El
jardín	de	Dios
                                   (Génesis	1-2)
    En	el	principio,	no	existía	nada	más	que	Dios.
    —Que	se	haga	la	luz	—dijo	Dios.
    Y	se	hizo	la	luz.	Dios	hizo	el	cielo	azul,	la	hierba	verde,	las	estrellas	titilantes
y	el	sol	brillante.	También	hizo	los	pajaritos	que	cantan,	los	peces	que	nadan	y
los	animales	peludos.	Después,	Dios	hizo	al	hombre,	llamado	Adán,	y	a	la	mujer,
llamada	Eva.	Dios	plantó	un	jardín	y	puso	allí	al	hombre	y	a	la	mujer.	El	Jardín
de	Dios	era	su	hogar.
    Y	Dios	dijo:
    —¡Esto	es	muy	bueno!
    Dios	hizo	todo	y	a	todos.
    Mira	todo	el	jardín.
    ¿Dónde	puso	Dios	el	sol	amarillo?
    ¿Ves	la	hierba	verde?
    Señala	el	conejito	marrón.
    ¿Puedes	saludar	a	Adán	y	Eva?
                               Noé	y	el	arca
                                 (Génesis	6-9)
    Dios	estaba	triste.	Solo	Noé	todavía	amaba	a	Dios	y	lo	escuchaba.	Un	día
Dios	le	dijo	a	Noé	que	construyera	un	barco	grande	llamado	arca.	Los	vecinos	de
Noé	se	rieron	de	él,	pero	Noé	trabajó	hasta	terminar	el	arca.	Entonces,	Dios
llamó	a	dos	animales	de	cada	especie	y	los	invitó	a	entrar	en	el	arca.	De	repente,
empezó	a	llover.	¡Llovió	durante	cuarenta	días!	La	tierra	estaba	cubierta	de	agua,
pero	la	familia	de	Noé	y	todos	los	animales	estaban	a	salvo.
    Dios	llama	a	cada	uno	por	su	nombre.
    Noé	necesita	ayuda	para	llamar	a	los	animales.
    ¿Puedes	decir	“mu”	como	una	vaca?
    ¿Qué	sonido	hace	un	pato?
    ¿Y	un	perro?
                La	promesa	de	Dios	a	Abraham
                               (Génesis	15-21)
    Abraham	amaba	a	Dios	y	hablaba	con	él	todos	los	días.	Una	noche,	Dios	le
dijo:
    —Mira	a	las	estrellas.	¿Puedes	contarlas?
    Había	demasiadas	estrellas	para	contar.
    —Vas	a	tener	hijos,	incluso	más	que	las	estrellas	—	dijo	Dios.
    Abraham	se	preguntó	qué	quiso	decir	Dios.	Él	y	su	esposa,	Sara,	ya	eran
viejos	y	no	tenían	hijos.	Sin	embargo,	Abraham	le	creyó	a	Dios,	y	Sara	dio	a	luz
a	un	niño.	¡Todo	el	mundo	estaba	sorprendido!
    ¿Puedes	ayudar	a	Abraham	a	contar	las	estrellas?	Dios	le	dio	a	Abraham	más
    hijos	y	nietos	que	estrellas	hay	en	el	cielo.
    Dios	siempre	cumple	sus	promesas.
               Moisés	conduce	al	Pueblo	de	Dios
                              (Éxodo	3:13-14)
    El	Pueblo	de	Dios	era	esclavo	en	Egipto.	Dios	hizo	un	plan	para	salvarlos	y
envió	a	Moisés	para	guiar	el	camino.
    —¡Recuerden	el	día	de	hoy!	—dijo	Moisés—.	¡Dios	nos	ha	hecho	libres!
    Moisés	sacó	de	Egipto	al	Pueblo	y	lo	llevó	a	la	orilla	de	un	gran	mar.
Entonces,	Dios	le	dijo	a	Moisés	que	levantara	los	brazos	sobre	el	agua.	Dios
dividió	el	mar	en	dos,	y	¡apareció	un	camino	de	tierra	seca!	El	Pueblo	de	Dios
pudo	cruzar	así	al	otro	lado.
    Imagina	que	tú	eres	Moisés.	Ponte	de	pie	y	levanta	las	manos	por	encima	de
    la	cabeza.	Ahora	abre	los	brazos	a	los	lados.
    Imagínate	que	el	mar	se	abre	delante	de	ti.	Ninguna	persona	puede	mover	los
    mares,	¡pero	Dios	puede	hacer	cualquier	cosa!
                           David	y	el	gigante
                                (1	Samuel	17)
    Un	día,	la	gente	de	Dios	oyó	que	alguien	gritaba	con	una	voz	que	daba
miedo:
    —¿Quién	se	atreve	a	luchar	conmigo?
    Era	Goliat,	el	más	poderoso	guerrero	filisteo.	Todo	el	mundo	le	tenía	miedo,
pero	David	no.
    —Yo	lucharé	contra	el	gigante	—dijo	David—.	Soy	pequeño,	pero	Dios	me
ayudará.
 Goliat	levantó	su	lanza	y	se	rió.	Y	se	rió	aún	más	cuando	David	sacó	una	honda
  y	cinco	piedras	lisas.	David	apuntó	a	Goliat.	La	piedra	pasó	zumbando	por	el
              aire,	y	Goliat	cayó	en	la	tierra.	¡David	ganó	la	batalla!
    Cuando	tenemos	fe,	Dios	nos	ayuda.
    David	necesita	ayuda	para	encontrar	piedras	para	su	honda.	¿Puedes
        ayudarlo	a	encontrar	cinco	piedras	negras?
                           Daniel	y	los	leones
                                   (Daniel	6)
    Daniel	era	honesto	y	sabio.	Por	eso,	el	rey	Darío	confiaba	en	él.	Pero	algunas
personas	estaban	celosas	de	Daniel	y	querían	deshacerse	de	él.	Engañaron	al	rey
Darío	para	hacer	una	terrible	ley:	quienes	le	recen	a	Dios	serán	castigados.
    Pero	Daniel	amaba	a	Dios	y	rezaba	todos	los	días.	Así	que	fue	arrojado	al
foso	de	los	leones	hambrientos.
    —¡Que	tu	Dios	te	salve!	—gritó	Darío.
    Daniel	pasó	toda	la	noche	con	los	leones,	pero	Dios	envió	a	sus	ángeles	para
cerrarles	la	boca.	A	la	mañana	siguiente,	¡Daniel	estaba	vivo!
    Imagina	que	eres	un	león	hambriento.
    Respira	profundamente.	Levanta	la	cabeza	hacia	el	cielo.	¡Ahora	ruge!	Los
    leones	son	feroces	y	fuertes,	pero	Dios	es	aún	más	fuerte.
                          Jonás	huye	de	Dios
                                  (Jonás	1-3)
    Dios	le	dijo	a	Jonás	que	fuera	a	la	ciudad	de	Nínive.	En	cambio,	Jonás
desobedeció	y	se	escapó	en	un	barco.	“Dios	no	me	va	a	encontrar”,	pensó.
    Una	gran	tormenta	sacudió	la	nave.	Jonás	fue	arrojado	al	mar.	Pero	Dios
envió	un	pez	gigantesco	para	tragarlo	de	un	solo	bocado.	Durante	tres	días,	Jonás
vivió	dentro	del	pez.	Y	durante	esos	tres	días,	Jonás	oró	y	le	dijo	a	Dios	que	se
arrepentía	de	no	haberlo	obedecido.	Entonces,	el	pez	escupió	a	Jonás	en	la	orilla.
Al	final,	Jonás	fue	a	Nínive.
    Dios	hizo	peces	de	diferentes	tamaños.
    ¿Puedes	encontrar	el	pez	pequeño?
    ¿Dónde	está	el	pez	de	tamaño	mediano?
    Ahora	busca	el	pez	más	grande	de	todos.
    ¡Dios	siempre	sabe	dónde	encontrarnos!
                  Las	buenas	noticias	de	María
                                   (Lucas	1)
    María	vivía	en	Nazaret.	Un	día,	el	ángel	Gabriel	vino	con	un	mensaje.
    —Alégrate,	María,	el	Señor	está	contigo	—dijo	Gabriel—.	Dios	te	ha
escogido	para	ser	la	madre	de	su	único	Hijo,	Jesús.
    En	un	primer	momento,	María	se	quedó	sorprendida,	pero	amaba	a	Dios	y
creía	en	sus	promesas.
    —He	aquí	la	sierva	de	Dios	—dijo—.	Haré	lo	que	me	pide.
    Gabriel	se	fue,	y	¡María	se	apresuró	a	contarle	a	su	prima	Isabel	la
maravillosa	noticia!
    Dios	siempre	nos	ayuda	a	encontrar	el	camino	correcto.	Para	llegar	a	la	casa
    de	Isabel,	María	tiene	que	seguir	el	camino	de	las	piedras	de	color	rosa.
    ¿Qué	camino	tiene	piedras	rosadas?
    ¿De	qué	color	son	los	otros	caminos?
                                Nace	Jesús
                                  (Lucas	2)
    Cuando	era	casi	la	hora	de	que	naciera	el	bebé	de	María,	César	Augusto	se
preguntó	cuántas	personas	vivían	en	su	reino.	Así	que	María	y	José	fueron	a
Belén	para	ser	contados.
    José	buscó	un	lugar	para	quedarse,	pero	no	había	ninguna	habitación.	Lo
único	que	pudo	encontrar	fue	una	cueva	con	animales	adentro.
    Poco	después,	nació	el	bebé	de	María.	¡Era	el	Niño	Jesús!	Una	nueva	estrella
apareció	en	el	cielo,	y	los	pastores	oyeron	a	los	ángeles	cantando:
    —¡Gloria	a	Dios!	¡Hoy,	ha	nacido	Jesús	el	Salvador!
    ¿Puedes	contar	cuánta	gente	hay	en	Belén?
    Asegúrate	de	buscar	en	todas	partes.
    ¡Dios	siempre	tiene	espacio	para	nosotros!
                         Jesús	es	encontrado
                                   (Lucas	2)
    Cuando	Jesús	tenía	doce	años,	fue	a	Jerusalén	con	su	familia.	Pero	cuando
todos	volvían	a	sus	casas,	María	y	José	se	dieron	cuenta	de	que	¡Jesús	no	estaba
con	ellos!	Y	se	preocuparon.	Entonces,	María	y	José	regresaron	a	Jerusalén	para
buscarlo.	Durante	tres	días,	buscaron	por	todas	partes.	Finalmente,	encontraron	a
Jesús	hablando	con	los	maestros	y	los	sacerdotes	en	el	Templo	de	Dios.
    —No	tenían	que	preocuparse	—dijo	Jesús—.	¿No	sabían	que	iba	a	estar	en	la
casa	de	mi	Padre?
    Todos	se	fueron	juntos	a	casa.
    ¿Puedes	ayudar	a	María	y	José	a	encontrar	a	Jesús	en	el	Templo?	Cuando	tú
    estás	preocupado,	siempre	puedes	pedirle	a	Dios	que	te	ayude.
                             La	gran	pesca
                                  (Lucas	5)
    Pedro	y	sus	amigos	estaban	muy	tristes.	Habían	ido	de	pesca	toda	la	noche,
pero	no	lograron	pescar	nada.	Jesús	quiso	ayudarlos:
    —Vayan	mar	adentro	y	vuelvan	a	intentarlo	—dijo	Jesús—.	Esta	vez
pescarán	algo.
    Pedro	y	sus	amigos	hicieron	lo	que	Jesús	les	dijo.	Tan	pronto	como	pusieron
las	redes	en	el	agua,	los	peces	entraron	en	ella.	Había	tantos	peces	que	¡no
entraban	en	los	barcos!
    Cuando	hacemos	lo	que	dice	Jesús,	suceden	cosas	maravillosas.	Mira	lo	que
    los	pescadores	atraparon.
    ¿Puedes	encontrar	tres	peces	verdes?
    ¿Dónde	están	los	dos	peces	amarillos?
    Solo	hay	un	pez	rojo,	¿puedes	encontrarlo?
                        Jesús	ama	a	los	niños
                                  (Mateo	19)
    Jesús	estaba	muy	ocupado.	Trabajaba	mucho	todos	los	días	enseñándole	a	la
gente	acerca	de	Dios.	Cuando	algunos	niños	vinieron	a	ver	a	Jesús,	sus	amigos
pensaron	que	debía	descansar.	Les	dijeron	a	los	niños	que	se	fueran.	Pero	Jesús
dijo:
    —Dejen	que	los	pequeños	vengan	a	mí.
    Jesús	les	recordó	a	sus	amigos	que	el	reino	de	los	cielos	pertenece	a	los	que
aman	a	Dios,	como	lo	hacen	los	niños.	Luego	reunió	a	los	pequeños,	los	escuchó
y	los	bendijo.
    Jesús	siempre	tiene	tiempo	para	nosotros.
    Los	niños	están	de	pie	en	la	fila	para	ver	a	Jesús.
    ¿Puedes	señalar	el	primer	niño	de	la	línea?
    ¿Quién	es	el	segundo?
    Ahora	busca	al	tercer	niño.
                    Jesús	calma	una	tormenta
                                  (Mateo	8)
    Una	noche,	Jesús	y	sus	amigos	estaban	navegando	por	el	mar.	Jesús	se	quedó
dormido.	De	repente,	hubo	una	gran	tormenta.	El	viento	sopló	y	sopló.	Enormes
olas	sacudían	el	barco,	y	caía	agua	adentro.	Los	amigos	de	Jesús	estaban
asustados:
    —¡Despierta!	—gritaron—.	¡Sálvanos,	o	el	barco	se	hunde!
    —No	tengan	miedo	—respondió	Jesús.
    Luego	se	puso	de	pie,	levantó	las	manos	y	dijo:
    —¡Alto,	quédense	quietos!
    El	viento	y	el	mar	escucharon	a	Jesús.	Sus	amigos	se	sorprendieron.
    Cuando	Jesús	está	con	nosotros,	no	hay	que	tener	miedo.	Busca	estas	cosas:
    una	nube	negra,	un	rayo	amarillo,	gotas	de	agua	azul.	¿Puedes	encontrarlas?
                        Cinco	buenos	amigos
                                  (Marcos	2)
    Una	vez	hubo	cinco	buenos	amigos.	Uno	de	los	amigos	no	podía	caminar.
Así	que	los	otros	cuatro	lo	llevaron	en	una	camilla	a	la	casa	donde	Jesús	se
estaba	quedando.
    Una	gran	multitud	bloqueaba	la	puerta.	Nadie	podía	entrar.	Los	cuatro
hombres	levantaron	a	su	amigo	hasta	el	techo.	Luego	lo	bajaron	hasta	la
habitación	donde	estaba	Jesús.	Jesús	vio	la	fe	que	tenían	y	se	dirigió	al	hombre
que	estaba	en	la	camilla.
    —Estás	perdonado	—dijo—.	Ahora	levántate	y	anda.
    ¡De	repente,	el	hombre	pudo	caminar!	Todo	el	mundo	alabó	a	Dios.
    El	hombre	que	no	podía	caminar	tenía	buenos	amigos.	Jesús	quiere	que
    seamos	buenos	amigos,	también.	¿Puedes	encontrar	algo	que	los	amigos	del
    hombre	en	la	camilla	puedan	usar	para	subir	al	techo?
                          El	pastor	y	las	ovejas
                                    (Lucas	15)
    A	Jesús	le	gustaba	contar	historias:
    —Había	una	vez	un	pastor	que	tenía	cien	ovejas.	Las	contaba	todos	los	días
para	asegurarse	de	que	estaban	bien.	Una	mañana,	vio	que	solo	había	noventa	y
nueve.	¡Faltaba	uno	de	sus	corderos!	Así	que	el	pastor	llevó	a	las	noventa	y
nueve	ovejas	a	un	lugar	seguro.	Luego	buscó	a	la	que	se	había	perdido.	Cuando
la	encontró,	estaba	sola	y	asustada.	El	pastor	sonrió,	la	levantó	y	la	llevó	a	casa.
    Dios	nos	ama	como	el	Buen	Pastor	ama	a	sus	ovejas.
    ¿Puedes	ayudar	al	pastor	a	encontrar	su	oveja	perdida?
    ¿Está	cerca	del	arbusto	con	bayas	de	color	naranja	o	del	arbusto	con	bayas
    azules?
                                ¡Hosanna!
                                 (Lucas	19)
    Cuando	la	gente	en	Jerusalén	oyó	que	venía	Jesús,	se	emocionó	mucho.
    Jesús	entró	en	la	ciudad	montando	un	burro.	Multitudes	de	personas	lo
seguían.	Algunos	tomaban	abrigos	coloridos	y	los	ponían	en	el	suelo	delante	de
él.	Otros	cortaban	ramas	de	los	árboles	de	palma	y	las	agitaban	mientras	Jesús
pasaba.	Cuando	los	niños	vieron	venir	a	Jesús,	empezaron	a	gritar:
    —¡Hosanna!	¡Hosanna!	¡Bendito	el	que	viene	en	nombre	del	Señor!
    “Hosanna”	quiere	decir	‘¡Por	favor,	sálvanos!’.
    Dios	envió	a	su	Hijo,	Jesús,	para	salvar	al	mundo.
    ¿Puedes	decir	“Hosanna”?
    Dilo	muy	lentamente.
    Ahora	dilo	tres	veces	rápidamente.
    ¿Puedes	susurrarlo	en	voz	baja?
    ¡Ahora	dilo	en	voz	alta!
                         Una	comida	especial
                                 (Mateo	26)
     Jesús	reunió	a	sus	amigos	para	compartir	juntos	una	última	comida,	muy
especial.	Se	fueron	a	una	habitación	que	quedaba	en	lo	alto,	donde	todo	estaba
listo.	Mientras	comían,	Jesús	tomó	un	pan	y	lo	partió.
     —Tomen	y	coman	esto	—dijo—.	Este	es	mi	Cuerpo.
     Después	de	la	cena,	Jesús	tomó	una	copa	de	vino	y	dijo:	—Esta	es	mi
Sangre.	Entonces,	Jesús	les	pidió	a	sus	amigos	que	lo	recordaran	de	esa	manera.
Después	de	la	cena,	todos	se	fueron	a	un	jardín	para	orar.
     El	alimento	que	da	Jesús	nos	hace	más	semejantes	a	él.	Señala	el	pan	que
     Jesús	les	está	dando	a	sus	amigos.	¿Puedes	encontrar	la	copa	de	vino?
     ¿Qué	más	están	comiendo?
                              Muerto	y	vivo
                                (Mateo	26-28)
     Jesús	fue	arrestado	y	enviado	a	morir	en	una	cruz.	Sus	amigos	estaban	muy
tristes.	Tomaron	el	cuerpo	de	Jesús,	lo	envolvieron	en	una	tela	y	lo	enterraron	en
una	cueva.	Pusieron	una	gran	piedra	en	la	entrada.	Nadie	podía	entrar	ni	salir.
     Tres	días	después,	algunas	mujeres	llegaron	a	la	tumba.	La	piedra	gigante
había	sido	corrida,	y	la	cueva	estaba	vacía.
     —¿Dónde	está	Jesús?	—preguntaron.
     —Jesús	está	vivo	—respondió	el	ángel.
     Las	mujeres	corrieron	a	decirles	a	todos	que	Jesús	había	resucitado	de	entre
los	muertos.
     Jesús	nos	da	vida	nueva.
     Las	mujeres	estaban	tristes	porque	Jesús	se	había	muerto.	Pero	se	llenaron	de
     gozo	cuando	el	ángel	les	dijo	que	estaba	vivo.
     ¿Qué	mujeres	se	ven	felices?
     ¿Qué	mujer	todavía	se	ve	triste?
                                   Al	cielo
                                  (Lucas	24)
    Jesús	visitó	a	sus	amigos	durante	cuarenta	días.	Los	bendijo,	comió	con	ellos
y	les	dio	la	paz.	Prometió	enviar	al	Espíritu	Santo	para	ayudarlos	a	compartir	la
Buena	Nueva	del	amor	de	Dios	con	todos.
    Un	día,	Jesús	se	fue	elevándose	de	la	tierra.	Sus	amigos	lo	observaron
mientras	subía	por	encima	de	las	nubes	hacia	el	cielo.	Luego,	aparecieron	dos
ángeles:
    —¿Por	qué	están	mirando	al	cielo?	—	preguntaron—.	Jesús	está	preparando
un	lugar	para	ustedes	en	el	cielo.	¡Algún	día	volverá!
    Jesús	se	elevó	al	cielo.
    ¿Puedes	encontrar	cosas	que	están	en	el	cielo?	Señala	la	mariposa	morada.
    ¿Puedes	encontrar	un	pajarito	anaranjado?	¿Dónde	está	la	nube	blanca?
                             Viento	y	fuego
                       (Hechos	de	los	Apóstoles	2)
    Distintas	personas	de	tierras	lejanas	visitaban	Jerusalén.	Hablaban	muchos
idiomas	diferentes.	María,	la	madre	de	Jesús,	y	muchos	de	los	amigos	de	Jesús
también	estaban	allí.	Mientras	oraban,	un	sonido	como	el	viento	impetuoso	llenó
la	habitación.	Aparecieron	llamas	sobre	sus	cabezas:	¡era	el	Espíritu	Santo!
    De	repente,	los	amigos	de	Jesús	comenzaron	a	hablar	en	idiomas	que	no
conocían.	Los	visitantes	de	otros	países	los	escucharon	y	exclamaron:
    —¿Cómo	puede	ser	esto?	¡Podemos	entenderlos!
    —Crean	en	Jesús	—respondió	Pedro—,	y	el	Espíritu	Santo	habitará	en
ustedes	también.
    Dios	escucha	cuando	oramos	y	envía	al	Espíritu	Santo	para	que	nos	ayude.
    ¿Puedes	pedirle	a
    Dios	que	ayude	a	alguien	ahora?
    Podría	ser	alguien	de	tu	familia,	un	vecino,	un	amigo	o	una	amiga.
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