Plan Remedial Español Segundo Grado
Plan Remedial Español Segundo Grado
Problema que se atiende: La falta de interés por leer y redactar sus propios textos en la escuela es una de
las mayores deficiencias que se muestran, pues los alumnos no han encontrado textos o lecturas que le
generen ese interés. Por ello sus habilidades de lecto-escritura no son las más favorables, y para combatir
esta deficiencia se propone el siguiente proyecto encaminado a trabajar con textos literarios.
Objetivos: Generar interés en los alumnos hacia la lectura a través de actividades que impliquen profundizar
en el contenido y la trama de diversos textos literarios, haciendo así que el alumno adopte este hábito de
lectura en su estilo de vida y vaya en busca de textos de su interés.
ACCIONES RECURSOS
Seguimiento y evaluación:
Se realizará el seguimiento a través de una lista de cotejo de las actividades de cada semana, mientras que la
evaluación será la prueba que viene impresa en el cuadernillo del plan remedial y la prueba realizada por los
formularios de Google.
Equivaliendo a porcentajes de la siguiente manera:
Actividades 60%
Prueba en Formulario Google (20%) y Prueba en el cuadernillo “Guía” (20%)
En el caso de que los alumnos no tengan las posibilidades de acceder a realizar la prueba en línea, la prueba
en el cuadernillo obtendrá el (40%)
Informe de resultados:
Los resultados obtenidos se informarán a través de plataformas de comunicación (WhatsApp, correo
electrónico, grupo de Facebook, etc.)
INSTRUCCIONES PARA REALIZAR TUS ACTIVIDADES.
Todas las actividades que aquí se mencionan serán en hojas blancas por lo que te pido
que en cada hoja que ocupes le coloques la fecha, número de actividad, título de la
actividad y una caratula por cada semana con los datos: escuela, semana, y título de la
semana, alumno, grado, grupo, maestra, turno, ciclo escolar 2020-2021; al concluir
con todas las actividades de la semana te pido puedas engrapar tu caratula con las
consignas.
Realiza una segunda lectura del cuento escrito por Francisco Rojas González e
identifica a los personajes, subráyalos con verde e identifica las características de cada
uno de ellos; subraya con rojo las ideas que tu consideres más relevantes del cuento.
Al concluir, realiza un cuadro sinóptico en una hoja blanca en donde coloques el título
del cuento, personajes, características de cada uno de ellos y como es el ambiente en
el que se desarrolla la historia.
En una cuartilla de hoja blanca y haciendo uso de las técnicas de lectura utilizadas en
las actividades anteriores, deberás realizar una sinopsis del cuento “Los novios” de
Francisco Rojas González.
Sinopsis: Es una síntesis de la historia, que debe ser escrita en tercera persona en tiempo
presente de forma clara y de fácil comprensión. Una sinopsis debe contener contenidos como:
Temporalidad, localización, personajes y el transcurso de la acción dramática.
Te pido hagas uso de los valores, honestidad y responsabilidad que tú tienes como
estudiante y contestes las preguntas con el apoyo de tu conocimiento adquirido en esta
semana el cual sé que es mucho; y EVITES el uso de los materiales realizados.
¡GRACIAS!
6. A quién o a quienes les dice Mateo Bautista la siguiente frase “Pero de todas maneras
9. ¿Cuáles son los presentes que le ofrecen a los padres de la novia en la segunda visita?
10. ¿Por qué Bibiana Petra y la novia pasan toda la noche haciendo tortillas?
Recuerda que debes poner mucho empeño en las actividades de esta semana ya que en la
actividad 3 realizaras tu prueba de lectura.
Deberás leer el cuento de “Las dos Elenas”, durante tu lectura subraya con azul las
palabras de las cuales no conozcas su significado. NOTA: No hay máximo de palabras
sin embargo si un mínimo de 5.
Al concluir la lectura deberás buscar en el diccionario o por medio de internet el
significado de cada una de las palabras subrayadas y lo escribirás en una hoja blanca,
recuerda que antes de comenzar a escribir la definición de cada palabra primero debes
leer todas las definiciones que pueda tener y después elegir la más acertada al contexto
del párrafo de donde se encuentra la palabra.
Lee la biografía del autor que escribió este cuento y subraya las ideas principales con
rojo.
Realiza una segunda lectura del cuento escrito por Carlos Fuentes e identifica a los
personajes subráyalos con verde e identifica las características de cada uno de ellos y
subraya con rojo las ideas más relevantes del cuento.
Al concluir, realiza un mapa conceptual en una hoja blanca con todo lo que
subrayaste, en donde coloques datos relevantes del autor, personajes que aparecen en
este cuento, características de cada uno de ellos, como es el ambiente en el que se
desarrolla la historia.
¿Qué es un MAPA CONCEPTUAL?
Actividad 3 RECOMENDACIÓN LITERARIA
Con apoyo de las técnicas de lectura utilizadas en las actividades anteriores, realiza
una recomendación literaria en media cuartilla de hoja blanca del cuento “Las dos
Es importante mencionar que las preguntas tienen el valor de 1 punto y serán evaluadas en
“aciertos menos errores" por lo que te pido que antes de comenzar tu prueba des un repaso de
tus actividades que estuviste realizando durante la semana. TE DESEO MUCHO ÉXITO
PRUEBA DE LECTURA N°2
Te pido hagas uso de los valores, honestidad y responsabilidad que tú tienes como estudiante
y contestes las preguntas con el apoyo de tu conocimiento adquirido en esta semana el cual sé
que es mucho; y EVITES el uso de los materiales realizados. ¡GRACIAS!
Cuento: .
Autor: .
2. Elena es una chica muy liberal por lo que suele descuidar sus deberes de mujer casada y
prefiere enfocarse en otras actividades, como estudiar un idioma. Menciónalo
Recuerda que debes poner mucho empeño en las actividades de esta semana ya que al final
realizaras tu prueba de lectura.
Deberás leer el cuento de “Silencio en las sombras”, durante tu lectura subraya con
azul las palabras de las cuales no conozcas su significado. NOTA: No hay máximo de
palabras sin embargo si un mínimo de 5.
Al concluir la lectura deberás buscar en el diccionario o por medio de internet el
significado de cada una de las palabras subrayadas y las escribirás en hojas blancas,
recuerda que antes de comenzar a escribir la definición de cada palabra primero debes
leer todas las definiciones que pueda tener y después elije la más acertada al contexto
del párrafo de donde se encuentra la palabra.
Lee la biografía del autor que escribió este cuento y subraya las ideas principales con
rojo.
Realiza una segunda lectura del cuento escrito por Francisco Rojas González e
identifica a los personajes subrayándolos con verde e identifica las características de
cada uno de ellos; subraya con rojo las ideas más relevantes del cuento.
Al concluir, realiza un diagrama de espina de pez en una hoja blanca con todo lo que
Con apoyo de las técnicas de lectura utilizadas en las actividades anteriores, realizar
una reseña del cuento “Silencio en las sombras” en una cuartilla de hoja blanca, para
hacer que personas que no hayan leído el cuento tengan el interés de leerlo. Te sugiero
que para realizar tu reseña parafrasees tus notas que obtuviste de las ideas principales
y tu diagrama de pez.
Reseña: Es una nota que describe o resume los aspectos más sobresalientes de un texto,
asiendo así que, al momento de ser leída, cause en el lector interés por leer la obra, cuento o
novela.
Es importante mencionar que las preguntas tienen el valor de 1 punto y serán evaluadas en
“aciertos menos errores" por lo que te pido que antes de comenzar tu prueba des un repaso de
tus actividades que estuviste realizando durante la semana.
Cuento: .
6. ¿Dónde fue el primer encuentro de Pedro y Rebeca y hace cuantos años que se conocieron?
7. ¿Cuántos años tiene Rebeca al casarse con Pedro? ¿Pedro sabia su edad antes de
que se casaran?
y con apariencia .
Los novios botijón, al que nunca daban fin aquellas manos diestras e
incansables…
–El hombre joven, como el viejo, necesitan la compañera, La puertecilla se abre. Gruñe un perro. Una nube de
que para uno es flor perfumada y, para el otro, bordón … Mi humo atosigante recibe a los recién llegados que pasan al
hijo ya ha puesto sus ojos en una. interior; llevan sus sombreros en la mano y caravanean a
diestro y siniestro.
–Cumplamos la ley de Dios y démosle goce al muchacho
como tú y yo, Juan Lucas, lo tuvimos un día. ¡Tú dirás lo que Al fondo de la choza, la niña, motivo del ceremonial
se hace! acontecimiento, hecha tortillas; su cara, enrojecida por el
calor del fuego, disimula su turbación a medias, porque está
–Quiero que pidas a la niña para mi hijo.
inquieta como tórtola recién enjaulada; pero acaba por
–Ese es mi deber como “Prencipal”. Vamos, ya te sigo, tranquilizarse frente al destino que de tan buena voluntad le
Frente a la casa de la elegida, Juan Lucas, cargado con una Cerca de la puerta el padre de ella, Mateo Bautista, mira
libra de chocolate, varios manojos de cigarrillos de hoja, un impenetrable a los recién llegados. Bibiana Petra, su mujer,
gorda y saludable, no esconde el gozo y señala a los En un rincón de la casucha Bibiana Petra sonríe ante el
visitantes dos piedras para que se sienten. buen cariz que toman las cosas: habrá boda, así se lo indica
con toda claridad la vehemencia de los padres para
–¿Sabes a lo que venimos? –pregunta por fórmula el 5
desprestigiar a sus mutuos retoños.
“Prencipal”.
–Es que la decencia no deja ver a ustedes nada bueno en
–No –contesta mintiendo descaradamente Mateo
sus hijos. Las juventud es noble cuando se le ha guiado con
Bautista–. Pero de todas maneras mi pobre casa se mira
prudencia –dice el “Prencipal”, recitando algo que ha
alegre con la visita de ustedes.
repetido muchas veces en actos semejantes.
–No es mala la respuesta, pero yo quiero que mi buen frente a ninguno de los que en él intervienen.
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condición de moler y tortear la media arroba de maíz y los La desposada se pone en pie, va hacia su suegro -Juan
cientos de tortillas que se consumirán en el comelitón Lucas indio tzeltal de Bachajón- y besa sus plantas. Él la
nupcial. En grandes cazuelas hierve el “mole negro”. Mateo alza con comedimiento y dignidad y la entrega a su hijo.
Bautista ha llegado con dos garrafones de guaro, y la casa,
Y, por fin, entra en acción Bibiana Petra. Su papel es
barrida y regada, espera el arribo de la comitiva del novio. 9
corto, pero interesante.
Ya están aquí. Él y ella se miran por primera vez a corta
–Es tu mujer –dice con solemnidad al yerno–… Cuando
distancia. La muchacha sonríe modosa; él se pone grave y
quieras puedes llevarla a tu casa para que te caliente el
baja la cabeza, mientras rasca el piso con su huarache
tapexco.
chirriante de puro nuevo.
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Lectura 2 A José Luis Cuevas
Elenas
importa que vaya a ver esas películas rarísimas a unos
antros llenos de melenudos. Que no nos importan esas
medias rojas de payaso. Pero que a la hora de la cena le
diga a su padre que una mujer puede vivir con dos
hombres para complementarse… Víctor, por su propio
bien usted debe sacarle esas ideas de la cabeza a su
Carlos Fuentes mujer.
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el duende de llevar la batalla a la cena dominical con sus necesidades exprese, más me vas a odiar y más me vas a
padres —la única reunión obligatoria de la familia—. Al tratar de satisfacer. Víctor, nibelungo, tienes que
salir del cine, tomamos el MG y nos fuimos a cenar al comprarme un traje de marinero antiguo como el que saca
Coyote Flaco en Coyoacán. Elena se veía, como siempre, Jeanne Moreau.
muy bella con el suéter negro y la falda de cuero y las
Yo le dije que me parecía perfecto, con tal de que lo
medias que no le gustan a su mamá. Además, se había
siguiera esperando todo de mí. Elena me acarició la mano
colgado una cadena de oro de la cual pendía un tallado en
y sonrió.
jadeíta que, según un amigo antropólogo, describe al
—Ya sé que no terminas de liberarte, mi amor. Pero ten
príncipe Uno Muerte de los mixtecos. Elena, que es
fe. Cuando acabes de darme todo lo que yo te pida, tú
siempre tan alegre y despreocupada, se veía, esa noche,
mismo rogarás que otro hombre comparta nuestras vidas.
intensa: los colores se le habían subido a las mejillas y
Tú mismo pedirás ser Jules. Tú mismo pedirás que Jim
apenas saludó a los amigos que generalmente hacen
viva con nosotros y soporte el peso. ¿No lo dijo el
tertulia en ese restaurante un tanto gótico. Le pregunté
Güerito? Amémonos los unos a los otros, cómo no.
qué deseaba ordenar y no me contestó; en vez, tomó mi
puño y me miró fijamente. Yo ordené dos pepitos con ajo Pensé que Elena podría tener razón en el futuro; sabía
mientras Elena agitaba su cabellera rosa pálido y se después de cuatro años de matrimonio que al lado suyo
acariciaba el cuello: todas las reglas morales aprendidas desde la niñez
tendían a desvanecerse naturalmente. Eso he amado
—Víctor, nibelungo, por primera vez me doy cuenta que
siempre en ella: su naturalidad. Nunca niega una regla
ustedes tienen razón en ser misóginos y que nosotras
para imponer otra, sino para abrir una especie de puerta,
nacimos para que nos detesten. Ya no voy a fingir más.
como aquellas de los cuentos infantiles, donde cada hoja
He descubierto que la misoginia es la condición del amor.
ilustrada contiene el anuncio de un jardín, una cueva, un
Ya sé que estoy equivocada, pero mientras más
mar a los que se llega por la apertura secreta de la página un cuento de Maupassant. ¿Ya ves? Ahora averigüé que
anterior. el pecado y la depravación no están allí, sino en otra
parte; y después de una exhibición privada de El ángel
—No quiero tener hijos antes de seis años —dijo una
exterminador —Víctor, lo moral es todo lo que da vida y lo
noche, recostada sobre mis piernas, en el salón oscuro de
inmoral todo lo que quita vida, ¿verdad que sí?
nuestra casa, mientras escuchábamos discos de
Cannonball Adderley; y en la misma
3 casa de Coyoacán Y ahora lo repitió, con un pedazo de sándwich en la
que hemos decorado con estofados policromos y boca: — ¿Verdad que tengo razón? Si un ménage á trois
máscaras coloniales de ojos hipnóticos: —Tú nunca vas a nos da vida y nos hace mejores en nuestras relaciones
misa y nadie dice nada. Yo tampoco iré y que digan lo que personales entre tres de lo que éramos en la relación
quieran; y en el altillo que nos sirve de recámara y que en entre dos,
las mañanas claras recibe la luz de los volcanes: —Voy a ¿verdad que eso es moral?
tomar el café con Alejandro hoy. Es un gran dibujante y se
cohibiría si tú estuvieras presente y yo necesito que me Asentí mientras comía, escuchando el chisporroteo de
explique a solas algunas cosas; y mientras me sigue por la carne que se asaba a lo largo de la alta parrilla. Varios
los tablones que comunican los pisos inacabados del amigos cuidaban de que sus rebanadas estuvieran al
conjunto de casas que construyo en el Desierto de los punto que deseaban y luego vinieron a sentarse con
Leones: —Me voy 10 días a viajar en tren por la república; nosotros y Elena volvió a reír y a ser la de siempre. Tuve
y al tomar un café apresurado en el Tirol a media tarde, la mala idea de recorrer los rostros de nuestros amigos
mientras mueve los dedos en señal de saludo a los con la mirada e imaginar a cada uno instalado en mi casa,
amigos que pasan por la calle de Hamburgo: —Gracias dándole a Elena la porción de sentimiento, estímulo,
por llevarme a conocer el burdel, nibelungo. Me pareció pasión o inteligencia que yo, agotado en mis límites, fuese
como de tiempos de Toulouse-Lautrec, tan inocente como incapaz de obsequiarle. Mientras observaba este rostro
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agudamente dispuesto a escuchar (y yo a veces me canso empedradas de Coyoacán, bajo los fresnos,
de oírla), ése amablemente ofrecido a colmar las lagunas experimentando el contraste del día caluroso que se
de los razonamientos (yo prefiero que su conversación prendía a nuestras ropas y la noche húmeda que,
carezca de lógica o de consecuencias), aquél más después del aguacero de la tarde, sacaba brillo a nuestros
inclinado a formular preguntas precisas y, según él, ojos y color a nuestras mejillas. Nos gusta caminar, en
reveladoras (y yo nunca uso la palabra, sino el gesto o la silencio, cabizbajos y tomados de la mano, por las viejas
telepatía para poner a Elena en movimiento), me calles que han sido, desde el principio, un punto de
consolaba diciéndome que, al cabo, lo poco que podrían encuentro de nuestras comunes inclinaciones a la
darle se lo darían a partir de cierto extremo de mi vida con asimilación. Creo que de esto nunca hemos hablado
ella, como un postre, un cordial, un añadido. Aquél, el del Elena y yo. Ni hace falta. Lo cierto es que nos da placer
peinado a lo Ringo Starr, le preguntó precisa y hacernos de cosas viejas, como si las rescatáramos de
reveladoramente por qué seguía siéndome fiel y Elena le algún olvido doloroso o al tocarlas les diéramos nueva
contestó que la infidelidad era hoy una regla, igual que la vida o al buscarles el sitio, la luz y el ambiente adecuados
comunión todos los viernes antes, y lo dejó de mirar. Ese, en la casa, en realidad nos estuviéramos defendiendo
el del cuello de tortuga negro, interpretó la respuesta de contra un olvido semejante en el futuro. Queda esa manija
Elena añadiendo que, sin duda, mi mujer quería decir que con fauces de león que encontramos en una hacienda de
ahora la fidelidad volvía a ser la actitud rebelde. Y éste, el los Altos y que acariciamos al abrir el zaguán de la casa, a
del perfecto saco eduardiano, sólo invitó con la mirada sabiendas de que cada caricia la desgasta; queda la cruz
intensamente oblicua a que Elena hablara más: él sería el de piedra en el jardín, iluminada por una luz amarilla, que
perfecto auditor. Elena levantó los brazos y pidió un café representa cuatro ríos convergentes de corazones
exprés al mozo. arrancados, quizá, por las mismas manos que después
tallaron la piedra, y quedan los caballos negros de algún
Caminamos tomados de la mano por las calles
carrusel hace tiempo desmontado, así como los anuncio, puro preludio, pura limitación a los goces
mascarones de proa de bergantines que yacerán en el preliminares que, por ello, se convierten en el acto mismo.
fondo del mar, si no muestran su esqueleto de madera en
—Lo que están haciendo los negros americanos es
alguna playa de cacatúas solemnes y tortugas
voltearle el chirrión por el palito a los blancos —dice Elena
agonizantes.
cuando tomamos nuestros consabidos lugares en la
Elena se quita el suéter y enciende la chimenea, enorme mesa chippendale del comedor de sus padres—.
mientras yo busco los discos de Cannonball, sirvo dos El amor, la música, la vitalidad de los negros obligan a los
copas de ajenjo y me recuesto a esperarla sobre el tapete. blancos a justificarse. Fíjense que ahora los blancos
Elena fuma con la cabeza sobre
7 mis piernas y los dos persiguen físicamente a los negros
8 porque al fin se han
escuchamos el lento saxo del Hermano Lateef, a quien dado cuenta de que los negros los persiguen
conocimos en el Gold Bug de Nueva York con su figura de psicológicamente a ellos.
brujo congolés vestido por Disraeli, sus ojos dormidos y
—Pues yo doy gracias de que aquí no haya negros —
gruesos como dos boas africanas, su barbilla de Svengali
dice el padre de Elena al servirse la sopa de poro y papa
segregado y sus labios morados unidos al saxo que
que le ofrece, en una humeante sopera de porcelana, el
enmudece al negro para hacerlo hablar con una
mozo indígena que de día riega los jardines de la casota
elocuencia tan ajena a su seguramente ronco tartamudeo
de las Lomas.
de la vida diaria, y las notas lentas, de una plañidera
afirmación, que nunca alcanzan a decir todo lo que —Pero eso qué tiene que ver, papá. Es como si los
quieren porque sólo son, de principio a fin, una búsqueda esquimales dieran gracias por no ser mexicanos. Cada
y una aproximación llenas de un extraño pudor, le dan un quien es lo que es y ya. Lo interesante es ver qué pasa
gusto y una dirección a nuestro tacto, que comienza a cuando entramos en contacto con alguien que nos pone
reproducir el sentido del instrumento de Lateef: puro en duda y sin embargo sabemos que nos hace falta. Y
que nos hace falta porque nos niega. recuenta, con fatiga, todas las ocupaciones que la
mantuvieron activa desde la última vez que nos vimos.
—Anda, come. Estas conversaciones se vuelven más
Escucho de lejos esa catarata de idas y venidas, juegos
idiotas cada domingo. Lo único que sé es que tú no te
de canasta, visitas al dispensario de niños pobres,
casaste con un negro, ¿verdad? Higinio, traiga las
novenarios, bailes de caridad, búsqueda de cortinas
enchiladas.
nuevas, pleitos con las criadas, largos telefonazos con los
Don José nos observa a Elena, a mí y a su esposa con amigos, suspiradas visitas a curas, bebés, modistas,
aire de triunfo, y doña Elena madre, para salvar la médicos, relojeros, pasteleros, ebanistas y enmarcadores.
conversación languideciente, relata sus actividades de la He detenido la mirada en sus dedos pálidos, largos y
semana pasada, yo observo el9mobiliario de brocado color acariciantes, que hacen pelotitas con la migaja.
palo de rosa, los jarrones chinos, las cortinas de gasa y
—…les dije que nunca más vinieran a pedirme dinero a
las alfombras de piel de vicuña de esta casa rectilínea
mí, porque yo no manejo nada. Que yo los enviaría con
detrás de cuyos enormes ventanales se agitan los
gusto a la oficina de tu padre y que allí la secretaria los
eucaliptos de la barranca. Don José sonríe cuando Higinio
atendería…
le sirve las enchiladas copeteadas de crema y sus ojillos
verdes se llenan de una satisfacción casi patriótica, la …la muñeca delgadísima, de movimientos lánguidos, y
misma que he visto en ellos cuando el presidente agita la la pulsera con medallones del Cristo del Cubilete, el Año
bandera el 15 de septiembre, aunque no la misma — Santo en Roma y la visita del presidente Kennedy,
mucho más húmeda— que los enternece cuando se realzados en cobre y en oro, que chocan entre sí mientras
sienta a fumar un puro frente a su sinfonola privada y doña Elena juega con el migajón…
escucha boleros. Mis ojos se detienen en la mano pálida
—…bastante hace una con darles su apoyo moral, ¿no
de doña Elena, que juega con el migajón de bolillo y
te parece? Te busqué el jueves para ir juntas a ver el
estreno del Diana. Hasta mandé al chofer desde temprano sala. Don José se excusó y se fue a la biblioteca, donde
a hacer cola, ya ves qué colas hay el día del estreno… tiene esa rocola eléctrica que toca sus discos favoritos a
cambio de un falso 20 introducido por la ranura. Nos
…y el brazo lleno, de piel muy transparente, con las
sentamos a tomar el café y a lo lejos el jukebox emitió un
venas trazadas como un segundo esqueleto, de vidrio,
glu-glu y empezó a tocar Nosotros mientras doña
dibujado detrás de la tersura blanca.
Elena encendía el aparato de televisión, pero dejándolo
—…invité a tu prima Sandrita y fui a buscarla con el sin sonido, como lo indicó llevándose un dedo a los labios.
coche, pero nos entretuvimos con el niño recién nacido. Vimos pasar las imágenes mudas de un programa de
Está precioso. Ella está muy sentida porque ni siquiera tesoro escondido, en el que un solemne maestro de
has llamado para felicitarla. Un11telefonazo no te costaría ceremonias guiaba a los cinco concursantes —dos
nada, Elenita… jovencitas nerviosas y risueñas peinadas como colmenas,
un ama de casa muy modosa y dos hombres morenos,
…y el escote negro abierto sobre los senos altos y
maduros y melancólicos— hacia el cheque escondido en
apretados como un nuevo animal capturado en un nuevo
el apretado estudio repleto de jarrones, libros de cartón y
continente…
cajitas de música.
—…después de todo, somos de la familia. No puedes
Elena sonrió, sentada junto a mí en la penumbra de esa
negar tu sangre. Quisiera que tú y Víctor fueran al bautizo.
sala de pisos de mármol y alcatraces de plástico. No sé de
Es el sábado entrante. La ayudé a escoger los ceniceritos
dónde sacó ese apodo ni qué tiene que ver conmigo, pero
que van a regalarle a los invitados. Vieras que se nos fue
ahora empezó a hacer juegos de palabras con él mientras
el tiempo platicando y los boletos se quedaron sin usar.
me acariciaba la mano:
Levanté la mirada. Doña Elena me miraba. Bajó en
—Nibelungo. Ni Ve Lungo. Nibble Hon-go. Niebla lunga.
seguida los párpados y dijo que tomaríamos el café en la
Los personajes grises, rayados, ondulantes buscaban —Sí. Hemos ido muchas veces juntos.
su tesoro ante nuestra vista y Elena, acurrucada, dejó --¿Le gusta? —doña Elena alargó la mano y la dejó caer
caer los zapatos sobre la alfombra y bostezó mientras sobre el regazo.
doña Elena me miraba, interrogante, aprovechada de la —Mucho —le dije—. Dicen que es la última ciudad
oscuridad, con esos ojos negros muy abiertos y rodeados mediterránea. Me gusta la comida. Me gusta la gente. Me
de ojeras profundas. Cruzó una pierna y se arregló la falda gusta sentarme horas en los portales y comer molletes y
sobre las rodillas. Desde la biblioteca nos llegaban los tomar café.
murmullos del bolero: “nosotros, que tanto nos quisimos
—Yo soy de allí —dijo la señora; por primera vez noté
tanto” y, quizás, algún gruñido del sopor digestivo de don
sus hoyuelos.
José. Doña Elena dejó de mirarme
13 para fijar sus grandes
—Sí. Ya lo sé.
ojos negros en los eucaliptos agitados detrás del ventanal.
—Pero hasta he perdido14el acento —rio, mostrando las
Seguí su nueva mirada. Elena bostezaba y ronroneaba,
encías—. Me casé de 22 años. Y en cuanto vive una en
recostada sobre mis rodillas. Le acaricié la nuca. A
México pierde el acento jarocho. Usted ya me conoció,
nuestras espaldas, la barranca que cruza como una herida
pues madurita.
salvaje las Lomas de Chapultepec parecía guardar un
fondo de luz secretamente subrayado por la noche móvil —Todos dicen que usted y Elena parecen hermanas.
que doblaba la espina de los árboles y despeinaba sus Los labios eran delgados pero agresivos: —No. Es que
cabelleras pálidas. ahora recordaba las noches de tormenta en el golfo.
Como que el sol no quiere perderse, ¿sabe usted?, y se
---¿Recuerdas Veracruz? —dijo, sonriendo, la madre a la
mezcla con la tormenta y todo queda bañado por una luz
hija; pero doña Elena me miraba a mí. Elena asintió con un
muy verde, muy pálida, y una se sofoca detrás de los
murmullo, adormilada sobre mis piernas, y yo contesté:
batientes esperando que pase el agua. La lluvia no
refresca en el trópico. Nomás hace más calor. Y no sé por
qué los criados tenían que cerrar los batientes cada vez --¿Y todo esto se lo recordó esa extraña luz que ha
que venía una tormenta. Tan bonito que hubiera sido permanecido en el fondo de la barranca?
dejarla pasar con las ventanas muy abiertas.
La mujer se levantó. —Sí. Son los spots que José
Encendí un cigarrillo: —Sí, se levantan olores muy mandó poner la semana pasada. Se ven bonitos, ¿no es
espesos. La tierra se desprende de sus perfumes de cierto?
tabaco, de café, de pulpa…
—Creo que Elena se ha dormido.
—También las recámaras —doña Elena cerró los ojos. Le hice cosquillas en la nariz y Elena despertó y
--¿Cómo? regresamos en el MG a Coyoacán.
—Entonces no había clósets —se pasó la mano por las —Perdona esas latas de los domingos —dijo Elena
ligeras arrugas cercanas a 15
los ojos—. En cada cuarto cuando yo salía a la obra la mañana siguiente—. Qué
había un ropero y las criadas tenían la costumbre de remedio. Alguna liga debía16quedarnos con la familia y la
colocar hojas de laurel y orégano entre la ropa. Además, vida burguesa, aunque sea por necesidad de contraste.
el sol nunca secaba bien algunos rincones. Olía a moho,
--¿Qué vas a hacer hoy? —le pregunté mientras
¿cómo le diré?, a musgo…
enrollaba mis planos y tomaba mi portafolios.
—Sí, me imagino. Yo nunca he vivido en el trópico. ¿Lo
Elena mordió un higo y se cruzó de brazos y le sacó la
echa usted de menos?
lengua a un Cristo bizco que encontramos una vez en
Y ahora se frotó las muñecas, una contra otra, y mostró
Guanajuato. —Voy a pintar toda la mañana. Luego voy a
las venas saltonas de las manos: —A veces. Me cuesta
comer con Alejandro para mostrarle mis últimas cosas. En
trabajo acordarme. Figúrese, me casé de 22 años y ya me
su estudio. Sí, ya lo terminó. Aquí en el Olivar de los
consideraban quedada.
Padres. En la tarde iré a la clase de francés. Quizá me
tome un café y luego te espero en el cine-club. Dan un con el aroma del higo en el cuello y la imagen de Elena
western mitológico: High Noon. Mañana quedé en verme con mi camisa puesta, desabotonada y amarrada a la
con esos chicos negros. Son de los Black Muslims y estoy altura del ombligo y sus estrechos pantalones de torero y
temblando por saber qué piensan en realidad. ¿Te das los pies descalzos, disponiéndose a… ¿iba a leer un
cuenta que sólo sabemos de eso por los periódicos? ¿Tú poema o a pintar un cuadro? Pensé que pronto
has hablado alguna vez con un negro norteamericano, tendríamos que salir juntos de viaje. Eso nos acercaba
nibelungo? Mañana en la tarde no te atrevas a más que nada. Llegué al periférico. No sé por qué, en vez
molestarme. Me voy a encerrar a leerme Nerval de cabo a de cruzar el puente de Altavista hacia el Desierto de los
rabo. Ni crea Juan que vuelve a apantallarme con el soleil Leones, entré al anillo y aceleré. Sí, a veces lo hago.
noir de la mélancolie y llamándose a sí mismo el viudo y el Quiero estar solo y correr y reírme cuando alguien me la
desconsolado. Ya lo caché y le voy a dar baño mañana en refresca. Y, quizá, guardar durante media hora la imagen
la noche. Sí, va a “tirar” una fiesta de disfraces. Tenemos de Elena al despedirme, su naturalidad, su piel dorada,
que ir vestidos de murales mexicanos. Más vale asimilar sus ojos verdes, sus infinitos proyectos, y pensar que soy
eso de una vez. Cómprame unos alcatraces, Víctor muy feliz a su lado, que nadie puede ser más feliz al lado
nibelunguito, y si quieres vístete del cruel conquistador de una mujer tan vivaz, tan moderna, que… que me… que
Alvarado que marcaba con hierros candentes a las indias me complementa tanto.
antes de poseerlas. —Oh Sade, where is the whip? Ah, y
Paso al lado de una fundidora de vidrio, de una iglesia
el miércoles toca Miles Davies en Bellas Artes. Es un poco
barroca, de una montaña rusa, de un bosque de
passé, pero de todos modos me alborota el hormonamen.
ahuehuetes. ¿Dónde he escuchado esa palabrita?
Compra boletos. Chao, amor.
Complementar. Giro alrededor de la Fuente de Petróleos y
Me besó la nuca y no pude abrazarla por los rollos de subo por el Paseo de la Reforma. Todos los automóviles
proyectos que traía entre manos, pero arranqué en el auto descienden al centro de la ciudad, que reverbera al fondo
detrás de un velo impalpable y sofocante. Yo asciendo a mi otra Elena, mi complemento, debe esperar en su cama
las Lomas de Chapultepec, donde a estas horas sólo tibia con los ojos negros y ojerosos muy azorados y la
quedan los criados y las señoras, donde los maridos se carne blanca y madura y honda y perfumada como la ropa
han ido al trabajo y los niños a la escuela y seguramente en los bargueños tropicales.
18 19
Lectura 3 —Le agradezco su fineza, amigo. Mi defecto físico me
impondría grandes penalidades si no fuera por personas tan
SILENCIO EN LAS SOMBRAS amables como usted.
FRANCISCO ROJAS GONZÁLEZ —No vale la pena hablar de eso... ¿Y cómo va la salud?
TROPECÉ con él en una de las más transitadas esquinas Nuestra amistad era añeja. Un1 día rozó mi brazo con su
de la ciudad; hacía un sol espléndido y la gente asaltaba los cuerpo y se detuvo: "¿Quiere usted hacerme el favor de
tranvías y los autobuses con la precipitación que obliga la pasarme a la acera de enfrente? Debo tomar allí mi tranvía".
bochornosa vida citadina. Iba vestido de luto y su semblante
Dio la coincidencia de que el vehículo por él esperado era el
se advertía marchito. Lo acogí cariñosamente; hacía más de
que yo abordaba corrientemente.
un mes que no lo encontraba y su compañía érame
gratísima... A bordo del tranvía charlábamos largo, hasta Desde ese día viajábamos juntos a menudo. Hablábamos y
llegar al pueblo semiurbano donde los dos vivíamos. mutuamente conocimos algo de uno y otro. Él era profesor
de la Escuela Nacional de Ciegos y Sordomudos, donde se
Luego conoció mi voz y me devolvió con amabilidad el
había educado. Siempre llevaba bajo el brazo libros escritos
saludo. Tomé su brazo y lo conduje hacia la puerta más
en el sistema ideado por Louis Braille. No conocía los
próxima. Caminaba airosamente, a pasos largos y con la
colores; no tenía noción de los grandes volúmenes; jamás
barbilla levantada; su bastón, más que apoyo de ciego,
vio el alba ni el crepúsculo, ni la montaña; tampoco el mar,
diríase la prenda de un dandy muy familiarizado con su
ni el horizonte... Era ciego de nacimiento.
manejo. Cubría la cuenca de sus ojos inútiles con lentes de
enormes vidrios negros. La semana pasada —me dijo con voz enronquecida—, tuve
una gran pena: murió mi esposa.
Noté en su frente un relámpago de angustia; pero en sus dirigirle otra frase más... cualquier cosa, un comentario
labios se dibujó a poco una sonrisa floja, incapaz de poder erudito sobre la ejecución; pero ella permaneció en silencio.
borrar de mi ánimo la impresión de dolor que observé
momentos antes. El festival siguió de acuerdo con el programa. Mudos y
ciegos procuraban desempeñar sus papeles a la perfección,
-Siento sinceramente la desgracia, amigo. Mas yo no sabía ya que se trataba de honrar la memoria de uno de los más
que usted... notables benefactores del 3plantel. Poco a poco iba yo
“conociendo” a mi vecina de asiento: su cuerpo exhalaba un
—Sí, fui casado y de esa unión 2me queda una hijita de año y olor grato, atractivo, inconfundible para un ciego; su
medio. respiración calmada, a compás, me indicaba que el
temperamento de aquella muchacha era tranquilo y
Sus dedos finos y ágiles bailaron sobre el lomo de uno de
apacible. La supuse linda, robusta, sana.
los libros que descansaban en sus piernas.
Entonces exalté en mi pensamiento la imaginada figura: era
Yo no hallé comentario ante tan desoladora situación: pero
ella seguramente la mujer un tanto informe e imprecisa que
él, sintiendo el momento propicio para hacer recuerdos y
muchas veces, como una sombra, pasó por mi pensamiento
confidencias, habló quedamente, pensando en voz alta:
en las noches de inquietud y de angustia...Fue aquello, -
¿cómo diré para que usted comprenda claramente? - ¡un
—La "sentí" por primen vez en la escuela, hará cuatro años.
“amor a primera vista”!
Yo empezaba entonces a impartir mis clases de lectura a los
ciegos... Recuerdo que ese día celebraban una fiesta con
La festividad pasó rápidamente; yo, presa de una
motivo de la inauguración del aula "Miguel F. Martínez";
inexplicable timidez, no volví a hablarle a mi vecina.
ocupábamos la misma banca. El contacto instantáneo y
casual de su brazo desnudo con una de mis manos, me Cuando el público empezó a marcharse, nos íbamos
produjo una impresión indescriptible... Le hablé para darle quedando en el salón sólo maestros y estudiantes. Entonces
una disculpa; pero ella no respondió. Cuando el quinteto de pensé que la muchacha saldría a la calle a gozar de la luz, a
la escuela terminó la Elegía de Massenett, yo me atreví a
pasear por los jardines, a ver las flores... Pero ella ilusión en un ciego es zozobra tenaz... Ni siquiera se
permaneció sentada. Supuse que sería ciega; eso me causó necesita entonar los párpados para atraer la inefable
honda pena, pero también un poco de desilusión. ¡Ciega y remembranza al escenario sin paisajes, ni luces, ni flores,
yo que en ella había visto por instantes mis ojos! pero en cambio pleno de perfumes y de gorjeos... Desazón
que hizo de mis días tenebrosos y de mi pesar crónico, un
A poco el director de la escuela dio órdenes: “Los ciegos Edén.
deben permanecer en sus asientos, mientras que los mudos
desalojan la sala”. Pasaron los meses y la quimera se hizo amor y el amor
maduró hasta la pasión arrebatada. Mi estado de ánimo se
Hubo un instante de silencio y a poco un movimiento general había exaltado... Jamás volvería a estar cerca de ella. Su
y uniforme. Ella se puso en pie... ¡No es ciega! pensé casi a instinto femenino tendría que dejarme la iniciativa, pero yo
gritos. Mi dicha no tenía límites... ¡No era ciega, amigo mío! no estaba en facultad de tomarla.
¡No era ciega! ¿Se da usted cuenta?
¿Cómo buscarla, si ella era una sombra silenciosa y yo un
—Pero era... —interrumpí. torpe bulto que tropieza y yerra? Además, no podría
describirla físicamente para que otro la localizase y me
—Si, señor, era sordomuda.
llevara cerca de ella... Yo tenía un concepto mío —irreal,
absurdo, pero mío— de la figura amada.
Cuando pasó cerca de mí, adiviné que la suya buscaba mi
mano; un momento permanecieron enlazadas... ¡Breve
Era la más elevada noción de la belleza humana que puede
lapso luminoso!
caber en la imperfecta imaginación de un monstruo.
Cuando pretendí ganar la puerta de salida —fracasado, Así fue como me atreví una segunda vez por el plantel
abatido—, me desorienté, al extremo de que fui a chocar de sordomudos. Era un día caluroso de mayo. Las palomas
contra uno de los pilares del corredor; exasperado quise huir se arrullaban en las comisas y el agua de la fuente estaba
de prisa; pero la puerta se burlaba diabólicamente de mí, tibia.
Esa vez fui más discreto; caminé cerca de los muros del Pero un día, cuando el diálogo sin palabras pasaba por su
corredor. anhelando que sólo los ojos de ella se fijaran en más dulce momento, una maestra llegó hasta nosotros,
mí. Sentí de pronto un hálito fresco y perfumado; mi instinto burlando la vivaz mirada de ella y mi finísimo oído. Fuimos
me dijo que en esos momentos pasaba frente al portón que conducidos a la dirección del plantel, acusados de violar la
conducía al huerto. Una mano se posó sobre mi brazo; de estricta moral reglamentaria.
pronto creí que se trataba del brusco comedido que me
expulsó la primera vez que osé entrar en la escuela de Antes de escuchar la reprimenda del director, yo me
sordomudos. Pero un instante después, cuando era adelanté valerosamente: “Señor, ella y yo nos queremos y
conducido dulcemente hacia el interior del huerto, saboreé sólo esperamos el permiso de usted para casarnos” ...
toda mi ventura. En efecto, a poco aquella mano breve,
El director guardó silencio por algunos minutos, -
palpitante, cogió mi diestra y así caminamos a través del
8 ¿asombro?, ¿consternación? ¿espanto? -luego resolvió: “El
pasillo que da acceso al jardín y allí, recargados contra un 9
caso es inaudito... Sin embargo, ante el temor de hechos
muro húmedo y musgoso, nuestras manos se acariciaron y
consumados, la escuela se encargará de todo... ¡Que sean
se dijeron mil cosas apasionadas. La respiración acalorada
ustedes felices!
baño mi rostro... Después, el beso fugitivo y tímido habló por
toda una eternidad de silencio e hizo la luz en las tinieblas El día del matrimonio civil, después de la lectura del acta,
seculares. Estas entrevistas se repitieron dos, tres, cinco supe un poco acerca de ella: “Rebeca Cerda, de veintitrés
veces; entonces mis manos trémulas pasaban por su rostro; años de edad. Expósita...
el tacto gozaba del más inefable placer con el roce de
aquella piel suave como terciopelo; mis dedos recorrían Para burlar la curiosidad que nuestra unión despertó entre
afanosos su perfil, sus labios, sus ojos, hasta advertir los maestros y los alumnos de la escuela, pensé instalar mi
plenamente su belleza y hasta quedar convencido de que en hogar lejos. en Tlalpan... Allí, con el auxilio de una de las
realidad era aquella la silueta que tantas veces había profesoras de Rebeca, encontramos casa amplia. cómoda,
refulgido en mi obscuridad. circundada por un jardín fragante, rumoroso y soleado.
Pronto me transformé en12 un consumado maestro en el Durante aquellos días llegamos a entendernos
idioma de los mudos; ella veía el rápido movimiento de mis perfectamente; ella, con leves golpes sobre mi hombro,
dedos y pescaba las ideas y las recomendaciones con alcanzó a comunicarme su aprobación o su negativa; su
admirable destreza. Podría decirse que penetraba en mis gusto o su pesar.
pensamientos, para obrar en forma tal que siempre me
Una vez metió la diestra entre mis manos y se dio a
dejaba complacido y satisfecho; su defecto físico era
formar con sus dedos los caracteres del idioma silencioso,
entonces superado por la voluntad que el amor generaba.
para mí ya tan conocido; yo logré identificarlos
Todas sus acciones, todos sus movimientos, no tenían más
inmediatamente por medio del tacto. Su primera frase es
finalidad que mi provecho y mi satisfacción... Yo
imborrable: “Espero que no nazca sordomudo...
recompensaba aquel maravilloso esfuerzo con toda la
ternura de mi corazón. Y así iniciamos la conversación discreta, exclusiva, como
si se tratara de un diálogo de oído a oído.
Hacendosa y activa, había hecho del mío el hogar ideal.
Los múltiples utensilios domésticos tenían siempre un lugar Vino felizmente al mundo una hija saludable, de
preciso, permanente; todo estaba puesto al alcance de mi apariencia normal. Supe en el acto que sus ojitos estaban
mano, todo: mis libros, mis instrumentos de escritura, mi vivos, muy abiertos y sanos. Pero la angustia de la madre se
ropa... En el apacible corredorcito siempre había manojos de
prolongó hasta el día en que la niña volteó su carita hacia la plenamente la amargura del infortunio, ni conozco toda la
sonaja que Rebeca agitaba rabiosamente entre sus manos. inmensidad de mi desgracia.
La niña fue definitiva consagración de nuestra ventura: Ayer el jilguero dejó de cantar.
chispa en mis tinieblas; acorde en su silencio; música y luz
Hoy vengo de la casa de un escultor amigo; he ido a
al mismo tiempo; vínculo sutil entre dos almas que,
encargarle un busto de ella, así podré palpar su hermoso
amándose a distancia, hallan por fin el camino para llegarse
perfil para no olvidarlo jamás; para mantenerlo siempre vivo
una hasta la otra y confundirse en anhelo eterno.
entre las yemas de mis dedos... Conózcala usted, caballero,
15
Durante meses enteros 14 hablaba yo a la niña horas y en vista de su retrato, dese cuenta de la magnitud de mi
seguidas: sabía que ella escuchaba mis voces y que pronto desgracia" —dijo el ciego mientras sacaba de su cartera,
interpretaría muchas de ellas: cuando sonreía, mi mujer repleta de papeles, el retrato que iba a servir de modelo al
lanzaba aquellas carcajadas gangosas y desapacibles con escultor... Tomé entre mis manos la fotografía de una mujer
las que, muy de vez en vez, demostraba su regocijo. Ella, en con facciones vulgares, rechoncha, rubia descolorida... En
su turno, hacía frente a nuestra hija mil zalamerías y sus ojos brillaba un fulgor de inteligencia y en sus labios
piruetas, que la chica festejaba ruidosamente: entonces era plegados se advertía la voluntad.
yo el que gozaba, al confirmar que aquella niña tenía la
—Bella, ¿es verdad? —preguntó él.
divina capacidad de oír la voz de su padre, a la vez que la
de admirar la figura materna. ¡Espejo de ella frente a mí! —¿Bella? Si, amigo mío, bella y mucho.
¡Transmisor fiel y maravilloso de mi pensamiento cerca de
ella! El ciego sacó de su bolsillo un pañuelo y lo llevó debajo
de sus espejuelos negros.
Mas un día, Rebeca se nos fue inesperada y
silenciosamente; tal como había llegado, emprendió el —Perdóneme, caballero. esto no es cobardía... es,
camino sin retorno. El hálico amado se aparcó de mí y la simplemente, que mis ojos desde hace algunos días vienen
bella silueta se borró para siempre de los ojos de su hija... ejerciendo frecuentemente su única facultad.
Hace de eso apenas unos días, amigo todavía no saboreo
16
BIOGRAFÍAS
Francisco Rojas González
(Guadalajara, 1904-1951) Escritor mexicano recordado especialmente como autor de la
recopilación de relatos breves El diosero (1952), destacada obra en la línea de la narrativa
indigenista hispanoamericana que a lo largo de la primera mitad del siglo XX cultivaron Alcides
Arguedas, Jorge Icaza o Ciro Alegría, entre otros. Su novela La negra Angustias (1944), en
cambio, retomó la «Novela de la Revolución» de Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán.
En su juventud siguió la carrera diplomática, que lo llevó por diversos países del mundo, y
trabajó asimismo en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Se interesó en especial
por temas relacionados con la antropología y la sociología mexicana, lo que le permitió ahondar
en los ambientes de sus novelas y relatos cortos, caracterizados por su gran sencillez y diafanidad
estilísticas.
De la producción literaria de Francisco Rojas González cabe destacar novelas como La negra
Angustias (1944) y Lola Casanova (1947) y los relatos Historia de un frac (1930), El
pajareador (1934), Chirrín y la celda 18 (1944) y Cuentos de ayer y de hoy (1946), de contenido
costumbrista. La recopilación de cuentos El diosero, publicada póstumamente en 1952, trata los
temas de la población indígena de México con un espíritu de apasionada observación, y muestra
un conocimiento directo de las creencias religiosas y las actitudes de los indios; fue reeditada en
1996 con el título El diosero y otros relatos indígenas.
Pocas veces han sido tan excelentemente tratados los temas indígenas mexicanos que constituyen
el fondo de los cuentos de El diosero. Sus páginas aúnan la calidad artística con la elaboración de
escenas y sucedidos en núcleos indígenas de distintas zonas de la nación mexicana, y en todas
ellas destaca el espíritu de amorosa observación, directo e intencionado, de que hace gala su
autor. De los trece relatos que forman esta recopilación, El diosero, que ocupa el décimo lugar,
da nombre a la colección. Su protagonista es un indio moldeador de ídolos; el secreto de su poder
radica en que su fabricación ha de llevarse a cabo lejos de la mirada de cualquier mujer. Tiene su
taller en plena selva y, un día en que se desata una terrible tormenta, ha de ponerse a trabajar en
un dios capaz de detenerla, lo que finalmente logra.
Igual de fascinantes, en su simplicidad, resultan los restantes cuentos de la colección. La
Tona relata el parto de una indígena primeriza, con todo el ritual asociado; el padre de la criatura
rodea con cenizas del hogar todo el exterior de la vivienda, atento a ver las huellas que aparezcan
en las mismas del ave o animal que haya de ser la tona, el espíritu protector del recién
nacido. Los novios refleja las ceremonias y pactos familiares de los casamientos indígenas.
En Las vacas de Quiriviquita, una joven madre india se ve obligada, a causa de una hambruna, a
convertirse en la nodriza de una familia rica de la ciudad, dejando a su propia hija en manos del
marido con el encargo de que la críe con "leche de cabra mediada con arroz". En El Cenzontle y
la vereda, los aviones que sobrevuelan los territorios de los indios son abominados por las gentes
ignorantes, porque creen que aquellos pájaros ruidosos se alimentan con sus carnes. La quinina
dada por los aviadores a una tribu de palúdicos deshace el maleficio.
La cabra en dos patas se desarrolla en un chamizo hospitalario en el que se ganaba la vida Juá
Shotá, ofreciendo una jícara de pulque al viandante. Era pobre, pero feliz, con su mujer y su hija
María Agrícola. Hasta que un día acampó allí enfrente un "ingeniero" con su esposa de ojos
verdes y suaves modales. El "ingeniero" se prendó de la belleza juvenil y montaraz de su hija y le
propuso a Juá Shotá, rebautizado en aquel momento con el nombre de Juan Nopal, la compra de
María Agrícola, "una cabra en dos patas", por diez pesos. El argumento de Los diez responsos es
más humano y pegado a la tierra. El indio Plácido Santiago ha muerto atropellado; el cadáver
llega al pueblo a horcajadas de un borrico. Se organiza el velorio, que esta vez corre por cuenta
del Tío Roque Higuera, hombre generoso que informó a la concurrencia de que, por su cuenta,
había mandado buscar al cura de Ixmiquilpan para que rezara diez responsos.
La triste historia del Pascola Cenobio refiere la suerte de Cenobio, pobre danzarín feriante
enamorado de Emilia, hija de un labrador modesto, pero acomodado. Para no ser una carga para
su futuro suegro se fue a buscar una mejora económica trabajando de peón minero en otros
pagos. A su regreso, un paisano suyo borracho lo insultó y lo despreció. Cenobio lo mató. Todas
las mozas querían a Cenobio, pero estaba condenado a muerte si la viuda no disponía lo
contrario. Y Cenobio hubo de casarse con Marciala Morales, la viuda del que le insultó, para
alimentar a los nueve huérfanos que habían quedado. Completan la colección los relatos
titulados Hículi hualula, La parábola del joven tuerto, Carlos Mango, Nuestra Señora de
Nequetejé y La plaza de Xoxocotla.
Carlos Fuentes
(Ciudad de Panamá, 1928 - México, 2012) Narrador y
ensayista mexicano, uno de los escritores más
importantes de la historia literaria de su país. Figura
fundamental del llamado boom de la novela
hispanoamericana de los años 60, el núcleo más
importante de su narrativa se situó del lado más
experimentalista de los autores del grupo y recogió los
recursos vanguardistas inaugurados por James Joyce y William Faulkner (pluralidad de puntos
de vista, fragmentación cronológica, elipsis, monólogo interior), apoyándose a la vez en un estilo
audaz y novedoso que exhibe tanto su perfecto dominio de la más refinada prosa literaria como
su profundo conocimiento de los variadísimos registros del habla común.
Biografía
Hijo de un diplomático de carrera, tuvo una infancia
cosmopolita y estuvo inmerso en un ambiente de intensa
actividad intelectual. Licenciado en leyes por la Universidad
Nacional Autónoma de México, se doctoró en el Instituto de
Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza. Su vida estuvo
marcada por constantes viajes y estancias en el extranjero, sin
perder nunca la base y plataforma cultural mexicanas. En la
década de los sesenta participó en diversas publicaciones
literarias. Junto con Emmanuel Carballo fundó la Revista
Mexicana de Literatura, foro abierto de expresión para los
jóvenes creadores.
A lo largo de su vida ejerció la docencia como profesor de literatura en diversas universidades
mexicanas y extranjeras, y se desempeñó también como diplomático. Impartió conferencias,
colaboró en numerosas publicaciones y, junto a la narrativa, cultivó también el ensayo, el teatro y
el guión cinematográfico. Algunos de sus ensayos de tema literario fueron recopilados en libros,
como La nueva novela hispanoamericana (1969) o el dedicado a Miguel de
Cervantes, Cervantes o la crítica de la lectura (1976).
A los veintiséis años se dio a conocer como escritor con el volumen de cuentos Los días
enmascarados (1954), que fue bien recibido por la crítica y el público. Se advertía ya en ese
texto el germen de sus preocupaciones: la exploración
del pasado prehispánico y de los sutiles límites entre
realidad y ficción, así como la descripción del
ambiente ameno y relajado de una joven generación
confrontada con un sistema de valores sociales y
morales en decadencia.
Su éxito se inició con dos novelas temáticamente
complementarias que trazaban el crítico balance de
cincuenta años de "revolución" mexicana: La región
más transparente (1958), cuyo emplazamiento urbano
supuso un cambio de orientación dentro de una novela que, como la mexicana de los cincuenta,
era eminentemente realista y rural; y La muerte de Artemio Cruz (1962), brillante prospección de
la vida de un antiguo revolucionario y ahora poderoso prohombre en su agonía. Ambas obras
manejan una panoplia de técnicas de corte experimental (simultaneísmo, fragmentación,
monólogo interior) como vehículo para captar y reflejar una visión compleja del mundo.
La región más transparente (1958)
Las promesas de originalidad y vigor que ya se vislumbraban en Los días enmascarados se
cumplieron plenamente con La región más transparente (1958), un dinámico fresco sobre el
México de la época que integra en un flujo de voces los pensamientos, anhelos y vicios de
diversas capas sociales. La primera novela de Fuentes supuso una ruptura con la narrativa
mexicana, estancada en un discurso costumbrista y en la crónica revolucionaria testimonial desde
una óptica oficialista. Con esta extensa obra acreditó el autor su vasta cultura, su sentido crítico y
su pericia y audacia como prosista, rasgos que muy pronto lo convertirían en uno de los
escritores latinoamericanos con más proyección internacional.
Al modo de John Dos Passos en Manhattan Transfer respecto a Nueva York, o de Alfred
Döblin en Berlin Alexanderplatz con la capital alemana, La región más transparente es el gran
mosaico de Ciudad de México, el retrato a la vez atomizado y gigantesco de todas sus clases
sociales a través del aproximadamente centenar de personajes que constituyen su "protagonista
colectivo", siendo el verdadero protagonista la propia ciudad; así lo delata su mismo título, que
procede de una frase con la que Alexander von Humboldt describió el valle de México.
La disección y crítica de la masa social del país (en la medida en que la ciudad incluye al campo
al absorber las migraciones de campesinos depauperados) es la propuesta programática de la
obra, y abarca desde los desheredados hasta los nuevos burgueses "que no saben qué cosa hacer
con su dinero", desprovistos de cualquier inquietud cultural y sin otra clase que se les oponga. El
dominio que muestra Fuentes de los distintos registros lingüísticos de cada clase social
proporciona verismo a su retrato y convierte la novela en una magistral obra polifónica.
Los continuos saltos temporales (dentro de un dilatado periodo que abarca desde los años previos
a la Revolución mexicana hasta el presente) y la irregularidad con que aparecen los personajes,
con frecuencia a través del monólogo interior, dan a la narración una apariencia desordenada y
anárquica; externamente, la novela está dividida en tres partes desproporcionadas que engloban
capítulos distribuidos sin simetría. Sin embargo, en ningún momento se pierde el hilo de la
narración, lo que demuestra el especial cuidado que pone
el autor en la estructura.
La estructura de la novela está presidida por la circularidad: se abre con estas palabras de Ixca
Cienfuegos y se cierra con "La región más transparente del aire". Este concepto circular, tan
ligado al de la repetición, se observa en varios niveles de la novela y es básico para la tarea de
enhebrar los numerosos elementos de esta obra y para sostener su simbolismo. Así, sobresale el
que aglutina la muerte de varios personajes (el final de sus ciclos vitales).
Otro factor siempre presente en la obra es que el sacrificio ritual, como la Revolución, cuyos
ideales yacen ya enterrados en el olvido, sacrificó no a todos sino a los de siempre, para
mantener o encumbrar en su sitio a los mismos. En ausencia de cualquier valor, los personajes
son figurantes de un teatro vacío; los pobres, los macehuales, están fatalmente destinados a
permanecer enclavados en la región más transparente del aire: dentro de la miseria, sin porvenir,
fuera de la historia, sin nombre.
Viejo, rico y poderoso en la hora de su muerte, Fuentes relata la larga agonía de Artemio Cruz y
los episodios en ella evocados mediante el empleo riguroso y sistemático del "yo", del "tú" y el
"él". A través del "yo" nos ofrece, en tiempo presente (la obra se sitúa en el año 1959), el
monólogo interior del antiguo revolucionario agonizante, mientras que el "tú" corresponde a su
subconsciente, que instruye al moribundo acerca del futuro de sus elucubraciones mentales, y
con el "él" recuerda, por el contrario, la historia pasada de Artemio y de quienes le rodearon o
bien se rodeó en los distintos momentos de su vida.
Estas narraciones o intervenciones en primera, segunda y tercera persona forman una especie de
tríadas que se van repitiendo a lo largo de las páginas del libro hasta doce veces, tantas como las
horas que dura la agonía de su protagonista. A lo largo de la misma se nos ofrecen otras tantas
revisiones de su pasado, que no se producen cronológicamente, sino a la manera de William
Faulkner, de acuerdo con los desordenados y caprichosos saltos mentales a los cuales se entrega
el moribundo.
El último de todos ellos, que se remonta a 1889, cuando Artemio vino al mundo, no es fruto de
su pensamiento ni forma parte de la película de su vida que presencia mientras agoniza, sino obra
del autor. Una última tríada, a la cual correspondería el fatídico número trece, queda truncada de
repente por la muerte de Artemio tras la sola intervención del "yo" y el "tú". Así termina sus días
el viejo caudillo mexicano; su historia simboliza la historia colectiva de su país, en cuyo intento
de transformación revolucionaria participó, al que luego (como hicieron muchos otros)
inevitablemente traicionó, y al que también corresponde buena parte de responsabilidad en sus
destinos.
Obra posterior
Las novelas reseñadas otorgaron a Carlos Fuentes un puesto central en el llamado boom de la
literatura hispanoamericana. Dentro de aquel fenómeno editorial de los años 60 que, desde
España, daría a conocer al mundo la inmensa talla de los nuevos (y a veces anteriores) narradores
del continente, Carlos Fuentes fue reconocido como autor de la misma relevancia que el
colombiano Gabriel García Márquez, los argentinos Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y Julio
Cortázar, el peruano Mario Vargas Llosa o los uruguayos Juan Carlos Onetti y Mario Benedetti.
Entre las dos novelas mencionadas, sin embargo, se sitúa una obra de andadura realista y
tradicional: Las buenas conciencias (1959), que cuenta la historia de una familia burguesa de
Guanajuato. Esas obras iniciales cimentaron un ciclo denominado por el autor "La edad del
tiempo", obra en constante progreso a la que se fueron sumando diversos volúmenes. Espíritu
versátil y brillante, Fuentes tendió a abordar en obras ambiciosas y extensas (a veces incluso
monumentales) una temática de hondo calado histórico y cultural; la novela es concebida
entonces con máxima amplitud, como un sistema permeable capaz de integrar elementos en
apariencia dispersos pero dotados de poder evocativo o reconstructor.
Son de destacar, en este sentido, Cambio de piel (1967), con las abundantes divagaciones a que
se abandonan cuatro personajes ante el espectáculo de una pirámide de Cholula. Zona
sagrada (1967) retrata la difícil relación entre una diva del cine nacional y su hijo. Terra
Nostra (1975), novela muy extensa que muchos consideraron inabordable, es probablemente su
obra más ambiciosa y compleja; en ella llevó al límite la exploración de los orígenes del ser
nacional y de la huella española (el ejercicio del poder absoluto por parte de Felipe II) en las
colonias de América.
En Cristóbal Nonato (1987), inspirada en Tristram Shandy de Laurence Sterne, narró el
Apocalipsis nacional empleando la voz de un niño que se está gestando; este sorprendente
monólogo de un personaje no nacido se sitúa en 1992 (año del quinto centenario
del descubrimiento de América) y constituye una celebración paródica en un México corrupto y
destrozado.
A esta selección se agrega la novela corta Aura (1962), historia mágica, fantasmal y extraña en la
mejor tradición de la literatura fantástica. Diverso carácter posee La cabeza de la hidra (1978),
que, bajo la modalidad de una novela de espionaje, trata sobre la corrupción de la vida política
mexicana; la "hidra" del título es el petróleo mexicano, una riqueza natural que no genera
prosperidad, sino dinero, corrupción y esclavitud. Al igual que Gringo viejo (1985), novela sobre
la estancia y desaparición del periodista norteamericano Ambrose Bierce en el México
revolucionario, fue llevada al cine.
Su experimentalismo narrativo fue menguando con el curso de los años, como se hizo
perceptible en Diana o la cazadora solitaria (1994), breve novela que recontaba su tormentosa
relación con la actriz Jean Seberg. A pesar de ello agregó a su obra títulos interesantes
como Constancia y otras novelas para vírgenes (1990), El naranjo o los círculos del
tiempo (1993) y La frontera de cristal (1995), conjunto de historias centradas en la línea
divisoria que separa a México de Estados Unidos.
Posteriormente publicó Los años con Laura Díaz (1999), Instinto de Inez (2001), La silla del
águila (2003), Todas las familias felices (2006), La voluntad y la fortuna (2008) y Adán en
Edén (2009). Ensayista, editorialista de prestigiosos periódicos y crítico literario, escribió
también obras de teatro, como El tuerto es rey (1970) y Orquídeas a la luz de la luna (1982).
Una inteligencia atenta al presente y sus inquietudes, el profundo conocimiento de la psicología
del mexicano y una cultura de alcance universal hacen de su obra un punto de referencia
indispensable para el entendimiento de su país. En 1987 fue galardonado con el Premio
Cervantes, en 1994 con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, y en 2008 recibió la Gran
Cruz de la Orden de Isabel la Católica.