relación con el tiempo empleado en su
solución, conveniente en cuanto a que puede impedir la recurrencia del conflicto, por lo que
concluyo, que la conciliación es un mecanismo eficaz para resolver conflictos agrarios.
La conciliación en materia agraria
Contexto de la conciliación en los métodos de resolución de conflictos
Es importante señalar que la conciliación es sólo un instrumento, de los muchos que forman
parte de la resolución de conflictos, entre los más usuales encontramos la facilitación,
negociación, mediación, la conciliación y el Arbitraje; dependerá de cada conflicto en
particular, optar por uno u otro método o la combinación de algunos; será en todo caso la
práctica la que permitirá a cada agente que interviene en un conflicto determinar su
metodología.
Método Concepto
Es un sistema que a diario ejercitamos al poner en contacto a
dos personas, al estar en medio de un conflicto y contribuir en
su solución acercando a las partes a fin de generar
condiciones de armonía para mejorar la comunicación de los
Facilitación involucrados, el facilitador utiliza su creatividad sin limitarse
a un método ya preestablecido, como la mediación o la
negociación.
Es un procedimiento que las partes llevan a cabo sin
intervención de terceros.
Se hace directamente entre las partes, sin ayuda ni facilitación
Negociación de terceros y no necesariamente implica disputa previa.
Es un proceso voluntario, predominantemente informal, no
estructurado, que las partes utilizan para llegar a un acuerdo
mutuamente aceptado.
Es una negociación asistida por un tercero neutral. Este, el
mediador, no tiene poder de decisión, no aconseja, no da
opinión, sólo conduce el procedimiento y realiza una delicada
tarea con la finalidad de que las partes restablezcan la
comunicación y a partir de allí estén en condiciones de
Mediación negociar. El mediador identifica el conflicto y las cuestiones
que lo generan, hace que las partes descubran sus intereses y
necesidades, y ayuda a generar opciones para la resolución de
la disputa en forma satisfactoria para las partes.
Conciliación Es un mecanismo de resolución de conflictos a través del cual
dos o más personas gestionan por sí mismas la solución de
sus diferencias, con la ayuda de un tercero neutral y
calificado, denominado conciliador.
Arbitraje
1. LA CONCILIACIÓN EN EL DERECHO AGRARIO
El Derecho Agrario, como ninguna otra rama del Derecho, requiere de este método
alternativo de solución de controversias, en razón de las ventajas que representa, ya que
como lo expresara la Doctora María del Pilar Hernández la conciliación frente al proceso
judicial tiene las siguientes ventajas:
• Optimización de tiempo en la práctica, la solución de la controversia se reduce hasta en un
90%, es decir, el conflicto concluye en un mes y no en uno o más años).
• Abatimiento de costos (en la práctica, aún y cuando se tiene la asesoría gratuita de la
Procuraduría Agraria y las partes, no necesariamente erogan gastos en asesoría; la
tramitación de proceso agrario les implica gastos de traslado, dejan de trabajar para atender
las diversas diligencias del proceso, pagan peritos, traslado y viáticos de testigos, etc).
• Las partes intervienen en la solución misma del conflicto (es decir, las partes tienen un
papel activo en la conciliación y eso es determinante, porque si alguien conoce el problema
son precisamente las partes y también saben su solución e inclusive se da una solución de
fondo al problema y no sólo jurídico, como se da en el proceso).
• Contribuyen al abatimiento de la carga de los asuntos de los Tribunal Agrarios (es decir,
se reduce considerablemente la carga procesal de los Tribunal Agrarios y, por tanto, los
costos de la impartición de justicia).
• Ambas partes ganan (en una sentencia siempre hay un ganador y un perdedor. En cambio,
en la conciliación ambas partes son ganadoras, es necesario que cedan algo para ganar algo,
es indudable, pero ambas obtienen parte de la materia de controversia).
• Contribuye a lograr la paz social (el campo mexicano presenta una problemática muy
compleja y, en consecuencia, de impacto social.
Tan solo recordemos que la última de las revoluciones- la Revolución Mexicana-la
realizaron los campesinos, pero parte del origen del problema tiene mucho que ver con la
falta de seguridad en la tenencia de la tierra. Por ello, este medio de solución de
controversias es muy importante, porque se soluciona esa problemática social, misma que
muchas veces es inclusive familiar, es decir, se ataca al núcleo de la sociedad, como es la
familia).
II. Definición de Voces
Para los efectos de este documento se entenderá por:
a. La Ley: La Ley Agraria.
b. El Reglamento: El Reglamento Interior de la Procuraduría Agraria.
c. Artículos: Los del Reglamento Interior de la Procuraduría Agraria.
d. La Procuraduría: La Procuraduría Agraria.
e. El Procurador: El Procurador Agrario.
f. El Subprocurador: El Subprocurador General.
g. La Dirección General: La Dirección General de Conciliación, Arbitraje y Servicios
Periciales.
h. El SUI: El Sistema Único de Información de la Procuraduría Agraria.
i. El TUA: El Tribunal Unitario Agrario.
j. El RAN: El Registro Agrario Nacional.
III. Marco Jurídico
1. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos Artículo 27, fracción XIX,
último párrafo.
2. Ley Agraria Artículos 135 y 136 fracción III, 185 fracción VI
3. Ley Orgánica de los Tribunales Agrarios Artículo 18 fracción XIII.
4. Reglamento Interior de la Procuraduría Agraria Artículos 5 fracción IV, 13 fracción V,
21 fracción IV, 30 fracción III, 41, inciso a).
IV. Consideraciones Generales sobre la Conciliación
Es el servicio gratuito por el cual los sujetos agrarios de común acuerdo dirimen su
controversia, con la intervención de servidores públicos de la Procuraduría Agraria.
La conciliación constituye la vía administrativa preferente para resolver conflictos agrarios,
sin necesidad de recurrir a los Tribunales.
En materia agraria, la primera hipótesis se produce pero no ante los Tribunales Agrarios,
sino ante la Procuraduría Agraria: quien también tiene las funciones de conciliador y de
árbitro, reguladas dichas funciones por su Reglamento Interno, concretamente, por lo que
hace a la conciliación en el artículo 44
Los Tribunales Agrarios son sólo mediadores, más no conciliadores, dado que precisa dicha
jurisprudencia que el magistrado agrario se debe concretar solo a exhortar a las partes no a
proponerles soluciones a la controversia planteada. Afortunadamente en la práctica los
magistrados agrarios, concientes de la importancia de esta figura, tienen una función
conciliadora, es decir, es dinámica y no pasiva, no se concreta a recibir el convenio, sino a
propiciarlo; y si bien es cierto que en la mayoría de las veces no propone una solución al
conflicto, si concientiza o sensibiliza a las partes, a efecto de que lleguen al convenio,
comprometiéndose con ellos a vigilar su cumplimiento, a facilitarlo, proporcionando, en
caso de ser necesario, el perito del Tribunal para la ejecución del convenio. Asimismo, no
obliga a las partes a la suscripción del convenio, sino que les deja a su libre arbitrio.
El convenio suscrito entre las partes pone fin al juicio y el Tribunal deberá calificarlo, lo
que implica analizarlo para determinar que sus cláusulas estén apegadas a derecho, a la
moral y las buenas costumbres, en cuyo caso lo sancionará y elevará a cosa juzgada. Y, por
tanto, es inatacable, puesto que refleja la voluntad expresa de las partes. Es decir, por una
parte, por muy buena voluntad de las partes expresada en el convenio, se debe convenir
dentro de un marco jurídico y de justicia, y el Tribunal debe estar atento a ello en su
calificación, y por otra parte se les da a las partes que conciliaron, la certeza jurídica de la
cosa juzgada, es decir, la garantía de que dicho convenio debe ser cumplido por ellas en
todo tiempo y lugar y en caso de que no sea así, el Tribunal a través de los medios
coactivos de los que dispone. Y así se pronuncia la fracción XIII del artículo 18 de la Ley
Orgánica de los Tribunales Agrarios que prevé que el Tribunal es competente para ejecutar
el convenio.
EL ARBITRAJE EN MATERIA AGRARIA
I. Presentación
En los casos en que dentro del procedimiento conciliatorio no se logró la avenencia de las
partes, deberá ofertarse el arbitraje como otra de la vías de solución a los problemas
agrarios que afrontan los núcleos de población ejidales o comunales y los sujetos agrarios a
que se refiere el artículo 135 de la Ley Agraria y 1° y 2° del Reglamento Interior de la
Institución.
El arbitraje que se aconseja proponer a las partes es una figura jurídica novedosa en el
campo mexicano, pero de raíces muy antiguas en otras áreas del Derecho, donde ha
probado sus bondades.
En materia agraria el arbitraje siempre es voluntario y su diseño en el Reglamento Interior
de la Procuraduría Agraria obedece al propósito de que resulte ser un procedimiento ágil,
sencillo y en verdad eficaz para la solución de controversias entre las gentes del campo.
II. Definición de Voces
Para los efectos de este documento se entenderá por:
a. La Ley: La Ley Agraria.
b. El Reglamento: El Reglamento Interior de la Procuraduría Agraria.
c. Artículos: Los del Reglamento Interior de la Procuraduría Agraria.
d. La Procuraduría: La Procuraduría Agraria.
e. El Procurador: El Procurador Agrario.
f. El Subprocurador: El Subprocurador General.
g. La Dirección General: La Dirección General de Conciliación, Arbitraje y Servicios
Periciales.
h. El SUI: El Sistema Único de Información de la Procuraduría Agraria.
i. El TUA: El Tribunal Unitario Agrario.
j. El RAN: El Registro Agrario Nacional.
III. Marco Jurídico
1. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos Artículo 27, fracción XIX,
último párrafo.
2. Ley Agraria Artículos 135 y 136 fracción XI.
3. Ley Orgánica de los Tribunales Agrarios Artículo 18 fracción XIII.
4. Reglamento Interior de la Procuraduría Agraria Artículos 5 fracción V, 13 fracción V, 21
fracción V, 30 fracción III, 41, inciso a), 45 primer párrafo, 46, 47, 48, 49, 50, 51, 52, 53 y
54.
IV. Consideraciones Generales sobre el Arbitraje
1. Históricamente el arbitraje es considerado como una de las primeras vías de solución a
diferencias o conflictos surgidos entre individuos de una colectividad.
2. La facultad concedida por la normatividad jurídica a los particulares para someter sus
diferencias sobre negocios privados al arbitraje, se basa en la conveniencia de evitar gastos
excesivos a las partes y lograr la solución de sus controversias en el menor tiempo posible.
Para la consecución de este propósito, pueden elegir como árbitros a personas de su
confianza o acudir a las instituciones o dependencias facultadas expresamente para ese fin.
3. El arbitraje agrario es un procedimiento que adoptan voluntariamente las partes (sujetos
agrarios), a efecto de someter una controversia determinada al conocimiento y decisión de
un árbitro, en este caso —necesariamente— la Procuraduría.
4. El arbitraje de la Procuraduría, se da así, en razón de una controversia, se sustancia a
través de un procedimiento y concluye con la emisión de un laudo —o sentencia arbitral—
que ha de ser homologado y, en su caso, ejecutado con la intervención del TUA
correspondiente.
5. La Procuraduría pretende, mediante el juicio arbitral, resolver las controversias agrarias
en el lugar mismo donde se originan, a través de su estructura territorial, reduciendo
tiempos y costos en beneficio de los hombres del campo en la impartición de justicia
agraria.
6. Las características sobresalientes del procedimiento arbitral agrario son las siguientes:
• Voluntariedad. Esto es, el acuerdo expreso de las partes contendientes para someter su
controversia a la decisión de un árbitro, necesariamente servidor público de la Procuraduría
y acatar el laudo que éste dicte.
• Su celeridad, ya que las formalidades legales en la substanciación del procedimiento son
mínimas.
V. Vías que conducen al Procedimiento Arbitral
De conformidad con las normas aplicables, el procedimiento arbitral puede instaurarse
cuando:
1. Se han llevado a cabo procedimientos conciliatorios sin resultado positivo alguno y las
partes deciden llegar al arbitraje.
2. Sin el antecedente de pláticas conciliatorias, las partes acuden directamente al arbitraje.
VI. El Procedimiento Arbitral
El arbitraje en materia agraria siempre es de carácter voluntario y, de acuerdo con los
artículos 46 al 54, Sección Tercera, Capítulo IX, se conforma por:
1. Una petición de sujetos agrarios que enfrentan un conflicto de intereses jurídicos, para
que la Procuraduría se erija en árbitro y lo resuelva;
2. El compromiso arbitral, propiamente dicho —conocido también como "contrato
arbitral"— donde se fijan las bases sustantivas (las cuestiones o puntos que forman la litis),
y procesales (ofrecimiento, desahogo y valoración de pruebas; conformación del laudo, su
homologación y ejecución, etc.) de lo que será el procedimiento arbitral;
3. La resolución que pone fin a la controversia, denominada laudo;
4. Por otra parte, dictado el Laudo ha de promoverse su homologación ante el TUA que
corresponda y, en su caso, por la misma vía;
5. Su ejecución;
6. Además, si procediera, se deberá gestionar su inscripción en el RAN.
Los elementos anteriores del arbitraje agrario, se explican como sigue:
1. La petición
El artículo 46 inviste con el carácter de voluntario al procedimiento arbitral, pues establece
como requisito para su iniciación haberse solicitado de común acuerdo por los interesados.
Esta manifestación de voluntad implica el compromiso de las partes a someterse a un
procedimiento, no judicial, de características peculiares, que ha de culminar con una
resolución del árbitro, llamada laudo, que determinará los derechos y obligaciones que le
asisten a cada una de ellas.
2. El árbitro
De conformidad con el artículo 48, en todos los casos de arbitraje será la Procuraduría, a
través del servidor público designado para tal efecto, la Institución que asuma el papel de
árbitro. El nombramiento deberá recaer en un servidor público de la Institución licenciado
en —Derecho que podrá ser sustituido por motivo de algún impedimento, excusa, o
recusación, como lo indica el precepto, y, obviamente, en caso de muerte—, quien tramitará
el asunto sometido a su jurisdicción hasta dictar el laudo respectivo. Existe la posibilidad
del nombramiento de un árbitro— servidor público de la Procuraduría, no licenciado en
derecho—, si por sus antecedentes (experiencia, profesión, reconocimiento moral o
idoneidad), se considerara apropiado para conocer el caso específico de que se trate,
mediando siempre a petición de las partes.
3. Nombramiento del árbitro
Según, el artículo 21 fracción V, es atribución de la Dirección General hacer la designación
del árbitro y supervisar el procedimiento respectivo hasta la ejecución del laudo. Mas como
las delegaciones pueden ejercer las mismas facultades que corresponden a la Procuraduría,
según lo dispone la fracción I del artículo 30, la interpretación armónica de ambos
preceptos, en lo que toca a la designación del árbitro, debe hacerse considerando que, en
términos generales, son los delegados, por razones de inmediatez y economía procesal, a
quienes corresponde en principio hacer el nombramiento de los árbitros agrarios, sin
perjuicio de que la Dirección General haga lo propio en los casos que así lo considere
conveniente, en la inteligencia de que esta concurrencia de atribuciones se limita a los casos
en que la investidura recaiga en un licenciado en derecho (por supuesto servidor público de
la Institución).
Cuando el árbitro potencial careciera del requisito señalado con antelación, su
nombramiento corresponderá hacerlo necesariamente al Procurador o al Subprocurador,
según lo dispone el párrafo segundo del artículo 48. Extender a estos casos la posibilidad de
que las delegaciones nombraran al árbitro, harían aparecer sin sentido la distinción que hace
el precepto entre servidores públicos que son abogados y quienes no lo son.
Por supuesto que los acuerdos para el nombramiento o sustitución del árbitro deberán ser
notificados personalmente a las partes.
4. El compromiso arbitral
Una vez que las partes han manifestado su determinación de dirimir su controversia
mediante el arbitraje de la Procuraduría y de someterse a sus resultados, debe darse un paso
muy importante en la consecución de tal objetivo: la firma de un compromiso arbitral —
como le llama el artículo 49—, donde se fijan las cuestiones que serán objeto del arbitraje y
demás puntos correlacionados.
En este compromiso arbitral, conforme a la normatividad aplicable en materia agraria
invocada previamente, se establecen los cimientos del arbitraje, a saber:
a) En materia sustantiva
Se fijan las cuestiones que serán objeto del arbitraje, esto es, los puntos materia de la litis.
En este aspecto deberán tomarse en cuenta las siguientes providencias que se refieren a:
• Asuntos que pueden someterse al arbitraje
Respecto de este punto, deberá examinarse si el conflicto de derechos puede válidamente
llevarse al arbitraje para su resolución, pues no todas las controversias jurídicas son
susceptibles de someterse al mismo para ese objetivo; en materia civil, sólo para citarse
unos ejemplos, salen de esa posibilidad el derecho a recibir alimentos y el divorcio.
En materia agraria, igualmente, aplicándose el mismo criterio, no podrá ser objeto de
arbitraje una controversia de naturaleza tal que el laudo potencial, para ser congruente con
la litis, necesariamente deba determinar la división de una parcela ni la transmisión de
algún derecho parcelario o ejidal, cuando estas operaciones se encuentren prohibidas por la
Ley, correspondan a la decisión de la Asamblea o estén sujetas a la satisfacción de
determinados requisitos. Si esto último ocurriese, el TUA podría rehusarse a homologar la
decisión arbitral.
En síntesis, el arbitraje no podrá ser utilizado como una vía disfrazada para consumar u
obtener resultados jurídicos al margen de la Ley.
• Posibilidad de someter al arbitraje una controversia que sea ya materia de juicio agrario
La existencia de un juicio agrario donde se ventilen las mismas cuestiones que podrían dar
materia al arbitraje, no cancela la posibilidad de que se asuma el compromiso arbitral, a
condición de que tal juicio se encuentre en trámite y la Procuraduría no haya participado en
éste como representante de alguna de las partes en conflicto. Así lo establece el segundo
párrafo del artículo 49, condicionando esta posibilidad a que las partes se desistan de dicho
juicio.
b) En materia procesal
Según el artículo 47, las partes podrán acordar el procedimiento aplicable al arbitraje y en
cuanto a lo no previsto, éste deberá conducirse en los términos establecidos en la precitada
Sección Tercera del Reglamento o en la Ley para los juicios agrarios. Se debe entender,
entonces, que el arbitraje, en primer término, se desarrollará según lo acuerden las partes,
aplicándose supletoriamente, en su caso, con esa prelación, lo que disponen los artículos 46
al 54 y, en última instancia, las reglas contenidas en la Ley respecto de los juicios agrarios.
Acerca del punto anterior, todo parece apuntar hacia la suficiencia de las reglas de
procedimiento contenidas en los preceptos invocados con antelación, para servir como
herramienta apropiada para la resolución de este tipo de conflictos, pues siendo de fácil
comprensión se adecuan, además, a las exigencias de todo procedimiento de esta
naturaleza. Esto hace esperar que en la práctica las partes adopten el procedimiento arbitral
que se encuentra estructurado en el Reglamento y no diseñen uno distinto, tarea por demás
difícil.
Sin embargo, las partes no podrán acordar válidamente compromiso alguno en que se
pongan "en juego y resulten violados preceptos que irrefragablemente deben observarse",
según lo ha determinado la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJ, suplemento de
1933, p. 856), pues en tal caso el TUA que deba homologar y ordenar la ejecución del
laudo podría negarse a hacerlo; por ejemplo, cuando:
— Las cuestiones sobre las que versa el laudo no se hubieren precisado clara e
inequívocamente en el compromiso arbitral.
— Se tratare de asuntos no comprometibles.
— El compromiso arbitral se asumiere careciendo cualquiera de las partes de plena
capacidad de goce o de ejercicio de sus derechos.
— El laudo se dictare habiéndose vencido ya el plazo que las partes hubiesen determinado
para la terminación del juicio arbitral, en la inteligencia de que en el Arbitraje Agrario no
existe fijado normativamente un plazo para su conclusión, que pudiera considerarse legal
(en materia civil es de 60 días, según el artículo 617 del Código de Procedimientos Civiles
para el Distrito Federal). Por ende, si en el compromiso arbitral no se estipulara plazo en
este sentido, el laudo podrá emitirse en cualquier tiempo.
— Si las partes hubieren desistido en forma expresa y unánime del compromiso arbitral o
revocado al árbitro.
5. Pruebas para mejor proveer
El árbitro, sí así hubiese sido autorizado en el compromiso arbitral, podrá allegarse los
elementos de prueba, no ofrecidos por las partes, que estime convenientes para emitir su
resolución, es decir, para mejor proveer, si las cuestiones objeto del arbitraje, acordadas de
común acuerdo, así lo requiriesen. En esta forma debe interpretarse el artículo 51.
6. Diligencias para mejor proveer
En términos congruentes con el punto anterior, el artículo 52 establece que la Procuraduría,
en su calidad de árbitro, podrá acordar en todo tiempo la práctica, ampliación o
perfeccionamiento de cualquier diligencia, en todo tipo de asuntos y en el estado procesal
en que se encuentren. Esto será posible en la medida que estas acciones conduzcan al
árbitro a contar con mejores elementos de conocimiento y convicción para resolver la
controversia, de conformidad con la naturaleza de la litis planteada.
La valoración de las pruebas se hará en el laudo de acuerdo con las reglas asumidas en el
compromiso arbitral por las partes: si ahí se estipuló que el laudo se emitiera como fallo en
conciencia o en términos de amable composición, esa asignación de valor deberá hacerse
conforme a la equidad, es decir, sin sujeción a regla alguna. Es pertinente aclarar que
resolver en esos términos, sobre bases equitativas, no significa el desechamiento de todo
raciocinio basado en el sentido común y los dictados de la lógica. Emitir un laudo en
conciencia no equivale a hacerlo caprichosamente, sino bajo los dictados de la razón.
De no haberse establecido en el compromiso arbitral disposición alguna relativa a la
valoración de las pruebas en un contexto de equidad dentro de una amable composición o
fallo en conciencia, ésta deberá hacerse atendiéndose a las disposiciones legales aplicables.
En esta hipótesis, se aplicarían las normas relativas a la valoración de pruebas conforme se
establece en los juicios agrarios, según remisión que hace en este sentido el artículo 47.
7. Requisitos substanciales del laudo
El laudo, según lo establece el artículo 51 (como todas las resoluciones jurisdiccionales), ha
de ser preciso y congruente con los hechos materia de la controversia; deberá resolver
íntegramente todas las cuestiones sometidas al arbitraje, con base en las constancias que
obren en el expediente relativo y abstenerse de hacer pronunciamientos ajenos a las
mismas.
8. Congruencia externa e interna del laudo
La Suprema Corte ha distinguido, en materia de sentencias, entre su congruencia externa,
que consiste en la conformidad entre lo resuelto y lo pedido, y la interna, esto es, la
coherencia entre las afirmaciones y resoluciones contenidas en la misma.
En síntesis, las sentencias han de ser claras, precisas y congruentes; deben fundarse en
derecho y, además, resolver todas las cuestiones planteadas en el procedimiento. Requisitos
perfectamente aplicables en materia de laudos.
9. De la estructura del laudo
Por cuanto hace a la estructura que debe revestir el laudo, puede aplicarse lo dispuesto en el
artículo 73 respecto de las recomendaciones en materia de quejas agrarias: se conformará
con sendos capítulos para resultandos, considerandos y puntos resolutivos. En el primero se
describirán las cuestiones sometidas al arbitraje, los hechos que dieron lugar a la
controversia y la enumeración de las evidencias que obren en el expediente; en el segundo,
los razonamientos lógico-jurídicos que lleven a valorar las pruebas respecto de su idoneidad
con las afirmaciones de las partes y, en el último, el corolario o la conclusión que se
desprenda de ese razonamiento con la determinación (resolución propiamente dicha) del
derecho que en todo caso asista a las mismas.
10. Recursos contra el acuerdo que desecha alguna prueba
Aunque las partes al asumir el compromiso arbitral pueden estipular que en contra del
desechamiento de alguna prueba proceda un recurso —según se desprende de la fracción III
del artículo 50, interpretada en sentido contrario— esta posibilidad dista mucho de lo que
en la práctica puede ocurrir, por las siguientes razones:
En primer lugar, porque en el Derecho mexicano y, por ende, en materia de arbitraje
agrario, son admisibles todas las pruebas, excepto las contrarias a la moral, a las buenas
costumbres o a la Ley y las que no tengan relación con las controversias planteadas. En
estas condiciones, si alguna prueba no fuese admitida por el árbitro, fuera de los casos de
excepción de que se da cuenta, resultaría casi seguro que el TUA correspondiente no
homologaría un laudo en el que se advirtiera tan grave deficiencia.
Enseguida, porque instituir un recurso contra el desechamiento de pruebas requeriría,
además, establecer el mecanismo para la substanciación del mismo, lo que evidentemente,
sale de la esfera de conocimientos y posibilidades de quienes no son especialistas en
Derecho. Por estas razones, resulta aconsejable que se oriente a las partes para que no
establezcan en su compromiso arbitral recurso alguno contra el desechamiento de pruebas
ni de cualquier otra naturaleza.
11. Substanciación del procedimiento arbitral
De conformidad con el artículo 50, el procedimiento arbitral se conducirá del modo que ahí
se determina. Recuérdese, sin embargo, que estas disposiciones, como las concernientes a
los juicios agrarios, sólo se aplicarán en ausencia de acuerdo en otro sentido de las partes;
pero también la circunstancia de que normalmente los interesados deciden acogerse al
diseño procesal del Reglamento, conforme a lo siguiente:
A. El árbitro acordará día y hora para la celebración de la audiencia, dentro de los 15 días
siguientes a la firma del compromiso arbitral y notificará ese acuerdo personalmente a las
partes. Disposición de fácil inteligencia que no amerita comentario alguno.
B. En la audiencia, las partes expondrán los hechos materia de la controversia y sus
pretensiones, aportando las pruebas de su dicho, pudiendo ofrecerlas de cualquier tipo
siempre que no esté prohibido por la Ley.
El precepto, en este punto, debe entenderse así: las partes ofrecerán en la audiencia las
pruebas que estimen pertinentes y aportarán de inmediato las que obren en su poder. Esta
interpretación se desprende conforme al texto de los siguientes incisos.
C. Concluido el ofrecimiento y aportación de pruebas, el árbitro determinará lo relativo a su
admisión y, contra de este acuerdo, salvo pacto contrario, no se admitirá recurso alguno.
Ahora bien, si de conformidad con el inciso anterior son admisibles todo tipo de pruebas,
excepto las prohibidas por la Ley, el acuerdo de admisión ha de quedar referido a su
idoneidad respecto de la litis planteada y no a su tipo o naturaleza. De este modo, sólo
podrán rechazarse las que no tuvieren relación con los puntos controvertidos.
D. Como se explica, las pruebas se recibirán de inmediato, cuando por su naturaleza esto
sea posible y obren en poder del oferente. Acerca de las restantes, deberá señalarse día y
hora para su desahogo, en una diligencia que debe considerarse como extensión de la
propia audiencia.
E. Desahogadas las pruebas, se pasará al período de alegatos, finalizados los cuales se
declarará cerrada la instrucción.
Uno de los pilares de los procedimientos agrarios lo constituye su oralidad. En este sentido
los alegatos deben recibirse en tales términos, sin perjuicio de que las partes pudieran
formularlos por escrito, pues esto en nada afecta la materia del arbitraje.
F. El árbitro deberá dictar el laudo que proceda dentro de los 15 días siguientes al cierre de
la instrucción y notificarlo personalmente a las partes.
12. De la homologación y ejecución del laudo
El laudo se deberá presentar ante el Tribunal Agrario competente, para que verifique su
legalidad y disponga su homologación. Una vez homologado, traerá aparejada ejecución.
La homologación significa la aprobación o consentimiento del laudo por el Tribunal.
En materia civil no se utiliza el término homologación y la actuación del juez se limita a
ordenar la ejecución del laudo. Es decir, en esa rama del Derecho, los laudos pasan al juez
simplemente para ser ejecutados, lo que ocurre vía el auto de exequendo (mandamiento en
forma por el que se despacha u ordena la ejecución).
Sin embargo, como el artículo 54 ordena que el laudo se presente ante el TUA competente
para que verifique su legalidad y disponga su homologación, en materia del arbitraje
agrario es necesario cumplir con este requisito procesal y sustantivo a la vez, para que el
laudo pueda traer aparejada su ejecución. En el formato que al efecto se ha preparado se
destacan estos dos pasos.
Es pertinente, por último, hacer un comentario sobre esta materia: como el TUA, de
acuerdo con las disposiciones aplicables, en los juicios agrarios debe apreciar y asignar
valor a las probanzas sin sujeción a reglas, y apreciando los hechos y documentos según lo
estimare debido en conciencia, acusará mayor concordancia con esta disposición el acuerdo
de las partes en el arbitraje para que de la misma manera se valoren las pruebas en este
procedimiento. La homologación, así, en este aspecto, se llevará a cabo bajo parámetros
iguales. Por ende, el árbitro actuará con prudencia y acierto si ilustra a las partes sobre la
conveniencia de establecer en su compromiso arbitral este tipo de valoración de pruebas.
13. De la inscripción del laudo en el RAN
Respecto de la inscripción de los laudos en el RAN, deben tenerse presente las
disposiciones de la Ley y del Reglamento Interior de este Organismo sobre el particular:
conforme a los artículos 152 fracción I, de aquélla y 18 fracción III, inciso m), de éste, los
laudos homologados en su calidad de resoluciones administrativas, deberán registrarse
cuando reconozcan, modifiquen o extingan derechos ejidales o comunales o se refieran a
operaciones que impliquen cesión de derechos sobre tierras ejidales o cancelación de
inscripciones de certificados parcelarios, de derecho de uso común y censo ejidal, según se
asienta en las fracciones IV y XI del artículo 18, ya citado.