0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 211 vistas17 páginasBrowne - Espíritu de Época y Espíritu de Lugar
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TRA
ARQUITECTURA
a Pe LS EAN
ENRIQUE BROWNE
G G / MéxicoOtra arquitectura
en
América Latina
Enrique Browne
GEdiciones G. Gill, SA. de C.V., México 1988
\Ninguna parte de esta publicacién, incluido el disero de la
cubierta puede reproducirse, almacenarse o transmitirse de
ninguna forma, ni por ningun medio, sea éste eléctrico, quimico,
‘mecénico, éptico, de grabacién o de fotocopia, sin la previa
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Impreso en México - Printed in México
ISBN, 968-887-072-2
Impreso en:
Impresora Formal, S.A. de CV.
Logaria 251 Col. Argentina
México, OF.
{La edicién consia de 2.000 ejemplares mas sobrantes para reposicién
GG/Mexico1. Espiritu de la época
y espiritu del lugar
El andlisis critico do la arquitectura contempordnea en Améri-
cca Latina es particularmente dificil. Para ampazar, porque re-
mite a.un marco cultural muy peculiar.
‘Américe Letina no es una esencia sino una historia, Des.
‘pués da su descubrimiento fue —entre los siglos XVI y XVIII—
tuna vasta area de absorcidn y fusion cultural ibérica, indigena
yyafricana. Estas fusiones se incrementaron durante el siglo XIX
¥y comienzos del actual por los flujos migratorios europeos.!
Estos mestizajes han diferido entre si originando distintas con.
figuraciones culturales, Han variado también segiin la sucesi
va dependencia del area a los sistemas internacionales
mercantiles e industriales.?
En todo caso, las fuentes culturales que han hecho el mun-
do latinoamericeno nunca han llegade a fundirse en unided com-
pleta y estable. Se han mezclado en todas las formas
Imaginables, en grado y forma variables segin el tiempo y la
situacién. Las culturas se han combinado desde el lenguaje has-
tela alimentacién, del folclore a la creacién artistica. No esca-
pa ni siquiera la religién, ya que el catolicismo del Nuevo Mundo
fnunea ha sido un mero tragplante del espaiiol. En las ceremo:
nas y en la supersticién popular se tiR6 de la herencia prec
lombina y africana. De todo esto nace el principal rasgo vit
de la regidn, su mestizaje cultural.2 Va acompaniado de una
‘gran permeabilidad a diferentes influencias externas. No es rar,
entonces, que la identidad cultural sea un tema recurrente en
su historia.* El propio Bolivar sefialaba en Angostura (1818),
que “no somos espafioles, no somos indios,... constituimos
luna especie de pequeno género humeno’’.
Si bien las mezclas étnicas y le dependencia de América La-
tina son reales, su permeabilidad cultural no la convierte en un
mero receptaculo de influencias aluvionales. Si se abandona
tuna visién autocompasiva, habria que reconocer Ia existencia
‘de muchos componentes actives. Las innovaciones no parten
da cero: son recambinaciones inédites de elementos preexis:
tentes. Por lo mismo, en muchos casos, as mezclas y la re-
‘ceptabilidad latinoemericanas han sido favorables para el logro
Harare, Felipe: escenario lathoameriano yal deeario culture. UNESCO.
Eater Galdoc, Santiago de Chie. mayo 1881
Fiboa, Darcy: “wrocuecion: La Cle Cape del oro ee Segre, Ro-
Dero: Amica Cathe on su rqutoture, UNESCO. Siglo Vaintine Eto
ts, México, 1975. Revo detiica tes covgureiones hit clries
‘co Ametce, assbor: "pueblos tstimorior',"punbles nuevos" y "puablos
Tranerantadoe"
Usir ert Arturo: Gados, naurgentesy vilonais. Sex Borel, Bibloteca
Bravo, Barcelona, Espana, 1988,
4+ Movende; Pes: "La estralatinoamericana ants los desatos da te moder
‘saci’. Ruvista CA No. 38. Santiago do Chil, Agosto 1883, Tomb
“a cis del paradigmna modernzanta” Sesionss del Tae inden Sar
ogee Cie, 1983,
de productos culturales inéditos, cuando los elementos de rect
boracién han sido compatibles entre sf
Los ejemplos pueden multiplicarse. Tomando algunos de ri:
sica popular, la “cumbia” colombiana recombina una esttuc.
tura riimica y coreagréfica africana con el fandango espanol.
Los ‘'mariachis"” mexicanos funden elementos de las bandas
‘con trompetas de la épaca de Maximiliana con elementos de
las zarzuelas y cuplés madrilenios.®
En lo urbano y arquitecténica suicede otro tanto. Benévolot
destaca que las Ordenanzas de Poblacidn que Felipe I! publi-
cara en 1573 para regular el trazado de las nuevas ciudades
de ultramar —a pesar de sus entecedentes tedricos europeos—
fue mas bien una creacién americana: se basé decisivamente
en la experiencia obtenida al funder muchas de las mds impor-
tantes urbes del drea antes de dictar dichas ordenanzas, Es el
caso de Cartagena (1633), Guayaquil y Buenos Aires (15351,
Santiago (1541), Concepcion (1550) y Caracas (1567). Este
modelo ha continuado funcionande por cuatro siglos. Por su
parte, Chueca Goitie? destaca la sacralizacién de los espacios
PAblicos abiertos como un rasgo peculiar del urbanismo ame
Ficano, derivado de la necesidad de cristianizar millares de in-
digenas. Los espacios eran insuficiantes 0 inapropiados para
le experiencia indigena de liturgias externas. De ahi los atrios
Y capillas abiertas, como las “capillas posas” para procesio
nes. Otros han citado también la transformacién del barroco
en Latinoamérica como un aporte peculiar a la cultura occi
dental.
Es claro que en América Latina también han abundado sin:
cretismos superficiales. Uno decisivo por sus efectos poste-
Fiores fue aquel que nuestros paises intentaron para ingresar
‘al mundo moderno después de su independencie. Varios estu-
diosos —como Octavio Paz, Arturo Uslar Petri y otros— le han
dedicado ensayos a este tema.? Influidos por las modelos
poltico-institucionales franceses y anglosajones, desconoci-
‘mos nuestro desmanteledo pasado indigena y rechazamos
“Talos, Garmén: Converasciones eon ol autor. Bogor, noviembre 1903.
enivso, Leonardo: "Ls nuevas cludadesfundades ene siglo XVIEN Arne
‘ea Latina, Boletn No.9. Conti de Investigaciones Histdriessy Eat
98. Universidad a Vereruels,
[Chuvee Gotti, Fernando! invarantes on ls arquiectra hispanoamericn,
tort Dosa, Madr, 1979,
niles. opaise Cestedo:Seianas da Tater Amica Santiago de Cis,
hum y foto 1964.
[Al raspoct, var entra ottos Octave Paz: Posdat. Siglo Veintine, Eto
fos. México 1870: Uslar ot, Arturo: Godos, Insurgents y Victron
Moranae, Pedro:ta cultura atnoamercans ante tor dation dels ode
zach Fornance2, Crab: "NesraWantdad sumeigide™ Revista CA
‘No. 38 Sartioge do Che, agosto 1983 y SUMMA No. 200 207: Buenos
‘Aves, junio 1984,nuestra herencia colonial ibérica (catélice, contrarreformista y
barroca) para intentar un proyecto de modernidad de origon
centroeuropeo, ilustrado y protestante.
Los primeros idedlogos de la Independencia eran seguido-
res intelectuales de la llustracién y-creyeron posible instaurar
Jas formas politicas més nuevas y avanzadas de Europa y Nor
teamérica.
Los primeros resultados de este trasplante con poca tierra
fueron frustrantes. Nuevamente Bolivar fue licido respecto a
este desajuste. En 1812, en Cartagena, decia angustiado que
“los cédigos que consultaban nuestros magistrados no eran
los que podian ensefarles la ciencia practica del gobierno, si
‘no los que han formado ciertos buenos visionatios que, imegi
‘nando republicas aéreas, han procurado la perfeccién politica,
presuponiendo la perfeccién del linaje humano... Con seme-
jante subversién de principios y cosas... corrié el Estado 8 pa-
505 agigantados a una disolucién universal que bien pronto se
Vié realizada"*. En 1819 reiteraba que ‘“mientras més admiro
la excelencia de la Constitucién Federal de Venezuela, tanto
més me persuado de la imposibilidad de su aplicacién a nues-
‘ro estado... :No seria diffcl aplicar a Espafa el cédigo de I
bertad poltica, civil y religiosa de Inglaterra? Puss es aun mas
dificil adoptar en Venezuela las leyes del Norta de América. .No
dice el espirity de les leyes que éstas deben ser propies para
el pueblo que se hacen?... .qué las leyes deben ser relativas
alo fisico del pais, al clima,,.. al género de la vida de los pue.
bilos,... la reigién de sus habitantes, a sus riquezas, a su ni-
‘mero, a su comercio, a sus costumbres, a sus modales? [He
aqui el cédigo que debiamos consultar!””
Problemas de dosajuste entre los modelos te6ricos y nues
tra realidad histérica objetiva han tendido a continuar en ma-
yor o menor grado en América Latina. Reforzado esto por una
desmejorada insercién en la divisién internacional del trabajo,
la modernidad latinoamericana ha continuado siendo un pro-
yecto realizado a modias.
Si el mestizaje cultural y la permeabilidad a las influencias
externas son caracteristicas de América Latina —con resulta:
dos que van desde sintesis creativas hasta sincretismos
frustrantes-— la incorporacién de estos factores en el estudio
de su arquitectura contempordnes es uns tarea compleja pero
ispensable. De dénde llegan dichas influencias, cémo se
arraigan y combinan, son asi aspectos centrales de su estudio.
Otro rasgo que acompatia el cruce de elementos culturales
fen América Latina es la sincronfa de sus manifestaciones. Tien-
den a desarrollarse lineas artisticas superpuestas que en otras
partes corresponderian a periodos histéricos sucosivos. Ello di
ficulta la clasificacién y periodizacién de dichos desarrolios a
Ja manera de la historiograffa tradicional. Esta peculiaridad se
remonta también a époces coloniales. Walter Palm'® lo adver-
‘a en sus estudios sobre ol arte hispanoamericano de este pe
todo. Planteaba que para entenderlo habla que pasar del
ancepto de sucesién de estilos histéricos al de su cooxisten:
cia, llustraba esta simultaneidad de expresiones artisticas con
‘numerasos ejemplos, como elementos gaticos en portadas ba
‘rocas, platerescos en retablos dieciochescos, y otros. Sin em:
bargo, en la arquitectura contemporénea asta sincronia es
diferente. Mas que la yuxtaposicién ahistérica de elementos
fen una misma obra, tiene que ver con la simultaneidad de ci-
ferentes lineas arquitecténicas. Estas lineas tienden a seguir
desarrollos paralolos debido a asimilaciones dispares de infuen-
ias externas y condiciones internas. Las lineas se acercan 0
i entre si. Los mismos arquitectos muchas veces pasan
de una linea a otra segiin la coyuntura especifica en la cual se
ingerta cade una de sus obras.
Una tercera peculiaridad tiene que ver con le relacién entre
cambios sociopoliticos y arquitecténicos. Dicha relacién oxis-
te, pero en América Latina no es ni muy directa ni muy unidi-
10 Palo, Waite: “Estoy ép0ea en alert colonia. Aral dl neti Ar
feAmencano » invertigncinerEstéteae, Masrid 1049, En Chuecs Gale,
Femando:“invaontes dea srquitectra hispanosmercana". Op. ct Tam
bien en Analas ae Insta da arte Americano No.2, Buanae Ales, 1949,
10
reccional. Es significativo, al respecto, que muchas de las,
‘concepciones filosoficas y artisticas que los paises latinoame:
ricanos hicieron suyas como simbolo de su independencia, es:
tuvieran constituidas por elementos universales e “ilustrados
‘que Ia propia Espaia asimilé de Frencia y otros paises euro-
eos. Fue la misma Espana quien los trasledé a América al
nal de su Imperio.' Ejemplo claro es al neoclasicismo
arquitecténico. Este se introdujo hacia finales det siglo XVII
fen buens parte de nuestros paises. A cargo de este trasvase
cultural estuvo el célebre Francisco Sabattini, nombrado arqui-
‘ecto oficial de la casa real espafiola por Carlos Ill. Su mas no-
table enviedo a América fue su alurnno —también italiano—
Joaquin Toesca. Este llegé a Chile en 1780, aio que habia
{ue olegir, segun la expresién de Gabriel Guarda, como "el del
‘triunfo dei neoclasicismo en Chile".'? Este fenémeno se regis
‘r6 en diversas partes. EI neoclasicismo llegé en 1764 a Mésx
co, en 1783 a Colombia, en 1799 a Uruguay y en 1805 a
Buonos Aires.’ Extrafa paradoja. El neoclasicismo —simbalo
arquitecténico de nuestra independencia respecto de la Espa-
fia barroca— antecede en el tiempo a dicha libaracién, siendo
introducide por el propio centro imperial en nuestras tierras.
El espiritu arquitecténico de la época pas6 por encima de las
coyunturas sociopoliticas. Este fenémeno ha tendido a repe-
tirse on América Latina hasta nuestros dias.
El requisito de incluir estas y otras particularidades en el es-
tugio de nuestra arquitecturs contemporénea no hace sino con-
firmer la necesidad de categorfas de andlisis propias. Con
frecuencia el punto de vista ha sido ajeno. Esta vision excén-
trica de la realidad se remonta tembién a los orfgenes del Nue-
vo Mundo. Hasta este mismo nombre tiene un indiscutible
acento europeo. Le primera visidn europea de América fue la
carta de Colén 3 los Reyes Catélicos en 1493. Come hombre
del Renacimiento, todo lo que vio le evacé imagenes no ame-
Ficanas, incluyendo al buen salvaje y a los ruisofores. La si-
uiente fue la del florentino Américo Vespucio, quien no s6lo
Ie dio su nombre sino también sus ojos al continente. Hacia
finales del imperio espafiol, Humboldt realiz6 un titénico inven-
tario cientifico dal érea, que terminé de publicar en Paris en
1839. Su método fue mas clentifico, pero iqualmente euro-
eéntrico.1>
ue los europeos vean América Latina desde su propia 6p-
tica es natural. Lo que es extrafio es que los latinoamericanos
la hayan adoptado. Curiosa y antigua excentticidad. lustrati-
vo es el caso de don Pedro de Ofia. Nacié on Angol on 1570,
en las ereucanas tierras del sur de Chile, para emigrar de joven
a Lima. Cuando don Garefa Hurtado de Mendoza —quien fue-
ra gobernador de Chile— fue nombrado virrey del Peri, le en-
cargé relatar sus hazahas durante la conquista de Chile. En
1891 pubiicé “El Arauco domado’’. Este poema épico —ul
cado donde nacio y crecié~ tiene aires de Virgilio, Tesso y
Atlosto. Ademés flora y fauna europea. Para completar el cua-
‘dro invintié las estaciones del afio."®
En el ambito arquitecténico, la incapacidad de ver la reali-
ded a través de nuestras propias categorfas ha sido destacada
por varios estudiosos como Claudio Caveri,!” Marina Wais-
.Aricule de bro Signas on rotacion
Yyotes enseyosAlones Edorl, Masia 197
1» ar ‘Gb 0.85. tnt de ecient reid
al de Venezuela, Facultad de Arqutectra y Uibeniamo. Careca
iindes Con, Cestlén: Ra de las dts aqutectdncas en la enaienacn
y apropiecin de noosa erqutectura. Minoo, Sartiaga de Cia, 1866.
1 rummbsro Eibsh Sala. por amet, que en Cte aante dos gobiemos
fe coneapeion rocepolien muy cstinte come ls de Fety Aland ae
evtas genereles cel quarecar erqutectonco se montuveroninmutbles
er Blass, Humbaro: "18 stu chisnos en Buanos Ales". Conferen
fs en el Conta de Ares y Camnicacion, CAYC. Ousnes Aires, 1984
15 Uninet, Aro: tone ydbfomaciones de Ames 1 Merdno, Sen
ug, 19
1 Hnneus,Citn: Don Posto de Ona. of primer moteco. Seeonos dl Tar
“Ameénca’Samiago de Che, 1982. Tambien. Sanchez, Lus Alberto Ave
‘stern de io iterators americana. Eselonns Universitas de Vaipraeo,
‘oe.
1 cove
| Claud: "Las satemas socials 9 través dele arqultectra” y “OrRamén Gutiérrez, Lala Méndez Mosquera® y Jorge
Glusberg?! en Argentina; Cristian Femandez7? en Chile, Slivia
Arango? en Colombia, Ruth Verde Zein en Brasil® y Antonio
Toca?S en México. En general, las realizaciones latinoameric
nas han sido analizadas como variaciones marginales del que-
hacer arquitecténico de los paises centrales. Este concepto
imperial de la cultura arquitecténica —con centros emisores
Y periferias recaptoras— es frecuente también respecto a otras,
regiones del globo. Aun en relacién a provincias laterales de
Europa, como destaca incisivamente Solé-Morales en su es-
tudio sobre arquitectura moderna en Catalufta.2# Por su parte
Kenneth Frampton ha sefialado que el modelo analitico con-
sistente en centros hegeménicos rodeados de satélites depen-
dientes produce una inadécuada descripcién del actual
quehacer arquitecténico internacional. Este enfoque no consi
dera que, esporddicamente, florecen en las fisuras culturales
de Europa y América intersticios de libertad creativa, Estas ex-
presiones se basan en la capacidad de ciertas culturas regio
nnales de recrear su propia tradicién, apropiéndose de las
fluencias fordneas a través de reconstrucciones y reasimila-
ciones.27
La excentricidad de tas categorias de andlisis para estudiar
la arquitectura latinoamericana es inadecuads. No explica el
tentrevero de influencias propias y ajenas con que dicha arqui-
tectura estd tensionada. Tampoco los desarrollos siner6nicos
que se producen, tan distintos a la aparente linearidad euro-
pea, Tampoco la frecuente superposicién de la arquitectura
‘epocal sobre las coyunturas sociopoliticas. Es decir, no se ajus-
ta a nuestra “‘modernidad periférica’”’, por usar un término de
Roberto Ferndndez.2°
Desear una Sptica propia esté muy bien. Habria que explici
tar, sin embargo, cudl es ella. Pianteo aqui lo siguiente: fa ar-
quitectura contemporénea latinoamericana ha evotucionado
dentro de una permanente tensién entre “espititu de la épo-
ca” y “espirity de! lugar’. Entre su ubicacién en el tiempo y
su ubicacién en el espacio. Sin entender esto dificilmente se
puede explicar su desenvolvimiento.
Es claro que una historia critica de la arquitectura contem-
porénea en América Latina no puede reducirse a un mero ca-
télogo de obras y autores. Pero, como insinué paginas atrés,
‘tampoco puede limitarse a establecer las relaciones de la ar-
guitectura con los procesos polltico-sociales de la regidn y sus
determinados paises. Se trataria en ese caso de insertar la ar
guitectura en una morfologia histérica conereta, la cual inclui-
te los ciclos y fechas més importantes, los grandes
acontecimientos, los grandes hombres, el desarrollo estructu-
ganzacin Popular y aqutectir lstnoamercana Cooperative Tita. Bus.
1 Waisman, Main: “Revinlcacén mundi de acres”. Revise CA. No.
436, Santago de Chie, deternbee 1983
° Gutrrez, Ramen: hstriografla americans. Ena ol desconcio. la
‘ependerca suture Rest SUMMA No, 215, 216, Suenos Anes, apotta
11988. Tambion en seminar sobre "Aproximacien ala aruitectir cloriat
amoricana’. CAYC. Buenes Aires. junio
© Mdecer Mosque’, Lala: "Idatliad y Modemised” Revicta SUMMA No.
212. Buenos 1968:
Cusbore. Jor Internacional de Arguitectura de Buenos Aires”
Foeractn
2 :"Nuosta nui Sumer". Opt. Este autor
‘adenominada a fenémane como "haterocentam”y posterormente ce
mo. Ver fot dels ates agultecténices en is enoenacion
YP apropioion de nuestra arguitecture. Op.
23 rango,Sivin:"Tondonciasactuales de Arguecturs en Colombia. Co
loqula sabre Arqutoctura en Latineamarice. ICFES. Unvorsled dl Vat
Cai 1983
2 Verde Zin, Ruth: "Sacundindo a Posva mas valoizando a painorio"
sta Proyecto, No. 75, Sto Paulo, mayo 1985.
%5 Tose, Antone "Le crtica on la Argutectra, Exelsior, Ménio, 11 aap
Aiembre 1908,
28 Sold-Morales nas: Eclecicismo y Vangued.£ caso del arqutectua
‘moderna on Catia. Estoril Gustave GN, Barslons, 1960.
4 Frampton, Kennet: “The lems of Contemporary Atcitacue Archie
tural Design No. 52, 7/8. Londres, 1902.
28 Fainandee, Roberto: "Moderided Priféice”. Revista CA. No. 36. Sania:
‘oe Chile, dcimbre 1983.
ral de las formas socio-econdmicas y pollticas, junto con otras,
metamorfosis corpéreas del cuado hist6rico.
Para explicarlo me apoyo en las tesis de Alfred Weber, ex-
puestas en su Sociologia de la historia y de fa cultura.?8 Plan
tea que lo histérico presenta muchas formas y es, sin embargo,
una unidad. Dice que existen métodos antiguos de considera
cién histérica, los cuales procuran captar su rasgo de unidad
Pero también hay otros métodos mas modernos que se colo:
‘can ante el problema de captar y dominar la pluralidad que con-
tiene dicha unidad. Explicita entonces una teoria estructural
interna de la histori
Distingue entre diversas esteras o dimensiones de un mis-
‘mo acontecer histérico. Esto es, entre el proceso social, el pro
‘ceso de civilizacién y el movimiento cultural. Dentro de esta
divisién tripartita, el “proceso social" corresponde @ la mor-
fologia histérica concreta que mencioné antes.
Sin embargo, dicha dimensidn corpérea se ve afactada por
el “proceso de civilizacién’’. Este esté constituida por el cos-
‘mos intelectual de validez universal. Va desde le imagen del
mundo y del Yo, hasta todo tipo de instrumentos de intencidn
préctica. Es decir, va desde la flosofia alas ciencias, a os mé-
todos, a las técnicas, a los objetos. En cierto modo, en el de-
sarrallo del cosmos civilizatoria todo resulta “descubierto” y
no “creado”. Porque todos los elementos sociales y practicos
de nuestra existencia —aquellos que poseemos y aquellos que
‘atin nos quedan por conquistar— en esencia preexisten, aun-
‘que todavia no hayamos logrado atraerlos a a esfera conscienta
de nuestres vidas y someterlos a nuestros servicios. Por ejem-
plo, los postulados de la geometria euclidiana ““existian’’ an-
tes que se les descubriera... de lo contrario no habrian podido
ser descubiertos.
Es indudable que ol cosmos civlizatorio es el més impor
tante auxiliar de la humenidad en su lucha por la existencia,
Como en sus elementos fundamentals dicha lucha es la mis,
‘ma para todos los hombres, cualquiera que sea el lugar donde
habiten; los instrumentos intelectuales de intencién practica
serdn bésicamente los mismos para todos. Asi, este mundo
de lo racional tiende de por si a la universalidad. Se propaga
con velocidad creciente por todas partes. Su difusién sélo de.
pende de la capacidad de absorcién de nuevas ideas y objetos
ue tienen los pueblos.
Pero, asu vez, junto a
dimensiones “‘corpérea’’ y “‘civi-
lizatoria’* subyace una tercera, a saber, la “cultural”. Este cas-
mos animico-cultural se rofiere al mundo metalégico de
vivencias, valores y simbolos que los pueblos han ido sedimen-
tando histéricamente. Es una voluntad de expresién animica
que yace detrés de todo ento social y dominio intelectual so
bre la existencia, tratando de fecundarlos. Viene a ser algo asi
como el alma de todo cuerpo histérico. Es una expresién sub-
iva y esencial que no se pregunta por su utilidad y eficacia
‘en su tentativa de configurar el material de vida de los pue-
bios. Estos significados vivenciales y valdricos se encarnan en
tun mundo simbdlico de creencias, mitos, tradiciones, idiosin:
cerasias, y otros. Al contrario del proceso civilizatorio, el movi
miento cultural es peculiar a cada pueblo y varia muy len:
tamente.
Qué tiene que ver lo anterior con el "‘espiritu de la époce’”
yel “espiritu del lugar"? Mucho, como se verd mas adelante.
Las nociones de “‘espiritu de época"’ y “espiritu del ugar”
han tenido diversas connotaciones filoséficas y de uso comin
8 través del tiempo. Por lo demés, el primer concepto fue abun-
dantemente utilizado por las vanguardias artisticas y arquitec-
t6nicas de comienzos de siglo. Los ejemplares a ofrecer son
innumerables. Entre ellos, lo que Henri Matisse escribla en
1908, en Apuntes de un pintor: “’Nos guste © no, pertenece-
‘mos a nuestro tiempo y compartimos sus opiniones incluso
‘sus errores. Todos los artistas llevan la impronta de su época,
pero los mas grandes son sélo aquellos en quienes esa huella
‘esté més profundamente marcada’”. Anos mds tarde agrega.
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